el clamor de bartimeo

burlara de tu pastel salado así como tú te burlaste del pastel de ella? Rut no contestó. Estaba pensando. Ella sabía que Mamá tenía razón. Rut sabía que ella ...
2MB Größe 1 Downloads 0 vistas
Este librito no es para la venta Junta Directiva: Eugenio Heisey Duane Nisly Marcos Yoder Pablo Schrock Noé Schrock Antonio Valverde Jesús Villegas Sanford Yoder

Editor

CONTENIDO Dos veces suyo . . . . . . . . . . . . . . .portada Editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .3 La santísima fe . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .4 ¿Servir o mandar? . . . . . . . . . . . . . . . . . .9 Palabras del anciano Dad, pues... a Dios . . . . . . . . . . . . . .15

Historia bíblica: El clamor de Bartimeo . . . . . . . . . . . . .18

Duane Nisly

Circulación Randall Nisly

Sección para padres El llamado supremo La pureza, lección 6c . . . . . . . . . . .16

Receta Cualquier correspondencia debe dirigirse a: La Antorcha de la Verdad Apartado Postal #15 Pital de San Carlos Costa Rica, C. A. Tel: (506) 2465-0017 Fax: (506) 2465-0018 [email protected]

Ensalada de patatas . . . . . . . . . . . . . . .24

Sección para jóvenes Un sacrificio que vale la pena Capítulo 19a . . . . . . . . . . . . . . . . . .25

Sección para niños El tercer intento . . . . . . . . . . . . . . . . . .29 Actividad para niños . . . . . . . . . . . . . .34 En Dios confiar . . . . . . . . . . . .contraportada

LA ANTORCHA DE LA VERDAD se publica bimestralmente por Publicadora La Merced, ubicada en Santa Rita de Río Cuarto, Costa Rica. PUBLICADORA LA MERCED trabaja sin fines lucrativos para extender el evangelio, para propagar doctrina sana y bíblica de orientación anabaptista, y para presentar consejos para la vida cristiana práctica en América Latina. Si desea hacer una donación, la puede hacer por medio de un cheque en dólares estadounidenses a nombre de Asociación Servicios Cristianos Menonitas, o por medio de una transferencia internacional: (Asociación Servicios Cristianos Menonitas, cuenta #15201347000014732 en dólares estadounidenses. SWIFT: BCRICRSJ y/o UNIVERSAL ID019339, Banco de Costa Rica. San José, Costa Rica, entre Av. central y segunda, calles cuatro y seis.) Diseño de la portada: Randall Nisly

Estimado lector: El sabio dijo así: “Todo tiene su tiempo… Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin” (Eclesiastés 3:1, 11). En estos versículos anteriores, Salomón nos recuerda del tiempo y del paso del tiempo. Dios hizo el tiempo, y todo lo hace bien. Esta verdad se ha vuelto más real para mí en estos días. Me dio mucha alegría la noticia de que mis queridos padres nos visitarían. Cuando llegaron hace un mes, nos regocijamos como familia por su llegada. Lo que menos esperábamos fue que tres días después de llegar, mi papá sufriría un trauma cerebrovascular y pasaría unos días en el hospital. Tuve la gran dicha de cuidar a mi papá durante ese tiempo; sin embargo, esta experiencia me hizo reflexionar sobre la brevedad del tiempo. Aunque ya tiene 81 años de edad, su vida se caracterizaba por la mucha actividad. ¿Cuáles serían ahora las implicaciones de este evento para su futuro? Gracias a Dios, fue leve el daño y parece que se está recuperando bien. Como 15 días más tarde, recibimos a mi primer nieto con muchísima alegría. Contemplar a ese bellísimo milagro y regalo de Dios, de nuevo reflexioné sobre el paso del tiempo y las etapas de la vida que vamos atravesando. Tiene apenas ocho días de edad, y está comenzando la vida. Tiene todo por delante. Mi papá cumplió 81 años hace un mes. Todo parece indicar que la mayor parte de su vida queda atrás. Y yo estoy en medio. Ayer Dios me dio otro recordatorio del paso rápido del tiempo. Recibí una llamada a las 2:15 de la madrugada para informarme que el hermano Aurelio no respondía, y pedirme que fuera a su casa. Cuando llegué, el hermano estaba recuperándose, pero no podía hablar. Así que, lo llevaron al hospital. Después, lo fui a ver al hospital, y vi en él tranquilidad y alegría, pero el hermano no podía hablar ni una palabra. Aparentemente también había sufrido un trauma cerebrovascular. “Todo tiene su tiempo.” Estos acontecimientos me llevan a plantear unas preguntas: ¿Qué estoy haciendo hoy que en realidad tenga valor para toda la eternidad? ¿Qué debo hacer todavía mientras Dios me dé vida? “¿Qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Santiago 4:14). Todo tiene su tiempo pero el tiempo pasa veloz. Mi oración es: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90:12).

Duane Nisly 3

a epístola de Judas, nos habla de la santísima fe sobre la cual debemos edificar. ¿Qué era esa santísima fe de la que habló Judas? En el versículo tres, Judas nos dice: “acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos”. Judas les hace ver que esa santísima fe no es algo mágico, ni fácil, ni cómodo. Para preservar esa fe, era necesario sostener una gran lucha contra el ejército de Satanás en el mundo. La santísima fe de que Judas habla es la fe de los apóstoles… la fe que vemos en el libro de Hechos.

L

4

Judas quería que los cristianos vivieran esa misma fe de los apóstoles. Su carta parece estar dirigida a cristianos de la segunda generación. Él temía que ellos cambiaran la fe que practicaban los cristianos. La segunda generación no tendría que dar cuentas por la vida de los primeros cristianos. Tampoco serían aceptados delante de Dios por la fe de sus antepasados. Si querían agradar a Dios, tendrían que conocer la voluntad de Dios y practicarla en su época y ambiente. Judas les dijo que la fe fue entregada a los santos. Eso significa que les fue posible conocer la voluntad de Dios en su generación. Pero, ¿cómo

conocemos la voluntad de Dios para nuestra época? Al igual que ellos, nosotros necesitamos conocer la voluntad de Dios y vivir de acuerdo con ella si queremos agradar a Dios. Necesitamos obedecer hoy tal y cómo ellos lo obedecieron en el principio. No tendremos que responder a Dios por lo que ellos hicieron, ni tampoco nos salvaremos por el legado de fe que ellos nos dejaron. Pero sí podemos aprender algo de la santísima fe si estudiamos la vida de otros cristianos durante toda la historia. Ella nos enseña mucho de la manera en que algunas iglesias han procurado mantener su fidelidad a la Palabra de Dios y cómo han respondido a las presiones del mundo. Desde el tiempo en que Cristóbal Colón descubrió América, la iglesia católica ha reinado sobre las naciones como iglesia única de Europa. Tal había sido el caso desde hacía más de mil años. Para la gente de aquel entonces, la palabra del papa llevaba la misma autoridad que la Palabra de Dios. Pocos tenían la dicha de contar con una Biblia y algunos no sabían que existía. Se aceptaba la palabra de los sacerdotes y, por consiguiente, la palabra del papa como la voz de Dios. Cuando algunos hombres empezaron a estudiar la Biblia, descubrie-

