Clase 39 - Curso de Alimentación Vegetariana

Bates PG, Miller VS and Joubert DM. Hydration Status of Expatriate Manual. Workers During Summer in the Middle East. Annals of Occupational Hygiene. 2010 ...
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Cómo afectan el clima y el medio ambiente a nuestras necesidades de agua Las personas viven, trabajan y hacen ejercicio en distintos entornos y condiciones climáticas, que pueden influir en las pérdidas de líquidos y las necesidades de agua diarias. Los valores de referencia dietéticos europeos de agua total (alimentos y líquidos) son de 2,0 litros para las mujeres (= 14 años) y 2,5 litros para los hombres. No obstante, estas ingestas adecuadas (IA) se aplican solo a niveles moderados de actividad física (PAL 1.6) y temperaturas ambientales moderadas. 1

Aunque en algunas personas la necesidad de agua es probablemente menor que la IA, o en entornos más fríos en las que las pérdidas por transpiración son bajas o inexistentes, en la mayoría de los casos las necesidades superan a la IA debido a las pérdidas de agua por la transpiración y la respiración. Aquí comentaremos las distintas circunstancias en las que las necesidades de agua pueden ser mayores que la IA.

Clima La temperatura y la humedad del aire varían en gran medida en función de la región y la estación del año, incluso en Europa. Los climas templados y/o húmedos elevan la temperatura corporal, y la respuesta normal a este aumento de temperatura es el sudor, que produce enfriamiento a través de la evaporación. Esto influye en la pérdida de agua y, por lo tanto, en las necesidades.

La producción de sudor se ve afectada por: •

Temperatura ambiental elevada



Movimiento del aire



Humedad



Intensidad y duración de la actividad física



Ropa

Las pérdidas medias por transpiración durante la actividad física son de 1-2 litros por hora, pero pueden llegar a ser incluso 3 litros por hora.

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Impacto del lugar de trabajo Ciertos tipos de trabajadores realizan sus tareas cotidianas en entornos calurosos y por lo tanto corren el riesgo de sufrir estrés causado por calor. Algunos ejemplos son los trabajadores industriales, los obreros de la construcción, los peones camineros y los agricultores. Con temperaturas de entre 25 °C y 40 °C (77-104 °F), las pérdidas por sudor pueden alcanzar los 0,5-1 litros por hora, lo que eleva las necesidades de líquido a 12 litros por día. Sin embargo, no solo se pierde agua durante la exposición al calor, ya que el sudor contiene sal corporal. Hay estudios que sugieren que las pérdidas de sal podrían ser de hasta 10-15 g, lo que podría aumentar el riesgo de hiponatremia (baja concentración de sodio en la

sangre) si no se repone la sal a través de los alimentos y los líquidos. Si no se trata, la hiponatremia puede tener consecuencias graves para la salud, ya que el sodio es esencial para la regulación de la presión arterial. Varios estudios han revelado que un porcentaje elevado de trabajadores industriales no están adecuadamente hidratados al comienzo de sus turnos y esto hace que aumente la preocupación por su salud y bienestar. Los expertos han reclamado que los trabajadores sometidos a estrés por calor tengan acceso a programas de formación destinados a promover la buena hidratación durante los turnos de trabajo.

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Los puntos fundamentales para el personal sanitario que imparte este tipo de programas son: •

Reconocer que los trabajadores expuestos a estrés por calor crónico perderán tanto agua como sal debido al aumento de la transpiración.



Las necesidades de agua serán mucho mayores que las recomendadas por las IA.



La tasa de transpiración y la cantidad de sal que se pierde a través del sudor varía en cada trabajador. Esto afectará a las necesidades individuales de líquidos y sal.



En ciertos entornos de trabajo, los trabajadores pueden tener un acceso limitado a líquidos o agua potable, y por lo tanto tendrán dificultades para ingerir el líquido suficiente para mantenerse sanos. Los trabajadores recibirán formación sobre cuándo y cómo deben reponer líquidos y sal, y se promoverá el acceso a distintos tipos de bebidas.



Temperaturas frías El efecto de las temperaturas frías sobre las necesidades de agua se suele subestimar. Aunque cabría esperar que la transpiración fuese mínima, al llevar ropa pesada o impermeable mientras se hace ejercicio a bajas temperaturas, se pueden producir pérdidas de sudor imprevistas. En los entornos fríos y secos, el aumento de la pérdida de agua se produce a través de la respiración, y los efectos son significativos en las personas expuestas a condiciones extremas durante varias horas al día. Si el cuerpo se enfría, la diuresis inducida por el frío puede producir un aumento de la producción de orina con una baja gravedad específica de la orina (GEO ~1,009 g/ml).

