Como ser santos para poder servir a un Dios santo - ObreroFiel

podéis servir a Jehová, porque él es Dios santo y Dios celoso, no sufrirá .... La manera en que el Señor nos limpia es por medio del sacrificio de Cristo en la ...
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“Como ser santos para poder servir a un Dios santo” Isaías 6:1-8 Por Paco Jimenez En los cristianos se ausenta la santidad cuando se relacionan más con los del mundo pecador que con Dios y los suyos. Es así que se van acostumbrando a ciertos “pecadillos” de los inconversos sin que les “afecten” porque ya se familiarizaron con ellos. Para el que se acostumbra y se involucra en este tipo de pecado le muy difícil ser santo y servir a un Dios santo, tal como lo dijo Josué a los israelitas que conservaban idolatría en sus vidas (Jos.24:19-20) “+o podéis servir a Jehová, porque él es Dios santo y Dios celoso, no sufrirá vuestras rebeliones y pecados. Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien”. En los tiempos del profeta Isaías también era muy difícil ser santo pues el pueblo estaba en una decadencia espiritual, moral y religiosa muy fuerte debido a su pecado. (Is.1:2-6; 12-20). Hasta el propio rey Uzías se convirtió en símbolo la degeneración moral y religiosa de su nación (2Cr.26:15-23). Además, la decadencia del pueblo se agravaba con la amenaza política de Asiria sobre Israel y Judá y más tarde de Babilonia sobre Judá. En este contexto fue que Isaías llegó un día al templo buscando a Dios, afligido por todos estos acontecimientos sin imaginarse que tendría una visión en la que “el templo terrenal desaparecería de su vista y en su lugar aparecería el santuario celestial, y la presencia del glorioso Dios santo” [Guillermo A. Ross]. Continuando con el pensamiento de cómo ser santos, para servir a un Dios santo aprendamos de Isaías 6:18, … QUE SÓLO EL DIOS SA TO OS HACE RECO OCER UESTRA PECAMI OSIDAD, OS PURIFICA DE ELLA, Y OS COMISIO A PARA QUE LE SIRVAMOS. Con las experiencias de Isaías frente a la santidad de Dios, aprendamos cómo influenciarnos más por la santidad de Dios que por la pecaminosidad de los incrédulos. I. Como Isaías, contemplemos la santidad de Dios (1-4) A. “Vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo” 1. Tuvo una visión de la presencia de Dios. Lo ve sentado como rey en un trono alto y sublime, ubicado en el cielo. Este trono está por encima de cualquier trono humano. La túnica del Señor era tan gloriosa que llenaba todo el templo celestial (mucho más impresionante que la de cualquier rey) 2. Fue testigo presencial de la forma gloriosa en que los serafines adoraban a Dios. a. Los serafines (lit. seres ardientes o de fuego), rodean el trono de Dios, su función principal es adorar a Dios. Llama la atención que cubran sus rostros y sus pies pues no tienen naturaleza caída como los humanos, pero lo hacen para comunicar que como criaturas respetan la gloria y santidad de Dios. (Cf. Ex.3:5; 33:20-23). b. Su adoración consiste primero en decirle: “Santo, Santo, Santo”, enfatizando la pureza, la limpieza y la trascendencia de Dios sobre cualquier criatura o cosa. Reconocen la diferencia y la superioridad de Dios sobre todo lo existente. (1S.2:2; 6:20; 2 R.19:22). En su adoración también reconocen que la tierra está llena de la gloria de Dios, es decir en la creación se despliega la gloria de él (Sal.19:1; Ro.1:20) 3. También pudo ver la reacción del edificio a la santidad de Dios, pues dice: “Los quiciales de las puertas se estremecieron y la casa se llenó de humo”. Aquí parece que se simboliza que la santidad de Dios demanda ira y juicio porque el pecado atenta contra ella (Éx.19:6-20; Ap.15:8)