ron muchas contradicciones entre lo que enseñaba la iglesia y lo que enseñaba la Palabra de Dios. Ellos creyeron que debían reformar a la iglesia católica. Se les llamó “reformadores.” Aparte de la iglesia católica y los reformadores, un tercer grupo se levantó alrededor del año 1525. Éste sentía la necesidad de restaurar la iglesia al estado que tenía en el tiempo apostólico del Nuevo Testamento. Los hermanos de este grupo fueron conocidos como “anabaptistas”1. Ellos creían que la voluntad de Dios se encontraba en la Biblia, y principalmente en el Nuevo Testamento. Ahora veamos más a fondo estos tres grupos de creyentes y lo que creían. Todos creían en un mismo Dios, pero no estaban de acuerdo en la doctrina. Gran parte de las diferencias que existían entre ellos se ven todavía entre las iglesias de hoy. Por lo general, los católicos no han cambiado mucho su doctrina desde aquel entonces. Los protestantes creen como los reformadores de aquel tiempo, y hay un remanente de iglesias que creen como los anabaptistas. Notemos algunas de las creencias de cada grupo. Recuerde que nos interesa saber: ¿Qué es la santísima fe? y ¿Cómo podemos conocer la voluntad de Dios para el tiempo de hoy? 5

Los católicos creían y enseñaban que la iglesia es un depósito de la gracia de Dios. Se puede ilustrar de esta forma: Ellos creían que Dios es muy grande, sublime, y santo, y todavía lo

creen. Creen también que Cristo ha dado a la iglesia el poder de discernir la voluntad de Dios para cada generación y que la iglesia es más importante que la Biblia. A la vez, creen que el hombre es pecador y no puede obtener nada de Dios sin la ayuda de los santos y los sacramentos, y que el sacerdote es el intermediario entre Dios y el pueblo. Según ellos, el hombre necesita hacer buenas obras para obtener la salvación y el perdón. Es decir, promueven una vida semejante a la del pueblo de Dios bajo el Antiguo Testamento. Cada día la persona peca. La iglesia le concede el perdón desde el depósito de gracia por medio de los sacramentos administrados por el sa6

cerdote y la indulgencia indicada por él. Su vida sigue un ciclo vicioso que consiste en PECAR, PAGAR, y recibir PERDÓN. Cuando muere, su familia y amigos tienen que ofrecer más sacrificios para librarlo del purgatorio. Es una vida de derrota espiritual. Los reformadores creían que la Biblia contiene la voluntad de Dios y que Jesús es nuestro sacerdote. El creyente puede acercarse personalmente a Dios. Enseñaban que Dios da la gracia sin límite a cualquiera que cree. El pecador sólo necesita creer y así obtiene el perdón. Tam-

bién decían que la caída de Adán significa que todos los hombres tienen culpa delante de Dios, incluso los niños y los bebés. Decían además que por la caída de Adán, los creyentes van a pecar mientras estén aquí en la tierra. Es inevitable. Pero la gracia, la misericordia, y el amor de Dios

pasan por alto ese pecado porque en el corazón no querían pecar. Los reformadores también creían que hay partes del Nuevo Testamento que los creyentes no pueden obedecer. Enseñaban que el reino de Dios no es una realidad en el presente sino algo que vendrá en el futuro cuando Jesús regrese a la tierra. Creían que los creyentes pueden seguir pecando y que Dios los aceptará por su fe. Este pensamiento también convence a las personas de que las obras en la vida cristiana tienen poca importancia. Los reformadores pusieron el énfasis en la Biblia. Creían que podrían obtener el perdón sin la mediación de un sacerdote. Creían que cada uno puede orar directamente a Dios. Una idea moderna ha resultado de esta enseñanza. Algunos creen que los creyentes pueden conocer la voluntad de Dios y pueden vivir la santísima fe solos, sin comprometerse con una iglesia. Hasta hay personas que creen que el Espíritu Santo los ha dirigido en contra de lo que dice la Biblia y en contra del consejo de otros creyentes. Creen que no necesitan a la iglesia y que pueden vivir la vida cristiana solos. Los anabaptistas querían restaurar la vida de la iglesia apostólica en su generación. Insistieron en que los

mandamientos del Nuevo Testamento están vigentes aún hoy y que se deben obedecer. Ellos creían que la relación entre Dios y el creyente debe ser así como se muestra en el gráfico. Todos los creyentes son igualmente responsables delante de Dios. A la vez, daban importancia a que la iglesia trabaje como un cuerpo como lo enseña el Nuevo Testamento. Creían en una fuerte unión entre los hermanos y un compromiso

al cuerpo de Jesús, su iglesia. Esto significaba un compromiso a un grupo de hermanos local. Reconocían el amor de Dios para con ellos y la gracia que él ofrece. Respondieron a ese amor y gracia con obediencia a su Palabra y amor para con sus hermanos. Creían que Dios no pide más de sus discípulos de lo que pueden cumplir. Con el poder de Dios y su Espíritu 7

Santo, ellos luchaban contra las tentaciones del diablo y las debilidades de la carne. Con la ayuda de la hermandad, perseveraban en la lucha hasta la muerte. No eran perfectos, pero llevaban una vida victoriosa… eran más que vencedores. Los anabaptistas pensaban de forma distinta a los reformadores. Creían que se necesitaban unos a otros en la iglesia para ayudarse a entender toda la voluntad de Dios. Juntos, en unidad y pureza, procuraban vivir la santísima fe como lo hicieron los apóstoles. Sin duda, tenían problemas. Pero a medida que se encontraban con esos problemas, acudían juntos a la Biblia y buscaban allí la voluntad de Dios. La vida de los anabaptistas no era fácil. Sus opositores los perseguían, pero ellos seguían fielmente, como los santos de Hebreos 11: 35-40. Vivían con gozo, alegría, y paz aun en las dificultades. Creían que la iglesia aquí forma parte del reino de Dios que

Cristo inició en la tierra. El libro de Apocalipsis les daba esperanza de que cuando fueran liberados de esta vida, les esperara una vida mejor. ¿Cuál de estos grupos vivió realmente la santísima fe? ¿Cuáles entendieron y practicaron la voluntad de Dios en su generación? Jesús dijo en Marcos 3:35: “Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre”. Pedro dijo en la casa de Cornelio: “Dios no hace acepción de personas, sino que en toda nación se agrada del que le teme y hace justicia” (Hechos 10:34-35). La santísima fe es más que hablar y entender la Palabra de Dios. Esa fe nos es dada cuando obedecemos la Palabra de Dios y practicamos unidos la voluntad de Dios en nuestra generación. James Landis Republicado de la Antorcha de la Verdad, Volúmen 3, Número 1

1“Anabaptista” es una palabra de origen griego que significa “bautizar de nuevo”, y se usó en la iglesia del estado (la católica) desde el cuarto siglo después de Cristo para los que se bautizaban otra vez bajo la dirección de personas consideradas herejes o infieles a dicha iglesia. En el año 1532, apareció la palabra en inglés, refiriéndose al grupo que se apartó de los “reformadores” por causa de su deseo de seguir más perfectamente la Palabra de Dios. Desde el tiempo de Justino, en 529 D.C., el rebautizarse constituía una de las herejías castigadas con la muerte. Los anabaptists mismos no se llamaban así, sino que aquel fue el sobrenombre impuesto sobre ellos. La dirección editorial de esta revista considera que la fe de los “anabaptistas” del siglo dieciséis fue una expresión válida de la fe del Nuevo Testamento.

