EL DOBLAJE EN ESPAÑA Y SU INFLUENCIA EN EL APRENDIZAJE DEL INGLÉS COMO SEGUNDA LENGUA Es por todos sabido que en la actualidad y desde hace varias décadas, cuando comenzó el desarrollo de las industrias cinematográfica y televisiva a escala mundial, se han producido y se producen una gran cantidad de series de televisión y películas en todos los países del mundo, o al menos en los llamados países “desarrollados”. También, que todos estos productos tienen una cada vez mayor influencia sobre sus espectadores. Y no es menos conocido por todos que, en este sentido, el país situado en cabeza de parrilla es sin lugar a dudas Estados Unidos. Todo esto pese a que en los últimos años la India y su industria cinematográfica conocida internacionalmente como “Bollywood” sea capaz de producir más películas que cualquier otro país del globo incluyendo a los Estados Unidos de Norte América. No obstante, la influencia de los productos televisivos y cinematográficos de éste último no tiene parangón. Las películas de Hollywood se comercializan en los países industrializados de todo el mundo y las series producidas en Estados Unidos se venden en todas las cadenas de primer nivel de estos países. Esto es así porque los productos de este país son los que captan una mayor cantidad de público y en consecuencia son los que generan más dinero en el mercado a nivel mundial, ya sea a través de entradas de cine, alquiler de DVD´s en videoclubs, venta de DVD´s en tiendas especializadas y centros comerciales, niveles de audiencia en las principales cadenas de televisión ya sean públicas o privadas, reproducciones ilegales, descargas de Internet, etc... En este sentido España no es una excepción. España produce sus propias películas para el cine así como sus propias series de televisión, algunas de ellas también se comercializan en otros países, ya sea debido a la gran notoriedad de algunos directores reconocidos internacionalmente como Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar o José Luis Garci, o por una cuestión de cercanía lingüística como es en el caso de los países de Latinoamérica, donde llegan muchos de “nuestros” productos. Esto último guarda una relación directa con el tema que este artículo pretende abordar. La cuestión es que al igual que la mayoría de países de todo el mundo, España importa una ingente cantidad de películas de la Industria del cine norteamericana así como de series de televisión. La mayor parte de los telespectadores y consumidores de cine de nuestro país consume productos “made in U.S.A.”. Por tanto, si la cantidad de productos y consumidores es enorme, la influencia que estos productos ejercen sobre nosotros como consumidores de dichos productos es proporcional a dicho consumo, ya sea a nivel cultural, social, económico o político.
Y todo esto, tiene obviamente consecuencias a todos estos niveles en nuestra forma de percibir y entender el mundo así como en la forma en qué vivimos. Además, estos productos en la mayor parte de los casos pasa por un filtro que afortunadamente, aunque no por ello deje de tener consecuencias negativas, ya no es de censura moral, política o religiosa como pudo ser en un principio, sino que es una cuestión puramente lingüística. Es decir, que todos estos productos anglosajones son traducidos y doblados al español desde prácticamente el momento en que se empezaron a importar (sea por el motivo que fuere), lo cual puede entenderse como un aspecto positivo debido a que estamos “defendiendo” o “protegiendo” nuestra lengua materna. Sin embargo, esto no parece ser así. Personalmente, el único aspecto positivo que le encuentro al hecho de doblar todo el material proveniente del extranjero (productos anglosajones en su mayoría aunque sucede de igual forma con todo producto “extranjero” siempre y cuando no vengan en español como es el caso de películas o teleseries provenientes de América Latina) es que generan trabajo para traductores y actores de doblaje. La industria de doblaje española es muy reconocida a nivel internacional ya que realiza un trabajo de calidad y dispone de buenos medios así como de profesionales muy capacitados para esta labor. La cuestión es ¿qué efectos negativos supone que se doblen todos estos productos? Porque si lo que queremos hacer es “proteger” o “defender” nuestro idioma lo que habría que hacer es fomentar el desarrollo de productos cinematográficos y televisivos en nuestra lengua para poder ofrecer una oferta amplia y variada a nuestros telespectadores. Sin embargo, aunque esto ya se está haciendo desde hace muchos años, o al menos se intenta, la cuestión aquí es que generalmente nuestros productos no tienen tanto éxito como los anglosajones, o en la mayoría de