Cali, bicentenario y caleñidad.p65

Se iniciaban en el Fútbol en uno de los tantos Mangones de la Aldea. ...... las aguas del Pacífico que tiñe en mil variantes colores las nubes, que a su vez.
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ALCALDÍA DE SANTIAGO DE CALI

JORGE IVÁN OSPINA GÓMEZ Alcalde de Santiago de Cali

SECRETARIA DE EDUCACIÓN MUNICIPAL Doctor Mario H Colorado Secretario de Educación Municipal

Licenciado Miguel Castro Jurado Subsecretario de Planeación Sectorial

Licenciado José Darwin Lenis Subsecretario de Desarrollo Pedagógico

Licenciado Víctor Manuel Cabrera Subsecretario para la Dirección y Administración de los Recursos

Licenciada Gladys Serna Vargas Interventora del Proyecto

COMPONENTES OPERATIVOS DEL PROYECTO INVESTIGACIÓN Fundación ECOPAZ, Estado*Comunidad*Paz Humberto Vélez Ramírez Coordinador del Proyecto

Jorge E. Salomón Politólogo Investigador

Sergio Mauricio Zamora Politólogo Investigador

NelsonAndrés Hernández Candidato al título de Profesional en Estudios Políticos

David F. Velasco Candidato al título de Licenciado de Historia

Grupo de Apoyo: Estudiantes de Estudios Políticos y Resolución de Conflictos Universidad del Valle

Anabell Ocampo Jesica Villegas Linda María Ochoa Diego Casas

Tabla de contenido PRESENTACIÓN

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INTRODUCCIÓN

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1.TRESDIMENSIONESDELESTUDIO

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2.¿QUÉHACÍANLOSCALEÑOSENLOSINICIOSDELSIGLOXX?

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2.1 Por la muy noble y leal villa el tiempo como que no transcurría 12 2.2 Un mapa mental del Cali físico urbano de 1910 14 2.3 Soñaban en la llegada del Ferrocarril del Pacífico 15 2.4 Conversaban con su Torre Mudéjar 16 2.5 En la Biblioteca Centenario iniciaban el aprendizaje de la lectura 19 2.6. Estudiaban en la escuela primaria y se educaban y asimilaban una cultura educativa 22 2.7 Se aventuraban a excursiones en los Farallones de Cali 30 2.8 Y en materia de juegos y de construirse un medio mmbiente sano y saludable ¿qué hacían ayer y qué hacemos hoy? 36 2.9También se iniciaban en el debate ciudadano 3.GENERABANCONFLICTOSY,DEALGÚNMODO,LOSTRATABAN

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3.1Participaban en la creación de espacios públicos ciudadanos: la transformación de la Plaza de la Constitución en Parque Caicedo 41 4. CALIENLAPRIMERADÉCADADELSIGLOXX:ENTREINICIALESYBÁSICOS SERVICIOSPÚBLICOS,UNAEMERGENTECONCIENCIACIUDADANAYUNA ESPLENDIDACELEBRACIÓNDELCENTENARIO

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4.1 Servicios públicos y estética urbana 45 4.2 El Primer Centenario: una celebración ciudadana y republicana de claro sabor "grancolombiano" 46 4.3 Hacia la formulación de algunas hipótesis sobre la formación de ciudadanía en el Cali de los inicios del Siglo XX 54 5. ELACCESODECALIALACONDICIÓNDECAPITAL:NOTODOFUERELACIONESDE PODER,LACIUDADANÍATAMBIÉNCONTÓ 54 6. ELCOLEGIODESANTALIBRADA,ELCHOQUEDECULTURASEDUCATIVASYLA CALEÑIDAD 57 CONCLUSIONES

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DOCUMENTACIÓNBÁSICA

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Reconocimiento ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz agradece a la Secretaría de Educación Municipal y a la Subsecretaria de Planeación Sectorial esta oportunidad de diálogo con la Comunidad Educativa de la Ciudad en procura de contarle una experiencia pasada de construcción de ciudadanía y de 'caleñidad', de la cual es mucho lo que podemos aprender; de modo igual, nuestros reconocimientos a la Dirección del Colegio de Santa Librada por los apoyos brindados para la oportuna realización de este Estudio- Acción.

Presentación En la Introducción a esta Cartilla, encontramos su más adecuada presentación. Sin embargo, queremos aprovechar la ocasión para destacar las que, para nosotros, han constituido dos muy buenas conclusiones de este trabajo de simbolización de la vida cotidiana de los caleños en los inicios del siglo XX: De un lado, la estrecha correlación encontrada entre Escuela Primaria, un importante despegue del proceso de formación de ciudadanía y una más definida y enriquecida forma histórica de 'caleñidad', conjunto todo él atravesado por un tipo particular de Cultura Educativa; y del otro, las maneras como la conciencia ciudadana de los caleños fue emergiendo y tomando forma acunada en procesos y dinámicas de realización de un primer paquete, más o menos orgánico, de servicios públicos básicos. Se entenderá, entonces, para qué nos sirve la historia: Para aprender, de modo crítico, experiencias humanas, en este caso educativa, al contrastar los presentes pasados, el de 1910, por ejemplo, con el presente actual. Es ésta la recordación que hacemos, en la Introducción, a toda la Comunidad educativa: Que, hace cien años, cuando Cali, apenas inaugurándose como Capital, celebró, entusiasta, el Primer Centenario, en otro contexto de vida humana y de posibilidades técnicas, también había habido conciudadanos nuestros que pensaban, sentían, querían y practicaban su ciudad y que, para esos efectos, se preocuparon, como expresión de lo social ciudadano, por empezar a construir una Casa Colectiva, nunca exenta de voces discordantes en diaria contradicción. En definitiva, queríamos precisar qué había sido la caleñidad hace cien años y, como contraste, qué podíamos entender por ella en la actualidad procurando así asimilar, de modo crítico, algunas enseñanzas pasadas. En lo metodológico, iniciamos el estudio preguntándoles a esos

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conciudadanos qué era lo que hacían en los inicios del siglo XX. Aunque nos faltaron muchas, alcanzamos a definir dos decenas de dimensiones de cotidianidad, cuyas conclusiones no caben en una cartilla. Entre las respuestas que nos dieron hubo una que dijo que, entre las cosas que hacían en esa época se encontraba," estudiar en la Escuela Primaria, educarse y asimilar una Cultura Educativa". Una lectura cuidadosa de este acápite, es básica para una inteligencia adecuada de las hipótesis que hemos enhebrado alrededor del papel que, en ese entonces, cumplió la instrucción primaria en la emergencia de una conciencia ciudadana, así como en la redefinición histórica de la 'caleñidad'. Importante y muy enriquecedor resultó también el primer acercamiento que hicimos al Colegio de Santa Librada. Mediante una somera periodización de momentos claves y críticos en la historia de sus Planes de Estudio, en la segunda parte del siglo XIX, sobre todo, pudimos rastrear una serie de fenómenos asociados a las Culturas ciudadanas examinadas en clave de Culturas Educativas. No se podrá olvidar que el Santa Librada fue el único Colegio de bachillerato que hubo en Cali en el siglo XIX; tampoco se podrá ocultar que ése fue un Colegio inscrito en la tradición santanderina de una educación ligada al ideario de un ciudadano laico, racional y liberal democrático. En la segunda parte del siglo XIX, dos Culturas encontradas y en choque casi permanente, hicieron presencia en la sociedad colombiana. Fueron ellas, en primer lugar, una Cultura ciudadana secular que, próxima al partido liberal y a las sociedades democráticas, mantuvo en alto el ideal de un ciudadano laico, fuese la que fuese la religión que practicase; y en segundo lugar, estuvo la Cultura ciudadana religiosa que, cercana al partido conservador y a las Sociedades Católicas, pregonó y valorizó al ciudadano creyente, cristiano por excelencia regulado en sus conductas por la moral católica. Entre 1850 y 1870- la única etapa de claro acceso a la modernidad que ha tenido la sociedad colombiana- la Cultura ciudadana secular logró importantes avances quedando la Cultura ciudadana religiosa en un lugar secundario, aunque en permanente ebullición y confrontación; pero, entre 1880 y 1910 una etapa de involución en términos de modernidad- se cambiaron los papeles alcanzando ésta última el lugar dominante. Lo que en definitiva enfrentó a esas dos culturas, sufriendo sus afectos otras subculturas ciudadanas más ligadas a los actores subalternos (las subculturas indígena y negra) fue la orientación de la educación, los valores con los que se debían enhebrar las Culturas educativas y que, en la práctica, resultaban definitivos en la determinación de las actitudes y conductas ciudadanas. Pues bien, en Cali, en la segunda parte del siglo XIX, EL Colegio de Santa Librada fue el espacio privilegiado del choque conflictivo entre esas dos

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Culturas educativo ciudadanas. Es por esto por lo que, como hipótesis, que exige mayor exploración, precisamos en una de las conclusiones," De modo directo o indirecto, ya para exaltarlo ya para cuestionarlo, en el período comprendido entre 1880 y 1910, el Colegio Santa Librada fue un referente básico tanto de la intelectualidad caleña como de la ciudadanía en su conjunto. De allí de ese Colegio, de su apuesta curricular, sobre todo, había fluido una Cultura educativa en tono secular, que tuvo significativa influencia en los procesos de formación de un amplio sector de la dirigencia dominante. Esto no obstante, con la Regeneración, la Cultura ciudadana religiosa cada vez más en ascenso, hizo presencia en sus aulas. Entonces, fue así como del choque dialéctico entre esas dos Culturas educativas, la una en resistencia y la otra en auge, fue tomando forma esa simbiosis, entre secular y religiosa que, bajo distintas formas simbólicas y prácticas, ha sido una nota característica de la caleñidad en los distintos presentes pasados del siglo XX. A nadie se le ocultará, entonces, el carácter exploratorio de este estudio.

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Introducción

Fuente: Archivo Fílmico y Fotográfico del Valle del Cauca ‘En los inicios del Siglo XX, en la muy noble y leal villa de Santiago de Cali, el 'tiempo' como que no transcurría.'

PARA: La comunidad educativa de Cali: niñez y juventud, padres de familia, maestras y maestros, directivas de colegios, autoridades educativas del municipio, planeadores de la educación, empleados y trabajadores de las escuelas y colegios y ciudadanos de pensamiento educativo. A todos ustedes les queremos contar algunas de las cosas que conversamos con nuestros conciudadanos de hace cien años cuando Cali, apenas inaugurándose como Capital del nuevo Departamento del Valle, entusiasta y muy ciudadana, celebró lo que hemos llamado el Primer Centenario de la

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Independencia. También les queremos solicitar su apoyo fervoroso para sacar adelante las iniciativas que les vamos a presentar. Al iniciarse este 2010 entramos en el año en el que traeremos, hasta el actual presente, el recuerdo de aquel momento histórico en el que nuestros conciudadanos pasados - dirigentes y subalternos - iniciaron la construcción de este Estado colombiano al que en un principio, entre 1819 y 1830, llamamos Gran Colombia. Fue el 20 de julio de 1810. Cien años más tarde, el 20 de julio de 1910, Cali conmemoró durante cinco días, con un programa ciudadano de altura, ese primer Centenario. Durante casi una semana los caleños echaron su aldea por esa ventana llamada Colina de San Antonio, por aquella por donde nos llega Buenaventura como brisa cotidiana. Tal como veremos, se trató de una celebración para la que la Alcaldía, el Concejo y la Ciudadanía se habían venido preparando desde 1905. Por estos días, las autoridades municipales se encuentran empeñadas en la recordación del histórico suceso que, al confrontarlo con el presente, nos permite evidenciar la urgencia de la reinvención del Estado en sus formas locales, regionales y nacionales de una nueva institucionalidad. Como dato adicional, en los dos últimos años la Alcaldía ha reiterado el propósito de contribuir, desde el ámbito de la Política municipal educativa, al enriquecimiento de una cultura ciudadana democrática capaz de alimentar, inspirar y animar el gobierno del Estado a escala municipal. Hace unos meses la Alcaldía, a través de su Secretaría de Educación, invitó a ECOPAZ, Fundación Estado*Comunidad*Paz, a una reflexión, desde la historia, sobre la relación entre la Caleñidad y el Primer Centenario asumida dentro de las lógicas de formación de ciudadanía. Fue así como, definido el Equipo de trabajo, muy intergeneracional, por cierto, pues lo conformamos historiadores y estudiantes universitarios, de entrada decidimos que haríamos una construcción colectiva, que socializaríamos este semestre entre la ciudadanía a través del aparato escolar del municipio. Son estas, entre otras, las razones de estas anotaciones dirigidas a todos los miembros de la Comunidad Educativa. Queremos contarles a todos, apelando a un lenguaje lo más pedagógico posible, algunos de los resultados del estudio. Como historiadores, lo primero que hicimos fue ambientarnos en el espíritu cultural de la época, así como en los problemas vitales del Cali y del Valle de la primera década del siglo XX. Entonces, como puerta de entrada, nos acercamos al bugueño Luciano Rivera y Garrido en su ya clásico libro "Impresiones y Recuerdos". Recordemos ahora que este intelectual, en la década de 1880, recorrió casi todos los pueblos del Valle geográfico dictando conferencias sobre los problemas de sus subregiones. Nos aproximamos también a Andrés J. Lenis, el mejor y más depurado cronista del Cali de los

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primeros treinta años del siglo XX. En su sabroso libro, "Crónicas del Viejo Cali", nos introdujo en las maneras como los caleños de ese entonces pensaron, sintieron y practicaron su terruño. Pues bien, hecho este primer recorrido, en una segunda ronda de sesiones, destacamos algunas dimensiones del proyecto, que considerábamos de especial interés por encontrarse asociadas a procesos de formación de ciudadanía, así como a la génesis de una nueva forma histórica de caleñidad. Digámoslo de modo más claro: La recordación del Bicentenario y del Primer Centenario de Cali constituían una ocasión de oportunidad para preguntarnos por las ciudadanías de ese entonces, así como por las lecturas subjetivas que éstas hacían de su terruño. Pero, al grupo lo rondaba otra inquietud, ligada ésta a su enfoque de la historia. En definitiva, nos dijimos, la historia como saber es interesante e importante en la medida en que nos mantenga vinculados al presente. Por lo tanto, íbamos a estudiar, así nos cohesionamos como grupo, las ciudadanías e identidades citadinas del pasado, buscando siempre aprender de ellas. De ser así y convencidos del carácter histórico de esas huellas, que el caminar de Cali ha dejado regadas en los presentes pasados, aspirábamos a venirnos hasta este presente del 2010 para decirles a sus actuales habitantes que, hace cien años, en otro contexto de vida humana y de posibilidades técnicas, también hubo conciudadanos nuestros que pensaron, sintieron, quisieron y practicaron su ciudad y que, para esos efectos, se preocuparon, como expresión de lo social ciudadano, por empezar a construir una Casa Colectiva, nunca exenta de voces discordantes en diaria contradicción. En definitiva, queríamos precisar qué había sido la caleñidad hace cien años y, como contraste, qué podíamos entender por ella en la actualidad procurando asimilar, de modo crítico, algunas experiencias pasadas. Con el problema de la caleñidad, con frecuencia, nos hemos embrollado demasiado, quizá por pretender precisarlo y fijarlo a toda hora sin haber estudiado, con rigor, su ya larga historia. Claro que una caleñidad sin historia no es más que un concepto frío y abstracto, pues no existe, digámoslo así, una esencia caminante a la que puede colgársele esa denominación. Lo que la investigación histórica busca desentrañar, es, más bien, un discurso subjetivo, unas valoraciones sociales, unos sentimientos y afectos, unas actitudes, unas conductas y prácticas, un estilo y horizonte de vida, unos retos y unas dudas como se lo planteó Andrés Caicedo, una moral, que tienen que ver con el terruño, sea éste pequeño, mediano o grande, en un momento dado de su historia. Y si ese terruño es Cali, por Caleñidad podemos entender ese conjunto de 'subjetividades y objetividades' en cada uno de los momentos de su historia. De ser ello así, en materia de investigación importa tanto contar el número de

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habitantes de Cali, vale decir, lo objetivo, como dejarlos hablar, es decir, lo subjetivo. Ha sido éste así, el método desplegado en este estudio. Estudiar las ciudadanías dejándolas hablar con las voces y medios de difusión de su época.

1. LAS TRES DIMENSIONES DELPROYECTOACCIÓN Interrelacionadas, por cierto, éstas fueron las tres dimensiones del trabajo: 1. "Cali, Primer Centenario y Caleñidad." Un Día en el Cali de los Inicios del Siglo XX. (documento soporte, 80 cuartillas) 2. "La Participación de la Ciudadanía en el acceso de Cali a la condición de Capital del nuevo Departamento del Valle" (documento soporte, 30 cuartillas) 3. El Colegio de Santa Librada, las Culturas Educativas y el Primer Centenario (documento soporte, 50 cuartillas) Aunque sobre cada una de estas tres dimensiones presentamos el correspondiente Estudio, en esta Cartilla aspiramos a contarles tres cosas centrales: Primero, algunos de los resultados allegados, segundo, alguna forma de mirada contrastante entre la Caleñidad de 1910 y la del 2010 y, tercero, alguna manera de diálogo entre esos dos presentes, el de hace un siglo y el de ahora.

