DIAZ-GUARDAMINO URIBE, Marta (2008): “Iconical

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DIAZ-GUARDAMINO URIBE, Marta (2008): “Iconical signs, indexical relations: bronze age stelae and statue-menhirs in the iberian peninsula”. En: Journal of Iberian Archaeology N° 11. http://academia.edu/208983/Iconical_signs_indexical_relations_Bronze_Age_stelae_and_statuemenhirs_in_the_Iberian_Peninsula Resumen: La adopción de teorías de acción social en Arqueología ha contribuido a que la interrelación entre lo social y lo material, su mutua constitución, sean reconocidas y consideradas. En este contexto, la semiótica Peirceana – una teoría de significado fundamentada en la experiencia – nos ayuda a entender el desarrollo de esta significativa relación, tanto en el pasado como en el presente. En este sentido el caso de las estelas decoradas y estatuas-menhir peninsulares durante la Edad del Bronce (ca. 2200-825 BC) puede ser ilustrativo. Generalmente han sido conceptualizadas como estáticos contenedores de significados simbólicos. No obstante, para entender las estelas decoradas y estatuas-menhir como parte integral y activa de las relaciones sociales es necesario analizarlas como signos de prácticas sociales que están históricamente situadas en una compleja y amplia red de prácticas que estructuran las relaciones sociales de una forma llena de significado. Estelas y estatuas-menhir sugieren múltiples relaciones indéxicas que pueden ser consideradas como evidencias de prácticas sociales relacionadas con la estructuración de identidades, memorias y lugares colectivos. Este acercamiento contribuye a una comprensión renovada sobre las relaciones históricamente situadas entre personas, estelas, estatuas-menhir. Palabras-Clave: Materialidad; Iconografía, Edad del Bronce. 1. MATERIALIDAD Y SIGNIFICADO Este trabajo parte de la premisa que propone que la interrelación entre lo social y lo material tiene lugar a través de prácticas que son materializadas creando estructuras temporales y espaciales (Gosden 1994, 74-80, 124-5). George Lakoff y Mark Johnson, parcialmente inspirados por la argumentación de Maurice Merleau-Ponty, han obtenido recientemente evidencia sustancial que sugiere que los seres humanos conceptualizan la experiencia corporal más básica a través de signos, estructuras conceptuales primarias –metáforas conceptuales- que funcionan en el nivel de la pre-consciencia (Merleau-Ponty 2003 [1945]: 129, 181-3, 206-9; Lakoff & Johnson 1999, 56-7,77-93). En este contexto, se pude considerar que la materialización de las prácticas es un proceso significativo (Reckwitz 2002). Sin embargo, como argumentó recientemente Rosemary Joyce, cuando hablamos de significado no necesariamente hablamos de significados simbólicos y lingüísticos. La teoría del significado de Charles Sanders Peirce es una alternativa a las conceptualizaciones logocéntricas previas de lo material –como el estructuralismo lingüístico- que no podrían dar cuenta de la relación entre significado y lo material (Olshewsky 1995, 442-3; Preucel & Bauer 2001; Bauer 2002; Keane 2003, 412-3; Preucel 2006, 44-89; Joyce2007). La teoría de Peirce está basada en la relación triádica de la forma material del signo (representamen), su objeto (referente) y su interpretante (el sentido dado al signo), considerando la misma materialidad del signo, y el rol activo del intérprete, su experiencia, en el proceso de significación mediante el concepto de interpretante (Pape 1998, 2019-22; Preucel 2006, 50-60). Dependiendo de la relación entre el vehículo sígnico (representamen) y el objeto (referente) experimentada por el intérprete, la arbitrariedad del significado varía, y la más fundamental y conocida clasificación de signos de Peirce está basada en esta variación: ícono, índice y símbolo. Como Webb Keane ha sintetizado recientemente, la iconicidad es una cuestión de semejanza, de potencial y posibilidad, el simbolismo es una cuestión de reglas y convenciones. Finalmente, la indexicalidad es una cuestión de proximidad, contigüidad y causalidad, hay una relación intrínseca entre el representamen y el objeto, independientemente de la relación sígnica. Hay una conexión real, existencial o dinámica (Keane 2005, 7-10). Estos modos de significación son una tríada y co-existen y la prevalencia de uno de ellos dependerá de la experiencia del intérprete y del contexto.

