Corintios

2. De la economía egoísta a la economía altruista. Enrique Lluch . ...... The purpose of this paper is to introduce the concept of solidarity economy in. Latin America and the Caribbean, ...... jan de este tipo de valoraciones subjetivas. Se fija ...... In two years of pontificate, Pope Francis has been closer to the reality of the most ...
3MB Größe 72 Downloads 42 vistas
Julio-Diciembre 2014 / n.º 151-152

El volumen y la cantidad de estudios que se incluyen en este número justifican que hayamos dedicado dos números, el 151 y 152, al tema de la economía de la gratuidad. Es un tema importante, en un momento en el que en la Iglesia española, Cáritas incluida, hay apuestas, experiencias y reflexión que tratan de poner en práctica modelos de relaciones económicas alternativas a la fracasada economía neoliberal. Aportaciones desde España, Italia y América Latina nos hablan de economía altruista, economía de comunión, economía civil, economía solidaria, economía de rostro humano, finanzas éticas… Los autores van desgranando, de cada uno de esos términos, su historia, su fundamentación ética, económica y teológica, así como su presente y su proyección de futuro.

Como botón de muestra, en la sección Experiencias, Cáritas Bilbao nos narra su participación en el Proyecto Kidenda: consume justicia. El volumen concluye con un sugerente acercamiento de Alberto Ares, sj, a la figura del papa Francisco y su mirada al mundo de las migraciones.

XIII

Revista de teología y pastoral de la caridad

ECONOMÍAS SOLIDARIAS Caminos de transformación social

Stefano Zamagni, Enrique Lluch, Martín Carbajo, Félix Miguel Sánchez, Ademar Bertucci de Cáritas Brasil y su equipo de investigadores, y Peru Sasia son los responsables de presentar con rigor modelos de relaciones o sistemas socioeconómicos alternativos en los que palabras como don, reciprocidad y opción por los pobres se pronuncian y se viven junto a palabras como producción, venta o consumo.

Corintios

economías solidarias caminos de transformación social

Editores

Embajadores, 162 - 28045 MADRID Teléfono 914 441 000 - Fax 915 934 882 [email protected] www.caritas.es

Corintios XIII

Cáritas Española

ISBN 978-84-8440-592-4

Un número pensado para fundamentar y alimentar la esperanza de que otra economía es posible, en el que a los que menos tienen vayan ocupando el centro.

Julio-Diciembre 2014 / n.º 151-152

151-52

Corintios XIII

Revista de teología y pastoral de la caridad Julio-Diciembre, 2014

Director: Ángel Galindo García Consejero Delegado: Vicente Altaba Gargallo Coordinador: Francisco Prat Puigdengolas Edición:  Cáritas Española. Editores

Embajadores, 162 28045 Madrid Tel.: 914 441 000 [email protected] [email protected] www.caritas.es Tels.: Suscripción: 914 455 300 Dirección-Redacción: 914 441 019 Fax: 915 934 882 Suscripciones 2015:  España: 33,35 euros. Europa: 45,50 euros. América: 74,00 dólares. Precio de este número: 18,00 euros.

Corintios

xiii

Revista de teología y pastoral de la caridad

ECONOMÍAS SOLIDARIAS CAMINOS DE TRANSFORMACIÓN SOCIAL

Julio-Diciembre 2014 / n.º 151-152

Director: Consejero delegado: Coordinador: Consejo de redacción:

Ángel Galindo García Vicente Altaba Gargallo Francisco Prat Puigdengolas José Bullón Hernández Fernando García Cadiñanos Juan Manuel Díaz Sánchez Fernando Fuentes Alcántara Santiago Madrigal Terrazas Agustín Domingo Moratalla Miguel Anxo Pena Víctor Renes Ayala Santiago Soro Roca Antonio Jesús Martín de Lera

Consejo asesor:

Emmo. Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga. Cardenal Arzobispo de Tegucigalpa y Presidente de Caritas Internationalis Excmo. Mons. Elías Yanes. Obispo emérito de Zaragoza Excmo. Mons. Fernando Sebastián. Obispo. Arzobispo emérito de Pamplona Excmo. Mons. Vicente Jiménez. Obispo de Santander. Miembro de la CEPS Excmo. Mons. Mario Toso. Secretario del Pontificio Consejo Justicia y Paz SER Mons. Giampaolo Grepaldi. Arzobispo de Trieste. Italia D. Eloy Bueno de la Fuente. Profesor de la Facultad de Burgos Dña. Miriam García Abrisqueta. Presidenta de Manos Unidas Dña. Isabel Cuenca Anaya. Presidenta Nacional de Justicia y Paz D. José Román Flecha Andrés. Director del Instituto de Estudios Europeos y Derechos Humanos D. Luis González Carvajal. Profesor de la Universidad de Comillas D. Aldo Giordano. Secretario de las Conferencias Episcopales Europeas D. Pedro Jaramillo Rivas. Misionero en Guatemala D. Manuel Pizarro Moreno. Presidente de la Fundación Ibercaja D. Segundo Pérez. Catedrático del Instituto Teológico de Galicia D. José Luis Segovia Bernabé. Profesor del Instituto de Pastoral de Madrid D. Manuel Gómez. Director de IMDOSOC, México D. F. Óscar Seco Revilla. Diputado por Vizcaya en el Congreso de los Diputados. G. P. Socialista Francisco González de Posada. Expresidente de Cáritas Española. Fundador de Corintios XIII

Redacción de la Revista:

Embajadores, 162. 28045 Madrid. Tel. 914 441 000/019 – Fax 915 934 882 [email protected]

© Cáritas Española. Editores ISBN: 978-84-8440-592-4 Depósito Legal: M. 7206-1997 ISSN: 0210-1858 Preimpresión e impresión: Gráficas Arias Montano, S. A. • 28935 Móstoles. Madrid

Los artículos publicados en la revista Corintios XIII no pueden ser reproducidos total ni parcialmente sin citar su procedencia. La revista Corintios XIII no se identifica necesariamente con los juicios de los autores que colaboran en ella.

Corintios

XIII

Índice Presentación Ángel Galindo García 1.

2.

3.

4.

5.

..................................................................................................

5

Economías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social Félix Miguel Sánchez ...........................................................................................

13

De la economía egoísta a la economía altruista Enrique Lluch ..........................................................................................................

35

La economia solidaria en América Latina y el Caribe. Actores, presencia, experiencias, redes: reflexión y desafíos Rosemery Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci y Ademar Bertucci .....................................................................................................................

61

Don gratuito y vida económica Stefano Zamagni ....................................................................................................

99

De la mano invisible a la mano tendida: por una economía de rostro humano Martín Carbajo ...................................................................................................... 127

2

3

Índice

6.

Finanzas eticas, un instrumento para la transformacion social Pedro M. Sasia ........................................................................................................ 143

EXPERIENCIAS 7.

Kidenda: Consume justicia Cáritas Bilbao ......................................................................................................... 169

8.

El papa Francisco: una mirada a las migraciones Alberto Ares, sj ...................................................................................................... 185

Corintios XIII nº 151-152

Presentación Ángel Galindo García Director

El volumen y la cantidad de estudios que se incluyen en este número justifican que hayamos dedicado dos números, el 151 y 152, al tema de la economía de la gratuidad. Es un tema importante. Máxime cuando en la Iglesia española, de modo particular en Cáritas, hay apuestas, experiencias y reflexión que tratan de poner en práctica un modelo de relaciones económicas alternativas en las que palabras como don, reciprocidad y opción por los pobres, se pronuncian y se viven junto a palabras como producción, venta o consumo. Es ya una realidad que va extendiéndose en muchas diócesis españolas. Los autores del presente número de CORINTIOS XIII son especialistas en economía, ética y praxis social. El pensamiento económico, la vida social y la economía política son las ciencias que dominan y se reflejan en esta obra. Es claro que nos encontramos con una economía en fase de transición y puesta en crisis desde la ladera de la globalización económica y financiera, pero especialmente por la caída de uno de los elementos que hasta ahora habían sido fundamentales, a nuestro juicio débiles, en la presentación de la ciencia económica moderna: la racionalidad instrumental. Su caída se manifiesta en fenómenos como el «paro laboral» y la falta de guía política en los asuntos económicos.

4

5

Ángel Galindo García

El presente volumen quiere responder a esta situación económica con la presentación de una economía de gratuidad que no pretende restaurar los antiguos sistemas económicos sino más bien situarse en otro paradigma, el del tercer sector y en de la convivencia humana civil. En este ámbito se van a situar la mayor parte de las voces de los colaboradores de este número de CORINTIOS XIII. En este caso, se concibe y edita movido por la fuerza y estímulo de la sensibilidad social y económica del don. Las aportaciones son heterogéneas para dar respuesta a un fenómeno, la economía de gratuidad y del don, muy complejo y multidimensional. Por otra parte, se podrá contrastar la sectorialización y la hiperespecialización que este tipo de economía civil comporta. El lector puede observar que todas las aportaciones nacen del convencimiento de que la economía, tanto en sus aspectos teóricos como en los prácticos, necesita comprender el mundo social para contribuir a la construcción de una convivencia humana civil. Se trata de promover una ciencia, tanto en su método como en sus fines, propiamente civil más que una ciencia especulativa y sistemática apta para universitarios, políticos y economistas de oficio. Las aportaciones se centran en las economías solidarias y altruistas, la del don y de mano tendida que tienden a las transformación social, donde aparecerán conceptos como reciprocidad, capital social, cooperación, competencia profesional, bienestar, ecología, la lógica del don, la gratuidad, el amor, la comunión, la propiedad, el provecho, la felicidad. Sería larga la exposición de las aportaciones de cada uno de los colaboradores. El lector puede acercarse a cada una de ellas bien como simple lectura bien como método y punto de trabajo. Los ensayos que constituyen este doble volumen nacen del deseo de comprender la economía desde la descripción conceptual de los vocablos que lo forman. Pero a la vez usan estos conceptos para describir y analizar completamente fenómenos nuevos e importantes como son los de la economía de la gratuidad. Nace, por tanto, la economía de gratuidad como una solución a los graves problemas por los que pasan multitud de personas hundidas en la miseria. Por ello, damos la bienvenida a este volumen que, una vez conocido, puede aportar, tanto en el campo práctico como en el universitario, caminos nuevos para una concienciación de la ciudadanía civil que potencia y favorece la participación y el compromiso social. Sin lugar a dudas estamos ante un proyecto alternativo al liberalismo con su individualismo inherente, y al colectivismo con su manipulación alienante de la persona. En la época de la globalización, como los autores señalan, en la que el

Corintios XIII n.º 151-152

Presentación

mercado con su regla de la ley del más fuerte conquista el mundo introduciendo nuevos procesos tanto económicos como sociales y culturales, asistimos a un cambio radical de estilo de vida y de actitudes mentales. La filosofía que está en la base de este nuevo estilo es el individualismo, que produce unos cambios éticos empobrecedores de la persona en su ámbito social. Por ello, la intervención de la ética en este campo del mercado resulta difícil, aunque esta obra se coloque en un horizonte optimista. En este caso, las claves éticas deben fundarse en sus orígenes evangélicos si no queremos que las innovaciones tecnológicas, la técnica y la eficacia reduzcan todo a la dimensión utilitarista. Fundar la ética sobre la humanidad misma significa indicar qué valores universales deben ser subrayados para orientar el desarrollo y el progreso. El volumen que ahora presentamos trata del proyecto de una economía gratuidad, su origen y difusión, su filosofía y la cultura de unidad que la inspira, la gratuidad y el don como categorías teológica, social y económica. Es un proyecto revolucionario, concreto y cargado de fuerza profética. Es curioso observar como este proyecto de gratuidad ha echado raíces antes en la opinión pública que en los ambientes académicos e intelectuales. En la época de la globalización, en la que el mercado con su regla de la ley del más fuerte conquista el mundo introduciendo nuevos procesos tanto económicos como sociales y culturales, asistimos a un radical cambio de estilo de vida y de actitudes mentales. Este volumen, para el lector que conoce la economía de la gratuidad, será un instrumento que le ayudaría a profundizar en la realización concreta del proyecto. Para quien lo oye o lee por primera vez estás páginas constituirán un descubrimiento sorprendente de acercamiento a un proyecto a la vez sencillo y revolucionario que siempre le empujará a esperar y a mirar al futuro por encima del capitalismo y de los socialismos. La economía de gratuidad respeta numerosos signos de participación económica existentes en el campo social: las empresas sin ánimo de lucro, las actividades comunionales de los voluntariados y de las ONG, el llamado tercer sector y la sociedad civil participativa son actividades muy cercanas a este estilo de comunión. En el campo empresarial, como queda reflejado en este volumen, la economía de gratuidad, además de respetar y buscar el bien común, en concreto intenta instaurar relaciones respetuosas, animadas de sincero espíritu de servicio y de colaboración, en las relaciones con los clientes, la Administración pública y los competidores; busca valorar al máximo a los dependientes informándoles de los pasos diversos en la gestión; mantiene una línea de conducta de la empresa inspirada en

6

7

Ángel Galindo García

la cultura de la legalidad; presta grandes atenciones a la ecología, al ambiente de trabajo y al cuidado de la naturaleza; promueve la colaboración con otras realidades sociales y económicas presentes en el territorio con los cuales se muestra solidaria sin olvidar la perspectiva y el horizonte universal. El lector puede encontrarse con un volumen sencillo y básico para entender la economía de gratuidad. Si bien es verdad que desde una primera lectura puede parecer que nos encontramos ante una utopía, sin embargo el acercamiento intelectual al tema desde el campo antropológico y la constatación de que este proyecto está llevándose a cabo por miles de personas llena de esperanza y ayuda a pensar que el capitalismo intervencionista de carácter anglosajón y norteamericano tiene un fuerte y serio competidor. La primera aportación lleva por título «Economías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social», cuyo autor es Félix Miguel Sánchez, coordinador del Equipo de Derechos, Empleo y Economía Solidara de Cáritas Española. En este artículo, el autor enmarca la economía de la gratuidad, recogiendo los principios de la Doctrina Social de la Iglesia y la Exhortación del papa Francisco. Presenta también datos macroeconómicos objetivos, así como con las reflexiones de sociólogos como Bauman, Morin o Sen. Por un lado, denuncia la alarmante situación social actual provocada por el sistema económico imperante y, por otra parte, presenta algunas alternativas en busca de una transformación social y con la apertura de nuevos caminos por recorrer cuya meta es la de encontrar una nueva economía y una nueva sociedad para el futuro. «De la economía egoísta a la economía altruista» es el trabajo realizado por Enrique Lluch Frechina, profesor de la Universidad CEU Cardenal Herrera. Este artículo pretende mostrar como el egoísmo que predomina en este momento en las relaciones y en el pensamiento económico tiene resultados negativos en las personas. Basado en la racionalidad utilitarista, produce insatisfacción y es incompatible con el cristianismo. Por el contrario, existen alternativas que resultan positivas para aquellos que las desarrollan y para el bien común de la sociedad. El autor propone la economía altruista como camino posible, dando pautas para el comportamiento económico de las familias en la consideración de las necesidades, los deseos y las apetencias, el planteamiento ante el consumo y las compras, el ahorro o el endeudamiento en el día a día económico y el trabajo remunerado. «La economía solidaria en América Latina y el Caribe. Actores, presencia, experiencias, redes: reflexión y desafíos» es el título de la aportación enviada por el Equipo de Economía Humana del DEJUSOL/CELAM, Equipo del Eje Desarrollo Humano Integral Solidario del SELACC, cuyo coordinador de la investigación es Ademar Bertucci de Cáritas Brasil. La finalidad de este trabajo es dar a conocer el concepto de economía solidaria en América Latina y Caribe, a través del papel

Corintios XIII n.º 151-152

Presentación

de las principales fuerzas sociales. Aborda la construcción como proceso de organización política y productiva y las contribuciones desde diferentes dimensiones. Teniendo en cuenta que hoy día se cuestiona el interés e incluso la posibilidad de continuidad del crecimiento económico en las formas actualmente vigentes, la economía solidaria demanda un nuevo tipo de desarrollo, alternativo, integral, a escala humana, con énfasis en lo local. Es urgente la presencia de esta economía en las empresas, la organización de los mercados, las políticas públicas y los procesos de globalización. La economía solidaria se ofrece como una realidad y un proyecto capaz de favorecer el progreso de la economía en el tiempo, con orientaciones, criterios, metodologías y modelos organizativos nuevos y eficientes. El siguiente artículo lleva por título «Don gratuito y vida económica», escrito por Stefano Zamagni, de la Universidad de Bologna. Zamagni muestra, a lo largo del artículo, el fracaso de la economía política en la que se ha basado el modelo capitalista. La dicotomía entre el mercado (que debe proveer crecimiento con eficiencia) y el Estado (que debe corregir al mercado mediante la justicia distributiva) no resuelve el problema. Presenta su economía civil, rescatada del humanismo civil italiano del siglo XV, recuperando un principio fundamental del orden social: el de la reciprocidad, que aspira a traducir en la práctica el principio de fraternidad. Superando el paradigma individualista, recupera los bienes relacionales, necesarios para nuestra felicidad. Y no solo en la esfera privada o familiar, sino también en el mundo de la empresa y el trabajo. El desafío que hay que enfrentar hoy es el devolver el principio de gratuidad a la esfera pública. «De la mano invisible a la mano tendida: por una economía de rostro humano» es el trabajo de Martín Carbajo, doctor en Teología moral de la Pontificia Universidad Antonianum. En este artículo se defiende la necesidad de revisar la actual concepción del mercado como una despiadada guerra de intereses en la que todo se sacrifica a la eficiencia. Este moderno darwinismo social ensalza la codicia como motor del desarrollo («Greed is right») y se desentiende de las víctimas. En los negocios, nadie mira a la cara al otro (business is business). De múltiples formas, se repite la cínica pregunta de Caín: «¿Acaso soy yo el custodio de mi hermano?» (Gn 4,9). En aras del progreso material, se sacrifica a los demás y se abusa de la naturaleza. El prójimo es solo un adversario anónimo, sin rostro, al que hay que vencer o burlar pues, como decía Hobbes: «Tu muerte es mi vida». «Finanzas éticas, un instyrumento para la transformación social» es el escrito de Pedro M. Sasia, de la Universidad de Deusto-Consejo de Administracion de FIARE, miembro del Consejo de Administración de Fiare - Banca Popolare Ética. El artículo presenta las finanzas éticas en el marco de las economías críticas. El autor trata de aclarar su verdadero alcance y valor. Inserta en el sistema económico actual, su valor reside en de poner en el centro las relaciones, recuperando la dimensión relacional de las finanzas. Su sentido es convocar una ciudadanía diferente, personas y 8

9

Ángel Galindo García

organizaciones con capacidad de crear gérmenes de transformación social, que, mediante sus opciones de ahorro y de crédito, busquen usar su dinero con prioridades diferentes a las de maximizar el beneficio y orientadas a proyectos que crean valor social. Por último, presenta el recorrido y momento actual de FIARE en España. En la sección experiencias se presenta un proyecto en el que está presente Cáritas Bilbao: «Kidenda: Consume justicia». Agradecemos a los autores el esfuerzo de ponerlo por escrito y presentar su experiencia. Es una de tantas iniciativas que decenas de Cáritas Diocesanas están impulsando en el ámbito de la economía solidaria (economía social, comercio justo y responsable, finanzas éticas, etc.). Hemos querido incluir en este número una interesante aproximación al papa Francisco, que lleva por título «El papa Francisco: una mirada a las migraciones», escrito por Alberto Ares, sj, delegado del Sector Social de los Jesuitas en España. El efecto Francisco representa un fenómeno que no deja indiferente a casi nadie. Sencillez, diálogo, cercanía a los pobres, coherencia, transparencia son solo algunos de los elementos que caracterizan al «párroco del mundo», como algunos lo definen. En estos casi dos años de pontificado, el papa Francisco ha estado próximo a la realidad de los más vulnerables, con una atención especial a las personas migrantes. Este artículo pretende avanzar en la comprensión del efecto Francisco desde la perspectiva del fenómeno complejo de la migración. Primero, el autor dialoga con lo que algunos llaman el «modelo de gestión Francisco» y sus claves de interpretación. Seguidamente el autor expone a través del esquema «acompañar-servir-defender» la comprensión que el propio papa Francisco tiene de la realidad migratoria actual. Finalmente, se presenta un pequeño balance de su «recorrido migratorio» y se apuntan algunas iniciativas que otros han iniciado tomando ejemplo de su compromiso con los migrantes. Como los lectores han podido ver, el presente volumen trata de la lógica del don y de la gratuidad en el marco de la teología en las relaciones mercantiles. Es este uno de los temas más interesantes de la reflexión actual que aparece ya en la encíclica Caritas in veritate del papa Benedicto y que nos ayudan a descubrir la naturaleza e identidad de la DSI. En la sociedad económica de tipo liberal, y así se ha extendido en Europa, parecía que la lógica del don pertenencia bien al campo de la caridad bien al campo de un neocapitalismo o neoliberalismo de tipo paternalista, que deseaba contentar a los utilitarios del mercado en orden a producir un mayor rendimiento o a la eliminación de los problemas sociales. Sin embargo, Benedicto XVI viene a decirnos que la lógica del don pertenece a al campo de las relaciones económicas en sí mismo consideradas y testigo de ello ha sido la DSI: «La DSI no ha dejado nunca de subrayar la importancia de la justicia distributiva y de la justicia social para la economía de mercado, no solo porque está dentro del contexto social y político más amplio, sino también por la trama de re-

Corintios XIII n.º 151-152

Presentación

laciones en que se desenvuelve» (CV. 35). Es decir, la lógica de la fraternidad, presente en el desarrollo de la justicia social, no se debe solo al cumplimiento de las políticas sociales sino que el mismo entramado de relaciones que la empresa y el mercado va creando dentro de la propia sociedad civil hace que ese intercambio de gratuidad sea una exigencia de la misma configuración de la sociedad civil en la que el mercado está enclavado. En este sentido la DSI, que siempre ha huido de casarse con el liberalismo y con el marxismo, ha sostenido siempre esa dimensión de solidaridad que responde a la lógica del don dentro del mismo mercado. Por eso, la encíclica se atreve a afirmar que «La DSI sostiene que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no solamente fuera o “después” de ella. El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente» (CV. 36). La razón es antropológica ya que «la justicia afecta a todas las fases de la actividad económica, porque en todo momento tiene que ver con el hombre y con sus derechos» (CV. 37), incluso esto debe aplicarse a todos los ámbitos producidos por la globalización (CV. 39) e incluidos aquellos tipos de empresas modernas como la «responsabilidad social de empresa», conociendo que «no todos los planteamientos éticos que guían hoy el debate sobre la responsabilidad social son aceptables según la perspectiva de la DSI, es cierto que se van difundiendo cada vez más la convicción según la cual la gestión de la empresa no puede tener en cuenta únicamente el interés de sus propietarios, sino también el de todos los otros sujetos que contribuyen a la vida de la empresa: trabajadores, clientes, proveedores de diversos elementos de producción, la comunidad de referencia» (CV. 40). La lógica del don, de la felicidad y de la fraternidad que aparece en el presente volumen, unida al mercado incluso dentro de él, tiene un carácter global. Lo más interesante está en «la originalidad de su aproximación a la globalización que establece de la doctrina social: amplía la cuestión social a la globalidad». El texto muestra que «la lucha contra la pobreza y la paz se están constantemente relacionadas en una fecunda circularidad que constituye uno de los presupuestos más estimulantes para dar cuerpo a una adecuada aproximación social, cultural y política de las complejas temáticas relativas a la realización de la paz en nuestro tiempo, marcado por el fenómeno de la globalización». Agradecemos a los colaboradores de este número su dedicación y el trabajo gratuito que nos han presentado. Junto a ellos, la tarea tanto del secretario de la revista como de las personas que trabajan en la edición del número merecen nuestro sincero reconocimiento. Ojalá, o sea Dios quiera, que los lectores puedan disfrutar de la lectura de estas aportaciones y les ayude a ejercer la caridad viviendo desde la Cáritas. 10

11

1. Economías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social Félix Miguel Sánchez Cáritas Española

Resumen En este artículo, el autor enmarca la economía de la gratuidad, recogiendo los principios de la Doctrina Social de la Iglesia y la Exhortación del Papa Francisco. Presenta también datos macroeconómicos objetivos, así como las reflexiones de sociólogos como Bauman, Morin o Sen. Por un lado, denuncia la alarmante situación social actual provocada por el sistema económico imperante y, por otra parte, presenta algunas alternativas en busca de una transformación social y con la apertura de nuevos caminos por recorrer, cuya meta es la de encontrar una nueva economía y una nueva sociedad para el futuro. Palabras clave: Transformación social, economías solidarias, pobreza, exclusión, desigualdad, dignidad humana.

12

13

1 Félix Miguel Sánchez

Abstract In this paper, the author frames the economy of gratuitousness, from the Catholic Social Teaching and the Exhortation of Pope Francis. He links it with objective macroeconomic data, and introduces some reflections on the subject made by sociologists like Bauman, Morin and Sen. On the one hand, the alarming social situation caused by the economic system is denounced; on the other hand, the author presents some initiatives leading to social transformation, and opens new paths to walk, to find a new economy and a new society for the future. Key words: Social transformation, solidarity economies, poverty, exclusion, inequality, human dignity.

Corintios XIII  n.º 151-152

Econonías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social

Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. (Hechos de los Apóstoles 2, 44-45)

A primera vista puede resultar llamativo que una revista dedicada a profundizar en las raíces teológicas y en las implicaciones pastorales del ejercicio de la caridad destine un número de forma monográfica a una materia tan aparentemente ajena como puede resultar la economía. Podría tratarse de un error editorial y haber confundido esta revista con las páginas color salmón de cualquier otro rotativo. Por el contrario, basta con una rápida mirada a nuestro alrededor para comprobar inmediatamente que en la vivencia cotidiana de la caridad y de la pastoral es donde cobra pleno sentido la temática de la presente publicación. En dicha práctica nos toparemos precisamente con las grandes dosis de sufrimiento que las personas más vulnerables y los pueblos más desfavorecidos están padeciendo debido a un modo muy concreto de entender las relaciones económicas. Unas reglas económicas que ponen el beneficio inmediato y la acumulación de la riqueza en manos de unos pocos por encima del «desarrollo integral, es decir, del desarrollo que promueve a todos los hombres y a todo el hombre»1. Por ello, abordar la dinámica del sistema económico actual, denunciar las consecuencias negativas que provoca y asumir el reto de ofrecer alternativas, lejos de ser cuestiones distantes a intereses teológicos y pastorales, se convierte, como mostraremos a continuación, en objetivos prioritarios en la consecución del plan de Dios para sus hijos e hijas y para su Creación: son caminos obligados hacia la transformación social y la construcción del Reino. Son numerosas y variadas las propuestas que concretan una economía hecha a medida de la persona, de la vida y del planeta, de hecho, en este número nos toparemos con la descripción de varias de ellas: economía de la comunión, economía de la gratuidad, economía altruista, economía popular, economía solidaria, etc. Nosotros somos partidarios de emplear el término economías solidarias porque creemos que este concepto en plural es suficientemente comprehensivo para el conjunto de iniciativas que tanto en el ámbito eclesial como en otros ámbitos sociales están emergiendo. Efectivamente, cada una con sus matices y particularidades, pero en esta publicación queremos poner el acento principalmente en lo que las une, aquello que las convierte en propuestas alternativas frente al sistema económico actualmente vigente que tanta pobreza, exclusión y desigualdad genera.

1. PABLO VI, PP. 14.

14

15

1 Félix Miguel Sánchez

Nos parece de vital importancia el esfuerzo que están realizando muchos economistas por evitar que la práctica económica y sus claves sean algo complejo solo al alcance de una minoría privilegiada y se convierta en una materia que todas las personas podamos entender y, por tanto, enjuiciar y ante la cual estemos capacitados para actuar. En este sentido, frecuentemente se recurre a la etimología del término economía para recuperar el sentido original que tenía dicho término para las griegos —oivkonomiva (oikonomía), de oivkoz (oikos), «casa», y novmz (nomos), «ley»—. Pues bien, desde esta perspectiva, en esta publicación, sumándonos al esfuerzo de reapropiarnos de las riendas de la economía, vamos a hablar de ella como la ley del proyecto común al que todos y todas estamos convocados.

1. «Su nombre era Goliat y tenía una altura de unos tres metros» En el Antiguo Testamento, en concreto en el Primer Libro de Samuel, nos topamos con esta descripción tan disuasoria del gigante de Gat al que se enfrentaría el joven David (1 Samuel, 17,4). Sin duda en estos días, un sistema económico tan profundamente inoculado en las grandes estructuras que vertebran nuestras sociedades y en nuestras propias actitudes cotidianas se presenta como un verdadero gigante y la tarea de transformarlo en una gesta realmente titánica. De hecho, al igual que le sucede en un primer momento a David frente a Goliat en el pasaje bíblico, a primera vista la resistencia protagonizada por algunas personas y organizaciones al actual sistema económico podría percibirse como una contienda anecdótica e ingenua, con escasos e incluso nulos visos de éxito. De hecho, al contemplar la actividad de los grandes núcleos de negocios de Nueva York, Tokio, Londres, París, Pekín, Singapur y otras muchas capitales del mundo; cuando comprobamos el cúmulo de vinculaciones entre dichos centros económicos, potenciadas exponencialmente con las nuevas tecnologías; cuando vemos la hegemonía de los grandes fondos de inversión, grandes fortunas y grandes corporaciones capaces de desestabilizar incluso a estados; cuando tomamos conciencia de la infinidad de centros de estudios, facultades, escuelas de negocio del mundo que legitiman constantemente un modo concreto de entender las relaciones económicas; cuando testificamos en nosotros mismos y en nuestros conciudadanos actitudes y conductas tan asimiladas, podemos sentir la impotencia frente a las inmensas dimensiones del gigante y experimentar el desánimo ante imposibilidad de cambiar algo tan descomunal. Sirva como ejemplo de estas dimensiones saber que, según datos del Banco Mundial, la economía financiera es varias veces superior a la economía real. En Corintios XIII n.º 151-152

Econonías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social

el año 2011, por ejemplo, la economía financiera (255,9 billones de dólares) era 3,7 veces superior al PIB mundial del mismo año (70 billones de dólares)2. Un estudio de la Universidad de Zúrich reveló que un pequeño grupo de 147 grandes corporaciones trasnacionales, principalmente financieras y minero-extractivas, en la práctica controlan la economía global3. También hay datos que muestran como los ingresos de las principales multinacionales son superiores al producto interior bruto de numerosos países4. La reacción más esperada ante estas constataciones sería la parálisis y la resignación: ¿quién puede cambiar esta realidad? Es tal la incapacidad percibida que incluso llegamos a extremos donde el actual estatus se legitima como «lo normal» y el único camino posible. En esta línea, recordemos como al inicio de esta última gran crisis, líderes mundiales llegaron afirmar que habría que recrear el capitalismo a partir de criterios éticos, sin embargo, pasados aquellos primeros momentos, lejos de cambiar, se ha reforzado. Ahora bien, por muy titánica que parezca la tarea, no podemos mirar a otro lado, estamos obligados a hacer girar la honda, al igual que hiciera aquel joven David, y arrojar cuantas lascas —entiéndase siempre en sentido figurado— sean necesarias hasta librarnos de la hegemonía del gigante.

2. «Hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad» En esta tarea y a pesar de su envergadura no hay lugar para tibiezas ni para atajos. La triste constatación de la pobreza, exclusión y desigualdad5 que genera el actual sistema económico a gran parte de las personas que habitan nuestro planeta y lo irrespetuoso que se muestra con la sostenibilidad de este último nos obliga a transformarlo. El papa Francisco lo ha expresado con contundencia: «Así como el mandamiento de no matar pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir no a una economía de la exclusión y la inequidad. Esa economía mata»6. 2. http://economiapuntes.blogspot.com.es/2013/11/economia-real-y-financiera-o-el-punto-y.html. 3. http://elfeniciodigital.wordpress.com/2012/11/08/660-individuos-y-147-corporaciones-controlan-la-economia-mundial. 4 . h t t p : / / w w w . b u s i n e s s i n s i d e r. c o m / 2 5 - c o r p o r a t i o n s - b i g g e r- t a n - c o u n t r i e s 2011-6?op=1#ixzz1QUwkx5xp. 5. El economista y premio Nobel Joseph Stigliz profundiza en esta cuestión en su obra El precio de la desigualdad, Barcelona, 2012. 6. FRANCISCO, EG. 53.

16

17

1 Félix Miguel Sánchez

Todos y todas conocemos de primera mano biografías de personas y familias que sufren la exclusión e inequidad a la que se refiere el papa Francisco. Pero si trascendemos nuestro entorno, podremos constatar que no es una realidad que únicamente se circunscribe a nuestro contexto más próximo, sino que es un fenómeno que tiene consecuencias negativas, incluso de mayor intensidad, a escala mundial. Bastan unas pinceladas a trazo grueso para mostrar las trágicas consecuencias a las que nos estamos refiriendo: el Banco Mundial nos recuerda que en el mundo, 1.210 millones de personas viven en pobreza, con menos de 1,25 dólares al día7; la riqueza del 1% de la población más rica del mundo asciende a 110 billones de dólares, una cifra 65 veces mayor que el total de la riqueza que posee la mitad más pobre de la población mundial, tal como encontramos en un reciente informe de Oxfam Internacional8; según la Organización de Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura, más de 842 millones de personas pasan hambre9; y según Unicef, 19.000 niños y niñas mueren diariamente por causas evitables10. Son cifras que por sus dimensiones ya escandalizan, sin embargo, cada una de esas cifras muestran personas reales, vidas reales y sufrimientos reales. Un solo rostro de estas vergonzantes cifras es suficiente para reivindicar la necesidad de transformación de las reglas económicas. Y ante estos hechos, se podría argumentar que el sistema económico actual necesita más de tiempo y ajustes para dar respuesta a los retos mundiales. En este sentido, el magisterio de la Iglesia se ha mostrado también rotundo defendiendo que el actual modelo económico no ha dado ni dará respuesta a estas grandes desigualdades entre pueblos y personas, sino que, por el contrario, contribuye a su imparable aumento. Por ello, el propio papa Francisco continúa: «En este contexto, algunos todavía defienden las teorías del “derrame”, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. Mientras tanto, los excluidos siguen esperando»11. Frente a este sistema económico que genera pobreza y exclusión necesitamos un nuevo marco de relaciones económicas que sitúe en el centro de interés a la persona y su entorno, tanto social como medioambiental. La Doctrina Social de la Iglesia ha sido firme en la necesidad de humanizar la economía. Así, Benedicto XVI nos sigue recordando el reto que tenemos ante nosotros como sociedad: «El 7. http://povertydata.worldbank.org/poverty/home. 8. http://www.oxfam.org/es/informes/gobernar-para-las-elites. 9. http://www.fao.org/hunger/es/?fb_locale=nl_NL. 10. http://data.unicef.org/child-mortality/under-five#. 11. FRANCISCO, EG. 53.

Corintios XIII n.º 151-152

Econonías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social

gran desafío que tenemos, planteado por las dificultades del desarrollo en este tiempo de globalización y agravado por la crisis económico-financiera actual, es mostrar, tanto en el orden de las ideas como de los comportamientos, que no solo no se pueden olvidar o debilitar los principios tradicionales de la ética social, como la transparencia, la honestidad y la responsabilidad, sino que en las relaciones mercantiles el principio de gratuidad y la lógica del don, como expresiones de fraternidad, pueden y deben tener espacio en la actividad económica ordinaria»12. En definitiva, la Doctrina Social de la Iglesia aboga por la necesidad de un cambio de valores en la economía, de tal modo que la competencia, el individualismo, la maximización del beneficio den paso a la colaboración, a la búsqueda del bien común y a la redistribución de la riqueza: «Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, a una creación de fuentes de trabajo, a una promoción integral de los pobres que supere el mero asistencialismo»13.

3. Muchas y diversas voces reclaman una nueva forma de hacer Son múltiples y desde ámbitos muy diversos —filosofía, sociología, ecología, economías— las voces que se alzan contra la hegemonía del sistema económico actual, denuncian las consecuencias del mismo y plantean la necesidad de construir nuevos caminos. Recogemos, de modo sucinto, algunos ecos significativos de estas voces que coinciden con el planteamiento del magisterio eclesial. Un análisis en sintonía con la Doctrina Social de la Iglesia, lo encontramos en un pensador de tanta actualidad y relevancia como Zygmunt Bauman. Este autor sostiene en una obra reciente que «los ricos, y especialmente los muy ricos, son cada vez más ricos, mientras que los pobres, y especialmente los muy pobres, son cada vez más pobres»14 y defiende que la solución no está en el crecimiento económico sino en una mejor distribución de la riqueza. Este sociólogo y filósofo, en la citada obra, además de desmantelar la creencia aparentemente incuestionable de que el enriquecimiento de los ricos acaba revirtiendo en la sociedad, también señala algunas otras falacias del neoliberalismo económico: la competitividad 12. BENEDICTO XVI, CV. 36. 13. FRANCISCO, EG. 204. 14. BAUMAN, Z. (2014): ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, Barcelona, p. 22.

18

19

1 Félix Miguel Sánchez

como principio de justicia, la naturalidad de la desigualdad y la necesidad del crecimiento continuo del consumo. En relación con esta última «aparente verdad», sostiene que el consumo ha escindido a la sociedad entre una masa de verdaderos consumidores de pleno derecho y una categoría de consumidores fracasados, para quienes no comprar constituye el estigma de una vida incompleta, la prueba de que no sirven para nada. Apunta el autor polaco, de un modo rotundo, a una de las causas de este proceso de enriquecimiento y empobrecimiento: «La desregulación de los bancos y de sus movimientos de capital permite a los ricos moverse libremente, buscar y encontrar los mejores terrenos para obtener los mayores beneficios, lo que les hará más ricos; mientras que la desregulación de los mercados de trabajo hace que los pobres no se puedan beneficiar de las mejoras y, por tanto, estarán condenados a empobrecerse»15. Además de la coincidencia en el análisis, también encontramos refrendo en la búsqueda de nuevos caminos. Así, otro pensador y sociólogo, Edgar Morín, en el desarrollo de la idea de metamorfosis como el camino de la transformación social —que va más allá de la revolución, pues contiene la misma radicalidad transformadora pero vinculada a la conservación de la vida o de la herencia de las culturas— señala la necesidad de un cambio de vía económica en el marco del cambio de vía para el futuro de la humanidad16. Para el autor, el cambio de vía en la historia humana será el resultado de la regeneración de múltiples vías de la vida humana: económica, social, política, cognitiva, educativa, étnica o de la reforma de vida. Y el propio autor concreta las señales que han de guiar la vía económica afirmando que hay que potenciar los servicios, las energías verdes, los transportes públicos, la economía plural —y por tanto la economía social y solidaria—, las disposiciones para la humanización de las megalópolis, las agriculturas y ganaderías biológicas, y reducir los excesos consumistas, la comida industrializada, la producción de objetos desechables y no reparables, el tráfico de automóviles y de camiones en beneficio del ferrocarril. Y como no podría ser de otro modo, para múltiples autores los nuevos caminos económicos pasan por el cambio de los valores sobre los que se fundamenta la economía. En este sentido, la teoría de la justicia social y económica de Amartya Sen, articulada a partir del enfoque de las capacidades, nos ofrece en sus fundamentos una nueva configuración de la racionalidad económica impregnada de criterios éticos17. Igualmente, en un artículo de opinión conjunto de las pensadoras Victoria Camps, Adela Cortina y José Luis García destacan la necesidad de un cambio de valores en la persona y en la sociedad como principal aprendizaje de la actual crisis económica: «Si algo puede enseñar la crisis es que debe cam15. BAUMAN, Z.: ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, pp. 51-52. 16. Cf. MORÍN, E. (2011): La vía para el futuro de la humanidad, Barcelona. 17. http://www.uv.es/sfpv/quadern_textos/v36p105-117.pdf.

Corintios XIII n.º 151-152

Econonías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social

biar la jerarquía de valores transformando las formas de vida, entendiendo que el bienestar no se nutre solo de bienes materiales y consumibles. Formas de vida que fortalezcan cultural y espiritualmente al individuo y a la sociedad con valores como la solidaridad, la cooperación, la pasión por el saber, el autodominio, la austeridad, la previsión o el trabajo bien hecho»18. Obviamente, la vinculación de economía y ética no siempre conducen al mismo destino, de hecho, las distintas tradiciones de pensamiento han conducido a propuestas divergentes, todas con un aparente sustrato ético19. Y junto a unos nuevos valores, tal como nos planteaba la Doctrina Social de la Iglesia, será necesario un esfuerzo innovador. Así un pensador como José Antonio Marina señala la necesidad de transformación de la economía a través de nuevas formas de hacer pasa necesariamente un ejercicio de creatividad. Y apunta como camino creativo la ampliación de la mirada sobre la economía: «Para cambiar la economía, debemos cambiar la idea que tenemos sobre la economía. La innovación económica tiene que ir más allá de la pura economía. Hay también que innovar en el entorno social, ideológico y cultural»20. De esta combinación de creatividad y de cambio de valores hemos de esperar el paso de un sistema económico excluyente a un nuevo sistema económico en el que nadie quede al margen, donde todos y todas encontremos dignamente nuestro lugar.

4. «Dadle vosotros de comer» En estas palabras el evangelista recoge el mandato que Jesús da a sus discípulos exhortándoles a responder a las necesidades de las personas que les seguían. Y estas mismas palabras nos dan pie a defender que los esfuerzos por transformar las relaciones económicas son parte ineludible del ser y del hacer cristiano: estamos obligados a poner la economía al servicio de la construcción del Reino para responder a las necesidades de la humanidad y de la creación. No podemos mirar a otro lado, el reto es nuestro y responder es nuestra responsabilidad. En la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, el papa Francisco afirma de un modo claro que evangelizar es «hacer presente en el mundo el Reino de Dios» y presenta la dimensión social como salvaguarda del sentido de la evangelización «porque, si esta dimensión no está debidamente explicitada, 18. http://elpais.com/elpais/2012/09/20/opinion/1348137298_043935.html. 19. ANSA ECEIZA, M. (2005): «Economía y justicia social: cuatro tradiciones éticas», Revista SICE. www. revistasice.com. 20. MARINA, J. A.; SATRÚSTEGUI, A. (2013): La creatividad económica, Barcelona.

20

21

1 Félix Miguel Sánchez

siempre se corre el riesgo de desfigurar el sentido auténtico e integral que tiene la misión evangelizadora»21. Y esta dimensión social, aclara el Papa, pasa obligatoriamente por escuchar el clamor de los pobres: «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad; esto supone que seamos dóciles y atentos para escuchar el clamor del pobre y socorrerlo»22. La escucha de este clamor exige una respuesta que ha de dirigirse a abordar tanto las dimensiones estructurales como personales que lo provocan: «en este marco se comprende el pedido de Jesús a sus discípulos: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37), lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos.»23. Además de esta pauta señalada por el papa Francisco, la tradición social de la Iglesia nos ha venido dando claves para abordar la vida económica desde el convencimiento de que «toda decisión económica tiene consecuencias de carácter moral»24: •  No podemos entender la vida económica como una dimensión desligada del resto de dimensión humana sino que ha de estar supeditada igualmente al respeto a la dignidad humana: «También en la vida económico-social deben respetarse y promoverse la dignidad de la persona humana, su entera vocación y el bien de toda la sociedad. Porque el hombre es el autor, el centro y el fin de toda la vida económicosocial»25. •  E   l desarrollo económico y la solidaridad son las dos caras de una misma moneda, de tal modo que no se pueden desligar: «La expansión de la riqueza, visible en la disponibilidad de bienes y servicios, y la exigencia moral de una justa difusión de estos últimos deben estimular al hombre y a la sociedad en su conjunto a practicar la virtud esencial de la solidaridad»26. •  L  as iniciativas empresariales han de combinar la sostenibilidad económica con un comportamiento ético en todo momento: «es indispensable que, 21. 22. 23. 24. 25. 26.

FRANCISCO, EG. 176. FRANCISCO, EG. 187. FRANCISCO, EG. 188. BENEDICTO XVI, CV, 37. Concilio Vaticano II, GS. 63. JUAN PABLO II, SRS. 40.

Corintios XIII n.º 151-152

Econonías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social

dentro de la empresa, la legítima búsqueda del beneficio se armonice con la irrenunciable tutela de la dignidad de las personas que a título diverso trabajan en la misma. La empresa debe ser una comunidad solidaria no encerrada en los intereses corporativos»27. •  Es necesario un marco jurídico que regule la libertad en el ámbito económico desde una visión integral de la libertad de las personas: «La libertad económica es solamente un elemento de la libertad humana. Cuando aquella se vuelve autónoma, es decir, cuando el hombre es considerado más como un productor o un consumidor que como un sujeto que produce y consume para vivir, entonces pierde su necesaria relación con la persona humana y termina por alienarla y oprimirla»28. •  L  os criterios éticos han de regir las inversiones y movimientos financieros: «Hoy, más que en el pasado, es posible evaluar las alternativas disponibles, no solo a partir del rendimiento previsto o a su grado de riesgo, sino también expresando un juicio de valor sobre los proyectos de inversión que los recursos financiarán, conscientes de que la «opción de invertir en un lugar y no en otro, en un sector productivo en vez de en otro, es siempre una opción moral y cultural»29. •  E   l respeto a la dignidad humana y el bien común con principios estructuradores de la economía y no meros elementos cosméticos: «La dignidad de cada persona humana y el bien común son cuestiones que deberían estructurar toda política económica, pero a veces parecen solo apéndices agregados desde fuera para completar un discurso político sin perspectivas ni programas de verdadero desarrollo integral»30. Y nos pone sobre aviso para que estemos preparados, ya que el cuestionamiento del orden establecido y el planteamiento de alternativas en la esfera económica no van a ser bienvenidos. Por el contrario, nos vamos a convertir en molestos y objeto de numerosas críticas: «¡Cuántas palabras se han vuelto molestas para este sistema! Molesta que se hable de ética, molesta que se hable de solidaridad mundial, molesta que se hable de distribución de los bienes, molesta que se hable de preservar las fuentes de trabajo, molesta que se hable de la dignidad de los débiles, molesta que se hable de un Dios que exige un compromiso por la justicia»31.

27. 28. 29. 30. 31.

JUAN PABLO II, AG. 43. JUAN PABLO II, AG. 15. JUAN PABLO II, AG. 36. FRANCISCO, EG. 203. FRANCISCO, EG. 203.

22

23

1 Félix Miguel Sánchez

5. Principios de la Doctrina Social de la Iglesia para una nueva forma de entender la economía La Doctrina Social de la Iglesia, además de poner de manifiesto que el compromiso cristiano, pasa necesariamente por nuestra implicación en la transformación de las relaciones económicas, también aporta sus principios como fundamento para la construcción de economías humanizadas y humanizadoras. Sin pretender ser exhaustivos en el análisis, señalamos dichos principios y su vinculación a la generación de nuevos procesos económicos:

•   La búsqueda del bien común Por bien común la Doctrina Social de la Iglesia entiende «el conjunto de condiciones de la vida social que hace posible a las asociaciones y a cada uno de sus miembros el logro más pleno y más fácil de la propia perfección»32. Esta construcción del bien común se presenta como un deber al que todos y todas estamos convocados y como camino obligado para hacer posible una sociedad que, en todos sus niveles, esté al servicio del ser humano. Por tanto, la esfera económica no puede estar ajena a esta llamada, de hecho, Pío XI lo señala con claridad: «Es necesario que la partición de los bienes creados se revoque y se ajuste a las normas del bien común o de la justicia social, pues cualquier persona sensata ve cuán gravísimo trastorno acarrea consigo esta enorme diferencia actual entre unos pocos cargados de fabulosos riquezas y la incontable multitud de los necesitados»33.

•  El destino universal de los bienes Una de las primeras consecuencias de la búsqueda del bien común es la defensa del destino universal de los bienes, así el Concilio Vaticano II sostiene que «Dios ha destinado la tierra y cuanto ella contiene para uso de todos los hombres y los pueblos. En consecuencia, los bienes creados deben llegar a todos de forma equitativa bajo la égida de la justicia y con la compañía de la caridad»34. 32. Concilio Vaticano II, GS. 26. 33. PÍO XI, QA. 197. 34. Concilio Vaticano II, GS. 69.

Corintios XIII n.º 151-152

Econonías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social

La doctrina eclesial afirma con claridad que el destino universal de los bienes, como derecho inherente a la persona concreta, a toda persona, está por encima de otros derechos actualmente incuestionables, como la propiedad y el comercio libre: «Todos los demás derechos, sean los que sean, comprendidos en ellos los de propiedad y comercio libre, a ello —destino universal de los bienes— están subordinados: no deben estorbar, antes al contrario, facilitar su realización, y es deber social grave y urgente hacerlos volver a su finalidad primera»35. Si bien es cierto que el magisterio aclara que el ejercicio concreto del principio del destino universal de los bienes implicará un ordenamiento normativo que tenga en cuenta los contextos culturales y sociales, la Doctrina Social de la Iglesia fija un horizonte claro: la necesidad de un esfuerzo común dirigido a obtener para cada persona y para todos los pueblos las condiciones necesarias para un desarrollo integral. En consecuencia, la Doctrina Social de la Iglesia no anula el derecho a la propiedad privada, pero sí que defiende su función social y su supeditación al destino universal de los bienes.

•  La subsidiariedad Como veremos más adelante son múltiples las iniciativas de otra forma de entender la economía que han partido de iniciativas personales y colectivas, de hecho, creemos que es el camino que ha de recorrer la nueva economía, pegada a la realidad concreta de las personas y sus entornos, por tanto, vemos de vital importancia esta exigencia por parte de la Doctrina Social de la Iglesia de respetar «el ámbito de la sociedad civil, entendida como el conjunto de las relaciones entre individuos y entre sociedades intermedias, que realizan de forma originaria y gracias a la subjetividad creativa del ciudadano»36. Sin embargo, esta defensa del principio de subsidiaridad no ha de ser confundida con la defensa de una dejación de las responsabilidades por parte de los estados con los derechos fundamentales de sus ciudadanos, porque la Doctrina Social deja claro la supremacía del principio del bien común y aboga por la necesidad de la intervención del Estado en aquellos casos que se necesario garantizar condiciones de mayor igualdad, justicia y paz.

•  La participación La participación se entiende como «una serie de actividades mediantes las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros, directamente o por me35. PABLO VI, PP. 22. 36. JUAN PABLO II, SRS. 15.

24

25

1 Félix Miguel Sánchez

dio de los propios representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece»37. Y advierte que dicha participación no puede ser ajena a la economía, sino que, por el contrario, ha de tener una papel preponderante: «[la participación] no puede ser delimitada o restringida a algún contenido particular de la vida social, dada su importancia para el crecimiento, sobre todo humano, en ámbitos como el mundo del trabajo y de las actividades económicas»38.

•  La solidaridad La aproximación de la Doctrina Social de la Iglesia al principio de la solidaridad deja de lado cualquier idea sentimentalista y descafeinada de la misma: «lejos de ser un sentimiento superficial por los males de tantas personas, cercanas o lejanas, al contrario, es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el bien común, es decir, por el bien de todos y cada uno, para que todos seamos verdaderamente responsables de todos»39. En esta presentación del magisterio eclesial del principio de solidaridad hay una reflexión directamente aplicable al desarrollo económico: el término solidaridad expresa en síntesis la exigencia de reconocer, en el conjunto de los vínculos que unen a los hombres y a los grupos sociales entre sí, el espacio ofrecido a la libertada humana para ocuparse del crecimiento común, compartido por todos. El papa Francisco nos lo recuerda en la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium: «La solidaridad es una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada. La posesión privada de los bienes se justifica para cuidarlos y acrecentarlos de manera que sirvan mejor al bien común, por lo cual la solidaridad debe vivirse como la decisión de devolverle al pobre lo que le corresponde. Estas convicciones y hábitos de solidaridad, cuando se hacen carne, abren camino a otras transformaciones estructurales y las vuelven posibles. Un cambio en las estructuras sin generar nuevas convicciones y actitudes dará lugar a que esas mismas estructuras tarde o temprano se vuelvan corruptas, pesadas e ineficaces»40. Como acabamos de ver, encontramos en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia fundamentos y valores sólidos para la construcción de propuestas económicas a medida de la persona humana y sus necesidades, tal como podremos comprobar en los artículos que se presentan en las siguientes páginas. 37. 38. 39. 40.

Concilio Vaticano II, GS. 75. JUAN PABLO II, LE. 14. JUAN PABLO II, SRS. 38. FRANCISCO, EG. 189.

Corintios XIII n.º 151-152

Econonías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social

6. Las economías solidarias «ya» se abren paso Cuando hablamos de economías solidarias no estamos hablando de un desiderátum que anhelamos que llegue a ser realidad en un futuro más o menos lejano, sino que nos estamos refiriendo a multitud de iniciativas concretas que ya en el presente demuestran que es posible otra forma de hacer economía en el conjunto de fases del ciclo económico. El propio pensador antes mencionado, Edgar Morín, señala: «De hecho, todo ha recomenzado, pero sin que nos hayamos dado cuenta. Estamos en los comienzos, modestos, invisibles, marginales, dispersos. Pues ya existe, en todos los continentes, una efervescencia creativa, una multitud de iniciativas locales en el sentido de la regeneración económica, social, política, cognitiva, educativa, étnica o de la reforma de vida»41. El fin último de estas iniciativas no puede ser la complacencia de vivirse como alternativa, como realidad separada del resto de realidades económicas deshumanizadoras, sino que estas iniciativas locales tienen una firme vocación de incidencia y transformación para lograr que todas las relaciones económicas se rijan por criterios éticos. Veamos a vista de pájaro algunas de estas nuevas realidades: El movimiento del comercio justo42 ha ejercido un papel fundamental en la concienciación sobre la necesidad de cambiar las reglas que rigen el intercambio comercial mundial y ha demostrado con los hechos la posibilidad de establecer unos criterios de justicia a las transacciones comerciales entre los países del sur y los del norte. Una larga trayectoria histórica tienen las iniciativas de economía social y solidaria43, en diferentes países y desde diversas tradiciones ideológicas, la economía social se ha abierto paso a través iniciativas empresariales concretas: las cooperativas, las mutualidades, las empresas de inserción, los centros especiales de empleo, etc. En la mayoría de los casos se llegan a nuevas realidades empresariales desde las necesidades de las personas y a partir del aprovechamiento de sus capacidades, generalmente, la necesidad y la capacidad de trabajar. También ocupan un lugar destacado las iniciativas de finanzas éticas y seguros éticos44 las cuales demuestran como la inversión del ahorro personal y colecti41. 42. 43. 44.

http://elpais.com/diario/2010/01/17/opinion/1263682813_850215.html. www.comerciojusto.org/; www.wfto.com. www.economiasolidaria.org/; www.cepes.es/; www.faedei.org/es/; www.aeress.org. www.proyectofiare.com; www.coop57.coop.

26

27

1 Félix Miguel Sánchez

vo se puede poner al servicio de proyectos que mejoren la calidad de vida de las personas y del entorno. Destacar aquellas que establecen relaciones de intercambio entre las personas que superan la necesidad de recurrir al sistema monetario convencional, liberando a los intercambios del peso del dinero: iniciativas de moneda social, de trueque, de bancos del tiempo45. Además están cobrando auge aquellas iniciativas de cultivo y consumo ecológico46, proyectos agropecuarios que defienden un ciclo productivo y de consumo de corto recorrido. Y tenemos que señalar un gran movimiento emergente que son las iniciativas de economía colaborativa47, donde se ponen en contacto a los ciudadanos para dar respuesta a sus necesidades sin tener que pasar obligatoriamente por los canales que fija el mercado convencional. Todas estas iniciativas parten de una actitud ciudadana que cobra cada vez más importancia: el consumo responsable48. Las personas tomamos gradualmente conciencia de que a través del consumo se adquiere una gran capacidad transformadora de la sociedad y actuamos en consonancia. Es cierto que es sumamente complejo esquivar un sistema tan extendido, sin embargo, la creatividad y el compromiso está provocando que cada vez haya más recovecos parar ejercer un consumo socialmente responsable. La vida de la Iglesia no es ajena a estos procesos y de hecho ha recorrido diversos caminos de aproximación a la economía solidaria49, y afortunadamente, en la mayoría de los casos han sido caminos compartidos con otras organizaciones sociales y/o con personas a título particular. En muchas ocasiones son organizaciones de Iglesia quien está detrás de la promoción de empresas de inserción y de centros especiales de empleo, de numerosas cooperativas del entorno rural y urbano, de iniciativas de finanzas éticas y de proyectos de desarrollo local50. Por tanto, como señalábamos al inicio de este apartado, nuestro auténtico deseo no es que las economías solidarias se hagan realidad, sino que todo el sistema económico esté regido por los principios que sostienen estas economías solidarias. Pasamos a continuación a presentar las vías que han de recorrer las economías solidarias para convertirse en el paradigma de toda acción económica.

45. 46. 47. 48. 49. 50.

www.vivirsinempleo.org. www.agroecologia.net. www.consumocolaborativo.com. www.consumoresponsable.org/; www.consumpedia.org/es; www.consumehastamorir.org. BENEDICTO XVI, CV. 37. http://caritasespanola.org/economiasolidaria.