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Altura Las pérdidas de agua aumentan a grandes alturas porque el aire es más seco. Esto estimula la hiperventilación, que tiende a elevar las pérdidas de agua por respiración. Además, la exposición al aire con menor presión a gran altura reduce los niveles de oxígeno en sangre, lo que produce diuresis inducida por hipoxia. Esto suele ocurrir unos días después de la llegada a las zonas de gran altura. Todo esto significa que los trabajadores o escaladores que trabajan a gran altura necesitan bastante más agua que aquellos que viven más cerca del nivel del mar.

Existen estudios que indican que las personas que escalan a alturas de entre 1.600 m y 4.393 m tienen una tasa de renovación de agua de 7,1±1,1 l (95±18 ml/kg) al día, que es sustancialmente mayor en los adultos sedentarios. Aunque no existe un consenso en cuanto al aumento porcentual exacto de las necesidades de agua a gran altura, existen útiles herramientas de evaluación para identificar la deshidratación en las personas que trabajan o escalan en estos entornos, por ejemplo la pérdida de peso a corto plazo, el color de la orina o la gravedad específica de la orina.

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Algunos consejos para escaladores o personas que trabajan a gran altura, por ejemplo, tripulación de aviones: •

Recuerde que la altura afecta a sus necesidades de agua y tenga previsto el acceso regular a líquidos durante el día (y por la noche si permanece a gran altura para dormir o trabajar).



Tenga presentes las posibles consecuencias que la deshidratación puede tener para usted y para otras personas, como por ejemplo reducción de la capacidad mental, que podría afectar a la seguridad y a la toma de decisiones.



Aprenda a reconocer los primeros signos de deshidratación, como por ejemplo reducción de la producción de orina, dolor de cabeza o sed.



Suele haber un acceso limitado al agua a gran altura (debido a las condiciones de sequedad o congelación). Esto significa que necesitará llevar agua o combustible suficiente para calentar nieve o hielo, lo que repercute en la carga que deberá transportar y en el espacio disponible en la mochila. Es posible que no se calculen bien las pérdidas de agua, especialmente los escaladores inexpertos, porque la temperatura del aire disminuye con la altura y no se presta atención a la deshidratación. En vuelos de larga distancia, el aire de la cabina tiene un bajo nivel de humedad, lo que puede causar deshidratación general.





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En resumen, la temperatura, la humedad y la altura pueden aumentar las necesidades de agua en comparación con las recomendaciones generales. Los profesionales sanitarios, como por ejemplo los médicos y dietistas, deben ser conscientes de que el clima y el entorno pueden influir en el estado de deshidratación y tenerlo en cuenta a la hora de aconsejar. Además, las variaciones individuales en las pérdidas por sudoración hacen que las recomendaciones generales sean difíciles de aplicar, lo que sugiere una necesidad de realizar evaluaciones individuales de la hidratación y poner en práctica programas personalizados para quienes viven, trabajan o hacen ejercicio en condiciones extremas. *Se agradece al Dr. Hans Braun, miembro del consejo asesor científico de EHI, Universidad de Deportes de Colonia y centro alemán de investigación del deporte de élite (Alemania), por haber facilitado el contenido utilizado como base para redactar esta sección.

La deshidratación es la pérdida excesiva de agua respecto al agua que se ingiere. La deshidratación ocurre cuando el cuerpo pierde más agua de la que ingiere, es decir cuando el balance hídrico es negativo, está desplazado hacia la pérdida de agua. A menudo se acompaña de alteraciones en el balance de sales minerales o de electrolitos del cuerpo, especialmente de sodio y potasio.

