El ángel salvador

-¿Me quieres hacer recordar por qué tenemos que cuidar de este renacuajo todo el día?-se siente el amor- La excusa del jefe es ridícula. -Escuché algo el otro día en el comedor- las voces se hacen más bajas como si temieran ser escuchadas.- ¿te acuerdas el día que el enano llegó?- es enserio, creo que debería darles ...
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El ángel salvador El sonido retumbó en mis oídos. Ví como la sangre salía disparada de su cuerpo. A pesar de haber matado a cuatro más aquel día aún era sorprendente ver esa mirada, como la luz se desvanecía de sus ojos y ese horrible sentimiento de desesperación se apoderaba de sus facciones. La sirena de una patrulla se acercaba, pero mis sentidos no lo registraban. ¿A esto le llamaban shock? ¿Estaba Jamie en shock? -¡Manos sobre su cabeza! Si Jamie estaba en shock tal vez se le olvide todo esto. Mejor. Así estaría más seguro. ¿Pero quién cuidará de él? Solo yo entiendo sus manías y se controlar sus berrinches. Sólo yo entiendo sus palabras. -¡Suelte el arma! Tendré que salir de este aprieto. Por Jamie. ¿Será legítima defensa un buen argumento? Papá sabría, él era un abogado, tal vez si llamo a papá él me podría ayudar. No, papá está muerto. Solo me queda Jamie. -¡No mate a mi hermana! Jamie. ¿Qué estaba haciendo? Había cojido un arma mientras no veía. Inteligente. Si disparaba al guardia en este momento no habría ningún testigo. Podría ser libre. Pero mamá no aprobaría esto. No, está bien. Mamá también está muerta. En ese accidente hace dos años. Jamie aún tiene pesadillas. -¡Niño baje esa arma en ese momento! El policía apuntó hacia Jamie. No, no le iban a quitar más. Alcé la pistola que tenía yo en mi mano y la dirigí hacia ese policía. Ahora parecía más asustado. Jamie me miró como cuestionando si debía o no disparar. ¿Debería? No sé, hace tiempo perdí la poca moral que me quedaba. Asentí y me preparé para presionar ese gatillo. Empecé a pensar en la mentira que diría luego. La historia de que el policía había sido cómplice era muy usada en las películas y… BANG. ¿Quién disparó? ¿Le dieron a Jamie? ¿¡Le dieron a Jamie?! Nunca lo supe, porque en ese momento todo se puso negro.

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Estaba en el infierno, que sorpresa. Había matado a alguien después de todo. Era un poco indignante e hiriente que nadie me prestara atención. Al parecer alguien había logrado una gran hazaña al traer siete almas. Felicidades a quien sea que haya sido. ¿No hay un guía acá? Ya entiendo porque es tan poco popular. Seguro el Cielo tiene un guía. ¿Era ese San Pedro? Nunca lo sabré. De todas maneras, ¿donde estoy? Esto parece un salón de clases. ¿Este es el infierno? Un aburrido salón de clases. Tendría sentido para mi, siempre me aburría en clase, ¿pero para los demás también? -Tú, - me señaló un hombre alto y grande que relacioné inmediatamente como un demonio policía,- ¿quién eres?

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-No te interesa.- no había tenido una última buena impresión de los policías y no estaba de humor para juegos. -¡Ah! ¿Acabas de llegar no es así?- amargamente asentí- ¿Y cuál sería tu nombre “no te interesa”?-que maduro de su parte. Pensé en responderle sarcásticamente, pero ¿qué ganaría? Suspiré y respondí: -Jamie. Mi nombre es Jamie.

