dos artículos de Clérambault, «PASIÓN ERÓTICA POR LAS TELAS ...

En su ascendencia se ubica Rene Descartes y algún músico reconocido. Corre el 1872 cuando ve la luz en una familia aristócrata. Él será un aristócrata.
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Clérambault y punto. Apuntes para una posible biografia Claudio Spivak

“Clérambault fue mi único maestro en la observación de los enfermos” Lacan (Discurso sobre la causalidad psíquica, 1946)

Tiene su complicación relevar alguna reseña sobre la vida de Clérambault. Una bruma de sospecha envuelve la posible biografía de este personaje excéntrico y amigo de las polémicas. El ejemplo es la ocasión de su muerte. Se han producido versiones fantasiosas en torno a su suicidio. Tres son las que más se repiten. La primera y más difundida ubica como motivo una melancolización, efecto de haber perdido la vista y una artritis vertebral que le impedía mantenerse de pie. Se sabe que fue operado de cataratas en Barcelona y que esa operación no solucionó el problema visual. Se comenta que pidió no ser anestesiado en dicha intervención. La experiencia es escrita por el mismo Clerambault en 1935 y es grata de leer. Otros ubican nuevamente la melancolización, pero por haber perdido la posibilidad de dar sus clases sobre drapeado, en 1926. Esta versión es la más débil, dado que deberán pasar 8 años antes que se quite la vida. La última, la más llamativa, es la propia y que figura en su testamento. Esta versión ronda la compra de un cuadro y un posible robo. En verdad, se deja entrever la dificultad para fijar el origen de la obra. El cuadro en cuestión fue pintado por Caillebote y se titula Sur l'eau, “representa una escena con dos personajes en un bote de remos” (Alvarez, 1999). Clérambault comienza su carta de despedida escribiendo: “Yo expío mi única falta” y luego de explicar cómo ha accedido a dicho cuadro, agrega “yo hago el sacrificio de indicar el motivo de mi muerte para evitar a mis derechohabientes dificultades inmerecidas”. Resuena el “Yo expío mi única falta”. “Esa frase inicial fue resaltada por Clérambault con un tamaño de letra notable. En los párrafos siguientes la dimensión caligráfica disminuye, aunque sin perder legibilidad el texto”. Su muerte fue, en cierto modo, anunciada. Al respecto, leemos:

2 “En noviembre de 1934 llega a una situación verdaderamente crítica, inquietante. Venía quejándose de no tener una familia, en realidad, no se le conoce ninguna relación sentimental; cuando sus colegas se interesaban por su estado, les contestaba que cómo creían que debía encontrarse alguien que probablemente fuera a quedarse ciego. Es entonces cuando pide ayuda a un amigo para que le busque una habitación en alguna residencia de médicos y alejarse así de su solitaria mansión. Le dice: «hay que sacarme de ahí. Encuéntreme una habitación en una residencia para médicos. Es preciso que salga de aquí”

La noche del 17 de noviembre de 1934, sentado frente a un espejo, se dispara en la boca, utilizando su revólver oficial. En torno al arma utilizada, tenemos un indicio. Escribe: “Lamento no haber muerto en el frente, en una época en la que mi conducta me valía la aprobación de todos –tal como lo muestra la pieza que adjunto. Lamento morir inútilmente”.