2. INTERPRETANDO ESTELAS Y ESTATUAS-MENHIRES1 Desde esta perspectiva, dada la naturaleza de las estelas y estatuas-menhires, los principales modos de significación explorados hasta ahora por los investigadores han sido la iconicidad y el simbolismo. Sin embargo, la perspectiva lingüística que ha dominado estos estudios ha favorecido su tratamiento como recipientes pasivos de significados estáticos, existentes y finales. No se ha considerado su materialidad, ni su rol en el proceso de significación (Díaz-Guardamino 2006, ver también Joyce 2007 para un caso similar en la investigación mesoamericana). La iconicidad ha sido explorada para establecer parámetros cronológicos y desarrollar estudios tipológicos. Mediante el simbolismo los autores han hecho principalmente inferencias en relación al prestigio social y la jerarquización, por lo general concluyendo que las estelas y estatuas-menhires representan individuos de elite que por este medio trataron de implementar su propio y particular “discurso de poder” durante la Edad de Bronce (e.g. Almagro-Gorbea 1977; Barceló 1989, 238; Jorge 1999a; Celestino 2001; Harrison 2004; Bueno, Balbín & Barroso 2005b). Por otro lado, la indexicalidad, que nos provee de conexiones físicas reales que podrían ser exploradas para aproximarnos a los roles activos y significativos de las estelas y estatuas-menhires en procesos sociales, ha sido por lo general sub explorada. El concepto bastante estrecho de “contexto” que enmarcó el trabajo de la mayoría de los investigadores ha contribuido a esta situación. La actual escasez de estelas y estatuasmenhires conocidas dentro de contextos estratigráficos (verticales) llevó a la mayoría de los investigadores a concentrarse en las estelas y estatuas-menhires mismas y sus grabados, considerándolos como composiciones cerradas, como restos estáticos aislados en el tiempo y el espacio. El concepto de indexicalidad, que incluye contigüidad física y causalidad, implica una noción ampliada de contexto en la cual las prácticas y materiales están indexicalmente interrelacionadas. Una estatua-menhir de la Edad de Bronce encontrada cerca de un manantial y una antigua necrópolis megalítica indica las prácticas involucradas en su elaboración y emplazamiento, y refiere a aquellos rasgos materiales circundantes, materializando una relación que podría haber sido una parte integral de aquellas prácticas pasadas como, por ejemplo, aquellas involucradas en rituales mortuorios. En este sentido, además de las relaciones estratigráficas verticales, la indexicalidad comprende la contigüidad física entre rasgos materiales por un lado y entre rasgos materiales y prácticas por el otro, en varias escalas espaciales y más allá de estructuras temporales. Sin embargo, para darle sentido a las relaciones indexicales dentro de la dinámica de las relaciones sociales y la interrelación entre lo social y lo material, es necesario “historizarlas”. En resumen, el análisis de la indexicalidad debería dar cuenta de las relaciones estratigráficas (verticales y horizontales), incluyendo “re-utilizaciones” de los menhires o estatuas-menhires más viejos, los grabados y modificaciones hechos en distintas “etapas”, los rasgos materiales encontrados en un lugar (estelas, estatuas-menhires, otros restos arqueológicos o rasgos “naturales”) no tan “evidentemente” interrelacionados, o incluso relaciones más amplias como las sugeridas por las piedras y sus fuentes. Por lo tanto, hay variados modos en los cuales las estelas y estatuas-menhires indican las prácticas (ver Joyce 2007 para un caso relevante de estudio) involucradas en su elaboración, emplazamiento, mantenimiento y “vida más allá”. Las prácticas podrían haber sido repetitivas o haberse apartado de la norma, al menos desde nuestra perspectiva actual y parcial. En cualquier caso, cuando consideramos esas prácticas, estructuran nuestro conocimiento sobre las estelas y estatuas-menhires en el presente, así como 1

Cuando hablo de “estela decorada” y “estatua-menhir” me refiero a piedras trabajadas, la mayor parte de las veces monumentales, potencialmente móviles pero no portables, aisladas, que implícita o explícitamente refieren al cuerpo humano, aluden a personas que podrían ser visualmente articuladas a través de elementos que han sido etiquetados como “emblemas”, “vestimenta”, “ornamentos”, “objetos de cuidado personal”, “elementos de prestigio” o “armamento”. Desde un punto de vista interpretativo, “estela” y “estatua-menhir” son conceptos heurísticos que nos permiten explorar los aspectos materiales de estos restos que interrelacionamos en el presente e interpretamos en varias direcciones.