B. Reflexiones: 1. Isaías comprendió que aunque ya no estaba Uzías como rey y la decadencia imperaba, el pueblo de Dios todavía tenía a Jehová de los ejércitos como el rey que los cuidaría y seguiría trabajando con ellos por medio de los juicios. ¡Alegrémonos! El Señor sigue reinando, no importando lo que esté sucediendo. 2. No hay duda nuestro Dios es santo, no menospreciemos esto imitando a los mundanos, valoremos su santidad primero conociéndola y luego siendo como él es (Lv.19:2; 20:26). II. Como Isaías, experimentemos lo horrendo de nuestra pecaminosidad ante el Dios santo y confesémosla (5) A. “Entonces dije: ¡Ay de mí!, que soy muerto” No solo el edificio temblaba, Isaías también lo hacía terriblemente porque por su condición pecaminosa no podía tolerar la santidad de Dios y por eso se pronunció un auto juicio de muerte (Ex.33:20). Aquí notamos que cualquier cercanía con la santidad de Dios revela nuestro pecado, el cual nos hace sentir mal (Éx.3:6; Job.42:5-6; Lc.5:8; Ap.1:17) B. “Porque siendo hombre de labios inmundos y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos han visto mis ojos al rey, Jehová de los ejércitos” 1. Isaías reconoce abiertamente su pecado enfatizando que es hombre de labios inmundos (impuro, contaminante, sucio, sin purificar, menstruo. Es la impureza en sentido de ser deficiente en sentido ceremonial y religioso), y que habita (convive y se deja influenciar) en medio de pueblo de labios inmundos. 2. Es grave tener labios inmundos, porque estos sacan y rebelan la condición verdadera del corazón humano (Lc.6:45; Mt.15:18-20) 3. Isaías no aguantó “el peso de la santidad de Dios” y aceptó completamente su pecado confesándolo en la presencia de Dios. C. Reflexiones: 1. No minimicemos el pecado porque en realidad es muy grave ya que este es una rebelión contra Dios, con la cual le decimos que no se meta en nuestra vida y hacemos con ella lo que se nos pega la gana. También es una manera de ir sacando a Dios de nuestra vida, hasta llegar al ateísmo práctico y a la idolatría, pues amamos más el placer que al propio Dios. 2. Aquí comprendemos que una persona se da cuenta de su gran pecaminosidad hasta que comprende la santidad de Dios y es cuando es el momento de “temblar” y de confesar abiertamente el pecado al único que nos puede limpiar. III. Como Isaías, nosotros también recibamos la limpieza que nos sostiene delante del Dios santo (6-7) A. “Y voló hacia a mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido tomado del altar con unas tenazas y tocando con él sobre mi boca dijo: Esto tocó tus labios y es quitada tu culpa y limpio tu pecado”. Después de que Isaías reconoció su pecado, uno de los serafines, fungiendo como mensajero de la misericordia y de la gracia tomó del altar del sacrificio un carbón encendido, para quitar la culpa (ofensa y pecaminosidad habitual y también la pena que ocasiona) y limpiar (expiar, purificar, propiciar, cancelar) el pecado (errar, delinquir, dañar, defraudar, descarriar) de Isaías. B. Reflexiones:

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1. Isaías no fue excluido del templo como Uzías; él recibió el perdón y la limpieza solo por la gracia y la misericordia de Jehová, como dijo Jeremías: “por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos”. 2. El Señor también nos invita a nosotros como invitó a Isaías y al pueblo a la limpieza de su pecado, como lo dijo en Isaías 1:18 “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana”. 3. La manera en que el Señor nos limpia es por medio del sacrificio de Cristo en la cruz como lo dice en Isaías 53:5 “Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él , y por su llaga fuimos nosotros curados”. 4. Si el Señor ya nos limpió inicialmente cuando creímos en él arrepentidos, ahora tratemos con nuestro pecado práctico, en el cual los inconversos todavía son una fuerte influencia para que lo cometamos. a. 1Juan 1:9 +os invita a confesarlo para recibir la limpieza. b. Romanos 8:13 nos dice “que por el Espíritu hagamos morir las obras de la carne”. IV. Como Isaías, nosotros también una vez limpios aceptemos la comisión para servir al Dios santo (8) A. “Después oí la voz del Señor que decía: ¿A quién enviaré y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: heme aquí envíame a mí” 1. Es importante notar que Isaías no fue llamado al servicio, sino hasta que fue purificado. Ahora sí puede estar limpio para adorar ante la presencia de Dios y para ser aceptado por él como su mensajero. 2. La forma en que Dios llama a Isaías, espera una respuesta voluntaria del propio Isaías. Dios pregunta ¿A quién enviaré y quién irá por nosotros? Es como si dijera ¿A quién levantaré para llevar el mensaje y representar al Dios trino? E Isaías, como gratitud a la limpieza espiritual que le hizo Dios, sin vacilar y con una disposición muy grande, le dice a Dios: “Heme aquí envíame a mí”. B. Reflexiones: 1. Isaías se atrevió a ser el portavoz de Dios hasta que tuvo “labios limpios” para ser digno de predicar la Palabra de Dios. 2. No seamos insensibles, no sirvamos a Dios hasta que estemos a cuentas con él , no sea que nuestro servicio nos acarree juicio en lugar de bendición (Sal.50:16-22) CO.CLUSIÓ.: Estemos en una verdadera comunión con Dios renunciando a una comunión comprometedora con los no creyentes, la cual nos envolverá en sus pecados (Ef.4:17; 1Pe.4:3). ¿Cómo podemos lograr esto? Como lo hizo Isaías, contemplemos la santidad de Dios en la Biblia para que se revele nuestro pecado y se acelere nuestra limpieza espiritual y nuestro servicio voluntario al verdadero rey.

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