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Francis Brown, S. R. Driver, and Charles A. Briggs, A Hebrew and English ...... Robert Jamieson, A. R. Fausset, and David Brown, A Commentary Critical,.
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CONTENIDO

Prólogo

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¿Quién Es Mi Hermano?

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La Responsabilidad Social Cristiana

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La Responsabilidad Cívica Cristiana

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ObreroFiel.com- Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda.

Prólogo Aunque el cristiano no percibe a este mundo pasajero como su verdadera casa, puesto que tiene su mirada fija en la eternidad con Cristo, de cualquier forma, por ser humano, se identifica con la humanidad. Considera su obligación a su prójimo mientras sea partícipe de esta sociedad presente, preguntándose: ¿Qué tanto debo hacer para apoyar la justicia social? ¿Muestro yo la misma compasión respecto a la miseria humana que Cristo manifestó en su vida terrenal? ¿Es mi deber involucrarme en movimientos para mejorar la sociedad? ¿Cuál es mi responsabilidad respecto al proceso político? Estas son algunas preguntas que surgen nuevamente en cada generación de cristianos. Algunos afirman que hemos hecho demasiado énfasis en el cielo y el infierno, sin haber tomado en cuenta las necesidades humanas a este lado de la eternidad. El Dr. Witmer ofrece una perspectiva bíblica que nos advierte de esta tendencia de disminuir la salvación eterna al dirigir más nuestros esfuerzos a cambios sociopolíticos para mejorar la vida presente. En el primer artículo, "¿Quién Es Mi Hermano?", el autor aclara que la hermandad bíblica no se extiende a toda la humanidad. Por lo tanto, el deber cristiano a los creyentes genuinos difiere de su responsabilidad a toda la sociedad. El cristiano es sensible a las necesidades humanas pero considera que los verdaderos cambios sociopolíticos esperan el regreso de Jesucristo. En su segundo artículo, "La Responsabilidad Social Cristiana", el Dr. Witmer demuestra que hasta el retorno de Cristo, la iglesia es responsable de comunicar a su prójimo el cambio de su destino eterno que Cristo ofrece. Claro que esta tarea no implica que el creyente no es ciudadano de un país en la tierra con ciertas responsabilidades a sus compatriotas. Por lo que en el tercer artículo, "La Responsabilidad Cívica Cristiana", explica cuál es la obligación del cristiano a su gobierno mientras viva aquí en el mundo. Bard Pillette

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¿Quién Es Mi Hermano? Hace aproximadamente 150 años, como resultado de las lentas comunicaciones de aquel entonces, se libró la sangrienta batalla de Nueva Orleans, dos semanas después de que el Tratado de Ghent había puesto fin a la guerra de 1812. En la actualidad, en cambio, eventos que ocurren medio mundo de distancia no sólo encabezan los diarios de la mañana siguiente y boletines en las emisoras nocturnas, sino que son documentales especiales vía satélite por televisión en vivos colores tal como ocurrieron. Cantidad de comunicaciones instantáneas y veloces transportes jets han reducido al mundo a un vecindario - en lenguaje eclesiástico se diría a una parroquia - y han subrayado las palabras de Juan Donne, "Nadie es una isla, completa en sí mismo". En los días cuando una nación podía ser diezmada por el hambre, las plagas o la guerra y la mitad del mundo nunca se enteraría de ello, no era tan patente la unidad de la raza humana; pero cuando los niños hambrientos de Biafra agonizan y las luchas callejeras y emboscadas en la jungla de Vietnam aparecen en las pantallas de la televisión en los salones de los americanos, son realidades que no pueden negarse. El hecho es que cada ser viviente es un pasajero en una nave espacial llamada tierra, y nadie es capaz de escaparse del conglomerado común, diciendo: "Mundo, por favor, pare; quiero bajarme". Esta generación entiende, como nunca antes el hecho que, citando a Donne otra vez, "La muerte de cualquier hombre me disminuye porque yo soy parte de la humanidad". LA RESPUESTA DEL LIBERALISMO RELIGIOSO En vista de que el hecho de la unidad de la raza humana ahora es innegable, el tema en discusión es la naturaleza de esa unidad. Por casi un siglo el moderno liberalismo religioso ha interpretado esta unidad como de naturaleza espiritual. Este concepto se ha cristalizado con el lema común: "La paternidad de Dios y la fraternidad del hombre". R. J. Campbell, por ejemplo, habló de "la unidad fundamental de la raza humana entera"1, unidad que para él se encontraba en el espíritu del hombre. Esto él lo identificó como "la divinidad inmortal en nuestro interior".2 Realmente su concepto era panteísta, porque más tarde dijo: "Mi dios es mi más profundo ego, y el vuestro también; él es el ego del universo".3 A la luz de tal doctrina humana y la unidad de la familia no es sorprendente que Campbell concibiera que el ministerio de la iglesia es tratar de ganar a los hombres para la realización del gran ideal de una comunión universal de amor basado en la relación común con el Dios y Padre de todos nosotros".4 No muchos liberales religiosos llevan su doctrina del hombre al extremo panteísta que expuso Campbell, pero ellos creen y predican la unidad de la raza humana entera como los hijos espirituales de Dios. Por muchos años un ministro liberal de Lancaster Pennsylvania, escribió una columna en el boletín local de ventas, titulado, "Cómo yo veo la vida". En ella, él promovía el evangelio social del liberalismo religioso y su lema que encabezaba la columna junto al título era la adaptación de la declaración de Terence de Emerson: "Nada humano me es extraño". La acompañamiento natural de esta doctrina religiosa liberal de la fraternidad de todos los hombres es la idea de que el servicio a la humanidad es en efecto, el servicio a Dios. Harry Emerson Fosdick, por ejemplo, insiste en "que en la medida que un hombre abraza esta estimación de valor humano y vive como si fuera cierto, tiene la aprobación de Jesús".5 En el 2

mismo contexto él dice: "Donde quiera que un hombre cuida de los hombres y se da a sí mismo en servicio, profundiza posibilidades ocultas . . . allí uno está cierto de lo que Jesús pensaría".6 Según Fosdick, "este humanitarismo no comprometedor" era la parte distintiva de la enseñanza y ministerio de Jesús, quien dijo aun que en el trono del juicio . . . la auto entrega a los hambrientos, los sedientos, los desnudos, enfermos, presos aseguraría el pasaje a la eternidad".7 Esta burda malinterpretación de Mateo 25:31-46 - pasaje al que alude - la consideraremos más adelante. Ahora el punto es que Fosdick equiparaba el servicio físico, material y temporal a la humanidad con el servicio espiritual a Dios, y aún consideró tal servicio como el medio de asegurar la aceptación de Dios. El liberalismo religioso representado por Campbell y Fosdick - llamado popularmente modernismo en América - con su evangelio y su optimismo en cuanto a la creación del reino de Dios sobre la tierra tuvo su muerte bajo el impacto de las dos grandes guerras mundiales y la gran depresión. Por breve tiempo, el principal énfasis en la teología contemporánea osciló en una relación vital con Dios, y el servicio social fue subordinado. Pero el neoliberalismo de los cincuentas y la teología radical de los sesentas una vez más enfatizan el concepto de que la iglesia obrando con la humanidad en sus problemas de pobreza, analfabetismo y derechos civiles es, en realidad, Dios encarnado en acción. Harvey Cox ilustra este punto al escribir: "La teología americana, especialmente durante el período del evangelio social aprobó la frase, edificando el Reino de Dios, que alcanzó gran aceptación, implicando algunas veces que el Reino era una realización humana. La idea errónea justamente ha sido descartada por los teólogos más recientes que fundamentan su repudio en una fuerte insistencia de que Dios, y sólo Dios, establecerá el Reino. La corrección era muy necesaria . . . pero, como sucede con muchas enmiendas, fue llevado al otro extremo".8 Cox presenta su respuesta al problema en el Señor Jesucristo como la manifestación personal del Reino de Dios. Como Jesús combina la deidad y la humanidad en su persona, así debe ser hoy en día la actividad de Dios y la del hombre. El escribe: "El Reino de Dios, concentrado en la vida de Jesús de Nazaret, sigue siendo la más completa revelación posible de la participación de Dios y del hombre en la historia. Nuestra lucha por la formación de la ciudad secular representa la manera en cómo nosotros respondemos fielmente a esta realidad en nuestros días".9 Según Cox, como resultado, la iglesia es "una comunidad que responde, un pueblo cuya tarea es percibir la acción de Dios en el mundo y unirse a su labor".10 Aún más enfático es Ricardo Shaull, quien insiste que Dios está obrando hoy en el movimiento revolucionario. El escribe así: "El Dios que está rompiendo las viejas estructuras a fin de crear las condiciones para una existencia más humana, él mismo está en medio de la lucha. Es su presencia en el mundo y su presión sobre esas estructuras obstructivas lo que constituye la dinámica de ese proceso . . . En este contexto, el cristiano es llamado a participar enteramente en el desarrollo de la revolución. Sólo estando en su centro es cómo podemos percibir lo que Dios está haciendo; entender cómo la lucha por la humanización se está definiendo, y servir como agentes de reconciliación".11 Por lo tanto, la posición del liberalismo religioso contemporáneo puede resumirse como sigue: (1) todos los hombres son hermanos espiritualmente, como hijos espirituales de Dios; (2) Dios está obrando en el mundo en las revoluciones políticas, sociales, económicas y éticas que 3

