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16 nov. 2012 - en procesos participativos de planificación urbana. En Horizontes Antropológicos, Porto. Alegre, Brasil, Ano 15, Nro. 32; Jul.-diz. 2009; ISSN ...
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CONSIDERACIONES PARA EL DISEÑO DE POLÍTICAS PÚBLICAS CONSIDERANDO LOS IMAGINARIOS E IDENTIDADES SOCIALES

Daniel Ricardo Medina – Noviembre de 2012 Grupo de Investigación Imaginarios Urbanos Director: Dr. Ariel Gravano Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño Universidad Nacional de Mar del Plata

Consideraciones para el diseño de políticas públicas considerando los imaginarios e identidades sociales. Daniel Ricardo Medina – 16/11/2012 Las políticas neoliberales impuestas a partir de la década de 1990 establecieron modalidades sobre el espacio basadas en el retraimiento del Estado y el consecuente predominio del Mercado en el medio urbano. Dado el rol “facilitador” que se asignó al Estado, el plan urbano fue limitado –si existiera- a constituir un punto de apoyo, un marco inicial para la discusión para el proceso de coordinación de los múltiples actores cuyas decisiones inciden sobre el territorio. En vez de una meta totalizadora definida previamente y acordada mediante los consensos sociales e instancias democráticas que correspondan, se promueve un resultado que se va definiendo sobre la marcha, en base a acuerdos donde prevalecen los sectores predominantes, muchas veces “doblemente” representados. La limitación de las responsabilidades del Estado y el predominio de los actores privados en las configuración del espacio expresa también los intereses de los sectores que -en última instancia- buscan como meta el abandono de todo marco regulatorio y sostienen que la planificación debe renunciar a formular anticipaciones e imágenes previas. Implican propósitos de hegemonizar las decisiones sobre el destino y diagramación del para quién de las ciudades y los sectores involucrados, incluso a veces convalidados por procesos de participación que se han asociado al planeamiento urbano y a las políticas de Estado. Así se han promovido procesos formales de una supuesta “participación social”, proclamando el intento de “completar” las deficiencias del sistema democrático representativo. La Planificación Urbana debe entenderse como una política pública que vincula al Estado y la Sociedad Civil en una proyección entre el presente y un futuro a mediano plazo, para el logro de escenarios posibles a alcanzar y -también- para la formulación de las simbolizaciones de los involucrados de acuerdo a sus aspiraciones. Esta mediación entre el pasado y el futuro debe permitir evitar errores de prácticas anteriores, y a ese fin el registro e incorporación de los imaginarios sociales urbanos de los distintos actores concurrentes permitirá prácticas organizacionales más representativas y democráticas. El imaginario se diferencia del ámbito de lo real, aún cuando muchas veces la realidad comienza siendo un sueño, un proyecto, una representación mental, para pasar luego a formar parte del imaginario social. Tal como expone Silva, “lo real de una ciudad no es sólo su economía, su planificación física o sus conflictos sociales, sino también las imágenes imaginadas construidas a partir de tales fenómenos, y también las imaginaciones construidas por fuera de ellos, como ejercicio fabulatorio, en calidad de representación de sus espacios y de sus escrituras”. La suma de imaginarios urbanos a través del tiempo va dejando huellas, a la manera de un palimpsesto urbano que se construye escalonado la superposición de diversas imágenes de la ciudad. En las ciudades y en sus barrios se advierten imaginarios explícitos o latentes, que pueden alcanzar un desarrollo que los ubique como imaginarios instituyentes, es decir, que pugnen ante los instituidos y se expresen como alternativos. Las identificaciones con distintos sectores del territorio implican -como resulta habitual- identidades diferentes. Cuando las identidades se vinculan con el territorio y se sustentan en el arraigo al mismo, podemos hablar de condición de territorialidad. Pero cuando los individuos no se sienten parte de un lugar, se nos presentan las desterritorializadas, que Baunman conceptualiza en varios de sus escritos. Creemos observar que, en nuestras ciudades, actualmente se perciben imaginarios disímiles respecto a su configuración y a las posibilidades que ofrecen para el desarrollo de las vidas cotidianas, en cuanto a calidad de vida y sociabilidad. De allí las dificultades que se presentan -por las situaciones diferentes y contradictorias existentespara la formulación de proyectos y acciones de planificación urbana (como práctica urbanística ejercida y/o convalidada por alguno de los niveles de la administración estatal) que pudieran alcanzar reconocimiento y representación del conjunto social, con carácter institucional, de valor hegemónico en el caso que así se pretenda.