podrían haber estructurado las relaciones sociales en el pasado. De cualquier modo, es precisamente la materialización de esas prácticas lo que promueve compromisos que estructuran significados. Las relaciones indexicales pueden sugerir prácticas normativas relacionadas con la elaboración de estatuasmenhires y estelas, como rasgos repetitivos en la selección de materiales “crudos”, locaciones o la ejecución de los grabados. Sin embargo, hay otras relaciones indexicales que no son consideradas en absoluto o consideradas “colaterales” que podrían ser interpretadas, al menos, de tres maneras. Desde una perspectiva que considera a las estelas y estatuas-menhires como contenedores estáticos y el cambio es atribuido a eventos externos y autónomos, éstas son excepciones que raramente son integradas en una interpretación social o cultural. Desde un punto de vista que intenta considerar las estelas y estatuasmenhires como elementos que estructuraron activamente relaciones sociales, estas colaterales pueden ser interpretadas como prácticas materializadas heterodoxas2 del pasado que tuvieron un rol activo alterando relaciones sociales. Por otro lado, estas colaterales podrían cambiar nuestra percepción general de estelas y estatuas-menhires en el presente, sea considerándolos como parte de prácticas heterodoxas en el pasado o como una indicación de un conjunto más amplio de prácticas ortodoxas en el pasado que aún están por ser reconocidas por los investigadores en el presente. En trabajos recientes se notaron algunas relaciones indexicales, tales como las variadas intervenciones implicadas en los grabados que vemos hoy en algunas estelas (Harrison 2004, 44-52) o la existencia de variados restos arqueológicos en los lugares donde fueron encontrados las estelas y las estatuas-menhires (Bueno, Balbin & Barroso 2005a; García Sanjuan et al. 2006; Díaz-Guardamino 2006. Pero un trabajo pionero en este sentido fue el trabajo de Eduardo Galan, que usó un concepto ampliado de “contexto” para explorar la relación entre las estelas y zonas de pasaje de la Edad de Bronce tardía, dentro de un marco más amplio que los consideró como elementos activamente comprometidos en un proceso de diferenciación social (Ruiz-Gálvez & Galán 1991; Galán 1993). Sin embargo, además de ignorar las identidades colectivas y la acción soial en este proceso (como se señaló en Díaz-Guardamino 2006), relacionando estelas y zonas de pasaje termina de un modo bastante reduccionista, interpretando las estelas como marcas territoriales pero descuidando los “lugares”, su historicidad y materialidad particulares, y el rol de las estelas en su estructuración. Como argumentaré, las relaciones indexicales sugieren que las estelas, las estatuas-menhires y los “lugares” donde fueron ubicadas eran parte de redes complejas de prácticas que estructuran las relaciones sociales uniendo temporalidades y espacialidades. 3. EXPLORANDO A INDEXICALIDAD: PRACTICAS NORMATIVAS & “CASOS APARTE” El incipiente análisis de las relaciones indexicales ha descubierto la existencia de modelos repetitivos involucrados en la elaboración y ubicación de las estelas de la Edad de Bronce tardía, tales como su ubicación sistemática en zonas de pasaje (Ruiz-Galvez & Galán 1991) o el uso de piedras presente en los alrededores inmediatos de su ubicación para elaborarlas (e.g. Celestino 2001, 79-80), un aspecto que fue recientemente avalado por el análisis preliminar de las estelas de Almadén de la Plata (Sevilla) (García Sanjuan et al. 2006, 142-3). Excepto en algunos casos, la investigación sobre las estelas, estatuas-menhires y sus contextos (en el sentido “ampliado” mencionado antes) no ha sido sistemática (pero ver García Sanjuán et al. 2006). Los datos disponibles hoy son cualitativamente restringidos. Algunos de los estudios sobre estelas y estatuas2

Bourdieu definió “doxa” como la esfera no discursiva en la cual uno experimenta una correspondencia casi total entre el orden objetivo y los principios subjetivos de organización, cuando las esferas social y natural parecen auto evidentes, el mundo de la tradición es experimentado como “natural” (Bourdieu, [1972] 1977: 164). Por otro lado, “ortodoxia” y “heterodoxia” son experiencias que pertenecen a la esfera discursiva de la reflexión consciente: “Ortodoxia, correcta, o más bien corregida, opinión, que apunta, sin lograrlo completamente, restablecer el estado primigenio de inocencia de doxa… Existe sólo en la relación objetiva que la opone a heterodoxia que es, por referencia a la elección…hecha posible por la existencia de posibles opuestas y a la crítica explícita de la suma del total de las alternativas no elegidas que el orden establecido implica” (Bourdieu [1972] 1977: 169).

