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PRÓLOGO DE LA 3/ EDICIÓN Publicar actualmente una obra descriptiva referente a país de flora tan rica y variada como la de España, especialmente si se aspira a que en ella aparezcan representados todos los grados de la serie vegetal, es acometer una empresa difícil, por la necesidad de recoger, en ella todas las noticias que andan dispersas en una amplia serie de libros, revistas y folletos, aparecidos en tan diversos tiempos y en tan varios idiomas; pero estas dificultades aumentan cuando la extensión se ha de limitar a las dimensiones discretas de t un compendio. Requiérese entonces un cuidado extremo para com-[ paginar tantos datos, unificarlos y concordarlos con un recto senti-f do crítico y traducir al lenguaje técnico corriente tantos conceptos ' anticuados en su expresión, pero que no han perdido su valor y significación, y, sobre todo, condensar las características, reduciéndolas a los términos más estrictamente indispensables para la distinción de cada especie, seriarlas en grupos claramente distinguibles, y que abarque cada uno un corto número de especies para que el reconocimiento de éstas sea posible. Esta labor, poco perceptible a los ojos del profano, es la que más distingue esta tercera edición de las dos anteriores, aparte de las modificaciones introducidas en la serie y de la considerable ampliación que en ella han introducido los trabajos de investigación aparecidos con posterioridad a 1907, fecha de la anterior, especialmente sobre determinados grupos de hongos. La depuración constante del texto ha eliminado de él no pocas expresiones defectuosas y aclarado el sentido de bastantes conceptos que su extrema concisión o por su expresión poco afortunada pudiesen resultar ambiguos para un lector no muy versado en el lenguaje fitográfico. B. Lázaro. Madrid, i,° de febrero de 1920. ;:: NOCIONES PRELIMINARES Concepto de la Botánica Descriptiva. — Puede interpretarse con un sentido restringido como equivalente a Fitografía, que literal y etimológicamente significa lo mismo, pero con mayor amplitud de criterio, puesto que aquélla no es inteligible sin conocimientos glosológicos y necesariamente ha de ir precedida de alguna noción taxonómica; deberá considerarse como equivalente de lo que actualmente se designa con el nombre de Botánica especial. Pueden tener interés para el lector determinados grupos, los que comprenden especies notables porque sus productos o la propia planta puedan utilizarse como medicinales, afectar a la Agricultura, suministrar la primera materia para alguna industria o por su belleza y vistosidad ser objeto de frecuente cultivo en los jardines. De todos estos conceptos es el más frecuente el de las plantas llamadas medicinales, concepto que merece alguna explicación. Desde luego puede reconocerse este carácter a las que están mencionadas en las farmacopeas y formularios, aunque cuando son exóticas y no es la planta misma sino sus productos lo que el comercio nos procura su interés botánico es realmente inferior al que ofrecen las especies del país que el vulgo emplea para medicación popular, y que son mucho más numerosas que las declaradas oficialmente medicinales.
