4. El aprovechamiento de los dispositivos de FP en las trayectorias de los jóvenes Como se ha mencionado en los apartados anteriores, la posibilidad de asistir a un dispositivo de formación profesional permite una valorización del título secundario al que acceden los jóvenes con capitales educativos familiares bajos. Finalizar el secundario en sí mismo, si bien es una condición necesaria, no alcanza para lograr la inserción laboral entre estos grupos de jóvenes. Los dispositivos de formación profesional permiten acompañar ese título con una formación extra que le otorga mayor valorización al secundario en el mercado de empleo. Esto es visible incluso en algunos casos de jóvenes que aún no han concluido el secundario. Al clima educativo bajo se suma su propio nivel educativo bajo. Sin embargo, el curso de FP permite en algunos de estos jóvenes acceder a un empleo formal. Este es el caso de una entrevistada, cuya madre no finalizó el secundario, se encuentra desempleada y es beneficiaria de un plan social. Dicha entrevistada, no logra terminar el último año del secundario (en una escuela pública de la Ciudad de Buenos Aires), pero a través de un curso de gastronomía ofrecido por un dispositivo de FP+inserción, logra acceder a un empleo de camarera full time en un prestigioso restaurante de la Ciudad. La entrevistada resalta en su relato el significativo cambio que produjo el empleo, no sólo en su vida, sino en el de su familia. A partir de él, ella sostiene su hogar y le aporta el ingreso principal. Como puede verse en este caso, el dispositivo logra romper con las desventajas sociodemográficas que dentro del colectivo joven funcionan como determinantes en las posibilidades de inserción. A pesar de los bajos ingresos del hogar y de los niveles educativos, la obtención de un empleo en blanco se logra a partir del paso por el curso de FP.
Flavia: aprovechamiento por inserción Flavia tiene 20 años, vive con su madre (64 años, secundaria incompleta, beneficiaria del plan Jefas y Jefes de hogar) y con una amiga que tuvo problemas con su familia. Asistió a la escuela secundaria hasta el 2007, quedándole una materia del último año. Su primer empleo fue en el 2006 como niñera, trabajo que mantuvo hasta septiembre de 2007. Durante ese año también curso gastronomía en un dispositivo de FP+inserción. Luego trabaja en una panadería por un mes los fines de semana y en un kiosco (con su tío) por dos semanas. Todos los trabajos obtenidos son considerados por ella como changas. En noviembre de 2007, finalizando el curso, logra ingresar a un prestigioso restaurante como camarera en blanco, ocupación que aún mantiene. Cuenta, en este momento, con el ingreso principal de la familia. Flavia tuvo una historia familiar difícil, su hermana fallece en el 2004, dejando una sobrina a cargo de ella y la madre, que luego es transferida a un hogar. Flavia realiza las gestiones para poder adoptar a su sobrina y muestra una gran responsabilidad frente a ella.
Como puede verse, el análisis de las trayectorias juveniles permite registrar los efectos de la formación más allá del dato específico respecto de su inserción. Al analizar variables sociodemográficas en vinculación con los elementos personales que tienen lugar en las construcciones vitales de los jóvenes, el análisis de las trayectorias permite captar los aprovechamientos de la FP de un modo más amplio. Así, como se ha
mencionado anteriormente, los dispositivos promueven además la activación entre los jóvenes de menor edad y entre las mujeres. Entre los más jovencitos, la experiencia formativa acompaña el proceso de hacerse adultos y las primeras exploraciones en el mercado de trabajo. Entre las mujeres, en cambio, la formación profesional puede significar una ruptura con sus proyectos vitales, en la medida en que las aproxima a la experiencia de trabajo que muchas veces se encuentra alejada por los mandatos sociales a permanecer en el hogar y destinar su tiempo a las labores domésticas y de crianza. La activación (aunque no resulte en una inserción ocupacional concreta) se vislumbra entre algunas jóvenes como un cambio significativo en sus vidas y las incita a planificar proyectos laborales y educativos a futuro. Este es el caso, por ejemplo, de una entrevistada que asistió a un curso de computación en un centro de FP en ONG. Al momento de cursar contaba con 27 años, no había finalizado el secundario y desde el nacimiento de su primera hija (hacía ya 9 años) había dejado de trabajar. La entrevistada decide asistir a la formación para aprender computación con el fin de poder manejar por ella misma esa herramienta. Sin embargo, luego del curso y habiendo valorado positivamente su regreso a una institución educativa, decide retomar los estudios secundarios en un bachillerato de adultos. Además de eso, decide comenzar nuevamente a trabajar y consigue un empleo de pocas horas en una panadería.