menhires recientemente “descubiertas” revelan detalles “excepcionales” que enriquecen la lista de situaciones “raras” ya conocidas, invitándonos a mirarlas desde puntos de vista alternativos. La selección de fuentes del material “crudo”, por ejemplo, es un tópico con enorme potencial pero todavía sub explorado por la investigación sobre estelas y estatuas-menhires de la Edad de Bronce ibérica. Pese a que puede argüirse que podrían haber existido imágenes relacionadas hechas en materiales perecederos (madera, por ejemplo) como es conocido en otras áreas de Europa (Van der Sanden & Capelle 2001), las estelas de piedra y las estatuas-menhires son las que han perdurado a través del tiempo. La permanencia es una cualidad material que podría haber jugado un papel relevante en la selección de la piedra, mientras que su proveniencia, textura, color o biografía previa podría haber influido en la elección de una piedra en particular. Las piedras constituyen campos de acción en los cuales se materializan prácticas, incorporando diferentes referentes espaciales y temporales, que proporcionan un potencial interpretativo interesante aún por ser explorado. En lo que concierne a las estelas y estatuas-menhires de la Edad de Bronce, los pocos datos disponibles sugieren la existencia de una prometedora variabilidad. En el caso de las piedras que son modificadas por primera vez, las impresiones preliminares sugieren que la mayoría de las estelas de la Edad de Bronce tardía incorporó piedras de los alrededores. Sin embargo, en el caso de Talavera el análisis concluyó que la fuente más próxima de material crudo estaba a 25 km al norte de la ubicación donde fue encontrada, del otro lado del río Tajo (Portela & Jiménez 1996). Este caso es especialmente interesante porque las imágenes de la Edad de Bronce tardía fueron grabadas en una estatua-menhir probablemente más vieja, mientras que el área de extracción puede haber estado espacialmente relacionada con un lugar donde fueron encontrados otra estela y una necrópolis de la Edad de Bronce media (fig. 1). En otras ocasiones se usaron menhires o estatuas-menhires más viejos para hacer nuevas modificaciones en los grabados. Esta selección puede ser significativa, como sugieren los lugares que son mejor conocidos. Este sería el caso de Collado de Sejos (Cantabria) o Soalar (Navarra), ambos en el norte de la península ibérica. La estatua-menhir de Soalar (Baztán, Navarra), que probablemente re usa un menhir pre existente, está situado cerca de un lugar de actividad al aire libre y en un área donde hay muchas estructuras megalíticas, ninguna de las cuales fue sistemáticamente excavada hasta hoy (Ondarra 1976a; 1976b; Bueno, Balbín & Barroso 2005a, 28, Fig. 18; Barrero et al. 2005; Cabodevilla & Zabalza 2006, 167-75). Las estelas de la Edad de Bronce temprana de Collado de Sejos fueron grabadas en dos menhires seleccionados que eran parte de un cromlech (Bueno, Piñón & Prados 1985; Diez Castillo & Ruiz Cobo 1993, 49-50). En los alrededores hay numerosas estructuras, algunas de las cuales podrían ser anteriores a las estelas: menhires,otro posible cromlech, círculos de piedra más pequeños, montículos y afloramientos con cúpulas (fig.2) (Díaz-Casado 1993, 42; Díez-Castillo 1996-1997, Fig. 4.18). Otros ejemplos conocidos son la estela de la Edad de Bronce temprana/media de Alfarrobeira, posiblemente tambie´n Passadeiras 1, reusando un menhir y ubicado en una necrópolis de la Edad de Bronce temprana/media (Gomes 1994), las estelas de la Edad de Bronce tardía de Magacela y Cancho Toano, reusando menhires fálicos (Celestino 2001, 357-60); Harrison 2004, 