I Recolección y preparacion.de ejemplares para estudio.— No siendo posible hallar las plantas vivas con los caracteres que suministran sus órganos característicos, especialmente los reproductores, en las épocas en que el estudio ordenado de la serie lo reclamaría es necesario disponer de colecciones secas en las que las plantas, convenientemente preparadas, se presten a la observación. Para ello los ejemplares se han de recolectar enteros en la mayoría de los casos, para lo cual el tamaño de los herbarios no debe ser mu)-^ pequeño; partidos a mitad de su altura los que excedan de este tamaño, un ejemplar florido y otro fructificado cuando no los hay con ambas clases de órganos; dos ejemplares cuando se trate de especies dioicas y dos ramas, florida y fructificada, cuando las especies son arbustivas o arbóreas. Los ejemplares se extienden antes de que se mustien con una etiqueta provisional sobre hojas de papel que tengan la menos cola posible, gruesos y flexibles, huyendo de toda colocación artificiosa para que no pierdan su aspecto natural sobre ellos otras hojas de papel, encima otros ejemplares, y así sucesivamente formando un paquete que se coloca en la prensa. Esta no debe ejercer sino una presión moderada; las de tablas recias, sujetas con tornillos o con grandes pesos, sólo son recomendables para plantas espinosas y cen escaso jugo (espinos, aliagas, etc.), y las mejores son las de tela metálica o alambrada fina sostenidas por marcos de hierro, que permiten la evaporación y pueden llevarse al campo. El papel debe cambiarse a diario por otro seco, y la presión debe cesar cuando los ejemplares, al mudar el papel, mantengan sus ramillas y hojas en un solo plano. Entonces se coloca cada especie dentro de un pliego de papel del herbario, cuya única condición es que tenga bastante cuerpo, etiquetándolos y seriándolos por el orden de la clasificación. En las plantas bulbosas, antes de prensar debe separarse la cebolla para que no siga vegetando, y si es voluminosa se secciona verticalmente, y las plantas crasas deben matarse antes sumergiéndolas unos minutos en agua a temperatura algo más baja que la de la ebullición, o mejor plancharlas entre papeles de la prensa hasta su total desecación. En todo caso los colores se alteran menos cuanto más rápida sea la desecación. En las etiquetas definitivas deben consignarse los nombres, localidad, época de recolección y nombre del recolector. Antecedentes históricos. —Aunque la observación de las plantas ha debido comenzar con el hombre mismo, la antigüedad remota no nos ha legado nociones verdaderamente botánicas, y en los documentos más antiguos (papiros de los egipcios, la Biblia, el Chou-King de ios chinos, los Vedas y el Código de Manu, de los indios, y los poemas de Homero) se hace mención de varios vegetales; pero salvo en las representaciones gráficas (pinturas decorativas y grabados del Chou-King), como la mención es puramente incidental y no da carácter alguno de la planta, los nombres sólo algunas veces se han podido interpretar con seguridad, como el trigo, olivo, palmera, cebollas, ajos, higuera, azucena, caña, lotos, papiros, morera, arroz, cáñamo, gamones de Gibraltar, etc.; otros se interpretan mal (lentejas, hisopo), otros con duda (habas, algodonero, melocotonero), y otros ni aun hipotéticamente han podido interpretarse (NepentJies), Los griegos, no obstante su alta civilización y haber conocido muchas más especies, aunque hicieron alguna indicación genial sobre la nutrición de las plantas, no establecieron noción alguna científica
respecto de éstas hasta Aristóteles (371 antes de J. C.) y Teofrasto, su discípulo, que por primera vez intentaron un estudio científico y una clasificación de los vegetales, llegando a distinguir unas trescientas especies. La labor de éstos. La materia médica de Dioscórides y la Enciclopedia de Plinio, ambas del siglo i, fueron las obras conservadas y comentadas hasta los primeros siglos de la Edad moderna; pero el renacimiento del espíritu de observación, los avances geográficos en el Antiguo Mundo y el descubrimiento del Nuevo, ampliaron considerablemente el número de especies conocidas que ya en el Pinax Theatri Botanici de Gaspar Bauhino (1623) se eleva a unas 6.000. No correspondió a estos progresos el de la sistemática u ordenación serial de las especies, pues los botánicos de este período lucharon con, la falta de una clasificación que fuese aceptada por la mayoría, y con la dificultad de entenderse en punto a la nomenclatura. Las clasificaciones en este tiempo son tan variadas, que para estudiarlas se ha clasificado a los autores en fru-tistas, calicistas, corolistas, etc., según el órgano en que basaban sus claves. La designación de las especies se hacía por medio de una frase latina característica, que, por reducida que fuese, era siempre larga y no era fácil establecer la correlación entre las indicaciones de unos y otros autores. Tal era el estado de la Botánica en los tiempos prelinneanos, aun en los del autor francés Tournefort, corolista que en 1700 publicó la notable obra InstiiuiioOBRAS DE LINNEO Q :nes rei herbarii, que, por la buena caracterización de los géneros, facilitó el advenimiento de ulteriores progresos (i). Linneo: sa concepto de la especie ^ sus iniciativas.— Carlos Linneo nació en 1707 enRoeshult (Suecia) de una familia de posición muy modesta, ysu padre, creyéndole poco apto para las letras, le puso de aprendiz en