actualmente se efectúan (se niega o se ignora la existencia de un diablo personal y sus actividades); (3) la iglesia debe identificarse con estas revoluciones y desarrollar una teología de la revolución; (4) sólo al identificarse la iglesia en la solución de los problemas sociales, tales como la guerra, la pobreza y los derechos civiles, estará haciendo la voluntad de Dios y su obra. A la pregunta hecha en el título de este artículo, la respuesta del liberalismo religioso es: "Todo hombre". Más aún, insiste que la voluntad de Dios para la iglesia cristiana individual es invertir energía, fondos y tiempo en los esfuerzos para resolver todos los problemas y necesidades materiales, temporales y sociales de toda la humanidad. Ha cambiado el programa optimista postmilenial por un individualismo humanístico más realista, pero el liberalismo religioso todavía está trabajando por establecer el reino. LA RESPUESTA DE ALGUNOS EVANGELICOS El alarmante desarrollo en los años recientes es que esa enseñanza de liberalismo religioso se está reflejando en el pensamiento y los escritos de algunos evangélicos sobre esta cuestión. Esto no significa que estos evangélicos hayan adoptado la posición del liberalismo religioso presentado anteriormente, ya sea en su totalidad o aún en parte. Sherwood Wirt, por ejemplo, afirma que "los evangélicos prefieren evitar el uso doctrinario de la expresión 'hermandad del hombre'. Han sentido que no es real".12 Lo que Wirt realmente quiere decir es que los evangélicos no suscriben el concepto liberal de la fraternidad espiritual con su incipiente universalismo que ha llegado a ser la distinción de la expresión "fraternidad del hombre". Los evangélicos de los que habla Wirt, grupo en el que él mismo se incluye, creen en la fraternidad del hombre en el sentido de unidad de la familia humana como criaturas de Dios. La realidad de la fraternidad y las atenciones de sus responsabilidades sobre el individuo, aún como cristiano, es la posición por la que ellos luchan. Wirt recomienda a las escuelas que "estén implantando en sus estudiantes la convicción de que el cristiano, por ser miembro de la raza humana, tiene responsabilidades ineludibles para con la sociedad".13 El habla de congregaciones que "están sintiendo de manera diferente. Que tienen un interés dentro de la raza humana; que toda la gente está atada dentro de los límites de la vida".14 Escribe que "miembros de iglesias evangélicas están hallando como quizá nunca antes, que son gente de carne y hueso".15 Y aunque la afirmación citada anteriormente en la que Wirt desecha el uso de la expresión "hermandad del hombre", principia con las palabras, "buscando expresar este parentesco", y más adelante afirma en el mismo párrafo que los evangélicos "buscan una fraternidad que funcione",16 las similitudes y, al mismo tiempo, las cruciales diferencias de los puntos de vista entre los liberales y los evangélicos en cuanto a la unidad de la raza, son evidentes. La aparente influencia de la posición del liberalismo religioso sobre el pensamiento de algunos evangélicos se nota en la similitud de idea y expresión. Por ejemplo, Virginia Mollenkott interpreta Mateo 25:31-46 de la misma manera que los liberales como lo ilustra Fosdick. Ella incuestionablemente rechaza el programa de Fosdick en cuanto a la salvación por las obras como lo presenta en su afirmación sobre este pasaje; pero, como Fosdick, ella identifica la prueba del juicio en el pasaje como el servicio social a la humanidad en general. Esta interpretación descansa en la manera de entender el uso que el Señor Jesucristo hace de la palabra "mis hermanos" como refiriéndose a todos los hombres.17 De manera similar Wirt habla de "la verdad de que Dios está en el mundo así como lo está en la iglesia".18 Una vez más, 4

seguramente Wirt está en desacuerdo con el concepto de Shaull de que Dios ahora está operando en la historia, pero lo que él dice sugiere eso. Más aún, es cierto que Dios, el Creador soberano es también el gobernante soberano. Dios está en completo control soberano del mundo y está cumpliendo su programa en éste; pero su relación con el mundo no es la misma que con la iglesia, lo cual parece implicar la misma afirmación de Wirt. Estos evangélicos rechazan la idea liberal de la responsabilidad de la iglesia de edificar el reino de Dios sobre la tierra ya sea en el sentido del más antiguo postmilenialismo o en el más nuevo sentido de la teología radical. Algunos de estos evangélicos son amilenialistas en su escatología; otros son premilenialistas. No obstante, ellos concuerdan en reconocer que "los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos" (2P 3:7). Algunos amilenialistas son optimistas en cuanto al curso de la era de la iglesia, algo así a la manera del postmilenialismo; pero la mayoría reconoce la verdad bíblica que la era de la iglesia estará marcada por una creciente apostasía en cuanto a Dios y corrupción moral (1Ti 4:1-3; 2Ti 3:1-8; 2P 2:1-3, 9-22; 1Jn 2:18, 22; 4:3; Jud 4, 7-8, 10-13, 16-19). Y todavía, a pesar de la aceptación de estas verdades, ellos insisten en la responsabilidad social de los cristianos y de la iglesia para con la raza humana y el mundo. Wirt, por ejemplo, escribe: "El cristiano que edifica su vida sobre la Biblia busca que el Señor Jesucristo venga un día con poder y que establezca un nuevo cielo y una nueva tierra. Entre tanto - y el problema total de la conciencia social del evangélico está circunscrito a la expresión "entre tanto". Porque sea que lo quiera o no, él está unido en su mayordomía de cuidar de este mundo hasta conseguir uno mejor".19 La mayoría de estos evangélicos también repudian el concepto liberal de que el servicio social de los cristianos y de la iglesia sea un ministerio espiritual en sí mismo, que es el fin del ministerio y no el medio para el fin. Ellos reconocen que la necesidad básica de los hombres es la restauración a la relación espiritual con Dios por la fe en Jesucristo, y su muerte redentora. También reconocen que la tarea primordial del cristiano y de la iglesia es la predicación del evangelio y el ministerio de la reconciliación. Por consiguiente, ellos insisten que no deben ignorarse los aspectos espirituales ni aún discriminarlos en el servicio social del cristiano y de la iglesia. Fenton, por ejemplo, dice: "Cualquier programa de acción social debe señalar a los hombres a - no alejarlos de - el mensaje central de redención por la sangre de Cristo".20 Más adelante dice: "Nuestra expresión de interés social debe hacer provisión, en lo posible, para un testimonio hablado por Cristo, reconociendo lo incompleto y consecuentemente inadecuado del testimonio mudo".21 Y otra vez escribe Fenton: "Debemos asegurarnos que nuestros esfuerzos no levanten expectaciones idealistas y extraescriturales. Lo que hacemos debe ser una expresión, no solo del amor de Dios, sino de la revelación bíblica concerniente a la naturaleza del hombre y de la continua consecuencia del pecado en el mundo. Nos identificamos gozosamente, como siervos de Cristo, con la lucha por un orden social justo, recordando al mismo tiempo - y señalando - que la más alta esperanza del hombre en este aspecto será realizado, no por institución alguna de manufactura humana sino por Cristo en su venida".22 No todos los evangélicos que se esfuerzan por la necesidad de un interés social mayor y acción social de parte de los cristianos y de la iglesia concuerdan con los principios expresados por Fenton. Ellos insisten en que los cristianos no deben tener como objetivo último la predicación de Cristo en su ministerio social, sino que deben hacer el bien por amor del bien 5

mismo. Tal actitud parece comprometer la profesión cristiana que ellos hacen con el énfasis en la gran comisión y la necesidad de fe en Jesús para ser salvo. Otros evangélicos suscriben los principios que anunció Fenton, pero fallan en ejecutarlos en un ministerio social cristiano consistente. La ejecución consistente de principios en la práctica es difícil para todos. A pesar de estos problemas, no obstante, la posición de los evangélicos puede resumirse como sigue: (1) todos los hombres son hermanos como humanas criaturas de Dios; (2) los cristianos tienen una responsabilidad de hacer frente a las necesidades sociales de la humanidad como hombres y como cristianos; (3) los cristianos deben relacionar su acción social a su compromiso y comisión cristianos. Como resultado, tales evangélicos probablemente contestarían la pregunta formulada en el título de este artículo, como sigue: "ante todo, todo cristiano es hermano en Cristo" y entonces, "Cada hombre, como un ser humano, es un compañero". En este punto algunas observaciones son pertinentes con relación a responder la pregunta, "¿Quién es mi hermano?" En primer lugar, no hay unanimidad en las respuestas consideradas. Esto no es sorprendente ya que se han estudiado posiciones teológicas divergentes, y todavía las similitudes, a lo menos superficialmente, son algo inesperadas. En segundo lugar, el apoyo bíblico para las posiciones presentadas es algo pobre, el tratamiento de la evidencia bíblica fue superficial, y algunos pasajes fueron burdamente malinterpretados. Tercero, ninguna de las posiciones consideradas hace un serio esfuerzo por hallar la respuesta bíblica a la pregunta: "¿quién es mi hermano?" Esto es lo que se intenta hacer en este artículo. LA RESPUESTA DE LA BIBLIA La palabra hermano es un vocablo muy importante en la Biblia, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Su importancia se deriva no sólo de la frecuencia con que se usa, sino también de la idea básica que expresa. La palabra hebrea primaria traducida "hermano" es awkh. Se usa más de 250 veces en el singular, y más de 325 en plural en el Antiguo Testamento. Otras tres palabras traducidas como "hermano" son usadas juntas aproximadamente diez veces. La palabra griega traducida "hermano" es adelfos. Es usada más de cien veces en singular y más de 225 en el plural en el Nuevo Testamento. Es también la palabra griega para traducir la misma palabra hebrea en la Septuaginta (LXX). Se cree que la palabra hebrea viene de una raíz que significa rodear, proteger, y entonces pertenecer juntos, o de la palabra familia, o clan.23 La dicción griega está relacionada con la palabra vientre.24 El más grande significado en respuesta a la pregunta de este artículo es el uso que se hace de las palabras traducidas hermano en la Biblia. Veamos primero los usos en hebreo en el Antiguo Testamento. Indudablemente, el más frecuente es en el sentido literal de la relación entre los hijos (varones) de los mismos padres (Gn 4:2). También está relacionado a medios hermanos masculinos de una familia que comparten un padre o una madre común, mas no ambos (Gn 37:2). En relación sanguínea en sentidos más amplios que en la familia inmediata: sobrino (Gn 13:8), individuo de la misma tribu (Nm 16:10), ciudadano de la misma nacionalidad (Dt 15:12), un hermano de raza (Dt 23:7). La palabra es aplicada metafóricamente para describir amigos (2S 1:26), y aliados (1 Reyes 9:13; Amós 1:9). Finalmente la palabra se usa en sentido metafórico para describir relaciones basadas en similaridad de disposición, característica o hábito (Job 30:29; Pr 18:9). 6

Es interesante notar que no hay ni un solo ejemplo claro en el Antiguo Testamento del uso de la palabra hermano que describe la relación entre dos individuos basada simplemente en la unidad de la familia humana como criaturas de Dios. Dios da indicaciones a su pueblo Israel de cómo tratar "al extranjero que morare con vosotros". El ha de ser considerado "a un natural de vosotros y lo amarás como a ti mismo" (Lv 19:33-34); pero nunca se refiere al extranjero que morase en medio de Israel como a un hermano. En efecto, a pesar de estas instrucciones de parte de Dios, de cómo ha de tratárseles, se permitió que ellos fueran tenidos como esclavos, mientras que los paisanos israelitas (hermanos nacionales) solo podrían ser contratados como sirvientes hasta el año del jubileo (Lv 25:39-47). El único pasaje que parece usar la palabra hermano con referencia a la relación básica humana, es Génesis 9:5: "Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; de mano de todo animal la demandaré, y de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre". La interpretación de la frase "la mano del varón su hermano" es el punto a tratar. Algunos comentaristas de nota (entre ellos Baumgarten) la toman literalmente para referirse al hermano del muerto, y consideran este versículo como la base bíblica de la antigua ley del talión o la venganza de la sangre (Nm 19; Dt 19:6, 12; Jos 20:5). Otros reconocen la frase "como el equivalente del pronombre recíproco, 'el uno del otro'", pero los más están de acuerdo con Leupold, que la frase "va un poquito más allá del mero pronombre recíproco, en el pronunciamiento actual de que cada hombre es hermano de todo hombre".25 Evidentemente, describe la identidad de relación entre los hombres en contraste con la que existe entre las bestias y el hombre. El pasaje del Antiguo Testamento usado frecuentemente para apoyar la hermandad de todos los hombres es Malaquías 2:10: ¿"No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? ¿Por qué, pues, nos portamos deslealmente el uno contra el otro, profanando el pacto de nuestros padres"? El contexto de este versículo así el precedente como el siguiente, no hace alusión a la familia humana, sino a la casa de Israel y a la fraternidad nacional del pueblo judío. En el contexto precedente, Malaquías está hablando del pacto de Dios con Leví (vs. 4-5) que los sacerdotes corrompieron (v. 8), y en el contexto que sigue describe el trato traicionero de Judá en Israel y en Jerusalén con sus prójimos judíos (vs. 11-16). Por lo tanto, la enseñanza del Antiguo Testamento en respuesta a la pregunta ¿"Quién es mi hermano"? es que la hermandad primaria a la vista es la del pueblo de Dios, Israel, como un resultado de su relación con él en el pacto nacional. Aunque el Antiguo Testamento enseña que Dios es el creador y gobernador de todos los hombres y de todas las naciones, escasamente habla de que todos sean hermanos. Sólo un versículo habla de esta relación, y esto, para contrastar la relación entre los humanos con la de las bestias y el hombre. La palabra griega traducida hermano en el Nuevo Testamento es la traducción de la palabra hebrea en la Septuaginta (LXX), que fue la Biblia de los judíos durante el siglo apostólico, tanto como o más que el texto hebreo. Debido a esto, y al hecho de que mucho del Nuevo Testamento, especialmente los Evangelios, refleja los conceptos judaicos y los pensamientos clásicos del Antiguo, los usos de la palabra hebrea hermano, que allí se encuentran, se repiten en el Nuevo. Esto quedaría casi sin mencionarse en cuanto a lo que a la familia inmediata o lejana concierne (Mt 4:18; 12:46). Pero es interesante ver que el uso 7