Adriana: aprovechamiento por activación Adriana (29 años) nace en Formosa (Provincia del norte de la Argentina). Sus padres alcanzaron la primaria incompleta. Empieza a trabajar a los 13 años, como empleada “cama adentro” limpiando y cuidando chicos. Este trabajo lo realiza durante varios años y le implicó dejar a su familia y convivir con sus empleadores, que si bien ella rescata como buenas personas, al mismo tiempo confiesa situaciones de abuso. Durante este tiempo, pudo asistir a la escuela. Luego queda embarazada en el año 96 y deja de trabajar para irse a vivir con su pareja. También deja en ese momento el secundario porque su marido entra en gendarmería y deben mudarse, primero a Misiones, luego a Entre Ríos y luego a Córdoba. Retoma el secundario cuando estaba en Entre Ríos pero vuelve a dejar. Siente arrepentimiento de no haber finalizado el secundario. Durante ese tiempo, Adriana no trabaja porque se dedica a criar a sus hijas. En el año 2003 se mudan a Carupá, Provincia de Buenos Aires, y en el 2005 realiza el curso de computación en un centro de FP. Mientras realiza el curso, se entera de la existencia del Bachillerato popular en la zona y revive su interés por terminar la escuela. Durante el año 2006 retoma el colegio, que está por finalizar. En el año 2008 comienza a trabajar en un kiosco, para contar con “su” dinero (primero, tuvo que consensuarlo con su marido que se oponía a que ella trabaje). Tiene intenciones de comenzar los estudios de una carrera terciaria y en algún futuro, encontrar un trabajo y poder realizar una tarea por fuera del hogar. Adriana siente que todas estas decisiones la “cambiaron” y la estimularon a imaginarse más allá de su rol de ama de casa.
En otros casos, el aprovechamiento está dado en la posibilidad de mejorar significativamente la trayectoria laboral ya iniciada. La formación permite contar con una especialización y un título, y dar un salto de calidad en la secuencia de empleos.
Este es el caso de algunos jóvenes que cursaron en los centro de FP sindicales. No se encontraban desocupados ni inactivos, pero sus trayectorias laborales previas al curso se caracterizaban por la inestabilidad y precariedad. Los jóvenes entrevistados mencionan el cambio que el curso produjo en sus posibilidades de inserción, como así también en su proyección como trabajadores a futuro. Si bien en estos casos el secundario logra finalizarse, el clima educativo de la familia es bajo. Un primer entrevistado de este grupo, que logró terminar el secundario en una escuela técnica, comenzó a trabajar, mientras cursaba la primaria, como albañil. Ese oficio lo mantuvo de manera intermitente hasta después de finalizar el curso de FP sindical en electricidad. Logra a partir del mencionado curso ingresar como empleado en una empresa de ferreterías de tipo auto-service. Un segundo entrevistado, también había logrado finalizar el secundario industrial, pero cuenta con un clima educativo familiar bajo. Luego de una secuencia inestable de empleos (en su mayoría informales) logra ingresar como empleado en blanco en una empresa de mantenimiento.