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-¡Bienvenida al infierno! ¿Qué? ¿Quién era ella? ¿Qué estaba pasando? ¿Donde estaba Jamie? Muchas preguntas pasaron por mi cabeza, pero la que salió por mi boca fue: -¿Por qué me están recibiendo tan cordialmente? -Porque trajiste siete almas al infierno obviamente. Pocos logran un número tan alto.- Así que de verdad estaba en el infierno. Debo admitir que estaba un poco decepcionada. Supongo que Dios no juzga en base a la Constitución. Miré alrededor. Esto parecía un salón de clases. Esperaba peor, tal vez no era tan malo como pensé. De la forma más disimulada que pude miré a mi interlocutora. Tenía toda la apariencia de una de esos chicos obsesionados con el gymnasio pero su voz sonaba demasiado aguda para ser un demonio hombre. -¿Siete?- los ladrones a los que había matado eran cinco. Contándome a mí serían seis almas. ¿Y la restante? ¡Ah claro! El policía debe haberme matado.- Bueno, ¿y qué hacemos aquí? -Estamos esperando a la Selección. Basándose en tus habilidades elijen si eres torturador, y pasar el resto de tu vida como los jefes, o ser torturado y sufrir eternamente.- debí haber puesto una cara de repulsión porque la demonio se apresuró a decir,- ¡pero no te preocupes! Con tu record, es casi seguro que serás torturadora. Y así fue. Al principio me pareció repulsivo e intenté negarme a hacerlo. Pero pensé en Jamie, en lo solo que debía sentirse y lo mucho que le debía. No iba a dejarme torturar. Jamie no hubiera querido eso. Y como casi todas las decisiones importantes en mi vida, lo hice por Jamie.

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Rápidamente me di cuenta de la impopularidad que tenía en este lugar. Todos los guardias me miraban como si fuera una amenaza. ¿Por qué? No tengo la menor idea. Aparentemente mi castigo eterno no era solo ser torturado todos los días de mi infinita vida sino también ser un excluido social. Al principio, eran sólo amenazas. No podía pasear a ningún lugar en mi tiempo libre (porque aunque no parezca nos quieren vivos y para eso necesitábamos descansar), tampoco podía comer con los demás.

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Luego se convirtieron en reglas oficiales. No podía hablar con nadie, solo con mi guardia encargado. No podía hablar con nadie, era torturado en un salón aparte y mi celda era la más chica y apartada de todas. Básicamente estaba viviendo un infierno en el mismísimo infierno. Hoy, justo antes de dormir, escuché una conversación entre los dos guardias que se encargan de “cuidarme” hablaban sobre lo peor que ha pasado en sus vidas, es decir, yo. -¿Me quieres hacer recordar por qué tenemos que cuidar de este renacuajo todo el día?-se siente el amor- La excusa del jefe es ridícula. -Escuché algo el otro día en el comedor- las voces se hacen más bajas como si temieran ser escuchadas.- ¿te acuerdas el día que el enano llegó?- es enserio, creo que debería darles un regalo por su buen trato algún día. -Claro que sí. El día que mi verdadero infierno empezó.-tal vez una bolsa de excremento, algo sencillo y que convine con su personalidad. -¿Te acuerdas del campeón que trajo las siete almas?-hubo un sonido de afirmación- al parecer nuestro héroe tiene un talón de Aquiles- seguidamente me señaló- el muchacho es como un ángel salvador.- ¿¡queeeeeé!? -¡¿Queeeeeé!? -¡Shhhhh! Ahí viene el jefe. Pasé bastantes horas preguntándome quién podía ser ese campeón. Tenía muchos familiares muertos que me adoraban y pensándolo bien no todos eran santos.No pegué ojo toda la noche y a la mañana siguiente mi lista contenía al menos veinte nombres. Otra persona vino a mi cabeza en ese momento: mi hermana. Ella era una perfecta candidata, antes de que yo muriera había matada a cinco ladrones, y además…. Fue en ese momento en el que decidí que no importaba. Mi hermana había sacrificado su vida por mi, y no lo había hecho para que yo la culpara de asesina. Fue ella la que me sacó de la depresión después de que mis papás murieron. Fue ella la que trabajó día y noche para pagar mi escuela. Fue ella la que peleó millones de veces con el ministerio de familia para que no me llevaran. Le debía esto a ella. Le debía mi vida. No iba a dejar que mi estúpida curiosidad me quitara lo que ella había luchado tanto por. No, lo haría por ella. Me quedaría callado por ella. Obedecería las reglas por ella. Ella lo hizo todo por mi, y yo voy a hacer esto por ella.

