"Civilización sin Barbarie: el proyecto de progreso para la Nación ...

barbarie en términos políticos, lo que da cuenta de la claridad de su pensamiento ..... influyente en nuestra historia del pensamiento político. Personalmente es ...
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Universidad Nacional de Tucumán Facultad de Filosofía y Letras Cátedra de Filosofía de la Historia CARRERA: LICENCIATURA EN HISTORIA

MONOGRAFIA

NOMBRE: VANESA ALEJANDRA BALCARCE LUNº53549-1 AÑO 2013 TEMA: Ilustración y Romanticismo (Vico, Kant y Herder) en Alberdi y/o Sarmiento SUBTEMA: CIVILIZACION SIN BARBARIE: EL PROYECTO PARA EL PROGRESO DE NACION ARGENTINA EN ALBERDI

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CIVILIZACION SIN BARBARIE: EL PROYECTO DE PROGRESO PARA LA NACION ARGENTINA EN ALBERDI

“Los pueblos, como los hombres, no tienen alas; hacen sus jornadas a pie y paso a paso. Como todo en la creación, los pueblos tienen su ley de progreso y desarrollo, este desarrollo se opera por una serie indestructible de transiciones y transformaciones sucesivas.(…) la democracia es el fin, no el principio de los pueblos”. Juan Bautista Alberdi

RESUMEN El proyecto de Nación Argentina que propuso Alberdi se inscribe en su concepción de progreso, el que en “las tierras del Plata” sólo podría llevarse a cabo en una sociedad civilizada políticamente. Para ello analizó los problemas de los que adolecían estos territorios reinterpretando la dicotomía civilización y barbarie en términos políticos, lo que da cuenta de la claridad de su pensamiento, pero al mismo tiempo propuso -a sus contemporáneos- cómo cambiar esa realidad, para que nuestro país – república en formación por entonces- alcanzara el progreso, al que estaban destinadas las sociedades civilizadas, que se desenvuelve entre lo providencial y lo necesario (idea y realidad). Para ello conjugó las ideas de su tiempo (Ilustración y Romanticismo) y expuso con creatividad las propias. Para este trabajo hemos recorrido la prolífera literatura de Alberdi (que comprende distintos géneros literarios) donde se refleja su pensamiento pragmático por excelencia. Pero, como decimos, es un proyecto, es un ideario puesto en el plano de lo posible, el que pasado

indefectiblemente

por el tamiz de

aquellos

convulsionados tiempos no pudo concretarse, pero sí dio por resultado un modelo de Argentina, sin duda marcado o modificado por las ideas este tucumano.

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INTRODUCCIÓN Hablar del Proyecto de progreso para la Nación Argentina en Alberdi, es proyectar su pensamiento y su conciencia de libertad absoluta; es reconocer que aquel es un ideario abierto y no una realidad cerrada o concluida. Estamos significando un ideario pragmático por excelencia, presentando al plano de lo posible dentro de una realidad. Este tuvo como eje el Progreso político y socioeconómico de una nación – entonces- en formación donde imperaba la dicotomía de civilización y barbarie. Si, la ilustración puede ser identificada con la civilización y el romanticismo con la barbarie en “las tierras del Plata”, podemos preguntarnos, al abordar el pasamiento de Alberdi, en su proyecto de progreso para la Nación Argentina, ¿qué lugar ocupo en él la civilización y cuál la barbarie? Fue posible alcanzarlo?, ¿qué nos dejo?

