biblia comentada - Obras Raras do Catolicismo

teológicos, no estaba madura para el diálogo y la controversia en el terreno científico. .... te en la tradición eclesiástica, lanzaban desde su cátedra de teología.
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PROFESORES DE SALAMANCA

BIBLIA COMENTADA Texto de la Náear-Colunga II Libros

históricos

del Antiguo

Testamento

POR

LUIS

A R N A L D I C II ,

O .

F.

CATEDRÁTICO DE HEBREO V DE INTRODUCCIÓN GENERAL A LA EN LA UNIVERSIDAD P O N T I F I C I A DE SALAMANCA

SEGUNDA

BIBLIOTECA

DE

M

BIBLIA

EDICIÓN

AUTORES

MADRID . MCMLXIII

CRISTIANOS

ÍNDICE

GENERAL

Nihil obstat: Fr. Raphael Fuster, O. F. M., Script. Sa«. Lie. Imprhm potest: Fr. Augustinus Sépinski, Min. Gen. O, F. M. Impnmatur:

Pdgs.

\ Fr. Franciscus Barbado, O. P., Episcopus Sílmantinus. Salmanticae, 19 decembris 1963.

Núm. Registro 3826-1960 Depósito legal M 10437-1962

Siglas convencionales Introducción general Introducción a Josué Comentario a Josué Introducción a los Jueces Comentario a los Jueces Introducción a Rut Comentario a Rut Introducción a Samuel Comentario a I Samuel Comentario a II Samuel Introducción a los Reyes Comentario a I Reyes Comentario a II Reyes Introducción a Crónicas Comentario a I Crónicas Comentario a II Crónicas Introducción a Esdras-Nehemías Comentario a Esciras Comentario a Nehemías Introducción a Tobit Comentario a Tobit Introducción a Judit Comentario a Judit Introducción a Ester Comentario a Ester Introducción a I Macabeos Comentario a I Macabeos Introducción a II Macabeos Comentario a II Macabeos

vi 3 27 34 110 116 196 198 210 21S 311 387 395 490 575 581 625 679 6S4 747 797 802 845 850 902 90S 949 956 1051 1065

A B R E V I A T U R Abreviaturas de revistas y libros Libros de la Biblia Abd Act Ag Am Ap Bar Cant Col Cor Crón Dan Dt Ecl £cli Ef Esd Est Ex Ez Flm Fil

Gal Gen

Hab Heb Is Jds Tdt Ter

H [n

Abdías. Hechos de los Apóstoles. Ageo. Amos. Apocalipsis. Baruc. Cantar de los Cantares. Colosenses. Corintios. Crónicas. Daniel. Deuteronomio. Eclesiastés. Eclesiástico. Efesios. Esd ras. Ester. Éxodo. Ezequiel. Filemón. Filipenses. Gal atas. Génesis. Habacuc. Hebreos. Isaías. Judas. Judit. Jeremías. Joel. Juan.

Jos Jue Lam Le Lev Mac Mal Me Miq Mt Nah Neh Núm Os Par Pe Prov Re Rom Rut Sab Sal Sam Sant Sof Tes Tim Tit Tob Zac

Josué. Jueces. Lamentaciones. Lucas. Levítico. Macabeos. Malaquías. Marcos. Miqueas. Mateo. Nahum. Nehemías. Números. Oseas. Paralipómenos. Pedro. Proverbios. Reyes. Romanos. Rut. Sabiduría. Salmos. Samuel. Santiago. Sofonías. Tesalonicenses. Timoteo. Tito. Tobías. Zacarías.

AAS AASOR AOT AtAB ATAT BA BASOR BB Bi BS BZ CAP CB CBi CBQ CBSC CE CIC Cis CivCatt CSEL CSS CT DAC DAFC DB DBS DTC Dz EB EBCB EHAT ER EREH ERS EstBib ETI HDB ICC IAOS JBL JE JNES JTS KAT KHK

Acta Apostolicae Sedis. Annual of the American Schools of Oriental Research. H. GRESSMANN, Altorientalische Texte (Berlín 1926 2 ). Alttestamentliche Abhandlungen. H. GRESSMANN, Altorientalische Texte zum Alten Testament (Berlín 1926°). Biblical Archaeologist. Bulletin of the American Schools of Oriental Research. Bonner Biblische Beitrage. Bíblica. Biblische Studien. Biblische Zeitschrift. CHARLES, Apocrypha and Pseudoepigrapha, 2 vols. (Oxford 1913). Corpus Berolinense. Die griechischen christlichen Schriftsteller der ersten Jahrhundert (Leipzig 1897ss). Century Bible. Catholic Biblical Quarterly. Cambridge Bible for Schools and Colleges. Catholic Encyclopedia. Codex Iuris Canonici. Corpus Inscriptionum Semiticarum. Civilta Cattolica. Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum (Viena). Cursus Scripturae Sacrae. Ciencia Tomista. Dictionnaire d'Archéologie Chrétienne. Dictionnaire Apologétique de la Foi Catholique. Dictionnaire de la Bible (Vigouroux). Dictionnaire de la Bible (Supplement). Dictionnaire de Théologie Catholique. Denzinger. Enchiridion Biblicon. CHEYNE-BLACK, Encyclopedia Biblica. Exegetisches Handbuch zum Alten Testament. Etudes Religieuses (París). HASTINGS, Encyclopedia of Religión and Ethics. LAGRANGE, Etudes sur les Religions Sémitiques (París 1903). Estudios Bíblicos. Ephemerides Theologicae Lovanienses. HASTINGS, Dictionary of the Bible. International Critical Commentary. Journal of the American Oriental Society. Journal of Biblical Literature. Jewish Encyclopedia. Journal of Near Eastern Studies. Journal of Theological Studies (Oxford). Kommentar zum Alten Testament. Kurzer Handkommentar zum Alten Testament.

VIII KIB KTW LTK MGC NP NRTh NtAb PG PL RA RB RHPR RSPT RSR RT Sal SB

Abreviaturas

SC Sef SPIB SSCC

Keilinschriftliche Bibliotek. KITTEL, Theologisches Wórterbuch. Lexicón für Theologie und Kirche. MOULTON-GEDEN, Concordance to Greek NT. Novum Psalterium (Pontificio Instituto Bíblico). Nouvelle Revue Théologique. Neutestamentliche Abhandlungen. MIGNE, Patrología Graeca. MIGNE, Patrología Latina. Revue Apologétique. Revue Biblique. Revue d'Histoire et de Philosophie Religieuse. Revue des Sciences Phüosophiques et Theologiques. Recherches de Science Religieuse. Revue Thomiste. Salmanticensis. STRACK-BILLERBECK, Kommentar zum N T aus Talmud und Midrasch. Studia Catholica (Universidad de Nimega). Sefarad. Scripta Pontificii Instituti Bíblica. MIGNE, Scripturae Sacrae Cursus Completas.

ST

Summa Theologica de SANTO TOMÁS.

Std StKr TG TLZ TQ TS VD Vg VT WC ZATW ZKT ZLG ZNTW ZTK

Studies. Theologische Studien und Kritiken, Theologie und Glaube. Theologische Literaturzeitung. Theologische Quartalschrift (Tubinga). Texts and Studies. Verbum Damini. Vulgata. Vetus Testamentum. Westminster Commentaries. Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft. Zeitschrift für katholische Theologie. ZORELL, Novi Testamenti Lexicón Graecum. Zeitschrift für die neutestamentliche Wissenschaft. Zeitschrift für Theologie und Kirche.

LIBROS

H I S T Ó R I C O S

INTRODUCCIÓN

GENERAL

Como se indica en la portada, el presente tomo, el segundo de la Biblia comentada, se ciñe exclusivamente al comentario de los libros históricos por antonomasia del Antiguo Testamento, que las Biblias hebraicas clasifican, o entre los «profetas anteriores» (Josué, Jueces, i y 2 de Samuel, i y 2 de los Reyes), o entre los llamados Ketubim o Hagiógrafos (Rut, Esdras-Nehemías, Ester 1,1-10,3, 1 y 2 de las Crónicas), o relegan entre los deuterocanónicos (Tobit, Judit, Ester 10,4-16,24, 1 y 2 de los Macabeos). La clasificación de los mismos por parte del canon griego y latino se basó en la preponderancia del género narrativo, que los distingue de otros en los que predomina el elemento jurídico (Pentateuco), profético («Profetas posteriores» y los doce profetas menores) o sapiencial (libros Sapienciales). Estos libros narran la historia religiosa de Israel desde los preparativos de la conquista de Canaán por Josué hasta la reforma de Esdras-Nehemías en el período persa. Tras un intervalo largo de tiempo, esta historia se reanuda en los libros de los Macabeos, a partir del año 175 hasta 135 antes de Cristo. Desde el principio se generalizó en la tradición eclesiástica la creencia de que estos libros narraban una historia religiosa a base de hechos y sucesos que respondían a una realidad histórica concreta; pero los Santos Padres, al mismo tiempo que admitían la historicidad total o parcial de los hechos allí narrados, hicieron más bien hincapié en su carácter didáctico, pedagógico, figurativo y kerigmático 1. Desde que a mediados del siglo pasado los arqueólogos removieron el suelo del Próximo Oriente en busca de las huellas de las antiguas civilizaciones semíticas y desenterraron restos de las mismas, empezó a decaer notablemente el prestigio que hasta entonces había gozado la historia bíblica. Se exhumó la memoria de antiguos pueblos y civilizaciones; se sacaron del olvido secular lenguas y dialectos prácticamente desconocidos, y se descubrieron ricos materiales arqueológicos y numerosas ruinas de antiguas ciudades que dieron un nuevo cariz a la historia del antiguo Próximo Oriente, dentro de la cual el pueblo de Israel ocupaba u n lugar más bien modesto. A estos hallazgos siguió el descubrimiento de miles de textos en diversas lenguas y en los más dispares géneros literarios, entre los cuales se hallaba el género narrativo 2 . 1 P . G R E L O T , Le sens chrétien de VAnden Testament ( T o u r n a i 1962) 2 8 - 4 3 ; S. AMSLER, VAnden Testament áans VEglise (Neuchátel 1960); C . LARCHER, L'actualité chrétienne de VAnden Testament (París 1962). 2 Sobre las excavaciones del Próximo Oriente, véanse L . H E N N E Q U I N , Fouilles et champ de fouilles en Palestine et en Phénicie: DBS 3 (1936) col.318-524; G . C O N T E N A U , Manuel d'Archéologie Oriéntale 4 vols. (París 1927-1947); A . G. BARROIS, Manuel d'Archéologie Bibuque 2 vols. (París 1937-1953); A . PARROT, Découverte des mondes ensevelis (París-Neuchátel 1952-1962); W . F. ALBRIGHT, L''Archéologie de la Palestine (París 1955); K. M . K E N Y O N ,

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Introducción general

Tales descubrimientos plantearon graves problemas a la exégesis y pusieron en duda no solamente la pureza lingüística del texto de la Biblia, sino su mismo origen divino, su inerrancia y credibilidad. Las reacciones frente a los nuevos datos de la arqueología fueron múltiples y vanadas. Los racionalistas, esgrimiendo las nuevas conquistas de la ciencia, lanzaron duros ataques contra las Escrituras, considerándolas como un libro más entre los muchos que se escribieron en el antiguo Próximo Oriente, o, a lo sumo, otorgándoles una prioridad ínter pares. Estas invectivas contra la Biblia sembraron el desconcierto en el campo de la exégesis católica, que, por haberse guiado hasta entonces por criterios casi exclusivamente teológicos, no estaba madura para el diálogo y la controversia en el terreno científico. Con la finalidad de armonizar los nuevos datos de la antigua historia oriental con los de la Biblia, algunos exegetas católicos idearon el principio según el cual era absolutamente verdadero todo lo que la Biblia enseñaba, pero no todo lo que decía Ahora bien, concluían, en la Biblia se enseñan únicamente cosas pertenecientes a la fe y costumbres. Para unos (Rohling, Newrnann), la inspiración rechaza necesariamente el error, pero no se extiende a todas las partes de la Biblia 3 . Para otros, la inerrancia no es coextensiva con la inspiración, que se extiende a toda la Biblia. «Si la inspiración se extiende a todo—escribía Mons. D'Hulst—, quizá no confiere la infalibilidad a todas las afirmaciones del autor inspirado, reservándose tal vez este privilegio a los enunciados que interesan a la fe y costumbres» 4 . Estas limitaciones fueron condenadas por el papa León XIII en su encíclica Providentissimus Deus5. Aunque estas falsas soluciones fueran bien intencionadas, dictadas con finalidades apologéticas, eran, sin embargo, extremadamente peligrosas, por tender de antemano a excluir o reducir notablemente la credibilidad de textos y sucesos narrados en la Biblia que podían formar parte del mensaje escrito de Dios a los hombres, y que, por consiguiente, eran parte integrante del depósito de la revelación. La gravedad del momento exigía que se buscara una solución exegética que armonizara los nuevos datos positivos de la ciencia con la inspiración, inerrancia e integridad de los libros sagrados. A esta tarea dedicó sus esfuerzos el cardenal Franzelin, que elaboró un concepto de inspiración, que salvaba a la vez el dogma de la Archaeology in the Holy Land (Londres 1960). L o s textos encontrados q u e tienen cierta relación con Israel han sido publicados y traducidos por H . GRESSMANN, Altorientalische Texte und Bilder zum Alten Testament (Berlín 1926); J. B. PRITCHARD, Ancient Near Eastern Texts relating to the Oíd Testament (New Jersey 1955). U n a visión de conjunto sobre los descubrimientos del A n t i g u o O r i e n t e se encuentra en J. LEVIE, La Bible parole humaine et message de Dieu (París-Louvain 1958) 89-133. 3 A . R O H L I N G , Die Inspiration der Bibel und ihre Bedeutung für die freiere Forschung: «Natur u n d Offenbarung», 18 (1872) 97-108.385-394; CARD. N E W M A N N , What is 0/ Obligationfor a Catholic to believe concerning the Inspiration ofthe Canonical Scriptures (Londres 1884). Para la mente de N e w m a n n sobre este particular véase J. SEYNAEVE, Cardinal Newmann's Doctrine on The Holy Scripture (Oxford-Tielt 1953) 153-194. 4 M . D ' H U L S T , La Question Biblique: «Le Correspondant». 124 (1893) 220-221. Véase V. LARRAÑAGA, La crisis bíblica en el Instituto Católico de París (1881-1893): E B 3 (1944) 173-188. 5 E B n.124. V. LARRAÑAGA, En el cincuentenario de la encíclica nProvidentissimus Deus»: E B 3 (1944) 3-24.

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inspiración y de la inerrancia y solucionaba las antinomias surgidas entre la Biblia y la fe. Partió él del principio teológico de que la Biblia es veraz, por ser Dios su autor. Ahora bien, decía, para que Dios sea y pueda llamarse autor de las Escrituras se requiere y basta que el argumento y los juicios (res et sententiae) que allí figuran sean de Dios, en tanto que las palabras y las formas literarias pueden ser del hagiógrafo, que las escogió con ayuda de una asistencia divina para que expresaran rectamente los conceptos divinos 6 . A esta concepción del carisma inspirativo se le achacó el defecto de confundir el concepto de inspiración con el de revelación, juzgándosela, por consiguiente, inepta para solucionar las antinomias entre la Biblia y la ciencia 7 . Por lo mismo, el P. Lagrange y otros, tomando a Santo Tomás por guía, prefirieron el método de hacer hincapié en la actividad instrumental del hagiógrafo, partiendo de la consideración de que, aun siendo la Biblia indiscutiblemente obra de Dios, era también obra de los hagiógrafos que la escribieron. Dios hizo hacer a los hagiógrafos todo el libro sagrado, fondo y forma, desarrollando su actividad propia, acudiendo a su experiencia y poniendo en juego sus actividades psíquicas. Dios es autor de la Biblia en cuanto que es responsable de la existencia y modalidades del libro. Dios no revela ni propone a los hagiógrafos idea alguna. Dios inspirador se sirve de los conceptos ya elaborados por el autor humano, como también de los términos de su vocabulario y de sus peculiares maneras de decir y narrar. Al principio de Franzelin «Deus eatenus inspirator, quatenus auctor», opusieron este otro: «Deus eatenus auctor, quatenus inspirator» 8 . Esta concepción del carisma inspirativo explica mejor el elemento humano que aparece en la Biblia. De ahí que hoy suele decirse que la Biblia es palabra humana y mensaje de Dios 9 . Huelga decir que estas dos concepciones son ortodoxas y que mantienen firmemente el principio de la inerrancia, según el cual no puede existir error formal alguno en la Biblia. La inerrancia es coextensiva con la inspiración. Pero el concepto negativo y positivo de la inerrancia aplicados a un escrito no son necesariamente coextensivos. Para el primero basta que nada se diga contra la verdad; para el segundo se requiere que la verdad sea expresada positivamente. Los documentos de la Iglesia tienden a salvaguardar siempre la verdad del libro inspirado, imponiendo la obligación de reconocer en él la inerrancia negativa; pero no pretenden directamen6 L . ARNALDICH, La naturaleza de la inspiración según el Card. Franzelin: X I V S e m a n a Bíblica Española ( M a d r i d 1954) 133-163. 7 D . ZANECCHIA, Divina inspiratio ad mentem Sii. Thomae Aquinatis (Roma 1898). S e g ú n este autor, el sistema d e Franzelin es irracional, ilógico, equivocado. H . LUSSEAU, Manuel d'Etudes bibliques (París 1936) 54, compara el sistema d e Franzelin a una dictación c o n c e p t u a l . Juicios parecidos en A . DURAND, Inspiration: D A F G col.898; J. C H A I N E , Le livre de la Cénese (París 1949) 505. 8 M . J. LAGRANGE, Une pensée de St. Thomas sur l'inspiration scripturaire: R B 4 (1895) 553-561; L'inspiration des livres saints: ibid. 5 (1896) 199-220; L'inspiration et les exigences de la critique: ibid. 5 (1896) 496-515; La méthode historique (París 1904). 9 «Les anciens p a r t i r o n t de D i e u : D i e u parle dans l'Ecriture. N o u s dirons p l u s v o l o n tiers q u e les auteurs h u m a i n s ont écrit sous l'inspiration divine. II y a une nuance» ( L . C E R FAUX, Simples réfiexions á propos de l'exégése apostolique: «Ephemerides Theologicae L o v a nienses», 28 [1949I 565).

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te fijar la inerrancia positiva, que deberá establecerse en cada caso por los principios de una sana exégesis 10 . Sentado el principio inconcuso de que en la Biblia no puede existir error formal alguno, la Iglesia impone a los exegetas católicos la obligación de investigar el sentido de los textos bíblicos que presentan ciertas dificultades y buscar una solución que concuerde con la doctrina de la Iglesia sobre la inspiración y la inerrancia, y satisfaga al mismo tiempo las exigencias de las disciplinas profanas, principalmente la historia. Y les anima a ello diciendo «que, de lo mucho que en los libros sagrados se contiene, son muy pocos los textos cuyo sentido haya sido declarado auténticamente por la Iglesia, y tampoco son más aquellos en que unánimemente convienen los Santos Padres» n . Así, pues, en las cuestiones que no han sido objeto de una declaración doctrinal por parte de la Iglesia, «puede y debe ejercitarse libremente el ingenio y agudeza de los intérpretes católicos, para utilidad de todos, para adelantamiento cada día mayor de la doctrina sagrada y para defensa y honor de la Iglesia» i 2 . Ante la altísima misión que los soberanos pontífices encomendaban a los exegetas y la confianza que depositaban en ellos, muchos se entregaron a una labor exegética extraordinaria, desafiando los anatemas de los que, adoptando una posición cómoda, juzgaban que «hay que rechazar todo lo nuevo por nuevo o tenerlo al menos por sospechoso» 13, olvidando «que no pocas cosas, y entre ellas principalmente las referentes a la historia, apenas o insuficientemente fueron explicadas por los expositores de los pasados siglos, ya que les faltaban todas las noticias necesarias para ilustrarlas» 14 . Las exploraciones arqueológicas llevadas a cabo en el Próximo Oriente han obligado a veces a revisar posiciones tradicionales que parecían inexpugnables. «Erradamente, pues, dicen algunos que al exegeta de nuestros días no le queda ya nada que añadir a lo que la antigüedad cristiana produjo, cuando, por el contrario, son tantos los problemas por nuestro tiempo planteados que necesitan nueva investigación y nuevo examen» 15 . Mientras algunos exegetas católicos, escudándose indebidamente en la tradición eclesiástica, lanzaban desde su cátedra de teología anatemas estériles e ineficaces contra la exégesis racionalista y modernista, que ponía en entredicho la verdad bíblica, un grupo de «valientes operarios de la viña del Señor» 16 en el campo de la exégesis pasó a la ofensiva, no sólo reafirmando la inerrancia bíblica, 10

P . ZERAFA, The Limits of Biblical Inerrancy: «Angelicum», 39 (1962) 92-119; G . CoURInspimtion: D B S 4 col.533; J. T . FOSESTELL, The Limitation of Inerrancy: C B Q . 20 9-t8. E B 11.365. E B n.564. 13 E B n.564. Escribía el papa Pío X en una carta a M o n s . L e G a m u s : «Así como d e b e condenarse la temeridad d e aquellos que, más preocupados por seguir el gusto d e la novedad q u e la enseñanza de la Iglesia, no vacilan en apelar a procedimientos críticos d e una libertad excesiva, se debe también desaprobar la actitud de los q u e no se atreven a r o m p e r con u n a exégesis practicada hasta el presente, aun cuando, q u e d a n d o salvada la fe, el progreso d e las ciencias lo reclaman imperiosamente». Véase J. DÍAZ, Enquiridion Bíblico (Segovia 1954) p . 1 4 1 . 14 E B n.555. 15 EBn.565. " E B n.564. TADE, (1958) 11 12

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sino esforzándose por hallar una solución positiva a las dificultades históricas de la Biblia. En esta labor les había precedido el papa León XIII al señalar la manera como debían solucionarse las dificultades que se oponían a la Biblia en nombre de las ciencias naturales. «En primer lugar —escribía el Papa—se ha de considerar que los escritores sagrados, o mejor, el Espíritu Santo, que hablaba por ellos, no quisieron enseñar a los hombres estas cosas (la íntima naturaleza o constitución de las cosas que se ven), puesto que en nada les habían de servir para su salvación. Y así, más que intentar en sentido propio la exploración de la naturaleza, describen y tratan a veces las mismas cosas, o en sentido figurado o según la manera de hablar en aquellos tiempos» 17 . Al terminar su exposición, añadía León XIII que, siguiendo su ejemplo, buscaran también los exegetas soluciones para las dificultades de orden histórico, y defendieran de este modo la veracidad histórica de la Sagrada Escritura. «Esto mismo habrá de aplicarse después a las ciencias similares, principalmente a la historia» 18 . Tan pronto como apareció el texto de la encíclica, un autor anónimo escribió en la Gazette de ¥ ranee 1 9 que el Papa admitía que los autores sagrados hablaron de los hechos históricos que refieren según las apariencias, sensibiliter. Esta misma opinión compartió tímidamente en un tiempo el P. Lagrange, según el cual: 1) El principio de León XIII de que el Espíritu Santo no quiso enseñar a los hombres la naturaleza íntima de las cosas físicas, podía aplicarse a todas las ciencias profanas no relacionadas directamente con cuestiones de fe y costumbres 2 0 . 2) Cuando los hombres emplean un lenguaje popular, hablan siempre según las apariencias. Manifiestan lo que se dice y circula entre el pueblo, no lo que es históricamente verdadero 21 . 3) En una breve frase dice el Papa que el mismo criterio que rige para las cuestiones de orden físico debe aplicarse a la historia 22 . Esta interpretación tropezó con la oposición del Magisterio de la Iglesia 23 y la de muchos autores católicos, que " EBn.122. 18 E B n.123. «Y si afirma (León XIII) q u e se debe aplicar a las demás disciplinas, y especialmente a la historia, lo q u e tiene lugar en la descripción de fenómenos físicos, no lo dice en general, sino solamente intenta q u e empleemos los mismos procedimientos para refutar las falacias de los adversarios y para defender contra sus ataques la veracidad histórica de la Sagrada Escritura». Así se expresan Benedicto X V (Spiritus Paraclitus: E B n.458) y Pío XII (Divino affiante Spiritu: E B n.539). 19 T e x t o en H . H Ó P F L , Critique biblique: D B S 2 col.234. C u a n d o el redactor d e u n libro histórico no fue contemporáneo d e los hechos q u e refiere, acudió a los d o c u m e n t o s : tradiciones, orales y escritas, q u e p u d o consultar y q u e retransmitió sin añadir ni quitar nada. Ahora bien, los documentos, en esta teoría, son las apariencias de la realidad. El escritor sagrado no dijo, por ejemplo, q u e Sansón mató a los filisteos con una quijada d e asno, s i n o : h e leído u oído decir q u e Sansón hizo esto. El relato es objetivo en la medida de la autenticid a d del documento. Véase L . ARNALDICH, ¿Todavía la cuestión bíblica?: «Verdad y Vida», 9 (i95i)174-17520 Véase H O P F L , l . c , 234-235: A . M O R E T T I , De Scripturarum inerrantia et de hagiographis opinantibus: «Divus Thomas» ( P i a c ) , 62 (1959) 34-68. 21 «II en resulte cette théorie q u e les écrivains sacres parlent selon les apparences. Elle est traditionnelle» (La méthode historique 199). 22 «Le Saint P é r e dit dans u n e toute petite phrase q u e le m é m e critérium devait s'appíiq u e r á l'histoire» (La méthode historique 106). Él P. Lagrange cambió más t a r d e d e parecer ( R B 28 [1919] 593-6oo); lo m i s m o hizo N . PETERS en «Theologie und Glaube», 16 (1924) 337-35523 H e m o s visto el p u n t o de vista del papa Benedicto XV. El m i s m o P . L a g r a n g e cuenta

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Intrniliicañn general

trataban de salvar a la vez la historicidad de la Biblia y la inerrancia de la misma. «¿Qué comparación cabe entre las cosas naturales y la historia cuando las descripciones físicas se ciñen a las cosas que aparecen sensiblemente y deben, por lo tanto, concordar con los fenómenos, mientras, por el contrario, es ley primaria en la historia que lo que se escribe debe ser conforme con los sucesos tal como realmente acaecieron?» 24 . La interpretación menos recta de la encíclica Providentissimus Deus aparece en los diversos procedimientos y fórmulas que se utilizaron para solucionar las dificultades históricas de la Biblia, al distinguir entre lo que la Biblia enseña y no enseña, entre el elemento primario y secundario, hablando de verdad absoluta y relativa, de narraciones sólo en apariencia históricas, de historia según las apariencias, de citas implícitas 25 . No todo es reprobable en estos procedimientos y fórmulas, que deben aquilatarse bien y discernir con precisión lo falso de lo verdadero, lo apriorístico de lo sólidamente probado; lo que es un exceso y una realidad tangible. El principio más sabiamente ideado, y que se ha abierto camino con el tiempo, con sensibles modificaciones, es el de los géneros literarios. A principios de siglo, y en fuerza de las circunstancias históricas por las que atravesaba la exégesis católica, se habló casi exclusivamente de los géneros literarios históricos, que se clasificaron según su grado de verdad histórica. Conforme a este principio confeccionó Francisco de Hummelauer un amplio catálogo de los mismos 26 . El P. Lagrange habló del género histórico propiamente dicho, del género histórico de historia primitiva y del género tan sólo en apariencia histórico 27 . El papa Benedicto XV, en su encíclica Spiritus Paraclitus 2 8, alude a este principio de los géneros literarios al escribir: «Y no faltan a la Escritura santa detractores de otro género; hablamos de aquellos que abusan de algunos principios—ciertamente rectos si se mantuvieran en sus justos límites, hasta el extremo de socavar los fundamentos de la verdad de la Biblia y destruir la doctrina católica comúnmente enseñada por los Padres. Si hoy viviera San Jeque Roma no aprobaba cuanto se había escrito en la «Revue Biblique», Loísy et le Modernisme (Juvisy 1932) 126. La Sagrada Congregación Consistorial (29 junio 1912) puso reparos a varias obras de Holzhey, Tillmann y Lagrange. Véase L. ARNALDICH, l.c., 185. Por parte de los exegetas conservadores, véase el artículo aparecido en «Civiltá Cattolica»: Venticinque anni dopo l'enciclica «Providentissimus Deus» (1918,4) 361-374; (1919,1) 278-290.364-372. 24 Spiritus Paraclitus: EB n.457. 25 La Pontificia Comisión Bíblica precisó la manera como podían admitirse las hipótesis délas narraciones sólo en apariencias históricas (EB n.161) y délas citas implícitas (EB n.160). Condena Benedicto XV la distinción que se hacía en la Biblia entre el elemento primario y secundario (EB n.454) y entre la verdad absoluta y relativa (EB n.456). Las mencionadas hipótesis partían del principio de que la verdad absoluta de la Biblia se limita a los textos que hablan de fe y costumbres, lo único que quiso enseñar. 26 F. de Hummelauer, en su libro Exegetisches zur Inspirationsfrage (Freib. i. Br. 1904), distinguió los siguientes: 1) Fábula o parábola (con ningún fundamento histórico); 2) Historia épica (con núcleo histórico y elementos ornamentales); 3) Historia religiosa (en la que los hechos se seleccionan únicamente en la medida que contribuyen a una enseñanza religiosa); 4) Historia antigua (investigación incompleta de los hechos; exposición libre y artificial de los acontecimientos); 5) Tradiciones populares o folklore (que narran los orígenes de los pueblos y familias como hechos históricos envueltos en elementos ornamentales); 6) Narración libre (en la que se mezcla la historia objetiva con narraciones ficticias y literarias); 7) Midrash haggadico (elaboración libre de los hechos con fundamento más o menos histórico). 27 La méthode historique 183-220. 2 « EB n.461.

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rónimo, ciertamente dirigiría conta éstos los acerados dardos de su palabra, al ver que con demasiada facilidad, y de espaldas al sentido y juicio de la Iglesia..., pretenden que en las Sagradas Letras se encuentren determinados géneros literarios, con los cuales no puede compaginarse la integra y perfecta verdad de la palabra divina» 2 9. Como aparece de las palabras del Papa, el principio de los géneros literarios es «ciertamente recto», pero la manera de proponerlos adolecía de tres defectos: delataba una desmedida preocupación apologética, un método erróneo para discernirlos y ligereza en aplicarlos. No podían, pues, los exegetas católicos propugnar unos géneros literarios históricos con los cuales no podía «compaginarse la íntegra y perfecta verdad de la palabra divina». J. Gottsberger describe el método apriorístico que se empleó para discernirlos con estas palabras: «Que el libro de Judit sea una narración fabulosa, no lo deducen de la índole de la misma narración, sino que se afirma por razón de sus aparentes errores. Que el libro de Jonás sea un Midrash, se infiere de los milagros insólitos que refiere. Que la historia primordial del libro del Génesis deba clasificarse en el género literario de una tradición popular (o de historia primitiva legendaria), no aparece del hecho de que la narración genesíaca difiera notablemente de las otras narraciones bíblicas, cuya historicidad se admite, sino que se afirma partiendo de la duda de si es digno de fe todo lo que se narra en la historia primordial del Génesis» 30 . Una dificultad o una narración de un milagro insólito no son por sí mismas razón suficiente para eliminarlas como sea y a cualquier precio. Únicamente deben considerarse como toques de alarma para que el exegeta les preste mayor atención, examinándolas a base de una exégesis objetiva, serena y desapasionada. A veces llegará a una solución positiva, otras no; pero cabe la esperanza de que, con el tiempo y con el progreso de las ciencias y de la exégesis, lograrán otros lo que él no pudo llevar a cabo. Lo que no puede hacerse es determinar de antemano, por motivos apologéticos, un género literario histórico que no aspira a la verdad plena. A este método aludía Gottsberger el escribir: «La índole no histórica del relato bíblico no se infería del contenido de un género literario conocido por otros textos bíblicos o extrabíblicos, sino que, partiendo del supuesto que el contenido de un pasaje bíblico no podía ser histórico, deducían de ahí la naturaleza del género literario» 31 . 2 » 30

L.c. Autour de la question biblique: «Biblische Zeitsfragen», 3 (1905) 141-142. Según A. Robert, «certains catholiques, soucieux de sauvegarder le principe de l'inerrance en face des difficultés jugées insolubles, ont fait l'hypothése d'une varíete de formes historiques dans lequel l'écrivain sacre raconte les événements du passé avec une liberté plus ou moins grande. Ce te maniere de voir... avait le tort de ne songer qu'aux écrits historiques, et sous l'angle tres spéciel des exigences de l'inerrance» (Initiation biblique [Tournai 1954] 281). 31 L.c. Escribe el P. Bea que «sua cuique generi litterario est veritas». Pero el criterio para definirlo «per se et primario est forma illa externa qua homines in respectivo genere litterario uti solent. Qui certam formam adhibet, supponitur velle exprimere illam veritatem quae generi litterario quod elegit propria est». Ahora bien, al género literario narrativo le conviene una verdad estrictamente histórica. Pero esta historia, en particular la de la historia primitiva, ha sido escrita con modos de narrar y métodos propios de su tiempo y época flaliter ac hodierni auctores». Pero estos modos estilísticos «veritatem histonographiae ne mínimum quidem infirmant et perperam adhibentur ad probandum genus quoddam historiae antiquae quae non ad plenam veritatem aspiret» (De Scripturae sacrae inspiratione [Roma 1935] 106-108).

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Pío XII y los géneros literarios Los géneros literarios históricos de que hemos hablado solucionaban las dificultades históricas de la Biblia, pero quedaba la duda de si la limitación del grado de historicidad obedecía más bien a una exigencia apologética que a un principio sano de exégesis. Eliminar de un plumazo toda enseñanza histórica de la Biblia era una receta fácil y peligrosa, que comprometía el mismo mensaje divino. Urgía, pues, precisar y encauzar un principio que, llamado a prestar incalculables servicios a la exégesis bíblica, podía convertirse en instrumento demoledor de la misma. Así lo entendió Pío XII 32. Señala el Papa que la regla fundamental de exégesis es la de ver y definir qué quiso decir el autor sagrado. Para determinarlo se dispone hoy día de más y mejores medios que los que tenían a su alcance los intérpretes de otros tiempos. En primer lugar, un estudio más atento del carisma inspirativo ha hecho ver más claramente que el hagiógrafo fue un instrumento racional y libre, que de tal manera hizo uso de sus facultades y energías, que por el libro nacido de su acción pueden todos fácilmente colegir la índole propia de cada uno, sus singulares rasgos y características. Siendo así, se sigue que incumbe al exegeta investigar con toda diligencia, y con ayuda de los modernos descubrimientos, la índole propia del autor de cada libro, sus condiciones de vida, tiempo y lugar en que vivió, fuentes que utilizó y de qué manera, formas de decir y narrar que empleó, etc. Pasa a continuación el Papa a hablar de los géneros literarios, en cuyo apartado nada dice sobre los grados de afirmación, ni alude a la distinción en el hagiógrafo entre autor privado y autor público. Todo su pensamiento se centra en los métodos y maneras de decir y narrar propios de la literatura del Próximo Oriente. Debido a estas peculiares formas de expresión, no aparece a veces «tan claro en las palabras y escritos de los antiguos autores orientales (entre los cuales deben clasificarse los autores bíblicos), como lo es en los escritos de nuestra época (cuyas maneras de decir o géneros 32 Sobre el recelo de la Iglesia por los antiguos géneros literarios escribe Benoit: «Cette méfiance (de la Iglesia) s'explique par les debuts de cette méthode, ou l'on n'a pas toujours suffisamment respecté les exigences d'une technique objective. II serait, en effet, trop facile d'inventer a priori des genres littéraires factices, pour y classer ensuite, par un cercle vitieux, les textes bibliques qu'on leur demande d'expliquer. Les genres n'ont le valeur que s'ils représentent les modes d'expression réels, connus des lectuers et des auteurs» (Inerrance: «Catholicisme hier, aujourd'hui demain», vol.5 [París 1962] 001.1547). Pío XII encarece el uso de los géneros literarios para la recta interpretación de la Biblia, pero no canoniza los géneros literarios tal como se entendían hasta entonces por algunos autores, que procedían del plano de la realidad y tendían a limitar a priori el hecho histórico. «Attamen theoriae Lagrange, Hummelauer et aliorum, quam mitigat et corrigit, principium fundaméntale et elementa non pauca in genere resumit et sancit encyclica Divino afjiante Spiritw (V. LARIDON, Novae encyclicae doctrina de generibus lüterariis: «Collationes Brugenses», 42 [1946] 129). Véanse también G. THILS, L'encyclique sur les eludes bibliques: «La Revue Nouvelle», 1 (1945) 158-170; E. GALBIATI, I generi letterari secando il P. Lagrange e la «Divino afjiante Spiritu»: «La Scuola Cattolica», 75 (1947) 177-186.282-292. Según este autor, «la linea di pensiero de l'enciclica solo in qualche punto coincide con quella del Lagrange, talvolta diverge decisamente, in qualche punto segué un tratto parallelo, ma su di un altro piano e specifico» (l.c, 291-292), En Problemi e orientamenti di Teología Dommatica (Milán 1957), vol.2,73, precisa su pensamiento: «Ora direi che l'enciclica ha presentato la questione sotto una luce diversa, e tale da completare l'intuizione del Lagrange».

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literarios empleados conocemos), cuál sea el sentido literal, pues lo que aquéllos quisieron significar no se determina por las solas leyes de la gramática o de la filología, ni por el solo contexto del discurso, sino que es preciso que el intérprete (dejando de lado los géneros literarios modernos) vuelva, por así decirlo, a aquellos remotos siglos del Oriente, y, con la ayuda de la historia, de la arqueología, de la etnología y otras disciplinas, discierna y distintamente vea qué géneros literarios, como dicen, quisieron emplear y de hecho emplearon los escritores de aquella vetusta edad, pues no siempre empleaban las mismas formas y los mismos modos de decir que hoy usamos nosotros, sino más bien aquellos que entre los hombres de sus tiempos y lugares estuvieron en uso. Cuáles fueran éstos, no puede el intérprete determinarlo de antemano, sino solamente en virtud de una cuidadosa investigación de las literaturas de Oriente. Esta, llevada a cabo en los últimos decenios con mayor cuidado y diligencia que anteriormente, nos ha hecho ver con más claridad qué formas de decir se usaron en aquellos antiguos tiempos, ya en la descripción poética de las cosas, ya en el establecimiento de normas y leyes de vida, ya, por fin, en la narración de hechos y sucesos. Esta misma investigación ha probado ya con lucidez que el pueblo de Israel se aventajó singularmente a las otras antiguas naciones orientales en escribir hien la historia, tanto por la antigüedad como por la fiel narración de hechos, lo cual seguramente procede del carisma de la divina inspiración y del fin peculiar de la historia biblica, que es religioso» 33, Hemos subrayado algunas palabras del documento pontificio y añadido otras entre paréntesis para poner más de relieve el pensamiento del Papa. Otra de las consecuencias de esta investigación ha sido la de encontrar también «entre los escritores sagrados, como entre los demás antiguos, ciertas artes de escribir y narrar», de las cuales el Papa señala únicamente algunas, tales como «ciertos idiotismos, propios, sobre todo, de las lenguas semíticas, las llamadas aproximaciones, y ciertos modos de hablar hiperbólicos; más aún, a veces hasta paradojas, con las cuales más firmemente se graban las cosas en la mente» 34. En fin, añade que no hay modo de decir en uso entre los antiguos que sea ajeno a la Biblia, con exclusión solamente de los que repugnan a la verdad y santidad de Dios. Con optimismo subraya la encíclica que conocemos hoy mejor que los exegetas de principios de siglo las formas de decir y narrar de los antiguos escritores orientales. En efecto, una inmensa literatura profana del antiguo Próximo Oriente, en gran parte descifrada ya, facilita la labor de cotejar estos escritos con los libros canónicos del Antiguo Testamento y de aquilatar sus puntos de contacto y sus divergencias. Miles de textos sumerios, acádicos, hititas, fenicios, egipcios, cananeos, ugaríticos, etc., han sido publicados. En líneas generales encontramos en ellos idénticos temas y una redacción y composición muy afines. Se han descubierto textos sobre " EBn.556-558. 34 L.c., 559. De los géneros literarios, según Pío XII, se habla en la carta de la Pontificia Comisión Biblica al Card. Suhard de 16 enero 1948 (EB n.581) y en Humani generis, 12 agosto 1950 (EB n.618).

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historia primordial, códigos de leyes, anales, himnos, escritos sapienciales, cartas, narraciones épicas, listas de reyes, biografías, autobiografías, correspondencia diplomática y administrativa, inventarios, lamentaciones, poesía amorosa, sátiras, especulaciones teológicas y filosóficas, textos mágicos, etc. 35 . Estos descubrimientos han puesto de relieve la superioridad de la historia bíblica en relación con la de los otros historiadores orientales. De esta manera,'la ciencia misma ha desmentido la tendencia de ciertos exegetas a descalificarla o a limitarla. En cuanto a los métodos y maneras de decir y narrar, la historia bíblica poco se diferencia de la historiografía antigua oriental, pero se aventaja a ella tanto por la antigüedad como por la fiel narración de hechos y sucesos. Piénsese, por ejemplo, en la diferencia que existe entre las antiguas cosmogonías y la historia bíblica de los Orígenes; en aquéllas prevalece una ilimitada imaginación, que contrasta con el amor a la simplicidad y a la verdad que reina en ésta 36 . En la antigua literatura narrativa oriental encontramos peculiares géneros literarios históricos, de los que mencionaremos algunos. En los Anales oficiales se cuentan las acciones gloriosas de sus héroes, pasando por alto lo que era adverso a los soberanos y a los intereses nacionales. Sus autores narran hechos antiguos recogidos por la tradición oral y escrita, considerando como más fiel aquel relato que más se acerca, por orden cronológico, a los acontecimientos sin tenerse en cuenta otros factores. Los analistas conceden una importancia trascendental a las victorias de sus monarcas, a los que se atribuyen también las que lograron sus oficiales subalternos. Se exagera desmesuradamente el número de prisioneros y el de las ciudades conquistadas, que a veces lo fueron por otro monarca posterior. En cuanto a la cronología, o la dejan de lado o se fijan incidentalmente en ella, empleando datos aproximativos. A veces condensan dos o más campañas bélicas en una, omitiendo la que fue menos gloriosa o constituyó un fracaso, convirtiendo a veces en triunfo lo que fue una derrota. Al producirse un hecho nuevo, desenterraban los escribas antiguas historias, resumiendo hechos pasados, relatándolos en líneas generales y fijando su atención en hechos más recientes. En todas sus narraciones se advierte la ausencia total de crítica de las fuentes y elaboración de las mismas, que se incorporan en la narración yuxtaponiéndolas, mezclándolas o retocándolas, sin indicar su presencia y proveniencia. Según Ignacio Guidi, estos métodos históricos se encuentran entre los sirios y árabes y en toda la historiografía semítica 37 . Otra de las peculiaridades de la historia semítica es su índole teocrática y religiosa. Muchos soberanos creíanse lugartenientes de los dioses. Durante mucho tiempo sólo se narraban hechos relacionados con la religión y el culto, atribuyéndose directamente a los dioses todo cuanto 35

Textos recogidos en los libros citados en nota 2. 3« E B n . 6 i 8 . L'historiographie chez les sémites: R B 3 (1906) 509-519; Card. E. TISSERANT, ments syriaques du Livre des Jubilées: R B 29 (1921) 55-80,206-232. 37

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acontecía, aun las cosas más triviales, prescindiendo de la acción de las causas segundas 38 . Parecidos géneros literarios, que señalaremos más adelante, emplearon los historiadores sagrados, con la diferencia de que con métodos análogos lograron escribir bien la historia. Esta superioridad de la historia bíblica sobre la de los otros pueblos semitas únicamente se explica por el carisma de la divina inspiración y por el fin peculiar de la historia bíblica, que es religioso. La inspiración bíblica El dogma de la divina inspiración nos enseña que un solo y único Dios es el autor principal de todos los libros históricos del Antiguo Testamento, que, por una singular condescendencia, escogió el género narrativo como una de tantas maneras de que se sirvió para comunicar su mensaje a los hombres (Hebr 1,1). Por otra parte, los diversos historiadores humanos, en calidad de instrumentos suyos, concibieron su obra y la escribieron conforme a la intención divina. Por la inspiración conservan su personalidad, sus aptitudes personales, sus limitaciones humanas e incluso sus deficiencias, a las cuales Dios se acomoda. No les favoreció Dios con una nueva perfección; por ejemplo, otorgando una rica imaginación a los que carecían de ella o facilitando un complemento de información a los que no disponían de documentos. Por la inspiración se les confirió una luz sobrenatural por la cual eran infalibles en todo lo que afirmaban y en el sentido en que lo hacían. Además, «si los antiguos hagiógrafos tomaron algo de las tradiciones populares—lo cual puede ciertamente concederse—•, nunca hay que olvidar que ellos obraron así ayudados por el soplo de la divina inspiración, la cual los hacía inmunes de todo error al elegir y juzgar aquellos documentos» 3 9 . Fin religioso de la historia bíblica La finalidad religiosa de la historia bíblica es evidente. Ciñéndonos a los libros históricos del Antiguo Testamento, vimos que, al clasificar el canon judío a los libros de Josué, Jueces, Samuel y Reyes entre los «Profetas anteriores», expresaba con claridad meridiana la verdadera naturaleza de la historia contenida en ellos. En efecto, en los mismos se narran acontecimientos del pasado de Israel que se interpretan en función de la historia de la alianza. Los dos libros de las Crónicas, por ejemplo, son el resultado de una reflexión y meditación de un teólogo sobre los textos de los libros de Samuel y Reyes, de los cuales dedujo el lugar preeminente que 38 C H . J. JEAN, La Bible et les récits babyloniens (París 1933) 203-207; F . SALVONI, La storiografia degli antichi israeliti: «La Scuola Cattolica», 63 (1935) 145-171; I D . , Generi letterari nei libri storki dell'Antico Testamento: «Questioni Bibliche alia luce dell'Enciclica Divino afflante Spiritiu (Roma 1940) 62-101; H . G. GUTERBOCK, Die Historische Tradition und ihre literarhche Geítaltung beí Babyloniern und Hethitern bis 1200: «Zeitschrift für A s syriologie», 42 (1934) 1-94; A. T . OLMSTEAD, History, Ancient World and the Bible Problems ofAttitude and of Meihod: J N E S 2 (1943) 1-34; W . A . IRWIN, The Orientalist as Historian: íbid., 8 (1949) 289-309; A . A D I N O L F I , Storiografia bíblica e storiografia classica: «Rivista Bíblica», 9 (1961) 42-58. 39 Humani generis: E B n.618.

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ocupaba David en el plan divino como tipo del Mesías y como el liturgista que debía completar la obra de Moisés. Guando Dios movió sobrenaturalmente a los hagiógrafos a escribir sus respectivos libros históricos, no fue para que retransmitieran a sus lectores próximos y lejanos los hechos que interesaban exclusivamente a la historia profana, indiferentes de por sí a la historia de la salvación, sino para que manifestaran cuáles eran sus designios sobre el mundo y su pueblo escogido, cuáles sus exigencias religiosas y morales y cuál debía ser la respuesta del hombre a la acción y llamada divinas. De acuerdo con este fin, los historiadores sagrados escogen, seleccionan y orientan todos los acontecimientos históricos, que refieren, mediata o inmediatamente, hacia un fin religioso, dándoles una significación más profunda y sublime, que sólo perciben los ojos de la fe: la actuación de Dios en la historia humana 4 0 . «En Israel la historia es hija de una creencia, que no solamente ha exigido, sino que ha creado la historia, y le ha dado el sentido y el gusto, ha fijado las grandes leyes del género y ha favorecido su extensión, llegando a la mezcla con otros géneros. De ahí la complejidad, la variedad de realizaciones y la indeterminación de sus respectivas fronteras. La historia bíblica debe a la fe de sus autores su existencia, su naturaleza, sus méritos y deficiencias. La razón profunda de esta historia radica en el hecho, único entre las religiones del Próximo Oriente, de que el yahvismo es una religión histórica» 41. Por consiguiente, era lógico que la historia constituyera un ideal para estos historiadores judíos, como lo fue siempre para la comunidad creyente de Israel. La historia sarita, es decir, la de la comunidad humana llamada por Dios para ser su pueblo, es una historia tal como la concibió y vivió el verdadero Israel, presentada a base de hechos más bien en función de medios que de fin. Para los hagiógrafos, todos los pueblos de la tierra están sometidos al dominio y dirección de Yahvé, que, aun ignorándolo ellos, los movía a su arbitrio (Am 9,7). Según los historiadores sagrados, no existe un destino ciego en el curso de la historia, ni hechos que sucedan al azar o que sean fruto de una determinación exclusivamente humana, sino el desarrollo de un premeditado plan divino (Is 7,7; 37,7; 45,4). Permitió Dios la derrota de Josué en Hai para castigar el pecado de Acán (Jos c.7). No arrojó Yahvé de Canaán a ninguno de los pueblos paganos allí afincados, para con ellos poner a Israel a prueba, si seguiría o no los caminos de Yahvé (Jue 2,22). En la guerra entre Sisara y Jabín, rey de Jasor, salió Yahvé de Seír y, a través de los campos de Edom, acudió al campo de batalla con el fin de asegurar la victoria de su pueblo (Jue 5,4). A Gedeón le intima Dios a que reduzca el número de sus soldados, por que, al entregar en sus manos a Madián, no se gloríe luego Israel contra Dios, diciendo: «Ha sido mi mano la que me ha librado» (Jue 7,2). Los imperios y pueblos que colindaban con Israel eran como centinelas apostados por Dios en sus fronteras en estado de alerta, 4

" GRELOT, l.c,

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' A. ROBERT, Historique (genrej: DBS 4 col.23.

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prontos para lanzarse sobre Israel cuando Yahvé les requería como instrumentos de su justicia contra su pueblo pecador. No son ellos los que señalan la hora del ataque, ni el número de soldados ni la efectividad de las armas dirimen las batallas, sino Dios. Los grandes imperios de Asiría y Babilonia eran, en concepto de los hagiógrafos, varas y mar Jilos con los cuales golpeaba Dios a su pueblo pecador (Is 10,5; Jer 51,20). Dios no obra, sin embargo, caprichosamente. La medida de sus actos la determina la ordenación moral del mundo, que reclama el bien y condena el mal. Los triunfos sobre los enemigos no se consiguen a base de armas, soldados y astucias, sino con la oración, la vida de piedad y de penitencia. Por su conducta religiosa ejemplar acabó David con los pueblos paganos del interior y sometió a los que limitaban con Israel. El poderío y riqueza de Salomón son dones gratuitos de Dios, que le retiró tan pronto como el rey dejóse arrastrar por sus mujeres hacia los dioses ajenos y no fue su corazón enteramente de Yahvé (1 Re 11,4). Senaquerib es derrotado por la piedad de Ezequías (2 Re c.19). El orgulloso Nabucodonosor, que había sometido a todos los pueblos de la tierra, es derrotado por Israel libre de pecado, y su general, Holofernes, murió decapitado por una viuda, de la cual «nadie podía decir de ella una palabra mala, porque era muy temerosa de Dios» (Jdt 8,8). El impío Aman sucumbió ante el piadoso Mardoqueo (libro de Ester), y el rey Antíoco Epifanes murió herido por Dios en castigo de sus actos sacrilegos contra el templo. De un extremo a otro de la historia bíblica se pone de relieve el estado permanente de tensión entre Dios, que busca al hombre, y éste, que trata de independizarse; entre Dios, que ofrece su gracia, y el hombre, que la rechaza. A Josué prometió Dios la conquista total y la posesión inmediata de Canaán, pero la promesa no surtió efecto a causa de los pecados del pueblo. Saúl fue escogido por Dios como representante y lugarteniente suyo en el reino teocrático, pero, al separarse de El por el pecado, es sustituido por otro según su corazón. David es asimismo víctima del pecado, pero se arrepiente y Dios le perdona. La justicia y la misericordia divinas juegan un papel decisivo en el drama descrito en el libro de los Jueces. Para impedir que se cumplan sobre Israel los planes salvíficos de Dios, despliega sus actividades el Adversario (Satán), potencia subordinada a Dios, pero que, al dejarle en libertad, se ceba en el hombre. Por culpa de Satanás, que incitó a David a llevar a término el censo del pueblo, es castigada la ciudad de Jerusalén, a la que se perdonó después por haberse arrepentido su rey (1 Crón 2i,iss). Con la acción coordinada de la justicia y de la misericordia quería Dios que todos los pueblos se sometieran libremente a su yugo suave. En tiempos del Antiguo Testamento sólo en Israel, al que Dios había escogido, llegó a cristalizar este ideal. Toda la historia de este pueblo escogido, tanto en los momentos álgidos de su grandeza como en los momentos de opresión y humillación, gira en torno al pacto de la alianza que Dios quiso mantener a todo

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trance y que el pueblo trataba a veces de repudiar, con efectos desastrosos para él. Una mínima parte de los historiadores sagrados (el del primer libro de los Macabeos y quizá el del segundo; el de las memorias de David: 2 Sam 9-20 y 1 Re 1-2) fueron testigos oculares de los hechos que narran. Los demás tienen detrás de sí un largo periodo histórico, cuyo recuerdo fue conservado y comentado por una tradición secular oral y escrita. Los primeros, conscientes de que el pueblo había llegado a la consecución de un estado ideal de cosas soñado desde hacía- mucho tiempo, sintieron la necesidad de dar una mirada retrospectiva sobre el camino recorrido hasta llegar a él. Los segundos escribieron bajo los efectos de las catástrofes y humillaciones que oprimían a Israel. Juzgaron ellos que este estado de cosas les brindaba una ocasión propicia para escribir, ya que la prueba y las reflexiones que sugiere podrían abrir los ojos de los lectores sobre las causas que las provocaron y obligarles a una rectificación religiosa y moral saludable 42 . Este último es el caso de los autores de los libros de Josué, Jueces, Rut, Crónicas, EsdrasNehemías, etc. Las mismas partes del segundo libro de Samuel (c.9-20) y del primero de los Reyes (1-2), escritas, como dejamos dicho, por un testigo ocular, fueron después incorporadas por un autor inspirado del tiempo del exilio en un contexto más amplio del que tuvo conciencia aquél. Escritos estos libros durante y después del exilio, aprovecharon sus autores la tradición o tradiciones seculares, la idea de la alianza y la reflexión teológica de todo un pueblo o de un sector escogido del mismo, del cual el hagiógrafo era el portavoz, que enjuiciaba el momento histórico presente a la luz de un pasado prometedor que, aunque desdibujado por la acción del Adversario y de los hombres que se dejaron seducir por él, con la paralización circunstancial y temporal de los efectos de la alianza, renacerá de nuevo en un futuro más o menos próximo, por la conversión al Dios fuerte (Is 10,21) y misericordioso, siempre fiel a su promesa (Ez 16,8; Jer 25,5; Os 14,2-9). Los historiadores sagrados se propusieron señalar las raíces de esta fe optimista, que veían expresada en la misma prehistoria de Israel, en las tradiciones populares israelíticas antiguas, en escritos preexistentes, en los anales que la nación conservaba celosamente en sus archivos, en las listas genealógicas, que enlazaban a Israel con el primer hombre o con Abraham; incluso en los escritos profanos o en el mismo curso de la historia universal y de Israel, cuyos hilos movía Dios en vista de sus designios salvíficos. Más que a circunscribirse, como los autores paganos, a una escueta, monótona y partidista narración de hechos aislados, destinada a ensalzar a un soberano de la tierra, pretendieron dar una interpretación religiosa de la historia. En esta labor les había precedido y acompañado la reflexión y meditación profunda de esta misma historia, con matices y enfoques distintos, por parte de los sabios, profetas 42

E. JACOB, Théologie de l'Ancien Testament (Neuchátel-París 1955) 157-158.

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17 y sacerdotes (Jer 18,8) ; reflexiones y meditaciones que se incorporan en el texto, que, por lo mismo, resulta a veces complejo y carente de nexo lógico entre unas partes y otras. A la corriente universal del pensamiento de los antiguos historiadores semitas paganos, escribe Goossens, es extraño un pueblo el judío, cuyo optimismo no se basa en la consideración de la sucesión de imperios más o menos gloriosos, sino que encuentra su consolación o satisfacción de orden religioso en la alianza entre Dios y el pueblo escogido. Ya en las primeras fuentes de la tradición hebraica, en los poemas retransmitido^ por la tradición, aparece la idea de una bendición que aisla al pueblo escogido. Desde las más antiguas tradiciones narrativas (tradición yahvista), la alianza concluida entre Dios y su pueblo en el Sinaí constituye el eje de la historia, alianza en la cual el historiador posterior no verá otra cosa que la conclusión definitiva de múltiples alianzas y promesas (tradición deuteronómica). De suerte que, gradualmente, se vislumbra la posibilidad de una nueva alianza, tesis que defenderán los esenios de Qumrán y sobre la cual se fundará el cristianismo. Este aspecto de la filosofía de la historia, la alianza de Dios y de su pueblo, no aparece en ninguna parte del Antiguo Oriente fuera del judaismo, lo que constituye una contribución esencialmente original 44. La historia bíblica del Antiguo Testamento puede ser, cambiando de escenario, la historia religiosa de la humanidad de todos los tiempos. Por esto mismo atrae cada vez más la atención del hombre moderno, que busca en sus páginas una lección de vida y una solución a los múltiples problemas que tiene planteados. Puede y debe buscar en ellas ejemplos que le muevan a obrar el bien y desechar el mal, pero a condición de leerlas a través de las páginas de la historia sagrada neotestamentaria y de la vida de la Iglesia. En aquéllas se traza la historia de la promesa y de la prehistoria de la Iglesia; en las del Nuevo Testamento se habla de la promesa convertida en una realidad tangible. Ante la concepción y finalidad religiosa de la historia bíblica viejotestamentaria—lo que aparecerá más claro al estudiar cada libro en particular—, parece ridicula la actitud de los que, prescindiendo de la finalidad de los historiadores sagrados y de la consideración global de su obra, aplican a cada oración gramatical compuesta de sujeto, verbo y predicado; a cada dato y a cada fecha, los cánones y reglas de la crítica histórica moderna. Con su proceder manifiestan que no es su propósito interpretar la Biblia, sino el de someterla al tribunal de la crítica histórica moderna para que la juzgue inexo43

43 «This literatura is the accumulation of a people, the archives of a family, a deposit which was not (until the very end of the OT periodj a dead letter but was constantly used, reinterpreted, brought ut po date, commented on, expanded» (A. F. MCKENZIE, Some Problems in the Field of Inspiration: CBQ 20 [1958] 3). Algunos autores admiten la inspiración, aunque de manera variable y analógica, de todos los autores que han contribuido a la composición del libro tal como lo ha recibido la Iglesia. P. BENOIT, Les analogies de l'inspiration: «Sacra Pagina» (Gembloux 1959) vol.1,87; ID., Inspiration: «Catholicisme», 5 col.1719; A. GELIN, La question des «Relectures» bibliques á l'intérieur d'une tradition vivante: «Sacra Pagina», vol.1,303-315. 44 G. GOOSSENS, La Philosophie de l'Histoire dans l'Ancien Testament: «Sacra Pagina»,

vol. 1,250-251.

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rablemente, no a base de lo que ha dicho, sino de lo que, según ellos, debía decir. Esta conducta es tanto más lamentable en cuanto que atribuyen muchas veces al historiador sagrado, y, por consiguiente, a Dios, lo que no han querido decir. «Pues no pocas veces, cuando muchos, cacareando, reprochan al autor sagrado haber faltado a la verdad histórica o haber narrado las cosas con poca exactitud, hállase que no se trata de otra cosa que de los modos de decir y escribir propios de los antiguos, que a cada paso lícita y corrientemente se empleaban en las mutuas relaciones de los hombres. Exige, pues, una justa ecuanimidad, que al hallar tales cosas en la divina palabra, que con palabras humanas se expresa, no se les tache de error, como tampoco se hace cuando se hallan en el uso cotidiano de la vida. Conociendo, pues, y exactamente estimando los modos y maneras de decir y escribir de los antiguos, podrán resolverse muchas dificultades que contra la verdad y la fidelidad histórica de las Sagradas Escrituras se oponen, y semejante estudio será muy a propósito para percibir más plena y claramente la mente del autor sagrado 45 . Géneros literarios históricos Dijimos que los historiadores sagrados eran hijos de su tiempo y lugar, imbuidos de la cultura de su época, compartiendo con los otros historiadores contemporáneos, paganos e israelitas, las formas de decir y narrar, los métodos o medios de que se servían los historiadores de aquella época para exteriorizar sus ideas. Unos adoptan un método histórico parecido al de la historiografía moderna; por ejemplo, 2 Sam 9-20; 1 Re 1-2, y, en menos escala, los otros pasajes de Samuel, Reyes, Esdras-Nehemías y 1 de los Macabeos. Otros siguieron un método histórico-profético (Josué), anecdótico-profético (Jueces), narración popular (Rut), midrásico (Crónicas), patético-oratorio (2 de los Macabeos), romanceado o midrásico (Tobit, Judit, Ester). Una visión profética de la historia da unidad al libro de Josué, en el que, a base de elementos históricos, épicos, etiológicos, deuteronómicos y sacerdotales, narraciones populares y expresiones enfáticas, se describe la epopeya nacional de la conquista y ocupación de Canaán, en la que predomina más el aspecto teológico que el histórico. El autor de los Jueces ha descrito las vicisitudes de un período oscuro de la historia religiosa de Israel, sintetizándolas en una serie de dramas a cuatro tiempos: prevaricación, castigo; arrepentimiento, perdón, con lo que se logra un pragmatismo religioso sorprendente. En el desarrollo de su tesis religiosa emplea el autor fórmulas estereotipadas, números simbólicos, elementos anecdóticos, populares, folklóricos, y echa mano de tradiciones dispares. Los libros de Samuel presentan el aspecto de una compilación a base de materiales históricos de procedencia distinta y valor desigual, que se combinan, entremezclan, recortan o yuxtaponen dando lugar a repeticiones, narraciones dobles, contradicciones aparentes, "5 Diurno afflante Spiritu: EB n.560.

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enfoque distinto. Se vislumbra en ellos poca precisión histórica, desproporción en la contextura de los diversos episodios que narran; carecen de una cronología sistemática y dan poco relieve a las causas segundas. En los libros de los Reyes aparecen fórmulas estereotipadas, hipérboles, aproximaciones, cronología imprecisa, discursos elaborados o retocados previamente, unión de dos o más hechos distanciados por el tiempo, trasposición cronológica de los hechos, lagunas en la narración, omisiones significativas de sucesos que no encajaban con la tesis religiosa que el autor trata de desarrollar, silencio absoluto sobre los triunfos y éxitos materiales de los reyes poco o nada religiosos, uso frecuente de fuentes de información, que a veces se citan explícitamente y otras no, yuxtaponiéndolas, recortándolas, amplificándolas o entremezclándolas. Hemos aludido al carácter midrásico de los libros de las Crónicas. Ahora bien, el género midrásico (del verbo hebreo darash, buscar, indagar) de interpretación, tan generalizado en los tiempos viejotestamentarios, tendía a interpretar las Escrituras con el fin de actualizarlas y descubrir en ellas lo que decían a los hombres de cualquier tiempo y lugar. Una de las formas de este método midrásico es la llamada haggada, encaminada a la edificación espiritual de los oyentes en vistas a su formación moral, a la explicación de las fiestas litúrgicas, al comentario doctrinal, valiéndose para ello desde la simple exposición del texto hasta la narración libre injertada en el texto mismo con el fin de ilustrarlo. En todo momento, la finalidad del midrash era la de buscar en los textos bíblicos su valor de vida para la vida. Para ello, el intérprete expone las Escrituras utilizando todos los medios a su alcance, con el fin de extraer de sus palabras, o a través de ellas, el sentido que diera una respuesta a los problemas que se planteaban los hombres de cualquier tiempo y lugar 46. p a r a lograr estos objetivos, el autor de las Crónicas emplea varias fuentes de información, canónicas y profanas, que maneja con gran libertad, modernizando antiguas expresiones, omitiendo lo que no se ajustaba a su finalidad, abreviándolas, desplazándolas, completándolas, interpretándolas y cambiando palabras y frases. La historia del primer libro de los Macabeos pertenece al género literario patético, y, conforme al mismo, los números se agrandan o se reducen, se ponen discursos o razonamientos en boca d e sus héroes y personajes, se callan los reveses de Israel y se acentúan los defectos y malos designios de sus enemigos. La hipérbole ocupa en el libro un lugar destacado, y las narraciones se adornan con elementos poéticos. Las diversas tradiciones populares sobre algunos hechos se reproducen íntegramente, sin preocuparse su autor de armonizarlas. Y, sin embargo, el lector que recorre sus páginas está convencido de que, a pesar de estos métodos peculiares de escribir una historia, se encuentra ante un libro histórico, cuya naturaleza el exegeta debe determinar. El autor del segundo de los Macabeos, que resume la obra en cinco tomos de Jasón, no p r e 46

P. GRELOT, en «Introduction á la Bible» (Toumai 1957) 174-175.

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tende ser un historiador meticuloso, sino más bien se impone como finalidad «proporcionar solaz del alma a los aficionados a leer y dar a los estudiosos facilidades para aprender las cosas de memoria; en una palabra, alguna utilidad a todos aquellos que tomen este libro en sus manos» (2,26). El libro tiene una finalidad parenéticoreligiosa; pertenece al género histórico patético, ajustándose a sus reglas. Los números se manejan con libertad, dándoseles un significado simbólico; los discursos que se ponen en boca de los personajes han sido en algunos casos elaborados por el autor, que trata de interpretar los sentimientos que embargaban a los personajes en aquellos momentos, o que él juzga que podían tener. Se duda hasta qué punto los libros de Tobit, Judit y Ester refieren una historia real, objetiva y concreta, no faltando quienes prefieren ver en ellos una historia según las apariencias. Una vez se demuestre con sólidos argumentos que sus autores no pretendieron escribir una historia, sino emplear el género narrativo como vehículo de una verdad, por considerarlo apto para desarrollar una enseñanza religiosa, no habrá inconveniente alguno en admitir que la historia no entraba en el horizonte de sus autores, aunque el aspecto narrativo de sus libros diera pie a que por mucho tiempo se opinara lo contrario. Lo fundamental es determinar bien lo que el autor sagrado quiso decir. Al señalar en líneas generales los géneros literarios históricos de los libros que vamos a comentar no nos propusimos presentar un catálogo exhaustivo de los mismos, ni tampoco indicar las múltiples interferencias entre ellos. Quisimos únicamente ofrecer al lector un avance de lo que él mismo comprobará tan pronto se familiarice con la lectura de estos libros. Tenga siempre presente que «tales formas literarias no responden a ninguna de nuestras categorías clásicas y no se pueden juzgar a la luz de los géneros grecolatinos o modernos» 47 . Comprobará asimismo el lector que la orientación religiosa general de toda la historia bíblica permite a cada uno de los autores hacer hincapié sobre un aspecto religioso concreto, ya haciendo resaltar la absoluta trascendencia divina, ya poniendo de relieve la actuación de Dios en el mundo o la fidelidad a su palabra, su providencia, su justicia, su acción salvífica, su misericordia, etc. 48 . De todo lo cual deducirá que la historia sagrada tiende a manifestar el designio salvífico de Dios, el progreso de la revelación y las relaciones de Dios para con el mundo y su pueblo escogido, que preparan Ix salud mesiánica. A los hechos y sucesos que se narran 47 48

Carta de la Pontificia Comisión Bíblica al Card. Suhard (EB 581). Cada día se tiende a poner más de relieve entre los exegetas, católicos y protestantes, la riqueza teológica del Antiguo Testamento; pero no están acordes en señalar la idea central en torno a la cual se desarrolla el pensamiento teológico de la revelación viejotestarnentaria. Para unos es la idea de Dios, Señor, Rey, Padre, Jefe, Juez; para otros, el Mesías futuro; la alianza entre Dios y la humanidad en el pueblo de Israel; la idea del reino de Dios, que se extiende progresivamente en el mundo; el misterio del pueblo judío o de ]a Iglesia en su evolución histórica; y, en fin, contemporáneamente, la doctrina sobre Dios, el hombre y la salvación (S. Bovo, Orientamento teologico-spirituale deüo studio dell'AT nella recente rinasciia bíblica: «Problemi e Orientamenti di spiritualitá monástica, bíblica, litúrgica» [Edizioni Paoline 1961] 104-107, con abundante bibliografía sobre el particular).

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se les asigna en general la función de puntos de partida o de medios para expresar una verdad religiosa. Los métodos y modos peculiares de decir y narrar de esta historia religiosa podrán desorientar al lector moderno que no sepa leerla en el ambiente en que fue escrita y desconozca los rasgos propios de la psicología semita. Tienen los semitas una concepción peculiar de Dios, del mundo, del hombre y de las cosas. Para nosotros, realistas empedernidos, es verdadero sólo lo que corresponde rigurosamente a una realidad objetiva. Por el contrario, los semitas, simbolistas apasionados por las significaciones espirituales y misteriosas, creen que no traicionan a la verdad, sino que la sirven al presentar libremente la realidad exterior con el fin de acentuar más su significación profunda 49. Ahora bien, Dios no ha comunicado su mensaje sirviéndose de nuestras categorías, sino de las de los antiguos orientales 5 0 . Por lo mismo, el que, dejando de lado los postulados de las categorías históricas modernas, se traslade con la mente a los tiempos en que fueron escritos cada uno de los libros históricos y tenga en cuenta los géneros literarios usados, caerá en la cuenta de que, con métodos imperfectos, según nuestra mentalidad, los hagiógrafos escribieron bien la historia religiosa que retransmitieron a sus lectores inmediatos y a la posteridad. Aun conociendo la existencia de tales géneros literarios, no desaparecerán, sin embargo, todas las dificultades, porque, en primer lugar, no será siempre fácil determinar el género literario empleado en un pasaje concreto, ni será posible tampoco trazar una línea que señale estrictamente los límites entre lo que el autor sagrado pretende afirmar y lo que para él tiene valor de medio apto de expresión de su pensamiento. Por otra parte, «para saber lo que un autor enseña (obiectum fórmale quod), no basta considerar la materia de que trata (obiectum materiale), sino que debe buscarse el punto de vista desde el cual la enjuicia o enfoca (obiectum fórmale quo). Pero, sea que se raciocine de manera inductiva, partiendo del análisis de los libros santos o de la psicología de sus autores, o deductiva, partiendo de la teología de la inspiración, se llegará siempre a esta conclusión evidente: el objeto formal de todos los textos sagrados es el misterio de la salvación» 51 . No se niega que los autores sagrados afirmen la historicidad de muchos de los hechos que refieren, pero aun en este caso no siempre los consideran aisladamente, en sí mismos y por sí mismos, sino en relación con el ordenamiento general de la obra, que, según hemos visto, es religioso. Esta peculiaridad de la historia bíblica puede recortar el horizonte histórico del autor, en el sentido de que puede enjuiciar los hechos en la medida y grado de evidencia con que llegaron a su conocimiento, que, aunque imparcial e imperfecto, 49 50

P. BENOIT, Inerrance: «Cathoíicisme», I.a, col.1548. Para conocer la intención del historiador sagrado se debe; 1) distinguir en él entre el hombre sujeto a error y el escritor que, por la inspiración, es infalible; 2) fijarse en la manera como los hombres de un tiempo y lugar suelen expresarse; 3) tener presente el genio oriental y los caracteres propios de las lenguas semíticas; 4) discernir bien los géneros literarios; 5) conocer al escritor y simpatizar con él; 6) no olvidar que un hombre no pretende siempre hablar de las cosas tal como son en sí (G. COURTADE, Inspiration: DBS col.534-545). 51 GRELOT, Le sens chrétien de VAncien Testament: Le, 424-425.

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bastaba para su finalidad proponerlos en esta medida y modalidad, como sostén de la verdad o verdades que pretendía primariamente inculcar. Lo importante, pues, es ver y definir en cada caso lo que pretendió decir el autor sagrado y determinar el método y los modos de decir y narrar que empleó como medios de expresión 52 . El problema de la moralidad en los libros históricos 63 A medida que el lector se familiarice con la lectura de estos libros, tropezará con narraciones que herirán sus sentimientos, creyendo que se oponen a la regla de moralidad enseñada por Cristo y propuesta por la Iglesia como pauta de vida. Citemos unos ejemplos. Josué entregó al anatema (herem) las ciudades de Jericó (Jos c.7), de Hai (8,8.22-24.28-29), de Maseda (10,28), de Libna (10,30-31), de Laquis (10,32), de Eglón (10,35), de Hebrón (10,37), de Dabir (10.39-40), de Jasor (11,10-15). Al rey Adonisedec se le amputaron los pulgares de las manos y de los pies (Jue 1,6); Jefté sacrificó a su hija (Jue 11,39); Samuel descuartizó al rey Agag (1 Sam 15,33); David entregó a los gabaonitas siete de los hijos de Saúl, que fueron muertos y colgados en el monte ante Yahvé (2 Sam 21,3-9). Amasias ejecutó a diez mil cautivos en Edom (2 Crón 25,12); la represión de Jehú fue brutal y sanguinaria (2 Re c.9-10); la venganza de los judíos, tal como se describe en el libro de Ester, fue despiadada (Est 9,1-16). Los enviados de Ocozías fueron abrasados por el fuego caído del cielo a petición de Elias (2 Re 1,9-16); dos osos devoraron a cuarenta y dos muchachos que escarnecieron a Eliseo (2 Re 2,24); Elias degolló a los sacerdotes de Baal (1 Re 18,40). Jael es alabada por Débora por haber dado muerte traidoramente a Sisara (Jue 5,24); Judit desplegó toda su astucia femenina para seducir y engañar a Holofernes, recurriendo a la mentira y palabra de doble sentido (Jdt c.10-13); Ester entra voluntariamente a formar parte del harén real, etc. A todo esto habría que añadir los sentimientos de odio y de venganza, las maldiciones lanzadas contra los enemigos de Israel y las imprecaciones, que tanto abundan sobre todo en los Salmos. La moral sexual del Antiguo Testamento es deficiente en comparación de la que predicó Cristo. Se narran hechos poco edificantes; se autoriza la práctica de la poligamia, del divorcio (Deut 14,4); se tolera la vida licenciosa de los soldados (Deut 21,10-14), etc. 52 «Ce qu'il importe de bien comprendre, c'est q u e cette m é t h o d e des gentes littéraires n e se présente pas comme une procede subjectif d'exégétes modernes, venant j u g e r l e p a s s é avec leur cadre d e pensée d'aujourd'hui, mais c o m m e une recherche objective des intentions des auteurs d'alors, ainsi q u e du miüeu d e pensées dans lequel íls vivaient. Ce q u e les défenseurs de cette méthode demandent, c'est de pouvoir étudier les écrivains inspires exactement tels qu'ils étaient. E n precisant le degré d e culture qu'ils avaient atteint, la documentation qu'ils avaient utilisés, la m a n i e r e dont ils concevaient le récit d ' u n fait passé, l'intention q u i les guidait dans ce récit. Alors seulement on pourra comprendre parfaitement, et savoir en conséquence ce q u e D i e u voulait nous diré par eux» (J. L E V I E , L'encyclique sur les eludes bibliques [Tournai-París 1046] 49). 5 3 M . DE T U Y A , El problema bíblico de las «imprecaciones»: principios de solución: «Ciencia Tomista», 78 (19S1) 171-192; 79 (1952) 3-29; J. L E V I E , La Bible parole húmame et message de Dieu (París-Louvain 1958) 261-175; H . KRUSE, De inferioritale morali Veteris Testamenti: V D 28 (1950) 77-88; A. G E L I N , Problémes d'Ancien Testament (París-Lyón 1952) 71-92; E. G A L B I A T I - A . PIAZZA, Pagine difficili della Bibbia (Genova-Milano 1954) 309-332; L . JOHNSTON, Oíd Testament Morality: C B Q . 20 (1958) 19-25; J. G. TRAPIELLO, £1 problema de la moral del Antiguo Testamento: «Verdad y Vida», 20 (1962) 95-122.

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¿Cómo se explican estas imperfecciones en un libro que, según opinión común de los Santos Padres, es la carta que Dios misericordioso escribe a sus hijos de la tierra para enseñarles el camino del cielo? Como principios generales de solución señalamos los siguientes: 1) Verdadero concepto de la inspiración bíblica.—Ya hemos indicado más arriba que el carisma de la inspiración difiere del de la revelación. Por aquél no deposita Dios en la mente del hagiógrafo ideas que le fueran desconocidas, sino que le excita y mueve a escribir lo que conocía ya. Por esto se reflejarán en el libro sus conceptos morales poco evolucionados, sus características y rasgos, sus debilidades e imperfecciones. Las imperfecciones y deficiencias que en el orden moral e ideológico pudieran señalarse en la mentalidad de un escritor inspirado, han sido permitidas por Dios en su instrumento sin menoscabo de la misión fundamental que le había confiado dentro del plan de la economía de la revelación. Sería hacer injuria a Dios y al hagiógrafo negarse a reconocer las limitaciones que el ambiente, la formación, las circunstancias personales han impuesto a los autores sagrados en la formulación de su mensaje 54 . Junto, pues, con lo contingente y accidental impuesto por las limitaciones de tiempo y lugar del hagiógrafo, a las que Dios condicionó su misiva, se encuentra en la Biblia el mensaje espiritual y eterno, verdadero para los hombres de todos los tiempos. 2) Pedagogía de la revelación divina.—Téngase en cuenta el hecho de la adaptación y de la condescendencia divinas al nivel moral del pueblo escogido. Dios escogió a Israel en su ambiente social y étnico concreto, en un nivel moral y religioso que no era superior al de los otros pueblos circunvecinos. Las directrices que le impartió debían adaptarse a las costumbres ancestrales de este pueblo, a su manera de comprender, a sus reacciones morales espontáneas. Lentamente fue Dios modelando a este pueblo, educándolo moral y religiosamente durante largos siglos con una pedagogía paciente, descubriéndole en cada etapa un aspecto nuevo de su misterio de acuerdo con su capacidad. Aun en materia religiosa toleró Dios largo tiempo concepciones primitivas, costumbres groseras, que más tarde serían corregidas. La Biblia es el reflejo de esta larga historia; en ella quiso Dios que se narrara este lento caminar hacia la perfección evangélica. Esta educación fue lenta y difícil, por tener que realizarse, no sobre una humanidad ideal o sobre sujetos superdotados, sino en una humanidad muy real, tal como el pecado la había modelado, y no cesaba de modelarla, en una humanidad encadenada por las pasiones y a menudo rebelde a las llamadas divinas 55, Sería erróneo considerar todas las órdenes que imparte Dios en el Antiguo Testamento como definitivas; deben más bien juzgarse como leyes condicionadas por la dureza del corazón humano, como una adaptación divina a la debilidad humana. Así lo expresó Cristo al decir: «Por la dureza de vuestro corazón os permitió Moisés ' 4 J. PRADO, Síntesis bíblica, I : Orientaciones 55 L E V I E , l.c.,

271.

(Madrid 1958) 54.

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repudiar a vuestras mujeres, pero al principio no fue así» (Mt 19,8). En Mt 5,21-48 señala Cristo el carácter de la revelación progresiva del Antiguo Testamento, demostrando que las fórmulas antiguas eran insuficientes para la salvación, y que, por consiguiente, tenían necesidad de un complemento doctrinal o de una corrección formal 56. Cotejando la moral del Antiguo Testamento con la de los otros pueblos antiguos orientales, vemos que también en este aspecto Israel se aventajó a ellos, lo cual se debe a una acción especial de Dios. Pero, sin embargo, no removió Dios todos los obstáculos que impedían a su pueblo la consideración de lo más perfecto, por no juzgarle capacitado para comprenderlo, por hallarse todavía en su infancia, dominado por los elementos de este mundo (Gal 4,3). Y así como un padre no exige de su hijo pequeño la perfección que reclama y espera de otro mayor, el Padre celestial transigió con Israel en muchas cosas que, por razón de los tiempos, ignoraba invenciblemente. Otras veces Dios aprueba y aun provoca estas cosas, dirigiendo las conciencias hacia pecados materiales que se cometían de buena fe 57 . De esta manera se aprueban en el Antiguo Testamento costumbres que, consideradas materialmente, no alcanzan la norma de la ley natural tal como la conocemos por el Nuevo Testamento. Vemos en el Antiguo Testamento una evolución ética (y también dogmática) en el pueblo escogido como en los otros, correspondientes a la evolución intelectual del género humano 58 . No es, pues, el Antiguo Testamento un manual acabado de vida espiritual, ni un epítome de moral perfecta. Pero en esta historia viejotestamentaria de la acción sal vinca de Dios encontramos a cada paso lecciones saludables que incitan a evitar el mal y a practicar el bien. Ante episodios y expresiones que hieren nuestros sentimientos morales sólo cabe dar gracias a Dios por habernos concedido la gracia de leer las páginas bíblicas viejotestamentarias después de que el Verbo encarnado dijo su última palabra. Sin haber llegado a la perfección evangélica, vemos, sin embargo, que en el Antiguo Testamento existe realmente una ascensión y progresión hacia concepciones morales más perfectas. Por ejemplo, la institución de la ley del herem (anatema, exterminio) (Lev 27, 28-29) se basaba en la concepción de la guerra, que declaraba y capitaneaba Dios (Ex 17,15; Jue 5,23), al que pertenecía el botín, en todo o en parte, según las modalidades fijadas por El (1 Sam 15, 2-3) o por los jefes (Jos 6,17). Los cananeos debían ser aniquilados por razón del peligro religioso que representaban para Israel (Deut 20, 16-18). Pero esta ley no fue nunca una regla absoluta, y fue suavizándose con el tiempo, perdiendo aquel aspecto cruel que había heredado de las civilizaciones paganas. El herem estaba en uso entre los moabitas, como aparece de la estela de Mesha. De los antiguos germanos escribe Tácito: «Víctores diversam aciem Marti ac Mercurio sacravere, quo voto equi, viri, cuneta victa occisioni dantur» (Ann. 23,57). 5 6

LEVIE, l.c, 5 7 K K U S E , l.c.,

271. 86.

5 8 KRUSE, l.C, 87-88.

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Los otros actos de crueldad que hemos citado encuentran también su explicación en las concepciones de su tiempo. Si a Adonisedec (Jue 1,6) se le amputaron los pulgares para inutilizarle para la guerra, el amonita Najas había amenazado a los habitantes de Jabes Galaad con arrancarles el ojo derecho para impedirles el manejo del arco y del escudo (1 Sam 11,2). A la matanza de los sacerdotes de Baal había precedido la de los verdaderos profetas (1 Re 18,22). El mismo Dios reprueba el excesivo celo de Elias (1 Re 19,12-13). Quizá la acción de los osos contra los cuarenta y dos muchachos fuera menos trágica de lo que parece sugerir el texto de 2 Re 1,24. Las matanzas de Jehú son reprobadas por Oseas (Os 1,4-5). En todos los casos análogos se debe determinar el género literario del libro o pasaje, las características de la lengua hebraica, la rica imaginación de los escritores orientales, su predilección por las hipérboles y exageraciones, el estilo de cada autor, su finalidad, etc., con lo cual se podrá colegir fácilmente que las más de las veces los hechos narrados obedecen a una exageración consciente. Tampoco aparece siempre clara la mente del autor sagrado sobre la moralidad del hecho que refiere, que muchas veces retransmite simplemente, sin pronunciarse a favor o en contra. Sucede que, en algunos pasajes, la orden de exterminio procede de Dios. Pero aun en estos casos no debe olvidarse que la lengua hebraica no se presta a matizaciones del pensamiento, no distinguiendo entre las diversas causalidades. A menudo se deja de lado la acción de las causas segundas, atribuyéndose todo a Dios, aun las cosas más triviales. En fin, téngase presente que los personajes protagonistas de esta historia distan mucho de ser todos ellos un dechado de virtudes. Estas breves notas introductorias orientarán al lector que tome en sus manos este comentario a los libros históricos del Antiguo Testamento, que, aunque breve, le facilitará la inteligencia del mensaje divino, expresado por medio del género literario narrativo y según los modos de decir y narrar de los tiempos y lugares de cada uno de los autores humanos que intervinieron en su composición en calidad de instrumentos vivos y racionales movidos sobrenaturalmente por Dios. BIBLIOGRAFÍA

GENERAL

SELECTA

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gie biblique (París 1962); Bo REICKE-LEONHARD ROST, Biblisch-historisches Handworterbuch (Gotinga 1962); Interpretéis Dictionnary of the Bible 4 vols. (Nueva York 1962); H . H A A G - A . VAN DEN BORN-S. DE AUSEJO, Diccionario

de la Biblia (Barcelona 1963). 6) Historias generales d e Israel R. KITTEL, Geschichte des Volkes Israel 6. a ed. (Gotha 1925); O. E. OESTERLEY-T. H. ROBINSON, A History of Israel 2 vols. (Oxford 1945); J. RICCIOTTI, Storia d!Israele (Turín 1935); J. PEDERSEN, Israel. Its Ufe and culture 4 vols. (Copenhague 1926-1940); R. DE VAUX, Israel: Dictionnaire de la Bible, Suppl, col.730-777 (París 1949); M . NOTH, Geschichte Israels (Gotinga 1954); C. SCHEDL, Geschichte des Alten Testaments 3 vols. (Innsbruck-Viena 1956-1959); A. ALT, Kleine Schriften zur Geschichte des Volkes Israels 3 vols. (Munich 1953-1959); J. BRIGHT, The History of Israel (Westminster 1959); J. KAUFMANN, The Religión of Israel. From its beginnings to the Babylonian exile (Chicago 1960); ANDRÉS y RENEE NEHER, Histoire biblique du peuple d'Israel (París 1962). 7) Introducciones generales A. MILLER-A. METZINGER, Introductio specíalis in V. Testamentum (Roma 1946); A. ROBERT-A. TRICOT, Initiation biblique (París-Tournai 1954); O. EISSFELD, Einleitung in das Alte Testament (Tubinga 1956); A. ROBERTA. FEUILLET, Introduction á la Bible vol.i (París 1957); B. MARIANI, Introductio in libros sacros V.T. (Roma 1958); P. GRELOT, Le sens chrétien de VAnclen Testament (Tournai 1962).

INTRODUCCIÓN Título E n el texto masorético lleva el título d e Yehoshua, q u e la versión de los L X X conserva, a d o p t a n d o , sin e m b a r g o , la forma n o m i n a l m á s reciente d e Yesua ( N e h 8,17). San J e r ó n i m o r e p r o d u c e el e n cabezamiento hebraico y griego del libro al escribir: «Josué B e n n u n , id est Iesus Nave». E n el canon j u d í o el libro d e J o s u é ocupa el p r i m e r lugar entre los d e la segunda clase, llamada «Profetas a n t e r i o r e s » 1 , e inicia e n el canon eclesiástico la serie d e los libros históricos p o r a n t o n o m a s i a del A n t i g u o T e s t a m e n t o . Este lugar destacado e n el canon se h a m a n t e n i d o c o n s t a n t e m e n t e a través d e los siglos y e n t o d o s los manuscritos p o r razón del prestigio q u e alcanzó J o s u é entre los hebreos p o r estar í n t i m a m e n t e u n i d o a Moisés, del cual fue asiduo colaborador y fiel ministro (mesharet) e n vida ( E x 17,8-16; 24,13; 33,11; N ú m 14,30-38) e inmediato sucesor suyo al morir sobre e l m o n t e N e b o , e n los u m b r a l e s d e la tierra p r o m e t i d a . F u e Josué fuerte e n las batallas y g r a n d e e n la salud d e los elegidos d e l Señor, conforme a su n o m b r e (Ecli 46,1-8). A r g u m e n t o y división El a r g u m e n t o desarrollado e n el libro d e Josué es t r a n s p a r e n t e . A n t e s d e morir t r a n s m i t e Moisés toda su autoridad a Josué ( N ú m 27, 18-23),

Josué 5

volvieron a afluir «como ayer y anteayer», es decir, como ar/es. No determina el texto el lugar exacto por donde pasaron el río los israelitas. Una tradición judío-cristiana lo fija en el vado de Bethabara, frente a Qars el-Yehud, donde se encuentra el monasterio del Pródromos, construido en memoria del ministerio de San Juan Bautista y del bautismo de Jesús.

los resortes y determina los hechos que deben conducir a los israelitas al corazón de Palestina. La noticia del paso dsl Jordán corrió como reguero de pólvora por todo el territorio; sus habitantes temieron una invasión inminente de los israelitas.

En la tierra

prometida

(4,19-25)

19

El pueblo salió del Jordán el día diez del mes primero, y acampó en Gálgala, al límite oriental de Jericó. 20 Josué alzó en Gálgala las doce piedras que habían cogido del Jordán, 21 y dijo a los hijos de Israel: «Cuando un día os22 pregunten vuestros hijos: «¿Qué significan esas piedras?», instruid a vuestros hijos, diciendo: «Israel pasó este Jordán a pie enjuto; 23 porque Yahvé, vuestro Dios, secó delante de vosotros las aguas del Jordán, como lo había hecho Yahvé, vuestro Dios, 24 con las aguas del mar Rojo, que secó delante de nosotros hasta que hubimos pasado, 25 ( 24 )para que todos los pueblos de la tierra sepan que es poderosa la mano de Yahvé y vosotros conservéis siempre el temor de Yahvé, vuestro Dios. El sueño dorado de los israelitas se había realizado y Dios habla cumplido su promesa. Israel había entrado en tierras de Palestina el día IO de Nisán (marzo-abril), coincidiendo con el principio de la Pascua (Ex 12,3), a los cuarenta años de haber salido de Egipto. Los israelitas acamparon en Gálgala, que los autores identifican o bien con Jirbet en-Netele, a unos cinco kilómetros al sur de la antigua Jericó, o con Jirbet Mefshir, a dos kilómetros al nordeste de la misma. Sobre la antigua Gálgala, nombre que se deriva de la palabra hebrea galgal = rueda, rueda de piedras, se edificó una iglesia bizantina llamada Dodekalithon, en recuerdo del sitio donde hizo colocar Josué las doce piedras en forma de rueda o cromlech x . Para la posteridad israelita, Gálgala o Guilgal fue considerado como lugar sagrado muy concurrido (1 Sam 7,16; 10,8; 11,14; 13A'15i Os 4,15; Ana 4,4) 2 .

Pánica en Palestina

(5,1)

1

Cuando todos los reyes de los amorreos, a occidente del Jordán, y todos los reyes de los cananeos de cerca del mar supieron que Yahvé había secado las aguas del Jordán hasta que ellos pasaron, desmayó su corazón y perdieron todo su valor ante los hijos de Israel. El hagiógrafo empieza el capítulo 5 de su libro con una noticia sobre el pánico que se apoderó de los cananeos y de los amorreos al enterarse del milagro que había obrado Yahvé. Para el autor sagrado y para los enemigos de Israel es Yahvé quien mueve todos 1

F . M . A B E L , Gálgala qui est aussi le Dodécalhhon: «Memorial J. C h a m e s (Lyón 1950). H A N S JOACHIM KRAUS, Gilgal. Ein Beürag zur Kulturgeschichte: V T 1 (1951) 181-199; J. MUILENBUBG, The Site ofAncient Gilgal: B A S O R , 140 (1956) i r - 2 7 . 2

La circuncisión

47

(5,2-9)

2 Entonces dijo Yahvé a Josué: «Hazte cuchillos de piedra y circuncida a los hijos de Israel». 3 Hízose Josué cuchillos de piedra y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot (collado de los Prepucios). 4 He aquí por qué los circuncidó Josué: Todos los salidos de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, durante el camino, después de la salida de Egipto. 5 El pueblo que salió estaba circuncidado; pero los nacidos en el desierto durante el camino después de la salida de Egipto no habían sido circuncidados; 6 pues los hijos de Israel anduvieron durante cuarenta años por el desierto, hasta que perecieron todos los hombres de guerra salidos de Egipto, por no haber escuchado ¡a voz de Yahvé. Yahvé les había jurado que no les dejaría ver la tierra que con juramento había 7prometido a sus padres darles, la tierra que mana leche y miel. Los hijos de aquéllos les sucedieron en su lugar; y éstos son los que circuncidó Josué, porque estaban sin circuncidar, pues no habían sido circuncidados durante el camino. 8 Cuando todos se circuncidaron, quedáronse en el campamento hasta curarse; 9 y Yahvé dijo a Josué: «Hoy he quitado de sobre vosotros el oprobio de Egipto». Y aquel lugar fue llamado Gálgala hasta hoy.

No era éste un rito propio de los hebreos, sino que se practicaba en el antiguo Egipto, en Fenicia y, probablemente, en Canaán. La operación debía ejecutarse con cuchillos de piedra, como lo hizo Séfora con su hijo (Ex 4,24-26). La circuncisión tenía en Israel un carácter marcadamente religioso, siendo el signo distintivo de la alianza de Dios con Abraham y de la pertenencia a la comunidad religiosa de Israel (Gen 17,12-14.25-27). Según el texto griego, gran parte del pueblo judío había descuidado la práctica de la circuncisión durante su permanencia en Egipto; pero, según el texto hebraico, el abandono de esta práctica empezó durante los años de peregrinación por el desierto, debido a que no tuvieron los israelitas un día de reposo durante los cuarenta años que anduvieron por él (Núm 14,26-38). El autor sagrado no considera, al parecer, como culpa grave esta negligencia, que recaía sobre los dirigentes de la comunidad judaica. ¿Quiere con ello atenuar la culpabilidad de Moisés? ¿No fue acaso ésta una de las razones por las cuales se le denegó la entrada en la tierra de promisión? Que el gran caudillo de Israel fuera remiso en este punto, aparece de Ex 4,24. A primera vista choca que Josué pensara en la circuncisión de todos los varones del pueblo inmediatamente después de haber pasado el Jordán, cuando era de temer un ataque por sorpresa de los habitantes del país. Sabido es que la circuncisión es una operación dolorosa que va acompañada de un estado febril que llega a su

48

Josué 5 Josué 6

punto álgido al tercei día (Gen 34,25). Josué impuso la obligación de circuncidar el prepucio de los varones con el ñn de preparar la celebración de la Pascua o para recordar que la circuncisión era el signo de la alianza (Gen 17,10; Ex 12,48) 1. Con la circuncisión se quitó el oprobio de Egipto, por haber dejado de ser esclavos de los egipcios para convertirse en servidores de Yahvé y propiedad suya 2 .

La Pascua

(5,10-12)

10

Los hijos de Israel acamparon en Gálgala; y allí, el día catorce delll mes, celebraron la Pascua, a la tarde, en los llanos de Jericó. Comieron de los frutos de la tierra, desde el día después de la Pascua, panes ácimos y trigo tostado ya aquel mismo día; 12 y el día siguiente de comer de los frutos de la tierra, no tuvieron ya el maná, y comieron ya aquel año de los frutos de la tierra de Canaán. Era la segunda vez que los judíos salidos de Egipto celebraban solemnemente la Pascua (Núm 9,iss). El pan ácimo y el trigo tostado que comió el pueblo el día de la Pascua podían ser en parte productos de la tierra de Canaán. Era el mes de Abib (Ex 13,4). El trigo o las espigas tostadas son un alimento ácimo, pero no se mencionan en ninguna otra parte en el rito pascual. Al día siguiente cesó el maná (Ex 16,14-17), señal de que terminaba la vida nómada en el desierto. En algunos textos (Núm 11,6-8; Deut 8,3) el maná es considerado como un alimento de baja calidad. J

Aparición

misteriosa

(5,13-16)

13 Estando Josué cerca de Jericó, alzó los ojos y vio que estaba un hombre delante de él, en pie, con la espada desnuda en la mano; y Josué se fue hacia él y le dijo: «¿Eres de los nuestros o de los enemigos?» 14 Y él le respondió: «No; soy un príncipe del ejército de Yahvé, que vengo ahora». 1S Entonces Josué se prosternó rostro a tierra y, adorando, dijo: «¿Qué es lo que manda mi señor a su siervo?» 16(15) El príncipe del ejército de Yahvé dijo a Josué: «Descalza tus pies, pues el lugar que pisas es santo». Hízolo así Josué.

Parece que este episodio está desplazado de su lugar primitivo. La actitud del príncipe del ejército de Yahvé es de amenaza, no especificando el texto el motivo que la provocó. Supone Dhorme que el paso de un río requiere la autorización de la potencia celestial que guarda el acceso del territorio situado al otro lado. Por de pronto, la aparición obedecía a consignas más graves y trascendentales que a la de intimar a Josué a que se quitara el calzado 1 A. GEORGE, Les récits de Gilgal en Jos 5,2-15: «Memorial Chaine» (Lyón 1950) 171. 183-184. 2 E. POWDER, Josué 5,9 and the Institution of Circuncisión: «Irish Theological Quarterly», r8 (1951) 368-372 (interpreta el texto del oprobio del pueblo por no poseer un territorio propio antes de entrar en Canaán); FIGUERAS, A. M., El concepto de pecado en las diversas fases redaccionales de Josué: «XVIII Semana Bíblica Española» (Madrid 1959) 145-167.

49

(Gen 32,25-33). Lo más probable es que el personaje misterioso quiso urgir el rito de la circuncisión, que se había descuidado en el desierto. Quizá en un principio la perícopa precedía al v.2 de este capítulo. En Ex 4,24 se dice que Yahvé salió al encuentro de Moisés, queriéndole matar. Séfora aplacó su ira circuncidando a su hijo. Con la narración de este episodio, truncado, sin duda, se destaca la relevante personalidad de Josué, que por su reverencia y humildad puede parangonarse con Abraham (Gen 15,12) y Moisés (Ex 3,3-6). Todo en el contexto invita a reconocer en el jefe de los ejércitos de Yahvé a un ser sobrenatural, a un ángel de Yahvé que debía convertirse en guía de los israelitas en la penetración y conquista de Canaán (Ex 23,20; 32,34; 33,2). El v.16 es copia de Ex 3,5 3 . PRIMEROS COMBATES ( C . 6 - 8 )

Se narra en el capítulo 6 la toma de Jericó. El texto de la versión de los LXX difiere mucho del texto hebreo; los exegetas, o bien se esfuerzan por combinar ambos textos, o se pronuncian por uno o por otro. Aun en el supuesto de adoptar el texto más corto de los LXX, no se eliminan todas las incoherencias de la narración. La solución más obvia consiste en distinguir entre el texto que se cree primitivo y las adiciones posteriores. Con ello la narración fluye de manera lógica y desaparecen o se atenúan las dificultades. Es imposible, por ejemplo, armonizar los v.4.5.i6a.2oa con 8.9.13. Schulz, seguido en parte por Gelin, considera como texto primitivo los v.i-2a.3-7.u.i4.i5a.i6a.2ob.2i.24-27. El P. Fernández admite dos recensiones, una larga y otra breve, de las cuales considera como auténtica la última. Según Ubach, dos escribas testigos de los hechos escribieron cada uno independientemente sus impresiones, haciendo uno hincapié en unas circunstancias y otro en otras. El relato es una combinación de una doble táctica: una marcha en silencio alrededor de la ciudad durante siete días hasta el estentóreo grito de guerra, y una procesión con el arca, al son de las trompetas sagradas, símbolo de la cooperación divina en la empresa 1. Defiende Abel que el redactor final ha querido unificar dos situaciones sucesivas. Baldi opta por la fusión de dos relatos o tradiciones paralelas dispuestas psicológicamente de manera distinta. En una tradición se dio más importancia al valor del ejército judío; en otra, de origen sacerdotal, se puso de relieve la cooperación religiosa. El redactor último trató de conservar estos dos aspectos de la misma tradición fundiéndolos en un solo relato. Expliqúese como se quiera, lo cierto es que el texto se presenta con todas las características de una composición literaria heterogénea. El texto hebreo adopta el estilo sacerdotal. 3 F. M. ABEL, L'apparidon du chef de Varmée de Yahvéh á Josué: «Studia Anselmiana», 27-28 (Roma 1951) 109-113. La concepción de un dios en traje de guerrero y con la espada desenvainada se encuentra en la tradición cananea. El título de «príncipe del ejército» supone quizá la institución de la monarquía. En el v.15 se hace alusión a un lugar sagrado, quizá Gálgala (Jue 2,1), que no se menciona por haberse convertido en santuario de cultos sincretistas (Os 4,15; Am 4,4). 1 F. M. ABEL, Les stratagémes dans le livre de Josué: RB 56 (1949) 321-339.

50

Toma de Jericó

51

Josué 6

Josué 6

(6,1-14)

1 Tenía Jericó cerradas las puertas y bien echados sus cerrojos por miedo a los hijos de Israel, y nadie salía ni entraba en ella. 2 Yahvé dijo a Josué: «Mira, he puesto en tus manos a Jericó, a su rey y a todos sus hombres de guerra. 3 Marchad vosotros, todos los hombres de guerra, en torno a la ciudad, dando una vuelta en derredor suyo. Así haréis por seis días. 4 Siete sacerdotes llevarán delante del arca siete trompetas resonantes. Al séptimo día daréis siete vueltas en derredor de la ciudad, yendo los sacerdotes tocando sus trompetas. 5 Cuando ellos toquen repetidamente el cuerno potente y oigáis el sonar de las trompetas, todo el pueblo se pondrá a gritar fuertemente, y las murallas de la ciudad se derrumbarán. Entonces subirá el pueblo, cada uno enfrente de sí». 6 Josué, hijo de Nun, llamó a los sacerdotes y les dijo: «Llevad el arca de la alianza, y que siete sacerdotes vayan con siete trompetas resonantes delante del arca de Yahvé». 7 Dijo también al pueblo: «Marchad y dad también una vuelta a la ciudad, yendo los armados delante del arca de Yahvé». s Así que Josué hubo hablado al pueblo, los siete sacerdotes con las siete trompetas resonantes iban tocando las trompetas delante de Yahvé, y el arca de la alianza de Yahvé iba en pos de ellos. 9 Los hombres de guerra iban delante de los sacerdotes que tocaban las trompetas, y la retaguardia,10detrás del arca. Durante la marcha se tocaban las trompetas. Josué había dado al pueblo esta orden: «No gritéis ni hagáis oír vuestra voz, ni salga de vuestra boca una palabra hasta el día en que yo os diga: Gritad. Entonces gritaréis». n El arca de Yahvé dio una vuelta en derredor de la ciudad, una vuelta sola, y se volvieron al campamento, donde pasaron la noche. 12 Al día siguiente se levantó Josué bien de mañana, y los sacerdotes llevaron e! arca de Yahvé. 13 Los siete sacerdotes que llevaban las siete trompetas resonantes delante del arca de Yahvé se pusieron en marcha tocando las trompetas. Los hombres de guerra iban delante de ellos, y detrás la retaguardia seguia al arca de Yahve; y durante la marcha iban tocando las trompetas. 14 Dieron el segundo día la vuelta en derredor de la ciudad y se volvieron al campamento; esto mismo hicieron por siete días.

Yahvé prometió poner a Jericó en manos de Josué (Núm 21, 34; Deut 2,24; 3,2). Era Jericó una plaza fuerte cananea edificada sobre un altozano elíptico de 307 por 161 metros, dominando la llanura de su nombre. La descripción del ataque de la ciudad por los israelitas es bien conocida. Pero, como hemos apuntado más arriba, cabe distinguir entre el relato primitivo y las adiciones posteriores de carácter religioso referentes a los sacerdotes, arca de la alianza y trompetas sagradas. Los soldados de Josué combatieron contra Jericó y la tomaron. En ciertos ambientes pareció que el relato primitivo era demasiado profano, por darse excesiva importancia a las causas puramente humanas que contribuyeron a la conquista de la ciudad, por lo cual se le añadieron elementos procedentes de ambientes sacerdotales. El relato primitivo, según Noth, era más o menos el siguiente: (v.2): ... Yahvé dijo a Josué:

«Mira he puesto en tus manos a Jericó... Todos los hombres de guerra (3) rodearán la ciudad, dando una vuelta en derredor suyo. Así haréis por seis días. (4) Al séptimo día daréis siete vueltas en derredor de la ciudad... (5) Cuando toque el cuerno..., todo el pueblo se pondrá a gritar íuertemente, y las murallas de la ciudad se derrumbarán. Entonces subirá el pueblo, cada uno enfrente de sí» ( 6 )... (7) Dijo Josué al pueblo: «Marchad y dad la vuelta a la ciudad»... (8) y se hizo conforme a la orden dada por Josué al pueblo... (10) Josué dio al pueblo la siguiente orden: «No gritéis ni hagáis oír vuestra voz, ni salga de vuestra boca una palabra hasta el día en que yo os diga: Gritad. Entonces gritaréis»... ( i2 ) Al día siguiente se levantó Josué bien de mañana... (14) y se hizo el giro de la ciudad..., regresando al campamento. Esto mismo hicieron por seis días. (15) Al día séptimo se levantaron al alba, dieron siete vueltas en torno a la ciudad. (16) A la séptima... dijo Josué al pueblo: «Gritad, porque Yahvé os entrega la ciudad»... ( 20 ) Entonces todo el pueblo se puso a gritar clamorosamente, y las murallas de la ciudad se derrumbaron y cada uno subió a la ciudad frente de sí. El grito de guerra se da en el momento de un ataque o desafío colectivo (1 Sam 17,21.52), seguido a menudo por el toque de las trompetas (Am 2,2). Las trompetas de cuerno de carnero eran un instrumento guerrero que tenía la finalidad de infundir terror al enemigo (Jue 7,8-20), dirigir el movimiento del ejército (2 Sam 2,28; 18,16) y usado en ciertas ceremonias religiosas (2 Crón 15,14; Lev 25,9).

Suerte de Jericó

(6,15-24)

15 Al día siguiente se levantaron con el alba, y dieron del mismo modo siete vueltas en derredor de la ciudad. 16 A la séptima, mientras los sacerdotes tocaban las trompetas, Josué dijo al pueblo: «Gritad, porque Yahvé os entrega la ciudad. 17 La ciudad será dada a Yahvé en anatema, con todo cuanto en ella hay. Sólo Rahab, la cortesana, vivirá, ella y cuantos con ella estén en su casa, por ) 8haber escondido a los exploradores que habíamos mandado. Guardaos bien de lo dado al anatema, no sea que, tomando algo de lo que así habéis consagrado, hagáis anatema al campamento de Israel y traigáis sobre él la confusión. 19 Toda la plata, todo el oro y todos los objetos de bronce y de hierro serán consagrados a Yahvé y entrarán en su tesoro». 20 Los sacerdotes tocaron las trompetas, y cuando el pueblo, oído el sonido de las trompetas, se puso a gritar clamorosamente, las murallas de la ciudad se derrumbaron, y cada uno subió a la ciudad frente de sí. 2 l Apoderándose de la ciudad, dieron al anatema todo cuanto en ella había, y al filo de la espada a hombres y mujeres, niños y viejos, bueyes, ovejas y asnos. 22 Pero Josué dijo a los dos exploradores: «Entrad en la casa de Rahab, la cortesana, y sacad a esa mujer con todos los suyos, como se lo habéis jurado». 23 Los jóvenes, los espías, entraron y sacaron a Rahab, a su padre, a su madre, a sus hermanos y a todos los suyos, y los24 pusieron en lugar seguro, fuera del campamento de Israel. Los hijos de Israel que-

Josué 6

52

Josué 6

marón la ciudad con todo cuanto en ella había, salvo la plata y el oro y todos los objetos de bronce y de hierro, que pusieron en el tesoro de la casa de Yahvé. ¿Cuál fue la causa que provocó el desmoronamiento de las murallas de Jericó? ¿Se produjo este fenómeno, o el texto sugiere o permite otra interpretación? No es de creer que el griterío (teruah) de la multitud (Ex 32,17; 1 Sam 4,5; 2 Sam 6,15) y el sonido de las trompetas fueran tan ensordecedores que derribaran las murallas. Algunos suponen que ayudó Dios a los sitiadores provocando a su debido tiempo un terremoto que derribó las murallas. Hizo Dios lo que no pudieron lograr los israelitas con su griterío y sus trompetas. Es muy posible que el autor sagrado, llevado totalmente de la idea de poner de relieve la intervención de Dios en la expugnación de la tierra de Canaán, no haya dicho todo lo que aconteció junto a los muros de la ciudad clave para entrar en Palestina. Es sintomático a este respecto lo que dice Josué en su discurso de despedida de que las gentes de Jericó combatieron contra vosotros (24,11), lo que debe interpretarse en el sentido de que fueron necesarios varios combates para conquistar la ciudad, y de que, de no intervenir Dios abiertamente en favor de los israelitas, nunca hubieran éstos penetrado en ella. El ensañamiento de los israelitas al exterminar todo ser viviente de la ciudad se rige por las leyes del herem o del anatema, comunes a los pueblos del antiguo Próximo Oriente. Con el anatema (herem) de destrucción (Lev 27,29; Deut 2,35; 7,25; 20,16; 25,17-19), Jericó debía ser arrasada completamente. Dios manda que las ciudades idolátricas sean destruidas con todos sus habitantes, animales domésticos y bienes (Deut 13,16). La misma suerte debían seguir los pueblos enemigos de Israel (1 Sam c.15; Is 34,2; 43,25; Jer 26,9). Únicamente se exceptúan de este anatema en nuestro texto el oro y la plata y todos los objetos de bronce y de hierro (v.24), que se destinaban al tesoro de Yahvé, siendo estos objetos conceptuados como anatema de oblación (Lev 27,28; Núm 18,14). Habla el texto del tesoro de la casa de Yahvé porque el autor del relato tiene en su mente la idea del templo 2 . Estas venganzas colectivas no autorizaban las privadas (Prov 25,21-22; 1 Sam 24).

Rahab

a salvo

(6,25-27)

25 Josué dejó la vida a Rahab, la cortesana, y a la casa de su padre, que habitó en medio de Israel hasta hoy, por haber ocultado a los enviados por Josué a explorar a Jericó. 2S Entonces juró Josué, diciendo: «Maldito de Yahvé quien se ponga a 2 Sobre el herem: A . FERNÁNDEZ, El herem bíblico: B 5 (1924) 3-24; H . STIEGLECKER, Harte and Grausamkeit im Alten Testament: «Theologische-praktische Quartalschrift», 130 (1950) g-30.105-128; 131 (1951) 103-118.210-225; C. BREKELMANS, Le Herem chez les Prophétes du Royanme du Nord et dans le Deutéronome: «Sacra Pagina» ( M i . c e l h n e a biblica congressus internalionalis catholici de re biblica) (París-Gembloux 1959) 377-383; L , D E L PORTE, L'Anathémede Yahvé. Recherches sur le herem préexilien en Israel: RSR 5 (1914) 297-300. H . JUNKER, Der Alttestamentúche Bann gegen heidnischen Vólker: «Trierer Theologische Zeitschrift», 56 (1947) 74-89; J. KAUFMANN, The Religión of Israel 247-254.

53

reedificar esta ciudad de Jericó. Al precio de la vida de su primogénito ponga los cimientos; al precio de la de su hijo menor ponga las puertas». 27 Yahvé fue con Josué, y su fama se extendió por toda la tierra. Los espías cumplieron la promesa hecha a Rahab, salvando a ella y a toda la familia. En un principio la mujer ocupó un lugar «fuera del campamento de Israel» (v.23), pero más tarde «habitó en medio de Israel hasta hoy», figurando en la genealogía de Jesucristo. Josué maldice al que intente reedificar de nuevo la ciudad de Jericó. La imprecación de Josué cumplióse con Hiél, en el siglo ix (1 Re 16,34). Parece que el texto alude a la costumbre cananea de sacrificar un niño en la fundación de una ciudad (Guezer, Megido, Tell el-Farah), costumbre que imitaron algunos israelitas. Dios condenaba este infanticidio. LAS EXCAVACIONES DE JERICÓ

Grandes esperanzas pusieron exegetas e historiadores en las excavaciones de Tell el-Sultán para conocer las modalidades de la toma de Jericó por parte de los israelitas, aportando con ello luz al texto, oscuro, enigmático y complejo de la Biblia. Las primeras fueron llevadas a cabo por los alemanes E. Sellin, E. Langenegger y C. Watzinger, durante los años 1907-1913, cuyos resultados fueron publicados en 1913. Algunas de las conclusiones de los citados excavadores fueron censuradas, por lo que se pensó en reanudar las excursiones con mejor base científica. La tarea fue confiada a J. Garstang, bajo los auspicios de Palestine Exploration Fund, siendo explorado el Tell desde 1930-1936. El mérito principal de Garstang consiste en haber trazado la evolución histórica de la ciudad. La primera ciudad (precananea), fundada antes del año 3000 antes de Cristo, se hallaba en la parte septentrional del Tell. La primera ciudad cananea fue edificada sobre las ruinas de la anterior hacia los años 2100 a 1900, ocupando la parte más alta del Tell en una extensión aproximada de dos hectáreas. Sus murallas son de ladrillo con bloques de piedra en los fundamentos. La segunda ciudad cananea surgió entre 1900 y 1600, y puede considerarse como ampliación de la primera; ocupa una extensión de dos a cinco hectáreas. Una sólida muralla protegida con una rampa o glacis envolvía la ciudad. Es ésta la ciudad más próspera de todas por coincidir con la época de los hicsos, a juzgar por un escarabajo egipcio de la x n i dinastía encontrado en el lugar. Por circunstancias desconocidas, la ciudad fue destruida y abatidas sus murallas hacia el año 1580. Otra vez fue reedificada, protegiéndola con un muro hacia el año 1500. Las nuevas edificaciones desaparecieron por efectos de un cataclismo, sobre cuya fecha discuten los arqueólogos. Garstang lo fija entre los años 1400 y 1385; W. F. Albright, entre 1360 y 1320. El gran arqueólogo H. Vincent, basándose en algunos restos, vajilla y cerámica ilustrada, señala la fecha de la destrucción de esta ciudad en la segunda mitad del siglo XIII, y más concretamente en 1250 3 . 3

Jérico et sa chronologie:

R B 44 (1935) 602.

Josué 6

54

Esta última hipótesis tiene en su favor el registro de las ciudades conquistadas por Ramsés II, encontrado en los muros de un templo de Amarah, en la orilla izquierda del Nilo. Entre los nombres de las ciudades asiáticas conquistadas por el monarca figura la de Jericó 4 . Estas divergencias profundas entre arqueólogos tocante a la fecha de la destrucción de Jericó movieron a la British School of Archaeology y a la American Schools of Oriental Research a emprender nuevas excavaciones, que dirigió la señorita K. Kenyon. Su finalidad principal era zanjar definitivamente las discusiones en torno a la fecha de la destrucción de Jericó (ciudad D). Las excavaciones empezaron en 1952. ¡Cuál no fue la sorpresa al comprobar que la ciudad de Jericó de Josué se volatilizaba bajo los golpes de los picos de los obreros especializados! ¡Ningún resto de la ciudad bíblica se encontró en Tell el-Sultán! El doble muro (muro D) atribuido por Garstang al Bronce reciente, y, por lo mismo, identificado con el que fue destruido en tiempos de Josué, no es más que una parte del complejo sistema defensivo, reconstruido y retocado varias veces durante el tercer milenio (Bronce antiguo y medio). Ningún rastro de cerámica en toda el área excavada del Bronce reciente, o sea de los tiempos de Josué. Los excavadores de Tell el-Sultán han perdido toda esperanza de encontrar la Jericó de Josué a causa de haber desaparecido las edificaciones de la superficie o por la erosión o por obra de los hombres. A tenor de los resultados de las exploraciones arqueológicas, hacia el año 1200, fecha de la conquista de Canaán, no existía Jericó, o al menos no quedan vestigios arqueológicos de la misma 5 . LA

ARQUEOLOGÍA Y EL TEXTO SAGRADO

La comprobación de que la ciudad del Bronce reciente (ciudad D) fue destruida por un cataclismo o por el fuego produjo en el ánimo de J. Garstang la más grande satisfacción. Para concordar los resultados arqueológicos con el texto bíblico, colocó Garstang la fecha del éxodo en tiempos de Amenofis II (1447-1442), y la conquista de Jericó hacia el año 1400. Pero, como vimos en la introducción, la sentencia más corriente hoy día fija la penetración de Josué en Palestina hacia el año 1200. Por lo mismo, las cenizas encontradas por Garstang corresponden a una destrucción de la ciudad en tiempos anteriores al incendio provocado por los soldados israelitas (6,24). Con el fin de solventar estas dificultades se recurrió a la hipótesis de varios éxodos de israelitas de Egipto. Cabe otra que ha señalado la señorita Kenyon, según la cual, sobre los restos de la ciudad de 1900-1600 a.C. pudo levantarse otra más reciente, que ha desaparecido, víctima de la erosión, sin dejar huellas sobre el Tell 6 . 4 Q . H . W . FAIRMAN, Preliminary report on the excavation ai Amarah. West, Anglo-Egyptian Sudan 1938-1939: «The Journal of Egyptian Archaeology», 25 (1939) 139-144. 5 A . ROLLA, La Bibbia di fronte alie ultime scoperte (Roma 1959) 37; ÍDEM, Le mura di Cérico e gli scavi archeologici del 1952-1933: «Rivista Bíblica», 2 (1954) 173-178- E n las excavaciones de los años 1957-1958 se ha llegado a la fase protoneolítica y mesolítica de la a n tigua Jericó. 6 V. VJLAR, Crónica arqueológica de Palestina: E B 14 (1955) 329-332.

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Josué 7

Puestos a enjuiciar toda la cuestión, cabe admitir que el v.20 puede interpretarse en el sentido de que las varias vueltas del ejército israelita en torno a Jericó, con las consiguientes amenazas para los que se negaran a entregarla, impresionaron y descorazonaron a los defensores de tal manera, que la resistencia de la guarnición se derrumbó (wattippol hahomah), entrando los israelitas en la ciudad. El término hebreo homah significa muro, pero se emplea también en el sentido de guarnición, protección, como en 1 Sam 25,16: Nos protegían de día y de noche todo el tiempo. En este texto, un criado de Abigail confiesa que las gentes de David eran para ellos un valladar, una protección. Con esta explicación se comprende que la casa de Rahab quedara en pie, lo que no habría sucedido en el caso de haberse derrumbado los muros. Con ella se armonizan los datos de la arqueología con los de la Biblia. Al presentarse Josué ante Jericó, encontró a los cananeos atrincherados detrás de las imponentes ruinas de una ciudad que fue destruida antes por causas desconocidas hasta el presente. El ejército israelita luchó, venciendo la resistencia cananea. Según 24,11, ante Jericó hubo fuertes combates, hasta que la suerte se inclinó por los israelitas. Algunos autores ven en el relato de la conquista de Jericó huellas de un estilo épico. Escribe Delorme que toda la narración tiende a destacar la importancia de esta victoria y atribuirla a Yahvé. En el relato se hace uso del énfasis, se recorta la participación de los valores humanos en el éxito de la empresa, se citan cosas insólitas y maravillosas 7 . Nunca sabremos a punto fijo cuáles fueron los pormenores de la toma de Jericó ni cuál fue la mente del autor sagrado respecto de los mismos. Pero, si los pormenores son oscuros, está patente, en cambio, que la toma de la ciudad abrió a los judíos las puertas de Canaán. Si Dios no hubiera luchado junto a los israelitas, difícilmente hubieran cedido las defensas de la ciudad ni su guarnición se hubiese rendido 8 .

Prevaricación

de Acón

(7,1)

1

Los hijos de Israel cometieron una prevaricación en lo del anatema. Acán, hijo de Jarmi, hijo de Zabdi, hijo de Zare, de la tribu de Judá, se apropió objetos de los dados al anatema, y la cólera de Yahvé se encendió contra los hijos de Israel. En virtud de la ley de la solidaridad, el pecado de Acán recae sobre todo el pueblo. A este episodio y a sus consecuencias aludía implícitamente el texto en 6,18-19. El autor sagrado, en una breve introducción, hace referencia al precepto divino sobre el herem y anticipa la razón del desastre deHai. Josué había conminado al pueblo 7

Introduction á la Bible (Desclée, 1957) vol. 1,392. A . VAN HOONACKER, Das Wunder Josuas: «Theologie und Glaube», 5 (1913) 454-461; R . TOURNAY, A propos des murailles de Jéricho: «Vivre et Pcnser», 3 ser. (1945) 304-306. Sobre las excavaciones d e Jericó, véase J. B. F . GARSTANG, The Story of Jericho (Londres 1948); K. M . K E N Y O N , Excavations at Jericho ¡952: P E Q 8 4 (1952) 62-82; 85 (1953) 81-95; 86 (1954) 45-63; 87 (1955) 108-117; 88 (1956) 67-82; Digging up Jericho (Londres 1957); R. N O R T H , The 1952 Jericho-Sultan Excavation: B 34 (1953) 1-12; R. SAVIGNAC, La conquéte de Jéricho: R B 49 (1940) 36-53; K. M . K E N Y O N , Archaeology in the Holy Land (Londres 1960) 195-220. 8

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Josué 7

Josué 7

a no tomar nada de lo que debía ser consagrado al exterminio ni de lo que debía reservarse para el tesoro de Yahvé. El pueblo obedeció a su palabra, pero la codicia cegó a Acán. Era Acán hijo de Judá por Zarac (Gen 38,30; 46,12).

Desastre

en Hai

(7,2-5)

2

Josué mandó desde Jericó hombres hacia Hai, que está al oriente de Betel, y les dijo: «Id a explorar la tierra». Llegaron y reconocieron Hai. 3 De vuelta a Josué, le dijeron: «No se necesita que el pueblo todo se ponga en marcha contra la ciudad. Dos o tres mil hombres que suban bastarían para tomar Hai, pues sus habitantes son pocos en número; no es preciso que todo el pueblo se fatigue». 4 Pusiéronse, pues, en marcha unos tres mil hombres, que emprendieron la fuga ante los hombres de Hai. 5 Las gentes de Hai les mataron unos treinta y seis hombres y los persiguieron desde la puerta hasta Sebarim, batiéndolos en la bajada. El corazón del pueblo desmayó y perdió todo valor. Yahvé es un Dios celoso que castiga las infidelidades de su pueblo. Como represalia por el pecado de Acán le abandona a sus propias fuerzas en el ataque a Hai y es derrotado, a pesar del exiguo número de sus defensores. El autor sagrado conoce la ciudad y sus alrededores, pero usa de la aproximación al señalar el número de guerreros que atacaron a la ciudad y las bajas que tuvieron. El número de atacantes parece excesivo en relación con las pérdidas sufridas. Hai, que significa la Ruina, se identifica con el actual etTell, a dos kilómetros al sudeste de Betel (Gen 12,8; 13,3). Estaba edificada sobre uno de los promontorios que se adelantan hacia la depresión jordánica, con una posición excepcional desde el punto de vista estratégico. Hai era la llave para penetrar en el macizo central de Palestina. Sebarim es el terreno rocoso en la bajada a oriente de Hai, en el valle de Der Diván (v.5). Consternación

de Josué

(7,6-15)

6 Josué rasgó sus vestiduras y se postró rostro en tierra ante el arca de Yahvé, hasta por la tarde, 7él y los ancianos de Israel, y echaron polvo sobre sus cabezas. Josué dijo: «¡Oh Señor, Yahvé!, ¿por qué has hecho pasar el Jordán a este pueblo, para entregarnos en manos de los amorreos, que nos destruyan? 8¿Por qué no hemos sabido quedarnos al otro lado del Jordán? Por favor, Yahvé, ¿qué voy a poder decir yo después de haber vuelto Israel las espaldas ante los enemigos? 9 Lo sabrán los cananeos y todos los habitantes de la tierra, y nos envolverán y harán desaparecer de la tierra nuestro nombre. Y ¿qué harás tú por la gloria de tu nombre?» 10 Yahvé dijo a Josué: «Levántate; ¿por qué te echas sobre tu rostro? n Israel ha pecado y ha llegado a traspasar mi alianza, la que yo le he mandado guardar, hasta tomar cosas de las dadas al12 anatema, robarlas, mentir y guardarlas entre sus enseres. Por eso los hijos de Israel no han podido resistir ante sus enemigos y

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les dieron las espaldas, porque han venido a ser anatema. Ya no estaré yo en adelante en medio de ellos, si no quitáis de en medio de vosotros el anatema. 13 Levántate, santifica al pueblo, y diles: «Santifícaos para mañana, porque así dice Yahvé, Dios de Israel: Hay en medio de ti, ¡oh Israel!, un anatema, y no podrás resistir ante el enemigo mientras no hayas quitado el anatema de en medio de vosotros. 14 Os acercaréis mañana por tribus; y la tribu que Yahvé señale, se acercará por familias; y la familia que señale Yahvé, se acercará por casas; y la casa señalada por Yahvé, se acercará por cabezas. 15 El que fuere cogido en el anatema, será consumido por el fuego, por haber traspasado la alianza de Yahvé y haber cometido en Israel una maldad». El revés sufrido en Hai desconcierta a Josué y a sus íntimos colaboradores por lo que significaba y por las repercusiones que la derrota tendría en el futuro. Yahvé en esta ocasión no había combatido al lado de su pueblo, lo que debía interpretarse como señal de que estaba resentido por alguna infidelidad cometida contra El. Como muestras externas de dolor, rasga Josué sus vestiduras (Gen 37,29; 44,13; Núm 14,6), echa polvo sobre su cabeza (Job 2,12; Lam 2,10, etc.), y, postrado en tierra, se queja a Yahvé, casi reprochándole su conducta (Jer 1,6; 4,10; 14,13), haciéndole ver el porvenir de su pueblo y el menoscabo de su gloria ante los otros pueblos de Palestina. La conducta de Yahvé en momentos tan crí' ticos es desconcertante. La oración de Josué recuerda la de Moisés en casos análogos (Ex 32,11; N ú m 14,13-16; Deut 9,26), pero con notables diferencias tanto en las palabras como en las ideas. Dios señala a Josué la causa del revés sufrido en Hai (v.10-12); en 13-15 se indican los procedimientos para aplacar su ira. El sujeto de este pecado es una colectividad; una vez el pecador es Israel (hato, Yisrael, Israel pecó); cinco veces se dice que ellos» es decir, los israelitas, han pecado. De todo el contexto aparee^ que el pecador es Acán, quien con su pecado trajo la confusión sobre el campamento de Israel (6,18). Para que entre Dios y el pueblo se reanuden las relaciones de amistad, es preciso que des' aparezca la infamia de en medio del pueblo (Gen 34,14; Deut 22,21) y de que sea quemado (Gen 38,24; Lev 21,9) el que faltó a la alianzaDios mismo sugiere a Josué el método que debe seguirse par a individualizar al culpable (1 Sam 14,40-42; 10,19-21).

Señalamiento 16

del culpable

(7,16-26)

Al día siguiente, de mañana, Josué hizo que se acerca'^ Israel por tribus, y fue señalada la tribu de Judá. 17 Hizo ace*' carse a las familias de Judá, y fue señalada la familia de Zaíe' Hizo acercarse a la familia de Zare, por casas, y fue señalad^ la casa de Zabdi. 18 Hizo acercarse a la casa de Za^' di, por cabezas, y fue señalado Acán, hijo de19Jazmi, hij" de Zabdi, hijo de Zare, de la tribu de Judá. Josué dij" a Acán: «Hijo mío, anda, da gloria a Yahvé, Dios de Isra e y ríndele honor. Confiésame lo que has hecho, no me lo od**'

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Josué 8

Josué 8

20

tes». Acán respondió a Josué, diciendo: «Es cierto, soy yo el que ha pecado contra Yahvé, Dios de Israel. He aquí lo que he hecho: 21 Vi entre los despojos un hermoso manto de Senaar, doscientos siclos de plata y una barra de oro de cincuenta sidos de peso, y, codicioso, los cogí, y los enterré en medio de mi tienda, poniendo debajo el dinero». 22 Josué mandó entonces comisionados, que fueron corriendo a la tienda y vieron los objetos enterrados en la tienda de Acán, y debajo el dinero. 23 Tomáronlo de en medio de la tienda y se lo llevaron a Josué y a los hijos de Israel, y lo depositaron ante Yahvé. 24 Josué cogió a Acán, hijo de Zare, y lo condujeron al valle de Acor. 25 Josué dijo: «¿Por qué nos has puesto en perturbación? Pertúrbete a ti hoy Yahvé». Y todo Israel le lapidó. Después de lapidado, fue quemado en el fuego, 2S y echaron sobre Acán un gran montón de piedras, que todavía hoy subsiste. Yahvé aplacó el ardor de su cólera. Por eso se llamó a aquel lugar valle de Acor, hasta el día de hoy.

acercaremos a la ciudad, y cuando salgan a nuestro encuentro como la primera vez, huiremos ante ellos. 6 Ellos saldrán en persecución nuestra; y cuando los hayamos atraído lejos de la ciudad, porque se dirán: Huyen delante de nosotros, como la primera vez; 7 entonces, saliendo vosotros de la emboscada, os apoderáis de la ciudad. Yahvé, vuestro Dios, la entregará en vuestras manos. 8 Cuando la hayáis tomado, la incendiaréis. Haced según lo que ha dicho Yahvé. Ved, ésas son mis órdenes». 9 Josué los hizo partir; y ellos fueron a ponerse en emboscada entre Betel y Hai, 10 al occidente de Hai. Josué pasó la noche en medio del pueblo. Levantóse Josué bien de mañana, y, después de revisar al pueblo, avanzó a la cabeza de él, él y los ancianos de Israel, contra Hai. n Todos los hombres de guerra que estaban con él subieron y se acercaron; llegados frente a Hai, se detuvieron al norte de la ciudad, teniendo el valle entre ellos y Hai. 12 Tomó Josué unos cinco mil hombres, y los puso en emboscada entre Betel y Hai, al occidente de la ciudad. 13 Luego que todo el pueblo hubo tomado posiciones al norte de la ciudad, y la emboscada al occidente de ella, avanzó Josué durante la noche al medio del valle. ' 4 Cuando el rey de Hai vio esto, se levantó de prisa, bien de mañana, para combatir a los hijos de Israel. Y sin saber que detrás de la ciudad había una emboscada contra ella, el15rey, con todo su pueblo, se dirigió a un cierto lugar del llano. Josué y todo Israel, fingiéndose derrotados por ellos, huyeron por el camino del desierto; l e se reunió toda la gente que había en la ciudad, para perseguirlos con gran griterío, y persiguieron a Josué, que los alejó así de la ciudad. 17 No hubo ni uno de Hai que no saliera tras de Israel y le persiguiera, dejando abierta la ciudad. 18 Yahvé dijo a Josué: «Tiende hacia Hai el dardo que llevas en la mano, porque voy a poner en tu poder la ciudad». Josué tendió hacia la ciudad el dardo que tenía en la mano, 19 y las gentes de la emboscada se levantaron prestamente del lugar donde estaban, y, corriendo, entraron en la ciudad, se apoderaron de ella y le pusieron fuego. 20 Cuando los de Hai miraron atrás y vieron el humo que de la ciudad subía al cielo, ya no pudieron ponerse en salvo por ningún lado; pues el pueblo, que huía camino del desierto, se volvió contra los que le perseguían. 2 l Josué y todo Israel, viendo que la ciudad había sido tomada por los emboscados y cómo subía el humo de la ciudad, se volvieron y derrotaron a los de Hai; 22 los otros salieron de la ciudad a su encuentro; los de Hai se vieron envueltos por los de Israel, de un lado por unos, del otro por otros; y los de 23 Israel los batieron, sin dejar ni un superviviente ni un fugitivo; cogieron vivo al rey de Hai y se lo llevaron a Josué.

Según lo que había mandado Dios, echáronse suertes (i Sam io, 20-21; 14,40-41) para descubrir al culpable, empleando el sistema de eliminación, empezando por las tribus y terminando por los individuos. Con el efod en la mano, un sacerdote interpretaba las respuestas dadas por las dos suertes sagradas, el urim y el tummim, dos piedras preciosas que, convencionalmente, significaban sí o no. Acán resultó ser el culpable. Reconoció su falta y confesó haber sustraído un hermoso manto de Senaar, es decir, de Babilonia (Gen 10,10; 11,2; 14,1-9), y una cantidad de plata y oro en lingotes, cuya estimación en medidas actuales era de tres kilos y 800 gramos respectivamente. El texto masorético actual extiende el castigo a los familiares y a la hacienda del sacrilego, pero el texto griego reduce la lapidación al culpable, lo que está conforme con Deut 24,16. Como en otras partes del libro de Josué, se ha amplificado el texto primitivo de este pasaje con glosas redaccionales con el fin de acentuar las penas en que incurren los transgresores de la alianza. Como glosa debe también considerarse la noticia de que Acán fuera quemado en el fuego 1. El valle de Acor (15,7) se identifica con la llanura de Bukeia, al sudoeste de Jericó.

Emboscada

en Hai y toma de la ciudad

(8,1-23)

1

Yahvé dijo a Josué: «No temas ni te acobardes. Toma contigo a todos los hombres de guerra, levántate y sube contra Hai. Mira, pongo en tus manos al rey de Hai, a su pueblo, su ciudad y su territorio. 2 Trata a Hai y a su rey como trataste a Jericó y a su rey; pero el botín y el ganado, tomadlo para vosotros. Pon una emboscada detrás de la ciudad». 3 Josué se dispuso a subir con todos los hombres de guerra contra Hai. Escogió treinta mil, todos ellos hombres valerosos, y los hizo partir de noche, dándoles esta orden: 4 «Estad sobre aviso; poneos en emboscada detrás de la ciudad, sin alejaros mucho, y estad todos prontos. 5 Yo, con la gente que llevo conmigo, nos 1

B. J. ALFRINK, Die Achan-Erzahlung (Jos 7): «Studia Anselmiana», 27-28 (Roma 1951)

I14-129.

59

Con el castigo de Acán se normalizaron las relaciones entre Dios y el pueblo, estando seguro Josué del éxito de una futura operación contra Hai. Es probable que los exploradores enviados a Hai (7,2-3) subestimaran su capacidad defensiva y los efectivos de su ejército. Ante la dolorosa experiencia, Josué se dispuso a atacar la ciudad con todos sus hombres de guerra. El número de treinta mil es una hipérbole manifiesta; algunos exegetas * lo reducen a tres mil y les parece todavía excesivo, por la razón de que 1

«Bíblica», 3 (1922) 284.

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difícilmente pasaría inadvertido a las gentes de Hai un número tan crecido de soldados apostados detrás de la ciudad. Hablando H. Vincent del relato de la conquista de Hai, nota en el texto «un formulario enfático, cifras incoherentes y desmesuradas, insistencia sobre cosas maravillosas cuya inverosimilitud nos es notoria, pero que no desconciertan a un espíritu oriental» 2 . A la mañana siguiente, muy de madrugada (6,12), subió Josué con el resto del ejército y se acercó a la ciudad. La disposición de los combatientes era la siguiente: la emboscada enviada durante la noche subió de Jericó por Ain ed-Duq, siguió por el valle Zeitún, dejando Hai a la izquierda, escondiéndose detrás del cerro llamado hoy día Burdjmus, entre Betel y Hai. Josué, al llegar a la altura de Jirbet Haiján, se dirigió hacia Hai por la llanura que se encuentra al sudeste de la misma, con el fin de hacerse visible a los habitantes de la ciudad. Hai quedaba entre dos fuerzas. La estratagema de Josué surtió el efecto deseado. Los versículos 11 a-13 faltan en el texto griego; deben considerarse como glosa redaccional.

Castigo

infligido

a Huí

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Josué 8

Josué 8

(8,24-29)

24 Cuando Israel hubo acabado de exterminar en el campo a todos los habitantes de Hai, camino del desierto, por donde los habían perseguido, y todos hasta el último hubieron sido pasados a filo de espada, todo Israel se volvió a la ciudad y la pasaron también a filo de espada. 2S El número de muertos aquel día26fue de doce mil hombres y mujeres, todas las gentes de Hai. Josué no retiró la mano que tenía tendida con el dardo hasta que no hubo dado el anatema a todos los habitantes de Hai. 27 Los de Israel sólo reservaron para ellos el ganado y el botín de esta ciudad, como Yahvé se lo había mandado a Josué. 28 Josué quemó a Hai, convirtiéndola en un montón de ruinas, que todavía hoy subsiste. 29 Hizo colgar de un árbol al rey de Hai y le dejó allí hasta la tarde; a la puesta del sol dio orden de coger el cadáver y arrojarlo a la puerta de la ciudad, echando sobre él un gran montón de piedras, que todavía subsiste hoy.

El anatema de Hai fue más benigno que el de Jericó, autorizándose al pueblo se quedara con el ganado y el botín de la ciudad. La práctica de la destrucción total de todos los seres vivientes hacíase cada día más difícil por privarse a los soldados del botín de guerra. Por este motivo se introdujo paulatinamente cierta mitigación en las leyes del herem. Los israelitas se ensañaron con los habitantes de Hai, como hicieron antes con los de Jericó. Tanto los que habían salido de la ciudad como los que habían quedado en ella fueron devorados por la espada. Dios permitía estos excesos, muy propios, como dejamos anotado más arriba, de todos los otros pueblos antiguos del Próximo Oriente, para impedir que sus ha2 «Revue Biblique», 46 (1937) 264; A . T R I C O T , La prise d'Ai (los 7,i-8,2g): B 3 (1922) 273-299; J- M . G R I N T Z , Ai which is beside Beth-Aven. A re-examination of the Identüy of Ai: B 42 (1961) 201-216, en donde trata de probar q u e Beth-Aven debe identificarse con et-Tell: «et-Tell is not the Ai of the Bible» (p.216).

3

hitantes contagiaran a los israelitas con sus ritos idolátricos . El v.26 es una glosa encaminada a establecer una analogía entre la batalla de Hai y la de Moisés contra los amalecitas (Ex 17,11). El gesto de Josué, además de señal, tiene una eficiencia propia (1 R e 22,11). HAI

A LA LUZ DE LAS EXCAVACIONES

Las excavaciones arqueológicas en et-Tell, la antigua Hai, en una área de cerca de diez hectáreas, practicadas por Judit Marquet Krause durante los años 1933-1935, han arrojado datos desconcertantes y contrarios, al parecer, al relato contenido en este capítulo. R. Dussaud ha escrito: «Las excavaciones de Hai llevan a la conclusión de que el relato del paso del Jordán y la caída de Jericó y de Hai no son históricos. No existe razón alguna para salvar la historicidad de los capítulos 7-8 de Josué, por pertenecer a un conjunto manifiestamente legendario». Por la muerte prematura de la señora Judit Krause no se llevó a cabo una exploración exhaustiva del Tell, pero los datos suministrados demuestran que Hai fue completamente destruida por el fuego hacia el año 2000 antes de Cristo, con mucha anterioridad a la llegada de los israelitas. De la destrucción se salvaron en parte los muros y fortificaciones. El lugar fue abandonado durante ocho siglos. A la llegada de los israelitas delante de Hai habíase incluso perdido el nombre de la ciudad, que el texto masorético llama simplemente Hai = la Ruina. ¿Cómo pueden armonizarse estos datos de las excavaciones arqueológicas de Hai con las afirmaciones del libro de Josué al hablar de Hai y de que el caudillo judío la tomó y redujo a un montón de escombros? Algunos autores resuelven la cuestión, como Dussaud, ya citado, diciendo que el relato es legendario, teniendo la finalidad etiológica de explicar la existencia del montón impresionante de Hai y atribuirlo a una destrucción de la ciudad por parte de Josué. Noth 4 afirma que la explicación etiológica fue creada hacia la mitad del siglo x por los benjaminitas al ocupar aquel lugar. Según Albright 5 , el relato bíblico describía originariamente la destrucción de Betel, acontecida en el siglo XIII; pero después, por motivos etiológicos, se localizó en las imponentes ruinas de et-Tell. El P. Vincent ha intentado armonizar los datos de la arqueología con los de la Biblia recurriendo a la siguiente hipótesis. La ciudad de Hai fue destruida hacia el año 2000. De su antiguo esplendor quedaban en pie gran parte de las murallas y el esqueleto de sus santuarios y otros edificios públicos. Al amparo de aquellos viejos escombros se reunieron los cananeos para impedir la penetración de los israelitas en sus ciudades habitadas. Aquellas vetustas ruinas, reanimadas circunstancialmente por hombres de guerra y otras personas acompañantes, dieron la impresión a los israelitas de en3 4 5

Note addhionelle: «Syria», 16 (1935) 351. «Palastinajahrbuch», 31 (1935) 20. B A S O R s s (1934) 2 ; 56 (1934) 2-15; 57 (1935) 27-30; 74 (1939) I 5 - l 8 "

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]osué 8

Josué 8

contrarse ante una ciudad cananea de vida normal. El autor del libro de Josué habla de Hai como si se tratara de una ciudad en pie, y se complace en usar este apelativo para destacar más la magnitud del triunfo. Hasta aquí Vincent. Esta ingeniosa hipótesis encuentra alguna dificultad en aquellos pasajes (7,5; 8,29) en que se habla de la puerta de la ciudad y del número de hombres y mujeres que mataron los israelitas. Esta misma dificultad se opone a los que interpretan la expresión «cayeron los muros» de Jericó en el sentido de «se derrumbó la guarnición». 6 Se admiten hoy día entre los católicos narraciones de carácter etiológico en el libro de Josué.

del hagiógrafo de presentar a Josué como fiel ejecutor de las órdenes de Moisés (Deut 27,2-5). Antes de la conquista del territorio que conducía a Siquem no era posible realizar semejante mandato. No se trata solamente de la marcha de hombres armados, sino de todo el pueblo, con los sacerdotes y el arca de la alianza. No puede admitirse tampoco la hipótesis de que los israelitas pasaran el Jordán a las alturas de Siquem, sino frente a Jericó. Pero cabe otra hipótesis. Existía en Siquem una población que mantenía relaciones con los antepasados del pueblo judío. Abraham moró allí (Gen 12,6). Dina fue raptada por un siquemita, «príncipe de aquella tierra» (Gen 34,1-2), de origen jeveo o hiwita (TM), o hurrita (LXX), quien, para desposarla, se sometió a la práctica de la circuncisión, con lo cual los siquemitas se incorporarían al pueblo de Jacob, heredando las promesas hechas a Abraham (Gen 12,43). Los hijos de Jacob fueron a Siquem en busca de pastos (Gen 37,12). A José dio Jacob una cumbre (shekem), es decir, la ciudad de Siquem (Gen 48,22 TM), adonde fueron traídos y enterrados los huesos de José (Jos 24,32). Por lo mismo, fue siempre Siquem un lugar adonde afluían «la casa de Israel» y las tribus emparentadas. Los jeveos formaron allí una confederación a la sombra del santuario Baal Beerith, «señor de la alianza» Que 9,4). Es también probable que, al llegar Josué a Canaán, moraran en Siquem grupos de hebreos que quedaron en Palestina o que subieron de Egipto antes del éxodo. Ellos y los otros elementos étnicos de la ciudad acogieron amistosamente a los recién llegados. En las letras de Tell el-Amarna se refiere que Labaya, gobernador de Siquem, juntó sus fuerzas con las tribus de los Hábiru (probablemente un grupo étnico relacionado con los hebreos) y hostigaron a los reyes de Canaán leales al faraón (PRITCHARD, 485). Estas circunstancias influyeron, sin duda, en la actitud amistosa de los de Siquem para con los israelitas. De hecho, en la lista de los reyes vencidos no aparece el de Siquem. Josué entró probablemente en la ciudad sin ser hostigado por sus habitantes o aclamado por ellos como libertador. La presencia de Josué en Siquem, quizá después de la campaña del mediodía (10, 16-43), alarmó a los reyes del norte, que se coaligaron para oponerse a su avance (11,1-15) (E. F. CAMPBELL-J. F. ROSS, The Excavation of Shechem and the Biblical Tradition: BA 26 [1963] 2-26). Conforme a la orden de Moisés (Ex 20,25) se levantó un altar de piedras sin pulir sobre el monte Ebal. En él se ofrecieron holocaustos y sacrificios eucarísticos. No se escribió la Ley sobre las piedras del altar, sino sobre aquellas «piedras grandes q u e revocarás con cal» (Deut 27,2). Bajo el nombre de Ley debe entenderse el Decálogo (Deut 5,6-21). Josué leyó la ley grabada en la piedra, y los sacerdotes proferían las bendiciones y las maldiciones. Entre los asistentes figuraban extranjeros, o sea, gentes del país que simpatizaban con el pueblo escogido y que debían entrar a formar parte del pueblo de Israel. En el grandioso escenario de Siquem se renovó y rubricó la alianza de Dios con Israel. Desde este momento, las tribus forman una unidad religiosa, Israel, cuyo único Dios es Yahvé.

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Confirmación

de la alianza

(8,30-35)

30

Entonces Josué edificó un altar a Yahvé sobre el monte Ebal, 31 según la orden que Moisés, siervo de Dios, había dado a los hijos de Israel, como está escrito de la Ley de Moisés; un altar de piedras brutas a las cuales no había tocado el hierro. Ofrecieron en él holocaustos a Yahvé y sacrificios eucarísticos. 32 Allí, sobre las piedras, escribió Josué una copia de la ley que Moisés había escrito delante de los hijos de Israel. 33 Todo Israel, sus ancianos, sus oficiales y sus jueces, estaban a los dos lados del arca, ante los sacerdotes hijos de Leví que llevaban el arca de la alianza de Yahvé; los extranjeros, lo mismo que los hijos de Israel, una mitad del lado del monte Garizim, otra mitad del lado del monte Ebal, según la orden que Moisés, siervo de Dios, había dado antes, para comenzar a bendecir al pueblo de Israel. 34 Leyó después Josué todas las palabras de la Ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la Ley. 35 Ni una palabra de cuanto había prescrito Moisés se omitió en la lectura que hizo Josué, en presencia de toda la asamblea, de los hijos de Israel, de mujeres y niños, y de los extranjeros que iban en medio de ellos. Señala el autor inspirado el hecho de la magna concentración de Israel en los montes de Garizim y Ebal, conforme a lo que mandó Moisés en Deut 11,29-30 y 27,2-27. Causa extrañeza que después de la toma de Hai se desplace todo el pueblo, hombres, mujeres y niños, a una región que todavía no había sido conquistada, distante unos cincuenta kilómetros de Gálgala. Para obviar la dificultad algunos autores, siguiendo a San Jerónimo, creen que Garizim y Ebal eran dos colinas situadas entre Jericó y Gálgala. Sin embargo, el texto es explícito, y los mencionados montes deben buscarse cerca de Siquem (Tell el-Balata), en la Palestina central. Es posible que esta perícopa esté desplazada del lugar que le correspondía en el texto primitivo. Schulz y otros la trasladan al capítulo quinto; otros, en cambio, como Hummelauer, la retrasan a fines de la vida de Josué. Acaso sea éste el sitio que mejor le cuadre; su desplazamiento al lugar que hoy ocupa se explica por el interés 6 J. MARQUET-KRAUSE, La deuxiéme campagne de fouilles á Ay ("1934,): Rapport sommaire: «Syria», 16 (1935) 325-345; R. DUSSAUD, Note addiíionelle: ibid., 346-352; J. M A R Q U E T KRAUSE, Les fouilles de Ai (et-Tell) 1933-1935 (París 1949); H . V I N C E N T , Les fouilles d'et-Tell: R B 46 (1937) 231-266; A . L O D S , Les fouilles d'Ay et l'époque de l'entrée des hraélites en Palestine: «Mélanges F . Cumont» (Bruselas 1936) 847-857.

Josué 9

64

65

Josué 9 S U J E C I Ó N D E L O S CANANEOS ( 9 - 1 2 )

Estratagema

de los gabaonitas

(9,1-15)

1 Cuando supieron estos sucesos todos los reyes del lado de acá del Jordán, los de la montaña y los del llano y los de las costas del mar Grande, frente al Líbano; los jéteos, los amoneos, los cananeos, los fereceos, los jeveos y los jebuseos, 2 se unieron todos para combatir a Josué y a Israel de común acuerdo. 3 Los habitantes de Gabaón, al saber cómo había tratado Josué a Jericó y a Hai, 4 recurrieron a la astucia y se pusieron en camino, llevando provisiones para el viaje. Tomaron sacos viejos sobre sus asnos, cueros viejos de vino, rotos y remendados; 5 zapatos viejos y recosidos para sus pies, y se pusieron vestidos viejos; todo el pan que traían para el camino estaba duro y hecho migas. 6 Llegaron a Josué, al campamento de Gálgala, y le dijeron a él y a los de Israel: «Venimos de muy lejanas 7 tierras para hacer alianza con vosotros; hagámosla, pues». Y los de Israel respondieron a aquellos jeveos: «Quizá vosotros habitáis en medio 8nuestro; ¿cómo vamos a poder hacer alianza con vosotros?» Ellos respondieron a Josué: «Somos siervos tuyos». Y Josué les dijo: «¿Quiénes sois y de dónde venís?» 9 Respondieron ellos: «Tus siervos vienen de muy lejanas tierras, por fama de Yahvé, tu Dios, pues hemos oído hablar de cuanto hizo en Egipto l° y de lo que ha hecho a los reyes de los amorreos de la otra parte del Jordán, Seón, rey de Hesebón, y Og, rey de Basan, que habitaba en Astarot. H Por eso nuestros ancianos y todos los habitantes de nuestra tierra nos han dicho: «Tomad con vosotros provisiones para el camino e id a su encuentro y decidles: Somos siervos vuestros, haced alianza con nosotros. 12 Aquí tienes nuestro pan; estaba caliente cuando lo cogimos en nuestras casas para el camino, el día en que partimos para13venir a vosotros; y ahora, como veis, está seco y en migajas; estos odres de vino eran nuevos cuando los llenamos; y ya los veis, rotos; nuestros vestidos y nuestros zapatos se han hecho viejos por lo largo del camino». 14 Los de Israel tomaron de sus provisiones, y sin consultar a Yahvé, 15 Josué les otorgó la paz y concertó con ellos que les dejaría la vida, y también los príncipes de la asamblea les juraron. Los éxitos militares de ios israelitas produjeron efectos dispares entre los habitantes de la montaña (bahar), de la Sefela, del litoral mediterráneo (hof hayim hagadol), pues mientras la mayoría acordó una coalición para enfrentarse contra el enemigo común, otros, los gabaonitas, idearon una estratagema para concertar una alianza con los israelitas a fin de salvar sus vidas y haciendas. Los gabaonitas se diferenciaban de los cananeos no sólo étnicamente, sino política y socialmente. Sus conflictos con los cananeos les movieron a pactar con los israelitas. ¿Conocían los gabaonitas la ley deuteronómica (Deut 20,11-18) que mandaba tratar con dureza a las naciones y ciudades vecinas y con más suavidad a las que estaban lejos ? Referente a las primeras, dícese en el Deuteronomio que «las darás

al anatema, no harás pactos con ellas ni les harás gracia» (7,2); en cambio, a las ciudades lejanas «les brindarás la paz. Si la aceptan y te abren, la gente oV ella será hecha tributaria y te servirá» (Deut 20, 10). Gabaón, que se identifica con el actual Ed-Djib, hallábase a diez kilómetros al noroeste de Jerusalén y a diez de Hai. Sus habitantes temían para sí idéntico trato que los de esta última. Partieron de su ciudad y se dirigieron a Gálgala para entablar negociaciones con Josué, sorprendiendo a éste y a sus oficiales, los cuales, sin consultar a Yahvé, les dieron crédito, celebrando juntos un banquete de alianza, hospitalidad y protección, intercambiándose las provisiones. Con juramento se les otorgó la paz, concertándose un pacto para asegurarles la vida. Los gabaonitas mencionan al rey Seón, que lo era de Hesebón (2,9; Deut 1,4; 2,34), ciudad emplazada a unos doce kilómetros al norte de Mádaba, en TransJordania. Recibía el nombre de Basan el territorio transjordánico septentrional, desde Galaad, al sur, hasta el monte Hermón, al norte. Astarot se identifica con Astarot Carnaim (Gen 14,5), al norte del Yarmuc, a unos treinta y seis kilómetros al oriente del lago de Genesaret. El género literario del relato ha llamado la atención. Refiriéndose al mismo, anota Schildenberger que la forma figurada es en ciertas circunstancias más eficaz para hacer comprender a uno el carácter y la importancia de un hecho, como nos lo demuestran las parábolas, por cuyo medio el profeta Natán, por ejemplo, hace ver a David en un momento toda la maldad de su adulterio y de su asesinato (2 Sam i2,iss). Por la misma razón, tampoco fue menester, para satisfacer las exigencias de la historiografía sagrada, que la anecdótica narración del engaño de los gabaonitas (Jos 9) relatara literalmente los sucesos que han sido la causa de que ellos pudieran quedarse en su tierra y subir hasta el servicio del altar de Yahvé. Bastaba contarlos en la forma figurada que gustaba al pueblo—piénsese en las tradiciones coleccionadas por Herodoto—, que representaba los hechos esenciales que le servían de fundamento, según la importancia que ellos tenían para la historia soteriológica. El pacto que los israelitas habían celebrado con estas cuatro ciudades en el curso de su ocupación (9,17) había sido un hecho político y puramente humano, estipulado sin haberlo preguntado a Yahvé, y puesto que el territorio de las ciudades objeto de la alianza, junto con Jerusalén, que no había sido conquistada, separaba a la tribu de Judá de las restantes tribus, han sido los israelitas los que fueron engañados, porque este territorio perjudicaba la unidad de las doce tribus del pueblo 9.

Josué cae en la trantpa

(9,16-27)

16 Tres días después de concertada la alianza supieron que eran vecinos suyos y que habitaban en medio de ellos. 17 Los hijos de Israel partieron y llegaron a sus ciudades al tercer día. Eran sus ciudades Gabaón, Cafirá, Beriot y Quiriat-Jearim. 1 Los géneros literarios en los libros del Antiguo Testamento llamados históricos, fuera del Pentateuco: «Los géneros literarios de la Sagrada Escritura* (Barcelona 1957) 146. Rihlia tnmentada

2

3

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Josué 10

Josué 10 18 No los destruyeron, por el juramento que los príncipes de la asamblea les habían hecho por el nombre de Yahvé, Dios de Israel; pero toda la asamblea murmuraba contra los príncipes. 19 Los príncipes dijeron a la asamblea: «Nosotros les hemos jurado por Yahvé, Dios de Israel; no podemos, pues, tocarlos; 20 pero he aquí cómo los trataremos: les dejaremos la vida, por no atraer sobre nosotros la cólera de Yahvé, por el juramento que les hemos hecho»; 21 y añadieron los príncipes: «Que vivan, pues, pero que sirvan de leñadores y aguadores para toda la congregación»; y se hizo como los príncipes dijeron. 22 Josué hizo llamar a los gabaonitas, y les habló así: «¿Por qué nos habéis engañado, diciendo: Estamos muy alejados de vosotros, cuando habitáis en medio de nosotros? 23 Ahora, pues, malditos sois, y no dejaréis de ser esclavos,24para cortar la leña y sacar el agua para la casa de mi Dios». Ellos respondieron a Josué, diciendo: «Es que supimos la orden que Yahvé, tu Dios, había dado a Moisés, su siervo, de que toda la tierra se os entregara y de que todos sus habitantes fueran exterminados delante de vosotros. Por eso tuvimos 25gran miedo por nuestras vidas y por eso hemos hecho esto. Estamos en tus manos; trátanos como te parezca bueno y justo tratarnos». 26 Josué hizo de ellos lo que había dicho, y los libró de la mano de los hijos de Israel, para que no los matasen; 27 pero los destinó desde entonces a cortar la leña y a sacar el agua para la asamblea y para el altar de Yahvé, en el lugar que Yahvé eligiese, lo que hacen todavía hoy.

A los tres días se descubrió el engaño; pero habiéndose Israel obligado con juramento a respetar sus vidas, no pudieron exterminarlos. Con gran contrariedad supieron los israelitas no sólo que Gabaón estaba cerca, sino que era la ciudad principal de una confederación jetea de cuatro ciudades, regida por un colegio de ancianos. La solución propuesta fue la de convertir a los gabaonitas y a los habitantes de las otras tres ciudades confederadas en esclavos de la comunidad de Israel, destinándolos especialmente al servicio del santuario (2 Sam 21,2-14; 1 Re 9,20). Las ciudades de Cafirá, Beriot y Quiriat-Jearim se identifican, respectivamente, con Jirbet Kefire, a siete kilómetros al sudoeste de Gabaón; el-Bireh, al norte de la misma, y Quiriat-el-Enab, llamado también Abugosch, a doce kilómetros al noroeste de Jerusalén. Las tres ciudades se mencionan en 15,9.60; 18,14-15.24-28. El significado de toda la narración es mostrar que los jéteos quedaron en Israel en virtud de un tratado con los israelitas, que les destinaron al servicio del templo 2 . Coalición

de cinco

reyes

amórteos

(10,1-7)

1

Al saber Adonisedec, rey de Jerusalén, que Josué se había apoderado de Hai y que la había dado al anatema—como había hecho con Jericó y su rey, así hizo con Hai y su rey— 2

F . M . A B E L , La question gabaonite et Vonomasticon: R B 43 (1936) 346-373; A. M A L A MAT, Doctrines ofCausality in Hittite and biblical Historiography: a parallell: V T 5 (1955) 1-12; M . HARÁN, The Gibeonites, the Nethinim and the Sons of Salomón's Servants: V T 11 (1961) ¡59-169; J. PRITCHARD, A Bronze Age Necrópolis al Gibeon: B A 24 (1961) ig-24.

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y que los habitantes de Gabaón habían hecho paces con los de Israel y moraban entre ellos, 2 temieron mucho, porque Gabaón era una gran ciudad, como una de las ciudades reales, más grande todavía que Hai, y sus hombres eran valientes. 3 Adonisedec, rey de Jerusalén, mandó decir a Oham, rey de Hebrón; a Faram, rey4 de Jerimot; a Jafia, rey de Laquis, y a Dabir, rey de Eglón: «Subid a mí y prestadme vuestra ayuda para combatir a Gabaón, que ha hecho paces con Josué y con los hijos de Israel». 5 Cinco reyes de los amorreos, el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jerimot, el rey de Laquis y el rey de Eglón, se juntaron y subieron con todos sus ejércitos, y acamparon cerca de Gabaón, asediándola. 6 Los de Gabaón mandaron a decir a Josué, al campamento de Gálgala: «No dejes de socorrer a tus siervos; sube prestamente a nosotros y socórrenos, porque se han coligado contra nosotros todos los reyes de los amorreos que habitan en la montaña». 1 Josué subió a Gálgala, él y todos los hombres de guerra con él, todos los valientes guerreros. Del rey de Jerusalén—es la primera vez que se hace mención de esta ciudad en la Biblia—partió la iniciativa de una coalición, acaso por ser él el más poderoso de todos o porque se veía más amenazado directamente, por encontrarse Gabaón a diez kilómetros al norte. La toma de Gabaón abría a Josué el camino del valle de Ayalón y del sudoeste de Canaán. La ciudad de Jerusalén es conocida en los textos de proscripción con el nombre de Urasalim 1. La ciudad fue consagrada a Salem o Salim, nombre de una divinidad que aparece en los documentos acádicos del segundo milenio. Llamóse también Bit Sulman, por el templo al dios Sulman, forma dialectal de Salem 2 . Surey'es conocido por Adonisedec («mi Señor esjusticia»), que en Jue 1,5 aparece transformado en Adonibézec. En tiempos de Abraham, el rey y sacerdote de Jerusalén era Melquisedec (Gen 14,18). En un principio la ciudad ocupó la cima de la colina del Ofel, al sur del área del templo, entre el torrente Cedrón y el valle del Tiropeón. Las otras ciudades aliadas de Adonisedec fueron Hebrón, célebre en la vida de los patriarcas (Gen 13,18; 23,2) y de David, a treinta y dos kilómetros al sur de Jerusalén. Jerimot se identifica con la actual Jirbet Yarmuc, en la región entre Hebrón y Gaza. La ciudad de Laquis, hoy Tell Duweir, explorada en los años 1933-1938 por Starkey, alcanzó su período más próspero en la época del Bronce reciente, caracterizada por la dominación egipcia. Según datos de la arqueología, fue destruida entre los años 1230-1180 a. C , es decir, en tiempos de la conquista de Canaán por Josué. Su emplazamiento era estratégico, al pie de la montaña y al comenzar la llanura ondulada que se extiende entre el monte y el litoral mediterráneo 3 . La ciudad de Eglón se coloca en tell el-Hesi, a veinticinco kilómetros de Gaza. Los cinco reyes sitiaron a Gabaón. 1

J. A. KNUDTSON, Die el-Amarna Tafeln II (Leipzig 1915) 287-289.290. J. L E W Y , The Sulman Temple in Jerusalem: J B L 49 (1940) 510-522. A . VANDEN OUDENRIJN, Les fouilles de Lakis et l'étude de VAnclen Testament (Friburgo de Suiza 1942); O . T U F N E L L - M . A. M U R R A Y - D . D I R I N G E R , Lachis III (Tell ed-Duweir); The Iron Age (Oxford 1953); O . T U F N E L L , Lachis IV, The Bronze Age (Oxford 1958). 2

3

68

Josué 10

Josué 10

Josué corre en ayuda

de Gabaón

(10,8-11)

8 Yahvé había dicho a Josué: «No los temas, porque te los entregaré en tus manos y ninguno de ellos podrá resistir ante ti». 9 Josué se echó sobre ellos de improviso; habían hecho la marcha desde Gálgala, andando toda la noche. 10 Yahvé arrojó en medio de ellos la turbación ante Israel, e Israel los derrotó junto a Gabaón; y persiguiéndolos por el11 camino que va a Betorón, los batió hasta Azeca y Maceda. Cuando iban huyendo delante de los hijos de Israel en la bajada de Betorón, Yahvé hizo caer sobre ellos grandes piedras del cielo hasta Azeca, y murieron muchos, siendo más los muertos por las piedras de granizo que los muertos por la espada de los hijos de Israel.

A la angustiosa llamada de los gabaonitas acudió Josué con todo su ejército. Antes de emprender la marcha desde Gálgala, consultó a Yahvé, que le aseguró el éxito de la empresa. Después de una marcha nocturna de más de treinta kilómetros, sorprendió al enemigo de madrugada, derrotándole. En la huida, una furiosa tempestad de piedras y granizo diezmó al ejército enemigo. Se distinguen dos Betorón en el libro, el alto (16,5) y el bajo (16,3; 18,13-14), que corresponden, respectivamente, con los actuales Beitur la alta y Beitur la baja, al noroeste de Gabaón. En 1 Mac 3,16 se hace mención de Betorón alto. Hace ver el autor sagrado que la victoria se debe en primer término a Dios, por haber sembrado el pánico entre los confederados, que huyen despavoridos. En la bajada de Betorón sorprendió al enemigo una furiosa tempestad (Is 30,30; Ecli 46,4-6), que presagiaba la derrota; según los antiguos, era la tempestad la manifestación de la ira de Dios (1 Sam 7,10-12; Sal 18,11-16; Hab 3,8-10). En los cuatro kilómetros de la cuesta o descensus de Betorón, torrentes de agua bajaban del monte arrastrando tierra y rocas en gran cantidad, mientras el granizo caía abundantemente. Dios luchaba desde el cielo en favor de los israelitas; contra El no había resistencia posible (Ecli 46,6-8). La intervención del cielo era tanto más manifiesta cuanto que, habiendo pasado la época de las lluvias, no era de esperar que se produjeran precipitaciones, y menos aún grandes tempestades.

Versión épica de la batalla 12

(10,12-15)

Aquel día, el día en que Yahvé entregó a los amorreos en las manos de los hijos de Israel, habló Josué a Yahvé, y a la vista de Israel, dijo: «Sol, detente sobre Gabaón; y tú, luna, sobre el valle de Ayalón. 13 Y el sol se detuvo, y se paró la luna, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos». ¿No está esto escrito en el libro de Jaser? El sol se detuvo en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse, casi un día entero. I4 No hubo, ni antes ni después, día como aquel en que obede-

69

ció Yahvé a la voz de un hombre, porque Yahvé combatía por Israel. 15 Josué, con todo Israel, se tornó al campamento, a Gálgala. Josué persiguió a los reyes confederados hasta Azeca, el actual tell-Zacaría, al nordeste de Laquis (15,39; 1 Sam 17,1; Jer 34,7) y Maceda, de cuya identificación discuten los autores. Quizá deba emplazarse en Jirbet el-Heisum, a tres kilómetros al norte de tellZacaría. El valle de Ayalón es mencionado en las cartas de Tell el-Amarna con el nombre de Yaluna. El recuerdo de la batalla de Gabaón se conservó entre el pueblo, y los poetas desplegaron en torno a este hecho milagroso su inspiración poética. A este folklore popular y a esta versión épica de la batalla hace referencia el autor sagrado cuando, a continuación del versículo 11, intercala el texto de un cántico antiguo triunfal conservado en el libro de Jaser (2 Sam 2,18). No comprendía el pueblo cómo pudo Josué llevar a cabo en el espacio de un solo día tantas hazañas. De ahí que, teniendo en cuenta su condición de profeta y la amistad que le unía a Yahvé, creyera que, a su voz, se detuvo el sol en su carrera. Con esta inserción, dos cosas ha logrado el autor sagrado: 1) poner de relieve la gran personalidad de Josué, que, como otro Moisés, domina los elementos; 2) recoger en su libro la memoria de una versión poética de un hecho diversas veces celebrado por los vates de Israel. Conforme al texto de esta exaltación poética de la victoria, anota el hagiógrafo, no hubo jamás un día como aquél. Y en verdad que la victoria de Betorón merecía ocupar un lugar destacado en los anales de la historia de Israel, ya que, a partir de la misma, quedaba abierto al ejército de Israel todo el mediodía de Palestina. Según lo que acabamos de exponer, no caben las objeciones que contra este pasaje han amontonado los críticos independientes creyendo abrir una brecha en la absoluta inerrancia de los autores sagrados. El autor de nuestro pasaje se ha limitado a registrar en su libro una versión popular y poética de la victoria, sin comprometer su propio juicio acerca de los pormenores de la misma. Como todos sus contemporáneos, creía el autor sagrado en la inmovilidad de la tierra y admitía que el sol daba vueltas alrededor de la misma; pero en este caso concreto no era su intención dar lecciones de orden astronómico, sino simplemente referir una antigua versión épica de la batalla d e Gabaón. Conocido de todos es el incidente de Galileo Galilei (1564-1643) con las congregaciones romanas referentes a este pasaje del libro de Josué, que se produjo por un falso planteamiento del problema de la inerrancia bíblica y por haberse entrometido Galileo en cuestiones teológicas y bíblicas en vez d e mantenerse en el terreno científico. En las discusiones con los teólogos romanos declararon éstos que el sistema de Galileo era falso y absurdo en filosofía y formalmente herético, por contradecir a textos bíblicos según su sentido propio y la interpretación unánime de los Padres y doctores de la Iglesia. Por el decreto del Santo Oficio de 5 de marzo de 1633 se juzga a Galileo sospechoso de herejía «por creer y retener una doctrina falsa y contraria a las Sagradas Escrituras». Este decreto no

70

]osué 10

tenía carácter doctrinal, sino disciplinar; no se dictó con el fin de proponer una doctrina, sino como documento en el proceso criminal contra una persona 4 . En el caso concreto de Josué no existe ninguna dificultad contra la total inmunidad de error del autor sagrado, quien, como hemos hecho notar, se limita a reproducir, copiar, citar y retransmitir a los lectores la manera como poetas y vulgo representábanse la victoria de Gabaón. Por su parte, el hagiógrafo no emite ningún juicio formal sobre la verdad o error contenidos en esta descripción poética que halló en una colección de himnos patrióticos. En otros lugares bíblicos encontramos también inserciones en el texto de cantos épicos (Ex 15,1; 1 Re 8,12), que comienzan exactamente con las mismas frases empleadas en el v. 12: «Entonces (en aquel día), el día en que Yahvé...» Esta manera poética de narrar un hecho es corriente en la Biblia y en la literatura del Próximo Oriente, por lo que podemos deducir que se trata de un género literario admitido corrientemente en aquel tiempo (Jue 5,2ss). De ahí que podamos concluir la presente cuestión con las palabras: «En vez de ir a la caza de explicaciones de orden físico para explicar este pasaje del libro de Josué, mejor sería ver en él un problema literario y admitir, con muchos autores católicos modernos, que se trata de una citación poética que hay que interpretar conforme a las leyes de la poesía» 5 . Persecución

del enemigo

y fin de los cinco

reyes

(10,16-27)

71

Josué 10 24

Una vez delante de Josué, llamó éste a todos los hombres de Israel y dijo a los jefes de los hombres de guerra que le habían acompañado: «Acercaos y poned vuestro pie sobre el cuello». Ellos se acercaron y pusieron su pie sobre su cuello, 25 y Josué dijo: «No temáis y no os acobardéis; sed firmes y valientes, pues así tratará Yahvé a todos vuestros enemigos, contra los cuales combatís». 26 Después Josué hizo darles muerte y los mandó colgar de cinco árboles, y allí estuvieron colgados hasta la tarde. 27 Al ponerse el sol los hizo bajar de los árboles y echarlos en la caverna donde se habían escondido, y pusieron a la boca de la caverna grandes piedras, que todavía se ven hoy allí.

Después de la interrupción del relato con la inserción de una tradición poético-popular de la batalla de Gabaón, reanuda el autor sagrado en el v.16 el curso de la historia. Los cinco reyes coligados llegaron a Maceda y se escondieron en una de las cuevas de la región. Derrotado el enemigo, reunióse en Maceda el ejército de Israel con Josué al frente para ajusticiar a los cinco reyes. Siguiendo una antigua costumbre, mandó Josué a los oficiales (qesinim), personajes revestidos de dignidad civil y militar (Is 1,10; Jue 11,6.11), que pusieran su pie sobre el cuello de los reyes derrotados como símbolo de dominio absoluto sobre ellos y en señal de desprecio (Sal 110,1; Is 51,23; Sal 66,12). Este gesto aparece en bajorrelieves asirios. Al ponerse el sol debía darse sepultura a los cadáveres, conforme al Deuteronomio (21,22-23). Las piedras que obturaron la caverna donde fueron arrojados los cinco reyes eran visibles todavía en los tiempos en que se escribió este relato.

16

Los cinco reyes huyeron y se refugiaron en la caverna de Maceda. 17 Se lo comunicaron a Josué, diciendo: «Han sido hallados los cinco reyes, escondidos en la caverna de Maceda». 18 Josué dijo: «Rodad grandes piedras a la boca de la caverna y poned a unos cuantos hombres que la guarden; 19 pero vosotros no os paréis: perseguid al enemigo y picadle la retaguardia; no los dejéis entrar en sus ciudades, porque20 Yahvé, vuestro Dios, los ha entregado en vuestras manos». Cuando Josué y los hijos de Israel los hubieron enteramente derrotado y batido, hasta exterminarlos, y se refugiaron en las ciudades fuertes los que pudieron escapar, 21 se vino todo el pueblo tranquilamente al campamento, a Josué en Maceda, sin que22 hubiera quien moviese la lengua contra los hijos de Israel. Josué dijo: «Abrid23la boca de la caverna; sacad a los cinco reyes y traédmelos». Lo hicieron así, llevando a los cinco reyes, que sacaron de la caverna: el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, el rey de Jerimot, el rey de Laquis y el rey de Eglón. 4

P. DE VREGILLE, Galilée: «Dictionnaire Apologétique de la Foi Catholique», II 147-192 5 H . LESÉTRE, Josué et le soleil: «Revue Pratique d'Apologétique», 4 (1907) 351-356; G. LAMBERT, Josué á la bataille de Gabaon: «Nouvelle Revue Théologique», 76 (1954) 374-391; M . J. GRUENTHANER, TWO Sun Miracles ofthe Bible: CBQ.10 (1948) 271-290; A. VAN H O O N A C KER, Das Wunder Josuas: «Theologie u n d Glaube», 5 (1913) 454-461; VERONNET, L'arret du soleil: «Revue d u Clergé Francais», 41 (1905) 585-609; A . BALOGH, El milagro del sol (Jos. 10,0-15): «Revista Ecclesiastica Xaveriana», 1 (1951) 31-70; R. F . FULLER, Sun, Stand than Still (Jos. 10,12): «Scripture», 4 (1951) 305-313; J. DE FRAINE, De miraculo solar i Josué: V D 28 (1950) 227-236; F . CEUPPENS, Le miracle de Josué (Lieja 1944); G . T H I L S , De solis institutione secundum Jos. 10,12-14: «Goll. Mechliniensia», 30 (1945) 153-156.

Conquista 28

del

mediodía

de Palestina

(10,28-43)

Aquel mismo día se apoderó Josué de Maceda y la destruyó con todos los vivientes que en ella había y su rey, pasándola a filo de espada. Dio al anatema la ciudad y a todos los vivientes que en ella había, sin dejar uno solo, y trató a su rey como había tratado al de Jericó.30 29 Pasó Josué con todo Israel de Maceda a Libna y la atacó. Yahvé la entregó también a las manos de Israel, con su rey, y la pasó a filo de espada a ella y a cuantos en ella había, sin dejar escapar uno, y a su rey le trató como había tratado al de Jericó. 31 Pasó luego Josué, y con él todo 3ZIsrael, de Libna a Laquis, y la atacó, acampando ante ella. Yahvé entregó a Laquis en las manos de Israel, que la tomó al segundo día y la pasó a filo de espada, con todos los vivientes que en ella había, como había hecho en Libna. 33 Entonces Horam, rey de Gazer, subió para socorrer a Laquis; pero Josué le derrotó a él y a su pueblo, sin dejar escapar a nadie. 34 Josué, y con él todo Israel, pasó de Laquis a35 Eglón; pusieron su campo junto a la ciudad y la atacaron. Aquel mismo día la tomaron y pasaron a filo de espada a todos los vivientes que había en 36 ella, y la dieron al anatema, como habían hecho con Laquis. Josué, con todo Israel, subió de Eglón a Hebrón y atacaron la ciudad; 37 tomada, la pasaron a filo de espada a ella y a su rey, a todas las ciudades de ella dependientes y a todos los vivientes que en ellas se hallaban, sin dejar a

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nadie, como lo había hecho Josué en Eglón, y38la dio al anatema con todos los vivientes que en ella había. 39Josué, y todo Israel con él, se volvió contra Dabir y la atacó; tomada, con su rey y todas las ciudades de ella dependientes, las pasaron a filo de espada, y dieron al anatema a todos los vivientes que allí había, sin dejar escapar a nadie. Josué trató a Dabir y a su rey como había tratado a Hebrón. 40 Josué batió toda la tierra, la montaña, el mediodía, los llanos y las pendientes, con todos sus reyes, sin dejar escapar a nadie y dando al anatema a todo viviente, como lo había mandado Yahvé, Dios de Israel. 4 t Batiólos Josué desde Cadesbarne hasta Gaza y todo el territorio de Gosén hasta Gabaón. 42 Cogió Josué a todos sus reyes y toda su tierra en una sola expedición, porque Yahvé, Dios de Israel, combatió por Israel. 43 Después Josué, y todo Israel con él, tornó al campamento, a Gálgala.

73

Josué 11

Josué 10

desciende a Laquis (Tell ed-Duweir). A su ayuda corrió el rey de Gazer o Gezer, ciudad a veintiocho kilómetros al sudeste de Jafa. La ciudad de Dabir se encontraba en la montaña de Judá, al sudoeste de Hebrón, hacia el Negueb (12,13; 15,49; J u e i . n ) - Actualmente prevalece la sentencia de identificar su emplazamiento con tell Beit Mirsim 7 . Del examen de las ruinas de la ciudad se deduce que en la misma se produjo una gran devastación hacia el año 1225 a. C , contemporáneamente a la campaña bélica de Josué por el mediodía de Palestina. Las excavaciones arqueológicas de Laquis y Dabir confirman el relato histórico de la conquista de Canaán en los alrededores del año 1200 a. C. 8

Campaña contra el norte de Palestina

(11,1-15)

1

El escritor sagrado se limita a una descripción esquemática, estereotipada y con profusión de hipérboles de la campaña del mediodía de Palestina. Sin descender a detalles, da un conspecto breve de la campaña relámpago de Josué, a quien asistía Dios para asegurar el éxito. No es probable que Josué sometiera en dos días a todos los enemigos del sur y expugnara todas sus ciudades, muchas de las cuales estaban sólidamente fortificadas. Es muy posible que éstas resistieran a los asaltantes y no se entregaran sino después de feroz resistencia. El género literario histórico empleado en este relato puede fácilmente inducir a error si no se tienen en cuenta los modos peculiares de narrar y decir en uso en aquello tiempos de la antigüedad oriental. Sin preocuparse de los pormenores, ha resumido el hagiógrafo la conquista de las ciudades del mediodía de Palestina, que fue rápida, decisiva para el porvenir y victoriosa frente a un enemigo superior en número y en armas. La razón de este éxito radica en la intervención directa de Dios, que nunca faltaba mientras Israel permanecía fiel a las leyes de la alianza. En breves pinceladas se resume una campaña larga y penosa. El método histórico adoptado lleva al hagiógrafo a repetir la conquista de Maceda, que en los versículos anteriores (16-19) s e supone ya subyugada. El rey de Hebrón de que se habla en el v.37 era el sucesor del que fue ajusticiado en Maceda. A la gran figura de Josué se atribuyen victorias logradas por otros, a la manera como a la acción y actividades de Moisés se atribuye toda la legislación israelita. El método esquemático empleado se basa en una visión profética de la historia considerada en su unidad. Los comienzos humildes, desde el punto de vista de los designios de Dios, son ya realizaciones futuras. Al principio de la conquista de Canaán, el autor sagrado contempla el descanso de Israel en la tierra que Dios le da 6. Quien siga la campaña de Josué en el mediodía de Palestina sobre un mapa verá los desplazamientos en forma de S del jefe israelita. De Maceda (Jirbet el-Heisum) pasa a Libna, en la Sefela, en la desembocadura del valle de Elah (15,42; 21,13), cuyo lugar ocupa hoy Tell Bornat, a nueve kilómetros al sur de tell es-Safi. De Libna

Al tener noticia de estos sucesos Jabin, rey de Jasor, mandó una embajada 2 a Jobab, rey de Madón; al rey de Simerón, al rey de Acsaf, y a los reyes que estaban al norte de la montaña, y en el Araba, al sur de3 Queneret, en la llanura, y en las alturas de Dor, al occidente, y a los cananeos de oriente y de occidente, a los amorreos, a los jéteos, a los fereceos, a los jebuseos de la montaña y a los jeveos del pie del Hermón, en el territorio de Masfa. 4 Salieron con ellos todos sus ejércitos, gente innumerable, como las arenas que hay a las orillas5 del mar, con una gran muchedumbre de caballos y carros. Reuniéronse todos y vinieron a acampar concentrados junto a las aguas de Merom, para combatir a Israel. 6 Yahvé dijo a Josué: «No los temas, porque mañana, a esta misma hora, yo te los daré traspasados delante de Israel: desjarretarás sus caballos y quemarás sus carros». 7 Josué y todos los hombres de guerra llegaron de improviso 8cerca de las aguas de Merom y se precipitaron sobre ellos. Yahvé los dio enteramente en manos de Israel, que los batió y persiguió hasta Sidón la grande, hasta las aguas de Misrefot y hasta el valle de Masfa, a oriente. Los batió sin dejar escapar uno solo. 9 Josué los trató como Yahvé se lo 10 había dicho; desjarretó sus caballos y dio al fuego sus carros. Entonces se volvió Josué y tomó y pasó a su rey al filo de la espada. Jasor era antes la capital de todos estos reinos. 11 Pasaron a filo de espada a todos los vivientes que en ella se hallaban, dándolos todos al anatema; nada quedó de cuanto vivía, y Jasor fue dado a las llamas. 12 Josué tomó todas las ciudades de estos reyes, y cogió a todos sus reyes y los pasó a filo de espada, dándolos al anatema, como se lo había mandado Moisés, siervo de Yahvé. 13 Israel no quemó ninguna de las ciudades de la montaña, fuera de Jasor, que incendió Josué. 14 Todo el botín de estas ciudades y sus ganados los cogieron los hijos de Israel para ellos; pero pasaron a filo de espada a todos los hombres, hasta exterminarlos, sin dejar uno. 15 Lo que había mandado Yahvé a Moisés, su siervo, lo mandó éste a Josué, que lo ejecutó sin quitar palabra de cuanto Yahvé había mandado a Moisés. 7 ALBRIGHT, Archaeology of Palestine and the Bible: BASOR 17 (1938) 78-79; The Excav.itinns of the Beit Mirsim: «Annual of the American Schools of Oriental Research* (New

I l.iven 1932-1938). 6

6

DELORME, I . C . , 3 9 3 ; SCHILDENBERGER, I.C., I 4 O .

Véase K. ELLIGER, Josua in Judea: PJJ3 33 (1934) 47-71.

74

Josué 11

Es desconcertante la noticia del v.43 del capítulo anterior de que, una vez terminada la conquista de los territorios del mediodía de- Palestina, «Josué, y todo Israel con él, tornó al campamento, a Gálgala». Quizá la asamblea de Siquem siguió a la campaña del mediodía. En el presente capítulo describe el autor a grandes rasgos la campaña del norte de Palestina. La iniciativa de formar una coalición para oponerse al avance de los israelitas parte del rey de Jasor (v.i-s). Dios promete a Josué la victoria sobre estos nuevos enemigos (v.6) y, confiado en el auxilio divino, los ataca de improviso y los desbarata (v.7-9), expugnando sus ciudades y devastando toda la región. Se observa en la redacción de este capítulo una sorprendente analogía con la del capítulo anterior. En ambos se habla de una confederación de reyes, de la derrota de sus ejércitos, de la devastación del territorio y de un balance de la campaña. Como en el capítulo anterior, Dios promete a Josué la victoria sobre los enemigos; Josué parte también de Gálgala para ir en busca del enemigo; una y otra vez Josué cae de improviso sobre el ejército contrario. En el v.6 promete Yahvé a Josué que «mañana, a esta misma hora, yo te los daré traspasados delante de Israel», lo que no puede tomarse al pie de la letra, por mediar entre Gálgala y Jasor una distancia de más de cien kilómetros, que no puede salvarse en un día. Al llamamiento de Jabin, rey de Jasor (Tell el-Qedah, o Tell Waqqas, a seis kilómetros al sudoeste del antiguo lago Hule, 12,19; 19,36), acudieron los reyes de Madón (Jirbet Madin, a nueve kilómetros al oeste de Tiberíades, Deut 3,17), de Simerón (Semuriya, a doce kilómetros al oeste de Nazaret) y de Acsaf (Kefr Yasif, a diez kilómetros al nordeste de Acre). Secundaron el movimiento los reyes que ocupaban la parte septentrional de la región montañosa de Judea, los de la planicie al sur del lago de Genesaret, los de la Sefela (9,1) y los de la región de Dor, hoy Tantura, entre el monte Carmelo y Cesárea (12,23; I7>11)- En estos territorios habitaban diversos pueblos, tales como los cananeos, establecidos en las llanuras del Jordán y de la costa mediterránea; los amorreos, jéteos, fereceos, jebuseos, en la montaña; los jeveos, al pie del Hermón (9,7). El v.3 parece una adición redaccional para indicar que la región del norte de Palestina estaba poblada por idénticos pueblos y razas que la del sur. No se tiene noticia de que los jebuseos ocuparan otro territorio que el de Jerusalén y alrededores. Usando una expresión familiar en la Biblia (Gen 22,17), dícese que estos pueblos acudieron al llamamiento de Jabin tan numerosos «como las arenas que hay en las orillas del mar». Todos acamparon junto a las aguas de Merom (Meirum) o del lago Hule. Únicamente Jasor fue entregada al anatema, tratando a las otras ciudades con más benevolencia. Con el aniquilamiento de los reyes coligados no se adueñó Josué de toda la tierra del norte de Palestina ni la ocupó. Tomados los puntos estratégicos, las ciudades fueron cayendo después una tras otra en manos de los israelitas. Josué persiguió al enemigo hasta Sidón, la ciudad fenicia que con Tiro fue una de las capitales del reino (Gen 10,15); se conoce la Sidón marítima y la ciudad alta.

Josué 11

75

El lugar que ocupaba la ciudad de Jasor (Tell el-Qedah) ha sido explorado sistemáticamente durante los años 1955-1957 por Y. Yadin, de la Universidad hebraica de Jerusalén. De entre los valiosos resultados de las excavaciones merece destacarse el hecho de la destrucción de la ciudad cananea del Bronce reciente en el siglo XIII antes de Cristo, coincidiendo con la destrucción de Laquís y de I )abir. Este dato confirma una vez más la fecha de la entrada de los israelitas en Palestina hacia el año 1200 a. C. l Sumario

(11,16-20)

16

Así se apoderó Josué de todo este territorio, de la montaña, de todo el mediodía, de todo el distrito de Gosén, de17la llanura, del Araba, de la montaña de Israel y de sus llanos, desde la montaña desnuda que se alza hacia Seír, hasta Baal Gad, en el valle del Líbano, al pie18del monte Hermón. Cogió a todos sus reyes y les dio muerte. La guerra que hizo Josué contra todos estos reyes duró largo tiempo; 19 no hubo ciudad que hiciese paces con los hijos de Israel, fuera de los jeveos, que habitaban en Gabaón; todas las tomaron por la fuerza de las armas; 20 porque era designio de Yahvé que estos pueblos endureciesen su corazón en hacer la guerra a Israel, para que Israel los diese al anatema, sin tener para ellos misericordia, y los destruyera, como Yahvé se lo había mandado a Moisés. Este sumario es muy parecido al que se da en 10,40. Conquistó Israel el macizo central (hahar) en torno a Jerusalén (9,1; 10,40); el Negueb (de nagab, ser seco, árido), o sea, la extremidad meridional de Palestina, desde Bersabé hasta el desierto de Sin; la Sefela, territorio comprendido entre el macizo central y la costa mediterránea, y la Araba, nombre con que se designa la cuenca del Jordán, desde el lago de Genesaret hasta el mar Muerto. El término Gosén designa un territorio o ciudad del sur de la montaña de Judá (10,41; 15,51). Como límites meridional y septentrional de todo el territorio conquistado se señalan la montaña desnuda (hehalaq), que corresponde al actual Gebel Halaq, al nordeste de Abdeh, en el extremo sur de Palestina en dirección a Cadesbarne (Deut 1,2; 9,23) y Baal Gad, en el valle del Líbano, a los pies del Hermón (12,7; 13,5), probablemente, en Hasbeya, una de las fuentes del Jordán. Se dice que ninguna ciudad hizo las paces con los hijos de Israel, no porque no la pidieran, sino por ser designio de Dios entregarlas al anatema y destruirlas. Pero no endureció Dios el corazón de los enemigos (Ex 4,21-14,17), como pudiera dar a entender el texto masorético, permitiendo únicamente su endurecimiento con vistas al bien religioso y moral de los israelitas. Como se indica en el v.18, la conquista del norte de Palestina exigió largo tiempo. 1 Y. YADIN, Excavations at Hazor: «Biblical Archaeologist», 19 (1956) 2-12; Further Light on Biblical Hazor: ibid., 20 (1957) 34-47; The third Season ofExcavation at Hazor 1957: ibid., 21 (1958) 30-47; S. YEIVIN, The hraelite Settlement in Galilee and the Wats with Jabin 0/ Hazor: «Mélanges Robert» (París 1951) 95-104; Y. YADIN, J. AHARONI, R. AMIRAN, T. D O THAN, I. DUNAYVSKY, J. PERROT, Hazor 1, II (Jerusalén 1958-1960).

76

Exterminio

de los enaquim

(11,21-22)

21 En este tiempo se puso Josué en marcha y exterminó a los enaquim de la montaña de Hebrón, de Dabir y de Anab, de toda la montaña de Judá y de toda la montaña de Israel. Josué los dio al anatema con todas sus ciudades. 22 No quedó un enaquim en todo el territorio de los hijos de Israel; sólo quedaron en Gaza, en Gat y en Azoto.

Se introduce con indicaciones cronológicas muy vagas la noticia de la campaña contra los enaquim. Es posible que en la conquista del sur de Palestina les atacara Josué, pero supervivieron largo tiempo, batiéndolos Caleb (Jos 15,13-19; 14,13-15). Pertenecían los enaquim a una raza de grande estatura que había impresionado fuertemente a los exploradores israelitas, ante los cuales se consideraban como langostas (Núm 13,25; 29,34; Deut 2,10). La imaginación popular exageró sus facultades físicas para explicar con ello la construcción de los monumentos megalíticos esparcidos por toda la región. Habitaban en Hebrón (10,36), Dabir (10,38-39) y Anab (15,50), es decir, en el sudoeste de Hebrón. Gaza, Azoto y Gat pasaron a Israel bajo David (1 Sam 6,17). Conclusión

y transición

(11,23)

23

Se apoderó Josué de todo el territorio, conforme a todo lo que Yahvé había dicho a Moisés, y se lo dio en heredad a Israel por partes, según sus tribus, y la tierra descansó de la guerra. En el v.23 termina el autor sagrado la primera parte de su libro. A base de un número determinado de hechos reales presentados de un modo épico, ha probado suficientemente la tesis de que Dios cumplió su promesa de entregar a su pueblo el territorio de Canaán, ocupado por pueblos idólatras. La penetración en Palestina, lejos de ser pacífica, exigió un grande esfuerzo bélico que tuvo éxito gracias a la intervención constante de Dios. Esta providencia divina, que tan desinteresadamente combatió al lado de Israel, obligaba a éste a corresponder a sus beneficios con una fidelidad ciega a los preceptos divinos y una conducta ajustada a las leyes de la alianza. Además de haber limpiado Dios el territorio de enemigos, había facilitado a los israelitas el cumplimiento de sus deberes religiosos y morales, con la orden de exterminar a los habitantes de Canaán para que no fueran motivo de tropiezo y escándalo. Con ello se justifica el rigor con que se trató a los pueblos paganos, aniquilando a sus hombres, mujeres y niños. Reyes 1

vencidos:

1) de TransJordania

77

Josué 12

Josué 12

(12,1-6)

He aquí los reyes de la tierra que batió Israel, apoderándose de sus territorios, al otro lado del Jordán, a oriente, desde el torrente del Arnón hasta el monte Hermón, y todo el Araba, a oriente: 2 Seón, rey de los amorreos, residente en Hesebón;

su dominio se extendía desde Aroer, a orillas del torrente del Arnón, y desde el medio de este valle, sobre la mitad de Galaad, hasta el torrente de Jacob, en la frontera de los hijos de Amón; 3 sobre el Araba hasta el mar de Queneret, a oriente, y sobre el mar del Araba, el mar de la Sal, a oriente, hacia Betjesimot,4 y del lado del mediodía, al pie de las pendientes del Pasga. El territorio de Og, rey de Basan, de los restos de los refaím, residentes en Astarot y en Edraí. 5 Su dominio se extendía sobre la montaña de Hermón, sobre Saleja, sobre todo Basan, hasta la frontera de Garur y de Macat y 6hasta la mitad de Galaad, territorio de Seón, rey de Hesebón. Moisés, siervo de Dios, y los hijos de Israel los batieron; y Moisés, siervo de Yahvé, dio sus territorios en heredad a los rubenitas y gaditas y a media tribu de Manases. Antes de entrar en la segunda parte de su libro añade el autor sagrado un apéndice sobre los reyes vencidos de TransJordania y de Cisjordania. En la primera parte resume el relato del Pentateuco acerca de los dos poderosos reyes de TransJordania batidos por Moisés (Deut 1,4; 3,8.11-13.16-17), Seón y Og. Su territorio se extendía desde el torrente Arnón (Núm 21,13), al sur, hasta la montaña de Hermón, al norte. No se señalan sus fronteras orientales, que se pierden en la inmensidad del desierto; pero se señala, en cambio, el Araba (8,15; 11,2) como frontera occidental. El territorio de ambos reyes fue entregado por Moisés a los rubenitas, gaditas y a media tribu de Manases (Deut 3,12-17; 29,7). Los refaím (v.4) es un pueblo legendario al que se atribuían los monumentos megalíticos (dólmenes, menhires) de TransJordania y Cisjordania (Deut 3,11; Gen 14,5). Residían en Astarot (Tell Astarat), a cuarenta kilómetros al sur de Quenitra, y en Edraí, la actual Dera. Garur y Macat (v.5) estaban al oriente del lago de Tiberíades (Deut 3,14).

2) De Cisjordania 7

(12,7-24)

Reyes de la tierra que batió Josué y los hijos de Israel de este lado del Jordán, a occidente, desde Baal Gad, en el valle del Líbano, hasta la montaña desnuda que se alza hacia Seir, cuyos territorios dio Josué en heredad a las tribus de Israel, según sus familias, 8 en la montaña, en la llanura, en el Araba, en las vertientes, en el desierto, en el Negueb; de los jéteos, de los amorreos, de9 los cananeos, de los fereceos, de los jeveos y de los jebuseos; el rey de Jericó, el rey de Hai, cerca de Betel; 10 el rey de Jerusalén, el rey de Hebrón, U el rey de í2 Jerimot, el rey de Laquis, el rey de Eglón, el rey de Guezer, 13 el rey de15 Dabir, el rey de Gueder, 14 el rey de Jorma, el rey de Arad, el rey de Libna, el rey de Odulam, l s el rey de 7 Maceda, el rey de Betel, 1 el rey de Tafuaj, el rey de Ofer, 18 el rey de Afeg, el rey de Sarón, 19 el rey21de Madón, el rey 20 de Jasor, el rey de Simerón, el rey de Acsaf, el rey de Tanac, 22 el rey de Mageddo, el rey de Cades, el rey de Jacneam, en 2 el Carmelo; 3 el rey de Dor, en las alturas de Dor; el rey de Goyim, junto a Guilgal; 24 el rey de Tirsa. En todo, treinta y un reyes.

79

Josué 13

Josué 13

Las fronteras norte y sur de Palestina iban, respectivamente, desde Baal Gad (11,16) a la «montaña pelada» (Gebel Halaq), de que habló el texto (11,17). En otras ocasiones, para señalar los límites de Palestina se emplea la fórmula clásica «desde Dan hasta Bersabé» (1 Sam 3,20). Todos los reyes comprendidos dentro de estos límites habitaban, o bien eñ la montaña (hahar), o en el Araba, en la Sefela y a lo largo de la costa del Mediterráneo. Todos ellos fueron vencidos y entregado su territorio a los israelitas. El balance de la campaña era espléndido, por cuanto quedaban los israelitas dueños virtualmente de todo el territorio de acá del Jordán. No se había realizado el vasto programa previsto en 1,4, pero el resultado de la campaña era tal que podía pensarse en la distribución del territorio entre las tribus. Esta lista de reyes es una prueba del esquematismo histórico del libro de Josué, en el que se consignan los hechos más salientes sucedidos en los largos años (yamim rabbim) que duró la penetración de Israel en Canaán 1.

de Palestina a los israelitas. Quedaban por conquistar los distritos de los filisteos, la Fenicia, el Líbano. Los guesuritas habitaban al sur de Palestina, cabe los filisteos (1 Sam 27,8). El Sijor es uno de los canales de la frontera de Egipto, el llamado Wadi el-Arish. Se mencionan los cinco príncipes (seranim) de la pentarquía filistea Que 3,3; 16,5; 1 Sam 5,6). Los gueblitas son los habitantes de Gebal, la antigua Byblos, al norte de Beirut. En Jue 3,1-6 se da la razón de por qué Dios no entregó estos pueblos en manos de los israelitas, que fue para que las generaciones futuras se acostumbraran a la guerra y apreciaran el esfuerzo llevado a cabo por sus antepasados. Otra razón apuntada en Jue 3,4 es de que «estos pueblos habían de servir para por ellos probar a Israel y saber si obedecería a los mandatos que Yahvé había dado a sus padres por medio de Moisés». La mejor prueba, en efecto, de su fidelidad a la alianza era la de mantenerse fiel a Dios en medio de un mundo idólatra 1. El reparto debía efectuarse por suertes (Is 34,17; Miq 2,4-5).

78

Repartición SEGUNDA PARTE

DISTRIBUCIÓN Advertencia

DE LA TIERRA de Dios

DE CANAAN

a Josué

(c.13-22)

(13,1-6)

1

Josué era ya viejo, entrado en años, y Yahvé le dijo: «Eres ya viejo, de 2 edad avanzada, y queda todavía mucha tierra por conquistar. Mira lo que queda: todos los distritos de los filisteos y todo el territorio de Gesur; 3 desde el Sijor, que corre al oriente de Egipto, hasta la frontera de Acarón, hacia el norte, que se reputa como de los cananeos; los cinco príncipes de los filisteos, el de Gaza, el de Azoto, el de 4 Ascalón, el de Gat y el de Acarón; los jeveos al mediodía; toda la tierra de los cananeos, y Ara, que es de los sidonios, hasta Afee, hasta la frontera de los amorreos; 5 la tierra de los gueblitas y todo el Líbano a oriente, desde Baal Gad, al pie del monte Hermón, hasta la entrada de Hamat; s todos los habitantes de la montaña, desde el Líbano hasta las aguas de Misrefot; todos los sidonios. Yo los arrojaré de delante de los hijos de Israel. Pero distribuye por suertes esta tierra en heredad a los hijos de Israel, como yo lo he mandado. La conquista de muchos lugares estratégicos de Palestina había requerido el espacio de muchos años; «quedaba todavía mucha tierra por conquistar», pero Josué era ya de edad avanzada. En la imposibilidad de apoderarse de toda la tierra prometida antes de su muerte, le manda Dios que la distribuya por suertes, aun aquella que ocupaba el enemigo, a los hijos de Israel. Josué puede reunirse tranquilo con sus padres, confiado en la promesa de que Dios arrojará de sus territorios a los pueblos enemigos para entregárselos a su pueblo escogido. Las campañas de Josué habían abierto las puertas 1

de las tierras

de Trans Jordania

(13,7-14)

7

Para la identificación de los territorios mencionados: ABEL, Géographie II; BALDI, UBACH, NOTH (Josua, 113-22); M. NOTH, Studien zu den historischgeographischen Dokumenten des Josuabuches: «Zeitschrift für Deut. Palest. Vereins», 58 (1938) 185-255; SIMONS, l.c.

Ahora, pues, distribuye esta tierra entre las nueve tribus y la media de Manases. 8 Con la otra mitad, los rubenitas y gaditas recibieron ya su heredad, que les dio Moisés al otro lado del Jordán, a oriente, como se la distribuyó Moisés, siervo de Yahvé: 9 desde Aroer, a orillas del torrente del Arnón, y desde la ciudad que 10está en medio del valle, toda la llanura de Madaba hasta Dibón; todas las ciudades de Seón, rey de los amorreos, que reinaba en Hesebón, hasta la frontera de los hijos de Ammón; n Galaad, el territorio de Gesur y de Macat, toda la montaña de Hermón y todo el Basan, hasta Saleca; 12 todo el reino de Og, en Basan, que reinaba en Astarot, y en Edraí, y eran los últimos restos de los refaím. Moisés batió a estos reyes y los desposeyó; 13 pero los hijos de Israel no desposeyeron a los guesuritas y a los macatitas, y Gesur y Macat habitan en medio de ellos hasta hoy. 14 La tribu de Leví fue la sola a que Moisés no dio heredad, porque las combustiones de Yahvé, Dios de Israel, son su heredad, como él se lo dijo. Gomo se ha hablado ya otras veces (1,12-15; 12,1-6), las tribus de Rubén, Gad y media tribu de Manases habían recibido su heredad en TransJordania (Deut 3,12-17). Moisés se la había dado; a Josué quedaba la tarea de hacer la distribución de las tierras de Cisjordania entre las nueve restantes y la media de Manases. Pero así como las tribus del lado de acá del Jordán debían convivir con los naturales del país, del mismo modo «los hijos de Israel no desposeyeron a los guesuritas y a los macatitas» (12,5; Deut 3,14), que convivían con las tribus transjordánicas aun en los días en que se escribía este relato. A los hijos de Leví no se les concedió heredad entre el pueblo, porque las combustiones por el fuego eran su heredad (Núm i8,2oss; Deut 10,8-9; l8 > 2 ) 21 D. BALDI, La térra Promessa nel programma di Giosué (13,2-5): «Líber Annuus I Studii Biblici Franciscani» (Jerusalén 1051) 87-106; S. MOWINCKEL, Zur Frage nach Dokumentarischen Quellen in Josua 13-19 (Oslo 1946). 2 B. MAZAR, Geshur and Maacah: JBL 8 (1961) 16-28.

