El varón de la calle Calma

... de los más grandes soneros de Puerto Rico y del mundo, soñó, amó y vivió la .... Su hermana, Ivelisse Rivera, quien es presidenta de la Fundación Ismael ...
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Trabajos académicos El varón de la calle Calma Por: Ricardo J. Costa Agosto El 5 de octubre de 1931 en el callejón Concordia de la calle Calma en Santurce repicó un tambor anunciando el nacimiento de Ismael ‘‘Maelo’’ Rivera.

Su casa se encuentra posando en la esquina del callejón del barrio Villa Palmeras. Es allí donde uno de los más grandes soneros de Puerto Rico y del mundo, soñó, amó y vivió la música. Al entrar a la antigua casa del sonero se puede sentir una paz que eriza la piel, la clave 3-2 sonando y el golpe de la mano azotando un tambor mientras Ismael con su ingenio improvisa aquellas rimas que lo llevaron a ser una leyenda.

Según su hermana, Ivelisse Rivera, Ismael llegó a este mundo con un propósito y desde muy pequeño trabajó arduamente para cumplir su meta. ‘‘Yo siempre pensé que en lo que Ismael se fuera a desempeñar, él se iba a destacar’’, indicó su hermana, Ivelisse, con una de esas sonrisas que te hechizan el alma.

La música llegó a la vida de Ismael cuando estando en la secundaria, conoce a un muchacho de la parada 21, en Santurce, llamado Rafael Cortijo.

Dos niños de diferentes madres, pero unidos como hermanos desde el primer día en que se conocieron. Los unía un mismo propósito; retumbar las calles de Santurce con su música y su talento.

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Un día Ismael invitó a Cortijo a un rumbón que había en el barrio en donde vivía la familia de Maelo. Allí llegó Cortijo con sus congas y detrás de él iba Ismael a ‘‘sonear’’ frente a un mar de gente. Los del barrio se quedaron asombrados, pues un niño de séptimo grado y otro de noveno estaban dando cátedra de cómo se suponía que se escuchara la música boricua.

La mayoría de las veces los rumbones se acaban cuando amanecía e Ismael tenía que caminar hacía su casa solo. En aquella época, había toque de queda para los menores, así que Maelo no podía andar sin un adulto por las calles luego de las nueve de la noche.

Luego de cada rumbón la policía encontraba a Ismael caminando y lo llevaba al cuartel en donde su abuelo lo iba a buscar fielmente, pero sin antes decirle dos o tres palabras del folclor puertorriqueño.

Cuenta Ivelisse Rivera que las fiestas desde ese entonces no pararon, Cortijo invitaba a Ismael o Ismael invitaba a Cortijo y desde la parada 21 a la calle Calma estos dos jóvenes iban construyendo poco a poco sus sueños.

‘‘Mamá, yo no voy a ser ingeniero, pero voy a ser cantante’’, le decía el joven Ismael a su madre, según su hermana. La mamá, Doña Margot, le contestaba a Ismael, ‘‘Ay muchacho, perro flaco soñando con bistec’’.

Doña Margot sabía que Ismael tenía talento, pero no fue hasta el día en que ella estaba cantando la famosa canción ‘‘Maquinolandera’’, que en aquel entonces era solo un disparate

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que a la mamá le gustaba cantar, que se dio cuenta que Ismael tenía una capacidad natural de desarrollar rimas improvisadas sin ningún tipo de práctica o clases de música.

Ismael tomó aquel disparate que decía la mamá y le añadió su sabor a través del ‘‘soneo’’, al terminar le dijo, ‘‘Mami, esto suena bien chévere, cuando yo sea cantante te voy a grabar esta canción’’, nos cuenta su hermana entre risas.

El Sonero Mayor fue albañil antes de ser cantante y un día le tocó hacer un trabajo en la casa de Myrta Silva, una de las artistas más importantes de Puerto Rico en la época del 50. Allí, mientras trabajaba se puso a cantar a propósito para que la señora Silva lo escuchase y lo escuchó tan bien que lo invitó a su programa para que cantara en televisión.

‘‘El vecindario se reunió en casa de abuelo para ver a Ismael cantar en el programa de Myrta Silva’’, cuenta la hermana de Maelo sumamente orgullosa de su hermano mayor.

Desde ese entonces le surgió a Ismael la oportunidad de ser el cantante de la Orquesta Panamericana con Lito Peña. Aquí comenzó a vivir su sueño y aquellas ganas, gracias a su esfuerzo se convirtieron en realidad.

Luego de estar por un tiempo con la Orquesta Panamericana, su gran amigo y hermano Cortijo, le ofrece ser el cantante de su orquesta, Cortijo y su Combo. He ahí en donde Maelo comenzó a ser el Maelo que todos conocemos hoy día. De ‘‘sonear’’ junto a Cortijo en las calles de Santurce de niño a ser un icono de la cultura puertorriqueña y latinoamericana.

Ismael Rivera formó parte de la Fania, en donde se conglomeraron los mejores cantantes de salsa de la época, entre ellos: Cheo Feliciano, Héctor Lavoe, Celia Cruz y Rubén Blades. 6

A pesar de todos sus compromisos, Maelo fue un hombre de familia que siempre estuvo a la disposición del pueblo latinoamericano que lo adoraba. ‘‘Él siempre estuvo muy atento a la familia. Ismael fungió mucho de papá’’, indicaba su hermana mientras su mirada se perdía en la claridad que entraba por las ventanas de la casa.

Maelo ayudó y cuidó a su familia mientras la vida se lo permitió. Él era quien le compraba los uniformes de la escuela a sus hermanos, quien se llevaba a su familia para que disfrutaran de los hoteles en donde le estuviesen pagando la estadía y quien velaba por sus hermanas cuando estas ansiaban por irse a bailar el bolero. El ¡Ecuajey!, expresión que Maelo hizo famosa a través de sus canciones, nunca faltó en la casa de los Rivera cada vez que Maelo llegaba con una sonrisa a saludar a su querida familia.

Sin embargo, la tristeza se apoderó de Ismael cuando en 1982 muere su amigo Cortijo. Maelo, fundido en su penar le dice a su madre ‘’Cortijo se murió y se llevo la llave mami, yo no voy a cantar más’’. Sus palabras, que como una predicción llegaron a la vida de Ismael, se hicieron realidad, pues luego de un tiempo se quedó sin voz y no pudo seguir haciendo lo que más le apasionaba, cantarle a la gente.

En 1987 Ismael se fue con la noche, dejándole a Puerto Rico y al mundo entero un legado que ha trascendido tiempo y espacio. Ismael, quien a través de su música le enseñó a la gente que el mal de amores se cura con boleros y el bueno se celebra con guaguancó, siempre será recordado como uno de los grandes exponentes de la música latinoamericana.

Su hermana, Ivelisse Rivera, quien es presidenta de la Fundación Ismael Rivera, se dedica a difundir y proteger el legado del cantante. ‘‘El propósito de la Fundación verdaderamente 7

es para no perder el legado de Ismael. Vienen otras generaciones que no lo conocen y lo podemos perder. No queremos que se pierda el legado, porque el quehacer cultural que Ismael y Cortijo hicieron es importante’’.

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