2. ¿QUÉ HACÍAN LOS CALEÑOS EN LOS INICIOS DEL SIGLO XX? 2.1 Por la muy noble y leal Villa, el tiempo como que no transcurría Quizá no hacían cosas muy distintas de las que hacemos ahora. Sin embargo, su vida era más sencilla, más elemental, menos compleja aunque históricamente muy específica, pues era la vida de su época. El tiempo sicológico de esos caleños debió ser muy largo, pues en su cotidianidad casi nada nuevo acaecía. En la muy leal y noble Villa de Cali, el hoy era la repetición del ayer y el mañana la réplica del hoy. De ese modo, los caleños se mantenían atrapados por tres días casi idénticos. Solo de fecha en fecha, las festividades esperadas fracturaban la monotonía de la cotidianidad. Y así sucedía también, casi de década en década, cuando en sus calles hacía presencia la política nacional bajo la máscara de las guerras civiles. Entonces, a las haciendas ganaderas y mieleras que encintaban el poblado, llegaban los mandaderos de los señores de la guerra a reclutar peones o se adentraban hasta la Plaza de la Constitución, el sitio del mercado semanal y de la lúdica periódica, a cazar parroquianos para ponerlos al servicio del terrateniente, el nuevo 'General' de turno, que se había levantado en armas contra el gobierno de Bogotá. Cuando

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la gente escuchaba el grito…" llegaron…llegaron", corría a esconderse en los subterráneos de sus viviendas. Sólo entonces, los caleños se pellizcaban preguntándose qué estaba pasando, en qué tipo de sociedad vivían, qué cosa era ésa que llamaban política. Como lo podemos constatar a toda hora, nuestro tiempo sicológico actual es mucho más acelerado. Simbólicamente corremos, con enorme rapidez, durante las veinticuatro horas del día. Pero, eran tan lentos y vivían tan aislados nuestros conciudadanos de esa época que, cuando, cuatro días después del acceso de Calí a la condición de Capital del Valle, el Cometa Halley, a solo 24 millones de kilómetros, rozó la tierra con su larga cola untada del venenoso cianógeno, casi ninguno de sus habitantes estaba enterado aunque en el periódico del poblado habían publicado dos artículos sobre el suceso. Esto no obstante, "en 1910, recordó hace unos años Ricardo Cifuentes, vi el cometa Halley. Vivía yo en la carrera 5ª entre calles 3ª y 4ª y asistía a la Escuela de Artes y Oficios del Hermano Sabino cuando me despertaron un día a las dos de la madrugada para que viera ese extraordinario espectáculo; tenía cabeza y una larga cola". En muchas partes de la tierra, no encontramos registros de que así hubiese sucedido en Cali, muchos imaginaron que, bajo la forma de una humanidad envenenada, ése sería el final del mundo. Entre las cosas que hacían los caleños en los inicios del siglo XIX se destacaban, "Soñaban. Ansiosos esperaban la llegada del Ferrocarril del Pacífico. Iniciaban en la Biblioteca Centenario el Aprendizaje de la Lectura Más anhelantes aún, esperaban ver convertido su Terruño en Capital. Conversaban con su Torre Mudéjar. Trabajaban para salir de la Premodernidad. Estudiaban en la Escuela Primaria y asimilaban una Cultura ciudadano religiosa. Rezaban como lo habían hecho desde la Colonia. Se enamoraban y procreaban. Se divertían, celebraban y conmemoraban. Se enfermaban y morían. Delinquían. Asustaban o ayudaban a asustar. Hacían rifas y se iniciaban en la compra de la Lotería del Valle. Se iniciaban en el Fútbol en uno de los tantos Mangones de la Aldea. Se aventuraban en Excursiones por los Farallones de Cali Enhebraban Conflictos y, de algún modo, los trataban. Se iniciaban en el Debate ciudadano. Transformaban una Plaza de Mercado (La Plaza de la Constitución) en Espacio público ciudadano (El Parque 'Cayzedo'). "

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2.2. Un mapa mental del Cali físico urbano de 1910 Pero, en 1910, ¿cómo era la traza o el casco urbano del municipio de Cali? Hagamos un simple y elemental mapa mental cuadrangular tratando de arrebatarle a la actual ciudad lo que constituía la traza o casco urbano del Cali de 1910. (Ver la Carátula) Para ser más gráficos, pongamos en la pared esa caricatura de mapa para decir que en la línea de arriba estaba la primera calle o sea la parte alta de la colina de San Antonio. Vengámonos ahora desde la cima, de manera recta, por la actual carrera 12 hasta llegar a la otra sima, la actual calle 25. Vengámonos enseguida por esta hasta llegar al río Cali pero sin pasar a la otra orilla y subamos con él hasta encontrarnos de nuevo con San Antonio. Ese era el espacio urbano del Cali de 1910. Allí habitaban y respiraban 13.765 caleños y caleñas, para que nos entiendan las feministas, en seis barrios, todos con nombres de santos (San Antonio, San Pedro, Santa Librada, Santa Rosa, San Nicolás) o de una Virgen (La Merced) o relacionado con un evento ligado a las gestas de los orígenes del Cristianismo (El Calvario). Para acentuar ese carácter hagiográfico de la emergente urbe, habría que decir que, mirada en panorámica, en ella se destacaban los conventos de frailes y de monjas (San Francisco, el Convento de la Merced, El Convento de San Agustín, El Convento de Misiones de San Joaquín y el Convento de las Carmelitas Descalzas). Como para no extrañar entonces la descripción que de Cali hizo en 1820 un oficial inglés, perteneciente al Batallón Albión, "Desde una colinita (San Antonio), escribió, se distingue Cali, a donde se acostumbra ir a pasear por las tardes a caballo. Desde este lugar se contemplan perfectamente todos los jardines particulares así como los que pertenecen a los monasterios. Están muy bien cuidados por los hermanos legos y ofrecen un carácter pintoresco cuando se ve a los frailes con los hábitos de su orden, pasear pausadamente por las umbrías de su retiro". Pero, además de su aire conventual, la aldea había adquirido ya un definido carácter de clase, "la ciudad se componía, escribió el ´chato' Buenaventura otro de los excelentes cronistas de la época, de dos barrios, que podrían calificarse de dos repúblicas: El 'Empedrado' donde vivía toda la gente de posición social y El 'Vallano', donde raza y estirpe eran menos claras. Ambos tenían conciencia, orgullo y se odiaban como los patricios y los plebeyos en la Roma antigua. Sólo había una tregua, la víspera del Corpus, en que el Empedrado iba al Vallano y se lo recibía con general beneplácito y se le ofrecía ponche y empanadas". Aunque por economía de espacio, no podemos presentar los resultados logrados alrededor de cada una de estas variadas dimensiones de cotidianidad, vamos a detenernos en algunas, que, en nuestro concepto, pueden tener especial interés para la actual niñez y juventud caleñas.

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2.3. Soñaban

Fuente: Archivo Fílmico y Fotográfico del Valle del Cauca 'En 1915 los caleños vieron realizado su segundo sueño grande cuando el tren, trepidante, pasó por sus calles rumbo a la economía cafetera' Ritmados por las necesidades urgentes de sus elites dirigentes, tres sueños de largo plazo anidaban en la intimidad de ese burgo como colectivo humano. En 1937 los caleños, atrasados en un año, trajeron a la memoria de su presente, el IV Centenario de su Fundación. Inauguraron, entonces, la Estatua de Sebastián de Belálcazar, quien, con su dedo índice señalando el mar, les recordó cómo su ciudad - Puerto 'seco' simbólico de un Puerto real- había cristalizado ya uno de sus más históricos sueños, llegar en tren hasta Buenaventura para irse por el mar buscando el futuro. No todo en el Fundador de Cali había sido, entonces, su problemática relación con el Pizarro que traicionó a Atahualpa y a Manco Capac. El segundo sueño grande lo vieron realizado los caleños en 1915 cuando, proveniente de Buenaventura, el tren, trepidando por sus calles, siguió de largo hacia Armenia y Manizales. Empezarían los caleños a llegar entonces hasta la economía cafetera con los productos de sus haciendas ganaderas y mieleras en trenes que se regresaban repletos de cargas de café, que, una vez semiprocesadas, las trilladoras del poblado exportaban vía Buenaventura. Y el tercer sueño histórico de los caleños de principios del siglo XX, tuvo su realización cuando su Ciudad, en disputada emulación con Buga la 'Señorial', accedió en 1910 a la condición de Capital de uno de los departamentos más pujantes del país. Se había zafado Cali, entonces, de una clásica subordinación política a Popayán.

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Pero, en 1910, con sus sueños grandes en perspectiva de realización, los caleños empezaron a levantar otro sueño esperanzador, hacer de su aldea una gran Ciudad. Fue así como en distintos presentes pasados, hasta llegar a esta primera década del siglo XXI, fueron untando su identidad citadina de los olores y colores que, en cada etapa histórica, producía una 'caleñidad' que no importaba definir. Sólo la vivían, la sentían y, más bien que mal, la practicaban.

2.4 Conversaban con su Torre Mudéjar

'Nada funde ni ha fundido tanto a la Ciudad con su pasado como esta olvidada aunque muy visible Torre'

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Como primera dimensión destaquemos aquella que dice que en 1910 los caleños charlaban con familiaridad con su Torre Mudéjar, En los inicios del siglo XX, los toques de campana dados por el hermano Lazo desde la torre Mudéjar de San Francisco, regulaban los tiempos de todos los relojes de Cali. Eran los más cumplidos y precisos. A las cuatro de la mañana, convocaban a las beatas y madrugadores a la primera de las misas, a los frailes para que subiesen al coro a rezar los maitines, así como a los hacendados para que mandasen a ensillar los caballos que los llevarían a sus fincas. Como ese primer toque se daba con esquilón, también lo oían las sirvientas y sirvientes de las casas señoriales, así como los peones de las haciendas que rodeaban la aldea y que, a esa hora, iniciaban una jornada de trabajo que se prolongaba hasta las seis de la tarde. El segundo toque 'era el tradicional y alegre toque de las siete, toque alegre con la esquila y que según la gente del pueblo decía: 'café con leche, anda acostarte que son las siete'. Y el último toque eran las nueve campanadas en la campana mayor, que ordenaban que todo el mundo debía estar acostado. Cuando llegó el Ferrocarril, su gerente solicitó al Comandante del Cuerpo de Bomberos que, por favor, hiciera sonar la sirena a las doce del día "de acuerdo con el reloj de la estación, situada en la calle 25, a fin de que todo el mundo pusiera sus relojes con la hora oficial y supiera así el horario de los trenes." 1 A partir de entonces, esas campanas sólo las siguieron escuchando, de acuerdo con Plumitas, "unas viejitas Miller y el doctor Pedro P Scarpetta que vivían al pie de la Torre". En la actualidad del 2010, ya casi nadie escucha las campanas de la Torre Mudéjar y los habitantes de Cali continúan pasando por esa esquina sin ni siquiera mirarla. Sin embargo, nada funde ni ha fundido tanto a la ciudad con el pasado como esta ya casi olvidada aunque muy visible torre. Sobre quién la inspiró y quién dirigió los planos de su construcción, los imaginarios populares se han entremezclado con los estudios historiográficos. Algunas de las consejas populares de la época, recogidas por la tradición oral, atribuyeron al diablo y a sus asesores su planeamiento y edificación. Eran las épocas en las que los demonios y las brujas se mantenían muy activos en la cotidianidad del ciudadano del común. Para confirmarlo, sobraban los que habían visto a satán "desnudo y renegrido, con cuernos, rabo y patas de fauno, echando chispas por los ojos, encaramado en la veleta de la torre".2 En otros imaginarios populares, a la construcción de la Torre habían estado ligados o un "liberto moro" o un "esclavo negro" de origen congolés. Ya en una línea más cercana a la historiografía, el señor Santiago Sebastián asemejó la Torre Mudéjar a la Giralda de Sevilla mientras que Don Demetrio García Vásquez, 1. Lotero, Gustavo. ‘Crónicas de Plumitas’. En. Cali-450 Años. Op.cit. pág. 245 2. Lenis Andrés J.Crónicas del Viejo Cali. Cali. Litolenis, 1979.

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el ilustrado historiador cronista de la ciudad, sin ambages recogió la versión original según la cual fue el Hermano Franciscano Pablo, arquitecto o alarife sevillano, quien concibió y dirigió el plano de construcción de la Torre, muy inspirado en la torre de la Catedral de Sevilla.3 Esto no obstante, de algún modo, tanto Demetrio García, como, sobre todo, Don José Manuel Buenaventura, reivindicaron al negro liberto, "si no fue el artífice, escribió este último en 'El Cali que se Fue', sí fue quién más trabajó en su construcción". Conviene recordar ahora que dos históricos terremotos, el de 1885 y el de 1927 no pudieron con la Capilla de Lourdes, "en cuyo frontis descuella una elegante torre de estilo morisco, que es reputada como el mejor edificio de la ciudad".4 En 1885 se mejoró la torre y se alisaron sus cuatro paredes "con una mezcla amarillenta de cal y arcilla a fin de ocultar para siempre el aspecto morisco, que suponían atrajera la maldición de las oscilaciones telúricas tan frecuentes a todo lo largo de la costa del Pacífico".5 En 1927, por su parte, se reforzó la estructura de la aislada torre con arcos de hierro. Pero, volviendo a la línea de los imaginarios, ahí no paró el ingenio popular, pues, hubo tiempos y momentos en los que las clásicas almojábanas caleñas se vieron relacionadas con la Torre Mudéjar, "Entre calles, callejas y callejuelas se enmarca la Torre Mudéjar, acariciada por el viento, que viene de los cerros tutelares y discurre lentamente por la vigilante colina de San Antonio. En una madrugada de ésas del Cali frío y ya rompiendo el alba, en medio de transeúntes, unos para misa otros para el campo, se escuchó un grito que rasgó esa madrugada, ¡ALMOJÁBANAS CALIENTES!" 6 3. García Vásquez, Demetrio. Hilvanes Históricos. Cali, mayo de 1965, pgs.23-27 4. Idem. 5. Idem. Pg.256. 6. "En 1983 en una Peña literaria en la cual se encontraba el Doctor Otoya, Gerente de la Empresa de Construcción Conciviles, se había invitado a un señor español de apellido Marcoida. El doctor Otoya nos comentó que en la esquina de la calle 9ª al frente de la Gobernación solían reunirse los viernes por la tarde un grupo de poetas, músicos y personas para celebrar unos genuinos Viernes Culturales. Allí, dijo el doctor Otoya, escuchó del poeta Elcías Martán Góngora estos ya referidos versos". (Testimonio oral del politólogo Jorge E. Salomón) "

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Destaquemos ahora el texto relacionado con la inauguración de la Biblioteca El Centenario el 20 de julio de 1910,

'En ella, con sus iniciales 1.800 libros, los caleños iniciaron el aprendizaje de la práctica de la lectura'

2.5. En la Biblioteca Centenario iniciaban el aprendizaje de la lectura En 1910, en la Programación Oficial de cinco días para traer a la memoria los inicios de la Independencia, el 20 de julio a las 8 a.m. tuvo lugar la instalación de la Biblioteca del Centenario 'compuesta no sólo de los volúmenes comprados por el Gobierno del Departamento sino también de 800 tomos obsequiados por el simpático Instituto Literario', según nota leída por el señor Bibliotecario.1 Mientras que ahora en el 2010, por pasadas de moda o por estar siendo transcendidas por la tecnología cibernética, son muchos los que han empezado a expedirle carta de defunción a las bibliotecas, hace cien años los caleños apenas iniciaban el aprendizaje de la práctica de la lectura en esos siempre respetados y solemnes y enriquecidos espacios llamados 'Colección de

1. Ayala, Ernesto. Centenario en Cali: Compilación de los discursos pronunciados con motivo de la gran fecha. Imprenta Comercial, 1910. Pg.38.

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Libros'. En la historia de la humanidad sólo la Inquisición, el índice y las más feroces guerras se han atrevido a irrespetarlos. De acuerdo con Jorge Orlando Melo, aún en la época actual cuando el alfabetismo nominal ha llegado al 90%, los colombianos no hemos aprendido la cultura del libro.2 Más dramática era la situación cien años atrás: el analfabetismo era la regla, la cultura de la ignorancia, como dispositivo de dominio social, era la nota destacada en un amplio sector de la dirigencia, no había ni plata ni interés en crear bibliotecas y sólo existía una pequeña minoría letrada no necesariamente lectora. Esto no obstante, en el caso de la muy noble y leal Villa de Cali se ha calculado que, a partir de 1838 hasta 1977, para atender a una minoría lectora, por sus calles se han voceado 113 órganos de difusión, muchos de ellos semanarios, quincenarios y mensuarios3. Entre los más destacados tenemos , La Balanza ( 6 de enero de 1838, General Eusebio Borrero Acosta), La Opinión, La Lavativa, Ariete ( dirigido por Manuel María Mallarino), El Hombre, El Cauca ( Carlos Holguín Mallarino), La Esfinge, El Zancudo ( de tipo humorístico, 1863, Juan Antonio Delgado), El Liberal (1882), El ferrocarril ( 1878-1899, Eustaquio Palacios), El Conservador ( Nicolás Ramos Hidalgo), El Correo del Cauca (1903, Ignacio Palau), El Relator (1915), Diario del Pacífico ( 1925), El Gato (1933) , El País (1950), Occidente (1961), La Voz Católica (Pbro Mario Paz Borrero) y El Pueblo (1975). Entre las Revistas y Semanarios o Quincenarios se recuerdan, Renovación (Alberto B Márquez), Fiat Lux ( Julio César Mazuera), La Tribuna ( Hernando Valencia y José Hilario Márquez), Revista 13 (José Gers), De la Montaña al Mar (Antonio Cantera Durán y Víctor Amaya Pretel), Aire y Sol ( Armando Bohórquez Penagos), Crónica ( Juan Luna), Revista Club Colombia (Jesús Mazo Correa), Revista Club Campestre ( Jaime Correa López), Revista Extra (Lino Gil Jaramillo), Revista Conjunto ( Anibal Tamayo Giraldo) y Cali Viejo ( Anibal Tamayo Giraldo). Si en 1905 'El Correo del Cauca' adoptó la forma de una 'Tipografía Moderna' tuvo que haber sido porque en el poblado, entre la minoría letrada, existía ya un buen porcentaje de lectores. 'Con este nombre, editorializó el periódico, acabamos de montar una nueva imprenta dotada de prensas y demás aparatos del último y más perfeccionado sistema…para corresponder al marcado favor que le otorga el público. Así estamos ya en aptitud de satisfacer la demanda creciente de edición más abundante, lo que era difícil de obtener con las antiguas prensas. Desde hoy se publicará nuestra hoja dos veces por semana…y se duplicará su formato tan pronto como nos llegue el papel

2. Melo, Jorge Orlando. "Bibliotecas y Educación". Bogotá, septiembre 15 de 1998. 3. Moreno Heber. "Breve Historia del Periodismo en Cali". En, Revista Cali Viejo No 1, 1977.