8

¿Servir o mandar? i papá antes criaba cerdos. Bien recuerdo que teníamos que cuidarlos muy bien cuando comprábamos otros cerdos. En cuanto llegaban cerdos nuevos, todos empezaban a pelear. Al parecer, cada cerdo quería imponer su autoridad. Sin una atención especial durante esas primeras horas, los cerdos se habrían matado entre sí. Cuando yo era niño, a veces jugábamos un juego al que llamábamos “Rey del cerro”. Uno del grupo se subía a una pequeña loma y trataba de defender su posición. La meta era bajar al “rey” que se encontrara en la cima para conquistar el cerro y ser el siguiente “rey”, mostrándose así el más poderoso de todos. Los políticos también usan todas sus capacidades para lograr lo que a ellos les favorece, aunque tengan que pisotear a otros. En el tiempo de Jesús, los fariseos daban limosnas, hacían oraciones, y ayunaban para ser vistos de los hombres. No les interesaba lo que pensara

M

Dios. Su objetivo era la alabanza de los hombres. En Mateo 23 Jesús condena de manera clara y fuerte esas actitudes. Estos fariseos confeccionaban su ropa de forma sobresaliente, tratando de dar a conocer su espiritualidad. Procuraban los primeros asientos en las cenas (posición social), las primeras sillas en las sinagogas (poder religioso), y las salutaciones en las plazas (reconocimiento público y ventajas económicas). Jesús claramente afirma que él es nuestro único Maestro y que todos nosotros somos hermanos. Por supuesto que hay posiciones de mayor responsabilidad en el pueblo de Dios, pero Jesús nos enseña que esas posiciones se deben asumir con una actitud de humildad y servicio para el bienestar de la iglesia. Aun los mismos discípulos de Jesús no entendían la diferencia radical entre la forma en que opera el mundo y la naturaleza del reino de Dios. En Marcos 10:35-45 se ve que Juan y Jacobo quisieron asegurar para sí las mejores posiciones en el 9

reino terrenal que ellos esperaban pronto. Ellos pensaban: “Si somos los primeros en pedir las mejores posiciones, hay buenas posibilidades de que Jesús nos las conceda”. ¿Qué pensaron los demás discípulos cuando se dieron cuenta de la petición de estos dos hermanos? La Biblia dice que ellos se enojaron contra Juan y Jacobo. ¿Por qué se enojaron? Probablemente porque en su mente entretenían pensamientos similares, y les dolió que los hermanos se les hubieran adelantado. Quizá alguno pensó: “¡Qué lástima que no me apresuré más…!” ¿Es así también en la iglesia? ¿Estamos nosotros buscando los puestos de mayor importancia, poder, y reconocimiento? ¿Qué dice Jesús de esas ideas y esos pensamientos tan naturales y comunes? Veamos…. Jesús les llamó la atención a los discípulos para corregir sus ideas equivocadas. “En el mundo, la grandeza es enseñorearse (aprovecharse) de los débiles que no se pueden defender”, dice Jesús, “pero no será así entre vosotros” (en la iglesia). 10

Al final del pasaje, Jesús dice que hay una manera de ser grande en el reino de Dios. Se logra ser grande en el reino de Dios a través de servir a los demás. “El que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.” Servir es buscar el bien de otros. No es buscar beneficios personales. Las preguntas importantes del siervo son: “¿En qué puedo ayudar…?” y “¿Qué necesita mi hermano de mí?” Jesús es nuestro ejemplo perfecto, porque él “no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos”. Jesús no buscó su propia comodidad ni el bienestar personal. Su venida del cielo a este mundo para morir por nosotros es prueba amplia de eso. En la cena de la última noche, antes que Jesús fuera entregado, se observa que los discípulos todavía no

entendían esta enseñanza tan fundamental del reino de Jesús. Para celebrar esta cena especial usaron un aposento prestado. Puesto que era prestado, no había un siervo esperando a la puerta para lavarles los pies como se acostumbraba. Sin duda, todos se miraban unos a otros mientras entraban. El lebrillo con agua y una toalla estaban junto a la puerta. Sin embargo, cada uno pensaba: “Hazlo tú, Felipe.” “¿Por qué no puede Tomás lavar los pies de los invitados?” Y así fue como todos evitaron la tarea, pues cada uno se consideraba más importante que los demás. Ninguno quería humillarse a lavar los pies de los demás. Cada uno quería asegurarse de que Jesús lo tomara en cuenta para las posiciones más importantes del reino, supuestamente terrenal, que ellos esperaban. Después de la cena, Jesús se levantó y empezó a lavar y secar los pies de sus discípulos. Todos se avergonzaron aunque Jesús no había reprendido a nadie. Jesús aprovechó

esta oportunidad para instituir la práctica del lavatorio de los pies. Todavía hoy, dicho lavatorio nos ayuda de manera gráfica y práctica a recordar que el reino de Jesús es un reino de servicio sin egoísmo. Tener un puesto es nuestra oportunidad y obligación de servir. En la iglesia no debemos luchar por los mejores puestos, creyendo que así podremos ejercer autoridad sobre otros. Al contrario, debemos estar dispuestos a servir cómo y dónde mejor podamos, sin preocuparnos de si nos están observando o si estamos recibiendo reconocimiento o agradecimiento. Servir es buscar el bienestar de los demás. Servir es estimar “cada uno a los demás como superiores a él mismo” (Filipenses 2:3). Hermano, ¿está usted sirviendo a los demás? —Arturo Nisly Repulicado de la Antorcha de la Verdad, Volúmen 3, Número 4

Respuestas: Actividad para niños

1. 2. 3.

h. a. e.

4. 5. 6.

g. c. b.