Corintios XIII n.º 151-152

Econonías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social

7. Caminos de transformación social: caminos recorridos y caminos por recorrer Como acabamos de reseñar, las economías solidarias ya son una realidad, nos topamos en nuestro día a día con iniciativas que son germen de otro modo de hacer sociedad. Sin embargo, también somos conscientes del gran recorrido que queda por delante. En esta tesitura, muy en consonancia con la vivencia escatológica cristiana de la historia de la salvación, nos atrevemos a apuntar a continuación algunos caminos que hay que recorrer en el «todavía no» de una nueva economía y, por tanto, una nueva sociedad.

•  Caminos personales Partimos de la premisa de que todo cambio estructural ha de ir acompañado de un cambio personal, principalmente de tomar conciencia de nuestra condición de actor económico con toda nuestra capacidad personal para tomar opciones que construyen un modo u otro alternativo de hacer economía. Obviamente, queremos evitar que la opción por las economías solidarias se convierta en un mero ejercicio de voluntarismo, pero no podemos renunciar a que cada persona se convierta en el principal agente transformador de su entorno próximo y en activista de una nueva forma de hacer economía.

•  Caminos colectivos y empresariales Son miles las iniciativas económicas que ya desarrollan un modo de emprender: empresas vinculadas a la Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria, a la economía de la comunión51, las empresas vinculadas a la economía de bien común52, las empresas participantes en las diversas iniciativas de mercado social, de cooperativas integrales, etc. Será la sinergia y el contacto de todas las infinitas iniciativas personales y locales como se frenará y revertirá la inercia actual. La condición de «solidario» de un proyecto económico no te lo da ni un nombre ni siquiera una fórmula jurídica, sino una constante revisión de formas de hacer a partir de los valores y principios que la fundamentan. Puede ocurrir, y lamentablemente hay casos que así lo confirman, que proyectos que nacieron con valores 51. http://www.edc-online.org/es. 52. http://economia-del-bien-comun.org/es.

28

29

1 Félix Miguel Sánchez

alternativos acaben siendo gestionados con los mismos criterios del sistema económico del que renegaban, en parte, porque es difícil resistir y ser sostenible en un contexto hostil y, en parte, porque es fácil caer en la tentación de entender el crecimiento y la expansión empresarial como las vías naturales de desarrollo de cualquier proyecto. Por ello, vemos necesario que las economías solidarias estén en un constante ejercicio de contraste con su misión y sus valores, para preservar creíble el mensaje que transmiten.

•  Caminos académicos Ya es una realidad la generación de pensamiento sobre las economías solidarias protagonizada por instituciones y personas del mundo académico. Destacamos en este sentido la Red de Investigadores Latinoamericanos de Economía Social y Solidaria (RILESS)53 o la Red de investigadores EMES54. Cabe destacar también los dosieres que en este sentido han publicado Economistas Sin Fronteras y que ponen de manifiesto que otra economía ya está en marcha55. Por ello defendemos que, además de la praxis, es necesario que se vaya consolidando un corpus teórico que dé cobertura académica a esta nueva forma de hacer y pueda desmontar el paradigma económico dominante en la actualidad.

•  Caminos políticos La construcción de una nueva economía no va a ser fácil, ni únicamente va a venir del cambio de actitudes personales, que también, ni exclusivamente de la iniciativas económicas locales, que también, sino que tiene que haber compromisos políticos de los grandes organismos internacionales y los estados por revertir este modelo económico que se lleva por delante a gran parte de la población mundial y la sostenibilidad del planeta. Estamos hablando de un gran ejercicio de política con mayúsculas que evite en todo momento el conformarse con sucedáneos sin atajar las transformaciones profundas necesarias.

•  Caminos comunicativos Es imprescindible que los medios de comunicación, tanto los tradicionales con todo el espectro de nuevas formas de comunicar a través de la red, cumplan 53. http://riless.org/es. 54. http://www.emes.net. 55. http://www.ecosfron.org/publicaciones.

Corintios XIII n.º 151-152

Econonías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social

una doble función: por un lado, necesitamos visibilizar y denunciar las consecuencias negativas que tiene en multitud de personas y de pueblos las reglas económicas actualmente vigentes sin olvidar las causas que las provocan, y al mismo tiempo, es necesario mostrar todo el cúmulo de iniciativas particulares y colectivas que son germen de una nueva economía.

•  Caminos educativos Esta es la gran esperanza, una generación de ciudadanos y ciudadanas, y como consecuencia, de actores económicos, que defienda la primacía de valores como la solidaridad y la distribución de la riqueza frente a la maximización del beneficio y la acumulación de la riqueza. Por tanto, formar y educar en nuevos valores, principalmente en los itinerarios educativos de niños y niñas pero también en facultades y centros de estudios de economía y empresa, ha de ser la apuesta principal de todos los movimientos e iniciativas de las economías solidarias.

•  Caminos eclesiales Además de promover y difundir las numerosas experiencias de economía solidaria promovidas por personas y organizaciones de Iglesia en muchos rincones del mundo, lo que ahora toca es potenciar al máximo la comunicación y el trabajo conjunto entre todas estas iniciativas. Sería necesario promover un gran movimiento por la economía solidaria dentro de la Iglesia a escala mundial, una parte de esa caravana de la solidaridad a la que nos convoca el papa Francisco. Un movimiento global en donde se pongan en común los aprendizajes adquiridos y donde se diseñe un camino a recorrer, siempre de la mano de tantas personas y organizaciones a las que nos une el deseo de alcanzar un nuevo orden económico mundial.

8. Conclusión Finalizamos esta aproximación panorámica a las economías solidarias recordándonos que el ejercicio de la caridad exige, sí o sí, nuestro compromiso con la acción transformadora del actual sistema económico. Irremediablemente, todas y todos somos actores económicos, tanto a título individual como colectivo-institucional. Y afortunadamente, en cada acto económico tenemos la oportunidad de optar por la economía de la inclusión y desdeñar la economía de la exclusión. 30

31

1 Félix Miguel Sánchez

Precisamente, en esta capacidad de hacer las cosas de «modo diferente» encontramos una importante fuente de esperanza: recorriendo los caminos señalados, conseguiremos que el modelo económico deje de ser la principal causa de pobreza, exclusión y desigualdad y se convierta en el motor de avance de un nuevo orden mundial. Un orden que dé prioridad a las personas, a su dignidad y a sus derechos, y en el que se garantice la sostenibilidad del planeta. Esta apuesta por las economías solidarias va a exigir personal y colectivamente un constante ejercicio de revisión de formas de hacer y de retos que abordar. Se impone un esfuerzo continuo donde el principal factor de éxito será compartir camino con otros. Estamos abocados a huir de estrategias endogámicas —personales y/o institucionales— para abrirnos a caminos compartidos con tantas personas y organizaciones que creen y crean una nueva forma de hacer economía y, por ello, de hacer sociedad. Acabamos estas páginas con un firme convencimiento: a pesar del largo camino que queda por delante y las dificultades que inevitablemente van a surgir para transformar el actual paradigma económico, las economías solidarias se abren paso y no hay nada ni nadie que las pueda detener. Es más, soñamos con un futuro, esperemos no muy lejano, donde las generaciones venideras vuelvan la vista atrás y se escandalicen ante sociedades tan insensibles como las actuales, sociedades que anteponían la búsqueda del beneficio económico al respeto de la dignidad de las personas y de sus derechos, especialmente, de las más empobrecidas.

9. Algunos libros de recomendada lectura ALEMANY, J. (2009): Dinero con conciencia: las finanzas éticas, Barcelona. ARRUDA, M. (2010): Hacer real lo posible, Barcelona. BAUMAN, Z. (2014): ¿La riqueza de unos pocos nos beneficia a todos?, Barcelona. COMIN, A.; GERVASONI, L. (2011): Hay alternativa al capitalismo, Barcelona. COMISIÓN GENERAL JUSTICIA Y PAZ (2012): Por una reforma del sistema financiero y monetario Internacional, Madrid. FELBER, C. (2012): La economía del bien común, Bilbao.

Corintios XIII n.º 151-152

Econonías solidarias: caminos obligados hacia la transformación social

Galaz, C.; Prieto, R. (2009): Economía solidaria. De la obsesión por el lucro a la redistribución con equidad, Barcelona. García, J.; Vía, J.; Xirinacs, Ll. (2006): La dimensión cooperativa. Economía solidaria y transformación social, Barcelona. Jover, D. (2009): Praxis de la esperanza. Educación, empleo y economía solidaria, Barcelona. Krugman, P. (2011): Acabad con esta crisis, Barcelona. Latouche, S. (2011): Decrecimiento y posdesarrollo, Barcelona. Laville, J. L.; García Jané, J. (2009): Crisis capitalista y economía solidaria. Una economía que emerge como alternativa real, Barcelona. Marina, J. A.; Satrústegui, A. (2013): La creatividad económica, Barcelona. Morín, E. (2011): La vía para el futuro de la humanidad, Barcelona. —  Viveret, P. (2011): Cómo vivir en tiempos de crisis, Barcelona. Navarro, V.; Torres López, J.; Garzón, A. (2011): Hay alternativa, Madrid. Pontificio Consejo de Justicia Iglesia, Barcelona.

y

Paz (2005): Compendio de la doctrina social de la

Stigliz, J. (2012): El precio de la desigualdad, Barcelona. Taibo, C. (2011): El decrecimiento explicado con sencillez, Madrid. Teis, X. (2011): Cómo cambiar el mundo con tu dinero, Barcelona.

32

33

2. De la economía egoísta a la economía altruista Enrique Lluch Frechina Universidad CEU Cardenal Herrera

Resumen Este artículo pretende mostrar cómo el egoísmo que predomina en este momento en las relaciones y en el pensamiento económico tiene resultados negativos en las personas. Basado en la racionalidad utilitarista, produce insatisfacción y es incompatible con el cristianismo. Por el contrario, existen alternativas que resultan positivas para aquellos que las desarrollan y para el bien común de la sociedad. El autor propone la economía altruista como camino posible, dando pautas para el comportamiento económico de las familias en la consideración de las necesidades, los deseos y las apetencias, el planteamiento ante el consumo y las compras, el ahorro o el endeudamiento en el día a día económico y el trabajo remunerado. Palabras clave: Egoísmo, altruismo, racionalidad, utilitarismo, cristianismo, consumo, ahorro, trabajo.

34

35

2 Enrique Lluch Frechina

Abstract The paper shows how the actual self-interest-based economic system and reflection has negative results in people. Based on utilitarian rationality, it produces dissatisfaction and is incompatible with Christianism. In contrast, there are positive alternatives for those who implement these alternatives and also for the common good of society. The author proposes the altruistic economy as a possible way, giving guidelines for economic behaviour in family life; he considers the needs, wishes and desires, the approach to the consumerism and shopping, savings or indebtedness, and the paid work. Key words: Selfishness, altruism, rationality, utilitarianism, christianism, consumerism, savings, labour.

Corintios XIII  n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

1. Introducción Este artículo pretende mostrar cómo el egoísmo que predomina en este momento en las relaciones y en el pensamiento económico, no solo no es la única manera de gestionar la economía, sino que es una mala manera de hacerlo. Se verá cómo son sus resultados negativos en las personas que hacen suya esta manera de comportarse y en la sociedad que vive el egoísmo de una manera generalizada. Estas líneas también van a hablar de las alternativas existentes que resultan positivas para aquellos que las desarrollan y para el bien común de nuestra sociedad. Para ello comienza haciendo un repaso de un pensamiento económico que tiene su origen en la filosofía utilitarista y cómo el comportamiento racional que este comporta ni es ni tiene por qué ser el único modelo de comportamiento económico ni el que mejor resultados ofrece. En segundo lugar, el artículo analiza este comportamiento racional economicista desde el prisma del cristianismo para intentar demostrar que ambos no solo son incompatibles, sino opuestos y que la fe cristiana ve el comportamiento egoísta como la mayor fuente de problemas en esta sociedad. En tercer lugar, el artículo contrapone la economía altruista a la economía egoísta para indicar en qué consiste este camino alternativo y como es necesario un cambio profundo del comportamiento económico de las familias para que las relaciones económicas se construyan bajo parámetros diferentes. Para hacerlo, profundiza en cuatro cuestiones clave para el comportamiento económico de las familias: la consideración de las necesidades, los deseos y las apetencias, el planteamiento ante el consumo y las compras, el ahorro o el endeudamiento en el día a día económico y el trabajo remunerado.

2. ¿Estamos condenados a una economía egoísta? Hablar de economía y solidaridad, altruismo o gratuidad parece algo contradictorio en sí mismo. Cuando comento a alguna persona poco avezada en estos lides que trabajo en cuestiones de esta índole, la primera idea que te transmiten es que son cosas incompatibles. Que no se puede hablar de economía y gratuidad al mismo tiempo, que no puede existir una economía altruista, que son cosas incompatibles de por sí. La economía aparece como el reinado del egoísmo. Hablar de economía es hablar de individualismo, de personas e instituciones que solamente buscan su propia ganancia, de búsqueda del máximo interés. El amor y la economía, la solidaridad y el beneficio aparecen como incompatibles, parece imposible que las dos cosas vayan conjuntamente, se consideran dos campos separados que se aplican a realidades diferentes. 36

37

2 Enrique Lluch Frechina

Esto se debe, principalmente, a que el pensamiento economicista ha impregnado de tal manera el día a día de todas las personas y de todas las instituciones que lo que supone un modo de organizar la economía sobre unas determinadas bases filosóficas e ideológicas se ha identificado como la única manera en la que la economía puede funcionar. Esta ideología económica se ha elevado a una categoría que ha adquirido dimensiones religiosas. La economía y su dinámica parecen estar por encima del bien y el mal, de modo que lo único que cabe esperar de las personas, de las empresas y del Estado es que se ajusten a su dinámica, a su manera de funcionar. Por ello no se aceptan comportamientos estrafalarios o heterodoxos, nada de actitudes contrarias a lo que se cree que es lo correcto, todo ello solamente va a llevar al desastre a la sociedad que los practica. Lo que hay que hacer es amoldarse a lo que indican aquellos que entienden de economía, cualquier cosa que se salga de ello aboca al desastre de la sociedad que lo haga. Es por ello que la vida y la economía aparecen en dos dimensiones que parecen transcurrir de una manera paralela. Mientras que para nuestro día a día, los valores que hay que utilizar son unos, para la economía parecen ser exactamente los contrarios. La solidaridad, el altruismo, el compañerismo, la fraternidad y todos aquellos valores que parecen ser válidos para nuestro día a día y para llevar una vida equilibrada y satisfactoria en cualquier campo de nuestra existencia (familia, trabajo, amigos) no nos sirven cuando nos encontramos ante disyuntivas económicas. En la economía hay que utilizar otros parámetros diferentes que son aquellos que nos llevan a la excelencia económica. De hecho, con frecuencia se instaura en la economía lo que podríamos denominar un lenguaje sacrificial. El tener, la ambición por el dinero, el lograr un crecimiento económico infinito y lo más elevado posible se han convertido en los nuevos dioses a los que hay que rendir pleitesía y ante los que hay que realizar sacrificios. Por ello el vocabulario normal de las élites políticas y económicas está lleno de esta clase de expresiones «sacrificiales» para justificar las políticas que se adoptan en aras de lograr un crecimiento económico adecuado y lo más elevado posible. Nuestros políticos y economistas nos piden esfuerzos y comprensión ante políticas que están perjudicando a gran parte de la población, nos piden silencio y complicidad muda ante estas medidas que se realizan porque no hay otro remedio, porque la única manera de lograr aplacar a los dioses de la economía es seguir al pie de la letra sus indicaciones y sacrificar lo que sea necesario para hacerlo. Solo así se pueden lograr los objetivos anhelados. Esta concepción generalizada en nuestros días olvida que, como nos recuerda Sung (1999:21)1: «La economía está fundada, como todas las ciencias, en ciertos 1. SUNG, M. J. (1999): Deseo, mercado y religión, Santander.

Corintios XIII n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

presupuestos filosóficos; más aún, está fundada también en presupuestos teológicos o metafísicos». Es decir, sabemos que la economía tiene unos presupuestos básicos que se fundamentan, esencialmente, en el pensamiento utilitarista, de manera que esta es la base sobre el que se asienta prácticamente toda la estructura teórica de la economía. Además, al tratarse de una ciencia social que estudia comportamientos humanos, no podemos considerar que estos son independientes de los valores de las personas. Al contrario, la economía interactúa con las personas y puede reforzar o cambiar los valores que mueven su actuación. Estos valores no son inamovibles, no se mantienen inalterables a través de los años sino que se modifican sin parar. De hecho, son ellos los que dan sentido al actuar económico, los que determinan las normas que intentan apoyarlo y los que, en última instancia, conforman el sistema de creencias y de hábitos de las personas. Este marco de valores necesario para toda teoría económica determina a priori lo que es importante y qué es lo secundario y es necesario para construir una teoría económica. Sin estos valores las decisiones económicas tomadas carecen de sentido, la política económica queda huérfana de orientación, el comportamiento económico no puede calificarse como adecuado o como no adecuado. Es por ello que este marco de valores utilitarista conlleva un juicio sobre cualquier actuación económica que vaya en contra de ellos. Estas maneras de entender la economía, en contrastarse con el marco de valores predominante, aparecen como sinsentidos, como actuaciones erróneas que no llevan a ningún lado. A esto, además, le debemos añadir que la concepción económica basada en pilares utilitaristas ofrece a aquellos que la siguen un horizonte utópico atractivo ante el que pocos pueden sustraerse. Como indica Sung (1999:23)2 el aroma religioso capitalista puede atraer a cualquier pueblo y a cualquier sociedad. El anhelo de entrar en el santuario del mercado hace que los países más pobres y las personas más desfavorecidas quieran acumular riquezas a cualquier precio. Tener más se ve como el equivalente a estar mejor y en nuestra sociedad es el único camino que lleva hacia el poder y reconocimiento en la sociedad actual, lo único que les va a colocar en el circuito principal de nuestro mundo. Por ello, aquellos que pretenden seguir las indicaciones de la religión economicista no van a estar preocupados por lograr una sociedad justa, fraterna, libre y humana, sino por acercarse al ideal del mercado, que es el que les va a llevar hacia esa utopía que se concibe como lo más importante. Los costes, los beneficios, el equilibrio presupuestario y la riqueza son los elementos principales que deben lograrse por encima de cualquier otra consideración ética o de justicia. El 2. SUNG, M. J.: Íd.

38

39

2 Enrique Lluch Frechina

crecimiento económico es lo único importante y ante lo que se puede sacrificar cualquier cosa. Por ello, algunos autores como Barro (1997:64)3 apoyan el recurrir a gobiernos no democráticos para que impongan las reformas económicas encaminadas a la mejora de la economía de mercado. Según él, es preferible un gobierno no democrático sobre otro democrático que no realice políticas que promuevan la economía de mercado. Lo que se deja traslucir aquí es una idea de que lo prioritario es el crecimiento económico y en segundo lugar llegará el progreso político. Este autor llega a afirmar que «los países occidentales industrializados ayudarían más a los países pobres exportándoles sus sistemas económicos, en especial el libre mercado y los derechos de propiedad, que exportando sus sistemas políticos… A largo plazo, la exploración de los sistemas económicos occidentales también permitirá la difusión de la democracia» (Barro, 1997:29)4. Todo esto no hace sino reflejar como la idea economicista de la sociedad se impone de una manera inexorable pero al mismo tiempo poco ruidosa, permeando en prácticamente todas las capas de la sociedad y adentrándose en ellas para que, con demasiada frecuencia, aparezca como algo incuestionable, algo que es así y sobre lo que no se puede dudar. El crecimiento económico es un objetivo por el que vale la pena sacrificar otras cosas: la democracia, las libertades, aquellos que quedan a un lado…

3. Economicismo y cristianismo Esta manera de pensar también ha calado hondo en muchos cristianos. Sin darnos cuenta, hemos ido aceptando estos postulados económicos de manera que nuestro comportamiento diario se ajusta a esta manera de pensar. No solo eso, sino que nos vemos involucrados en organizaciones empresariales o en instituciones económicas en las que predomina esta escuela de pensamiento económico, con lo que nos vemos obligados con frecuencia a realizar actuaciones que van en contra de nuestras convicciones más profundas. Los confesores saben bien de la cantidad de personas con cargo de conciencia debido a actuaciones que han llevado a cabo en el ejercicio de su actividad laboral o profesional y que creen que van en contra de sus convicciones cristianas. 3. BARRIO, R. J. (1997): El poder del razonamiento económico. Cómo entender la economía, Madrid. 4. Es evidente que esta tesis está radicalmente en contra de lo que piensan la mayoría de aquellos que hablan de desarrollo humano y especialmente a la tesis de Amartya Sen (2000: 197), que afirma que «el desarrollo y el fortalecimiento de un sistema democrático constituye un componente esencial del proceso de desarrollo. Hemos afirmado que la importancia de la democracia reside en tres virtudes: 1) su importancia intrínseca, 2) su contribución instrumental y 3) su papel constructivo en la creación de valores y normas». También está en contra de la tesis defendida por Acemoglu y Robinson (2012) para quienes el progreso económico y político deben ir conjuntamente para garantizar la construcción de instituciones inclusivas que establezcan un desempeño económico sostenible en el tiempo.

Corintios XIII n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

Sin embargo, a pesar de que esta sensación de que el egoísmo al que obliga el comportamiento económico es contrario las convicciones cristianas es frecuente, en especial en aquellos que tienen responsabilidades empresariales o trabajan en el sector financiero, también se da el fenómeno contrario. La seguridad de que la economía funciona de un determinado modo y no existe otra opción que no sea la de adaptarse a él, hace que muchos cristianos adopten modos de trabajo y de actuación propios de una economía egoísta sin que esto les suponga cargos de conciencia o sensación de ir en contra de su fe. Estas circunstancias las podemos ver fácilmente en varios aspectos: empresarios y directivos cristianos5 que consideran que sus trabajadores son un coste de producción y que el principal objetivo de su empresa es la creación de valor para los accionistas6; economías domésticas cristianas cuyo principal objetivo es lograr el máximo número de bienes posible para así tener un nivel de bienestar superior; instituciones cristianas cuyo único criterio a la hora de invertir sus ahorros es lograr un rendimiento elevado o lo más elevado posible; trabajadores cristianos para los que su labor remunerada es tan solo un medio para lograr los ingresos necesarios para vivir y que dejan su comportamiento acorde a su fe para lo que hacen después o fuera de su vida laboral, etc. Estos comportamientos se ven como normales y no se tiene ninguna conciencia de que puedan ser de otra manera. Se han interiorizado tanto los valores economicistas, se ha asumido de una manera tan fácil que una cosa es la economía y otra la solidaridad o el cristianismo que se separan los dos ámbitos y parece normal comportarse de una manera diferente en las cuestiones económicas a como se hace en las relaciones personales. No escandaliza lo más mínimo que alguien diga que no se pueden utilizar los mismos valores para gestionar el negocio familiar que para organizar la familia; ni los mismos criterios para ver qué se hace con los ahorros que para ver cómo se gestiona la solidaridad; ni para comportarse en el empleo remunerado o para estar con amigos y familiares. Parece normal tener dos criterios de comportamiento diferentes según si nos encontramos en un ámbito económico o no. O lo que podría clasificar como más grave, algunos amplían los criterios egoístas de la economía actual a todos los otros ámbitos de comportamiento, de modo que ya no se guían por valores distintos en la vida y en la economía, sino que los valores económicos pasan a primar en su actuación en cualquier ámbito de la vida.

5. Me refiero por cristianos a aquellos que se consideran así, sin entrar a juzgar si lo son o no lo son a tenor de sus actuaciones… 6. La creación de valor para los accionistas es la expresión que se utiliza en la actualidad para indicar el objetivo de lograr el máximo beneficio para aquellos que han puesto dinero en la empresa, es decir, sus socios capitalistas.

40

41

2 Enrique Lluch Frechina

4. Comportamiento racional y cristianismo El concepto de racionalidad que utiliza la economía es lo que se ha venido a denominar racionalidad utilitarista. El parámetro de comportamiento humano que define el utilitarismo afirma que prima la búsqueda de la máxima utilidad. La utilidad se define como la satisfacción que se percibe por el consumo de bienes y servicios y esta se ve influida por lo que se llama el principio de no saturación, esto es, que más siempre es mejor que menos. Esta pauta de comportamiento económico se basa en intentar siempre tener más cosas, ya que en la medida en que se tiene más, se obtiene mayor utilidad y el objetivo final es que esta sea la máxima posible. Esto supone que el comportamiento egoísta y acaparador es el que se ve definido como racional, ambicionar más, querer acumular más, es la manera racional de comportarse según el pensamiento mayoritario. Es evidente que la adquisición de nuevos bienes y servicios que proporcionen mayor utilidad viene limitada por los fondos con los que se cuentan. Es lo que los economistas denominamos restricción presupuestaria. Se pretende incrementar la utilidad individual consumiendo y comprando más y más productos, pero esta compra se ve restringida por los ingresos con que se cuenta, que limitan la capacidad de compra y el ritmo al que se puede incrementar la cantidad de bienes. Por ello, una de las consecuencias que tiene este comportamiento racional es que finalmente la mayoría de las personas y la sociedad en su conjunto van a tener como primer objetivo económico el incremento constante de sus ingresos. La única manera de lograr que la utilidad percibida por el consumo se incremente sin freno es conseguir que la capacidad adquisitiva lo haga y para ello no hay nada como tener más y más. La racionalidad utilitarista lleva irremediablemente a la necesidad del crecimiento económico sin fin (tanto a nivel individual como a escala grupal) y por lo tanto al afán desmesurado de riquezas, lo que también podemos denominar como avaricia. Nos encontramos en sociedades en las que ambicionar más bienes se convierte en el motor de la actuación particular y colectiva. El afán de riquezas se ve, no solo legitimado ética y socialmente, sino también apoyado por los poderes públicos que potencian y respaldan a aquellos que consiguen obtener mayores ganancias de sus negocios. Parece evidente que esto choca de frente con las enseñanzas evangélicas y con la tradición judía, especialmente con la sapiencial. En ellas no hay una condena explícita de las riquezas como tales. Los bienes se ven como positivos para ayudar a la buena vida de las personas, para lograr que estas puedan desarrollarse como tales. Los bienes y las riquezas puestas al servicio de la persona son buenas para Corintios XIII n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

los individuos y para la sociedad en su conjunto. Lo que se condena no son, por tanto, los bienes materiales, sino el afán desmesurado de ellos. Esta condena explícita puede verse ya en los libros sapienciales7, pero se concreta en los evangelios y en el Nuevo Testamento. Los textos existentes en este último en el que se señalan el peligro de las riquezas son muchos8 y esta tradición eclesial se mantiene no solo en los escritos de los Santos Padres sino también en la Doctrina Social de la Iglesia. El principal problema que tiene el afán de riquezas es que deshumaniza. El buscar como principal prioridad el tener más hace que la personas que persiguen este objetivo pierdan su capacidad para ser más humanas, para amar al prójimo, para pensar en quien tienen al lado, para ser sensibles ante el sufrimiento humano y empatizar con él… En esencia, ante un Dios que se hace humano y que nos impele a amar al prójimo para transformar nuestras vidas y mejorar tanto nosotros como nuestro entorno; el afán de riquezas nos aleja de nuestros semejantes y nos opone a ellos. Nos hace olvidar la esencia que es «amar al prójimo» y nos aleja de un Dios que es «amor». Por ello Jesús nos dijo sin ambajes: «No se puede estar al servicio de dos amos, pues odiará a uno y amará al otro o apreciará a uno y despreciará al otro. No podéis estar al servicio de Dios y del dinero» (Mateo 6,24 y Lucas 16,13). El mensaje es radical y claro y es el mismo que le da al rico piadoso. Un pasaje recogido por los tres evangelios sinópticos9 y en el que las dos frases más lapidarias que se recogen en él son: «¡Qué difícil es que los que tienen riquezas entren en el Reino de Dios!» (Mc 10,23) y «es más fácil que un camello pase por el ojo de la aguja que el que un rico entre en el Reino de Dios». Pero lo interesante es que esto se lo dice después de que el rico piadoso le confiese que es un observante de la ley, es decir, que cumple con los mandamientos. Sin embargo, esto no es suficiente, cumplir los mandamientos de la ley judía no es bastante. Por ello le pide que venda todo lo que tiene y le siga, porque esta es la única manera de cumplir el nuevo mandamiento del amor. El joven rico no está dispuesto a desprenderse de lo que es suyo, de aquello por lo que se ha esforzado tanto, ama sus riquezas y está dispuesto a cumplir la ley, los ritos, lo que haga falta pero no a desprenderse de lo que tiene. Jesucristo es claro ante esta situación, los ritos, las costumbres piadosas, la religiosidad externa no sirven para nada si no le llevan a renunciar a su amor al dinero, a su afán de tener más, si no le hacen más humano para poder concentrarse en los demás y no en acaparar más ingresos. El amor al dinero, el afán de riquezas, parece ser el principal motivo por el cual las personas se deshumanizan y se alejan definitivamente de Dios. Es imposi7. Para un estudio más detallado de esto puede verse mi artículo en esta misma revista: LLUCH FRECHINA, E. (2010): «Sabiduría para tiempos de turbación. Libros sapienciales y crisis económica», Corintios XIII 133, pp. 85-108 8. Para tener una relación exhaustiva de todos estos textos se puede acudir a VIDAL, 1995: 278-283. 9. (Mt 19, 16-24) (Mc, 10, 17-26) (Lc 18, 18-24).

42

43

2 Enrique Lluch Frechina

ble amar al dinero y amar al prójimo. San Pablo lo tenía muy claro, tal como nos demuestra en su primera carta a Timoteo (6, 9-10): «Los que buscan riquezas caen en tentaciones, trampas y mil afanes absurdos y nocivos que hunden a los hombres en la perdición y la ruina. Porque la raíz de todos los males es el afán de dinero y, algunos, por dejarse llevar de él, se extraviaron en la fe» y en la misma línea, en la homilía de san Juan Crisóstomo dedicada precisamente a esta carta, afirmó que «el amor que el usurero profesa al dinero es mucho más grave que el amor carnal más desordenado»10. Parece pues evidente que, siguiendo la tradición evangélica, el afán de riquezas es considerado por san Pablo y por san Juan Crisóstomo como la principal fuente de deshumanización que podemos encontrarnos y el principal motivo que nos impide amar a los otros. De hecho, es una de las pocas veces en las que habla de una manera tan clara de un colectivo no por lo que hacen, sino por lo que son. Y esto no se hace por las riquezas en sí, sino porque es difícil ser rico sin tener afán de riquezas, sin amar a estas por encima de las personas, sin deshumanizarse poco a poco para priorizar lo que se tiene sobre el prójimo. Esta tradición eclesial se mantiene en los documentos que la Doctrina Social de la Iglesia ha generado en estos últimos tiempos. La Sollicitudo rei socialis afirmaba (37) que el «afán de ganancia exclusiva» puede considerarse como una de las principales estructuras de pecado «opuestas a la voluntad divina y al bien del prójimo». O la Encíclica Populorum progressio (26) «ha sido construido un sistema que considera el lucro como motor esencial del progreso económico; la concurrencia, como ley suprema de la economía; la propiedad privada de los medios de producción, como un derecho absoluto, sin límites ni obligaciones sociales correspondientes. Este liberalismo sin freno, que conduce a la dictadura, justamente fue denunciado por Pío XI como generador del imperialismo internacional del dinero». Acto seguido, la Encíclica señala ante esta manera de actuar cuál es la opción cristiana que deberíamos potenciar: «No hay mejor manera de reprobar un tal abuso que recordando solemnemente una vez más que la economía está al servicio del hombre». Queda suficientemente claro la condena que todas las enseñanzas de la Iglesia han hecho, ya no sobre la riqueza en sí misma, sino sobre el deseo desordenado de esta, sobre el priorizar el dinero a todas las demás cuestiones. Podríamos poner más ejemplos de esta doctrina tanto bíblicos como de los Santos Padres o de la Doctrina Social de la Iglesia y del magisterio de los dos últimos obispos de Roma, pero creo que no es necesario hacerlo para reforzar la idea de que nuestro sistema económico se basa en un afán de riquezas que es visto por 10. FLECHA, J. R. (2007): Moral Social. La vida en comunidad, Salamanca, p. 443.

Corintios XIII n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

la fe cristiana como el principal impedimento para que el amor al prójimo sea la fuente y el motivo que alimente el comportamiento de las personas y como la causa más importante de deshumanización.

5. Ante la economía egoísta, la economía altruista Como ya he nombrado con anterioridad, el pensamiento economicista basado en el comportamiento egoísta nos ha impregnado a todos de tal manera que cristianos sinceros se ven envueltos en él y dan por sentado que la economía tiene una dinámica distinta al resto de las relaciones sociales. Para poder lograr que estas y otras personas que no sean cristianas puedan cambiar sus maneras de actuar en lo económico precisamos de varias etapas. La primera es la de darse cuenta de como nuestro día a día está impregnado de esta manera de pensar y cómo esto no nos lleva a estar mejor, sino que nos conduce a una profunda insatisfacción personal y grupal. Es lo que he venido a denominar «la paradoja de la economía egoísta». La ideología económica egoísta nos promete la mejora, nos dice que teniendo más vamos a estar mejor y que para lograrlo debemos pensar en nuestro bienestar individual e intentar lograr el máximo de bienes posible. Esta promesa se nos hace de modo individual, pero también a escala grupal. En la medida que consigamos crecimiento económico nuestros países van a estar mejor y alcanzaremos un progreso que es bueno para todos. Sin embargo, esta promesa es una distopía. Cuando utilizamos los criterios económicos egoístas de comportamiento, no solo estamos peor nosotros como personas, sino también la sociedad en su conjunto. Un modelo económico que nos promete una elevada satisfacción acaba siendo una fuente inagotable de insatisfacción. Una vez se haya demostrado esto, tenemos dos labores a realizar. La primera es hablar sobre las pistas que nos da la tradición cristiana acerca de concretar ese comportamiento basado en el amor sobre los aspectos económicos esenciales que están caracterizando nuestra economía egoísta, y la segunda concretar estas pistas en actuaciones ajustadas a la complejidad económica que se vive en estos momentos en nuestra sociedad. Para todo ello voy a centrarme en varios aspectos que determinan el día a día económico de cualquier persona o familia, y que son clave a la hora de comprender cómo estas estructuras egoístas han impregnado nuestro comportamiento. En todas ellas también vamos a ver las alternativas que se proponen desde las 44

45

2 Enrique Lluch Frechina

enseñanzas sociales de la Iglesia y cómo poder concretar estas en el día a día de una familia. Se trata de la necesidad de diferenciar entre necesidades, deseos y apetencias, el consumo y las compras que se deben realizar para afrontar el día a día, el ahorro y el endeudamiento y, por último, la cuestión capital del empleo o el trabajo remunerado que permite lograr los ingresos necesarios para poder adquirir aquello que es necesario para vivir. El objetivo es crear una nueva racionalidad en la que lo importante ya no es el tener más para estar mejor (cosa que, como voy a demostrar, no sucede) sino en tener para ponerlo al servicio del ser. La transición desde la dinámica egoísta del tener hasta la dinámica altruista del prójimo se entiende como un cambio desde un ser al servicio del tener a un tener al servicio del ser. Es una dinámica que permite pasar desde un tener que deshumaniza (al ponerse este por delante de todo lo demés) a un tener que está al servicio de la humanización de las personas. Y ya sabemos que somos más humanos en la medida que amamos más y amar es dejar que Dios actúe en nosotros. Aquel que es más humano en esta medida es la persona que más deja a Dios actuar en su vida y que vive, por tanto, la encarnación en sus propias carnes ayudando a la construcción del Reinado de Dios en la tierra. Alguno se puede preguntar si existen diferencias entre la economía de la gratuidad y la economía altruista o si son realmente lo mismo. El hecho de hablar aquí de economía altruista se basa en mi libro de 2010 Por una economía altruista y resalta, sobre todo, el contraste entre el egoísmo y su antónimo el altruismo. Mientras que el primero define a aquellos que «atienden desmedidamente su propio interés, sin cuidarse del de los demás» el altruista es quien «procura el bien ajeno aun a costa del propio». Se trata, por tanto, de dos tendencias contrapuestas que pueden definir dos modos de comportamiento económico. La primera tiene como norte solo el propio interés, mientras que la segunda tiene en cuenta cómo afecta este a los demás y es capaz de tomar opciones que aparentemente estén resultando negativas para sí mismo. Hablar de economía altruista no es, por tanto, contrapuesto a hablar de economía de la gratuidad. Son dos maneras de incidir en una misma línea y, como habrá podido observar el atento lector de este volumen, cada uno de los autores incidimos en distintos aspectos de una misma necesidad que es la de cambiar los parámetros de actuación económica que predominan en la actualidad en nuestra sociedad.

6. Necesidades, deseos y apetencias El primer aspecto a tener en cuenta para transformar nuestro comportamiento económico cotidiano es aprender a diferenciar entre necesidades, apetenCorintios XIII n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

cias y deseos. El pensamiento económico al uso considera que todo aquello que queremos, que deseamos o que podríamos querer o desear son necesidades. De hecho, una de las definiciones que más se ha utilizado en los últimos tiempos ha sido la de que la economía es «una ciencia que estudia cómo satisfacer necesidades ilimitadas con unos recursos escasos». De este modo, el problema económico que tenemos es que siempre necesitamos más cosas pero no podemos disponer de todo lo que querríamos para satisfacer estas necesidades. La economía intenta ayudar a resolver este problema aparentemente irresoluble. Esta idea de las necesidades ilimitadas ha hecho fortuna y ya a finales del siglo XVII, en 1690, un autor denominado Nicholas Barbon, en su Discurso sobre el Comercio afirmaba que todos teníamos dos clases de necesidades, las corporales y las mentales. Las primeras eran pocas (comida, vestidos y alojamiento) y eran necesarias para sobrevivir, mientras que las segundas eran las que satisfacían los deseos que eran apetitos de nuestra alma y que son infinitos, tan naturales para nosotros como el hambre para el cuerpo (Barbon, 1690: 4). Además, pensaba que según una sociedad va siendo más culta y más refinada, la cantidad de necesidades de esta clase se va incrementando. Esta idea ha perdurado en el pensamiento económico, de manera que el objeto del deseo y de las apetencias se ha seguido considerando como una necesidad a lo largo del tiempo. Juzgar que todo son necesidades, además de inexacto (como voy a demostrar en las siguientes líneas), genera insatisfacción en aquellos que viven su relación con los bienes de esta manera. Esto es así porque, según nos informa el diccionario de la Real Academia Española, necesidad es la «carencia de las cosas que son menester para la conservación de la vida» o, según la segunda definición que en él aparece, «todo aquello a lo cual es imposible sustraerse, faltar o resistir». En ambos casos aparece la necesidad como algo a lo que no podemos renunciar, ya sea porque si no lo tenemos no podemos sobrevivir (primera.ª definición) o porque por algún motivo no podemos resistirnos a ella (segunda.ª definición)11. Si además, estas necesidades se consideran infinitas (como lo hacía Barbon con las necesidades mentales) siempre quedarán necesidades sin cubrir, con lo que nunca podremos encontrarnos satisfechos del todo, siempre va a haber algo que falte, algo a lo que no se llegue. Además de esta insatisfacción continuada, la consideración de que las necesidades son ilimitadas es fuente de dependencias y necesidades añadidas. La compra de determinados bienes genera otros gastos necesarios para mantenerlos (por ejemplo, las reparaciones de un coche o de una segunda vivienda) que hacen que las necesidades se incrementen sin fin. Esto también puede tener como 11. En este último caso se incluyen las patologías, especialmente las adiciones: al tabaco, a las drogas, al juego, al trabajo, al sexo, etc. Todas ellas fuerzan a realizar una acción o a tomar algo aun en contra de la propia voluntad.

46

47

2 Enrique Lluch Frechina

consecuencia un endeudamiento exagerado para poder cubrir las necesidades que uno mismo se va autogenerando a través de la compra continuada de nuevos bienes y servicios. Sin embargo, algunos ven el lado positivo a considerar que todo son necesidades. Se piensa que el hecho de que nunca se pueda estar satisfecho porque siempre se necesita algo más mantiene en tensión a las personas y las anima a actuar y a no quedarse quietas. Evidentemente, esta tensión impulsa a quien la vive en una única dirección, la de tener más cosas, la de lograr más ingresos para poder adquirir en el mercado eso que va a satisfacer (aparentemente) esta necesidad que se tiene. Sin embargo, lo que genera el ver todo como necesidades es, por un lado, una insatisfacción continuada y, por otro, dirigir los esfuerzos hacia una dirección egoísta que dificulta, si no impide, los comportamientos solidarios, caritativos o generosos, que solamente se darán en la medida que el sujeto que los haga piense que van a acabar beneficiándole a sí mismo para poder cubrir alguna de las necesidades que tiene. Esta idea de que todos son necesidades conforma una sociedad basada en los bienes superfluos, en el lujo, en cosas que no son esenciales para la vida. Las empresas, en su afán de obtener el máximo beneficio, prefieren dedicarse a producir bienes y servicios caros, destinados al sector más pudiente de la población, debido a que así pueden obtener rendimientos más elevados. Esto lleva a que haya una economía muy desarrollada en esa clase de bienes que, realmente, se basan en el lujo, el glamour, la apariencia, etc. La opción cristiana ante esta realidad está bien clara y puede definirse de una manera clara a partir de una frase que se utiliza en la oración cristiana por excelencia, el Padre Nuestro. En ella se le pide al Padre: «Danos hoy nuestro pan de cada día». Esta es una manera poética y preciosa de pedir, precisamente, lo que necesitamos para vivir. El pan, en la cultura mediterránea, es el alimento básico, es la base nutritiva de la dieta, por lo que demandar el pan de cada día no es más que pedirle al Señor lo necesario para vivir, lo que precisa para desarrollarse como personas. No se le pide crecimiento económico continuado, o poder tener cada vez más cosas y que incremente la hacienda propia sin fin, no, le se le pide solamente lo suficiente para poder vivir dignamente. Es evidente que el cristianismo no considera que todo sean necesidades ni que estas sean ilimitadas. Desde el Antiguo Testamento encontramos referencias sobre como las necesidades son limitadas y pueden ser satisfechas. Desde la llegada del maná a los israelitas después de abandonar Egipto: «Al medirlo luego, vieron que el que había recogido de más no tenía nada de más, y el que menos, no tenía nada de menos, sino que cada uno tenía lo que necesitaba para su consumo» (Ex 16,18), o en el Deuteronomio cuando exhorta a ayudar al más pobre: «Si hay en medio de ti un necesitado, uno de tus hermanos, en una de las ciudaCorintios XIII  n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

des de la tierra que el Señor, tu Dios, te da, no endurecerás tu corazón ni cerrarás la mano a tu hermano pobre, préstale en la medida de su necesidad» (Dt 15, 7-8). En los hechos de los apóstoles podemos encontrar más ejemplos de esta idea cuando se relata cómo los primeros cristianos repartían sus bienes dando a cada uno lo que necesitaba (2,45 y 4,35) y san Pablo exhortaba a los filipenses diciéndoles que «no os inquietéis por cosa alguna, sino más bien en toda oración y plegaria presentad al Señor vuestras necesidades con acción de gracias» (4,6). Es evidente que es difícil compartir si uno no ha cubierto todavía todas sus necesidades. Por ello, en una sociedad en la que las necesidades son ilimitadas y en la que siempre se tiene la sensación de que falta algo, es tan difícil el compartir. La fe cristiana nos anima, por tanto, a reconocer que no todo son necesidades, a considerar estas como limitadas y a construir una sociedad que se centre en lograr que todas y cada una de las personas puedan cubrir sus necesidades vitales, de manera que tal como nos dice la Gaudium et spes 69: «El derecho a poseer una parte de bienes suficiente para sí mismos y para sus familias es un derecho que a todos corresponde». Es decir, que no solo hay deben ser cubiertas estas necesidades, sino que esto debe ser reconocido como derecho, por lo que la organización social debe encargarse de que este derecho sea cubierto por todas las personas y familias. Para que las familias puedan cambiar un comportamiento económico basado en la confusión entre necesidades, apetencias y deseos y en la consideración de que las necesidades son ilimitadas, es necesario educar, en primer lugar, en diferenciar lo que son necesidades, apetencias y deseos. Para ello hay que tener en cuenta (una vez dada la definición de necesidad en un párrafo anterior) que existen dos clases esenciales de necesidades: las básicas y las sociales o de la condición. Las primeras son aquellas que se necesitan para sobrevivir. En esencia serían aquellas cosas que se precisan para gozar de una buena salud física que nos permita ejercer todas las demás funciones que nos son propias: la alimentación, el refugio ante las inclemencias del tiempo (vivienda y vestido) el descanso y la asistencia sanitaria para paliar los efectos adversos de las enfermedades. Parece evidente que son las mismas para todos aunque su concreción en cada persona es diferente dependiendo del lugar en el que viva, la edad, el peso, etc. Las necesidades sociales o de la condición son aquellas que son precisas para llevar una vida digna en el entorno vital de una persona o para poder ejercer dignamente el trabajo con el que nos ganamos la vida: el teléfono móvil para un comercial, el portátil para un teletrabajador, el automóvil para gran parte de la población de los países ricos, la formación continua para determinados profesionales, etc. Estas necesidades son muy diferentes dependiendo de la persona, el lugar en el que vive y el trabajo que realiza. Ya no se trata de unas mismas necesidades concretadas en distintos niveles de suministro, sino de necesidades 48

49

2 Enrique Lluch Frechina

totalmente diferentes. A pesar de esta diferencia entre las necesidades básicas y las de la condición, ambas comparten una característica que las hace diferentes a los deseos y apetencias: son limitadas. Las necesidades básicas y sociales son las que son y no más. La necesidad se satisface y, a partir de ahí, es la voluntad la que puede determinar libremente lo que se quiere hacer. Sin embargo, no sucede lo mismo con las apetencias y deseos. El diccionario de la Real Academia Española define apetencia como: «movimiento natural que inclina al hombre a desear alguna cosa»; y deseo como: «movimiento enérgico de la voluntad hacia el conocimiento, posesión o disfrute de una cosa». Así pues, tanto la apetencia como el deseo no son imperativos que tenemos porque sin realizarlos no podemos sobrevivir o vivir dignamente en el entorno en el que nos movemos, sino que dependen plenamente de nuestra voluntad, de lo que nosotros queremos o no queremos. Por ello, no pueden calificarse como necesidades, su naturaleza es totalmente distinta. Por este motivo, también, las apetencias y deseos pueden ser infinitos. Aunque no tienen por qué serlo, con frecuencia, una vez realizado un deseo parece que se precisa otro para poder motivar la siguiente actuación. Esto puede darse o bien por una necesidad de tener siempre motivaciones para la acción, o bien por la sensación de vacío o carencia cuando se alcanza el deseo perseguido y este no llega a llenar el hueco o la insatisfacción que se tenía con anterioridad. Aprender a diferenciar entre necesidades, apetencias y deseos es esencial para poder cambiar nuestro comportamiento desde unos parámetros egoístas a unos parámetros altruistas. Pero con esto no es suficiente, hay que aprender a que las necesidades son limitadas y a no generar necesidades innecesarias. Aunque esto pueda parecer una contradicción, con frecuencia no lo es cuando, como ya ha sido señalado, adquirimos bienes que nos generan nuevas obligaciones que acaban convirtiéndose en necesidades añadidas para poder mantener los primeros. También hay que saber controlar nuestros deseos y apetencias para que ambos sean limitados y no se entre en una espiral de insatisfacción sin fin. Por último, debemos ajustar nuestros anhelos económicos a lo necesario para cubrir nuestras necesidades y algunas de nuestras apetencias o deseos. El objetivo económico de las familias no debe ser el tener más sin fin, sino el tener lo suficiente para cubrir con cierta holgura sus necesidades.

7. Dejar de ser consumidor para ser comprador Hemos oído en repetidas ocasiones que estamos en una sociedad de consumo y que lo que nos caracteriza y diferencia con respecto a lo que pasaba en Corintios XIII n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

otros siglos anteriores es, precisamente esto, ser consumidores. El consumo pasa a ser un elemento clave en nuestras vidas, de manera que la mayoría de las personas todos los días realizan algún intercambio en el mercado (hasta aquellas cuya principal ocupación no es esta). Es más, el consumo ya ha pasado a un segundo grado de manera que con frecuencia es un mero entretenimiento. Las personas consumen para pasar el rato, como otro modo de emplear el tiempo libre. Pues bien, se es consumidor porque se busca la máxima satisfacción y se piensa que esta depende de los bienes que se tienen. En esta medida, parece que cuantos más bienes se tienen, mejor se va a estar y por ello se intenta tener el máximo. Para ello, se aplican principios de economía egoísta muy sencillos y ampliamente aceptados por la mayoría de la población. Cuando se consume se busca adquirir un bien de una determinada calidad al menor precio posible. Buscar la oferta más barata para un bien o servicio determinado se convierte en el principal criterio de adquisición de los bienes. El motivo es evidente, si se consigue lo mismo más barato, se logra liberar parte fondos para poder adquirir otras cosas que permitan tener más y así estar mejor. La lógica es aplastante y cautiva a cualquiera. Sin embargo, tiene sus problemas y sus consecuencias negativas para aquellos que la llevan adelante y para la sociedad en su conjunto. La primera está íntimamente relacionada con las necesidades ilimitadas, ya que esta consideración tiene su paralelo en esta manera de consumir (como los problemas que esto genera ya han sido expuestos en el apartado anterior, no es necesario incidir más en ellos). El segundo tiene que ver con las condiciones laborales de quienes producen estos bienes. Parece evidente que, si se busca siempre el precio más barato, los productores tendrán que reducir los costes para lograr vender sus productos antes que sus competidores. Esto se puede lograr incrementando la productividad, pero también reduciendo los costes. Esta última opción lleva a que, con frecuencia, los paganos de los precios bajos sean los trabajadores que ven recortados sus salarios para lograr precios competitivos. La tensión de los precios baratos acaba perjudicando a los asalariados y a la sociedad en general en la medida que la demanda de estos se reduce al ver disminuida su remuneración. En tercer lugar, tenemos un problema medioambiental. El consumo exagerado de bienes y servicios hace que se utilicen excesivos recursos para producirlos y la capacidad de la tierra para ofrecerlos es limitada. Además, la dinámica del crecimiento económico nos lleva a que tengamos que desechar los bienes para adquirir unos nuevos antes de que estos acaben su vida útil, lo que origina una gran cantidad de basura de bienes que todavía son útiles. Por último, los ritmos de producción excesiva también generan polución. Por otro lado, la lógica del consumo lleva a algunas patologías que producen malestar a las personas que las sufren más allá del generado ya de por sí, al considerar que se tiene que adquirir siempre algo más porque nunca se está 50

51

2 Enrique Lluch Frechina

totalmente satisfecho con lo que se tiene. La primera es confundir la fuente de satisfacción. En teoría, la satisfacción proviene de la utilización del bien o servicio consumido. De hecho, el consumo busca esto, tener algo que me permita incrementar la satisfacción. Sin embargo, la presión por consumir y la concepción del consumo como una actividad de ocio hace que con relativa frecuencia la satisfacción no se perciba por el uso del bien o servicio adquirido, sino por el hecho de comprar. Esto lleva a una insatisfacción continuada ya que se trata de una satisfacción efímera. Se adquiere algo, se recibe una satisfacción inmediata por el hecho de haber comprado esa cosa, pero este momento «feliz» se acaba rápidamente hasta que se vuelva a comprar otra cosa… Esto puede llevar a una patología como es estar «enganchado» a las compras. Otro problema de esta manera de actuar es lo que se denomina el consumo posicional. Aquel que se realiza para comprar cosas que no tienen los otros y posicionarse en una escala social diferente a ellos, o bien el que se realiza para comprar lo que tienen todos para poder asimilarse a ellos. Estos dos caras del consumo posicional tienen como consecuencia una tensión innecesaria y una insatisfacción continuada. En la medida que se compra algo para diferenciarse y luego todos compran esa cosa, habrá que buscar comprar otra para poder volver a ser diferente. Del mismo modo, si se adquiere algo para ser igual a todos, cuando todos compren otra cosa, habrá que comprar eso también para no quedarse atrás. Por último, nombro (aunque está trabajado de una manera más profunda en otro artículo de esta misma revista) el problema de los bienes individuales ante los bienes relacionales y la despersonalización de los intercambios económicos. La satisfacción que percibimos tiene mucho que ver con la calidad de las relaciones humanas que establecemos. Sin embargo, en los consumidores al uso se observan dos características que deterioran la calidad de estas relaciones humanas y, por tanto, no incrementan en bienestar percibido sino todo lo contrario. La primera es que el consumo no se vive como un momento para relacionarse con los demás. Como lo que se busca es el mejor precio para un determinado bien, se evita la relación con la contraparte a la que se compra y se buscan maneras de consumir en las que se evite tener que relacionarse con el otro. Cuanto menos relación haya entre comprador y vendedor, parece que es mejor. Del mismo modo, el consumo se centra en bienes individuales de los que el único beneficiado es el consumidor o lo suyos y que, por tanto, no tienen en cuenta la relación con los demás. Olvidamos, por tanto, que los bienes relacionales dan mucha más satisfacción que aquellos de los que disfruta una sola persona y nos centramos en el consumo de bienes que son poco satisfactorios porque no permiten mejorar o potenciar las relaciones humanas. Por todos estos motivos, se puede afirmar que hoy en día consumir en las sociedades ricas como la nuestra es algo más que comprar. Consumir se ha conCorintios XIII  n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

vertido en un valor por sí mismo y en un fenómeno cultural. La relación existente entre la utilización de lo que compro y la satisfacción que percibo por ello se reduce progresivamente. Con frecuencia la satisfacción principal se recibe del mismo hecho de consumir con independencia del uso posterior que se le da al bien adquirido. Muchas de las compras que se realizan sirven para configurar la idea que se tiene de uno mismo. La imagen propia se determina por lo que se tiene más que por sus ideas o por su manera de ser. El consumo supera así su función económica tradicional para convertirse en un icono de la nueva sociedad que no puede entenderse a sí misma si no es consumiendo. Se trata de un estilo de vida, de una manera de estar y de posicionarse. Nos definimos como consumidores, defendemos nuestros derechos, nos encontramos con los otros en los centros comerciales, conversamos sobre lo que tenemos o queremos adquirir, etc. Las referencias directas al consumo en los documentos de la Doctrina Social de la Iglesia se han hecho esperar. De hecho, es la Encíclica Populorum progressio (PP) la que afirma, en su número 19, que «la búsqueda exclusiva del poseer se convierte en un obstáculo para el crecimiento del ser». La Solicitudo reis socialis (SRS) en su número 28, describía la realidad de las sociedades más desarrolladas de nuestro planeta diciendo que en estas hay una «excesiva disponibilidad de toda clase de bienes materiales para algunas categorías sociales, que fácilmente hace a los hombres esclavos de la posesión y del goce inmediato, sin otro horizonte que la multiplicación o la continua sustitución de los objetos que se poseen por otros todavía más perfectos». La diferencia esencial entre lo que afirmaba una y otra encíclica es que, mientras que la primera ve el problema del querer tener sobre el querer ser como un tema individual, la segunda lo ve como una cuestión cultural y colectiva. Se da así un paso importante en el que se asume que nuestra sociedad entiende el consumo como algo más que una actitud personal ante las cuestiones económicas. La Solicitudo rei Socialis también insiste en la «radical insatisfacción, ya que cuando más se posee más se desea, mientras las aspiraciones más profundas quedan sin satisfacer y quizá sofocadas» (SRS 28). El consumismo hace que nos olvidemos de las cosas realmente importantes y entremos en un proceso de falta de maduración en el que se potencia la impulsividad, las reacciones espontáneas y poco meditadas, la irreflexión… Este es el motivo principal por el que la cultura consumista hace que a las personas les sea difícil realizarse como tales y madurar para encontrar los verdaderos anhelos de su vida. En este mismo asunto insiste la Centesimus Annus (39): que el consumo puede pasar de ser algo meramente económico a convertirse en un estilo de vida y que la vida social se estructura de modo que la posibilidad o no de consumir se convierte en un valor central. Esto ya divide, de por sí, la sociedad en aquellos integrados que tienen capacidad para adquirir bienes y los pobres que no tienen recursos suficientes y quedan por ello excluidos de la dinámica social. Es por ello que este 52

53

2 Enrique Lluch Frechina

estilo de vida resulta perjudicial para la salud pública y espiritual de aquellos que lo practican (CA 36). El empobrecimiento espiritual que conlleva esta clase de comportamiento lo hace poco recomendable para aquellos que quieran crecer como personas. Por ello hay que educar para dejar de ser consumidores y volver a ser compradores. El comprador es aquel que adquiere lo que necesita o algunas de las cosas que desea y disfruta y percibe satisfacción del bien consumido. Educar en las compras supone que estas sean parcas. Esto tiene una relación directa con la concienciación de la limitación de nuestras necesidades y deseos, ya que al considerarlos limitados, no necesitamos comprar sin fin y podemos haerlo con parquedad. En segundo lugar, hay que educar en la importancia de los bienes relacionales y en el olvido del consumo posicional (clara fuente de insatisfacción). En tercer lugar, debemos practicar un consumo responsable, que tenga en cuenta que la compra es (como indicó Benedicto XVI en su Encíclica Caritas in Veritate 66) «siempre un acto moral», por lo que no solo hay que mirar la relación calidad precio, sino que con nuestro dinero hay alguien que se está ganando la vida y tener en cuenta, por tanto, las condiciones laborales y los efectos sobre la sociedad de las empresas que producen los bienes que adquirimos. Por último, es clave valorar el elemento medioambiental de las compras y de la utilización de lo comprado para agotar la vida útil de lo adquirido y comprar aquellos bienes que han sido producidos de una manera respetuosa con el medio ambiente. Educar para la compra parca y responsable ayuda a poner esta en su lugar y a incrementar la satisfacción de aquellos que dejan de ser consumidores para pasar a ser compradores.