Ilustración Y Romanticismo

I.- Vico Giambattista Vico nació en Nápoles en 1668 y murió en 1744. Elaboró su doctrina en “La Ciencia Nueva”1 a principios del siglo XVIII, en oposición al cartesianismo (al modo de conocimiento de la “razón Física”). Postula que no puede haber ciencia de la realidad física creada por Dios, los hombres no pueden tener ciencia de lo que no han hecho por lo que sólo hay ciencia y verdad científica (verum) de lo que el hombre hace (factum), del “mundo civil“ porque es el hombre el que lo hace y por eso puede conocerlo con su mente. No sólo es ciencia el conocimiento formado por leyes universales, la Nueva Ciencia tiene su método y objeto propio delimitado, métodos cualitativos para estudiar fenómenos que involucran al hombre en los que el científico no sólo 1

“La Ciencia Nueva es en todos sus aspectos una teología racionalmente fundada del mundo histórico, en ella se acentúa, en todas sus partes el espíritu primitivo, heroico y poético religioso, que también es la base creadora de la humanidad racionalizada de épocas más tardías”. Giambattista Vico. Principios de una Nueva Ciencia en torno a la Naturaleza de las naciones. Barcelona. Ediciones Folio.2000

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necesita de su razón sino fundamentalmente de su imaginación y pasión para reconstruir las sociedades pretéritas como lo hace el historiador. El sujeto de la historia es el hombre que opera desde la facultad espiritual, no desde la razón sino desde la imaginación, desde el corazón, desde el amor, pues se inscribe en la tradición mítica, que atendiendo a los designios de la Providencia, los cumple con prudencia y razonabilidad construyendo la historia, pero también al estudiarla y reconstruirla tomando a cada instante la determinación inscripta en el “Bien Supremo” y en una moral media ,que lo lleve a su propia preservación y la de su sociedad, pues no puede vivir aislado. Para la concepción viquiana, Dios es el único que tiene libertad absoluta, que es el amor, y que amando crea a criaturas libres (los hombres), sin incidir en su voluntad, pues estos son libres de aceptar o no su invitación. La nueva ciencia, la historia, el derecho, la política, la economía, son el paradigma de actividades que

concilian dos

libertades, por un lado la Providencia y la Gracia de Dios y por el otro, la libertad de los hombres que construyen la historia.

II.- Herder Johann Gottfried Herder, nació en Mohrungen (Prusia oriental), en 1744 y falleció en 1803. Discípulo de Kant, criticó la filosofía trascendental de su maestro e intentó mostrar que el origen del conocimiento radica en las sensaciones del y en las analogías que esta establece en base a sus experiencias. Su aporte a la Filosofía de la Historia es que la historia “es una característica de todas las realidades naturales, de tal suerte que el universo entero puede ser entendido desde el punto de vista de su desarrollo evolutivohistórico”2 . Pero la formación de la humanidad no es su finalidad última, sino que esta debe recorrer distintos grados de cultura y cambiar de forma hasta que se erija una sociedad basada en la razón y en la justicia, Herder enuncia para esto una serie de leyes generales y abstractas. No obstante ello, intenta descubrir la historia del mundo, comprendiendo la vida de las comunidades humanas con sus lenguajes, religiones y costumbres, siendo – de este modo-

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Ferrater Mora, J. Diccionario de Filosofía. Tomo II. Nueva edición revisada, aumentada y actualizada. Barcelona. Hurope S.A. 2004. Pág. 1620

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fiel a lo individual y concreto. Así, para Herder todos los pueblos se encuentran equidistantes de Dios, ninguno es superior a otro. Estos verdaderos sujetos de la historia están compuestos por individuos y grupos que al lograr el reconocimiento de sus comunidades orgánicas que, frente a otras definen la diversidad y la multiplicidad necesaria para la convivencia. El obrar humano se funda en los sentimientos y en el amor y respeto al prójimo, por lo que la fuente del mismo está en el Evangelio y la religión cristiana. Por ello el progreso es providencial, el tiempo histórico es el del progreso histórico- cultural de los pueblos, fundada en la sabiduría cultural que los guía, expresada en sus cancioneros populares, en su poesía, en el espíritu de estos pueblos. El tiempo histórico es kairológico, al reconocer la dignidad humana de cada hijo de Dios en la diversidad de los pueblos y sus culturas. Es importante destacar que para Herder la nación se construye a través de dos modelos, uno de tipo filológico y otro bilologicistas. Por el primero, la nación son todos los nacidos en un territorio determinado y de los mismos padres, es decir, es un todo orgánico que al mismo tiempo imprime y recibe las características propias de sus miembros, se relaciona con sus miembros como órgano. Conforme al segundo, en la lengua y la tradición es en donde mejor se expresa el espíritu de un pueblo, así la Nación es una unidad de lengua, literatura, tradición y cultura, es el espíritu autónomo que vive más allá de la estructura política de un pueblo y su más patente expresión es el arte y la cultura de ese pueblo.

