Birmania y el ciclón Nargis Cáritas - Cáritas Diocesana de Zaragoza

personas como nosotros, con sus vidas, sus familias y sus esperanzas. ¿Por qué un ... siones se escuchan comentarios relativos a que «los desastres siempre se ... hubiese un desastre. De hecho, durante los primeros tres días, el tiempo que tardó en llegar la ayuda humanitaria internacional, fue la propia población.
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Cuaderno n.º 1 2010

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Crisis humanitarias y emergencias:

Birmania y el ciclón Nargis

Crisis humanitarias y emergencias: Birmania y el ciclón Nargis



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Cuaderno n.º 1

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ÂRHMGI  Ver la realidad

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 Juzgar la realidad

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 Actuar y celebrar  Para reflexionar

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 Para conocer más

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Q Foto de cubierta: Madre e hijo tras el paso del ciclón Nargis. Delta del Ayeyarwady, Birmania. © Cáritas Española, Mónica Pérez

Elaborado por el Equipo de Sensibilización e Incidencia de Cáritas Española

Preimpresión e impresión: Gráficas Arias Montano, S. A. Depósito legal: M 46.991-2010

Edita: Cáritas Española Editores Embajadores, 162. 28045 Madrid Tel. 914 441 000

www.caritas.es

Crisis humanitarias y emergencias: Birmania y el ciclón Nargis

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 Ver la realidad El 2 de mayo de 2008, el ciclón Nargis arrasó cinco regiones del país a 240 Km/h, dejando 78.000 fallecidos, 56.000 desaparecidos, 1,5 millones de personas sin hogar y un total de 2,4 millones de afectados, en sus casas, escuelas, campos. Es la frialdad de los números. Pero si nos detenemos unos minutos a reflexionar, enseguida vemos que tras los números hay personas como nosotros, con sus vidas, sus familias y sus esperanzas. ¿Por qué un fenómeno natural como un ciclón produce efectos tan devastadores en Birmania en este caso, mientras que en otros lugares apenas produce víctimas? Es la diferencia entre vivir en un país rico y uno pobre. En muchas ocasiones se escuchan comentarios relativos a que «los desastres siempre se ceban con los más pobres». Sin embargo, sucede al revés: es porque son pobres por lo que los desastres tienen efectos más devastadores. Situaciones económicas injustas, gobiernos débiles, infraestructuras escasas o inexistentes, construcciones endebles, falta de preparación para prevenir





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el impacto de los desastres o para hacerles frente… Las razones son muchas y la experiencia del ciclón Nargis nos puede servir para analizar algunas de ellas. El régimen político mantiene totalmente cerrado el país frente al exterior y es difícil saber qué ocurre dentro.

En Birmania continúa vivo el conflicto armado más antiguo del mundo entre la mayoría birmana y las 18 etnias diferentes que habitan el país, que provoca una continua crisis humanitaria, con terribles consecuencias: enfrentamiento y represión política, aislamiento internacional y desplazamiento de la población

En 1989, Birmania cambió su nombre por el de Unión de Myanmar. Así reconocen oficialmente al país tanto Naciones Unidas como la Unión Europea. Sin embargo, Birmania nos resulta más familiar. En 1990 se celebraron elecciones democráticas después de 30 años de dictadura. Ganó el partido opositor, Liga Nacional para la Democracia. Sin embargo, su líder, Aung San Suu Kyi, fue recluida bajo arresto domiciliario, donde aún continúa. La población la respeta tanto que la llaman «La Dama». En lugar de exiliarse, se ha quedado a denunciar la opresión que vive el pueblo birmano. Y una Junta Militar gobierna desde entonces.