casos, no pueden competir con su fama y sus estrategias publicitarias y de mercadotecnia con todas sus “estrellas” mundialmente conocidas y sus grandes superproducciones llenas de los más avanzados y costosos efectos especiales. Así que en todo caso sería más lógico tratar de equilibrar la oferta de productos nacionales y extranjeros en nuestras carteleras y programaciones televisivas desde un punto de vista racional y sin caer en cuestiones racistas o de desprecio a lo extranjero. Si por el contrario, lo que se pretende es acercar culturas extranjeras a nuestro país y a nuestros ciudadanos, habría que diversificar la proveniencia de estos productos de una forma acorde a la variedad cultural que ofrece nuestro planeta en todas sus latitudes y longitudes y en todo caso, siempre que este fuera nuestro objetivo, ¿qué mejor forma para ello que ofrecer dichos productos en versión original? Todo este cúmulo de despropósitos se agrava si tenemos en cuenta que el doblaje de películas y series de televisión nos afecta a todos los españoles que estudiamos una segunda lengua y que mayoritariamente suele ser el inglés. En mi experiencia como estudiante en el extranjero gracias al Programa de Becas Sócrates-Erasmus pude comprobar como generalmente los españoles éramos los que menor nivel de inglés de base teníamos, sobre todo en cuanto a nuestra capacidad en las destrezas auditiva y oral, es decir en listening y speaking. Sin embargo, por mi experiencia pude deducir que no era únicamente una cuestión de cercanía de lengua. Es obvio que, en términos generales, siempre le resultará más “fácil” aprender inglés a un alemán que a un español, puesto que ambos idiomas forman parte de las llamadas Lenguas Germánicas provenientes del norte de Europa, (de igual forma que a un español le
resultará más “fácil” aprender francés o italiano que a un alemán por el origen latino de estas lenguas). Entonces, ¿por qué los portugueses Erasmus presentaban un mayor nivel en dichas competencias si su lengua también es de origen latino? Es posible que fueran únicamente casos puntuales o producto de la casualidad que los portugueses que tuve la oportunidad de conocer tuvieran grosso modo una mayor competencia comunicativa en inglés (esto no es un estudio científico) . Pero al cuestionarme todo esto pude averiguar que, al menos por aquel entonces (hablamos del año 2000), en Portugal no se doblaban las películas “extranjeras” al portugués. No obstante, la cuestión que aquí se pretende abordar no es comparar a los españoles con los hablantes de una segunda lengua común de otros países, sino que lo que resulta difícil de entender es que tras siete, diez, o quince años estudiando inglés como asignatura obligatoria en primaria, secundaria, bachiller e incluso en la universidad, el nivel de competencia comunicativa sea en una mayoría alarmante bastante bajo. Esto quizá sea por cuestiones relativas a los sistemas educativos implantados en España en las últimas décadas, pero el objetivo de éste artículo tampoco consiste en opinar sobre los sistemas educativos, sino más bien, comentar las ventajas que supondría ver las películas y series de televisión en versión original y las desventajas que ocasiona el verlas sistemáticamente dobladas al español. El principal motivo es que puesto que nos llega toda esa gran cantidad de material (sin juzgar si ese material es adecuado o no, o de mejor o peor calidad) y no podemos evitar su influencia negativa en nuestra sociedad, costumbres etc... tal y como hemos comentado anteriormente, ¿por qué no aprovechamos todo esa gran cantidad de material audiovisual de una forma natural, tal y como ocurre en otros muchos países? Un ejemplo: en cuanto apareció la nueva versión cinematográfica de Spiderman, con toda la mercadotecnia de Hollywood puesta en marcha para captar la atención de los niños de todo el mundo, es lógico que cualquier niño de cualquier parte del planeta quisiera verla. Pero no es lo mismo que estos niños (en el caso de los españoles) vayan al cine a ver Spiderman en español o que la vean en inglés, es decir, en versión original. En la actualidad parecería una quimera que los niños fueran al cine a ver un estreno en versión original, más que nada porque resulta casi imposible encontrar una sala de cine que proyecte películas de esta forma (a excepción de algunas salas de grandes ciudades como pueden ser Madrid o Barcelona). Y no resulta muy difícil imaginarse el chasco que se llevarían estos niños (y sobre todo la mayoría de los adultos que les acompañasen) si al empezar la película ésta fuera en versión original. Sin embargo, debemos ser conscientes de que todo esto es una cuestión de costumbres, de situaciones normalizadas. En