7. 8.

f. d. 11

D OS VECES SUYO Pedro le fascinaban los barcos. Su pasatiempo favorito era dibujarlos. Él hacía veleros, lanchas, botes, pangas, cruceros, buques de guerra, yates… de todo tipo. Un día decidió que en lugar de sólo dibujarlos, iba a hacer un modelo de un velero. Primero pasó varios días estudiando y calculando sus dimensiones. Luego, en el taller de su padre, halló los materiales necesarios. Durante varias semanas cortó, lijó, pintó, y armó las piezas. Dedicaba todo su tiempo libre al proyecto. Al fin, tres meses después de haber comenzado, colocó los mástiles y colgó las velas. Pedro creyó que nunca había visto un velero tan hermoso. Se parecía exactamente a un barco verdadero. A él le pareció que era su obra maestra. Estaba muy satisfecho. Al día siguiente Pedro fue temprano al río. Llevaba su barco en los brazos. Había llegado el día de la prueba. Era hora de saber si su barco realmente podría navegar. Si sus medidas no fueran exactas, flotaría sin ninguna inclinación. Con mucha ansiedad puso su barco en el agua. Qué alivio sintió. Los mástiles se mantuvieron derechos, mostrando un equilibrio exacto. Solamente se mecían suavemente con el movimiento del agua. La brisa llenó las velas y su barco se deslizó por el agua con una facilidad admirable. Pedro sintió que no pondía contener su alegría y satisfacción. El éxito de su creación cautivó tanto su admiración que no vio que se acercaba cada vez más a la corriente del río. De repente el velero giró con la corriente y, aumentando velocidad, comenzó a alejarse río abajo. Pedro soltó un grito de desesperación y se echó a correr detrás de su barco. Intentó alcanzarlo con una vara larga. Trató de arrojar piedras al otro lado de él para que el oleaje del agua empujara el barco hacia donde él lo esperaba. A pesar de todo, el barco parecía burlarse de su dueño. Llevado por la corriente, se perdió de vista. Al fin, rendido y desconsolado, Pedro se tiró en el suelo y lloró. Su barco, la obra de sus manos, el amor de su vida, se había perdido.

A

12

D OS VECES SUYO Unos días después, su papá invitó a Pedro a acompañarlo al pueblo para hacer algunas compras. Creyó que tal vez le ayudaría a olvidarse de su barco. A Pedro siempre le gustaba ir al pueblo. Le fascinaba todo lo que se veía en las vitrinas de las tiendas. Pero ese día iba un poco distraído. Pensaba en su barco perdido.

De pronto Pedro gritó y asió a su papá del brazo. —Papi —exclamó—, ¡mire mi barco! —No puede ser, hijo —dijo su padre—. Tu barco se perdió lejos de aquí. —Papi, yo sé. Pero ese barco es el mío. Yo lo reconocería en 13

D OS VECES SUYO cualquier lugar. Yo sé que es el mío. Yo voy a entrar en la tienda a traerlo. —Pedro, seguramente es un barco que se parece al tuyo, pero no puede ser. Además, no puedes llevártelo sin hablar con el propietario de la tienda. Pero Pedro ya había entrado en la tienda. Cuando su papá lo siguió, encontró al dueño de la tienda hablando con Pedro con voz enojada. —Tú no puedes llevarte ese barco sin pagarlo, muchacho. Pedro le respondió: —Señor, pero ese barco es mío. Yo lo hice —y le contó lo que había pasado. —Lo siento, muchacho —respondió el propietario—. Ayer por la mañana pasó aquí un muchacho vendiendo ese barco. Él lo había encontrado. Me gustó el barco y lo compré. Así que ahora es mío. Si tú lo quieres, tendrás que pagarme el precio que le he puesto. Pedro se sintió muy mal. Comprendió lo que había sucedido. Aquel muchacho había encontrado su barco. Como era tan bonito, pensó venderlo. Ahora aquí estaba. Su barco… pero tenía que comprarlo. Durante los próximos días Pedro buscó trabajo dondequiera que se lo dieran. A duras penas reunió el dinero necesario y volvió al pueblo. Entró en la tienda y compró el barco. Al salir de la tiendo le dijo al barco: —Ahora eres dos veces mío. Primero porque te hice y ahora porque te compré. Amigo lector, nosotros ante Dios, somos como el barco de Pedro. Somos de él porque él nos hizo (Salmo 100:3). Pero nos hemos alejado de nuestro dueño siguiendo la corriente del pecado. Dios tanto nos amó que ha pagado un precio muy alto por nosotros; la sangre de su Hijo, Jesucristo (1 Corintios 6:20). Somos dos veces suyos. Debemos, pues, obedecerle en agradecimiento por lo que hizo por nosotros. Adaptado

14

Palabras del anciano

Sanford Yoder

DAD, PUES... A DIOS Mateo 22:15-21 os principales judíos buscaban la manera de prender a Jesús en alguna palabra que dijera. Ellos querían acusarlo delante del gobierno romano. Mandaron a preguntarle: “¿Es lícito dar tributo a César o no?” La respuesta de Jesús demuestra claramente que él veía un asunto mucho más importante que el pago de los tributos. Se trataba de un problema profundo en el corazón de los fariseos. Sí, ellos pagaban los impuestos al gobierno, lo cual era importante. Pero, ¿le daban ellos a Dios lo que era de él? En esto los fariseos se hallaban faltos. ¿Qué es lo que debemos a Dios y cómo se lo damos? En el principio, Dios creó al hombre según su misma imagen; es decir, en la forma de Dios. También lo hizo en su semejanza o con el carácter de él mismo. Pero, después que Adán y Eva pecaron, perdieron las virtudes del carácter de Dios. En la vida del hombre comenzaron a manifestarse la envidia, el odio, y hasta el homicidio. Aunque el hombre mantenía la imagen o la forma original, había perdido la semejanza de Dios. Por lo tanto, podemos ver que le debemos a Dios una restauración de nuestras vidas a su semejanza o carácter. Pero, ¿cómo se hace si en su propia fuerza nadie puede justificarse delante de Dios? Jesús subraya la importancia de nacer de nuevo o nacer de arriba en Juan 3:6. “Lo que es nacido de la carne”, dice él, “carne es”. Con esto sabemos que el recién nacido no nace con un carácter como el de Dios. Jesús sigue diciendo: “Lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”. Es necesario nacer por su Espíritu para poder producir el fruto del Espíritu, lo cual es la semejanza de Dios. (Véase Gálatas 5:2223). Es la única manera de restaurar la semejanza de Dios en nuestra vida. El apóstol Pablo nos dice en Romanos 12:1: “Os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional”. De esta manera devolvemos a Dios lo que en realidad es de él. Nos entregamos a él para vivir piadosamente. “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo, sobria, justa y piadosamente” (Tito 2:11-12). Como dijo el apóstol Pablo en 1 Corintios 6:19: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”

L

15

El llamado supremo Lección 6c La pureza Salmo 51:7-10 “Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.” 16

