Chile más equitativo - Instituto de Economía

10 jul. 2011 - una distribución de ingresos que no ha mejorado en las últimas décadas y con una escasa movilidad social, que en pocas palabras implicaría ...
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El Post - Economía - Posteo, 10 de julio de 2011

Chile más equitativo posteado por: Posteador invitado

Por Claudio Sapelli (*) El pasado 8 de junio, apareció mi libro “Chile: ¿Más Equitativo?”, en el que se analizan los temas de distribución del ingreso y movilidad social. Los resultados de esta investigación difieren de la tradicional visión respecto de este tema, que plantea que Chile es un país con una distribución de ingresos que no ha mejorado en las últimas décadas y con una escasa movilidad social, que en pocas palabras implicaría que nada importa el talento, esfuerzo y productividad que una persona pueda tener o alcanzar. Sin embargo, el mensaje central del libro es que Chile es más equitativo de lo que se cree y, lo que es más importante, que va bien encaminado a mejorar los indicadores sociales. Es importante destacar que esto es una realidad, y que se basa en tendencias que ya tienen décadas, por lo cual no se sustenta en un sobre optimismo, sino que estas conclusiones se han sacado sobre la base de evidencia empírica. La pregunta que uno se hace al leer esto es ¿por qué entonces esta diferencia con la visión tradicional respecto al tema? La clave es la metodología utilizada: el análisis de cohortes, que es una forma diferente de ver la misma información, y que permite ver una realidad que otros métodos no dejan visualizar. La particularidad es que con él se sigue en el tiempo a un grupo (cohorte) con una característica en común, que en este caso es haber nacido en el mismo año. El método permite “seguir” a cada cohorte en el tiempo y evaluar la evolución en el tiempo de los diferentes indicadores que corresponden a las diversas cohortes. Si bien no se puede “seguir” a cada persona estudiada, sí podemos seguir a cada cohorte, en el entendido que cada una de ellas ha estado sometida a diferentes experiencias y que estamos identificando las consecuencias de éstas. Por qué el método de cohortes es útil e interesante de utilizar en el caso de Chile podemos verlo en la Figura 1.

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En ella podemos visualizar, a través de las diferentes cohortes, el porcentaje de personas con educación secundaria para los países que componen la OCDE (se muestra el promedio), para Chile y para Estados Unidos. Esto nos muestra que en nuestro país el porcentaje de personas con estudios secundarios ha ido aumentando para las cohortes más jóvenes, incluso superando a las del conjunto de países de la OCDE. La razón de que quedemos abajo en el promedio, es que para las cohortes más antiguas el porcentaje de personas que alcanzaba la educación secundaria eran mucho menores al promedio de la OCDE. Puede verse también que las estadísticas de EE.UU son siempre las mismas. Por lo tanto, sus cohortes tienen siempre la misma educación. El enfoque de cohortes en ese caso no sería interesante ni útil. Con el mismo método también podemos ver en la Figura 2, cómo han evolucionado en la misma materia distintas cohortes de nuestra sociedad, comparadas con las de algunos países europeos, además del conjunto de los de la OCDE. El resultado nos vuelve a mostrar cómo hemos mejorado (superando, por ejemplo, a Francia) y la muy diferente realidad de los diferentes cohortes en Chile.

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Ahora, centrándonos en la distribución del ingreso, la tradicional forma estudiarlo es a través del coeficiente Gini para toda la población, que arroja resultados entre 0 y 1, con 0 como la menor desigualdad posible y 1 la mayor. En el caso de nuestro país esta clásica manera de estudiar el tema, graficada en la Figura 3, arroja que Chile tiene una alta desigualdad en cuanto a la distribución del ingreso y que ésta se ha mantenido a lo largo de los años, lo que nos hace pensar que no hemos avanzado en nada.

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Pero si vemos la Figura 4 (en la cual se utilizan datos de la Encuesta de Ocupación de la Universidad de Chile), en que usa un análisis de cohortes, vemos un cambio. En el caso de los cohortes de la primera mitad del siglo la desigualdad aumenta sostenidamente. A fines de la década del 50 empieza una nueva etapa, con una caída que sigue hasta las cohortes nacidas a fines de los 70. Es una mejora de 8 puntos del indicador de Gini.

De la misma forma en la Figura 5 se ve que utilizando los datos de la encuesta CASEN se observa idéntica evolución. Vemos nuevamente una evolución favorable en cuanto a la distribución del ingreso para las cohortes más jóvenes. Que ambas bases de datos muestren idéntica evolución es una muestra de la robustez del resultado. Ahora la mejora está en 12 puntos del indicador de Gini.

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Lo anterior refleja que si bien es cierto que la desigualdad en Chile a nivel de toda la población es una de las más altas en el mundo, no estamos estancados y nuestra sociedad es más dinámica de lo que se piensa. A través de los análisis mencionados vemos que la desigualdad ha disminuido para las cohortes más jóvenes por lo que el día de mañana estaremos mejor. Un tema aún más importante que la distribución del ingreso es la movilidad social. Éste es la cuestión que finalmente nos debería preocupar: que nuestro país tenga cada vez más oportunidades para todos y que en ella el pobre pueda pasar a ser rico (y viceversa), lo que llevaría a tener mayores incentivos para invertir en capital humano y a esforzarse a salir adelante. Esto se puede ver concretamente en la movilidad intergeneracional de la educación que indica cuán determinada está la posición socioeconómica de una persona según la de sus progenitores. Los invito a leer sobre el tema en el libro. La conclusión es que a lo largo del siglo las cohortes más jóvenes tienden a alcanzar una mayor movilidad social y su suerte es cada vez más independiente de la de sus padres. Se detecta un estancamiento en la evolución de la movilidad debido a un problema en el acceso a la educación superior para hijos con padres con poca educación, como consecuencia del congelamiento de las vacantes a partir de mediados de los 70 y por casi 20 años. Sin embargo, como dicho congelamiento se superó en la educación técnica en los 80 y en la universitaria en los 90, podemos esperar mejoras mayores en la movilidad a futuro. Ahora bien, ¿qué podemos hacer en políticas públicas para mejorar (apurar) estas tendencias? Es importante tener claro que hemos planteado que ésta es una forma distinta de estudiar los temas anteriores, por lo que es razonable esperar que puedan dar luces de la utilidad de políticas públicas diferentes. Un tema que aparece como fundamental es la educación preescolar. En ese sentido, parece urgente empezar a preocuparnos de su calidad. Una política que podría implementarse para ello es la subvención preferencial. Es esencial, a su vez, involucrar a los privados y a las ONGs en la provisión de educación preescolar. Otro tema que aparece como importante es la dimensión temporal de la pobreza.

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Un enfoque equivocado, centrado en pensar que la mayor parte de la pobreza es estructural, corre el riesgo de generar más problemas que soluciones. Si se implementan políticas equivocadas corremos, por ejemplo, el peligro de transformar a la pobreza temporal en permanente. Tenemos entonces un panorama alentador. Esto no significa que esté todo bien; aún hay mucho que aprender y trabajar. Pero no hay que perder el rumbo, ya que nada está escrito en piedra y, si nos equivocamos, las cosas pueden cambiar. Para ello hay que tener especial cuidado en implementar las políticas adecuadas. (*) Claudio Sapelli es economista, académico y director docente Instituto de Economía PUC.