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Han pasado tres años desde que fui elegida torturadora y debo admitir, contra mi voluntad, que me he acostumbrado a estar aquí. Ser torturadora es mil veces mejor que ser torturada, pero ser la campeona de las siete almas es lo peor que me ha pasado. Todos quieren hablarme, todos quieren comer conmigo, todos quieren torturar conmigo. ¡Ugh! Nunca fui social y este es otro nivel de personas a las que ignorar. -¡Campeona! El jefe te llama. El jefe. El jefe era el más temido de todos los demonios acá. Alto, fornido, con una cara temible, era la autoridad máxima de los torturadores y por lo tanto de los torturados también. 3

-En seguida. Terminé mi comida y caminé rápidamente hacia su oficina. Nadie quiere hacer esperar al jefe. Sin querer había caminado demasiado rápido y logré llegar antes que el mismo jefe a su oficina. Suspiré y elegí un sillón para sentarme. Alce el cojín para ponerlo sobre mis piernas, cuando vi un memoriae, es decir un recuerdo de la muerte de alguien encarcelado en una bola de cristal. Sonriendo, los memoriae siempre me habían gustado aunque nunca encontraron el mio, lo empecé a ver. Casi de inmediato reconocí el cuarto, las personas y el ambiente de este memoriae, como no hacerlo, el recuerdo era mío. Seguí viendo hasta que llegué a la parte del disparo, y me di cuenta de algo que no me había dado cuenta al momento de mi muerte, no había sido un disparo, habían sido dos. Uno de ese policía y uno de parte de Jamie. Oh Jamie, no. Jamie no sabría disparar, nunca lo había hecho en su vida. Mi teoría fue comprobada cuando el disparo que estaba dirigido hacia el policía aterrizó en mi cuerpo. Mi primer pensamiento fue en Jamie, ¿como sobrevivió la culpa? Con las justas lo salvé de culparse porla muerte de mamá y papá, y si yo ya no estoy… Me distraje porque acababa de ver donde cayó el segundo disparo. Mi pecho se llenó de ira y un horrible deseo de venganza. ¡Ese horrible hombre había matado a Jamie! Tenía que matarlo, tenía que vengar a Jamie. Debe estar en el infierno, aunque...si los dos disparos fueron hacia mi y hacia Jamie...el policía nunca llegó a morir,... y si fue así….¿cuál fue la última alma que traje conmigo? A menos que...no. Eso es imposible. Aunque el mató a…¡no! ¡No sería justo! Pero… -¡NOOOO! ¿De verdad había dicho eso en voz alta? Tenía que calmarme. No iba a mostrarme débil frente a todos estos desgraciados. Si Jamie estaba acá, el jefe lo tendría en su registro. Sí, eso iba a hacer. Lo buscaría en sus registros. Jaime Castillo J-A-I-M-E. C-A-S-T-I-L-L-O. No, ningún Jamie que correspondiera a su hermano. ¡Uf! Cerró el libro y estaba a punto de guardarlo cuando una página suelta cayó al suelo. “Ángel salvador” ¿Qué demonios? ¿El ángel salvador debe permanecer oculto hasta el final de los tiempos? ¿Única debilidad de la campeona VII? ¿Qué en todos los infiernos era esto? Se saltó hasta el final de la página donde leyó claramente: su verdadero nombre y por el único al que responderá es Jamie Castillo. -¿Se puede saber por qué está leyendo mis registros privados señorita Castillo?

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-Muévete. -¿Porque ahora? -Por qué lo digo yo. -¿Ya no es “por qué el jefe lo dice? Me enorgullecen caballeros. Han evolucionado. -Déjate de tonterías angelito.- no lo pude evitar. Como cada vez que decían ese apodo me encogía un poco. -No me voy a mover hasta que me digas que pasa. -Bien.- medio molesto pero más que todo nervioso, el guardia contestó,-Han matado al jefe. -¿Qué? ¿Quién? 4