Un inquieto aristócrata

Gaëtan (o Gaétan) Gatian de Clérambault, nace en Bourgos, una ciudad de larga historia, que fuera tomada por Julio César en la Campaña Gala y que, durante la Edad Media, fuera una de las capitales de la Alquimia. En su ascendencia se ubica Rene Descartes y algún músico reconocido. Corre el 1872 cuando ve la luz en una familia aristócrata. Él será un aristócrata. A los cinco años tiene su primer contacto con la muerte, cuando fallece Marie, su hermana mayor de siete años de edad. El impacto ha de haber sido fuerte: permanece en cama durante dos años como consecuencia de un profundo duelo: “Tras desaparecer Marie, Gaetan pasó dos años produciendo un cortejo de síntomas -trastornos de la vista, vómitos, molestias estomacales, fatiga-que encubrían un evidente proceso de duelo”. El joven Gaetan tiene cierta habilidad para el dibujo, cosa que le facilita el ingreso en la Escuela de Artes Decorativas. Luego se orienta hacia el derecho, según sus biógrafos, siguiendo una amplia tradición familiar de magistrados. Allí obtiene la licenciatura. A continuación se inclina por la medicina y más tarde, por la psiquiatría. A los 26 años, en 1898, ingresa como interno en los Asilos del Sena y en 1899 se doctora con su tesis. El tema elegido es el “Otematoma”. En ella demuestra: “(…) que

3 los hematomas en los oídos de los alienados no son signos de degeneración sino el fruto de golpes auto y heteroinflingidos (desvincula la alucinación de las vías sensitivas periféricas)”. En 1899 también se publica la sexta edición del tratado de Kraepelin y Freud escribe su Interpretación de los Sueños. En 1903 finaliza su residencia en la Enfermería Especial, el depot, a la que regresará en 1905 como adjunto en enfermería y con el título de médico certificador. El director de la Enfermería era Paul Granier, con quien ya había colaborado en la escritura de un texto sobre Histerias acusadoras.

La figura más morbosa de la psiquiatría: la pasión por las telas Entre 1910 y 1913 realiza dos viajes a Túnez, donde conoce la que será otra de sus pasiones: el estudio del drapeado (plisado), o el plegado de telas en la ropas de las mujeres árabes, del norte de África. Completará sus investigaciones de campo entre 1918 y 1919, en Marruecos, ciudad en la que permanece como médico militar. Ésta pasión se acompañará de la fotografía. Se estima que su archivo personal oscilaba entre las 40000 y 4000 fotografías de esta vestimenta. Para la actualidad subsisten unas 400. Unos años antes, en 1908, publicaba el articulo «Pasión erótica por las telas en la mujer” y en 1910 la continuación. “En ellos abordaba el estudio de cuatro mujeres en las que observó una inusual forma clínica de cleptomanía combinada con un también atípico - al menos entonces- comportamiento aparentemente fetichista”1. Estos ingredientes lo hacen merecedor de un mote: “el psiquiatra enamorado de las telas”, y crece la sospecha de cierto fetichismo y perversión en Gaetan o al menos es el argumento esgrimido por sus detractores. A esto se suma el armado de muñecas de cera (o madera, según los biógrafos), las que viste con plisados que él mismo corta y cose. Con ellas se presenta a las clases que 1

“Como dijimos, tratan estos expedientes sobre cuatro mujeres, de edades comprendidas entre los 35 y 49 años, que presentan un largo historial de robos y conductas anómalas con posteriores internamientos en psiquiátricos y prisiones. A lo largo de las entrevistas, Clérambault va poco a poco desvelando las circunstancias y razones íntimas que parecen mover a estas pacientes a realizar sus actos delictivos. Son robos de telas, más concretamente de sedas, producidos por el impulso irrefrenable de adueñárselas y posteriormente masturbarse con ellas. Las pacientes sólo alcanzaban el placer si la tela era robada. Después podían desembarazarse del objeto o incluso devolverlo. Algunas de las pacientes recordaban escenas infantiles de masturbación y de placer al contacto con diferentes tejidos, si bien la aparición de este síntoma se sitúa en ellas en edades diferentes y a propósito de muy distintas situaciones vitales. Clérambault diferencia entre los robos motivados por esta pasión por las sedas, fruto de «unos impulsos especiales que estudiaremos aquí», y otros robos intencionados consecuencia de la «degeneración banal con hipomoralidad”. (Arnaiz y Villada, 2006)

4 realiza en la Escuela de Bellas Artes de París entre 1923 y 1926. También se refiere que en algunas de sus exposiciones él mismo viste estos drapeados. Parecen habladurías. En 1926 su curso es interrumpido sin explicaciones por el director de la Escuela. Al momento de la muerte, entre sus pertenencias, se encuentra un solo un muñeco articulado que utilizaba para sus clases. No hay rastros de las muñecas, lo que hace pensar en un rumor (Alvarez, 1999). Para ese año Clérambault ya es un personaje polémico. Aparentemente, dicha interrupción le afectó en demasía.