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En típicas condiciones normales, el cuerpo pierde y debe reponer unos 2-2,5 l de agua diarios. Respirar, orinar, defecar y sudar provoca pérdidas de agua que deben reponerse diariamente. Si se pierde agua del torrente sanguíneo, el cuerpo puede compensar un poco las pérdidas trasladando agua de las células a los vasos sanguíneos, pero es una solución muy a corto plazo. Si el agua perdida no se repone, el cuerpo puede sufrir serias consecuencias. El cuerpo es capaz de monitorizar la cantidad de agua que necesita para funcionar. El mecanismo de la sed le indica al cuerpo que debe beber cuando el contenido de agua del cuerpo se reduce. Hormonas como la Hormona Anti-Diurética (HAD), trabajan con el riñón para limitar la cantidad de agua que se pierde a través de la orina cuando el cuerpo debe conservar agua. La ingesta y las pérdidas de agua son altamente variables, pero suelen coincidir con una diferencia de menos del 0,1% a lo largo de un tiempo prolongado gracias al control homeostático. La ingesta y las pérdidas de electrolitos también están estrechamente vinculadas, tanto la una con la otra como con el estado de hidratación. Si la ingesta y las pérdidas de agua y de electrolitos, especialmente de sodio y potasio, no se igualan, puede dar lugar a deshidratación. Dependiendo de la tasa de pérdida de agua respecto a la de electrolitos, la deshidratación puede clasificarse como isotónica, hipertónica o hipotónica.

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Deshidratación isotónica Se caracteriza por una pérdida equitativa de agua y de solutos del líquido extracelular, es decir, se pierde agua y sodio en cantidades en las proporciones idénticas, lo que suele ocurrir en casos de vómitos, diarrea o de una ingesta insuficiente. No se produce un intercambio osmótico de agua del espacio intracelular al espacio extracelular. Se trata del tipo de deshidratación frecuente en niños pequeños.

Deshidratación hipertónica En este tipo de deshidratación la pérdida de agua es superior a la pérdida de sal, es decir, se pierde proporcionalmente más agua que sodio, lo que puede ocurrir debido a una ingesta de agua insuficiente, a un exceso de sudor, a diuresis osmótica y a la ingesta de medicamentos diuréticos. Se caracteriza por un intercambio osmótico de agua desde el líquido intracelular al líquido extracelular. Este tipo de deshidratación es más común en personas que sufren diabetes, y representa aproximadamente de un 10 a un 20% de todos los casos pediátricos de deshidratación con diarrea.

Deshidratación hipotónica En este caso se pierde proporcionalmente más sodio que agua, como ocurre en casos de alta sudoración o de pérdidas de agua gastrointestinales, o cuando el déficit de agua y de electrolitos se trata sólo con reposición de agua. Se caracteriza por un intercambio osmótico de líquido desde la región extracelular a la región intracelular. También se produce cuando se ingiere demasiada cantidad de agua u otros líquidos sin ningún o con muy poco contenido de sodio. Este tipo de deshidratación se produce en un 10 – 15% de los casos pediátricos de deshidratación con diarrea. Esta complicación puede producir la muerte si conlleva una inflamación que causa presión en el cerebro (edema cerebral). Este tipo de deshidratación se conoce como hiponatremia. 9

¿Cuál es su causa? La deshidratación leve es común y normalmente está provocada por una ingesta insuficiente de líquidos a lo largo del día. En niños, la diarrea es una causa común de deshidratación. Continuamente se pierden líquidos a través de funciones normales del cuerpo como son la sudoración, la respiración y la orina. Algunas causas comunes de deshidratación incluyen la pérdida de agua gastrointestinal debido a diarrea y a vómitos, un exceso de orina, una pérdida excesiva de agua a través de la piel (sudor) y de los pulmones (respiración) debido al calor, la humedad, la actividad física, la fiebre o las quemaduras.

• Diarrea Uno de los motivos por los que una persona puede perder demasiada agua es por una infección que cause diarrea. La diarrea puede estar causada por bacterias, virus o parásitos. Cada deposición puede conllevar una pérdida significativa de agua que puede llegar hasta 1 litros por hora en casos extremos. A nivel mundial, más de cuatro millones de niños mueren cada año de deshidratación por diarrea.

• Vómitos La pérdida rápida de agua producida por vómitos intensos y continuos aumenta la probabilidad de deshidratación, ya que es difícil restaurar la hidratación mediante la ingesta de líquidos. El riesgo de deshidratación por vómitos es más alto en bebés y en niños, en ancianos, en gente con trastornos de la alimentación (por ejemplo, bulimia) y en cualquiera que esté tomando medicamentos que provoquen vómitos.