-¡No te importa!- así que había sido el campeón del que tanto hablaban.- ¡Ahora muévete o te azotan el doble hoy! No sé porque te conté eso renacuajo. ¡Muévete! Hice lo que me dijo, pero apenas salimos de mi celda, el silencio poco usual nos asustó a los dos. Caminamos un tramo de 10 metros muy sigilosamente y mirando a todos lados, el guardia con su espada y su pistola, yo con solo mis puños. Llegó un momento en el que nos pusimos espalda con espalda. Eso fue justo antes de escuchar el silbido de una espada cortando algo. Me volteé rápidamente preparado para pelear a quien sea. Inmensa fue mi sorpresa al ver a mi hermana parada frente a mí con su ropa ensangrentada, su frente con sudor, su expresión enojada y la cabeza del guardia en su mano. Creí que me iba a matar, creí que se había olvidado de mi cara y que no me iba a reconocer, tuve un miedo terrible. Pero ella, siempre la primera en dar el primer paso, la voluntaria para todo, se acercó corriendo y me abrazó. Muchas veces imaginé este momento, y en mis sueños yo hacía algo mucho más heroico que solo quedarme parado como una estatua y balbucear como un pez. Pero ella, la que me conocía mejor que nadie, la que entendía todos mis gestos, solo rio. -¡Cuánto has crecido!- las primeras palabras de mi hermana fueron las mismas palabras que me decían mis tías abuelas menos favoritas en reuniones familiares, pero había algo en sus palabras y su expresión que daba un significado totalmente diferente a las palabras. No estaba orgullosa de mi por haber crecido, estaba enfadada con ella misma por no haberme visto crecer. Volví a balbucear. Ese acto hizo que todo el esfuerzo que ella estaba haciendo por contener las lágrimas fuera destruido. -¡Oh Dios mío, Jamie! ¡Lo siento muchísimo! ¡Nunca quise que….y yo….no sabÍa….que tú…!estaba llorando tanto que no podía respirar. Sentí un sentimiento de responsabilidad sobre ella y obligue a las palabras a salir. -No te culpo hermana. Todo va a estar bien, estamos juntos, ¿no es así? Me sonrió antes de que los guardias nos dispararan. Antes de que todo se apagará.

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¿Dónde está Jamie? Como siempre su primer pensamiento era en su hermano. ¿Estaba vivo? ¡Tenía que estar vivo! ¡Lo acababa de recuperar! -Se despertó.- ¿hablaban de ella? ¿Había alguien más acá? ¿Dónde estaba Jamie? -¿Y el niño?- Jamie. -Hace unos minutos.- ¡estaba vivo! Casi se ríe de felicidad. Su hermano estaba vivo. Unos pasos se acercaban. Puso su mejor cara de póquer y enfrentó a su secuestrador. -¿Cómo te encuentras traidora?- ¡Cuándo no! Los demonios siempre dando apodos.-Te voy a contar algo que no todos saben. Te puedes morir en el infierno. Y lo que es aún más divertido, nadie sabe a dónde vas luego. Vas a ser una de las pocas en averiguarlo. Los demonios deben ser verdaderamente estúpidos. ¿Sin tortura? Hubiera pagado por eso. 5

-Ah, y no te preocupes, querida campeona. Te vamos a torturar.- debí haberlo sabido- A ti y a tu pequeño ángel.-no, no, a Jamie no- los vamos a torturar hasta que mueran, justo en frente del otro.el demonio pareció disfrutar especialmente esta última parte. Imbécil. Esto era justamente lo que más había temido: ver a Jamie sufrir. Pasaron unos minutos antes de que Jamie entrara siendo escoltado por un guardia. Su corazón se alegraba de verlo vivo y en una pieza, pero al mismo tiempo se rompía al pensar en lo que les iba a pasar a los dos en algunos momentos. El demonio empezó a hablar, pero ninguno de los dos lo escuchó. Ambos estaban muy concentrados en mirarse, en memorizar su cara, sus ojos, su pelo, para acordarse cuando del otro no quedara nada. Estaba a punto de llorar cuando Jamie hizo lo que todos menos esperaban: sonrió. El demonio paró su largo discurso y los guardias se miraron entre ellos boquiabiertos. Pero nada importaba. Lo único que importaba es que Jamie había sonreído. Nada más importaba, podían torturarla todo lo que quisieran y no iba a importar, Jaime había sonreído y Jamie y su sonrisa eran todo lo que importaba. Y ella también sonrió, en parte para Jaime y en parte para ella misma. Así enfrentarían el desafío más difícil para cualquier persona: con una sonrisa.

Pseudónimo: Salvatore Categoría: 2 Modalidad: cuento

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