8. Ahorro y endeudamiento para la mejora de las personas Otra de las actividades económicas cotidianas que realizan las familias con cierta frecuencia tiene que ver con la financiación de las actividades económicas. En el momento en el que los ingresos en un determinado periodo de tiempo no coinciden con los gastos realizados en ese mismo intervalo, nos encontramos en una situación en la que o bien se generan unos ahorros o se devuelven deudas contraídas con anterioridad, o bien disminuyen estos ahorros o se generan nuevas deudas. Los criterios egoístas para gestionar las finanzas conllevan varias consideraciones. La primera es el uso, muchas veces indiscriminado, del crédito (como vimos en la época de bonanza anterior a la crisis). La idea que hay detrás de este recurso exagerado a la financiación externa es clara y conocida, en la medida que voy a estar mejor cuando más tengo ¿para qué esperar? Lo más conveniente es Corintios XIII n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

pedir prestado y disfrutar hoy de todo lo que pueda y ya iré pagando en un futuro. El desarrollo del sistema financiero y la avidez de unos intermediarios que quieren incrementar sus beneficios para lo que tienen que prestar todo lo posible se juntan en esta dinámica y producen los problemas conocidos de sobre el endeudamiento y excesivo riesgo en los préstamos. La dinámica egoísta de los ahorros considera estos solo como una fuente adicional de ingresos. El objetivo principal de los ahorros se convierte entonces en la maximización de beneficios. El dinero invertido en activos financieros o prestado a un banco o al Estado debe darnos el máximo rendimiento con un riesgo fijo. Por ello, el único aspecto a analizar para tomar una decisión sobre en qué lugar se colocan los ahorros que se tienen es el de los intereses o beneficios que me van a generar. La publicidad de las entidades bancarias no ofrece dudas en este sentido y, con frecuencia, se basa únicamente en prometer un rendimiento mayor que la competencia. Parece evidente que esto trae una serie de problemas no solo a las personas, sino también a la sociedad en su conjunto. El sobre el endeudamiento generado por este querer disfrutar hoy lo que no se puede todavía lleva a que las personas disfruten de menos cosas en el futuro debido a que no solo tienen que devolver la cuantía que han recibido, sino que tienen que pagar los intereses generados, lo que reduce su capacidad adquisitiva futura. Además, el endeudamiento constante reduce la libertad de quien se encuentra en esta situación. Tener deudas supone que se vea constreñidas las decisiones a tomar por la obligación contraída de devolución y pago de intereses. Por otro lado, la exigencia de unos mayores intereses que la mayoría de los ahorradores realizan a los intermediarios financieros hace que estos tengan una visión cortoplacista de sus inversiones y solamente busquen en ellas, precisamente, el rendimiento más alto en el más breve espacio de tiempo posible. Esto trae unas consecuencias negativas sobre el funcionamiento de una economía, ya que hace que los intermediarios financieros no cumplan bien su función de apoyo a la economía real, que los flujos de dinero no vayan a aquellos lugares que benefician a la economía en su conjunto, sino que acaben en aquellos productos y negocios que solamente son positivos para aquel que está aportando el dinero pero no para quien lo recibe. Si queremos encontrar unas pistas sobre las ideas sobre el ahorro que aparecen en las Sagradas Escrituras, podemos comenzar viendo las referencias al mismo en alguno de los libros sapienciales: en Proverbios 11,24 se afirma que «hay quien da libremente y sus riquezas aumentan; hay quien ahorra más de lo razonable y se empobrece», y en el Eclesiástico 14,4 «el que amontona con privaciones, para otros ahorra y con sus bienes otros se alimentarán». Las dos ideas principa54

55

2 Enrique Lluch Frechina

les que se reflejan aquí son la inutilidad de acumular por acumular, de ahorrar en exceso y el rechazo a pasar penalidades por ahorrar y por enriquecerse. Esta idea parece ligar con la que se expresa en los evangelios sobre la acumulación a la que se entrega aquello hombre rico: «Las fincas de un hombre rico dieron una gran cosecha. Y él pensó: ¿Qué haré, pues no tengo donde almacenar mis cosechas? Y se dijo: destruiré mis graneros, los ampliaré y meteré en ellos todas mis cosechas y mis bienes. Luego me diré: tienes muchos bienes almacenados para largos años; descansa, come, bebe y pásalo bien. Pero Dios le dijo: ¡Insensato, esta misma noche morirás!; ¿para quién será lo que has acaparado? Así sucederá al que amontona riquezas para sí y no es rico a los ojos de Dios» (Lc 12, 16-21). La idea principal sigue siendo la misma, poner la confianza en los ahorros es inútil. Solamente Dios es quien puede seguridad ante un futuro. No es, pues, una condena explícita al ahorro en sí, sino a poner toda nuestra confianza en ellos y en la acumulación excesiva. Por ello san Basilio nos dice que «el mandato del Señor, por tanto, no nos compete a renunciar y despreciar nuestros bienes como si fuesen malos, sino que nos exhorta a usarlos dignamente» (Regulae Brevius Tractatae) y esta idea es la que predomina también con el ahorro, exhortándonos el mismo san Basilio a utilizar bien esos mismos ahorros cuando indica que «la riqueza, estancada, resulta inútil; mas si se mueve y pasa de mano en mano, es bien y fruto común» (homilía «Destruam horrea mea»). La Doctrina Social de la Iglesia ha insistido en estas dos ideas también. Se afirman las bondades de un ahorro adecuado y ajustado: «Si el obrero percibe un salario lo suficientemente amplio para sustentarse a sí mismo, a su mujer y a sus hijos, dado que sea prudente, se inclinará fácilmente al ahorro y hará lo que parece aconsejar la misma naturaleza: reducir gastos, al objeto de ir constituyendo un pequeño patrimonio» (Rerum Novarum 33). Pero al mismo tiempo, ese ahorro debe orientarse correctamente a través de las inversiones que se realicen: «la opción de invertir en un lugar y no en otro, en un sector productivo en vez de en otro, es siempre una opción moral y cultural» (Centesimus annus 36). Por todo ello, educar en un uso altruista de las finanzas nos lleva a un ahorro-endeudamiento prudente y responsable. Esto significa, por un lado, que tanto el ahorro que hagamos como el endeudamiento debe ser proporcionado a nuestros ingresos y a nuestro nivel de vida… Ello supone, por el lado del ahorro, educar en los verdaderos objetivos del ahorro, que no son los de lograr mayores beneficios o mayores ingresos, sino los siguientes: guardar para un consumo futuro de un bien que tenga un coste elevado, evitar o prever riesgos futuros y tener fondos para montar un negocio o para estudiar y mejorar las perspectivas laborales. En cuanto al endeudamiento, hay que educar en que este solamente debe darse en el caso de que se compre algún bien de consumo duradero que vaya a ser utilizado durante el periodo de tiempo en el que se devuelve lo prestado, o Corintios XIII  n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

para montar una actividad económica que genere unos ingresos. En segundo lugar, hay que educar en la cuantía total máxima en la que deben endeudarse, de manera que la devolución y el pago de intereses no supere una tercera parte de los ingresos que se obtienen normalmente. El otro aspecto que debe tener en cuenta el ahorrador altruista es el destino de sus ahorros. Es lo que se denomina normalmente ahorro o finanzas éticas. Cambiar la manera de plantearse el ahorro es exigir transparencia a aquellos a los que se les deja el dinero para que informen sobre el destino del mismo. Esto posibilitaría que el ahorrador pudiera elegir el destino de los ahorros no con el criterio del máximo rendimiento, sino con el criterio de a quién se van a prestar esos dineros. De este modo, el ahorrador influye en el destino de sus fondos y el sistema financiero puede orientar más fácilmente su financiación a inversiones útiles para la economía y que estén realmente al servicio de las personas.

9. Por un trabajo constructivo y liberador Desgraciadamente la economía egoísta ve el trabajo solo como un medio para ganarse la vida. El componente económico del trabajo predomina sobre cualquier otro. Muchos cristianos también lo ven así. El trabajo se convierte en un medio de ganarse la vida en el que lo que importa es el salario que se recibe a final de mes y en el que hay que pasar por lo que sea necesario para este fin. La vida de cristiano y las actitudes propias se dejan para el tiempo en el que no se trabaja. Se produce entonces una disociación entre el tiempo trabajado y los valores y actitudes que se viven allí, con los que predominan en el resto de actividades que se realizan fuera del empleo remunerado. Es evidente que esta disociación, cuando no oposición, entre lo vivido en una actividad y en otra a lo largo del día, trae una sensación de insatisfacción profunda en aquellos que la viven. La visión cristiana del trabajo es mucho más global. Desde un principio, el trabajo es visto como una parte básica y constitutiva del ser humano. En el mismo génesis ya se refleja esta cuestión cuando no solo Dios trabaja en la ingente labor de crear la tierra para después tomarse un merecido descanso, sino cuando se afirma que «el Señor Dios tomó al hombre y le puso en el jardín de Edén para que lo cultivase y lo guardase» (Génesis 2, 15). El trabajo aparece así, desde un primer momento, como parte de la naturaleza humana. Cultivar y guardar el jardín del edén es una labor encomendada al hombre, que no pasea por el mismo sin nada que hacer, sino que tiene que realizar labores para su custodia. 56

57

2 Enrique Lluch Frechina

Los evangelios también insisten en el tema del trabajo. No solo Jesucristo es presentado como «hijo de carpintero» (Mt 13,55) y ha nacido, por tanto, en una familia de trabajadores, sino que les dice a los judíos: «Mi padre no deja de trabajar, y yo también trabajo» (Jn 5, 17). Dios trabaja, su hijo también y los hombres deben hacerlo. De hecho, Jesús enmarca algunas de sus parábolas en el mundo del trabajo (los obreros de la viña, los talentos, los viñadores homicidas…) y esta línea es mantenida por Pablo en sus cartas. Más recientemente, la Encíclica Laborem Exercens que se dedicó al mundo del trabajo, vuelve a insistir en sus primeras líneas en que el hombre está, «desde el principio, llamado al trabajo. El trabajo es una de las características que distinguen al hombre del resto de las criaturas». Es esta misma encíclica la que nos da las pistas para entender cómo considerar el trabajo de una manera más amplia que como un simple medio para ganarse la vida. Para ello nos ilumina sobre las dos principales dimensiones del trabajo. La primera es la que se ha venido a denominar objetiva y que corresponde al mandato del génesis. A través de nuestro trabajo cuidamos de la creación, colaboramos con Dios en su acción creadora, transformamos, mejoramos y ponemos a nuestro servicio todo lo que encontramos a nuestro alrededor. Estamos llamados a transformar el mundo a partir del amor (Gaudium et spes 38). Además, esta labor no la realizamos solos. El trabajo tiene una dimensión social importante, no trabajamos solos, lo hacemos con otros, colaboramos con los demás. Pero además de eso, nuestro trabajo es para los otros, nuestra labor solamente tiene sentido si se enfoca para mejorar a los demás, si es un don para aquellos que se benefician de él. El trabajo es una colaboración necesaria no solo en la creación sino en la recreación de nuestro entorno y en la construcción del Reinado de Dios en la tierra. La segunda dimensión importante que tiene el trabajo es la que se denomina subjetiva, esto es, el trabajo es un medio a través del cual el ser humano «se realiza a sí mismo como persona; es más, en un cierto sentido se hace más persona» (LE 9). El hecho de que sea intrínseco a nuestra naturaleza hace que nos realicemos como personas a través de él, que no podamos crecer como seres humanos si no es trabajando con y para las personas. Es por ello que los libros sapienciales del Antiguo Testamento condenan la pereza y a aquellos que tienen esta como forma de vida. Afirman que así no se puede medrar, que quien la practica no va a realizarse como persona, que le va a faltar una peculiaridad esencial de su ser. En el Nuevo Testamento encontramos como Jesús también condenó la pereza. La parábola de los talentos es paradigmática en este sentido. Solamente el trabajo puede ayudarnos a ser más humanos, a amar más a los demás, a construir el Reinado de Dios en la tierra. Además, el trabajo merece su descanso. Como se recoge en la Encíclica Rerum novarum 44: «ni la justicia ni la humanidad toleran la exigencia de un rendimiento tal que el espíritu se embote por el exceso de trabajo y al mismo tiempo Corintios XIII  n.º 151-152

De la economía egoísta a la economía altruista

el cuerpo se rinda a la fatiga. Como todo en la naturaleza del hombre, su eficiencia se halla circunscrita a determinados límites, más allá de los cuales no se puede pasar». El problema del trabajo excesivo ya no se centra solo en la posibilidad de que perdamos nuestra capacidad de ver más allá, de seguir teniendo claras nuestras motivaciones y el porqué de las cosas que hacemos, sino que tiene el peligro de que nuestra productividad disminuya. Los problemas físicos que genera un exceso de trabajo pueden acabar mermando nuestras posibilidades de realizarlo bien y de sacar un determinado rendimiento. El descanso es, pues, necesario tanto para no perder la perspectiva de nuestra vida y nuestro horizonte como para poder mantener el rendimiento de lo que hacemos. Es por ello que desde el principio, el descanso aparece como algo esencial e intrínseco al trabajo realizado. «Dios dio por terminada su obra el séptimo día y en este día descansó de toda su obra» (Génesis 2,2). A lo largo de toda la sagrada escritura el descanso tiene un lugar importante. Ya no solo es el Génesis el que habla de este, sino que el libro del Éxodo también dice que «durante seis años sembrarás tu tierra y recogerás su fruto. Pero el séptimo la dejarás descansar, sin cultivarla, para que coman los pobres de su fruto, y lo que quede lo coman las bestias del campo. Lo mismo harás con tu viña y tu olivar» (Éxodo 23, 10-11). Siguiendo la misma tónica, en los evangelios Jesucristo no solo aparece en sus andanzas trabajando, sino que también sabe disfrutar de los momentos de asueto descansando de su labor diaria y gozando de la compañía de sus amistades. El objetivo del descanso periódico va más allá del reposo necesario después del duro trabajo cotidiano. La Encíclica Mater et magistra señala (248-253) que el descanso es un derecho y un deber que debe ser utilizado no solo con este fin, sino también para «mirar por la unidad de su familia» (250), ya que este es un bien preciado que necesita tiempo, convivencia y un contacto habitual que permita que sus miembros crezcan en el amor y en la confianza mutua. Por otro lado, aconseja utilizar el descanso para dedicarlo al culto divino y a la relación con Dios, a cultivar la espiritualidad y crecer en el amor. El descanso, por tanto, es algo positivo para el hombre, es un derecho que debe ser atendido vivido como un momento privilegiado para que la persona se libere de sus preocupaciones diarias y pueda dedicarse a otros menesteres que le ayuden a crecer como persona. Una sabia combinación entre trabajo y descanso es el que permite crecer y no perder el horizonte de nuestra labor y de nuestro día a día. ¿Qué se precisa para educar en otra manera de entender el trabajo más allá de como medio para ganarse la vida? Es importante tomar conciencia de que a través del trabajo se colabora en la recreación de de nuestra sociedad, de nuestro entorno. Con nuestro trabajo nos juntamos con otros para hacer este mundo mejor, para construir una sociedad más fraterna y solidaria, para ayudar a que el Reinado de Dios sea una realidad. El trabajo es, por tanto, un lugar privilegiado en 58

59

2 Enrique Lluch Frechina

el que hacer realidad la fe en Jesucristo. En segundo lugar, hay que considerar que el trabajo como un lugar en el que se crece como persona, en el que uno se hace más humano y aprende y mejora en su amor a los demás. Realizarse en el trabajo es algo esencial para esta comprensión diferente del trabajo. Solamente si, además de tener un salario que permita vivir, se dan importancia a estas dos dimensiones de colaboración en la construcción de la sociedad en la que vivimos y de realización como personas a través del trabajo conjunto con otros, se puede vivir el trabajo remunerado no como una losa o un sufrimiento, sino como una labor constructiva y liberadora. Educar en una economía altruista es aprender a vivir el trabajo como una colaboración en la recreación de nuestro entorno y un medio de realizarse y crecer como persona.

10. Conclusión Como he intentado demostrar en este artículo estamos inmersos en una dinámica económica que, solo aparentemente, logra unos resultados positivos en cuanto a bienestar de la totalidad de la población. Sus bondades en cuanto al incremento de la producción de bienes y servicios vienen acompañadas de problemas en cuanto a su distribución, su coste medioambiental y un comportamiento egoísta que produce insatisfacción generalizada en la mayoría de la población. La causa principal de estos problemas es que potencia una clase de comportamiento que es justo el contrario a aquel que nos hace más personas y que nos permite mejorar la sociedad en la que vivimos. Por ello, los cristianos debemos denunciar una racionalidad económica que no es tal, sino un egoísmo flagrante cuyos resultados son negativos para aquellos que lo viven y para la sociedad en su conjunto. Y junto a la denuncia debemos aportar caminos que permitan a las personas y las instituciones reorientar el quehacer económico hacia modos más positivos, tanto para las personas como para la sociedad. El artículo ha intentado combinar estas dos responsabilidades. Por un lado, denunciar la deshumanización de nuestro sistema económico y, por otro, aportar estas maneras diferentes de vivir las realidades económicas más cotidianas para cualquier familia: el posicionamiento ante las necesidades y los deseos o apetencias, la cuestión del consumo y las compras, el ahorro y el endeudamiento y el trabajo remunerado. Este cambio desde una economía egoísta hacia una economía altruista, es necesario para que las sociedades puedan pensar en el bien común e intentar alcanzarlo, pero también es preciso para potenciar que la caridad, la solidaridad y la justicia reinen en las relaciones sociales y económicas.

Corintios XIII n.º 151-152

3. La economía solidaria en América Latina y el Caribe. Actores, presencia, experiencias, redes: reflexión y desafíos Rosemary Gomes*, Tatiana Castilla**, Jonas Bertucci*** y Ademar Bertucci**** Equipo de Economía Humana del DEJUSOL/CELAM. Equipo del Eje Desarrollo Humano Integral Solidario del SELACC

* Directora de Economía Solidaria y Comercio Justo - SEDES/ Alcaldía Rio de Janeiro. ** Mestranda en Sociología Universidad de Brasilia. *** Doctorado en Sociologia Universidad de Brasilia. **** Coordinación de la investigación; Cáritas Brasil.

60

61

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

Resumen La finalidad de este trabajo es dar a conocer el concepto de economía solidaria en América Latina y Caribe, a través del papel de las principales fuerzas sociales. Aborda la construcción como proceso de organización política y productiva y las contribuciones desde diferentes dimensiones. Teniendo en cuenta que hoy en día se cuestiona el interés e incluso la posibilidad de continuidad del crecimiento económico en las formas actualmente vigentes, la economía solidaria demanda un nuevo tipo de desarrollo, alternativo, integral, a escala humana, con énfasis en lo local. Es urgente la presencia de esta economía en las empresas, la organización de los mercados, las políticas públicas y los procesos de globalización. La economía solidaria se ofrece como una realidad y un proyecto capaz de favorecer el progreso de la economía en el tiempo, con orientaciones, criterios, metodologías y modelos organizativos nuevos y eficientes. Palabras clave: Economía solidaria, crecimiento, mercados, políticas públicas, globalización, modelos, comercio justo. Abstract The purpose of this paper is to introduce the concept of solidarity economy in Latin America and the Caribbean, through the role of the major social forces. The author approaches the building process of political and productive organizations and contributions from different dimensions. Given that today the possibility of continued growth is questioned, solidarity economy demands a new kind of development; an alternative, integral, to human scale, with an emphasis on local development. It is urgent the presence of this economy in companies, organization of markets, public policy and globalization. Solidarity economy is offered as a reality and a project, able to promote sustainable over time progress of the economy with guidelines, criteria, methodologies and new and efficient organizational models. Key words: Solidarity economy, growth, markets, public policy, globalization, models, fair trad.

Corintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

1. Contexto histórico orígenes, en América Latina-el Caribe y en el mundo La historia de la Economía Solidaria en América Latina y el Caribe data de la época precolombina y tiene sus primeras evidencias en las formas de trabajo colectivo que se dieron en las diversas culturas, en muchos casos conocidas como la «minka» (en el caso de los incas y culturas preincásicas en el Perú), aunque es una experiencia generalizada en toda la región. Los pueblos indígenas mantienen hasta hoy dichas formas de trabajo solidario que sustentaron sus economías y sociedades y que fueron espacios de resistencia a la colonización y también en la época republicana, muchas de ellas subsisten hasta la fecha. Más recientemente, podríamos decir en la época moderna de la economía solidaria en la región, en los últimos 160 años se han dado valiosas experiencias de cooperativismo, de solidaridad, de manera más extensiva a las actuales conformaciones: el altermundialismo, la construcción de redes, el Foro Social Mundial. El papel de la Iglesia, ha sido sumamente importante en todo este proceso y podríamos decir no solo en América Latina y el Caribe, sino en América en general. Recordemos que un hecho muy significativo en Norteamérica fue la creación de la primera Caja Popular en la Ciudad de Levis, Québec, cuyos miembros fueron los agentes pastorales de la época. Esta experiencia es válida también para las vivencias del cooperativismo y la solidaridad en la región. Las diferentes formas de prácticas solidarias, de relaciones colectivas, de respeto a la naturaleza han estado presentes desde los principios de la humanidad y han ido aconteciendo en las diferentes etapas de la civilización. En ello, América Latina y el Caribe no ha sido la excepción y hoy, en estos tiempos modernos, sobresalen las iniciativas de resistencia y propuesta de los pueblos amazónicos. En el mundo, las primeras comunidades cristianas, en las catacumbas o fuera de ellas, al inicio del siglo I d. c., traducían sus prácticas solidarias con la afirmación de que todo era puesto en común y nadie pasaba necesidades (cfr. Hechos de los Apóstoles). Pero es en la transición a la modernidad capitalista cuando surgen más ordenadamente propuestas de organización social de los pueblos basadas en la solidaridad como respuesta a dramáticas situaciones de pobreza, exclusión, y violencia de todo tipo. Se puede decir que, para la época moderna y posrrevolución industrial, los orígenes y el desarrollo de la economía solidaria en América Latina 62

63

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

y en el mundo están íntimamente ligados a la historia del capitalismo y, desde mediados del siglo xix, buscando formas de organización alternativa que sean expresión de una economía al servicio de las personas, de las grandes mayorías y, en especial, de quienes sufren la mayor necesidad, pero que a su vez son actores de la historia. Efectivamente, en Europa principalmente es —con la concentración y la liberalización de la fuerzas productivas, con el paso del trabajo indigno al trabajo asalariado, promovida por las revoluciones liberales europeas—, que se producen los éxodos masivos de las áreas rurales hacia las ciudades y las concentraciones urbanas en torno a las fábricas, con sus eternas caravanas de marginalidad, miseria y violencia, (cfr. Gutiérrez, G.: «Presencia histórica de los pobres»). A finales del siglo xix, en Inglaterra, pionera de la industrialización, las primeras reacciones frente a la inseguridad social y económica de la mayor parte de esta población de emigrados vino de dos tipos de actores diferentes: las comunidades ligadas a las iglesias, que en nombre de la caridad cristiana constituían hogares y comedores sociales para ayudar a los más necesitados; y, más tarde, los sindicatos obreros (trade unions), que actuaron en términos de solidaridad de clase y organizaron asociaciones mutualistas y cooperativas para hacer frente a las necesidades de sus socios. Las prácticas de autogestión realizadas por las cooperativas o asociaciones mutualistas se sumaban a la perspectiva de los «socialistas utópicos» que vislumbraban una sociedad autogestionaria. Las tentativas producidas por las luchas de transformación del estado capitalista en un estado del bien común o estado social trascendieron en procesos diferenciados: por un lado, los gobiernos del bienestar social (impulsados por la social democracia, principalmente) incorporando derechos sociales y de trabajo, superando la concepción liberal de estado; y, por otro lado, los gobiernos socialistas (del denominado Socialismo de Estado), proponiéndose superar la columna principal del capitalismo: la propiedad privada de los medios de producción como valor absoluto. Ambos tuvieron una gran influencia en América Latina y ambos se mostraron incapaces de hacer avanzar la perspectiva de una sociedad gestionadora, soberana y autosostenible. Es interesante notar como esta diferenciación, en las motivaciones y en las formas de organización, se sigue encontrando hoy en torno a las definiciones y práctica de la economía solidaria. En efecto, las asociaciones, mutuas y cooperativas, se autoorganizan y autonomizan relativamente de las tutelas sindicales, llegando a constituir hoy en día un importante sector dentro de la propia economía capitalista, conocida como economía social, con claras influencias ideológicas socialdemócratas, socialistas y laicas. Corintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

Por su parte, las asociaciones caritativas, mantienen sus vínculos ideológicos y materiales con las iglesias y, después del periodo de reconstrucción en Europa y en Estados Unidos, cuando el problema de la miseria parecía haber desaparecido en sus propios países, una parte importante de ellas se involucra con la solidaridad internacional, con los pobres de los países del sur, en las luchas de liberación y anti colonialistas. Actualmente, muchas de estas ONG o, mejor dicho, de estas asociaciones de solidaridad internacional (ASI), se encuentran comprometidas, no solo en la lucha contra la miseria, el hambre, la explotación y por los derechos humanos, sino también en los movimientos de transformación social, como el alter mundialismo y, más específicamente, la economía solidaria y movimientos afines tales como el del comercio justo y las finanzas solidarias, por citar algunos. En América Latina: la influencia del cooperativismo como proceso autogestionario fue tomando fuerza en sus diferentes orígenes: demócratas-cristianos, socialdemócratas, anarquistas, socialistas, etc. Tuvo un peso relativamente grande en el debate sobre desarrollo de América Latina y el Caribe antes de la irrupción de las dictaduras principalmente militares. Con las dictaduras, gran parte del cooperativismo pasó a ser controlado por el Estado o se transformó en cooperativas «de fachada» para obtener los subsidios gubernamentales, distorsionando así su razón de ser. Antes de las dictaduras, el debate político y las propuestas de desarrollo en el mundo llevaron a dos campos antagónicos alternativos: el capitalismo y el comunismo. Pero en América Latina ello conllevó, entre otras consecuencias, a que se construyeran propuestas que genéricamente afirmaban la solidaridad como la tercera vía. Más recientemente la reacción mundial al neoliberalismo, afirmando que «Otro mundo es posible» favoreció la puesta en escena y el desarrollo de la economía solidaria. Diferentes formas de organización en redes, buscando alternativas frente al aumento del desempleo, del empleo precario (subempleo), se han venido articulando entre organizaciones de productores, de asesoría y grupos de trabajadores, conviviendo con otras formas de relaciones de trabajo no asalariadas. A lo anterior se suman las movilizaciones que enfrentan la globalización excluyente y sus mecanismos mundiales, tales como: el Fondo Monetario Internacional (FMI), y el Banco Mundial (BM), cuyos programas en la práctica han justificado el despojo de las riquezas, en especial, del tercer mundo. América Latina, en la que varios países, en los años cincuenta, ponían en marcha un modelo de desarrollo endógeno («desde adentro hacia fuera»), permaneció después de las dictaduras, atada a un modelo exógeno, cuyas decisiones, inclusive políticas, dependen «de afuera». La bandera del alter mundialismo pensar globalmente, actuar localmente reformulaciones de estilo de vida, vivencia de otra forma de relación social, respeto a la naturaleza, consumo responsable y solidario, cuidados con la vida; no a la producción degradante de la naturaleza y de la salud, etc., van constituyéndose en fuerzas articuladas en redes. 64

65

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

El Foro Social Mundial favorece la aproximación entre las redes, entre ellas las de economía solidaria. Gobiernos de corte popular, en algunos países de América Latina, se aproximan a las iniciativas de la economía solidaria en sus planteamientos y políticas. La crisis económica actual —que deja ver la fragilidad e imposibilidad del neoliberalismo para solucionar las cuestiones de exclusión social, reducción de las desigualdades, preservación del ambiente— puede ser la oportunidad para construir el espacio donde otra economía sea posible. Avanzar en esta perspectiva, dependerá, entre otras cosas, de la forma a través de la cual los movimientos sociales, las organizaciones populares, los gobiernos populares, la Iglesia y todos/as los que creen en esa posibilidad junten sus fuerzas para afianzar los cambios que ya están en curso. (Algunos sostienen que es pensar y actuar local y globalmente a la vez).

2. El papel de las principales fuerzas sociales de la economía solidaria en América Latina y el Caribe Las principales fuerzas sociales en la construcción de la economía solidaria en América Latina están vinculadas al conjunto de actores sociales con historias y percepciones diferenciadas. Entre ellas destacan los trabajadores miembros y/o identificados con las organizaciones sindicales y con el movimiento cooperativista latinoamericano y del Caribe; las universidades, en su acción de investigación, o en la extensión universitaria; asimismo, los movimientos populares del campo y de la ciudad; la Iglesia, en especial las acciones de las pastorales sociales y comunidades eclesiales de base; las organizaciones no gubernamentales de la sociedad civil, en gran parte ejerciendo funciones de fomento junto a los trabajadores de la economía popular y solidaria. En los últimos veinte años hubo una pérdida progresiva de los trabajos asalariados, sea por la reducción del empleo, por el agotamiento de la estructura sindical jerarquizada en algunos países de América Latina o bien vinculada al Estado. Los movimientos sindicales urbanos y rurales, desde entonces, vienen retomando su papel, intentando ampliar su base de representación junto a los subempleados, desempleados y despojados (pérdida de la tierra), creando sectores específicos de organización de la economía solidaria. En América Latina existe la Confederación Sindical de Trabajadores de las Américas (CSA) que es una expresión sindical regional, la cual reúne a 65 organizaciones nacionales de 29 países y representan a más de 50 millones de trabaja-

Corintios XIII n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

dores y trabajadoras en total. Entre las organizaciones nacionales afiliadas están la Central de los Trabajadores de la Argentina (CTA), la Central de Unión de Trabajadores (CUT), de Perú, Colombia, Brasil y Chile, y la Confederación de los Trabajadores de México (CTM), entre otras. Esa Confederación ha estado promoviendo acciones de la economía solidaria. En el caso brasileño la Agencia de Desarrollo Solidario (ADS), la Unión de los/las trabajadores/as de la Economía Solidaria (UNISOL) y la Unión de los/ las trabajadores/as de la Agricultura Familiar y Economía Solidaria (UNICAFES) son ejemplos de iniciativas que parten de la fuerza histórica de los movimientos sindicales. También la organización de las empresas recuperadas asumidas por sus trabajadores sobre la forma de autogestión tiene sus orígenes en el movimiento sindical. En Brasil, la Asociación Nacional de los Trabajadores de Empresas Autogestionarias (ANTEAG) es la expresión más antigua de los trabajadores procedentes en gran parte del mundo sindical. En el caso de Perú esta experiencia tuvo su origen en las «tomas de fábricas» de comienzos de los años ochenta por parte de los sindicatos, para evitar la pérdida de sus trabajos por quiebra de las empresas. Ello dio lugar al surgimiento de las Empresas Administradas por sus Trabajadores (EAT) y su Central de Empresas Administradas por sus Trabajadores (CEAT), varias de las cuales se constituyeron como cooperativas, otras como empresas de propiedad social (EPS) y otras como sociedades anónimas o de responsabilidad limitada con «estatuto autogestionario«, según las leyes de esa época. La otra expresión de organización de trabajadores viene de la histórica experiencia del movimiento cooperativista. Aunque en algunos países de América Latina los principios de Rochdale (Inglaterra) siguen siendo inspiradores de distintas organizaciones de cooperación, en otros países fueron desvirtuados, sea por imposición del autoritarismo de las dictaduras de los años sesenta y setenta, o por la absorción e integración de las experiencias de cooperación en la lógica capitalista (agrobusiness), descartando procesos verdaderamente autogestionarios. Otras iniciativas de articulaciones del cooperativismo clásico vienen demostrando las posibilidades reales de rescate de los principios básicos originales del cooperativismo, como es el caso de la Confederación Latinoamericana de Cooperativas de Trabajadores (COLACOT). Esa articulación tuvo un papel protagonista en la formulación de la ley general de la economía solidaria en Colombia, la Nº 454 de 1998 (Primera Ley Cooperativista de Economía Solidaria en América Latina). En Brasil se constituyó la Asociación Nacional de Cooperativas de Crédito Solidario (ANCOSOL), con cerca de 150 cooperativas vinculadas a la Unión Nacional

66

67

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

de las Cooperativas de la Agricultura Familiar y Economía Solidaria (UNICAFES), y actualmente se lucha para lograr la reducción del límite legal de participantes de una cooperativa de veinte a seis personas, a fin de dar paso a pequeñas cooperativas.

2.1. Las universidades Las universidades vienen actuando en la promoción de la economía solidaria, por lo general en dos campos: la investigación y estudio; y la extensión universitaria. Son muchas las universidades que vienen adoptando el tema de la economía solidaria como parte de su agenda de investigación, muchas veces adoptando perspectivas y lenguajes diferenciados, que dependen de las corrientes de abordaje y objetos de estudio: Economía social, economía popular, economía de los sectores populares, economía popular solidaria, economía popular y solidaria y otras variantes conceptuales. Varias temáticas, en la perspectiva del desarrollo local de microrregiones, y de grupos sociales de indígenas, afrodescendientes, agricultores familiares, recicladores de materiales, artesanos, trabajadores de empresas recuperadas, los que participan de los procesos de comercialización, bancos comunitarios, fondos solidarios, etc., han sido objeto de estudios académicos. En el campo de las especializaciones y de posgrado, los estudios se localizan en diferentes áreas del conocimiento de las ciencias sociales, de la antropología, sociología, geografía, economía, filosofía, teología, historia, y servicio social. El tema «trabajo» ha engendrado iniciativas de «universidades del trabajo», como el espacio de estudios, entre otros, de la economía solidaria. En dicha área de posgrado existen algunos programas como la maestría en Economía Social en la Universidad Nacional General Sarmiento en la provincia de Buenos Aires, Argentina; además, el Instituto del Conurbano de la Universidad tiene un Curso de Posgrado Virtual en Economía Social y Solidaria y Desarrollo Local y otro curso de Diseño de Proyectos de Economía Social y Solidaria. La Universidad Mayor de San Andrés, en La Paz, Bolivia; la Universidad de los Andes en Bogotá, Colombia, también tienen especializaciones en Economía Social; la Universidad Bolivariana de Chile junto al Campus Virtual de Economía Solidaria ofrece una Maestría en Economía Social y Desarrollo Sostenible. La Universidad Nacional Federico Villarreal en Perú ha creado también una maestría en Economía Social. En el área de extensión universitaria destacan las acciones de formación de los estudiantes universitarios, en el acompañamiento y fomento a los emprendedores de economía solidaria. En Brasil algunas redes universitarias asumen actividades de «incubación» de emprendedores de economía solidaria, reuniendo profesores y alumnos en torno a la promoción de prácticas de autogestión, como es la Red de IncubadoCorintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

ras Tecnológicas de Cooperativas Populares (ITCP) —que reúne incubadoras de 44 universidades brasileñas— y la red de incubadoras universitarias de emprendimientos de economía solidaria de la Unitrabalho (IEES-Unitrabalho). Los resultados de las investigaciones tecnológicas se han puesto al servicio de la asistencia técnica para mejora de los productos y procesos productivos.

2.2. Los movimientos populares La educación popular, muy presente en América Latina y el Caribe, y su metodología liberadora muchas veces se mezcla con la acción de agentes pastorales y populares de la Iglesia, tales como las pastorales del trabajo, de la tierra, de la juventud popular, de la alfabetización de adultos, de las personas en situación de calle, de los indígenas, etc. Las acciones comunitarias, por parte de las comunidades eclesiales de base, han constituido un espacio para la estructuración de la economía solidaria a nivel local, con peso mayor en las áreas rurales, pero con significativos avances en las áreas urbanas, favelas en Brasil, etc. Por otro lado, sumándose a la línea de acción de la educación popular, nuevos movimientos populares de diferentes orígenes han ido constituyéndose en torno a luchas específicas por los derechos humanos y por el desarrollo. Su identidad —en la perspectiva de la economía solidaria— ha ido creciendo. Institutos de educación y movimiento popular, algunos con décadas de existencia, van mezclándose con movimientos de luchas contra el hambre, de derechos de las mujeres, de los indígenas, de los negros, de la agroecológica, de los ambientalistas, de defensa de los biomas y ecosistemas, etc. Para citar algunos ejemplos, en Venezuela existe EFIP - Equipo de Formación, Información y Publicaciones, una organización que apoya el fortalecimiento de organizaciones de los sectores populares, potenciando la formación como una herramienta para fomentar la solidaridad, la cooperación, la justicia y sostenibilidad, valores que ellos consideran esenciales para la transformación social. Y en Brasil existe el Centro de Acción Comunitaria (CEDAC), una organización no gubernamental, sin ánimo de lucro, fundada en el año de 1979, que articula a grupos de personas comprometidas con movimientos populares, movimiento sindical y de las pastorales sociales. Su objetivo es incentivar la democracia participativa, la construcción de la ciudadanía y el fortalecimiento de las organizaciones sociales y populares. El CEDAC forma parte de una articulación latinoamericana del Programa Mercosur Solidario, plataforma de Organizaciones de la sociedad civil integrada actualmente por 17 ONGs de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay que articula a más de 150 organizaciones y movimientos sociales, incluyendo de 68

69

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

esta manera a más de 3.000 representantes de organizaciones sociales de jóvenes, mujeres, campesinos y pobladores.

2.3. La Iglesia Desde varios ámbitos, la Iglesia católica, en su dimensión social, ha participado en el proceso de construcción del movimiento por otra economía en América Latina y el Caribe. En casi todos los países, este tema ha sido enfocado a partir de diferentes perspectivas teológicas, pero tienen en común algunas matrices de origen cristiano, cuyos valores de solidaridad afirman, por un lado, la opción preferencial por los pobres y, por el otro, la reflexión sobre las estructuras de la sociedad latinoamericana, algunas veces opresoras y al mismo tiempo dependientes de los intereses internacionales. En los últimos cincuenta años, el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) ha sido uno de los principales espacios de reflexión y orientación de la Iglesia católica latinoamericana. La V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano de 2007, elaboró el Documento de Aparecida (ciudad brasilera cuyo santuario fue la sede de tan importante evento) que abordó la crítica al modelo de desarrollo vigente y propuso orientaciones claves para los cristianos y personas de buena voluntad, en la perspectiva de alternativas sustentables a partir de los valores de la solidaridad, entre ellos el de una economía para la vida. El mismo equipo de Economía Humana del CELAM actúa como uno de los grupos de trabajo del Secretariado Latinoamericano y del Caribe de Cáritas (SELACC), encargado del eje de «Desarrollo Humano Integral Solidario», promoviendo reflexiones sobre el modelo de desarrollo y sus alternativas, para el episcopado, para los/ las agentes de pastoral social y de Cáritas, así como apoyando al episcopado en los procesos de articulación para la incidencia en organismos internacionales relacionados con la justicia, el desarrollo humano y la paz. Las Cáritas y las pastorales sociales en América Latina y el Caribe (AL-EC), han acogido el tema de economía solidaria de diferentes formas, pero el principal centro de actuación ha sido la superación de prácticas asistencialistas de atención a los pobres y excluidos, en pos de la definición de metodologías de educación popular, de procesos de emancipación que lleven a la organización y autonomía de los grupos en busca de su ciudadanía y a la articulación con movimientos sociales de defensa de derechos. Ese paso del asistencialismo hacia acciones emancipadoras, tuvo una fuerte influencia, en algunos países, de las comunidades eclesiales de base, que se multiplicaron en prácticas de organización comunitaria uniendo la mística cristiana de la liberación con la gestión de la comunidad. En ese camino, diferentes prácticas se han configurado en procesos de construcción de la economía solidaria y de un desarrollo que podríamos llamar alternativo. Corintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

Ejemplos de esas prácticas son fondos rotativos solidarios, microfinanzas solidarias, organización de asociaciones y cooperativas, ferias y centros de comercialización, agricultura familiar, asentamientos de la Reforma Agraria, promoción de la artesanía, de la soberanía alimentaria, el desarrollo comunitario, los trabajadores/as de la calle y la inclusión de diferentes segmentos sociales excluidos del mundo del trabajo asalariado y no asalariado, entre ellos la economía popular. UN INSTRUMENTO AL SERVICIO DE LA ECONOMÍA SOLIDARIA Fondos solidarios En 1981, en un seminario en el nordeste brasileño afectado por la sequía, el episcopado brasileño y las Pastorales Sociales y las Cáritas organizaron fondos solidarios para apoyar de manera estructural a las comunidades afectadas. Así, nacieron los Proyectos Alternativos Comunitarios (PAC), y se extendieron por todo el país. Los PAC acompañan el desarrollo de las luchas de los excluidos y su promoción humana: apoyan las iniciativas y proyectos de las comunidades de base; los campamentos de los sin tierra; las cisternas de captación de agua de lluvia en el nordeste semiárido brasileño; la lucha por la preservación de las semillas; a los recicladores que viven en la calle; promueven las iniciativas de seguridad alimentaria, comedores comunitarios, actividades artesanales, etc. Hoy luchan por su reconocimiento como acción emancipadora junto a las familias de la «bolsa familiar», que es el programa de transferencia de renta del gobierno brasileño como ayuda de emergencia. Los fondos rotativos solidarios constituyen hoy uno de los instrumentos que componen un sistema de finanzas solidarias junto con los bancos comunitarios con monedas sociales, la Red de Cooperativas de Economía Solidaria (ANCOSOL) y el microcrédito solidario. En 1999, la Campaña de la Fraternidad del episcopado brasileño creó el Fondo Nacional de Solidaridad y los Fondos Diocesanos de Solidaridad, con recursos de la Colecta Cuaresmal, que reproducen, ahora con fondos diocesanos, los principios y la metodología de los PAC.

En algunos países, como Brasil, México, Chile, etc., se realizan campañas de reflexión y de colecta de fondos de solidaridad que suelen orientarse al financiamiento de experiencias de economía solidaria, en especial en el periodo de la campaña de la fraternidad durante la Cuaresma. En el 2009, en ocasión de la realización del Foro Social Mundial en Belém, Brasil, el SELACC promovió un evento sobre el Desarrollo Sostenible y Solidario en América Latina y el Caribe, cuyas conclusiones, han estado orientadas a fortalecer las redes nacionales y sus intercambios, teniendo a la Red Intercontinental de Economía Social y Solidaria (RIPESS) como importante referencia. Otra conclusión que merece destacarse es el fortalecimiento de espacios de confluencia latinoamericana, como la Feria de Santa María, en Brasil. 70

71

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

Otra iniciativa que converge con la economía solidaria es la economía de comunión, promovida por el movimiento de los focolares, de profundo modelo espiritual y social que envuelve a la Iglesia y a la sociedad civil, y cuyos inicios datan de 1943 en Trento, Italia. Actualmente, alcanza a 182 países y cuenta con la participación de más de cuatro millones de personas, la mayoría laicos y religiosos; y tiene como base la cultura del compartir, del amor y la promoción de la igualdad social por medio de la creación de economía compartiéndola en justicia, comunión y solidaridad. La economía de comunión tiene sus inicios en Brasil en el año de 1991 y está presente en varios países siendo su objetivo principal la transformación cultural de la vida económica y empresarial, y teniendo como guía el ideal religioso del movimiento. La actividad más significativa promovida por la economía de comunión es el Polo Empresarial Espartaco, creado en 1994 con la intención de ser un modelo para la construcción de otros polos en el mundo y para darle visibilidad al proyecto de economía de comunión, el cual está localizado en el municipio de Cotia (Sao Paulo). Este polo está integrado por siete empresas en un régimen de condominio y canaliza recursos para las empresas en forma de participaciones, que son suscripciones de cuotas de capital accionario.

2.4. Las organizaciones no gubernamentales (ONG) Nacidas, en gran parte en América Latina y el Caribe, como resultado de la necesidad de asesoría, sistematización de las prácticas de los movimientos sociales, así como la formación y capacitación, las organizaciones no gubernamentales (ONG) van tomando rumbos diferentes, ya sea por motivo de su relación con la cooperación internacional no gubernamental, de donde provienen sus recursos históricamente, ya sea por su vínculo con los movimientos sociales, o por su relación de dependencia de los gobiernos. La clásica cooperación internacional, especialmente la oficial, tiende a dejar de aportar a América Latina y el Caribe para concentrarse en África y el este de Europa. Al mismo tiempo, en el contexto del neoliberalismo, comienza a partir de los años noventa, a exigir resultados económicos cuantitativos inmediatos mediante el apoyo a actividades principalmente de generación de trabajo y renta, en la perspectiva de una determinada concepción del microcrédito, etc. La onda neoliberal en los gobiernos de los países de América Latina y el Caribe, redujo los recursos para políticas sociales e indujo la creación de ONG «eficientes» para asumir la ejecución de acciones que afectaba al Estado. Pero las reacciones y afirmaciones de que las ONG no deben sustituir el Estado, sino favorecer la movilización y el control social de las personas y comunidades sobre el Estado, comienzan a ganar fuerza. Corintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

En ese cuadro, muchas de ellas, con fuerte alianza con los movimientos sociales y teniendo una histórica contribución para la organización de las actividades de trabajo colectivo, pasan a constituir un segmento de asesoría al movimiento y a los emprendimientos de la economía solidaria como verdaderas entidades de promoción. Son muchas las ONG que trabajan en la economía solidaria y el comercio justo en América Latina; la mayoría de ellas pertenecen también a las redes nacionales, latinoamericanas e intercontinentales. Entre ellas, por ejemplo, la Fundación Sinchi Sancha en el Ecuador, la Fundación Etnollano y Mambe Shop en Colombia; el Instituto para el Desarrollo y la Paz Amazónica (IDPA) en Perú, que a su vez es miembro de GRESP (Grupo Red de Economía Solidaria del Perú), quien a su vez integra la RIPESS (Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social y Solidaria); la Fundación para el Desarrollo Campesino y Comercialización Solidaria (FUNDECA) de Paraguay, que es miembro de la RELACC. Como estas, son incontables las organizaciones no gubernamentales que trabajan de forma articulada, en diferentes tipos de redes que también hacen incidencia junto a los gobiernos a favor de políticas públicas para la promoción de la economía solidaria, el comercio justo y el desarrollo sostenible. En el campo de las entidades que promueven el comercio justo y la economía solidaria se destacan las iniciativas de la RIPESS-LAC (Red Intercontinental para la Promoción de la Economía Social y Solidaria-capítulo Latinoamérica y el Caribe), la WFTO-AL (World Fair Trade Association) y el Espacio Mercosur Solidario, entre otros, en la búsqueda de estrategias comunes en América Latina y el Caribe.

3. La construcción de redes como proceso de organización productiva, la organización con perspectiva política. Principales redes continentales y nacionales en América Latina Clasificar las redes de economía solidaria no es tarea fácil. Nos encontramos con muchas experiencias con características tan diferenciadas que llegamos al punto de considerar que la mayoría de ellas tienen un carácter doble y hasta triple, algunas predominantemente políticas, otras de carácter productivo o comercial y otras que combinan ambas dimensiones. 72

73

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

Las redes con perspectiva política (no partidarias) dan mayor énfasis a la articulación de sus actores para hacer incidencia en las políticas públicas que representen los intereses de los emprendimientos que ellas mismas promueven, y buscar su identidad en la defensa del proyecto político solidario del movimiento, lo que lleva a la construcción de representaciones. Las redes políticas posibilitan la cooperación y la intercooperación entre movimientos sociales y organizaciones de diversa naturaleza; son, así, redes de organización con un papel político, que tienen como objetivo promover la organización del movimiento, incidir sobre procesos públicos y hacer visible la economía solidaria. Las redes con énfasis en la actividad productiva buscan la construcción de cadenas, donde se ejercen funciones de producción, comercialización y/o consumo, de manera integrada o complementaria, para salir del círculo vicioso de la economía capitalista y construir un círculo virtuoso de la economía solidaria. Esto exige la práctica de los principios de la economía solidaria, especialmente el de la autogestión y el trabajo en función de enlaces económicos y articulaciones sociales. El círculo virtuoso incentiva la producción y facilita la comercialización de los productos de las comunidades en diferentes espacios alternativos que van desde ferias hasta grupos de consumidores organizados para comprar directamente del productor, estableciendo precios justos, promoviendo el consumo responsable y solidario y fortaleciendo la complementariedad y la solidaridad entre los actores. La autogestión en redes permite reflexionar sobre el proceso productivo y construir cadenas de producción y de intercambio de informaciones y conocimientos que potencien esa otra forma de organización social y económica. En la economía solidaria, se valoriza la comunicación en redes horizontales y la construcción de cadenas productivas. Aunque una organización se autogestione, no sobrevivirá coherentemente con el principio de la solidaridad si no se articula con otras organizaciones a diferentes niveles, desde lo local a lo global. Todas las redes de economía solidaria son en principio redes sociales, cuyos vínculos exigen una dimensión de compromiso colectivo más amplio, en la cual la dimensión económica es relevante, pero está subordinada a otras dimensiones ético-solidarias. Generalmente, las redes están compuestas por una diversidad de actores, por ejemplo, en Brasil, están integradas por ONG de desarrollo, organizaciones de pequeños productores, cooperativas y asociaciones (rurales y urbanas), prestadores de servicios en agroindustrias solidarias, representantes de tiendas de comercio justo, grupos de agricultores orgánicos y agroecológicos, sectores académicos (universidades, fundaciones), sectores de la Iglesia (católicos ligados a la CNBB), congregaciones religiosas, Cristianos luteranos, adventistas etc.), sindicatos o centrales sindicales, entre otros. En América Latina y el Caribe existen muchas redes conformadas, por la naturaleza y trabajo de los actores, por temáticas o por espacios territoriales. En cuanCorintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

to a las cadenas productivas, actualmente, funcionan en el plano nacional (ejemplos en Brasil: Justa Trama, Red Abelha, Red Bode, Red Mandioca, Red Bragantina, Red Capim, etc.) y están logrando presencia en el campo internacional (p. ej., Cooperativa Sin Fronteras BRASIL y Costa Rica). Las redes económicas de producción, comercialización y consumo son muy variadas en América Latina y el Caribe, el principal eslabón que las une es el comercio justo. En los últimos años, numerosas organizaciones en América Latina se dedican al desarrollo de mercados locales y regionales.

3.1. Principales redes continentales y nacionales Particularmente en América Latina y el Caribe, se observa una verdadera proliferación de redes de comercio justo y economía solidaria. El lugar del comercio justo, como elemento activo de la economía social, está fuertemente reafirmado por los socios sudamericanos que ya trabajan en redes de manera amplia con sus homólogos, como, asociaciones de consumidores, sindicatos, organizaciones de defensa de los derechos humanos y del medio ambiente, etc. De hecho, las acciones de incidencia política emprendidas en el marco de estas otras redes más amplias tienen más impacto, tanto a nivel político como a nivel público, y este es uno de los objetivos fundamentales del comercio justo: la implementación de campañas de sensibilización a escala nacional e internacional, aunque por el momento se trate más de un objetivo que de una realidad. Para ilustrar la gran dinámica de los actores y las iniciativas del comercio justo y solidario (CJS) en América Latina y el Caribe, se detalla a continuación un listado, ciertamente incompleto, de redes e iniciativas latinoamericanas de economía solidaria, comercio justo y/o comercialización solidaria: Redes regionales WFTO /LA – Organización Mundial de Comercio Justo (capítulo Latinoamérica) Espacio MERCOSUR Solidario MCLACJ – Mesa de Coordinación Latinoamericana de Comercio Justo y Economía Solidaria RELACC – Red Latinoamericana de Comercialización Comunitaria CAUSA RELACC – Centroamérica Unida y Solidaria (capítulo subregión) CLAC – Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores de Comercio Justo RICOPS – Red Iberoamericana de Integración de Cooperativas y Organizaciones de Producción Social COLACOT – Confederación Latinoamericana de Cooperativas y Mutuales de Trabajadores RIPESS/LAC – Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social y Solidaria (capítulo Latinoamérica) RILESS – Red de Investigadores Latinoamericanos de Economía Social y Solidaria Red LASES – Red Latinoamericana de Socioeconomía Solidaria RIBES – Red Iberoamericana de Promoción de Economía Social ELAT-Encuentro Latinoamericano de Tiendas de Economía Solidaria y Comercio Justo

74

75

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

3.2. Redes regionales relevantes •  R   IPESS/LAC es el capítulo de Latinoamérica y el Caribe de la Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social y Solidaria, una organización que agrupa redes nacionales así como redes sectoriales que trabajan en el campo de la economía social y solidaria. En el capítulo de América Latina, la RIPESS está compuesta por redes y organizaciones de seis países diferentes y también tiene adherentes en otros de países. •  R   ILESS  es  la  Red  de  Investigadores  Latinoamericanos  de  la  Economía  Social y Solidaria. Su misión es contribuir a dar fundamento científico y sólidas bases empíricas al pensamiento estratégico y a las acciones referidas al desarrollo de formas de economía alternativa en América Latina. Es un proyecto conjunto de la Maestría en Economía Social (MAES/ ICO-UNGS de Argentina), del Grupo de Investigación sobre Economía Solidaria de la Cátedra UNESCO/UNISINOS, de Río Grande do Sul (Brasil), del Colegio Mexiquense y de FLACSO-Ecuador. Asimismo, en este proyecto colabora URBARED (ICO-UNGS/IISUNAM México). Redes nacionales Comercio Justo México Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético Espacio Nacional de Economía Solidaria y Social de Argentina (ENESS) Red de Ferias Equi-Ferias (Argentina) Espacio de Economía y Comercio Solidario de Chile Cooperativa Comercio Justo Chile y Plataforma Komyuniti GRESP – Grupo Red de Economía Solidaria del Perú REDESSOLES - Red de Socioeconomía de la Solidaridad del Sur FACES de Brasil – Plataforma de Articulación para el Comercio Justo, Ético y Solidario Red de Comercio Justo Guatemala RENACC/Bolivia – Red Nacional de Comercialización Comunitaria Grupo Impulsor de Comercio Justo de Paraguay Plataforma Multisectorial de Promoción y Desarrollo de Economía Solidaria y de Comercio Justo en Bolivia CSF – Cooperativa sin Fronteras (capítulo Brasil) / CSF – Cooperativa sin Fronteras (capítulo Costa Rica ) MESSE – Movimiento Economía Social y Solidaria de Ecuador Coordinadora Uruguaya de Economía Solidaria ECOSOL México FBES – Foro Brasileño de Economía Solidaria MCCH – Maquita Cushinchic (Ecuador)

•  R   ELACC es la Red Latinoamericana de Comercialización Comunitaria,  su sede central está en Quito Ecuador. Asocia a más de doce redes nacionales de América Latina, facilitando servicios de formación, capaciCorintios XIII n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

tación técnica, asesorías, información y seguimiento. Sus miembros son redes nacionales de comercialización comunitaria integrada por organizaciones de productores, consumidores, artesanos e instituciones de apoyo y servicios. Entre las redes nacionales se encuentran: REMESS México, REMACC Guatemala, COMAL Honduras, CORDES El Salvador, RENICC Nicaragua, PROCOSOL Panamá, REDCOM Colombia, RELACC Perú, RENACC Bolivia, MCCH Ecuador, FUNDECA Paraguay y CORPROCE Ecuador. En Bolivia se encuentra la Red Nacional de Comercialización Comunitaria de Bolivia (RENACC), que es la principal red que articula y fortalece las organizaciones rurales y urbanas con el enfoque de economía solidaria y comercio justo, la mayoría de sus miembros son organizaciones de artesanos con una fuerte presencia en el mercado local. RENACC está orientada a la formación de los productores, asesorando para que su producción sea de mejor calidad para insertarse en el mercado, y también trabaja con temas como la equidad de género, conservación del medio ambiente y la valoración de la cultura e identidad nacional. RENACC es miembro de RELACC, de la Mesa Latinoamericana de Comercio Justo y de RIPESS. En Ecuador la experiencia de Maquita Cushinchic (MCCH), «Comercializando como Hermanos», funciona como una red nacional que a su vez forma parte de otra red latinoamericana como RELACC. Maquita Cushinchi es un espacio de coordinación de las organizaciones populares de productores urbanos y rurales que trabajan en la comercialización comunitaria, tiene puntos en siete provincias del Ecuador, y promueve la comercialización asociativa entre las redes de productores organizados y las unidades comerciales de MCCH. También tiene una agroexportadora que coordina 18 centros de recepción de cacao en cinco provincias de la costa del Ecuador. Es miembro también de WFTO y de MAX HAVELAR, entre otras redes. En Colombia la Red Colombia Verde se dedica al fortalecimiento organizacional, productivo y comercial de sus asociados, son 41 organizaciones que la componen, de 4 regiones, con productos de agricultura orgánica, el agro- y ecoturismo, artesanía, apicultura, entre otros. Otra experiencia es la de la Fundación Mambe Shop, que trabaja con 25 grupos de pequeños productores de artesanía de diferentes regiones de Colombia, con un enfoque especial en las comunidades indígenas del Orinoco y Amazonas Colombiano, sumándole a esta actividad experiencias de turismo comunitario. En Perú la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético (RPCJyCE), que es una organización impulsada por representantes de organizaciones del movimiento de Comercio Justo y del Grupo Red de Economía Solidaria del Perú 76

77

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

(GRESP); es miembro de la Mesa Latinoamericana de Comercio Justo (MLACJ) y de la Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social Solidaria (RIPESS). En ella confluyen importantes redes nacionales, tales como la Confederación de Instituciones de Artesanos del Perú (CIAP), la Junta Nacional del Café, MANTHOC, la red de agricultores ecológicos que llevan adelante bioferias y otras redes. También vienen impulsando el turismo solidario. En Argentina, recientemente se viene articulando el Espacio Nacional de Economía Social y Solidaria (ENESS), que reúne organizaciones como Nuestras Huellas, Unión de Emprendedores de Morón (UNEM), El Andamio Social, Fundación Síntesis, Cáritas Rosario, Fundación Silataj, entre otras; la ENESS aglutina organizaciones que comparten el compromiso de desarrollar y consolidar la economía social y solidaria, desarrollando acciones desde el año 2007. Está organizada en base a núcleos regionales en los que se encuentran representadas las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Formosa, Corrientes, Chaco, La Rioja, Mendoza, Misiones y la Ciudad de Buenos Aires. En Brasil, FACES do Brasil, es la plataforma de articulación del comercio justo y solidario, la cual se articula con otros colectivos y redes nacionales como el Foro Brasilero de Economía Solidaria (FBES) y Articulación Nacional de Agroecología (ANA) a nivel internacional, e integra la Mesa Coordinadora de Comercio Justo en América Latina, que mantiene relaciones directas con RIPESS/ LAC Red Intercontinental para la Promoción de la Economía Social y Solidaria, WFTO/LA, Organización Mundial de Comercio Justo, y RELACC, Red Latinoamericana de Comercialización Comunitaria, entre otras redes. En Venezuela, la Central de Cooperativas de Comercio y Servicio Solidario (CECOCESOLA), en Barquisimeto, es un organismo de Integración Cooperativa (según la ley especial de cooperativas de Venezuela) y está compuesta por 85 organizaciones comunitarias, con más de 1.000 trabajadores asociados. CECOSESOLA, desarrolla muchas actividades: producción y distribución de alimentos, servicios funerarios, venta de electrodomésticos, financiamiento cooperativo, capacitación y servicios de salud basados en la medicina tradicional. Estas actividades permiten generar un proceso educativo continuo de formación ciudadana y al mismo tiempo ir resolviendo las necesidades colectivas que van surgiendo. En Uruguay, existe una Coordinadora Nacional de Economía Solidaria integrada por: la Asociación Uruguaya de Emprendimientos de Economía Solidaria (AUDEES), Comercio Justo Uruguay, Consejo de Canelones en Economía Solidaria, Espacio de Economía Solidaria y Retos al Sur. En Chile, existe el Espacio de Economía y Comercio Solidario de Chile, que es una instancia que articula un movimiento de organizaciones y redes de Corintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

economía y comercio solidario. Entre sus miembros están la Red de Economía Solidaria de Santiago y Redessoles (Red de Socioeconomía de la Solidaridad del Sur). La Red de Economía de Solidaria de Santiago es un espacio de articulación y acción de instituciones que coinciden en la necesidad de contar con un espacio de diálogo acerca de los efectos del modelo en el comportamiento económico de nuestra sociedad. En Panamá, el Instituto Cooperativo Interamericano (ICI) es el Centro de Formación para Líderes Latinoamericanos, cuyo objetivo es el de crear lazos entre sus organizaciones y líderes de diversos países. En México, desde 1999 existe Comercio Justo México que fue creado por organizaciones civiles y de pequeños productores como un organismo que construye un modelo de desarrollo diferente, impulsando un mercado basado en la justicia, la solidaridad y la sustentabilidad. Forma parte a su vez de ECOSOL México, de la Red Puentes México, de la Mesa de Coordinación Latinoaméricana de Comercio Justo, de Fairtrade Labelling Organizations (FLO), entre otras organizaciones.