Observaciones: Número 11 ~ Hay purificación para los pecados sexuales. David escribió el Salmo 51 en arrepentimiento de sus pecados de adulterio y de asesinato. David había cometido adulterio con Betsabé, y luego asesinó a su esposo para poder casarse con ella (véase 2 Samuel 11). Pero David se arrepintió de su pecado. Ahí está el punto esencial: el arrepentimiento. Las lágrimas de David fueron sinceras. Con gran pesar, se arrepintió de su pecado y buscó al Señor. Observe cómo David pone el énfasis en la limpieza y la purificación. Los pecados sexuales manchan el corazón. La conciencia clama, anhelando purificación. Podemos intentar cubrir esa mancha con un sinfín de pretextos, actividades, o una felicidad fingida. Podemos tratar de acallar la voz de nuestra conciencia. Pero la realidad permanece. La mancha continúa. Gracias a Dios por la sangre de Jesús. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). Arrepentirse significa afligirse por el pecado, y abandonarlo. La confesión significa reconocer y nombrar el pecado como tal. Cuando nos arrepentimos, confesamos nuestro pecado y sacamos a la luz lo que realmente hay en el corazón. Cuando pedimos a Dios que nos purifique, ¡él nos perdona! Quizá se pregunta: ¿Cuántos detalles debo mencionar en mi confesión? ¿A quién debo confesar mis pecados sexuales? En lo que se refiere al detalle, las escrituras reflejan un equilibrio. Por un lado, prohíben las evasiones y las generalidades. Por otra parte, se oponen a las descripciones gráficas y explícitas. (Lea Proverbios 28:13 y compárelo con Efesios 5:12.) Por lo general, se deben mencionar detalles más específicos en la conversación privada donde se revela o se investiga la naturaleza del pecado cometido; no es siempre apropiado mencionar todos los detalles durante otras confesiónes. ¿A quién se debe confesar los pecados? Una regla general sería que se debe confesar a todas aquellas personas que han sido agraviadas. La confesión de David en el Salmo 51 demuestra claramente que todo (sigue en la página 20)

17

HISTORIA BÍBLICA EL CLAMOR DE BARTIMEO Un ciego recibe la vista ía tras día, Bartimeo caminaba a tientas hasta la puerta de la ciudad. La gente de Jericó ya estaba acostumbrada a verlo sentado allí, pidiendo limosnas. Bartimeo no podía ver los bellos colores de las flores, ni las palmeras altas que se erguían sobre él. Tampoco podía ver la luz del sol ni el rostro de los que lo amaban. Bartimeo era ciego. ¡Cuánto deseaba Bartimeo poder ver! Pero hasta ahora no había ninguna esperanza. De alguna manera, Bartimeo había oído del Maestro de Galilea, que sanaba cualquier enfermedad. Ese hombre, Jesús, podía hacer que los cojos caminaran, los sordos oyeran, y también podía dar vista a los ciegos. Jesús tenía que ser el Mesías prometido, el Hijo de David. ¡Si tan sólo Jesús viniera a Jericó! Un día Bartimeo oyó el ruido de una gran multitud que se acercaba. —¿Qué está pasando? —le preguntó a alguien que pasaba por el lugar. El hombre le contestó: —Jesús de Nazaret ha llegado. El corazón de Bartimeo saltó de esperanza. Ésa era su oportunidad. ¡Ahora o nunca! Entonces empezó a gritar: —¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! —Cállate, mendigo —le decía la gente—. Deja de gritar. Bartimeo se angustió. Él deseaba que Jesús lo oyera. —¡Jesús, ten misericordia de mí! —gritó aun más fuerte. Entonces oyó una voz amable cerca de él. La voz decía: —Tráiganlo. “Ése debe de ser Jesús”, pensó Bartimeo. —¿Qué quieres que te haga? —le preguntó Jesús. —Señor —clamó Bartimeo—, que reciba la vista. —Recíbela —le respondió Jesús—. Tu fe te ha salvado. Al instante Bartimeo pudo ver la luz del sol, los árboles, y la gente que estaba a su alrededor. Pero aun eso no podía compararse con el rostro amoroso de Jesús. Bartimeo empezó a seguir al Maestro y contar por todas partes lo maravilloso que es Jesús.

D

Marcos 10:46-52; Lucas 18:35-43 18

HISTORIA BÍBLICA EL CLAMOR DE BARTIMEO Un ciego recibe la vista

El ciego Bartimeo clama a Jesús.

“Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán” (Isaías 35:5). 1. ¿Por qué mendigaba Bartimeo? 2. ¿Qué hizo Bartimeo para que Jesús lo viera? 3. ¿Qué hizo Jesús por él? 19

pecado se comete en contra de Dios, y por lo tanto, toda confesión de inmoralidad tiene que comenzar con una confesión a Dios. En el caso de David, su pecado también involucró a Betsabé, a Urías, a la familia de David, y a todo Israel. Quizá por esa razón su confesión se convirtió en un salmo para toda la nación. El objetivo de la confesión es quitar el peso de culpa de la conciencia, para que la persona pueda ser purificada. Si anhelamos una purificación completa, debemos hacer una confesión completa.

Observaciones: Número 12 ~ El perdón de pecados no siempre evita todas las consecuencias de los pecados. El Salmo 51 no nos brinda todos los detalles. Si leemos el relato de 2 Samuel 12, nos enteramos de que David sufrió de varias formas como consecuencia directa de su pecado. En primer lugar, su hijo, el niño de Betsabé, murió. En segundo lugar, el Señor aseguró que “la espada” (los conflictos y las guerras) no se apartaría jamás de la casa de David. Unos años después, su hijo trató de quitarle el reino por la fuerza. En tercer lugar, el Señor prometió que la maldad se levantaría de la misma casa de David. Esto se ve en el siguiente capítulo donde se menciona la violación de Tamar por Amnón, ambos hijos de David. En cuarto lugar, el Señor profetizó que las mujeres de David serían violadas en público. Y así sucedió cuando Absalón expulsó a David de Jerusalén e intentó tomar posesión del reino. Absalón puso una tienda a la vista de todos los israelitas y cometió adulterio con las concubinas de David. Este principio es difícil de aceptar para muchas personas. Si Dios perdona, ¿por qué no evita también las consecuencias del pecado? Lo que este razonamiento no toma en cuenta es que el pecado sexual afecta a muchas vidas. El pecado que cometió David con Betsabé deshonró al Señor, como se lo declaró Natán: “Con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová” (2 Samuel 12:14). Además, David pecó contra Betsabé y contra su esposo. Como líder, él pecó contra el pueblo de Israel.

20

Como padre y esposo, pecó contra su familia. Dios pudo borrar el pecado del corazón de David en el mismo instante en que él se arrepintió. Pero la afrenta de ese pecado siguió a David en su vida y produjo una cosecha de pecado y falta de respeto en sus hijos. “Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace. Heridas y vergüenza hallará, y su afrenta nunca será borrada” (Proverbios 6:32-33). e Preguntas de estudio e 1. Anote las súplicas para la limpieza que aparecen en el Salmo 51. 2. ¿En cuál versículo reconoce David que su pecado era sobre todo en contra de Dios? ¿En cuáles palabras del profeta Natán pudo haber estado pensando David, cuando escribió el versículo 4? (véase 2 Samuel 12:14.) 3. ¿Cuál versículo del Salmo 51 describe las condiciones necesarias para que Dios nos escuche? ¿Qué menciona 1 Juan 1:9 como condición para la purificación? 4. ¿Por qué es importante diferenciar entre el pecado y las consecuencias del pecado? 5. ¿Cuáles fueron las cuatro consecuencias que sufrió David por su pecado? 6. Haga una lista de las personas que fueron afectadas por el pecado de David. 7. ¿Qué relación encuentra usted entre los sucesos de 2 Samuel 11 y los que se detallan en 2 Samuel 13? Es decir, habíamos observado que Amnón perdió el respeto a sí mismo por satisfacer su propio ego. ¿A cuál otra persona le había perdido el respeto y cómo puede haber influido esto en sus sentimientos y acciones? e Aplicaciones prácticas e 1. ¿Cuáles pruebas demuestran que las personas en nuestra sociedad

