El pacto

12 dic. 2015 - En la Biblia encontramos varios pactos. Por ejemplo, Dios hizo un pacto con Adán y Eva; con Abraham (confirmando el pacto hecho con Adán ...
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COMENTARIOS DE LA LECCIÓN DE ESCUELA SABÁTICA IV Trimestre de 2015

Jeremías Lección 11 12 de diciembre de 2015

El pacto Prof. Sikberto Renaldo Marks Versículo para Memorizar: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá” (Jeremías 31:31).

Introducción En la Biblia encontramos varios pactos. Por ejemplo, Dios hizo un pacto con Adán y Eva; con Abraham (confirmando el pacto hecho con Adán y Eva, y le prometió una herencia); con Noé, de que el mundo ya no sería destruido otra vez con agua; con los israelitas en el Sinaí, con las leyes ceremoniales y los Diez Mandamientos; con David, que siempre tendría un descendiente en el trono, incluyendo a Jesús; y el pacto hecho por Jesús, sellado en la cruz, y llamado “nuevo pacto”. Todos estos pactos tienen el mismo contenido. Prometen la salvación del ser humano, a través de la muerte de Jesús en su lugar. Prometen, por lo tanto, la gracia, eso es, el perdón de los pecados. Jesús asume estos pecados como suyos, y muere a causa de ellos. Como se trata de un pacto, requiere que las dos partes hagan algo. Jesús ya hizo su parte. La parte del ser humano es la de creer, aceptarlo y vivir en obediencia a los mandamientos de Dios. También forma parte de este pacto la primera venida de Jesús, para morir por nosotros, y además la segunda venida, para rescatarnos de este mundo maldito por el pecado. ¿Qué es lo que hay de diferente en cada pacto de los mencionados? En el caso de Abraham, tuvo la promesa de la llegada de un hijo nacido de mujer que lucharía por ellos. Se añadió el hecho de que debía salir de su tierra natal e ir a otro lugar, donde se establecería, más adelante, la nación hebrea. En el pacto con Noé, una alianza unilateral, sólo Dios tuvo que cumplir con las exigencias: el mundo no sería inundado nuevamente. En el caso del pacto del Sinaí, recibieron los Diez Mandamientos, que es la síntesis de la voluntad de Dios, la que Él quiere que obedezcamos. Además, formó parte de ese pacto la salida de Egipto y la conquista de Canaán. En el pacto con David, siempre habría un descendiente en el trono. En el pacto de Jesús, está la promesa de la segunda venida, debiendo el pueblo de Dios tener su ley en el corazón, o sea, ser obediente. En todos estos pactos, hay un vínculo que los une: la obediencia a Dios y a sus mandamientos, tal como lo debían haber hecho Adán y Eva para no caer en situación de pecado. Ahora, en todos estos pactos, nuestra obediencia participa para nuestra salvación si creemos en Jesucristo, en su gracia, como nuestro Salvador. Recursos Escuela Sabática ©

El pacto de Dios con toda la humanidad Analicemos mejor el pacto hecho con Noé, sus hijos, su esposa y nueras, o sea, toda la humanidad existente. Ese pacto fue contingente, o sea, hubo un diluvio y, después de él, los descendientes de los sobrevivientes podrían tener temor de otro diluvio. Dios anticipó esto, con su capacidad de conocer el futuro. Por esta razón prometió que nunca más la tierra sería destruida totalmente de ese modo. Él selló el pacto con los seres humanos a través de una señal, la cual –hasta hoy– podemos ver. Es el arco iris, conformado por un fenómeno óptico y meteorológico por el cual se separa la luz solar en su espectro cuando brilla sobre finas gotas de lluvia, en un arco multicolor conformado por el rojo, anaranjado, verde, azul, añil y violenta. Es, por lo tanto, un fenómeno que Dios providenció, y que se forma naturalmente. Existirá mientras haya lluvias en la tierra. Luego de las lluvias, en el arco iris aparece la promesa de que ellas no serán exageradas. Hasta el final de la historia de la humanidad, esa señal natural aparecerá. Forma parte del ciclo de lluvias y está incorporado en la naturaleza, siendo provista por Dios con una finalidad específica. Hay un detalle importante más. Este pacto nunca requirió alguna participación del ser humano. Fueran malos los hombres, o buenos, Dios no destruiría el mundo por medio de una inundación. Pero eso no quiere decir que el mundo no será destruido. Será, sí, pero por medio de fuego, un modo mucho más radical que el agua. El fuego deshace los elementos, el agua no. El fuego reduce a nada las cosas que la maldad humana produjo, y la tierra será purificada totalmente. Luego del fuego, los redimidos habitarán la tierra renovada por la eternidad.

