El experimento de la bondad

El primer ferrocarril eléctrico del mundo fue construido entre Huntington y Gu- yandotte, Virginia Occidental. ➢ La señora Minnie Buckingham Harper, miembro ...
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El experimento de la bondad VIRGINIA OCCIDENTAL | 28 de febrero

Miranda

MISIÓN ADVENTISTA  :  NORTEAMERICANA

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iranda Starr, directora y profesora en la Academia Parkersburg en Virginia Occidental, quiso hacer un experimento con sus alumnos de primer y segundo grados. “En la clase de Biblia estábamos estudiando acerca de la bondad, y la forma en que esta se contagia –dice ella–. Queríamos ver si realmente pasa”. Entonces Miranda tuvo una idea: ¿Por qué no ir a Eagle Pointe, un hogar de ancianos local, donde los estudiantes podrían practicar sus habilidades de lectura y hacer amistad con los residentes? “Esto era algo que siempre había querido hacer –admite—. Nos gusta cantar, pero [me preguntaba] ¿qué otra cosa podíamos hacer por

ellos, de manera que pudiéramos entablar relaciones?” Entonces, otra idea se les ocurrió: los niños podrían practicar sus habilidades de lectura leyéndoles en voz alta a los residentes de Eagle Pointe.

Material aaptado y facilitado por RECURSOS ESCUELA SABÁTICA © www.escuela-sabatica.com

 Uno de los primeros puentes colgantes del mundo fue construido en Wheeling, Virginia Occidental, en noviembre de 1849.  El primer ferrocarril eléctrico del mundo fue construido entre Huntington y Guyandotte, Virginia Occidental.  La señora Minnie Buckingham Harper, miembro de la Cámara de Representantes del Estado en 1928, fue la primera mujer afroamericana en pertenecer a un cuerpo legislativo en los Estados Unidos.

Miranda compartió su idea con la clase, y todos los niños se emocionaron y se sintieron motivados a leer. En enero, ya los estudiantes estaban leyendo lo suficientemente bien como para hacerlo por su cuenta.

O C C I D E N T A L

 Casi el 75 por ciento de Virginia Occidental está cubierto de bosques.

V I R G I N I A

Cápsula informativa

Los residentes disfrutan claramente de las visitas, al igual que los jóvenes lectores. “Me gusta ver a los residentes sonreír”, dijo Ben. Los estudiantes de tercer a octavo grado también participan en el ministerio en Eagle Pointe. “Me gusta mucho ir allí —dice Ryleigh, de nueve años–. Yo le leo a un abuelito que se llama Mark. Él siempre se alegra de verme, y me dice: ‘Dios te ama. Me gustaría poder ir más a menudo, porque él me cae muy bien”. En agradecimiento por las visitas de los niños, Eagle Pointe celebró un banquete en su honor, y le entregó una placa de reconocimiento a Miranda Starr: “Niños Voluntarios del Año: Academia Parkersburg. Ustedes han dado calor a los corazones de muchos a través de su cariño y su cuidado. Son estrellas del voluntariado”. Al reflexionar sobre el “experimento de la amabilidad”, Miranda y los alumnos afirman que fue todo un éxito. “La bondad fue mutua. Nosotros tratamos de llevarles alegría, pero ellos nos dieron más a nosotros”. 

“Cada dos viernes vamos a Eagle Pointe – explica Ben, de ocho años–. Le cantamos a todo el grupo, y les leemos a los residentes”. “No fue difícil escoger una pareja —comenta Reagan, de siete años—. Veíamos a los residentes, ¡y elegíamos al que nos gustaba!” Los alumnos también podían escoger el libro o los libros que querían leerles a sus parejas, e intercambiar libros con otros alumnos al terminar el suyo. Los niños leen y al mismo tiempo desarrollan amistades. “El nombre de mi pareja es Jane –dice Sofía, de seis años—. Yo le leí algo relacionado con las huellas de los animales, y también acerca de un zorro rojo. ¡Ella me contó que una vez tuvo un zorro como mascota!”

Los alumnos y los residentes de Eagle Pointe pasando tiempo juntos.

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