espectáculos | 3
| Lunes 3 de marzo de 2014
En busca de ese gesto que exprese nuestro tiempo
teatro. La actriz y directora Maricel Álvarez estrena mañana un texto
de Santiago Loza con la actuación de Diana Szeinblum y el mismo autor
El pianista de 22 años que dialoga con los actores natalio gonzález petrich. Es una revelación
y toca durante la obra 33 variaciones
Carlos Pacheco PARA LA NACION
Apenas ha comenzado el año y su agenda está cargada de proyectos teatrales y cinematográficos. La actriz y directora Maricel Álvarez aclara que viene transitando períodos “súper prósperos”, con mucha proyección local y también internacional. Su participación en el film Biutiful, de Alejandro González Iñárritu, resultó un gran espaldarazo para su carrera. Ella dice que, aunque eso sucedió en 2009, aún lo está procesando. Pero, por suerte, no se queda en eso. A lo largo de 2014 participará de cuatro proyectos teatrales y dos películas. El primer trabajo la tiene como directora. Se llama Yo te vi caer, texto de Santiago Loza que comenzará a hacer funciones mañana en la Ciudad Cultural Konex. En verdad, se trata de una experiencia que sólo se ofreció cuatro días, en el Tacec del Teatro Argentino de La Plata, el año pasado. Está protagonizada por la bailarina y coreógrafa Diana Szeinblum y en ella participa el mismo Loza como intérprete. La construcción de Yo te vi caer tiene un proceso bien interesante. Todo comenzó entre Szeinblum y Loza. Ella decidió contarle al dramaturgo su experiencia dentro de la compañía de Pina Baush en Alemania y el autor construyó, a partir de esa rica trayectoria, un “larguísimo poema dramático acerca de la caída, entendida como la expresión máxima de la libertad”, según define la directora. La coreógrafa fue quien convocó a Maricel Álvarez para dirigirla y ahí comenzó una segunda etapa. “Me resultó un desafío increíble –explica la directora–, era un texto complejo para trasladar al espacio escénico. Propuse hacer una investigación en términos conceptuales sobre la caída. No sólo entendida como un acto físico, sino en todas sus acepciones posibles: ética, filosófica, amorosa, existencial. Me interesaba indagar en un terreno más amplio. Ellos estuvieron de acuerdo y comenzó ahí una verdadera colaboración artística donde todos empezamos, además, a caernos de nuestros roles habituales. Yo, actriz, dirijo; Diana, bailarina, actúa; Santiago, autor, forma parte de la escena.” Algunos de los actores y directores que trabajaron con Loza cuentan que antes de producir un texto a pedido el autor suele tener largas entrevistas con ellos y resulta un muy profundo e inteligente entrevistador. En este proyecto, eso
Maricel tiene varios proyectos en teatro y en cine se invirtió. Fue Maricel Álvarez quien decidió tener una “conversación muy íntima y personal” con él, después de la cual le dijo: “Santiago, prestame tu voz y tu cuerpo, sumate a la escena”. Loza aceptó dejar su timidez de lado e ingresar al espectáculo convencido de que “es bueno animarse a explorar otras vías de expresión”. En síntesis, y según comenta Maricel Álvarez, Yo te vi caer posee: “Una voz que relata, casi en tiempo real (Diana), mientras sucede una caída, con todo aquello que promueve en el cuerpo: emociones, pensamientos. Otra voz, la de Santiago, un testigo, alguien que acompaña esa caída, construye otros relatos en forma de capítulos. Sobre el final, esas voces se fusionan, son parte de una misma entidad o existencia”. La dirección es un campo que viene desarrollando, casi tímidamente. Junto a su pareja, Emilio García Wehbi, fue responsable de las tres ediciones que tuvo Red lights for Dr. Fausto en Alemania, México y Buenos Aires. “Ésa fue una gran plataforma –explica–. Ahí descubrí que la dirección es un camino posible. Encuentro en ella los mismos estímulos que en la actuación. Son espacios que pueden retroalimentarse. Lo interesante es que la dirección es un ámbito
ANÍBAL GRECO