III.- Kant Immanuel Kant, nació en Königsberg en 1724 y murió en el mismo lugar en 1804. Kant distingue “máxima” de “ley”. La “máxima” o móvil empírico (felicidad, utilidad, etc.) no puede ser erigida como principio rector porque es subjetivo, tiene finalidad individual; en cambio la “ley” es un principio a priori, necesario, absoluto, objetivo, universalmente válido. Cuando el hombre actúa con dimensión ética lo hace guiado por el “deber puro” ínsito en su propia razón, a lo que él llama “imperativo categórico”. Deber y libertad - forma y materia de lo ético- constituye el “factum” de lo moral. La nota tipificante de los actos 5

humanos es la libertad. Para Kant la conciencia del deber exige como requisito sine qua non la libertad del hombre. La libertad es un a priori de la razón misma, es un hecho de la conciencia, el sujeto obra con “autonomía moral”. Así, ser libre es obrar de un modo racional, conforme a la ley que el propio sujeto se da a sí mismo. Kant identifica nación con Estado, aquella es una abstracción sociológica de la sumatoria de ciudadanos de un Estado, para este ser un individuo de nivel superior. A esto, prefiere llamar Constitución Civil. Los Estados, deben tender a la conformación de una sociedad de las naciones depositaria y custodia a la vez de la “paz perpetua” entre los pueblos es el ideal ilustrado. A través de premisas universales validas para todos los pueblos insertos en el cosmopolitismo eurocéntrico, evitando las confrontaciones y luchas de hombres contra hombres y pueblos contra pueblos. Para la ilustración el tiempo histórico es un devenir lineal, homogéneo, continuo, del progreso unitario, ineluctable y etnocéntrico (euro céntrico) que contempla la historia desde y en su época. Kant, pesimista radical, concibe al tiempo del progreso (concepción moderna) como el transcurso de lo peor a lo mejor en el marco necesario de un único proceso de aprendizaje para la especie humana.

Ilustración y Romanticismo en la Argentina: La Generación del 37. Alberdi Nuestro país atravesó desde la Revolución de Mayo un conflictivo período en el que el juego político se convirtió en guerra, en cruentos enfrentamientos fruto de la falta de un modelo de organización estatal, el territorio se disgregó entre Buenos Aires y el interior, surgiendo ideales de organización muy dispares hasta antagónicos que originó dos grupos que tampoco eran homogéneos en su ideología: unitarios y federales. La puja entre estos dos grupos dio lugar al surgimiento de los caudillos y la acefalia de un gobierno nacional desde la década del 20, entronó en el poder a Juan Manuel de Rosas, quien establecería su régimen impidiendo la organización del gobierno nacional además de llevar al extremo los enfrentamientos. En este escenario surge La 6