Gastón y Sebastián: aprovechamientos por saltos de calidad Gastón tiene 27 años y vive sólo en Dock Sud, Ciudad de Buenos Aires. Logró completar el secundario en una escuela industrial en Avellaneda. Inició estudios de arquitectura en la UBA, luego se cambió a Ingeniería Civil en la UTN, hizo dos años y tuvo que dejar por trabajo cuando se fue el padre de la casa. Sus padres se divorciaron en el año 2002. Su madre tiene 64 años, primaria incompleta, hace limpieza en casas; su Padretampoco terminó la primaria y trabajó 20 años en un sindicato, luego como taxista y ahora en una agencia de quiniela. Durante el último año de la primaria, Gastón comienza como ayudante de albañil (consigue el trabajo por el padre), cuando empieza el secundario se dedica a estudiar y no trabaja. Cuando termina el secundario vuelve a trabajar en el mismo lugar, hasta noviembre de 2003. En abril de 2004, entra a través de un contacto familiar en una empresa de servicios eléctricos, en la parte de atención al cliente, pero en 2005 lo deja por problemas de salud. Hizo curso de electricidad domiciliaria en el 2004 en un centro de FP sindical. Actualmente trabaja en una cadena de ferreterías de tipo auto-service, como vendedor y repositor, en blanco. Sebastián tiene 25 años y es paraguayo. En el 2001 finalizó el secundario en una escuela industrial. Vivió siempre con la madre y el hermano. Su madre alcanzó la primaria incompleta y trabaja en limpieza en una ferretería. Su primer empleo fue como cadete en esa misma ferretería. De Abril de 2001 a Diciembre de 2003 fue ayudante de escultor. Desde Marzo de 2004 a Diciembre de 2004 trabajó como obrero de construcción, luego realiza changas de electricidad. En el año 2006 realiza un curso de electricidad en un dispositivo de FP sindical. Entre Agosto de 2007 y Marzo de 2008 trabaja como administrativo en empresa de publicidad y actualmente es empleado de mantenimiento en blanco (de electricidad y plomería) en una empresa, empleo que obtuvo por medio de los avisos del diario. Actualmente, además, está cursando el Segundo año de Ingeniería Electrónica en la Universidad Tecnológica Nacional.
Por último, algunos jóvenes relatan que el curso les permitió realizar cambios significativos en sus trayectorias, pero en un sentido que trasciende el plano laboral. Este es el caso de muchos jóvenes que a través del curso se ven estimulados a retornar y
finalizar el secundario o que definen su orientación vocacional. También es el caso de jóvenes que a través del curso generan nuevos vínculos en términos de una ampliación de su capital social, o de aquellos que acceden a financiamientos monetarios para iniciar sus emprendimientos productivos. También es el caso de jóvenes que acceden a trabajar en la misma institución de FP a la que asistieron (en algunos casos por coincidir ideológicamente con la institución y aportar su tiempo como voluntarios). Como puede verse, este último grupo cubre un amplio abanico de aprovechamientos señalados por los jóvenes, que a veces se acompañan de procesos de inserción laboral efectivos y otras veces no. Sin embargo, son aspectos remarcados por ellos en las entrevistas y presentados como nuevos horizontes habilitados por el hecho de asistir a los cursos. Hemos seleccionado como ejemplos distintas experiencias, pero que todas comparten el clima educativo familiar bajo y la percepción de los jóvenes de haber dado un giro en sus trayectorias a partir del curso. Uno de estos casos es el de una joven que asistió a un dispositivo de FP+inserción. Lo que ella resalta de la experiencia en el curso es la posibilidad de haber redefinido su vocación. Luego de la experiencia formativa, decide abandonar los estudios que se encontraba cursando, para continuar la formación en gastronomía iniciada en el curso. Otro de los casos es el de un joven, con padres beneficiarios de planes sociales, que luego de asistir al curso de FP comienza a trabajar en una cooperativa productiva que funciona en el mismo centro y que tiene una impronta solidaria para la comunidad. El tercer caso es el de una joven que, a través del centro de FP al que asiste, logra contactarse con una organización que brinda microcréditos y abre su propio emprendimiento comercial a partir de este apoyo monetario. Como puede verse, el primer caso asistió a un dispositivo de FP+inserción y los otros dos a dispositivos de FP en ONG. Es de destacar, que si bien en este último grupo de dispositivos la incidencia en términos de acceso al empleo es menos concreta, sí se manifiestan cambios sustanciales en la vida de los jóvenes que se ven asociados, por ellos mismos, a la experiencia del curso.