Como ejemplo del régimen político, en 2008, durante los días previos al ciclón, el departamento meteorológico de India había advertido de la llegada del ciclón y de su fuerza devastadora, pero la población birmana sólo fue informada de la «cercanía de una tormenta». Al no tomar las medidas preventivas necesarias, el número de víctimas fue mucho mayor de lo que podría haber sido. El hermetismo político impidió tener datos concretos de sus efectos y también limitó la llegada de ayuda humanitaria internacional. Por otro lado, en la India, aunque los efectos del tsunami en 2004 produjeron miles de víctimas mortales, las personas estaban advertidas y muchos pudieron buscar refugio a tiempo. Y es que, desde hace años, las localidades

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© Caritas Suiza

del sur del país habían participado en proyectos de prevención y mitigación de desastres. Las Caritas locales disponían de dispositivos de emergencias, almacenes y formación para saber lo que tenían que hacer en el caso de que hubiese un desastre. De hecho, durante los primeros tres días, el tiempo que tardó en llegar la ayuda humanitaria internacional, fue la propia población local la que hizo frente a la situación. Desde el tsunami de 2004 hasta el ciclón Nargis de 2008 pasaron cuatro años, pero la situación política y económica de Birmania no ha permitido aún mejorar su respuesta ante las emergencias. Por otro lado, tres millones de birmanos han emigrado a otros países del sudeste asiático, donde viven y trabajan en condiciones de explotación, sobre todo a lo largo de la frontera de la vecina Tailandia. Su esperanza de una vida mejor se enfrenta con la carencia de documentación, permisos



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de entrada o residencia en el país. «En medio de ningún sitio», sus vidas dependen de organizaciones humanitarias. En 2007, miles de monjes budistas salieron a la calle en Birmania para protestar contra la política del gobierno. Se bautizó como «la revolución azafrán», haciendo alusión al color de los hábitos de los monjes. El gobierno, conocedor de las simpatías del pueblo por el estilo de vida de los monjes, reprimió duramente sus acciones. La mayor parte de la población es budista, religión que tiene, como uno de sus valores, el mantenimiento de la paz personal y comunitaria.

El problema, por tanto, no es que haya ciclones o terremotos, sino las posibilidades que se tengan para hacerles frente. En estas condiciones es muy difícil salir adelante y más aún en una emergencia como la que originan las grandes catástrofes naturales

En este caso, estamos refiriéndonos a uno de los países más pobres de Asia y del mundo, a pesar de que tiene mucha riqueza natural, como petróleo y minerales muy cotizados en los mercados internacionales, maderas, mármoles, piedras preciosas y gas natural. Produce arroz, legumbres, ajonjolí, maní, caña de azúcar, materiales de construcción, compuestos farmacéuticos, fertilizantes, ropa. Es rico en peces y marisco.

Sin embargo, además de los desastres naturales y la crisis provocada por la dictadura militar, sufre graves problemas de deforestación, de contaminación del aire, el suelo y el agua, faltan medidas sanitarias y abundan las enfermedades. Por clima y cultura, pero sobre todo debido a la pobreza, las construcciones suelen ser de madera, bambú y paja. Por lo que no hay muchas opciones de refugio en caso de necesidad, sino que se usan templos, escuelas o monasterios, que, al ser de piedra, protegen mejor del desastre.

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© Fátima Zidán, Cáritas Española

H Clase de integración de niños birmanos migrantes en la escuela pública tailandesa. Takuapa, Tailandia.

 Juzgar la realidad Este mundo globalizado es casa común, obra de Dios. Cada vez lo percibimos más pequeño porque es fácil desplazarse de un lugar a otro. Los medios de comunicación acercan las realidades. Sentir a personas que viven en lugares lejanos más cerca no es tan difícil como en otras épocas. Esto nos invita a sentir de una manera más sencilla, pero también más profunda, a la humanidad como familia humana. ¿Quién es el prójimo/próximo? ¿Cómo distinguir cuál de mis hermanos es más importante? ¿Acaso nos duele más el que sufre en mi ciudad que quien sufre en otro país? Se trata de personas, siempre, independientemente de dónde habiten. Se trata de nuestros hermanos, que viven en nuestra misma casa: este mundo globalizado. Las Escrituras, la Doctrina Social de la Iglesia, se encarnan en la realidad que vivimos para iluminar el camino, la reflexión.