4. Contribuciones desde diferentes dimensiones y focos de actuación Las prácticas de economía solidaria se integran en los más diversificados segmentos de la sociedad, envolviendo campos y dimensiones de actuación variados. Uno de los principales desafíos, en ese contexto, es el de asegurar unidad para el desarrollo de un proyecto político, en medio de la diversidad de segmentos y prácticas. Esa es una construcción compleja que se da para tener claridad de identidad y para trazar formas y estrategias prácticas de articulación. Podemos destacar algunos de esos campos.

4.1. Economía solidaria y agricultura familiar, reforma agraria y seguridad alimentaria La agricultura familiar tiene un papel fundamental en la lucha por la reforma agraria y por la garantía de la seguridad alimentaria; es también la principal responsable de la producción de los alimentos disponibles para el consumo, y está constituida por pequeños productores rurales, comunidades tradicionales, y asentamientos de reforma agraria, entre otros. Algunos ejemplos de luchas en ese campo son MAELA y el MST: 78

79

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

El Movimiento Agroecológico Latinoamericano (MAELA) está formado por organizaciones campesinas, consumidores, indígenas, ONG, movimientos y redes de agroecología e instituciones de educación y universidades, y tiene como objetivo: fomentar la agricultura ecológica como elemento fundamental de un nuevo modelo de desarrollo sustentable. Cuenta con aproximadamente 150 miembros en 20 países y ha establecido alianzas con diversas instituciones para la incidencia política en soberanía alimentaria, biodiversidad, entre otros temas de su plataforma de lucha. La Vía Campesina es un movimiento internacional de campesinos pequeños y medianos productores, indígenas, jóvenes rurales y trabajadores agrícolas, compuesto por 148 organizaciones en todo el mundo. En Latinoamérica está conformada por 31 organizaciones de 11 países, Brasil (MST), la Confederación Campesina del Perú (CCP) y el Consejo Andino de Productores de Coca de Bolivia, entre otros. El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) en Brasil se organiza en torno a tres objetivos principales: luchar por la tierra, luchar por la reforma agraria y luchar por una sociedad más justa y fraterna; está organizado en 24 estados en las 5 regiones del país. La conquista de la tierra es el primer paso para la realización de la reforma agraria; las familias después de asentadas, continúan organizadas y realizan luchas por conquistar derechos básicos como saneamiento y energía eléctrica, entre otros.

4.2.  Economía solidaria y medio ambiente La cuestión ambiental es uno de los ejes centrales en este debate. La discusión pasa no solo por la preservación de espacios naturales, sino, fundamentalmente, por las formas de producción y consumo ambientalmente sostenibles. En el campo, la producción de alimentos libres de agrotóxicos gana espacio; en la ciudad, el papel de los agentes ambientales, llevado a cabo por los recicladores de materiales reciclables, va tomando forma. La economía ecológica acepta los límites del espacio ambiental e integra la necesidad de la justa distribución entre comunidades y pueblos, así como entre generaciones (Martínez Alier, 1994). La economía solidaria coincide con el análisis de la economía ecológica y se orienta para la construcción de una sociedad en que la equidad y la gestión ambiental están incluidas en las actividades socioeconómicas. Un buen ejemplo de iniciativas solidarias basadas en la justicia ambiental son las ecoaldeas, que se definen como comunidades con estructuras sociales compactas, unidas alrededor de valores ecológicos, sociales e espirituales. EjemCorintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

plos de ecoaldeas son algunas comunidades que practican formas de autosostentabilidad que se remontan a las iniciativas de pueblos tradicionales, indígenas, afrodescendientes que saben cómo establecer un equilibrio entre el hombre y la naturaleza para que el turismo comunitario, y otras prácticas de generación de renta y sustentabilidad, puedan ser llevadas a cabo sin poner en riesgo su comunidad.

4.3.  Economía solidaria y cultura/educación La cultura y la educación tienen un papel fundamental en la economía solidaria. Los valores que la integran deben ser incorporados en los diferentes procesos educativos y con el uso de metodologías participativas. Algunos procesos educativos y pedagógicos se ven reflejados en experiencias concretas. Aportando un ejemplo de México, en Chiapas, los caracoles son regiones organizativas o centros democráticos que articulan la estructuras nuevas de participación política; estas regiones organizativas de las comunidades autónomas de la zona fueron creadas en 2003 y tienen unas Juntas de Buen Gobierno que se forman con representantes de los municipios autónomos de las comunidades de la localidad, que forman parte de cada caracol, sus miembros son rotativos y reemplazables. Tienen la función de coordinar la ayuda y el apoyo entre las comunidades. En Bolivia se van dando experiencias democráticas basadas en el derecho a la autodeterminación de los pueblos indígenas en tierras comunitarias. La educación popular se encuentra por toda América Latina y viene fortaleciéndose y, por otro lado, hay políticas públicas que comienzan a incorporar en sus acciones, prácticas que reconocen a los movimientos como autores de su formación y capacitación. Un caso de esto es la alfabetización de adultos que intenta rescatar la deuda de una educación que no fue ofrecida y que va incorporándose a la educación de la economía solidaria en las escuelas, como es el caso de Ecuador, Bolivia y Venezuela. La educación solidaria y el conocimiento deberían ser gratuitos, libres de cualquier tendencia política, cultural, religiosa y económica dominante, y deberían aportar una educación vital, inclusiva, orientada a los pueblos, en la que el conocimiento local esté plenamente integrado con respecto a la ciencia moderna adaptada a la economía solidaria. La educación solidaria debería estar orientada al empoderamiento propio y recíproco, formal y no formal, en todos los niveles de enseñanza y en todos los sectores de la sociedad y el gobierno. La educación solidaria promueve la acción-investigación participativa como fundamento del que80

81

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

hacer educativo, apuntando a superar de todos los dogmas y determinismos que pertenecen a los paradigmas de escolarización del pasado.

4.4.  Economía solidaria y comercio justo El comercio justo se refiere al modo equitativo y solidario de intercambios de bienes materiales e inmateriales, servicios y saberes entre personas, comunidades, empresas y naciones. Su objetivo es distribuir lo que es producido a un precio justo, con transparencia de costes, según las necesidades de la gente, generando un excedente que permita el mejoramiento de los servicios de distribución y la calidad de vida de los/las productores/as. Ejemplos de un intercambio basado en la solidaridad son: Venezuela exporta petróleo a Cuba y recibe médicos y educadores cubanos; Bolivia exporta gas a Cuba y recibe médicos, educadores y medicamentos cubanos. La primera motivación de este comercio es la complementariedad hacia la satisfacción de las necesidades humanas, no la ganancia. Venezuela ha vendido gasolina más barata a las poblaciones pobres de Nueva Orleáns y de Nueva York después de la catástrofe climática de 2005. Para la red FINE, integrada por varias redes y federaciones de entes de comercio y certificación equitativa, el comercio justo es una asociación comercial basada en el diálogo, la transparencia y el respeto que busca mayor equidad en el comercio internacional, contribuyendo al desarrollo sustentable y garantizando los derechos de los productores marginados, particularmente del Sur. Desde Latinoamérica se viene elaborando una definición más amplia del comercio justo: es un proceso de intercambio comercial orientado al reconocimiento y valoración del trabajo y las expectativas de los productores y consumidores, permitiendo una mejora sustancial en la calidad de vida de la gente, haciendo viable la vigencia de los derechos humanos y el respeto al medio ambiente, dentro de una perspectiva de desarrollo humano, solidario y sustentable (Cotera y Simoncelli, 2003). Esta definición involucra los intercambios locales, regionales, nacionales e internacionales, y contempla la articulación que existe del comercio con las otras dimensiones de la actividad socioeconómica, igual que de los distribuidores con los productores y los consumidores. El concepto de comercio justo da prioridad a la justicia distributiva y social a favor de los pobres y al beneficio recíproco de los intercambios. Defiende el derecho de los pueblos a la soberanía alimentaria contra la producción y el comercio de alimentos realizado por grandes empresas, a menudo insostenibles tanto ecológica como culturalmente. Ejemplos de innovaciones actuales y potenciales del comercio justo en un sentido más amplio: LETS o Sistema Local de Intercambio Comercial en InglateCorintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

rra e Irlanda; monedas sociales; cooperativas de compradores; cadenas productivas solidarias; finanzas sociales y grupos locales de inversores éticos. En el nivel «mesoeconómico» (o sea entre los niveles «micro» y «macro», que incorporan la variable territorial), tenemos las experiencias del comercio justo y responsabilidad social y ambiental de los consumidores, de las empresas y de los gobiernos locales, como resultado de movimientos sociales que exigen respeto a los derechos de los pueblos. Se empiezan a fortalecer más los mercados locales y regionales, utilizando la certificación orgánica participativa, también llamada certificación alternativa, o los sistemas participativos de garantía, como los denomina la Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM). Ellas se diferencian de la certificación convencional de agencias. Cumplen con las normas orgánicas pero mantienen procedimientos simples de verificación, trámites sencillos, costos mínimos y normalmente incluyen un proceso educacional y de control social que involucra a los actores de la cadena productiva (productores y consumidores). Esta forma de certificación no tiene un costo directo al productor y cuenta con características distintas a los sistemas internos de control (SIC), tampoco tiene como meta principal la exportación de los productos, pues incorpora los mercados locales.

4.5.  Economía solidaria y finanzas solidarias Las finanzas solidarias son un modo de ahorrar, de gestionar y de invertir el dinero de la gente basado en la cooperación y el compartir. Sirven como instrumento de democratización de las relaciones económicas y del mismo dinero insertado en la producción social de una economía de solidaridad. Recuperar el papel del dinero como signo del valor de los productos que resultan del trabajo humano y como medio facilitador de los intercambios es uno de los retos fundamentales de una economía de solidaridad. Tres principios son especialmente importantes: 1) el abandono del ánimo de ganancia y la adopción del fin social y ecológico para las inversiones; 2) la noción de las finanzas como medio para hacer viable la inversión productiva autogestionaria y solidaria; y 3) la convicción de que, sin controlar sus propias finanzas, ninguna comunidad o pueblo podrá controlar su propio proceso de desarrollo. Para capacitar a los actores económicos de este sistema alternativo es necesario crear un sistema de finanzas que haga viables las inversiones para satisfacer las necesidades, respaldando así los estándares éticos de la economía solidaria. Las finanzas solidarias deberían ser capaces de ofrecer una variedad de instrumentos financieros; algunos de esos instrumentos se están desarrollando en diferentes países: 82

83

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

Bancos comunitarios: su origen más tradicional, lo tenemos en las cajas de ahorro, donde las personas se comprometen con una contribución periódica para conformar un fondo que les permitirá obtener financiamiento para diferentes necesidades previstas por ese fondo. Son diferentes versiones de bancos comunitarios, algunos tienen una moneda propia, otros operan con recursos de fondos públicos y otros operan como sucursales del sistema financiero. En Argentina, por ejemplo, los «Banquitos Populares de la Buena Fe» promueven la apertura de bancos en localidades de sectores excluidos para así fomentar trabajo y desarrollo de valores de solidaridad, autogestión y organización popular. En Brasil, la Red de los Bancos Comunitarios actúa con monedas sociales que circulan y son reconocidas por el comercio local, caracterizando una economía de proximidad. Experiencias similares se dan en el Perú (Red PROMUC) y otros países. Fondos solidarios: también los fondos solidarios engloban diferentes formas de manejo solidario de las finanzas, los fondos organizados y administrados por las propias comunidades que son llamados fondos rotativos; fondos organizados y administrados por instituciones a partir de comités gestores cuyos retornos van para otras comunidades; fondos con diferentes formas de retorno, por ejemplo en especie: cabras, semillas, alimentos, horas de trabajo, entre otros. En Brasil, Argentina, Uruguay y Perú existen fondos solidarios apoyados con recursos de organizaciones de cooperación internacional, de campañas y de gobiernos. Cooperativas de ahorro y crédito: basadas en reunir los ahorros familiares, muchas veces acumulados por la venta de la producción familiar y con ellos favorecer el crédito a sus asociados. En Colombia, CONFIAR es una cooperativa de ahorro y crédito que pertenece al sector social y solidario, y trabaja para empoderar a sus asociados, además de ofrecer prácticas transformadoras para la gestión e incidencia con el entorno. En Brasil, ANCOSOL es una red de 200 cooperativas de crédito de la economía solidaria articulada con las cooperativas de producción. Microcrédito solidario: surge como una lucha para el acceso popular al crédito, se expande por toda América Latina y va generando conformaciones diferenciadas tales como microcrédito en las pequeñas instituciones de crédito comunales, redes de microcrédito con aval solidario como Grameen Bank y la propia Red Bancaria ofreciendo microcrédito en la línea de bancarización del crédito popular. En América Latina y el Caribe el microcrédito aparece con el nombre de microfinanzas, con la credencial de ser accesible a los excluidos del sistema de finanzas y de huir de la perspectiva asistencialista. Entre tanto, buena parte de ese microcrédito esta dentro de la perspectiva de mercado desvinculada de los valores de la economía solidaria. También se le denomina microfinanzas por articular el crédito con el ahorro. Corintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

Trueques: existen desde épocas ancestrales, cuando las personas comenzaron a necesitar bienes y servicios empezaron a intercambiar con otras personas que tuviesen aquello que necesitaban; después de este intercambio directo aparece el dinero. El trueque ha recobrado su importancia especialmente en épocas de crisis económica, principalmente en casos de hiperinflación donde el dinero pierde su valor. Por ejemplo, en Argentina los mercados de trueque y los círculos de trueque sirvieron como instrumento para suplir las necesidades básicas de productos y servicios en esa época de crisis (el «corralito»). Fondos rotativos solidarios: los fondos rotativos solidarios son formas de ahorro colectivas en el medio popular, en forma de dinero y/o productos, administrados por entidades de la sociedad civil u organizaciones comunitarias y enfocados al financiamiento de proyectos asociativos y comunitarios destinados a la producción de bienes y a la prestación de servicios en las comunidades. La responsabilidad de la conducción y el éxito del fondo se basa en la responsabilidad de la propia comunidad, de las entidades locales de apoyo y del Comité Gestor Nacional, que selecciona los proyectos a ser apoyados. La formación de comités de gestores locales completa la arquitectura solidaria organizacional. Monedas sociales: actualmente, hay más de cien monedas de circulación local solamente en América Latina. Las redes de intercambio en Argentina, durante más de siete años fueron la expresión del paradigma de un nuevo intercambio, mediante la emisión de una moneda social, llamada así por su finalidad social, de permitir participar en los intercambios a los sectores tradicionalmente marginados de la economía. Se amplían luego las posibilidades de uso de monedas alternativas para otros niveles, como el intercomunal en Baviera, Alemania, que se llama Chiemgauer. Con la misma filosofía y como instrumento de integración continental soberana, se propone la creación del euro y surgen en América Latina y el Caribe propuestas de creación de monedas regionales también.

4.6. Economía solidaria y equidad de género, raza y etnia El trabajo y el papel de la mujer en la sociedad humana, y el de los valores de lo femenino son dos ángulos esenciales en la economía solidaria. El papel de la mujer y la variedad de formas de trabajo que desempeña llega a ser importante no solo para superar la manifestación de las desigualdades existentes, sino también para reconocer la esfera de producción de capacidades y libertad humana y para establecer la retribución social de todas aquellas formas de trabajo basadas en la igualdad de derechos y responsabilidades de género. La solidaridad socioeconómica es un sistema en el cual el ser humano es el agente protagónico 84

85

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

y su desarrollo, ya sea individual o colectivo, es el medio y el fin de la actividad económica. En la práctica, este sistema vuelve a unir lo social con lo económico, lo femenino y lo masculino. Un ejemplo de representación importante del esfuerzo de hacer visible la equidad de género es la Marcha Mundial de las Mujeres, la cual comienza en el año 2000 como una gran movilización de mujeres de todo el mundo en una campaña contra la pobreza y la violencia. La marcha tiene como una de sus principales preocupaciones la realización de actividades relacionadas con la economía solidaria y que aparecen reflejadas como afirmación en la economía feminista. La crítica feminista acusa a la economía capitalista de apropiarse de las desigualdades de género y de raza/etnia para asegurar su base de funcionamiento injusto. En Cuba, una de las iniciativas económicas que se corresponde con el sector de la economía solidaria ha sido el proyecto de la Hermandad de Bordadoras y Tejedoras de Belén, que agrupa a un total de 36 personas, de las cuales 35 son mujeres de diferentes edades, calificación y situación social cuyo objetivo común es el rescate del bordado y el tejido. Su impacto en el territorio ha sido múltiple. Su creación sirvió para empoderar a un grupo de mujeres que dirigen y ejecutan el proyecto por el cual logran un estatus económico vital para la economía de sus familias, pues el proyecto opera en una moneda que tiene mucho valor en el país y las inserta en un mercado privilegiado. El proyecto rescata un oficio que se consideraba una tradición cultural perdida y que se atribuía a las mujeres. Ahora involucra en la capacitación a niños y niñas con vistas a cambiar esa visión de que el bordado es una tradición solamente femenina. La práctica de la solidaridad es ancestralmente la forma básica de las relaciones socioeconómicas de pueblos indígenas, quilombolas y otras comunidades tradicionales. Pueblos indígenas, como los mapuche, localizados en la región central y sur de Chile y en Argentina, demuestran en sus prácticas organizativas el gran papel que puede cumplir la mujer en el fortalecimiento de su actividad productiva, quien resalta la identidad cultural de su etnia en la elaboración de sus productos y la imprime en la artesanía, tejidos y otras formas de representación cultural. Esta situación es muy semejante en todos los países de la región. Las mujeres indígenas de México son el factor de unidad orgánica e ideológica de los pueblos e impulsoras de un modelo socioeconómico basado en la relación armónica de mujeres y hombres con la madre Tierra. Dieron un aporte en la domesticación del maíz, que es la base de su cultura y colaboran también para que se reconozca el concepto de Dios ligado al maíz y a lo femenino. Las mujeres en este proyecto son las encargadas no solo de transmitir la cultura enseñándola, sino de hacer conciencia de ella. Lo hacen a su manera: pintándola, bailándola, recreándola continuamente en formas que expresan y transmiten los valores de la vida nueva y los nuevos modos de organización. Corintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

Uno de sus valores primordiales es la capacidad de gestión dentro de nuevas relaciones económicas de reciprocidad, colectividad y cooperación. A las mujeres las encontramos velando y promoviendo la calidad de vida, no solo tejiendo, bordando, sino también en botiquines, tiendas, molinos, siembras de hortalizas, panaderías, granjas, comedores, proyectos de vivienda y otros. Y haciendo todo esto de una manera comunitaria. Cada día se integran más y participan en foros de discusión, conscientes de que forman parte de un pueblo que incluye a los varones, que por influencia de otras culturas han deteriorado sus relaciones en las comunidades. Se han convertido en mujeres dialogantes en sus comunidades, y los otros espacios en los que participan, para ir cambiando la realidad en la que viven. Para los pueblos indígenas el concepto de ser humano no existe en el sentido estrictamente individual, sino como parte de un pueblo y del cosmos. Las actividades relacionadas con la subsistencia material no tienen el carácter de fines en sí, sino que son medios para ofrecerles las condiciones de ser y de vivir en comunidad. Se reconoce al individuo, en su dimensión social y universal y en una complejidad superior, como la síntesis de la historia de la vida y de la humanidad. Las personas son unas-con-las-otras y unas-con-la-naturaleza. No se concibe su explotación, sino el compartir la vida. En gran parte de las comunidades indígenas actuales la economía solidaria significa también autonomía o la capacidad de decidir no solo sobre el destino propio, sino también sobre las cuestiones y acciones más inmediatas y diarias de las comunidades con una identidad y conciencia propia y con la suficiente apertura para comunicarse con los demás ciudadanos del país y del mundo.

4.7.  Economía solidaria y políticas públicas Las actividades que hoy son caracterizadas como economía solidaria tienen un largo historial, pero su reconocimiento por el Estado ha ido dándose hasta ahora como parte de las políticas sociales. Casi siempre los grupos sociales de ese campo son tratados al margen, como si fuesen minorías que no consiguen incluirse por ser atrasados, incompetentes o por actuar en actividades que tienden a extinguirse frente a la modernidad. Cuando hay alguna acción del Estado en apoyo a esas prácticas, no siempre las hay, se realiza o bien como «ayuda» o «favor» de los gobiernos en la perspectiva clientelista, o bien como tentativa de «inclusión social» en la lógica neoliberal económica: su inclusión en el mercado depende de su competencia. En ese sentido, aunque la fragilidad de las instituciones estatales latinoamericanas no permite tratarlas como estructuras del estado plenamente capitalista,

86

87

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

la lógica mercantilista está presente en función de ese estado, el cual, se ha ido perfilando al servicio de los intereses privados, del capital hoy globalizado, internacional. La dependencia latinoamericana a la hegemonía de los grandes centros de poder, sobre todo americana, hace, o que el Estado asuma su carácter dictatorial (años sesenta y setenta) para impedir transformaciones que afecten los intereses del capital, o que se transforme en estado neoliberal en que las fuerzas del mercado (internacional) son las que dictan su rumbo. Pero, por otro lado, se han ido dando cambios en casos de gobiernos con un proyecto político de promoción de las mayorías, sustentados por fuerzas populares. La transición democrática comienza a exigir la vigencia de la democracia sustantiva, aquella que de hecho realice la distribución de los bienes, reduzca la miseria y el hambre, disminuya la distancia de las desigualdades sociales. En este escenario, la concepción de políticas públicas comienza a tomar cuerpo. Se expresan en legislaciones de protección a los derechos, fondos públicos, experiencias de procesos democráticos de gestión compartida entre Estado y sociedad civil. Se dan experiencias en Brasil, Venezuela, Bolivia, Chile, Paraguay, Uruguay, Argentina, que van dando otro contorno a la clásica sumisión a los grandes grupos de poder. Experiencias similares se dan a niveles de gobiernos locales y regionales, como es el caso de Perú. La economía solidaria hace su recorrido en cuanto fuerza social, movimiento social en construcción, en ese contexto. Por un lado, las fuerzas sociales buscan salidas de reconocimiento de sus derechos; por el otro, la crisis económica demuestra la inviabilidad de la inclusión social, vía el mercado formal. Van surgiendo iniciativas de programas gubernamentales de economía solidaria. Algunas localmente; otras a nivel regional; y otras, nacional. Algunas ligadas a la lucha por la soberanía alimentaria que integra las actividades de la agricultura familiar, otras al desarrollo sostenible, etc. En la lucha por los derechos, las iniciativas de legislaciones de reconocimiento de la economía solidaria comienzan a dar luz. Buscan el derecho a una u otra forma de trabajo: el trabajo asociado para el reconocimiento de otro tipo de economía: ni privada, ni estatal. No bastan las legislaciones. Tiene que haber presupuestos, fondos públicos, para que estas políticas se validen en la práctica. Su control exige espacios de consejos y consensos entre intereses locales, municipales, estatales, provinciales, federales, nacionales. Tales iniciativas, que configuran los ejes de políticas públicas, están limitadas por la dependencia de los estados latinoamericanos al gran capital y sus acuerdos con el FMI, el Banco Mundial, etc. Con la crisis internacional, han surgido alternativas de articulación entre gobiernos latinoamericanos que han venido fortaleciéndose. Una de ellas es UNASUR y otros procesos, que son ejemplos de esas posibilidades. Iniciativas como la ley de cooperativismo en Colombia se ven complementadas con los avances que otros países como Venezuela con su política de desarrollo endógeno, Corintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

Ecuador con la afirmación de una política de economía solidaria, Bolivia con la defensa de la autodeterminación de los pueblos y Brasil con un proyecto de ley ya aprobado en el Consejo Nacional de Economía Solidaria que podrá transformarse en una ley. También en Perú se viene trabajando en el Congreso una propuesta de ley de la economía solidaria.

4.8. Economía solidaria y desarrollo sostenible: territorialidad Las diferentes concepciones de desarrollo son motivo de disputas ideológicas que reflejan distintos intereses, visiones del mundo y valores asociados a diferentes proyectos de sociedad. La respuesta a algunas cuestiones fundamentales dan condiciones para identificar elementos esenciales que permiten caracterizar la calidad de esos proyectos: a) ¿Cuál desarrollo?, ¿a quién le sirve ese desarrollo?, b) ¿Qué solidaridad? y c) Sustentabilidad ¿de qué? El desarrollo se relaciona con las capacidades creativas y creadoras de los seres humanos como un proceso de humanización de la realidad, con relaciones solidarias entre las personas y de éstas con la naturaleza. En esa línea destacamos que el desarrollo es: • Una acción cultural. • Un proceso de transformación de las relaciones sociales, culturales y productivas. • Una dinámica amplia que expresa una propuesta de construcción de sociedad. • Un proceso amplio donde los esfuerzos culturales, económicos, sociales y políticos, y éticos deben estar subordinados a la finalidad del desarrollo: a la mejora de la calidad de vida de toda la población. La propuesta del desarrollo solidario, sostenible y sustentable va ganando espacio en la medida que propone la articulación de las dimensiones esenciales de desarrollo. • La dimensión económica basada en una economía popular y solidaria. • La dimensión social con propuestas integrales de políticas sociales y movilización ciudadana. • La dimensión política, de estímulo de procesos de democracia participativa y su articulación «desde abajo»; un estado social de derecho. 88

89

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

• La dimensión cultural, de valorización de las culturas (que enfatice a las indígenas), diálogo intercultural en favor de un desarrollo integral. • La dimensión ecológica, de relaciones de cuidado y convivencia solidaria con todos los seres de la creación (perspectiva de una ecología humana). • La dimensión ética, de vivencia de una escala de valores coherente con un modelo de «vida en plenitud», esto es, digna para todas las personas. La clave está en incentivar prácticas solidarias con la estrategia de expansión de una cultura de solidaridad donde la decisión racional de cooperación anuncie un desarrollo, que se sustenta en relaciones de reciprocidad, de respeto y vivencia de la democracia participativa. La solidaridad en lugar del individualismo como regla puede tener perspectiva de nueva civilización, donde tenga lugar el compromiso político y ético en la comprensión de que el destino común une la vida en este planeta. Siguiendo tales premisas, un desarrollo solidario precisa considerar aspectos tales como: • La inclusión de todas las personas en sus beneficios. • La ruptura con la visión utilitarista del medio ambiente. • Una nueva comprensión y nuevas relaciones de poder en el ámbito de la política. • El compromiso asociativo y de articulación de esfuerzos para superar todas las formas de destrucción de la vida (cf. Alves da Silva, 2006). La propuesta del desarrollo sostenible y sustentable ligada a las prácticas de economía solidaria en América Latina y el Caribe se materializa en las experiencias locales (o territoriales) que asumen la interacción entre dimensiones como la económica, social, política, cultural y ambiental. Su objetivo es pasar de la sobrevivencia a un desarrollo concebido integralmente, «desde adentro». Tal intencionalidad se coloca como un cambio de paradigma, «una revolución copernicana». O sea, la economía solidaria se propone pasar de una concepción de desarrollo basada en la «maximización de la ganancia del capital y de la competitividad típica de la economía de mercado capitalista, a una economía basada en la maximización de las capacidades de trabajo de las personas y en la solidaridad (factores abundantes en nuestros pueblos)» (Ortiz Roca, 2007). Las experiencias de economía solidaria, para contribuir en la construcción del desarrollo sostenible y sustentable, se incluyen en el ámbito del desarrollo local o territorial concebido como «un proceso endógeno de movilización de las

Corintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

capacidades (humanas, sociales, políticas y culturales) y aprovechamiento de las potencialidades económicas locales, con la finalidad de la mejora de las condiciones de vida de la población, en armonía con el medio ambiente» (Alves da Silva, 2006: p. 58). Ese proceso exige la combinación de políticas públicas adecuadas a las necesidades y potencialidades locales con la participación activa y solidaria de la sociedad en la autogestión de su desarrollo. De acuerdo con Ortiz Roca (2007), la dinamización de las capacidades desde el espacio local pone en escena una nueva forma de hacer economía, una «economía del trabajo» (Coraggio), el trabajo como «clave de la cuestión social» (Laborem Exercens), cuyo primer objetivo es la satisfacción de las necesidades básicas de las personas, sus familias y comunidades.

5. Desafíos para la construcción del movimiento de economía solidaria en América Latina y el Caribe Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el año de 2006, dos años antes de la crisis, cerca de mil millones de personas se encontraban desempleadas o insertadas en el mercado de manera precaria, y el lento crecimiento económico mundial no bastaría para generar 500 millones de puestos de trabajo para el año 2015, para reducir así la mitad del desempleo actual. Si por un lado había una previsión optimista de un crecimiento económico mundial del 5,1%, por el otro la previsión era mínima, de apenas el 1,8%. Reflexión de Humberto Ortiz Roca (CEAS-CELAM), durante el Congreso de Cáritas de América Latina y el Caribe, 2007: el enfoque territorial de desarrollo valoriza la necesidad de integración de espacios, actores sociales, agentes, mercados y políticas públicas de incidencia. Los territorios pueden ser concebidos a partir de enfoques naturales (hidrografía, biomas y ecosistemas); identidades étnico-culturales o espacios identificados y priorizados para facilitar la ejecución de políticas públicas (Cuadernos Cáritas, nº 6, Secretariado Nacional de Cáritas Brasileira).

5.1. Desarrollo conceptual El desafío del desarrollo conceptual de la economía solidaria se remonta a las elaboraciones surgidas desde los trabajadores y su cuestionamiento a la lla90

91

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

mada a la modernidad (neoliberal). Ese enfrentamiento produjo elaboraciones teóricas de los socialistas utópicos y los marxistas entre otros y dio espacio al desarrollo de todo un soporte que fundamenta la insatisfacción con el sistema económico dominante y el supuesto antropológico de que el ser humano es un animal competitivo y depredador por naturaleza y que los individuos, personas o colectividad, tienen que combatirse mutuamente para garantizar su supervivencia y sus beneficios a cualquier coste. Con otro paradigma surgen las cooperativas con la experiencia innovadora de Rochdale, Escocia, a mediados del siglo xix y que se ha ido desarrollando desde esa época y hasta la historia reciente de la humanidad. El sistema cooperativo tenía y tiene el potencial de desarrollar una economía al servicio de las necesidades y derechos de las personas. Sin embargo, aunque vigoroso y globalizado, el cooperativismo no ha sido capaz todavía de plantearse, ni como sistema ni como estrategia socioeconómica, una alternativa al actual orden mundial. Por otro lado, gran parte de las cooperativas se dieron como horizonte el pelear por una posición competitiva en el mercado del capital. (Singer, 2003: 116-125) La globalización del capital que se ha consolidado desde los años ochenta, informada por la ideología del neoliberalismo e inspirada en el Consenso de Washington, ha acelerado la globalización del capital y la oligopolización y la cartelización de los mercados y ha generado el desplazamiento de millones de refugiados laborales, políticos y ambientales. Ha profundizado en las desigualdades sociales entre naciones y dentro de las naciones del Sur y del Norte, ampliando la destrucción ambiental y generado amenazas de catástrofes de alcance global, y ha generado una ola de desempleo y de exclusión definitiva de trabajadores de los mercados de trabajo, produciendo un fenómeno siempre más dramático: la informalidad. El avance que representa la tercera revolución tecnológica no puede ser atribuido necesariamente a la globalización de la ideología y la gobernanza neoliberal. Un factor determinante de este fenómeno ha sido el avance científico de la informática, la robótica y la telemática aplicadas a la reestructuración productiva. La constatación de que el aumento extraordinario de la productividad tiene una cara perversa: la apropiación de los beneficios monetarios de la productividad por los dueños del capital, bajo pretexto de la presión competitiva de los mercados globales. Millones de familias de trabajadores están hoy sujetas a condiciones precarias de trabajo, sin acceso a los derechos sociales conquistados en décadas de lucha laboral. Es en este contexto que se despliega un movimiento de reconquista del derecho al trabajo, involucrando actores económicos y sociales, y aun, gobierCorintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

nos. Un camino ha sido la lucha por el pleno empleo. Otro ha sido el movimiento por una economía basada en la cooperación, la solidaridad y la sustentabilidad ecológica, una verdadera economía solidaria.

5.2. La conquista de derechos En la acción histórica de los trabajadores, las conquistas de derechos han estado presentes; el desafío para el movimiento de la economía solidaria se coloca entre el trabajo por el reconocimiento legal de la existencia de otra economía en el interior del propio sistema hegemónico y la construcción de un proyecto de sociedad que exige transformaciones, cambios de estructuras. De la democracia representativa, viciada por la lógica liberal que esconde las vicisitudes de los procesos electorales y proclama esa democracia como la única y la definitiva, hacia la democracia participativa, de la autogestión, inclusive de los procesos de administración de las políticas que deben ser públicas en su integridad, no solo las políticas sociales, compensatorias. En ese límite, de la democracia representativa, el surgimiento de gobiernos de corte popular exige articulaciones y alianzas de los movimientos sociales portadores de propuestas de cambio que dirijan los procesos hacia democracias participativas. De otro lado, tales gobiernos, para mantenerse, transitan entre las alianzas con los movimientos populares y las alianzas de «gobernabilidad» con las elites nacionales y los compromisos internacionales con el gran capital globalizado.

5.3. La formación como construcción de una nueva cultura de relaciones sociales Entre los diferentes desafíos presentados para la formación en economía solidaria, se destacan dos de ellos: El primero, que se refiere a la capacitación para la actividad productiva, lo que se traduce en ofrecer herramientas para que los emprendimientos en su interior desarrollen, trabajen y se apropien de la autogestión en la práctica, y en su relación con otros emprendimientos que incorporen metodologías innovadoras en la perspectiva de la autogestión en redes o cadenas productivas. El segundo, referido a la formación de valores para un nuevo tipo de relaciones sociales, ya sea en la incorporación de los temas de economía solidaria en el sistema educativo, o en la promoción de campañas que entre otras cosas divulgue el consumo responsable y solidario.

92

93

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

5.4. El desarrollo local-territorial endógeno y su relación con los obstáculos globales Es necesario avanzar con iniciativas y acciones concretas de desarrollo local para que estas puedan crear las bases del desarrollo endógeno y estimular los potenciales de producción de los territorios, relacionar sus estrategias para planificar la producción y el consumo con la preservación del medio ambiente, elegir cadenas de productos complementarios para garantizar la seguridad alimentaria y la no competencia, estar en coherencia con el poder adquisitivo de las poblaciones locales. El fortalecimiento de las iniciativas de desarrollo territorial exige un intercambio de experiencias locales para que ellas puedan ser replicadas y adecuadas, creativamente, en los diferentes contextos. Ello implicará cambios en el concepto y en la práctica del comercio justo internacional, que tradicionalmente ha dado prioridad a la relación comercial de los países del Norte con los países del Sur, lo que ha hecho que los productores del Sur dependan de las demandas y políticas de afuera. Pero en la perspectiva del comercio justo solidario la cuestión del desarrollo endógeno y del mercado local se plantea como prioridad. En ese sentido, no es posible separar las acciones de desarrollo local-territorial de las necesarias movilizaciones que liberen las estructuras globales de las relaciones internacionales que incidan directamente en la determinación y autonomía de los pueblos latinoamericanos: la deuda externa, las relaciones comerciales vía OMC, los grandes proyectos de integración físico económicas que caracterizan los acuerdos de Puebla-Panamá, obras y carreteras en la Amazonia (Proyecto IIRSA).

5.5. El financiamiento y la construcción de otro sistema de finanzas solidarias Por un lado, las prácticas de finanzas solidarias van multiplicándose en redes de bancos comunitarios, cooperativas de ahorro y crédito, fondos solidarios, microcrédito solidario, etc. El desafío de esas redes es avanzar en las prácticas de autogestión de las propias comunidades, financiar el desarrollo local, proponer sistemas financieros propios que superen la lógica meramente bancaria. Por el otro, la necesidad de ampliación del crédito, esto significa incidir sobre políticas públicas de acceso a fondos gubernamentales en condiciones adecuadas. Crear las condiciones en América Latina y el Caribe para que los diferentes instrumentos de finanzas solidarias puedan estar más disponibles e intercambiables y así se vinculen a una estrategia de fondo, como por ejemplo, la que usa el Banco del Sur que, a

Corintios XIII  n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

diferencia del BNDES (banco brasileño que financia al capital en América Latina), apunta a financiar el desarrollo sostenible endógeno.

5.6. La construcción de las redes y cadenas productivas El principal desafío para América Latina en la búsqueda de una unidad en torno a las estrategias de fortalecimiento de la economía solidaria, es construir procesos de articulación entre ellas que, al mismo tiempo que preserven sus identidades corporativas, avancen en la identidad de un movimiento social, a nivel nacional o regional. La forma de articulación ha de llevar al fortalecimiento de redes horizontales que superen las barreras institucionales de cada fuerza social, dando lugar a procesos organizacionales innovadores. También observamos cada vez más, la importancia, para las redes de economía solidaria y comercio justo solidario, de construir alianzas y asociaciones con otros movimientos sociales: redes de agricultura familiar, de agroecología, de mujeres, etc. Esto es necesario, especialmente, para reforzar la acción de incidencia política, la cual aún es insuficiente en la región. En los encuentros internacionales siempre se destaca, por ejemplo, la importancia de que las organizaciones de consumidores ocupen un lugar más destacado en las redes y es igualmente necesario procurar alianzas con sindicatos (principalmente de trabajadores rurales), así como con los movimientos campesinos y ambientales que hoy defienden juntos la bandera de soberanía alimentaria. Se ha debatido sobre la oportunidad de agrupar a las redes y crear una instancia plural interredes para definir un plan de trabajo regional de comercio justo solidario. La cuestión es saber si la cohabitación de tantas redes es eficaz y cooperativa o si algunas están solo para disputar el protagonismo, en vez de reflejar una visión compartida del sector. A veces existen intereses que van más allá de las fronteras, causando divisiones. Esa es una inquietud, pero, hoy en día, la riqueza del diálogo entre las múltiples organizaciones tiene mayor sentido que los problemas.

6. Conclusiones Finalmente destacar algunos interrogantes sobre la construcción de ese movimiento de la economía solidaria en América Latina. Un movimiento social puede ser caracterizado por tres grandes aspectos: 1. Identidad: lo que determina la identidad son las necesidades comunes y sentidas. 94

95

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

2. Afirmación del sujeto político: se conoce en la medida en que se diferencia y reconoce a otros sujetos que son sus aliados o sus adversarios. 3. Proyecto político: que sirva para sí y para toda la sociedad, al «bien mayor». Algunos interrogantes relevantes para abordar en estos aspectos: •  Identidad: ¿es posible en esta multiplicidad de expresiones, de práctica en economía solidaria, identificar elementos de necesidades comunes y sentidas? •  A   firmación del sujeto político: ¿cómo estas expresiones de economía solidaria se diferencian de otros sujetos y perciben a sus aliados y sus adversarios? •  P  royecto político: ¿cuáles son los elementos que pueden percibirse en la economía solidaria para poder visualizar la construcción de un proyecto político histórico? El movimiento de la economía solidaria en América Latina se ha ido fortaleciendo en el proceso de la gran movilización internacional de enfrentamiento al neoliberalismo, representado por el Foro Social Mundial (FSM), con su lema: «otro mundo es posible». El FSM permitió poner en escena las articulaciones de la economía solidaria que emergen en diferentes continentes bajo el lema «otra economía es posible». Para América Latina y el Caribe, ese espacio de enfrentamiento del neoliberalismo ha reunido fuerzas en torno de las redes de la economía solidaria. Se espera que esas articulaciones promuevan la identidad de esos diferentes actores, provocando el diálogo con los demás movimientos que luchan por la emancipación del continente y avancen en la construcción del proyecto político alternativo. Ese proyecto político tiene sus raíces básicas en la perspectiva de otro modelo de desarrollo: el desarrollo humano integral, solidario, sostenible y endógeno. En ese camino se va configurando la posibilidad de un movimiento social propio. Ese conjunto de actores, al identificarse en perspectiva alternativa al modelo de desarrollo dependiente y excluyente, forjan la identidad de un movimiento social, cuyo lema de unidad es: «otra economía es posible, porque ya acontece».

7. Bibliografía ANGULO, N.; FERNÁNDEZ, M. (coord.) (2007): «Relações Norte-sul e Sul-Sul no Comércio Justo: desafios e perspectivas». En: Afirmando Práticas Democráticas e Estratégias Solidárias para um Desenvolvimento Sustentável, Memórias do Corintios XIII n.º 151-152

La economía solidaria en América Latina y el Caribe…

II Encontro Latino americano de Economia Solidária e Comércio Justo / Ripess - Região Latino americana, GRESP, Lima. Arruda, M. (2009): Intercambiando visiones sobre una economía responsable, plural y solidaria, ALOE Alianza por una Economía Responsable, Plural y Solidaria / Grupo de trabajo Visión Integral de una Socio economía Solidaria, Mimeo. Bertucci, A.; Silva, A.; Roberto, M. A. (orgs.) (2003): 20 años de Economia Popular Solidária, Brasilia. Cattani, A. D. (2004): «La otra economía: conceptos esenciales». En: A. D. Cattani (org.), La otra economía, Los Polvorines, Editorial Altamira, Universidad Nacional de General Sarmiento; Fundación OSDE. Coraggio, J. (org.) (2007): La economía social desde la periferia: contribuciones latinoamericanas, Buenos Aires. Coreta Fretel, A.; Simoncelli-Bourque, E. (2003): O comércio justo e o consumo ético, Río de Janeiro. Coreta, A. (2009): Comercio Justo Sur-Sur: Problemas y potencialidades para el desarrollo del comercio justo en la Comunidad Andina de Naciones, Lima. Gaiger, L. (org.) (2004): Sentidos e experiências da economia solidária no Brasil, Porto Alegre. Gendron, C.; Torres, A. P.; Bisaillon, V. (orgs.) (2009): Quel commerce équitable pour demain?, Montréal, Québec, vol. 1, p. 231. Gomes, R.; Sampaio, F. (2004): Commercio Equo: tra la solidarietà e l'utopia In: Il Popolo Tessitore di Trame, Torino, vol. 1, pp. 13-30. Gomes, R.; Coraggio, J. L.; Torres, A. P. (2009): «Visiones del Comercio Justo desde América Latina». En: El comercio justo en España 2008 - canales de importación y distribución, Barcelona, vol. 1, pp. 3-133. Guerra, P. (2002): Socioeconomía de la solidaridad, Montevideo. Laville, J. L. (org.) (2004): Economía social y solidaria: una visión europea, Buenos Aires. —; França Filho, G. (2004): Economia solidária uma abordagem internacional, Porto Alegre. —; França Filho, G.; Medeiros, A.; Magnen, J. P. (org.) (2006): Ação pública e economia solidária. Uma perspectiva internacional, Porto Alegre. 96

97

3 Rosemary Gomes, Tatiana Castilla, Jonas Bertucci, Ademar Bertucci

Mance, E. A. (2000): A revolução das redes, Petrópolis. Martínez Alier, J. (1994): De la economía ecológica al ecologismo popular, Barcelona. Razeto, L. (1997): Los caminos de la economía de solidaridad, Buenos Aires. Santos, B. S. (org.) (2002): Produzir para viver: os caminhos da produção não capitalista, Río de Janeiro. Singer, P. (1998): Uma utopia militante: repensando o socialismo, Petrópolis:

Referencias de sitios en internet Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social y Solidaria RIPESS: http://www.ripesslac.net Foro Brasileño de Economía Solidaria: http://www.fbes.org.br Plataforma FACES do BRASIL de Comercio Justo: http://www.facesdobrasil.org.br Cáritas Brasileira. http://www.caritas.org.br Red de Investigadores Latinoamericanos de Economía Social y Solidaria: http://www.riless.org

Corintios XIII  n.º 151-152

4. Don gratuito y vida económica* Stefano Zamagni Departamento de Económicas, Universidad de Bologna

Resumen Zamagni muestra, a lo largo del artículo, el fracaso de la economía política en la que se ha basado el modelo capitalista. La dicotomía entre el mercado (que debe proveer crecimiento con eficiencia) y el Estado (que debe corregir al mercado mediante la justicia distributiva) no resuelve el problema. Presenta su economía civil, rescatada del humanismo civil italiano del siglo XV, recuperando un principio fundamental del orden social: el de la reciprocidad, que aspira a traducir en la práctica el principio de fraternidad. Superando el paradigma individualista, recupera los bienes relacionales, necesarios para nuestra felicidad. Y no solo en la esfera privada o familiar, sino también en el mundo de la empresa y el trabajo. El desafío que hay que enfrentar hoy es devolver el principio de gratuidad a la esfera pública. Palabras clave: Neoliberalismo, estatalismo, mercado, bien común, economía civil, libertad, gratuidad, principio de fraternidad, crisis de sentido, democracia, paradigma eudaimónico. * Traducción: Francesca Petriliggieri, Cáritas Española SS.GG.

98

99

4 Stefano Zamagni

Abstract Zamagni shows, throughout the paper, the failure of the political economy in which the capitalist model is based. The dichotomy between the market (which should provide growth efficiently) and the State (which should correct the market through distributive justice) does not solve the problem. He presents civil economy, rescued from Italian civil humanism of the fifteenth century, recovering a fundamental principle of social order: that of reciprocity, that means to put into practice the principle of fraternity. Overcoming the individualist paradigm he gets back to relational goods, which are necessary for our happiness. And not just in the traditional family or private sphere, but also in the world of business and labor. The challenge to be faced today is to put the principle of gratuity at the center of the public sphere. Key words: Neoliberalism, statalism, market, common good, civil economy, freedom, gratuity, principle of fraternity, crisis of meaning, democracy, eudaimonic paradigm.

Corintios XIII  n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

1. Introducción ¿Hay sitio para la categoría del don como gratuidad en el discurso y en la práctica de la economía? ¿O esta última está «condenada» a hablar el lenguaje y, por tanto, a ocuparse solamente de eficiencia, beneficio, competitividad, desarrollo y, como mucho, de justicia distributiva? La pregunta no es en absoluto retórica si se considera que la acción caritativa está hoy bajo crítica, aunque con objetivos distintos, desde un doble frente: el de los neoliberalistas y el de los neoestatalistas. Los primeros se dan por satisfechos con la filantropía y con las diferentes prácticas del conservadurismo compasivo para asegurar un nivel mínimo de asistencia social a los segmentos débiles y marginados de la población. Que el sentido del don no sea este procede de la consideración de que la atención a quien es portador de necesidades no debe ser objetual, sino personal. La humillación de ser considerados «objetos» de las atenciones ajenas, aunque sean de tipo compasivo, es la grave limitación de la concepción liberal-individualista, que no consigue comprender el valor de la empatía en las relaciones interpersonales. Como se lee en la encíclica Deus Caritas Est: «La íntima participación personal en las necesidades y sufrimientos del otro se convierte así en un darme a mí mismo: para que el don no humille al otro, no solamente debo darle algo mío, sino a mí mismo; he de ser parte del don como persona» (n. 34). La lógica neoestatalista tampoco capta de ninguna manera el significado profundo de la caridad. Haciendo hincapié únicamente en el principio de solidaridad, el Estado se encarga de asegurar a todos los ciudadanos niveles básicos de asistencia. De esta manera, sin embargo, desplaza el principio de gratuidad negando, en el ámbito de la esfera pública, cualquier espacio a la caridad entendida como don gratuito. Si se reconoce que la caridad desempeña una función profética, porque lleva consigo una «bendición escondida», pero no se permite que esta función se manifieste en el ámbito público, porque el Estado ya piensa en todos, está claro que el espíritu del don —que no hay que confundir con el espíritu del regalo— vivirá una lenta atrofia. La ayuda emitida únicamente por vía estatal tiende a producir individuos sí asistidos, pero no respetados en su dignidad, porque no consigue evitar la trampa de la reproducción de la dependencia. El desafío que hay que enfrentar hoy es el de luchar para devolver el principio de gratuidad a la esfera pública. El don, subrayando la primacía de la relación interpersonal sobre su ausencia, del vínculo intersubjetivo sobre el bien donado y de la identidad personal sobre lo útil, debe poder encontrar un espacio de expresión en todo lugar y todo ámbito del obrar humano, incluida la economía y la política. El mensaje central es, por tanto, el de pensar la caridad y luego la fraterni-

100

101

4 Stefano Zamagni

dad, como signo de la condición humana, viendo en el ejercicio del don gratuito la premisa indispensable para que Estado y mercado puedan funcionar poniendo la mira en el bien común. Sin prácticas extendidas de don, se podrá incluso edificar un mercado eficiente y un Estado legitimado (e incluso justo), pero seguro que no se conseguirá resolver ese «malestar en la cultura» del que habla S. Freud en su famoso ensayo. De hecho, son dos las categorías de bienes que necesitamos: de justicia y de gratuidad. Los primeros —piénsense en los bienes dispensados por el welfare state— fijan un deber preciso de un sujeto —normalmente la entidad pública— para que los derechos de los ciudadanos sobre esos bienes sean satisfechos. Los bienes de gratuidad en cambio —como son por ejemplo los bienes relacionales— fijan una obligación que desciende del vínculo que nos une los unos a los otros. Es, de hecho, el reconocimiento de una mutua ligatio entre las personas lo que fundamenta la obligatio. Por tanto, si para defender un derecho se puede y se debe recurrir a la ley, una obligación se cumple mediante la gratuidad recíproca. Nunca la ley podrá imponer la reciprocidad y nunca un incentivo podrá hacer florecer la gratuidad. Sin embargo, no hay nadie que no aprecie los bienes gratuitos y cuán importantes son para el ansia de felicidad que todos llevamos dentro. Eficiencia y justicia, incluso juntas, no sirven para hacernos felices.

