Cantos de experiencia

11 oct. 2013 - mos seis años. Cultor de la pintura al natural, ... movimiento negativo sobre el óleo, aligera y ... “pintar lo que se ve”, Fracchia devuelve auten-.
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20 | ADN CULTURA | Viernes 11 de octubre de 2013 consagración

en foco Jorge Miño. Las escaleras son un leitmotiv de sus

Arte

cuidadas fotografías,en este caso definen , como un site specific, la instalación presentada con Martín Zanotti, ganadora del premio Mercedes Malbrán de Campos Casa FOA 2013. Gran aporte de El Espartano, Cecilia Molina para Praxis International y Leonor Bedel.

Autorretrato (2012), óleo de Tomás Fracchia. Herramientas (2005), trabajo en lápiz de Damián Crubellati. gza. galerías

muestras

Cantos de experiencia Damián Crubellati y Tomás Fracchia, amigos entre sí y creadores de un arte sin veleidades empresariales, presentan trabajos tan ineludibles como estimulantes

Daniel Gigena la nacion

D

os artistas con varias horas de taller en su haber iluminan el mundo del trabajo, el conflictivo paisaje urbano y el oficio del pintor con una mirada laica y al mismo tiempo trascendente. En Sara García Uriburu, la galería situada en un pasaje privado de la calle Uruguay, Tomás Fracchia (Buenos Aires, 1964) expone obras de los últimos seis años. Cultor de la pintura al natural, rápida y diligente, del estudio de las formas y del efecto de la luz en la superficie de las cosas, instaló en la sala paisajes, vistas metropolitanas (desde la esquina de Carlos Calvo y Defensa), retratos y autorretratos. Hay además interiores de sus talleres en la ciudad y en Villa Ruiz, en los que la luz aparece proyectada con una expresión sobrenatural y definida. En Pintores escondidos, una de las grandes obras,

una paleta monocroma domina una escena velada por la complicidad entre dos artistas, desafío sesgado a una concepción glamorosa e irritante del “mundo del arte”. Un retrato en que un personaje de espaldas se adentra en el camino –obra de años anteriores concluida con un solo trazo amarillo para la muestra– parece reivindicar una tradición bohemia del arte nacional. En los paisajes (imaginarios o entrevistos en un film de Herzog o en un viaje a Traslasierra), el esgrafiado en los volúmenes de los cielos o de la espesura del monte cordobés, casi virados a la abstracción, en un movimiento negativo sobre el óleo, aligera y resuelve la composición. Con la consigna de “pintar lo que se ve”, Fracchia devuelve autenticidad y dimensión temporal a su práctica. En El Serpa Arte, espacio de exhibición fundado por cuatro pintores, Damián Crubellati (Buenos Aires, 1968) expone el lado B de su obra. Trabajos de la década de 1990 y otros recientes –como las tres esculturas con visos ceremoniales o sagrados hechas en madera de plátano y en piedra– compendian veinte

años de investigación y creación pictóricas. Distribuidas en dos salas, según predomine en las obras la temática o la técnica, son la competencia y la sensibilidad artísticas las que pronto se imponen. Tanto en su serie de colectivos y de subtes atestados –con personajes reconocibles y otros fugados de leyendas– como en las naturalezas muertas que cuentan historias de amistad o de supervivencia en el exterior (Hucha, de 1996, fue terminada con las monedas inservibles que le arrojaban los transeúntes parisinos cuando él hacía dibujos callejeros a contrarreloj); en la atmósfera de Taller familia o en la impactante crónica en imagen Que se vayan todos, obra ejemplar de 2001 compuesta en el fragor de la protesta popular, Crubellati ajusta potencia visual, testimonio y emoción. Considerado ya un maestro en la ejecución de técnicas tradicionales como el temple al huevo y el dorado a la hoja, también reformula procedimientos de la pintura medieval. En El hombre y las gárgolas, el cromatismo simbólico desviado y el cambio de dimensiones según la importancia del personaje representado (en este caso, ni un santo ni una Virgen, sino un hombre común y corriente acosado por el mal) producen nuevos e inquietantes significados. Herramientas, un trabajo en lápiz que Crubellati concluyó luego de la construcción de su casa, resume y comparte una poética personal similar a la de un canto de experiencia: el taller del artista es el mundo. C Tomás Fracchia en Sara García Uriburu (Uruguay 1223, 5), hasta el 18/10. Damián Crubellati en El Serpa Arte (Pringles 1488) hasta el 15.

Villar Rojas en Londres Alicia de Arteaga la nacion

H

oy es el turno del increíble caso de un joven rosarino de 33 años, que tras triunfar en la Bienal de Venecia y exponer en el Jardín de las Tullerías, a metros de la Pirámide del Louvre, llega a la meca del arte actual: la Serpentine de Londres. La prensa británica habla de él, como antes lo hicieron los diarios franceses por su instalación en París y antes la crítica italiana que consagró el envío argentino a la 54a Bienal de Venecia, en 2011. Esas esculturas descomunales merecieron el Benneza Prize de Japón y una visita fuera de todo protocolo de la presidenta Cristina. Villar Rojas ha tocado el cielo con las manos. Sus obras pasaron por los circuitos más exigentes y desde el 28 de septiembre Today We Reboot the Planet, un site- specific producto de su prolífica imaginación, ocupa una sala en el pabellón orgánico diseñado por Zaha Hadid para la Serpentine . The Guardian y el Financial Times hablan de la sorpresa frente a la obra de Villar Rojas, uno de los artistas “más asombrosos de los últimos años”. Notas y videos se detienen a analizar y a mostrar las esculturas del argentino, que trabaja fuera de toda escala: su obra es literalmente “un elefante en un bazar”. Lo suyo es la desmesura. Trabaja con un equipo de asistentes, ingenieros incluidos, y utiliza materiales de construcción: cemento, hierro y arcilla. En todos los casos, las formas desafiantes llevan en sí el germen de la destrucción. Son piezas enormes y efímeras. Nacido en Rosario en 1980, continúa una tradición de artistas consagrados internacionalmente, como Lucio Fontana y Antonio Berni, y contemporáneos como Nicola Costantino. Mientras preparaba su obra para el Jardín de las Tullerías invitado por Sam Arts Projects, recibió la propuesta de exponer en Nueva York y fue “fichado” por el influyente curador suizo Hans-Ulrich Obrist para la Serpentine de Londres. Adrián Villar Rojas ganó el Premio Curriculum 0 instituido por Orly Benzacar, un galardón legitimador y de enorme visibilidad; recibió el arteBA- Petrobras y cuenta con el apoyo incondicional de la mecenas y coleccionista Erica Roberts. C @alicearte