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adecuado…Dentro de poco presentaremos también a nuestros lectores importantes revistas literarias y científicas, para lo cual hemos celebrado arreglos con distintos escritores de las capitales europeas.. Abrigamos, en fin, la confianza de que no muy tarde será diaria la publicación de nuestra hoja. Los resultados obtenidos hasta ahora nos demuestran que hemos acertado a interpretar las aspiraciones de la opinión pública'.4 Digamos ahora algo sobre las bibliotecas y, ante todo, sobre la Centenario, linda pervivencia de los libros del pasado sobre un presente reproducido, en lo bibliográfico, a gran escala. La lectura en Cali, escribió Héctor Julio Morcillo, era…"hasta bien avanzado el presente siglo, la necesaria distracción de las gentes… porque no existían, por entonces, ni el cine, ni la televisión, ni la luz eléctrica, y las veladas eran demasiado morigeradas y caseras'" Las bibliotecas que había, eran caseras y en ellas abundaban los textos históricos y los guerreros, sobre todo. Recordemos que Bolívar fue un gran lector. Para el caso de Cali, sus próceres de la independencia, los Caycedo y Cuero, los Tenorio, los Herrera Vergara, poseían sus bibliotecas particulares. Entre los aportes a su dote matrimonial, Caycedo y Cuero, por ejemplo, puso 178 volúmenes.5 Fueron famosas en su tiempo, las bibliotecas particulares de, Don Alonso de Velasco (fue integrada a La Bibliotecas El Centenario y Piloto Departamental), Don José Ignacio Vernaza, Don Joaquín Collazos, Don Blas S. Scarpetta (la legó al "Pueblo" de Cali y fue una fuente de fortalecimiento de la Biblioteca Centenario), Don Belisario Palacios y su hermano Enrique, Don Leonardo Tafur Garcés y Don Jorge Garcés Borrero, cuya biblioteca, enriquecida por su hijo, Don Diego Garcés Giraldo, dio origen a la actual Biblioteca Piloto Departamental). Por su trayectoria y primer centenario, mención especial amerita ahora la Biblioteca Centenario, que fue inaugurada, con enorme pompa, el 20 de julio de 1910 "como digno homenaje a los Padres de la Patria". Entre éstos, con seguridad, los Altos Mandos eran letrados, y algunos hasta excelentes lectores, pero también el homenaje debe leerse, desde este presente actual, como extensivo a esa cohorte de subalternos populares, "Padres también de la Patria", que constituían una mayoría iletrada y que, entre sus metas, estaba el acceso de los subalternos a la educación.

4. Correo del Cauca, enero 18 de 2005, pag.377. 5. Importa destacar que el autor del documento que estamos trabajando dejó expresa constancia que los soportes empíricos de su escrito, "Historia de la Biblioteca Piloto Departamental del Valle "Jorge Garcés Borrero", en, Revista Cali Viejo, No 1, 1977, fue recogida, ordenada y redactada por el pedagogo y hombre de letras, Don Gerardo Romero Restrepo, en el tiempo en que ocupó la dirección de esa entidad cultural. "

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Esta Biblioteca fue la única que funcionó hasta 1953 cuando fue fundada la Biblioteca del Valle del Cauca. Habrá que decir que el trato dado por distintas Administraciones a esta primera y enorme empresa cultural de Cali, no ha sido la que se merece, sobre todo en lo relativo a localización, dotación, mantenimiento, expansión y presupuesto. En ella se encuentran numerosos libros, que no se hallan en ninguna biblioteca del país, excepción hecha quizá de la Biblioteca Nacional de Bogotá. El Cali actual, solidario debe darle la mano para que, sólidas y refrescadas, pasen a la otra orilla del futuro, dos entidades que hacen parte íntima de su historia cultural: de un lado, la Biblioteca Centenario, durante medio siglo la única biblioteca pública existente en la ciudad y, del otro, el Colegio de Santa Librada, que durante 79 años del siglo XIX fue el único Colegio de bachillerato existente en el poblado. En este Colegio, sin afanes por las armas, se formó en ese tiempo una buena proporción, pluriclasista y multiétnica, de ciudadanía caleña ligada a un pensamiento crítico de inspiración, más bien, secular.

2.6. Estudiaban en la escuela primaria y se educaban y asimilaban una cultura educativa

'En la primera década del siglo, Cali se acercó a su niñez con una apuesta de educación primaria. En contraste, Bogotá y Medellín lo hicieron con instituciones como la Gota de Leche, los Asilos y las Granjas".

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Pero, no podemos dejar por fuera la dimensión que señala que, entre otras de las cosas que, en la cotidianidad de la primera década del siglo hacían los caleños, estaba el estudiar. Aunque la cifra no es precisa, para 1910, alrededor del 60% de los caleños eran iletrados, no sabían leer ni escribir. Constituye éste un dato prudente pues, para 1918, de acuerdo con el Informe del Alcalde publicado en la Gaceta Municipal de diciembre de ese año, el 51% de los aldeanos no sabían leer ni escribir mientras que un 1% leía pero no escribía. Porcentaje éste, por cierto, muy favorable para la Aldea, pues Colombia, para la época, tenía un 80% de analfabetas. En la actualidad sabemos que la educación, en la medida en que nos instale en la vida, cumple variadas e interrelacionadas funciones. La primera de ellas es la instrumental de formar para ayudar sobrevivir, es decir, de formar para el trabajo, que nos posibilita la supervivencia. Hasta ese momento de 1910, el 60% de los caleños, para desempeñarse en el mundo del trabajo y para adquirir las destrezas y habilidades necesarias para desempeñarse en él, no habían tenido otro recurso que el de las faenas cotidianas que habían venido desempeñando en las haciendas, latifundios y talleres artesanales, mundo ése al que ya se encontraban enganchados numerosos niños. Es decir, el trabajo era su Escuela: aprendían a trabajar trabajando y asimilando la cultura laboral, que les legaba el pasado. Esto no obstante, en la primera década del siglo XX, en Cali se hizo un esfuerzo notable por facilitar el acceso de los niños a la Escuela primaria. En 1910 en el burgo caleño, según el Visitador de Instrucción Pública, había 32 establecimientos de instrucción, 18 públicos y 14 privados para un total de 4.216 educandos, casi todos en primaria. 1 No puede sino llamar la atención el porcentaje elevado de estudiantes de primaria que había en el poblado en 1910, tanto en relación con el casco urbano como con la población económicamente activa. En medio de un 60% de analfabetas, a la instrucción pública había accedido el 17% de la población de la aldea, una cantidad ligeramente inferior a la población económicamente activa, que era, más o menos, la cuarta parte de la población total. Como sustentara el profesor Javier Fayad, efectivamente existía en Cali una institución escolar especializada en niños.2 Pero, en las sociedades donde, de modo necesario, existen los roles de mandar y obedecer, la educación también debe cumplir la función de enseñar la práctica del mandato racional y de la obediencia sana. En esta materia, ni

1. Sobre los establecimientos de educación pública y privada que había en Cali en julio de 1910, ver, (http://www.lablaa.org/blaavirtual/historia/dos/dos7d.htm) 2. Fayad, Javier Alfredo. La niñez en Santiago de Cali a comienzos del siglo XX. Genealogía de instituciones y construcción de subjetividad. Tesis para optar al Doctorado, abril 2006. Pgs. 225-227

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antes ni ahora en el 2010 hemos avanzado mucho y, mucho menos, en ese entonces cuando el principio de autoridad era el valor central de la cultura social vigente. Pero, la educación formal no sólo debe enseñar para el trabajo y para asimilar, de modo sano y saludable, esas prácticas del mandato y la obediencia, sino que, además, desde la subjetividad, enseña a vivir la 'vida', sea la que sea, posibilitando la apropiación de una Cultura educativa orientadora en lo personal, pues está cargada de valores y valoraciones sociales, positivas o negativas, sobre los asuntos centrales de la cotidianidad. En el texto ya señalado del profesor Javier Fayad, importante es la hipótesis sobre la existencia en Cali, en la primera década del siglo XX, de una institución especializada en niños como era la instrucción primaria, en contraste con otras ciudades, Bogotá y Medellín, donde mayor trascendencia tuvieron otras instituciones de atención a la niñez como asilos, gotas de leche y granjas agrícolas. Pero, tan importante como esta hipótesis es aquella que liga esa educación primaria a procesos de formación de ciudadanía asociados al progreso urbano, " La institución educativa en Cali, escribió, tiene que ver necesariamente con el deseo del progreso y crecimiento de la ciudad…; otro elemento es el auge de Cali como capital…que moldeó necesariamente un tipo de institucionalidad con tareas prioritarias, entre ellas la educación como sinónimo de progreso y de urbe…Cali benefició en todas sus posibilidades el hecho del proceso de fortalecimiento del ciudadano.' 3 Pero, a la educación para el trabajo, al educar para aprender la práctica del mandato respetuoso y de la obediencia racional y crítica y al educar para apropiarse de una cultura educativa posibilitadora de la realización personal y colectiva, le falta el necesario complemento kantiano del educar para la autonomía, para aprender a pensar y decidir por sí mismo. Continúa siendo ésta la pata más coja de los procesos educativos, quizá por notorias fallas en el cumplimiento de las otras tres funciones. No se podrá olvidar, por otra parte, que la educación no formal, como complemento o como alternativa, ha sido siempre el otro pilar de una formación integral. Orientada a proporcionar alguna instrucción instrumental, ha cumplido siempre un papel más importante en la transmisión de valores y de valoraciones sociales, es decir, en asuntos relacionados con las Culturas educativa y ciudadana. Se ha tratado, como escribió el profesor Renán Silva, de aquellas "nociones necesarias para vestir la vida de un poco de fantasía…y para someterse a ciertas normas mínimas de convivencia".4

3. Idem 4. Silva, Renán. La Educación en Colombia, 1880-1930, en, NHC, Tomo IV, 1989, pgs. 61-110.

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En la segunda parte del siglo XIX, dos Culturas encontradas y en choque casi permanente, hicieron presencia en la sociedad colombiana. Fueron ellas, en primer lugar, una Cultura ciudadana secular que, próxima al partido liberal y a las sociedades democráticas, mantuvo en alto el ideal de un ciudadano laico, racional y liberal democrático fuese la que fuese la religión que practicase; y en segundo lugar, estuvo la Cultura ciudadana religiosa que, cercana al partido conservador y a las Sociedades Católicas, pregonó y valorizó al ciudadano creyente, cristiano por excelencia y regulado en sus conductas por la moral católica. Entre 1850 y 1870- la única etapa de claro acceso a la modernidad que ha tenido la sociedad colombiana- la Cultura ciudadana secular logró importantes avances quedando la Cultura ciudadana religiosa en un lugar secundario, pero en permanente ebullición y choque; pero, entre 1880 y 1910 - una etapa de involución en términos de modernidad- se cambiaron los papeles alcanzando ésta última el lugar dominante. Lo que en definitiva enfrentó a esas dos culturas, sufriendo sus afectos otras subculturas ciudadanas más ligadas a los actores subalternos (las subculturas indígena y negra) fue la orientación de la educación, los valores en los que se debían enhebrar las Culturas educativas y que, en la práctica, resultaban definitivos en la determinación de las actitudes y conductas ciudadanas. Fue ésa la época en la que la sociedad colombiana se polarizó alrededor de la llamada 'cuestión educativa'. En 1870, cuando se puso en vigencia la reforma de la educación, a sus partidarios se los llamó 'instruccionistas' reservándose el duro nombre de 'ignorantistas' para sus opositores.5 En el nivel de los periódicos la confrontación doctrinaria fue encarnizada. El periódico conservador 'Los Principios', por ejemplo, propició en el Cauca la creación de Sociedades Católicas destinadas a combatir las doctrinas radicales y anticatólicas de los liberales en materia educativa. 6La guerra civil de 1876, que tuvo como epicentro al Valle del Cauca, fue una guerra en la que la lucha contra la reforma educativa de los liberales estuvo entre sus propósitos centrales. Y para no sobreabundar digamos que el gran líder doctrinario de la contra reforma educativa, el Arzobispo de Popayán, Monseñor Bermúdez, no tuvo el menor empacho en declarar, "no importa que el país se convierta en ruinas y escombros si la bandera de la religión puede elevarse triunfante". Acto corrido, bajo pena de excomunión, prohibió a sus fieles matricular a sus hijos en las escuelas públicas oficiales'.7 5. Loy Mayer, Jane. Los ignorantistas y las Escuelas: la oposición a la reforma educativa durante la Federación colombiana. En, Revista colombiana de Educación, No 9, Primer Semestre 1982. 6. "Los Principios", Popayán, 30 de septiembre de 1873; 14 de enero de 1875; 17 y 27 de marzo de 1876; "Boletín Cultural y Bibliográfico", No 22, Vol. XXVII, 1990. 7. Silva, Renán. Op.cit. Pgs. 61-110.

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Al recibir esta información, no faltarán algunos de ustedes, que piensen que los liberales colombianos del siglo XIX eran ateos o que, por lo menos, pretendían reemplazar a la Iglesia Católica por otra religión. Pero, ni lo uno ni lo otro. Aún más, la mayoría de ellos iban a misa. Digamos que la reforma educativa de 1870, más que anti-religiosa, fue una apuesta educativa estatalmente a-religiosa. Simplemente que el Estado no se casaba con ninguna religión. Si la enseñanza de la religión y de la historia sagrada salía del Plan de Estudios, sin embargo, las Escuelas tenían que garantizar "el tiempo suficiente para que los niños, según la voluntad de sus padres, reciban dicha instrucción de los párrocos y ministros". La Reforma de 1870 se limitó a, 1.declarar que la Escuela pública era obligatoria y gratuita; 2. a definir la separación del poder civil y eclesiástico en materia educativa; 3. a reivindicar la función docente del Estado; 4. a enhebrar una alianza institucional entre el Estado Central, los Estados Federales y los Distritos Municipales para el financiamiento de la propuesta; y 6. a llevar a la práctica esos postulados en procura del despegue educativo. En ese marco, en materia de Cultura educativa buscó la formación de un ciudadano laico, racional y liberalmente democrático fuese la que fuese la religión que practicase. Pero, muy pronto, más temprano que tarde, con la llegada de la Regeneración y de la Constitución de 1886, el modelo de instrucción primario ideado en 1870 se puso 'patas arriba' así, 1.se declaró que la Escuela pública era religiosa y gratuita pero no obligatoria; 2.se definió la unidad del poder civil y eclesiástico con el predominio de éste en materia de control y manejo de la educación; 3. se reivindicó la función docente de las personas y organizaciones privadas asignándosele al Estado un papel subsidiario y complementario en materia educativa; y 4. al declararse en la Constitución de 1886 que la religión católica era la de la nación y que, por lo tanto, era "un elemento central del orden social", se fijó que, por lo tanto, la educación pública sería "organizada y dirigida en concordancia con la religión católica". En ese marco, en materia de Cultura educativa, La Regeneración buscó un ciudadano cristiano y creyente, por excelencia, además de que regulado, en su conducta cotidiana, por la moral católica. Ya en el plano de los distintos ámbitos de la vida social, así recogió el profesor Edgar Vázquez ese ideal de educando, del maestro y del padre de familia, ciudadanos, virtuosos y ejemplares y orgullo de la institución escolar que los formó, "La familia, la iglesia y la escuela, espacios cotidianos de los niños, jóvenes y adultos, eran instituciones donde se inculcaba la moral tradicional, el respeto irrestricto a la autoridad patriarcal, la abnegación y la sumisión de la mujer; y al varón, la protección, el cuidado, y el respeto a la esposa al punto de no suscitarle desbordamientos amorosos; la reducción de las relaciones sexuales al

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matrimonio católico; la estricta obediencia de los hijos que no podían pedir explicaciones y razones sobre las órdenes y mandatos de los padres, el respeto con humildad a los superiores 'en edad, dignidad y gobierno', el encubrimiento del cuerpo, especialmente el femenino, mirado como fuente del deseo pecaminoso, el cuidado de incurrir en escándalos que hirieren la moralidad de la 'gente bien', la observancia en todo lugar y momento de los 'buenos modales' y las normas de urbanidad tradicionales, eran los valores de la moral tradicional" .8 En 1903 se promulgó la ley 39, reglamentada por el decreto 491 de 1904, que constituyó el soporte jurídico del sistema educativo colombiano en las primeras décadas del siglo XX. Del siglo XIX se mantuvo la idea del financiamiento tripartito de la instrucción pública, con la participación de la nación, de los departamentos y de los municipios. Garantizado por el Estado el papel protagónico de la iglesia en el manejo y control de la educación, garantizadas las condiciones para la imposición de una subcultura ciudadana de inspiración religiosa, no quedaba pendiente sino un asunto central: El del fortalecimiento, desde la educación, de la unidad nacional. 9 Desde un eje curricular con asignaturas centrales como religión, historia sagrada, historia cívica y urbanidad, a lo que se agregaba el rezo frecuente en clase, la izada de la bandera y el canto del himno nacional, se esperaba que los niños bebiesen valoraciones sociales altamente positivas sobre su patria, sus héroes y congéneres, y sobre las autoridades vigentes. Con frecuencia se ha dicho que el componte de instrucción de los Planes de Estudio de la época de la Regeneración se quedaba en la mera especulación. Pero no. En esa época se planteó la necesidad de una instrucción práctica ligada a un necesario progreso técnico económico. No fue éste el asunto central de la discusión sobre la "cuestión educativa" sino, más bien, el ligado a los valores subyacentes al modelo pedagógico, el respeto absoluto a la autoridad del profesor y al imperio del magíster dixit, el dogmatismo y la más estricta disciplina. Digamos que en esa época el aparato educativo y aún los Planes de Estudio empezaron a modernizarse, pero sin entrar en la modernidad. El modelo era el Presidente Reyes: mucho progreso técnico, mucha modernización capitalista pero sin facilitar el acceso a la modernidad. Como decir, mantener intenso el eje curricular religión-historia patria- instrucción cívica y urbanidad, abrirse a nuevas disciplinas prácticotécnicas, pero todo ello inscrito en una ideología educativa dogmática y en un manejo institucional autoritario y disciplinario de los educandos.