Es necesario indagar en la vinculación entre imaginarios sociales urbanos como conjunto de representaciones con referencia en el espacio urbano en distintas escalas que van desde la barrial hasta otras más amplias según los contextos específicos, con la cultura organizacional de procesos participativos asociados a la planificación, el diseño urbano y la gestión de servicios públicos, incluyendo el registro y facilitación de alternidades como opciones de transformación, no sólo de realidades sociales sino también de los modos de gestión institucional. Como sostiene Gravano, ello requiere abordar los conflictos que suelen presentar las soluciones que se ofrecen desde los ámbitos de gestión y planificación urbana y los sistemas de participación social que no tienen en cuenta el entrecruce de los imaginarios y las racionalidades de los actores destinatarios de sus acciones. También, enfrentar los procesos participativos que son llevados a cabo desde modelos de gestión voluntaristas, homeostáticos, meramente discursivos y no lo suficientemente efectivos. Creemos que la relación entre los imaginarios urbanos y la participación social debe orientarse hacia el análisis de procesos de construcción de alternidades organizacionales urbanas capaces de proyectarse en función de intereses populares, en oposición a los hegemónicos. A tal fin es necesario registrar los sistemas de representaciones y significaciones que conforman esos imaginarios urbanos, mediante los cuales los actores sociales no sólo viven en la ciudad sino que viven la ciudad misma, construyéndola como representación simbólica. Los imaginarios son expresiones colectivas, que conforman identidad(es), relaciones de sociabilidad y sintetizan una historia común. Así como una nación, una ciudad, o un barrio, se conforman como comunidades imaginadas, que se pueden contar. Los relatos que las describen dan cuenta de su evolución, de sus transformaciones, del uso sucesivo de sus espacios. La identificación con una época y un espacio en común brinda un sentido de pertenencia, pero los imaginarios derivados suelen ser contradictorios, según las vivencias de los distintos actores. Rojas Mix expresa que “el urbanismo se dispara en varios sentidos. Por un lado, el proyecto nacional y geopolítico que inspiró Brasilia, orientado por una idea de modernidad; por otro, y en el otro extremo, experiencia que han vivido casi todas las grandes ciudades de América Latina, los espacios arrancados a la ciudad por los movimientos de pobladores, con tomas de terrenos y desarrollo del urbanismo marginal. Y, más recientemente, el proyecto urbano neoliberal centrado en la economía de mercado y marcadas por su imaginario.” En la observación y análisis de una ciudad debemos interrogarnos sobre cuáles son los elementos básicos en su constitución. En la ciudad colonial se advierten claramente su trazado en damero y el carácter monumental de su plaza central, que asumía las funciones representativas de la comunidad y era el centro de las actividades y el simbólico. En otros modelos urbanos, el imaginario se encuentra distribuido en todo el casco de la ciudad. Junto al análisis de la estructura de la ciudad, observamos la función que cumple el urbanismo. Según Rojas Mix, la ciudad colonial española genera pautas para la incorporación de los indígenas al nuevo orden social, en correspondencia con el poder político y el religioso que procuraba convertir al indio e incorporarlo socialmente, según las jerarquías vigentes. En cambio, la colonización protestante estuvo guiada por la idea de la predestinación, en la que el pueblo elegido no requiere integrar al otro y puede exterminarlo. Protestantes y puritanos asumían que -como elegidos- debían asegurar el orden divino sobre la tierra, de modo que en su proyecto urbano no hay lugar para el otro. De acuerdo a ello, “o lo encierra en guetos, como a los negros, o los mantiene alejados en reservas, como a los indios… “La ciudad anglosajona se cierra para proteger a la „comunidad sacra‟. En cambio, la ciudad colonial española “es una máquina de aculturación y se abre al mestizaje… Las consecuencias de ambos imaginarios que nacen de la diversidad de los proyectos coloniales están todavía presentes: se reflejan en las diversas formas de comprender el mundo y en las creencias, mitos y figuras que las expresan”. (Rojas Mix, La Plaza Mayor, 1992, Ed. Prometeo)