donde se comparte y se comulga con otras visiones.” Entre sus próximos proyectos, como actriz, figuran: la reposición de la singular versión de Rey Lear de Rodrigo García, con dirección de García Wehbi, espectáculo que tuvo dos funciones en el FIBA, en 2013, y que espera encontrar un ámbito adecuado para volver a escena. Mientras tanto, ya tienen presentaciones previstas en Polonia y en Brasil. Con García Wehbi también está comenzando los ensayos de Jackie, sobre un texto de Elfriede Jelinek (de ella montaron Bambilan, en 2005). “Se trata de un capítulo de La muerte y la doncella que está dedicado a Jacqueline Kennedy. Queríamos volver a poner en escena a esta autora, pero nos costaba mucho encontrar un texto que pudiera trasladarse al espacio. Sus obras son muy complejas, pero creemos que es una mujer que merece ponerse en valor, porque no hay otra autora tan corrosiva y filosa en el teatro contemporáneo germanoparlante.” Su último proceso teatral para este año también es a partir de un texto de Santiago Loza que dirigirá Alejandro Tantanian en el Teatro San Martín. Se trata de Almas ardientes, una experiencia que compartirá con un grupo de ac-
trices a quienes Álvarez considera “maestras”: María Onetto, Analía Couceyro, Gaby Ferrero, María Inés Sancerni y Stella Galazzi. Por último, el cine. Viene de rodar Las insoladas, de Gustavo Taretto (Medianeras), que, según afirma, fue “una épica con resultados encantadores. Seis chicas en una terraza al sol. Una linda pintura de los años 90. Mientras todos se iban a Cuba, ellas sólo podían broncearse en el techo de una casa. Veían la fiesta desde afuera”. En breve comienza a filmar a las órdenes de Ana Katz Mi amiga del parque. “Nuevamente un film de corte femenino –comenta–. La película reflexiona acerca de si la maternidad es un deber o una elección, y lo hace con un humor muy inteligente.” Las actividades son múltiples y ella está dispuesta a cumplirlas muy rigurosamente. Su entusiasmo es mucho. Le gusta experimentar, encontrar materiales que dialoguen con el signo de estos tiempos. Y en ese proceso está. Buscando “ese gesto que interpele al público o al interlocutor” y lo active, lo conmueva.ß
Su participación es muy activa aunque, por momentos, imperceptible. Está ubicado en el fondo del escenario y su ingreso a la acción está relacionado, exclusivamente, con aquellos momentos en los que se hace muy necesario dar cabida a la música. Natalio González Petrich, es el pianista que, noche a noche, resulta el complemento perfecto en 33 variaciones, la pieza de Moisés Kaufman que, bajo la dirección de Helena Tritek, protagonizan Marilú Marini, Lito Cruz y Malena Solda, en el Metropolitan CITI. Nacido en Paraná, Entre Ríos, hace 22 años, el artista es la primera vez que se involucra en un proyecto teatral. Hasta ahora, su actividad venía repartiéndose entre la formación y diversos conciertos que lo tuvieron como protagonista, tanto en su ciudad natal como en otras localidades del país. Proviene de una familia de músicos. Su papá es guitarrista y director de coros y su mamá flautista y docente. Según comenta el muchacho, ellos no influyeron en su profesión. A lo siete años decidió comenzar a tocar el piano y su guía entonces fue la maestra Celina Federik. A los 12 participó de un curso dictado por Mónica Cosachov y fue ella quien lo becó para que comenzara sus estudios en Buenos Aires. A partir de ese momento la carrera, estaba definida. Cuando finalizó el secundario se vino para la Capital y fue becario del Fondo Nacional de las Artes y del Mozarteum ¿Cómo llego a 33 variaciones? Sus padres son muy amigos de Lito Cruz y fue él quien lo animó para que participara en las audiciones. Tocó Beethoven frente a la atenta mirada de la directora Helena Tritek y el productor Pablo Kompel y, al poco tiempo, le confirmaron que era el elegido. “Debo confesar que estaba verdaderamente muy nervioso – cuenta el músico–. Además, no conocía la obra. Me la dieron cuando me anunciaron que iba a participar del elenco. La leí de inmediato y el mundo que propone me resultó muy atractivo. 33 variaciones es una obra muy compleja y a la vez apasionante. Es muy movilizadora por como progresa, por las dificultades que te presenta, las armonías van cambiando continuamente. No
deja de ser una obra revolucionaria, aún hoy.” Para un músico muy joven, acostumbrado a los conciertos de cámara, ingresar al mundo del teatro ha sido toda una novedad. Tiene unos “tíos” muy entrañables, como Marilú Marini y Lito Cruz que, según deja entrever, lo contienen mucho. “Descubrí que los actores, en general , son gente maravillosa. Me gustaría estudiar teatro en algún momento. Lo haría como hobby, no sé si profesionalmente, pero me atrae mucho esa actividad.” Las participaciones de Natalio González Petrich en la obra, que cuenta la historia de una destacada musicóloga que viaja a Bonn para investigar el proceso de creación de las 33 variaciones, son muy definitorias. El pianista no ve las escenas que suceden delante de él, sólo va siguiendo el texto que le señala sus