80

Herencia de Rubén

(13,15-23)

15 Moisés había dado a los hijos de la tribu de Rubén una parte según las familias. 16 Tuvieron por territorio, a partir de Aroer, a oriilas del torrente del Arnón y de la ciudad situada en medio del valle, toda la llanura hasta Madaba; 17 Hesebón y todas las ciudades del llano, Dibón, Bamot Baal, Bet Baal, Maón, 18 Jahsa, Quedamot, Mefat, 19 Quiryataím Sabama, Sarat Asar, en el monte del valle; 20 Bet Fogor, las pendientes del Pasga, Bet Jesimot, 21 todas las ciudades del llano y todo el reino de Seón, rey de los amorreos, que reinaba en Hesebón; Moisés le derrotó a él y a los príncipes de Madián, Eví, Requem, Sur, Jur y Rebe, tributarios de Seón, que habitaban la tierra. 22 El adivino Balaam, hijo de Beor, fue también del número de los que los hijos de Israel pasaron a filo de espada. 23 Así el territorio de los hijos de Rubén llegaba hasta el Jordán y sus riberas. Esta fue la heredad, las ciudades y sus pueblos, de los hijos de Rubén y sus familias.

Aunque Rubén se hubiera establecido antes en el territorio por condescendencia de Moisés (Núm 32,iss), el hagiógrafo menciona de nuevo los límites de su territorio con las principales ciudades. Poseían los rubenitas numerosos rebaños, entregándose a la vida deí pastoreo. Débora criticará más adelante su conducta porque su afición desmesurada por la vida nómada le retraía de la obligación de luchar juntamente con las otras tribus de Israel Que 5,15-16). En tiempos del rey David no figura Rubén como población sedentaria, terminando por fundirse con los gaditas (1 Sam 13,7; 2 Sam 24,5). En la estela de Mesa solamente se hace mención de Gad como tribu israelítica al norte del torrente Arnón (12,2; Núm 21,13; Deut 2,24; Núm 23,24; Deut 2,36). Pereció Balaam en la guerra contra los madianítas (Núm 31,8).

Territorio de Gad

81

Josué 14

Josué 13

(13,24-28)

anexionarse la tribu de Rubén, indolente para la guerra. Se recuerda a Gad en la estela de Mesa, en donde se dice que habitaba en Atarot. Edificó esta tribu ciudades en Galaad (Núm 32,34). Media

tribu

de Manases

(13,29-33)

29

Moisés dio a la media tribu de Manases una parte, según sus familias. 30 Tuvieron por territorio, a partir de Majanaím, todo Basan, todo el reino de Og, rey de Basan, y todos los burgos de Jair en Basan, sesenta ciudades; 31 la mitad de Galaad, Astarot y Edraí, ciudades del reino de Og en Basan, fueron dadas a Maquir, hijo de Manases, a la mitad de los hijos de Maquir, según sus familias. 32 Estas son las partes que distribuyó Moisés, cuando estaba en los llanos 33de Moab, del otro lado del Jordán, frente a Jericó, a oriente. Pero Moisés no dio parte a la tribu de Leví; Yahvé, Dios de Israel, es su parte, como él se lo ha dicho. A la media tribu de Manases (Deut 3,13-15; Núm 32,41) se le dio el territorio al norte del río Yaboc, que comprendía todo Basan, el reino de Og y los burgos de Jair. Astarot (hoy Tell Astarat), llamada así en honor de la diosa Ashtoret, se menciona en los textos egipcios de execración y en la lista de las ciudades cananeas conquistadas por Tutmosis III. Fue la ciudad principal del reino amorrita de Og (12,4). Ciudad levítica (21,27; 1 Crón 6,71), fue conquistada por Teglatfalasar III, como aparece en un bajorrelieve hallado en Calah, sobre el Tigris (PRITCHARD, 242.329). Al norte de su heredad residían los macatitas y los guesuritas, que, según 13,13, resistieron a los israelitas. A Maquir (17,1-6), primogénito de Manases y padre de Galaad, se le asignó la región septentrional del Yaboc y Basan. De nuevo repite el autor sagrado el estribillo de que esta distribución de la región transjordánica fue ratificada solemnemente por Moisés en los llanos de Moab, frente a Jericó 3 . PRIMERA DISTRIBUCIÓN E N GÁLGALA (c.14-17)

24

Moisés dio a la tribu de Gad una parte según sus familias. Su territorio comprendía: Jaser, todas las ciudades de GaIaad, la mitad de la tierra de los hijos de Ammón hasta Aroer, que está enfrente de Raba, 2 desde Hesebón hasta Ramat, Masfe y Betonim, y desde Majanaím hasta la frontera de Debir; 27 y e n e ] valle de Bet Aram, Bet Nimra, Sucot y Safón, parte del reino de Seón, rey de Hesebón, el Jordán y sus riberas, hasta el cabo del mar de Queneret, del otro lado del Jordán, a oriente. 28 Esta fue la heredad, ciudades con sus pueblos, de los hijos de Gad según sus familias. 25

Gad se instaló en TransJordania, al norte del territorio de Rubén. A diferencia de sus hermanos del sur, los gaditas eran guerreros (Deut 33,20; 1 Crón 21,8). A Gad había dicho Jacob: «Gad: salteadores le asaltan, y él les pica los talones» (Gen 49,19). De hecho, cuando los nómadas le asaltan, sabe defenderse. Y no solamente se defendía, sino que, de tendencia absorbente, acabó por

Hasta el presente hemos visto a Josué obrar individualmente, pero a partir del v.i del c.14 le asisten Eleazar (Ex 6,23; Núm 20, 22-29), sacerdote, y los jefes de familia de las tribus de Israel (Ex 6,25; Núm 32,28; 36,1). Ya en el libro de los Núm 34,16-29 se prevé la repartición del territorio bajo la dirección de dos jefes, uno de la casta sacerdotal y otro laico. En realidad, no eran los hombres ni la suerte ciega los que señalaban a cada tribu su heredad (Núm 26,55; 33,54; 34,13; 36,2), sino el oráculo divino, al que se consultaba por medio de los urim y tummim, de que hemos hablado. Anota el texto que las tribus de José formaban dos unidades distintas, 3 Para la identificación de las ciudades y territorios mencionados, véase N O T H , l.c. ; R. DE VAUX, Notes d'histoire et de topographie transjordaniennes: «Vivre et P e n s e n : RB 50 (1941) 16-47; N . GLUECK, Some ancient Twons in ¡fie PImns ofMoab: B A S O R 91 (1943) 7-26; 92 (1943) 26ss; A . BERGMANN, The Israelita Tribe of half-Manasseh: «Journal of Palestine Oriental Society», 16 (1936) 224-254; A . AUGUSTINOVIC-B. BAGATTI, Escursione nú dintorni di Aglun (norddi Transjordania): «Líber A n n u u s II S t u d ü Biblici Franciscani», 2 (1952) 227-314.

82

Josué 14

aunque se tratase de una sola tribu patriarcal (Gen c.29-30; Deut 27, 11 -13), y repite que no se asignó territorio alguno a la de Leví. La distribución anterior entre las tribus de Rubén y de Gad y media de la de Manases fue determinada por Moisés; a Josué competía la distribución de la heredad entre las otras tribus. Parte de esta tarea la llevó a cabo Josué en Gálgala. Favor

otorgado

a Caleb

83

Josué 15

(14,1-15)

1

He aquí lo que los hijos de Israel recibieron en heredad en la tierra de Canaán; lo que les distribuyeron Eleazar, sacerdote; Josué, hijo de Nun, y los jefes de familia de las tribus de los hijos de Israel. 2 Fue la suerte la que asignó su heredad, como Yahvé se lo había mandado a Moisés, a las nueve tribus y a la media tribu de Manases. 3 Pues Moisés había ya dado su heredad a dos tribus y a media de la de Manases, al otro lado del Jordán.4 No dio nada de la heredad a los levitas en medio de ellos. Los hijos de José formaban dos tribus, Manases y Efraím, y no se dio a los levitas parte en el territorio, fuera de las ciudades de su habitación y los campos de pastos para sus ganados y rebaños. 5 Los hijos de Israel cumplieron lo que Yahvé había mandado a Moisés, y distribuyeron la tierra. 6 Algunos de los hijos de Judá se acercaron a Josué, en Gálgala, y Caleb, hijo de Jefoné el quineceo, le dijo: «Ya sabes lo que a Moisés, siervo7 de Dios, dijo Yahvé respecto de mí y de ti en Cadesbarne. Cuarenta años tenía yo cuando Moisés, siervo de Yahvé, me mandó de Cadesbarne para explorar la8 tierra, y yo le hice relación según la sinceridad de mi corazón. Mientras que mis hermanos, los que conmigo habían subido, descorazonaron al pueblo, yo seguí enteramente a Yahvé, mi Dios. 9 Aquel día hizo Moisés este juramento: La tierra que pisaren tus pies será tu heredad y la de tus hijos perpetuamente, porque tú has seguido enteramente a Yahvé. 10 Ahora, pues, Yahvé me ha conservado la vida, como lo prometió durante los cuarenta y cinco años transcurridos desde que Yahvé dirigió a Moisés esta palabra, mientras caminaba n Israel por el desierto, y tengo ahora ochenta y cinco años; pero ya ves que estoy robusto hoy, como lo estaba al tiempo en que Moisés me mandó; mi fuerza es ahora 12 la misma de entonces para luchar, para salir y para entrar. Dame, pues, este monte, de que habló Yahvé aquel día, pues allí están los enaquim, y tienen ciudades grandes y fuertes; quizá quiera Yahvé estar conmigo y logre arrojarlos, según la palabra de Yahvé». 13 Josué bendijo a Caleb, hijo de Jenofé, y le dio Hebrón en heredad. 14 Por eso Hebrón pertenece en heredad a Caleb, hijo de Jefoné el quineceo, hasta el día de hoy, porque siguió enteramente a Yahvé, Dios de Israel. 15 Hebrón se llamó antes Quiriat-Arbé. Arbé fue el hombre más grande de los enaquim. La tierra descansó de la guerra. Antes de efectuarse la repartición, Caleb (Núm 13,6-30; 14,624; 36,65, etc.), de origen edomita, acompañado por algunos hombres de la tribu de Judá, se presentó a Josué y le recordó el juramento que le hizo Moisés de entregarle en heredad perpetua la

tierra que pisaron sus pies durante la famosa exploración de la tierra de Canaán (Núm 13,22-24; Deut 1,20-40). El grupo de los quineceos (v.6), al que pertenecía Caleb, hijo de Jefoné (Núm 32,12; 34,19), entró en contacto con Israel en la región de Cadesbarne, desde donde penetró directamente en la zona meridional montañosa de Palestina. Josué, al dar su bendición a Caleb, accedió a su petición, entregándole la región montañosa en la cual está enclavada la ciudad de Hebrón. Habitaban aquella región los enaquim (i 1,21), hombres robustos, con ciudades grandes y fuertes, que el clan calebita arrojará de las mismas con el auxilio de Dios. Según el cómputo de Caleb, la conquista de Palestina se efectuó en unos cinco años. Cuando Moisés le mandó desde Cadesbarne (Deut 2,14; 9,23; Núm 13,22-24) a explorar la tierra, contaba cuarenta años de edad; durante otros cuarenta peregrinó por el desierto. Aunque de edad avanzada, estaba robusto y fuerte tanto para luchar como para los trabajos cotidianos, cuya idea el autor sagrado expresa con la locución semítica de «entrar y salir» (Deut 28,6). El poderío de Hebrón había sido quebrantado por Josué durante la campaña del mediodía de Palestina (10,36-37), pero quedaban todavía enemigos en el territorio. Caleb era de familia edomita (Gen 36,11), agregada a la tribu de Judá (Núm 13,6). Arbé, que se lee en el v.15, fue interpretada por la tradición judía como nombre de varón (ha hadam ha hadol), convirtiéndolo en el más famoso de los enaquim, de donde la traducción de la Vulgata: «Adam, * el más grande de los hombres, se encuentra allí entre los enaquim». San Jerónimo se hace eco de una tradición rabínica según la cual Adán fue originario de Hebrón (Epist. Paulae: PL 22,886). La última frase del mismo verso: «la tierra descansó de la guerra», denota o que se trata de una glosa posterior o que este capítulo seguía inmediatamente a la conquista del mediodía de Palestina (10,25). Herencia 1

de la tribu

de Judá

(15,1-12)

La parte que en suerte tocó a la tribu de los hijos de Judá, según sus familias, se extendía hasta la frontera de Edom, en el desierto de Sin, al mediodía por el confín meridional. 2 Su frontera meridional partía desde la extremidad del mar 3de la Sal, de la parte de este mar que se vuelve hacia el sur, y se prolongaba al mediodía de la subida de Acrabim; pasaba a Sin y subía al mediodía de Cadesbarne; pasaba a Esrón, subía hacia Adar y se volvía a Carcaá; 4 pasaba luego a Asmón y continuaba hasta el torrente de Egipto, para morir en el mar. Esta os será la frontera meridional. 5 La frontera oriental fue el mar de la Sal hasta la desembocadura del Jordán. La frontera septentrional partía de la parte del mar de la Sal donde desemboca el Jordán, 6 subía hacia Bet Aglá, pasaba al norte de Bet Araba, subía hasta la peña de Boén, hijo de Rubén; 7 seguía subiendo a Deberá, a partir del valle, a Ajor, y volvía hacia el norte del lado de Gálgala, que está al frente del monte de Adomim, al sur del torrente; pasaba a En Semes y llegaba a En Rogel; 8 de allí subía por el valle de Ben Hinón, viniendo por el mediodía hasta tocar el límite de Jebús, que es Jerusalén, y subía luego por la

84

Josué 15

A Judá había prometido su padre Jacob la hegemonía sobre las otras tribus (Gen 40,8-12). En la repartición del territorio hecha por Josué en Gálgala corresponde la primacía a Judá, que recibe una herencia superior a la de cualquiera otra tribu. Con una gran abundancia de detalles, que no se encuentran en la fijación de los límites de las otras tribus, se describen sus fronteras del sur y del norte, este y oeste. Sin embargo, no todo el territorio que se le asigna estaba pronto para la ocupación, ya que el establecimiento de los filisteos en las costas del Mediterráneo le impedía asomarse al mar. Por el sur confinaba con Edom (Núm zo,i4ss), desierto de Sin, la región de Cadesbarne (Núm 20,1; Deut 32,51), Jasar Adar (Núm 34,4), en el actual Ain el-Qaderat, continuando por el wadi el-Arish, o torrente de Egipto, hasta el Mediterráneo. La frontera septentrional arrancaba de la orilla septentrional del mar Muerto, subía hacia Bet Agía (18,19), al noroeste de la desembocadura del Jordán. Pasaba al norte de Bet Araba (18,22), que puede identificarse quizá con Ain Gharba, al sur de Gálgala, La línea fronteriza pasaba por Deberá (el wadi Debr), al este de Neby Musa, valle de Ajor (7,24) y subida de Adumim, a veinte kilómetros al este de Jerusalén, en la actual carretera de Jerusalén a Jericó; pasaba por Ain Semes, hoy día llamada Ain el-Hod, al sudeste de Betania, y llegaba a Ain Rogel (1 Re 1,9), situada al sur de Jerusalén. De allí, por el valle de Bene Hinón, tocaba el límite sudoeste de Jerusalén. Continuaba la frontera por el valle de Refaím, al sudoeste de Jerusalén. Desde la cima del monte, la línea seguía hacia las aguas de Neftoá, actual Lifta, y Baala, Quiriat-Jearim (9,17). De allí se inclinaba un poco hacia el sur hasta Bet Semes y Timna, remontando de nuevo en dirección noroeste hasta alcanzar el mar Mediterráneo por el nahr Rubin. La ciudad de Jerusalén pertenecía a la tribu de Benjamín. La proximidad de los límites entre ambas tribus hizo que la ciudad se atribuyera unas veces a Judá y otras a Benjamín (Jue 1,21). Digresión 13

sobre

Caleb

85

Josué 15

cima del monte que está frente al valle de 9Hinón, a occidente, y al extremo del valle de Refaím, al norte. Desde la cima del monte se inclinaba hacia los manantiales de agua de Neftoá, seguía hacia las ciudades de la montaña de10 Efrón y se volvía en dirección a Bala, que es Quiriat-Jearim. De Bala se volvía la frontera a occidente, hacia el monte Seir; pasaba por la vertiente septentrional del monte Jarim, que es Quesalón; bajaba a Betsames y pasaba por Timna; 11 continuaba al norte por la vertiente de Acarón y se dirigía hacia Secrona; pasaba por el monte de Bala y llegaba a Jabnel, para morir en el mar. 12 La frontera occidental era el mar Grande; éste era el límite. Estas fueron las fronteras de los hijos de Judá según sus familias.

(15,13-19)

Se había dado a Caleb, hijo de Jefoné, una parte en medio de los hijos de Judá, como Yahvé se lo había mandado a Josué; Quiriat-Arbé, del padre de Enac, que es Hebrón. 14 Caleb arrojó de allí a los tres hijos de Enac: Sesai, Ajuman y Tolmar, descendientes de Enac. 15 De allí subió contra los habitantes

de Dabir, que se llamaba antes Quiriat Sefer. 16 Caleb dijo: «Al que bata y tome Quiriat Sefer le daré por mujer a mi hija Acsa». 17 La tomó Otoniel, hijo de Quenaz, hermano de Caleb, y éste le dio su hija Acsa por mujer. 18 Cuando iba ella a la casa de Otoniel, incitóla éste a que pidiera a su padre un19 campo; bajóse ella del asno, y Caleb le dijo: «¿Qué tienes?» Ella le respondió: «Hazme un don; pues que me has heredado en tierra de secano, dame también tierra de regadío». El le dio el Gulot (Fuentes) superior y el inferior. Los v.13-19 de este capítulo son continuación de 14,6-15. Ya dejamos dicho que Caleb, edomita, en premio de su fidelidad recibió una parte en medio de los hijos de Judá (14,9; Deut 1,36). Como había asegurado a Josué, Caleb tenía fuerzas suficientes para arrojar de Hebrón a los enaquim. Hebrón se llamó antiguamente Quiriat-Arbé, es decir, ciudad de los cuatro clanes, Enac y sus hijos. Enac, nombre hurrita, es considerado como el antepasado de los enaquim (21,11). En Dabir, conquistada por Josué (10,39; n , 2 i ; 12,13; Jue 1,11-12), quedaban núcleos de enemigos; Caleb prometió su hija por esposa al que batiera y tomara la ciudad. Lo hizo Otoniel (Jue 3,7-11). Se dice que éste era hijo de Quenaz, hermano de Caleb; pero en otros lugares se le llama hijo de Sefoné (14,6; 15,13), por lo cual debe darse a la palabra hermano un sentido amplio de pariente; o acaso se llaman hermanos por representar dos clanes de quenecitas. Cuando Acsa se dirigía a casa de su esposo, pidió, a instancias de éste, «una bendición» a su padre, con lo cual se significaba una parcela de terreno de regadío (Gen 33, 11). Caleb accedió, concediéndole dos manantiales de agua, ed-Dilbeh, a unos diez kilómetros al sudoeste de Hebrón. En un país tan árido como el sur de Palestina, un manantial representa una bendición.

Ciudades del territorio de Judá 20

(15,20.63)

Esta fue la heredad de la tribu de los hijos de Judá según sus familias. 21 Las ciudades situadas al extremo de la tribu de los hijos de Judá, hacia 22 la frontera de Edom, en el23Negueb, son: Cabsel, Eder, Jagur, Quina, Dimona, Adada, Cades, Asor y26 Jetnán; 24 Zif, Telem, Balot,2725 Asor el nuevo y Cariot, Esrom, Aman, Sama, Molada, Asergada, Asemón, Bet Felet, 28 30 Asarsual, Berseba y Baciotia; 29 Bala, Jim, Esem, Eltolad, 3J 32 Quesil, Jorma, Siceleg, Madmana, Sansana, Lebaot, Seljim, Ain 33y Remón; en todo, veintinueve ciudades con sus pueblos. En la Sefela (Llanura), Estaol, Sarea, Asena, 34 Za3S noe, Ain Ganim, Tafuaj, Enaim, Jerimot, Adulam, Socó, Azeca, 36 Saraím, Aditaím,37 Guedera y Guederotaím; catorce 3S ciudades con sus pueblos. Senán, Adasa, Migdal-Gad, De39 40 leam, Masefa, Jactel, Laquis, Bascat, Eglón, Cabón, Lejma, Cetlis, 4I Guiderot, Bet Dagón, Nahama y Marceda; dieciséis ciudades con sus pueblos. 42 Lebana, Éter, Asan, 43 Jefta, Esna, 44 Nesib,45 Queila, Ajzob, Maresa: nueve ciudades con sus pueblos. Acarón, con las ciudades de ella dependientes y sus pueblos. 4S A partir de Acarón, del lado de occidente, todas

Josué 16

86

las ciudades cercanas a Azoto, con sus pueblos; 47 Azoto, las ciudades dependientes de ella y sus pueblos; Gaza, las ciudades de su dependencia y sus pueblos, hasta el torrente de Egipto y el mar Grande, que es la frontera. 48 £ n Ja montaña, Samir, Jeter, Socot, 49 Dana, Quiriat Sana, que es Dabir; 50 Anab, Istemo, Anim, 51 Gosem, Jalón y Güilo; once ciudades con sus pueblos. 52 Arab, Duma, Esán, 53 Janum, Bet Tafuaj, Afeca, 54 Junta, Quiriat Arbe, que es Hebrón, y Sior; nueve ciudades con sus pueblos. S5 Maón, Carmel, Zif, Juta, S6 Jezrael, Jocdam, Zanoe, 57 Acaín, Gueba, Tamna; diez ciudades con sus pueblos. 58 Jaljul, Besur, Guedor, 59 Marat, Bet Anot y Eltecón; seis ciudades con sus pueblos. 60 Quiriat Baal, que es Quiriat Jearim, y Harabá; dos ciudades con sus pueblos. 6l En el desierto, Bet Araba, Mendín, Secaca, 62 Nebsán, Ir Armelaj y Engaddi; seis ciudades con sus pueblos. 63 Los hijos de Judá no pudieron expulsar a los jebuseos; habitan en Jerusalén con los hijos de Judá, hasta hoy. Se citan las ciudades del Negueb, de la costa, de la Sefela y de la región montañosa con sus anejos. Los hijos de Judá no entraron inmediatamente en posesión de todas las ciudades aquí citadas, teniendo que luchar largo tiempo para apoderarse de algunas de ellas. Se considera a Jerusalén como dependiente de Judá, conviviendo con los jebuseos, a los que no pudieron expulsar Que i,2i). En el v.5ob inserta el texto griego una lista de once poblados cercanos a Jerusalén, que no figuran en el texto masorético (BALDI, FERNÁNDEZ, UBACH). Se cree que esta lista de ciudades presupone la última división administrativa durante el reino de Judá. Se anexiona al territorio (v.33) parte del antiguo país de los danitas (19,41). La colonización de la región desértica (v.61-62) fue hecha por Ocias (2 Crón 26,10). Engaddi, junto a la orilla occidental del mar Muerto, es célebre en la tradición hebraica (1 Sam 24,1; Ez 47,10; Cant 1,14; 4,13). Los hijas

de José

(16,1-4)

1 La parte que tocó en suerte a los hijos de José comenzaba en el lado de oriente, en el Jordán de Jericó, en las aguas de Jericó, y por la montaña sube de Jericó al monte de Betel; 2 seguía de Betel, Luz, y,3 pasando a lo largo del territorio de los arqueos, por Atorot, bajaba a occidente hacia la frontera de los jefletitas hasta la de Betorón de Abajo y hasta Gazer, para morir en el mar. 4 Esta es la heredad que recibieron los hijos de José, Manases y Efraím.

En los cuatro primeros versos del capítulo se habla conjuntamente de las tribus de Efraím y Manases (Gen 49,25-27; Deut 33, 13-17), como si formaran una misma familia. Lo mismo da a entender el texto de 17,14-18. En cambio, en 16,5-9 y I7>7-'¡-1 figuran por separado. De ahí se deduce que las dos narraciones corresponden a dos períodos distintos. Noth dispone ambas narraciones de

Josué 17

87

la siguiente manera: 16,1-4; i7> I " I 3; 16,5-10. Esta sería la primera y genuina tradición favorable a Manases, dándose a Efraím una pequeña porción: 16,9 = 17,9 1.

Tribu de Efraím

(16,5-10)

5

He aquí la frontera de los hijos de Efraím según sus familias. El límite de su 6heredad era, a oriente, Atarot Adar hasta Betorón de Arriba; se dirigía por el lado de occidente hacia Micmetat, al norte; volvía luego a oriente hacia Tanat Silo y pasaba por delante de ella, al oriente, hasta Janoaj; 7 de Janoaj bajaba a Atarot y Narata, tocaba en Jericó y llegaba hasta el Jordán; 8 de Tafuaj iba a occidente al torrente de Cana, para morir en el mar. Esta era la heredad de los hijos de Efraím según sus familias. 9 Los hijos de Efraím tuvieron también ciudades separadas en medio de la heredad de los hijos de Manases. 10 No expulsaron a los cananeos que habitaban en Gazer, y los cananeos han habitado hasta hoy en medio de Efraím, pero sometidos a tributo. En los v.5 y 6 se describe la frontera meridional de Efraím del lado occidental. Inmediatamente se señalan los límites septentrionales, tomando a Micmetat (17,7), Jirbet Mahneh el-Fauqa, al sur de Siquem, como punto de partida. No pudieron los efraimitas expugnar la plaza fuerte de Gazer (10,33; 12,12), lo que les obligó a convivir con los cananeos. Jericó pertenecía a Benjamín (18,21). Efraím era una tribu inferior a la de Manases (17,1), de la cual partió la colonización del territorio (v.9).

Tribu de Manases

(17,1-6)

1

La tribu de Manases tuvo este territorio, pues era el primogénito de José. Maquir, primogénito de Manases y padre de Galaad, había recibido Galaad y Basan, pues era hombre de guerra. 2 También fue atribuida una parte a los otros hijos de Manases, según sus familias: a los hijos de Abezier, a los hijo* de Elec, a los hijos de Esriel, a los hijos de Siquem, a los hijoS de Jefer y a los hijos de Semida; éstos eran los hijos varones de Manases, hijo de José, según sus familias. 3 Salfad, hijo de Jefer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manases, no tuv 35 (iQ47) 301-313»

104

Josué 23 Yahvé, vuestro Dios, os ha hecho se han cumplido; ninguna ha quedado sin efecto, ninguna ha caído. 15 Lo mismo, pues, que todas las buenas palabras que Yahvé, vuestro Dios, os ha dado se han cumplido, lo mismo también cumplirá Yahvé contra vosotros sus palabras de amenaza, hasta que os haga desaparecer de sobre esta excelente tierra que Yahvé, vuestro Dios, os ha dado; 16 si traspasáis la alianza de Yahvé, vuestro Dios, la que El os ha prescrito, y os vais a servir a otros dioses y os prosternáis ante ellos, la cólera de Yahvé se encenderá contra vosotros y desapareceréis bien pronto de sobre la tierra buena que El os ha dado».

C o n u n a indicación histórica vaga e i n d e t e r m i n a d a , i n t r o d u c e el autor sagrado las palabras d e exhortación d e Josué al p u e b l o . L o s israelitas gozaban ya desde largo t i e m p o de u n descanso relativo, y p r o n t o d e b í a n resignarse a p e r d e r a su caudillo, q u e , de edad avanzada, estaba para irse p o r el camino de todos, es decir, el de la m u e r t e . N o se indica el sitio d o n d e Josué convocó a los a n cianos, a los jefes de las familias (14,1), a los jueces y oficiales, pero se p r e s u m e q u e fue en Silo, a la s o m b r a del santuario de Yahvé. Reconoce J o s u é q u e q u e d a n en el territorio grupos de enemigos q u e no h a n sido desalojados de sus tierras. Si Israel se m a n t i e n e fiel a Yahvé, su aniquilamiento es mera cuestión d e t i e m p o , y la tierra le será entregada totalmente, p o r q u e Dios estará con él. Pero si en vez de m a n t e n e r s e alejado de los paganos en cuestiones religiosas y morales, traba contacto con los mismos, contrae m a trimonios ( D e u t 7,3) y, lo q u e es peor, invoca y ofrece sacrificios a sus dioses, entonces n o serán los pueblos paganos los verdugos de Israel, sino q u e el m i s m o D i o s se aliará con esos pueblos, luchará a su lado hasta q u e Israel desaparezca de sobre la tierra q u e D i o s le había dado. H u b o u n t i e m p o en q u e u n o solo de Israel perseguía a mil ( D e u t 32,30) y los vencía, p o r q u e Dios combatía a su lado. Esto m i s m o sucederá en adelante si se m a n t i e n e n fieles a la alianza de Yahvé. El redactor deuteronomista, escribe D e l o r m e , p o n e m u cho interés en destacar los t e m a s de meditación q u e la historia de la conquista y distribución de G a n a á n sugiere, p o r q u e ilustran la doctrina d e la alianza. Estas ideas las v e m o s esparcidas e n t o d o el libro. Yahvé realiza sus promesas, d a n d o a su p u e b l o en h e r e d a d la tierra de C a n a á n (1,3.6.11; 23,5.14; 24,13 = D e u t 4 , 1 ; 6,10; 11, 9.21...). T o d o el libro manifiesta q u e Dios es fiel a su palabra (1,5. 9- J 9; 23,3 = D e u t 6,17-24; 11,22-25; 31.6.8). A este c o m p r o m i s o p o r p a r t e de Dios d e b e corresponder la fidelidad de Josué y de su pueblo (1,6.9.18; 8,1; 10,8.25 = D e u t 31,6-8.23). D e b e n c u m p l i r exactamente la ley de Dios (1,6-9; 8,32-35; 11,15; c.23 = D e u t 5,32; 31,9-13). A n t e t o d o d e b e n servir a Y a h v é p o r ser «nuestro Dios» (24,18, etc. = D e u t 6,13), m a n t e n i é n d o s e apartados de los cultos paganos (23,6-13 = D e u t 7,1-6).

105

Josué 24

Josué se despide

del pueblo

(24,1-15)

1

Josué reunió en Siquem a todas las tribus de Israel y convocó a los ancianos, a los jefes, a los jueces y a los oñciales. Todos se presentaron ante Dios, 2 y Josué dijo a todo el pueblo: « H e aquí lo que dice Yahvé, Dios de Israel: Vuestros padres Taré, padre de Abraham y de Najor, habitaron al principio al otro lado del río y servían a otros dioses. 3 Yo tomé a vuestro padre Abraham del lado de allá del río y le conduje a través de toda la tierra de Canaán, y multipliqué su prosperidad, dándole a Isaac. 4 A Isaac le di a Jacob y Esaú, y yo di a Esaú en posesión la montaña de Seír, y Jacob y sus hijos bajaron a Egipto. 5 Después envié a Moisés y Aarón y herí a Egipto con m i mano, como en medio de él lo hice, y os saqué de allí. 6 Saqué de Egipto a vuestros padres, y llegasteis al mar. Los egipcios persiguieron a vuestros padres con carros y caballos hasta el mar Rojo. 7 Clamaron ellos a Yahvé, y Yahvé puso tinieblas entre vosotros y los egipcios y redujo sobre éstos las aguas del mar, que los cubrió. Vuestros ojos han visto lo que yo hice en Egipto y habéis estado largo tiempo en el desierto. 8 Yo os traje a la tierra de los amorreos, que habitaban del otro lado del Jordán, y ellos combatieron contra vosotros. Yo os los entregué en vuestras manos y os posesionasteis de su tierra, y yo los destruí delante de vosotros. 9 Balac, hijo de Sefor, rey de Moab, se alzó para luchar contra Israel, e hizo llamar a Balaam, hijo de Beor, para que os maldijera. 10 Pero yo no quise dar oídos a Balaam, y él os bendijo repetidamente y yo os libré de las manos de Balac. n Pasasteis el Jordán y llegasteis a Jericó. Las gentes de Jericó combatieron contra vosotros, los amorreos, los fereceos, los cananeos, los jéteos, los guergueseos, los jeveos y los jebuseos, y yo os los puse en vuestras m a n o s . 1 2 Mandé delante de vosotros tábanos, que los echaron delante de vosotros. No ha sido vuestro arco ni vuestra espada. 13 Yo os he dado una tierra que no habéis cultivado, ciudades que no habéis edificado, y en ellas habitáis, y coméis el fruto de viñas y olivares que no habéis plantado. 14 Temed a Yahvé y servidle con integridad y en verdad, quitad los dioses a quienes sirvieron vuestros padres al otro lado del río y en Egipto y servid a Yahvé. 15 Y si no os parece bien servirle, elegid hoy a quien queréis servir, si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres al lado allá del río, si a los dioses de los amorreos, cuya tierra habéis ocupado. En cuanto a mí y a mi casa toca, nosotros serviremos a Yahvé». El a r g u m e n t o de este último capítulo del libro de Josué abarca los siguientes p u n t o s : 1) Josué convoca a Israel en Siquem; 2) habla al p u e b l o en n o m b r e de Yahvé (v.2-15); 3) diálogo e n t r e Josué y el p u e b l o (v. 16-24); 4) renovación d e la alianza (v.25-28). L a alocución q u e h e m o s visto en el capítulo anterior t u v o lugar en Silo, en d o n d e se encontraba el tabernáculo con el arca d e la alianza. Esta vez la asamblea se r e ú n e en Siquem. N i n g ú n otro lugar m á s a propósito q u e éste p o r estar la ciudad u n i d a a los oríge1 J. L'HOUR, L'alliance de Sichem: RB 69 (1962) 18-36, donde destaca los elementos primitivos y redaccionales.

106

nes del pueblo israelita (Gen 12,8; 33,18-20; 35,4; Ex 13,19). La ciudad estaba emplazada en el lugar llamado hoy día Tell Batata, al pie del monte Ebal y a un kilómetro y medio de la actual ciudad de Naplusa. El lugar fue excavado durante los años 1913-1914, reanudando los trabajos E. Sellin en 1926 y G. Welter en 1928. Siquem era considerada como una ciudad santa; fue destruida por Juan Hircano el año 128 a.C. No todo el pueblo reunióse en Siquem, sino los jefes, jueces, oficiales de la nación. «Todos, dice el texto, se presentaron ante Dios». La expresión da a entender que estaba allí presente el arca de la alianza, que habitualmente residía en Silo. ¿Fue trasladada a Siquem con motivo de la concentración? Puede ser, y tenemos análogos ejemplos en textos más tardíos (1 Sam 4,3; 2 Sam 15,24). Los LXX leen Silo en vez de Siquem» por creer que fue la asamblea un acto cultual delante del tabernáculo. Con la frase «ante Dios» puede el autor sagrado aludir a la santidad del lugar en el que se desarrollaron escenas religiosas en tiempos de los patriarcas y del mismo Josué (8,30). En este supuesto no sería necesario admitir la presencia del arca en la ceremonia. Con un rápido bosquejo histórico describe Josué los designios de Dios sobre su pueblo escogido. No pudo Yahvé hacer más en favor de su pueblo a partir de aquel momento trascendental en que arrancó a Abraham del politeísmo (Gen 11,26-32; 12,1-6) hasta el presente, en que conquistó y entregó generosamente a su pueblo una tierra que Israel no había cultivado y unas ciudades que no había construido. Todas estas muestras de afecto y predilección obligan por sí solas a la justa correspondencia. Dice que Tare y su familia servían a los dioses falsos. Que Abraham antes de su vocación fuese idólatra, no se desprende claramente del texto. Josué deja vislumbrar que la campaña de Jericó fue dura, ganándose gracias a la ayuda divina. Otro dato nuevo es que los tábanos facilitaron a los israelitas la conquista del país. Existía la promesa de que Dios mandaría tábanos contra los enemigos del pueblo, hasta hacer perecer a los sobrevivientes o a los que se escondiesen (Ex 23,28; Deut 7,20). Pero la palabra sireah, tábano, puede interpretarse en el sentido de temor, pánico, que obligó a los enemigos a abandonar el combate (10,10). Esta es la interpretación de San Agustín (Quaest. in Hept.: PL 34,630). Diálogo 16

entre

Josué

y el pueblo

107

Josué 24

Josué 24

(24,16-24)

El pueblo respondió, diciendo: «Lejos de nosotros querer apartarnos de Yahvé para servir a otros dioses, 17 porque Yahvé es nuestro Dios, el que nos sacó de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre; el que ha hecho a nuestros ojos tan grandes prodigios; el que nos ha guardado durante todo el largo camino que hemos recorrido y entre todos los pueblos por en medio de los cuales hemos pasado. 18 Yahvé ha arrojado delante de nosotros a todos los pueblos, a los amorreos, que habitaban en esta tierra. También9 nosotros serviremos a Yahvé, porque El es nuestro Dios». 1 Josué dijo al pueblo: «Vos-

otros no seréis capaces de servir a Yahvé, que es un Dios santo, un Dios celoso; El no perdonará vuestras transgresiones y vuestros pecados; 20 cuando os apartéis de Yahvé y sirváis a dioses extraños, El se volverá, y después de haberos hecho el 21 bien, os dará el mal y os consumirá». El pueblo respondió: 22 «No, no; queremos servir a Yahvé». Y Josué dijo al pueblo: «Testigos sois hoy contra2ivosotros mismos de que habéis elegido a Yahvé para servirle. Quitad, pues, los dioses ajenos que hay entre vosotros y volved vuestros corazones a Yahvé, Dios de Israel». 24 Y el pueblo dijo a Josué: «Serviremos a Yahvé, nuestro Dios, y obedeceremos su voz». De la simple enunciación de los hechos se deducía que Israel no podía reconocer ni adorar a otros dioses que a Yahvé. Todavía el culto a los dioses falsos existía en Israel en el momento en que Yahvé le acababa de entregar la tierra que manaba leche y miel. Cuáles fueran estos dioses, no lo especifica el texto; pero, aparte de algún contacto esporádico en este tiempo con el culto idolátrico de los cananeos, es probable que muchos conservaran los famosos terafim, o dioses lares, tutelares de las casas, a los que se rendía culto en secreto. Josué, como más tarde Elias (1 Re 18,21), conmina al pueblo para que se decida de una vez a favor o en contra de Yahvé. La comunidad se decide por Yahvé. Josué reconoce que nunca se podrá servir a Dios tal como se merece, porque es un Dios santísimo; es, además, un Dios celoso, que no admite competidor (Ex 20, 5; 34,14; Deut 4,24; 5,9; 6,15) y que castiga duramente el pecado de idolatría. Renovación

de la alianza

(24,25-28)

25

Josué concluyó aquel día una alianza con el pueblo y le dio en Siquem leyes y mandatos; M y escribió estas palabras en el libro de la Ley de Dios, y, tomando una gran piedra, la alzó allí debajo de la encina que hay en el lugar consagrado a Yahvé. 27 Dijo a todo el pueblo: «Esta piedra servirá de testimonio contra vosotros, pues ella ha oído todas las palabras que Yahvé os ha dicho, y será testimonio contra vosotros para que no neguéis a vuestro Dios». 28 Y Josué mandó al pueblo que se fuese cada uno a su heredad. En el c.8 se habló de una reunión en Siquem, junto al altar de Yahvé, edificado sobre el monte Ebal, en donde se concertó una alianza entre Dios y su pueblo 2 . Al término de su carrera mortal reúne de nuevo Josué al pueblo en el mismo lugar. Quizá la renovación de la alianza de que se habla en el c.8 sea idéntica a la que se narra en el presente capítulo. A este pacto de la alianza sigue una nueva imposición de leyes y mandatos que se añadían a la legislación mosaica anterior. La primera parte del v.26: Y escribió 1 E. NIELSEN, Schechem. A Traditio-Historical ínvestigation (Copenhague 1955)- Cada día se ponen más de relieve las añnidades entre la alianza y los pactos existentes entre los pueblos del Próximo Oriente, sobre todo entre los hititas. K. BALTZER, Das Bundesformular (Neukirchen 1960); G. E. MENDENHALL, Law and Covenant in Israel and the Ancient Mear East: BA 17 (1954) 26-46.49-76; W. BEYERLIN, Herkunft und Geschichte der altesten Sinaitradüionen (Tübingen 1961).

108

estas palabras en el libro de la Ley de Dios, ha sido interpretada diversamente. En concreto, ¿qué escribió Josué? Muy probablemente las repetidas afirmaciones del pueblo de obligarse con juramento a servir a Dios y obedecerle y observar las leyes de la alianza. Este, libro es distinto del «libro de la Ley de Moisés» (8,31; 23,6); se trata probablemente de un libro en que se anotaban los dichos y hechos de Josué. Las promesas hechas de palabra fácilmente podían olvidarse y tergiversarse; escritas, en cambio, recordarían a la posteridad el solemne compromiso de sus padres para con Dios. Para perpetuar la memoria de aquel solemne acto, tomó Josué una gran piedra, que colocó debajo de la encina (Gen 12,6; 35,4; Deut 11,30) que había en aquel lugar sagrado. Era frecuente erigir una piedra para perpetuar la memoria de un hecho o de un pacto (Gen 31,46-48; Jos 22,34); P e r o esta piedra, como se dice de manera retórica en el texto, tiene oídos y ha escuchado todas las palabras del pueblo Que 9,6); de ahí que en el día de mañana dará ella testimonio contra el pueblo en el caso de que falte a su juramento. Muerte

de Josué

(24,29-31)

29

Después de esto, Josué, hijo de Nun, siervo de Yahvé, murió a la edad de ciento diez años. 30 Fue sepultado en la tierra de su posesión, en Tamnat Sara, en la montaña de Efraím, al norte del monte Gas. 31 Israel sirvió a Yahvé durante toda la vida de Josué y durante toda la vida de los ancianos que le sobrevivieron y conocían cuanto había hecho Yahvé en favor de Israel, Murió Josué a la edad de ciento diez años. Este número de años pasaba en Egipto por el tiempo perfecto e ideal de vida. El sabio Ptahhotpe dice de sí mismo: «No es poco lo que he cumplido en esta tierra; he vivido ciento diez años». Un agradecido discípulo augura a su maestro, como premio dado por la divinidad, ciento diez años de vida. Considerando, con relación a esto, la indicación sobre los años de la vida del José egipcio y tomándola, además, en relación con las indicaciones de edad de los patriarcas y sobre las genealogías de Gen S y 11, parece claro que los números de los años de José y de Josué no tienen valor cronológico, sino simbólico. Tocante a Josué, la cifra quiere significar que él había logrado la talla de su antepasado, pues ambos han cumplido con la importante tarea que Dios les había confiado 3 . Josué fue sepultado en Tamnat Sara, lugar que se identifica generalmente con Jirbet Tibneh, a unos veinte kilómetros al nordeste de Lidda y a veinticinco de Jerusalén, correspondiendo al emplazamiento de la antigua Thamna o Thamnatha (1 Mac 9,50). 3 4

109

Josué 24

Josué 24

SCHILDENBERGER, Los géneros literarios: \.c, 138-139. Primitivamente el lugar llamábase Timnat Heres (Jue 1,9), por rendirse allí culto al dios Sol (hebr. heres), que los hebreos cambiaron en Timnat-Serah (libertinaje).

Sepultura

de los restos de José

(24,32)

32

Los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, fueron enterrados en Siquem, en el trozo de tierra que Jacob había comprado por cien quesitas a los hijos de Jamor, padre de Siquem, y fueron propiedad de los hijos de José. Quiso José que sus restos recibieran sepultura en Canaán (Gen 50,25). Moisés cuidó de cumplir el juramento que se le hizo en este sentido, al ordenar que los israelitas, al salir de Egipto, llevaran consigo sus huesos (Ex 13,19), que recibieron sepultura en Siquem, en el trozo comprado por Jacob por el precio de cien quesitas (Gen 33,18-19). La palabra hebraica quesita, moneda en curso en los tiempos patriarcales (Job 42,11), significa propiamente cordero, pecus, de donde se ha derivado el término pecunia (DHORME). Según otros, quesita significaba un determinado peso de oro o plata. Al pie del monte Ebal, en Siquem, se enseña todavía hoy el sepulcro de José (Kubur Jusub).

Muerte

y sepultura

de Eleazar

(24,33)

33

Eleazar, hijo de Aarón, murió y fue sepultado en Grieta, ciudad de Finés, su hijo, a quien había sido dada, en la montaña de Efraín. Eleazar ocupa un lugar destacado en la distribución de Canaán. No indica el texto el tiempo y el lugar de su defunción. El autor sagrado, en fuerza del carácter esquemático del libro, consigna el hecho de su muerte para señalar el fin de un glorioso período en la historia del pueblo de Israel, cuyos protagonistas principales fueron Josué y Eleazar. Fue sepultado Eleazar en la colina de Finés, en la montaña de Efraím, en el actual Gibijs, a unos seis kilómetros al sudeste de Tibne. El libro de Josué se acaba con la triple sepultura de José, Josué y Eleazar.

J U E C E S

INTRODUCCIÓN Título del libro El libro lleva en hebreo el título de Shofetim, que los LXX han traducido por Kritai, jueces, de donde el título de la Vulgata: Líber iudicum: «Libro de los jueces». Pero el calificativo de «jueces» no corresponde propiamente a la misión primordial de estos héroes, que consistía en salvar a Israel o a una tribu de la opresión de sus enemigos y restablecer el orden político, más o menos comprometido. El título más apropiado a ellos es el de libertador, que corresponde a la significación primitiva del verbo shafat, establecer, restablecer. Es lógico que, una vez obtenida la victoria, con el prestigio que esto les daba, quedaran al frente de la tribu o de las tribus que les habían elegido por caudillo, ejerciendo su plena autoridad sobre las mismas. La condición social de estos hombres es muy distinta, pues mientras unos eran guerreros, como Aod, Barac y Gedeón, otros eran ricos propietarios, como Jair y Abdón, o aventureros, como Jefté, y héroes populares, como Sansón. Pero todos poseen un carisma o marca divina (valor, sabiduría, habilidad o fuerza) que les convierte en jefes o jueces salvadores de Israel 1 . Lugar en el canon En las Biblias hebraicas va entre el libro de Josué y el primero de Samuel, ocupando el segundo lugar en la colección conocida por el nombre de profetas anteriores. En el canon alejandrino y en la Vulgata, el libro se coloca entre los libros históricos Josué y Rut. Los judíos consideraban el libro como profetice Texto Fue escrito originariamente en hebreo y se ha conservado en buen estado, excepto en el cántico de Débora. Burney, que lo ha investigado a fondo, lo cree superior al texto de los libros de Samuel y comparable con el de las partes narrativas de los libros de Josué y Reyes 2 . Se encuentra en él cierta confusión y transposición de letras y palabras, ditografias y glosas. El texto griego de los LXX se ha conservado bajo distintas formas. Después de los estudios de Pretzl 3 , se admiten comúnmente tres recensiones del mismo. El texto de la antigua koiné fue revisado por Orígenes, cuya recensión se conserva en sirohexaplar, cód. A y B, este último con terminólo 1 DE VAUX, Israel: «Dictionnaire de la Bible», Suppl. col.739; 0. GRETHER, Die Bezeichnung «Richter» für die charismatischer Helden der Vorstaatliáen Zát: «Zeitsch. f. Altt. Wissenschaft», 57 (1939) 110-121. 2 G. F. BURNEY, The Book ofjudges (Londres 1920). 3 Septmginta problem im Buch Richter: B 7 (1926) 233-269.353-383,

Introducción a ¡ucea

111

4

i'.i.i propia . Luciano utilizó esta revisión con elemento» jnunío», Hile difieren del texto masorético y que provienen de otro oiiuiíml priego. La recensión de Luciano se encuentra en K2, en mucho» minúsculos y en el códice Lugdunensis de la Vetus Latina. Hesiquio I rato de ajustar la recensión de Orígenes al texto masorético, utilizando palabras que figuraban en la antigua koiné. Así, pues, según l'retzl, se dispone de dos fuentes para la crítica textual del texto masorético: las lecciones de la antigua koiné y la recensión de Lu1 iano. La Vulgata sigue, en general, el texto hebreo, con adición ilc algunas glosas aclaratorias. Argumento y división El libro de los Jueces trata de la historia del pueblo judío a part ir de la muerte de Josué hasta la institución de la monarquía, o, en el estado actual del mismo, hasta el advenimiento de Samuel. Sin embargo, esta historia se presenta en forma esquemática, fragmentaria e incompleta, recogiendo únicamente algunos hechos aislados que sirven al autor de base para el desarrollo y confirmación de su tesis filosófico-religiosa, expresada claramente en 2,11-19; 10,6-16. Kl carácter de la misma es pragmático, a cuatro tiempos: prevaricación, castigo, arrepentimiento, liberación. Israel es infiel a Yahvé y rinde culto a los ídolos; en castigo, Dios le entrega en manos de sus enemigos. Este revés le induce a penitencia, y Dios, misericordioso, le envía un libertador, muerto el cual, vuelve a las andadas. Esta verdad religiosa se ilustra con seis cuadros históricos que cuentan las hazañas de otros tantos jueces, a los cuales se añaden breves noticias referentes a personajes de menor relieve, que, por esto mismo, se ha convenido en llamar jueces menores. En líneas generales, el libro se divide en tres partes bien definidas: 1) una doble introducción: política (1,1-2,5) Y religiosa (2,63,6); 2) cuerpo del libro (3,7-16,31); 3) dos apéndices (17,1-21,25). Marco histórico y cronología El libro de los Jueces carece de sistema cronológico propiamente dicho, y la mayor parte de las cifras que se dan en el libro son puramente convencionales. ¿A qué época de la historia universal corresponden los hechos narrados en el libro ? ¿Cuál fue la duración aproximada de este período? Dos fechas de valor desigual permiten señalar los términos a quo y ad quem del período de los jueces. Para determinar el término ad quem parten los autores de la fecha de la fundación del templo de Jerusalén en 968, año cuarto del reinado de Salomón. Este sucedió en el trono a su padre David en c.972, reinando cuarenta años sobre todo Israel. El reinado de David abarca desde C.IOIO hasta c.972. No sabemos a punto fijo los años de la permanencia de Saúl en el trono, que, según Act 13,21, fueron cuarenta; pero los autores le atribuyeron una duración que oscila entre los veinte y treinta años. Se indica el año 1030 como 4 J. SCHREINER, Septuaginta-Massora des Buches der Richter. Eine textkritische Studie (Roma 1957).

112

Introducción a Jueces

fecha aproximada de la elevación de Saúl al trono, fecha que coincide más o menos con el término del período de los jueces. Es más difícil determinar el término a quo, ya que depende de la fecha de la salida de Israel de Egipto y de la duración de la campaña de Josué. Está en crisis la hipótesis que señala el éxodo hacia el año 1450. Una segunda opinión, apoyada por hechos históricos y arqueológicos de indiscutible valor, cree que el éxodo tuvo lugar durante el largo reinado de Ramsés II (1301-1235) o en tiempos de Mernefta (1225-1205). No existe en el libro de los Jueces una cronología perfecta. Los números que allí figuran tienen un valor muy desigual, pues mientras algunos parecen bastante precisos, otros, en cambio, las cifras redondas, sobre todo 40, 80, 20, obedecen a un plan premeditado del redactor o redactores del libro. Los hechos nafrados no se desarrollaron con la precisión cronológica que puede sugerir una lectura superficial del libro, sino más bien se trata de un conjunto de piezas fragmentarias de aquel período que los redactores posteriores han reunido en un todo orgánico al servicio de una tesis religiosa. No existía unidad entre las tribus, y las guerras de unas no inquietaban la paz de otras, o, simultáneamente, los enemigos acosaban a los israelitas en diversos puntos de su territorio. Por lo mismo, algunos jueces ejercían sus funciones al mismo tiempo, y podían coincidir los periodos de opresión y de paz (Jue 10,7). La autoridad de los jueces se extendía a una o varias tribus, nunca a todo Israel. Los pueblos enemigos Durante el lapso comprendido entre 1190-1040, las dos grandes potencias rivales, Egipto y Asiría, apenas intervienen en. los asuntos de Palestina. Egipto se muestra cada vez menos activo, atento a solucionar los problemas de orden interno, y sólo interviene esporádicamente en acciones bélicas hacia el exterior, para defender sus fronteras, amenazadas por los «pueblos del mar», como en 1192, bajo Ramsés III. Por parte de Asiría, sólo Teglatfalasar I ( n 12-1074) emprendió una campaña hacia el oeste, sometiendo a tributo a las ciudades de Byblos, Sidón, Arward (PRITCHARD, 275); pero no se atrevió a atacar a Tiro (Surra) ni a los reinos de Hamat, Damasco y Soba, ni a franquear las fronteras de Palestina. El imperio de los hititas sólo persistía como un recuerdo en Palestina, con insignificantes islotes dejados en el territorio en su retirada. Los enemigos principales contra los cuales tuvieron que luchar los israelitas para arrebatarles los territoiios de TransJordania y Cisjordania y mantenerlos en sus manos fueron los cananeos, filisteos, amonitas, amalecitas, moabitas y madianitas. De los dos primeros nos ocuparemos brevemente. Cananeos Pueblo abierto a las más dispares influencias, asimiló elementos de las diversas culturas. Como todos los otros pueblos, fueron politeístas, siendo Baal su dios principal, unido a las divinidades femeninas de Anat, Ashera, Astarté, Qadesh. El culto de la fecundidad

Introducción a Jueces

113

v fertilidad era el centro de la religión cananea. Características del misino son los sacrificios humanos (Jer 7,31; Ez 15,21; 1 Re 16,34) v la prostitución sagrada de hombres y mujeres. Todas las facultades productoras de vida eran santas y sagradas. El culto se ejercía riv los altos (bamoth), donde se levantaban los masssboth y asheroth, que representaban, respectivamente, las divinidades masculina y lumenina. Con este pueblo entró en contacto Israel y convivió con i-I en momentos en que su religión había caído en su nivel más bajo 5. I ''¡lísteos De la avalancha de los «pueblos del mar» formaban parte los lilisteos, procedentes de Licia y Caria, o de Caftor (Deut 2,23; Jer 47,4), que, a través del Asia Menor, pretendieron ganar las tierras fértiles de Egipto. A principios del siglo x n a.C, Ramsés III resistió cu Siria a los nuevos invasores no semitas (incircuncisos los llama l.i Biblia); pero los filisteos fueron descendiendo por la costa mediterránea, estableciéndose a fines del segundo milenio en la región marítima comprendida entre Gaza y Jaifa, con una profundidad hacia el interior que oscilaba entre los veinte y sesenta kilómetros. Agrupábanse en torno a cinco grandes centros, a los que se da el nombre de pentápolis filistea: Gaza, Ascalón, Azoto, Acarón y Gat. Las cinco ciudades tenían un régimen autónomo, aunque en casos extraordinarios se unían para salvar a la nación. Al frente de cada distrito (geliloth), había los llamados seranim (tiranos), con autoridad civil y militar, ocupando el mando supremo del ejército unido los sarim (1 Sam 18,30). Su organización era superior a la de los israelitas, lo mismo que su cultura, industria, agricultura, comercio, economía, etc. Los filisteos fueron un constante peligro para los israelitas, a quienes oprimían empujándoles hacia el macizo central 6. Características literarias del libro de los Jueces Lo primero que se echa de ver al recorrer sus páginas es la repetición de ciertas fórmulas estereotipadas, que indican el punto de vista filosófico-religioso del autor. Con estas fórmulas aparece claramente delineado el pragmatismo a cuatro tiempos de que hemos hablado. Este tema central se expone en las dos introducciones, histórica (1,1-2,5) Y cultual (2,6-3,6; 6,8-10; 10,10-16). Estas fórmulas, convenientemente clasificadas por Tamisier (Introducción 138139) y Delorme, son las siguientes: 5 A . BEA, Canaan e Cananei: «Enciclopedia Cat. Italiana», III col.480-486; B . MAISLEK, Canaan and the Canaanites: «Basor», 102 (1946) 7-12; G. PAVLOVSKI, De religione Cananaeorum tempnre occupationis israeliticae: «Verbum Domini», 27 (1949) 143-163.193-205; R. DUSSAUD, Les Religions des Hittites et des Hourrites, des Phéniciens et des Syriens, «Mana II» (París 1949); R. LARGEMENT, La religión cananéenne: «Histoire des Religions», de BRILLANT-AIGKAIN, t.4 (París 1954) 177-199; T . H . GASTER, The Religión of Canaanites: «Forgotten Religions» (New York 1950) 111-144; M . J. DAHOOD, Ancient Semitic Deities in Syria and Palestine (Antiche Divinita Semitiche) (Roma 1958) 65-94. 6 Véase R. A. ST.MACALISTER, The Philistines, íheirHisfory and Cruíh'saf ion (Londres 191 is); G. VAN RAÜ, Das Reich Israel und die Philister: «Palástinajahrbuch», 29 (1933) 30-42; O . EissFELDT, Philister und Phonizer (Leipzig 1936). Sin abandonar sus dioses propios y sus peculiares ideas religiosas, los filisteos adoptaron las divinidades del territorio q u e ocuparon, siendo los principales Dagón (1 Sam 5,2-5; 1 C r ó n 10,10), A s t a r t é (1 Sam 31,ro) y Baal Sebub (2 Re 1,3).

114

Prevaricación.—(A): «Los hijos de Israel hicieron el mal a los ojos de Yahvé» (2,11; 3,7.12; 4,1; 6,1; 13,1).—(B): «Se apartaron de Yahvé y sirvieron a los Baales» (2,11), «baales y aseras» (3,7), «a Baal y Astarté» (2,13; 10,7). Castigo.—(C): «Encendióse la cólera de Yahvé contra Israel» (2,14.20; 3,8; 10,7).—(D): (Yahvé) «los entregó en manos de salteadores» (2,14), «de Cusan Risataím» (3,8), «en manos de Jabín» (4,2), «de Madián» (6,1), «en manos de los filisteos y en manos de los hijos de Amón» (10,7); o también, «Yahvé hizo fuerte a Eglón» (3,12). (E): Por consiguiente, «los hijos de Israel sirvieron a Cusan Risataím siete años» (3,8), a Eglón «dieciocho años» (3,14), a Jabín «veinte años» (4,3), a Madián «siete años» (6,1), a los filisteos y amonitas «dieciocho años» (10,8). Arrepentimiento.—(F): «Clamaron a Yahvé los hijos de Israel» (3,9-i5; 4,3! 6,6; 10,10). Liberación.—(G): «Suscitó Yahvé a los hijos de Israel un libertador» (3,9.15).—(H): «quedó humillado (Moab, Jabín, Madián) bajo la mano de Israel» (3,30; 4,23; 8,28).—(I): Los libertadores (Otoniel, Tola, Jefté, Abesán, Elón, Abdón, Sansón) «juzgaron a Israel diez años» (3,10; 10,2.3; 12,7.9.11.14; 15,20; 16,31).—(J): «Estuvo en paz la tierra durante diez años» (3,11.30; 5,32; 8,28). En función a esta idea central se han escogido las narraciones que el autor o los autores han insertado en el libro. Entre aquellas y las frases redaccionales se han revelado diferencias ideográficas y de estilo, que se explican por el hecho de que los autores no han elaborado los relatos históricos, sino que se han limitado a seleccionarlos y agruparlos de conformidad con las exigencias del tema central. Al autor no le interesa el hecho histórico por sí mismo, sino desde el punto de vista religioso. Por lo mismo, se cree autorizado a reproducir simplemente los fragmentos, yuxtaponerlos en un plan preconcebido, cercenarlos, resumirlos y amplificarlos, glosarlos y aun modificarlos ligeramente. De este modo, los hechos históricos incorporados en el libro ofrecen garantía de veracidad. La historia del libro de los Jueces es religiosa. Composición del libro El libro es anónimo; de donde la diversidad de opiniones sobre su autor y tiempo de su composición. La tradición judía y muchos Padres lo atribuyen a Samuel, o a un autor contemporáneo de David (SCHULZ). Algunos han pensado en Ezequías, y Ricardo Simón lo adjudica a Esdras. La mayoría de los críticos acatólicos extienden a este libro la composición a base de los conocidos documentos J y E, reunidos más tarde por uno o más redactores. Actualmente, católicos y acatólicos están acordes en admitir en el libro la presencia de documentos antiguos que utilizaron el autor o los autores. H. Gressmann 7 prefiere que se hable de tradiciones más bien que de documentos. Desnoyers 8 admite una doble redacción; la pri7 8

Introducción a Jueces

Introducción a Jueces

Die Anfánge Israeh (Gottingen 1922). Histoire: I. La période des Juges 404-406.

115

mera efectuóse en el reino de Israel por escritores originarios de los medios proféticos, levíticos y proféticos. En esta primera redacción se narraba la historia de los jueces del norte y contenía la lista de los jueces menores. Un redactor del reino de Judá completó aquella obra con documentos procedentes del sur en tiempos del rey Ezequías. Según Desnoyers, el movimiento literario deuteronómico pudo también haber dejado huellas en una reedición del libro de los jueces. Cazelles y Tamisier exponen más concretamente esta hipótesis. En nada se opone al dogma de la inspiración el hecho de que muchos autores concurrieran a la composición del libro de los Jueces. Muy probablemente, sólo el autor último que redactó el libro en la forma que hoy tiene se benefició del carisma de la inspiración. Enseñanza religiosa De misterioso se ha calificado al período de los jueces 9 . Y lo es de verdad. Empezamos por no saber cuándo comenzó y cuándo acabó, ni a qué período preciso de la historia universal pertenece. En el libro encontramos una cronología imprecisa, una historia fragmentaria, anecdótica, engarzada solamente por el pensamiento religioso dominante del autor. Pero del análisis del libro se deduce que nos hallamos en una época de transición en la historia de Israel. Las tribus habían atravesado el Jordán, y durante muchos años dedicábanse a la penosa tarea de conquistar paulatinamente la tierra prometida. En contacto con la religión y cultos cananeos, tan halagadores a los sentidos, fue enfriándose el entusiasmo de los israelitas por Yahvé, olvidándose de sus preceptos y abandonando el camino que «su Dios» les había trazado. Ante las tentativas de sincretismo religioso, no dejó Dios de darles un toque de atención, recordándoles que no había renunciado a los derechos de propiedad sobre su pueblo. En sus páginas se vislumbra también claramente que no quiere Dios la perdición de Israel, su desaparición de entre las gentes, sino que se convierta y viva. A pesar de su moral rústica, los israelitas de este período, incluyendo a sus jefes, son admirables por su fe en Dios, a quien acuden en tiempos de prueba. Esta fe les llevará al triunfo de sus enemigos años más tarde. -

BIBLIOGRAFÍA A)

Comentarios

V. VON HUMMELAUER, Commentarium in libros Iudicum et Ruth: «Cursus Scripturae Sacrae» (París 1889); M. J. LAGRANGE, Le livre des Juges: «Etudes Bibliques» (París 1903); * C. F. BURNEY, TheBookof Judges with Introduction and Notes (Londres 1920); A. SCHULZ, Das Buch der Richter und das Buch Ruth: «Com. Bonn» (Bonn 1926); A. VACCARI, La Sacra Bibbia, ed. SALANI (Firenze 1949). El comentario a Jueces ha sido escrito por A. PARENTI; R. TAMISIER, Le livre des Juges: Com. Pirot-Clamer (París 1949); F. NOTS9 E. ROBERTSON, The Period ofthe Judges. A Mistery Period in the History of Israel: «Bulletin of the John Rylands Library», 30 (1947) 91-114.

116

Introducción a Jueces

Jueces

CHER, Das Buch der Richter: «Echter Bibel» (Würzburg 1950); A. VINCENT, Le Livre des Juges: «Biblia de Jerusalén» (París 1952); B. UBACH, El libre deis Jutges: «Biblia de Montserrat» (Montserrat 1953); E. DHORME, Juges: «La Bible, Bibliothéque de la Pléiade» (París 1956). B)

Estudios auxiliares

F. M. ABEL, Géographie de la Palestine: «Etudes Bibliques» (París I, 1933; II, 1938); E. AUERBACH, Untersuchungen zum Richterbuch: Z A W 48 (1930) 286-295; 51 (1933) 47-S 1 ; A. G. BARROIS, Manuel d'Archéologie Biblique (París, I, 1939; II, 1953); H. CAZELLES, Juges flivre des): «Dict. de la Bible», Suppl. 4,1394-1414; L. DESNOYERS, Histoire du Peuple Hébreux vol.i (París 1922); O. EISSFELDT, Die Quellen des Richterbuches (Leipzig 1925); J. GARSTANG, Foundations of Bible History: Joshua and Judges (London 1931); A. LODS, Israel. Des Origines au milieu du VIH siécle (París 1949); W. RUDOLPH, Textkritische Anmerkungen zum Richterbuch: «Eissfeldt Festschrift» (1947) 199-212; E. TAUBLER, Biblische Studien. Die Epoche der Richter (Tübingen 1958); H. VINCENT, Canaan d'aprés l'exploration récente (París 1914). Sobre los santuarios y la idolatría: M.-J. LAGRANGE, Etudes sur les religions sémitiques 2. a ed. (París 1905) 158-180; H. DANTHINE, Le palmier-datier et les arbres sacres dans V' iconographie de l'Asie Occidentale ancienne (París 1937); W . F. ALBRIGHT, The Eastern Meditenanean About 1060 B. C: «Studies presented to David Moore Robinson» (Washington 1951) 223-231; J. KAUFMANN, The Biblical Account of the Conquest of Palestine (Jerusalén 1953); ID., Traditions Concerning Early Israelite History in Canaan: «Studies in the Bible», Scripta Hierosolymitana (Jerusalén 1961) 303-334: C. AIKMAN SIMPSON, Composition of the Book of Judges (Oxford !957); M. BÜBER, Kónigtum Gottes 3. a ed. (Heidelberg 1956); V. VOLLBORN, Die Chronologie des Richterbuches (Festschrift F . Baumgartel 1959) 192196; G. E. MENDENHALL, The Hebrew Conquest of Palestine: BA 25 (1962) 66-87. Sobre el culto en los «lugares altos»: H. VINCENT, La notion biblique du haut lieu: RB 55 (1948) 245-278.438-445; W . F. ALBRIGHT, The High Place in Ancient Testament: Suplemento de Vetus Testamentum (Leiden 1957) 242-258. Sobre el voto del nazareato: M. JASTROW, The «nazin Legislation: JBL 33 (1914) 265-285; H. SALMANOWITCH, Das Nazirdat in Bibel und Talmud (Vilna 1931); J. HENNINGER, Zur Frage des Haaropfers bei den Semiten: «Die Wiener Schule der Volkerkunde» (Viena 1956) 359-368. Sobre la organización tribal en Israel: A. ALT, Die Staatbildung der Israeliten in Paldstina: «Kleine Schriften», II (Munich 1953) 1-65; M. NOTH, Das System der Zwólf Stámmen Israels (Stuttgart 1930); C. UMHAU W O L F , Terminology of Israel's Tribal Organization: JBL 65 (1946) 45-49; W. VISCHER, Les premiers prophétes (Neuchátel 1951).

PRIMERA

INTRODUCCIÓN ESTADO

POLÍTICO

PARTE

HISTÓRICA

(1,1-2,5)

l

DE ISRAEL A LA MUERTE DE J O S U É

El redactor último inspirado c o m p u s o esta introducción con el fin de e n c u a d r a r el libro d e los Jueces en el marco general de la historia d e Israel. Siguiendo el o r d e n geográfico, de sur a norte, 1 A . PENNA, UIntroduzione al libro dei Ciudici: «Miscelánea Bíblica A . Fernández», EE 34 (1960) 521-529; E. O ' D O H E R T Y , The Uterary Problem of Judges 1,1-3,6: C B Q 18 (1956) 1-8; S. B . GUREWICZ, The Bearing ofjdg. 1-2,5 ° « the Authorship of the Book of Judges«Austrahan Biblical Review», 7 (1959) 37-40.

117

1

señala cuál era a la m u e r t e de Josué la situación de las t r i b u s del mediodía (Judá y Simeón), del centro (Benjamín, Efraim y M a n a ses) y de las t r i b u s del n o r t e de Palestina. L o s p u n t o s de contacto e n t r e los datos q u e figuran en el p r i m e r capítulo y el libro de Josué se explican p o r el hecho de q u e a m b o s autores se inspiraron en las mismas fuentes escritas y tradiciones orales, q u e cada u n o utilizó de conformidad con el plan o tesis q u e intentó desarrollar. L o s m i s m o s hechos se n a r r a n en J u e i , 3 = J o s 19,1-9; 1,10-11 = Jos 15,14-15; 1,12.15 = Jos 15,16-19; 1,20 = Jos 15,13; 1,21; = Jos 15,63; 1,27-28; Jos 16,10; 1,34 = Jos 19,48. A l leer este p r i m e r capítulo del libro d e los Jueces se obtiene la impresión de q u e la situación de las t r i b u s en Palestina al iniciarse el período de los jueces era precaria y delicada. L a conquista bajo Josué fue lenta y penosa. E n t r e las t r i b u s n o existía la solidaridad de otros t i e m p o s . A m e n u d o , u n a t r i b u , u n clan, hacían la guerra aisladamente contra u n enemigo, exterior o interior, q u e Josué n o p u d o d o m i n a r n i desalojar de sus posiciones. L o s hijos de Israel d o m i n a b a n en las regiones montañosas, mientras q u e su influencia en las llanuras era casi nula. ¿Cómo se explica esta inferioridad política de Israel en la tierra d e promisión después de las repetidas promesas hechas p o r Y a h v é a los patriarcas y a Moisés de c o m batir p o r Israel, destruir a los enemigos y entregarles aquella tierra que, en comparación con Ja estepa del desierto, m a n a b a leche y miel? E n el curso del libro trata el autor sagrado, a base d e algunos hechos históricos aleccionadores, de dar respuesta adecuada a este enigma aparente.

Elección

de

Judá

y su alianza

con

Simeón

(1,1-3)

1

Después de m u e r t o Josué, consultaron los hijos de Israel a Yahvé, diciendo: « ¿ Q u i é n de nosotros subirá antes contra el cananeo y le combatirá?» 2 Y respondió Yahvé: «Judá subirá, pues he dado la tierra en sus manos». 3 y d ¡ j 0 J u d á a Simeón, su h e r m a n o : «Sube conmigo a la parte que m e ha tocado, a hacer la guerra al cananeo, y t a m b i é n iré luego yo contigo a la q u e te ha tocado a ti». Y fue con él Simeón. P a r t i e n d o del supuesto de q u e los israelitas «hacían las g u e r r a s d e Yahvé» (1 Sam 18,17), antes de e m p r e n d e r la c a m p a ñ a c o n t r a los cananeos, bajo cuya denominación se incluyen todos ios p u e b l o s enemigos de Palestina, consultaron a Y a h v é (20,27; 1 Sam 14,17; 23,2; 28,6; 30,8; 2 Sam 5,19-23) p o r medio del efod, «órgano s u p r e m o de la manifestación de la voluntad de Dios a su pueblo» 1. N o se dice q u i é n utilizó el efod ni se indica el lugar en q u e fue c o n s u l tado Yahvé. Es p r o b a b l e q u e se hiciera j u n t o al arca de la alianza y p o r medio de los urim y tummim (HUMMELAUER). L a r e s p u e s t a del oráculo señaló a Judá, la t r i b u más n u m e r o s a ( N ú m 1,27; 26,22), 1 A . VAN HOONACKER, Le sacerdoce Lévüique (Lovaina 1899) 376.

dans la loi et dans l'histoire des

Hébreux

Jueces 1

118

para iniciar las operaciones contra el cananeo (20,18), asegurándosele la protección de Yahvé. Para su empresa pide y obtiene la colaboración de la tribu de Simeón (Jos ici.iss). Derrota

y muerte

de Adonisedec

(1,4-8)

4

Subió, pues, Judá, y puso Yahvé en sus manos al cananeo y al fereceo, y derrotaron en Becez a diez mil hombres. 5 Habiendo encontrado en Becez a Adonisedec, le atacaron y derrotaron a los cananeos y fereceos. 6 Huyó Adonisedec, y ellos le persiguieron, y, cogiéndole, le amputaron los pulgares de las manos y de los pies. 7 Y dijo Adonisedec: «Setenta reyes con los pulgares de manos y pies amputados migajeaban debajo de mi mesa. Me devuelve Dios lo que yo les hice a ellos»; y le llevaron a Jerusalén y allí murió. 8 Atacaron los hijos de Judá a Jerusalén; y habiéndola tomado, pasaron a los habitantes a filo de espada y pegaron fuego a la ciudad. Entre los vencidos se menciona a los fereceos (Gen 13,7; 15,20), pueblo de origen no semita, establecido en las regiones de Betel, Siquem y Becez. Con el fin de acentuar la protección especial de Dios a Judá, dice el texto que derrotó en Becez, Ibzic, entre Naplusa y Betsán, a diez mil hombres, cifra redonda que equivale a decir que el número de los vencidos fue muy crecido. El v.8 se conciba difícilmente con otros datos ciertos de la historia de Israel (Jos 15,63; Jue 1,21; 19,11; 2 Sam 5,6-9). La dificultad ha hecho que se ensayaran diversas soluciones. Lagrange y A. Vincent consideran el versículo como una glosa. La hipótesis de los que distinguen entre la ciudad alta y la ciudad baja tiene pocas probabilidades. La solución debe buscarse en el carácter mismo de este capítulo. Su redactor muestra el máximo interés en realzar la actuación de la tribu de Judá y demostrar que Dios la antepone a las otras. Yahvé la escoge para iniciar la campaña contra el cananeo y promete entregar «la tierra en sus manos» (1,1). Sin embargo, no siempre el éxito coronó sus empresas bélicas (1,18-19), pero el autor trata de atenuar su derrota con decir que aun entonces «Yahvé estuvo con Judá» (1,19). A pesar de sus fracasos, tiene a su favor el haber llevado a feliz término por obra de David (2 Sam 5,6-8), elemento destacadísimo de la tribu, la conquista de Jerusalén, la capital del reino teocrático. Con este anacronismo histórico, señala el autor o redactor los títulos que tiene Judá para ocupar un puesto preeminente entre las tribus de Israel.

Conquista 9

de Hebrón y Dabir

(1,9-15)

Bajaron luego los hijos de Judá para combatir a los cananeos que habitaban en el monte, en el Negueb y en la Sefela. 10 Marchó Judá contra los cananeos que habitaban en Hebrón, antes llamado Cariat Arbe, y batió a Sesai, Ajimón y Tolmai. 11 De allí marchó contra los habitantes de Dabir, que se llamó antes Quiriat Sefer. I 2 Caleb dijo: «Al que ataque y tome a Quiriat Sefer le daré por mujer mi hija Acsa». 13 Otoniel, hijo

119

Jueces 1

de Quenaz, el hermano menor de Caleb, se apoderó de ella, y Caleb le dio su hija Acsa por mujer. 14 Cuando era llevada a la casa de Otoniel, él la incitó a que pidiera a su padre un campo. Bajóse ella del asno, y Caleb le preguntó: «¿Qué tienes?» 15 Ella dijo: «Hazme una gracia. Ya que me has dado tierra de secano, dame también regadíos». Y le dio Caleb el Gulat superior y el Gulat inferior. El campo de batalla se desliza hacia el sur. Como en 1,1 bajo •I nombre genérico de cananeos se incluyen los amorreos y los enajuim, y acaso los descendientes de Jet. Salvo pequeñas diferencias, os v.10-15 concuerdan con Jos 14,15-19. Cariat Arbe, «villa de los ;uatro» clanes que formaban el pueblo de los enaquim, tenía a Herrón por metrópoli (Gen 23,2; 35,27; Jos 20,2). Dabir (Jos 15,15) le hallaba a unos veinte kilómetros al sudoeste de Hebrón (Jos 15, 13-20). Los quíneos

y la fama

de Sefat

(1,16-17)

16

Los hijos de Jobab el quineo, suegro de Moisés, subieron de la ciudad de las Palmeras con los hijos de Judá al desierto que está al mediodía de Judá, según se baja de Arad, y vinieron a habitar con los amalecitas. 17 Marchó después Judá con Simeón, su hermano, y batieron a los cananeos que habitaban en Sefat; la destruyeron totalmente, y se llamó la ciudad Jorma. Los quíneos (Gen 4,1; Ex 3,1; c.18; Núm 10,29; 24,22; Jue |.,II) habitaban en una región inhóspita al sur de Tell Arad. Su)ieron de Tamar, «ciudad de las Palmeras» (Deut 34,3), y se estar c i e r o n en la región de Arad, a treinta kilómetros al sur de He>rón, cohabitando con los amalecitas (Núm 24,21-22; 1 Sam 15,6; ue 3,13). Judá mantiene su promesa de ayudar a Simeón en la lucha ior la liberación de su territorio de los pueblos enemigos. Las dos ribus unidas destruyeron totalmente a Sefat, que recibió por esto nismo el nombre de Jorma, «consagrada o entregada al anatema» Núm 21,1-3; Jos 12,14; 15,30). ¿Debe identificarse este episodio on la destrucción de la ciudad de que se habla en N ú m 21,3? «Se;ún Dillmann, en el libro de los Números se habla de este aconteimiento por anticipación; es mejor decir, con Bude, Moore y Norack, que la palabra Jorma allí es una interpolación» (LAGRANGE). arma se hallaba quizá en el actual Tell es-Seba, a once kilómetros 1 este de Bersabé.

Reveses

de Judá

(1,18-20)

18

Pero no se apoderó Judá de Gaza y de su territorio, ni de Ascalón y Acarón con los suyos. 19 Fue Yahvé con Judá, y se apoderó Judá de la parte montañosa, pero no pudo expulsar a los habitantes del llano, que tenían carros de hierro. 20 Atribuyóse Hebrón a Caleb, como lo había dicho Moisés, y aquél arrojó de allí a los tres hijos de Enac. Victorioso en la montaña, no pudo Judá apoderarse de la región marítima de Gaza, Ascalón y Acarón. Con su armamento rústico

Jueces 1 120

Jueces 1

Manases

y primitivo no podía enfrentarse con pueblos que disponían de carros de combate (Jos 17,16.18) recubiertos con láminas de hierro. Es la primera vez que se hace mención de este metal en la Biblia. El texto griego (v. 18): «Y no se apoderó», debe absolutamente preferirse a la lección del texto masorético: «Y se apoderó». En Jos 13,3 se dice que la región de los filisteos resistió al empuje de los israelitas, lo cual concuerda con 3,3 y la historia subsiguiente. Ya hemos indicado el interés del autor o redactor de este capítulo en encubrir los infortunios de Judá. La nota del v.20 sobre Caleb se refiere a hechos sucedidos anteriormente (Jos 14,12; 15,13). La tribu

de Benjamín

(1,21)

21

Los hijos de Benjamín no expulsaron a los jebuseos que habitaban en Jerusalén, y los jebuseos han habitado hasta el día de hoy con los hijos de Benjamín. La ciudad de Jerusalén se adjudicó a Benjamín (Jos 18,28). En Jos 15,63 se atribuye este fracaso «a los hijos de Judá». No se debe a un copista el hecho de que aquí se lea Benjamín en vez de Judá, sino al autor mismo. La segunda parte del versículo no debe entenderse en el sentido de que antes de la conquista de Jerusalén por David cohabitaran allí los benjaminitas con los jebuseos, sino en el de que elementos jebuseos continuaron en Jerusalén aun después de la conquista de la ciudad por David (2 Sam 24,18). Puede interpretarse también en el sentido de que los benjaminitas vivían alrededor de la ciudad, ocupada por los jebuseos. La casa de José

y la tonta

de Betel

(1,22-26)

22

También la casa de José subió contra Betel, y Yahvé estuvo con ellos. 23 La casa de José24 hizo una exploración cerca de Betel, que antes se llamó Luz, y los emboscados cogieron a un hombre que salía de la ciudad y le dijeron: «Enséñanos por dónde se entra en la ciudad, y te haremos gracia». 25 El les enseñó por dónde podrían entrar en la ciudad, y ellos la pasaron a filo de espada, pero dejaron en libertad a aquel hombre y a toda su familia. 26 Este hombre se fue a tierra de jéteos y edificó allí una ciudad, a la que dio el nombre de Luz, y así se llama todavía hoy. Gracias al favor divino pudo Judá dominar en la parte montañosa de su heredad y la casa de José asegurarse un gran éxito militar frente a la ciudad de Betel (Jos 16,2). La ciudad fue capturada durante la noche, siguiendo las indicaciones que dio un hombre de la misma. En premio de su traición le perdonaron la vida y se marchó con su familia al norte de Palestina, en los alrededores de Lais (v.26). Leer Lais en vez de Luz. Antiguamente Betel se llamaba Luz (Gen 28,19; 35,6; 48,3; Jos 18,22). Se encuentra su emplazamiento en la actual Betin, a dieciséis kilómetros al norte de Jerusalén.

y Efraím

121

(1,27-29)

27 Manases no expulsó a los habitantes de Betsan y de las ciudades de ella dependientes, ni a los de Tanac, Dor, Jeblam, Mageddo y las ciudades dependientes de ellas, y los cananeos se arriesgaron a permanecer en esta tierra. 28 Cuando Israel fue suficientemente fuerte, los hicieron tributarios, pero no los arrojaron. 29 Efraím no expulsó a los cananeos que habitaban Gazer, y los cananeos siguieron habitando en medio de Efraím. No pudo subyugar Manases las ciudades cananeas que cerraban el acceso a las fértiles llanuras de Betsán, junto al Jordán; Cisón, entre el Tabor y el Carmelo, y las planicies marítimas junto a Dor. Sólo más tarde, en tiempos de David y Salomón, los habitantes de estas ciudades se vieron obligados a prestar al rey sus servicios personales (i Re 9,21). También fracasó Efraím en el intento de apoderarse de Gazer (Jos 16,10), plaza fuerte que dominaba la llanura filistea y que además cortaba la comunicación entre las tribus del centro y las del mediodía. Un faraón entregó esta ciudad a Salomón como dote de su hija (1 Re 9,16). Tribus

del Norte

(1,30-36)

30

Zabulón no expulsó a los habitantes de Quetrom ni a los de Nalol, y los cananeos siguieron habitando en medio de Zabulón, pero fueron hechos tributarios. 31 Aser no expulsó a los habitantes de Acó, ni a los de Sidón, ni a los de Majaleb, de Aczib, de Jelba, de Afee y de Rejob; 32 y los hijos de Aser habitan en la tierra en medio de los cananeos, porque no los expulsaron. 33 Neftalí no expulsó a los habitantes de Bet Semes ni a los de Bet Anat, y habitó en medio de los cananeos habitantes de aquella tierra; pero los habitantes de Bet Semes y de Bet Anat fueron sometidos a tributo. 34 Los amorreos rechazaron a los hijos de Dan hacia los montes y no los dejaban bajar al llano; 35 arriesgáronse los amorreos a quedarse en el Har Jeres, en Ayalón y en Selebim; pero la mano de la casa de José pesó mucho sobre ellos y fueron sometidos a tributo. 36 El territorio de los idumeos se extendía desde la subida de Acrabim y desde Sela para arriba. A grandes rasgos describe el autor la precaria situación de las tribus norteñas. Zabulón no pudo con los cananeos, que sólo más tarde fueron hechos tributarios. Ninguna ciudad importante del territorio a ella asignado pasó a poder de Aser. Peor suerte corrió la tribu de Dan, la cual, aprisionada entre los filisteos que habitaban en la costa y los amorreos de la montaña, acabó por emigrar al extremo septentrional de Palestina (c.17-18). En un rápido bosquejo, el autor de esta introducción histórica reúne datos interesantes sobre la conquista de Palestina. Destaca los esfuerzos de Judá y de la casa de José; la impotencia de Dan para asegurarse la posesión de la herencia que le fue asignada; la desidia de otras tribus, que prefirieron el pacto y la amigable convi-

122

Jueces 2

vencía con los cananeos a los riesgos de la guerra. L a rápida p o sesión del territorio, con la cual soñaban los israelitas p r o c e d e n t e s del desierto, se convirtió en u n a empresa larga, a r d u a y sangrienta. ¿Sobre quiénes recae la responsabilidad de q u e las cosas n o se h u bieran desarrollado de acuerdo con las solemnes promesas q u e hizo Y a h v é a su p u e b l o ?

Causas de la precariedad de los israelitas (2,1-5)

en

Canaán

1 Subió el ángel de Yahvé de Gálgala a Betel, y dijo: «Yo os he hecho subir de Egipto y os he traído a la tierra que j u r é a vuestros padres, y he dicho: No r o m p e r é m i pacto eterno con vosotros 2 si vosotros n o pactáis con los habitantes de esta tierra; habéis de destruir sus altares. P e r o vosotros n o m e habéis obedecido; ¿por q u é habéis o b r a d o así? 3 Pues yo t a m b i é n m e he dicho: No los arrojaré de ante vosotros, y los tendréis p o r enemigos, y sus dioses serán para vosotros u n lazo». 4 C u a n do el ángel de Yahvé h u b o dicho estas palabras a todos los hijos de Israel, lloraron todos a voces. 5 L l a m a r o n a este lugar Boq u i m , y ofrecieron allí sacrificios a Yahvé.

Dios p r o m e t i ó m a n d a r a su ángel delante de los israelitas para q u e les guiara en el camino y les hiciera llegar al lugar q u e les había dispuesto (Ex 23,20-23). D e Gálgala, p r i m e r c a m p a m e n t o de los israelitas a esta p a r t e del J o r d á n (Jos 4,19; 5,10), subió el ángel d e Yahvé a Betel. ¿Cuál era la condición de este personaje misterioso ? ¿Era e n realidad u n ángel o u n profeta? ¿Se trata del arca de la alianza, c o m o sugiere D e V a u x ? E s t i m a n q u e era u n ángel Schulz y Lagrange, los cuales corroboran su opinión alegando q u e h a bla como si fuera Dios m i s m o , sin usar la fórmula profética: «Esto dice el Señor». L a comparación d e este pasaje con G e n 16,7 y E x 23,20-23 parece confirmar esta hipótesis. Según E x 33,2, D i o s dijo a Moisés q u e iría delante del p u e b l o «un ángel, q u e arrojará al cananeo, al amorreo, al jeteo, al fereceo, al jeveo y al jebuseo». Yahvé en persona n o quiere ir, p o r q u e se vería obligado a a n i q u i larlo a causa de su d u r a cerviz. A q u í se distingue claramente el ángel de Y a h v é de Dios, q u e lo m a n d a ; p e r o n o especifica si se trata de u n v e r d a d e r o ángel o de u n profeta. H u m m e l a u e r , basándose en los L X X , cree q u e el ángel de este pasaje es u n profeta. Según Vincent y D h o r m e , el t é r m i n o ángel fue añadido desde m u y antiguo al texto con el fin de evitar los antropomorfismos, como en E x 3,2. El p ú b l i c o q u e escuchaba las palabras del enviado se componía de representantes calificados de todas las t r i b u s y de m u c h o s p e r e grinos q u e h a b í a n acudido a aquel santuario, m u y venerado en la antigüedad. El p u e b l o oyó consternado las d u r a s palabras del á n gel y, a r r e p e n t i d o p o r sus culpas pasadas y temeroso de su porvenir, rompió a llorar ( G e n 27,38; 29,11). P o r este llanto, aquel lugar fue llamado Boquina (de baqa, llorar). H e aquí la razón s u p r e m a q u e explica la posición precaria y difícil de los israelitas en Palestina. E n todo el discurso del ángel de Yahvé se vislumbraba el estilo d e u teronÓmiCQ,

Jueces 2

INTRODUCCIÓN

RELIGIOSA

12,3

(2,6-23)

E n esta s e g u n d a introducción, m á s antigua q u e la historie^ que precede, se enuncia el t e m a central q u e se desarrolla e n el libro. Se p o n e n en p a r a n g ó n los t i e m p o s de Josué con los q u e siguieron a su m u e r t e , y se hace ver la diferencia q u e había e n t r e ellos desde el p u n t o de vista religioso. E n aquel entonces el p u e pío permanecía fiel a Yahvé (v.7), p e r o a la m u e r t e del gran caudillo de Israel surgió u n a generación nueva q u e n o conocía a Y a h v é ni la o b r a q u e éste había h e c h o en favor de Israel (v. 10-12). L o s hijos de Israel prevaricaron y e n d o tras los dioses extranjeros. Dios castigó su infidelidad entregándolos en p o d e r de sus enemigos. P e r o se apiadó d e ellos y les suscitó jueces para q u e los librara de los e n e , migos y les obligaran a volver al culto del Dios v e r d a d e r o (v.1415.18). El a r r e p e n t i m i e n t o fue efímero, por cuanto, a la m u e r t e de los jueces, «volvían a corromperse, m á s todavía q u e sus padres» (v.19). T e n e m o s aquí delineado el t e m a pragmático a cuatro t i e m p o s q u e se desenvuelve en el curso del libro: pecado y castigo, conversión y misericordia, q u e se repite al principio y final de la historia de cada u n o de los jueces (3,7.12-15; 4 , 1 ; 6,1; 8,33; 10,6). Según se d e s p r e n d e de la tesis del autor, los males q u e aquejaban a Israel provienen de sus propias infidelidades. ¿Por q u é Dios n o ha arrojado a los pueblos indígenas de la t i e rra p r o m e t i d a ? H e m o s visto la respuesta del autor de la i n t r o d u c ción histórica (2,3). L a q u e señala el autor d e esta segunda introducción es otra: por haber a b a n d o n a d o a Yahvé y h a b e r desechado sus m a n d a m i e n t o s . Esta m i s m a p r e g u n t a se habían hecho otros p e n sadores en el curso de los años, y sus respuestas h a n sido consignadas en el libro. U n o decía: L a razón de n o haber arrojado D i o s a los pueblos enemigos fue p o r q u e quiso adiestrar a su p u e b l o en el arte de la guerra con el fin de prepararle para la lucha futura (2,23a; 3,2a.5a.6). O t r o creía q u e Dios permitió la permanencia de extranjeros en Palestina en t i e m p o s de Josué para p o n e r a p r u e b a la fidelidad religiosa de Israel (2,22.23b; 3,13.3.4) y, después d e su m u e r te, para castigar al p u e b l o en caso de q u e rindiese culto a Baal y Astarté.

Muerte

de Josué

(2,6-10)

6 C u a n d o Josué despidió al pueblo y se fueron los hijos de Israel cada u n o a su heredad para posesionarse de la tierra, 7 el pueblo sirvió a Yahvé d u r a n t e toda la vida de Josué y la de los ancianos que le sobrevivieron y hablan visto toda la grande obra que Yahvé había hecho en favor de Israel. 8 Josué, hijo de N u n , siervo de Yahvé, m u r i ó a la edad de ciento diez años 9 y fue sepultado en el territorio de su heredad, en T i m n a t Heres, en los montes de Efraím, al norte del m o n t e G a s . 10 T o d a aquella generación fue a reunirse con sus padres, y

Jueces 2

124

Jueces 3

surgió una nueva generación, que no conocía a Yahvé ni la obra que éste había hecho en favor de Israel. El comienzo de este versículo se enlaza bastante bien con Jos 24,28. El v.7 corresponde a Jos 24,29-31. Las pequeñas discrepancias que se observan entre ambos relatos proceden de la diferente concepción por parte de los hagiógrafos. Infidelidad

y castigo

(2,11-15)

11

Los hijos de Israel hicieron el mal a los ojos de Yahvé y sirvieron a los baales. •2 Se apartaron de Yahvé, el Dios de sus padres, que los había sacado de Egipto, y se fueron tras otros dioses, de entre los dioses de los pueblos que los rodeaban, y se postraron ante ellos, irritando a 14Yahvé. 13 Apartándose de Yahvé, sirvieron a Baal y Astarté. Encendióse en cólera Yahvé contra Israel y los entregó en manos de salteadores, que los asaltaban y los vendían a los enemigos del contorno, y llegaron a no poder ya resistir a sus enemigos. 15 En cualquier salida que hacían pesaba sobre ellos para mal la mano de Yahvé, como El se lo había dicho, como se lo había jurado, y se vieron en muy gran aprieto. La generación que siguió a Josué sucumbió al hechizo del culto de los baales y astartés. No es de creer que abandonara completamente a Yahvé o que perdiera su recuerdo; más bien trató de hacer compatibles ambos cultos. Reconocían que Yahvé era el Dios grande del Sinaí, dueño absoluto de aquellos parajes; pero su poder no se ejercía de igual modo en Palestina, en donde se le reservaba un puesto más o menos destacado en la jerarquía de los dioses. Obligados a vivir en Ganaán, se creían en el deber de honrar a los dioses de la tierra con el fin de atraerse su favor y benevolencia (3,7; 10,6). Este sincretismo religioso desagradó a Yahvé, y en castigo los entregó en manos de pueblos nómadas de la tierra. En el v.12 se halla resumida toda la filosofía religiosa del Deuteronomio: abandono del Dios de los antepasados, idolatría, ira de Yahvé, que se manifestará con el castigo pertinente (Deut 6,10-15). Baal y Astarté eran los dos dioses principales del panteón cananeo. Simbolizaban las fuerzas de la naturaleza: Baal, la tempestad; Astarté, el cielo.

Los jueces y su misión

(2,16-19)

125

dioses extraños para servirlos y adorarlos, sin dejar de cometer sus crímenes, y persistían en sus caminos. La adversidad hizo reflexionar a los hijos de Israel, dándoles a entender que habían pecado gravemente al abandonar a Dios y desechar sus mandamientos. La historia del pasado les advertía que sus padres fueron fuertes cuando Dios estaba con ellos y de que Iracasaban en sus empresas cuando se volvían contra El. Además, m toda la historia de Israel se hallan pruebas de la bondad y benevolencia divinas, que perdona al pecador arrepentido. Acogiéndose a esta misericordia divina, hicieron penitencia y clamaron al Señor. Dios les suscitó jueces, cuya misión era doble: libertarles del enemigo y enseñarles el cumplimiento de sus deberes religiosos. Pero a la muerte del juez, y aun en vida, volvieron a las andadas, prostituyéndose a los ídolos. Este último verbo fue muy usado por los profetas después de Oseas para estigmatizar a Israel (Os c.i y 2; Is 1,21; Ez 16,16; Deut 31,16). Permanencia

de los pueblos paganos (2,20-23)

en

Palestina

20 Encendióse la cólera de Yahvé contra Israel, y dijo: «Pues que este pueblo ha roto el pacto que yo había establecido con sus padres y no me obedece, 21 tampoco seguiré yo arrojando de ante ellos a ninguno de los pueblos que dejara Josué al morir, 22 para por ellos poner a Israel a prueba, si seguiría o no los caminos de Yahvé, andando por ellos como sus padres». 23 Y Yahvé dejó en paz, sin apresurarse a expulsarlos, a aquellos pueblos que no había entregado en manos de Josué.

Diversas razones se dan para explicar la permanencia de los pueblos indígenas en la tierra asignada por Dios a Israel. Una de ellas es porque los israelitas rompieron el pacto que hizo Dios con sus padres y no le obedecían (Deut 17,2); en castigo, no les ayudará en adelante para limpiar la tierra de los enemigos que dejara Josué. ¿Por qué razón Josué dejó subsistir estos pueblos? La respuesta se da en 3,1. Otra razón se da en los v.22-23, que. según Lagrange, son una glosa a modo de pequeño comentario surgido por la siguiente objeción: ¿Por qué Dios no arrojó a los cananeos en tiempo de Josué, ya que entonces el pueblo se mantenía fiel al pacto de la alianza ?

16

Yahvé suscitó jueces, que los libraron de los salteadores; pero, desobedeciendo también a los jueces, se prostituyeron, yéndose detrás de dioses extraños, y los adoraron, apartándose bien pronto del camino que habían seguido sus padres, obedeciendo los preceptos de Yahvé; no hicieron ellos así. 18 Cuando Yahvé les suscitaba un juez, estaba con él y los libraba de la opresión de sus enemigos durante la vida del juez, porque se compadecía Yahvé de sus gemidos, a causa de los que los oprimían y los vejaban. 19 En muriendo el juez, volvían a corromperse, más todavía que sus padres, yéndose tras de los 17

Israel

puesto

a prueba

por los pueblos

paganos

(3,1-6)

1 He aquí los pueblos que dejó Yahvé para probar por ellos a Israel, a cuantos no conocieron las guerras de Canaán; 2 sólo para probar a las generaciones de los hijos de Israel, acostumbrando a la guerra a los que no la habían hecho antes: 3 cinco príncipes de los filisteos; todos los cananeos; los sidonios, y los jéteos que habitan el monte Líbano, desde el monte Baal Hermón hasta la entrada de Jamat. c o n d e n á n d o l e a d a r vueltas a la muela, trabajo p r o p i o d e ujeres y esclavos ( E x 11,5; Is 47,2). Su cabeza volvió a poblarse, p e r o n o p o r ello debía renacer su fuerza extraordinaria d e antes, ratado como u n esclavo y blanco d e las burlas d e los filisteos, r e s o n ó Sansón sobre su conducta e infidelidad a la misión p a r a la cual Dios le había escogido. Su oración debió d e ser ferviente; su a r r e p e n t i m i e n t o , verdadero, p o r lo cual Dios le concedió d e nuevo el c a n s m a d e la fuerza q u e le había retirado. D a g ó n era u n a diviniad semita, protectora del trigo (dagan), m u y venerada e n t o d o el U n e n t e M e d i o desde Babilonia al M e d i t e r r á n e o ya desde el tercer milenio antes d e Cristo 2. L o s filisteos a d o p t a r o n este dios, r i n d i é n dole u n culto especial e n A z o t o (1 S a m 5,2; 1 M a c 10,84; n . 4 ) . M á s t a r d e esta divinidad fue identificada falsamente c o n u n a divi'.. DHORME, Les avatars du dieu Dagon: RHR 138 (1950) j 29-140.

l7->

11 ¡dad c o n cuerpo de pez (dag). J u n t o al dios se veneraba a s ^ puredra Atargates (2 M a c 12,26). Los príncipes y todo el p u e b l o aclamaban a su dios p o r h a b e r l e librado d e Sansón, su enemigo. C u a n d o su corazón se alegró p 0 el m u c h o vino, reclamaron su presencia para q u e les divirtiera (Mitigado a bailar al son d e i n s t r u m e n t o s y z a r a n d e a d o d e u ^ ' parte a otra, fué el hazmerreír d e t o d a aquella gente ebria d e vin. V de triunfo. Ya agotado, se le concedió u n leve descanso a la sorrj lira d e u n a terraza sostenida p o r columnas. Sansón pidió a su l a ^ Hilo q u e le permitiera apoyarse e n u n a d e las columnas d e la casa 0 de la sala cabe el templo, d o n d e estaban reunidos los filiste0' para consumir el resto d e las víctimas ofrecidas e n sacrificio (9,45. 1 Sam 1,9; 9,22). E n t o n c e s Sansón invocó a Dios, pidiéndole 1' devolviera la fuerza d e otro t i e m p o . A l tener conciencia d e q l l I )ios había oído su oración, se agarró a las d o s columnas c e n t r a l e s •¡obre las cuales se apoyaba el edificio, y las sacudió con t a n t a f u e r ^ ' ¡ran n ú m e r o d e filisteos entre los escombros. N o cabe hablar d e suicidio directo y voluntario e n este caso ^ Sansón, ya q u e él quiso d i r e c t a m e n t e la m u e r t e d e sus e n e m i g 0 s los filisteos, y sólo i n d i r e c t a m e n t e atentó contra su vida p r o p ¡ a ' \ pesar d e sus debilidades, Sansón pasó a la historia con la farrw' de u n juez q u e hizo justicia a los enemigos d e su pueblo, gracias a mi carisma q u e le otorgó Dios g r a t u i t a m e n t e . San Pablo alaba s . fe y confianza e n D i o s ( H e b r 11,32). E l autor sagrado recogió

1 .niel». Cinco hombres del clan de Sora y Estaol (11,2.25; .3i) iiii:ron escogidos y enviados a explorar la tierra en busca de un > ' 1 ritorio donde poder colocar cierto número de danitas. En su viaje 1 n-.ia el norte pasaron por los montes de Efraím y llegaron a un llorrio donde estaba la casa de Mica (17,8), pernoctando allí. la mañana siguiente, ya en trance de proseguir su viaje, remocieron la voz del joven levita, o porque le habían tratado > 'i-sonalmente en su región, o porque fueron sorprendidos al oír I 1 voz de un hombre que hablaba con el mismo acento que ellos. I ntraron en conversación con él, que les informó de los buenos hatos que le daba Mica, a quien servía como sacerdote. Porque Inri levitas eran expertos en el arte de la consultación, le pidieron • insultara a Yahvé acerca del éxito de su viaje. El levita lo hizo no se dice qué rito empleó—, dándoles una respuesta ambigua, • l ue ellos interpretaron como de buen augurio. Debe descartarse l,i opinión de Hummelauer, según la cual el levita consultó al hablo, de quien fue la respuesta. Los cinco

exploradores

llegan

a Lais

(18,7)

7

Reemprendieron su camino los cinco hombres y llegaron a Lais. Vieron que la gente de ella vivía en seguridad, a modo de los sidonios, pacífica y tranquilamente, sin que nadie dañase a nadie, y que eran ricos y estaban alejados de los sidonios y no tenían relación con la Siria. Lais (Jos 19,47) estaba situada en las fuentes del Jordán, a cinco I 1 lómeteos de Banías (Cesárea de Filipo), en el actual Tell-el-Qadi. \llí nace el manantial que da origen al rio Jordán, Nahr-el-Leddán, ,iuc conserva el nombre que se dio más tarde a la ciudad, Dan, •-i 1 memoria de su conquista por los danitas. La ciudad, situada 1'ii una llanura y con abundancia de agua, era rica, n a faltando nada , le cuanto produce la tierra. Sus habitantes vivían en paz y seguri, l.id, a la manera de los sidonios, es decir, habitantes de Fenicia 1 1,3), tranquilos y confiados. Tal vez la ciudad fuera colonia de :'.iiión (v.28), pero en caso de ataque por sorpresa no era fácil a l,i metrópoli prestarle ayuda, por hallarse a una distancia de cinr 1 icnta kilómetros y por mediar entre ambas ciudades la depresión ile Nahr-el-Litani. Con respecto a los estados árameos del este, I .ais no mantenía ninguna relación con ellos. Los cinco exploradores comprendieron las ventajas que ofrecía el terreno para la emigración. Emigración

de los danitas

(18,8-13)

8 Volviéronse, pues, a sus hermanos, a Sora y Estaol, que les preguntaron: «¿Qué traéis?» Ellos contestaron: 9 «Hemos ido y recorrido el país hasta Lais y hemos visto un pueblo que mora tranquilo según las costumbres de los sidonios, alejado de éstos y sin comunicación con la Siria. Subamos luego contra ellos. Hemos visto la tierra y es muy buena. ¿Os estáis quietos? No

182

Jueces 18

A las p r e g u n t a s de sus compatriotas, a su regreso, r e s p o n d i e r o n los exploradores q u e el territorio era rico y fácil d e conquistar. El laconismo de la respuesta, según el texto hebraico, contrasta con la larga descripción q u e hacen los L X X , cód. A . L., de las condiciones de vida q u e h a n observado en Lais. Según N ú m 1,39; 26,43, la t r i b u de D a n contaba con m á s de sesenta mil h o m b r e s aptos p a r a las armas. Esto indica q u e n o todos los danitas emigrar o n a Lais, sino ú n i c a m e n t e p a r t e del clan residente en Sora y Estaol. L a p r i m e r a etapa fue Quiriat-Jearim (Jos 9,17; 1 Sam. 6,21; 7,1; 2 Sam 6,2), a q u i n c e kilómetros al noroeste de Jerusalén, act u a l m e n t e A b u - G o s c h . M a h a n e h - D a n significa c a m p a m e n t o de D a n (13,25); su emplazamiento n o p u e d e d e t e r m i n a r s e de m a n e r a exacta.

Robo 14

en el santuario

de Mica

183

Jueces 18

dilatéis la ida, p a r a apoderarnos de esa tierra. 10 Daréis con u n pueblo que vive seguro. L a tierra es amplia, y Dios la ha puesto en vuestras m a n o s . E s u n a tierra que p r o d u c e de todo». 11 Salieron, pues, de Sora y Estaol seiscientos h o m b r e s de las familias de D a n , a r m a d o s en guerra, l 2 y subiendo, a c a m p a r o n en Quiriat-Jearim, de Judá, p o r lo cual se llamó hasta h o y este lugar Majane D a n , al occidente de Quiriat-Jearim. 13 Pasaron de allí a los m o n t e s de Efraím y llegaron hasta la casa de Mica.

(18,14-26)

Los cinco h o m b r e s que habían ido a explorar la tierra de Lais dijeron a sus h e r m a n o s : «¿Sabéis q u e en esta casa hay u n efod, y «terafim», y una i m a g e n tallada y chapeada ? Ved vosotros lo q u e se ha de hacer». 1 3 Pasaron adelante; y e n t r a n d o en la casa del joven levita, la casa de Mica, le p r e g u n t a r o n p o r su salud. 16 Los seiscientos h o m b r e s de los hijos de D a n , a r m a d o s en guerra, se q u e d a r o n a la entrada de la puerta. 1 7 Subieron los cinco exploradores y e n t r a r o n para apoderarse del efod, de los «terafim» y de la imagen chapeada, mientras estaba el sacerdote a la entrada de la p u e r t a con los seiscientos h o m b r e s a r m a dos en guerra. 18 D e s p u é s que entraron en la casa de Mica, se a p o d e r a r o n del efod, de los «terafim» y de la i m a g e n tallada y chapeada, les dijo el sacerdote: « ¿ Q u é hacéis?» 19 Ellos le dijer o n : «Cállate; ponte la m a n o en la boca, vente con nosotros y serás nuestro p a d r e y nuestro sacerdote. ¿ Q u é te es mejor: ser sacerdote de la casa de u n solo h o m b r e o serlo de una tribu y de una familia de Israel ?» 20 Alégresele al sacerdote el corazón, y, cogiendo el efod, los «terafim» y la i m a g e n tallada, se fue con aquella gente. 21 Pusiéronse en m a r c h a de nuevo, llevando p o r delante a los niños, a los animales y las cosas de precio; 2 2 y estaban ya lejos de la casa de Mica, cuando éste y los h o m b r e s q u e habitaban las casas vecinas de la de Mica se reunieron para salir en persecución de los hijos de D a n . 2 3 G r i t a r o n a los hijos de D a n ; y éstos, volviendo la cara, dijeron a M i c a : « ¿ Q u é te ocurre, para q u e nos vengas d a n d o voces?» 2 4 El contestó: « M i dios, el q u e yo h e hecho, m e lo habéis quitado junto con el sacerdote, y os marcháis. ¿ Q u é m e q u e d a entonces? ¿Y todavía m e preguntáis q u é m e ocurre?» 2 5 Dijéronle los hijos de D a n : «No nos hagas oír m á s tu voz si n o quieres q u e h o m b r e s irritados

se arrojen sobre vosotros y pierdas tu vida y la de los de tu casa», Prosiguieron los hijos de D a n su c a m i n o ; y Mica, viendo que eran m á s fuertes que él, se volvió y tornó a su casa. 26

L a composición de los v.16-18 es singular. El sentido de la perícopa parece ser el siguiente. H a b i t a b a M i c a en u n villorrio o 1 aserio en el q u e las casas, dispuestas en forma circular, dejaban un patio en el centro, con la casa de M i c a en el fondo del m i s m o y líente a la única p u e r t a de e n t r a d a (v.16-17). L o s seiscientos h o m bres se aglomeraron en la p u e r t a del caserío, d o n d e saludaron y (onversaron largamente con el levita (15-16). E n t r e tanto, los cinco exploradores aprovecharon la c o y u n t u r a de hallarse el levita enzarzado en la conversación con el grueso de la t r o p a para deslizarse I lacia el interior del patio, con á n i m o de desvalijar el santuario insidiado en la casa de M i c a (v.17). V i e n d o ellos q u e el levita seguía, en la p u e r t a del caserío (v.i7c), se filtraron en la casa d e M i c a , llevándose la imagen tallada (pesel), el efod y los terafim y, acaso (véase v.2), el ídolo de metal (massekah) (v.18). D e regreso, obligados a salir por la única p u e r t a de acceso a la ciudad, en d o n d e ;i- hallaba el levita, n o p u d i e r o n evitar q u e éste se diera cuenta del iobo, y les increpara, diciendo: « ¿ Q u é hacéis?» Ellos y el grueso • le los danitas le i m p u s i e r o n silencio y le invitaron a seguirles para MT su p a d r e espiritual (17,10) y sacerdote. L a s p r o p u e s t a s q u e le hicieron le parecieron m á s lucrativas q u e las de M i c a , p o r lo cual 1 argó él m i s m o con los objetos sagrados y, en m e d i o de la tropa, 1 orno personaje distinguido, púsose en camino.

Toma

de Lais

(18,27-29)

27

Lleváronse, pues, lo q u e había hecho Mica y el sacer dote q u e tenía, y m a r c h a r o n contra Lais, contra el pueblo tranquilo y confiado, y los pasaron a filo de espada y p r e n d i e r o n fuego a la ciudad. 2 8 No h u b o quien la librara, p o r lo lejos q u e estaba. Sidón y por n o t e n e r relación con la Siria. Estaba en el valle q u e se extiende hacia Bet Rejobot. Los hijos de D a n reedificaron la ciudad y habitaron en ella, 29 y la llamaron D a n , del n o m b r e de su p a d r e , hijo de Israel, pues antes se llamaba Lais. L a ciudad fue consagrada al a n a t e m a (1,8.25; 4> I 5)- E n la a n t i güedad, la guerra era total, y sigue siéndolo después d e t r e s m i l e nios. D e s p u é s de la p r i m e r a fase de la conquista israelita, n o se habla m á s d e «consagrar» la población cananea, sino s o l a m e n t e de rechazarla o someterla a t r i b u t o 1. El a u t o r sagrado explica el éxito d e la empresa d e b i d o al aislam i e n t o de Lais, q u e se e n c o n t r a b a lejos de Sidón y sin n i n g u n a 1 elación con la Siria. Bet Rejobot ( N ú m 13,21; 2 Sam 10,8), p r o b a b l e m e n t e sobre el sitio original d e Banías, era el c e n t r o d e u n p e q u e ñ o estado arameo q u e se organizó d u r a n t e el siglo x n a. de G . Kl lugar formaba p a r t e del país d e los árameos o sirios (2 S a m 10,8). W . F. ALBRIGHT, De Váge de la pierre a la chrétienté (París 1951) 204-205.

184

Jueces 18 Fundación

de Dan y de su santuario

(18,30-31)

II.

30

Los hijos de Dan se erigieron la imagen tallada de Mica; Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés, él y sus hijos, fueron sacerdotes de la tribu de Dan hasta el tiempo de la emigración de Dan. 31 Permaneció entre ellos la imagen tallada de Mica, que él se había hecho, todo el tiempo que estuvo en Silo la casa de Dios. Estos dos versos han retenido la atención de exegetas e historiadores. Manipulados por los especialistas, los versos han sufrido mucho. Los críticos dudan de que uno u otro figurara en el texto primitivo; a veces suprimen los dos. Sin acudir a operaciones quirúrgicas tan enérgicas, algunos los amputan parcialmente. A pesar de las incertezas de la crítica literaria, los dos versos son importantes para la historia del sacerdocio israelita 2 . Hasta ahora el autor sagrado había callado el nombre de este levita; pero, en el trance de poner de relieve el origen ilustre del santuario, declara que se llamaba Jonatán, hijo de Gersón, hijo de Moisés (Ex 2,22; 18,3; 1 Crón 23,15). Pero este detalle de que un descendiente de Moisés se prestara a una desviación del yahvismo auténtico indica la anarquía religiosa existente en aquella época. Por esto mismo, para salvaguardar el honor del gran caudillo de Israel, los masoretas reemplazaron más tarde su nombre por el del impío Manases (2 Re c.21). Esta es la razón de que en el texto masorético haya un nun suspendido entre la primera y segunda letra del nombre de Moisés (m(n)sh) 3 . Descendientes de Jonatán continuaron ejerciendo su sacerdocio, poco ortodoxo, en el santuario de Dan hasta que desapareció con la cautividad del reino del Norte en los años 733 ó 722. En tiempos de Jeroboam, la imagen tallada de plata fue reemplazada por un becerro de oro, lo que «indujo al pecado, pues iba el pueblo hasta Dan para adorar» (1 Re 12,30). Los profetas Amos y Oseas levantaron su voz contra estos sacerdotes. En estos capítulos puede verse la mano de un autor del reino de Judá, que condena el santuario de Dan, Insiste en su carácter idolátrico (18,30a; 18,31a). El mismo redactor ha impreso su pensamiento en varias partes del relato. Respeta en general la vieja tradición danita; puede ser que haya añadido él los pasajes 17,6 y 18,1; 17,2-4. El redactor es un ferviente yahvista, un partidario del sacerdocio sadocita de Jerusalén 4 . 2 HAURET, l.c, 105-106. FERNÁNDEZ, l.c, 253 n.2; HAURET, l.c, HAURET, l.c, 112-113.

3

185

Jueces 19 E L C R I M E N D E G U E B A Y LA GUERRA

CONTRA

B E N J A M Í N (c. 19-21)

Los hechos de que se habla en los tres últimos capítulos del libro se desarrollaron también en los tiempos en que no había rey en Israel (v. 1). Entre este apéndice y el anterior existen analogías evidentes. Los expositores han puesto de relieve que en el texto actual de este segundo apéndice se vislumbra la intervención de varias manos. Cómo y cuándo alcanzó su forma definitiva, no es posible determinarlo con certeza. Se habla de la yuxtaposición de dos narraciones antiguas; de un redactor posterior que combinó el relato más antiguo con otro sacerdotal completamente independiente o de un relato antiguo elaborado y dispuesto por un escritor perteneciente a los círculos sacerdotales *. En cuanto a los fines del autor, este apéndice entra en el plan teológico que se ha propuesto desarrollar. En primer lugar, el episodio deja entrever claramente el estado de anarquía reinante, en oposición a los tiempos de la monarquía davídica. Pero, a pesar de ello, Dios se interesa por su pueblo pecador y corre en su ayuda a la más leve señal de arrepentimiento (v.21-14). No son los pueblos extranjeros los que infligen un castigo a la tribu prevaricadora, sino la comunidad de Israel. Había crímenes que Israel no podía tolerar, tales como violar las costumbres sobre la hospitalidad, forzar una virgen, consentir perder la virginidad antes del matrimonio, apropiarse de las cosas consagradas a Yahvé por el herem (DESNOYERS, I 297). Pero, para que Israel lleve a feliz término las guerras de Yahvé contra los prevaricadores, tiene necesidad de purificarse en la lucha y en el sufrimiento. Estas son las dos lecciones morales que se desprenden de este segundo apéndice: la noción de prueba (3,1-6) y la fidelidad de Yahvé. El levita

de Efraítn

y su concubina

(19,1-10)

1

Sucedió por aquel tiempo, cuando no había rey en Israel, que un levita que peregrinaba en el límite septentrional de los montes de Efraím, tomó por mujer a una concubina de Belén de Judá. 2 Se disgustó con él la concubina y le dejó para irse a la casa de su padre, a Belén de Judá, donde se estuvo por espacio de cuatro meses. 3 Su marido, llevando consigo un mozo y dos asnos, se encaminó donde ella estaba, para hablarle al corazón y reducirla. Hízole entrar ella en la 4casa de su padre, que al verle salió muy contento a recibirle. Instóle su suegro, el padre de la joven, y se quedó5 allí por tres días, comiendo, bebiendo y pasando la noche allí. Al cuarto día se levantó de mañana y se dispuso a marchar; pero el padre de la joven dijo a su yerno: «Toma antes un bocado de pan, para refocilarte, y luego partirás». 6 Sentáronse ambos y comieron y bebieron; y el padre de la joven dijo al marido: «Anda, quédate hoy a pasar aquí la noche alegremente». 7 Levantóse el marido para marcharse,

107.

4

1

A. FERNÁNDEZ, El atentado de Gabaa. Critica histórico-literaria de Jud. ig-21; «Bíblica»,

1 • (1931) 297-300.

Jueces 19

186

pero le instó su suegro, y se quedó a pasar la noche allí. 8 Levantóse de mañana el día quinto, para emprender la marcha; y le dijo el padre de la joven: «Anda, toma un refrigerio y diferid la marcha hasta el caer del día»; y se pusieron a comer juntos. 9 Levantóse el marido para marcharse él, la concubina y el mozo; pero el suegro, el padre de la joven, le dijo: «Mira, comienza ya a caer la tarde; anda, pasad la noche aquí, que el día se acaba ya; pasa aquí la noche, que se te alegre el corazón, y mañana os levantáis bien temprano para volveros a tu casa». 10 El marido rehusó pasar allí la noche, se levantó y partió. Llegó frente a Jebús, que es Jerusalén, con el par de asnos y la concubina. Este levita habitaba como guer en la parte norte de Efraím (17,8; 18,2), lo que revela que el escritor escribía desde Judá. Tomó como concubina (8,31), o mujer de segundo orden (Gen 22, 24), a una de Belén (17,7). No se sabe el porqué, pero lo cierto es que la mujer montó en cólera contra él, lo abandonó y se marchó a casa de sus padres. Al cabo de cuatro meses, el buen levita se fue a Belén para reconciliarse con ella. La acogida fue cálida, tanto de parte de su mujer como de parte de su suegro (hoten). Después de muchas tentativas de éste para retenerle por más tiempo en su casa, el levita, con su mujer, emprendió el viaje de regreso a su casa. Etapa

de Gueba

187

Jueces 19

(19,11-21)

11 Cuando estaba cerca de Jebús, el día había ya bajado mucho, y dijo el mozo a su amo: «Será mejor que nos desviemos hacia la ciudad de los jebuseos para pasar allí la noche». 12 El amo le respondió: «No, no torceremos hacia la ciudad extraña, en la que no hay hijos de Israel; 13 lleguemos a Gueba»; y añadió: «Anda, vamos a acercarnos a uno de esos dos lugares, y pasaremos la noche en Gueva o en Rama». 14 Prosiguieron la marcha, y al ponerse el sol llegaron cerca de Gueba de Benjamín. 15 Tomaron, pues, hacia allá, para pasar la noche en Gueba. Entraron y se sentaron en la plaza de la ciudad; y no hubo quien los admitiera en su casa para pasar en ella la noche. 16 Llegó en esto un anciano que venía de trabajar en el campo; era un hombre de los montes de Efraím, que se17hallaba en Gueba; los habitantes del lugar eran benjaminitas. Cuando, al levantar los ojos, vio al viajero en la18plaza de la ciudad, le dijo: «¿Adonde vas y de dónde vienes?» El le contestó: «Vamos de Belén de Judá al límite septentrional de los montes de Efraím, de donde soy yo. Había ido a Belén de Judá y voy a mi casa, pero nadie me admite en su casa. 19 Sin embargo, tenemos paja y forraje para los asnos, y también pan y vino para mí, para tu sierva y para el mozo que acompaña a tus siervos; no necesitamos nada». 20 El anciano le dijo: «Sea contigo la paz; de cuanto te es necesario te proveerá yo; no te quedes en la plaza». 21 Hízolos entrar en su casa y dio forraje a los asnos. Laváronse los pies los viajeros y después comieron y bebieron. A las dos horas de haber salido llegaron los viajeros a la vista de Jerusalén, que dejaron a la derecha, por encontrarse en poder

de los jebuseos (Jos 15,8), y siguieron hacia adelante con el fin de hospedarse en una ciudad israelita al norte de Jerusalén. Esta se llamaba Urusaiim, Jerusalén ya en el siglo xv a. de C , mucho antes de la ocupación israelita, y sólo más tarde llamóse Jebús (1 Crón 11,4-5). Llegaron los viajeros a Gueba de Benjamín (1 Sam 13,4; T5>34)> actualmente Tell-el-Full, a seis kilómetros al norte de Jerusalén, y decidieron pernoctar allí. Según la costumbre, el grupo de viajeros sentóse en la plaza (Gen 19,2), junto a la puerta de la ciudad (Neh 8,1; Job 29,7), esperando que alguien les ofreciera hospitalidad; pero nadie los invitó, a pesar de ser la hora en que las gentes regresaban de sus labores del campo. Al fin, un anciano efraimita, después de haberse cerciorado de dónde venían y adonde iban, les acogió benévolamente en su casa. Después de lavarles los pies (Gen 18,4; 19,2; 24,23), acto que se consideraba como necesario por razón de que se andaba con sandalias o con los pies desnudos, les sentó en su mesa. Horrendo

crimen

de los guebaítas

(19,22-30)

22 Mientras estaban refocilándose, los hombres de la ciudad, gente perversa, aporrearon fuertemente la puerta, diciendo al anciano dueño de la casa: «Sácanos al23hombre que ha entrado en tu casa, para que le conozcamos». El dueño de la casa salió a ellos y les dijo: «No, hermanos míos, no hagáis tal maldad, os lo pido; pues que este hombre ha entrado en mi casa, no cometáis semejante crimen. 24 Aquí están mi hija, que es virgen, y la concubina de él; yo os las sacaré fuera para que abuséis de ellas y hagáis con ellas como bien os parezca; pero a este hombre no le hagáis semejante infamia». 25 Aquellos hombres no quisieron escucharle, y entonces el levita cogió a su concubina y la sacó fuera. La conocieron y estuvieron abusando de ella toda la noche, hasta la mañana, dejándola al romper la aurora. 26 Al venir la mañana, cayó la mujer a la entrada de la casa donde estaba su señor, y allí quedó hasta que fue de día. 27 Su marido se levantó de mañana y abrió la puerta de la casa para salir y continuar su camino, y vio que la mujer, su concubina, estaba28tendida a la entrada de la casa con las manos sobre el umbral. El le dijo: «Levántate y vamos»; pero nadie respondió. Púsola entonces el marido sobre su asno y partió para su lugar. 2» Llegado a su casa, cogió un cuchillo y la concubina y partió miembro por miembro, en doce trozos, que mandó por toda la tierra de Israel. 30 y a los enviados encargó que dijeran a todos los israelitas: «¿Se ha visto jamás tal cosa desde que los hijos de Israel subieron de Egipto hasta el presente? Miradlo bien, deliberad y resolved». A su vista decían todos: «Jamás ha sucedido cosa parecida ni se ha visto tal desde que los hijos de Israel subieron de Egipto hasta hoy».

Estando ellos refocilándose en su mesa, los hombres de la ciu. Lid, hijos de Belial (Deut 13,13), se acercaron a la casa y, aporreando Inertemente la puerta, decían al anciano dueño de la misma: «Sá, iU10 s a la mujer (texto masorético: al hombre) que ha entrado en 111 casa para que la conozcamos» (Gen 19,1-8). La expresión hijos

188

Jueces 20

de Belial (i Sam 1,16; 2,12; 10,27; Sal 18,5) equivale a decir hombres perversos, dañinos, nefastos. El nombre indica una potencia infernal, el jefe de los demonios (2 Cor 6,15). Según el texto hebreo, se habla aquí de un crimen de sodomía, pecado muy extendido entre la gente nómada. Pero, por el contexto, aparece que los hombres de la ciudad reclamaban la mujer del levita. De hecho, en la declaración de éste (20,5) no se alude al crimen de sodomía, y los hombres del pueblo mostráronse satisfechos una vez les entregó su joven mujer. Es posible que un escriba cambiara el texto, escribiendo ish en vez de isha, para hacer más horrendo el crimen de los guebaítas y acaso por influencia de la historia de Lot (Gen 19), con la cual presenta sorprendente analogía. El anciano, para cumplir con los deberes sagrados de la hospitalidad (Gen 19,6-8), prefiere entregarles su propia hija antes que a la mujer del levita. Aquella violación de las leyes de la hospitalidad era una villanía en Israel (Gen 34, 7; Deut 22,21), que acarreaba necesariamente consigo un castigo ejemplar. El crimen de Gueba pasó a la historia de Israel como ¡ tipo de una perversidad extrema (Os 9,9; 10,9). j A la mañana siguiente (Gen 19,15), el levita encontró a su 1 concubina tendida a la entrada de la casa con las manos en el umbral. Al verla muerta, púsola sobre su asno y marchóse a su casa. Allí la partió en doce trozos, que mandó por toda la tierra de Israel. Acción análoga practicó Saúl (1 Sam 11,7). El instrumento que utilizó el levita para despedazar a su mujer es llamado maakhelet, palabra que se emplea en la historia del sacrificio de Isaac (Gen 22, 10). Al parecer era el cuchillo que servía para dividir a los animales destinados al sacrificio. La finalidad del levita con esta partición macabra del cadáver de su mujer fue la de inspirar horror, encender la indignación del pueblo e incitarlo a la venganza. El número doce no está en relación con las doce tribus.

Deliberación 1

de las tribus

189

Jueces 20

(20,1-11)

Salieron, pues, los hijos de Israel desde Dan hasta Berseba y la región de Galaad y se2 reunieron como un solo hombre en Masfa, delante de Yahvé. Los jefes de todo el pueblo y todas las tribus de Israel estuvieron presentes en la asamblea del pueblo de Dios: cuatrocientos mil hombres de a pie, armados. 3 Supieron los de Benjamín que los hijos de Israel habían subido a Masfa. Los hijos 4 de Israel dijeron: «Sepamos cómo se ha cometido el crimen». Tomó entonces la palabra el levita marido de la mujer que había sido muerta, y dijo: «Yo había entrado en Gueba de Benjamín con mi concubina para pasar allí la noche. 5 Los habitantes de Gueba se levantaron contra mí y rodearon de noche la casa donde estaba, con intención de matarme. Hicieron fuerza a mi concubina, hasta dejarla muerta. 6 La cogí y la corté en trozos, que mandé por todo el territorio de la heredad de Israel, porque han cometido un crimen infame en Israel. 7 Todos8 estáis aquí, hijos de Israel; deliberad y decidid aquí mismo». Y poniéndose el pueblo todo en pie, como un solo hombre, dijeron: «No vuelva nadie a sus tiendas ni se vaya nadie a su casa. 9 Lo que hay que hacer con Gueba

10

es ir contra ella a la suerte. Tómense de todas las tribus de Israel diez hombres por cada ciento, ciento por cada mil y mil por cada diez mil, que vayan en busca de víveres para la gente; y cuando estén de vuelta, que sea tratada Gueba de Hcnjamín conforme a la infamia que ha cometido en Israel». '' Quedáronse, pues, reunidos en torno a la ciudad todos los hijos de Israel, unidos como un solo hombre. El levita logró el efecto que deseaba. La asamblea de la comunidad de Israel, representada por los notables de las tribus, ancianos y jefes militares (Jos 22,12), se reunió en Masfa (1 Sam 7,5-14; 10,17; 2 Re 25,23-26), centro religioso y político, donde existía probablemente un santuario, como deja suponer la expresión «se reunieron... delante de Yahvé». Para expresar la presencia de representantes de todas las tribus (menos Benjamín), se emplea la frase clásica: de Dan, al norte, hasta Berseba, al mediodía (1 Sam 3, 20; 2 Sam 17,11), y la región de Galaad, o sea las tribus transjordánicas. La cifra de los allí reunidos, cuatrocientos mil de a pie, es una hipérbole manifiesta. En toda la narración se emplean cifras

muy altas (v.17.21.25.34.44-45). Fracasan

las negociaciones

(20,12-13)

12

Habían enviado las tribus de Israel mensajeros a todas las familias de Benjamín, que les dijeran: «¿Qué crimen es este que se ha cometido entre vosotros? ]3 Entregad luego a los perversos de Gueba para que les demos muerte y extirpemos el mal de en medio de Israel»; pero los benjaminitas no accedieron a la demanda de sus hermanos los hijos de Israel. Antes de empeñarse en una acción bélica contra Gueba, la comunidad de Israel envió un mensaje a los representantes de Benjamín para que entregaran a los culpables para darles muerte y borrar así el crimen que pesaba sobre Israel. Pero los benjaminitas se negaron. Aún hoy, entre los nómadas de TransJordania y Arabia, en caso de algún crimen, el cheikh no tiene derecho a matar al culpable que pertenezca a su clan, porque «es su propia sangre», y nada prevalece contra la sangre. Primeros 14

encuentros

(20,14-28)

Y saliendo de sus ciudades, se reunieron en Gueba para combatir contra los hijos de Israel. 15 Los hijos de Benjamín que, salidos de sus ciudades, se reunieron entonces en Gueba, fueron veintiséis16mil hombres de guerra, sin contar los habitantes de Gueba. Había, de entre éstos, setecientos hombres escogidos, zurdos, todos capaces de lanzar 17con la honda una piedra contra u n cabello sin errar el blanco. El número de los hijos de Israel reunidos, no contando a los de Benjamín, fue de cuatrocientos mil; todos hombres de guerra. 18 Levantáronse, pues, los hijos d e Israel y subieron a Betel, y, consultando a Dios, preguntaron: «¿Quién subirá primero a combatir a los hijos de Benjamín?» Respondió Yahvé: «Judá subirá el primero». 19 Pusiéronse e n marcha de mañana los hijos de Israel y acam-

190

Jueces 20

191

Jueces 20

20

paron contra Gueba. Avanzaron los hijos de Israel para combatir a los de Benjamín, y se pusieron en orden de batalla contra ellos delante de Gueba. 21 Salieron los hijos de Benjamín de Gueba, y echaron por tierra en aquel día a veintidós mil hombres de Israel. 22 Los hombres de Israel luciéronse fuertes y presentaron nuevamente batalla en el mismo lugar donde se pusieron el primer día; 23 habían subido antes a llorar ante Yahvé hasta la tarde, y habían consultado, diciendo: «¿Marchamos todavía a combatir a Benjamín, nuestro 24 hermano?»; y Yahvé había respondido: «Marchad contra él». Acercáronse,25 pues, los hijos de Israel a los hijos de Benjamín el segundo día; y salieron a su encuentro en Gueba los hijos de Benjamín, y echaron por tierra esta vez a dieciocho26 mil hombres de los hijos de Israel, todos hombres de guerra. Subió todo el pueblo, todos los hijos de Israel, a Betel; y allí lloraron ante Yahvé, ayunaron aquel día hasta la tarde y ofrecieron holocaustos27 y hostias pacíficas ante Yahvé. Luego consultaron a 28Yahvé. Por entonces estaba allí el arca de la alianza de Dios; y Finés, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, servía ante ella. Preguntaron, pues: «¿Marcharé todavía otra vez para combatir a los hijos de Benjamín, mi hermano, o debo desistir?» Yahvé respondió: «Marcha, que mañana lo pondré en tu mano». Al ejército israelita opusieron los benjaminitas otro de veintiséis mil (la cifra difiere según las versiones), entre los cuales se encontraban setecientos guerreros escogidos, zurdos (3,15), famosos en el manejo de la honda (1 Crón 12,2). Los dos primeros encuentros fueron desastrosos para las tribus reunidas, las cuales, a pesar de su superioridad numérica, fueron rechazadas con grandes pérdidas. Este desastre les indicaba que los medios materiales nada cuentan si Yahvé no combate con su pueblo. Las derrotas de Israel obedecían a que, por una causa que el autor sagrado no manifiesta, el ejército había contraído alguna impureza, de la cual debía purificarse (Jos c.7). La guerra es una empresa de Yahvé; de ahí que todos los que quieren participar en ella deben estar, por así decir, en estado de consagración. Puesto que Yahvé es el Señor de la guerra y que está en medio del campo de su pueblo, conviene que este campo se conserve santo. Previamente purificados, consultaron a Yahvé, quien prometió entregarles a Benjamín. El v.27 dice textualmente: «Y los hijos de Israel consultaron a Yahvé; por aquellos días el arca de la alianza se encontraba allí», es decir, en Betel, lección que debe retenerse. Es cierto que, según Jos 18,1; 1 Sam 1,1-3, el arca de la alianza se hallaba habitualmente en Silo, donde permaneció hasta los tiempos de Helí; pero, dado que el arca se hallaba en manos de Efraím, es muy posible que éste, que jugaba el primer papel en esta conflagración, la hubiera trasladado a Betel. Tenemos otros ejemplos del traslado circunstancial del arca (1 Sam 4,3ss). Los exegetas modernos consideran los v.27b-28a como una glosa introducida posteriormente en el texto original. Finés ejerció el sacerdocio después de su padre, Eleazar (Jos 24,33).

Primera

derrota

de Benjamín

(20,29-35)

29

Israel puso en torno a Gueba una emboscada; -10 y al tercer día subieron los hijos de Israel contra los hijos de Benjamín, y se ordenaron en batalla ante Gueba, como las otras veces.31 Los hijos de Benjamín salieron al encuentro del pueblo, dejándose arrastrar lejos de la ciudad. Comenzaron a herir y matar gente en el campo, como las otras veces, en los dos caminos, de los cuales el uno sube a Betel y el otro a Gabaón, unos treinta hombres de Israel. 32 Los hijos de Benjamín se decían: «Derrotados ante nosotros como antes». Y los hijos de Israel dijeron: «Huyamos y atraigámoslos sobre estos caminos, lejos de la ciudad»; y abandonando todos sus posiciones, se pusieron en orden de batalla en Baal Tamar. 33 Los emboscados de34 Israel, al occidente de Gueba, se echaron fuera de su puesto, y llegaron contra Gueba diez mil hombres escogidos de todo Israel. El combate fue duro, pues los hijos de Benjamín no se dieron cuenta del gran desastre que les amenazaba. 35 Yahvé batió a Benjamín ante Israel, y los hijos de Israel mataron aquel día veinticinco mil cien hombres de Benjamín, hombres de guerra. Los israelitas usaron de una estratagema para apoderarse de Gueba, como antes hizo Josué para expugnar a Hai. Según muchos expositores, el autor sagrado describe la batalla utilizando dos documentos. En eí primero, v.29-3Óa, o, según otros, V.3Z-35. se fija la atención preferentemente en la acción del grueso del ejército; mientras que en el segundo, v.3Ób-4i ó 36-46, se describe el éxito de los emboscados. Los israelitas salieron victoriosos porque Yahvé combatía con ellos: «Yahvé batió a Benjamín ante Israel» (v.35). Puede ser que el v.35 sea una glosa anticipada de los v.44-461 lo mismo que 36a del v.41.

La emboscada

contra

Benjamín

(20,36-41)

36

Viéronse derrotados los hijos de Benjamín, y se dieron cuenta de que Israel había cedido terreno ante ellos porque confiaba en la emboscada que había puesto contra Gueba. 37 Los emboscados se echaron rápidamente sobre la ciudad y, avanzando contra ella, la pasaron a filo de espada. 38 Los hijos de Israel habían convenido con los de la emboscada en una señal, diciendo: «Haced subir de la ciudad una gran nube de humo». 39 Al verla los hijos de Israel, simularon la fuga. Los tic Benjamín habían ya matado unos treinta hombres y se decían: «Helos ahí abatidos ante nosotros, como en la primera batalla».'"' Cuando la nube de humo comenzó a alzarse como una columna sobre la ciudad, volvieron los ojos atrás y vieron que toda lu ciudad subía en fuego hacia el cielo. 41 Diéronles entonces la cara los hijos de Israel; y los de Benjamín, aterrados anlc el desuniré que se les venía encima... La narración, interrumpida por los v-35-36a, se continúa en esta perícopa en que se describe la acción de la emboscada. Una vez alejados los benjaminitas de Gueba, las gentes de la emboscada penetraron en la ciudad, la incendiaron y pasaron a sus habitantes a filo de espada. Gueba, por su crimen, fue entregada al anatema.

Jueccs 21 Jueces 21

192

Exterminio

de Benjamín

(20,42-48)

42

... volvieron las espaldas ante los hijos de Israel y emprendieron la huida, camino del desierto; pero la batalla4 los apretaba, y los que venían de la ciudad los exterminaron. 3 Cercaron a Benjamín, le persiguieron sin descanso, le aplastaron, hasta el oriente de Gueba. 44 Dieciocho mil hombres cayeron de Benjamín, todos gente valiente. 45 De entre los que huian hacia el desierto, hacia la roca de Rimón, mataron los de Israel por las subidas cinco mil, y siguieron persiguiéndolos hasta acabar con ellos, y mataron otros mil. 46 El número total de los de Benjamín que perecieron aquel 47 día fue de veinticinco mil hombres de guerra, todos valientes. Seiscientos hombres de los que emprendieron la huida hacia el desierto y pudieron llegar a la roca de Rimón, permanecieron allí durante cuatro meses. 48 Los hijos de Israel se volvieron sobre Benjamín y pasaron a filo de espada las ciudades, hombres y ganados y todo cuanto hallaron, e incendiaron cuantas ciudades encontraron. En su huida al desierto, al este de Gueba, los benjaminitas fueron también atacados por los soldados de la ciudad, encontrándose entre dos fuegos. Algunos supervivientes, perseguidos constantemente por los israelitas, torcieron hacia el norte con ánimo de alcanzar la roca de Rimón, el pueblo actual de Rammun, a tres kilómetros de Taiyibé (Ofra), región poblada todavía hoy de numerosas grutas. Tan sólo unos seiscientos hombres (21,13) pudieron escapar de la espantosa matanza. Los israelitas se desparramaron por el territorio de Benjamín, pasando a filo de espada a hombres, mujeres, niños y ganados, e incendiando las ciudades. Todo Benjamín fue consagrado al anatema, porque todo su territorio se había contaminado con el crimen de los de Gueba, «hijos de Belial». Israel fue el instrumento de que se valió Dios para quitar de en medio aquella abominación.

Rehabilitación

de Benjamín

193

8

(21,1-8)

1 Los hombres de Israel habían jurado en Masfa, diciendo1 «Ninguno de nosotros dará por mujer su hija a uno de Benjamín». 2 Vino el pueblo de Betel y estuvo allí ante Dios toda la tarde. Alzando su voz, lamentábase grandemente, diciendo: 3 «¿Por qué, ¡oh Yahvé, Dios de Israel!, ha sucedido que en Israel venga hoy a faltar una tribu ?» 4 Al día siguiente, levantándose de mañana, alzaron allí un altar, ofrecieron holocaustos y hostias pacíficas, 5 y se preguntaron: «¿Quién de entre las tribus de Israel no ha subido a la asamblea de Yahvé?» Porque habían jurado solemnemente contra quien no subiera ante Yahvé a Masfa, diciendo: «Será castigado con la muerte». 6 Los hijos de Israel se compadecieron de Benjamín y su hermano, y se decían: «Hoy ha sido amputada de Israel una tribu. 7 ¿Qué haremos por ellos, para procurar mujeres a los que se quedan. Porque hemos jurado por Yahvé no darles por mujeres nues-

tras hijas». Dijéronse, pues: «¿Hay alguno entre IIIN tribus de Israel que no haya subido ante Yahvé a Miisfu?» Y nln«iiiio de Jabes Galaad había venido al campo, a la nsumhlt-it, Dios, que había castigado hasta el exterminio a Ion pecadores, se compadece de Benjamín e interviene para rehabilitarle. Al anatema contra Benjamín se unía el juramento de no dar a ION benjaminitas las hijas de Israel por esposas, lo que equivalía a la total desaparición de aquella tribu de la comunidad de Israel, lín el presente capítulo se indica la manera como los israelitas solucionaron el problema creado por su juramento. Piensan ayunos expositores (VINCENT, FERNÁNDEZ) que el redactor final recogió diversas tradiciones al escribir esta historia, en la cual se repiten diversas veces los mismos hechos (v.1.14; 3.6.15; 5.8; 7.16.18; 8-9). Según una de estas tradiciones, se pide a los de Galaad que den de buen grado sus hijas a los hombres de Benjamín, lo que ellos solos pueden hacer sin perjurio. Otra tradición dice que los jabesitas fueron asesinados por no haber acudido a la asamblea de Israel, salvándose tan sólo las jóvenes vírgenes, según Núm 31,17-18. En fin, una tercera tradición refiere que, en ocasión de una fiesta de Yahvé en Silo, los benjaminitas se apoderaron de cuantas jóvenes tenían ellos necesidad. Las vírgenes

de Jabes

Galaad

(21-9,18)

9

Hicieron un recuento del pueblo, y no se halló ninguno de Jabes Galaad. 10 Entoncez envió contra ellos la asamblea doce mil hombres de los más valientes, con esta orden: «Id y pasad a filo de espada a los habitantes de Jabes Galaad, con sus mujeres y niños. n Pero habéis de hacer así: Anatematizad a todo hombre y a toda mujer que haya conocido varón». 12 Hallaron entre los habitantes de Jabes Galaad cuatrocientas jóvenes vírgenes que no habían conocido varón compartiendo su lecho, y las llevaron al campo de Silo en la tierra de Canaán. u Mandó entonces toda la asamblea mensajeros que hablaran a los hijos de Benjamín que estaban en la roca de Rimón y les ofrecieron la paz. 14 Volvieron los de Benjamín entonces y se les dieron por mujeres las que habían sobrevivido de las mujeres de Jabes Galaad, pero no hubo bastantes. 15 El pueblo se compadecía de Benjamín, porque había abierto Yahvé una brecha en las tribus de Israel; 16 y los ancianos de la asamblea se preguntaron: «¿Cómo haremos para procurar mujeres a los de Benjamín, puesto que sus mujeres han sido muertas?» 17 Y decían: «Quede en Benjamín la heredad de los que han escapado, para que no desaparezca una de las tribus de Israel; 18 pero nosotros no podemos darles por mujeres nuestras hijas, porque los hijos ele Israel han jurado diciendo: Maldito quien dé a los de Honjiimfn su hija por mujer». Los presentes en la asamblea no pueden entregar sus hijas a Benjamín; así lo juraron en Masfa (20,1). Pero, hechas las indagaciones pertinentes, comprobaron que Jabcs Galaad no había tomado parte en la guerra contra Benjamín, por lo cual no estaban obligados Biblia comentada 2

7

194

Jueces 21

por el juramento. Ningún vestiglo se conserva en la Biblia del anatema contra Jabes de Galaad; las relaciones posteriores entre Galaad y Benjamín fueron cordiales (i Sam 11,1-10; 31,11-13; 2 Sam 2,4; 21,12). Por lo mismo, algunos expositores católicos consideran los v.5.10 (menos las primeras palabras), 11 y parte del 14, como una glosa inspirada en Núm 31,17 (TAMISIER). Acaso sea también una glosa posterior la frase «Silo en la tierra de Canaán», que se introdujo para dar apariencia legal a la operación. El campo de los israelitas se encontraba en Masfa o en Betel (v.2), pero no en Silo. El texto primitivo decía solamente: «Y las llevaron (a las vírgenes) al campo», sobrentendiéndose de Masfa o Betel. Emisarios de los israelitas fueron a Rimón, donde estaban los seiscientos supervivientes de Benjamín, y les ofrecieron la paz (Deut 20,10-13), que aceptaron. No hubo bastantes mujeres para todos, por lo que el pueblo se compadeció de Benjamín, preocupado en reparar la brecha que había abierto Yahvé en las tribus de Israel. Rapto

de las jóvenes

de Silo

(21,19.25)

19

Y dijeron: «Cerca está la fiesta de Yahvé, que de año en año se celebra en Silo»—ciudad situada al norte de Betel, al oriente del camino que de Betel sube a Siquem y al mediodía de Lebona—. 20 Y dieron a los de Benjamín esta orden: 21 «Id y poneos en emboscada en las viñas. Estad atentos, y, cuando veáis salir a las hijas de Silo para danzar en coro, salís vosotros de las viñas y os lleváis cada uno a una de ellas para mujer, y os volvéis a la tierra de Benjamín, 22 Si los padres o los hermanos vienen a reclamárnoslas, les diremos: Dejadlos en paz, pues con las de Jabes Galaad tomadas en guerra no ha habido una para uno, y no habéis sido vosotros los que se las habéis dado, que sólo entonces seríais culpables». 23 Hicieron así los hijos de Benjamín, y cogieron de entre las que danzaban una cada uno, llevándoselas y volviéndose a su heredad. Reedificaron las ciudades y habitaron en ellas. 24 Fuéronse entonces los hijos de Israel cada uno a su tribu, a su familia, volviendo todos a su heredad. (2S) No había entonces rey en Israel, y hacía cada uno lo que bien le parecía. La desgracia que diezmó la tribu de Benjamín es una manifestación clara de la justa cólera divina. Doscientos hombres habían quedado sin mujer por no hallar las suficientes en Galaad (v.12), y era necesario procurárselas para que «quede en Benjamín la heredad de los que han escapado» (v.17). El texto sagrado refiere el ardid que emplearon los israelitas para que cada benjaminita tuviera su mujer. A este episodio precede una introducción paralela al relato anterior (15 = 6; 16 = 7a; 18 = 1). Era próxima una de las fiestas de Yahvé en Silo (Seilun), sin duda una de las tres prescritas por la Ley (Ex 23,14; 34,23), sin que pueda precisarse cuál de ellas; durante la misma, las hijas de Israel danzaban en coro—alusión a las danzas acompañadas de gritos— (Ex 32,17-19). Estas fiestas solían coincidir con el fin de la siega o de la vendimia (Jue 9,27; Is 16,9-10). Los doscientos benjaminitas,

Jueces 21

11)5

por indicación de los ancianos de la asamblea, debían ¡ipnsl.uso en emboscada en las viñas, espiando el momento en que ollas sallan, para procurarse cada uno una mujer. Este consejo de los ancianos tropezaba con el inconveniente de la lógica protesta de los piulics y hermanos de las jóvenes, que tenían derecho a reclamar, fuera del caso de guerra, el mohar o la dote de parte del que tomaba a su hija o hermana por esposa. Pero habían prevenido ya esta circunstancia y la respuesta que los raptores debían dar a los demandantes. Los benjaminitas siguieron al pie de la letra aquel consejo. Después de haber asegurado a los padres y hermanos que no tomaban aquellas vírgenes en calidad de botín de guerra, percibiendo, por lo mismo, ellos el mohar, marchóse cada uno a su heredad. También los hijos de Israel se marcharon cada uno a su tribu y a su clan. Las abominaciones de que ha hablado el autor sagrado en estos dos apéndices reclamaban la institución de la monarquía davídica, que impusiera el orden y la justicia, que tanto se echaban de menos en Israel. Esta es la idea que quiere inculcar el hagiógrafo al repetir al final la consabida frase (17,6; 18,1; 19,1): «No había entonces rey en Israel, y hacía cada uno lo que bien le parecía». Pero estas simpatías por la monarquía no eran, compartidas por el historiador que ha narrado las tentativas de Abimelec para proclamarse rey (c.9), lo que demuestra el carácter compilatorio del libro de los Jueces.

Introducción a Rut

R U T

I NTROD

UCCION

Canon El diminuto libro de Rut, llamado así por razón de su protagonista, figura en el canon judío entre los libros de la colección Ketubim, o hagiógrafos, y ocupa el segundo lugar entre los Megillot, o rollos, después del Cantar de los Cantares. Se leía el libro en la fiesta de Pentecostés, por hacerse mención en él de la siega de la cebada. En el canon alejandrino y en la Vulgata sigue inmediatamente al libro de los Jueces, y sirve como de introducción a la historia de David. Las razones que motivaron su desplazamiento a este último lugar son: a) las palabras que encabezan el libro: «Al tiempo en que gobernaban los jueces», y b) la genealogía de David (4,22). Texto Fue escrito en hebreo, muy afín al tipo clásico que se encuentra en los relatos del Pentateuco y en el libro de los Reyes (JOUON). Contiene algunos neologismos y aramaísmos (1,13; 4,7; 1,20; 2,14). Los espíritus sensibles al argumento lingüístico tienden a admitir que el lenguaje de Rut es posterior al libro de Jeremías y Reyes. El griego de los LXX es una versión literal del hebreo, que contrasta con la traducción bastante libre y elegante de la Vulgata 1. Autor y fecha de composición El libro no lleva nombre expreso de autor. En cuanto a la fecha de su composición se dividen las opiniones. Algunos creen que fue escrito en la época de los primeros reyes 2 ; en tiempo de David 3 ; antes del exilio; durante el exilio 4 , y después del mismo 5 . Existen indicios que confirman las sospechas de que el libro fue escrito después del exilio, probablemente hacia la primera mitad del siglo v a. de C , lo que se confirma con argumentos externos e internos. Entre los primeros se señalan: 1) La presencia de neologismos y aramaísmos (1,8.9.22; 1.20; 3,12; 4,7.2). La expresión «al tiempo en que gobernaban los jueces» (1,1) supone que aquella época está lejana. 3) La frase «existía en Israel la costumbre» (4,7) y la necesidad de explicarla supone una composición tardía del libro. 4) En 4,18-22, la genealogía de Booz se extiende hasta David, lo que sugiere que el libro fue escrito después del reinado de éste. Los argumentos de índole interna son: 1) La mentalidad del autor J A . RAHLFS, Das Buch Ruth griechisch ais Probé einer kritischen Handausgabe der Septuaginta (Stuttgart 1922). 2 F I L L I O N , Dictionnaire de la Bible col. 1275. 3 D E HUMMELAUER, R u i : «Cursus Script. sacrae» (París 1888) 359. * M. D A V I D : The Date ofthe BookofRuth: «¡Oudtestamentische Studien», 1 (194O 55-63. 5

J O U O N , A.

VINCENT, TAMISIER,

etc.

197

acerca de la retribución es muy parecida a la del libro de Job. 2) En el libro de Rut, como en el de Job, es la fe la que triunfa. 3) A Rut se la llama la moabita, lo que demuestra la concepción universalista del autor, en boga después del exilio. San Mateo ha percibido bien este sentido mesiánico y universalista del libro al incluir a Rut en la genealogía de Cristo (Mt 1,5). Desde comienzos del siglo pasado (DERESER, BERTHOLD) circuló entre los críticos y exegetas la idea del carácter polémico del libro de Rut. Según ellos 6, el autor reacciona contra la campaña rigorista de Esdras (c.9-10) y Nehemías (c.13), que prohibían el matrimonio de los israelitas con mujeres extranjeras. Debe notarse que el autor del libro habla de Rut la moabita como formando parte integrante del pueblo escogido, al igual que Aquior del libro de Judit (14,10). Aunque se rebaje la época de la composición del libro a los tiempos después del exilio, debemos, sin embargo, admitir que los hechos que allí se refieren llevan el sello de una remota antigüedad. La historia de Rut se venía retransmitiendo de boca en boca desde muchos años como episodio edificante para inculcar la práctica de los deberes y obligaciones familiares. En 1 Sam 22,3 se dice que David encomendó al rey de Moab la tutela de sus padres, «y bajó a su padre y a su madre al rey de Moab, y allí con él habitaron mientras estuvo David en la fortaleza. Como prueba de la antigüedad del contenido del libro se aportan las razones siguientes: 1) El levirato. La práctica del levirato de que habla el libro de Rut es más amplia que la del Deuteronomio (25,5-10), ya que ni Booz ni el otro pariente más próximo eran cuñados de Rut. Se ajusta, en cambio, con la práctica más antigua del levirato que aparece en Gen c.38. La ley del levirato de nuestro libro es más antigua que la del código sacerdotal (Núm 27,1-11; c.36) y del código de santidad (Lev 18,16; 20,21). 2) Las concepciones arcaicas sobre la divinidad, como la creencia de que los dioses extranjeros existen realmente, y la noción territorial de la divinidad (1,15; 2,13). 3) Los personajes que intervienen en la trama histórica llevan nombres arcaicos; algunos de ellos aparecen en los documentos de Ras Shamra y en las letras de Tell el-Amarna. 4) La práctica de quitarse el zapato y darlo a otro para convalidar el contrato era muy antigua en Israel. Todos estos argumentos prueban, según nuestro parecer, que el libro, redactado después del exilio, reproduce una tradición antigua familiar de los tiempos de David. Esto no impide admitir que el redactor final adornara el relato antiguo con detalles secundarios. Enseñanza religiosa Dios, en sus inescrutables designios, permite grandes males para purificar en el crisol de la prueba a las almas. Dolorosa fue la tragedia de la familia de Elimelec, numerosas las desgracias familiares, pero Dios recompensó copiosamente la piedad y devoción de Noemí. El Dios de Israel no limita su protección a los 6

D e este m i s m o parecer es H . LUSSEAU, en Intwdtiction

a la ttibk (ROUEKT-FEUILLET) 672.

198

199

Rut 1

Rtit 1

israelitas q u e viven d e n t r o de los límites d e la tierra p r o m e t i d a , sino q u e a c o m p a ñ a a sus fieles servidores a d o n d e q u i e r a q u e vayan, y t o m a bajo su protección a los extranjeros q u e se confían a El y se refugian bajo sus alas (2,12). E n Dios n o hay acepción de p e r sonas. A u n q u e el libro d e R u t sea u n o de los m á s cortos del canon del A n t i g u o T e s t a m e n t o , se recomienda su lectura a todos p o r las lecciones religiosas y morales q u e encierra.

tes d e la familia eran efrateos, es decir, miembro* del i'.lwi I''I rata q u e se instaló en Belén de J u d á (1 Sam 17.12; M i q 5.2¡ 2
Rut 1

200

hebreos cada mujer tenía su propia tienda (Gen 24,67; 31,33; Jue 4,16), en las cuales habitaban con las hijas. Noemí había formado sus planes sin comunicar nada a sus nueras hasta el día de la marcha. Pero era tanta la afección que las nueras sentían por su suegra, que decidieron acompañarla, lo cual significaba que se expatriaban voluntariamente. Noemí trató de convencerlas para que se quedaran, extendiéndose en una serie larga de consideraciones. De ella nada podían esperar ya, aludiendo a las leyes del levirato (Deut 25,5-10); era, pues, mejor que se quedaran y que enderezaran la vida conforme a las leyes de sus connacionales. Orfa quedó convencida de su razonamiento; la besó y se volvió a su pueblo (LXX) y a su religión (v.15). Piedad

filial

de Rut

(1,15-18)

15

Noemí le dijo: «Mira, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su dios; vuélvete tú como ella». 16 Rut le respondió: «No insistas en que te deje y me vaya lejos de ti; donde vayas tú, iré yo; donde mores tú, 17moraré yo; tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios; donde mueras tú, allí moriré y seré sepultada yo. Que Yahvé me castigue con dureza si algo, fuera de la muerte, me separa de ti». ls Viendo que Rut estaba decidida a seguirla, cesó Noemí en sus instancias. El amor que profesaba Rut a su suegra pudo más en ella que las ventajas que podía esperar si regresaba a su pueblo. Noemí insiste, pero ella porfía en acompañarla. Mira, le dice, tu cuñada se ha vuelto a su pueblo y a su dios. En estas palabras encontramos la idea antigua de que cada pueblo tenía sus dioses, que ejercían sobre el mismo poder absoluto. No solamente el pueblo bajo de Israel, sino todos los que no estaban en contacto íntimo con los medios estrictamente monoteístas, admitían la existencia real de los dioses extranjeros. Sin duda, Yahvé era el Dios de los padres, más poderoso que todos los dioses juntos de los pueblos vecinos, que aun en tierra extranjera defendía a los suyos; pero se creía que los dioses extranjeros estaban en su derecho de ejercer un poder incontestable sobre sus propios territorios 1. A esta creencia alude Jeremías (2,10). Rut, al acompañar a Noemí a su tierra, se obliga a trocar sus dioses por el Dios de Israel y a refugiarse bajo sus alas (2,12). Tu pueblo, dice a Noemí, será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios (1,16; 2,12). Incorporándose a la familia de Noemí tiene derecho a ser sepultada en el sepulcro de los que desde ahora considera como sus padres (1,17). Rut rubrica con un juramento imprecatorio su incorporación a la familia de Noemí, con todos sus derechos y obligaciones (v.17). El juramento imprecatorio parece inspirarse en la visión de la víctima que se inmolaba en el momento de hacer el juramento. 1

A. VINCENT, La religión des judeo-araméens d'Eléphantine (París 530).

Rui

Entrada

de Noemí

201

2

y Rut

(1,19-22)

19

Juntas hicieron el camino hasta llegar a Belén; y cuando entraron, toda la ciudad se conmovió al verlas, y las mujeres se decían: «¿Es ésta Noemí?» 20 y ella les contestaba: «No me llaméis más Noemí; llamadme 21Mará, porque el Omnipotente me ha llenado de amargura. Salí con las manos llenas, y Yahvé me ha hecho volver con las manos vacias. ¿Por qué, pues, habríais de llamarme más Noemí, una vez que Yahvé da testimonio contra mí y me ha afligido el Omnipotente?» 22 Así se volvió Noemí con Rut la moabita, su nuera, y vino de la tierra de Moab, llegando de los campos de Moab a Belén cuando comenzaba la siega de las cebadas. Al entrar Noemí en Belén de Judá fue reconocida inmediatamente por sus compatriotas. Diez años había durado su ausencia. De pronto circuló la voz entre el elemento femenino de que Noemí había regresado acompañada de una joven moabita. Toda la ciudad se conmovió al verlas llegar solas, sin que las acompañara ningún hombre. Además, los años y los sufrimientos habían hecho mella en el físico de Noemí, tanto que las mismas mujeres se decían; ¿Es ésta Noemí?, queriendo significar: ¿Cómo llega tan necesitada y pobre, envejecida y sin marido e hijos y con una mujer moabita por compañera? Por la narración siguiente se deduce que las betlemitas acosaron a Noemí con preguntas sobre las incidencias de su vida en Moab y que ella hizo un elogio de la conducta de Rut. La alusión a su nombre, Noemí (que significa mi graciosa), en aquellas circunstancias desagradables le llegaba al alma. Para que entre su nombre y su condición actual hubiera correspondencia, prefería que la llamaran Mará (amargada, la cenicienta). El Omnipotente (Sadday) (Gen 49,25; N ú m 24,4-16) la ha afligido. Reconoce Noemí que Dios la ha castigado, aunque no tiene conciencia de que haya pecado contra El. Pero, cuando Dios se ha comportado de esta manera, sus razones tendrá, pues es justo en su proceder. Noemí no se rebela contra la justicia divina. Al final del capítulo se dice que las dos mujeres llegaron a Belén cuando comenzaba la siega de la cebada, es decir, hacia el mes de mayo (2 Sam 21,9-10). Esta aclaración no tiene otra finalidad que la de preparar la narración siguiente y acaso aludir a la rapidez con que se sucedieron los acontecimientos. Rut espiga 1

en los campos

de Booz

(2,1-7)

Tenía Noemí un pariente por parte de su marido, Elimelec, hombre poderoso, de nombre Booz. 2 Dijo Rut a Noemí: «Si quieres, iré a espigar al campo donde me acojan benévolamente»; y Noemí le dijo: «Ve, hija mía». 3 Fue, pues, Rut, y se puso a espigar en un campo detrás de los segadores. Dioso precisamente el caso de que el campo era de Booz, el pariente de Noemí; 4 y he aquí que vino éste de Belén para visitar a los segadores, a quienes dijo: «Yahvé sea con vosotros»; contestándole ellos: «Yahvé te bendiga». 5 Y preguntó Booz al criado suyo que

202

Rut 2 estaba al frente de los segadores: « ¿ D e quién es esa joven?»; 6 y él le contestó: «Es u n a joven moabita q u e se ha venido con N o e m í de la tierra de M o a b . ^ M e dijo: D é j a m e espigar detrás de los segadores. D e s d e la m a ñ a n a hasta ahora está aquí, y bien poco que ha descansado en la cabana».

E n contra de lo q u e el texto masorético podría hacer sospechar, Booz n o era solamente conocido de Elimelec, sino u n pariente suyo (2 R e I O . I I ; Sal 31,12; 55,14). C o n relación a N o e m í , era pariente p o r alianza. Booz era affinis de N o e m í y cognatus de Elimelec (JOUON, l . c , 46). E r a u n h o m b r e poderoso d e Belén. N o e m í y R u t eran p o b r e s y viudas, t a n t o q u e tenían d e r e c h o de acogerse a la ley mosaica (Lev 19,9-10; 23,22; D e u t 24,19-22) de ir a espigar en los campos al t i e m p o de la cosecha. Esta c o s t u m b r e , a m p a r a d a p o r una ley, restringíase en la práctica p o r la v o l u n t a d del propietario del campo. Casualmente, el c a m p o a d o n d e se dirigió R u t pertenecía a Booz. El autor sagrado créese obligado a hacer esta aclaración para indicar q u e la Providencia divina dispuso la m a r c h a d e los acontecimientos a su beneplácito, sin q u e h u b i e r a p o r p a r t e de N o e m í u n plan a s t u t a m e n t e preconcebido. M i e n t r a s R u t estaba ocupada en espigar llegó Booz a su h e r e d a d y, después de saludar a sus criados, p r e g u n t ó p o r la parentela de aquella joven espigadora. P r o b a b l e m e n t e había m u c h o s otros p o bres espigando en el c a m p o , a los cuales Booz conocía; p e r o ignoraba la condición familiar d e aquella joven. El q u e estaba al frente de los segadores le aclaró q u e era la (con artículo, según el texto griego) j o v e n moabita. T o d a la ciudad había c o m e n t a d o el caso de las dos mujeres; todos las conocían; pero, en concreto, la j o v e n m o a bita acaparaba la atención d e las gentes. El capataz p o n d e r a a Booz la tenacidad de R u t en el trabajo: Está ahí, le dice, desde la mañana hasta el presente, sin darse reposo alguno. T o d o el v.7 presenta algunas dificultades, t a n t o en el texto h e b r e o como en las versiones. L a lección q u e h e m o s a d o p t a d o parece la m á s conforme ( V I N C E N T , JOUON).

Deferencia s

de Booz

hacia

203

Rut 2

Rut

(2,8-17)

Dijo Booz a R u t : «¿Oyes, hija m í a ? N o vayas a otros c a m pos a espigar ni te apartes de aquí. 9 Ú n e t e a mis criados y vete con ellos al c a m p o d o n d e se siegue. Ya diré a mis criados que nadie te t o q u e ; y si tienes sed, te vas al hato y bebes de lo q u e beban los criados». 10 Postróse R u t rostro en tierra, y dijo: « ¿ D e d ó n d e a m í h a b e r hallado gracia a tus ojos y serte conocida yo, u n a mujer extraña?» n El le contestó: «Sé lo q u e has h e c h o p o r tu suegra después de m u e r t o su m a r i d o , y q u e has dejado a tus parientes y la tierra en que naciste p a r a venir con ella a u n pueblo p a r a ti desconocido. 12 Q u e Yahvé te pague lo q u e has hecho y recibas c u m p l i d a r e c o m p e n s a de Yahvé, Dios de Israel, a quien te has confiado y bajo cuyas alas te has refugiado». 13 Ella le dijo: « Q u e halle yo gracia a tus ojos, m i señor, que m e has consolado y has hablado al corazón de tu sierva, a u n q u e n o soy yo ni c o m o una de tus criadas.» 14 A la hora de comer, dijo Booz a R u t : «Acércate acá, c o m e y moja tu pan

en el vinagre.» Ella se sentó al lado de lo» Ntiniulureí», y 41 le dio una porción de trigo tostado, de que comió olla lumia Nnciiirse, y le sobró; y guardando lo que le había sobrado, ^ w leviintó para seguir espigando. Booz m a n d ó a sus criación, illcUSulolc's: «Dejadla espigar también entre los haces, sin reñirle, "' y SIK'Íid vosotros m i s m o s algunas espigas de las gavillas y tiracllus pu'a que ella las recoja, sin decirle nada». 17 Estuvo espigando Knt en el c a m p o hasta por la tarde; y después de batir lo que luihía espigado, había c o m o u n efá de cebada. Estaba Booz al corriente de las historias q u e se rumoreaban entre el p u e b l o en t o r n o a las dos mujeres advenedizas. G r a n sensación había causado la conducta de Rut—referida, sin duda, por N o e m í — p a r a con su suegra. Booz era el primero en reconocer lo heroico de su conducta y trata ahora de recompensarla. E n adelante n o será u n a espigadora como las otras. Ella p o d r á t o m a r la refección con los segadores, j u n t a r s e con las sirvientas de Booz y apagar su sed bebiendo de lo q u e b e b a n los criados. Booz mismo, presentí; a la hora de comer, le alargó b u e n a ración de p a n tostado, de que comió hasta saciarse, y le s o b r ó . L e autorizó a espigar entre los haces, lo q u e estaba t e r m i n a n t e m e n t e prohibido a los otros espigadores. Su deferencia hacia ella llegó hastar m a n d a r a los criados, que, al tener e n t r e sus m a n o s el p u ñ a d o de espigas, dejaran caer adrede algunas al suelo para q u e las recogiera R u t . Al llegar al atardecer, halló q u e había recogido cerca de 36 litros de cebada (un ijd) (Ex 16,36; Lev 5,2). A c a s o el v.12 indique la finalidad q u e se propuso el autor del libro.

Coloquio

entre

Noemí

y Rut

(2,18-23)

18

Cogiólo y se volvió a la ciudad y mostró u su suegra lo i|ue había espigado. Sacó t a m b i é n lo que había guardado, lo i|ue después de c o m e r le sobrara, y se lo dio. | g Su suegra le elijo: « ¿ D ó n d e has espigado hoy y dónele has trabajado? Bendito sea el q u e se ha interesado p o r ti». R u t dio a conocer a su suenra d ó n d e había trabajado, diciendo: «El n o m b r e del hombre en cuyo c a m p o he trabajado es Booz»; 2Ü y dijo N o c m i a su nuera: «Bendito él de Y a h v é , q u e la gracia que hizo a los vivos .se la ha hecho t a m b i é n a los muertos»; y añadió Nocmi: «Es pariente cercano nuestro ese h o m b r e , es de los que tienen sobre nosotros el derecho del levirato»; 2 1 R u t añadió: « T a m b i é n me ha dicho: Sigue con m i s gentes hasta que se Nieguen todas mis cosechas.» 22 Y N o e m í dijo a Rut, su nuera: «Mejor es, hi¡a mía, q u e vayas con sus c r i a d o s , n o te vayan a tratar mal en otro campo». 23 Siguió, p u e s , R u t espigando con los criados de llnoz hasta el fin de la siega d e las cebadas y ele los trinos y habitando con su suegra. R u t m u e s t r a a su s u e g r a la cantidad de i'oli.ula rccociitla. Ai decirle q u e estuvo en el c a m p o d e Bou/, y al relerii le lus ¡ítem iones que t u v o para con ella, N o e m í c a e en la cuenta de que aquel hombre era pariente carnal d e E l i m e l e c y de q u e tenia, por consiguiente, el derecho d e levirato sobre e l l a s . El gocl (3,9; 4,1) está obligado por la

204

Rut 3

liut i

ley de solidaridad del clan a respetar al p a r i e n t e q u e ha caído en la esclavitud ( L e v 25,47-48), a c o m p r a r el c a m p o o herencia q u e fue alienado ( L e v 25,25-28), a vengar la sangre ( N ú m 35,19; J u e 8, 18-21), a casarse con la viuda d e su h e r m a n o para asegurar su posteridad ( D e u t 25,5-10). E n el caso presente, Booz, c o m o goel o pariente m á s p r ó x i m o , según creía N o e m í , venía obligado a comp r a r el c a m p o d e Elimelec (4,4) y casarse con R u t (3,9-13; 4,6). Siguiendo la invitación d e Booz, y conforme al consejo de su suegra, R u t siguió espigando en los c a m p o s de Booz hasta el fin de la siega del trigo, q u e empieza dos o tres semanas después de la siega d e la cebada (1,22).

Noemí

aconseja

a Rut

(3,1-5)

1

Dijo Noemí, la suegra de R u t , a ésta: «Hija mía, voy a p r o curarte una posición p a r a que seas feliz. 2 Booz, con cuyos criados has estado, es pariente nuestro, y esta n o c h e va hacer en su era la limpia de la cebada. 3 Lávate, úngete, vístete y baja a la era. P r o c u r a q u e n o te vea hasta q u e n o haya acabado de c o m e r y b e b e r ; 4 y cuando vaya a acostarse, m i r a bien d ó n d e se acuesta, y entra después y, levantando la cubierta de sus pies, te acuestas a ellos. El m i s m o te dirá q u é es lo q u e has de hacer». 5 Ella le respondió: « H a r é cuanto tú m e mandes». L a situación en q u e se e n c o n t r a b a R u t p r e o c u p a b a a N o e m í , la cual quería darle aquella paz q u e le deseaba de p a r t e de Yahvé (v. 8.19) «en la casa de su marido», y a este efecto le expone el plan q u e ella h a m e d i t a d o y q u e le ha sugerido su parentesco con Booz. Sabe q u e Booz «esta n o c h e va a hacer en su era la limpia d e la cebada». Para esta operación se aprovechaba la brisa del mar, q u e sopla hacia media t a r d e en los m o n t e s d e J u d á . El t é r m i n o noche d e b e entenderse, como en otros pasajes (Jos 2,2), p o r tarde, hacia el crepúsculo. T e r m i n a d a la operación d e la limpieza, e n t r a d a ya la noche, Booz cenaría en el c a m p o y se entregaría al descanso j u n t o a u n o d e los m o n t o n e s de grano, gozando del fresco de una n o c h e de j u n i o . Booz p e r n o c t a b a en el c a m p o , o bien p o r razón d e c o m o d i d a d o p a r a proteger la cosecha de los posibles ladrones. R u t irá a j u n t a r s e a él en la era y recordarle su d e r e c h o d e levirato. P o r respeto a t a n gran señor (2,13) d e b e lavarse, u n g i r su cuerpo con aceite aromatizado (Jdt 10,3), signo d e b u e n a r e p u tación (Gant 1,3; Ecl. 7,1), y cubrir su cuerpo con u n gran m a n t o (simlah), posiblemente lujoso (mitppahat, v.15), p a r a ocultar ante las gentes su personalidad. Se acercó R u t calladamente y, levantando la porción del m a n t o q u e cubría los pies de ! ; Booz, se acostó j u n t o a ellos. N a d a de indecoroso hay en esta acción, q u e a los ojos de N o e m í es el único m e d i o p a r a obligar a Booz a q u e c u m p l a con el deber q u e le i m p o n e la ley del levirato. L a acción d e R u t equivalía a pedir a Booz q u e la tomara p o r esposa.

En la era de Booz

205

(3,6-16)

6

Bajó, pues, a la era e hizo todo cuanto le hulil» inundado su suegra. 7 Booz comió y bebió y se alegró nú roru/An. Fue a acostarse al extremo de )a hacina, y Rut se acercó aiUmlnmcnte, descubrió sus pies y se acostó. 8 A media noche tuvo el limnbre u n sobresalto, e incorporándose, vio que a sus pies cslnlm acostada u n a mujer, 9 y p r e g u n t ó : «¿Quién eres tú?» Iillii respondió: «Soy Rut, t u sierva; extiende tu m a n t o sobre I11 «ierva, pues tienes sobre ella el derecho del levirato.» 10 El dijn: «Bendita de Yahvé seas, hija mía; tu proceder ha sido a lu último mejor todavía q u e al principio, pues no has buscado ningún joven, p o b r e o rico. n N o temas, hija mía; yo haré por ti cuanto m e digas, pues sabe m u y bien todo el pueblo que habiln dentro de las puertas de m i ciudad que eres u n a mujer virtuonu. 12 Yo tengo, en verdad, el derecho del levirato, pero hay otro que es pariente m á s p r ó x i m o q u e yo. 13 Pasa ahí la noche, y mañana, si él quiere hacer uso de su derecho, que lo haga, y si 11» quiere hacerlo, yo lo haré, vive Yahvé. Acuéstate hasta la nmñana». 14 Q u e d ó s e ella acostada a sus pies hasta la mañana, levantándose antes de que los h o m b r e s p u e d a n reconocerse unn< 11 otros. El m a n d ó : « Q u e n o se sepa q u e esta mujer ha venido n lu era». 15 Y añadió: «Coge el m a n t o q u e te c u b r e y sosténlo». Hostúvolo ella, y le echó él seis m e d i d a s de cebada, que le carm'i, y ella entró en la ciudad. El plan d e N o e m í c u m p l i ó s e en todos sus pormenores. Hooz n o reprocha a R u t su c o m p o r t a m i e n t o ; al contrario, la bendin' por su conducta hacia su suegra (2,11) y p o r el deseo legítimo y justo de querer asegurar u n a descendencia legal a Elimelec, prefiriendo casarse con u n viejo q u e b u s c a r a u n j o v e m , p o b r e o rico. Booz 110 tiene inconveniente alguno e n casarse con R u t , p e r o existe u n H»el más próximo q u e él y, por consiguiente, con m á s derecho sobre ella. Booz p r o m e t e activar c u a n t o antes la cuestión del levirato, obligando al pariente m á s p r ó x i m o a q u e ejerza su derecho, o, en raso de negarse, hacer él uso del m i s m o . B o o z dictó a R u t las precauciones q u e debía t o m a r p a r a asegurar su b u e n a reputación de mujer d e valer ( G e n 47,6; E x 18,21; P r o v 12,4; 31,10), enviándola u su casa después d e h a b e r depositado en la e x t r e m i d a d del manto de R u t seis medidas (homer, u n poco m á s d e tres litros) de cebailu.

Rut regresa

a su casa

(3,16-18)

16 C u a n d o llegó R u t a casa d e su suegra, le preguntó ésta: « ¿ Q u é has hecho, hija mía?» Ella le contó lo que el hombre había hecho p o r ella, 17 y a ñ a d i ó : «Me ha dado, iidi-iiiii», estas seis medidas de cebada, d i c i é n d o m c : No vuelvan a de las gestiones de R u t . A l llegar le p r e g u n t a : ¿Qi«! has Iwcíio, hija mía. (Sobre el sentido del interrogatorio hebraico en este luijiir, véase

206

Rut 4

J O U O N , L a , 78.) Acaso la p r e g u n t a de N o e m í tenga el sentido d e : / ¿Cuál es t u condición actual? ¿Eres ya esposa de Booz o sigues siendo, c o m o antes, m i nuera, viuda? N o cabe d u d a que, si n o h u b i e r a existido u n goel m á s próximo, Booz la hubiera desposado aquella m i s m a noche, p o r concederle aquel d e r e c h o la legislación hebraica. L o s deseos de N o e m í n o se realizaron tal como ella había s o ñ a d o p o r ignorar la existencia del pariente m á s próximo.

El pariente

más próximo renuncia derechos (4,1-7)

a sus

1 Booz subió a la puerta de la ciudad y se sentó allí. Vio pasar al pariente m e n c i o n a d o y le dijo: «Detente y siéntate aquí, fulano». Detúvose el h o m b r e y se sentó. 2 L l a m ó Booz a diez de los ancianos de la ciudad y dijo: «Sentaos aquí». U n a vez sentados, 3 dijo al pariente p r ó x i m o : «Noemí, q u e ha vuelto de la tierra de M o a b , vende la porción de c a m p o que fue de nuestro h e r m a n o Elimelec. 4 H e querido darte cuenta de ello para decirte: C ó m p r a l a si quieres, en presencia de los ancianos de la ciudad q u e están aquí sentados. Si quieres usar de tu derecho de levirato, usa; y si n o quieres, manifiéstalo para q u e yo lo sepa, pues n o hay nadie q u e antes que tú tenga ese derecho; después de ti vengo yo». El respondió: «La c o m p r a r é » . 5 Booz le dijo: «Al c o m p r a r a N o e m í el c a m p o , tendrás q u e recibir a R u t la moabita p o r mujer, c o m o mujer del difunto, para hacer vivir el n o m b r e del difunto en su heredad». 6 El otro respondió: «Así n o p u e d o c o m p r a r l o , p o r t e m o r de perjudicar a mis h e rederos. C ó m p r a l o tú, pues yo n o p u e d o hacerlo». 7 H a b í a en Israel la costumbre, en caso de c o m p r a o de cambio, para convalidar el contrato, de quitarse el u n o u n zapato y dárselo al otro. Esto servía de p r u e b a en Israel.

A l poco t i e m p o de partir R u t para su casa, Booz se fue a Belén p a r a activar el asunto de su m a t r i m o n i o . Era m u y posible q u e algun o d e los criados o cualquier otra persona de Belén hubiese visto a R u t en el c a m p o de Booz en las horas intempestivas de la noche y h u b i e r a d a d o ocasión a las habladurías del p u e b l o . C o n ello se m e n o s c a b a b a la v i r t u d de R u t y la b u e n a reputación de Booz. E n Israel, los negocios públicos y privados se ventilaban en la p u e r t a d e la ciudad, lugar p o r d o n d e tenían q u e salir o entrar todos los c i u d a d a n o s . E n D e u t 25,7 se dice q u e la cuestión del levirato debía resolverse en público, en la p u e r t a de la ciudad, en presencia d e los ancianos o notables de la misma. Diez fueron los llamados p o r Booz para q u e fueran testigos del contrato q u e iba a formularse entre los dos parientes m á s próximos. El autor n o ha consignado el n o m b r e del otro pariente, p r o b a b l e m e n t e p o r q u e lo ignoraba. E n el texto h e b r e o ( v . i ) se dice: peloni almoni: tal y tal, para significar fulano. L a m i s m a expresión p a r a indicar u n lugar i n d e t e r m i n a d o (1 Sam 21,3; 2 R e 6,8). Este detalle, como h e m o s anotado en la introducción, es una p r u e b a d e la honorabilidad del autor sagrado. A n t e los diez testigos y el p u e b l o q u e se había reunido, Booz planteó al goel más p r ó x i m o la cuestión de esta manera: Si él quiere

207

Rut 4

hacer valer el derecho q u e le concede la ley del Icvii.ilo, Booz, dijo a los mínanos y a todos los presentes: «Testigos sois hoy de que yo compro a N o e m í c u a n t o perteneció a Elimelec, a Quelyón y 11 Majalón, 10 y que t o m o al m i s m o t i e m p o por mujer a Rui lu moabita, mujer d e Majalón, para que no so horre de entre su» hermanos y de la p u e r t a d e la ciudad el n o m b r e del iliñinlo. Ti-Kligos sois de ello». 11 Respondió todo el pueblo que esliiba en lu puerta y los a n c i a n o s : «Somos testigos. I luuu Yahve que lu mujer que entra e n t u casa sea c o m o Lía y Kuquel, que cdil'u tuon la casa

1 H. H. ROWLEY, The Marriage f Ruth: «Tlu- I l.uv.ml 1lu111l11uie.il Kivi.'w», 40 (1947 TH. C. VRIEZEN, TWO oíd Cruces: K'i/I 4,1,: 1 >ui|i,-«UmmlMn: Stwlli-i», 5 (1940)

77 -99;

80-88.

208

Rut 4 de Israel. Que por ella seas poderoso en Efrata y tengas renombre en Belén. 12 Que sea tu casa como la casa de Fares, el que Tamar dio a Judá, por la descendencia que de esa joven te dé Yahvé».

El goel más próximo cede todos sus derechos y obligaciones a Booz. Como prueba de esta transmisión o cesión de derechos y deberes, aquél se quitó el zapato y se lo dio a Booz (LXX). En Deut 25,9-10 se dice que, «si el hermano se negara a tomar por mujer a su cuñada viuda, y porfiare en ello, la cuñada se acercará a él en presencia de los ancianos, le quitará del pie un zapato y le escupirá en la cara..., y su casa será llamada en Israel la casa del descalzado». En el caso de Rut no hubo necesidad de esto último, por cuanto de una manera u otra se solventaba su situación. Booz muestra interés en ejercer él personalmente el derecho de levirato, y en cierta manera fuerza al goel más cercano a que le ceda sus derechos. Los ancianos llamados para ser testigos de esta cesión de derechos y el pueblo que se había congregado allí hacen votos por la prosperidad del nuevo matrimonio. Desean que Rut sea como Raquel y Lía, las cuales, personalmente y por mediación de sus sirvientas Bala y Zelfa, edificaron la casa de Israel (Gen 35,23-26). Evocan el recuerdo de Tamar, la cual, por su unión levirática con Judá (Gen c.38), dio a su difunto marido Er dos mellizos, Zaray y Fares, antepasados de Booz (1 Crón 2,5.9-10) y de los efrateos (1 Crón 2,5.9.19.50). Antiguamente Belén llamábase Efrata (1,2; Miq 5,1).

Matrimonio

de Booz y nacimiento

de Obed

(4,13-22)

13

Tomó Booz a Rut y la recibió por mujer, y entró a ella, y Yahvé le concedió concebir y parir un hijo. 14 Las mujeres decían a Noemí: «Bendito Yahvé, que no ha consentido que te faltase15 hoy un redentor. Que su nombre sea celebrado en Israel. Que sea el consuelo de tu alma y el sostén de tu vejez, pues te lo ha dado tu nuera, que tanto te quiere, y es para ti mejor que siete hijos». 1716 Noemí tomó al niño, se lo puso al seno y fue su madrina. Las vecinas le dieron nombre al decir: «A Noemí le ha nacido un hijo,18y le llamaron Obed. Este fue padre de Isaí, padre de David». He aquí la posteridad de 19 Fares: Fares engendró a Esrom; Esrom engendró a Aram; 20 Aram engendró a Aminadab; Aminadab engendró a Naasón; Naasón engendró a 22Salmón; 21 Salmón engendró a Booz; Booz engendró a Obed; Obed engendró a Isaí, e Isaí engendró a David. Dios hizo que Rut concibiera y diera a luz un hijo. La fecundidad o esterilidad de las mujeres está en manos de Dios (Gen 29, 31-30,2, etc.). Las mujeres felicitan a Noemí con motivo de este nacimiento y alaban la piedad filial de Rut. Aunque esta última sea la madre natural del niño, Noemí es su madre legal, lo que deja entender el texto al decir: «Tomó (Noemí) el niño, se lo puso al seno y fue su madrina». Las vecinas comprendían bien esta maternidad legal de Noemí al exclamar: «A Noemí le ha nacido un hijo».

Rut 4

209

Por lo mismo, el gesto de Noemí para con el hijo de su nuera no quiere significar que ella lo adopte. Ni tiene por qué hacerlo, por cuanto el niño, en cierta manera, es suyo. El texto del v.17 es incoherente en hebreo: «Y las vecinas le dieron un nombre, diciendo: A Noemí le ha nacido un hijo, y le pusieron por nombre Obed». La lección original parece ser: «Y las vecinas dijeron: ]A Noemí le ha nacido un hijo!», y ella (Noemí) le puso por nombre Obed (JOUON, VINCENT). Obed significa el que sirve o rinde culto a una divinidad, cuyo nombre se ha suprimido. Noemí es hebrea y Rut moabita. Obed es agregado al judaismo por su padre, Booz, y por su abuela, Noemí. Una vez nacido el niño, Rut y Booz desaparecen totalmente de la narración. La causa de ello radica en que el autor sagrado quiere resaltar la maternidad legal de Noemí, esposa de Elimelec. Obed (el siervo, se sobrentiende, de Yahvé) engendró a Isaí, que engendró a David. La última frase: Isaí engendró a David, indica la razón 0 una de las razones de la narración: el interés que concede el autor al gran rey David (JOUON, Le, 95). Es muy probable que, originariamente, el libro de Rut terminara en el v.17, con la mención del rey David, y que los v.18-22 se añadieran posteriormente a base de los datos consignados en 1 Crón 2,5-25. Saber ceñirse es un arte, y el narrador de esta historia, que es un artista, ha terminado hábilmente su relato con la genealogía breve de Obed a David. El narrador insiste sobre el punto de vista según el cual el niño Obed es hijo de Elimelec (4,5.10.14) y de Noemí (v.14-17). El glosador no incurre en ningún contrasentido, ni su genealogía de los versos 18-22 se opone a la del v. 17. El primogénito del matrimonio Booz-Rut es al mismo tiempo hijo legal de Majalón y real de Booz, heredero de uno y otro. En Obed se une la línea de Majalón y la de Booz, proveniente, en definitiva, los dos de Judá y Fares y terminando en David. Todos los nombres que figuran en esta genealogía ampliada reaparecen, aunque con algunas pequeñas diferencias, en las genealogías del Mesías que nos han dejado los evangelistas San Mateo (1,5) y San Lucas (3,31). El nombre de Rut se menciona en la genealogía de San Mateo. Aunque extranjera, merece figurar entre los antepasados del Mesías, que era «luz para la iluminación de los gentiles» (Luc 2,32), por su fe en Dios, su devoción hacia Noemí y por su piedad filial.

Introducción a Samuel

SAMUEL

INTRODUCCIÓN En las Biblias hebraicas modernas, los dos libros de Samuel (a y b) siguen al de los Jueces. En un principio formaban ambos un solo libro, como lo demuestra la nota masorética final y la que figura en i Sam 28,23, con la advertencia de que dicho pasaje está en la mitad del libro. Su división en dos se generalizó a partir de la edición de Daniel Bomberg (Venecia 1517). De la unidad primitiva dan testimonio Orígenes (PG 20,581), San Jerónimo (PL 28, 598) y otros. En la versión de los LXX, los libros son llamados «Primero y Segundo de los Reinos», cuya calificación final rechaza San Jerónimo, diciendo: «Non enim multarum gentium regna describit, sed unius israelitici populi» (La, 599). El santo Doctor prefiere que se diga libro de los Reyes, no de los Reinos. Los LXX escribieron los libros de Samuel en dos rollos, aproximadamente de la misma extensión, uniéndolos a los de los Reyes, con el título genérico de «Primero y Segundo de los Reyes». La Vulgata siguió la clasificación de los LXX, distinguiendo cuatro libros de los Reyes. De ahí que el I y el II de Samuel del texto hebraico corresponden al I y II de los Reyes en los LXX y Vulgata. El concilio Tridentino adoptó la división jeronimiana, que siguen todavía algunos autores. Nosotros distinguimos entre I y II de Samuel y I y II de los Reyes. Llámanse libros de Samuel por la antigua creencia (Baba Bathra 15a) de que los escribió el profeta Samuel, cuya obra completaron los profetas Gad y Natán, o por el lugar preeminente que ocupa Samuel en la institución monárquica de Israel. Texto Los dos libros fueron escritos originariamente en hebreo, cuyo texto ha llegado defectuosamente hasta nosotros. Las narraciones paralelas con el libro de las Crónicas, a partir de 1 Sam c.31, y la confrontación del texto de 2 Sam c.22 con el Sal 18, ponen en evidencia que el texto no ha sido corrompido sustancialmente 1. El estilo destaca por su casticismo, lozanía y nitidez, siendo en el género histórico el hebreo más clásico. Versión griega El texto griego de Samuel se ha conservado en los códices Vaticano (B) y Alejandrino (A), corregido este último conforme al texto original hebraico. Luciano revisó el texto, cuyo trabajo publicó Lagarde en 1883. En el presente estado de cosas, la confrontación 1 Para las cuestiones de crítica textual consúltese: P. DHORME, Les Livres de Samuel: «Et. Bibliques»; A. FERNÁNDEZ, Breve introducción a la crítica textual del A. T. (Roma 1917); ID., I Samuel 1-15. Crítica textual (Roma 1917); M. REHM, Textkritische Untersuchungen zu den Paralleltexten der Samuel-Konigsbücher und der Chronik (Münster 1937).

211

del texto hebraico con el griego es necesaria para llegar, en lo posible, a restablecer el texto primitivo. A veces la versión de Luciano y de la VL permiten la reconstrucción de un texto hebraico mejor que el masorético. ¿Cuál de los dos textos, hebraico o griego, ha de preferirse? No existe unanimidad entre los autores. P. A. H. de Boer 2 concede poco valor al texto griego para reconstruir el texto hebraico primitivo. Peters sostiene la tesis opuesta 3. En la cueva cuarta de Qumrán (4QSama) se han encontrado restos de todo el libro de Samuel en estado bastante perfecto de conservación. Su texto está estrechamente emparentado con la recensión atestiguada por los LXX. Otro manuscrito de Samuel (4QSamb) representa un texto similar al de los LXX. Su texto se remonta probablemente a últimos del siglo 111 a.C. 4 . Lo más prudente es estudiar en cada caso el texto y ver y discernir qué lección se acerca más al original hebraico. Vulgata Los libros de Samuel fueron de los primeros que San Jerónimo tradujo del hebreo. Tiene algunas lecciones propias (1 Sam 15,4; 17,18; 30,20; 2 Sam 2,6, etc.), que deben tenerse en cuenta para la crítica textual. El texto consonantico y la escritura defectuosa del manuscrito hebraico empleado hicieron que no siempre lograra San Jerónimo una traducción feliz. Contenido En el contenido de los libros de Samuel cabe distinguir cuatro secciones o partes. En la primera (c.1-7) se fija la atención en la figura de Samuel. Dos personajes resaltan en la segunda sección (c.8-15): Samuel y Saúl. El primero había envejecido, y sus hijos no seguían los caminos del padre, por lo que Israel pidió a Samuel un rey «para que nos juzgue, como todos los pueblos» (8,5). El profeta se resiste en un principio, pero, ante la indicación de Yahvé, accedió a sus deseos (c.8). A causa de su desobediencia, Saúl es rechazado por Dios (c.15). De Saúl y David se ocupan los capítulos 16-31 del libro I de Samuel. Saúl y su hijo mueren sobre los montes de Gelboé en guerra con los filisteos (31,1-13). David les dedica un canto fúnebre (2 Sam 1,1-27). De David se interesa exclusivamente la sección cuarta (2 Sam 2,1-20,35). Al final del libro van unos apéndices (c.21-24). Se refiere la muerte de los descendientes de Saúl en Gabaón (21,1-14); las hazañas de algunos valientes de David (21,1522). Sigue un cántico de acción de gracias (22,1-51) y el oráculo de David (23,1-7). Se enumeran los laureados del rey (23,8-39). Acaba 2

Research into Text of I Samuel 1-16 (Amsterdam 1938). Beitráge zur Text-und Literarkritik sowie zur Erkldrunñ der Bik-hcr Stimurl (Friburgo 1899). 4 J. MILIK, Dieci Anni di scoperte nel Deserto di Giudá (Marietti, 1957) 19. La versión de los'LXX es conforme a un prototipo hebreo, diferente del que e^t't a la base del texto misorético, lo que prueba la existencia de varias recensiones hebraicas de Samuel antes de nuestra era. H. EYBERS, Notes on the Texts of Samuel found in (juraran Cave 4: «Studies on the liooks of Samuel» (Pretoria 1960) 1-17. 1

212

Introducción

a

Samuel

el libro con la noticia sobre el censo del pueblo, q u e Dios castigó con tres días de peste (24,1-16). D a v i d alza u n altar en la era de A r e u n a , el jebuseo (24,17-25). Composición literaria U n a lectura superficial del libro o libros de Samuel n o revela las anomalías d e composición q u e ofrece. Fijando la atención, se observa e n t r e unos textos y otros algunas divergencias notables (1 Sam 16,14-23 y 17,55-58). U n o s son favorables a la m o n a r q u í a (1 Sam c.9; 10,1-16; c u ) y otros contrarios (1 Sam c.8; 10,17-24; c. 12). L o s primeros representan la tradición de Guilgal o Gálgala, y los segundos la de Masfa. Las narraciones dobles son varias: dos veces entra D a v i d en palacio (1 Sam 16,14.23 y 1 Sam 17,1-18); dos veces h u y e de la corte (1 Sam 19,12 y 21,1); dos veces le intenta m a t a r Saúl (1 Sam 18,10-11 y 19,9-11); dos veces interviene J o n a t á n en favor de D a v i d (19,1-17 y 20,8-10.18-39); dos veces es traicionado D a v i d p o r aquellos a quienes protege (1 Sam 23,1-13 y 23,19-28); dos veces se dice q u e Dios r e p r o b ó a Saúl (1 Sam 13,8-15 y 15, 10-26). A l g u n a s frases n o están en armonía con el resto del libro. P o r ejemplo, en 1 Sam 7,13 se afirma q u e «los filisteos n o volvieron m á s contra la tierra de Israel», lo q u e difícilmente se ajusta con 9,16; c.13-14; 3 0 - 3 1 . Según 1 Sam 15,35, 2 Los hijos de Helí eran hombres perversos, que desconocían a Yahvé y las obligaciones de los sacerdotes para con el pueblo. 13 Cuando alguno ofrecía sacrificios, mientras estaba cociéndose la carne, venía un criado del sacerdote con un tenedor en la mano; 14 lo metía en la caldera, caldero, olla o puchero, y cuanto sacaba con el tenedor era para el sacerdote. 15 Así hacían con cuantos de Israel venían allí, a Silo. Aun antes de que se quemara el sebo, venía el criado del sacerdote y decía al que sacrificaba: «Dame la carne para asársela al sacerdote; no recibirá de ti carne cocida, sino cruda». l s Y si el hombre le decía: «Espera a que se queme el sebo, como siempre, y luego cogerás lo que tu quieras», le respondía el criado: «No; tienes que dármela ahora mismo, y si no, la cojo yo por la fuerza». I 7 Muy grande era el pecado de aquellos jóvenes ante Yahvé, pues'hacían odioso a los hombres el ofrecer ante Yahvé. Una vez cumplido el sacrificio, volvióse Ana a su casa, dejando al niño en Silo, al servicio (mesharet) del santuario. Los hijos de Helí eran unos rufianes, pues no guardaban el ceremonial propio de los sacrificios. La ley concedía a los sacerdotes el muslo derecho y el pecho de la víctima pacífica (Lev 7,30-34), pero el criado del sacerdote metía el tenedor en la caldera y arramblaba con todo lo que era de su agrado. Tradicionalmente, la carne de los sacrificios era hervida, pero los hijos de Helí la preferían asada. Su pecado era triple: apropiábanse de partes de la víctima que no les pertenecía, daban prioridad al sacerdote sobre Yahvé y hacían odioso el sacrificio o inducían a los peregrinos a que obraran con la misma desenvoltura en cuestión tan sagrada. Las partes grasas de la víctima debían quemarse (Lev 3,7.31).

JUICIO SOBRE LOS ENEMIGOS ( V . I O )

Como un arco en tensión que se rompe, así se quebrarán los enemigos de Yahvé, cuya potencia se manifiesta con los truenos que retumban por collados y valles (Sal 18,14). El paso de Yahvé es señalado por la conmoción de los montes (Jue 5,4) y el estallido del trueno (Job 37,2-4; 2 Sam 22,8-16). De un confín al otro de la tierra se extiende el dominio absoluto de Dios, y nadie puede substraerse a su juicio (Deut 33,17; Jl 4,12). Al final del verso se hace una referencia explícita al ungido de Dios, al rey que preanuncia al Mesías. Son muchas las hipótesis que se han propuesto para determinar a qué personaje en concreto tiene ante su mente el autor. Muchos católicos ven en las palabras una alusión explícita y exclusiva al Mesías; otros, quizá con mayor acierto, creen que el autor habla del rey David (Sal 18,51), en cuanto que preanuncia la llegada del Ungido (mashiah) y del Rey por antonomasia, Jesucristo 2 . 1 DIIORME, L'idée de Vau-delá dans la religión hébraique: «Revue d'Histoire des Rcligions», 123 (1941) 113-142; J. MCNASPY, Sheol in the Oíd Testament: CBQ6 C1944) 326-333. 2 G. BRESSAN, íl Cántico di Anna: B 32 (1951) 502-321; 33 (1052) 67-89.

El niño Samuel

(2,18-21)

18 Samuel ministraba ante Yahvé vestido de un efod de lino, Hacíale su madre un mantito y se lo traía de año en año. cuando subía con su marido a ofrecer el sacrificio anual. 20 Helí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: «Que te dé Yahvé hijos de esta mujer por el que le prestaste». Volviéronse ellos a su casa, 21 y Yahvé visitó a Ana, que concibió y parió tres hijos y dos hijas. El joven Samuel iba creciendo en la presencia de Yahvé. 19

El vestido de Samuel, el efod, no correspondía al objeto que se utilizaba para sacar las suertes, sino a una túnica de lino ceñida al cuerpo por un cinturón (22,18; 2 Sam 6,14; Ex 28,6-8). El manto que traía el niño sobre el efod (Ex 29,5) le protegía del frío en invierno. Pero el meil que Ana preparaba para Samuel era como un presagio de la importancia que más adelante alcanzaría el niño en los destinos de Israel. Únicamente los sacerdotes y príncipes vestían el meil (18,4; 28,14; Ex 28,3-5), manto (v.19). Biblia comentada 2

8

226

l Samuel 2

1 Samuel 2

227

29

Helí reprende

a sus hijos

(2,22-26)

22

Helí era ya muy viejo, y supo lo que sus hijos hacían a todo Israel y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de la congregación; 23 y les dijo: "¿Por qué hacéis cosas tales y tan malas como las que de vosotros he oído a todo este pueblo? 24 No, hijos míos, que no es bueno lo que de vosotros oigo. Estáis haciendo que el pueblo de Yahvé se aparte de él. 2S Si un hombre ofende a otro hombre, está de por medio Dios para juzgarle; pero si un hombre ofende a Yahvé, ¿de quién puede esperar la intervención?» No hicieron caso de lo que les decía su padre, pues quería Yahvé matarlos. 26 Entre tanto, el niño Samuel iba creciendo y se hacía grato, tanto a Yahvé como a los hombres. A los crímenes enumerados añade el texto hebraico el de abusar de las mujeres que cuidaban quizá de la limpieza y atendían a la conservación del ajuar del santuario (Ex 35,25; 38,8). Los críticos independientes o bien cancelan las palabras que hacen referencia a estas relaciones ilícitas, por creerlas una glosa redaccional, o las interpretan de la prostitución sagrada cabe al santuario, a imitación de los cultos licenciosos de los cananeos. Tal prostitución era severamente prohibida en la Ley (Deut 23,17-18), pero sabemos que se practicó en épocas de decadencia religiosa (Os 4,14; 1 Re 14,24; 15,12; 2 Re 23,7). Algunos autores católicos (DHORME, D E VAUX) suprimen el inciso. Helí reprende a sus hijos echándoles en cara la mala fama que se han granjeado ante el público. No han pecado contra los hombres, sino contra Dios. En el primer caso, la cuestión se lleva a las autoridades que en nombre de Dios dictan justicia. Pero, en caso de pecar contra Dios mismo, nadie puede intervenir, por no disponer de los medios de propiciación que la misericordia de Dios puso al alcance de los hombres. Pero, por faltarle ya las fuerzas, pues Helí era ya muy viejo, no los castigó. Tampoco a ellos les fue concedida la gracia de escuchar las amonestaciones de su padre y cambiar de vida, pues quería Yahvé matarlos. Endureció Dios su corazón, como hizo en otro tiempo con Faraón y los pueblos de Canaán (Ex 4,21; Jos 11,20). Niega Dios las gracias eficaces para la conversión a los que las rechazan y no cooperan con las mismas. Mientras Helí caminaba a marchas forzadas hacia el sepulcro y sus hijos se adentraban por los caminos de la perdición, Samuel, como un astro que se levanta en el firmamento, crecía en edad y en gracia delante de Dios y de los hombres, como se dice también de Jesús (Le 2,52).