Rojas Mix expresa que todo urbanismo aspira a la ciudad ideal. “Si queremos analizar la utopía como imagen, la historia del urbanismo lo documenta. Pero Brasilia pareció terminar con esa idea de que arquitectos o artistas podían crear utopías funcionales. Las dificultades para la vida urbana que encuentra hoy Brasilia son un testimonio del peligro que representa planificar desde un imaginario abstracto y no desde lugares reales, tendiendo en cuenta las multifacéticos necesidades humanas. Las ciudades son más complicadas que las ideas y las funciones de quienes las habitan. Se regeneran permanentemente y son difíciles de cuantificar. No se puede inscribir un „ideal‟ de vida individual y privada ni crear el futuro de una ciudad sin agresiones contra la libertad. Puede ser mejor reciclar lo ya existente”. Hemos señalado que la imagen refleja realidades sociales, por lo que se convierte en documento para los estudios de época. Una imagen adquiere valor como icono por su significado y representación, que pueden variar a través de distintas épocas y de la interpretación de los diferentes grupos sociales, pero no de manera ilimitada, pues todo queda sujeto a los consensos que hacen posible la comunicación social. Cada momento histórico recupera el pasado de distinta manera y revisa las imágenes representativas de otrora, resignificándolas. Ello destaca el valor del imaginario en la formación de opiniones y creencias, con su incidencia en la percepción de la evolución social y de los sueños colectivos. Desde los estudios del imaginario debemos observar al icono más que como signo, como texto, con su diversidad de signos que pueden vehiculizar distintos mensajes. “La diferencia entre conocimiento y opinión es que aquél se sitúa del lado de la objetividad o de la verdad y, en este sentido, aspira a ser histórico. La opinión se sitúa del lado de lo verosímil. Está fuertemente cargada de historicidad, pues lo verosímil no sólo es coyuntural, sino que contiene las tensiones sociales de la época. Por lo tanto son verdades que suscitan más „adhesión variable‟. Esta adhesión variable constituye la nobleza de un pensamiento que rechaza todo dogmatismo. La verdad no es forzosamente verosímil. En cambio, la ficción puede serlo… (Rojas Mix, El imaginario). Lo verosímil representa una limitación cultural y arbitraria frente a lo posible real y una forma de censura, dado que entre todos los posibles pensamos solo en aquellos autorizados por el discurso icónico. Lo verosímil está siempre cerca de lo deseable. Las edificaciones constituyen una expresión cultural y así han sido valoradas, particularmente las obras consignadas entre las de alto valor arquitectónico. Pueden considerarse, por ejemplo, los esoterismos que presenta la simbología de la francmasonería, como en el caso de los primeros edificios públicos y espacios verdes de la fundación de la ciudad de La Plata. Es necesario considerar qué conceptos son válidos para cada cultura. En el caso de los simbolismos religiosos, Rojas Mix (2006) describe la incidencia de creencias y mitos al definir las formas de los templos del catolicismo. “El espacio en las catedrales es expresivo, un llamado a la imaginación, un intento de desambientar al fiel del espacio del día a día. En tanto creación adecuada a una concepción religiosa, es un espacio ideológico. La catedral reproduce la imagen cósmica y teológica de la Jerusalén celeste. Su sentido esencial, así como las partes del santuario, se explican por los diferentes ritos y los tiempos en que ellos se practican; porque el edificio, además de ser contenido espiritual, es a la vez espacio y tiempo.” Asimismo, expresa que el conjunto de la arquitectura establece “un sistema jerárquico que divide al templo en partes, que hace de él un libro ilustrado en el cual se recoge, siguiendo las escrituras, la historia de la humanidad”. También refiere al gusto y al porqué, como en el caso del Renacimiento italiano donde, “hay una marcada predilección por la planta central y Alberti constata la preferencia por el espacio circular. Para Palladio el círculo es la planta perfecta para la iglesia, pues no tiene principio ni fin y demuestra „acabadamente la unidad de la esencia infinita, la uniformidad y la justicia de Dios‟”.