entradas. “Todo es bien extraño, no puedo mirar lo que sucede pero debo estar muy atento. Trato de no comprometerme mucho emocionalmente porque suceden cosas muy fuertes, sobre todo en la relación entre Catalina (Marini) y su hija (Solda), pero hay momentos en que esa energía actoral que ellas despliegan me tocan sin quererlo. Igual sucede en el momento de la Fuga, cuando Lito Cruz (Beethoven en la ficción) va escuchando lo que yo interpreto y es como si fuéramos dialogando sin hablar. Allí sucede algo muy mágico.” Hace pocos días Natalio asistió a una función de Forever Young y ha quedado muy magnetizado por el trabajo del pianista-actor Pablo Bronzini. Se le pregunta si le interesaría llegar a introducirse en el mundo del teatro de esa manera. Duda a la hora de responder. “En verdad me gustan muchas cosas –comenta–. Estoy en el mundo del clásico pero me interesa el jazz, el tango. Nunca me metí a fondo en otras cosas que no sean lo mío. Por ahora siento que debo seguir estudiando, trabajando. Buenos Aires es una ciudad que me ofrece muchas posibilidades. Es cierto también que extraño Paraná. Por ahora busco el equilibrio entre mi vida de estudiante, durante el día, y la del profesional, en las noches”.ß
Yo te vi caer Texto de Santiago Loza Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131 Funciones, martes, a las 21
reCitAl
Un grupo caído del sistema El jovencísimo Natalio González Petrich calle 13. ★★ tación de
regular .
P resen-
MultiViral . Músico: Re-
né Pérez Joglar “Residente”, Eduardo Cabra Martínez “Visitante”, Ileana Cabra Joglar “PG-13”. estadio: Ferro. teloneros: Salta la Ban-
ca y Las Manos de Filippi. el sábado
1° de Marzo.
H
ubo agite en cancha de Ferro. Calle 13 eligió Buenos Aires para arrancar la gira de presentación de su nuevo disco, MultiViral, el quinto de su carrera, y sus fans locales, que recibieron con la compra de su entrada una tarjeta que les permite descargar digitalmente el álbum, lo agradecieron con creces, celebrando cada consigna de Residente y bailando durante buena parte de un concierto de cerca de dos horas que incluyó algunos estrenos y unos cuantos grandes éxitos (“Fiesta de locos”, “Baile de los pobres”, “Pal Norte”). La primera noticia del nuevo trabajo, en el que figuran como invitados el músico cubano Silvio Rodríguez, el escritor uruguayo Eduardo Galeano y el actor John Leguizamo (nacido en Bogotá, de abuelo paterno puertorriqueño), fue el lanzamiento, a fines del año pasado, del videoclip del tema “MultiViral”, filmado en Palestina y grabado con la participación especial de Tom Morello, ex guitarrista de Rage Against the Machine, otra banda conocida por su politización; la cantante israelí (hija de palestinos) Kamylia Jubran, y hasta Julian Assange, cuya voz aparece criticando la manipulación infor-
René y su remera de la selección argentina mativa de los grandes medios. De ahí en más se supo más bien poco del nuevo disco de los puertorriqueños, hasta este show en Buenos Aires con unos cuantos problemas de sonido que incluyó una desafortunada interpretación de “Balada para un loco” (Astor Piazzolla/Horacio Ferrer) de la vocalista Ileana Cabra, acompañada por el bandoneonista de Bajofondo Martín Ferres; alusiones a las Malvinas; consignas generalizadoras contra los ingleses; camisetas de la selección argentina en el escenario, y temas como “El aguante”, un batido anárquico de problemáticas de actualidad y personajes célebres de la historia contemporánea en el que aparecen mezclados Hiroshima y Nagasaki, las miserias del capitalismo y el comunismo, Idi Amin, Bush, Mao, Lennon y Monsanto. El tema sintetiza con bastante
LAURA CANO
claridad la propuesta de Calle 13: inclinación por la arenga incendiaria + voracidad e incorrección para abordar asuntos de la agenda política mundial que también aparecen cuando el tópico es la sexualidad. En términos musicales, el discurso de esta banda con casi diez años de trayectoria es realmente limitado: la cruza de reggaetón, música urbana, bossa y ritmos latinos no se caracteriza por el riesgo, es más bien un reflejo del colorido cambalache de su lírica, y sus abordajes en la veta romántica destilan más cursilería que inspiración. MultiViral es el primer disco que Calle 13 publicó en forma independiente, a través de su flamante sello El Abismo, y esta gira latinoamericana que se inició en Buenos Aires ha sido organizada en sociedad con Transistor, una productora independiente que también está de-
