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el mundo
cómo se espía a un líder, según la nsa
| Domingo 3 De noviembre De 2013
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Obtiene los números La NSA reúne los números de teléfono de la mayor cantidad posible de dirigentes extranjeros. La mayoría se los facilitan diplomáticos y funcionarios de Washington
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Hackea las comunicaciones Interviene las comunicaciones luego de determinar cuánta gente y cuántos recursos puede dedicar a cada “blanco”, lo cual se establece según prioridades del momento
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Almacena el contenido Tiene una enorme capacidad de almacenamiento de datos. Algunos blancos, como Merkel, fueron seguidos sólo por si acaso desde el arranque de sus carreras
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Recupera la información Gracias a que cuenta con supercomputadoras sin igual en el mundo y al uso de sofisticados algoritmos, los datos de las bases pueden ser consultados sin demora
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Entrega los resultados Los analistas de la NSA transcriben las llamadas que estiman útiles y remiten los informes en carpetas con la etiqueta top secret a distintos funcionarios de Washington
Con mucha tecnología y pocos escrúpulos, la Agencia de Seguridad Nacional cuenta con un vasto sistema montado para detectar con quién hablan y saber qué dicen los gobernantes de decenas de países Ilustración Gabriel Ippoliti
el Mundo Edición de hoy a cargo de Inés Capdevila | www.lanacion.com/mundo
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el escándalo de las escuchas | El podEr En las sombras
La polémica por la vigilancia de las comunicaciones que enfrenta a Washington con gobiernos aliados reveló el alcance del principal órgano de inteligencia de EE.UU.; su jefe es uno de los generales más influyentes de la historia
La espía del siglo. La NSA, la agencia que todo lo puede y todo lo ve Texto Rafael Mathus Ruiz | Ilustración Ippoliti
Viene de tapa
Pero las filtraciones del ex agente Edward Snowden, que amenazan con teñir todo el segundo mandato de Barack Obama, dejaron algo en claro: la NSA no tiene muchos límites. “Su dimensión y su agresividad quitan el aliento”, dijo ayer The New York Times en un largo informe sobre esta agencia especializada en espionaje de comunicaciones. Desde hace semanas, varias voces intentan matizar el destape de la NSA con un argumento: todos vigilan a todos. Pero nadie, excepto quizá Rusia o China, tiene la capacidad para espiar de Washington, como reconoció el director nacional de Inteligencia, James R. Clapper. Un ejército de ingenieros, matemáticos, programadores y agentes de inteligencia lleva adelante la tarea orwelliana encomendada por Washington. Todos, unos 35.000 empleados en total, trabajan bajo el mando de un hombre, el general Keith Brian Alexander. No hubo otro general en la historia de Estados Unidos que haya construido tanto poder como él, o haya sido tan audaz para usarlo, al punto de ganarse motes como “emperador”, que algunos discuten. “No es un cowboy o un emperador. Es respetado, y la mayor parte de su misión es vista como legítima. Pero existe un debate real, en estos tiempos cambiantes, acerca de si la NSA necesita un mayor control, y más diversificado”, dijo a la nacion Michael O’Hanlon, investigador de la Brookings Institution. Apadrinado por Donald Rumsfeld, uno de los halcones del ex presidente George W. Bush, Alexander llegó a la NSA en 2005. Nadie estuvo tanto tiempo al frente de la agencia más secreta de Estados Unidos. Desde allí construyó su imperio: un ejército de espías y de “cibersoldados” que se extienden por la NSA, el Servicio Central de Seguridad y el Ciber Comando de Estados Unidos, que ayudó a crear en 2010. Alexander tiene un papel único: puede obtener y recopilar datos de inteligencia y actuar a través del Ci-
ber Comando, un rol dual que le da mucho poder. Esa agencia, con el apoyo de la CIA y de Israel, fue señalada de haber diseñado y lanzado Stuxnet, un virus destinado a atacar el programa nuclear iraní. O’Hanlon puso de relieve un principio que se encuentra en el centro de
la discusión: muchos creen que para mantener a Estados Unidos seguro en estos tiempos, para hacer bien la tarea de ciberseguridad, se necesitan todos los activos de la NSA. Si no, el riesgo es que haya una coordinación insuficiente, que se falle en “unir los puntos”, una de las razones que la co-
munidad de inteligencia ofrece para explicar por qué no anticipó los ataques del 11-S. Alexander se forjó en la prestigiosa Academia Militar de West Point junto a dos generales que también tuvieron papeles centrales en la era que se abrió luego de los ataques te-
rroristas del 11 de Septiembre: David Petraeus, ex director de la CIA, y Martin Dempsey, actual jefe del Estado Mayor Conjunto. Amante de la ciencia ficción, Alexander pidió que la sala que usaba como comando central cuando estuvo a cargo de la inteligencia del