Rojas Mix considera que para el análisis dentro del campo del imaginario deben seguirse las etapas que se establezcan, considerando que cada una pueda tener una o más sub-etapas con interrogantes a resolver de acuerdo al punto de vista que hayamos adoptado y propone: Una primera tarea del análisis referida a la identificación y descripción del objeto o imagen que obra como documento, que en el caso del urbanismo o la arquitectura implica definir el tipo de edificio, su modo de representación, el tipo de situaciones y las modalidades de uso y de vida que transcurren en él. Seguramente, su resolución estilística o decoración busca comunicarse con el público y trasmite ideologías, por lo que es necesario considerar la obra en su conjunto. Se debe realizar su catalogación, precisando su temática, conceptos estilísticos, características del autor, del espectador y su contexto, analizando sus varios aspectos y sus posibles vinculaciones. Una segunda cuestión vinculada al contexto histórico, en el que debe considerarse la época de realización del objeto, ponderando su correspondencia o diferenciación con los estilos predominantes y su pertenencia a una determinada propuesta iconográfica, así como el entorno y las circunstancias en que se ubica. Asimismo, debe evaluarse la percepción de ese objeto a través de las épocas, su obsolescencia y/o revisión en términos icónicos, es decir, las resignificaciones que se le asignan en el tiempo. Un tercer momento centrado en la interpretación del objeto, que requiere volver a cada contexto permanentemente para ahondar en las distintas significaciones que ha asumido, valorando la incidencia de los aspectos ideológicos en la construcción del imaginario y la evolución de los cánones -de belleza, morales- predominantes en cada período. Se debe analizar cómo se plasma la comunicación, desde el emisor, el receptor y el soporte con que se transmite. Además, ponderar el punto de vista con el que ha procedido el autor. Rojas Mix considera que estos pasos permiten ordenan procedimientos secuenciales, como los que, de manera ilustrativa, se detallan a continuación: Selección del ámbito general en tanto nivel más amplio de análisis, como el de la política, el poder, la justicia, el trabajo, la ciencia, la salud, etc., del que pueden surgir derivaciones, como en lo referido a la administración del Estado y las políticas públicas. Es decir, en qué ámbito nos ubicamos y qué aspectos interesa más en el análisis. Esto está condicionado o en función de la búsqueda, los interrogantes o el problema a abordar. En base al ámbito adoptado, seleccionar la perspectiva de observación. Implica definir el punto de vista, en función de la cuestión central que nos interesa observar. Si observamos desde lo político podremos hacerlo desde el tener el poder o desde el no tenerlo, desde el gobierno o desde la oposición. Si lo hacemos desde el Derecho, podemos observar desde el ejercicio de nuestros derechos o desde la situación de no tenerlos. Si desde la Economía, en función de poseer o no poseer. Si desde el mundo del Arte, de acuerdo a los cánones vigentes o desde los que los enfrentan. Los imaginarios sociales se nos presentan en el nivel del conjunto social general, en el de las organizaciones e instituciones, o en el de las relaciones entre los individuos. Selección de los materiales para el análisis empírico, en base a relevamientos realizados, los objetos y documentos reunidos, recurriendo a notas periodísticas, obras literarias y artísticas en general, elementos publicitarios de la propaganda comercial, política, religiosa, así como los obtenidos de discursos públicos, entrevistas a informantes calificados y encuestas a los integrantes de grupos focales, registros de la memoria popular, hábitos costumbristas, organizaciones no institucionalizadas, realizando una selección que respete la representatividad de los casos en los procesos de construcción de la realidad observada. Selección de las técnicas a emplear, en función de las que correspondan a los diferentes materiales obtenidos. Es importante construir las bases de datos respectivas,