Luciana, Lautaro y Viviana: otros aprovechamientos Luciana tiene 21 años. Sus padres son de Jujuy (provincia del norte de la Argentina), cuentan con secundaria incompleta. Su padre es mecánico y su madre es receptora de un plan social. Tiene dos hermanas y terminó la escuela secundaria en el 2006. Una vez que terminó el secundario, comienza el profesorado de matemática y el curso de gastronomía en un dispositivo de FP+inserción. Del curso, rescata principalmente el haber descubierto lo que quiere para ella, y “no conformarse con poco”, querer para ella algo más. El curso le brindó mayor confianza para plantearse su verdadero deseo respecto de su carrera profesional y a pensar más concretamente sobre el trabajo. En Febrero de 2008, comienza a trabajar en un local gastronómico, pero no le renuevan el contrato. Eso la afectó, pero señala que el Centro la contuvo, la ayudó a rescatar lo positivo de la experiencia y a trabajar su mayor obstáculo: la timidez. Desde ese entonces, deja el profesorado y decide dedicarse a la gastronomía, cuestión que le trajo conflictos con su familia que mostraban grandes aspiraciones a que Luciana terminara el profesorado. Ella, sin embargo, decide comenzar la carrera de gastronomía y conseguir un trabajo en este terreno. Se encuentra desocupada hasta agosto de 2008. Allí comienza con eventos y finalmente adquiere un trabajo en un local de comidas rápidas. Tal como fue su decisión, al año próximo comienza la carrera de gastronomía.
Lautaro tiene 28 años y logró completar el secundario Vive con la madre, dos hermanas y un hermano. Su madre tiene 40 años y su máximo nivel educativo alcanzado es primario completo. Se encuentra desocupada y es beneficiaria del plan Jefes y Jefas de hogar. El padre falleció cuando él era chico. Finalizó el secundario en Agosto de 2008 con el título de técnico informático. Luego realizó un curso de armado, reparación y optimización de PC para el fortalecimiento social, brindado por un Centro de FP en ONG. Comenzó a trabajar mientras cursaba en el secundario como oparador de PC independiente (obtenía los trabajos por conocidos que lo solicitaban). Luego de finalizar el curso en el centro FP en ONG, comienza a trabajas en un taller comunitario de reparación y venta de PC que funciona en el mismo centro comunitario del barrio de Malaver (Provincia de Buenos Aires) donde realizó el curso. También se dedica a la reparación de PC por su cuenta. En este momento se encuentra anotado en la carrera de Diseño Gráfico de la UBA y planea estudiar, además, la carrera de Trabajo Social. Viviana tiene 27 años. Finalizó el secundario en el año 1998 y realizó hasta el segundo año del Profesorado de Educación Inicial. Vive con su marido y sus dos hijas. En la misma casa viven sus padres. Su marido trabaja en un quiosco, su madre alcanzó la primaria completa y es ama de casa. Su padre cuenta con secundaria incompleta y es cuentapropista. Viviana comenzó a trabajar a los 18 años como ayudante de cocina en una Pizzería (lo obtuvo por una amiga que trabajaba en el lugar). Luego, los dueños de la pizzería abren un boliche bailable y ella trabaja cortando entradas. A principios del 2000 se fue a trabajar con el marido al quiosco. Hacia fines de 2003 hizo pasantías no remuneradas en una cooperativa del barrio, luego trabajó en un supermercado. Realiza en el 2007 un curso de computación en un dispositivo de FP en ONG. A través del dispositivo, se presenta a una organización de microdréditos y le aprueban un proyecto de microemprendimiento. Desde entonces, tiene un negocio de pañales, venta de artículos de bebés y estampados. El negocio se encuentra al lado de su casa.