primario en el Antiguo Testamento con referencia a la hermandad nacional de Israel, algunas veces es a situaciones existentes del Antiguo Testamento (Hch 7:23, 25-26; He 7:5) y en otras a situaciones actuales (Hch 2:29, 37; 7:2; 22:1; 23:1, 6; 28:17; Ro 9:3). Este uso de la palabra hermano - con referencia a la hermandad del pueblo judío - es el límite de su pretendido significado en tales pasajes como la pregunta de Pedro al Señor Jesucristo: "Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que pecare contra mí"? (Mt 18:21), a pesar de que muchos entiendan que esto alude a la hermandad de la humanidad. Pedro podría haberse referido a su hermano físico Andrés, pero obviamente, esto es restringir demasiado el significado de la palabra. Por otra parte, extender su significado a la hermandad de todos los hombres es el extremo opuesto, porque Simón Pedro en ese momento de su vida jamás llamaría hermano a un gentil o a un samaritano. En el Nuevo Testamento aparece un nuevo uso de la palabra hermano que constituye, la vasta mayoría de uso de la palabra, especialmente en plural. Este uso es para designar la relación entre los de la comunidad cristiana (Hch 6:3; 1Co 1:26 y sig.). Esta fraternidad de la comunidad cristiana se habrá de entender como abarcando la esfera de la profesión cristiana, aún cuando el uso de dicha palabra adquiera su significado de la relación de la comunidad cristiana de genuinos creyentes que tienen una fe común en el Señor Jesucristo y por la regeneración del Espíritu de Dios. Las razones que apoyan estas conclusiones son: (1) la mención de falsos hermanos, por lo menos un caso de los que incluye su participación en la comunión de la iglesia local (2Co 11:26; Gá 2:4); (2) la evidencia de otros que demostraron que no eran realmente cristianos después de haber profesado serlo y de haber tenido comunión con los creyentes por algún tiempo (1Jn 2:1819); (3) la vida pecaminosa del hombre "que llamándose hermano" hace sospechosa la realidad de su conversión o profesión de fe (1Co 5:11). Aunque la palabra hermano se usa en relación a la comunidad cristiana en la esfera de la profesión, el corazón del significado es la relación vital y espiritual que une a cada cristiano con el Señor Jesucristo (también al Padre y al Espíritu Santo) y a cada creyente como miembro del cuerpo de Cristo (1Co 12:12-13, 27; Col 1:18). El Señor Jesucristo es presentado en el Nuevo Testamento como el hermano mayor de los cristianos, aunque esa frase no se usa actualmente. El es el Hijo Unigénito de Dios (Jn 3:16-18), y los que creen en él son hechos hijos de Dios (Jn 1:12; Gá 4:7). Además como hijos de Dios por gracia por medio de la fe, los cristianos son entonces, "herederos de Dios, y co-herederos con Cristo" (Ro 8:17). Como resultado, la relación entre Jesucristo y los creyentes puede ser descrita propiamente como la de hermanos. Esto es afirmado específicamente por Pablo cuando declara que el propósito del programa de Dios en la iglesia es que Jesucristo "sea el primogénito entre muchos hermanos" (Ro 8:29). El principal pasaje que presenta la relación entre el Señor Jesús y los que en él creen como de hermanos es Hebreos 2:10-3:6. Aquí Cristo es el ministro de Dios - como hijo y no como siervo, así como Moisés (3:5-6) - al cumplir el propósito de "llevar a muchos hijos a la gloria" (2:10). Como resultado, él "no se avergüenza de llamarlos hermanos (los que son santificados)" (2:11-12) e "hijos" (2:13). Su ministerio fue el de ayudar "a la simiente de Abraham" (2:16) - los creyentes son esta simiente porque Dios concertó con Abraham "que él fuera el padre de todos los creyentes" (Ro 4:11; comp. Gá 3:7-9) - que fueran igualados "los hijos que Dios le ha dado" con Cristo (2:13). El pasaje establece específicamente que "ciertamente no socorrió a los ángeles" (2:16), pero podría hacer una afirmación similar con 8

respecto a la simiente de Adán como tal. La teología moderna habla de Jesucristo como el hombre para otros, en relación con la raza humana entera; pero este pasaje restringiría su encarnación y su ministerio a los que creyeran en él - "por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo" (2:14) y "Por lo cual debía ser en todo semejante a sus hermanos" (2:17). El Señor Jesucristo mismo sostuvo esta identificación de los creyentes como sus hermanos cuando señaló a sus discípulos y dijo: "Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, éste es mi hermano" (Mt 12:50. Comp. con Mr. 3:35 y Lc 8:21). Una vez más es discutible si el Nuevo Testamento usa o no la palabra hermano para referirse a la relación basada en la unidad de la familia humana. Algunos pasajes son presentados en ese sentido, pero un análisis cuidadoso a la luz del contexto asigna una u otra de las categorías discutidas. Por ejemplo, la afirmación conclusiva de Jesús en la parábola del siervo que no perdonó, habiéndosele perdonado mucho a él mismo, es presentada con frecuencia (Mt 18:35). Pero la razón de esta parábola es la pregunta de Simón Pedro concerniente a cuántas veces perdonaría a su hermano que pecara contra él. Difícilmente parece que el Señor Jesús hubiera usado la palabra hermano con un extraño significado al que Pedro tenía en mente sin antes aclarárselo al desarrollar la enseñanza. Jesús no hizo tal cosa. La relación que se muestra en la parábola entre un rey y sus siervos, y entre dos de los mismos siervos, sugiere la fraternidad más restrictiva a la de los seguidores de Jesús o del pueblo judío. En un aspecto similar 1 Juan 3:15 se insinúa como referencia a la fraternidad de los hombres. Aún Juan inicia el párrafo en donde se encuentra este versículo, dirigiéndose a sus lectores como "hermanos" haciendo alusión a la comunidad cristiana. Anteriormente vimos la mala interpretación del juicio de las naciones por Fosdick y Mollenkott. Ellos como muchos otros - interpretan el uso que da Jesús a la frase "mis hermanos" (Mt 25:40) con referencia a la fraternidad de la humanidad y concluyen que el interés y el servicio social para cubrir las necesidades físicas y materiales del hombre son ya la base para ser aceptos a Dios (Fosdick), o bien la evidencia de una vital relación espiritual con Jesucristo (Mollenkott). Sin embargo, una vez más, el contexto demuestra que esta frase no puede referirse a la fraternidad de la raza humana. Este es el juicio de las naciones (Mt 25:32) cuando la humanidad gentil viviente será llamada ante el Señor Jesús para ser juzgada para entrar en el reino mesiánico. "Mis hermanos", obviamente, son otro grupo diferente de los que están ante el rey para el juicio. Ellos difícilmente pueden ser los que "hacen la voluntad de Dios" (Mr. 3:35), porque, en efecto, mostrar quiénes de los gentiles estaban haciendo la voluntad de Dios es el enfoque de este juicio. La mejor respuesta es la de que "mis hermanos" se refiere al pueblo judío, los "hermanos" de Pablo, "mis parientes según la carne" (Ro 9:3), "de los cuales, según la carne, vino Cristo" (Ro 9:5). Interesarse, y ayudar a los despreciados y perseguidos judíos durante la guerra mundial de la bestia, el hombre de pecado (Ap 13:7-8) inmediatamente antes del regreso del Señor Jesucristo, demostrará la fe en Dios y en Cristo en cuanto a cualquier gentil. El Nuevo Testamento, así como el Antiguo, reconoce la unidad básica de la familia humana como criaturas de Dios (Hch 17:24-29; 14:15-17). Pero no parece hablar de esta relación como una hermandad. Además, ¿por qué no registró Marcos la comisión de Jesús como "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a todo hermano" (Mr. 16:15), y por qué Pablo y 9

Bernabé no clamaron, "Nosotros también somos hermanos semejantes a vosotros" (Hch 14:15) cuando la gente de Listra quiso adorarlos como dioses? En cuanto a los cristianos, la respuesta de la Biblia a la pregunta "¿Quién es mi Hermano?" es, "mi compañero creyente en Cristo Jesús". CONCLUSION El Señor Jesucristo hizo mucho por las necesidades físicas y materiales de la gente de Galilea y de Judea cuando estuvo en la tierra. Pero si su ministerio entonces fue aliviar todos los sufrimientos y tristezas y quitar toda la pobreza e injusticia aún en aquella reducida porción del mundo - y digo esto reverentemente - él fracasó en su misión. Sin embargo, introducir una sociedad ideal no fue su ministerio en su primera venida. Ni es el ministerio de los cristianos individual o colectivamente hoy en día. Los cristianos nunca deben ser indiferentes o insensibles a las necesidades de los seres humanos, pero el ministerio de ellos y de la iglesia es el de ser heraldos del evangelio de la gracia de Dios por la redención que es en Cristo Jesús. Preocuparse por la necesidades de los hombres que están directamente relacionadas a esta primordial tarea es apropiado, pero la prioridad del ministerio espiritual debe mantenerse siempre. Transformarse en agencia de bienestar del mundo como resultado de un falso sentido de responsabilidad para la fraternidad de todos los hombres, terminará con las energías y los recursos de la iglesia cristiana y la desviará de su tarea encomendada por Dios. Los Estados Unidos de América están aprendiendo despacio la lección, y así lo debe hacer la iglesia cristiana. La sociedad ideal de paz, prosperidad y justicia espera el regreso del Señor Jesucristo como Rey de reyes y Señor de señores. ObreroFiel.com - Se permite reproducir este material siempre y cuando no se venda. NOTAS 1. R. J. Campbell, The New Theology, p. 33. 2. Ibid., p. 34. 3. Ibid., p. 35. 4. Ibid., p. 249. 5. Harry Emerson Fosdick, Adventurous Religion, p. 37. 6. Ibid., pp. 37-38. 7. Ibid., p. 33. 8. Harvey Cox, The Secular City, p. 111. 9. Ibid., p. 112. 10. Ibid., p. 105. 11. Richard Shaull, "Revolutionary Change in Theological Perspective", Gibson Winter, ed., Social Ethics: Issues in Ethics and Society, p. 243. 12. Sherwood Eliot Wirt, The Social Conscience of the Evangelical, p. 4. 13. Ibid., p. 3. 14. Ibid. 15. Ibid., p. 4. 16. Ibid. 17. Virginia R. Mollenkott, Adamant and Stone Chips, p. 22. 10

18. Wirt, op. cit., p. 3. 19. Ibid., pp. 106-7. 20. Horace L. Fenton, Jr., "Mission - And Social Concern" in The Church's Worldwide Mission, ed. by Harold Lindsell, p. 198. 21. Ibid., p. 199. 22. Ibid. 23. Francis Brown, S. R. Driver, and Charles A. Briggs, A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament, p. 26. 24. Abbott-Smith, A Manual Greek Lexicon of the New Testament, 3rd. ed., p. 8. 25. H. C. Leupold, Exposition of Genesis, p. 333.