como un banco de imágenes y los inventarios que permitan clasificar y catalogar los materiales, según sus especificidades. Análisis de los materiales, a fin de establecer las evidencias. Éstas son las que otorgarán validez a los documentos observados, para lo cual debemos recordar las diferencias entre verdad y verosimilitud. Al evaluarlos habremos de ubicarlos temáticamente y considerar su ubicación temporal, el reconocimiento institucional que hubieran alcanzado y el contexto y las perspectivas al momento de su construcción, así como las resignificaciones que hubieran recibido en el transcurrir histórico. Los puntos de vista ofrecerán distintas visiones, a partir de las cuales se podrán conformar diferencias con particulares relevancias y valoraciones. Elaboración del informe final, que podrá estar precedido de una secuencia de informes de avance, detallando los aspectos metodológicos y los procesos de selección adoptados y la justificación de los criterios seguidos, describiendo los materiales utilizados y los desechados. Se realizará el análisis de los datos y materiales de acuerdo a los procedimientos adoptados, desarrollando la exposición sobre las conclusiones alcanzadas. Nos relacionamos con la imagen de una ciudad y la de sus edificios según las formas de representación de sus espacios y los imaginarios que expresan. Es decir, el espacio y los edificios son formas del imaginario que transmiten distintos mensajes, al tiempo que la imagen constituye su representación. Ya en 1903, Simmel decía que la ciudad constituye una aglomeración de imágenes en movimiento, visibles en una sola mirada, que generan incertidumbres. La representación fotográfica está condicionada por el punto de observación adoptado, la elección del objetivo como elemento central y la intencionalidad del fotógrafo. En tanto la Etnología estudia y compara los diferentes pueblos y culturas, tanto de los pueblos primitivos (observándolos tuvo su origen) como de los actuales, su método de estudio sería la Etnografía. La Antropología Social (o Cultural) recurre a la Etnografía como método de investigación a través del cual se observan los grupos humanos, sus prácticas y actividades, participando a incorporándose a ellas para una mejor interpretación. Utilizada inicialmente para el estudio de las comunidades aborígenes, se aplica actualmente también en los estudios de las comunidades urbanas y de cualquier grupo que se pretenda conocer. Tratándose de estudios directos de los grupos observados, se utiliza la observación participante y las entrevistas, a partir de los trabajos de campo. En éstos el investigador desarrolla un papel activo, observando y pidiendo explicaciones e interpretaciones de lo que ocurre, sobre las decisiones que se adoptan, las acciones y comportamientos. De todo ello resulta una recopilación de datos y una descripción detallada de costumbres, historia, genealogía, lenguaje, creencias, mitos, de la comunidad estudiada. En el trabajo de campo resulta tan importante el registro del discurso y la acción observada como el contexto en el que se realizan, como el ámbito en el que se realiza una entrevista, quiénes estaban presentes y características de sus intervenciones, así como los condicionamientos que pudieran percibirse. Por ello se precisan el espacio, el o los actores intervinientes, las actividades, objetos, actos y acontecimientos observados, horarios y tiempos en que la entrevista transcurre, las subjetividades observadas. Como las notas y apuntes que se tomen no alcanzan para registrar la totalidad, se intenta acompañarlas con grabaciones, fotos, videos de la situación, en tanto y cuanto los entrevistados lo permitan. Pero el trabajo de campo también presenta limitaciones, dado que solamente permite estudiar grupos o comunidades relativamente pequeños. La habilidad del investigador para ganarse la confianza de los individuos que quiere estudiar es de vital importancia. Sin esta capacidad es muy improbable que la investigación pueda salir adelante. Asimismo, el investigador debe evitar una identificación plena con el grupo que lo convierta en un "miembro" del mismo y pierda la perspectiva que le corresponde como observador del exterior. La etnografía permite conformar una información muy rica sobre la vida social y las