Profecía 27

contra la casa de Helí

(2,27-36)

Vino a Helí un hombre de Dios y le dijo: «Así habla Yahvé: Yo me revelé claramente a la casa de tu padre cuando eran esclavos en Egipto, en la casa del Faraón. 28 Yo me elegí de entre todas las tribus de Israel para sacerdote, para que subiese al altar a quemar el incienso y para que llevase ante mí el efod. Yo di a la casa de tu padre todas las combustiones de los hijos

de Israel. ¿Por qué, pues, envidias mis víctimas y mis ofrendas, las que yo mandé se ofreciesen en mi casa, y tienes en mas a tus hijos que a mí, engordándoos de lo mejor de todas las oblaciones de Israel, mi pueblo ? 30 Por eso he aquí lo que dice Yahvé, Dios de Israel: Yo había dicho y repetido a tu casa y a la casa de tu padre que ministraríais ante mí por siempre; pero ahora dice Yahvé: Lejos de mí eso, porque yo honro31 a los que me honran y desprecio a los que me desprecian. Tiempo vendrá en que yo amputaré tu brazo y el brazo de la casa de32 tu padre, de modo que ya no haya nunca ancianos en tu casa y siempre veas ante ti un rival. Aun en las 33prosperidades de Israel, no habrá nunca ancianos en tu casa. No haré desaparecer de mi altar a todos tus descendientes, de modo que se consuman sus ojos y desfallezca su alma; pero todos los de tu casa morirán por la espada; 34 te servirá de señal lo que sucederá a tus hijos Ofhi y Finés; ambos morirán en el mismo día. 35 Yo me suscitaré un sacerdote fiel, que obrará según mi corazón y según mi alma; le edificaré una36 casa estable, y él andará siempre en presencia de mi ungido; y cuantos de tu casa queden, vendrán a prosternarse ante él, pidiéndole una moneda de plata y un pedazo de pan; y le dirán: Haz el favor de colocarme en alguna de tus funciones sacerdotales, para que tenga un pedazo de pan que comer». Un profeta, un hombre de Dios (Deut 33,1; Jos 14,6) se presenta a Helí para comunicarle en estilo profético (Ex 4,22; Jos 7,13) u n mensaje de parte del cielo referente a la suerte de su casa. Dios escogió a Aarón para las funciones sacerdotales de sacrificar sobre el altar, quemar el incienso y llevar el efod. Además, aseguró a los sacerdotes un medio decoroso de vida al otorgarles una porción escogida de la víctima. Helí descendía de Aarón por Itamar. A todos estos beneficios han correspondido con ingratitud. De ahí que ha llegado el día del Señor; va a cumplirse la sentencia de Yahvé contra la casa de Helí. Es Dios quien habla (neum = dicho, oráculo) a Helí. Las promesas que hizo antes a Aarón y Finés las revoca; Helí no ha caminado en la presencia de Yahvé; no ha cumplido lo pactado; luego le será denegada en lo venidero la continuación en el ejercicio de sus funciones sacerdotales. Conservará Dios la vida de alguno que otro descendiente de Helí a fin de que, viviendo, padezcan, y devore la envidia su corazón al ver que la dignidad sacerdotal ha pasado a otras manos. Gran parte de los descendientes de Helí morirán por la espada, refiriéndose acaso a la matanza de los ochenta y cinco sacerdotes de la familia de Itamar decretada por Saúl (22,18-19). La pauta de lo que sucederá en los días venideros la dará la muerte en un mismo día de Ofni y Finés (4,11; Ex 3,12; Jue 6,17). Al anuncio de la reprobación de Helí sigue la noticia sobre el sacerdote que le reemplazará (v.35). El texto se refiere probablemente a Sadoc (1 Re 2,27-35), de la familia de Eleazar, que entró en funciones en lugar de Abiatar, de la ascendencia de Itamar, que había abrazado la causa de Adonías. Al nuevo sacerdocio acudirán los de la línea de Helí pidiendo un óbolo (agorat) de plata

228

1 Samuel 3

1 Samuel 3

insignificante, un pedazo de pan o un puesto humilde entre las funciones sacerdotales para asegurar la vida. «Mi ungido» (v.35) equivale a decir «mi rey» (v.io).

El mensaje

229

(3,11.18)

11

Samuel

oye la voz

de Dios

(3,1-10)

1 El joven Samuel ministraba a Yahvé en presencia de Helí. Era por entonces rara la palabra de Yahvé y no era frecuente la visión. 2 Un día, estando acostado en su lugar Helí, cuyos ojos se habían oscurecido y no podían ver, cuando todavía no se había apagado la lámpara de Dios en el santuario, 3 Samuel, que dormía en el santuario de Yahvé, donde estaba el arca de Dios, 4 oyó la voz de Yahvé, que le llamaba: «¡Samuel!»; él contestó: «Heme aquí»; 5 y corrió a Helí y le dijo: «Aquí estoy; me has llamado». Helí contestó: «No te he llamado, vuelve a acostarte». Y fue a acostarse. 6 Yahvé llamó otra vez a Samuel; y éste se levantó, y, yendo a donde estaba Helí, le dijo: «Heme aquí, pues me has llamado». Helí repuso: «No te he llamado, hijo mío; vuélvete y acuéstate». 7 Samuel no conocía todavía a Yahvé, pues todavía no se le había revelado la palabra de Yahvé. 8 Yahvé volvió a llamar a Samuel por tercera vez, y éste se levantó y fue a Helí y le dijo: «Heme aquí, pues que me has llamado». 9 Comprendió entonces Helí que era Yahvé quien llamaba al joven, y le dijo: «Anda, acuéstate, y si vuelven a llamarte, di: Habla, Yahvé, que tu siervo escucha». Samuel se fue y se acostó en su lugar. 10 Vino Yahvé, se paró y llamó como las otras veces: «¡Samuel, Samuel!» Samuel contestó: «Habla, que tu siervo escucha». Helí dormía en su lugar (meqomo) ,[dentn/o en una dependencia muy cercana al lugar sagrado; Samuel estaba en el hekal, en el recinto sagrado, en los alrededores del arca, no lejos del sumo sacerdote. Era bien entrada la noche, pero la lámpara o candelabro que ardía ante el tabernáculo no estaba apagada todavía (Ex 27,20; Lev 24,3). Quizá la palabra ner (lámpara) fuera el nombre popular para designar la menorah, el candelabro de siete brazos (Ex 27,20) del santuario, que debía arder sin interrupción delante de Yahvé (Lev 24,38). Tres veces habló la voz misteriosa, pero no sospechó Samuel que fuera Dios el que le llamaba, porque todavía no se le había revelado la palabra de Yahvé (v.7). En un principio tampoco Helí barruntó que aquella voz podía ser de Dios. Dios se revela e imparte sus órdenes junto al arca de la alianza (Ex 25,22; Is c.6). El autor sagrado presenta a Yahvé morando en el santuario (Ex 25,8; Lev 26,12; 1 Re 6,17), trasladándose del lugar donde habitaba a la dependencia de Samuel. La última vez Yahvé fue a donde se encontraba Samuel, paróse en su camino y, como otras veces, llamó, sin manifestarse. Por respeto no pronuncia Samuel el nombre de Yahvé.

Y dijo Yahvé a Samuel: «Voy a hacer en Israel una cosa que a cuantos la oigan les retiñirán ambos oídos. 12 Entonces cumpliré cuanto a Helí le he dicho, todo lo que de su casa le he dicho; comenzaré y acabaré. 13 Yo le he dicho que iba a castigar a su casa para siempre por el crimen que 14él sabía que sus hijos maldecían a Dios, y él no los corrigió. Por eso he jurado a la casa de Helí que su15crimen no será expiado ni con sacrificios ni con oblaciones». Samuel siguió acostado hasta la mañana, y después abrió las puertas de la casa de Yahvé. No se atrevía a contar a Helí su visión; 16 pero éste llamó a Samuel, diciendo: «Samuel, hijo mío»; y éste contestó: «Heme aquí». 17 Helí le preguntó: «¿Qué es lo que te ha dicho Yahvé? Te ruego que no me ocultes nada. Que Yahvé te castigue si me ocultas algo de cuanto te ha dicho». 18 Samuel se lo contó todo, sin ocultarle nada; y Helí dijo: «El es Yahvé; haga lo que parezca bien a sus ojos». No se equivocó Helí al sospechar que Dios se manifestaba a Samuel. La voz de Yahvé confirma los castigos contra la casa de I lelí, que anunció antes otro profeta (2,27-36). El pecado cometido 110 será expiado ni con sacrificios ni con oblaciones. En aquello mismo que han delinquido encontrarán su castigo, ya que, habiendo abusado de los sacrificios, no encontrarán en éstos el perdón de su pecado (Núm 15,30-31). Hemos dado la traducción del v. 13 según el texto antiguo, que los escribas cambiaron para no escribir la idea de una maldición contra Dios. Duro era el mensaje. Samuel no fue en busca de Helí, como las otras veces, para comunicárselo. Se acostó de nuevo, y a la hora de costumbre abrió las puertas del santuario, comportándose como ¡¡i nada hubiera ocurrido. Pero su misma conducta delataba que algo muy importante había sucedido. Helí le manda con juramento a |iiilica que sea sacerdote; todo esto no sobrepasa las atribuciones de un jefe de Estado frente a la religión estatal» 1. Por su impudencia demostraba que tenía poca fe en Samuel. Este le había dicho que le esperara, y debía obedecerle, porque era el profeta de Ynhvé. Diversamente es interpretado el pecado de Saúl. Por el texto aparece claramente que Saúl traspasa un precepto de. Vulwé. ¿Cuál?, se pregunta Ubach, y responde: «No acabamos de determinarlo. Acaso por ser demasiado evidente no lo lia recudid* 1 la pluma del autor sagrado, o, si lo hizo, desapareció más tarde del texto por razones que desconocemos. Sin embargo, parece que Saúl debía 1

Les Institutions l.c, 175.

Biblia comentada 2

9

1 Samuel 14 258

1 Samuel 13

h a b e r esperado a Samuel, a u n q u e h u b i e r a expirado el plazo señalado. A l precipitarse d e m o s t r ó q u e temía al ejército filisteo y d e s confiaba de la Providencia».

Dos

ejércitos

se enfrentan

(13,15-23)

15

Levantóse Samuel y subió de Gálgala, prosiguiendo su camino. El resto del pueblo fue en pos de Saúl al encuentro del ejército y llegaron a G u e b a de Benjamín. Saúl revistó su tropa, y q u e d a b a n con él unos seiscientos h o m b r e s . 16 Saúl, Jonatán, su hijo y la gente que con ellos quedaba se apostaron en G u e b a de Benjamín, mientras los filisteos a c a m p a b a n en Mijmas. 17 Salieron del c a m p a m e n t o de los filisteos tres tropas en algara p a r a saquear la tierra. U n a t o m ó el camino de Ofra, hacia la tierra de Sual; 18 otra, el de Bet H o r ó n , y la tercera, el de G u e b a , q u e d o m i n a el valle de Seboím, hacia el desierto. I 9 N o había en toda la tierra de Israel h e r r e r o alguno, pues los filisteos se habían dicho: « Q u e n o p u e d a n los hebreos forjar espadas ni lanzas». 20 T o d o Israel tenía que bajar a tierra de los filisteos para aguzar cada u n o su reja, su segur, su azadón o su pico. 21 No se disponía m á s que de la lima p a r a sacar el filo a toda clase de segures, tridentes y hoces y para aguzar las aijadas. 22 Llegado el día del c o m b a t e de Mijmas, n o había en m a n o del pueblo todo q u e estaba con Saúl y Jonatán espada ni lanza m á s que las de Saúl y las de Jonatán, su hijo. 23 L o s filisteos habían salido para guarnecer el paso de Mijmas. M a r c h ó s e Samuel de Gálgala después d e haber insinuado a Saúl la aparición de u n rival. Saúl, con seiscientos soldados q u e le p e r m a n e c i e r o n fieles, llegó a G u e b a . E n t r e u n ejército y otro m e diaba el profundo valle de Suwenit. C o m p r e n d í a Saúl q u e su r e d u cido ejército n o le permitía m e d i r sus fuerzas con el de los filisteos, p o r lo q u e optó p o r q u e d a r s e q u e d o . L o s filisteos n o d e b í a n conocer la gran inferioridad del ejército enemigo, p o r lo q u e se dedicar o n a dar golpes de m a n o en tres direcciones; pero n o atacaron d e frente. A d e m á s , el uso de carros en aquel lugar q u e b r a d o era t e m e r a r i o . L a s tropas de c h o q u e (literalmente: el destructor, el exterminador, E x 22,23) o p e r a r o n en dirección a Ofra (1 M a c 5,46), en el actual p o b l a d o de Taybeh, a diez kilómetros al norte de M i j m a s . D e la tierra d e Sual n o se tiene otra noticia q u e la del texto. L . H e i d e t la coloca en Araq dar es Shualeh, a cinco kilómetros de Jirbet Seilún, la antigua Silo. L o m b a r d i cree p o d e r identificar la tierra de Sual c o n la región al n o r d e s t e d e el Taybeh 2 . U n s e g u n d o destacamento t o m ó la dirección de B e t - H o r ó n ; u n tercero se dirigió hacia la altura q u e d o m i n a el valle d e Seboím, o sea, d e las hienas, el actual wadi abu Daba, q u e d e s e m b o c a en el wadi el-Qelt, continuación del Suwenit. E x p o n e a continuación el texto las condiciones desfavorables e n q u e se e n c o n t r a b a el ejército israelita e n c u a n t o al material d e 2 G. LOMBARDI, Alcune questioni di topografía in 1 Sam r.1-14; i-r5.- «Líber Annuus», 9 (1959) 269-

259

guerra. L o s filisteos n o permitieron a Israel la fabricación de armam e n t o , estando, p o r lo m i s m o , a merced de sus oiiemitfos. Era c o s t u m b r e en la antigüedad, y sigue vigente todavía hoy, la desmilitarización, consistente en prohibir la fabricación de arnmmento a la nación subyugada. L o s cananeos lo hicieron en tiempos de D é b o r a Q u e 5,8); N a b u c o d o n o s o r llevóse a Babilonia a los herreros de J u d á (2 R e 24,14); A s u r b a n i p a l hizo prisioneros a todos los menestrales de u n a ciudad conquistada. El v.21 se ha conservado e n mal estado. L a palabra pim del texto hebraico, q u e se creía intraducibie, se ha identificado con una medida de peso, de la que se h a n e n c o n t r a d o ejemplares en Jerusalén, Guezer, Tell el-Nasbe, etc., cuyo valor equivalía a dos tercios de siclo 3 . Parece que la traducción del texto más conforme con el original sea la siguiente; «El d e r e c h o de afilar las rejas y las hachas era de dos tercios de siclo; u n tercio de siclo para aguzar las azuelas y los aguijones» (I )HORME, D E VAUX, U B A C H ) . Solamente Saúl y Jonatán disponían de espada y lanza. C o n las noticias q u e p r e c e d e n cabe concluir que el eumbate q u e se avecinaba se inclinaría de p a r t e de los filisteos, y, sin embargo, n o fue así.

Hazaña

de Jonatán

1

(14,1-14)

U n día Jonatán dijo a su escudero: «Anda, vamos a pasar al puesto de los filisteos, que está allí del otro lado». Nuda había dicho a su p a d r e . 2 Saúl estaba apostado al extremo de Gueba, bajo el granado q u e estaba junto a la era, y tenía con él unos seiscientos h o m b r e s . 3 Ajías, hijo de Ajitub, h e r m a n o de Icabod, hijo de Finés, hijo de Helí, era sacerdote de Yahvé en Silo, y llevaba el efod. T a m p o c o la gente sabía nada de adonde había ido Jonatán. 4 E n t r e los pasos por donde Jonalún intentaba llegar al puesto de los filisteos había un diente de roca de u n lado y otro del otro, el uno de n o m b r e Boses y el otro Sene. 5 U n o de ellos se alza al norte, enfrente de Mijmas, y el otro al mediodía, enfrente de G u e b a . ''Jonatán dijo a su escudero: «Anda, vamos a pasar al puesto de los incircuncisos; puede ser que Yahvé nos ayude, pues nada le impide salvar con m u c h o s o con pocos». 7 Su escudero le respondió: «Haz lo que quieras. D o n d e tú vayas, pronto estoy a seguirte». 8 Jonatán le dijo: «Vamos a pasar hacia ésos y a dejarnos ver de ellos. 9 Si nos dicen: Esperad a que vayamos, nosotros nos quedarem o s d o n d e estemos y n o subiremos a ellos; lü pero si nos dicen: Subid acá, subiremos, p o r q u e Yahvé nos los ha entregado en nuestras m a n o s . Esa será para nosotros la señal». '' Hiciéronse ver a m b o s del puesto de los filisteos, y éstos dijeron: «Mirad, los hebreos salen de los agujeros donde se habían metido»; 12 y, dirigiéndose a Jonatán y u su escudero, dijeron: «Subid a nosotros y os enseñaremos una cosa». Jonatán dijo al escudero: «Sube detrás de mí, que Yahvé los ha puesto en m a n o s de Israel». 13 Y, sirviéndose de manos y pies, subió Jonatán, seguido de su escudero. Los filisteos volvieron la espalda ante Jonatán, que los hería, mientras detrás de él los 3 W . F . A L B R I G H T : B A S O R 68 ( I 9 3 I ) 9.

260

1 Samuel 14

1 Samuel

mataba el escudero. 14 Esta primera matanza que hizo Jonatán y su escudero fue de unos veinte hombres; en un espacio como de la mitad de una yugada. Al joven Jonatán cansaba la vida ociosa de las posiciones, por lo cual ideó llevar a cabo una hazaña. Expuso su plan al escudero que, como oficial, llevaba siempre consigo para que le protegiera en caso de ataque y rematara a los heridos que caían bajo su espada. El oficio de escudero es propio de los tiempos de los jueces (Jue 9,54), de Saúl y de David. Hemos visto que los filisteos acampaban en Mijmas y que tenían una avanzadilla en el torrente Suwenit. Por su parte, Saúl y su ejército moraban en Gueba, en una era de las afueras del pueblo, junto a un melogranado, que le protegía del sol y le camuflaba del enemigo. Algunos autores toman la palabra migron, migran, era, en sentido topográfico, basándose en Is 10,28 e identificándolo con el actual tell miriam, altozano que domina el camino de Gueba a Mijmas, a un kilómetro y medio de esta última (MEDIEBELLE, DHORME, REHM). Jonatán quiso dar un golpe

de mano y sorprender a la avanzadilla filistea. «Entre los pasos por donde trataba Jonatán de pasar al apostadero de los filisteos había una peña a manera de diente (lit.: diente de peña) de un lado y otra peña a modo de diente del otro lado; la una llevaba por nombre Boses; la otra, Sene. La una, hacia el norte, frente a Mijmas; la otra, hacia el sur, frente a Gabaa» (v.4-5, trad. FERNÁNDEZ, L e ) . «Los dos jóvenes—escribe el mencionado autor—se lanzan a la temeraria empresa. Bajan de Gabaa al wadi, siguen por unos momentos el cauce, y, al dar la vuelta al recodo, son avistados por los del apostadero, quienes echan a gritar: «Mirad los hebreos, que salen de las cuevas donde se ocultaron». Jonatán fue hacia ellos. A ambos lados del gran peñón hay dos subidas, difíciles las dos, pero más la del oeste. Por una de ellas, quizá la más áspera, se subió Jonatán, trepando con pies y manos; y en pos de él su escudero. No contaban, sin duda, los filisteos con tal osadía; ésta los desconcertó; y con esto se explica que en aquel primer encuentro, en la mitad del espacio que un par de bueyes puede arar, los dos valientes jóvenes dejaron fuera de combate no menos de veinte hombres 1. Ataque

general

hablaba con el sacerdote, iba extendiéndose y creciendo el tumulto en el campamento20 de los filisteos; y Saúl dijo al siiccrdote: «Retira tu mano». Saúl y cuantos con él estaban «e reunieron y avanzaron hasta el lugar de la lucha, y vieron que los filisteos habían vuelto 21sus armas unos contra otros y la confusión era grandísima. Los hebreos que de antes csliibiin con los filisteos y habían subido con ellos al campamento, se pusieron también al lado de los de Israel, que estaban ron Saúl y Jonatán. 22 Los que de Israel se habían ocultado en los montes de Efraím, al tener noticia de la huida de los filisteos, se pusieron igualmente a perseguirlos. 23 Así libró Yahvé aquel día a Israel. El combate siguió hasta Bet-Horón. Vinieron a ser los que se reunieron con Saúl unos diez mil hombres, y se extendió la lucha por todos los montes de Efraím. El pánico sembrado por todo el campamento filisteo fue providencial. Los filisteos que estaban en las avanzadas huyeron precipitadamente, contagiando con su huida y palabras al ejército, que, temiendo un ataque general por sorpresa, diose también a la fuga. Los gritos de los soldados en retirada, los ruidos de los canos en marcha, levantaron un alboroto imponente, comparado al que produce un terremoto. Fue un espanto de Dios, con lo que se quiere afirmar que no solamente fue un pánico extraordinario, sino un seísmo (1 Re 19,11) enviado por Dios para espantar a los filisteos. Sospechó Saúl que alguno de los suyos había desencadenado este estado de cosas; hechas las averiguaciones pertinentes, se notó la falta de Jonatán y de su escudero. Para conocer la voluntad de Yahvé, manda Saúl a Ajías que acercase el efod (2,28), no el ana de Dios, como dice el texto masorético (3,3; 4,11). Cuando el sacerdote se disponía a echar las suertes, se lo prohibió Saúl por entender que no era cuestión de perder tiempo, sino de salir cuanto antes en persecución del enemigo; la voluntad de Dios era demasiado evidente. Ajías quizá debe identificarse con Ajimelec (21,1-0). Habían los filisteos penetrado en Palestina por los llamados ascensus de Betorón, y por el mismo lugar huyen ahora a su tierra. En lugar de Betorón (texto griego de Lagarde y de la Vctus Latiiut), algunos autores prefieren la lectura de Bet Aven del texto hebreo 2. Temerario

(14,15-23)

de Saúl

(14,24-30)

Saúl cometió aquel día una gran imprudencia, pues conjuró al pueblo, diciendo: «Maldito el hombre que coma nuda hasta la tarde, mientras no me haya vengado de mis cncmi|{oii». Y nadie probó bocado. 25 El pueblo estaba extenuado por la 26 fatiga, y llegó a un bosque donde había mucha miel en el suelo. A pesar de ver la miel corriendo por el suelo, nadie la tomó para llevársela a la boca, por temor del juramento hecho. 27 Pero Jonatán, que nada sabía del juramento que su padre había hecho hacer al pueblo, metió la punta del bastón que llevaba en la mano en un panal de miel y se la llevó a la boca con la mano, y le brillaron los ojos. 28 Uno del pueblo le advirtió: «Tu padre ha hecho jurar al pueblo, diciendo: Maldito el

Trascendió el espanto al campamento, al llano y a todos los puestos de los filisteos, y aun las tres columnas de saqueadores fueron presa16 del terror. Temblaba la tierra. Fue un espanto de Dios. Los centinelas de Saúl que estaban en Gueba de Benjamín vieron cómo la muchedumbre se dispersaba y corría de un lado para otro. 17 Saúl dijo a la gente que tenía con él: «Pasad revista y ved quién falta de entre nosotros». Pasáronla y se halló que faltaban Jonatán y su escudero. 18 Dijo entonces Saúl a Ajías: «Trae el efod»; pues había llevado el efod y lo tenía allí aquel día delante de Israel. 19 Mientras Saúl FERNÁNDEZ, Problemas de topografía palestinense (Barcelona 1936) 133.

juramento

24

15

1

261

14

2

Consúltese el estudio topográfico de I Saín c.13-14,]-i s (te (-*. LOMHMÍDI, l.c, 521-282.

262

1 Samuel 14

1 Samuel 14

h o m b r e q u e c o m a hoy». 2S> Jonatán respondió: «Mi p a d r e ha hecho hoy m u c h o m a l al pueblo. ¿No veis c ó m o h a n brillado mis ojos sólo con h a b e r p r o b a d o u n poco de miel? 3(> Si el pueblo hubiera comido hoy del botín cogido a los enemigos, ¡cuánto m a y o r habría sido la derrota de los filisteos!» Dice el texto griego q u e cometió Saúl aquel día una gran imprudencia al impedir con su voto coronar m á s gloriosamente la gran empresa de deshacer al ejército enemigo. Creyó, sin e m b a r g o , Saúl q u e él y su p u e b l o d e b í a n corresponder al favor d e h a b e r s e m b r a d o Yahvé el pánico en el c a m p o enemigo, decretando en su h o n o r el a y u n o d e u n día. L a maldición de Saúl quiere ser u n a oración a Dios pidiéndole la aniquilación del enemigo. L o s soldados m o s t r a r o n gran fuerza d e voluntad al divisar en el b o s q u e la miel q u e se d e r r a m a b a p o r el suelo, n o atreviéndose a tocarla p o r t e m o r del j u r a m e n t o hecho. C o n este y otros ejemplos da Saúl la sensación d e ser u n h o m b r e impetuoso, irreflexivo, q u e se dejaba llevar p o r el p r i m e r impulso.

Una falta

ritual

del pueblo

(14,31.35)

31

Batieron aquel día a los filisteos desde Mijmas hasta Ayalón. El pueblo, desfallecido, 3 2 cuando volvió sobre el botín, cogió ovejas, bueyes y terneros, y, matándolos en el suelo, comió la carne con su sangre. 33 Dijéronle a Saúl q u e el pueblo había pecado contra Yahvé c o m i e n d o la carne con su sangre; y dijo: «Habéis prevaricado. T r a e d m e luego u n a piedra grande»; 34 y añadió: «Id p o r todo el pueblo y decidle q u e m e traiga cada u n o su buey o su oveja y q u e la degüelle aquí. D e s p u é s comeréis y n o pecaréis contra Yahvé comiendo la carne con sangre». Llevó cada cual lo q u e tenía en su m a n o y lo desolló sobre la piedra. 3S Saúl alzó u n altar a Yahvé. F u e el p r i m e r altar que alzó Saúl a Yahvé. A d e m á s de la falta, involuntaria, d e Jonatán, el j u r a m e n t o de Saúl dio pie a q u e el p u e b l o , h a m b r i e n t o , se lanzara sobre los p r i m e r o s animales q u e encontró al paso. D e s d e M i j m a s había p e r s e g u i d o al enemigo hasta Ayalón (la actual Jalo), con u n recorrido de m á s d e veinticinco kilómetros, siendo m u y natural q u e le devorara el h a m b r e y la sed. Por considerarse la sangre como sede del alma •y principio vital, q u e pertenecía a Dios ( G e n 9,4; L e v 17,10-14; D e u t 12,16-23), al atrapar el p u e b l o h a m b r i e n t o las ovejas, bueyes y cabras, las degolló i n m e d i a t a m e n t e en el suelo, sin p r e o c u p a r s e de b u s c a r u n a piedra q u e les sirviera de soporte o d e altar. N o p o d í a n los hebreos comer la carne con su sangre, p o r lo cual d e b í a n degollar a los animales sobre u n a piedra o altar q u e permitiera la salida d e la sangre al exterior. N o era posible cumplir con este requisito degollando los animales a ras de tierra; por lo mismo, a quienes c o m í a n la carne sacrificada de este m o d o se les i m p u t a b a el pecado de c o m e r carne con su sangre. ¿Quiere el a u t o r sagrado aclarar con esto la ley sobre la inmolación contenida en L e v 17,13; D e u t 12,16;

'.!03

15,23, o se refiere a u n a práctica i n t r o d u c i d a posteriurmeiiU'i' l'.iirrr m á s verosímil lo p r i m e r o . E n acción d e gracias edificó Saúl un .1ll.11 a Y a h v é sobre la piedra q u e había m a n d a d o traer (v.33).

Jonatán,

culpable

(14,36-44)

36

Saúl dijo: «Vamos a salir a perseguir a los filisteos durante la noche, a destrozarlos hasta q u e luzca el día, sin dejar uno solo con vida». Y le dijeron: « H a z cuanto bien te parezca». Y él dijo al sacerdote: «Acércate»; 37 y consultó a Dios: « ¿ H e de bajar en persecución del enemigo? ¿Los entregarás en manos de Israel?» P e r o Yahvé n o dio aquel día respuesta. 3 8 Saúl dijo: «Acercaos aquí todos los jefes del pueblo y buscad, a ver p o r quién haya sido cometido el pecado; 39 pues por vida de Yahvé, el salvador de Israel, que, si hubiera sido por Jonatán, m i hijo, sin remisión morirá». Nadie del pueblo osó responderle. 40 Dijo, pues, a todo Israel: «Poneos todos vosotros de u n lado, y yo y m i hijo, Jonatán, nos p o n d r e m o s del otro». El pueblo contestó: « H a z c o m o bien te parezca». 41 Saúl dijo: «Yahvé, Dios de Israel?, ¿cómo es que n o respondes hoy a tu siervo? Si en m í o en Jonatán, m i hijo, está este pecado, Yahvé, Dios de Israel, da «urim»; y si está la iniquidad en el pueblo, da « t u m m i m » . Y fueron señalados p o r la suerte Jonatán y Saúl y librado el pueblo. 4 2 Saúl dijo: «Echad ahora la suerte entre mí y Jonatán, m i hijo, y aquel q u e señalare Yahvé, morirá». Pero el pueblo dijo: «No será así». Saúl persistió, y fue echada la sueile entre él y Jonatán, su hijo; y fue señalado Jonatán. 'l-' Saúl dijo 11 Jon a t á n : « D i m e q u é has hecho». Y Jonatán respondió: «He gustado u n poco de miel con la p u n t a del bastón que llevaba en la m a n o , ¿y por eso voy a morir?» 4 4 Saúl dijo: « Q u e m e castigue Dios con todo rigor si n o m u e r e s , Jonatán». Saciado el pueblo, d e t e r m i n ó Saúl e m p r e n d e r la persecución del enemigo al a m p a r o de la noche. Pero antes de acometer la e m p r e s a decidió consultar a Dios Q u e 18,5) por el procedimiento del urim y tummim. El oráculo n o contestó, interpretando Saúl aquel silencio como efecto de algún pecado (28,6.15). A n t e aquel contrat i e m p o , Saúl, con la i m p e t u o s i d a d q u e le caracterizaba, lanza otro j u r a m e n t o (Jue 8,19) de dar m u e r t e al pecador, a u n q u e sea su propio hijo Jonatán. E n el v.41 seguimos el texto griego, q u e reproduce el texto original, m u t i l a d o p o r u n escriba, q u e saltó de una linca a otra. Según el texto, la consulta se hace utilizando dos piedniN preciosas q u e llevaba el s u m o pontífice en el pectoral (Ex 28,30; I -ov 8,8; N ú m 27,21), llamadas urim, q u e significa luz o verdad, y lummim, perfección o santidad, q u e , por convención, representaban el NÍ y el n o . Pero esta manera de echar las suertes n o tiene aplicación en el caso d e q u e el oráculo n o responda. Esta manera de consultar a Yahvé se practicó d u r a n t e los reinados de Saúl y en los comienzos del d e D a v i d , cesando en adelante, sustituyéndose por el mensaje profético. L a suerte señaló a Jonatán como culpable.

264

1 Samuel 14 265

1 Samuel 15

El pueblo

salva a Jonatán

(14,45-48)

Guerra

45

E l pueblo dijo entonces a Saúl: «¿Va a m o r i r Jonatán, el q u e ha hecho en Israel esta gran liberación? ¡Jamás! Vive Yahvé, n o caerá a tierra u n solo cabello de su cabeza, pues hoy ha o b r a d o con Dios». Así salvó el pueblo a Jonatán y n o m u r i ó . 46 Saúl desistió de salir en persecución de los filisteos, y éstos llegaron a su tierra. 4 7 Mientras Saúl reinó sobre Israel, hizo la guerra a todos los enemigos de en t o r n o : a M o a b , a los hijos de A m ó n , a A r a m Bet Rejob, al rey de Soba y a los filisteos, venciendo en todas partes a d o n d e se volvía. 4 8 Llegó a ser m u y fuerte; derrotó a A m a l e e y libró a Israel de las m a n o s de cuantos antes le saqueaban. El p u e b l o libertó de la m u e r t e al héroe del día, Jonatán, salvándole a la m a n e r a c o m o se rescata u n a víctima debida a Y a h v é (Ex 13,13-15; 34,20). N o especifica el texto q u é víctima se ofreció en vez d e Jonatán. A continuación se da u n r e s u m e n d e las c a m p a ñ a s bélicas de Saúl. Se citan a los enemigos d e TransJordania ( M o a b , amonitas), los del sur de Palestina (los idumeos), los del n o r t e , cuyo r e p r e s e n t a n t e m á s destacado es Soba, y, finalmente, los filisteos. El reino d e M o a b estaba al otro lado del J o r d á n , e n t r e A m ó n , al norte, y los edomitas, al sur. E d o m , cuya frontera evolucionó con el t i e m p o , o c u p a b a las m á r g e n e s derecha e izquierda del wadi el-Arabá, al sur del m a r M u e r t o . E n t r e D a m a s c o y H a m a t se encontraba el p e q u e ñ o reino de Soba (2 Sam 10,6-8; Sal 60,2). L o s amalecitas eran aliados d e los amonitas y moabitas (Jue 3,12-13).

Familia de Saúl

(14,49-52)

49

Los hijos de Saúl fueron Jonatán, Isvi y Melquisúa; sus dos hijas se llamaron M e r o b la m a y o r y Micol la m e n o r . 50 L a m u j e r de Saúl se llamaba Ajinoam, hija de Ajimas. El n o m b r e del jefe de su ejército era A b n e r , hijo de Ner, tío de Saúl. 51 Q u i s , p a d r e de Saúl, y N e r , p a d r e de A b n e r , e r a n hijos de Abiel. 52 L a guerra contra los filisteos fue encarnizada d u r a n t e toda la vida de Saúl; y en cuanto veía Saúl u n h o m b r e robusto y valiente, le ponía a su servicio. T r e s hijos y dos hijas t u v o Saúl. El p r i m o g é n i t o era Jonatán; le seguía Isvi, q u e en otros lugares (i C r ó n 8,33; 9,39) es llamado Isbaal, q u e el autor de 2 Sam 2,8 cambia en Isboset = h o m b r e d e infamia; el tercero se llamaba M e l q u i s ú a (31,2). D e las hijas, M e r o b , la mayor, y Micol, la m á s p e q u e ñ a , se habla en el curso d e la historia (18,17-19; 18,20-27). N o se conoce en la historia d e Israel otra mujer de n o m b r e Micol; en cambio, lleva este n o m b r e u n a deidad cananea venerada en Betsán hacia el siglo x i v a.C. A j i n o a m n o era la única mujer de Saúl, q u e t u v o otras (2 Sam 12,8), e n t r e las cuales se menciona Resfa (2 Sam 21,8). A b n e r está u n i d o a la historia de D a v i d (17,57; 26,7.15; 2 Sam 2,8ss).

contra

Amalee

(15,1-9)

1

Samuel dijo a Saúl: «A m í me envió Yahvé para q u e te ungiera rey de su pueblo, Israel. Escucha, pues, ahora lo q u e te dice Yahvé: 2 Así habla Yahvé Sebaot: T e n g o presente lo que hizo A m a l e e contra Israel cuando le cerró el c a m i n o a su salida de Egipto. Ve, pues, ahora y castiga a Amalee, 3 y da al anatema cuanto es suyo. No perdones: m a t a a h o m b r e s , mujeres y niños, a u n los de pecho; bueyes y ovejas, camellos y asnos. 4 D i o , pues, Saúl la orden al pueblo y lo congregó e n T e l a m . Contó doscientos mil infantes y diez mil h o m b r e s de J u d á . 5 Avanzó Saúl hasta las ciudades de Amalee y puso u n a emboscada en el torrente; 6 y dijo a los quíneos: «Id, retiraos, salid de en m e d i o de Amalee, no sea que os veáis envueltos con él; pues vosotros tratasteis con benevolencia a los hijos de Israel cuando subían de Egipto». Retiráronse, pues, de A m a l e e los quíneos, i Saúl batió a Amalee desde Evila hasta Sur, frente a Egipto. 8 Cogió vivo a Agag, rey de Amalee, y dio al a n a t e m a a todo el pueblo, pasándolo a filo de espada. 9 Pero Saúl y el pueblo dejaron con vida a Agag y las mejores ovejas y los mejores bueyes, los m á s gordos y cebados, y los corderos, n o dándolos al anatema, y destruyendo solamente lo malo y sin valor. L o s datos sobre esta campaña contra Amalee son imprecisos; la sección sirve d e p r e á m b u l o a la escena entre Samuel y Saúl, q u e c u l m i n ó en el v.28 con el repudio de Saúl como rey d e Israel. Existen dos clases de herem: el de consagración, cuando u n objeto o persona se consagran a Dios de manera irrevocable, substrayéndolos a t o d o uso profano (Lev 27,28; Miq 4,13), y el de maldición, c u a n d o la persona o cosa es destruida (Deut 13,16) con el fin d e h o n r a r la santidad de Dios y su justicia. D e Amalee dijo Dios (Lev 17,14): «Borraré la memoria de Amalee de debajo del cielo» 2 . Estas palabras d e b í a n cumplirse mediante la acción de Saúl. Este congegó al p u e b l o en T e l a m , lugar que corresponde a Telem (Jos 15,24), q u e algunos identifican con Jirbet Umm es-Salafe, a ocho kilómetros al sur d e K u r n u b . Las cifras de los combatientes son e v i d e n t e m e n t e exageradas. D e la ciudad a que alude el texto (v.5) n a d a sabemos. L a derrota de los amalecitas fue completa. Su rey A g a g cayó vivo en m a n o s de los israelitas, perdonándosele la vida p a r a reclamar p o r su rescate u n a cuantiosa suma. T a m b i é n se a p o d e r a r o n los judíos de los animales que presentaban mejor estampa. C o n este proceder se opuso Saúl a las leyes del anatema, q u e señalaban la destrucción total de los amalecitas y de c u a n t o les pertenecía. El motivo de la transgresión consiste en haber escogido, o y e n d o la voz d e su pueblo, una manera de honrar a Dios q u e no se a r m o n i z a b a con la q u e le había señalado Samuel. Buscó él u n c o m p r o m i s o e n t r e la obediencia a Yahvé y el deseo de satisfacer al p u e b l o ; p e r o con esta política pendular de querer congraciarse con u n o y con otro se atrajo la enemistad de Dios, que se alejó de él 1 A. WEISER, I Samuel 15: ZAW 54 (1936) 1-28. * FERNÁNDEZ, El herem bíblico: B 5 (1924) 5-25.

266

1 Samuel 15

a causa de su desobediencia. Sobre los quineos (v.6), véase Núm 24, 20-21; Jue 1,16; 4,17; 5,24. Evila (v.7) estaba en la frontera oriental de los ismaelitas (Gen 25,18). Sur hallábase al nordeste de Egipto (Gen 16,7; 20,1; Ex 15,22).

Saúl, rechazado

por Dios

267

1 Samuel 15

(15,10-23)

10

Yahvé dirigió a Samuel su palabra, diciendo: n «Estoy arrepentido de haber hecho rey a Saúl, pues se aparta de mí y no hace lo que digo». Samuel se entristeció y estuvo clamando a Yahvé toda la noche; 12 y levantándose de mañana para ir al encuentro de Saúl, supo que había ido al Carmelo, donde se había alzado un monumento, y de vuelta, pasando más allá, había bajado a Gálgala. 13 Dirigióse, pues, a donde estaba Saúl, y le dijo Saúl: «Bendito seas de Yahvé. He cumplido la orden de Yahvé». 14 Samuel le contestó: «¿Qué es entonces ese balar de ovejas que llega a mis oídos y ese mugir de bueyes que oigo?» ls Saúl respondió: «Los han traído de Amalee, pues el pueblo ha reservado las mejores ovejas y los mejores bueyes para los sacrificios de Yahvé, tu Dios; el resto ha sido dado al anatema». l s Samuel dijo entonces a Saúl: «Basta; voy a darte a conocer lo17que Yahvé me ha dicho esta noche». Saúl le dijo: «Habla». Samuel dijo: «¿No es verdad que, hallándote tú pequeño a tus propios ojos, has venido a ser el jefe de 18las tribus de Israel y te ha ungido Yahvé rey sobre Israel? Yahvé te dio una misión, diciéndote: Ve y da al anatema a esos pecadores de Amalee y combátelos hasta exterminarlos. 19 ¿Por qué no has obedecido al mandato de Yahvé y te has echado sobre el botín, haciendo mal a los ojos de Yahvé?» 20 Saúl contestó a Samuel: «Yo he obedecido el mandato de Yahvé y he seguido el camino que me ordenó Yahvé: he destruido a los amalecitas y he traído a Agag, rey de Amalee. 21 El pueblo ha tomado del botín esas ovejas y esos bueyes, como primicias de lo dado al 22anatema, para sacrificarlos a Yahvé, su Dios, en Gálgala». Pero Samuel repuso: «¿No quiere mejor Yahvé la obediencia a sus mandatos que no los holocaustos y las víctimas? Mejor es la obediencia que las víctimas. Y mejor escuchar que ofrecer el sebo de los carneros. 23 Tan pecado es la rebelión como la superstición, y la resistencia como la idolatría. Pues que tú has rechazado el mandato de Yahvé, él te rechaza también a ti como rey». La gravedad de la falta de Saúl hace que el autor sagrado ponga en boca de Dios la expresión que pronunció con ocasión del diluvio: «Estoy arrepentido de haber hecho rey a Saúl» (Gen 6,6), antropopatismo, figura retórica por la que se aplican a Dios los sentimientos de los hombres. Eligió Dios a Saúl, pero éste se hizo indigno de esta gracia; el cambio de conducta por parte de Saúl determinó que Dios se portara con él de manera distinta que hasta ahora. No sabemos cuándo Samuel recibió esta confidencia divina; acaso de noche, como en su niñez (3,4). La gran victoria hizo concebir a Saúl la idea de levantar un monumento conmemorativo en el Carmelo, lugar que cortesponde al actual el-Kurmul, a doce kilómetros al sur de Hebrón (Jos 15,55), a cuya

inauguración fue invitado el rey. El texto hebreo dice que se erigió iad = una mano, para significar un monumento igual al de las estelas púnicas, en las que la mano protege al muerto c indica al viandante el lugar donde descansa (2 Sam 18,18; ls 56,5). Acaso se trata de un monumento funerario en memoria de los caídos en la lucha. Debía tratarse de una tosca piedra erigida en forma de menhir o de una losa con una inscripción. Regresó Saúl del Carmelo. En el v.13, los LXX han completado el original hebraico. Samuel traía para Saúl un anuncio inesperado que ahogaría en el rey el alborozo del triunfo alcanzado sobre los amalecitas. El balido de las ovejas, el mugir de los bueyes, dieron pie a que Samuel preguntara por la procedencia de aquellos animales. Saúl, inocentemente, creyendo que con aquellos sacrificios agradaba a Dios, le respondió que lo mejor se había reservado para quemarlo en holocausto en honor de Yahvé. Pero no era ésta la orden que le había intimado Samuel, ni era este herem el que debía poner en práctica, sino el anatema de la destrucción, de execración. Trató Saúl de justificar su conducta, pero le atajó Samuel diciéndole que su deber era obedecer. Bien están los sacrificios a su tiempo y con las víctimas apropiadas; pero en esta circunstancia, más que sacrificios, quería Dios que se hiciera su voluntad. La oferta de un sacrificio, dice De Vaux, hecha en contra del querer divino, equivale a un rito idolátrico, al que en nuestro texto se alude con la mención de la superstición de los terajim, dioses a los cuales se confiaba la custodia de las casas (19,13; Gen 31,19-30). Por haber desobedecido a Yahvé, a quien Saúl debía el reino, Dios le rechaza como rey. Saúl implora

el perdón

(15,24-31)

24

Dijo entonces Saúl a Samuel: «He pecado traspasando el mandamiento de Yahvé y tus palabras; temí al pueblo y le escuché. Perdona, pues, te ruego,26 mi pecado, •"' y vuélvete conmigo para adorar a Yahvé». Samuel le contestó: «No me volveré contigo, porque tú rechazaste el mandato de27 Yahvé, y Yahvé te rechaza a ti para que no reines en Israel». Volvióse Samuel para28 irse, pero Saúl le cogió por la orla del manto, que se rompió; y le dijo Samuel: «Hoy ha rolo Yahvé de sobre ti el reino para entregárselo a otro mejor que tú; 29 y el Esplendor de Israel no se doblegará, no se arrepentirá, pues no es un hombre para que se arrepienta». '" Saúl dijo: «He pecado; pero hónrame ahora, te lo ruego, en presencia de los ancianos de mi pueblo y en presencia de Israel, y ven conmigo a adorar a Yahvé, tu Dios». 31 Volvióse Samuel y siguió a Saúl, y éste adoró a Yahvé. Quizá el arrepentimiento de Saúl nacía más del temor de perder el reino que del dolor de haber ofendido ¡1 Dios. Trató Saúl de quitar importancia al incidente, rogando a Samuel que no le abandonase. Samuel rechaza tal propuesta, basándose en que por su pecado se han roto las relaciones amistosas que le unían con Dios. Samuel, que en su calidad de profeta es el mensajero y el instrumento de

268

1 Samuel 1}

Muerte

de Agag

(15,32-35)

*

32

i

S a m u e l dijo: « T r a e d m e a Agag, rey de Amalee»; y Agag se acercó a él, t e m b l a n d o , y dijo: « ¡ Q u é a m a r g a es la m u e r t e ! » 33 Samuel repuso: «Así c o m o a tantas m a d r e s privó tu espada de hijos, así será entre las mujeres tu m a d r e privada de su hijo». Y destrozó a Agag ante Yahvé, en Gálgala. 3 4 Partióse Samuel para R a m a , y Saúl subió a su casa de G u e b a de Saúl. 35 No volvió Samuel a ver a Saúl hasta el día de su m u e r t e , p e r o se lamentaba p o r Saúl de que se hubiera Yahvé arrepentido de haberle hecho rey de Israel.

Agag había sobrevivido al desastre d e su p u e b l o en contra del m a n d a t o divino. A l verse ante Samuel, lanzó esta bravata: «Ahora sí q u e el amargor d e la m u e r t e se ha alejado». Esta lección del texto masorético nos parece la m á s acertada, p o r expresar el estado de á n i m o d e Agag, q u e , entre b u r l ó n y ufano, expresa su satisfacción d e p o d e r morir en m a n o s de u n profeta y n o en m a n o s d e cualquiera. A Agag se le aplica la pena del talión: por h a b e r privado a tantas m a d r e s de sus hijos, es descuartizado (waishassef, de shassaf; Vulgata: «Frustra concidit e u m Samuel»; L X X : lo degolló) él. Su m u e r t e t u v o lugar «ante Yahvé», p e r o n o fue u n sacrificio h u m a n o , sino el c u m p l i m i e n t o de u n anatema. Saúl m a r c h ó a G u e b a (Tell el-Ful) y Samuel a R a m a . Según 19,22-24, volvió Saúl a encontrarse con Samuel. A m a b a Samuel a Saúl; p e r o antes debíase a Dios q u e al rey.

TERCERA

SAÚL

Y

DAVID

269

1 Samuel 16

q u e se sirve Dios, n o p u e d e , p o r lo m i s m o , continuar sus relaciones amistosas con Saúl, poniéndose de su p a r t e en contra del p r o c e d e r divino. A l marcharse Samuel, corrió Saúl detrás d e él con á n i m o d e retenerle y ganarlo a su causa; en el p a r o x i s m o del dolor y a n t e el porvenir sombrío q u e se abría ante él, agarró a Samuel del m a n t o , q u e cedió, r o m p i é n d o s e . Esta escena dramática se desarrolló en la intimidad d e u n rey y d e u n profeta de Yahvé. A n t e la actitud firme d e Samuel, le pidió Saúl q u e n o hiciera pública la reprobación merecida p o r su pecado, rogándole q u e se c o m p o r t a r a con él extern a m e n t e como si nada hubiera ocurrido. Accedió a ello Samuel; de cara al público n o sufrió menoscabo, m o m e n t á n e a m e n t e , la dignidad real q u e ostentaba Saúl.

PARTE

(c. 16-31)

Conforme a la profecía de Samuel (15,28), estaba a las p u e r t a s u n contrincante de Saúl q u e anularía sus esfuerzos p a r a asegurar en su hijo J o n a t á n la permanencia de la corona e n su familia. L o g r ó Saúl q u e arraigara en el p u e b l o la idea d e la u n i d a d nacional, t a n t o más necesaria c u a n t o más d u r a era la m a n o de los pueblos 3 J. DE FRAINE, Le roi Agag devant la mort (1 Sam 15,32): «Miscelánea Bíblica A. Fernández»; EE 34 (1960) 537-545-

vecinos. Pero estos triunfos enfriaron en él sus wnliiiiicntos de d e p e n d e n c i a d e Yahvé, llegando a creer, al menos 1:11 ht práctica, q u e la firmeza d e su t r o n o descansaba más en el favor popular y en sus dotes militares q u e en las manos de Dios, lista omducta abrió en su reino u n a b r e c h a q u e n o le fue posible en adelante taponar. Dios había fijado sus ojos «en otro mejor que él»: David, cuyos pasos hacia el t r o n o dirigía lentamente, pero de forma inexorable.

Samuel,

en casa

de Isaí

(16,1-13)

1

Dijo Yahvé a S a m u e l : «¿Hasta cuándo vas a estar tú llor a n d o sobre Saúl, a quien h e rechazado para que no reine más sobre Israel? Llena t u cuerno de óleo y ve; te envío a casa de Isaí de Belén, pues he elegido entre sus hijos al rey que yo quiero». 2 « ¿ C ó m o voy a ir?—contestó Samuel—; lo snbrá Saúl y m e m a t a r á » . Yahvé le dijo: «Lleva contigo una lomera, y dirás: H e venido para ofrecer a Yahvé u n sacrificio. •' Invitarás al sacrificio a Isaí, y ya te indicaré yo luego lo que ha» ilc hacer, u n g i e n d o al q u e yo te señale». 4 H i z o Samuel lo que le mandaba Yahvé, y llegó a Belén. Los ancianos acudieron inquietos a él y dijeron: « ¿ T u llegada es para bien?» 5 El contestó: «Sí, he venido p a r a ofrecer u n sacrificio a Yahvé. Santifícaos y venid conmigo al sacrificio». Santificó a Isaí y a sus hijos y los invitó al sacrificio. 6 C u a n d o se presentaron ante él, al ver a Eliab, se dijo S a m u e l : «Seguro que se halla ante Yahvé su ungido». 7 P e r o Yahvé dijo a S a m u e l : «No tengas en cuenta su figura y su gran talla, que yo le h e descartado. No ve Dios t o m o el h o m b r e ; el h o m b r e ve la figura, pero Yahvé mira el corazón». 8 Isaí llamó a A b i n a d a b y le hizo pasar ante Samuel. Samuel dijo: « T a m p o c o es éste el que ha elegido Yahvé». lJ Hizo Isaí pasar a Sama, y Samuel dijo: « T a m p o c o es éste el que ha elegido Yahvé». 10 Isaí hizo pasar ante Samuel a sus siete hijos, y Samuel le dijo: «A ninguno de éstos ha elegido Yahvé». 11 P r e g u n t ó entonces S a m u e l a Isaí: «¿Son éstos todos tus hijos?» Y él le respondió: « Q u e d a el m á s pequeño, que esta apacentando las ovejas». Samuel le dijo: « M a n d a a buscarle, pucN no nos sentaremos a c o m e r mientras no venga él». ' 2 Isa( mandó a buscarle. E r a rubio, de hermosos ojos y m u y bella presencia. Yahvé dijo a S a m u e l : «Levántate y úngele, pues eso en». , 3 Sam u e l , t o m a n d o el c u e r n o de óleo, le ungió a lu VÍNIII ilo nus herm a n o s ; y desde aquel m o m e n t o , en lo sucesivo, vino sobre D a v i d el espíritu de Yahvé. Samuel se levantó y so volvió a Rama. D e esta u n c i ó n d e D a v i d p o r Samuel n o se habla ya MUS en el curso de la historia, n i p a r e c e q u e tuviera eficacia para el porvenir. D a v i d será u n g i d o rey en H e b r ó n p o r las gentes de Judá (2 Sam 2,4) y más t a r d e por los ancianos d e Israel (2 Sam 5,;i). Según el texto, t o d a la familia asiste a la ceremonia, lo que parece contradecir a 17,28, en d o n d e su h e r m a n o mayor d e m u e s t r a no saber nada. O b e d e c i e n d o las órdenes d e Dios, tomó Samuel el cuerno de óleo (1 R e 1,39) y m a r c h ó a Belén. La visita inesperada de Samuel s e m b r ó el pánico en la p e q u e ñ a ciudad, que: temía el anuncio de

270

1 Samuel 11

1 Samuel 16

algún castigo; por eso preguntan los ancianos: ¿Tu llegada es para bien?, o lo que es lo mismo: ¿Es pacífica tu llegada? ¿Aludían los ancianos al conflicto latente entre Belén y Gueba a consecuencia del atentado contra la concubina originaria de Belén? Que c.10-20). Ordena Samuel que se purifiquen para poder tomar parte en el sacrificio, lavando o cambiando sus vestidos y absteniéndose del contacto con mujeres (Ex 19,22; Núm 11,18; Jos 3,5). Tuvo especial interés en que se santificara Isaí y sus hijos; quizá se hospedó Samuel en su casa, en donde se desarrolló la escena de la unción. Según el texto, eran ocho los hijos varones de Isaí. En 17,13-15, su número parece reducirse a cuatro, de los cuales se especifica el nombre. Según 1 Crón 2,12, los otros tres se llamaban: Natanael, Radai y Asom. Además tuvo Isaí dos hijas: Sarvia y Abigaíl. En la intimidad de la familia, David fue ungido rey, cuya dignidad asumiría a la muerte de Saúl. Al momento recibió también la gracia de estado, necesaria para cumplir los deberes de la realeza (10,6; n , 6 ) . Samuel regresó a Rama. David,

al servicio

de Saúl

en el cual la música tenía gran importancia para provocar y mantener el fervor profético 1. David fue llevado al palacio real; de él se dice que era hombre fuerte y valiente, hombre de guerra y discreto en el hablar, y Yahvé estaba con él (v.18). Este conjunto de cualidades del joven David le hacen digno de ocupar un lugar en palacio. Saúl le nombró escudero suyo. Gomo a tal le acompaña en los combates con los filisteos (17,1.11), en uno de los cuales cubrióse de gloria (17,32-53). J'ero esta tradición contrasta con otra, según la cual, a los ojos de Saúl, es David un oscuro pastorcillo que visita a sus hermanos y los aprovisiona (17,12-30), entrando poco después al servicio del rey (17,55-18,2).

El gigante

Goliat

(17,1-11)

1

Los filisteos, juntando sus tropas para hacer la guerra, se reunieron en Soco, que pertenece2 a Judá. Acamparon entre Soco y Azeca, en Efes Domim. Reuniéronse también Saúl y los hombres de Israel y vinieron al valle del Terebinto, y pusiéronse allí en orden de batalla contra los filisteos. 3 Estaban éstos acampados en un monte, y los de Israel en un monte opuesto, mediando entre ellos el valle que los separaba. 4 Salió al medio, de las filas de los filisteos, un hombre llamado Goliat, de Gat, que tenía de talla seis codos y un palmo. 5 Cubría su cabeza un casco de bronce y llevaba una coraza escamada, de bronce también, de cinco mil siclos de peso. b A los pies llevaba botas de bronce y a las espaldas un escudo, también de bronce. 7 El asta de su lanza era como el enjullo de un telar, y la punta de la lanza, de8 hierro, pesaba seiscientos siclos. Delante de él iba su escudero. Goliat se paró, y, dirigiéndose a las tropas de Israel, ordenadas en batalla, les gritó: «¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿No soy yo un filisteo y vosotros siervos de Saúl? Elegid de entre vosotros un hombre que baje a pelear conmigo. 9 Si en la lucha me vence, que me mate y os quedaremos sujetos; pero si soy yo el que le venzo y le mato a él,10seréis vosotros los que nos quedaréis sujetos y nos serviréis». El filisteo añadió: «Yo arrojo hoy este reto ¡il ejército de Israel. Dadme un hombre y lucharemos». Al oír las palabras del filisteo, n Saúl y todo Israel se asombraron y llenaron de miedo.

(16,14-23)

14 El espíritu de Yahvé se retiró de Saúl, y le turbaba un mal espíritu mandado de Yahvé. 15 Y dijeron a Saúl sus servidores: «Te ves turbado por un mal espíritu de Dios; ,6 permite, señor, que tus siervos te digan que se busque a un diestro tañedor de arpa, que, cuando se l7apodere de ti el mal espíritu de Dios, la toque y halles alivio». Saúl les dijo: «Buscadme, pues, un buen músico y traédmelo». 18 Tomando uno de los servidores la palabra, dijo: «Yo conozco a un hijo de Isaí, de Belén, que sabe tocar el arpa. Es hombre fuerte y valiente, hombre de guerra y discreto en el hablar, y está Yahvé con él». 19 Saúl envió mensajeros a Isaí para decirle: «Mándame a David, tu hijo, el que está con las ovejas». 20 Isaí tomó un asno, lo cargó con diez panes, un odre de 21 vino y un cabrito, y se lo mandó a Saúl por David, su hijo. Llegado a casa de Saúl, David se presentó a él. Saúl le cogió cariño y le hizo escudero suyo. 22 Saúl dijo a Isaí: «Que se quede, te ruego, conmigo David, a mi servicio, pues ha hallado gracia a mis ojos». 23 Cuando el mal espíritu de Dios se apoderaba de Saúl, David cogía el arpa, la tocaba, y Saúl se calmaba y se ponía mejor, y el espíritu malo se alejaba de él.

Con el v.14 se pone al descubierto el drama de Saúl: Dios le rechaza y Samuel se aleja de él; el espíritu de Dios ha pasado a su rival, a David (v.13). A efectos de este estado de cosas se apoderan de él una sensibilidad extrema, una manía persecutoria, el mal humor y la grave tristeza que le acompaña. Este espíritu malo Que 9,23) se dice que fue mandado por Dios porque procedía de la disposición de ánimo de Saúl para con el Señor. En este estado de ánimo, sus familiares acudieron a la música como remedio para calmarlo en sus fases críticas. No acuden, dice Desnoyers, a un medio moral, ayuno, oración u otra cosa, sino a un remedio de orden físico. Este_detalle nos transporta a un ambiente profético

271

Los filisteos habían abandonado la montaña de Efralm a efectos de la derrota que les infligió Saúl (i4,iss), pero habíanse atrincherado en la Sefela, dispuestos a vengarse. Habiendo salido de Ciat y de Acarón, se infiltraron por los wadis que desaguan en la Sefela, ramificándose por el macizo central de Judea. En una de las incursiones llegaron a un lugar entre Azeca y Soco llamado Efes Domim (1 Crón 11,13). A su encuentro salió Saúl, acampando en el valle del Terebinto. La acción se desarrollaba a unos treinta kilómetros al sudoeste de Jerusalén. Azeca (Jos 10,10-11; 15,35) He identifica con Tell Zacaría, a unos doce kilómetros al noroeste de Ikit Ciibrin. 1

Histoire II 77 not.i; O. R. SELLERS, Musical Instruments of Israel: 13A 4 (iQ4") 33-47'

272

/ Sama A U

/

El lugar fue excavado por Bliss y Macalister (1898-1900). El n o m b r e de Soco (Jos 15,35) sobrevive todavía en el actual Jirbet Shuweike, a tres kilómetros al sudoeste de Bet Nettif. Efes D o m i m , según A b e l (Géographie II 318) c o r r e s p o n d e a Djennbatein, a tres kilóm e t r o s al sur d e T e l l Zacaría y a dos al oeste de Jirbet Shuweike. El valle del T e i c b i n t o es el amplio valle es-Sant. L o s dos ejércitos se p u s i e r o n en o r d e n de batalla, frente a frente, separados p o r el valle del T e r e b i n t o . D i c e el texto h e b r e o q u e del c a m p a m e n t o filisteo salió u n ish habenayim, «un h o m b r e d e e n t r e dos», es decir, u n guerrero, q u e , colocado e n t r e dos ejércitos, invitó a u n duelo 1. El h o m b r e llamábase Goliat, natural d e Gat, lugar d o n d e , según Jos I I , 2 2 , h a b i t a b a n descendientes d e los enacim. Su altura, según los L X X , era d e cuatro codos (no seis, como lee el texto m a s o r é tico). El codo tenía 0,45 m e t r o s ; siendo, p o r consiguiente, la talla d e Goliat d e 2,92 m e t r o s , o de 2,02. Su a r m a d u r a correspondía a su talla: llevaba u n a coraza d e cinco mil siclos d e peso, es decir, de unos ochenta kilogramos. L o s combates e n t r e dos guerreros eran corrientes en los pueblos egeos, incluyendo e n t r e los m i s m o s a los filisteos.

David,

en el frente

de batalla

(17,12-25)

12

D a v i d era hijo de u n efrateo, de Belén de Judá, q u e tenía ocho hijos, llamado Isaí, y era al t i e m p o de Saúl u n o de los h o m b r e s m á s ancianos. 13 Los tres hijos mayores d e Isaí habían salido p a r a la guerra, y se llamaban, el m a y o r , Eliab; el segundo, A b i n a d a b , y S a m m a , el tercero. 14 D a v i d era el m e n o r ; y cuando las tropas m a r c h a r o n tras de Saúl, I 5 D a v i d iba y venía y apacentaba las ovejas de su p a d r e en Belén. 16 El filisteo salía de su c a m p o m a ñ a n a y tarde, y estuvo haciendo así p o r cuarenta días. 17 Isaí dijo a David, su hijo: « T o m a ese «efá» de trigo tostado y esos diez panes y corre al c a m p a m e n t o d o n d e están tus h e r m a n o s ; 18 lleva t a m b i é n esos diez requesones p a r a el jefe de su millar. Visitas a tus h e r m a n o s p a r a ver c ó m o están y les preguntas si quieren algo». 19 Saúl, ellos y todos los h o m bres de Israel estaban en el valle del T e r e b i n t o , en c a m p a ñ a contra los filisteos. 20 D a v i d se levantó de m a d r u g a d a y, dejando las ovejas al cuidado de u n pastor, se fue cargado de lo q u e le m a n d a r a Isaí. 2 1 Llegó al c a m p a m e n t o cuando el ejército salía a ordenarse en batalla, lanzando sus gritos de guerra. 22 Js_ raelitas y filisteos se o r d e n a b a n en batalla, ejército contra ejército. D a v i d dejó los objetos q u e traía en m a n o de u n guardia del bagaje y corrió hacia las filas del ejército. E n cuanto llegó, p r e g u n t ó a sus h e r m a n o s c ó m o estaban; 2 3 p e r o mientras hablaba con ellos, he aquí q u e el c a m p e ó n , el filisteo de Gat, G o liat de n o m b r e , salió de las filas de los filisteos y se puso a decir lo de los otros días, oyéndolo D a v i d . 2 4 E n viendo a aquél, t o -

\

1 Samuel 17

T o d a la perícopa de 17,12-31 falta en el códice B de los LXX, hallándose, sin embargo, en A 2 . E n t r e las razones que pudo tener el t r a d u c t o r para n o incorporarla en su texto fue la de evitar la aparente contradicción del texto con 16,14-23, en que se habla de la estancia d e David en la corte. E n cambio, en la presente sección parece q u e Saúl ni le conoce. El a u t o r de 17,12-31 desconocía el texto anterior; los detalles q u e d a sobre la familia de David no concuerd a n con los del c.16. Pertenecía Isaí al clan de los efrateos, aliados d e Galeb (1 G r ó n 2,19.24.50) e instalados en Belén (Rut 1,2). El texto original del v.15 es: «David iba y venía, alternando el servicio con Saúl con el cuidado del r e b a ñ o de su padre en Belén». Acaso sea el texto u n a glosa redaccional encaminada a armonizar el texto con 16,22-23. Q u i z á el espacio de cuarenta días de que habla el v.16 deba entenderse en sentido simbólico (Ex 24,18; 34,28; Gen 7,4). El efá era u n a medida de capacidad correspondiente a treinta y nueve litros. L o s granos de trigo tostados (qali, R u t 2,14) estaban en uso, como entre nosotros el maíz tostado. El final del v.18 es interpret a d o diversamente. C r e e D e Vaux q u e , atendida la juventud de David, para cerciorarse d e q u e cumplió su encargo, pide Isaí u n justificante; según otros ( U B A C H ) , encarga Isaí a David traiga el salario q u e reciben sus h e r m a n o s , superfluo para ellos mientras q u e p a r a él, q u e cuida de su manutención, representaba una ayuda económica.

David,

delante

de Saúl

(17,26-37)

26

D a v i d p r e g u n t ó a los q u e tenía cerca: «¿Qué duran al que m a t e a este filisteo y a r r a n q u e a Israel la afrenta? ¿Quién es ese filisteo, ese incircunciso, para insultar así al ejército del Dios vivo?» 2 7 L a gente le repitió las mismas palabrus, diciendo: «Esto es lo que h a r á n al que le mate». 28 Eliab, nú hermano, que había oído hablar a aquellos h o m b r e s , se encendió en cólera contra D a v i d y le dijo: «¿Para qué has bajado y a quién has dejado tu rebañito en el desierto? Ya conozco tu orgullo y la malicia de tu corazón. P a r a ver la batalla has bajado tú». 29 D a v i d le contestó: « ¿ Q u é h e hecho? Sencillamente, hablar una palabra». 30 Y apartándose de él, se dirigió a otro, haciéndole la m i s m a pregunta, y recibió la misma respuesta. 31 Los q u e habían oído las palabras de David se lus repitieron a Saúl, que le m a n d ó venir. 32 D a v i d dijo a Saúl: «Que " desfallezca el corazón de m i señor p o r el filisteo ese. T u siervo irá a luchar contra él». 33 Saúl le dijo: « T ú no puedes ir a bulirte con ese filisteo; eres todavía u n niño y él es h o m b r e de uiicrra desde su juventud». 34 D a v i d dijo a Saúl: «Cuando tu siervo apacentaba las ovejas de su p a d r e y venía u n Icón o un oso y se llevaba

1 R. DE VAUX, Les combats singuliers dans l'Ancien Testament: B 40 (1960) 497-498. Este combate entre Goliat y David tiene analogías con el que tuvo lugar entre Sinuhé y un valiente (guibbor) de Retenu, según consta de una leyenda egipcia del siglo xvm antes de Cristo. El combate desarrollóse ante las tribus reunidas. «Era un valiente que no tenía par... El se abalanzó sobre mí, pero tiré contra él, clavándose mi flecha en su cuello. Gritó, cayó de bruces, rematándolo yo con su propia hacha y lanzando un grito de guerra sobre su espalda»

(PRITCHARD, 18-22).

273

dos los h o m b r e s de Israel se retiraron ante él, temblando de miedo. 2 5 Decíanse unos a otros: «¿Veis a ese hombre q u e avanza? Viene a desafiar a Israel. Al que le mate le colmará el rey de riquezas, le d a r á su hija por mujer y eximirá de tributo» la casa de su padre».

2

W. STOEBE, Die Goliatperikope und die Tcxlfmm der I.XX: V i (i (iys'0 397-413-

274

1 Samuel 17 una oveja del rebaño, yo le perseguía, le golpeaba y le arra* 1 ' caba de la boca la oveja; y si se volvía contra m í , le a g a r r a b 3 p o r la quijada, le hería y le m a t a b a . 3S T u siervo h a m a t a d 0 leones y osos, y ese filisteo incircunciso será c o m o u n o de ellos¿No seré capaz de ir, de batirle y quitar el oprobio de I s r a e l ' P o r q u e ¿quién es ese incircunciso que ha insultado al ejército del Dios vivo?» 37 Y añadió: «Yahvé, q u e m e libró del león í del oso, m e librará t a m b i é n de la m a n o de ese filisteo». Saúl entonces le dijo: «Ve y q u e Yahvé sea contigo».

Eliab r e p r e n d e a D a v i d p o r su «orgullo», pareciendo ignorar la escena d e la u n c i ó n d e D a v i d en Belén (16,611). E n toda la narración late la idea d e la realeza, q u e impelía a D a v i d a conducirse c o m o caudillo y salvador de Israel. Dios le ha elegido p o r rey y tiene, p o r consiguiente, la misión de velar p o r el bien y el h o n o r d e la h e r e d a d de Yahvé. A d e m á s , la victoria sobre el filisteo e q u i valía a acaparar el favor popular. L o s filisteos eran «los incircuncisos» (Jue 14,3; 15,18; 1 Sam 14,6; 31,4) p o r antonomasia.

275

1 Samuel 17

35

bres de Israel, levantándose y lanzando los KHIOM ile guerra, persiguieron a los filisteos hasta la entrada de Ciiit y haita las puertas de Acarón y cayeron filisteos en el camino de Sernlm hasta G a t y Acarón. N u n c a había vestido D a v i d las ropas del rey; al imponérselas ahora Saúl, le confiere p a r t e de su dignidad. N o había ensayado la a r m a d u r a , a pesar de su oficio d e escudero del rey (16,21). David va a la lucha en el nombre de Yahvé Sebaot, Dios de los ejércitos de Israel (v.45). Goliat le maldice e insulta ( D e u t 28,26; Is 18,6; Jer 15,3). Al avanzar hacia el filisteo, sabía David q u e la victoria era suya, p o r q u e Yahvé combatirá por él (Jos 10,14; J u e 20,35) y velará por su vida (23,4; 24,5). Dios dirigía sus pasos para afianzarle cada vez m á s en el camino del t r o n o . Sin saberlo, Saúl contribuye a la exaltación de su rival.

David,

ante

el rey

(17,53-58)

53

David 38

mata

a Goliat

(17,38-52)

Saúl hizo que vistieran a D a v i d sus ropas, púsole sobre la cabeza u n casco de bronce y le cubrió de u n a coraza. 39 D e s pués D a v i d se ciñó la espada de Saúl sobre sus ropas y p r o b ó d e andar, pues n u n c a había ensayado la a r m a d u r a ; y dijo a Saúl: «No p u e d o a n d a r con estas a r m a s , n o estoy a c o s t u m b r a do»; y deshaciéndose de ellas, 40 cogió su cayado, eligió en el torrente cinco chinarros bien lisos y los metió en su z u r r ó n de pastor, y con la h o n d a en la m a n o avanzó hacia el filisteo. 4 1 E l filisteo se acercó poco a poco a D a v i d , precedido de su escudero. 4 2 M i r ó , vio a D a v i d y le despreció p o r m u y joven, de blondo y bello rostro. 4 3 Díjole, p u e s : «¿Crees q u e yo soy u n perro para venir contra m i con u n cayado?» «No—contestó David—; eres todavía p e o r q u e u n perro». 4 4 Maldíjole el filisteo p o r sus dioses, y añadió: «Ven, que dé tus carnes a las aves del cielo y a las bestias del c a m p o » . 4 5 D a v i d respondió al filisteo: « T ú vienes contra m í con espada, lanza y venablo, p e r o yo voy contra ti en el n o m b r e de Yahvé Sebaot, Dios de los ejércitos de Israel, a los que has insultado. 4S H o y te entregará Yahvé en mis m a n o s ; yo te heriré, te cortaré la cabeza y d a r é tu cadáver y los del ejército de los filisteos a las aves del cielo y a los animales de la tierra; y sabrá así toda la tierra q u e Israel tiene u n Dios, 4 7 y sabrán todos éstos que n o p o r la espada ni p o r la lanza salva Yahvé, p o r q u e él es el Señor de la guerra, y os entregará en nuestras manos». 4 8 El filisteo se levantó, se puso en m a r c h a y avanzó hacia D a v i d . D a v i d echó a correr a lo largo del frente del ejército para ir al encuentro del filisteo; 49 metió la m a n o en el zurrón, sacó de él u n chinarro y lo lanzó con la h o n d a . El chinarro se clavó en la frente del filisteo, y éste cayó de bruces a tierra. 50 Así David, con u n a h o n d a y u n a piedra, venció al filisteo y le hirió de m u e r t e . 5 1 Corrió, parándose ante el filisteo, y, n o teniendo espada a la m a n o , cogió la de él, sacándola de la vaina; le m a t ó y le cortó la cabeza. Viendo los filisteos m u e r t o a su c a m p e ó n , pusiéronse en fuga, 52 y los h o m -

A la vuelta de la persecución de los filisteos, los hombres de Israel saquearon su c a m p a m e n t o . 54 David cogió la cabeza y las a r m a s del filisteo y llevó a Jerusalén la cabeza, y las armas las puso en su tienda. 55 C u a n d o Saúl h u b o visto a David avanzar contra el filisteo, dijo a A b n e r , el jefe de su ejército: «¿De quién es hijo ese joven, Abner?» A b n e r respondió: 56 «Por tu vida que no lo sé, ¡oh rey!» Y el rey le dijo: «Infórmate, pues, a ver de quién es hijo». 57 D e vuelta David de la muerte del filisteo, A b n e r le cogió y le llevó ante Saúl, teniendo todavía en la m a n o la cabeza del filisteo. 58 Saúl le p r e g u n t ó : «¿De quién eres hijo, mozo?» Y D a v i d le contestó: «Soy hijo de tu siervo Isaí, de Belén». E n los últimos versos del presente capítulo se encuentran algunas antinomias, q u e se explican p o r las glosas redaccionalcs que u n escriba posterior ha i n t r o d u c i d o e n el texto o por el hecho di: anticipar el autor los acontecimientos. Así, por ejemplo, al hablar en el v.53 de Israel y de J u d á , s u p o n e la escisión del reino, acaecida d e s p u é s de la m u e r t e d e Salomón. Dícese en el v.54 que David llevó a Jerusalén la cabeza (de Goliat), y las armas las puso en su tienda. A h o r a bien, Jerusalén cayó en m a n o s d e los israelitas en t i e m p o s en q u e D a v i d o c u p a b a el t r o n o (2 Sam 5,6-16). Además, al hablar de su t i e n d a parece indicar q u e D a v i d fue movilizado y q u e disponía de su tienda, c o m o cualquier otro soldado. Según el v.57, D a v i d entregó a Saúl la cabeza d e Goliat; la espada del Hilante fue depositada en N o b (21,9). El a u t o r de los v.55-58 ignora el e n c u e n t r o d e Saúl con D a v i d n a r r a d o en los v . 3 i - 3 9 , así como la vida de éste en la corte real en calidad d e escudero y músico (16, 18-23). L a única explicación posible de estas anomalías se halla en q u e el autor sagrado h a escrito su libro a base de tradiciones distintas, orales y escritas, q u e h a r e p r o d u c i d o fielmente, sin incurrir en la tentación d e quitar las dificultades y suprimir las diferencias.

276

Amistad

de David

con Jonatán

(18,1-5)

i C u a n d o h u b o acabado de hablar D a v i d con Saúl, el alma de Jonatán se apegó a la de David, y le a m ó Jonatán c o m o a sí m i s m o . 2 A q u e l día t o m ó Saúl a D a v i d y n o le dejó que se fuera a la casa de su p a d r e . 3 Jonatán hizo pacto con David, pues le a m a b a c o m o a su alma, 4 y, quitándose el m a n t o q u e llevaba, se lo puso a D a v i d , así c o m o sus arreos militares, su espada, su arco y su cinturón. 5 D a v i d salía a combatir d o n d e le m a n d a b a Saúl, y siempre procedía con acierto. Saúl le puso al m a n d o de h o m b r e s de guerra, y toda la gente estaba contenta con él, a u n los servidores de Saúl. Esta sección falta en el códice B de la versión griega. Parece q u e está invertido el o r d e n de los v. i y 2. Saúl quiso q u e D a v i d , al q u e antes n o conocía (17,55), s e quedase definitivamente en su casa. L a hazaña realizada impresionó a él, y m u c h o más a su hijo Jonatán, q u e en otro t i e m p o realizó t a m b i é n una gran proeza (c. 14). Dice el texto q u e el alma de J o n a t á n se apegó (niqsherah, G e n 44,30), se aglutinó con la d e David, a q u i e n a m ó como a su alma. N o se especifica la naturaleza del pacto entre a m b o s ; quizá sea «el p a c t o de la sal» ( N ú m 18,19; 1 G r ó n 13,5), en v i r t u d del cual los interesados se obligaban a prestarse m u t u a ayuda y a n o causarse mal alguno. C o m o símbolo de esta alianza y m u t u a entrega, J o n a t á n se despoja de sus vestidos y a r m a m e n t o y se los p u s o a David. E n t r e los orientales, la personalidad abarcaba t a m b i é n los vestidos (2 R e 2,13; R u t 3,9); al entregarle sus vestidos quiere J o n a t á n darle a e n t e n d e r q u e se daba a sí m i s m o .

Saúl,

víctima

de los celos

277

1 Samuel 18

1 Samuel 18

(18,6-16)

6

C u a n d o hicieron su entrada, después de h a b e r m u e r t o D a vid al filisteo, salían las mujeres de todas las ciudades de Israel, cantando y d a n z a n d o delante del rey Saúl con tímpanos y triángulos alegremente, 7 y, alternando, cantaban las mujeres en coro: «Saúl m a t ó sus mil, p e r o David sus diez mil». 8 Saúl se irritó m u c h o , y esto le desagradó, pues decía: « D a n diez mil a D a v i d y a m í mil; nada le falta si no es el reino». 9 D e s d e entonces m i r a b a Saúl a D a v i d con malos ojos. I 0 Al otro día se apoderó de Saúl el mal espíritu, y desvariaba en su casa. D a v i d tocaba el arpa, c o m o otras veces. T e n í a Saúl en la m a n o su lanza, " y , blandiéndola, la lanzó contra David, diciendo: «Voy a clavar a D a v i d en la pared». P e r o D a v i d esquivó el golpe p o r dos veces. 12 C o m e n z ó Saúl a t e m e r a David, pues veía q u e estaba Yahvé con éste, mientras que d e él se había apartado. I 3 Alejóle de sí, haciéndole jefe de millar, y D a v i d entraba y salía a la vista de todo el pueblo; 14 en todas sus e m -

presas se mostró acertado, p o r q u e Yahvé estaba con íl. " Vio, pues, Saúl que era m u y precavido, y le temía. l*Toilo Israel y todo J u d á a m a b a a David, q u e a su vista entraba y salla. L a proeza de D a v i d desparramóse como gota de ¡uxilc por t o d o Israel. Por las ciudades, villas y aldeas por donde pasaba Saúl con su comitiva, salían las mujeres cantando y danzando, a c o m p a ñ á n d o s e de t í m p a n o s y triángulos (Ex 15,20-21; Jut; e.5; 11,34), mientras repetían el estribillo: Saúl mató sus mil, pero David sus diez mil. Estos cantos d e gloria jugarán u n papel importante en las relaciones e n t r e Saúl y D a v i d (21,12; 29,5). Las preferencias del pueblo por el j o v e n D a v i d eran manifiestas, lo que despertó en el corazón de Saúl la enfermedad de los celos (16,14), que no le a b a n d o n ó en t o d a su vida. A veces su melancolía le impelía a obrar con el m i s m o frenesí con q u e lo hacían los nabis (10,5; Jer 29,26). Sus celos a u m e n t a r o n a m e d i d a q u e los acontecimientos demostraban las preferencias de Y a h v é p o r David.

Matrimonio

d» David

(18,17-30)

17

Dijo Saúl a D a v i d : «Mira, te daré por mujer a mi hija m a yor, M e r o b ; p e r o has de mostrarte valiente y hacer las Kuerras de Yahvé»; pues se decía: «No quiero poner mis manos sobre él; q u e le m a t e n las de los filisteos». 18 David respondió a Saúl: « ¿ Q u i é n soy yo y q u é es m i vida, qué la casa de m i padre, para q u e sea yo yerno del rey?» 1!> P e r o cuando llegó el tiempo en que M e r o b , la hija m a y o r de Saúl, había de ser entregad» a D a vid, se la dio "por mujer a Hadriel, de Mejolá. 20 Micol, la otra hija de Saúl, a m a b a a D a v i d ; lo supo Saúl, y esto le agradó, 21 pues se decía: «Se la daré para q u e le sirva de lazo y le haga caer en las m a n o s de los filisteos». Dijo, pues, Saúl a David: «Por segunda vez voy a darte ocasión de ser yerno mío». 22 AI mismo t i e m p o dio órdenes a sus servidores, diciéndoles: «Hablad a D a v i d a escondidas de m í y decidle: El rey te estima y todos sus servidores te q u e r e m o s ; haz p o r ser yerno del rey». *•' Dijéronle a D a v i d esto los servidores, y respondió David: «¿Os parece cosa fácil eso de ser y e r n o del rey? Yo soy h o m b r e ilc poco y de poca hacienda». 2 4 Fuéronle a contar a Saúl sus servidores lo que decía David, 2 5 y él les dijo: «Habladle así: No necesita el rey dote; sólo quiere cien prepucios de filisteos para vengarse de sus enemigos». Así pensaba Saúl q u e caería David en manos de los filisteos. 2S C u a n d o los servidores dijeron a David las palabras q u e había dicho Saúl, le agradó a aquél la condición puesta para ser yerno del rey. 2 7 Y salió D a v i d con los que estaban a su m a n d o y m a t ó cien filisteos, trayéndose sus prepucios, y los entregó al rey. Y c u a n d o se cumplieron los días para ser su yerno, diole Saúl p o r mujer su hija Micol. 28 Saúl vio claram e n t e que Yahvé estaba con D a v i d y que todo Israel le amaba. 29 T e m í a l e Saúl m á s y m á s cada vez, y fue toda su vida enemigo de D a v i d . 30 Los príncipes de los filisteos hacían incursiones; pero, cada vez q u e salían, David, p o r su habilidad, alcanzaba mejor suceso q u e todos los otros servidores de Saúl, y su n o m bre llegó a ser m u y celebrado. C o n f o r m e a lo d i c h o en 17,25, c u m p l e ahora Saúl su promesa d e d a r a D a v i d p o r mujer a su hija. Los v.17-19 faltan en el códice B

278

1 Samuel 19

Jonatán

interviene

en favor de David

(19,1-7)

1

Propuso Saúl a Jonatán, su hijo, y a todos sus servidores matar a2 David; y Jonatán, hijo de Saúl, que amaba mucho a David, se lo comunicó a éste, diciéndole: «Saúl, mi padre, busca matarte. Ponte, pues,3 en guardia; mañana, por favor, no te dejes ver y escóndete. Yo saldré con mi padre al campo adonde tú estés; hablaré de ti a mi padre, veré qué piensa y te lo comunicaré». 4 Jonatán habló a su padre en favor de David, diciéndole: «No peque el rey contra su siervo David, pues él no ha 5 pecado contra ti. Al contrario, cuanto hace es para bien tuyo; ha expuesto su vida, ha derrotado al filisteo, y Yahvé ha obrado por él una gran liberación en todo Israel. Tú lo has visto y te has alegrado. ¿Por qué, pues, vas a hacerte reo de sangre inocente haciendo morir a David sin culpa suya ?» 7s Saúl escuchó a Jonatán y juró: «¡Vive Yahvé! No morirá». Y Jonatán llamó a David y le transmitió estas palabras; le llevó luego a Saúl y se quedó David a su servicio, como estaba antes. La aversión de Saúl por David agravábase de día en día, no ocultando sus intenciones aviesas a su hijo y a toda la servidumbre de palacio. Por lo que se dice en el v.2 sobre Jonatán, «hijo de Saúl», parece que su mención en el v.i no estaba en el texto original. Sin embargo, de una manera o de otra, directa o indirectamente, se enteró Jonatán de los planes de su padre y se los comunicó a David. Este relato de las gestiones de Jonatán para salvar'a David se armoniza difícilmente con 20,2, en donde parece ignorar Jonatán las intenciones perversas de su padre.

n

en el muro. Huyó David; aquella noche Saúl mandó gente a la casa de David para prenderle y matarle a la mañana; pero Micol, mujer de David, le informó de ello, diciéndole: «Sil2no te escapas esta misma noche, mañana mismo te matarán», y le descolgó por la ventana. David huyó, poniéndose en salvo. 13 Micol cogió luego los «terafim» y los metió en el lecho, puso una piel de cabra en el lugar de la cabeza y echó sobre ella una cubierta. 14 Cuando Saúl mandó gente para prender a David, ella les dijo: «Está malo». 15 Saúl volvió a mandarlos para que viesen a David, y16 les dijo: «Traédmelo en su lecho para que lo haga matar». Volvieron ellos, pero hallaron en 17el lecho los «terafim» y la piel de cabra en el sitio de la cabeza. Saúl dijo a Micol: «¿Por qué me has engañado así y has dejado escapar a mi enemigo para que se ponga en salvo ?» Micol respondió a Saúl: «Me dijo: Déjame ir o te mato». 18 Así huyó David y se salvó. Fuese a casa de Samuel, en Rama, y le contó cuanto había hecho Saúl. Después se fue con Samuel a habitar en Nayot, en Rama. Hay motivos para pensar que los hechos que se refieren en esta perícopa están fuera de lugar. En primer término, los v.8-10 repiten lo que se dijo en 18,10-11 sobre David músico (16,14) Y sobre la lanza de Saúl, de que tanto se habla en el texto (20,33; 22,5; 26,12). Al decir el texto que David huyó de las iras de Saúl, es probable que marchara a un lugar fuera de palacio y de su casa (v.12 y 18). En fin, el episodio pudo tener lugar la misma noche que siguió al matrimonio de David con Micol (18,27). Una nueva crisis asaltó a Saúl, durante la cual intentó matar a David al despuntar el día. Por considerarse el sueño como cosa sagrada, era costumbre esperar la llegada de la aurora para ejecutar a los sentenciados a muerte. Con el fin de retrasar la acción de su padre contra David, Micol acudió a una estratagema. Guardaba en su casa unos ídolos llamados terafim (Gen 31,19.34-35; Jue 17,5; 18,14), de los cuales puso uno en la cama. Por lo que dice el texto, estos ídolos tenían forma humana, habiéndolos de todos los tamaños (Gen 31,34). Un verdadero adorador de Yahvé rechazaba el culto de tales ídolos (1 Sam 15,23); su presencia en la casa de David puede obedecer al sincretismo religioso de Micol o a que era supersticiosa. David marchó a Rama (1,1), donde vivía Samuel, al cual contó todas sus peripecias. Los dos fuéronse a habitar en el lugar donde los nabis tenían su campamento (2 Re 6,2ss), en los alrededores de Rama. Saúl

Micol salva a David 8

279

1 Samuel 10

de los LXX. Sabía David que tenía derecho a ello, pero, por formulismo, declinó el ofrecimiento. Faltó Saúl a su palabra al entregar a su hija mayor, Merob, a Hadriel, que en 2 Sam 21,8 aparece como esposo de Micol, la hija menor de Saúl. Era Hadriel natural de Abel-Mejola, patria de Elíseo (i Re 19,16), aldea que se hallaba al sur de Betsán, en la depresión del río Jordán. Viendo Saúl que no cayó David en el lazo que le tendió, buscó otro medio para perderle. Conociendo el amor de Micol por David, pensó Saúl que había encontrado la manera de liquidarlo. Ningún impedimento pondría a que se casara con su hija menor en el caso de llevar a término una hazaña concreta y difícil: matar a cien filisteos, trayendo en trofeo y como comprobante sus prepucios, por ser ellos los incircuncisos (17,26). El mohar era la dote que aportaba el pretendiente al padre de su prometida (Gen 34,12; Ex 22,16).

(19,8-18)

Comenzó de nuevo la guerra, y David marchó contra los filisteos y les dio la 9batalla, infligiéndoles una gran derrota y poniéndolos en fuga. U n espíritu malo de Yahvé se apoderó de Saúl, y estando éste sentado en su casa con la lanza en la mano, mientras tocaba David el arpa, 10 quiso Saúl clavar a David en la pared, pero esquivó éste el golpe, y la lanza quedó clavada

19

entre

los profetas

(19,19-24)

Dijéronle a Saúl: «Mira, David CNIA en Nuyot, en Rama». Saúl mandó gente para prenderle, y, viendo a tropa de profetas profetizando, con Samuel a la cube/.u, se apoderó de ellos el espíritu de Yahvé y pusiéronse ellos también a profetizar. 21 Dieron a conocer esto a Saúl, y éste mandó nueva gente, y también éstos se pusieron a profetizar.22Por tercera vez envió otros, pero también éstos profetizaron. ICntonces fue Saúl en persona a Rama, y al llegar a la cisterna de la era que hay en el

20

1 Samuel 20

2S0

1 Samuel 20

teso, preguntó: «¿Dónde están Samuel23 y David?» Y le respondieron: «Están en Nayot de Rama». Dirigióse allá, a Nayot de Rama, El espíritu de Dios se apoderó de él, e iba profetizando hasta que llegó a Nayot de Rama, 24 y, quitándose sus vestiduras, profetizó él también ante Samuel, y se estuvo desnudo por tierra todo aquel día y toda la noche. De ahí el proverbio: «¿También Saúl entre los profetas?»

natan le contestó: «Ven, vamos al campo». Y salieron los dos al campo. 12 Jonatán dijo allí a David: «Por Yahvé, Dios de Israel, te juro que yo sondearé a mi padre mañana o pasado mañana. Si la cosa va bien para David y no mando quien te informe, 13 que castigue Yahvé a Jonatán con todo rigor. Si mi padre trata de hacerte mal, te informaré también para que te vayas en paz y que te asista Yahvé, como asistió antes a mi padre. 14 Si todavía vivo entonces, usa conmigo de la bondad de Yahvé; y si he muerto, 1 5 no dejes de usarla jamás con mi casa; y cuando Yahvé6 haya arrancado de la tierra a todos los enemigos de David, i persista el nombre de Jonatán con la casa de David y tome Yahvé venganza de los enemigos de David. I 7 Jonatán juró una vez más a David por el gran amor que le tenía, pues le amaba como a su propia vida. 18 Dijo Jonatán: «Mañana es el novilunio; se notará tu ausencia, pues se echará de ver vacío tu asiento; 19 al tercer día se notará más; vienes y te escondes en el mismo lugar donde te esconderás mañana, junto a la piedra hito. 20 Yo lanzaré tres flechas hacia allá, como si tirara al blanco, y mandaré al mozo que vaya a buscarlas. 21 Si le digo: Mira, las flechas están más acá de ti, cógelas, entonces vienes, que es señal de que 22 las cosas van bien para ti y no hay nada que temer, vive Yahvé. Pero, si le digo: Mira, las flechas están más allá 23 de ti, entonces vete, porque es que Yahvé quiere que te vayas. En cuanto a lo que uno al otro nos hemos prometido, Yahvé es testigo entre los dos».

Esta sección está desplazada. Según 15,35, 'no volvió Samuel a ver a Saúl hasta el día de su muerte». Habiendo fracasado las tentativas de los enviados de Saúl para apoderarse de David, decidió aquél ir en persona, asaltándole, al llegar, el mismo frenesí profético (10,1-10). En este pasaje se ponen más de relieve las características de estos profetas. No debe creerse que Saúl se despojara de toda su ropa, sino que se quitó parte de la misma, como se dice de San Pedro en Jn 21,7. Lo divino de la religión mosaica está con frecuencia envuelto en formas muy humanas, no nacidas de ella misma, sino recibidas de las costumbres del pueblo y purificadas del sentido idolátrico que pudieron tener en sus orígenes y en los pueblos circunvecinos. En estas turbas de profetas parece que debe distinguirse entre el fondo y las formas externas. En las antiguas religiones, los sacerdotes presentábanse ante Dios desnudos; la desnudez es una nota que conviene a los profetas (Is 20,2-6; Miq 1,8). Anteriormente habíase apoderado de Saúl el espíritu profético (10,10-11).

Pacto entre Jonatán 1

y David

(20,1-23)

David huyó de Nayot de Rama, fue a ver a Jonatán y le dijo: «¿Qué he hecho yo? ¿Qué crimen 2he cometido contra tu padre para que de muerte me persiga?» Jonatán le dijo: «No, no será así, no morirás. ¿Había de celarme a mí eso mi padre ? No hace mi padre cosa alguna, ni grande ni pequeña, sin dármela a conocer. ¿Por qué había de ocultarme ésta? No hay nada de eso». 3 Y juró nuevamente a David. Pero éste dijo: «Sabe muy bien tu padre que me quieres, y se habrá dicho: Que no lo sepa Jonatán, no vaya a darle pena; pero por Dios y por tu vida, que no hay más que un paso entre mí y la muerte». 4 Jonatán dijo a David: «Di qué quieres que haga, que yo haré cuanto me pidas». 5 David le respondió: «Mañana es el novilunio, y yo debería sentarme junto al rey en6 el convite. Me iré y me ocultaré en el campo hasta la tarde. Si tu padre advierte mi ausencia, le dices: David me rogó que le permitiera ir de una escapada a Belén, su ciudad, porque se celebra el sacrificio anual de toda la familia. 7 Si contesta: Bien está, será que a tu siervo no le amenaza mal ninguno; pero, si se enfurece, sabrás que tiene resuelta mi pérdida. 8 Hazme, pues, ese favor, ya que hemos hecho entre los dos alianza por el nombre de Yahvé. Si algún crimen hay en mí, quítame tú mismo la vida. ¿Para qué llevarme a tu padre?» 9 Jonatán le dijo: «Lejos de ti ese pensamiento; pero, si llego a saber que verdaderamente mi padre tiene resuelta tu perdición, te lo haré conocer, te lo juro». 10 Preguntó David a Jonatán: «¿Y quién me va a informar de la cosa y de si tu padre decide algo contra mí?» 11 Jo-

281

Este relato supone que David está todavía al servicio de Saúl y no presupone la ruptura de que se habla en el capítulo anterior. Además, todo el texto contiene indicios de estar muy recargado; se cree que los v.11-17 y 40-42 fueron añadidos posteriormente. Para enlazar este capítulo con lo dicho en el anterior, un escriba añadió al texto primitivo: «David huyó de Nayot de Rama». La salvación de David, que antes fue obra de Micol, se atribuye a Jonatán. ¿Cuál es en estos momentos la actitud de Saúl para con su escudero David? Con ocasión de la fiesta del novilunio se pondrá de manifiesto. 'Fratase de una fiesta mensual, menos solemne que la del sábado, consistente en ofrecer otros sacrificios que los ordinarios (Is 1,13-14; Os 2,13; Núm 10,10; 28,11-14). De una fiesta anual de clan habla David en el v.6, en la cual tenía lugar un sacrificio familiar (1,21; 2,19).

Ira implacable

de Saúl

(20,24-34)

24 David se escondió en el campo. Llegado el novilunio, el rey asistió a la comida del festín. 2S Sentóse en su sil ¡o, como de costumbre, en la silla cercana a la pared. Jonatán se sonto enfrente,2 y Abner al lado de Saúl; pero la silla tic David estaba vacía. 6 Saúl nada dijo aquel día, pensando que II1K le liubrín pasado y que se habría contaminado. «Seguramente es eso, que no estará puro», se dijo. 27 Al siguiente día, segundo clrl novilunio, la silla de David estaba también vacía, y Saúl preguntó a Jonatán: «¿Cómo el hijo de Isaí no ha venido a comer ni ayer ni hoy?» 28 Jonatán contestó a Saúl: «David me pidió poder ir con premura a Belén. 29 Me dijo: Te ruego me des permiso

282

para ir, pues t e n e m o s m a ñ a n a en la ciudad u n sacrificio d e familia, y mis h e r m a n o s m e h a n convocado. Si, pues, h e hallado gracia a tus ojos, p e r m í t e m e q u e vaya d e u n a escapada a ver a m i s h e r m a n o s . Esta es la causa de q u e n o haya venido a sentarse a la mesa del rey». 30 Entonces se encendió en cólera Saúl contra Jonatán y le i n c r e p ó : «¡Hijo perverso y c o n t u m a z ! ¿No sé yo bien q u e t ú prefieres al hijo de Isaí, para vergüenza tuya y vergüenza d e la desnudez de t u m a d r e ? 3 1 Pues, mientras el hijo de Isaí viva sobre la tierra, n o h a b r á seguridad ni para ti ni para tu reino. M a n d a , pues, a prenderle y tráemele, p o r q u e hijo es de m u e r t e » . 32 Jonatán respondió a Saúl, su padre, diciéndole: «¿Por qué h a de m o r i r ? ¿ Q u é ha hecho?» 33 Saúl blandió contra él su lanza para herirle. C o m p r e n d i ó Jonatán que su pad r e estaba e n t e r a m e n t e resuelto a hacer m o r i r a D a v i d . 3 4 L e vantóse, pues, de la mesa m u y enojado y n o asistió a la comida del segundo día del novilunio, p o r estar m u y apenado p o r David, contra quien se había declarado francamente su p a d r e . N o t a D h o r m e q u e , entre los árabes, las maldiciones y las m i s m a s injurias t i e n e n como p u n t o d e mira la m a d r e del hijo, a u n e n el caso d e q u e sea el p a d r e el q u e injuria. E l texto h e b r e o h a a t e n u a d o las palabras d e Saúl. L a Vulgata t r a d u c e : «Fili mulieris v i r u m u l t r o rapientis!», basándose e n la leyenda rabínica según la cual n o t o m ó p a r t e Saúl e n el rapto d e las bailarinas de Silo Q u e 21,19-24), n o atreviéndose a imitar a sus h e r m a n o s d e t r i b u ; p e r o u n o d e ellos se le acercó y llevó consigo 1. P o r el v.31 aparece el p e n s a m i e n t o d e Saúl d e transmitir la realeza a su hijo, viendo e n D a v i d u n obstáculo para ello (18,8; 22,8).

Separación

definitiva

283

1 Samuel 21

1 Samuel 20

(20,35-42)

35

Al siguiente día p o r la m a ñ a n a salió Jonatán al c a m p o , c o m o había convenido c o n David, a c o m p a ñ a d o d e u n m o z o , 36 a quien dijo: « C o r r e a c o g e r m e las flechas q u e tiro». Corrió el m o z o , y Jonatán, entre tanto, disparó otra flecha, d e m o d o que pasase m á s allá d e él. 37 C u a n d o el m o z o llegaba al lugar d o n d e estaba la flecha q u e Jonatán había tirado, éste le gritó: «La flecha está m á s allá de ti», 38 y siguió diciendo, c o m o si al m o z o se dirigiera: «Pronto, date prisa, n o te detengas». El m o z o de Jonatán recogió la flecha y se vino hacia d o n d e estaba su señor. 39 Nada sabía el m o z o . Sólo Jonatán y D a v i d lo entendían. 4 0 Jonatán dio sus a r m a s al m o z o q u e le a c o m p a ñaba, y le dijo: «Anda, llévalas a la ciudad». 4 i I d o el m o z o , se alzó D a v i d d e junto a la piedra y echóse rostro a tierra p o r tres veces. Después a m b o s se abrazaron y lloraron, d e r r a m a n d o D a v i d m u c h a s lágrimas. 4 2 Jonatán dijo a D a v i d : «Vete en paz, ya q u e u n o a otro nos h e m o s j u r a d o , en n o m b r e d e Yahvé, q u e El estará entre ti y m í y entre m i descendencia y la tuya para siempre». Parece q u e el sentido del texto hebraico de la segunda p a r t e del v.41 es q u e J o n a t á n y D a v i d p e r m a n e c i e r o n abrazados y llorando lar1 F. STUMMER, Einige Beobachtungen über die Arbeitsweise des Hieronymus bei der Über' setzung des Alten Testaments aus der Hebraica Veritas: B 10 (1929) 9-10.

go t i e m p o hasta saciarse. C o n las tres genuflexiones, David reconoce la d i g n i d a d d e Jonatán y su calidad d e hijo del rey. Era falsa, pues, la acusación lanzada p o r Saúl (v.31) d e q u e David atentaba a la seg u r i d a d del trono de Saúl y d e su hijo.

David

en Nob

(21,1-10)

1

D a v i d se levantó y se fue y Jonatán se volvió a la ciudad. 2 Llegó David a N o b , d o n d e estaba Ajimelec, sacerdote, que le salió, asustado, al e n c u e n t r o y le dijo: «¿Cómo vienes tú solo, sin que nadie t e acompañe?» 3 D a v i d le respondió: « M e ha dudo él rey u n a o r d e n y m e h a dicho: Q u e nadie sepa nada del asunto p o r q u é te envío n i de la orden q u e te h e dado. A los mozos les h e dicho q u e se r e ú n a n en tal lugar. 4 Mira, pues, lo que tienes a m a n o y d a m e cinco panes o lo q u e encuentres». 5 E l sacerdote respondió a D a v i d : «No tengo a m a n o pan del ordinario; pero h a y p a n santo, siempre q u e tus mozos se hayan abstenido de trato con mujeres». 6 David le contestó: «Eso sí, nos h e m o s abstenido ayer y anteayer, desde q u e salimos. Los vasos d e los mozos están puros, y c o m o el camino que llevamos es desviado, es seguro q u e hoy están puros sus vasos». 7 Diole entonces el sacerdote panes santos, p o r n o tener más que panes de los de la proposición, de los q u e habían sido retirados d e la presencia d e Yahvé p a r a reemplazarlos p o r otros recientes. 8 Estaba allí aquel día u n o de los servidores de Saúl retenido en el santuario, de n o m b r e D o e g , edomita, jefe de los cursores de Saúl. 9 P r e g u n t ó David a Ajimelec: «¿Tienes a mano u n a lanza o u n a espada?, pues n o he traído mis armas, porque urgía la o r d e n del rey». 10 E l sacerdote respondió: «Ahí está la espada de Goliat, el filisteo, q u e t ú mataste en el valle del T e r e b i n t o . Allí la tienes envuelta en u n paño, detrás del efod; si ésta quieres, cógela, pues otra n o hay». David le dijo: «Ninguna mejor; dámela». Se discute el emplazamiento d e N o b , q u e la mayoría de los autores ( A B E L , D E S N O Y E R S , D E V A U X , U B A C H ) , s i g u i e n d o a Flavio Jose-

fo, colocan al nordeste de Jerusalén, en el m o n t e Scopus (Ant. lud. 11,8,5), o entre A n a t o t y A n a n í a ( N e h 11,32), a unos tres kilómetros d e Tell el-Ful. D h o r m e señala su emplazamiento en Beit Nuba, cerca d e Ayalón, en dirección del pais.de los filisteos (14,31). A Nob habían h u i d o los descendientes d e Helí tras la captura del arca y la destrucción del santuario p o r los filisteos (c.4). Rústico debía de ser el santuario d e N o b en su exterior y sin el arca e n el interior, que seguía e n Quiriat-Jearim (6,21). A falta d e la misma, los levitas disp o n í a n del efod q u e h a b í a n t r a í d o consigo d e Silo, del q u e se servían el r e y y sus jefes para conocer ia v o l u n t a d d e Yahvé (22,6-23). Pero, a u n q u e tosco e n la parte material, el santuario de N o b había alcanzad o g r a n fama. U n a mesa repleta d e panes santos, q u e los sacerdotes renovaban periódicamente, da testimonio d e q u e creía el pueblo que Yahvé estaba allí presente. A l santuario, a cuyo servicio estaba Ajimelec, descendiente de Helí (22,9), h e r m a n o , y acaso el m i s m o personaje conocido en 14,3 con el n o m b r e d e Ajías, llegó D a v i d h a m b r i e n t o . Cinco panes pidió

285

1 Samuel 21

1 Samuel 22

David, quizá por ser cinco los componentes del grupo. No disponía el sacerdote en aquel momento de pan ordinario; sólo había existencias de pan sagrado. Era éste el pan de la oblación, que se renovaba todos los sábados y se colocaba a la presencia de Yahvé sobre una mesa de acacia cubierta de láminas de oro. A nadie, fuera de los sacerdotes, era lícito comerlo (Lev 24,5-9; Ex 25,30). Pero, conociendo Ajimelec a David y teniendo en cuenta su estado famélico, accedió a entregarle cinco panes sagrados, a condición de que él y sus acompañantes no hubiesen tenido comercio carnal con mujeres. Cita este episodio Jesucristo para probar a los fariseos que la ley natural está por encima de la positiva y ritual (Mt 12,3-4; Me 2,2526; Le 6,3-4). Aunque el texto esté adulterado, y, por consiguiente, difícil de traducir literalmente, se vislumbra, sin embargo, la idea allí expresada. Algunos interpretan las palabras de David de la siguiente manera: Aunque se trate de un viaje profano, sin embargo, mis hombres se han comportado como en una expedición militar, en la cual la continencia era obligatoria desde el punto de vista religioso (Deut 23,9-11). En el texto se dice que Ajimelec entregó a David los cinco panes que había pedido, lo que contradice aparentemente al testimonio de Cristo (Me 2,26), que atribuye este gesto a su hijo Abiatar. Sabemos que Abiatar presenció toda la escena (22,20) y que pudo intervenir en el asunto ejecutando las órdenes de su padre. En Nob estaba un oficial de la corte (1 Crón 27,30-31) de Saúl, de nombre Doeg, idumeo. Quizá «estaba retenido en el santuario» para purificarse de alguna impureza o en calidad de prisionero, trabajando al servicio del santuario. Los LXX dicen que era sirio (aramí) de origen. Será éste el traidor que denunciará a Ajimelec (22,9). El texto hebreo dice que era el más poderoso de los pastores de Saúl. Algunos autores cambian haroim = pastores, por harasim = cursores (22,17). Antes de marcharse pidió David al sacerdote una espada o lanza, entregándosele la de Goliat. Por lo que dice el texto, el efod es un objeto bastante grande, distinto del efod de las suertes (2,28). ¿Designa aquí una estatua (Jue 8,27) u otro objeto de culto? (Jue i7,5ss).

lizan Nob en Beit Nuba, cerca de Ayalón. Pero no debe tomarse aquella expresión en sentido estricto. Los de Gat, que conocían, la escena de David y Goliat, le llamaron, al verle, «rey de la tierra» de Israel. Al darse cuenta de que todos le conocían, y temiendo por su vida, fingió estar loco. En el Próximo Oriente existia la creencia de que el espíritu de Dios invadía a los dementes, obligándoles a proferir palabras incoherentes y a obrar de manera anormal, teniéndoselos, por tanto, en gran veneración. La baba que caía sobre sus barbas denotaba un estado de epilepsia, «la enfermedad sagrada». Cuenta Cicerón (De officiis 3,26) que Ulises fingióse loco para escapar de prestar el servicio militar. Aquis era rey de Gat, una de las cinco grandes ciudades de los filisteos (5,8; 6,17; 7,14; 17,4). El título del salmo 34 alude a este episodio de la fingida locura de David.

284

David en Gat

(21,11-16)

11

Levantóse, pues, David y, huyendo de Saúl, se encaminó aquel mismo día a Aquis, rey de Gat. 1 2 Los servidores de Aquis dijeron a éste: «Ahí está David, rey de la tierra; aquel de quien cantaban: Mató Saúl sus mil, pero David sus diez mil». 13 David comprendió lo que aquellas palabras encerraban, y, temiendo mucho de Aquis, rey de Gat, 14 fingió haber perdido la razón y hacía entre ellos el loco; tocaba el tambor en las puertas y dejaba caer la saliva sobre su barba. ls Aquis dijo a sus servidores: «¿No veis que ese hombre está loco? ¿Para qué me lo habéis traído? 16 ¿Me faltan a mí locos y me traéis a ése para que vea sus locuras? ¿Voy a tenerlo yo en mi casa?» La huida de David a la ciudad filistea de Gat (Araq el-Menshiyeh) «aquel mismo día» parece apoyar la sentencia de los que loca-

David en la cueva de Odulam

(22,1.5)

1

Partióse de allí David y huyó a la caverna de Odulam. Al saberlo, sus hermanos y toda la casa de su padre bajaron a él, 2 y todos los perseguidos, los endeudados y descontentos se le unieron, llegando así a mandar a unos cuatrocientos hombres. 3 De allí fuese David a Masfa, en tierra de Moab, y dijo al rey de Moab: «Te ruego que acojas entre vosotros a mi padre ya mi madre hasta que yo sepa lo que de mí hará Dios». 4 Y trajo a su padre y a su madre al rey de Moab, y allí con él habitaron mientras estuvo David en la caverna. 5 El profeta Gad dijo a David: «No sigas en la caverna; ve y vuelve a tierra de Judá». Volvióse David y se refugió en el bosque de Jaret. De la tierra de los filisteos pasó a la caverna (no fortaleza, como traduce Leimbach) de Odulam, localizada en el actual Tell esh-Sheik Madkur, cerca de Jirbet id-el-Miyeh, a unas tres horas al oeste de Belén y a diez kilómetros al norte de Beit Gibrin. No sabemos dónde estaba Masfa de Moab, distinta de la homónima de Galaad (Jue 11, 29). David ruega al rey de Moab acoja a su familia temporalmente, a lo que accedió el monarca. David acude a Moab por descender de aquella tierra por parte de su bisabuela Rut, la moabita (Rut 4,21-22; Mt 1,5). Regresó David a Odulam (24,23), hasta que abandonó el lugar por indicación del profeta Gad (2 Sam 24,11-14.18-25), internándose hacia el sur del territorio de Judá. Pasó al bosque de Jaret, situado a unos doce kilómetros al noroeste de Hebrón y a tres de Jirbet Qeüa. El bosque es conocido hoy con el nombre de Kharas (Géographie II 343) 1. 1 Se ha hecho notar que en los textos de Mari aparece la palabra Dawidwn con el significado de jefe de tropa. Se ha lanzado la hipótesis de que David recibió su nombre de parte de los mercenarios a su servicio. Quizá su nombre primitivo fuera lílijandn (2 Sam 21,19) o Baaljandn (i Crón 1,49). Véase M. NOTH, Geschichte Israels ed. 2.u ((¡ottingen 1954) 165; L. M. VON PAROZDI, Elhanan der fruhen Ñame Davids?: ZAW 67-68 (1955-1956) 251-259En contra de la conexión del término Dawidwn con David ver TADMOK: JNES 17 (195Í))

129-131-

286

1 Samuel 22 287

1 Samuel 23

Doeg el traidor

17

(22,6-10)

6

Supo Saúl q u e D a v i d y los suyos habían sido vistos y, est a n d o en G u e b a en el alto, bajo el t a m a r i n d o , con la lanza en la m a n o y rodeado de todos sus servidores, 7 les dijo Saúl: «Escuchad, benjaminitas: ¿Va a daros t a m b i é n a vosotros el hijo de Isaí c a m p o s y viñas y va a haceros a todos jefes de m i l y jefes de ciento, 8 para q u e así todos os hayáis conjurado contra m í y n o haya nadie que m e informe de q u e m i hijo se ha ligado con el hijo de Isaí, y nadie de vosotros se duela de m í y m e advierta q u e m i hijo ha sublevado contra m í a u n servidor mío, para que m e tienda asechanzas, c o m o está haciendo?» 9 D o e g el edomita, que estaba entre los servidores de Saúl, respondió: «Yo he visto al hijo de Isaí en N o b con Ajimelec, hijo de Ajitob. 10 Ajimelec consultó por él a Yahvé y le dio víveres y la espada de Goliat el filisteo». Sentado en u n a altura de los alrededores de G u e b a , con la lanza, símbolo d e su dignidad, en la m a n o y r o d e a d o d e sus servidores, habló Saúl de la conspiración del silencio t r a m a d a en t o r n o suyo, c u l p a n d o a sus servidores de haberse confabulado para ocultarle las m a n i o b r a s d e su p r o p i o hijo J o n a t á n encaminadas a derrocarle. P o r sus crisis t e m p e r a m e n t a l e s había creado el rey en t o r n o suyo u n a atmósfera de desconfianza y retraimiento. El silencio de los suyos habíale sugerido la sospecha d e q u e t a m b i é n ellos p e n s a b a n pasarse a la causa d e David. Pero ¿tendrían mejores perspectivas económicas enrolándose en las filas d e D a v i d en vez d e seguir a las órdenes de Saúl? Por el texto se d e d u c e q u e Saúl ejercía prefer e n t e m e n t e su hegemonía sobre sus h e r m a n o s de t r i b u , de quienes aparece rodeado en esta circunstancia. L o s de J u d á , relegados a u n s e g u n d o plano, sentían la causa de David, p o r pertenecer a su t r i b u ( I 6 , I S S ) . D o e g (21,8), allí presente, q u i s o hacer méritos inf o r m a n d o al rey de q u e había visto a D a v i d en N o b , añadiendo —detalle q u e n o figura en 21,1-10—que Ajimelec había consultado a Y a h v é a petición suya.

Matanza 11

de sacerdotes

en Nob

(22,11-23)

El rey hizo llamar a Ajimelec, sacerdote, hijo de Ajitob, y a toda la casa de su padre, los sacerdotes que había en N o b , y todos vinieron al rey, 12 que dijo: «¿Oyes, hijo de Ajitob?»; y éste contestó: «Aquí m e tienes, m i señor». 13 Y añadió Saúl: «¿Por qué os habéis ligado contra m í tú y el hijo de Isaí? T ú le has dado p a n y una espada, y consultaste p o r él a Yahvé para que él se sublevara contra m í y m e tendiera emboscadas, c o m o lo está haciendo». ) 4 Ajimelec respondió al rey: ¿ Q u i é n de entre todos tus servidores c o m o David, de una p r o b a d a fidelidad, yerno del rey, admitido a sus consejos y tan h o n r a d o p o r toda tu casa? 15 ¿Es acaso ese día el p r i m e r o en que he consultado yo a Yahvé por él? Lejos de m í semejante cosa. No m e haga el rey cargos que pesarían sobre toda la casa de m i p a d r e , pues tu siervo no sabe nada de todo eso, ni poco ni m u c h o » . í6 El rey le dijo: «Vas a morir, Ajimelec, t ú y toda la casa de tu pa-

dre»; y m a n d ó a los guardias que tenía cerca: «Volveos y dad m u e r t e a los sacerdotes de Yahvé, pues han dado nimio 11 I )avid y, sabiendo bien que huía, n o m e informaron de ello». I,os guardias del rey no quisieron p o n e r su m a n o sobre los sacerdotes de Yahvé. 18 Entonces dijo el rey a D o e g : «Vuélvete y mata a los sacerdotes». Y D o e g , edomita, se volvió, y él mató aquel día a los sacerdotes: ochenta y cinco h o m b r e s de los que vestían efod de lino. 19 Saúl pasó t a m b i é n a cuchillo a N o b , ciudad sacerdotal; h o m b r e s y mujeres, niños, hasta los de pecho, bueyes, asnos y ovejas, todos fueron pasados a cuchillo. 20 U n hijo d e Ajimelec, hijo de Ajitob, p u d o escapar. Llamábase Abiatar; fue a refugiarse a David 21 y le dio la noticia de que Saúl había m a t a d o a todos los sacerdotes de Yahvé; 22 David dijo a Abiatar: «Ya pensé yo aquel día que D o e g , edomita, que estaba en N o b , n o dejaría de informar a Saúl. Soy yo la causa de la m u e r te de toda la casa de tu p a d r e . 23 Q u é d a t e conmigo y nada tem a s , que quien a ti te persigue es quien m e persigue a mí, y aquí estarás bien guardado». Rechaza Ajimelec la acusación q u e le hace de conspirar contra él; pero la manía persecutoria p u d o más en Saúl, quien m a n d ó ejecutar a Ajimelec y a toda la casa de su p a d r e . Encargó a los guardias q u e tenía cerca (hebreo: a los cursores) dieran m u e r t e a los sacerdotes de Yahvé. Los rasim, los cursores, formaban u n pelotón d e escolta, q u e corrían delante del carro real (2 Sam 15,1; 1 R e 1,5; 14,27-28). C o n este m a n d a t o cometía Saúl u n sacrilegio por atreverse a p o n e r sus m a n o s sobre personas sagradas. L o s guardias de la escolta se negaron a hacerlo; p e r o n o t u v o semejantes escrúpulos el edomita D o e g , su jefe (21,8). Solamente Abiatar escapó de aquella carnicería. C o n este acto se cumplía la profecía de Yahvé sobre la suerte de los descendientes de Helí (2,31-33). T a m b i é n el poblado de N o b fue víctima de las iras de Saúl, p e r d i e n d o en adelante toda su importancia como ciudad religiosa, reapareciendo incidentalm e n t e sólo dos veces en la historia de Israel (ls 10,28; N e h 11,32). Al h u i r llevóse A b i a t a r el efod, del q u e se servirá David para consultar a Yahvé. E n adelante, David y Abiatar caminarán j u n t o s t a n t o en la adversidad como en la prosperidad, hasta q u e este ú l t i m o abrazó la causa de Adonías, en castigo de lo cual fue dester r a d o a A n a t o t , d o n d e t e r m i n ó sus días (1 R e 2,26-27).

David

salva a Queila

(23,1-6)

1 Vinieron a decirle a David que los filisteos oslaban Hincando a Queila y habían saqueado las eras; 2 y David consultó 11 Yahvé, p r e g u n t a n d o : «¿Iré a batir a los filisteos?» Y Yahvé respondió: «Ve, batirás a los filisteos y librarás a Queila». •' Pero la gente de D a v i d le dijo: «Aquí, en Judá, tenemos que guardarnos; ¿qué será si vamos a Queila contra las tropas ele los filisteos?» 4 Consultó D a v i d otra vez a Yahvé, y Yahvé le respondió: «Álzate y baja a Queila, pues te he dado los filisteos en tus manos». 5 F u e , pues, David a Queila con su gente y atacó a los filisteos, Jos puso en fuga, apoderándose de su ganado y haciéndoles ex-

288

p e r i m e n t a r u n a gran derrota, librando así a los habitantes de Queila. 6 Abiatar, hijo de Ajimelec, q u e se había acogido a D a vid, bajó con él a Queila, llevando consigo el efod. David, con sus seiscientos h o m b r e s , habita en la región accidentada del sur d e Palestina, al b o r d e del desierto y de la Sefela. U n día del mes d e j u n i o le llega la noticia de q u e los filisteos saqueaban las eras de Queila y de q u e atacaban la ciudad. Hallábase Queila en el lugar del actual Jirbet Qila, a doce kilómetros al este de Beit Gibrin y al sudoeste de O d u l a m . El v.6 está adulterado en el texto hebraico, p e r o expresa la idea de q u e Abiatar a c o m p a ñ ó a D a v i d e n esta expedición militar llevando consigo el efod. El g r u p o de adictos a D a v i d a u m e n t a b a de día en día (22,1; 23,13; 1 C r ó n 12,1-22).

t o r r e n t e s , acantilados, cavernas y lugares intransitables. Con el nomb r e de desierto de Zif se designa la región inhóspita entre í lebrón y el m a r M u e r t o . L a localidad d e Joresa se identifica con la actual Jirbet Khoreisa, a tres kilómetros al sur de Zif. Esta última localidad d a r á su n o m b r e al desierto (midbar) d e q u e hemos hablado, hallándose en el lugar llamado h o y Tell Zif, a siete kilómetros al sur d e H e b r ó n . D e s d e la colina de Zif se divisa u n extenso panorama sobre el desierto. E l midbar designa u n a región n o cultivada, pero capaz d e ofrecer pasto al ganado m e n o r (son). El midbar es surcado p o r t o r r e n t e s e n la estación invernal; tiene montes áridos, que admit e n u n cultivo r u d i m e n t a r i o de cebada, trigo y otros cereales.

Los de Zif

Saúl, en persecución

de David

289

1 Samuel 2.3

1 Samuel 23

(23,7-18)

7

C u a n d o Saúl supo q u e D a v i d había ido a Queila, se dijo: «Dios m e lo entrega, pues ha ido a encerrarse en u n a ciudad q u e tiene puertas y cerrojos». 8 Saúl reunió al pueblo para la guerra, para bajar a Queila y sitiar en ella a D a v i d y a los suyos; 9 p e r o D a v i d supo el m a l designio q u e contra él t r a m a b a Saúl y dijo al sacerdote Abiatar: « T r a e el efod»; w y luego p r e g u n t ó : «Yahvé, Dios de Israel, tu siervo sabe q u e Saúl se disp o n e a venir a Queila p a r a destruir la ciudad p o r causa m í a . 11 ¿Bajará contra ella Saúl, c o m o a tu siervo le h a n dicho? Yahvé, Dios de Israel, dígnate descubrírselo a tu siervo». Y Yahvé respondió: «Bajará». 12 Volvió a p r e g u n t a r D a v i d : «Los habitantes de Queila, ¿me entregarán a m í y a los míos en m a n o s de Saúl?» Y Yahvé respondió: « T e entregarán». 1 3 Entonces se levantó D a v i d con su gente, unos seiscientos h o m b r e s , y, saliendo de Queila, iban y venían a la aventura. Informado de que D a v i d había salido de Queila, suspendió Saúl su m a r c h a . 14 D a v i d a n d a b a p o r el desierto, acogiéndose a los lugares fuertes, y se estableció en la m o n t a ñ a del desierto de Zif. 15 Saúl n o dejaba de perseguirle constantemente, p e r o Dios n o le puso en sus m a n o s . Mientras a n d a b a D a v i d p o r el desierto, temió p o r saber q u e Saúl se había puesto en c a m p a ñ a para quitarle la vida; y estando e n el desierto de Zif, e n J o r e s a , l s fue e n su busca Jonatán, hijo de Saúl, a Joresa, y le a n i m ó en Dios, diciéndole: 17 N a d a temas, pues la m a n o de Saúl, m i p a d r e , n o te alcanzará. T ú reinarás sobre Israel y yo seré tu segundo. Saúl, m i p a d r e , lo sabe m u y bien», l 8 R e n o v a r o n a m b o s su pacto ante Yahvé, y, quedándose D a v i d en Joresa, Jonatán se volvió a casa. Alegróse Saúl al saber q u e D a v i d estaba al alcance de su m a n o . D e u n a ciudad con puertas y cerrojos, se decía Saúl, n o p o d r á escapar. A d e m á s es de s u p o n e r q u e los d e Queila sintieran cierta simpatía p o r la causa de Saúl, c o m o lo d e m u e s t r a el h e c h o de estar dispuestos a entregar a David. D e Queila, en la Sefela, mencionada en u n a letra d e T e l l e l - A m a r n a con el n o m b r e de Qiltu, se internó D a v i d en el macizo montañoso, al sur de H e b r ó n . L a expresión lugares fuertes no quiere decir q u e se estableciera D a v i d en ciudades amuralladas, sino q u e habitó en u n t e r r e n o q u e b r a d o , con profundos

traicionan

a David

(23,19-28)

19

Los de Zif habían ido a G u e b a a decir a Saúl: «David está escondido e n t r e nosotros en los lugares fuertes, en Joresa, en la colina de Jaquila, q u e está al mediodía del desierto. 20 Baja, pues, ¡oh rey!, c o m o estás deseándolo, que ponerle en tus manos es cosa nuestra». 21 Saúl les dijo: «Bendígaos Yahvé por haberos dolido de m i suerte. 22 P e r o id, os ruego, y observad mejor todavía p o r d ó n d e anda, inquirid y ved cuáles son sus andanzas y quién le ha visto, p o r q u e , según m e han dicho, es m u y astuto. 2 3 E x a m i n a d y reconoced todos los escondrijos d o n d e se oculta y volved luego a m í con informes exactos, y entonces iré con vosotros, y si allí está, yo le descubriré entre todas las familias de Judá». 2 4 Fuéronse, pues, otra vez a Zif, precediendo a Saúl; p e r o D a v i d con los suyos se había retirado al desierto de M a ó n , al mediodía del desierto. 2 5 Saúl salió con su gente en busca de David, y, habiéndolo sabido éste, bajó de las rocas, quedándose en el desierto de M a ó n . 26 Informado de ello Saúl, fue en persecución de David al desierto de Maón. M a r c h a b a él p o r u n lado de la m o n t a ñ a , y David y sus «entes, p o r el opuesto lado. Mientras se apresuraba David par» escap a r de Saúl y éste y sus gentes perseguían a David y lo* xtiyos para apoderarse de ellos, 2 7 vino u n mensajero a decir 11 Saúl: «Apresúrate, pues los filisteos han invadido la tierra»; 2S v Saúl h u b o de desistir de perseguir a David, para salir al encuentro de los filisteos. P o r eso se llama todavía h o y aquel luga' Hoca de la Separación. L o s d e Zif d e n u n c i a r o n a D a v i d . Saúl alabó su lealtad. I Mieles q u e D a v i d es muy astuto (v.22). E s t a frase es equívoca; puede ser q u e desconfiara Saúl de las intenciones de los zifitas al denunciar a David, q u e m a r c h ó a Jaquila (Dahret el Kola), temiendo i | , i c l e t e n d i e r a n u n lazo. P u e d e t a m b i é n ser q u e con ella amoneste Saúl y ponga en guardia a los de Zif a fin de q u e se retrajeran de I >avid. F i n a l m e n t e , otra interpretación posible es la siguiente: Mientras los zifitas le d a b a n la noticia sobre su enemigo, Saúl pensaba en su interior y reflexionaba acerca d e las m e d i d a s q u e debía tomar, diciéndose a sí m i s m o : D a v i d es m u y astuto; ¿qué hacer para capturarle ? M i e n t r a s t a n t o , D a v i d a c a m p ó más al sur, «en el desierto de Maón» (Jos 15,55), a catorce kilómetros al sur de I lebrón. Los enviaBiblia comentada 2

10

1 Samuel 25

1 Samuel 24

290

dos de Zif regresaron a sus pueblos, siguiéndoles poco después Saúl con su ejército. Un torrente profundo, un verdadero cañón difícil de atravesar, separaba a los dos ejércitos. Unos y otros maniobraban, se espiaban, se temían. Buscaba Saúl un vado propicio para atravesar el torrente y atacar a David. En esta coyuntura, muy crítica quizá para David y sus hombres, llegó a Saúl la noticia de que los filisteos habíanse desparramado por tierras de Israel.

David perdona 1

la vida a Saúl

(24,1-23)

Subió David y se estableció en los lugares fuertes de Engaddi. 2 De vuelta Saúl de perseguir a los filisteos, supo que David estaba en el desierto de Engaddi, 3 y, tomando tres mil hombres escogidos de entre todo Israel, iba en busca de David y los suyos por el roquedo de Jealim; 4 y llegado a unos rediles que había junto al camino, entró en una caverna que allí había, para hacer una necesidad. David y sus gentes estaban en el fondo de la caverna, 5 y los hombres de David decían a éste: «Ahí tienes el día que Yahvé te anunció, diciéndote que entregaría a tu enemigo en tus manos; trátale como bien te parezca». David se levantó y, acercándose calladamente, cortó la orla del manto de Saúl. 6 Luego le latía fuerte el corazón por haber cortado la orla del manto de Saúl; 7 y dijo a sus hombres: «Líbreme Yahvé de hacer cosa tal contra mi señor, el ungido de 8Yahvé; poner mi mano sobre el que es el ungido de Yahvé». Reprimió David con sus palabras a los suyos y no dejó que se echasen 9sobre Saúl. Levantóse luego Saúl para proseguir su camino; y entonces se levantó también David y, saliendo de la caverna, se puso a gritarle: «¡Oh rey, mi señor!» Saúl miró atrás, y David se echó rostro a tierra, prosternándose; 10 y dijo luego a Saúl: «¿Por qué escuchas lo que te dicen algunos de que yo pretendo tu mal? u Hoy ven tus ojos cómo Yahvé te ha puesto en mis manos en la caverna; pero yo te he preservado, diciéndome: «No pondré yo mi mano sobre mi señor, que es el ungido de Yahvé. 12 ¡Mira, padre mío, mira! En mi mano tengo la orla de tu manto. Yo la he cortado con mi mano; y cuando no te he matado, reconoce y comprende que no hay en mi ni maldad ni rebeldía y que no he pecado contra ti. Tú, por el contrario, andas a la caza de mi vida para quitármela. 13 Que juzgue Yahvé entre mí y tú y sea Yahvé el que me vengue, que yo no pondré mi mano sobre ti. 14 De los malos, la malicia, dice el proverbio; pero yo no pondré nunca mi mano sobre ti. 15 ¿Y contra quién se ha puesto en marcha el rey de Israel? ¿A quién persigues? A un perro muerto, a una pulga. 16 Juzgue y pronuncie Yahvé entre mí y tú. Que él vea, que él tome mi causa y que su sentencia me libre de tus manos». 17 Cuando hubo acabado de hablar David, dijo Saúl: «¿Eres tú, hijo mío, David»? Y, alzando la voz, se puso a llorar y dijo: 18 «Mejor eres tú9 que yo, pues tú me has hecho bien y yo te pago con mal. I Tú has probado hoy que obras benévolamente conmigo, pues que Yahvé me ha puesto en tus manos y tú no me has matado. 20 ¿Quién es el que se encuentra con su enemigo y le deja seguir en paz su camino? Que Yahvé te pague lo que conmigo has hecho hoy. 2Í Bien sé ya que tú reinarás y que la realeza de Israel se afirmará en tus manos

291

22

Júrame, pues, por Yahvé, que no destruirás a mi descendencia después 23de mí y que no borrarás mi nombre de lu cusa de mi padre». David se lo juró a Saúl, y éste se volvió u nú CUHII, y David y sus hombres subieron a un lugar fuerte. La invasión de los filisteos impidió que Saúl se apoderara de David y de los suyos. Una vez terminada la campaña, vuelve Saúl a la carga, seguro de que esta vez capturará a David. No considerándose éste seguro en los terrenos de Maón, marchó hacia el nordeste, en dirección a Engaddi, por ser aquél un terreno más abrupto, con colmas, espesos bosques, cavernas, acantilados, profundos barrancos. A su paso encuentra Saúl rebaños de ovejas y campamentos de pastores, situados muchas veces en las cercanías de las cuevas. En una de tales cuevas entró Saúl ut purgaret ventrem, dice la Vulgata, interpretando fielmente el sentido del texto hebraico, que usa la expresión «taparse los pies» Que 3,24), porque durante esta operación cubríanse los judíos los pies con él manto o bordes de la túnica. David le perdonó ia vida, limitándose a cortarle la orla del manto. Aun de esta acción tuvo graves remordimientos (literalmente; «le latía fuerte el corazón») (2 Sam 24,10), porque el vestido era considerado como parte de la personalidad (18,4); quien rasgaba el vestido de otro infería una injuria a la persona. En un texto acádico se dice que, ya que el rey no puede trasladarse a todas partes, está representado por la orla de su manto. La misma idea encontramos en Mari. En el supuesto de que los v.21-23 no son una adición posterior, confiesa Saúl que el reino pasará a manos de David (15,28; 23,17-18), pidiéndole, por consiguiente, que le confirme conjuramento (20,42) que no destruirá su descendencia. David se lo juró. Malas circunstancias eran aquéllas para confesar Saúl su derrota y afirmar el triunfo de David y su elevación en el trono. Tampoco era para David aquélla la mejor coyuntura para asegurar a Saúl el respeto hacia su descendencia. Saúl pensaba en Jonatán como sucesor suyo (20,31). A pesar del pacto, desconiían mutuamente. Saúl vuelve a su palacio de Gueba, y David a los riscos de Maón. El autor sagrado no cuenta muchos pormenores de este dramático encuentro de David con Saúl; quizá alguno que ha recogido tiene más valor simbólico que real, a fin de ridiculizar la conducta de todo un monarca empeñado en la persecución de un perro muerto (2 Sam 9,8; 16,9) y de una pulga (26,20). Este relato es paralelo al que se refiere en el c.26.

Muerte

de Samuel

(25,1)

1 En tanto murió Samuel, y todo Israel se reunió para llorarle, y fue sepultado en su casa en Rama. David bajó al desierto de Maón. Anticipadamente se da la noticia de la muerte y sepultura de Samuel. De este hecho se habla nuevamente en 28,3. Dice el texto que fue sepultado «en el sepulcro de su casa en Rama». La expresión

1 Samuel 25

292

Negativa 2

de Nabal

'M\

1 Samuel 25

en su casa debe tomarse en sentido amplio de sepulcro familiar, que se encontraba en las afueras de la población, en una necrópolis (28,3; 1 Re 2,34) o en un patio o jardín contiguo a la casa. Debe excluirse la sepultura bajo el pavimento, ya que, según Núm 19,14, la casa hubiérase contaminado de manera permanente con la presencia de un cadáver en los sótanos. No señala el texto sagrado la duración de los días de luto por Samuel, que acaso fueron siete. Tampoco indica la edad que tenía al morir; por varios datos del texto se deduce que era de avanzada edad (8,1). Debía de ser así, por cuanto Dios premia con una vida larga a los que fielmente le sirven. Con su muerte desaparecía una figura señera en Israel. Samuel gozó de mucho prestigio en la tradición israelita, tanto que Jeremías (15,1) lo compara a Moisés por su poder de intercesión, y el autor del Eclesiástico canta profusamente sus gestas (46,13-20). Lo primero que aparece en Samuel es su acendrado yahvismo. Movido por el celo de Dios, luchó contra los filisteos, que amenazaban la independencia de la heredad de Yahvé; se opone, en cuanto le fue posible, a la institución de la monarquía, por considerarla como un atentado al dominio absoluto de Yahvé, único y supremo rey de Israel. Cuando, por inspiración divina y por la voluntad popular, viose constreñido a ungir a Saúl por rey de Israel, le recuerda que su poder viene de Dios, que sus atribuciones están limitadas, recortadas por la voluntad divina; que el rey es, en fin, un representante del verdadero rey de Israel, Yahvé. Al desviarse Saúl del camino recto, no temió Samuel echarle en cara su infidelidad, sacrificando sus simpatías personales a los intereses de Dios. Samuel fue un hombre austero, severo consigo mismo y con el prójimo. Quiere a Saúl, le aconseja, intercede por él y, a pesar de sus descarríos, no le abandona jamás en sus oraciones. A Samuel cupo la suerte de ungir como sucesor de Saúl a un hombre según el corazón de Yahvé (13,14). En el Martirologio romano se recuerda su fiesta el 20 de agosto. (25,2-17)

Había en Maón un hombre muy rico, cuyos bienes estaban en el Carmel; tenía tres mil ovejas y mil 3cabras. Hallábase en el Carmel para el esquileo de sus ovejas. Llamábase el hombre Nabal, y su mujer Abigaíl; era una mujer de mucho entendimiento y muy hermosa, mientras4 que él era un hombre duro y malo; era del linaje de Caleb. Supo David en el desierto que Nabal estaba de esquileo, 5 y le mandó diez mozos, a los que dijo: «Subid al Carmel6 e id en busca de Nabal; y después de saludarle de mi parte, le habláis de esta manera: La paz sea contigo, con tu casa y con cuanto tienes. 7 He sabido que estás de esquileo. Pues bien, tus pastores han estado tiempo con nosotros; nunca les hemos hecho ningún mal ni les ha faltado nada del ganado mientras han estado en el Carmel. 8 Pregúntales a ellos y te lo dirán. Que hallen, pues, gracia a tus ojos estos mozos, ya que llegamos en un día de júbilo. Da, pues, a tus siervos y a tu hijo David lo que halles a mano». 9 Cuando llegaron los hombres de David y en nombre de éste

repitieron todas sus palabras, se quedaron CN|X-IIIIHIDI '"pero Nabal les respondió: «¿Quién es David y quién el hijo ilr liuf? Son hoy muchos los siervos que andan huidos de MI wñor. 11 ¿Voy a tomar yo mi comida y mi bebida y el ganado que he matado para mis esquiladores para dárselo a gente que no sé de dónde es?» 12 Los servidores de David, dando media vuelta, tomaron el camino y se tornaron, y, una vez llegudon, repitieron a David lo que Nabal les había dicho. 13 Entonces David dijo: «Cíñase cada uno su espada». Ciñéronsela, y se ciño también David la suya, y salió con unos cuatrocientos hombres, dejando doscientos custodiando el bagaje. 14 Uno de los criados de Nabal fue a decirle a Abigaíl, su mujer: «David ha mandado del desierto unos mensajeros a saludar a nuestro amo, que los ha tratado duramente. 1S Siempre esas gentes se mostraron buenas con nosotros y nunca nos molestaron ni nada nos faltó de nuestros rebaños cuando estábamos en el campo. 16 Antes nos servían de defensa de noche y de día todo el tiempo que estuvimos con ellos guardando el ganado. 17 Mira tú lo que has de hacer, porque la pérdida de nuestro amo y de su casa es segura, y es tan malo, que no se le puede hablar». Según el texto griego, marchó David a Maón; según el masorético, a Farán. Por el contexto prevalece la lección de los LXX, por encontrarse Farán (Gen 21,21; Núm 10,12; 12,16) al sur del Negueb y del mar Muerto, mientras que Maón (23,25) no estaba lejos de Engaddi ni de Carmel, de que habla el texto a continuación. Por los contornos de Maón vivía Nabal, del linaje de Caleb (Jos 15,13; Jue 1,12), con propiedades y mucho ganado. Por otra parte, él, como indicaba su nombre (nabal = necio, bruto, estúpido), carecía de virtudes personales y cívicas. Supo David que Nabal habla subido al Carmel para el esquileo de las ovejas (Gen 38,12). El esquileo duraba muchos días, durante los cuales se organizaban fiestas a las que acudían familiares y amigos (2 Sam 13,2388). Con esta ocasión asistían también los pobres, que comían hasta saciarse. También David pensaba beneficiarse de aquella licsta para proveer al sostenimiento de sus hombres. En su petición hicieron constar los enviados que, a pesar de la escasez de alimentos y de convivir con los pastores de Nabal, nunca HC apropiaron indebidamente de alguna res. Por lo mismo, lo que le pedían era una recompensa por su buena conducta durante el uílo. Nabal se desató en improperios e injurias contra David y ION miyon, calificándolos de rebeldes, de haraganes, que huían del yu«o del rey. La actitud de Nabal puede explicarse, o porque temía u Saúl, recordando lo de Nob, o porque era partidario decidido de su método de gobierno.

Sale Abigaíl 18

al encuentro

de David

(25,18-31)

En seguida Abigaíl cogió doscientos pane», dos odres de vino, cinco carneros ya compuestos, cinco medidas de trigo tostado, cien atados de uvas pasas y doscientas musas de higos secos, y, haciéndolo cargar todo sobre asnos, ''' dijo a sus criados: «Pasad vosotros delante, que yo os sigo». Nada dijo a su

294

1 Samuel 25 m a r i d o ; 20 y cuando, m o n t a d a en su asno, bajaba p o r lo cubierto del m o n t e , se encontró con D a v i d y su gente, que bajaban frente a ella. 21 D a v i d se había dicho: « M u y en vano he g u a r d a d o yo todo cuanto ese h o m b r e tiene en el desierto, y he h e c h o q u e n a d a de lo suyo le faltara; m e ha pagado m a l p o r bien. 2 2 Q u e castigue Dios a su siervo D a v i d si de aquí al alba q u e d a con vida u n solo h o m b r e en todo lo de Nabal». 2 3 E n cuanto Abigaíl se dio cuenta de la presencia de David, bajóse del asno y, echándose ante D a v i d rostro a tierra, 2 4 se prosternó a sus pies y le dijo: «Caiga sobre mí, señor, la falta. Deja q u e te hable tu esclava y escucha sus palabras. 2 5 No haga cuenta m i señor de ese malvado de Nabal, p o r q u e es lo que su n o m b r e significa, u n necio, y está loco. Yo, m i señor, n o vi a los que m i señor envió. 2 6 Y ahora, m i señor, c o m o vive Yahvé, q u e te ha preservado Yahvé de d e r r a m a r sangre y t o m a r p o r tu m a n o la venganza, ojalá que todos tus enemigos y cuantos te persiguen sean c o m o Nabal. 21 A h í tienes este presente q u e tu sierva trae a m i señor; que se reparta entre la gente q u e sigue a m i señor. 28 P e r d o n a , te ruego, la falta de tu sierva, pues, de cierto, Yahvé hará a m i señor casa estable, ya q u e m i señor c o m b a t e los combates de Yahvé, y no vendrá sobre ti el m a l en todo el t i e m p o de tu vida. 29 Si alguno se levanta para perseguirte y buscar tu vida, la vida de m i señor estará atada en el haz de los vivos ante Yahvé, tu Dios, y la de tus enemigos será volteada dentro de lo cavo de la honda. -"> C u a n d o Yahvé haga a m i señ o r t o d o el bien que le ha p r o m e t i d o y le haga jefe de Israel, 31 no sentirá m i señor el r e m o r d i m i e n t o de h a b e r d e r r a m a d o sangre inocente y de haberse vengado p o r su m a n o . C u a n d o , pues, Yahvé favorezca a m i señor, acuérdate de tu esclava».

A p r e s u r ó s e Abigaíl a deshacer el e n t u e r t o d e su m a r i d o . David, con u n contingente de h o m b r e s armados, se dirigía a C a r m e l . E n el c a m i n o hizo D a v i d u n j u r a m e n t o (3,17; 14,44; 20,13), en virt u d del cual recae sobre la persona q u e lo profiere el mal q u e desea a otro e n caso de n o ponerlo en práctica. D e ahí q u e las palabras «a los enemigos de David», q u e trae el texto masorético, d e b e n considerarse como una glosa de u n escriba, deseoso de evitar q u e cayeran sobre D a v i d los efectos de una maldición q u e , al n o ponerla en práctica, debía recaer sobre él. Al final del v.22 se lee q u e n o dejará D a v i d con vida de la casa d e N a b a l «ni al q u e mea en la pared», frase usada r e p e t i d a m e n t e en la Biblia (1 R e 14,10; 16,11; 21,11), q u e n o d e b e entenderse d e u n a distinción e n t r e h o m b r e y mujer n i e n t r e el niño y el joven, q u e c u b r e sus pies al hacer esta necesid a d (24,4), sino del perro. C o n esta expresión quiere el autor expresar q u e D a v i d n o dejará con vida a n i n g u n a persona y animal q u e pertenezca a la casa d e N a b a l . E s d e notar, dice U b a c h , q u e la palabra hebraica mashtin, el que orina, se ha conservado en la palab r a castellana mastín, q u e designa una raza canina. Abigaíl, cuyo n o m b r e significa mi padre es alegre, p i d e disculpa p o r la conducta de su marido, i m p í o y malo (Is 32,5). Abigaíl habla en t é r m i n o s claros del reinado de D a v i d y de la p e r m a n e n c i a de sus descendientes en el t r o n o , tal como le p r o m e t i ó más t a r d e el profeta N a t á n (2 Sam 7,12).

295

1 Samuel 25

E n u n saquito c o m o en el de la mirra de la esposa de los Cantares ( C a n t 1,12) g u a r d a Dios a los q u e ama, conservando su vida; a los c o n d e n a d o s a m u e r t e los lanza lejos, como con una honda. L o s j u d í o s suelen grabar sobre sus t u m b a s las cinco letras iniciales t snbh, del versículo: «Que su alma se guarde en el cofre de la vida», q u e c o r r e s p o n d e n a la inscripción cristiana R. I. P. La imagen m e n c i o n a d a es análoga a la del «libro de la vida» (Sal 69,29; Is 4,3; D a n 12,1). L a expresión «saquito de vida» se encuentra en u n a inscripción j u d í a del siglo vi de Tortosa.

Abigaíl

regresa

a su casa

(25,32-38)

32 D a v i d dijo a Abigaíl: «¡Bendito Yahvé, Dios de Israel, que te ha m a n d a d o hoy a m i e n c u e n t r o ! 33 ¡Bendita tu sabiduría y bendita tú, que m e has impedido hoy d e r r a m a r sangre y v e n g a r m e p o r m i m a n o ! 34 D e otro m o d o , ¡vive Yahvé, Dios de Israel, q u e n o m e dejó hacer el m a l ! , si tú no te hubieras a p r e s u r a d o a venir a m i encuentro, que de aquí al alba no le hubiera q u e d a d o a Nabal h o m b r e vivo». 35 David recibió de la m a n o de Abigaíl lo q u e ella había traído, y le dijo: «Sube en paz a tu casa; te h e oído y h e acogido tu petición». 36 Volvióse Abigaíl a casa de Nabal. Hallábase éste sentado a u n gran banquete, c o m o de rey, y estaba e n t e r a m e n t e ebrio. Nada le dijo ella, ni poco ni m u c h o , hasta ser de día; 37 pero a la mañana, cuando ya había digerido el vino, le contó su mujer lo que había pasado, y el corazón se le quedó c o m o m u e r t o , c o m o una piedra. 38 U n o s diez días después, Yahvé hirió a Nabal y m u rió éste.

Q u e d ó D a v i d satisfecho de la acción d e Abigaíl y reconocido p o r las muestras de veneración y simpatía q u e le había manifestado. D a v i d t e n d r á en cuenta la petición q u e le ha hecho Abigaíl. Al regresar la mujer a su casa, contó a N a b a l lo sucedido, muriendo éste a los pocos días fulminado p o r u n ataque de apoplejía, cumpliéndose lo del v.29 de q u e Dios le arrojó a la región de los muertos como piedra lanzada por la honda.

Abigaíl,

mujer de David

(25,39-44)

39 C u a n d o supo D a v i d la m u e r t e de Nabal, se dijo: «|Hrndito Yahvé, que ha defendido m i causa contra el ultraje que m e hizo Nabal e impidió a su siervo hacer el mal I Yiilivi1 luí hecho que la m a l d a d de Nabal recayera sobre su ciihe/11». Después m a n d ó mensajeros a Abigaíl para proponerla que quería tom a r l a p o r mujer. 40 Llegados a casa de AIIÍKÍIÍI, rn el ('.iirmel, los mensajeros la hablaron de esta m a n e r a : «David nos envía a ti para decirte que quiere t o m a r t e por mujer». " l'Mu se levantó y, postrándose rostro a tierra, dijo: « Q u e lu sierva sea una esclava para lavar los pies a los servidores de mi señor». 42 Levantóse luego Abigaíl y, m o n t a n d o sobre su asno, acompañada de cinco de sus mozas, siguió a los mensajeros de David, y fue su mujer. 4 3 David t o m ó también por mujer a Aji-

296

noam, de Jezrael. Una y otra fueron mujeres de David. 44 Saúl había dado su hija MicoJ, mujer de David, a Paltí, de Galim, hijo de Lais. No debe interpretarse el texto en el sentido de que se alegró David de la muerte de su enemigo; únicamente quiere decir que acató la voluntad de Dios al quitar de en medio al enemigo de su causa. La mujer de David llamábase Ajinoam (14,50), natural de un pueblecito llamado Yezrael (Jos 15,55-56), de los alrededores del Carmel, en el desierto de Maón. Ahora entra también en casa de David Abigaíl; las dos esposas reaparecen en 27,3; 30,5. Ya hemos visto que, paulatinamente, de la monogamia se pasó en Israel a la poligamia 1. En una sociedad en que se admitía la poligamia, se consideraba como señal de poderío y de riquezas el tener un harén numeroso. Cuando David reinaba en Hebrón tenía ya seis mujeres (2 Sam 3,2-5), que aumentaron con el tiempo (2 Sam 5,13; 15,16; 16,21-22). Saúl retiróle su hija Micol (18,20-27), que entregó por mujer a un hombre llamado Paltí (en 2 Sam 3,15 es conocido por Paltiel), de Galim, al norte de Jerusalén, a un kilómetro al oeste de Anata (Is 10,30). Los dos nombres, Galim y Lais, reaparecen también juntos en el citado texto de Isaías. Con el matrimonio con Abigaíl ganaba David para su causa al clan de los calebitas, que habitaban en la rica y piadosa ciudad de Hebrón (Jos 15,13-19; Jue 1,12-15), y se apoderaba de una hacienda considerable. Este matrimonio le asegurará además un refugio incondicional todas cuantas veces tenga que huir de las iras de Saúl y le proporcionará un contingente de hombres que apoyará su encumbramiento en el trono de Israel.

Saúl a la caza de David

297

1 Samuel 26

1 Samuel 26

(26,1-6)

1 Vinieron los de Zif a Saúl, a Gueba, y le dijeron que David estaba en la colina de Jaquila, al mediodía del desierto; 2 y, levantándose, bajó al desierto de Zif, llevando consigo tres mil hombres, escogidos de Israel, al desierto de Zif, en busca de David. 3 Acampó Saúl sobre la colina de Jaquila, frente al desierto, junto al camino. David andaba por el desierto. Sabiendo David que había venido Saúl al desierto en busca suya, 4 mandó espías5 que le informaran que Saúl venía por el camino de Queila. Levantóse y fue al campo donde acampaba Saúl y exploró el lugar donde dormía con Abner, hijo de Ner, jefe de su ejército. Dormía Saúl en la barricada, en derredor de la cual acampaba la gente. 6 Dirigiéndose, pues, a Ajimelec, jeteo, y a Abisaí, hijo de Sarvia, hermano de Joab, les dijo: «¿Quién baja conmigo al campo de Saúl?» Abisaí contestó: «Yo bajaré contigo». Al leer el texto, asoma a la mente la duda de si nos hallamos frente a una repetición, con algunos pormenores nuevos, de los sucesos narrados en el c.24, ° de dos versiones diferentes de un 1 A. GELIN, Le passage de la polygamie á la monogamie: «Mélanges Podechard» (Lyón 194*;) 135-146. Véase, sin embargo, W. PLAUTZ, Monogamie und Polygynie im Alten Testameni: ZAW 75 (1963) 3-26.

mismo hecho. Cree De Vaux que se trata de dos numeras de poner de relieve la generosidad de David, no excluyendo una influencia recíproca de los dos relatos en su redacción final. Anomalías que se observan en el texto sugieren que aun esta segunda tradición no es homogénea; a veces se decía que fue David sólo por la lanza de Saúl (v.22); otras, que fueron David y Abisaí (v.6-7.11) los que se apoderaron de la lanza y de la cantimplora de Saúl (v.n-12.16). Algunos autores (UBACH, MEDIEBELLE, LEIMBACH) ven en el texto

el relato de hechos distintos de los que aparecen en el c.24. E n e^ec' to, hay diferencias de lugar (Zif), de tiempo (medianoche, cuando todo el mundo duerme), de personas (Abisaí, Abner) y de discursos. De nuevo son los de Zif (23,19) los que denuncian la presencia de David en su tierra. Como en 24,3, acude allí Saúl con tres mil hombres, acampando en la colina de Jaquila (23,19). David, de noche acaso, como dice el texto griego, marchó en secreto a inspeccionar el campo donde dormían Saúl y Abner (14,51; 17.55). De regreso a su campamento invitó a Ajimelec, jeteo, con nombre hebreo (21,2; 22,9), y a Abisaí a ir con él al campamento enemigo. Abisaí era hijo de Seruya, hermana de David, la cual, según 1 Crón 2, 16, tuvo tres hijos: Joab, Abisaí y Azael (2 Sam 2,18). De Ajimelec no se tienen otras noticias. David

en el campamento

de Saúl

(26,7-12)

7

Llegaron David y Abisaí y encontraron a Saúl durmiendo en el medio del campamento, con la lanza clavada en tierra, junto a la cabecera. Abner y la gente dormía en torno de él. 8 Abisaí dijo a David: «Dios ha entregado hoy en tus manos a tu enemigo. Déjame que ahora mismo le atraviese con mi lanza y de un golpe le clave en la tierra; no tendré que repetir». 9 Pero David le dijo: «No le mates. Quien pusiere su mano sobre el ungido de Yahvé, ¿quedaría impune?» 10 Y añadió: «Tan cierto como vive Yahvé que, si no le hiere él y le llega su día y muere, o muere en la guerra, n Yahvé me libre de poner la mano sobre su ungido. Coge la lanza y el jarro que está junto a la cabecera, y vamonos». 12 Llevóse David la lanza y el jarro que estaban junto a la cabecera de Saúl, y se fueron. Nadie los vio, ni se dio nadie cuenta de nada; nadie se despertó, todos dormían, pues había hecho caer Yahvé sobre ellos un profundo sopor. Como en 24,5.11, impide David que Abisaí levante su mano contra el ungido de Yahvé. Con un juramento (14,39; 19,6; 20,1) asegura David que Dios herirá a Saúl (25,38), haciendo que perezca de muerte natural o en combate. Afirma el autor sagrado que este hecho pudo llevarse a cabo gracias a que Yahvé hizo «caer sobre ellos un profundo sopor» (tardemath Yahweh) (Gen 2,21; 15,12).

298

David

habla a Saúl y a Abner

299

1 Samuel 27

1 Samuel 26

(26,13-25)

13

D a v i d pasó al otro lado y se puso lejos, sobre la c u m b r e de una colina, separándolos largo trecho, 14 y gritó a la gente y a A b n e r , hijo de N e r : « ¡ A b n e r ! ¿No contestas?» A b n e r respondió: « ¿ Q u i é n eres tú que así m e llamas?» 15 D a v i d dijo a A b n e r : «¿No eres tú u n valiente? ¿Quién c o m o tú en Israel? ¿ C ó m o n o guardas a tu rey y señor? 16 Alguien ha venido a m a t a r al rey, tu señor. Eso no está bien. C o m o vive Yahvé, q u e m e r e c e s la m u e r t e p o r n o g u a r d a r a tu señor, el ungido de Yahvé. Busca la lanza y el j a r r o q u e tenía el rey junto a su cabecera». í 7 Saúl conoció la voz de D a v i d y dijo: «¿Eres tú, hijo mío, David?» D a v i d contestó: «Yo soy, ¡oh rey, m i señor!», 18 y añadió: «¿Por qué persigue el rey a su siervo? ¿ Q u é h e hecho yo? ¿ Q u é c r i m e n h e cometido? 19 Si es Yahvé quien te excita contra mí, que El reciba el olor de una ofrenda; pero, si son los h o m b r e s , malditos sean de Yahvé, pues m e echan ahora de m i puesto en la h e r e d a d de Yahvé, diciendo: «Vete a servir a dioses ajenos». 20 Q u e n o caiga m i sangre sobre la tierra lejos de la faz de Yahvé, ya que el rey se ha puesto a perseguirm e c o m o se persigue p o r los m o n t e s a u n a perdiz». 2 l Saúl dijo: « H e pecado. Vuelve, David, hijo m í o , q u e yo n o te h a r é ya mal, puesto que m i vida ha sido hoy preciosa a tus ojos. H e o b r a d o c o m o u n insensato y h e faltado m u c h o » . 2 2 D a v i d resp o n d i ó : «Aquí tienes tu lanza, rey. Q u e venga u n m o z o a buscarla. 2 3 Yahvé dará a cada u n o según su justicia y su fidelidad. H o y te ha puesto en mis m a n o s , y yo n o h e querido alzar m i m a n o contra el ungido de Yahvé. 24 C o m o ha sido hoy preciosa tu vida a mis ojos, así lo sea la mía a los ojos de Yahvé y m e lib r e él de toda angustia». 2 5 Saúl dijo a D a v i d : «¡Bendito seas hijo m í o , D a v i d ! Afortunado serás en todas tus empresas». D a v i d prosiguió su camino y Saúl se volvió a su casa. D a v i d reprocha a A b n e r de n o custodiar c o n v e n i e n t e m e n t e al monarca. Para D a v i d son los «hijos de hombre» ( G e n 11,5; D e u t 32,8) los q u e p r e t e n d e n arrojarle de la h e r e d a d de Y a h v é ( D e u t 4,20; 9,26) y hacer q u e se ponga al a m p a r o y protección de los dioses de la nación a q u e vaya. E n u n a palabra, p r e t e n d e n q u e D a v i d abjure d e su religión, q u e a b a n d o n e a Yahvé y rinda culto a los dioses extranjeros. E r a m u y difundida la creencia de q u e los dioses tenían una zona de influencia limitada p o r las fronteras de la nación Q u e 11,24; 1 R e 20,23). A la tierra extranjera era e q u i p a r a d o el desierto, considerado como tierra maldita, lugar d o n d e n o llega la acción bienhechora de Dios; país d o n d e m a n d a n los sátiros, Lilit y Azazel (Is 13,21; 34,13-15). Saúl se arrepiente de su p r o c e d e r y acaba p o r anunciar a D a v i d q u e será afortunado en todas sus e m p r e s a s . C a d a u n o de los contrat i e m p o s q u e sufre David sirven para q u e sus enemigos, o las personas allegadas a ellos, proclamen q u e Y a h v é le «creará u n a casa estable» (25.28), «que la realeza d e Israel se afirmará» en sus m a n o s (24,21) y q u e «afortunado serás e n todas t u s empresas» (26,25).

David entre los filisteos

(27,1-12)

1 David se dijo: « U n día u otro voy a perecer a 111:1110» de Saúl; lo mejor será que luego m e refugie en la tierra dr los filisteos, para que desista Saúl de b u s c a r m e en la de Israel; ;isí escaparé de sus manos». 2 Levantóse, pues, y pasó con los seiscientos h o m b r e s que le seguían a la tierra de Aquis, hijo de M a o c , rey de Gat. 3 Q u e d ó s e con sus gentes cerca de Aquis, en Gat, cada uno con su familia. D a v i d con sus dos mujeres, Ajirvoam de Jezrael y Abigaü de C a r m e l , mujer de Nabal. 4 Sabiendo Saúl que David había huido a Gat, n o volvió a perseguirle. 5 David dijo a Aquis: «Si he hallado gracia a tus ojos, que m e designen en una de las ciudades del campo un lugar d o n d e habitar. ¿Para q u é ha de habitar tu siervo en la ciudad real?» 6 Entonces le designó Aquis Siceleg, y por eso Siceleg pertenece hasta hoy a los reyes de Judá. 7 El tiempo que pasó D a v i d entre los filisteos fue de u n año y cuatro meses. 8 David y sus gentes subían y hacían excursiones contra los guesurianos, contra los gizritas y contra los amalecitas, pues todos éstos habitaban la región, desde T e l a m , según se va al sur, hasta el Egipto. 9 David asolaba estas tierras, sin dejar vivos hombre ni mujer, apoderándose de ovejas, bueyes, asnos, camellos y vestidos, y se volvía a Aquis. 10 Este le preguntaba: «¿A quién habéis atacado hoy?» D a v i d contestaba: «Al mediodía de Judá, al mediodía de Jerameel, al mediodía de los quíneos». ]1 David no dejaba con vida h o m b r e ni mujer, (rayéndolos a Gat por t e m o r de que informasen contra ellos, diciendo: «Esto es lo que ha hecho David». Así procedió todo el tiempo que estuvo en la tierra de los filisteos. 12 Aquis se fiaba de David y se decía: «Se está haciendo odioso a su pueblo, y será para siempre mi servidor». B a r r u n t a b a David que n o eran sinceras las muestras de arrepent i m i e n t o de Saúl, por lo cual, t e m i e n d o caer algún día en sus manos, traicionado por los de Zif o los de Queila, y no teniendo en el desierto d e Zif y d e M a ó n provisiones suficientes para sus hombres, decidió m a r c h a r a tierra de filisteos y ponerse al servicio del rey de Aquis, con el q u e estuvo antes (21,11-16). E n esta ocasión desciende con seiscientos h o m b r e s , doscientos m á s q u e la primera vez, «aula uno con su familia» (v.3). El texto llama a A q u i s hijo de Maoc (Maaca según 1 R e 2,39), detalle q u e n o figura en el c.21, que el autor de este relato parece ignorar. Al cuidado de D a v i d entregó Aquis la ciudad y territorio de Siceleg, e n t r e G a z a y Herscbá, perteneciente a la t r i b u de Judá y de Simeón (Jos 15,31; 10,5). Con esta política creía el rey A q u i s tener asegurada la frontera HUUI*KIU de su reino. D a v i d y los suyos operaban p o r aquellos contornos, con golpes de m a n o contra los amalecitas (15,2), los KiicmirianoN (Jos 13,2) y los gizritas, t r i b u desconocida. T o d o s habitaban al este del negueh d e Judá, en el área filistea (30,14). C o m o JH'té (Jue 1 1,3), David y su gente vivían de lo que les producían las algaras en países enemigos. Creía A q u i s q u e D a v i d atacaba la tierra de Israel; en realidad, hacía sus incursiones contra las t r i b u s que habitaban en el desierto e n t r e Palestina y Egipto. E n el texto se distinguen tres regiones

1 Samuel 28

300

1 Samuel 28

en el sur de Palestina: i) el negueb de Judá (2 Sam 24,7); 2) el negueb de Jerameel, al sudeste de Bersabé, y 3) el negueb de los quíneos, que vivían mezclados con los amalecitas, siendo, sin embargo, aliados de los israelitas (15,4-6). Equívoca era la situación de David, y gracias a su habilidad pudo mantenerla por largo tiempo. El autor sagrado refiere lo que la historia narraba acerca de la actividad de David en tierra de filisteos, sin emitir juicio alguno sobre la moralidad de sus actos.

Los filisteos,

en guerra contra Israel

bres que conocen la ciencia oculta. La Ley prohibía el ijercicio de la hechicería (Lev 19,31; 20,6; Deut 18,11), y Saúl lo hubl;t combatido, quizá por anunciarle cosas desagradables, no atreviéndose ni\die a ejercerla en público. Por todo el contexto se ve que cada din se encontraba Saúl más solo. En cambio, al servicio de David CHIÚ Abiatar, sumo sacerdote, con el efod (23,9-10), y el profeta Ciad (22,5), que le avisaban en los peligros. Aún más, Dios se ha alejado de Saúl y se ha puesto de parte de David; el resultado final se vislumbra cada vez más diáfano.

(28,1-2)

1

Por aquel tiempo reunieron los filisteos sus tropas en un solo ejército para ir contra Israel. Aquis dijo entonces a David: «Sabrás que has de venir conmigo a la campaña, tú y tus hombres». 2 David le contestó: «Ya verás lo que hace tu siervo». Aquis añadió: «Yo te confiaré la guardia de mi persona para siempre». Los seranim de la Pentápolis filistea gozaban de cierta autonomía en sus respectivos territorios, pero se unían en las empresas de carácter nacional. Los filisteos reunieron sus tropas de choque (17,1; Jue 4,15) para guerrear contra Israel. Aquis creyó poder contribuir a la causa aportando los servicios de un valiente. Pero esta circunstancia puso a David en situación comprometida. De su conducta equívoca dudaron algunos príncipes de los filisteos, como se verá más adelante (29,3).

Noticia

sobre Samuel

30i

(28,3)

3 Había muerto Samuel. Todo Israel le había llorado, y había sido sepultado en Rama, su ciudad. Saúl había hecho desaparecer de aquella tierra a todos los evocadores de los muertos y adivinos. Como preámbulo de lo que referirá el autor a continuación, recuerda dos hechos: la muerte de Samuel y la orden de Saúl contra los evocadores de los muertos y adivinos. En 25,1 se dijo que Samuel murió y que fue enterrado en el sepulcro de familia de Rama. En calidad de profeta recibía sus confidencias de Dios y las comunicaba a los hombres. Helí y Saúl conocían bien estas funciones de Samuel. Habiendo desaparecido él y no disponiendo del efod ni del sumo sacerdote Abiatar, se encontraba Saúl en situación angustiosa, por no saber cuál era la voluntad de Dios y cuál el éxito de sus empresas. Desaparecido el carisma profético en torno a Saúl, por todas partes, y por contaminación con los cananeos y otros pueblos paganos, pulularon los magos et arlólos (2 Re 21,6; Is 8,19), que el texto hebraico llama aboth y yidhonim, nigromantes y adivinos respectivamente. La primera palabra significa literalmente los espíritus de los muertos, o las personas que evocan estos espíritus, que en lenguaje moderno llamaríamos médium. La segunda deriva de la raíz yadah, saber, y de ahí su significado de adivinos, aplicado a los hom-

Los filisteos

en Esdrelón

(28,4-7)

4

Los filisteos, reuniéndose, vinieron a acampar en Sunam y Saúl, reuniendo a todo Israel, acampó en Gelboé. 5 A la vista del campamento de los filisteos, Saúl tembló y se le agitó el corazón. 6 Consultó a Yahvé, pero Yahvé 7no le respondía ni por sueños, ni por los «urim» ni por profetas, y dijo a sus servidores: «Buscadme una pitonisa para que vaya a consultarla». Sus servidores le dijeron: «En Endor hay una pitonisa». Un ataque en forma contra Israel partió de la tierra de los filisteos, que se concentraron en Afee, en la planicie de Sarón, para dirigirse a la de Esdrelón. Cree Desnoyers que, en su marcha hacia el norte, el ejército filisteo vio engrosar sus efectivos con gentes de los zakalas, de Dor, cananeos de las ciudades autónomas y por grupos de egeos, establecidos principalmente en la región de Betsán (Histoire II 127). Los filisteos acamparon en Sunam, ciudad de la tribu de Isacar (Jos 19,18) 1. Saúl reunió su ejército y acampó cerca de Jezrael, la actual Zerin, a unos seis kilómetros de Sulam, en un lugar de la pendiente norte de los montes de Gelboé, retrasando más tarde el campamento hacia las cimas del monte, el actual Gebel Fuquah. Desde aquel observatorio pudo divisar Saúl todo el movimiento del ejército filisteo y examinar sus efectivos; a su vista, y ante la comparación con las fuerzas de que disponía él, «se le agitó el corazón». Los israelitas eran fuertes en la montaña, pero extremadamente débiles en el llano. Ante el peligro, Saúl encontrábase solo. El cielo enmudeció a sus preguntas; Yahvé no le respondió ni por sueños, medio muy común de comunicarse Dios con los hombres (Gen 28,12; 37,5; Núm 12,6; Jer 23,28), ni por los profetas (9,9), ni por los urim, o suertes sagradas (14,41). Por el texto parece que Saúl habla sustituido los urim y tummim que se había llevado Abiatar por otros nuevos (23,6). Viendo que Dios no le hablaba por ningún medio lícito, recurrió al de la evocación de los muertos. 1 El poblado de Sunam (el actual Sulam) hállase en I.i prndiniur audueHlc de la colina dé Moren, en la división de las aguas entre el torrente Omón v »'l valle de Je/rliel. Era Sunam un nudo importante de comunicaciones. Se cita en la lixlti de I>IM ciudades conquistadas por Tutmosis III. En los tiempos de Tell el-Amarna fue H¡ti|ii Y en saliendo de estar con David, mandó Joab algunos tras Abner, que le trajeron

320

2 Samuel 4

2 Samuel 3 27

desde la cisterna de Sira sin que David supiera nada. Cuando Abner estuvo de vuelta en Hebrón, Joab, llevándole aparte dentro de la puerta, como para hablarle en secreto, le hirió en el vientre y le mató, en venganza de la sangre de Azael, su hermano. 28 Al saberlo David, dijo: «Inocente soy yo para siempre, yo y mi reino, delante de Yahvé, de la sangre de Abner, hijo de Ner. 29 Caiga su sangre sobre la cabeza de Joab y sobre toda la casa de su padre. Haya siempre en la casa de Joab quien padezca el flujo, leproso, quien ande con báculo, quien muera a cuchillo, quien carezca de pan». 30 Joab y Abisaí, su hermano, matarona Abner porque éste había muerto a Azael, hermano de los dos, en la batalla de Gabaón. La conducta de Joab puso en peligro la unificación del reino. Conocía David la ojeriza de Joab contra Abner. Con su muerte vengó Joab la sangre de Azael y quitó de en medio a un posible competidor. Podían unos y otros sospechar que fue David el instigador del crimen, y perder de esta manera ante el público el concepto de rey magnánimo que se había granjeado con su conducta para con Saúl. En adelante tiende David a poner de manifiesto su inocencia, haciendo recaer sobre Joab toda la responsabilidad. Para él y su descendencia desea la blenorragia (Lev 15,2-14), la lepra (Lev 14,2), hombres afeminados (texto hebraico: «hombres que manejen la rueca»), el hambre y la muerte violenta. Por lo que respecta a Joab, la maldición se cumplió, tal como refiere 1 Re 2,3iss. El v.30 es considerado como una glosa que separa el v.29 del 31, que le sigue lógicamente. Elegía

sobre

Abner

se cubriera de saco (Jer 6,26; 48,37-38) y tomara partí* t?\\ «I 1 •nrlfjo fúnebre detrás del féretro de Abner. De esta manera i-xpiítlm externamente el crimen cometido en fuerza de las leyes ilcl norl ', Sobre Abner compuso David una corta elegía. Se lami-nlu A rey de que Abner haya muerto como un hombre vulgar, como un cobarde, por traición y no como guerrero que cae después di: haber combatido gloriosamente. Al escuchar el pueblo este canto fúnebre (1,17-27) en honor de Abner, derramó lágrimas. David, a las muestras generales de dolor, añadió el ayuno de un día (1,12; 1 Sam 31,13). Lo lógico en estas circunstancias hubiera sido condenar a la misma suerte al que se había atrevido a alzar la mano contra Abner; pero reconoce David (v.39) que necesita de los servicios de Joab en los momentos en que su reino está consolidándose. Si Abner era la eminencia gris de Israel, Joab lo era de Judá. Muerte

(4,1-12)

1 Cuando supo Isbaal que Abner había muerto en Hebrón, se le cayeron los brazos, y todo Israel quedó consternado. Estaban con el hijo de Saúl dos jefes de bandidos, uno de nombre Baña y otro de nombre Recab, hijos de Rimón de Berot, de los hijos de Benjamín, pues Berot se cuenta también como parte de Benjamín. 3 Estos berotitas habían huido de Guitaim y habían habitado alli hasta entonces. * U n hijo de Jonatán, hijo de Saúl, tenía cinco años; y al llegar de Jezrael la noticia de la muerte de Saúl y Jonatán, le cogió la nodriza para huir con él, y en la precipitación de la fuga le dejó caer y quedó cojo; se llamaba Mefibaal. 5 Los hijos de Rimón de Berot, Recab y Baña, vinieron durante las horas del calor 6 y entraron en la casa de Isbaal, que estaba durmiendo la siesta; la portera, limpiando trigo, se había dormido; y Recab y Baña 7 llegaron sin ser vistos hasta la alcoba donde Isbaal dormía, e hiriéndole, le mataron, y cortándole la cabeza, se 8la llevaron y huyeron por el camino del Araba toda la noche. Trajeron a David, a Hebrón, la cabeza de Isbaal, y dijeron al rey: «Ahí tienes la cabeza de Isbaal, hijo de Saúl, tu enemigo que te perseguía; Yahvé ha vengado hoy a mi señor, el rey de Saúl, y de su descendencia». 9 Pero David, respondiendo a Recab y Baña, su hermano, hijos de Rimón de Berot, les dijo: «Vive Yahvé, que me salvó de toda angustia, l0 que si al que me anunció, diciendo: Ha muerto Saúl, creyendo anunciarme cosa grata para mí, le cogí y le maté en Siceleg, cuando parecía que era digno de albricias por la noticia, n ¿cuánto más ahora, que unos malvados han quitado la vida a un hombre inocente, en su casa, en su lecho, no habré de demandar su sangre de vuestras manos, exterminándoos de sobre la tierra?» ' 2 Dio, piicn, orden David a sus gentes de matarlos, y, cortándoles mano* y pies, los colgaron junto a la piscina de Hebrón. I .a cabeza de Isbaal la cogieron y la sepultaron en el sepulcro de Abner, en Hebrón.

(3,31-39)

Prescribió David un duelo nacional por el asesinato de Abner. A Joab le castigó obligándole a que rasgara también sus vestiduras,

de Isbaal

2

31

David dijo a Joab y a todo el pueblo que con él estaba: «Rasgad vuestras vestiduras, ceñios de saco y haced duelo por Abner». Y el rey David iba detrás del féretro. 32 Sepultaron a Abner en Hebrón. Y lloró el rey en alta voz sobre la tumba de Abner, y todo el pueblo lloró con él. 33 El rey cantó una elegía por Abner y dijo: «¿Ha muerto Abner la muerte del insensato? 34 No estaban atadas tus manos ni encadenados tus pies. Caíste como caen los malvados». Todo el pueblo siguió llorando a Abner, 35 y se acercaron a David para hacerle tomar algún alimento antes de que acabase el día; pero David juró: «Hágame esto Yahvé, y esto me añada, si como nada antes de la puesta del sol». 3637Todo el pueblo lo supo, viendo con agrado lo que hacía el rey; y comprendió aquel día que no había sido obra del rey la muerte de Abner, hijo de Ner. 38 El rey dijo a sus servidores: «¿No veis que ha caído hoy en Israel un gran capitán y un gran hombre? 39 Por lo que a mí hace, yo soy todavía débil, aunque ungido, y esos hombres, los hijos de Sarvia, son más duros que yo. Que Yahvé pague al que ha hecho el mal, según su malicia».

!•'•"

Con la muerte de Abner caía el más valioso puntal del reino de Israel, quedando consternados todos los que apoyaban a Isbaal. 1

Les Institutions

Rihlia

fomentada

I 27. 2

11

322

2 Samuel 5

2 Samuel 5

Era un momento delicado para el porvenir del reino, ¿Quién tomaría las riendas de la nación? Dos jefes de bandoleros originarios de Berot determinaron acabar con aquella situación, a sus ojos insostenible. Berot, que corresponde al actual el-Bire, a dieciséis kilómetros al norte de Jerusalén, pertenecía a la tetrápolis gabaonita y, por consiguiente, gozó en un tiempo de cierta autonomía (Jos 9,17). Más tarde, por presión de los benjaminitas, viéronse sus habitantes constreñidos a emigrar a Guitaím (hoy Tell Abu Hamid), lugar situado en los alrededores de Ramle (Neh 11,33), pasando luego Berot a depender de Benjamín (Jos 18,21). Este asesinato ¿se debe fundamentalmente a un acto de venganza de los beroditas contra los de Benjamín o acaso fue su único móvil la codicia y el interés? Ambos motivos pudieron existir juntos. Muerto el hijo de Saúl, no quedaba nadie que pudiera sucederle en el trono, ya que el hijo de Jonatán, Mefibaal (Meribaal según 1 Crón 8,34; 9,40), estaba cojo. Los escribas cambiaron su nombre por el de Mefiboset. Recab y Baña aprovecharon la hora de la siesta para burlar la vigilancia de los centinelas y penetrar hasta la alcoba del rey, al que hirieron, cortándole la cabeza. Dice el texto masorético (v.6): «Entraron allí, hasta llegar al centro de la casa, comiendo espigas, y le hirieron en el vientre»; los LXX: «He aquí que la portera de la casa, que limpiaba el grano, estaba amodorrada y dormía». Como se ve, el texto original ha sufrido variaciones. Mucho había sentido David la muerte de Saúl y de Jonatán; pero, al fin y al cabo, habían muerto como héroes en el frente de combate; pero sintió más todavía la de Isbaal, que murió por traición, con allanamiento de morada, durante el sueño, considerado como cosa sagrada. A estos asesinos correspondía un castigo mayor del que se infirió al amalecita que anunció la muerte de Saúl. Dio orden David de cortarles manos y pies, es decir, las manos que habían cortado la cabeza de Isbaal y los pies que les facilitaron la fuga (CALMET), y exponerlos al aire libre (Deut 21,22-23).

SEGUNDA, PARTE

DAVID,

REY DE JUDA David,

rey

Y DE ISRAEL

de Israel

(0.5-20)

(5,1-5)

1 Vinieron a David, a Hebrón, todas las tribus de Israel, y hablaron, diciendo: «Hueso tuyo y carne tuya somos; 2 ya antes, cuando reinaba Saúl sobre nosotros, tú sacabas a Israel y entrabas con él. Además, Yahvé te ha dicho: Apacienta mi pueblo y sé el jefe de Israel». 3 Vinieron, pues, todos los ancianos de Israel a David, a Hebrón; y David hizo con ellos alianza en Hebrón ante Yahvé, y ungieron a David rey sobre todo Israel. 4 Treinta años tenía David cuando comenzó a reinar, y reinó

823

cuarenta años. 5 Reinó en Hebrón, sobre Judá, siete años y seis meses, y treinta y tres años en Jerusalén, sobre todo Israel y Judá. Todos los acontecimientos históricos convergían en allanar los caminos de acceso de David al trono de Israel. Abner había creado una atmósfera favorable, cuya labor facilitó la escasa personalidad de Isbaal. Desaparecido éste, nadie soñó en entronizar al hijo de Jonatán, inválido a consecuencia de una caída (4,4), ni existía un jefe capaz de reunir a todo Israel bajo su mando. Por lo mismo, una delegación, formada por elementos de todas las tribus di' Israel (1 Crón 12,24-40), fue enviada a David para concertar con él un pacto, cuyo éxito fue sellado con el trascendental acto de ungir a David por rey sobre todo Israel. Dos unciones habían precedido: una oficial, religiosa, efectuada por Samuel obedeciendo a una orden de Dios (1 Sam 16,13); o t r a popular, por parte de los hombres de Judá (2,4). Los embajadores de Israel entran en tratos con David, diciéndole que no es un extraño, sino un israelita como ellos: «Hueso tuyo y carne tuya somos» (Gen 2,23; 29,14; Jue 19,2; 2 Sam 19,13-14), unidos a él por vínculos de consaguinidad nacional o de raza y por el afecto que le profesan. No les es extraña su personalidad, que conocen desde hace mucho tiempo: «ayer como antes de ayer» (3,17; 1 Sam 10,11; 14,21, etc.), desde los días de Saúl, en que él prácticamente llevaba los asuntos del reino y, sobre todo, los negocios relacionados con las armas. Aquella unción íntima, en secreto, en casa de Isaí (1 Sam 16,13) conocióse poco a poco en Israel. Saúl tenía noticia de ella (1 Sam 24,21); Abigaíl no duda del hecho (1 Sam 25,30), como tampoco Abner (3,9). Los embajadores de Israel aludían a esta unción histórica y a las palabras del Deut 17,15. Por el pacto convinieron en que Israel reconocería a David por rey, como lo habían hecho antes los de Judá, convirtiéndose, por lo mismo, en rey de Israel y de Judá. Creóse una monarquía dualista, un reino unido, con sus inevitables dimes y diretes, hasta que vino la escisión definitiva después de la muerte de Salomón (1 Re c.12). Por anticipación afirma el texto que el reinado de David, en números redondos, fue de siete años en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén (1 Re 2,11). Hacia el año mil antes de Cristo, dos coronas ceñían la cabeza de David: la de Judá y la de Israel. ¿Entraba en el pacto la creación de una capital de los dos reinos más céntrica que la lejana Hebrón? Toma 6

de Jerusalén

(5,6-16)

El rey se dirigió con su gente a Jcrusulén, contra los jebuseos, que habitaban la tierra, que dijeron a David: «No entrarás tú aquí; ciegos y cojos bastarán para impedírtelo». Con lo que querían decir: «Jamás entrará David nqui». 7 Pero David se apoderó de la fortaleza de Sión, que es la ciudad de David. 8 Pues había dicho: «¿Quién, batiendo al jebuseo, llegará a alcanzar por el túnel a los ciegos y cojos, aborrecidos del alma de David?» Por eso quedó en proverbio: «No entrarán en la casa los ciegos y los cojos». '' David estableció su residencia en

324

2 Samuel 5 la fortaleza, y la llamó la ciudad 10 de David y edificó en derredor, desde el terraplén para adentro. David iba creciendou en poder cada vez más, y Yahvé, Dios Sebaot, estaba con él. Hiram, rey de Tiro, envió a David una embajada y maderas de cedro, carpinteros y canteros, que edificaron la casa de David. 12 Conoció David que Yahvé le había confirmado rey de13Israel y que realzaba su reino por amor de Israel, su pueblo. Tomo David más concubinas y mujeres en Jerusalén después de venir de Hebrón, y le nacieron hijos e hijas, n He aquí los nombres de los que le nacieron en Jerusalén: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, 15 Jibjar, Eliua, Nefeg, Jafia, 16 Elisama, Elijada y Elifelet.

Cronológicamente, la toma de Jerusalén (v.6-16) debe colocarse después de la victoria sobre los filisteos (v. 17-25). Los embajadores de Israel habían regresado a su punto de partida con la conciencia de haber logrado lo que estaba en el ánimo de todos: la unión nacional. Pero la compenetración entre un reino y otro y el intercambio y trasiego de personal se efectuaba lentamente. Por lo mismo, en contra de lo que escribe 1 Crón 11,4, no concurrió a este ataque todo Israel, sino la gente de David, o sea, el reducido ejército de los seiscientos hombres que no le abandonaban (1 Sam 30,3ss). Así, pues, con su gente subió David a Jerusalén «contra los jebuseos, que habitaban la tierra» (Jos 15,63; Jue 19,10; 1 Crón 11,4). Antiquísima es la ciudad de Jerusalén. Restos arqueológicos atestiguan su existencia en el período calcolítico en el sector llamado Ofel, o sea, el espolón que se encuentra al sur de la explanada del templo, entre los valles del Tiropeón y del Cedrón, al oeste y este, respectivamente, y limitando al sur con la conjunción de los valles Cedrón e Hinnón. En una carta de Tell el-Amarna (c. 1400 antes de Cristo) la ciudad es llamada Urusalim, palabra que ha sido interpretada diversamente, pero que parece significar «fundación de Salem», nombre este último de una divinidad conocida en la primera mitad del segundo milenio. Desde su más remota antigüedad hasta la conquista de Canaán, la ciudad no tuvo otro nombre que el de Urusalim. Fueron sus primeros pobladores miembros del clan amorreo de los jebusitas, que rendían culto al dios Salem, al que su sacerdote Melquisedec aplicó los calificativos de «altísimo», «dueño de cielos y tierra», que el patriarca Abraham pudo con toda verdad aplicar e identificar con su propio Dios 1. Junto a sus muros pasaron los patriarcas con sus rebaños, pero la población mantúvose siempre fiel a sus dioses. Al conquistarla David, hubo una corriente encaminada a sustituir el nombre pagano de la ciudad por la designación de «Ciudad de David». Sin embargo, el antiguo nombre subsistió, olvidándose su significado pagano. Al penetrar los israelitas en la tierra prometida, dirigieron sus ataques contra Hai, desviándose hacia el norte y evitando el ataque a la fortaleza de los jebuseos. A pesar de la muerte de su jefe Adonisedec en manos de Josué (Jos 15,8.63; Jue 19,12), la ciudad continuó bajo el dominio de los jebuseos hasta los tiempos de David. 1

V I N C E N T , Jérmalem:

DBS

898.

2 Samuel

5

325

En los primeros momentos del reinado de David sobre Israel y Judá era del todo necesario quitar de en medio esto baluarte amorreo y convertir la ciudad en capital del nuevo reino, tanto por su posición geográfica como por sus condiciones estratégicas. Valía la pena que David iniciara la nueva etapa de su reinado con tamaña empresa. Un día vieron los jebuseos que un reducido ejército hebreo se estacionaba junto a los muros de la ciudad con propósitos hostiles. Sus habitantes cerraron herméticamente las puertas y desde lo alto de las murallas proferían sus jefes palabras irónicas, diciendo: «No entrarás tú aquí; ciegos y cojos bastarán para impedírtelo». Tan seguros se creían detrás de sus muros, que no cesaban de repetir: «Jamás entrará David aquí». La fortaleza era casi invencible. Y, sin embargo, David habíase presentado delante de ella con ánimo de capturarla; un fracaso le hubiera restado simpatía por parte sobre todo de Israel. Pero David la tomó. Se llamaba Sión la parte más fortificada de la ciudad, que contenía la acrópolis con su templo y palacio real. La ciudad era relativamente pequeña, no excediendo su área amurallada de algo más de cuatro hectáreas. En 1 Crón 11,6 se dice: «David había dicho: El que primero hiera al jebuseo será jefe y príncipe». El primero en subir fue Joab, hijo de Sarvia, y fue hecho jefe. El texto hebraico del v.8 se ha conservado en mal estado. Su traducción más literal parece ser: «Pues había dicho David aquel día: Quien quiera vencer al jebuseo, que alcance, a través del canal, a los cojos y ciegos, los que odian la persona de David». La traducción de la última parte del versículo mencionado es dudosa; quizá la mejor sea: «A los cojos y ciegos David odia con toda su alma. Por esto se dice: Ciegos y cojos no entrarán en el templo» ( D E VAUX). La arqueología ha venido en ayuda de la crítica textual para la recta interpretación del v.8 de nuestro texto. La palabra sinnor (túnel) del verso ha recibido múltiples interpretaciones. Sukenik, apoyándose en los LXX y en la palabra árabe sinnarat, cree que significaba originariamente tridente, aludiendo al arma con que debían atacar. Otros, siguiendo a Wellhausen, refieren el término sinnor a un miembro del cuerpo humano que tenga las funciones de canal, tales como cuello, etc. (JOUON, FERNÁNDEZ). La tercera opinión, la más corriente hoy día, ve en sinnor una parte de la población que debe ser objeto preferente de ataque. Sinnor tiene relación con conducciones de agua, canales (Sal 42,8); en el neohebreo conserva el mismo sentido. Aquila traduce por krounismo el manantial. En efecto, en el fondo de la fuente Ain-Sitti-Mariam existe una abertura que sube hacia arriba a manera de chimenea excavada en el corazón mismo de la colina. Se hace remontar su construcción, con buenos fundamentos arqueológicos, al tiempo de los jebuseos. Su objeto era evidentemente el de poder sacar agua de la fuente sin necesidad de salir de la ciudad. Esta abertura fue descubierta por Ch. Warren en 1867 2. No siendo posible abrir brecha en los muros de la ciudad, David, 2

FEIÍNÁNDEZ, Problemas 189-196.

326

2 Samuel 5

q u e tenía sin d u d a noticia de este túnel por haberlo descubierto en las exploraciones previas del t e r r e n o o p o r habérselo comunicado algún jebuseo, animó a los suyos a q u e , derribada la p a r e d q u e interceptaba el paso de la fuente al túnel, t r e p a r a n por el m i s m o d u r a n t e la noche, en una hora en q u e nadie iba por agua, y p e n e t r a r a n en la ciudad. J o a b fue el p r i m e r o q u e se aventuró a esta e m p r e sa. ¿ H u b o lucha en el recinto d e la villa? ¿Se entregaron los j e b u seos al ver su fortaleza invadida p o r el enemigo? ¿ Q u é suerte corrieron sus habitantes ? N a d a dice sobre estos particulares el texto sagrado; ya h e m o s hecho notar q u e sus relatos son sobrios, e s q u e máticos, con estilo telegráfico. P r o n t o trasladó D a v i d su familia, ejército, funcionarios y m u chos israelitas a la nueva capital, q u e modificó c o n v e n i e n t e m e n t e d u r a n t e el curso de su reinado, embelleciéndola p o r d e n t r o , const r u y e n d o nuevas viviendas (i C r ó n u , 8 ) , r e p a r a n d o los destrozos de las murallas y t r a t a n d o d e ampliarla hacia el norte e iniciando la obra de terraplenar el foso q u e existía entre el m u r o septentrional de la fortaleza y la colina del m o n t e Moria, obra q u e acabó Sal o m ó n (i R e 9,15-24) 3 . L a noticia sobre la embajada de H i r a m recuerda la q u e t u v o lugar en tiempos de Salomón (1 R e 5,15). Era costumbre esta ayuda m u tua entre los reyes amigos al efectuarse u n cambio de reino (10,1). L o s fenicios m a n d a b a n t a m b i é n maderas a Egipto, de d o n d e recibían obreros para trabajarlas. T i r o era u n a ciudad fenicia edificada sobre una roca q u e emergía en pleno m a r M e d i t e r r á n e o , a q u i n i e n tos metros de la costa. Su m i s m a posición la hacía i n e x p u g n a b l e , convirtiéndose en el p u e r t o m á s i m p o r t a n t e del M e d i t e r r á n e o oriental, tanto desde el p u n t o de vista militar como comercial. Flavio Josefo dice que su rey H i r a m , hijo de Abibal, reinó treinta y cuatro años (hacia 979-945), m u r i e n d o a los cincuenta y tres. Pero n o p a r e ce q u e fuera H i r a m el q u e m a n d ó maderas y obreros para construir el palacio de David, ya q u e n o es p r o b a b l e q u e ocupara él el trono en los primeros años del reinado d e D a v i d sobre t o d o Israel. L a dificultad se resuelve a d m i t i e n d o q u e o n o fue H i r a m el q u e m a n d ó tal ayuda, o, en caso afirmativo, q u e lo hizo años más tarde, a finales del reinado de David. Es p r o b a b l e q u e D a v i d contara en los comienzos con una casa sencilla, q u e más t a r d e amplió y a d o r n ó extraordinariamente su hijo Salomón. U n soberano oriental debía contar con u n nutrido h a r é n y una descendencia numerosa; p o r lo m i s m o , t o m ó David otras mujeres y concubinas, práctica q u e toleraba la Ley ( D e u t 15,17). C o n ello pretendía David p r i n c i p a l m e n t e entrar en relación con las principales familias del reino y asegurarse la amistad de los monarcas extranjeros. Dos categorías existían en el h a r é n : las esposas de primer orden, que hacían su e n t r a d a en palacio con grandes fiestas y boato, y las concubinas, t a m b i é n esposas en sentido estricto, q u e entraban en el h a r é n real sin aparato externo; sus hijos eran m e 3 H . V I N C E N T - F . M . A B E L , Jérusalem 2 vols. (París 1912-1926); J. SIMONS, Jérusalem in the Oíd Testament (Leiden 1952); L . H . V I N C E N T - A . M . STEVE, Jérusalem dans l'Ancien Testament (París I9S4).

327

2 Samuel 5

nos considerados. «De la época de Tell el-Amarna—escribe D e V a u x — s a b e m o s q u e el rey de Biblos tenía al m e n o s dos mujeres, y el d e Alasia (Chipre) habla de «sus mujeres». Sin e m b a r g o , en los siglos viii-vil a. de C , los anales de Asiría atribuyen a los reyes de Ascalón, Sidón y A z o t o sólo una mujer, acaso la reina titular, lo q u e n o excluye otras esposas y concubinas. Mejor información se dispone t o c a n t e a los hititas, entre los cuales u n a esposa llevaba el título de reina, d i s p o n i e n d o el monarca de mujeres libres y concubinas. E n Asiría, al lado de la «dama de palacio», existían otras, provenientes m u c h a s veces de pueblos extranjeros. E n Egipto tenía el F a r a ó n u n a esposa q u e llevaba el título de «gran esposa real». Cinco personas llevaron este título sucesivamente d u r a n t e el largo reinado de R a m s é s I I , pero sus ciento sesenta y dos hijos p r u e b a q u e t u v o otras mujeres además de la reina y esposa oficial. A la luz de las cartas d e T e l l el-Amarna, el harén que más analogía tiene con el de los faraones es el de Salomón. La princesa m i t a n n i casada con Amenofis I I I llevó consigo trescientas diecisiete m u c h a c h a s jóvenes. El m i s m o rey encarga al de Guezer le envíe cuarenta «mujeres guapas», a cuarenta siclos de plata cada una. El F a r a ó n recibe del rey del M i t a n n i el regalo de treinta muchachas, veintiuna del rey de Jerusalén y veinte o treinta de u n príncipe sirio» 4 .

Ataque

a los filisteos

(5,17-25)

17

C u a n d o los filisteos supieron que David había sido ungido rey de todo Israel subieron todos en busca suya, y D a v i d , que lo supo, bajó a la fortaleza. 18 Los filisteos hicieron u n a incursión en el valle de Refaím, 19 y David consultó a Yahvé, diciendo: «¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?» Y Yahvé dijo a David: «Sube, pues de cierto los entregaré en tus manos». 20 Vino, pues, David a Baal Barasim, donde los derrotó, y dijo: «Yahvé ha roto a mis enemigos c o m o r o m p e n las aguas». P o r eso se dio a aquel lugar el n o m b r e de Baal P a r a s i m . 2 1 Dejaron allí sus ídolos, que David y su gente se llevaron. 2 2 Volvieron los filisteos a subir y a invadir el valle de Refaím. 2 3 Consultó David a Yahvé: «¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos?» Y El le respondió: «No subas a su encuentro; rodea por detrás de ellos y atácalos p o r la espalda desde el lado de las balsameras. 24 C u a n d o entre las balsameras oigas ruido de pasos, ataca fuertemente, p o r q u e es Yahvé q u e m a r c h a delante de ti para derrotar al ejército de los filisteos». 2 5 D a v i d hizo lo que Yahvé le m a n d ó , y batió a los filisteos desde G a b a ó n hasta Guezer. L o s exegetas son de parecer que este episodio debe seguir inm e d i a t a m e n t e a la noticia sobre la unción de David por rey d e I s rael (v.3), como se d e s p r e n d e de 1 C r ó n 14,8. Al mismo h e c h o se refiere el pasaje d e 2 Sam 23,13-17. Practicaban los filisteos la p o lítica del «divide y vencerás» con relación a Palestina. D e s p u é s del desastre de Gelboé quedaron ellos dueños del t e rritorio palestinense, controlando prácticamente todas sus activi4 Les Institutions

I 178,

328

2 Samuel 6

dades. Pero el genio militar de Abner fue rechazándolos de un sitio y de otro hasta libertar los territorios del norte del yugo filisteo. En el sur, estos controlaban el territorio de Judá, en donde, según creyeron en un principio, reinaba un aliado suyo, a quien trataron de apoyar y aupar a fin de que estorbara la acción de sus rivales del norte y mantuviera a la nación dividida en dos bandos. Por lo mismo, llevaron muy a mal el que ciñera David la corona de los dos reinos, temiendo fundadamente que esta unidad nacional redundara en detrimento de sus intereses. Para cortar el mal de raíz, antes de que las relaciones entre los reinos de Judá y de Israel se estabilizaran, lanzaron su ejército sobre la región que servía de enlace a los dos mencionados reinos con el fin de impedir que la unión se hiciera efectiva. David, que estaba todavía en Hebrón, tuvo noticia de la penetración de los filisteos en tierra de Israel y bajó a la fortaleza de Odulam (i Sam 22,1: caverna; 22,4.5: fortaleza). El sitio escogido por los filisteos fue el valle de Refaím (Jos 15,8; 18,16), entre Jerusalén y Belén, llamado hoy día llanura de Baqa, que se extiende al sur de Jerusalén, parte occidental de la misma hasta Lifta, al norte. Antes de atacarlos consulta David a Yahvé, que le promete la victoria. Desde su refugio de Odulam subió (verbo que no se hubiera empleado en el caso de estar David en Jerusalén: 23,1) a la colina de Baal Parasim. Tenemos un nombre compuesto con la palabra baal, dios cananeo, y parasim, divisiones, brechas, lugar de la división de aguas (v.20), unas en dirección al mar Muerto y otras hacia el Mediterráneo. Este lugar alto en la línea divisoria de las aguas, llamado Ras en-Nadir, al sur de Lifta, estaba dedicado al dios cananeo baal, dueño y autor, según sus seguidores, de los parasim, o divisiones de las aguas. Con la ayuda de Dios, los filisteos fueron derrotados y dispersados, «como la división de las aguas». De ahí que en adelante perdió el lugar su carácter profano y adquirió uno religioso, cediendo baal su puesto al verdadero dueño y señor de los elementos, Yahvé. Para asegurarse la victoria, los filisteos habían traído consigo sus ídolos (dioses según los LXX y 1 Crón 14,12), que, según este último texto, fueron quemados. El segundo encuentro se desarrolló entre el extremo noroeste de Refaím y el wadi el-Meise, al oeste de Jerusalén; torrente que va desde birket Mamillah hasta birket es-Sultan (UBACH). LOS filisteos huyeron precipitadamente hacia Gabaón (no Gueba, como dice el texto masorético), para emprender desde allí la fuga hacia la costa mediterránea. Estas dos victorias aplastaron el poderío de los filisteos (8,1). Traslado

del

arca

(6,1-8)

1 Volvió a reunir David a los selectos de Israel, treinta mil hombres, 2 y, acompañado de todo el pueblo congregado tras él, se puso en marcha desde Baalat Judá, para subir el arca de Dios, sobre la cual se invoca el nombre de Yahvé Sebaot, sen-

329 2 Samuel 6 3 tado entre los querubines. Pusieron sobre un carro nuevo el arca de Dios y la sacaron de la casa de Abinadab, que está sobre la colina. Oza y Ajio, hijos de Abinadab, guiaban el carro. 4 Iba Oza al lado del arca de Dios, y Ajio iba delante; 3 David y toda la casa de Israel iban danzando delante de Yahvé con todas sus fuerzas, con arpas, salterios, adufes, flautas y címbalos. 6 Cuando llegaron a la era de Nacón, tendió Oza la mano hacia el arca de Dios y la cogió, porque los bueyes daban sacudidas. 7 Encendióse de pronto contra Oza la cólera de Yahvé, y cayó allí muerto, junto al arca de Dios. 8 Entristecióse David de que hubiese herido Yahvé a Oza, y fue llamado aquel lugar Peres Oza, hasta hoy.

En la primera mitad de sus treinta años de reinado decidió David trasladar el arca de la alianza a la capital de la nación. No se puede precisar más concretamente el tiempo del traslado; sabemos que se encontraba en Jerusalén durante el sitio de Rabat Amón (11,11). Jerusalén había perdido su carácter pagano para convertirse en capital del reino unido. A la centralización política, administrativa y militar convenía añadir la religiosa. La idea era revolucionaria, opuesta en cierta manera al concepto tradicional de no rendir culto a Yahvé fuera de aquellos lugares en que El se había manifestado en tiempos de los patriarcas, Moisés y Josué; pero David encontró la manera de llevarla a cabo. En contra de lo que han pretendido algunos (Mohwinckel), no existen en este relato vestigios de una liturgia del templo en la que se conmemorase la coronación de David como rey de Jerusalén a la manera cananea o la entronización de Yahvé en su santuario. El proyecto de David de trasladar el arca no encontró el eco unánime que esperaba. Los jefes no pusieron dificultad alguna, pero los sacerdotes y levitas de Gabaón (1 Crón c. 13.15.17) no secundaron su invitación. Temían que, con esta centralización del culto, el santuario de Gabaón perdiera importancia y que el nuevo templo de Jerusalén oscureciese su lugar sagrado. En contra y a pesar de ellos, David llevó a término su proyecto. Para dar realce a la ceremonia, impresionar a los recalcitrantes de Israel y atemorizar a los filisteos, reunió David a los selectos de Israel. Al decir el texto «volvió a reunir» (v.i), hace referencia a la reunión plenaria que tuvo lugar en Hebrón (5,1-3) con motivo de su proclamación por rey de Judá y de Israel. Parece, sin embargo, que la cifra de treinta mil (setenta mil según los LXX) sea exagerada, aun en el supuesto de que acudieran al llamamiento e invitación de David todo el pueblo, «desde el Sijor de Egipto hasta el camino de Jamat» (1 Crón 13,5). La tradición manuscrita respecto a los números se ha conservado muy mal. Toda la muchedumbre se dirigió hacia Quiriat-Jearim (1 Sam 6,21; 7,1), llamada en el texto Baalat Judá (Jos 15,11; 1 Crón 13,16), nombre antiguo de aquella ciudad, conocida también por Quiriat-Baal (Jos 15,60; 18,14). Se añade el calificativo «de Judá» para distinguir la ciudad de otras homónimas (Jos 15,11.29; 19,44). Esta diversidad de nombres prueba que la relación de nuestro autor se inspira en una tradición distinta de la de 1 Sam 7,iss.

330

2 Samuel 6 2 Samuel 6

Sacaron el arca de casa de A m i n a d a b (i Sam 7,iss), d o n d e había p e r m a n e c i d o m u c h o s años, casi olvidada y bajo el control y s u p e r visión d e los filisteos. D o s son las características q u e se mencionan de las relaciones d e Yahvé con el arca. El es Yahvé de los ejércitos q u e da la victoria p o r medio del arca (i Sam 4,34); Yahvé está sent a d o e n t r e los q u e r u b i n e s , cuyas alas le sirven d e t r o n o , q u e Yahvé ocupa d e m a n e r a p e r m a n e n t e , estando, p o r lo m i s m o , allí presente de manera particular (Ex 25,18-22). A falta de sacerdotes y levitas ( N ú m 4,5-6), la custodia del arca fue confiada a dos laicos, O z a y Ajio. E n contra de la prohibición d e N ú m 4,15, O z a , con la mejor intención sin d u d a , tocó el arca con su mano, q u e d a n d o fulminado en el acto. Quiso con esto d e m o s t r a r Yahvé a su p u e b l o q u e , si el arca es terrible p a r a los enemigos (1 Sam c.5), o para los q u e se mofan de ella (1 Sam 6,19), n o lo es m e n o s para sus fieles servidores desde el m o m e n t o en q u e n o la t r a t a n con el d e b i d o respeto. Ella es el t r o n o de Dios; allí habita de u n a m a n e r a estable. Por lo mismo, tocarla equivale a q u e el h o m b r e profano ponga las m a n o s sobre el m i s m o Dios. Sin d u d a q u e los sacerdotes y levitas c o m e n taron lo sucedido con satisfacción.