8. Vásquez, Edgar. Historia de Cali. Op. Cit. Pgs 164 y sgts 9. Silva, Renán. Op. Cit. Pg. 7

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Veamos un solo ejemplo. Fiel a uno de los principios de su apuesta educativa, el de encargar de la educación a organizaciones privadas, a las Comunidades religiosas, sobre todo, en 1889 el Gobierno trajo a Cali a los Hermanos Maristas. Venían con el encargo de dirigir uno de los Colegios más santanderinos republicanos del siglo XIX, El Santa Librada. El hermano Hermancio fue su primer rector, "enérgico pero culto, escribió de él Andrés J Lenis que fue su alumno, difundía en su redor un ambiente de cariñoso y espontáneo acatamiento. En él la prudencia era energía y el don de mando suave yugo. Cuando se presentaba en las aulas para hacer observaciones, el silencio de los alumnos se hacía tangible y ponderoso." 10 A Hermancio lo acompañaron seis hermanos más. El Secretario de Gobierno del departamento del Cauca, con expresa autorización del Ministro de Instrucción pública, hizo entrega oportuna del "colegio con todos sus enseres, pudiendo hacer en aquel (en el edificio) las modificaciones que estimen convenientes". Los Hermanos se comprometieron a dar, de un modo gradual, 21 materias encabezadas por "Religión e Historia Sagrada". Se trataba de un Plan de estudios equilibrado, entre tradicional y práctico instrumental, destacándose en este segundo eje materias como, topografía y agrimensura, contabilidad, y nociones de industria y comercio. A los hermanos, se les otorgó la facultad de "adoptar los textos que juzguen más convenientes". Cuenta Andrés J Lenis que cuando les hicieron el examen clasificatorio, él, al observar al hermano evaluador, pensó que éste se estaba diciendo para sus adentros, "¿Por qué no estarán estos muchachos con el busto desnudo, cubierto lo pudendo con taparrabo y luciendo en el pellejo pintorescos tatuajes como sus pasados antropófagos? '.11 Ese examen preparatorio aunque recogió cuestiones sobre gramática, geografía y aritmética, estuvo muy centrado en religión e historia sagrada. Esto no obstante, Lenis avaló el carácter docto y moderado de esos hermanos., que sólo se estremecían cuando algún alumno se atrevía a preguntar, con dudas, sobre cuestiones de dogma, "recuerdo que un día, escribió el famoso cronista caleño, en los momentos en que nos hablaba de los dioses indios y explicaba la formación de la Trimurti, con sus tres personalidades que constituyen el dios supremo: Brama, Vichnú y Siva, algún alumno ingenuo lo interrumpió diciéndole: 'Hermano, de esa creencia , posiblemente, han tomado la idea de la Santísima Trinidad..!". El religioso enrojeció, una ola de sangre anubló su semblante; pensé que iba a estallar en cólera; pero reprimiéndose, y sin palabras duras y agresivas, explicó la paridad de las dos explicaciones en tono casi benevolente:-'Dios ha permitido siempre que los hombres, hasta en el estado

10. Lenis,Andres J. Op.cit. 11. Idem. P.57

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salvaje, tengan un vislumbre de las grandes verdades eternas'. Luego, en calma, reanudó su parlamento". Fue así como en el marco de la subcultura educativa dominante durante la Regeneración esos hermanos, cuya llegada había causado novedad en el burgo caleño, tolerantes en las reacciones temperamentales, de modo intolerante y diplomático imponían 'su norma de fe: Magíster dixit'. Digamos algo sobre lo académico y lo extra-académico en la Escuela primaria de la primera década del siglo XX. Casi todos los seres humanos recordamos la Escuela de la infancia por los métodos con nos metían la instrucción, así como por las experiencias vitales en ella vividas. "En esos tiempos los juegos de la juventud eran las bolas de cristal o canicas, la rayuela, los chanclos, el trompo, el balero, y diariamente se asistía a misa, se rezaba el rosario y las clases se iniciaban con una oración. La asistencia a misa 'en uniforme' era obligatoria y en las fiestas patrias - 20 de julio, 7 de agosto, 12 de octubre y 11 de noviembre- los Colegios y Escuelas "asistían en corporación a desfiles y a las celebraciones en la Plaza Caycedo, portando banderas y uniformes de gala, con el propósito de crear efectos patrióticos e inculcar respeto por la Bandera e Himno Nacionales".11 Por algo, el paquete más importante de materias lo constituían Religión e Historia Sagrada- recordar al Padre Astete-, Educación Cívica - "salud adorada bandera que un día/ batiste tus pliegues allá en Boyacá'- y Urbanidad- todavía arrastramos en el caletre al venezolano Carreño-. Ese paquete en su conjunto era el que cada día conectaba a los niños con la vida cotidiana modelando la conducta y atajando o animando los impulsos vitales. Era y funcionaba como un informal Código infantil que, aunque también se expresaba en conductas externas, ante todo y sobre todo, modelaba la subjetividad de la niñez. Esto no obstante, un librito, 'La Alegría de Leer' ideado por Evangelista Quintana, todavía reproduce en muchos adultos la estética y el placer de la Palabra, dicha o escrita. Antes de la aparición de este sabroso texto, a la 'palabra' se entraba con el llamado método Palmer que "se iniciaba haciendo largas planas de palitos y círculos". Esto en algunos casos, porque en otros predominaban los coscorrones. En la Escuela, en general, la época más angustiante era la de los exámenes previos llamados 'sabatinas' cuando el para-educador central era el párroco. A ellos también asistían el Alcalde, el Inspector Escolar, los padres de familia y todo el curioso que quisiese. A esos exámenes se iba con zapatos domingueros, y quien más preguntaba era el cura párroco que se preocupaba, sobre todo, por precisar cuánta historia sagrada tenía cada uno en la cabeza. En esa época, al actual computador lo reemplazaban los lápices y el tintero. En éstos, acumulada, se encontraba la información, sólo que para obtenerla

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había que aprender a manejarlos con la ayuda del profesor y de una larga regla represiva y de sus coscorrones. El manejo del tintero, constituía un verdadero drama, "los tinteros, recordó unos de los asistentes a las tertulias de la Cámara de Comercio, se llevaban colgados y amarrados con una piola y se les colocaba una especie de ruana que servía para limpiar la pluma. Todo ello originaba que la mayoría de los alumnos anduvieran con los dedos y ropas manchadas con tinta".12 Al correlacionar educación y vida presente y futura, esto escribió un intelectual orgánico de la época, Ezequiel Gamboa Young, en julio de 1910, 'La religión es el verdadero fundamento de toda instrucción y de toda educación. Por mucho que un hombre se distinga en las ciencias, si no tiene sentimiento religioso podrá excitar el aplauso de las gentes pero no alcanzar consideración verdadera".13 Fue así como sobre la niñez, y, sobre todo, sobre ese libro mental para vivir la vida que llevamos todos en la cabeza y que en la actualidad denominamos cultura, cayó el peso de la subcultura ciudadano religiosa vigente. Fueron otros tiempos y otros horizontes de vida, vale, decir, otra fue la Cultura educativa. Esto no obstante, hace cien años, ésta también valoraba una educación inscrita en procesos y dinámicas de formación de ciudadanía.

2.7 Se aventuraban en excursiones a los Farallones de Cali

12. "Tertulias del Viejo Cali" .Cámara de Comercio de Cali. Educación, Cap.X. Op.cit. Pgs. 139-151 13. Idem."

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"Tiempos hacía que sentíamos verdaderos deseos de hacer una excursión a los picos conocidos como los Farallones de Cali". 'Allí, extasiados, descubrimos tres climas y tres vegetaciones'. (Texto escrito por los excursionistas)

Finalmente, no nos privemos de esta Excursión a los Farallones de Cali donde los excursionistas, extasiados, al pasar por tres climas observaron y disfrutaron de tres vegetaciones distintas He ahí aquí un bien logrado, aunque, parcial relato de tan interesante excursión (1): "Cuando tanto se habla en Colombia de progreso material...; cuando diariamente se habla de la introducción de nuevas industrias, creemos que no será despropósito, si a la vez que hacemos una pequeña relación de nuestra

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excursión, damos alguna noticia de una empresa que atañe muy cerca a Cali, y que sin ruido ni ostentación se está llevando a cabo en el corazón de los Farallones de Cali. Tiempos hacía que sentíamos verdaderos deseos de hacer una excursión a los picos conocidos con el nombre de los Farallones de Cali…Pudimos realizar nuestro anhelo gracias a la amistosa invitación que nos hizo Don Guillermo Chávez, para bendecir el molino instalado en la mina de oro que tiene en explotación en la falda oeste de la Cordillera occidental de los Andes… Hermosa es, en verdad, la perspectiva que de lejos presenta la cordillera…sus múltiples picos, todos de forma cónica, parecen centinelas gigantes que puestos sobre una elevada y fuerte muralla custodian día y noche…Calculamos que de Cali a la mina del Socorro hay una distancia de 40 a 45 kilómetros, pues invertimos cerca de ochos horas en el viaje. Durante la travesía no nos cansábamos de mirar la magnificencia de una naturaleza salvaje que se presentaba ante nuestros ojos con la rica y exuberante vegetación que ofrecen los trópicos: árboles gigantescos que parecen desafiar los picos de las cordilleras donde nacen; helechos de extraordinaria grandeza, que recuerdan al excursionista las primeras épocas de vegetación de nuestro globo, y hermosas parásitas que si llenan de admiración por la belleza de sus colores, roban particularmente la atención por lo caprichoso de sus formas. A todo esto, que hubiera inspirado al hombre menos poeta, hay que agregar la topografía particular del terreno por demás accidentado y que ofrece al viajero ya profundas quebradas en cuyos abismos se oye el lejano rumor de las aguas, ya hermosas cascadas que recrean la vista; aquí un precipicio, más allá elevados riscos o peñas que parecen desplomarse; y mientras tanto hay que ir ascendiendo siempre por una cordillera que tiene tres mil metros de elevación sobre el nivel del Pacífico, pudiendo observar el excursionista, durante el ascenso, que desde el pie de la Cordillera cambia tres veces la vegetación, debido, sin duda, a las tres diferentes temperaturas que dominan en la zona la sierra. No se cansa la mente de admirar las grandezas de la naturaleza en tales lugares; pero al llegar al punto llamado Bellavista, y después en la cima misma de la Cordillera se puede espaciar la vista por permitirlo el desmonte hecho en la primera y a causa de la elevación de la segunda, no podemos menos de lanzar una exclamación al ver el hermosísimo panorama que se presenta. Nada más bello habíamos contemplado, que el paisaje ofrecido a nuestros ojos ese día. A nuestros pies se divisaban los montes y las alturas de Pichindé; los picos conocidos por peñas blancas y también con el nombre de peña del muerto a los montes donde el jaguar o tigre, el oso y otros animales son los únicos moradores de estas selvas… Después de haber contemplado llenos de entusiasmo tan hermoso panorama,

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empezamos a descender hacia el Pacífico para admirar otro paisaje no menos bello aunque de muy diferente orden, pues si bien se aprecia a nuestra vista una exuberante vegetación…eran ya plantas y árboles gigantes que habían llamado nuestra atención, en la falda este de la cordillera, sino más bien un género de arbustos y otras especies vegetales para nosotros desconocidas. En vez de las altas cimas de la Cordillera central, del nevado del Huila, y del hermoso valle caucano, que poco ha contemplábamos mirando hacia el oriente, veíamos ahora una vasta serie de sierras y colinas que enlazadas formando estribaciones de los Farallones, iban como escalonándose hasta el nacimiento de las selvas del Chocó, aparecen como selvas interminables; más allá, y perdiéndose ya en el horizonte, el mar de Balboa, la isla Gorgona y la bahía de Buenaventura, todo lo cual ofrece uno de los más pintorescos panoramas que puedan admirar los ojos, panorama que aumenta en hermosura cuando al declinar el día y próximo el ocaso del rey de los astros, parece sumergirse en las aguas del Pacífico que tiñe en mil variantes colores las nubes, que a su vez dibujan las formas más caprichosas… Después de casi una hora de descenso llegamos a las minas de oro, principal objeto de nuestra excursión, y habiendo admirado las maravillas de la naturaleza, o hablando con más propiedad, de Dios, íbamos a ver las obras del hombre que hace esfuerzos de gigante para luchar con su naturaleza. Para llegar al molino situado al fondo de la quebrada Santa Isabel, es necesario bajar a pie por el camino abierto en una especie de derrumbadero y que haciendo zigzag desciende hasta el lavadero de oro. Aquí es donde principalmente échase de ver la enérgica voluntad de los señores Chávez e Eastman y basta examinar con alguna detención las obras que se van llevando a cabo, para tener la persuasión de que son energías las que faltan en Colombia…. 1

2.8 Y en materia de juegos y de construirse un medio ambiente sano y saludable, ¿qué hacían ayer y qué hacemos hoy? Ahora un poco de paso, invitamos a todos, niñas y niños de Cali, para que vayan a las cafeterías de sus respectivos colegios y verifiquen cuáles de estos sabrosos 'mecatos' se continúan exhibiendo para la venta en sus vitrinas, "Colaciones, Bananas, Bombones, Bocadillos, Veleños, Bizcochuelos,

1. Revista Caucana, Cali, 1 y 3 de octubre de 1908. ( El texto presentado fue elaborado por uno de los excursionistas)

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Chancaca, Chancarina, Cucarachas, Conservadores, Chocolatines, Cucas, Cuaresmeros, Cucuruchos, Gelatinas, Dulce de guayaba, Brevas confitadas, Obleas, Melcochas con maní o corozo, Cocadas, Gauchos, Liberales, Panderos, Pandebonos, Pandeyucas, Pandehornos, Pirulíes, Rosquillas, Suspiros y Empanadas de Cambray…". Y también los invitamos a contrastar, desde esta época de juegos robotizados, muchos de ellos muy sabrosos, cómo se divertían sus infantiles conciudadanos de hace un siglo jugando a las "Bolas de cristal o Canicas, La Rayuela, los Chanclos, El Trompo, Los Baleros, Las Cometas…" o 'deslizándose por una de las faldas de los mangones de San Antonio sentados o estirados sobre cueros, hojas de palma o tablas.' Y ya que hablamos de cometas, como para recordar el lindo verso de Luis Vidales, "Fíjense si por allá en su cielo/están las cometas que perdí cuando era niño". Otro interesante ejercicio podría ser el que en las clases de Ecología confronten, en lo que a movilidad y medio ambiente limpio se refiere, la plácida y bucólica tranquilidad de esa aldea en la que en 1913 sólo había dos carros… No se trata de confrontar para divertirnos, burlarnos o añorar sino, sobre todo y ante todo, para continuar aprendiendo a vivir este dificultoso pero fascinante mundo actual. Por estos años del 2009, los del calentamiento global, los caleños ya no sabemos qué hacer con el volumen de carros que circula por nuestras todavía estrechas calles e insuficientes autopistas expeliendo a todo segundo dióxido de carbono. Pues bien, como contraste anacrónico, digamos que en 1913 por las calles de Cali circulaba un solo y único automóvil y que, en 1959, por sus avenidas trepidaban ya 16.809 automotores. Se trataba de un "Reo", de color negro, conducido por el ciudadano alemán Ernesto Seyfardh, cojinería de cuero y una bocina aguda, que, al escucharse a varias cuadras de distancia, impulsaba a bestias y transeúntes a la más obligada carrera. Lo había importado Don Alfonso Vallejo, y, en medio de múltiples dificultades, lo habían traído en tren, con sus partes empacadas en cajas, hasta Mulaló en la parte baja de la Cumbre. Enseguida, habían subido las cajas al pequeño tranvía que unía a

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Primer carro en Cali Fuente: Archivo Fílmico y Fotográfico del Valle del Cauca '¡Qué Villa tan sana y saludable! En 1913 en Cali no había sino dos carros. La gente nunca había visto un armatoste similar… Cuando sonaba su bocina ciudadanos y mulas, despavoridos, salían corriendo.' Cali con Puerto Mallarino…"no se trataba de un tranvía de mulas ni de un tranvía eléctrico. Las cajas fueron transportadas en un vagón halado por un pequeño trencito movido a vapor que poseía el deslumbrante nombre de 'tranvía de Cali '". A los pocos días el automóvil se dedicó a recorrer continuamente, ida y venida, la única calle del poblado que no tenía acequia haciendo el trayecto entre La Merced y San Nicolás donde terminaba la aldea. Enorme fue la sensación que despertó el carro importado por el Señor Vallejo. Entre los caleños, nunca habían visto un armatoste similar. Hasta entonces, como relató Andrés J Lenis, nadie había podido imaginar un aparato así, que rodase por su propio impulso movido por unos fierros, que le daban vueltas a las ruedas. Unos meses más tarde se formó una empresa que importó otro automotor. Fue un FORD. Pero, efímera fue a la vida de esta empresa, porque

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un día del mes de agosto de 1914, en la carrera 5ª con calle 12, Cali presenció el primer accidente automovilístico de su historia. Por chambonería del chofer, el cartagueño Jerónimo Castillo, el auto se estrelló sobre la pared de la casa de Doña Inés Camacho de Ocampo. Hubo cinco heridos, tres de gravedad, entre ellos el chofer y Don Ulpiano Lloreda González, que pasaron varias semanas en el Hospital de San Juan de Dios.