2. Bien común: por qué resistir  al agotamiento de una categoría ¿Qué conlleva, en la práctica, la acogida de la perspectiva del amor en la acción económica? Quiero mencionar aquí dos consecuencias. La primera consiste en poner en el centro de la acción económica la categoría del bien común. ¿Por qué en el último cuarto de siglo la perspectiva del discurso del bien común, después de al menos dos siglos durante los cuales había de hecho desaparecido de escena, está hoy emergiendo otra vez? ¿Por qué el salto de los mercados nacionales al mercado global, ocurrido en el curso del último cuarto de siglo, va volviendo de nuevo actual el discurso sobre el bien común? Para responder a estas preguntas ayuda observar que a partir de la primera mitad del siglo XIX la visión civil del mercado y, más en general, de la economía desaparece tanto de la investigación científica como del debate político-cultural. Las razones de esta interrupción son muchas y de diferente naturaleza. Nos limitamos a indicar las dos más relevantes. Por un lado, la difusión como mancha de aceite en los ambientes de la alta cultura europea de la filosofía utilitarista de Jeremy Bentham, cuya obra principal —que es de 1789— tardará muchos dece-

Corintios XIII n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

nios en alcanzar una posición hegemónica en el discurso económico. Es con la moral utilitarista y no con la ética protestante —como algunos creen todavía— cuando toma pie dentro de la ciencia económica la antropología hiperminimalista del Homo oeconomicus y con ella la metodología del atomismo social. Revelador por su claridad y profundidad el significado del siguiente pasaje de Bentham: «La comunidad es un cuerpo ficticio, compuesto de personas individuales que están consideradas como si fueran sus miembros. El interés de la comunidad entonces ¿qué es? —la suma de los intereses de distintos miembros que la componen—» (1789 [1823], I, IV). Por otra parte, tenemos la plena instauración de la sociedad industrial después de la revolución industrial. La sociedad industrial es una sociedad que produce mercancías. La máquina predomina en todas partes y los ritmos de vida son mecánicamente cadenciosos. La energía sustituye en buena parte la fuerza muscular y da cuenta de los enormes aumentos de productividad, que a su vez se unen a la producción en masa. Energía y máquina transforman la naturaleza del trabajo: las habilidades personales son desarmadas en componentes elementales. De ahí la exigencia de coordinación y organización. Avanza así un mundo en el que los hombres son visualizados como «cosas», porque es más fácil coordinar «cosas» que hombres, y en el cual la persona está separada del rol que desempeña. Las organizaciones, in primis, las empresas, se ocupan de los roles, no tanto de las personas. Esto ocurre no solamente en el interior de una fábrica sino en la sociedad entera. Este es el sentido profundo del ford-taylorismo, que intenta y consigue teorizar y traducir en la práctica este modelo de orden social. La instauración de la «cadena de montaje» encuentra su correlato en la difusión del consumismo; de ahí viene la esquizofrenia típica de los «tiempos modernos»: por un lado se exagera la pérdida de sentido del trabajo (la alienación debida a la despersonalización de la figura de trabajador) y, por otro lado, a modo de compensación, se realiza un consumo opulento. El pensamiento marxista y sus articulaciones políticas a lo largo de los noventa trabajarán, con diversos pero moderados éxitos, para ofrecer salidas a este modelo de sociedad. Del complejo entrelazarse y enfrentarse de estos dos conjuntos de razones ha derivado una consecuencia importante para nuestro discurso: la afirmación, todavía presente en nuestras sociedades, de dos concepciones opuestas de mercado. La primera es la que lo ve como un «mal necesario», o sea, como una institución de la que no se puede prescindir, en cuanto garantía de progreso económico, pero en cualquier caso un «mal» del que cuidarse y que hay que tener bajo control. La segunda es la que considera el mercado como lugar ideal para resolver 102

103

4 Stefano Zamagni

el problema político, tal como afirma la posición neoliberal individualista, según la cual la «lógica» del mercado debe poderse extender, aun con las adaptaciones necesarias, a todos los ámbitos de la vida social —desde la familia, a la escuela, a la política, a las mismas prácticas religiosas—. No es difícil reconocer los elementos de debilidad de estas dos concepciones enfrentadas. La primera —estupendamente captada por el aforisma «el Estado no debe remar sino estar al timón»— se apoya en el argumento de la lucha contra las desigualdades: solamente intervenciones del Estado en clave redistributiva pueden reducir la brecha entre individuos y entre grupos sociales. Las cosas sin embargo no son así. Las desigualdades en los países avanzados de Occidente, que habían disminuido desde 1945 en adelante, han vuelto a crecer de una forma escandalosa en los últimos veinte años y esto no obstante las masivas intervenciones del Estado en la economía. Conocemos las razones por las cuales esto ocurre, que tienen que ver con la transición a la sociedad postindustrial. Hay que pensar en fenómenos como el ingreso en los procesos productivos de las nuevas tecnologías infotelemáticas o la creación de los mercados de trabajo y de capital globales; pero el punto clave es comprender por qué la redistribución en clave equitativa no puede ser una tarea exclusiva del Estado. El hecho es que la estabilidad política es un objetivo que, en el actual modelo de democracia —el elitista competitivo de Max Weber y Joseph Schumpeter— no se alcanza con medidas de reducción de las desigualdades, sino con el crecimiento económico. La duración y reputación de los gobiernos democráticos están mucho más determinadas por su capacidad de incrementar el nivel de riqueza que por su habilidad de redistribuirla con equidad entre los ciudadanos, y esto por la simple y triste razón de que los «pobres» no participan en el juego democrático y, por tanto, no constituyen una clase de stakeholders capaces de influir en la razón política. Por tanto, si se quiere contrastar el aumento endémico de las desigualdades, en cuanto presagio de serios peligros en el frente de la democracia y de la paz, es necesario intervenir en primer lugar en el momento de la producción de la riqueza y no solo en el de su redistribución. ¿Qué es lo que no se sostiene en la otra concepción del mercado, hoy eficazmente propagada por el pensamiento único de la one best way? Que no es verdad que la máxima extensión posible de la lógica del mercado incrementa el bienestar para todos. La metáfora según la cual «una marea que sube levanta todos los barcos» no es cierta. El razonamiento que sustenta la metáfora es básicamente el siguiente: puesto que el bienestar de los ciudadanos depende de la prosperidad económica y puesto que ésta está causalmente asociada a las relaciones de mercado, la verdadera prioridad de la acción política debe ser la de asegurar las condiciones para el máximo florecimiento posible de la cultura del mercado. Corintios XIII  n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

El welfare state entonces, cuanto más generoso es, tanto más actúa vinculado al crecimiento económico y, por tanto, es contrario a la extensión del bienestar. De aquí la recomendación de un welfare selectivo, que se ocupe solamente de los marginados, por la competición del mercado. Los demás, los que consiguen quedarse en el circuito virtuoso del crecimiento, se proveerán a sí mismos bajo su propia tutela. Pues bien, es la sencilla observación de los hechos la que nos desvela la aporía que está debajo de esta línea de pensamiento: crecimiento económico —como aumentos sostenidos de riqueza— y progreso civil —como ensanchamiento de los espacios de libertad de las personas— ya no caminan juntos. El aumento del bienestar material (welfare) ya no se acompaña de un aumento de la felicidad (well-being): reducir la capacidad de inclusión de quien, por una razón u otra, se queda en los márgenes del mercado, no añadiendo nada a quien ya está insertado, produce un racionamiento de la libertad que es siempre nefasto para la «felicidad pública». Estas dos concepciones del mercado, muy diferentes entre ellas en cuanto a premisas filosóficas y consecuencias políticas, han acabado generando, en primer lugar en el plano cultural, un resultado quizá inesperado: la afirmación de una idea de mercado antitética a la de la tradición de pensamiento de la economía civil, una tradición de pensamiento típicamente italiana que empieza en la época del humanismo civil y que dura hasta final del siglo xviii cuando es superada por el paradigma de la economía política. Una idea que ve el mercado como una institución basada en una doble norma: la «impersonalidad» de las relaciones de intercambio —cuanto menos conozco mi contraparte mayor será mi beneficio, porque los negocios tienen más éxito con los desconocidos—, y la motivación exclusivamente «autointeresada» de los que participan en ello, con lo cual los «sentimientos morales» tales como la simpatía, la reciprocidad, la fraternidad, etc., no representan ningún papel significativo en el campo del mercado. Así, la progresiva y majestuosa expansión de las relaciones de mercado en el curso del último siglo y medio ha terminado reforzando aquella interpretación pesimista del carácter de los seres humanos que ya había sido teorizada por Hobbes y Mandeville, según la cual solamente las duras leyes del mercado conseguirían domesticar los impulsos perversos y las pulsiones de tipo anárquico. La visión caricaturesca de la naturaleza humana que se ha impuesto de tal forma ha contribuido a acreditar un doble error: que la esfera del mercado coincide con la del egoísmo, con el lugar donde cada uno persigue, de la mejor forma, sus propios intereses individuales y, por otro lado, que la esfera del Estado coincide con la de la solidaridad, de la persecución de los intereses colectivos. Sobre este fundamento se ha erigido el bien conocido modelo dicotómico Estado-mercado: un modelo por el cual el Estado viene identificado con la esfera de lo público y el mercado con la esfera de lo privado. 104

105

4 Stefano Zamagni

Conviene mencionar aquí rápidamente una consecuencia importante de la salida de escena de la perspectiva de la economía civil. Tal salida ha forzado a aquellas organizaciones de la sociedad civil hoy conocidas como «sin ánimo de lucro» o «tercer sector» a definir su propia identidad «en negativo» con respecto a los términos de esa dicotomía: como «no Estado» o como «no mercado», según los contextos. Está claro que esta conceptualización nos deja insatisfechos. No solamente porque de ella se deriva que el tercer sector puede como mucho aspirar a un papel residual y de nicho, sino además porque ese papel sería, en cualquier caso, transitorio. Como ya se ha dicho, las organizaciones sin ánimo de lucro serían organizaciones temporales que nacen para satisfacer nuevas necesidades todavía no cubiertas por el mercado capitalista, destinadas con el tiempo a desaparecer o a transformarse en la forma capitalista de empresa. ¿Sobre qué se basa una «certeza» de este tipo? Sobre la aceptación acrítica de la premisa según la cual la forma «natural» de hacer empresa es la capitalista y, por tanto, cualquier otra forma de empresa debe su propia razón de existir o a un «fracaso del mercado» o a un «fracaso del Estado». Es como decir que si se pudieran eliminar las causas generadoras de esos fracasos —las asimetrías informativas, las externalidades, los contratos incompletos, el mal funcionamiento de la burocracia, entre otras cosas—, se podría tranquilamente prescindir de las organizaciones de la sociedad civil. En definitiva, una vez acogido el principio de la naturalidad del individualismo ontológico, y en particular del Homo oeconomicus, resulta que el único banco de prueba para el sujeto sin ánimo de lucro es el de la eficiencia: solamente si demuestra ser más eficiente de la empresa privada y/o de la empresa pública entonces se merece respeto. (Póngase atención en que el de eficiencia no es, en economía, un concepto axiológicamente neutral, ya que solamente después de haber aclarado el fin de la acción económica se puede definir la eficiencia). No es difícil de explicar, llegados a este punto, el retorno en el debate cultural contemporáneo de la categoría del bien común. Frente a la desolación de la tendencial reducción de las relaciones humanas al intercambio de productos equivalentes, el espíritu del hombre contemporáneo se rebela y demanda otra historia. La palabra clave que hoy mejor expresa esta necesidad es la de fraternidad, palabra ya presente en la bandera de la revolución francesa, pero que el orden posrrevolucionario ha abandonado después —por razones conocidas— hasta su supresión del léxico político-económico. Ha sido la escuela de pensamiento franciscana quien ha dado a este término el significado que ha conservado a lo largo del tiempo, que es el de constituir, al mismo tiempo, el complemento y la superación del principio de solidaridad. De hecho, mientras la solidaridad es el principio de organización social que permite a los desiguales volverse iguales, el principio de fraternidad es ese principio de organización social que permite a los iguales ser distintos. La fraternidad permite a personas que son iguales en su dignidad y en sus derechos fundamentales expresar de forma distinta su proyecto de vida o su carisma. Las etapas que hemos dejado atrás, el siglo xix y sobre todo el xx, han sido caracteriCorintios XIII  n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

zadas por grandes luchas, tanto culturales como políticas, en nombre de la solidaridad y esto ha sido algo bueno; piénsense en la historia del movimiento sindical y en la lucha por la conquista de los derechos civiles. La cuestión es que la buena sociedad donde vivir no puede quedarse satisfecha con el horizonte de la solidaridad porque una sociedad que fuera solo solidaria, y no también fraterna, sería una sociedad de la cual cada persona trataría de alejarse. El asunto es que, mientras la sociedad fraterna es también una sociedad solidaria, el contrario no es necesariamente verdadero. Qué hacer para permitir que el mercado pueda volver a ser —como lo fue en la etapa del Humanismo— instrumento de civilización y medio para reforzar el vínculo social es el gran desafío que tenemos todos nosotros. Que el desafío sea uno de esos de envergadura histórica nos lo confirma un interrogante sobre todos los demás: en el contexto actual dominado por economías de mercado de tipo capitalista ¿es posible que sujetos cuyo modus operandi está inspirado en el principio de reciprocidad consigan, no solamente emerger, sino incluso expandirse? ¿Qué puede hacernos creer que el proyecto tendente a restituir el principio del bien común a la esfera pública —a la económica en particular— no sea solo una consoladora utopía? Dos consideraciones, ambas verificables. La primera tiene que ver con la conciencia de que en la base de la economía capitalista está presente una seria contradicción de tipo pragmático —no lógico, por supuesto—. La capitalista es ciertamente una economía de mercado, es decir, un orden institucional en el que están presentes y operativos dos principios básicos de la modernidad: la libertad de actuar y de hacer de la empresa, por un lado, y la igualdad de todos ante la ley, por otro. Al mismo tiempo, sin embargo, su institución máxima —la empresa capitalista precisamente— ha ido construyéndose a lo largo de los últimos tres siglos sobre el principio de jerarquía. Ha tomado cuerpo así un sistema de producción donde hay una estructura centralizada en la cual un cierto número de individuos ceden voluntariamente a cambio de un precio —el salario— del trabajo y que, una vez entrados en la empresa, escapan después al control de quienes les contrataron. Sabemos bien, por la historia económica, cómo eso ha ocurrido y conocemos también los notables progresos en el frente económico que tal orden institucional ha garantizado. Pero la cuestión es que en el actual cambio de época —de la modernidad a la posmodernidad— cada vez son más frecuentes las voces que se levantan para indicar las dificultades de hacer caminar juntos el principio democrático y el principio capitalista. El fenómeno de la llamada privatización de lo público es lo más problemático: las empresas de la economía capitalista van adquiriendo cada vez más el control sobre el comportamiento de los individuos —los cuales transcurren bastante más de 106

107

4 Stefano Zamagni

la mitad del tiempo de su vida en el lugar de trabajo— sustrayéndolo al Estado y a otros organismos, el primero a la familia. Nociones como libertad de elección, tolerancia, igualdad ante la ley, participación y otras similares, acuñadas y difundidas en la época del humanismo civil y reforzadas luego en los tiempos del iluminismo, como antídoto al poder absoluto (o casi) del soberano, son asumidas, oportunamente recalibradas, por las empresas capitalistas, para transformar a los individuos, ya no en súbditos, sino en compradores de esos bienes y servicios que ellas mismas producen. La incongruencia mencionada antes conlleva, si se tienen razones fundadas para considerar meritoria la máxima extensión posible del principio democrático, la necesidad de empezar a mirar lo que ocurre dentro de la empresa y no solo lo que ocurre en las relaciones entre empresas que interactúan en el mercado. Escribe Dahl: «Si la democracia está justificada en el gobierno del Estado, entonces está igualmente justificada en el gobierno de la empresa». Nunca será plenamente democrática la sociedad en la cual el principio democrático encuentra aplicación solo en la esfera política. La buena sociedad es la que no obliga a sus miembros a vivir embarazosas disociaciones: democráticos en cuanto ciudadanos electores, pero no democráticos en cuanto trabajadores o consumidores. La segunda consideración concierne la insatisfacción, cada vez más extendida, en torno a la manera de interpretar el concepto de libertad. Como es sabido, las dimensiones constitutivas de la libertad son tres: la autonomía, la inmunidad y la capacitación. La autonomía se refiere a la libertad de elección: no se es libre si no se está en condición de elegir. La inmunidad se refiere en cambio a la ausencia de coerción por parte de algún agente externo. Es, en concreto, la libertad negativa de la que ha hablado I. Berlin. La capacitación, en el sentido de Amartya Sen, por último, se refiere a la capacidad de elección, es decir de conseguir los objetivos, por los menos en parte o en cierta medida, que el sujeto se pone. No se es libre si nunca (al menos en parte) se logra realizar el propio plan de vida. Pues bien, mientras el enfoque liberal sirve para asegurar la primera y la segunda dimensión de la libertad, en detrimento de la tercera, el enfoque Estadocéntrico, tanto en la versión de la economía mixta como en la del socialismo de mercado, tiende a privilegiar la segunda y la tercera dimensión en detrimento de la primera. El liberalismo es sin duda capaz de hacer de vehículo del cambio, pero no es igualmente capaz de gestionar sus consecuencias negativas, debidas a la elevada asimetría temporal entre la distribución de los costes y de los beneficios de ese cambio. Los primeros son inmediatos y tienden en recaer en los segmentos más desprotegidos de la población; los segundos ocurren más adelante en el tiempo y van a beneficiar los sujetos con mayor talento. Como Schumpeter fue de los primeros en reconocer, el corazón del sistema capitalista es el mecanismo de la destrucción creadora —destruye «lo viejo» Corintios XIII  n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

para crear «lo nuevo» y crea «lo nuevo» para destruir «lo viejo»— pero también su talón de Aquiles. Por otra parte, el socialismo de mercado —en sus diferentes versiones— propone al Estado como sujeto encargado de hacer frente a las asimetrías mencionadas, pero no hace mella en la lógica del mercado capitalista, sino que reduce solamente su área de operatividad y de incidencia. El propium del paradigma del bien común, en cambio, es el tentativo de combinar las tres dimensiones de la libertad. Por ello, parece una perspectiva cuanto menos interesante de explorar y por la cual es razonable esforzarse a través de la realización de obras.

3. Fraternidad y bienes de gratuidad La segunda consecuencia práctica de la entrada del amor en la vida económica atañe al regreso de un antiguo principio, el de fraternidad. La fraternidad es el principio de organización social que permite a los iguales ser distintos, dándoles la posibilidad de realizar su plan de vida o su vocación. (Cuidado con no confundir diferencia con diversidad: la primera se opone a igualdad; la segunda se opone a uniformidad. Por eso mismo se puede ser igual y distinto, mientras que no se podría ser igual y desigual). Es un gran mérito de la cultura europea haber sabido explicitar, en términos tanto institucionales como económicos, el principio de fraternidad convirtiéndolo en un eje fundamental del orden social. Ha sido la escuela de pensamiento franciscana al dar a este término el significado que ha conservado a lo largo del tiempo. Hay páginas de la «Regla» de San Francisco que ayudan muy bien a comprender el significado propio del principio de fraternidad, que es el de constituir al mismo tiempo el complemento y la superación del principio de solidaridad. No solo eso, sino que donde no hay gratuidad no puede haber esperanza. La gratuidad, de hecho, no es una virtud ética como lo es la justicia. Esta atañe la dimensión superética de la acción humana; su lógica es la de la superabundancia. La lógica de la justicia, en cambio, es la de la equivalencia, como ya Aristóteles enseñaba. Comprendemos entonces por qué la esperanza no puede anclarse a la justicia. En una sociedad por hipótesis perfectamente justa, no habría espacio para la esperanza. ¿Qué más podrían esperar sus ciudadanos? No es así en una sociedad donde el principio de fraternidad hubiera conseguido establecer raíces profundas, justamente porque la esperanza se alimenta de superabundancia. Piensen, por considerar solo un ejemplo, el amplio debate, todavía lejos de estar concluido, sobre el big trade off —por mencionar el título del famoso libro 108

109

4 Stefano Zamagni

de Arthur Okun de 1975— entre eficiencia y equidad (o justicia distributiva). Es preferible favorecer una u otra; es decir, ¿es mejor ensanchar el espacio de acción del principio del intercambio de equivalentes, que apunta precisamente a la eficiencia, o asignar más poderes de intervención al Estado para que este mejore la distribución de la renta? Y más: ¿a cuánta eficiencia se debe renunciar para mejorar los resultados en el frente de la equidad? Y así podríamos seguir. Interrogantes de este tipo han llenado (y llenan) las agendas de estudio de un gran número de economistas y científicos sociales, con resultados prácticos bastante modestos, siendo sinceros. La razón principal de esto no está sin duda en la carencia de datos empíricos o en la inadecuación de los instrumentos de análisis a disposición. Más bien la razón es que esta literatura se ha olvidado del principio de fraternidad, del principio cuyo fin propio es lo de traducir en la práctica la cultura de la fraternidad. Haber olvidado el hecho de que no es sostenible una sociedad de seres humanos en la que se extingue el sentido de fraternidad y en la que todo se reduce, por una parte, a mejorar las transacciones basadas en el intercambio de equivalentes y, por otra parte, a aumentar las transferencias realizadas por estructuras asistenciales de naturaleza pública, nos explica por qué, no obstante la calidad de las fuerzas intelectuales en campo, no se ha llegado todavía a una solución creíble del gran trade off entre eficiencia y equidad. No es capaz de futuro la sociedad en la que se disuelve el principio de fraternidad; no es capaz de progresar esa sociedad en la que existe solamente el «dar para obtener» o el «dar por deber». He aquí por qué ni la visión liberal-individualista del mundo, en la que todo (o casi) es intercambio, ni la visión estado-céntrica de la sociedad, en la que todo (o casi) es deber, son guías seguras para hacernos salir de los barros en los que nuestras sociedades están empantanadas. (Para profundizar en el discurso ver La economía del bien común, Roma, Citta Nuova 2007). ¿Qué conlleva, en la práctica, la acogida del principio de fraternidad dentro de la acción económica? Una respuesta, aunque sea indirecta, nos viene de la consideración de la naturaleza profunda de la actual crisis económico-financiera. Dos son los tipos de crisis que, grosso modo, es posible identificar en la historia de nuestras sociedades: una dialéctica y otra entrópica. • Dialéctica es la crisis que nace de un conflicto fundamental que toma cuerpo dentro de una determinada sociedad y que contiene, en su interior, los gérmenes y las fuerzas de su propia superación. (Es obvio que la salida de la crisis no representa necesariamente un progreso frente a la situación precedente). Ejemplos históricos y famosos de crisis dialécticas son los de la revolución americana, la revolución francesa y la revolución de octubre en Rusia en 1917. • Entrópica, en cambio, es la crisis que hace colapsar el sistema, por implosión, sin modificarlo. Este tipo de crisis se desarrolla cada vez que la Corintios XIII  n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

sociedad pierde el sentido —literalmente, la dirección— de su andadura. De este tipo de crisis la historia también nos ofrece ejemplos notables: la caída del imperio romano, la transición del feudalismo a la modernidad, la caída del muro de Berlín y del imperio soviético. ¿Por qué es tan importante esta distinción? Porque son diferentes las estrategias de salida de los dos tipos de crisis. No se sale de una crisis entrópica con ajustes de naturaleza técnica o con medidas solo legislativas y reglamentarias —también necesarias— sino encarando de frente y resolviendo la cuestión del sentido. Es por eso que son indispensables para este fin minorías proféticas que sepan indicar a la sociedad la nueva dirección hacia la cual moverse, mediante un suplemento de pensamiento y sobre todo el testimonio de las obras. Así fue cuando Benedicto, lanzando su célebre ora et labora, inauguró la nueva era, la de las catedrales. Pues bien, la gran crisis económica-financiera en curso es de tipo básicamente entrópico. Por tanto, no es correcto asemejar —excepto por los aspectos puramente cuantitativos— la crisis actual a la de 1929 que fue, más bien, de naturaleza dialéctica. Esta última, de hecho, se debió a errores humanos cometidos sobre todo por las autoridades de control de las transacciones económicas y financieras, debidas a un déficit de conocimiento preciso sobre las formas de funcionamiento del mercado capitalista. Tanto fue así que se necesitó el «genio» de J.M. Keynes para resolver el asunto. Piénsese en el papel del pensamiento keynesiano en la articulación del New Deal de Roosevelt. En la crisis actual es verdadero, ciertamente, que ha habido errores humanos —incluso graves como he demostrado en Zamagni (2009)— pero estos han sido la consecuencia no tanto de un déficit de conocimientos, cuanto más bien de la crisis de sentido que ha embestido la sociedad de Occidente desde el inicio de ese evento de envergadura histórica que es la globalización. La pregunta surge espontáneamente: ¿en qué se ha manifestado fundamentalmente esta crisis de sentido? La respuesta es inmediata, en una triple separación: la separación entre la esfera de lo económico y la esfera de lo social, el trabajo separado de la creación de la riqueza y el mercado separado de la democracia. Trato de aclarar, aunque brevemente, empezando por la primera. a) Una de las muchas herencias claramente no positivas que la modernidad nos ha dejado es la convicción de que para acceder al «club de la economía» hay que ser buscadores de beneficio, como diciendo que no se es realmente emprendedor si no se busca perseguir exclusivamente la maximización del beneficio. En caso contrario, hay que resignarse a ser parte del ámbito social, donde justamente operan las empresas sociales, las cooperativas, las fundaciones de distinto tipo, etc. 110

111

4 Stefano Zamagni

Esta absurda conceptualización —a su vez hija del error teórico que lleva a confundir la economía de mercado, que es el genus, con una particular species suya, es decir, el sistema capitalista— ha terminado por identificar la economía con el lugar de la producción de la riqueza (un lugar donde el principio regulador es la eficiencia) y a pensar lo social como el lugar de la redistribución, donde la solidaridad y/o la compasión (tanto pública como privada) son los cánones fundamentales. Se ha visto, y estamos viendo, las consecuencias de esta separación. Como el célebre histórico y economista Angus Maddison ha señalado, en los últimos treinta años, los indicadores de la desigualdad social, interestatal e intraestatal, han registrado aumentos simplemente escandalosos, incluso en esos países donde el estado de bienestar ha desempeñado un papel importante en términos de recursos administrados. Sin embargo, un gran número de economistas y filósofos de la política han creído durante mucho tiempo que la propuesta kantiana «hagamos la tarta más grande y luego la repartimos con justicia» fuera la solución al problema de la equidad. No se puede dejar de recordar, en este sentido, la potencia expresiva del aforisma lanzado por el pensamiento económico neo-conservador, según el cual «una marea que sube levanta todos los barcos», del que deriva la célebre tesis del efecto de goteo (trickle-down effect): la riqueza, como lluvia benéfica, rocía antes o después a todos, incluidos los más pobres. La encíclica Caritas in Veritate del papa Benedicto XVI indica claramente que la vía de salida del problema aquí planteado está en recomponer lo que ha sido artificialmente separado. Tomando posición a favor de aquella concepción del mercado —típica de la economía civil—, según la cual el vínculo social no puede ser reducido solo al cash nexus, la encíclica sugiere que se puede vivir la experiencia de la socialización humana en el interior de una vida económica normal y no fuera de ella, como quisiera el modelo dicotómico de orden social. El desafío a recoger es, entonces, el de la segunda navegación en el sentido de Platón: ni considerar la economía en endémico y ontológico conflicto con la vida buena en cuanto lugar de explotación y alienación, ni concebirla como el lugar en el que se pueden encontrar soluciones a todos los problemas de la sociedad, como afirma el pensamiento anarco-liberalista. b) ¿Qué decir del segundo grado de separación? Durante siglos la humanidad se ha adecuado a la idea de que en el origen de la creación de la riqueza está el trabajo humano, de un tipo o de otro. Al punto que Adam Smith empieza su obra fundamental La riqueza de las naciones (1776) justo con esta idea. ¿Cuál ha sido la novedad que la financiariCorintios XIII  n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

zación de la economía, que comenzó de hace una treintena de años, ha acabado por determinar? La idea es que las finanzas especulativas crean riqueza, mucho mayor y mucho más rápido que la actividad trabajadora. Las consecuencias de esta pseudorrevolución cultural están a la vista de todos. Piénsese en el torpe intento de sustituir la figura del ciudadano-trabajador por la del ciudadano-consumidor como categoría central del orden social. Hoy, por ejemplo, no disponemos de una idea compartida de trabajo que nos ayude a comprender las transformaciones en curso. Sabemos que a partir de la Revolución comercial del siglo xi se afirma progresivamente la idea del trabajo artesanal, que realiza la unidad entre actividad y conocimiento, entre proceso productivo y oficio. Con el advenimiento primero de la Revolución industrial y después del fordismo-taylorismo, avanza la idea de la función (signo de actividades subdivididas), ya no del oficio, y con ella la centralidad de la libertad del trabajo, como emancipación del «reino de la necesidad». Y hoy, que hemos entrado en la sociedad posfordista, ¿qué idea tenemos del trabajo? La civilización occidental se basa sobre una idea fuerte, la idea de la «vida buena», de la cual deriva el derechodeber de cada uno de proyectar su vida hacia una «felicidad civil». Pero ¿de dónde partir para conseguir tal objetivo si no del trabajo entendido como lugar de una buena existencia? El florecimiento humano —es decir, la eudaimonía en el sentido aristotélico— no hay que buscarlao después del trabajo, como ocurría ayer, porque el ser humano encuentra su humanidad mientras trabaja. De ahí la urgencia de empezar a elaborar el concepto de eudaimonía laboral que, por un lado, vaya más allá de la hipertrofia trabajadora típica de nuestros tiempos (el trabajo que llena un vacío antropológico creciente) y, por otro, sirva a acreditar la idea de libertad en el trabajo (la libertad de elegir esas actividades que pueden enriquecer la mente y el corazón de los que están involucrados en el proceso laboral). Claramente, la acogida del paradigma eudaimónico comporta que los fines de la empresa —cualquiera que sea su forma jurídica— sean irreducibles únicamente al beneficio, aunque no lo excluyan. Comporta que puedan nacer y desarrollarse empresas con vocación civil capaces de superar su autorreferencialidad, ensanchando así el espacio de la posibilidad efectiva de elección laboral por parte de las personas. No hay que olvidar, de hecho, que elegir la mejor opción entre un «mal» conjunto de posibilidades no significa para nada que un individuo se merezca lo que ha elegido. La libertad de elección funda el consenso solamente si quien elige es puesto en la condición de con112

113

4 Stefano Zamagni

tribuir a la definición del conjunto mismo de elección. Haber olvidado el hecho de que no es sostenible una sociedad de seres humanos en la que todo se reduce, por una parte, a mejorar las transacciones basadas en el intercambio de equivalentes y, por otra, a aumentar las transferencias realizadas por estructuras asistenciales de naturaleza pública nos explica por qué es tan difícil pasar de la idea del trabajo como actividad a la del trabajo como obra. c) Por último, es necesario hablar de una tercera separación en el fondo de la crisis actual. Se trata de lo siguiente: desde siempre la teoría económica afirma que el éxito y el progreso de una sociedad dependen decisivamente de su capacidad de movilizar y gestionar el conocimiento que existe, diseminado entre todos los que son parte de ella. De hecho, la principal virtud del mercado, entendido como institución socioeconómica, es justamente la de proporcionar una solución óptima al problema del conocimiento. Como ya F. Von Hayek clarificó en su famoso y reconocido ensayo de 1937, para poder encauzar de forma eficaz el conocimiento local, del que son portadores los ciudadanos de una sociedad, es necesario un mecanismo descentralizado de coordinación y el sistema de precios, sobre el que se compone básicamente el mercado, es exactamente lo que se necesita. Esta manera de ver las cosas, muy común entre los economistas, tiende aun así a ofuscar un elemento de importancia central. En verdad, el funcionamiento del mecanismo de los precios como instrumento de coordinación supone que los sujetos económicos compartan y, por lo tanto, comprendan el lenguaje del mercado. Sirva para esto una analogía. Peatones y automovilistas se paran frente al semáforo que está en rojo porque comparten el mismo significado de la luz roja. Si esta última evocara para algunos la adhesión a una particular posición política y para otros una señal de peligro, es evidente que no sería posible ninguna coordinación, con las consecuencias que es fácil imaginar. El ejemplo sugiere que no uno, sino dos, son los tipos de conocimientos que el mercado necesita para cumplir con la tarea arriba mencionada. El primer tipo es el conocimiento individual que se sitúa en cada individuo y es lo que —como bien aclaró el mismo F. Von Hayek— puede ser gestionado por los mecanismos normales del mercado. El segundo tipo de conocimiento, en cambio, es el institucional y tiene que ver con el lenguaje común que permite a una pluralidad de individuos compartir los significados de las categorías de discurso que se utilizan y de comprenderse recíprocamente cuando entran en contacto. Es un hecho que en cualquier sociedad coexisten muchos lenguajes diferentes y el lenguaje del mercado es solo uno de estos. Si este fuera el único no habría problemas: para movilizar de manera eficiente el conocimiento local de Corintios XIII  n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

tipo individual bastarían los habituales instrumentos de mercado. Pero no es así, por la simple razón que las sociedades contemporáneas son contextos multiculturales en las cuales el conocimiento de tipo individual tiene que atravesar fronteras lingüísticas y esto presenta dificultades formidables. Un determinado pensamiento económico ha podido prescindir de esta dificultad asumiendo, implícitamente, que el problema del conocimiento de tipo institucional de hecho no existe porque, por ejemplo, todos los miembros de la sociedad comparten el mismo sistema de valores y aceptan los mismos principios de organización social. Pero cuando no es así, como la realidad nos obliga a constatar, resulta que para gobernar una sociedad «multicultural» es necesaria otra institución, diferente del mercado, que haga emerger ese lenguaje de contacto capaz de hacer dialogar a los miembros pertenecientes a diversas comunidades lingüísticas. Esto nos ayuda a comprender por qué el problema de la gestión del conocimiento en nuestras sociedades de hoy y, en definitiva, el problema del desarrollo, postula que dos instituciones —la democracia y el mercado— deban estar y obrar de manera conjunta, una al lado de la otra. En cambio, la separación entre mercado y democracia que se ha ido ensanchando en el último cuarto del siglo en la estela de un cierto relativismo cultural y de una exasperante mentalidad individualista, ha hecho creer —incluso a estudiosos avisados— que era posible expandir el área de mercado sin preocuparse de contar con la ampliación de la democracia. Dos son las principales implicaciones que esto ha conllevado. En primer lugar, la idea perjudicial según la cual el mercado sería una zona moralmente neutra que no tendría necesidad de someterse a ningún juicio ético porque ya contendría en su propio núcleo duro (hard core) esos principios morales que son suficientes para su legitimación social. Por lo contrario, no pudiendo autofundarse, el mercado para llegar a la existencia requiere que ya haya sido elaborado el «lenguaje de contacto». Esta consideración bastaría por sí sola para vencer toda pretensión de autorreferencialidad. En segundo lugar, si la democracia, que es un bien frágil, está sujeta a un lento deterioro, puede pasar que el mercado esté imposibilitado para recoger y gestionar de forma eficiente el conocimiento y, por tanto, suceda que la sociedad deje de progresar, sin que esto ocurra por algún defecto de los mecanismos del mercado, sino por un déficit de democracia. Pues bien, la crisis económico-financiera en curso —una crisis precisamente de naturaleza entrópica y no dialéctica— es la mejor y más mordaz confirmación empírica de esta idea. Si las preposiciones del mercado son sin-contra-encima (sin los demás; contra los demás; encima de los demás), las de la democracia son con-para-en (con los demás; para los demás; en los demás). En definitiva es necesario reconciliar mercado y democracia para conjurar el doble peligro del individualismo y del estatalismo céntrico. Hay individualismo cuando cada miembro de la sociedad quiere ser el todo; hay centralismo cuando un único componente es el que quiere ser el todo. 114

115

4 Stefano Zamagni

En el primer caso, se ensalza tanto la diversidad que se hace morir la unidad del consorcio humano; en el otro caso, para afirmar la uniformidad se sacrifica la diversidad. Comprendemos ahora por qué el principio de fraternidad, verdadero eje portante de la identidad europea, ocupa un papel tan central para el progreso moral y civil de la sociedad.

4. La ética de las virtudes puesta a prueba Una manera de apreciar la fecundidad de los principios del bien común y de la fraternidad, de los que se ha hablado antes, es situarlos en un determinado banco de prueba, el que concierne al rol de la virtud en el diseño del orden institucional de la sociedad. Como bien se sabe, son tres los tipos de normas que las sociedades, en cualquier época y lugar, necesitan para su sustentabilidad: •   Las normas legales, expresión del poder coercitivo del Estado, cuya ejecutoriedad está vinculada a sistemas bien definidos de castigos. •   Las  normas sociales, que son el producto de pactos y tradiciones más o menos antiguas y cuya ejecutoriedad depende de la vergüenza que siempre acompaña la estigmatización de conductas desviadas (pérdida de estatus y discriminación social). •   Las normas morales, asociadas a la prevalencia de matrices culturales bien definidas, cuya violación hace saltar en los individuos el sentido de culpabilidad. Se debe a la antropóloga americana Ruth Benedict la distinción entre civilización de la vergüenza y civilización de la culpa1 y la afirmación del pensamiento por el cual el paso de la primera a la segunda ha representado un auténtico progreso moral. Nos da razón en esto el conocido filósofo americano Bernard Williams, cuando escribe que «mientras las experiencias primitivas de la vergüenza tienen que ver con la vista y el ser visto» la culpa tiene «sus raíces en la escucha», en el sentir «resonar en uno mismo las voces del juicio»2. ¿Cuál es el nexo entre las tres tipologías de normas? Que si las leyes que se promulgan «marchan en contra» de las normas sociales y, todavía más, contra las 1. BENEDICT, R. (1946): El crisantemo y la espada: modelos de cultura japonesa. 2. WILLIAMS, B. (2011): Vergüenza y necesidad: recuperación de algunos conceptos morales de la Grecia antigua.

Corintios XIII n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

normas predominantes en la sociedad, las primeras no producirán los resultados esperados, ya que no serán respetadas por la sencilla razón de que no es posible sancionar a todos sus violadores y, además, lo que es peor aún, irán a minar la credibilidad y/o la aceptabilidad de las otras dos categorías de normas, amenazando así la estabilidad del mismo orden social. Es lo que sucede con las que hoy se llaman inexpressive laws, es decir, leyes que no consiguen expresar esos valores que sustentan la arquitectura de una determinada sociedad. Todavía hoy desafortunadamente la teoría económica se queda callada con respecto a las relaciones existentes entre los tres tipos de normas. Excepto raras ocasiones, la división del trabajo intelectual es tal que los economistas y los juristas solo se ocupan de leyes, los sociólogos solo de normas sociales y los especialistas en ética de normas morales. No es por lo tanto difícil darse cuenta del por qué mucha parte de las normas jurídicas sean tan inexpressive. Observando ahora los sistemas motivacionales que dirigen las conductas de los individuos, es habitual distinguir entre motivaciones extrínsecas (llevo a cabo una cierta acción por la ventaja, monetaria o de otro tipo, que trae consigo); intrínsecas (mi acción tiene para mí un valor no instrumental y por tanto me asegura una remuneración precisamente intrínseca); y trascendentes (realizo una cierta obra porque deseo que otros saquen un beneficio de ella, porque quiero conscientemente producir efectos positivos). De la predominancia en las personas de uno u otro tipo de motivación derivan las conductas que se observan en la realidad: antisociales (es tal, por ejemplo, el comportamiento del envidioso que obtiene provecho de las desgracias ajenas y que por tanto está dispuesto a soportar costes específicos para conseguir este objetivo); asociales (el del Homo oeconomicus que no se propone ni dañar ni beneficiar a los demás, teniendo preferencias individualistas, y está interesado solo en su yo); y prosociales (el altruista más o menos racional: el Homo reciprocans; el que practica el don como gratuidad y así sucesivamente). Como la historia enseña y la experiencia cotidiana confirma, los tres rasgos comportamentales están siempre presentes en las sociedades de seres humanos, cualesquiera que sean. Lo que cambia de una sociedad a otra es la combinación: en algunas épocas históricas prevalecen comportamientos antisociales y/o asociales, en otras prosociales, con resultados en el plano económico y en el del progreso civil que es fácil imaginar. Por traer un ejemplo de gran actualidad, piénsese en el modelo de la commons-based peer production, cuya forma más conocida es la del proyecto Wikipedia, un fenómeno de cooperación social cuyo éxito hubiera sido imposible imaginar hace una decena de años. La producción entre pares es un modelo social de producción caracterizado por dos elementos. El primero es la descentraliza116

117

4 Stefano Zamagni

ción; el segundo es que no son ni los precios ni las órdenes los que inducen a la acción una pluralidad de sujetos participantes, sino las motivaciones intrínsecas y trascendentes. ¿De qué depende que en una determinada sociedad, en una determinada época histórica, la composición orgánica de los rasgos comportamentales sea de un tipo o de otro? Pues bien, es cuando se llega a preguntas de este tipo cuando se puede apreciar el gran mérito de la intuición de Giacinto Dragonetti, iluminista napolitano, autor en 1766 del famoso De las virtudes y de los premios: el factor decisivo, aunque no único, es el modo en que se llega a la construcción del sistema legislativo. Si el legislador, haciendo suya una antropología de tipo hobbesiano, en la cual el hombre es un ente malvado desde su estado natural y, por tanto, es un sujeto tendencialmente antisocial, confecciona normas que cargan sobre los hombros de todos los ciudadanos graves sanciones y castigos con el objetivo de asegurar su ejecutoriedad, es evidente que los ciudadanos prosociales (y también los asociales), que no tendrían ninguna necesidad de esos disuasivos, no conseguirán soportar por mucho tiempo la carga consecuente y, por tanto, aunque obtorto collo, tenderán a modificar por vía endógena su propio sistema motivacional. Este es el llamado mecanismo del crowding out (desplazamiento): leyes de marca hobbesiana tienden a hacer crecer el porcentaje de población con motivaciones extrínsecas y por tanto a incrementar la difusión de los comportamientos antisociales. Una idea esta que ya Platón había anticipado cuando escribía: «Las personas buenas no necesitan leyes que les digan cómo actuar de manera responsable; en cambio las personas malas siempre encontrarán una forma de eludir la ley». Justamente porque a las personas antisociales no les molesta mucho el coste del enforcement de las normas legales, ya que intentarán eludirlas de todos modos. En la famosa obra Memorias de Adriano de Marguerite Yourcenar se lee: «Tengo que confesar que creo poco en las leyes. Si son demasiado duras, se las transgrede con razón. Si son demasiado complicadas, el ingenio humano encuentra fácilmente el modo de deslizarse entre las mallas de esa red tan frágil. […]. La mayoría de nuestras leyes penales solo alcanzan, por suerte quizá, a una mínima parte de los culpables; nuestras leyes civiles no serán nunca lo suficientemente flexibles para adaptarse a la inmensa y fluida variedad de los hechos. Cambian menos rápidamente que las costumbres; peligrosas cuando quedan a la zaga de estas, lo son aún más cuando pretenden precederlas».

Incentivos y premios Podemos ahora apreciar plenamente la posición universal. Si los premios propuestos por las academias a los descubridores de las verdades provechosas han multiplicado las noticias y los buenos libros, ¿por qué los premios distribuidos por la benéfica mano del Soberano no multiplicarían asimismo las acciones

Corintios XIII  n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

virtuosas? «La moneda del honor es siempre inagotable y fructífera en las manos del sabio distribuidor». Es difícil encontrar en el siglo xviii pensadores más claros y previsores sobre la temática en debate. Compárese este pasaje con el correspondiente de Beccaria en el Tratado de los delitos y de las penas: «Las leyes son las condiciones con que los hombres vagos e independientes se unieron en sociedad, cansados de vivir en un continuo estado de guerra y de gozar una libertad que les era inútil en la incertidumbre de conservarla. Sacrificaron por eso una parte de ella para gozar la restante en segura tranquilidad». Es fácil constatar la aplicación, en este pasaje, de la línea de pensamiento hobbesiana como emerge en el De Cive (1642) y en el Leviatán (1651), las dos grandes obras del filósofo inglés. En definitiva, una sociedad que ofrece oportunidades para ejercitar el comportamiento virtuoso es una sociedad que hace posible la proliferación de sujetos virtuosos. Esta argumentación realizada más arriba necesita, no obstante, una cualificación importante, que concierne la distinción entre premio e incentivo. A pesar de la confusión de pensamiento que, con la complicidad de los manuales actuales de economía, sigue circulando, son notables las diferencias entre estos dos conceptos que se interpretan como dos sinónimos. (Hay que tener presente que una sanción y un castigo son un incentivo con el signo menos, es decir, un desincentivo). Voy a indicar algunas, las más significativas, para el presente discurso: • Primero, con el incentivo el jefe de cualquier relación institucional induce su dependiente —piénsese en la relación entre empresas y directivos; entre el responsable de una organización y sus colaboradores estrechos; entre padres e hijos— a obrar en el interés «privado» del jefe. De otro modo, el fin último del esquema del incentivo es el de alinear el interés del dependiente con el del jefe. En el caso de la empresa, esto significa asumir que el interés personal del administrador coincide con el de las personas en nombre de las cuales actúa (los accionistas). No así el premio que, en cambio, aspira el bien común. «Las recompensas —escribe Dragonetti— son el único vínculo capaz de reunir el interés particular con el bien público y el solo medio que hay para inclinar a los hombres a obrar constantemente hacia el bien». • En segundo lugar, la estructura formal del incentivo es la de un contrato que, una vez subscrito por las dos partes, se vuelve vinculante para ambas aunque esté empíricamente probada la posibilidad de manipular los incentivos por parte del agente. Esto sucede, por tanto, ex-ante con respecto al desarrollo de la acción, es decir, en el sentido que los términos contractuales tienen que ser conocidos por el dependiente antes todavía de que este se ponga manos a la obra. Por el contrario, el premio es expost, siendo un acto voluntario del jefe que, en cuanto tal, no instituye una obligación para las partes. La esencia del premio es, por tanto, la del 118

119

4 Stefano Zamagni

don como gratuidad, mientras la esencia del incentivo es la atribución al dependiente de parte del valor añadido creado por este en favor del jefe. Resulta de todo esto que la práctica, en gran escala, de los esquemas de incentivo, en los más distintos ámbitos de la vida social, tienden a largo plazo a debilitar en la comunidad el espíritu del don, después justamente del obrar de un mecanismo como el del desplazamiento. • En tercer lugar, uno de los efectos menos deseados del uso de los incentivos es la erosión de la relación de confianza entre jefe y dependiente. Pensemos en cualquier ejemplo de contrato con incentivo. Es inevitable que, antes o después, el dependiente se pregunte por qué razón su jefe le ofrece el incentivo. De hecho, una de dos: si lo que se le pide al dependiente entra en sus tareas detalladas en el contrato de trabajo (o de obra), el ofrecimiento del incentivo constituye el precio que el jefe paga por la falta de confianza en la integridad moral de su dependiente; si en cambio al dependiente se le pide hacer más de lo que está previsto en el contrato o de hacer algo que viola el código de moralidad mercantil, entonces el incentivo se configura bien como forma parcial de explotación del esfuerzo extra realizado por el agente —en el primer caso— bien como el pago depositado para inducir al agente a vencer sus resistencias morales —en el segundo caso, que es hoy el más frecuente—. (Piénsese en el incentivo representado por la concesión de stock options al top manager de las grandes empresas financieras para inducirle a hacer lo que de otra forma nunca haría, como la reciente crisis ha demostrado ad abundantiam). En ambos casos lo que se va a producir es una pérdida del autoestima (la self-esteem de la que hablaba Adam Smith en su Teoría de los sentimientos morales de 1759) por parte del dependiente —el mánager de un banco que, para cobrar el incentivo, engaña al cliente que le pide consejo acerca de la compra de productos financieros, pierde su autoestima y por último su bienestar espiritual— y sobre todo una erosión del capital fiduciario. Y, como se sabe, sin confianza no puede haber supervivencia en la economía de mercado. Nada de todo esto pasa con el premio que, en cambio, incrementando la autoestima, refuerza el vínculo social. (El hijo que, esforzándose mucho en los estudios, recibe, a final del recorrido escolar, el premio de los padres reafirma su confianza en sí mismo y estará entonces listo para nuevos desafíos. No así, en cambio, el joven que «negocia» con los padres el incentivo en una forma como «si apruebas con cierta nota recibirás X, con otra nota recibirás Y». El joven atribuirá posiblemente el ofrecimiento del incentivo al hecho de que los propios padres conocen su índole perezosa o su modesta capacidad de aprendizaje. En situaciones como esta, el efecto negativo indirecto del incentivo, que actúa sobre el sistema motivacional del joven o sobre su constitución moral, se impondrá sobre el efecto Corintios XIII  n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

positivo directo que en cambio actúa sobre el esfuerzo gastado en el estudio: el joven estudia más, pero aprende menos, porque como recordaba Goethe «se aprende solo lo que se ama»). •   Es necesario hablar aquí de una última diferencia entre incentivos y premios.  Es  verdad  que  en  el  corto  plazo  el  uso  de  incentivos  puede  aumentar la productividad y puede implicar una disminución de los costes  de gestión.  Un ejemplo propuesto por Dari-Mattiacci y De Greet en un  reciente y distinguido estudio3 viene al caso en esta cuestión.  Un dictador tiene en jaque a la población de su país con la amenaza (incentivo  negativo) segura de una sola bala: el primero que se atreva a rebelarse será matado. Con el coste de una sola bala el dictador logra, por tanto,  conservar su poder.  ¿Qué pasaría si,  en cambio,  en vez del incentivo  (negativo),  el dictador quisiese adoptar un sistema de premios en favor  de todos los que, no rebelándose, aceptan la pérdida de la democracia? Que el coste de implementación de un sistema de este tipo sería prohibitivo.  De  aquí  la  conclusión  arriba  mencionada:  los  premios  son  demasiados costosos de gestionar.  Lo que la teoría económica mainstream sigue enseñando todavía hoy. ¿Qué  respondería  un  Dragonetti  a  los  autores  del  ejemplo?  Por  una  parte  que  el  modelo  elaborado  por  ellos  se  sujeta  en  la  tesis  antropológica  según  la  cual  todos  los  sujetos  son  individualistas  y  hedonistas.  Lo  que  no  es  verdad  porque,  como queda arriba indicado,  no es empíricamente verdadero que todos  los sujetos que actúan en el mercado son impulsados a la acción por motivaciones extrínsecas; hay, de hecho, también los prosociales que, teniendo motivaciones  trascendentes, están listos a sacrificarse por los demás o por un ideal. Solo quien no conoce la historia de los hombres podría negar esto.  Por  otra  parte,  es  precisamente  la  utilización  a  largo  plazo  de  incentivos  que modifica, en una determinada dirección, la estructura motivacional de las personas,  cambiando su sistema de valores.  El hombre,  como nos confirman las neurociencias,  es el animal con más capacidad de adaptación al ambiente en el que  vive: si esta es mantenida con los incentivos es obvio que a la larga su mente también empezará a funcionar según un mecanismo homeostático de adaptación.  Un  punto este que el gran economista Alfred Marshall había ya comprendido al final  del siglo XIX, cuando observaba que la empresa, antes todavía de ser lugar de producción de bienes y servicios,  es lugar de formación del carácter de quien trabaja  en ella: según como la empresa esté organizada, se formarán hombres de un tipo o de otro. 3. Citado en CARBONARA, E.:  «Incentivi e premi»,  en L.  BRUNI y S.  ZAMAGNI (eds.):  «Diccionario de  economía civil» 2009, Cittá Nouva Ed. Roma, vol. 2, pp. 525-529.

120

121

4 Stefano Zamagni

Los incentivos crean siempre dependencia, mucha o poca —y es por esto que son inflacionistas: es suficiente mirar las remuneraciones del top management de hoy y compararlas con las del top management de hace algunos decenios— y bajan los costes personales de la tentación —y es por esto que generan efectos perversos. No es así con los premios. Es por eso que Dragonetti puede escribir: «Siendo las virtudes un producto no del orden de la ley, sino de nuestro libre albedrío, no tiene sobre ellas la sociedad derecho alguno. La virtud en ningún caso entra en el contrato social; y, si se deja sin premio, la sociedad comete una injusticia similar a la de aquellos que defraudan el sudor ajeno».

5. La emergencia, hoy, de la perspectiva de la economía civil Lo que he venido diciendo hasta ahora me lleva, en conclusión, a esbozar los rasgos de diferenciación entre el programa de investigación de la economía política —hoy todavía dominante— y el de la economía civil —hoy en constante ascenso—. A la síntesis smithiana —el Adam Smith tanto de la Teoría de los sentimientos morales como de la Riqueza de las naciones (1776)— se debe la primera y más completa elaboración del paradigma de la economía política. De los tres principios reguladores que se sitúan en los fundamentos de todo orden social, el programa de investigación científica de la economía política toma en consideración solamente los dos primeros: el principio del intercambio de equivalentes (de valor), que tiene como fin último el de asegurar la eficiente asignación de los recursos, y el principio de redistribución, cuyo fin es la equidad social (a no confundir con el igualitarismo). Eficiencia significa que los recursos productivos, tanto los del capital como los del trabajo, no son desperdiciados (como ocurre en el caso del desempleo) ni mal utilizados. Equidad significa dar a todos la posibilidad de participar en el juego económico de mercado, lo que sucede dotando a cada uno de un adecuado poder adquisitivo. Una economía de mercado, de hecho, no es sostenible en un perspectiva durable si solo es capaz de producir riqueza; tiene también que saber distribuirla entre todos los que han tomado parte en el proceso de su creación. De esta conceptualización desciende el llamado modelo dicotómico Estado-mercado. Al mercado se le pide proveer a la máxima eficiencia en el uso de los recursos, es decir, producir cuanta más riqueza posible, dadas las condiciones de contexto: a esto debe apuntar el proceso de libre intercambio, que, justo por esto, debe someterse a los cánones de la «justicia conmutativa». Al Estado se le

Corintios XIII n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

pide intervenir tanto para poner remedio a los llamados «fracasos del mercado» como para asegurar la «justicia distributiva» en el momento en que se corta la tarta (el PIL). Si el acento o las preocupaciones están puestas, fundamentalmente, en el momento de la producción de la riqueza seremos liberales, según una versión y otra del liberalismo; si en cambio el acento está principalmente en la distribución de la riqueza, seremos socialistas o reformistas, aquí también en grado y formas diferentes según las propensiones ideológicas. Lo que aúna todas las múltiples escuelas de pensamiento del programa de investigación de la economía política —desde la clásica a la neoclásicas, desde la keynesiana a la neoinstitucionalista o a la austriaca— es el descuido del tercer principio de un orden social al que antes aludía: el de reciprocidad, un principio que aspira a traducir en la práctica el principio de fraternidad. Pues bien, el programa de investigación de la economía civil se caracteriza justo por su capacidad de mantener juntos los tres principios que he mencionado y eso tanto en la fase constitucional —es decir, la fase en la que se empieza el diseño institucional de la organización económica de la sociedad— como en la fase postconstitucional, en la que se desarrolla concretamente el juego económico. Para que no haya malentendidos conviene precisar que también a los estudiosos de la economía política no se les escapa la relevancia en la práctica del principio de reciprocidad. No obstante, el punto a subrayar es que para estos la práctica de la reciprocidad no tiene nada que ver con la esfera económica, para cuyo buen funcionamiento bastarían los contratos (al ser posible completos) y las normas jurídicas (al ser posible bien hechas). El espacio para la práctica de la reciprocidad es el de la familia, del asociacionismo, del mundo sin ánimo de lucro. Los cuerpos intermedios de la sociedad —como se indica en el artículo 2 de nuestra carta constitucional— son considerados por estos estudiosos tan importantes para el progreso cultural y moral del país como irrelevantes para su éxito económico. En otros espacios me he ocupado de clarificar a fondo las diferencias entre los dos programas de investigación y de indicar las respectivas matrices históricas4. Aquí me limito a recordar que la de la economía civil es una línea de pensamiento exclusivamente italiana que nace en la época del Humanismo civil (siglo XV), cuando la economía de mercado tal como hoy la conocemos inicia a tomar forma, y sigue hasta la primera mitad del siglo XVIII con las contribuciones, realmente notables, de los iluministas de la escuela napolitana (Antonio Genovesi —a quien se debe la invención de la expresión «economía civil» en el 1753—, Ferdinando Galiani, Giacinto Dragonetti) y milanés (Pietro Verri, Cesare Beccaria, Giandomenico Romagnosi, Melchorre Gioja). A partir del final del siglo XVIII, gracias a la enorme influencia del pensamiento smithiano, la economía civil será suplantada y 4. BRUNI, L.; ZAMAGNI, S. (2007): Civil Economy. BRUNI, L.; ZAMAGNI, S. (2009): Diccionario de economía civil. BRUNI, L.; BECCHETTI, L.; ZAMAGNI S. (2010): Microeconomia. Un testo di economia civile.

122

123

4 Stefano Zamagni

totalmente marginada por la economía política. Es solamente en los últimos veinte años que, por toda una serie de razones que en otro lugar he comentado, se observa una lenta pero sólida reactivación, en la investigación científica y sobre todo en la acción económica, desde la perspectiva de la economía civil. En verdad, si a la acción de mercado se le priva de la dimensión de reciprocidad (y por tanto del principio del don, que es el primum movens de la relación de reciprocidad), de forma que lo económico se convierte en un enorme juego del dilema del preso, es obvio que en las fases contrarias del ciclo económico no haya otra solución para romper el círculo vicioso que la de recurrir al poder del Estado. El cual se vuelve así el ente que subroga la falta de confianza generalizada a través de la activación de bien definidos programas de gasto público. Ejemplar, bajo este punto de vista, la actitud de Roosevelt que, aun no siendo para nada un keynesiano convencido, en su primer discurso presidencial de marzo de 1933, con el objetivo de volver a poner en marcha la máquina que la crisis de 1929 había bloqueado, debe prometer que el Estado en persona asumirá la tarea «de dar trabajo a la gente […] Esta tarea puede ser cumplida gracias a un reclutamiento por parte del mismo Estado»5. Pero son las prácticas de reciprocidad las que crean, desde abajo y por vía endógena, los vínculos fiduciarios sin los cuales el mercado no puede funcionar; claramente no el Estado. Es por eso que el estatalismo es una «mala bestia», según la celebre expresión sturziana. Una circunstancia específica ha contribuido significativamente a readmitir en el universo del discurso económico el principio de reciprocidad y, por tanto, la categoría del amor. Se trata de la llamada paradoja de la felicidad, conocida también como paradoja de Easterlin, del nombre del estudioso americano que fue el primero en difundir su conocimiento en la mitad de los años setenta. Pascal ya había recordado: «Todos los hombres pretenden ser felices; esto no tiene excepción; cualesquiera que sean los medios que emplean para conseguirlo, todos tienden a ese fin. […] Es el motivo de todas las acciones de todos los hombres, aun de los que van a colgarse» (Pensamientos, n. 425). Ahora bien, mientras que la teoría económica ha podido hacer creer que «ser» felices fuera lo mismo que «tener» felicidad, ha conseguido vender la utilidad por la felicidad y por tanto convencer de que maximizar la utilidad es una operación no solo racional sino también razonable, es decir, expresión de sabiduría. Todo ha salido a la luz cuando se ha descubierto, por vía empírica y no deductiva, que la relación entre renta per cápita —como indicador sintético, aunque bruto, del nivel de utilidad— y bienestar subjetivo es representable mediante una curva con forma de U al revés (una parábola con la concavidad hacia arriba): 5. ROOSEVELT, F. D. (1957): The Roosevelt Reader.

Corintios XIII n.º 151-152

Don gratuito y vida económica

más allá de un determinado punto, el aumento de la renta per cápita disminuye el bienestar subjetivo. No quiero aquí detenerme en explicaciones —que a estas alturas ya hay muchas— de la paradoja en cuestión, desde las psicológicas en los efectos de treadmill a las económicas, focalizadas en las externalidades posicionales, hasta las sociológicas, centradas en la noción de bien relacional. La literatura es muy amplia y remito a todos a Bruni (2004), que de forma oportuna recuerda como ya Aristóteles había asociado la vida buena (eudaimonía) a la vida de relación y a la disponibilidad de bienes relacionales (amistad, compromiso civil, confianza, etc.).