21

poseen ideas pervertidas acerca del amor y el sexo? 2. ¿De qué forma fomenta nuestra sociedad estas ideas pervertidas? ¿Por cuáles ideas se ha visto más afectado usted? 3. ¿Cuáles ideas pervertidas parecen ser las más predominantes? ¿Puede usted añadir algo más a la lista de mentiras que se presentaron en esta lección? 4. Los pensamientos impuros nos esclavizan de manera rápida. No debemos darle ninguna ventaja a Satanás. ¿Existe algún suceso de su pasado que vuelve a la mente, y en varias ocasiones le ha llevado a pecar? ¿Ha confesado dicho suceso y ha pedido purificación por medio de la sangre de Jesús? ¿Hay alguna cosa específica como la pornografía, la música, las novelas, los libros de chistes, los videos, o la radio, a través de la cual usted se ha visto atrapado en varias ocasiones? ¿Ha cerrado usted toda puerta que lo conduce a esas trampas, de manera que no quede más acceso a ellas (véase Romanos 13:14)? ¿Se ha fortalecido usted ante esta trampa, por medio de la oración, el estudio de la Biblia, la confesión de sus pecados, y el dar cuenta de sus actitudes y acciones ante otros hermanos? ¿Se halla con necesidad de destruir algunas cosas malas como se hizo en Éfeso? (Véase Hechos 19:18-19.) 5. Lea Isaías 59:19. ¿Cómo se puede aplicar este versículo a nuestra época? ¿A la vida de una persona? ¿A un grupo? 6. ¿Cómo se puede proteger contra el egaño del enamoramiento (pasión amorosa pasajera)? ¿Qué papel desempeñan en esto nuestros padres, nuestra iglesia, y nuestras amistades? 7. Estudie el contexto de la historia de Amnón y Tamar. ¿Cuán importante es una buena relación con los padres para lograr una vida pura? (Estudie 1 Samuel 2:22-25.) ¿Existe alguna conexión entre la rebeldía y la inmoralidad? ¿Qué evidencias hay en nuestra sociedad de este enlace? ¿Qué nos enseña esto acerca de someternos a las autoridades? (Véase 2 Pedro 2:10 para un estudio adicional.)

22

8. ¿Cómo afecta la inmoralidad de una persona a otros? ¿Qué nos dice Jesús en Mateo 18 acerca de hacer tropezar a otros, cuanto más a los pequeños? ¿Cómo se les hace tropezar a muchos pequeños hoy día, en nuestra sociedad? ¿Cuáles serán las consecuencias? Observe en la vida del rey David cómo un pecado privado llegó a ser un pecado público. ¿Se ve esta misma tendencia en nuestra sociedad? 9. Con la inmoralidad tan desenfrenada de hoy día, ¿cómo podemos huir “de la fornicación”? ¿Cómo sabemos hasta cuándo resistir, y cuándo debemos huir de ella? ¿En cuáles circunstancias sería necesario para el cristiano cambiar de trabajo o residencia? 10. La confesión de pecados es un paso importante para recibir la purificación, y para derribar las fortalezas de Satanás. ¿Cuáles guías debe seguir el cristiano al confesar los pecados sexuales? ¿Cuándo debe entrar en todos los detalles y cuándo debe observar una mayor discreción? 11. Al buscar la purificación y el perdón de Dios a causa de la inmoralidad, ¿será posible que una persona sea arrastrada demasiado hacia los pecados del pasado? ¿Cómo recibe uno el perdón de Dios? ¿Cómo se puede perdonar uno a sí mismo? ¿Cuáles son algunas evidencias de que una persona está resentida porque tiene que sufrir las consecuencias de su pecado? ¿Qué pasos se podrían dar para superar estos problemas?

(continuará en el siguiente número)

—John Coblentz Usado con permiso de: Christian Light Publications, Inc. Harrisonburg, Virginia, EE.UU. Derechos reservados

23

1 kilo de papas 1/2 taza de aceite 2 cucharaditas de cáscara rayada de limón 1/4 taza de jugo de limón

3  dientes de ajo, picados 1 cucharada de mostaza 1 cucharadita de sal pimienta negra, al gusto culantro picado, al gusto

Cocinar las papas enteras por 30 minutos o hasta que estén suaves; escurrir y enfriar por 20 minutos. Entre tanto, mezclar el aceite, y el resto de los ingredientes. Pelar las papas y cortarlas en cuadritos. Verter encima la mezcla de aceite, etc., y mover hasta dejar bien mezclados. 24

UN SACRIFICIO QUE VALE LA PENA En la escuela de Dios C[pítulo 19[ —¡Ah, Vera! —abracé a mi esposa la segunda vez. Estaba contentísimo de poder verla de nuevo—. Verte es algo tan maravilloso —yo no dejaba de observarla, deleitándome en su presencia. Vera me sonrió. Sus ojos acusaban el gozo que sentía. —Es algo tan especial para ti como lo es para mí. Mira, traje algo de comer. Primero, déjame prepararte el desayuno, después vamos a hablar el resto del día. Yo estaba todavía en la cárcel en Novosibirsk, y la visita de Vera era el evento más brillante que me había ocurrido durante todo mi largo período en la cárcel. 25

—Cuéntame de la visita de los muchachos y tus hermanas; ¿te hicieron muchas preguntas? —me preguntó Vera mientras abría un paquete y sacaba la carne. —Por supuesto —le respondí—. Los muchachos estaban llenos de preguntas. Y yo tuve la oportunidad maravillosa de preguntarles a ellos acerca de su vida personal. Ellos ya son verdaderos hombrecitos. A diario le doy las gracias a Dios por la obra que él ha hecho en ellos. El aroma delicioso de los panqueques llenaba el salón. Todo era un gran milagro. La visita de mi familia era verdaderamente un regalo de Dios. Mis derechos como reo incluían la visita de mi familia una vez al año. Sin embargo, durante los años anteriores, se me había negado aun ese derecho. “Derecho de visita negado”, decía el edicto cruel que vez tras vez había destrozado mis constantes peticiones para que me permitieran ver a mi familia. Cuando yo preguntaba por qué me habían negado mis derechos, me daban las explicaciones más ridículas. “Tu pelo luce desordenado a menudo”. “Tu cama estaba desordenada”. Todos sabían que esas explicaciones no eran más que pretextos, pero resultaba totalmente inútil tratar de cambiar al gobierno. Ahora, de repente, a mi familia se le había permitido venir a verme. Nos habían dado dos días para vernos. Tuve tanta alegría que ya se me subía a la cabeza. El primer día, el tiempo había volado mientras compartía con mis hijos y con Nadia y María. Juntos habíamos orado y cantado. Habíamos pasado un día maravilloso mientras nos animábamos el uno al otro y nos poníamos al día con las nuevas en casa y en las iglesias. Pero hoy, el segundo día, estaba reservado solamente para Vera y yo. —Ah, Vera, el aroma de la comida es maravilloso. Pero aun eso es como nada en comparación con el hecho de tenerte hoy aquí conmigo. —Para mí es un gran placer prepararte esta comida, Misha. En los últimos años, muchas veces he hecho esto en mi mente mientras preparaba la comida para nuestros hijos. Yo miré a mi alrededor. Dos catres, tres taburetes y una pequeña mesa eran suficientes para estar más o menos cómodos. Y ahora, con el tentador aroma del desayuno, yo no podía estar más feliz en aquella cárcel. 26

