Cuando las metas chocan - ObreroFiel

una persona desconocida (Ej. después de un accidente de transito). Culturalmente, algunas personas tienen más poder y/o reciben más respeto que otros.
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Cuando las metas chocan: Cómo encontrar el camino de paz en medio de un conflicto

¿Qué es un conflicto? No todas las diferencias son conflictos. En verdad, sería muy aburrido tener un mundo sin diferencias de ninguna clase. Se ve el gusto de Dios por la variedad en la creación. Bien hubiera podido crear una sola clase de mariposa o una sola especie de árbol, pero escogió poner dentro de su creación el potencial de muchísima variación. Por otro lado, La Biblia habla de la multiforme gracia de Dios. (I Pedro 4:10) Multiforme quiere decir diverso. 11 Nuestro Dios expresa su gracia en muchas maneras, según la necesidad de cada persona. Las diferencias, por si mismas, no implican conflicto. Podemos tener diferencias de opinión, gustos o criterio sin tener problemas con otras personas. El conflicto es una diferencia de opinión o propósito que frustra el deseo de alguien. Ni siguiera necesitamos tener a otra persona presente para tener un conflicto. A veces los peores conflictos los tenemos con nosotros mismos. Hay que hacer una decisión pero sentimos una batalla interior para decidir entre las opciones. Luchamos con adicciones o hábitos que quisiéramos, por un lado, vencer, y por otro lado, seguir disfrutando aunque nos hagan daño. Pablo expresó el dilema humano cuando dijo: “Porque lo que hago, no lo entiendo, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago”. Romanos 7:15 Muchos conflictos, por supuesto, son interpersonales. No hay ningún problema en el que a una persona le guste la playa y a otra las montañas, pero cuando una pareja tiene que decidir dónde van a pasar algunos días libres, las diferencias de gustos pueden resultar en un conflicto. El conflicto es inevitable porque no hay dos personas que piensen completamente igual. La perspectiva de cada uno es distinta, basada en su cultura, familia, experiencias y personalidad. Los conflictos interpersonales pueden ser sobre asuntos concretos—diferencias de opinión en cuanto a qué hacer, a dónde ir, etc. Hay conflictos sobre posesiones, territorio o personas. Dos niños pelean sobre un juguete mientras dos jóvenes pelean sobre un control remoto y dos adultos (o naciones) sobre una fuente de agua. Dos niños quieren estar junto a la ventana del carro, dos jóvenes quieren sentarse en la misma silla del aula y dos adultos (o naciones) pelean sobre una línea de frontera. Mientras dos niños discuten sobre quién es el mejor amigo de quién, los celos causan problemas a muchos jóvenes y adultos—dos compiten por la misma persona. Los problemas cambian de grado, tal vez, pero no de raíz. Otros conflictos son más abstractos. El conflicto abstracto consiste en una diferencia de ideas, creencias, ética, o valores. Cuando se trata de resolver un conflicto, a veces son las diferencias abstractas que nos cuestan más porque las convicciones y motivos son parte profundo del corazón. Muchas veces podemos ceder en cuanto a algo concreto pero encontramos que es imposible ceder en un conflicto sobre un valor o convicción. Tenemos que buscar maneras de resolver los conflictos sin violar la conciencia, y a veces nos cuesta. Una ofensa es un conflicto basado en algo que hace daño a alguien. El daño puede ser físico o puede ser un daño a la dignidad o sentido de honor de la persona ofendida. Tener opiniones opuestas no es necesariamente la misma cosa que una ofensa. Podemos tener desacuerdos mientras mostramos respeto los unos a los otros. ___________________________________ 11. Hope, Anne y Sally Timmel, Training for Transformation, Book 2, ITDG Publishing, London, 1995, página 575

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A veces alguien ofende a otro a propósito y otras veces es la percepción que hace a uno sentirse ofendido, cuando no era la intención de la otra persona. Nos ofendemos a veces por una mirada que no entendemos o una palabra mal interpretada. El dolor de sentirse ofendido es igual como si la ofensa fuera real o percibida. Proverbios 19:11 dice: “La cordura del hombre detiene su furor, y su honra es pasar por alto la ofensa”. Una marca de madurez es cuando uno no se ofende fácilmente. 2 Timoteo 3:12 dice que si uno desea vivir como Cristo, va a padecer persecución. Cuando la luz de Cristo resplandece en la vida de uno, es inevitable chocar con las opiniones, propósitos y metas de los que andan en la oscuridad. Juan 3:20 dice “Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz para que sus obras no sean reprendidas.” (VRV60) No debe sorprendernos que de vez en cuando nos encontremos en un conflicto por causa de nuestra fe en Cristo. Por eso, en Mateo 5:10-11, Cristo llamó bienaventurados a los que padecen persecución por causa de la justicia. Hay conflictos que valen la pena. Pero, al enfrentar un conflicto así, es importante recordar que la manera en que hablamos y actuamos siempre debe honrar al Señor. Cada conflicto tiene tres aspectos. El primer aspecto es el asunto--concreto o abstracto, o una ofensa. El asunto es el “por qué” del conflicto. El asunto puede ser algo concreto ( un niño pelea por un juguete, un adulto para la línea de propiedad) o algo abstracto (un idea o valor, etc.) Si el asunto es el elemento más importante para nosotros, la tendencia es de intentar ganar a cualquier costo. Si no tiene importancia, es fácil ceder. Nuestra cultura nos dice qué es importante, qué tiene valor y cuáles asuntos no son “negociables”. El segundo aspecto en un conflicto es la relación que tenemos con la otra persona. La otra persona puede ser importante para nosotros (nuestro cónyuge, el jefe, un amigo cercano) o podemos tener un conflicto hasta con una persona desconocida (Ej. después de un accidente de transito). Culturalmente, algunas personas tienen más poder y/o reciben más respeto que otros. Estas perspectivas culturales pueden afectar nuestra percepción del conflicto y las posibilidades que tenemos para encontrar una resolución. El tercer aspecto del conflicto es la parte emocional. Algunos conflictos nos afectan profundamente mientras nos encontramos casi indiferentes a otros. Nuestra respuesta natural a un conflicto depende de la importancia relativa de los tres aspectos. Si el asunto es importante para nosotros, lucharemos por ganar. Si nos importa mucho la relación con la otra persona, somos más rápidos en buscar una solución o ceder para evitar el conflicto. Si el conflicto provoca una emoción fuerte, nuestra manera de enfrentar el conflicto es muy diferente que cuando estamos más tranquilos. Otro elemento que afecta nuestra manera de enfrentar un conflicto es la perspectiva que tenemos de la vida. ¿Nos motivamos por el ego y buscamos siempre lo que es mejor para nosotros mismos? ¿Somos personas pacíficas por naturaleza y buscamos una salida pese la importancia del asunto? O ¿somos motivados por un deseo profundo de agradar a Dios? Lo que nos motiva en general en la vida nos motiva en los momentos de crisis. Los problemas sirven para revelar lo que ya está en el corazón. (Mateo 12:35)

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