229-33), el segundo hecho sobre un menhir fálico y el primero posiblemente sobre una estatua-menhir. Ambas estelas fueron encontradas con una tercera estela –o estatua-menhir- en un sitio con restos que revelan una ocupación de la Edad de Bronce tardía Vilaca 1995, 80, 250). Finalmente, la estela de Bayuela 1 despliega una figura humana esquemática similar a las encontradas en estelas de la Edad de Bronce tardía, pero en este caso sin objetos relacionados, usando un menhir fálico (fig. 1) (Gutierrez 2002; Pacheco & Deza 2003. Esta estela fue encontrada al pie de una montaña donde hay una necrópolis de la Edad de Bronce media (Gil Pulido et al, 1988). Pese a que la información es aún muy pobre, los grabados o modificaciones realizados en esos menhires y estatuas-menhires los refieren como materiales pre existentes que, al mismo tiempo, indican prácticas relacionadas con su manufactura y, posiblemente, su ubicación. Estos casos sugieren la existencia de complejas cadenas de prácticas (siguiendo a Joyce & Lopiparo 2005) que estructuran esos lugares, especialmente en los casos donde se ha documentado más evidencia material, como en Collado de Sejos (fig. 2, Soalar, Alfarrobeira, Sao Martinho o Bayuela (fig. 1).

Pero los grabados de estelas y estatuas-menhires podrían igualmente referir a grabados preexistentes, reproduciendo la composición previa o modificándola. Richard Harrison ha revisado recientemente las estelas de la Edad de Bronce tardía que presentan modificaciones en su iconografía durante ese período o más tarde (Harrison 2004, 46-51) pero hay también ejemplares más tempranos que podrían haber sufrido modificaciones similares, como Peñatú (Balbín 1989, 29, 31, pero ver Bueno 1992, 508; 1995, 83), Chaves (Jorge & Almeida 1980, 5.24 y figs. 3-7), Guarda (Silva, 2000: 230, 233 o Muiño de San Pedro (Taboada Cid 1988-1989) para citar algunos ejemplos. Grupos de estelas y estatuas-menhires materializan múltiples referencias entre ellos, indicando prácticas que buscaron esta contigüidad física. El sitio de Cabeco da Mina (Vilarica, Braganca) es paradigmático de esta situación. Está ubicado en un cerro prominente en el medio de un valle fértil (Sousa 1996; 1997; Jorge 1999b). La cumbre del cerro fue parcialmente excavada y este trabajo exhumó parte de un cercado hecho de estelas, algunos decorados, otros no. Las estelas decoradas a veces presentan rasgos faciales, pero la representación está focalizada principalmente en ropas/emblemas. La estratigrafía del sitio reveló una posible fase simple de construcción pero no aportó más restos materiales para datar o profundizar en la historia y naturaleza de este sitio. Durante la Edad de Bronce temprana/media las estelas y estatuas-menhires pueden aparecer como piezas únicas de esta categoría, agrupadas y/o relacionadas espacialmente con otros restos arqueológicos. Como ocurre en los casos mencionados de Collado de Sejos (fig.2) o Soalar, la imagen relacionada de la Edad de Bronce temprana de Peña Tú está grabada y pintada sobre un afloramiento masivo que estructura espacialmente la meseta de La Borbolla, donde hay muchos montículos, presentando uno de ellos una estela antropomórfica, y áreas de actividad que datan del cuarto, tercer milenio temprano AC (Menéndez 1931; Pérez & Arias 1979, 714; Bueno & Fernández Miranda 1980, 451-67, Fig. 3-5; Arias & Pérez 1990, 100; Blas 2003). Una investigación reciente en Moimenta da Beira (Viseu) ha revelado la riqueza material del sitio de Cha das Lameiras, en el cual hay muchos dólmenes de tipología variada, uno de ellos reusado durante el segundo milenio temprano AC, así como un montículo posiblemente