Mi corazón rebosaba de alegría. —Ven —dijo Vera con una sonrisa—. El desayuno está listo. De pie y tomados de la mano, oré a Dios pidiendo la bendición sobre los alimentos. Ya habíamos orado cuando nos encontramos aquella mañana, así que esta vez mi oración no fue larga. Nos sentamos y empezamos a comer. —Dime, ¿cómo te va con el trabajo en el hospital? —pregunté mientras me servía un pedazo de embutido ahumado para comer con uno de los panqueques deliciosos que había preparado mi esposa. —Yo diría que primero tú debes contarme cómo es la vida aquí — respondió Vera sin dejar de sonreír—. Cuéntame cada detalle. Sin decir una palabra, yo moví mi cabeza en círculo, como señalando alrededor del salón de visitas, y me llevé un dedo a la boca. Luego dije con voz fuerte y clara: —Mi vida aquí continúa. Dios ha suplido adecuadamente para mis necesidades. Vera asintió a mis indicaciones, y luego empezó a hablar de su trabajo. Yo estaba seguro de que en el salón había micrófonos ocultos. Aun la visita que finalmente me habían permitido no sería concedida sin que los oficiales sacaran algún provecho de ella. Para ellos, era una oportunidad de escuchar mis quejas contra la vida en la cárcel para luego usar esas quejas en mi contra. Por esa razón, decidimos hablar de asuntos del quehacer diario. Para mí, eso bastaba. El hecho de poder hablar de mi vida espiritual y a la vez encontrar ánimo en la fe firme de mi esposa y su disposición de soportar conmigo aquella separación, era un bálsamo para mi corazón. Aun no habíamos terminado la comida cuando un golpe fuerte en la puerta asustó a Vera. Yo me levanté de la mesa y fui a la puerta. —¡Ya terminó su tiempo! —el guardia que me había escoltado hasta el salón de visitas se encontraba a la puerta con toda su pomposa autoridad. Lo miré, sin comprender lo que sucedía. —Pero, apenas hemos estado juntos una hora —protestó Vera—. A mi esposo le han concedido dos días con derecho de visita, y apenas estamos empezando el segundo día. El guardia levantó aun más la frente y dijo: 27

—Tu tiempo se ha acabado, Khorev. El oficial mayor de la cárcel me dio la orden de que te lleve a las barracas. —Señor, mire esto —dije mientras señalaba algo en la pared—. Ésta es la declaración que me da el derecho a dos días con mi familia. El mismo oficial mayor la firmó. —Yo no sé nada de eso —dijo el guardia, encogiéndose de hombros—. Me dieron órdenes de que despeje el salón para los próximos visitantes. Tendrás que salir. —¡Ay, qué horrible! —dijo Vera, empezando a llorar de la desilusión. Se acercó a mí y me echó los brazos—. Oh, Misha, no puedo soportar esto. Yo supe lo que estaba sucediendo. Se trataba de otra trampa del oficial mayor. Me había tentado con el privilegio de pasar un día entero con mi esposa y luego, cuando empezábamos a disfrutar de nuestro precioso tiempo juntos, me arrebató el privilegio. Me estaba probando para ver cómo reaccionaría yo. —Por favor, señor, denos diez minutos. No puede ser que no me permita diez minutos —le rogué con calma. El guardia titubeó, pero luego se encogió de hombros. —Diez minutos, no más —el guardia salió del salón, pero no cerró la puerta. —¿Cómo pueden hacernos esto? —–dijo Vera mientras le corrían las lágrimas. —Amor —traté de consolarla pasándole la mano por el cabello—, esto es una prueba que Dios está permitiendo en nuestra vida con algún propósito. Podemos dedicar los próximos diez minutos a sentir lástima por nosotros mismos, o podemos usarlos para fortalecernos en el Señor. Ven, amor, arrodillémonos y oremos juntos antes de que nos obliguen a separarnos. (continuará en el siguiente número)

—Harvey Yoder Usado con permiso de: TGS Internacional Berlin, Ohio, EE.UU. Derechos reservados

28

El tercer intento ut se llevó la mano a los ojos para protegérselos del sol. Buscaba a su hermana. ¿Dónde estaría Marta? Por alguna razón, se había atrasado otra vez. Rut miró el maíz que había que desyerbar. Al fin vio que se acercaba Marta. —¿Por qué no me dijiste cuando saliste? Te busqué en la casa —reclamó Marta. —Si no fueras siempre tan tranquila… —No lo soy. Me atrasé porque tenía que hablar con Mamá. —¿De qué? —preguntó Rut. —De cierto asunto. ¿Por qué no me ayudas a desyerbar esta hilera de maíz hasta que quede igual a la tuya? Después podemos hacer una competencia entre tú y yo.

R

29

—¿Una competencia? —Rut se volvió para ver a su hermana—. ¿Tú quieres competir? ¿Qué te pasa? —Nada. Sólo que mañana cambiaremos almuerzos en la escuela. Nosotros, los del tercer grado. —¿Y qué tiene que ver eso con hacer una competencia? —Sólo quiero terminar temprano. Mamá dijo que si nos apresuramos, me permitirá hornear un pastel para mañana. Rut soltó una carcajada. —¿Por qué te ríes? —replicó Marta un tanto molesta por la carcajada burlona. —No sabes hacer pasteles. Mejor me dejas a mí ese trabajo. —Sí, yo sé hacerlo. De todos modos, Mamá me dio el permiso. —Pues, bien, hazlo tú, pero no creas que yo voy a comer de ese pastel. Más tarde, cuando habían terminado de desyerbar el maíz, Rut siguió con otros deberes que tenía y Marta entró en la casa para hacer su pastel. Cuanto Rut terminó con su trabajo, se dirigió a la casa también. De la ventana abierta provenían aromas a comida sabrosa. La mamá freía carne. En seguida, Rut abrió la puerta. Miró primero a su mamá, después a Marta, y por último, a su mamá de nuevo. Marta lloraba y Mamá la consolaba. En eso Rut vio un pastel en la mesa. El pastel que Marta había hecho para el intercambio de almuerzos no sirvió. Rut se fue a la mesa para verlo mejor. Parecía un lago o un valle rodeado de cerros. —Yo te dije que no sabes hacer pasteles —dijo Rut de mal modo. Luego punzó el pastel con un tenedor—. ¿Qué pasó? —Rut —dijo la mamá seriamente—, ¿no te da vergüenza hablar así? A ti también te han salido mal las comidas. —Ah, pero eso hace mucho tiempo. ¿Qué vamos a hacer con este pastel? —Lo comeremos, por supuesto —dijo la mamá—. Sólo que 30