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«Un precepto nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; como yo os he amado, así también amaos mutuamente. En esto reconocerán todos que sois mis discípulos: si tenéis caridad unos para con otros» (Jn 13, 34-35).

Es la riqueza de la familia cristiana, que invita a cuidar de unos y otros, a integrar a toda la humanidad, independientemente de las creencias, de las culturas, de géneros, de colores de piel. La llamada a la caridad es universal. «Es la riqueza de la familia cristiana, que invita a cuidar de unos y otros, a integrar a toda la humanidad, independientemente de las creencias, de las culturas, de géneros, de colores de piel. La llamada a la caridad es universal» (1Jn 4, 20-21).

Porque Dios es Amor, que se materializa en las personas, en el compartir y cuidar. Pero es la parábola del Buen Samaritano el texto que refleja activamente la idea de globalidad y proximidad del necesitado. No importa que no lo conozcamos, es hermano. Jesús inicia la narración de la parábola cuando un discípulo le pregunta quién es mi próximo: Un hombre fue malherido y robaP Cosecha de arroz ecológico obtenida con nuevos métodos de agricultura sostenible. Birmania. © Caritas Suiza

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do por unos ladrones. Casualmente pasaron a su lado un sacerdote primero, y un levita después. Ninguno se detuvo porque tenían cosas que hacer. Un samaritano que iba de camino se acercó a él y sintió compasión. Le vendó las heridas, lo trasladó a un mesón cercano, lo curó y lo cuidó y dejó dinero al mesonero para que se ocupara de él hasta que estuviera bien. «¿Quién de estos tres te parece haber sido prójimo de aquél que cayó en poder de ladrones?», preguntó Jesús a quien dudaba sobre quién era su prójimo. «Él contestó: El que hizo con el malherido misericordia. Jesús, entonces, le invitó: Ve y haz tú lo mismo» (Lc 10, 36-37). Son las preguntas que nos seguimos haciendo hoy. La respuesta de Jesús es la misma, con igual intensidad que entonces. Es la invitación a amar al prójimo, a ser solidarios. «La Solidaridad es en primer lugar que todos se sientan responsables de todos; por tanto no se la puede dejar solamente en manos del Estado. Hoy es necesario decir que sin la gratuidad no se alcanza ni siquiera la justicia».

Así se manifiesta Benedicto XVI en su encíclica Caritas in veritate. Y es un mensaje muy relevante en situaciones de emergencia, ya que se requiere de una respuesta inmediata para paliar las necesidades de los damnificados. La solidaridad, por tanto, no la podemos delegar. Todos estamos llamados a ejercerla en primera persona. Y, además, a exigirla a los gobiernos. La solidaridad se puede ejercitar de múltiples maneras. Cuando las noticias nos presentan una catástrofe en cualquier lugar del mundo, como sucedió en Birmania con el ciclón Nargis, la primera reacción es de tristeza y compasión. Después nace el ánimo de ayudar de alguna manera, y una de las más sencillas es acercarnos a dar un donativo. Compartimos, así, nuestros bienes con los que lo han perdido todo. Pero la solidaridad también la ejercemos cuando nos interesamos por conocer, un poco más, la realidad de estas personas que han sufrido tanto. Y es entonces cuando nos damos cuenta de que este sufrimiento se suma a otros sufrimientos anteriores provocados por situaciones de injusticia en las que vive la población afectada. Es posible que en ese momento acerquemos su realidad a la nuestra y comparemos que las posibilidades para vivir la vida que queremos son muy distintas.