El arca,

camino

de Jerusalén

(6,9-15)

9

Atemorizóse entonces D a v i d de Yahvé, y dijo: « ¿ C ó m o voy a llevar a m í el arca de Yahvé ?» 10 Y desistió ya de llevar a sí el arca de Yahvé a la ciudad de David, y la hizo llevar a la casa de O b e d e d ó n de G a t . n T r e s meses estuvo el arca de Yahvé en casa de O b e d e d ó n de Gat, y Yahvé le bendijo a él y a toda su casa. 12 Dijéronle a D a v i d : «Yahvé ha bendecido a la casa de O b e d e d ó n y a cuanto tiene con él p o r causa del arca de Dios»; y poniéndose D a v i d en camino, subió el arca de Dios de la casa de O b e d e d ó n a la ciudad de D a v i d , con u n jubiloso cortejo. 13 C o m o los que llevaban el arca de Yahvé hubieron andado seis pasos, sacrificaba u n buey y u n carnero cebado. 14 David danzaba con toda su fuerza delante de Yahvé y vestía u n efod de lino. 15 Así subieron D a v i d y toda la casa de Israel, entre gritos de júbilo y sonar de t r o m p e t a s . El incidente de O z a atemorizó a todos los presentes. David, q u e pensaba llevar el arca a su palacio, desistió de ello por t e m o r a q u e le sucediese alguna desgracia; los acompañantes renunciaron t a m b i é n a alojarla en sus casas. Ocurriósele entonces a David colocarla en casa d e u n extranjero, d e n o m b r e O b e d e d ó n , quizá originario de E d o m , h a b i t a n t e en G a t (4,3). Pensó D a v i d q u e , en caso de sobrevenir algo desagradable p o r causa del arca, fuera u n pagan o la víctima y n o u n israelita. P r o b a b l e m e n t e estaba O b e d e d ó n al servicio de David. Dios bendijo profusamente su casa. A l e n t e rarse David, revolvió d e n u e v o el proyecto d e llevarla a Jerusalén. Esta segunda etapa se describe con m u c h o s p o r m e n o r e s en 1 C r ó n 15,1-16,42. Del m e n c i o n a d o texto y de lo q u e dice s u m a r i a m e n t e nuestra perícopa, aparece q u e D a v i d llegó a u n acuerdo con los sacerdotes, q u e decidieron colaborar en la ceremonia, poniéndose al servicio del arca y d a n d o al cortejo u n carácter más religioso.

331

C o m p r e n d i ó D a v i d q u e la colaboración de los sacerdotes le era necesaria; su ausencia había provocado la vez anterior las iras de Yahvé por n o observarse el ceremonial sagrado. L o s mismos levitas n o p o d í a n acercarse al arca sin peligro antes de q u e los sacerdotes n o la tapasen ( N ú m c.4.5.15), moviéndola siempre por las barras adheridas a la m i s m a (Ex 25,15). C o n el fin de tenerlos propicios r e n u n c i ó David a su ideal de u n santuario único en Jerusalén, adm i t i e n d o con carácter oficial t a m b i é n el de G a b a ó n , concediendo igual o más categoría a Sadoc, sacerdote de G a b a ó n , que a Abiatar de Jerusalén. Sea q u e los sacerdotes aceptasen estas condiciones o q u e D a v i d les obligase a hacerse cargo del arca, dos sacerdotes y sus levitas encargáronse de llevar el mueble sagrado '. El arca salió d e casa d e O b e d e d ó n . D e s p u é s de dar seis pasos y al c o m p r o b a r D a v i d q u e esta vez n o sucedía nada anormal, ofreció o hizo ofrecer u n sacrificio. El texto d e b e entenderse en el sent i d o de q u e el sacrificio t u v o lugar después de los primeros seis pasos, n o repitiéndose d u r a n t e el trayecto, y m e n o s después de cada seis pasos. D u r a n t e el trayecto repetíanse las danzas sin cesar, q u e formaban parte del culto d e Y a h v é (Sal 149,3; 150,4; 1 R e 18,26). T e n í a n éstas en los t i e m p o s primitivos u n sentido religioso y en m u c h o s cultos orientales eran actos rituales. D a v i d llevaba u n vestido sacerdotal, por ejercer en cierta manera las funciones sacerdotales (1 R e 8,22.54; I Sam 2,18).

Incidente

con Micol

(6,16-23)

16

C u a n d o el arca de Yahvé llegó a la ciudad de David, Micol, hija de Saúl, m i r ó por la ventana; y al ver al rey David saltando y d a n z a n d o delante de Yahvé, le menospreció en su corazón. 17 U n a vez que el arca de Yahvé fue introducida y puesta en su lugar, en m e d i o del tabernáculo que David había alzado para ella, D a v i d ofreció a Yahvé holocaustos y sacrificios eucarísticos. i 8 Acabado que h u b o de ofrecer los holocaustos y los sacrificios eucarísticos, bendijo al pueblo en nomb r e de Yahvé Sebaot. l g Repartió a todo el pueblo, a toda la m u c h e d u m b r e de Israel, h o m b r e s y mujeres, a cada uno una torta, u n pedazo de carne y u n racimo de uvas, y el pueblo se fue cada u n o a su casa. 20 C u a n d o se volvió David a la suya para bendecirla, Micol, la hija de Saúl, le salió al encuentro, diciendo: « ¡ Q u é gloria hoy para el rey de Israel haberse desn u d a d o a los ojos de las siervas de sus siervos c o m o se desnuda u n juglar!» 2 1 D a v i d respondió a Micol: «Delante de Yahvé, que con preferencia a tu p a d r e y a toda su casa m e eligió para h a c e r m e jefe de su pueblo, de Israel, danzaré yo, 2¿ y aún más vil que esto quiero parecer todavía y rebajarme m á s a tus ojos, y seré así h o n r a d o a los ojos de las siervas de que tú has hablado». 23 Y ya Micol, hija de Saúl, n o tuvo m á s hijos hasta el día de su m u e r t e . E r a Micol esposa de D a v i d (3,13-14). No participando de la p i e d a d de su m a r i d o , no podía c o m p r e n d e r q u e el entusiasmo de J DESNOYERS, Histoire II 193.

\

2 Samuel 7

332

2 Samuel 7

David por Yahvé le llevara a efectuar danzas frenéticas en compañía del pueblo. El arca fue colocada provisionalmente en la tienda que le había preparado David, por encontrarse la antigua en Gabaón (i Crón 16,39), c o n ' a esperanza de edificarle un santuarioTodo el pueblo marchó a su casa. También David fuese a la suya» donde le esperaba la malhumorada Micol para reprocharle su conducta, poco digna, a su entender, de un monarca de Judá y de Israel. Primitivamente, el sacerdote se presentaba desnudo ante la divinidad, de donde se deriva la ley sobre las cualidades corporales qtt e debían reunir los llamados a ejercer las funciones sacerdotales (Lev 21,16-23). Más tarde se les obligó a llevar calzones de lino para cubrir sus desnudeces (Ex 28,42-43) 2 . Vestía David el paño de lino, que, al evolucionar en el calor de la danza, dejaba al descubierto, por intermitencias, partes menos honestas. No dice la Biblia que Micol dejara descendencia, ni de David ni de Paltiel (3,15). Designios

de David

(7,1-10)

1 Cuando el rey se hubo establecido en su casa y le hubo dado Yahvé el descanso, librándole de todos sus enemigos en derredor, 2 dijo a Natán, profeta: «Ya ves; yo habito en casa de cedro, y el arca de Yahvé está en una tienda». 3 Natán respondió al rey: «Anda, haz lo que tienes en tu corazón, pues que Yahve está contigo». 4 Pero aquella misma noche tuvo Natán palabra de Yahvé: «Anda 5 y ve a decir a David, mi siervo: Así habla Yahvé: ¿Vas a edificarme tú una casa para que yo habite en ella? 6 Mira, yo no he habitado en casa desde el día en que saqué de Egipto a los hijos de Israel hasta hoy, sino que he andado en una tienda, en un tabernáculo. 7 Y en todo el tiempo en que anduve con los hijos de Israel, ¿he dicho yo palabra a ninguno de los jefes de Israel, a quienes mandé que apacentaran mi pueblo de Israel, de hacerme una casa de cedro? 8 Di, pues, a David, mi siervo: Así habla Yahvé Sebaot: Yo te tomé de la majada, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe de mi pueblo, de Israel. 9 He estado contigo por dondequiera que has ido; he exterminado delante de ti a todos tus enemigos, y te estoy haciendo un nombre grande, como el de los grandes de la tierra, 10 estableciendo a mi pueblo Israel y plantándolo en su lugar, para que habite en él y no sea perturbado, y los hijos de la iniquidad no le aflijan como antes. Habiendo narrado el autor el episodio del traslado del arca desde Quiriat-Jearim a Jerusalén, añade una noticia muy distante, cronológicamente, de la anterior, pero unida por razón del tema. Lo que en esta sección se refiere tuvo lugar hacia los últimos años de 2 D e los monumentos hallados en Sumer p a r e c e q u e el soberano se despojaba de sus vestidos reales para presentarse en estado d e n u d i s m o ritual. C o n ello se conformaba la costumbre d e la cual tenemos ejemplos en las placas religiosas de Lagash, Ur, N i p p u r y sobre todo en u n hermoso vaso ritual de U r u k , en el q u e los portadores de ofrendas se p r e sentan delante d e la divinidad completamente d e s n u d o s ( G . CONTENAU, Manuel d'Archéologie Oriéntale I [París 1927] p.44i-443-474-478.48i; E. D H O R M E , Les Religions de Babylonie et d'Assyrie [Mana, II, París 1949] 199-200). Sin embargo, después del pecado ( G e n 3,7; 9,22-24), el nudismo propiamente dicho es algo repugnante, a u n a los ojos de Yahvé (Ex 20,26), L a Biblia desconoce la nuditas sacra.

333

\ David, cuando la paz interior habíase consolidado y cu Luí I muleras del reino imperaba la paz. Israel había dejado de HIT un pueblo seminómada. El rey tenía su palacio; sólo el arca ocupaba un edificio provisional y endeble. Este estado precario del arca no podía prolongarse. De sus preocupaciones hizo confidente al profeta Natán. Es la primera vez que se menciona este profeta, que tanta influencia ejerció sobre David y que decidió a favor de Salomón su sucesión en el trono (1 Re i,iss). Fue consejero de David, de cuya compañía no se apartó nunca. Pero, aunque amigo del rey, defendía ante todo los derechos de Dios, no vacilando en reprocharle su adulterio con Betsabé (i2,iss). Tan pronto como David manifestó sus planes a Natán, éste los aprobó en conjunto y de manera provisional, difiriendo su confirmación definitiva hasta saber la voluntad divina 1. Aquella misma noche tuvo Natán una revelación profética (1 Sam 15,10), en la que Dios le manifestaba que no sería David quien le levantara una casa, sino El se la edificaría a David. Como a Abraham (Gen 12,2), le hará famoso en toda la tierra. No rechaza Dios definitivamente el proyecto de la construcción de un templo; pero no será David quien lo edifique, sino su sucesor (1 Re 8,19). A las razones apuntadas para no conceder a David este honor, el texto de 1 Crón 22,8; 28,3 añade la de haber derramado David mucha sangre en los combates. Designios

de Dios

(7,11-16)

n «Desde el día en que constituí jueces sobre mi pueblo, Israel, dándote descanso de todos tus enemigos. Hácete, pues, saber Yahvé que él te edificará casa a ti; 12 y que, cuando se cumplieren tus días y te duermas con tus padres, suscitaré a tu linaje después de ti, el que saldrá de tus entrañas, y afirmaré su reino. 13 El edificará casa a mi nombre, y yo estableceré su trono por siempre. 14 Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Si obrare el mal, yo le castigaré con varas de hombres y con azotes de hijos de hombres; l s pero no apartaré de él mi misericordia, como la aparté de Saúl, arrojándole de delante de ti. 16 Permanente será tu casa para siempre ante mi rostro, y tu trono estable por la eternidad». A la generosidad del rey responde Dios con una generosidad divina eficaz, con promesas trascendentales para David. Yahvé hará que su pueblo no lleve en adelante vida seminómada, sino que lo afincará definitivamente en Palestina, donde echará raíces y vivirá en paz y prosperidad, no molestándole, como hicieron antes, los hijos de la iniquidad. Dios promete a David la continuidad del reino entre sus descendientes. Porque acontecerá que, al cumplirse los años de su peregrinación (1 Crón 17,11) sobre la tierra y baje al sepulcro para 1 J. W . AHLSTROM, Der Prophet Nathan und der Tempelbau: V T 16 (1961) 113-127, sostiene q u e David cedió ante la oposición d e la tradición jebusita, contraria a un segundo templo en Jerusalén, por temor a q u e decayera el esplendor del culto jebusita. Al partido jebusita pertenecían, según él, Sadoc, N a t á n y Banayas,

2 Samuel 7

2 Samuel 7

descansar allí j u n t o a sus padres ( G e n 28,8; 47,30; 1 R e 2,10), s u s citará Dios de él su posteridad (zera: simiente), q u e saldrá de s u s entrañas ( G e n 15,4) y afirmará su reino. «El edificará la casa a m i n o m b r e , y yo, añade Dios, estableceré por siempre el t r o n o d e su reino». Convienen algunos autores en q u e el texto del v. 13 d e s e n tona del contexto ( D E VAUX), d u d a n d o q u e sea original ( D E S N O YERS), o considerándolo como una adición redaccional ( W E L L H A U SEN) o u n paréntesis ( D R I V E R ) . L a antítesis q u e se observa en el discurso d e N a t á n («No serás t ú q u i e n m e construirás u n t e m p l o , seré yo quien te edificaré u n a casa»), es decir, una posteridad, se i n t e r r u m p e por la intercalación del mencionado verso ( D H O R M E ) . Si el verso se omite, la profecía expresa una aprobación de las cost u m b r e s antiguas del desierto (v.6-7) y desafecto hacia el t e m p l o , idea q u e se e n c u e n t r a en la adición de 1 R e 8,27, en los profetas (Is 66,1-2) y en el discurso de San E s t e b a n ( D E VAUX). A la posteridad de D a v i d profesará Dios el afecto q u e u n p a d r e siente para con su hijo. Pero así como u n p a d r e castiga a su hijo, d e la misma m a n e r a castigará Dios a la simiente de D a v i d en caso d e obrar el mal, a la m a n e r a como suelen castigar los h o m b r e s (Sal 89,31-34). E s decir, como interpretan algunos ( R E H M ) , n o d e jará Dios i m p u n e s los pecados d e los descendientes de David; p e r o , al castigarlos, n o hará uso de t o d o su poder, sino q u e aplicará u n castigo llevadero, análogo a los q u e emplean los h o m b r e s . Sin e m bargo, cree U b a c h q u e Yahvé anuncia u n castigo más ejemplar, más severo contra los descendientes de D a v i d q u e falten a sus d e b e res. Dios, en este caso, se reserva el d e r e c h o de tratarles como a hijos rebeldes, azotándoles n o «con varas de h o m b r e s y con azotes d e los hijos d e los hombres», sino con el hierro de la escisión, d e s tituyéndolos de su dignidad real y d e s t r u y e n d o para siempre el t r o n o material d e la dinastía davídica (1 R e 2,4; Sal 132,11). L a p r o mesa de la p e r p e t u i d a d d e su t r o n o está condicionada, pues, a q u e sus sucesores sigan los senderos de Y a h v é y c u m p l a n el pacto d e la alianza. Pero esta explicación rigorista n o se armoniza bien con el v.15. Veremos q u e en los libros de los Reyes Dios castiga m o d e r a d a m e n t e a los reyes pecadores de J u d á a causa d e David, su p a d r e . E n el v. 16 p r o m e t e Dios a D a v i d q u e su casa y su trono d u r a r á n p a r a siempre ante su rostro; pero n o especifica cómo se realizará esta promesa. M u c h o s exegetas n o creen qvie el texto de 2 Sam 7, 13-15 se refiera al hijo d e t e r m i n a d o y concreto de David, Salomón, sino a toda su posteridad; en contra opina Desnoyers (Histoire II 200-201). Esencialmente, la p r o m e s a se refiere a la continuidad de la dinastía davídica en el t r o n o de Israel (v.12-16), como lo entiende el mismo David (v. 19.25.27.29). E n este sentido lo i n t e r p r e t a n los salmos 89,30-38; 132,11-12. L a perspectiva profética, p u e s , rebasa la persona concreta d e Salomón. E n t r e líneas cabe vislumbrar en el texto u n descendiente de D a v i d en el q u e se realizarán todos los matices y p o r m e n o r e s contenidos en el oráculo. D e ahí q u e gran n ú m e r o de exegetas a d m i t a n el carácter mesíánico de la profecía, discrepando en señalar la m a n e r a como se refiere a la persona del Mesías. U n o s explican el texto e n sentido exclusivamente mesiáni-

ico; otros, en sentido literal, lo refieren a Salomón, y en sentido típico, a Cristo. E n p r i m e r lugar cabe afirmar q u e el termino zera — ¿imiente, designa u n a colectividad y u n individuo particular (v. 13). N o cabe d u d a q u e el oráculo constituye el p r i m e r anillo de la cadena de profecías q u e anuncian u n Mesías hijo de David. A este texto alude Isaías (9,6) al hablar del nacimiento de u n n i ñ o «para dilatar el imperio y para asegurar u n a paz ilimitada sobre el trono de David y sobre su reino, para afirmarlo y consolidarlo en el derecho y la justicia desde ahora para siempre jamás». U n eco del oráculo lo hallamos en las palabras del ángel a María ( L e 1,32) y una referencia explícita en Act 2,30. El Mesías será hijo de David, y su reino será eterno: h e aquí el sentido pleno q u e late bajo el sentido obvio de las palabras 2 .

334

Oración

de David

335

(7,17-29)

7

1 C o n f o r m e a todas estas palabras y a toda esta visión habló Natán a D a v i d ; 18 y entrándose el rey David, puesto delante de Yahvé, dijo: «Mi Señor, Yahvé, ¿quién soy yo y qué es mi casa para q u e hasta tal p u n t o m e hayas traído? 19 Y aun esto ha sido poco a tus ojos, m i Señor, Yahvé, y has hablado acerca de la casa de tu siervo para lo por venir, aventajándome sobre los otros h o m b r e s , ¡mi Señor, Y a h v é ! 20 ¿ Q u é m á s podrá decirte David? T ú , ¡oh m i Señor, Yahvé!, conoces a tu siervo. 21 T o d a s estas grandezas las haces según tu palabra y según tu corazón, y se las has dado a conocer a tu siervo. 22 ¡Qué grande eres, m i Señor, Y a h v é ! No hay nadie que se te asemeje ni hay Dios fuera de ti, c o m o lo h e m o s oído con nuestros oídos. 23 Y hay sobre la tierra u n pueblo c o m o tu pueblo, Israel, que haya rescatado Dios para hacerle el pueblo suyo, dándole su n o m b r e y haciendo p o r él tan terribles y portentosas maravillas como en favor de tu pueblo hiciste, redimiéndole de Egipto y expulsando las gentes? 2 4 H a s confirmado a tu pueblo, Israel, por pueblo tuyo, para que sea t u pueblo para siempre jamás y seas tú su Dios. 25 M a n t e n , pues, siempre, m i Señor, Yahvé, la palabra que has dicho de tu siervo y de su casa, y obra según tu palabra, 26 y sea glorificado por siempre tu n o m b r e ; y dígase: Yahvé Sebaot es el Dios de Israel. Sea firme ante ti la casa de tu siervo David, 2 7 pues que tú m i s m o , Yahvé Sebaot, Dios de Israel, te has revelado a tu siervo, diciendo: Yo te edificaré a ti casa. 2 * P o r esto se atreve t u siervo a dirigirte esta plegaria: « ¡ O h m i Señor, Y a h v é ! T ú eres Dios, y tus palabras son verdaderas, 2 Para esta profecía consúltese V. LARIDON, De prophelia Nallian: «Collationes Brugenses», 42 (1946) 281-289.315-321; F . S. PORPOKATO, II Trono lücrno promesso a Davide nel suo avveramento: «La Civiltá Cattolica», 100 (1949, 3) 130-139.265-274; H. VAN DEN BUSSCHE, Le texte de la prophétie de Natán sur la dynastie davidique (Lovaina 1948); M . N O T H , David und Israel ín II Sam 7: «Mélanges Robert», 122-130; J. L. McKi:Nzn;, The Dinastic Oracle: II Sam. 7: «Theological Studies», 8 (1947) 187-218; M . SIMÓN, ¡M Prophétie de Nathan et le Temple: T H P H R 32 (1952) 41-58; C. J. LABUSCHAGNK, Same Remarks on the Prayer of David in II Sam. 7: «Studies on the Books of Samuel» (Pretoria 19(10) 28-35; E. S MULDER, The Prophecy of Nathan in II Sam. 7: ibid-, 36-42; K. H . BEKNIIAKDT, Das Problem der altorientalischen Koenigsideologie im Alten Testament (Lciden iy6 concertar tratados con reyes extranjeros, a recibir comisiones d. los pueblos gentiles, a contraer matrimonios con numerosas prin.. is paganas. Las m u c h a s mujeres de v a n a d a procedencia y religue llegaron a

(1942 194.1) 41-45; A. HERDNER, Dédicace araméenne au Dieu Melqart: «Syria», 25 (194(1-4*) 329-330; A. JEPSEN, Zur Melqart-Stele Barhadads: A F O 16 (1952-1954) 315-317; W . 1'. Al.iilnnllT, A Vntive Stele erected by BenHadad I of Damascus to the Cod Melcarlh: ItASOK, «7 (1942) 23-29; W . F. AEBRIGHTG . L . D E L L A VIDA, B A S O R , 90 (1943) 30-34; 11. I... (JINSIIIÍKC, en L. Ginzberg Jubilee Volume (New York 1945) 159-171.

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jamin (i Sam 13,15; 14,16) y Misfa (1 Sam 7,5-7). En a Crón 14, 8-14 se narra la acción de Zerac, cusita, contra Judá. Asa los persiguió hasta Guerar (en la región de Gaza, Gen 10,19; 20,1), siendo destruidos por «Yahvé y su ejército». En su vejez, Asa estuvo enfermo de los pies, confiando más en los médicos que en Dios (2 Crón 16,11-14). Reinó durante los años 911-870. Conservó los lugares altos en los que se rendía culto a Yahvé.

Reinado

de Nadab y Basa

(15,25-34)

25

Nadab, hijo de Jeroboam, reinó sobre Israel; comenzó a reinar el segundo año de Asa, rey de Judá, y reinó dos años sobre Israel. 26 Hizo lo malo a los ojos de Yahvé y marchó por el camino de su padre, dándose a todas las abominaciones que su padre había hecho cometer a Israel. 27 Basa, hijo de Ajías, de la casa de Isacar, conspiró contra él y le mató en Guibetón, que pertenecía a los filisteos, mientras Nadab y todo Israel asediaba a Guibetón. 28 Le mató el año tercero de Asa, rey de Judá, y reinó en lugar suyo. 29 Cuando reinó, destruyó toda la casa de Jeroboam, sin dejar escapar a nadie, matando a cuanto respiraba, según la palabra 30 que Yahvé había dicho por medio de Ajías, de Silo, su siervo, por los pecados que Jeroboam había cometido y los que había hecho cometer a Israel, irritando así a Yahvé, Dios de Israel. 31 El resto de los hechos de Nadab, cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? (32 Hubo guerra entre Asa y Basa todos los días de su vida.) 33 El año tercero de Asa, rey de Judá, reinó sobre todo Israel, en Tirsa, Basa, hijo de Ajías. Reinó veinticuatro años. 34 Hizo lo malo a los ojos de Yahvé y marchó por el camino de Jeroboam, dándose a los pecados que Jeroboam había hecho cometer a Israel. A Jeroboam sucedió su hijo Nadab, reinando durante los años 910-909. Fue malo como su padre. Mientras sitiaba la ciudad filistea de Guibetón (Jos 19,44; 21,23), en el actual Tell el-Melat, a cinco kilómetros al este de Acarón (Géographie II 333), cayó asesinado por Basa, de la tribu de Isacar, que ocupó el trono de Israel los años 909-886. En un bajo relieve de Korsabad, del reinado de Sargón II, se representa la toma de Gabbutunu (Guibetón) por el ejercito asirio en la campaña contra Asdad (711-711 a . C ) . Fue Basa el instrumento de que se valió Dios para realizar el mensaje de Ajías (14,10-11). Fue Basa un hombre impío, «marchando por el camino de Jeroboam», cruel, quitando de en medio a todos los descendientes de Jeroboam a fin de deshacerse de todos los presuntos rivales que le podrían disputar el trono. Reinó en Tirsa (14,17).

El profeta 1

Jehú

46S

1 Reyes 16

1 Reyes 16

(16,1-7)

Recibió Jehú, hijo de Janani, palabra de Yahvé contra Basa, diciendo: 2 «Yo te he levantado del polvo y te hice jefe de mi pueblo, Israel; mas por haber tú marchado por el camino de Jeroboam y haber hecho pecar a mi pueblo, Israel, irritándome con sus pecados, 3 voy yo a barrer a Basa y a su casa, y haré tu

4

casa semejante a la de Jeroboam, hijo de Nadab. El que de la casa de Basa muera en la ciudad será devorado por los perros, y el que de los suyos muera en el campo será comido por las aves del cielo». 5 El resto de los hechos de Basa, cuanto hizo, sus hazañas, ¿no6 está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel? Basa se durmió con sus padres, y fue sepultado en Tirsa. Le sucedió Ela, su hijo. 7 La palabra de Yahvé había sido dirigida por medio del profeta Jehú, hijo de Janani, contra Basa y contra su casa, no sólo por todo el mal que él había hecho a los ojos de Yahvé, irritándole con la obra de sus manos y haciéndose semejante a la casa de Jeroboam, sino también por haber destruido a la casa de Jeroboam. El oráculo de Jehú es parecido al de Ajías (14,7-11). El mismo profeta apostrofó más tarde a Josafat (2 Crón 19,2-3; 20,34), en cuyo lugar se cita «la historia de Jehú, hijo de Janani, que fue inserta en el libro de los reyes de Israel». Basa no pertenecía a la familia real. Jehú le acusa de impiedad y de haber destruido la casa de Jeroboam. Aunque esta acción entraba en los planes de la Providencia, sin embargo, parece que Basa se ensañó y procedió con mala intención. Es muy posible (GAROFALO) que el v.7 sea una adición posterior. Reinados 8

de Ela, Zimri

y Omri

(16,8-28)

El año veintiséis de Asa, rey de Judá, comenzó a reinar sobre Israel, en Tirsa, Ela, hijo de Basa, y reinó dos años. 9 Conspiró contra él Zimri, su siervo, jefe de la mitad de los carros. Estaba Ela en Tirsa, comiendo y embriagándose en casa de Arsa, su mayordomo en Tirsa; 10 y entró Zimri y le hirió, matándole, el año veintisiete de Asa, rey de Judá, y reinó en su lugar. 11 Hecho rey, una vez que se sentó sobre el trono, 12 destruyó a toda la casa de Basa, sin dejar que escapara nadie de cuantos le pertenecían, ni pariente ni amigo. Destruyó Zimri toda la casa de Basa, según la palabra que Yahvé había dicho contra Basa por medio de Jehú, profeta, 13 por todos los pecados que Basa y Ela, su hijo, habían cometido y habían hecho cometer a Israel, irritando con sus ídolos a Yahvé, Dios de Israel. 14 El resto de los hechos de Ela, cuanto hizo, ¿no15está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel? El año veintisiete de Asa, rey de Judá, reinó siete días Zimri en Tirsa. 16 Estaba el pueblo acampado contra Guibetón, que pertenecía a los filisteos, y supo la noticia: «Zimri ha conspirado contra el rey, y aun le ha dado muerte»; y aquel mismo día todo Israel alzó en el campamento por rey a Omri, jefe del ejército. 17 Omri, y con él todo Israel, subieron de Guibetón y pusieron cerco a Tirsa. 18 Cuando Zimri vio que era tomada la ciudad, se metió en el palacio real y puso fuego a la casa con él dentro, y así murió, 19 por los pecados que él había cometido, haciendo lo malo a los ojos de Yahvé y marchando por el camino de Jeroboam y dándose a los pecados que Jeroboam había cometido para hacer pecar a Israel. 20 El resto de los hechos de Zimri, la conspiración que tramó, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel? 21 Entonces el pueblo de Israel se dividió en dos partidos; una mitad del pueblo quería hacer rey a Tib-

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1 Reyes 16

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1 Reyes 16 22

ni, hijo de Guinat, y la otra mitad estaba por Omri. Los partidarios de Omri vencieron a los partidarios23de Tibni, hijo de Guinat, y Tibni fue muerto y reinó Omri. El año treinta y uno de Asa, rey de Judá, comenzó a reinar Omri sobre Israel, y reinó doce años. Reinó en Tirsa seis años; 24 luego compró a Semer la montaña de Samaría por dos talentos de plata, y ediñcó sobre la montaña, dando a la ciudad que edificó el nombre de Samaría, del monte de Semer, el dueño del monte. 25 Omri hizo el mal a los ojos de Yahvé y obró todavía peor que los que le habían precedido. 26 Marchó por todos los caminos de Jeroboam, hijo de Nabat, y se dio a todos los pecados que Jeroboam había hecho cometer a Israel, irritando con sus ídolos a Yahvé, Dios de Israel. 27 El resto de los hechos de Omri, cuanto hizo, sus hazañas, ¿no está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel? 28 Se durmió Omri con sus padres y fue sepultado en Samaría. Le sucedió Ajab, su hijo. Poco se cuidó Ela (889-885) de los negocios de su reino. Mientras banqueteaba en su palacio, su ejército combatía cerca de Guibetón (Jos 19,44; 21,23). Le mató Zimbri en el curso de una francachela en casa de su mayordomo, en Tirsa (14,17). Por los pecados de Basa y de Ela, exterminó Zimbri (885) «toda la casa de Basa». Reinó Zimbri una semana (2 Grón 9,31; 2 Re 9,31). El ejército que acampaba cerca de Guibetón eligió por rey a Omri, jefe del ejército, que reinó durante los años 885-874. No fue reconocido rey por todo Israel, pero sus partidarios vencieron a los de su rival Tibni, que cayó asesinado. Los años del reinado de Omri parece que se computan a partir de la efímera usurpación del poder por parte de Zimbri. Omri trasladó a Samaría la capital del reino. Samaría estaba al nordeste de Naplusa, en lugar estratégico, rodeada de tierras feraces (Is 28,1; Am 3,12; 6,1) 1. El autor sagrado juzga severamente la conducta religiosa de Omri por haber introducido el culto del Baal sirio (v.25.30-33); pero, por lo demás, parece que fue un gran rey. Trató de sellar una alianza estable con Fenicia, casando a su hijo Ajab con Jezabel, hija de Etbaal, con la finalidad de mantener a raya a los árameos de Damasco. Según la inscripción de Mesa (c.840), «Omri humilló por muchos años a Moab, porque el dios Kemosh (Camos) estaba airado contra los de su tierra» (línea 5). En las inscripciones asirias, Israel es llamado mat Humri = tierra de Omri, denomina1 L a ciudad ha sido explorada arqueológicamente por la Universidad de H a r v a r d d u rante los años 1908-1010 ( j . W . JACK, Samaría in Ahab's Time. Harvard Excavations and their Results, Edimburgo 1929; A . A L T , Der Stadstaat Samaría, Berlín 1954). M á s tarde, en 1931-1935, los sondeos arqueológicos de J. W . Crowfoot descubrieron la obra de O m r i (J. W . C R O W F O O T - K . K E N Y O N - L . SUKENIK, The Buildings at Samaría [Londres 1942]; A. PARROT, Samarie: «Cahiers d'archéologie biblique», 7 [París-Neuchátel 1955]; R. DUSSAUD, Samarie au temps d'Achab: «Syria», 6 [1925] 314-338; 7 [1926] 9-29). E n los documentos asirios llámase a la ciudad Samarína, parecido al término arameo Shamerain, conservado en Esdr 4,10.17. Sobre las ruinas de la ciudad d e O m r i edificó más t a r d e Herodes el G r a n d e una magnífica villa, q u e llamó Sebaste, n o m b r e q u e sobrevive en la actual Sebastiyeh. L a ciudad hallábase edificada sobre una colina de 443 metros de altura, desde donde se divisa el mar Mediterráneo. Ocupaba u n lugar estratégico en las comunicaciones de la-llanura d e Esdrelón con Jerusalén. L a zona más alta de la colina era amplia, permitiendo el ensanche de la ciudad. M á s tarde Samaría dio su nombre a toda la región. Isaías (28,1) habla de la feracidad de sus campos. Sobre O m r i , el fundador de la ciudad, véase G. F . W H I T L E Y , The Deuteronomic Presentation of the House of Omri: V T 2 (1952) 137-IS2.

ción que emplea todavía Salmanasar III veinte años después de la muerte del rey de Israel (PRITGHARD, 280.281.284.285: Bit Hu-umri-ia). No parece (20,34), sin embargo, que tuviera éxito en su lucha contra los árameos 2 . Basa introdujo la idolatría formal en Israel (v.13; 21,22), sobrepasando el culto equívoco de los becerros (15,26.29-30).

Ajab,

rey de Israel

(16,29-34)

29

Ajab, hijo de Omri, comenzó a reinar en Israel el año treinta y ocho de Asa, rey de Judá, 30 y reinó sobre Israel en Samaría veintidós años. Ajab, hijo de Omri, hizo el mal a los ojos de Yahvé, más que todos cuantos le habían precedido; 31 y como si fuese todavía poco darse a los pecados de Jeroboam, hijo de Nabat, tomó por mujer a Jezabel, hija de Etbaal, rey de Sidón, y se fue tras Baal, le sirvió y se prosternó ante él. 32 Alzó a Baal un altar en la casa de Baal, que edificó en Samaría. 33 Hízose además una «asera», haciendo más que cuantos reyes le precedieron para provocar la ira de Yahvé, Dios de Israel. 34 En su tiempo, Jiel, de Betel, reedificó a Jericó; echó los fundamentos, al precio de su primogénito, Abiram, y puso las puertas al precio de Segub, su hijo menor, según la palabra que Yahvé había dicho por medio de Josué, hijo de Nun. Ajab subió al trono de su padre, reinando desde el año 874 hasta 853. Como hemos dicho, tomó por esposa a Jezabel, hija de Etbaal, rey de Tiro y Sidón, sumo sacerdote de Astarté. Esta unión matrimonial acarreó grandes males a Israel, que se vio inundado por una ola de paganismo, fomentado por la reina. Junto con el culto a Yahvé, Ajab sacrificó al dios fenicio Baal Melqart y a su paredra Ashera (14,15; 15,13; 18,19). En tiempos de Ajab se representa al dios fenicio bajo el aspecto de un guerrero 3 . Al lado de su política religiosa impía, cabe señalar que en su tiempo el reino de Israel alcanzó un período de gran esplendor. Sus relaciones con Fenicia beneficiaron a Israel desde el punto de vista económico y cultural; dominó a los moabitas (Obelisco de Mesa lín.8); mantuvo relaciones amistosas con el reino de Judá, que, en cierta manera, dependía del de Israel (22,4-45). En un principio vivió Ajab pacíficamente con el reino arameo de Damasco, iniciándose las hostilidades en los últimos años del rey. Benadad II marchó contra Samaría (20,iss), siendo derrotado. Por segunda vez atacó Benadad a Israel, pero fue nuevamente derrotado en Afee, en la planicie de Esdrelón, en las cercanías de Endor. A causa del peligro asirio que se cernía sobre los pueblos de la costa, Ajab perdonó la vida a Benadad. De estas guerras y de la intervención de Asiría se hablará más tarde. Antes de empezar la actividad religiosa de Elias, recuerda el autor sagrado el hecho de que Jiel, de Betel, reedificó a Jericó. 2

P O H L , Historia 53-57; D E VAUX, Israel: D B S 749. 3 R. DUSSAUD, Melqart: «Syria», 25 (1946-1948) 205-230; ÍDEM, Melqart d'aprés de recents travaux: «Revue d'Histoire des Religions», 151 (1957) 1-21; H . SEYRIG, Heracles, Melkart et Nergal: «Syria», 24 (i944-i°45) 69-71.

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Cabe suponer que Jiel emprendió la obra por indicación del monarca, no pudiendo precisar si levantó parte de la ciudad o si le encomendó solamente la erección de un palacio para el gobernador. Josué tomó la ciudad, en cuya ocasión lanzó una maldición (Jos 6,26). Diversamente es interpretado el texto referente a la obra de Jiel. Ningún israelita atrevióse a reedificar la ciudad de Jencó a causa de la maldición de Josué; pero Ajab y su comisionado Jiel, poco o nada religiosos, prescindieron de aquel juramento y pusieron manos a la obra, que edificaron conforme al rito cananeo, que exigía el sacrificio de un niño al poner la primera piedra y de otro al colocar las puertas. Con esta costumbre bárbara querían ahuyentar a algún demonio peligroso o poner la casa bajo la protección de la divinidad. Hasta el momento, la arqueología no ha aportado pruebas fehacientes sobre los sacrificios de fundación en Jericó, en uso entre los cananeos, pero existen indicios de que se practicaban. En este sentido se interpretan los hallazgos de cadáveres de niños en los fundamentos de casas de Tanac, Guezer, Megiddo. Pero la costumbre de los sacrificios humanos y de fundación era. netamente cananea (Lev 18,21; 20,2; Deut 12,31; 2 Re 16,3; 23,10; Jer 7.3i)É L CICLO D E E L I A S ( 1 7 , 1 , 2 R e 2,1-15)

En la introducción vimos que el autor sagrado utilizó diversas fuentes preexistentes para la composición de su obra. En la historia de Elias, que tuvo ante sus ojos, pueden vislumbraise dos corrientes: una, en la que Elias desempeña el papel principal y en la que existe una hostilidad violenta contra Ajab y su familia, comprende los relatos referentes a la gran sequía (c.17-18), al viaje del profeta a Horeb (c.19), a la viña de Nabot (c.21) y a la enfermedad de Ocozías (2 Re c.i). La segunda corriente trata a Ajab con más indulgencia; en ella aparecen varios profetas (c.20 y 22). Cabe suponer que hacia finales del siglo ix se escribió una historia de Elias, a la que siguió más tarde una de Eliseo. Las dos biografías fueron refundidas, de tal suerte que el final de la vida de Elias y los comienzos de la historia de Eliseo se han perdido. El autor del libro de los Reyes ha utilizado quizá un corpus de relatos proféticos compuestos en el reino del norte 1.

Elias en la palestra

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1 Reyes 11

1 Reyes 17

asentarse junto al torrente de Querit, que está al este del Jordán. 6 Los cuervos le llevaban por la mañana pan, y carne por la tarde, y bebía del agua del torrente; 1 pero al cabo de cierto tiempo se secó el torrente, pues no había caído lluvia alguna sobre la tierra. Elias aparece de improviso en la historia del reino de Israel. Originario de Tisbe, en TransJordania, del lugar conocido hoy por Il-Istib, Lisdib, al norte del Yaboc 2, pertenecía a una familia profundamente yahvista. Su mismo nombre: eliyahu = Yahvé es Dios, indica su fe y su misión. Aunque fuera profeta, como le llama repetidamente el texto griego, es más conocido por «el hombre de Dios» (17,18-24; 2 Re 1,9-16). Presentóse ante Ajab, anunciándole en nombre de Yahvé que no habrá ni rocío ni lluvia sino por la palabra de Dios. La sequía será total (2 Sam 1,21), porque Dios, amo y señor supremo de los elementos, quiere castigar a Israel por la introducción oficial del culto de los baales en la nación (18,18), y asegurar el triunfo del yahvismo (18,41). De esta sequía en tiempos de Ajab (Le 4,25-26; Sant 5.17-18) habla también Menandro de Efeso, citado por Flavio Josefo 3 . Una vez anunciado su mensaje al rey, Elias se escondió en una caverna del torrente Querit, al este del Jordán. El torrente es uno de los afluentes orientales del Wadi Yabes, que inicia su curso en TransJordania y pasa junto a Jabes Galaad. Por voluntad divina, los cuervos le proveían «de pan y carne por la mañana y de pan y carne por la tarde» (texto hebreo), o, como dicen los LXX, «de pan por la mañana y carne por la tarde».

El milagro de la harina y del aceite

8 Entonces le dirigió Yahvé su palabra, diciendo: 9 «Levántate y vete a Sarepta, de Sidón, y mora allí.10Yo he dado orden a una mujer viuda para que te mantenga». Levantóse y fuese a Sarepta. Al llegar a la entrada de la ciudad, vio a una mujer viuda que recogía serojos; la llamó y le dijo: «Vete a buscarme, por favor, un poco de agua en un vaso para que beba»; n y ella fue a buscarla. Llamóla de nuevo cuando iba a traérselo, y le dijo: «Tráeme también, por favor, un bocado de pan»; 12 pero ella le contestó: «Vive Yahvé, tu Dios, que no tengo nada de pan cocido y que no me queda más que un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la vasija; precisamente estaba ahora cogiendo unos serojos para ir a preparar esto para mí y para mi hijo; lo comeremos y nos dejaremos morir». 13 El le dijo: «No temas, ve y haz lo que has dicho, pero prepárame para mí antes una tortita cocida en 14el rescoldo y tráemela, y luego ya harás para ti y para tu hijo; pues he aquí lo que dice Yahvé: No faltará la harina que tienes en la tinaja ni disminuirá el aceite en la vasija hasta el día en que Yahvé haga caer la lluvia sobre el haz de la tierra». 15 Fue ella e hizo lo que le había dicho Elias, y durante mucho tiempo tuvieron que co-

(17,1-7)

1

Elias, tisbita, habitante en Galaad, dijo a Ajab: «Vive Yahvé, Dios de Israel, a quien sirvo, que 2no habrá en estos años ni rocío ni lluvia sino por mi palabra». Y dirigió Yahvé a Elias su palabra, diciendo: 3 «Pártete de aquí, vete hacia el oriente y escóndete junto al torrente de Querit, al este del Jordán. 4 Beberás el agua del torrente y yo mandaré a los cuervos que te den de comer allí». 5 Hizo según la palabra de Yahvé, y fue a 1 R. DE VAUX, Les tivres des Rois i; Elie le prophéte selon les Ecritures et les traditions chrétiennes (París 1956) 53; G. FOHRER, Elia (Zurich 1958); A. SCHULZ, Die Quellen del Geschkhte des Elias (Braunsberg 1916).

(17,8-16)

2 3

Géographie II 486. Ant. ¡ud. 8,13,2.

470

1 Reyes 18

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m e r ella y su familia y Elias, 16 sin q u e faltase la harina de la tinaja ni disminuyese el aceite de la vasija, según lo que había dicho Yahvé p o r Elias. El t o r r e n t e Q u e r i t se secó al cabo d e u n t i e m p o ; entonces indicó D i o s a Elias q u e se trasladara a Sarepta, al mediodía de Sidón, e n el lugar llamado h o y Sarfend, Sarafand, e n t r e T i r o y Sidón. U n wely g u a r d a todavía el r e c u e r d o de la permanencia allí del gran profeta Elias. A l pedirle pan, le r e s p o n d e la mujer fenicia, p o n i e n d o a Y a h v é p o r testigo, q u e n o dispone de p a n cocido, o sea de p a n plano, r e d o n d o y cocido bajo la ceniza. Parece q u e la viuda solam e n t e tenía u n hijo d e corta edad.

Resurrección

del

hijo

de la viuda

(17,17-24)

17

D e s p u é s de esto enfermó el hijo de la mujer dueña de la casa; y su enfermedad era tan violenta, q u e n o podía resollar. 18 L a mujer dijo entonces a Elias: « ¿ Q u é hay entre ti y m í , h o m b r e de Dios? ¿Has venido p o r ventura a m i casa para traer a la m e m o r i a mis pecados y hacer m o r i r a m i hijo?» 19 El le respondió: « D a m e acá tu hijo». E l le t o m ó del regazo de su m a d r e , le subió a la habitación d o n d e él d o r m í a y le puso en su cama, 2 0 e invocó a Yahvé, diciendo: «¡ O h Yahvé, m i D i o s ! ¿Vas a afligir a la viuda q u e en su casa m e ha hospedado m a tando a su hijo?» 2 1 Tendióse tres veces sobre el niño, invocando a Yahvé y diciendo: «¡Yahvé, Dios m í o ! Q u e vuelva, te ruego, el alma de este niño a entrar en él». 2 2 Yahvé oyó la voz de Elias, y volvió dentro del niño su alma, y revivió. 23 T o m ó entonces al niño Elias, bajó y entrególo a su m a d r e , diciendo: «Mira, t u hijo vive». 2 4 L a mujer dijo a Elias: «Ahora conozco que eres h o m b r e de Dios y q u e es verdad en tu boca la palabra de Yahvé». A l cabo d e u n t i e m p o enfermó el hijo de la viuda, q u e d a n d o sin respiración (neshama). P o r razones literarias, p o r la forma con q u e se i n t r o d u c e el relato, p o r n o t e n e r éste relación con lo que precede, ya q u e la mujer parece ignorar el milagro de la harina y del aceite, y, finalmente, p o r su analogía con lo de la mujer sunam i t a (2 R e 4,8ss), se sospecha q u e el presente episodio fue añadido al texto de Elias p o r los discípulos d e Elíseo 4 . L a mujer le echa en cara el haberse e n t r e m e t i d o e n su vida, a t r a y e n d o sobre ella la atención divina, q u e le castiga p o r los pecados pasados. T r e s veces se tendió el profeta sobre el n i ñ o m u e r t o , c o m o hizo m á s t a r d e Eliseo (2 R e 4,34) y San Pablo (Act 20,10). Parece c o m o u n rito esencial, p o r el cual se establecía u n a corriente de vida e n t r e a m b o s cuerpos (LANDERSDORFER). P e r o D i o s o b r a el milagro a ruegos de Elias.

Encuentro 1

de Elias con Abdías

(18,1-15)

Pasados m u c h o s días, al tercer año, dirigió Yahvé su palabra a Elias, diciendo: «Ve, preséntate a Ajab, que voy a hacer que caiga la lluvia sobre el haz de la tierra». 2 F u e , pues, Elias * D E VAUX, Elie 56.

471

para presentarse ante Ajab. El h a m b r e era grande en Samaría, 3 y Ajab m a n d ó a llamar a Abdías, su mayordomo. Abdías era m u y temeroso de Yahvé; 4 y cuando Jezabel exterminaba a los profetas de Yahvé, escondió a cien profetas, de cincuenta en cincuenta, p o r cincuenta días en cavernas, proveyéndoles de p a n y de agua. 5 Ajab dijo a Abdías: «Vete por la tierra a todas las fuentes de agua y a todos los torrentes, a ver si por allí hay alguna hierba para que podamos conservar con vida a los caballos y mulos y n o nos quedemos sin ganado». 6 Dividiéronse, pues, la tierra para recorrerla, y Ajab se fue solo por u n camino y Abdías se fue solo por otro. 7 Cuando iba Abdías por su camino, encontróse con Elias, y como le reconoció, echóse sobre el rostro, diciendo: «¿Eres tú, mi señor, Elias?» 8 El le respondió: «Sí, yo soy; vete a decir a tu señor: Ahí está Elias». 9 Y Abdias le contestó: « ¿ Q u é pecado he cometido yo para que tú m e entregues en m a n o s de Ajab, que seguramente m e hará m o r i r ? l° Vive Yahvé, tu Dios, que no hay nación ni reino adonde n o haya m a n d a d o m i a m o a buscarte; cuando venían diciéndole q u e n o estabas allí, hacía jurar al reino y a la nación que n o te habían hallado. n ¿Y ahora tú m e dices: Ve a decir a tu a m o : A h í está Elias? 12 Además, en cuanto yo te deje, el espíritu de Yahvé te llevará yo no sé dónde, y cuando vaya a informar a Ajab, él n o te hallará y m e matará. Sin e m b a r g o , tu siervo t e m e a Yahvé desde su juventud. 13 ¿No le han dicho a m i señor lo q u e yo hice cuando Jezabel mataba a los profetas de Yahvé? Yo oculté a cien profetas de Yahvé, de cincuenta en cincuenta, en cavernas, y los proveí de pan y de a g u a . 1 4 Y ahora m e m a n d a s : ¿Ve a decir a tu a m o : Ahí está Elias, para que m e mate?» 15 P e r o Elias le dijo: «Vive Yahvé, Sebaot, a quien sirvo, q u e hoy m i s m o m e presentaré yo delante de Ajab». L a sequía fue d e tres años o de tres años y medio (Le 4,25; Sant 5,17), según la distinta manera de contar, al término de los cuales fue palabra d e Dios (17,2.24) a Elias para que se presentara a Ajab. T e n í a éste u n m a y o r d o m o q u e , a pesar de vivir en u n a m biente idolátrico, conservóse fiel a la religión de sus padres. A b d í a s se encontró con Elias, q u e le m a n d ó fuera a anunciar a Ajab su presencia. C o n estilo propio de los orientales, el mayordomo se excusa exponiendo al profeta los temores que le asaltaban. L a última de las razones q u e aduce para justificar sus temores es q u e , conociendo A b d í a s q u e el espíritu de Yahvé se presenta de i m p r o viso sobre Elias y sobre los profetas, trasladándolos a otras partes (1 Sam 10,6-10; 19,20-23; 2 R e 2,16), teme que en su ausencia se produzca este f e n ó m e n o y desaparezca, apareciendo ante Ajab como mentiroso. Elias le asegura con juramento que aquel mismo día se presentará ante Ajab. E m p l e a Elias la expresión «Yahvé Sebaot», el Dios de los ejércitos (1 Sam 1,3.11; 4,4; 17,45) i. 1 Véase B. N. WAMBACQ, L'Epitlwte divine Yahvé-Sebaot (Bruges 1947). En un tiempo era considerada el arca como un palladium militar, al cual se recurría en los momentos difíciles; sobre ella «se invoca el nombre de Yahvé Sebaot, que tiene su trono entre los querubines» (2 Sam 6,2).

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1 Reyes /«

1 Reyes 18

Elias

y Ajab

se enfrentan

(18,16-19)

16

Abdías, yendo al encuentro de Ajab, le informó, y Ajab se volvió p a r a ir al encuentro de Elias. 17 Apenas le vio Ajab, le dijo: «¿Eres t ú ruina de Israel?» 18 Y Elias le respondió: «No soy yo la ruina de Israel, sino tú y la casa de t u p a d r e , apartándoos de los m a n d a m i e n t o s de Yahvé y yéndoos tras los baales. 19 A n d a , convoca a todo Israel sobre el m o n t e C a r m e l , y a los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal que c o m e n d e la m e s a de Jezabel». Ajab acudió i n m e d i a t a m e n t e al e n c u e n t r o d e Elias, con el q u e sostuvo u n b r e v e diálogo. A las palabras: «¿Eres t ú , ruina d e I s rael?», r e s p o n d e Elias con decisión y aires de superioridad. N o es él el causante de la r u i n a d e Israel, sino el rey y la casa de O m r i (16,16.27-28) al rendir culto a los baales, a b a n d o n a n d o al v e r d a d e r o y único Dios; la sequía es efecto d e u n castigo d e Yahvé.

Sacrificio sobre el monte Carmelo (18^0-40) * 20 Convocó, pues, Ajab a todos los hijos d e Israel y a todos los profetas al m o n t e C a r m e l ; 2 1 y acercándose Elias a todo el pueblo, le dijo: «¿Hasta cuándo habéis de estar vosotros claudicando de u n lado y de otro? Si Yahvé es Dios, seguidle a E l ; y si lo es Baal, id tras él». E l pueblo n o respondió nada. 2 2 Volvió a decir Elias al pueblo: «Sólo quedo yo de los profetas de Yahvé, mientras q u e hay cuatrocientos cincuenta profetas de Baal. 2 3 Q u e traigan bueyes para que escojan ellos u n o , lo corten en pedazos y lo p o n g a n sobre la leña, p e r o sin p o n e r fuego debajo; yo p r e p a r a r é otro sobre la leña, sin p o n e r fuego debajo. 24 D e s p u é s invocad vosotros el n o m b r e de vuestro Dios y yo invocaré el n o m b r e de Yahvé. El dios q u e respondiere con el fuego, ése sea Dios»; y todo el pueblo respondió: «Está m u y bien». 2 5 Entonces dijo Elias a los profetas de Baal: «Escogeos el buey y haced vosotros p r i m e r o , pues q u e sois los más, e invocad el n o m b r e de vuestro dios, pero sin p o n e r fuego debajo». 26 T o m a r o n ellos el b u e y que les entregaron, aprestáronlo, y estuvieron invocando el n o m b r e de Baal desde la m a ñ a n a hasta el mediodía, diciendo: «Baal, respóndenos». P e r o n o habia voz ni quien respondiese, mientras estaban ellos saltando en torno del altar q u e habían hecho. 27 Al mediodía burlábase de ellos Elias, diciendo: « G r i t a d bien fuerte; dios es, pero quizá está entretenido conversando, o tiene algún negocio, o está d e viaje. Acaso esté d o r m i d o , y así le despertaréis». 2 8 Ellos d a b a n voces y m á s voces y se sajaban con cuchillos y lancetas, según su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. 2 9 Pasado el mediodía, siguieron enfurecidos hasta la hora en que suele hacerse la ofrenda de la t a r d e ; pero n o h u b o voz ni quien es2 D. R. AP.-THOMAS, Elijah on Mt. Carmel (i Reg lS): PEQ 92 (1960) 146-155; H. H. ROWLEY, Elijah on Mount Carmel (Manchester ig6l). Elias escogió el monte Carmelo por estar dedicado al «Baal de los cielos», una apelación de Hadad, el dios que asegura el verdor de las montañas, el señor de la lluvia y del relámpago. Desde tiempos antiguos, Hadad se identificaba con el dios del Carmelo. En el período helenístico y romano, el Baal del Carmelo se identificaba con Zeus. En el monte se ha encontrado un exvoto con una inscripción en griego dedicada a Zeus Heliopolites, «el dios del Carmelo». Tácito habla de un templo erigido sobre el Carmelo (Hist. 11,78).

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cuchase ni respondiese. 30 Entonces dijo Elias a todo el pueblo: «Acercaos». Y todo el pueblo se acercó a él. Preparó el altar de Yahvé, que estaba en ruina; 3 1 y tomando Elias doce piedras, según el n ú m e r o de las tribus de los hijos de Jacob, a quien había dicho Yahvé: «Israel será tu nombre», 32 alzó con ellas u n altar al n o m b r e de Yahvé. H i z o en derredor una zanja tan grande c o m o la superficie en q u e se siembran dos «satos» de simiente; 33. compuso la leña, cortó el buey en pedazos y púsolo sobre la leña. 3 4 Dijo luego: «Llenad de agua cuatro cántaros y echadla sobre el holocausto y sobre la leña». Después dijo: «Haced lo m i s m o otra vez». O t r a vez lo hicieron. Dijo a ú n : «Hacedlo por tercera vez». Y p o r tercera vez lo hicieron. 3 5 C o rría el agua todo en d e r r e d o r del altar y había llenado el agua t a m b i é n la zanja. 36 C u a n d o llegó la hora de ofrecerse el holocausto, llegóse el profeta Elias y dijo: «Yahvé, Dios de Abrah a m , de Isaac y de Israel: q u e se sepa hoy que tú eres Dios de Israel y que yo soy tu siervo, q u e todo esto hago por m a n d a t o tuyo. 37 R e s p ó n d e m e , Yahvé; respóndeme, para que todo este pueblo conozca que tú, ¡oh Yahvé!, eres Dios y que tú conviertes a ti su corazón». 38 Bajó entonces fuego de Yahvé, que consumió el holocausto y la leña, las piedras y el polvo, y a ú n lamió las aguas que había en la zanja. 39 Viendo esto el pueblo, cayeron todos sobre sus rostros y dijeron: «¡Yahvé es Dios, Yahvé es Dios!» 40 Y díjoles Elias: «Coged a los profetas de Baal, sin dejar que escape ninguno». Cogiéronlos ellos y llevólos Elias al torrente Cisón, d o n d e los degolló». L o s reyes paganos de E d o m , M o a b , Anión, T i r o y Sidón consultaban a los profetas en los negocios más importantes del reino (Jer 27,3.9-10). Existía en C a n a á n el profetismo extático y delirante y otro más moderado. E n u n o d e los textos de Ras Shamra se habla de u n éxtasis sobrevenido d u r a n t e u n acto cultual: la toma de p o sesión de parte de la divinidad se expresa con la imagen típicam e n t e bíblica de la «mano q u e agarra». La forma moderada del profetismo se encuentra especialmente e n el área aramaica y m o a bítica, como atestiguan las inscripciones de Zakir y de M e s a 3 . L a reina Jezabel había traído gran n ú m e r o de profetas de T i r o y Sidón. Siguiendo la indicación de Elias, Ajab convocólos al C a r melo. D e b í a n deslindarse de los c a m p o s y no andar Israel encend i e n d o u n a lámpara a Yahvé y otra a Baal. No se trata de decidir cuál de los dos es el más fuerte, sino de saber cuál de los dos es Dios; si lo es Yahvé, entonces Baal es pura nada, y viceversa. El juicio de Dios tendría lugar sobre el monte Carmelo (Kerem = viña), hermosa montaña q u e se extiende al sudoeste de la llanura de Esdrelón, cubierta de a b u n d a n t e vegetación. El p u n t o tradicional del sacrificio es El Muhraqa, en la extrem i d a d sudoriental del m o n t e , a 514 metros sobre el nivel del M e diterráneo. Desde este sitio se divisa el mar; cerca brota el m a n a n 3 A. GUILLAUME, Prophecy and Divination among the Hebrews and other Semites (Londres 1938); A. HALDAR, Associations of Cult Prophets among the Ancient Semites (Upsala 1945); A. NEHER, L'Essence du prophétisme (París 1955); E. JACOB, Le prophétisme israélite d'aprés les recherches recentes: «Revue d'Histoire et de Philosophie Religieuse», 32 (1952) 59-69 A. MALAMAT, Prophecy in the Mari Documents: «Israel Exploration Society», 4 (1955) 1-12: G. DOSSIN-A. LODS, Une tablette inédite de Mari, intéressante pour l'histoire ancienne du prophétisme sémitique: «Studies in the Oíd Testament Prophecy» (Edimburgo 1950) 103-110.

1 Reyes 18

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tial Bir-el-Mansura, del cual se sacaba el agua para el sacrificio. En Tell el-Qasis, al pie de El Muhraqa y cerca del Cisón, se conserva todavía hoy la memoria de la matanza de los profetas de Baal. Alt, para el cual el dios Baal era el dios local del Carmelo, propone como lugar del sacrificio la punta norte de la montaña que domina el mar; pero no convencen sus razones 4 . Elias habla al pueblo, reprobando su conducta sincretista. Como ejemplo del avance de la idolatría, dice que es el único profeta de Yahvé que se atreve a presentarse en público, lo que contrasta con el apoyo oficial con que cuentan los profetas de Baal. A pesar de esta desproporción numérica, propone Elias el duelo entre Yahvé y los baales, entre él y los centenares de profetas de los ídolos. La prueba consistirá en que cada uno de los dos bandos inmole sobre el Carmelo un becerro (Ex 24,5; Núm 23,2; Jue 6,25); que se corte la víctima en pedazos y se coloque sobre la leña, pero sin poner fuego debajo (Gen 22,6). Al pueblo agradó aquella propuesta de Elias. A los profetas de Baal, por ser muchos, se les concedió fueran los primeros, dándoseles, además, la facultad de escoger la víctima. Elias reservóse para el acto apoteósico final. Los profetas de Baal aparejaron el altar e invocaron a Baal a grandes voces, al mismo tiempo que se entregaban a una danza violenta y frenética, que a la larga solía provocar el delirio mántico (v.28-29). Era esta danza originaria de Fenicia 5 . Con este baile fenicio cabe relacionar lo que se dice en 19,18: «Voy a dejar con vida a siete mil cuyas rodillas no se han doblado ante Baal». Al ver Elias que nada conseguían con sus gritos y danzas, burlábase de ellos, diciéndoles que su dios Baal, o Herakles, llamado el filósofo, estaba acaso enfrascado en resolver alguna cuestión filosófica; o que por razón de atribuírsele la invención de la púrpura y de las naves, estaba ocupado en algún negocio, o de viaje. Al dios fenicio se le atribuían expediciones a Libia, y sus admiradores se lo imaginaban al frente de las naves fenicias que surcaban los mares enarbolando las banderas de Tiro y de Sidón, o cabalgando sobre un hipocampo alado. Admite Elias la posibilidad de que Herakles esté dormido 6 . A las palabras de Elias redoblaban los profetas de Baal sus esfuerzos a fin de llamar la atención de su dios. Los gritos se suceden cada vez más agudos y suplicantes, y la danza toma caracteres

de vértigo; la agitación alcanza el paroxismo. Aturdidos, insensibles y fuera de sí, se sajaban con cuchillos y lancetas, ¡i la manera de los derviches de nuestros días. Añade la Biblia que lo hacían «según su costumbre» 7 . Por la Biblia consta la costumbre de hacerse tales incisiones (Jer 16,6; 41,5) en honor de los muertos (Deut 14,1) y por otros motivos, que los verdaderos profetas condonaban (Jer 41.5; 47.5; Os 7,14; Zac 13,6; Lev 19,28; 21,5). Hasta bien entrada la tarde no cesaron de profetizar, en el sentido de eslar poseídos y dar señales externas del éxtasis profético (Núm 11,25-27; 1 Sam 10, 5-13; 19,20-24). Cuando la noche amenazaba caerse encima en aquel lugar inhóspito, y ante el rotundo fracaso de los falsos profetas, Elias recogió las piedras del altar de Yahvé que Jezabel había hecho demoler y lo reconstruyó 8 . Sobre el Carmelo residió Eliseo (2 Re 4, 25) y allí celebraba el pueblo las neomenias y sábados (2 Re 4,23). Causa extrañeza el interés en reunir doce piedras que evocaran la memoria de las doce tribus en unos momentos en que existía la escisión; quizá se trata de alguna alusión histórica (Ex 24,4; Jos 4,4). Abrió Elias alrededor del altar una zanja tan grande que en su superficie cabían dos satos de simiente. Es el sato una medida de capacidad (Gen 18,6; 1 Sam 25,18), que equivalía a trece litros 9 . Al llegar la hora del sacrificio vespertino, que tenía lugar entre dos luces (Ex 29,39.41; Núm 28,4.8), empezó Elias su oración a Yahvé. Nada de gritos ni de danzas rituales, ni incisiones de ninguna clase, para dar a entender que sólo «el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel» (1 Crón 29,18; 2 Crón 30,6) podía mandar el fuego, quizá en forma de chispa eléctrica o rayo. El milagro se produjo, de lo que dedujeron los israelitas que Yahvé era el solo y verdadero Dios. A una indicación de Elias se apoderó el pueblo de los profetas de Baal, que Elias degolló en el torrente Cisón (Jue 4,7.13; 5.2i), al pie del Carmelo. En la lucha entre Yahvé y Baal, los servidores de éste sufren las consecuencias de la derrota de su dios, conforme a las leyes entonces en uso sobre la suerte de los vencidos (Deut 13,2-6; 18,20-22).

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4 A. A L T , Das Gottesurteil auf dem Karmel: «Festschrift G. Beer» (Stuttgart 1935) 1-18; R. DE VAUX, Les prophétes de Baal sur le Mont Carmel: «Bulletin de Musée de Beyrouth», 5 (1941) 7-20 Según O . Eissfeldt, Elias combatió al dios Baal-Shamen, o sea, «señor del cielo» (Baalshamen und Yahvé: Z A W 57 [1939] 1-31; K. GALLING, Der Gott Karmel und die Achtung der fremden Gotter: «Festschrift A . Alt» [Tübingen 1953] 105-125; M . AviJONAH, Moimt Carmel and the God of Baalbek: «The Israel Exploration Journal», 2 [1952] 118-124). 5 La describe Heliodoro d e Emesa (Ethiop. 4,17,1) con estas palabras: «Enardecidos al son de los instrumentos músicos, danzaban vertiginosamente, ya levantándose en alto con ligeros saltos, ya cayendo repetidamente con las rodillas en el suelo y dando vueltas sobre sí mismos, como si estuvieran poseídos». 6 Según Menandro, el rey H i r a m , contemporáneo d e Salomón, celebró «el despertar de Herakles el mes de Peritios». E n las inscripciones fenicias d e Chipre, Rodas y Gartago se habla de «despertadores» del dios esposo de Astronoé, forma de Astarté, paredra de Baal. El esposo de Astronoé es, pues, Herakles-Melqart, el baal de los profetas del Carmelo. Los despertadores del dios eran grandes personajes, altos funcionarios, constituyendo el acto del despertar del dios una ceremonia ordinaria d e culto ( D E VAUX, Elie 61).

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' En efecto, cuenta Apuleyo (Met. 7,27-28; LUCIANO, De dea syria 50) q u e en las fiestas en honor de la diosa Siria «prorrumpían en alaridos discordantes, como si estuvieran fanatizados; por mucho tiempo tenían la cabeza colgante, el cuello torcido, ejecutando movimientos audaces, dando vueltas y mordiéndose las carnes. Finalmente, con la espada d e doble hoja que llevaban consigo hacíanse incisiones en el brazo». 8 Desde m u y antiguo existía sobre el Carmelo un lugar alto dedicado a Baal, como indica el nombre de rusha qadesh, «promontorio sagrado», q u e se da a. la m o n t a ñ a en las listas de Tutmosis III (PRITCHARD, 243)- Probablemente, en tiempos de David y de Salomón el lugar alto cananeo fue anexionado al culto de Yahvé. 9 E n este supuesto, la zanja ocupaba unos 1.660 metros, con un cuadrilátero d e 40 m e tros por cada lado. Lo más razonable, escribe Steinmann, es decir que los 26 litros indican la anchura del canal. E n cuanto a las doce ánforas de agua, se ha hecho notar q u e es curioso que se malgaste tanta agua; pero el mar estaba cerca y aún más el manantial d e Bir-el-Mansura. El agua servía para hacer incombustible la leña del altar (J. STEINMANN, Elie dans VAnden Testament: «Elie le prophéte», I.a, 104; MONTCOMKKY, 308; A. JUNKIÍR, Der Graben um den Altar des Elias. Eine Untersuchung über die hullisclw Überliefenmn van í Kg. 18,29-83: «Trierer Theologische Zeitschrift», 69 [1960] 65-74). El ¡iRiia, al mismo tiempo q u e purificaba el altar, lo aislaba de los alrededores a fin de que, al caer el fuego del cielo ( N ú m 11,1; Job 1,16; 2 Re 1,12), no devorara el terreno y personas de las inmediaciones.

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1 Reyes 19

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Fin de la sequía

(18,41-46)

41

Entonces dijo Elias a Ajab: «Sube a comer y a beber, porque ya suena gran ruido de lluvia». 42 Y subió Ajab a comer y a beber. Elias subió a la cumbre del Carmel y se postró en tierra, poniendo el rostro entre las rodillas; 43 y dijo a su siervo: «Sube y mira hacia el mar». Subió él, miró y dijo: «No se ve nada». Elias le dijo: «Vuelve a hacerlo siete veces». 44 Y a la séptima vez dijo el siervo: «Veo una nubécula, como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar». El le dijo: «Ve y45 dile a Ajab: Unce y baja, no te lo impida luego la lluvia». Y en esto se cubrió el cielo de nubes, sopló el viento y cayó gran lluvia. Subió Ajab y vino a Jezrael. 46 Fue sobre Elias la mano de Yahvé, que ciñó sus lomos, y vino corriendo a Jezrael delante de Ajab. El gran drama ha terminado con el triunfo aplastante de Yahvé. Ajab y Elias suben del torrente Cisón a la cumbre del monte (Jue 6,26); el rey dirigióse al lugar donde se guardaban las provisiones, mientras subía Elias a otra altura superior. Allí se arrodilló, y, con la cabeza entre las rodillas, no atreviéndose a mirar de cara lo que está por suceder, esperaba la lluvia, que debía proceder del mar anunciando con gran ruido su llegada. En Palestina la lluvia es producida por vientos del oeste y sudoeste. En la nubécula se ha querido ver una figura de la Virgen María, que llevó la salud al mundo 10 . Ajab marchóse a Jezrael, la actual Zerín, a 25 kilómetros del Carmelo.

Camino de Horeb

(19,1-7)

1

Ajab hizo saber a Jezabel lo que había hecho Elias y cómo había pasado a cuchillo a los profetas, 2 y Jezabel mandó a Elias un mensajero para decirle: «Así me hagan los dioses y así me añadan si mañana a estas horas no estás tú como uno de ellos». 3 Temió, pues, Elias y se levantó y huyó para salvar su vida, y4 llegó a Berseba, que está en Judá; y dejando allí a su siervo, siguió él por el desierto un día de camino y sentóse bajo una mata de retama; deseó morirse, y dijo: «¡Basta,5 Yahvé! Lleva ya mi alma, que no soy mejor que mis padres». Y, echándose allí, se quedó dormido. Y he6 aquí que un ángel le tocó, diciéndole: «Levántate y come». Miró él y vio a su cabecera una torta cocida 7y una vasija de agua. Comió y bebió y luego volvió a acostarse; pero el ángel de Yahvé vino por segunda vez y le tocó, diciendo: «Levántate y come, porque te queda todavía mucho camino». Quiso vengarse Jezabel de Elias por haber hecho matar a todos los profetas que alimentaba la reina. Con un juramento hecho en nombre de sus dioses decide Jezabel desquitarse (20,10). Elias huyó 10 «En u n a tarde calurosa de primavera he observado largo tiempo el punto del horizonte que oteaba el criado de Elias, y en donde vio cómo subía del mar la nubécula, símbolo de la gracia fecunda que la Virgen Inmaculada debía enviar sobre la tierra, y me alegré de que estos lugares, tan cercanos al corazón, estén todavía, hoy como ayer, rodeados del silencio y de la más impresionante soledad (PAUL MARIE DE LA CROIX, Hauts Lieux Elianiques: «Elie le prophéte», l.c, 22-23).

477

a Horeb, nombre del monte Sinaí en los relatos elohístas del Pentateuco. Teniendo como misión establecer la doctrina de la alianza en toda su pureza, marcha al lugar donde Dios e Israel sellaron el pacto de la alianza, y en donde Yahvé tiene preferentemente su asiento (Jue 5,2-4). Del Carmelo se dirige hacia el sur, andando de noche y durmiendo de día en alguna caverna que encontraba al paso o recostado al pie de un árbol. Las mismas precauciones tuvo que tomar en el reino de Judá por reinar allí Josafat, emparentado con el rey de Israel. Finalmente, llegó al viejo santuario de Bersabé, en el límite meridional de Palestina (Gen 21,31; 26,23; 41,1-4; 2 Sam 17,11). Allí dejó en libertad a su siervo para adentrarse solo en las inmensidades del tórrido desierto, teniendo como meta el Sinaí. Detrás de sí deja al pueblo infiel, «que claudica de un lado y de otro» (18,21) para refugiarse en el santuario de Yahvé. Todo el día caminó bajo el implacable sol del desierto, llegando al anochecer a un sitio donde se erguía una retama (hebreo; rothem; árabe: reteñí), arbusto característico del Negueb, lo suficientemente desarrollado para dar cobijo a Elias. En aquellos momentos de cansancio, perseguido por los de su pueblo, devorado por el hambre y la sed, deseóse la muerte (Jon 4,8; Job 31,30). Mejores que él eran sus padres, y, sin embargo, murieron; ¿por qué Yahvé alarga su vida? Más que el reposo de una noche en la soledad acogedora del desierto, anhela la muerte: «Lleva ya mi alma»; en el sheol piensa encontrar la paz y el reposo que los hombres le niegan. Servido antes por los cuervos (17,4.5), manda ahora Yahvé a su ángel para que lo conforte (2 Re 1,2). Repuesto del cansancio, el mismo ángel le invitó a que comiera de nuevo, cobrando fuerzas para el gran viaje que le esperaba. Refocilado con aquel alimento, emprendió el camino hacia el monte Horeb, andando cuarenta días y cuarenta noches; caminaba de noche y descansaba durante el día, con etapas cortas, a fin de prepararse, como Moisés (Ex 24,12-18; Deut 9,9-11), con cuarenta días de penitencia, ayuno y oración (Mt 4,2; Le 4,2). Es el número cuarenta uno de los que, según San Agustín, no deben tomarse a la letra. Elias se acercaba por etapas «a la montaña de Dios» (Ex 3,1; 4,27; 18,5), Horeb-Sinaí (Jebel Musa) 1.

Encuentro

con Dios en Horeb

(19,8-18)

8

Levantóse, pues; comió y bebió y anduvo con la fuerza de aquella comida cuarenta días y cuarenta noches hasta el monte de Dios, Horeb. 9 Allí metióse en una cueva, donde pasó la noche, y le dirigió Yahvé su palabra, diciendo: «¿Qué haces aquí, Elias?» 10 El respondió: «He sentido vivo celo por Yahvé Sebaot; porque los hijos de Israel han roto tu alianza, han derribado tus altares y han pasado a cuchillo a tus profetas, de los que sólo he quedado yo, y me están buscando para quitarme la vida». n Díjole Yahvé: «Sal afuera y ponte en el monte ante Yahvé. Y he aquí que va a pasar Yahvé». Y delante de él pasó un viento fuerte y poderoso que rompía los montes y quebraba las peñas, pero no estaba Yahvé en el viento. Y vino tras el vienG. HOLSGHER, Sinaí und Choreb (Festschrift Bultmann) (Stuttgart 1949) 127-132.

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1 Reyes 19 to un terremoto, pero no estaba Yahvé en el terremoto, i 2 Vino tras el terremoto un fuego, pero no estaba Yahvé en el fuego. Tras el fuego vino un ligero y blando susurro. 13 Cuando lo oyó Elias, cubrióse el rostro con su manto, y, saliendo, se puso en pie a la entrada de la caverna y oyó una voz que le dirigía estas palabras: «¿Qué haces aquí, Elias?» 14 Y él respondió: «He sentido vivo celo por Yahvé Sebaot, porque los hijos de Israel han roto tu alianza, han derribado tus altares y han pasado a cuchillo a tus profetas, de 5los que sólo quedo yo, y me buscan para quitarme la vida». I Díjole entonces Yahvé: «Vete; vuélvete por tu camino, por el desierto de Damasco, y, cuando llegues, unge a Jazael por rey de Siria, 16 y a Jehú, hijo de Nimsi, le unges por rey de Israel. A Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejola, le ungirás para que sea profeta en lugar tuyo. 17 Al que escapare de la espada de Jazael le matará 18 Jehú, y al que escapare de la espada de Jehú le matará Eliseo. Voy a dejar con vida en Israel a siete mil cuyas rodillas no se han doblado ante Baal y cuyos labios no le han besado».

En una cueva muy conocida (Ex 33,21) busca refugio Elias para descansar y guarecerse después del largo viaje por el desierto. Dios le sacó de la misma revelándosele, como hizo cinco siglos antes con Moisés (Ex 19,16-21; 33,2iss). Por orden de Yahvé sale fuera de la caverna; Dios se le manifiesta, no en el viento fuerte y poderoso ni en el terremoto, sino «en el ligero y blando susurro». Cuando creyó Elias que Yahvé estaba presente, por respeto (Ex 3,6) o por creer que nadie puede sobrevivir después de ver a Dios (Jue 6,22-23), cubrióse su rostro con el manto. ¿Cuál es el significado de esta visión? Según algunos, quiso Dios condenar el celo excesivo desplegado por el profeta al exterminar a los videntes de Baal, dándole a entender la conveniencia de emplear métodos más humanos y mitigados. Otros creen que la manera suave y misteriosa con que se hace sentir la presencia de Yahvé representa la espiritualidad de Dios. Los más potentes elementos materiales: vientos, relámpagos, terremotos, anuncian la visita, pero no constituyen la misma. La presencia divina es algo imperceptible (VACCARI).

Tres son los mensajes que el profeta recibe de Dios: unción de Jazael por rey de Siria, de Jehú por rey de Israel y de Eliseo para que sea profeta en su lugar. Estos tres personajes serán los que vengarán el honor de Dios y del profeta. Como deja entrever el texto, se encuentra Elias al fin de su carrera mortal; empezó él la campaña contra la idolatría; otros, que él ha preparado para el combate, conseguirán la victoria. En contra de lo dicho en v.15-16, nada se dice en los textos que siguen del cumplimiento de esta triple misión por parte de Elias. Jazael ocupó el trono de Siria aupado por Eliseo (2 Re 8,7). Jehú es ungido por un discípulo de Eliseo (2 Re 9,1). En lo que se refiere a Eliseo, Elias le llama a su servicio (v.19-21), entregándole más tarde como herencia su espíritu (2 Re 2,9). Estas anomalías del texto se explican por la compo-

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1 Reyes 20

sición literaria de toda la sección referente al ciclo de Ellas. Como veremos más tarde (2 Re 8,7-15), Jazael sucedió a Ben Hadad en el trono de Siria 2 .

Vocación de Eliseo

(19,19-21)

19 Partió de allí y halló a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando con doce yuntas, una de las cuales era la suya; y pnsando Elias junto a él, echóle su manto; 20 y él, dejando los bueyes, se vino corriendo tras Elias y le dijo: «Déjame ir a abrazar a mi padre y a mi madre, y te seguiré». Elias le respondió: «Ve y vuelve, pues ya ves lo que he hecho contigo». 21 Alejóse de Elias, y, cuando volvió, cogió el par de bueyes y los ofreció en sacrificio; con el yugo y arado de los bueyes coció la carne e invitó a comer al pueblo, y, levantándose, siguió a Elias y se puso a su servicio. De este viaje de regreso nada cuenta el texto. Acaso desde el Sinaí marchó Elias a tierras de Madián, y de allí, por TransJordania, subió hasta Galaad. Abel Mejolá (1 Sam 18,19; 1 Re 4,12), al sur de Betsán, era la patria de Eliseo, de profesión labrador. En vez de ungirlo por profeta, lo llamó a su servicio echándole encima su manto, adquiriendo con ello un derecho sobre él. El vestido era considerado como parte de la personalidad T (i Sam 18,4); el manto de Elias tenía poder sobrenatural (2 Re"!r2,8-i4). Eliseo pidió a Elias le concediera autorización para ir a "su casa y abrazar a su parentela, lo que le fue concedido. Eliseo"~renuncia a su vida de terrateniente para enrolarse a las órdenes de Elias.

Guerras

con los árameos

(20,1.34)

1 Ben Hadad, rey de Siria, reunió todo su ejército. Tenía consigo treinta y dos2 reyes vasallos, caballos y carros. Subió y puso sitio a Samaría, y mandó mensajeros que dijesen a Ajab, rey de Israel: 3 «Así habla Ben Hadad: Tu plata y tu oro son míos, mías tus mujeres y míos tus hijos». 4 El rey de Israel respondió: «Rey, mi señor, yo soy tuyo, y tuyo es, como tú dices, todo lo que yo tengo». 5 Volvieron los mensajeros y dijeron: «Así habla Ben Hadad: Yo te he mandado a decir: Entrégame tu plata y tu oro, tus mujeres y tus hijos. Mañana, pues, a estas horas, yo mandaré a ti mis servidores para que escudriñen tu casa y la de tus siervos y pongan su mano sobre cuanto de precioso encuentren y me lo traigan». ^ El rey de Israel convocó a todos los ancianos de Israel y les dijo: «Oíd bien y entended que éste hombre nos quiere mal; porque él me ha pedido mis mujeres y mis hijos, mi plata y mi oro, y yo no se los he rehusado». 8 Todos los ancianos del pueblo dijeron a Ajab: «No le oigas y niégate a ello». 9 Y él les dijo a los mensajeros de Ben Hadad: «Decid a vuestro señor el rey: Yo haré todo lo que has mandado a decir a tu siervo la primera vez, pero esto otro no puedo hacerlo». Los mensajeros se fueron y le llevaron la respuesta. 2 En el palacio de Arslan Tash, al este del Eufrates, se ha encontrado una placa de marfil n la inscripción de Jazael (PARROT, Le Musée de Louvre et la Bible 90-91).

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1 Reyes 20

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32

1° B e n H a d a d m a n d ó a decir a Ajab: « Q u e esto m e hagan los dioses y esto m e añadan si el polvo de Samaría basta para llenar el h u e c o de la m a n o del pueblo todo q u e m e sigue». n Y el rey de Israel respondió: «Decidle q u e n o ha de alabarse el q u e se ciñe c o m o el que ya se desciñe». 12 C u a n d o B e n H a d a d recibió esta respuesta, estaba bebiendo en su tienda con los reyes vasallos y dijo a sus servidores: «Preparaos». E hicieron sus p r e parativos contra la ciudad. 1 3 Acercóse a Ajab, rey de Israel, u n profeta y le dijo: «Así habla Yahvé, Dios de Israel: ¿Ves toda esta m u c h e d u m b r e ? Voy a entregarla en tus m a n o s , y así sabrás q u e yo soy Yahvé». 14 Ajab p r e g u n t ó : «¿Por m a n o de quién?» Y él respondió: «Así dice Yahvé: P o r m a n o de los servidores de los jefes de provincia». Ajab p r e g u n t ó m á s : « ¿ Q u i é n c o m e n z a r á el combate?» Y él respondió: « T ú mismo». 15 E n tonces Ajab revistó a los servidores de los jefes de provincia, en todo doscientos treinta y dos. L u e g o revistó a todo el pueblo, a todos los hijos de Israel, que fueron siete mil. t* Hicieron u n a salida al mediodía, mientras B e n H a d a d estaba bebiendo y e m briagándose en las tiendas con los treinta y dos reyes, sus auxiliares. 17 Salieron los p r i m e r o s los servidores de los jefes de p r o vincia. B e n H a d a d fue informado y le dijeron: «Los de Samaría h a n hecho una salida». 18 Y él respondió: «Si han salido de paz, traédmelos vivos, y si h a n salido en guerra, traédmelos vivos». 19 U n a vez que los servidores de los jefes de provincia salieron de la ciudad, y tras ellos el ejército, 2 0 cada u n o de ellos m a t ó a su h o m b r e , y los sirios e m p r e n d i e r o n la fuga. Israel los persiguió. Ben H a d a d , rey de Siria, se salvó en u n caballo con algunos de la caballería. 21 E l rey de Israel salió y destrozó a la caballería y a los carros, haciendo en los sirios gran estrago. •> 22 Entonces se acercó al rey de Israel el profeta y le dijo: «Ve y fortifícate, y mira lo q u e debes hacer, p o r q u e el rey de Siria volverá contra ti a la vuelta del año». 2 3 L o s servidores del rey ; de Siria dijeron a éste: «Su Dios es u n Dios de m o n t e ; p o r eso i nos h a n vencido; pero, si peleamos con ellos en el llano, los venceremos. 2 4 H a z , pues, así: quita a los reyes sus m a n d o s y p o n jefes en lugar de ellos, 2 5 y hazte u n ejército semejante al q u e has perdido, con otros tantos caballos y otros tantos carros. D e s p u é s daremos la batalla en el llano y se verá si no los vencemos». El rey les dio oídos e hizo así. 2S Pasado el año, Ben H a d a d reunió a todos los sirios y vino a Afee, a dar la batalla a Israel. 27 Reuniéronse t a m b i é n los hijos de Israel y saliéronle al encuentro. Asentaron su c a m p o frente a ellos, c o m o dos rebañitos de cabras, mientras q u e los sirios llenaban la tierra. 28 U n h o m b r e de Dios se acercó al rey de Israel y le dijo: «Así habla Yahvé. P o r q u e los sirios han dicho: Yahvé es u n Dios de m o n t e y n o de llano, entregaré en tus m a n o s toda esta m u c h e d u m b r e , y así sabréis que yo soy Yahvé». 29 Siete días estuvieron a c a m p a n d o los unos frente a los otros. El séptimo día se trabó el combate, y los hijos de Israel hicieron a los sirios cien mil m u e r *tos de a pie en u n día. 30 El resto h u y ó a la ciudad de Afee, y las murallas se les caían e n c i m a a los veintisiete m i l h o m b r e s que q u e d a b a n . T a m b i é n B e n H a d a d se refugió en la ciudad, y andaba de cámara en c á m a r a . 31 Sus servidores le dijeron: «Nosotros h e m o s oído q u e los reyes de la casa de Israel son reyes misericordiosos; vamos a vestirnos sacos sobre nuestros lomos y a ponernos sogas al cuello, y a ir así al rey de Israel, a ver si te

deja la vida». Vistiéronse sacos sobre los lomos y pusiéronse sogas al cuello y se fueron al rey de Israel y le dijeron: « T u siervo B e n H a d a d dice: D é j a m e la vida». Ajab respondió: «¿Vive todavía? E s m i hermano». 3 3 Tuvieron esto los h o m b r e s p o r b u e n agüero y se apresuraron a tomarle por la palabra, diciendo: «Ben H a d a d es tu hermano». Y él dijo: «Id y traédmelo». Vino a él B e n H a d a d , y Ajab le hizo subir a su carro. 34 B e n H a d a d le dijo: «Yo te devolveré las ciudades q u e m i p a d r e t o m ó al tuyo y tendrás en Damasco calles para ti, c o m o las tuvo m i p a d r e en Samaría». «Y yo, repuso Ajab, te dejaré ir libre, hecha esta alianza». Hizo, pues, alianza con él y le dejó ir. R e z ó n (11,23) c r e ° el reino de Damasco y reinó allí. Sus sucesores, Jezyón, T a b r i m ó n y Ben H a d a d I (15,18), ensancharon los límites del reino apoderándose de las rutas caravaneras del desierto sirio hasta el Eufrates. O m r i estuvo desafortunado frente a ellos, viéndose obligado a cederles algunas ciudades de la frontera s e p tentrional y otorgarles privilegios comerciales en Samaria (20,34). C o m o consecuencia, O m r i buscó la alianza d e los fenicios, en particular con el rey y s u m o sacerdote Etbaal, sellándose la amistad con el m a t r i m o n i o d e Ajab, hijo de O m r i , con Jezabel, hija del rey de T i r o (16,31). E n t r e Israel y Judá existían relaciones a m i s tosas. Josafat (870-848), rey de Judá, asociado al reino d u r a n t e la enfermedad d e su p a d r e Asa, pagaba, al parecer, tributos al rey de Israel (22,4). J o r a m (848-841), hijo de Josafat, tomó p o r esposa a la omrita Atalía, hija o hermana de Ajab. Esta amistad p e r m i t i ó a Josafat t e n e r sujeto a E d o m y libre el camino de las minas d e Asiongaber (22,48). P e r o Israel tenía u n enemigo al norte: los árameos, a quienes molestaba la amistad de Israel con Fenicia y el control, por p a r t e d e J u d á , d e los territorios de E d o m y costa del m a r Rojo, que cort a b a n a Siria las vías comerciales con Arabia. Ben H a d a d II, hijo de Ben H a d a d I (15,18), con gran número de t r i b u s aliadas, p u s o sitio a Samaria. Reconoció Ajab la superioridad d e Ben H a d a d , disponiéndose a entregarle el tributo que le exigía con tal de salvar la capital. D e l texto hebraico no puede deducirse claramente en q u é consistía el t r i b u t o exigido por Ben Hadad. L a segunda vez reclama, además del oro y la plata para sus arcas, las mujeres p a r a su h a r é n y los hijos en calidad de rehenes, El rey mandó recado a B e n H a d a d diciéndole q u e está dispuesto a entregarle el oro y la plata, p e r o n o sus mujeres e hijos. Ben H a d a d j u r ó vengarse (19,2); atacará a Samaria con u n ejército tan numeroso, que t o d o el polvo d e Samaria n o llenará el hueco de la m a n o d e cada u n o de los soldados. A lo q u e respondió Ajab que no conviene envalentonarse antes d e conocer el resultado de la batalla. U n profeta d e Y a h v é p r o m e t e a Ajab la victoria sobre Ben H a d a d p o r la acción guerrera de los soldados reclutados p o r los jefes d e distrito. N o deja de causar extrañeza q u e u n profeta d e Y a h v é intervenga activamente en favor de Ajab; p e r o ya vimos q u e hizo otro t a n t o Elias (18,41-46). E n esta coyuntura está en causa la independencia de Israel. Ben Hadad, que sitiaba la ciudad de Biblia comentada 2

18

/ Reyes 20

IH2

Un profeta

condena

la conducta

483

1 Reyes 2i

Samaría, bebía con sus reyezuelos aliados hasta embriagarse (16,9), n o p r e o c u p á n d o s e de* la m a r c h a de la guerra. A l anuncio d e q u e los israelitas habían hecho u n a salida, n o se interesa p o r saber quiénes h a n salido y p o r q u é , d a n d o la o r d e n de q u e , en t o d o caso, los c a p t u r e n vivos. B e n H a d a d t u v o q u e escapar a u ñ a de caballo. El profeta antes m e n c i o n a d o advirtió al rey q u e fortificara la ciudad, p o r q u e Ben H a d a d volvería al ataque a la primavera siguiente (2 Sam 11,1). Saben los árameos q u e Yahvé es el dios de los montes, q u e tiene su asiento e n el Sinaí-Horeb (Jue 5,4-5); p o r esta causa h a n ganado la batalla los israelitas e n el t e r r e n o m o n t a ñ o s o d e Samaría. Decidieron atacar a Israel esta segunda vez en t e r r e n o llano. A d e más, los jefes d e t r i b u n o h a n demostrado ser guerreros, p o r lo q u e se recomienda a B e n H a d a d q u e los sustituya p o r otros jefes. A l año siguiente, Ben H a d a d presentó batalla en Afee, el actual Fiq, al este del lago d e Tiberíades, p u n t o estratégico en el camino d e D a m a s c o a Betsán (2 R e 13,17). L a cifra de cien mil m u e r t o s es inverosímil; obedece a u n género literario preconcebido (1 Sam 11, 8). Ben H a d a d , vencido, vistióse de saco, confiando en la misericordia de Ajab p a r a salvar su vida. L o s reyes llamábanse e n t r e sí h e r m a n o s (9,13). B e n H a d a d p r o m e t e devolver las ciudades israelitas q u e le arrebató a su p a d r e (15,20) y conceder al rey de Israel idénticos privilegios comerciales a los q u e tenía él en Samaría. L a razón principal d e haber Ajab p e r d o n a d o la vida de Ben H a d a d fue el peligro asirio q u e se cernía sobre Siria y Palestina 1. A Ben H a d a d n o le convenían las condiciones q u e se le habían i m p u e s t o a raíz de su derrota en Afee.

de Ajab

(20,35-43)

35 U n o de los profetas dijo a u n su c o m p a ñ e r o p o r m a n d a t o de Yahvé: « H i é r e m e , te lo ruego»; pero éste se negó a herirle. Entonces le dijo el otro: «Por n o haber obedecido la voz de Yahvé, en cuanto m e dejes te herirá u n león»; y en cuanto se alejó, encontróse con u n león, q u e le hirió. 3 7 E n c o n t r ó el otro a otro h o m b r e y le dijo: « H i é r e m e , te lo ruego»; y éste le dio u n golpe y le hirió. 38 F u e a ponerse el profeta en el camino del rey y se disfrazó cubriéndose el rostro con u n velo. 39 C u a n d o pasaba el rey, le gritó diciendo: « T u siervo estaba entre las tropas, y, apartándose u n o , m e entregó a u n h o m b r e , diciendo: G u a r d a 36

1 El coloso asirio despertóse con Assurdan II (c.934-911) y Adadnirari I (c.911-801). Assurbanipal II (c.884-860) invadió el territorio de Siria septentrional. A él le sucedió Salmanasar III Ce. 859-824), quien al segundo año de su reinado se adueñó del reino de BitAdini y de las ciudades del Orontes inferior. Al año siguiente (857) se apoderó de unos doscientos poblados y de Karkemísh, sobre el Eufrates, amenazando con extender sus conquistas hacia Siria y Palestina. Los reyes de Fenicia apresuráronse a ofrecerle donativos. Inmediatamente se formaron alianzas contra el peligro asirio. Los reinos de Hamat y de Damasco se unieron y obligaron a otros a entrar en la liga antiasiria, consiguiendo la coalición de doce reyes. Cuando Salmanasar hubo reducido a los de Urartu (Armenia), dirigió sus ejércitos contra Siria. Los reyes aliados le salieron al encuentro, trabándose la célebre batalla de Qarqar, sobre el Orontes, el año 853- Los aliados opusieron al monarca asirio setenta mil soldados! A pesar de lo que dice Salmanasar en su monolito, el éxito del combate fue indeciso. Buena prueba de ello está en que Salmanasar regresó a Asiría. Entre los vencidos señala Salmanasar a diez mil soldados de Ajab, el Israelita (A-ha-ab-bu mat Sir-i-la-a-a) (PRITCHARD 279). Ben Hadad es llamado en este prisma Adad-idrí, esto es, Hadadézer.

a este h o m b r e . Si llega a faltar, responderás de su vida con la tuya o con u n talento de plata. 40 Mientras tu siervo andaba de una parte para otra, el h o m b r e desapareció». El rey de Israel le dijo: « T ú m i s m o te juzgas; ésa es tu sentencia». 4 1 Quitóse entonces el profeta el velo de sobre los ojos, y vio el rey que era u n profeta. 42 Este le dijo entonces: «Así dice Yahvé: Por haber dejado ir de tus m a n o s al que yo había dado al anatema, tu vida responderá de la suya, y tu pueblo de su pueblo». 4 3 Fuese el rey para su casa triste e irritado, y llegó a Samaría. U n profeta manifestó su disconformidad por el proceder del rey de Israel al confiar más en las alianzas humanas q u e en la ayuda divina y anuncia al rey su castigo por no haber entregado al anat e m a a Ben H a d a d II (9,21; 1 Sam 15,3.18). C o n u n a parábola hábilmente propuesta obliga al rey a pronunciar su propia condenación, como en el caso de N a t á n (2 Sam 12,1-12) y de la mujer de T e c u a (2 Sam 14,1-20). N o sabemos si los profetas llevaban externamente alguna incisión, tatuaje o algo que les caracterizara (2 R e 2,23). Ben H a d a d debía correr la suerte del herem, que tanto urgían los profetas. E n el texto griego, los cuatro últimos capítulos del libro están dispuestos en el siguiente orden: 19, 2 1 , 20, 22. Parece que sea éste el o r d e n lógico de la narración. E n buena lógica, al capítulo 20 debía seguir inmediatamente el 22.

Nabot

se niega

a enajenar

su viña

(21,1-7)

1 Después de esto, Nabot, de Jezrael, tenía en Jezrael una viña junto al palacio de Ajab, rey de Samaría; 2 y Ajab dijo a Nabot: «Cédeme tu viña para hacer un huerto para legumbres, pues está m u y cerca de m i casa. Yo te daré otra viña mejor, y si esto no te conviene, te daré en dinero su valor». 3 P e r o Nabot le respondió: « G u á r d e m e Yahvé de cederte la heredad de mis padres». 4 Volvióse Ajab a su casa entristecido e irritado por la respuesta que le había dado Nabot de Jezrael: «No te cederé la heredad de mis padres». Acostóse en su lecho, vuelto el rostro, y n o quiso comer. 5 Jezabel, su mujer, vino a él y le dijo: «¿Por q u é estás triste y n o quieres comer?» 6 El le respondió: « H e hablado a Nabot de Jezrael y le he dicho: C é d e m e tu viña e n venta, y si no quieres, yo te daré otra viña en su lugar. Pero él m e ha contestado: No te daré mi viña». 7 Entonces Jezabel, su mujer, le dijo: «¿Y eres tú el rey de Israel? Levántate, come, y que se alegre tu corazón. Yo te haré con la viña de Nabot de Jezrael».

U n h o m b r e de buena posición poseía una viña, heredada d e sus antepasados, colindante con el palacio real de Ajab, al oriente d e Jezrael (18,45-46; 2 R e 9,17). Corresponde esta ciudad a la actual Zerin, al pie de los m o n t e s de Gelboé. Situada j u n t o a la via maris, gozaba de una importancia estratégica extraordinaria. Por su agradable clima y fertilidad de sus campos fue convertida en residencia real y capital de invierno (2 Re 8,29; 9,15.17.30). El m o narca pensó en ampliar sus posesiones, proponiendo a N a b o t le cediera su viña para convertirla en huerta a cambio d e otra mejor en

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otro lado o entregándole su valor e n metálico. N a b o t se negó, alegando q u e n o cedería la herencia d e sus padres ( N ú m 36,5-12; T o b 6,11-12), e n la cual, quizá, hallábase su sepulcro. L a palabra gan del texto hebraico (v. 1 -2) p u e d e significar aquí j a r d í n , h u e r t o o viña (Job 8,16; C a n t 4,12).

Muerte

de Nabot

(21,8-16)

8

Escribió ella unas cartas e n n o m b r e de Ajab, sellólas con el sello d e éste y se las m a n d ó a los ancianos y a los magistrados que habitaban con Nabot e n su ciudad. 9 H e aquí lo q u e escribió en las cartas: « P r o m u l g a d u n ayuno y traed a Nabot delante del pueblo, 10 y p o n e d ante él a dos malvados q u e d e p o n g a n contra él, diciendo: T ú has maldecido a Dios y al rey; y sacadle luego y lapidadle hasta q u e m u e r a » . u Las gentes de la ciudad de Nabot, ancianos y magistrados q u e habitaban e n la ciudad, hicieron c o m o Jezabel les decía, según las cartas q u e les m a n d ó . 12 P r o m u l g a r o n u n ayuno, trajeron a Nabot ante el pueblo, 13 y dos malvados vinieron a ponerse ante él y depusieron así contra Nabot delante del pueblo: «Nabot ha maldecido a Dios y al rey». L u e g o le sacaron fuera d e la ciudad y le lapidaron, y m u r i ó . 1 4 M a n d a r o n a decir a Jezabel: «Nabot h a sido lapidado y m u e r t o » . 15 C u a n d o Jezabel supo q u e Nabot había sido lapidado y m u e r t o , dijo a Ajab: «Levántate y ve a posesionarte d e la viña de Nabot d e Jezrael, q u e se negó a cedértela p o r su p r e cio, p o r q u e Nabot n o vive ya, h a muerto». 16 Ajab, al oír q u e Nabot había m u e r t o , se levantó para bajar a la viña d e Nabot de Jezrael y t o m a r posesión de ella. A n t e u n a calamidad i n m i n e n t e se convocaba u n ayuno general, q u e ordinariamente iba u n i d o a u n a reunión d e t o d o el p u e b l o (Jl 1,14; 2,15; J u e 20,26; 1 S a m 7,6; Jer 36,6; 2 C r ó n 20,3). E n esta reunión, t o d o s d e b í a n examinar su conducta y hacer confesión de sus pecados ante D i o s . E r a t a m b i é n aquél el m o m e n t o propicio para delatar el c r i m e n d e alguno del q u e pudiera sospecharse ser el causante del m a l . Jezabel había c o m p r o m e t i d o a dos «hijos d e B e lial» (1 Sam 2,12; 10,27; 25,17) p a r a q u e acusaran a N a b o t llegado el m o m e n t o adecuado. L a carta d e Jezabel, refrendada p o r el rey, surtiría su efecto. T o d o salió a pedir de boca. R e u n i d a la asamblea y o c u p a n d o N a b o t e n la m i s m a u n lugar p r e e m i n e n t e p o r razón de su posición social, los d o s testigos, los suficientes q u e exigía la ley para p o d e r aplicar la sentencia capital ( N ú m 35,30; D e u t 17,6), calumniaron b u r d a m e n t e a N a b o t acusándole d e h a b e r maldecido a Dios, pecado q u e se c o n d e n a b a con la lapidación (Ex 22,27), y al rey, cuya maldición asimilábase a la q u e se profería contra Dios (Ex 22,27). El texto hebraico evita p o n e r el n o m b r e d e Dios j u n t o al verbo maldecir, p o r lo q u e sustituye dicho verbo p o r «tú h a s b e n decido» (Job 1,5; 2,5; Sal 10,3). N a b o t fue lapidado, conforme a la ley ( L e v 24,14-23; N ú m 15,36; A c t 7,58), fuera del p u e b l o .

Intervención

de Elias

485

(21,17-29)

17

Entonces fue la palabra de Yahvé a Elias, tisbita, diciendo: 18 «Levántate y baja al encuentro d e Ajab, rey de Israel, a Samaría. Está e n la viña de Nabot, a d o n d e ha bajado para posesionarse d e ella. i9 Dile: Así habla Yahvé: ¿No eres tú u n asesino y u n ladrón? Y le dirás: Así habla Yahvé: E n el lugar m i s m o d o n d e h a n lamido los perros la sangre d e Nabot lamerán los p e rros t u propia sangre». 2 0 Ajab dijo a Elias: « L M c has hallado, enemigo mío?» Y Elias le respondió: « T e h e hallado. Porque tú te has vendido para hacer el mal a los ojos de Yahvé, 21 yo h a r é venir el m a l sobre ti, yo te barreré, yo exterminaré a cuantos pertenecen a Ajab, esclavo y libre, en Israel, 2 2 y haré t u casa semejante a la d e Jeroboam, hijo de Nabat, y a la casa de Basa, hijo d e Ajiya, p o r q u e t ú m e has provocado y has hecho pecar a Israel. 2 3 Así habla Yahvé a Jezabel: L o s perros comerán a Jezabel cerca del m u r o de Jezrael. 2 4 El q u e de la casa de Ajab m u e r a en la ciudad será comido p o r los perros, y el que m u e r a en el c a m p o será comido por las aves del cielo». 2S Nadie h u b o q u e c o m o Ajab se vendiera para hacer el m a l a los ojos de Yahvé. Jezabel, su mujer, le incitaba a ello. 26 Obró de m a n e r a e n t e r a m e n t e abominable, yéndose tras los ídolos, como lo hacían los amorreos, q u e arrojó Yahvé de delante de los hijos d e Israel. 2 7 C u a n d o h u b o oído Ajab las palabras de Elias, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y a y u n ó ; dormía con saco y caminaba humillado, 2 8 y Yahvé dirigió a Elias tisbita su palabra, diciendo: 2 9 «¿Has visto cómo se humilla Ajab ante m í ? P o r q u e se ha humillado ante mí, yo n o haré venir el m a l durante su vida; durante la vida de su hijo haré yo venir el m a l sobre su casa». O r d e n a Dios a Elias q u e vaya al e n c u e n t r o d e Ajab, que había ido a la viña de N a b o t para tomar posesión d e la misma. Dios y su profeta velan p o r la moralidad y la justicia. Dios vengará p o r s u cuenta la sangre d e N a b o t . E n otras ocasiones, Dios había m a n d a d o a Ajab profetas d e segunda categoría (20,i3ss); pero ahora, tratándose d e u n crimen grave, envía al mismo Elias, q u e el rey n o creía ya ver m á s (ia,3ss). El profeta predice contra Ajab los mismos castigos q u e se anunciaron contra Jeroboam (14,10-11) y Basa (16,3-4). A n t e aquella amenaza se arrepintió de su pecado, dando señales externas d e arrepentimiento, cubriéndose d e saco (20,32), rasgando sus vestiduras (2 Sam 1,2; 3,31) y ayunando (2 Sam 12,16). D i o s a u n e n el castigo se comporta como padre misericordioso. N o será Ajab el q u e morirá devorado por los perros, sino su hijo Joram'' (2 R e 9,25-26).

Profetas 1

a sueldo

(22,1-12)

T r e s años pasaron sin que hubiera guerra entre Siria e Israel. 2 Al tercer año, Josafat, rey de Judá, bajó a ver al rey d e Israel. 3 El rey de Israel dijo a sus servidores: «¿No sabéis q u e R a m o t Galaad es nuestra? Y nosotros nada hacemos para t o mársela al rey d e Siria». 4 Y dijo a Josafat: «¿Quieres venir conm i g o para atacar a R a m o t Galaad?» Josafat respondió al rey

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de Israel: «Yo como tú, m i pueblo como tu pueblo y mis caballos como tus caballos». 5 Luego dijo Josafat al rey de Israel: «Consulta, te ruego, la palabra de Yahvé». 6 El rey de Israel reunió a los profetas, en número de unos cuatrocientos, y les preguntó: «¿Iré a atacar a Ramot Galaad o he de desistir de ello?» Y ellos le respondieron: «Sube, que Yahvé la entregará en manos del rey». 7 Pero Josafat preguntó: «¿No hay aquí ningún profeta de Yahvé para que podamos consultarle?» 8 El rey de Israel respondió a Josafat: «Queda todavía aquí un hombre por el que podríamos consultar a Yahvé, Miqueas, hijo de Yemla; pero yo le aborrezco, porque no m e profetiza bien alguno: nunca m e profetiza más que mal»; y Josafat dijo: «No hable así el rey». 9 Entonces el rey de Israel llamó a un eunuco y le dijo: «Trae luego a Miqueas, hijo de Yemla». 10 Estaban el rey de Israel y Josafat, rey de Judá, sentados cada uno en su trono, vestidos de sus reales vestiduras, en la plaza, cerca de la entrada de la puerta de Samaría, y todos los profetas estaban delante de ellos profetizando. H Sedecías, hijo de Canana, se había hecho unos cuernos de hierro, y decía: «Así habla Yahvé: Con estos cuernos heriré yo a los sirios hasta destruirlos». 12 Y todos los profetas profetizaban igualmente, diciendo: «Sube a Ramot Galaad y tendrás buen suceso, pues Yahvé la pondrá en manos del rey». Desvanecido por el m o m e n t o el peligro asirio, la coalición de las doce naciones se disolvió, después d e la batalla de Q a r q a r (853), Ben H a d a d II n o cumplió su palabra d e restituir a Israel todas las ciudades de Israel q u e estaban bajo su p o d e r (20,24); en particular negóse a devolver la ciudad de R a m o t Galaad (4,13), en T r a n s j o r dania. El rey de Israel y Josafat (870-848), rey de J u d á (15,24), llegaron a u n acuerdo para arrebatársela. Ajab reunió a u n o s cuatrocientos profetas (18,19), Las gentes de la ciudad dijeron a Elíseo: «El sitio de la ciudad es bueno, como lo ve mi señor; pero las aguas son malas, y la tierra, estéril». 20 El les dijo: «Traedme un plato nuevo y poned sal en él». Trajéronselo ellos, 21 y, yendo a la fuente de las aguas, echó en ella la sal, diciendo: «Así dice Yahvé: Yo saneo estas aguas y no saldrá de ellas en adelante ni muerte ni esterilidad»; 22 y las aguas quedaron saneadas hasta el día de hoy, como lo había dicho Elíseo. 2i De allí subió a Betel, y, según iba por la pendiente, salieron de la ciudad unos muchachos y se burlaban de él, diciéndole: «¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!» 24 Volvióse él a mirarlos y los maldijo en nombre de Yahvé; y saliendo del bosque dos osos, destrozaron a cuarenta y dos de los muchachos. 25 De allí subió al monte Carmel, desde donde se volvió a Samaría. De regreso tomó Elíseo el manto de Elias, golpeó con él las aguas del Jordán, que se abrieron, pasando al otro lado. Con este milagro demostraba Dios que el poder taumatúrgico de Elias lo había heredado Elíseo. Los cincuenta profetas que habían seguido sus pasos (v.7) le reconocieron inmediatamente por maestro suyo, postrándose en tierra en señal de acatamiento a sus órdenes. Dado que Elias aparecía y desaparecía como un meteoro, los discípulos de los profetas propusieron a Elíseo organizar una búsqueda a fondo, a lo que se opuso éste. ¿Dónde estaba Elias? No creían ellos que su desaparición fuese definitiva, ni tampoco Eliseo les dio una respuesta categórica sobre su paradero; su destino era un misterio. Los hijos de los profetas no soñaban siquiera en la posibilidad de que Elias hubiese sido arrebatado al cielo. Con otro milagro prueba Eliseo que es el heredero del espíritu de Elias. Las aguas de Jericó eran malas tanto para beber como para el regadío. Pide un plato nuevo con un poco de sal (Ex 15,22). 3 M. E. BOISMARD, Elie dans le Nouveau Testament: «Elie», l.c, 128; G. PERRELIA, Num, Henoch et Elias a morte immunes?: «Divus Thomas», 39 (1936) 395-298; A. DI GUGLIELMO, Dissertatio exagetica de reditu Eliae (Jerusalén 1938); R. KITTEL, Theologisches Worterbuch II 930-943; G. MOLIN, Elijahu, der Prophet und sein Weiterleben in den Hoffnungen des Judentums und der Christenheit: «Judaicas, 8 (1952) 65-94.

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Para que la sal conserve su virtud de purificar, debe colocarse en una escudilla que no haya servido para ningún uso profano. La fuente de que se habla es la de Ain es-Sultán, que nace al pie de Tell es-Sultán, en el cual estaba enclavada la ciudad de Jericó (Jos 6,1-14). Un tercer hecho extraordinario atestigua la virtud que poseía Eliseo. Al llegar a Betel fue recibido entusiásticamente por la corporación de los profetas, pero su presencia despertó la hostilidad de los partidarios del becerro de oro, que instigaron a un nutrido grupo de niños a que se mofaran del profeta, gritándole: «¡Sube, calvo!» (ale, quereah), aludiendo quizá al cerquillo o tonsura que denotaba su carácter profético (1 Re 20,41). Pero es posible que Eliseo fuera calvo del todo (Lev 13,40-41). Dos osos destrozaron a cuarenta y dos de aquellos insolentes burlones. Se pretende disminuir el estrago diciendo que los osos limitáronse a sembrar el pánico entre la muchachada, que huyó a la desbandada. Como anota Dhorme, ni Elias ni Eliseo son modelos de mansedumbre. Su conducta contrasta con la que recomienda Jesús: «Dejad que los niños se acerquen a mí» (Mt 19,14; Me 10,14; Le 18,16). Eliseo fijó su residencia en el monte Carmelo, desde donde encaminábase con frecuencia a Samaría. En la antigüedad había osos en los montes de Efraím (1 Sam 17,34-37; Am 5,19; Lam 3,10). Era peligroso acercárseles en tiempos de las crías (2 Sam 17,8; Os 13,8).

Joram, en pie de guerra

(3,1-8)

1

Joram, hijo de Ajab, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, el año segundo de Joram, hijo de Josafat, rey de Judá, y reinó doce años. 2 Hizo el mal a los ojos de Yahvé, no tanto, sin embargo, como su padre y su madre. Derribó los cipos de Baal que había hecho su padre, 3 pero se dio a los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, había hecho pecar a Israel, y no se apartó de ellos. 4 Mesa, rey de Moab, tenía muchos ganados y pagaba al rey de Israel cien mil corderos y cien mil carneros con su lana. 5 A la muerte de Ajab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel. 6 Entonces el rey Joram salió de Samaría y revistó a Israel y se puso en marcha, 7 mandando decir a Josafat, rey de Judá: «El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Quieres venir conmigo para atacar a Moab?» Josafat respondió: «Iré yo como tú,8 mi pueblo como tu pueblo y mis caballos como tus caballos». Y preguntó: «¿Por qué camino subiremos?» Y Joram dijo: «Por el camino del desierto de Edom». Vimos que a Ocozías (853-852) sucedió en el trono su hermano Joram (852-841). En Judá reinaba su homónimo Joram (848-841), hijo de Josafat (870-848). Con el advenimiento de Joram suavizóse la tensión religiosa imperante en Israel, contribuyendo a ello la acción de Eliseo. Joram demolió los cipos de los baales que había construido su padre por indicación de su mujer Jezabel (1 Re 16, 29-33). Sin embargo, por conveniencias políticas, dejó en pie los antiguos santuarios religiosos erigidos por Jeroboam, rivales del templo de Jerusalén (1 Re 12,29).

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2 Reyes 3

2 Reyes 3

E n tiempos d e O m r i extendió Israel sus dominios sobre M o a b (i R e 16,27), e n u n a d e cuyas ciudades, M a d a b a , fue colocada u n a guarnición para urgir el c u m p l i m i e n t o del fuerte tributo i m p u e s t o . A l morir Ajab, h u b o u n a tentativa p o r p a r t e d e Mesa d e sacudir el yugo israelita (1,1). D u r a n t e el reinado d e J o r a m p r o b ó fortuna n u e v a m e n t e . J o r a m salió d e Samaria y pasó revista a Israel; m a n d ó d e s p u é s u n mensaje al rey d e J u d á , llamado t a m b i é n Joram, p i d i é n dole su colaboración e n la c a m p a ñ a contra M o a b (1 R e 22,4). E n los v. 11.12.14 se dice q u e Josafat era rey d e Judá; e n u n principio, el texto n o lo citaba p o r su n o m b r e ; pero m á s tarde, e n atención a la piedad d e Josafat y a la analogía d e esta acción con la d e 1 R e c.22, u n escriba introdujo el n o m b r e d e Josafat e n vez del de Joram. P o r aquel entonces, E d o m dependía d e J u d á (2 S a m 8,14). Esta circunstancia favoreció los planes d e J o r a m d e atacar a M o a b p o r el s u r a través d e las fronteras septentrionales d e E d o m .

En busca

de un profeta

(3,9-14)

9 Partieron el r e y d e Israel, el rey d e J u d á y el rey d e E d o m ; y después de siete días d e m a r c h a faltó el agua para el ejército y para el ganado q u e le seguía. 1 0 Entonces el rey d e Israel dijo: «¡ A y ! Yahvé ha reunido a tres reyes para entregarlos e n m a n o s d e M o a b » . u P e r o Josafat dijo: «¿No hay aquí n i n g ú n profeta de Yahvé?» U n o d e los servidores del rey d e Israel dijo: «Sí, aquí está Elíseo, hijo d e Safat, q u e es el q u e daba aguamanos a Elias». 1 2 El rey d e J u d á dijo: « L a palabra d e Yahvé es con él». E l rey de Israel y el rey de J u d á y el rey d e E d o m bajaron en busca suya. 13 Elíseo dijo al rey d e Israel: « ¿ Q u é tengo yo q u e ver contigo? Ve a los profetas d e t u padre». El rey de Israel le dijo: «No, es q u e h a reunido Yahvé tres reyes para entregarlos en manos de Moab». 1 4 Elíseo dijo: «Vive Yahvé Sebaot, a quien sirvo, que, si no fuera p o r respeto al r e y d e Judá, a ti ni te atendería ni te miraría siquiera». L o s tres reyes e m p r e n d i e r o n la m a r c h a p o r los arenales al sur del m a r M u e r t o , avanzando hacia el n o r d e s t e . E r a primavera; n o contaron los inexpertos monarcas con el agua, t a n i m p o r t a n t e e n el desierto para proveer a t o d o u n ejército. L o s dos reyes, d e Israel y d e J u d á , conocían la existencia d e Eliseo, q u e comenzó p o r ser el servidor d e Elias, siendo u n a d e s u s misiones d e r r a m a r el agua e n las m a n o s del profeta para purificárselas ( M t 15,2; M e 7,3; L e 11,38). Eliseo demuestra g r a n indiferencia p o r el rey d e Israel, recordándole los profetas d e Baal al servicio d e su p a d r e (1 R e 18, 19; 19,1). Pero e n atención al rey d e J u d á plegóse al ruego q u e le hicieron.

Eliseo 15

profetiza

(3,15-20)

« T r a e d m e , pues, u n tañedor d e arpa». Mientras el arpista tocaba el arpa, fue sobre Eliseo la m a n o d e Yahvé, 16 y dijo: «Así habla Yahvé: I d y haced e n el valle m u c h a s zanjas. 1 7 P o r q u e así dice Yahvé: N o veréis viento ni veréis lluvia, y el valle se llenará de agua, y beberéis vosotros, vuestro ejército y vues-

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tro ganado. 18 P e r o todo esto es poca cosa • ION jl Enojóse Naamán y se fue, diciendo: «¡ Cómo! Yo esperaba que saldría en persona, se presentaría a mí, invocaría el nombre de Yahvé, su Dios; me tocaría y curaría así al leproso, i 2 Los ríos de Damasco, el Abana y el Parpar,

2 Reyes 5

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¿no son m u c h o mejores que todas las aguas de Israel? ¿No podía yo lavarme allí y q u e d a r limpio?» Y se iba m u y enojado. 13 P e r o sus siervos se acercaron a él p a r a hablarle, y le dijeron: «Padre m í o : Si el profeta te hubiera m a n d a d o algo m u y difícil, ¿no lo hubieras hecho? ¿Cuánto m á s habiéndote dicho: Lávate y quedarás limpio?» 14 Bajó él entonces y se bañó siete veces en el Jordán, según la o r d e n del h o m b r e de Dios; y su carne q u e d ó c o m o la carne de u n niño, quedó limpio. E ' m o m e n t o histórico de este episodio nos es desconocido. Se sospecha, sin e m b a r g o , q u e aconteció en los últimos años d e B e n H a d a d II, el rey q u e se enfrentó con Salmanasar III en Q a r q a r (853). L a finalidad de la intervención d e Elíseo en este asunto es la d e p r o b a r la superioridad d e Yahvé, cuya acción n o está limitada a los estrechos límites d e Palestina. N a a m á n t u v o conocimiento d e Eliseo a través de u n a sirvienta d e su mujer. El rey t o m ó cartas en el asunto y prometióle enviar al de Israel letras de recomendación. Este detalle p r u e b a q u e e n t r e a m b o s monarcas existían relaciones amistosas. N a a m á n , pagano, compara a Eliseo a los profetas de Ajab, q u e profetizaban a sueldo; de ahí la s u m a d e dinero q u e llevó consigo. N a a m á n púsose en contacto con Eliseo. A u n q u e n o se tratara de u n período avanzado de la enfermedad, n o obstante, p o r estar considerada la lepra como enfermedad i m p u r a (Lev 13,45-46), n o es a d m i t i d o a la presencia de Eliseo. Creía N a a m á n q u e Eliseo lo podía todo; pero el profeta le quiere d e m o s t r a r q u e ú n i c a m e n t e Dios tiene poder de obrar milagros. H a b i t u a d o el general a los exorcismos de los profetas de Baal, esperaba q u e Eliseo pusiera m a n o s a la obra de manera espectacular. Sin e m b a r g o , el profeta le manifestó q u e el único medio de curación era bañarse en las aguas del J o r d á n d u r a n t e siete veces consecutivas. El siete es u n n ú m e r o simbólico y sagrado; en L e v 4,6.17 hablase de siete aspersiones con la sangre de las víctimas. L o s ritos d e purificación asirio-babilónicos incluían frecuentemente siete aspersiones o inmersiones en aguas del Eufrates. El río A b a n a corresponde al Barada, q u e riega D a masco y su huerta, y al q u e los griegos llaman Chrysorrhoas. El Parpar o Farfar es el actual Nahr el-Awady. P o r insinuación d e sus criados, el general d e p u s o su actitud altiva y desdeñosa, humillóse, t u v o fe en la palabra del profeta y q u e d ó limpio de la lepra.

Conversión

de Naamán

(5,lS-19a)

15 Volvió N a a m á n al h o m b r e d e Dios con todo su séquito, y, cuando llegó, se presentó a él, diciendo: «Ahora conozco q u e n o hay en toda la tierra Dios sino en Israel. Dígnate aceptar u n presente de parte de tu siervo». 16 Eliseo respondió: «Vive Yahvé, a quien sirvo, q u e n o aceptaré». N a a m á n insistió, pero él se negó. 17 Entonces N a a m á n le dijo: «Pues te niegas, p e r m i te que den a tu siervo tierra de ésta, la carga de dos mulos, pues en adelante no ofrecerá t u siervo sacrificio ni holocausto a otros dioses sino a Y a h v é . 1 8 Yahvé p e r d o n a r á a t u siervo que, cuando m i señor entre en el t e m p l o de R i m ó n para adorar y se apoye

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2 Reyes 5

en m i m a n o , m e prosterne yo también en el t e m p l o de R i m o n . P e r d o n e Yahvé a tu siervo si m e prosterno en el templo de Rim ó n » . 1 9 a Eliseo le dijo: «Vete en paz». N a a m á n quiere compensar a todo trance a Eliseo p o r el favor alcanzado, a lo q u e se niega r o t u n d a m e n t e el profeta. E s t e ejemplo de d e s p r e n d i m i e n t o y el milagro obrado en su cuerpo movieron a N a a m á n a reconocer a Yahvé como único y s u p r e m o Dios. Seg ú n la concepción de los antiguos, cada dios ejercía su dominio e influencia d e n t r o d e su p r o p i o territorio (1 Sam 26,19; 1 R e 20,23; 2 R e 17,26). Por lo m i s m o , y a consecuencia de haber reconocido a Yahvé como Dios, pide una carga de tierra de Israel p a r a esparcirla sobre su h u e r t a de Damasco, que, por una ficción jurídica, convirtióse desde entonces en tierra de Yahvé. Pero u n caso de conciencia asalta a N a a m á n . Por su condición está obligado ^ a asistir a los cultos oficiales q u e se rinden al dios R i m ó n o R a m a n (1 R e 15,18); de n o hacerlo perdeiía su rango y acaso la vida. El profeta le autoriza u n a participación puramente externa a los m i s m o s . Su respuesta n o se consigna en el libro, pero de sus palabras: «Vete en paz», se d e d u c e que n o ve inconveniente alguno en la participación externa y protocolaria a los ritos paganos.

Avaricia

y castigo

de Guejazi

(S,19b-27)

196 C u a n d o N a a m á n h u b o dejado a Eliseo y estaba ya a cierta distancia, 20 Guejazi, el criado de Eliseo, dijo para sí: « M i señor ha tratado demasiado bien a Naamán, ese sirio, no queriendo aceptar de él lo q u e traía. Vive Yahvé que voy a correr tras él 2 a ver si m e da algo». i Y Guejazi echó a correr tras N a a m á n . Viéndole N a a m á n correr tras él, bajó de su carro para ir a su encuentro, y le p r e g u n t ó : « ¿ H a y novedad?»; 22 y él respondió: «No, todo está bien; pero m e m a n d a mi señor p a r a decirte: A c a b a n de llegar a m i casa dos jóvenes de la montaña de Efraim, de los hijos de los profetas; haz el favor de d a r m e para ellos u n talento de plata y dos vestidos nuevos». 23 Naamán dijo: « T o m a dos talentos», y los metió en dos sacos, y le dio dos vestidos, haciendo que sus criados se los llevasen a Guejazi. 2 4 Llegado a la altura, tomólos Guejazi de sus manos y los metió en casa, despidiendo a aquellas gentes, que se fueron. 25 L u e g o fue a p r e sentarse a su señor, que le dijo: «¿De dónde vienes, Guejazi?» El le respondió: « T u siervo no ha ido a ninguna parte». 2 6 P e r o Eliseo le dijo: «¿Estaba yo ausente en espíritu cuando el h o m b r e se bajó de su carro para salirtc al encuentro? Ya tienes dinero y vestidos, y luego podrás tener olivares, viñas, ovejas y bueyes, siervos y siervas, 27 pero la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para siempre». Y Guejazi salió de la presencia de Eliseo blanco de lepra como la nieve. El siervo de Eliseo n o aprobó la conducta desinteresada de su a m o , por lo q u e corrió detrás de Naamán, reclamándole en n o m b r e d e Eliseo u n a cantidad relativamente módica y dos vestidos. Creía Guejazi q u e Eliseo n o se enteraría de su proceder, pero nada p u e d e ocultarse a los ojos de los profetas. N o tanto por la mentira y la

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avaricia cuanto por el escándalo y abuso de su nombre y autoridad le castigó Elíseo severamente, enviándole la lepra. No obstante, este nuevo estado no le impedirá en adelante mantener relaciones con su amo (8,4); puede ser que la enfermedad de Guejazi se pareciera externamente a la lepra, sin serlo en realidad. El hacha

flotante

(6,1-7)

1

Los hijos de los profetas dijeron a Elíseo: «El lugar en que moramos contigo nos es demasiado estrecho. 2 Vamos a ir al Jordán, y tomaremos de allí una viga cada uno para hacernos una habitación». Elíseo les respondió: «Id». 3 Uno de4 ellos le dijo: «Ven tú también con nosotros». El dijo: «Iré»; y partió con ellos. Llegados al Jordán, cortaron los árboles, 5 y mientras uno estaba cortándolos, el hierro fue a caer6 en las aguas. Se puso a clamar: «¡ Ah, mi señor! Era prestado». Y el hombre de Dios le preguntó: «¿Dónde ha caído?» El le indicó el lugar, y Elíseo, cortando un trozo de madera, lo arrojó al mismo lugar, y el hierro sobrenadó. 7 Entonces le dijo: «Cógelo»; y él tendió la mano y lo cogió. Había en Gálgala muchos profetas—un centenar (4,43—, y el espacio en que habitaban resultaba insuficiente. Por lo mismo, la mayoría propuso trasladarse a orillas del Jordán, donde había abundancia de árboles, lugar muy a propósito para levantar sus cabanas. Llegados a las orillas del río, empezaron a talar árboles. Al golpear uno de ellos con el hacha, se le cayó el hierro al agua, quedando con el mango en la mano. A los gritos del leñador acudió Elíseo, que, cerciorado del accidente, cortó una rama y la introdujo en el agua, logrando sacar a flote el hierro. A este episodio anota San Jerónimo que estos profetas de las orillas del Jordán fueron los precursores de los monjes y anacoretas cristianos x . Aunque algunos de los hijos de los profetas contrajeran matrimonio (4,1), la mayoría vivían célibes. Llevaban los profetas una vida pobre y fatigosa; sus vestidos estaban tejidos con pieles; comían en común (4,38.42), oraban juntos (1 Sam 10,10; 19,19-24) y obedecían a un superior (2 Re 9,1-10). Fracasan

los planes

8

de los árameos

(6,8-23)

El rey de Siria estaba en guerra con Israel, y en un consejo que tuvo9con sus servidores, dijo: «En tal y en cual lugar acamparemos». El hombre de Dios mandó a decir al rey de Israel: «Guárdate de ir a tal lugar, porque los sirios bajarán allá». 10 El rey de Israel mandó gentes al lugar que el hombre de Dios había señalado, para que estuvieran al acecho. Y esto sucedió no una ni dos veces solamente, n El de Siria se inquietó con esto, y preguntó a sus servidores: «¿No me diréis vosotros quién nos traiciona ante el rey de Israel?» 12 Uno de los servidores le dijo: «Nadie. ¡ Oh rey, mi señor! Es Elíseo, el profeta que hay en Israel, que lleva al rey de Israel las palabras que tú pronuncias 1

Epist. 124, ad Rusticum.

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13

en tu misma alcoba». El rey le dijo: «Id y ved dónde está, y yo4 le haré prender». Vinieron, pues, a decirle: «Está en Dotan». 1 Mandó él entonces caballos y carros, una gran tropa, que llegaron de noche y cercaron la ciudad. 15 El siervo del hombre de Dios se levantó muy de mañana y vio que la ciudad estaba cercada por una tropa con caballos y carros,16y dijo al hombre de Dios: «¡ Ah, mi señor!, ¿qué haremos?» El le respondió: «Nada temas, que los que están con nosotros son más que los que están con ellos». 17 Eliseo oró y dijo: «¡ Oh Yahvé! Ábrele los ojos para que vea». Y Yahvé abrió los ojos del siervo, y vio éste la montaña llena de caballos y carros de fuego que rodeaban a Eliseo. , 8 Los sirios bajaron al valle en busca de Eliseo, y éste dirigió entonces a Yahvé esta súplica: «Dígnate herir de ceguera a esta gente». 9Y Yahvé los hirió de ceguera, coníoitne a la súplica de Eliseo. 1 Eliseo les dijo: «No es éste el camino ni ésta la ciudad. Seguidme y yo os llevaré a donde está el hombre a quien buscáis»; y los condujo a Samaría. 20 Entrados en Samaría, dijo Eliseo: «¡Oh Yahvé! Abre los ojos de esta gente para que vea»; y Yahvé2 iles abrió los ojos, y vieron que estaban en medio de Samaría. El rey de Israel, viéndolos, preguntó a Eliseo: «¿Los hiero, padre mío?» 22 Y Eliseo respondió: «No los hieras, que no los has hecho tú prisioneros con tu espada y tu arco. Dales pan 23y agua, para que coman y beban, y que se vayan a su señor». El rey de Israel hizo que les sirvieran una gran comida, y ellos comieron y bebieron; luego los despidió para que fueran a su señor. Las tropas sirias no volvieron más a la tierra de Israel. No es posible determinar en qué momento histórico se desarrollaron los hechos que se refieren en el texto. Puede ser que remonten a los reinados de Joás (798-783), rey de Israel, y de Ben Hadad III (797-773), hijo de Jazael (2 Re 13,3.19.24), rey de Siria. En guerra con Joás fue vencido Ben Hadad tres veces (c.790), perdiendo todas las ciudades que Jazael había arrebatado a Joacaz (814-798). El rey de Siria puso asechanzas al de Israel, planeando incursiones contra esta o aquella ciudad. Pero todas las veces fracasaron, porque, al presentarse los sirios, estaban ya al acecho las tropas de Israel, prontas para rechazar el ataque. En un principio creyó Ben Hadad que existían traidores en su ejército, pero pronto le enteraron de que en Israel había un profeta que comunicaba al rey lo que Ben Hadad hablaba en la intimidad de su alcoba (Ex 7,28; 2 Sam 4,7). Quiso entonces el rey de Siria apoderarse de Eliseo, que habitaba en Dotan, o Dotáin, a unos dieciséis kilómetros al norte de Siquem (Gen 37,17; Jdt 4,6; 7,18). A este fin mandó tropa con carros y caballos para que cercaran la ciudad de Dotan. Invocado el auxilio divino, logró Eliseo quitar a la tropa enemiga el sentido de la orientación y del discernimiento, dejándose llevar incautamente a Samaría. El rey de Israel quería matar a los que no había hecho prisioneros con su valor, a lo que se opuso Eliseo alegando que los soldados enemigos eran botín suyo y no del rey.

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2 Reyes 7 2 Reyes 6

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Sitio de Samaría

(6,24-30)

24

D e s p u é s de esto, B e n H a d a d , rey de Siria, reunió todo su ejército y, subiendo, puso cerco a Samaría. 25 H u b o en Samaría m u c h a h a m b r e , y de tal m o d o la apretaron, q u e u n a cabeza de asno valía ochenta siclos de plata, y el cuarto de u n «cab» de palomina cinco siclos de plata. 2Í> Pasando el rey p o r la muralla, le gritó u n a mujer: «¡Sálvame, oh rey, m i señor!» 2 7 Y el rey respondió: «Si Yahvé n o te salva, ¿cómo voy a salvarte yo? ¿Con algo de la era o con algo del lagar?» 2 8 Preguntóle luego el rey: « ¿ Q u é te pasa?» Y ella respondió: «Esta mujer m e dijo: T r a e a t u hijo y lo c o m e r e m o s hoy, y m a ñ a n a c o m e r e m o s el m í o . 29 Cocimos, pues, m i hijo y lo comimos, y al día siguiente yo le dije: T r a e a tu hijo para q u e lo c o m a m o s , pero ella ha escondido a su hijo». 30 C u a n d o oyó el rey las palabras de esta mujer, rasgó sus vestiduras mientras iba p o r la muralla, y la gente vio que p o r dentro estaba vestido de saco. Q u i z á el h e c h o t u v o l u g r r en el reinado de Ben H a d a d III. El sitio a Samaria d u r ó m u c h o t i e m p o , a consecuencia de lo cual escasearon los alimentos, hasta el p u n t o de desencadenarse u n h a m b r e espantosa. Era tal la escasez, q u e u n a «cabeza de asno» se cotizaba a ochenta siclos de plata, y u n cuarto de cab, o sea, m e d i o litro de palomina (harey yonim), a cinco siclos de plata, equivalente a u n a s quince pesetas. A l g u n o s cambian las palabras rosh hamor = cabeza de asno, p o r estas otras: homer tirosh = u n j ó m e r d e mosto. Pero cuenta Plutarco en la Vita Artaxersis, 24, q u e en la guerra contra los cadusianos fue tanta la escasez de víveres, q u e la cabeza de asno se vendía a sesenta dracmas. Al decir el texto «cabeza de asno», es verosímil q u e t o m e la parte p o r el todo, refiriéndose a t o d o el animal, cuyas carnes en tiempos normales e r a n arrojadas en los muladares. M á s barato resultaba el cuarto d e u n cab de palomina. Según Is 36,12, Rabsaces amenazó a Jerusalén con u n asedio tal q u e los sitiados fueran constreñidos a «comerse sus excrementos y beberse sus orines». M u c h o s exegetas, por creer poco probable la lectura actual del texto masorético, c a m b i a n las palabras harey yonim en estas otras: harsonim = ajos silvestres, o sea, bulbos de una liliácea (ornithogalum umbellatum), m u y c o m ú n e n Palestina 2 . Según D h o r m e , harey yonim es u n a denominación conservada t a m b i é n e n árabe p a r a designar una especie de guisante. El h a m b r e llevó a la antropofagia materna, t a n p r o h i b i d a p o r la L e y (Lev 26,29; D e u t 28,43ss; Ez 5,10). Alusiones a las m a d r e s q u e cocinan y comen las carnes d e sus hijos se hallan en L a m 2,20; 4,10. El rey vestía de saco debajo del vestido exterior (1 R e 21,27).

Amenazas

del rey a Elíseo

31

(6,31-33)

El rey dijo: « Q u e esto m e haga Yahvé y esto m e añada si la cabeza de Eliseo, hijo de Safat, quedare hoy sobre los h o m bros». 32 Estando, pues, Eliseo sentado en casa, rodeado de los ancianos que se sentaban con él, m a n d ó el rey a u n o delante 2

«Bíblica», 19 (1938) 198-199.

de él, y antes que el mensajero llegara dijo Elíseo a los ancianos: «¿No veis cómo ese hijo de asesino m a n d a a q u e m e quiten la cabeza? Estad atentos: C u a n d o llegue el mensajero, cerrad y rechazadle con la puerta; ¿no se oye ya tras él el ruido de los pasos de su amo?» 33 Todavía estaba habiéndoles, cuando ya el rey llegó a él y le dijo: « D e Yahvé ciertamente no» lia venido este mal. ¿Tendré yo todavía q u e esperar m á s de Yuhvé?» El monarca culpa a Eliseo del desastre, ya q u e a una simple intervención suya podía desbaratar al ejército sirio. N o era imposible esto al profeta, que solamente esperaba un acto de a r r e p e n t i m i e n t o de parte del rey. El h a m b r e que se atribuye a ION efectos d e u n prolongado cerco de Samaria se debe, según 7,2, a una tenaz sequía. N o p u e d e determinarse el lugar donde residía Eliseo, n i saber d ó n d e fue a encontrarle el rey. El cerco de Samaria se relaciona con los acontecimientos de que se hablará en el capítulo 13. L a expresión «hijo d e asesino» (v.32) no debe t o m a r s e a la letra.

Se levanta el cerco de Samaria 1

(7,1-20)

Entonces dijo Eliseo: « O í d la palabra de Yahvé: Así dice Yahvé: M a ñ a n a a estas horas estará en las puertas de Samaria el «sea» de flor de harina a u n siclo, y dos «seas» de harina de cebada, a u n siclo». 2 El oficial sobre cuyo brazo se apoyaba el rey respondió al h o m b r e de D i o s : «Cuando Yahvé a b r a ventanas en los cielos, sucederá eso». Y él le dijo: «Con tus ojos lo verás, pero n o lo comerás». 3 H a b í a en la entrada de la puerta cuatro leprosos, que se decían unos a otros: «¿Por qué nos vamos a estar aquí hasta morirnos? 4 Si nos decidimos a entrar en la ciudad, m o r i r e m o s por el h a m b r e q u e en ella hay, y si nos q u e d a m o s aquí, moriremos igualmente. Vamos a pasarnos al c a m p a m e n t o de los sirios, y si nos dejan vivir, viviremos, y si nos malun, m o riremos». 5 Partieron, pues, al anochecer para el c a m p a m e n t o de los sirios; y cuando llegaron a la entrada del c a m p a m e n t o , n o había en él nadie. 6 El Señor había hecho oír en el c a m p a m e n t o de los sirios estrépito de carros y estrépito de caballos, el estrépito de un gran ejército, y se habían dicho uno» 11 otros: «Es el rey de Israel, q u e ha t o m a d o a sueldo contra nosotros a los reyes de los jéteos y a los reyes de los egipcios y viene a atacarnos». 7 Y se levantaron, y al anochecer se pusieron en fuga, abandonando sus tiendas, sus caballos y sus asnos, el c a m p a m e n t o tal cual estaba, y h u y e r o n para salvar la vida. 8 L I D leprosos, llegados al c a m p a m e n t o , penetraron en una tiemlu, comieron y bebieron y se llevaron de allí plata, oro y vestidos, que fueron a esconder. Volvieron y penetraron en otra lienda y se llevaron cosas, que fueron a esconder. ' Después se dijeron u n o a otro: «No está bien lo que hacemos. Este día es un día de buena nueva, y si nosotros nos estamos callados y o p e r a m o s la luz del día, nos sucederá mal. Venid, pues, y vayamos a d a r cuenta a la casa del rey». , 0 Partieron, dieron voces 11 luí centinelas de la ciudad e hicieron este relato: « H e m o s cntnulo en el c a m p a m e n t o de los sirios y allí no había nadie ni se oye voz alguna de h o m b r e ; n o hay m á s que caballos atados, anuos atados y las tiendas intactas». n Los centinelas de la puerta dieron

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2 Reyes 7 voces y transmitieron esta noticia a la casa del rey. 12 El rey se levantó de noche y dijo a sus servidores: «Voy a deciros lo que pretenden los sirios: Como saben que estamos hambrientos, se han salido del campamento para esconderse en los campos, diciéndose: Cuando salgan de la ciudad, los cogeremos vivos y entraremos en la ciudad». 13 Uno de los servidores del rey dijo: «Que cojan cinco de los caballos que todavía quedan en la ciudad—porque también a ellos les sucede lo que a la muchedumbre, que han perecido—y mandemos a ver». 14 Cogieron, pues, dos carros con sus caballos, y el rey mandó gente que siguiera tras los sirios, diciendo: «Id y ved». 15 Fueron tras ellos hasta el Jordán, y todo el camino estaba sembrado de vestidos y objetos que en su precipitación habían tirado los sirios. Volvieron los mensajeros y dieron cuenta al rey. 16 Salió el pueblo y saqueó el campamento de los sirios, y se puso el «sea» de flor de harina a un siclo, y a un siclo los dos «seas» de harina de cebada, según lo que había dicho Yahvé. I 7 El rey había entregado la custodia de la puerta al oficial sobre cuyo brazo se apoyaba el día antes, pero éste fue atropellado por el pueblo a la puerta, y murió, según la palabra que 18había pronunciado el hombre de Dios cuando el rey bajó a él. El hombre de Dios había dicho al rey: «Mañana a estas horas estarán a siclo los dos «seas» de harina de cebada y a siclo el «sea» de flor de harina»; 19 y el oficial había respondido al hombre de Dios: «Cuando Yahvé abra ventanas en los cielos, veremos eso». Y Elíseo le había dicho: «Con tus ojos lo verás, pero no lo comerás». 20 Fue en verdad lo que sucedió, pues el pueblo le atropello a la puerta y murió.

Reconoció el rey que el mal venía del cielo. Ahora bien, si Dios no remedia la situación, «¿tendré yo todavía que esperar más de Yahvé?» (6,33). Eliseo, al ver logrado su intento, profetiza gran abundancia para la mañana siguiente. Algo más de trece litros (Gen 18,6; 1 Sam 25,18; 1 Re 18,32) de flor de harina se adquirirán por un siclo de plata, y dos seas, es decir, veintiséis litros de harina de cebada, valdrán un siclo. El mercado tenía lugar junto a las puertps de la ciudad. El oficial que acompañaba al rey burlóse de las palabras del profeta, diciéndole que su oráculo se cumpliría «cuando Yahvé abriese ventanas en los cielos», refiriéndose a las ventanas o compuertas de los cielos por donde cae el agua sobre la tierra en forma de lluvia (Gen 7,11; 8,2; Is 24,28; Mal 3,10). O acaso el incrédulo escudero (shalish) quiso decir que sucedería esto cuando de las ventanas del cielo lloviera trigo, como en otro tiempo maná. Según la profecía de Eliseo, al día siguiente murió el oficial burlón pisoteado por el pueblo (7,17-19). Cuatro leprosos fueron los primeros en comprobar que los sirios habían abandonado el cerco. Obligados por su enfermedad a permanecer alejados de la sociedad (Lev 13,28-46; Núm 5,1-4), se refugiaron a la puerta de Samaría confiando en Ja caridad de los transeúntes. Como las puertas permanecieran cerradas por razón del cerco y nadie transitara por ellas, llegaron los leprosos a una penuria extrema. En un trance desesperado, tramaron un proyecto audaz. Era inútil entrar en la ciudad hambrienta en busca de alimentos; quedarse en su lugar equivalía a condenarse a muerte.

2 Reyes 8

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Quizá entre los sirios hallarían algo. Si la hazaña les salía bien, seguirían v : viendo; si los matan, mala suerte. |Cuál no fue su sorpresa al no encontrar nadie en el campamentol ¿Qué había pasado ? Un rumor cundió entre el ejército de que los reyes de los hititas y de Musri, con otros aliados, amenazaban lanzarse sobre Damasco. El rey y los suyos, temiendo la acción conjunta de los invasores y la persecución por parte de los israelitas, huyeron precipitadamente aprovechando la oscuridad de la noche. El pánico tenía su fundamento. Quedaban en el norte de Siria pequeños estados hititas en Jaadi, Hatti, Karkemish y Hamat, que estaban en guerra con los árameos de Siria. Por otra parte, las relaciones que mantenían aquéllos con Israel eran excelentes desde los reinados de David y Salomón (1 Re 10,29). De una guerra entre árameos e hititas nos habla la inscripción de Zakar, al sudeste de Alepo, en la que se dice que «Bar-Hadad, hijo de Hazael, rey de Aram», marchó a la cabeza de una confederación de reyes de Siria y que fue derrotado por los reyes de Hamat y Laas. De ahí que el rey de Aram temiera ahora que los hititas acudieran en ayuda de Joram, hijo de Ajab. Los cuatro leprosos penetraron en una tienda, donde comieron y bebieron hasta saciarse; después entregáronse a la rapiña. De pronto les asaltó el temor de que les castigaría el rey en caso de no informarle de la situación. A este fin decidieron presentarse ante los muros de la ciudad, llamar a los centinelas y contarles lo que pasaba. Los centinelas informaron al rey, quien, levantándose de noche, puso a sus servidores en estado de alerta a fin de que su pueblo no cayera en alguna trampa ideada por los sirios. Un oficial propuso que se enviara una patrulla que inspeccionara los alrededores de la ciudad. Aparejáronse dos carros con otros tantos caballos cada uno (1 Sam 21,3; Is 19,18) y salieron a explorar el terreno en dirección hacia el nordeste, llegando al río Jordán en las proximidades de Betsán. Tías un reconocimiento de unos sesenta kilómetros de terreno regresaron los exploradores a la ciudad para anunciarles la buena nueva (v.9). Tan pronto la supo el pueblo salió en tromba hacia el campamento sirio en busca de alimentos y otro botín. El oficial incrédulo, que por orden del rey custodiaba las puerta», fue desbordado, arrastrado y pisoteado por la avalancha del pueblo hambriento, cumpliéndose la profecía deSEliseo.

Otra

vez

la sunamita

en escena

(8,1-6)

1 Eliseo dijo a la mujer a cuyo hijo había resucitado: «Levántate y vete, tú y tu casa, y mora donde puedas, porque Yahvé llama al hambre y vendrá sobre la tierra por siete años». 2 Levantóse la mujer e hizo lo que le decía el hombre de Dios, y3 se fue ella y su casa, y habitó siete años en tierra de filisteos. Al cabo de siete años volvió la mujer de la tierra de los filisteos y fue a implorar al rey por su casa y su campo. •' Estaba el rey hablando con Guejazi, servidor del hombre de Dios, y le decía: «Anda5 y cuéntame todas esas grandes cosas que ha hecho Eliseo»; y mientras estaba contando al rey cómo Eliseo había Biblia comentada 2

17

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2 Reyes 8

2 Reyes 8

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lS

vuelto a la vida a un muerto, llegó la mujer cuyo hijo había resucitado Elíseo para implorar al rey por su casa y su campo, y dijo Guejazi: «¡ Oh mi señor rey!, ésa es la mujer y ése es su hijo, que Elíseo resucitó». 6 Preguntó el rey a la mujer, y ella le hizo el relato; el rey le dio un eunuco, a quien dijo: «Haz que le sea devuelto a esta mujer todo lo que le pertenece, con todos los frutos de su campo, desde el día en que dejó la tierra hasta hoy». De esta «mujer distinguida» de Sunam se habló en 4,8-37. Pero, con el fin de cubrir el espacio de los siete años de hambre que predice el profeta (8,1), ha insertado el autor entre 4,37 y el presente capítulo los que hemos estudiado anteriormente, que empiezan con el hambre y terminan con la escasez de Samaria ( D E VAUX). En agradecimiento por su hospitalidad recomienda Eliseo a la mujer de Sunam emigre al país de los filisteos en la costa mediterránea, en donde, por la feracidad del suelo, no serán tan alarmantes los efectos del hambre. El número siete tiene valor simbólico, significando aquí que el hambre duraría largo tiempo. Guejazi, aunque leproso (5,27), sigue en compañía de Eliseo. En ausencia de la sunamita, los vecinos habíanse apoderado de sus bienes. Parece que en estos años de hambre murió su marido, ya viejo (4,14); al menos no se habla más de él. La mujer se presentó delante del rey en una coyuntura providencial. No sabemos si el rey se movió por benevolencia o justicia al determinar que se devolvieran a la mujer todos los bienes «desde el día en que dejó la tierra hasta hoy». ¿Quién es este rey que tanto interés manifiesta por los milagros de Eliseo? ¿Había éste muerto al regresar la sunami'a a su tierra? Difíc'l es contestar a tales preguntas. Eliseo, 7

en Damasco

(8,7-15)

Fue Eliseo a Damasco. Estaba enfermo Ben Hadad, rey de Siria, y le avisaron, diciendo: «Está aquí el hombre de Dios». 8 El rey dijo a Jazael: «Toma contigo un presente y vete a ver al hombre de Dios, y consulta por mí a Yahvé si curaré de esta enfermedad». 9 Fue Jazael a su encuentro, llevando consigo un presente, todo lo mejor que había en Damasco, la carga de cuarenta camellos. Llegado, se presentó a él y le dijo: «Tu hijo Ben Hadad, rey de Siria, me manda a ti para preguntarte: ¿Curaré de esta enfermedad?» 10 Eliseo le respondió: «Ve ny dile: Tú curarías, pero Yahvé me ha revelado que morirás». El hombre de Dios puso sus ojos sobre Jazael 12 y los fijó en él hasta hacerle enrojecer; luego se puso a llorar. El le preguntó: «¿Por qué llora mi señor?» Y Eliseo le respondió: «Porque sé el mal que vas a hacer a los hijos de Israel: incendiarás sus ciudades fuertes, pasarás a cuchillo a sus mancebos, estrellarás a sus niños y abrirás el seno a sus preñadas». 13 Y Jazael dijo: «Pues ¿qué es tu siervo, este perro, para hacer tan grandes cosas?» Y Eliseo respondió: «Yahvé me ha revelado que serás rey de Siria». 14 Jazael dejó a Eliseo y volvió a su señor, que le preguntó: «¿Qué te ha dicho Eliseo?» Y él respondió: «Me ha dicho:

Curarás». Al día siguiente cogió una manta, la empapó en agua y la puso sobre el rostro del rey, que murió. Jazael le sucedió. De los tiempos de Ben Hadad III nos conduce el autor a los primeros años del ministerio de Eliseo, reinando en Siria Ben Hadad II, y en vísperas de que le sucediera su favorito y asesino Jazael (1 Re 19,15-17). Quizá marchó Eliseo a Damasco para cumplir la orden que se le había dado de ir allá y ungir a Jazael por rey de Damasco (1 Re 19,15). Enteróse Ben Hadad de su llegada y le mandó a Jazael para que le preguntara por la marcha y éxito de su enfermedad. Jazael salió al encuentro del profeta con gran cantidad de camellos—el número de cuarenta es una cifra redonda que denota abundancia—cargados de dones. No debía tener Ben Hadad mucha confianza en las profecías de los nabis de Baal, por lo que pide que se consulte a Eliseo, por saber que le habla Yahvé (3,11; 1 Re 22,7). No dice el texto si aceptó o no Eliseo los presentes que le hacía el rey, pero es lógico que, como en otra ocasión (5>T6), los rehusara. Jazael habló a Eliseo en nombre del rey, que, por sentimientos de veneración, se declara hijo (6,21) sumiso del profeta. A su pregunta responde Eliseo que la enfermedad del rey no es de muerte y que, por tanto, de no existir otra circunstancia que amenazara su vida, curaría de esta enfermedad. Eliseo asegura que el rey curará de la dolencia que le aqueja; pero, atendiendo a su inminente asesinato por parte de Jazael, añade: «pero Yahvé me ha revelado que morirás». De estas palabras no cabe deducir que el profeta insinuara a Jazael la conveniencia de asesinar al rey, sino más bien que Dios había dado a conocer a Eliseo los planes que Jazael había concebido para liquidar a su amo. El profeta no le incita al asesinato; únicamente no se opone a los designios que Dios tenía sobre Jazael, al que escogía como instrumento para azotar al pueblo de Israel en castigo de sus pecados. Que Jazael tuviera de antemano ultimados sus planes sobre el monarca lo demuestra el hecho de enrojecer al lijar Eliseo en estado extático sus ojos sobre su rostro. Eliseo no solamente estaba enterado de los planes del asesinato de Ben Hadad, sino que conocía los males que la actuación de Jazael acarrearía a Israel. También pudo Eliseo evitar estos males, o dar al menos al ambicioso general una grave reprimenda; pero se limita a anunciarle que todos los actos de su vida los tiene Dios anotados en sus registros. Jazael expresa su dependencia y pequenez frente a un profeta de Yahvé (1 Sam 24,15; 2 Sam 9,8; 16,9), diciendo: « ¿No es tu siervo un perro, para que mi señor se haya acordado de su siervo?», frase que se halla asimismo en una de las cartas de Laquis 1. Al día siguiente expiraba Ben Hadad. El texto sagrado ha tendido un velo misterioso sobre las circunstancias de su muerte, quizá para quitar toda sospecha de que Eliseo cooperó a ella. Se 1 A. VACCARI, La Lettere di Lachis: B 20 (1939) 184. Trátase de 65 fragmentos de cerámica escrita descubiertos en 1910. Tienen más valor epigráfico que histórico.

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2 Reyes 8

2 Reyes 9

Omite el sujeto de la frase, no sabiendo a punto fijo si se trata de un suicidio o de un asesinato por parte de Jazael. El término hebraico makber se traduce comúnmente por manta, colcha de cama.. Teniendo presente el contexto anterior, no hay duda de que Jazael ahogó a Ben Hadad en su lecho. Empapando en agua la colcha, la aplicó al rostro del rey hasta que murió asfixiado. Creen otios que empleó Jazael el mosquitero (Jdt 10,21) para perpetrar su crimen. En la inscripción de Salmanasar III se dice sobre la descendencia de Ben Hadad: «Hadadidri murió; Hazailu, hijo de nadie, tomó posesión del trono» (PRITCHARD, 280). Hadadidri o Hadadézer de los documentos asirios es el rey Ben Hadad de la Biblia. Jazael es llamado «hijo de nadie» por no ser de ascendencia real.

siguiente manera: Joram, al frente de un ejército de a pie, caballería y carros de combate, marchó contra Edom para castigar los movimientos de independencia. Llegó a Seír—que algunos identifican con Soar, en la extremidad sur del mar Muerto—, donde fue cercado por carros de combate, logrando, sin embargo, abrirse una brecha y huir. Pero el pueblo, al verse asaltado por el enemigo, huyó a la desbandada hacia Judá (a sus tiendas; 1 Sam 4,10; 2 Sam 18, I 7»' I9.9)- La pérdida de Edom repercutió desfavorablemente en el prestigio comercial de Judá, por cuanto se le cortaba el camino que conducía a las minas de cobre y de hierro y al puerto de Asiongaber. Con la pérdida de Edom envalentonóse la confederación arábigofilistea (2 Crón 21,16-17), que penetró hasta Jerusalén. Dentro de este fermento revolucionario cabe señalar la revolución de Libna (Tell es-Safi), en la Sefela (Jos 10,29-39; I : 2 ,i5). Según 2 Crón 21, 18-20, el pueblo denegó a Joram el honor de una sepultura solemne, siendo enterrado en la ciudad de David, fuera de la necrópolis real.

Reino

de Joram

en Judá

(8,16-24)

16

El año quinto de Joram, hijo de Ajab, rey de Israel, comenzó a reinar Joram, hijo de Josafat, rey de Judá. 17 Treinta y dos años tenía cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. 18 Marchó por los caminos de los reyes de Israel, como había hecho la casa de Ajab, pues tuvo por mujer a una hija de Ajab, e hizo el mal a los ojos de Yahvé. 19 Pero Yahvé no quiso destruir a Judá por amor a David, su siervo, según la promesa que le había hecho de darle siempre una lámpara perpetuamente. 20 En su tiempo21se rebeló Edom contra el dominio de Judá, y se dio un rey. Joram marchó a Seír con todos sus carros. Una noche arriesgó combate con los edomitas, que le tenían cercado, y le derrotaron juntamente22 con los jefes de los carros, y el pueblo huyó a sus tiendas. La rebelión de Edom contra el dominio de Judá dura hasta hoy. Entonces se rebeló también Libna. 23 El resto de los hechos de Joram, cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Judá? 24 Joram se durmió con sus padres y fue sepultado con ellos en la ciudad de David. Le sucedió su hijo Ocozías. En Judá reinó un monarca, Joram (848-841), homónimo del colega y contemporáneo suyo Joram (852-841), rey de Israel (1,17; 3,iss). Por influencia de su esposa Atalia introdujo en Judá el culto de los baales (2 Crón 21,11). Por este pecado merecía Judá ser destruido, pero le perdonó Dios a causa de la promesa hecha a David de darle una lámpara perpetuamente (1 Re 11,36; 15,4), no extinguiendo su dinastía. En su tiempo se independizó Edom, que fue vasallo de Josafat (1 Re 22,48; 2 Re 3,9). Desde los tiempos de Adad fue Edom una pesadilla para Judá (1 Re 11,17). Sobre la manera como recuperó Edom su independencia no es fácil opinar, por conservarse el texto en mal estado. El texto hebraico, traducido literalmente, dice: «Y pasó Joram a Seír (sa'ira), y todos los carros con él. Acon+eció que se levantó él de noche y batió a Edom, que le rodeaba, y a los jefes de los carros, y huyó el pueblo a sus tiendas». Ante este texto cabe preguntar: ¿Quién es el vencido y cuál el vencedor? El amor sagrado trata de paliar una derrota de tan enormes consecuencias para Judá. Entre líneas cabe leer que los hechos sucedieron de la

Ocozías,

rey de Judá

517

(8,25-29)

25

El año doce de Joram, hijo de Ajab, rey de Israel, comenzó a reinar Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá. 26 Tenía Ocozías veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalia, hija de Omri, rey de Israel. 2? Marchó por los caminos de la casa de Ajab e hizo el mal a los ojos de Yahvé, como la casa de Ajab, con la que estaba emparentado. 28 Acompañó a Joram, hijo de Ajab, en la guerra contra Jazael, rey de Siria, a Ramot Galaad. Los sirios hirieron a Joram, 2S> y el rey Joram se volvió para hacerse curar en Jezrael de las heridas que los sirios le habían hecho en Ramot cuando combatía contra Jazael, rey de Siria. Ocozías, hijo de Joram, rey de Judá, bajó a Jezrael para ver a Joram, hijo de Ajab, que estaba allí herido. Desde el punto de vista religioso influyó en él su madre Atalia (2 Crón 22,3). Su ascensión al trono efectuóse en un momento de efervescencia política. Hacía un par de años que en Siria moría asesinado por su favorito Jazael el enérgico rey Ben Hadad II (8,15). Al enterarse Joram (852-841) aprovechó la ocasión para apoderarse de Ramot Galaad (1 Re 4,13; 22,3; 2 Re 9,14), lo que dio origen a la guerra entre Joram y Jazael. El rey de Israel pidió auxilio a su sobrino Ocozías (841), que no SL lo negó. En un encuentro bajo los muros de Ramot fue herido el rey de Israel (1 Re 18, 45-4 0 ; 2l,iss). Su fiel aliado y pariente, Ocozías, que se hallaba todavía en Jerusalén, bajó a visitar al rey herido. Un profeta 1

unge

a Jehú

por rey

(9,1-10)

Eliseo, profeta, llamó a uno de los hijos de los profetas y le dijo: «Cíñete los lomos, toma esta redoma de óleo y vete a Ramot Galaad. 2 Cuando llegues, busca a Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsi. Le haces que se levante de entre sus compañeros y le llevas aparte, a una cámara retirada, 3 y, tomando la

518

2 Reyes 9

2 Hoyes 9

redoma de óleo, lo derramas sobre su cabeza, diciéndole: «Asi habla Yahvé: Yo te unjo por rey de Israel». Abres luego la puerta y huyes sin detenerte». 4 El joven servidor del profeta partió para Ramot Galaad; 5 y cuando llegó, estaban los jefes del ejército reunidos, y dijo: «Jefe, tengo que decirte una cosa». Jehú le preguntó: «¿A quién de nosotros?» El respondió: «A ti, ¡ oh jefe!» 6 Levantóse Jehú y entró en casa, y el joven derramó sobre su cabeza la redoma de óleo, diciéndole: «Así habla Yahvé, Dios de Israel: Yo te unjo rey de Israel, del pueblo de Yahvé. 7 T ú herirás a la casa de Ajab, tu señor, y vengarás en Jezabel la sangre de mis siervos, los profetas, y la sangre de todos los siervos de Yahvé. 8 Toda la casa de Ajab perecerá; yo exterminaré a todos cuantos pertenecen a Ajab, al esclavo y al libre de Israel, 9 y haré la casa de Ajab semejante a la casa de Jeroboam, hijo de Nabat, y a la casa de Basa, hijo de Ajiya. 10 Los perros comerán a Jezabel en el campo de Jezrael, y no habrá nadie que le dé sepultura». Después, el hombre abrió la puerta y huyó. El encargo h e c h o a Elias (i R e 19,16) lo cumple p o r o r d e n de Elíseo u n o de los hijos de los profetas. N o se sabe el p u n t o d e partida, p e r o el mensajero recibe la o r d e n de ir a R a m o t Galaad y ungir p o r rey d e Israel al general Jehú, q u e , en ausencia del rey, herido en Jezrael, estaba al frente d e las tropas. El viaje de ida y vuelta tenía q u e ser rápido, lo q u e se indica con la frase «cíñete los lomos» (4,29) y la advertencia de que, u n a vez c u m p l i d a su misión, h u y e r a sin detenerse (v.3.10). E n Israel reinaba el descontento. E n el ¡nter'or, el excesivo lujo de palacio reclamaba constantemente el a u m e n t o de los i m puestos. L a c o n d u c t a religiosa d e la corte le restaba la simpatía y colaboración d e m u c h o s q u e o d i a b a n la importación del culto d e Baal de Fenicia (1 R e 19,18). A Elíseo poca simpatía le inspiraba J o r a m (3,13). E n el exterior había p e r d i d o el rey la guerra con los moabitas (3,27); habíase indispuesto con Jazael en unos m o m e n t o s en q u e pesaba sobre a m b o s la amenaza de Asiría. J o r a m era u n rey marioneta, m o v i d o p o r su m a d r e Jezabel. El profeta llegó a R a m o t , llamó aparte a Jehú, a q u i e n ungió p o r rey, excediéndose acaso el j o v e n profeta en el hablar, al recitar la amenaza q u e p r o n u n c i ó Elias contra Ajab (1 R e 21,21-23). A Jezabel se la hace responsable de la m u e r t e de los profetas de Yahvé (1 R e 18,4; 19,10). Pero es posible q u e se le atribuyan m á s cosas de las q u e dijo. Según el P . D e Vaux, el autor del libro añadió los oráculos contra Ajab, J e r o b o a m (1 R e 14,10-11) y Basa (1 R e 16, 3-4). E n el relato primitivo n o figuraba nada de esto; el joven profeta, obediente a las disposiciones impartidas p o r su maestro, u n g i ó a J e h ú p o r rey y m a r c h ó sin proferir palabra alguna.

Rebelión 11

de Jehú

(9,11-37)

Cuando salió Jehú para reunirse con los servidores de su señor, le dijeron éstos: «¿Va todo bien? ¿Por qué ha venido a ti ese loco?» Jehú respondió: «Seguramente conocéis al hombre y sabéis lo que m e ha dicho». 12 Ellos respondieron: «No es verdad. Explícanos lo que ha dicho». El entonces dijo: «Esto

519

y esto es lo que ha dicho: Así habla Yahvé: Yo te unjo por rey de Israel». 13 En seguida tomaron todos sus mantos y los pusieron debajo de él en las gradas, y, haciendo sonar las trompetas, gritaron: «¡Jehú, rey!» 14 Así conspiró Jehú, hijo de Josafat, hijo de Nimsi, contra Joram. Joram defendía con todo Israel a Ramot Galaad contra Jazael, rey de Siria; 15 pero el rey Joram había tenido que volverse para curarse en Jezrael de las heridas que los sirios le habían hecho cuando combatía contra Jazael, rey de Siria. Jehú dijo: «Pues que lo queréis, sea; pero que no salga de la ciudad nadie que pueda llevar la noticia a Jezrael». 16 Jehú subió a su carro y partió para Jezrael, pues Joram estaba allí en cama, y Ocozías, rey de Judá, había bajado a verle. 17 El centinela que estaba en la torre de Jezrael vio venir a la tropa de Jehú y dio la noticia: «Veo venir una tropa». Joram dijo: «Manda que salga a su encuentro uno de a caballo para saber si es de paz». 1S Salió el jinete, se presentó a Jehú y preguntó: «Así habla el rey: «¿Es la paz?» Jehú respondió: «¿Qué te importa a ti la paz? Vuélvete detrás de mí». El centinela dio luego el aviso, diciendo: «El mensajero ha llegado hasta ellos, pero no vuelve». 19 Entonces se mandó otro a caballo, que, llegado a ellos, preguntó: «Así habla el rey: ¿Hay, paz?» Y Jehú respondió: «¿Qué te importa a ti la paz? Vuélvete detrás de mí». 20 El centinela volvió a decir: «También éste ha llegado a ellos y no vuelve; mas, al parecer, por la marcha, el que viene es Jehú, hijo de Nimsi, porque viene con m u cho ímpetu». 21 Entonces Joram dijo: «Engancha»; y enganchado que fue su carro, salió Joram, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, cada uno en su carro. Salieron al encuentro de Jehú, a quien hallaron en la heredad de Nabot de Jezrael. 2 2 En cuanto vio Joram a Jehú le preguntó: «¿Hay paz, Jehú?» Y éste respondió: «¿Qué paz mientras duren las prostituciones de Jezabel, tu madre, y sus muchas hechicerías?» 23 Entonces Joram, volviendo grupas, huyó y dijo a Ocozías; «¡Traición, O c o zías !» 2 4 Pero Jehú tendió su arco e hirió a Joram entre las espaldas, saliéndole la flecha por el corazón, y Joram cayó en su carro. 25 Jehú dijo a su oficial Bidcar: «Cógele y tírale en el campo de Nabot de Jezrael, pues me acuerdo de que, cuando yo y tú íbamos juntos a caballo detrás de Ajab, su padre, Yahvé pronunció contra él la sentencia, diciendo: 26 Yo he visto ayer la sangre de Nabot y de sus hijos, dice Yahvé, y yo te daré su merecido en esta misma heredad. Cógele, pues, y tírale a ese campo, según la palabra de Yahvé. 27 Ocozías, rey de Judá, que vio esto, huyó por el camino de Bet Ganim; pero Jehú le persiguió, diciendo: «También a él». Y le hirieron en el carro en la subida de Gur, cerca de Jiblcam; él siguió hasta Megiddo, pero allí murió. 28 Sus servidores le trasladaron en un carro a Jerusalén y le sepultaron en la sepultura de sus padres, en la ciudad de David. 29 Ocozías había comenzado a reinar el año once de Joram, hijo de Ajab. •1(l Jehú entró en Jezrael. Sabiéndolo Jezabel, se pintó los ojos, se peinó y se puso a mirar a una ventana. 31 Al pasar Jehú por la puerta, le gritó: «¿Le salió bien la cosa a Zimbri, asesino de su señor?» 32 El alzó el rostro hacia la ventana y preguntó: «¿Quién eres tú para que quieras contender conmigo?» Entonces miraron por la ventana dos o tres eunucos, 33 y él les mandó: «Echadla abajo»; y ellos la echaron, y su sangre salpicó los muros y los caballos; Jehú la pisoteó

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2 Reyes 9 34

con sus pies, y después entró, comió, bebió y dijo: «Id a ver a esa maldita y enterradla, q u e al fin es hija de rey». 3S F u e r o n para enterrarla; p e r o n o hallaron de ella m á s que el cráneo, los pies y las palmas de las m a n o s . 36 Volvieron a dar cuenta a Jehú, q u e dijo: «Es la a m e n a z a que había hecho Yahvé por su siervo Elias tisbita, diciendo: Los perros c o m e r á n la carne de Jezabel en el c a m p o de Jezrael, 3"> y el cadáver de Jezabel será c o m o estiércol sobre la superficie del c a m p o , en el c a m p o de Jezrael, de m o d o q u e nadie p o d r á decir: Esta es Jezabel». El profeta atrajo la atención d e la oficialidad tanto p o r su condición d e profeta extático como p o r su atuendo externo y sus modales rústicos, andar alocado y quizá p o r la tonsura q u e llevaba (Jer 29,26; O s 9,7). Sin e m b a r g o , todos d e m u e s t r a n su ansia p o r conocer el p o r q u é de la llegada d e aquel loco. A l enterarse, todos reconocieron a J e h ú p o r rey. T o m a r o n i n m e d i a t a m e n t e sus mantos, q u e extendieron ante J e h ú ( M t 21,8). U n a vez declarado rey, t r a t ó J e h ú (841-814) de deshacerse c u a n t o antes del i m p o p u l a r J o r a m . Prohibió q u e nadie se adelantara a anunciarle lo sucedido. A c o m p a ñ a d o de u n g r u p o de soldados y de su ayudante Bidcar (v.25), m o n t ó en su carro y se dirigió a Jezrael, d o n d e hallábanse los reyes d e Israel y de J u d á . D e s d e lejos apercibió su llegada el centinela. A los dos reyes no les pareció d e b u e n augurio la llegada i n t e m p e s tiva del general del ejército, p o r lo q u e decidieron enganchar sus carros y salirle al e n c u e n t r o , alcanzándolo en la heredad de N a b o t d e Jezrael. J o r a m creía ver en t o d o ello u n revés militar en R a m o t Galaad, n o una rebelión. El c h o q u e e n t r e los reyes y Jehú fue violento. Sin apearse del carro disparó J e h ú u n a flecha contra J o r a m , atravesándole el corazón. Su cadáver fue arrojado en el c a m p o d e N a b o t , la inocente víctima d e Ajab (1 R e 21,1-29). Ocozías p u d o h u i r p o r el camino de Bet H a g a n en las cercanías de E n g a n n i m , el actual Djenin (Jos 19,21; 21,29), p e r o le persiguió Jehú, hiriéndole al llegar a la subida de G u r , cerca de Jibleam (Jos 17,11; J u e 1,27), hoy tell Belameh, al mediodía d e Djenin, arrastrándose hasta M e g i d d o (tell el-Musellim), d o n d e m u r i ó exangüe. N u m e r o sos príncipes y altos funcionarios d e J u d á fueron asesinados en Bed E q u e d , llanura de Beit Q a d , cerca d e Djenin (10,12-14). L a m i s m a suerte corrió la familia real. Al entrar Jehú en Jezrael divisó a la impía Jezabel apoyada en el alféizar de una ventana de palacio. Jezabel alude al reinado efímero de Zimbri (siete días), asesino de Ela (1 R e 16,15-18). M u r i ó Jezabel en u n charco d e sangre, pisoteada p o r los caballos de la comitiva d e Jehú. Dice el texto q u e J e h ú «la pisoteó con sus pies». A su cadáver n o se dio sepultura. D e ahí las palabras de J e h ú de q u e «el cadáver de Jezabel será c o m o estiércol sobre el c a m p o de Jezrael». Según Jeremías (8,2; 9,21; 16,4; 25,33), el cadáver sin recibir sepultura es c o m o u n estercolero esparcido por el c a m p o . T u v o el rey compasión de la reina y m a n d ó que la enterrasen, p o r q u e al fin era hija de rey. A l ir a c u m p l i m e n t a r la o r d e n d e Jehú, los comisionados n o e n c o n t r a r o n m á s q u e el cráneo, pies y palmas de las manos, lo q u e hizo exclamar a Jehú q u e el oráculo

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2 Reyes 10

d e Elias hablase c u m p l i d o en todos sus pormenores: privación de sepultura, d e v o r a d o su cadáver por los perros, a b a n d o n a d o sobre el c a m p o y t a n desfigurado que nadie p o d r á decir: Esta es Jezabel (1 R e 21,23).

Matanzas

de Jehú

(10,1-14)

1 H a b í a en Samaría setenta hijos de Ajab, J e h ú escribió cartas, q u e m a n d ó a Samaría, a los príncipes de la ciudad. E n ellni decía: 2 « E n cuanto recibáis esta carta, pues que tenéis con vonotros a los hijos de vuestro señor y, además, carros y caballón, ciudades fortificadas y armas, 3 ved cuál de los hijos de vuestro señor queréis mejor y os conviene poner en el trono de su pudre, y combatid por la casa de vuestro señor». 4 Ellos se llenar o n de m i e d o , y se dijeron: «Dos reyes no han podido resistirU', ¿cómo vamos a resistirle nosotros?» 5 Y el m a y o r d o m o de palacio, los ancianos y los ayos m a n d a r o n a decir a J e h ú : «Nosotros somos servidores tuyos y haremos cuanto t ú nos digas. N o elegiremos a ninguno por rey. H a z tú lo que bien te parezca». 6 Entonces les escribió Jehú una segunda carta, en q u e les decía: «Si estáis p o r m í y dispuestos a obedecerme, t o m a d las cabezas de esos h o m b r e s , hijos de vuestro señor, y venid a m í m a ñ a n a a estas horas a Jezrael». 7 C u a n d o éstos recibieron la carta, cogieron a los hijos del rey, setenta h o m b r e s ; los degollaron y pusieron sus cabezas en canastillas, y se las m a n d a r o n a J e h ú a Jezrael. 8 Vino uno a informarle, diciendo: « H a n traído las cabezas de los hijos del rey»; y él dijo: «Ponedlas en dos m o n t o n e s a la entrada de la puerta hasta m a ñ a n a » . 9 P o r la m a ñ a n a salió, y, presentándose ante el pueblo todo, dijo: «Vosotros sois justos. Yo he conspirado contra m i señor y le he dado m u e r t e . P e r o ¿quién ha matado a todos éstos ? 10 Sabed, pues, q u e n o caerá p o r tierra ni una de las palabras q u e Yahvé ha p r o n u n c i a d o contra la casa de Ajab. Yahvé c u m p l e lo que declaró p o r medio de su siervo Elias». 11 Y Jehú m a t ó a todos cuantos de la casa de Ajab quedaban en Jezrael, a todos sus parientes, a sus familias y a sus sacerdotes, sin dejar escapar a u n o solo. !2 Después se levantó para ir a Samaría, y, llegado a u n albergue de pastores que había en el camino, 13 encontró a los h e r m a n o s de Ocozías, rey de Judá, y les p r e g u n t ó : «¿Quiénes sois vosotros?» Y ellos le dijeron: «Somos los h e r m a n o s de Ocozías, que h e m o s venido a saludar a los hijos del rey y a los hijos d e la reina». 1 4 J e h ú dijo: «Cogedlos vivos». Cogiéronlos vivos y los degollaron, e n n ú m e r o de cuarenta y dos, e n la cist e r n a del albergue. Jehú no dejó escapar ni a u n o solo.

L o s hijos d e Ajab y de Joram vivían en Samaría. E n cifras r e d o n d a s , se dice q u e eran setenta (Gen 46,27; J u e 8,30; 9,2; 12,14). D a d o q u e los reyes disponían de u n n u t r i d o harén, era t a m b i é n n u m e r o s o el n ú m e r o d e hijos. Era costumbre e n O r i e n t e exterm i n a r a t o d o s los q u e tenían algún derecho al t r o n o , con el fin de n o t e n e r rival alguno q u e hiciera peligrar al nuevo monarca (Jue 9,5; 1 R e 15,29; 16,11). L a carta de Jehú es lo suficientemente expresiva para q u e los destinatarios sepan a q u é atenerse. La situación de h e c h o es q u e J e h ú ha matado al rey y d e q u e ocupa ahora él el

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2 Reyes 10

trono. Reunidos en consejo el mayordomo de la casa real, el gobernador de la ciudad, los ancianos y tutores, decidieron aceptar los dos hechos consumados. Entonces les exigió Jehú la entrega de las cabezas de los hijos y nietos de Ajab. Cumplida la orden, llevaron a Jezrael las cabezas de los muertos, que fueron ap'ladas en dos montones, junto a las puertas de la ciudad. En algunas representaciones asirías se ven montones análogos de cabezas de enemigos colocadas en la puerta durante la noche 1. Por la mañana acudió Jehú a aquel lugar con el fin de tapar la boca a los amigos de comentar desfavorablemente los sucesos de la actualidad. En su alocución quiere probar que la dinastía de Ajab ha desaparecido para siempre y de que tal era la voluntad de Yahvé, de quien Jehú es mero instrumento (i Re 21,19-24). Da garantía al pueblo de que la sangre derramada no caerá sobre la ciudad, porque no reclamará venganza (Géna,6; Ex 21,12; Deut 21,1-9). El, con cinismo, únicamente se hace responsable de la muerte de Joram; el pueblo es inocente; del asesinato de los hijos del rey no sabe él nada. ¿Quién los ha matado? También a los familiares del rey de Judá llegó el castigo. Iba de Jezrael a Samaría para tomar posesión de la capital, cuando, al llegar a Bet Equed, quizá Bed Qpd, cerca de Djenin (9,27), encontró a una numerosa parentela de Ocozías (2 Crón 22,8) que se dirigía a Jezrael para saludar a la familia real de Israel. Es muy probable que esta ncticia esté fuera de lugar, ya que, habiendo rebasado ellos la ciudad de Samaria, podían en el camino haberse enterado de los acontecimientos. Por razón de este parentesco se deshace también Jehú de los posibles pretendientes al trono de Israel de parte de Ocozías.

Encuentro

con Jonadab

(10,15-17)

15

Partido de allí, encontró a Jonadab, hijo de Recab, que venía a su encuentro; le saludó y le dijo: «¿Es sincero conmigo tu corazón, como lo es el mío contigo?» Y Jonadab le respondió: «Sincero». «Si es así—replicó Jehú—, dame la mano». Jonadab le dio la mano, y Jehú le hizo subir a su carro junto a él, 16 y dijo: «Ven conmigo, y verás mi celo por Yahvé». Llevólo, pues, en su carro; 17 y cuando llegó a Samaria, mató a cuantos de Ajab quedaban en Samaria, exterminándolos del todo, según la palabra que Yahvé había dicho a Elias. Jonadab pertenece a la secta de los recabitas (1 Crón 2,55); fundador de la misma, según Jeremías (35,6). Yahvistas fervientes, veían con malos ojos la vida sedentaria de los hebreos, viviendo en ciudades, cultivando campos y construyendo edificios. Según el texto de Jeremías (35,1-11), a los recab'tas les estaba totalmente prohibido beber vino, construir casas, sembrar los campos, plantar y poseer viñas. Durante toda su vida debían vivir en tiendas, «con tal de vivir muchos años en la tierra en la que eran peregrinos». Al llegar Nabucodonosor a Palestina, los recabitas refugiáronse 1

PARROT, Ninive et VAnden Testament

p.48-49.

523

2 Reyes 10

en Jerusalén. L a presencia de J o n a d a b en el carro de J e h ú era b u e n cebo para atraerse la colaboración de los adictos al culto de Yahvé 2.

Degollina

de falsos

profetas

(10,18-28)

18

Después reunió a todo el pueblo, y le dijo: «Ajab sirvió poco a Baal; J e h ú le servirá m á s . 19 Llamad, pues, a m í a todos los profetas de Baal, a todos los sacerdotes, sin que q u e d e ni u n o solo, p o r q u e quiero ofrecer a Baal u n gran sacrificio. El q u e falte n o vivirá». Jehú obraba arteramente, para exterminar a los servidores de Baal. 20 Dijo, pues: «Promulgad una fiesta en honor de Baal». Promulgáronla, 21 enviando mensajeros p o r todo Israel, y llegaron todos los servidores de Baal, sin q u e ni uno dejara de venir, y e n t r a r o n en la casa de Baal, q u e se llenó de bote en bote. 22 J e h ú dijo al que estaba al cuidado del vestuario: «Saca vestiduras para todos los siervos de Baal». El las sacó, 23 y fue Jehú con J o n a d a b a la casa de Baal, y dijo a los servidores de Baal: «Mirad y ved si por acaso hay aquí entre vosotros algún servidor de Yahvé o si están sólo los servidores de Baal». 2 4 Y entró Jehú para ofrecer sacrificios y holocaustos. H a b í a apostado fuera a ochenta h o m b r e s , diciéndoles: «Cualquiera q u e dejare escapar a alguno de estos que yo pongo en vuestras manos, m e responderá de su vida con la suya». 25 C u a n do h u b o acabado de preparar los sacrificios y holocaustos, J e h ú dijo a los de su guardia y a los oficiales: «Entrad y matadlos, sin que ni uno quede». Los de la guardia y los oficiales pasáronlos a todos a cuchillo. P e n e t r a r o n luego en el t e m p l o de Baal, 2S sacaron fuera el altar de Baal y lo quemaron. 2 7 Destrozaron los cipos de Baal, y derribando el templo, hicieron de él u n a cloaca, que todavía subsiste hoy. 28 Así exterminó J e h ú a Baal de en medio de Israel. A p a r t e del trato de favor con q u e distinguió a Jonadab, J e h ú n o había dejado traslucir claramente cuál sería su conducta religiosa. P o r lo m i s m o p u d o valerse d e u n a estratagema para acabar con los profetas del dios fenicio, cuyo culto oficial introdujo Ajab p o r instigación de Jezabel (1 Re 16,31; 18,26; 19,18; 22,54). El lugar d e reunión fue el templo q u e Ajab había hecho levantar a Baal (1 R e 16,32). Según Lagrange -\ la costumbre de cambiar d e vestido para t o m a r parte en el culto es muy antigua ( G e n 35,2), hallándose atestiguada entre los fenicios y árabes paganos. L a causa de este cambio de vestido debe buscarse quizá en la creencia de q u e el vestido del q u e está en el lugar santo es sagrado y n o p u e d e utilizarse para la vida c o m ú n o profana. E s problemático q u e J o n a dab, ferviente yahvista, entrara en el templo pagano; quizá u n escriba introdujo en el texto este detalle. ¿Ofreció Jehú el h o l o causto? El texto puede entenderse en el sentido de que él t o m ó p a r t e ú n i c a m e n t e en la preparación del holocausto. Llegado el 2 L . GAUTIER, A propos des Rékabites: «Etudes sur la Religión d'Israel» (Lausana 1927) 104-129; P . HUMBERT, Osee le prophéte bédouin: «Revue d'Histoire et de Philosophie Religieuse», 1 (1921) 97-118; S. NYSTROM, Beduinentum und Yahvismus (Lund 1946); N E H E R , Amos. Contribution á Vétude du prophétisme (París 1950) 173-186. 3 Etudes sur les Religions Sémitiques (París 1905) 149-

524

2 Reyes

10

2 Reyes

m o m e n t o del ofrecimiento de las víctimas, confió la tarea de su sacrificio a los sacerdotes de Baal, en t a n t o q u e él salía del santuario p o r u n a p u e r t a lateral. T e r m i n a d a la matanza, los oficiales d e s t r u yeron los masseboth (i R e 14,23), r o m p i e r o n las estatuas de Baal y demolieron su t e m p l o , cuyo lugar fue dedicado en adelante a vertedero.

Castigo

de Jehú

(10,29-36)

29

C o n todo, n o se apartó J e h ú de los pecados con que Jerob o a m , hijo de Nabat, hizo pecar a Israel, y dejó en pie los becerros de oro que había en Betel y D a n . 30 Yahvé dijo a J e h ú : «Por h a b e r hecho lo que es recto a mis ojos, haciendo desaparecer a la casa de Ajab, conforme a m i voluntad, tus hijos se sentarán en el trono de Israel hasta la cuarta generación. 31 P e r o J e h ú n o se cuidó de andar con todo su corazón en la L e y de Yahvé, Dios de Israel, ni se apartó de los pecados con que Jer o b o a m había hecho pecar a Israel. 32 E n aquellos días c o m e n zó Yahvé a cercenar el territorio de Israel, y los hirió Jazael en toda la frontera de Israel, 33 desde el J o r d á n , a oriente, toda la tierra de Galaad, de G a d , de R u b é n y de Manases, desde Aroer, que está junto al torrente del A r n ó n , hasta Galaad y Basan. 34 El resto de los hechos de Jehú, cuanto hizo, sus hazañas, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 35 J e h ú se d u r m i ó con sus padres, y fue sepultado en Samaría. L e sucedió Joacaz, su hijo. 36 H a b í a reinado J e h ú veintiocho años sobre Israel en Samaría. A pesar de su c a m p a ñ a contra el culto d e los baales, J e h ú n o d e s t r u y ó los becerros de oro q u e p u s o J e r o b o a m en Betel y D a n (1 R e 12, 28-32). E n premio d e su celo religioso ocupará su descendencia el t r o n o d e Israel hasta la cuarta generación. Su dinastía d u r ó desde 841 hasta 743 antes de Cristo. ¿Aprobó Dios las matanzas de J e h ú ? Para j u z g a r su conducta d e b e n tenerse presentes los siguientes p u n tos: 1) L a imperfección moral en la antigua economía. J e h ú comportóse c o m o solían hacerlo los soberanos de aquel t i e m p o . Dios, q u e previo la conducta de J e h ú , sirvióse de la misma, dejando q u e las causas segundas siguieran su camino, para castigar los pecados d e Ajab. 2) J e h ú se excedió en su cometido, d e r r a m a n d o m á s sangre d e la q u e convenía. M a y o r castigo le esperaba a J e h ú d e s d e el exterior. E n t e r a d o Jazael d e la situación interna d e Israel, atacó de improviso su territorio, apoderándose d e toda TransJordania, cumpliéndose con ello lo d i c h o p o r Elíseo (8,12). C o n el fin d e oponerse a la obra d e Jazael, buscó J e h ú la protección de Salmanasar III, al q u e envió u n t r i b u t o p a r a ganarlo a su causa. E n el p r i s m a d e Salmanasar aparece J e h ú p o s t r a d o a n t e el rey asirio. Dícese allí q u e el rey asirio recibía t r i b u t o d e T i r o y Sidón y d e «Ya-ú-a, hijo d e Hu-um-rh (PRITCHARD, 281), esto es, d e Jehú, d e la casa de O m r i (1 R e 16,27). Pero era u n enemigo demasiado p o t e n t e Jazael p a r a q u e Salmanasar le r e d u jera a silencio. E n efecto, s e g ú n el p r i s m a d e Salmanasar, Jazael, «hijo d e nadie», ocupó el reino y r e u n i ó u n g r a n ejército para luchar

11

525

contra el rey asirio. «Yo—dice Salmanasar en su p r i s m a — l u c h é c o n t r a él, t o m é sus ciudades fortificadas; él, para salvar su vida, h u y ó . L e perseguí hasta Damasco, capital del reino». El año 842 Salmanasar trabó batalla con Jazael en el monte Senir (Sa-ni-ru), e n el Antilíbano, en la que el rey de Damasco perdió mil ciento v e i n t i ú n carros y cuatrocientos setenta caballos. Encerrado en D a m a s c o , defendióse con éxito, en t a n t o q u e Salmanasar recorría y d e v a s t a b a el territorio hasta el H a u r á n (PRITCHARD, 28o) 4 . Sin e m b a r g o , tanto esta vez como en otra más tarde t u v o Salm a n a s a r q u e retirarse sin haber doblegado al enérgico y hábil Jazael. Para colmo de sus males, el rey asirio viose constreñido hacia el año 839 a huir precipitadamente a su tierra, en d o n d e su hijo Assur-danin-apal habíase rebelado contra él; murió cercado e n Kalah. J e h ú encontrábase de n u e v o solo ante el temible Jazael. G o m o dice el texto, apoderóse éste de las tierras del oriente del Jordán.

Atalía,

reina

de Judá

(11,1-20)

1 Atalía, m a d r e de Ocozías, viendo que había m u e r t o su hijo, levantóse y exterminó a toda la descendencia real. 2 P e r o Josaba, hija del rey J o r a m y h e r m a n a de Ocozías, cogió a Joás, hijo de Ocozías, y le sacó furtivamente de entre los hijos del rey cuando los estaban asesinando, ocultándole de Atalía, a él y a su nodriza, en la cámara-dormitorio, y así pudo aquél escap a r a la m u e r t e . 3 Seis años estuvo oculto con Josaba en la casa d e Yahvé, y entre tanto reinó Atalía en la tierra. 4 El año sépt i m o , Joyada m a n d ó a llamar a los centuriones de los cereteos y la guardia y los introdujo en la casa de Yahvé. H i z o pacto c o n ellos, juramentándolos en la casa de Yahvé, y les m o s t r ó el hijo del rey, 5 dándoles esta orden: «He aquí lo que habéis d e hacer: 6 L a tercera parte de vosotros, que monta la guardia e n el palacio real, 7 más las otras dos partes de vosotros, q u e m o n t a n la guardia en el t e m p l o de Yahvé, 8 C on las a r m a s en la m a n o , formaréis en torno del rey y mataréis a cualquiera que pretenda penetrar en las filas. Estaréis junto al rey d o n d e quiera que vaya». ' C u m p l i e r o n los capitanes las órdenes que les había dado el sacerdote Joyada. 10 T o m ó cada uno sus gentes, las que hacían el servicio el sábado, y se fueron al sacerdote Joyada. Este les entregó las lanzas y los escudos del rey David, que se hallaban en la casa de Yahvé, l l y cuando los soldados de la guardia, todos con las a r m a s en la mano, desplegaron desde el lado sur al lado norte, entre el altar y el templo, 12 sacó al rey, púsole la diadema y los brazaletes y le ungió. T o d o s entonces palmotearon y gritaron: «¡Viva el rey!» 13 C u a n d o oyó Atalía el estrépito del pueblo, se vino a donde estaba la gente reunida en la casa de Yahvé 14 y miró. Y estaba el rey sobre el estrado, según costumbre, y cerca de él los jefes y las t r o m p e tas, y todo el pueblo daba muestras de gran júbilo, mientras sonaban las trompetas. Atalía rasgó sus vestiduras y c l a m ó : 4 En el obelisco negro de Salmanasar III, encontrado en 1846 en el palacio de Kalakh, se habla del tributo de Jehú, hijo de Omri. «Me entregó plata, oro, una taza de oro, un vaso de oro, cubiletes de oro, objetos de oro, de estaño, el cetro de un rey y los puruthu de madera»

(PRITCHARD,

281).

526

2 Reyes 12

2 Reyes 11 ls

«¡ Traición! ¡ Traición!» Entonces el sacerdote Joyada dio. orden a los capitanes, que estaban a la cabeza de las tropas:: «Sacadla de las filas y matad a quienquiera que la siga». Pues el sacerdote había dicho; «Que no la maten en la casa de Yahvé». 16 Pusieron sobre ella las manos, y cuando llegó al palacio real, por la puerta de los caballos, allí la mataron, n Joyada intervino en la alianza que con Yahvé hicieron el rey y el pueblo,, de ser el pueblo de Yahvé. 18 Todo el pueblo penetró en el templo de Baal y lo demolió, destruyendo del todo su altar y sus estatuas; y al sacerdote de Baal, Matan, le dieron muerte delante del altar. 19 Después, dejando una guardia en el templo de Yahvé, tomó a los jefes de los cereteos y a los guardias y a todo el pueblo, y llevaron al rey desde el templo de Yahvé al palacio real, donde entró por la puerta de la guardia. Sentóse allí sobre el trono real, 20 y todo el pueblo estaba lleno de alegría, y la ciudad se quedó tranquila. Atalía había sido muerta en el palacio real. Con la muerte de su hijo Ocozías, Atalía, la reina madre, pudo satisfacer sus ansias de mando. De la familia de Ajab no dudó ella en matar a todos los miembros de la familia real, incluidos sus hijos, para ocupar tranquilamente el trono. Su reino duró los años 841-835. Faltó poco para que aniquilara a toda la descendencia davídica, diezmada ya anteriormente (2 Crón 21,17; 2 Re 10,12-14). Pero Josaba, que, según 2 Crón 22,11, era la mujer del sumo sacerdote Joyada e hijastra de Atalía (2 Crón 22,11), ocultó a Joás, hijo de Ocozías, en la cámara dormitorio. Esta noticia supone que junto al templo existían habitaciones para los sacerdotes. El año séptimo decidió el sumo sacerdote sacar al niño de su escondite y proclamarlo rey en lugar de Atalía. A este fin preparó una amplia conjura. Según 2 Crón 23,2, el sumo pontífice contó con el apoyo de los levitas y del pueblo procedente de provincias; según nuestro texto, la acción fue apoyada principalmente por tropas mercenarias y laicos. Aun en nuestro mismo texto cabe vislumbrar dos relatos combinados. Según v.i-i2.i8b-20, la entronización de Joás fue obra del sumo sacerdote, apoyado por la guardia real; en los v. 13-18a se sugiere, en cambio, que un movimiento popular derrocó a Atalía. Los cereteos, o carios, eran tropas mercenarias procedentes de Caria, pueblo del Asia Menor. Algunos autores creen que eran los guardias del mercado real, basados en la analogía del nombre con la palabra asiria karu, mercado. El día fijado para dar el golpe era un sábado, día en que el cambio de guardia no hacía sospechar ningún complot militar (1 Crón 9,25). Formada la tropa en el atrio, de cara al altar de los holocaustos, el sacerdote Joyada sacó al niño, púsole la diadema y los brazaletes (2 Sam 1,10) y le ungió por rey. En el texto hebraico, versiones y lugar paralelo de 2 Crón 23,11, en vez de brazaletes (hase adoth), se lee: ha eduth = testimonio, ley. Pero este uso de entregar al nuevo rey el rollo de la Ley no es atestiguado por ningún otro texto. Por esto mismo, muchos autores católicos (LANDERSDORFER, D E

Terminada la ceremonia, todos los asistentes prorrumpieron en aclamaciones al nuevo monarca. Atalía acudió al lugar 1 leí tumulto; al penetrar en el templo pudo ver a Joás colocado sobre un estrado (ammud) para que el pueblo le pudiera contemplai (23,3; 2 Crón 23,13). El sumo sacerdote dio orden a la guardia ile que mataran a la reina fuera del templo para no contaminarlo. De regreso a palacio, al llegar a la puerta de los caballos, al sudeste del templo (Jer 31,40; Neh 3,28), cayó asesinada. El rey de Israel debía ser un monarca teocrático. En los comienzos del reinado del joven monarca se renovó la alianza entre Yahvé, el rey y el pueblo del Señor (Ex 19,5-6). Para renovar este pacto era totalmente imprescindible destruir el templo de Baal existente en Jerusalén, como hizo Jehú con el de Samaría (10,26-27); hacer desaparecer su altar y estatuas. Matan, el sacerdote de Baal al servicio del santuario, fue asesinado ante el altar de su dios. En el v.20 se deja también traslucir la idea de que el nuevo rey fue entronizado con el apoyo de las gentes de provincia, mientras que los de la capital mostrábanse partidarios de Atalía. Había ésta imitado el ejemplo de Jezabel, introduciendo en el reino de Judá el culto de Baal; pero no estaba dispuesto el pueblo de Judá a recibir en dosis masivas esta irrupción de los cultos de los baales y astartés 1. Joás

y el templo

(12,1-17)

1 Tenía Joás siete años cuando comenzó a reinar. 2 Comenzó a reinar Joás el séptimo año de Jehú, y reinó cuarenta años en Jerusalén. Su madre se llamaba Sibia, de Berseba. 3 Hizo Joás lo que era recto a los ojos4 de Yahvé todo el tiempo que le dirigió el sacerdote Joyada; pero no desaparecieron los altos, y seguía el pueblo sacrificando y quemando perfumes en ellos. 5 Joás dijo a los sacerdotes: «Todo el dinero que como ofrenda sagrada ha entrado en el templo de Yahvé, el dinero del rescate de personas según estimación y el que voluntariamente se ofrece a la casa de Yahvé, 6 tómenlo los sacerdotes y empléenlo en reparar la casa de Yahvé, en todo lo que necesite reparación». 7 Pero sucedió que, el año veintitrés del reinado de Joás, los sacerdotes no habían hecho las reparaciones necesarias en la casa. 8 Llamó entonces el rey al sacerdote Joyada y a los otros sacerdotes y les dijo: «¿Por qué no habéis reparado lo que había que reparar en la casa? En adelante no seréis vosotros los que dispongáis del dinero del pueblo, sino que lo entregaréis para que se haga la reparación de la casa». 9 Los sacerdotes asintieron a no ser ellos los que recogieran el dinero del pueblo para hacer las reparaciones de la casa. 10 Entonces el sacerdote Joyada tomó un cofre, hizo en su tapa un agujero y lo puso al lado del altar, a la derecha, en el paso para la entrada en la casa de Yahvé. Los sacerdotes de guardia metían allí todo el dinero que se traía a la casa de Yahvé; n y cuando se veía que en el cofre había bastante dinero, subía el secretario del rey con el gran sacerdote y contaban el dinero que había en la casa de

VAUX, VACCARI, GAROFALO) cambian el texto leyendo brazaletes

allí donde el texto masorético dice testimonio, ley.

527

1

P. LEMAIRE, Crise et efrondement de la monarchie davidique: RB 45 (1936) 161 183).

528

Yahvé. 12 Iban entregando a los encargados de las obras de reparación lo necesario para pagar a los carpinteros y d e m á s obreros q u e trabajaban e n la casa d e Yahvé, 13 a los albañiles y a los canteros, para el pago d e las m a d e r a s y el tallado de las piedras necesarias para las reparaciones. 14 P e r o con todo lo que entraba en la casa de Yahvé n o h u b o para hacer ni fuentes de plata, ni cuchillos, ni copas, ni t r o m p e t a s ; en s u m a , nada d e oro ni de plata, 1 5 sino q u e h u b o q u e emplearlo todo en la reparación d e la casa. 16 N o se t o m a b a n cuentas a los q u e recibían el dinero para entregarlo a los q u e hacían las obras, p o r q u e eran personas d e fidelidad. 1 7 El dinero p o r el delito y el dinero por los pecados n o entraba en la casa de Yahvé, p o r q u e era d e los sacerdotes. El nuevo rey subió al t r o n o d e J u d á a la sombra del t e m p l o y del sacerdocio; era, p u e s , j u s t o q u e se interesara p o r el santuario nacional. Joás reinó a p r o x i m a d a m e n t e los años 835-796. D e s d e el p u n t o d e vista religioso, su reinado n o merece n i n g ú n reproche grave; ú n i c a m e n t e se le achaca n o h a b e r s u p r i m i d o los lugares d e culto d e lo altos. Su conducta religiosa fue buena, p o r estar asesorado p o r el s u m o pontífice Joyada. El t e m p l o d e Jerusalén neces'taba reparaciones urgentes, m a y o r m e n t e d e s p u é s d e los siete años d e total a b a n d o n o p o r p a r t e d e Atalía (2 C r ó n 24,7). L a administración d e las obras confióse e n u n principio a los sacerdotes; p e r o pasaron veintitrés años, y las obras no se habían e m p e z a d o todavía, p o r lo cual el rey les q u i t ó la administración. J u n t o al altar d e los holocaustos, en el atrio i n terior, se p u s o u n a arquilla o cepo en el q u e se echaba todo el dinero q u e se daba para las obras. L o s q u e a d m i n i s t r a b a n las obras eran laicos m u y h o n r a d o s , d e m a n e r a q u e ni siquiera se les exigía cuentas, lo q u e indirectamente condena la mala administración en u n t i e m p o e n m a n o s d e los sacerdotes (v.7). El dinero p o r el delito y p o r el pecado ( L e v 4,2-24; 5,2-13.15-19) se entregaba a los sacerdotes para su m a n t e n i m i e n t o .

Joás

y Jazael

(12,18-20)

529

2 Reyt! 13

2 Reyes 12

Muerte

de Joás

(12,21-22)

21 Sus servidores conspiraron contri» él, y, rebelándose, le m a t a r o n cuando bajaba a la casa del terraplén. 2 2 Josacar, hijo de Simat, y Josabab, hijo de Somer, sus siervos, le hirieron, y m u r i ó . F u e sepultado con sus padres e n la ciudad d e David, y le sucedió Amasias, su hijo. E n 2 C r ó n 24,18-23 se hace una exposición severa d e la conducta religiosa d e Joás después de la m u e r t e d e Joyada. E n castigo d e h a b e r m a t a d o a Zacarías, hijo de Joyada, sufrió Joás la invasión d e Jazael. Sus servidores conspiraron contra él, m a t á n d o l e en la casa d e Millo, o sea, del terraplén (1 R e 9,15-24; 11,27). Parece tratarse de u n a confabulación de altas personalidades del reino.

Joacaz,

rey de Israel

(13,1-9)

1 E l a ñ o veintitrés de Joás, hijo d e Ocozías, rey d e Judá, com e n z ó a reinar Joacaz, hijo de Jehú, en Samaría, y reinó diecisiete años. 2 Hizo el mal a los ojos de Yahvé, y siguió los pecados d e Jeroboam, hijo de Nabat, con q u e hizo pecar a Israel, y n o se apartó de ellos. 3 Encendióse el furor d e Yahvé contra Israel, y los entregó en manos de Jazael, rey d e Siria, y en m a n o s de B e n H a d a d , hijo de Jazael, todo el t i e m p o q u e estos reyes vivieron. 4 Joacaz imploró a Yahvé, y Yahvé le oyó, pues vio la opresión e n q u e los reyes de Siria ten'an a Israel. 5 D e p a r ó a Israel u n libertador, que les sacó d e las m a n o s de los sirios, y habitaron en sus tiendas como antes; 6 p e r o n o se apartaron de los pecados d e la casa de Jeroboam, q u e había hecho pecar a Israel, sino q u e se dieron a ellos, y a u n u n a «asera» q u e d a b a erigida en m e d i o de Samaría. 7 D e todo el ejército q u e tenía Joacaz n o le dejó Yahvé más que cincuenta caballeros, diez carros y diez mil infantes, porque el rey de Siria los había aniquilado, c o m o si los redujera a polvo. 8 El resto de los hechos d e Joacaz, cuanto hizo, sus hazañas, ¿no está escrito en el libro de las crónicas d e los reyes d e Israel? 9 Joacaz se d u r m i ó con sus padres, y fue sepultado en Samaría. Le sucedió Joás, su hijo.

Entonces subió Jazael, rey d e Siria, y atacó a G a t y la t o m ó . Jazael tenía el designio de subir contra Jerusalén. 19 Joás, rey de Judá, t o m ó todas las cosas consagradas, lo q u e habían consagrado Josafat, J o r a m y Ocozías, sus padres, reyes de Judá, y lo q u e él m i s m o había consagrado, y todo el oro que había en el tesoro d e la casa d e Yahvé y e n el del real palacio, y enviólo todo a Jazael, rey d e Siria, q u e desistió de subir contra Jerusalén. 2 0 El resto d e los hechos d e Joás, cuanto hizo, ¿no está escrito en el libro de las crónicas d e los reyes de Judá?