6. Para concluir En otro lugar he profundizado sobre las características específicas del bien relacional y de su significado en nuestras sociedades desarrolladas (Zamagni, 2005). Aquí me gustaría añadir que la razón principal por la cual el paradigma individualista nunca conseguirá tratar de manera adecuada la categoría de los bienes relacionales es que, para estos bienes, es la relación en sí la que constituye el bien y, por tanto, la relación intersubjetiva no existe sin el bien que se produce y se consume al mismo tiempo. Esto significa que el conocimiento de la identidad del otro con quien me relaciono es indispensable para que haya bien relacional. Por el contrario, la premisa de la relación de intercambio de equivalentes —que es la única relación, además de la filantrópica, que el enfoque individualista puede abordar— es que siempre sea posible sustituir quien o quienes de los que mi bienestar depende. (Puedo cambiar de carnicero todas las veces que no estoy satisfecho, pero está claro que no puedo sustituir el sujeto que me proporciona un servicio personal con otro sujeto sin registrar una variación de mi índice de felicidad). Como Wicksteed (1910) había lúcidamente comprendido, es el non-tuism más incluso que el self-interest, el primer fundamento del mercado capitalista, porque los negocios se hacen mejor con los que no se conocen. En la perspectiva relacional, en cambio, la relación con el otro supone un movimiento de reconocimiento y de acogida: se trata de acoger una presencia que en su humanidad es común a mí y en su alteridad es diferente de mí. Es seguramente una tarea no fácil —«el infierno son los otros», decía a este propósito J. P. Sartre— pero indispensable si se quiere superar la seria escasez de bienes relacionales, típica de nuestra sociedad. El individualismo es una guía perfecta para la utilidad que depende de bienes y servicios que pueden ser disfrutados incluso en aislamiento; pero un mal maestro para la felicidad, visto que hay que ser mínimo dos para experimentar la felicidad. Tal como nos recuerda el texto bíblico: «No es bueno que el hombre esté solo». Esto significa que necesito a otro para descubrir que merece la pena que yo me mantenga vivo; es más, que florezca en el sentido de la eudaimonía aristo-

124

125

4 Stefano Zamagni

télica. Pero el otro también necesita reconocido por mí como alguien que es bueno que florezca. Ya que necesitamos del mismo reconocimiento, yo actuaré hacia él como enfrente de un espejo. La propia realización es el resultado de esta interacción. El recurso original que puedo poner a disposición de quien está enfrente de mí es la capacidad de reconocer el valor del otro para existir, un recurso que no puede ser producido si no se comparte. Es importante tomar conciencia de lo que implica el reconocimiento del otro: no solo de su «derecho» a existir sino también de la «necesidad» de que exista para que yo pueda existir, en relación con él. Reconocer el otro como fin en sí mismo y reconocerlo como medio con respecto al fin de su propia realización se vuelven una cosa única. Con esto se resuelve el dualismo reduccionista entre una moral, de marca kantiana, que exige que el otro sea visto como exclusivamente como fin en sí mismo y una teoría de la racionalidad instrumental que en cambio ve en el otro el medio para su propio fin. El bien de la autorrealización se alcanza cuando el reconocimiento recíproco que yo también necesito no convierte esta disposición en únicamente instrumental. De hecho, el sí es constituido también por el reconocimiento que el otro le confiere. A la luz de esto la misma relación medios-fines se vacía de significado, porque la capacidad que un sujeto tiene de calcular los medios requeridos para conseguir un determinado objetivo depende de la relación de recíproco reconocimiento que se ha instaurado entre ese sujeto y los demás.

Corintios XIII  n.º 151-152

5. De la mano invisible a la mano tendida: por una economía de rostro humano Martín Carbajo Núñez Teología Moral. Pontificia Universidad Antonianum

Resumen En este artículo se defiende la necesidad de revisar la actual concepción del mercado como una despiadada guerra de intereses en la que todo se sacrifica a la eficiencia1. Este moderno darwinismo social ensalza la codicia como motor del desarrollo («Greed is right»2) y se desentiende de las víctimas. En los negocios, nadie mira en la cara al otro (business is business). De múltiples 1. Para completar y encuadrar adecuadamente el contenido de este artículo, remitimos a nuestro libro: CARBAJO NÚÑEZ, M. (2013): Crisis económica. Una propuesta franciscana, Madrid. 2. «Greed, for lack of a better word, is good. Greed is right. Greed works». Es famosa esta frase del personaje Gordon Gekko en la película Wall Street (1987). Ya en 1927, Cowdrick hablaba del nuevo «evangelio económico del consumo» en COWDRICK, E. (1927): «The new economic gospel of consumption», Industrial Management, 74, p. 208.

126

127

5 Martín Carbajo Núñez

formas, se repite la cínica pregunta de Caín: «¿Acaso soy yo el custodio de mi hermano?» (Gn 4,9). En aras del progreso material, se sacrifica a los demás y se abusa de la naturaleza. El prójimo es solo un adversario anónimo, sin rostro, al que hay que vencer o burlar pues, como decía Hobbes: «Tu muerte es mi vida»3. Palabras clave: Mano invisible, no-tuismo, bien relacional, bien total, bien común, altruismo, economía civil, capitalismo caritativo, solidaridad, fraternidad. Abstract This paper affirms the urgent need to revise the present notion of the market as a merciless war of interests, in which everything is sacrificed to efficiency. The current economic crisis is not extraneous to this darwinistic conception which excludes fraternal relationships in the economic field. It is usually said that, in business, nobody looks the other in the face (business is business), whereas greed is presented as the real motor of development («Greed is right»). For the sake of material progress, humans are sacrificed and nature is abused. Neighbors are only anonymous opponents, with no face (non-tuism), and so they must be overcome or deceived, because as Hobbes said: «Your death is my life» (mors tua vita mea). In contrast to this pessimistic vison, the Franciscan tradition affirms that the economy goes better when economic goods are subordinated to relational goods. Key words: Invisible hand, no-tuism either relational, total good, common good, altruism, civil economy, capitalism charity, solidarity, fraternity.

3. «Mors tua vita mea». Hobbes, De cive 1, 12. Hobbes considera que el egoísmo compulsivo, que lleva al conflicto permanente, pertenecería al «estado natural» del ser humano. GECCHELE, M., DAL TOSO, P. (eds.) (2010): Educazione democratica per una pace giusta, Armando, Roma, p. 56.

Corintios XIII n.º 151-152

De la mano invisible a la mano tendida: por una economía de rostro humano

1. Una economía sin bienes relacionales La crisis económica actual es fruto de ese enfoque economicista que evita cualquier referencia al altruismo y a la gratuidad. Buscando beneficios rápidos e ilimitados, el sistema económico se ha desligado del «sólido contexto jurídico»4 y democrático, se ha dado autónomamente sus propias reglas, ha privilegiado las actividades especulativo-financieras sobre el trabajo y ha acentuado la separación entre la esfera económica y la esfera social. Se habla de la mano invisible del mercado5 para justificar el no tender la mano. Las decisiones mercantiles son analizadas en modo objetivo, sobre la base de la indiferencia. Aunque en teoría no se excluye otro tipo de motivaciones personales, en la práctica la ciencia económica se reduce al cálculo matemático de variables cuantificables, dando por supuesto que el egoísmo es el móvil principal en nuestro sistema de preferencias6. Las personas son objetivadas, estandarizadas, reducidas a individuos promedio, sin una concreta identidad. El sistema económico imperante promueve relaciones puramente instrumentales, pues es más fácil aprovecharse del otro cuando se trata de un ser anónimo, sin rostro, un desconocido. Se dice que el mercado funcionará mejor cuanto más débiles y funcionales sean los lazos familiares o afectivos; es decir, siguiendo descaradamente el propio interés se ayudará más a la sociedad que cuando se pretende colaborar con el bien común7. Se excluye el donarse y el sacrificar la propia conveniencia, pues la sociedad mercantil no se basa en lazos personales, sino en la suma de intereses particulares8. No es de la benevolencia del carnicero, del vinatero, del panadero, sino de sus miras al interés propio es de quien esperamos y debemos esperar nuestro ali4. BENEDICTO XVI: Discurso a los miembros de la fundación «Centesimus Annus - Pro Pontice», 13-062009, en Insegnamenti di Benedetto XVI. V/1 (2010) 999. 5. SMITH, A. (1869): An inquiry into the nature and causes of the wealth of nations, II, Oxford, p. 26. 6. «Utility theory does not rule out preferences for acting on moral principles or preferences for serving the interests of others». HAUSMAN, D. M.; MCPHERSON, M. S.: Economics, rationality, and ethics, en: HAUSMAN, D. M. (ed.) (1994): The philosophy of economics: an anthology, Cambridge, p. 260. «In practice, however, economists often make the strong assumption that individual preferences are exclusively self-regarding». FEHR, E.; FISCHBACHER, U.; KOSFELD, M. (2005): «Neuroeconomic foundations of trust and social preferences: initial evidence», American Economic Review, 95/2, p. 346. 7. «I have never known much good done by those who affected to trade for the public good». SMITH, A., An inquiry…, p. 28. 8. «Society may subsist […] from a sense of its utility, without any mutual love or affection». SMITH, A. (1761): The theory of moral sentiments, London, 147.

128

129

5 Martín Carbajo Núñez

mento. No imploramos su humanidad, sino acudimos a su amor propio; nunca les hablamos de nuestras necesidades, sino de sus ventajas9.

1.1. El no-tuismo El no-tuismo10, es decir, el no ver al otro como un tú, sería la característica más fundamental del capitalismo. Los liberales del periodo clásico lo ven como fundamento de una sociedad más democrática e igualitaria, pues liberaría al individuo de las dependencias familiares y sociales que le maniataban en la anterior sociedad jerárquica. Liberado de aquellas ataduras indeseables, el individuo podrá tener una sociabilidad madura y auténtica en el ámbito civil y, en el ámbito económico, podrá actuar en modo racional y metódico, teniendo como único referente la justicia. Buscando eficazmente el propio interés, sin preocuparse de los otros, el individuo podrá servir mejor a la sociedad y ganarse un merecido prestigio social. Por tanto, la buena reputación y la confianza serían fruto del mercado, no al revés11. Este tipo de relaciones impersonales («te pago y basta»), basadas únicamente en el interés monetario (cash nexus) empezaban ya a fraguarse en tiempos de Francisco de Asís (1181-1226), con el debilitamiento de las corporaciones medievales. En aquel contexto social, cada vez más codicioso y eficientista, el excomerciante de Asís renuncia al dinero y rechaza la mentalidad que todo reduce a mercancía objetivable, medible, intercambiable. Las personas y todos los demás seres creados tienen un valor que va mucho más allá de su importe monetario. Por eso, en lugar de «conocer» y dominar, Francisco re-conoce, contempla, se abre gozosamente a la fraternidad universal. En esa línea, responde al obispo de Asís, mostrando que su austeridad y sus opciones económicas tienen una motivación teológica y relacional. Señor, si tuviéramos algunas posesiones, necesitaríamos armas para defendernos. Y de ahí nacen las disputas y los pleitos, que suelen impedir de múltiples formas el amor de Dios y del prójimo; por eso no queremos tener cosa alguna temporal en este mundo12.

Contradiciendo estas intuiciones del pobrecillo de Asís, en los siglos sucesivos la ciencia económica se construye sobre la base del individuo estándar, abs9. SMITH, A. (1794): Investigación de la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, Valladolid, tomo I, p. 23. 10. «The specific characteristic of an economic relation is not its “egoism”, but its “non-tuism”». WICKSTEED, P. (2003): The Common Sense of Political Economy, Londres, tomo I, p. 180. 11. BRUNI, L. (2006): Il prezzo della gratuità, Roma, 28-31, p. 131. 12. «Leyenda de los tres compañeros» 35, en: GUERRA, J. A. (ed.) (2006): San Francisco de Asís. Escritos, biografías, documentos de la época, Madrid, pp. 537-578.

Corintios XIII n.º 151-152

De la mano invisible a la mano tendida: por una economía de rostro humano

tracto e inmutable. Lo que cuenta es la utilidad que se pueda obtener con cada una de esas variables anónimas. No se considera al sujeto de carne y hueso, sino al Homo oeconomicus, egocéntrico, utilitarista, predecible, tan condicionado por las motivaciones económicas que no sería realmente libre ni capaz de gratuidad. Más que de seres individuales, únicos, se habla de ejemplares genéricos de la especie. La concepción antropológica mecanicista ha sido también el error fundamental del socialismo. El individuo estaría subordinado al funcionamiento del mecanismo económico-social, reducido a una pieza anónima del engranaje colectivo. Para conseguir una sociedad más humanizada en el futuro, no se duda en sacrificar al hombre que vive en el presente13.

1.2.  Bien total en lugar del bien común Habiendo reducido el ser humano a una variable económica, se ha acabado también con el concepto del bien común, según el cual los franciscanos de los siglos XIII-XV ponían la persona concreta en el centro y promovían instituciones como los montes de piedad. Buscaban así favorecer la libre iniciativa de cada uno en el contexto de la comunidad. Con el progresivo afianzamiento del no-tuismo, la economía de mercado deja de perseguir el bien común y asume como objetivo la maximización de los beneficios, dejando la distribución (equidad) al Estado y la reciprocidad a la sociedad civil. Primero se hace la guerra de intereses y, después, ya en el campo social, el Estado (welfare state) mitigará el daño causado, distribuyendo parte de esa riqueza o apelando a la generosidad de los ricos (capitalismo caritativo). La filosofía utilitarista de Bentham (1748-1832) dará un notable impulso a esta tendencia. La persona concreta queda supeditada a la utilidad material. Se habla de todos en general, pero de ninguno en concreto. Se justifica que cada uno busque solo su propio provecho, sin preocuparse del prójimo ni de la comunidad. Así el interés, que en la época premoderna, era considerado siempre un vicio (privado y público), pasa después a ser visto como vicio privado, pero virtud pública14 y, a partir de Adam Smith, termina por ser visto siempre como virtud, tanto privada como pública, con tal de que vaya unido a la prudencia y a la templanza15. 13. «El hombre que vive en el presente es sacrificado al Moloc del futuro». BENEDICTO XVI: DCE. pp. 217-252. 14. «Private Vices by the dexterous Management of a skillful Politician may be turned into public Benefits». MANDEVILLE, B. (1724): Fable of the bees: or, private vices, public benefits, Londres, p. 476. El escándalo provocado por esta novedosa tesis duró poco tiempo. 15. BRUNI, L. (2012): Le nuove virtù del mercato nell’era dei beni comuni, Roma, 65-66, pp. 69. Hobbes ya había afirmado que el egoísmo compulsivo pertenece al estado natural del ser humano. M. GECCHELE P. DAL TOSO (eds.): Educazione democratica per una pace giusta, Roma 2010, 56.

130

131

5 Martín Carbajo Núñez

Siguiendo el propio interés se aumentaría la riqueza material y, por tanto, se contribuiría más eficazmente al bien total de la sociedad. El interés de la comunidad es una de las expresiones más generales que se pueden encontrar en la fraseología moral; […] la comunidad es un cuerpo ficticio, compuesto por personas individuales que se considera que lo constituyen en cuanto que son sus miembros. ¿Qué es entonces el interés de la comunidad? La suma de los intereses de los diversos miembros que la componen16.

La búsqueda del bien total presupone que el mercado es un mecanismo éticamente neutro, sin don ni perdón17. En él no estarían en juego valores morales, sino solo estrategias y cálculos; por tanto, se puede acertar o errar, pero no pecar o ser reprobable. Nadie se siente responsable del otro, pues la persona no es respetada como valor absoluto. Por el contrario, se acepta como inevitable el que haya víctimas y el que se excluya o elimine a los más indefensos o menos útiles (ancianos, discapacitados, embriones)18. Además, los ricos se presentan como benefactores de la humanidad, pues incrementan la riqueza total y, además, son generosos con los pobres, que no saben ganarse la vida. Esta concepción resulta humillante para quienes no son capaces de competir en el mercado y, por tanto, tienen que ser objetos pasivos y anónimos de la caridad ajena.

1.3.  Sin bienes relacionales no hay felicidad pública El sistema capitalista actual presume de haber incrementado la productividad y el capital económico, pero le cuesta reconocer que ha empobrecido el capital social al favorecer una competitividad individualista que acrecienta la desconfianza mutua, ahonda las desigualdades sociales e incrementa la insatisfacción. No deja de ser paradójico que, a pesar de haber aumentado los bienes materiales, las personas se sientan más infelices19. Entre 1900 y 2000, la población mundial casi se cuadruplicó y la riqueza producida a nivel mundial creció en modo mucho más rápido, de manera que los ingresos medios per cápita aumentaron fuertemente. A la vez, sin embargo, no ha 16. BENTHAM, J. (1991): «Introducción a los principios de la moral y la legislación», en: Antología, Barcelona, p. 46. 17. DOMINGO MORATALLA, A.; DOMINGO MORATALLA, T. (2013): «Filosofías del don, usos y abusos de la donación en la ética contemporánea», en Veritas 28, p. 42. 18. ZAMAGNI, S. (2007): L’economia del bene comune, Roma, pp. 213-214. 19. Estudio pionero: CANTRIL, H. (1965): The pattern of the Human concerns, New Brunswick NJ; cf. OSWALD, A. (1997): «Happiness and economics performance», Economic Journal 107, 1815-1831, pp. 1818.

Corintios XIII n.º 151-152

De la mano invisible a la mano tendida: por una economía de rostro humano

aumentado la equitativa distribución de la riqueza; sino que en muchos casos ha empeorado20.

El desarrollo económico ha sido acompañado de un incremento de la insatisfacción. Se echa en falta ese tenor de vida buena que los bienes económicos deberían garantizar21. Esta paradoja estaría relacionada con el eclipse de la economía civil en los siglos XVI-XVIII22. La búsqueda ansiosa de «la riqueza de las naciones» (Adam Smith) ha hecho olvidar que lo realmente importante es la felicidad pública —no intimista o individualista—, pues la persona es la mayor riqueza que tienen las naciones. Aristóteles afirmaba que en la felicidad concurren dos dimensiones: la material o adquisitiva («bien-tener») y la componente expresiva (trama de relaciones que unen a las personas). Sin bienes relacionales no hay felicidad pública ni «bienestar»23. La economía entra en crisis cuando los bienes económicos prevalen sobre los bienes relacionales, es decir, cuando se privilegia el crecimiento del producto bruto por encima de todo. El «dar crédito» expresa ese doble componente económico y relacional: sin confianza mutua («te creo»), no funcionan las finanzas («te presto dinero») y la gente no puede disfrutar de una vida serena y confiada.

2. Por una economía al servicio de la persona La Iglesia afirma que «el orden social y su progresivo desarrollo deben en todo momento subordinarse al bien de la persona» (GS 26), pues ella es «el principio, el sujeto y el fin de todas las instituciones sociales»24. «No se trata del hombre abstracto, sino del hombre real, concreto e histórico: se trata de cada hombre»25 y en todas sus dimensiones26. En efecto, el bien más deseable es la relación con el otro y con los otros, el «estar con» (inter-esse). En este sentido etimológico, la búsqueda del propio interés resulta inseparable del bien del otro. 20. Pontificio Consejo «Justicia y Paz», «Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la prospectiva de una autoridad pública con competencia universal», 24-10-, [=RSF], en L’Osservatore Romano (2011), p. 246 (24/25-10-2011), pp. 6-7. 21. «I beni sono importanti se e quando ci fanno vivere bene». BRUNI, L. (2004): L’economia, la felicità e gli altri. Un’indagine su beni e benessere, Roma, p. 7. 22. BRUNI, L.; ZAMAGNI, S. (2004): Economia civile. Efficienza, equità, felicità pubblica, Bologna. 23. ARISTÓTELES (2007): Ética Nicomaquea, Buenos Aires. 24. CONCILIO VATICANO II (1966): GS. n. 25, en Acta Apostolicae Sedis, 58, pp. 1025-1120; JUAN XXIII (1963): PT. 31, en AAS 55, pp. 257-304; PIO XII (1945): «Radiomensaje», 5, en AAS 37, pp. 10-23. 25. JUAN PABLO II (1981): CA. 53, en AAS, 83, pp. 793-867; cf. GS 27; 51. El «hombre es el camino de la Iglesia». JUAN PABLO II (1979): RH, 14; 13, en AAS 71, pp. 257-324. 26. PABLO VI, PP. (1967):14, en AAS 59, pp. 257-299. El «hombre todo entero, cuerpo y alma, corazón y conciencia, inteligencia y voluntad». GS 3.

132

133

5 Martín Carbajo Núñez

Poniendo la persona al centro, se recupera el sentido etimológico de la palabra economía, que está formada por oivkoz (casa, familia) y nomoz (norma), indicando así que su objetivo prioritario no es la eficiencia en el producir y en el acumular riquezas, sino más bien el hacer de nuestro mundo una casa habitable y acogedora, donde todos puedan vivir en familia, sin ningún excluido27.

2.1. El aporte de los franciscanos Durante el periodo medieval, los gremios, las corporaciones artesanales y los fuertes lazos comunitarios garantizaban el cumplimiento de los contratos, pues siempre se sabía a quién acudir en caso de conflicto. Con el progresivo abigarramiento y movilidad de la población, será necesario encontrar modos nuevos para garantizar la fiabilidad del otro, que con frecuencia resulta ser un desconocido («te pago y basta»). En ese contexto cada vez más anónimo y eficientista, los franciscanos de los siglos XIII-XV tratan de humanizar la nueva realidad económica, que estaba incrementando las desigualdades sociales y acentuando el problema de la usura. Según algunos autores28, su aportación —teórica y práctica— fue decisiva en el surgimiento de la nueva economía de mercado. Resulta paradójico que esa contribución tan notable proceda de frailes que habían abrazado con entusiasmo la pobreza por el reino de los cielos. Precisamente, uno de los que más ayudó a sentar las bases teóricas de la nueva economía fue Pedro de Juan Olivi (1248-1298), que pertenecía al movimiento de los «espirituales» y cuyas proposiciones para la vida de los frailes fueron condenadas como demasiado rigoristas en el capítulo general franciscano de 1282. Más tarde, en el capítulo posterior (Milán, 1285), se prohibió a todos los frailes franciscanos la lectura de sus obras. Al mismo tiempo que invitaba a los frailes a una pobreza radical, Olivi daba respuestas creativas para resolver el problema de la usura que estaba bloqueando el desarrollo de la nueva economía. Sus ideas fueron retomadas sobre todo por Bernardino de Siena (1380-1444), aunque ya habían encontrado eco en autores como Juan Duns Escoto (1263-1308) y Alejandro de Alejandría (1270-1314). A nivel práctico, Bernardino de Feltre (1439-1494) y otros predicadores franciscanos de renombre promovieron los montes de piedad. La aportación de los franciscanos se encuadra en una concepción humanista de la economía, normalmente identificada como economía civil, que garantiza la liber27. Usando la palabra oivkoz (casa) y sus derivados (oivkodomhj), S. Pablo nos invita a edificar la casa de Dios que somos nosotros (Ef 2,19-22). En esos mismos términos describe su misión (2Cor 13,10). 28. BAZZICHI, O. (2003): Alle radici del capitalismo. Medioevo e scienza economica, Cantalupa; BRUNI, L. (2006): Il prezzo della gratuità, Roma, p. 14.

Corintios XIII n.º 151-152

De la mano invisible a la mano tendida: por una economía de rostro humano

tad de mercado sin supeditar la persona a la eficiencia. El protagonista no es el individuo egoísta (capitalismo) ni el Estado paternalista (colectivismo), sino la sociedad civil.

2.1.1. Una visión positiva y esperanzada La opción de los frailes no se basa en motivos ontológicos o maniqueos, sino escatológicos. Todas las cosas son buenas, pues Dios es el único principio, y al mismo tiempo son relativas, ya que Él es el único Sumo Bien. La pobreza de los frailes muestra que nada ni nadie debe entorpecer nuestro caminar hacia Él y la relación afectuosa con los demás peregrinos. Por otra parte, los frailes reconocen que su pobreza radical es improductiva y no puede ser generalizada. Vivir es producir, hacer fructificar los talentos recibidos. Por eso, el cardenal Montini, antes de ser elegido Papa Pablo VI, rezaba así a San Francisco: Francisco, ayúdanos a purificar los bienes económicos de su triste poder de alejarnos de Dios, de poner en peligro nuestras almas, de apagar en nosotros el amor hacia el prójimo. Mira, Francisco, nosotros no podemos prescindir de la vida económica: es la fuente de nuestro pan; es la vocación de nuestro pueblo, que se esfuerza por conquistar los bienes que Dios ha creado para nosotros; es la ley fatal de nuestro mundo y de nuestra historia […]. Sí, Francisco, enséñanos, ayúdanos a ser pobres, es decir libres, despegados y señores, mientras buscamos y usamos estas cosas terrenales, pesadas y fugaces, para que nada nos impida el ser siempre humanos, hermanos, cristianos.

Gracias a su visión positiva de todo lo creado, los frailes no caen en aquella añoranza de tiempos pasados que se aprecia en famosos literatos y humanistas de la época, como Dante (1265-1321) y Boccaccio (1313-1375), que insistían en los peligros de la nueva vida mercantil mientras ensalzaban la sobriedad de la anterior vida rural29. En contraste con ellos, los frailes se esfuerzan en humanizar el mercado, poniéndolo al servicio de la comunidad.

2.1.2. Clave de lectura: el inter-esse Los franciscanos se sienten afectuosamente unidos a la gente de entonces: viven entre ellos, les conocen por nombre. No se protegen del bullicio ciudadano recluyéndose en monasterios alejados. Aún en nuestros días, se recuerda la figura 29. BAZZICHI, O. (2003): «La dottrina economica della Scolastica Francescana», Miscellanea Francescana, 3-4, 631-644, pp. 640.

134

135

5 Martín Carbajo Núñez

del fraile limosnero, que no se limitaba a recoger donativos, sino que también ayudaba a los más necesitados. La suya era una presencia amable, cercana, que acompañaba la vida de las familias. Un ejemplo de estos frailes lo tenemos en Leopoldo de Alpandeire OFMcap (1864-1956), malagueño, beatificado en el año 2010. En los siglos XIII-XV, el encuentro diario, cara a cara, con todo tipo de gente, facilita el que los frailes sientan como propias las dificultades de quienes intentan abrirse camino en la nueva economía, no disponen de los medios necesarios o sufren la explotación de los usureros. En vez de reducirse a una labor meramente asistencial, los franciscanos buscan soluciones innovadoras para estimular la iniciativa individual en el marco del bien común. El objetivo directamente buscado no es el progreso ni la eficacia económica, sino el que cada persona se sienta miembro activo y responsable en la construcción de la comunidad. No quieren personas pasivas, perpetuamente dependientes de la caridad ajena, sino gente activa, bien integrada en el cuerpo social. Poniendo al centro la persona, los frailes favorecen un clima de confianza recíproca que impulsa la solidaridad, la productividad y la constante circulación de la riqueza. Solo así será posible la felicidad pública y el bienestar social.

2.1.3. Una ayuda personalizada Nada material o formal «puede asegurar lo más esencial que el hombre afligido —cualquier ser humano— necesita: una entrañable atención personal»30. Sin este componente relacional, el altruismo, la beneficencia y filantropía pueden generar dependencia y humillación; serán para los otros, pero no con los otros. Decía Tácito que si las dádivas no pueden ser correspondidas, en vez de gratitud suscitarán odio31. Ese es el riesgo del llamado capitalismo caritativo, en el que los ricos aparecen como generosos benefactores de individuos anónimos que no saben ganarse la vida. El intercambio de bienes materiales, para ser plenamente humano, tiene que ir acompañado del intercambio de bienes relacionales. Francisco de Asís decía que la limosna tiene que ser insertada en un contexto relacional, donde lo más importante es el intercambio de bienes espirituales que lleva a la unión de corazones. «Debéis ir a pedir limosna con más presteza y alegría que un hombre que ofreciera cien denarios por uno, pues vosotros, a los que pedís limosna, ofrecéis el amor de Dios, diciéndoles: “dadnos limosna por el amor del Señor Dios”; el cielo y la tierra son nada en comparación de este amor» (Lp 51). 30. DC 28. 31. CORNELIO TACITO, Publio: Annali, citado en SACCO, P. L.; ZAMAGNI, S. (eds.) (2006): Teoría económica e relazioni interpersonali, Bologna, p. 35.

Corintios XIII n.º 151-152

De la mano invisible a la mano tendida: por una economía de rostro humano

El sentirse amado y respetado es preferible a todos los bienes materiales que uno pueda tener. Por eso Francisco de Asís reconocía que su pobreza era inferior a la de los pobres involuntarios que, además de la escasez material, sufrían la suspicacia y el desprecio de la gente. Francisco se sentía estimado y apoyado por la comunidad, mientras que aquellos indigentes eran considerados culpables de una pobreza extrema que causaba horror32. Para ayudarles, habrá que hacerles sentirse dignos, ponerles a la propia altura. Por eso Francisco insiste en que sus frailes «deben gozarse cuando conviven con personas viles y despreciables, con pobres y débiles y enfermos y leprosos y los mendigos junto al camino»33. Cada persona que encuentren será para ellos un hermano, independientemente de su apariencia o utilidad: «Cualquiera que viniere a ellos, amigo o adversario, ladrón o bandolero, sea recibido benignamente» (Rnb 7,14). Establecida esa presencia amistosa, los frailes intentan ayudar a cada persona —rico o pobre— en modo personalizado. El pan de san Antonio y otras iniciativas similares de tipo asistencial iban dirigidas a los pobres extremos, aquellos que no podían valerse por sí mismos y ni siquiera eran capaces de subsistir autónomamente a nivel fisiológico. Los montes de piedad, sin embargo, no nacen para dar limosnas, sino para conceder créditos. Su objetivo consiste en ayudar a aquellos que aún poseen capacidad emprendedora pero carecen de los recursos necesarios para abrirse camino. Con una piedad encarnada y concreta, se les anima a salir por sí mismos de su marginación y a rehabilitarse socialmente con su trabajo. Se intenta así aunar justicia y eficiencia, evitando «el asistencialismo que humilla al necesitado» (CV 58). Los montes de piedad intentan ayudar también a los ricos, facilitándoles la posibilidad de poner en circulación la riqueza que tenían almacenada en modo improductivo. De este modo, tanto los ricos como los pobres contribuyen al fortalecimiento de la comunidad y encuentran su propia perfección. En efecto, todos somos menesterosos de bienes relacionales y solo donándonos encontramos nuestra plenitud. La Madre Teresa de Calcuta solía decir que hay dos tipos de pobre: el que no tiene dinero y el que solo tiene dinero34. Sin bienes relacionales, el vivir en la abundancia no garantiza el tener una vida abundante35.

32. MICCOLI, G. (1991): Francesco d’Assisi. Realtà e memoria di un’esperienza cristiana, Torino, p. 16. 33. FRANCISCO DE ASÍS: Regla no bulada, [=RnB], n. 9,3, en: RODRÍGUEZ HERRERA, I.; ORTEGA CARMONA, A. (2003): Los escritos de San Francisco de Asís, Murcia, pp. 411-508. 34. TERESA DE CALCUTA (1997): Orar. Su pensamiento espiritual, Barcelona, p. 149. 35. Cf. Jn 10,10. «Las nuevas formas de esclavitud, como la droga, y la desesperación en la que caen tantas personas, tienen una explicación no solo sociológica o psicológica, sino esencialmente espiritual». BENEDICTO XVI (2009): CV. 76, en AAS 101, pp. 641-709.

136

137

5 Martín Carbajo Núñez

2.1.4. Los montes de piedad Los montes de piedad (Montepío)36 fueron impulsados por los franciscanos de la Observancia y aprobados por la autoridad pública. Con ellos se intentaba combatir la usura37, promover el trabajo y estimular la responsabilidad de todos en la construcción de la comunitas cristiana. Su mayor desarrollo se produce en Italia, a partir del 1462, año en que surge el de Perusa38. Sin embargo, ya en 1431 una bula del Papa Eugenio IV aprueba en España ese tipo de instituciones, denominadas «Arcas de limosnas» y localizadas en Burgos, Logroño y Palencia39. El texto en que se solicita al Papa esa aprobación muestra que son en todo similares a los montes de piedad italianos40: […] para el socorro perpetuo de pobres y personas necesitadas había erigido D. Pedro Fernández de Velasco en las iglesias parroquiales de Medina de Pomar, Briviesca, Villadiego, Herrera, Salas, Belorado, Arnedo y Grisaleña… con la dotación de 11.560 florines de oro […] se determina que las cantidades «sean dadas graciosamente y libremente sin ningún interés por pequeño que sea», sobre prendas y otras garantías seguras […] bajo el control de los franciscanos de Briviesca41.

El objetivo de esas arcas es construir la comunidad cristiana sobre la confianza mutua y la caridad activa42. Para ello, se pedía a las clases acomodadas que 36. Sobre los Montes de Piedad en Italia: MUZZARELLI, M. G. (1982): «I Francescani ed il problema dei Monti di Pietà», Atti del Convegno storico Bernardiniano (L’Aquila 7-9/05/1980), L’Aquila, pp. 83-95; Íd. (2001): Il denaro e la salvezza. L’invenzione del Monte di Pietà, il Mulino, Bologna; FERRARI, R. (2001): L’azione dei Minori Osservanti nei Monti di Pietà. Il Defensorium di Bernardino De Busti, Milano. Nosotros lo hemos tratado, por ejemplo en: CARBAJO NÚÑEZ, M. (2007): «Montes de piedad y finanzas. La aportación franciscana en el campo económico», Selecciones de Franciscanismo 108/3, pp. 445-464. 37. Cf. CASTALDINI, A. (2004.): Mondi paralleli. Ebrei e cristiani nell’Italia padana dal tardo Medioevo all’Età moderna, Firenze. En Castilla, el préstamo a interés fue prohibido a los cristianos el año 1260. Posteriormente, en 1348, fue proscrita legalmente la usura judía y mudéjar. El tít. 55 repite la prohibición de la usura a los cristianos, mostrando así que esa práctica había continuado, a pesar de la prohibición de 1260 y 1268. Cf. Ordenamiento de Alcalá (1348), tít 57, citado en CASTAÑO, J.: «Crédito caritativo en la Castilla de Mmediados del siglo XV: los estatutos de las “Arcas de Misericordia” y la “usura” judía» en: AVALLONE, P. (ed.) (2007): Prestare ai poveri. Il credito su pegno e i Monti di Pietà in area Mediterranea (secoli XV-XIX), Consiglio nazionale delle ricerche, Napoli, pp. 104-106. 38. MUZZARELLI, M. G.: Il denaro e la salvezza…, 187. 39. En realidad, las primeras arcas de misericordia habían sido fundadas en noviembre de 1430, pero serán aprobadas oficialmente por la Iglesia en el año sucesivo. 40. RUIZ DE LOIZAGA, S. (2004): Documentación medieval de la diócesis de Calahorra-Logroño en el archivo vaticano (siglos XIV-XV), Roma, pp. 177-184. La bula de EUGENIO IV, que aprueba cuanto solicitado, se encuentra trascrita en castellano en el Archivo de los Duques de Frías, copia simple, legajo 15, n.º 9; Ibíd. 267. 41. LÓPEZ YEPES, J.: «Montes de Piedad», en: ALDEA VAQUERO, Q.; MARÍN MARTÍNEZ, T., y J. Vives Gatell (ed.) (1973): Diccionario de historia eclesiástica de España, Madrid, tomo III, pp. 1726-1727. El 22-IX1431, se le solicita al Papa Eugenio IV que conceda un año y cuarenta días de indulgencia a quienes colaboren activamente con esas Arcas de Limosnas, «ut vicium usurarum extirpetur». ASV Reg. Suppl. 271, fol.166r., trascrito, en RUIZ DE LOIZAGA, S.: Documentación…, pp. 185-186. 42. DE VALERA, D. (1941): Memorial de diversas hazañas: crónicas de Enrique IV, Madrid, p. 190.

Corintios XIII n.º 151-152

De la mano invisible a la mano tendida: por una economía de rostro humano

facilitasen créditos, con los cuales se prestaban pequeñas cantidades a los pobres emprendedores, por un plazo normalmente no superior a un año y sin ánimo de lucro. También en España estas instituciones estaban bajo el control de los franciscanos, influencia que se aprecia incluso en algunas que fueron promovidas y sostenidas por la iniciativa privada43, como la de Corrales (Zamora)44, aprobada el 20-10-1461. En el ámbito rural, la ayuda a los campesinos más pobres fue canalizada a través de los montes frumentarios, que no daban créditos monetarios, sino trigo para la siembra. En Italia, el primero fue el de Foligno (1488)45, aunque ocho años antes había ya una arca de misericordia de este tipo en España (Goyano, Navarra)46. En Castilla, tendrán un mayor desarrollo que las dedicadas al préstamo monetario47. Posteriormente, en el siglo XVIII, comienzan en España los modernos montes de piedad, que siguen el modelo de sus contemporáneos italianos. Hoy día, esos montes siguen funcionando como parte de las cajas de ahorro48.

2.2. De la solidaridad a la fraternidad Las aportaciones franciscanas en el campo económico responden a los principios de libertad, gratuidad, fraternidad y bien común49. La fraternidad es tal vez el que más directamente ha sido relacionado con los frailes. De hecho, ya en los escritos de Francisco de Asís la palabra frater es la más repetida (179 veces). Francisco no tiene un modelo monolítico, previamente establecido, del hermano menor ideal, sino que lo describe como aquel que aunaría en sí mismo las mejores cualidades de cada uno de los frailes que le acompañan en ese momento50. La fraternidad, por tanto, es unidad en la diversidad. En el centro de ella está siempre la persona concreta del hermano, don divino que enriquece al grupo. 43. Cf. CASTAÑO, J.: Crédito caritativo…, pp. 140-141. 44. RUIZ DE LOIZAGA, S.: Documentación…, pp. 275-276. 45. Cf. SENSI, M. (1972): «Fra Andrea da Faenza istitutore dei monti frumentari», Picenum Seraphicum, 9, pp. 162-257; BRIGAGLIA, M.; CADONI, M. G. (2003): La terra, il lavoro, il grano. Dai monti frumentari agli anni duemila, Sassari. Después del concilio de Trento, los franciscanos capuchinos darán un nuevo impulso a los Montes frumentarios, sobre todo en la Italia meridional. 46. LÓPEZ YEPES, J.: Montes…, pp. 17-27. 47. Cf. HUIDOBRO SERNA, L. (1956): Estadística de las Arcas de Misericordia de la Diócesis de Burgos, Burgos. 48. LÓPEZ YEPES, J. (1969): «Contribución a la historia de los montes de piedad en España. Notas sobre el origen y la evolución histórica de los Pósitos (siglos XVIII, XIX y XX)», Ahorro 52, pp. 21-29. 49. Cf. CARBAJO NÚÑEZ, M.: Crisis económica…, pp. 113-140. 50. «Espejo de perfección», 85, en GUERRA, J. A. (ed.): San Francisco…, pp. 697-794.

138

139

5 Martín Carbajo Núñez

También Benedicto XVI ha subrayado la importancia de la fraternidad dedicándole el tercer capítulo de su encíclica Caritas in Veritate. El principio de fraternidad, que en economía se denomina «principio de reciprocidad», supone una actitud de gratuidad y de donación. La reciprocidad empieza siempre con un acto de gratuidad. Cada uno da generosamente, en proporción a sus posibilidades reales (proporcionalidad), sin reducirse estrictamente a lo que recibe o a lo que piensa obtener (equivalencia). Más que intentar hacer un negocio, intercambiando productos de valor similar, cada uno dona al otro lo que buenamente puede51. En este modo de proceder, interesa más la persona que el valor de la dádiva en sí misma. Este principio complementa y va mucho más allá que el principio de solidaridad. Una sociedad puede ser solidaria sin llegar a ser fraterna. La solidaridad ayuda a restablecer la justicia para que todos sean iguales, pero puede caer en el asistencialismo paternalista y reducir la persona a una pieza del engranaje social. El individuo es ayudado, pero no es estimulado en su creatividad52. Superando esos riesgos, la fraternidad implica valorar la igualdad sin renunciar a la diferencia. En este enfoque, el ámbito económico será valorizado sobre la base de su capacidad de generar y sostener las relaciones fraternas.

2.3.  El mercado al servicio del bien común El mercado deberá ser un espacio relacional, es decir, un sistema que, a través de la continua circulación de la riqueza, favorezca las relaciones interpersonales y ayude a reforzar la comunidad. De este modo, el individuo no se diluye en la colectividad ni sufre el no-tuismo de tipo capitalista, pues cada uno es protagonista de su propio bien-estar y del bien de todos. Sintiéndose amparado y respetado, cada uno responde generosamente con su trabajo, dando lo mejor de sí mismo. Por su parte, la comunidad garantiza salarios dignos y distribuye adecuadamente la riqueza común. La dimensión relacional del mercado exige que recupere su natural ligazón con la democracia y que esté al servicio del bien común. El mercado no es una 51. Sobre la necesidad de la reciprocidad en economía: BRUNI, L.; ZAMAGNI, S. (2004): Economia civile. Efficienza, equità, felicità pubblica, Bologna; ZAMAGNI, S.: L’economia del bene comune, cit. «La gratuidad es la dimensión “supra-ética” del comportamiento humano porque su lógica es la de la sobreabundancia, mientras que la lógica de la justicia es la de la equivalencia». Ibíd. 16. 52. «El Estado asistencial provoca la pérdida de energías humanas y el aumento exagerado de los aparatos públicos. […] Además, un cierto tipo de necesidades requiere con frecuencia una respuesta que sea no sóolo material». CA 48.

Corintios XIII n.º 151-152

De la mano invisible a la mano tendida: por una economía de rostro humano

guerra, sino el lugar en que las personas se encuentran y se ayudan, uniendo así eficiencia y solidaridad, bienes materiales y bienes relacionales, capital económico y capital social53. La tensión competitiva no debe radicalizarse, hasta el punto de destruir el vínculo con el prójimo; por otro lado, la solidaridad no debe favorecer el asistencialismo y el despilfarro indolente. La competencia (cum-petere) no es una guerra despiadada, sino el esfuerzo para innovar; es decir, por buscar juntos la solución mejor, la respuesta más idónea para que el bienestar y la felicidad crezcan. El éxito de iniciativas como el microcrédito y la economía de comunión muestran que la productividad aumenta cuando todos se sienten implicados, afectuosamente, en la tarea común.

3. Conclusión El no-tuismo está a la base del actual «liberalismo económico sin reglas y sin supervisión» (RSF). La ausencia de ese contacto humano directo con el rostro del otro facilita todo tipo de inmoralidad, como, por ejemplo, el exhibicionismo en los medios de comunicación social y el acoso en Internet (cyberbullying), que denotan una clara falta de responsabilidad ante interlocutores desconocidos o lejanos. La misma irresponsabilidad se da en la guerra moderna, que permite matar a miles de seres humanos sin verlos cara a cara, limpiamente reducidos a figurillas estadísticas en una pantalla de ordenador. Tratando de formular una nueva filosofía que sentase las bases de una sociedad más fraterna, sin holocausto, Lévinas pone el yo ético antes que el yo pensante. El comportamiento moral, dice, emana de la simple presencia del «rostro», que me interpela serenamente, sin presionarme con amenazas o contraprestaciones. La desnudez del rostro me abre al respeto y a la hospitalidad de aquel tú personal, misterioso, inabarcable, único54. De este modo, la faz del otro se impone por sí misma y me constituye como sujeto ético, responsable. Cuando se reconoce el rostro del otro y se le respeta como a un hermano aumenta también la productividad. Ahí radica el éxito económico de grupos so53. Capital social es «el conjunto de relaciones de confianza, fiabilidad y respeto de las normas, que son indispensables en toda convivencia civil». CV 32. 54. «The face resists possession, resists my powers. In its epiphany, in expression, the sensible, still graspable, turns into total resistance to the grasp […]. The face speaks to me and thereby invites me to a relation incommensurate». LÉVINAS, E. (1968): Totality and infinity. An essay on exteriority, Pittsburgh, pp. 197-198. «This presentation is preeminently nonviolence, for instead of offending my freedom it calls it to responsibility and founds it». LÉVINAS, E. (1993): Totality…, 203. Sobre la epifanía del rostro en Lévinas: ROCCHETTA, C. (1993): Hacia una teología de la corporeidad, Madrid, p. 817.

140

141

5 Martín Carbajo Núñez

ciales con fuerte cohesión interna y con valores éticos bien definidos55. Necesitamos potenciar esa economía de rostro humano, que pone a la persona concreta en el centro en el contexto de la comunidad. El principio de fraternidad promovido por los franciscanos se opone radicalmente al no-tuismo capitalista. Para los frailes, el prójimo no es un ser anónimo, sin rostro, ni tampoco un competidor al que hay que derrotar o burlar para proteger los propios intereses, sino un hermano del que me siento responsable. En cualquier intercambio con él, son más importantes los bienes relacionales que los económicos. Por eso, cuando tiene dificultades le tiendo la mano, en lugar de abandonarlo a la mano invisible del mercado.

55. FUKUYAMA, F. (1995): Trust: the social virtues and the creation of prosperity, Nueva York; WEBER, M. (2003): La ética protestante y el espíritu del capitalismo, México DF.

Corintios XIII n.º 151-152

6. Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social Pedro Manuel Sasia Santos Universidad de Deusto. Consejo de Administración de FIARE

Resumen El artículo presenta las finanzas éticas en el marco de las economías críticas. El autor trata de aclarar su verdadero alcance y valor. Inserta en el sistema económico actual, su valor reside en poner en el centro las relaciones, recuperando la dimensión relacional de las finanzas. Su sentido es convocar una ciudadanía diferente, personas y organizaciones con capacidad de crear gérmenes de transformación social que, mediante sus opciones de ahorro y de crédito, busquen usar su dinero con prioridades diferentes a las de maximizar el beneficio y orientadas a proyectos que crean valor social. Por último, presenta el recorrido y momento actual de FIARE en España. Palabras clave: Finanzas éticas, economía crítica, sistema económico, dimensión relacional, ciudadanía, transformación social.

142

143

6 Pedro Manuel Sasia Santos

Abstract The paper presents ethical finances in the context of critical economies. The author tries to clarify its real scope and value. Included in the current economic system, its value lies in putting relationships in the center of finances, recovering the relational dimension of finances. Its sense is about convening a different citizenship, individuals and organizations with the capacity to create seeds of social transformation, through their savings or credit options, seeking to use their money with different priorities, not maximize profit-oriented but projects that create social value. Finally, it presents the history and current moment of FIARE in Spain. Key words: Ethical finance, critical economy, economic system, relational dimension, citizenship, social transformation.

Corintios XIII  n.º 151-152

Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social

Empecemos admitiendo que hablar de finanzas éticas1 en el contexto que plantea este monográfico hace las cosas algo más fáciles. El hecho de integrar la reflexión sobre este espacio de alternativas financieras en el marco más amplio de lo que podíamos considerar economías críticas, emite ya un primer mensaje con mucha claridad porque, como iremos viendo, las finanzas éticas despliegan su sentido más radical en el seno de la economía solidaria, con la que comparte su naturaleza crítica respecto al sistema económico actual. Y lo hace desde una perspectiva que está presente en todos los trabajos que componen este monográfico: la propuesta de rescatar, en las relaciones económicas concretas, valores como la solidaridad, la cooperación, el altruismo o la gratuidad, sobre los que construir nuevas formas de hacer economía. Un espacio que plantea que la necesaria transformación social desde la esfera económica debe entenderse precisamente como una transformación en los valores presentes en las relaciones económicas que personas y organizaciones establecemos entre nosotros a distintos niveles. El contexto general de este número ofrece asimismo un marco que permite plantear sin excesivas exigencias argumentativas cuál es el contenido esencial de esa transformación social que buscan las alternativas económicas que aquí se analizan y describen. Una transformación que se arraiga en la realidad actual y en los efectos en nuestras sociedades de una economía sin alma, incapaz de superar esta crisis permanente de humanidad que dura ya demasiado. No son estas ventajas menores, ni mucho menos. Despejar, aunque sea mínimamente, el camino resulta imprescindible para poder evitar reducciones o simplificaciones que pueden encontrarse con bastante frecuencia en los análisis sobre el alcance y la potencialidad de las finanzas éticas. Desenfoques y sospechas que provienen no solo de observadores que miran «desde fuera» este fenómeno de forma más o menos imparcial, sino incluso desde el interior de este espacio, en el que podemos encontrar propuestas muy diversas, con objetivos, estrategias o marcos culturales muy diferentes. Empecemos por analizar algunas de estas sospechas, que nos pueden servir para mostrar desde distintos ángulos las dificultades que encierra una cabal comprensión del potencial de las finanzas éticas como instrumentos para la transformación social.

1. Utilizaremos preferentemente el término finanzas éticas para el espacio que vamos a analizar en este trabajo. Dentro de este espacio, hablaremos de banca ética cuando nos estemos refiriendo, dentro de las entidades de finanzas éticas, a aquellas que son entidades bancarias legalmente establecidas como tales, sujetas a las normativas aplicables a los bancos y sometidas a los diferentes mecanismos de supervisión financiera (bancos centrales, comisiones del mercado de valores, etc.)

144

145

6 Pedro Manuel Sasia Santos

1. Gérmenes: la sospecha sobre el valor social de las finanzas éticas En mayo de 2013, se celebró en Roma un encuentro organizado por el Consejo Pontificio Justicia y Paz y la Asociación Internacional de Ejecutivos Cristianos (Uniapac) con el título «Banking on the Common Good, Finance for the Common Good», con el apoyo del Konrad-Adenauer-Stiftung y del World Savings Banks Institute. El objetivo del encuentro era intercambiar visiones entre expertos internacionales para continuar la reflexión que había generado el documento del Consejo «Hacia una reforma del sistema financiero y monetario internacional en el contexto de una autoridad global»2. Durante las sesiones, la perspectiva de las finanzas éticas estuvo presente en diversas ponencias. En una de las intervenciones de la sesión de clausura, el conferenciante (muy reconocido internacionalmente, con una amplia trayectoria en puestos de responsabilidad en el ámbito financiero, entre ellos el de director del Fondo Monetario Internacional) recogió el guante de los desafíos que planteaban los ponentes que proponían la creación de alternativas desde el espacio de las finanzas éticas, con un conocido argumento que, en cierta medida, podíamos decir que confunde la melodía con el instrumento. En su intervención, el conferenciante reconocía el valor de las experiencias de finanzas éticas, pero resaltaba su carácter especializado (vinculándolo a los microcréditos) y su pequeño tamaño en relación con el sistema financiero en su conjunto, del que concluía su incapacidad para constituir un camino hacia la transformación de este. Alertaba asimismo sobre el peligro del uso excesivo del adjetivo ético en los negocios y planteaba, como contrapunto, que el camino adecuado es más bien el de conseguir que toda la actividad económica sea ética3. Nada que objetar a la sospecha sobre el excesivo, injustificado e incluso malicioso uso del adjetivo ético en los negocios. Sin embargo, sobre el reconocimiento del limitado valor del espacio de las iniciativas de finanzas éticas sí que merece la pena reflexionar. Supone una aproximación muy parcial al potencial de este espacio de alternativas cuyo resultado, independientemente de las intenciones de quien lo promueve, es fácil de observar. Limitar el espacio de las finanzas éticas a las respuestas de tipo microfinanciero supone no reconocer el valor de un gran número de experiencias (muchas de ellas, merece la pena resaltarlo aquí, 2. Este interesante documento puede descargarse de la página de la Comisión General Justicia y Paz de España: www.juspax-es.org. 3. Es una línea de reflexión que ya se encuentra presente en la encíclica Caritas in Veritate de Benedicto XVI, especialmente en su punto 45.

Corintios XIII n.º 151-152

Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social

claramente inspiradas en movimientos católicos de diverso tipo), cuyo carácter germinal no puede valorarse exclusivamente por el pequeño tamaño o limitado alcance de sus realizaciones concretas (en términos de eficacia, se entiende) y mucho menos compararlo con al fabuloso tamaño del sistema financiero en su conjunto. El valor de las finanzas éticas, como iremos desarrollando a lo largo del texto, no reside en las realizaciones concretas de sus herramientas financieras. Su valor reside en su capacidad de crear gérmenes de transformación social mediante la articulación de espacios de acción colectiva. Un modelo de construcción que, dicho sea de paso, conocemos bien en la Iglesia. Existe un segundo peligro relacionado con la necesidad de una «remoralización» completa de las finanzas. Contundente propuesta, pero que olvida cuestiones que es imprescindible considerar, relacionadas con los sujetos y procesos implicados en la consecución de tan noble fin. Quizá convenga empezar recordando una cuestión sencilla: cuando hablamos del carácter ético de una organización, no nos estamos refiriendo a su moralidad, sino al modo en cómo construye su legitimidad. La moralidad implica un juicio y una evaluación sobre lo que un sujeto hace para ver si se ajusta a nuestra idea de lo que es bueno, o justo. Este terreno es movedizo y presa fácil del posibilismo y del relativismo moral. La legitimidad, en cambio, exige otros caminos distintos que se alejan de este tipo de valoraciones subjetivas. Se fija principalmente en la «calidad ética» de los resultados; es decir, en la capacidad de los sujetos (las organizaciones concretas) para generar condiciones de justicia en su entorno. Y, desde esta perspectiva, pensar en el conjunto del inmenso sistema financiero como un único sujeto no deja de ser la mejor manera de diluir la responsabilidad hasta hacerla irrelevante en la práctica. También es importante observar que, situando al sistema financiero como sujeto, se está situando la responsabilidad de dicho proceso en un lugar social completamente diferente… y condenando el intento al fracaso más estrepitoso. Ya no son los responsables de las organizaciones (socios, clientes, directivos, trabajadores…), sino los actuales agentes financieros y políticos globales los llamados a liderar la pretendida remoralización. Y esto implica plantear una revisión (ética) de estructuras y procesos cuya complejidad y servidumbres económicas, culturales y políticas los hace precisamente muy difíciles, si no imposibles, de revisar, si se mantienen esas mismas estructuras y procesos. No podemos olvidar que, cuando se dice (con razón) que el sistema económico actual no tiene alternativa, no solo se están recordando los fracasos de los sistemas de planificación centralizada de la economía, sino que se está poniendo de manifiesto una situación que es hoy mucho más sombría. Lo que ocurre en este momento no es que no existan otros sistemas económicos posibles. El problema radica en que su diseño y desarrollo requieren de agentes 146

147

6 Pedro Manuel Sasia Santos

motivados y capaces de ponerlos en marcha a escala global, y eso es, si nos atenemos a las estructuras actuales de poder en el mundo, lo que, efectivamente, no existe. La crisis financiera lo ha mostrado con absoluta suficiencia. El sistema actual, y las instituciones que lo sostienen, no tienen alternativa… salvo que se desarrollen otros marcos institucionales sobre la base de sólidos liderazgos políticos globales. Mientras tanto, resulta muy discutible que en estos tiempos podamos ignorar la potencialidad que encierran los procesos de creación y consolidación de circuitos económicos alternativos a escala local. De su capacidad de agregación, institucionalización, transformación… será necesario ir hablando, por supuesto. Y será necesario reforzarlos con apoyos políticos, incorporación de nuevos agentes, marcos normativos adecuados, entre otros, para que puedan ir articulándose manteniendo su valor transformador. Así ha venido ocurriendo a lo largo de toda la historia en muchas dinámicas sociales que acabaron generando profundas transformaciones. Resulta de todo punto injustificado afirmar que nuestras sociedades actuales, caracterizadas por el progresivo debilitamiento de nuestras democracias y el hiperindividualismo del Homo consumens, no necesiten hoy de estas dinámicas. Por tanto, para hablar de finanzas éticas como instrumentos de transformación social es importante fijar con toda claridad esta posición de partida. Frente a la sospecha de marginalidad o irrelevancia de las finanzas éticas, podemos decir que, si bien la oportunidad de la llamada a la remoralización del sistema económico en su conjunto está fuera de discusión, no es menos cierto que también lo están las dificultades prácticas de llevarla adelante. O al menos hacerlo sin contar con otros factores desencadenantes que incorporen nuevos circuitos económicos y nuevas dinámicas sociales. Solo así se puede entender el valor social de las finanzas éticas. Palancas o gérmenes de transformación, no instrumentos cuyo valor se mide por su capacidad de transformar, hoy, el sistema financiero a escala global. Las finanzas éticas no son las finanzas de siempre mágicamente «remoralizadas» que compiten por expulsar a aquellas del mercado. Ni tampoco es ese limitado espacio para la corrección filantrópica de los (inevitables) efectos negativos del sistema económico. Es un espacio nuevo, una forma completamente nueva de hacer banca, con otros canales, otras relaciones, otros productos y, sobre todo, otros protagonistas y otras prioridades. Un espacio cuya principal novedad no radica en los instrumentos financieros ni en ninguna otra capacidad nueva de naturaleza instrumental, sino en que convoca una ciudadanía diferente en su construcción y desarrollo. Una ciudadanía con valores diferentes (solidaridad, gratuidad, colaboración, decíamos) que quiere rescatar, en el ámbito financiero, otras formas de establecer relaciones económicas. Corintios XIII  n.º 151-152

Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social

2. Ciudadanía: la sospecha sobre el valor político de las finanzas éticas A raíz de la puesta en marcha de algunos proyectos significativos de finanzas éticas en España, se han promovido en los últimos años numerosas mociones políticas de apoyo en distintos municipios, diputaciones y parlamentos autonómicos. En bastantes de ellas, el debate político ha puesto sobre el tapete argumentos en contra del tipo: ¿por qué resaltar específicamente estas iniciativas? ¿No son acaso también valiosas las obras sociales, el mecenazgo, las fundaciones… de nuestras entidades financieras de toda la vida? ¿No han tenido mucho mayor impacto, en términos de volumen económico, que estas —pequeñas— iniciativas que planteamos apoyar en esta moción? Antes de hacer frente a estas sospechas, es importante profundizar al menos mínimamente en las dinámicas que han caracterizado el devenir de los grandes grupos financieros en los últimos años. En las últimas décadas (las que se pueden considerar ya sin ninguna ambigüedad las de neoliberalismo globalizado), se han consolidado algunos fenómenos que resultan muy relevantes para identificar el valor de las finanzas éticas. Por un lado, las grandes empresas cotizadas (y muy especialmente los grandes grupos financieros internacionales) desarrollan ya sin ninguna oposición sus estrategias sobre la base de una lógica de la utilidad fundamentada en la maximización de la creación de valor económico para el inversor. El sistema de acceso al capital y los mecanismos de la competencia han conducido a una desenfrenada carrera por crecer más y más, sin espacio para otra lógica que no sea la de aumentar los volúmenes y los beneficios. Por otro, y muy estrechamente vinculado al anterior, se ha desarrollado de manera imparable una esfera especulativa que hoy constituye una parte muy mayoritaria de la actividad de los grupos financieros. No es este el lugar para profundizar en las consecuencias de ambos procesos, pero una de ellas es que los grandes grupos financieros se han convertido de hecho en poderosísimos actores políticos, capaces de condicionar decisiones políticas incluso a nivel estatal, como hemos podido observar en los últimos años prácticamente en todo el mundo. Junto a esto, se han producido asimismo otros procesos de naturaleza más local, como la deriva de nuestras cajas de ahorro, de cuya inspiración y orientación social poco va quedando. El resultado de todos estos procesos es la consolidación de un marco de valores que guía el comportamiento de los grandes actores del sistema financiero. Un nicho cultural inamovible, en el que la utilidad económica es la prioridad absolutamente dominante. En esta situación, cuando se intenta poner en valor la labor social de las entidades financieras tradicionales, no podemos dejar de pre148

149

6 Pedro Manuel Sasia Santos

guntarnos: ¿por qué habrían de hacerlo si no es por un interés que prevé beneficios propios a medio plazo?, ¿qué lógica económica cabe invocar, desde el marco cultural del sistema económico actual para desarrollar iniciativas que supongan un sobrecoste, menos beneficios…? Este es el dilema fundamental de las políticas de promoción de la responsabilidad social en las empresas, cuya justificación (motivación) solo cabe encontrarla en la expectativa de obtener ventajas competitivas, la agilidad por adelantarse a posibles normativas que puedan convertir en legalmente obligatoria alguna práctica… o en la buena voluntad de empresarios o directivos que, movidos por impulsos morales personales (y en épocas de suficiente bonanza económica, no lo olvidemos) llevan a cabo algunas iniciativas de carácter asistencial. El dramático carácter anticíclico que muestran estas políticas lo vemos cada día en estos tiempos: cuanto mayor crisis económica, mayor demanda de recursos por parte de las organizaciones que trabajan con las principales víctimas de la crisis y menos dinero disponible por parte de empresas, obras sociales y administraciones. Un sistema, utilizando esa expresión tan manida en estos tiempos, poco sostenible. Frente a estas dificultades cuyo origen está en la propia estructura de valores y en la cultura de las empresas, las iniciativas de finanzas éicas (y las de la economía solidaria en su conjunto) persiguen construir un sistema de relaciones en el seno de la organización que permita que la solidaridad, el desinterés, incluso la gratuidad en algunos casos, sean los valores que impulsan la actividad económica. La consecuencia de esta aspiración es evidente: el carácter de esta apuesta es de naturaleza tan contracultural (respecto al marco que impone el sistema económico actual) que estamos hablando de iniciativas en las que el trabajo por reforzar continuamente el conjunto de valores que sustentan su actividad es extraordinariamente importante. Volveremos a esta crucial cuestión más adelante. Podemos resumir lo dicho respecto a esta sospecha de la misma manera que intentamos explicarlo a los grupos políticos cuando discuten las mociones de apoyo a las finanzas éticas: estas no son un conjunto de «bancos diferentes» con los que comparase desde el punto de vista de sus instrumentos financieros. Su valor radica en su naturaleza de circuitos relacionales que hacen actividad económica sobre bases diferentes, proponiendo sistemas completos de intermediación que muestran que es posible pensar en que la solidaridad (y no solo la interna, como veremos más adelante) no es una sección especializada de la actividad económica, sino parte integrante de esta. Las finanzas éticas luchan por reconstruir una ciudadanía vigorosa, crítica, comprometida con el bien común, con los retos medioambientales, con las personas excluidas, con el comercio justo… Una ciudadanía que, como decía ya Tocqueville en 18404, resulta fundamental para la consolidación de nuestras democracias. Una aportación, por tanto, de carácter nítidamente político, en el sentido más profundo del término. 4. TOCQUEVILLE, A. (1989): La democracia en América, Madrid.