© Fátima Zidán, Cáritas Española

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© Caritas Suiza

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Además, la participación de las personas en sus gobiernos es uno de los pilares del sistema democrático. En Birmania no existe esta posibilidad y su población es reprimida cuando lo intenta. Sin embargo, y desde el respeto a toda identidad cultural, Juan Pablo II ya decía que la participación, «que se expresa, esencialmente, en una serie de actividades mediante las cuales el ciudadano, como individuo o asociado a otros, directamente o por medio de los propios representantes, contribuye a la vida cultural, económica, política y social de la comunidad civil a la que pertenece. La participación es un deber que todos han de cumplir conscientemente, en modo responsable y con vistas al bien común» . Hablando de participación ciudadana se pone de relieve la dignidad de la persona, en tanto que su vida se manifiesta de forma variada, como dice el texto anterior. No permitir el crecimiento personal desde la libertad es una vulneración a los derechos más elementales de las personas. En esta perspectiva, Juan Pablo II decía que la doctrina social realiza una tarea de «anuncio y de denuncia» . Esta denuncia es tanto más necesaria cuanto más se extiendan las injusticias y las violencias, que abarcan categorías enteras de personas y amplias áreas geográficas del mundo, y dan lugar a cuestiones sociales, es decir, a abusos y desequilibrios que agitan las sociedades. Así, cuando nos encontramos en situaciones de emergencia, de sufrimiento de personas, de opresión y coacción de cia la libertad, Benedicto XVI, en su última encíclica, Caritas in veritate, nos dice que «la ayuda internacional, precisam mente dentro de un proyecto inspirado en la solidaridad p para solucionar los actuales problemas económicos, debería apoyar en primer lugar la consolidación de los sisb ttemas constitucionales, jurídicos y administrativos en los países que todavía no gozan plenamente de estos biep nes. Las ayudas económicas deberían ir acompañadas de medidas destinadas a reforzar las garantías propias de un Estado de Derecho, un sistema de orden público y de prisiones respetuoso de los derechos humanos y a consolidar instituciones verdaderamente democráticas».

Gaudium et spes, 75: (1966) 1097-1099.



Juan Pablo II, Homilía en la misa de Pentecostés en el 1.er Centenario de la Encíclica Rerum novarum (19 de mayo de 1991).

Q Desplazada birmana en Tailandia con su hija de 8 meses nacida en Tailandia. Phuket, Tailandia.



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Q Nueva escuela reconstruida en el pueblo de Sargyn, Delta del Ayeyarwady, Birmania.

Esto no significa que el Estado tenga las mismas características en todos los lugares. Y, por lo mismo, es positivo conocer la diversidad, las experiencias, porque «también © Caritas Suiza en las relaciones entre pueblos y Estados, las condiciones de equidad y paridad son el presupuesto para un progreso auténtico de la comunidad internacional». No obstante los avances en esta dirección, es necesario no olvidar que aún existen demasiadas desigualdades y formas de dependencia .

 Actuar y celebrar El área más afectada por el ciclón Nargis es donde Cáritas Española ha centrado su colaboración para la reconstrucción de estructuras básicas y la recuperación de los medios de vida de la población birmana. Estamos hablando de una región del país sobre todo agrícola, de familias económicamente muy modestas, con vías de acceso precarias, ya que, en ocasiones, el acceso sólo es posible navegando por río, y donde las instalaciones de agua corriente y luz eléctrica no suelen existir. Nada más suceder la catástrofe, Cáritas Española participó de la respuesta inmediata organizada por la Red Internacional de Caritas, mediante el suministro, durante tres meses, de alimentos, agua potable, higiene y productos de sanidad básicos, refugio temporal, asistencia sanitaria y apoyo psicológico. Era la primera fase de la emergencia y,

Concilio Vaticano II, const. past. Gaudium et spes, 84: AAS 58 (1966) 1107-1108.