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La Responsabilidad Social Cristiana El ser humano es una criatura social. Este hecho se enfatiza en la Biblia desde el principio de la historia en el relato de la creación. Las palabras de Dios fueron: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él" (Gn 2:18). El relato continúa para describir la forma en que "para Adán no se halló ayuda idónea para él" (Gn 2:20). Concluye con la provisión de ayuda dada por Dios para Adán al formar a Eva y presentarla ante él. La primera institución social fue de origen y sanción divino (Gn 2:21-25). El primer mandamiento de Dios a sus criaturas también demuestra este hecho. Dios dijo: "Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla" (Gn 1:28). Igualmente, el ejemplo divino señala la verdad de que el hombre es un ser social, porque Dios vino y se paseó en medio del jardín del Edén en el fresco del día para tener comunión y compañerismo con sus criaturas. Sólo el pecado pudo interrumpir esta comunión entre el Creador y sus criaturas (Gn 3:8-10). En el ambiente perfecto del jardín del Edén y en su inocencia antes de la caída, Adán no tenía problema en cuanto a cumplir su responsabilidad social. Este aspecto surgió como problema inmediatamente después de la entrada del pecado en la experiencia humana, primero en la relación entre Adán y Eva, y después entre el hombre y Dios. Más gráfico en acentuar los problemas de responsabilidad social que creó el pecado es el acontecimiento entre Caín y Abel (Gn 4:1-15). El caso ha persistido hasta hoy día, y persistirá hasta que Dios remueva la última traza de pecado de su presencia y de la presencia de sus criaturas redimidas; en aquel día cuando él creará "nuevos cielos y nueva tierra" (Is 65:17). Mientras tanto, el cristiano afronta el muy práctico problema de su responsabilidad social tanto personal como en forma colectiva bajo la gracia. Este es un aspecto de real interés para el cristiano informado que está consciente de las necesidades materiales y físicas de los seres humanos en todas partes de este caótico mundo, y que está al tanto de la injusticia social que prevalece tan extensamente. Por supuesto, para los cristianos la respuesta debe hallarse en la Biblia, o bien, debe ajustarse a ella.

I. CONCEPTOS INADECUADOS Antes de que la evidencia bíblica sea examinada y se presente el concepto conclusivo, consideremos por lo menos tres puntos de vista erróneos que se han presentado de vez en cuando. El primero, es el concepto de que los cristianos individual y colectivamente no tienen responsabilidad social. Su responsabilidad es únicamente para con Dios. En este punto de vista se achaca a los cristianos por sus oponentes, quienes sarcásticamente hablan de ellos como tan propensos a lo celestial para no practicar bienes terrenales.

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Tal procedimiento con la responsabilidad social, por el simple hecho de negarla, obviamente no es adecuado. El hombre es una criatura social. Este hecho es, no sólo la enseñanza de la Escritura sino también el testimonio de la conciencia y la experiencia humana. El hombre es una criatura social por creación y no cesará de serlo al ser regenerado. Por lo tanto, el negar su responsabilidad es un concepto equivocado que debe ser rechazado. El segundo concepto erróneo de la responsabilidad social del cristiano bajo la gracia, es el de la regeneración social. Este se halla totalmente en el lado opuesto del punto de vista anterior. Es el concepto del evangelio social, del modernismo del primer cuarto del siglo veinte. Pero éste, al menos como lo entendieron y presentaron sus líderes, no se proponía efectuar la regeneración social por medio de una legislación o sólo por el mejoramiento físico y material, o aun por ponerlo en primer lugar. Mathews escribe: "Jesús no trabajó por la nación judía ni por el imperio romano, ni por la sociedad como un todo. El trabajó en primer lugar por las almas hombres y mujeres pecadores. El primer gran mensaje del evangelio social es precisamente éste: "los hombres y las mujeres pueden salvarse del pecado por sí mismos".1 Más adelante escribe: ". . . no puede haber una vida realmente regenerada que sea antisocial. Para usar el lenguaje de las escuelas, la vida salvada debe funcionar socialmente o perecer".2 El aspecto de la regeneración social cayó bajo el concepto del reino de Dios. Es aquí donde surge una diferencia de opinión entre sus exponentes. Rauschenbusch, por un lado, insiste en el carácter terrenal del reino, diciendo: "Cristo nunca transfirió la esperanza del Reino de la tierra al cielo".3 Mas adelante declara: "El propósito de todo lo que Jesús dijo, hizo y esperó hacer, fue siempre la redención social de la vida entera de la raza humana sobre la tierra".4 Por el contrario, Mathews sostiene la idea de que el reino es realmente el cielo. Dice: "El cielo es el orden social absoluto e ideal".5 No obstante, hay una aplicación práctica y terrenal de esto, que Mathews siempre señala. Escribe: Los seguidores de Jesús deben de orar y luchar por que la voluntad de Dios sea hecha en la tierra como en el cielo. Y la contestación a esta oración llega en la misma proporción en que los hombres y mujeres cristianos influyen en la vida social en sus tiempos . . . y la 'buena nueva' aquí es que esta vida social del verdadero cristiano, este acercamiento hacia la realización del reino de Dios sobre la tierra, ha de ser exitoso al final. No puede haber salvación completa del individuo fuera del reino celestial; no puede haber progreso en la obra de nuestra salvación con la ayuda de Dios, a menos que introduzcamos a Dios en el creciente control de la política, la industria y la vida doméstica cotidiana del mundo.6 Ya sea que uno acepte el postmilenialismo de Rauschenbusch o el amilenialismo de Mathews, el principio que resulta es la metamorfosis gradual revolucionaria de la civilización humana por la actividad social de los cristianos, culminando en la regeneración social, que es el reino. Este optimismo ingenuo de las generaciones Victoriana y post-Victoriana, de una paz mundial y gran prosperidad, ahora ha sido destrozado. Su falacia ha sido expuesta por los eventos cataclísmicos progresivos de las últimas cuatro décadas pasadas. La realidad ha forzado a los hombres a abandonar el cliché de "cada día y de todas maneras estamos mejorándonos más y más".

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Más bien, irónicamente el continuo caos mundial que mató al viejo modernismo y su evangelio social engendró una nueva llamada a favor de un programa social. Este tercer concepto erróneo puede llamarse el punto de vista del impacto social o del liderazgo social. Este concepto procede de entre el protestantismo conservador - en efecto, si el término no es ofensivo, el fundamentalismo. Estos hombres aceptan la plena inspiración y autoridad de las Escrituras y condenan la teología liberal por su alejamiento de la Biblia. Sin embargo, es interesante y también revelador, que esta nueva llamada hace escasa apelación a las Escrituras y que sus premisas básicas son en gran parte sin base bíblica. El principio básico de este concepto de impacto social aparentemente es que los cristianos deben hacer lo posible por captar la atención y el liderazgo del pensamiento del mundo. Ciertamente, el sonido de este clarín es incierto (1Co 14:8). Generalmente, no se ha intentado definir términos significativos o comprobar con evidencias sus principios fundamentales. Por ejemplo, Henry afirma: "Si el cristianismo histórico ha de competir nuevamente como una vital ideología mundial, los evangélicos deben idear una solución para los más apremiantes problemas del mundo".7 Sin embargo, en ninguna parte él ha demostrado que el cristianismo histórico ha cesado de competir como una vital ideología mundial. Tampoco ha demostrado que es la voluntad de Dios que el cristianismo histórico ha de competir como una vital ideología mundial en estos últimos días. Y, finalmente, no prueba que proyectar una solución para los más urgentes problemas mundiales hará otra vez al cristianismo histórico competir como una vital ideología mundial. Este concepto es inadecuado. II. FUNDAMENTOS TEOLOGICOS Los fundamentos de la responsabilidad social del cristiano bajo la gracia son teológicos; descansan sobre la aceptación de una escatología y una eclesiología bíblica. Son determinantes de la posición tomada en dos doctrinas significantes: la condición del mundo al retorno de Cristo y la naturaleza y propósito de la iglesia. La afinidad del concepto de la regeneración social para el postmilenialismo o el optimista amilenialismo, ha sido ya indicada. El concepto del impacto social evidentemente, o no cree o bien no capta el significado de la enseñanza bíblica respecto a las condiciones del mundo inmediatamente antes del retorno de Cristo. Primero, las condiciones estarán caracterizadas por el caos y turbación. Jesús dijo a sus discípulos: "Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores" (Mt 24:4-8). En segundo lugar la maldad y la impiedad crecerán fenomenalmente, culminando con la manifestación del "hombre de pecado" (2Ts 2:3). Pablo advirtió a Timoteo: "También debes saber esto: que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos . . mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados" (2Ti 3:1-13). Igualmente Pedro informa a sus lectores: "Sabiendo primero esto, que en los postreros días vendrán burladores, andando según sus propias concupiscencias" (2P 3:3), y estos hombres se caracterizan por un rechazo burlesco de la verdad de Dios. Judas repite el mismo pensamiento 14