Marta no podrá llevar pastel a la escuela mañana —la mamá se detuvo para pensar un poco—. Marta, cuida tú al bebé. Rut, tú puedes hacer otro pastel. Le daría otra oportunidad a Marta, pero Rut tiene más experiencia y es más rápida. En otra ocasión podrás intentarlo de nuevo, Marta. —¡Perfecto! —dijo Rut. Hojeó rápidamente el libro de recetas— . ¿Lo hago de chocolate de nuevo? —Sí, creo que quedó suficiente lustre de chocolate. Con cuidado, Rut echó los huevos en un tazón. “Voy a hacer un pastel bien hecho” —dijo para sí, mientras buscaba el azúcar—. “Le echaré un poco más de azúcar y aceite vegetal para darle más sabor y para que quede más suave.” Rut se imaginaba el pastel bien crecido, suave, ligero, y sabroso. Pensó en el pastel de Marta al lado del pastel de ella. ¡Qué gran diferencia! Sin duda, los chicos molestarían a 31

Marta y le harían bromas, pero admirarían el pastel de ella. ¿Y Papá? Él seguramente diría: “¿ Rut hizo este pastel? Por lo visto, dentro de poco Rut va a estar haciendo mejores pasteles que su mamá.” Cuando Rut terminó de mezclar todos los ingredientes, le preguntó a la mamá: —¿Dónde está el molde? —En la despensa. ¿Estás segura de que has echado todos los ingredientes? —Claro que sí —y en seguida Rut llevó el molde a la mesa. La masa era cremosa. No se veía ninguna pelotita. Rut aún no había probado la masa. “¡Qué extraño!”, pensó ella, “No he probado la masa todavía. Mamá dice que yo soy capaz de comerme la mitad de la masa si me lo permitirían.” Buscó una cuchara. Sacó un poquito de la masa y se la llevó a la boca. —¡Uy-y-y! ¡Ay! —Rut corrió para tomarse un vaso de agua. Hasta escupió para tratar de quitarse el sabor horrible. —¡Mamá! ¡Ay, Mamá! ¿Qué hago? La mamá estaba en la sala, pero llegó de inmediato a la cocina. —¿Qué pasó? —preguntó preocupada. —Le eché sal al pastel en vez de azúcar. —Que sí les están saliendo mal las cosas hoy. ¿Qué pasa? ¿Cambió alguien el orden de los paquetes? —la mamá se fue a averiguar. No, estaban en su debido lugar—. No tuviste cuidado, Rut. Eso es todo. Rut comenzó a llorar. No quería que su mamá se diera cuenta de lo que ella había estado pensando antes. Había estado pensando en que su pastel iba a ser mucho superior al de Marta. Ahora su pastel no servía. ¡Su pastel lindo no se podía comer! Rut lloró aun más fuerte. —No te preocupes —le dijo la mamá para consolarla—. Así pasa. Los errores nos hacen más sabios. Nos deben hacer más 32

pacientes para con otros también. ¿Cómo te sentirías si Marta se burlara de tu pastel salado así como tú te burlaste del pastel de ella? Rut no contestó. Estaba pensando. Ella sabía que Mamá tenía razón. Rut sabía que ella se impacientaba cuando su hermana no hacía algo bien hecho como ella lo hacía. En ese momento entró Marta alegremente. Metió el dedo en la masa. Estaba a punto de probarla cuando Rut la vio. —¡Marta, no! Esa masa no se puede comer. —¿No se puede comer? ¿Por qué no? —Le eché sal en vez de azúcar. Marta la miró fijamente: —Pero…, Mamá, ¿qué llevo para el almuerzo mañana? La mamá miró a las niñas y se rió. —¡Ah, hijas! Trabajen juntas y hagan un último intento. Pero trabajen con cuidado porque no les daré otra oportunidad. Rut no podía creer lo que oía. ¿Tres pasteles en una sola tarde? Pero, bueno, Mamá lo había dicho así que debía ser cierto. Rut se puso de pie y le sonrió a Marta: —Ven, trabajemos juntas y asegurémonos de hacerlo bien esta vez. Éste será el mejor pastel que jamás se haya hecho. La mitad del honor será tuyo. Marta sonrió. Los ojos le brillaban como lo hacían siempre cuando estaba contenta. Rut sintió que ya que no había ningún problema entre ella y su hermana, el tercer pastel tendría que salir bien. Y así fue. —De Goose Feathers —Abreviado Usado con permiso

33

Actividad para nin˜os Escribe la letra de la frase de la respuesta correcta. 1. _____ Lo que hizo Rut cuando Marta dijo que iba a hornear un pastel 2. _____ Lo que dijo la mamá cuando Rut despreció el pastel de Marta 3. _____ Lo que echó a perder el pastel de Rut 4. _____ Lo que le faltaba a Marta 5. _____ Lo que no debe ser razón para hacer lo que hacemos 6. _____ Cómo somos por causa de las pruebas 7. _____ Cómo debemos hacer todo 8. _____ Cómo debemos estimar a otros a. ¡Qué vergüenza! f. con humildad b. sabios y pacientes g. experiencia c. la vanagloria h. se rió d. como superiores a nosotros e. no usar la cabeza (Las respuestas se encuentran en la página 11.)

VERSÍCULO DE MEMORIA "Nada hagáis por…vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo" (Filipenses 2:3). 34

D

ios siempre

reserva lo mejor para los que dejan todo en la mano de él.

¡GRATIS!

Si desea recibir La Antorcha de la Verdad bimestralmente, pídala a esta dirección:

La Antorcha de la Verdad Apartado #15, Pital de San Carlos, Costa Rica, C.A.

En Dios confiar Cuando vayan mal las cosas, como a veces suelen ir; Cuando tengas mucho que hacer, mucho que pagar; Y precise sonreír, aun teniendo que llorar; Cuando el dolor te agobia, y no puedas más sufrir; Descansar acaso puedes, pero nunca renunciar ...y en Dios confiar. Tras las nubes de la duda, ya plateadas, ya sombrías, Puede el bien surgir al tiempo, no el fracaso que temías; Y no es dable a tu ignorancia, figurarse cuán cercano Puede estar el bien que anhelas, y que juzgas tan lejano, Lucha, pues, por más que tengas que sufrir, Y cuando todo esté peor, más debes persistir ... y en Dios confiar. Condensado y adaptado del poema de Ruyard Kipling

“Tenemos ... la palabra ... a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro...” (2 Pedro 1:19).