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gracias a la red, Cáritas Española pudo estar con el pueblo birmano, de la mano de otras Caritas hermanas que ya se encontraban en el país cuando el desastre tuvo lugar. No habría sido posible de otra manera, porque durante semanas, e incluso algunos meses, cooperantes de distintas organizaciones del mundo, incluida Caritas, tuvieron que esperar un visado que les permitiera la entrada en el país. Tres semanas después del desastre, Caritas consiguió enviar un reducido equipo de expertos en emergencia y ayuda humanitaria que hicieron una valoración rápida de los daños y planearon la operación de ayuda. En la asistencia hay que mencionar el papel esencial de la solidaridad del pueblo birmano, que desde el primer día respondió y se movilizó voluntariamente para atender a sus conciudadanos, absolutamente impactado por el nivel de destrucción de la catástrofe, utilizando cualquier recurso a su alcance. A continuación, en la fase de rehabilitación, la Red Caritas articuló dos programas consecutivos de un año de duración cada uno para la reconstrucción de viviendas, canalización de agua, puentes y carreteras, escuelas, y también para la recuperación de los medios de vida de la población (puesta en marcha de cultivos, cría de animales, pequeños negocios…). Estos programas tienen especial impacto, ya que tras una emergencia es muy importante la permanencia, y Caritas es una de las pocas instituciones que aún está presente en el día a día de la recuperación del pueblo birmano. Ya no se trata de entregar bienes para la supervivencia, esencial en un primer momento, sino de facilitar en la mayor medida posible que la población sea la protagonista de la reconstrucción de sus vidas, recuperando sus cultivos y animales, aprendiendo nuevos oficios, trabajando emocionalmente la superación de la tragedia, volviendo los niños a la escuela. Durante los últimos meses, Cáritas Española ha colaborado en un Programa de Seguridad Alimentaria específicamente dirigido a mejorar, de manera ecológica y sostenible, la producción de arroz, cultivo principal del país y base de su alimentación. Mediante Escuelas de Granjeros Piloto, 150 granjeros han aprendido y puesto en práctica hasta tres métodos diferentes de mejora de cosechas, y estos granjeros servirán de profesores, mediante la práctica, a sus vecinos de aldea, multiplicando así el impacto de los conocimientos recibidos.



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Tras la ayuda de emergencia prestada, dos años después aún queda mucho por hacer hasta recuperar una vida digna. En esta zona, casi el 85% de la población resultó afectada, y, en concreto, 4.100 escuelas quedaron destruidas; aparte de la falta de asistencia provocada por la emergencia, aproximadamente un 30% de la población escolar de la zona no puede acudir a la escuela debido a su alto coste. Aunque el gobierno también construye escuelas, lo más habitual en Birmania es que sea la propia comunidad la que construya la escuela y después pida el reconocimiento al gobierno como escuela primaria, por tanto son los padres de los escolares los que normalmente corren con los mayores gastos, incluyendo el mantenimiento, material escolar, etc., mientras el gobierno aporta el profesorado. Es evidente que tras el ciclón Nargis las comunidades no tienen recursos sobrantes como para destinarlos a la construcción de escuelas, ya que su máxima prioridad es la recuperación de sus medios de vida. © Caritas Suiza



Si tenemos en cuenta que de los 52 millones de habitantes de Birmania la mitad son menores de 20 años, comprenderemos rápidamente la importancia del acceso a la educación para este país. La educación es un Derecho Universal y el Objetivo de Desarrollo del Milenio número 2, que quiere garantizar la educación primaria para todos y todas en el mundo. Sin educación, las personas no pueden disfrutar sus derechos ciudadanos: leer para saber y pensar; escribir para contar y actuar, para participar (que no es sólo votar) en las decisiones de la comunidad y de los gobiernos. Una población alfabetizada es la riqueza de un país, imprescindible para su desarrollo. Con la ayuda de AECID, Cáritas Española esta reconstruyendo ocho escuelas públicas en ocho aldeas del municipio de DayDaYe, donde 1.071 niños y adolescentes podrán volver a las aulas el próximo curso. Las escuelas tienen dos plantas para que sirvan de refugio en caso de inundación o ciclón, lo más habitual en el país, y también son resistentes a terremotos. Cuentan con todas las facilidades sanitarias