2.9 También se iniciaban en el debate ciudadano Hoy sabemos con mayor certeza que el habitante de la ciudad que se ha hecho sujeto social ciudadano, a todo hora debe reivindicar su participación en los asuntos centrales de la polis. Otro asunto que en la actualidad es materia de permanente debate, es saber si existe una opinión pública o si, por el contrario, lo que por ella entendemos no es más que la opinión de los medios de difusión. Hace cien años, los caleños se iniciaron en importantes debates ciudadanos, pero casi siempre lo hicieron o motivados por los artículos de los pocos periódicos que existían o porque éstos eran receptivos a las demandas y reclamaciones que, sobre distintas materias, hacían uno u otro ciudadano Veamos algunos ejemplos. Primero, el debate sobre la licitud o no licitud del baile. Sucedió el 31 de diciembre de 1908. Don Jorge Pineda, dueño de El Gran Club, había organizado un suntuoso baile. "De este modo, narróAndrés J Lenis, los concurrentes a la fiesta esperarían, en alborozada vigilia, entre alegres músicas, animados diálogos, tintinear de copas y variadamovilidaddedanzas,lahorainicialdelaño-nuevo".Albaile "asistierondamasycaballeros de lo más selecto de este medio social" Hasta ese momento el baile había sido legitimado en Cali como algo corriente, normal y sencillo. "Jamás habíanse hecho reproches a nuestras mujeres, escribió Lenis, un liberal republicano y tolerante, por lo tanto, por el solo hecho de concurrir a estos esparcimientos". El propio clero había aceptado el baile como necesario para el desenvolvimiento de la vida ciudadana. Esto no obstante, un representante del sector regresivo del Convento de San Francisco, se lanzó lanza en ristre a la palestra. Se trató del PadreAlfonso María Morquillas, religioso español, que, secundado por un grupo de frailes peninsulares y por una cohorte de beatas, montó en santa cólera y puso a circular un folleto bajo la pregunta, ¿El baile será lícito? En ese folletín se hacían duras y acusadoras insinuaciones contra los asistentes al baile del Gran Club, "Por de pronto, escribió Morquillas, tenemos setenta mil pesos ($70.000.00) que han cambiado de dueño, amén de los gastos en trapos, cosméticos y otros menjurjes; una noche de claro, que diría Cervantes.; exquisitos baños termales y por ventura algo que consultar a los discípulos de Hipócrates". Para el reverendo, de las miradas entre personas de ambos y sexos y la cama había la más lógica continuidad, "La vista, escribió, se recrea en miradas nada conformes a la honestidad; el oído se lisonjea con melosas y tiernas palabras, que en unión de los dulces sonidos de una música afeminada hieren las fibras y tocan las cuerdas más delicadas de un corazón predispuesto a la ternura y al amor. En tal situación surgen pensamie ntos en disonancia con el deber y con el honor; ofúscanse las luces del entendimiento; se ahoga el grito de la conciencia; desaparece la idea de lo que debemos a Dios y a nosotros mismos; hablan con energía

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las pasiones, y dejándonos llevar dulcemente por lo que tanta suavidad nos seduce, se pierde la inocencia…a la vez que nuestro ángel tutelar vela su rostro para no presenciar la fealdad que llena nuestra alma". En resumen, de acuerdo con los santos de la iglesia y con el reverendo Morquillas el baile en sí era moralmente condenable, pues los exegetas habían dicho que "los mejores de los bailes no son buenos, y encierran grande peligro cuando intervienen personas de ambos sexos". El libelo del padre Guardián cayó en Cali como una bomba explosiva. Hubo hojas volantes y provocó un debate público alrededor de las tesis del Torquemada criollo. En medio del debate, Morquillas caracterizó ese baile concreto como asociado a una moralidad de clase, y dijo que si para algunos de los participantes en el debate en ese baile no había habido "más que virtud y moralidad", había sido porque el evento se había realizado "en los barrios altos de la ciudad"; pero que si se hubiese realizado en las localidades bajas, realizados por personas no honestas o que bailasen "con maneras indecentes", lo habrían tenido por ilícito. Con motivo de tanto agite, todo el mundo en el poblado se envolvió en una semana de dimes y diretes. Conmocionados todos por el tono de ese debate, los más honradamente pacatos, pudieron pensar, como precisó Lenís, "¿Cómo pudieron estos cristianos de Cali atreverse a bailar?". Esto no obstante, Don Mariano Arguelles, uno de los polemistas que le había salido al paso al Padre Guardián, acusó, según Lenis, " de imprudencia al reverendo franciscano por el lenguaje empleado en sus ataques contra el baile , y por la crudeza y escabrosidad de las citas teológicas, sobre todo; y sostuvo, asimismo, que había notoria injusticia en tal intervención, tendiente a denigrar e impedir unas fiestas muy simpáticas, singularmente movidas, aceptadas sin reparo en toda sociedad culta, e 'indiscutiblemente honestas' ". De cara a este suceso, un periodista de la época, un generador de opinión pública como decimos hoy, ubicó, de modo sano, el papel de la palabra en las discusiones públicas ciudadanas. Fue el caso del ya citado Don MarianoArguelles.Así adelantó el problema de la relación entre la verdad y la palabra, "La forma, escribió en El Correo del Cauca, es decir el lenguaje en que está escrito el folleto y los términos de que se vale el PadreAlfonso para insultarme, los dejo a estimación de la sociedad sensata y pensadora. Ella comprende que insultos no son razones, y que quien a dicterios acude evidencia que de su parte no están ni la verdad ni lajusticia.Laverdadpuedeindignarse,peroserenayfuerteporsímisma,nuncaempleaellenguaje procaz de la sinrazón".

'El Correo de Cauca', por su parte, recogía las miradas críticas de la ciudadanía sobre las conductas de las autoridades municipales. Le escribo, señaló un lector, para "decirle a Usted que por estos lados de la Posada del mal abrigo, no está la situación mejor que en otros puntos de la república. Y sabe usted qué es lo que hay! Aunque parezca paradoja, lo que hay, es que no hay. No hay café, no hay cacao, no hay billetes, no hay trabajo, no hay nada; pero sí hay miseria. Mientras tanto, sentimos congoja en el espíritu, pero ¡hay!, hay música y con ellas nos alentamos, hay periódicos y con ellos nos animamos, hay libros, y con ellos vivimos". A veces pasamos unos sustos madres, pues al salir a la calle vemos en las paredes unos grandes letreros que dicen: Pueblo, a matar el Alcalde; muera el Alcalde, muera, muera, y como esto es horripilante y no podemos contener nuestros nervios nos decimos: En qué tierra vivimos? - Habrá matasiña!.

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Pero pronto pasan los días y con ellos vemos que los escritores de la muralla han perdido el tiempo y su carbón, que el susto pasó, y que nos vamos civilizando…no señor, que somos gente muy civilizada! Cuánto gusto nos ha dado la noticia que ha llegado a la Posada del mal abrigo, de que ustedes tienen ahora un buen Alcalde, pues ya se pude ver a la Sultana del Valle limpia como tacita de plata y andando todo como debe y como convino. Me parece que ahora pagaremos las contribuciones voluntariamente porque veremos que ellas se invierten en el ornato de la población. Como estamos en tiempos un poco peligrosos en orden al orden público, suplicamos a quienes nos lean que no vayan a creer que creamos que estamos por estos andurriales en asuntos revolucionarios…Como íbamos diciendo, somos progresistas, y si hoy somos reyistas decididos, como cuentan que alguien que decía que era un conservador toda su vida, liberal entusiasta y obandista rematado, casi que casi, estamos por decir que, aunque revolucionarios, por inclinación, somos por este tiempo reyistas decididos…y cuántos no serán de nuestra Escuela? Oh! Caracteres…¿A dónde sois ido? Como estamos en época que llamará la historia de Concordia Nacional, se nos tachará de que queremos alguna Secretaría si hemos de decir alguna frase culta de aplauso a la administración del Dr Molina, quien aun cuando en achaques de política y de Ferrocarril trató de contentar a todos sin contentar a nadie, es un buen organizador de la Hacienda Pública, y emprendió en la composición de los caminos, cuya sola nota es suficiente para merecer bien de la patria….". Finalmente, en esa época de transformación del espacio físico urbano, hubo fuertes debates, recogidos y auspiciados por los periódicos, sobre asuntos de interés público. Tal fue el caso, por ejemplo, de las reacciones que provocó un impuesto a la plusvalía que habían obtenido algunas edificaciones favorecidas por el mejoramiento y embellecimiento de las calles. Excelente ocasión ésta que se nos presenta para contrastar las reacciones de ciudadanías históricamente distintas de cara a problemas de interés público. Ocurrió que algunos de los favorecidos por las obras pero afectados por el impuesto, protestaron y preguntaron por el soporte jurídico de la medida en una coyuntura en la que el presidente Reyes acababa de decidir que el impuesto producido por ciertos caminos se dedicase al mejoramiento de las calles de los poblados. De todas maneras, el Alcalde mantuvo vigente la decisión del impuesto de valorización.

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3 GENERABAN CONFLICTOS Y, DEALGÚN MODO, LOS TRATABAN

'En 1909 hubo un conflicto entre el Alcalde y un ciudadano que fue tratado mediante un adelanto histórico de la pedagogía de las 'posaderas" y una muy contrita y arrepentida confesión cristiana"

Recordemos, por ejemplo, cómo se resolvió un conflicto en 1909 entre un ciudadano y el alcalde de la localidad. Ocurrió que el Alcalde Antonio Rivera, que había evidenciado un enorme interés por los intereses públicos, por motivos de contratos con el municipio, tuvo un duro altercado con Don Enrique Vergez, ciudadano francés, avecindado en la aldea desde mucho tiempo atrás y casado con una dama caleña. Palabras iban y palabras venían. El alcalde mantenía la cordura, pero el francés fue entrando en cólera y le soltó unas frases atravesadas y envenenadas. "Vea, Don Enrique, le manifestó, el alcalde, lamento que usted se coloque en situación tan desairada, pero me está poniendo en el caso de mandarlo a la cárcel". El francés que escuchó 'cárcel' y le soltó la palabrita, que todo extranjero aprende y dice sin ningún trabajo. Acto seguido, el francés se agachó inclinando el busto hacia el suelo y, con un súbito movimiento, se desabrochó la hebilla del pantalón y "le mostró al alcalde todo el volumen desnudo de sus enormes posaderas". Fue así, como el francés, con ese acto simbólico, se adelantó en un siglo a nuestro actual Antanas Mockus con su pedagogía de las nalgas. El alcalde se quedó atónito, se le suspendió el habla mientras Vergez, subiéndose los pantalones, salía como un huracán. Más temprano que tarde, envió a un mediador, a un cuñado suyo, que era un comerciante muy conocido en el medio. Don Antonio estaba muy molesto con ese incidente. Esto no obstante, examinada al detalle la situación, el Alcalde propuso una solución, más bien, teológica del conflicto, "mire, Don Ricardo, le dijo al mediador, aparte del desacato personal, que yo quiero pasar por alto, esto entra más bien en los dominios de la teología que en los del Código penal; de tal manera que lo mejor que puede hacer el Señor Vergez es confesarse para que lo absuelvan de ese gravísimo pecado". Como se podrá observar, se trató de un conflicto entre una autoridad y un

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ciudadano, resuelto o tratado de acuerdo con las lógicas de la Cultura ciudadana religiosa que era la dominante. Pero, en esa época también hubo conflictos, interinstitucionales, sobre todo, que se quedaron sin un tratamiento humanamente enriquecedor, pues se resolvieron evaporando el conflicto sobre la base de un acto de poder. Veamos un ejemplo al respecto. Fue en el año 1910. Al Cabildo de Cali, tras muchos años de dominio hegemónico sobre él por parte de los conservadores inspirados en la Regeneración, tuvo acceso un grupo de llamados neorrepublicanos que se propusieron sacarlo de la postración en que había caído en los últimos cinco años. Así caracterizó Andrés J. Lenis a este grupo de tolerantes, del que él hacía parte, "el republicanismo, en efecto, preconizaba un espíritu de concordia, dijérese, de armonía entre gatos y perros…la voz de la prudencia, lanzada por el Doctor García Aguilera, no pudo contener la impetuosidad de Jorge Zadwasky, la fe inconmensurable del chato Buenaventura ni el romanticismo lírico de Lenis, seguidos por la buena voluntad de Don Guillermo Borrero, Don Ricardo Nieto, Don Rubén Ordoñez". Pero, en ese Cabildo "admirable" en el que neorrepublicanos, el anterior grupo, y conservadores (Francisco L. Lotero, Juan de Dios Restrepo Plata, Julio Córdoba, Marcelino Calero R, Samuel Benítez y Guillermo Borrero A ) hicieron alianza para sacarlo de la postración, se presentó un conflicto ideológico-institucional muy fuerte, que se congeló no por la vía del dialogo y el debate, como buscaron los neorrepublicanos, sino, más bien, por la de las relaciones institucionales de poder. Ocurrió con motivo de la elección de Don Enrique Castellanos, liberal muy conocido y respetado en el ambiente social, como Comandante de la Policía Municipal. Un Acuerdo municipal le había otorgado al Cabildo esa atribución. En el contexto de ideas de la época, los conservadores no vieron con buenos ojos que un liberal tuviese bajo su dirección y control el aparato coercitivo local. Entonces, el Secretario de Gobierno de la Gobernación, Ignacio Rengifo B, paladín de la causa conservadora, desconoció de plano la facultad del Cabildo para efectuar esa elección. El Alcalde del municipio, Ramón Carvajal, presentó renuncia y en el Cabildo se armó la gran bronca. El Cabildo, de mayoría neorrepublicana, sostuvo a todo trance la legalidad de ese nombramiento impulsando un sólido debate al respecto. De todas maneras sus tesis se quedaron en el vacío cuando El tribunal de lo Contencioso Administrativo evaporó el conflicto por la vía del poder institucional al modificar, casi por completo, el plan orgánico de la policía municipal.

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3.1 Participaban en la construcción de espacios públicos ciudadanos

'La Construcción de lo público ciudadano: de La Plaza de la Constitución al Parque Caicedo'. Veamos cómo el caso más importante estuvo asociado a los reiterados esfuerzos, desplegados entre los finales del siglo XIX y la primera década del XX, por transformar la Plaza de la Constitución, sitio del mercado sabatino, en Parque Caycedo como espacio público ciudadano por excelencia. No en una sino en muchas ocasiones un amplio sector de la ciudadanía colaboró ya con una ya con otra de las obras que, de modo progresivo, le fueron dando forma al nuevo espacio. Fueron muchos los ciudadanos que, desde sus condiciones pecuniarias, colaboraron con las múltiples colectas que se hicieron para financiar la iniciativa. Importa resaltar ahora algunas críticas que, desde Popayán, se le formularon a esta iniciativa. En julio de 1905 el periódico "Paz" de Popayán recogió el contenido de una "Nota Suelta" en la que, tras recordar que en Europa y Estados Unidos los parques públicos eran para el Público, y que "allí los desheredados de la fortuna encuentran cómo tomar el aire y el sol que no tienen en sus habitaciones y donde dilatan sus espíritus que necesitan algo más que las estrechez de las fábricas y talleres", en cambio, "se nos ha dicho de una ciudad donde al parque o jardín público sólo dejan entrar los días de retreta a las personas de cierta condición". Los firmantes de la nota, al calificar esa situación como inusitada, anticristiana, inhumana, salvaje y contraria a los sentimientos republicanos, terminaron señalando que la antigua aristocracia española siempre había mirado por el bienestar de los desvalidos y que ahora "qué mal quedaba en su lugar una burguesía con privilegios odiosos otorgados por la calidad del vestido. Si el jardín proyectado en esa ciudad, concluyeron, diere

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lugar a una cosa semejante que se quede en proyecto". Esa ciudad no era otra que Cali y la burguesía aludida era la clase dirigente de esta ciudad. Sin demora "El Correo del Cauca" recogió el guante destacando los inconvenientes de todo género y las erogaciones que habían tenido que hacer para realizar la obra "varios caballeros caleños y otros avecindados en la población" que "concibieron la feliz idea de hacer un parque en la Plaza de la Constitución". "Las familias honradas de los artesanos, anotó el periódico, tienen libre entrada al parque y mal podríamos impedirle su acceso, pues que la honradez y el trabajo son los únicos pasaportes en las sociedades republicanas". Esto no obstante, según el editorialista, existían unos enormes peligros: que "nuestras familias escapen siquiera de la presencia de las Margaritas Gautier que desgraciadamente pretenden ocupar puesto de honor en esa clase de espectáculos y que el rapazuelo malcriado no profiera delante de las damas sus vocablos licenciosos". Esto no obstante, la historia contemporánea de Colombia nos demostraría cómo casi todos los esfuerzos que se han hecho en el país por construir lo público, han estado teñidos de una buena dosis de patrimonialismo, vale decir, de 'apropiación privada de lo público'. Fue así como en 1910, alguna fracción de la aristocracia caleña pensó que, de muchos modos, la Plaza Caicedo era "parte de su patrimonio personal" y que, por lo tanto, podía impedir el libre acceso a él a ciertas categorías de la población. Sobre las distintas dimensiones de la vida cotidiana de los caleños de hace cien años, por economía de espacio, sólo hemos podido presentar resultados en relación con algunas de ellas; esto no obstante, no podemos terminar este acápite sin contarles cuatro cosas: primero, que los inicios del actual "Deportivo Cali" se remontan al año 1908 cuando por vez primera se jugó fútbol en la pequeña aldea, que tuvo sus iniciales canchas en los mangones de Galilea, Versalles, Centenario, San Antonio, Gualí y la Chanca. Los colores del Cali F.C. fueron rojo-verde y rojo-blanco con pantalón blanco. Entre los primeros jugadores estuvieron los señores Rafael González Rebolledo, Nazario, Juan Pablo y Pilo Lalinde. Uno de los organizadores fue Raúl Ayala Herrera, quien fundó el "Cali-Fútbol-Club", trajo de Costa Rica el primer balón y esbozó la bandera y el escudo del equipo. Este fue bordado por la señorita caleña doña María Francisca Borrero. Segundo, que el 17 de septiembre de 1911 se realizó el sorteo ordinario de una Lotería de origen privado, llamada Lotería del Valle. Se rifaron quince mil pesos de la época repartidos entre cuatro ganadores, que apostaron al número 764.Tercero, que, aparecieron las bicicletas como medio de diversión y, quizá, de actividad deportiva. Y cuarto, que, en esa época, los amoríos y enamoramientos se iniciaban en las sabrosas retretas realizadas los sábados por la noche o los domingos por la tarde.

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4. CALI EN LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XX: ENTRE LOS INICIALES YBÁSICOS SERVICIOS PÚBLICOS, UNA EMERGENTE CONCIENCIA CIUDADANAY UNAESPLÉNDIDACELEBRACIÓN DEL CENTENARIO

Foto de la Planta eléctrica Fuente: Archivo Fílmico y Fotográfico del Valle del Cauca 'En la primera década del siglo XX, los caleños empezaron a hacerse sujetos ciudadanos inscritos en dinámicas asociadas a la ejecución de un programa de Servicios públicos.'

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4.1. Servicios públicos y estética urbana Desde finales del siglo XIX, los esfuerzos de muchos empezaron a modificar el territorio urbano con importantes proyectos, casi todos ellos asociados a una demanda de servicios públicos, a una mejora notable en la presentación del poblado y a un esfuerzo sistemático por construir un espacio público ciudadano no estatal de carácter centrípeto, es decir, con fuerza para atraer y atrapar al ciudadano común. Empecemos por este último proyecto, definido por un esfuerzo tesonero, de más de una década, por transformar la Plaza de la Constitución en Parque 'Cayzedo' - así se escribía- en espacio público por excelencia. Ya lo dijimos, cruzada por muchos problemas estuvo esta iniciativa. Por ejemplo, no todas las categorías de población colaboraron; hubo periódicos problemas de financiamiento, superados, en parte, mediante jugosas, para la época, colectas ciudadanas; a un sector de la aristocracia se le salió su enfoque de Estado pretendiendo ver en el nuevo espacio 'un componente más de su patrimonio privado'. Desde la época de la Colonia, la primera función de la Plaza de la Constitución había sido la de ser el sitio del mercado semanal. Allí se levantaban los toldos para las ventas hebdomadarias. De modo progresivo, la Plaza fue asumiendo otras funciones, simbólicas (espacio para el parloteo imaginario semanal), lúdicas (festividades cívicas, periódicas corridas de toros, improvisado hipódromo, retretas), religiosas (procesiones) y curativas (sitio donde se podía acudir en busca de yerbateros o naturistas, chamanes y adivinos). Pero, no obstante, tantos tropiezos, en las Celebraciones del 20 de julio de 1910 el Parque 'Cayzedo' fue inaugurado como el Primer Parque que tuvo la ciudad, vale decir, como el primer espacio público ciudadano por excelencia. Vale la pena recordarles ahora a los actuales caleños, que el Concejo de 1913 anticipó la idea de hacer de las orillas del río Cali, con veinte metros de amplitud, un enorme y largo Parque Longitudinal, lo que quedó plasmado en el Acuerdo No 12 de 1913 "por el cual se propende el ornato, comodidad e higienización de la ciudad destinando a tal objeto las márgenes del río y se prohíbe en ellas construcciones extrañas a tal fin…Debe arborizarse a lo largo del río en una amplitud de 20 metros". Esta etapa de la Historia de Cali, la comprendida entre 1896 y 1915, puede ser considerada como la del gran esfuerzo sistemático por parte del Concejo, de la Alcaldía y de categorías importantes de ciudadanos, por poner a funcionar unos servicios públicos básicos en materia de un nuevo y más funcional acueducto, de inicios del alumbramiento eléctrico, de transporte público concretado en un Tranvía a vapor, de navegación fluvial por el río Cali, de

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construcción de la Plaza de Mercado y del Matadero, de recolección y cremación de basuras, de iniciación del servicio de telefonía, así como de Servicios Postales. También fue la etapa, sobre todo la de 1905 a 1910, de un enorme esfuerzo higienización y de notorio y notable mejoramiento de la estética urbana. Por otra parte, podríamos decir que en 1909 el Alcalde, Guillermo Triana, preanunció una Política municipal de salud cuando, para atender a los subalternos más pobres, creó la figura de "El Médico del Pueblo", así como un Dispensario financiado con fondos del municipio, para suministrar drogas a ese sector de la ciudadanía. Varias de esas obras se inauguraron durante los festejos conmemorativos del Primer Centenario. Presentaremos y glosaremos en seguida esa programación aprovechando la ocasión para introducir algunos énfasis, que nos permitan ilustrar las hipótesis hasta ahora planteadas.