El depot El intéres psiquiátrico en Francia tiene algunas vinculaciones con el poder de policia. En 1810 hay una modificación del Código Penal. En el artículo 64 se dice “No hay crimen ni delito si el acusado se encontraba en estado de demencia en el momento de la acción”. Para 1838 hay una nueva modificación que establece que “los alienados no podrán ser encarcelados con los condenados ni con los preventivos”. Esto trae una serie de consecuencias. Se necesita de un elemento práctico que permita diferencia a los alienados de los simuladores que quieren evitar el encierro. Esta distinción es la que proveeran los psiquiatras. En 1850, con estos antecedentes, se crea la Enfermería Especial de Prefectura de Policía de París, al lado del Palacio de Justicia, entre la Catedral de Notre Dame y el Pont Neuf, en el centro de Paris. El recinto es descrito como originario de la época medieval, opresivo, minúsculo, con 18 celdas (11 para hombres y 7 para mujeres, 3 de las cuales están acolchadas). Pronto se conocerá a este ámbito como “el depósito” (depot). Lo paradójico es que en época de Garnier desfilaban por el lugar entre 2500 y 3000 personas por año. No hay donde alojarlos. Esto llevará al mismo Garnier a decir: “Comprendan ustedes, Señores, que, en tales condiciones, la ley que domina aquí toda nuestra actividad médica es la ley de la vitesse (celeridad). (...) Necesitamos ir rápido en nuestro proceder, sin que no obstante olvidemos nunca que es preciso ir al grano y hacerlo bien”. Ahora, ¿Qué población es llevada al lugar? En “esta prisión confinaba los despojos humanos recogidos de las calles parisinas por la policía: extranjeros extraviados que apenas chapurreaban algunas palabras en francés, jóvenes sin hogar, vagabundos y

5 lunáticos, suicidas salvados en el último momento, prostitutas, enfermos y alienados que sobresaltaban el orden social”. El primer director de la Enfermería será Lasague, quien se desempeña en el cargo entre 1850 y 1883. Luego desfilaran por el directorio Garnier y Dupré. Será Garnier quien, en el 1900 instaura “Los viernes del Depot”. La “Escuela del Depot” mantendrá su rivalidad científica con Salpetriere y Saint Anne desde entonces. ¿Cómo eran esos viernes en época de Clérambault? La acción transcurría “en un aula pequeña, pero abarrotada de ávidos oyentes desde horas antes: una mezcla de médicos, artistas, estudiantes y “damas de la sociedad”, que esperaban la entrada del actor principal de aquel espectáculo académico de dictar una clase”. Si bien Clérambault había finalizado su residencia en el lugar en 1903, volverá con un cargo en 1905. Para 1920 habrá alcanzado la dirección. En él se conjugan dos elementos esenciales: sus estudios de Derecho y los de psiquiatría. Cómo trabajaba Clérambault: “Los quiero vírgenes” y el arte de soliviantar. Tal como se menciona más arriba, la celeridad con que se trabaja en el Depot obliga a diagnósticos rápidos. Clérambault llega a no “dejar que ninguno de sus colaboradores entrevistara a los présumés antes que él lo hiciera; “los quiero vírgenes”, decía. En los interrogatorios, más que escuchar con templanza y preguntar, su práctica se caracterizaba por manoeuvrer les malades (maniobrar a los enfermos): “(...) debemos provocar en el sujeto un estado mental en el que estará presto a monologar y discutir, a partir de lo cual nuestra táctica será callarnos, o contradecir (...). Dichos enfermos no deben ser interrogados, sino maniobrados, y para maniobrarlos sólo hay un medio, soliviantarlos”. ¿Qué es soliviantar? Se trata de inducir a una persona a adoptar una actitud rebelde u hostil. También irritar a alguien, disgustarlo. La descripción continúa: “Tales exámenes deben, por otra parte, durar horas, a fin de fatigar al Sujeto, y aprovechar la acumulación de sus recuerdos (...). Una técnica de este estilo es aplicable a todo tipo de pasionales: Reivindicadores, Fanáticos, Celosos y otros». Si el caso así lo requería, Clérambault no vacilaba a la hora de confrontar al delirante con su perseguidor o amador; sin mayor rubor, hacía que condujeran a éste a la Enfermería, llamaba a su paciente y lo manipulaba hasta que confesaba lo que era menester». No sin razón, este estilo no sólo disgustaba a los présumés, sino también a algunos de sus alumnos: «Los métodos de interrogatorio, que se ufanan a veces de