construido en este momento, un sitio del tercer milenio AC y dos estatuasmenhires que probablemente datan del segundo milenio temprano AC (Cruz 2001, 150, 173-6, 374-8, Fig. 54, 167, Pl. 62-5). Otro sitio relevante es Dehesa Boya del Hernán Pérez (norte de Extremadura), donde se encontraron siete estelas antropomórficas –probablemente Edad de Bronce temprana/media- que presentan tocados y collares y el fragmento de una estela de la Edad de Bronce tardía, en un área donde hay al menos seis monumentos megalíticos, dos de los cuales fueron excavados durante los 70 (Almagro Basch 1972; Almagro-Gorbea & Hernández 1979; Díaz-Guardamino 2006, Fig. 8). La estela de Granja de Toniñuelo (sur de Extemadura), también con tocado y collar, probablemente datada en la Edad de Bronce temprana/media, fue encontrada en un lugar no especificado de un valle (Leisner 1935) donde está situado el impresionante monumento de Granja de Toniñuelo (Carrasco 2000). Trabajos recientes en este monumento han documentado una estela antropomórfica que era parte del corridor (Carrasco 2000, 303, figs. 8,9,Pl.V) y restos de la decoración del monumento (Bueno y Balbín 1997). Otras referencias sitúan los hallazgos de las estelas de Paredes de Abajo (Santa María de Castro de Rei, Lugo) y los montículos próximos de Boulhosa (Vazquez Seijas 1936, 281-3, figs. 1-2; Vasconcelos 1910, 31-3. Fig.2; Jorge, V. & S. 29-31). Se encuentran otras estelas de la Edad de Bronce temprana/media, a veces en grupos de dos o más estelas o fragmentos de estelas, alrededor de estructuras mortuorias más o menos contemporáneas sin conexión estratigráfica con ellas (e.g. Ervidel 1, Passadeiras 1, 2 and 3, Gomes Aires, Panoias) (Gomes & Monteiro 1977; Gomes 1994, 86-9, Figs. 57-61 A & B; Paço, Nunes Ribeiro & Franco 1965, 99-103, Fig. 2; Almagro 1966, 120-1, Fig. 41, Pl. 36; Coelho 1975, 196; Vasconcelos 1908, 304, Fig. 8; Almagro 1966, 59-60, Fig. 17, Pl. 13). Se encontraron algunos casos, muy probablemente reutilizados, como cubiertas de cistas, como fue reportado para las estelas de Mombeja 1, 2 y 3, Trigaxes 1 y 2, y la estela de Santa Vitoria (Vasconcelos 1906, 182-5, Pl. 1, 2, figs. 5,6, 8; Almagro 1966, 41-5, 48-9, figs. 7, 9, 11, Pl. 5, 6, 8. El único caso en el cual los investigadores documentaron un posible contexto primario fue en la estela de Alfarrobeira, encontrada

en la necrópolis epónima (Gomes 1994). Los datos recuperados en la excavación del sitio sugirieron que esta estela podría haber estado ubicada cerca de una de las cistas más pequeñas y recientes del cementerio (Gomez 1994). La estela 1 de Ervidel podría haber estado originalmente ubicada en “Sitio da Fonte” (Herdade do Pomar, Ervidel, Aljustrel, Beja), donde fueron documentadas dos cistas contemporáneas de esta esta 1 y también una estela de la Edad de Bronce tardía (Ervidel 2) (Gomez & Monteiro 1977). En algunas ocasiones las estelas de la Edad de Bronce tardía están agrupadas –o cerca de- con otras estelas con iconografía similar o diferente –en algunos casos de cronología más temprana como se vio en los casos de Hernán Pérez (Almagro Basch 1972) o Ervidel (Gomes & Monteiro 1977) –, como en Pedra da Atalaia (Lobão, Marques & Neves 2006, 35), S. Martinho (Harrison 2004, 231-4), Torrejón Rubio 1 y 2 (Harrison 2004, 195-8), Capilla 5, 6 y 7 (Enríquez 2006, 165), Zarza Capilla 1, 2 y 3 (Celestino 2001, 380-4; Harrison 2004, 250-4), El Viso 2, 6 y 3 (Celestino 2001, 396-8, 402), Almadén de la Plata 1 y 2 (García Sanjuán et al. 2006), Écija 2 y 4 (Harrison 2004, 291-4), Cortijo de la Reina 1 y 2 (Murillo, Morena & Ruiz 2005, 25-32, Fig. 4) o Cerro Muriano 2 (Murillo