4.2 El Primer Centenario: una celebración ciudadana y republicana de sabor 'grancolombiano' En la Biblioteca Mario Carvajal, Sección Autores Vallecaucanos, de la Universidad del Valle encontramos un librito de 178 páginas titulado 'CENTENARIO EN CALI', que, por encontrarse, como papel, en delicado estado de salud, debería ser reeditado por la Alcaldía, al lado de otros que recojan a los grandes cronistas del Cali de la época, bajo el título 'BICENTENARIO EN CALI'. En ese texto están recogidas las conferenciasdiscursos, una buena parte de ellas no 'veintijulieras', dictadas durante esos festejos, sobre todo, alrededor de la inauguración de obras públicas. Al traer a la memoria de sus 26.358 habitantes, la iniciación de los esfuerzos por construir un Estado, los caleños tiraron la casa por esa ventana marina llamada Colina de San Antonio. Fueron cinco días de celebraciones en los que se inauguraron obras, que apuntaban a un proyecto de gran ciudad. Interesante e importante resulta observar ahora, desde este presente del 2010, cuando las relaciones entre los países de la Gran Colombia pasan por su peor momento, cómo los caleños le dieron a esa recordación histórica un sabroso carácter grancolombiano . Era Alcalde del poblado Don Alfonso Riascos Plata quien, con la Junta de Ornato y la del Centenario, fueron los gestores institucionales de esos espléndidos cinco días. El 19 de julio, día de iniciación de los festejos, la Banda Militar recibió un nuevo instrumental musical y, acto continuo, los estrenó tocando los Himnos Nacionales de Colombia, Venezuela y Ecuador. Esa noche, a las 8.pm, con un teatro Borrero "literalmente lleno de lo que pudiera llamarse la flor de la sociedad caleña"- "jamás habíamos presenciado tal suma de bellezas, decorado tan artístico, conjunto tan agradable

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a la vista", escribió el cronista- se dio principio al concierto. Para abrirlo habló un joven profesional, quien destacó que la independencia "no fue obra de un día, ni de "un hombre o varios, sino de todo un pueblo". Al abrirse el telón, un "cuadro mimoplástico, La Gran Colombia", produjo "estupefacción general: Tres reinas, las de Colombia, Venezuela y Ecuador, simbolizadas en la unidad de un solo rostro, produjeron en todos "el sentimiento consolador de que todos, colombianos, venezolanos y ecuatorianos, somos hijos de unas misma madre y, lo que es más aún, hijos también de un mismo padre". (El cronista) Las representantes de Buenaventura, Tulúa, Buga, Roldadillo y Cartago fueron un importante referente estético de esos festejos. Entre el inicial 'Cuadro Mimoplástico' y el último Acto, 'La Reina del Valle' se presentaron obras de altura y de apreciable valor estético: treinta voces cantaron el Himno Nacional, la Orquesta ejecutó la obertura Sachauspiel de Bach y el joven Alberto Carvajal recitó sus "Paisajes Vernáculos". Todavía los asistentes aplaudían, cuando el Gran Concierto de C. Saint Saens, ejecutado a dos pianos, impuso silencio. En seguida, la señora María Josefa García arrancó aplausos con su canto de la romanza Julia de Tosti y doce niñas, acompañadas del niño Carlos Rebolledo, cantaron "El Coro de las Cartas" de la "Marcha de Cádiz". Gratamente sorprendido quedó el público con los valses Libertad y Patria, obra del artista caleño Enrique Umaña, ejecutados por la Orquesta. No menor fue la sorpresa cuando la señorita Paulina Delgado, "con su voz mitad arrullo mitad rumor de fuente", recitó "Hojas Secas" de Ricardo Nieto. Se asomó luego al escenario la niña Alicia Pineda para cantar el tango "La Gran Vía" y muy aplaudido resultó el minuet bailado por doce parejas de niños de ambos sexos. Con devoción se escuchó, por otra parte, "Óyeme y Calla", serenata obligada a dos flautas, obra del Señor Víctor M. Rueda. Con una salva de aplausos fue recibido enseguida Ricardo Nieto, quien recitó "Sueño Blanco", el duque de Gandía/seguido de cincuenta caballeros/salió al campo de caza cierto día/primaveral…/. Enseguida, Cecilia Correa "con maestría cantó la difícil aria del tercer acto de la Opera Elixir de Amor de Donnizzetti. La merecida fama de que disfruta la modesta artista apellidada la 'mirla caucana' hace que no nos detengamos a elogiarla". (cronista) Finalmente, un grupo de niñas y niños- Angela Giraldo, Cecilia Borrero, Alfonso Llorente y Carlos Rebolledo- bailó el KakiWalk Gran Club. Fue así, queridos niños y maestros del Cali actual como, la emergente elite de la época, representando a los subalternos, dio comienzo a las celebraciones del primer Centenario con un acto de elite muy "grancolombiano". El día 20, como el anterior, los cañones tronaron a la alborada anunciándoles a aristócratas y subalternos que el esperado 20 de julio de 1910 había llegado. Y como que tronaron para recordarles que hacía ya cien años que, con las

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armas en legítima rebeldía, los descendientes de españoles- con sus cohortes de subalternos como base social militar- le habían dicho al Estado colonial español que ellos por sí mismos podían y querían ser gobierno. Fue así como la dirigencia criolla inició el complejo proyecto de construir un Estado. Esto no obstante, en 1910, lo que de Estado les había llegado del siglo XIX no había sido gran cosa a nos ser las distintas Constituciones, que habían acaecido como consecuencia de las ocho guerras civiles nacionales habidas durante ese siglo. La última de ellas, la más sangrienta y costosa de 1899, había hecho del Estado una enorme imprenta dedicada a imprimir millonarias sumas de papel dinero para financiar las guerras. Terminada la guerra en 1903, el General Reyes, como ave fénix, les había dicho a los colombianos que para poder hacer la transición a una sociedad capitalista, era condición imprescindible reinventarse El Estado, puesto que, con lo que de Estado habían heredado del anterior siglo, no irían a parte alguna. Ese día, a las 8 a.m., antes de la solemne Misa, El Programa señalaba la inauguración de la Biblioteca Centenario. Se inició con 1800 libros entre ellos, así lo dijo la nota leída por el Bibliotecario, los "800 tomos obsequiados por el simpático Instituto Literario". En este caso hubo un inteligente discurso del Doctor Mario Caicedo, quien finalizó así su intervención, "la vista de estos libros, mostrará a nuestras mentes las armas con que debemos luchar en el segundo siglo de nuestra vida libre." Al terminar al anterior acápite, hablamos de dos grandes empresas culturales de Cali y los caleños, que son supervivencia del futuro en el presente, aunque, por desgracia, no muy vigorosa. De nuevo acudimos a todos Ustedesestudiantes y maestros del 2010- para que, aunando voces, le digamos a la Ciudad, a la Alcaldía y al Concejo que procedamos a echar a revolar esas dos históricas "cometas", símbolo educativo -formativo- cultural de tantos caleños durante los dos últimos siglos. Lancémoslas al vuelo en este Bicentenario. Recojamos así a ese otro gran cronista de un Cali entre la premodernidad y la modernidad, Álvaro Bejarano, cuando, al traer a la memoria ese espléndido verso de Luis Vidales - "Fíjense si por allá en su cielo, están las cometas que perdí cuando era niño"- escribió sobre ese artificio de varios palitos forrados de papel con colas de colores, al que subíamos nuestras almas cuando eran chiquitas, para que volaran hasta el mundo de nuestros infantiles e inalcanzables sueños. "Algún día de estos, escribió Bejarano, uno de esos acuciosos investigadores de la sociología contemporánea tendrá que abocar lo que se consolidó como caleñismo en la Colina de San Antonio y tendrá que concluir que los hombres de Cali, no hemos tenido lejanías históricas porque desde niños cancelamos la disputa en el ritual de las cometas. Al margen de todo fantaseo, la primera integración social real que hubo en Cali fue en la

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loma de San Antonio cuando en las tardes descendíamos…a veloz carrera mirando al cielo". En opinión del apreciado y en su tiempo muy leído Bejarano, esa integración social había sido duradera porque "pusimos el cielo por testigo". Y "fue tan firme, concluyó, la integración social que efectuamos en la loma de San Antonio, que andando el tiempo Colombia pisó las fronteras abisales del odio en una violencia absurda donde un dios maldito y sangriento volvió lodo y cieno lo que de noble teníamos. Esa fuerza maldita nada pudo contra los que habíamos hecho una integración social en una Colina caleña". Pero, regresemos al Programa del 20 de julio de 1910. Inaugurada la Biblioteca Centenario, a las 10 a.m., las autoridades y corporaciones se fueron a cantar el Himno Nacional en un templo católico llamado San Pedro donde hubo Misa solemne y Te Deum de Acción de Gracias. Después de la misa, ocupó la cátedra sagrada un famoso orador, el presbítero Uladislao González con un largo discurso a la altura de la Cultura ciudadano religiosa dominante, del que sólo recogemos el final de su introducción, "Sepamos, señaló, en este día de la libertad, cuál es la libertad bien entendida; sepamos cómo la libertad nos viene de Dios, del Cielo y de Cristo". A la una de la tarde de ese día, en el histórico Claustro de Santa Librada, El Concejo realizó su sesión solemne con la presencia del Cali institucional, incluidas la Junta de Ornato, La Sociedad de Medicina del Cauca, La Sociedad de Jurisprudencia y la Sociedad de Artes y Oficios. Leída el Acta de la última Sesión, la señorita Eugenia Sinisterra entregó a la Corporación la bandera que le obsequiaba el Colegio de la Sagrada Familia, "si, dijo, manos puras han trabajado en ella, que manos patriotas la sostengan". Recordemos ahora que a ese Concejo. La ciudadanía le había atribuido la condición de "Concejo Admirable". Cuando en el año 1909, llegaron los ediles de Cali a iniciar sus sesiones en la misma pieza, sucia y triste, donde funcionaba el archivo, sólo encontraron allí a Don Vicente Villaquirán, el porteroescribiente, "por todo mueblaje, escribió el cronista, sólo quedaban allí dos mesas viejas, carcomidas por la polilla; en la más pequeña ardía una lámpara alimentada por alcohol; y en la otra se veían algunos libros y tal o cual expediente de hojas empolvadas…Unos pocos asientos con forros de vaqueta, reproducciones en colores del escudo de la república, con un letrero en forma circular, que decía, MUNICIPALIDAD DE CALI…No menos triste y desastrosa era la situación de la Alcaldía. La vieja Casa Municipal, de dos pisos, desde años atrás había sido alquilada por una suma irrisoria al Gobierno Nacional y en ella funcionaba el regimiento que hacía la guarnición permanente de la Aldea. El Alcalde había quedado reducido a un cuartucho desmantelado donde yacían los restos de un archivo." Esto no obstante, para la época, 19091911, un nuevo espíritu ciudadano, pero, también, nuevas relaciones de poder

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habían modificado la situación en el Cabildo caleño: El dominio hegemónico impuesto por los conservadores, le había cedido paso a un nuevo grupo, neorepublicanos se llamaban, que arrastraron a una alianza a la fuerza llamada de concentración conservadora. Aunadas las manos, todos se propusieron marchar hacia la reconstrucción de ese espacio público institucional estatal en procura de servir los intereses de la municipalidad. Lo primero que hicieron fue rescatar la Casa Municipal desmilitarizando la alcaldía. Pero, el Coronel Velasco, jefe del regimiento allí acantonado, se empecinó en no entregarla alegando que "los rojos querían sacar de allí al ejército con el objeto de revolucionarse y tomar la Plaza de Cali fácilmente". Sin embargo, agregó el cronista, "en Bogotá no vieron el asunto con un criterio tan espantadizo y ordenaron entregar la Casa Municipal al Concejo". Entre otras cosas, este Concejo se concentró en los siguientes asuntos: 1. la reconstrucción de la Casa Municipal; 2. la reorganización de la hacienda del Municipio; 3. el pago de la deuda que debía la municipalidad restableciendo la posibilidad de créditos: 4. la construcción de un nuevo acueducto, cuyo valor se presupuestó en mil libras esterlinas; y 7. el restablecimiento de la confianza de la ciudadanía mediante una honesta inversión de los Fondos del Tesoro. Este fue el Concejo que dejamos atrás en su sesión solemne del 20 de julio. Leída el Acta, Jorge Zadwazky, comisionado por la Junta Central de Ornato, entregó al Concejo el retrato del prócer caleño Don Joaquín Caicedo y Cuero, quien, dijo, "no fue como Páez y Córdoba un soldado por vocación: su alma benévola no estaba hecha para el doliente espectáculo de la sangre vertida. Como Nariño y Santander, marchó a la guerra por imposición del momento histórico…recorrió el Valle, desde Caloto hasta la Villa del río la Vieja, encauzando los pueblos y preparando el derrotero del triunfo…y sin vacilar un momento marchó con paso sereno hasta el patíbulo" en Pasto el 26 de enero de 1813. Del Colegio de Santa Librada se fueron todos a la Estación del Tranvía. Para esa época la Cultura del progreso material y tecnológico se había apoderado de una importante fracción de la dirigencia caleña. Esa tarde, las dos máquinas del Tranvía condujeron a Puerto Mallarino a las autoridades y corporaciones y, como señaló el cronista, "a una mínima parte de la multitud, absteniéndose de dar cabida a más por falta de espacio en los carros, que iban literalmente colmados". Al llegar al Puerto Fluvial el Tranvía de Cali se encontró con los Vapores Sucre y Caldas, que atestados de damas y caballeros arribaban en aquel momento. La alegría se pintaba en todos los rostros. El encuentro del Tranvía de Cali con los Vapores del Cauca constituía la mejor síntesis de un tenaz esfuerzo por modernizar las comunicaciones en una subregión que, como la de Cali, estaba haciendo el tránsito de la economía ganadera a la

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Foto del tranvía de Cali Fuente: Archivo Fílmico y Fotográfico del Valle del Cauca "Si, Señores, la impresión que causa ese espectáculo, es la impresión de una ciudad de quinientos mil habitantes, a la cual han llegado, ese día, el Tren del Tranvía y el Ferrocarril del Pacífico"º economía de los trapiches movidos por fuerza hidráulica. Ese fue, entonces, el tono del discurso, pleno de optimismo, de Belisario Zamorano, "sí, señores, dijo, no habrán sido muchas las vueltas que haya dado el cuadrante del tiempo, antes de que aparezca Cali, como una de las ciudades más prósperas y adelantadas, en este Continente, desde el Golfo de México al Cabo de Hornos… ¡Que digo, señores!...No es que nos sorprenderá, sino que la palpamos, ya la sentimos. Ella nos empuja de un modo irresistible. Sí, Señores! Pensad en una noche de retreta de gala, en el Parque Central, hoy Parque Caicedo; en ese concurso inmenso de gentes de diferentes clases y gremios que viene y van; en ese bullicio de mucha gente, de muchísimos niños, todos alegres y contentos, todos departiendo cordialmente, todos diciéndose de sus impresiones del día…Sí, Señores; la impresión que causa ese espectáculo, es la impresión de una ciudad de quinientos mil habitantes, a la cual han llegado, ese día, el Tren del Tranvía repleto de gentes venidas en unos de los Vapores del Puerto fluvial de Mallarino; y también el tren del Ferrocarril del Pacífico, con gentes llegadas del puerto marítimo de Buenaventura. Ah! Esto será: un sueño mío; pero es un hermoso sueño, que creo que es vuestro también. Señores, os suplico digáis conmigo, viva el progreso, viva el pueblo del Valle", El día 21 fue el día del Parque 'Cayzedo'. En la alborada, los cañones disparados en el Bosque Centenario le anunciaron a la ciudadanía que ese