Corintios XIII n.º 151-152

Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social

3. Agregación: la sospecha sobre la radicalidad de las finanzas éticas Nos ofrece también una reflexión interesante analizar algunas sospechas que provienen desde espacios que proponen una mayor radicalidad a la alternativa. Implica especialmente a los bancos éticos, es decir, a las propuestas que se insertan en el sistema financiero sometiéndose a las normativas y mecanismos de supervisión de este. Las críticas en este caso se centran en la necesidad de ir más allá, negando el valor transformador de la intermediación financiera regulada en su conjunto y mostrando especial beligerancia con dos elementos. Por un lado, con el propio mercado financiero y sus mecanismos de supervisión, de los que sería necesario liberarse para poder constituir una auténtica alternativa. Por otro, los aspectos económicos concretos de su funcionamiento, como las comisiones o los tipos de interés. La banca ética se inserta en el sistema económico actual y reconoce el valor de la intermediación financiera en determinadas condiciones, buscando agregar ciudadanía que pueda encontrar los servicios financieros que demanda con todas las garantías legales. Si lo que pretenden las finanzas éticas es construir una base ciudadana de personas y organizaciones que quieran transferir sus opciones de consumo de productos financieros a otro tipo de alternativas, será necesario construirlas y darles la forma que esta demanda y que está relacionada con productos y servicios bancarios, como cuentas corrientes, banca por Internet, domiciliaciones, tarjetas… Mostrar que es posible hacer esto desde unas finanzas éticas tal como las venimos planteando es también un reto, que se ha mostrado posible en multitud de iniciativas de banca ética en los últimos años. Los precios (tipos de interés del ahorro y del crédito), e incluso las comisiones, pueden tener una justificación razonable y absolutamente aceptable respetando los principios de las finanzas éticas si están basadas en la transparencia, la información clara y suficiente y, sobre todo, una ausencia de la maximización del beneficio económico como única (o fundamental) prioridad. La agregación de personas y organizaciones que comparten esta perspectiva respecto a lo que debe hacerse en al ámbito de la intermediación financiera resulta, como veíamos en el apartado anterior, un reto de gran calado y dificultad. Por eso, intentar ir incorporando al proyecto a quienes quieren optar por otro modelo bancario sin renunciar a las necesidades que a día de hoy satisface el sistema financiero implica asumir el desafío de hacerlo desde proyectos que ofrezcan estos productos y servicios con todas las garantías y sin renunciar a sus valores. Bancos (cooperativas de crédito sobre todo, como justificaremos más adelante) que se insertan en el sistema y ofre150

151

6 Pedro Manuel Sasia Santos

cen gracias a esa inserción la confianza suficiente para poder ser elegidas por un amplio sector social. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que los retos que afrontan las finanzas éticas se puedan responder en su totalidad mediante propuestas de banca ética. El análisis sobre el derecho al crédito, al que haremos referencia en el siguiente apartado, impulsa al espacio de las finanzas éticas a ir construyendo sistemas completos que incorporen no solo actividad regulada, sino muchos otros circuitos de intermediación especializados, como los microfinancieros. Pero esto no reduce el valor de los circuitos regulados, sino que los incorpora en un contexto más amplio en el que las diferentes alternativas se articulan y cooperan. Merece la pena comentar, para concluir este apartado, la paradoja que supone observar en qué medida la crisis financiera actual ha diluido e incluso rebajado la percepción que sobre el alcance y la intensidad de las finanzas éticas tiene buena parte de la ciudadanía. Indignados por lo que hemos venido descubriendo, tenemos la tentación de plantear y reconocer el valor y la intención de las finanzas éticas en relación con una necesaria revolución en el seno del sistema financiero, cayendo así en el error, como venimos diciendo, de observar este fenómeno desde la óptica de su valor como alternativa al sistema financiero a escala global. No debemos olvidar que la gran mayoría de los proyectos de finanzas éticas actualmente consolidados a nivel mundial surgen mucho antes de esta crisis5. En todos ellos, la necesidad de ponerlos en marcha se encontraba vinculada no tanto a la existencia de una crisis concreta o al estallido de una determinada burbuja especulativa, sino a dinamismos presentes en determinados espacios sociales que denunciaban desde hacía mucho tiempo una deriva imparable del sistema financiero que hoy es ya por todos conocida. Personas y organizaciones que habían entendido que iba siendo necesario no solo denunciar, sino tratar de construir alternativas concretas que pudiesen frenar esa deriva. El análisis de estas sospechas sobre el valor social y político y sobre la radicalidad de las finanzas éticas nos deja, por tanto, una primera caracterización de su naturaleza esencial: gérmenes de transformación social que rescatan (reconstruyen) una ciudadanía militante y comprometida y buscan la agregación de personas y organizaciones, insertándose en muchos casos en el marco institucional y normativo de las finanzas tradicionales. Fijada esta posición inicial, es el momento de abandonar 5. La Federación Europea de Bancos Éticos y Alternativos (Febea) reúne a 25 entidades de banca ética de 13 países europeos, que en total suman activos por valor de más de 21.000 millones de euros y por encima del medio millón de personas y organizaciones socias y/o clientes www.febea. org). Todos ellos se desarrollan de forma sostenible desde mucho antes del comienzo de esta crisis, en diciembre de 2008.

Corintios XIII n.º 151-152

Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social

lo que pudiera parecer un discurso un tanto «defensivo», para pasar a analizar esos dinamismos generadores de las finanzas éticas que, junto con las reflexiones realizadas hasta ahora, nos puedan permitir delinear de una manera mucho más precisa sus contornos y entender mejor su valor como palancas de transformación social.

4. Los dinamismos creadores de las finanzas éticas En el año 1999, el filósofo chileno Luis Razeto explicaba en un conocido texto cuáles eran, a su juicio, los diez caminos hacia la economía solidaria6. Hablaba, entre otros, del camino de la solidaridad, el camino de la participación social, el camino de la acción transformadora, el camino de la ecología, el camino del espíritu… Resulta interesante observar como estos caminos, ciertamente presentes de una u otra manera en las dinámicas generadoras de los proyectos de la economía solidaria, son también fácilmente reconocibles entre los factores desencadenantes de los proyectos de finanzas éticas. En particular, cuando centramos nuestra mirada en el conjunto de realidades que se vinculan a este espacio y que han venido creciendo de manera significativa en Europa a partir de los años noventa del pasado siglo7, descubrimos que la inmensa mayoría de estos proyectos se han puesto en marcha atendiendo a dos dinamismos principales, cada uno de ellos relacionado con uno de los polos del proceso de intermediación. El primer dinamismo surge de querer dar una respuesta específica a la pregunta sobre cómo considerar el crédito en nuestras sociedades actuales. Esta respuesta puede adoptar para las finanzas éticas diversas formas que no son excluyentes, sino complementarias: un compromiso por restringir la concesión de crédito a determinadas actividades, un reconocimiento efectivo de la necesidad de dar respuesta a una legítima demanda de crédito no satisfecha, una orientación preferente de este para reforzar (y en muchos casos posibilitar) determinadas actividades que suponen impactos sociales de especial valor… En este sentido, se puede observar una clara evolución en los proyectos de finanzas éticas a lo largo de la historia, desde las intuiciones iniciales más vinculadas con la restricción8 hasta 6. El artículo completo «La economía solidaria: concepto, realidad y proyecto» está disponible en la web del autor (www.luisrazeto.net). 7. Un análisis detallado de este espacio se puede encontrar en: Las finanzas éticas en Europa. Setem, 2006. Informe elaborado por el área de RSC e inversiones éticas de Economistas sin Fronteras y editado por SETEM. 8. Es habitual situar los primeros impulsos de la banca ética en iniciativas precisamente orientadas a la restricción del crédito a determinadas actividades consideradas como negativas para nuestras sociedades. SÁNCHEZ CARRETERO, P.: «Los fondos de inversión éticos y su dimensión ecológica: herramientas para un desarrollo sostenible», Ecosistemas Año XI 1, (enero-abril 2002), p. 3.

152

153

6 Pedro Manuel Sasia Santos

el momento actual, en el que es una reflexión en profundidad sobre los límites y consecuencias del reconocimiento efectivo del derecho al crédito lo que marca radicalmente su actividad9. La vocación de transformación social e inclusión mediante el crédito es el primer pilar sobre el que se asientan su identidad las finanzas éticas modernas. Por eso declaran el compromiso de orientar la actividad en favor de aquellos colectivos que se encuentran en situación o riesgo de exclusión social. Esta tarea se lleva a cabo mediante una actividad de crédito que, fundamentalmente, se desarrolla en dos ámbitos. Por un lado, el apoyo a entidades que trabajan con estas personas, ya sea a través de la cooperación al desarrollo de los países empobrecidos del sur del mundo o apoyando procesos de inclusión social de colectivos en situación o riesgo de exclusión en nuestras sociedades del norte. Por otro, el apoyo de todas aquellas organizaciones que trabajan planteando alternativas a las situaciones de injusticia e insostenibilidad de nuestro mundo. Todo el espacio de la economía solidaria, del comercio justo, del desarrollo de modelos empresariales alternativos de base cooperativa, de proyectos de agroecología o de actividades culturales para una transformación en valores se incluyen en este ámbito. Este dinamismo vinculado a una manera específica de entender el crédito tiene consecuencias inmediatas en muchos rasgos concretos que caracterizan las finanzas éticas, entre los que cabe destacar al menos tres. En primer lugar, la implementación en el proceso de concesión del crédito de mecanismos de evaluación ético-social de las solicitudes que permitan, como decíamos, no solo restringir el crédito a actividades directamente vinculadas con la economía real, sino apoyar exclusivamente aquellos proyectos que implican impactos sociales positivos. En segundo lugar, la atención a las personas y organizaciones que no tienen acceso al crédito mediante la creación de circuitos específicos de financiación que planteen condiciones de acceso y acompañamiento adaptados a esas situaciones. Para posibilitar la creación de estos circuitos, es imprescindible contar con «dinero cómplice» o, más claramente expresado, con personas y organizaciones que aceptan incorporar su ahorro a estos circuitos, en los que la rentabilidad económica no será sin duda la mejor posible. Es una de las consecuencias de reconocer que, en determinadas circunstancias, el crédito es un derecho o, al menos, un medio para la consecución de otros derechos básicos. Adelantemos ya que esta consecuencia vincula este primer dinamismo con el que describiremos posteriormente. En tercer lugar, una cercanía a las organizaciones que trabajan en los ámbitos de especialización de las finanzas éticas que permitan lo que, en términos 9. Un análisis pormenorizado de la cuestión del derecho al crédito puede encontrase en: DE LA CRUZ, C.; SASIA, P.: «La banca ética como herramienta de acción política», Revista ICADE 80 (mayo-agosto 2010) pp. 185-210.

Corintios XIII n.º 151-152

Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social

de gestión, podríamos llamar un conocimiento del mercado al que estas entidades quieren acceder como proveedores de crédito, de tal manera que este se alinee con muchas otras actuaciones necesarias para poder generar un apoyo efectivo en ámbitos que muchas veces se encuentran gravemente fragilizados y tienen una naturaleza multidimensional, compleja y cambiante. El segundo dinamismo está relacionado con la parte del ahorro o, dicho con más precisión, con las aspiraciones que tienen algunas personas y organizaciones respecto a su condición de clientes de una entidad financiera. La incorporación de esta dinámica caracteriza lo que podemos entender como finanzas éticas modernas, al menos en lo que hace referencia a la realidad europea, en la que se puede observar la progresiva incorporación de extensas bases a unos proyectos que surgieron promovidos, en su mayor parte, por un pequeño núcleo de organizaciones sociales10. Esta dinámica incorpora a las finanzas éticas la necesidad de crear estructuras y procesos de participación de amplio recorrido sobre la base de una información detallada y completa de todo el circuito de intermediación. Incorpora asimismo una base social que no solo acepta, sino que promueve, una gestión económica que no esté sometida al yugo de la maximización del beneficio económico. Personas y organizaciones que, en la línea de lo que se ha venido llamando en los últimos años el consumo responsable, asumen la responsabilidad de lo que suponen sus decisiones económicas y las consecuencias de estas. Es importante resaltar que, como venimos explicando, las finanzas éticas proponen lo que podíamos llamar un movimiento en dos fases. La primera, tanto desde el punto de vista cronológico en la construcción del proyecto como por su importancia en la consolidación de este, es la fase de creación de una red densa de capital social que permita desarrollar un proyecto sólido y sostenible en el tiempo. En esta fase, estamos hablando de convocar a personas y organizaciones a construir finanzas éticas: incorporándose a la base social del proyecto, suscribiendo capital social, participando en sus estructuras, compartiendo recursos y capacidades… Es bien cierto que para muchas personas resulta difícil incorporarse con todas sus consecuencias en esta fase del proceso y algunas se vinculan como consumidores responsables en un momento posterior. Obviamente, esta vinculación es también extraordinariamente importante, como explicábamos antes al hablar de la agregación como mecanismo de reforzamiento de las finanzas éticas y 10. El ejemplo más significativo de este proceso lo podemos encontrar en Banca Popolare Ética, entidad con sede en Padova que fue fundada por 19 organizaciones sociales italianas hace más de 20 años y que cuenta hoy con una estructura cooperativa de alcance europeo con más de 40.000 personas y organizaciones, tras incorporarse durante el año 2013 la base social del proyecto Fiare en España.

154

155

6 Pedro Manuel Sasia Santos

la necesidad de incorporar personas que quieren que su ahorro se emplee en un determinado circuito financiero alternativo. La existencia de estas dos dinámicas configura lo que podríamos llamar finanzas éticas de base ciudadana11, en las que se persigue, por un lado, rescatar el valor social de la intermediación financiera y, por otro, hacerlo construyendo una ciudadanía consciente, responsable, que exige una constante deliberación y acción colectiva frente a los mecanismos culturales del sistema económico actual. Un instrumento no solo para hacer llegar el crédito, sino para hacer política, en el sentido más profundo del término, recuperando la responsabilidad (nuestra responsabilidad) por trasformar lo que ocurre en la esfera pública, especialmente por las consecuencias de nuestro quehacer económico12.

5. Una conclusión ineludible: la importancia de la dimensión relacional en las finanzas éticas Como decíamos anteriormente, es fácil entender en qué medida todos estos elementos condicionan radicalmente cómo debe construirse un proyecto de finanzas éticas. Del modelo de construcción depende la posibilidad de consolidar una base social que garantice que el proyecto es capaz de entender cuáles son las demandas más urgentes que plantean las exigencias de la justicia en nuestras sociedades actuales y que se mantenga motivada para buscar respuestas desde los diversos frentes que esas situaciones de injusticia demandan. La intermediación financiera es uno de esos frentes y construir el proyecto adecuadamente es condición imprescindible para consolidar una alternativa que mantenga esa capacidad y motivación, especialmente cuando el proyecto vaya creciendo. Y hacerlo, no lo olvidemos, sabiendo que los incentivos económicos para el ahorro o la inversión no van a ser las estrategias empleadas para reforzar esa base social. Rescatar el valor social de la intermediación financiera implica revisar en profundidad la dimensión relacional de las finanzas. Recoger ahorro para prestarlo, limitando el valor mercantil asociado a ese proceso a las exigencias básicas de sostenibilidad, implica canalizar, a través de ese ahorro, solidaridad ciudadana para 11. Para un desarrollo en profundidad del concepto de finanzas éticas de base ciudadana ver: SASIA, P.; DE LA CRUZ, C. (2008): Banca ética y ciudadanía, Madrid. 12. Para un análisis pormenorizado de la dimensión política de las finanzas éticas ver: DE LA CRUZ, C.; SASIA, P.: «La banca ética como herramienta de acción política», Revista ICADE 80 (mayo-agosto 2010) pp. 185-210.

Corintios XIII n.º 151-152

Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social

garantizar, a través del crédito, condiciones de equidad. Muchos autores han resaltado en los últimos tiempos la importancia de valorar esta dimensión relacional como una de las claves para poder regenerar el sistema financiero tras las lecciones aprendidas a raíz de la crisis desatada en 2008. Entre ellas, merece la pena resaltar por su rigor y reconocimiento el análisis que ofrece Paul Dembinski, fundador y director del Observatoire de la Finance13. En su libro ¿Finanzas que sirven o finanzas que engañan?14, tras poner el acento en la gran influencia de las finanzas no solo en la actividad económica sino también en la cosmovisión de la gente y sus aspiraciones, el autor centra su análisis en la dimensión relacional (frente a la transaccional) como clave para rescatar unas finanzas orientadas al bien común. En las siguientes líneas lo explica con gran claridad, al tiempo que nos ofrece una nueva reflexión sobre el peligro de desenfoque que ofrece la propuesta de remoralización sistémica que analizábamos al comienzo: Abundan las iniciativas de inspiración ética con la idea u objetivo de «moralizar» las finanzas […] Esta manera de abordar la cuestión de la ética de las finanzas o, más exactamente, de la ética en finanzas, se resuelve en la búsqueda de modalidades y regulaciones para hacer «ética» la transacción financiera. La atención se dirige en tal caso a las modalidades de ejecución de las transacciones […] Ahora bien, en la perspectiva de análisis aquí propuesta, la cualidad de la transacción depende de una problemática completamente secundaria. En efecto, nuestro análisis pone el acento en el riesgo de ver el tejido de relaciones socioeconómicas debilitado por la expansión en todas direcciones de las transacciones en detrimento de las relaciones […] corremos el riesgo de apartar la atención de lo que, desde el punto de vista sistémico ligado a la financiarización, está verdaderamente en juego, y que no es otra cosa que la esterilización de las relaciones15.

Las finanzas éticas, como no podía ser de otra manera, comparten este análisis incorporando la dimensión relacional como uno de los pilares básicos sobre los que articular sus propuestas de alternativa. Y lo hacen reforzando un aspecto de las relaciones que no siempre queda suficientemente claro cuando se plantea esta cuestión y sobre el que hemos venido insistiendo de forma reiterada. La importancia de las relaciones en las propuestas de finanzas éticas no solo alcanza a la estricta dinámica económica de intermediación. No se detiene en la vinculación, a través de una estructura de intermediación preocupada por cuidarla, entre personas y organizaciones con capacidad de ahorro y otras con legítimas necesidades de crédito. Da un paso más, asumiendo el reto de enriquecer las relaciones entre todos los actores del proyecto con un trabajo contracultural que trate de reconstruir colectivamente un modelo de persona alejado de los graves déficits en valores del Homo economicus. 13. www.obsfin.ch. 14. DEMBINSKI, P. (2010): ¿Finanzas que sirven o finanzas que engañan?, Madrid. 15. Óp. cit., p. 215.

156

157

6 Pedro Manuel Sasia Santos

En la práctica, esto implica asumir que buena parte de la legitimidad de las finanzas éticas (de esa legitimidad que emana de su capacidad por crear condiciones de justicia en su entorno) se pone en juego en el modelo de construcción y desarrollo que propone. Un modelo que despliega su carácter alternativo en muy diversos frentes, configurando un espacio que, como decíamos al principio, es mucho más que «una banca diferente». De esta forma, las finanzas éticas se preocupan de muchas más cuestiones que las que atañen al estricto instrumento financiero, configurando lo que podíamos llamar un sistema organizacional que incorpora estrategias relacionadas con aspectos tan diversos como la forma en que se articula la base social, la relación con otros agentes sociales aliados, la dimensión cultural del proyecto, los mecanismos puestos en juego para promover la participación informada y responsable, los procesos de toma de decisiones, la formación, la incidencia política en su entorno, la estrategia de implantación en el territorio o las herramientas concretas que refuerzan su capacidad para responder a los retos de nuestra sociedad desde el conocimiento y la cercanía. Es importante entender la manera en que este modelo de construcción y desarrollo impone determinadas condiciones a la forma práctica que adoptan los proyectos de finanzas éticas. Cuando hablamos de finanzas éticas, no estamos tan solo reclamando una vinculación moral o una respuesta como donantes sobre la base de estrategias de sensibilización que remitan a nuestra compasión ante las víctimas de la injusticia, sino de promover una respuesta comprometida que se asienta en la indignación y el convencimiento de que es necesario transformar las causas de esa injusticia. Una respuesta que nos pide, como decíamos anteriormente, no solo consumir finanzas éticas, sino construir finanzas éticas. Y esto tiene consecuencias. Destaquemos algunas de ellas, que pueden servir para entender lo que supone en la práctica asumir esta cuestión, al tiempo que cierran de alguna manera el círculo que abríamos con las sospechas sobre las finanzas éticas al comienzo del texto. Promover este nuevo modelo de relaciones implica convocar a personas y organizaciones interesadas en cuestiones claramente alejadas de los elementos incentivadores que plantea el sistema económico actual. Personas y organizaciones densamente vinculadas al proyecto, que provienen en su núcleo más comprometido de los ámbitos de militancia económica que comparten con él análisis y visión. Por eso afirmábamos al comienzo que es el espacio de las economías críticas, y muy especialmente el de la economía solidaria, el lugar natural desde el que entender el valor y el sentido de las finanzas éticas. Y no solo por las evidentes coincidencias entre la forma de entender nuestras sociedades actuales y aquello que debe ser transformado, sino porque, a la hora de pensar en las potenciales relaciones entre las finanzas éticas y la economía solidaria, podemos encontrar espacios de encuentro que van mucho más allá de la lógica proveedor-cliente, en el que las entidades de finanzas éticas se entiendan como meros proveedores externos de servicios financieros para ese sector. Corintios XIII  n.º 151-152

Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social

Un primer espacio de encuentro lo constituye precisamente el proceso de construcción de una red densa de capital social. Una red que se hace cargo del desarrollo del proyecto financiero y se responsabiliza de que su identidad se mantenga. En ese proceso, las personas y organizaciones que trabajan en el ámbito de la economía solidaria constituyen uno de los agentes promotores de las finanzas éticas con mayor potencialidad, asumiendo un rol fundamental en la consolidación de su estructura. No es nada extraño descubrir como, en el origen de muchos proyectos de finanzas éticas, han desempeñado un papel muy relevante organizaciones muy significativas del ámbito de la economía solidaria. Otro posible espacio de relación lo encontramos en las actuaciones en alianza en ámbitos como la incidencia política o el trabajo cultural, destinados a crear una conciencia social y un compromiso transformador que implique no solo a la ciudadanía en general, sino también a las distintas estructuras de la Administración y otros agentes sociales a los que es necesario hacer llegar la reflexión sobre la importancia de contribuir al reforzamiento de estos espacios de alternativa. Un aspecto importante a destacar respecto a las consecuencias prácticas de incorporar la dimensión relacional en el mismo corazón de las finanzas éticas tiene que ver con la propia forma de la estructura. Transformar las relaciones también implica crear estructuras de naturaleza cooperativa que visibilicen, no solo a través de la formación y el trabajo cultural, sino mediante su propia dinámica de funcionamiento, elementos esenciales de estas alternativas financieras como la cercanía al territorio, la autonomía, la participación o la relación estrecha entre tecno- y socioestructura. Esta construcción cooperativa no tiene necesariamente que adoptar una forma jurídica determinada, aunque es bien cierto que, entre las formas disponibles para realizar actividad bancaria regulada, es la cooperativa de crédito la más extensamente utilizada en los proyectos de banca ética. Construir sólidamente estas estructuras es crucial, teniendo en cuenta que, para las finanzas éticas, la agregación en torno a redes densas y descentradas de ciudadanía solidaria es mucho más costosa que en los casos del mercado o la política. Supone mucho más que consumir irreflexivamente o votar cada cierto tiempo. Es mucho más que individualidad. Requiere de una acción colectiva que convoca a ciudadanía comprometida, responsable, que busca generar de forma permanente efectos a contracorriente. Y dicha agregación choca frontalmente con el marco de valores que impera hoy en nuestras sociedades. Por eso, la obtención de ese necesario respaldo social suele ser el reto más complicado para un proyecto de finanzas éticas, que trae como consecuencia la dificultad para reforzar su capital social y, por tanto, crecer de forma significativa en su actividad de crédito. A nadie se le escapa que esta vinculación densa es más difícil de mantener a medida que los proyectos de finanzas éticas van creciendo y no podemos 158

159

6 Pedro Manuel Sasia Santos

olvidar que un cierto tamaño crítico mínimo es imprescindible para reforzar la estabilidad económica de cualquier circuito económico de intermediación. No se puede ignorar que esta necesidad de equilibrar el ineludible crecimiento con el mantenimiento de una alta densidad relacional es uno de los retos más difíciles que asumen los proyectos de finanzas éticas, sobre todo teniendo en cuenta las múltiples experiencias (también en el seno de la economía solidaria) de proyectos que han ido progresivamente perdiendo su naturaleza alternativa y, correlativamente, su capacidad como instrumentos de transformación social a medida que han ido creciendo. En este sentido, resulta especialmente interesante prestar atención a la manera en la que los nuevos espacios de relación que ofrece Internet contribuyen a reforzar o, por el contrario, a debilitar la dimensión relacional. No es una cuestión sobre la que se puedan hacer afirmaciones superficiales y encierra una notable complejidad, teniendo en cuenta que, en el ámbito de la intermediación financiera en general, el proceso de virtualización de las relaciones entre los distintos sujetos presentes en el proceso de intermediación resulta hoy imparable16.

6. Una propuesta europea: Fiare Banca Ética17 El proyecto Fiare de banca ética lleva desarrollándose desde el año 2003 en España. Impulsado inicialmente por las 52 organizaciones sociales que constituyeron en Bilbao la Fundación Fiare, es hoy una realidad que, a cierre de 2013, ha sido capaz de reunir ahorro por valor de más de 40 millones de euros y ha concedido financiación a más de 150 proyectos sociales por un valor superior a los 30 millones de euros. Su estructura cooperativa reúne a más de 4.000 personas y 500 organizaciones sociales en toda España. Conscientes de la importancia de generar una estructura lo suficientemente sólida y amplia como para desarrollarse de forma sostenible sin perder la iden16. En este sentido, sirva como muestra la siguiente afirmación que realizó el presidente del BBVA Francisco González en junio de 2014, en el Curso de Economía que la Asociación de Periodistas de Información Económica organiza cada verano en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo: «Además de los nuevos servicios demandados por el cliente, como inmediatez, diversificación y un mayor ajuste en sus necesidades, Paypal, Google y Amazon se están convirtiendo en los nuevos jugadores del sector financiero, lo que obliga a los bancos a cambiar rápido si no quieren ser reemplazados por los nuevos jugadores digitales». 17. Para un desarrollo más detallado de este apartado ver SASIA, P. (2014): «Construcción europea de un proyecto de banca ética», en: MARCELLESI, F.; SEIJO, F. (coord.): ¿Qué Europa queremos?, Barcelona.

Corintios XIII n.º 151-152

Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social

tidad, el proceso de creación de Fiare se realizó desde el primer momento con una atenta mirada puesta en experiencias similares en el ámbito europeo, a la búsqueda de los factores de éxito que explicaran su consolidación. Esa mirada permitió el acercamiento entre el proyecto Fiare y Banca Popolare Ética, cooperativa de crédito italiana con sede central en Padua, fundadora de la Federación Europea de Bancos Éticos y Alternativos. Con más de quince años de funcionamiento y una estructura muy consolidada, cuenta con una base social de más de 35.000 personas y organizaciones. Su actividad financiera ha ido creciendo de forma sostenida hasta situarse a finales de 2013 en más de 600 millones de crédito utilizado, habiendo financiado más de 23.000 proyectos18. Tras más de siete años de trabajo conjunto a distintos niveles, las asambleas respectivas de Fiare y Banca Popolare Etica aprobaron en mayo de 2012 la integración de sus bases sociales en un proyecto cooperativo conjunto capaz de operar como cooperativa de crédito en España e Italia. Se trata de un proyecto de integración que tiene como objetivo consolidar no solo una herramienta financiera operativa, sino explorar un modelo de desarrollo internacional de la banca ética sobre la base de la integración horizontal de estructuras cooperativas de distintos países. Una entidad de ámbito europeo capaz de reunir, a finales de 2014, a más de 40.000 personas y organizaciones socias. De entre los elementos clave de funcionamiento del proyecto Fiare - Banca Ética podemos destacar la transparencia en la información sobre toda la actividad de crédito, la evaluación ético-social de las solicitudes de financiación o la naturaleza cooperativa. Otros, de carácter más específico, reflejan las concreciones de los rasgos propios de las finanzas éticas que hemos venido describiendo. Entre ellos, merece la pena resaltar la limitación de la escala salarial a un ratio máximo de 1 a 6, la existencia de una red con más de noventa grupos locales de socios en España e Italia o el mantenimiento del principio de «una persona, un voto» en las asambleas, independientemente del capital social aportado. También es importante destacar una de las concreciones del carácter no lucrativo: no se reparten dividendos a los aportantes de capital social y tan solo se aprueban en determinadas condiciones revalorizaciones del capital si los ejercicios económicos han dado como resultado excedentes significativos. Finalmente, es importante hacer referencia a la existencia, junto con el circuito bancario, de otros mecanismos de intermediación capaces de poder orientar en crédito a colectivos con especiales dificultades para obtenerlo. Herramientas concretas como la microfinanciación o el crowdfunding están asimismo presentes en lo que, como explicábamos anteriormente, constituye un «sistema» de banca ética. 18. www.bancaetica.com. Resulta especialmente interesante el trabajo sobre «El impacto social de 15 años de banca ética» realizado por la consultora Altis de la Universidad Católica de Milán y que se puede descargar directamente de la web.

160

161

6 Pedro Manuel Sasia Santos

El proceso de integración entre Fiare y Banca Popolare Etica ha intentado equilibrar la necesaria consolidación de estructuras eficaces de mayor tamaño con el mantenimiento de la riqueza, frescura y radicalidad propia de las iniciativas que se desenvuelven en escalas locales. Para conseguir este equilibrio, la dinámica de integración ha cuidado especialmente tanto la fuerte relación con las organizaciones de la sociedad civil como la consolidación de una estructura cooperativa intensamente participativa y estrechamente relacionada con la estructura operativa. El pacto asociativo, por el que se configura la estructura de participación de este proyecto de banca ética, se articula en torno a los diferentes órganos cooperativos (consejo rector, comité de ética, estructura operativa, comisiones de evaluación ético-social de las solicitudes de crédito, áreas electorales…) y se refuerza y enriquece con una red estable y permanente que cuenta, como decíamos, con más de noventa grupos locales de personas socias en España e Italia. Merece la pena concluir este apartado con una cita de Ugo Biggeri, presidente de Banca Popolare Etica y principal impulsor del proceso de integración de las estructuras cooperativas de Fiare y Banca Popolare Etica. En un libro recientemente publicado19 recoge su visión personal de las finanzas éticas. Un trabajo que, como resalta Stefano Zamagni en su presentación, se encuentra en las antípodas de la tan frecuente arrogancia intelectual que adorna la producción académica en el ámbito de la economía. La visión de Biggeri atesora el valor de contar con la legitimidad que otorga el trabajo del autor durante muchos años en favor de la consolidación de alternativas económicas. En unas sugerentes líneas al final del libro, ofrece su reflexión sobre el valor de las finanzas éticas de base ciudadana como una nueva frontera en la lucha por la transformación social. Las reproducimos aquí como un excelente resumen de la pulsión que late en el seno del proyecto Fiare - Banca Ética, y de muchas otras propuestas de finanzas éticas de base ciudadana: A los socios españoles de banca ética les gusta mucho utilizar el término de «finanzas ciudadanas» para indicar las alternativas financieras que nacen de las redes de personas y organizaciones sociales y se orientan a construir ciudadanía […] En esta conceptualización, las finanzas éticas solo podrán ser consideradas como tales si la ciudadanía puede participar en ellas directamente y con la suficiente autonomía. Es un concepto fuerte […] que supone sin duda una importante innovación. En un cierto sentido, se trata de una revisión del concepto de mutualidad, incorporando la vinculación con el territorio y el valor de las relaciones. Pero sobre todo identifica el papel de actor principal del ciudadano individual, en la medida que elige, como opción política, orientar el propio dinero a favor de la colectividad.

19. BIGGERI, U. (2014): Il valori dei Soldi, Milán.

Corintios XIII n.º 151-152

Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social

Las finanzas éticas ciudadanas nacen para dar respuesta al uso de nuestros ahorros e inversiones, e inevitablemente están llamadas a redescubrir el efecto positivo que supone hacer finanzas cerca de las personas. Se empeñan en catalizar diversos sueños, ideas y deseos sobre lo que deben ser las finanzas. Muchos de ellos ciertamente difíciles de realizar. Pero todos ellos estimulantes y capaces de favorecer nuevas experiencias. Poner el acento en el recorrido concreto de nuestro dinero supone reconocer que las personas pueden tener un papel que representar20.

7. Nosotros, aquí, hoy: finanzas éticas y ciudadanía En febrero de 2014 vio la luz la edición en castellano del libro Ego: las trampas del juego capitalista del prestigioso codirector del periódico alemán Frankfurter Allgemeine Zeitug, Frank Schirrmacher21. El autor fue considerado en 2013 por el Gottlieb Duttweiler Institute de Suiza como uno de los diez intelectuales más influyentes del mundo y sus críticas reflexiones cuentan con el valor añadido de provenir, como resalta una reseña del libro «de la pluma de un prestigioso periodista conservador». Escrito en un tono periodístico y, en algunos casos, novelesco, la tesis de partida la podemos encontrar ya en la contraportada del libro: Vivimos en un estado permanente de subasta. Toda nuestra biografía, los logros conseguidos, nuestros sentimientos… todo se evalúa en un constante «me gusta». Los modelos mentales económicos han conquistado al resto de ciencias sociales y la absurda idea de que «el ser humano es egoísta» se ha convertido en algo así como una ley natural. Vivimos conectados a esas premisas, desde la genética hasta la moral, desde las altas finanzas hasta las cuentas de Facebook o Twitter. Todo ha quedado reducido a la teoría de la elección racional, del propio interés. Una tesis cuyo origen se remonta a la Guerra Fría y que no solo no funciona, sino que ha sido manipulada para ser aplicada en beneficio del mundo financiero y en contra de las teorías basadas en modelos cooperativos. El sistema capitalista se nos está escapando de las manos. El dictado de la nueva economía —en la que los «ordenadores» gestionan los mercados de acciones y divisas— nos indica que los gobiernos están perdiendo su independencia y su autonomía y las democracias se convierten en marionetas de los mercados. Un juego en el que, al final, perdemos todos.

Sin entrar en el juicio sobre el mayor o menor rigor del análisis (que en algunos momentos adopta ciertamente tonos apocalípticos), no es difícil admi20. Óp. cit., p. 138. Traducido directamente de la versión en italiano. 21. SCHIRRMACHER, F. (2014): Ego: las trampas del juego capitalista, Barcelona.

162

163

6 Pedro Manuel Sasia Santos

tir al menos que el sistema económico actual ha ido penetrando paulatinamente en todas las esferas sociales, al tiempo que nos ha ido imponiendo un marco cultural concreto, que no es otro que aquel que el propio sistema necesita para sobrevivir. Un marco cultural que, como muestran con indiscutible solidez no solo este autor sino muchos otros desde hace ya muchos años, lucha por desterrar una serie de valores como la solidaridad, la cooperación o el altruismo que, a pesar de estar íntimamente ligados a la cuestión económica entendida en su sentido primordial, están enterrados bajo formidables montañas de lo que sin duda podríamos considerar hoy los «nuevos valores cívicos»: autointerés, utilidad económica, felicidad ligada al consumo y posesión de bienes materiales… Ante esta situación que afecta de manera muy especial a la ciudadanía de las llamadas sociedades ricas del Norte, es imprescindible entender que las propuestas para una transformación social sólidamente asentada en la justicia, no solo deben atender a las herramientas concretas que promueven, sino también (muy especialmente habría que decir) al modelo de ciudadanía, al modelo de persona, que trabajan por construir. La dimensión cultural, como medio para trabajar una propuesta que, en estos días, es nítidamente contracultural, se convierte así en uno de los ejes fundamentales sobre los que articular alternativas económicas orientadas a la transformación social. Un trabajo de carácter tozudamente político, en la medida en que lucha por buscar, desde la acción colectiva, articulaciones sociales más justas. Y lo hace aquí y ahora, no lo olvidemos, en un mundo plagado de injusticia. Las finanzas éticas de base ciudadana llevan en su misma entraña esta pretensión en una esfera concreta, la económica, que es hoy la que de forma muy predominante articula nuestras sociedades de una determinada manera. Y dentro de esa esfera, en su mismo corazón, el sistema financiero. Rescatar esa autonomía tan severamente amenazada es hoy, sin duda, una apuesta de riesgo. Las dificultades son grandes y sería ingenuo, a la par que injusto, plantear objetivos concretos sobre la medida en que las finanzas éticas podrán transformar nuestras sociedades en los próximos años. Sin embargo, algo si podemos avanzar: embarcarse en la aventura es ya, en sí mismo, un inmenso logro. Un valioso fin que, como indicaba hace ya muchos años E. Bloch en un célebre texto, encuentra en el propio proceso uno de sus más preciosos frutos: La realidad no tiene un tamaño determinado. El mundo no se ha acabado todavía. […] Aceptar las cosas como son no es una fórmula empírica válida. No es positiva; por el contrario, es una fórmula que conduce a la vulgaridad, a la cobardía y, por último, a la pobreza22. 22. BLOCH, E. (1988): «Fragmentos sobre la utopía», en: KROTZ, E., Utopía, México, 2 ed., pp. 257-269.

Corintios XIII n.º 151-152

Finanzas éticas, un instrumento para la transformación social

Al embarcarnos en esta singladura utópica de disidencia, tengamos en cuenta el valor del propio proceso al preguntarnos por el sentido que tiene hoy trabajar por la construcción de las finanzas ésticas como instrumentos para la transformación social. Al hacerlo, como decía Eduardo Galeano, «quizá desencadenen la alegría de hacer y la traduzcan en actos»…

164

165

Experiencias

•   Kidenda: consume justicia.  Proyecto de comercio justo  de Cáritas Bilbao, Misiones y  Alboan •   El papa Francisco: una mirada  a las migraciones

166

167

7.  Kidenda: consume justicia Proyecto de comercio justo de Cáritas Bilbao, Misiones y Alboán Cáritas Bilbao

168

169

7 Cáritas Bilbao

1. Argumentación: una economía deshumanizada Es curioso reconocer como actuales muchos de los textos de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) respecto a la economía. Palabras de denuncia sobre una economía basada en los beneficios, la explotación y la desigualdad. Ya en la encíclica centrada en el desarrollo de los pueblos, Populorum Progressio (1967), Pablo VI escribía sobre las desigualdades en las relaciones comerciales entre países: «[…] en el comercio entre economías desarrolladas y subdesarrolladas las situaciones son demasiado dispersas y las libertades reales demasiado desiguales. La justicia social exige que el comercio internacional, para ser humano y moral, restablezca entre las partes al menos una cierta igualdad de oportunidades» (PP 61). «Las naciones altamente industrializadas exportan sobre todo productos elaborados, mientras que las economías poco desarrolladas no tienen para vender más que productos agrícolas y materias primas. Gracias al progreso técnico, los primeros aumentan rápidamente de valor y encuentran suficiente mercado. Por el contrario, los productos primarios que provienen de los países subdesarrollados sufren amplias y bruscas variaciones de precios, muy lejos de esa plusvalía progresiva. De ahí provienen para las naciones poco industrializadas grandes dificultades, cuando han de contar con sus exportaciones para equilibrar su economía y realizar su plan de desarrollo. Los pueblos pobres permanecen siempre pobres y los ricos se hacen cada vez más ricos» (PP 57).

Y es que el modelo económico neoliberal que impera desde mediados del siglo pasado viene marcado por la historia. Una historia de conquistadores y esclavos, de especialización en producción de materias primas y productos manufacturados de unos países y otros, de expoliación de recursos naturales, de una agricultura caracterizada por el monocultivo, de aranceles y precios controlados por unos y «pagados» por otros… Un juego que ha creado dependencias y el empobrecimiento de millones de personas. El papa Benedicto XVI en la carta encíclica Caritas in Veritate advierte sobre las perversiones del desarrollo de este modelo: «El desarrollo económico que Pablo VI deseaba era el que produjera un crecimiento real, extensible a todos y concretamente sostenible. Es verdad que el desarrollo ha sido y sigue siendo un factor positivo que ha sacado de la miseria a miles de millones de personas y que, últimamente, ha dado a muchos países la posibilidad de participar efectivamente en la política internacional. Sin embargo, se ha de reconocer que el desarrollo económico mismo ha estado, y lo está aún, aqueja-

Corintios XIII n.º 151-152

Kidenda: consume justicia. Proyecto de comercio justo de Cáritas Bilbao, Misiones y Alboan

do por desviaciones y problemas dramáticos que la crisis actual ha puesto todavía más de manifiesto. Esta nos pone improrrogablemente ante decisiones que afectan cada vez más al destino mismo del hombre, el cual, por lo demás, no puede prescindir de su naturaleza. Las fuerzas técnicas que se mueven, las interrelaciones planetarias, los efectos perniciosos sobre la economía real de una actividad financiera mal utilizada y en buena parte especulativa, los imponentes flujos migratorios, frecuentemente provocados y después no gestionados adecuadamente o la explotación sin reglas de los recursos de la tierra» (CV 21).

El papa Francisco va más allá en su Exhortación Apostólica Evangelio Gaudium y habla de una economía de la exclusión y la inequidad, de una economía que mata: «[…] grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo que se puede usar y luego tirar. Hemos dado inicio a la cultura del “descarte” que, además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está fuera. Los excluidos no son “explotados” sino desechos, “sobrantes”» (EG 53).

Pareciese que no hay alternativa a este modelo económico capitalista, neoliberal, de mercado, que cabalga sin riendas y ajeno a las necesidades de la población. Pero la Doctrina Social de la Iglesia apuesta por otra economía, aquella que está al servicio de las personas. Recogiendo la enseñanza de su antecesor, el papa Benedicto en Caritas in Veritate advierte: «En la época de la globalización, la actividad económica no puede prescindir de la gratuidad, que fomenta y extiende la solidaridad y la responsabilidad por la justicia y el bien común en sus diversas instancias y agentes, ni tampoco del respeto a la reciprocidad fraterna. Se trata, en definitiva, de una forma concreta y profunda de democracia económica» (CV 38).

La DSI sostiene que se pueden vivir relaciones auténticamente humanas, de amistad y de sociabilidad, de solidaridad y de reciprocidad, también dentro de la actividad económica y no solamente fuera o «después» de ella. El sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza. Es una actividad del hombre y, precisamente porque es humana, debe ser articulada e institucionalizada éticamente (CV 36). Como dice el papa Francisco hay que «superar la dicotomía entre la economía y el bien común social» (EG 205). Precisamente la necesidad de una economía social y solidaria centrada en las personas ha llevado a la Iglesia y a la sociedad civil a crear iniciativas alternativas, sostenibles y viables. Una de estas iniciativas es el comercio justo. 170

171

7 Cáritas Bilbao

2. El comercio justo Según la definición internacionalmente consensuada: «El comercio justo es un sistema comercial basado en el diálogo, la transparencia y el respeto, que busca una mayor equidad en el comercio internacional prestando especial atención a criterios sociales y medioambientales. Contribuye al desarrollo sostenible ofreciendo mejores condiciones comerciales y asegurando los derechos de productores/as y trabajadores/as desfavorecidos, especialmente en el Sur» (Organización Mundial del Comercio Justo, WFTO).

El movimiento del comercio justo comenzó entre los años cuarenta y cincuenta en Estados Unidos gracias a organizaciones que traían productos de comunidades del Sur y las vendían. En esta nueva forma de comercio solidario las comunidades campesinas y artesanales encontraron la oportunidad de garantizar unos ingresos. La primera tienda formal de comercio justo se abrió en 1958. Casi simultáneamente comenzó en Europa, concretamente en Reino Unido. Años más tarde, en 1964, se creó la primera Organización de Comercio Justo. Ese mismo año, en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD) los países del Sur, bajo el lema «Comercio, no ayuda», solicitaron la aprobación de unas reglas comerciales más justas. En 1967 se crea la primera organización importadora de comercio justo en Holanda (Fair Trade Organisatie). Dos años más tarde, abre la primera tienda europea, denominada Tienda del Tercer Mundo. A partir de ahí comienza a establecerse la red de tiendas solidarias en varios países: Holanda, Alemania, Suiza, Austria, Francia, Suecia, Gran Bretaña y Bélgica. El año 1973 es clave en la historia del comercio justo, ya que se comenzó a distribuir café, el primer artículo de alimentación. Esto supuso un importante crecimiento del comercio justo. En los años setenta y ochenta comenzaron a incorporarse otros productos de alimentación (té, miel, azúcar, cacao, frutos secos, etc.) y artesanías. En 1986 surgieron en España las primeras iniciativas de comercio justo, con la apertura de dos tiendas: en San Sebastián-Donostia (País Vasco), por la organización Traperos de Emaús, y en Córdoba (Andalucía) por Cooperativa Sandino (hoy, Ideas). El comercio justo está basado en diez criterios establecidos por La Organización Mundial del Comercio Justo que deben ser cumplidos por todas las organizaciones que trabajan en este sector (importadoras, cooperativas, asociaciones vendedoras…). Corintios XIII n.º 151-152

Kidenda: consume justicia. Proyecto de comercio justo de Cáritas Bilbao, Misiones y Alboan

Diez criterios de la Organización Mundial del Comercio Justo 1. Creación de oportunidades para personas productoras con desventajas económicas El comercio justo es una oportunidad real para pequeños productores y productoras en situación de vulnerabilidad, ya sean empresas familiares independientes o agrupados en asociaciones o cooperativas. Gracias a las condiciones que establece el comercio justo las personas desarrollan una actividad económica sostenible que les permite un modo de vida digno. 2.  Transparencia y responsabilidad Las organizaciones de comercio justo deben garantizar la transparencia en la gestión, producción y formación de precios en sus relaciones comerciales. Además, debe asegurar la participación de las personas miembros involucrándolas en la toma de decisiones. 3.  Prácticas comerciales justas que se concretan •  S e tiene en cuenta el bienestar social, económico y ambiental de los pequeños productores y productoras más vulnerables. •  L os proveedores respetan los contratos y entregan los productos a tiempo y con la calidad y especificaciones deseadas. •  S e establecen relaciones a largo plazo basadas en la solidaridad, la confianza y el respeto mutuo que contribuye a la promoción y al crecimiento del comercio justo. •  Se realizan pagos por adelantado en las fases de precosecha y preproducción. El comercio justo reconoce, promueve y protege la identidad cultural y los conocimientos tradicionales de las familias productoras como queda reflejado en sus diseños de artesanía y en los productos de alimentación. 4.  Pago de un precio justo Un precio justo es aquel que ha sido establecido de mutuo acuerdo por todas las personas productoras a través del diálogo y la participación y que cubre los costes de producción. También es aquel que tiene en cuenta el principio de igual pago por igual trabajo entre mujeres y hombres. Se compone de dos elementos: 172

173

7 Cáritas Bilbao

•  P  recio mínimo, que cubre los costos de producción de los productores/as por un producto. Cuando el precio del mercado para el producto sea más alto que el precio mínimo, se paga el precio del mercado. Este precio mínimo da una estabilidad porque evita las oscilaciones de precio de las materias primas en las bolsas internacionales. •  P  rima de comercio justo; es una cantidad adicional pagada a los productores y productoras al pago por sus productos que se invierte en proyectos de mejora social, económica y medioambiental de la comunidad. 5.  Asegurar ausencia de trabajo infantil y trabajo forzoso La organización se adhiere a la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño y a la ley nacional/local sobre el empleo de los niños y niñas. La organización asegura que no hay trabajo forzoso en su mano de obra y/o miembros o trabajadores a domicilio. 6. Compromiso con la no discriminación, equidad de género y libertad de asociación (sindical) La organización no discrimina en la contratación, remuneración, acceso a la capacitación, promoción, terminación o jubilación por motivos de la raza, casta, origen nacional, religión, discapacidad, género, orientación sexual, unión de membresía (afiliación sindical), afiliación política, VIH/Sida, estatus o edad. La organización proporciona oportunidades para las mujeres y los hombres a desarrollar sus habilidades y fomenta activamente las solicitudes de las mujeres para puestos de trabajo y para los cargos de liderazgo en la organización. La organización toma en cuenta las necesidades especiales de salud y seguridad de las mujeres embarazas y madres en periodo de lactancia. Las mujeres participan plenamente en las decisiones concernientes al uso de los beneficios resultantes del proceso de producción. La organización respeta el derecho de todos los empleados a formar asociaciones y afiliarse a sindicatos de su elección y a negociar colectivamente. 7.  Asegurar buenas condiciones de trabajo La organización proporciona un entorno de trabajo seguro y saludable para los empleados y/o miembros. La organización cumple, como mínimo, con las leyes nacionales y locales y convenios de la OIT sobre salud y seguridad. Corintios XIII  n.º 151-152

Kidenda: consume justicia. Proyecto de comercio justo de Cáritas Bilbao, Misiones y Alboan

8. Facilitar el desarrollo de capacidades La organización desarrolla las habilidades y capacidades de sus propios miembros. Se trabaja directamente con los pequeños productores y productoras para mejorar sus habilidades de gestión, capacidades de producción y el acceso a los mercados locales, regionales o internacionales de comercio justo y los mercados principales. 9. Promoción del comercio justo La organización crea conciencia sobre el objetivo del comercio justo y de la necesidad de una mayor justicia en el comercio mundial a través del comercio justo. 10. Respeto por el medio ambiente El comercio justo promueve activamente mejores prácticas medioambientales y la aplicación de métodos de producción responsables. Estas prácticas contemplan el uso de materias primas sostenibles, la gestión de los residuos, la agricultura ecológica, el uso sostenible de embalajes, etc. El cumplimiento de estos criterios se hace a través de Fairtrade International, organización internacional que engloba asociaciones fairtrade (comercio justo en inglés) y tres redes continentales de productores y productoras de América Latina, África y Asia. Con la participación de todas las socias se fijan los estándares fairtrade1 que tienen validez a nivel global. Además, Fairtrade International2, presta apoyo y asesoramiento a los grupos de productores y productoras en el Sur con asesoramiento local. Todos los actores que participan en Fairtrade se someten a auditorías regulares por parte de la auditora independiente FLO-Cert3, entidad de certificación y verificación de productos de comercio justo. Todo este sistema de criterios y estándares que define el comercio justo tiene como objetivo luchar contra la pobreza de los países empobrecidos. A través del comercio se pretende conseguir una distribución más equitativa de la renta. El comercio justo se plantea como alternativa viable al modelo comercial actual y demuestra que el mercado puede ser distinto y trabaja para que así sea. Pero 1. www.sellocomerciojusto.org/es/sobrefairtrade/estandares.html 2. www.fairtrade.net 3. www.flo-cert.net

174

175

7 Cáritas Bilbao

no se entiende un modelo de comercio justo sin un consumo responsable basado en la ética y la responsabilidad. En el frenesí consumista no se tienen en cuenta las repercusiones de los procesos de abastecimiento de bienes y servicios para el medio ambiente y las personas que habitan el planeta. La elección en el consumo no solo se debe basar en la calidad y el precio, sino también en su impacto ambiental y social, y en la conducta de las empresas que elaboran esos productos y servicios. El consumo es una herramienta y una oportunidad donde poner en práctica un modelo sostenible y respetuoso con los derechos humanos.

3. El proyecto de Kidenda La Diócesis de Bilbao lleva años apostando por una economía social y solidaria a través de la pastoral social. Una de las iniciativas que ha desarrollado ha sido el comercio justo. Ya a principios de los noventa había grupos en las comunidades cristianas de Bizkaia que promovían localmente el comercio justo con sensibilización y con la venta de algún producto. El comercio justo era un instrumento que acercaba la realidad de los países empobrecidos y se presentaba como un compromiso comunitario y una acción de corresponsabilidad con los hermanos y hermanas más vulnerables. Los grupos fueron aumentando y se vio la necesidad de articular un movimiento en torno al comercio justo. De ahí nació el proyecto Kidenda en 1996. Fue fruto de la voluntad de Misiones y Cáritas para crear un espacio diocesano donde proponer la reflexión y la acción respecto a propuestas alternativas al sistema económico actual, en relación con el comercio justo y el consumo responsable. Ante el crecimiento y desarrollo del proyecto se decidió establecer un punto de venta y en 2002 se abrió la tienda de Kidenda en el centro de Bilbao como un espacio de encuentro que a la vez acercase a la ciudadanía el comercio justo y la posibilidad de ejercer un consumo responsable. En el año 2005, Alboan (ONG promovida por los Jesuitas en el País Vasco y Navarra) se suma al proyecto para llevar su línea de comercio justo desde Kidenda. Desde la fortaleza de ser tres socios y el número de voluntariado con el que se cuenta, al año siguiente se decide abrir otro punto de venta en la sede de Alboan. Este segundo punto de venta se cerró el pasado mes de julio debido a la optimización de los recursos en el proyecto. A lo largo de estos dieciocho años se ha ido creciendo tanto en variedad de productos como en personas participantes, creándose un movimiento ciudadano en torno al comercio justo. Una de las líneas que en los dos últimos años se está desarrollando es la de potenciar e introducir el comercio local. Tanto en sensibilización como en comercialización se colabora con organizaciones vascas Corintios XIII n.º 151-152

Kidenda: consume justicia. Proyecto de comercio justo de Cáritas Bilbao, Misiones y Alboan

de producción local con la lógica de poner en relación el trabajo por un comercio justo y consumo responsable en el Norte y en el Sur. Por todo ello, el proyecto de Kidenda es un instrumento de: •  E vangelización desde la opción por los más empobrecidos de la tierra y a través del cual se quiere mostrar a la sociedad que otro mundo es posible. •  Comercio desde unas relaciones comerciales más justas. •  C  ooperación desde un acto cotidiano como es la compra y el consumo («el poder de la cesta de la compra»), apoyando iniciativas organizadas del Sur. •  S ensibilización a la comunidad cristiana en particular, y la sociedad en general, sobre la realidad Norte/Sur, sobre el consumo, sobre el sistema económico actual…

3.1. Objetivos del proyecto Objetivo general: Poner a disposición de la sociedad un recurso de comercio justo y consumo responsable. Objetivos específicos: •  P  romover acciones de sensibilización sobre la realidad del comercio internacional y su repercusión en la relación Norte/Sur. •  P  romover acciones de sensibilización sobre la alternativa que persigue el comercio justo y la propuesta de un consumo responsable. •  Denunciar los mecanismos comerciales que generan injusticia. •  D  esarrollar un comercio justo mediante la comercialización de productos de iniciativas organizadas de países del Sur.  unar esfuerzos con los distintos agentes que trabajan en el mundo de •  A la cooperación y del comercio justo. •  D  esarrollar un proyecto participativo, de voluntariado (individual o en grupo) que promueva los fundamentos del comercio justo y el consumo responsable en su entorno. •  A  compañar y asesorar en mecanismos organizativos y productivos a organizaciones del Sur. 176

177

7 Cáritas Bilbao

3.2. Destinatarios/as del proyecto •  P  ersonas, comunidades, organizaciones en general y específicas de producción e iglesias de pueblos empobrecidos. Actualmente se trabaja con nueve organizaciones productoras de Ecuador, Perú, Honduras, Bolivia, Filipinas, La India y Palestina. •  Iglesia local, personas y organizaciones del País Vasco. Se extiende una red por todo el territorio de equipos de voluntariado que promociona y da a conocer el comercio justo tanto en el entorno parroquial como en el local (centros educativos, entre otros).