percepciones de un determinado grupo, que posibilita alcanzar una comprensión profunda de por qué unas y otras personas actúan de una manera determinada. También ayuda a comprender mejor los procesos sociales que se superponen con la situación estudiada. La Etnografía es un tipo de investigación cualitativa, pues atiende principalmente las interpretaciones subjetivas que los datos numéricos. Asimismo, brinda más flexibilidad que otros métodos, ya que se adapta con facilidad a situaciones inesperadas y está atenta a las novedades que surjan durante el estudio. La utilización de la fotografía o de filmaciones es una práctica establecida en los trabajos etnográficos, requiriendo que sus imágenes reciban un análisis detallado. Los medios visuales no evitan las dificultades en la selección y presentación de los distintos aspectos observados, pero producen imágenes fieles y reales. Ahora bien, como los registros de imágenes son parciales, convencionales y tomados desde un punto de observación interesado, no pueden obviarse las notas de campo, que deben realizarse con la correspondiente atención. La fotografía en el trabajo etnográfico procura dar cuenta de las distintas situaciones que ocurren y transcurren en el ámbito de la comunidad sujeta a estudio, a fin de evidenciar las diversas actitudes de los actores, uso y ocupación de los espacios, a fin de reflejar “la vida misma”. Lo que se busca registrar a través de las fotografías son los múltiples aspectos observables de aquello que se procura investigar, lo que nos ubica -sin dudas- en la condición de pretender registrar las cuestiones que “vale la pena fotografiar” y con ello, frente a la subjetividad del observador. Así es que se debe ponderar cuál es la incidencia de la compenetración del investigador en el trabajo de campo, el punto de observación con el que indaga en la problemática, qué lo lleva a elegir uno u otro ángulo para el registro fotográfico, etc., para limitar la parcialidad del registro. Al elaborar los informes de los trabajos realizados las imágenes permiten ilustrar los textos, pero éstos son los que estructuran la comunicación del resultado de las investigaciones. Las imágenes obtenidas sintetizan el vínculo entre el observador etnográfico y variados acontecimientos que participan en la descripción de una realidad. Captan instantes, pero que pueden reflejar situaciones permanentes, que caracterizan lo observado. Representan personas anónimas y también otras que alcanzan reconocimiento y notoriedad. También pueden captar -o inducir al registro- de los papeles que ocupan unos u otros grupos sociales en el contexto observado. Algunas fotografías resultarán más significativas y elocuentes que otras y lograrán comunicar mejor algunos aspectos relevantes. La propiedad de las fotografías de documentar situaciones, constituye un aporte central para el trabajo de campo. Al registrar los objetos y situaciones que continuamente están desapareciendo, las fotografías pueden constituirse en testimonios de procesos de cambio. Las fotografías existentes en archivos históricos nos sirven para comparar con situaciones presentes y dar cuenta de transformaciones que nos interese analizar. Este valor testimonial de la fotografía constituye uno de sus atributos más importantes. El trabajo etnográfico procura describir la realidad e interpretarla a través de su análisis. Si a la descripción y al análisis los consideramos como pasos sucesivos, debe procurarse que no se confundan, precisando qué aspecto de la elaboración corresponde a uno y otro. Mientras se toman notas de campo, se leen documentos o se transcriben grabaciones suelen surgir reflexiones e ideas teóricas que pueden guiar el desarrollo del trabajo y ser de utilidad al momento de analizar los datos. Pero deben distinguirse las descripciones que se realizan durante la observación y las anotaciones analíticas. Junto al trabajo de campo deben realizarse entrevistas a los informantes calificados, que pueden provenir del campo académico o profesional, o haber desempeñado un papel relevante en relación al objeto de estudio, o reunir vivencias que condensan una percepción directa del caso, para los cuales deben elaborarse preguntas específicas con el propósito de orientar la indagación. A modo de ejemplo, transcribimos las que hemos elaborado para un trabajo de investigación sobre la ciudad de Mar del Plata.