et alii 2005, 17-9, Fig. 2). Hay un creciente número de estelas de la Edad de Bronce tardía encontradas en cumbres de montañas, algunas de las cuales han documentado –o están espacialmente relacionadas con- ocupaciones previas, contemporáneas y posteriores, como las estelas mencionadas de São Martinho 1-3 (Almagro Basch 1966, 36-8, Pl. 3; Vilaça 1995, 80, 250), Las Herencias 1 (Moreno Arrastio 1995, 275-94; Harrison 2004, 2246) and maybe Las Herencias 2 (Moreno Arrastio 1990, 277; De Álvaro, Municio & Piñón 1988), Valencia de Alcántara 2 (Diéguez Luengo 1964, 129-30, Pl. 2), La Bienvenida 2 and 3 (Murillo et alii 2005, 35, Note 57), Setefilla (Aubet 1997), Écija 2 and 4 (Harrison 2004, 291-4) or Montemolín (Chaves & De la Bandera 1982, 137-47, Figs. 1-3). Las estelas de la Edad de Bronce tardía han sido tradicionalmente interpretadas como marcadores de tumbas, así como relatos orales indirectos describieron la existencia de posibles huesos cremados en relación a dos de esas estelas: Granja de Céspedes (Almagro Basch 1966, 105-7, Fig. 34, Pl. 29; Harrison 2004, 275-7) and Solana de Cabañas (Roso de Luna 1898; Harrison 2004, 218-20). Otras referencias indicaron que la estela de Figueria estaba cubriendo una cista cuando fue encontrada (Gomes & Silvia 1987, 46, mapa B), a pesar de que hay mucha confusión sobre el contexto de su descubrimiento, como fue sintetizado por E. Galán (1993, 110). La estela de Haza de Trillo fue documentada sellando la entrada de una tumba “colectiva” (Mergelina 1944; Harrison 2004, 283-4).En las siguientes décadas esta interpretación fue cuestionada porque los datos existentes no ofrecían suficiente confianza y ninguno de los descubrimientos posteriores proveyó hallazgos contextuales en esta dirección (Galán 1993, 16-8). Dos descubrimientos recientes confirman esta posibilidad pero también sugieren la existencia de situaciones diversas. En Cortijo de la Reina, a 50 m del río Guadalquivir, se encontraron dos estelas enterradas en probable posición primaria, una cubriendo tres urnas de tipología orientalizante temprana-Edad de Bronce tardía con restos de cremación. En la misma región hay también relatos orales que refieren la existencia de cenizas y huesos asociados a la estela de Cerro Muriano 2 (Murillo et al 2005, 17-9, fig.2). En Almadés de la Plata se encontraron juntas dos estelas sobre un montículo artificial hecho con piedras de cuarzo blanco. En este caso las estelas no estaban relacionadas con ninguna estratigrafía y el montículo no había sido excavado, pero se cree que esta relación espacial es significativa (García Sanjuán et al 2006). Otros rasgos igualmente relevantes deben ser considerados como parte de esta interacción, como por ejemplo ríos, manantiales o afloramientos rocosos, como en el caso mencionado de Peña Tú. Los datos publicados a mano y la información registrada por mí misma explorando algunos de estos sitios revelan que varias estelas y estatuas-menhires de la Edad de Bronce temprana y media fueron documentados en proximidad a fuentes naturales (por ejemplo Tremedal, Moimenta da Beira, Ervidel 1), ríos permanentes o estacionales (por ejemplo Paredes de Abajo, Chaves, Quinta de Vila Maior, Longroiva, Hernán Pérez, Abela, Tapada da Moita, Monte de Abaixo, Santa Vitoria), incluso en los casos situados en paisajes montañosos, como Collado de Sejos o Soalar. Esta relación con ríos estacionales o permanentes es también muy frecuente en el caso de las estelas de la Edad de Bronce tardía (Celestino 2001, 76), como, para señalar casos mencionados, las estelas de Hernán Pérez, Almadén de la Plata 1 y 2 o Cortijo de la Reina 1 y 2.