3.3. Acciones Las acciones que realiza el proyecto se pueden dividir en los siguientes tres campos: 1. Sensibilización La línea de sensibilización aglutina todas las acciones y el trabajo ideológico y de reflexión para desarrollar el cambio de actitudes y comportamientos en la ciudadanía. Planteamientos que impliquen alternativas y que propicien la transformación, la búsqueda de un mundo más justo, impulsando una solidaridad activa y real, y promoviendo los valores del consumo crítico y responsable. Las acciones de sensibilización dirigidas a la sociedad en general, a la comunidad creyente en particular e internas al propio proyecto que informen y denuncien sobre la realidad en las relaciones Norte/Sur, la situación del mercado internacional y la alternativa que plantea el comercio justo y el consumo responsable. Las actividades de sensibilización se concretan en charlas, dinámicas, testimonios desde las organizaciones del Sur, ferias, talleres de cocina, catas de productos, exposiciones, formación, materiales didácticos, campañas… 2. Comercialización Gracias a las relaciones que se han ido estableciendo con grupos y organizaciones de productores y productoras, Kidenda adquiere productos de comercio justo directamente o a través de cinco importadoras: Ideas, Espanica, Intermon Oxfam, Alternativa 3 y Mercadeco. Además, se cuenta con otros productos de producción local de los siguientes proveedores: Bizitegi. Taller de economía social en el que se elaboran a mano productos de cuero y papel. En estos talleres trabajan personas en situación de exclusión y las ventas de los productos que elaboran revierten en su integración social y laboral. Corintios XIII  n.º 151-152

Kidenda: consume justicia. Proyecto de comercio justo de Cáritas Bilbao, Misiones y Alboan

Hermanas Clarisas. Durante la campaña de Navidad, se comercializan dulces elaborados por las Hermanas Clarisas de Agurain-Salvatierra, quienes introducen la panela en la elaboración de estos productos. Agrícola Nepio-Cortijo Covaroca. Proyecto de Cáritas Albacete de reinserción social en el que se fabrican mermeladas con panela de comercio justo con fruta local. Asociación Laboral Josenea. Desde un punto de vista de apoyo a la agricultura ecológica, se colabora con esta asociación en la venta de infusiones ecológicas. Ekilikua Creaciones. Pequeña empresa que diseña agendas, calendarios, cuadernos y juegos didácticos. Muxote Potolo Bat. Esta pequeña empresa de diseño ha colaborado en diseños exclusivos para varios productos. Caseríos y coooperativas de la zona, donde se adquieren productos locales. Se ha comenzado con la miel y se está estudiando la posibilidad de verduras envasadas y otros productos. 3. Voluntariado Kidenda es una organización de voluntariado. El voluntariado es quien hace realidad el proyecto de comercio justo y quien promueve los objetivos de Kidenda en su entorno más cercano. En 2013 participaron 118 personas voluntarias, de las cuales el 70% son mujeres y el 30% hombres. Participan en los siguientes espacios: •  Equipo organizativo y tienda. Este equipo lleva a cabo la organización de la línea comercial; etiquetado, almacenaje, preparación de pedidos, organizar la tienda, atender al público, informar sobre los productos; propiedades, países de procedencia, cooperativas que los producen. •  E quipo de sensibilización. Acerca el comercio justo a la sociedad en general y a las comunidades cristianas. Ofrecen espacios y recursos educativos que propician un cambio de actitudes y comportamientos, necesarios para impulsar un consumo responsable y una transformación de las relaciones comerciales injustas. Este grupo está formado ahora por cinco personas y lo acompaña el personal técnico contratado. Tienen reuniones semanal o quincenalmente.

178

179

7 Cáritas Bilbao

•  E quipos territoriales. El voluntariado se agrupa en torno a una parroquia, colegio u otra entidad. Desarrolla la actividad de Kidenda de manera permanente, participando activamente en el proyecto. Su misión es contribuir al desarrollo del proyecto Kidenda en su entorno cercano, a través de la realización de actividades de comercio justo y de coordinación con otros agentes sociales. En la actualidad hay 16 equipos repartidos por el territorio de Bizkaia y realizan tanto acciones de comercialización como de sensibilización. Además de estos grupos hay otros 19 que, aunque comparten la sensibilidad y motivación por el proyecto de comercio justo que propone Kidenda, no mantienen una actividad continua y organizan actividades más puntuales en el año. Entre estos grupos se encuentran centros escolares, asociaciones, ONG…

3.4. Metodología de la intervención El proyecto de Kidenda trabaja para la transformación social de la pobreza y de las desigualdades desde el área del comercio. Cualquier persona que se interesa por el proyecto pasa por un proceso. Kidenda tiene un itinerario para el voluntariado que actualmente se está revisando y consta de:

Acogida Entrevista con la persona interesada y cumplimentación de la ficha del voluntariado con sus datos. Toda persona voluntaria se inscribe en el registro de voluntariado de Cáritas Diocesana de Bilbao para disponer de una cobertura que garantice las condiciones de seguridad en su actividad.

Curso de iniciación Dirigido a personas que se incorporan como voluntarias a Kidenda. Se tratan los siguientes bloques: relaciones Norte/Sur, comercio internacional, comercio justo, consumo responsable y el proyecto Kidenda.

Integración en alguno de los equipos de trabajo Como ya se ha comentado se integran o en los equipos del territorio, en el grupo de sensibilización o en el equipo de comercialización (tienda y almacén). Corintios XIII  n.º 151-152

Kidenda: consume justicia. Proyecto de comercio justo de Cáritas Bilbao, Misiones y Alboan

Formación interna Jornada anual, sesiones puntuales de formación y reflexión dirigidas al voluntariado sobre temas específicos. En ocasiones suelen ser protagonizadas por visitas desde las organizaciones del Sur. El funcionamiento de la comercialización se hace a través de la tienda mediante pedidos que los equipos se encargan de recoger. Dependiendo de la capacidad del equipo algunos recogen y devuelven el sobrante del producto después de cada feria y otros tienen la posibilidad de un espacio de almacenaje. La mayoría de los equipos ponen puesto de comercio justo en sus parroquias, barrios o pueblos. Hay centros escolares fieles que cada año hacen pedido y demandan la presencia de Kidenda para acercar a la comunidad educativa el comercio justo. La venta de productos va ligada siempre a la sensibilización que se hace en el mismo momento de la venta mediante explicación in situ, paneles informativos, publicidad sobre la calidad y procedencia de los productos o a través de charlas, mesas redondas, exposiciones, etc. Los medios con los que se cuenta para realizar las acciones son: •  E l equipo humano que gracias a su compromiso hace posible Kidenda. Además del voluntariado se cuenta con cuatro personas contratadas, dos de ellas a media jornada. •  M  ateriales de sensibilización y comercialización: materiales didácticos, catálogos de productos, expositores, recetas de cocina, carteles, exposiciones, publicidad, … •  C  ampañas de sensibilización que permiten acercar a las personas la realidad del comercio justo. •  L os medios de comunicación. Kidenda tiene una página web (www.kidenda.org) que pretende ser un espacio de información sobre el proyecto, de sensibilización y de participación colectiva. Además se aprovechan las redes sociales, tanto en Facebook como en Twiter. Desde el grupo de sensibilización se ha estado editando la revista Karanakuy (compartir en quichua). Surgió con el objetivo de disponer de un recurso de sensibilización que sirviese para comunicar en clave formativa y de información aspectos generales de comercio justo, de temas relacionados Norte/Sur y del proyecto Kidenda. En la actualidad se está revisando el formato. 180

181

7 Cáritas Bilbao

Presencia en publicaciones de otras organizaciones. El comercio justo está presente en el trabajo de Cáritas Diocesana de Bilbao, Misiones Diocesanas y Alboan y todas ofrecen sus espacios divulgativos y de sensibilización para dar a conocer Kidenda y el comercio justo. También se tienen presencia en otros medios como los de la Diócesis de Bilbao y otras organizaciones del sector.

4. Participación en redes La coordinación con otros agentes del ámbito del comercio justo y temas relacionados es un rasgo identificativo del proyecto Kidenda. Actualmente se participa en los siguientes espacios: Coordinación local. Se mantiene una relación constante con las organizaciones de comercio alternativo (OCA) en el ámbito de Bizkaia y Euskadi que se plasma, principalmente, en las importaciones conjuntas y en algunas acciones y actividades conjuntas como son la celebración del Día Internacional del Comercio Justo y la Semana del Comercio Justo de Bilbao. Coordinadora Estatal de Comercio Justo. Kidenda participa de la coordinadora estatal desde octubre del 2004. Red Interdiocesana de Comercio Justo de Cáritas Española. Kidenda ha tenido un papel importante en el impulso y la coordinación de la red. A través del trabajo compartido se elaboran materiales, se hacen formaciones (p. ej., Escuela de Verano de Cáritas) y gestión de importaciones conjuntas. Consejo de Cooperación al Desarrollo del Ayuntamiento de Bilbao. Desde diciembre de 2004 Kidenda participa del Consejo, dentro de las organizaciones no pertenecientes a la Coordinadora de ONG de Euskadi, con voz, pero sin voto. Iniciativa Legislativa Popular por una Carta de Justicia y Solidaridad con los Países Empobrecidos. Desde los inicios en 2004, Kidenda apoyó a través de reuniones de coordinación, recogida de firmas, aportaciones, formación, …hasta su aprobación por el Gobierno Vasco en 2007. Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria (REAS Euskadi). Kidenda es miembro de esta red que favorece las propuestas colectivas que persiguen la transformación de la sociedad y, particularmente, de la economía en sus diferentes facetas: financiación, producción, comercialización y consumo. Oikocredit Euskadi. Kidenda forma parte de la Junta de esta cooperativa internacional que permite invertir de forma ética en proyectos que luchan contra la pobreza en países en vías de desarrollo. Corintios XIII n.º 151-152

Kidenda: consume justicia. Proyecto de comercio justo de Cáritas Bilbao, Misiones y Alboan

Mercado Social. Se participa en esta iniciativa liderada por REAS que pretende crear mediante la participación un espacio comercial social y solidario. El año pasado se participó en la I Feria de Economía Solidaria en Bilbao. Ciudades por el Comercio Justo. Se colabora en esta iniciativa de ideas, liderada en el País Vasco por Emaus, para ir sumando a los municipios al comercio justo. Campaña Ropa Limpia. Se forma parte del grupo de trabajo en Euskadi de esta campaña internacional que pretende incidir en las causas de explotación e insostenibilidad de la industria textil.

5. Futuro A pesar de la crisis y del debilitamiento que están atravesando algunas organizaciones del sector, Kidenda está trabajando por mantener y fortalecer su actividad. Son muchos los retos que tiene por delante: aumentar los equipos en los territorios, mejorar el acompañamiento a estos equipos tanto en presencia como en recursos necesarios para su actividad, llegar a más sectores de la sociedad, explorar nuevos grupos de productores y productoras tanto locales como de países empobrecidos creando alianzas, actualizar el itinerario del voluntariado, etc. Estos desafíos suponen una motivación para continuar impulsando una economía social y solidaria.

Tienda Kidenda

Charla sobre economía solidaria de la Fundació MCCH, Ecuador

182

183

7 Cáritas Bilbao

Equipo territorial

Carta de productos de comercio justo en la tienda de Kidenda

Feria Corintios XIII  n.º 151-152

8.  El papa Francisco: una mirada a las migraciones Alberto Ares, sj UPCO - Delegado del Sector Social de los Jesuitas en España

Resumen El «efecto Francisco» representa un fenómeno que no deja indiferente a casi nadie. Sencillez, diálogo, cercanía a los pobres, coherencia, transparencia, son solo algunos de los elementos que caracterizan al «párroco del mundo», como algunos lo definen. En estos casi dos años de pontificado, el papa Francisco ha estado próximo a la realidad de los más vulnerables, con una atención especial a las personas migrantes. Este artículo pretende avanzar en la comprensión del efecto Francisco desde la perspectiva del fenómeno complejo de la migración. Primero, el autor dialoga con lo que algunos llaman el «modelo de gestión Francisco» y sus claves de interpretación. Seguidamente el autor expone a través del esquema «acompañar-servir-defender» la comprensión que el propio papa Francisco tiene de la realidad migratoria actual. Finalmente, se presenta un pequeño balance de su «recorrido migratorio» y apuntaré algunas iniciativas que otros han iniciado tomando ejemplo de su compromiso con los migrantes. Palabras clave: Estrategia, personas migrantes, servir, acoger, acompañar, defender.

184

185

8 Alberto Ares, sj

Abstract The «Francis effect» is a phenomenon that is has not been unnoticed. Simplicity, dialogue, closeness to the poor, consistency, transparency, are just some of the elements that characterize the «Shepherd of the world» as someone has defined him. In two years of pontificate, Pope Francis has been closer to the reality of the most vulnerable, with a special focus on migrant people. This article seeks to advance the understanding of Francis effect from the perspective of the complex phenomenon of migration. First, the author presents what has been called his «management model» and its interpretation keys. Then the author presents through the «accompany-serve-defend» scheme Pope Francis own understanding on migration. Finally, a brief summary of his «migration path» is presented, as well as other initiatives that have been launched following the example of Pope Francis commitment to migrant people. Key words: Strategy, migrant people, serving, hosting, accompanying, defending.

Corintios XIII  n.º 151-152

El papa Francisco: una mirada a las migraciones

Abreviaturas (AG)

Audiencia General. Papa Francisco. Plaza de San Pedro. 18 de junio de 20141.

(JM)

Mensaje del papa Francisco para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado 2014. «Emigrantes y refugiados: hacia un mundo mejor». Vaticano, 5 de agosto de 20132.

(CIT)

Mensaje del papa Francisco con motivo de la 103 Reunión de la Conferencia Internacional del Trabajo. Ginebra, 28 de mayo - 12 de junio de 20143.

(CS)

Mensaje del papa Francisco para la XLVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro. Domingo 1 de junio de 20144.

(DA)

Discurso del papa Francisco. Visita al Centro Astalli de Roma para la asistencia a los refugiados. 10 de septiembre de 20135.

(DC)

Discurso del papa Francisco. Audiencia a los representantes de los medios de comunicación. Aula Paolo VI. 16 de marzo de 20136.

(DE)

Discurso del papa Francisco con motivo de la presentación de las Cartas de Credenciales de sus Excelencias Embajadores de Suiza, Liberia, Etiopía, Sudán, Jamaica, Sudáfrica e India. Sala Clementina. 15 de mayo de 20147.

(DM) Discurso del papa Francisco a los obispos de la Conferencia Episcopal de México en visita Ad Limina Apostolorum. Sala Clementina. 19 de mayo de 20148. (EE)

Entrevista exclusiva al papa Francisco. Realizada por el P. Spadaro, sj. director de la Civiltà Cattolica. Razón y Fe. 23 de marzo de 20139.

1. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/audiences/2014/documents/papa-francesco_20140618_ udienza-generale.html 2. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/migration/documents/papa-francesco_20130805_world-migrants-day.html 3. http://www.ilo.org/ilc/ILCSessions/103/media-centre/speeches/WCMS_246316/lang--es/index.htm 4. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/messages/communications/documents/papa-francesco_20140124_messaggio-comunicazioni-sociali.html 5. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2013/september/documents/papa-francesco_20130910_centro-astalli.html 6. http://w2.vatican.va/content/francesco/it/speeches/2013/march/documents/papa-francesco_20130316_rappresentanti-media.html 7. http://w2.vatican.va/content/francesco/it/speeches/2014/may/documents/papa-francesco_20140515_presentazione-credenziali-ambasciatori.html 8. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2014/may/documents/papa-francesco_20140519_ad-limina-messico.html 9. http://www.razonyfe.org/images/stories/Entrevista_al_papa_Francisco.pdf

186

187

8 Alberto Ares, sj

(EG)

Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium (La alegría del Evangelio). 24 de noviembre de 201310.

(HL)

Homilía del papa Francisco. Visita a Lampedusa. Campo de deportes Arena. 8 de julio de 201311.

(HO) Homilía del papa Francisco. Ordenaciones presbiterales. IV Domingo de Pascua. Basílica Vaticana. 11 de mayo de 201412.

1. El efecto Francisco No es nada fácil hablar del papa Francisco hoy en día. Sin duda se ha convertido en un personaje público. Si saliéramos a la calle y preguntáramos, quien más quien menos dejaría constancia de lo que algunas personas han acuñado como el «efecto Francisco»13. Su popularidad, incluso entre los no católicos está basada en su cercanía, espíritu de diálogo, preocupación por la gente que sufre, coherencia de vida, búsqueda de trasparencia en las cuestiones económicas y firmeza en el esclarecimiento de situaciones dolorosas para la Iglesia, entre otros. El efecto Francisco se puede corroborar incluso a través de cifras. En muchas partes del mundo, el número de personas que se definen como católicos ha aumentado14, así como el compromiso de estos con las personas más desfavorecidas15. Su popularidad ha llegado también a Internet donde el papa Francisco ha instado a los católicos a emplear las redes sociales de forma constructiva, viendo Internet como un «don de Dios» (CS) que facilita la «cultura del encuentro». Su cuenta de Twitter @pontifex tiene en la actualidad más de 14 millones de seguidores16, lo que lo convierten en uno de los personajes más populares entre los grandes líderes mundiales.

10. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium.html 11. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2013/documents/papa-francesco_20130708_ omelia-lampedusa.html 12. http://w2.vatican.va/content/francesco/es/homilies/2014/documents/papa-francesco_20140511_ omelia-ordinazioni-presbiterali.html 13. «Cardinal Dolan: “The Pope Francis effect” is everywhere». CBS. http://www.cbsnews.com/news/ cardinal-dolan-the-pope-francis-effect-is-everywhere/;  «El  efecto  Francisco»  (documental  DVD).  2014. Goya Producciones. https://www.youtube.com/watch?v=1fW-ldVPr0k 14. http://www.lanacion.com.ar/1682875-la-era-francisco-ahora-la-region-tiene-mas-confianza-en-laiglesia. 15. http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=34510. 16. El papa Francisco supera los 15 millones de seguidores en Twitter. 18 de agosto de 2014. http:// www.vanguardia.com.mx/papafranciscosuperalos15millonesdeseguidoresentwitter-2143481.html.

Corintios XIII n.º 151-152

El papa Francisco: una mirada a las migraciones

Pero ¿qué gestos le definen? ¿qué hace que una persona como Bergoglio haya sido nombrado personaje del año por la revista Time? ¿Por qué la revista Forbes lo cita como una de las personas más influyentes del mundo? ¿Qué razones explican que The Economist proponga el «modelo de gestión Francisco» como un ejemplo que debería estudiarse en las escuelas de negocios?

1.1.  «Desarrollar una estrategia» Algunas personas que provienen del mundo de la dirección de empresas entienden que una de las claves de éxito del papa Francisco es que ha sabido «desarrollar una buena estrategia para su empresa», haciendo que la Iglesia se haya «reorientado hacia el consumidor», es decir, que ha sabido acercar de manera más palpable a la Iglesia con «sus seguidores», con los católicos. Este elemento lo podríamos denominar como su capacidad de acogida. Una de las características que definen a Francisco es la cercanía con la gente, con el contexto vital que le ha tocado vivir. Su sencillez en el vestir, en su forma de vida, las imágenes en las que aparece sentado en el metro o su interés por el fútbol le hacen cercano a la gente, con capacidad de acogida. 1.1.1.  «Diálogo con todos» El papa Francisco pone muchas veces de ejemplo a S. Pedro Fabro, hombre de diálogo, como un santo que le ha influido grandemente en su vida: «El diálogo con todos, aun con los más lejanos y con los adversarios; su piedad sencilla, cierta probable ingenuidad, su disponibilidad inmediata, su atento discernimiento interior, el ser un hombre de grandes y fuertes decisiones que hacía compatible con ser dulce» (EE). 1.1.2.  Dios está en todas partes Para Francisco, el encuentro con cualquier ser humano nos capacita «para descubrir algo nuevo de Dios. Cada vez que se nos abren los ojos para reconocer 188

189

8 Alberto Ares, sj

al otro, se nos ilumina más la fe para reconocer a Dios» (EG 272). En este sentido, «necesitamos reconocer la ciudad desde una mirada contemplativa, esto es, una mirada de fe que descubra al Dios que habita en sus hogares, en sus calles, en sus plazas» (EG 71). 1.1.3.  Iglesia con las puertas y el corazón siempre abiertos El papa Francisco describe en diversas ocasiones a la Iglesia como madre y pastora, como Iglesia «en salida», hospital de campaña, siempre con las puertas y el corazón abiertos: «Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla» (EE). Asimismo, «la Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio» (EG 114).

1.2.  «Establecer la correcta cultura corporativa» Francisco está estableciendo una nueva cultura en la Iglesia al comunicar los valores del Evangelio de forma clara, positiva y mediante el ejemplo personal. Algunos expertos en corporaciones han visto como Francisco ha realizado un «reposicionamiento de la marca», con un proyecto de compartir la buena noticia desde la alegría. 1.2.1.  La alegría del Evangelio Uno de los textos más citados del papa Francisco es su exhortación apostólica Evangelii Gaudium, La alegría del Evangelio (EG). En este texto nos habla, entre otras cosas, de cómo trasmitir la buena noticia sin excluir a nadie. «Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por proselitismo sino “por atracción”» (EG 14). 1.2.2. Comunicar la buena noticia: con pasión, discernimiento, creatividad y audacia Cuando una persona transmite algo importante en su vida, en gran medida se siente movida por una gran pasión, que le anima a comunicárselo a los demás. Esa es la pasión que muchos ven en los ojos del papa Francisco.

Corintios XIII  n.º 151-152

El papa Francisco: una mirada a las migraciones

En un mundo complejo y donde tenemos que tomar decisiones en contextos diversos necesitamos algunos instrumentos que nos ayuden. El papa Francisco ve un buen aliado en el discernimiento: «El discernimiento es una de las cosas que Ignacio [de Loyola] ha elaborado más interiormente. Para él, es un instrumento para conocer mejor al Señor y seguirle más de cerca. Me ha impresionado siempre una máxima con la que suele describirse la visión de Ignacio: no tener límite para lo grande, pero concentrarse en lo pequeño […]. Es hacer las cosas pequeñas de cada día con el corazón grande y abierto a Dios y a los otros. Es dar su valor a las cosas pequeñas en el marco de los grandes horizontes, los del Reino de Dios […]. Un discernimiento de este tipo requiere tiempo. Son muchos, por poner un ejemplo, los que creen que los cambios y las reformas pueden llegar en un tiempo breve. Yo soy de la opinión de que se necesita tiempo para poner las bases de un cambio verdadero y eficaz. Se trata del tiempo del discernimiento» (EE). Asimismo, la apuesta por esta nueva cultura, pasa por la creatividad y la audacia, por una Iglesia que no se acomoda en sus seguridades, sino que sabe salir de sus espacios de confort para encontrarse con los demás en terreno abierto. En diversas ocasiones, Francisco manifiesta como, «Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual» (EG11). El mismo ha reiterado que prefiere «una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades» (EG 49).

1.3.  «Crear un equipo» Un líder sabe que una de sus tareas principales es la de formar un buen equipo que se sienta identificado con la misión de la entidad. En diversas ocasiones el papa Francisco ha invitado a todas las personas católicas a que vivan su fe con autenticidad y coherencia. Este mismo mensaje lo realiza a los sacerdotes, haciendo un hincapié especial en la coherencia y en el espíritu de misericordia. «No se cansen nunca de ser misericordiosos». En algunas ocasiones reconoce dolor cuando escucha «que las personas no van a confesarse porque han sido tratadas mal por el sacerdote, porque les han gritado o porque han sentido que las puertas de la Iglesia se cerraban en la cara» (HO). 190

191

8 Alberto Ares, sj

1.3.1. La transparencia Otro elemento esencial para el papa Francisco es la trasparencia. Para ello ha dado pasos creando mecanismos y estructuras que clarifiquen los estados contables y bancarios del propio Vaticano, los temas de abusos sexuales, ha suspendido a algún cardenal por realizar actividades antievangélicas o de ostentación17, etc. 1.3.2. El G8 Vaticano A menos de un mes de su elección, el papa Francisco crea un consejo asesor formado por ocho cardenales y obispos que le ayudarán en el gobierno de la Iglesia y en su tarea de reformar la curia romana. La creación de este consejo representa un cambio en la forma de gobierno que mira la realidad de la Iglesia desde un prisma global, ya que cada uno de sus miembros representa a un continente —África, Asia, Europa, América Latina, América del Norte y Oceanía—, un cardenal perteneciente a la curia romana, asumiendo uno de ellos las tareas de coordinador18.

1.4. Asignar el capital de manera óptima Una de las claves del éxito que expertos en liderazgo corporativo atribuyen al papa Francisco es su capacidad para reorientar a la Iglesia en una única misión: ayudar a los pobres. Según algunos especialistas, Francisco ha logrado enfocar la misión de la Iglesia y concentrar las energías en un único foco, dando ejemplo y apoyando no solo con palabras, sino con obras a través de un estilo de vida austero: «Cómo me gustaría una Iglesia pobre y para los pobres» (DC). 1.4.1. Los excluidos Desde el comienzo de su pontificado, el papa Francisco ha tenido gestos unívocos sobre quién tiene que estar en el centro de la vida cristiana. Así, en la Semana Santa del año pasado lava los pies a hombres y mujeres en una cárcel italiana, visita el Centro Astalli para migrantes y refugiados en Roma, reza y visita Lampedusa después de la muerte de un grupo de migrantes en su intento de alcanzar las costas europeas. «Dios prefiere partir de la periferia, de los últimos, para alcanzar a Dios» (DA). 17. http://abcnews.go.com/International/pope-francis-suspends-bishop-bling/story?id=20655188. 18. Los miembros del consejo son los cardenales Laurent Monsengwo Pasinya (Kinshasa, Congo), Oswald Gracias (Bombay, India), Reinhard Marx (Munich, Alemanía), Francisco Javier Errázuriz Ossa (Chile), Sean Patrick O'Malley (Boston, EE. UU.), George Pell (Sydney, Australia), Giuseppe Bertello (Curia romana, Ciudad del Vaticano), Óscar Rodríguez Maradiaga (Honduras, coordinador), Monseñor Marcello Semeraro (obispo de Albano, secretario).

Corintios XIII n.º 151-152

El papa Francisco: una mirada a las migraciones

Además de su ejemplo, el papa Francisco insta a todos los católicos a la lucha contra la pobreza: «Cada cristiano y cada comunidad están llamados a ser instrumentos de Dios para la liberación y promoción de los pobres, de manera que puedan integrarse plenamente en la sociedad» (EG 187), «lo cual implica tanto la cooperación para resolver las causas estructurales de la pobreza y para promover el desarrollo integral de los pobres como los gestos más simples y cotidianos de solidaridad ante las miserias muy concretas que encontramos» (EG 188). 1.4.2.  Globalización de la indiferencia Una de las expresiones acuñadas por el propio Papa tiene que ver con algunas tendencias que dificultan el encuentro con los pobres y marginados de nuestra sociedad: «Se ha desarrollado una globalización de la indiferencia» y una «cultura del bienestar» que «nos anestesia» (EG 54). Sin duda, algo que ha caracterizado al papa Francisco es no quedarse en el gesto asistencial e inmediato, sino adentrarse y buscar soluciones a largo plazo dentro del complejo mundo de las causas de la pobreza: «La necesidad de resolver las causas estructurales de la pobreza no puede esperar, no solo por una exigencia pragmática de obtener resultados y de ordenar la sociedad, sino para sanarla de una enfermedad que la vuelve frágil e indigna y que solo podrá llevarla a nuevas crisis. Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, solo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales» (EG 202). 1.4.3. La política, la búsqueda del bien común y la vida de los pobres Se hace necesaria una respuesta profunda y duradera ante los retos de la pobreza y la desigualdad. «¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un auténtico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas y no la apariencia de los males de nuestro mundo! La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común… ¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres!» (EG 205). El papa Francisco ha percibido cómo los pobres tienen hoy en nuestro mundo un rostro concreto en las personas refugiadas y migrantes. Personas que

192

193

8 Alberto Ares, sj

dejan su casa buscando un futuro mejor para los suyos y que en ocasiones solo encuentran incomprensión y muerte.

2. El papa Francisco y las personas migrantes El Papa ha puesto un especial foco de interés hacia los migrantes y refugiados por las condiciones de dificultad y vulnerabilidad que sufren a lo largo y ancho del globo. Las condiciones de violencia, las migraciones forzosas, la integración del diferente y la denuncia de las condiciones que viven los migrantes en las fronteras son algunos de los elementos en los que el papa Francisco ha puesto especial cuidado. «Los migrantes me plantean un desafío particular por ser Pastor de una Iglesia sin fronteras que se siente madre de todos. Por ello, exhorto a los países a una generosa apertura, que en lugar de temer la destrucción de la identidad local sea capaz de crear nuevas síntesis culturales. ¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! ¡Qué lindas son las ciudades que, aun en su diseño arquitectónico, están llenas de espacios que conectan, relacionan, favorecen el reconocimiento del otro!» (EG 210). En diversas ocasiones el Papa ha afirmado que el ser humano, y en especial los migrantes, buscan un mundo mejor que pasa por un desarrollo integral en el cual la persona se encuentre en el centro de ese mismo desarrollo. En este proceso, la globalización es percibida como reto, pero sobre todo como oportunidad. La movilidad humana es un signo de esta globalización que saca a la luz ciertas carencias y lagunas, pero que «revelan también las aspiraciones de la humanidad de vivir la unidad en el respeto de las diferencias, la acogida y la hospitalidad que hacen posible la equitativa distribución de los bienes de la tierra, la tutela y la promoción de la dignidad y la centralidad de todo ser humano». Los emigrantes especialmente, pese a las dificultades, se sienten animados desde «la confianza y esperanza;  ellos  llevan  en  el  corazón  el  deseo  de  un  futuro  mejor,  no  solo  para  ellos, sino también para sus familias y personas queridas» (JM). En un mundo en el que se perciben tantas desigualdades, el papa Francisco entiende que «el fundamento de la dignidad de la persona no está en los criterios de eficiencia, de productividad, de clase social, de pertenencia a una etnia o grupo religioso, sino en el ser creados a imagen y semejanza de Dios (cf. Gn 1,26-27) y, más aún, en el ser hijos de Dios; cada ser humano es hijo de Dios» (JM).

Corintios XIII n.º 151-152

El papa Francisco: una mirada a las migraciones

Se puede enmarcar la comprensión que el propio Francisco tiene de los migrantes a través del esquema que él mismo utiliza en el discurso de la visita al Centro Astalli para migrantes y refugiados en Roma: «servir-acompañar-defender».

2.1. Servir 2.1.1.  ¿Qué entiende el papa Francisco por «servicio»? «Servir significa dar cabida a la persona que llega, con cuidado; significa agacharse hasta quien tiene necesidad y tenderle la mano, sin cálculos, sin miedo, con ternura y comprensión, así como Jesús se inclinó para lavar los pies de los apóstoles. Servir significa trabajar al lado de los más necesitados, estableciendo con ellos en primer lugar relaciones humanas, de cercanía, vínculos de solidaridad. Solidaridad, esta palabra que da miedo al mundo más desarrollado. Tratan de no decirla. Es casi un insulto para ellos. ¡Pero es nuestra palabra! Servir significa reconocer y acoger las exigencias de justicia, de esperanza y buscar juntos las vías, los caminos concretos de liberación» (DA). En esta definición queda muy patente la centralidad que tiene el «servicio» en el esquema del papa Francisco, que se antepone en el esquema clásico del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR), a «acompañar» y «defender». De hecho, la comprensión que el propio Francisco realiza de servicio engloba de alguna manera los otros dos elementos del proceso. Asimismo, quedan muy vinculados al servicio, los conceptos de solidaridad, justicia, esperanza y liberación. 2.1.2.  Los pobres como lugar privilegiado de encuentro con Dios Algo que atraviesa el mensaje de Francisco es la centralidad de los pobres, como hemos descrito anteriormente, y de un modo especial las personas migrantes en situación de mayor vulnerabilidad: «Los pobres son también maestros privilegiados de nuestro conocimiento de Dios; su fragilidad y sencillez ponen al 194

195

8 Alberto Ares, sj

descubierto nuestros egoísmos, nuestras falsas certezas, nuestras pretensiones de autosuficiencia y nos guían a la experiencia de la cercanía y de la ternura de Dios, para recibir en nuestra vida su amor, la misericordia del Padre que, con discreción y paciente confianza, cuida de nosotros, de todos nosotros» (DA). 2.1.3.  Centros sociales civiles y de la Iglesia El papa Francisco ha reconocido y agradecido la gran labor que las obras sociales civiles y de la Iglesia realizan en la labor de servicio a los migrantes: «Antes querría decir algunas palabras de sincera gratitud y aliento a ustedes habitantes de Lampedusa y Linosa, a las asociaciones, a los voluntarios y a las fuerzas de seguridad, que han mostrado y atienden a estas personas en los viajes hacia algo mejor. Ustedes son una pequeña realidad pero que ofrece un ejemplo de solidaridad. ¡Gracias!» (HL). «Gracias por ello a los que, como este Centro y otros servicios eclesiales, públicos y privados, se ocupan en acoger a todas estas personas con un proyecto. Gracias» (DA). «[…] hay que reconocer los considerables esfuerzos de las organizaciones internacionales, los Estados, las diversas fuerzas sociales, así como las comunidades religiosas y el sector del voluntariado, para tratar de responder de forma civil y organizada a los aspectos más críticos, a las emergencias y las situaciones de mayor necesidad» (DE). «Que el Señor apoye a las personas y a las instituciones que trabajan con generosidad para asegurar a los refugiados hospitalidad y dignidad, y darles motivos de esperanza» (AG).

2.2. Acompañar 2.2.1.  ¿Qué entiende el papa Francisco por «acompañar»? Para el papa Francisco, «acompañar es algo más que primera acogida, que lo meramente asistencial; es acompañar procesos de integración de forma sistémica, como una justicia que brota de la misericordia de Dios» (DA). 2.2.2.  Desarrollo auténtico e integral Esta idea de acompañamiento a las personas migrantes conecta la acogida con una respuesta integral a la que nos lleva nuestra opción por la promoción de la justicia. La creación de un mundo mejor nos orienta a «buscar un desarrollo auténtico e integral, a trabajar para que haya condiciones de vida dignas para todos, para que sea respetada, custodiada y cultivada la creación que Dios nos ha entregado […]. Nuestro corazón desea «algo más» […]. El mundo solo puede mejorar Corintios XIII  n.º 151-152

El papa Francisco: una mirada a las migraciones

si la atención primaria está dirigida a la persona, si la promoción de la persona es integral,  en todas sus dimensiones,  incluida la espiritual;  si no se abandona a nadie,  comprendidos los pobres, los enfermos, los presos, los necesitados, los forasteros (cf. Mt 25,31-46); si somos capaces de pasar de una cultura del rechazo a una cultura del encuentro y de la acogida» (JM). 2.2.3. Riqueza de las diferencias El papa Francisco ha hecho especial hincapié en la riqueza de la diversidad, que nos ayuda a crecer en el encuentro con los otros: «cada uno de ustedes trae una riqueza humana y religiosa, una riqueza para acogerla y no para temerla. Muchos de ustedes son musulmanes, de otras religiones; han venido de diferentes países, de situaciones diversas. ¡No debemos tener miedo de las diferencias! La fraternidad nos hace descubrir que son un tesoro. ¡Son un regalo para todos! ¡Vivamos la fraternidad!» (DA). 2.2.4. Hospitalidad: cara y cruz La hospitalidad como actitud que anima el encuentro y la acogida, es alabada por el papa Francisco;  aunque muy a su pesar,  reconoce como desgraciadamente se producen situaciones vergonzosas de dejadez, de abandono, de indiferencia, de muerte19, de sufrimiento y de exclusión hacia los migrantes. «En este campo hay experiencias opuestas. Por una parte, casos maravillosos de humanidad, de acogida, de encuentros: personas y familias que han logrado salir de una realidad inhumana y han vuelto a descubrir la dignidad, la libertad, la seguridad. Y por otra, desgraciadamente, historias que nos hacen llorar y avergonzarnos: seres humanos, hermanos y hermanas nuestros, hijos de Dios, que llevados por el deseo de vivir y trabajar en paz, se enfrentan a travesías extenuantes y sufren el chantaje, la tortura, vejaciones de todo tipo, para terminar a veces muertos en el desierto o en el fondo del mar» (DE). «¡Roma! Después de Lampedusa y de los otros lugares de llegada, para muchas personas nuestra ciudad es la segunda etapa. A menudo, como hemos escuchado, es un  viaje  difícil,  agotador,  incluso  violento  aquello  que  se  ha  afrontado;  pienso  especialmente en las mujeres, en las madres, que soportan esto con el fin de asegurar un futuro para sus hijos y la esperanza de una vida diferente para ellos y para su familia. Roma debe ser la ciudad que le permita encontrar una dimensión humana, para 19. «Aquí nuestros hermanos y hermanas trataban de salir de situaciones difíciles para encontrar un poco de paz y serenidad, buscaban un lugar mejor para ellos y para sus familias, pero han encontrado la muerte. ¡Cuántas veces quienes buscan esto no encuentran comprensión, acogida y solidaridad! ¡Y sus voces suben hacia Dios!» (HL).

196

197

8 Alberto Ares, sj

empezar a sonreír. ¿Cuántas veces, sin embargo, aquí como en otras partes, muchas personas que llevan escrito “protección internacional” en su permiso de residencia, se ven obligadas a vivir en situaciones difíciles, a veces con un trato degradante, ¡y sin la posibilidad de iniciar una vida digna, o de pensar en un nuevo futuro!» (DA). 2.2.5.  Los conventos vacíos Esta actitud de acogida vital a la que nos invita el papa Francisco a todos, tiene sus concreciones en la vida cotidiana, en el uso de nuestros medios, en el compartir lo que tenemos con los que más lo necesitan. En algunas ocasiones ha hecho un llamamiento a vivir este espíritu de hospitalidad entre las mismas comunidades religiosas: «El Señor nos llama a vivir con más coraje y generosidad la acogida en las comunidades, en las residencias, en los conventos vacíos… ¡Necesitamos comunidades solidarias que vivan el amor de manera práctica!» (DA). 2.2.6. La cultura del encuentro Asimismo, la construcción de un mundo mejor también pasa por «la superación de los prejuicios y preconcepciones en la evaluación de las migraciones» (JM). En este punto, los medios de comunicación tienen un papel fundamental, «están llamados a entrar en esta “conversión de las actitudes” y a favorecer este cambio de comportamiento hacia los emigrantes y refugiados». Pero por supuesto, no solo de los medios de comunicación sino de la opinión pública en general: «se necesita por parte de todos un cambio de actitud hacia los inmigrantes y los refugiados, el paso de una actitud defensiva y recelosa, de desinterés o de marginación —que, al final, corresponde a la “cultura del rechazo”— a una actitud que ponga como fundamento la “cultura del encuentro”, la única capaz de construir un mundo más justo y fraterno, un mundo mejor» (JM).

2.3. Defender 2.3.1.  ¿Qué entiende Francisco por «defender»? Para el papa Francisco «defender» es «tomar partido por los más débiles» (DA). 2.3.2.  Una tarea de todos La defensa de los pobres y la promoción de la justicia nos competen a todos. Refiriéndose a la Iglesia católica, manifiesta que esta tarea no puede ser Corintios XIII  n.º 151-152

El papa Francisco: una mirada a las migraciones

confiada «solo a los “especialistas”, sino que sea una atención de todo el trabajo pastoral, de la formación de los futuros presbíteros y religiosos, del compromiso normal de todas las parroquias, los movimientos y grupos eclesiales» (DA). 2.3.3.  Migración y pobreza Exigen diversos elementos unidos a la pobreza que empujan a las personas a migrar: violencia, explotación y discriminación son algunos de ellos (JM). «Ningún país puede afrontar por sí solo las dificultades unidas a este fenómeno que, siendo tan amplio, afecta en este momento a todos los continentes en el doble movimiento de inmigración y emigración» (JM). En este sentido, es muy importante «la colaboración a varios niveles, con la adopción, por parte de todos, de los instrumentos normativos que tutelen y promuevan a la persona humana […] Trabajar juntos por un mundo mejor exige la ayuda recíproca entre los países, con disponibilidad y confianza, sin levantar barreras infranqueables» (JM). 2.3.4.  La indiferencia y la cultura del bienestar El papa Francisco denuncia un hecho que para él es de suma importancia por la repercusión tan dañina que produce en la sociedad: la indiferencia. «¡Somos una sociedad que ha olvidado la experiencia de llorar, del “sufrir con”: ¡es la globalización de la indiferencia! […] ¡Nos hemos acostumbrado al sufrimiento del otro, no tenemos nada que ver, no nos interesa, no es mi problema! […] La globalización de la indiferencia nos vuelve a todos “innombrables”, responsables sin nombre y sin rostro» (HL). Esta indiferencia la conecta Francisco con lo que él llama «la cultura del bienestar, que nos lleva a pensar en nosotros mismos, nos vuelve insensibles a los gritos de los otros, nos hace vivir en burbujas de jabón, que son lindas, pero no son nada, son ilusión de lo superficial, de lo provisorio, que lleva a la indiferencia hacia los otros» (HL). 2.3.5.  Migración forzosa, comercio de armas y trata de personas En diversos ámbitos, Francisco ha expuesto como «el fenómeno de la migración forzosa está estrechamente vinculado a los conflictos y las guerras, y por lo tanto también al problema de la proliferación de las armas» (DE). A su modo de ver, «sería una contradicción absurda hablar de la paz, negociar la paz y, al mismo tiempo, promover o permitir el comercio de armas» (DE). Más aún, «sería una actitud cínica proclamar los derechos humanos y, al mismo tiempo, ignorar o 198

199

8 Alberto Ares, sj

no hacerse cargo de hombres y mujeres que obligados a abandonar sus tierras mueren en el intento o no son acogidos por la solidaridad internacional» (DE). Otra de las grandes lacras que vive nuestro mundo unido a las migraciones forzosas en masa y a la violencia en origen es la trata de personas. El papa Francisco ha instado a multinacionales y gobiernos a que coordinen unos dignos «estándares internacionales del trabajo y una planificación del desarrollo focalizado en la persona humana como protagonista central y principal» (CIT). Asimismo, ha instado a que realicen «un esfuerzo coordinado para alentar a los gobiernos a facilitar el desplazamiento de los migrantes en beneficio de todos, eliminando de este modo la trata de seres humanos y las peligrosas condiciones de viaje» (CIT). 2.3.6. La dimensión política y la respuesta integral El papa Francisco entiende la respuesta ante los retos que plantean las migraciones, sobre todo las forzosas, de una forma integral, como hemos dicho anteriormente. Un fenómeno muy complejo que nos involucra a todos y que no puede ser atajado con parches. El compromiso de la sociedad civil y de los políticos es clave a este respecto20. «[…] no podemos limitarnos a correr tras las emergencias. El fenómeno se ha manifestado ya en toda su amplitud y de una forma que hace época. Ha llegado el momento de enfrentarlo con una perspectiva política seria y responsable que toque todos los niveles: mundial, continental, de macrorregiones, de relaciones entre las naciones, hasta el ámbito nacional y local» (DE).

3. Se hace camino al andar Como hemos citado anteriormente, es evidente la influencia que el papa Francisco está denotando dentro y fuera de la Iglesia. Francisco como inmigrante de segunda generación de familia italiana afincado en Buenos Aires entiende como pocos lo que significa vivir como peregrino, en tránsito, y conoce la complejidad del fenómeno migratorio, 20. «Paz para […] la amada Siria, para su población afectada por el conflicto y los tantos refugiados que están esperando ayuda y consuelo. ¡Cuánta sangre derramada! Y ¿cuánto dolor se ha de causar todavía, antes de que se consiga encontrar una solución política a la crisis?» (Pascua de Resurrección. marzo 2013).

Corintios XIII n.º 151-152

El papa Francisco: una mirada a las migraciones

con toda las riquezas que supone el encuentro de lo diverso y la ilusión de los migrantes de construir un mundo mejor para los suyos y para la humanidad. El esquema desarrollado desde el modelo «acompañar-servir-defender» deja patente, dentro de la compresión de Francisco, que el elemento migratorio es un fenómeno complejo que en los momentos actuales está cobrando una gran importancia en algunos casos por situaciones dramáticas en las fronteras a lo largo y ancho del mundo. Un fenómeno complejo que necesita de una respuesta integral no solo desde un punto de vista personal, sino social que pasa por un compromiso político del lado de las personas más vulnerables. Para concluir, es notorio como su testimonio de cercanía a los migrantes más sufrientes ha hecho que otras instituciones de la Iglesia y muchos obispos y cardenales hayan seguido los pasos de Francisco. Algunos ejemplos de obispos implicados en la defensa de los migrantes en tránsito se encuentran en diversas fronteras del norte de África y el sur de Europa, o en el borde que separa México21 y Estados Unidos22. Estos son solo una muestra de botón de la realidad de fronteras vulnerables para los migrantes a lo largo y ancho del planeta. Una realidad desde la que el papa Francisco nos anima a tender puentes y a caminar hacia una cultura del encuentro y de la esperanza.

21. Ver (DM). 22. Monseñor Agrelo, obispo de Tánger, se ha posicionado en diversas ocasiones en favor de los derechos de los inmigrantes desde la frontera hispano-marroquí. Es también notoria la implicación de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos (USCCB) en el proceso de reforma migratoria, en la denuncia en los últimos meses de las condiciones de vulneración de niños migrantes en tránsito y en la misa celebrada en la frontera mejicana en abril de 2014. Algunos de sus representantes son el obispo Eusebio Elizondo, obispo auxiliar de Seattle y presidente del Comité sobre Migración de USCCB, y en el caso de los niños migrantes, Mark J. Seitz, obispo de El Paso, que ha representado a la USCCB ante el Capitolio en la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes en Washington, mostrando la postura de la Iglesia católica en torno a los menores inmigrantes no acompañados en la frontera y sus familias.

200

201

Últimos títulos publicados PVP (€) La Acción Caritativa y Social de la Iglesia. Del dicho al hecho (Julio-Septiembre 2001) N.º 99 ............................................................................................................................ 10,16

n

T  eología de la caridad: cien números de CORINTIOS XIII (OctubreDiciembre 2001) N.º 100 ......................................................................................................................... 10,22

n

Retos y caminos de actuación ante la problemática social de la España actual. XI Curso de Formación de Doctrina Social de la Iglesia (Enero-Marzo 2002) N.º 101 ......................................................................................................................... 10,46

n

Inmigrantes: Vivencias, reflexión y experiencias. XIII Jornadas sobre Teología de la Caridad (Abril-Junio 2002) N.º 102 ......................................................................................................................... 10,46

n

Migraciones, pluralismo social e interculturalidad. Retos para la Doctrina Social de la Iglesia (Julio-Diciembre 2002) N.os 103-104 .............................................................................................................. 10,46

n

 Coordinación de la acción caritativa y social de la Iglesia. Encuentro Nacional de delegados episcopales y responsables de la acción caritativa en la diócesis (Enero-Marzo 2003) N.º 105 ......................................................................................................................... 10,82

n

U  na nueva imaginación de la caridad (Abril-Junio 2003) N.º 106 ......................................................................................................................... 10,82

n

 Desarrollo de los pueblos y caridad (Julio-Diciembre 2003) N.º 107-108 ............................................................................................................... 10,82

n

Modelo de vida: consumo, consumismo y caridad (Enero-Marzo 2004) N.º 109........................................................................................................................... 10,82

n

 Cultura de la solidaridad y caridad política (Abril-Junio 2004) N.º 110 ......................................................................................................................... 10,82

n

202

203

PVP (€)  La Iglesia en Europa desde la Exhortación Apostólica de Juan Pablo II (Julio-Septiembre 2004) N.º 111 ......................................................................................................................... 10,82

n

¿Hacia dónde va el Estado de Bienestar? Debate sobre el bien común y sus mediaciones. XIII Curso de Formación de Doctrina Social de la Iglesia (Octubre 2004-Marzo 2005) N.os 112-113 .............................................................................................................. 10,82

n

Mediación-reconciliación «por una pastoral de justicia penitenciaria» (Abril-Septiembre 2005) N.os 114-115 .............................................................................................................. 10,82

n

 «La presencia de la Iglesia en una sociedad plural». XIV Curso de formación de Doctrina Social de la Iglesia (OctubreDiciembre 2005) N.º 116 ......................................................................................................................... 10,82

n

 De Camino hacia «Deus caritas est» (Enero-Junio 2006) N.os 117-118 .............................................................................................................. 10,82

n

 El compartir fraterno (Julio-Septiembre 2006) N.º 119 ......................................................................................................................... 10,82

n

« El amor como propuesta cristiana a la sociedad de hoy». Reflexiones a partir de la Encíclica Deus caritas est. XV Curso de formación de Doctrina Social de la Iglesia (OctubreDiciembre 2006) N.º 120 ......................................................................................................................... 10,82

n

Testigos de la dignidad del pobre en un nuevo mundo (EneroMarzo 2007) N.º 121 ......................................................................................................................... 11,50

n

La actual situación democrática en España. Su base moral (AbrilJunio 2007) N.º 122 ......................................................................................................................... 11,50

n

 La caridad crece por el amor (Julio-Septiembre 2007) N.º 123 ......................................................................................................................... 11,50

n

 Ecumenismo unidad en la caridad (Octubre 2007) N.º 124 ......................................................................................................................... 11,50

n

Corintios XIII n.º 151-152

PVP (€) Esperanza y Salvación. Lectura de la encíclica Spe Salvi (EneroMarzo 2008) N.º 125 ......................................................................................................................... 12,00

n

 El desarrollo de los pueblos (Abril-Junio 2008) N.º 126 ......................................................................................................................... 12,00

n

V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe (Julio-Diciembre 2008) N.os 127-128 .............................................................................................................. 12,00

n

 San Pablo, testigo de la caridad (Enero-Marzo 2009) N.º 129 ......................................................................................................................... 12,50

n

Conciencia individual y conciencia pública ante la situación social y política (Abril-Junio 2009) N.º 130 ......................................................................................................................... 12,50

n

Acogida y solidaridad con el emigrante (Julio-Septiembre 2009) N.º 131 ......................................................................................................................... 12,50

n

 Cáritas in veritate: una propuesta humanista (Octubre-Diciembre 2009) N.º 132 ......................................................................................................................... 12,50

n

Construir un nuevo modelo social: provocación y respuesta cristiana (Enero-Marzo 2010) N.º 133 ......................................................................................................................... 12,60

n

La crisis, un desafío cultural y ético (Abril-Junio 2010) N.º 134 ......................................................................................................................... 12,60

n

C  elebrar desde la caridad el año europeo contra la pobreza y la exclusión social (Julio-Septiembre 2010) N.º 135 ......................................................................................................................... 12,60

n

La crisis ecológica, un reto ético, cultural y social. XIX Curso de Formación de Doctrina Social de la Iglesia (OctubreDiciembre 2010) N.º 136 ......................................................................................................................... 12,60

n

Iglesia, colectivos vulnerables y justicia restaurativa. «Por una pastoral de justicia y libertad» (Enero-Junio 2011) N.os 137-38 ................................................................................................................. 18,00

n

204

205

PVP (€) n

 Voluntariado y ciudadanía activa: la institucionalización de una utopía (Julio-Septiembre 2011) N.º 139 ......................................................................................................................... 12,85

n

 VII Congreso Hispano-Latinoamericano y del Caribe de Teología sobre la Caridad (Octubre-Diciembre 2011) N.º 140 ......................................................................................................................... 12,85

n

¿Qué propuestas de evangelización para la vida pública en España? (Enero-Marzo 2012) N.º 141 ......................................................................................................................... 12,85

n

La familia: fuente y espacio de caridad (Abril-Junio 2012) N.º 142 ......................................................................................................................... 12,85

n

«La Iglesia y los pobres» (1994) (Julio-Septiembre 2012) N.º 143 ......................................................................................................................... 12,85

n

Los nuevos escenarios de la Iglesia en la evangelización de lo social (Octubre-Diciembre 2012) N.º 144 ......................................................................................................................... 12,85

n

Jóvenes hoy. Cambio social, caridad y evangelización (EneroMarzo 2013) N.º 145 ......................................................................................................................... 13,30

n

Fe y Caridad (Abril-Junio 2013) N.º 146 ......................................................................................................................... 13,30

n

Jornadas de Salamanca (Julio-Septiembre 2013) N.º 147 ......................................................................................................................... 13,30

n

Rehabilitar la democracia (Octubre-Diciembre 2013) N.º 148 ......................................................................................................................... 13,30

n

La Exhortación Apostólica Evangelii gaudium (Enero-Marzo 2014) N.º 149 ......................................................................................................................... 13,30

n

Benedicto XVI: el Papa de la caridad (Abril-Junio 2014) N.º 150 ......................................................................................................................... 13,30

n

Economías solidarias (Julio-Diciembre 2014) N.º 151-152 ............................................................................................................... 18,00

Corintios XIII n.º 151-152

Boletín de suscripción anual a Corintios XIII

____________________________________________

E-mail

Oficina

D.C.

Número

piso __________

C.P. ____________________

_________________________________

Firma

Número: 2100-2208-33-0200255098

n Adjunto cheque n Realizo transferencia a la cuenta de la Caixa

Europa: 45,50 e América: 74 $

NIF/CIF

____________________________________________________________

_____________

Cáritas Española, de acuerdo a la legalidad vigente, incorpora sus datos personales a nuestros ficheros garantizando su confidencialidad. Si lo desea puede acceder a ellos, rectificar o cancelarlos, escribiéndonos a Embajadores, 162. 28045 Madrid.

nnnn nnnn nn nnnnnnnnnn

Entidad

Código cuenta cliente:

  n Por domiciliación bancaria: Titular de la cuenta:

Forma de pago:

Provincia

n.º

_______________________________________________________________

__________________________________________________________________________________________

__________________________________________________________________________________________________

_______________________________________________________________________________________________________________________________________________________________

Precio de suscripción 2015: España 33,35 e

Teléfono

Localidad

Domicilio

D./D.ª/Entidad

Datos personales:

!

Julio-Diciembre 2014 / n.º 151-152

El volumen y la cantidad de estudios que se incluyen en este número justifican que hayamos dedicado dos números, el 151 y 152, al tema de la economía de la gratuidad. Es un tema importante, en un momento en el que en la Iglesia española, Cáritas incluida, hay apuestas, experiencias y reflexión que tratan de poner en práctica modelos de relaciones económicas alternativas a la fracasada economía neoliberal. Aportaciones desde España, Italia y América Latina nos hablan de economía altruista, economía de comunión, economía civil, economía solidaria, economía de rostro humano, finanzas éticas… Los autores van desgranando, de cada uno de esos términos, su historia, su fundamentación ética, económica y teológica, así como su presente y su proyección de futuro.

Como botón de muestra, en la sección Experiencias, Cáritas Bilbao nos narra su participación en el Proyecto Kidenda: consume justicia. El volumen concluye con un sugerente acercamiento de Alberto Ares, sj, a la figura del papa Francisco y su mirada al mundo de las migraciones.

xiii

Revista de teología y pastoral de la caridad

ECONOMÍAS SOLIDARIAS Caminos de transformación social

Stefano Zamagni, Enrique Lluch, Martín Carbajo, Félix Miguel Sánchez, Ademar Bertucci de Cáritas Brasil y su equipo de investigadores, y Peru Sasia son los responsables de presentar con rigor modelos de relaciones o sistemas socioeconómicos alternativos en los que palabras como don, reciprocidad y opción por los pobres se pronuncian y se viven junto a palabras como producción, venta o consumo.

Corintios

economías solidarias caminos de transformación social

Editores

Embajadores, 162 - 28045 MADRID Teléfono 914 441 000 - Fax 915 934 882 [email protected] www.caritas.es

Corintios XIII

Cáritas Española

ISBN 978-84-8440-592-4

Un número pensado para fundamentar y alimentar la esperanza de que otra economía es posible, en el que a los que menos tienen vayan ocupando el centro.

Julio-Diciembre 2014 / n.º 151-152