Reinó u n o s diecisiete años en Israel (814-798). Malos vientos soplaban para Israel. Retenido el rey d e Asiria e n su territorio por intrigas internas, t u v o Jazael las manos sueltas para o p r i m i r a Israel ( A m 1,3), al q u e sólo autorizó el uso d e diez carros d e combate —Ajab condujo dos mil a la batalla d e Q a r q a r (853)—, cincuenta caballeros y diez mil soldados. La política d e Jazael inspirábase en el odio hacia Israel p o r no haberse unido éste a la liga contra el rey de Asiria. L a m i s m a línea política siguió su sucesor B e n H a d a d I I I

Jazael, rey d e D a m a s c o , libre ya d e Asiría, amenazó constantem e n t e a Palestina. D u e ñ o p r á c t i c a m e n t e d e todo el reino del norte (13,3.7), atrevióse a profundizar hasta G a t (1 Sam 21,11; 1 R e 2, 39-40), en la región d e los filisteos, planeando el ataque a Jerusalén. E s m u y p r o b a b l e q u e la c a m p a ñ a contra G a t tuviese lugar en tiempos d e B e n H a d a d I I I ,

(c.797-773). . . , , ¿Quién es el libertador que se anuncia e n el v.5 ? A l g u n o s creen q u e fue J e r o b o a m II (14,27), en tanto q u e otros v e n e n él al monarca asirio A d a d n i r a r i . A l emanciparse de la tutela d e su m a d r e , Semíramis, A d a d n i r a r i III (809-782) continuó la política d e penetración hacia occidente, queriendo vengarse d e aquellas regiones q u e o bien se desuncieron del carro asirio o se negaron a continuar pagando

18

530

2 Reyes 13

2 Reyes 14

el t r i b u t o convenido. D e esta política en favor o en contra d e Asiría en tierras d e Siria y Palestina t e n e m o s diversos d o c u m e n t o s . A d a d n i r a r i cebóse con el reino de D a m a s c o p o r considerarlo cabeza d e la liga antiasiria y por ser el m á s fuerte d e t o d o s . T o d o su reino fue saqueado y cercada la capital. El rey d e D a m a s c o , q u e A d a d n i rari llama con el n o m b r e genérico de M a r i , era B e n H a d a d III, el cual escapó con vida p a g a n d o al de Asiría u n t r i b u t o de guerra equivalente a treinta y dos millones de dólares, además d e entregar telas, tejidos d e algodón, camas y sillas con incrustaciones d e marfil, etc. P a r t e de este botín ha sido hallado en A r s l á n T a s , la antigua H a d a t u . E n u n a placa de marfil se lee: «A n u e s t r o a m o Jazael». Asiría q u i t ó de en m e d i o al temible reino d e D a m a s c o , p e r o Israel (Hu-um-ri) n o p u d o substraerse a la influencia d e Asiría, a la q u e enviaba tributos. «Desde el Eufrates hasta el m a r G r a n d e , d o n d e se p o n e el sol, he sometido el país de H a t t i y el de A m u r r u en su totalidad, el d e T i r o , el d e Sidón, el d e O m r i (Hu-um-ri), el de E d o m y el de la Filistea. Les i m p u s e u n fuerte tributo» ( P R I T CHARD, 281). T a l es el texto de u n a inscripción perteneciente a A d a d n i r a r i III grabado en u n a losa e n c o n t r a d a en Calah. D e lo dicho aparece q u e los asirios libertaron parcialmente a Israel del d o m i n i o de D a m a s c o l .

Muerte

de Elíseo

(13,10-25)

10

El año treinta y siete de Joás, rey de Judá, c o m e n z ó a rein a r Joás, hijo de Joacaz, en Israel, en Samaría, y reinó dieciséis años. n H i z o el mal a los ojos de Yahvé, y n o se apartó de ninguno de los pecados de J e r o b o a m , hijo de Nabat, q u e había h e c h o p e c a r a Israel, sino q u e se dio a éstos como él. 12 E l resto de los hechos de Joás, cuanto hizo, sus hazañas, y la guerra contra Amasias, rey de Judá, ¿no está escrito en el libro de las crónicas de los reyes de Israel? 13 Joás se d u r m i ó con sus padres, y le sucedió J e r o b o a m . 14 E n f e r m ó Elíseo de la enfermedad de que m u r i ó , y Joás, rey de Israel, bajó a verle, lloró sobre él, y dijo: « ] P a d r e m í o , p a d r e m í o ! ¡ C a r r o de Israel y su auriga!» 15 Elíseo le dijo: « T o m a tu arco y unas flechas». El t o m ó arco y flechas. 16 L u e g o dijo Elíseo al rey de Israel: « P o n tus m a n o s en el arco». Y él las puso, y puso Elíseo las suyas sobre las del rey. 17 L u e g o añadió: «Abre la ventana q u e da al oriente». Abrióla, y Elíseo le dijo: «Dispara»; y disparó. Elíseo exclamó: «Es u n a flecha de liberación de Yahvé; es una flecha de liberación contra Siria. T ú batirás a los sirios en Afee hasta exterminarlos». 18 Elíseo le dijo n u e v a m e n t e : «Coge las flechas». El las t o m ó , y Eliseo le m a n d ó : «Hiere la tierra»; y el rey la hirió tres veces, y se detuvo. 19 El h o m b r e de Dios se irritó contra él, y le dijo: «Debieras haber herido cinco o seis veces, y entonces hubieras llegado a batir a los sirios hasta la exterminación; ahora sólo tres veces los batirás». 20 Elíseo m u r i ó y fue sepultado. P o r entonces hacían incursión en la tierra, u n año y otro, las tropas de M o a b ; 21 y sucedió que, mientras estaban unos sepultando a u n m u e r t o , vieron de pronto venir una de estas tropas, y arro1 A. PAKROT, Ninróe et l'Ancien Testament (Neuchátel-París 1953) 26; R. DE VAUX, La chronologie de Hazael et Benhadad III, mis de Damas: RB 43 (1934) SiS-S1*-

531

jaron al m u e r t o en el sepulcro de Eliseo, y se fueron; y en cuanto el m u e r t o llegó a tocar los huesos de Eliseo, resucitó y se puso en pie. 22 Jazael, rey de Siria, afligió a Israel todo el tiemp o de la vida de Joacaz. 2 3 P e r o Yahvé tuvo misericordia de ellos y los m i r ó p o r a m o r de su alianza con A b r a h a m , Isaac y Jacob, y no quiso destruirlos del todo, y n o los arrojó de ante sí. 24 M u r i ó Jazael, rey de Siria, y le sucedió su hijo Ben Hadad. 25 Joás, hijo de Joacaz, reconquistó de manos de Ben Hadad, hijo de Jazael, las ciudades conquistadas por Jazael a Joacaz, su padre, durante la guerra. Joás batió tres veces a los sirios y recobró las ciudades de Israel. A l principio del reinado d e Joás (798-783), rey de Israel, hacíase sentir todavía la presión d e D a m a s c o . Pero, animado el rey por Eliseo, combatió a los árameos, venciéndolos tres veces y recuper a n d o las ciudades perdidas d u r a n t e el reinado de Jazael. Los oráculos d e Eliseo (v. 14-25) se refieren a estas luchas e n t r e Joás y Ben H a d a d I I I . A la provocación p o r p a r t e de Amasias, rey de Judá (796-781), respondió Joás batiéndolo en Bet Shemes, subiendo a Jerusalén, desmantelándola y s a q u e a n d o los tesoros del templo y del palacio real. Eliseo cayó enfermo de gravedad; murió y fue enterrado en su pueblo de Abel Mejolá (tell Abu Sifri), al sur de Betsán. C o n Eliseo desaparecía u n gran profeta q u e había actuado int e n s a m e n t e en la vida nacional. Yahvista fervoroso, se opuso ten a z m e n t e al culto de los baales, i n c r e p a n d o a los reyes por su conducta religiosa. El m i s m o Ajab, cautivo en las mallas de su mujer, cruel y fanática, rompió sus vestiduras, se vistió de saco y ayunó c u a n d o le anunció Eliseo el castigo por el asesinato de Nabot (1 R e 21,27). F u e Eliseo u n valladar ante la invasión d e los profetas de Baal, procedentes d e Fenicia, a quienes Elias desenmascaró sobre el Carmelo (1 R e 18,26-29). D e m o s t r ó hasta la saciedad que Yahvé es el único Dios que habla a los profetas. Los profetas falsos daban sus oráculos a sueldo, mientras q u e Eliseo se comporta desinteresadamente (5,16) 2 .

Amasias,

rey

de Judá

(14,1-22)

1

El año segundo de Joás, hijo de Joacaz, rey de Israel, com e n z ó a reinar Amasias, hijo de Joás, rey de Judá. 2 Tenía veinticinco años cuando c o m e n z ó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. Su m a d r e se Humaba Joadán, de Jerusalén. 3 H i z o lo recto a los ojos de Yahvé; no, sin e m b a r g o , como David, su padre. O b r ó e n t e r a m e n t e como había obrado Joás, su p a d r e . 4 No desaparecieron los altos, y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y perfumes en ellos. •, < '.liando hubo afirmado en sus manos el reino, castigó a los servidores que habían matado al rey, su p a d r e ; 6 pero n o hizo morir a los hijos de los ase2 En el comentario sobre los libros proféticos se hallará solución a los múltiples problemas que plantea el profetismo hebreo en parangón con el tic los pueblos gentiles. Entre la inmensa literatura sobre el particular citamos: fyl. A. VAN OunF.NHlJN, L'expression «/i/s des prophétes» et ses analogías: B 6 (1925) 165-171; G. RINM.0!, Alte oriKmi deüa letteratura profetica: «Aevum», 19 (1945) 195-228; A. HERRANZ, El profetismo en Israel: «Revista Es-, pañola de Estudios Bíblicos», 1 (1926) 3-120; 4 (1929) 113-114.233-264.

532

2 Reyes 14

2 Reyes 14 sinos, según lo q u e está escrito en el libro de la L e y de Moisés, •donde m a n d a Yahvé: «No se h a r á m o r i r a los padres p o r los hijos ni se hará m o r i r a los hijos p o r los padres, sino que se h a r á m o r i r a cada u n o p o r su pecado». 7 Batió a diez mil edomitas en el valle de la Sal. Conquistó en la guerra Sela, y la llamó Joctel, n o m b r e q u e conserva hoy todavía. 8 Entonces m a n d ó Amasias mensajeros a Joás, hijo de Joacaz, hijo de Jehú, rey de Israel, p a r a decirle: «Ven q u e nos veamos las caras». 9 Joás, rey de Israel, hizo decir a Amasias: «El cardo del Líbano m a n d ó a decir al cedro del L í b a n o : D a m e tu hija p o r mujer para m i hijo. Las fieras del L í b a n o pasaron y pisotearon el cardo. 10 T ú has batido a los edomitas, y tu corazón se ha envanecido. G o z a tu gloria y quédate en casa. ¿Para qué m e t e r t e en u n a e m p r e s a desafortunada, q u e será tu ruina y la de Judá?» 11 P e r o Amasias n o le escuchó, y Joás, rey de Israel, subió y se vieron las caras él y Amasias, rey de Judá, en Betsamés, que está en J u d á . l 2 J u d á fue batido p o r Israel, y cada u n o huyó a su tienda, 13 Joás, rey de Israel, cogió prisionero en Betsamés a Amasias, rey de J u d á , hijo de Joás, hijo de Ocozías, y vino a Jerusalén ii'i>n I r ^ e ciudades (Jos 21,19); en la lista, p o r la ominión de YuU y (¡abaón (Jos 21, 16-17), se m e n c i o n a n s o l a m e n t e once. OlniN ciudades se entregar o n a los hijos de G e r s ó n y de M e n ú I (JON J I , ¿ 7 - 3 9 ) . Se reproduce, con algunas modificaciones, la Huta de IÜN ciudades levíticas según Jos 21,5-39-

TRIBUS DEL NOKTK (7,1-5)

Tribu de Isacar

(7,1-5)

1 Hijos de Isacar: Tola, Púa, Jusub y Simrom, cuatro. 2 Hijos de Tola: U z i , Refaya, Jeriel, Jtijmni, Jibsán y Samuel, jefes de las casas de sus p a d r e s de Tola, h o m b r e s valerosos en sus generaciones. Su n ú m e r o al tiempo de David era de veintidós

594

1 Crónicas 8

1 Crónicas 7 3

mil seiscientos. Hijo de U z i : Jizrayá. Hijos de Jizrayá: Micael, Abdías, Joel, Jisyá; en todo, cinco jefes. 4 Tenían, según sus generaciones, según las casas de sus padres, treinta y seis mil h o m b r e s a r m a d o s para la guerra, pues eran m u c h a s sus m u jeres e hijos. 5 Sus h e r m a n o s de todas las familias de Isacar, h o m b r e s valerosos, hacían u n total de ochenta y siete mil, registrados en las genealogías.

Descendientes

de Benjamín

y Neftalí

(7,6-13)

6

Hijos de Benjamín: Bela, B e q u e r y Jediael, tres. 7 Hijos de Bela: E s b ó n , Ozi, Uziel, J e r i m o t e Iri, cinco jefes de las casas de sus padres, h o m b r e s valerosos, registrados en las genealogías, en n ú m e r o de veintidós mil treinta y cuatro. 8 Hijos de B e q u e r : Z e m i r a , Joós, Eliezer, Elyoenai, Ó m r i , J e r e m o t , Abiya, Anatot y Alamet, todos hijos de B e q u e r , 9 registrados en las genealogías, según sus generaciones, c o m o jefes de las casas de sus padres, h o m b r e s valerosos, en n ú m e r o de veinte mil doscientos. 10 Hijo de Jediael: Bilán. Hijos de Bilán: Jehús, Benj a m í n , E h u d , Q u e n a n a , Zetán, Tarsis y Ajisajar, n todos hijos de Jediael, jefes de las casas de sus padres, h o m b r e s valerosos, en n ú m e r o de diecisiete mil doscientos en estado de t o m a r las a r m a s p a r a ir a la guerra. 12 Los Supina y los J u p i m fueron hijos de Iri; y los Jusim, hijos de Ajer. 13 Hijos de Neftalí: Jajsiel, G u n i , Jeser y Salum, hijos de Bila.

Descendientes

Hijos de Manases

(7,14.19)

Hijos de Manases: Asriel, q u e le dio su concubina siria, q u e parió t a m b i é n a M a q u i r , p a d r e de Galaad. 15 M a q u i r t o m ó u n a m u j e r de los J u p i m y S u p i m . L a h e r m a n a se llamaba M a a c a . El n o m b r e de su segundo hijo fue Selofjad. Selofjad tuvo hijas. 16 Maaca, mujer de M a q u i r , parió u n hijo y le llamó Peres; su h e r m a n o se llamó Seres, 17 y fueron sus hijos U l a m y R e q u e m . Hijo de U l a m : B e d á n . Estos son los hijos de G a laad, hijo de M a q u i r , hijo de Manases. 18 Su h e r m a n a , H a m o lequet, parió a Isjod, a Abiezer y a Majla. 19 Los hijos de Semida fueron: Ajiam, Siquem, Liqji y A n i a m .

Descendientes 20

de Efraím

(7,20-29)

Hijos de Efraím: Sutelaj, Bered, su hijo; Tajat, su hijo; Eleada, su hijo; Tajat, su hijo; 2 1 Zabad, su hijo; Sutelaj, su hijo; E z e r y Elead. Los h o m b r e s de G a t naturales del territorio los m a t a r o n cuando bajaban para recoger sus ganados. 2 2 Efraím, su padre, hizo m u c h o t i e m p o duelo p o r ellos, y sus h e r m a n o s vinieron a consolarle. 2 3 D e s p u é s entró a su mujer, q u e concibió y parió u n hijo, llamándole Beria, p o r q u e su casa estaba en la desgracia. 24 T u v o p o r hijo a Sera, que edificó a Betorón, el bajo y el alto, y a Uzensera. 2 5 Refa, su hijo, y Reset; Telaj, su hijo; Tajan, su hijo; 26 Laedán, su hijo; A m i h u d , su hijo; Elisama, su hijo; 27 Nun, su hijo; Josué, su hijo. 2 8 T e n í a n p o r posesión y habitación Betel y las ciudades de su dependencia; al oriente, N a r ó n ; al occidente, G u e z e r y las ciudades de su dependencia; S i q u e m y las ciudades de su dependencia, hasta

de Aser (7,30-40)

30 Hijos de Aser: Jimna, Jisva, Jisvi y Beria, y Seraj, su herm a n a . 31 Hijos de Beria: Jeber y Malquiel. Malquiel fue p a d r e de Birzavia, 32 y Jeber engendró a Jaflet, Somer, Jotán y a Súa, h e r m a n a de éstos. 33 Hijos de Jaflet: Pasac, Bimal y Asevat. Estos son los hijos de Jaflet. 34 Hijos de Somer: Aji, Roega, J u b a y A r a m . 35 Hijos de Elem, su h e r m a n o : Sofaj, Jimna, Seles y A m a l . 36 Hijos de Sofaj: Suaj, Jarnefer, Sual, Beri, Jimra, 37 Beser, H o d , S a m m a , Silsa, Jitrán y Beera. 38 Hijos de Jeter: Jefoné, Pispa y Ara. 39 Hijos de Ula: Araj, Janiel y Risya. 40 T o d o s estos hijos de Aser, jefes de las casas de sus padres, h o m b r e s selectos y valerosos, jefes de príncipes, registrados en n ú m e r o de veintitrés mil h o m b r e s en estado de tomar las armas p a r a la guerra.

Descendientes 1

14

595

G a z a y las ciudades de su dependencia. 29 Los hijos de M a n a ses poseían Betsán y las ciudades de su dependencia, T a n a c y las ciudades de su dependencia, Megiddo y las ciudades de su dependencia, D o r y las ciudades de su dependencia. E n estas ciudades habitaron los hijos de José, hijo de Israel.

de Benjamín

(8,1-40)

Benjamín engendró a Bela, su primogénito; Asbel, el seg u n d o ; Ajraj, el tercero; 2 Noja, el cuarto, y Rafa, el quinto. 3 Hijos de Bela: Adar, Güera, Abihud, 4 Abisúa, Ñaman, Ajoaj, 5 G ü e r a , Sefufán y J u r a m . He aquí los hijos de Ejud, q u e eran jefes de familias entre los habitantes de Gueba, y fueron a Manajat: 7 N a m á n , Ajías y Güera. Este los condujo y engendró a U z a y Ajud. 8 Serajaim engendró hijos en la tierra de M o a b después de haber dejado a Jusim y a Bara, que eran sus mujeres. 9 T u v o de Jodes, su mujer: a Jobab, Sibia, Mesa, M a l c a m , 10 Jeús, Sequiya y Mirnia. lisios son sus hijos, jefes de familia. n T u v o de Jusim: Ahilul y Elpaal. 12 Hijos de Elpaal: H e b e r , Misan y Semer, que edificó O n o . Lod y las ciudades de su dependencia. '•' Beria y Sema, que eran jefes de familia entre los habitantes de Aytilón, hicieron huir a los habitantes de G a t . 1 4 Ajio, Sasac, Jeremot, l 5 Zebadías, Arad, H e d e r , 16 Micael, Jispa y Joja, hijos de Hocrías. I7 Zebadías, M e s u l a m , Jizguí, Jeber, 1 8 Jismcra¡, Ji/.lia y Jobab, hijos de Elpaal. 19 Jaq u i m , Zicrí, Zabdí, 2I> Elyoenai, Silitai, Eliel, 21 Adaia, Baraya, Semarat, hijos de Semei, -•'Jispán, Ebcr, Eliel, 23 A d ó n , Zicrí, Janán, 2 4 j a n a n í a , H e l a m , Analotíus, ''Jifdaías y Peniel, hijos de Sasac. 26 Samseraí, Sejarías, Alalia, Átolía, 2 7 Jarsías, Elias, Zicrí, hijos de Jerojam. 28 lisios eran jefes de familias según sus linajes. H a b i t a b a n en Jerusalén. •"' El padre de Gabaón habitaba en G a b a ó n . El n o m b r e de su mujer fue Maaca; 30 A b d ó n , su hijo primogénito; después Sur, Quis, Beal, H e r , N a d a b , 31 G u e d o r , Ajía y Zequer. -'2 Miclot engendró a Simea. Estos habitaron t a m b i é n con sus hermanos en Jerusalén. 33 fjer e n g e n d r ó a Quis, Quis engendró a Saúl, Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, Abinadab y Esbal. 3 Ncr engendró a Q u i s ; Q u i s e n g e n d r ó a Saúl; Saúl engendró a Jonatán, Malquisúa, A b i n a d a b y Esbaal. 4 0 Hijo de Jonatán: Meribaal; Meribaal e n g e n d r ó a Mica. 4 1 Hijos de Mica: Pitón, Melec, Tazrea y Ajaz. 42 Ajaz e n g e n d r ó a Jaera; Juera engendró a Alemet, A z m e v e t y Z i m r i ; Z i m r i e n g e n d r ó a Mosa; '" Mosa engendró a Binoa, Rafaya, su hijo; Eleazar, su hijo; Asel, su hijo; 44 Asel tuvo seis hijos, cuyos n o m b r e s son: A/.rinim, llocrú, Ismael, Searías, Abdías y Jonán. Estos son los hijos de Asel. Esta lista de repatriados concuerda fundamentalmente con la q u e figura en N e h 11,3-23; discuten los autores si existe interdep e n d e n c i a e n t r e a m b a s , inclinándose en admitir una fuente común. E n los v.35-44 se repite con algunas divergencias l;i genealogía de Saúl, q u e sirve de introducción a la historia (|iie HÍHUC. La lista fue confeccionada después del exilio. De MÍIIMNI-N no se habla en N e h e m í a s . L a lista de los porteros es iru'iM amplia que en N e h 11.

SEGUNDA rAin'i1;

HISTORIA DE DAVID (C.IO-MJ) Muerte 1

de Saúl (10,1-14-1

Sam

31,1-13)

Los filisteos dieron la batalla a Israel, y los hombres de Israel h u y e r o n ante los filisteos, y cayeron muchos muertos en el m o n t e de Gelboé. 2 Los filisteos persiguieron a Saúl y a sus hijos, y m a t a r o n a Jonatán, A b i n a d a b y Malquisúa, hijos de Saúl. 3 El peso de la batalla cargó sobre Saúl; y viéndose descubierto por los arqueros, se apoderó de él la angustia ante sus dardos. 4 Entonces dijo Saúl a su escudero: «Saca tu espada y traspásame con ella, no vengan esos incircuncisos y m e escarnezcan»; pero su escudero no quiso p o r t e m o r . Entonces cogió Saúl su espada y se echó sobre ella. 5 El escudero de Saúl, viéndole

598

1 Crónicas 11

1 Crónicas 11 6

m u e r t o , se echó t a m b i é n sobre su espada, y m u r i ó . Así perecieron Saúl y sus tres hijos, pereciendo con ellos toda su casa. 7 T o d o s los de Israel que estaban en el valle, viendo q u e habían huido los h o m b r e s y que Saúl y sus hijos eran m u e r t o s , dejaron sus ciudades para ponerse t a m b i é n en fuga, y los filisteos se a p o d e r a r o n de ellos. 8 Al día siguiente vinieron los filisteos p a r a despojar a los muertos, y hallaron a Saúl y a sus hijos caídos en el m o n t e de Gelboé. 9 Los despojaron y se llevaron su cabeza y sus a r m a s , e hicieron p r e g o n a r las buenas noticias p o r toda la tierra de los filisteos a sus ídolos y al pueblo. io Pusieron las a r m a s de Saúl en el t e m p l o de su dios, y colgaron su cabeza en el t e m p l o de D a g ó n . n E n Jabes Galaad, al saber lo que los filisteos habían hecho con Saúl, 12 se le levantaron todos los h o m b r e s útiles, y t o m a r o n el cuerpo de Saúl y Jos de sus hijos y los transportaron a Jabes, y allí los sepultaron, bajo la encina de Jabes, y a y u n a r o n por siete días. 13 M u r i ó Saúl p o r q u e se había hecho culpable de infidelidad hacia Yahvé, cuyas palabras n o guardó, y p o r h a b e r p r e g u n t a d o y consultado a los evocadores de los m u e r t o s . 14 No obedeció a Yahvé, y Yahvé le m a t ó y transfirió el reino a David, hijo de Isaí. Salvo leves diferencias, se r e p r o d u c e el texto d e i Sam relativo a la m u e r t e d e Saúl, hecho q u e da paso a D a v i d al t r o n o d e Israel. Calla el texto la circunstancia de q u e los filisteos colgaron el c u e r p o de Saúl de las murallas de Betsán (i Sam 31,10), quizá p o r r e s p e t o a D e u t 2 i , 2 2 s s . T a m p o c o menciona el h e c h o de la incineración de los cadáveres (1 Sam 31,12), c o s t u m b r e pagana. L a desaparición de Saúl se d e b e a su infidelidad a Dios (v.14).

David, rey (11,1-3=2

Sam 5,1-3)

1 T o d o Israel se congregó en torno a D a v i d en H e b r ó n , diciendo: «Mira: tú eres hueso de nuestro hueso y carne de nuestra carne». 2 Ya antes, a ú n reinando Saúl, eras tú el que sacabas y volvías a Israel; Yahvé, tu Dios, te ha dicho: T ú apacentarás a m i pueblo Israel y tú serás el jefe de m i pueblo Israel». 3 Así todos los ancianos de Israel vinieron al rey, a H e b r ó n , y D a v i d hizo con ellos alianza en H e b r ó n ante Yahvé. U n g i e r o n a D a vid p o r rey de Israel, según la palabra de Yahvé pronunciada p o r Samuel.

Presenta a D a v i d c o m o rey de t o d o Israel, omitiendo los siete años de r e i n a d o en H e b r ó n y la guerra civii e n t r e ia casa d e Saúl y la de J u d á (2 Sam c.2-4). Su misión era reunir a todas las t r i b u s

en torno a Yahvé.

Conquista de Jerusalén

(11,4-9 = 2 Sam 5,4-10)

4 M a r c h ó D a v i d con todo Israel contra Jerusalén, que es Jebús. H a b i t a b a n allí los jebuseos; 5 y los de Jebús dijeron a D a vid: «No entrarás t ú aquí». P e r o D a v i d se a p o d e r ó de la fortaleza de Sión, q u e es la ciudad de D a v i d . 6 D a v i d había dicho: «El q u e p r i m e r o hiera al jebuseo será jefe y príncipe». Y fue el p r i m e r o en subir Joab, hijo de Sarvia, y fue hecho jefe. 7 D a -

599

vid se estableció en la fortaleza, que por esto se llamó la ciudad de D a v i d . 8 Edificó la ciudad en derredor, desde el terraplén, y J o a b reconstruyó el resto de la ciudad. 9 David vino a ser de día en día m á s grande, y Yahvé Sebaot estaba con él.

Los laureados de David (11,10-47 = 2 Sam 23,8-39) 10 H e aquí los p r i m e r o s de los valientes que siguieron a D a vid y que le a y u d a r o n con todo Israel a asegurar su dominación y hacerle rey de Israel según la palabra de Yahvé. n H e aquí p o r sus n o m b r e s los valientes q u e siguieron a David: Jasobán, hijo de J a c m o n i , jefe de los treinta. Blandió su lanza contra trescientos h o m b r e s , que derrotó de una vez. 12 Después de él, Eleazar, hijo de D o d ó , ajojita, otro de los tres. 13 Estaba éste con D a v i d en Pas D a m i m , d o n d e los filisteos se habían reunido p a r a la lucha; había allí una haza de cebada, y huyendo ya el pueblo ante los filisteos, 14 se puso en medio de la haza y la defendió, d e r r o t a n d o a los filisteos y obrando Yahvé una gran salvación. 15 T r e s de los treinta bajaron a donde estaba David, a la roca de la caverna de O d u l a m , cuando estaban acampados los filisteos en el valle de Refaím. ' 6 Estaba David en la fortaleza y los filisteos tenían u n a guarnición en Betlehem. 17 Se le ocurrió a D a v i d decir: « ¡ Q u i é n m e diera poder beber agua de la cisterna q u e está a la p u e r t a d e Betlehem!» 18 Y entonces los tres, p a s a n d o a través del c a m p a m e n t o de los filisteos, cogieron agua de la cisterna que hay a la puerta de Betlehem, y, llevándola, se la presentaron a D a v i d ; pero David se negó a bebería y la d e r r a m ó ante Yahvé, |() diciendo: «Líbreme Dios de hacer tal cosa. ¿Voy a beber yo la sangre de estos hombres, que a riesgo de su vida h a n ido allá?» P o r q u e era ciertamente con riesgo de la vida c o m o la habían traído, y no quiso bebería. Esto hicieron los tres valientes. 20 Abisaí, h e r m a n o de Joab, era jefe de los treinta. Blandió su lanza contra trescientos, que mató, y tuvo r e n o m b r e entre los treinta, 21 y era entre ellos m u y considerado, pero n o llegaba a los tres primeros. 22 Benaya, hijo de Joyada, h o m b r e de m u c h o valor y célebre por sus hazañas, de Cabsiel, m a t ó a dos valientes de Moab, y u n día de nieve, bajando a u n a cisterna, m a t ó a un león. 2-' Mató también a u n egipcio q u e tenía cinco codos de estatura, y cuya lanza era como u n enjullo de tejedor. Bajó contra él con un palo y le arrancó de la m a n o la lanza, con la que le mató. 2 t Esto hizo Benaya, hijo de Joyada, que tuvo gran r e n o m b r e entre los treinta. 25 F u e m u y considerado entre los treinta, pero no llegaba a los tres p r i m e r o s ; D a v i d le puso al frente de su K l, urdia. 26 Los valientes del ejército: Azael, h e r m a n o de Joab; lilcana, hijo de D o d ó , de B e t l e h e m ; 2 7 Samot, de H u r o r , y Eles, pclonita; 28 Ira, hijo de Iques, tecuita; Abiezer, de Anatol; -"' Sibeca, cusafíta; Ilal, ajusita; 30 M a h a r a i , netofatita; Jcled, hijo de Baña, netofatita; 31 Itaí, hijo de Ribai, de G u e b a , de los hijos de Benjamín; Banayas, faratonita; 3 2 J u r a i , de los valles de Gas; Abiel, arbatita; 33 A z m a v e t , bajarumita; Eliajba, salbonita; 3 *Jasem, agunita; Jonatán, hijo de Sague, de H a r o r ; 35 Aliam, hijo de Sacar, de H a r o r ; Elifal, hijo de U r ; M Efer, de Mequera; Ajiya, de Palón; 37 Jesro, del C a r m e l ; Naraí, hijo de Esbaí; 38 Joel, hermano de Natán; Mibjar, hijo de H a g r i ; 3» Selec, amonita; Najrai, de Berot, escudero de Joab, hijo de Sarvia; 40 Ira, de Jeted; Garet,

600

42

de Jeter; Urías, jeteo; Zabad, hijo de Ajlaí; Adina, hijo de Siza, rubenita, jefe de los rubenitas, y treinta con él; 43 Jonán, hijo de M a a c a ; Josafat, de Mituí; 4 4 Ozías, de Astarot; S a m a y Jetiel, hijos de Jotán, de A r o e r ; 4 5 Jediael, hijo de Simri; Joja, su h e r m a n o , tisaíta; 4 6 Eliel, de Majavim; Jeribaí y Josavía, hijos de E l n a a m ; Jitma, moabita; 4 7 Eliel, O b e d y Joasiel, de Mesobía. E n t r e a m b a s listas existen divergencias d e poca m o n t a ( G O T T S BERGER, D H O R M E ) . A partir del v.40 falta en Samuel, así como el v.23. N o m e n c i o n a a Ajitófel (2 Sam 15,31) p o r h a b e r traicionado

a David (v.36). Los amigos de primera

hora

601

1 Crónicas 12

1 Crónicas 12 41

(12,1-22)

1 Estos son los que vinieron a unirse a D a v i d en Siceleg, cuand o estaba alejado de Saúl, hijo de Quis, y fueron parte de los valientes q u e le prestaron su ayuda d u r a n t e la guerra. 2 E r a n arqueros y tiraban piedras lo m i s m o con la m a n o derecha que con la izquierda, y disparaban flechas con el arco. E r a n de Benj a m í n , del n ú m e r o de los h e r m a n o s de Saúl. 3 El jefe era Ajiezar; Joás, hijo de Sema, de G u i b e a ; Jeriel y Pelet, hijos de A z m a vet; Beraca; Jehú, de Anatot; 4 J i s m a e y a , de G a b a ó n , valiente entre los treinta y jefe de los treinta; Jeremías, Jajaziel, Jojanán, Jozabad, d e G u e d e r ; 5 Eluzai, Jerimot, Bealia, Semarías, Sefatías, de Jarif; 6 Elcana, Jizjiva, Azazel, Joezer y Jesobeam, corejitas; 7 Joela y Zebadías, hijos de Jerojam, de G u e d o r . 8 T a m bién entre los gaditas fueron h o m b r e s valientes a unirse a D a vid, en la fortaleza del desierto, soldados diestros en la guerra, a r m a d o s de escudo y lanza, semejantes a leones y ligeros c o m o cabras monteses. 9 Ezer, el jefe; Abdías, el segundo; Eliab, el tercero; 10 M i s m a n a , el cuarto; Jeremías, el quinto; n Ataí, el sexto; Eliel, el séptimo; 12 Jojanán, el octavo; Elzabad, el n o veno; 13 Jeremías, el d é c i m o ; Macbanai, el u n d é c i m o . 14 E r a n hijos de G a d , jefes del ejército. U n o solo, el m e n o r de todos, era capaz de atacar a cien h o m b r e s , y el m a y o r , a mil. 15 Estos fueron los q u e pasaron el J o r d á n en el m e s p r i m e r o , c u a n d o se desbordaba p o r todas sus márgenes, y pusieron en fuga a todos los habitantes de los valles, a oriente y a o c c i d e n t e . i 6 H u b o t a m b i é n de entre los hijos de Benjamín y de J u d á quienes se unieron a D a v i d en la fortaleza. 17 D a v i d les salió al e n c u e n t r o y les dijo: «Si venís a m í con buenas intenciones, para a y u d a r m e , m i corazón se apegará a vosotros; pero si es para e n g a ñ a r m e e n provecho d e mis enemigos, estando mis m a n o s limpias d e iniquidad, véalo el Dios de nuestros padres y que El os lo dem a n d e » . 18 Entonces se revistió del espíritu Amasaí, q u e era el jefe, y dijo: «A ti y a tu pueblo, hijo de Isaí, paz. Paz, paz a ti y paz a cuantos te ayudan, pues te ayuda a ti tu Dios». D a v i d los recibió y los hizo jefes de las tropas. 19 T a m b i é n de los hijos de Manases vinieron a unirse a David, c u a n d o vino con los filisteos a la batalla contra Saúl, a u n q u e n o combatió, p o r q u e los príncipes de los filisteos, habido consejo, le despidieron diciendo: «Se pasaría a Saúl con peligro de nuestras cabezas». 20 C u a n d o retornó a Siceleg, éstos fueron los q u e de Manases se le unieron: Adnas, Jozabad, Jediael, Micael, Jozabad, Eliú y Siltaí, jefes de millares de Manases. 2 l A y u d a r o n a D a v i d con-

tra las bandas de ladrones, pues eran todos hombres valerosos, y vinieron a ser jefes en el ejército. 22 D e día en día llegaban gentes a unirse a David, hasta que vino a tener u n gran ejército, c o m o u n ejército de Dios. E n 1 Sam 27,2; 3 0 , i s s se nos presenta a David rodeado de unos seiscientos guerreros, cuyos n o m b r e s dejó en el olvido el autor, y q u e ha recogido en p a r t e el de las Crónicas, sacándolos o de algún escrito o r e t r a n s m i t i d o s p o r tradición oral. Muchos se le juntaron en Siceleg (1 Sam 27,2-11), e n t r e los cuales figuraban hombres de la t r i b u d e Benjamín. C o n la adhesión de los benjaminitas destaca el autor el prestigio q u e alcanzó D a v i d aun entre los de la tribu de su rival. E s t a b a convencido D a v i d de que su causa era justa, p u d i e n d o t o m a r a Dios como testigo (v.17-18).

Los que- le proclamaron

rey

(12,23-40)

23

H e aquí el n ú m e r o de h o m b r e s de guerra que, armados, vinieron a David, a H e b r ó n , para transferirle el reino de Saúl, según el m a n d a t o de Yahvé: M Hijos de Judá armados de escudo y lanza, seis mil ochocientos hombres de guerra. 2 5 D e los hijos de Simeón, h o m b r e s valerosos para la guerra, siete mil ciento. 2 6 D e los hijos de Leví, cuatro mil seiscientos; 27 y Joyada, príncipe d e A a r ó n , y con él tres mil setecientos; 28 y Sadoc, joven valeroso, con veintidós de los principales de la casa de su p a d r e . 29 D e los hijos de Benjamín, hermano tic Saúl, tres mil, pues hasta entonces la m a y o r parle de ellos habían permanecido fieles a la casa de Saúl. 3U D e los hijos de Kl'raím, veinte mil ochocientos h o m b r e s valientes, gentes de renombre, según las casas de sus padres. 31 D e la media tribu de Manases, dieciocho mil, que fueron n o m i n a l m e n t e designados para ir a proclamar rey a D a v i d . 32 D e los hijos de Isacar, doscientos jefes, hombres inteligentes, sabedores de lo q u e había de hacer Israel, y cuyo consejo era respetado por todos. •'•' I )e Zabulón, cincuenta mil, en estado de t o m a r las a r m a s y provistos de toda clase de armas para el c o m b a t e , prestos a librar batalla con ánimo resuelto. 34 D e Neftalí, mil jefes, y con ellos treinta y siete mil soldados, que llevaban escudo y lanza. •,5 I )e I )an, armados para la guerra, veintiocho mil seiscientos. "' D e Ascr, hombres de guerra prestos para el c o m b a t e , cuarenta mil. •" Y del otro lado del Jordán, de los rubenitas, gaditas y de la media tribu de Manases, ciento veinte mil a r m a d o s de todas armas. •'" Todos estos hombres, gente d e guerra, prestos para el comlmle, llegaron a H e b r ó n con leal corazón para hacer a David rey de todo Israel, y todo el resto de Israel estaba igualmente unánime en querer a David por rey. 39 Estuvieron allí tres días con David, comiendo y bebiendo, pues sus h e r m a n o s los habían provisto de víveres, 40 y aun los q u e habitaban cerca, hasta Isacar y Zabulón y Neftalí, trajeron en asnos, camellos, mulos y bueyes, pan, harina, masa de higos y pasas, vino, aceite, bueyes y ovejas en abundancia, p o r q u e Israel estaba en alegría. E n 2 Sam c.24 se habla del censo del pueblo hecho por David; el q u e r e p r o d u c e n u e s t r o texto está calcado en N ú m c.1-3; c.26, y es propio del cronista. Joyada (nagid de Aarón) era padre d e

602

Benaya (11,22), con el cual parece identificarlo ei texto. Tuvo Benaya una importante actuación en el traslado del arca (15,24; 16,5). No se menciona a Abiatar, por haber apoyado la causa de Adonías en contra de Salomón (1 Re 1,19), al que sustituyó Sadoc (1 Re 2,27-35).

El arca en casa de (13,1-14 = 2 Sam

603

1 Crónicas 15

1 Crónicas 13

Obededom 6,2-11)

1 Tuvo David consejo con los jefes de millares y de centenas, con todos los príncipes, 2 y dijo a toda la asamblea de Israel: «Si os parece bien, y que la cosa viene de Yahvé, nuestro Dios, vamos a mandar a todas partes a nuestros hermanos que están por todo Israel, a los sacerdotes y a los levitas que habitan en las ciudades, para que vengan a reunirse con nosotros, 3 y traigamos el arca de nuestro Dios, pues no nos hemos cuidado de esto desde el tiempo de Saúl». 4 Toda la asamblea resolvió hacer así, pues la cosa pareció conveniente a todo el pueblo. 5 Reunió, pues, David a todo el pueblo, desde el Sijor de Egipto hasta el camino de Jamat, para traer de Quiriat-Jearim el arca de Dios; 6 y subió David con todo Israel a Baala, de QuiriatJearim, que está en Judá, para trasladar de allí el arca de Dios, ante la cual se invoca el nombre de Yahvé, que se sienta entre los querubines. 7 Pusieron el arca de Dios sobre un carro nuevo, y la llevaron de la casa de Abinadab. Conducían el carro Uza y Ajió. 8 David y todo Israel danzaban ante el arca con todas sus fuerzas y cantaban y tocaban arpas, salterios y tímpanos, címbalos y trompetas. 9 Cuando llegaron a la era de Cidón, Uza tendió la mano para coger el arca, porque los bueyes la ladeaban; 10 se encendió la cólera de Yahvé contra Uza, y Yahvé le hirió por haber tendido la mano sobre el arca. Uza murió allí ante Dios, n David se apesadumbró porque había herido Dios a Uza con tal castigo, y aquel lugar se llamó hasta hoy Peres Uza. 12 David entró aquel día en temor, y dijo: «¿Cómo voy a traer a mí el arca de Dios?» 13 Y no llevó el arca de Dios con él a la ciudad de 14 David, sino que la hizo llevar a la casa de Obededom, de Gat. Allí quedó por tres meses el arca en la casa de Obededom, y Yahvé bendijo la casa de Obededom y cuanto le pertenecía.

El autor de las Crónicas da relieve extraordinario, consagrándole cuatro capítulos, al traslado del arca desde Quiriat-Jearim hasta Jerusalén. Según el cronista (13,2), desde el primer momento se cuenta con el concurso de sacerdotes y levitas, en contra de lo que insinúa el texto paralelo de Samuel. Los v.1-4 s o n propios de las Crónicas. Suele el autor posponer los acontecimientos profanos a los religiosos. De ahí que, abandonando el orden cronológico, pasa a referir el traslado del arca. Con el arca en Jerusalén se lograría la unidad de todas las tribus en torno al templo de Jerusalén y del arca, «ante la cual se invoca el nombre de Yahvé, que se sienta entre los querubines» (v.6).

Familia

de David

(14,1-7 = 2 Sam

5,11-16)

1

Hiram, rey de Tiro, mandó embajadores a David, y le proporcionó madera de cedro, canteros y carpinteros para que edificaran su casa. 2 Conoció David que Yahvé afirmaba su dominio sobre Israel y que ensalzaba su reino por amor de Israel, su pueblo. 3 David tomó entonces mujeres en Jerusalén, y tuvo hijos e hijas. 4 Los nombres de los que 5le nacieron en Jerusalén son: Samúa, Sobab, Natán, Salomón, Jibjar, Elisúa, Elfelet, 6 Noga, Nefeg, Jafia, 7 Elisama, Beeliada y Elifelet. En pocos versos reúne el autor algunos hechos salientes de la vida de David: sus relaciones con Hiram, la lista de sus hijos (3,5-8). En 2 Sam 5,15 no se mencionan entre los hijos de David Elfelet

y Noga. Victoria de David sobre los filisteos (14,8-17 = 2 Sam 5,17-25) 8 Cuando los filisteos supieron que David había sido ungido rey de todo Israel, subieron todos en busca suya, y David, que 10 supo, les salió al paso. 9 Llegaron los filisteos y se desparramaron por el valle de Refaím. i 0 David consultó a Dios, preguntando: «¿Subiré contra los filisteos y los entregarás en mis manos?» Y Yahvé le dijo: «Sube, y los entregaré en tus manos». 11 Subieron ellos a Baal Perasim, donde David los derrotó. Luego dijo: «Dios ha dispersado por mi mano a mis enemigos, como rotura de aguas que se derraman». Por eso se dio a aquel lugar el nombre de Baal Perasim. 12 Se dejaron allí sus dioses, que por orden de David fueron quemados en el fuego. 13 Los filisteos invadieron de nuevo el valle, 14 y David consultó de nuevo a Dios, y Dios le dijo: «No subas contra ellos. Rodéalos y échate sobre ellos desde delante de las balsameras. 15 Cuando por las cimas de las balsameras oigas un estruendo, sal luego y atácalos, que irá Dios delante de ti para derrotar el campo de los filisteos». 16 Hizo David como Dios le 17mandara, y derrotó a los filisteos desde Gabaón hasta Guezer. La fama de David se extendía por todas aquellas tierras, y puso Yahvé sobre todas las gentes el temor de David.

Traslado 1

del arca a Jerusalén

(15,1-29)

David hizo casa para sí en la ciudad de David y preparó un lugar para el arca de Dios, alzando para ella una tienda. 2 Entonces se dijo: «El arca de Dios no debe ser transportada sino por los levitas, porque son los que eligió Yahvé para trasladarla y para hacer su servicio por siempre». 3 Reunió, pues, David a todo Israel en Jerusalén, para subir el arca de Yahvé al lugar que le5 había dispuesto. 4 Reunió a los hijos de Aarón y a los levitas. De los6 hijos de Caat, a Uriel, jefe, y sus hermanos, ciento veinte; de los 7hijos de Merarí, Asaya, jefe, y sus hermanos, doscientos veinte;8 de los hijos de Gersón, Joel, jefe, y sus hermanos, doscientos; de los hijos de Elisafán, Semeya, jefe, y sus hermanos, doscientos; 9 de los hijos de Hebrón,

604

1 Crónicas 13

605

1 Crónicas 16 10

Eliel, jefe, y sus h e r m a n o s , ochenta; d e los hijos d e Uziel, A m i n a d a b , jefe, y sus h e r m a n o s , ciento doce. H D a v i d llamó a los sacerdotes Sadoc y Abiatar y a los levitas Uriel, Asaya, Joel, Semeya, Eliel y A m i n a d a b , i 2 y les dijo: «Vosotros sois los jefes de familia d e los levitas; santifícaos vosotros y vuestros h e r m a nos para subir el arca d e Yahvé, del Dios d e Israel, al lugar q u e yo le h e p r e p a r a d o . 13 P o r n o estar vosotros allí la p r i m e r a vez, Yahvé, nuestro Dios, nos castigó, p o r q u e n o fuimos a buscarle según la ley». 14 Santificáronse los sacerdotes y los levitas p a r a subir el arca d e Yahvé, Dios d e Israel. 15 L o s hijos de los levitas llevaban el arca d e Dios e n h o m b r o s , con sus barras, c o m o lo había o r d e n a d o Moisés, según el m a n d a t o d e Yahvé. 16 D a v i d m a n d ó a los jefes de los levitas q u e dispusieran a sus h e r m a n o s los cantores, q u e hiciesen resonar los instrumentos musicales, arpas, salterios y címbalos, en señal de regocijo; 17 y los levitas designaron a H e r n á n , hijo d e Joel, y d e entre sus h e r m a n o s , a Asaf, hijo d e Baraquías, y d e entre los hijos d e Merarí, sus h e r m a n o s , a Etán, hijo de Cusaya; 18 después, con ellos, sus h e r m a n o s del segundo o r d e n : Zacarías, Uziel, S e m i r a m o t , Jejiel, U n í , Eliab, Banayas, Maaseyas, Matatías, Elifele, M i c n e yas, O b e d e d o m y Jeiel, porteros. 19 L o s cantores H e r n á n , Asaf y E t á n llevaban címbalos de b r o n c e para hacerlos resonar; 20 Zacarías, Uziel, S e m i r a m o t , Jejiel, U n í , Eliab, Maaseyas y Benaya llevaban salterios templados para las voces altas; 2 i y Matatías, Elifele, Mienaya, O b e d e d o m , Jeiel y Azarías, con cítaras acordadas a la octava; 2 2 y Quenanías, jefe d e los levitas, dirigía el canto, pues tenía m u c h o conocimiento de él. 2 3 Beraquías y Elcana eran los porteros del arca; 2 4 y Sebanías, Josafat, Natanael, Amasí, Zacarías, Benayas y Eliezer, sacerdotes, tocab a n las t r o m p e t a s delante del arca d e Dios. O b e d e d o m y Jijías e r a n t a m b i é n porteros del arca. 2 5 David, pues, los ancianos d e Israel y los jefes de millares, fueron a traer el arca d e la alianza de Yahvé desde la casa de O b e d e d o m , con gran alegría. 2(> Y p o r h a b e r asistido Dios a los levitas q u e llevaban el arca de la alianza de Yahvé, se sacrificaron siete novillos y siete carneros. 2 7 D a v i d iba vestido d e u n m a n t o de biso, lo m i s m o q u e todos los levitas q u e llevaban el arca, los cantores y Quenanías, jefe de la m ú sica entre los cantores. Llevaba D a v i d t a m b i é n sobre sí el efod de lino. 2 8 D e esta m a n e r a llevó todo Israel el arca de la alianza de Yahvé entre gritos de júbilo, al son de las bocinas, las t r o m petas, los címbalos, los salterios y las cítaras. 29 C u a n d o el arca de la alianza de Yahvé llegó a la ciudad d e D a v i d , Micol, hija de Saúl, m i r a n d o p o r u n a ventana, vio al rey D a v i d saltando y bailando delante del arca y le menospreció e n su corazón. P o n e d e relieve el autor sagrado el papel q u e j u e g a n sacerdotes y levitas e n el traslado del arca. Son los levitas quienes d e b e n t r a n s portarla ( N ú m c.3-4); da u n a lista d e los q u e se h a b í a n congregado a este fin (v.4-10). E n el v.13 hace alusión al castigo d e O z a (13,9-11). L o s levitas cantores, a las órdenes d e H a m á n , Asaf y E t á n (6,18. 24.29) y otros a c o m p a ñ a r o n al cortejo con i n s t r u m e n t o s m ú s i c o s y cantos. L a expresión (v.24) «porteros del arca» r e s p o n d e a la situación del m o m e n t o , p o r existir d o s santuarios legítimos: el del A r c a y el d e la M o r a d a (16,37-42) (GAZELLES).

El arca

en el tabernáculo

(16,1-6

= 2 Sam

6,17-19)

1

T r a í d a el arca d e Dios, pusiéronla en m e d i o de la tienda q u e D a v i d había alzado p a r a ella, y ofrecieron ante Dios holocaustos y sacrificios eucarísticos. 2 C u a n d o h u b o acabado D a vid d e ofrecer los holocaustos y los sacrificios eucarísticos, bendijo al pueblo en n o m b r e d e Yahvé, 3 y distribuyó a todo Israel, h o m b r e s y mujeres, a cada u n o u n a porción de pan, de carne y d e uvas pasas. 4 Puso levitas al servicio del arca de Yahvé, para q u e invocaran, alabaran y ensalzaran a Yahvé, Dios de Israel. 5 F u e r o n : Asaf, el jefe; Zacarías, el segundo después de él; Uziel, S e m i r a m o t , Jejiel, Matatías, Eliab, 6 Benaya, O b e d e d o m y Jeiel, con instrumentos músicos, salterios y arpas, y Asaf era el q u e hacía sonar los címbalos. L o s sacerdotes Benaya y Jojaziel tocaban continuamente las t r o m p e t a s delante del arca de la alianza d e Dios. A partir del v.4 el cronista i n t r o d u c e u n a noticia q u e falta en el lugar paralelo d e Samuel. L o s cantos litúrgicos constituyen u n t e m a favorito d e n u e s t r o autor.

Cántico de alabanza

(16,7-36)

7

A q u e l día dio D a v i d a Asaf y a sus h e r m a n o s por primera vez, para cantar las alabanzas d e Yahvé, cute ciiuloi 8 «Alabad a Yahvé, invocad su n o m b r e . P r e g o n a d a los pueblos sus ha/anas. 9 Cantadle, cantad salmos en su honor. C a n t a d todos sus portentos. 10 Gloriaos e n su santo n o m b r e ; Alégrese el corazón d e los q u e buscan 11 Yilhvé. 11 Buscad a Yahvé y fortaléceos. Buscad siempre su rostro. 12 R e c o r d a d cuántas maravillas luí obnuln. Sus prodigios, los juicios de su boca, 13 Descendientes de A b r a h a m , NU niervo; Hijos de Jacob, su elegido. 14 E s Yahvé nuestro Dios. P o r la tierra toda prevalecen SUN juicio*. 15 Fielmente se ha acordado siempre ilc MI ulltinzit, D e sus p r o m e s a s para mil HC-IM-HH ¡IIIII'I, 16 D e lo q u e pactó con A b r a h a m , D e lo q u e j u r ó a Isaac. 17 D e lo q u e firmemente estableció con Jiuob, Y con Israel c o m o pacto eterno, 18 D i c i e n d o : A ti te daré la tierra ilr ( !iiiiiitin C o m o porción de vuestra h e r e d a d . 19 E r a n entonces poco n u m e r o s o s , Poco n u m e r o s o s y extranjeros en illa, 20 Iban de u n a gente a otra gente Y de u n reino a otro pueblo. 21 P e r o n o consintió que nadie los oprimiese, Y p o r causa d e ellos castigó a reyes. 22 N o toquéis a mis ungidos. No hagáis m a l a mis profetas.

606

1 Crónicas 16 C a n t a d a Yahvé, habitantes todos de la tierra; P r e g o n a d u n o y otro día su salvación, Contad a los pueblos su gloria, Sus maravillas a los pueblos todos. 25 P o r q u e Yahvé es grande, digno de toda alabanza, T e m i b l e sobre todos los dioses. 26 P o r q u e los dioses de las gentes son ídolos, P e r o Yahvé es el hacedor de los cielos. 27 L a gloria y la majestad sean ante El, L a alabanza y el h o n o r en su santuario. 28 D a d a Yahvé, ¡oh familias de los pueblos!, D a d a Yahvé la gloria y la alabanza, 29 D a d gloria al n o m b r e de Yahvé, T r a e d ofrendas y entrad en sus atrios. A d o r a d a Yahvé en o r n a m e n t o s santos, 30 T e m b l a d ante El todos los de la tierra. El afirmó el orbe, y firme está. 31 Alégrense los cielos y regocíjese la tierra, Pregónese entre las gentes: Yahvé reina. 32 T r u e n e el m a r con cuanto lo llena, Salte de gozo el c a m p o y cuanto hay en él, 33 D e n gritos de júbilo los árboles d e las selvas. Al venir Yahvé, pues viene p a r a juzgar a la tierra. 34 D a d gracias a Yahvé, que es b u e n o . Y es eterna su misericordia. 35 D e c i d : sálvanos, ¡oh D i o s ! , salud nuestra; R e ú n e n o s y líbranos de las gentes, P a r a q u e confesemos tu santo n o m b r e Y nos gloriemos alabándote. 36 Bendito Yahvé, Dios de Israel, P o r eternidad de eternidades. Y diga todo el pueblo: A m é n . Alabad a Yahvé». 24

T r á t a s e de u n salmo c o m p u e s t o por el a u t o r sirviéndose de fragmentos de otros salmos: los v.8-22 = Sal 105,1-15; v.22-23 = = Sal 9 Ó , i b . 2 b - i 3 a ; v.34-36 = Sai 106,1.47-48. Q u i z á el autor, m á s q u e r e p r o d u c i r las m i s m a s palabras de David, expresa sus sentim i e n t o s t e n i e n d o e n cuenta las nuevas y diversas condiciones del t i e m p o en q u e vivía.

Al servicio del arca 37

607

1 Crónicas 17

23

(16,37-43)

D a v i d dejó allí, delante del arca de la alianza de Yahvé, a Asaf y a sus h e r m a n o s , para q u e constantemente ministrasen delante del arca, cada cosa a su t i e m p o , 38 y a O b e d e d o m , hijo de Jedutún, y a Josa y a sus h e r m a n o s , en n ú m e r o de sesenta y ocho, estableció c o m o porteros. 39 A s i m i s m o a Sadoc y a sus h e r m a n o s , sacerdotes, ante el tabernáculo de Yahvé, en la altura de G a b a ó n . 40 P a r a q u e allí ofreciesen continuamente, m a ñana y tarde, a Yahvé holocaustos y cumpliesen cuanto está escrito en la L e y de Yahvé, dada p o r Yahvé a Israel. 41 C o n ellos estaban H e r n á n y J e d u t ú n y los otros que n o m i n a l m e n t e habían sido designados para alabar a Yahvé: « P o r q u e su misericordia es eterna». 42 Estaban H e r n á n y J e d u t ú n con ellos, y

las t r o m p e t a s y los címbalos para los que los tocaban, y los inst r u m e n t o s p a r a los cantos en h o n o r de Dios. Los hijos de Jed u t ú n e r a n los porteros. 4 3 T o d o el pueblo se fue luego cada u n o a su casa, y D a v i d se volvió a bendecir a la suya. U n a vez el arca en Jerusalén, i m p a r t e David las órdenes convenientes p a r a asegurar u n culto d i g n o al arca (v.37-38) y al santuario d e G a b a ó n (v.39-42). V i m o s en el lugar paralelo de Samuel q u e existía el t a b e r n á c u l o de Y a h v é en G a b a ó n (21,29; 1 Re 3,4ss), al frente del cual estaba Sadoc. Hallábase asimismo allí el altar construido en el desierto (21,29; E x 27,iss; 38,153). Debido a que se trataba de u n t i e m p o d e transición, se autorizó el funcionamient o de dos lugares d e culto, lo q u e en rigor se oponía a la ley de la u n i d a d de santuario. Sólo el santuario de Gabaón disponía de un altar p a r a los sacrificios. Para el holocausto cotidiano véase Ex .'.lnile por la m u e r t e d e su p a d r e . C u a n d o los enviudo» de I >uvlil llenaron a la tierra d e los hijos d e A m ó n y se pre»entnrnn it Jiiniin puní consolarle, 3 los jefes d e los hijos d e Anión III|ITIHI 11 Junún: «¿Crees t ú q u e para h o n r a r a t u pudre te IIIIIIHIII I )nvlil consoladores? ¿No será m á s bien p a r a r e e o n o i e r I11 elinliid y destruirla y explorar la tierra para lo que I11111 venido 11 ll NIIN Hervidores?» 4 Entonces J a n ú n , cogiendo 11 ION servidme» de I >iivid, los rapó y les cortó los vestidos p o r el medio litinlrt lint IIIIIUIIN, y luego los despachó. 5 F u é r o n s e ellos, y David, i|iie «upo lo que a sus h o m b r e s había sucedido, m a n d ó nenie i|lie le» miliemn al encuentro, pues se hallaban e n gr;m t oiil'u'iiñn, y leu dijeran: « Q u e d a o s e n Jericó hasta q u e os crc/en lu Imrlin y volved luego». 6 Los hijos d e A m ó n vieron q u e se liubliin hecho odiosos a David, y J a n ú n y los hijos d e A m ó n miindiiinn mil Intentos de plata para asoldar a los carros y a ION citlmlleiim de los sirios de Mesopotamia y d e los sirios d e ¡Vlmicii y Snlw. ' ' l o m a r o n a sueldo treinta y dos mil carros y al rey d e Manca y su pueblo, q u e vinieran a a c a m p a r delante d e Mudubn. I .o» hijo» de A m ó n

Biblia comentada 2

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8

se reunieron en sus ciudades y salieron para combatir. Al recibir D a v i d estas nuevas, m a n d ó contra ellos a Joab y todo el ejército, h o m b r e s valerosos. 9 Salieron los hijos de A m ó n y se o r d e n a r o n en batalla a la entrada de la ciudad; los reyes q u e habían venido t o m a r o n posesión aparte en el c a m p o . io Viendo Joab q u e tenía contra quien combatir de frente y a la espalda, escogió de lo m á s selecto de Israel u n cuerpo que oponer a los sirios, n y el resto del pueblo lo puso a las órdenes de su herm a n o Abisaí para hacer cara a los hijos de A m ó n , 12 diciéndole: «Si los sirios son m á s fuertes que yo, vas tú en socorro m í o , y si los hijos de A m ó n son m á s fuertes que tú, iré yo en socor r o tuyo. 13 Esfuérzate y esforcémonos p o r nuestro pueblo y p o r las ciudades de nuestro Dios, y haga Yahvé lo que bien le parezca». 14 Avanzó Joab con los suyos para atacar a los sirios, q u e h u y e r o n ante él, 15 y los hijos de A m ó n , cuando vieron que habían huido los sirios, se pusieron t a m b i é n en fuga delante de Abisaí, h e r m a n o de Joab, y se e n c e r r a r o n en la ciudad. Joab se volvió a Jerusalén. 1(> Viendo los sirios que habían sido derrotados p o r Israel, m a n d a r o n a buscar a los sirios del otro lado del río, que vinieron al m a n d o de Sofac, jefe del ejército de H a d a d e z e r . ll Súpolo D a v i d y reunió a todo Israel, y, pasando el Jordán, m a r c h ó contra ellos y se p r e p a r ó a atacarlos. O r d e n ó s e D a v i d en batalla contra los sirios, 18 y los sirios, después de haberse batido con él, se pusieron en huida delante de Israel, y D a v i d les m a t ó siete mil h o m b r e s de los carros y cuarenta mil infantes. M a t ó t a m b i é n a Sofac, jefe del ejército. 19 Los h o m b r e s de H a d a d e z e r , viéndose derrotados por Israel, concertaron paces con D a v i d y se le sometieron. No volvieron m á s los sirios a socorrer a los hijos de A m ó n . Pasa p o r alto el autor lo q u e hizo D a v i d con Mefibaal (2 Sam c.9); de A r a m N a h a r a í m (v.6, texto masorético) habla G e n 24,10. E l n ú m e r o de treinta y dos mil carros (v.7) es u n a exageración evidente; quizá u n a m a n u e n s e escribió carros en vez de hombres (2 Sam 10,6). L a ciudad de los amonitas (v.9) es R a b b a t - A m ó n .

Fin de la campaña contra los amonitas (20,1-3 = 2 Sam 12,26.30-31) 1 Al año siguiente, al t i e m p o en que suelen los reyes salir a c a m p a ñ a , Joab, a la cabeza de u n fuerte ejército, fue a talar la tierra de los hijos de A m ó n y puso sitio a Raba. D a v i d se quedó en Jerusalén. Joab se apoderó de R a b a y la destruyó. 2 Q u i t ó D a v i d la corona de Milcón de encima de su cabeza, y hallóla del peso de u n talento de oro y que tenía u n a piedra preciosa, que fue puesta sobre la cabeza de D a v i d . Saqueó la ciudad y obtuvo de ella u n gran botín. 3 Sacó de ella a los habitantes y los puso a serrar con las sierras y a los trillos y a las hoces. L o mism o hizo con todas las ciudades de los hijos de A m ó n . Volvióse luego D a v i d con todo el pueblo a Jerusalén.

N o habla el texto del adulterio d e David, a u n q u e r e p r o d u c e el comienzo q u e le sirve de p r e á m b u l o en 2 Sam 11,1. Sistemáticam e n t e silencia t o d o aquello q u e mancilla la fama y el b u e n n o m b r e de D a v i d y p u e d a escandalizar a la c o m u n i d a d teocrática; p o r los m i s m o s motivos s u p r i m e los capítulos 13-20 del 2 de Samuel,

Victorias

sobre los filisteos

(20,4-8 = 2 Sam

21,18-22)

4

D e s p u é s de esto h u b o en G u e z e r una batalla contra los filisteos. Entonces fue cuando Sibecai, jusatita, mató a Sipai, u n o de los refaím. Los filisteos quedaron humillados. 5 También h u b o otra batalla con los filisteos, en la que Eljanán, hijo de Jair, m a t ó a u n h e r m a n o de Goliat, Lajni, de Gat, que llevaba u n a lanza cuya asta era c o m o u n enjullo de tejedor. 6 Hulio otra batalla m á s en Gat, en la q u e se halló u n hombre de alta talla q u e tenía seis dedos en cada m a n o y en cada pie, veinticuatro en todo, y que descendía t a m b i é n de Raba. 7 Retó a Israel, y Jonatán, hijo de Simea, h e r m a n o de David, le mató. 8 Estos h o m b r e s eran hijos de Rafa, de Gat, y perecieron a manos de D a v i d y sus servidores.

El censo del pueblo

(21,1-15 = 2 Sam

14,1-16)

1

Alzóse Satán contra Israel e incitó a David a hacer el censo de Israel. 2 D a v i d dijo a Joab y a los jefes del pueblo: «Id a hacer el censo de Israel, desde Berseba hasta Dan, y traédmelo, para q u e sepa yo su n ú m e r o » . 3 Joab respondió a David: «¡Ojalá hiciera Yahvé a su pueblo cien veces más numeroso ! Pero, rey y señor mío, ¿no son todos servidores tuyos? ¿Para qué pide eslo m i señor? ¿Para q u é hacer una cosa que será imputada como pecado a Israel?» 4 El rey persistió en la orden que había dado a Joab, y Joab partió y recorrió lodo Israel, y vino luego a Jerusalén. Joab entregó u David el rollo del censo del pueblo, 5 y había en todo Israel un millón cien mil hombres de guerra y en J u d á cuatrocientos setenta mil. " No hizo entre ellos el censo de Leví y Benjamín, porque abominaba Joab la orden del rey. 7 D e s a g r a d ó la orden a Dio* y instigó a Israel. 8 Entonces dijo D a v i d a Dios: «I le cometido con cuto un gran pecado. P e r d o n a , te ruego, la iniquidad ile tu siervo, pues he obrado c o m o u n insensato». 9 Yahvé habló así a G a d , el vidente de I )avid: l0 «Ve a decir a D a v i d : Así habla Yahvé: I res pinnas le propongo para que elijas una con que te heriré». " G a d vino 11 David y le dijo: «Así habla Yahvé: 12 Elige: o tres unos de hambre, o tres meses durante los cuales huirás de tus enemigos y te alcanzará la espada de tus enemigos, o tres CIÍIIN durante los cuales la espada de Yahvé y la peste estarán sobre la tierra, y el ángel de Yahvé llevará la destrucción a todo el territorio de Israel. Ve, pues, lo que he de responder al que m e envía». '-1 David respondió a G a d : « E n gran aprieto me veo, pero caiga yo en las manos de Yahvé, cuya misericordia es inmensa, y no caiga en las manos de los h o m b r e s » . 14 M a n d ó Yahvé la peste sobre Israel, y cayeron setenta mil h o m b r e s de Israel. 1* Dios mandó u n ángel a Jerusalén para destruirla, y, cuando ya estaba destruyéndola, m i r ó Yahvé y se arrepintió de aquel mal, y dijo al ángel destructor: «Basta, retira ya tu mano». El ángel de Yahvé estaba junto a la era de O r n a n , jebuseo. E n el relato paralelo de Samuel, Dios castiga a su pueblo culpable sirviéndose del censo o r d e n a d o por David. En nuestro texto, el castigo llega al p u e b l o p o r la acción de Satán, el adversario,

1 Crónicas 22

812

613

1 Crónicas 21

al cual D i o s , q u e quiere castigar a su pueblo, p e r m i t e q u e incite a D a v i d a llevar a t é r m i n o su proyecto. Satán es u n ser hostil a D i o s y al h o m b r e (Job 1,6-8; Z a c 3,1), pero s u b o r d i n a d o al p o d e r divino. D i o s n o es autor del mal, sino Satán, q u e , al dejarlo D i o s libre, se ceba en el h o m b r e . Dios p e r d o n ó (v.15) a Jerusalén en vista del a r r e p e n t i m i e n t o de D a v i d (v¡i6).

La erección

del altar

(21,16-30

= 2 Sam

24,17-28)

16 y D a v i d alzó los ojos y vio al ángel de Yahvé entre la tierra y el cielo teniendo en su m a n o , desnuda, la espada, vuelta contra Jerusalén. Entonces D a v i d y los ancianos, vestidos de saco, cayeron sobre sus rostros, I 7 y D a v i d dijo a Dios: «¿No soy yo el q u e he m a n d a d o hacer el censo del pueblo? Yo soy quien ha pecado y ha hecho el m a l ; pero estas ovejas, ¿qué h a n hecho? ¡Yahvé, Dios m í o ! Pese t u m a n o sobre m í y sobre la casa de m i p a d r e y n o haya plaga en tu pueblo». 18 El ángel de Yahvé dijo a G a d que hablase a D a v i d para q u e subiese a alzar u n altar en la era de O r n a n , jebuseo, 19 y subió David, c u m pliendo la o r d e n que G a d había dado en n o m b r e de Yahvé. 20 O m á n , q u e estaba trillando el trigo, se volvió y vio al ángel y se escondió con sus cuatro hijos. 2 1 C u a n d o llegó D a v i d cerca de O r n a n , m i r ó O r n a n y vio a David, y, saliendo de la era, se prosternó ante David rostro a tierra. 2 2 D a v i d dijo a O r n a n : « C é d e m e el c a m p o de tu era para que yo alce en ella u n altar a Yahvé; cédemelo p o r su precio en plata, para que se retire la plaga de sobre el pueblo». 23 O r n a n respondió a D a v i d : «Tómala, y que m i señor el rey haga en ella lo que bien le parezca; mira, te doy los bueyes para el holocausto, los trillos para leña y el trigo para la ofrenda. T o d o te lo doy». 24 P e r o el rey dijo a O r n a n : «No, quiero comprártela p o r su valor en plata, pues n o voy a presentar yo a Yahvé lo que es tuyo ni a ofrecerle u n holocausto q u e no m e cuesta nada». 25 Y dio D a vid a O r n a n seiscientos siclos de oro p o r el lugar, 2S y edificó allí u n altar a Yahvé, y le ofreció holocaustos y sacrificios eucarísticos. Invocó a Yahvé, y Yahvé le respondió p o r el fuego que del cielo descendió sobre el altar del holocausto. 2 7 E n t o n ces habló Yahvé al ángel, q u e volvió la espada a la vaina. 2S Viendo D a v i d q u e Yahvé le había oído en la era de O r n a n , jebuseo, sacrificaba allí, 29 pues el tabernáculo de Yahvé, q u e Moisés había hecho en el desierto, y el altar de los holocaustos estaban entonces en la altura de G a b a ó n , 30 y D a v i d n o podía ir allá a buscar a Yahvé, pues la espada del ángel le había llenado de espanto. D e b i d o a q u e el autor considera este altar como definitivo, h a tenido q u e introducir algunas variantes al texto paralelo de Samuel, p o r ser distintas las perspectivas en u n o y otro lugar. L o s v.28-30 faltan en el lugar paralelo de Samuel. L a teofanía en la era de O r n a n y el m a n d a t o de edificar allí u n altar justifican el a b a n d o n o del santuario nacional y legítimo (2 C r ó n 2,1-6) de G a b a ó n p o r p a r t e de David.

Preparativos

para la construcción del ttmplo (22,1.19)

1 Y dijo D a v i d : «Esta será la casa de Yahvé Dio», y aquí estará el altar de los holocaustos para Israel». 2 MIIIHIII I )avid q u e se reuniesen todos los extranjeros que había cu In I ierra de Israel, y encargó a los canteros que fuesen preparando piedras talladas para la construcción de la casa de Dios. -1 Preparó también hierro en abundancia para la clavazón de las puertas y p a r a las grapas, y b r o n c e en cantidad imponderable, y madera de cedro i n n u m e r a b l e , 4 pues los sidonios y los tirios habían traído a D a v i d m a d e r a s de cedro en abundancia. 5 David se decía: «Mi hijo Salomón es todavía joven e inexperto, y la casa q u e ha de edificarse a Yahvé ha de ser, por la grandeza, por la magnificencia, p o r la belleza reputada en todas las tierras; por eso quiero hacer preparativos»; y los hizo, antes de su muerte, en abundancia. 6 D a v i d llamó a Salomón, su hijo, y le dio orden de edificar u n a casa a Yahvé, Dios de Israel. '' Le dijo: «Hijo m í o , yo tenía el propósito de edificar un templo al nomb r e de Yahvé, m i Dios; 8 p e r o Yahvé m e dijo: T ú lias derram a d o m u c h a sangre y has hecho grandes Kucrras. No serás tú quien edifique una casa a m i n o m b r e , porque has derramado ante ti m u c h a sangre sobre la tierra. " H e aquí que te nacerá u n hijo, q u e será h o m b r e de paz y a quien daré yo paz, librándole de todos sus enemigos en derredor. Su nombre será Salomón, y d u r a n t e su vida haré yo venir sobre Israel la paz y la tranquilidad. 10 Esc edificará una casa a mi nombre. Será p a r a m í u n hijo, y yo seré para él un padre, y afumare para siempre el trono de su reino en Israel. '' Ahora, pues, hijo mío, q u e Yahvé sea contigo, para que prosperes y edifiques la casa de Yahvé, tu Dios, c o m o él de ti lo ha declarado. !•'• (Quiera darte Yahvé la sabiduría y Ja inteligencia para reinar sobre Israel en la observancia de la Ley de Yahvé, tu Dio». ' ' Prosperarás si cuidas de p o n e r por obra los mandamientos y preceptos que m a n d ó Yahvé a Moisés para Israel, Esfuérzale, pues, ten á n i m o y n o ternas ni desmayes. ' • Yn raí mis esfuerzos h e reunido para la casa de Yahvé cien mil Inlenlos de oro, u n millón de talentos de plata y una cantidad imponderable de b r o n c e y de hierro, en gran abiindanelit. I le aprestado asim i s m o m a d e r a y piedra, que tú acrecentaras. " T i e n e s a la m a n o u n gran n ú m e r o ilc obreros, de canteros, carpinteros y h o m b r e s expertos en toda clase de ulnas. "> líl oro, la plata, el b r o n c e y el hierro son sin n ú m e r o , Levántale, pues, ponte a la obra y q u e Yahvé sea conliun», ' ' Mando también David a todos los principales de Israel que prestasen su ayuda a Sal o m ó n , su hijo. 18 «¿No está con vosolios Yahvé, vuestro Dios, y n o os ha dado El paz de todaN liarles? I'.l ha puesto en mis m a n o s a los m o r a d o r e s de la tierra, y la tierra está sometida ante Yahvé y ante su pueblo. | g l'oned, pues, todo vuestro corazón y vuestro á n i m o en buscar a Yahvc, vuestro Dios; levantaos y edificad el santuario de Yahvé, Dios, para traer el arca de la alianza de Yahvé y ION ulensilios consagrados a Dios a la casa edificada al n o m b r e de Yahvé».

A n t e los h e c h o s extraordinarios acaecido» en la era de O r n a n , c o m p r e n d i ó D a v i d q u e había escogido Dios aquel lugar para resi-

GU

1 Crónicas 23 615

1 Crónicas 24 dir en él. N o p u d i e n d o levantar materialmente el t e m p l o p o r h a b e r d e r r a m a d o m u c h a sangre (v.8), acumula materiales para facilitar la e m p r e s a a su hijo Salomón; con u n a hipérbole manifiesta señala el texto la gran cantidad de oro y plata r e u n i d a p o r D a v i d (v.14). A partir de este capítulo hasta el 29 inclusive se inspira el autor en fuentes extracanónicas. E n 1 R e 5-6 es Salomón el q u e hace todos los preparativos para «edificar la casa de Yahvé» (1 R e 6,1). L a p r o s p e r i d a d se basa en la observancia de la L e y (v. 13).

Censo y organización

de los levitas

(23,1-32)

1 Viejo ya D a v i d y harto de días, hizo a Salomón, su hijo, rey de Israel. 2 Reunió a todos los jefes de Israel, a los sacerdotes y a los levitas. 3 Hízose el censo de los levitas de treinta años arriba, y su n ú m e r o , contado p o r cabezas uno a u n o , fue de treinta y ocho mil. 4 Y dijo D a v i d : « Q u e de ellos veinticuatro m i l se d e d i q u e n a los oficios de la casa de Yahvé, seis mil sean jueces y oficiales, 5 cuatro mil porteros y cuatro mil dedicados a alabar a Yahvé con los instrumentos que yo he hecho para ello». * D a v i d los distribuyó en órdenes según los hijos de Leví, Gersón, Caat y M e r a r i . 7 Hijos de G e r s ó n : L a d á n y Simeí. 8 Hijos de L a d á n , tres: Jejiel, el p r i m e r o ; Z e t a m y Joel. 9 Hijos de Simeí, tres: Selomit, Jaziel y H a r á n . Estos son los jefes de las familias de L a d á n . 10 Hijos de Simeí: Jajat, Ziza, Jeús y Hería, n Estos cuatro son los hijos de Simeí. Jajat era el p r i m e r o y Ziza el segundo. Jeús y Beria n o tuvieron m u c h o s hijos y form a r o n en el censo u n a sola casa paterna. 12 Hijos de Caat: A m r a m , Jiscar, H e b r ó n y Usiel, cuatro. 13 Hijos de A m r a m : Aar ó n y Moisés. A a r ó n fue elegido p a r a servir en el santo de los santos, él y sus hijos p e r p e t u a m e n t e , para ofrecer los perfumes ante Yahvé, para hacer su ministerio y bendecir p o r siempre su n o m b r e . 14 L o s hijos de Moisés, h o m b r e de Dios, fueron contados en la tribu de Leví. l s Los hijos de Moisés fueron G e r s ó n y Eliezer. i6 Hijo de G e r s ó n fue Sebuel, el jefe. 17 Hijo de Eliezer fue Rejabía; el jefe Eliezer n o tuvo m á s hijos, p e r o los hijos de Rejabía fueron m u c h o s . 18 Hijo de Jisear fue Selomit, el jefe. 19 Los hijos de H e b r ó n : Jeería, el jefe; Amarías, el segundo; Jezaziel, el tercero, y J a c a m á n , el cuarto. 20 Hijos de Uziel: Mica, el p r i m e r o ; Jisía, el segundo. 2 i Hijos de M e r a r i : Majlí y M u s í . Hijos de Majlí: Eleazar y Quis. 2 2 M u r i ó Eleazar sin hijos, pero dejó hijas, y los hijos de Q u i s , sus h e r m a n o s , las t o m a r o n p o r mujeres. 2 3 Hijos de Musí: Majlí, E d e r y Jerimot, tres. 2 4 Estos son los hijos de Leví, según las familias de sus padres, cabezas de las casas paternas, según el censo hecho contando p o r cabezas. E s t a b a n dedicados al ministerio de la casa de Yahvé desde los veinte años arriba. 25 Pues D a v i d dijo: «Yahvé, Dios de Israel, ha dado el reposo a su pueblo, Israel, y habitará p o r siempre en Jerusalén, 26 y los levitas no t e n d r á n ya que transportar el tabernáculo y todos los utensilios de su servicio». 27 Y así, conforme a las últimas disposiciones de D a vid, se hizo el censo de los hijos de Leví desde los veinte años para arriba. 28 Puestos a las órdenes de los hijos de A a r ó n para el servicio de la casa de Yahvé, tenían a su cuidado los atrios y las cámaras, la limpieza de todas las cosas santas y las obras del servicio de la casa de Dios; 29 los panes de la proposición,

la harina de flor para las ofrendas, las tortas de pan ácimo, las hojuelas fritas en sartén y las cocidas y todas las medidas de capacidad y de longitud. 30 T e n í a n q u e presentarse cada mañana y cada tarde para alabar y celebrar a Yahvé 3I y ofrecer c o n t i n u a m e n t e los holocaustos a Yahvé los sábados, los novilunios y las fiestas, según el n ú m e r o y los ritos prescritos. 32 Dab a n la guardia al tabernáculo de la reunión a las órdenes de los hijos de Aarón, sus h e r m a n o s , en el servicio de la casa de Yahvé. L o s v.1-2 son el p r e á m b u l o del relato sobre la grande asamblea celebrada p o r D a v i d antes de su m u e r t e (28,1-29,25), y constituyen u n a síntesis de 1 R e c.1-2. Era lógico q u e nuestro autor, después d e ocuparse del templo, señalara la organización del sacerdocio p o r p a r t e de D a v i d . Según N ú m 4,3, los levitas entraban en servicio a los treinta años, q u e más t a r d e se rebajó a los veinticinco ( N ú m 8,24) y q u e D a v i d fijó en los veinte. Se reparten en tres grupos (v.4-5) y en veinticuatro clases, s e g ú n los jefes de las familias levíticas. Prestarán servicio en el t e m p l o a las órdenes de los hijos de A a r ó n (v.28). Estos últimos se o c u p a r á n esencialmente de consagrar las cosas sacrosantas ( D H O R M E ) ( L e v 6,19), ofrecer los perfumes ( N ú m i6,7ss) y bendecir p o r s i e m p r e su n o m b r e (v. 13; N ú m 6, 22-27; D e u t io,8). Moisés es llamado simplemente «hombre de Dios» ( D e u t 33,1; Jos 14,6), título q u e se da también a David (2 C r ó n 8,14). El v.32 debe traducirse: «(Los levitas) cuidarán de g u a r d a r la tienda de la reunión; la guardia del santo; la de sus herm a n o s , los hijos de Aarón, al servicio de la cana de Yahvé». La tienda d e la r e u n i ó n hallábase todavía en ( ¡ a b a ó n ((1,17; t),;.\; 21,29). El santo es la p a r t e central del t e m p l o (1 Re N,H).

Las

veinticuatro 1

clases

de

los

sacerdotes

(24,1-19)

H e aquí las clases de los hijos de Amóni 11Í¡ON ele Aarón: N a d a b , Abiú, Eleazar c l l a m a r . •' Nmlub y Aliiú murieron antes q u e su padre y no dejaron hijos, I'.len/itr e humar cumplier o n las funciones sacerdotales. ' David el vigésimo segundo, Guedeltí, con sus hijos y hermanos en n ú m e r o de doce; 30 el vigésimo tercero, Miijü/.iol, con sus hijos y herm a n o s en n ú m e r o de doce; •" el vigésimo cuarto, Romentiezer, con sus hijos y h e r m a n o s en n ú m e r o de doce. L o s cantores se agrupaban en t o r n o P e r o atiende, ¡oh Yahvé, m i Dios!, a la oración de t u siervo y a su súplica; oye el clamor y la oración con q u e t u siervo ora delante d e ti, 20 y que tus ojos estén siempre abiertos sobre esta casa día y noche, sobre este lugar d e q u e has dicho: Allí estará m i n o m b r e ; 21 y que oigas la oración q u e en este lugar ora t u siervo. O y e asimismo el

2 Crónicas 6 ruego de tu siervo y de t u pueblo, Israel, cuando oren en este lugar; oye tú desde lo alto de los cielos, desde el lugar de tu m o r a d a ; oye y p e r d o n a . 2 2 Si alguno pecare contra su prójimo, y él le pidiere q u e j u r e con j u r a m e n t o , y vinieren a j u r a r ante tu altar en esta casa, 2 3 óyele desde los cielos, y obra y juzga a tus siervos, d a n d o su m e r e c i d o al impío, haciendo recaer su i m p i e d a d sobre su cabeza, y justifica al justo, retribuyéndole según su justicia. 24 C u a n d o tu pueblo, Israel, cayere delante de sus enemigos por h a b e r prevaricado contra ti y, convirtiéndose, confesaren tu n o m b r e y rogaren delante de ti en esta casa, 2 5 óyelos desde los cielos, y p e r d o n a el pecado de tu p u e blo, Israel, y vuélvelos a la tierra q u e a ellos y a sus padres les diste. 2 6 Si se cerraren los cielos y n o hubiere lluvias, p o r h a b e r pecado contra ti, y oraren a ti en este lugar, y confesaren tu n o m b r e , convirtiéndose de sus pecados al afligirlos tú, 2 7 oye en los cielos y p e r d o n a el pecado de tus siervos y de tu pueblo, Israel, y enséñales el b u e n camino, para q u e a n d e n p o r él, y dales la lluvia sobre tu tierra, la q u e p o r h e r e d a d diste a tu p u e blo. 2 8 Si hubiera h a m b r e en la tierra, o pestilencia, o tizón, o añublo, o langosta, o pulgón, o el enemigo los cercare en su tierra, en sus ciudades, o hubiere otra cualquiera plaga o enf e r m e d a d ; 29 si u n h o m b r e , o todo Israel, hace oraciones y súplicas y, reconociendo su llaga y su dolor, tendiere sus m a n o s hacia esta casa, 30 óyele desde los cielos, desde el lugar de tu m o r a d a , y p e r d o n a y da a cada u n o conforme a sus caminos, según su corazón; pues solo t ú conoces el corazón d e los hijos de los h o m b r e s , 31 para q u e te t e m a n y a n d e n p o r tus caminos todos los días de su vida en la tierra q u e diste a nuestros padres. 32 C u a n d o el extranjero, que no es de tu pueblo, Israel, venido de lejanas tierras por la fama de tu n o m b r e y de tu fuerte m a n o y tu tendido brazo, viniere a orar en esa casa, 33 óyele tú desde los cielos, desde el lugar de tu m o r a d a , y haz lo q u e con clam o r e s te pida el extranjero, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu n o m b r e y te t e m a n , c o m o tu pueblo, Israel, y sepan q u e tu n o m b r e es invocado sobre esta casa que yo te he edificado. 34 Si saliere tu pueblo a la guerra contra sus e n e migos p o r el camino q u e les señales, y oraren a ti, hacia esta ciudad q u e tú has elegido, hacia la casa que a tu n o m b r e he edificado, 35 oye tú desde los cielos su oración, su ruego, y a m p a r a su derecho. 36 Si pecaren contra ti—pues n o hay h o m b r e q u e n o peque—, y, airado contra ellos, los entregares a sus e n e m i gos, que los lleven cautivos a tierra enemiga, lejana o cercana, 37 y ellos, volviendo en sí en la tierra a d o n d e fueren llevados cautivos, se convirtieren y oraren a ti en la tierra de su cautividad y dijeren: H e m o s pecado, h e m o s o b r a d o inicua e i m p í a m e n t e ; 38 si se convirtieren a ti de todo corazón y con toda su alma en la tierra de su cautividad, donde los h u b i e r e n llevados cautivos, y oraren hacia su tierra, la que diste a sus padres, hacia la ciudad que tu has elegido y hacia esta casa q u e yo he edificado a tu n o m b r e , 39 oye tú desde los cielos, desde el lugar de tu m o r a d a , su oración y su ruego, y p e r d o n a a tu pueblo, q u e pecó contra ti. 40 T e n , pues, ¡oh Dios m í o ! , abiertos tus ojos y atentos tus oídos a la oración hecha en este lugar. 41 ¡ O h Yahvé, D i o s ! Levántate y ven a tu lugar de raposo, tú y el arca de tu majestad. Q u e tus sacerdotes, Yahvé, Dios, se

633

2 Crónicas 7

revistan de salud, y tus santos gocen de UIN IIU-IIP*, •" |Ynhvé, Dios, no rechaces a tu u n g i d o ; acuérdate de lll nil»t5 Alcgrároiisu de cite j u r a m e n t o todos los de Judá, p o r q u e de todo coru/.ón lo juraron y con toda su voluntad le buscaban; y así le hiilluron, y leí dio Yahvé reposo de todas partes. 16 A ú n a Manca, mi m a d r e , el rey Asa la depuso de la dignidad de reina porque NC habla hecho u n ídolo abominable en h o n o r de Asera. Abatió el Ídolo, lo redujo a polvo y lo q u e m ó en el valle de C e d r ó n . ' ' l'e.m ION nlto» n o desaparecieron de Israel, a pesar de que el eorn/.ón de Asa fue perfecto en todos los días de su vida. IH Metió en I11 CIINII de Yahvé lo q u e había sido consagrado por su pudre y por él niinm o , de plata, oro y vasos, i» No h u b o guerra huslu | IIN treinta y cinco años del reinado de Asa. T o m a n d o pie de la victoria sobre Zerac, Azarías hace ver al rey la necesidad d e dedicarse a u n a reforma religiosa a fondo, haciendo desaparecer las abominaciones y r e s t a u r a n d o el altar de Yahvé. T o d o el p u e b l o j u r ó buscar a Yahvé con t o d o su corazón; el q u e n o lo hiciera sería m u e r t o . L o s v . i ó - 1 8 hállanse en 1 R e 15, 13-15. El profeta Azarías n o aparece en otros textos. L o s v.3-6 se refieren al período de los jueces.

644

2 Crónicas 16

Pecado

de Asa. Su muerte (16,1-15 — 1 Re 15,17-22.23-24)

1

El año treinta y seis del reinado de Asa subió^contra Judá Basa, rey de Israel, y ediñcó Rama para impedir la entrada y la salida a los de Asa, rey de Judá. 2 Asa sacó de los tesoros de la casa de Yahvé y de los de la casa del rey la plata y el oro y se los mandó con una embajada al rey de3Siria, Benadad, que habitaba en Damasco. Hizo que le dijeran: «Hagamos alianza entre los dos, como la hubo entre mi padre y tu padre. Te mando esta plata y este oro. Rompe4 tu alianza con Basa, rey de Israel, para que se retire de mí». Benadad escuchó a Asa y mandó a los jefes de su ejército contra las ciudades de Israel, y batieron a Ion, Dan, Abelmain y las ciudades de aprovisionamiento de Neftalí. 5 Cuando lo supo Basa, cesó en la edificación de Rama y suspendió su obra. 6 Entonces el rey Asa mandó a todo Judá a llevarse la piedra y la madera que empleaba Basa en la edificación de Rama, y se sirvió de ellas para edificar Gueba y Misfa. 7 Por aquel tiempo, Jananí el vidente fue a Asa, rey de Judá, y le dijo: «Por haberte apoyado sobre el rey de Siria y no sobre Yahvé, tu Dios, se te ha escapado de las manos el ejército del rey de Siria. 8 ¿No eran un gran ejército los cusitas y los libios, con carros y una muchedumbre de jinetes ? Y, con todo, Yahvé los puso en tus manos porque te apoyaste en El. 9 Pues tiende Yahvé sus ojos por toda la tierra para sostener a los que tienen para con El corazón perfecto. Has obrado en esto insensatamente, y desde ahora tendrás guerra». 10 Irritóse Asa contra el vidente y le puso en prisión, porque se encolerizó mucho contra él, y ual mismo tiempo oprimió también Asa a algunos del pueblo. Los hechos de Asa, los primeros y los postreros, están escritos en los libros de los reyes de Judá y de Israel. 12 El año treinta y nueve de su reinado enfermó Asa de los pies, padeciendo mucho de ellos; pero tampoco en su enfermedad buscó a Yahvé, sino a los médicos. 13 Durmióse Asa con sus padres, muriendo el año cuarenta y uno de su reinado, 14 y fue sepultado en el sepulcro que él había hecho para sí en la ciudad de David. 15 Se le puso en un lecho lleno de aromas y perfumes, preparados según el arte de la perfumería, y se quemó además en honor suyo una cantidad muy considerable de ellos. El año treinta y seis de su reinado atacóle Basa. En i Re 16,8 se dice que Basa murió el año veintiséis del reinado de Asa; quizá era ésta la cifra primitiva de nuestro texto. ¿Es intencionada la modificación del cronista? No lo creemos. Abel Main es Abel Bet Maaca (i Re 15,20). Jananí, padre del profeta Jehú (19,2; 20,34), reprocha a Asa haber confiado más en la ayuda de Siria que en Yahvé (Is 7,i3ss). Esta falta de confianza le ha perjudicado, convirtiéndose en cierta manera en vasallo de Ben Hadad. También en su enfermedad prefirió los médicos a Yahvé. Sobre la costumbre de quemar perfumes en honor del muerto, véase Jer 34,5.

2 Crónicas 17

Josafat,

rey de Judá

645

(17,1-19)

1

A Asa le sucedió Josafat, su hijo. Se fortificó contra Israel y puso guarniciones en todas las ciudades fuertes de Judá, así como en3 las de Efraím, de que Asa, su padre, se había apoderado. Estuvo Yahvé con Josafat, porque éste anduvo por los caminos primeros de David, su padre, y no buscó a los baales, 4 sino que se acogió al Dios de 5sus padres y siguió sus mandatos, sin imitar lo que hacía Israel. Yahvé afirmó el reino en las manos de Josafat, a quien traía presentes todo Judá, y tuvo gran abundancia de riquezas y mucha gloria. 6 Su corazón se fortaleció en los caminos de Yahvé, e 7hizo también desaparecer de Judá los excelsos y las «aseras». El año tercero de su reinado mandó a sus príncipes Benjail, Abdías, Zacarías, Nataniel y Miqueas por las ciudades de Judá para que enseñasen, 8 y con ellos a los levitas Semeyas, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías, levitas, y con ellos a los sacerdotes Elisama y Joram, 9 que enseñaron por las ciudades de Judá, teniendo consigo el libro de la Ley de Yahvé y recorriendo las ciudades de Judá enseñando al pueblo. 10 Cayó el terror de Yahvé sobre todos los reinos de las tierras que había en torno de Judá y no osaron hacer la guerra contra Josafat. 11 Los filisteos traían a Josafat presentes y tributos de plata. Traíanle también los árabes ganados, siete mil setecientos carneros y siete mil setecientos machos cabríos. ' 2 Crecía, pues, Josafat grandemente y edificó en Judá fortalezas y ciudades de depósito. 13 Tuvo, además, muchas provisiones en las ciudades de Judá y hombres de guerra muy valerosos en Jerusalén. 14 Este es el número de ellos según las casas paternas: en Judá, jefes de millares, su jefe15 era Adna, y con él trescientos mil hombres muy esforzados; después de él, el jefe Jojanán, y con él doscientos ochenta mil; 16 tras éste, Amasias, hijo de Zicrí, que se había consagrado voluntariamente a Yahvé, y con él doscientos mil hombres valientes; 17 de Benjamín: Eliada, hombre muy valeroso, y con él doscientos mil armados de escudo y arco; 18 después de éste, Josafat, y con él ciento ochenta mil dispuestos para la guerra. 19 Estos eran los que hacían el servicio del rey, sin contar los que él había puesto de guarnición eti todas las ciudades fuertes de Judá. 2

Fue rey piadoso, lo que le valió la bendición por parte de Yahvé, que le hizo fuerte militarmente, dándole muchas riquezas y mucha gloria. Además de extirpar los vestigios de culto idolátrico y los lugares altos, emprendió una campaña de instrucción religiosa del pueblo, que llevaron a cabo los sacerdotes y levitas amparados por los principes del rey. Esta fue la misión que recibió también Esdras de parte de Artajerjes (Esd 7,25). Las prosperidad del rey es consecuencia de su fidelidad a Dios.

2 Crónicas 18

646

Josafat

y Ajab

contra

2 Crónicas 19

los

sirios

(18,1-34 = 1 Re 22,1-40) 1 T u v o Josafat m u c h a riqueza y p o d e r y e m p a r e n t ó con Ajab, y al cabo de algunos años bajó a ver a Ajab a Samaría. Ajab m a t ó para él y para su séquito gran n ú m e r o de ovejas y bueyes, y le persuadió q u e subiese con él contra R a m o t Galaad. 3 Dijo Ajab, rey de Israel, a Josafat, rey de J u d á : «¿Quieres m a r c h a r conmigo a R a m o t Galaad?» Y éste respondió: «Yo c o m o tú, y m i pueblo c o m o tu pueblo; iremos contigo». 4 Y dijo Josafat al rey de Israel: «Pero consulta, te ruego, la palabra de Yahvé». 5 J u n t ó entonces el rey de Israel cuatrocientos profetas y les p r e g u n t ó : «¿Iremos contra R a m o t Galaad o m e estaré quieto?» Ellos le dijeron: «Sube, q u e Dios la entregará en m a n o s del rey». 6 P e r o Josafat dijo: « ¿ Q u e d a todavía aquí algún profeta de Yahvé p o r quien p o d a m o s preguntarle?» 7 E l rey de Israel respondió a Josafat: « A ú n hay aquí u n h o m b r e p o r quien pod e m o s p r e g u n t a r a Yahvé; pero yo le aborrezco, p o r q u e n u n c a m e profetiza cosa buena, sino siempre malas. Es Miqueas, hijo de Jimia». Y respondió Josafat: «No diga eso el rey». 8 L l a m ó entonces el rey de Israel a u n e u n u c o , y le dijo: « H a z q u e venga luego Miqueas, hijo de Jimia». 9 E l rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados cada u n o en su trono y vestidos de sus vestiduras reales, en la plaza q u e hay a la entrada de la puerta de Samaría, y estaban delante de ellos todos los profetas. 10 Sedecías, hijo de Q u e n a n a , se había hecho unos cuernos de hierro, y decía: «Así dice Yahvé: C o n éstos acornarás a los sirios hasta destruirlos del todo». n L o m i s m o profetizaban t a m b i é n todos los profetas, diciendo: «Sube a R a m o t Galaad y triunfarás, p o r q u e Yahvé la entregará en m a n o s del rey». 12 El m e n sajero que había ido a buscar a Miqueas le habló, diciendo: «Mira q u e todos los profetas a u n a profetizan bienes al rey; habla, pues, c o m o ellos y anuncia bienes». 13 Miqueas respondió: «Vive Yahvé q u e yo anunciaré lo q u e m i Dios m e diga». Llegó, pues, a la presencia del rey, 14 q u e le p r e g u n t ó : «Miqueas, ¿iremos a combatir a R a m o t Galaad o he de estarme quieto?» Y él respondió: «Subid, q u e lo lograréis y será entregada en vuestras manos». 1S Entonces le dijo el rey: «¿Hasta cuántas veces t e n d r é q u e conjurarte, p o r el n o m b r e de Yahvé, q u e n o m e digas sino la verdad?» 16 Y él le contestó: « H e visto a todo Israel disperso p o r los m o n t e s , c o m o ovejas sin pastor»; y dijo Yahvé: «Es que n o tienen señor; que se vuelva cada u n o en paz a su casa». 17 Y el rey de Israel dijo a Josafat: «¿No te decía yo q u e n o m e profetiza bien, sino mal?» 18 Y dijo entonces él: «Oíd, pues, la palabra de Yahvé: Yo he visto a Yahvé sentado en su t r o n o , y a su derecha y a su izquierda estaba todo el ejército de los cielos; 19 y Yahvé dijo: ¿ Q u i é n inducirá a Ajab, rey de Israel, a q u e suba p a r a caer en R a m o t Galaad? Y u n o decía u n a cosa y otro decía otra; 2 0 p e r o salió u n espíritu q u e se puso delante de Yahvé y dijo: Yo le induciré. Y Yahvé le p r e g u n t ó : ¿ C ó m o ? Y él dijo: 2 1 Saldré y m e h a r é espíritu de m e n t i r a en la boca de todos sus profetas. Y Yahvé le dijo: T ú le inducirás; t ú saldrás con la tuya; ve y haz así. 2 2 Y ahora ha puesto Yahvé el espíritu de mentira en la boca de todos estos tus profetas, pues ha decretado Yahvé el m a l contra ti». 2 3 Entonces Sedecías, 2

647

hijo de Q u e n a n a , se llegó a M i q u e a s y le dio una bofetada en la mejilla, diciendo: « ¿ P o r q u é camino se ha ido de m í el espíritu d e Yahvé para hablarte a ti?» 2 4 Y Miqueas le respondió: «Ya lo verás u n día, c u a n d o andes de c á m a r a en cámara para esconderte». 2 5 Entonces el rey de Israel dijo: «Coged a Miqueas y llevadlo a A m ó n , g o b e r n a d o r de la ciudad, y a Joás, hijo del rey, 26 y decid: Esto dice el rey: M e t e d a éste en la cárcel y m a n t e n e d l e con p a n de aflicción y agua de angustia hasta q u e yo vuelva en paz». 2 7 M i q u e a s le dijo: «Si vuelves tú en paz, n o ha hablado Yahvé p o r m í » . 2 8 Subió, pues, el rey de Israel, y con él Josafat, rey de J u d á , a R a m o t Galaad; 29 y djj 0 e l rey de Israel a Josafat: «Yo m e disfrazaré para entrar en la batalla; t ú vístete tus vestiduras». Disfrazóse el rey de Israel y entró así en la batalla. 30 El rey de Siria había m a n d a d o a los jefes de los carros q u e con él tenía, diciendo: «No ataquéis a ninguno, ni chico ni g r a n d e , sino sólo al rey de Israel». 3 1 Y cuado los jefes de los carros vieron a Josafat, dijeron: «Este es el rey de Israel», y le cercaron para combatirle. Entonces clamó Josafat, y Yahvé le socorrió, apartándolos D i o s de él. 32 Los jefes de los carros se percataron de que n o era el rey de Israel y se alejaron de él. 33 Entonces disparó u n h o m b r e su arco al azar e hirió al rey de Israel p o r entre las junturas de la a r m a d u r a . El rey dijo entonces a su auriga: « D a la vuelta y sácame del campo, que estoy herido». 34 E l c o m b a t e fue encarnizado aquel día, y el rey de Israel estuvo en su carro hasta la tarde frente a los sirios, m u riendo a la puesta del sol. El rey d e J u d á , Josafat, alióse con el de Israel, Ajab, para atacar a los sirios e n R a m o t Galaad. Casó a su hijo J o r a m con Atalía, hija d e Ajab y d e Jezabel (21,6); estas relaciones fueron condenadas p o r los profetas M i q u e a s y J e h ú . E n el v.2 se trata de u n sacrificio contrario a L e v c.17, p o r estar h e c h o fuera del santuario legítimo. A excepción d e los dos p r i m e r o s versos, los restantes coinciden con el lugar paralelo d e Reyes.

Jehú

reprende

a Josafat

(19,1-3)

1

Josafat, rey de Judá, se volvió en piiz a su casa, a Jerusalén. 2 Salióle al encuentro J e h ú el vidente, hijo de Junaní, que dijo a Josafat: «¿Socorres al i m p í o y ayudas a los que aborrecen a Yahvé? P o r eso Yahvé está irritado contra li. ¡ Pero hay en ti buenas obras, p o r q u e has a r r a n c a d o de la tierra lus «ascras» y has puesto tu corazón en buscar a Yahvé». Esta perícopa es p r o p i a del cronista. Jehú, hijo de Jauaní (16,7), le r e p r o c h a h a b e r a y u d a d o a Ajab, rey implo y enemigo de Yahvé. Esta m i s m a doctrina e n s e ñ a n Isaías (c.30), lizequiel (c.23) y Oseas (7,11; 8,9-10) al c o n d e n a r las alianzas políticas con el fin d e librarse de u n enemigo.

Reformas 4

en la administración

de justicia

(19,4-11)

H a b i t a b a Josafat en Jerusalén; pero salió a recorrer el reino desde Berseba hasta la m o n t a ñ a de Efraím para traerlos a todos a Yahvé, el Dios de sus p a d r e s . 5 Puso en la tierra jueces por todas las ciudades fuertes de J u d á , de ciudad en ciudad, 6 y les

2 Crónicas 20

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dijo: «Mirad lo que hacéis, porque no juzgáis en lugar de hombres, sino en lugar de Yahvé, que está cerca de vosotros cuando sentenciáis. 7 Sea, pues, sobre vosotros el temor de Yahvé, y cuidad de guardarlo, porque no hay en Yahvé, nuestro Dios, iniquidad ni acepción de personas, ni recibir cohecho». 8 Puso también Josafat en Jerusalén levitas, sacerdotes y jefes de las familias de Israel para que diesen a los habitantes el juicio de Yahvé y decidiesen las causas. 9 Les dio sus órdenes, diciendo: «Haced en todo con temor de Yahvé, fielmente y con corazón perfecto. 10 En toda causa que venga a vosotros de vuestros hermanos que habitan en las ciudades, trátese de causas de sangre, de cuestiones de la Ley, de los mandamientos, ceremonias y preceptos, instruidlos para que no pequen contra Yahvé y caiga su cólera sobre vosotros y sobre vuestros hermanos, y así no pecaréis. íl Amarías, sacerdote, os presidirá en toda causa tocante a Yahvé, y Zebadías, hijo de Ismael, príncipe de la casa de Judá, en las causas tocantes al rey; tenéis entre vosotros a los levitas, que serán vuestros maestros. Esforzaos, pues, y a la obra, y que Yahvé sea con quien bien lo haga». Instituyó tribunales locales en las principales ciudades del país; los jueces, junto con los sacerdotes, escribas y ancianos, representan la autoridad civil y religiosa (Deut I6,I8SS; 17,9; 21,2). El tribunal supremo de Jerusalén estaba dotado de autoridad civil y religiosa (Deut 17,8-13). En sus juicios debían ser justos, obrando siempre con temor de Yahvé. El verdadero juez del pueblo es Dios (Deut 1,17). Para las cuestiones religiosas será el sumo sacerdote el juez supremo; para las civiles, Zebadías; los levitas ejercían el cargo de escribas. Victoria

de Josafat

contra

moabitas

y

ctmonitas

(20,1-30) 1 Después de esto, los hijos de Moab y los hijos de Amón y algunos míneos vinieron en guerra contra Josafat. 2 Dieron noticia a Josafat, diciendo: «Viene contra ti desde el otro lado del mar, de Edom, una gran muchedumbre, y están ya en Jasasen Tamar, que es Engaddi». 3 En su temor, se dispuso Josafat a buscar a Yahvé, y promulgó un ayuno para todo Judá. 4 Reuniéronse los de Judá para clamar a Yahvé, 5y vinieron para buscar a Yahvé de todas las ciudades de Judá. Puesto entonces en pie Josafat en medio de la asamblea de Judá en Jerusalén, en la casa de Yahvé, delante del atrio nuevo, 6 dijo: «Yahvé, Dios de nuestros padres: ¿No eres tú Dios en los cielos y no eres tú quien domina a todos los reinos de las gentes? ¿No eres tú quien tiene en su mano la fuerza y la potencia, a que nadie puede resistir? ? ¡Dios nuestro! ¿No arrojaste tú delante de tu pueblo, Israel, a los moradores de esta tierra y la diste para siempre a la posteridad de Abraham, tu amigo? 8 Ellos la 9habitan y han edificado a tu nombre un santuario, diciendo: Si nos sobreviene alguna calamidad, la espada, el castigo, la peste o el hambre, nos presentaremos en esta casa delante de ti, pues tu nombre está en esta casa, y clamaremos a ti en la tribulación, y tú nos oirás y nos salvarás. 10 Ahora, pues, h aquí que los hijos de Amón y los de Moab y los del monte Seír, a cuyas tie-

849 2 Crónicas 20 rras no dejaste que fuese Israel cuando venía de Egipto, sino que se apartase y no los destruyese, n nos pagan queriendo echarnos de tu heredad, que tú nos diste en posesión. 12 ¡Oh Dios nuestro! ¿No los juzgarás tú? Porque nosotros no tenemos fuerza contra tanta muchedumbre como contra nosotros viene y no sabemos qué hacer: nuestros ojos se vuelven a ti». 13 Todo Judá estaba en 14pie delante de Yahvé, con sus niños, sus mujeres y sus hijos. Estaba allí Jajaziel, hijo de Zacarías, hijo de Benaya, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, levita, de los hijos de Asaf, sobre quien vino el espíritu de Yahvé en medio de la asamblea, 15 y dijo: «Oíd, Judá todo, y vosotros los moradores de Jerusalén, y tú, rey Josafat: Así dice Yahvé: No temáis ni os amedrentéis ante tan gran muchedumbre, porque no es vuestra la guerra, sino de Dios. 16 Mañana bajaréis contra ellos; ellos van a subir por la cuesta de Sis, 17 y los hallaréis al extremo del valle, frente al desierto de Jeruel. No habrá por qué peleéis en esto vosotros; paraos, estaos quedos y veréis la salvación de Yahvé con vosotros. ¡Oh Judá y Jerusalén!, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos, que Yahvé estará con vosotros». 18 Echóse entonces Josafat rostro a tierra, y todo Judá y todos los19moradores de Jerusalén se postraban ante Yahvé, adorándole. Los levitas de los hijos de Caat y de los hijos de Coré se levantaron 20para alabar a Yahvé, Dios de Israel, con fuerte y alta voz. Levantáronse por la mañana y salieron por el desierto de Tecua, y mientras salían, Josafat, en pie, dijo: «Oídme, Judá y habitantes de Jerusalén: Confiad en Yahvé, vuestro Dios, y seréis seguros; creed a sus profetas, y prosperaréis». 21 Después, habido consejo con el pueblo, puso cantores de Yahvé para alabar la hermosura de su santuario delante del ejército: «Alabad a Yahvé, porque es eterna su misericordia». 22 Y en cuanto comenzaron los cantos y alabanzas, arrojó Yahvé discordias sobre Amón, Moab y los del monte Seír, que habían venido contra Judá, y se mataron unos a otros. 23 Echáronse los hijos de Amón y Moab sobre los moradores del monte Seír, para destruirlos y exterminarlos; y cuando hubieron acabado con los habitantes del monte Seír, unos a otros se destruían. 24 Cuando Judá llegó a la altura desde la cual se descubre el desierto y miraron del lado donde estaba la muchedumbre, no vieron más que cadáveres por tierra; ninguno había escapado. 25 Josafat y su gente fueron a apoderarse de los despojos, hallando entre los cadáveres muchas riquezas y objetos preciosos; cogiendo tantos, que no pudieron llevárselo todo de una vez, y26emplearon tres días en recoger el botín: tan considerable fue. Al cuarto día se reunieron en el valle de Beracá, donde alabaron a Yahvé. Por eso llamaron a este valle Beracá, nombre que lleva todavía hoy. 27 Los hombres de Judá y de Jerusalén, con Josafat a la cabeza, partieron gozosos para volverse a Jerusalén, pues Yahvé los había llenado de alegría, librándolos de sus enemigos. 28 Entraron en Jerusalén, en la casa de Yahvé, al son de las cítaras, los salterios y las trompetas. 29 El terror de Yahvé se apoderó de todos los reinos de las otras tierras cuando supieron30 que Yahvé había combatido contra los enemigos de Israel. El reinado de Josafat fue tranquilo, y su Dios le dio la paz de todas partes.

El presente capítulo es propio del cronista, no teniendo, al parecer, relación con la campaña de 2 Re 3,4-27. Los atacantes son

2 Crónicas 21

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2 Crónicas 22

Moab, Amón y los meonitas, o sea, colonia de míneos que habitaban en Edom, cerca de Petra. Llegaron a Jasasón Tamar (Gen 14,7), en Engaddi, en la ribera occidental del mar Muerto. Josafat acude a un ayuno colectivo (Jer 36,6) y reúne una asamblea general. Los edomitas habitan en las montañas de Seír (Núm 20,21; Deut 2,8). El levita Jajaziel promete una resonante victoria de parte de Yahvé; pudo observar el pueblo que una multitud de cadáveres yacía en el suelo a consecuencia de una guerra de exterminio total (Deut 2,34ss) entre las tropas enemigas. El terror de Yahvé (17,10) apoderóse de todos los reinos. La oración de Josafat recuerda la de Salomón (6,12-42).

Resumen

del reinado

de Josafat

(20,31-37)

31

Josafat reinó sobre Judá. Tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Azuba, hija de Silji. 32 Anduvo por el camino de Asa, su padre, sin apartarse de él, haciendo lo recto a los ojos de Yahvé. 33 Pero los altos no desaparecieron y el pueblo no tenía su corazón firmemente apegado al Dios de sus padres. 34 El resto de los hechos de Josafat, los primeros y los postreros, están escritos en la historia de Jehú, hijo de Jananí, que fue inserta en el libro de los reyes de Israel. 35 Josafat, rey de36Judá, se alió con el rey de Israel, Ocozías, que fue un impío, y se asoció con él para construir naves que fueran a Tarsis, haciéndose las naves en Asiongaber. 37 Entonces Eliecer, hijo de Doda va, de Maresa, profetizó contra Josafat, diciendo: «Por haberte asociado con Ocozías, Yahvé destruirá tu obra». Las naves se destrozaron y no pudieron ir a Tarsis. Subsistieron en su reinado los lugares altos (1 Re 22,44), aunque en menor escala; todavía el corazón del pueblo no estaba del todo apegado al Dios de sus padres (v.33). Una de las fuentes históricas de información fueron las actas de Jehú (19,2; 1 Re I6,ISS). Por su alianza con Ocozías, rey de Israel, «que fue un impío», le profetizó Eliecer que su obra sería destruida. 1 Re 10,22; 22,49 habla de «naves de Tarsis», construidas según el modelo de las naves fenicias que iban a Tarsis. Reinado 1

de Joram

(21,1-20)

Josafat se durmió con sus padres y fue sepultado en la ciudad de David. Le sucedió Joram, su hijo. 2 Joram, hijo de Josafat, tuvo por hermanos a Azarías, Jejiel, Zacarías, Azarías, Micael y Sefatías, todos hijos de Josafat, rey de Judá. 3 Habíales hecho su padre grandes donaciones de plata, oro y objetos preciosos, con ciudades fuertes en Judá; pero dejó el reino a Joram, por ser el primogénito. 4 Cuando Joram se posesionó del reino y se afirmó en él, pasó a cuchillo a todos sus hermanos y a algunos jefes de Israel. 5 Tenía Joram treinta y dos 6 años cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. Anduvo por los caminos de los reyes de Israel, como había hecho la casa de Ajab, pues tuvo por mujer a una hija de Ajab, e hizo

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7

lo malo a los ojos de Yahvé. Pero no quiso Yahvé destruir la casa de David por la alianza que había hecho con 1 )avid y la promesa que le hizo de darle siempre una lámpara a él y a sus hijos. 8 En su tiempo9 se rebeló Edom contra el dominio de Judá y se dio un rey. Marchó Joram con sus jefes y todos sus carros, y, levantándose de noche, derrotó a los de Edom, que le tenían cercado a él y a los jefes de sus carros. 10 Sin embargo, la rebelión de Edom contra el dominio de Judá dura hasta hoy. También se rebeló contra su dominio Libna porque había dejado a Yahvé, Dios de sus padres. n Joram se hizo altos en los montes de Judá, incitó a los habitantes de Jerusalén a la prostitución idolátrica e impelió a ella a Judá. 12 Recibió un escrito del profeta Elias, que decía: «He aquí lo que dice Yahvé, Dios de David, tu padre: Por no haber andado por los caminos de Josafat, tu padre, ni por los de Asa, rey de Judá, 13 antes bien por los de los reyes de Israel; por haber hecho fornicar a Judá y a los moradores de Jerusalén, como fornica la casa de Ajab, y por haber dado muerte a 14 tus hermanos, a la casa de tu padre, que eran mejores que tú, Yahvé castigará a tu pueblo con una plaga muy grande, y a tus hijos, y a tus mujeres, y a tu hacienda, 15 y a ti con una violenta enfermedad, con enfermedad de tus entrañas, que aumentará de día en día, hasta que las entrañas se te salgan por la fuerza del mal». 16 Despertó entonces Yahvé contra Joram el espíritu de17los filisteos y de los árabes, que habitan cerca de los cusitas, los cuales subieron contra Judá, invadieron la tierra y pillaron toda la hacienda que hallaron en la casa del rey, y se llevaron a sus hijos y a sus mujeres, no quedándole otro hijo que Joacaz, el menor de todos. 18 Después de esto le hirió a él Yahvé en las entrañas de una enfermedad incurable, 19 que fue creciendo de día en día, hasta que al fin del año segundo se le salieron a Joram las entrañas por la violencia del mal. Murió en medio de los más acerbos dolores, y su pueblo no quemó perfumes en su honor, como lo había hecho con sus padres. 20 Treinta y dos años tenía cuando comenzó a reinar, y reinó ocho años en Jerusalén. Se fue sin ser llorado de nadie y le sepultaron en l¡i ciudad de David, pero no en los sepulcros de los reyes. Además de una ampliación de las noticias de 2 Re 8,16-24, habla el texto de la matanza de los hermanos del rey y jefes de Israel (v.4), de la carta que le escribió lillas (v. 12-15) y de su fin desastroso (v.18-19). La mención de lillas y su intervención en el reinado de Joram crea dificultades, a menos que se lea Elíseo en lugar de Elias (2 Re 3,1 iss). Acaso el autor sagrado se refiera más a la actitud que hubiera tomado Ellas que a su misma persona. Reinado 1

de Ocozías 9,21;

(22,1-9a =2 10,12-14)

Re

8,24-29;

Los habitantes de Jerusalén proclamaron sucesor de Joram a Ocozías, el menor de sus hijos, porque la tropa que había venido al campo con los árabes había dado muerte a todos los mayores que él. Así, Ocozías, hijo de Joram, fue rey de Judá. 2 Tenía Ocozías veintidós años cuando comenzó a reinar, y reinó un año en Jerusalén. Su madre se llamaba Atalía, hija de

2 Crónicas 2í

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2 Crónicas 23

3

O m r í . A n d u v o p o r los caminos de la casa de Ajab, pues su m a d r e le aconsejaba i m p í a m e n t e . 4 H i z o lo malo a los ojos de Yahvé, c o m o la casa de Ajab, q u e después de la m u e r t e de su p a d r e le sirvió de consejero p a r a su perdición. 5 Llevado d e sus consejos, fue con J o r a m , hijo de Ajab, rey de Israel, a la guerra contra Jazael, rey de Siria, a R a m o t Galaad, y los sirios hirieron a J o r a m . 6 Volvióse éste a Jezrael para c u r a r las heridas q u e los sirios le habían hecho en R a m o t , cuando luchaba contra Jazael, rey de Siria. Bajó Ocozías a ver a J o r a m , hijo de Ajab, a Jezrael, d o n d e estaba herido; 7 y p o r voluntad de Dios, para su ruina, bajó Ocozías a ver a J o r a m ; pues, llegado allí, safio con J o r a m ai e n c u e n t r o de Jehú, hijo efe Nlmsí, a quien Yahvé había ungido para e x t e r m i n a r a la casa de Ajab; 8 y mientras J e h ú hacía justicia con la casa de Ajab, dio con los jefes de J u d á y con los hijos de los h e r m a n o s de Ocozías q u e estaban al servicio de Ocozías, y los m a t ó ; 9 a buscó a Ocozías, que fue hallado en Samaría, d o n d e se había escondido; y le cogieron y llevaron a Jehú, que le dio m u e r t e ; sepultáronle, p o r q u e dij e r o n : «Es hijo de Josafat, q u e buscó a Yahvé de todo corazón». O b r ó Ocozías el mal p o r instigación de su m a d r e Atalía. Según 2 R e 8,26, tenía veintidós años al e m p e z a r a reinar, cifra q u e debe retenerse según el lugar paralelo y versiones. Alióse con el rey de Israel contra Jazael. F u e m u e r t o p o r J e h ú cerca de M e g i d d o c u a n d o trataba de esconderse en Samaria. P o r su tolerancia religiosa es juzgado severamente.

El crimen

de Atalía

(22,9b-12

= 2 Re

11,1-3)

9b

No q u e d a b a de la casa de Ocozías persona en edad de reinar, 10 y Atalía, m a d r e de Ocozías, viendo que era m u e r t o su hijo, se alzó y exterminó a toda la estirpe real de la casa de J u d á ; 11 pero Josabat, hija del rey, cogió a Joás, hijo de Ocozías, y le arrebató de en m e d i o de los hijos del rey c u a n d o los m a t a b a n , escondiéndole a él y a su nodriza en el dormitorio. Así, Josabat, hija del rey J o r a m , mujer del sacerdote Joyada y h e r m a n a de Ocozías, le escondió de Atalía, q u e n o p u d o matarle. 12 Seis años estuvo escondido con ellos en la casa de Dios, y era en tanto Atalía la que reinaba en la tierra. E l relato concuerda d e cerca con el d e los Reyes. Atalía estaba a p u n t o d e extinguir la dinastía davídica; p e r o D i o s vela p o r el c u m p l i m i e n t o de sus p r o m e s a s salvando a Joás.

Proclamación de Joás y muerte de (23,1-21=2 Re 11,4-20)

Atalía

1 Al séptimo año revistióse Joyada d e valor, y se concertó con los jefes de centenas: Azarías, hijo de Jerojam; Ismael, hijo de Jojanán; Azarías, hijo de O b e d ; Masaya, hijo de Adaya, y Elisafat, hijo de Z i t r í . 2 Recorrieron J u d á y r e u n i e r o n a los levitas de todas las ciudades de J u d á y a los jefes de las familias de Israel, que vinieron a Jerusalén, 3 y toda la asamblea hizo alianza con el rey «;n la casa de Dios. Joyada les dijo: «Ahí tenéis al hijo del rey q u e reinará, c o m o lo ha dicho Yahvé, de los

nr>:i

4

hijos de D a v i d . M i r a d lo q u e habéis de hacer. Jil li'ivio ilc vosotros q u e el día del sábado entra de servicio, siiccrv|olc» y levitas, hará la guardia en los atrios; 5 otro tercio estará en el palacio del rey, y el otro, en la puerta de Jesod. T o d o el pueblo se reunirá en el atrio de la casa de Yahvé. 6 Q u e no entre ni salga nadie de la casa de Yahvé, fuera de los sacerdotes y levitas que están de servicio; éstos p o d r á n entrar p o r q u e están consagrados. 7 T o d o el pueblo h a r á la guardia de Yahvé, y los levitas rodearán al rey p o r todas partes; cada u n o tendrá las arm a s en su m a n o , y quienquiera q u e entrare en la casa, morirá. Estaréis con el rey c u a n d o éste e n t r e y salga». 8 Los levitas y todo J u d á hicieron todo lo q u e el sacerdote Joyada había mandado, y cada u n o t o m ó a los suyos, los q u e entraban en servicio y los q u e salían de servicio el sábado, pues el sacerdote Joyada no exceptuó a ninguna de las divisiones. 9 El sacerdote Joyada entregó a los jefes de centenas las lanzas y los escudos grandes y pequeños, q u e provenían del rey D a v i d y se hallaban en la casa de Dios. 10 H i z o q u e rodeasen al rey, poniendo a todo el pueblo cada u n o con las a r m a s en la m a n o , desde el lado derecho hasta el lado izquierdo de la casa, junto al altar y por toda la casa. n Y adelantando al hijo del rey pusieron sobre su cabeza la d i a d e m a y el testimonio y le p r o c l a m a r o n rey. Joyada y sus hijos le ungieron y gritaron: «¡Viva el rey!» 12 Atalía oyó el estrépito del pueblo, q u e corría y aclamaba al rey; vino a d o n d e estaba el pueblo en la casa de Yahvé 13 y miró. Estaba el rey sentado en su estrado, a la entrada, y los jefes y las trompetas estaban j u n t o al rey, y todo el pueblo de la tierra daba muestras de gran alegría, y sonaban las trompetas, y los cantores, con los instrumentos de música, entonaban cánticos de alabanza. Atalía rasgó sus vestiduras y gritó: «¡ Conspiración, conspiración !» 14 Entonces el sacerdote Joyada, llamando a los jefes de centena q u e estaban al frente de las tropas, les dijo: «Sacadla de las filas, y a quienquiera q u e la siga le matáis». Pues el sacerdote dijo: «No la matéis en la casa de Yahvé». 15 HízoseJe lugar y se e n c a m i n ó al palacio real p o r la entrada de la puerta de los caballos, y allí la m a t a r o n . 16 Joyada hizo alianza entre Yahvé, el pueblo todo y el rey, de ser el pueblo de Yahvé. 17 Después de esto entró todo el pueblo en el t e m p l o de Baal y lo derribaron echando p o r tierra sus altares, haciendo pedazos sus imágenes, y m a t a r o n de/ante del altar a M a t a n , sacerdote qfe Baal. 18 L u e g o o r d e n ó Joyada los oficios en la casa de Yahvé por m a n o de los sacerdotes y levitas, según la ordenación, hecha por D a v i d en la casa de Yahvé, para ofrecer a Yahvé holocaustos, c o m o está escrito en la L e y de Moisés, en medio de cantos de júbilo, conforme a la ordenación de D a v i d . 19 Puso también los porteros a las puertas de la casa de Yahvé para que por ninguna entrase n i n g ú n i n m u n d o . 2 0 Y t o m a n d o luego a los jefes de centena, a los jefes del pueblo y al pueblo todo de 1^ tierra, llevaron al rey de la casa de Yahvé, y, llegados al medio de la puerta principal de la casa del rey, sentaron al rey sobre el tron o del reino. 2 l T o d o el pueblo de la tierra estaba lleno de júbilo, y la ciudad se estuvo tranquila. Atalía había sido m u e r t a a espada. A m b a s relaciones c o n c u e r d e n fundamentalmente, con sensibles diferencias q u e s u r g e n p o r la diferente perspectiva de los autores,

654

/ en la disposición y valoración de los hechos. A diferencia del lugar paralelo de Reyes, la entronización del rey fue hecha por la asamblea, compuesta en su mayoría por levitas. Para el cronista sólo los sacerdotes y levitas podían entrar en el santuario, en el cual estos últimos tenían una misión concreta (i Crón c.15-28; Núm c.1-4). La entronización de Joás reviste los caracteres de un acontecimiento más litúrgico que político. Los guardias se quedaron en la puerta del templo o en el palacio. Joás debe ser proclamado rey por ser hijo de David (v.3); Joyada y sus hijos le ungieron ( v . n ) , después de haberle puesto sobre la cabeza la diadema y la alianza, o sea, la Ley, según Deut 17,18, que manda al rey"copiar un ejemplar de la Ley. Joás,

rey

de Judá

(24,1-16

= 2 Re

605

2 Crónicas 24

2 Crónicas 24

12,1-17)

1 Siete años tenía Joás cuando comenzó a reinar, y reinó cuarenta 2años en Jerusalén. Su madre se llamaba Sibyá, de Berseba. Hizo Joás lo que es recto a los ojos de Yahvé todo el tiempo de vida del sacerdote Joyada. 3 Joyada tomó para Joás dos mujeres, y Joás engendró hijos e hijas. 4 Después de esto vino a Joás el pensamiento de reparar la casa de Yahvé, 5 y, reuniendo a los sacerdotes y levitas, les dijo: «Salid por todas las ciudades de Judá y recoged cada año de todo Israel dinero para reparar la casa de vuestro Dios, y poned en esto gran diligencia». Pero los levitas no se dieron prisa, 6 y llamando el rey a Joyada, sumo sacerdote, le dijo: «¿Por qué no has cuidado de que los levitas trajesen de Judá y de Jerusalén el tributo impuesto por Moisés, siervo de Dios, a toda7 la congregación de Israel para el tabernáculo del testimonio ? Pues la impía Atalía y sus hijos han saqueado la casa de Dios, empleando para servir a los baales todo lo consagrado a la casa de Yahvé». 8 Mandó entonces el rey que se hiciera un arca y la pusieran fuera, a la entrada de la casa de Yahvé; 9 y se pregonó por Judá y Jerusalén que trajesen a Yahvé el tributo que Moisés, siervo de Dios, había impuesto a Israel en el desierto. 10 Todos los jefes y el pueblo todo se complacieron nen ello, y traían y echaban en el arca lo que había de pagarse. En el momento oportuno, cuando los levitas veían que en el arca había mucho dinero, que había que entregar a los intendentes del rey, el secretario del rey y el comisario del sumo sacerdote venían a vaciar el arca y luego volvían a ponerla en su sitio, haciendo así todos los días y cogiendo dinero en abundancia. 12 El rey y Joyada se lo entregaban a los encargados de hacer las obras en la casa de Yahvé para pagar a los canteros y carpinteros para la reparación de la casa de Yahvé, así como a los herreros y broncistas para reparar la casa de Yahvé. 13 Los oficiales trabajaron e hicieron las reparaciones necesarias, restituyendo a su estado la casa de Dios y consolidándola. 14 Cuando se terminaron las obras, llevaron al rey y a Joyada el resto del dinero, y de él se hicieron utensilios para la casa de Yahvé, los utensilios para el servicio, copas para los holocaustos, copas y otros utensilios de oro y de plata; durante toda la vida de Joyada se ofrecieron continuamente holocaustos en la casa de Yahvé. 15 Murió Jo-

\ \ \

yada viejo y harto de días; tenía al morir ciento treinta uño». 16 Fue sepultado en la ciudad de David, con los rcye«, pues había hecho mucho bien por Israel, por Dios y por 1U CMa.

Según el libro de los Reyes, utilizó Joás las ofrendas hechas al templo con ocasión de los votos o de peregrinaciones para reparar el templo; en nuestro texto se dice que sacerdotes y levitas se esparcieron por las ciudades de Judá recolectando limosnas para este fin. Ante el poco celo de sacerdotes y levitas, colocó el rey en el templo un cepillo en el que se recogerían las limosnas de los fieles (2 Re 12,7-16). Es el sumo sacerdote Joyada quien propone al rey las dos mujeres (v.3). Joás restableció el reino teocrático y cuidó, por lo mismo, de devolver al templo su antiguo esplendor, proveyéndolo de los utensilios necesarios para el culto (v.12-14). Idolatría

y castigos

(24,17-27)

17 Después de la muerte de Joyada comenzaron los príncipes a adular al rey, y éste los escuchó, 18 y dejando la casa de Yahvé, Dios de sus padres, sirvieron a las «aseras» y a los ídolos; y vino la ira de Dios sobre Judá y sobre Jerusalén, porque se habían hecho culpables. ls> Yahvé les mandó profetas para reducirlos a sí, pero no escucharon sus advertencias. 20 El espíritu de Dios descendió sobre Zacarías, hijo del sacerdote Joyada, que, presentándose ante el pueblo, dijo: «Así habla Dios: ¿Por qué quebrantáis los mandamientos de Yahvé? No os vendrá bien por ello, pues si vosotros dejáis a Yahvé, Yahvé os dejará a vosotros». 21 Conjuráronse contra él y de orden del rey le lapidaron en el atrio de la casa de Yahvé. 2Z No se acordó el rey Joás del bien que le había hecho Joyada, padre de Zacarías, y dio muerte a su hijo. Zacarías dijo al morir: «Vea Yahvé y El lo requiera». 23 A la vuelta del año subió contra él el ejército de Siria, que vino a Judá y Jerusalén. Mataron de entre el pueblo a todos los príncipes de él, y llevaron todos sus despojos al rey de Damasco. 24 El ejército de Siria había venido con poca gente; pero Yahvé entregó en sus manos un ejército inuy considerable, porque habían abandonado a Yahvé, Dios de sus padres. 25 Los sirios hicieron justicia a Joás, y, una vez que se retiraron dejándole en gran dolor, conspiraron contra él sus servidores para vengar la sangre de los hijos de Joyada, sacerdote, y le dieron muerte en su lecho. Murió y fue sepultado2 a Yahvé, Dios de sus padres; no les impute el no estar suficientemente 20 purificados». Escuchó Yahvé a Ezequías y perdonó al pue21 blo. Así celebraron los hijos de Israel que se hallaron en Jerusalén la solemnidad de los ácimos durante siete días, con gran gozo, cantando todos los días las alabanzas de Yahvé, y tocando los levitas y los sacerdotes los instrumentos con toda fuerza a Yahvé. 22 Ezequías habló con bondad a los levitas que conocían mejor el culto de Yahvé, y éstos comieron las víctimas durante los siete días que duró la solemnidad, inmolando hostias pacíficas y alabando a Yahvé, Dios de sus padres. 23 También la muchedumbre decidió alegremente celebrar la fiesta otros siete días, haciéndolo con gran regocijo, 24 pues había regalado Ezequías al pueblo mil toros y siete mil ovejas; y también los príncipes, por su parte, dieron al pueblo mil bueyes y diez mil ovejas. Hubo, pues, gran número de sacerdotes que se habían santificado. 25 Todo el pueblo de Judá estaba rebosando de alegría, lo mismo sacerdotes y levitas, que la muchedumbre venida de Israel, que los extranjeros que habían venido de la tierra de Israel o habitaban en Judá. 26 Fue grande la solemnidad celebrada en Jerusalén, tal cual nunca la 27hubo desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel. Levantáronse después los sacerdotes y levitas y bendijeron al pueblo, y fue oída su voz, y llegó su oración al santuario de los cielos. Los sacerdotes y levitas hicieron penitencia y ofrecieron holocaustos en la casa de Yahvé. En vez de los padres de familia (Lev 1,5; 3,24; Ex 12,6), fueron los levitas los que inmolaron los corderos pascuales. La fiesta de los ácimos duró siete días (Lev 23,6; Deut 16,3). Perdonó Dios a los de Efraím, Manases, Isacar y Zabulón que comieron la pascua sin purificarse, interpretando más ampliamente las leyes sobre la pureza legal (Me 7,1-13). Los cielos son la morada de la santidad de Yahvé (Deut 26,15; Jer 25,30). Reforma 1

del culto

(31,1-21)

Después de todo esto, los de Israel que habían venido fueron por las ciudades de Judá y destrozaron los cipos, abatieron las «aseras» y derribaron del todo los altos y los altares de todo Judá y Benjamín y en Efraím y Manases. Luego todos los hijos de Israel se volvieron a sus ciudades, cada uno a su posesión. 2 Ezequías restableció las clases de los sacerdotes y de los levitas, según sus divisiones, cada uno según sus funciones, sacerdotes y levitas, para los holocaustos y los sacrificios eucarísticos, para el servicio, 3para los cantos y alabanzas, y las puertas de la casa de Yahvé. El rey dio una parte de sus bienes para los holocaustos, para los holocaustos de la mañana y de la tarde, para los holocaustos de los sábados, de los novilunios y de las fiestas, como están prescritos en la Ley de Yahvé. 4 Mandó al pueblo y a los habitantes de Jerusalén que dieran su porción a los sacerdotes y a los 5levitas, para que éstos observasen fielmente la Ley de Yahvé. Cuando la cosa se extendió, los hijos de

666

2 Crónicas 32

2 Crónicas 31 Israel dieron en abundancia las primicias del trigo, del mosto, del aceite, de la miel y de todos los productos del campo, y trajeron también en abundancia el diezmo de todo. 6 Igualmente, los hijos de Israel y de Judá que habitaban en las ciudades de Judá dieron el diezmo del ganado mayor y menor y el diezmo de las cosas santas que eran consagradas7 a Yahvé, su Dios, y de que se hicieron muchos montones. Comenzó a hacerse el cúmulo el tercer mes y se acabó el mes séptimo. 8 Ezequías y los jefes vinieron a ver los montones y bendijeron a Yahvé y a su pueblo, Israel. 9 Preguntó Ezequías a los sacerdotes y a los levitas acerca de los montones, 10 y el sumo sacerdote Azarías, de la casa de Sadoc, le respondió: «Desde que se ha comenzado a traer ofrendas a la casa de Yahvé hemos comido, nos hemos saciado y hemos dejado mucho de sobra, porque Yahvé ha bendecido a su pueblo, y he aquí la gran cantidad que todavía queda». n Ezequías dio orden12de preparar las cámaras de la casa de Yahvé, y se prepararon. Lleváronse a ellas fielmente las ofrendas, el diezmo y las cosas consagradas. El levita Cananías tuvo la intendencia de ellas, y su hermano Simeí era su segundo. I 3 Jejiel, Azarías, Najat, Asael, Jerimot, Jozabal, Elieí, Jismaquía, Majat y Benaya estaban empleados bajo la dirección de Cananías y de su hermano Simeí, según las órdenes del rey Ezequías y las de Azarías, jefe de la casa de Dios. 14 El levita Coré, hijo de Jimna, portero de la puerta de oriente, tenía la intendencia de las donaciones voluntarias hechas a Dios, para distribuir lo que se presentaba a Yahvé por elevación y las cosas santísimas. 15 En las ciudades sacerdotales, Edén, Minyamín, Jesúa, Semeyas, Amarías y Secamías estaban a sus órdenes para hacer fielmente las distribuciones a sus hermanos, grandes o pequeños, según lo que les correspondía; 16 a los varones registrados de tres años arriba, y a todos los que diariamente entraban en la casa de Yahvé para hacer su servicio según sus funciones y según sus divisiones, 17 y a los sacerdotes registrados según sus casas paternas, y a los levitas de veinte años arriba, según sus funciones y según sus divisiones; l 8 y a los de toda la congregación registrados con todos sus niños, sus mujeres, sus hijos y sus hijas, porque se consagraban fielmente al servicio del santuario. i* Y para los hijos de Aarón, los sacerdotes, que habitaban en los campos, en los suburbios de sus ciudades, había en cada ciudad hombres nominalmente designados para distribuirles sus porciones a todos 20los varones de los sacerdotes y a todos los levitas registrados. Esto hizo Ezequías en todo Judá; hizo lo bueno y lo recto y lo verdadero ante Yahvé, su Dios. Obraba con toda la rectitud de su corazón, 21 y prosperó en cuanto emprendió, buscando a su Dios, para el servicio de la casa de Dios, por la Ley y los mandamientos.

La obra religiosa de Ezequías fue extraordinaria. A la purificación del templo efectuada antes de la Pascua (29,3-17) siguió la de Jerusalén (30,14) y la de las ciudades de Judá y de Israel (sometido a Asiria) con la destrucción de los masseboth, asherim y lugares altos (v.i), incompatibles con la ley de la unidad de santuario (Deut 12,13-14). A ello siguió la reorganización de los sacerdotes y levitas según la antigua clasificación señalada por David. Superando

667

a Salomón (8,13), Ezequías comprometióse a proveer el holocausto perpetuo de la mañana y de la tarde. Obligóse el pueblo al pago de los diezmos y primicias para el mantenimiento de los ministros del templo (Núm 18,21-32; Deut 14,22-27; 18,1). Para ello efectuóse una colecta que duró desde Pentecostés hasta la fiesta de los Tabernáculos (v.7), reuniéndose tal cantidad, que Jos sacerdotes y levitas no pudieron consumir. La explicación de tanta abundancia es por haber bendecido Dios a su pueblo a causa de su celo por el culto (Lev 2Ó,3ss). Lo sobrante se colocó en las cámaras del templo (Neh 13,5; 1 Grón 9,26) bajo la vigilancia de dos administradores levitas, nombrados por el rey y el sumo sacerdote y asistidos por otros diez. La distribución de estos bienes alcanzó también a los sacerdotes y levitas que vivían en las ciudades levíticas (1 Crón 6, 54-81). Por sus reformas fue Ezequías un representante auténtico de la teocracia al interesarse por el culto y por la observancia de la Ley por parte de todos. Dios recompensará su conducta asegurándole la victoria sobre los enemigos de la comunidad davídica (qahal). Invasión

de Senaquerib

(32,1-33)

1 Después de estas cosas y de estos actos de fidelidad, vino Senaquerib, rey de Asiria, que invadió Judá2 y puso sitio a las ciudades fuertes para apoderarse de ellas. Ezequías, viendo que había venido Senaquerib y que se proponía atacar Jerusalén, 3 tuvo consejo con los príncipes y los más valerosos de los oficiales, proponiendo si se cegarían las fuentes de aguas que había fuera de la ciudad, y ellos le apoyaron. 4 Una gran muchedumbre se reunió, y cegaron todas las fuentes y el arroyo que corría por el medio del territorio, diciendo: «¿Por qué habrán de hallar los reyes de Asiria, cuando vengan, provisión de agua?» 5 Ezequías cobró ánimo y reparó también con gran cuidado todas las murallas que habían sido derribadas, alzó en ellas torres y una antemuralla; reparó el terraplén6 de la ciudad de David e hizo armas de toda suerte y escudos. Nombró jefes para mandar el ejército y, reuniendo luego a todo el mundo en la plaza de la puerta de la ciudad, les habló al corazón, diciendo: 7 «Esforzaos y confortaos; no temáis; no os dé miedo el rey de Asiria y toda esa muchedumbre que trae, porque más son los que con nosotros están que los que están con él. 8 El tiene el brazo de carne; pero con nosotros está Yahvé, nuestro Dios, para ayudarnos y combatir nuestros combates». El pueblo cobró valor con las palabras de Ezequías, rey de Judá. 9 Después de esto, Senaquerib, rey de Asiria, que combatía a Laquis con todo su poder, mandó emisarios a Jerusalén para decir a Ezequías, rey de Judá, y a todos los de Judá que estaban en Jerusalén: 1° «Así dice Senaquerib, rey de Asiria: ¿En quién confiáis vosotros para estaros quietos, cercados en Jerusalén? 11 ¿No os engaña Ezequías para entregaros a la muerte, al hambre, a la sed, diciendo: Yahvé, nuestro Dios, nos librará de la mano del rey de Asiria? 12 ¿No es Ezequías el que ha hecho desaparecer sus altos y sus altares, diciendo a Judá y a Jerusalén: Sólo ante este altar adoraréis y quemaréis perfumes? I3 ¿No sabéis lo que yo y mis padres hemos hecho con todos

668

2 Crónicas 32 los pueblos de la tierra? ¿Pudieron acaso los dioses de esas gentes librar sus tierras de mis manos? 14 ¿Qué dios de entre los dioses de esas gentes que destruyeron mis padres pudo salvar a su pueblo de mis manos? 15 ¿Cómo, pues, va a poder vuestro Dios libraros de mi mano? Que no os engañe, pues, Ezequías; cuando tal cosa quiera persuadiros, no le creáis; que si ningún dios de los de todas esas naciones y reinos pudo librar a sus pueblos de mis manos y de las manos de mis padres, ¡cuánto menos podrá vuestro Dios libraros de mis manos!» 16 Otras cosas más añadieron los emisarios de Senaquerib contra Yahvé y contra Ezequías, su siervo. 17 Escribió, además, cartas en que blasfemaba de Yahvé, Dios de Israel, y hablaba contra El, diciendo: «Lo mismo que los dioses de las gentes de las tierras no pudieron librar a sus pueblos de mis manos, tampoco el Dios de Ezequías librará al suyo de mis manos». 18 Y hablaban en voz muy alta, en judío, al pueblo de Jerusalén que se hallaba en las murallas, para asustarlos y hacerlos entrar en temor, para apoderarse de la ciudad. 19 Hablaron contra el Dios de Jerusalén, lo mismo que contra los2 0dioses de las gentes de la tierra, obra de manos de hombres. Pero el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amos, opusieron sus oraciones a estas blasfemias y clamaron al cielo; 21 y Yahvé envió un ángel, que mató a cuantos fuertes y valerosos había en el ejército del rey de los asirios y al jefe que los mandaba; y Senaquerib se volvió con afrenta a su tierra, y allí, entrando en el templo de su dios, hijos suyos, que de él habían salido, le mataron a espada. 22 Así libró Yahvé a Ezequías y a los moradores de Jerusalén de la mano de Senaquerib, rey de los asirios, y de las manos de todos, y les dio la paz con todos sus reinos. 23 Muchos de éstos aún trajeron a Jerusalén víctimas para ofrecer allí sacrificios a Yahvé y presentes a Ezequías, rey de Judá, cuya fama fue luego muy grande entre todas las naciones. 24 Por aquel entonces cayó enfermo de muerte Ezequías y rogó a Yahvé, que le escuchó, dándole una señal de su curación. 25 Pero no correspondió Ezequías al bien que le había sido hecho; antes se ensoberbeció su corazón, y se encendió la ira de Yahvé contra él y contra Judá y Jerusalén. 26 Pero Ezequías, después de haberse engreído su corazón, se humilló, y se humillaron con él los moradores de Jerusalén, 27y no vino sobre ellos la ira de Yahvé en los días de Ezequías. Tuvo Ezequías riquezas y gloria sobremanera, y reunió tesoros de plata y oro, de piedras preciosas, de aromas, de escudos y de cuantas alhajas son de desear. 28 Asimismo tuvo depósitos para almacenar las rentas de trigo, vino y 29aceite, y establos para las bestias y apriscos para sus ganados. Hízose también ciudades para él, pues tenía una gran muchedumbre de rebaños, de ovejas y de toda suerte de ganado mayor, por haberle dado Dios mucha hacienda. 30 Este mismo Ezequías fue el que cubrió los manantiales de las aguas de Guijón de Arriba, y condujo las aguas bajo tierra a occidente de la ciudad de David, y salió con cuanto emprendió. 31 Dios, sin embargo, para probarle y para que descubriese lo que tenía en su corazón, le dejó en lo de los embajadores de los príncipes de Babilonia, que vinieron a él 32para informarse del prodigio que había acaecido en la tierra. El resto de los hechos de Ezequías, de todas sus buenas obras, escrito está en las profecías de Isaías, profeta, hijo de Amos, y en

669

2 Crónicas 33 33

el libro de los reyes de Judá y de Israel. Durmióse Ezequías con sus padres, y fue sepultado en un lugar más eminente que los sepulcros de los reyes, hijos de David, y todo Judá y Jerusalén celebraron sus funerales. Le sucedió Manases, su hijo. Salvo pocas novedades (v.2-8; Is 22,9-11), el presente capítulo alude a hechos narrados en 2 Re 18,13.17-37; 19,14-15.35-37; 20, 12-21; Is 36,1-22; c.37-39. El trato amistoso dado a los enviados de Merodacbaladán significa una mancha en la vida de Ezequías (1 Re 20,12-19), pero Dios le perdonó por haberse humillado (v.26). Porque su vida fue agradable a Dios, le fueron concedidas muchas riquezas. Deshace

Manases

la obra

(33,1-10 = 2 Re

de

Ezequías

21,1-18)

1 Doce años tenía Manases cuando comenzó a reinar, y reinó cincuenta y cinco años en Jerusalén. 2 Hizo el mal a los ojos de Yahvé, conforme a las abominaciones de las gentes que Yahvé había arrojado ante los hijos de Israel, 3 y, volviéndose, reedificó los altos que había derribado Ezequías, su padre; levantó altares a los baales, se4hizo «aseras» y adoró a toda la milicia de los cielos y les sirvió. Alzó también altares en la casa de Yahvé, de la que había dicho Yahvé: «En Jerusalén estará mi nombre perpetuamente»; 5 pero los alzó en honor de toda la milicia del cielo, en los dos atrios del templo de Yahvé. 6 Pasó a sus hijos por el fuego en el valle de Ben Hinnón; observaba los sueños y los augurios, se dio a la magia, teniendo cerca de sí magos y encantadores, e hizo mucho mal ante Yahvé, irritándole. 7 Puso, además, una estatua fundida en la casa de Dio», de la que había dicho Yahvé hablando a David y a Salomón, su hijo: «Estableceré para siempre mi nombre en esta casa y en Jerusalén, que he elegido entre todas las tribus de Israel, 8 y no removeré el pie de Israel de la tierra que yo di a vuestros padres, siempre que ellos guarden y pongan por obra cuanto yo les he mandado, toda la Ley, mandamientos y preceptos que les he dado por mano de Moisés». '> Descarrió Manases a Judá y a los moradores de Jerusalén, para hacer peor todavía que las gentes que Yahvé destruyó ante los hijos de Israel. 10 Habló Yahvé a Manases y a su pueblo, pero ellos no le escucharon.

Entregóse por completo a la idolatría, siendo calificado repetidamente de ser el rey más impío de Judá (2 Re 23,26; 4,3-4). La narración concuerda en todo con la de Reyes.

Conversión 11

del rey

(33,11-20)

Por lo que trajo Yahvé contra ellos a los jefes del ejército del rey de los asirios, que apresaron a Manases y, cargado de grillos y cadenas, se lo llevaron a Babilonia. I2 Cuando se vio en la angustia, oró a Yahvé, su13Dios, humillándose grandemente ante el Dios de sus padres. Gimió y le dirigió instantes súplicas, y fue atendido, pues oyó su oración y le volvió a Jerusalén, a su reino. Entonces conoció Manases que Yahvé es Dios.

670

2 Crónicas 33

A causa d e sus pecados, D i o s le castigó enviando sobre él a los asirios, q u e , cazándolo con garfios (Ez 19,9; J o b 40,26), le llevaron cautivo a Babilonia. E n tal estado t r a t ó d e apaciguar a Y a h v é con la oración, humillándose ante D i o s . E n t o n c e s conoció M a n a s e s q u e Yahvé es Dios (v.13). C o m o consecuencia, hizo desaparecer ios dioses extranjeros y t o d o c u a n t o tenía resabio d e idolatría, m a n d a n d o a J u d á q u e sirviese al D i o s de Israel. A s a r a d d ó n (681-668) cita a M a n a s e s e n t r e los vasallos q u e le m a n d a n a N í n i v e toda suerte d e bienes. L e menciona t a m b i é n A s u r b a n i p a l (668-632) en su c a m p a ñ a contra Egipto como rey sometido a t r i b u t o . Pero en n i n g u n a p a r t e se alude a su cautividad. T a m p o c o el relato de 2 R e 21,1-18 habla de su conversión. El libro apócrifo Oración de Manases habla de la salvación del pecador y de la misericordia divina, p e r o n o p u e d e afirmarse q u e r e p r o d u z c a la oración del rey. Q u i z á su autor la c o m p u s o t o m a n d o como base las noticias d e n u e s t r o texto. N o q u i t ó M a n a s e s los altos d e Y a h v é (v.17), q u e subsistieron en t o d o el t i e m p o anterior a la cautividad (2 R e 23,13-19). Sobre su sepultura, véase 2 R e 21,18.

Reinado

de Amón

(33,21-25

671

2 Crónicas 34

14 D e s p u é s de esto reedificó la muralla exterior de la ciudad de D a v i d , a occidente de Guijón, en el valle, desde la entrada de la puerta del pescado, continuándola hasta el Ofel y elevándola considerablemente, y puso jefes del ejército en todas las ciudades fuertes de J u d á . 1S H i z o desaparecer los dioses ajenos y quitó de la casa de Yahvé el ídolo y todos los altares que había alzado en el m o n t e de la casa de Yahvé y en Jerusalén, y los hizo arrojar todos fuera de la ciudad. 16 Restableció el altar de Yahvé, y sobre él ofreció víctimas y sacrificios pacíficos y eucarísticos, y m a n d ó a J u d á que sirviese a Yahvé, Dios de Israel. 17 P e r o el pueblo seguía sacrificando en los altos, a u n q u e sólo a Yahvé, Dios de Israel. 18 El resto de los hechos de Manases, su oración a Dios y las palabras de los videntes q u e le hablaron en n o m b r e de Yahvé, Dios de Israel, escrito está en el libro de los reyes de Israel. 19 T a m b i é n su oración, y c ó m o fue oído, y todos sus pecados y prevaricaciones, los lugares d o n d e edificó altos y puso «aseras» e ídolos antes de humillarse, todo está escrito en la historia de los videntes. 2 0 D u r m i ó s e Manases con sus padres y fue sepultado en el jardín de su casa. L e sucedió A m ó n , su hijo.

= 2 Re

21,19-26)

21

Veintidós años tenía A m ó n cuando c o m e n z ó a reinar, y reinó dos años en Jerusalén. 2 2 H i z o el mal a los ojos de Yahvé, c o m o lo había hecho Manases, su p a d r e , pues sirvió y sacrificó A m ó n a todos los ídolos q u e había hecho su p a d r e ; 2 3 p e r o n u n c a se humilló delante de Yahvé, c o m o se humilló Manases, su p a d r e ; antes cometió crímenes m u c h o m á s grandes. 2 4 Conspiraron contra él sus servidores, y le m a t a r o n en su casa. 2 5 El pueblo dio m u e r t e a los q u e habían m a t a d o a A m ó n , y puso p o r rey en su lugar a Josías, su hijo. El v.23 es u n a reflexión p r o p i a del autor de n u e s t r o libro; lo otro es paralelo al texto del libro d e los Reyes.

Josías,

rey de Judá

(34,1-13)

1

O c h o años tenía Josías cuando comenzó a reinar, y reinó treinta y u n años en Jerusalén. 2 Hizo lo recto a los ojos de Yahvé y a n d u v o p o r los caminos de David, su padre, sin apartarse de ellos ni a la derecha ni a la izquierda. 3 A los ocho años d e su reinado, siendo a ú n mozo, comenzó a buscar al D i o s d e D a v i d , su p a d r e , y a los doce años comenzó a limpiar a J u d á y Jerusalén de altos, «aseras», esculturas e imágenes de fundición. 4 D e r r i b a r o n en su presencia los altares de los baales e hizo pedazos los ídolos q u e estaban en ellos, abatió las «aseras» y d e s m e n u z ó las esculturas y fundiciones, esparciendo el polvo sobre las sepulturas de los q u e les habían sacrificado. 5 Q u e m ó los huesos de los sacerdotes d e los ídolos sobre sus altares y limpió a J u d á y Jerusalén. 6 Igual hizo en las ciudades de Manases, Efraím y Simeón, hasta Neftalí, 7 y después de haber derribado los altares y las «aseras» y de haber roto y desmenuzado las esculturas y destruido todos los ídolos p o r la tierra de Israel, se volvió a Jerusalén. 8 A los dieciocho años de su reinado, después de h a b e r limpiado la tierra y el templo, m a n d ó a Safan, hijo de Asalías, y a Maasías, g o b e r n a d o r de la ciudad, y a Juaj, hijo de Joajaz, cronista, q u e reparasen la casa de Yahvé, su Dios. 9 Vinieron éstos a Helcías, s u m o sacerdote, y recibido de él el dinero q u e había sido puesto en la casa de Yahvé y el que los levitas y porteros habían recaudado de Manases y Efraím y de todo el resto de Israel, así c o m o de todo Judá y Benjamín y de los habitantes de J e r u s a l é n , ' ° lo entregaron a los encargados de las obras de reparación del templo, para restaurarlo y rep a r a r las ruinas. Estos dieron el dinero a los maestros encargados de las obras de la casa de Yahvé, n los cuales lo entregab a n a los obreros q u e trabajaban para restaurar y reparar la casa, a los carpinteros y canteros, para que comprasen piedra en las canteras y m a d e r a s para las techumbres de los edificios q u e habían destruido los reyes de Judá. 12 Estos hombres se p o r t a r o n con probidad en sus trabajos. Estaban bajo la vigilancia de Jajat y Abdías, levitas, de entre los hijos de Merarí, y de Zacarías y M e s u l a m , de entre los caatitas, todos ellos hábiles músicos, 13 que vigilaban las obras y dirigían a los obreros ocupados en los diversos trabajos; había además otros levitas q u e hacían d e secretarios, comisarios y porteros. A la lista de reyes fieles al reino teocrático: David, Salomón (Ecli 49, S lo omite) y Ezequías añade el de Josías, del cual dice el texto q u e n o se apartó «ni a la derecha ni a la izquierda», caminando p o r el recto sendero d e la L e y . Según el lugar paralelo de Reyes, c o m e n z ó Josías su reforma a los dieciocho años, pero nuestro texto lo adelanta ocho años (v.3). T a m b i é n , según él, esta reforma p r e cedió al hallazgo de la L e y . H i z o destruir Josías todos los ídolos, altares, objetos idolátricos y lugares altos, reduciéndolo todo a cenizas, q u e se esparcieron sobre las t u m b a s de los q u e habían sacrificado en ellos, c o n t a m i n á n d o s e al contacto con los ídolos. A s i m i s m o , los huesos de sus sacerdotes fueron quemados sobre los altares d o n d e habían servido. L a reforma alcanzó a todo el país, d e s d e el e x t r e m o sur hasta la parte más septentrional (v.6).

Después emprendió la purificación (v.8) y restauración del templo, empleando el dinero depositado allí (24,8-14) y encargando a cuatro jefes de las familias levíticas de Merarí y Caat, hábiles músicos, la supervisión de las obras, asistidos por otros levitas en calidad de escribas, inspectores y porteros (v.13). El cronista pone de relieve la participación activa de los levitas en todos los movimientos encaminados al mayor esplendor del templo y de su culto. Hallazgo

(34,14.28a

del

libro

= 2 Re

673

2 Crónicas 35

2 Crónicas 34

672

de la

Ley

22,8-13)

14 Cuando se sacaba el dinero llevado a la casa de Yahvé, Helcías, sacerdote, encontró el libro de la Ley de Yahvé, dado por mano de Moisés. 15 Entonces Helcías, tomando la palabra, dijo a Safan, secretario: «He encontrado el libro de la Ley en la casa de Yahvé»; y se lo entregó a Safan. i* Safan llevó el libro al rey y le dio cuenta del hallazgo, diciendo: «Tus siervos han hecho cuanto les has mandado, 17 reuniendo el dinero que había en la casa de Yahvé y entregándoselo a los inspectores y a los obreros». 18 Y Safan, secretario, añadió: «El sacerdote Helcías me ha dado este libro»; y Safan lo leyó ante el rey. 19 Cuando el rey oyó las palabras del libro de la Ley, rasgó sus vestiduras 20 y dio esta orden a Helcías, a Ajicam, hijo de Safan; a Abdón, hijo21de Miqueas; a Safan, secretario, y a Asaya, servidor del rey: «Id y consultad a Yahvé, por mí y por el resto que queda en Israel y en Judá, acerca de las palabras de este libro que se ha encontrado; porque grande es la cólera de Yahvé, que se ha derramado sobre nosotros por no haber guardado nuestros padres la palabra de Yahvé y no22 haber puesto por obra todo lo que en este libro está escrito». Helcías y los que con él había designado el rey fueron a la profetisa Julda, mujer de Salum, hijo de Tecua, hijo de Jasra, guarda del vestuario, que habitaba en Jerusalén, en el otro barrio de la ciudad.23Después que ellos le manifestaron lo que tenían que decirle, ella les respondió: «Así habla Yahvé, Dios de Israel: Decid al que a mí os envía: Así habla Yahvé: 24 Yo voy a traer sobre este lugar y sobre sus habitantes todas las maldiciones escritas en el libro que ha sido leído ante el rey de Judá, 25 porque me han abandonado y han ofrecido perfumes a otros dioses, irritándome con todas las obras de sus manos; mi cólera se derramará sobre este lugar y no se extinguirá. 26 Pero decid al rey de Judá, que os ha mandado a consultar a Yahvé: Así habla Yahvé, Dios de Israel, acerca de las palabras que has oído: 27 Por haberse conmovido tu corazón y haberte humillado ante Dios al oír sus palabras contra este lugar y contra sus habitantes; porque has rasgado tus vestiduras28ay has llorado ante Yahvé, también yo he oído, dice Yahvé, y tú te recogerás a tus padres y bajarás en paz al sepulcro y no verán tus ojos todas las desventuras que yo he de hacer venir sobre este lugar y sobre sus habitantes».

Se refiere el hecho siguiendo casi literalmente el texto paralelo de Reyes, excepto el v.14, que es propio de nuestro autor. El libro

se encontró no precisamente en el lugar donde estaba depositado el dinero, sino durante la operación de sacarlo para sufragar las obras. Reforma

religiosa

(34,28b-33

= 2 Re

23,1-3)

2

28b Ellos llevaron al rey esta respuesta. ' El rey hizo reunir a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén; 30 y subió luego a la casa de Yahvé con todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén, los sacerdotes y los levitas y todo el pueblo, desde el más grande al más chico, y leyó delante de todos las palabras del libro de la alianza que había sido encontrado en la casa de Yahvé. 31 Estaba el rey sobre su estrado y renovó la alianza ante Yahvé, obligándose a seguir a Yahvé y a guardar sus mandamientos, sus preceptos y sus leyes con todo el corazón y toda el alma, poniendo por obra las palabras de la alianza escritas en el libro. 32 Hizo entrar en el pacto a todos los que se hallaban en Judá y Benjamín, y los moradores de Jerusalén hicieron según la alianza de Yahvé, Dios de sus padres. 33 Josías hizo desaparecer todas las abominaciones de toda la tierra de los hijos de Israel y obligó a todos cuantos se hallaban en Israel a servir a Yahvé, su Dios. Durante toda su vida no se apartó de Yahvé, Dios de sus padres. Josías murió de muerte violenta (35,23), lo que parece contradecir al oráculo de Julda, que le augura una muerte pacífica. Quizá el autor reproduzca fielmente las palabras pronunciadas antes de la muerte del rey, que encontró escritas en la fuente literaria que emplea. Con todo, no vio Josías los males que se abatieron sobre su pueblo. Durante la lectura el rey estuvo de pie (23,13; 2 Re 11,14). En la asamblea figuran los levitas, pero no los profetas. A la observancia de la alianza se obligaron Judá y Benjamín, pero todos los israelitas eran obligados a servir a Yahvé, su Dios.

Solemne celebración (35,1-19 = 2 Re

de la pascua 23,21-29)

1 Josías celebró la pascua en honor de Yahvé en Jerusalén, y se inmoló la pascua el día catorce del primer mes. 2 Estableció a los sacerdotes3 en sus funciones y los animó al servicio de la casa de Yahvé. Dijo a los levitas que enseñaban a Israel y estaban consagrados a Yahvé: «Colocada el arca santa en la casa que edificó Salomón, hijo de David, rey de Israel, ya no tenéis que trasladarla en hombros.4 Servid ahora a Yahvé, vuestro Dios, y a su pueblo Israel. Aprestaos todos según vuestras casas paternas, según vuestras divisiones, conforme a la ordenación escrita por David, rey de Israel, y de Salomón, su hijo; 5 ocupad vuestros puestos en el santuario según las diversas casas paternas de vuestros hermanos los hijos del pueblo y según la clasificación de las casas paternas de los levitas. Inmolad la pascua, santifícaos y preparadla para vuestros hermanos, conformándoos a las palabras de Yahvé pronunciadas por Moisés». 7 Josías dio a las gentes del pueblo, a cuantos allí se hallaban, corderos y cabritos en número de treinta mil, todo para Biblia comentada 2

22

674

2 Crónicas 35

2 Crónicas 35 la pascua, y tres mil bueyes, todo de la hacienda del rey. 8 Sus jefes hicieron voluntariamente un presente al pueblo, a los sacerdotes y a los levitas. Helcías, Zacarías y Jejiel, príncipes de la casa de Dios, dieron a los sacerdotes para la pascua dos mil seiscientos corderos y trescientos bueyes. 9 Conaya, Semeyas y Natanael, sus hermanos Jasabía, Jeiel y Jozabad, jefes de los levitas, dieron a los levitas para la pascua cinco mil corderos y quinientos bueyes. "> Organizóse el servicio, y los sacerdotes y levitas ocuparon nsus puestos, según sus divisiones, conforme a la orden del rey. Inmolaron la pascua; los sacerdotes derramaron la sangre que recibían12 de mano de los levitas, y los levitas desollaron las víctimas. Pusieron aparte los holocaustos para dárselos a las varias casas paternas de las gentes del pueblo para que se los ofreciesen a Yahvé, como está escrito en el libro de Moisés. Lo mismo hicieron con los bueyes. 13 Asaron la pascua al fuego, como está ordenado, y cocieron las cosas santas en calderas, calderos y sartenes, distribuyéndolas diligentemente al pueblo. 14 Luego prepararon lo que era para ellos y para los sacerdotes, pues los sacerdotes, hijos de Aarón, estuvieron hasta la noche ocupados en ofrecer los holocaustos y sebos; por eso los levitas hubieron de preparar para ellos y para los sacerdotes, hijos de Aarón. 15 Los cantores, hijos de Asaf, estaban en sus puestos, según las órdenes de David, de Asaf, de Hernán y de Jedetún, vidente del rey; y los porteros, cada uno en su puerta; no tuvieron que abandonar sus oficios, porque sus hermanos los levitas prepararon lo que era para ellos. 16 Así se organizó aquel día todo el servicio de Yahvé para celebrar la pascua y para ofrecer holocaustos en el altar de Yahvé, según las órdenes del rey Josías. 17 Los hijos de Israel que se hallaban allí celebraron entonces la pascua y la fiesta de los ácimos durante siete días. 18 Ninguna pascua semejante a ésta se había celebrado en Israel desde los días de Samuel, profeta, y ningún rey de Israel había celebrado una pascua semejante a esta que celebraron Josías, los sacerdotes y los levitas, todo Judá e Israel que allí se hallaba y los habitantes de Jerusalén. 19 Fue el año dieciocho del reinado de Josías cuando se celebró esta pascua.

Nuestro texto es una ampliación de la noticia dada por el autor del libro de los Reyes. Supone el texto que el arca de la alianza no estaba en el debir, de donde acaso había sido retirada por el impío Manases o por el mismo Josías con motivo de hacer algunas reparaciones en el lugar (34,8-13). Sacerdotes y levitas juegan un papel decisivo en la fiesta de la pascua. La pascua no se celebrará en las casas particulares, sino en Jerusalén (Deut 16,5), el día 14 de Nisán (Ex 12,6). A la celebración de la pascua precede una reorganización del clero, señalándose las respectivas funciones de los sacerdotes y levitas. No debiendo ya los levitas llevar el arca, colocada definitivamente en el templo, se dedicarán en adelante al servicio de Dios y del pueblo. Ellos serán los educadores del pueblo e inmolarán por él la víctima pascual. Seguirá en vigor su repartición en clases que establecieron David (1 Crón c.33) y Salomón (8,i4ss). Nuestro texto tiende a aumentar los poderes religiosos de los levitas

(170

en relación a los del sacerdocio sadocita. Son los lovilUN ION que preparan la comida pascual de los sacerdotes (v.14), de lo» cuiHorts y porteros (v.15). Muerte

de Josías

(35,20-27

= 2 Re

22,23-28)

20

Después de esto, después de haber reparado Josías la casa de Yahvé, Necao, rey de Egipto, subió para combatir en Carquemis a orillas del Eufrates. Josías le salió al paso, 21 y Necao le mandó emisarios que le dijeran: «¿Qué hay entre ti y mí, rey de Judá? No es contra ti contra quien voy yo ahora; es contra una casa con la que estoy en guerra, y Dios me ha dicho que me apresure. No te opongas, pues, a Dios, que está conmigo, no te destruya». 22 Pero Josías no se retiró y se disfrazó para entrar en el combate sin escuchar las palabras de Necao, que venían de la boca de Dios. Avanzó para atacarle en el valle de Megiddo. 23 Los arqueros tiraron contra el rey Josías, y el rey dijo a sus servidores: «Retiradme, que estoy gravemente herido». 24 Los servidores le sacaron de aquel carro y le pusieron en otro y le llevaron a Jerusalén. Murió y fue sepultado en el sepulcro de sus padres. Todo Judá y Jerusalén lloraron a Josías, 25 y Jeremías compuso una lamentación sobre Josías, que cantan todavía hoy los cantores y cantoras en sus lamentaciones sobre Josías, habiendo venido a ser esta costumbre como ley en Israel. Están escritas entre las lamentaciones. 26 El resto de los hechos de Josías, todas sus buenas obras, conforme a lo mandado en la Ley de Yahvé, 27 sus hechos primeros y postreros, escrito está en el libro de los reyes de Israel y Judá. Necao II (609-594) corrió en ayuda de los asirios atacados por Babilonia y los medos, atravesando para ello Palestina. Josías, que había sacudido prácticamente el yugo asirio, sometiendo, al menos en parte, el reino del norte, vio amenazada su autonomía con la presencia de Necao en su territorio. En nombre de Dios, Necao le conmina para que le deje el paso libre, a lo que se opuso Josías, aprestándose al combate. Necao era instrumento de Dios para castigar a los asirios; oponérsele en esta ocasión equivalía a contrariar la voluntad divina. Por esta razón murió el rey teocrático ideal, Josías. Según Alfrink, el término Dios en boca de Necao designaba al rey de Asiría. En las letras de Tell el-Amarna, los cananeos dan a su soberano el título de ilani: Elohim. Asurbanipal había dejado en Egipto funcionarios asirios; la correspondencia entre ambos imperios se hacía en asirio; luego no es de extrañar que los mensajeros de Necao utilizaran el lenguaje oficial para designar al rey con el título de ilani (MARCHAL). Sin embargo, más probable es que el término Dios en boca de Necao designara a Yahvé y que se buscara una razón que explicara satisfactoriamente la extraña muerte de un rey tan piadoso. Todos lo lloraron, y se compusieron lamentaciones en su recuerdo (Jer 22,10.15.18; Zac 12,11-14), que no se han conservado.

(¡70

2 Crónicas 36

2 Crónicas 36

Reinado

de Joajaz

(36,1-4

= 2 Re

23,30-34)

1

E l pueblo t o m ó a Joajaz, hijo d e Josías, y le hicieron r e y e n lugar d e su p a d r e e n Jerusalén. 2 Veintitrés años tenía Joajaz c u a n d o c o m e n z ó a reinar, y reinó tres meses e n Jerusalén. 3 E l rey d e Egipto le depuso e n Jerusalén y castigó al pueblo con u n a contribución d e cien talentos d e plata y u n talento d e o r o . 4 E l rey d e Egipto puso p o r r e y sobre J u d á a Eliaquim, h e r m a n o d e Joajaz, m u d á n d o l e el n o m b r e p o r el d e J o a q u i m . Necao cogió a su h e r m a n o Joajaz y se lo llevó a Egipto.

Joaquim,

rey de Judá

(36,5-8 = 2 Re

23,36-37)

5

Veinticinco años tenía J o a q u i m cuando c o m e n z ó a reinar, y reinó once años e n Jerusalén. H i z o el m a l a los ojos d e Yahvé, su Dios. * Nabucodonosor, rey d e Babilonia, subió contra él y le cargó d e cadenas d e b r o n c e para conducirle a Babilonia. 7 Llevóse Nabucodonosor a Babilonia los utensilios d e la casa de Yahvé y los puso e n su palacio d e Babilonia. 8 El resto d e los hechos d e J o a q u i m , las abominaciones q u e cometió y lo q u e e n él se halló, escrito está e n el libro d e los reyes d e Israel y d e J u d á . L e sucedió J o a q u i m , su hijo. El rey^fue d e p o r t a d o a Babilonia; N a b u c o d o n o s o r saqueó el t e m plo. Parece q u e e n época tardía se a t r i b u y e r o n a J o a q u i m hechos q u e sucedieron e n t i e m p o s d e J o a q u í n ( D a n 1,1-2).

El rey Joaquín

(36,9-10=2

Re

24,8-10)

9

Dieciocho años tenía Joaquín c u a n d o c o m e n z ó a reinar, y reinó tres meses y diez días e n Jerusalén. H i z o el m a l a los ojos de Yahvé. 10 A la vuelta del año m a n d ó el rey Nabucodonosor q u e le llevasen a Babilonia con los vasos preciosos d e la casa de Yahvé, y puso e n su lugar p o r rey a Sedecías, su h e r m a n o , sobre J u d á y Jerusalén.

Sedecías,

rey (36,11-13

= 2 Re 18,20;

Jer

E s c o m o u n r e s u m e n d e la historia religiosa d e Israel, tejida de múltiples y universales transgresiones y apostasías, causa d e la ruina del reino y d e la h u m i l l a n t e cautividad d e Babilonia. Constantem e n t e les envió D i o s profetas p a r a q u e amonestaran a su pueblo, p u e s Y a h v é «quería p e r d o n a r a su p u e b l o y a su casa». Pero el pueblo rebelde y d e d u r a cerviz hizo escarnio d e los mensajeros divinos, b u r l á n d o s e d e los profetas. V i e n d o q u e n o había muestras de arrepentimiento, decidió Dios castigar a su pueblo.

El fin (36,17-21=2

Re

25,9-10.14ss)

17

Trajo contra ellos el rey d e los caldeos, que pasó a cuchillo a sus m a n c e b o s en la casa d e su santuario, sin perdonar a mancebo ni a doncella, a viejo ni a encanecido. A todos los entregó en sus m a n o s . i 8 Nabucodonosor llevó a Babilonia todos los utensilios de la casa d e Dios, grandes y pequeños; los tesoros de la casa d e Yahvé y los del palacio del rey y los de sus jefes. 19 Q u e m a r o n la casa de D i o s , demolieron las murallas de Jerusalén, dieron al fuego todos sus palacios y destruyeron todos los objetos preciosos. 2 0 A los q u e habían escapado a la espada llevólos Nabucodonosor cautivos a Babilonia, y allí le estuvieron sujetos a él y a sus hijos hasta la dominación del reino de Persia, 21 p a r a q u e se cumpliese la palabra d e Yahvé pronunciada por boca d e Jeremías, hasta q u e la tierra h u b o reposado sus sábados, descansando todo el t i e m p o q u e estuvo devastada hasta que se cumplieron los setenta años. L a profecía atribuida a Jeremías (11,12; 29,10) combina u n texto del Levítico (26,34-35) y los pasajes e n q u e el profeta habla d e una cautividad d e setenta años e n Babilonia (Jer 25,11-12; 27,7; 29,10) l .

52,1-3)

u Veintiún años tenía Sedecías cuando c o m e n z ó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. 1 2 H i z o el m a l a los ojos d e Yahvé, su Dios, y n o se humilló ante Jeremías, profeta, q u e le habló d e parte d e Yahvé. 1 3 Rebelóse asimismo contra N a b u c o donosor, al cual había p o r Dios j u r a d o fidelidad, y endureció su cerviz, y, obstinándose su corazón, n o se volvió a Yahvé, el Dios d e Israel. C o m o noticia n u e v a cabe señalar q u e Sedecías n o se humilló a n t e el profeta Jeremías ( v . i 2 b ) (Jer 52,1-27).

La nación judaica

677

santificado en Jerusalén. 1 5 Yahvé, Dios de sus padres, les mand ó sus mensajeros constantemente para amonestarlos, pues quería p e r d o n a r a su p u e b l o y a su casa. 16 Pero ellos hicieron escarnio de los mensajeros d e Dios y menospreciaron sus palabras, burlándose d e sus profetas, hasta q u e subió la ira de Dios contra su pueblo y ya n o h u b o r e m e d i o .

(36,14-16)

1 4 T a m b i é n todos los príncipes d e los sacerdotes y el pueblo a u m e n t a r o n sus prevaricaciones, siguiendo las abominaciones de las gentes y contaminando la casa de Yahvé, q u e él había

Hacia

el futuro

(36,22-23

= Esd

l,l-3a)

22

El a ñ o p r i m e r o d e Ciro, rey de Persia, para q u e se cumpliese la palabra d e Yahvé pronunciada p o r boca de Jeremías, Yahvé suscitó el espíritu de Ciro, rey d e Persia, que hizo publicar de viva voz y p o r escrito, p o r todo su reino, este decreto: 23 «Así habla Ciro, rey de Persia: Yahvé, el Dios de los cielos, m e ha dado todos los reinos d e la tierra y m e ha m a n d a d o edificarle u n a casa e n Jerusalén, en J u d á . ¿Quién de entre vosotros es de su pueblo? Q u e suba, y Yahvé sea con él». Estos dos versos se leen al comienzo del libro d e Esdras; son c o m o u n colofón q u e anuncia la historia del regreso del exilio y la 1 F. WHINTLEY, The Term Seventy Years Captivity: VT 4 (1054) 60-72; A. ORK, The Seventy Years ofBabylon: VT 6 (1956) 304-306. En el comentario al libro de Esdras se expone la manera de entender esta fecha.

678

2 Crónicas 36

reconstrucción del templo y de la ciudad de Jerusalén, surgiendo a su sombra con nuevos bríos la comunidad del pueblo judío. Los anteriores versículos (16-21) parecían anunciar la ruina total y definitiva de Israel, del cual se desentendía Dios para siempre. Pero la misma profecía de Jeremías (v.21) sobre la destrucción de Babilonia y la dominación del reino de Persia (Jer 25,12; 27,7; 29,10) hacen presagiar el advenimiento de tiempos mejores. Entretanto, por el alejamiento temporal de Israel de su heredad, se cumplirán las prescripciones sacerdotales antiguas sobre el año sabático (Ex 23,10-12; Lev 25,2-7) y el jubilar (Lev 25,8-22; 26,32-35), que no se observaron desde muchos años. Cumplido el plazo señalado por el profeta (Esd 1,1), volverá Israel a su tierra, se restaurará el templo y regirán de nuevo todas las instituciones davídicas. El mismo Dios cuidará de poner término a la situación actual, suscitando el espíritu de un monarca pagano para edificarle una casa en Jerusalén. Los que forman parte de su pueblo pueden regresar a su patria y ponerse de nuevo bajo la protección de su Dios. El libro termina con una nota optimista y una clara alusión a la infinita misericordia de Dios, que acoge al pecador arrepentido, devolviéndole lo que había perdido por el pecado.

ESDRAS-

NEHEMl

AS

INTRODUCCIÓN Título Llámanse así por razón de que los protagonistas de los mencionados libros son Esdras y Nehemías. En el antiguo canon judío formaban un solo libro, que llevaba el título de Esdras; la misma unidad existía en los antiguos códices griegos (B, S, A) de los LXX, en los que ocupa el primer puesto el libro de Esdras A, que corresponde al III de Esdras, apócrifo, seguido de Esdras B, o sea de los libros canónicos de Esdras-Nehemías. Los Santos Padres dividieron el libro en dos, atendiendo a su argumento. Al primero llamaron Esdras, y Nehemías al segundo, por razón de las palabras de Neh 1,1. Esta división entró en el texto hebraico a partir de la edición de D. Bomberg (Venecia 1917). En la Vulgata se les llama 1 y 2 de Esdras. Texto El libro fue escrito originariamente en hebreo en su mayor parte, bien conservado en general, pero deficiente en cuanto a la transcripción de los nombres propios y números. En general, la lengua hebraica es decadente en cuanto a la gramática y sintaxis, principalmente en las partes que son propias del autor; menudean los aramaísmos. Dos pasajes están escritos en lengua aramaica, Esd 4,8-6, 18; 7,12-26, sobre cuya índole disputan los autores. La versión griega se ha conservado en los códices B, S, A; fue hecha directamente del hebreo; de gran utilidad para la crítica textual es la revisión de Luciano. En general, el texto griego es inferior al hebreo (KLOSTERMANN).

Argumento y división Tres son los temas principales que se desarrollan en el libro: 1) Reconstrucción del templo (Esd c.1-6, menos 4,6-23). 2) Reparación de los muros de Jerusalén y repoblación de la misma (Esd 4, 6-23; Neh c.i-13). 3) Bases jurídicas del judaismo (Esd c.7-10). A la restauración material, moral y religiosa de la comunidad hebraica se dedicaron los sionistas a partir del decreto de Ciro (538 a. C ) . Podríamos dividir el libro de Esdras en dos partes: 1) Vuelta de los primeros cautivos bajo el caudillaje de Zorobabel (c.1-6). 2) Caravana de repatriados conducidos por Esdras y reforma de costumbres (c.7-10). También el libro de Nehemías presenta una doble división: 1) Nehemías llega a Jerusalén (c.1-7). 2) Reforma llevada a cabo por Esdras.

(V80

Introducción a Esdras-Nehemias

Autor Cada dia toma más auge la sentencia de los que defienden que al principio los libros de Esdras y Nehemías formaban parte integrante de las Crónicas, siendo uno mismo el autor de unos y otras. Los que admiten esta unidad de autor insisten en las analogías; pero, si bien es verdad que entre estos libros es idéntico el espíritu de redacción, existen diferencias en cuanto al método empleado. La época de la redacción final es la de Alejandro Magno. Documentos En la primera parte del libro de Esdras (1,1-6,22) hallamos una sección en hebreo y otra en aramaico (4,6-6,18). En la hebraica cabe distinguir dos documentos: 1) edicto de Ciro (1,1-4), 1 u e s e reproduce en 6,3-5, Y 2 ) elenco de repatriados (2,1-70), que, con ligeras variantes, se halla en la segunda (4,6-6,22), donde se incluyen los siguientes documentos: a) carta de los samaritanos a Artajerjes (4,7-16); b) respuesta del rey (4,17-22); c) carta de Tatnaí y SetarBoznaí a Darío I (5,6-17), y d) contestación del monarca (6,3-12). El autor sagrado ha añadido a las mencionadas fuentes algunas indicaciones (4,7), las ha encuadrado en su contexto histórico (4,245,5), ha puesto una conclusión de índole histórica (6,13-18), terminando con una noticia sobre la celebración de la pascua (6,19-22). A las fuentes mencionadas cabe añadir, según algunos autores, otra de origen hebraico en los dos primeros capítulos, visible, según dicen, en Esd 1,2-4.8-11. En la última parte del libro (c.7-10) aparecen las memorias de Esdras. Según Lusseau, este documento representa la relación global de su memorial destinado a las autoridades persas (7,1-10,44). Es importante este documento por los datos cronológicos que encierra. En estas memorias se incluye una carta, en arameo, del rey Artajerjes a Esdras, sacerdote y escriba (7,11.26). Las memorias de Nehemías abarcan desde Neh 1,1 hasta 12, 27-13,3, con la inserción de otros documentos contemporáneos (Neh 3,1-32; 11,4.19) y otro de origen más antiguo (7,6-72). El autor no siempre reproduce íntegramente las fuentes de que se sirve; algunas veces ha suprimido aquello que no interesaba y ha añadido algo que conducía a su fin (Neh 11,25-12,26; Neh 8,7.9; 9,4-5; 12,33-36); otras las ha resumido (Esd 4,6-7; 7,1-11) o retocado ligeramente o las ha desplazado de su contexto (Esd 4,6-6,18). Los capítulos Neh 8-10 interrumpen el discurso directo, desplazan la reforma material al terreno religioso y moral, reapareciendo la figura de Esdras. Su colocación plantea un problema no resuelto todavía. ¿Esdras-Nehemias, o a la inversa? La lectura del libro supone que los acontecimientos se sucedieron según el orden cronológico actual de Esdras-Nehemias. Este orden tradicional es puesto en tela de juicio por muchos autores recientes, católicos e independientes, siguiendo a Van Hoonacker, quienes proponen el siguiente curso de los acontecimientos:

Introducción a Esdras-Nehemias

081

1) reconstrucción del templo por los repatriados con ocasión dei edicto de Ciro (año 538) (Esd 1,1-6,22); 2) en el año veinte de Artajerjes I Longímano (445-44) se dirige Nehemías a Jerusalén, emprendiendo el trabajo de reconstrucción de las murallas; 3) al año séptimo del reinado de Artajerjes II Mnemone (404-358), es decir, el 398, llegó Esdras a Jerusalén para acometer la reforma religiosa (Esd 7,1-10,44). Sus argumentos tienen importancia, lo que explica el gran favor que ha encontrado esta inversión entre los autores católicos (TOUZARD, RENIÉ, RICCIOTTI, VANDERVOST, PELMA,

LE-

MAIRE-BALDI, etc.) e independientes. Pero no son decisivos. Es difícil, escribe Dhorme, pronunciarse sobre esta cuestión, que obligaría a reconsiderar toda la historia de la restauración hecha por Esdras y Nehemías. Según el espíritu del autor sagrado, el templo es antes que la ciudad, el sacerdote antes que el gobernador. Podríamos amontonar razones en pro y en contra de esta debatida cuestión; nuestra posición coincide con la de Schneider al decir que se inclina más por la prioridad de Nehemías; pero, haciendo suyas unas palabras del P. De Vaux 1, añade: «Sin embargo, no estoy todavía convencido de ello. Lemaire-Baldi y Pelaia confiesan que las razones aportadas para la prioridad de Nehemías no son apodícticas; tomadas aisladamente, pueden impugnarse; consideradas en su conjunto, tienen gran valor». Historia profana del período Esdras-Nehemias Las noticias sobre la repatriación y reorganización de la comunidad judaica en Jerusalén por obra de Esdras y Nehemías corresponden a un marco histórico que tiene como término a quo el año 538 y como fin el reinado de Artajerjes II (405-358). El año 539, Ciro entró triunfante en Babilonia. Murió en 530, sucediéndole su hijo Cambises (530-522), que sometió a Egipto, achacándole Heródoto haberse dejado dominar allí por su «locura sacrilega», noticia que confirma un texto de Elefantina en que se dice que destruyó todos los templos egipcios, excepto el de Yaho (Yahvé) (PRITCHARD, 492). A Cambises siguió Darío I (521-486), que unificó el imperio, construyó una red de caminos por todo el país, dividió el imperio en veinte satrapías, ensanchando sus límites. La quinta satrapía, llamada Abarnahara, comprendía Palestina, Fenicia, Chipre y Siria. Sucedióle Jerjes (485-465). Fue un rey muelle, afeminado, despótico y cruel. En el libro de Ester se da de él un retrato muy parecido a este que hemos mencionado de Heródoto. Fue asesinado en una revuelta de palacio, junto con su hijo Darío. Subió al trono Artajerjes I (465-424), con el sobrenombre de Longímano. A su muerte reinó su hijo Jerjes II, sólo por cuarenta y cinco días. Darío II (424-405), hijo de Artajerjes, siguió las inspiraciones de su mujer Parisatis. Del séptimo año de Darío (417) se conserva un texto del sátrapa de Egipto, Arsames, que señala a los judíos de la colonia de Asuán la manera de celebrar la pascua 2 . ' RB 63 (1956) 423-427. De esta fecha data el mensaje de los sacerdotes de Elefantina «a nuestro señor Bagohi, peha de Judea». En él se narra ía destrucción del santuario del dios Yaho en la fortaleza de Elefantina por parte de Widarnac, instigado por los sacerdotes del dios Khnum. Se añade 2

introducción a Esdras-Nehemías

Introducción a Esdras-Nehemías

A él siguió Artajerjes II (405-358), llamado Mnemone. Tuvo que sofocar la revuelta de su hermano Ciro el Joven, a quien venció en la batalla de Kunaxa (401 a. C ) . El año 404, Egipto consiguió la independencia, dando inicio la 28 dinastía. Los partidarios del orden Nehemías-Esdras colocan la misión de este último el año 398 a. C , en tiempos en que a la dinastía 28, de Amirteo, sucedió la 29, de Neferites I (398-392), contra la que combatía encarnizadamente Artajerjes. ¿Era buena esta fecha para autorizar la repatriación de numerosos judíos capitaneados por Esdras? Esta rápida ojeada histórica confirma que la historia bíblica y profana corren paralelas, sin desacuerdos ni antinomias.

renegar de un Dios que en concepto de algunos, no fue cupir/. de liberarlo de manos de Nabucodonosor. Pero la actividad iU: los profetas, sobre todo Jeremías y Ezequiel, salvó al pueblo en esta coyuntura trágica. Israel supo reaccionar favorablemente. Kmiuiel fue el promotor de las grandes corrientes religiosas existenti-H después del exilio: separación total del mundo pagano, estudio de la Ley. Las almas encontraban asimismo una literatura tonificante en el oráculo de Is c.40-55, que, a causa de sus predicciones mesiánicas, excitaba también el patriotismo. Con el exilio nace el judaismo y se constituye el Estado-Iglesia 4 . Los repatriados iniciaron su vida según las Escrituras, que, por obra de Esdras, se comienzan a codificar formando el canon de las Escrituras sagradas. En toda la literatura sagrada, mosaica y profética, coleccionada en esta época, se encontraba la respuesta de Israel a la revelación divina. Restauróse el altar de los sacrificios, el templo y la ciudad santa; Israel surgía con espíritu y corazón nuevos (Ez 6,9; 11,19) y reanudaba su alianza con Dios (Ez 11,20; 14,11).

682

Los judíos en el imperio persa Los judíos marcharon al destierro por última vez el año 587 por orden de Nabucodonosor. En un principio fueron recluidos en campos de concentración, de donde fueron sacados para dedicarse a trabajos de construcción, de canalización y riegos agrícolas. Estableciéronse en lugares cercanos a Babilonia, junto al río Kebar, en Tell Abib (Ez 3,15) y otros lugares de la región de Nippur. Acudían a Babilonia en busca de trabajo o se afincaban en el campo dedicados a la explotación agrícola (Ez 3,15-23). Pronto gozaron de relativa libertad de movimientos, autorizándoseles enviar cartas a Palestina (Jer c.29; SIt59'> Neh I.ISS), agruparse y gobernarse por sus ancianos (Jer 29,1; Ez 8,1; 14,1). Con el tiempo, la fortuna sonrió a no pocos, que atesoraron grandes riquezas, ocuparon elevados cargos, mientras otros vivían en la indigencia. Se han conservado los archivos de la familia Murashu, que en tiempos de Artajerjes I y Darío II dedicábase a operaciones bancarias, al comercio, administración de bienes, etc. 3 . Con abundantes medios de vida en Babilonia, se comprende que muchos se negaran a repatriarse llegado el momento de la libertad en tiempo de los persas. La administración persa mostróse liberal con los pueblos subyugados por Babilonia, a los que se autorizaba gobernarse según sus propias leyes. Los primeros gobernadores de los repatriados pertenecían a la dinastía davídica. Renovación religiosa Fue el exilio una dura prueba para Israel (Jer 31,15). Corría peligro de que al contacto con los pueblos paganos perdiera su peculiaridad religiosa, su sentimiento de pertenencia a Yahvé y de en el mensaje que enviaron «una carta a nuestro señor, el sumo sacerdotes Yojanán, y a sus colegas, los sacerdotes de Jerusalén; a Ostán, hermano de Anani, y a los judíos notables; pero hasta hoy no hemos recibido ninguna carta de respuesta». De Bagohi esperan recibir una carta favorable a la reconstrucción del templo de Yaho. «Todavía una palabra: De todo este asunto hemos informado en una carta a Delayas y a Selemías, hijos de Sambalat, gobernador de Samaría. De todo lo que se ha obrado en contra de nosotros, nada sabe Arsames. A veinte de Marheshwan del año XVII del rey Darío». La respuesta llegó: «Memorándum de Bagohi y Delayas. He aquí lo que me dijeron. Tú dirás a Egipto delante de Arsames... Debe reconstruirse (el templo) en el lugar donde existió antes, y se ofrecerán oblaciones e incienso sobre este altar, conforme se hacía antes» (PRITCHARD, 491-492). Esta intervención del sátrapa Arsames en favor de los judíos se ilustra con nuevos documenljos. E. G. KRAELING, New Light on the Elephantine Colony: BA 15 (1952) 50-67; G. R. DRivER.Aramaics Documents of the Fifth Century. B. C. (Oxford 1954). 3 G. GARDASCIA, Les Archives de Murashu (París 1951). 1

683

Doctrina religiosa Los judíos que habitaban en Babilonia no se desentendieron de sus hermanos que en Judea ponían las bases del nuevo Estado de Israel. Zorobabel, Esdras y Nehemias fueron hombres providenciales, instrumentos de que se sirvió Dios para despertar la conciencia de su pueblo escogido. Sometido Israel al dominio persa, no trató de sacudir su yugo, proclamar su independencia nacional, sino que centró todas sus actividades en torno al templo y a la sombra de los muros de la Ciudad Santa. La Ley será su norma de fe y costumbres; de su meditación y estudio surgirán diversas leyes encaminadas a separar, segregar al pueblo escogido de las gentes del país y obligarle a un comportamiento escrupuloso de las leyes de la teocracia. Quienes se negaban a acatarlas eran separados de la comunidad. Israel se agrupa en torno a un solo Dios, a un único templo servido por sacerdotes y levitas. En las sinagogas empezó a leerse la Ley y los Profetas, con lo que se recuerda constantemente al pueblo sus deberes religiosos. Un cuerpo de escribas se entrega al estudio de la Escritura. Es una época de renovación espiritual silenciosa, pero eficaz.

BIBLIOGRAFÍA A) Comentarios A. MÉDIEBELLE, Esdras-Néhémie: «ha Sainte Bible» (París 1949); A. VACCARI, Esdra, Neemia: «La Sacra Bibbia» (Firenze 1948); A. FERNÁNDEZ, Comentario a los libros de Esdras y Nehemias: «Collectanea Biblia» 4 (Madrid 1950); H. BÜCKERS, Die Bücher Esdras und Nehemias: «Herder's Komm.» (Friburgo 1953); A. GELIN, Le livre d'Esdras et Néhémie: «Biblia de Jerusalén» (París 1956); R. A. DYSON, Esdras-Nehemias: «Verbum Dei», vol.2 (Barcelona 1956); F. MICHAELI, L'Ancien Testament: «Bible de la Pléiade» (París 1956); A. PELAIA, Esdra-Nehemia: «La Sacra Bibbia» (Turín 1956); 4

DE VAUX, Israel: DBS 761.

684

Introducción a Esdras-Nehernias

685

Esdras 1

M. REHM, Esdra-Nehemias: «Echter Bibel» (Würzburg 1956); B. UBACH, Esdras-Nehernias: «La Biblia» (Montserrat 1958); H . SCHNEIDER, Die Bü^ cher Esra und Nehemia: «Com. Bonn» (Bonn 1959); * W. RUPOLPH, Esra und ! Nehemia samt 3 Esra: «Handbuch z. AT» (Tübingen 1949) (independiente); *K. GALLING, Die Bücher der Chronik, Esra, Nehemia: «Das Alte Testament» (Góttingen 1954); * L . W . BATTEN, The Books of Ezra and Nehemias: «International Commentary» (Edimburgo 1913).

n í a n este p r i m e r contingente d e repatriados y cuenta las incidencias q u e a c o m p a ñ a r o n y siguieron a la e m p r e s a d e restaurar el altar d e los holocaustos, el t e m p l o d e Jerusalén y su dedicación.

Una coyuntura providencial

(1,1-4)

1

B)

Estudios especiales

A. VAN HOONACKER, Néhémie et Esdras. Une nouvelle hypothése sur la chronologie de l'époque de la restauration juive: «Le Muséon», 9 (1890) 151-184.317-351.389-401; ID., La succession chronologique Néhémie-Esdras: RB 32 (1923) 481-494; 33 (1924) 33-64; J. TOUZARD, Les juifs au temps de la période persane: RB 23 (1915) 59-133; A. CLAMER, Esdras Néhémie: D T C 5.535-55°; A. FERNÁNDEZ, Época de la cautividad de Esdras: 8 2 ( 1 9 2 1 ) 424-447; ID., índole y autenticidad del decreto de Ciro (Esd 1,1-14): EB 8 (1936) 17-35; Esdras 9,9 y un texto de Josefa: B 18 (1937) 207-208; S. NAVARRO, ¿Esdras-Nehernias?: EB 5 (1933) 12-19; B. SANTOS OLIVERA, Una

oración modelo (Esd 9,5-15): «Revista Española de Estudios Bíblicos», 2 (1927) 147-151; A. IBÁÑEZ ARANA, Sobre la colocación original de Nehemias: EB 10 (1951) 379-402; A. S. KAPELRUD, The Question of Authorship in te Ezra-Narrative. A Lexical Investigation (Oslo 1944); R. DE VAUX, Les décrets de Cyrus et de Darius sur la réconstruction du temple: RB 46 (1937) 29-57; E. J. BICKERMANN, The Edict of Cyrus in Ezra: JBL 65 (1946) 249-275; N. H. SNAITH, The Date ofEzra's Arrival in Jerusalem: Z A W 63 (1951) 53-66; H . CAZELLES, La Mission d'Esdras: V T 4 (1954) 113-140; V, PAVLOVSKY, Die Chronologie der Tdtigkeit Esdras. Versucheiner neuen Losung: B 38 (1957) 275-305.428-456; E. CAVAIGNAC, Médes et Perses: DBS 86882; J. GABRIEL, Zorobabel (Viena 1935); J. WRIGHT, The Date of Ezra's coming to Jerusalem (Londres 1947); H. H. ROWLEY, The Chronological Order of Ezra and Nehemia (Budapest 1948); ID., Nehemiah's Mission and its Background: BJRL 37 (1954) 528-561; 38 (1955) 166-198; H. VINCENT, Les murs de Jerusalem d'aprés Néhémie: RB 12 (1904) 56-74. Sobre el ambiente religioso de la época de Esdras: H. H . ROWLEY, Sanballat and the Samaritan Temple: BJRL 38 (1955-1956) 166-198; P. ANTOINE, Garizim: DBS 3,535561; A. VINCENT, La religión des judéo-araméens d'Eléphantine (París 1937); C. H. GORDON, The Origin of the Jews in Eléphantine: JNES 14 (1955) 56-58; M. J. LAGRANGE, Le Judaisme avant Jésus-Christ (París 1931). Más bibliografía encontrará el lector en el curso del comentario y en las citadas obras de SCHNEIDER, PELAIA y FERNÁNDEZ.

E

S

D

R

PRIMERA

LA

VUELTA

A

S

PARTE

DE LOS PRIMEROS

CAUTIVOS

(c.1-6)

E l libro d e E s d r a s p u e d e dividirse e n dos grandes partes: 1) R e greso d e la cautividad d e Babilonia (c.1-6). 2) Ministerio de E s dras (c.7-10). E n la primera, d e s p u é s d e señalar la esplendidez del rey, refiere el autor la constitución d e la p r i m e r a caravana bajo el caudillaje d e Zorobabel (Sesbasar), señala las familias q u e c o m p o -

El a ñ o p r i m e r o d e Ciro, rey d e Persia, para q u e se cumpliese la palabra d e Yahvé p o r boca d e Jeremías, profeta, excitó Yahvé el espíritu de Ciro, rey d e Persia, q u e hizo pregonar de palabra y p o r escrito p o r todo su reino: 2 «Así dice Ciro, rey de Persia: Yahvé, Dios d e los cielos, m e h a dado todos los reinos de la tierra y m e ha m a n d a d o q u e le edifique casa en Jerusalén, en J u d á . 3 ¿Quién hay entre vosotros de todo su pueblo? Sea Dios con él y suba a Jerusalén, q u e está e n Judá, y edifique la casa a Yahvé, Dios d e Israel; E l es el Dios q u e está e n Jerusalén. 4 Y en todo lugar d o n d e habiten restos del pueblo d e Yahvé, ayúdenles las gentes del lugar con plata, oro, utensilios y ganados, con dones voluntarios para la casa de Yahvé, q u e está en Jerusalén». E m p i e z a el libro p o r señalar la fecha del decreto real q u e abría a los j u d í o s la esperanza d e volver a su patria. Su autor pone d e relieve q u e este edicto se publicó «para q u e se cumpliese la palabra de Y a h v é p o r boca d e Jeremías profeta», e indica e n líneas generales su contenido. DE

REY VASALLO A MONARCA SOBERANO

C u a n d o los j u d í o s p a r t i e r o n para el exilio (2 R e 25,21), todo el P r ó x i m o O r i e n t e , desde las fronteras d e Egipto hasta el Indo, se hallaba bajo el d o m i n i o d e los dos grandes imperios d e Babilonia y d e la M e d i a . El rey d e la M e d i a , Ciaxares, q u e había contribuido eficazmente a la desaparición del imperio asirio (614-612 a. C ) , reinaba e n E c b a t a n a sobre u n vasto territorio. Sucedióle su hijo Astiages (583-553), indolente y vicioso, q u e perdió el imperio en lucha con u n rey vasallo q u e , a partir del año 550, fue llamado «rey d e Persia». E n efecto, d e n t r o del gran imperio m e d o existían algunas t r i b u s sobre las cuales ejercía el rey u n d o m i n i o indirecto, a través d e algunos príncipes d e p e n d i e n t e s , e n m á s o m e n o s grado, d e Ecbatana. U n a d e tales t r i b u s era la d e los Pasargades, a la cual pertenecía la poderosa familia d e los A q u e m é n i d a s . El p r i m e r rey d e la m i s m a fue Teispés, hijo del legendario A q u e m e n e s , quien,, después d e ocupar el territorio d e E l a m e n guerra contra A s u r b a n i pal (Jer 25,25; 49,35-39; E z 32,24), proclamóse rey d e A n z á n . A él sucedieron C i r o I y Cambises I. Hacia el a ñ o 559, el hijo de este ú l t i m o , Ciro I I el G r a n d e , subió al t r o n o , e m p e z a n d o e n 553-552 la lucha p o r la independencia, d o m i n a n d o a los m e d o s con la conquista d e Ecbatana y la derrota d e Astiages._ Creso, rey d e Lidia, t r a t ó d e formar u n a liga defensiva con E g i p t o y Babilonia para oponerse al avance d e Ciro, pero fue vencido p o r éste en Pteria, la actual Boghazcoi. Babilonia veíase amenazada; su rey N a b ó n i d e s reunió t r o p a s e n T e i m a , p e r o capituló ante Ciro, q u i e n se presentó'.