trás de los festivales Maquinaria y Frontera. Toda la estrategia de Calle 13 tiene esa impronta “antisistema” que Residente, su cabeza visible, predica sin descanso ante una comunidad de seguidores que lo celebra como si fuera un gurú. En 2006, The New York Times consagró a este artista, casado con la actriz y modelo argentina Soledad Fandiño (a quien le dedicó especialmente un tema y con la que pronto tendrá un hijo), como “el primer intelectual que llega al estrellato del género reggaetón”. Y hay algo de esa definición que evidentemente seduce a René Pérez Joglar, hijo de un abogado y una actriz de la clase media puertorriqueña, estudiante de artes y cine en Georgia y Barcelona, celebrado por la conservadora revista estadounidense Time y ganador serial de premios Grammy. En un momento del show, Residente pidió al público que encendiera la luz de todos sus celulares para simbolizar su apoyo al reclamo por la libertad del puertorriqueño Oscar López Rivera, acusado de sedición contra los Estados Unidos y preso en ese país desde hace 32 años. La respuesta fue inmediata, pero se podría arriesgar sin temor a la equivocación que la inmensa mayoría de los que se sumaron al pedido habían escuchado por primera vez en su vida ese nombre. La respuesta pavloviana a ese tipo de estímulos inocuos parece estar en el ADN de la relación entre Calle 13 y sus fans. Lo seguro es que terminará la gira de presentación de este disco y “el sistema” seguirá tal cual lo conocemos.ß Alejandro Lingenti
EMILIANO LASALVIA
Una presencia acertada Moisés Kaufman, autor de 33 variaciones, cuenta que el azar lo llevó a encontrarse con un disco que contenía las Variaciones Diabelli, Op.120, de Beethoven, y fascinado por la anécdota que generó la composición musical, sintió la necesidad urgente de escribir su propia visión del prodigio creativo original. En 1819, un tiempo en que todavía casi toda la música se escribía por encargo, el editor vienés Antonio Diabelli, de ideas comerciales siempre acertadas, propuso a un distinguido grupo de compositores la creación de variaciones sobre un vals de su autoría. El joven Schubert, un Liszt de 11 años, Czerny, Hummel, Kalkbrenner, Moscheles, Vorisek y hasta el Archiduque Rodolfo estaban entre ellos. Las partituras de variaciones se vendían muy bien entre estudiantes y ejecutantes, por su exploración de variados enfoques. A Beethoven, le pidió seis o siete variaciones a cambio de 80 ducados, unos 140 dólares de entonces, pero el músico declinó la invitación ya que no le interesaban obras colectivas. Necesidades económicas posteriores motivaron su arrepentimiento y aceptó el adelanto. Sin embargo, discontinuó el trabajo de composición hasta que su entrega se produjo en 1823. Ya tenía 53 años y era el músico más importante de Viena. Y entre muchas otras, ocho sinfonías, los cinco conciertos para piano y el de violín, la ópera “Fidelio”, once cuartetos y las 32 sonatas. En las variaciones, Beethoven siempre expresaba libremente su vuelo mental, a veces con un tipo de
mensajes enigmáticos como sucede en las Sonatas Op.109 y 111, en el Adagio del Cuarteto op.127 y en la Novena. En ellas, están las posibilidades enteras del piano. Y si se escucha con atención la deslumbrante variación número 20, tal vez se descubra por qué Beethoven es el más grande. En sus manos, el paupérrimo valsecito de Diabelli, dio para esto. La tan seductora hora y media escénica tiene una estructura que otorga ágil actualidad al espectáculo, sin llegar a ocultar la enorme fuerza de su magnético mensaje central: la audición en vivo de las “Diabelli”. Por eso es tan acertada la presencia en tiempo completo de González Petrich, el pianista elegido para tocar la obra. Su currículum registra pocas apariciones públicas, abundantes premios, menciones y becas, pero en un círculo de tipo formativo. Al escucharlo, no se explica por qué razón, ya no está incorporado al circuito pianístico argentino. Se lo merece. Las “Diabelli” no son precisamente fáciles de tocar. El equilibrio interno de cada una con su intensidad controlada férreamente, la unidad expresiva de alta definición, la intención de que está cargada cada frase y la ausencia absoluta de amaneramientos, es clave. González Petrich no tuvo que tocarlas completas, pero con lo que se le escuchó, es suficiente para saber que, si toca así las “Diabelli”, está en condiciones de tocar mucha música más y trascender. Junto a las Bagatelas op.126, ésta es la última obra para piano de Beethoven, su testamento pianístico.ß Jorge Aráoz Badí