Generación del 37, un grupo de entusiastas jóvenes de entre 20 y 30 años de edad, letrados, que organizaron hacia 1837 una sociedad literaria para reflexionar críticamente sobre la realidad que atravesaba nuestro país y es de allí de donde surgirán las preclaras figuras de Esteban Echeverría, Vicente Fidel López, Miguel Cané (padre), Juan María Gutiérrez y Juan Bautista Alberdi. La política imperante entonces les costó la persecución y el exilio de estos jóvenes y allí es donde se acercan a este grupo Domingo Faustino Sarmiento y José Mármol. El objetivo de estos Jóvenes fue identificar los problemas que enfrentaba el país, principalmente la incapacidad de las provincias en constituir la unión nacional y el segundo el trazar un programa basado en las ideas contemporáneas provenientes de Europa que hiciere posible la Nación Argentina. El tucumano Juan bautista Alberdi (nació en 1810 y falleció en París en 1884), nos legó –a través de sus obras- su visión e interpretación de su propia época, en la que fue protagonista y con sus ideas políticas fue forjando la realidad de su tiempo. Escribió prolíficamente en su tiempo para su tiempo, tan es así que su obra “Bases y punto de partida para la organización de la Republica Argentina” es la piedra basal de la Constitución Nacional que hasta hoy nos rige, y es, sin duda la máxima expresión del pragmatismo de su tiempo, de su intervenir constante en ese presente y hasta a veces anticipándosele. Para Alberdi, hay dos modos de escribir la historia una, desde la mitología política de los que mandan y la otra, la verdadera la que busca “las leyes o fuerzas o intereses” subyacentes a los hechos y a los protagonistas de los mismos, por ello “Cada lugar tiene su opinión que se inspira en su interés local y peculiar; y es natural que cada lugar de su voto, su simpatía, su confianza, al que se hace eco y sostente su opinión”, dando lugar a la representaciones del pasado y del presente que cada pueblo tiene3.

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Pucci, Roberto (Selección y estudio preliminar). Juan Bautista Alberdi. Antología conmemorativa 1810-2010. Volúmenes I . Edición de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Buenos Aires .2011

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La Nación posible Alberdi propuso “un programa vital”, el proyecto más ambicioso que conoció nuestro país a lo largo de su historia. Éste no consistió en un mero plan o programa, fue su propia proyección, quiso que “las tierras del Plata” vivieran como ese proyecto y no proyectándose imbuido en modelos extranjeros. Al proponerlo lo puso dentro de lo posible y al estar abierto a la realidad constantemente interpretada por el tucumano y al no concretarse tal como fue ideado permanece como un proyecto histórico. Este tenía como fundamento y fin el progreso al que están destinadas las sociedades civilizadas, de una sociedad en vías de constituirse, aun no formada, encaminada a ser un todo, a funcionar y avanzar política, económica y socialmente, denotó con él un movimiento interno en la constitución de esta entidad , la necesaria transición de la realidad que analiza la meta ideal a la que se dirige: ser una república federal y democrática apta para insertarse en el contexto internacional junto a los países de vanguardia (Inglaterra, Estados Unidos, Francia según Alberdi). A través de su pluma y sus palabras logró establecer una dialéctica permanente entre la realidad que constantemente interpretaba y su proyecto configurando el devenir de la Argentina de su tiempo o al menos poniendo al progreso planteado en el mismo en grado de probabilidad. Su proyecto está imbuido en ideas tan opuestas como las de Kant, Herder y Vico, por lo que no podemos definirlo como ilustrado o romántico. Dice Roberto Pucci: “Alberdi… no fue un hombre de saber puramente libresco, un repetidor de dogmas. Tuvo que inventar el modo de entender el país, y nutrido de una gran erudición repensó las ideas recibidas y las recreó para entender la realidad criolla.”4 Al respecto, Fermín Chavez dice:” Alberdi fue una permanente oscilación entre el historicismo que lo aproximaba al país y a su pueblo, y las abstracciones del Aufklärung. Hasta su muerte, se movería de la

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Pucci, Roberto (Selección y estudio preliminar). Juan Bautista Alberdi. Antología conmemorativa 1810-2010. Volumen I . Edición de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Buenos Aires .2011. Pág. 5

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cota historicista a la cota iluminista, siguiendo una cadena de altibajos que va tocando los puntos neurálgicos del proceso cultural de la Argentina”5. Para Alberdi, su proyecto no era viable sin la unidad territorial del país (clave geopolítica) y la creación de un orden político, la ausencia de ambos fue la causa de las cruentas guerras civiles que se dieron en nuestro país a partir de la Revolución de Mayo. La primera es el enfrentamiento entre el interior (describe y caracteriza “tres interiores”) y Buenos Aires, originado desde la ruptura con España del que resultaban - en la realidad- dos países distintos en pugna por el poder expropiado a la metrópoli europea. El segundo era la intolerancia política en la que el objeto era eliminar al oponente, el binomio amigo- enemigo llevado al extremo en una contienda sin reglas (enfrentamiento entre unitarios y federales). La guerra era para Alberdi la negación de la política, de la civilización en sentido político, expresada en tres premisas para él: paz, justicia y libertad.