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día, a las 8. a.m., La Junta Central de Ornato le iba a hacer entrega al Concejo de ese nuevo espacio ciudadano. En nuestro trabajo que le sirve de soporte a esta Cartilla, al correlacionar caleñidad y condiciones del clima, decimos que el imaginario que asocia 'caleño a incumplido' no es real, que lo que ha sucedido es que cuando la ciudad amanece empapada por la lluvia, sus habitantes, por lo general, no madrugan viéndose obligados a correr por unas horas la agenda de cada día. Pues, bien, eso fue lo que sucedió ese 21 de julio de 1910. Había llovido toda la noche y la entrega del Parque se corrió para la 1 de la tarde. Una vez bendecido el Parque, la tribuna la ocupó nuestro ya conocido cronista Andrés J Lenis, "en la vida moderna, dijo, la necesidad de los paseos se impone como la primera, así porque ellos son garantía de salubridad pública, como porque fomentan la sociabilidad de los pueblos y marcan una tendencia hacia la estética, fundamento de prosperidad duradera." Acto continuo, vino un evento propiamente popular, es decir, del sabor de la ciudadanía subalterna: toda la gente se fue hasta el Hipódromo del Centenario donde resultaron ganadores, en velocidad, 'El Mago', y en resistencia, 'Caramelito'. Esa misma noche, por otra parte, el Parque 'Cayzedo' 'tuvo todo lo que puede hacer amable la vida de un esteta: música, aromas, mujeres bellas 'cuyos ojos iluminan como en noche tranquila las estrellas'. A nadie se le cobró por ingresar al parque a la retreta, lo que significa que la anti ciudadana restricción patrimonialista que algunos habían pretendido imponer, había sido derrotada. En ese mismo sitio del hipódromo tuvo lugar, desde ese día hasta el 7 de agosto, la Exposición Agrícola y Pecuaria. Concursaron ejemplares caballares, vacas y cerdos. Pero, también se exhibió lo que la emergente semi industria caleña producía, en otra Exposición, la Artística e Industrial. No se podrá olvidar que ese burgo 'con pujo de ciudad' presentaba ya indicadores de una importante evolución comercial, productiva y financiera. Entre 1898 y 1909 se habían creado 42 empresas comerciales con variados giros y más de una docena de almacenes donde se vendían productos importados como calzado 'Regal', corbatas 'Trembay', camisas 'Hendan', ropa interior 'B.V.D', trajes 'Derosburg' y sombreros 'Borsalino'. A estos almacenes, a comprar, sólo entraban los aristócratas y un puñado de subalternos en calidad de empleados. Para darle forma al comercio local, también existían, entre grandes y pequeñas, casi un centenar de almacenes. En ese período también se fundaron 13 industrias, que oscilaban entre la producción artesanal y la semimanufactura donde, para el consumo local y suregional, se transformaban materias primas producidas en la región como café, tabaco, cacao, piedra de cantera, plátano y maíz. Innumerables, y casi censar, eran las tiendas y las muchas docenas de

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bares y cantinas que, regadas, funcionaban por todas partes. Importa destacar que, para esa década, la prostitución ya era un fenómeno importante, manejado, en lo moral, en base de sermones domingueros en los púlpitos, en lo ciudadano, del Código de Policía o de la exigencia de llevar a todas las calles el alumbrado público para inhibir su visibilidad, y, en lo sanitario, de la visión profiláctica de la que se estaban apropiando médicos y autoridades. Pero, aunque estemos ya un poco cansados, sigamos acompañando a nuestros conciudadanos de hace un siglo, en sus dos últimos días de celebraciones. El día 22 el cañón tronó en la loma de las Mesas. Ese día, el hermano Mazo fue tan puntual como siempre., a las 4.a.m., en el toque de las campanas de la Torre Mudéjar, pues iba a ser ése un día dedicado a Fray Damian Gonzalez. "Se trataba, redactó el cronista, de perpetuar en bronce la memoria del humilde franciscano…el más santo y el más grande de los que ha producido la sagrada Orden de Asís en Cali". Y en realidad que este monje había sido una persona de enorme condición humana. Recordemos sólo un detalle y un contraste que reflejan su perfil. Primero, el detalle. Unas famosas festividades caleñas, que duraban tres días y que se quedaron pegadas a ese tiempo, fueron las Fiestas de San Juan. "Se cuenta que en la víspera del San Juan, los participantes iban a caballo en busca del Fraile Damián González, se descubrían, apeaban y de rodillas recibían la bendición. Al decirles el Fraile: vayan con Dios, montaban y salían corriendo por la carrera 6ª a "iniciar ese festejo entre cristiano y pagano. Venga ahora el contraste, pues Fray Damián era colega de Orden de otro sacerdote que, como vimos atrás, había condenado el baile por pecaminoso. En la tarde de ese 22, las distintas Corporaciones existentes en la ciudad hicieron sesiones solemnes. A la una, por ejemplo, en la sesión de la Sociedad de Medicina y Ciencias Naturales del Valle, el Doctor Evaristo García, uno de los más eminentes científicos de la época en Colombia, presentó su estudio sobre "Los Gusanos Urticantes en el Valle del Cauca". En la alborada del 23 de julio los cañones retumbaron con voz de duelo, la ciudad había amanecido de luto tras la muerte repentina de Don Juan de Dios Borrero. No hubo ni inauguración del Parque San Mallarino ni batalla de flores ni canto del Himno de Cali por La Banda del Batallón Pichincha. Sólo, a la 1 p.m., la Sociedad de Artes y Oficios realizó su sesión solemne. Importa destacar, finalmente, que, para este Primer Centenario, la prensa caleña realzó las festividades , pues varios periódicos - El Correo del Cauca, El Correo del Valle, El Día, La idea Liberal, El Doctrinario, La Instrucción

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Popular y el Obrero- "aparecieron en lujosas ediciones ostentando los retratos de los principales próceres".

4.3 Hacia la formulación de algunas hipótesis empíricas sobre la formación de ciudadanía en el Cali de la primera década de Siglo XX Como punto de partida de nuestra investigación, hicimos una descripción detallada de distintas dimensiones de la vida cotidiana de los lugareños incluida su intensa lucha por ver a su ciudad como capital y por posibilitar el acceso de sus hijos a la escuela primaria, sobre todo. Poco a poco fue tomando forma una idea o hipótesis central que, ahora, en el momento de despliegue del método de exposición, formulamos así: En la primera década del siglo XX, los habitantes del burgo caleño empezaron a construirse como sujetos ciudadanos cuando tomaron conciencia de sí mismos y de su terruño inscritos en dinámicas y procesos ligados a la primera demanda robusta de servicios públicos que hubo en el poblado. Entonces se dieron cuenta que esas iniciativas tenían que ver con sus necesidades, con las de sus familias y con las de una aldea con aspiración a gran ciudad. Claro que en ese caso, se trató de sujetos ciudadanos sujetados a un enfoque dado de vida y de moralidad que, al trabajarlos desde su subjetividad, los aproximó a un ideal dado de ciudadano, cristiano por excelencia, patriota fervoroso y trabajador responsable y de sanas costumbres. Constituyó ésta una nueva e importante forma histórica de caleñidad. En nuestro concepto, los caleños pudieron realizar una conmemoración tan espléndida y entusiasta del primer Centenario, por una razón básica: porque, todavía larvado, se estaba insinuando un proceso de toma de conciencia citadina estrechamente asociado a esa primera demanda de servicios públicos ciudadanos, a un programa de mejoramiento de la estética urbana y a un esfuerzo por construir lo público ciudadano.

5. ELACCESO DE CALIA LA CONDICIÓN DE CAPITAL: NO TODO FUE RELACIONES DE PODER, LA CIUDADANÍATAMBIÉN CONTÓ Cuando Cali festejó, de modo tan intenso y entusiasta, el Primer Centenario, llevaba apenas dos meses largos como Capital. La misma ciudadanía que batió palmas ante este feliz suceso, había sido, como ya vimos, la que con todo entusiasmo había celebrado el Primer Centenario. El 16 de abril de 1910, a las 2.p.m., se recibió el decreto formalizando a Cali como Capital y su población "movida por una sola alma y un solo sentimiento" recorrió las calles de la ciudad "poseída del mayor y más justo júbilo, al son del himno nacional". (Correo del Cauca)

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Como ya anticipamos, ritmados por las necesidades urgentes de sus elites dirigentes, tres sueños de largo plazo habían anidado en la intimidad de ese burgo como colectivo humano. El tercero de ellos se concretó ese 16 de abril cuando La Sultana del Valle, en disputada emulación con Buga la 'Señorial', accedió a la condición de Capital de uno de los departamentos más pujantes del país. Se había zafado, entonces, de su clásica subordinación política a Popayán. Al iniciarse el siglo XX, entre las subregiones socioeconómicas inscritas en el departamento del Cauca, cuya capital era Popayán, era ya evidente la primacía de la subregión vallecaucana con un Cali, que, en plena transición modernizadora de la economía ganadera a la economía del trapiche, propugnaba por abrirse paso a la modernización capitalista. La otra cara de la moneda la constituía el Cauca de Popayán, que estaba distante de la salida del Pacífico, que había quedado por fuera del nuevo circuito comercial CaliBuenaventura-Panamá y que continuaba atrapado en la Colonia dentro de una férrea red de relaciones sociales serviles. En 1908, todavía Reyes en la presidencia, hubo un primer reordenamiento territorial del que el Valle geográfico salió despedazado en tres departamentos, Cali, Buga y Cartago, aunque este último en ningún momento logró formalizarse. Muy antitécnico, por cierto este evento, como lo fue el de una Colombia fragmentada en 34 departamentos, el hecho expresó, sin duda, la presencia de vigorosas elites subregionales. Esto no obstante, fue ése un paso adelante hacia una más definitiva conformación político administrativa del Valle geográfico .Lograr la unidad no resultó fácil, pues las pugnas que se presentaron entre Cali y Buga fueron muy aguerridas, aunque, al final, comprendieron que debían asegurar su independencia de Popayán. En 1909, con la renuncia de Reyes, la pugna se abrió de nuevo ya que el Congreso Nacional decidió retrotraer el ordenamiento territorial a la situación existente el 1 de enero de 1905. El Valle, por lo tanto, tenía que reintegrarse al departamento del Cauca con Popayán como capital. Durante los dos años en que habían existido como departamentos, 1908 y 1909, Cali y Buga habían mantenido entre ellos, de manera tácita o efectiva, la certeza de su próxima desaparición pudiéndose decir que la fugaz historia de esos departamentos fue la historia de sus esfuerzos por no desaparecer. Conviene recordar ahora que, desde 1870, un sector de las elites de Cali y Palmira había estado empeñado en sacar adelante un sistema vial como condición para el despegue socioeconómico de sus subregiones. En ese sentido, el proyecto del ferrocarril del Pacífico constituía la mega-obra modernizadora más importante tanto para el Valle geográfico como para el suroccidente colombiano. Por lo tanto, la ciudad que fuese la terminal del tren, quedaba

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como estratégica en el nuevo sistema de comunicaciones. Fue ésta la razón del avivamiento de viejas pugnas y de intensos conflictos entre Popayán y Buga, como un polo, y Cali, como el otro. En 1908, a raíz de una propuesta de cambio en el trazado del ferrocarril, se reanimó ese conflicto interciudades. Por esos días, se informó que el ferrocarril, que ya había llegado a Dagua, continuaría "directamente a Palmira, cruzando el río Cauca a unos diez kilómetros de Cali". (Correo del Cauca) Presto estuvo el Concejo de Cali en salir en defensa de su burgo, pues, "por una mezquina economía", señaló, "el país que, con tan pocas ciudades cuenta de la importancia de ésta, no puede darse el lujo de perder…el trabajo de tantas generaciones". En consecuencia, se dirigió al presidente Reyes, "a quien tantos servicios debe esta ciudad", solicitando su intervención. Solícito, el ya casi renunciado presidente, respondió, "el gobierno tiene tanto interés, dijo, como los habitantes de Cali para que dicho ferrocarril beneficie en primer lugar a esa importante ciudad, que tiene elementos para ser una de las primeras del país y por eso el contrato vigente con la Compañía constructora dispone que la vía ferrocarrilera es de Buenaventura a Palmira pasando por Cali". Por otra parte, desde 1908 con Cali ya como departamento, se empezó a anticipar que el punto central de los festejos del Centenario, sería la llegada del Ferrocarril a la ciudad con la primera locomotora exhibiendo el nombre de CALI. "Su inauguración en esta ciudad el 20 de julio de 1910, dijo el gobernador Riascos, será uno de los números más pomposos con que el excelentísimo Señor Reyes ha de honrar la memoria de nuestros próceres en el primer centenario de la República". En un principio, de cara a la tozuda realidad de la reintegración, la lucha se reorientó a la definición sobre cuál sería la capital del recreado departamento del Cauca que, en lo territorial, ya se había visto afectado, desde 1904, con la creación del Departamento de Nariño, si Popayán o Cali. Desde un principio, amplias fueron las adhesiones a favor de Cali, sobre todo, por parte de los Concejos y ciudadanías que se salían de la órbita inmediata de la influencia de Popayán. Fue entonces cuando los caleños salieron a las calles defender la 'capitalía' de su ciudad. En contra de la reintegración, se produjo una movilización desconocida hasta ese momento en su historia: Más de cinco mil personas participaron en una manifestación en la que hablaron Ignacio R. Copete, Ricardo Nieto y Andrés J. Lenis, la reintegración, dijeron, "mata las esperanzas de progreso", pues, le había tocado a la ciudad "volver a ser súbdita o pupila de la histórica Popayán". Hasta en Timbiquì, su Consejo fue decidido partidario de la reintegración, pero con Cali como capital. Para ampliar la muestra de apoyos, digamos que 50 ciudadanos de Toro solicitaron al Congreso la más rápida reintegración y que "al Cauca le dé por capital la culta, progresista y

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En 1908, cinco mil ciudadanos caleños salieron a las calles a apoyar la 'Capitalía' de su Ciudad. simpática ciudad de Cali, por reunir múltiples condiciones". Más temprano que tarde, y como indicación empírica de que el histórico conflicto entre ciudades se había resuelto a favor de la Sultana, Cali accedió a la condición de Capital del Valle en un momento en que ya hacía parte del nuevo circuito comercial Cali- Buenaventura-Panamá. Cali había soñado con la autonomía político administrativa y su ciudadanía, como se vio, luchó para lograrla. No todo había sido, entonces, simple relación de fuerzas.

6. EL COLEGIO SANTALIBRADA, LAS CULTURAS EDUCATIVAS Y EL BICENTENARI0 No es del caso ahora hablar de todas las reformas educativas que, en medio de cruentas guerras civiles se hicieron Colombia, sobre todo, en la segunda parte del siglo XIX. Hasta hubo una guerra civil, la de 1876, que tuvo lugar en el centro de nuestro Valle geográfico, y que tuvo una clara connotación religiosoeducativa. De todas maneras, importa destacar, que la primera Política que se insinuó y tomó forma en Colombia fue la Política educativa cuando la misma Política de Comercio exterior era todavía vacilante y oscilante. Fue en la década de 1830 cuando el General Santander levantó una apuesta de Nación que, afincada en un proceso de construcción de ciudadanía, colocaba en la

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Entradas del colegio Santa Librada 1910 Fuente: Archivo Fílmico y Fotográfico del Valle del Cauca

"Este colegio se encuentra entrañablemente asociado a lo que hoy podemos llamar las notas históricas más definitorias de la ceñidad."

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educación su eje central. Esta apuesta que, desde 1921 hizo presencia en Cali con la fundación de un colegio republicano santanderino, El Santa Librada, y la Reforma educativa de 1870 que empezó a verse desmontada en 1886 con la nueva Constitución, fueron sucesos protagónicos en la configuración estructural y funcional de la cuestión educativa en el Cauca en general y en Cali en particular. En Cali, el Colegio Santa Librada, único Colegio de Bachillerato que hubo en la ciudad hasta finales del siglo XIX, funcionó en la esquina de la carrera 4 con calle hasta 1942, en una edificación que perteneció al convento de los agustinianos. En esa época, cuando la educación formal apenas se insinuaba, hubo dos tipos de organizaciones civiles, que tuvieron mucha incidencia en la formación informal - transmisión y asentamiento de valores- así como formal - ciertas bases de instrucción- de los sectores populares subalternos, sobre todo. Fueron ellas las Sociedades Católicas, de las que estuvieron más cerca los conservadores, y la Sociedades Democráticas más próximas al partido liberal. Diríamos que en ellas empezaron a formarse los primeros líderes de los subalternos. Como para decir que no sólo los aristócratas sino, también los subordinados tenían sus líderes y dirigentes. Pues bien, ambas organizaciones estuvieron asociadas a dos culturas, que entraron en conflicto, sobre todo, a partir de 1870, de un lado, la Cultura ciudadana secular, y, del otro, la cultura ciudadana religiosa. La primera propiciadora de un ciudadano laico, racional y democrático, la segunda, en cambio, más cercada al ideal de un ciudadano cristiano, creyente, patriota y de buenas costumbres. Entonces, en esa época de la historia colombiana, más que choque de clases, hubo un choque de culturas ciudadanas. El decreto Orgánico de 1870, tenía carácter nacional, pero sometido a la voluntad soberana de los Estados, la dificultad operativa se encontró en el artículo 36, más a-religioso que antirreligioso, pues si bien la enseñanza de la religión no era obligatoria, tampoco se la reemplazaba por una cátedra atea o anti-religiosa o asociada a otra religión, sino que la Escuela laica se obligaba a brindar un espacio y un tiempo para que los niños, de acuerdo con la voluntad de los padres, recibiesen la instrucción católica de sus propios ministros o párrocos. Cuando triunfó la Regeneración de Rafael Núñez y de Miguel Antonio Caro con su nueva apuesta educativa, ése fue el contexto en el que quedó ubicado el Colegio Santa Librada, que históricamente había estado más enhebrado en los ejes de la cultura ciudadana secular. El Santa Librada quedó enredado entre dos Culturas Educativas. En amena conversación que, por estos días, hemos tenido con el actual rector del Colegio Santa Librada, Ramón Ignacio, Atehortua nos contó que

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en su ya larga investigación sobre el Colegio, se había preguntado por su nombre. Nos dijo que también el 20 de julio se celebraba el día de la Santa librada. Se había tratado de una doncella cristiana a quien su padre había querido casar con un moro, y que ella, en oración, había rezado toda la noche para que se produjese un milagro y así no tener que casarse con el pagano. Y pedido el milagro, éste fue hecho pues, llegado el nuevo día, la atormentada muchacha había amanecido con barba y bigote. Irritado y colérico, el padre la había condenado a morir crucificada, no sin antes colocarle una corona. Este sacrificio había ameritado su ingreso al altar de los santos como mártir. Esto no obstante, a mediados del siglo XX había sido bajada de los altares. Ha sido así como la Patrona del Colegio de Santa librada en la actualidad ya no es "SANTA". Durante la Regeneración, el Colegio de Santa Librada entró en un pesado letargo académico, pues el gobierno no le prestó el interés y apoyo a ese claustro republicano donde estudiaron adolescentes, hijos de aristócratas y también algunos provenientes de familias subalternas y donde más tarde se formaron ilustres conservadores como el Doctor Manuel M. Mallarino presidente de la república 1855-1857, el Doctor Jaime Córdoba, los Holguines y otros. De acuerdo con lo que averiguamos en el Archivo Histórico del Colegio, éste capeó la crisis gracias a la Junta examinadora compuesta por varones altruistas, cuyos nombres aparecen bajo la rubrica del tesorero: "Sr, Don Evaristo de la Cadena profesor de los cursos de aritmética pesas y medidas extranjeras y de algebra elemental; Sr Don Eustaquio Palacios, catedrático y profesor de los cursos de latín y gramática castellana; Sr Don Evaristo García, hombre de ciencia; Sr Don Francisco A Magaña, profesor de Historia de Colombia y América; y el Sr Don Aladies Isaac, profesor de francés e Ingles." Situación asertivamente descrita por Andrés J. Lenis, "una ola de abandono, de desaliento, de negligencia presionaba sobre los espíritus " El 17 de noviembre del año lectivo de 1891 los Hermanos Maristas iniciaron tareas en el Colegio de Santa Librada, institución que había sido el coco de la jerarquía eclesiástica y de las personas embebidas en las valoraciones sociales propias de la subcultura cívico-católica como versión de la cultura hegemónica. El hermano Hermancio fue su primer rector, "enérgico pero culto, escribió de él Andrés J Lenis que fue su alumno, difundía en su redor un ambiente de cariñoso y espontáneo acatamiento. En él la prudencia era energía y el don de mando suave yugo. Cuando se presentaba en las aulas para hacer observaciones, el silencio de los alumnos se hacía tangible y ponderoso.". El Secretario de Gobierno del departamento del Cauca, con expresa autorización del Ministro de Instrucción pública, hizo entrega oportuna del "colegio con todos sus enseres, pudiendo hacer en aquel (en el edificio) las modificaciones

