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Campo

Sábado 11 de septiembre de 2010

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ENCUENTRO

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Soberanía alimentaria

ALTERNATIVA

LA NACION/Sección 5/Página 5

) Momento de despegue

El crecimiento de la demanda da otra chance a las legumbres Hoy la producción supera las 300.000 toneladas y genera ingresos por cerca de 250 millones de dólares JOSÉ MARÍA MACERA PARA LA NACION La acción comunitaria es el eje campesino MNCI

Primer Congreso Campesino en Buenos Aires Entre hoy y el martes, el Movimiento Nacional Campesino Indígena debatirá otro modelo productivo DANTE A. ROFI LA NACION “Cuando comenzamos a organizarnos, siete años atrás, la cuestión campesina casi no estaba en la discusión. Hoy esta instalada, tenemos un movimiento con capacidad de mostrar acciones concretas y con una potencialidad grande”, contó a LA NACION Diego Montón, campesino mendocino e integrante de la secretaria nacional del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI), que desde hoy y hasta el martes próximo concretará su primer Congreso Nacional, en el predio que el Sindicato de Pasteleros tiene en Esteban Echeverría (Camino de Cintura 6455). El MNCI se ha desarrollado en diez provincias, con una participación activa de más de 20.000 familias campesinas e indígenas y una acción territorial que incide en más de 100.000 familias. “El Estado ha comenzado a tener en cuenta la problemática campesina. La creación de la Subsecretaría de Desarrollo Rural y Agricultura Familiar y muchos de los contenidos del Plan Estratégico Alimentario (PEA) demuestran que hemos logrado introducir varios elementos propios. Ahora habrá que luchar para que los recursos estatales se distribuyan más equitativamente entre el agronegocio y la agricultura campesina”, dijo Montón. Y agregó que durante el congreso los ejes de reflexión serán “la reforma agraria integral y la soberanía alimentaria”. –¿Cuál es la situación del campesino hoy? –Hay más de 400.000 familias campesinas indígenas en el país en diferentes formas de supervivencia. Aun hoy existen muchos conflictos en los cuales las comunidades son acosadas y desalojadas. La concentración de la tierra y del agua es un flagelo producto de las políticas que ha promovido la agricultura industrial como única forma de producción y vida en el campo. Sin embargo, es la agricultura campesina la que puede resolver una parte importante de la crisis que atravesamos, dado que ella es agroecológica y dinamiza los mercados locales, generando trabajo genuino, alimentos sanos y precios justos. –¿Cuáles han sido los logros del trabajo comunitario del MNCI? –Las comunidades organizadas han logrado resistir desalojos, desmontes e incluso recuperar territorios usurpados por el agronegocio. También mejorar la producción y establecer experiencias de agroindustria campesina que le dan valor agregado al producto y generan trabajo. Ejemplos hay muchos: fábricas de quesos, de dulces y de salsas; bodegas de vino campesino, y carpinterías. Además, la organización regional permite que varias comunidades puedan encadenar sus producciones, tal el caso de lo que llamamos la cadena del tomate, que integra comunidades que hacen plantines en invernaderos, con otras que cultivan el tomate y otras que elabora la salsa que luego es comercializada por el MNCI.