4. RELACIONES INDEXICALES E INVESTIGACIÓN Considerando que la materialización de prácticas es un proceso significativo, la teoría de la significación de Peirce proporciona un marco adecuado para explorar estos procesos significativos –para reconocer la significativa interrelación entre prácticas y el material- en el pasado y en el presente. El concepto de indexicalidad inspirado en Peirce nos provee una herramienta de trabajo adecuada para explorar estelas y estatuas-menhires como eslabones con una red más amplia de prácticas materializadas, trascendiendo el tiempo y el espacio. En el presente, el registro arqueológico sugerido por estelas y estatuas-menhires tiene un papel activo en la generación de narrativas sobre ellas. En nuestra situación presente la investigación dirigida a interpretar los procesos del pasado relacionados con estelas y estatuas-menhires incipientemente busca tendencias normativas a través del concepto de indexicalidad. Sin embargo, las relaciones indexicales también dirigen nuestra atención hacia muchos casos o situaciones excepcionales que tienen un potencial interpretativo a ser explorado. Si se las analiza en profundidad, estas relaciones indexicales podrían confirmar la excepcionalidad de las prácticas involucradas en su construcción en el pasado, promoviendo su interpretación como prácticas heterodoxas dirigidas a re estructurar relaciones sociales. Por otro lado, el resultado de investigar aún más allá las relaciones indexicales podría abrir una nueva y rica matriz de datos a través de los cuales podríamos explorar en profundidad las relaciones dinámicas entre lo material y lo social durante la Edad de Bronce es estas áreas, en resumen, el rol activo de las estelas y estatuas-menhires dentro de las relaciones sociales de las colectividades relacionadas con ellas. Explorar la indexicalidad contribuiría a reconocer el dinamismo de lo material y a aproximarnos a su activa interacción con la gente a través de las prácticas sociales en el pasado y en el presente. Es necesario asumir esta tarea para repensar nuestras estrategias de investigación en lo concerniente a las estelas y estatuas-menhires considerando que, independientemente de la situación concreta en la que ha sido encontrada la estela o la estatua-menhir (reusada, estratificada o no, aislada en el paisaje, etc) es necesario emprender estudios detallados de esos lugares. Esto significaría una aproximación de abajo hacia arriba; como Fredrik Fahlander apuntó recientemente en relación a la investigación sobre enterratorios del mesolítico tardío en el sur de Suecia: “Tales estudios micro arqueológicos se focalizan en la práctica social involucrada en qué se hace con los muertos como un nivel intermedio entre lo local y lo particular por un lado y lo normativo y lo general por el otro”. (Fahlander 2008, 29). En este sentido, el estudio de estos lugares a una micro y meso escala es un paso necesario y preliminar a dinamizar nuestro actual conocimiento sobre estas estelas y estatuas-menhires, como fue sugerido por un reciente estudio de caso publicado por un equipo de la Universidad de Sevilla (García Sanjuán et al 2006). El estudio detallado de la tipografía o el desarrollo de sondeos de campo sistemáticos en estos lugares, con la versatilidad y potencialidad que pueden ofrecer hoy, enriquecería enormemente nuestro conocimiento sobre incontables aspectos relacionados con las estelas y estatuas menhires. El entrecruzamiento de materiales y prácticas, tiempo y espacio, está mejor documentado en la micro escala. En este sentido, las excavaciones tienen un gran potencial, pero cuando se exponen como “excavaciones abiertas” que también proporcionan profundidad de tiempo y mientras son desarrolladas dentro de equipos interdisciplinarios. Lo mismo podría decirse sobre las piedras, su extracción o re utilización, los grabados y modificaciones realizadas en estelas y estatuas-menhires. Su naturaleza dinámica podría ser plenamente reconocida mediante análisis detallados y sistemáticos. Normalmente parece que por su naturaleza iconográfica las estelas y estatuas-menhires proveen información sustancial para interpretarlos en términos sociales. Sin embargo, las preocupaciones de hoy

requieren que abramos nuestra mente, permitamos a los íconos, piedras y lugares sugerir relaciones nuevas, analizarlos desde diferentes perspectivas y dinamizar nuestras narrativas sobre ellos. BIBLIOGRAFÍA (…)