con obvia referencia a la afirmación de Pedro (Jud 18). Pablo les dijo a los creyentes de Tesalónica: "Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad . . . Y entonces se manifestará aquel inicuo" (2Ts 2:7-8; comp. vs. 3-4, 9-12). En tercer lugar, la Biblia enseña que en los últimos días la apostasía infectará a la iglesia profesante de Jesucristo. Para usar las palabras de Pablo a los Tesalonicenses: ". . . porque no vendrá sin que antes venga la apostasía" (2Ts 2:3). De igual modo previno a los ancianos de Éfeso en Mileto: "De vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos" (Hch 20:30; comp. v. 29). Más versículos señalan la apostasía de la iglesia profesante en los últimos días (2Ti 4:3-4; 2P 2:1; 1Jn 2:18-19, 22; Jud 4, 8, 10-13). Este retrato bíblico de las condiciones en el mundo y en la iglesia profesante, no es la interpretación peculiar del premilenialismo, sino que es aceptado generalmente por la corriente amilenialista también. Sobre este punto Allis declara: "Todos los amilenialistas de hoy, ya sea que crean con Agustín o bien con Kliefoth, están en la misma posición para sostener que la venida del Señor es 'inminente'; y algunos de ellos toman ese punto de vista pesimista del futuro de la iglesia sobre la tierra - que el amor de muchos se enfriará y que los hombres malos irán de mal en peor - lo que es característico de la posición premilenial. La gran excepción son los Whitbinianos, a quienes de acuerdo con el uso acostumbrado, los llamaremos postmilenialistas".8 La enseñanza bíblica está claramente contra el concepto de la regeneración social. Pero aquí enfatizamos que también está definitivamente contra el concepto del impacto social. En el sentido de dirigir el liderazgo intelectual en el mundo, la competencia del cristianismo histórico como ideología mundial compite también con la predicción bíblica de su destino. Por tanto, no es extraño que esta perspectiva esté caracterizada por la carencia de base escritural, como una vaga reminiscencia del viejo evangelio social. La segunda doctrina que forma el fundamento teológico de la responsabilidad social del cristiano bajo la gracia, es la enseñanza bíblica del carácter único de la iglesia, y del propósito único de Dios que se realiza en ella en esta era. Las Escrituras definitivamente enseñan el carácter único de la iglesia. El Señor dijo en cuanto a una actividad futura que todavía no se había efectuado ni aún se había principiado: "Edificaré mi iglesia" (Mt 16:18). La iglesia es llamada "el cuerpo de Cristo" ( 1Co 12:27; Ef 1:23; 4:12) y consecuentemente dependía de la muerte de él para el inicio de su formación (Ef 5:25, 30), así como de su resurrección (Col 1:18), de su ascensión (Ef 2:20-22; 4:7-12), y de la venida del Espíritu Santo (1Co 12:12-13). La iglesia es llamada "una nueva creación" (Gá 6:15) y un "nuevo hombre" (Ef 2:15). Es un pueblo celestial (Fil 3:20) que espera el regreso del Señor, para llevarla con él como lo prometió (Jn 14:1-3). De manera similar, la Escritura enseña el propósito único de Dios en esta era, expresado en la iglesia. El está llamando a un pueblo propio (Tito 2:14; 1P 2:9). El está empeñado en la edificación del templo de Dios, otro título para la iglesia que constituye el cuerpo de Cristo (Ef 2:20-22; 1P 2:4-10). Este propósito no se relaciona con el destino del mundo como un todo, porque los que así son llamados son enteramente distintos del mundo (Jn 15:18-19; 16:33; 17:1416).

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La naturaleza y el propósito de la iglesia, por tanto, son únicos de acuerdo con la evidencia bíblica, claramente distinta de la nación de Israel, el pueblo escogido de Dios en el Antiguo Testamento. Esta distinción dispensacional, además, conlleva un énfasis diferente. El énfasis que acompaña a la doctrina de la iglesia es individual, el aspecto de una salvación personal. Aun Rauschenbusch reconoce un aspecto de esta diferencia entre el énfasis del Antiguo y del Nuevo Testamentos. El escribe: "El antiguo Israel creía intensamente en la consumación divina en favor de la comunidad. La esperanza de una vida futura para el individuo tenía muy poca influencia en la vida del judío antes del exilio. Por otra parte, en el mundo griego de los primeros siglos, el anhelo por la vida eterna era bastante fuerte y la esperanza de una salvación colectiva, casi inexistente. En la enseñanza sinóptica Cristo se dirige todo hacia el reino de Dios, y raramente se refiere a la vida futura. En el Evangelio de Juan 'vida eterna' es la palabra central y el 'reino de Dios' ocurre escasamente".9 Es importante reconocer la clara diferencia del énfasis y excisión entre la edad mosaica y la era de la gracia. El confundir estas distinciones dispensacionales permite aplicar directamente a la iglesia el programa social entero de Israel tanto en la pasada época mosaica como en la edad futura del reino. La consecuencia es un concepto incorrecto de la responsabilidad social de la iglesia bajo la gracia. Henry toma esa posición cuando escribe: "Las propias convicciones del escritor, siendo generalmente premilenial, no se inclinan a la teoría dispensacional de posponer el reino; esto no es un aditamento necesario de la posición premilenaria. Aparece más acorde con la filosofía bíblica de la historia el pensar en la era de la iglesia en términos de continuidad divina, más bien que de paréntesis; en términos de la asombrosa unidad del plan de redención, mas bien que en términos de un asombroso interludio".10 Esta posición puede estar "más acorde con la filosofía bíblica de la historia", pero está menos en armonía con la enseñanza directa de la Biblia, la que presenta claramente el carácter y propósito único de la iglesia. Como un resultado, las enseñanzas sociales de la era mosaica y las de la era del reino solo tienen aplicación secundaria para la iglesia en esta edad y para los cristianos bajo la gracia. III. EL SIGNIFICADO DE LA PALABRA "SOCIAL" En cualquier discusión de la responsabilidad social del cristiano bajo la gracia, es necesaria una clara definición de la palabra social. Sin embargo, esto es frecuentemente omitido por los escritores al hablar de este tema. Como lo determinan los escritos, para la mayoría, la palabra social se usa en relación a problemas globales (o al menos nacionales), tales como la guerra, el crimen, el vicio, el juego, el divorcio, la embriaguez y la industria licorera, la intolerancia racial, la explotación laboral, y sujetos afines. No obstante, el significado básico de la palabra social es mucho más amplio que el que se contempla arriba; y es este el que está a la vista en el Nuevo Testamento, en donde se establece la responsabilidad social del cristiano bajo la gracia. Una definición más amplia y correcta de la palabra social es: ". . . de o perteneciente a la sociedad, especialmente a la sociedad como un organismo o como un grupo de personas interrelacionadas e interdependientes. De aquí se deduce su significado: de o perteneciente a la relación humana en general".11 En efecto y por ende, cualquier contacto o relación entre dos o más individuos cumple el equivalente de la palabra social, e implica responsabilidades sociales. 16

Esta definición también entraña la conclusión de que el cristiano es un miembro de dos sociedades, una espiritual y una física. Por una parte, como miembro del cuerpo de Cristo, él es parte de la sociedad de la iglesia. Esto encierra una multitud de relaciones sociales que ulteriormente abarcan a cada miembro de ese cuerpo. De estas relaciones resultan responsabilidades sociales definidas. Simultáneamente por otra parte, como ser humano es parte de la sociedad humana. Esto encierra una multitud de relaciones sociales que finalmente abarcan a cada miembro de la raza humana. De estas relaciones también resultan responsabilidades sociales. El problema que afronta el creyente es la coordinación de las relaciones y las responsabilidades que le corresponden en estas dos sociedades. Finalmente debe surgir la cuestión de prioridad. La Biblia establece esto decisivamente. El cristiano es una nueva criatura (2Co 5:17). El ha pasado de muerte a vida (1Jn 3:14), y ha sido libertado "de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado (de Dios) Hijo" (Col 1:13). Para el cristiano, su esfera de vida está en Cristo (Ef 1:1) y debe ser reflejada en cada contacto social, ya sea en la sociedad de la iglesia o en la de la raza humana. IV. PRINCIPIOS ESCRITURALES Un gran campo de estudio se abre cuando se consideran las enseñanzas sociales de la Biblia en relación con la sociedad de la iglesia. Estas enseñanzas caen dentro de algunas categorías. Primero, hay enseñanzas generales que son aplicables a relaciones entre todos los miembros del cuerpo de Cristo. Estas incluyen reconocimientos de diferencias de dones espirituales (Ro 12:3-9; 1Co 12:1-14:40; Ef 4:10-16); relaciones entre cristianos débiles y fuertes (Ro 14:1-15; 1Co 6:12; 8:1-13; Gá 2:11-16; 6:1-10); obligaciones para ministrar a compañeros cristianos en necesidades temporales (Ro 12:13; Gá 2:10; Fil 4:10-20); advertencias para evitar acepción de personas (Gá 3:28; Col 3:11; Stg. 2:1-4). Se presentan normas de conducta personal en sus impactos sociales (1Co 6:18-20; Gá 5:19-21; Ef 5:1-7; 1Ts 5:14, 22); así como normas para líderes oficiales en la iglesia (1Ti 3:113; 5:9-13; Tito 1:5-9), y se describen principios para la disciplina (1Co 5:1-5; 2Ts 3:6-15; 1Ti 5:19-20; Tito 3:10). También se señalan principios para gobernar varias relaciones especiales dentro de la sociedad de la iglesia: la del esposo y la esposa (1Co 7:1-5; Ef 5:22-23; Col 3:1819), padres e hijos (1Co 7:36-38; Ef 6:1-4; Col 3:20-21) y señor y esclavo (1Co 7:21-23; Ef 6:59; Col 3:22; Stg. 5:1-9). No obstante, el principio supremo de la responsabilidad social dentro de la sociedad de la iglesia es anunciada por el Señor Jesucristo cuando dice: "Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado" (Jn 15:12, 17). Juan repite el tema en su primera epístola y escribe: "Amados, amémonos unos a otros" (1Jn 4:7; comp. 3:23; 4:21). Pablo también lo reitera al decir: "El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor" (Ro 13:10; comp. v. 8).