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Esdras 1 Esdras 1

ante los muros de Babilonia el 16 del mes Tishri (septiembreoctubre) del año 539. La ciudad cayó en su poder con la ayuda eficaz del desertor de Babilonia Gobryas (Ugbaru), gobernador de Gutium, y de Gadatas. Nabónides huyó de la ciudad, que cayó sin lucha 1. Los sacerdotes de Marduk y la población reconocieron a Ciro por rey legítimo del país. A Nabónides le perdonó la vida, en tanto que su hijo Baltasar, asociado al trono de su padre, murió en el palacio, donde se había refugiado. En la crónica babilónica de Ciro se lee: «Yo soy Ciro, el rey del mundo, el gran rey, rey legítimo, rey de Babilonia, rey de Sumer y de Acad, rey de las cuatro regiones; hijo de Cambises, gran rey, rey de Anzán; descendientede Teispés, gran rey, rey de Anzán; hijo de una familia que ha ejercido siempre el poder real» (PRITCHARD, 316). Ciro quedó dueño de un vasto imperio que se extendía desde el Mediterráneo hasta las primeras estribaciones del Himalaya. Desde el año 550 era rey de los persas y de los medos. POLÍTICA RELIGIOSA DE CIRO

Al revés de los soberanos de Babilonia y de Asiria, Ciro adoptó una política de apaciguamiento, tolerancia y respeto hacia los pueblos vencidos. Hombre religioso, reconocía a Ahura Mazda como dios «superior a todos los otros dioses, creador de los cielos y de la tierra, que creó a los hombres, a los que dio su bendición» (PRITCHARD, 317). Pero cabe este dios supremo reconocía a otros dioses secundarios que le habían sido propicios en sus conquistas y le habían abierto las puertas de las ciudades en las que eran ellos venerados. De ahí que su habilidad política le llevara a respetar los santuarios de los diversos dioses de los países conquistados; a contribuir a su reconstrucción en caso de haber sido damnificados por la guerra y embellecerlos en el supuesto de encontrarse en estado de dejadez y abandono. A todos los pueblos se les concedía libertad de culto, presentándose a cada pueblo como servidor y enviado del dios local. De esta manera quiso Ciro probar que era él el bienhechor y padre de todos los pueblos. De su política de tolerancia religiosa existe una prueba en el cilindro de Rassam 2 . 1 PRITCHARD, 306. Para estos acontecimientos pueden consultarse: E. D H O R M E , La mere de Nabonide: «Recueil Dhorme» (París 1951) 325-350; I D . , Cyrus le Grand: ibid., 351-381; I D . , La filie de Nabonide: «Revue d'Assyriologie et d'Archéologie Oriéntale», r i (1914) 105117; R. DUSSAUD, Sur le chemin de Suse et de Babylone: «Mélanges Franz Cumont» (1936) 143-150; H . DE GENOUILLAC, Nabonide: «Revue d'Assyriologie et d'Archéologie», 22 (1925) 71-83; S. SMITH, Babilonian Historical Texts relating the Capture and Downfall of Babylon (Londres 1924), q u e publica la llamada «Crónica d e Nabónides», reproducida por PRITCHARD, l.c., 305-7- Para el imperio persa, véase A . T . OLMSTEAD, History ofthe Persian Empire (Chicago 1948); H . H . SCHAEDER, Das persische Weltreich (Breslau 1940-1941). 2 Dice allí Ciro q u e M a r d u k «buscó u n príncipe recto conforme a los deseos de su corazón» y escogió a Ciro, rey d e Anzán, «llamándole al gobierno del m u n d o . M a r d u k , el gran señor, protector d e su pueblo, miró con complacencia sus obras pías y su corazón recto. L e ordenó marchara sobre Babilonia, y marchó él mismo a su lado, como amigo y camarada». Hizo M a r d u k q u e Ciro «entrara en Babilonia, su ciudad, sin batalla ni combate, preservándola de disturbios. Entregó a Nabónides en sus manos, al rey q u e n o lo honraba... C u a n d o entré pacificamente en Babilonia... M a r d u k , el gran señor, inclinó el noble corazón d e los hijos d e Babilonia hacia mí, en t a n t o q u e yo, todos los días, tenía cuidado de venerarlo.,. P o r m i obra regocijóse M a r d u k , el gran señor, q u e m e colmó d e favores a mí, el rey q u e lo adora, y a Cambises, m i hijo, salido d e m i carne, y a todas mis tropas. C o n m u c h o agrado exaltamos»

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Por estos textos profanos aparece el celo de Ciro por reconstruir los templos y asegurar el culto de los dioses de tollos los países de su vasto imperio. Con ello creía él granjearse no Nulamente el favor de las distintas divinidades, sino de los pueblos que las consideraban como dioses propios suyos. De ahí que el autor del cilindro arriba mencionado considere a Ciro como soberano provi\ dencial enviado por Marduk. \ También Isaías celebra en términos parecidos la elección de ! Ciro por parte de Yahvé: «Yo le he suscitado del septentrión, y ya llega, llamado por su nombre, del lado del levante» (Is 41,25). «Yo digo a Ciro: T ú eres mi pastor, y él hará lo que yo quiera. Yo digo a Jerusalén que será reedificada y que su templo será reconstruido» (Is 44,28; 45,1-4). De la manera de comportarse Ciro con los países vencidos se explica satisfactoriamente el hecho de que autorizara oficialmente a los judíos el regreso a su patria y la reconstrucción en Jerusalén del templo dedicado a su dios nacional. No es creíble que, dada su amplitud de miras religiosas para los pueblos paganos, hiciera una excepción para el pueblo judío y su Dios». «EL

AÑO PRIMERO DE CIRO»

Al autor del libro no importan los veinte años que precedieron a la toma de Babilonia por Ciro, por no tener relación directa con la historia del pueblo de Israel. Sólo con la caída de Babilonia a principios de otoño del año 539 pasaron los israelitas a ser subditos del soberano persa. De ahí que, para el cronista, «el año primero de Ciro» corresponde al que sigue inmediatamente a la ruina del imperio babilónico, empezando en el mes de Nisán (marzo-abril) del año 538. Dios tiene en sus manos las riendas de la historia y dispone los acontecimientos como le place (Is 44,24; 48,1-16; 52,1-11). Como hemos visto en los textos de Isaías (41,25; 44,28), fue Yahvé quien suscitó a Ciro y el que le empujó a conceder la libertad a los judíos. Al inspirarle que publicara un decreto de libertad en favor de los judíos, quiso Dios que se «cumpliese la palabra de Yahvé por boca de Jeremías». Los profetas hablaban lo que Dios les comunicaba. Los oráculos de los profetas debían realizarse necesariamente, por cuanto era Dios, que se servía de ellos como de meros instrumentos para manifestarse a los hombres. PROFECÍA DE JEREMÍAS

Desde el año 606 había anunciado Jeremías «que (Dios) hacía desaparecer de Israel los cantos de alegría, las voces de gozo, el canto del esposo y el canto de la esposa, el ruido de la muela y el su divinidad». Pero n o sólo M a r d u k , dios de Babilonia, sino todos los otros dioses encontraron en Ciro su gran protector. «A todos los dioses de Sumer y Akkad q u e Nabónides, con la cólera del dios de los cielos, había reunido en Babilonia, hice, por encargo de Marduk, q u e encontraran en sus santuarios una mansión agradable a su corazón. Q u e todos los dioses q u e yo devolví a sus ciudades hablen cotidianamente a Bel y a N a b u de alargar mi vida, y q u e digan a m í señor M a r d u k : D e Ciro, el rey q u e t e teme, y d e Cambises, su hijo...» ( P R I T CHARD, 315-316).

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Usaras 1

Esdras 1

resplandor de las antorchas. Toda esta tierra será desierto y desolación y servirán entre los pueblos setenta años» (25,10-11). Al cabo de los mismos pedirá Dios cuentas al rey de Babilonia. Entonces, al cumplirse el plazo señalado, «yo os visitaré y cumpliré la promesa de traeros ageste lugar» (29,10). Según estos textos, el imperio babilónico, fundado por Nabucodonosor, se mantendrá en pie unos setenta años, al término de los cuales dejará de existir, coincidiendo su ocaso con la libertad de los judíos cautivos. Presenta cierta dificultad esta fecha de los setenta años, por desconocerse el término a quo de la misma. Dos fechas señalan el principio y fin del exilio: 587 y 537 a. C. No parece que Jeremías cuente los años a partir de la primera de las mencionadas fechas, sino a partir del año en que anunció el oráculo. En efecto, en 606 a. C pronunciaba el oráculo contenido en 25,11-12, y en aquella fecha habíanse puesto los antecedentes que desembocarían en la deportación definitiva del año 587. Jeremías pronunció su famosa profecía el año cuarto del rey Joaquín, es decir, hacia el 606. Con este cómputo tenemos que desde 606 hasta 537 median sesenta y nueve años. Como de costumbre, los profetas suelen emplear números redondos, ejemplo que siguió Jeremías en nuestro caso. El P. Colunga 3 considera el número setenta como simbólico, significando «el espacio de tiempo de la prueba más grave a que Dios sometió a su pueblo» (p.363). Según él, desde el año 605 hasta el 586 fue obra de justicia; del 587 al 539, obra de penitencia; del año 538 al 398, obra de misericordia, que se inicia con el decreto de Ciro y se prolonga hasta la era mesiánica. Aunque quepan en el texto tales interpretaciones, no vemos la razón por la cual no deba tomarse el texto en su sentido literal y obvio. El texto masorético no autoriza la sustitución del profeta Jeremías por Isaías, como pretende Batten.

copia del decreto fue depositada en los archivos reales de Ecbatana. Por una hipérbole muy propia de los orientales, se dice que el decreto fue pregonado «por todo su reino», cuando, en realidad, se dirigía únicamente a las autoridades y poblaciones del antiguo reino de Babilonia, en donde radicaban las colonias judías.

«88

E L DECRETO DE CIRO

Refiere Flavio Josefo 4 que los judíos mostraron a Ciro el texto de la profecía de Isaías en la cual aparecía su nombre, quedando él tan impresionado que promulgó inmediatamente el decreto de libertad. Sea lo que fuere de esta noticia, el proceder de Ciro para con los judíos concuerda perfectamente con sus métodos de gobierno. El edicto real, más que obra de Ciro, debe considerarse como una prueba de que Dios mueve, «despierta» y «excita» el corazón de los reyes de manera que hagan siempre su voluntad (1 Crón 5, 26; 2 Crón 21,16; 36,22; Jer 55,11). El decreto se formuló de viva voz y por escrito. Disponían los persas de un servicio de correo bien organizado a base de cursores (aggaroi), que corrían velozmente a pie o montados en ágiles corceles todo el imperio, proclamando las órdenes reales o también entregando a los funcionarios públicos y a los particulares cartas, paquetes, etc. Según se desprende de 6,2-5, una 3

«Ciencia Tomista», 10 (1914-15) 353-374.

< Ant. Iud. I I , I , 2 .

CONTENIDO DEL DECRETO

Ciro se llama a sí mismo «rey de Persia». Ciro era politeísta; admitía un dios supremo y trascendente, Ahura Mazda, y cabe él un ejército de dioses de rango inferior que dominaban sobre determinadas regiones y pueblos de su vasto imperio. Estos dioses particulares facilitaron a Ciro la derrota de sus enemigos. El mismo dios de Babilonia, Marduk, cansado y enojado con el rey Nabónides, llamó a Ciro para que ocupara su trono. Entre los pueblos vasallos de Babilonia estaba el pueblo judío, que adoraba a su Dios nacional, Yahvé. También Yahvé había contribuido al triunfo de Ciro; es probable que los judíos de Babilonia se colocaran de lado de los enemigos de Nabónides y apoyaran la acción de Ciro. Por lo mismo, sin menoscabo del dios Ahura Mazda, considera a Yahvé como a Dios suyo, «Dios grande, Dios del cielo y de la tierra». La expresión «dios de los cielos» aparece en Neh 1,5; 2,4.20 y los papiros de la isla Elefantina. No era propiamente Yahvé, en opinión de Ciro, el dios que le entregó «todos los reinos de la tierra» (Is 45,1), como dice con evidente hipérbole el texto, pero contribuyó, sin duda, a su engrandecimiento junto con los otros dioses. De ahí que Ciro ensalzara a todos los dioses según convenía a las circunstancias y pueblos a los que se dirigía. Puede suponerse que el rey se valió de algún personaje judío para la redacción del decreto que anunciaba su libertad. A una orden del Dios de los judíos atribuye la voluntad de que «le edifique casa en Jerusalén, en Judá». Antiguos comentaristas, siguiendo a Flavio Josefo, creen que, habiendo conocido Ciro la profecía de Isaías (44,28), quiso cumplir su voluntad con el fin de tenerlo propicio en lo venidero. Pero puede el texto entenderse en el sentido de que quiso el soberano mostrarse deferente con los judíos y su Dios, autorizando y contribuyendo a la edificación del templo de Jerusalén, como había hecho con los dioses de los otros pueblos. Así leemos en su cilindro: «A los dioses que estaban (en las ciudades en ruinas) hice que se colocaran en su lugar, construyéndoles una mansión eterna». Convenía a Ciro tener a los judíos propicios en el caso de que Egipto atacara al imperio persa por el sudoeste. INVITACIÓN A TODO ISRAEL

Del texto del decreto se colige que Ciro se dirige a todos los judíos. Sabido es que, después de la muerte de Salomón, el pueblo se dividió en dos reinos: el del Norte y el de Judá. Los del Norte fueron deportados a Asiria el año 722 por Sargón II; el año 587, los de Judá fueron conducidos cautivos a Babilonia. Con los triunfos

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Estiras 1

Esdras 1

de Ciro, Asiria y Babilonia pasaron a depender de su autoridad. ¿Quiso referirse a todos los judíos, de uno y otro reino? Acaso no estuviera Ciro al corriente de las diferencias que dividían al pueblo de Israel; por lo mismo, las palabras «de todo su pueblo» (micol amo) abarcan a todos los judíos que viven en el imperio persa. Las versiones griegas han restringido el alcance de esta orden, añadiendo: «y que desean partir». No se impone la obligación a los exilados judíos de regresar a su patria. El que se decida a hacerlo contará con el favor de Dios, por cuanto el motivo principal del regreso a la patria era para reedificar el templo de Yahvé. Para Ciro, el Dios de Israel, Yahvé, tiene su morada en Jerusalén.

equivale en el lenguaje semítico a permitir, autorizar Que 14,6; Mal 1,3-3). Un ejemplo de lo dicho hállase en 5,9, con la traducción: «¿Quién os ha autorizado la construcción de esta casa ?» Tampoco Ciro procede como déspota ordenando a todos los israelitas que regresen a Jerusalén, sino más bien deja a todos en libertad. 2) No quiso el texto hacer un parangón entre la huida de Egipto y la vuelta de los sionistas a su patria. Ciro exhorta a las gentes vecinas a que ayuden a los judíos en esta empresa, que debe redundar en provecho del mismo rey y de su imperio. Ciro se jactaba de haber restituido a muchos dioses en sus ciudades, esperando que con ello se mostrarán propicios. Espera que los favorecidos «pidan todos los días a Bel y Nabo la prolongación de mis días» (PRITCHARD, 316). Le convenía a Ciro llevar esta política religiosa como presupuesto indispensable para obtener la pacificación de todos los pueblos que integraban su imperio. Aun modernamente se dan casos de que monarcas y jefes de Estado contribuyen económicamente a la ayuda de un culto no estatal por razones políticas. 3) Efectivamente, existen dos textos diferentes del decreto, con sensibles diferencias. ¿Cuál de los dos es el auténtico? Contra el primero se oponen dos argumentos: a) no pudo Ciro, politeísta, expresarse con frases que reflejan una mentalidad monoteísta y de formación judía; b) el decreto no pudo ser redactado en hebreo. En cuanto al primero, se responde que Ciro era politeísta, pues, además de Ahura Mazda, reconocía como suyos los dioses de los pueblos sujetos a su dominio, y en el trato con cada uno de ellos se esforzaba para acomodarse al lenguaje que exigían sus creencias. También Yahvé es Dios de Ciro, que atribuye a una inspiración suya la idea de levantarle de nuevo su templo. Modernamente, Bickermann ha defendido vigorosamente la autenticidad del edicto de Ciro, exponiendo su texto en el sentido de que se trata de una proclamación hecha en hebreo por heraldos públicos, judíos quizá algunos de ellos. De esta manera se explica el matiz hebraico del mismo, porque, aunque emanaba de la cancillería real, su contenido fue dado a conocer por oficiales que pensaban y hablaban hebreo. El texto de 6,3-5 e s un memorándum para uso de los oficiales y funcionarios persas. Pudo el texto original ser redactado en lengua persa o babilónica; pero, en atención a los judíos, fue dado a conocer en su propia lengua 5 .

SOLIDARIDAD CON LOS JUDÍOS REPATRIADOS

«En todo lugar donde habiten restos (nistar) del pueblo de Yahvé», dice el texto. El término hebraico que significa resto es de uso muy común en la literatura profética (Is 51,7; 49,13), y se aplica a los judíos que por su fidelidad al pacto de la alianza se libran de los castigos con que Dios amenazara a los transgresores del mismo. En nuestro texto se aplica más bien a los sobrevivientes de los que habían sido deportados a Asiria y Babilonia (Is 10,20-21). Un viaje a Palestina requería valor y medios económicos. Muchos judíos habíanse enriquecido en Babilonia y gozaban de una posición económica holgada (Jer 29,5; Ez 3,24; 8,1; 14,1; 33,31), pero otros vivían penosamente de su trabajo. En general fueron estos últimos los que se aprestaron con más entusiasmo a volver a la patria de sus antepasados. Con el fin de incitarles a emprender el regreso hace el rey un llamamiento a todos los que conviven con los judíos a fin de que les ayuden con plata, oro, utensilios y ganados, cosas necesarias tanto para el largo viaje cuanto para poder rehacer su vida en Judá. Esta colecta en favor de los judíos en vísperas de su partida recuerda en cierta manera el hecho de la huida de Egipto (Ex 12,35-36). Aquí la sitxtación es distinta; es el rey mismo quien recomienda la caridad en favor de los judíos repatriados. Los vecinos (1,6), principalmente los judíos que habitaban en Babilonia (15), mostráronse generosos. Se recomendaba asimismo a todos hicieran donativos voluntarios (nedabah) para la casa de Yahvé. El sentido técnico de la palabra hebrea (Lev 22,18) se mantiene en 3,5. ¿Es AUTÉNTICO EL DECRETO DE ClRO?

Algunos críticos lo niegan, por las siguientes razones: 1) No se concibe que Ciro diera la orden de edificar el templo de Jerusalén; a lo más, podía autorizar dicha construcción. 2) No es creíble que Ciro entregara dinero para la mencionada obra. 3) Se conserva un doble texto del decreto (1,2-4 Y 6,3-5), con notables diferencias. 4) Algunas frases de sabor monoteísta no se explican en boca de Ciro, 5) El decreto fue redactado en hebreo, lo que parece improbable. A estas dificultades puede responderse: 1) El verbo mandar

Ofrecimiento

de voluntarios

691

(1J5)

5

Levantáronse entonces los jefes de las familias de Judá y de Benjamín, los sacerdotes y levitas, y todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios, para subir a edificar la casa de Yahvé que está en Jerusalén. No todos los judíos exilados se aprovecharon de la libertad otorgada por Ciro, sino sólo aquellos a los cuales animó e inspiró Dios. 5 BATTEN, 61. Defienden la autenticidad del decreto: R. DE VAUX, Les décrets de Cyrus et de Darius: RB 46 (1939) 27-57; J- BICKERMANN, The Edict of Cyrus in Ezra I: JBL 65 (1946) 249-27S-

692

Se señalan en primer lugar los tres grupos o categorías de voluntarios: los jefes de familia, los sacerdotes y los levitas. Se discute si el texto alude a un cuarto grupo, al de los laicos, al decir: «y todos aquellos cuyo espíritu despertó Dios». Para unos (FERNÁNDEZ), la frase es restrictiva; para otros señala un cuarto grupo (BERTHEAU, PELMA). N O sirven las razones aducidas por este último en el sentido de que, faltando los laicos, daría a entender el texto que los «laicos» no se prestaron a la invitación de repatriarse, lo que es falso. Al autor sagrado interesa más bien señalar la conducta de los jefes de la nación, eclesiásticos y laicos. Entre estos últimos hallamos a «las cabezas de familia», o de los padres (aboth). Israel dividíase en tribus, la tribu en parentela y éstas en familias 6. Los cabezas de familia, de clan o parentela, de las dos tribus meridionales de Judá y Benjamín dieron ejemplo al levantarse y prepararse para emprender el largo camino hacia la patria. Para el autor, el verdadero Israel está formado por las dos tribus de Judá y Benjamín (1,5; 4,1; Neh 11,4), siendo sospechoso de sincretismo todo individuo procedente del reino del Norte.

Ayuda

a los voluntarios

(1,6-8)

6

Todos los que habitaban en derredor suyo les dieron objetos de plata y oro, utensilios, ganados y cosas preciosas, a más de los dones voluntarios. 7 El rey Ciro devolvió los utensilios de la casa de Yahvé, que Nabucodonosor había llevado de Jerusalén y puesto en la casa de sus dioses. 8 Ciro, rey de Persia, hizo que los sacara Mitrídates, tesorero, que se los entregó a Sesbasar, principe de Judá. Porque la empresa de estos valientes parecía arriesgada, las gentes vecinas, tanto indígenas como judíos, apresuráronse a colmarles de bienes. El texto hebraico dice literalmente: «fortificaron sus manos» Que 9,24; Is 35,3; Neh 2,18), idea que puede traducirse por «los ayudaron», tanto desde el punto de vista moral, animándolos y alabando su decisión, como material, entregándoles todo cuanto necesitaban para el viaje y para rehacer su vida en Jerusalén. El rey mandó que se devolviesen los utensilios sagrados empleados en la liturgia del templo, que Nabucodonosor había sustraído (2 Re 24,13-17; 25,13-15) y colocado parte en su palacio (2 Crón 36,7; Dan 5,2-3) y otra en el templo de sus dioses (Dan 1,2). Jeremías predijo la restitución de estos tesoros (52,17-23). Encargó al tesorero del templo, Mitrídates (4,7), que los entregara a Sesbasar. Mitrídates es nombre persa que puede significar «don de Mitra» o «consagrado a Mitra»; era Mitra 'el dios persa del sol. El nombre del príncipe de Judá, Sesbasar, es transcrito diversamente, lo que dificulta el conocimiento de su etimología. ¿Corresponde este nombre al de Senasar que se lee en 1 Crón 3,18? Es indudable su origen babilónico; acaso provenga del babilónico shamash-bal-usur = Samash protege al hijo. 6

Les institutionx I 17-43.

693

Esdras 1

Esdras 1

Utensilios

que se devuelven

(1,9-11)

9

H e aquí la lista de ellos: treinta fuentes de oro, mil fuentes de plata, veintinueve cuchillos, 10 treinta tazas de oro, cuatrocientas diez tazas de plata y otros mil vasos del segundo orden. n Los objetos de oro y plata eran en número de cinco mil cuatrocientos. Sesbasar lo llevó todo de Babilonia a Jerusalén a la vuelta de la cautividad. Hemos traducido por fuentes el término hebraico hagartal, que probablemente querrá designar un balde, cubo o herrada que servía para múltiples purificaciones en el templo. El texto hebreo, así como el de las versiones, no se ha conservado fielmente en lo que se refiere al número de utensilios. La suma de los mismos en el v . n no corresponde a la enumeración anterior. ¿Dónde yace el error, en la suma total o en la enumeración parcial? Probablemente en esta última, como prueban las divergencias entre el texto hebreo y el griego. Pero no está probado que el v . u sea la suma de los objetos enumerados anteriormente. Conocida es la facilidad con que el texto consonantico hebraico se ha prestado a la adulteración de los números. El encargado de llevar todos estos tesoros a Jerusalén fue Sesbasar. ¿ Q U I É N FUE SESBASAR?

Hemos hablado de la etimología del nombre; réstanos ahora averiguar su personalidad. Muchos autores, católicos y acatólicos, lo identifican con Zorobabel, de que se hablará en el capítulo siguiente; otros creen que es un personaje distinto. Las razones para la identificación son: 1) Es Sesbasar el encargado de devolver a Jerusalén los tesoros robados al templo; pero Zorobabel va al frente de los repatriados (2,2). 2) En el año segundo de Darío I (520 a. C.) era Zorobabel peha de Judea (Ag 1,1); construye él el templo (Esd 3,8; 5,2; Zac 4,9). Pero también es llamado peha Sesbasar (Esd 5,14), y se dice de él que puso los fundamentos del templo (5,16). 3) Sesbasar es llamado nasi: príncipe de Judá (1,5), título que compete asimismo a Zorobabel por ser hijo de Pedaya, que lo fuera de Jeconías (1 Crón 3,17-19). 4) Era común en la corte babilónica tener dos nombres. Así, nuestro personaje pudo llamarse Sesbasar en el trato con los funcionarios gentiles, y Zorobabel al ponerse en contacto con los judíos, a los cuales repugnaba el primer nombre, teóforo de una divinidad pagana. No parece que tales razones zanjen la cuestión. En primer lugar, es distinta la misión que recibe Sesbasar de la que se confía a Zorobabel. Que los dos son personajes distintos con misión diferente se deduce de 5,14-16, en donde se habla de Sesbasar—acaso sea el mismo Zorobabel el que habla—en tercera persona, lo que es incomprensible en el caso de ser él Zorobabel. En segundo lugar, del hecho que fuera Zorobabel peha en tiempos del profeta Ageo (520 a. C.) no se deduce que lo fuera en 537, esto es, en tiempos de la primera caravana de repatriados. Pero aún es probable que

694

Esdras 2

Esdras 2

Sesbasar fuera el primer gobernador de Judea, siendo reemplazado más tarde por Zorobabel. En 5.14-16 se habla de Sesbasar como persona ausente. Fue él el primer alto comisario del poder central, encargado de transportar el material cultual y de reedificar el templo. Al tercer argumento cabe oponer que el título de príncipe (nasi) no prueba que descendiera de familia real. Con el mencionado título se alude al poder político que ejercía Sesbasar (Ez 30,13; Jer 34,2). Era Sesbasar príncipe de Judá por nombramiento real, mientras que Zorobabel lo era de nacimiento (3,2.8; 4,23; 5,2; Neh 12,1; Ag 1,1.12; 2,2.23). No cabe duda que un mismo personaje llevaba a veces dos nombres (Dan 1,6; 2 Re 15,19), pero la dificultad radica en que un príncipe de Judá lleve dos nombres de origen babilónico. Hemos visto el origen etimológico de la palabra Sesbasar; Zorobabel viene de Zer-babili = simiente de Babilonia. ¿Por qué no adoptó un nombre hebraico al contacto con los judíos? De todo lo dicho se desprende que no existen argumentos válidos para identificar a Sesbasar con Zorobabel. En cuanto al testimonio de los antiguos, el autor de 3 Esd 2,11; 4,13.43-46; 5,1-6.68-73 distingue ambos personajes; Flavio Josefo? los identifica. Regreso

a la patria

(2,1)

1

Estos son los de la provincia que volvieron del destierro, de los que había llevado cautivos a Babilonia Nabucodonosor, rey de Babilonia, y tornaron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad. Con la palabra provincia (medinah) se quiere establecer la distinción entre los judíos de la cautividad y los que habitaban en Palestina. El término medinah corresponde en sentido amplio al de región (Lam 1,1; Ez 19,8; 1 Re 20,14-17). En sentido estricto da a entender el texto que Judea estaba constituida en provincia autónoma, independiente de Samaría, gobernada por un peha, lo cual no tuvo lugar antes de Darío I (522-486). En el texto hebraico se emplean dos palabras casi sinónimas para designar el destierro: shebi, golah. «El primero se toma en sentido abstracto (3,8; 8,35), es decir, refiriéndose a la situación en que se hallaba Israel, la cautividad; mientras que el segundo puede entenderse, o bien del sitio, o bien de los desterrados (6,19-20; 8,35; 9,4). Por lo dicho se ve que los repatriados se llamaban bene hammedinah, en cuanto se hallaban ya en Judá, y bene haggolah, en cuanto habían estado en el destierro» (FERNÁNDEZ). El texto hace referencia exclusivamente a los deportados en tiempos de Nabucodonosor. Cada uno tornó a Jerusalén y a Judá, según eran o no sacerdotes. Estos últimos, por razón de sus funciones en el templo, habitaban en la Ciudad Santa y en sus alrededores. El área ocupada por los repatriados era reducida. Al norte moraban los samaritanos; los edomitas, que se extendían hasta Hebrón, estaban al sur, y los de Azoto 7

Ant. lud. i i , i , 4 -

695

(Neh 13,23-24), al oeste. Los laicos marcharon cada uno a su ciudad natal. La llegada de los repatriados y su afincamiento en el territorio no fue nada fácil. Algunos encontraron sus casas destruidas, sin aperos de labranza, con los campos abandonados y las cuadras vacías; pero otros ni siquiera les fue dado regresar a sus hogares ni ocupar sus campos, por haber pasado a poder de judíos que quedaron en Palestina o que habían pasado a ser propiedad de los paganos que se establecieron en Judea. Con tesón y dinero pudieron los repatriados volver a sus heredades, lo que hicieron los sionistas modernos al establecerse en Palestina amparados por la ley Balfour. Jefes

de expedición

(2,2a)

2a

Partieron con Zorobabel: Josué, Nehemías, Seraya, Raelayas, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigraí, Rejum y Baana. Esta misma lista aparece, con ligeras variantes (Neh 7,7; 3 Esd 5,8). Zorobabel no es el mismo personaje que Sesbasar. En estos dos últimos libros se añade el nombre de Najamani entre Raelayas (Nehemías: Raamías) y Mardoqueo, que en 2 Esd es llamado Euenius. Con este número doce (once en nuestro texto) se quiere aludir a las doce tribus de Israel, aunque solamente se repatriaran familias de las de Judá y Benjamín (6,17; 8,35). El jefe de la expedición es Zorobabel, a causa de sus cualidades y por ser descendiente del rey Joaquim (Vulgata: Jeconías), en la línea de David (1 Crón 3,17-19). Josué era hijo de Josadac (5,2; Ag 1,1; 1 Crón 6, 14) y sobrino de Seraya, el último sumo sacerdote del templo, muerto en Ribla, en tierras de Hamat, por Nabucodonosor (2 Re 25, 18-21). De regreso a Jerusalén ejerció las funciones sacerdotales (3,2; 5,2). No parece que el personaje al que se llama Nehemías deba identificarse con el autor del libro que lleva su nombre. El padre de Esdras es llamado Seraya (7,1); en la lista de Neh 7,7, en vez de Seraya, leemos Azaría. Raelayas (Neh 7,7: Raamías) sólo es conocido por su nombre. Mardoqueo lleva un nombre derivado del dios babilónico Marduk; es distinto del Mardoqueo del libro de Ester. LISTA DE REPATRIADOS

En el elenco de los que regresaron del exilio se observa un orden riguroso. Se mencionan en primer término los laicos (2,2-35), siguen los sacerdotes (v.36-39), los levitas (v.40), cantores (v.41-42), porteros (v.42), netineos (v.43-54), hijos de los siervos de Salomón (V-SS-S8). los de origen israelita dudoso (v.59-63), suma total (v.64-67). Laicos repatriados (2,2b-35) Número de los hijos del pueblo de Israel: 3 Hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos. 4 Hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos. 5 Hijos de Araj, setecientos setenta y cinco. 6 Hi26

686

Estiras 2

jos de Pajat Moab, de los hijos de Josué y de Joab, dos mil ochocientos doce. 7 Hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cua8 tro. Hijos de Zatu, novecientos cuarenta y cinco. 9 Hijos de 10 Zacaí, setecientos sesenta. Hijos de Baní, seiscientos cuarenta y dos. H Hijos de Bebaí, seiscientos veintitrés. i2 Hijos de Azgad, 3 mil doscientos veintidós. 1 Hijos de Adonicaro, seiscientos se5 senta y seis. l4 Hijos de Bigvaí, dos mil cincuenta y seis. 1 Hijos de Adín, cuatrocientos cincuenta y cuatro. 16 Hijos de Ater, de 7 Ezequías, noventa y ocho. 1 Hijos de Besaí, trescientos veintitrés. l 8 Hijos de Jora, ciento doce. 19 Hijos de Jasún, doscientos 20 veintitrés. Hijos de Gibar, noventa y cinco. 21 Hijos de Betlehem, 23ciento veintitrés. 22 De las gentes de Netofa, cincuenta y seis. De las gentes de Anatot, ciento veintiocho. 24 Hijos de Asmavet, cuarenta y dos. 25 Hijos de Quiriat-Jearim, Quefira y Beerot, setecientos cuarenta y tres. 26 Hijos de Rama y 27 Gueba, setecientos veintiuno. De las gentes de Mijmas, cien28 to veintidós. De las gentes de Betel y Hai, doscientos veintitrés. M Hijos de Nebo, 3cincuenta y dos. 30 Hijos de Megbis, i ciento cincuenta y seis. Hijos del otro Elam, mil doscientos 33 cincuenta y cuatro. 32 Hijos de Jarim, trescientos veinte. Hi34 jos de Lod, Jadid y Ono, setecientos veinticinco. Hijos de 35 Jericó, trescientos cuarenta y cinco. Hijos de Senaa, tres mil seiscientos treinta. En la larga lista de los laicos repatriados, diecisiete de ellos se citan con el respectivo nombre de familia; otros veintiuno, según el lugar de donde eran oriundos. A los diecisiete primeros se les llama hijos de (bene) Paros, etc., según el nombre de su familia o clan; los veintiuno restantes son conocidos por hombres de (anse) Gibar, etc., según las respectivas localidades de donde eran oriundos. En el primer caso, escribe Gelin, se refiere el autor a familias pertenecientes al proletariado (dalat haares); en el segundo, a los de posición confortable (am haares) 1. Los límites geográficos de las localidades citadas en v.20-35 se ciñen al reducido territorio comprendido entre Betel y Hai, al norte; Belén y Netofa, al sur; entre Lod y Jericó, al este y oeste, respectivamente. Abren el elenco los hijos de Paros, clan que reaparece en 8,3; 10,25; Neh 3,25; 10,5. El nombre significa «Pulga» y se ha encontrado en letras fenicias en un sello antiguo (DB 5,219). En el v.6 hablase de los hijos de Pahat Moab. ¿Debe entenderse como nombre propio o en el sentido de «gobernador (peha) de Moab»? Es probable que algún personaje de esta familia ejerciera durante la dominación asiría el cargo de gobernador de Moab (1 Crón 4,22). Podemos suponer que el personaje que se esconde bajo las palabras pahat moab fuera tan conocido que no necesitaba ser nombrado con su nombre. De sus descendientes se habla en 8,4; 10,30; Neh 3,11; 10,15. Sus hijos se ramificaron en dos familias, la de Josué y la de Joab (Neh 7,11). De Elam (1 Crón 8,24) se habla nuevamente en el v.31: «Hijos del otro Elam». Según Batten, es un caso de repetición accidental. 1 E. WÜRTHWEIN, Der amm haarez im Alten Testament (Stuttgart 1936); S. ZEITLIN, The Am haarez: JQR 23 (1932-33) 45-6i; E. KLAMROTH, Pie Jüdischen Exulanten m Babylonien (Leipzig 1912) p.99-101. Í

Esdras 2

697

En la lista por localidades ofrece el texto ciertas particularidades. En vez de Gibar parece recomendarse la lectura de gibeon (Neh 7,25), la ciudad de Gabaón, la actual el-Djib, a unos diez kilómetros al noroeste de Jerusalén. En contra de esta identificación puede invocarse el hecho de que en la lista se empieza con las ciudades del sur, terminándose con las del norte. En caso de tratarse de Gabaón, está el versículo desplazado de su lugar de origen. Belén pertenecía a la tribu de Judá (Jue 17,7; 1 Sam 17,12), a diferencia del otro Belén, en Galilea, que pertenecía a la de Zabulón (Jos 19,15). El poblado de Netofa no se ha identifiFado plenamente. Algunos (KOB, ABEL) lo emplazan en Jirbet Bedd Faluh, a unos cuatro kilómetros al sudeste de Belén; otros (FERNÁNDEZ) lo buscan en Umm Tuba, al nordeste de la mencionada ciudad, o en Ramat Rahel, a cuatro kilómetros al sur de Jerusalén (UBACH). De Netofa era Marai, héroe de David (2 Sam 23,28). Anatot es la patria de Jeremías (Jer 1,1), a unos cuatro kilómetros al norte de Jerusalén. Era una residencia sacerdotal (Jos 21,18; 1 Crón 6,60). Azmavet (Bet-Azmavet, Neh 7,28) se hallaba a tres kilómetros al norte de Anatot (Neh 12,29), en el lugar conocido actualmente por Hizma. Conocida es la ciudad de Quiriat-Jearim (Jos 9,17; 15,9, etc.), que se identifica con el actual Abu Gosh, a catorce kilómetros al oeste de Jerusalén. Quefira (Jos 18,26) es el actual Jirbet Kefire, a tres kilómetros al norte del anterior. En cuanto a Beerot (Jos 18,28), se identifica con Tell el-Nasbe (FERNÁNDEZ) o con el Bire, a doce o dieciséis kilómetros, respectivamente, al norte de Jerusalén. Pertenecía Rama a la tribu de Benjamín (Jos 18,25), así como Gueba (Jos 18,24). Famosas son las localidades de Betel (Gen 28,19) y Hai (Jos 8,1-28), Beitin y et-Tell, respectivamente, de nuestros días, al norte de Jerusalén. Debe distinguirse el poblado de Nebo (Nob, Beit Nuba, Niba) de la ciudad homónima de la tribu de Rubén (Núm 32,3.38). Hemos hablado de la expresión «el otro Elam». Tanto a éste como al que se menciona en el v.7 se asignan mil doscientos cincuenta y cuatro repatriados. Según unos (PELAIA), es nombre de persona; para otros (FERNÁNDEZ), de lugar. Dígase lo mismo de Jarim; en el v.39 reaparece el nombre como perteneciente a familia sacerdotal. Del extremo occidental de Judá se cita Lod (Neh 11, 31-35), la actual Lidda, Ludd, y Ono (1 Crón 8,12; Neh 6,2), el actual Kefr Ana, entre Lidda y Jafa, a unos ocho kilómetros al noroeste del primero. Por el este se menciona Jericó (Deut 37,3; Jos 6,iss). Senaa debe encontrarse en los alrededores de Jericó (Neh 3,3), identificándose con Magdalsenna o Sheik Terina, a unos once kilómetros al norte de la mencionada ciudad. Para Batten trátase de un nombre personal.

698

Esdras 2

Lista de sacerdotes

(2,36-39)

36

Sacerdotes: Hijos de Jedaya, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres. 37 Hijos de Immer, mil cincuenta y dos. 38 Hi39 jos de Pasjur, mil doscientos cuarenta y siete. Hijos de Jarim, mil diecisiete. Los sacerdotes de la primera caravana ascendían a cuatro mil doscientos ochenta y nueve, repartidos en cuatro familias. Los de Jedaya, Immer y Jarim representan la segunda, la dieciséis y la tercera de las veinticuatro clases sacerdotales de David (i Crón 24, 7-18). No se especifica si son o no familias sadocitas. Propiamente los sacerdotes «hijos de Jedaya» descendían de la familia de Josué, que ejercía el cargo de sumo sacerdote en tiempos de la vuelta a la patria. Cinco de los descendientes de Jarim habían contraído matrimonio con mujeres extranjeras (Esd 10,21). Como puede observarse, dieron los sacerdotes ejemplo de valor al presentarse como voluntarios para regresar a la patria.

Levitas,

cantores

y porteros

699

Esdras 2

(2,40-42)

40

Levitas: Hijos de Jesúa y de Cadmiel, de los hijos de Odavías, setenta y cuatro. 41 Cantores: Hijos de Asaf, ciento vein42 tiocho. Porteros: Hijos de Salum, hijos de Ater, hijos de Taimó, hijos de Acub, hijos de Jetita, hijos de Sobaí, todos ciento treinta y nueve. Trátase de tres familias distintas de levitas: Jesúa, Cadmiel y Odavías (3,9; Neh 9,5). Del primer texto parece deducirse que de Odavías se pasaba a Cadmiel. Gelin traduce: «Los hijos de Josué, a saber, Cadmiel, Binnoni (3 Esd 5,26), Odavías». Pocos fueron los levitas que regresaron, porque, «habiendo disminuido su dignidad en la perspectiva deuteronómica y de Ezequiel (Ez 44,9-14), tuvieron pocos deseos de regresar (8,15). Puede darse también que fueran pocos los levitas deportados por pertenecer a una clase social pobre (dalat haares), que no interesaba al vencedor en 587» ( G E -

estar a la puerta de la casa de mi Dios a morar en las tiendas de la iniquidad», deduce Batten que este oficio debía de ser considerado como muy humilde.

Los netineos

Netineos: Hijos de Sija, hijos de Jasufa, hijos de Tabaot, hijos de Queros, hijos de Sía, hijos de46Fadón, 45 hijos de Lebana, hijos de Jagaba, hijos47 de Acub, hijos de Jagab, hijos de Sanlaí, hijos 48de Janón, hijos de Guidel, hijos de Gajar, hijos de Reaya, hijos de Resín, hijos de Necoda, hijos de Gazam, 4!> hijos de Uza, hijos de Paseaj, hijos de Besaí, 50 hijos de 51 Asena, hijos de Meunim, hijos de Nefasim, hijos de Bacbuc, hijos de Jacufa, hijos53de Jarjur, 52 hijos de Baslut, hijos de Mejida, hijos de Jarsa, hijos de Barcos, hijos de Sisera, hijos de Tamaj, 54 hijos de Nesiaj, hijos de Jatifa. 44

Descendían los netineos de los prisioneros de guerra que Josué destinó a cortar leña y a sacar el agua para la asamblea y para el altar de Yahvé (Jos 9,27). Propiamente su institución se remonta a David (Esd 8,9), que los sometió a las órdenes de los levitas, ayudándoles en los trabajos más humildes de cortar leña, acarrear agua, barrer el santuario, etc. Ya desde Moisés (Núm 31,47) disponían los levitas de prisioneros como ayudantes. Su mismo nombre en hebreo, Netinnim, y en griego, oi dedomenoi, significa los donados, los oblatos. Estos nombres reciben también en algunas órdenes religiosas los que entran en religión con el fin de ocuparse en trabajos ordinarios y humildes. Tanto el libro de Esdras (2,43.58.70; 7,7.22; 8.17.20) como el de Nehemías (3,26.31; 7,46.60.73; 10,29; 11.3.21) dan mucha publicidad a estos abnegados trabajadores que regresaron del exilio para continuar su tarea al servicio del templo. En los «hijos de Meusim» ven algunos autores a descendientes de los maonitas o mineos, que venció el rey Azarías y puso al servicio del templo (1 Crón 4,41; 2 Crón 26,7). Los Nefasim acaso sean descendientes de la tribu ismaelítica de Nafis (Gen 25,15-16).

LIN, UBACH).

Además de los levitas propiamente dichos, que ayudaban a los sacerdotes en el servicio del templo, existían los cantores, cuyo oficio era acompañar con instrumentos músicos los cantos litúrgicos (Neh 12,24-30; 1 Crón 9,33-34; 15,16). David los había distribuido en veinticuatro clases bajo la dirección de Asaf, Hernán y Jedutún (1 Crón 15,16-17; 25,1). Constituían los porteros la tercera categoría de los levitas (Neh 10,24-26; 13,22; 1 Crón 9,17-26; 2 Crón 8,4). Su oficio consistía en guardar «las puertas de la casa de Yahvé y de la casa de la tienda» (1 Crón 9,23). Recogían las limosnas que se ofrecían para el templo (2 Re 22,4). Tres de los mencionados aparecen también juntos en otros textos (Neh 12,25; 1 Crón 9,17). En Jeremías se habla de «Maasías, hijo de Salum, el guarda del vestíbulo» (35,4). U n levita llamado Acub aparece en Neh 8,7 interpretando la Ley al pueblo. De las palabras del salmo 84,11: «Prefiero

(2,43-54)

43

Los siervos

de Salomón

(2,55-58)

55

Hijos de los siervos de Salomón: hijos de Sotaí, hijos de Soferet, hijos de57Peruda, 56 hijos de Jaala, hijos de Darcón, hijos de Gudel, hijos de Sefatías, hijos de Jatil, hijos de Pogueret, Asebaim, hijos de Amí. 58 Todos los netineos e hijos de los siervos de Salomón, trescientos noventa y dos. Con este nombre se designan los descendientes de los amorreos, jéteos, fereceos, de los jeveos y de los jebuseos que habían quedado en Palestina y que los hijos de Israel no habían podido dar al anatema. A todos obligó Salomón a prestación personal (1 Re 9,21-22), a la manera como nacían los netineos (Neh 11,3). 2 En Babilonia son llamados shirku, femenino shirkatu (E. DHORME, Les Religions de Babylove et d'Assyrie (París [Mana, II] 1949) 214.

700

Esdras 2

701

Esdras 2 67

De origen y dignidad

indefinidos

(2,59-63)

59

Estos son los que subieron de Tel Mela, Tel Harsa, Querub, Addán e Immer, sin poder dar razón de su60 casa paterna y de su estirpe para probar que eran de Israel. Hijos de Delaya, hijos de Tobías, hijos de Necoda, seiscientos cincuenta y dos. 61 Y de los hijos de los sacerdotes, hijos de Abaya, hijos de Cos, hijos de Barzilai, que tomó por mujer a una de las hijas de Barzilai, galadita, y fue llamado con el nombre de ellos; 62 éstos buscaron sus registros genealógicos, pero no los hallaron y fueron excluidos del sacerdocio, 63 y el gobernador les prohibió comer las cosas santas mientras un sacerdote no consultase los «urim» y «tummim». Algunos laicos no pudieron presentar pruebas de su pertenencia al pueblo judío, a pesar de llevar algunos de ellos nombres israelitas y yahvistas. Tampoco pudieron demostrar su ascendencia sacerdotal algunos que se preciaban de serlo. Por precaución, el gobernador les prohibió comer las cosas santas mientras un sacerdote no consultase los urim y tummim (i Sam 14,41; Ex 28,30; Lev 8,8; Núm 27,21; Deut 33,8), o sea las suertes que llevaba en su pectoral el sumo sacerdote. Todos ellos procedían de cinco localidades babilónicas no identificadas. Puede darse que estos hombres fueran prosélitos o descendientes de matrimonios mixtos. De entre los tres grupos pertenecientes al sacerdocio se citan Abaya, Cos, Barzilai. Sabemos que fue Cos el jefe de la séptima clase de los sacerdotes (1 Crón 24,10). Hablase de Barzilai en 2 Sam 17,27; 19,32-39, por ser bienhechor y favorito de David. Una hija suya contrajo matrimonio con un sacerdote, del cual se desconoce el nombre. A causa de querer conservar el nombre de tan gran personaje, o porque, habiéndose extinguido la línea del padre, pasó la herencia a las hijas, perdióse el nombre del sacerdote, adoptando sus descendientes el de la madre. Puede darse muy bien que la hija de Barzilai hubiera sido la heredera (Núm 36,1-13). Con los sacerdotes procedióse con rigor, tomándose todas las precauciones para no autorizar el uso de los privilegios a unos individuos que no podían acreditar sus títulos. El tvvsata, o sea el gobernador (Neh 7,6570; 8,9; 10,2), tomó cartas en el asunto. La solución definitiva de esta cuestión dejóse para un tiempo en que el sacerdote consultase a Dios sirviéndose de las suertes urim y tummim. Después del exilio cayeron en desuso; sin embargo, del texto cabe inferir que existía la esperanza de que entrarían de nuevo en acción una vez reconstruido el templo. Según eí Talmud (Yoma 21,2), faltaron cinco cosas al nuevo templo: el arca de la alianza, el fuego celestial, los urim y tummim, la shekinah o presencia divina y el aceite santo.

Suma total 64

(2,64-67)

La congregación toda entera era de cuarenta y dos mil trescientas sesenta personas, 65 sin contar los siervos y siervas, en número de siete mil trescientos treinta y siete. Entre ellos había trescientos cantores y cantoras. 66 Tenían setecientos trein-

ta y seis caballos, doscientos cuarenta y cinco mulos, cuatrocientos treinta y cinco camellos y seis mil setecientos veinte asnos. El término hebraico qahal significa la comunidad o congregación que formaban los que se habían ofrecido voluntariamente a regresar a la patria. El término indica un cuerpo organizado, lo cual no es estorbo para extenderlo a esta multitud pronta para partir. En el texto se habla de cantores y cantoras, lo que pone de relieve la existencia de agrupaciones que tenían por misión alegrar con sus cantares los banquetes o acompañar con sus lúgubres acentos las ceremonias funerarias. Algunos exegetas encuentran exagerado el número de camellos con relación a unos pobres exilados. Pero, dado el interés que puso el rey en formar el primer contingente, el interés de la vecindad, persa y judía, por dotar de todo lo necesario a los que partían, se comprende que tenían necesidad de muchos animales de carga. Además, iban en la caravana mujeres y niños, que no podían andar a pie largo trecho. Tampoco parece cierto que los repatriados fueran todos pobres.

Ofrendas

para el templo

(2,68-70)

68 Muchos de los jefes de familias, al llegar a la casa de Yahvé en Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Yahvé, para reedificarla en el lugar en que había estado. 69 Dieron para el tesoro de la obra, según sus medios, sesenta y un mil dáricos de oro, y cinco mil minas de plata, y cien túnicas sacerdotales. ™ Los sacerdotes y levitas y las gentes del pueblo, los cantores, los porteros y los netineos se establecieron en sus ciudades. Todo Israel habitó en sus ciudades. Quería Ciro que los judíos se repatriasen, con la finalidad de reconstruir cuanto antes el templo de Yahvé en Jerusalén. Al llegar allí la primera expedición encontró el templo convertido en un montón de escombros. Impresionados por ello, y antes de pensar en el establecimiento propio, hicieron cuantiosas limosnas, en metálico y en especie. La moneda persa dracma o dárico (8,27) (en hebreo: darkhemonim; 1 Crón 29,7: adarkhonim) equivalía aproximadamente a una libra esterlina. Según cálculos, la suma recaudada monta a medio millón de dólares, «enorme suma, que estas gentes no podían entregar» (BATTEN). La mencionada cantidad procedía en parte de los donativos de los ricos judíos de Babilonia. También entre los modernos sionistas prevalece el inmigrante de clase modesta; pero, sin embargo, la banca judía mundial provee a los repatriados de lo necesario y les entrega enormes sumas para la transformación del territorio que debe ser el «Hogar judío». Un vestido sacerdotal completo constaba de unos pantalones, túnica con mangas hasta los pies, cíngulo y turbante para la cabeza.

702

Esdras 3 ¿ HUBO UNA REPATRIACIÓN EN TIEMPOS DE CIRO?

Algunos críticos independientes dudan de la autenticidad de las listas de repatriados que acabamos de ver. Sus razones, en síntesis, son: i) Número excesivo de ellos. 2) N o se comprende el cese del sacerdocio antes de la reconstrucción del templo. 3) Hablar de la provincia (hammedinah) de Judea en tiempos de Ciro es anacrónico. 4) El término qahal significa una asamblea o comunidad de hombres ya organizada. 5) Nada dicen los profetas Ageo y Zacarías de una repatriación anterior al año segundo del rey Darío (520 a. C ) . A esto cabe responder: 1) Los repatriados suman, en cifras redondas, unos cincuenta mil, número muy insignificante si tenemos en cuenta el número de deportados en los años 598-97 y 587-86 (2 Re 24,13-16; 25,11-12). Según Van Hoonacker, el número global de deportados en los mencionados años «sobrepasaba con mucho los doscientos mil hombres». 2) No cabe invocar el testimonio de 2,62; Neh 7,64, para decir que los sacerdotes no ejercían sus funciones sagradas. Únicamente se deduce de dichos textos que se mantenían alejados provisionalmente del ministerio los que no podían justificar su genealogía sacerdotal. 3) Hemos visto que la palabra medinah puede tener un sentido amplio de región, como aparece en los textos ya mencionados. 4) El vocablo qahal, además de significar comunidad organizada, admite otros más genéricos de «cualquier muchedumbre de hombres» (GESENIUS, Jer 31,8; 44,15; Ez 16,40; 23,46-47; 27,27; 32,22-23). En cuanto a lo de Ageo y Zacarías, cabe decir que no era conveniente recordar a los judíos de tiempos de Darío el intento fallido de restaurar el templo. Pero Ageo alude a una vuelta del destierro, al decir: «A causa de mi casa, que está en ruinas, mientras que vosotros andáis corriendo cada cual hacia su propia casa» (1,9), palabras que indican celo en los repatriados para reconstruir sus casas, olvidando la de Yahvé. En cuanto a Zacarías (6,9-15), dice Van Hoonacker: «Zacarías afirma en términos explícitos que la gola, los judíos vueltos de Babilonia, están ya establecidos en Judea». En conclusión: ía historicidad de las listas de los repatriados en tiempos de Ciro (Esd 2,2-70; Neh 7,7-22) va afianzándose cada día más. Restauración del altar y del culto (3,1-7) 1 Llegado el séptimo mes, los hijos de Israel que estaban ya en sus ciudades se reunieron como un solo hombre en Jerusalén. 2 Josué, hijo de Josadac, con sus hermanos los sacerdotes, y Zorobabel, hijo de Saaltiel, con sus hermanos, se levantaron para edificar el altar del Dios de Israel y ofrecer sobre él el holocausto,3 como está prescrito en la Ley de Moisés, hombre de Dios. Asentaron el altar sobre sus cimientos, aunque había que temer de los pueblos vecinos, y ofrecieron en él holocaustos a Yahvé, el holocausto de la mañana y el de la tarde. 4 Celebraron la fiesta de los tabernáculos, como está escrito; ofrecieron día por día holocaustos, según el número prescrito para cada día. 5 Después siguieron ofreciendo el holocausto perpetuo, los

Esdras 3

703

holocaustos de los novilunios y los de todas las solemnidades consagradas a Yahvé, y 6los de todos aquellos que haciun ofrendas voluntarias a Yahvé. Comenzaron a ofrecer holocaustos desde el día primero del mes séptimo. Todavía, sin embargo, no se habían puesto los cimientos de la casa de Yahvé. 7 Dieron dinero a los canteros y a los carpinteros, y comida, bebida y aceite a los sidonios y a los tirios, para que trajesen maderas de cedro del Líbano a Jafa, según había dispuesto en cuanto a esto Ciro, rey de Persia. Dentro del mismo año de haber llegado los primeros repatriados celebróse una reunión «como un solo hombre» en Jerusaíén. Suponiendo que salieron de Babilonia a primeros de Nisán y calculando unos tres meses de viaje, se deduce que dispusieron los sionistas de tres meses para establecerse, aunque de manera provisional, en sus respectivas ciudades. Al llegar el séptimo mes, el de Tishri (septiembre-octubre), acudieron a Jerusaíén. El día 10 de este mes celebrábase el día de la expiación (Lev 23,27-32) y el 15 la fiesta de los tabernáculos (Lev 23,33-36). No convenía que los repatriados olvidaran que la misión primordial que les había confiado el rey era la reconstrucción del templo. El sacerdote Josué (2,2), ayudado por todos sus colegas en el sacerdocio, decidió reconstruir el altar de los holocaustos. Al decir el texto «Zorobabel... con sus hermanos» quiere aludir a los jefes de familia, de que se habló en 2,2. En muchos pasajes bíblicos (2,8; 5,2; Neh 12,1; Ag 1,1.12.14; 2,3.24) se afirma que Zorobabel era hijo de Saaltiel, lo que parece en contradicción con 1 Crón 3, 17-19, que le llama hijo de Pedaya, hermano de Saaltiel, ambos hijos de Jeconías. La dificultad se resuelve, o bien dudando del valor crítico de la lección del libro de las Crónicas, o recurriendo a ley del levirato (CORNELY, SCHANZ, BUZY, PELAIA), según la cual tomó Pe-

daya por esposa a la viuda de su hermano Saaltiel, muerto sin hijos, que tuvo de ella a Zorobabel. En este caso sería Zorobabel hijo natural de Pedaya e hijo legal de Saaltiel. El altar de los holocaustos era de bronce; estaba en el atrio del templo, donde se sacrificaban las víctimas (Ex 27,1-8). En el sacrificio de holocaustos se consumía toda ia víctima, denotándose con ello la total sumisión del hombre a Dios (Lev 1,3). Todos los días, mañana y tarde, era sacrificado un cordero en holocausto (Ex 29, 38-42). En otros lugares es llamado Moisés «hombre de Dios» (Deut 33,1; Jos 14,6; 1 Crón 23,14; 2 Crón 30,16). No aparece claro el sentido que tiene el versículo 3 en el texto original. Fernández traduce: «Y asentaron el altar en su propio sitio, porque se les mostraban hostiles los pueblos de la región». Vaccari: «Y lo erigieron sobre sus bases, aunque con el terror que les infundían la población paisana». Gelin: «Se restableció el altar en su lugar tradicional, a pesar del temor que se tenía al pueblo del país». Según la primera traducción, los judíos levantaron el altar para tener propicio a Dios, ya que los pueblos vecinos les eran hostiles. Otros exponen el texto en el sentido de que se apresuraron a edificar el altar por temor a que, tardando más, les pusieran algún estorbo los

Esdras 3

Esdras 3

pueblos vecinos. Calculaban ellos q u e , u n a vez levantado, m á s difícil era demolerlo. V a n H o o n a c k e r justifica el t e m o r d e los j u d í o s p o r haberse levantado el altar sobre u n bamah, d o n d e ofrecían sacrificios las gentes d e los p u e b l o s d e los alrededores. L o s judíos, p u r i t a n o s , n o p o d í a n sacrificar sobre aquel altar sincretista y a u n sacrilego, p o r lo cual decidieron demolerlo y edificar otro a t o d a prisa. C o n el n u e v o altar p u d i e r o n reanudarse los sacrificios conforme m a n d a b a la L e y . L a fiesta d e los tabernáculos d u r a b a ocho días, del 15 al 22 del m e s d e Tishri, d u r a n t e los cuales vivían e n cabanas fabricadas con r a m a s d e árboles ( L e v 23,42). L o s sacrificios d e los n o v i lunios o neomenias se ofrecían al principio d e cada m e s ( N ú m 10,10). L a s ofrendas voluntarias o d e devoción (nedabah) n o d i s p e n s a b a n d e n i n g ú n sacrificio p r e c e p t u a d o p o r la L e y . A l g u n a s ofrendas v o luntarias hacíanse obligatorias c u a n d o intervenía algún voto fneder). Sin e m b a r g o , el simple altar n o podía satisfacer las aspiraciones religiosas del pueblo, ni agradar a D i o s , ni, finalmente, ser del agrado d e Ciro, e m p e ñ a d o e n q u e se reconstruyese el t e m p l o d e Yahvé. A esta empresa se p e n s ó desde los p r i m e r o s m o m e n t o s . Se hicieron, e n p r i m e r lugar, los preparativos q u e permitieran, d a d o u n d e t e r m i n a d o m o m e n t o , e m p e z a r y t e r m i n a r r á p i d a m e n t e la fábrica del t e m p l o . ¿Es casualidad q u e coincidieran estos p r e p a r a t i vos c o n los d e l t e m p l o d e Salomón? (1 R e 5,6-12; 2 C r ó n 2,3ss). N o i g n o r a b a n los j u d í o s las incidencias d e la construcción del t e m plo salomónico. N o quisieron los repatriados q u e faltara al n u e v o t e m p l o la m a d e r a d e cedro, t a n t o m á s q u e Palestina era p o b r e e n árboles aptos para la construcción. M á s q u e p u r a casualidad, d e b e verse e n el texto n o u n a narración artificial inventada p o r el autor, sino m á s bien la solicitud d e los sionistas p o r construir u n t e m p l o digno a Yahvé. C o m o e n t i e m p o s d e Salomón, la m a d e r a era t r a n s p o r t a d a d e s d e Fenicia al p u e r t o d e Jafa. Siendo Fenicia p o b r e en agricultura, preferían sus obreros el salario e n especie. Sidón fue destruida en 676 antes d e Jesucristo, pero era n u e v a m e n t e d u e ñ a del m a r e n t i e m p o d e los persas ( H E R Ó D O T O , Hist. 7,96,99). L a riqueza principal d e tiros y sidonios eran los cedros del L í b a n o (Is 2,13; E z 31,3).

llegada, estaban las cosas listas para d a r comienzo a la gran obra. El v e r b o hebraico correspondiente a empezar (en nuestro texto: dieron principio) carece d e c o m p l e m e n t o . El texto n o sugiere q u e e m p e z a r a el m e s s e g u n d o la obra material del templo. M á s bien c r e e m o s q u e en este t i e m p o c o m e n z a r o n las autoridades civiles y religiosas a ocuparse d e t o d o lo c o n d u c e n t e a la obra, q u e debía e m p e z a r a últimos d e j u n i o u n a vez libre el p u e b l o d e las faenas del c a m p o y con trigo para pagar a los trabajadores. L a presencia d e Z o r o b a b e l n o es u n a r g u m e n t o decisivo para admitir su identificación con Sesbasar. C o m o los operarios d e b í a n d e ser muchos, se dispuso q u e los levitas d e m á s d e veinte años vigilaran los trabajos. D e s d e los últimos años d e D a v i d n o se permitió q u e los levitas ejercieran sus funciones antes d e los veinte años (1 C r ó n 23,24-27; 2 C r ó n 31,17). El texto original del v.9 dice: «Se dispusieron Josué y sus hijos y sus h e r m a n o s ; Cadmiel, y sus hijos, los hijos de Judá, u n á n i m e m e n t e a vigilar a los q u e trabajaban en la casa de Dios. L o s hijos d e J e n a d a d , sus hijos y sus h e r m a n o s , los levitas». E n vez d e J u d á d e b e leerse Odavias, conforme a 2,40.

704

Sacerdotes

y levitas

en acción

(3,8-9)

8

El año segundo después de la llegada a la casa d e Yahvé a Jerusalén, el segundo m e s , Zorobabel, hijo d e Saaltiel; Josué, hijo d e Josadac, con el resto de sus h e r m a n o s los sacerdotes y los levitas, y todos los otros q u e habían venido de la cautividad, dieron principio a la obra y encargaron a los levitas d e veinte años arriba la vigilancia d e los trabajos d e la casa d e Yahvé. 9 Josué, con sus hijos y sus h e r m a n o s ; Cadmiel, con sus hijos, hijos d e Odavias; los hijos d e Jenadad, con sus hijos y sus herm a n o s , los levitas, se dispusieron todos a u n a a vigilar a los q u e trabajaban e n la casa d e Dios. E n la reunión d e Jerusalén (3,1) se decidió la reconstrucción del t e m p l o . E n el m e s s e g u n d o (lyyar) del a ñ o siguiente d e s u

La primera

piedra

705

(3,10-13)

10

C u a n d o los obreros pusieron los cimientos de la casa de Yahvé, asistieron los sacerdotes revestidos, con trompetas, y los levitas, los hijos de Asaf, con címbalos, para alabar a Dios según la ordenación d e David, rey d e Israel, n y cantaban alabando y confesando a Yahvé: « P o r q u e es bueno, p o r q u e es eterna su misericordia para Israel». T o d o el pueblo lanzaba gritos jubilosos, alabando a Yahvé, p o r q u e se ponían los cimientos de la casa d e Yahvé. 12 M u c h o s d e los sacerdotes y levitas y de los jefes de familias, ya ancianos, q u e habían conocido la casa prim e r a , lloraban en voz alta al ver p o n e r los cimientos de esta obra, mientras q u e los d e m á s gritaban jubilosos, ] 3 no pudiend o distinguirse en el pueblo entre el clamor de los gritos de alegría y el d e los llantos, p o r q u e clamaba el pueblo con júbilo y el ruido se oía hasta lejos. F u e u n acontecimiento histórico el acto d e colocar la primera piedra. Sacerdotes y levitas asistieron a la ceremonia revestidos con los hábitos sagrados y tocando i n s t r u m e n t o s (2 C r ó n 5,12-13). D e s d e Moisés, el u s o de las t r o m p e t a s era reservado a los sacerdotes (Núm 10,10). L o s descendientes d e Asaf son los levitas cantores p o r a n t o n o m a s i a (1 C r ó n 25,1-2). E n sus cantos se acompañaban con c í m b a l o s . D e este i n s t r u m e n t o se habla e n las Crónicas y en los libros d e E s d r a s y N e h e m í a s . E r a el címbalo para los levitas hijos d e Asaf lo q u e las t r o m p e t a s a los sacerdotes. L a institución de los levitas cimbalistas, c o m o los arpistas y tocadores de lira, se r e m o n t a a D a v i d (1 C r ó n 25,1-6) y a los profetas G a d y Natán (2 C r ó n 29,25) 1. M u c h o s d e los repatriados, q u e n o h a b í a n contemplado el maravilloso t e m p l o d e Salomón, lanzaban gritos d e entusiasmo al ver 1 MÉDIEBELLE; E. GERSON-KIWI, Jvíusique; DBS 1411-1468. Biblia comentada 2

33

Esdras 4

706

convertido en realidad el sueño de sus ideales yahvísticos. Con la reconstrucción del templo volvería a renacer Israel como pueblo independiente y soberano. Los ancianos, laicos y sacerdotes, lloraban de emoción. Su llanto nacía del recuerdo del grandioso templo salomónico convertido en ruinas. ¿Es histórica la narración de 3,1-13? Algunos exegetas independientes lo negaron en otros tiempos, alegando 5,2 y los testimonios de Ag 2,15-18 y Zac 4,9; 8,9. Pero el primer texto no debe aislarse de 3,7 y 5,16. Así las cosas, se comprende que la noticia de 5,2 se armoniza con lo dicho en este capítulo. Sin embargo, parece que la obra empezada bajo Ciro fue interrumpida muy pronto, quedando apenas rastro visible de lo hecho. «¿Qué interés podían tener Ageo y Zacarías en volver los ojos hacia aquel episodio desgraciado, que todos los judíos debían de mirar con pena e indignación, si no es que lo habían ya casi olvidado ? Por esto, aquel primer conato de restauración era para ellos como si nunca hubiese existido» (FERNÁNDEZ). ¿Quiénes malograron tan santo empeño? LOS

SAMARITANOS'

Llámanse así los descendientes de la mezcla o fusión de los indígenas de Samaría con los colonos procedentes de Babilonia, de Cuta, de Ava, de Jamat y de Sefarvaím que mandó el rey asirio para que se estableciesen en las tierras de Samaría en lugar de los hijos de Israel (2 Re 17,24-41). Más tarde, Asaradón y Asnapar (¿Asurbanipal ?) mandaron nuevos colonos (Esd 4,2.10). Con el emplazamiento de estos extranjeros en tierras de Canaán cayó el país en un caos religioso. Los mismos israelitas, adoradores de Yahvé, dejáronse seducir por los dioses de los advenedizos, de tal manera que, sin abandonar sus creencias yahvistas, servían simultáneamente a sus dioses (2 Re 17,33.41). Junto a esta híbrida mezcolanza de razas, escribe Ricciotti, sobrevino un hecho muy lógico según la antigua mentalidad oriental. Partiendo del principio de que cada región tenía su dios local, como si fuera el numen loci, los pueblos extranjeros y alienígenas acabaron por venerar al Dios de Samaría, Yahvé. A este fin se les envió un sacerdote que había sido deportado para que les enseñara el culto del Dios de la región (2 Re 17,27). Los samaritanos habían adquirido ciertos privilegios en la región a costa de los israelitas deportados a Babilonia. Al volver éstos y reivindicar el derecho sobre sus casas, sus campos, sus haciendas, e intentar reedificar el templo como punto aglutinante de su nueva personalidad, hirieron la susceptibilidad de los samaritanos. Exigencias de los samaritanos (4,1-3) Cuando los enemigos de Judá y Benjamín supieron que los vueltos de la cautividad estaban reedificando el templo de Yahvé, Dios de Israel, 2 llegáronse a Zorobabel y a los jefes de 1

1

J. A. MONTGOMERY, The Samaritanf (Filadelfia 1907).

707

Esdras 4

familia y les dijeron: «Queremos cooperar con vosotros en la reconstrucción, porque también nosotros buscamos a vuestro Dios, y a él sacrificamos desde los días de Asaradón, rey de Asiría, que aquí nos trajo». 3 Dijéronles Zorobabel, Josué y los demás jefes de familia de Israel: «No conviene que juntos edifiquemos la casa de nuestro Dios; hemos de ser nosotros solos quienes la edifiquemos a Yahvé, Dios de Israel, pues asi lo ha mandado el rey Ciro, rey de Persia». No se mencionan explícitamente los enemigos de los repatriados, pero no cabe duda que fueron los samaritanos (Neh 4,2). El autor habla de «Judá y Benjamín», las dos tribus que formaban fundamentalmente el reino de Judá, considerando el templo de Jerusalén como santuario nacional. A los repatriados llama el texto «los hijos de la cautividad». Los samaritanos dirigiéronse a las autoridades civiles y religiosas, pidiendo se les autorizara contribuir a la obra. Alegan ellos que invocan a Yahvé y le ofrecen sacrificios. El texto hebraico, a causa de una corrección debida probablemente a los masoretas, pone en boca de los comisionados las palabras: «Y nosotros no sacrificamos». Además de estas razones de carácter religioso, pretendían ellos otras ventajas políticas. Al colaborar con los repatriados, adquirían un derecho sobre el templo, se les facilitaba su presencia en Jerusalén y acaso se les abría el camino para ejercer sobre los sionistas una especie de control y autoridad. Los jefes de los repatriados no se dejaron engañar, rechazando el ofrecimiento por ser orden de Ciro que fueran ellos solos los que edificaran el templo. Las autoridades no aducen las razones decisivas que motivaron su negativa. Fueron éstas de carácter religioso principalmente. ¿Cómo podían admitir la colaboración de unos sincretistas que «buscaban a Dios» y ofrecían al mismo tiempo sacrificios a los ídolos? ¿No era Yahvé un Dios celoso, que no toleraba competidores? (Ex 20,5; 34,14). ¿Cómo podían autorizar esta colaboración sabiendo que con ellos se franqueaba la puerta del santuario a gentes incircuncisas e impuras? (Is 52,1). El dato sobre los colonos llevados a Samaría en tiempos de Asaraddón es propio de nuestro libro (v.2).

Reacción

samaritana

(4,4-5)

4

Entonces las gentes de aquella tierra intimidaron al pueblo de Judá, queriendo impedir la construcción; 5 y ganándose con dinero algunos consejeros de la corte, procuraron hacer fracasar su propósito durante todo el reinado de Ciro, rey de Persia, hasta el reinado de Darío, rey de Persia. La indignación apoderóse de los samaritanos, llamados aquí «pueblo de la tierra» (ara haares), no en el sentido sociológico de terratenientes (2 Re 23,30.35), en oposición a dalat haares, «los indigentes», sino en el sentido de las gentes que ocupaban el país a la llegada de los repatriados. Con sus manejos impedían a los obreros que trabajaran, retrasando con ello la reconstrucción del templo. Para su causa ganaron la voluntad de algunos funcionarios

Esdras 4

Esdras 4

708

residentes en Samaria, que paralizaron la obra del templo durante los años 538-530 de Ciro y durante todo el reinado de Cambises (530-522), con unos quince o dieciséis años en total. Seguramente que Ciro se hubiera opuesto a la idea de paralizar las obras, pero sus oficiales destacados en Palestina, ganados por el dinero, se daban maña para impedir que las quejas de los repatriados llegaran a la corte imperial. La historia conservó memoria de este primer fracaso en orden a la reedificación del templo. En contra de lo que sucederá más tarde (Ag i,3ss), la primera caravana de repatriados empezó la obra con entusiasmo, pero una oposición sistemática la paralizó en sus comienzos. El autor, que ha hablado del obstruccionismo samaritano en tiempos de Ciro (4,1-5), abandona el orden cronológico para insistir sobre el mismo tema, aduciendo unos hechos acaecidos bajo el reinado de Jerjes (485-465) y Artajerjes, que encontró en un escrito arameo. En el mencionado documento se hablaba, conforme al orden cronológico (5,1-6.18), de la reconstrucción del templo bajo el reinado de Darío (522-486), y, finalmente, de las tentativas de levantar los muros de Jerusalén en tiempos de Jerjes (485-465) y Artajerjes (465-424). Pero el autor invirtió conscientemente el orden con el fin de juntar 4,6-23 con 4,1-5 y reunir de esta manera toda la documentación relativa a las intrigas de los samaritanos. Esta inversión del texto (5,1-6.18 después de 4,6-23) obedece a la semejanza de argumento. De hecho, tanto en la sección 4,6-23 como en 4,1-5 se habla de la paralización de las obras por intrigas de los samaritanos, aunque en el primero de los textos se hable de la reconstrucción de los muros en tiempos de Jerjes y en el segundo de la reedificación del templo en tiempos de Ciro. Otras explicaciones han sido propuestas por autores católicos y acatólicos, que, a nuestro parecer, presentan sus dificultades.

Los samaritanos

durante

el reinado

de Asnero

(4,6)

Carta

a Artajerjes

700

(4,7)

1 Y en tiempos de Artajerjes, Bislam, Mitrídates, Tabeel y el resto de sus colegas escribieron a Artajerjes, rey de Persia. La carta fue traducida al arameo y transcrita con caracteres árameos. Era Artajerjes el hijo menor de Asuero, al cual sucedió en el trono (465-424) después de haber dado muerte a su hermano mayor, Istaspes, que se lo disputaba. Durante su reinado recibió varias acusaciones de los samaritanos contra los judíos. La primera carta fue escrita por tres personajes conocidos, con la aprobación de todos sus colegas. Se discute si son tres o dos los firmantes de la carta con su nombre. Algunos autores (RICCIOTTI, MÉDIEBELLE)

interpretan el término bishlam como equivalente al hebreo beshalom, en paz, de acuerdo, aduciendo en su apoyo la versión griega, árabe y siríaca. Rudolph propone la lectura besahlem, birushalayim, contra Jerusalén, siendo el sentido de la frase: «... escribieron contra Jerusalén a Artajerjes». Bislam figura como primer promotor de la acusación. Mitrídates es un persa establecido en Palestina, ganado por los samaritanos a su causa. Dícese que la carta estaba escrita en arameo. Fueron los árameos tribus nómadas que habitaban los territorios comprendidos entre Arabia y Mesopotamia, que se infiltraban, ya sea en Siria, en TransJordania y Mesopotamia. A últimos del siglo v m , su lengua convirtióse en la lengua diplomática y de las relaciones comerciales entre los pueblos del Próximo Oriente (2 Re 18,26). En el texto masorético dice la última parte del v.7: traducida al arameo. Falta esta última palabra en el texto griego, por lo cual se ha deducido que faltaba en el texto original, en el que entró por obra de un copista que quiso indicar que empezaba aquí la sección aramaica. En efecto, a partir del v.8 empieza el texto aramaico, que se prolonga hasta 6,18. Calla el texto el éxito de la carta. Tampoco se vislumbra en él si la letra fue escrita en arameo y traducida al persa, o viceversa.

6

En el reinado de Asuero, al comienzo de él, escribieron una acusación contra los moradores de Judá y de Jerusalén, El tema de la oposición de los samaritanos le apasiona tanto al autor, que le obliga a dar un salto histórico. Como en tiempos de Ciro, también en los del rey Asuero se mostraron los samaritanos hostiles a los judíos, escribiendo en contra suya una carta al monarca persa. Era éste Jerjes (485-465), hijo de Darío, llamado Asuero en el texto hebraico (ahashverosh), y del cual se habla largamente en el libro de Ester. Los autores de la carta eran tanto los samaritanos como las personas que se habían afincado después del exilio en tierras de Judá y de Jerusalén. Bajo la capa de patriotismo y adhesión al rey de Persia, escribieron una acusación a fin de conservar los derechos adquiridos sobre las tierras y domicilios, tratando, además, de impedir sucesivas oleadas de repatriados. Los samaritanos debían exponer al monarca el peligro que representaba la reconstrucción de las murallas de la capital del yahvismo.

Los samaritanos,

a la carga

(4,8-10)

8

Rehum, el gobernador, y Simsaí, secretario, escribieron a Artajerjes, rey de Persia, acerca de Jerusalén, esta carta: 9 «Rehum, gobernador; Simsaí, secretario, y el resto de sus colegas, los jueces y los oficiales persas y los hombres de Erec, de Babilonia, de Susa, de Deha, de Elam 10 y de otros pueblos que el grande y glorioso Asnapar trasladó y estableció en la ciudad de Samaria y otros lugares del lado de acá del río», etc. Quizá la carta antes mencionada (v.7) no surtió efecto, por lo cual los samaritanos ganaron para su causa al gobernador de Samaria, Rehum (v.17), quien, a su vez, mandó otra a Artajerjes, que firmaron las autoridades supremas de la provincia, los funcionarios persas y los jefes de los colonos que habían sido trasladados a Palestina de varias regiones. Considerando los acontecimientos

Esdras 4

Esdras 4

710

fríamente, se comprende e incluso se justifica esta conducta de los samaritanos. Desde el año 722 fue Samaría capital de una provincia creada por los reyes de Asiria. Después de la muerte de Godolías (587), el territorio de Judá fue sometido a la provincia de Samaría. Al regresar los sionistas a Jerusalén, encontráronse bajo el control de los samaritanos, quienes se esforzaron en mantener sus privilegios sobre Jerusalén y Judá. Ante el conflicto entablado entre samaritanos y sionistas, las autoridades provinciales apoyaron fuertemente los derechos adquiridos desde muchos años por los primeros, haciendo ver al monarca las fatales consecuencias que podían derivarse de un cambio político. La intervención personal del gobernador debía pesar mucho en el palacio del soberano persa. Algunos autores (FERNÁNDEZ, PELAIA, MICHAELI, MÉDIEBELLE) toman

las palabras que significan «los jueces, oficiales y delegados persianos» como nombres propios de dineos, afarsakeos, tarpeleos, afarseos. Hanse hecho muchas conjeturas acerca del lugar de origen de estos personajes—en el supuesto de que lo sean—. Los dineos pueden provenir de la Media o de una región vecina al lago Van. Se identifican los afarsakeos con los habitantes de Partasak o Partuka, tribus medas de las cuales se habla en la inscripción de Asaradón. En cuanto a los tarpeleos, pueden identificarse, o con los tapurai, de que habla Tolomeo 2 , o los tapyroi, de Estrabón 3 . Los afarseos pueden ser acaso los parsuas de los textos de Senaquerib, que habitaban al sur del lago Urmia. Como hemos dicho, con estos nombres se designan hipotéticamente unos colonos de Palestina procedentes de las regiones mencionadas. Pero es muy posible que se trate de nombres de oficio. Los hombres de Erec proceden de la ciudad del mismo nombre mencionada en Gen 10,10, hoy Warka. Los de Deha pueden identificarse quizá con los de Daai, de los griegos 4 , tribus nómadas de Persia. Asnapar es Asurbanipal (668-626), llamado Sardanápolo por los griegos. Con la expresión «otros lugares del lado de acá del río» debe entenderse la región que se extiende desde el Eufrates hasta la frontera de Egipto, abarcando el territorio de la quinta satrapía (Abarnahara), llamada también Transpotamia y Transeufratena.

Contenido de la carta 11

(4,11-16)

H e aquí la copia de la carta que mandaron al rey Artajerjes: «Tus siervos, las gentes del lado de acá del río, etc. 12 Sepa el rey que los judíos que de ahí salieron y han llegado entre nosotros a Jerusalén están reedificando la ciudad rebelde y mala, alzando sus murallas y restaurando los cimientos. 13 Que sepa, pues, el rey que, si esta ciudad es reedificada y reconstruidas sus murallas, no pagarán tributo, ni impuesto, ni14derecho de peaje, y que de ello se ha de resentir el real tesoro. Ahora, pues, como nosotros comemos la sal del palacio y no creemos conveniente que el rey sea menospreciado, mandamos al rey 2 3 4

Géogr. 6,2,6. Géogr. 6,8,6. HERÓDOTO, Hist. 1,125; ESTRABÓN, Géogr. 7,3,12.

711

15

esta información; que se investiguen los libros de las historias de tus padres, y en ellos verás que esta ciudad es una ciudad rebelde, funesta para los reyes y sus provincias, y que ya de antiguo se16movieron en ella revueltas, habiendo sido por esto destruida. Hacemos saber al rey que, si esta ciudad se reedifica y se levantan sus murallas, perderás con esto mismo tus posesiones del lado de acá del río». En la carta se exponen fríamente los hechos. Ninguna acusación referente al templo, cuya fábrica despertaba menos recelo que la construcción o reparación de las murallas. Una ciudad desmantelada, abierta, no puede hacer frente a un ejército; pero, en el caso de contar con potentes fortificaciones y gruesos muros, puede resistir largo tiempo. Este es el caso de la «ciudad rebelde y mala», que resistió casi dos años a las tropas de Nabucodonosor. ¿Quiere ahora el rey que la historia se repita? Una vez los judíos se crean amparados por las murallas, volverán la espalda al rey e incluso se negarán a pagarle los tributos, impuestos y derechos de peaje por las grandes vías del imperio. Estos tributos en metálico, unidos a los impuestos que pagaban las gentes del país en especie, contribuían a sanear el erario público. Al fin del v.13 se lee una palabra aramaica, que algunos consideran de origen persa y otros babilónico, traduciéndola por finalmente y en lo sucesivo, respectivamente. El texto original puede interpretarse en el sentido de que en tiempos de Artajerjes hubo una caravana de repatriados cuya misión era la de reconstruir la ciudad. Pero cabe el sentido más genérico de una repatriación de judíos procedentes de Babilonia y de Persia, sin aludir al tiempo en que tuvo lugar. No se conoce una repatriación en tiempos de Artajerjes. La frase «comer la sal» puede significar que los firmantes eran asalariados del gobierno central, o puede referirse a la existencia de una alianza entre ellos y el soberano persa semejante al pacto de la sal de que se habla en Lev 2,13; Núm 18,19; 2 Crón 13,5. El contexto nos induce a inclinarnos por el primer significado. A los firmantes de la carta, que viven de un salario, no interesa que otros se adueñen de una situación que podría significar el cese en sus cargos. Las acusaciones lanzadas contra los judíos tienen fundamento histórico. U n repaso de las crónicas de sus antepasados (aramaico: «de tus padres») confirmará las acusaciones. Los escribas reales tenían la misión de consignar los acontecimientos que sucedían. Esta costumbre es conocida en Israel, en donde se habla de los anales de los reyes de Samaria y de Judá. Insisten los acusadores en decir que fue Jerusalén una ciudad rebelde, y que en su recinto se fraguaron muchas revueltas. Es muy probable que con ello hagan referencia al hecho de que los últimos reyes de Judá (Joaquín y Sedecías) buscaran la alianza de Egipto para sacudir el yugo babilónico. La conclusión de la carta es de amenaza, pero sigue lógicamente lo dicho en las premisas. Mientras Jerusalén carezca de murallas que la protejan, permanecerá fiel al gobierno central y no se volverá contra las autoridades provinciales.

712

Esdras 4

Esdras 5

Una vez se reedifiquen las murallas, puede el rey temer que de un día a otro pierda no sólo aquella ciudad, sino todos los territorios de la provincia transeufratena, o sea, toda la quinta satrapía. Tres clases de tasas se mencionan en el v. 13: el tributo (hebreo, mindah, del acádico mandattu), llamado también tasa real (Neh 5,4), que pagaban los subditos de las satrapías; el impuesto (hebreo, helo, quizá del persiano beli, o del acádico biltu); el derecho de peaje, 0 trabajo forzado en obras públicas, en hebreo halakh, del acádico

ilku. Respuesta

del rey

(4,17-22)

17

Respuesta que mandó el rey a Rehum, gobernador; a Simsaí, secretario, y al resto de sus colegas que habitan18en Samaría y otros lugares del lado de acá del río: «Salud, etc. Ahora, la carta que19nos habéis enviado ha sido leída exactamente en mi presencia. Por orden mía se hicieron investigaciones y ha sido hallado que ya de antiguo esa ciudad se rebeló contra los reyes y que se dio a la sedición y a la revuelta. 20 Hubo en Jerusalén reyes poderosos, dueños de toda la tierra del lado de allá del río, a los que se pagaba tributo, impuesto y derecho de peaje. 21 Por consiguiente, mando que cesen los trabajos de esas gentes, para que esa ciudad no sea reconstruida sin una autorización mía. 22 No dejéis de poner en esto gran diligencia, no sea que el mal aumente, con perjuicio de los reyes». El rey acusa recibo de la carta que le habían enviado desde Samaria. Los destinatarios son Rehum, Simsaí y otras autoridades y personajes de la satrapía transeufratena. La letra impresionó al monarca, que escuchó y meditó su contenido. Escrita en arameo, le fue leída en persiano, despacio, acentuando cada palabra distintamente (mefarashj. Atendiendo a las sugerencias que le hacían en la carta, dio orden el rey de consultar las crónicas referentes a Judá, o, en general, al pueblo de Israel. Se leía allí que en un tiempo fue un reino muy poderoso, que se extendía hasta el Eufrates, y al cual los pueblos dominados pagaban tributos, impuestos y derecho de peaje. Sólo en tiempos de David y Salomón (2 Sam 8,6; 1 Re 4,24) conquistó Israel algunos territorios del lado de acá del Eufrates, pero emplea el texto un lenguaje hiperbólico. En cuanto a estos documentos que el texto llama «memorias de los padres», cabe decir que, además de los anales de los reyes de Babilonia, pudo el rey persa conocer las memorias e historias de los reyes de Judá, trasladadas a Babilonia juntamente con los deportados. En vista de los datos históricos que confirmaban los temores expresados por el gobernador de Samaria, dispuso el monarca el cese de los trabajos hasta que no disponga otra cosa. Artajerjes no niega de manera definitiva la autorización de construir las murallas de Jerusalén; sólo suspende la orden temporalmente.

Se cumple

la orden

713

real

(4,23)

23

En cuanto la copia de esta carta del rey Artajerjes fue leída ante Rehum, gobernador; Simsaí, secretario, y sus colegas, marcháronse apresuradamente a Jerusalén a los judíos e hicieron cesar los trabajos por la violencia y por la fuerza. El texto refleja bien la tirantez de relaciones existentes entre Samaria y Jerusalén. Rehum (el gobernador, dice el texto griego), Simsaí y sus colegas marcharon precipitadamente a Jerusalén para hacer cumplir la orden real. Ante la resistencia de los judíos, apelaron a la fuerza y a la violencia. ¿Quién había autorizado la reconstrucción de la ciudad y de las murallas? No lo especifica el texto. Quizá los repatriados, amparándose en el permiso de reconstruir el templo, vieron la necesidad que tenían de protegerlo contra los ataques de los pueblos circunvecinos. De ahí que, andando el tiempo, atreviéronse a emprender esta obra, contando con la anuencia implícita del rey y con la indiferencia de las autoridades provinciales. Sus cálculos fallaron, teniendo que esperar a que el tiempo hiciese factible su legítimo anhelo.

Paralización

de las obras del templo

(4,24)

24

Entonces se pararon las obras de la casa de Yahvé en Jerusalén, quedando interrumpidas hasta el año segundo del reinado de Darío, rey de Persia. Este verso sigue inmediatamente al v.5 de este mismo capítulo. La razón de su desplazamiento radica en que el autor, enfrascado en el tema de la hostilidad de los samaritanos, intercaló en su texto una narración antisamaritana hallada en un documento aramaico (v.6-23). Con ello pudo hacer resaltar que la enemistad de los samaritanos contra Jerusalén continuaba año tras año y se manifestaba todas cuantas veces intentaban los judíos emprender algo concerniente a su resurgimiento, seguridad y progreso en perjuicio de los samaritanos. «Como el v.24 era no sólo natural conclusión del relato arameo paralelo a 4,1-5, sino que al mismo tiempo era oportuna introducción a 5,iss, por esto lo conservó, colocándolo inmediatamente antes de la segunda restauración del templo» (FERNÁNDEZ). Por algunos años quedaron paralizadas las obras del templo hasta los tiempos de Darío. Entre tanto, los repatriados aprovecharon el tiempo en asegurar e incrementar su patrimonio, mejoras de tierra, construcciones de casas confortables. ¿Ha venido para vosotros, les dirá Ageo, el tiempo de morar en casas artesonadas, mientras está en ruinas esta casa (el templo)? (Ag 1,4).

Los profetas 1

Ageo

y Zacarías

(5,1-2)

Ageo, profeta, y Zacarías, hijo de Ido, profeta, hablaron en nombre de Dios a los judíos que había en Judá y en Jerusalén; 2 y entonces Zorobabel, hijo de Salatiel, y Josué, hijo de Josa-

714

dac, se levantaron y comenzaron a edificar la casa de Dios en Jerusalén. Con ellos estaban los profetas de Dios que los asistían. Desde el decreto de Ciro (1,2-4) hasta la aparición de los profetas Ageo y Zacarías (520) cambiaron las condiciones políticas del imperio persa. Ciro murió en circunstancias misteriosas. El falso Smerdis, valiéndose de una burda estratagema, ocupó el trono de Persia desde la primavera hasta el otoño del año 522, en que fue suplantado por Darío I Istaspe, que reinó desde 521 hasta 485 a. C. Durante este período surgieron acá y allá algunos movimientos de independencia, ciertas actividades separatistas al margen del poder central persiano. Estos primeros síntomas de debilidad del imperio persa debían aprovechar los judíos de Jerusalén para reemprender las obras, suspendidas en sus comienzos a causa de la hostilidad de los samaritanos (4,5). Pero, con el correr de los años, fueron apagándose los entusiasmos de los repatriados, que se dedicaron preferentemente a sus intereses particulares. Jefes y pueblo acallaban sus remordimientos con el estribillo: «... No ha venido todavía el tiempo de reedificar la casa de Yahvé» (Ag 1,2). Dos profetas despertaron la conciencia nacional adormecida. «El año segundo del rey Darío (520 a. C ) , el mes sexto, el día primero del mes, fue la palabra de Yahvé» (Ag 1,1) a los dirigentes del pueblo reprochándoles su pasividad en la reconstrucción del templo. Dos meses más tarde apareció Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Ido (Zac 1,1), que colaboró con Ageo en promover la rápida reedificación del santuario. El ministerio de ambos profetas fue providencial; aún más, fue Dios mismo «que estuvo sobre ellos», dictándoles los oráculos que debían dirigir al pueblo. En el texto se llama a Zacarías hijo de Ido, cuando, en realidad, lo era de Baraquías; es frecuente en la Biblia la omisión del padre en las genealogías, dándose el del abuelo. Según Ag I , I , enviaba Dios al profeta «a Zorobabel, hijo de Salatiel, gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Josadac»; a estas mismas autoridades civiles y religiosas fue enviado Zacarías (1,1; 3,1; 4,6; 6,11). No sabemos cuánto tiempo fue menester a los dos enviados de Dios para convencer a los jefes y al pueblo de su obligación para con el templo. Dice el texto que ambos jefes comenzaron a edificar, lo cual no se opone a 3,8; 4,1-5. En primer lugar, el verbo edificar se toma muchas veces como sinónimo de reedificar. En segundo lugar, cabe inferir del contexto que los trabajos de construcción empezados en tiempos de Ciro fueron suspendidos al poco tiempo, no quedando después de dieciocho años apenas vestigio alguno. Puede darse también que la oposición de los samaritanos llegó hasta el extremo de derribar lo poco que se había construido. De ahí que la expresión comenzaron a edificar es tanto como decir que antes muy poca cosa se había hecho. No habiendo sido revocado el decreto de Ciro, se empezaron los trabajos sin previo aviso a las autoridades provinciales. Los dos profetas estuvieron en todas las

715

Esdras 3

Estiras 5

dificultades al lado de las autoridades, animando a todos a proseguir sin desfallecimiento en los trabajos empezados. Cree Ricciotti que una nueva caravana llegó por entonces de Babilonia y que, gracias a su ayuda en dinero, mano de obra y entusiasmo, siguió la obra adelante. Inspección

del gobernador

(Sf3-S)

3

Vinieron entonces a ellos Tatnaí, gobernador del lado de acá del río; Setar-Boznaí y sus colegas, y les dijeron: «¿Quién os ha dado autorización para levantar esta casa y levantar estos muros?», y preguntaron: 4«¿Cuáles son los nombres de los que construyen este edificio?» Entonces les respondieron, dándoles los nombres de los que hacían la construcción. 5 Pero los ojos de Dios estaban sobre los ancianos de los judíos, y se permitió que continuasen las obras mientras se consultaba al rey Darío, hasta que se recibiese de él carta acerca de esto. No fueron los samaritanos los que dieron la cara en esta circunstancia, aunque fuesen acaso ellos los instigadores. En los documentos neobabilónicos de este tiempo se menciona a un cierto Ushtani como gobernador de los territorios de la provincia transeufratena. Aunque así fuera, no existe dificultad por cuanto puede admitirse que Ushtani ejercía la autoridad suprema del territorio y que Tatnaí era el peha o representante suyo en Judea. Schneider identifica a Tatnaí con Tattanu, que en el año 502 era sátrapa de Transpotamia. Tatnaí dirigióse a Jerusalén e inquirió las razones que tenían los judíos para comenzar las obras del templo. Finge el gobernador desconocer el edicto de Ciro; acaso suponía que, muerto aquel monarca, cesaban automáticamente los privilegios y concesiones que había otorgado. Sin embargo, se muestra muy comedido y ecuánime en sus intervenciones, autorizando la continuación de las obras mientras exponga el caso a la consideración de Darío. Pregunta el gobernador: «¿Quién os ha dado autorización para levantar esta casa y levantar estos muros?» La última palabra es traducción del término aramaico ussharna. Según Jouon (B 22 [1941] 38-40), el misterioso vocablo debe traducirse por andamiaje, maderamen. Michaeli, apoyándose en el testimonio de los asiriólogos, traduce la palabra por santuario. De todas maneras, no se habla de las murallas de la ciudad, sino del templo y sus muros. El texto masorético del v.4 dice: «Entonces nosotros les respondimos (dándoles) los nombres...»; muchos autores siguen el texto griego, que emplea la tercera persona del plural: «Entonces les respondieron». Siguiendo la lección de 3 Esd 6,4 y ajustándose al contexto, otros autores suprimen todo el verso (PELMA, GELIN). Es de notar que el v.5 habla de los ancianos, que en adelante dejarán a Zorobabel en la penumbra. Encontraron ellos gracia a los ojos de Tatnaí.

716

Usaras 5

Esdras 5

Carta a Darío

(5,6-1/)

6 He aquí copia de la carta que al rey Darío mandaron Tatnaí, gobernador del lado de acá del río; Setar-Boznaí7 y sus colegas los persas que habitaban del lado de acá del río. Le 8enviaron una relación en estos términos: «Al rey Darío, salud. Comunicamos al rey que hemos ido a la provincia de Judá, a la casa del Dios grande. Está construyéndose en piedras talladas, y se colocan las maderas en los muros y el trabajo se hace rápidamente y adelanta en sus manos. 9 Hemos preguntado a los ancianos y les hemos hablado así: «¿Quién os ha dado autorización para edificar esta casa y levantar estos muros?» 10 Les hemos preguntado también los nombres para dártelos a conocer, y hemos puesto por escrito los nombres de los que están al frente suyo. 11 H e aquí la respuesta que nos dieron: «Nosotros somos servidores del Dios de los cielos y de la tierra y estamos reconstruyendo la casa que fue construida muchos años ha. Un gran rey de Israel la edificó y la terminó. 12 Pero luego que nuestros padres irritaron al Dios de los cielos, él los entregó en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, el caldeo, que destruyó esta casa y llevó cautivo el pueblo a Babilonia. 13 Pero el año primero del reinado de Ciro, rey de Babilonia, el rey Ciro dio la orden de reedificar esta casa de Dios, 14 y el mismo rey Ciro sacó del templo de Babilonia los utensilios de oro y plata que Nabucodonosor había tomado del templo de Jerusalén, llevándolos al templo de Babilonia, e hizo que fueran entregados al llamado Sesbasar, que nombró gobernador, 15 diciéndole: Toma esos utensilios y ve a llevarlos al templo de Jerusalén, y que la casa de Dios sea reconstruida en su mismo lugar, l 6 Este mismo Sesbasar vino y puso los cimientos de la casa de Dios en Jerusalén; desde entonces está reconstruyéndose y no se ha terminado. 17 Ahora, pues, si al rey le parece conveniente, que se hagan investigaciones en la casa de los tesoros del rey de Babilonia para ver si hubo una orden del rey Ciro para la reconstrucción de esta casa de Dios en Jerusalén, y que el rey nos transmita luego su voluntad en este asunto».

Por su carta se revela Tatnaí ser hombre sereno y objetivo, que expone desapasionadamente los hechos, sometiéndolos al criterio de Darío. La palabra del v.6, Afarsak, que hemos traducido por «los persas», es interpretada por algunos como nombre de un pueblo desconocido (4,9) o como función oficial. El gobernador desea al rey Shelama kola 1. Pero el texto griego relaciona la palabra kola con la siguiente: «Que el rey conozca enteramente que hemos ido». Por las palabras provincia de Judá debe entenderse la región de Judea, no la provincia en sentido técnico persiano. Sabido es que en tiempos de Darío creóse la provincia de Judea (iehud), dependiente de la satrapía de Ebernahara o Abarnahara, con plenos poderes, separada de la de Samaría y regida por un peha o gobernador. Al referirse al templo y emplear Tatnaí la expresión «Dios grande», se acomoda al modo de hablar de los judíos, mostrándose respetuoso con sus creencias. La construcción del templo 1

se hace con material noble, en piedra tallada (literalmente: «piedras que se hacen rodar»: eben gelal). No convienen los exegetas en el sentido de la expresión «colocan las maderas en los muros», que explican, 0 1 ) por el empleo de madera en el interior del muro; 2) por las viguetas transversales, formando pisos, 0 3 ) por el andamiaje que se sujetaba al muro por medio de tablones. Schneider lo interpreta del revestimiento de los muros internos con madera (Dan 5,5; Ag 1,4; 1 Re 6,15). Como hemos dicho, en adelante desaparece Zorobabel de la escena—aunque ocupen él y Josué el primer lugar—, para ser suplantado por los ancianos. Los judíos respondieron que el templo fue construido por Salomón (1 Re 6,1). A la posteridad pasó con la fama de haber sido gran rey. «Los siervos del Dios del cielo y de la tierra», al reconstruir el templo, tratan de poner de nuevo el gran centro religioso de Jerusalén en condiciones de poder celebrar allí los actos de culto a su Dios, Yahvé. Propiamente, la autorización de reconstruir el templo la han recibido, dicen los judíos, de Dios, creador de todo, Señor de los reyes, el Dios no solamente de Canaán, sino de todo el reino, al que los mismos persas rinden o al menos autorizan el culto. Reconocen los judíos que no fueron propiamente los soberanos de Babilonia los que destruyeron un templo tan antiguo, sino el mismo Dios, que se sirvió de los hombres para castigar la rebeldía de su pueblo al pacto de la alianza (2 Re 25,8ss). Ahora, con la expresa autorización de Ciro, reedifican la casa del gran Dios. Los judíos suspendieron temporalmente las obras, pero la orden del rey no fue nunca revocada. Por lo cual dicen astutamente y con fundamento real los ancianos que «desde entonces está reconstruyéndose y no se ha terminado». Las circunstancias que enumeran los ancianos prueban claramente cuál era la voluntad de Ciro. ¿Qué monarca se desprende de los tesoros de oro y plata para devolverlos al templo que otros habían expoliado? De ahí que, continuando ellos la obra del templo, demuestran su adhesión inquebrantable al trono de Persia. Los que impiden tal obra se oponen a las órdenes del rey. La expresión «Ciro, rey de Babilonia» se encuentra en diversos textos cuneiformes 2 y es empleada por Artajerjes (Neh 13,6). Ninguna dificultad surge de la comparación del principio y fin del v.15, ya que la frase en boca de Ciro no podía significar que depositara Sesbasar los tesoros en un templo que no existía. No se indica el lugar provisional donde fueron colocados. Sesbasar puso los fundamentos de la obra del templo (3,8; 4,1-5). Correctamente invita el gobernador a Darío a que se cerciore de la existencia del derecho invocado por los judíos. Los documentos reales, el archivo de la corona, eran conservados en un departamento de la mansión real. Sin embargo, exista o no tal documento, lo que cuenta definitivamente es la voluntad de Darío, que puede confirmar o abrogar edictos dados por sus antecesores o proceder según su antojo. La palabra Babilonia no estaba acaso en el texto original. 2

JOUON, B 22 (194O

265.

717

PRITCHARD, 315-316.

Esdras 6

718

Hallazgo en Ecbatana

Esdras 6

(6,1-2)

1

Entonces el rey Darío dio orden de hacer investigaciones en las casas de los archivos, donde se depositaban los tesoros, en Babilonia; 2 y se encontró en Ecbatana, capital de la provincia de Media, un rollo en que estaba escrito el memorial siguiente. Algunos autores cambian el orden de los términos archivo y tesoro, traduciendo: «En la casa de los tesoros en donde se depositaban los libros», alegando que se guardaban los libros en el mismo lugar que los tesoros; pero éstos no se colocaban en las bibliotecas. Se discute en qué sentido debe entenderse la palabra Babilonia. Algunos (GELIN, KITTEL) la interpretan en el sentido de reino de Babilonia. Pero puede ser que, siguiendo el rey la indicación del gobernador Tatnaí, diera orden de que se registraran los archivos de Babilonia y, al no encontrarse allí el documento, se buscara en otras villas reales, encontrándose en Ahmeta. Según datos de Jenofonte 1, solía Ciro habitar en medio de su imperio, pero cambiaba de ciudad. Durante los siete meses de invierno vivía en Babilonia; en los tres meses de primavera residía en Susa, desde donde marchaba a Ecbatana, hoy Hamadan, para veranear allí. Ahmeta es el nombre aramaico de Ecbatana. En las tres capitales del imperio mencionadas existían archivos reales, donde se guardaba la relación de los hechos más salientes de la historia. De la circunstancia de hallarse en Ecbatana el memorial de Giro se concluye que fue promulgado durante el verano del año 538. Según la crónica de Nabónides (PRITCHARD, 316), no se hallaba en Babilonia el 4 de Nisán, presidiendo su hijo Cambises las ceremonias (530-522). El rey invernaba en Babilonia, veraneaba en Ecbatana y pasaba en Susa la primavera. El memorial estaba escrito en un rollo de pergamino o piel, de uso, desde muy antiguo, en Persia (DIODORO, Bibl. Hist. 2,32). El término Dikronah, memorial, «es un documento que guarda el recuerdo de un acto oficial» (MICHAÉLI). N O se reproduce el texto completo del decreto.

Extracto del decreto

(6,3-5)

3

«El año primero del rey Ciro ha dado el rey Ciro esta orden respecto de la casa de Dios de Jerusalén: Que la casa sea reconstruida para ser un lugar en que se sacrifique, y que tenga sólidos4 fundamentos. Tendrá sesenta codos de alto, sesenta de ancho y tres hiladas de piedra tallada y una de madera nueva, siendo abonado el importe por la casa del rey. 5 Además, los utensilios de oro y de plata que Nabucodonosor sacó del templo de Jerusalén, trayéndolos a Babilonia, serán devueltos y llevados al templo de Jerusalén, al lugar donde estaban, y depositados en la casa de Dios. El extracto del decreto de Ciro se hace teniendo en cuenta la petición del gobernador. Por lo mismo, se indica la fecha en que 1

Cyr. 8,6,22; Anah. 3,5,15.

7(0

Ciro dio la orden de reedificar el templo. Quería el monarca que i,,ofrecieran allí sacrificios cruentos e incruentos. El texto muHorV-tii'ii: «Y sean erigidos sus fundamentos (ussohi)» debe cambíame por: «sus sacrificios ígneos (esshohi)» o cruentos. No quiere indicar Ciro el lugar donde debe emplazarse el futuro templo, sino hacer hincapié en que deben celebrarse sacrificios para tener propicio al Dios de los judíos. Este Dios tenía su asiento en Jerusalén; era necesario pues, que se le rindiera culto en el mismo lugar que Dios habla escogido. Se añade una noticia incompleta y acaso desfigurada de las medidas del nuevo templo. Se indican la altura y la anchura, pero nada se dice de su longitud. Comparando las medidas señaladas por Ciro con las del templo de Salomón, aparece que éste debía ser superado por el nuevo. El santuario salomónico contaba 60 codos de largo, 20 de ancho y 30 de altura (1 Re 6,2). Si el nuevo tenía 60 codos de alto y 60 de ancho, ¿cuánto medía su longitud? No lo dice el texto, pero es de suponer que superase a las otras dos medidas. Pero estas proporciones colosales del nuevo templo contradicen al testimonio de Ageo (2,3) y de Zacarías (4,10), que hablan de un templo de proporciones menores que el de Salomón. Es evidente que los números dados aquí no corresponden a la realidad ni eran los que escribió el autor sagrado. La altura resultaría extraordinaria; el ancho del templo sería tres veces mayor que el de Salomón 2 . El codo, como unidad de medida, era doble: el vulgar, equivalente a 0,45 metros, y el que se empleó en la construcción del templo, 0,52. Las particularidades sobre la manera como debía procederse en la construcción se explican por la forma administrativa del decreto. Sobre el empleo de hiladas de piedra y de madera en las construcciones antiguas véase 1 Re 6,36; 7,12. La misma construcción se observa en un muro del siglo xiv antes de Cristo en la antigua Ugarit (Ras Shamra) y en los restos del palacio de Herodes en Masada, en la orilla occidental del mar Muerto.

Ordenes concretas

(6,6-10)

6

»Por tanto, Tatnaí, gobernador del otro lado del río; SetarBoznai, y vuestros colegas 7de Afarsac, que habitáis al lado de allá del río, alejaos de ahí y dejad que prosigan los trabajos de esa casa de Dios y que el gobernador de los judíos y los ancianos de los judíos la reconstruyan en su lugar. 8 Ésta es la orden que os doy acerca de lo que debéis hacer, respecto de esos ancianos de los judíos, para la construcción de esa casa de Dios. 9 El costo, tomado de la hacienda del rey, proveniente de los tributos de la parte de allá del río, será íntegramente pagado a esos hombres, para que no haya interrupciones. 10 Lo necesario para los holocaustos al Dios de los cielos: novillos, carneros, corderos, trigo, sal, vino y aceite, será entregado, a petición suya, a los sacerdotes de Jerusalén, día por día y sin falta, para que ofrezcan sacrificios de grato olor al Dios de los cielos y rueguen por la vida del rey y la de sus hijos. Indicados sumariamente los puntos clave del edicto de Ciro, pasa Darío a dar órdenes concretas. Exige en primer lugar que se 2 RB 46 (1937) 53-

720

deje en paz a los judíos para que prosigan la obra del templo. Tienen los sionistas derechos adquiridos y no deben inmiscuirse en este negocio las autoridades locales y regionales, poniendo cortapisas a la amplia concesión de Ciro. Se citan los nombres del gobernador, Tatnaí; de Setar-Boznaí, ambos nombres asirios. La palabra Ajársele debe probablemente traducirse por persas (5,6). La orden, pues, se dirige a los funcionarios persas de la satrapía Abarnahara o transeufratena. A las disposiciones antiguas añade Darío muestras evidentes de simpatía hacia la causa judía. Lejos de obstaculizar la construcción del templo, impone a las autoridades provinciales la obligación de entregar a los ancianos de los judíos el dinero recaudado en concepto de tributos de la provincia de Abarnahara. Debió de sospechar el rey que tenían los judíos necesidad de dinero para esta empresa y acaso había llegado a sus oídos la noticia de haberse paralizado las obras por falta de fondos. Ciro habíase mostrado espléndido; los amigos de los judíos habían entregado sumas considerables (1,3-4); l ° s judíos que quedaron en Babilonia habíanse solidarizado con sus hermanos repatriados, pero en aquellas circunstancias en que comenzaba una vida nueva para Israel no había nunca dinero suficiente. Confirma la historia la religiosidad de Darío y su generosidad hacia los lugares sagrados. En Egipto reparó muchos templos, mostrándose tan religioso, que dioses y diosas le reconocieron como a hijo suyo. Restauró el templo de Pta en Menfis, construyó el santuario en el oasis de Kargah. Uzahor, en la descripción de Sais, dice: «Todo esto hizo Darío, porque sabía que tal era la mejor manera de dar nueva vida a lo que estaba cayendo en ruinas, con el fin de mantener el honor de todos los dioses, sus templos, sus rentas y la perduración de su culto con sus fiestas» (FERNÁNDEZ). Sus donativos a los judíos tenían como finalidad obtener de ellos la seguridad de que en sus sacrificios se acordarían de Darío y de sus hijos. Entre los persas existía el deber de rogar por el rey con ocasión de los sacrificios 3 . Los judíos de la Elefantina prometieron al gobernador persa de Judá, Bagoas, ofrecer sacrificios por él, asegurándole que, si hace reconstruir su templo, alcanzará con ello delante de Dios un mérito más grande que el ofrecimiento de holocaustos «por un valor de mil talentos de plata» 4 . Aspira Darío a obtener la bendición de Yahvé, como de todos los otros dioses, por impulsar y ayudar la construcción de templos y contribuir a los gastos que importaban los sacrificios (PRITCHARD, 492). El tecnicismo cultual empleado en el texto explícase por disponer el rey de funcionarios judíos encargados de los negocios referentes a su pueblo. Se mencionan tres clases de sacrificios: cruentos (animales), ofrendas (cereales, sal) y libaciones (vino y aceite). La expresión «sacrificio de grato olor» debe tomarse en sentido general, y no en el particular de ofrendas de incienso y perfume (Lev 1,9; 2,9). 3 4

HERÓDOTO, Hist. I 132. A. COWLEY, Aramaic Papyri 30 lín.26-28; PRITCHARD, 492.

721

Esdras 6

Esdras 6

Severos

castigos

(6,11-12)

n »Y ésta es la orden que doy acerca de cualquiera que traspasare este mandato: se arrancará de su casa una viga, que se alzará para colgarle en ella, y su casa será convertida en un montón de inmundicias. 12 Que el Dios que hace residir su nombre en ese lugar derribe a todo rey y todo pueblo que tienda su mano para traspasar mi mandato, destruyendo esa casa de Dios en Jerusalén. Yo, Darío; yo he dado esta orden. Que sea puntualmente cumplida». Dos penas impone el rey a los transgresores. Por la primera, los contraventores serán empalados en una viga de su misma casa. El mismo Darío empaló a tres mil babilonios 5 . No era corriente este castigo entre los hebreos; únicamente los cadáveres eran colgados de un palo para que sirvieran de escarmiento (Deut 21,22; Jos 10,29; Est 5,14; 6,4; 7,10; 8,7). El segundo castigo consistía en destruir la casa del culpable y convertirla en estercolero o lugar de inmundicias (newalu, 2 Re 10,27; Dan 2,5). La expresión «que el Dios que hace residir su nombre» es de sabor deuteronómico (Deut 12,11; 14,23; 1 Re 9,3; Jer 7,12). Su presencia en el texto sugiere la idea de que el redactor del libro da al texto cierto colorido judaico. La maldición encaja bien con la idiosincrasia de Darío, que en la inscripción de Behistun invoca la maldición de Ahura Mazda contra aquel que se atreva a destruirla.

Efectividad

del decreto

(6,13-15)

!3 Tatnaí, gobernador de la parte de acá del río; Setar-Boznaí y sus colegas, se conformaron puntualmente a esta orden que les mandó el rey Darío; )4 y los ancianos de los judíos prosiguieron con buen suceso la reconstrucción, según las profecías de Ageo, profeta, y de Zacarías, hijo de Ido; y terminaron la reconstrucción, según la orden del Dios de Israel y las de Ciro y Darío. 15 La casa fue terminada el día tercero del mes de Adar del año sexto del reinado de Darío. Aunque las apariencias pudieran hacer creer otra cosa, es cierto que Dios rige los acontecimientos de la historia universal para la consecución de sus fines inefables. De esta manera vemos que el exilio fue una medicina saludable para Israel, que reconoció sus pecados y se volvió a su Dios. Como consecuencia, Yahvé depone su actitud airada y perdona a su pueblo. En prueba de su amistad y benevolencia hizo surgir monarcas adictos a la causa de Israel, permitiendo y facilitando el regreso a la patria y un nuevo resurgimiento del pueblo judío. Las autoridades provinciales recibieron con satisfacción la orden de Darío, escudándose en ella para frenar toda actividad hostil de parte de los samaritanos. El favor real animó a los judíos, tanto por la ayuda económica que les prometió como por la seguridad que les garantizaba con su decreto. En estas 5 HERÓDOTO, Hist. III 159.

722

723

Esdras 6

Esdras 6

circunstancias pudieron los profetas Ageo y Zacarías urgir el deber que incumbía a todos de trabajar en la obra del templo. Por un conjunto de circunstancias favorables, la obra terminóse el día tercero del mes de Adar (febrero-marzo) del año 515. El libro 3 de Esdras (7,5) y Flavio Josefo 6 señalan el término de la obra el 23 del duodécimo mes, del mes de Adar. Kugler prefiere la data del 23, por razón de que en aquel año el día 3 caía en sábado y el 23 en viernes. Pero es posible, dice Médiebelle, que el término de una obra tan importante prevaleciera al reposo sabático, sobre todo si la obra terminó a primeras horas del sábado, al caer el sol en la tarde del viernes. Los trabajos duraron cuatro años y medio. Todos los pormenores concurren a demostrar que no pudo competir este nuevo templo con el de Salomón, en cuya construcción invirtiéronse siete años. Sin embargo, se procuró conseguir una reproducción del edificio anterior bastante perfecta, como se desprende de la letra de Aristeas 7 . Ezequiel contempla la nueva construcción desde el punto de vista escatológico. Este nuevo templo fue santificado por la presencia de Jesucristo, que sacó de él, a latigazos, a los que lo habían convertido en cueva de ladrones. De este segundo templo escribió Ageo: «La gloria de esta postrera casa será más grande que la de la primera, dice Yahvé Sebaot, y en este lugar daré yo la paz, dice Yahvé Sebaot» (2,10).

Benjamín, ofreciéronse doce machos cabríos, según el número de las tribus de Israel (8,35). Aquel pequeño grupo representaba a todo Israel, que en cierta manera había contribuido a aquella obra (1,4; 7,16; 8,33). Al edificio material siguió la reorganización del culto en el templo. En tiempos de David (1 Crón 23,6-24; 24,1-19) se organizaron las veinticuatro clases sacerdotales. Pero el texto invoca el «libro de Moisés», a saber, N ú m 3,6-13; 8,6-15, en donde se habla de los sacerdotes y levitas y de sus respectivos oficios. Con el v. 18 acaba el texto aramaico. ¿Por qué no termina con el decreto de Darío ? Porque el autor del libro reproduce una fuente o documento escrito en arameo, empezando con el v.19 su trabajo personal.

Dedicación

del templo

(6,16-18)

16

Los hijos de Israel, los sacerdotes y levitas y los demás que habían venido de la cautividad, hicieron con gozo la dedicación de esta casa de Dios, 17 ofreciendo en la dedicación de esta casa de Dios cien novillos, doscientos carneros y cuatrocientos corderos; y como victimas expiatorias por todo Israel, doce machos cabríos, según el número de las tribus de Israel. 18 Establecieron a los sacerdotes según sus clases y a los levitas según sus divisiones para el servicio de Dios en Jerusalén, como está escrito en el libro de Moisés. Terminadas las obras, procedióse a la dedicación del templo, conforme se hizo en tiempos de Salomón (1 Re 8,iss; 2 Crón 5, 1-7). Con ello, aquella obra se destinaba exclusivamente al culto religioso, declarándose lugar sagrado. No se dice cuánto duró la fiesta. La pequeña comunidad formada por los repatriados celebró el acontecimiento con todo entusiasmo. Sacerdotes, levitas y laicos regocijáronse en este día. Para esta celebración se inmolaron un número reducido de víctimas, que contrasta con el gran número de los tiempos de Salomón (1 Re 8,62-63). Los holocaustos se ofrecieron a Dios en reconocimiento de su dominio universal y para darle gracias por los beneficios recibidos; los sacrificios por el pecado eran expiatorios, conducentes a purificar al pueblo de sus pecados (Lev c.4; Núm c.15). Aunque los repatriados fuesen pocos y pertenecientes en su inmensa mayoría a las tribus de Judá y de 6 3

Ant. Iud. 11,4,7. H. VINCENT, jénisalem d'aprés la lettre d'Aristée: RB (1908) 520-532; (1909) 555-575.

Celebración

de la pascua

(6,19-22)

19

Los hijos de la cautividad celebraron la pascua el día catorce del mes primero. 20 Los sacerdotes y los levitas se purificaron todos a una y todos estaban puros, e inmolaron los levitas la pascua para todos los hijos de la cautividad, para sus hermanos los sacerdotes y para sí mismos. 21 Los hijos de Israel que habían vuelto de la transmigración comieron la pascua con todos aquellos que se habían apartado de las inmundicias de las gentes de aquella tierra y se habían unido a ellos para buscar a Yahvé, el Dios de Israel. 22 Celebraron con alegría la fiesta de los panes ácimos durante siete días, pues los había regocijado Yahvé, disponiendo al rey de Persia a apoyarlos en la obra de la casa de Yahvé, Dios de Israel. Durante los ocho días que duraba la pascua, el reposo era obligatorio los días primero y último, y se comía el pan ácimo (Ex 12,15-2). La ceremonia principal consistía en la inmolación del cordero pascual, que se comía en familia, según un detallado ceremonial (Ex 12,1.14). Esta nueva pascua significaba el restablecimiento definitivo de Israel. Los hijos de la cautividad se conformaron a las prescripciones antiguas. A ellos juntáronse los israelitas que no habían sido deportados, y que se separaron de los cultos idolátricos de los pueblos paganos que poblaban la tierra. Tras un largo paréntesis histórico, los nuevos tiempos enlazábanse con los de Moisés. La pascua celebróse el día 14 de Nisán (Ex 13,6; Lev 23, 5), a saber, el 23 de abril (KUGLER) o el 21 (PARKER-DUBBERSTEIN)

del año 515. La reconstrucción del templo despertó la fe dormida de los judíos que habían quedado en el país. Se trata de israelitas y no de prosélitos, como prueba la comparación de nuestro texto con 9,1.2.10; 10,2.10-11; Neh 9,2; 10,29. La constancia y fe de los repatriados no podía menos de influir en el ánimo de los judíos, que se dejaron seducir por prácticas religiosas de otros pueblos. Nadie que no estuviera puro podía tomar parte en la fiesta (Ex 12,2.5; N ú m 9,3), sino que debía esperar a celebrarla un mes más tarde (Núm 9,11). Según 2 Crón 30,3, bajo Ezequías celebróse la pascua «en el mes segundo, pues no había podido celebrarla antes la otra vez por no haberse santificado muchos sacerdotes». En esta

724

Esdras 7

Usaras 7

ocasión podía celebrarse la pascua en su día, ya que los sacerdotes y levitas estaban purificados, pudiendo, por lo tanto, ejercer las funciones que les señalaba la Ley. Nuestro texto es algo confuso en relación a las personas que se purificaron, pues mientras al final del verso da a entender que solamente se purificaron los levitas a fin de inmolar la pascua para el pueblo, para sus hermanos los sacerdotes y para sí mismos (2 Crón 30,17-19; 35,11), al principio señala que se purificaron «los sacerdotes y los levitas». Esta purificación hacíase con sacrificios por el pecado y por el delito o con purificaciones lústrales. La purificación era tanto más necesaria en cuanto que, después del exilio, el cordero pascual era inmolado por los levitas en el atrio del templo, en vez de hacerlo el jefe de familia, como en otros tiempos (Ex 12,3-7; Deut 16,2). En la celebración de la pascua en tiempos de Ezequías inmolaban los levitas el cordero pascual «por los que no habían tenido el cuidado de santificarse para Yahvé» (2 Crón 30,17); bajo Josías, los levitas desollaban las víctimas para los sacerdotes y para ellos mismos, no teniendo los cantores y porteros que abandonar sus oficios (2 Crón S S . H - Í S ) - Los sacerdotes esparcían la sangre al pie del altar (Lev 17, 3-6; 2 Crón 30,16; 35,11). El sacrificio del cordero pascual revestía un carácter expiatorio para todos los que habían estado en el exilio. Al final del capítulo se hace hincapié en la alegría que reinó en «la fiesta de los panes ácimos durante siete días». Esta fiesta, que en un principio era distinta de la pascua, pero unida a ella estrechamente, duraba una semana (Ex 12,15-20; Lev 23,6-9; N ú m 28,17), celebrándose con grande alegría (2 Crón 30,21). En el texto masorético se lee: «Disponiendo al rey de Asiría», en vez del rey de Persia. O bien es llamado así por ejercer su dominio sobre Asiría 8 , como Artajerjes es llamado rey de Babilonia (Neh 13,5) y Darío rey de la misma ciudad (5,13). En la fiesta de la pascua, los judíos tuvieron presente al rey Darío, que tan favorablemente habíase portado para con ellos.

SEGUNDA PARTE

SEGUNDA

CARAVANA DE REPATRIADOS DE ESDRAS (c.7-10)

Y

REFORMAS

En esta segunda parte del libro ocupa Esdras el puesto central. Señala el texto su ascendencia sacerdotal, su viaje a Jerusalén, llevando una carta de recomendación; algunos detalles sobre los acompañantes y nuevos repatriados. Los dos últimos capítulos del libro tratan de los matrimonios mixtos. s Véase H E R Ó D O T O , I 178; J E N O F O N T E , Cyc. 2,1,5.

Genealogía

de Esdras

725

(7,1-5)

1 Después de esto, en el reinado de Artajerjes, rey de Persia, vino Esdras, hijo de Serayas, hijo de Azarías, hijo de Helcías, 2 3 hijo de Salum, hijo de Sadoc, hijo de Ajitub, hijo de Ama4 rías, hijo de Azarías, hijo de Merayot, hijo de Zarajías, hijo de Uzi, hijo de Buqui, 5 hijo de Abisúa, hijo de Finés, hijo de Eleazar, hijo de Aarón, sumo sacerdote. Con datos concretos se prueba la ascendencia sacerdotal de Esdras = Ezrayah, nombre que significa «al que Yahvé ayuda». Otros personajes llevaron este nombre (Neh 12,1.13.33). Únicamente con este requisito podía ejercer Esdras las funciones sacerdotales en el templo (2,62). Serayas es el último sumo pontífice del reino de Judá, muerto por Nabucodonosor en Ribla (2 Re 25, 18.21). Su pontificado fue retransmitido a Esdras a través de su hijo primogénito Josadac, padre de Josué (5,2). Entre Serayas y Esdras hanse omitido algunos nombres. Serayas, escribe Fernández, fue padre de Josadac, que fue llevado al destierro (1 Crón 5, 10); y sus hijos, que le sucedieron en el sumo pontificado, se hallan citados en Neh 12,10-11, de donde cabe concluir que Esdras descendía de Serayas por uno de sus hijos menores. Queriendo el autor sagrado demostrar que Esdras procedía de la línea de sumos sacerdotes, y entre sus progenitores el primer sumo sacerdote era Serayas, nombró a éste, saltando a los demás intermedios, que no le interesaban. Este método de omitir algunos nombres en las listas genealógicas es muy común en la Biblia. El género literario genealógico expresa más bien un sistema teológico-jurídico que una encuesta biológica. Parece que las genealogías sacerdotales se hicieron remontar hasta Aarón entre la época de Esdras y de las Crónicas (GELIN). Entre Serayas y Esdras median unos ciento treinta y ocho años, siendo evidente que la palabra hijo tiene aquí un sentido muy amplio. De Azarías apenas se sabe nada. Helcías era sumo sacerdote durante el reinado de Josías; en su tiempo fue encontrado el libro de la Ley (2 Re 22,4; 2 Crón 34,9). Entre Sadoc y Ajitub ha omitido el autor el nombre de Merajot (1 Crón 9,11). Fue Amarías sumo sacerdote en tiempos de Josafat, rey de Judá. Abisúa fue hijo de Finés (1 Crón 5,30-31), y éste de Eleazar (Ex 6,25). A la muerte de los hijos de Aarón (Nadab y Abiú), Eleazán sobrevivió, sucediendo a su padre en el sacerdocio (Núm 20,26-28). Fue Aarón hermano de Moisés; recibió para él y para su descendencia la dignidad del sumo sacerdocio (Ex c.28-29), de manera que el primogénito fuera sumo sacerdote, y los otros, simples sacerdotes (Núm 3,10). Tal dignidad se retransmitió a través de sus dos hijos Eleazar e Itamar, más del primero que del segundo (1 Crón 24,3-6). Es de notar que el texto original no contiene ningún verbo hasta el v.6; tanta es la atención y admiración del autor por su personaje, que incluso olvida las reglas de la gramática, llevado por el afán de poner de relieve la ascendencia sacerdotal de Esdras. En el v.i se habla de que la llegada de Esdras fue «reinando Artajerjes». Ahora bien,

Esdras 7

Esdras 7

como diremos más tarde, tres son los monarcas persas con este nombre: Artajerjes I Longímano (465-424), Artajerjes II Mnemone (4 0 S-358), Artajerjes III Oco (358-337)- Desde el año 515 (6,19) hasta el séptimo de Artajerjes (458) existe un espacio de cincuenta y ocho años.

mano» (v.25). Esta ciencia y sabiduría de la Ley la habla iiiiimilmln él, llevándola totalmente a la práctica. A todo ella faltaba un ruin plemento, a saber, comunicar a otros esta ciencia y movi-Hirn 11 practicarla mediante su ejemplo. Debía de ser Esdras un nombre íntegro, fiel y hábil para granjearuc la estima de sus superiores y subditos. La afección que el rey sentía por él le impelía a concederle todo cuanto pedía. Dios había recompensado la conducta intachable de su siervo haciendo que encontrara gracia a los ojos del rey; de donde se decía que «la mano de Dios estaba sobre él» (7,10.28; 8,18; Neh 2,8). Aprovechó Esdras aquella coyuntura favorable para obtener una autorización para regresar a Jerusalén él y otros que quisieran acompañarle. De seguro habría oído él que la vida de los repatriados en Palestina no correspondía al ideal señalado por la Ley de Moisés.

72(5

En ruta

hacia

Jerusalén

(7,6-10)

6

Venía de Babilonia, y era un escriba muy versado en la ley de Moisés, dada por Yahvé, Dios de Israel; y como estaba sobre él la mano de Yahvé, su Dios, el rey le otorgó todo cuanto le pidió. 7 Muchos de los hijos de Israel, de los sacerdotes y levitas, de los cantores, de los porteros y de los netineos, vinieron también a Jerusalén el año séptimo del rey Artajerjes. 8 Llegó Esdras a Jerusalén el mes quinto del año séptimo del rey, 9 habiendo salido de Babilonia el día primero del primer mes, y llegó a Jerusalén el día 10 primero del quinto mes, estando sobre él la mano de su Dios, porque Esdras había dispuesto su corazón para poner por obra la Ley de Yahvé y enseñar en medio de Israel sus mandamientos y preceptos. El autor sagrado ha utilizado tres fuentes de información en estos capítulos: el archivo donde se guardaba la genealogía sacerdotal de Esdras (1 Crón 6,29-40), un memorial de Esdras y la carta de Artajerjes. Además de sacerdote, era Esdras un escriba versado en la Ley de Moisés. Por el nombre de escriba (sofer) pueden entenderse aquellos funcionarios que conocían el arte de escribir (Sal 45,2) y que prestaban sus servicios preferentemente en la corte real (2 Sam 8,17; 2 Re 12,11). Del tiempo de la cautividad llámase sofer al hombre dedicado al estudio e interpretación de la Ley (Eci c.38-39). Parece que Esdras, a ejemplo de los colegios sacerdotales babilónicos, formó junto al templo un colegio de soferim, cuya misión era reunir las tradiciones escritas y orales, ordenarlas y codificarlas con vistas a una futura reforma *. Su contacto permanente con la legislación mosaica hizo de él un escriba especializado o, como dice el texto, versadísimo en la Ley de Moisés. El término hebraico mahir significa pronto, rápido, ágil, tanto para escribir la Ley como para interpretarla. Hasta su tiempo no existía una codificación o colección escrita de toda la legislación mosaica, que se conocía a través de la tradición oral o por algunas colecciones escritas incompletas. Sus muchos años de permanencia en el palacio y su trabajo en el departamento de negocios hebraicos le familiarizaron con la Ley de Moisés, ahondando en su espíritu y desentrañando su verdadero sentido. De ahí que puede llamarse escriba muy versado y ágil en la interpretación de una ley que tantas veces había transcrito y meditado profundamente. El v. 10 dice que estaba Esdras dedicado a escudriñar (darash) la Ley de Moisés con el fin de conocerla perfectamente. En los v.14 y 25 se puntualiza que esta Ley «está entre sus manos» (v.14), Velad y guardadlos hasta que los peséis ante los jefes de los sacerdotes y levitas y ante los jefes de las familias de Israel en Jerusalén, en las cámaras de la casa de Yahvé». 30 Los sacerdotes y levitas recibieron a peso la plata, el oro y los utensilios para llevarlos a Jerusalén, a la casa de nuestro Dios. Doce sacerdotes y doce levitas compartieron con Esdras la responsabilidad de trasladar a Jerusalén los tesoros que el rey, sus consejeros y jefes y todos los israelitas habían entregado para el templo de Jerusalén. Los tesoros se pesaron escrupulosamente. El talento de plata equivale a 8.600 francos oro; el de oro, a 132.000; el dárico, a 37. Batten pone en duda esta fabulosa cantidad, atribuyéndola a la fantasía popular; quizá las cantidades fueron aumentadas posteriormente (SCHNEIDER). Esdras hace hincapié en el carácter sagrado de los tesoros. De los sacerdotes dice Esdras: «Vosotros sois santidad de Yahvé (qodesh layahweh), es decir, consagrados a Yahvé. Son santos porque sus funciones tienen por objeto el culto del Dios tres veces santo. Esta condición suya exige que su conducta moral se ajuste a su dignidad, cuidando de que todo cuanto ha sido entregado con vistas al templo sea custodiado escrupulosamente y llegue al lugar sagrado. Su responsabilidad durará hasta que entreguen los tesoros a las autoridades religiosas de Jerusalén. El peso en este segundo control debía corresponder al que tenían en el momento de recibirlos de manos de Esdras.

Estiras 8

736

Viaje a Jerusalén

(8,31-34)

31 Partimos del río de Ahavá, para dirigirnos a Jerusalén, el día doce del mes primero. La mano de Dios fue con nosotros y nos preservó de ataques de enemigos y de toda emboscada durante el camino. 32 Llegamos a Jerusalén y descansamos tres 33 días; el cuarto día pesamos en la casa de nuestro Dios la plata, el oro y los utensilios, y lo entregamos todo a Merimot, hijo de Urías, sacerdote, que tenía consigo a Eleazar, hijo de Finés, y con 34ellos los levitas Josabad, hijo de Josué, y Noadías, hijo de Biní. Después de recontarlo y repesarlo todo, se puso por escrito el peso total.

En las riberas del Ahavá permanecieron doce días, dedicándolos a hacer el censo de las familias, a la busca de levitas y al peso y entrega de los tesoros a los veinticuatro escogidos entre los sacerdotes y levitas. El día 12 de Nisán, la muchedumbre de los repatriados se puso en marcha, llevando consigo ganado mayor y menor, bestias de carga, camellos, asnos. Penetraron en Palestina, llegando a Jerusalén el día primero del mes Ab, mes quinto, hacia el 15 de julio. Según el calendario sacerdotal, el día 13 del primer mes era el primer día de la semana, muy apropiado para emprender la marcha, llegando a Jerusalén en un viernes. Parece que los datos del libro de Esdras concuerdan con este calendario sacerdotal, que se ha puesto en evidencia en los descubrimientos de Qumrán 1. El rey tenía interés por el feliz éxito de la misión de Esdras. Las autoridades de Abarnahara habían tomado medidas para que no ocurriera nada desagradable a la caravana. Desde el lugar de origen, en un punto cercano a Babilonia, hasta Jerusalén, emplearon unos ciento ochenta días. Teniendo en cuenta la distancia de unos 1.400 a 1.500 kilómetros entre ambas ciudades, se calcula una marcha de unos quince kilómetros diarios. Pero Esdras, considerando más tarde el camino recorrido, la multitud que se movía y el viaje sin ningún incidente serio, comprende que todo salió a pedir de boca porque Dios les acompañó y protegió durante el trayecto. Después de un breve descanso, los encargados del tesoro lo consignaron a las autoridades religiosas de Jerusalén. De Merimot se habla en Neh 4,3.41. En el momento de regresar a Jerusalén tuvo dificultades la familia a causa de no poder probar su origen sacerdotal (Neh 7,63), aunque, según 1 Crón 24,10, remontaba a la época de David.

Sacrificios

737

Esdras 9

en acción de gracias

(8,35-36)

35

Los hijos de la cautividad vueltos del destierro ofrecieron en holocausto al Dios de Israel doce novillos por todo Israel, noventa y seis carneros, setenta y siete corderos y doce machos 1 A. JAUBERT, Le Calendaire des Jubiles et de la sede de Qumrán. Ses origines bibliques: VT 3 (1953) 250-264; E. VOGT, Antiquum Kalendarium sacerdotale: B 35 (1955) 403-408; Y. KAUFMAN, Der Kalender una das Alter des Priesterkodex: VT 4 (1954) 307-313; J. MORGESTERN, The Calendar of the Book of Jubilees, its Origin and its Charakter: VT 5 (1955) 34-76; J. B. SEGAL, Intercalation and the Hebrew Calendar: VT 7 (1957) 250-307,

cabríos, como víctimas expiatorias, todo en holocausto a Yahvé. 36 Transmitieron las órdenes del rey a los sátrapas del rey y a los gobernadores del lado acá del río, y éstos honraron al pueblo y a la casa de Dios. Fueron «los hijos de la cautividad» quienes ofrecieron sacrificios en acción de gracias y por expiación de sus pecados. Aunque la mayoría de los repatriados descendía del reino de Judá, sin embargo, se consideran ellos los auténticos representantes de las doce tribus de Israel (6,17). De ahí que ofrezcan doce novillos en holocausto (Lev 1,1-9; 2 Crón 29,24); otras víctimas ( 8 x 1 2 = 96) en sacrificios latréuticos, y doce machos cabríos (Lev 4,1-5,3) en expiación de los pecados. La frase «sátrapas del rey» es considerada como adición posterior de un amanuense inexperto. La palabra correspondiente a gobernador (pzha) es de origen babilónico. La yuxtaposición de estas dos palabras sugiere que se trata de una explicación del uno por el otro; pero en Ester (3,12; 8,9) y Daniel (3,2-27) aparecen también juntas. Parece que la palabra peha se usó en la época persa para designar a los gobernadores subalternos, dependientes de los sátrapas (MICHAELI). En el texto aparece clara la distinción entre satrapía (ahashdarpana) y provincia (pahrah). Estas eran distritos en que se dividía la satrapía.

L O S MATRIMONIOS MIXTOS ( c . Q - I o )

Grave acusación

(9,1-2)

1

Después de todo esto se"me acercaron los jefes, diciendo: «El pueblo de Israel, los sacerdotes y levitas no lian estado apartados de las gentes de esta tierra e imitan sus abominaciones, las de los cananeos, jéteos, fereceos, jebuscos, amonitas, moabibitas, egipcios y amorreos; 2 pues han lomado de entre ellos mujeres para sí y para sus hijos y han mezclado su raza santa con la de las gentes de esta tierra. Los jefes y magistrados han sido los primeros en cometer este pecado». Al poco de llegar Esdras a Jerusalén enteróse del clima religioso y moral de los judíos que habitaban en la ciudad y alrededores. No será aventurado decir que la mayoría de los deportados eran varones que buscaron mujeres entre las hijas del país. Con gran dolor supo Esdras que todos, autoridades y pueblo, habían contraído matrimonio con mujeres extranjeras. Esta mezcla de la «raza santa» con la de las gentes de la tierra constituía un grave pecado (Deut 7,3; Ex 23,32; 34,11-16; Neh 13,25). En Deut 7,3 había dicho Dios: «No contraigas matrimonio con ellas, no des tus hijas a sus hijos, ni tomes sus hijas para tus hijos, para que no te arrastren a la idolatría». En el mencionado texto se citan «los jéteos, guergueseos, amorreos, cananeos, fereceos, jeveos, jebuseos», de los que deben apartarse los hijos de Israel. Israel debe vivir separado de los pueblos gentiles (6,21; 10,11; Neh 9,2; 10,28). Israel pertenece a Yahvé, le pertenecía, y, por tanto, debía ser santo. «Sed santos para mí, PibHa comentada 2

%\

738

porque yo, Yahvé, soy santo, y os he separado de las gentes para que seáis míos» (Lev 20,26). Inútil buscar una indicación concreta temporal en las palabras «después de todo esto». ¿Cuánto tiempo transcurrió entre los sucesos narrados anteriormente y el hecho que se refiere en este capítulo? No es posible fijarlo. Algunos hacen estos cálculos: entre el día 4 del mes quinto y la escena que aquí se narra, que sucedió cinco días antes del 20 del mes noveno (10,9), transcurren más de cuatro meses. Lo más lógico es considerar las mencionadas palabras como fórmula general de transición. Esdras examinó detenidamente la situación religiosa y moral del pueblo. Gomo el mal estaba muy enraizado y los culpables eran muchos y de categoría, comprendió que debía proceder con prudencia, informándose de los abusos, identificando los culpables, ganándose adeptos para su causa y estudiando las reformas que debían llevarse a cabo. El mal había sido provocado por el contacto con las gentes del país, envueltas en sus abominaciones idolátricas (teboth). La prohibición de tomar mujeres extranjeras aparece, además del citado texto de Deut 7,3, en Ex 23,32; 34,11-16. Elejemplode Salomón causó impresión en Israel: sus mujeres extranjeras torcieron su corazón, arrastrándole hacia los dioses ajenos (1 Re 11,3-13). Esta defección dolorosa debía servir de lección a Israel; ella sola justificaba el rigor de la ley referente a los matrimonios con mujeres extranjeras (Neh 13,25). El motivo de esta prohibición es religioso (9,1.11), pero se invoca también la pureza de la raza (9,2). A la lista estereotipada de pueblos (Ex 23,23; Deut 7,2; 20,17; Gen 15,19-21; Ex 3,8. I 7'< 33>2) s e añaden los egipcios; quizá debe leerse «edomitas» en lugar de amorreos (Mal 1,2-5; Larn 4,21). De vuelta del exilio se emplea la frase «los pueblos del país» (Ag 2,4; Zac 7,5; Dan 9,6); pero el sentido que tenía antes cambia en Esdras y Nehemías, en los cuales (Esd 3,3; 9,1.2.11; 10,2.11; Neh 9,30.31.32) designa a los habitantes de Palestina que no son los judíos que obstruyen la obra de la restauración, dificultan la observancia del sábado y con los cuales se celebran matrimonios mixtos. Se oponen al «pueblo de Judá» en Esd 4,4, al pueblo de Israel en Esd 9,1. Es un cambio completo del sentido de la frase con relación al uso anterior al exilio, y se explica todavía por el sentido fundamental de la expresión. La comunidad de los repatriados no es el «pueblo del país», porque no se rige por el estatuto político que había reconocido a los samaritanos, amonitas, moabitas; éstos son «¡os pueblos del» o «de los países». De esta manera se prepara la tercera significación de la época rabínica: «pueblo del país» son los que ignoran la Ley o no la practican 1. Muestras de dolor (9,3-5) Al oír esto resgué mis vestiduras, mi manto, y me arranqué cabellos de mi cabeza y de mi barba, y me senté desolado. 4 Juntáronse conmigo todos los temerosos de las palabras del Dios de Israel por la prevaricación de los hijos de la cautividad. 3

1 D E VAUX, Les Institutions de VAncien Testament I 112-113.

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Esdras 9

Esdras 9

5

Yo estuve desolado hasta el sacrificio de la tarde; y luego, al tiempo de la ofrenda de la tarde, me levanté de mi humillación y, con mis vestidos y mi manto rasgados, póstreme de rodillas y, tendiendo a Yahvé, mi Dios, mis manos, dije: Una vez examinado el estado religioso de los repatriados, que forman la golah (Neh 10,6.8.16), percatóse de la magnitud que el abuso de los matrimonios mixtos había alcanzado, con los consiguientes efectos religiosos. Su alma sacerdotal sintióse transida de dolor, y así la expuso públicamente. No cabe hablar de un acto de debilidad senil, sino más bien de una manifestación previamente calculada. Desgarró Esdras la túnica y el manto, las dos prendas principales del vestido judío (Gen 37,29-34; Lev 10,6; Jos 7,6; Am 8,10; Mt 26,65). Al decir que se arrancó cabellos de su cabeza, acaso quiere aludir al hecho de raerse la cabeza, como solía hacerse en señal de pena o dolor (Jer 7,29; Miq 1,16). Lo mismo solía hacerse con la barba, signo de distinción y virilidad (2 Sam 19,24; Jer 41,5). Muchos judíos contemplaron las muestras de dolor de Esdras; unos siguieron su camino, otros se unieron a su empresa. No dice el texto cuándo empezaron estas muestras externas de dolor, pero asegura que duraron hasta las tres de la tarde (la hora nona), en que se ofrecía el sacrificio vespertino (Ex 29,38-41). Fue entonces cuando Esdras, con la túnica y el manto rasgados, oró en voz alta al Señor, consiguiendo con ello impresionar a gran muchedumbre de gentes, que derramaron lágrimas (10,1). No indica el texto que Esdras rasgara los vestidos por segunda vez.

Israel ha pecado

(9,6-7)

6

«¡Dios mío! Estoy confuso y avergonzado, Dios mío, y no me atrevo a levantar a ti mi rostro, porque nuestras iniquidades se han multiplicado por encima de nuestra cabeza, y nuestros delitos suben hasta el cielo. 7 Desde los días de nuestros padres hasta hoy hemos sido muy culpables; y por nuestras iniquidades, nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes hemos sido entregados a las manos de los reyes extranjeros, a la espada, a la cautividad, al saqueo, a la vergüenza que cubre nuestro rostro. Con dos expresiones hiperbólicas (Sal 38,4; 36,6) confiesa que Israel ha amontonado pecados sobre pecados. Esta apostasía de Israel no tenía justificación alguna, por lo cual, avergonzado (10,1.6; 1 Re 8,23), no se atreve a levantar la cabeza delante de Dios ofendido. Pero estas prevaricaciones no quedarán impunes. Por el pacto de la alianza se compromete Dios a velar por la prosperidad e independencia de Israel; sí éste prevarica, Dios se desentiende de él y le castiga entregándole en manos de los enemigos. Aun en la actualidad, parte del pueblo judío vivía en el exilio, bajo el dominio de los reyes de Persia. Cuando cese el pecado y vuelva Israel a su Dios, se acabará el estado ignominioso actual y se reanudarán plenamente las relaciones amistosas entre Yahvé y su pueblo.

740

El Dios de misericordia

741

Esdras 9

Usaras 9

(9,8-9)

Este último sentido recomienda el contexto al hablar de un refugio en Judá, ya que no cabe la idea de una muralla protectora del territorio de Judea 2 .

8

»Con todo, Yahvé, nuestro Dios, acaba de hacer con nosotros misericordia, dejándonos un resto de libertad y dándonos refugio en su lugar santo, para hacer brillar nuestros ojos y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre; 9 porque esclavos somos; pero, en medio de nuestra esclavitud, Dios no nos ha abandonado. Nos ha conciliado la benevolencia de los reyes de Persia, conservándonos la vida para que pudiéramos edificar la casa de nuestro Dios, levantando sus ruinas y dándonos un refugio seguro en Judá y en Jerusalén. Dios castigó a Israel entregándole en manos del enemigo. Sin embargo, Dios, de repente, ablanda el corazón de los reyes de Persia para que traten con benignidad a su pueblo, autorizándole incluso el regreso a la patria. De ahí que, por un acto de misericordia de Yahvé, un resto (peleta), una porción escogida se ha salvado del naufragio general. Este resto será la simiente de la cual surgirá el nuevo Israel. Permitió Dios que su pueblo fuera probado en el crisol de la cautividad y que la vergüenza cubriera su rostro, pero no permitió la ruina total. La nueva comunidad instalada en Palestina ha sido purificada por la prueba, pero a ella está vinculada la promesa de un futuro glorioso (Is 1,9; 4,23; 7,3; 10,21-22). El texto hebraico usa la siguiente imagen: «Y dándonos una estaca de tienda (yetad) en su lugar santo» (v.8). Con una imagen sacada de la vida nómada dice que Dios ha concedido al resto de los exilados el privilegio de fijar su tienda, o lo que es lo mismo, de establecerse de nuevo en Jerusalén. Pero esta tienda puede arrancarse y ser transportada a lejanas tierras en el caso de que los repatriados imiten la conducta de sus antepasados. Con la expresión «hacer brillar nuestros ojos» se expresa la nueva inyección de vida, de fuerza y energía (1 Sam 14,27). No goza Israel de completa independencia política, pero dentro de la esclavitud se le conceden privilegios inauditos, que sólo se explican por la acción de Dios en el corazón de los reyes de Persia. Ciro permitió a los cautivos regresar a su patria (1,2-4); Darío atajaba las intrigas de los samaritanos y contribuía con fondos del peculio real a la reconstrucción del templo (6,6-12); Artajerjes (7,12-26) hizo otro tanto. Dios ha conservado la vida de los repatriados para que éstos reedifiquen el templo, «dándonos un refugio seguro en Judá y en Jerusalén». El término refugio es una traducción de la palabra hebraica gader. Ordinariamente significa muralla, muro de protección de un campo, viña, ciudad (Núm 22,24; Prov 24, 31; Ez 42,7.10; Is 5,5). Los que admiten la prioridad de la llegada de Nehemías a Jerusalén toman el término en el sentido obvio de la muralla que levantó Nehemías en torno a la Ciudad Santa; los partidarios del orden Esdras-Nehemías interpretan gader en sentido traslaticio de refugio, abrigo, protección (Ez 13,5; 22,30; Os 2,8).

Nuevas

transgresiones

(9,10-15)

10 »¿Qué podemos, pues, decir después de todo esto, olí Dios nuestro ? Pues hemos abandonado tus mandamientos, '' los que nos prescribiste por medio de tus siervos los profetas, diciendo: «La tierra que vais a poseer es una tierra manchada por las abominaciones de los pueblos de esas regiones, u,ue del uno al otro cabo la han llenado de sus inmundicias; u no deis vuestras hijas a sus hijos, ni toméis sus hijas para vuestros hijos, ni os cuidéis nunca de su prosperidad ni de su bienestar, y así vendréis a ser fuertes y comeréis lo mejor de los frutos de la tierra, y la dejaréis a vuestros hijos en heredad para siempre». 13 Después de todo lo que nos ha sucedido por nuestras maldades y grandes pecados que hemos cometido, porque tú, Dios nuestro,14 no nos has castigado en proporción de nuestras iniquidades, ¿vamos a comenzar de nuevo a traspasar tus mandamientos, a emparentar con esos pueblos abominables? ¿No se ensañaría contra nosotros tu 15cólera hasta destruirnos del todo, sin dejar ni resto ni escape? Yahvé, Dios de Israel: Tú eres justo, pues que hemos quedado hoy un resto de escapados. Henos aquí ante ti como culpables, sin poder por eso permanecer en tu presencia». La oración de Esdras se parece algo a un sermón. De ahí que no debe extrañarnos que alegue el Deuteronomio y los profetas. Estos, aunque no condenaron explícitamente los matrimonios mixtos, señalan la contaminación de la tierra por los ídolos (Jer 12,6). En la época de Esdras denuncia Malaquías (2,10-12) estas uniones (GELIN). Esdras no se inspira en el espíritu cultual y formalista del código sacerdotal, sino en las palabras de los profetas, de los cuales el mayor de todos fue Moisés. Ninguna oposición entre la Ley y los profetas: Moisés fue un legislador porque fue profeta. No cita un texto determinado, pero resume las enseñanzas contenidas en Ex 34,16; Lev 18,25.27; Deut 7,1.3; 23,6; 2 Re 17,23; 21,10; 24,2. El mayor pecado que puede cometer Israel es la idolatría, crimen que se caracteriza por las palabras niddah = mancha (Lev 18,25), to ebah = abominación, turna — impureza. Israel debe cumplir los mandamientos de Dios, que señalaron los profetas, incluyendo en primer lugar el de servir a Dios con exclusión de los ídolos. Teniendo una experiencia de muchos años, sabiendo que el alejamiento de los mandamientos de Dios acarrea los males que sufre el pueblo, ¿querrán los repatriados, los que forman parte del resto de Israel, excitar de nuevo la ira de Yahvé y atraer sobre sí nuevos castigos? Los matrimonios mixtos, ¿no constituyen el primer peldaño que conduce necesariamente a la idolatría? Estamos en un momento definitivo, viene a decir Esdras, mo2 H . KAUPEL, Die Bedeutung vori Gader en Esd. 9,9: BZ 22 (1934) 89-92; A . FEUNANDEZ, La voz Gader en Esd. 9,9: 13 16 (1935) 213.

742

Esdras 10

Esdras 10

mentó en que se juega la supervivencia de Israel como pueblo de Yahvé. Si los escogidos, el resto (Is I I , I I ; 28,5; Jer 31,7; 50,20); si los que han sido salvados (peleta) (9,8.13-15) delinquen, no quedará ni resto ni escape. Al término de la oración pone Esdras de relieve la justicia de Dios, que equivale a su voluntad salvífica y que le inclina a la misericordia, como demostró al reservarse el resto. «En la salvación de unos pocos pueden considerarse dos aspectos: misericordioso, en cuanto que éstos fueron realmente salvados; justiciero, en cuanto que sólo éstos se salvaron, mientras que todos los otros perecieron» (FERNÁNDEZ). N O quiere Dios que Israel, a pesar de sus graves pecados, desaparezca de la faz de la tierra. Pero exige que el pueblo pecador se arrepienta y confiese sus pecados, abandonando las sendas del mal para andar por los caminos que señalan los mandamientos de Yahvé. Esdras se incluye entre los pecadores por formar parte del pueblo judío, aunque individualmente llevara una vida perfecta.

en esta ocasión del pueblo, se pone incondicional monte u IUH I'M.I nes de Esdras; lo que éste diga se hará. La conduela de Secunlm. . tanto más admirable cuanto que, descendiente de Elam 1; hijo (Ir |. jiel, pertenecía a una familia que se había contagiado con ION I 11.11 I I monios mixtos (10,27). Pospone sus intereses personales al cumplí miento escrupuloso de la Ley.

Oración

provechosa

Primeras medidas

Levantóse Esdras e hizo jurar a los jefes de los sacerdotes, de los levitas y de todo Israel que harían lo que se acababa de decir, y ellos lo juraron. s Después se retiró Esdras de la casa de Dios y se fue a la cámara de Jojanán, hijo de Eliasib; pero no comió allí pan ni bebió agua, porque estaba en 7gran desolación por el pecado de los hijos de la cautividad. Se publicó por Judá y Jerusalén a 8todos los hijos de la cautividad que se reuniesen en Jerusalén, y que, si alguno no se presentaba dentro de los tres días, conforme al acuerdo de los príncipes y de los ancianos, le fuesen confiscados todos sus bienes, y él excluido de la congregación de los hijos de la cautividad.

(10,1-4)

1 Mientras que Esdras lloraba postrado ante la casa de Dios y hacía esta plegaria y esta confesión, habíase reunido junto a él una gran muchedumbre de gentes de Israel. Hombres, mujeres, niños y todos derramaban abundantes lágrimas. 2 Entonces Secanías, hijo de Jejiel, de entre los hijos de Elam, tomando la palabra, dijo a Esdras: «Hemos pecado contra Dios tomando mujeres extranjeras de entre los pueblos de esta tierra, pero Israel no queda por esto sin esperanza. 3 Hagamos pacto con nuestro Dios de echar a todas esas mujeres y a los nacidos de ellas, según el parecer de mi señor y de cuantos temen 4los mandamientos de nuestro Dios, y que se cumpla la Ley. Levántate, pues, ya que esto cosa tuya es. Nosotros seremos contigo. Ten valor, y a la obra». A medida que prolongaba Esdras su oración, fue congregándose una gran multitud, que se contagió por las lágrimas del gran celador de la Ley, prorrumpiendo todos en llanto. El lugar de la oración era público; de boca en boca corrió la noticia de la profunda desolación de Esdras. Entre los curiosos que acudieron cita el texto a Secanías, quien, impresionado por la actitud de Esdras y teniendo en cuenta el perdón que tenía Dios prometido a los que de verdad se arrepintiesen (Deut 30,1-10), le asegura que existen fundadas esperanzas de arreglo. Si hay penitencia, hay esperanza. Reconoce Secanías que el pecado existe; que los matrimonios mixtos están prohibidos por la Ley (Ex 34,16; Deut 7,1-3), y, por lo mismo, quienes han contravenido esta Ley, han delinquido. ¿Cómo reconciliarse con Dios ? Con una medida radical: echar a todas las mujeres extranjeras y a los nacidos de ellas. No es partidario de una solución media, sino radical: romper desde el primer momento con todo aquello que esté contra la Ley. «Propuesta drástica, que tronchaba muchas vidas, deshacía muchos hogares y echaba a la aventura a muchas gentes, pero necesaria para el renacimiento religioso y moral del nuevo pueblo: a grandes males, grandes remedios» (PELMA). Secanías, portavoz

(10,5-8)

5

La buena disposición manifestada por Secanías debía consolidarse con el juramento de todos los jefes de los sacerdotes, levitas y pueblo, porque fácilmente podían desvanecerse los buenos deseos concebidos en un momento de entusiasmo. Tomado el juramento, retiróse Esdras a una de las dependencias del templo, que llevaba el nombre de Jojanán, hijo de Eliasib, por haber morado él mucho tiempo allí, donde pasó la noche. Fue tanta la emoción que le produjo la defección del pueblo, que no pudo tomar bocado. No menos debía contribuir a esta inapetencia la idea del triunfo conseguido y la buena voluntad del pueblo, que se aventuró a tomar trascendentales decisiones para mantenerse fiel a la Ley. ¿Quién era Jojanán, hijo de Eliasib? Algunos niegan que se trate del sumo sacerdote Jojanán, el cual, según Neh 12,10-11.22-23, e r a hijo del sumo sacerdote Joyada y nieto de Eliasib, que ejerció el pontificado en Jerusalén el año 410, como consta del testimonio de un papiro de Elefantina J . Fernández anota que Esdras fuese a la cámara de Jojanán y que allí no comió pan ni bebió agua. «Si en dicho aposento se hallaba el mismo Jojanán, y Esdras fue allá para tratar con él del asunto de los matrimonios, ¿es posible que el autor sagrado, ni entonces ni después, dijera una palabra del sumo sacerdote? Cierto, tal proceder no deja de ser extraño. Tal dificultad se desvanece por completo si Jojanán indica no la presencia del sumo pontífice, sino únicamente el aposento que de él había tomado el nombre» (211). «El aposento mencionado en Esd 10,6 era conocido con el nombre de Jojanán, hijo de Eliasib, y por este nombre lo designa el autor, que escribía bastante tiempo después de Esdras» (ibid., 209). Los partidarios del orden Nehemías-Esdras identifican a este Jojanán con el sumo sacerdote, hijo de Joyada. Según Neh 3,1, en 1

COWLEY, ,10,I.l8,

744

Esdras 10

Esdras 10

tiempo de la primera misión de Nehemías (año 445 a. C.) era sumo sacerdote Eliasib. A él sucedió Joyada, que ejerció el cargo del año 432 hasta 415. De este año empiezan las funciones de Jojanán como sumo sacerdote. Los partidarios de esta tesis hacen coincidir la actividad de Jojanán con la de Esdras, que ellos suponen empezó el año 398, el séptimo de Artajerjes II. Aprovechando el entusiasmo del momento, convocó Esdras una asamblea general para plantear el problema de los matrimonios mixtos. El poder de que gozaba y su reconocido celo sacerdotal eran garantía del éxito de la convocatoria. A los reacios se les confiscaban los bienes en favor del templo (Lev 27,28; N ú m 18,14; Ez 44,29) y se les borraba de la comunidad de Israel, con todas sus consecuencias (Ex 12,15; Jn 9,22; 12,42; 16,2). Siendo muy reducida el área geográfica de la nueva comunidad de repatriados, eran suficientes tres días para que todos pudiesen asistir a la asamblea.

a menudo duran días enteros, siguiendo, por consiguiente, una haj.t notable de la temperatura. Por razones atmosféricas, y mucho man por la gravedad del asunto que se iba a ventilar, el público, cnii|jrcgado quizá en la puerta de las Aguas (Neh 3,26; 8,1), estalla lem blando. Algunos dudan de que el autor sagrado asociara una (¡nina moral con otra física; por lo cual, siguiendo la sugerencia de Jnuon •', cambian el texto de la manera siguiente: «Y todo el pueblo estaba temblando... a causa del granizo (baradh, en lugar de hadilti bar = asunto) y de las lluvias». Hipótesis ingeniosa, pero no necesaria. Una vez reunidos, Esdras se levantó a hablar. De sus palabras da un resumen el autor sagrado. Empieza por denunciar el huello de que muchos son los que se han unido en matrimonio con mujeres extranjeras, lo cual es una prevaricación más en la larga cadena de las que cometió Israel. Pero existe una posibilidad de justificarse, confesando el pecado ante Yahvé y reparándolo (Jos 7,19; 1 Ke 6,5; Jer 13,16; Mal 2,2). Se imponía, por consiguiente, la necesidad de quitar aquella abominación de Israel, lo que equivalía a la obligatoriedad de despedir a las mujeres extranjeras. El pueblo munilii'NU su conformidad con las propuestas de Esdras (2 Sam 15,23; 1 Ke. H, 55; 2 Crón 15,14; 20,19). El mismo Esdras se percató de cnn* las condiciones climatológicas no permitían permanecer al descubierto y de que las negociaciones serían largas. Por lo mismo creóse 1111,1 comisión de jefes encargada de tramitar los asuntos y de Ihini.u .1 cada uno de los culpables a medida que se ventilaba su caso, Al 1 ul pable acompañarían los ancianos de cada ciudad y sus jueces ,1 1111 de discutir con la autoridad central el expediente y asegurar de esta manera un veredicto justo e imparcial. El v.15 se interpreta de varias maneras. Puede el texto significar que Jonatán y sus compañeros se encargaron de llevar adelante la propuesta. Se obtiene ente sentido tomando la partícula hebraica ak en sentido asevera!ivo (Gen 26,9), siendo el sentido: «Sólo Jonatán y Jojzías insistieron nobre este punto, y Mesulam y Sabtaí los apoyaron* (MIÍDI 1(111:1.I.K), Sin embargo, la mayoría de los exegetas modernos dan a la mencionada partícula un sentido adversativo, viendo en el texto una npo sición por parte de cuatro individuos. ¿En qué discrepaban los de la oposición? Puede entenderse el texto en el sentido de que no aprobaban la solución propuesta por Esdras sobre la formación de un tribunal, por creer que este proceder sería demasiado lento. Puede también interpretarse el texto en el sentido de que se opusieron a la idea de expulsar a las mujeres extranjeras. La frase siguiente induce a creer que los disidentes eran judíos que habían quedado en Palestina y que habían sido influenciados por las gentes del país. Al frente de la comisión fue colocado Esdras. El texto puede traducirse: «Esdras el sacerdote escogió» (wayyabdel lo, 3 Esd 9,16; LXX), o: «Se escogió a Esdras el sacerdote». Puesto que Esdras dio la orden, es lógico que escoja sus colaboradores; conocía él la Ley (7,6) y estaba investido de plenos poderes (7,25). Las reuniones empezaron

Asamblea

en Jerusalén

(10,9-17)

9

Todos los hombres de Judá y Benjamín se reunieron en Jerusalén dentro de los tres días. Era el día veinte del noveno mes, y todo el pueblo estaba en la plaza de la casa de Dios temblando con motivo de aquel negocio y a causa de la lluvia. 10 Levantóse Esdras, sacerdote, y dijo: «Habéis prevaricado tomando mujeres extrañas, añadiendo prevaricaciones a la iniquidad de Israel, n Dad ahora gloria a Yahvé, el Dios de vuestros padres, y cumplid su voluntad. Apartaos de los pueblos de esta tierra y de las mujeres extrañas». 12 Toda la asamblea respondió a una y en alta voz: «Hágase así, conforme a tu palabra». 13 «Pero como el pueblo es muy numeroso y está el tiempo de lluvias, no siendo posible permanecer al descubierto; y como, además, no es cosa de un día o dos, por ser muchos los que de nosotros han pecado en esto, 14 que sean nuestros jefes los que en lugar de la asamblea toda se queden; y a todos los que de nuestras ciudades han tomado mujeres extrañas les hagan venir en tiempos determinados con los ancianos y los jueces de cada ciudad, hasta que la encendida cólera de nuestro Dios se aparte de nosotros en cuanto a esto». 15 Jonatán, hijo de Azael, y Jajzía, hijo de Tecua, apoyados por Mesulam y por Sabtaí, levitas, fueron los únicos que se opusieron a este parecer. 16 Pero los hijos de la cautividad obraron según se les había dicho. Se eligió a Esdras, sacerdote, y a algunos de los jefes de las casas paternas, todos designados por sus nombres, y éstos se sentaron para resolver el asunto el día primero del mes décimo. 17 El día primero del mes primero acabaron de juzgar a todos los que habían tomado mujeres extrañas. La casi totalidad de los repatriados pertenecía a las tribus de Judá y Benjamín, que moraban en la capital y pueblos de los alrededores (2,20-35). Esta proximidad facilitó la concentración dentro del plazo señalado. El mes noveno era el de Kisleu, correspondiente a noviembre-diciembre. El día 20 coincide aproximadamente con el 5 de diciembre. Hacía cuatro meses que Esdras encontrábase en Jerusalén (7,8). Por este tiempo empiezan las grandes lluvias, que

2

«Bíblica», 12 (1931) 85-

745

Esdras 10

Nehemías 1

el primer día del mes décimo, el de Tebet (diciembre-enero), y se acabaron el primero de Nisán (marzo-abril); tres meses se necesitaron para estudiar el asunto de los matrimonios.

mero exiguo de delincuentes y la gran masa de que se habla en el texto mencionado (9,1-2). El redactor que encontró las listas en los archivos no ha reproducido quizá el nombre de todos los pecadores. De muchos de los que se mencionan tenemos noticia en otras partes del libro (2,3-35; 8,3-14) y en el de Nehemías. El v.44 tiene sus dificultades. En el original hebraico se dice: «Hubo entre ellas mujeres que habían parido». Hemos seguido la traducción de 3 Esd 9,36, por ajustarse más al contexto. Comentando esta firmeza por parte del pueblo, dice Flavio Josefo: «Pusieron la observancia de la Ley por encima de los objetos más queridos» 3 . La reforma de Esdras representa una resolución con enormes repercusiones en Israel y entre las «gentes del país». De no haber contado Esdras con el apoyo decidido del soberano persa, difícil hubiera sido conseguir la implantación de una ley tan revolucionaria. Los judíos, y más concretamente el resto, se pusieron a las órdenes de Esdras, ya por el temor de las sanciones (10,4), ya por celo religioso. Sentíanse ellos orgullosos de pertenecer al pueblo escogido y tenían conciencia de ser el plantel y la simiente de donde brotaría ufano el árbol frondoso del judaismo. Digna de admiración es la prudencia y energía de Esdras en esta gigantesca obra de reforma. Supo él aprovechar las buenas disposiciones de un grupo selecto para ganar la voluntad de todos (MÉDIEBELLE). PUSO Esdras las bases del nuevo Israel, que iba a consolidarse todavía más por obra de Nehemías.

746

Los sacerdotes culpables (19,18-22) De entre los sacerdotes fueron hallados que habían tomado mujeres extrañas: de los hijos de Josué, hijo de Josadac, y sus hermanos: Maasías, Eliezer, Jarib y Godolías, 19 que se comprometieron, dando su mano, a20echar a sus mujeres y a ofrecer un carnero 21por su pecado; de los hijos de Immer, Tananí y Zebadías; de los hijos de Jarim, Maasías, Elias, Semeyas, Jejiel y Ozías; 22 de los hijos de Pasur, Elyoenai, Maasías, Ismael, Natanael, Jozabad y Elasa. 18

Diecisiete habían pecado. Josué había regresado del exilio en la primera expedición, junto con Zorobabel (2,2; 5,2). Josadac fue llevado a la cautividad de Babilonia (1 Grón 5,40-44). El acto de dar la mano equivale a comprometerse, obligarse a despedir a sus mujeres (2 Re 10,15; Ez 17,18). Conforme a Lev 5,15, ofrecen un carnero para expiar su pecado. Elenco de los levitas pecadores (10,23-24) 23 De entre los levitas, Jozabad, Simeí, Quelaya, que es quelita; Petajya, Judá y Eliezer. 24 De entre los cantores, Eliasib. De entre los porteros, Salum, Telem y Urí. Seis fueron propiamente los levitas que incurrieron en el pecado, pudiéndose enumerar también entre ellos un cantor y tres porteros. Quelaya, probablemente, es el mismo que asistió a Esdras en el momento de leer la Ley al pueblo (Neh 8,7; 10,11). Los laicos (10,25-44) De entre los hijos de Israel: de los hijos de Paros, Ramia, Jiziya, Malquiya, Miyamim, Eleazar, Malquiya y Benaya; 26 de los hijos de Elam, Matanías, Zacarías, Jejiel, Abdí, Jeremot y Elias; 2? de los hijos de28 Zatu, Elyoenai, Eliasib, Matanía, Jeremot, Zabad y Aziza; de los hijos de Bebaí, Jojana, Ananías, Jabdu y Atlaí; 29 de los hijos de Baní, Mesulam, Maluc, Adaya, Jasub, Seal y Jerimot; 3o de los hijos de Pajat, Moab, Adna, Quelal, Banayas, Masías, Matanías, Besaleel, Biní y Manases; 31 de los 32hijos de Jarim, Eliezer, Jisjiya, 33Malquiya, Semeyas, Simeón, Benjamín, Maluc y Semaría; de los hijos de Jasum, Matnaí, Matata, Zabad, Elifelet, Jeremaí, Manases y Semeí; 34 de los hijos de Baní, Madaí, Amram, Uel,33S Benayas, 36 Bedia, Queluyas, Vania, Meremot, Eliasib, ? Matanías, 38 39 Matnaí, Jasaí, Baní, Biní, Semeí, Selemías, Natán, Adayas, 40 Macnadbaí, Sasaí, Saraí, 41 Azareel, Selamfas, Semarías, 42 Sa43 lum, Amarías y José; hijos de 44Nebo, Jeiel, Matatías, Zabad, Zebina, Jadar, Joel y Banayas. Todos éstos habían tomado mujeres extranjeras y muchos tenían ya hijos de ellas.

N

E

H

Encabezamiento

E

M

del

Í

libro

747

A

S

(Neh

1,1a)

25

Son ochenta y seis. Comparando el número de los culpables con los datos de 9,1-2, se vislumbra que no hay proporción entre el nú-

la

Palabras de Nehemías, hijo de Helcías:

El autor del libro ha utilizado ampliamente las memorias que escribió Nehemías, y que se reconocen por el empleo de la primera persona (1,1-5; io,3ob-4o; 12,31-13,31). Es la única vez que el título Palabras de (dibre) aparece en libros históricos; es frecuente, sin embargo, en los escritos proféticos (Jer 1,1; Am 1,1) y sapienciales (Ece 11; Prov 30,1). La traducción más fiel parece ser: «Memorias de Nehemías», y no: «Historia de las gestas o actos tic Nehemías». La palabra Nehemías significa «Yahvé consuela» y únicamente aparece en nuestro libro. Se añade «Hijo de Helcías» para distinguirlo de otros personajes que llevaron el mismo nombre (Neh 7,7). Nehemías no fue sacerdote, en contra del texto de la Vulgata en 2 Mac 1,21: «Iussit sacerdos Nehemias», traducción errónea del texto griego original. ', i 3

Ant. Iud. 11,5,4.

!

748

Malas noticias (l,lb-3)

[

Ib E n el m e s de Casleu del año veinte, estando yo en Sus a, en la capital, 2 llegaron de J u d á Jananí y u n o de mis h e r m a n o s con algunos otros. Yo les p r e g u n t é p o r los judíos q u e habían sido libertados, los restos de la cautividad y p o r Jerusalén. 3 Ellos m e respondieron: «Los restos de la cautividad están en la p r o vincia en gran miseria y afrenta. Las murallas de Jerusalén están todavía en ruinas, y sus puertas q u e m a d a s p o r el fuego».

A l hablar el texto del año veinte, sin especificar el origen de este cálculo, parece q u e haga referencia al reinado de Artajerjes, c o m o sugiere la lección de 2 , 1 . E l rey Artajerjes L o n g í m a n o sucedió a Jerjes el año 465, reinando hasta 424. Según el c ó m p u t o babilónico, q u e empieza el m e s de N i s á n de 464, el año 20 del reinado de aquel monarca corresponde a 445. El m e s d e Casleu es el n o n o del calendario, correspondiente a la m i t a d d e los meses de noviembre-diciembre. D e s p u é s del exilio se designan los meses con los n o m b r e s del calendario asirio-babilónico (2,1; E s d 6,15). C o m p a r a d o el v . i con 2,1, surge u n a dificultad cronológica. E n efecto, según el texto q u e c o m e n t a m o s , llegó Jananí de Jerusalén el mes d e Casleu del año veinte del reinado d e Artajerjes I L o n g í m a n o ; p o r otra parte, en 2,1 se habla del p r i m e r o d e N i s á n del m i s m o año. A l g u n o s comentaristas, c o m o F e r n á n d e z , zanjan la dificultad alegando la m a n e r a diversa con q u e se c o m p u t a b a el principio del año. Sin e m b a r g o , n o parece p r o b a b l e q u e u n m i s m o autor emplee en el m i s m o libro diversos sist e m a s de computación. P o r lo mismo, cabe s u p o n e r q u e existe u n a adulteración de los n ú m e r o s : año veinte en vez de diecinueve (1,1), y veinte %en vez de veintiuno en 2,1, o u n a trasposición de los meses (Casleu, 1,1; Nisán, 2,1) (SCHNEIDER). L a escena t u v o lugar en la ciudadela (hahbirah) de Susa. Según las excavaciones practicadas por M . Dieulafoy (1884-1886) y p o r otros arqueólogos m á s m o d e r n o s , birah era la acrópolis de Susa. A l n o r t e de la-misma se encontraba u n palacio con la g r a n d e sala del t r o n o (apadana), r o d e a d o de jardines. A l este estaban los d e p a r t a m e n t o s reales, de sus colaboradores y del gineceo. R o d e a d a de recias murallas, estaba protegida en el ángulo sudoeste p o r u n a ciudadela. Hacia el año 440, u n violento incendio redujo a cenizas t a n suntuoso lugar l. L o s reyes de Persia invernaban en Susa (Est 1,2.5; T»1*))P o r el texto no es posible determinar si Jananí era h e r m a n o carnal de N e h e m í a s o u n pariente suyo. «Aunque la palabra hermano es de significación m u y vaga, aquí, empero, debe tomarse en el sentido estricto de h e r m a n o p r o p i a m e n t e dicho o al m e n o s de pariente, p u e s tal es su alcance en 7,2» ( F E R N Á N D E Z ) . L a palabra peleta, resto, los q u e se h a n salvado, designa a los judíos repatriados q u e se e n c o n t r a b a n e n Jerusalén. A este resto se le p r o m e t e la participación e n los beneficios de la elección (Is 10,20-21; Jer 23,3). Vimos las d i ficultades q u e experimentaron los repatriados de p a r t e d e las gentes del país. A pesar del apoyo prestado p o r los monarcas persas, el j 1

DIEULAFOY, L'Acropole de Suse (París 1893).

i

749

Nehemías 1

Nehemías 1

resto se e n c o n t r a b a aislado en medio d e u n p u e b l o q u e veía en los recién llegados a enemigos q u e i n t e n t a b a n desplazarlos. C o n el d i nero recogido en Babilonia p u d i e r o n poco a poco reconstruir sus casas, procurarse tierras de cultivo, proveerse de ganado mayor y m e n o r , etc. A d u r a s penas habíase reedificado el t e m p l o , dejando para más t a r d e la reconstrucción d e las murallas d e Jerusalén. A este lamentable estado material de los repatriados d e b e añadirse q u e ellos, al contacto con las gentes del país, dejáronse seducir, r e n e g a n d o de su fe yahvista. M u c h o s llegaron a esta situación p o r culpa de sus mujeres paganas. E s d r a s había conjurado la situación consiguiendo q u e los judíos despidieran a las mujeres extrañas, p e r o al poco t i e m p o volvieron a las a n d a d a s . L a alusión a las murallas d e Jerusalén p u e d e referirse a su destrucción p o r N a b u c o d o n o s o r , o, lo q u e e s más probable, a la q u e siguió al recibirse la carta d e Artajerjes (Esd 4,7-23). V e r d a d es q u e n o habla el texto explícitamente d e q u e se destruyera la parte de las murallas q u e se había levantado, pero deja vislumbrarlo (Esd 4,19-23). E l dolor q u e causa a N e h e mías la noticia sobre las murallas sugiere q u e se trata de u n a d e s trucción reciente.

Consternación

y plegaria

de Nehemías

(1,4-11)

4 C u a n d o oí esto, sentéme y lloré, y estuve p o r m u c h o s días desolado. A y u n é y oré ante el Dios de los cielos, 5 diciendo: «Ruégote, Yahvé, Dios de los cielos, Dios g r a n d e y terrible, q u e guardas tu alianza y haces misericordia con los q u e te a m a n y g u a r d a n tus mandatos, s que esté atento t u oído y abiertos tus ojos para escuchar la oración que tu siervo te dirige ahora, día y noche, p o r tus siervos los hijos de Israel, confesando los pecados de Israel, nuestros pecados contra ti, p o r q u e yo y la casa de m i p a d r e h e m o s pecado, 7 te h e m o s ofendido y n o h e m o s g u a r d a d o los m a n d a m i e n t o s , las leyes y los preceptos que tú prescribiste a Moisés, tu siervo. 8 Acuérdate de estas palabras que tú m a n d a s t e decir a Moisés, tu siervo: Si pecareis, yo os dispersaré entre los pueblos; 9 pero, si os volvéis a m í y guardáis mis m a n d a m i e n t o s y los ponéis p o r obra, a u n q u e hubiereis sido desterrados a los confines de la tierra, de allí os reuniré yo y os volveré al lugar q u e he elegido para hacer residir en él m i n o m b r e . 10 Son tus siervos, son tu pueblo, que redimiste tú con tu gran p o d e r y tu fuerte m a n o , n ¡ O h Señor!, q u e esté atento tu oído a la plegaria de tu siervo y a la de los siervos tuyos que desean t e m e r tu n o m b r e . C o n c e d e ahora próspero suceso a tu siervo y haz q u e halle yo gracia a los ojos de este h o m b r e » ; pues servía yo entonces de copero al rey. L a noticia q u e le dieron Jananí y los otros q u e h a b í a n llegado de la provincia (medinah) de J u d á impresionó extraordinariamente a N e h e m í a s . ¿Por q u é sucedieron estas cosas en Jerusalén? N e h e mías intuye i n m e d i a t a m e n t e q u e el pecado es el causante de tantos males, por lo cual acude a las lágrimas, al a y u n o y a la oración, con el fin de aplacar al Dios ofendido (1 Sam 14,24; E s d 8,21). El Dios de los cielos (2,5.20; 9,6.28; Esd 1,2; 5,11-12; 6,9-10; 7,2) era u n título q u e los persas d a b a n a A h u r a M a z d a , p e r o q u e N e h e m í a s

750

Nehemías 2

Hondo pesar de Nehemías

751

Nehemías 2

aplica al único y verdadero Dios. E s Yahvé grande y terrible, q u e n o deja i m p u n e n i n g ú n pecado contra su ley ( D a n 9,4). E s celoso Y a h v é del pacto de la alianza (Ex c. 19-20). E n el caso de q u e Israel c u m p l a lo estipulado, le colma Dios de gracias espirituales y m a t e riales; en caso contrario le retira su ayuda, dejándole solo ante sus enemigos. N e h e m í a s confiesa q u e Israel ha pecado; él m i s m o se incluye entre los pecadores. Pero la penitencia es el principio del p e r dón; Israel reconoce su pecado; confiesa q u e ha traspasado los m a n - ! damientos q u e Dios prescribió p o r medio de Moisés. L a expresión «que esté atento t u oído y abiertos t u s ojos» aparece en otros lugares bíblicos (1 R e 8,28-29; 2 R e 19,16; 2 C r ó n 6,40). E n los v.8-9 recuerda N e h e m í a s q u e Dios amenazó a los pecadores, p e r o p r o m e t i ó reconciliarse con ellos si reconocen su pecado y lo detestan. P o r el pecado, Israel fue llevado cautivo entre las gentes; ahora, h a b i e n d o hecho penitencia, le reunirá Dios de nuevo y le volverá al lugar q u e el m i s m o Dios escogió como morada suya (1 Sam 4,4; 2 Sam 6,2; Sal 80,1). L a promesa q u e se dice fue hecha a Moisés se e n c u e n t r a formulada implícitamente en varios pasajes del P e n t a t e u c o (Lev 26,33-45; D e u t 4,25-31; 28,1-15; 30,1-5). D i o s n o p u e d e desentenderse de Israel, p o r q u e , en realidad, Israel es su p u e b l o predilecto (Ex 5,1; 8,20; D e u t 32,15; Jer 3,19; 31,20); los israelitas son siervos suyos, q u e redimió con gran p o d e r y m a n o fuerte ( D e u t 9,29). Al final del v . n alude N e h e m í a s al rey Artajerjes con las palabras «este hombre». Ruega a Dios q u e cambie el corazón del rey en el sentido de q u e se le conceda autorización para levantar los m u r o s de Jerusalén, revocando la o r d e n contraria dada a n t e r i o r m e n t e (Esd 4,23). Se p r e g u n t a n m u c h o s intérpretes: ¿Es auténtica esta oración de N e h e m í a s ? T o d o s confiesan q u e su forma es estereotipada; q u e tiene m u c h a s semejanzas con otras m u c h a s (Esd 9,6-15; N e h 9, 6-37; D a n 9,4-19; Est 13,8-17; 14,3-19; Eci 36,1-6); q u e p r e s e n t a u n colorido deuteronómico m u y m a r c a d o ( D e u t 7,9.21; 9,29; 30,1-4). P o r lo mismo, piensan m u c h o s q u e fue compuesta p o r el a u t o r del libro. L a verdad parece estar en u n t é r m i n o medio. N o cabe s u p o n e r q u e el cronista reprodujera t e x t u a l m e n t e una oración q u e N e h e m í a s hizo en d e t e r m i n a d a ocasión; se limita a transcribir las ideas maestras d e la m i s m a . N e h e m í a s era copero del rey, cargo honorífico en la corte p e r sa 2 ; los funcionarios reales solían ser eunucos (Est 1,10; J d t 12,11)¿Lo era N e h e m í a s ? Se discute; para los judíos ser e u n u c o era u n a deshonra, salvo excepción ( D e u t 23,2; Sal 127; en c o n t r a Is 56,3-5)-

(2,1-3)

estás; no puede ser, pues, sino alguna pena de tu corazón». Yo entonces m e atemoricé sobremanera, 3 y respondí al rey: «¡Viva el rey eternamente! ¿Cómo no va a estar triste mi rostro cuando la ciudad donde están los sepulcros de mis padres está en ruinas y quemadas por el fuego sus puertas?» Las informaciones q u e le dieron Jananí y otros calaron h o n d o ien el corazón d e N e h e m í a s . E r a copero del rey; la frase «el vino ¡delante de él» apenas tiene sentido, por lo q u e el texto griego la h a cambiado por «el vino estaba delante de mí», lo q u e equivale a decir q u e le había llegado a N e h e m í a s el t u r n o de servir el vino al monarca. A pesar d e sus esfuerzos para permanecer sereno, n o pudo, sin e m b a r g o , evitar q u e sus pesares se reflejaran en su rostro. Las palabras del rey le atemorizaron, p o r estar p r o h i b i d o a los empleados de palacio mostrarse tristes o aparentar m a l h u m o r d u r a n t e el servicio real (Est 4,2). A d e m á s , p e n s a n d o él pedir a Artajerjes revocara la o r d e n q u e había d a d o d e suspender la reconstrucción de las murallas d e Jerusalén (Esd 4,7-23), t e m í a q u e la tristeza le indispusiera con el rey y le cerrara las puertas para pedirle t a n gran favor. A la p r e g u n t a del rey r e s p o n d e N e h e m í a s p o n i e n d o p o r delante la cuestión sentimental: en Jerusalén estaban las t u m b a s de sus antepasados en situación lamentable y expuestas a ser profanadas por carecer la ciudad de murallas y puertas q u e aseguraran la incolumidad de las mismas. L o s persas profesaban gran respeto a los sepulcros. D e D a r í o cuenta Valerio M á x i m o (5,4) q u e , al invadir el país d e los escitas, notó q u e aquellas gentes n o presentaban batalla. A l manifestar su extrañeza, le respondieron: «No tenemos ciudades amuralladas ni campos cultivados q u e defender; pero, si t ú nos fuerzas a retirarnos hasta los sepulcros de n u e s t r o s padres, sabrás c ó m o los escitas saben batirse».

Petición

de Nehemías

(2,4-8)

4

Y m e dijo el rey: «¿Qué es lo que quieres?» Yo, rogando al rey de los cielos, 5 respondí al rey: «Si al rey le pareciera bien y hallara gracia tu siervo ante ti, que m e mandaras a Judá, a la ciudad de los sepulcros de mis padres, para reedificarla». 6 El rey, a cuyo lado estaba sentada la reina, m e dijo: «¿Cuánto durará tu viaje? ¿Cuándo estarás de vuelta?» Plugo al rey dejarme partir, y yo le señalé tiempo. 7 Después dije al rey: «Si al rey le parece bien, que se m e den cartas para los gobernadores del otro lado del río, para que m e permitan pasar y entrar en Judá; 8 y otra carta para Asaf, guardabosques del rey, para que m e facilite maderas y viguería para las puertas de la ciudadela vecina a la casa, para las murallas de la ciudad y para la casa que yo he de habitar». D i o m e el rey estas cartas, pues la buena mano de mi Dios estaba sobre mí.

1

E n el mes de Nisán del año veinte del rey Artajerjes, estando ya el vino delante de él, tomé el vino y se lo ofrecí al rey. Jamás había yo aparecido triste en su presencia, 2 pero aquel día m e dijo: «¿Por qué estás con tan mala cara? Enfermo no 2

HERÓDOTO, III 34.

Sabía N e h e m í a s q u e Dios ablanda y e n d u r e c e a su beneplácito el corazón de los reyes; por lo cual, antes de r e s p o n d e r al monarca, oró brevísimamente a Dios, p o n i e n d o en sus m a n o s el trascendental asunto. E n p r i m e r lugar le pidió le concediera ir a Jerusalén para reedificarla. A n t e la carta de R e h u m y Simsaí, había respon-

752

Nehemías 2

dido Artajerjes que cesaran los trabajos para la reconstrucción de las murallas (Esd 4,21); pero el rey dictó aquella orden a base de I los informes que le transmitían. Nehemías, funcionario palaciego, ) cumplidor de su deber, reitera la petición. Existía la dificultad de / que la corte persa no revocaba nunca una ley (Dan 6,16; Est 8,8), pero podía sustituirla por otra. Además, Artajerjes era muy _co- j nocido a causa de su carácter voluble y por la influencia que ejer-j cían las mujeres sobre él. Al lado del rey, dice el texto, hallábase | la reina. En el texto original, la soberana es llamada hashegal (Dan¡ 5,2). Por razón del artículo parece que se trata de la reina propia-1 mente dicha, aunque el término en sí puede aplicarse más bien a una mujer del harén o a una concubina. Del hecho de que Nehemías tuviera familiaridad con la reina no se deduce necesariamente que fuera eunuco. Tanto el rey como la reina se preocupan menos del favor que les pide su servidor que del tiempo que tardará en volver. No señala el texto el lapso de tiempo que pidió Nehemías, pero consta que su permanencia en Jerusalén duró unos doce años (5,14). No es creíble que Nehemías pidiera autorización para ausentarse tanto tiempo; cabe más bien suponer que el corto lapso de tiempo señalado fuera prolongándose poco a poco a instancias del mismo. Una vez obtenido el permiso, pide letras comendaticias para los gobernadores de las provincias que debía atravesar hasta llegar a Jerusalén, y de una manera especial para el de Judá. Algunos autores (VACCARI) suponen que Nehemías pidió una escolta para el trayecto. Pide otras cartas para el guardabosques del rey. Asaf era judío. Puede relacionarse este personaje con Gadatas, intendente de los dominios reales en Asia Menor, al cual felicitó Darío por haber trasplantado en la Baja Asia árboles que crecen al otro lado del Eufrates. Los reyes persas habíanse reservado algunos parques nacionales, llamados pardes lammelek, paraíso del rey. El término pardes (Ece 2,5; Cant 4,13) es de origen persa. De él se ha derivado la palabra paraíso, con el significado de parque, jardín o bosque (Gen 2,8). ¿En dónde se encontraban estos bosques reales? Algunos creen que el monarca persa tenía algunos bosques en Palestina, quizá en la región de Etam, a unos once kilómetros al sur de Jerusalén, en el lugar donde Flavio Josefo (Ant. lud. c.8,7,3) coloca los jardines de Salomón (Ag 1,8) o en los montes de Judá (1 Crón 27,28). Supone Abel que pardes designaba los bosques del Líbano, de los cuales el rey se reservaba la explotación (SCHNEIDER). Pedía Nehemías maderas para las puertas de la ciudadela, construida acaso en el lugar que ocuparon más tarde las fortalezas de Baris y Antonia; para las murallas de la ciudad y para su propia casa. La ciudadela era un edificio cuya finalidad era proteger el templo contra las gentes del país.

753

Nehemías 2

Nehenúas

llega a Jerusalén

(2,9-12)

9

Presénteme a los gobernadores del otro lado del río y les entregué las cartas del rey, que había hecho que me 10 acompañasen dos jefes del ejército y alguna gente de a caballo. Cuando lo supieron Sambalat, joronita, y Tobías, siervo amonita, disgustóles en extremo que viniese un hombre para procurar el bien de los hijos de Israel. 11 Llegué a Jerusalén y estuve allí tres días; pasados los cuales, 12 me levanté de noche con algunos hombres, sin decir a nadie lo que mi Dios me había puesto en el corazón hacer por Jerusalén. No llevaba conmigo bestia alguna de carga; sólo mi propia cabalgadura. Además de las cartas de recomendación, el soberano puso una escolta a disposición de Nehemías. Al llegar a Jerusalén entrevistóse con las autoridades provinciales y locales, las cuales no vieron con buenos ojos la presencia de un hombre autorizado por el rey para procurar el bien de los judíos repatriados. Sambalat es un nombre asirio que significa «Sin (el dios lunar) da la vida». Era gobernador de Samaría (3,34). Se le llama el joronita, o bien porque era originario de Bet-Horón (Jos 10,10; 16,1-3; 1 Re 9,17), o porque descendía de Joronaím o Bet-Jarán, en la región de Moab (Is 15,3; Jer 48,34). En un papiro de Elefantina se dice que los hijos de Sambalat, gobernador de Samaría, gozaban de gran autoridad 1. El papiro es del año 17 de Darío II (424-405). Tobías estaba a las órdenes de Sambalat, como parece sugerir la palabra siervo, que puede tomarse en sentido honorífico o peyorativo. Se cree que este amonita dio origen a la poderosa familia de los Tobiadas, que, según Flavio Josefo 2 y el testimonio de los papiros de Zenón, gozó de gran fama en el siglo 111 antes de Cristo, tanto por su riqueza como por su influencia política. De estos documentos se deduce que Tobías vivía en la Birta (hebreo birah, griego baris, fortaleza) de Amón y era jefe de unos camelleros establecidos allí como colonos. Mantenían buenas relaciones con Tolomeo II, al cual mandaba caballos como obsequio. Dedicábase al comercio, que ejercía también en Jerusalén (13,4-8), en donde tuvo gran influencia durante el siglo 11 por sus relaciones con el sumo sacerdote Onías. Las modernas excavaciones han demostrado que la mencionada colonia estaba en el lugar conocido por Araq-el-Emir, entre la ciudad de Aman y el río Jordán. Allí, al pie de una colina, en un subterráneo excavado en la roca, se lee dos veces el nombre de Tobías en caracteres hebraicos antiguos. A unos trescientos metros más allá existen vestigios de un gran edificio conocido con el nombre de Qasr-el-Abd = castillo del siervo, lugar que corresponde, sin duda, a la mencionada Birta de Amón. Dada la tenacidad característica de la toponomástica semítica, es posible que el apelativo siervo sea un recuerdo del calificativo honorífico de los antiguos Tobiadas que eran siervos, es decir, ministros de los reyes a que obedecían. Es improbable que el apelativo de siervo deba tomarse en sentido peyorativo 3 . 1

PRITCHARD, 492.

3 RiccroTTl, Storia 2 5 ; H . VINCENT, La famille d'Araq-el-Emir: R B 28 (1920) 182-202.

2

Ant.

lui.

12,4,1.

des Tobiades et les origines du Palais

754

Nehemías 2

Inspección

nocturna

I

(2,13-15)

I

13 Salí de noche p o r la puerta del Valle y m e dirigí hacia lá fuente del D r a g ó n y la puerta de la E s c o m b r e r a , m i r a n d o las murallas de Jerusalén en ruinas y sus puertas consumidas p o r el fuego. 14 Seguí a la puerta de la F u e n t e y al estanque del Rey, y n o había p o r allí sitio p o r d o n d e pasar la cabalgadura en que iba. 15 Subí, todavía de noche, p o r el torrente e inspeccioné la muralla. L u e g o volví a entrar p o r la puerta del Valle, estando así de vuelta. Decidió N e h e m í a s efectuar el recorrido d u r a n t e la noche con el fin d e n o llamar la atención de las autoridades. A l g u n o s í n t i m o s q u e le a c o m p a ñ a r o n n o conocían sus planes. M o n t a b a éste en su cabalgadura; los q u e le a c o m p a ñ a b a n iban a pie. E n líneas generales, parece q u e N e h e m í a s inició su itinerario n o c t u r n o e m p e z a n d o p o r la parte noroeste de la ciudad, descendió p o r el valle de H i n n ó n en dirección a la piscina de Siloé, r e m o n t ó el t o r r e n t e C e d r ó n hasta A i n - s i t t i - M a r i a m , e s t a n q u e d e Salomón, regresando al p u n t o de partida. L a p u e r t a del Valle (3,1-32; 12,31.40; 2 C r ó n 26,9) hallábase cerca d e la actual p u e r t a de Jafa, n o en el T i r o p e ó n . D e la m e n c i o n a d a p u e r t a pasó a la fuente del D r a g ó n (hattanin), e n el actual Birket es-Sultán. Sabido es q u e los tanninim eran consider a d o s c o m o m o n s t r u o s m a r i n o s ( G e n 1,2; J o b 7,12). E s t a fuente misteriosa ( D B S 4,949), difícil d e localizar, evoca e s p o n t á n e a m e n t e la «piscina de las serpientes» existente en tiempos de Flavio Josefo 4 . L a p u e r t a d e las Escombreras coincide m u y p r o b a b l e m e n t e con la de los esenios de q u e habla Flavio Josefo 5 , situada, según él, en la región llamada Berzo, o sea, del estercolero. L l a m á b a s e así p o r q u e j u n t o a ella arrojábanse las basuras de la ciudad q u e i b a n a depositarse en el t o r r e n t e H i n n ó n , d o n d e las aguas las a r r a s t r a b a n hacia el wadi en-Nahr. D e trecho en trecho se paraba N e h e m í a s c o n t e m p l a n d o el estado de las murallas. Bajando en dirección sur d e la ciudad, llegó a la p u e r t a d e la F u e n t e (3,15; 12,57), 2)> recibiendo este nombre por entrar por ella el ganado destinado a los sacrificios. Dice el texto que «la consagraron (qiddeshuhu); lo que se dice con respecto a los sacerdotes; en otros lugares se dice que la cubrieron (qeruhu). Muchos autores (VINCENT, G E L I N , BATTEN) unifican el texto corri-

giendo la lección qiddshuhu en qiruhu. La consagración de toda la obra efectuóse más tarde (12,27), pero esto no impide que los sacerdotes consagraran su obra al momento de terminarla. Parece que los sacerdotes tuvieron que rehacer totalmente el muro. No puede identificarse la torre de Mea (los ciento). Vincent cree que no ha existido nunca, debiéndose su mención a una lectura errónea del texto. En efecto, la traducción material del texto es: «Y hasta la torre de Mea la consagraron, hasta la torre de Jananeel». En caso de haber existido no se sabe por qué recibió semejante nombre; acaso porque tenía cien codos de altura o porque cabían en su interior cien hombres para defenderla. De la torre de Jananeel se habla en Jeremías (31,38) y Zacarías (1,20). Herodes el Grande 6

Guesem era rey de Qedar, dominando sobre las tribus árabes del sur de Palestina y TransJordania. Su nombre aparece en la parte interior de un plato de plata hallado en Tell el-Maskhutta, no lejos de Ismaelía, en Egipto, en que se habla de «Qainu, hijo de Guesem, rey de Qedar». El mencionado texto es de fines del siglo v o comienzos del iv a. C.

Antonio (FLAVIO JOSEFO, Ant.

757

Iud. 15,11,4). El nombre le pudo

venir de Jananías, que era el custodio (7,2). A continuación de los sacerdotes trabajaron los repatriados de Jericó (Esd 2,34), siguiendo después Zacur. Puerta

del Pescado

(3,3-5)

3

Los hijos de Sena edificaron la puerta del Pescado y la cubrieron, pusieron las puertas, los cerrojos, los goznes. 4 Al lado de ellos trabajó en las reparaciones Meremot, hijo de Urías, hijo de Acus, y al lado de éstos reconstruyó Mesulam, hijo de Berquías, hijo 5de Mesezabel; y al lado de éstos restauró Sadoc, hijo de Baana. Inmediatos a ellos restauraron los tecuitas, aunque sus nobles no doblaron su cerviz al servicio de su señor. No lejos de la torre de Jananeel y al occidente de la misma hallábase la puerta del Pescado, llamada así por celebrarse en sus alrededores el mercado del pescado que traían las gentes de Tiro o los ribereños del mar de Galilea (12,39; 2 Grón 33,14; Sof 1,10). En el v.3 se inspiran algunos autores para corregir el v. 1, ya que el trabajo de cada sector comprendía: 1) la edificación o reparación de la puerta; 2) cubrirla; 3) colocación de las hojas de la misma; 4) instalación de los cerrojos y goznes. Junto a los hijos de Sena (Esd 2,35; Neh 7,38), Meremot (Esd 8,33) reparó los desperfectos de otro tramo de muralla. Las gentes de Tecua, ciudad situada a ocho kilómetros al sur de Belén, trabajaron en los muros; pero los notables de la población, orgullosos, no doblaron su cerviz al servicio del señor, es decir, de Nehemías. Acaso existían diferencias personales entre ellos y el gobernador o no reconocían la autoridad que se arrogaba.

En el sector de la puerta

Vieja

(3,6-12)

6

La puerta Vieja la restauraron Joyada, hijo de Pasea, y Mesula, hijo de Besodías; la ensamblaron y pusieron a las puertas sus cerrojos y sus goznes. 7 Junto a éstos reedificaron Melatías, gabaonita, y Jadón, meronotita; y los hombres de Gabón y Misfa trabajaron cerca del gobernador de este lado del río. 8 Junto a ellos trabajó Uziel, hijo de Jarayas, de los orífices, y a su lado Ananías, de los perfumistas; continuaron Jerusalén hasta la muralla ancha. 9 A continuación de éstos trabajó Refaías, hijo de Hur, jefe de la mitad del distrito de Jerusalén. 1° A continuación trabajó, enfrente de su casa, Jedaya, hijo de Jaromat, y a su lado Jatús, hijo de Jesabnía. n Otra porción de la muralla y la torre del horno fue reparada por Malquiya, hijo de Jarim, y Jasub, hijo de Pajat Moab. 12 A continuación de ellos trabajó con sus hijos Salum, hijo de Jaloes, jefe de la otra mitad del distrito de Jerusalén. La puerta de ha-Yeshana, la Vieja, puede referirse o bien «a la puerta vieja», o bien «puerta de la ciudad vieja»; Vincent cambia el texto en hammisneh, «del barrio nuevo». Trátase de la puerta de Efraím (12,39), llamada así por encontrarse en la parte septentrional

Nebemías 3

758

Nehemías 3

de la ciudad. Según el mismo Vincent, la extensión de la ciudad hacia el norte hizo que se creara este nuevo barrio (Sof 1,10; 2 Re 22,14). Algunos ven en Yeshana el nombre del poblado homónimo, a 25 kilómetros al norte de Jerusalén, en la actual Ain Siniya. Gabaón estaba a 10 kilómetros al norte de Jerusalén; la villa de Meronot es desconocida. Masfa hallábase a 13 kilómetros al norte de Jerusalén. Diversamente se traduce el final del v.7: «Al lado del trono del gobernador del otro lado del río» (MICHAELI); «de la jurisdicción del gobernador de Abarnahara» (FERNÁNDEZ); «a costa del gobernador de la Transeufratena» (GELIN). La más aceptable nos parece ser la siguiente: «Al palacio (lekisse) del gobernador», o sea, la parte de la muralla que se hallaba junto al palacio del gobernador de la Abarnahara. El gremio de los plateros y de los perfumistas construyeron el trozo de la muralla ancha, llamada así por ser de construcción más resistente, por reclamarlo el terreno, más expuesto para un ataque contra la ciudad. En vez de muralla ancha, algunos leen «plaza» (rehob); de hecho había una plaza cerca de la puerta de Efraím (8,16). Refaías era jefe de la mitad del distrito o sector (pelek) de Jerusalén. Para su mejor gobierno y administración habíase dividido la ciudad en dos sectores (v.9.12). La torre del Horno (12,38) se hallaba cerca de la actual puerta de Jafa, entre la de Efraím (12,39) Y I a del Valle (3,13). Llamábase así por existir varios hornos en su alrededor. Jaloes significa encantador, adivino. Dícese en el texto hebreo que trabajaron con él «sus hijas». ¿Se trata de hijas en sentido propio o en el de benoth, habitantes de la ciudad o del sector? En otros pasajes bíblicos (11,25-31; Núm 21,25, etc.) se toma el término en este sentido figurado.

En el sector sudoccidental

(3,13-14)

13

Janum y los habitantes de Zanoaj repararon la puerta del Valle, la edificaron, pusieron las puertas, los cerrojos y los goznes. Hicieron además mil codos de muralla, hasta la puerta de la Escombrera. 14 Malquiya, hijo de Recab, jefe del distrito de Bet Maquerem, reedificó la puerta de la Escombrera, poniendo sus puertas, sus cerrojos y sus goznes. De la puerta del Valle hemos hablado ya (2,13), pudiendo coincidir con la de Hebrón. Zanoaj es el nombre de un poblado situado a unos 30 kilómetros al sudoeste de Jerusalén (Jos 15,34). Mil codos de muralla corresponden a unos 500 metros, suponiendo que se habla del codo egipcio, que prevaleció entre los hebreos después del exilio. Por eufemismo, acaso, en el texto hebieo se llama a la puerta de la Escombrera puerta del queso. Malquiya era jefe del distrito de Bet Maquerem (Jer 6,1), lugar que muchos identifican con el actual Ain Karem. Creen los autores (GELIN, PELAIA, VINCENT) que se anticipa la mención de la fuente del Valle, que se encontraba en el ángulo sudeste de la ciudad. Antes de esta puerta había la de la Cerámica o del Alfarero (Jer 19,2).