ejército, llamada Centro de Dominio de la Información, fuera un réplica de la nave Enterprise de Star Trek con puertas automáticas que se abrían dejando un zumbido, paneles de metal y una pantalla gigante frente a un sillón de cuero similar al del capitán Kirk de la mítica nave espacial, según reveló la revista Foreign Policy. En Estados Unidos, la NSA recolectó registros telefónicos y conversaciones en Internet a través de correos electrónicos, chats, videos o archivos transferidos; demandó esa información a empresas como Verizon, Google, Facebook o Microsoft. Establecida en 1952, la NSA asiste no sólo al gobierno federal, sino también a aliados selectos de Estados Unidos y a contratistas del gobierno, según información oficial. Su plantilla de personal y su presupuesto son clasificados. Según las revelaciones de Snowden, las 16 agencias que componen la comunidad de inteligencia de Estados Unidos cuentan con 107.035 empleados y un presupuesto para el año fiscal 2013 de 52.600 millones de dólares. De ese monto, la NSA manejaría 10.800 millones de dólares. Algunos de los programas de vigilancia revelados, como XKeyscore (utilizado en América latina) o Tempora, son aplicados con asistencia de otros gobiernos, como Australia, Nueva Zelanda o Gran Bretaña. Además, la agencia terceriza algunas tareas a empresas privadas, como Booz Allen Hamilton, donde trabajaba Snowden. Cada vez que pudo, Alexander insistió en que las filtraciones de Snowden, ahora exiliado en Rusia, debilitaron a Estados Unidos, beneficiaron a grupos terroristas y causaron un daño irreparable en los servicios de inteligencia del país. Y recordó también la marca que dejaron los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. “Estamos sosteniendo este nido de avispas para el bien de la nación. Nos encantaría soltarlo, dejarlo de lado, pero si lo hacemos es nuestro temor que va a haber una brecha y el potencial para otro 11-S, y no habríamos cumplido con nuestro deber. Entonces nuestro deber sería encontrar otra manera”, dijo Alexander días atrás. Alexander anunció que se retirará el año próximo, pero su imperio, al que ya se le empezaron a imponer nuevos límites, perdurará. Un puñado de proyectos de ley ya despuntaron en el Congreso para elevar los controles sobre la NSA, y la Casa Blanca ordenó una revisión de la recolección de datos. Pero ninguna de las reformas que se discuten prevé liquidar al Gran Hermano. Y cuánto se lo limitará es una incógnita similar a cuán grande es su reino.ß
Un oficio antiguo con muchas interpretaciones Las grandes potencias siempre apelaron a diferentes métodos para robar secretos Luisa Corradini
CORRESPONSAL EN FRANCIA
PARÍS. – Las airadas protestas desatadas por las actividades de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) de Estados Unidos, que interceptó los teléfonos personales de decenas de líderes mundiales y monitoreó a millones de ciudadanos en el planeta, fingen ignorar una nueva realidad: la era digital aumentó en forma exponencial la posibilidad de que las
naciones sigan haciéndose mutuamente lo mismo que han hecho durante siglos. Aunque en los últimos tiempos fue ampliamente superada por los chinos, Francia fue considerada, durante décadas, una de las potencias con más talento para robar secretos industriales y propiedad intelectual. Sus ataques cibernéticos le permitieron ingresar incluso en el Pentágono y obtener los planos del F-35, el avión de caza más caro de la historia. Por su parte, los espías rusos tienen entre sus pares la reputación de tomarse todo el tiempo necesario para infiltrar objetivos específicos en el área de las comunicaciones. “Siempre fueron, y siguen siendo, mucho
más pacientes que los chinos. Y por esa razón raramente son descubiertos”, reconoce una ex agente de la inteligencia estadounidense. Los israelíes son conocidos por colaborar con Estados Unidos en grandes objetivos, por ejemplo cuando se trata de Irán o de monitorear a los grupos terroristas árabes. Sin embargo, también utilizan espías de la vieja escuela y sofisticadas técnicas electrónicas para descifrar los debates internos que agitan a Washington, afirma otro especialista. En resumen, “aquellos que se desgarran las vestiduras como si descubrieran ahora la envergadura del espionaje mundial parecen haber vivido en otra galaxia”, ironiza Alain
Rodier, ex oficial del espionaje francés y director de estudios del Centro Francés de Investigación sobre la Inteligencia (CF2R). Todos los libros que tratan la cuestión lo reconocen: las grandes potencias siempre fueron objeto de atención particular de los servicios de inteligencia extranjeros. Por razones políticas, pero también económicas. “Desde el descubrimiento de la red Echelon, nombre de código utilizado para denominar la intercepción de satélites de telecomunicaciones por los servicios de inteligencia norteamericanos y sus socios anglosajones, todos saben que la NSA intercepta otro tipo de comunicaciones”, señala Rodier.
Echelon fue el resultado de un acuerdo firmado, en 1947, por Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña, Australia y Nueva Zelanda. Esa estructura, que estableció una estrecha cooperación para espiar, recién fue conocida 40 años después, gracias al trabajo de un periodista escocés, Duncan Campbell. Todos los responsables políticos saben también que Gran Bretaña abriga numerosos centros de escucha que cubren toda Europa. Y si los franceses interesan a Estados Unidos, el fenómeno no es nuevo: la política de Francia preocupa particularmente a Washington desde la década de 1960, cuando el ex presidente Charles De Gaulle se dotó del arma nuclear y
dejó la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Antes, durante la Segunda Guerra Mundial, los alemanes interceptaban todo lo que provenía de Gran Bretaña. Incluso habían llegado a obtener la fecha y el lugar del desembarco en Normandía. Los británicos, por su parte, crearon Ultra, que permitió descifrar la máquina codificadora alemana Enigma. Hoy, la NSA se sirve de la tecnología más avanzada, pero la intercepción sigue siendo uno de los métodos más clásicos. “Interceptar informaciones transmitidas por satélite no es ilegal”, precisa Rodier. Sí está prohibido espiar locales cerrados, como embajadas o domicilios.ß