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tor de la organización, José Graziano da Silva. Las autoridades no habían logra- do hasta ayer hacer frente a la mag- nitud de la catástrofe. Ante el caos,.
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dEspués dE haiyan, ciFras dEl horror La ONU comparó la gravedad y el nivel de devastación provocado por Haiyan en Filipinas con la tragedia del tsunami en el océano Índico en 2004

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| Miércoles 13 de novieMbre de 2013

Desplazados

582.303

millones de personas afectadas por el tifón en todo el país, según la ONU

están en centros de evacuación o campamentos

Viviendas destruidas das

79.000

y otras 70.000 fueron ron dañadas

Muertos

10.000 según la ONU

Trabaja Trabajadores

3m millones

2500 Fuentes: ONU, Organización Internacional del Trabajo (OIT) y gobierno filipino

perdieron perdier su medio de vida por el desastre

según el gobierno

el Mundo Edición de hoy a cargo de Inés Capdevila | www.lanacion.com/mundo

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catástrofe en el pacífico | El impacto dEl paso dE haiyan

En Filipinas, la ayuda se retrasa y crecen el caos y la desesperación

Llorar a los muertos y salir del infierno Los sobrevivientes buscan superar la tragedia

Dos ataúdes dignos para enterrar a sus familiares

El mal tiempo dificulta el reparto de víveres en Leyte; el presidente Aquino minimizó la catástrofe y rebaja la cifra de muertos a 2500; EE.UU. y Gran Bretaña enviaron buques militares con ayuda

María Adelfa Jomerez, de 58 años, esperaba ayer en el aeropuerto de Tacloban un vuelo que la saque de ese escenario apocalíptico y la lleve a Manila. Debía dejar atrás los cuerpos de su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años. “Pedí en la morgue que les dieran unos ataúdes dignos, pero me dijeron que el personal no había vuelto al trabajo, y que algunos de ellos probablemente también hayan muerto. Preferiría que no fueran enterrados en una fosa común, pero no puedo hacer nada”, relató Jomerez.ß

La cola para volar a Manila, un “sálvese quien pueda”

Jemalyn Lamberto, una mujer de 38 años casada con un trabajador con base en Chipre, esperaba en la misma fila del aeropuerto, sollozando en silencio junto a su hija, su sobrina y su suegra. “Nos dijeron que hiciéramos cola y que no abandonáramos nuestro lugar. Pero cuando llega un avión, es un sálvese quien pueda”, señaló. Jemalyn estaba desesperada por salir de Tacloban para poder llamar a su marido, que aún no sabe si están vivas, y para huir del desastre.ß

En silla de ruedas, de 86 años y con una diálisis pendiente

Varios días después del paso de Haiyan, la policía sigue encontrando cadáveres en las calles de Tacloban TACLOBAN, Filipinas.– Mientras los barcos de ayuda humanitaria estadounidenses y británicos se dirigían a las costas de Filipinas, ayer crecían el caos y la desesperación entre los miles de sobrevivientes del poderoso tifón Haiyan, que arrasó la región central del país asiático el pasado viernes. Cinco días después del paso de uno de los tifones más potentes de la historia de Filipinas, con vientos de más de 300 kilómetros por hora y olas de hasta ocho metros, la ayuda humanitaria todavía llegaba con cuentagotas a la ciudad de Tacloban –capital de la región de Leyte–, la más afectada por la tormenta huracanada y donde según las Naciones Unidas habrían muerto unas 10.000 personas. La cifra de víctimas mortales fue rebajada ayer por el gobierno de Benigno Aquino. “La cifra de muertos probablemente esté cerca de 2000 o 2500 personas, y no de la estimación de 10.000”, dijo Aquino, en una entrevista concedida a CNN. “Creo que 10.000 es demasiado”, agregó el mandatario, para quien las estimaciones de la ONU no se ajustan a la realidad de la tragedia. “Hubo cierto drama emocional relacionado con esa estimación recopilada por funcionarios que se encontraban demasiado cerca de la destrucción generada por la tormenta”, señaló Aquino.

“Esperamos poder contactarnos pronto con unos 29 municipios de los que aún no tenemos cifras, especialmente en lo referente a los desaparecidos”, indicó. El tifón afectó de una u otra manera a más de 10 millones de personas, el 10% de la población del país, y por lo menos 660.000 personas perdieron su casa, según cifras gubernamentales. “Tememos lo peor”, dijo John Ging, director de operaciones de la oficina de coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU. Por su parte, Valerie Amos, jefa de operaciones humanitarias del organismo multilateral en Manila, anunció un plan de emergencia para asistir a las víctimas. “Acabamos de lanzar un plan de acción que se concentra en la comida, la salud, el saneamiento, los refugios, la retirada de escombros y la protección de los más vulnerables.” Para realizar ese programa de ayuda masiva a las víctimas del supertifón, la ONU estimó que se requieren 301 millones de dólares. Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) solicitó a la comunidad internacional 24 millones de dólares para intervenciones de emergencia. En un comunicado divulgado en Roma –sede central de la entidad–, la FAO anunció que “hará todo lo posible para apoyar al gobierno de Filipinas en el proceso