Eje I.- Imaginario de Mar del Plata 1. ¿Cómo contaría usted a la ciudad de Mar del Plata de la actualidad? Describa las imágenes urbanas que más le agradan y las que menos le agradan de este presente. 2. ¿Cómo recuerda Ud. la ciudad en otras épocas del pasado? Describa las imágenes urbanas que más le agradaban y las que menos les agradan de ese pasado. 3. ¿Cómo imagina Ud. que se verá la ciudad de Mar del Plata en un futuro? ¿Qué imágenes urbanas que más les agradarían y las que menos les agradarían de ese futuro? 4. ¿Qué lugares frecuenta de la ciudad? 5. ¿Qué lugar de la ciudad le agrada más? 6. ¿Cuál es el lugar que siente como suyo? ¿Cuál es su lugar en la ciudad? 7. ¿Cuáles son o es el lugar que lo agrede? ¿Cuál/es el/los que le agrada/n? 8. ¿Qué imágenes le resultan más representativas de su lugar? Eje II.- Sentido de identidad marplatense y participación ciudadana 1. ¿Considera usted que existe una identidad marplatense? ¿Por qué? 2. ¿Qué “frase hecha” considera usted que define a la ciudad de Mar del Plata? 3. ¿Cuál es el lugar de la ciudad que considera más representativo? 4. Cuéntennos si usted considera que los marplatenses se sienten formando parte en calidad de ciudadanos con ejercicio de sus derechos en Mar del Plata. ¿Por qué? Eje III.- Problemas urbanos 1. ¿Qué problemas y necesidades considera que tiene Mar del Plata en la actualidad? 2. ¿Qué modalidades de planificación y gestión urbana considera posibles hoy? 3. ¿Qué le demandaría a la ciudad para una perspectiva de futuro? 4. Imaginemos por un momento que usted fuera elegido intendente, ¿qué acciones promovería en la ciudad para transformarla? En cuanto a los “grupos focales”, se considera como tales a las personas que comparten un espacio urbano, convicciones, creencias o intereses en común, que identificamos y procuramos reunir para registrar sus percepciones respecto al caso de estudio, en el que realizamos nuestros trabajos de campo. En estos casos, también se requiere elaborar un cuestionario que nos facilite comprender mejor sus apreciaciones, testimonios y aspiraciones respecto a nuestra investigación. Como ejemplo transcribimos las preguntas formuladas a vecinos y dirigentes vecinales en un proyecto en curso. Eje I.- En referencia a propuestas de Planificación 1. ¿Cuáles y porqué considera más útiles de las mejoras realizadas en su barrio? 2. ¿Cuáles son las carencias más importantes que aún no se han resuelto en el barrio? 3. ¿Cree que existen gestiones que tendrán éxito para la mejora del barrio? 4. ¿Qué formas de participación desarrollan para el mejoramiento del barrio? 5. Imaginemos por un momento que ustedes fueran elegidos dirigentes de la sociedad fomento del barrio, ¿qué acciones promoverían ahora? 6. ¿Creen que ustedes tienen algún tipo poder para conseguir mejoras para el barrio? 7. ¿Consideran que el barrio ofrece posibilidades para el crecimiento de los niños? 8. ¿Consideran que las acciones que se promueven desde el Plan Estratégico tienen posibilidades de generar cambios en su barrio y en la ciudad de Mar del Plata? ¿Porqué? Las nuevas condiciones de la vida cotidiana incidirán en la formulación de los imaginarios sociales y en los procesos de planificación urbana. Es necesario profundizar los procesos participativos, de modo que el accionar de los actores concurrentes exprese mecanismos de simbolización que hagan explícita la historización de sus experiencias y sus expectativas de futuro y no solamente el dictado racional de un conjunto de intereses, las más de las veces en pugna, que los sectores hegemónicos pretenden subsumir dentro de un improbable contexto de equilibrio. Es por eso que sostenemos que la identificación y puesta en consideración de los imaginarios urbanos contribuirá a mejores instancias de participación y facilitación organizacional.