DIEGO MONTON

DE LA SECRETARIA NACIONAL DEL MNCI

Así se obtiene un precio justo para todos los eslabones de la cadena. Pero Montón agrega que el trabajo del MNCI va mucho más allá de la actividad productiva. De hecho, han formado botiquines comunitarios y hasta centros de salud, en manos de las comunidades. También se trabaja en la formación de los jóvenes en áreas que van de la informática hasta la producción agroecológica, con métodos y sistemas adaptados a la vida campesina, y ejes particulares en la defensa de bosques y ríos. –¿Qué traba el progreso de las familias campesinas? –La concentración de la tierra y del agua en pocas manos, y la legislación actual que no permite el acceso a las mismas a las familias sin tierra. Es imperioso que quienes emigraron a las ciudades puedan retornar al campo. Y para ello es necesario que el Estado tenga en cuenta al campesino como sujeto de desarrollo y promueva su modelo productivo con subsidios, infraestructura comunitaria y comprando sus productos, por ejemplo, para los comedores escolares. Es prioritario dinamizar los mercados locales y las ferias para eliminar intermediarios y disminuir la concentración y los monopolios que hoy forman los precios. En los últimos tiempos, desde el Ministerio de Agricultura de la Nación se evidenció un acercamiento a la problemática campesina, por caso, en noviembre pasado, el ministro Julián Domínguez visitó comunidades campesinas en Santiago del Estero. “Hemos visto algunas acciones positivas que muestran un cambio de rumbo del Gobierno, sin embargo aún esta muy discriminada la agricultura campesina a la hora de programas y recursos. Uno de nuestros principios es la autonomía de partidos y gobiernos, y lo sostenemos”, aseguró Montón. El MNCI hoy trabaja en hacer visibles las luchas de las comunidades, y afirma que la denominación genérica de “campo” no los incluye. “En ocasión de la discusión por la 125 dijimos «no somos campo, somos tierra» porque no tenemos nada que ver con la Mesa de Enlace. Quienes vivimos y trabajamos en el campo nos consideramos parte de la tierra; parte de la naturaleza, no las vemos como mercancías. Producir alimentos ha sido históricamente nuestro rol y nuestra razón de ser”, señaló Montón. Y añadió: “Los campesinos podemos alimentar al pueblo y no hablamos de volver a esquemas románticos, hay tecnología apropiada y la estamos desarrollando”.

El escenario internacional sigue ofreciendo a la Argentina enormes oportunidades de la mano de la incorporación al mercado de millones de personas en los países en desarrollo. Es el caso de las legumbres. Nuestro país es ya un factor importante en el mercado internacional de porotos, donde es líder en alubias y avanza su participación en otras variedades. Esta producción, que supera las 300.000 toneladas anuales y se concentra en Salta y en Jujuy, enfrenta una demanda creciente y permite una importante generación de empleo en la región, además de un ingreso de divisas superior a los 250 millones de dólares por ventas externas. Ahora es el turno de las legumbres de invierno, donde ya estamos teniendo un crecimiento importante en la producción de garbanzo, para el que vemos un gran potencial para los próximos años. Se están obteniendo excelentes resultados productivos en

las zonas del norte de Córdoba, sur de Salta, Tucumán y Catamarca, tanto en condiciones de riego como de secano. El área de producción ya supera las 35.000 hectáreas y hay experiencias muy promisorias en la amplia zona triguera del sur de la provincia de Buenos Aires. También hay incipientes producciones en el norte bonaerense y en el centro-oeste de Santa Fe.

Actores del mercado Hablemos un poco del mercado. El gran actor es la India, con una población vegetariana que basa su demanda de proteínas en las legumbres: consume 19 millones de toneladas anuales, 6 millones de las cuales son de garbanzo. Su PBI está en franco crecimiento y la población aumenta a razón de 18 millones de personas por año. La producción está estancada y amenazada por el avance de otros granos cuyo consumo también crece. La importación se ha liberado para favorecer el abastecimiento. Paquistán y Bangladesh tienen situaciones similares.

Crece la demanda de poroto ARCHIVO

Por otro lado, Europa es un gran importador (todos los países del Mediterráneo), así como la mayor parte del mundo árabe. En América del Sur, Brasil y Chile son grandes compradores. Los principales exportadores son México, Turquía (ambos con producciones decrecientes), Australia, Canadá y EEUU. Ninguno de estos países esta en condiciones de pro-

ducir a precios bajos. La fuerte presencia exportadora de la Argentina en el mercado de poroto nos da el canal comercial para la colocación de ésta y otras legumbres, y se están construyendo modernas plantas de procesamiento para adecuar esta oferta a las exigencias del mercado internacional. Debemos hacer un fuerte esfuerzo tecnológico en variedades y adaptaciones productivas para potenciar este proceso y extenderlo a otras legumbres como la lenteja y el lupino, donde Canadá y Australia han tenido notables performances. Días pasados, el principal importador italiano, dueño de plantas de proceso en varios países, me decía: “Salvo en la Argentina no veo dónde pueda crecer en forma competitiva la producción de legumbres”. En los próximos días nos visita el ministro de Agricultura de la India y trae este tema como uno de los ejes principales de su agenda.

El autor es presidente de la firma Desdelsur SA