6 aportar luces preciosas a la psiquiatría, no tienen en realidad sino escasas ventajas, hallado de muy serios inconvenientes. El de enmascarar los hechos no reconocidos no nos parece menor que el de imponer al sujeto la confesión de síntomas conocidos»”. Esta cita es de Lacan, se la encuentra en su tesis doctoral y se sugiere que es una crítica directa a Clérambault. Supuestamente hacía uso de los semblantes en dichos interrogatorios. Se dice que era “sucesivamente torpe, imperativo, malicioso, locuaz, pueril, vanidoso, y alguna vez se lo ha visto llorar”. Otros describen que tenía dotes de actor y que había bastante de puesta en escena en su actividad.

Las polémicas El método de interrogatorio utilizado provoca algunas reacciones adversas entre los psiquiatras y los surrealistas. El médico personal de Antonin Artaud, Edouard Toulouse, critica el modo en que se trabaja en el depot. Argumenta que el primer encuentro con el detenido lo realiza el prefecto de policia. Es él quien determina el destino de los apresados. De él depende que el destino sea la cárcel o el Depot. Dice Toulousse que queda en manos del prefecto de policia determinar el encierro. En 1926, a partir de los encuentros callejeros con una joven alucinada, André Breton escribe su novela Nadja, que es un hito en la literatura surrealista. La joven será luego internada. En el segundo manifiesto surrealista, escrito en 1930, Breton arenga contra los métodos de los psiquiatras franceses. Será Clérambault quien responda a la queja, y entre en la polémica.

El otro método. La mirada y el punto. En el epígrafe se lee lo que puede ser un ironía de Lacan. “Clérambault fue mi único maestro en la observación de los enfermos”. Llama la atención el uso del término “observación”, sobre todo en la pluma de Lacan. Es la mirada de Clérambault lo que queda resaltado en su biografía. Los autores hablan de su poder de observación. Ya fue comentado su gusto por la fotografía y la búsqueda del detalle. Además se escribe: “mirada sensible a la sensualidad de las telas y mirada aguda del clínico encargado de discernir entre el alienado y el que simula estarlo”. No olvidemos que se suicida delante de un espejo. Sus ojos ocupan algunas descripciones. Se dice que tenía ojos pequeños, que ocultaba detrás de unos espejuelos, y que esos ojos eran “crueles” e “inquisidores”.