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necesarias y con su propio sistema de recogida de agua para garantizar que siempre tengan consumo de agua potable. Los habitantes de cada aldea están muy implicados y participando directamente en la construcción, y además también recibirán formación para el buen mantenimiento de los edificios y formación en prevención y de desastres. Además, gracias a las donaciones, Cáritas Española está participando en la reconstrucción de otras diez escuelas en este año 2010 que permitirán la incorporación de 1.605 estudiantes más. Pero no se trata sólo de levantar edificios, sino de contribuir realmente a la mejora de la educación: formación para profesores dentro de las comunidades, entrega de material esco-





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lar, construcción de centros de cuidado preescolar o la participación en los campos de refugiados dentro de Tailandia, donde apoyamos junto a Unicef un programa de Protección a la Infancia dirigido a 65.000 niños y jóvenes. En cifras globales, los recursos invertidos por Cáritas Española en Birmania entre 2008 y 2010 han sido de 475.000 euros, y en el apoyo a migrantes birmanos dentro de la vecina Tailandia, de 489.000 euros. Estos importes, sumados a los esfuerzos de otras Caritas del mundo, ascienden a la cifra total de 7.992.000 euros invertidos en los programas conjuntos dentro de Birmania. Desde que se inició la respuesta a la emergencia hasta ahora, un total de 360.501 personas se han beneficiado y han participado de los distintos programas en los que Cáritas Española ha intervenido, registradas del siguiente modo:

Durante la Fase de Emergencia 2008 Sector Hombres

Mujeres

Total

52.500

54.644

107.144

Elementos no perecederos

19.137

19.918

Refugio temporal

23.496

Agua potable y saneamiento básico

Fase de Rehabilitación y Reconstrucción para el Desarrollo 2008-2010 Hombres

Mujeres

39.055

481

311

792

24.455

47.951

7.820

7.366

15.186

16.852

17.540

34.392

10.653

9.560

20.213

Salud y educación

4.486

4.670

9.156

5.191

5.784

10.975

Apoyo psicológico

2.710

1.670

4.380

2.008

2.165

4.173

Medios de vida: trabajo, etc.

4.855

5.054

9.909

12.103

4.306

16.409

1.735

1.281

3.016

18.876

18.874

37.750

58.867

49.647

108.514

Alimentos

Prevención ante desastres Infraestructuras comunitarias Total de personas beneficiadas

124.036

127.951

251.987

Total

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 Para reflexionar: Ŕ {$POPD©BTBMHPTPCSF#JSNBOJB Ŕ { 2V¥PUSBTDBUTUSPGFTUFWJFOFOBMBNFOUF DVBOEPMFFTMPRVFPDVSSFFOFTUFQB©T  {&ODVFOUSBTTJNJMJUVEFT {:EJGFSFODJBT Ŕ { "RV¥PUSBTSFBMJEBEFTUFSFDVFSEBMPRVFIBT MF©EPEF#JSNBOJB  Ŕ «Una revolución del espíritu que se manifiesta mediante el reconocimiento de la necesidad del diálogo y la compasión por los más humildes». &TUBGSBTFMBEJKP"VOH4BO4VV,ZJ MBM©EFSCJSNBOB CBKPBSSFTUPEPNJDJMJBSJP BRVJFOTFDPODFEJ¯FM QSFNJP/PCFMEFMB1B[FO{)BC©BTP©EP IBCMBSEFFMMB {2V¥QJFOTBTTPCSFTVGPSNBEF DPNQSPNFUFSTFDPOTVTDPNQBUSJPUBT

Es preciso contribuir a mejorar la vida de todas aquellas personas que fueron víctimas del ciclón y cuyas vidas todavía no han podido volver a la normalidad. Pero yendo a la causa de la situación, es necesario promover la paz y la reconciliación entre los sectores enfrentados y apoyar al pueblo birmano en la búsqueda de un sistema de gobierno alternativo que vele por una vida digna para todos. En otoño de 2010, el próximo día 7 de noviembre, se celebrarán elecciones en Birmania, las primeras en dos décadas, y hasta entonces, según grupos de apoyo en el exterior, está prohibido hacer manifestaciones, ondear banderas o realizar cánticos y se exige a los partidos que quieran reunirse y realizar mítines que soliciten un permiso con una semana de antelación, según informan las medios de comunicación estatales.