Trabajo

de Salum

759

(3,15)

5

1 Salum, hijo de Col José, jefe del distrito de Misfa, reconstruyó la puerta de la Fuente, la levantó, la cubrió, puso las puertas con sus cerrojos y sus goznes. Construyó además el muro de la piscina de Siloé, cerca del jardín del rey, hasta la escalinata que baja de la ciudad de David. Cerca de la puerta de la Fuente hallábase la piscina de Siloé. Recogía las aguas de la lluvia y terminaba en ella el canal subterráneo que hizo excavar Ezequías (2 Crón 32,30). El jardín del rey se encontraba más al sur, en el lugar donde se reunían las aguas del Cedrón y del valle del Tiropeón, cerca de Ain Roguel. En cuanto a la escalinata de que habla el texto, acaso puedan vislumbrarse vestigios de la misma en los peldaños excavados en la roca viva entre la piscina de Siloé y el Ofel. Obra

de Nehemías

(3,16)

16 Después de él, Nehemías, hijo de Azbuc, jefe de la mitad del distrito de Bet Sur, trabajó en las reparaciones hasta enfrente de los sepulcros de David, y hasta delante de la piscina, que había sido artísticamente construida, y hasta el cuartel. El pueblo de Betsur se encuentra a unos 20 kilómetros al sur de Jerusalén. Se habla solamente de una mitad del distrito, silenciándose la otra. Los sepulcros de David yacían en el Ofel; allí fueron enterrados los monarcas de Judá (1 Re 2,10). Antes del exilio era menos rigurosa la ley acerca de la impureza por el contacto de un cadáver (Ez 43,7.9). De la piscina artísticamente construida no se sabe nada; acaso sea la piscina de Salomón, junto a la actual fuente Ain-Sitti-Mariam, o fuente de Guijón. La casa de los valientes o cuartel (2 Sam 16,6; 23,8) hallábase al norte de la necrópolis real. Trabajos

en el sector

oriental

(3,17-27)

17 Después de él trabajaron los levitas, Rehú, hijo de Baní, y a su lado trabajaba Jasabías, jefe de la mitad del distrito de Queila. 18 Después de él sus hermanos, Binnuí, 19hijo de Jenadad, jefe de la otra mitad del distrito de Queila; y al lado de éste, Ezer, hijo de Josué, jefe de Misfa, reparó otra porción de la muralla frente al arsenal, hacia el ángulo. 20 Después de él, Baruc, hijo de Zabal, reparó otra porción, desde el ángulo hasta la entrada de la casa de Eliasib, sumo sacerdote. 2l Después de él reparó Meremot, hijo de Uría, hijo de Hacos, otra sección, desde la entrada de la casa de Eliasib hasta el extremo de ella. 22 Después de él23trabajaron en la reparación los sacerdotes de los alrededores, y después de ellos Benjamín y Asub, enfrente de sus casas. Después de éstos, Azarías,24hijo de Maasías, hijo de Ananía, reparó lo cercano a su casa. Después de él, Binní, hijo de Jenadad, reparó otra sección, desde la casa de Azarías hasta la vuelta del ángulo. 25 Palal, hijo de Uzai, constru-

Nehemlas 3 Nehemias 3

760

yó lo de delante del ángulo y la torre que hay en el saliente, sobre lo alto del palacio real, en el patio de la prisión. Después de él trabajó Padayas, hijo de Paros. 26 Los netineos que habitan el Ofel trabajaron hasta enfrente de la puerta de las Aguas, a oriente, y la torre en saliente. 27 Después de ellos los tecuitas repararon otra porción, frente a la gran torre en saliente, hasta el muro del Ofel. Queila pertenecía a la tribu de Judá (Jos 15,44), a 35 kilómetros al sur de Jerusalén. No es posible localizar el llamado arsenal o armería, que no debía de estar lejos del palacio real y del cuartel. El ángulo debe de ser el que, a unos metros antes del templo, señala un cambio de dirección. A partir del v.20 nos sitúa el texto en unos parajes vecinos al templo, aunque no sea fácil determinar los lugares que se mencionan. Eliasib tenía su casa cerca del templo, ocupando grande extensión (10,76-7). Los sacerdotes que habitaban en los pueblos vecinos (kikkar) de Jerusalén (12,28) trabajaron en la obra. Binnuí (3,18) es mencionado dos veces; quizá quiere decir el autor que, llevado del celo y entusiasmo por la causa judía, se prestó a ayudar a otros una vez terminada la obra que se le encomendó. Su ejemplo fue seguido por otros (Meremot; v.4 y 21; tecuitas: v.5,27). El ángulo de que se habla en v.24 no puede determinarse con seguridad; no es improbable que coincidiera con alguno en los que Ocias colocó máquinas de guerra para defender a la ciudad (2 Crón 26,15). Palal edificó junto al ángulo y a la torre superior (elyon); esta torre está en relación con otras situadas en un nivel más bajo, o con el palacio real. Los que lo entienden en este último supuesto hablan del palacio superior o elevado, desde el cual se dominaba el ángulo o la torre saliente, identificando este palacio con el de Salomón (1 Re c.7). Más abajo hallábase el de David (2 Sam 5,9-11). La prisión estaba junto al palacio real, y en ella fue encerrado Jeremías (32,2). Los netineos (Esd 2,43) figuran en el texto debido quizá a una glosa sugerida por 11,21. Los v.25-26 pueden redactarse como sigue: Después de él trabajó Padayas, hijo de Paros (y los netineos habitaban en el Ofel), hasta enfrente de la puerta de las Aguas. De la mención del Ofel en el v.27, un escriba anotó en el margen que allí vivían los netineos, glosa que entró más tarde en el texto. Ofel significa protuberancia, saliente. La puerta de las Aguas debe buscarse en un sitio de paso obligado para bajar a la fuente de Guijón, de que se habla en 8,1.3.16; 12,37. Estaba cerca del ángulo sudeste del templo.

En el sector 28

noroeste

(3,28-32)

A partir de la puerta de los Caballos, los sacerdotes trabajaron en la reparación, cada uno frente a su casa. 29 Después de ellos trabajó Sadoc, hijo de Immer, delante de su casa; y después de él, Semeyas, hijo de Secanías, guarda de la puerta de oriente. 30 Después de él reparó Jananías, hijo de Selemías, y Janún, hijo de Salaf, otra sección, y después de éste, Mesulam, hijo de Bara-

761

quías, reparó delante de su vivienda. 31 Después reparó Malquías, de entre los orífices, hasta la casa de los netineos y de los comerciantes lo de32frente a la puerta de Nifcad y hasta la cámara alta del ángulo. Entre la cámara alta del ángulo y la puerta de las Ovejas trabajaron los orífices y los mercaderes. Se ignora el sitio de la puerta de los Caballos. Según Jeremías, estaba cerca del Cedrón (31,40). Muy probablemente se abría esta puerta en la muralla del templo, al norte de la puerta de las Aguas, llamada así por haber colocado los reyes idólatras de Judá unos caballos junto a la misma (2 Re 23,11); junto a esta puerta fue asesinada Atalía (2 Re 11,16; 2 Crón 23,15). Sadoc era sacerdote (Esd 2,37); Semeyas, levita. La puerta de Oriente es llamada también Dorada. Según Ezequiel, el término mifcad (43,21) designaba el lugar reservado para el sacrificio del toro expiatorio, fuera del templo. Estaba junto al ángulo nordeste de la muralla, no lejos de la puerta Probática. ¿No indica acaso el nombre (paqad) que en esta puerta efectuábase el control de las víctimas y demás presentes destinados para el sacrificio? Con el v.32 se vuelve al lugar de partida.

Amenazas

y mofas de los enemigos

(3,33-35)

33

Cuando supo Sambalat que estábamos reconstruyendo la muralla, se enojó mucho y se encolerizó. Burlábase de los judíos, 34 diciendo ante sus hermanos y ante los soldados de Samaría: «¿Para qué trabajan estos impotentes judíos? ¿Acaso van a dejarlos hacer? ¿Van a sacrificar? ¿Van a terminar? ¿Van a resucitar las piedras enterradas bajo montones de escombros y consumidas por el fuego?» 35 Y Tobías el amonita, que estaba junto a él, decía: «Ya pueden edificar. Una zorra que contra ellos se lance, derribará la muralla de piedra». La versión de los LXX empieza con el c.4 v.33. Sambalat y Tobías (2,10; 2,18-19) se indignan al contemplar que la obra de la reconstrucción de la muralla avanzaba. Impotentes para impedirlo, se mofan de los judíos y de su obra, empleando más tarde la violencia (4,1-17). Llama a los judíos impotentes, débiles (amelalim); no se explica cómo se les autoriza llevar a término sus proyectos. A las mofas hizo coro el amonita Tobías, quien con una frase irónica expresa su pensamiento de que no vale la pena de tomar aquello en serio, porque bastará un pequeño esfuerzo o el simple querer para que aquellos muros vayan al suelo. Oración

de Nehemias

(3,36-38)

56 «Escucha, ¡oh Dios nuestro!, cuántos nos menosprecian, y haz que sus insultos recaigan sobre sus cabezas, y dalos al pillaje en una tierra de cautiverio. 37 No perdones su iniquidad, y que no se borre delante de ti su pecado, porque injurian a los

Nehemías 4

762

Nehemias 4

que están edificando». 38 Reedificamos, pues, la muralla, quedando del todo acabada hasta la mitad de su altura, y el pueblo se animó para el trabajo. Ante los improperios y burlas, se refugia Nehemías en la oración, como en otras ocasiones (5,14; 6,9.14; 13,14.22), poniendo el asunto en manos de la Providencia divina. Duras son sus palabras, hablando como representante de la comunidad de Israel contra los enemigos de Yahvé. En la oración se usan palabras y conceptos que reaparecen en Jeremías (18,23). Los trabajadores continuaron su obra.

Proyectos de ataque

(4,1-2)

1

Pero Sambalat, Tobías, los árabes, los amonitas y los de Azoto se enfurecieron sobremanera al saber que la reparación de las murallas avanzaba y que comenzaban a cerrarse las brechas, 2 y todos a una se confabularon para venir a atacar a Jerusalén y hacer el daño posible. Los enemigos temían que el resurgir del judaismo menguara las atribuciones de las gentes del país. Indica el autor la idea de reparación por el término aruka, que indica, en sentido propio, la piel nueva que sube poco a poco y cubre la herida (Jer 8,22; 30,17; 2 Crón 24,13).

Temores de los judíos

(4,3-5)

763

lias, todos con sus espadas, sus lanzas y sus arcos. 8 Fui a ver, y levantándome, dije a los jefes y a los magistrados y al resto del pueblo: «¡No los temáis! Acordaos del Señor, grande y terrible, y luchad por vuestros hermanos, por vuestros hijos y vuestras hijas, por vuestras mujeres y vuestras casas». Los judíos que venían de los pueblos vecinos a tomar parte en las obras contaban a Nehemías las confabulaciones de las gentes del país, con lo que crecía el temor de algunos. Dícese que diez veces trajeron tales noticias, con lo que quiere significarse que fueran muchas o repetidas veces. Otros comentaristas entienden diversamente el texto. Nehemías no se arredró por las amenazas; al contrario, a la violencia opuso la violencia. El v.7, escribe Fernández, es de una oscuridad desesperante. Lo que se deduce de cierto del mismo es que Nehemías armó al pueblo y colocó a gente armada en torno a la ciudad para hacer abortar todo intento de ataque por sorpresa. Fernández traduce: «Entonces aparté en las partes bajas del lugar, detrás del muro, en los sitios abiertos, al pueblo, distribuido por familias, con sus espadas, sus lanzas y sus arcos». La frase en sitios abiertos (sehihim) parece que no corresponde a las leyes de la estrategia; de donde algunos prefieren la expresión de los LXX: en tois skepeinois = en los lugares abrigados. Las medidas defensivas de Nehemías atemorizaron a sus contrarios, quienes, al ser descubiertos, se retiraron. Nehemías recorría los puestos de guardia para levantar la moral de todos, diciéndoles que no temieran porque Dios estaba con ellos.

3

Nosotros rogamos a nuestro Dios, y pusimos una guardia que de día y de noche vigilara, para defendernos de sus ataques. 4 Sin embargo, Judá decía: «Ya faltan las fuerzas a los acarreadores, y el escombro es todavía mucho; no podemos acabar la muralla». 5 Mientras que los enemigos decían: «Nada sabrán y nada verán hasta que lleguemos en medio de ellos y los matemos, y así haremos que cesen las obras». Junto con la oración tomó Nehemías las medidas humanas conducentes a asegurar los trabajos. Tales medidas eran tanto más necesarias cuanto que algunos se desanimaban al contemplar lo mucho que quedaba por hacer. En forma rimada, como un refrán del género de las lamentaciones, decían unos: «A los acarreadores les faltan fuerzas»; otros: «Son demasiados los escombros que se deben remover», y otros, finalmente: «Por más que trabajemos, no terminaremos la muralla». No existía ningún complot en contra de Nehemías; únicamente el desaliento asomaba de vez en cuando, apagando el entusiasmo, que constituía la tónica reinante. Los enemigos urdían asechanzas y amenazaban con lanzarse sobre Jerusalén en el momento más inesperado.

Medidas defensivas 6

(4,6-8)

Los judíos que entre ellos habitaban vinieron diez veces para advertirnos de todos los lugares de donde venían a nosotros. 7 Por eso puse detrás de las murallas al pueblo por fami-

Trabajadores y guerreros

(4,9-15)

9

Cuando supieron los enemigos que estábamos apercibidos frustró Dios su consejo, 10 y volvimos todos a continuar la muralla, cada uno en su trabajo. Desde entonces, la mitad de los míos trabajaba, y la otra mitad estaba sobre las armas con las lanzas, los escudos, los arcosn y las corazas. Los jefes estaban detrás de toda la casa de Judá. Los que construían la muralla y los que cargaban y acarreaban las cargas, trabajaban con una mano y tenían una arma en la otra; 12 todos, mientras trabajaban, tenían las espadas ceñidas a sus lomos. Yo tenía junto a mí al trompeta; 13 y dije a los jefes, a los magistrados y al resto del pueblo: «La obra es mucha y extensa y estamos en la muralla apartados, lejos unos de otros; 14 cuando oigáis, pues, la 1S trompeta, reunios, y nuestro Dios combatirá por nosotros». Seguimos, pues, trabajando en la obra, teniendo la mitad de nosotros la lanza en la mano desde el levantarse de la aurora hasta el salir de las estrellas. Fue Dios el que desbarató los planes del enemigo. Pero si bien éste había desistido por el momento, convenía tomar precauciones. De ahí que, al mismo tiempo que mandó continuar la obra, estableció una vigilancia permanente. Parte de sus servidores (jóvenes, dice el texto original), que formaban su escolta personal (5,10.13.19), trabajaban, y otra parte empuñaba las armas para proteger a sus hermanos. El autor señala en bloque el armamento de que dispo-

Nehemias 4 nía la guardia de Nehemias. Dice el texto que los jefes estaban detrás cuidando de que todo estuviera en orden. Michaeli suprime el término jefes (sarim), que considera como glosa, y traduce: «Detrás toda la casa de Judá». Según esta versión, todo Judá apoyaba estas medidas tomadas por Nehemias. No se explica fácilmente cómo albañiles y transportistas pudieran manejar simultáneamente las herramientas de trabajo y las armas. Entiéndese el texto en el sentido que los albañiles, que necesitaban ambas manos para trabajar, llevaban una espada ceñida a los lomos; los que acarreaban materiales, que tenían una mano libre, utilizaban la otra para llevar jabalinas y otras armas. Sin embargo, el texto más bien debe entenderse en el sentido de que todos tenían a mano armas para repeler el ataque en caso de que los enemigos les acometieran. El encargado de dar la señal de alarma con la trompeta estaba constantemente al lado de Nehemias. Las obras proseguían a lo largo de toda la muralla, de manera que entre unos y otros mediaba gran distancia. La única manera de retransmitir órdenes urgentes era el toque de trompeta. A los jefes y magistrados dio las órdenes de reunir a todos tan pronto como el toque convenido llegue a sus oídos. Habrá llegado la hora del combate, pero también de la victoria, ya que Yahvé combatirá junto a ellos. En el v.15 se dice: «Y la mitad de ellos tenían la lanza en la mano», palabras que acaso un escriba ha introducido inspirándose en el v. 10. Mejor corre el texto con la siguiente traducción: «Seguimos trabajando en la obra desde el levantarse de la aurora hasta la aparición de las estrellas».

Nehemias 5

764

En la brecha

(4,16-17)

16

Al mismo tiempo dije también al pueblo: «Que cada uno con su criado pase la noche en Jerusalén, haciendo así de noche centinela y trabajando de día en la obra». 17 Ni yo, ni mis hermanos, ni mis mozos, ni la gente de guardia que me seguía nos desnudábamos si no era para bañarnos. Cada uno tenía su arma en la mano derecha. Del v. 16 se deduce que muchos de los que trabajaban en la muralla residían en las aldeas de los alrededores de la capital, adonde regresaban de noche para pernoctar allí. Nehemias decretó que, para seguridad de unos y de otros, quedaran todos en la capital, turnándose en el puesto de centinela. Es posible que de cada familia fueran dos o más personas al trabajo. Basándose en varios manuscritos, algunos exegetas traducen: «Ellos (los que vienen de fuera) nos servirán de guardia durante la noche y trabajarán de día». El texto del v.17 en el original hebraico es ininteligible, deduciendo por el contexto y las versiones que el sentido alí contenido debe ser: el peligro es inminente; de un momento a otro se teme un ataque. Por lo mismo, ni Nehemias, ni su parentela, ni sus criados, ni los componentes de su guardia personal se desnudaban de noche, a no ser para tomar un baño. Las cuatro palabras del hebreo dicen: «Y cada uno su arma, el agua», que faltan en el texto griego. En lugar de hammaim, leer beminó, beyado, y traducir: «Cada uno tenía el arma en su mano derecha».

Quejas del pueblo

765

(5,1-5)

1

Alzáronse entre las gentes del pueblo y sus mujeres muchas quejas contra sus hermanos judíos. 2 Unos decían: «Nosotros, nuestros hijos y nuestras hijas, somos muchos y 3tendremos que venderlos por trigo para poder comer y vivir». Otros decían: «Tenemos que empeñar nuestros campos, nuestras viñas y nuestras casas por trigo a causa del hambre». "• Otros decían: «Hemos tenido que pedir a usura dinero sobre nuestros campos y nuestras viñas para pagar los tributos del rey; 5 nuestra carne es, sin embargo, como la carne de nuestros hermanos, y nuestros hijos son como sus hijos; pero tenemos que sujetar a servidumbre a nuestros hijos y a nuestras hijas, y algunas de nuestras hijas lo están ya, sin que tengamos con qué rescatarlas, por estar nuestras tierras y nuestras viñas en poder de otros». Algunos comentaristas son de parecer que este capítulo está fuera de su contexto. En él se plantea un problema que tuvo lugar en los últimos años de la administración de Nehemias. El momento corresponde más bien a esta coyuntura histórica. Las gentes humildes, sobre todo, acudieron con entusiasmo a la llamada patriótica de Nehemias. Recuérdese que los tecuitas trabajaron con fervor, en tanto que «sus nobles no doblaron su cerviz al servicio de su señor» (3,5). El mismo entusiasmo por la causa nacional hizo que se sucedieran los días y tuvieran abandonados los trabajos del campo y otros quehaceres remunerativos, resintiéndose cada vez más su escasa economía. Con la confianza de rehacerse una vez terminadas las obras de las murallas, pidieron dinero prestado a los grandes y a los magistrados, quienes se lo entregaron con un interés crecido. Este proceder de los grandes era endémico en Israel. Las quejas parten del pueblo pobre, víctima de la usura de la clase adinerada. Y, sin embargo, todos eran hermanos, pertenecientes a una misma raza, con las mismas prerrogativas espirituales. En el v.2 la lectura «tenemos que empeñar» (orebim), en vez de «somos muchos» (rabbim), es preferible. La ley prohibía terminantemente que los israelitas exigieran de sus hermanos interés alguno, «ni por dinero, ni por víveres, ni por nada de lo que con usura se presta» (Deut 23, 19-20; Ex 22,24-25; Lev 25,35-38). Prevé la Ley el caso de que un israelita se venda a sí mismo y a sus hijos hasta el año sabático o año jubilar (Ex 21,1-11; Lev 25,35-47), pero invitaba a los ricos a que trataran a los necesitados con benignidad. En nuestro caso, hijos y propiedades se empeñaban a causa del interés crecido que exigían los ricos (v.7.11). Las propiedades se consideraban sagradas por haberse recibido de los antepasados. Los judíos que habían llegado de Babilonia compraron a base de sacrificios una pequeña propiedad, que ahora los ricos ponían en peligro. Aún más, teniendo que pagar tributo al rey, tenían que hipotecar las propiedades, no para procurarse comida, sino para obtener dinero con que pagar los impuestos. En el v.5 se insiste en la igualdad de derechos y deberes. No existe diferencia entre la carne de un judío rico y la de uno pobre; ni el pobre es menos hijo de Abra-

Nehemías 5

Nehemías 5

766

ham que el rico (Deut 15,7). Según la ley mosaica, podía un padre colocar a sus hijas al servicio de otro (Ex 21,7), pero no podían ser tratadas como esclavas o concubinas. La lucha de clases podía entorpecer la restauración del pueblo judío y debilitarlo ante sus enemigos. Nehemías

increpa

a los usureros

(5,6-9)

6

Yo me enojé en gran manera al oír estos clamores y estas quejas. 7 Pensando, resolví reprender a los grandes y a los magistrados, y les dije: «¡Cómo! ¿Prestáis a usura a 8vuestros hermanos?» Y reuní una gran asamblea contra ellos, y dije: «Nosotros, según nuestras facultades, hemos rescatado a nuestros hermanos los judíos, vendidos a las gentes, ¿y ahora venderíais vosotros mismos a vuestros hermanos, y éstos serán vendidos a nosotros?» Callaron, no teniendo nada que responder. 9 Yo añadí: «Lo que hacéis no está bien. ¿No marcharéis en el temor de nuestro Dios, para no ser el oprobio de las gentes enemigas nuestras? Antes de emprender la obra de las murallas, cada familia se defendía económicamente con los fondos monetarios traídos de Babilonia, con los productos del campo o con el jornal cotidiano. La obra del templo era gratuita. Nehemías no se enteró hasta más tarde del malestar que cundió entre el pueblo. Una queja sucedía a otra, lo que le hizo caer en la cuenta de que el mal tenía hondas raíces. Reunió una grande asamblea, en la que apostrofó la conducta de los grandes (honra) y de los magistrados (seganitn). ¿Es que pretenden ellos que Nehemías rescate ahora al pueblo pobre con el dinero de su propio bolsillo? A su argumentación no encontraron respuesta alguna, porque sabían que estaban fuera de la Ley. Su conducta es reprochable; como miembros de la comunidad judaica, deben temer a Dios y vivir según las leyes patrias (Lev 25, 35-36; Deut 23,9). En segundo lugar, no deben obrar de manera que den lugar a los enemigos a mofarse de ellos por existir desacuerdo entre la teoría y la práctica, entre lo que la Ley manda y su manera de comportarse. Las palabras de Nehemías conservan toda su actualidad. Si nuestras obras no se ajustan a la ley que libremente hemos aceptado, causaremos más daños a la religión que nuestros propios enemigos (Rom 2,24; 1 Pe 2,12). Antiguamente este divorcio entre vida y pensamiento, entre la fe y las obras, era la tumba de aquel proselitismo por el cual se emprendían acciones heroicas (Mt 23,15); hoy puede ser éste el impedimento más grave para la expansión del reino de Dios (PELMA).

Ejemplo que arrastra

(5,10-13)

10 »También yo, mis hermanos y mis servidores les hemos prestado dinero y trigo. Vamos a perdonarles lo que nos deben. 11 Devolvedles hoy mismo sus campos, sus viñas, sus olivares y sus casas, y restituidles el uno por ciento del dinero, del trigo,

767

del vino y del aceite que les habéis exigido como interés». 12 Ellos dijeron: «Se los devolveremos y no les exigiremos nada. Haremos como tú dices». Llamé entonces a los sacerdotes, y delante de ellos les hice jurar que harían así. 13 Yo sacudí mi manto, diciendo: «Que así sacuda Dios fuera de esta casa y de sus bienes al que no cumpla su palabra; y que así sea, el que tal haga, sacudido y vacío». Y toda la asamblea respondió «Amén», y alabaron a Yahvé. El pueblo hizo conforme a esto. Dice Nehemías que también él había prestado, pero no trataba a sus deudores como hacían los grandes. Que imiten, pues, su ejemplo. Invita a todos a perdonar todo cuanto los pobres les adeudan y a prestarles en el futuro sin interés. La restitución debe hacerse cuanto antes, hoy mismo, dando el consentimiento durante la reunión de la asamblea. En el texto hebraico del v . n se lee: «Y restituidles el uno por ciento del dinero». La palabra meat, cien, es sustituida por la mayoría de los intérpretes por masshath, deuda; corrección que está más conforme con el espíritu de Nehemías. Añade el texto que Nehemías sacudió su «seno» (hosen), es decir, agarró con las dos manos los bordes del pliegue que la ancha túnica de los orientales, sujeta a la cintura, forma a la altura del pecho; los desplegó y, agitándolos con fuerza como si tratara de vaciar su contenido, quería significar que de la misma manera despojará Dios de todos sus bienes al que faltara al juramento (MÉDIEBELLE). Otros comentaristas explican diversamente este hecho simbólico y profético, cuyo significado genérico es evidente.

Liberalidad de Nehemías

(5,14-19)

14 Desde el día en que el rey me puso por gobernador de la tierra de Judea, del año veinte al año treinta y dos del rey Artajerjes, durante doce años ni yo ni ísmis hermanos habíamos vivido de las rentas del gobernador. Antes de mí, los gobernadores anteriores abrumaban al pueblo, tomando de él pan y vino por valor de cuarenta siclos de plata, y sus servidores mismos oprimían al pueblo. Yo, por temor de Dios, no hice así. 16 Antes bien, he trabajado en la construcción de estas murallas, no hemos adquirido campo alguno y todos mis servidores a una estaban a la obra. 17 Tenía a mi mesa ciento cincuenta hombres, judíos y magistrados, a más de los que a nosotros venían de los pueblos de en derredor. 18 Cada día se me aderezaba un buey, seis ovejas escogidas y aves, y cada diez días vino en abundancia. A pesar de esto, yo no he reclamado los derechos19de gobernador, porque la servidumbre del pueblo era grave. Acuérdate de mí para bien, Dios mío, y de cuanto yo hice por este pueblo.

Nehemías expone ante los reunidos su proceder desinteresado. Fue el rey Artajerjes el que nombró a Nehemías gobernador de los judíos de Palestina, habiendo durado su cargo desde el año veinte de Artajerjes (2,1) hasta el treinta y dos (445-443). ¡Qué diferencia entre su comportamiento y el de sus antecesores! No solamente no renunciaban a los derechos que les pertenecía por su

769

Nehemías 6

Nehemías 6

cargo, sino que imponían a sus subditos cargas pesadas. Solamente por los conceptos de pan y vino se les exigía una cantidad equivalente a 120 pesetas oro. ¿A qué gobernadores se refiere? Acaso a los paganos, que se turnaban con otros de origen judío. Alude a los gobernadores de Samaria, de los cuales dependía Jerusalén. Nehemías podía exigir los honorarios que señalaba la ley, pero nunca habría abusado de su autoridad para explotar y oprimir a sus subditos, por prohibírselo el santo temor de Dios. Nehemías no se ha enriquecido durante los años que ejerció el cargo de gobernador. Con ironía dice que no compró campo alguno, dando a entender que otros gobernadores habían aumentado su patrimonio con nuevos campos a costa de los desvalidos. Con el fin de impedir que los otros jefes y magistrados cayesen en la tentación de gravar a sus subditos, les obligó a que comieran en su casa y a su cuenta. Todos sus comensales eran tratados con esplendidez, aunque no llegara a los excesos que se cometían en la mesa de Salomón (1 Re 4,22-23). La provisión de vino hacíase cada diez días, lo que quiere decir que se bebía con abundancia. Algunos podían pensar que hacía Nehemías la apología de su persona para halagar su vanidad; pero bien lejos estaba de gloriarse de sus buenas obras y esperar la recompensa de los hombres. Si él ha sacado a relucir su comportamiento, ha sido únicamente con el fin de convencer totalmente a jefes y magistrados de la necesidad de proceder caritativamente con los pobres. La recompensa de sus buenas obras se la dará con creces el Señor. La oración de Nehemías se repite en 13,22.

actual Kefr Ana, a nueve kilómetros al noroeste de Lidda. El texto hebraico dice «en las ciudades», lección que debe cambiarse en «una de las ciudades». Unos interpretan el término hebraico Kefirim como nombre propio de una ciudad o aldea, muy probablemente Kefira (Esd 2,25; Jos 9,17). Nehemías intuyó lo que estaban maquinando y rehusó la invitación alegando que estaba ocupado.

768

Propuesta

insidiosa

(6,1-4)

1

Todavía no había acabado yo de poner las puertas, cuando Sambalat, Tobías, Guesem el árabe y los otros enemigos nuestros supieron que había reconstruido la muralla sin que ya quedara brecha, aunque todavía no se habían puesto las hojas de las puertas. 2 Entonces Sambalat y Guesem mandaron a decirme: «Ven, y entrevistémonos en los pueblos del valle del Ono». Ellos tenían pensado hacerme mal. 3 Yo les mandé emisarios, diciendo: «Estoy ocupado en la grande obra y no puedo ir, porque tendría que interrumpirla para verme con vosotros». 4 Por cuatro veces me pidieron lo mismo, y siempre les di la misma respuesta. El relato del malestar entre la clase trabajadora interrumpió la historia de la reconstrucción de las murallas (4,17). Las dificultades externas forzaron de tal manera las obras, que los mismos enemigos fueron los primeros en maravillarse de la rapidez con que se habían llevado a término. U n ataque armado contra una ciudad amurallada no tenía probabilidades de éxito, ni el rey de Persia lo hubiera autorizado. Entonces los enemigos de los judíos idearon una estratagema: convocar a Nehemías a una reunión que tendría lugar en país neutral, a unos 50 kilómetros de Jerusalén, en el poblado de Kefira, en el valle de Ono, lugar que corresponde al

Carta

a Sambalat

(6,5-9)

5

La quinta vez me mandó Sambalat el mismo mensaje por medio de un servidor suyo, que traía en la mano una carta abierta. 6 En ella estaba escrito: «Dícese entre las gentes, y Guesem lo confirma, que tú y los judíos pensáis rebelaros, y que, con este fin, construís las murallas. Según estas mismas informaciones, tú serás su rey. Asimismo se dice 7 que tienes ya profetas que predican de ti por Jerusalén, diciendo: «Judá tiene rey». Esto seguramente llegará a oídos del rey. Ven, pues, y hablamos». 8 Entonces mandé decirle: «No hay nada de lo que dices; eres tú quien lo inventó». 9 Pues todos querían asustarnos, creyendo que así dejaríamos los trabajos; por eso yo rae di a la obra con más ardor todavía. La tozudez de Sambalat le movió a insistir. Al mandar la carta abierta no pretendía mofarse o insultar a Nehemías, sino más bien sembrar entre el público la inquietud y divulgar unas acusaciones que él había inventado o recogido de ambientes dudosos. Efectivamente, Guesem (2,19) había lanzado la acusación de que Nehemías y los judíos querían rebelarse contra el rey de Persia. Otro rumor habla de la existencia de profetas enviados por Dios y encargados de apoyar la candidatura de Nehemías como nuevo rey de Israel. La declaración de los profetas era tenida por palabra de Dios; bastaba que ellos ungieran rey a Nehemías para que el pueblo lo reconociera como tal. En la historia de Israel (Saúl, David, Jehú) existen ejemplos de la intervención profética en la elección y unción real. El profetismo existía todavía (v.10-14). La proclamación de Nehemías por rey significaría una rebelión contra el poder central, pero se ajustaría a ciertas tendencias judías que habían visto en Zorobabel al rey mesiánico anunciado por Ageo (2,20-23). Si este movimiento hubiérase producido en torno a Nehemías, fomentándolo él, hubiera alterado sin duda sus relaciones con el monarca persa. Tampoco Nehemías se intimida ante estas nuevas amenazas; al contrario, reaccionó hasta el punto de decir a Sambalat que todo lo había inventado él.

Juego sucio de Semeyas

(6,10-14)

10

Fui luego en secreto a casa de Semeyas, hijo de Delayas, hijo de Metabeel, al no poder venir él por estar impedido, y me dijo: «Vamos juntos a la casa de Dios, a la parte interior del templo; cerremos bien las puertas del santuario, porque van a venir a matarte; esta noche vendrán a matarte». n Yo le contesté: «¿Huir un hombre como yo? ¿Es que un hombre como yo Biblia comentada 2

25

771

Nehemías 6 770

Nehemías 6 puede entrar en el templo y seguir viviendo? No entraré». 12 Entonces conocí que no era Dios quien le enviaba, sino que me aconsejaba esto porque Sambalat y Tobías le habían sobornado con dinero, 13 y creían que así yo me atemorizaría y seguiría su consejo, cometiendo un pecado que podrían aprovechar para infamarme y cubrirme de oprobio. 14 Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sambalat y de sus obras. Acuérdate también de Naadía la profetisa y de los otros profetas que procuraban atemorizarme.

Parece que no salió de Nehemías la idea de ir a la casa de Semeyas. Más bien el texto sugiere que este último fingió encontrarse en estado de exaltación mántica, manifestando el deseo de verlo y hablarle. La palabra hebraica asur, impedido, cerrado (Jer 36,5), es interpretada diversamente. Unos le dan un sentido simbólico, como queriendo manifestar que permanece encerrado en casa para significar a Nehemías que corre peligro de que le recluyan. Otros suponen que una impureza ritual le retenía en casa sin poder ir al templo (Jer 36,5; 1 Re 14,10). El falso profeta había inventado un plan misterioso con el fin de coger a Nehemías en la trampa. Porque la voz popular le concedía la categoría de profeta, y, por pertenecer al orden sacerdotal, Nehemías acudió a la llamada de Semeyas. Pronto adivinó la malicia que había en sus palabras. Le proponía huir al templo y buscar asilo en el lugar santísimo, donde no podían entrar los laicos bajo pena de muerte (Ex 33,20; Núm 18,7). El mismo Semeyas, de la veintitrés clase sacerdotal (1 Crón 24,13), hubiera denunciado el hecho y reclamado las penas que la ley prescribía contra los profanadores del santuario. Huyendo demostraría cobardía ante sus subditos y ante los enemigos. ¿Podía ser verdadero profeta el que así aconsejaba? No puede un profeta de Yahvé inducir a que se falte a los deberes del propio estado y se quebranten los preceptos de Dios. Supo después Nehemías que Sambalat y Tobías habían sobornado con dinero a Semeyas. Ruega Nehemías a Dios que castigue a sus enemigos conforme a sus maldades, invocando la ley del talión (Ex 21,23; Lev 24,28; Deut 19,21). ¿Por qué se invoca la justicia de Dios sobre la profetisa Naadía, dejando impune a Semeyas? Acaso porque el plan tramado para perder a Nehemías fuera obra de Naadía, engañando a aquél. Vaccari pretende que Naadía era un profeta, el mismo que invitó a Nehemías a su casa; en el v.io lee «Naadía» en vez de «Semeyas». Traduce el v. 14: «Acuérdate, Dios mío, de Tobías y de Sambalat por lo que han hecho, y también del profeta Naadía...» Con esta hipótesis resuelve Vaccari la dificultad creada por el v.14, pero introduce arbitrariamente en el v.io un nombre que no existe en el texto. Además, aunque los LXX llamen profeta a Naadía y en 8,33 sea éste nombre de varón, no hay razones para abandonar la lección «profetisa» del texto masorético,

El muro, acabado

(6,15-16)

15

La muralla quedó terminada el día veinticinco del mes de Elul, en cincuenta y dos días; 16 y cuando todos nuestros enemigos lo supieron, todas las gentes que habitaban en torno nuestro entraron en temor y experimentaron una gran humillación, teniendo que reconocer que la obra se había llevado a cabo por la voluntad de Dios. El mes Elul corresponde a septie .ubre-octubre. Las obras empezaron el día 3 ó 4 del mes Ab y se prosiguieron hasta el 25 de Elul, o sea hacia principios de octubre (el 2 de octubre del año 445, según PARKER-DUBBERSTEIN). En total duraron cincuenta y dos días, terminando el mismo año 20 de Artajerjes. Flavio Josefo 1 dice que se emplearon dos años y cuatro meses en acabar los muros, terminando el año 28 de Artajerjes. Pero el rey solamente reinó veinte años. En contra no puede invocarse la magnitud de la obra, que reclamaba muchos días y aun años de trabajo. No se trataba las más de las veces de levantar totalmente las murallas, sino de taponar los boquetes que en ella había. Además, la obra se hizo a marchas forzadas, con turnos de noche, de manera que una multitud enardecida por su amor religioso y patriótico pudo terminar en cincuenta y dos días un trabajo que normalmente hubiera exigido años. Los mismos pueblos vecinos maravilláronse de la rapidez de la obra. ¿Qué impresión les causó? Dice el texto que «cayeron en sus propios ojos», frase que puede entenderse o bien en el sentido de que quedaron deprimidos o en el de que «bajaron los ojos llenos de confusión». Con un leve cambio textual (wayyppale) se obtiene la traducción: «Y esto fue admirable a tus ojos», que está más en armonía con el contexto. Vieron ellos que Dios estaba a favor de su pueblo y que hacía fecundas sus obras.

Los amigos de Tobías

(6,17-19)

17

Había también entonces grandes de Judá que mandaban frecuentemente cartas a Tobías y las recibían de éste, 18 pues muchos de Judá se habían conjurado con él, por ser yerno de Secanías, hijo de Araí, y haber tomado su hijo19Jojanán por mujer la hija de Mesulam, hijo de Baraquías. Hablaban bien de él en mi presencia y le iban a contar lo que yo decía, y Tobías escribía sus cartas con el fin de atemorizarme. Entre los enemigos ocupaba Tobías un lugar destacado, y era temible por estar en relación con los grandes de Judá. Muchos judíos habíanse obligado con juramento a permanecer fieles a Tobías. Este juramento es el llamado de parentesco, que obligaba a una identidad de puntos de vista en todas las cuestiones económicas y políticas. Basábase sobre un deber que radicaba en los vínculos de sangre, y, por lo mismo, se le concedía un carácter estrictamente sagrado. Puede también interpretarse el texto diciendo que media1 Ant. Iud. 11,5,8.

772

ban entre Tobías y algunos grandes judíos vínculos de parentesco. Tobías era yerno de Secanías (Esd 2,5), y su hijo estaba casado con una hija de Mesulam (Neh 3,4.30). Por su matrimonio, Tobías estaba emparentado con el sumo sacerdote Eliasib (13,4). Los matrimonios mixtos eran los causantes de muchos males que aquejaban al pueblo judío. Por el texto aparece que la obra de las murallas fue más bien llevada a cabo con la cooperación de los pobres que con la aportación de los ricos, entre los cuales eran impopulares las reformas radicales ideadas por Nehemias.

Medidas

de seguridad

773

Nehemias 7

Nehemias 7

(7,1-3)

1 Cuando estuvo terminada la muralla y hube puesto las hojas de las puertas, los porteros, los cantores y levitas dedicáronse a sus funciones. 2 Confié el gobierno de Jerusalén a mi hermano Jananí y a Jananías, jefe éste de la fortaleza, hombre superior a muchos por su fidelidad y por su temor de Dios, 3 y les dije: «Las puertas de Jerusalén no han de abrirse hasta que caliente el sol, y se cerrarán al ponerse, echando los cerrojos; y los habitantes de Jerusalén harán la guardia cada uno en su puesto delante de su casa.

Una vez puestas las hojas de las puertas, los porteros hiciéronse cargo de las mismas. A primera vista choca la mención de cantores y levitas cabe la de los porteros. Muchos autores (BATTEN, BETHOLET, REHM, GELIN, MICHAELI, etc.) los eliminan del texto, y expli-

can su presencia en él por tratarse de una lista de nombres casi mecánica y de una lamentable confusión entre los porteros del templo y los de la ciudad. U n amanuense acostumbrado a leer las tres palabras juntas (Esd 2,70; 7,7; Neh 7,72; 10,29; !3>5) las repitió mecánicamente aquí. Los pocos exegetas que siguen el texto aducen las circunstancias extraordinarias por las que atravesaba la ciudad, en régimen de excepción. En tiempos normales eran solamente los porteros los que vigilaban las puertas; pero en un ambiente de hostilidad, interna y externa, «no es de maravillar que Nehemias tomara medidas extraordinarias y, no juzgando suficiente el número de los porteros, echara mano de otros que tenían una posición oficial y de cuya probada fidelidad podía fiarse» (FERNÁNDEZ). De Jananí se habló en 1,2; se duda si era hermano de Nehemias en sentido estricto. De Jananías se sabe que era fiel y temeroso de Dios. Debía de ser de condición humilde, pero superaba en virtud a otros muchos que alardeaban de religiosos y patriotas, desmintiendo en la práctica lo que afirmaban de palabra. A Jananías estaba encomendada la vigilancia de la fortaleza, de la birah, baris, o torre Antonia, que se hallaba en la extremidad noroeste del templo. Las puertas de la ciudad abríanse de día y cerrábanse de noche, «cuando todavía había sol», según lección de Aquila y siríaca. Este parece ser el sentido del v.3, cuyo texto masorético debe corregirse ligeramente. Gircunstancialmente había dos clases de guardias: los que lo eran de oficio y los que vigilaban el trecho de la muralla delante de su casa.

Repoblación

de Jerusalén

(7,4-6)

* La ciudad era espaciosa y grande, pero estaba poco poblada y había muchas casas sin reedificar. 5 Mi Dios me puso en el corazón reunir a los grandes, a los magistrados y al pueblo para hacer el censo. Hallé un registro genealógico de los primeros que habían vuelto, y vi escrito en él lo siguiente: 6 «Estos son los hijos de la provincia (judea) que subieron del destierro, los que había llevado cautivos Nabucodonosor, rey de Babilonia, y volvieron a Jerusalén y a Judá cada uno a su ciudad. No cabe imaginar el área de Jerusalén en tiempos de Nehemias como la que ocupa actualmente. No puede calcularse el número de habitantes, y sería aventurado señalar un censo superior a los diez mil. Porque aunque regresaran de Babilonia 42.360 judíos en tiempos de Zorobabel, muchos de ellos se establecieron en los pueblos de la provincia (Esd 2,70; Neh 7,72; 11,3), por disponer allí de tierras, por ser más llevadera la vida (5,1-19; 11,3) y por estar allí el sepulcro de sus mayores. Reconstruida la muralla de la ciudad, era fácil que muchos judíos de los pueblos circunvecinos se trasladaran a la capital, por considerarse allí más seguros. Nehemias favorecía la inmigración a la ciudad con el fin de formar una aglomeración compacta de muchas familias. Dícese en el texto que «había muchas casas sin reedificar». No quiere esto decir que la ciudad estuviera en ruinas, sino que muchas casas derruidas con ocasión de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor no fueron levantadas de nuevo. A medida que llegaban nuevas olas de sionistas, levantábanse casas (Ag 1,4-9), devolviendo a la capital el aspecto urbanístico que tuvo antes de la cautividad. Pero quedaban muchos solares baldíos y casas derruidas que no encontraban una mano que los redimiera. Sin embargo, la expresión «casas sin reedificar» puede tener el sentido de «familias que no estaban constituidas», alegando para esta interpretación el v.3 y Ageo (1,8). La frase «construir una casa» debe entenderse, dice Gelin, de «formar una familia» (Prov 24,27; Rut 4,11). ¿Cuántos eran los repatriados? ¿En dónde habitaban? Para hacer el censo convocó Nehemias una asamblea general en vistas a reconstruir la genealogía de las familias. Esto le permitirá saber con certeza qué familias conservaban su pureza de raza y cuáles habíanse contagiado con matrimonios mixtos. Un elenco de familias repatriadas en tiempos de Zorobabel facilitó la tarea. Dicha lista yacía en algún archivo de la ciudad. Nehemias la juzgó tan importante, que la incorporó en sus memorias, ejemplo que siguió más tarde el cronista o autor del libro de Esdras. Aparte de pequeñas variantes de nombres y cifras, debido a la tradición textual, ambas listas coinciden.

Familias 7

que volvieron

con Zorobabel

(7,7-68)

Partieron con Zorobabel: Josué, Nehemias, Azarías, Raamías, Najamaní, Mardoqueo, Bilsán, Misperet, Bigbai, Nahum y Baana. Número de los hombres del pueblo de Israel: 8 Hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos. 9 Hijos de Sefatías, tres-

Nehemías 7 Nehemías 7 cientos sesenta y dos. 10 Hijos de Ara, seiscientos cincuenta y dos. n Hijos de P a h a t M o a b , los hijos de Josué y de Joab, dos mil ochocientos dieciocho. 12 Hijos de E l a m , mil doscientos cincuenta y cuatro. 13 Hijos de Zatu, ochocientos cuarenta y cinco. 14 Hijos de Zacai, setecientos sesenta. 15 Hijos de Baní, seiscientos cuarenta y ocho. 16 Hijos de Bebai, seiscientos veintiocho. 17 Hijos de Azgad, dos mil trescientos veintidós. 18 H i jos de A d o n i c a m , seiscientos sesenta y siete. , 9 Hijos de Bigbai, dos mil sesenta y siete. 20 Hijos de Adín, seiscientos cincuenta y cinco. 21 Hijos de Ater, de Jejisquía, noventa y ocho. 2 2 Hijos de Jasún, trescientos veintiocho. 23 Hijos de Besai, trescientos veinticuatro. 24 Hijos de Jarif, ciento doce. 2 5 Varones de G a baón, noventa y cinco. 26 Varones de B e t l e h e m y de Netofa, ciento ochenta y ocho 27 Varones de Anatot, ciento veintiocho. 28 Varones de Betazmavet, cuarenta y dos. 29 Varones de Q u i riat-Jerarim, Quefira y Beerot, setecientos cuarenta y tres. 30 Varones de R a m a y G a b b a , seiscientos veintiuno. 31 Varones de M i c m a s , ciento veintidós. 32 Varones de Betel y de H a i , ciento veintitrés. 33 Hijos de Nebo, de Magbis, cincuenta y dos. 34 Hijos de la otra E l a m , mil doscientos cincuenta y cuatro. 35 Hijos de J a r i m , trescientos veinte. 36 Varones de Jericó, trescientos cuarenta y cinco. 37 Varones de L o d , de Jadid y O n o , setecientos veintiuno. 38 Hijos de Senaa, tres mil novecientos treinta. 39 Sacerdotes: Hijos de Idayas, de la casa de Josué, novecientos setenta y tres. 4Ü Hijos de I m m e r , m i l cincuenta y dos. 41 Hijos de Pasjur, mil doscientos cuarenta y siete. 4 2 Hijos de J a r i m , mil diecisiete. 4 3 Levitas: Hijos de Jesúa, de Cadmiel, de Bani, de Odevías, setenta y cuatro. 4 4 Cantores: Hijos de Asaf, ciento cuarenta y ocho. 4 5 Porteros: Hijos de Salum, hijos de Ater, hijos de T a i m a n , hijos de A c u b , hijos de Jatita, hijos de Sobai, ciento treinta y ocho. 46 Netineos: Hijos de Sija, hijos de Jasufa, hijos de T a b a o t , 4 7 hijos de Q u e r o s , hijos de Sia, hijos de P a d ó n , 4 8 hijos de Lebana, hijos de Jegaba, hijos de A c u b , hijos de Jabag, hijos de Salmeí, 49 hijos de Janón, hijos de G u e d e l , hijos de Gajar; 50 hijos de Rehaya, hijos de Rasín, hijos de Necada, 51 hijos de G a s a m , hijos de U z a , hijos de Fasea, 52 hijos de Besaí, hijos de Asna, hijos de M e h u n i m , hijos de Nefisim, 53 hijos de B a c b u c , hijos de Jacufa, hijos de Jarjur, 54 hijos de Basut, hijos de Mejidas, hijos de Jarsa, 55 hijos de Barcos, hijos de Sisera, hijos de T e m a j , 56 hijos de Nesiaj, hijos de Jatifa. 57 Hijos de los siervos de Salomón: hijos de Sotai, hijos de Hasoforet, hijos de Perida, 58 hijos de Jaala, hijos de D a r c ó n , hijos de Guidel, 59 hijos de Sefatías, hijos de Jatil, hijos de Poqueret-Asebasim, hijos de A m ó n . M T o d o s los netineos e hijos de los siervos de Salomón, trescientos noventa y dos. 61 Estos son los que subieron de Telmelaj, Teljarsa, Q u e r u b , A d d ó n e I m m e r , y n o p u d i e r o n p r o b a r la casa de sus padres ni su linaje, y si eran de Israel: 62 hijos de Delayas, hijos de T o bías, hijos de Necoda, seiscientos cuarenta y dos. 6 3 Y de los sacerdotes, hijos de Abaías, hijos de H a c o s , hijos de Barzilai, q u e t o m ó mujer de las hijas de Barzilai, galadita, y se llamó con el n o m b r e de ellas. 64 Estos buscaron su registro en las genealogías, y no se halló, y fueron privados del sacerdocio, 65 y les m a n d ó el «tirsata» q u e n o comiesen de las cosas santas hasta que hubiese sacerdote con «urim» y « t u m m i m » . 66 L a congregación toda era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta, 67 sin

775

contar sus siervos y siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete, habiendo entre ellos doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras. Sus caballos e r a n setecientos treinta y seis; sus m u los, doscientos cuarenta y cinco; 68 sus camellos, cuatrocientos treinta y cinco, y sus asnos, seis mil setecientos veinte. Este elenco de familias repatriadas concuerda f u n d a m e n t a l m e n t e con Esd 2,2-63. E n el v.y se leen los n o m b r e s d e Azarías, Raamías, M i s p e r e t y N a h u m en lugar de Seraya, Raelayas, M i s p a r y R e h u m . E n el v . i o se halla el n ú m e r o 652 en vez de 775 (Esd 2,5). O t r a s diferencias numerales en los v . n . 13.17.32. G r a n p a r t e de las lecciones variantes se explican p o r desidia de los copistas y por el afán de otros de q u e r e r concordar a m b a s listas.

Regalos al templo

(7,69-72)

69

Algunos de los príncipes de las familias dieron p a r a las obras. El «tirsata» dio para el tesoro mil dáricos de oro, cincuenta tazones y treinta vestiduras sacerdotales; 70 y los príncipes de las familias dieron para el tesoro de la obra veinte m i l dáricos de oro y dos mil doscientas minas de plata; 7 I y lo que dio el resto del pueblo fueron veinte mil dáricos de oro, dos mil minas de plata y sesenta y siete vestiduras sacerdotales. 7 2 H a bitaron los sacerdotes, los levitas, los cantores, los porteros, los netineos y todo Israel en sus ciudades. Llegado el séptimo mes, ya estaban los hijos de Israel en sus ciudades. A medida q u e el elenco toca a su fin se observa mayor discrepancia e n t r e el texto de E s d r a s y el d e N e h e m í a s . El v.69 n o se halla en E s d r a s . A l g u n o s jefes de familia dieron para la obra; en E s d 2,68 se dice q u e las limosnas iban destinadas a las obras del t e m p l o . U n dato nuevo es el donativo del g o b e r n a d o r (tirsata), probablemente Zorobabel. ¿Es acaso N e h e m í a s ? L o s L X X citan e x p r e s a m e n t e su n o m b r e . D i s t i n g u e el texto tres clases de d o n a n t e s : el gobernador, los jefes y el p u e b l o . El v.72 y el p r i m e r o del capítulo siguiente se r e p r o d u c e n casi t e x t u a l m e n t e en E s d 2 , 7 o b - 3 , i . Acaso sea éste su lugar propio, p o r tratarse de u n fragmento de las m e m o r i a s d e E s dras, q u e cita el cronista. C u a n d o este ú l t i m o t o m ó la lista d e N e h 7,6-72a, para insertarla t a m b i é n en Esd c.2, dejó subsistir estos dos versículos, q u e p r e p a r a n la lectura de la Ley, y n o el restablecimiento del altar, de q u e se habla en E s d r a s ( M I C H A É L I ) . L A S REFORMAS DE N E H E M Í A S

(8,1-13,1)

Venciendo grandes dificultades, había creado N e h e m í a s u n a atmósfera patriótica con la reconstrucción de las murallas de J e r u salén. Este hecho tiene una significación extraordinaria p o r c u a n t o devolvía al p u e b l o aquel orgullo y sentimiento nacional q u e había a n i m a d o a las generaciones anteriores al exilio. C o n la ciudad d e s mantelada n o p o d í a n los judíos hacer prevalecer sus derechos; e s t a b a n supeditados al capricho d e las gentes del país y de sus a u t o ridades, q u e p o d í a n libremente p e n e t r a r en el interior y desbaratar

Nehemías 8

776

Nehemías 8

los planes para la creación de una conciencia nacional. Una vez que Jerusalén ha recobrado sus murallas, vuelve a convertirse en la capital del judaismo y en el punto céntrico donde convergían las miradas de todos los judíos, de dentro y de la diáspora. Aunque no disfrutaba la ciudad de autonomía completa, sin embargo podían sus habitantes atrincherarse detrás de sus muros en caso de que las gentes del país les acometieran. El rey de Persia estaba lejos y no inquietaba a los judíos con tal de que oficialmente le estuvieran sujetos. Pero a la reconstrucción de las murallas, al mejoramiento económico, al arreglo social operado por Nehemías, debía acompañar la reforma moral, política y disciplinar. El factor espiritual era la base sobre la cual debía asentarse el nuevo Israel. La vuelta a la Ley le aseguraba la propia personalidad e independencia frente a los imperios que le rodeaban y de continuo le acechaban. En los capítulos siguientes se trata de la reforma religiosa llevada a término por Esdras y Nehemías (8,1-9,37); de la renovación de la alianza entre Dios y el nuevo Israel (10,1-40). Los capítulos 11 y siguientes se enlazan con el séptimo, en donde se empezó a hablar de la repoblación de Jerusalén.

En la puerta

de las Aguas

(8,1-2)

1

Llegado el séptimo mes, los hijos de Israel estaban ya en sus ciudades; y entonces todo el pueblo, como un solo hombre, se reunió en la plaza que hay delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que llevase el libro de la Ley de Moisés, dada por Yahvé. 2 Esdras el sacerdote llevólo ante la asamblea, compuesta de hombres y mujeres, de cuantos eran capaces de entenderlo. Era esto el día primero del mes séptimo. Discuten los exegetas si los c.8-10 están o no desplazados de su contexto. Los que se pronuncian por la parte afirmativa insisten en que interrumpen la narración de la repoblación de Jerusalén, cuyo tema se esboza en el c.7 y se desarrolla a partir del c.i 1. La repoblación de Jerusalén, escribe Ricciotti, se narra en Neh 7,72a y u , i s s , formando originariamente un bloque, en medio del cual fue puesta más tarde, y en contra de la cronología, como una cuña, la relación contenida en los c.7,72b; 8; 9; 10. Según Ricciotti, el orden de la narración debía ser el siguiente: 7,1-72; 11,1-36; c.8-10; 12; 13. Dado que los acontecimientos de los capítulos 7 y 11 exigen un año de tiempo, debe concluirse que, si en 8,1 se habla del séptimo mes, no puede éste corresponder al mes séptimo del año en que fue acabado el muro (6,15), mes exacto del año 20 de Artajerjes I (445 a. C ) , porque no pudieron hacerse tantas innovaciones en el curso de una semana, a saber, del 25 de Elul al 1.° de Tishri. Luego el año séptimo de que habla 8,1 corresponde al 445. Gelin fija los acontecimientos como sigue: 1) Esd 7,1-8,36: viaje de Esdras a Jerusalén; 2) Neh 7,72b-8,i8: Esdras lee la Ley; 3) Esd 9,1-10,44: los matrimonios mixtos; 4) Neh 9,1-37: ceremonia expiatoria. Opina Dyson que Neh 8-10 seguía originariamente a Esd c í o . Con

777

esta disposición se llena un hueco en la narración de Esdras y se suprime la dificultad del texto actual, consistente en la presencia de Neh 8-10 entre 7,4 y 11,1. Tal vez el traslado se deba a que las primeras líneas de Neh c.8 son idénticas a las que siguen inmediatamente al catálogo de Esd c.2, siendo de esta manera colocada toda la sección del catálogo de Neh c.7. Acaso con ello no hacemos más que enriquecer a Esdras a expensas de Nehemías 1. Otros autores (FERNÁNDEZ, UBACH, MÉDEBIELLE) reconocen que los capítulos 8-10

están en su sitio; hay unanimidad en ver entre los mismos unidad perfecta (contra BATTEN y TORREY), y no creen que la reforma religiosa deba atribuirse totalmente a Esdras, con exclusión de Nehemías. En resumen, para estos autores los c.8-10 no están fuera de lugar ni deben trasladarse al libro de Esdras. Interrumpen, es verdad, el relato de la repoblación de Jerusalén; pero era necesario mucho tiempo para realizar el proyecto anunciado en 7,4-5 y para llegar a las medidas de que habla el c u . En pocos días no podían reconstruirse las casas (7,4) e instalar en Jerusalén los habitantes de la provincia (11,1-3). Entre las operaciones primera y última hubo tiempo para la renovación de la alianza (c.8-10), condición indispensable para el pío Nehemías de la restauración política, de la cual la dedicación de la muralla sería el coronamiento (12,27-43). A la objeción que se les hace del cambio en estos capítulos de la primera persona por la tercera, responde Fernández: Estos acontecimientos los había descrito brevemente Nehemías en sus memorias; pero el autor del libro, queriendo ampliar el tema, se apartó en este punto de las memorias y las sustituyó por una narración propia, fundada en dichas memorias y otros documentos. Estos son los argumentos que esgrimen los partidarios del orden actual. Para éstos, el séptimo mes tiene relación con el mandato de Nehemías. Las murallas se acabaron el 25 del mes Elul; la asamblea se reunió al mes siguiente del año 445. En contra no puede aducirse el hecho de haberse celebrado entre las dos fechas otra asamblea (7»5)> porque ésta congregó únicamente a los grandes y magistrados. La asamblea se congregó en la puerta de las Aguas (3,26), al nordeste del Ofel, lugar donde Esdras reunió al pueblo (10,9), y que llama plaza del templo. En ella tomaron parte hombres y mujeres, todos los que «escuchando podían comprender» (texto hebreo). Esdras aparece aquí por vez primera en el libro de Nehemías, dándosele los títulos de escriba (Esd 7,6) y sacerdote (Esd 7,5.11). El tercer libro de Esdras le llama «sumo sacerdote» (9,39.40.49). Por el título se relaciona con aquellos doctores cuya misión consistía en interpretar auténticamente la Ley y asegurar su fiel transmisión a la posteridad. Pelaia, que admite el orden Nehemías-Esdras, y para el cual la misión de este último tuvo lugar el año 398, reinando Artajerjes II Mnemone (405-358). escribe que Esdras, siendo joven (unos treinta años), asistió a la asamblea convocada por Nehemías (444 a. C.) por invitación de éste. Aunque joven, era aprecia1

«Verbum Dei», t.2 (Barcelona 1956) 39.

778

Nehemias 8

Nehemias 8

do umversalmente por el conocimiento profundo que tenía de la Ley. Por lo mismo le llamó Nehemias para que le asesorara en unos momentos en que tenía necesidad de un sacerdote que completara, con la reconstrucción moral y religiosa, los trabajos materiales que había llevado a cabo. Accediendo a la invitación de Nehemias, sigue diciendo Pelaia, abandonó Esdras a Babilonia para colaborar con él. Terminada su misión, regresó de nuevo a Babilonia, que dejó definitivamente el año 398, llevando consigo una caravana de repatriados (Esd 7,1-10). Sin embargo, en el acto de la promulgación de la Ley aparece Esdras como hombre maduro y familiarizado desde muchos años con la misma. El fracaso en su empeño por reconstruir las murallas de Jerusalén (Esdr 4,6-23) hizo que abandonara la dirección del grupo de repatriados y se dedicara a sus funciones sacerdotales y al estudio de la Ley. De hecho, desde el séptimo año de Artajerjes (Esd 7,1-10,44) hasta el año 20 desaparece de la escena de la historia. Durante estos catorce años moró en Jerusalén; no se vislumbran en el texto vestigios de que fuera llamado de Babilonia para leer la Ley a los judíos de Jerusalén. ¿Qué debe entenderse por la Ley de Moisés? Ciertamente no llevó Esdras el Pentateuco tal como nos lo han retransmitido los masoretas. Algunos autores católicos modernos admiten que Moisés escribió o hizo que se escribiera bajo su dirección todo el Pentateuco, excepto el episodio de su muerte y funerales. No es ésta la opinión más corriente entre los católicos, los cuales admiten la mosaicidad substancial del Pentateuco. En el fondo, la substancia de las tradiciones que se han incorporado en el Pentateuco, el núcleo de su legislación, remontan a los tiempos en que Israel se constituyó como pueblo bajo la égida de Moisés. Fue él el organizador de su pueblo, su mentor religioso o su primer legislador. Las tradiciones anteriores que terminan en él y los acontecimientos de los cuales fue él protagonista convirtiéronse en epopeya nacional. La religión de Moisés marcó siempre la fe y la práctica del pueblo; la Ley de Moisés ha sido siempre su norma. Las adaptaciones que impuso el cambio de tiempos hiciéronse conforme a su espíritu y pusiéronse bajo su autoridad 2 . La tradición yahvista es acaso anterior al mismo Moisés; la elohísta, contemporánea suya; una y otra se pusieron por escrito andando el tiempo. El Deuteronomio tiene relación con la reforma de Josías. La tradición sacerdotal es posterior, constituyéndose como tal durante el exilio e imponiéndose después del mismo. Es muy posible que Esdras, durante el tiempo en que desapareció de la vida pública, se dedicara a la composición del Pentateuco, dándole la estructura que presenta hoy. Esdras compone un libro con materiales de procedencia y espíritu diverso, muchos de los cuales tienen sus raíces en tiempos de Moisés; los restantes están impregnados y concebidos de conformidad con su espíritu. De ahí que Esdras, con su obra redaccional, pudo dar a conocer por vez primera en la historia y sistematizar en un todo orgánico el libro de la Ley de Moisés. Como hemos dicho, ni en su espíritu ni en cada D E VAUX, La Genese: «Bibl. de Jérusalem», 19-20.

779

una de sus partes, tomadas aisladamente, era desconocido este libro de la Ley; le faltaba la mano del gran legislador Esdras para que las diversas tradiciones existentes fueran refundidas en una obra de conjunto. Prescribe la Ley (Lev 23,24; Núm 29,1) que en el novilunio del séptimo mes hubiera fiesta solemne y asamblea santa (miqraqodesh). Miqra significa también, y precisamente en nuestro relato (8,8), lección de la Ley. Así, pues, los judíos que se reúnen el día primero del séptimo mes para la lectura de la Ley cumplen, según la mente del autor, la Ley (SCHNEIDER).

Esdras

en el estrado

(8,3-6)

3

Esdras estuvo leyendo el libro desde la mañana hasta la tarde en la plaza que hay delante de la puerta de las Aguas, a los hombres, mujeres y a cuantos podían entender. 4 Estaba Esdras el escriba sobre un estrado de madera que se alzó con esta ocasión; y estaban junto a él, a su derecha, Matatías, Semeyas, Anaía, Urías, Jecías y Maasías, y a su izquierda, Pedaya, Misael, Malquiya, Asum, Jasbadana, Zacarías y Mesulam. 5 Abrió Esdras el libro, viéndolo todos, por estar él más alto que todo el pueblo, y, al abrirlo, todos se pusieron de pie. s Bendijo entonces Esdras a Yahvé, Dios grande, y todo el pueblo, alzando las manos, respondió: «Amén, amén»; y, postrándose, adoraron a Yahvé rostro a tierra. Escena grandiosa que el v.3 describe en sus rasgos esenciales y que redondean los versos siguientes (4-8). Delante de la puerta se extendía una plaza, en la cual se apiñaron hombres, mujeres y jóvenes para escuchar la lectura de la Ley de Moisés. Junto a la puerta se levantó un estrado, desde el cual dominaba Esdras a la multitud. A su derecha e izquierda sentáronse trece hombres, probablemente sacerdotes, que garantizaban con su presencia la verdad de cuanto leía Esdras. La lectura duraba unas seis horas, desde el amanecer hasta el mediodía. El texto sugiere que se leían secciones particulares, puntos aislados, predominantemente legislativos; no se excluye, sin embargo, la lectura continua de los pasajes históricos. Esdras, de pie, tomó el rollo de la Ley y, desenvolviéndolo para empezar la lectura, vio cómo toda la multitud se ponía de pie en señal de respeto (Jue 3,20). Hemos dicho que eran trece los personajes que rodeaban a Esdras. ¿Por qué este número? Las versiones antiguas lo reducen a doce, para simbolizar a las doce tribus. Otros elevan el número a catorce. El número 13 reaparece en el v.7. Se empieza c 1 acto con una oración de alabanza a Yahvé, no citándose la fórmula empleada, que acaso coincidía con la de 1 Crón 29,10 o de Neh 9,5. Durante la misma alzó el pueblo las manos en señal de aprobación o solidaridad (VACCARI, DYSON), de oración (Ex 17,11) o de juramento, respondiendo: «Amén», postrándose en tierra para adorar a Yahvé (2 Crón 7,3; 20,18).

Nehemías 8

Nehemias 8

780

Misión

de los levitas

(8,7-8)

7

Josué, Baní, Serebías, Janún, Acub, Sebtaí, Odias, Maasías, Quelita, Azarias, Josabad, Janán y Pelaya, levitas, explicaban la Ley al pueblo. 8 Leían el libro de la Ley de Dios, explicándolo, exponiendo su sentido de modo que el pueblo entendiera la lectura. Gelin piensa que el v.y ha sido añadido por el cronista con el fin de dar a los levitas mayor relieve, de conformidad con la que tienen en la liturgia reciente. Añade que esta adición es poco feliz por el hecho de mencionar las explicaciones del texto que leía Esdras, de que se habla en el v.8. Sin embargo, no convencen tales razones; antes bien, el contexto exige su presencia. En efecto, va describiendo el autor el marco en que se desenvolvía la gran ceremonia. Además de Esdras, de sus acompañantes y del pueblo presente, habla el texto de la misión de los levitas, que consistía en aclarar lo que se leía o iba a leerse. Estaban ellos colocados sobre un lugar alto (9,4). ¿Cómo procedían? Podemos imaginar que Esdras leía un punto, y los levitas, por turno, lo aclaraban con algunas explicaciones. Puede darse también que el pueblo estuviera dividido en secciones, de cada una de las cuales cuidaba un levita. En el v.8 se especifica más la labor de los levitas. Los LXX traducen: «Y Esdras leyó»; «y leían ellos» (hebreo). Algunos exegetas traducen: «Se leía», sin especificar el sujeto. No vemos inconveniente en mantener la lección «y ellos leían». Esto no empece que Esdras leyera el texto de la Ley, que los levitas repetían de nuevo, o bien a todo el pueblo, o cada levita a los de su sección. A esta lectura seguía una paráfrasis, probablemente en arameo. La palabra meparash (Esdr 4,18) significa separar, cortar, expresar claramente (Prov 23,32; Ez 34,12). Unos autores le dan el sentido de traducir. Esdras leía en hebreo y los levitas traducían al arameo; o leían en arameo y los levitas lo traducían al hebreo (NAVILLE). Creemos que la palabra debe significar que los levitas exponían y explicaban en lengua aramaica el texto que Esdras y ellos habían leído en la lengua santa, que muchos habían olvidado durante los años de la cautividad.

Las autoridades

exhortan

a la alegría

781

sideran las palabras «Nehemias, gobernador» como una adición posterior; suprimen también la mención de los levitas, basándose en que el verbo de los v. 10 y 11 está en singular. ¿Por qué lloró el pueblo? Porque pudo comparar su conducta con lo que se prescribía en la Ley; tuvo conciencia de su pecado y temía el castigo. Bueno era que reconocieran su pecado, pero mejor todavía que se arrepintieran de sus descarríos e hicieran el propósito de enmendarse. Además, el primer día del mes séptimo era la fiesta de las trompetas (Lev 23,23-25; Núm 29,1-6). Debían, pues, regocijarse en este día consagrado al Señor. Invita Esdras al pueblo a que coma manjares escogidos (grasuras dice el texto) y beba bebidas dulces (Deut 14,26). De esta alegría debían participar los judíos pobres (Deut 16,11-14; Est 9,19.22). « ¡La alegría de Yahvé es vuestra fortaleza!» (1 Crón 16,27), d i c e Nehemias.

Proclamación

de la fiesta de los (8,13-15)

Tabernáculos

13 El segundo día, los jefes de familia de todo el pueblo, los sacerdotes y los levitas se reunieron con 14Esdras el escriba para profundizar en las palabras de la Ley. Hallaron que en la Ley que había dado Yahvé por mano de Moisés estaba escrito que los hijos de Israel habitasen en cabanas en la solemnidad del mes séptimo. Cerciorados de ello, 15 proclamaron por todas las ciudades y en Jerusalén esta nueva, diciendo: «Subid a los montes y traed ramas de acebuche, ramas de arrayán, ramas de palmera y de todo árbol frondoso, para hacer las cabanas, como está mandado».

En la Ley se habla de las fiestas de los Tabernáculos (Lev 23, 34-43; Deut 16,13-15), pero en términos distintos. Recordaba la fiesta la marcha de Israel por el desierto (Ex 16,35; Lev 23,43); daba gracias a Dios al finalizar la cosecha (Ex 23,16; Deut 16,13). El texto no menciona la fiesta de la Expiación (kippur), que se celebraba entre la de las trompetas y la de los Tabernáculos (sukkot) (Lev 23,27).

(8,9-12) El pueblo

9

de

fiesta

(8,16-18)

Nehemias, gobernador; Esdras, sacerdote y escriba, y los levitas que hacían al pueblo la explicación dijeron a todo el pueblo: «Hoy es día consagrado a Yahvé, vuestro Dios; no os entristezcáis ni lloréis», pues todo el pueblo lloraba oyendo las palabras de la Ley. 10 Y luego les dijo: «Id y comed manjares grasos, y bebed licores dulces, y mandad parte a los que no han preparado, pues hoy es día consagrado al Señor; y no os entristezcáis, porque la alegría de Yahvé es vuestra fortaleza». 11 Los levitas apaciguaban al pueblo, diciendo: «Callad, que hoy es día santo, y no os entristezcáis». 12 Fuese todo el pueblo a comer y a beber y a enviar porciones, disfrutando de gran alegría porque había entendido lo que se le había enseñado.

Salió, pues, el pueblo todo, y, trayendo las ramas, hicieron cabanas, unos en sus terrados, otros en sus patios y en los atrios de la casa, en la plaza de17la puerta de las Aguas y en la plaza de la puerta de Efraím. Todos los de la congregación que volvieron de la cautividad hicieron cabanas y habitaron en ellas, cosa que no habían hecho los hijos de Israel desde los días de Josué, hijo de Nun, hasta entonces. Hubo gran alegría. 18 Se fue leyendo día por día el libro de la Ley de Dios, desde el primero hasta el último. La fiesta duró siete días, y al octavo tuvieron gran asamblea, según lo prescrito.

Nehemias es llamado el Tirsata (Esd 2,63; Neh 7.65.69), nombre persa cuyo significado corresponde a gobernador. Algunos con-

De esta fiesta da noticia Esd 3,4; era muy arraigada en el pueblo (1 Re 8,62.65; 12,32; Os 12,10). Celebrábase en tiempos de Sa-

16

782

Nehemias p

Nehemias 9

l o m ó n (2 C r ó n 7,8; 8,13), pero n o con tanta solemnidad como ahora. C o n f o r m e a las prescripciones de L e v 23,36; N ú m 29,35, tuvo lugar u n a asamblea el día octavo, día 22 de T i s h r i (2 M a c 10,6).

Ayuno

y abstinencia

(9,1-3)

1

El día veinticuatro del m i s m o raes se reunieron los hijos de Israel en ayuno, vestidos de saco y cubiertos de polvo. 2 L a estirpe de Israel se separó de todos los extranjeros, y, puestos en pie, confesaron sus pecados y las iniquidades de sus p a d r e s . 3 E n pie cada u n o en su lugar, se leyó en el libro de la L e y de Yahvé, su Dios, u n a cuarta parte del día, y otra cuarta parte confesaban y a d o r a b a n a Yahvé. H a b í a ayuno riguroso desde el anochecer del 23 hasta la m i s m a hora del día siguiente, vestidos todos d e saco (2 Sam 3,31; 1 R e 2 1 , 27), cubierta la cabeza (Job 2,8.12; 1 Sam 4,12). A l g u n o s exegetas creen q u e se trata de la fiesta de las Expiaciones, q u e este año se trasladó a este día (8,14). Se leía la L e y p o r espacio de tres horas, desde el holocausto de la m a ñ a n a , hacia las nueve, hasta el m e d i o día. D e s p u é s d e la cautividad, los hebreos dividían el día en cuatro partes: p r i m a (6-9), tercia (10-12), sexta (13-15), n o n a (16-18). L a noche dividíase en cuatro vigilias (Ex 14,24; M t 14,25).

Confesión de los pecados

(9,4-5)

4

Luego los levitas Josué, Baní, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Baní y Q u e n a n i se levantaron sobre la grada de los levitas y clamaron en voz alta a Yahvé, su Dios. 5 Dijeron los levitas Josué, Cadmiel, Baní, Jasabanías, Serebías, Odias, Sebanías y Petajya: «Levantaos, bendecid a Yahvé, vuestro Dios, p o r los siglos de los siglos. Bendito sea su glorioso n o m b r e sob r e toda alabanza y bendición». E n los v.4 y 5 se citan ocho levitas en a m b a s listas; los n o m b r e s n o c o n c u e r d a n d e b i d o a la corrupción del texto.

Plegaria

de los levitas

6

(9,6-37)

«Tú, ¡oh Yahvé!, eres único; tú hiciste los cielos y los cielos de los cielos y toda su milicia; la tierra y cuanto hay en ella; los m a r e s y cuanto en ellos hay; tú das vida a todas las cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran. 7 T ú eres, ¡oh Yahvé!, el Dios que elegiste a Abraham, y le sacaste de U r Casdim, y le diste el n o m b r e de A b r a h a m . 8 Hallaste fiel su corazón ante ti e hiciste con él alianza de darle la tierra del cananeo, 1 M. REHM, Nehemias 9: BZ 1 (1957) 59-69.

783

del jeteo, del a m o r r e o , del fercceo, del jebuseo y del guergueseo, de dársela a su descendencia, y cumpliste tu palabra, p o r q u e eres justo. 9 T ú miraste la aflicción d e nuestros padres en Egipto y oíste su clamor en el m a r Rojo. 10 T ú obraste prodigios y maravillas contra F a r a ó n , contra sus siervos y contra todo el pueblo de su tierra, p o r q u e sabías con cuánta crueldad los habían tratado, y engrandeciste tu n o m b r e c o m o lo es hoy. 11 T ú dividiste el m a r ante ellos, y pasaron p o r en m e d i o de él a pie enjuto, y a sus perseguidores los arrojaste a lo profundo, c o m o cae una piedra en el abismo. 12 T ú en columna de nubes los guiaste de día, y en columna de fuego de noche, para a l u m b r a r el camino q u e h a b í a n de seguir. 13 T ú descendiste sobre el m o n t e Sinaí, y hablaste desde el cielo, y les diste juicios justos, leyes de verdad y m a n d a m i e n t o s . 14 T ú les diste a conocer tu santo sábado, y p o r Moisés, tu siervo, les prescribiste m a n d a m i e n t o s , preceptos y Ley. 15 T ú les diste en su h a m b r e pan del cielo, y en su sed hiciste que el agua brotara de la roca. T ú les pusiste en posesión de la tierra que alzando tu m a n o prometiste darles. 16 P e r o nuestros padres fueron soberbios, y endurecieron su cerviz, y n o g u a r d a r o n tus m a n d a m i e n t o s . 17 No quisieron oír, n o se a c o r d a r o n de las maravillas que tú habías h e c h o p o r ellos; antes, con d u r a cerviz, y en rebelión, p e n s a r o n en elegir caudillo para volverse a su s e r v i d u m b r e . P e r o tú eres Dios de perdones, clemente y piadoso, tardo a la ira y de m u c h a misericordia, y no los aband onaste. 18 Y cuando se hicieron u n becerro fundido y dijeron: « H e ahí tu Dios, que te ha sacado de Egipto», y cometieron grandes abominaciones, 19 tú, con todo, p o r tu m u c h a misericordia, n o los abandonaste en el desierto, y la c o l u m n a de n u b e n o se apartó de ellos de día, p a r a guiarlos por el camino, ni la c o l u m n a de fuego de noche, p a r a alumbrarles en el camino por d o n d e habían de ¡r. 20 T ú les diste tu b u e n espíritu, para enseñarlos, y no retiraste de su boca el m a n á , y les diste agua en su sed. 21 Los sustentaste por cuarenta años en el desierto, y nada les faltó, y n o se envejecieron sus vestidos ni se hincharon sus pies.

784

Nehemías 9 22

T ú les diste reinos y pueblos y les distribuíste sus regiones, señalando a cada u n o su porción, y poseyeron la tierra de Seón, rey de H e s e b ó n , y la tierra de O g , rey de Basan. 23 T ú multiplicaste sus hijos c o m o las estrellas del cielo, y los introdujiste en la tierra de que dijiste a sus padres q u e entrarían a poseerla. 24 Vinieron los hijos, y la poseyeron, y humillaste delante de ellos a los m o r a d o r e s de la tierra, los entregándolos en sus m a n o s , [cananeos, y a sus reyes, y a los pueblos de la tierra, para que hicieran con ellos lo que quisieran. 25 Y t o m a r o n sus ciudades fuertes y su tierra pingüe, y h e r e d a r o n casas llenas de toda suerte de bienes, cisternas hechas, viñas y olivares y m u c h o s árboles frutales, y comieron y se hartaron y engordaron, y se deleitaron con tu gran b o n d a d . 2,5 P e r o te irritaron rebelándose contra ti, y echaron tu L e y a sus espaldas; y m a t a r o n a tus profetas, que los reprendían para convertire hicieron grandes abominaciones. [los a ti, 27 Los entregaste en m a n o s de sus enemigos, q u e los afligieron; y clamaron a ti en el t i e m p o de su aflicción, y tú desde los cielos los oíste, y, según tus m u c h a s misericordias, los libraste dándoles liberque los salvasen de las m a n o s de sus enemigos. [tadores 28 P e r o en cuanto q u e d a b a n en paz se volvían para hacer lo malo a tus ojos, y los dejaste en m a n o s de sus enemigos, que los d o m i n a b a n , y de nuevo convertidos c l a m a b a n otra vez a ti; y tú desde los cielos los oías y, según tus misericordias, los libraste m u c h a s veces. 29 Los amonestaste para que se volviesen a tu Ley; pero ellos, en su soberbia, n o escucharon tus m a n d a m i e n t o s y pecaron contra tus juicios —los juicios q u e , si los sigue el h o m b r e , vivirá—, y tuvieron h o m b r e s rebeldes, y endurecieron su cerviz y n o obedecieron. 30 Los soportaste largos años, amonestándolos con tu espíritu, y n o le dieron oídos. Y entonces los entregaste en m a n o s de pueblos extraños; 31 pero, en tu gran misericordia, no los consumiste del todo ni los abandonaste, p o r q u e eres u n Dios clemente y misericordioso. 32 Ahora, pues, Yahvé, Dios nuestro, Dios grande, fuerte, terrible, que guardas la alianza y la misericordia, n o tengas en poco todas las aflicciones que nos han alcanzado a nosotros, a nuestros reyes, príncipes, sacerdotes y profetas, a nuestros padres y a todo tu pueblo

/

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Nehemías 10

785

desde los días de los reyes de Asiría hasta el día de hoy. 33 P e r o tú has sido justo en todo lo q u e sobre nosotros ha venido, tú has obrado justamente, mientras nosotros hicimos el mal, 34 y nuestros reyes, príncipes, sacerdotes y nuestros padres n o pusieron p o r obra tu L e y y n o atendieron a tus m a n d a m i e n t o s , a tus testimonios y a tus protestas; 35 y en su reino, en m e d i o de los m u c h o s bienes que les conceen la espaciosa y pingüe tierra que les diste, [diste, n o te sirvieron, n o se convirtieron de sus malas obras; 36 y hoy somos siervos en la tierra q u e diste a nuestros padres para que comiesen sus frutos y sus bienes. 37 Ella multiplica sus productos para los reyes q u e p o r nuestros pecados has puesto sobre nosotros, que se enseñorean de nuestros cuerpos, de nuestras bestias, conforme a su voluntad; y estamos en gran angustia». E s t e cántico de los levitas es considerado como u n a de las m e jores páginas de la Biblia. R e c u e r d a en síntesis la acción p r o v i d e n cial de Dios sobre el p u e b l o de Israel y la correspondencia ingrata p o r p a r t e d e los israelitas. Se alaba a Dios creador (v.6), q u e escoge a A b r a h a m (v.7-8), q u e se preocupa de los israelitas e n E g i p t o (v.9-15), q u e en pago le corresponden mal (v.16-21); les ayuda en la conquista (v.22-25), está con ellos hasta en el exilio (v.26-31), t e r m i n a n d o con u n llamamiento a la piedad divina (v.32-37). D e lo dicho se d e s p r e n d e q u e el pecado es el causante de los males q u e h a n afligido a Israel.

Los

firmantes

de la alianza

(10,1-28)

1 P o r todo esto, nosotros h a c e m o s hoy u n a fiel alianza y la escribimos, signada p o r nuestros príncipes, nuestros levitas y nuestros sacerdotes. 2 Los q u e firmaron con sus sellos fueron: Nehemías el gobernador, hijo de Helcías; Sedecías, 3 Serayas, Azarías, Jeremías, 4 Pasjur, Amarías, Malaquías, 5 Jatús, Sebanías, M a l u c , 6 Jarín, M e r e m o t , Obadías, 7 Daniel, G u i n e tón, Baruc, 8 M e s u l a m , Abías, M i y a m í n , 9 Maasías, Bilgai y Semeyas. Estos sacerdotes. 10 Levitas: Josué, hijo de Azanías; Binuí, de los hijos de J e n a d a d ; Cadmiel n y sus h e r m a n o s ; Sebanías, Odias, Quelita, Pelayas, Jonán, l 2 Mica, Rejob, Jasabías, 13 Zacur, Serebías, Sebanías, 14 Odias, Baní y Beninu. 15 Cabezas del pueblo: Paros, P a h a t M o a b , E l a m , Zatu, Baní, 16 Buní, Azgab, Babai, 17 Adonías, Bigval, A d i m , 18 Ater, Jejisquía, Azur, « Odias, J a s u m , Besai, 2» Jarif, Anatot, Nebaí, 21 Magpías, M e s u l a m , Jezir, 2 2 Mesezabeel, Sadoc, Jadúa, 2 3 P e latías, Janán, Ananías, 2 4 Hoseas, Jonanías, Jasub, 2S Halojes, Pilja, Sobeo, 2 R e j u m , Jesabna, Maaseas, 2 7 Ajías, Janán, A n á n , 28 M a l u c , J a r i m , Baana. L a expresión corriente para la alianza es karath berith = cortar la alianza, aludiendo a la ceremonia de dividir u n a víctima en el acto de contraer u n a alianza (Jer 34,18). El escrito d o n d e estaba la

Nehemías 10

786

Nehemías 11

alianza antes de firmarse se plegó y se puso el sello en la parte exterior, llamándose por lo mismo haturn, como en Jeremías (32, 11-14); junto al sello pusiéronse las firmas (Jer 32,10-14). En el texto griego no figura Nehemías entre los firmantes. Firman veintiún sacerdotes, cuyos nombres reaparecen en 12,1-7; de los levitas (9,4-5; 11,22-24; 12,8-9) firman diecisiete.

Juramento

del pueblo

(10,29-40)

29

Y el resto del pueblo, los sacerdotes y los levitas, porteros y cantores, los netineos y todos los que se habfan apartado de los pueblos de la región, volviendo a la Ley de Dios, sus mujeres, sus hijos30 y sus hijas y todos cuantos tenían conocimiento y discreción, se adhirieron a sus hermanos, sus príncipes, y convinieron en la protestación y el juramento de andar en la Ley de Dios, que dio por mano de Moisés, su siervo, y guardar y cumplir los mandamientos de Yahvé, nuestro Señor, y sus juicios y preceptos; 31 de no dar nuestras hijas a los pueblos de aquella tierra, ni tomar sus hijas para nuestros hijos; 32 de no comprar nada en día de sábado, en día santificado, de las mercaderías y comestibles que en sábado trajesen a vender los pueblos de la tierra; de liberar la tierra el año séptimo y remitir toda deuda. 33 Impusimos, además, por ley la carga de contribuir cada año con un tercio de siclo para la obra de la casa de nuestro Dios, 34 para los panes de la proposición, para la ofrenda perpetua y para el holocausto continuo, el de los sábados, el de los novilunios y el de las solemnidades, para las santificaciones y sacrificios expiatorios por Isríiel y para toda la obra de la casa de nuestro Dios. 35 Echamos también suertes entre los sacerdotes, los levitas y el pueblo, sobj-e la ofrenda de la leña, y para traerla a la casa de nuestro Dios en tiempos determinados cada año, para quemarla sobre el altar de Yahvé, nuestro Dios, según está prescrito; 36 de traer cada año las primicias de nuestra tierra y las primicias de los frutos de nuestros árboles a la casa de Yahvé, así como los primogénitos de nuestros hijos y de nuestras bestias, como está escrito en la Ley; 37 y de traer los primogénitos de nuestras vacas y de nuestras ovejas a la casa de nuestro Dios, a los sacerdotes que ministran en la casa de nuestro Dios; 38 de traer las primicias de nuestras masas y nuestras ofrendas, y del fruto de todo árbol, del vino, del aceite, a los sacerdotes, a las cámaras de la casa de nuestro Dios, y el diezmo de nuestra tierra a los levitas; y de que recibirían los 39 levitas las décimas de nuestras labores en todas las ciudades. De que estaría el sacerdote hijo de Aarón con los levitas cuando los levitas recibieran el diezmo, y que los levitas llevarían el diezmo del diezmo40a la casa de nuestro Dios, a las cámaras de la casa del tesoro; pues a las cámaras han de llevar los hijos de Israel y los hijos de Leví la ofrenda del grano, del vino y del aceite, y allí han de estar los vasos del santuario y los sacerdotes que ministran, los porteros y los cantores, no abandonando la casa de nuestro Dios. Con juramento obligáronse a no contraer matrimonios mixtos (v.31), a no comerciar en sábado (Ex 31,12-14; 23,12; Deut 5,12; Lev 18,3), no admitiendo la mercancía de los pueblos del país

787

(13,16). Se juramentaron a guardar el año sabático, dejando la tierra en barbecho (Ex 23,10; Lev 25,2-7; Deut 15,2), a no exigir la deuda (v.32; Deut 15,1-6), a pagar la contribución al templo por valor de un tercio de siclo, en vez de medio (Ex 30,11-16; 38,26), dada la condición económica precaria en que se hallaban. Con ello contribuían a sufragar los gastos de los panes de la proposición (Lev 24, 5-8), la ofrenda perpetua (Ex 29,38-42; Núm 28,3-8), el holocausto perpetuo (Ex 29,38-42; N ú m 28,3-8), los sacrificios del sábado (Núm 28,9-10), de los novilunios (Núm 28,11-15), de las fiestas (Núm 28,16-29) y expiatorios (Lev 4,13-21; 16,21-34). El edificio del templo necesitaba continuas reparaciones (Esd 3,8; 6,22), que todos se comprometen a sufragar. De la misma manera se obligan a procurar la leña para el sacrificio (Lev 6,5-13; Jos 9,27; Esd 2,43), a hacer la ofrenda de las primicias del campo (Ex 23,19; Deut 26,2-10), de los árboles (Núm 18,12; Lev 19,23; Deut 8,8). Debían consagrarse a Dios los «primogénitos» de los hombres, que se rescataban con cinco siclos de plata. Rescatábanse asimismo los primogénitos de los animales inmundos (Ex 13,11-16; 34,19-20; Lev 27,27; Núm 18,15-19). Los primogénitos de los animales mundos eran ofrecidos en sacrificio. Otra de las obligaciones a que se obligaron fue a pagar los diezmos a los levitas (Núm 18,20-24), a los que pertenecía toda décima de la tierra (Lev 27,30). Reforzando las prescripciones del código sacerdotal (Lev c.27 y Núm C.18), que, según Malaquías, el pueblo había olvidado (3-8,11), toma Nehemías la decisión de obligar a que lleven a Jerusalén, en los almacenes, todos los diezmos destinados a los levitas, que entregarán a los sacerdotes la parte que se les debe. En esta solemne asamblea pusiéronse los cimientos del judaismo. Autoridades y pueblo sellan y firman un documento con el cual se comprometen con juramento a observar en adelante todo cuanto prescribe la Ley de Moisés. Debe considerarse Esdras como el segundo legislador del judaismo. En el continuo estudio de la Ley llegó él a penetrar en su espíritu y a actualizarla sin quitarle la paternidad mosaica.

REPOBLACIÓN DE JERUSALÉN

(11,1-12,26)

Gran parte de los repatriados afincáronse en las aldeas de los alrededores de Jerusalén. Una vez levantadas las murallas, convenía concentrar en la capital un núcleo importante de judíos (7,4-5).

Método

de reclutamiento

(11,1-3)

1 Los jefes del pueblo residían en Jerusalén. Para el resto del pueblo se echaron suertes con elfinde hacer que cada uno de diez fuera a habitar a Jerusalén, la ciudad santa, quedando los otros nueve en las ciudades. 2 El pueblo bendijo a los 3que se ofrecieron voluntariamente para habitar en Jerusalén. Estos son los jefes de la provincia que habitaron en Jerusalén. En las

Nehemias 11

Nehemias 11

788

ciudades de Judá, cada uno se estableció en su propiedad, en su ciudad: Israel, los sacerdotes, los levitas, los netineos y los hijos de los siervos de Salomón. Algunos eran destinados a Jerusalén por determinarlo así las suertes; otros se ofrecían voluntariamente, por lo que recibían la bendición del pueblo. Está justificada la repugnancia que sentían los de pueblo para ir a una capital donde «había muchas casas sin edificar» (7,4). Los hijos

de Judá

(11,4-6)

4

Hijos de Judá y Benjamín que habitaron en Jerusalén: Hijos de Judá: Ataya, hijo de Uzías, hijo de Zacarías, hijo de Amarías, hijo de Sefatías, hijo de Malaleel, hijo de los hijos de Fares; 5 Maasías, hijo de Baruc, hijo de Coljose, hijo de Jayas,6 hijo de Adías, hijo de Joyarib, hijo de Zacarías, hijo de Siloní. Los hijos de Fares que moraron en Jerusalén fueron cuatrocientos setenta y ocho fuertes. ¿Debe identificarse esta lista con la de 1 Crón 2,3-6? En ésta, después de los hijos de Benjamín, se mencionan «los hijos de Efraím y Manases». Ambas listas representan dos estadios históricos distintos.

Hijos de Benjamín

(11,7-9)

7

Hijos de Benjamín: Salu, hijo de Mesulam, hijo de Joed, hijo de Pedaías, hijo de Colayas, hijo de Maasías, hijo de Itiel, hijo de Isaías, 8 9y sus hermanos, valientes guerreros, novecientos veintiocho. Joel, hijo de Zicrí, era su prefecto, y Judas, hijo de Senuá, el segundo en la ciudad. En el v.9 dícese que Joel era prefecto. ¿De quiénes? De los benjaminitas, según unos; de todos los habitantes de la ciudad, según otros autores. Ningún jefe de los de Judá se menciona en el texto.

Los sacerdotes

Los levitas

789

(11,15-20)

15

Levitas: Semeyas, hijo de Jasub, hijo de Azricam, hijo de Jasabías, hijo de Buní; l s Sabtaí y Jozabad, de los príncipes entre los17levitas, sobrestantes de la obra exterior de la casa de Dios; Matanías, hijo de Mica, hijo de Zabdí, hijo de Asaf, el primero, el que dirigía las alabanzas y la acción de gracias al tiempo de la oración; Bacbuquías, el segundo de entre sus hermanos; y Abda, hijo de Samúa, hijo de Galaad, hijo de Jedutún. 18 Todos los levitas en la ciudad santa fueron doscientos ochenta y cuatro. 19 Porteros: Acub, Taiman 20y sus hermanos, guardas de las puertas, ciento setenta y dos. El resto de Israel, de los sacerdotes y de los levitas, en todas las ciudades de Judá, cada uno en su heredad. Algunos levitas desempeñaban sus funciones en el interior del templo; otros, al exterior, recogiendo las limosnas destinadas al santuario. Los jefes de estos últimos eran Sabtaí y Jozabad. Los cantores se asimilan a los levitas, como en los libros de las Crónicas, que hablan de veinticuatro coros de cantores. Los porteros se mencionan aparte.

Los netineos y levitas

(11,21-24)

21 Los netineos habitaban en el Ofel,|y sus jefes eran Sija y Guispa. 22 El jefe de los levitas en Jerusalén era Uzí, hijo de Baní, hijo de Jasabías, hijo de Matanías, hijo 23 de Mica, de los cantores, hijos de Asaf, en la casa de Dios, porque había acerca de ellos una ordenación especial del rey y se les había asignado un salario fijo por cada día. 24 Petayas, hijo de Mesezabeel, de los hijos de Zera, hijo de Judá, era comisario del rey para todos los negocios del pueblo. Los netineos (7,47) habitaban en el Ofel (3,26), al sudeste de Jerusalén, entre el torrente Cedrón y el valle del Tiropeón. Artajerjes había reglamentado el trabajo de los levitas-cantores (v.23). Petayas, judío, ejercía el cargo de representante oficial de los intereses del pueblo en la corte persa.

(11,10-14)

10

Sacerdotes: Jedayas, hijo de Joyarib; Joaquim, J1 Serayas, hijo de Helcías, hijo de Mesulam, hijo de Sadoc, 12 hijo de Merayot, hijo de Ajitub, príncipe de la casa de Dios, y sus hermanos, ocupados en el servicio de la casa, ochocientos veintidós; Adayas, hijo de Jerojam, hijo de Pelayas, hijo de Amsí, hijo de Zacarías, hijo de Pasjur, hijo de Malaquías, 13 y sus hermanos príncipes de las familias, doscientos cuarenta y dos. Amasai, hijo de Azarael, hijo de Ajazai, hijo de Mesilemot, hijo de Immer, 14 y sus hermanos, hombres de gran vigor, ciento veintiocho, de los cuales era jefe Zabdiel, hijo de Guedolim. Quizá habla el autor sagrado del sumo sacerdote Jedayas y de su genealogía (12,10-11). De Serayas (Esd 7,1) se dice que era príncipe (naguid) de la casa de Dios, es decir, sumo sacerdote (2 Crón 31,10.13).

La población

judía en provincias

(11,25-36)

25

En cuanto a las aldeas y sus tierras, algunos de los hijos de Judá habitaron en Cariatarbé y sus suburbios, en Dibón y los suyos y en Jacabseel y los suyos. 2S En Josuá, Molada, Betfale, 27 Hasar Sual,29 Bersabé y en sus aldeas; 28 en30Siceleg y Mecana y sus aldeas; en Enrimón, Sarea, Jarmut, Zanoaj, Adulam y sus aldeas; en Laquis y sus tierras y en Azeca y 31sus aldeas. Habitaban desde Berseba hasta el valle de Hinnón. Los hijos de Benjamín, desde Gueba, en Micmas, Aya, Betel y sus al32 33 deas; en Anatot, Nob, Ananía, Jasor, Rama, Guitaim, 34 Jadid, 36 Seboím, Nabalat, 35 Lod y Ono, en el valle de los Artesanos. Hubo algunos levitas que se unieron a Benjamín, aunque pertenecían a los repartimientos de Judá. Este fragmento es mucho más corto en los LXX, que mencionan cuatro ciudades de Judá (Cariatar, Jasúa, Laquis, Bersabé) y

Nchemías 12

790

Nehemías 12

dos de Benjamín (Gala, en lugar de Gueba, y Micmas). Quizá esta lista es posterior (GELIN). Del emplazamiento de las ciudades citadas se ha hablado en el curso del comentario.

Dedicación de las murallas de Jerusalén

791

(12,27-43)

27

Sacerdotes y levitas repatriados

(12,1-26)

l Estos son los sacerdotes y levitas que subieron con Zorobabel, hijo de Saaltiel, y con Josué: Serayas, Jeremías, Esdras, 4 Amarías, Maluc,5 Jatus, 3 Secanías, Rejum, Meremot, Ido, 6 Guinetón, Abías, Minyamín, Maadas, Bilgá, Semeyas, Joya7 rib, Jedayas, Salu, Amoc, Helcías, Jedayas. Estos eran los 8príncipes de los sacerdotes y sus hermanos en los días de Josué. Levitas: Jesuá, Benuí, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías, que con sus hermanos dirigía el canto de las alabanzas; 9 Bacbuquías y Uní con sus hermanos, cada cual en su ministerio. 10 Jesuá engendró a Joaquín, Joaquín engendró a Eliasib, Eliasib engendró a Joyada,12n Joyada engendró a Jonatán y Jonatán engendró a Jadúa. En los días de Joaquín, los sacerdotes cabezas de familia eran: de Serayas, Merayas; de Jeremías, Jananlas; 13 de Esdras, Mesulam; de Amarías, Jojanán; 14 d e Melicu, Jonatán; de Sebanías, José; 15 de Jarim, Adúa; de Meremot, 16 Elcaí; de Ido, Zacarías; de Guinetón, Mesulam; 17 de Abías, Zicrí; de Minyamín y Moadías, Piltaí; 18 de Bilgá, Samúa;20 de Semeyas, Jonatán; l' de Jojarib, Metenaí; de Idayas, Uzí; de Salaí, Caleí; de22 Amoc, Eber; 21 de Helcías, Josabías; de Jedayas, Natanael. En los días de Eliasib, Joyada, Jojanán y Jadúa, los levitas jefes de familia y los sacerdotes fueron inscritos hasta el reinado de Darío, persa. 23 Los jefes de familia de los hijos de Leví se inscribieron en 24el libro de los anales hasta el tiempo de Jojanán, hijo de Eliasib. Eran los jefes de los levitas: Jasebía, Serebía, Josué, hijo de Cadmiel, y sus hermanos, que cada uno, según su rango, cantaban las alabanzas y ensalzaban el poder de Dios, según la ordenación prescrita por David, hombre de Dios, y servían por turno. 25 Matanías, Bacbuquías, Ovedías, Mesulam, Taiman y Acub eran los guardas de las puertas y de los vestíbulos de las puertas. 26 Estos lo eran en tiempo de Joaquín, hijo de Josué, hijo de Josedec, en tiempo de Nehemías, gobernador, y de Esdras, sacerdote y escriba. 2

Los veintidós sacerdotes mencionados se citan, con algunas variantes, en 10,3-8; 12,12-21. Esdras (v.i) no es el gran reformador. De los levitas se mencionan ocho familias (10,9-13). Se dan en los v . i o - n los nombres de los sumos sacerdotes desde Josué (Esd 2, 2; 3,2) hasta Jadúa, contemporáneo de Alejandro Magno 1. El rey Darío, de que habla el texto (v.22), debe identificarse con Darío III Codomano (335-330), último de los aqueménidas. De la mención de Nehemías antes que Esdras no cabe deducir argumento alguno en favor de una prioridad cronológica. 1

FLAVIO JOSEFO, Ant.

Iud, 12,8,4-5.

Para la dedicación del muro de Jerusalén fueron llamados los levitas de todos sus lugares, para venir a Jerusalén a celebrar la dedicación y la fiesta con alabanzas y cánticos, címbalos, salterios y cítaras; 28 reuniéronse, pues, los hijos de los cantores, lo mismo los de la campiña alrededor de Jerusalén como los de las aldeas de Netofá, 29 de Bet Guilgal y de los campos de Gueba y Azmavet, pues los cantores se habían edificado aldeas en los alrededores de Jerusalén. 30 Purificáronse los sacerdotes y levitas y purificaron al pueblo, las puertas y el muro. 31 Hice luego subir al muro a los príncipes de Judá y los dividí en dos grandes coros que fueran en procesión: uno por la mano32 derecha, sobre el muro hacia la puerta de la Escombrera;33 tras éste iban Osías y la mitad de los príncipes de Judá, Azarías, Esdras, Mesulam, 34 Judá, Benjamín, Semeyas y Jeremías; 35 y de los hijos de los sacerdotes, con las trompetas, Zacarías, hijo de Jonatán, hijo de Semeyas,36 hijo de Matanías, hijo de Mica, hijo de Zacur, hijo de Asaf, y sus hermanos, Semeyas, Azarael, Milalai, Gilabai, Maaí, Natanael, Judá y Janani, con los instrumentos músicos de David, hombre de Dios, y Esdras, escriba, delante de ellos; 37 a la puerta de la Fuente subieron de frente las escaleras de la ciudad de David, por la subida al palacio de David y hasta la puerta de las Aguas, al oriente. 38 El segundo coro iba por la izquierda, y yo en pos de él con la mitad de los príncipes del pueblo, sobre el muro, por encima de la torre del horno, hasta la muralla Ancha, 39 y luego por la puerta de Efraím la puerta del Pescado, la torre de Jananael y la torre de Mea, hasta la puerta de las Ovejas, haciendo estación a la puerta de la Custodia. 40 Pararon ambos 41coros en la casa de Dios, y yo con la mitad de los magistrados, y los sacerdotes Eliacim, Maasías, Minyamim, Mica, Elyoenai, Zacarías y Ananías, con trompetas; 42 y Maasías, Semeyas, Eleazar, Usí, Joyanán, Malquías, Elam y Ezer. Los cantores cantaban alto, dirigidos por Jisrajías. 43 Sacrificáronse aquel día muchas víctimas y se hicieron grandes regocijos, porque había dado Dios al pueblo un gran motivo de alegría. Regocijáronse también las mujeres y los muchachos, oyéndose de lejos el alborozo de Jerusalén. El 25 del mes Elul quedó terminada la muralla (6,15). Al mes séptimo (7,73), es decir, Tishri, tuvieron lugar los acontecimientos que se narran en los c.8-10. Más tarde proveyó Nehemías a la repoblación de la capital, seguida de solemne dedicación de las murallas. La ceremonia tenía carácter religioso, simbolizando la entrega de las murallas a la custodia de Yahvé. Los levitas dieron realce a la fiesta, acudiendo todos, tanto de la capital como de la campiña. Para la purificación pudo seguirse un ceremonial análogo al que, se usó en la purificación del templo en tiempos de Ezequías (2 Crón 29, 18-27). La procesión sobre los muros parte de la puerta del Valle, junto a la actual puerta de Jafa; los que torcieron a mano derecha fueron en dirección sur-este-norte, hacia la puerta de las Escombreras; los que lo hicieron a la izquierda dirigiéronse hacia el nordeste, uniéndose al otro coro en el templo. Con motivo de la fiesta

793

Nehemías 13 792

Nehemías 15

ofreciéronse muchos sacrificios (Esd 6,17). La alegría era universal. Después, de los años de cautividad, el judaismo renace de sus cenizas y triunfa estrepitosamente.

Restablecimiento

de los diezmos

(12,44-47)

44 Por entonces fueron puestos comisarios de las cámaras de las despensas, de las ofrendas, de las primicias y de los diezmos, para recibir de los campos y de las ciudades las porciones legales para los sacerdotes y levitas; porque estaba muy gozoso Judá de que los sacerdotes y los levitas estuvieran en sus puestos, 45 observando cuanto concierne al servicio de Dios y a las purificaciones, y de que los cantores y porteros cumplieron sus funciones según la ordenación de David y de Salomón, su hijo; 46 pues, desde el tiempo de David y de Asaf, ya de antiguo había jefes de cantores y se cantaban47cantos de alabanza y de acción de gracias en honor de Dios. Todo Israel, en los días de Zorobabel y en los días de Nehemías, daba las porciones de los cantores y de los porteros, cada cosa en su día. Dábanse a los levitas las cosas sagradas, y los levitas daban a los hijos de Aarón la parte de las cosas consagradas.

Normalizadas las cosas, era preciso asegurar la manutención de sacerdotes y levitas para que ejercieran sus funciones en el templo. Junto a éste existían grandes almacenes en donde se depositaban los productos procedentes del campo y de las ciudades. Todos, sacerdotes, levitas, porteros y cantores, cumplían sus deberes. En tiempos de Zorobabel y de Nehemías, el culto marchó bien; todo procedía ordenadamente; la Ley se cumplía con escrupulosidad.

C O R R E C C I Ó N D E L O S ABUSOS ( 1 3 , 1 - 3 1 )

En este capítulo último se menciona la corrección de algunos abusos introducidos en la comunidad judaica. Lo dicho anteriormente (12,44-47) demuestra que hubo un tiempo en que se cumplía la Ley con toda perfección. Pero con el andar de los años enfrióse Israel en sus fervores religiosos y sacudió el yugo de los preceptos. Al volver Nehemías, encontró algunos abusos, que corrigió. Atajó las pretensiones de Tobías (v.4-9), procuró que se entregaran los diezmos a los levitas (v.10-14); se revalorizó el sábado (v.15-22); prohibiéronse los matrimonios mixtos (v.23-29) y reglamentáronse las funciones cultuales (v.30-31). No indica el texto el tiempo que Nehemías estuvo ausente de Jerusalén. Separación

de todo

extranjero

(13,1-3)

1 Leíase un día al pueblo el libro de Moisés, y salió el lugar en que se mandaba que los amonitas y los moabitas no debían entrar jamás en la congregación de Dios, 2 por no haber salido a recibir a los hijos de Israel con pan y agua y por haber incitado

contra ellos a Balaam para que los maldijera; nuestro Dios volvió la maldición en bendición. 3 Al enterarse de esta ley, fue apartado de Israel todo extranjero. De la exclusión de los amonitas y moabitas habla Deut 23,4-7. Tales pueblos nacen de un incesto (Gen 19,30-38), rehusan entregar a los judíos pan y agua e inducen a Balaam a que les maldiga (Núm 22,5-11; Deut 2,9). Todo el que no tenía pura sangre judía era excluido de la comunidad judaica. Expulsión

de Tobías

(13,4-9)

4

Antes de esto, Eliasib, sacerdote, siendo superintendente de las cámaras de la casa de nuestro Dios y habiendo emparentado con Tobías, 5 había cedido a éste una gran cámara, en la cual se guardaban antes las ofrendas, los perfumes, los vasos y el diezmo del trigo, del vino y del aceite, mandado a dar a los levitas, a los cantores y a los porteros, y la ofrenda de los sacerdotes. 6 Mas entonces no estaba yo en Jerusalén, pues fue el año treinta y dos de Artajerjes, rey de Babilonia; yo fui al rey, y al cabo de algún tiempo pedí y obtuve del rey volver a Jerusalén, 7 donde supe el mal que había hecho Eliasib en favor de Tobías, haciendo para él cámara en los atrios de la casa de Yahvé; 8 y me dolió en gran manera, y,9 echando fuera de la cámara todo cuanto pertenecía a Tobías, mandé que purificasen la cámara y volviesen a poner en ella las cosas de la casa de Dios, las ofrendas y los perfumes. Durante la ausencia de Nehemías hubo un escándalo en Jerusalén promovido por el mismo sumo pontífice. Al año 32 de Artajerjes, o sea, el 433, regresó Nehemías a Persia, después de haber permanecido doce años en Jerusalén (2,1-6), desde 445 hasta 433 (5,14). Al regresar al cabo de un tiempo (1 Re 17,7), comprobó que Eliasib había cedido a un pariente suyo, Tobías (2,10.19; 6,1.19), el uso de una cámara del templo como almacén. Tobías era amonita (13,1). Más que Eliasib parece que el culpable fue su hijo Joyada, que fue sumo sacerdote desde 432 hasta 415. El local cedido a Tobías quizá le servía de sucursal de la banca, cuya central radicaba en Amón, y como punto clave desde donde influía económicamente sobre Israel. El local fue purificado por haber sido destinado a usos profanos.

Los diezmos

(13,10-13)

10 Supe asimismo que no se habían dado a los levitas sus porciones y que los levitas yn cantores habían tenido que retirarse cada uno a su heredad. Reprendí a los magistrados y dije: «¿Por qué ha estado abandonada la casa de Dios?» Y reuniendo a los levitas y cantores, los restituí cada uno a su puesto. 12 Todo Judá trajo el diezmo del trigo, del vino y del aceite a los almacenes, 13 y puse por intendentes en ellos a Selemías, sacerdote, y a Sadoc, escriba; y de los levitas, a Pedayas, y como adjunto,

Nehemías 13 a Janán, hijo de Zacur, hijo de Matanías, que tenían reputación de fieles. Ellos fueron los encargados de hacer la distribución a sus hermanos. Al no pagarse los diezmos a los levitas, emigraron éstos a sus heredades respectivas, abandonando el servicio del templo. Los magistrados (seganim) encargados de velar por la pureza de la Ley solidarizáronse con el pueblo. Con su actitud pasiva infringían la Ley (Núm 18,21-24); negar los diezmos era tanto como robar a Dios (Mal 3,8-9). ¿Había influido el caso Tobías en esta medida? 794

La cuestión del sábado (13,14-18) Acuérdate de mí, ¡oh Dios!, por todo esto, y no olvides el bien que hice a la casa de mi Dios y en orden a la observancia 15 Por aquellos días vi en Judá que algunos pisaban en sus lagares el sábado y acarreaban haces, cargaban asnos con vino, con uvas, con higos y toda suerte de cargas, y los traían a Jerusalén en día de sábado. Los advertí acerca del día en que vendían sus mercancías. l Había también tirios, que traían el pescado y toda clase de mercancías, vendiéndolas a los hijos de Judá en Jerusalén el día del sábado. 17 Reprendí a los magistrados de Judá y les dije: «¿Qué8 es esto tan malo que hacéis, profanando así el día de sábado? l ¿No es eso lo que hicieron vuestros padres, y por eso trajo nuestro Dios sobre nosotros y sobre esta ciudad tantos males? ¿Y vosotros acumuláis ira contra Israel profanando el sábado?» 14

El descanso sabático estaba en crisis a partir de la cautividad; sin embargo, era una ley fundamental del Decálogo (Ex 20,8-11). Nehemías diose cuenta de la profanación del sábado en una gira en la provincia, notando que las gentes dedicábanse a trabajos agrícolas (Ex 34,21; Jer 17,21-24) y transportaban mercancías a Jerusalén (Jer 17,21-24). También en sábado se comerciaba (Am 13,5-6) con los tirios (Ez 27,12-25; Esd 3,7). Los grandes males sobrevenidos a la nación lo fueron por la profanación del sábado (Ez 20,13; 22,8; 23,38). Los tirios, por sus relaciones con los fenicios, reemplazaron a los judíos en la venta del pescado. Medidas para santificar el sábado (13,19-22) 19 Mandé, pues, que al oscurecer antes del sábado cerrasen las puertas de Jerusalén y que no las abriesen hasta después del sábado. Puse a las puertas algunos de mis servidores, para que en día de sábado no dejasen entrar carga alguna; 20 y a s ¡ s e quedaron una y dos veces fuera de Jerusalén los mercaderes, que vendían toda suerte de mercancías. 21 Yo les advertí, diciendo: «¿Por qué pasáis la noche delante de la muralla? Si otra vez lo hacéis,22 os mandaré prender». Y ya no vinieron más en día de sábado. Entonces mandé a los levitas que se purificasen y que viniesen a guardar las puertas para santificar el día de sábado. También por eso acuérdate de mí, Dios mío, y perdóname según la muchedumbre de tu misericordia. Empieza el sábado la noche del viernes al caer el sol. En el Estado actual de Israel acuden a aquella hora los rabinos y obligan a los

795

Nehemías 13

mercaderes a cerrar sus establecimientos. El tránsito de un día ordinario a uno festivo realizábase en el momento en que, según el texto, las puertas «empezaban a estar en la sombra».

Contra los matrimonios

mixtos

(13,23-27)

23

Vi asimismo por aquellos días judíos que habían tomado mujeres de Azoto, de Amón y de Moab, 24 cuyos hijos por mitad hablaban azoteo2So la lengua de este o el otro pueblo, y no sabían hablar judío. Yo les reprendí y les maldije, hasta golpeé a algunos y les arranqué los pelos, y los conjuré en nombre de Dios, diciendo: «No daréis vuestras hijas a sus 26 hijos ni tomaréis sus hijas para vuestros hijos o para vosotros. ¿No pecó por esto Salomón, rey de Israel? Aunque no hubo en la muchedumbre de las gentes rey semejante a él, que era amado de su Dios, y fue puesto por El rey sobre 27todo Israel, aun a él le hicieron pecar las mujeres extranjeras. ¿Vamos, pues, a consentir, sabiéndolo, que vosotros cometáis ese gran mal de prevaricar contra nuestro Dios tomando mujeres extranjeras? Esdras luchó contra esta plaga (Esd c.9-10); nuevas medidas tomáronse más tarde (Neh 10,30; 13,1-3), pero bastó que Nehemías se ausentara para volver a las andadas. Algunas de estas mujeres eran de Azoto (Jos 13,3). De Azoto se apoderó Cambises el año 525; ios filisteos hablaban un lenguaje ario; ios amonitas usaban una lengua afín al hebraico, así como los moabitas. Expulsión

del hijo del sumo

sacerdote

(13,28-29)

28

Uno de los hijos de Joyada, hijo de Eliasib, sumo sacerdote, era yerno de Sambalat, joronita, y por eso le arrojé lejos de mí. 29 Acuérdate de ellos, Dios mío, de los que contaminan el sacerdocio y el pacto del sacerdocio y de los levitas. Joyada, sumo sacerdote, tuvo la osadía o la debilidad de autorizar el matrimonio de un hijo suyo con la hija de Sambalat, enemigo declarado de los judíos (2,10.19; 6,1). Mandaba la ley que el sumo sacerdote tomara por esposa a una virgen de su pueblo (Lev 21,14). Nehemías no pudo tolerar semejante escándalo, dado por el sacerdocio en la misma capital del judaismo (Mal 2,4-8). Este hecho es el mismo que refiere Flavio Josefo 1, situándolo en tiempos de Darío III (33S-330), durante el pontificado de Jadúa. Acaso haya en esta noticia de Flavio Josefo un anacronismo. Según los documentos de Elefantina, era Sambalat gobernador de Samaria el año 407, bajo Darío II (424-405). ' Anf. lud. 11,7,2.

796

Nehemías 13

Conclusión

T

(13,30-31)

O B I T

30 Por eso los limpié de todo lo extranjero y puse a sacerdotes y levitas por clases, cada uno a su obra, 31 y para la ofrenda de la leña en los tiempos señalados y para las primicias. ¡Acuérdate de mí, Dios mío, para bien!

Termina Nehemías su libro con un Memento mei: «Acuérdate de mí para bien» (zakrali letobah: 5,19; 6,14; 13,14). Dando una mirada retrospectiva, comprueba Nehemías los esfuerzos que ha llevado a cabo para devolver al templo el antiguo esplendor; las dificultades que tuvo con ocasión de la reconstrucción de los muros de Jerusalén y todo cuanto hizo para la creación de un nuevo Estado judío. Al término de sus trabajos, lejos de buscar la gloria y la recompensa humana, fija su vista al cielo y pide a Dios se acuerde para bien de todo cuanto ha batallado para procurar su gloria. Con estas palabras desaparece de la historia uno de los más grandes reformadores del pueblo judío. En toda su administración se muestra hombre sagaz, político, israelita ejemplar, en quien no hay doblez. De él dice Eci 49,13: «¿Cómo engrandecer a Nehemías, cuya memoria es gloriosa, que levantó nuestras ruinas, reedificó nuestras casas arruinadas, puso puertas y cerrojos?»

INTRODUCCIÓN Título del libro Se lo dan sus dos protagonistas. En los LXX, el padre es llamado Tobit, Tobeit; en la V. Latina, Tobis; al hijo se llama Tobías. En los manuscritos de Qumrán, donde se han encontrado fragmentos del libro, al padre se le conoce por Twby, y al hijo por Twbyh («Bíblica», 34 [1953] 4i7)Texto original No se admite ya que el libro fuera originariamente escrito en griego. Su autor utilizó una de las dos lenguas, hebraica o aramaica. Los muchos semitismos que esmaltan el libro tienden a probarlo hasta la saciedad. El texto hebreo no fue conocido por Orígenes 1 ni por San Jerónimo 2 , pero se hallaron fragmentos de él en la gruta cuarta de Qumrán, tres en arameo y uno en hebreo 3 . Estos hallazgos no resuelven definitivamente la cuestión de si la lengua original del libro fue la aramaica o la hebrea. Milik se inclina por la primera. Traducciones griegas Se presentan bajo tres formas: 1) Representada por los códices B y A. Los dos reproducen el mismo tipo de texto, pero el último es una revisión del primero. Este texto es llamado también vulgar, y se encuentra en todos los manuscritos de la misma familia. Se caracteriza por su sobriedad. Se reproduce, con pocos cambios, en la edición Sixtina, de donde tradujeron NÁCAR-COLUNGA.

2) Su mejor representante es el códice Sinaítico. Faltan en él las secciones 4,7-i9 a ; 13,8-11. Su nota especial está en presentar un texto más amplio que el anterior, con tendencia parafrástica. En la edición BOVER-CANTERA se toma como base el texto B, al que se le han acoplado de un modo orgánico las adiciones de S (encerradas entre corchetes) y las de la Vulgata (en letras cursivas). 3) Existe un tercer grupo de códices griegos minúsculos que a veces siguen a B y en otras se apartan de él. Son los principales: Cód.44,107,609. Se trata de una revisión del texto vulgar 4 . Resumiendo, el texto griego de Tobías ofrece la nota característica de presentarse bajo dos formas fundamentales: una corta y otra larga. Modernamente las simpatías van por esta última. 1 2 3 4

Epist. ad Afric.: PG 11,80. Praef. in Tobit: PL 29,23. J. M. MILIK, Dieci Anni di scoperle nel deserto di duda (Turín 1957) 23. A. RAHLFS, Verzeichnis der Griechische Handschriften des A. Testamentes (Berlín 1914).

7.98

Introducción a Tobit

Introducción a Tobit

Versión Vetus Latina Fundamentalmente se acerca al texto amplio de Sin.; pero existen grandes diferencias entre los códices de esta versión. En general, puede decirse que la Vetus Latina ocupa un lugar intermedio entre la corriente breve y la amplia, lo que deja presumir que el traductor tuvo ante su vista ejemplares griegos representantes de las dos corrientes, decidiéndose por una o por otra según juzgaba conveniente. Para Milik el texto de la Vetus Latina es superior al del Sinaítico.

tas razones cabe añadir su parecido con la literatura sapiencial: estilo didáctico y parenético, fórmulas de oración y terminología que aparecen en los libros de la Sabiduría y Eclesiástico. La doctrina sobre la retribución revela un avance sobre la retribución puramente material. Por otra parte, su composición no puede rebajarse hasta el último período de los Macabeos, por no aparecer en sus páginas ninguna de las preocupaciones político-religiosas de entonces, ya internas, ya externas. Pudo escribir el libro un judío de la diáspora, quizá de Egipto, hacia los siglos IV-III o un poco más tarde. Galdos admite que los últimos retoques se hicieron en el siglo 11 antes de Cristo; según Schumpp, fue compuesto el libro entre los siglos 111-11; antes del siglo n, dice Clamer; antes de la rebelión macabaica, añade Lods.

Vulgata A instancias de Cromacio de Aquileya y de Heliodoro de Altino tradujo San Jerónimo, en una noche, el libro de Tobit, que le dictaba en hebreo un rabino que tenía ante su vista un texto arameo. Parece que San Jerónimo conoció la Vetus Latina. Su versión no es sensum e sensu, sino libre (PL 29,23). Textos semíticos Se perdió el original aramaico, del cual tradujo San Jerónimo, conservándose, en cambio, otros más recientes, entre los cuales citamos el ArN, descubierto y publicado por Neubauer 5 , que se cita en el comentario con las siglas ArN. Es un texto más amplio que el de B; carece de los capítulos 13-14; en los primeros, al igual que la Vulgata, usa la tercera persona en vez de la primera. Afín a éste cabe mencionar el texto de Münster = HM, publicado por Sebastián Münster (Basilea 1542). Tampoco tiene los dos últimos capítulos. Otros textos hebraicos, el de P. Fagius y M. Gaster (traducciones de un ejemplar griego), no tienen gran importancia. Cabe mencionar, en cambio, la versión siríaca publicada por LAGARDE 6 , notable en la primera parte del libro. Autor No existe una tradición judío-cristiana acerca del autor del libro, ni en el texto se encuentran indicios suficientes para individualizarlo. Se hace hincapié en las secciones del libro en que se usa la primera persona en la narración (1,1-6), y en el testimonio de 12,20, para decir que Tobit y su hijo escribieron su historia. Pero a ello cabe responder que se ignora cuál fue la forma literaria original de los primeros capítulos de la obra, y en segundo lugar, que no manda el ángel a padre e hijo que escriban toda la historia, sino que divulguen lo que él ha hecho con ellos. La forma actual del libro se debe a un judío que vivió después de la cautividad. Fecha de composición El autor escribe después de la cautividad. Considera como un hecho antiguo la destrucción de Nínive (14,6.16); los capítulos 13-14 suponen la destrucción de Judá, de Jerusalén y de su templo. A es5 The Book of Tobit. A Chaldee Text (Oxford 1878). Libri Veteris Testamenti apocryphi syriace (Leipzig 1861).

6

799

¿Tobit libro histórico? En apariencia, sí; a priori debe retenerse como tal; que no lo sea, en todo o en parte, debe probarse. Los exegetas pueden y deben determinar el género literario del libro. Como se desprende de la respuesta de la Comisión Bíblica 7 , cabe la posibilidad de que, andando el tiempo, y a consecuencia de nuevos estudios y descubrimientos, se dude de la historicidad del libro de Tobit. Los que la sostienen invocan la tradición; el aspecto externo, con sus indicaciones históricas, geográficas, genealógicas, etc.; la narración en primera persona en los primeros capítulos, fin del libro, etc. A ello se oponen las dificultades de orden histórico, los milagros y hechos insólitos, la dependencia del libro de la Leyenda de Ahikar. Los críticos independientes niegan su historicidad. Entre los exegetas católicos de hoy día se tiende a considerar el libro como novela didáctica con fondo histórico. En él se atiende más a la doctrina que al hecho histórico. Su finalidad es probar que también en el exilio, fuera de Palestina, se puede servir a Yahvé. Dios somete a prueba a los justos y recompensa profusamente a los que la soportan. Pone de relieve la práctica de las obras de misericordia. El autor se inspira en su composición en los relatos del Génesis, sobre todo en la embajada de Eliezer (Gen c.24). Como el Génesis, es Tobías un libro de bendiciones, de oraciones, de cánticos de acción de gracias. En el desarrollo del libro se anotan incongruencias que un autor deseoso de escribir una historia objetivamente verdadera trata de eliminar. En fin, la disposición del libro sugiere que el autor ha utilizado y embellecido una tradición, escrita u oral, de un episodio sucedido en tiempos de la deportación a Asiría. El exegeta no está hoy en trance de discernir en cada caso lo que pertenece al núcleo histórico y lo que se debe a la fantasía del autor. A esta opinión se suman casi todos los autores católicos modernos: Hummelauer («romance histórico»), Lagrange («historia edificante»), Clamer, Miller, Priero, Bückers, Schumpp, Barucq, etc. Al 7

Documentos Bíblicos (Madrid 1955) 265-266,

Introducción a Tobit

800

terminar el P. Vaccari la recensión del comentario de Miller, escribe: «Sumado todo, respecto de los libros de Tobit y de Judit puede seguirse la opinión de que pertenecen a un género literario menos rigurosamente histórico» 8 . Parecido es el pensamiento del P. Juan Prado, del cual son estas palabras: «La tesis de la estricta historicidad, aun restringida al relato tal como salió de manos del hagiógrafo, nos parece más comprometedora y arriesgada para la defensa de la canonicidad, inspiración e inerrancia del libro de Tobit, tal como se ha recibido en el canon, que la hipótesis contraria 9 . La «Leyenda de Ahikar» Se ha relacionado el libro con diversas piezas literarias de la antigüedad: La esposa desgraciada 10 , El muerto agradecido U, El justo que sufre 12 ; pero, sobre todo, tiene el libro analogías con la Leyenda de Ahikar. La Leyenda de Ahikar es muy antigua; un fragmento ha sido encontrado entre los papiros árameos de Elefantina, siglo v antes de Cristo. Bajo diversas formas, se ha conservado en siríaco, armenio, árabe (adaptación en Las mil y una noches) y en griego (en la Vida de Esopo). Los autores se dividieron desde el principio en dos bandos: los que negaban a la leyenda todo fundamento histórico y los que lo defendían. La no historicidad de la leyenda no prueba la no historicidad de Tobit, y viceversa. La discusión sigue todavía sobre su origen, pagano o judío; autor, lengua original, lugar de composición, etc. En cuanto a sus relaciones con el libro de Tobit, prevalece hoy la opinión de que Ahikar es anterior, máxime después del hallazgo de fragmentos en Elefantina que, según algunos, son transcripción de un texto del siglo vi antes de Cristo 13 . Terminamos diciendo que entre ambos libros hay mezcla de elemento narrativo y didáctico, prevaleciendo el primero en Tobit y el segundo en Ahikar. Esto nos lleva a la conclusión, dice Vaccari, de que ambos libros pertenecen al mismo género literario de novela moral con fondo histórico 14, cuyo juicio comparten la casi totalidad de autores católicos actuales. El carisma inspirativo es compatible con el uso de fuentes en cuyo manejo el autor sagrado fue ayudado por el soplo de la divina inspiración, que le hacía inmune de todo error al escoger y elegir sus fuentes de información 15 . Doctrina religiosa Como hemos dicho, el libro tiene una finalidad preferentemente didáctica. En el libro se contienen doctrinas preciosas acerca de Dios, de los ángeles y demonología. Enseña además cómo debe vivir el justo para agradar a Dios. 8 «Bíblica», 27 (1946) 140. La índole literaria del libro de Tobit: «Sefarad», 7 (1947) 381-382. NEUBAUER, Le Midrasch Tanhuma: «Revue des Etudes Juives», 8 (1886) 224-238. 11 SIEGER, Das Buch Tobías und das Marchen vom dankbaren Tótem «Katholik», 29 (1904) 367-377. 12 «Revue Biblique», 59 (1952) 239-250. 13 F . Ñ A U , Histoire et sagesse d'Ahikar l'Assyrien (París 1909). 14 La Sacra Bibbia 233. 15 Humani generis: «Documentos Bíblicos», 601. 9

10

Introducción a Tobit

801

El fin religioso primario del libro es poner de manifiesto la providencia de Dios para los que le sirven. Pueden los justos experimentar temporalmente grandes calamidades, psíquicas y materiales; pero Dios les devolverá, tarde o temprano, el bienestar, ya que las desgracias son solamente pruebas que les manda Dios para acrisolar su virtud. La providencia de Dios se manifiesta sobre Tobit, el varón que «caminó por las sendas de la verdad y de la justicia todos los días de su vida» (1,3), sobre su familia. Dios escucha la oración de Tobit y de Sara y acude prontamente en su auxilio enviándoles un ángel, que llevará el bienestar y la alegría a las dos familias. Mención especial merece la doctrina del libro sobre la angelologia. Para poner término a los males de Tobit y Sara, mandó Dios a Rafael para que los curara (12,14). En el viaje señaló al joven Tobías la virtud de la hiél y del hígado; aquélla era remedio eficaz contra la enfermedad de los ojos que padecía su padre; el hígado y el corazón del pez, puestos sobre las brasas, tendrían la virtud de paralizar a Asmodeo, el maligno demonio. Finalmente, Rafael se presenta a Tobit como ángel mediador, que le asistía «cuando enterraba a los muertos». Uno de sus oficios era presentar el mnemósynon (Act 10,4; Apoc 8,3) de sus oraciones delante de la gloria del Señor. Es la primera vez que se habla en el Antiguo Testamento de la categoría especial de los siete ángeles; en el Apocalipsis (8,2) se mencionan de nuevo. El nombre de tres consta en la Biblia: Miguel (Dan 10,13.21; 12,1; Tes 4,16; Jue 9; Apoc 12,7); Gabriel (Dan 8,16; 9,21; Le 1,19) y Rafael (Tob 3,17; 12,15); los de los otros provienen del libro IV de Esdras y de Henoc 16. Hemos hablado de que una de las misiones de Rafael era la de «paralizar a Asmodeo» (3,17). En la antigüedad 17 se hacían fumigaciones provocando olores nauseabundos para ahuyentar a los demonios. Esto mismo hizo Tobías por indicación del ángel. En su parte esencial vemos que la acción del Asmodeo conviene al papel de Satanás. Como en el Nuevo Testamento, se confirma la realidad de los espíritus demoniacos, enemigos de Dios y de los hombres, cuya acción nefasta, sin embargo, está bajo el control de la Providencia divina 18. Canonicidad Falta el libro en el canon judío de Palestina. Las dudas existentes en el judaismo contra la inspiración del mismo determinaron el poco respeto de los traductores por el texto original, de donde se ha originado gran variedad en la tradición textual. San Jerónimo, influido por ambientes rabínicos, lo consideró como un libro edificante (PL 29,23-24), dudando de su canonicidad. En la literatura patrística se encuentran infinidad de citas y alusiones al libro de Tobit (PRIERO, CLAMER). 16

J. BONSIRVEN, Judaisme Palestinien (París 1935) 234-235. F . L E X A , La magie dans l'Egypte antique I (París 1925) 104. R. P A U T R E L - M . LEFÉVRE, Trois textes de Tobie sur Raphael: «Recherches de Science Religieuse» (Mélanges Lebreton) 39 (1951) 115-124; M . LEFÉVRE, Ange ou béte?: «Satán» (Desclée de Brouwer 1948) 13-27. En uno y otro trabajo se encuentra una discreta bibliografía. 17 18

Biblia

comentada

2

26

802

Tobit 1

Tobit 1 BIBLIOGRAFÍA a)

Comentario

R. GALDOS, Commentarium m Librum Tobiae: «Cursus Scripturae Sacrae» (París 1930); M. SCHUMPP, Das Buch Tobías Ubersetzt und erklárt (Münster 1933); A. MILLER, Das Buch Tobías: «Com. de Bonn» (Bonn 1940); A. VACCARI, Tobia: «La Sacra Bibbia» (Firenze 1948); A. CLAMER, Tobie: «La Sainte Bible», Pirot (París 1949); F. STUMMER, Das Buch Tobit: «Echter Bibel» (Würzburg 1950); R. PAUTREL, Tobie: «La Sainte Bible Jérusalem» (París 1951); J. PRIERO, Tobia: «La Sacra Bibbia» (Turín 1952); A. GUILLAUMONT, Tobie: «La Bible», Biblioth. de la Pléiade (París 1959); F. Z I M MERMANN, The Book of Tobit (Nueva York 1958). b)

Estudios

A. BEEL, Doctrina dogmática libri Tobiae: «Collationes Brugenses», 38 (1938) 169-174; I D . , Libri Tobiae analysis: ibid., 38 (1938) 120-122; ID., Doctrina moralis libri Tobiae: ibid., 38 (1938) 204-209; I D . , Libri Tobiae Índoles histórica: ibid., 265-274; J. GOETTMANN, Le livre de Tobie: «Bible et Vie Chrétienne», 28 (1959) 20-33; J. MÜLLER, Beitraege zur Erkldrung und Kritik des Buches Tob (Giessen 1908); J. PRADO, Historia, enseñanzas y poesía en el libro de Tobías: «Sefarad», 9 (1952) 27-51; A. SCHULTE, Beitraege zur Erklaerung des B. Tob (Freiburg 1914); F. ZORELL, Canticum Tobit (13,1-18): VD 5 (1925) 298-300. Abundante bibliografía en los comentarios mencionados, especialmente

803

o c u p a n d o el t r o n o asirio el r e y Sargón (722-705). Pero, dado el caso de q u e n o existe n i n g ú n soberano asirio q u e lleve el n o m b r e d e E n e m e s a r , ¿cómo se explica la presencia del m i s m o en el texto del libro d e T o b í a s ? C o n este n o m b r e , ¿se quiere designar a Salmanasar o a Sargón? D i v e r g e n los autores al d a r u n a respuesta a estas p r e g u n t a s . Para algunos, la presencia d e E n e m e s a r e n los textos griegos en vez d e Salmanasar se explica p o r u n error d e lectura y escritura, p o r confusión y substitución d e letras iniciales (CLAMER, STUMMER, VACCART, S C H U M P P ) . O t r o s creen q u e E n e m e s a r q u i e r e designar al rey Sargón. E n realidad, parece q u e m á s q u e d e personas es cuestión d e nombres. E s cierto q u e el personaje es Sargón, p e r o d e b e n explicarse las variantes y m u t a c i o n e s del n o m b r e en los diversos textos ( P R I E R O ) . Indica el texto q u e T o b i t fue arrancado d e T i s b e y llevado cautivo a Asiria. El texto griego n o señala precisamente el lugar d e la patria d e T o b i t , sino m á s bien la localidad desde d o n d e salió para su cautiverio. T o d o s los textos convienen en afirmar q u e la localid a d pertenecía a la t r i b u d e Neftalí, en Galilea (superior, al occidente d e Fogor, a ñ a d e n S y Vulgata).

PRIMERA

DESGRACIAS

DE TOBIT

PARTE

Y SARA

(0.1,3-3,17)

SCHUMPP, p.LXXXXI-LXXXXVI.

Vida ejemplar de Tobit (1,3)

INTRODUCCIÓN

Ascendencia

de Tobit

3

(1,1-2)

1 Historia de Tobit, hijo d e Tobiel, hijo d e Ananiel, hijo d e Aduel, hijo de Gabael, de la familia de Asiel, de la tribu de Neftalí, 2 q u e fue llevado cautivo en t i e m p o d e E n e m e s a r , rey de los asirios, y era natural de Tisbe, q u e está a la derecha de Cades de Neftalí, en Galilea, p o r encima de H a s o r . Se indican e n el título d e l libro la genealogía d e l personaje p r o tagonista d e la historia y la patria del m i s m o (1 S a m 1,1; 9,1; J t 8,1; 1 M a c c.21). L a expresión griega, d e sabor hebraico, bibios íogon, libro d e las palabras, líber sermonum, equivale a decir: Tratado de los dichos y hechos de Tobías (1 R e 11,41; 14,19.29; N e h 12,23), o simp l e m e n t e ; Historia de Tobías. T o d o s los n o m b r e s q u e e n t r a n e n la genealogía d e T o b i t son teóforos, con significación simbólica, lo q u e n o deja d e ser s o r p r e n d e n t e . E n algunos textos, a esta genealogía se a ñ a d e n los n o m b r e s d e Rafael y Ragüel (Sin.). C o n esta genealogía se hace resaltar la ascendencia gloriosa d e n u e s t r o héroe. L a m e n c i ó n d e E n e m e s a r ofrece cierta dificultad. Sabemos q u e los reyes d e Asiria se sucedieron p o r este orden: Teglatfalasar I I I (745-727). Salmanasar V (727-722), Sargón (722-705), S e n a q u e r i b (705-681), A s a r a d ó n (681-669). L a deportación d e T o b i t a Asiria t u v o lugar, o bien e n 732, bajo el reinado de Teglatfalasar, del cual su hijo Salmanasar era jefe de operaciones en occidente, o en 721

Yo, Tobit, caminé p o r las sendas de la verdad y de la justicia todos los días d e m i vida, haciendo m u c h a s limosnas a mis herm a n o s , los de m i nación, q u e conmigo habían sido llevados a tierra d e los asirios, a Nínive. D e s d e el principio, la Vulgata emplea e n la narración la tercera persona, m i e n t r a s q u e las versiones griegas hasta el c.3 v.7 p o n e n el texto en boca d e T o b i t . El autor sagrado tiene interés en hacer resaltar q u e la vida d e T o b i t se caracterizó p o r la fidelidad a la ley divina y p o r su caridad hacia el prójimo. D u r a n t e t o d a su vida cam i n ó T o b i t p o r la senda d e la verdad, q u e es la ley y el t e m o r d e D i o s (Sal 119,30; 2 P e 2,2). E n el texto original se e n c u e n t r a n tres t é r m i n o s q u e n o pocas veces tienen u n significado sinónimo: verd a d (alézeia), justicia (dikaiosyne) (4,6) y limosna (eleemosyne). E n pocas palabras da el texto u n fiel retrato d e la personalidad m o ral d e T o b i t . Su múltiple acción bienhechora se ejercía e n favor d e sus h e r m a n o s compatriotas d e p o r t a d o s c o m o él a Nínive, ciudad q u e m á s tarde, bajo Senaquerib (705-681), debía convertirse oficialm e n t e en capital d e Asiria. E n este capítulo (1,10-15) s e s u p o n e q u e ya en tiempos de Salmanasar y de Sargón era N í n i v e la capital de Asiria. Podía serlo d e hecho, p e r o oficialmente n o .

804

Fidelidad de Tobit en un ambiente de apostasía (1,4-5) 4 Siendo yo joven, vivía en mi patria, en la tierra de Israel, y toda la tribu de Neftalí, mi padre, se había apartado del templo de Jerusalén, de la ciudad elegida entre todas las tribus de Israel para ofrecer sacrificios y ser5 morada del Altísimo, santificada por todas las generaciones. Todas las tribus, que a una habían apostatado, sacrificaban a Baal, al becerro, y asimismo la casa de Neftalí, mi padre.

Siendo todavía joven (neotérou), demostró Tobit su fidelidad a la casa de David (Sin., VL) y hacia el templo de Jerusalén. Esta conducta del joven Tobit es tanto más de admirar cuanto que la mayoría de sus hermanos de tribu habían apostatado del culto verdadero y se habían rebelado contra Jerusalén. No sólo la tribu de Neftalí, sino todas las tribus del Norte, habían apostatado, sacrificando a Baal, no adorando al verdadero Dios en su único santuario legítimo de Jerusalén. La apostasía fue general, no total, pues un pequeño núcleo de fieles resistieron al mal ejemplo y se aventuraban a hacer las visitas reglamentarias al templo de Jerusalén (5,14). El texto alude al cisma político-religioso perpetrado por Jeroboam I (1 Re 12,16-14,20). Con el fin de poner de relieve la conducta de Tobit, se menciona en los primeros dos capítulos la apostasía de la tribu de Neftalí, a la cual pertenecía aquél. La expresión Neftalí, mi padre debe entenderse en el sentido de antepasado.

Fidelidad de Tobit a los deberes para con el santuario de Jerusalén (1,6-8) 6 Yo iba, las más veces solo, a Jerusalén durante las fiestas, según está mandado a todo Israel por precepto eterno, y llevaba las primicias y los diezmos de las cosechas y las primicias del esquileo, 7 y los entregaba a los sacerdotes, hijos de Aarón, en el altar. El diezmo de todas las cosas se lo entregaba yo a los hijos de Leví que sirven en Jerusalén; el segundo diezmo lo vendía e iba y lo gastaba en Jerusalén cada año; 8 y el tercero lo daba a quienes correspondía, según que me había recomendado la madre de mi padre, Débora, pues yo era huérfano de padre.

Dice el texto que Tobit, en las peregrinaciones que a menudo (pleonákis) hacía a Jerusalén, iba solo (monos), lo que debe interpretarse en sentido amplio, como da a entender 5,14. Las tres solemnidades a las cuales tenía obligación de asistir todo varón israelita eran Pascua, Pentecostés y fiesta de los Tabernáculos. Con ocasión de estas visitas periódicas a la Ciudad Santa, llevaba Tobit las primicias, los diezmos de todos los productos y el primer esquileo (Deut 18,4), que entregaba a los sacerdotes. Mandaba la Ley que los israelitas no se presentaran ante Yahvé con las manos vacías, sin llevar las primicias de los frutos del suelo (Ex 23,15). En general, todas las

805

Tobit 1

Tobit 1

primicias pertenecían a Yahvé (Lev 23,19; 27,26; 34,36; Deut 12,6), y eran consignadas en manos de los sacerdotes, quienes las ofrecían con una ceremonia que consistía en la elevación (teruma) y agitación (tenufa) de las ofrendas L El montante de los diezmos se distribuía de la siguiente manera: un diezmo de todas las cosas se destinaba al sostenimiento de los levitas (Núm 18,21); el segundo lo consumía el oferente en los departamentos del templo (Deut 14,22-27), y el tercero se entregaba para beneficencia cada tres años (Deut 14,2829). El texto refleja las costumbres de una época tardía con relación a las prescripciones de la ley antigua. El v.8 es más explícito en el texto sinaítico. En el fondo de esta observancia tan escrupulosa de las primicias y diezmos, está, además de su fidelidad a la ley mosaica, la educación esmerada que recibió Tobit de parte de Débora, madre de su padre, es decir, madre de Tobiel, la cual corrió con la educación del niño después de la muerte de su padre. La mención de Débora (Jue 4,4) en este texto obedece al designio del autor sagrado de poner de relieve la buena índole de Tobit, que era hijo de profetas (4,12). Fiel observancia de las leyes concernientes al matrimonio (1,9) 9 Hombre ya, tomé por mujer a Ana, del linaje de nuestro padre, y de ella tuve a Tobías.

No sólo se abstuvo Tobit de tomar por esposas a mujeres extranjeras, lo que prohibía la Ley (Deut 34,15; Esd 9,1), sino que se obligó a tomar a una mujer de su mismo linaje, lo cual, aunque no se exigía por la Ley, se consideraba como más conforme al ejemplo de los patriarcas (Gen 24,4.37.38; 28,2-9; 29,19). No indica el texto la edad de Tobit en el momento de contraer matrimonio; con una fórmula vaga, dice el texto latino: Cum factus esset vir (anér), lo que da a entender que contaba unos veinte años cumplidos. Era éste el término a quo para poder contraer matrimonio (Ex 30,14; Deut 20,7; 24,5). De él tuvo un hijo, al que llamó Tobías. Todos los textos, excepto la Vulgata, están acordes en llamar Tobit al padre y Tobías al hijo, ejemplo que seguiremos nosotros. Observancia

de la ley referente

a los

manjares

(1,10-14) 1° Cuando fuimos llevados cautivos a Nínive, todos mis her-manos y los de mi linaje comían de los manjares de los gentiles 11 pero yo me abstenía 13 de comerlos, 12 porque con toda mi alma me acordaba de Dios. Diome el Altísimo favor y gracia ante 1 O. EISSFELDT, Erstlingen und Zehnten im Alten Teslament (Leipzig 1917); A. VINCENT Les rites de balancement (tenouphah) et de prélévement (teroumah) dans le sacrifice de Commu-' nton de VA. T.: «Mélanges Syriens offerts a M. D. Dussaud», I (París 1939) 267-272.

806

Tobit 1 Enemesar, que me hizo su proveedor, 14 y, viajando por la Media, presté a Gabael, hermano de Gabrías, en Ragúes de Media, diez talentos de plata.

Sus compatriotas y connacionales en el exilio comían sin reparo de los manjares de los gentiles, que la ley prohibía terminantemente a los israelitas. No podían comer carnes de animales impuros (Lev 2,23; Deut 14,3-21) o que hubieran sido ofrecidos a los ídolos (Ex 34,15; Act 15,29; 21,25; 1 Cor 10,28), o comer la carne con su sangre (Gen 9,4; Lev 17,10-12; Deut 12,23-25). Dice el texto que todos sus hermanos comían de los manjares de los gentiles, lo que es una exageración, como 1,4-5. Dios premió la fidelidad de Tobit haciendo que encontrara favor y gracia delante de Enemesar, el cual, en señal de benevolencia y confianza, le nombró proveedor (agorastes) suyo, cargo que, según Sin. y Vet. Latina, conservó hasta la muerte del rey. Este nombramiento real permitió a Tobit gran libertad de movimientos por todo el territorio asirio. En uno de sus viajes llegó hasta Ragúes de Media, en donde residía una familia (su hermano, dice el texto) de su misma tribu. Según 2 Re 17,6, Salmanasar llevó cautivos a los habitantes de Samaría y a algunos les «hizo habitar en las ciudades de la Media». En Ragúes—en los clásicos, Ragai; Ragau, según Judit 1,6; en antiguo persiano, Raga—, edificada en el lugar de las ruinas de Rai, a 13 kilómetros al sudeste de Teherán, vivía un cierto Gabael (véase v.i), hermano de Gabrías (Vet. Lat., HM: «su hermano»; 4,20: «hijo de Gabrías»), a quien Tobit prestó diez talentos de plata. Cabe la suposición de que Tobit prestó aquel dinero con el fin de solucionar una necesidad económica de su pariente, como deja suponer el texto de la Vulgata, al decir que se lo entregó sub chirographo; pero el texto y el contexto se refieren más bien a una cantidad que dejó allí en depósito. Este es el sentido del verbo griego paratízemi (1,14; 4,1.20). En 9,5 se dice que Rafael se hospedó en casa de Gabael, «a quien dio el recibo», y que «Gabael trajo los talegos sellados». Caridad

de Tobit

hacia

sus hermanos

Tobit 1

Tobit,

por el rey

(1,19-20)

Pero un ninivita hizo saber al rey que era yo el que los enterraba, y entonces tuve que ocultarme; y sabiendo que me buscaba para darme muerte, temeroso, huí. 20 Fui despojado de todos mis bienes, no dejándome nada sino a Ana, mi mujer, y a Tobías, mi hijo. Era costumbre denegar la sepultura a los cadáveres de los condenados a muerte, con el fin de que su espíritu no hallara reposo. Senaquerib comprobó que los cadáveres de los judíos que él había hecho matar desaparecían. Un ninivita hizo saber al rey que era Tobit quien los enterraba. Al enterarse Tobit de la denuncia, continuó practicando la piadosa obra con más cautela y a escondidas. Pero pronto se enteró que el rey le buscaba para matarle, por lo cual, temiendo, buscó refugio en otra parte. Muerte

de Senaquerib

(1,21)

21

No eran pasados cincuenta días, y le mataron dos de sus hijos, que huyeron a los montes de Ararat, y le sucedió Saquerdón, su hijo, el cual puso a Ahikar, el hijo de mi hermano Anael, al frente de toda la contabilidad administrativa del reino.

exilados

No habían transcurrido cincuenta días (Sin., cuarenta; A, Vet. Lat., Vulg., cuarenta y cinco), cuando Senaquerib fue muerto por dos de sus hijos, Adramelec y Sarasar (2 Re 19,37). Tomó las riendas del gobierno su hijo Saquerdón, o Asaradón (681-669). Es Ahikar el héroe de la leyenda que lleva su nombre. Fue ministro de finanzas de Senaquerib y Asaraddón. Al presentar el autor sagrado a Tobit como tío del mismo, pretende incorporarlo al ciclo de Ahikar 2. 2

Con la muerte de Enemesar (¿Sargón?) y el advenimiento al trono de Senaquerib cambió la situación privilegiada de que gozaba Tobit. Con Senaquerib (705-681) perdió el cargo de proveedor de la real casa, lo que coartaba su libertad de movimientos. En

perseguido

19

(1,15-18) 15 Muerto Enemesar, le sucedió Senaquerib, su hijo. Los caminos se hicieron inseguros, y ya no pude volver a la Media. 16 En los días de Enemesar hacía yo muchas limosnas a mis hermanos, 17 dando pan a los hambrientos y vistiendo a los desnudos; y si veía muerto a alguno de mi linaje, arrojado juntos a los muros de Nínive, le daba sepultura. 18 Si el rey Senaquerib mataba a alguno, luego que volvió huido de Judea, yo en secreto lo enterraba. En su furor mató a muchos, cuyos cadáveres buscaba luego él, y no los hallaba.

807

el nuevo panorama político diósele ocasión de ejercitar la obra de misericordia de sepultar los cadáveres de sus compatriotas arrojados en una fosa común para ser pasto de los perros y aves de rapiña (Jer 8,1; 14,16; 29,19). Es la primera vez que en la Biblia se considera como obra de misericordia el dar sepultura a los muertos (2 Sam 2,4-7). Con el fin de asegurar el honor y el descanso del alma de los muertos (2 Sam 21,10; 1 Re 14,11; Is 14,19), era costumbre que, en caso de que los familiares del muerto no pudieran cumplir con este deber, realizaran este acto de misericordia individuos de la misma tribu (1 Sam 31,11; 2 Sam 2,4; Ez 39,13; Eci 7.33.' 38.16). Según 2 Re 18,13-19,37, fracasó Senaquerib en su intento de apoderarse de Jerusalén, lo que repercutió desfavorablemente en el trato concedido a los prisioneros en Babilonia.

L. SEMKOWSKI, De morte Sennacherib: «Miscellanea Bíblica», 2 (1934) 148-160.

Tobit 2

Tobit 2

808

Reinado

de Saquerdón

(1,22)

22

Ahikar me alcanzó el perdón y pude volver a Nínive. Era Ahikar, mi sobrino, copero, guardasellos, administrador y contador, y Saquerdón le había hecho su primer ministro. La subida de Saquerdón al trono trajo un clima más propicio a los israelitas en el exilio. Tobit pudo salir de su escondite, pero no le fueron restituidos sus bienes. En favor de Tobit intervino el misterioso personaje llamado Ahikar, sobrino de Tobit. Convienen los diversos textos en afirmar que Ahikar fue ministro de Saquerdón y que intercedió por Tobit para obtenerle el perdón del rey. Pero es difícil imaginar que, dado lo elevado de su cargo, no consiguiera que le fueran devueltos los bienes a su pariente. Mientras estuvo en Nínive, cuidaba él de proveerle; pero, al partir para Elimaida, se encontró Tobit en la indigencia, hasta el punto de que su mujer, Ana, se vio constreñida a servir.

Tobit reanuda

sus obras de misericordia

(2,1-9)

1

Al volver a mi casa me fueron devueltos Ana, mi mujer, y Tobías, mi hijo. Era por la fiesta de Pentecostés, la fiesta santa de las siete semanas; y habiéndome sido preparado un banquete, me recosté para comer. 2 Al ver tantos manjares, dije a mi hijo: «Vete y trae al primer necesitado que encuentres de nuestros hermanos, que me recuerde al Señor; y espero por ti». 3 Cuando volvió, dijo: «Padre, uno de nuestro linaje yace en la plaza estrangulado» 4 En seguida, sin probar bocado, me lancé a la calle,5 le tomé y le metí en una habitación hasta que se puso el sol. Vuelto a casa, me lavé y comí con tristeza» 6 porque me vino a la memoria la profecía de Amos: «Vuestras fiestas se7 convertirán en duelo, y vuestras alegrías, en lamentaciones». Lloré, y en poniéndose el sol fui a cavar una hoya en que sepultar el cadáver. 8 Los vecinos se reían de mí, diciendo: «Aún no ha escarmentado; ya tuvo 9que huir por eso, y ahora vuelve a enterrar a los muertos». Aquella misma noche, cuando acabé de darle sepultura, aun antes de purificarme, me dormí en el atrio junto al muro, quedando con el rostro descubierto. Sobre el fondo general del cuadro histórico trazado en el capítulo i, en el cual se sigue un orden pragmático más que cronológico, desenvuelve el autor sagrado el drama que la divina Providencia dispuso en torno a la persona de Tobit. Trátase de algunos episodios particulares, que ponen en evidencia la virtud de Tobit y la Providencia divina, que no le abandona en medio de sus tribulaciones. Gomo prueba de que el autor no sigue un orden estrictamente cronológico, tenemos el hecho de que en la narración de 2,4-5 se describe una situación histórica que corresponde al reinado de Senaquerib. Para celebrar Tobit su regreso a casa y el encuentro con su mujer e hijo dispuso un gran banquete. Al mismo tiempo que celebraba su rehabilitación, quiso Tobit solemnizar la fiesta de Pentecostés (nuestra fiesta, dice el cód. Sin.), llamada

809

también de las Semanas (Deut 16,10; 2 Crón 8,13). La fastuosidad del banquete da a entender que tuvo lugar en los días en que gozaba Tobit de una situación económica desahogada, antes de la confiscación de sus bienes (1,20). Por otra parte, el episodio del judío muerto violentamente y abandonado en la plaza, o lugar público, recuerda los días de persecución de Senaquerib. No dice el texto que Tobit escondiera el cadáver en su casa, con lo cual se hubiera contaminado (Lev 11,32-35; Núm 19,14), sino en una casucha (oíkema, B; oikidion, Sin.), o local vecino al lugar donde yacía el muerto. Esperó a sepultarlo una vez puesto el sol, para no quebrantar el reposo del día de Pentecostés. Vuelto a su casa, se lavó las manos (Núm 19,11-22) y comió con tristeza de los manjares preparados en un ambiente de alegría, por recordar las palabras de Amos (8,10), cuyo mensaje se reproduce libremente.

La grande

prueba

(2,10)

10 No sabia yo que había pájaros en el muro, y, teniendo los ojos abiertos, los pájaros dejaron caer en mis ojos su estiércol caliente, que me produjo en ellos unas manchas blancas que los médicos no fueron capaces de curar. Por este tiempo, Ahikar proveía a mi sustento, hasta que partió para Elimaida. Esta prueba de Tobit constituye el punto álgido de la composición literaria de esta primera parte del libro (MILLER). A las penalidades que tuvo que sufrir de parte de los gobernantes y de los que se mofaban de sus obras de caridad, se añade la pérdida de la vista, con la consiguiente imposibilidad de atender a la manutención de su familia y de consagrarse, como hasta entonces, al servicio de los menesterosos. Era el día de Pentecostés por la noche. Habiendo dado sepultura a un muerto, Tobit quedóse a dormir en el patio para no contaminar su casa (Núm 19,22). Otro motivo de haberse quedado en el patio fue a causa del calor sofocante, como sugiere el otro detalle de que, en contra de la costumbre general entre los orientales, durmiera con el rostro descubierto. Ignoraba Tobit que en lo alto del muro junto al cual habíase acurrucado, bajo el alero del tejado, había pájaros (strouzia, golondrinas según la Vulgata). Sucedió que, «teniendo los ojos abiertos (detalle exclusivo de B), los pájaros dejaron caer sobre mis ojos su estiércol caliente, que me produjo en ellos unas manchas blancas» (leukómata). El contacto de los excrementos cargados de sales amoniacales, dice Vaccari, determinaron la formación de escamas o manchas blancas en la córnea del ojo, opacándola (11,12) y causando de este modo la ceguera. Tobit considera esta circunstancia como la primera causa que contribuyó a la pérdida total de la vista. Pero, según el texto, la ceguera se produjo instantáneamente. Los excrementos mancharon sus ojos, y, como consecuencia, notó Tobit fuerte irritación en los mismos, que fue en aumento a pesar de las curas de los médicos. Según otra versión, fueron los médicos los que, con sus intervenciones, agravaron el estado del ojo. Dice el Sinaítico: «Recurrí a los

Tobit 2

810

Penuria extrema

y burlas de su mujer

(2,11-14)

n Entonces Ana, mi mujer, se ocupaba de su casa en trabajos femeniles 12 y llevaba su labor a los amos. Estos, al pagarle una vez su salario, le regalaron un cabrito. 13 Cuando volvió a casa, comenzó el cabrito a balar. Y yo le dije: «¿De dónde viene ese cabrito? ¿No será robado? Devuélvelo a los amos, que no es lícito comer cosa robada». 14 Ella me contestó: «Es un regalo que han añadido a mi salario». Pero yo no la creía, y la instaba a que lo devolviese a los amos, enojado contra ella. Mas me replicó: «¿Dónde están tus limosnas y tus buenas obras? Ya lo ves ahora». La situación económica de Tobit llegó a tal extremo, que su mujer, Ana, viose obligada a trabajar en un lanificio para recibir un sueldo. Cierto día le dieron también un cabrito. Nuestro texto no indica si Ana trabajaba en casa o fuera de ella; únicamente hace notar que, una vez terminada la labor, la mandaba a sus clientes. Tampoco se deduce claro si el cabrito le fue entregado como sueldo normal de su trabajo o como regalo, lo que afirma el Sinaítico. Al oír Tobit los balidos del cabrito, sospechó que el animal había llegado a su casa o por extravío o por robo. Descartaba la suposición de que su mujer hubiera podido comprarlo. En ambas hipótesis, el animal debía restituirse a su dueño (Ex 23,4; Deut 22,1-3). No obstante las explicaciones de Ana justificando la procedencia del cabrito, Tobit no le daba crédito, acaso por constarle la conciencia poco escrupulosa de su mujer (5,18; 10,4), en contraste con su modo recto de proceder. En la discusión, Ana se refiere a la concepción corriente entonces de que las desgracias son castigo del pecado. Con ello hiere en lo más íntimo a su marido, porque detrás de sus palabras se esconde la sospecha de que es él un pecador y de que sus buenas obras son pura hipocresía. Es manifiesto el parecido de la mujer de Tobit con la de Job; ambas, con sus impertinencias, contribuyeron a agrandar los sufrimientos de sus respectivos maridos, tan duramente probados por Dios. 1

DHOBME, Elam: D B S 920-962.

811

Tobit 3

médicos para que me curaran; pero cuanto más me ungían con sus medicamentos, tanto más se ofuscaban mis ojos por las leukomas» (tais leukómasin). Con el tiempo sobrevino la grave enfermedad que terminó con la ceguera total. Aquélla se manifestó por unas manchas blancas (albugo, leukoma, macula cornea), terminando por la ceguera, que Tobit sufrió por espacio de cuatro años. El texto Sin. hace notar que la desgracia de Tobit consternó a todos sus compatriotas. Movido a compasión Ahikar, proveyó a su mantenimiento por espacio de dos años, hasta que partió para Elimaida (1,6). Se halla esta región, con Susa por capital, entre el Tigris, las orillas del mar Pérsico y el límite sudeste de la meseta del Irán 1.

Plegaria

de Tobit

(3,1-6)

í Yo me entristecí y lloré, y con dolor me puse a orar, diciendo: 2 «Justo eres, Señor, y justas todas tus obras; todos tus caminos son misericordia y verdad; juzgas siempre según verdad y justicia. 3 Muéstrate a mí y para en mí tus ojos. No me castigues por mis pecados, ni por mis ignorancias, ni por las que mis padres cometieron 4 Porque ellos desoyeron tus preceptos, (contra ti. tú nos has entregado en botín al cautiverio y a la muerte, objeto de escarnio para todas las naciones entre las que hemos sido dispersados. 5 Muchos son tus juicios y verdaderos, para que vayas a tomar venganza por mis pecados y los de mis padres; porque ni cumplimos tus preceptos ni caminamos sinceramente delante de ti. 6 Ea, pues, haz conmigo según tu beneplácito. Quítame el aliento de vida, para que muera y me convierta en polvo; porque más prefiero morir que vivir, pues he oído ultrajes mentirosos y una gran tristeza se apodera de mí. Haz que sea yo libertado de esta angustia para ir al eterno lugar. No apartes tu rostro de mí». Las palabras de Ana hirieron a Tobit en lo más íntimo. A las persecuciones de parte de los gentiles, a las risas burlonas de sus connacionales, se juntaban ahora las palabras injuriosas de su mujer, que le «habló como una mujer necia» (Job 2,10). En tales circunstancias, su pensamiento se vuelve al Señor. En la plegaria habla Tobit de la justicia y misericordia divinas; ruega al Señor que no le trate según su justicia (3-5), sino según su misericordia, pidiéndole que ponga fin a su vida, llena de penalidades. Con la muerte iría al «eterno lugar». En el texto no se presenta el «lugar eterno» como una morada oscura, sombría y espantosa, sino como lugar de reposo y de tregua de las penalidades de la vida. Esta concepción de la vida de ultratumba es superior a la de otros pasajes bíblicos más antiguos, y algunos autores católicos ven en el texto aquella confianza, seguridad y paz que se respira en el libro de la Sabiduría (MILLER).

La prueba

de Sara

(3,7-8)

7

Aquel mismo día aconteció en Ecbatana de Media que Sara, hija de Ragüel, fue insultada por las esclavas de su padre, 8 porque, habiendo sido dada en matrimonio a siete maridos, el maligno demonio Asmodeo les había dado muerte antes que con ella hubieran tenido vida conyugal, y le decían: «¿No estás loca tú, que ahogas a tus maridos? Siete has tenido ya, y de ninguno de ellos has gozado». El autor sagrado ha diseñado en esta perícopa (3,7-17) un cuadro concebido en estrecha relación con 2,1-3,6. Los acontecimien-

812

Tobit 3

Tobit 3

tos que se narran en ambos cuadros son contemporáneos, y entre ellos se dibuja una manifiesta analogía y paralelismo. Simultáneamente, en el mismo día, dicen B y Vulgata, una dura prueba alcanzó a los dos protagonistas: a Tobit en Nínive (2,29) y a Sara en Ecbatana (3,7); en el mismo tiempo (Sin.) ambos, en su dolor, acuden a Dios (3,11); la oración del uno y de la otra fue escuchada al mismo tiempo (Sin. 3,16), y «en la misma hora en que se volvía Tobit y entraba en su casa, bajaba Sara del piso alto de la suya» (3,17). A Tobit le persiguió un monarca asirio; a Sara, el demonio Asmodeo; de aquél se mofaban sus compatriotas y su mujer; de Sara, las sirvientas o esclavas de su padre. Las desgracias que acaecieron a ambos no eran consecuencia de sus pecados, porque los dos eran justos, sino resultado de una prueba a la cual Dios les sujetó para acrisolar su virtud. Dios premia su resignación en el sufrimiento, devolviendo a uno las riquezas y la vista, y a la otra premiándola con un matrimonio feliz. Los males que aquejaron a Tobit acontecieron por su piedad y amor hacia sus compatriotas; los de Sara contrastan con su buena conducta. Tobías y Sara son hijos únicos, y la presente narración pone de relieve la Providencia divina, que destinaba el uno para el otro. Junto a estas analogías, existen algunas divergencias, pues es distinto el estado de ánimo de Tobit y Sara y la ocasión de los sufrimientos de ambos. Estas analogías entre la situación de Tobit y la de Sara revelan que el autor ha dispuesto la narración artificiosamente. El número siete (v.8) reaparece varias veces (3,15; 6,14; 7,11) y equivale a decir: más de uno, varios, en sentido indefinido o completivo (todos los que desposó) (Gen 4, 15; Jue 16,13; Rut 4.IS; 1 Sam 2,55; Prov 24,16).

Vanos intentos de matrimonio

(3,9)

9 «¿Por qué nos azotas? Ya que ellos murieron, vete tú con ellos y que no veamos jamás hijo o hija tuya». Sara era hija única. Para perpetuar la descendencia de su padre fue dada en matrimonio a siete jóvenes, que murieron antes que llevaran con ella vida conyugal. Lo extraordinario del caso dio pie a que se esparciera entre el vulgo el rumor de que todos ellos fueron muertos por el demonio Asmodeo. Probablemente, los pretentendientes eran judíos, que iniciaron su vida de matrimonio con la bendición de Dios, al que invocaron con la oración (6,17). Pero la razón principal que deja traslucir el libro es que ellos no reunían las condiciones que exigía la Ley para desposar a una hija única (6,12.18; 8,17), sobre la cual sólo Tobías tenía derecho (3,15; 6,1218; 7,10). Según la Vulgata, los pretendientes murieron en la primera noche de la boda: «mox ut ingressi fuissent ad eam»; sin embargo, los textos B y Sin. señalan que ellos murieron de improviso (3,15; 6,14; 7,11; 8,10), antes que tuvieran con ella relaciones sexuales, sin ulterior determinación de tiempo. La muerte extraña de los esposos fue muy comentada e interpretada diversamente. Las criadas (una criada según la Vulg.) acusaban a Sara de que ahogaba a sus maridos.

813

E L DEMONIO ASMODEO

En el v.8 se atribuye la muerte de los varios maridos de Sara a la acción del demonio Asmodeo. Únicamente en este lugar y en 3,17 se especifica el nombre de este ser diabólico que concurrió, involuntariamente, a la realización de los designios de Dios. En las diversas redacciones, este demonio es llamado «el perverso» (poneros, B, Sin.); «el rey de los demonios» (HM), o «demonio de la impureza» (akázarton). Muchos autores creen que Asmodeo, tanto por el nombre como por su naturaleza y actividad, corresponde al Aeschma daeva de los antiguos persas; otros rechazan decididamente este supuesto parentesco. El Asmodeo bíblico no parece que deba considerarse como procedente de la mitología irania. En el supuesto que así fuera, no podría, sin embargo, concluirse que la demonología judía fuera de origen iránico. La única conclusión que pudiera deducirse es que tenemos aquí un rasgo, que podríamos llamar de color local, en el sentido de que los acontecimientos del libro de Tobías se desarrollaron en Persia 1. El nombre de Asmodeo puede ser de origen semítico y derivar del verbo hebraico shamad (Hifil), destruir, arruinar, de donde los nombres derivados: Ashmodai, Ashmedon, que se encuentran en la literatura rabínica y talmúdica 2 . En este supuesto, el Asmodeo del libro de Tobías correspondería al ángel destructor de que se habla en otros textos bíblicos o al Satán intrigante y enemigo de la felicidad (2 Sam 24,16; Sab 18,25; Apoc 9,11; 1 Crón 21,1; 1 Re 22,20), y estaría en oposición con Rafael, el ángel cuya misión es curar los males de Sara y llevar la felicidad a las familias 3 . La inserción en el texto del demonio Asmodeo ofrece algunas particularidades que merecen destacarse. Las sirvientas no culpan al demonio de la muerte de los maridos, sino a Sara (3,8). Esta y sus padres comprueban el hecho de la muerte de los maridos, pero no lo achacan al demonio (3,15; 7,11; 8,10); tampoco se hace mención del demonio en la plegaria de Sara (3,11-15) ni en la de su padre (8,15-17) y de Tobías (8,8-7). Únicamente el pueblo atribuye al demonio aquellas muertes. Tobías recoge el rumor popular de que el demonio ama a Sara y que, por lo mismo, mata a todos los que trataban de acercarse a ella (6,14-15). En todos los pueblos del antiguo Oriente existía la creencia en la existencia de espíritus malos. Los antiguos árabes creían que el desierto estaba poblado por djinns; que estos espíritus malignos desencadenaban enfermedades y que constituían un peligro para los nuevos esposos. Según los árabes, los djinns se encuentran en todas partes: «cada lugar tiene sus habitantes sobrenaturales». A es1

GLAMER, LAGRANGE, Le judaisme avant Jésus-Christ 403; Asmodée: DBS 1103-1104. Talmud, Git. 68a. Véase STRACK-BILLERBECK, Kommentar zura Neuen Testament IV SIO-SI33 En el Testamento de Salomón reaparece Asmodeo con las siguientes palabras de presentación : «Mi misión es conspirar contra los nuevos esposos para impedir que se conozcan. Yo destruyo la belleza de las esposas y cambio sus corazones. Provoco en los hombres accesos de locura y hago que, aunque tengan sus mujeres, las abandonen para ir a las de otros, de manera que pequen y caigan en actos de homicidio» (cit. PAUTREL). 2

814

tas potencias invisibles se atribuían las anormalidades de la vida sexual 4 . El demonio Asmodeo presenta ciertos rasgos que demuestran su parentesco con los demonios del paganismo, mencionados en el Antiguo Testamento con los nombres de Shedim, Seirim (Is 13,21; 34,14; Deut 32,17; Sal 106,37). En la versión aramea del libro de Tobías, Asmodeo es llamado rey de los Schedim (3,8; 6,14), o simplemente shedu (6,16), término con el cual se designan los espíritus de potencia limitada que, aun entre los paganos, no tienen el rango de las divinidades. De lo dicho podemos concluir que la naturaleza del Asmodeo no es estrictamente bíblica ni pagana, sino una mezcla creada por la fantasía popular, la cual, como es sabido, no conoce límites en esta materia.

Tentación de suicidio

(3,10)

10

Oyéndolas, se entristeció sobremanera, tanto que quería ahorcarse. Pero decía: «Soy la hija única de mi padre; si tal hiciera, el oprobio vendría sobre él y de dolor conduciría su ancianidad al sepulcro». Fue tan sensible Sara a los ultrajes de las sirvientas, que quería ahorcarse. Únicamente la reflexión sobre su condición de hija única, y por respeto a su anciano padre, no llevó a efecto su alocada idea. Todos los textos, excepto B, hablan de que Sara «se afligió grandemente, tanto que, subiendo a la terraza (yperoon) de su padre, quiso ahorcarse». La Vulgata señala que estuvo Sara en la terraza tres días y tres noches, sin comer ni beber. El suicidio es raro en Israel (2 Sam 17,23). De las funciones de las terrazas: 2 Sam 19,1; Dan 6,11; Jdt 8,5; 1 Crón 17,19; 2 Crón 4,11.

Plegaria de Sara

815

Tobit 3

Tobit 3

(3,11-15)

11

Y oraba puesta a la ventana, y decía: «Bendito eres, Señor Dios mío, y bendito tu nombre, santo y excelso por los siglos. Bendígante todas tus obras para 13siempre. 12 Y ahora, Señor, en ti pongo mis ojos y mi rostro. Llévame de la tierra y que no oiga ya más ultrajes. 14 Tú sabes, Señor, que yo estoy limpia de todo pecado con hombre 15 y que no he manchado mi nombre ni el nombre de mi padre en esta tierra de mi cautiverio. Hija única soy de mi padre, el cual no tiene hijo que pueda heredarle ni pariente próximo con un hijo para quien yo deba guardarme por mujer; ya se me han muerto siete maridos; ¿de qué me sirve la vida? Y si no te parece bien quitármela, mírame y ten piedad de mí y que no escuche ya más estos ultrajes». Recobrada la serenidad, después de la tentación de suicidio, se asomó Sara a la ventana y, con las manos extendidas y la vista di4 LODS, 274-277. Véase el estudio de E. Dhorme sobre la demonología del A. y N. T. en Hommage á W. Vischer: Maqqsl shaqedh. La Branche d'Amandier (París 1960) 46-54, en donde habla de los siete malos espíritus: Shedu, Elilim, Asmodeus, Beelzebub, Satán, Diábolos. El nombre del Asmodeo sólo aparece en el libro al principio de la narración de los hechos y nunca en boca de los que obran y hablan. Por hallarse en la parte redaccional cabe suponer que el nombre Asmodeo se introdujo más tarde en el texto. Con su presencia se consigue un doble efecto: poner en evidencia que Sara se reservaba para Tobías y, además, la santidad del matrimonio.

rígida hacia Jerusalén, como solían orar los israelitas en el destierro (Dan 6,10), se entregó a una fervorosa oración. Pide al Señor que le envíe la muerte para no oír más las afrentas de que ha sido objeto. Las criadas (v.9) le habían dicho lo peor que podía desearse a una mujer judía (Gen 30,23; Le 1,25). No evoca el recuerdo de sus propios pecados y los de su pueblo para obtener esta misericordia del Señor, I como hizo Tobit; al contrario, recuerda su pureza de vida, su con] ducta ejemplar en sus pensamientos, intenciones y obras. Recuerda i su condición de hija única, y que, por lo mismo, le correspondía • heredar todos los bienes de su padre y conservarlos por el matrimonio en la familia o tribu (Núm 36,1-13), lo que no le es posible por la muerte de sus siete maridos que intentaron desposarla. De ahí que su vida no tiene ya finalidad alguna. Sara no tiene ningún pariente próximo. Tanto ella como sus padres, que conocían la existencia de Tobit (7,2), ignoraban la de Tobías (3,15). Dios

escucha

las oraciones

de Tobit

y Sara

(3,16-17)

16

Fue escuchada la oración del uno y de la otra en la presencia de la gloria de Dios. 17 Rafael fue enviado para remediarlos a los dos, para batir las cataratas de Tobit y para casar a Sara, la hija de Ragüel, con Tobías, el hijo de Tobit, y paralizar a Asmodeo, el maligno demonio, por cuanto a Tobías tocaba heredarla. Al mismo tiempo en que se volvía Tobit y entraba en su casa, bajaba Sara, la de Ragüel, del piso alto de la suya. Ha descrito el autor la situación trágica de los dos fieles servidores de Dios Tobit y Sara. ¿Cuál será la solución que dará Dios para acabar con las tribulaciones que afligen a ambos? En el v.16 aparece el salvador, el instrumento de la Providencia divina, el que recompensa a los fieles por sus virtudes, el ángel que cura, Rafael (que significa Dios cura). Ambos rogaban a un mismo tiempo, y, sin que uno supiera nada del otro, pedían al Señor que les quitara la vida. Sus oraciones fueron escuchadas en presencia de la gloria de Dios (12,12.15) o delante de Dios Todopoderoso, cuya presencia se revelaba por la manifestación de su gloria, como en los días del Sinaí (Ex 24,16; 33,18). Las oraciones de Tobit y Sara llegaron al trono del Altísimo por mediación de Rafael, quien, además, era el guía de Tobit en todas las obras de misericordia que practicaba (12,12). En la literatura apócrifa se habla a menudo de Rafael (Henoc 10,4; 23,3; 49,9). En nuestro texto, su misión es doble: curar la enfermedad física que aquejaba a Tobit (12,14) y sanar los males morales de Sara con un matrimonio feliz. Con la mención de Asmodeo se quiere contraponer la obra salvífica de Rafael a la acción destructora del demonio.

816

Tobit 4

Tobit 4

Deberes

SEGUNDA PARTE

817

para con el prójimo

(4,7-11)

7

ACCIÓN BENÉFICA DE RAFAEL EN FAVOR DE TOBIT Y SARA (c.4-11) Consejos

del padre al hijo

(4,1)

1 En aquel día se acordó Tobit de la suma que tenía en poder de Gabael, en Ragúes de Media. Por aquel tiempo se acordó Tobit de la cantidad de plata que había dejado en depósito a Gabael, en Ragúes de Media. Este recuerdo, suscitado por la penuria económica en que se encontraba y el presentimiento de su muerte próxima, sirven de tránsito de la primera a la segunda parte del libro. Tobit quiere que su hijo sepa de la cantidad depositada en Ragúes y se haga con ella, a ser posible antes de su muerte.

Deberes

de Tobías para con sus padres

(4,2-4)

2 Y se dijo: «Yo me he pedido la muerte; ¿por qué, pues, no llamar a Tobías, mi hijo, y comunicárselo antes de morir?» 3 Llamóle y le dijo: «Si muero, hijo mío, me darás sepultura y te guardarás de menospreciar a tu madre; hónrala siempre todos los días de tu vida, obra según su beneplácito y no le causes tristeza. 4 Acuérdate, hijo, de los muchos trabajos que ella pasó por ti cuanto te llevaba en su seno; cuando muera, dale sepultura a mi lado, en el mismo sepulcro. Obsesionado por el pensamiento de la muerte, Tobit recuerda a su hijo el más santo de los deberes que tiene para con su padre: darle honrosa sepultura al morir. Tal era el deseo que todo buen israelita manifestaba a su hijo en el trance de la muerte (Gen 49,29; 50,24). Otro de los deberes que le inculca es el respeto y reverencia hacia su madre (Ex 20,12; Prov 23,22; Eci 3,5), que al morir debía enterrar a su lado (Gen 25,10).

Deberes

para con Dios

(4,5-6)

5

»Acuérdate, hijo, siempre del Señor, nuestro Dios, y guárdate de pecar; observa sus preceptos. Practica la justicia 6 todos los días de tu vida y no sigas los caminos de la iniquidad. Porque, siguiendo la verdad, serás feliz en todas tus obras, como todos los que practican la justicia. Estos se resumen en una frase: acuérdate siempre del Señor, nuestro Dios, lo que equivale a tenerle presente en la mente (1,13; Deut 8,19; Ece 12,1; Sab 15,3).

«Según tus facultades, haz limosna y no se te vayan los ojos tras lo que des. No apartes el rostro de ningún pobre, y Dios no los apartará de ti. 8 Si abundares en bienes, haz de ello limosna, y si9 éstos fueren escasos, según sea tu escasez, no temas hacerla. Con esto atesoras un depósito para el día de la necesidad, '0 pues la ulimosna libra de la muerte y preserva de caer en las tinieblas, y es un buen regalo la limosna en la presencia del Altísimo para todos los que la hacen. Tobit inculca particularmente a su hijo la práctica de la limosna, que ha constituido la nota característica de toda su vida (1,3.16; 2,2.14; 12,8). La limosna, según el texto, libra de la muerte y del sepulcro, expresiones estas últimas que deben tomarse en sentido sinónimo (12,9; 14,10-11; Prov 10,2; 11,4; Dan 4,24). Caer en las tinieblas equivale a otra expresión bíblica: «Bajar al sepulcro o al sheoh (14,10; Sal 88,13; Ece 11,8; Job 10,21). Debe ejercer la caridad para con todos, en proporción a las riquezas de que disponga (Ecli 4,4). Dios recompensa la generosidad para con los pobres (v.7), pues «a Yahvé presta el que da al pobre; Él le dará la recompensa» (Prov 19,17). La tradición, a la luz de una revelación posterior, ha visto en el texto una recompensa más allá de la muerte. Texto hebreo de Münster: «El que dé limosna verá la faz de Dios»; y el de Fagio: «La limosna libra del juicio de la gehenna». Según la concepción judía, las tinieblas invadían el lugar reservado a las almas después de la muerte (Job 10,22; 15,22). Si la limosna libra de la muerte y de las tinieblas es porque asegura en el más allá un puesto de luz, a diferencia de los malos, que serán arrojados a las tinieblas exteriores (Mt 8,12).

Continencia

(4,12)

12

«Guárdate, hijo, de toda fornicación, y ante todo torra esposa del linaje de tus padres; no tomes mujer extranjera que no sea del linaje de tu padre, que hijos somos de profetas, Noé, Abraham, Isaac y Jacob, nuestros antiguos padres. Recuerda, hijo, que éstos tomaron mujeres de entre sus hermanos, y fueron bendecidos en hijos, y heredó su descendencia la tierra. Recomienda Tobit a su hijo que huya de toda fornicación (porneia), es decir, de todo contacto ilícito con una mujer que no fuera suya. No se unirá en matrimonio con una mujer extranjera (Ex 34, 15-16; Deut 7,1-4; Esd 9,1-10; Neh 13,25; Mal 2,11). Conforme el ejemplo de sus padres, buscará por esposa a una mujer de su mismo linaje y descendencia (1,9; 3,17; 6,12; 7,10.12.13). Los israelitas descendían de los «antiguos padres», a quienes Dios llama «mis profetas» (Sal 105,15).

818

Tobit 4

Amor a los hermanos 13

(4,13)

»Y ahora, hijo mío, ama a tus hermanos.

El amor a los individuos de la misma tribu y linaje le preser-1 vara de caer en la tentación de unirse en matrimonio con mujeres extranjeras. Las diferencias étnicas y culturales provocan la desunión y desacuerdo.

Justicia

(4,14)

Como consecuencia del amor hacia los hermanos, debía Tobías entregar cuanto antes el salario convenido al que trabajara por él (Lev 19,13), y si el obrero fuera pobre, «antes de la puesta del sol» (Deut 24,15).

(4,15)

15

»Lo que no quieras para ti no lo hagas a nadie. No bebas vino hasta embriagarte, no vaya contigo la embriaguez. En unión con los deberes de caridad para con el prójimo, recomienda Tobit a su hijo el uso moderado del vino, ya que los excesos en el beber dan lugar a discordias entre hombres y familias.

Obras de misericordia

«calix consolationis», cáliz de consuelo (Jer 16,7; Os 9,4; Ez 24,17; Prov 31,6; Eci 7,37). Esta costumbre pasó a los primitivos cristianos, los cuales celebraban banquetes funerarios junto a las tumbas; costumbre que en parte subsiste todavía en nuestros días. En el supuesto de que el difunto no sea israelita, entregará el pan y el vino, pero no participará en el banquete funerario (v. 17).

Prudencia

(4,18-20)

18

14 »Y no te ensoberbezcas en tu corazón ni desprecies a los hijos e hijas de tu pueblo, rehusando tomar de ellas mujer, porque en el orgullo está la perdición y el desorden, y en la ruindad la penuria y el hambre, pues la madre del hambre es la ruindad. No retengas una noche el salario de un obrero que trabajare para ti; entrégaselo luego. Si sirvieres a Dios, El te recompensará. Atiende, hijo, a todas tus obras y muéstrate prudente en tu conversación.

Moderación

819

Tobit 5

(4,16-17)

16 »Da de tu pan al hambriento y de tus vestidos al desnudo. Todo cuanto te sobrare17 dalo en limosnas, y no se te vayan los ojos tras lo que dieres. Pon tu pan y tu vino en los funerales de los justos y no comas ni bebas con los pecadores.

Volviendo sobre el tema de la limosna, insiste Tobit en el deber de proveer a las necesidades de los que tienen hambre y no tienen con qué cubrirse. Lo sobrante de los bienes de fortuna de que dispone pertenece en cierta manera al pobre, a quien debe entregárselo alegremente. Recomienda asimismo a su hijo mantenerse fiel a la costumbre de ofrecer a las familias israelitas que están de luto panes (el pan de consolación) o cualquier otro alimento (Jer 16,7; Ex 24,17; Eci 7,33) para el banquete funerario. No se daba el banquete con ánimo de que sirviera de viático al difunto en su largo viaje hacia el más allá, sino para consuelo de los familiares (2 Mac 12, 39). Este pan llamábase «pañis dolorum», pan de dolores, y el vino,

»Sigue el consejo de los prudentes y no desprecies ningún buen consejo. 19 En todo tiempo bendice al Señor Dios, y pídele que tus caminos sean rectos y todas tus sendas y consejos vayan bien encaminados; porque no es del hombre el consejo; sólo el Señor es quien da todos los bienes, y a quien quiere le humilla según su voluntad. Acuérdate, pues, hijo mío, de mis preceptos, y no se borren de tu corazón. 20 Has de saber también que tengo diez talentos 21 en poder de Gabael, hijo de Gabrías, en Ragúes de Media. No temas, hijo; somos pobres, pero rico serás si temes a Dios y te apartas de todo pecado y haces lo que le es grato». Desconfiar de sí mismo y confiarse al consejo de una persona sabia y prudente es una norma repetida en los libros sapienciales (Prov 12,15; 3,10-16; 27,9; Eci 32,24). «Pero no es del hombre el consejo», sino de Dios de quien procede en último término (Prov 3,5; Eci 39,10). En la Leyenda de Ahikar se leen consejos muy semejantes, y a veces idénticos, a los que Tobit dicta a su hijo. Al fin de su discurso Tobit pone en conocimiento de su hijo la existencia de diez talentos de plata que consignó en depósito a Gabael, de los cuales podía él disponer. Tohit

resuelve

las dificultades

de su hijo

(5,1-3)

1 Respondió Tobías, diciéndole: «Padre, cuanto me has mandado lo cumpliré. 2 Pero ¿cómo voy a poder recobrar el dinero de Gabael, si no le conozco?» 3 Diole su padre el recibo y le dijo: «Busca quien te acompañe, que yo le daré su recompensa, y ponte en camino para cobrar el dinero antes que yo muera». Tobías recibió dócilmente los consejos y exhortaciones que le había dado su padre. Tobías no conocía a Gabael, de donde su pregunta: ¿Cómo podré cobrar de él la plata, si no le conozco y él tampoco a mí? El padre resuelve inmediatamente las dificultades expuestas por su hijo. A la primera le dice que bastará presentar el recibo para que Gabael caiga en la cuenta de que Tobit le dejó en depósito la suma de diez talentos de plata. Resuelve la segunda aconsejando a su hijo busque un guía fiel (pistos) que conozca los caminos que llevan a la Media. El S pone en boca de Tobías otra pregunta: «¿Qué señal le daré para que me reconozca, me crea y me entregue la plata?»

820

Tobit 5

Tobit 5

El compañero de viaje

(5,4-9)

4 Fuese en busca de uno, y se encontró con Rafael, que era un ángel. 5 No conociéndole, le dijo: «¿Podrías acompañarme a Ragúes de Media, si es que conoces el camine)?» 6 El ángel le contestó: «Yo iré contigo, que conozco bien el camino y hasta he sido huésped de Gabael, nuestro hermano». 7 Tobías le contestó: «Espera un poco, que voy a decírsele» a mi padre». 8 El le respondió: «Vete y no tardes». Se fue y dijo a su padre: «Ya hallé quien pueda acompañarme». El le dijo: «Llámale, que quiero saber de qué tribu es y si es de confiaflza para acompañarte». 9 Llamóle, entró y se saludaron.

Fue providencial que, apenas hubo Tobías traspasado el umbral de su casa, se encontrase frente a un «joven gallardo, de pie, ceñido y como dispuesto a emprender un viaje» (texto de la Vulgata), al cual todos los otros textos llaman por su nombre, Rafael, añadiendo que era un ángel.

Tobit se informa

(5,10-13)

10

Díjole Tobit: «Dime, hermano, ¿de qué tribu y familia eres tú?» n Y le contestó: «¿Quieres conocer la tribu y la familia o informarte de la persona que va a acompañar a tu hijo?» Replicóle Tobit: «Quiero, hermano, conocer tu linaje y tu persona». 12 «Pues yo soy 13 hijo de Azarías, hijo de Ananías, grande entre tus hermanos». Respondióle él: «Seas, hermano, bien venido; pero no te enojes de que haya querido saber tu tribu y tu familia. Por suerte eres hermano mío, de una buena y noble ascendencia, pues yo conocía a Ananías y a Jonatán, hijos de Semeí el grande, de cuando juntos íbanios a Jerusalén para adorar, llevando las primicias y los diezmos de las cosechas; que no se descarriaron ellos como nuestros hermanos. De buena raíz eres, hermano. La descripción del encuentro entre Tobit y Rafael es sobria en el texto B, en tanto que en el Sin. se extiende en muchos detalles. A Tobit interesa saber en qué manos confía a su hijo. El ángel reveló en parte su personalidad, al decir: «Yo soy Azadas, dijo, hijo de Ananías, el grande de tus hermanos». Estos dos nombres reaparecen en otros pasajes bíblicos (Azarías: i Re 4,2.5; Jer 43,2; Dan 1,6; Neh 3,23; 1 Crón 2,8.28; 2 Crón 15,1; Ananías: Jer 37,13; Dan 1,6; 1 Crón 3,19.21; Esd 10,28; Neh 3,3). El calificativo de «el grande» que se da a Ananías puede significar cabeza de familia, príncipe de alguna tribu u hombre distinguido por su celo religioso. Pero, mientras Tobit toma los nombres de Ananías y Azarías como nombres propios de personajes históricos con los cuales ha convivido, el ángel les da una significación simbólica en consonancia con la misión que le había sido confiada. Rafael era el ángel enviado por Dios para curar (rafa, 3,17; 14,14-15) a Tobit y a Sara. Dios, que es benignidad, bondad y misericordia (Ananía), escucha las súplicas de los que le temen (Semaia), derrama sus gracias o favores (Jonatán) y les ayuda (Azaría) por medio de su ángel. No alcanza

Tobit, Rafael que el podía

821

de momento, la profundidad de las palabras del ángel. no deshace el equívoco; por el momento bastábale saber guía «era de buena raíz»; en realidad, mejor de cuanto él sospechar.

Acuerdo

sobre

el salario

y preparativos

del

viaje

(5,14-16) 14 »Pero dime:"¿cuál será el salario'que habré de darte? ¿Bastaría una dracma por día y el sustento para ti y para mi hijo? 15 Y cuando felizmente volváis, te añadiré algo». 16 Convinieron en ello, y dijo a Tobías: «Prepárate para el camino, y que tengáis feliz viaje». Una vez que el hijo preparó lo necesario para el camino, díjole su padre: «Parte con éste, y Dios, que mora en los cielos, os dé feliz viaje y un ángel os acompañe». Y se pusieron en camino, yendo con ellos el perro del mozo.

Sin regateos, convienen en una dracma por día y la manutención. La dracma, moneda de plata ática o fenicia, representaba la paga ordinaria de un trabajador común (2 Mac 4,19; 12,43; L c IS>8). Antes de partir bendice Tobit a los viajeros con una fórmula que recuerda la bendición que impartió Abraham al siervo mayor de su casa al enviarle a buscar mujer para su hijo Isaac (Gen 24,7.40), deseando que el ángel del Señor les acompañe (Ex 23,20; Jue 13,20; Sal 91,11). Al ponerse en camino, fue con ellos el perro del mozo. Entre los hebreos era el perro un animal impuro y despreciable (Eci 9,4), tolerándose únicamente su empleo en la custodia del ganado (Job 30,1) para señalar con sus ladridos la presencia de salteadores y animales carnívoros (Is 56,10) 1.

Desconsuelo de la madre

(5,17-22)

17

Su madre, Ana, se puso a llorar, diciendo a Tobit: «¿Por qué habrás enviado a nuestro hijo? ¿No era nuestro báculo, viviendo con nosotros?» 18 No tuviéramos nunca ese dinero, si había de costamos nuestro hijo. 19 Hasta el presente, el Señor nos dio de qué vivir, y vivíamos contentos». 20 Pero Tobit le dijo: «No digas eso, mujer. Volverá sano y tus ojos lo verán. 21 Porque un ángel bueno le acompaña, tendrá un viaje feliz y volverá sano». 22 Y ella dejó de llorar. La madre prorrumpe en lágrimas y en amargos reproches contra su marido tan pronto como su hijo abandonó el hogar. A las inquietudes de Ana responde Tobit con serenidad y confianza: «No te preocupes, hermana (adelfé); vendrá sano, y tus ojos lo verán, porque le acompaña un ángel bueno» (Sal 91,11; Gen 24,7-40). El que Tobit llame hermana a su mujer debe interpretarse en el sen1 Probablemente el texto primitivo no aludía al perro, que introdujeron los redactores griegos por influencia de la cultura helénica y como detalle pintoresco. Otra explicación sugiere el códice S en 11,4, que lee kyrios, señor, en vez de kyon, perro. En el margen de algún ms. griego estaba escrito: o ky met'autón, y la palabra abreviada ky(rios) fue interpretada torcidamente por kyon. De hecho, la idea de que el Señor acompañara a los dos viajeros encaja perfectamente con la situación y con la concepción religiosa del texto (5,17.22; I O , I I ) .

Tobit 6

Tobit 6

822

tido de cordialidad, como si dijera: «amor mío». En el papiro Oxyrrh. LV 744, un tal Hilario llama adelfé a su mujer. A menudo, antes de los Tolomeos, la esposa recibía el calificativo de hermana. Los viajeros

pernoctan

a orillas

del Tigris

(6,1)

1 Siguieron los caminantes su viaje y llegaron al atardecer a las orillas del río Tigris, donde pasaron la noche. Dice el texto B que los dos (acompañados del perro, según Sin. y Vet. Lat.) llegaron al atardecer a la ribera del Tigris. En ningún texto se lee que los dos viajeros lo atravesaran. Tampoco se indica el punto de partida, aunque toda la narración da a entender que ambos salieron de Nínive ciudad o de alguna localidad vecina. No deja de extrañar la afirmación de que, saliendo ellos de Nínive, edificada junto al Tigris, llegaron, al cabo de una jornada de viaje, a las orillas del mismo. La explicación más común entre los autores es suponer que los viajeros siguieron un camino que corría a lo largo de la orilla izquierda del río, en dirección sudeste, y que al atardecer pernoctaron allí, antes de atravesar el Zab superior, más al este, sobre Sulemanije, para alcanzar Ecbatana. La aventura

del

pez

(6,2-5)

2

Bajó el muchacho a bañarse y salió del río un pez que quería devorarle. 3 Pero 4 el ángel le dijo: «Cógelo». Cogiólo el joven y lo sacó a tierra». Díjole el ángel: «Descuartiza el5 pez y separa el corazón, el hígado con la hiél, y ponlos aparte». Hizo el muchacho lo que el ángel le decía, y, asando el pez, comieron. Continuaron su camino y llegaron cerca de Ecbatana. Cansado por el largo viaje, el joven Tobías bajó al río para lavar sus pies, «y salió del río un pez que quería devorarle». Con el fin de explicar convenientemente la voracidad de este pez, han introducido los diversos textos algunas particularidades en la narración. Unos (Vet. Lat.) dicen que se trataba de un pez de mar (piscis maris); de «un pez grande» (megas, Sin.; magnus, Vet. Lat.), de proporciones desmesuradas (immanis, Vulg.). Según B, el pez quería devorar a Tobías, o morderle en el pie (poda, Sin.), o ambas cosas (circumplexus est pedes eius et pene puerum devoraverat, Vet. Lat., r., g.). Según la Vulgata, el pez salió del agua ad devorandum eum. Más modestas eran las pretensiones del animal según HMAR, al decir que «quería comer el pan del joven». Según muchos, la lección original es quizá la del texto B: «el pez quería devorar al joven Tobías», lo que debe entenderse de conformidad con el carácter bastante libre de la narración (MILLER, CLAMER). El ángel, que esperaba esta escena, tranquilizó inmediatamente al mozo, dándole instrucciones sobre el modo de conducirse con el pez. Por el hecho de que Tobías agarrara el pez y lo arrojara a la orilla, cabe deducir que no era un piscis immanis. Según indicaciones del ángel, descuartizó Tobías el pez, separó del mismo el corazón y el hígado

823

con la hiél, que puso cuidadosamente aparte; tiró sus entrañas, y, como se trataba de un pez con escamas, del cual podían comer los hebreos (Lev 11,9-12; Deut 14,9-10), se asaron sus carnes y las comieron 1.

El ángel satisface

la curiosidad

de Tobías

(6,6-8)

6

Dijo el joven al ángel: «Hermano Azarías, ¿para qué sirven el corazón y el hígado con la hiél del pez?» 7 El le respondió: «Sirven para que, si un demonio o espíritu le atormenta a uno, quemándolos ante él ya no vuelva a molestarle. 8 Cuanto a la hiél, sirve para ungir a quien tuviese cataratas, pues con ella quedará curado». Cerca de Ecbatana, Tobías preguntó a su guía el porqué del corazón, del hígado y de la hiél que traía consigo. El ángel le informó acerca de sus virtudes medicinales, que Tobías desconocía. Entre los antiguos se creía en la virtud de la hiél contra las enfermedades de los ojos 2 , pero por el contexto se deduce que Tobías la ignoraba totalmente, al igual que los médicos que asistieron a su padre (2,10). ¿Creía el autor sagrado en la eficacia de los productos farmacéuticos recomendados por el ángel? ¿Qué acción tenían contra los malos espíritus las fumigaciones obtenidas de la combustión del corazón y del hígado? El autor sagrado se ha limitado a referir una creencia existente en el ambiente pagano sobre un remedio que se creía apto para ahuyentar al demonio del cuerpo de un poseso. Por su parte no le atribuye eficacia alguna; quiso poner en evidencia la potencia divina, que se sirve a menudo de medios humanos despreciables como de instrumento para obtener efectos sorprendentes. En cuanto al ángel, debemos decir que se acomoda a los usos y costumbres del ambiente histórico y cultural en que se desenvuelve.

Propuestas 9

de matrimonio

(6,9-12)

10

Así que llegaron a Ecbatana, dijo el ángel al joven: «Hoy, hermano, habremos de pernoctar en casa de Ragüel, tu pariente, que tiene una hija llamada Sara. Yo le hablaré para que te la dé por mujer, n pues a ti te toca su herencia, pues tú eres ya el único de su linaje; la joven es bella y discreta. i2 Oye, pues, lo que voy a hacer: Yo hablaré a su padre, y cuando volvamos de Ragúes, celebraremos la boda; pues yo sé que Ragüel no puede darla a ningún otro marido, según la ley de Moisés, o sería reo de muerte, porque antes que a ningún otro te pertenece a ti la herencia». Al llegar cerca de Ecbatana (no Ragúes, como traen B y Vulgata) propuso el ángel la conveniencia de pernoctar allí y de hospe1 Según A r H M , Tobías puso aparte el corazón y la hiél por haberle indicado el ángel sus excelencias terapéuticas, lo que, según otros, hizo el ángel más tarde, ya en territorio de la M e d i a . Los textos S H M A r especifican que, de los dos, sólo Tobías comió parte del pescado, salando el resto. L a Vetus Latina: «asavit carnes eius, et secum tulerunt in via; cetera salierunt quousque pervenirent in Ragúes, civitatem Medorum». Según H M , Tobías «asó, comió y arrojó el resto». L a divergencia p u d o originarse d e la confusión d e munnach, resto ( H M ) , con mullach, salar. E n este pasaje parece imponerse la sobriedad d e B. 2 P L I N I O , Hist. Nat. 32,24; G A L E N O , Pac. simpl. med. 10,2-13; tablilla K.11095, que atestigua, según Stummer, esta creencia entre los asidos.

Tobit 6

824

Tobit 7

darse en casa de Ragüel, apoyando su propuesta en tres razones: 1. a Ragüel era pariente de Tobías. 2. a Tenía una hija única llamada Sara. 3. a Que Tobías debía tomarla por esposa. Aparte de las cualidades de la joven, bella y discreta, las razones de este matrimonio se basaban en el cumplimiento escrupuloso de la Ley (Núm 27,1-11; 36,1-12). En efecto, Sara era pariente próximo de Tobías (B, Sin. y Vulg.), de la misma tribu (Vulg.). El ángel se compromete a llevar personalmente todo el asunto; hablaría al padre de Sara y esperaba tener éxito en su empresa. El uso exigía que la petición fuera hecha por el padre de familia o por un representante suyo (Gen 24,2ss; Jue I4,2ss); pero, conociendo la voluntad formal de Tobit de que su hijo se uniera en matrimonio con una mujer de su misma parentela (4,12), se compromete a allanar todas las dificultades que pudieran acontecer y llevar a término los trámites de costumbre.

Temores de Tobías

(6,13-14)

13

Replicó entonces el joven al ángel: «Hermano Azarías, he oído que la doncella fue dada 14a siete maridos y que todos perecieron en la cámara nupcial; yo soy hijo único de mi padre, y temo que, si me acerco a ella, voy a morir como los anteriores, porque la ama un demonio y a ella no le hace ningún daño, pero sí a los que se le acercan. Temo ahora que, si muero, llevaré al sepulcro a mi padre y a mi madre de dolor por mí, pues no tienen otro hijo que les dé sepultura». Ante la inesperada propuesta del ángel no encuentra Tobías dificultades serias que oponer; al contrario, comprende que este matrimonio sería ideal, de no existir una circunstancia grave que lo desaconsejara. La voz popular llevó hasta Nínive la noticia de que Sara fue dada a siete maridos y de que todos perecieron en la cámara nupcial la primera noche de bodas por obra del demonio. No se ensaña el demonio contra la joven, sino contra los que se le acercan, porque la amaba (B y Vet. Lat.). Pero no se desprende del texto que el demonio sintiera por Sara un afecto sensual; más bien da a entender que este amor le obligaba a impedir un matrimonio que no convenía a la joven. Como hemos anotado antes (3,7-9), Dios había destinado desde la eternidad (v.18) que Sara debía unirse a Tobías en matrimonio (v.18). El demonio fue en este asunto un instrumento inconsciente, pero dócil, de la Providencia divina.

Palabras tranquilizadoras 15

de Rafael

(6,15-19)

Contestóle el ángel: «¿No te acuerdas de las palabras que tu padre te inculcó sobre tomar mujer de tu propio linaje? Escúchame, pues, hermano: Esa será tu mujer, y del demonio no te preocupes, que esta misma noche te será dada por mujer. 16 Cuando entres en la cámara nupcial, toma un perfumador y pon en él trozos del corazón y del hígado del pez, que hagan humo; 17 que en cuanto lo huela el demonio, huirá y no volverá por los siglos de los siglos. 18 Pero cuando a ella te acerques,

825

levantaos ambos e invocad al Dios misericordioso, que os salvará y tendrá piedad de vosotros. No temáis, que para ti está destinada desde la eternidad, y tú la salvarás e irá contigo, y estoy seguro de que tendrás de ella hijos». 19 Así que oyó Tobías estas palabras, sintió grande amor por ella y se le apegó su corazón. En esto llegaron a Ecbatana. El ángel acaba con las vacilaciones de Tobías. Aquella misma noche le será dada Sara por mujer. Para neutralizar la acción del demonio deberá Tobías emplear el procedimiento de tomar un perfumador y colocar sobre él trozos del corazón e hígado del pez de manera que desprendan humo. En cuanto el demonio lo huela, huirá para no volver más. Es difícil comprender el significado de este acto. No existe unanimidad entre los diversos textos sobre las veces que debía repetirse este exorcismo, ni convienen en señalar qué partes deh'an quemarse, el hígado y el corazón, o sólo éste 3 . Quizá nuestro pasaje se refiere a cierto rito religioso casero, consistente en quemar incienso en ciertas horas del día. En este supuesto, el uso del corazón podría explicarse como un concepto religioso relacionado con la oración que recomienda el ángel. A los perfumes debe acompañar la oración de ambos. El matrimonio iniciado con la bendición de Dios y santificado por la oración dará sus frutos. Sobre ellos tuvo poder el diablo, pero nada puede contra los que se acercan a este matrimonio con recta intención. Una vez solucionadas las dificultades de Tobías tocantes a su matrimonio con Sara, sintió gran afecto hacia ella y se le apegó fuertemente a su corazón. En esto llegaron a Ecbatana.