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Civilización sin barbarie

En varios de sus escritos, y principalmente en Facundo y su biógrafo, refutó el erróneo simplismo de Sarmiento para explicar el atraso en estos territorios a través de la antinomia “civilización y barbarie”, identificando con la primera a la ciudad (“las luces”) y con la segunda a la campaña (“la ignorancia”), “… señalando que las ciudades de las colonias españolas en América, lejos de ser el foco del progreso y de la civilización, carecían de universidades, de ciencias y de fábricas”6. Haciendo un minucioso y complejo análisis de la realidad niega la identidad propuesta entre civilización y vida urbana e ilustrada; y barbarie con vida campestre y salvaje. Para Alberdi tanto la ciudad como el campo podían ser generadores de civilización y de barbarie. En realidad esta 5

Chavez, Fermín. Historicismo e iluminismo en la cultura argentina. Centro editor de América Latina. Buenos Aires.1982. Pag.16 6

Pucci, Roberto (Selección y estudio preliminar). Juan Bautista Alberdi. Antología conmemorativa 1810-2010. Volumen I . Edición de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Buenos Aires .2011. Pág. 20

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dicotomía, planteada originalmente por la prensa porteña, tenía por objeto desacreditar al gaucho y al caudillo. Nuestro tucumano, por el contrario, reivindicó sus figuras, y, frente a la categoría homogénea de caudillo prefirió distinguir la diversidad heterogeneidad de los dirigentes civiles, con adhesión popular o por imposición de su fuerza militar, jefes

a caballo y políticos

urbanos, “caudillos de espada” y “caudillos letrados”. Proporcionándonos no sólo la variedad de personajes que interactuaban, sino también la complejidad, dinamismo y multiplicidad de intereses en pugna, desecha la también mítica distinción homogénea entre unitarios y federales. Civilizar era acabar con la guerra (la barbarie), o más bien reemplazarla por la política, por una lucha con reglas, que permita el disenso y la expresión de los distintos sectores, donde la libertad sea su máxima expresión. Destacó que nuestra cultura se había forjado en la guerra y para la guerra y por ello la violencia, la ausencia de reglas y de obediencia a las mismas, no solo estaba en la espada sino también en la pluma. Dice Alberdi en sus Escritos Póstumos: “La Republica democrática bien entendida no se funda en la supresión de la disidencia y del disidente, sino en la garantía de su derecho a manifestarse…”, y, en repudio al golpe separatista del 11 de septiembre de 1854, en El Diario de Valparaíso escribió “la divergencia de opiniones, lejos de ser un mal es un síntoma favorable, si ella se manifiesta por la discusión desarmada. El mal no reside en la división de pareceres, sino en el medio de conducirlos; los hombres civilizados no se matan por la razón de que no se entienden: los bárbaros, los hombres de atraso, se dan de balazos, porque no piensan del mismo modo. Luchar, pero luchar dentro de la ley, luchar sin armas y sin sangre, es toda la vida de la libertad”. “La libertad, en su sentido más práctico, es la contradicción, la refutación el disentimiento, el veto del poder puesto a la sanción de la opinión, que es la ley de las leyes, la luz de la Constitución…” 7. Una República debe garantizar el ejercicio de los derechos políticos y civiles a sus ciudadanos, debe poner fin a las persecuciones bárbaras (políticas) y a los levantamientos armados cuando

las elecciones son adversas a quienes

monopolizan el poder (Mitre en 1874, por ejemplo). En cuanto a la libertad

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Alberdi, Juan Bautista. Escritos Póstumos XI