• Exceso de orina Existen ciertos medicamentos que aumentan el gasto urinario respecto a los niveles normales (por ejemplo los diuréticos), y hay trastornos que afectan la función renal, dando lugar a una pérdida de agua corporal a través de la orina. Algunos de los trastornos que pueden afectar la producción de orina incluyen la diabetes y el cáncer de riñón. La diabetes está caracterizada por niveles elevados de glucosa en sangre, causando altos niveles de glucosa en la orina y un exceso de orina que puede producir deshidratación. 10

• Sudoración El sudor es un mecanismo de enfriamiento que usa el cuerpo en situaciones de calor, humedad y actividad física. La humedad puede jugar un papel importante en la deshidratación, ya que en el primer caso el sudor del cuerpo cae en gotas en vez de evaporarse, y por tanto no produce una eliminación de calor del cuerpo. Sin embargo, se producen altos niveles de sudoración si se realiza deporte u otra actividad física tanto en condiciones de humedad como seca. La ropa pesada limita la evaporación del sudor, lo que significa que el calor corporal no se disipa y por tanto el cuerpo pierde más agua a medida que intenta eliminar más calor. La acumulación de humedad por la falta de transpiración de la ropa provoca un mayor aumento de la sensación de calor, incrementándose el grado o nivel de sudoración o perspiración.

• Fiebre o quemaduras Estas alteraciones, como quemaduras de sol, aumentan la temperatura corporal, requiriendo una mayor cantidad de líquidos para un funcionamiento adecuado del cuerpo. La fiebre se produce por una infección y el cuerpo utiliza una cantidad significativa de agua en forma de sudor para enfriarse. Las personas que han sufrido quemaduras se deshidratan porque el agua penetra en la piel dañada y se pierde debido a la evaporación. Una ingesta inadecuada de líquidos cuando hace calor o cuando se realiza ejercicio físico también puede agotar los niveles de agua del cuerpo. Cualquier persona puede deshidratarse, pero los niños pequeños, las personas mayores y las personas con enfermedades crónicas o con sometidas a tratamientos farmacológicos presentan un mayor riesgo.

¿Cuáles son sus consecuencias? Una pérdida de agua corporal equivalente a un 1% del peso corporal normalmente se compensa en unas 24 horas: por un lado, la sed es una señal fisiológica que estimula la ingesta de agua, provocando una mayor sensación de tener que beber, y por otro, disminuye la pérdida de agua a través de los riñones. Si la pérdida supera a la ingesta es posible que se produzca una disminución del rendimiento físico y cognitivo y alteraciones en la termorregulación y de la función cardiovascular. 11

La deshidratación leve puede producir síntomas como sed, dolor de cabeza, debilidad, mareos y fatiga y generalmente provoca cansancio y somnolencia. Los síntomas de una deshidratación moderada incluyen sequedad de boca, poco o ningún volumen de orina, pesadez, un pulso cardiaco rápido y falta de elasticidad de la piel. La deshidratación grave es una emergencia médica potencialmente letal, y está caracterizada por sed extrema, falta de volumen de orina, aceleración de la respiración, alteración del estado mental y piel fría y húmeda. Un aumento del nivel de deshidratación, con pérdidas de líquidos de más de un 1% del peso corporal, puede dar lugar a una reducción sucesiva del rendimiento físico y de la capacidad de controlar la temperatura corporal. Con un déficit de líquidos de un 4% o más se pueden observar descensos de rendimiento graves y dificultades de concentración, dolores de cabeza, irritabilidad y somnolencia, y aumentos de la temperatura corporal y de la tasa respiratoria. La deshidratación que provoca una pérdida de un 10% o más del peso corporal puede provocar la muerte. A medida que la deshidratación avanza, el volumen de agua en el torrente sanguíneo baja, y puede producirse una bajada de la tensión arterial. La función cardiovascular se ve afectada por niveles más y más altos de deshidratación, con una subida de la tasa cardiaca y dificultades en el mantenimiento del volumen de sangre que el corazón transporta a los tejidos. El corazón bombea de forma más intensa para mantener el flujo sanguíneo que llega a los órganos, pero la tensión arterial disminuye a medida que el volumen de sangre se reduce. Una bajada del nivel del flujo sanguíneo que llega a la piel y niveles bajos de hidratación frenan la sudoración y, por tanto, la capacidad del cuerpo de disipar calor.

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La deshidratación crónica puede aumentar el riesgo de infección, especialmente del tracto urinario. Los riñones y otros órganos importantes que reciben menos flujo sanguíneo pueden empezar a fallar. El fallo renal es común, pero es reversible si es resultado de una deshidratación y si se trata de manera precoz. Una reducción del flujo sanguíneo al cerebro puede causar confusión, afectando tanto la función cognitiva como la coordinación.

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