7 Otra cuestión, que es referida como detallismo, se ubica en relación a lo que podemos llamar “el punto”. En sus estudios relativos al drapeado, organiza la vestimenta a partir del punto de apoyo. Clérambault escribe: “...Una vestimenta drapeada debe ser definida por el esquema de su construcción. El mismo es proporcionado por tres órdenes de elementos: 1. El punto de apoyo principal. 2. El movimiento de la tela que parte de ese punto 3. Los nombres de las zonas recubiertas y la manera de adaptarse a ellas”. Luego, en sus investigaciones en torno a la Erotomanía, será el postulado, el punto en torno al que se organiza el cuadro: “Las concepciones del delirio erotomaníaco se agrupan por una parte en un postulado inicial y deducciones de dicho postulado (todas ellas son datos referidos al objeto), por otra parte en temas imaginativos e interpretativos diversos (datos relativos a los incidentes de la persecución)”. Finalmente, en cuanto al Pequeño Automatismo Mental: El automatismo mental es el fenómeno inicial. Es el ruido que produce el pensamiento. Pero se trata más bien de un ruido que se siente, más que de un ruido que se oye (entre sus antecedentes se puede ubicar el eco del pensamiento). La alucinación y el delirio son fenómenos tardíos, posteriores al automatismo mental. El delirio le sirve al sujeto para dar un sentido a eso que le pasa, tratando de obturar el vacío de significación y la perplejidad del inicio. En estas descripciones insiste la idea de un núcleo o un punto en torno al cual se organiza la “superestructura”.

El suicidio: ¿un acte de fòlie? Las circunstancias del suicidio han sido ampliamente comentadas por los excelentes José María Álvarez y Francisco Estévez en “Ultimo lamento de Clérambault” (1999). Agrego un extracto del escrito: “se suicidó rodeado de sus innumerables libros, sus medallas de guerra, sus cuadros, sus fotografías de mujeres norteafricanas y el muñeco de madera articulado que empleaba para sus clases de Bellas Artes. Poco antes de disparar su viejo revólver de las triunfales campañas de guerra, el Dr. de Clérambault se había acomodado en un butacón frente a un espejo para captar su propia muerte. Esa «mirada de águila» que le haría famoso en el mundo de la psicopatología no podía faltar en este acto supremo”.

8 Cabe preguntarse por éste último acto del psiquiatra. Al respecto tenemos alguna referencia: “Renard abordó en su Tesis este suicidio: “cuyas características le hicieron pensar también en “un episodio terminal de una crisis de melancolía”. En esa tesis, Renard rescata: “Quince años antes de matarse, Clérambault había sostenido ante un amigo que el suicidio no debía de ser considerado siempre como un acto de locura. Poniéndose él mismo como ejemplo lanzó la siguiente consideración: «Yo, que sólo vivo para el trabajo y que adoro el arte, ¡me estoy quedando ciego! Ya no me queda nada. Si me suicidara ¿sería un alienado?”. Punto.

Bibliografia

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La escuela del Dépot y la otra cara de la psicopatología. En Revista de

la Asociación Española de Neuropsiquiatría; 1998, Vol. 18, no. 67.

Álvarez y Estévez

“Ultimo lamento de Clérambault” Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq., 1999,

vol. XIX, n.o 71, pp. 457-466. Arnáiz y Villada (2006) “Para una lectura no morbosa de “Passion erótique des étoffes chez la femme” (1908-1910) de G. G. Clérambault”. En FRENIA, Vol. VI-2006, España. Consejo de Redacción “Clérambault, el cenit de la clínica de la mirada”. Rev. Asoc. Esp. Neuropsiq. 1994; 14. De Clérambault, G. G. (1995) Automatismo Mental, Paranoia. Editorial Polemos. Buenos Aires. -------------------

“Testamento hológrafo de G. G. de Clérambault”. Revista de la

Asociación Española de Neuropsiquiatría.1999 Vol. 19. España. Lacan, J.

“Acerca de la causalidad psíquica”. Escritos 1. México, Siglo XXI,

1990. Matilla Díez, K

“Gaëtan Gatian De Clérambault: Clérambault y la atomización de la

alucinación”. Norte de salud mental, 2011, vol. IX, nº 40: 99-106.

9 Rolland, R. (1920) Sin año.

Clérambault. Historia De Una Conciencia Libre. Ed. Pavlov. Méjico.