El portador de la buena nueva es el mensajero que se adelanta a la marcha triunfal de Dios, a través del desierto, anunciando su victoria a los pueblos y diciendo a Sión: “Tu Dios reina” (Is 52,7). Y esto con el sentido de que ese mismo anuncio de llegada de la época de la salvación es ya su comienzo.
La nueva de la salvación no es sólo anuncio de algo futuro, sino eficiente palabra divina, por la que Dios prepara su venida y en la que al mismo tiempo, como en la venida misma, se encierra un contenido escatológico.
En todo el NT en general, “evangelio” significa la palabra viva, hablada, de la predicación o el contenido de la misma. Los misioneros ambulantes reciben por ello, cuando no se les llama apóstoles, el nombre de “evangelistas”. A partir del siglo II se usa la palabra para designar un libro, un “evangelio” escrito, y desde el siglo III es “evangelista” el autor de uno de ellos.
Los evangelios nada nos dicen explícitamente ni sobre sus autores, ni sobre sus primeros destinatarios, ni sobre las circunstancias que los motivan.
Una primera lectura detecta, con facilidad, lo que en lenguaje técnico se llaman perícopas, es decir,
pequeñas secciones literarias de carácter unitario, con un principio y un final bien marcados, cada una de las cuales tiene su propio género literario (milagro, parábola, narración...)
Surge inevitablemente la pregunta por la forma y transmisión de estas perícopas antes de su incorporación al relato que nosotros tenemos delante.
Los cuatro evangelios canónicos son composiciones anónimas surgidas entre los años 65-90 y que fueron reunidas en una colección alrededor del año 125. Los autores no les pusieron
título.
Los más antiguos títulos les fueron añadidos probablemente en el momento de la constitución de la colección y constaban de dos palabras:
según (kata,) + el nombre del
evangelista en acusativo.
La asociación de cada obra con un autor determinado se basaba en una tradición antigua. Este título simple de dos palabras se alargó muy pronto:
“el evangelio según…”.
LOS SÍMBOLOS DE LOS CUATRO EVANGELISTAS - ¿ Por qué a los cuatro evangelistas se les representan como a un ángel, un león, un buey y un águila?
Tradicionalmente se suele representar a los cuatro evangelistas mediante cuatro símbolos.
El ángel (un hombre con alas): Mateo. El león: Marcos. El buey: Lucas.
El águila: Juan.
Mateo se simbolizó con un ángel (un
hombre con alas) porque su evangelio comienza con la lista de los antepasados de Jesús, el Mesías: Mt 1,1-16. Esta lista es de gran valor para este evangelio porque presenta a Jesús como hijo de David (el más importante de los reyes) e hijo de Abrahán (el padre del pueblo de Dios). Mateo quiere afirmar que Jesús lleva a su perfección la historia del pueblo.
Esta lista de mensajes tiene tres períodos de generaciones (3=número perfecto), y cada uno de los períodos se compone de catorce generaciones (14=7+7, número de la perfección). Las mujeres también juegan un papel importante en esta genealogía; se trata de Tamar, Rajab, la mujer de Urías (Betsabé) y María. Son mujeres comprometidas con la justicia. Por eso Mateo las incluye en la lista.
Marcos se simboliza con un león porque su
evangelio comienza con la predicación del Bautista en el desierto, donde había animales salvajes. Su evangelio fue el primero en escribirse (en la década de los años 60 después de Cristo) y sirvió como texto de catequesis para los que se preparaban para recibir el bautismo. Es el evangelio más corto y el hecho de que comience presentando a Juan Bautista en el desierto es muy importante. Para el pueblo de la Biblia, el desierto representaba, entre otras cosas, el lugar donde se fraguan los nuevos proyectos.
Esto es lo que hizo el pueblo de Dios cuando salió de la esclavitud de Egipto. Juan Bautista se da a conocer en el desierto, lo que pone de manifiesto que está preparando al pueblo para la gran novedad que supone la vida y las prácticas de liberación de Jesús. Partiendo de Am 3,8, podemos afirmar que la voz del león simboliza la voz de los profetas que denuncian la violación de los planes de Dios Ap 10,3. Por tanto, Juan Bautista es el profeta que denuncia la injusticia y que apunta a la novedad que aportará Jesús.
Lucas se ha simbolizado mediante un buey
o un toro porque su evangelio comienza con la visión de Zacarías en el Templo, donde se sacrificaban animales como bueyes, terneros y ovejas. El evangelio de Lucas comienza y termina en el Templo; los Hechos de los apóstoles constituyen la segunda parte del evangelio de Lucas. Si en el evangelio encontramos el camino de Jesús, en los Hechos tenemos el camino de las comunidades que siguieron a Jesús. El libro de los Hechos termina llegando Pablo a Roma, ciudad que, para Lucas, representa "los confines del mundo".
