14 | ADN CULTURA | Viernes 31 de enero de 2014
Jameson fue un temprano crítico del posmodernismo
“El futuro sigue abierto” Fredric Jameson. A propósito de la edición en castellano de su monumental Valencias de la dialéctica (Eterna Cadencia), el filósofo y crítico cultural estadounidense reflexiona en esta entrevista con adncultura sobre la tradición del pensamiento dialéctico y la situación del arte en el mundo globalizado Pablo Gianera | la nacion
L
a tentativa de pensar la dialéctica choca con un obstáculo: el espíritu de contradicción que habita en ella misma resiste cualquier definición. Con ese difícil horizonte trabaja Fredric Jameson en Valencias de la dialéctica (Eterna Cadencia), el monumental estudio que presenta e historiza dialécticamente la dialéctica. De Hegel a Marx, la dialéctica se tensó
en el mundo moderno entre el sistema y el método, y esa oposición no se resuelve, como señala el teórico estadounidense en el primer capítulo, porque es en sí misma dialéctica. En un sentido, la dialéctica es un método, pero un método que trata en todo caso de superar su propia arbitrariedad. Lejos de cualquier parálisis intelectual y casi a los ochenta años, Jameson, si bien si-
gue usando la máquina de escribir como en los buenos viejos tiempos, interpela aquí sin rodeos a la contemporaneidad, incorpora posiciones aparentemente lejanas de la suya, como la de Paul Ricœur, dialoga consigo mismo y con sus libros anteriores –desde el influyente estudio El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, cuyas preocupaciones se actualizan con otra pers-
pectiva– y prefigura ensayos posteriores como The Hegel Variations, todavía inédito en castellano. Ciertas páginas, las que dedica por ejemplo a una lectura microscópica de Mallarmé, muestran trazas de la formación de Jameson, que empezó como crítico con la figura tutelar de Erich Auerbach y derivó luego hacia la filosofía. “Mi formación fue, en efecto, literaria. Me dediqué especialmente a la literatura francesa, así que muchas de las alusiones de mis libros tienen su origen allí –cuenta Jameson–. Por supuesto, el francés fue después no sólo la lengua de Proust sino también la de la teoría contemporánea, y a decir verdad mi acercamiento a la filosofía se produjo con Sartre.” Es posible que para hablar de Valencias de la dialéctica, publicado originalmente en inglés en 2009, haya que remontarse a Marxismo tardío, de 1990. El término “marxismo tardío” refiere de manera general a la idea de “lo tardío”, tal como Theodor W. Adorno la desarrolló en un famoso artículo de los años treinta para explicar el último estilo de Beethoven. Hay allí una conexión con ese pensamiento que se vuelve contra sí. Un poco como el propio Adorno –objeto de ese libro de Jameson– lo había propuesto en Dialéctica negativa: “El pensamiento no necesita atenerse exclusivamente a su propia legalidad, sino que puede pensar contra sí mismo sin renunciar a la propia identidad”. También hay algo tardío en la dialéctica, inclinada a la posibilidad de ser concebida por fuera del marxismo. “Es claro que mi trabajo se ubica dentro del marxismo –observa Jameson–. Pero uno puede encontrar también pensamiento dialéctico en muchas otras partes, incluso, como yo mismo sostengo, en pensadores pretendidamente antidialécticos como Gilles Deleuze. El caso más obvio de un escritor dialéctico ajeno al marxismo es el propio Hegel. En cuanto a Adorno, yo lo considero un marxista y creo que él mismo se definía así.” –¿No podría proponerse también que, inmediatamente antes de Hegel, la dialéctica aparece anticipada ya en las antinomias kantianas? –Sin duda, las antinomias de Kant convocan la dialéctica, aun cuando no la practiquen. Pero el antecedente fundamental está entre los antiguos y es, como lo demostró Michael Forster, la práctica estoica de la equipolencia. Es una idea interesante. –En un pasaje de Valencias de la dialéctica, usted hace notar que la dialéctica es un “proyecto incompleto”, lo que parece evocar el eco del “proyecto incompleto” de la modernidad del que habló Jürgen Habermas. ¿Cómo se relaciona esa dimensión inconclusa con el horizonte de la Utopía en cuanto lugar del “sentido del futuro” y, por tanto, de lo irrealizado? –La “conclusión” implica para Habermas desplegar todas las antiguas categorías modernistas. Si recurro a esa expresión es