de reconstrucción”, declaró el director de la organización, José Graziano da Silva. Las autoridades no habían logrado hasta ayer hacer frente a la magnitud de la catástrofe. Ante el caos, la falta de comida y medicamentos y la desorganización, muchos habitantes de Tacloban intentaban abandonar la ciudad. “Acá no hay nada para nosotros. Ya no tenemos casa ni dinero ni papeles”, se lamentó Carol Mampas, de 48 años, vecina de Tacloban con un hijo de tres años a su cargo. “Necesitamos que las autoridades nos ayuden. ¿Dónde está la comida? ¿Dónde está el agua? ¿Dónde están los soldados para recoger los cadáveres?”, se preguntó, desesperada, Mampas. Como otros cientos de sobrevivientes, la mujer pasó la noche en el maltrecho aeropuerto de Tacloban con la esperanza de tomar un vuelo para abandonar una ciudad en la que los cadáveres en descomposición todavía se apilan en las veredas. La capital de Leyte, de unos 220.000 habitantes, se ha convertido desde el viernes en una caótica urbe tomada por bandas armadas que saquean los pocos locales comerciales y edificios que quedan en pie. Para prevenir los saqueos, las autoridades anunciaron ayer la imposición del toque de queda y el despliegue de vehículos militares. “La pre-

sencia de policías y soldados mejorará sin duda las cosas, pero no se hará todo en una noche”, dijo el ministro del Interior, Manuel Roxas. La lluvia que cayó sobre la ciudad en la madrugada de ayer empeoró aún más las tareas de rescate y el reparto de víveres. “La ayuda llegará cada vez más deprisa en los próximos días, estén seguros de ello”, prometió Aquino, que anteayer declaró el estado de catástrofe nacional. Con unos 7000 marines a bordo y unas 80 aeronaves, el portaaviones George Washington y varios buques de la marina estadounidense partieron del puerto de Hong Kong en dirección a la zona de la catástrofe. Estados Unidos desplegó también tres naves anfibias dotadas de lanchas de transporte para desembarco. Gran Bretaña, por su parte, anunció el envío de un avión de transporte y de un navío militar.ß Agencias AP, AFP, EFE y Reuters

del editor: qué significa. Las tragedias naturales suelen desnudar la improvisación de los gobiernos para manejar catástrofes, no importa si es el filipino o el estadounidense.

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Encuentran a tres ciudadanos argentinos ^b^b^ Tres ciudadanos argentinos que no se habían reportado tras el devastador paso del tifón Haiyan, en Filipinas, fueron encontrados ayer, después de que el sacerdote Gustavo Aguilera denunciara su desaparición. ”Fue un final feliz dentro del drama”, dijo Hernando Díaz, encargado consular argentino en Filipinas. ^b^b^ Silveria Metz, hermana de Osvaldo Metz, uno de los argentinos que se encuentra en Filipinas, contó que recibió un correo electrónico de su familiar. “Osvaldo pudo mandar un e-mail contando que todo estaba destrozado, pero que estaba con vida. Estaba allá misionando. El grito que pegué cuando vi el e-mail fue emocionante”, relató Metz a radio Del Plata.

La desesperación por abandonar la zona de catástrofe se vuelve más apremiante cuando lo que está en juego es la vida de un ser querido. “Ésta es la única oportunidad de mi papá para seguir con vida”, dijo Peter Minoc, mientras empujaba la silla de ruedas de Filamon, su padre de 86 años, hacia un avión de carga militar. “Necesita una diálisis y no la ha tenido en dos días. Está en estado crítico.”ß

Aferrada a un poste de cemento, Liliane vio su casa volar

Liliane Cortez contó que sobrevivió al tifón aferrándose a un poste de cemento, mientras el viento huracanado se llevaba por delante su casa. “Sentía que no era lluvia lo que caía sobre mi cara, sino agujas”, dijo Liliane, desesperada por dejar la barbarie y volar a la civilización para decirle a su padre que, a pesar de la desgracia, el temible ciclón no había podido con ella.ß

Siete horas de marcha sobre ruinas y cadáveres

Los filipinos que residen en el exterior reciben con cuentagotas noticias sobre sus familiares en las islas, si es que reciben alguna. Como Adelia Ramos, de 64 años y residente en California, que estuvo varios días tratando de localizar a su familia. “Ahora están a salvo, están de regreso en nuestra provincia”, dijo. “Tuvieron que caminar siete horas y algunas veces sobre cadáveres”, añadió.ß