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 Para conocer más Páginas web de algunas organizaciones internacionales que apoyan al pueblo birmano en la construcción de su paz: Ŕ XXXDBSJUBTPSHFNFSHFODJBT Ŕ IUUQCJSNBOJBQPSMBQB[PSHKNM Ŕ X XXCVSNBDBNQBJHOPSHVL Ŕ IUUQXXXQPSMBDPODPSEJBPSH Ŕ X XXUCCDPSH

Algunos libros que nos cuentan: Ŕ %  JDDJPOBSJPEF"ZVEB)VNBOJUBSJBZ$PPQFSBDJ¯O Internacional. IUUQXXXEJDDIFHPBFIVFT Ŕ T  AN, Amy, Un lugar llamado nada, Barcelona, Planeta, 2008. Algunos audiovisuales sobre el tema: Ŕ Más allá de Rangún, una película de 1995 que se desarrolla en 1988, momento en que la protagonista, una médico norteamericana, descubre la realidad que vive el país.

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Ŕ Birmania VJ: Informe de un país. Se trata de una película documental en la que los periodistas ponen en peligro su vida en su empeño por filmar y mostrar al mundo la realidad birmana. En España se ha estrenado en abril de 2010.

œ5YqIW# Ŕ 6O CICLÓN FT VO WJFOUP GVFSUF QSPEVDJEP QPS FM HJSP EFM BJSF BMSFEFEPS EF VOB [POB EF CBKBT QSFTJPOFT Ŕ 6O TSUNAMI P NBSFNPUP EFM KBQPO¥T tsu: hQVFSUPw P hCBI©Bw Z nami: hPMBw MJUFSBMNFOUF TJHOJţDB hHSBO PMB FO FM QVFSUPw FT VOB PMB P VO HSVQP EF PMBT EF HSBO FOFSH©B Z UBNB­P RVF TF QSPEVDFO DVBOEP BMH¶O GFO¯NFOP FYUSBPSEJOBSJP EFTQMB[B WFSUJDBMNFOUF VOB HSBO NBTB EF BHVB 4F DBMDVMB RVF FM  EF FTUPT GFO¯NFOPT TPO QSPWPDBEPT QPS UFSSFNPUPT Ŕ &M DESASTRE «NATURAL» OP FYJTUF BVORVF T© FM EVENTO natural DJDM¯O TFRV©B JOVOEBDJ¯O IVSBDO UFSSFNPUP P FSVQDJ¯O WPMDOJDBŕ o humano DPOŤJDUP BSNBEP BDDJEFOUF OVDMFBS RVF BDU¶BO DPNP EFUPOBOUF EF VOB DSJTJT IVNBOJUBSJB Ŕ -B CATÁSTROFE P FM desastre FT FM SFTVMUBEP Z MBT DPOTFDVFODJBT RVF UJFOF VO FWFOUP OBUVSBM TPCSF MBT QFSTPOBT FO TJUVBDJ¯O EF WVMOFSBCJMJEBE Z QPCSF[B Ŕ &M HURACÁN FT VO WJFOUP EF GVFS[B FYUSBPSEJOBSJB RVF GPSNB VO UPSCFMMJOP Z HJSB FO HSBOEFT D©SDVMPT $PO NFOPS GVFS[B TF MF MMBNB TORMENTA TROPICAL.



GOBIERNO DE ESPAÑA

MINISTERIO DE ASUNTOS EXTERIORES Y DE COOPERACIÓN

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