El pacto con Abraham ¿Qué pacto hizo Dios con Abraham? Consta de cuatro elementos: 1) Él sería el Dios de Abraham; 2) Se le daría una descendencia, con Isaac, que finalmente tendría un grande e incontable pueblo, del cual saldría David, el primer de un notable linaje, en el cual vendría Jesús, el Salvador del mundo y Rey del Universo; 3) Abraham y sus descendientes recibirían una herencia: la Canaán terrenal, pero especialmente, la Tierra Nuevas. 4) A través de Abraham, en este caso particular, su principal descendiente sería Jesús, en el cual todas las familias de la tierra serían bendecidas. De la descendencia de Abrahán vendría el descendiente Jesús, y por medio de Él, todos los que creyeran tal como creyó Abraham, serían salvos. La bendición a todas las familias de la tierra tiene un doble significado: Por un lado, la vida en esta tierra hubiera sido incomparablemente peor en caso de que no pasara por aquí Abraham y sus descendientes, el pueblo de Israel y del descendiente de Jesús. Continuemos con este razonamiento lógico. Antes de Abraham, siglos antes, la humanidad se había vuelto tan malvada, como no podemos siquiera imaginar, a punto tal que Dios la destruyó por medio de una inundación global. Pues bien, la humanidad ha venido degenerándose luego del Diluvio. ¿Por qué razón, habiendo pasado ya cuatro mil años, no fue necesario destruir la tierra nuevamente? Dios había formado un pueblo con principio de vida superiores. Este pueblo, aunque rebelde y desobediente fue suficientemente instruido, y muchas personas de ese pueblo servirían como instrumento de Dios para influir en los habitantes y pueblos de la tierra. Los israelitas y judíos fueron varias veces esparcidos por el mundo, y servirían como sal de la tierra. Hasta hoy, personas de esa descendencia son influyentes positivamente en varias regiones del planeta. No es posible medir cuánto establecieron buenas prácticas en el mundo este pueblo de Dios, pero es lógico pensar que fue así, y eso Recursos Escuela Sabática ©

fue administrado por Dios. A través de ese pueblo hemos tenido muchos profetas en la Biblia, la carta de Dios. Su mensaje al mundo llegó a la existencia. Si todo eso no sirvió de bendición para el mundo, entonces no hay explicación para la existencia de un planeta lleno de pecado, degenerado, y que se hubiera mantenido en condiciones razonables, por la que Dios soportaría a la humanidad hasta nuestros días. Finalmente, en otro sentido, vino Jesús, el Descendiente. Si la Biblia y los principios del pueblo de Dios, incluso luego del año 34 d. C., sustituido por la iglesia, fueron una poderosa influencia en la tierra para bien, ¿qué se puede decir de la persona de Jesucristo, el Salvador del mundo? No hay modo de evaluar la intensidad de la influencia de Jesús sobre la humanidad. Pero una cosa podemos decir: fue tremenda, mucho mayor que cualquiera de nosotros podría imaginar y describir. Su influencia no solo fue en el sentido de tener aquí mejores leyes y un mejor comportamiento, sino también la promesa de un Salvador, de perdón, y vida eterna. Todo eso se cumplió a través de la descendencia de Abraham y de su heredero Jesús. Y eso porque Abraham creyó. La fe de este hombre marcó la diferencia en la humanidad. Imagina qué sería de nosotros hoy sin la primera venida de Jesús. El planeta ya ni siquiera tendría habitantes.