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individual ésta se encuentra por encima del nacionalismo y de la razón de Estado, es inalienable.8 Por otro lado, se pregunta “¿Qué es la barbarie en la política? Es la improbidad. Pero la improbidad en política es como la improbidad en las cosas de la vida. No hay dos morales. Es un ladrón en la moral común y única, no el que dispone de lo suyo, sino el que dispone de lo ajeno contra la voluntad y en perjuicio de su dueño.”9 La barbarie presenta tres facetas para Alberdi: la violencia (guerra), la mentira y la calumnia pública. Con respecto a las dos primeras escribe: “Las dos barbaries van a un mismo fin, pero por dos caminos. Destrozar el derecho es su propósito común. El camino de ese fin para la una es la violencia brutal, para la otra es la mentira del respeto al derecho”. En relación a la tercera, al estar exiliado acusado por Sarmiento de Traidor de la Patria, por una viciosa ley del Congreso a la que cuestiona tanto en lo formal como en lo sustancial por no habérsele permitido defenderse, se siente peor que un esclavo, cautivo, encarcelado, escribe: “Es un ladrón de la honra, es decir un calumniador, no el que se imputa a sí mismo un crimen que no ha cometido, sino el que lo imputa a otro hombre, con una mira de venganza o de interés propio. Por la misma ley moral es un pícaro en el gobierno, el que persigue a un adversario personal como culpable de un crimen que no ha tenido lugar… Esta era la barbarie de Quiroga, la barbarie en la política: la calumnia oficial y autorizada, que fue siempre el arma de los gobiernos bárbaros, aunque fuesen letrados. Es la más temible y desastrosa por dos causa: 1ª porque dispone del instrumento heroico de calumnia, que es la cárcel. La cárcel hace opinión en los países sin opinión. El verdugo hace atmósfera. 2ª porque destruye los mejores nombres. No se calumnia jamás a los pícaros…” y agrega en el párrafo siguiente: “En eso estaba la barbarie de Facundo, que consistía en tratar como crimen de traición a la patria la libertad de sus gobernados, cuando no la usaban para serle útil, para aplaudirle, para sostenerle en el gobierno, para enriquecerle, para servir a 8

Esta postura la desarrolla con particular claridad en uno de sus últimos escritos, La omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual. 9 Alberdi, Juan Bautista. “Palabras de un Ausente” en Pucci, Roberto (Selección y estudio preliminar). Juan Bautista Alberdi. Antología conmemorativa 1810-2010. Volumen II . Edición de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Buenos Aires. 2011. Pág. 755

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sus goces y placeres.”10 “Pero confiscar la libertad individual, es el menor de los actos de improbidad en que consiste la barbarie política de los Facundos. Mayor es la barbarie que consiste en robar o confiscar al país entero la suma de sus libertades o, lo que es igual, su poder soberano de elegir y darse su gobierno. Este crimen… no se practica nunca por la barbarie iletrada. De la barbarie instruida, ella lo perpetua con el nombre culto de candidatura oficial…” 11

II -

Civilización y Progreso

La civilización es el único camino al progreso, sin civilización no hay progreso. Pero destaca que se puede ser bárbaro sin dejar de ser ilustrado y que esto es lo más letal para la verdadera civilización que proyecta para la Argentina. Para Alberdi, la civilización es gozar de libertad- política e individual- , la civilización política es en la que está garantizada el goce de la libertad a todos sus habitantes, por lo tanto la barbarie política consiste en la inseguridad, en la ausencia de libertad, pues quien desagrada al gobierno de turno corre el riesgo de perder su vida, su libertad, su honor y sus bienes si es acusado de traición a la patria. Sólo en una sociedad civilizada en términos políticos puede darse el progreso, así lo expresa: “La civilización no es el gas, no es el vapor, no es la electricidad como piensan los que no ven sino su epidermis…La Inglaterra del siglo XVIII no conocía el gas, ni el vapor, ni el telégrafo eléctrico, y si embargo era ya un pueblo tan civilizado como hoy…”12 . Se manifiesta convencido de que América del Sur tiene las capacidades y virtudes necesarias para alcanzar esa civilización y caminar hacia el progreso y así lo asevera en el último párrafo de su Palabras de un Ausente13.