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Las Escrituras enseñan también que el cristiano tiene cierta relación hacia individuos y grupos aun fuera del cuerpo de Cristo. En primer lugar está su responsabilidad hacia el gobierno bajo el cual vive (Ro 13:1-7; 1Ti 2:2; Tito 3:1; 1P 2:13-17). Además, tiene una responsabilidad de andar dignamente ante la gente del mundo (Ro 13:11-14; 1Co 10:23-33; Fil 2:14-16; 1Ts 4:11-12; 1P 4:3-4, 15-16). El lleva una responsabilidad de hacer "bien a todos" los hombres (Gá 6:10), y otros deberes generales (Ro 9:1-3; 10:1; 12:17-21; 1Co 9:22; 10:32-33; 2Co 6:14-18; 1Ti 2:1, 3-4). Nuevamente, el principio sobresaliente que gobierna la responsabilidad social del cristiano hacia todos los hombres fue articulada por el Señor Jesucristo cuando dijo a sus discípulos: "Me seréis testigos" (Hch 1:8). La gran comisión para ellos fue: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura" (Mr. 16:15). Los primeros discípulos aceptaron esta responsabilidad, y el constante testimonio en su proclamación del mensaje era: "A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos" (Hch 2:32; 3:15). En forma similar Pablo escribió a la iglesia de Corinto: "Pues no me envió Cristo a bautizar, sino a predicar el evangelio" (1Co 1:17) y "Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado" (1Co 2:2). V. EL EJEMPLO DE LA IGLESIA APOSTOLICA Las iglesias apostólicas según se describe en el libro de los Hechos de los Apóstoles y en las epístolas del Nuevo Testamento, siguieron de manera consistente la norma de la responsabilidad en auxilio de los "pobres que hay entre los santos que están en Jerusalén" en diferentes ocasiones (Hch 11:27-30; Ro 15:25-27). Pero nada está escrito en cuanto a un ministerio a los indigentes fuera de la iglesia. Pablo devolvió a Onésimo como hermano y esclavo a casa de Filemón (Flm. 15-21). Pero él nunca inició ningún movimiento para abolir la esclavitud del imperio romano. Pablo y sus asociados llegaron a ser conocidos como "éstos que trastornan al mundo entero" (Hch 17:6), mas no lo hicieron por medio de movimientos de reformas sociales. Se efectuó una transformación en Éfeso que hizo amenazar el culto de Diana y el negocio de los plateros (Hch 19:11-27). Pero no hay indicación de que él haya predicado en contra de alguno. Por el contrario, él predicó a Jesucristo y fueron cambiados los corazones individuales, y el resultado total fue revolucionario. Absolutamente ninguna evidencia existe de que la iglesia apostólica proyectara siquiera una solución para los más ingentes problemas del mundo de su día, fuera de las palabras como, "Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa" (Hch 16:31), o "Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos" (Hch 4:11-12). Esto es importante porque los que abogan por un programa social o por un impacto social para la iglesia del siglo XX, señalan la transformación del mundo romano efectuado por la iglesia apostólica como evidencia de la presente necesidad de cumplir el mandato de "Ve, y haz tú lo mismo" (Lc 10:37). La realidad de la transformación del mundo romano por la iglesia apostólica puede ser objetada, pero está fuera de lugar el hacerlo aquí. El punto de la evidencia bíblica es que cuanto fue hecho no fue realizado por un programa social o un impacto social, sino más bien, por el poder de Dios y el Espíritu Santo al predicarse el 18

mensaje del evangelio a los individuos. Aun Rauschenbusch, el padre del evangelio social, fue forzado a reconocer este hecho, al decir: "Es correctamente acertado que los apóstoles nunca emprendieron una propaganda social".12 VI. APLICACION A LOS PROBLEMAS MODERNOS Las conclusiones ya establecidas, en ningún sentido han de ser consideradas como un argumento en contra de la actividad médica misionera, escuelas misioneras, campañas de alfabetización propiamente dirigidas, y cualquiera otra herramienta legítima que sea utilizada como medio de proclamación del evangelio de la gracia de Dios en Cristo. Y aun en estas actividades, como lo demostrarán muchos tristes ejemplos, debe ser resistida siempre la tendencia de hacer esa herramienta el fin del ministerio, en vez del medio para alcanzar un fin. La extensión con que los programas sociales pueden ser utilizados efectivamente debe ser un asunto de consideración y oración, y guía específica en cada caso individual. En adición, el cristiano legítimamente puede participar en actividades de reforma social. El debiera interesarse en mantener la limpieza, honestidad y eficiencia desde el gobierno local hasta el nivel nacional. El debiera interesarse en la reducción del juego y del vicio en su localidad, que se reduzcan al mínimo. Obviamente, es deseable que él pueda vivir y criar a su familia en una localidad donde no se vendan intoxicantes. Conjuntamente con tales movimientos de reforma social surgen oportunidades para un testimonio cristiano efectivo. Y aún así, el cristiano debe reconocer que estas cosas no son la tarea principal de un hijo de Dios, y que su responsabilidad social como cristiano no demanda expresarse en ninguna actividad de tal naturaleza. Más aún, la participación en reformas sociales puede ocupar sus energías y su tiempo hasta que sutilmente sea distraído de su responsabilidad principal como cristiano y sea desviado a una secundaria, aunque valiosa, ocupación. También esta área requiere ser considerada con mucha oración y dirección específica para cada cristiano, como hasta qué punto y en qué manera ha de participar personalmente en tales movimientos. También exige ejercitar el amor y rehusar juzgar a los hermanos en Cristo. Finalmente, el cristiano legítimamente puede participar en actividades filantrópicas tales como la Cruz Roja. La participación en este tipo de esfuerzo aporta muchas oportunidades para dar testimonio. Sin embargo, su participación en estas actividades, no surge de su membresía en la sociedad cristiana, sino de su lugar en la sociedad humana. Por lo tanto, la participación en tales actividades debe ser el objeto de meditación y oración y dirección personal de parte del Señor. Nuevamente aquí, el amor cristiano debe prevalecer entre los hermanos en Cristo, reconociendo que en tales asuntos el Señor guía a cada individuo de modo diferente. La aplicación de estos principios de la responsabilidad social cristiana para las situaciones y problemas modernos, requiere un discernimiento espiritual no común, y una constante y sensitiva respuesta a la dirección del Señor. El peligro siempre creciente es involucrarse en actividades de valor secundario y descuidar las responsabilidades primarias como cristiano. Con todo, tales actividades de carácter humanitario propiamente subordinadas y correlacionadas al ministerio primario de la proclamación del evangelio y de ganar al individuo para que conozca a Cristo como su Salvador, pueden ser usadas maravillosamente por Dios. 19

Pablo expresó el principio cuando escribió en relación a sus propias actividades: "A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos" (1Co 9:22). NOTAS 1. Shailer Mathews, The Social Gospel, p. 12. 2. Ibid, p. 15. 3. Walter Rauschenbusch , Christianizing the Social Order, p. 66. 4. Ibid., p. 67. 5. Mathews, op. cit., p. 20. 6. Ibid, pp. 20 f. 7. Carl F. H. Henry, The Uneasy Conscience of Modern Fundamentalism, p. 68. 8. Oswald T. Allis, Prophecy and the Church, p. 6. 9. Walter Rauschenbusch, Christianity and the Social Crisis, p. 147. 10. Henry, op. cit., p. 52. 11. Webster's New International Dictionary, in loco. 12. Rauschenbusch, Christianity and the Social Crisis, p. 152.

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La Responsabilidad Cívica Cristiana

LA NEGLIGENCIA DE LA RESPONSABILIDAD CIVICA DEL CRISTIANO En los años recientes, los Testigos de Jehová se han hecho notorios al negar su responsabilidad cívica a los gobiernos humanos. Rehúsan dar el juramento de lealtad a cualquier poder civil y enseñan a los hijos a no rendir honores a la bandera de su nación. También rehúsan servir de soldados (pacifistas por conciencia). Sin embargo, esto no está basado en una convicción de que la guerra es una acción inmoral, como es con los Amigos, los Menonitas y la mayor parte de los demás pacifistas por conciencia. Más bien, está basado en su insistencia en la prioridad de su lealtad a Jesús y a su teocracia, y esto los libra de la responsabilidad a cualquier gobierno civil. Los sentimientos públicos estuvieron muy alterados en contra de los Testigos de Jehová, especialmente durante los años de la Segunda Guerra Mundial cuando todo el mundo tenía un fervor patriótico. Su propio anuario de 1942 revela que más de tres mil de sus miembros fueron arrestados en 1941.1 Algunos cristianos evangélicos lamentaron estas detenciones, que dieron excesiva publicidad a los Testigos de Jehová presentándolos como mártires perseguidos, pero la mayor parte de los cristianos estaban de acuerdo con la opinión pública. Sin embargo, resulta muy interesante que muchos cristianos evangélicos - no en doctrina, sino en la práctica - niegan también la realidad de la responsabilidad cívica cristiana. Tales personas no rechazan jurar lealtad a su gobierno civil ni a saludar a la bandera. Pueden aceptar su llamamiento al servicio militar, o aun ofrecerse a las fuerzas armadas como su deber patriótico. Pero, a la vez, son indiferentes a los detalles cotidianos de la responsabilidad cívica cristiana, tales como ser ciudadano informado, servir en un jurado o votar en las elecciones. Tratan de justificarse al decir que como hijos de Dios son ciudadanos del cielo y que esta lealtad toma prioridad sobre cualquier poder civil. Procuran excusar su indiferencia al señalar su participación en el servicio de Cristo, Rey de reyes y Señor de señores.

LAS DOS CIUDADANIAS DEL CRISTIANO La doctrina de la ciudadanía celestial del cristiano es una verdad muy preciosa. Las Escrituras subrayan su validez como una realidad presente para el hijo de Dios, no una esperanza futura anticipada. Está basada en la obra de salvación del Dios trino. Referente a este aspecto de esa obra las Escrituras dicen, ". . . dando gracias al Padre . . . el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo . . ." (Col 1:12-13). Según estos versículos, la salvación es la gran expedición de rescate por parte de Dios, arrebatando a los hombres del dominio de las tinieblas, la esfera de la autoridad de Satanás. Con respecto a esta 21

obra de Dios, Moule escribe, "No solamente nos ha dicho que tenemos la escritura de nuestro Canaán; él nos ha hecho cruzar la frontera".2 Más adelante el mismo escritor declara, ". . . el contexto inmediato nos asegura que se refieren propiamente a la posición y posesión del cristiano 'aun ahora'. Este Canaán no es un lugar en un futuro lejano, más allá de la muerte; es alrededor de nosotros hoy día . . . en todo lo que concierne a la vida mortal".3 A base de esta misión de rescate hecha por Dios, Pablo afirma con denuedo, ". . . nuestra ciudadanía está en los cielos . . ." (Fil 3:20). Presentada en contraste a los hombres ". . . que sólo piensan en lo terrenal" (Fil 3:19), esta expresión es más que una simple declaración, de hecho; está cargada con una responsabilidad sobreentendida y con una exhortación indirecta. Moule comenta sabiamente, "El apóstol quiere decir que los cristianos son ciudadanos de la ciudad celestial en cuanto a su estado legal, y, por lo tanto, están 'obligados por su nobleza' a vivir, aunque sea lejos de este hogar, como los que pertenecen a ello, y lo representan".4 La exhortación indirecta de este versículo a que vivamos a la luz de la realidad de nuestra ciudadanía celestial se presenta como un mandato directo en una traducción correcta de Filipenses 1:27: "En toda circunstancia cumplan su deber como buenos ciudadanos del reino celestial; compórtense como es digno del evangelio de Cristo".5 La realidad presente de la ciudadanía del cristiano y su responsabilidad de vivir y servir como embajador de Cristo (2Co 5:20) está claramente enseñada en las Escrituras. Por su naturaleza esta ciudadanía es preeminente y sus demandas y responsabilidades tienen prioridad. Al mismo tiempo, tanto las Escrituras como la experiencia testifican de la realidad de la ciudadanía terrenal del cristiano. El hijo de Dios tiene doble ciudadanía. El es ciudadano en dos reinos. Literalmente él es un hombre con dos países. Los cristianos de Filipos se jactaron de su ciudadanía romana como residentes de una ciudad colonial, y Pablo usó este hecho para llamar la atención a la más alta y celestial ciudadanía. El mismo era ciudadano romano por nacimiento (Hch 22:27-28) y también era judío. En la respuesta del apóstol al tribuno romano Lisias, Robertson correctamente señala ". . . una calma y dignidad sencilla . . . y un orgullo perdonable".6 Pablo apreció y aceptó como un regalo de Dios su ciudadanía romana juntamente con sus derechos y responsabilidades (vea Stg. 1:17). Pablo conocía sus derechos como ciudadano romano y él los exigía cuando tales exigencias ayudaban al avance del evangelio. La revelación de su ciudadanía romana espantó a los jueces de Filipos porque el trato que le habían dado junto con Silas violaba sus derechos romanos (Hch 16:35-40). La afirmación de su ciudadanía lo salvó de ser azotado en Jerusalén y le aseguró buen trato por parte de las autoridades romanas (Hch 22:25). Pablo exigió ser oído por César; era derecho de cada ciudadano romano (Hch 25:10-12). LAS BASES DE LA RESPONSABILIDAD CIVICA CRISTIANA La primera base de la responsabilidad cívica cristiana es la realidad de la existencia de la ciudadanía terrenal para el cristiano con los derechos y responsabilidades cívicos que provienen de ella. Pablo reconoció la verdad axiomática que la ciudadanía y sus derechos también llevan responsabilidades inevitables. Para Pablo este reconocimiento no fue meramente una conformidad mental lógica sino un principio práctico de la vida diaria. En su defensa ante el 22