El pacto en el Sinaí El pueblo de Israel estaba saliendo de Egipto. Hacía algunos meses que habían salido de la opresión. Se habían acostumbrado a la idolatría. Su religión y adoración eran una mezcla de adoración al Dios verdadero con la idolatría. Muchos cargaban en su equipaje sus ídolos. Eso porque permanecieron varios siglos entre idólatras. Ahora Dios quería hacer un pacto perpetuo con ellos. Tuvieron la oportunidad que ningún pueblo tuvo jamás en la tierra: tener un Dios como su protector, con una alianza permanente, por la cual serían conducidos por ese Dios. ¿Y qué constaba en ese pacto? Dios les dio muchas leyes, civiles, de salud, ceremoniales y –especialmente– la Ley moral, los Diez Mandamientos. Estos mandamientos ya los conocían, desde tiempos de Adán y Eva. Nunca Dios permitió que mataran a otro ser humano, robaran, mintieron, dieran falso testimonio, codiciaran, tuvieran otros dioses, hicieran imágenes, etc. También conocían el sábado desde la semana de la creación. Todo eso era ahora escrito en tablas de piedra, en el pacto sinaítico. Los corazones de ellos, o sea, sus mentes, se habían distanciado de esos mandamientos, apenas los obedecían. Ahora Dios colocaba todo en orden. Se estaban convirtiendo en una nación, con leyes y reglamentos, Podían, por lo tanto, tener un gobierno, que por un tiempo sería a través de los jueces, dirigidos por el propio Dios. Así, el Señor formó un pueblo especial, con leyes dadas por el propio Creador. Era, por ello, un pueblo superior a todos los demás pueblos. Serían el pueblo más poderoso de la tierra, una bendición al mundo, o sea que tendrían los mejores principios de vida, de salud, familiares, de vida cívica, de gobierno, de interrelaciones, de adoración... No habría nada comparable en el resto del mundo. ¿Por qué entonces las cosas no salieron bien? Con los jueces, la cosa no funcionó; con los reyes, tampoco. Luego de algún tiempo se dividieron en dos reinos, el del Norte y el del Sur. El reino del Norte luego fue destruido por Asiria; más tarde, el reino del Sur fue destruido por Babilonia. Este último reino no desapareció, pero nunca más, a no ser en la actualidad, fue una nación libre. Perdió el estatus de elegido de parte de Dios. El pacto fue quebrantado por los propios líderes de la nación, especialmente los sacerdotes, que debieron ser los guardianes de la fe. Recursos Escuela Sabática ©

Una vez más, ¿por qué este pacto no salió bien? No fue por incompetencia de Dios, fue por falta de fe del pueblo, especialmente de los líderes. Eso está escrito en Hebreos 4:2. En vez de creer en Dios, en Aquél que los había favorecido tanto a lo largo de la historia, creyeron en ídolos ridículos, que ellos mismos se fabricaban, hechos de madera, piedra o metal. Les faltó fe en el Dios invisible. Ellos querían ver al dios que adoraban, así como los paganos, aunque fueran dioses totalmente ineficaces. Así también desearon tener un gobierno civil como el que tenían los paganos. Querían las fiestas de los pueblos paganos. Querían parecerse a sus vecinos, a los cuales debían influir, pero de los que no debieron permitir ser influenciados. En síntesis, les faltó creer en el Dios que los había creado y que los había establecido como nación, el que les había prometido un Rey Salvador eterno, en un reino perfecto. Y prefirieron los rudimentos del mundo. ¿No estamos nosotros, como pueblo adventista, haciendo –en cierto modo– algo parecido, siempre corriendo atrás de las novedades del mundo?

El nuevo pacto – Parte 1 En plena crisis del pueblo de Dios, la mayor que habían enfrentado, llegó un mensaje divino, por el cual ellos continuarían siendo el pueblo de Dios. La Ley en el Sinaí había sido escrita en tablas de piedra. Grabadas allí nunca se borrarían. En esta vez, Dios estaba proponiendo escribir la misma ley en las tablas del corazón, esto es, en la mente de las personas. Esto modificaría el carácter y el comportamiento, moldearía a todo el ser humano, para reafirmar plenamente el propósito de pertenecer al Creador. Las leyes de Dios no serían más como una ley común, sino que se transformarían en principios de vida, incorporadas a la esencia del ser humano, su carácter. Las personas ya no serán dirigidas por leyes externas, sino que éstas formarían parte de su vida. La Ley, como principio de vida, formando parte de la persona, sería lo mismo que tener a Dios habitando dentro de cada ser humano. Esto es algo simplemente maravilloso. En realidad, lo que cambió en este Nuevo Pacto fue la estrategia, no el contenido. Las leyes de Dios no debieron ser modificadas ni perfeccionadas. Deben ser asimiladas y obedecidos. Entraría en escena la gracia de Cristo. La obediencia sería un acto proveniente del arrepentimiento y el perdón. Esto, a su vez, provendría por el sellamiento del pacto de parte de Jesucristo en la cruz. Mucho antes de esa cruz, Dios ya había anticipado el pacto, tan bueno y tan promisorio era. En rigor de verdad, no había nada de novedoso, pues el pacto ya venía siendo anunciado desde el Edén, en el mismo día en el que Adán y Eva habían pecado. Dios ofreció un cordero en sacrificio y anunció la llegada de Jesús para combatir a la serpiente. Todo el sistema ceremonial era también el anuncio de ese pacto, el cual Dios reforzó en el momento de la mayor crisis. Si hubieran sido fieles, habrían comprendido mejor el significado de esos sacrificios, los cuales apuntaban a la primera venida de Jesús, quien restauraría todas las cosas. “Recuerden que Cristo es nuestra única esperanza, nuestro único refugio. ‘Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia’ (1 Pedro 2:24). ‘Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo? Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviRecursos Escuela Sabática ©

niendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna’ (Hebreos 9:13-15)” (Manuscrito 3, del 1º de marzo de 1903, "A cada hombre su obra"; citado en Alza tus ojos, p. 72).

El nuevo pacto – Parte 2 El Nuevo Pacto tiene una triple aplicación: 1) Llevar al pueblo de Dios nuevamente a casa. Eso ya había acontecido con la salida de Egipto, y en tiempos de Jeremías, ellos volverían de Babilonia. Es como dice Apocalipsis 18:4 “Salid de ella, pueblo mío”. Hay personas que forman parte del pueblo de Dios, pero que están en Babilonia, y necesitan ser invitadas a salir de allí, y efectivamente saldrán. 2) También hace referencia a la obra redentora de Jesucristo, su muerte por la salvación de la humanidad. Esa muerte fue necesaria para que pudiésemos ser perdonados. Jesús tuvo que pagar por los pecados de la humanidad. 3) La tercera aplicación es la segunda venida de Jesús, pre-anunciada en diversas oportunidades por Jesús, especialmente durante la Santa Cena. Afirmó solemnemente que sólo bebería del jugo de la vid nuevamente junto a los seres humanos salvados por Él, o sea, después de la Segunda Venida (Mateo 26:29). Allí comeremos y beberemos juntos con el Salvador, cumpliéndose la etapa más importante del Nuevo Pacto. “Y tomó el pan, dio gracias, lo partió y les dijo: Esto es mi cuerpo, que es dado por vosotros. Haced esto en memoria de mi” (Lucas 22:19). “Lo mismo hizo con la copa. Después que hubo cenado, les dijo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros es derramada” (Lucas 22:20). “Porque cada vez que comáis este pan, y bebáis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga” (1 Corintios 11:26). “El pan y el vino representan el cuerpo y la sangre de Cristo. Así como el pan fue partido y vertido el vino, así también el cuerpo de Cristo fue quebrantado en la cruz y su sangre derramada para salvarnos de la muerte eterna” “Confesamos que creemos esto cuando comemos el pan y bebemos el vino. Manifestamos que nos arrepentimos de nuestros pecados y que recibimos a Cristo como nuestro Salvador”. “Mientras los discípulos estaban a la mesa con Jesús, notaron que aún parecía muy turbado. Una sombra de tristeza los cubría a todos y comieron en silencio”. […] “Cristo habló entonces con sus discípulos un rato más. Les dijo que iba a la morada de su Padre para prepararles un lugar y que luego regresaría a llevarlos para que vivieran con él allí”. “Prometió mandar al Espíritu Santo para que fuera su maestro y consolador mientras él estuviera ausente. Les dijo que debían orar en su nombre y que entonces sus oraciones serían oídas”. “Luego oró por ellos con fervor pidiendo que fueran guardados del mal y que se amaran como él mismo los había amado”. “Jesús oró también por nosotros como por los primeros discípulos pues dijo: ‘Mas no ruego solamente por éstos, sino por aquellos también que han de creer en mí por medio Recursos Escuela Sabática ©

de la palabra de ellos; para que todos ellos sean uno; así como tú, oh Padre, eres en mí, y yo en ti, para que ellos también sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste... y que los has amado a ellos, así como me has amado a mí’ (Juan 17:20, 23)” (Cristo nuestro Salvador, pp. 88, 89).

Resumen y aplicación del estudio I.