países como Dinamarca, Holanda y (corríjanme si me equivoco) en general la mayoría de países del norte de Europa como en Islandia, Noruega, Suecia etc..., “consumen” todos estos productos (los que los consumen claro está) en versión original porque es lo normal y el resultado de todo esto es un mayor nivel de inglés en términos generales (no debemos olvidar que el inglés es Lengua Franca), incluso en personas que por distintos motivos no tienen una formación académica universitaria, sino que pueden ser empleados de un comercio, técnicos, artesanos etc... de una pequeña ciudad o población de dichos países, lo cual es más difícil de encontrar en nuestro país. Cualquier telespectador podría argumentar tras todo esto que cuando va al cine o enciende el televisor lo hace para entretenerse, divertirse o relajarse y que por tanto lo último que se le pasaría por la cabeza es ponerse a aprender idiomas (yo le entendería perfectamente). La clave es, como hemos mencionado anteriormente, una cuestión de normalización, pues para los habitantes de los países del norte de Europa que acabamos de mencionar no supone ningún esfuerzo añadido ver por ejemplo
House o Lost en versión original los miércoles por la noche y para nada considera que está practicando su competencia auditiva en inglés mientras ve una de estas teleseries. Si una serie es producida en los Estados Unidos y sus actores y actrices son norteamericanos y lógicamente hablan en inglés de Norte América es de recibo que si van a ver esa serie la verán en inglés. De igual forma sucederá si ven una serie producida en Suecia, Malasia o Guinea Ecuatorial. La verán en versión original y con subtítulos en la primera lengua oficial de su país o en la lengua establecida por un canal de televisión concreto. Así que sencillamente, si le gusta dicha serie o le apetece verla, la verá sin más, y si no, cambiará de canal o hará otra cosa, pero siendo consciente de que la televisión le ofrece productos en versión original, ya sean “nacionales” o “extranjeros”. No obstante, esto se lleva haciendo durante muchos años en estos países. Los mismos que lleva España doblando películas y series de televisión; y un servidor es consciente de que si hay algo difícil de cambiar es una costumbre, pero insisto, es una cuestión de normalización, de hábitos. En este sentido, es importante destacar lo importante que es para los estudiantes de una segunda lengua el acceso a materiales visuales y auditivos lo más reales posibles para mejorar su competencia lingüística. Todo ese material constituye lo que en inglés se entiende como INPUT, es decir, material lingüístico original y auténtico que “entra” en nosotros. La diferencia entre aprender una segunda lengua en tu propio país o en el país donde se habla esa lengua está en la cantidad de INPUT que nos llega a diario y que actúa en nuestra competencia lingüística de forma consciente y subliminal. Todo ese INPUT que recibamos de forma auditiva o visual se convertirá a posteriori en OUTPUT, es decir, en todo aquello que podamos “producir” en esa segunda lengua ya sea en forma de expresión oral o escrita. De forma que cuanto más INPUT reciba, más OUTPUT seré capaz de producir. Por este motivo un año en Inglaterra, por ejemplo, es muchísimo más útil y productivo que estudiar inglés como segunda lengua en el colegio y en el instituto durante diez cursos académicos. Por tanto, es recomendable para todos aquellos estudiantes de una segunda lengua conseguir material audiovisual lo más auténtico posible. Y en este sentido lo más real y auténtico es poder conversar con una persona nativa del idioma en cuestión, pero a falta de este recurso, un buen libro o un periódico, una buena película o un programa informativo en televisión, un documental o un programa de radio, o una teleserie que trate aspectos cotidianos son materiales que nos pueden resultar muy útiles. Eso sí, siempre en versión original. Hay otro aspecto que resulta muy relevante en esta cuestión de ver películas y series de televisión en versión original o dobladas a nuestra lengua. Se supone que si “consumimos” estos productos es porque nos gusta el cine o la televisión, o nos gusta tal serie o tal actor, o tal actriz, o simplemente nos llama la atención y queremos ver tal o cual producto. En este sentido me gustaría destacar que las cualidades más importantes y representativas de un actor o una actriz (y de cualquier persona en general) son la expresión facial, la expresión corporal y la voz. Todas estas características son como nuestras huellas dactilares y nos hacen únicos e inigualables. Nos podemos parecer en mayor o menor medida a los demás, pero no hay dos seres exactamente iguales, ni siquiera dos hermanas o hermanos gemelos. Por tanto si nos doblan a un actor o una actriz podremos ver su rostro, su mirada, su gesto, sus movimientos y su lenguaje corporal, pero nunca escucharemos su verdadera voz y el abanico de registros que ésta puede ofrecer por ejemplo cuando grita, cuando llora, cuando ríe a carcajadas o cuando susurra, cuando se enfada o hace una broma o dice algo con ironía, o cuando canta... Bueno sí, a veces sucede