sanedrín él declaró, "Varones hermanos, yo con toda buena conciencia he vivido delante de Dios hasta el día de hoy" (Hch 23:1). La mayor parte de los comentaristas señalan que el sentido del verbo es "He vivido como ciudadano". Alford dice que él estaba ". . . afirmando que hasta ese día él había vivido como un verdadero y fiel judío . . ." (letras itálicas en original).7 Una paradoja muy interesante es esta: los Testigos de Jehová repudian toda responsabilidad al gobierno civil, pero exigen un juicio por jurado si sus derechos como ciudadanos son violados. Por otro lado, muchos cristianos son igualmente inconsistentes acerca de su responsabilidad cívica cristiana. La segunda base de la responsabilidad cívica cristiana es el hecho del origen divino del gobierno humano. Esta realidad está declarada en las Escrituras. Es una verdad revelada. El gobierno civil es la segunda institución humana que tiene su origen en un mandato de Dios, la primera siendo la familia (Gn 1:27-28). Al principio de la raza humana después del juicio del diluvio, Dios dijo a Noé, "Porque ciertamente demandaré la sangre de vuestras vidas; . . . de mano del hombre; de mano del varón su hermano demandaré la vida del hombre. El que derramare sangre de hombre, por el hombre su sangre será derramada; porque a imagen de Dios es hecho el hombre" (Gn 9:5-6). Dios no dice nada aquí acerca de la forma del gobierno humano ni del alcance de sus funciones y servicios. Pero la prerrogativa básica del gobierno como también su primera responsabilidad - el mantenimiento de la ley y el orden por medio de justicia - se declaran claramente. En cuanto a esta porción del pacto divino con Noé, Jamieson escribe, "La cuarta parte establece un nuevo poder para proteger la vida - la institución del magistrado civil (Ro 13:4), armado con la autoridad pública y oficial para represar la violencia y los delitos. Tal poder no había existido anteriormente en la sociedad patriarcal". 8 En manera semejante Pablo escribió a los cristianos romanos que ". . . no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas" (Ro 13:1). Por inferencia lógica, el origen divino del gobierno humano está aquí involucrado. La aplicación directa como base para la responsabilidad cívica cristiana es el control divino del poder civil. El uso del soberano Dios de los gobiernos humanos para llevar a cabo su voluntad es otro motivo para que el creyente cumpla con su deber civil. El control soberano de Dios sobre el gobierno humano es un hecho ampliamente reconocido en el Antiguo Testamento. Dando gracias a Dios por la revelación del sueño de Nabucodonosor y por su interpretación, Daniel describió a Dios como el que "quita reyes, y pone reyes . . ." (Dn 2:21). Después, se dirigió a Nabucodonosor como ". . . rey de reyes; porque el Dios del cielo te ha dado reino, poder, fuerza y majestad" (Dn 2:37). En el sueño de Nabucodonosor acerca de su juicio venidero el predicho propósito de la experiencia es ". . . para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres" (Dn 4:17). En su interpretación Daniel explicó que ésta era la lección que Nabucodonosor mismo necesitaba aprender (Dn 4:25). Aprenderla, sí, lo hizo porque por medio del juicio de Dios, Nabucodonosor llegó a bendecir a Dios como el que ". . . hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?" (Dn 4:35). Por este hecho Dios llama a Nabucodonosor "mi siervo" (Jer 25:9; 27:6; 43:10) y por medio de Isaías describe a Asiria como ". . . vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira" (Is 10:5) y a Ciro "mi pastor" y "ungido" (Is 44:28; 45:1).

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Pablo hace hincapié en este control soberano del gobierno humano cuando llama a la autoridad civil como "establecido por Dios" y "servidor de Dios" (Ro 13:2, 4). En el mismo contexto señala a los oficiales civiles "servidores de Dios" (Ro 13:6). La relación entre el control soberano de Dios en los asuntos de los hombres y el gobierno civil como instrumento originado y usado por Dios nos conduce naturalmente a la base final de la responsabilidad cívica cristiana el hecho de que tal responsabilidad se entrega a los cristianos en las Escrituras. La realidad de esta verdad bíblica se demostrará cuando examinamos el contenido de la responsabilidad cívica cristiana. EL CONTENIDO DE LA RESPONSABILIDAD CIVICA CRISTIANA Obviamente, el contenido de la responsabilidad cívica cristiana declarada en la palabra de Dios señala principios generales más que detalles específicos. Además, refleja la forma autocrática del gobierno que caracterizó aquel tiempo. El gobierno compuesto de representantes elegidos públicamente, modelo normal de la civilización moderna, propone algunos problemas no específicamente tocados en la revelación bíblica. Sin embargo, un estudio de los mandatos de las Escrituras provee principios pertinentes para cada situación. Respeto. En orden lógico la primera responsabilidad cívica puesta sobre el cristiano en la Biblia es el respeto para los que tienen autoridad civil. Pedro manda a sus lectores, "Honrad al rey" (1P 2:17). Al hacerlo, él enfatiza, como mandato específico, la instrucción general del mismo versículo, "Honrad a todos". Ciertamente Dios, si no Pedro, entendió la renuencia natural del hombre de dar a los líderes políticos el honor que se le debe a todo hombre, y así manda a los cristianos a dar respeto a ellos específicamente. El sentido básico del verbo traducido "honrar" es "poner el valor", por lo que honrar al rey simplemente significa evaluar bien tanto al hombre como su puesto. A veces resulta difícil respetar a un oficial como hombre, pero siempre es posible honrarle como un oficial por el cargo que ocupa. Este es el sentido del mandato, y la fuerza del imperativo presente demanda que tal respeto sea la actitud constante de la mente y la base de acción hacia aquellos que tienen autoridad civil. El mismo principio de la responsabilidad cívica cristiana se declara por Pablo cuando escribe, "Pagad a todos lo que debéis . . . al que respeto, respeto; al que honra, honra" (Ro 13:7). Obediencia. El resultado natural de un respeto adecuado para las autoridades civiles como ordenadas por Dios resultará en obediencia tanto hacia ellos como a sus leyes. Este segundo principio de la responsabilidad cívica cristiana está ordenado en las Escrituras. Inequívocamente Pablo declara, "Sométase toda persona a las autoridades superiores" (Ro 13:1). Al final de su ministerio y en sus consejos a un subalterno joven, escribió, "Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra" (Tito 3:1). En ambos casos Alford señala que el verbo ". . . es reflexivo" y quiere decir "sujetarse, esto es 'de su propia voluntad y deseo de sujetarse'".9 También Pedro estaba de acuerdo con este mandato cuando dijo a sus lectores, ". . . someteos a toda institución humana, ya sea al rey, como a superior, ya a los gobernadores, como por él enviados . . ." (1P 2:13-14). En cuanto a Romanos 13 y como una introducción al tema, Alford da una explicación por la inclusión de estas exhortaciones prácticas que es pertinente al asunto de la responsabilidad 24

cívica cristiana. Escribe: ". . . ha sido bien observado . . . que por una razón muy especial fueron dadas estas exhortaciones . . . Pero la desobediencia a las autoridades civiles tal vez fue por un concepto equivocado entre los cristianos mismos en cuanto a la naturaleza del reino de Cristo y su relación a los poderes existentes en este mundo".10 Existen varios motivos para que uno obedezca a las autoridades civiles presentados por los escritores apostólicos. El motivo más bajo en la escala es de la necesidad práctica. Como Pablo explica, ". . . los que resisten, acarrean condenación para sí mismos" (Ro 13:2). La autoridad civil ". . . no en vano lleva la espada" y es ". . . vengador para castigar al que hace lo malo" (Ro 13:4). Así, ". . . por razón del castigo . . ." (Ro 13:5) que el gobierno civil puede ejercitar, el cristiano debe ser obediente a ello. Aunque este motivo puede asegurar la obediencia cuando ninguna otra cosa lo hace, obviamente el temor al castigo no es el móvil para el cristiano. Pablo mencionó un segundo motivo digno cuando escribió, ". . . es necesario estarle sujetos . . . por causa de la conciencia" (Ro 13:5). El punto es que es correcto moralmente obedecer a la autoridad civil ya que está puesta por Dios como su instrumento de justicia, ley y orden. No obstante, el motivo más alto se presenta por Pedro, quien manda a sus lectores a obedecer "Por causa del Señor . . ." (1P 2:13). Como explicación de esta frase Pedro sigue, "Porque esta es la voluntad de Dios . . ." (1P 2:15). Sin duda ésta se implica en la frase que usó Pablo "por causa de la conciencia". Por lo tanto, el cristiano por causa de su testimonio y del Señor Jesucristo a quien representa, obedece a la autoridad civil. El cristiano obedece al gobierno porque obedece a Dios. Surge ahora la pregunta: ¿hasta qué punto el cristiano debe obedecer a la autoridad civil? El problema no es tan difícil como algunos piensan. Obviamente, la obediencia cristiana al gobierno civil no es correcta cuando incluye una negación a la fe cristiana o desacato a los mandatos de Dios tocante a la relación con él. Es aquí donde el cristiano debe hacer valer sus derechos como ciudadano celestial. Fue sobre este principio básico que Daniel y sus tres amigos no doblaron la rodilla delante de la imagen de Nabucodonosor (Dn 3) y más tarde Daniel mismo rehusó abandonar su costumbre de orar diariamente a la orden del rey Darío (Dn 6). Los apóstoles enfrentaron una decisión similar cuando el sanedrín prohibió a Pedro y a Juan predicar en el nombre de Jesús (Hch 4:18-20). Más tarde, respondieron a semejante orden, "Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres" (Hch 5:29). Para el cristiano este principio debe gobernar cada decisión. Apoyo. La tercera área de la responsabilidad cívica cristiana es la de sostener al gobierno civil. Los mandatos en la Escrituras son muy claros sobre este punto, poniendo énfasis en el deber de cada ciudadano a contribuir económicamente para el sostén de su gobierno. En cuanto a esto, el apóstol Pablo mandó a los Romanos, "Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto . . ." (Ro 13:7). El verbo traducido "debéis" viene del verbo que significa adeudar y como tal quiere decir deuda u obligación que se debe a uno. Las obligaciones específicas mencionadas aquí son materiales. La palabra traducida "tributo" se aplica a los impuestos pagados por una nación sujeta a otra, sea por cabeza o en base al valor de la propiedad o a veces sobre las dos cosas. La palabra traducida "impuesto" se refiere a los impuestos y contribuciones normales fijados para el sostén del gobierno civil, en particular sobre