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que estimen convenientes". Los Hermanos se comprometieron a dar, de un modo gradual, 21 materias encabezadas por "Religión e Historia Sagrada". Se trató de un Plan de estudios equilibrado, entre clásico y práctico instrumental, destacándose en este segundo eje materias como, topografía y agrimensura, contabilidad, y nociones de industria y comercio. En el punto tres de este Convenio quedó definido que los cursos ganados en el Santa Libraba se asimilaban como cursados en la Universidad del Cauca y, más adelante se precisó que, aunque la instrucción era gratuita, los Hermanos podían admitir alumnos internos que, en ese caso, debían pagar la pensión alimenticia. A los hermanos, se les otorgó la facultad de "adoptar los textos que juzguen más convenientes". Atrás dijimos que el 20 de Julio de 1910 la Biblioteca Centenaria se había inaugurado con 1800 libros de los cuales, 800 habían sido donados por el Instituto Literario. Ocurrió que al iniciarse la Regeneración un grupo de jóvenes, alegres y propositivos, había creado una Sociedad Literaria. Se trataba de una especie de Sociedad Democrática muy 'a la caleña' que se había propuesto crear una Biblioteca alrededor de una intensa acción intelectual cultural. Su acción lindaba casi con lo 'subversivo', pues en la nueva Constitución de 1886, pensando en el auge que habían tenido las Sociedades Democráticas durante la Federación, se había prohibido la formación de organizaciones civiles. Por eso esos muchachos, en su Estatuto se declaraban ajenos a la política. Así describió la acción de este Grupo, nuestro cronista Andrés j. Lenis: En el mes de septiembre de 1887, un grupo de jóvenes, que se habían dado a la tarea de fundar un Instituto, se asignaron como su principal actividad la creación de una biblioteca, que sería, además, su sitio de estudio y de tertulia. Con el auspicio de notables personajes del poblado, se empeñaron con tesón en la tradicional campaña de 'done un libro' .Les llegaron muchas obras tanto de ciencia como de literatura." Cinco años después surgió la inquietud de un periódico, saliendo a la palestra con el número 1 bajo el sugestivo nombre de 'El Instituto Literario'. La publicación sería quincenal. Más temprano que tarde, las ideas del grupo empezaron a insinuarse aunque de un modo todavía tímido. Que era necesario alimentar entre los estudiantes los sentimientos republicanos y que el Plan de Estudios implementado en el Colegio de Santa Librada era insatisfactorio dada su excesiva carga curricular de veinticinco lecciones en diferentes materias, fueron las primeras cosas 'chocantes' que dijeron. Entonces, los practicantes de la Cultura ciudadana religiosa dominante se les vino encima. Don Juan de Dios Borrero, patricio de la regeneración caleña, les solicitó que lo borraran de la lista de suscriptores del Instituto Literario pues 'la educación republicana' nada tenía que ver con las ciencia agregando enseguida, 'los gobiernos católicos forman hombres de recto criterio, no se han establecido

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para formar politiqueros que son el tormento y la carcoma de la patria. Si tal educación es la que falta en el colegio de Santa Librada, quiera Dios que nunca la tengan los jóvenes que allí se educan'. Por su parte, El vicario y Presbítero de San Pedro los acusó de oposición maleante y tendenciosa contra el régimen de gobierno imperante. Por su parte, don Francisco Rebolledo, hombre rudo en la polémica política, increpó al editorialista de 'El Instituto' por haber utilizado la frase Consumatum est, Los acusó de mala fe, hipocresía e ignorancia. Recordó, por otra parte, a los profesores prusianos y austriacos traídos para las Escuelas Normales para decir que "esos si eran imperialistas". No faltaron los volantes escritos por alumnos contradictores y por conservadores activos en el medio político. El episodio suscitado por los estudiantes y su periódico El Instituto, nos recuerda a Michel Foucault cuando dice "En una sociedad como la nuestra son bien conocidos los procedimientos de exclusión. El más evidente, y el más familiar también, es lo prohibido". En la sociedad de esa época, entonces, el poder circulaba como una forma de coaccionar teniendo a su favor la posibilidad de incidir en la educación utilizando el currículo. Esto no obstante, fue ése grupo de muchachos, el del 'Instituto Literario', el que en julio de 1910, al donar 800 libros posibilitó el que la Biblioteca El Centenario iniciara labores. No se podrá olvidar, por otra parte, que en esa conmemoración la Generación del Centenario, formada casi toda en Santa Librada, ocupó un lugar central. Fue, por otra parte, este Colegio el punto de arranque de los festejos, pues el 10 de julio anticipó la recordación en un solemne Acto Académico presidido por su rector y con asistencia de todos los profesores, estudiantes e invitados especiales. La juventud estudiantil del Cali de fines del siglo XIX y primera década del XX, también frecuentaba espacios de diversión pública, como billares, galleras, etc, allí se discutía sobre los acontecimientos políticos y sociales. El rector del Colegio Santa Librada, Fray León Sardi, envió nota a las autoridades para que se tomaran medidas disciplinarias advirtiendo, "es muy triste ver a los jóvenes pasar la mayor parte de las horas del día y de la noche en las casas de juego y que la policía no les imponga el castigo que se merecen". Las tertulias, presididas por los bardos caleños, ilustraban a los aprendices a poeta; por lo general, asistían a ellas jóvenes estudiantes interesados en el arte de los versos. A esas veladas invitaban a poetas y escritores que se alineaban en las filas de los independientes y se dijo que a algunas de esas sesiones asistió Vargas Vila. "En el Colegio de Santa Librada se han educado generaciones, que instruidas han servido con lucidez a nuestro país…" , escribió María Melba Vélez de Cifuentes en su tesis de grado de 1986 destacando los nombres de José Agustín

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Barona, rector en 1829; de Juan de Dios Borrero Acosta que participó en la campañas del sur en 1821 y que estuvo con Bolívar en Bomboná, regresando a Cali en 1822 para ocupar varios cargos entre ellos el de rector; de Vicente Borrero, quien abrazó la causa patriota, siendo, además, constituyente de Cúcuta, Alcalde de Cali, diputado y rector del colegio. Al tener como referentes esos nombres y un largo listado, en la celebración del 20 de julio de 1910, pudo decir Don Manuel Carvajal V, exrector del Colegio, "se rinde tributo de gratitud a aquellos que en lucha titánica, en tormenta formidable iluminada por los resplandores de bravas hazañas, alcanzaron para sus descendientes el dictado de ciudadanos de un país libre…." Por una razón similar el rector del colegio en 1910, Doctor Francisco A Magaña, pudo rendir un homenaje a los constructores de escuelas y colegios en el siglo XIX, "Cien años hace que, en días como el presente, señaló en su discurso, se preludiaban acontecimientos comprensibles apenas para las personas que en reserva acariciaban esperanzas halagüeñas de un porvenir venturoso, los vencedores para hacerlas perdurables más allá de los tiempo y el espacio, fundaron escuelas y colegios…..deben esculpir sus glorias en el corazón y las mentes de sus hijos, con la dignidad y el estudio…."

CONCLUSIONES

* El Estudio realizado casi nos impuso una conclusión central: Que, por lo general, las ciudadanías, las conciencias ciudadanas y sus identidades citadinas sólo se construyen, se alientan, se reaniman y reproducen a partir de referentes objetivos importantes. La historia del Cali de la primera década del siglo XX nos lo demostró de manera amplia y variada: La Ciudadanía avanzó en conciencia e identidad ciudadanas, es decir, en maduración de la caleñidad, a partir de un paquete de nuevos servicios públicos, de un programa de emblanquecimiento y embellecimiento del poblado y de tenaces esfuerzos por construir un espacio público ciudadano por excelencia, la Plaza Caicedo. * Los caleños celebraron, de modo entusiasta, el primer Centenario y lo pudieron hacer, por una razón básica: porque, todavía larvado, se estaba insinuando un proceso de toma de conciencia citadina estrechamente asociado a esa primera oferta de servicios públicos, a una mejora notable de la estética urbana y a un tenaz esfuerzo por construir un espacio público ciudadano.

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* El 16 de abril de 1910 Cali accedió a la condición de Capital del nuevo Departamento del Valle y lo logró a través de una histórica y titánica lucha. No todo fue, entonces, producto de las relaciones institucionales de poder, pues, las ciudadanías movilizadas en el mismo Cali, en el Valle geográfico y en otras regiones del Departamento del Cauca, jugaron un papel importante en esa decisión. * De modo directo o indirecto, ya para exaltarlo ya para cuestionarlo, en el período comprendido entre 1880 y 1910, el Colegio Santa Librada fue un referente básico tanto de la intelectualidad caleña como de la ciudadanía en su conjunto. De allí de ese Colegio, de su apuesta curricular, sobre todo, había fluido una Cultura educativa en tono secular, que tuvo significativa influencia en los procesos de formación de un amplio sector de la dirigencia dominante. Esto no obstante, con la Regeneración, la Cultura ciudadana religiosa cada vez más en ascenso, hizo presencia en sus aulas. Entonces, fue así como del choque dialéctico entre esas dos Culturas educativas, la una en resistencia y la otra en auge, fue tomando forma esa simbiosis, entre secular y religiosa que, bajo distintas formas simbólicas y prácticas, ha sido una nota característica de la caleñidad en los distintos presentes pasados del siglo XX. * Metido en esa década de principios del siglo XX y contrastando lo que de ese pasado nos ha llegado hasta el presente actual, dos son las propuestas que el Grupo desea formular al Alcalde, al Concejo y a la Ciudadanía en general: 1) que, previo un cuidadoso trabajo crítico de edición convenido con alguno de los Departamentos de Historia de la Ciudad y como Memoria de las Celebraciones bicentenarias que se avecinan, patrocinen y financien la publicación de una Serie Bibliográfica llamada 'Cali Bicentenario'. Estimulante y beneficioso resultaría recoger a esa cohorte de cronistas que registraron la transición del burgo caleño de lo premoderno a lo moderno, de lo precapitalista a lo capitalista, de lo 'viejo' sin desparecer a lo 'nuevo' apenas emergiendo en el período comprendido entre 1880 y 1930.Y 2.) que autoridades y ciudadanos, solidarios junten las manos para que, entusiastas y frescas, ayuden a pasar a la otra orilla del futuro, a dos entidades que hacen parte íntima de la historia cultural de Cali: De un lado, la Biblioteca del Centenario, durante medio siglo la única biblioteca pública existente en la ciudad y, del otro, al Colegio de Santa, que durante 79 años del siglo XIX fue el único Colegio de bachillerato existente en el poblado. Este Colegio se encuentra entrañablemente asociado a lo que hoy podemos llamar las notas históricas más definitorias de la Caleñidad. ¡Niños, jóvenes, maestros de Cali y padres de familia, esperamos su apoyo para socializar y reflexionar estas anotaciones, así como para sacar adelante las iniciativas propuestas!

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DOCUMENTACIÓN BÁSICA

1. Archivo Histórico Municipal AHM, 1901-1911 2. Actas del Concejo de Cali, 1900-1912. 3. "El Correo del Cauca", Cali, 1906-1912. 4. "El Ferrocarril", Cali, 1878-1899. 5. "Revista Caucana", 1908. 6. "Boletín Histórico del Valle" BHV Nos. 2-10-15-29-46-67-85. 7. Almario García, Oscar. Configuración moderna del Valle del Cauca 19001940. Espacio, Poblamiento y Cultura. Cali, 1985. 8. Arroyo R, Jairo Henry. Historia de las prácticas empresariales en el Valle del Cauca. Cali 1900-1940. Universidad del Valle, 2006. 9. Arboleda, Gustavo. "Evocaciones de Antaño". Cali. Arboleda. 1926 10. Ávila Quiroga, Laura Paola. "La prostitución en Cali a principios del siglo XX". En, Prospectiva. Revista de Trabajo Social de la Universidad del Valle, No 8, 2008. 11. Ayala, Ernesto. Centenario en Cali: Compilación de los discursos pronunciados con motivo de la gran fecha. Imprenta Comercial. 1910. 12. Bejarano, Álvaro. "La verdad y la única integración social". En, Santiago de Cali-450 Años de historia. Op.cit. Pgs. 271-274; Redes y Vientos. Cali. Universidad del Valle, 1968. 13. Bernal, Juan de Dios. El Río Cali y sus Lamentos. Cali. América. 1975. 14. Bellas Artes. Para Pensar la Ciudad. Cali. 2006. 15. Bonilla Aragón, Alfonso. "Crónicas de Bonar". En, Santiago de Cali-450 Años. Op.cit. Pgs. 251-257

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16. Buenaventura, Manuel María. Del Cali que se Fue. Cali. Imprenta Departamental, 1957. 17. Bernal, Juan de Dios. El Río Cali y sus Lamentos. Cali. América. 1975. 18. Bonilla Aragón, Alfonso. "Pidiendo las llaves del toril". Editorial Feriva, Cali, 1975. 19. Calero Tejada, Álvaro. Cali Eterno (La Ciudad de ayer y hoy). Cali. SE. 1982. 20. "Cali Viejo", No. 1 (1977), No 2 (1982). 21. Cobo Velasco, Alfonso. Apuntes históricos. Algo sobre la creación del Departamento del Valle del Cauca. 1910-Cincuentenario-1960. Imprenta Departamental, 1960. 22. Castro Carvajal, Beatriz. "El servicio doméstico en Cali a principios del siglo XX bajo la mirada de un misionero protestante. En, Colombia, Sociedad y Economía, 2002. 23. "Despertar Vallecaucano". Revista. Cali. Nos. 6-19-38-43-54-88, 19751989. 24. Fayad, Javier. La Niñez en Santiago de Cali a comienzos del siglo XX. Genealogía de Instituciones y Construcción de Subjetividad. Tesis de Doctorado. 2006 25. García, Demetrio. Los hacendados de la otra banda y el concejo de Cali. Cali. Imprenta Gutiérrez, 1928; Revaluaciones históricas para la Ciudad de Cali. Palau Velásquez Editores.1924; Hilvanes históricos, Cali, 1965. 26. García, Evaristo. "Tiempos Idos". Cromos. Noviembre de 1916. 27 Grupo 8. El Valle del Cauca. S.F. 28. Lenis, Andrés, J. Crónicas del Cali Viejo. Cali. Litolenis, 1979. Ensayos y Crónicas (v2).Ed. Litolenis, abril 1979; Más allá de la muerte (novela). España: Ed. Maucci, 491 pgs. ; "En la Colina de San Antonio". En, Santiago de Cali-450 Años. Op.cit. pgs. 241-244 29. Lotero, Gustavo. "Crónicas de Plumitas". En, Santiago de Cali-450 Años". Op.cit. Pgs. 245-250. 30. Ocampo Cepeda, Francisco. El Socialismo revolucionario en Cali. Tesis

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de Grado. Ciencias Sociales Universidad del Valle, 1995. 31. Ordoñez B, Marco Aurelio. Industrias y empresarios pioneros. Universidad del Valle, 1995. 32. Orozco, Guillermo. 450 Años de Medicina en Cali. Cali. Impresora Feriva. S.F. 33. Patiño, Carlos. A propósito de Andrés Caicedo y su Obra. Grupo Editorial Norma. S.F. 34. Ramos, Domingo. Colección de las charlas publicadas en "El Correo del Cauca". Cali. Tipografía moderna de Palau Velásquez y Cia. 1915. 35. Rivera y Garrido, Luciano. "Algo sobre el Valle del Cauca". En, Datos bibliográficos. Impresiones y Recuerdos de un Conferencista. Buga. Imprenta R.A. Pastrana. 1886. Santiago de Cali 450 Años de Historia. Alcaldía de Cali. S.F. 36. Tertulias del Viejo Cali. Cámara de Comercio de Cali. S. F. 37. Vásquez, Edgar. Historia de Cali en el siglo XX. Sociedad, Economía, Cultura y Espacio. Artes gráficas del Valle, 2001. 38. Valencia Torres, Jenny Paola. "La Niñez en el Valle del Cauca a principios del siglo XX. En, Prospectiva. Revista de Trabajo Social de la Universidad del Valle, No 8, 2008. 39. Vélez Ramírez, Humberto. "Desarrollo económico y consolidación política del Valle del Cauca 1880-1910. En, Historia Regional del Valle del Cauca, 1991; "Juan de Dios Ulloa". En, Constituyentes de 1886, T.1. Banco de la República, 1985; "La Disolución del Gran Cauca". En, Historia del Gran Cauca. Región y Fundación de la Universidad del Valle, 1996, pgs. 151-156. 40. Vivas, Gustavo y Arboleda Vélez, Germán. Departamento de Planeación Municipal. Períodos históricos y transporte en Cali. Cali, 1990. 41. Zawadski, Clara. "Cultura". En, Santiago de Cali. Interprint Editores Ltda.

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EDUCACIÓN, UN NUEVO LATIR

"Todos los niños, jóvenes y adultos, en su condición de seres humanos tienen derecho a beneficiarse de una educación que satisfaga sus necesidades básicas de aprendizaje en la acepción más noble y más plena del término, una educación que comprenda aprender a asimilar conocimientos, a hacer, a vivir con los demás y a ser. Una educación orientada a explotar los talentos y capacidades de cada persona y desarrollar la personalidad del educando, con objeto de que mejore su vida y transforme la sociedad." (Declaración mundial sobre ‘Educación para Todos’, Jomtien, Taylandia, 5 a 9 de marzo, 1990).

Un nuevo Estado para un nuevo País