que en una película doblada un actor o una actriz se pone a cantar y de repente lo hace con otra voz (la auténtica y totalmente desconocida por el público) y lo hace en inglés o en otro idioma y cuando termina continúa hablando en español con la voz del doblador. Todo esto que nos parece tan natural a aquellos espectadores a los que nos doblan las películas y series de televisión les supone muy extraño y “falso” a aquellos espectadores de países en los que no se doblan las películas. Para experimentar esta sensación, les propongo un ejercicio. ¿Algún español ha visto, por poner un ejemplo, Pretty Woman en chino? De igual forma que nos resultará extraño ver a Richard Gere y a Julia Roberts coqueteando en chino, le puede resultar a otra persona verlos hacer lo mismo en español. De hecho, a un español le resultará extraño o “falso” ver dicho ejemplo en chino pero no en español, pues para dicho espectador es lo normal, cuando ambos ejemplos son producto del doblaje. De esta forma, quienes ven productos doblados tienen restringido el acceso a todas las voces de muchos actores y actrices y a todos los registros que sus voces ofrecen, al tiempo que oyen siempre a los mismos actores y actrices de doblaje. Cualquier espectador que afine el oído puede saber que Bruce Willis y Kevin Costner son doblados generalmente por el mismo actor, cuando estos actores tienen cada uno, lógicamente, su propia voz con sus matices y su propio color. De igual modo sucede con Silvester Stallone y Robert De Niro, o con Clint Eastwood y Roger Moore. De modo que Rambo habla como el mafioso Sam “Ace” Rothstein y Harry el Sucio como James Bond. Esto sucede con todos los actores y actrices del panorama internacional aunque no se trata de desmerecer a los actores de doblaje que hacen un gran trabajo, sino más bien de ser conscientes de que de esta forma nos privamos del lujo de disfrutar de las voces de cada uno de los actores y actrices que aparecen en películas grabadas en un idioma distinto al nuestro. Todo esto sin cuestionar las traducciones (ni a los traductores de guiones de películas) que muchas veces, ya sea por la dificultad que entrañan o por demérito de los traductores, tienen como resultado un discurso y unas expresiones bastante forzadas que en ocasiones no se corresponden para nada con la realidad de nuestro idioma y de nuestros hablantes. Es decir que el español de las películas al cabo de muchos años se convierte en un ente propio de las películas. Porque la gente no habla ni se expresa así, o mejor dicho, la gente no hablaba ni se expresaba así aunque con la influencia que tienen las películas y teleseries en la personas que las ven, tal y como hemos comentado al principio de este artículo, la realidad es que las personas acaban hablando como se habla en el cine y en la tele, es decir que con el paso del tiempo estamos hablando un español traducido del inglés. Luego, los que pretendían “defender” o “proteger” el español e instauraron el doblaje han acabado consiguiendo precisamente el efecto contrario. CONCLUSIÓN El doblaje de películas y series de televisión supone una serie de consecuencias negativas para los espectadores y para el nivel general de nuestra competencia lingüística en inglés; teniendo en cuenta que en este sentido los españoles de forma global presentamos un nivel muy mejorable de competencia comunicativa en dicho idioma y siendo conscientes de la importancia de esta lengua en las últimas décadas como lengua franca cuyo uso está extendido por todo el mundo en ámbitos científicos, comerciales, culturales, económicos y políticos. Además, la influencia del cine y las teleseries en los espectadores es tan fuerte que está condicionando la forma de hablar
en nuestra sociedad ya que recibimos muchísima información traducida directamente del inglés en lugar de ser generada en nuestro idioma de forma natural. Por todo esto sería importante en una sociedad plural y multicultural como la nuestra, tener acceso a cuantos materiales sean posibles, teniendo en cuenta el valor de la versión original, haciendo uso de estos materiales de una forma natural y normalizada y apreciando lo que se hace aquí y lo que viene de otras partes del mundo por lo que nos ofrece, ejercitando nuestro criterio.
Miguel Ángel Rodríguez Marín 74.668.059P