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mercancía importada o exportada.11 El mandato de Pablo concuerda exactamente con el mandamiento del Señor Jesucristo, "Dad, pues, a César lo que es de César . . ." (Mt 22:21). Aunque las Escrituras fijan la responsabilidad de sostener al gobierno civil solamente en lo económico, el principio se extiende mucho más. En aquellos días de imperialismo monárquico, el sostén económico por medio de los impuestos era casi la única participación que el ciudadano tenía, pero en estos días de repúblicas democráticas, el principio básico engloba muchas formas de participación entusiasta y patriótica en los asuntos del gobierno. Incluye el interés informado del cristiano en los asuntos públicos y el uso inteligente de su derecho de votar para escoger a los líderes de su gobierno y ayudar a determinar el camino que éste llevará. Además, en estos días de ejércitos nacionales en vez de las legiones mercenarias de Roma, la responsabilidad cristiana, sin duda, abarca el sostén del gobierno por medio de servicio militar. Y para aquellos individuos quienes son guiados por Dios para hacerlo, este principio básico puede señalar ser oficial público o trabajar como siervo público en el empleo del gobierno. ¿Quién pudiera desempeñar mejor los deberes de un oficial gobernativo que el cristiano bien entrenado y capacitado, que tiene un aprecio espiritual de sus privilegios y responsabilidades y posee la sabiduría espiritual de Dios y de su palabra para cumplir sus deberes? Intercesión. Este aspecto de la responsabilidad es el último para ser presentado en las Escrituras. Es de mayor importancia, porque por una acción específica de naturaleza espiritual, abarca y cumple las responsabilidades de respeto, obediencia y sostén. Esta responsabilidad es estratégica, porque por medio de la oración el cristiano puede mover líderes cívicos y moldear asuntos públicos para conseguir los resultados que él cree traerán honra a Dios. Este deber para el cristiano es fundamental, porque es el único de los cuatro que solamente él puede realizar. El respeto, la obediencia, y el sostén de las autoridades cívicas son el deber de todo ciudadano, sea creyente o no. Pero la intercesión por los líderes cívicos es una esfera de responsabilidad que el incrédulo no puede invadir; es el deber exclusivo del ciudadano cristiano. Si él falla en esta área, nadie más lo hará. Pablo expresó esta responsabilidad cívica cristiana cuando escribió a Timoteo para transmitirla a quienes él servía, "Exhorto ante todo, a que se hagan rogativas, oraciones, peticiones y acciones de gracias, por todos los hombres; por los reyes y por todos los que están en eminencia . . ." (1Ti 2:1-2). De esta exhortación lo que es difícil cumplir no es la oración intercesora, aunque muchos cristianos lo hacen sólo por rutina, si es que lo hacen, más bien es el de "dar gracias". Es difícil dar gracias a Dios por algunos líderes cívicos, especialmente por aquellos que ilustran el principio que Dios pone al hombre más bajo sobre el reino de los hombres. Pero siempre la acción de gracias está conectada con la oración (Fil 4:6), y solamente cuando el cristiano sinceramente da gracias a Dios por los líderes cívicos está él en una posición de interceder por ellos con una oración de fe.

CONCLUSION

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Tal es la responsabilidad cívica cristiana enseñada en las Escrituras. Está presentada en principios básicos solamente. Muchos problemas específicos y aplicaciones personales se dejan al individuo para su decisión personal. Es aquí donde cada cristiano tiene que confiar en la dirección personal del Espíritu Santo de Dios para iluminar su mente y corazón por medio de las Escrituras, las circunstancias y la oración. Finalmente, él tiene que tomar su propia decisión en cuanto a la voluntad de Dios para él y en amor cristiano tiene que rehusar juzgar a otros creyentes y sus decisiones. Si el cumplir los principios de las Escrituras en cuanto a la responsabilidad cívica cristiana parece ser difícil y tedioso en el siglo veinte con los gobiernos que tienen luz y son benévolos, reacuérdese que estos mandatos de Dios fueron escritos en un tiempo cuando los gobernantes despóticos perseguían a los cristianos por su fe. Así que, hay que dar gracias a Dios por su gracia y cumplir sus mandatos. NOTAS 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

Citado de J. K. Van Baalen, El Chaos de Las Sectas, p. 167. H. C. G. Moule, Colossian Studies, p. 51. Ibid., pgs. 65 f. H. C. G. Moule, Philippian Studies, p. 202, footnote. J. B. Lightfoot, Saint Paul's Epistle to the Philippians, p. 105. A. T. Robertson, Word Pictures in the New Testament, III, 395. Henry Alford, The Greek Testament, II, 252. Robert Jamieson, A. R. Fausset, and David Brown, A Commentary Critical, Experimental and Practical on the Old and New Testaments, I, 105. 9. Alford, op. cit., II, 446. 10. Loc. cit. 11. Vea F. Godet, Commentary on St. Paul's Epistle to the Romans, II, 314, y William Sunday and Arthur C. Headlam, A Critical and Exegetical Commentary on the Epistle to the Romans, p. 368.

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INDICE NOTA: Puesto que este documento está adaptado a la web, el formato del libro original ha cambiado. Es probable que la paginación a continuación no concuerde con la original. Génesis 1:27-28 1:28 2:18 2:20 2:21-25 3:8-10 4:1-15 4:2 9:5 9:5-6 13:8 37:2

25 13 13 13 13 13 13 7 8 25 7 7

Levítico 19:33-34 25:39-47

8 8

Números 16:10 19

7 8

Deuteronomio 15:12 19:6, 12 23:7

7 8 7

Josué 20:5

8

2 Samuel 1:26

7

1 Reyes 9:13

8

Job 30:29

8

Proverbios 18:9 Isaías 10:5

8 26

44:28 45:1 65:17

26 26 13

Jeremías 25:9 27:6 43:10

26 26 43

Daniel 2:21 2:37 3 4:17 4:25 4:35 6

26 26 28 26 26 26 28

Amós 1:9

8

Malaquías 2:4-5, 8, 10-16

8

Mateo 4:18 12:46 12:50 16:18 18:21 22:21 24:4-8 25:31-46 25:32 25:40

9 9 10 17 9 28 16 5 11 11

Marcos 3:35 16:15

10, 11 11, 20

Lucas 8:21 10:37

10 21

28

Juan 1:12 3:16-18 14:1-3 15:12, 17 15:18-19 16:33 17:14-16

10 10 17 19 17 17 17

Hechos 1:8 2:29, 37 2:32 3:15 4:18-20 5:29 6:3 7:2 7:23, 25-26 11:27-30 14:15-17 16:31 16:35-40 17:6 17:24-29 19:11-27 20:29-30 22:1 22:25 22:27-28 23:1 23:1, 6 25:10-12 28:17

20 9 20 20 28 28 9 9 9 20 11 21 25 20 11 20 16 9 25 24 25 9 25 9

Romanos 4:11 8:17 8:29 9:1-3 9:3 9:5 10:1 12:3-9

10 10 10 20 9, 11 11 20 19

12:13 12:17-21 13:1 13:1-7 13:2-5 13:2, 4 13:4 13:6 13:7 13:8, 10 13:11-14 14:1-15 15:25-27

19 20 27 20 27 26 25 26 27, 28 20 20 19 20

1 Corintios 1:17 1:26 5:1-5 5:11 6:12 6:18-20 7:1-5 7:21-23 7:36-38 8:1-13 9:22 10:23-33 10:32-33 12:1-14:40 12:12-13 12:27 12:12-13, 27 14:8

20 9 19 9 19 19 19 19 19 19 20, 22 20 20 19 17 17 18 15

2 Corintios 5:17 5:20 6:14-18 11:26

19 24 20 9

Gálatas 2:4 2:10-16 3:7-9 3:28 4:7 5:19-21 6:1-10 6:10 6:15

9 19 10 19 10 19 19 20 17

Efesios 1:1 1:23 2:15 2:20-22 4:7-12 4:10-16 5:1-7 5:22-23 5:25, 30 6:1-4 6:5-9

19 17 17 17 17 19 19 19 17 19 19

Filipenses 1:27 2:14-16 3:19 3:20 4:6 4:10-20

24 20 24 17, 24 29 19

Colosenses 1:12-13 1:13 1:18 3:11 3:18-22

24 19 17, 9 19 19

1 Tesalonicenses 4:11-12 5:14, 22

20 19

2 Tesalonicenses 2:3-4, 7-12 3:6-15

16 19

1 Timoteo 2:1-4 2:1-2 3:1-13 4:1-3 5:9-13 5:19-20

20 29 19 6 19 19

2 Timoteo 3:1-8 3:1-13 4:3-4

6 16 16

Tito 1:5-9 2:14 3:1 3:10

19 17 20, 27 19

Filemón 15-21

20

Hebreos 2:10-3:6 7:5

10 9

Santiago 1:17 2:1-4 5:1-9

24 19 19

1 Pedro 2:4-10 2:9 2:13 2:13-14 2:13-17 2:15 2:17

17 17 28 27 20 28 27

1

4:3-4, 15-16

20

2 Pedro 2:1 2:1-3, 9-22 3:3 3:7

16 6 16 5

1 Juan 2:18, 22 2:18-19, 22 3:14 3:15 3:23 4:3 4:7 4:21

9 16 19 10 20 6 20 20

Judas 4, 7-13, 16-19 4, 8, 10-13 18

6 34 16

Apocalipsis 13:7-8

11

Luminares en el Mundo ¿Quién Es Mi Hermano? / Who Is My Brother? La Responsabilidad Social Cristiana / Christian Social Responsability La Responsabilidad Cívica Cristiana / Christian Civic Responsibility Copyright © 1953, 1954, 1969 por Bibliotheca Sacra Dallas Theological Seminary Traducido por Eriberto Soto y LaVeta de Sparks Editado por Wilber Ramírez y Remedios de Guevara Edición en español Editorial

CREO 501 S. Graves McKinney, TX 75069

© Copyright 1995 por Editorial CREO Para el uso gratuito de esta información, por favor lea la declaración de Derechos Reservados en el sitio web www.recursosBiblicos.org.