Al analizar y sistematizar críticamente los imaginarios urbanos de los actores involucrados, en las instancias de preparación, propuesta e implementación de instrumentos y acciones de planeamiento u obras públicas y ponderarlos en relación al estudio de otros procesos, como los de Ariel Gravano sobre el fenómeno NIMBY (Not In My Back Yard) o SPAN (Sí, Pero No Aquí) se evidencian las identidades barriales construidas a partir de la oposición entre el sentido de lo propio y lo impuesto desde los aparatos institucionales. Los imaginarios adquieren vigencia, al margen de las posiciones homeostáticas de algunos planificadores, que parten del requisito de un estado de equilibrio e integración de los actores intervinientes en los procesos de transformación urbana para el logro de resultados efectivos. Las alternidades que se ponen en juego requieren de su consideración específica en cada caso que se constituya en objeto de análisis. En su trabajo “Apuntes de Antropología Urbana”, Gravano analiza la construcción y la incidencia de las identidades barriales en los grupos sociales. Pondera allí la percepción y relación con „lo otro‟ -lo fuera del barrio- con que se identifica a los varios sectores de la ciudad y sus habitantes con quienes no se vinculan. Según Gravano, las relaciones de dominio (sociales) que imponen las preeminencias ideológicas, evidencian que la identidad barrial se autoubica en una relación de subalternidad respecto del otro lado al que ubica como hegemónico. Afirma que “la relación hegemonía/alternidad surge del propio análisis, sin regimentarla a priori y sin partir de contenidos „estantes‟ (que están antes) a tal o cual clase social. Y la identidad barrial es alterna en la medida que es capaz de restringir parte de la restricción impuesta desde el otro lado, mediante la objetivación de „una parte‟ de su mundo problemático que, aún en lo germinal de sus paradojas, lleva en su interior la posibilidad de ruptura con lo hegemónico. Y es subalterna en la medida que deshistoriza una „parte‟ de su mundo objetivo mediante la naturalización de la época base. Lo que „abre de nuevo‟ la deshistorización es más relevante que lo que „reproduce de viejo‟, por la ruptura que promueve con lo instituido. Así, en consecuencia y según la interpretación de Gravano, “la identidad barrial de los sectores populares representa una de las formas de ruptura activa con lo dado-dominante, porque es una restricción alterna frente a la restricción dominante”. La generalización de un modelo interpretativo y de transferencia que pondere la relación entre el registro de los imaginarios urbanos y la gestión, junto a procesos de participación, es un desafío que abordamos con la hipótesis de que ese registro, realizado por los propios agentes de la planificación-gestión y por los propios actores de la participación puede generar procesos deseados de transformación, insertos dentro de las determinaciones acerca de los procesos socio-urbanos con protagonismo y mayor efectividad. Bibliografía consultada: Atkinson, P. y Hammersley, M.: Etnografía. Métodos de investigación. Ed. Paidós. Bauman, Z. 2002: La cultura como praxis. Ed. Paidós. Cignoli, Alberto, 1986: La cuestión urbana en el Postfordismo. H. Sapiens, Rosario. García Canclini, N. 1997: Imaginarios urbanos. EUDEBA, Buenos Aires. Gravano, A. (comp.) 2005: Imaginarios sociales de la ciudad media. UNCPBA, Tandil. Gravano, A. 2007: Apuntes de Antropología Urbana Gravano, A. 2009: La proyección del enfoque etnográfico hacia la facilitación organizacional en procesos participativos de planificación urbana. En Horizontes Antropológicos, Porto Alegre, Brasil, Ano 15, Nro. 32; Jul.-diz. 2009; ISSN 0104-7183; Guber, R. 2001: La etnografía. Método, campo y reflexividad. Ed. Norma Medina, D., 2009: Mar del Plata, Desarrollo Urbano e Imaginarios vinculados. Armedenho. Medina, D. y Thesz, L., 2010: Imaginarios Urbanos: Introducción a su análisis adoptando M. del Plata como objeto de estudio. Ed. Armedenho, Mar del Plata. Rojas Mix, M.: Rojas Mix, M., 1988: La Plaza Mayor: el Urbanismo como instrumento de la dominación colonial. Ed. de la UNLP Silva, A., 2001: Imaginarios Urbanos desde centros históricos de ciudades de Aca.Latina. Wunenburger, J., 2008: Antropología del Imaginario. Ed. Del Sol, Buenos Aires.