Juan es representado por un águila, la mirada
dirigida al sol, porque su evangelio se abre con la contemplación del Jesús-Dios: Jn 1,1. El evangelio de Juan fue el último en aparecer, y no se escribió en pocos días. Lo escribieron los discípulos de Juan. Una de las características del Jesús del evangelio de Juan es esta: el Maestro nos conoce a cada uno de nosotros mejor de lo que nos conocemos nosotros mismos: Jn 1,48. Poco más adelante dice que Jesús "no necesitaba que le informasen de nadie, pues él conocía muy bien el interior del hombre." (Jn 2,25).
Las características específicas del género literario EVANGELIO
Esto significa que nuestros evangelistas se sirvieron de un material precedente, oral o escrito; el género literario EVANGELIO no se formó de una vez, sino que se fue conformando lenta y progresivamente: fue un género en formación.
Y se escuchó una voz que decía desde la nube: Éste es mi Hijo elegido. Escuchadle. Lucas 9,35 Deuteronomio 18,15: Un profeta de los tuyos, de tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios; a él le escucharéis. Salmo 2,7: Voy a recitar el decreto del Señor: Me ha dicho: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. Isaías 42,1: Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que promueva el derecho en las naciones.
Los cuatro evangelistas, más allá de las diferencias entre ellos, tienen un plan común que inicia con el bautismo de Juan, incluye un período de la vida pública de Jesús, y se concluye con la historia de la pasión y resurrección, lo que se llamó la regla petrina:
21“Es
necesario, pues, que de estos hombres que han estado juntos con nosotros todo el tiempo que el Señor Jesús entraba y salía entre nosotros, 22comenzando desde el bautismo de Juan hasta el día en que de entre nosotros fue recibido arriba, uno sea hecho con nosotros testigo de su resurrección. 23Entonces propusieron a dos: a José, llamado Barsabás, que tenía por sobrenombre Justo, y a Matías”. (Hch 1,21-23)
Los evangelios, por lo tanto, no son una exposición biográfica de la vida de Jesús, sino un anuncio y un testimonio de Cristo Jesús, presente y viviente en su Iglesia.
La predicación se vuelve al presente y se refiere a una determinada comunidad o a una parte de la Iglesia en una situación concreta.
a un “contexto vital” (Sitz im Leben) en las comunidades eclesiales, cuyas necesidades y diferencias hacen eco principalmente en la implantación del mensaje de Jesús en el ámbito judío o en el ámbito pagano.
Exposición: dónde se describe la situación del enfermo (Mc 9, 17-18). Curación propiamente dicha: en general, comparados con los relatos de milagro de la literatura griega, los evangelios son bastantes sobrios a propósito de las manipulaciones del taumaturgo. Notemos el recurso de palabras extranjeras (Mc 5,41).
Conclusión: cuenta la admiración de los testigos e introduce un detalle que tiende a demostrar claramente el éxito de la curación. Por ejemplo el paralítico carga su camilla (Mc 2,12).
Encontramos bloques o grupos importantes como en Mc 4; Lc 15,3-16,12; Mt 13.
Son palabras de Jesús que podemos clasificar en función de su carácter profético (Mt 11,24), apocalíptico (Lc 21,34-36; Jn 1,51), disciplinario o jurídico (Lc 17,3b-4; Mc 2,27), parabólico (Mc 13,28-29, éste género se encuentra bajo el aspecto de mashal, sapiencial (Mc 6,4; Mt 13,57; Lc 4,24; Mt 6,34b; Lc 6,45b).
Se trata de relatos que ponen de relieve una frase de Jesús, como en la curación del hombre de la mano seca ¿Es lícito en los sábados hacer bien, o hacer mal; salvar la vida, o quitarla? (Mc 3,1-5), las espigas arrancadas en sábado (Mc 2,23-28).
Con los saduceos en Mt 22,23-34 Contra los fariseos en Mt 23
Mc 4,33-34; Lc 21,37-38
Bien conocidas son las del AT (Gn 18,1015; Jue 13; etc.), también las encontramos en los evangelios de la infancia: Lc 1,5-25; 1,26-38; Mt 1,18-25.
Hay muchos relatos sobre Jesús. Pero algunos pueden ser identificados e individualizados como un bloque formando parte de este género, pensemos en el anuncio de la traición de Pedro, o en Getsemaní (Mc 14,26-42).
Para terminar, volvamos a las parábolas que estuvimos leyendo…
Les contó otra parábola: El reinado de Dios se parece a una semilla de mostaza que un hombre toma y siembra en su campo. 32 Es más pequeña que las demás semillas; pero, cuando crece es más alta que otras hortalizas; se hace un árbol, vienen las aves del cielo y anidan en sus ramas. 33 Les contó otra parábola: El reinado de Dios se parece a la levadura: una mujer la toma, la mezcla con tres medidas de harina, hasta que todo fermenta. 31