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Alberdi, Juan Bautista, Op. Cit., Pags755 y 756 Idem. 12 Alberdi, Juan Bautista, Op. Cit., Pág. 761 13 Alberdi, Juan Bautista, Op. Cit., Pag767 11

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CONCLUSIÓN Sin duda la Ilustración y el Romanticismo se aclimataron en nuestra Filosofía de la Historia a través de nuestros pensadores, y por ende dejaron su impronta en el desarrollo de los acontecimientos que desde nuestro presente podemos analizar con una mirada crítica. Juan Bautista Alberdi fue la figura más influyente en nuestra historia del pensamiento político. Personalmente es un erudito ilustrado cree en el progreso como destino de la humanidad, la ley fundamental en la construcción del mismo es tomada de la racionalidad del hombre que le permite aceptar la diversidad de opiniones, convivir para coexistir dentro de reglas claras y garantías vigentes, expresión de ello es la Constitución Argentina de 1853 de la que es inspirador14. Pero a la vez fue un romántico a ultranza por su patriotismo, por ser un nacional aun en el exilio desde donde por sus escritos influyó en la vida política de la Argentina de su tiempo. Alberdi tuvo la claridad de establecer cuáles eran los males políticos de su tiempo en el Río de la Plata, planteándolo a través de la dicotomía entre civilización y barbarie. Caracterizando a la primera como la vigencia plena de la libertad individual y política, de justicia y de paz, como el estado necesario para el progreso de nuestro país. Mientras que la segunda era la ausencia de todo aquello: la violencia, la guerra, la persecución, el crimen que desarticulaba cualquier intento de unidad social necesaria para el progreso. No cayó en el simplismo de identificar a este antagonismo con términos geográficos (ciudadcampaña) o con el nivel cultural (letrados- ignorantes), por el contrario, vio mezclados en la realidad, en el escenario estos términos. Si bien el proyecto de Alberdi no llegó a concretarse tal como era su propósito, representó el horizonte más claro y mejor para la sociedad del Plata, marco un rumbo hacia dónde dirigirse, quizás demasiado ambicioso o utópico para la sociedad de su tiempo. Es innegable que sí nos dejó su impronta, nuestro 14

Dice Juan Bautista Alberdi: “Nos hallamos, pues, ante las exigencias de una ley, que reclama para la civilización el suelo que mantenemos desierto para el atraso”. Bases y puntos de partida para la organización política de la Republica Argentina, Introducción, Valparaíso, 1º de mayo de 1852. Editorial TOP GRAPH- San Miguel de Tucumán- 2002 .Pág. 2

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país aun camina – aunque ahora sin rumbo- hacia la Republica Federal y Democrática que pensó Alberdi. Al decir de Eduardo Galeano, al referirse para qué sirve la utopía: “Ella está en el horizonte- dice Birri- me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos, camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine nunca la alcanzaré. Para qué sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar…”

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BIBLIOGRAFIA

Alberdi, Juan Bautista. Bases y Puntos de partida para la Organización Política de la Republica Argentina. San Miguel de Tucumán. Editorial TOP GRAPH. 2002 . Botana, Natalio R. La tradición republicana. Alberdi, Sarmiento y las ideas políticas de su tiempo. Buenos Aires. Editorial Sudamericano, 1984.Chavez, Fermin. Historicismo e iluminismo en la cultura argentina. Centro editor de América Latina. Buenos Aires.1982. Ferrater Mora, J..Diccionario de Filosofía. Tomos: I, II, III y IV. Nueva edición revisada, aumentada y actualizada. Barcelona. Hurope S.A. 2004 Löwith,Karl. Historia del mundo y salvación. Buenos Aires. Katz. 2007 Pucci, Roberto (Selección y estudio preliminar). Juan Bautista Alberdi. Antología conmemorativa 1810-2010 Volúmenes I y II. Edición de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Buenos Aires .2011 Shumway,Nicolás. La invención de la Argentina. Historia de una idea.Buenos Aires. Emecé Editores.1993. Vico,Giambattista. Principios de una Ciencia Nueva, en torno a la naturaleza de las naciones. Barcelona. Ediciones Folio.2000

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