Síntesis de los principales puntos de la lección 1. ¿Cuál es el principal enfoque? Esta semana estudiamos acerca del Pacto. Pacto es un contrato entre dos partes (pueden ser más, pero en este caso, son dos). El pacto es propuesto por una parte, en este caso, Dios es el que hace la propuesta. Como nuestros primeros padres cayeron en pecado, y eso significa muerte eterna (de hecho, en el momento en el que pecaron, se volvieron mortales), Dios propuso un pacto para salvar a la humanidad de ese destino. Desde los mismos comienzos, el pacto incluía la muerte de Jesucristo, el Hijo de Dios, en lugar de la muerte del ser humano. El ser humano moriría igual, pero sería sólo una muerte temporaria, un sueño, tal como lo describe la Biblia. Este pacto fue ratificado varias veces, tal como lo hemos estudiado en esta semana. Finalmente, el pacto fue, a través de la enseñanza, escrito en las mentes de las personas. Allí influye sobre el carácter de las personas, modifica su naturaleza y lo perfecciona en dirección a la santidad. Por ese pacto, las personas están en condiciones de arrepentirse y de llevar una nueva vida de obediencia, no de pecado. Se da el proceso de la santificación, hasta el día en el que el propio Jesús transformará a todos los salvados, y entonces se producirá la glorificación, o sea, la perfección plena. Entonces se retornará al estado original. 2. ¿Cuáles son los tópicos relevantes? Lo más relevante en estos pactos, o en el pacto, reside en dos hechos. Uno, el de la muerte de Jesús, lo que permite el perdón y la salvación. Por otro lado, nosotros, los seres humanos, tenemos que hacer nuestra parte en el pacto: aceptarlo y creer que podemos ser salvados, esto es, que Dios puede hacernos inmortales y perfectos. 3. ¿Has descubierto otros puntos que podrías añadir? ________________________________________________________________ ________________________________________________________________

II. ¿Qué cosas importantes podemos aprender de esta lección? Dios nos ama, a punto tal de, aun estando en la peor de las situaciones a las que nos puede conducir el pecado, podemos ser otra vez santos y perfectos, con la Ley del amor en nuestras mentes, pensando y actuando como piensa y actúa el propio Dios. 1. ¿Qué aspectos puedo agregar a partir de mi estudio? ________________________________________________________________ _________________________________________________________________ 2. ¿Qué medidas debemos tomar a partir de este estudio? Recursos Escuela Sabática ©

En el caso del estudio de esta semana, debemos aceptar el ofrecimiento de salvación de parte de Jesús, y hacer todo lo que Él, a través de la Biblia, desea que hagamos. 3. ¿Qué es lo bueno en mi vida que me propongo a reforzar y lo malo para cambiar? _________________________________________________________________ _________________________________________________________________ 4. Comentario de Elena G. de White En este caso, de la propia Biblia: “Nuestra carta sois vosotros, escrita en nuestro corazón, conocida y leída por todos los hombres. Es manifiesto que sois carta de Cristo, resultado de nuestro ministerio, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en las palpitantes páginas del corazón. Y esa confianza tenemos por medio de Cristo ante Dios. No que seamos competentes para atribuirnos que algo sea de nosotros mismos, sino que nuestra suficiencia viene de Dios. Él nos capacitó para ser ministros de un nuevo pacto, no de la letra, sino del Espíritu. Porque la letra mata, pero el Espíritu da vida. Y si el ministerio que trajo muerte, escrito y grabado en piedra, fue con tal gloria, que los israelitas no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, a causa de la gloria de su rostro, a pesar de ser pasajera, ¡cuánto más glorioso no será el ministerio del Espíritu!” (2 Corintios 3:2-8). 5. Conclusión general Debemos enfocarnos en nuestra parte en el pacto. La parte de la Divinidad, la que significó lo peor, o sea, la muerte en la cruz, ya fue cumplida. La mejor, que es la de venir a buscarnos, todavía está en el futuro. Jesús volverá a buscarnos. Lo que debemos hacer es creer y hacer, esto es, recibir la fe de Dios y poner en práctica los principios de los Mandamientos. 6. ¿Cuál es el punto más relevante al que llegué mediante este estudio? _________________________________________________________________ _________________________________________________________________

Prof. Sikberto R. Marks Traducción: Rolando Chuquimia RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © [email protected]

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