Caluroso recibimiento en casa de Ragüel

(7,1-8)

1

Llegados a casa de Ragüel, les salió al encuentro Sara, que los saludó, y ellos a ella, y los introdujo. 2 Dijo Ragüel a Edna, su mujer: «¡Cómo se parece este joven a Tobit, mi primo!» 3 Entonces Ragüel les preguntó: «¿De dónde sois, hermanos?» A lo que ellos contestaron: «De los hijos de Neftalí, de los cautivos de Nínive». 4 «¿Conocéis a Tobit, nuestro hermano?» Respondiéronle: «Sí que le conocemos». «¿Está bien?» 5 «Vive y6 está bien», contestaron ellos. Y Tobías añadió: «Es mi padre». Ragüel, saltando, se echó a su cuello y le besó, derramando 3 Según Dóller, Die Reinheits-und Speisegesetze des A. T. (München 1917) 74, muchos pueblos antiguos consideraban peligroso el primer coito por temor a que el demonio entrara en la joven. De ahí que en muchos lugares diferían los jóvenes esposos por algunos días el uso matrimonial con el fin de despistarlo. Se empleaban muchos y variados estratagemas para engañar al demonio. La costumbre de asistir hombres armados al cortejo nupcial disparando tiros y cohetes se fundaba en la creencia de que debía alejarse al demonio, que acechaba de una manera especial a la novia. En la Iglesia primitiva, hasta la Edad Media, existía también la creencia de la acción funesta del diablo, enemigo del matrimonio. Para contrarrestarle se acudía a la oración, exorcismos, agua bendita y bendición del tálamo nupcial, etc. Según la Vulgata, el ángel recomienda a Tobías que se abstenga de todo comercio carnal con su esposa durante los tres primeros días que siguen al matrimonio, que se dedicarán a la oración. Pasada la tercera noche, podrá acercarse a su mujer, llevado más por el temor de Dios y amor a los hijos que por la sensualidad, con el fin de ser bendecido en la descendencia de Abraham por su posteridad. No se tienen noticias de que esta costumbre de las tres noches rigiera entre los israelitas. Las llamadas «noches de Tobías» tuvieron eco en la Iglesia católica. Amonesta el concilio Tridentino: «Sancta Synodus coniuges hortatur, ut antequam contrahant vel saltem triduo ante matrimonii consummationem sua peccata diligenter confiteantur et ad SS. Eucharistae sacramentum pie accedant» (sess.24, De reformatiane matrimonii 1).

lágrimas. 7 Y bendíjole, diciendo: «Eres hijo de un varón bueno, bonísimo». Pero al saber que Tobit había perdido la vista, se entristeció hasta derramar lágrimas. 8 Edna, su mujer, y Sara, su hija, lloraron también; los recibieron cordialmente, sacrificaron un carnero y les ofrecieron un suntuoso banquete. Los dos viajeros se dirigieron a la casa de Ragüel. El primer encuentro de Sara con los huéspedes recuerda escenas análogas en la historia de los patriarcas (Gen 24,15-25; 29,9-13). Ragüel llama «primo» a Tobit, término que puede entenderse en sentido estricto o en el sentido más amplio y genérico de hermano. Al darse a conocer Tobías, Ragüel se abalanzó sobre el joven, se le echó al cuello y le besó, derramando lágrimas de emoción. El autor sagrado no ha referido el diálogo que siguió a esta revelación; sólo sabemos que, entre otras cosas, Tobías habló a Ragüel de la ceguera de su padre, con la consiguiente consternación del pariente. Como era costumbre entre los hebreos, el anciano Ragüel bendijo a Tobías Que 17,2; Rut 3,10), mientras hacía la apología de su padre. La familia entera se conmovió al encuentro inesperado de Tobías. Mataron un carnero en su honor (Gen i8,i5ss) y aparejaron un suntuoso banquete. Toda la escena, aparte de algunos matices, es copia de lo sucedido en idénticas circunstancias en la historia de los patriarcas (Gen 29,4-6; I8,I6SS), lo que está en conformidad con el espíritu del libro.

Ajuste

de matrimonio

827

Tobit 8

Tobit 7

826

(7,9-17)

9 Dijo luego Tobías a Rafael: «Hermano Azarías, habla de aquel asunto de que en el camino tratamos, y que se acabe este negocio», l" Expuso Azarías el asunto a Ragüel, que dijo a Tobías: «Come, bebe y alégrate; en efecto, a ti te toca recibir a mi hija; pero antes tengo que advertirte una cosa: H He dado ya mi hija a siete maridos, pero, en entrando a ella, en la misma noche murieron. Tú ahora regocíjate». Mas Tobías contestó: «No gustaré bocado hasta que no resolváis este negocio y me lo confirméis» , 2 Dijo Ragüel: «Tómala desde ahora, según la Ley, pues tú eres su hermano y a ti se te debe. Que Dios misericordioso os colme de felicidades». 13 Llamó a Sara, su hija, y, cogiéndola de la mano, la entregó a Tobías por mujer, diciendo: «Anda, según la Ley de Moisés, tómala y llévala a tu padre». Y los bendijo. 14 Llamó a Edna, su mujer; tomó un rollo, escribió el contrato matrimonial, lo selló, 15 y luego comenzaron a comer. 16 Llamó después Ragüel a Edna, su mujer, y le dijo: «Prepara, hermana, otra alcoba y llévala a ella». Hizo Edna lo que le mandaba, y llevó a su hija a la cámara. Lloraba Sara, y, enjugando la madre las lágrimas de su hija, le decía: 17 «Ten buen ánimo, hija; el Señor del cielo te dará gracia en vez de tristeza; ten valor, hija mía».

En contra de la Vulgata, es el ángel quien, a ruegos de Tobías, entabla las negociaciones para ajustar el matrimonio con Sara. Compárase el contenido de esta perícopa con la narración del criado de Abraham, comisionado para pedir la mano de Rebeca para su hijo

Isaac (Gen 24,32-33). Al llegar de viaje, solían los huéspedes lavarse los pies (Gen 18,4; 19,2; 43,24); seguía una comida (Gen 18,6-7). Como el criado de Abraham, se niega Tobías a tomar bocado antes de obtener la seguridad del consentimiento a su anhelado (6,19) matrimonio. Trata Ragüel de calmar la impaciencia de Tobías, diciéndole que de momento coma y beba, asegurándole que no tiene inconveniente alguno en entregarle a su hija por esposa. Inmediatamente se formaliza el matrimonio con un rito cuya descripción, aunque muy sumaria, revela las costumbres antiguas de su celebración. Tomó el padre la mano derecha de su hija y la puso en la derecha del esposo (Vulgata), con lo cual se indicaba que, desde aquel momento, Sara pertenecía a Tobías. Contemporáneamente, pronunció Ragüel una fórmula de bendición nupcial (Gen 24,6; Rut 4,nss), que la Iglesia reproduce en la misa pro sponsis. Acto seguido se procedió a la redacción por escrito del contrato matrimonial, del cual no se habla en la Ley mosaica, pero de cuyo uso en la antigüedad dan testimonio algunos documentos extrabíblicos (Código de Hammurabi 128).

En la cámara

nupcial

(8,1-9a)

1

Cuando hubieron terminado de comer, llevaron a la alcoba a Tobías. 2 El, recordando las palabras de Rafael, tomó un brasero y, poniendo encima de las brasas el corazón y el hígado del pez, hizo humo. 3 El demonio, en cuanto olió aquel humo, huyó al Egipto superior, donde el ángel le ató. 4 Una vez que quedaron los dos solos, se levantó Tobías del estrado y dijo: «Levántate, hermana; vamos a orar para que el Señor tenga misericordia de nosotros». 5 Y comenzó Tobías, diciendo: «Bendito eres, Dios de nuestros padres, y bendito por los siglos tu nombre, santo y glorioso. Bendígante los cielos y todas las criaturas. 6 Tú hiciste a Adán y le diste por ayuda y auxilio a Eva, su mujer; de ellos nació todo el linaje humano. Tú dijiste: No es bueno que el hombre esté solo; hagámosle una ayuda semejante a él. 7 Ahora, pues, Señor, no llevado de la pasión sensual, sino del amor de tu Ley, recibo a esta mi hermana por mujer. Ten misericordia de mí y de ella y concédenos a ambos larga vida». 8 Ella respondió: «Amén». 9a Y pasaron ambos dormidos aquella noche. La primera providencia de Tobías fue tomar un brasero y poner el corazón y el hígado sobre las brasas para que produjeran humo. Tan pronto como lo aspiró el demonio, huyó al Egipto superior. Todos los textos repiten esta ceremonia. Parece que esta combustión tuvo lugar en presencia de los padres, pues dice el texto actual que, «una vez quedaron los dos solos, se levantó Tobías...» No es de suponer que el brasero se encontrara en la habitación para caldearla, porque la circunstancia de haberse bañado Tobías en el río demuestra que no estaban en la estación invernal. Había en la alcoba perfumador o pebetero, al que se le echaba incienso o algunas hierbas para aromatizar la habitación, lo que está de acuerdo con el texto griego al decir que puso el corazón y

Tobit 9

Tobit 8

828

el hígado sobre la ceniza de los perfumes o sobre las brasas del perfumador. Al oler el demonio aquel humo, huyó al desierto, lugar considerado como morada de los malos espíritus (Is 13,21; Mt 12,43; Me 5,2-3), reducidos allí a la impotencia. Existen graves discrepancias entre los autores sobre la interpretación de la naturaleza del hecho de ahuyentar el diablo por el humo desprendido de la combustión del corazón y del hígado del pez 1. Si todos los textos no estuvieran acordes en atestiguar su autenticidad, nos inclinaríamos por considerar el pasaje como un adorno popular introducido tardíamente en el texto primitivo (SCHLÓGL). De hecho puede borrarse perfectamente del texto sin perjudicar en lo más mínimo el curso de la narración. Debe rechazarse la hipótesis según la cual se oculta tras de este hecho una práctica mágica y supersticiosa, lo que repugna totalmente al espíritu del libro. Entre las muchas hipótesis que se han ideado, plácenos citar la que sigue. La combustión del corazón y del hígado fue una acción verdadera, pero simbólica, la cual, presupuesta la rectitud de intención de Tobías y su confianza en las palabras del ángel, recibía su eficacia de la oración. Aquella acción externa, unida a la oración, obraba como causa instrumental para significar también la operación interna que debía realizarse. El hecho se explica, con las debidas reservas, como el pasaje evangélico en que se habla del uso del barro (Jn 9,6) y de la saliva (Me 47,33) que empleó Jesús en la curación del ciego y sordomudo. Concretamente, en nuestro pasaje, más que al humo producido por la combustión del corazón y del hígado, la fuga y la reducción del demonio a la impotencia se atribuyen a la intervención del ángel y a la oración de los esposos. Los dos, según la costumbre judaica, oran de pie, pidiendo al Señor que tenga compasión de ellos. Ninguna alusión hay en los textos griegos a la circunstancia atestiguada por la Vulgata de vivir en continencia las tres primeras noches que seguían al matrimonio, pues consideran la primera como la primera noche de vida conyugal.

Inquietud

y oración

de Ragüel

(8,9b-18)

I0 9 Cuando Ragüel se levantó, se fue a cavar una sepultura, din ciendo: «Seguro que ha muerto éste también». Vuelto Ra12 güel a casa, dijo a Edna, su mujer: «Manda a una de las siervas que vea si está vivo, para enterrarle si no, y que nadie se 13 entere». Abrió la sierva la puerta y vio que ambos dormían. 14 Salió luego y les comunicó que estaba vivo. 15 Entonces bendijo Ragüel a Dios, diciendo: «Bendito seas tú, Dios, con toda bendición pura y santa, y bendígante tus santos, y todas tus criaturas, y todos tus ángeles, y todos los elegidos; bendígante por los siglos. 1S Bendito tú, que me has alegrado, no sucediendo lo que yo me temía, sino que has obrado con nosotros según tu gran misericordia. 17 Bendito seas tú, Señor, que tuviste mi-

829

sericordia de estos dos hijos únicos; ten de ellos piedad y concédeles acabar en bien su vida con alegría y misericordia». 18 Y mandó a sus siervos rellenar la sepultura. La fe de Ragüel en el feliz éxito del nuevo matrimonio prácticamente no existía, a pesar de que él y su mujer, como da a entender el texto, presenciaron la ceremonia de la fumigación, encaminada, según el ángel, a alejar el mal espíritu. Por lo cual, levantándose Ragüel muy de mañana, hacia la hora en que suele cantar el gallo (cuca pullorum cantum, Vulgata), mandó cavar una fosa, diciéndose a sí mismo: «Seguro que también éste habrá muerto». Cerciorado por la sirvienta de que vivía, dio la orden inmediatamente de rellenar la sepultura «antes de despuntar el día» (texto de Sin.) para evitar las habladurías de la gente.

Grandioso

banquete

(8,19-21)

19

Hízoles la fiesta de bodas por espacio de catorce días, pues antes ya le había instado a 21que no partieran hasta terminar los catorce días de la boda. Pasados, le daría la mitad de su hacienda y le dejaría irse en paz a su padre, y el resto lo recibiría cuando muriesen él y su mujer.

20

Para celebrar el acontecimiento, dispuso Ragüel que los días del banquete de bodas, que solían durar siete días (Gen 29,27; Jue 14,12-18), se duplicaran, obligando a Tobías con juramento a que no se ausentara antes del plazo de los catorce días. Rafael 1

va y vuelve

de Ragúes

(9,1-6) 2

Llamó entonces Tobías a Rafael y le dijo: «Hermano Azarías, toma contigo un siervo y dos camellos y vete a Ragúes de Media,3 a casa de Gabael, y cóbrame el dinero y tráele a él a la boda, pues Ragüel me ha pedido con instancia que no me vaya, 4 y mi padre estará contando los días, y si ve que tardo mucho, se morirá de pena». 5 Partió Rafael y se hospedó en casa de Gabael, a quien dio el recibo. Trajo Gabael los talegos sellados y se los entregó. 6 Madrugaron y juntos vinieron a la boda, bendiciendo Gabael a Tobías y a su mujer.

b

1 G. LEFÉVRE, Les maladies des yeux dans VAnclen Israel: «Kemi», 15 (1959) 6; R. LABAT, A propós de la fumigation dans la medicine assyrienne:«Revue d'Assyriologie et d'Archéologie Oriéntale», 55 (1961) 152-153; H. ZIMMER, Die Beschworungstafeln Surpu (Berlín 1901).

Por haberse Tobías obligado con juramento a no ausentarse de la casa de Ragüel durante los catorce días de la boda, y dominarle, por otra parte, el pensamiento de la ansiedad de sus padres, ancianos, rogó a Rafael, al que tenía por un simple hombre (Vulg.), partiera en dirección a Ragúes en busca del dinero. Para poder retirar la cantidad que obraba en poder de Gabael le entrega, como documento acreditativo, el recibo (jeirografón), que deberá presentar al llegar. Al mismo tiempo ruega al ángel invite a Gabael a asociarse a los festejos con motivo de su boda. Rafael partió para Ragúes, no indicando el texto el tiempo que tardó en efectuar un recorrido de 300 kilómetros que median entre Ecbatana y Ragúes. Arriano (De exp. Alex. 3,20) cuenta que Alejandro Magno hizo el recorrido en once días. Se ha querido salvar la dificultad diciendo

830

Tobit 10

Tobit 11

que el banquete empezó al regresar Rafael de Ragúes, lo que es poco probable. Débese notar que no nos hallamos ante una agenda de viajes en la que se anotan escrupulosamente todas las etapas del viaje, sino ante una narración redactada libremente, en la que se hace más hincapié en la lección práctica que en la relación de los pormenores. El S describe la emoción que sintió Gabael al encontrarse, después de veinte años (5,3, según S), con el hijo de su viejo amigo Tobit. Ansiedad

de los padres

de Tobías

(10,1-7)

1 Entre tanto, Tobit, su padre, estaba contando los días que podía durar el2 viaje, y cuando éstos se pasaron y vio que su hijo no volvía, comenzó a decir: «Tal vez están retenidos por la cobranza del dinero, o 3acaso ha muerto Gabael y no 4 hay nadie que se lo entregue». Y se entristecía sobremanera. Su mujer le decía: «Sin duda que ha perecido nuestro5 hijo, porque tarda mucho». Y comenzaba a llorarle, diciendo: «¡Ay de mí, hijo mío! ¿Por qué te dejé ir, luz de mis ojos?»7 6 Tobit le decía: «Calla, no te apures; seguro que está bien». Pero ella replicaba: «Calla, no pretendas engañarme; seguro que ha muerto». Y todos los días iba al camino por donde se fue, pasando el día sin tomar bocado y la noche llorando sin cesar a Tobías, su hijo.

Como lo había intuido Tobías (9,4), su padre contaba los días que podía durar el viaje, por haberlo hecho él antes (1,14). Al cumplirse el plazo según sus cálculos y no verlo a su lado, comenzó a ponerse intranquilo. En realidad su hijo no se había retrasado ni un solo día en el horario previsto, ya que, durante los catorce días de la boda, los únicos que podían diferirlo, hizo Rafael el viaje de ida y vuelta de Ecbatana a Ragúes. La alusión a las inquietudes de los padres puede obedecer a un artificio literario del autor con el fin de poner en un paralelismo exacto los dos cuadros de la ansiedad de los padres y las razones que presenta Tobías para marcharse de casa de Ragüel. Los padres de Tobías reaccionaron cada uno a su manera. El tema de la tardanza de su hijo a menudo era causa de algún altercado entre ellos. Tobit trataba de apaciguar a Ana con razonamientos afectuosos, invitándola a la confianza y a la fe en Dios; pero la arisca mujer le respondía con un seco «Gállate» (Job 13,13), que equivalía a decir: «Ño me molestes» (Vet. Lat.). Sin embargo, tampoco había perdido ella toda esperanza (v.7).

Tobías se despide de sus suegros

(10,8-13)

8 Cumplidos los catorce días de la boda, que Ragüel le había rogado que pasase con ellos, dijo Tobías a Ragüel: «Déjame partir, que mis 9 padres habrán perdido ya la esperanza de volver a verme». Pero su suegro le respondió: «Quédate aquí y10 yo enviaré un mensajero a tu padre para darle noticias de ti». Mas Tobías insistió: «Déjame ir a mi padre». ]1 Entrególe luego Ragüel su mujer, Sara, y la mitad de la hacienda, siervos,

831

ganados y dinero; 12 y, al despedirlos, los bendijo, diciendo: «Que el Dios del cielo os dé feliz viaje, hijos míos, y que vea yo vuestros hijos antes de morir». 13 Y a su hija le dijo: «Honra a tus suegros, que ellos son ahora tus padres, y tenga yo buenas noticias de ti». Y la besó. Edna dijo a Tobías: «Hijo mío, que el Señor del cielo te dé una vida feliz y a mí ver a los hijos de Sara, mi hija, para que me alegre en presencia del Señor. Yo te la doy como en depósito; mi hija es, no le des mala vida». Cumplidos, o en trance de cumplirse, los catorce días de la fiesta, manifestó Tobías a Ragüel su voluntad irrevocable de regresar a casa, alegando que cualquier tardanza en el horario previsto acarrearía un grave trastorno a sus ancianos padres. Rechaza Tobías la insinuación que le hace Ragüel de enviar un mensajero; los ancianos padres no querían tanto saber noticias de su hijo cuanto tenerlo a su lado. Viendo Ragüel que no era posible retener por más tiempo a su yerno, le entrega Sara, su mujer; la mitad de la hacienda, siervos, ganados y dinero. Algunos textos especifican que le fueron entregados a Tobías: siervos (somata, Gen 36,6; 2 Mac 8,i 1; Apoc 18,3); siervas (paellas, Sin., Vet. Lat.), ganados, bueyes, asnos, camellos, vestidos de lino y púrpura, vasos de oro y plata (HM). Edna llama a Tobías «hijo y hermano carísimo» (S), augurándole buen viaje y deseando para ella poder ver los hijos de Sara. Miq 7,6 señala la falta de amor para con los suegros como una característica de una sociedad corrompida; nuestro libro, considerado como un cántico a la familia, lo recomienda. La mayoría de los textos (Vulg., ArM) hablan de besos y abrazos al despedirse.

Camino de Nínive

(11,1-7)

1 Al punto se puso Tobías en camino, bendiciendo a Dios, que le había dado tan feliz viaje, y bendiciendo también a Ragüel y a Edna, su mujer. Así caminaron hasta llegar cerca de Nínive. 2 Entonces dijo Rafael a Tobías: «Bien3 te acordarás, hermano, de cómo hemos dejado a tu padre. Vamos a adelantarnos nosotros a tu mujer para preparar la casa. 4 Lleva contigo la hiél del pez». Partieron ellos, siguiéndoles el perro. 5 Entretanto, Ana, sentada, miraba hacia el camino para ver si descubría a su hijo. 6 Cuando creyó verle venir, dijo al7 padre: «Mira, viene nuestro hijo, y con él su compañero». Rafael dijo a Tobías: «Estoy seguro de que tu padre recobrará la vista. Agradecido a Dios por los beneficios que le había otorgado con ocasión de su viaje a Ragúes, Tobías regresa rico a su casa, acompañado de su esposa, siervos y ganados. La lentitud (lento gressu, según Vulg.) con que procedía la caravana llenaba de inquietudes al joven Tobías, deseoso de llegar cuanto antes a casa para consolar a sus ancianos padres. Su fiel compañero de viaje, Rafael, debió de comprender su intranquilidad, y a este fin le sugirió que los dos se adelantaran a la caravana para preparar la casa. En ella reinaba el desasosiego por su tardanza en regresar. Su padre soportaba la angustia en silencio, tratando de apaciguar el ánimo exaltado de su mujer. Esta, menos resignada y virtuosa, iba al camino que había

832

Tobit 11

Tobit 11

tomado su hijo y oteaba el horizonte con la esperanza de vislumbrar su silueta. Quizá la casa se hallaba en el extremo sudoriental de la ciudad, desde donde podía divisarse gran trecho del camino que conducía a Ecbatana. Tobías debió de percatarse, por los ademanes y movimiento que notó ante su casa, de que algo extraordinario acontecía. La madre, como muy lógico en tales circunstancias, después de haber anunciado con alborozo a su marido la noticia del regreso del hijo, corrió a su encuentro, sin esperar a su marido, que, por efectos de la ceguera y de la emoción que embargaba su alma, se agitaba en el interior de la casa, avanzando a tientas hacia la puerta. La visión de la madre que corría alocada al encuentro de su hijo y la ausencia del padre, impedido por la enfermedad, debieron de conmover a Tobías hasta hacerle derramar lágrimas. El ángel le consoló asegurándole su curación. La presencia del perro en casa, o bien debe considerarse como detalle ornamental, o demuestra que en épocas avanzadas del judaismo no era ya considerado como animal inmundo.

Empleo y efectos de la hiél

(11,8)

8

»Untale los ojos con la hiél; al escocerle se frotará, se des prenderán las cataratas y verá». A las palabras con las cuales asegura Rafael a Tobías que recobrará la vista su padre, que abrirá (anoixei) los ojos para ver, añade una breve instrucción sobre el empleo y efectos de la aplicación de la hiél sobre la parte enferma. «Aplica, le dice, la hiél a sus ojos y, al sentir el escozor, se frotará (tu padre) repetidamente, de una a otra parte (diatribo), y lanzará de sí las manchas blancas y te verá» (texto de B). En el texto Sin. dice el ángel: «Extiende la hiél del pez sobre sus ojos, y el remedio hará contraer y despegar las manchas blancas (leukómata), y de esta manera tu padre recobrará la vista y verá la luz». Antes del encuentro de Tobías con sus padres, señala la Vulgata el detalle pintoresco del perro. Este detalle, que el cardenal Newmann clasificaba entre los «obiter dicta», y que tanto preocupó en su tiempo a teólogos y exegetas, es considerado hoy como un pormenor pintoresco y ornamental, muy conforme con el estilo y finalidad del libro. Galdos cree que este fragmento faltaba en el texto primitivo y que fue introducido, o bien por San Jerónimo, consciente o inconscientemente, bajo la influencia de los clásicos, especialmente de Ovidio (17,301), o anteriormente, por algún redactor de la versión aramaica 1,

Tobías abraza a sus padres 9

(11,9-15)

Ana, corriendo, se arrojó al cuello de su hijo, diciéndole: «¡Te veo, hijo mío! ¡Ahora ya puedo morir!» Y ambos lloraban. 10 Salió Tobit a la puerta y tropezó; pero el hijo corrió a 1

GALDOS, l.c, n.323.

833

él, 11 y, cogiéndole, 2 derramó la hiél sobre sus ojos, diciendo: «¡Animo, padre!» l En cuanto le escocieron los ojos, se frotó, 13 y se desprendieron las escamas. Al ver a su hijo, se arrojó a su cuello 14 y, llorando, dijo: «Bendito tú, ¡oh Dios!, y bendito sea tu nombre por los siglos, y benditos también todos tus santos ángeles, 15 porque después de azotarme has tenido misericordia de mí, y veo a Tobías, mi hijo». Entró su hijo contento, y refirió a su padre todas las maravillas que le habían sucedido en Media. Madre e hijo marchaban juntos a su casa, y, al acercarse a ella, intentó Tobit traspasar el dintel de la puerta de casa (texto B) sin ayuda de nadie (nemine dante Mi manutn, Sin., Vet. Lat.), o de la puerta del atrio de la misma (Sin.); pero, a causa de la precipitación y azoramiento, tropezó. Su hijo, que estaba cerca, al divisar a su padre que caminaba a tientas hacia él, aceleró el paso, llegando a tiempo para impedir que diera de bruces en tierra. Cinco momentos distinguen los distintos textos en el proceso curativo de la ceguera de Tobit: 1) Se ungen sus ojos con la hiél a manera de un linimento que se extiende sobre toda la superficie del ojo (lini super oculos, dice la Vulg. 8,13; Vet. Lat. 6,9; egxrison, según B, 11,8; BS 6,9). La hiél presentaba el aspecto de un líquido viscoso, denso, a manera de pomada que se extiende por medio de una espátula sobre las heridas o partes doloridas. 2) Al aplicársele la hiél, Tobit experimentó una punzada, un escozor en todo el ojo (dexceis, según B, v.8 y 11), que le molestaba. 3) Al notar aquella sensación de molestia, Tobit se frotó y restregó los ojos en todas direcciones (diatripsei, B, v.8 y 11). 4) A consecuencia de esta acción violenta, comenzaron a desprenderse las manchas blancas de los bordes de los ojos hasta caer totalmente, o bien debido a la eficacia del medicamento («el remedio hará contraer y despegar las manchas blancas», texto Sin., v.8), o a consecuencia de la frotación (decoriavit duabus manibus, Vet. Lat.). Las citadas manchas en su aspecto exterior parecían escamas, sutiles telillas o membranas. La Vulgata añade que tenían parecido con una membrana de huevo («quasi membrana ovi»). 5) El resultado final de toda la operación fue que Tobit, una vez libre de aquellas manchas, vio al hijo (B), o vio la luz (Sin.). De los textos se desprende que la recuperación de la vista fue instantánea y completa, pudiendo distinguir inmediatamente los objetos. Los autores tratan de si hubo o no milagro. El hagiógrafo describe el proceso de la curación de Tobit como cosa normal y como efecto de la aplicación de un medicamento. Con esto concuerda el hecho de que la antigüedad consideraba la hiél de diversos peces como un eficaz remedio contra los ojos 2 . También el proceso curativo se describe en el sentido de que la curación se produjo naturalmente. De ahí que muchos antiguos expositores no ven en ello milagro alguno. Otros lo admiten en el hecho de la curación. Calmet no se pronuncia ni a favor ni en contra («cuivis hac in re quidvis colligere licet»). El hagiógrafo no ha señalado en este punto cuál es su pen2

PLINTO, Nat. hist. 32,4-

Biblia comentada 2

27

Tobit 12

834

Sarniento. Únicamente ha dado a entender que para él aquella curación fue obra de Dios (ergon tou zeou, 12,11). Tobit alaba a Dios por haberle devuelto la vista (v.14) por ministerio de los ángeles (v.16; 12,3). Llegada

de Sara

(11,16-19)

16

Salió Tobit a las puettas de Nínive al encuentro de su nuera, contento y bendiciendo a Dios. Y cuantos le veían se maravillaban de verle andar sin lazarillo. 17 Tobit alababa delante de ellos a Dios, porque había tenido misericordia de él. Así que llegó Tobit a Sara, su nuera, la bendijo, diciendo: «Bien venida seas, hija mía. Bendito sea Dios, que te ha traído entre nosotros, y benditos sean tus padres». Fue18todo esto motivo de alegría para sus hermanos en Nínive. Llegaron Ahikar y Nadab, su sobrino, 19 y durante siete días se celebraron con regocijo las bodas de Tobías. Una vez en casa, Tobías refirió a sus padres las maravillas que le habían sucedido en el viaje. La presencia de Sara y de la caravana que iba con ella despertó la curiosidad de todos, especialmente de los judíos que moraban en Nínive. Entre los concurrentes mencionan los textos a Ahikar y Nadab. El nombre de este último aparece con algunas variantes: Nabad (Sin.), Nadab (Sin. 14,10), Nasbás (texto B), Aman (B 14,10), falsa corrección de Adam, que, según Ñau, es la verdadera, que tiene relación con el Nadan de la historia de Ahikar2. Nadab era sobrino de Tobit (texto B); según Sin. y Vet. Lat., lo eran ambos, a saber, Ahikar y Nadab. A la descripción sombría que hizo el autor sagrado en la primera parte del libro, contrapone ahora, con vivos colores, la profusión de beneficios con que regala el Señor a Tobit como premio de su fidelidad en el sufrimiento.

DESCUBRE

SU PERSONALIDAD

(c.12-13)

Deliberación

y acuerdo sobre el salario de Rafael . (12,1-5) 1 Llamó Tobit a Tobías y le dijo: «Mira, hijo mío, el salario que has de dar a2 ese hombre que ha ido contigo y lo que conviene añadirle». «Padre—contestó él—, no me parece mucho darle la mitad de lo que he traído, 3 pues me ha vuelto sano, curó a mi mujer, cobró el dinero y a ti también5 te ha curado». 4 Respondió el anciano: «Todo se lo merece». Y, llamando al ángel, le dijo: «Toma la mitad de todo lo que habéis traído y vete en paz».

Transcurridos los siete días de la fiesta nupcial (11,7), o catorce según la Vulgata, que cuenta a partir de su llegada a casa, comprende 2 ÑAU, Histoire de la'Sagesse d'Ahikar 52 not.2.

835

Tobit que ha terminado la misión del joven que se ofreció como guía de su hijo (5,4). Al contratarle, además de señalarle el salario base, había Tobit insinuado que le daría una pequeña recompensa, a la que se haría acreedor según la conducta y el éxito que tuviera en su cometido (5,15). Pero, ante el cúmulo de beneficios que le había reportado su actuación, entiende que debía recompensarle con prodigalidad. No sabía cuánto debía entregarle; su hijo, que estuvo en contacto con él, podía apreciar mejor la cuantía de los servicios prestados. La versión aramea presenta la escena diversamente. Rafael

se da a conocer

e invita

a alabar

a

Dios

(12,6-7) 6

Entonces el ángel, llamando a los dos aparte, les'dijo: «Bendecid a Dios y glorificadle, ensalzadle, pregonad a todos los vivientes lo que ha hecho con vosotros, 7 pues bueno es bendecir a Dios y ensalzar su nombre, pregonando sus obras. No os canséies de confesarle. Bueno es guardar el secreto del rey, glorioso pregonar las obras de Dios. Habéis hecho el bien y nada malo os pasará. Ante el acuerdo de Tobit y su hijo de pagarle los servicios prestados, Rafael los llama aparte para comunicarles algo trascendental y misterioso. Antes de revelar su verdadera personalidad, invita a ambos a alabar y bendecir a Dios, de cuyas manos han recibido todos los bienes y favores que ellos le atribuyen, haciéndoles ver que él ha sido simplemente un instrumento puesto a su servicio por la infinita bondad divina. Por consiguiente, les exhorta a que bendigan a Dios, a que le alaben y den gracias y que pregonen ante todo el mundo las maravillas que ha obrado para con ellos. Virtudes

TERCERA PARTE

EL ÁNGEL

Tobit 12

practicadas

por

Tobit

(12,8-10)

8 «Buena es la oración con el ayuno y la limosna con la justicia. Mejor es poco en justicia que mucho9 en iniquidad. Mejor es dar limosna que acumular tesoros, pues la limosna libra de la muerte y limpia de todo pecado. Los que practican la misericordia y la justicia serán repletos de vida, 10 mientras que los pecadores son enemigos de su propia dicha. De entre las virtudes cultivadas preferentemente por Tobit se especifican las siguientes: la oración, el ayuno y la limosna i, que han sido llamadas las virtudes cardinales judaicas. Las tres son 1 El v.8 es interpretado diversamente en los diferentes textos. El Sinaítico: «Buena es la oración con la verdad; y la limosna con la justicia vale más que la riqueza con injusticia; mejor es dar limosna que amontonar oro» Vetus Latina; «Buena es la oración con el ayuno, y la limosna con la justicia», a lo que añaden algunos manuscritos: «pero sobre ambas es mejor poco con justicia que mucho con iniquidad». Parece que el texto debería decir; «Buena es la oración con el ayuno; pero sobre ambos está la limosna». Esta reconstrucción del texto concuerda con 4,7-11.16-17 y se adapta a la fórmula empleada por San Cipriano (De orat. Domini 32: PL 4,540; De opere et eleem. 5: PL 4,606) y San Agustín (Epist. 36: PL 33,144). La asociación de la oración con el ayuno es frecuente en el A. T. (2 Sam 12,16; Dan 9,3; Jdt 4,11-13; r Mac 3,46; 2 Mac 13,12).

836

Tobit 12

Tobit 12

como el compendio de las obligaciones para con Dios, para consigo mismo y para con el prójimo (VACCARI). Por encima está la oración (3,2-6), tanto más meritoria cuanto que en el exilio no eran posibles las manifestaciones externas del culto judaico. La conducta de los pecadores es suicida por atraerse sobre sí los males que evitarían con la limosna (4,10-11).

de los vasallos y servidores de los reyes de la tierra (1 Sam 22,17; 1 Re 12,6-8; 2 Crón 9,7), tenía Rafael libre entrada ante la majestad del Altísimo para cumplir con su misión específica de presentar a Dios las oraciones de los justos, tales como Tobit. La mayoría de los ángeles no tienen nombre; pero, en una época en que se tendía a identificar a los ángeles con las estrellas, el recuerdo de los textos de la Escritura, según los cuales Dios «llama a las estrellas por sus nombres» (Is 40,26; Job 37,3; 38,35; Sal 147,4; Bar 3,33), contribuyó sin duda a dar un determinado nombre a los ángeles que entraban en escena. Los ángeles más importantes, en primer lugar los arcángeles, fueron los primeros en recibir una individualización más completa. Tres de los siete principales reciben en la Biblia un nombre propio: Miguel (Dan 10, 13-21; 12,1; 1 Tes 4,16; Jds 9), Gabriel (Dan 8,16; 9,21; Le 1,9) y Rafael (Tob 3,17; 12,15), a los cuales los libros apócrifos (IV Esdras, Henoc, Apocalipsis de Baruc, Apoc. de Moisés) han añadido otros, tales como Uriel, Fanuel, Ragüel, Sariel, Jeremiel, Faltiel, etc. No aparece clara en los libros apócrifos la existencia de una categoría especial formada por siete arcángeles. La creencia en la existencia de la agrupación de siete arcángeles, ¿es de origen bíblico o de inspiración pagana? Algunos pan-babilonistas ven en los siete planetas deificados de la religión babilónica el origen de los siete ángeles del judaismo. Pero los nombres de los siete ángeles, según Henoc c.20, están formados con el nombre de Dios. Y ellos no son asimilados a las estrellas, porque, al contrario, son los siete seres blancos que conducen las estrellas delante de Dios para ser juzgadas (Hen. 90,21). Tampoco es de origen persa, porque, según el P. Lagrange, «los siete Ameschas Spentas son puras abstracciones: buen pensamiento, docilidad, inmortalidad» 2 . Pero cabe la pregunta: ¿Ha servido la corte real persa como punto de partida para concebir la corte divina? Esd 7,14; Est 1,14 podrían sugerir esta

La revelación

del

ángel

(12,11-15)

11

«Nada os quiero ocultar. Ya os lo he dicho: bueno es guardar los 2secretos del rey, pero es glorioso revelar las obras de Dios, i Cuando orabais tú y tu nuera, Sara, yo presentaba ante el Santo el memorial de vuestras oraciones. Cuando enterrabas a los muertos, también yo te asistía. 13 Cuando sin pereza te levantabas y dejabas de comer para ir a sepultarlos, no se me ocultaba esa buena obra, antes contigo estaba yo. 14 Por eso me envió Dios a curarte a ti y a Sara, tu nuera. 1S Yo soy Rafael, uno de los siete santos ángeles que presentamos las oraciones de los justos y tienen entrada ante la majestad del Santo». Rafael tenía en el cielo el encargo de presentar las oraciones de Tobit y Sara delante del Santo, a la manera como los oficiales y ministros de la corte real presentan al soberano los memoriales de las súplicas de sus subditos. Rafael se presenta aquí no como intercesor y abogado de Tobit ante Dios, sino como mediador y simple ministro (Apoc 8,3-4). Dios recibía por mediación de Rafael las oraciones de Tobit y Sara, y las tenía en cuenta para remunerarlas en el tiempo oportuno, de acuerdo con sus inescrutables designios. También Rafael asistía a Tobit y le acompañaba en aquellos momentos en que con diligencia, e interrumpiendo incluso sus comidas, practicaba la obra de misericordia de enterrar a los muertos, hecho que Rafael anotaba y presentaba ante Dios. Se le envió en recompensa un ángel para que en premio se le devolviera la vista y librara a Sara del demonio, además de otros favores. En todos los textos, menos B, se dice que Rafael fue enviado a Tobit «para ponerlo a prueba» con la adversidad. Vulgata: «Porque eras grato a Dios, fue necesario que la tentación te probara». El concepto de que Dios castiga a los que ama, a sus escogidos, es característico de la Biblia (Jdt 8,23; Prov 3,12; 22,15; 23,12-14; Sab 3,5; Jer 2,30; 5,3; 31,18; 2 Mac 6,12-17; Apoc 3,19; Heb 12,6). El anuncio de su misión lleva insensiblemente a Rafael a descubrirles su verdadera personalidad. Por naturaleza es un ser incorpóreo, invisible; pero, al ser mandado por Dios, tomó aquella forma sensible que mejor se ajustaba a la misión que se le había confiado. Para Tobit y familia era Rafael un joven apuesto, de noble ascendencia, buen andarín, perito en el arte de la medicina y de rara habilidad en solucionar rápidamente los asuntos casamenteros; pero nunca hubieran podido conjeturar que tras aquella apariencia sensible se ocultase un ángel de gran categoría. En realidad, Rafael es uno de los siete ángeles que están junto al trono de Dios en calidad de confidentes, consejeros y ministros. A semejanza

837

hipótesis (DIEGO DE CELADA, GASPAR SÁNCHEZ).

Acomodándose Rafael al uso en la corte persiana, podía presentarse como uno de los siete consejeros de Dios, no poniendo el término de la comparación en el número matemático, sino en el oficio y misión de aquel grupo de consejeros, como si dijera: «Yo soy Rafael, uno de la junta de los consejeros divinos» (GALDOS). Otros autores se inclinan por considerar el número siete como simbólico, en el sentido de «uno de los muchos», o tomar el número en sentido propio y simbólico al mismo tiempo: «Yo soy uno de los siete que estamos ante Dios», lo cual no impide que fueran más o menos de siete. Miller busca el origen de este número septenario en Ez c.9 y 10, en donde se habla de espíritus y querubines al servicio de la gloria de Dios (9,13; 10,3.7) y en donde, aunque de manera oscura, se diseña el número siete (9,2-3). Con este número relacionan otros el texto de Zach 4,10 y Apoc 1,4; 2 LAGRANGE, La religión des Perses: R B 14 (1904) 208-209. El término arcángel no figura en el A . T . , hallándose dos veces en el N u e v o (i T e s 4,16; Judas 9), raramente en los apócrifos antiguos (Henoc) y a m e n u d o en los más recientes (Apoc. de Baruc, de Moisés; Vita Adae). HACKSPILL, L angélologie juive á l'époque néo-testamentaire; R B 11 (1902) 535.

Tobit 13

839

Tobit 12

838

3,i; 8,2. Lo cierto es que esta mención ha contribuido eficazmente al desarrollo de la doctrina de los siete arcángeles. Tobit

y su hijo,

llenos

de temor

(12,16-21)

16

Los dos se quedaron turbados, y cayeron sobre su rostro, llenos de temor. 17 El les dijo: «No temáis; la paz sea con vosotros. Bendecid a Dios siempre, pues no he venido por mi voluntad, 18sino por la de Dios, por lo que a El debéis bendecir siempre. Todos los días me hacía ver de vosotros; no comía ni bebía; lo que vosotros veíais era una apariencia. 19 Ahora alabad a Dios, que yo me20subo al que me envió, y poned por escrito todo lo sucedido». Se levantaron, pero no le volvieron a ver. 21 Y confesaron las grandezas y maravillas de Dios y cómo el ángel del Señor se les había aparecido. La revelación de Rafael infundió gran terror a los dos hombres, porque era creencia que nadie podía ver a Dios o a su ángel y seguir viviendo. Los dos cayeron inmediatamente sobre su rostro, llenos de espanto por la suerte que les esperaba (Ex 33,20; Jue 6,22; 13,22; Dan 10,7). No se ve, como pretende Pautrel, la influencia que haya podido tener esta perícopa con la redacción evangélica sobre las apariciones de Jesús (Mt 28,2-10; Le 24,41-43). Rafael, adoptando una expresión de afectuosa cordialidad: «la paz sea con vosotros», tranquiliza a los dos y les inculca de nuevo que alaben a Dios, haciendo hincapié en señalar la gran diferencia existente entre Dios, de quien proceden todos los bienes que han recibido, y su condición de ministro y siervo.

C Á N T I C O DE T O B I T

Características

(c.13)

generales

El cántico de Tobit se divide en dos partes: 1) Tobit alaba a Dios por los beneficios concedidos a él y a su pueblo en el destierro (v.i-ioa); 2) perspectivas de salvación y grandeza de Jerusalén (v. 11-18). Doxología final (v.i8cd). Por su contenido genérico e incoloro, el himno da la sensación de estar desconectado del ambiente histórico que le precede. De hecho son escasas las referencias a las vicisitudes de la vida de Tobit, si exceptuamos una clara alusión a su cautividad (v. 18) y algunas otras menos explícitas (13,2 = 11,15; 13,4 = 12,6; 13,5 = 33,4-5). Por su aspecto se asemeja a una composición a base de otros pasajes bíblicos (1 Sam 2,iss) y lugares comunes, sin contenido original. En cuanto a su inspiración poética, nos hallamos frente a un himno lírico, aunque su belleza poética es inferior a los modelos de la antigua poesía hebraica conservados en libros históricos anteriores (Ex 15; Deut 32; Jue 5; 2 Sam 1,18-27) (VACCARI).

Invitación

al pueblo

a ensalzar

a Dios

(13,1-10)

1

Y Tobit, en un transporte de júbilo, escribió una oración y dijo: «Bendito sea Dios, que vive por los siglos, por todos los siglos permanece su reino. 2 Porque El azota y se compadece, lleva al sepulcro y saca de él; nadie hay que escape de su mano. 3 Confesadle, hijos de Israel, ante las naciones, pues El nos dispersó entre ellas. 4 Pregonad aquí su majestad, ensalzadle ante todos los vivientes, que El es nuestro Señor y nuestro Dios, El nuestro Padre por los siglos de los siglos. 5 Nos azota por nuestras iniquidades, y luego se compadece y nos reunirá de las naciones en que nos ha dispersado. 6 Si os convertís a él de todo corazón y con toda vuestra alma para practicar la verdad en su presencia, entonces se volverá a vosotros y no os ocultará su rostro. 7 Contemplad ahora lo que ha hecho con vosotros; dadle gracias a boca plena, bendecid al Señor de la justicia y ensalzad al rey de los siglos. 8 Yo le confesaré en la tierra de mi cautiverio y pregonaré su poder y su majestad al pueblo pecador. Convertios, pecadores, y practicad la justicia delante de El; quizá tenga misericordia de nosotros. 9 Yo ensalzo a mi Dios, rey de los cielos; mi alma se regocijará en su grandeza. 10 Hablen todos y confiésenle en Jerusalén. Conforme a la recomendación del ángel (12,6.17), e n I a primera estrofa (v.2-3) bendice Tobit al Dios verdadero, Dios viviente y eterno (Jer 10,10; Deut 5,26; 32,40; Sal 24,5). En la segunda estrofa (v.4-5) se profundiza en los motivos que recomiendan la alabanza a Dios. Si es verdad que Dios castigó a su pueblo con el exilio, también lo es que Dios es para Israel como un padre que le ama, y que lo castiga precisamente porque le ama (Heb 12,6). En la cuarta estrofa (v.7) invita al pueblo a volver la vista hacia el pasado, en donde encontrará innumerables ejemplos de la misericordia de Dios para con él. El Señor es justo, castiga cuando uno se lo merece y ensalza cuando el pecador confiesa su culpa y hace penitencia. En las dos estrofas (v.8-ioa), no obstante las dificultades del texto, con sus muchas variantes, parece vislumbrarse clara la idea de que Tobit continuará sin cesar de alabar a Dios en el destierro para obtener su misericordia.

Tobit 13

840

Perspectivas

de grandeza

para

Jerusalén

(13,11-18)

ii »Jerusalén, la ciudad del Santo. Por las obras de tus hijos te azotará, pero de nuevo se compadecerá de los hijos de los justos. 12 Confiesa dignamente al Señor y bendice al rey de los siglos para que de nuevo sea en ti edificado su tabernáculo con alegría, para que alegre en ti a los cautivos y muestre en ti su amor hacia los desdichados por todas las generaciones y generaciones. 13 Pueblos numerosos vendrán de lejos, al nombre del Señor, nuestro Dios, trayendo ofrendas en sus manos, ofrendas para el Rey del cielo. Las generaciones de las generaciones exultarán en ti. 14 Malditos todos los que te aborrecen y15 benditos para siempre todos los que te aman. Alégrate y salta de gozo por los hijos de los justos, que serán congregados, y al Señor de los justos bendecirán. 1S Dichosos los que te aman; en tu paz se alegrarán. Dichosos cuantos se entristecieron por tus azotes, pues en ti se alegrarán contemplando toda tu gloria, y se regocijarán para siempre. 17 Bendice, alma mía, a Dios, Rey grande, porque Jerusalén con zafiros y esmeraldas será reedificada, con piedras preciosas sus muros y18 con oro puro sus torres y sus almenas. Y las plazas de Jerusalén serán pavimentadas de berilo y rubí y piedra de Ofir, y todas sus calles dirán: ¡Aleluya, bendito sea Dios, que te ensalzó, por todos los siglos!»

EPÍLOGO

ÚLTIMOS Cronología

y vicisitudes

DE TOBIT

Y DE SU

de los últimos

HIJO

años

(14,1-2)

2

1 Terminó Tobit su canto de alabanza. Era de cincuenta y ocho años cuando perdió la vista, que recobró al cabo de ocho años. Haciendo limosnas, proseguía en temer al Señor Dios y en darle gracias. Los años que siguieron a la curación de la ceguera hasta su muerte se caracterizan por una felicidad imperturbable, a ejemplo de Job (49,10-16). Existe divergencia en cuanto a la cronología de este último período de la vida de Tobit entre las diversas versiones. Según B, el anciano Tobit perdió su vista a los cincuenta y ocho años y la recobró al cabo de ocho, siendo el número total de vida ciento cincuenta y ocho años ( v . n ) . El códice Sin. dice que «murió en paz, a la edad de ciento doce años, y fue enterrado dignamente en Nínive. Tenía sesenta y dos años cuando perdió la vista», que recobró después de cuatro años (2,10). En los cómputos de la Vulgata, Tobit quedó ciego a los cincuenta y seis años de edad, recuperó la vista a los sesenta años y murió a la edad de ciento dos. ¿Es posible reconstruir la cronología del texto original? Lo más prudente es pensar que el autor sagrado no tuvo la preocupación de señalar matemáticamente los años de vida de Tobit, sino más bien emplear unas cifras altas (véase 14,12-15) con el fin de dar a entender que la vida santa y la limosna aseguran una vida larga en este mundo (4,10; 12,9). Tienen estos números más valor simbólico que real. Ultimas 3

Tobit abriga la esperanza de que muchos de sus connacionales se convertirán y que con ello darán ocasión a que Dios se apiade de los justos, de que regresen a Jerusalén, siendo con ello posible la reedificación de la ciudad y del templo. Jerusalén volverá a ser el punto de reunión de todos los pueblos (Is 2,2-3; 66,i8ss; Bar 4, 36-37; Miq 4,2), a la que irán con abundantes dones (Is 6o,6; Sal 67,30; 71,10-11), y, según la Vulgata, adorarán al rey de los cielos. El profeta invita a Jerusalén a alegrarse por el retorno de los hijos de los justos, lo que puede interpretarse como refiriéndose al resto santo de que habla Is 10,21; 60,4; 65,8-9, o a los israelitas en general.

AÑOS

recomendaciones

de Tobit

(14,3-11)

Siendo ya muy viejo, Uamóa su hijo y a los hijos de éste, y les habló así: «Hijo, yo estoy ya muy viejo y para partir de esta vida. Toma a tus hijos 4 y vete a la Media, pues estoy persuadido de que cuanto dijo el profeta Jonás sobre Nínive se cumplirá y será destruida. En la Media habrá más paz hasta un determinado tiempo. Pasado éste, nuestros hermanos que moran en la tierra feliz serán dispersados. Jerusalén quedará desolada, y la casa de Dios entregada a las llamas, durando la desolación hasta cierto tiempo; 5 pero otra vez Dios se compadecerá de ellos y los volverá a su tierra y edificará la casa, aunque no como la primera, hasta que se cumplan los tiempos del mundo. Después de esto volverán de la cautividad y edificarán a Jerusalén magníficamente, y en ella la casa de Dios, gloriosa, como de ella han dicho los profetas. * Todas las naciones se convertirán de veras al temor del Señor Dios y enterrarán sus ídolos. 7 Bendecirán todas las naciones al Señor, y su pueblo le dará gracias, y el Señor ensalzará a su pueblo, y se alegrarán todos los que aman al Señor Dios en verdad y en justicia, practicando la mi-

843

Tobit 14 Tobit H

842

sericordia hacia nuestros hermanos. 8 Vete, pues, hijo mío, de Ninive, porque enteramente se cumplirá lo que dijo el profeta Jonás. 9 Pero tú guarda la Ley y los preceptos, sé misericordioso y justo, y serás feliz. 10 D a m e digna sepultura, y a tu madre después conmigo, y no te quedes más en Ninive. Hijo mío, mira lo que hizo Nadab a Ahikar, que le había criado; cómo le llevó de la luz a las tinieblas, y cuan mal le pagó. Pero Dios salvó a Ahikar, y aquél recibió su merecido bajando a las tinieblas. Por habef practicado la limosna, fue sacado del lazo de muerte que le había puesto, mientras que Nadab cayó en la trampa y pereció, n Ved, hijos, lo que hace la limosna, y c ó m o la justicia es salad». Diciendo esto, dio su alma en el lecho. T e nía ciento cincuenta y ocho años, y le dieron honrosa sepultura. A ejemplo del patriarca Jacob ( G e n 47,29), llamó T o b i t a su hijo y a los hijos de éste para manifestarles su última v o l u n t a d y d i rigirles sus postreras amonestaciones. Según la Vet. Lat. y Vulg. acudieron j u n t o a su lecho «filium s u u m et s e p t e m iuvenes filios eius nepotes suos» (el h e b r e o d e Fagio habla de seis), lo cual p u e d e considerarse como u n a adición inspirada en J o b 1,2; 42,13. L a lección «siete hijos» se e n c u e n t r a en el manuscrito a r a m e o de Q u m r á n (42). a)

Destrucción

de Ninive

(14,4)

Las palabras de T o b i t t i e n d e n en p r i m e r lugar a revelar a su hijo la p r ó x i m a destrucción de Ninive p o r los m e d o s ; de ahí la r e comendación de huir de la m i s m a antes de q u e se c u m p l a n los vaticinios proféticos de Jonás (3,4). N o le sugiere q u e vaya a Palestina p o r q u e a u n los h e r m a n o s q u e m o r a n en la tierra feliz serán dispersados; Jerusalén será destruida, y el t e m p l o , devastado (año 586 antes de Cristo). E n este m i s m o texto, j u n t o con la d e r r o t a de Asiría y la destrucción de Ninive, se predice t a m b i é n la ruina de Babilonia (año 539 a . C ) - Ya antes los profetas h a b í a n a n u n c i a d o la destrucción de N i n i v e (Is 10,12-19; N a h c.2-3), profecía q u e se cumplió en el año 612 con el ataque c o m b i n a d o de Babilonia y d e los m e d o s . P e r o a Babilonia le estaba reservada igual suerte (Is 13-14; 47; Jer 50-51)b)

Suerte de los hermanos que moran en Palestina (i4>4)

C o n u n a visión profética habla T o b i t de la suerte de los h e r m a nos q u e viven todavía en la tierra feliz (Ex 3,8; D e u t 11,17), a n u n ciando su dispersión. El texto se refiere d i r e c t a m e n t e a la suerte de los habitantes del reino de j u d á , v e r d a d e r o centro religioso d e Israel (1,4) y cuya devastación (598-586) señalará el t i e m p o e n q u e t o d a Palestina q u e d a r á convertida en u n erial. c)

La nueva Jerusalén

(14,5-7)

Pasado el t i e m p o d e prueba, se compadecerá D i o s de su p u e b l o , permitiéndole regrese a su tierra y reedifique la casa, o sea, el templo (Esd 3,12; A g 2,10); seguirá después el retorno y la reedifica-

ción de Jerusalén (Esd i,3ss; 3,6ss; N e h i , 3 . i 7 s s ; Jer 31,38). E n contramos aquí n o u n a profecía p o r separado, sino u n a c o m b i n a ción d e vaticinios proféticos sobre los últimos t i e m p o s y de Daniel, en particular sobre la suerte de Jerusalén. T o d a s las naciones se convertirán al t e m o r d e Dios (Is 18,7-19,22), le b e n d e c i r á n j u n t a n d o sus voces con las de los judíos; adorarán al único D i o s verdadero y sepultarán a sus ídolos (Is 2,20). C o n ello se h a b r á llegado a la p l e n i t u d de los t i e m p o s mesiánicos. d)

Consejos a su hijo (14,9-11)

E n confirmación d e q u e la p e r v e r s i d a d acarrea la r u i n a de- los pueblos e individuos, trae T o b i t el ejemplo d e Ahikar, relación q u e falta en los textos semíticos y en la Vulgata. e)

Muerte

de Tobit (14,11)

A semejanza del patriarca Jacob ( G e n 49,32), T o b i t dictó sus últimas recomendaciones a su hijo d e s d e la cama d o n d e yacía p o r razón de su vejez extraordinaria, cayendo m u e r t o t a n p r o n t o como t e r m i n ó de inculcar a su hijo la práctica de la limosna, q u e había sido la v i r t u d predilecta de toda su vida.

Tobías

marcha

a la Media: (14,12-15)

caída

de

Ninive

12 Cuando murió Ana, la sepultó con su padre; y partió T o bías con su mujer y todos sus hijos a Ecbatana, a casa de Ragüel, su suegro. 13 T u v o Tobías una buena ancianidad y sepultó a sus suegros honrosamente, heredando su hacienda y la de Tobit, su padre. I 4 Murió en Ecbatana de Media, a la edad de ciento veintisiete años. 15 Antes de morir tuvo noticia de la ruina de Ninive, cuyos habitantes llevaron cautivos Nabucodonosor y Asuero, y se alegró de la suerte de Ninive antes de morir.

D e conformidad con las indicaciones de su p a d r e , T o b í a s p a r tió con toda su familia y fortuna a la M e d i a , fijando su residencia en Ecbatana, en casa de Ragüel, su suegro. C o m o p r e m i o d e su b u e n c o m p o r t a m i e n t o p a r a con. s u s p a d r e s , D i o s le concedió u n a vejez tranquila, a u m e n t a n d o sus riquezas al heredar, a su m u e r t e , la hacienda de su suegro, viviendo en total ciento veintisiete años (B), ciento diecisiete (Sin.), ciento siete (siríaca) o noventa y n u e v e (Vulgata), lo q u e le p e r m i t i ó ver a los hijos de sus hijos hasta la q u i n t a generación (Vulgata). Ya h e m o s indicado el valor simbólico de estos n ú m e r o s . L o s d o c u m e n t o s extrabíblicos n o dicen q u e los c o n q u i s t a d o r e s de N i n i v e d e p o r t a r a n a sus habitantes, pero era ésta la c o s t u m b r e d e aquellos t i e m p o s . E n t r e los soberanos q u e asaltaron la c i u d a d se halla a Ciaxares, rey de los m e d o s . El otro asaltante fue el rey de Babilonia N a b o p o l a s a r (626-605). Se alegró T o b í a s al recibir la noticia de la caída d e Ninive, c o m o hicieron, en general, t o dos los habitantes del Próximo Oriente, p o r ver confirmada una vez m á s la verdad de los vaticinios proféticos (14,4 Sin.), y porque,

/

844

Tobit 14

con la destrucción de Nínive, desaparecía un enemigo encarnizado del pueb o judío y una potencia contraria al Dios verdadero (Is 10,7; 52,4; Hab 1,9). El texto Sin. termina el libro con la frase: «Y bendice al Señor Dios por los siglos de los siglos. Amén». Tobías alaba a Dios por haber triunfado de sus enemigos y desea que esta victoria se perpetúe por los siglos de los siglos. El apogeo de Nínive, que se describe en las primeras páginas del libro, contrasta con la humillación que siguió a su vergonzosa caída. El autor sagrado se complace en acentuar el aplastamiento del poderío de la soberbia ciudad para enseñar una vez más que Dios castiga a sus enemigos y da su gracia a los justos. Con esta conducta se pone de manifiesto su justicia tanto sobre los individuos como sobre las naciones (Is 10,5; 14,24; Nah 1,3). Dios premió aún después de su muerte a sus fieles servidores Tobit y su hijo, como lo declara la Vulgata al terminar el libro con las palabras: «Toda su parentela y todos sus descendientes llevaron una vida santa y practicaron buenas obras, por lo cual fueron aceptos tanto a Dios como a los hombres y a todos los habitantes del país».

JUDIT

INTRODUCCIÓN División del libro Dos partes cabe distinguir en el libro: 1) Antecedentes al asedio de Betulia (c.1-6). 2) Victoria del pueblo judío (c.7-16). Texto El texto hebreo o arameo, en que fue escrito originariamente el libro, se perdió desde muy antiguo. Orígenes no lo conoció y San Jerónimo afirma que revisó la antigua versión latina basándose en un ejemplar escrito en arameo. El texto griego se ha conservado en tres formas principales: 1) la de las unciales B A S; 2) forma peculiar de los códices 19 y 108; 3) texto del manuscrito 58 (Vaticano Reginense), del que dependen los textos de la Vetus Latina y Pesitto. Los manuscritos 19 y 108 representan el texto de Luciano, y en ellos se inspiran la versión aramea y la Vulgata. San Jerónimo, a instancias de sus amigos, tradujo el libro precipitadamente, fijándose más en el sentido que en la letra del texto. Quiso él acabar con la multiplicidad viciosa de manuscritos—no dice si eran griegos—y puso en latín lo que encontró en un texto aramaico. «Huic (Iudith) unam lucubratiunculam dedi, magis sensum e sensu, quam ex verbo verbum transferens. Multorum codicum varietatem vitiosissimam amputavi; solum ea, quae intelligentia integra in verbis Chaldaeis invenire potui, Latinis expressi» (Praef. adjdt: PL 29,39). Se sospecha que el texto aramaico utilizado por San Jerónimo era más una paráfrasis de estilo targúmico que una simple versión del texto hebreo primitivo. Se conocen tres textos hebraicos de Judit con carácter midrásico, que de ninguna manera pueden identificarse con el texto hebreo primitivo. Dos de ellos fueron publicados por A. Yellineck 1, y el tercero por M. Gaster 2 . Este último coloca la historia de Judit en la época del sitio de Jerusalén por Seleuco, no mencionándose a Nabucodonosor ni Holofernes 3 . El texto de nuestro comentario se ajusta al texto griego publicado en la edición que hizo Sixto V del texto de los LXX, teniendo asimismo a la vista el texto editado por A. Rahlfs 4. 1 2

Beth ha-Midrasch (Leipzig 1853), An Unknown Hebrew versión of the history of Judith: «Proceedings of the Society of b¡blical Archaeology», 16 (1893-94) 156-163. 3 G. MEYER, Zur Entstehungsgeschichte des Buches Judith: B 3 (1922) 193-203. 4 Stuttgart 1952. Sobre la cuestión textual véase A. M. DUBARLE, Les textes diverses du livre de Judith: VT 8 (1958) 344-373. En un ostracon proveniente de el Fayum, de los siglos 11-111 antes de Cristo, se halla un fragmento griego de Judit 15,1-7 (J. SCHWARTZ, Un ftagment grec du livre de /udií/t; RB 53 [1946] 534-537)-

Introducción a Judit

846

Autor y fecha de composición Llámase libro de Judit por ser ella la protagonista, no por haberlo escrito. No podemos determinar quién fue su autor ni fijar la fecha de su composición. Se ha dicho que su autor lo fue también del libro del Eclesiástico 5 , lo que nos confirma todavía más en nuestra impresión de que el libro fue escrito en tiempos posteriores al destierro. Las razones que se aducen para una fecha anterior a la cautividad carecen de valor 6 . Grintz fija la data de la composición en el período persa (hacia 366-360). Dos testimonios explícitos tenemos en el libro que hablan de la cautividad como de un acontecimiento histórico: 4,2-3; 5,19, que quedó atrás (8,18-20). Por consiguiente, se excluye toda fecha de composición anterior a Darío. En el libro se vislumbran no pocos elementos persas. En efecto, la frase que se aplica a Nabucodonosor de «gran rey, señor de toda la tierra», es el título que se daba a los reyes persas. La invocación de Dios como «Dios del cielo» es peculiar de los persas (Esd 5,6; papiros de Elefantina); el ejército invasor era persa (16,10); Holofernes y Bagoas son nombres de origen persa. Las armas que utiliza el ejército (akinakés, 13,6; 16,9) tienen el mismo origen, así como la expresión «preparar la tierra y el agua» (2,7). Pero el mismo examen revela la presencia de elementos helenísticos. Alejandro fue el primer monarca que se arrogó, aun en vida, honores divinos. Su ejemplo fue seguido por los seléucidas, especialmente por Antíoco Epifanes, que mandó colocar en el templo de Jerusalén la estatua de Júpiter Olímpico y grabar en sus monedas las palabras: «Antíoco Rey Dios Epifanes Nicéforo». Una costumbre helenista es la de adornarse con coronas de laurel (3,7; IS,I3)-. La importancia que se da a las observancias legales, más minuciosas que en la Ley misma (10,5); la devoción hacia Jerusalén, al templo y al sacerdocio; la moda de los arcaísmos, sugieren la época de Ben Sirach (180 a. G.) o la de los macabeos. Estos indicios, unidos a las analogías que presentan con los apócrifos, jubileos y salmos de Salomón, pueden situar al autor y la fecha de composición del libro hacia el año 70. Aventurando todavía una hipótesis, cabe conjeturar que el autor escribió su libro a instancia de los fariseos, deseosos de glorificar con el seudónimo de Judit a su bienhechora la reina y viuda Alejandra (76-67 a. C.). Que el autor escribió su libro en Palestina, está fuera de duda. Finalidad del libro El autor del libro de Judit se propuso una finalidad concreta al escribirlo. Quien lo lea de corrida y superficialmente creerá que su autor no tuvo otro empeño que el de narrar una serie de hechos históricos. Pero detrás de esta corteza histórica se perfila claramente una idea religiosa directriz, que acaso ocupa el primer plano en la mente del autor sagrado, conducente a demostrar la providencia 5

A. JANSEN, Der verschollene Verfasser des Buches Judith: «Theologie und Glaube», 4

(1912) 269-277. 6

B. MARIANI, Introductio in libros sacros Veteris Testamenti (Roma 1958) 277-278.

Introducción a Judit

847

y fidelidad divinas hacia su pueblo escogido. Dios sometió a Israel al crisol de la prueba (8,27) con el fin de tantear hasta dónde llegaba su fidelidad. Permitió que éste se encontrara al borde del abismo, pero intervino en el momento crítico y lo salvó. ¿Judit libro histórico? Hemos dicho que bajo la corteza histórica se vislumbra en el libro el desarrollo de una tesis religiosa. Pero cabe preguntar: ¿Tiene solidez esta corteza o más bien es una pantalla de que se sirvió el autor como de medio apto para proponer una enseñanza religiosa? En otras palabras: Los hechos que figuran en el libro, ¿corresponden en todo o en parte a una realidad objetiva o deben considerarse como ficción creada por el autor? Estas preguntas no están lanzadas al azar, sino que las sugieren las múltiples antinomias históricas y geográficas del libro. Sabido es que las dificultades de por sí no son suficientes para que dudemos inmediatamente de la historicidad de un libro bíblico, que aparentemente se presenta como tal; pero son un toque de atención que obliga al exegeta a un examen más detenido del texto. Las dificultades históricas de mayor relieve del libro de Judit son las siguientes: 1) De Nabucodonosor, que reinó en Babilonia desde 604 hasta 562, se dice que era rey de los asirios. 2) Se afirma que el mencionado monarca reinó en Nínive, capital de Asiria, que fue destruida el año 612 por la acción combinada de Nabopolasar y Ciaxares. 3) Dícese (1,5) que Nabucodonosor combatió y derrotó a Arfacsad, rey de los medos. 4) Por el texto se deduce que en los días de la invasión de Holofernes no había rey en Israel; un sumo sacerdote, Joaquín, asistido por un consejo de ancianos, ejercía el poder supremo. 5) Hacía poco que los judíos habían subido de la cautividad de Babilonia y habían edificado el templo (538-458). 6) El general en jefe del ejército de Nabucodonosor es llamado Holofernes, nombre de origen persa, no babilónico; dígase lo mismo del nombre del eunuco Bagoas. ¿Cómo pudo Nabucodonosor reinar sobre Nínive, destruida antes de subir él al trono? ¿Por qué se llama rey de los asirios, cuando en realidad lo fue de Babilonia? ¿Cómo pudo combatir a Arfacsad, monarca que no figura en el catálogo de los reyes medos y persas? Sabido es que Nabucodonosor destruyó a Jerusalén y el templo, enviando a los judíos a la cautividad de Babilonia; ahora bien, ¿cómo puede armonizarse esta noticia con la de que habían los judíos reedificado la ciudad y el templo y de que habían subido hacía poco del cautiverio ? ¿Cómo se explica que un rey de Babilonia reine sobre los asirios, en Nínive, y tenga como generalísimo de su ejército a un persa? A estas dificultades de orden histórico se juntan otras de carácter geográfico y topográfico. El libro de Judit, escribe De Vaux, demuestra una arrogante indiferencia por la historia y la geografía. El itinerario del ejército de Holofernes (2,21-28) es un desafío a la geografía. Ante las dificultades mencionadas, y teniendo en cuenta los modos de decir y narrar empleados por el autor sagrado, pierde erreno la sentencia tradicional, que admitía la historicidad total

848

del libro, y cobran actualidad las opiniones de los partidarios de una exégesis más libre y más ajustada a lo que realmente quiso decir y expresar el autor. El pensamiento actual sobre el género literario de Judit lo resume Lefévre en estos términos: «Solamente pueden darse dos hipótesis. O los hechos se ocultan cuidadosamente por el empleo de seudónimos, o el autor escribe, con una finalidad didáctica, una historia ficticia utilizando para ello elementos sacados de épocas muy distintas 7 . Existe una corriente entre los exegetas que tratan de encajar dentro de un marco histórico determinado los hechos y el ambiente general que se supone en el texto. A este fin se han hecho tentativas para identificar al personaje que se esconde bajo el nombre de Nabucodonosor. Se han barajado más de quince nombres, que abarcan un período de unos mil años, desde Adadnirari III (787 a. C.) hasta Adriano (138 d. C.)». Puede ser que, al utilizar el autor sagrado el nombre de Nabucodonosor, quisiera reunir en él los rasgos más salientes de todos y cada uno de los antiguos monarcas orientales y griegos, cuyo distintivo era el orgullo, la impiedad, la ambición y el odio hacia Yahvé y a su pueblo escogido. Para el autor, Nabucodonosor es una figura sintética, ejemplar, simbólica y apocalíptica. Es el adversario poderoso e impío del pueblo de Israel. Es un monarca que sobrevive a sí mismo, ya que ataca a Israel incluso en los tiempos posteriores a la cautividad. Es un personaje de todos los tiempos y de ninguno en particular. No es hombre concreto; es una fuerza, una idea encarnada. Es el orgullo personificado, es Satanás (STEINMANN, 24). Aquior, lo mismo que Nabucodonosor, tiene en el texto función de tipo (CAZELLES). En cuanto al personaje central, Judit, se identifica en 16,4 con la nación judía. Según De Vaux, «Judit, palabra que significa la judía, representa el partido de Dios, identificado con el de la nación» 9 . Es probable que Judit «no sea otra que Jael de Jue 4,5, transformada, primeramente por los de Elefantina y últimamente por los judíos de Leontópolis, en la heroína que conocemos con el nombre de Judit» 1°. Como escribimos en otro lugar u , terminamos este apartado diciendo que con datos extraídos de la historia de la lucha secular de los pueblos paganos contra Israel compuso el autor sagrado una narración, en la que hechos sucedidos en diversos períodos históricos forman unidad por razón de la identidad de fines que les atribuye. Se barajan nombres, reales o fingidos, de personajes, con preferencia de tiempos antiguos. Según el P. Guillet, una de las leyes 7

Introduction á la Bible I (1957) 1747. Véase SOUBIGOU, M I L L E R , G . BRUNNER, Der Nabuchodonosor des Buches Judith (Berlín 1959). 9 Bible de Jérusalem C1956) 493-494. 10 J. EDGAR BRUNS, The genealogy of Judith: «The Catholic Biblical Quarterly», 18 (1956) 19-22; Judith or Jael: ibid., 16 (1954) 12-14. 1 1 «Verdad y Vida», Le. Quizá San Jerónimo alude al libro d e Judit al escribir: «Quia frequenter historia ipsa metaphorice texitur, et s u b imagine mulieris, vel unius viri d e toto populo praedicatur» (In Habacuc 3,14-16: P L 25,1328). E n el prefacio a Judit escribe el m i s m o santo Doctor: «Chaldaico t a m e n sermone conscriptus ínter historias computatur». ¿ C o m p a r t í a él esta opinión? 8

Introducción a Judit

Introducción a judit

849

del género apocalíptico es la de sintetizar la historia en visiones globales 12 . Son muchos actualmente los que clasifican a Judit entre la literatura apocalíptica. Lo que ésta proclama con lenguaje profético lo dice nuestro autor empleando el estilo simple de un relato 1 3 . Valor doctrinal de Judit Es un libro fundamentalmente religioso. La tesis central del mismo se plantea en 5,20-21. Especial providencia de Dios por el pueblo de Israel mientras éste le sea fiel, no solamente rechazando la idolatría, sino evitando aun las más leves transgresiones legales. Puede permitir Dios que le sobrevengan grandes calamidades, pero aun entonces debe Israel esperar en Dios, que permite estos males para probar su fidelidad, no para castigarle. En el libro se profesa el más puro monoteísmo. El Dios de Israel es el Señor (Kyrios) indiscutible, que humilla al que pomposamente se llamaba «el señor Nabucodonosor» (5,2). Dios es el Kyrios pantokrátor (4,13; 8,13; 15,10), dueño de cielos y tierra (13,18), rey de toda la creación (9,12). Dios es infinitamente sabio, siendo inexplorables sus designios (8,14.16); conoce el pasado, el presente y el futuro (9,5). Todo sucede tal como Dios lo ha decretado (9,6); es plenamente libre en sus decisiones y designios (8,15). A Dios no se le puede someter a prueba (8,13). Se muestra propicio con los que le temen (16,18) y confunde a los soberbios (16,20; 13,17). Dios escucha las oraciones de los que le sirven y tiene providencia del pueblo escogido que le permanece fiel, cumpliendo lo estipulado en el pacto de la alianza. La fidelidad a Dios implica amor a Jerusalén, devoción hacia el templo y cumplimiento de toda la legislación religiosa y cultual. El pecado es el gran enemigo de la alianza. El mayor de todos es la idolatría; pero también otras faltas menos graves debilitan los lazos de la alianza. Quienes juzgan las acciones de Judit con u n enfoque moderno le achacan varios pecados: mentira, seducción, acción voluntaria de ponerse en peligro próximo de pecar, asesinato de Holofernes, utilización de medios ilícitos para lograr un bien. Pero no es el de Judit un libro de casos de conciencia, ni aun de edificación, sino más bien u n tratado teológico. Ningún pecado le recrimina el autor sagrado, que ve en ella un instrumento débil del que se sirve Dios para castigar a los enemigos de su pueblo. Por el hecho de que su pureza salió ilesa de las provocaciones de Holofernes, a quien decapitó, algunos teólogos consideran a Judit como figura de la Inmaculada Concepción. A María se aplican las palabras de 15,9. Canonicidad Se clasifica entre los siete libros deuterocanónicos del Antiguo Testamento. Según Orígenes 14 y San Jerónimo 15, los judíos leían el libro. Muchos Padres de los siglos 11 y 111 consideran el libro 12

Thémes Bibliques (París 1951) 137-38.

13

L E F É V R E , Judith:

14

D B S 1319; A R N A L D I C H , l . c , 99-100.

Epist. ad íunilium Africanum 13: P G 11,80. 15 Praefatio in Libr. Iudith: P L 29,37.

851

Judit 1 850

•Judit l

como parte integrante d e la Biblia 16. P o r d u d a r d e su canonicidad, San J e r ó n i m o n o p u s o m u c h o esmero e n su traducción o revisión d e u n texto aramaico. P e r o el m i s m o santo D o c t o r cambió d e p a recer (Epist. 65: P L 12,623; 25,1394) al verse libre d e los prejuicios rabínicos. Afirma San J e r ó n i m o q u e el concilio d e Nicea «in n u m e r o s a n c t a r u m s c r i p t u r a r u m computasse» al libro d e J u d i t ( P L 39.39) 17 ñ IBLIO a)

GRAFI

A

Comentarios

A. SCHOLZ, Commentar über das Büch Judith (Leipzig 1898); A. MILLER, Das Bucfi Judith: «Com. de Bonn» (Bonn 1940); A. VACCARI, Gtuditta: «La Sacra Bibbia» (Firenze 1948); L. SOUBIGOU, Judith: «La Sainte Bible», Pirot (París 1949); F . STUMMER, Das Buch Judith: «Echter Bibel» (Würzburg 1950); A. BARUCO_, Judith: «La Sainte Bible de Jérusalem» (París 1959); * Y. M. GRINTZ, Sefer Yehudith (The Book of Judith). A reconstruction, commentary, appendices and Índices (Jerusalén 1957); J. PRIERO, II libro di Giuditta: «La Sacra Bibbia» (Marietti, 1959). b)

Estudios

L. ARNALDICH, El pecado en el libro de Judit: «Verdad y Vida», 16(1958) 95-115; H. CAZELAES, Le personnage d'Achior dans le Livre de Judith: «Recherches de Science Religieuse» (Mélanges Lebreton), 39 (1951) 125-137; A. COLUNGA, El género literario de Judit: «Ciencia Tomista», 74 (1948) 98-126; A. LEFÉVRE, Judith: «Dict. de la Bible», Suppl. IV 1315-1321; C. MJEYER, Zur Entstehungsg¿± te des Buches Judith: B 3 (1922) 193-203; J. STEINMANN, Lecture de Judith (París 1953); F. STUMMER, Geographie des Buches Judith (Stuttgart 1947); P. W . SKEHAN, Why Leave out Judith?: C B Q 24 (1962) 147-154; F. ZIMMERMANN, Aids for the Recovery of the Hebrew Original of Judith: JBL 57 (1938) 67-74; L. BIGOT, Livre (le) de Judith: D T C 8,1709-1719; E. VOIGT, The Latin Versión of Judith (Leipzig 1925); E. HAAG, Die Besondere literarische Art des Buches Judith und seine theologische Bedeutung: «Trierer theologische Zeitschrift», 7 (1962) 288-301; P. W . SKEHAN, The Hand of Judith: C B Q 25 (1963) 94-109.

PRIMERA

ANTECEDENTES

PARTE

DEL ASEDIO

Dos reyes

DE BETULIA

en escena

torres e n las puertas hasta la altura d e cien codos, y el a n c h o de sus cimientos era d e sesenta codos. 4 Construyó sus puertas, q u e se levantaban hasta setenta codos, siendo su ancho d e cuarenta, para d a r paso a sus fuerzas poderosas y a la m u c h e d u m b r e d e sus infantes. P o r haber arrasado el país e n sus incursiones bélicas, p o r la profanación del t e m p l o y p o r la humillante deportación a Babilonia (2 R e c.24-25) fue N a b u c o d o n o s o r , a juicio d e los judíos, el p r o t o t i p o del soberano despótico, cruel e impío. Dícese e n el texto q u e «reinó sobre los asirios, e n la gran ciudad d e Nínive». Por d o c u m e n t o s cuneiformes se conoce la lista completa de los reyes d e Asiría desde 930 hasta 612 a . C , fecha e n q u e fue destruida la ciudad p o r Ciaxares y Nabopolasar, n o figurando e n los m i s m o s n i n g ú n r e y con el n o m b r e d e N a b u c o d o n o s o r . ¿Cómo explicar esta anomalía histórica? L o s exegetas h a n identificado a N a b u c o d o n o s o r c o n A s u r b a n i p a l (669-626), D a r í o I (521-486), Artajerjes I I I O c o (358337), etc. C o n estas hipótesis n o se solucionan las dificultades históricas del libro. L a m i s m a i n c e r t i d u m b r e presenta la m e n c i ó n d e Arfacsad, rey d e los m e d o s , cuya identificación d e b e ser correlativa con la d e N a b u c o d o n o s o r . N i n g ú n rey lleva este n o m b r e . C o m o personal figura e n G e n 10,22; 11,10. F u e Ecbatana, la actual H a m a d á n , la capital del reino d e los m e d o s y m á s t a r d e residencia d e v e r a n o d e los m o n a r c a s persas (Esd 6,2). F u e fundada hacia el año 700 a.C. p o r Deyoces, hijo d e Phaortes. Situada e n u n a región montañosa, en la encrucijada d e las comunicaciones d e Persia con el valle del Eufrates, tenía u n comercio m u y floreciente. Se habla d e E c b a t a n a e n T o b 3,7; 6,7; 2 M a c 9,3. Las fortificaciones d e Ecbatana eran impresionantes 1. Según H e r ó doto (I 96-99; I I 153), siete murallas concéntricas, de la m i s m a altura, con las almenas d e diversos colores, custodiaban el palacio real y sus tesoros. E l codo d e q u e habla el texto debe de ser el babilónico, q u e equivale a p r o x i m a d a m e n t e a 0,52 m e t r o s . D e ahí q u e las m e didas d e las fortificaciones traducidas e n metros son las siguientes: 1) piedras labradas: 3,12 metros d e largo p o r 1,56 d e ancho; 2) a l t u r a d e las torres: 52 m e t r o s , con u n a a n c h u r a d e 31,20; 4) p u e r t a s : medían 36,40 m e t r o s d e alto p o r 20,80 d e anchura. L a s medidas; dadas p o r el texto griego n o c o n c u e r d a n con las d e la Vulgata.

(c.1-7)

Nabucodonosor

E r a e] año d u o d é c i m o del reinado d e Nabucodonosor, q u e reinó sobre los asirios e n la gran ciudad de Nínive e n los días d e Arfacsad, rey de los medos, que reinó sobre los m e d o s e n Ecbatana, 2 a la que rodeó d e u n m u r o construido d e piedras labradas, d e tres codos d e altura y seis d e largo, siendo la altura del m u r o d e setenta codos y d e cincuenta su a n c h u r a . 3 Levantó CLEMENTE

DE ALEJANDRÍA,

Strom.

2,17: P G

8,969;

ORÍGENES,

a Arfacsad

(1,5-6)

E n aquellos días combatió Nabucodonosor contra Arfacsad en la gran planicie, esto es, e n los confines d e R a g a u . 6 L e habían salido al paso todos los habitantes de la m o n t a ñ a , todos los ribereños del Eufrates, del Tigris y del Hidaspes; y e n la llanura de Arioc, el r e y d e los elamitas y muchísimos pueblos se juntaron para hacer frente a los hijos d e Jeleal (caldeos).

(1,1-4)

1

16

combate

5

De oratione

L a expresión «en aquellos días», d e sabor hebraico, d e b e e n t e n derse del año 17 d e N a b u c o d o n o s o r , según el texto griega del v . 1 3 ,

132:

P G 11,452. 17 Véase A. M . DUBARLE, La mention de Judith dans la litterature ancienne, Julve et chrétiennt: R B 66 (1959) 514-S49.

1

POLIBIO. IO,27; DlODORO, I7,IOO.

Jndit 1

judit 1

o del año 12 del mismo, conforme a la Vulgata. El combate que anuncia en este versículo, y cuya descripción se hace en los v.13 y 16, tuvo lugar en la gran llanura que se extiende en los confines de Ragau. ¿En dónde emplazar esta gran planicie? En la inscripción de Bischtun de Darío I (año 520) se cita dos veces la región de Raga. El historiador Tolomeo (6,2,6) habla de una llanura de nombre Ragiana. Existe actualmente la ciudad Rai a 160 kilómetros al noroeste de Ecbatana. En resumen, se desconoce el emplazamiento exacto de la ciudad de Ragau. Entre los aliados de Arfacsad se cuentan las tribus de la meseta del Irán occidental (Zagros), los ribereños del Eufrates, del Tigris y del Hidaspes. Se ignora a qué río corresponde este último. Se descarta el Hidaspes, llamado hoy Gehlam, en el Panjab, y que desemboca en el Indo. También son aliados los habitantes de la llanura de Arioc, rey de los elamitas o elymeos. Arioc es un personaje que se menciona en Gen 14,1 como rey de Elasar (rex Ponti, según la Vulgata). Se desconoce el emplazamiento concreto de esta llanura. Por el texto griego no aparece claro si estos pueblos se unieron a Arfacsad o a Nabucodonosor. El contexto sugiere lo primero. Con la frase «de modo que fueron muchos los pueblos que se juntaron a las huestes de los hijos de Queleud» (Yeleal) se pondera la potencia de los confederados contra Nabucodonosor. «Hijos de Queleud», frase que la Vulgata omite, pueden ser, o bien los caduseos, los caldeos, o los pueblos de la región de Quilmad (Ez 27,23), que el talmudista traduce por Media y los LXX por Carmenia, que corresponde a la región llamada actualmente Kerman, al sudeste de Persia. El resultado de la batalla se describe en los v.13-16.

En la lista del grupo extremo occidental se sigue una línea geográfica de nordeste a sudoeste: Cilicia, Damasco, Líbano, Antelíbano, «la costa del Mar», con la Fenicia y terri orio de los filisteos. Del territorio de Palestina cita los pueblos del Carmelo, que entran en el elenco porque el autor sagrado coloca a Betulia en el ámbito geográfico del Carmelo, hacia su extremidad sudoriental. Del Carmelo se pasa a Galaad, región situada al otro lado del Jordán, entre el Yaboc y el Yarmuc. Es la primera vez que se habla en la Biblia de la Alta Galilea como término geográfico. La extensa y fértil planicie enclavada en la Baja Galilea, delimitada al sur por el Carmelo y los montes de Samaría y al norte por los de Galilea, es llamada en el libro de Judit (1,8; 3,9; 4,6; 7,3) llanura de «Esdrelón». La expresión «al otro lado del Jordán» es ambigua, y puede designar la TransJordania o la Cisjordania, según el lugar en que se sitúe el historiador. Aquí el punto de referencia de Nabucodonosor es Asirl ^i y» por lo mismo, la frase citada se refiere a los territorios de la Cisjordania. La tierra de Guesen corresponde a la región de Gosen, en la cual moraban los israelitas durante su permanencia en Egipto. El río de Egipto es el wadi el-Arish, que servía de frontera entre Palestina y Egipto. Tafna corresponde a tell Defneh, cerca del lago Menzaleh. Rameses (Ex 1,11) es quizá Tanis. Menfis es la antigua capital del Bajo Egipto, llamada Nof en hebreo (Is 19,13; Jer 2,16). Los pueblos de occidente despreciaron al mensaje de Nabucodonosor. La Vulgata dice: «Omnes uno animo contradixerunt». Todos desecharon su invitación de apoyarle en la lucha contra Arfacsad. A sus ojos, el monarca era un rey aislado políticamente, incapaz, por lo mismo, de hacer frente con las armas a todas las naciones coligadas. A los mensajeros del rey se les negaron incluso los presentes de ritual.

852

Mensaje

de Nabucodonosor

(1,7-12)

7

Después mandó Nabucodonosor, rey de los asirios (un mensaje) a todos los habitantes de Persia, a todos los de las regiones occidentales, a Cilicia, Damasco, al Líbano y al Antelíbano, a todos los de la costa del mar, 8 a los del Carmelo, a Galaad, a Galilea la alta, a la gran llanura de Esdrelón, ' y a los moradores de Samaría y a sus ciudades, a los del otro lado del Jordán, hasta Jerusalén, Betana, Quelos, Cades, hasta el río de Egipto; a Tafna, Rameses y a toda la tierra de Guesen, 10 hasta por encima de Tafnis y de Menfls, y a todo Egipto hasta los confines de Etiopía. 11 Despreciaron todos los moradores de la tierra el mensaje de Nabucodonosor, rey de los asirios, y no se le asociaron para la guerra, porque no le temían, porque a sus ojos era un don nadie. 12 Enfurecióse grandemente Nabucodonosor contra todas estas gentes, y juró por su trono y por su señorío que se vengaría y devastaría con su espada todos los territorios de Cilicia y de Damasco y de Siria y a todos los moradores de Moab, a los hijos de Amón y a toda la Judea, y a todos los que moran en Egipto hasta los confines de los dos mares. Según el texto, envió Nabucodonosor su mensaje a pueblos del este y del oeste. Omiten la palabra Persia (v.7): Sin., Syr., VL y

Vulgata,

Nabucodonosor

jura

vengarse

853

(1,13-16)

13 Había puesto en movimiento sus fuerzas contra el rey Arfacsad en el año diecisiete; le venció en batalla campal y aniquiló todo el poder de Arfacsad, toda su caballería y todos los carros, 14 y se apoderó de sus ciudades, llegando hasta Ecbatana, haciéndose dueño de sus torres y devastando sus calles y convirtiendo en oprobio toda su belleza. 15 Se apoderó de Arfacsad en las montañas de Ragau, y le atravesó con sus propias armas y acabó con él. H> Vuelto Nabucodonosor a Nínive con todo su ejército y con todos los que se le habían unido, muchedumbre incontable de guerreros, descansó allí y banqueteó con su ejército por espacio de ciento veinte días.

Nabucodonosor jura por su trono, lo que equivale a jurar por la divinidad, de la cual era él el representante en todo su imperio. La soberbia del rey es tanta, que no puede concebir que pueblo alguno se atreva a contradecir sus designios. Jura vengarse de Moab, de Amón (2 Re 24,2; Gen 12,5) y de Judea, cuyas naciones se mencionan por el designio literario del autor de preparar la narración ulterior del

8S4

Judit 2

libro. El amonita Aquior es una figura relevante del libro (5,1; 6,20; 11,9-11; 14,5.10). La mención de Judea es un toque de alerta para el lector. Los pueblos se equivocaron al valorar la potencia bélica de Nabucodonosor. Solo, con su propio ejército, presentó batalla a Arfacsad, derrotándole completamente en batalla campal y aniquilando todo su ejército, compuesto de infantería, caballería y carros de combate. Los datos que anteriormente había señalado el texto (1,2-4) sobre Ecbatana daban la impresión de que era una ciudad invulnerable; pero no hay potencia humana capaz de oponerse al poder e ímpetu de Nabucodonosor. Consejo

de oficiales

en palacio

(2,1-3)

1

El año dieciocho, el veintidós del primer mes, se corrió en el palacio de Nabucodonosor, rey de los asirios, 2que iba a tomar venganza de toda la tierra, como lo había dicho. Llamó a todos sus oficiales y a todos sus grandes, y confirió con ellos sus secretos planes, resolviendo poner en ejecución toda la maldad que había proferido su boca contra la tierra. 3 Fueron de parecer que se destruyese a cuantos no se sometieran a los decretos del rey. Herido en su amor propio, planea Nabucodonosor un ejemplar castigo de las naciones rebeldes a su llamamiento. Corría el año dieciocho de su reinado, el veintidós del mes de Nisán, es decir, a principios de abril, «tiempo en que los reyes suelen ponerse en campaña» (2 Sam 11,1), cuando en el palacio del rey se bosquejó el plan de ataque. Según Jer 32,1; 52,29, el año dieciocho del Nabucodonosor histórico coincide con la fecha en que el mencionado rey se apoderó de Jerusalén (año 587). El autor ha querido asociar la memoria del año más triste para los judíos con el desquite por manos de Judit; el sacrilegio de Nabucodonosor señala el comienzo de su caída. El v.2 deja traslucir claramente el texto original semítico. Holofernes,

generalísimo

del

ejército

(2,4)

4

Terminado el consejo, llamó Nabucodonosor, rey de los asirios, a Holofernes, general de su ejército, que era el segundo después de él. Un rey de Babilonia que reina sobre los asirios en la ciudad de Nínive tiene a un persa como generalísimo de sus tropas. Que el nombre de Holofernes sea de origen persa, lo prueban tanto su terminación como la analogía con otros nombres de la misma procedencia, como Artafernes, Datafernes. ¿Qué personaje se esconde bajo este nombre que recuerda el mugido de un buey en una caverna? (CLAUDEL). Según Eusebio 1, con ocasión de la campaña contra Egipto, Artajerjes III Oco deportó a Hircania, a orillas del mar Caspio, a muchos judíos. En esta misma campaña 2 destruyó • Chron. 2: PG 19,486.

2

SOLINO,

35,4.

Judit 2

855

y conquistó Jericó, lugar en donde se habían congregado los levantiscos judíos, hecho que tuvo lugar hacia el año 351. Según Diodoro Sículo (31,19,2-3), un cierto Holofernes, hermano del rey de Capadocia, Ariarates, combatió al lado de Artajerjes contra los egipcios. El mismo Diodoro (16,47,4) menciona al muy influyente eunuco Bagoas (12,11; 13,3; 14,14). Aunque el nombre de Bagoas era muy común 3 entre los eunucos, y aunque el nombre de Holofernes se halla en otras partes, es, sin embargo, muy casual que se hable de los dos en una misma narración. La mención de éste y del eunuco Bagoas, ¿basta para identificar a Holofernes con Artajerjes III? ¿No es diametralmente opuesto el papel de Holofernes en la obra de Diodoro y el que juega en el libro de Judit? Aquél regresa victorioso a Persia, seguido de una caravana de judíos, camino del destierro; éste cae muerto por la acción de una mujer israelita. Concluyamos diciendo que el hagiógrafo ha escogido el nombre de Holofernes con el fin de asociarlo al de otros enemigos de los judíos. Para el autor del libro es Holofernes un instrumento calificado del enemigo de Israel por antonomasia. Holofernes

recibe

consignas

del

rey

(2,5-13)

5

Y le dijo: «Esto ordena el rey grande, el señor de toda la tierra*. En saliendo de mi presencia, tomarás contigo hombres que confíen en sus fuerzas; de infantes, hasta ciento veinte mil, y caballos con sus jinetes, doce mil; 6 e invadirás toda la tierra de occidente por haber desobedecido la orden de mi boca. 7 Les intimarás que me preparen la tierra y el agua, porque en mi furor saldré contra ellos y cubriré toda la haz de la tierra con los pies de mis soldados, y la entregaré al saqueo; 8 y sus heridos llenarán los barrancos y los torrentes, y el río se desbordará lleno de muertos; 9 y ,conduciré sus cautivos hasta los extremos 0 confines de la tierra. Empezarás por ocupar todo su territorio, y si no se te rinden, me los reservas para el día del castigo. 11 Mas para los rebeldes no haya 12 perdón; sean entregados a la muerte y al saqueo toda su tierra. Por mi vida y por la fuerza de mi imperio, que cuanto dije lo ejecutaré por mi mano. 13 No dejes de cumplir ni una palabra de tu señor, antes las ejecutarás exactamente según te lo ordeno y sin dilación». «El gran rey» es una expresión que usaban los reyes de Asiría (2 Re 18,19; Is 36,4) y de Persia (Est 13,1; 16,1). Yahvé es el único que puede ostentar el título de «rey de toda la tierra» (Miq 4,13; Zac 4,14; Sal 47,3; Jer 32,27). Los reyes de Asiría se llamaban a sí mismos «reyes de las cuatro regiones». El autor sagrado ha puesto en boca del monarca una locución más ambiciosa con el fin de poner de relieve su soberbia, que le llevó a arrogarse un título propio de la divinidad. Al paso de Holofernes y de su ejército seguirá la visita real, que acabará por aniquilar a los pueblos que no se rindieron. La frase «preparar la tierra y el agua» se halla en los documentos persas 4 para significar que las naciones, en señal de sumi3 PLINIO, Hist. Natur. 13,41: ita vocant spadones, qui apud eos etiam regnavere. Según Plinio , un eunuco llamado Bagoas envenenó a Artajerjes III Oco (13,4,9). * HERÓDOTO, 6,48-49; 6,94; 7,32; 13,8.

Judit 2

Judit 2

sión, debían poner a disposición del vencedor todo cuanto necesitara para el traslado y mantenimiento de las tropas durante su permanencia en ellas. La orden es formal: «que tu ojo no perdone a ninguno» (Deut 7,16; Ez 20,17), dice literalmente el texto del v . u . En confirmación de sus palabras jura Nabucodonosor por su vida y por su imperio (1 Re 17,12; 18,10; 2 Re 2,2.4.6; Is 49,18) que ejecutará cuanto dijo. En opinión de Scholz, sólo Dios emplea esta fórmula de juramento (Núm 14,21.18); los hombres juran por Dios vivo Que 8,19). De ello se infiere que Nabucodonosor se atribuye un poder sobrehumano.

donosor con el fin de presentar al monarca como señor y dueño de todo el mundo conocido, enfrentándolo con el diminuto pueblo de Betulia. La llanura de Bectelet nos es desconocida. En caso de encontrarse en la Cilicia superior, es imposible que llegara a ella en tres días el ejército de Holofernes.

856

Movilización

general

(2,14-18)

14

Partió Holofernes de la presencia de su señor y tomó consigo 15 a todos los magnates, generales y capitanes del ejército asirio; pasó revista a las tropas escogidas para la guerra, según le había ordenado su señor, hasta ciento veinte mil infantes y doce mil arqueros a caballo, 1617y los ordenó como se ordenan las muchedumbres guerreras. Tomó, además, camellos, asnos y mulos, para la impedimenta, en cantidad muy grande; ovejas, bueyes y cabras 18 para su aprovisionamiento, y vituallas en cantidad para toda la gente, y asimismo mucho oro y plata del tesoro del rey. A Holofernes, «el segundo después del rey» (2,4), que no asistió al consejo secreto de «sus servidores y magnates» (2,2), le fue confiado el reclutamiento y la puesta en marcha de un poderoso ejército. Pasó revista a sus tropas escogidas, infantes y arqueros a caballo (2 Crón 14,7; 17,17; 1 Sam 31,3; 1 Re 22,34; Jer 4,29; 6,23) y los organizó militarmente. Aparte de este ejército escogido, reunió gran cantidad de bestias de carga y animales para el servicio de la tropa. A todos se les entregó dinero abundante y provisiones para una larga campaña.

Un ejército

en marcha

(2,19-21)

19 Luego se puso en marcha con todo su ejército; y, adelantándose al rey Nabucodonosor, cubrió toda la haz de la tierra, hacia el occidente, con sus carros, jinetes e infantes escogidos; 20 y una abigarrada muchedumbre como la langosta, incontable como el polvo de la tierra, que se les agregó. 21 Partieron de Nínive, caminando durante tres días por la llanura de Bectelet, y asentó su campamento desde Bectelet hasta cerca de la montaña, a la izquierda de la Cilicia superior.

Del texto parece desprenderse que el ejército de Holofernes estaba encargado de marchar en vanguardia con el fin de someter las naciones que Nabucodonosor debía ocupar. Esta muchedumbre se compara, por su gran número, a la invasión de langosta proveniente del desierto, o al polvo de la tierra (Jos 11,4; Jue 7,12). El autor sagrado junta nombres del abigarrado mosaico de nacionalidades situadas al norte de Palestina y pasea por ellas el rulo del ejército de Nabuco-

Luchas en el Asia Menor

857

(2,22-23)

22

Y tomó todo su ejército, sus infantes, sus jinetes y sus carros; partió de allí en dirección a la montaña. 23 Rompió por Put y Lut, devastó a los hijos de Rarses y a los de Ismael, que habitan los linderos del desierto hacia el mediodía de Quelos. El v.23 es una verdadera cruz para los intérpretes. A menudo se mencionan juntos en el Antiguo Testamento los nombres de Put y Lut (Jer 46,9; Ez 27,10; 30,5). ¿En dónde localizar ambos pueblos? Según Stummer, Put es un pueblo de África (Gen 10,6; 1 Crón 1,8; Jer 46,9; Ez 27,10; 30,5; 38,5; Neh 3,9); Lut puede ser, 0 bien Lidia (Gen 10,22), o un pueblo norteafricano (Gen 10,13; 1 Crón 1,11, etc.). En Is 66,19, l ° s dos nombres se asocian a Javán, Tarsis y a «las islas lejanas, que no han oído hablar nunca de mi nombre (Yahvé)», de lo cual se infiere que su localización debe buscarse en el extremo occidental del Asia Menor. Sin embargo, la predilección del autor por la antigüedad hace sospechar que al mencionar Put y Lut tuvo en la mente los textos de Gen 10,6.13.22. Los hijos de Rarses son los habitantes de Tarso de Cilicia (Vulg.). Quelos es una localidad desconocida, en el desierto siroarábigo.

Combates

en Mesopotamia

(2,24-26)

24 Pasó el Eufrates y, atravesando la Mesopotamia, tomó por asalto25todas las ciudades fuertes del torrente Abrona hasta el mar. Se apoderó de todo el territorio de Cilicia, derrotando a cuantos se le opusieron, llegó hasta los confines de Jafet por la parte del mediodía, enfrente de la Arabia. 26 Cercó a todos los hijos de Madián, dio al fuego sus tiendas y saqueó sus apriscos.

Con el fin de solucionar la dificultad del regreso del ejército a su punto de partida, cambian algunos comentaristas el orden actual por el siguiente: v.2i.2ia.24ab.22.2ib.23a.24c.2Sa.23b.26.2sb. Con ello se obtiene un desplazamiento de Holofernes más en consonancia con los datos geográficos de que disponemos hoy. Del v.23 s e desprende que, una vez dominadas las naciones del Asia Menor y ya en territorio de Siria, pronto para descender a Palestina, torció Holofernes hacia el este con el fin de someter las tribus nómadas acampadas entre Palmira y el Eufrates. En el v.24, el ejército de Holofernes cruza de nuevo el río y presenta batalla a los pueblos situados entre los ríos Eufrates y Tigris. En la primera campaña, Holofernes siguió la ribera del Eufrates; en esta segunda ataca Cilicia y lleva sus tropas hacia «los confines del norte» (Ez 38,6). Según Gen 10,1-2, los hijos de Jafet se establecieron en la orilla meridional

Judit 3

858

del mar Negro, en los alrededores de los lagos Van y Urmia y junto a las riberas del Caspio. No se ha explicado todavía satisfactoriamente la presencia en el texto de la palabra «Arabia»; la mayoría de los autores la consideran como glosa. El torrente Abrona es desconocido. Los madianitas vivían en el Sinaí (Ex 2,15-21), en el país de Moab (Núm 22,4-7; 31,1-8) y al este del golfo de Aqaba.

Por tierras de Siria y Fenicia

(2,27-28)

27

Descendió luego a la planicie de Damasco en los días de la recolección del trigo, incendió todos los campos, destruyó sus rebaños y vacadas, saqueó sus ciudades, asoló sus campiñas e hirió toda su juventud al filo de la espada. 28 Temor y temblor se apoderó de toda la costa, de los moradores de Sidón y de Tiro y de los habitantes del Sur, de Ocina, de Jamnia. Los habitantes de Azoto y Ascalón se llenaron, asimismo, de miedo. Holofernes desciende de los confines del norte a la llanura en los días de la siega del trigo, a fines de mayo (Gen 30,14). La cebada se segaba en abril (1 Sam 21,9). Como en el v.i se dice que el consejo se tuvo hacia primeros de abril, asombra la rapidez de las campañas del ejército de Holofernes. La ciudad de Damasco se halla situada en la fructífera y bien regada llanura de Guta (2 Re 5,12; Jer 49,25), en un lugar por donde pasa la gran ruta caravanera que une Egipto con Mesopotamia. Existía la bárbara costumbre de incendiar las mieses Que 15,4-8) para sumergir a los pueblos en la indigencia. Llama la atención este comportamiento de Holofernes en relación con la noticia de la Vulgata, según la cual contaba él con el trigo de Siria para su ejército (2,9: frumentum ex omni Syria in transitu suo parari constituit). Es muy probable que el autor haya imputado a Holofernes la conducta que solían seguir otros conquistadores. A medida que las tropas se acercan a Palestina se intensifican los actos conducentes a sembrar el pánico y el terror entre los pueblos. Ante ello, los pueblos prefieren pactar antes que lanzarse a un combate en el que llevarían las de perder. La ciudad de Ocina quizá sea San Juan de Acre; Jamnia (1 Mac 4,15), al norte del país de los filisteos, al que pertenecían Azoto (1 Sam 6,17) y Ascalón.

Rendiciones 1

en masa

(3,1-5)

Y le enviaron mensajeros con propuestas de paz, diciendo: «Mira, nosotros somos siervos del gran Nabucodonosor, nos postraremos en tu presencia para que hagas con nosotros según tu arbitrio. 3 Nuestras majadas, con todo nuestro territorio, y todos nuestros trigales, nuestros rebaños y vacadas, y los apriscos de nuestros ganados, todo está a tu disposición; dispon de todo según te plazca. 4 Y nuestras ciudades con sus moradores, siervos tuyos son; ven y haz con ellos como bien te-parezca». 5 Llegados los hombres a Holofernes, le hablaron en esta forma». Los pueblos de Fenicia y los del litoral de Palestina prefirieron ser esclavos de Nabucodonosor a perder la vida. Los delegados 2

Judit 3

859

ponen a disposición de Holofernes las majadas (epauleis), los campos de trigo, ganado mayor y menor, los apriscos, las ciudades con sus habitantes. Por tres veces consecutivas expresan ellos su total entrega (v.2.3.4). El autor hace hincapié en el temor y servilismo de los pueblos gentiles. Esta disposición de ánimo contrasta con la actitud valiente y confiada de Israel, que, puesta su confianza en Dios, resiste al invasor en defensa de sus valores espirituales y nacionales.

Duro trato de los vencidos

(3,6-8)

6

Descendió él con su ejército a la costa y puso guardianes en las ciudades fuertes, y de ellas enroló en su ejército gente 7 escogida. Toda la región le recibió con coronas, danzas y pan8 deros. Devastó todo su territorio y taló sus bosques sagrados, y ordenó destruir todos los dioses de aquella tierra para que sólo a Nabucodonosor adorasen todas las naciones y le invocaran como a Dios todas las lenguas y todas las tribus. Descendió (katébe) Holofernes de las llanuras de Damasco a la costa fenicia acompañado por tropas de choque. A pesar de tantas muestras de sumisión, no pudieron los mencionados pueblos aplacar la ira del general persa. Los pueblos salíanle a recibir con cánticos y danzas. Estas muchedumbres que se adornaban con coronas y danzaban al son del tambor, no parecen inspirarse en costumbres orientales. En la Biblia se habla de estas manifestaciones de alborozo en la época griega (Eci 32,1; Sab 2,8). Véanse, sin embargo, tales manifestaciones en Jdt 11,34; 1 Sam 18,6. Holofernes no dañó a estos pueblos en sus bienes materiales. El castigo se reduce a talar los bosques sagrados l que crecían alrededor de los santuarios y hacer añicos las imágenes de Baal y Astarté y de cuantos dioses tenían, para entronizar en su lugar a Nabucodonosor. La conducta de Holofernes se ajusta a las concepciones antiguas orientales en lo referente a las relaciones entre la divinidad, el rey y el pueblo. Dios conquista el país y a él se someten los dioses locales, que deben retirarse ante el vencedor y cederle el puesto. Solían los reyes asirios llevar en sus triunfantes campañas las efigies de los dioses del país vencido, que eran sustituidas por las divinidades del vencedor. Al destruir Holofernes los símbolos locales, pretendía obligar a que «sólo a Nabucodonosor adorasen todas las naciones y le invocaran como a Dios todas las lenguas y todas las tribus». ¿Se arrogaron los reyes asirio-babilónicos el título de dios? Muchos monarcas se gloriaban de ser los representantes de Dios en la tierra, sus vicarios y lugartenientes, pero no llegaron nunca a proclamarse a sí mismos dioses. Los reyes asirios, dice Baruc, no manifestaron nunca esta pretensión. En Dan 3,1-5 no se dice que la estatua representara al rey divinizado. Nuestro texto puede ser una crítica de las exigencias de Antíoco IV. Los seléncidas, a ejemplo de 1 El v.8 puede traducirse: «Devastó sus lugares altos y cortó las aseras». La palabra griega alse (bosque) es quizá una traducción defectuosa del hebraico asherim (2 Crón 14,2; 24,18), árboles sagrados, o sea, ashtaroth (1 Sam 7,3; 12,10). El término horia (monte) es una transcripción incorrecta de hiera, que significa lugares altos (bamoth).

Judit 4

Juilit 4

Alejandro Magno, fueron los primeros en arrogarse honores divinos (2 Mac 9,12) y obligar a que se les llamara oficialmente dioses. Antíoco Epifanes hizo acuñar monedas con el título «Antíoco Rey Dios Epifanes Nicéforo». Se reserva para este lugar la declaración blasfema de Holofernes con el fin de enfrentar al más poderoso monarca de la tierra con el Dios de los hebreos.

cional. Tanto los de «Judá» como los «hijos de Israel» forman parte de la nación hebraica. No se alude al reino del norte (Israel) ni al del sur (Judea), sino al pueblo que adora a un mismo Dios en su templo de Jerusalén. A pesar de su mucho temor (sfodra, sfodra, que corresponde al hebraico meod, meod), sabrán reaccionar hasta morir con tal de impedir que Holofernes repita en Jerusalén lo que hizo con los pueblos que se le rindieron. El pánico de los judíos era tanto más explicable cuanto que «recientemente» (prosfátos) habían subido de la cautividad y hacía poco (neosti) que se había reunido el pueblo en Judea en torno al templo. ¿Pertenece el v.3 al texto original? En dicho versículo se mencionan tres acontecimientos: 1) regreso de la cautividad; 2) reagrupación del pueblo en Judea; 3) purificación del templo y de su mobiliario. ¿De qué cautividad y repoblación habla el autor? Del famoso exilio de Babilonia y de la repoblación de Judea bajo la égida de Esdras y Nehemías. Impresionados por consideraciones religiosas, reaccionaron los judíos y decidieron morir antes que ver saqueado y destruido el templo (oikós, casa) del Señor. Si el pueblo judío está dispuesto a morir para defender a Yahvé y su templo, ¿no «les protegerá Dios y será con ellos» (5,21) al ver su buena disposición? El texto no habla de la reconstrucción del templo (Neh 6,15-18), sino de la purificación del mismo, lo que nos lleva a los tiempos de Antíoco IV Epifanes (1 Mac 4,36; 2 Mac 10,3-5).

860

Holofernes

en Esdrelón

(3,9-10)

9

Llegado al llano de Esdrelón, cerca de Dotan, frente a la gran llanura de Judá, 10 asentó su campo entre Gaba y Escitópolis, donde permaneció un mes esperando toda la impedimenta de su ejército. Holofernes impuso sus condiciones de paz a las ciudades de Fenicia y de Filistea que se le habían rendido. Desde las ciudades de la Filistea (Gaza, Ascalón, Asdod) podía Holofernes marchar hacia el este y atacar a Jerusalén, pero determinó volver sobre sus pasos en dirección noroeste, alcanzar la llanura de Esdrelón en un punto cercano a Dotan e ir a acampar en un lugar entre Gaba y Escitópolis. Era Dotan (Gen 37,17; 2 Re 6,13) una población cananea situada al norte de Siquem, a 40 kilómetros al sur de Nazaret y junto a la actual carretera que une esta última ciudad con Jerusalén. El campamento de Holofernes estaba entre Gaba y Escitópolis. La primera de estas ciudades puede corresponder a Gibleam, Gelboé, al sur de Betsán. Escitópolis era el nombre que recibió en el período helenístico la antiquísima ciudad de Betsán (2 Mac 12,29). Aquí esperó Holofernes los servicios auxiliares del ejército antes de aventurarse a dar la batalla a los judíos. En las luchas que van a comenzar entre Holofernes e Israel se enfrentan dos potencias: la del mal, en cuyo ejército militan todos los enemigos del yahvismo, y la del bien, o sea la del Dios de los judíos. De Judea no ha recibido Holofernes propuesta de rendición, y sospecha que será dura la campaña para reducir aquel país. La llanura de Esdrelón (2 Re 2,9) formaba parte de Israel, pero su ocupación por Holofernes no exacerba el orgullo judío. El próximo campamento de Holofernes será la región montañosa entre Dotan y Betulia. Pánico

en Judea

(4,1-3)

1 Así que los hijos de Israel que moraban en Judá oyeron todo cuanto había hecho a los gentiles Holofernes, general en jefe del ejército de Nabucodonosor, rey de los asirios, y cómo había saqueado todos los templos y los había destruido, 2 sintieron grandísimo miedo y se turbaron por Jerusalén y por el templo del Señor, su Dios; 3 pues recientemente habían subido de la cautividad, y hacía poco que se había reunido todo el pueblo de Judea, y el mobiliario y el altar y la casa habían sido santificados después de su profanación. La noticia de que Holofernes destruía y saqueaba los templos cayó como una bomba sobre Israel. El texto supone la unidad na-

Resistencia

al enemigo

861

(4,4-5)

4

Enviaron, pues, a toda la región de Samaría y sus aldeas, a Betorón, Belmain, Jericó, Joba, Aisora y al valle de Salem, 5 y ocuparon todas las cimas de los montes altos y amurallaron sus aldeas, y se aprovisionaron de vituallas en previsión de la guerra, pues recientemente habían recogido la cosecha de sus campos. El sujeto del verbo enviar son los hijos de Israel, de que se habló en el v. 1. Se menciona en primer lugar la «región de Samaría», porque se hallaba amenazada directamente. Ninguna alusión a la enemistad existente entre samaritanos y judíos después del exilio (Esd 4,1-5; Neh 4,33-35; Jo 4,9). Toda la retahila de lugares geográficos se suprimen en la Vulgata, la cual se limita a decir: «Y enviaron a toda la región de Samaria hasta Jericó». No es de suponer que el autor sagrado tenga mucho interés en dar a este elenco un valor geográfico estricto. Se citan: Coma, que la VT y Vulg. traducen por «castella», «per circuitum», y que, según Stummer, corresponde a Qamun (Jue 10,5); Betorón (Jos 16,3); Belmain, quizá Baal Meón (Núm 32,38), cerca de Madaba, al este del mar Muerto; Joba (Gen 15,15); Aisora (Tell Asur, cerca, de Jericó); valle de Salem, junto a Jerusalén, o la aldea actual de Salim, en la llanura de Siquem. Los israelitas habían segado ya (2,27), lo cual nos dice que los hechos narrados tienen lugar en los meses de junio-julio, o sea en pleno verano de Palestina.

Judit 4

863

luáit 4

862

Oraciones, Sumo

sacerdote

y estratega

(4,6-8)

6

Escribió Joaquín, que por aquellos días era sumo sacerdote en Jerusalén, a los moradores de Betulia y de Bet-Omestaim, enfrente de Esdrelón, ante la llanura que está junto a Dotan, 7 diciéndoles que resistiesen en las subidas de las montañas, pues por ellas era el acceso a Judea, y como éste era estrecho, sería fácil aun a sólo dos hombres impedir el paso a los que llegaban. 8 Ejecutaron los hijos de Israel las ordenes de Joaquín, el sumo sacerdote, y del senado de todo el pueblo de Israel, que tenía su asiento en Jerusalén. Habiendo dado el autor un carácter religioso al ataque de Holofernes, era lógico que fuera el sumo sacerdote el que, en nombre de Dios, se enfrentara contra el general impío. Además de su cargo religioso, reunía en su persona la autoridad política suprema de la nación, ayudado en este cometido por un senado (gerousía) (2 Mac 11,27). No había en Jerusalén ni rey ni gobernador; un sacerdote rige los destinos de la nación hebraica, lo que no sucedía en tiempos de Nehemías. La sede del mismo estaba en Jerusalén. Supone el texto la existencia de un santuario central y nacional en Jerusalén. El sumo sacerdote Joaquín (Vulgata Eliacim) figura en la línea de los sumos sacerdotes en Neh 12,10.12.26. Betulia tiene la misión de aplastar la soberbia de Nabucodonosor. No hay duda de que el texto localiza la ciudad al norte de Samaría, no lejos del desfiladero que conduce a la planicie de Esdrelón. Según el texto, se hallaba Betulia 1 en la subida de un monte ¡ al pie del cual brotaba un manantial (6,11; 7,3.7). Entre la ciudad y el campo de Holofernes (7,1-3) se extendía una pequeña planicie. Judit y su sierva atravesaron el campamento, «rodearon el valle y.: subieron al monte de Betulia» (13,10). Se hallaba cerca de Dotan (4,6). La corriente más en boga entre los exegetas tiende a localizar Betulia en Sheik Shibel, a quince kilómetros al noroeste de Sanur y a ocho al sudoeste de Djenin. Entre Sheik Shibel y Dotan se extiende la planicie de Schael Arrabeh, que produce abundantes pastos por la abundancia de aguas que manan de dos manantiales. Con los datos que se dan en los capítulos siguientes se puede llegar a una localización más exacta de Betulia. La orden de Joaquín era de ocupar las pendientes o subidas (anábaseis) de la montaña, porque por ellas era el acceso (eisódos) a Judea. Era fácil impedir el paso de los que, dada la estrechez del desfiladero (prósbasis), veíanse obligados a caminar de dos en dos. El tránsito de la planicie de Dotan a Esdrelón es mucho más ancho de lo que supone el texto, cuyas palabras deben entenderse en sentido hiperbólico. 1 Palabra derivada de Bethul o Bathuel (Jos 19,4; 1 Crón 4,31), de la tribu de Simeón, a la cual pertenecía Judit (9,2). Quizá viene de betulah (virgen), nombre simbólico de Jerusalén. El códice Sinaítico la llama «Baitoulía»; el Vaticano, «Baitoulonae; el c.58, «Betyloua»; el c.108, «Baitolia»; cód. A, «Betyloua». Se localiza en: Karun tiattin (al este del lago de Tiberíades); Beth-Ilfa (entre Gelboé y Betsán), o al sur de Dotan: en Sanur, en Messaliye, en Tell Kheibar, en la cumbre Sheik Shibel, en la aldea de Barid o en Haraiequel-Malla (BOVERCANTERA). En conclusión, en un lugar, caso de que haya existido, imposible de identificar.

ayunos

y sacrificios

(4,9-12)

9

Todos los hijos de Israel clamaron con gran instancia a Dios y se humillaron con gran fervor; 10 ellos, sus mujeres y sus hijos, sus ganados, todos los extranjeros o jornaleros, y sus esclavos, vistiéronse de saco. H Todos los israelitas, las mujeres y los niños, los moradores de Jerusalén, se postraron ante el santuario, cubriéndose de ceniza sus cabezas; mostraron sus sacos al Señor y revistieron de saco el altar, l 2 Todos a una clamaron al Dios de Israel, pidiéndole con ardor que no entregase al saqueo sus hijos ni diese sus mujeres en botín, ni las ciudades de su heredad a la destrucción, ni el santuario a la profanación y al oprobio, regocijando a los gentiles. Comprende el pueblo que, «si no guarda Yahvé la ciudad, en vano vigilan sus centinelas» (Sal 127). La única fuerza efectiva con que contaba Israel era el favor de su Dios, que se había comprometido a no entregar a su pueblo predilecto en manos de los enemigos, a menos que le fuera infiel. Bien decía Aquior a Holofernes que, si en Israel no «había ninguna culpa o pecado contra su Dios», pasara de largo y no le molestara, porque su Dios lo protegerá y será con él (5,20-21). La iniciativa de prepararse a la lucha con armas espirituales parte del pueblo. El autor del libro se contagia de este fervor religioso. Únicamente en este lugar se menciona el acto de revestir el altar del santuario con un saco. Para más forzar a Yahvé, «extendían sus sacos ante el Señor» ( v . n ) , a la manera de Ezequías, que «desplegó ante Yahvé» (2 Re 19,14) las cartas de Senaquerib. La ley mosaica sólo prevé un día de ayuno oficial al año, el día grande de la Expiación (Lev 16,29; 23,27; Núm 29,7). En los libros de Ester, Tobías y Judit se percibe mejor que en otros la importancia creciente que toma el ayuno en la piedad de los ambientes judíos (Est 4,1-3; 9,32; 14,2; Tob 3,10-11; 12,8; Jud 4,8-10; 8,6; 9,1; 12,9) 1. Los sacerdotes,

solidarios

con el pueblo

(4,13-15)

3

I Escuchó el Señor sus clamores y miró su aflicción. Ayunaba el pueblo todos los días en toda 14 Judea y en Jerusalén ante el santuario del Señor omnipotente. Joaquín, sumo sacerdote, y todos los sacerdotes que asistían en la presencia del Señor y le servían, ceñían de saco su cintura al ofrecer el holocuasto perfecto y los votos y las ofrendas del pueblo, 15 y echaban cenizas sobre sus tiaras, y clamaban al Señor con todas sus fuerzas pidiendo que se dignase visitar a toda la casa de Israel. En la Vulgata se representa a Eliacim (Joaquín) de viaje por todo Israel, exhortando a todos a perseverar en la oración y en el ayuno, prometiéndoles la ayuda divina. Los sacerdotes dan ejemplo a los fieles, que se solidarizan con ellos. El sumo sacerdote, los simples sacerdotes y los levitas clamaban al Señor con todas sus fuerzas al ofrecer el holocausto perpetuo y los votos y las ofrendas del pueblo. 2 T. CHARY, Les prophétes et le cuite a partir de l'exil (París 1955) 200-201.

864

Jtidit

5

]uiit 5

En vez de echar la ceniza sobre la cabeza, como los laicos (2 Sam 13,19; Ez 27,30) lo hacían «sobre sus tiaras» (kidareis) (Ex 28,40; 29,9). En este capítulo se describe la reacción del pueblo judío al anuncio de la presencia de Holofernes en sus fronteras. Pensar en una rendición era temerario, mayormente después de la conducta de Holofernes para con los que pactaron con él. La oposición bélica que se planea es más ideal que efectiva; la verdadera fuerza del pueblo judío se halla en su vida religiosa y moral. Hubo movilización espiritual, pero no militar. Holofernes

ante

la resistencia

de Israel

(5,1-4)

1 Llegó a noticias de Holofernes, generalísimo del ejército asirlo, que los hijos de Israel se preparaban para la guerra; que habían cerrado las entradas de las montañas y habían fortificado todas 2las cumbres de los montes altos y colocado barreras en el llano. Montado en cólera, llamó a todos los príncipes de Moab, a los capitanes de Amón y a todos los sátrapas de la costa, 3 y les habló en estos términos: «Decidme, hijos de Canaán, ¿qué pueblo es ese que mora en las montañas? ¿Qué ciudades habitan? ¿Cuál es el número de sus soldados? ¿En qué está su fuerza4 y su poder? ¿A quién tienen por rey y jefe de su ejército? ¿Por qué desdeñan venir a mi encuentro, a diferencia de todos los moradores del occidente?» Dos fuerzas opuestas se hallan frente a frente. Holofernes vivaquea en las inmediaciones de Betsán. Le llegan noticias de que Israel se prepara a la lucha. La audacia de Israel tiene la virtud de inquietar el ánimo de Holofernes. La guerra relámpago que había practicado hasta ahora se acaba en el límite de la frontera con Judea. En vez de atacar, pierde el tiempo coleccionando consejos y escuchando informes. Llama a los príncipes de Moab, a los generales de Amón y a los sátrapas o gobernadores locales del litoral para cerciorarse acerca del pueblo judío. La encuesta gira en torno a un triple tema: 1) étnico-histórico; 2) estratégico y político; 3) psicológico.

DISCURSO

DE A Q U I O R

(5,5-21)

Aquior demuestra tener un conocimiento profundo de la historia del pueblo de Israel. Su testimonio es tanto más valedero en cuanto que él es príncipe y jefe de Amón, pueblo que no tuvo relaciones amistosas con Israel (Núm c.22-24; Deut 23,4; Jue 10, 7-11.33; 1 Sam 11,1). Aquior demuestra simpatía hacia Israel y pone mucho calor en sus palabras, lo que recuerda el episodio de Balaam al bendecir contra su voluntad al pueblo de Israel (Núm c.22-24). Exalta la protección de Yahvé sobre su pueblo. En prueba de sus buenos servicios, Aquior «quedó agregado a la casa de Israel» (14,10), al igual que lo fue Rahab en otro tiempo, y por idénticos motivos (Jos 2,9.11). Sin embargo, en Deut 23,4 se decía que

865

«amonitas y moabitas no serán admitidos ni aun a la décima generación; no entrarán jamás». La expresión «hijos de Canaán» (v.3) es arcaica y sólo se utiliza en textos poéticos y arcaizantes (Esd 9,1; Neh 9,8). La situación descrita en todo el capítulo no exige un período histórico determinado, sino que puede ajustarse a todo el decurso de la historia del pueblo judío, a todo lo largo y ancho de la historia de Israel. A la tesis defendida por Aquior opone Holofernes esta otra: Nabucodonosor es el único dios, y las armas darán razón de un pueblo indefenso que ha tenido la osadía de oponérsele, Los dos poderes, material y espiritual, se enfrentan en una lucha de la cual, ya desde ahora, se vislumbra el fin. Prehistoria

de Israel

(5,5-9)

5 Le contestó Aquior, jefe de todos los hijos de Amón: «Escuche mi señor una palabra de boca de tu siervo, y te diré la verdad acerca del pueblo que habita estas montañas próximas a6 donde tú estás, que no saldrá mentira 7 de la boca de tu siervo. Este pueblo es originario de Caldea; habitaron primero en la Mesopotamia; y por no seguir a los dioses de sus padres, que vivían en la Caldea, 8 la abandonaron y dejaron su culto para adorar al Dios del cielo, el Dios que se les había dado a conocer. Los padres los arrojaron de la presencia de sus dioses, y ellos huyeron a Mesopotamia, donde habitaron muchos días. 9 Les dijo su Dios que salieran de sus moradas, y se encaminaron a la tierra de Canaán, donde peregrinaron, enriqueciéndose de oro y plata y muchos rebaños. Según Aquior, Israel es originario de Caldea (Gen 11,28.31), desde donde emigró Abraham estableciéndose en Jarán (Gen 11,31; 12,4). El motivo de este desplazamiento fue por no querer adorar a los dioses de sus padres, establecidos en Caldea. Abraham rompió con la tradición idolátrica de sus antepasados para adorar al «Dios del cielo» (Esd 5,1 iss; 6,9; papiros de Elefantina). El discurso de Aquior representa el punto desde el cual debe enjuiciarse el libro. Da una vista panorámica de la historia de Israel según la mentalidad profética. La figura de Aquior se inspira en la del sabio Ahikar (Tob 1,21; 2,10; 11,18; 14,10). El nombre significa «mi hermano es luz», pudiendo significar simbólicamente el amigo que* ilustra la historia de Israel. Permanencia

en Egipto

(5,10-12)

10 «Bajaron a Egipto, porque el hambre había invadido la tierra de Canaán, y se instalaron allí, donde hallaron alimentos, multiplicándose hasta hacerse incontable su número. 1J Pero se levantó contra ellos un rey de Egipto, que los oprimió con trabajos de hacer ladrillos, y los humillaba, convirtiéndolos en esclavos. 12 Clamando a Dios, hirió éste toda la tierra de Egipto Biblia comentada 2

28

judit 5

866

]ud¡t 6

con plagas, para las cuales no había cura, hasta que los arrojaron los egipcios de su presencia. La protección divina sobre Israel se revela también en el tiempo que permaneció en Egipto. Si Yahvé escuchó a su pueblo y castigó a Egipto, ¿no puede acontecer ahora lo mismo? A través

del

desierto

(5,13-15a)

13 »Secó su Dios el mar Rojo delante de ellos 14 y los encaminó al Sinaí y a Cadesbarne; y, arrojando a todos los que moraban en el desierto, 15a habitaron en la tierra de los amorreos, y con su poder aniquilaron a todos los habitantes de Hesebón. Mientras el texto griego consigna los hechos de la salida de Egipto y el paso del mar Rojo (Ex 15,22-19,2; 13,1-20,13), la Vulgata subraya el carácter milagroso de ambos episodios y amplía el texto.

En la Tierra Prometida

(S,lSb-17)

15b «Atravesaron luego el Jordán, y se posesionaron de la montaña; i* expulsaron pronto a los cananeos, a los fereceos, a los jebuseos, a los siquemitas y a todos los guergueseos, y habitaron mucho tiempo en esta tierra. 17 Todo les fue bien mientras no pecaron contra Dios, porque éste, que aborrece la iniquidad, estaba con ellos. Por una providencia extraordinaria de Dios penetraron los israelitas en Canaán, apoderándose en un principio de la región montañosa, por no poder enfrentarse en las tierras bajas con los carros de combate de los cananeos. Ellos recibieron esta tierra en herencia (ekleronómesan). La permanencia pacífica de los israelitas en la Tierra Prometida estaba condicionada a su fidelidad al pacto de la alianza. La prosperidad y la ruina de Israel dependen de su adhesión al mismo. El v.17 constituye el punto central del discurso y encierra la teología de la historia de Israel (Sal 5,6; Deut 5,9-10; Is 59,2; Jue 2,11-19). Pecado

y arrepentimiento

(5,18-19)

18

»Pero cuando se apartaron del camino que les había señalado, luego fueron destruidos con muchas guerras y llevados cautivos a tierra extraña, y el templo de su Dios convertido en ruinas, y sus ciudades ocupadas por los enemigos. 19 Ahora que se han convertido a su Dios, han subido de la región en donde estuvieron dispersos, y se apoderaron de Jerusalén, donde está su santuario, y se establecieron en la montaña, que estaba despoblada. Los principios señalados por Aquior se confirman con dos acontecimientos: cautividad y regreso a la tierra. En el exilio encontró Israel ocasión propicia para reflexionar sobre las causas que lo motivaron. Para muchos, la cautividad significaba el fracaso de la

867

doctrina de la alianza y un indicio de la impotencia de Yahvé para salvaguardar a su pueblo frente a sus enemigos. Para otros, en cambio, impresionados por la predicación de los profetas, este desastre nacional fue el principio de una total y sincera conversión a Yahvé. Gracias a ello les ha sido posible a los israelitas poder regresar (nuper, añade la Vulgata) a su patria, establecerse en Jerusalén y repoblar la montaña, que quedó desierta (2 Re 17,7-23; Sal 106, 40-46). Conclusión

(5,20-21)

20

»Ahora, pues, dueño y señor: ¿Hay escándalo en este pueblo? Si hay en él alguna culpa o pecado contra su Dios, entonces subamos, que los derrotaremos. 21 Pero si no hubiese en ellos iniquidad, pase de largo mi señor, porque su Dios los protegerá y será con ellos, y vendremos a ser objeto de oprobio ante toda la tierra». Del discurso de Aquior puede Holofernes deducir que las preguntas que él dirigió al estado mayor indican un desconocimiento de la situación. Lo importante y justo hubiera sido cerciorarse de si Israel tenía o no culpa o pecado contra Dios. En caso afirmativo puede atacarle, seguro de conseguir la victoria; en caso contrario, pase de largo, si no quiere convertirse en el hazmerreír de los pueblos.

Efectos del discurso

(5,22-24)

22

Y así que acabó Aquior de pronunciar estas palabras, todo el pueblo, que estaba en torno de la tienda, rompió en murmullos de reprobación. Los magnates de Holofernes y todos los moradores de la costa y de la región de Moab pidieron que Aquior fuese descuartizado. 23 «Porque nunca temeremos—decían—nada de los hijos de Israel. Es un pueblo sin ejército, sin fuerza para sostener una lucha dura. 24 Subamos, pues, y serán pasto de todo tu ejército, señor Holofernes». Mal eco encontró el discurso de Aquior entre los seguidores de Holofernes. Ninguno de ellos dejóse impresionar por la tesis teológica desarrollada, estando todos acordes en admitir que las armas son las que deciden las batallas. A la concepción religiosa yahvista de la historia oponen Holofernes y su estado mayor la fuerza de las armas. Todo el libro trata de demostrar que Aquior tenía razón. Intervención

de Holofernes

(6,1-9)

1 En cuanto cesó el tumulto de las gentes que rodeaban al consejo, dijo Holofernes, general en jefe del ejército asirio, a Aquior y a los moabitas, en presencia de todo el pueblo extranjero: «¿Quién eres tú, Aquior, y vosotros, mercenarios de Efraím, para profetizar como lo habéis hecho hoy, diciendo que no luchemos contra la nación israelita porque la protege su Dios? 2 ¿Qué dios hay si no es Nabucodonosor? 3 Este ha enviado su ejército y los borrará de la faz de la tierra, sin que su Dios pueda librarlos; pero nosotros, siervos de Nabucodo-

Judit 6 nosor, los aplastaremos como a un solo4 hombre, y no podrárt resistir el empuje de nuestra caballería. Con ella inundaremos su tierra, y bañaremos en sangre sus montañas, y llenaremos de cadáveres sus valles, y no podrán mantenerse en pie delante de nosotros, y todos enteramente perecerán, dice el rey Nabucodonosor, señor de toda la tierra, y sus palabras no quedarán sin cumplimiento. 5 Pero tú, Aquior, mercenario de Amón, que tales discursos has tenido este día de tu insensatez, no volverás a ver mi rostro hasta 6que yo no haya castigado a esa nación de huidos de Egipto. Cuando yo vuelva, atravesará tu cuerpo el hierro de mi ejército, y la muchedumbre7 de mis lanceros tu costado, y caerás bañado en tu sangre. Mis siervos te llevarán8 a la montaña y te pondrán en una de las ciudades de la subida, y no perecerás hasta que con ellos seas aniquilado. * Ya que tan firme esperanza tienes de que no sean conquistados, no se abata tu rostro. De cuanto he dicho, ni una palabra caerá en el vacío». Acallado el tumulto popular, intervino Holofernes violentamente, aludiendo en tono sarcástico a la tesis religiosa de Aquior. En presencia de Moab y de toda la muchedumbre de extranjeros increpó a Aquior y a los mercenarios de Amón. Su ejército les demostrará que se han equivocado al meterse en profetas de mal agüero. Holofernes rechaza la posibilidad de que el Dios de Israel, pueblo formado con «huidos de Egipto», pueda prevalecer contra el omnipotente Nabucodonosor. Anuncia la derrota completa de Israel, que no podrá resistir el empuje de su caballería. Aquior será testigo de este desastre. Holofernes no menciona el nombre de Betulia, pero da a entender que los judíos preparan la resistencia «en una de las ciudades de la subida». Estaba tan creído de su victoria, que no temía que Aquior revelara a los de Betulia sus planes guerreros. Pero la razón fundamental por la cual Aquior es entregado y colocado en Betulia es para que, una vez cortada la cabeza de Holofernes, diera fe de que era la del generalísimo del ejército de Nabucodonosor. Como se ve por todo el contexto, no son dos pueblos los que se enfrentan, sino dos dioses: el dios Nabucodonosor (3,8; Dan 3,14-18) y el Dios de Israel. Aquior

es llevado

a Betulia

(6,10-13)

10

Luego ordenó Holofernes a los siervos que estaban a su lado en la tienda que tomasen a Aquior y le llevaran a Betulia, entregándole a los israelitas, n Cogiéronle los siervos de Holofernes, y le condujeron fuera del campamento, que estaba en el llano, y le llevaron del llanoI2 a la montaña, a las fuentes que están por debajo de Betulia. En cuanto los de la ciudad los vieron, tomaron sus armas y salieron a la cima del monte. Los honderos se mantuvieron en sus puestos y arrojaron piedras sobre los asirios. 13 Pero ellos, ocultándose en los repliegues de la montaña, amarraron a Aquior y le abandonaron a raíz del monte, volviéndose a su amo. Por las palabras del texto se deduce que no existía un frente continuo, sino focos aislados de resistencia. De ahí que los siervos

Judit 6

869

de Holofernes penetraran en territorio israelita y se acercaran a Betulia. Holofernes seguía en su campamento entre Gelboé y Betsán. Los que acompañaron a Aquior podían informarle de los preparativos bélicos. Aquior

con los jefes

de Betulia

(6,14-17)

14

Bajaron de la ciudad los hijos de Israel, dieron con él y le desataron, 15 y, llevándole a Betulia, le entregaron a los jefes de la ciudad. Eran éstos en aquellos días Ocias, hijo de Mica, de la tribu 16 de Simeón; Abris, hijo de Otoniel, y Carmis, hijo de Malquiel; los cuales convocaron luego a los ancianos de la ciudad. Todos los jóvenes y las mujeres concurrieron también a la asamblea, y, puesto Aquior en medio del pueblo, le interrogó Ocias acerca de lo sucedido. 17 Dioles cuenta él de los discursos habidos en la sesión de Holofernes, y de lo que había dicho a los príncipes asirios, y de las insolencias proferidas por Holofernes contra los israelitas. Una vez regresaron los asirios a su campamento, descendieron los hombres del pueblo a la falda del monte; hallaron a Aquior y, desatándolo, le entregaron a los jefes (arjontes) de la ciudad, pertenecientes a la tribu de Simeón. El autor del libro trata de rehabilitar a Simeón, poco afortunado en la bendición de Jacob (Gen 49, 5-7), y cuya tribu llevó siempre una vida lánguida y deslucida (2 Crón 15,9; 34,6), fundida con la tribu de Judá. Judit (9,2-4) alaba a Simeón por «haberse vengado de los extranjeros que habían violado a una doncella». Ocias es quizá Oziel (1 Crón 4,42), perteneciente a la tribu de Simeón. Los otros dos arjontes eran Cabris (Núm 26,45; Gen 46,17) y Carmis (Jos 7,1; 1 Crón 2,7).

Oraciones

y banquetes

(6,18-21)

18

Postrándose en tierra el pueblo, clamaron a Dios, diciendo: 19 «Señor, Dios del cielo, mira el orgullo de éstos y apiádate de nuestro linaje humillado, y pon hoy tus ojos en el rostro 20 de tus santos». Consolaron a Aquior y le alabaron grande21 mente. Ocias le sacó de la asamblea y le condujo a su casa, donde le dio un banquete, al que invitó a todos los ancianos. Toda aquella noche estuvieron invocando el auxilio del Dios de Israel. Durante aquella noche perseveraron en la oración, invocando el auxilio de Dios. En este momento crucial para la ciudad no existen preparativos de carácter militar y estratégico. Saben ellos que la victoria o la derrota está en manos de Dios. Los israelitas eran los santos, los consagrados a Dios y, por lo mismo, los que ocupaban un lugar aparte (Dan 7,27; 8,24).

870

SEGUNDA PARTE

YAHVE

TRIUNFA Los asirios

SOBRE frente

NABUCODONOSOR a Betulia

871

Judit 7

]udit 7

(c.7-16)

(7,1-3)

(Núm 22,4) y de que el suelo cederá a su paso. Aunque las noches en Palestina sean algo más frescas que el día (Me 14,54; Le 22,55), no es probable que tuvieran necesidad de fuego los centinelas de las murallas, dada la estación en que se produjo el asedio (4,5). Más bien encendieron hogueras, o para divisar los movimientos del enemigo en torno a los muros, o para darle la sensación de que los habitantes de la ciudad estaban alerta (1 Mac 12,28-29).

1

Al día siguiente dio órdenes Holofernes a todo su ejército y a las tropas auxiliares de prepararse para atacar a Betulia, ocupando las subidas de los montes y haciendo ya la guerra contra los hijos de Israel. 2 Entonces se dispusieron todos sus hombres de armas y la masa de sus guerreros, en número de ciento setenta mii infantes y doce mil jinetes, fuera de la impedimenta y de la muchedumbre de los hombres que iban con ella, que era muy grande, 3 acamparon en el valle junto a Betulia, cerca de la fuente, y se desplegaron a lo ancho, hasta Dotan, Belmáin, y a lo largo desde Betulia hasta Ciamón, que está frente a Esdrelón. Holofernes obra rápidamente. Al día siguiente de haber deportado a Aquior a Betulia, manda que su ejérci-o marche en dirección a esta ciudad, que se ocupen las vertientes de las montañas y que se establezca contacto con el enemigo. Hemos hablado ya del emplazamiento de esta heroica y enigmática ciudad (4,4-6), que, a lo más, disponía de unas murallas levantadas precipitadamente al anuncio de la llegada del ejército de Holofernes. Teniendo en cuenta todos los datos desparramados en todo el libro, no se llega a identificar el lugar de Betulia; pues si de una parte figura en la entrada de Esdrelón, al norte de Samaría, de otra se dice que salió una procesión de Betulia en dirección a Jerusalén, lo cual significaría que los participantes en ella recorrieron un centenar de kilómetros (16,18). De ahí que algunos exegetas dudan incluso de la existencia real de una ciudad con este nombre. Obsérvese la pasividad de las otras ciudades frente al ejército invasor. Ninguna le hace frente, ni se ponen obstáculos a las maniobras tácticas del mismo. Holofernes tiene la obsesión de Betulia, en donde cree radica la máxima resistencia por parte de los judíos. El nombre de Ciamón se conserva en tell Qaimun, la antigua Jocneam (Jos 12,22; 19,11), a ocho kilómetros al norte de Dotan. Consternación

de los israelitas

(7,4-5)

4

Cuando los israelitas vieron tanta muchedumbre, quedaron consternados, y unos a otros se dijeron: «Ahora sí que van a devorar éstos toda la haz de la tierra, y ni los altos montes, ni los valles, ni los collados, podrán soportar su peso». 5 Y tomando cada uno sus armas, encendieron hogueras sobre las torres y permanecieron guardándolas toda aquella noche. Desde la ciudad contemplaron los de Betulia la marcha del ejército asirio, que estrechaba el cerco. Al ver tanta muchedumbre, les asalta la idea de que el enemigo devorará toda la haz de la tierra

Estratagema

efe Holofernes

(7,6-7)

6

Al día siguiente hizo desfilar Holofernes toda su caballería a la vista de los israelitas que estaban en Betulia; 7 examinó las subidas de la ciudad y recorrió las fuentes de sus aguas, apoderándose de ellas y estableciendo puesto de guardia, para volverse luego a su gente. Exploró Holofernes personalmente los accesos de la ciudad, reconoció los manantiales que surtían de agua a Betulia y los ocupó. Antes (v.3) se dijo que el ejército acampó en el valle, junto a Betulia, «cerca de la fuente». Desde este momento Betulia se encuentra cercada por todas partes, no quedándole más dilema que entregarse o resistir. No cabe esperar ayuda de las otras ciudades, ni de la misma ciudad de Jerusalén, que contempla la heroica resistencia de Betulia, apoyando su causa con ayunos y oraciones, pero sin enviar soldado alguno.

Otro consejo

dado a Holofernes

(7,8-15)

8

Entonces se acercaron e él los príncipes de Esaú, los jefes de Moab y los capitanes de la costa, diciéndole: 9 «Escuche nuestro señor una palabra, si quieres que no sufra quebranto tu ejército. 10 Este pueblo de los israelitas no confía en sus lanzas, sino en las alturas de los montes en que habitan; y, en efecto, no es fácil dominar la cima de sus montes, n Ahora bien, señor, no luches contra ellos como se 12lucha en batalla campal, y evitarás que caiga un solo guerrero. Quédate tú en el campamento y ten en guardia todo tu ejército; pero haz que tus siervos se apoderen de las fuentes de agua que brotan a raíz del monte, 13 porque de ella se abastecen todos los moradores de Betulia. La sed los matará, y acabarán por entregarte la ciudad, mientras que nosotros y nuestro pueblo subimos a las cimas de los montes próximos y acampamos en ellas, para guardarlas e impedir que salga de la ciudad hombre alguno. 14 Así el hambre los consumirá a ellos, a sus mujeres y a sus hijos, y antes que los alcance la5 espada quedarán tendidos en las calles de su propia ciudad, 1 dándoles tú el merecido por su malvada conducta de no haber salido a tu encuentro en son de paz». El designio de Holofernes era atacar la ciudad y acabar con ella, fiado en su superioridad. Considerando las cosas humanamente, era ésta la mejor solución. Pero mercenaríos de los pueblos vecinos de Israel, tales como los «príncipes de Esaú», o sea los idumeos (Núm 21,14), los jefes de Moab (Núm 22,3-5) y los capitanes de las ciudades filisteas de la costa mediterránea, aconsejan

872

Judit 7

al generalísimo de Nabucodonosor que estreche el cerco y espere a que los habitantes de Betulia se entreguen, acosados por el hambre y la sed. Estos consejeros conocen bien la geografía de Betulia. Edom, Amón y Moab son los enemigos tradicionales de Israel (Am 1,11; EX 35,5).

Asedio a Betulia

(7,16-22)

16

Fueron bien recibidas por Holofernes y todos sus siervos estas palabras, y al punto ordenó ejecutar cuanto se había dicho. 17 Los hijos de Amón levantaron el campo, y con ellos cinco mil asirios, que acamparon en el valle y ocuparon las aguas y los manantiales de agua de los israelitas. i 8 Subieron los hijos de Esaú y los de Amón, y acamparon en la montaña, frente a Dotan. Pusieron luego una división hacia el mediodía, hacía el este, contra Ecrebel, que cae cerca de Husi, sobre el torrente de Mocmur, y el resto del ejército asirio acampó en el llano, cubriendo toda la haz de la tierra. Las tiendas y la impedimenta se extendían en inmensa muchedumbre, con todas sus gentes, que eran en extremo numerosas. 19 Los hijos de Israel clamaron al Señor, su Dios, pues perdieron el ánimo al verse cercados por sus enemigos, sin posible escape. 20 El campo de los asirios, su infantería, sus carros y su caballería, los tuvieron cercados por espacio de treinta y cuatro días; de manera que a los habitantes de Betulia se les agotaron todas las aguas, 21 quedaron vacías las cisternas, sin que tuviesen para beber a saciedad un día, y el agua se les distribuía con medida. 22 Desmayaban las mujeres y los niños; los jóvenes desfallecían de sed y caían sin fuerza en las calles de la ciudad y en los pasos de las puertas. Señala la Vulgata el detalle de que se pusieron cien centinelas en cada fuente. Los edomitas y parte de los amonitas ocuparon las cumbres de los montes vecinos, «frente a Dotan». Un tercer destacamento fue enviado hacia el mediodía, «hacia el este, contra Ecrebel, que cae cerca de Cus, sobre el torrente de Mocmur». Los comentaristas de Judit identifican generalmente a Ecrebel con Aqrebeh, a catorce kilómetros al sudoes e de Naplusa, que bajo la dominación romana fue capital de la toparquía Acrabatene. A ocho kilómetros al noroeste de Acrabe se encuentra Quzah, la antigua Cus. El torrente Mocmur debe identificarse con algún wadi al mediodía de la capital samaritana. Si estas identificaciones corresponden a la realidad, resulta que Holofernes cortó toda comunicación, ocupando un inmenso territorio al mediodía, este y norte de Betulia. En todo este despliegue de fuerzas no encuentra Holofernes ninguna oposición de parte de los israelitas. Los habitantes de Betulia comprendieron que estaban completamente cercados. Al cabo de treinta y cuatro días, cifra que varía en los códices, se agotaron las provisiones de agua. Cortado el acceso a las fuentes, sus habitantes viéronse obligados a utilizar exclusivamente el agua recogida en las cisternas durante el tiempo de lluvia. También estas reservas se agotaron, sin que hubiera posibilidad de ser rellenadas en breve plazo por razón de hallarse en los meses de junio y julio (2,47; 4,5), en cuyo tiempo no llueve en Palestina.

Judit 7

Motín en la ciudad

873

(7,23-29)

23

Se amotinó todo el pueblo contra Ocias y contra los jefes de la ciudad: jóvenes, mujeres y niños, y clamaron a grandes voces contra los ancianos, diciendo: 24 «Sea Dios juez entre nosotros y vosotros por habernos sometido 25 a tamaña injusticia, no proponiendo tratos de paz a los asirios. Ahora ya no hay para nosotros auxilio, y Dios nos ha entregado en sus manos para que ante ellos caigamos de sed y suframos completa ruina. 26 Ahora, pues, llamadlos y entregad la ciudad27al saqueo de las gentes de Holofernes y de todo su ejército. Más ventajoso nos será entregarnos a ellos, porque siquiera, siendo siervos suyos, viviremos y no veremos con nuestros ojos la muerte de nuestros niños y consumidas nuestras mujeres y nuestros hijos. 28 Os conjuramos por el cielo y la tierra, por nuestro Dios y Señor de nuestros padres, que nos castiga según nuestros pecados y según las transgresiones de nuestros padres, que desistáis». 29 Se produjo un gran llanto en medio de la asamblea, y todos a una clamaron a grandes voces al Señor Dios. Betulia no estaba preparada para sostener un largo asedio. Además de la falta de provisiones, no estaban dispuestos sus habitantes a morir por la defensa de su Dios y de su ciudad. La orden de resistir emanaba del sumo sacerdote Joaquín (4,6), pero no iba acompañada con la promesa de una ayuda bélica eficaz. La frase (v.24) «sea Dios juez entre nosotros» equivale a un juramento (Gen 16,5; 31.53). como si dijeran: «que juzgue Dios quién de nosotros tiene razón». La expresión quiere decir que el pueblo la tiene, porque es mejor vivir en la opresión que entregar a la muerte a niños y mujeres. En el v.28 debe leerse: «a nuestro Señor, el Dios de nuestros padres». Se duda de cuál sea el sujeto de la segunda parte del verso, Dios o las autoridades. Estas reconocen que Dios les castiga a causa de sus pecados, aunque, según la Vulgata, el pueblo se arrepiente de ellos y pide perdón.

Respuesta de Ocias

(7,30-32)

30

Díjoles Ocias: «Tened ánimo, hermanos; esperemos cinco días, en los cuales volverá sobre nosotros su misericordia el Señor, nuestro Dios, que no nos abandonará hasta el fin. 31 Si pasados estos días no nos viniera ningún auxilio, yo haré lo que pedís». 32 Despidió al pueblo, y se fue cada uno a su puesto, a los muros y a las torres de la ciudad, y a las mujeres y a los niños los mandó a sus casas. Grande era el abatimiento que dominaba en la ciudad. Desde el punto de vista puramente humano, la guerra de Holofernes contra Betulia puede compararse a la lucha de un elefante con una hormiga. Ya hemos visto que Betulia no cuenta con ninguna ayuda militar exterior de parte de sus hermanos de raza, a pesar de «ser un pueblo numeroso» (5,10). Los guerreros de la villa son casi inexistentes. No se señala su número, no se dice que disparen una sola flecha ni que intenten una salida desesperada. Su población

874

Jiidit 8

Judit,

la heroína

875

Judit 8

se compone de mujeres quejumbrosas, de niños y hombres débiles, cuya aspiración es rendirse al ejército invasor antes que morir por su fe. Las mismas autoridades de Betulia se muestran incapaces, débiles, oportunistas y de poca fe. De una parte temen los alborotos del pueblo, y de otra, la justicia de los sitiadores. El discurso de Ocias, que prepara el de Judit (8,11-27), contrasta con el de esta última por su forma protocolaria, falto de fe y convicción. Ante un numeroso ejército dispuesto a la lucha, con unos jefes de Betulia sin fe y un pueblo desmoralizado, es fácil predecir la suerte de los acontecimientos. Pero sobreviene algo inesperado. (8,1-3)

1 Entonces lo supo Judit, hija de Merarí, hijo de Ox, hijo de José, hijo de Ociel, hijo de Helcías, hijo de Elias, hijo de Quelcías, hijo de Eliab, hijo de Natanael, hijo de Salamiel, hijo de Sarasadai, hijo de Israel. 2 Su marido, Manases, era de su misma tribu3 y familia y había muerto en los días de la siega de la cebada. Hallándose con los atadores de haces en el campo, cogió una insolación, y cayó en el lecho, y murió en Betulia, su ciudad. Diéronle sepultura en la de sus padres, en el campo que hay entre Dotan y Belamón. Cuando el pueblo pedía a gritos la rendición, en el momento crucial en que las autoridades de Betulia habían señalado un plazo de cinco días para entregarse, surge inesperadamente Judit, la heroína. No escoge Dios a un profeta, a un guerrero, sino a una viuda retirada en un cobertizo que se había fabricado en el terrado de su casa. Cuanto más débil sea el instrumento, más visible será la intervención de Dios en favor de Betulia. ¿Quién es esta mujer que salva a su pueblo de una catástrofe inminente? ¿Es un personaje ideal, simbólico, creado por el autor, o una mujer de carne y hueso? Era una viuda ideal, tal como la concibiera más tarde San Pablo (1 Tim 5,5). En Betulia era la única persona que confiaba ciegamente en Dios. Su mismo nombre es revelador: Judit, Yehudith, femenino de Yehudi, significa la judía, nombre que llevó una mujer de Esaú, de origen jeteo (Gen 26,34). Las dudas acerca de la existencia real de la heroína se fundan en el nombre que lleva, Yehudith, y en su propio testimonio. En efecto, el término Yehudith puede ser gentilicio y simbolizar la nación judía en su ideal de vida religiosa. En el cántico que siguió a la victoria, Judit misma se identifica con el pueblo judío (15,4-6). No existen razones poderosas para dudar de la existencia real de Judit, pero tampoco se dan argumentos ciertos que obliguen a admitirla. Lo primero que debe hacerse para resolver esta cuestión es examinar el género literario empleado por el autor en este libro. El carácter inspirado del mismo es indiferente a esta cuestión 1. 1 J. E. BURNS, The genealogy of Judith: CBQ 18 (1956) 19-22. Según Burns, los nombres de los personajes de la genealogía de Judit reflejan la tradición onomástica de los judíos en Egipto entre los siglos v-i a. C. Los diferentes códices y versiones no convienen ni en el número ni en el nombre de los antepasados de Judit. La mayoría de ellos aparecen en Números (Salamiel, 1,6; 2,12; 7,36; 10,19; Natanael, 1,9; Merari, 26,57) y Nehemias (12,12-21: José,

Vida

ejemplar

de Judit

(8,4-8)

4

Vivía en su casa Judit, guardando su viudez hacía tres años y cuatro meses. 5 Habíase hecho un cobertizo en el terrado de la casa y6 llevaba saco a la cintura, debajo de los vestidos de su viudez. Ayunaba todos los días, fuera de los sábados, novilunios, las solemnidades y días de regocijo de la casa de Israel. 7 Era bella de formas y de muy agraciada presencia. Su marido, Manases, le había dejado oro y plata, siervos y siervas, ganados y campos, que ella por sí administraba. 8 Nadie podía decir de ella una palabra mala, porque era muy temerosa de Dios. Al morir su marido, decidió Judit vivir perpetuamente en la viudez (16,26). Teniendo en cuenta que las hebreas contraían matrimonio entre los doce y quince años y que Bagoas la llama paidiske e halé, niña hermosa, cabe suponer que quedó viuda muy joven. Al producirse la invasión de Betulia se cumplían tres años y cuatro meses de su viudez (Vulgata: tres años y seis meses). De su matrimonio con Manases no tuvo descendencia, no quejándose contra Dios de no habérsela dado, como hicieron otras mujeres hebreas menos piadosas (1 Sam 1,8-20). Vivía retirada con su esclava (16,26) en un cobertizo (Neh 8,16) que se fabricó en el terrado de su casa, o sea, la alliyyah, la habitación alta (Jue 3,23-25; 2 Sam 19,1; 2 Re 4,10). A una mujer tan perfecta en el cumplimiento de sus deberes religiosos debía Dios mirar con ojos de complacencia. Aunque las restantes gentes de Betulia tuvieran una fe vacilante, Dios les perdonaría en atención a las virtudes heroicas de Judit, de la cual nadie podía hablar mal. Su sensibilidad religiosa y su viudez eran factores que facilitaban su cometido de intercesora delante de Dios para salvar a su pueblo escogido. Judit

se entrevista

con las autoridades

(8,9-10)

9

Llegaron a los oídos de Judit las desatinadas palabras que el pueblo había dirigido al jefe; vio cuan abatidos estaban por la escasez del agua y supo asimismo la respuesta de Ocias, jurando entregar la ciudad a los asirios pasados cinco días. 10 Envió a su sierva, la que tenía puesta sobre todos sus bienes, e hizo llamar a los ancianos de la ciudad Ocias, Cabris y Carmis. La prestigiosa mujer no tomó parte en el motín del pueblo. Por la servidumbre pudo enterarse de la situación y de la decisión tomada por las autoridades. Gran prestigio debía de gozar Judit entre los dirigentes del pueblo, ya que se dirigieron obedientes a casa de Judit tan pronto como su sierva, la que tenía puesta sobre todos sus bienes (Gen 24,2), les comunicó el deseo de su ama. Elcías, Ociel, Quelcías, Natanael). El nombre Ox (syr. Uz) no es hebreo. Probablemente se trata de una genealogía ficticia. La noticia sobre la sepultura de Manases (Gen 41,51; Esd 10,33) en «el campo» y en la «caverna» es arcaizante (Gen 23,17-19; 25,7.19).

876

Judit

Judit 8 increpa

a los

dirigentes

Judit 8 de

Betulia

(8,11-15)

11 Y cuando llegaron les dijo: «Escuchadme, principes de la ciudad de Betulia: No es acertado lo que hoy habéis dicho al pueblo, como tampoco el juramento que habéis interpuesto entre Dios y vosotros, diciendo que entregaríais la ciudad a vuestros enemigos si en esos días no viniere el Señor en vuestro auxilio. 12 ¿Quiénes sois vosotros para tentar a Dios, los que estáis constituidos en lugar de Dios, en medio de los hijos de los hombres? 13 ¿Al Dios omnipotente pretendéis poner a prueba? ¿No acabaréis de aprender? i+ Si no podéis sondear la profundidad del corazón humano ni comprender sus pensamientos, ¿cómo vais a escudriñar a Dios, el Creador de todas las cosas; a penetrar su mente y comprender sus pensamientos? De ningún modo, hermanos, irritéis al Señor, Dios nuestro, 1S que, si no quisiera ayudarnos en los cinco días, poder tiene para protegernos en el dia que quisiere o para destruirnos en presencia de nuestros enemigos.

877

1-7; Jue 2,7-23; 1 Sam 7,3). Tan segura está Judit de la eficacia de esta promesa, que se atrevió a decir a Holofernes: «Nunca nuestro linaje es castigado, ni la espada prevalece contra ellos si no han pecado contra Dios» (11,10). La situación religiosa actual de Israel es fundamentalmente buena, porque, al revés de los tiempos antiguos, no existe en la generación actual ni se conoce familia, región ni ciudad que adore a falsos dioses. Por este pecado de idolatría, contra el cual clamaba Jeremías (7,17-20; 14,7-15)» fueron entregados los judíos a la espada y al saqueo. En los momentos actuales no existe este funestísimo pecado en Israel; luego hay motivos de esperar la ayuda de Dios. El autor del libro de Judit considera como pecado leve el amotinamiento del pueblo, porque sus protestas están más bien dictadas por el estómago vacío que por falta de confianza en Dios. Tampoco concede excesiva gravedad a la conducta de los magistrados de Betulia, que obraron más bien por cobardía que por malicia. Aquí, como en 11,10, Judit repite la tesis de Aquior (5,20-21).

La valiente mujer se encara con los príncipes de la ciudad (6, 14-15; jefes, ancianos) por haberse atrevido a fijar a Dios un plazo de cinco días dentro de los cuales debía acudir en su ayuda; pasado aquel tiempo, ya no tenían necesidad de El. El proceder de las autoridades equivalía a un ultimátum. Ellos se obligaron con juramento a entregar la ciudad a los enemigos, y este juramento debía cumplirse necesariamente. El hecho de exigir a Dios que se decida a intervenir en el plazo de cinco días, ¿no equivalía a un atentado contra su soberanía divina? Hay que esperar pacientemente y con confianza la hora de Dios. Las autoridades de Betulia hacen mal en discutir sus designios. Una sola solución es viable: humillarse ante El y callar. A diferencia de Job (38,2; 40,2.7.8; 42,3), el autor de Judit pone más de relieve la confianza filial en Dios. Su concepción de la eficacia de la oración se asemeja a la cristiana.

Motivos de confianza

(8,16-20)

16

»No pretendáis hacer fuerza a los consejos del Señor, Dios nuestro, que no es Dios como un hombre que se mueve con amenazas, ni como un hijo del hombre que se rinde. 17 Por tanto, esperando la salud, clamemos a El que nos socorra. Si fuese su beneplácito, oirá nuestra voz. 18 Porque no hay en nuestra generación ni se conoce en nuestros días tribu, ni familia, ni región, ni ciudad que adore dioses fabricados, como sucedía en los tiempos antiguos, 19 por causa de los cuales fueron entregados nuestros padres a la espada y al saqueo y cayeron con gran estrago delante de sus enemigos. 20 Pero nosotros no conocemos otro Dios fuera de El, por donde esperamos que no nos desatenderá ni a nosotros ni a ninguno de nuestro linaje. Por la ley de la alianza, Dios se comprometió a ayudar a Israel y defenderlo de sus enemigos con tal de que observara su Ley y permaneciera fiel a un puro monoteísmo (Lev 26,1-8; Deut 28,

Desastrosas

consecuencias de una (8,21-27)

capitulación

21

«Considerad que, si nosotros fuéramos tomados, toda Judea sería destruida, y nuestro santuario saqueado, y entonces Dios nos pediría cuenta de su profanación. 22 Y la matanza de nuestros hermanos, y el cautiverio de la tierra, y la desolación de nuestra heredad, la haría el Señor recaer sobre nuestras cabezas en medio de las naciones a quienes sirviéramos, siendo escarnio y ludibrio a los ojos de nuestros dueños. 23 Ni sería nuestra servidumbre para nuestro bien; antes en nuestra deshonra la volvería el Señor, Dios nuestro. 24 Y ahora, hermanos, mostremos a nuestros conciudadanos que de nosotros pende no sólo nuestra vida, sino que25el santuario, el templo y el altar sobre nosotros se apoyan. Demos gracias al Señor, nuestro Dios, que nos prueba igual que a nuestros padres. 2S Recordad cuanto hizo con Abraham, cómo probó a Isaac y qué cosas sucedieron a Jacob en Mesopotamia de Siria cuando apacentaba las ovejas de Labán, su tío. 27 Pues así como aquéllos no los pasó por el crisol sino para examinar su corazón, así también a nosotros nos azota, no para castigo, sino para amonestación, de los que le servimos». La suerte de Jerusalén, del templo y de toda la nación depende de la actuación de los habitantes de Betulia. Si, para evitar una situación crítica, de momento los magistrados de Betulia se rinden al enemigo, serán responsables ante Dios de las espantosas consecuencias de su cobardía y poca fe. Judit acumula razones con el fin de elevar la moral de los ancianos de Betulia: el país sería arrasado; sus habitantes, asesinados o deportados; el templo, saqueado. El ejemplo de los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob debe estimularles a la resistencia. Dios los pasó por el crisol para examinar su corazón, no para castigarlos (Gen 22,1-19; 28,5; 29,22-30; 32,3-33,20). De la misma manera azota a los de Betulia, no a título de castigo,

879

]udit 8

¡udjt 9

sino con el fin de someter a prueba su confianza en Dios. Judit proclama que Dios castiga y azota a sus amigos con el único fin de purificarlos y santificarlos con la práctica de las virtudes (Prov 3, 12; Sab 11,5-10; Eci 2,3-5). La recomendación que hace Judit de dar gracias a Dios por las pruebas a que les sujeta es considerada por muchos como una interpolación cristiana (Rom 5,3-5; Heb

visado; lo ha meditado bien en su soledad, porque también ella debía de tener noticia de cómo andaban las incidencias del sitio de Betulia. Sabe también que tendrá éxito el plan que ha trazado, porque confía en el poder de la oración (9,9-10,12).

878

12,5-11).

Respuesta

de Ocias

(8,28-31)

28

Ocias le respondió: «Todo cuanto has dicho es salido de un buen29corazón, y no hay quien a tus palabras pueda oponerse a nada. No es hoy cuando tu sabiduría se descubre; desde el principio de tus30días conoció todo el pueblo tu inteligencia y tu buen corazón. Pero es mucho lo que el pueblo padece por la sed, y esto nos obligó a hablar como hablamos y a hacer el juramento que no quebrantaremos. 31 Ruega por nosotros, tú que eres mujer piadosa, y el Señor enviará lluvia que llene nuestras cisternas para que no perezcamos». Con palabras halagadoras para Judit, Ocias reconoce su clara inteligencia y su gran corazón, pero le da a entender que no puede cambiar la decisión tomada en atención a los sufrimientos del pueblo, que muere de sed, y por el juramento que hizo, y que debe cumplirse inexorablemente (Jos 9,19; Jue 11,35; 2 Sam 21,1-8). La única solución está, dice Ocias, en que Dios nos mande lluvia que llene las cisternas, lo que equivale a pedir un milagro. La época de las lluvias en Palestina se extiende desde octubre hasta mayo, y sólo por un milagro (1 Sam 12,17) se da una lluvia torrencial durante los meses de junio y julio (Jos 10,11). Ocias no entiende la teología de la historia de Israel, tal como se la explica y comprende Judit. Es posible que teóricamente tenga razón Judit; pero en la práctica, parece decir Ocias, no se ve que Dios se muestre solícito en cumplir su compromiso con Israel. Por lo demás, la voluntad salvífica de Dios debe manifestarse en el plazo de cinco días, porque un juramento debe cumplirse necesariamente. Judit expone

sus planes

(8,32-36)

32

Díjoles Judit: «Escuchadme: Yo me propongo realizar una hazaña que se recordará 33de generación en generación entre los hijos de nuestra raza. Vosotros estaos esta noche a la puerta; yo saldré con mi sierva, y en los días que pusisteis por término para entregar la ciudad34a vuestros enemigos, visitará el Señor a Israel por mi mano. No tratéis de averiguar mis planes, que no os lo manifestaré mientras no haya dado remate a lo que me propongo ejecutar». 35 Y le contestaron Ocias y los jefes: «Vete en paz, y que el Señor vaya delante de ti para que nos vengues de nuestros enemigos». 36 Y, saliendo del cobertizo, se fueron. De repente saca Judit a las autoridades de la situación embarazosa en que se encontraban. El plan que les propone no es impro-

Rostro

en tierra

(9,1)

1 Judit, postrándose rostro a tierra, echó ceniza sobre su cabeza y descubrió el cilicio que llevaba ceñido. Era precisamente la hora en que se ofrecía en Jerusalén, en la casa de Dios, el incienso de la tarde, cuando clamó Judit con gran voz al Señor, diciendo: Consciente de la responsabilidad que había cargado sobre sus hombros, Judit postróse en tierra en actitud suplicante, echó ceniza sobre sus cabellos (4,11) y, quitándose las prendas exteriores con que se había revestido, dejó ver el vestido o túnica de penitencia que llevaba a raíz de sus carnes. El autor sagrado hace coincidir este momento solemne, del cual pendía la salvación de Israel, con la hora en que se ofrecía en Jerusalén el incienso de la tarde (Ex 30,7-34,3; Sal 141,2) y en la hora en que se encendían las lámparas del santuario (Ex 30,8). En todo el libro tiene el hagiógrafo su pensamiento fijo en el templo de Jerusalén (4,2-3.6-8.11-15; 5,19; 8, 21.25; 9,8.13). Supone el texto el culto en el templo (3,3). Judit

evoca

el recuerdo

del pasado

(9,2-5)

2

«Señor, Dios de mi padre Simeón, en cuya mano pusiste la espada para vengarse de los extranjeros, los cuales soltaron la cintura de una virgen para deshonrarla y desnudaron sus muslos para confusión, profanando su seno para su oprobio. 3 Porque tú dijiste: No será así. Y ellos lo hicieron. Por esto entregaste sus príncipes a la muerte, y su lecho, avergonzado por su engaño, siendo engañado a su vez, a la sangre. Y heriste a los esclavos con los poderosos, y a los poderosos en sus tronos. 4 Diste sus mujeres al saqueo, y sus hijas al cautiverio, y todos sus bienes en reparto entre tus hijos amados, los cuales se inflamaron en tu celo y abominaron la contaminación de su sangre y te invocaron en su auxilio. ¡Oh Dios, Dios mío! Escucha también a mí, que soy viuda. 5 Pues fuiste tú el autor de aquellos hechos y de cuantos le precedieron y siguieron, y lo presente y lo futuro tú lo dispusiste, y lo que tú dispusiste se hizo. Judit pertenecía a la tribu de Simeón. Se recuerdan hechos del pasado que Dios permitió que sucedieran para bien de su pueblo. Uno de ellos fue la manera como Simeón vengó el honor ultrajado de su hermana Dina (Gen 34,1-29). Simeón fue en aquella ocasión instrumento de Dios para vengar a una virgen de Israel por el ultraje inferido por un extranjero. El hecho de Dina y sus consecuencias tienen relación con la hora presente. Dina y Judit se exponen a perder el honor; pero, así como Dina obró con ligereza al salir «sola para ver a los hijos de aquella tierra» (Gen 34,1), Judit sale fuera de la ciudad por inspiración divina y después de un maduro

Judit 9

880

Momento

crucial

881

Judit 9

examen y largas oraciones y penitencias. Los hermanos de Dina, Leví y Simeón, se enfurecieron por el ultraje hecho a ella, y; espada en mano, penetraron en la ciudad y mataron a todos los varones. Los otros hijos de Jacob se arrojaron sobre los muertos y saquearon la ciudad «por haber sido deshonrada su hermana» (Gen 34,27). Jacob recrimina la conducta de los hermanos por la crueldad del hecho y por las funestas consecuencias que puede acarrearles (Gen 34,30; 49,5-7). Judit, en cambio, alaba aquella explosión patriótica y religiosa de su antepasado (Gen 34,31). Para Judit, la violación de Dina fue un atentado al honor del alma judía. El malvado Siquem del Génesis es el prototipo de Holofernes, y la joven viuda se imagina tener en sus débiles manos la fuerza y vigor de Simeón, y, como él, sabrá vengar la audacia y osadía del que pretende ahora destruir a Israel. Lo que hizo Siquem «era una cosa que no debía hacerse» (Gen 34,7; 2 Sam 13,12). En el v.3 se anuncia la ley del talión, al decir que sobre aquel mismo lecho en que se consumó el engaño y seducción de Dina, perpetróse también la muerte del seductor y de sus cómplices. Judit se vengará del impío Holofernes dándole muerte en aquel lecho donde él pretendía abusar de ella. De la hazaña de Judit se «hablará de generación en generación entre los hijos de nuestra raza» (8,32) y nadie se atreverá a reprobar su conducta. Gomo en el caso de Siquem, saldrán de la ciudad todos los habitantes de Betulia y saquearán el campamento asirio, entonando a continuación grandes alabanzas a la que en adelante será llamada «el orgullo de Jerusalén y la gloria de Israel» (15,9).

(9,6-8)

6 »Tu planeaste lo que estaba por venir, y sucedía como tú lo habías decretado, y se presentaba a ti, diciendo: Heme aquí. Pues todos tus caminos están dispuestos y previstos tus juicios. 7 Mira que los asirios tienen un ejército poderoso, se engríen de sus caballos y jinetes, se enorgullecen de la fuerza de sus infantes, tienen puesta su confianza en sus broqueles, en sus lanzas, en sus arcos y en sus hondas, y no saben que tú 8eres el Señor que decide las batallas, cuyo nombre es Yahvé. Quebranta su fuerza con tu poder, pulveriza su fuerza con tu ira, porque han resuelto violar tu santuario, profanar el tabernáculo en que se posa tu glorioso nombre y derribar con el hierro los cuernos de tu altar.

Tanto la historia de la humanidad en general como la del pueblo escogido en particular son obra de Dios. A él pertenece el pasado, el presente y el porvenir. Por voluntad divina se han presentado los asirios en las puertas de Palestina. Como en otro tiempo los egipcios confiaban en sus armas y fueron aniquilados (Ex 14, 19-29), también los asirios se enorgullecen de sus infantes, de sus caballos y de sus jinetes (Is 5,26-29). Pero no saben que basta que Dios dirija su vista hacia el campo asirio, como hizo con los egipcios (Vulgata), para ser aniquilados. Dios ama a los humildes y aborrece el orgullo de las naciones paganas (Ez 25,6-7; 28,6-10; 30,6; 31,10).

A la viuda humilde, Dios la ensalzará; al general orgulloso lo humillará. Los cuernos simbolizan el poderío de un pueblo o de un individuo (Deut 33,17; Sal 22,22; 44,6; 75,11; Ez 32,2; 34,21).

Súplica anhelante

(9,9-14)

9

»Pon los ojos^en su soberbia, descarga tu cólera sobre su cabeza, dame a 10mí, pobre viuda, fuerza para ejecutar lo que he premeditado. Hiere con la seducción de mis labios al siervo con el príncipe y al príncipe con el siervo, y quebranta su orgullo por mano de una mujer. li Que no está tu poder en la muchedumbre, ni en los valientes tu fuerza; antes eres tú el Dios de los humildes, el amparo de los pequeños, el defensor de los débiles, el refugio de 12 los desamparados y el salvador de los que no tienen esperanza. Sí, sí. Dios de mis padres y Dios de la heredad de Israel, Señor de los cielos y de la tierra, Creador de las aguas, Rey de toda la creación, escucha mi plegaria 13 y dame una palabra seductora que cause heridas y cardenales en aquellos que han resuelto crueldades contra tu alianza, contra tu santa casa, contra 14el monte de Sión, contra la casa que es posesión de tus hijos. Haz que todo tu pueblo y cada una de sus tribus reconozca y sepa que tú eres el Dios de toda fortaleza y poder y que no hay otro fuera de ti que proteja al linaje de Israel. La figura de Holofornes se describe con frases que se aplican a los agentes de Satanás. ¿Es posible que Judit triunfe de las fuerzas del mal coligadas? Ella es débil; es el símbolo de una raza indefensa ante la potencia de un imperio pagano que domina el mundo conocido. Uno de los motivos que le mueven a depositar su esperanza en Dios lo encuentra Judit en las páginas de la Biblia en que Yahvé aparece como el protector de los humildes y de los pobres, amparo de los pequeños, refugio de los desamparados y salvador de los que no tienen esperanza (1 Sam 2,7; Is 13,11; 14,4; Sal 9,10; 10,14; 18,28; 22,25; 35»io; 72,12, etc.). No es la venganza personal lo que impele a Judit a obrar, sino un interés religioso. Pide «una palabra seductora» (Est 4,17-18), como única arma que puede blandir contra el impío Holofernes, que amenaza destruir todo lo que Israel considera como más santo y venerable: la alianza, el templo, Jerusalén, lugar este último donde se reúnen los hijos de Dios (Deut 32,5.19; Is 1,2; Sab 9,7; 12,19-21). El discurso de Judit está a tono con la seriedad del momento. En todo él, en prosa rimada, se vislumbra su matiz poético, un estudiado patetismo, que va creciendo poco a poco hasta desbordar en las últimas palabras. Las ideas se exponen atropelladamente a impulsos del fuego que consumía su corazón, abrasado, como su padre Simeón, por el celo de Dios y por el honor de su pueblo. Al finalizar la última estrofa, tanto Judit como el autor del poema tienen la seguridad de que la suerte del ejército invasor está echada. En el libro de Judit, Yahvé no habla, y menos todavía en el de Ester, pero obra. Yahvé es el Dios de la heredad de Israel (1 Sam 10,2; 2 Re 21,14; Is 19,25) *. 1 Jansen considera el v. 11 como una adición de origen cristiano (Theologie und Glaube 2 [1910] 441-449). En el v.12 se dan a Yahvé cinco títulos: i) Dios de mi padre, es decir, de

882

Judit 10 Judit 10 Preparativos

de Judit

(10,1-5)

dos, quedaron sobremanera maravillados de su belleza, y le dijeron: 8 «Dios, el Dios de nuestros padres, te dé gracia y lleve a cabo tus proyectos para gloria de Israel y exaltación de Jerusalén». Y adoraron a Dios. 9 Ella les dijo: «Ordenad que se me abran las puertas de la ciudad, y saldré a realizar lo que con vosotros he hablado». Y ordenaron a los jóvenes que le abriesen las puertas, como ella había dicho. 10 Hicierónlo así, y Judit salió, seguida de su esclava. La gente de la ciudad estuvo mirándola hasta que, bajando el monte, atravesó el valle y la perdieron de vista.

1

Una vez que cesó de clamar al Dios de Israel y acabó todo esto, 2 se levantó de su postración, y, llamando a la esclava, bajó a la casa en que solía morar los sábados y las festividades. 3 Se quitó el saco que llevaba ceñido y se despojó de los vestidos de viudez; bañó en agua su cuerpo, se ungió con ungüentos, aderezó los cabellos de su cabeza, púsose encima la mitra, se vistió el traje de fiesta con que se adornaba cuando vivía su marido, Manases; 4 calzóse las sandalias, se puso los brazaletes, ajorcas, anillos y aretes y todas sus joyas, y se quedó tan ataviada, que seducía los ojos de cuantos hombres la miraban. 5 Entregó a su sierva una bota de vino y un frasco de aceite, llenó una alforja de panes de cebada, de tortas de higos y de panes limpios, envolviéndolo todo en paquetes, y se lo puso a la esclava a las espaldas. Confortado su espíritu con la oración (9,2-14), adorna su cuerpo para seducir a Holofernes y prenderle en las redes de sus encantos femeniles (14,19; 11,20; 12,15; 16,6.9). Arranca de su cuerpo cualquier prenda que recuerde el hábito penitente de su viudez, baña su cuerpo, se unge con mirra (Cant 5,5; Est 2,12), adereza su cabellera (Cant 4,1), que «prendió con la mitra» (16,10; Is 3,20) o turbante, y se viste el traje de fiesta que llevaba en vida de su marido. Según lo que se dice en 16,10, este vestido consistía en una «túnica de lino». «Sus sandalias arrebataron los ojos de los asirios» (16,11). Según Scholz, las sandalias de las mujeres de alcurnia eran preciosas, con adornos de oro y púrpura !. Sabía Judit que sus planes debían realizarse en el plazo máximo de cinco días (7,31; 8,30). Si carga su alforja con algunos productos alimenticios, 110 es tanto por la incertidumbre sobre el tiempo que permanecerá entre los asirios cuanto por no contaminarse con los alimentos extraños e impuros (12,2; Tob 1,10; Dan 1,8). Preveía ya desde ahora que las alforjas tendrían una finalidad trágica (13,10). Por «panes de cebada» debe entenderse la cebada tostada, producto llamado qali (Jos 4,5; Rut 2,14; 1 Sam 25,18), muy apropiado para los viajes. En cuanto al «pan limpio» (1 Sam 17,17-19), podemos conjeturar que se refiere al pan cocido a la manera judía, bajo la ceniza. Judit se muestra más exigente que la misma Ley (Lev 17, 10-14; Núm 19,14), en la cual no se habla de panes rituales. A estas provisiones añade la Vulgata el queso o leche para beber (Job 10,10). En las puertas

de la ciudad

(10,6-10)

6

Al salir por la puerta de la ciudad de Betulia, encontró al prefecto de la ciudad, Ocias, y a los ancianos Cabris y Carmis, 7 los cuales, al verla y notar su rostro mudado y sus ricos vestíSimeón, a cuya tribu pertenecía Judit; 2) Dios de la heredad (kleronomías) de Israel; 3) Dueño (déspota) de los cielos y tierra; 4) Creador (ktista) de las aguas (Gen 1,9), quizá de las del diluvio o de las del mar Rojo; 5) Rey (basileus) de la creación. Nada podrá Nabucodonosor contra un Dios que reúne en sí todos los títulos que le proclaman soberano de cielos y tierra. 1 VIRGILIO, Aen. 1,336,7; «Virginibus Tyriis mos est... purpureoque alte suras vincere cothurno».

883

Una ciudad amurallada tenía tenía diversas puertas, pero una era la principal. En ésta se hallaban los jefes de Betulia preparados para desear feliz éxito a Judit en la empresa que iba a llevar a cabo. Barruntaron ellos que el arma que debía esgrimir Judit era su belleza, y, por lo mismo, le desean que Dios aumente sus encantos para que pueda llevar a cabo sus proyectos. Los centinelas de los muros seguían atónitos sus pasos y no sabían qué admirar más, o la belleza de la joven viuda o su valentía y arrojo. Dios guiaba sus pasos para que no encontrara tropiezo alguno en su hazaña. Entre

los asirios

(10,11-13)

11

Siguiendo la dirección del valle, caminaron hasta que les salió al paso una avanzada de los asirios, 12 que la cogieron y le preguntaron: «¿Quién eres tú y de dónde vienes y adonde vas?» A lo que ella contestó: «Soy una hija de los hebreos, que voy huyendo de su presencia, porque están a punto de seros dados en presa. I3 Voy a presentarme a Holofernes, general en jefe de vuestro ejército, para comunicarle noticias verdaderas; quiero indicarle el camino por donde puede subir y dominar toda la montaña, sin que perezca ni uno solo de sus hombres». Señala la Vulgata que ambas mujeres descendían de la montaña hacia las primeras horas de la madrugada («circa ortum diei»). Las avanzadas de los asirios estaban bastante lejos de Betulia, de manera que los centinelas de la ciudad no pudieron divisar el momento del encuentro de Judit con los soldados de Holofernes. A las preguntas de éstos respondió Judit que era una mujer judía que huía de Betulia antes de que la ciudad fuese entregada a ellos, y que deseaba entrevistarse con Holofernes. Las palabras de Judit, que no corresponden a la verdad escueta, no se diferencian de las estratagemas que se consideraban lícitas por aquel entonces. El autor sagrado, como anota Santo Tomás 2 , alaba y recomienda lo que hay de virtud (patriotismo, piedad y fortaleza) en las obras de Judit, y suspende su juicio al referir los medios que utilizó para salvar a su pueblo. A pesar de sus protestas de decir la verdad (11,5-10), Judit pone todo su empeño en engañar a Holofernes (11,12-19). Con esta conducta el autor sagrado coloca a Judit en el ambiente moral de la época de los patriarcas (Gen 27,1-25; 34,13-29; 37, 2

Sum. Theol. 2-2 q . n o a.3 ad 3.

884

Judit 10

885

Judit 11

32-34) o e n el d e las guerras d e Yahvé (Jos 2,1-7; J u e 4,17-22). E n aquel entonces la discriminación e n t r e el bien y el mal n o se hacía c o m o e n épocas m á s recientes.

Entrevista

con Holofernes

(11,1-4)

1

Hacia

la tienda

de Holofernes

(10,14-23)

i* C u a n d o oyeron tales palabras y contemplaron su rostro, q u e les pareció maravilloso p o r su extraordinaria belleza, le dijeron. ls « H a s salvado tu vida apresurándote a bajar a nuestro señor; ve, pues, a su tienda, q u e d e los nuestros te a c o m p a ñ a r á n hasta entregarte a él. 1 6 C u a n d o estés e n su presencia, n o temas, comunícale esas noticias y serás bien recibida». 17 Escogieron de ellos cien h o m b r e s , q u e la a c o m p a ñ a r o n a ella y a su sierva, conduciéndolas a la tienda de Holofernes. 18 Corrió p o r las tiendas la voz de su venida, y se juntó u n gran concurso en el c a m p a m e n t o , q u e la rodeó mientras estuvo fuera d e la tienda d e Holofernes, esperando ser presentada. 19 T o d o s se maravillaban de su belleza, y p o r ésta, d e los hijos de Israel, diciéndose unos a otros: « ¿ Q u i é n se atreverá a despreciar a este pueblo q u e tales mujerse tiene? N o se debe dejar ni u n a sola de éstas, p o r q u e las q u e q u e d a r e n serían capaces de seducir a toda la tierra». 2 0 Salieron los q u e hacían la guardia cerca de Holofernes y todos sus siervos, y la introdujeron en la tienda. 21 Hallábase Holofernes descansando en su lecho, bajo u n d o sel tejido d e p ú r p u r a y oro y cuajado de esmeraldas y otras piedras preciosas. 2 2 E n cuanto se la anunciaron, salió a la antecámara, precedido d e lámparas de plata. 2 3 Llegada Judit a presencia d e Holofernes y d e sus servidores, todos se q u e d a r o n maravillados de la belleza de su rostro. Postróse ante él, p e r o los servidores la levantaron. L a belleza d e J u d i t p o n e en m o v i m i e n t o a t o d o el c a m p a m e n t o asirio. A su paso hacia la tienda d e Holofernes despertaba J u d i t oleadas d e entusiasmo, y los soldados se alineaban delante d e sus tiendas, fijando sus ojos sensuales sobre el desconcertante rostro d e la viuda d e Betulia. Obligada a esperar ante las habitaciones p r i vadas d e Holofernes (12,1; 13,1-3; 14,14-15), p r o n t o u n enjambre de oficiales y soldados rodeó la comitiva. L a guardia d e Holofernes y sus ayudantes d e c a m p o interrogaron a J u d i t e n la tienda del general. Se componía el edificio d e diversos d e p a r t a m e n t o s (Is 54,2), o c u p a n d o el lecho del generalísimo el lugar m á s aislado del m u n d o exterior. El uso d e lámparas d e m u e s t r a q u e los hechos sucedían d e n o c h e (11,3) o a p r i m e r a s horas d e la m a d r u g a d a , antes d e la aurora. A h o r a bien, si J u d i t llegó d e noche a la tienda d e Holofernes, ¿cómo p u d i e r o n los soldados a d m i r a r su rostro a su paso hacia la tienda d e Holofernes? D i c e el texto q u e a los soldados el rostro d e J u d i t «les pareció maravilloso p o r su extraordinaria belleza». A l autor sagrado pasó inadvertido este detalle en su afán d e pasear a su h e roína p o r entre los soldados del c a m p a m e n t o y rodear los acontecimientos con detalles dramáticos, q u e ú n i c a m e n t e tenían e n su m e n t e el valor d e medios para u n fin. El autor del libro, al describir las riquezas d e la tienda d e Holofernes, se inspira m á s en u n palacio s u n t u o s o q u e en u n a tienda d e campaña,

Díjole Holofernes: « T e n buen ánimo, mujer, y n o te intimides, q u e yo n u n c a hice daño a nadie q u e estuviera dispuesto a servir a Nabucodonosor, rey de toda la tierra. 2 Si ese tu p u e blo q u e habita en la m o n t a ñ a n o m e hubiera despreciado, n u n ca yo levantara contra ellos m i lanza; pero ellos lo h a n querido. 3 A h o r a d i m e p o r q u é has huido de ellos, viniéndote a nosotros. E n verdad te has salvado. T e n ánimo, q u e salva serás esta n o che y en lo futuro. 4 Nadie se atreverá a ofenderte; antes todos te h a r á n bien, c o m o se hace a los siervos de m i señor el rey Nabucodonosor». Postróse J u d i t a los pies d e Holofernes. Estos rasgos d e femineidad d e s a r m a r o n al general persa. T r a t a el generalísimoa sirio d e explicar a J u d i t q u e él y su d u e ñ o n o abrigan n i n g ú n odio personal contra Israel; a ú n m á s , en contra d e su voluntad se vio constreñido a declararle la guerra, p o r haberle menospreciado los judíos al h a cerle frente y n o q u e r e r someterse libremente (5,4) y p o r no h a b e r salido a su encuentro, como hicieron los otros pueblos (3,1-7). T o d o el capítulo está redactado con arte y con calculada astucia.

Discurso 5

de Judit

(11,3-19)

Judit le respondió: « O y e las palabras de tu esclava y deja que te hable t u sierva, q u e n o dirá a m i señor esta noche cosa q u e n o sea verdad. 6 Si sigues las indicaciones d e t u esclava, seguramente q u e Dios acabará p o r ti el negocio y n o fracasará m i señor e n su empresa. 7 Pues p o r la vida de Nabucodonosor, rey de toda la tierra, y p o r el p o d e r de quien te ha enviado para reducir al b u e n camino a todos los vivientes, q u e no sólo los h o m b r e s serán p o r ti reducidos a su servidumbre, sino q u e aun las m i s m a s fieras del c a m p o y los ganados y las aves del cielo, p o r t u fortaleza, vivirán bajo el gobierno d e Nabucodonosor y de toda su casa. 8 E n verdad, a nuestros oídos ha llegado la fama de t u sabiduría y la de tu gran inteligencia, y p o r toda la tierra se ha corrido la noticia de que tú eres el mejor de todo el reino, el que m á s vale p o r la ciencia y el m á s admirable por el arte de la guerra. 9 Sabemos las palabras q u e A q u i o r habló e n tu consejo y h e m o s oído sus dichos, pues las gentes de Betulia se apoderaron de él, y él les comunicó todo lo q u e había hablado en t u presencia. 10 P o r esto, dueño y señor m í o , n o eches en olvido ninguna de sus palabras; guárdalas e n t u corazón, q u e son verdaderas. Nunca nuestro linaje es castigado ni la espada prevalece contra ellos si no han pecado contra Dios. 11 Ahora, para q u e m i señor n o sea rechazado y fracase, ya la m u e r t e se abate sobre ellos y se apodera de ellos el pecado con que h a n irritado a su Dios. Seguramente que han cometido u n gran pecado, 12 ya q u e se les han agotado las provisiones, el agua escasea y h a n resuelto m a t a r sus ganados, y beber su sangre, y c o m e r cuanto Dios en sus leyes les ordenó q u e n o comieran, 13 y hasta las primicias del trigo, los diezmos del vino y del aceite, q u e , c o m o cosas santas, están reservadas a los sacerdotes q u e en Jerusalén asisten en la presencia de nuestro Dios,

886

f„a¡f n a pesar de que a ninguno del pueblo le es lícito tocarlo con las manos. I4 Han enviado mensajeros a Jerusalén, donde también sus moradores han hecho lo mismo, para que obtengan el perdón del senado; 15 y sucederá que en cuanto les llegue la noticia lo harán, y entonces, para ruina suya, te serán entregados. 16 Por lo cual yo, tu sierva, sabedora de todas esas cosas, huí de ellos, y Dios me envía a ejecutar en ti una cosa de que se maravillará toda la tierra cuando la oyeren. 17 Pues tu sierva es temerosa del Dios del cielo, a quien día y noche sirve. Por ahora me quedaré l aquí señor mío, y a la noche me iré al valle a orar a mi Dios; s y cuando ellos hayan cometido esos pecados, él me lo dirá y yo vendré a comunicártelo. Tú entonces saldrás con tu ejército, al que nadie podrá resistir. I9 Yo misma te guiaré por en medio de Judea hasta llegar a Jerusalén, y haré que te sientes en medio de ella y los conduzcas como ovejas sin pastor. Ni un perro ladrará contra ti. Todo esto me ha sido comunicado por revelación, y para anunciártelo he sido yo enviada».

Judit confirma la tesis de Aquior de que Israel es invencible mientras no peque contra su Dios, y añade en tono de escarnio: «Guárdalas en tu corazón, que son verdaderas». Hasta el momento habíase mantenido Israel fiel a su Dios; pero en la actualidad, debido a las estrecheces de la comida y bebida, corre hacia la muerte, por observarse en ellos síntomas de desorden (atopía) y de pecado (amártema), ¿En dónde está este pecado? En que, «agotadas las provisiones y escaseando el agua, han resuelto abalanzarse (epibalein) sobre sus ganados (kténesin), decididos a devorar todo lo que Dios en sus leyes ha prohibido comer». El pecado no está en comer la carne de los animales, sino en beber su sangre (Lev 17,10-14; Deut 12,23-25; 1 Sam 14,31-34). Tan pronto como hicieren esto, serán entregados a Holofernes, porque, habiendo pecado, Dios se desentiende de ellos. Existe también la posibilidad de que, acuciados por el hambre y la sed, pongan en práctica su loco designio de comer y beber lo que está reservado exclusivamente a los sacerdotes, cosa que no puede hacerse, ni aun contando con la autorización del consejo de ancianos de Jerusalén. Como se ve, Judit exagera el alcance de la ley (Lev 22,1-16), que autoriza el uso de estos alimentos en casos de necesidad (1 Sam 21,4-7) J . Judit asegura a Holofernes que le avisará cuando sus paisanos hayan cometido los pecados mencionados (amartémata), y se ofrece entonces a guiarle «por medio de Judea hasta llegar a Jerusalén» (11,19), Se presenta como mujer piadosa que alaba a Dios noche y día. En la Ley no se prescribía la oración durante la noche, pero solían entregarse a esta práctica las personas piadosas (Sal 42,9; 119,62). Judit alega esta práctica en vistas a la consecución de sus planes. Como las noches son propicias para las comunicaciones de Dios con los hombres, Judit asegura a Holofernes que, durante la oración nocturna, Dios le anunciará el preciso momento en que los de Betulia cometerán los pecados previstos. Entonces será la hora apro' L. ARNALDICH, El pecado en el libro de Judit: «Verdad y Vida», 16 (1958) n i .

887

Juilil 12

piada para el ataque. Termina Judit su largo discurso diciendo que todo cuanto ha dicho le ha sido comunicado por revelación, lo cual debe decidir a Holofernes a creer en la veracidad de sus palabras. En todo el discurso de Judit campea el equívoco.

Respuesta

de Holofernes

(11,20-23)

20

Mucho agradaron semejantes discursos a Holofernes y a todos sus servidores, y, maravillados de su sabiduría, decían: 21 «De un extremo a otro de la tierra no hay mujer de tan hermoso rostro y de tan discretas palabras». 22 Contestóle Holofernes: «Bien ha hecho Dios en enviarte delante del pueblo para entregarlo en nuestras manos y perder a los que desprecian a mi señor. 23 Cuanto a ti, muy hermosa eres y muy discreta en tus palabras. Si haces cuanto has dicho, tu Dios será mi Dios y tendrás un asiento en la casa del rey Nabucodonosor, y tu fama se extenderá por toda la tierra». No acertó Holofernes a vislumbrar la hiél que rezumaban las palabras de Judit. Un oriental no teme anexionar un dios más a su panteón nacional. Ante las palabras halagadoras de Judit, Holofernes incluso olvida que sólo existía un dios: Nabucodonosor (6,2), y habla de convertirse al judaismo (Rut 1,16). En las palabras de Holofernes hay más dosis de cortesía que de sinceridad.

Agasajos

y atenciones

(12,1-4)

1 Mandó Holofernes que la alojaran en donde guardaba su vajilla de platal y dispuso proveerle la mesa de sus propios manjares y darle a beber de su vino. 2 Pero Judit dijo: «No comeré de tus manjares, pues podrían ser para mí tropiezo; comeré de lo que traigo conmigo». 3 Holofernes le contestó: «Y cuando se agoten las provisiones que traes, ¿de dónde podremos traer otras semejantes para4 darte? Porque no hay entre nosotros ninguno de tu nación». A lo que contestó Judit: «Juro por tu vida, mi señor, que no consumirá tu sierva las provisiones que consigo trae antes que Dios realice por mi mano lo que tiene resuelto».

Había llegado la hora de retirarse a descansar, después de una noche de ajetreo. En la tienda de Holofernes había muchos aposentos (10,20-22). Por deferencia, Judit fue alojada en la «cámara de los tesoros» (Vulgata), en la cual se guardaba la vajilla de plata. Se le señala una habitación con carácter permanente, porque opina Holofernes que Judit será su huésped por muchos días. Ella aceptó el alojamiento, pero rehusó los ofrecimientos que le hacía respecto de los alimentos y de la bebida «para que no haya escándalo». Los manjares impuros serían un tropiezo para ella. Sabía Judit que, aun en el supuesto de comerlos inconscientemente, transgredía con ello una regla que concernía a la pureza legal, y que, por consiguiente, Dios se alejaría de ella (Dan 1.8; Tob 1,12; 2 Mac 6,18-7,2). La simple transgresión material de una prohibición era ya un pecado, una ofensa hecha a Dios.

Judit

inicia

su plan

de vida

(12,5-9)

5

La introdujeron los servidores de Holofernes en la tienda y durmió hasta medianoche; y se levantó hacia la vigilia matutina. 6 Y mandó recado a Holofernes, diciendo: «Ruego a mi señor ordene que sea permitido a tu sierva salir a hacer oración». 7 Y ordenó Holofernes a los de la guardia que no la estorbasen. Permaneció tres días en el campamento, saliendo cada noche al valle de Betulia para bañarse en el agua de la fuente que estaba dentro del campamento. 8 Y en cuanto subía del baño, oraba al Señor, Dios de Israel, que encaminase sus pasos para exaltación de los hijos de su pueblo. 9 Luego que entraba limpia, permanecía en la tienda hasta que le traían la comida, a la caída de la tarde. Los acontecimientos se suceden rápidamente; era necesario aprovechar el tiempo para cumplir su misión antes del plazo fijado para la rendición de Betulia (7,31; 8,33). Judit se entrevistó con Holofernes a altas horas de la madrugada. Una vez hecha la presentación, tanto Holofernes como ella fuéronse a sus respectivas cámaras a descansar. Judit durmió hasta media noche. No se concibe que durmiera hasta esta hora y que, al despertar, mandara recado a Holofernes para que le autorizara a salir al campo. Algunos solucionan la dificultad traduciendo el aoristo apésteüen en sentido de pluscuamperfecto: «Había enviado a decir». Alega Judit motivos religiosos para salir a bañarse a aquellas horas intempestivas y en un sitio vecino a Betulia. En el v.7 se dice que salía para bañarse y de esta manera purificarse de las impurezas que pudo haber contraído en el trato con los gentiles (Ex 30,17-21; Sal 26,6; Act 16,13). Es curioso ver a una viuda joven y de extremada belleza deambular sola, de noche, por el campamento asirio y tomar sus baños en la fuente custodiada por «cinco mil asirlos» (7,17). No se comprende tampoco cómo Holofernes accedió a una petición que podía poner en peligro su estrategia. Esta circunstancia del baño fue creada para realzar más el puritanismo de Judit y para facilitar el regreso de la misma a Betulia después de la muerte de Holofernes. Entre los sectarios de Qumrán se practicaban estos mismos ritos (baños en los manantiales).

Bagoas el anfitrión

889

Judit 12

Judit 12

888

(12,10-14)

10 Al cuarto día dio Holofernes un banquete sólo a sus servidores, sin invitar a ninguno de sus oficiales, u Y al eunuco Bagoas, que tenía la intendencia de todas las cosas, le dijo: «Ve y persuade a esa mujer hebrea que tienes 12encomendada que venga acá a comer y beber con nosotros. Sería vergonzoso que despidiéramos a tal mujer sin tener comercio con ella; porque, si no la conquistáramos, se iría riendo de nosotros». 13 Salió Bagoas de la presencia de Holofernes y vino a Judit, diciéndole: «No vacile esta hermosa sierva en venir a mi señor, para ser honrada de él y alegrarse bebiendo vino con nosotros, haciéndose este día como una hija de los asirlos que asisten en el palacio de Nabucodonosor». 14 Judit le contestó: «¿Quién

soy yo para contradecir a mi señor? Todo lo que fuere grato a sus ojos lo haré con presteza, y será esto motivo de alegría para mí hasta el fin de mi vida». Entre los antiguos orientales se encomendaba a los eunucos la custodia del harén, y no pocas veces se les conferían cargos de gran responsabilidad. A Holofernes le hastiaba la vida cenobítica de la joven judía y no veía la hora de poseerla (Dan 13,54.58). Buscando una ocasión propicia, pensó en celebrar un gran banquete, al cual se invitaría a Judit y a los íntimos colaboradores del general. Pudo excluir del banquete tanto a los oficiales del ejército como a los de los servicios auxiliares y admitir tan sólo a los de su guardia personal. Judit acepta sin titubear, convencida de encontrar en este festín la ocasión propicia para acabar con Holofernes. Coincidía aquel banquete con la noche del cuarto día. Terminaba al día siguiente el plazo señalado por Ocias (7,31). Nótese que también en este libro como en el de Ester juegan un gran papel los banquetes, que deciden situaciones muy comprometidas. El eunuco Bagoas era el jefe de los servicios de intendencia. Su nombre es de origen persa. La historia recuerda a dos personajes con este nombre. Uno fue gobernador de Judea bajo Darío II (FLAVIO JOSEFO, Aut. Iud. 11,7-15), conocido también en los documentos de Elefantina. Otro fue general de Artajerjes III (358-317) y su consejero en la campaña contra Egipto (DIOD. S í c , 16,47). Llevaron este nombre varios eunucos (PLINIO, Hist. Nat. 13,4,9; PLUTARCO, Vit. Alex. 67).

En la sala del festín

(12,15-20)

15 Y, levantándose, se atavió Judit con su traje y con todo su aderezo juvenil. Su sierva fue y le preparó en el suelo, enfrente de Holofernes, las pieles que para su uso cotidiano16había recibido de Bagoas, para comer recostada sobre ellas. Entrando Judit, se recostó. El corazón de Holofernes, fuera de sí, iba tras ella; su espíritu se turbó y abrigaba un deseo ardiente de unirse a ella. Desde el17día que la vio estaba aguardando una ocasión para seducirla. Díjole Holofernes: «Bebe y alégrate con nosotros». 18 Y contestó Judit: «Beberé, sí, señor, porque desde los días de19 mi nacimiento no había apreciado tanto 'a vida como hoy». Tomó lo que la sierva le había preparado y comió en presencia de Holofernes, 20 el cual se alegró sobremanera con ella, y bebió tanto vino cuanto jamás lo había bebido desde el día que nació. Debía Judit en este momento crucial herir el corazón de Holofernes con sus encantos juveniles. Asiste al banquete, pero, a pesar del ambiente sensual, supo mantenerse digna de su misión. Se recuesta sobre las pieles (takódia) de su uso y come y bebe de lo que trajo consigo. Esta manera de instalarse en la mesa era considerada como un lujo en Israel antes del exilio (Ez 23,41). Antiguamente, los judíos se sentaban para comer (1 Sam 20,24). Ester se tendió en un diván durante el banquete (Est 7,8). Holofernes se halla en el paroxismo de la pasión, que iba in crescendo, enardecida por la presencia de la hermosura de la joven (paidíske e kalé), Con la pretensión de

Judit 13

Judit 13

quebrantar su entereza con el vino, Holofernes la invitaba a beber, lo que hizo él copiosamente. Mientras él acariciaba el pensamiento de poseerla en breve, se alegraba ella pensando que su misión salvadora estaba para realizarse de un momento a otro. Los sendos vasos de vino que ingería Holofernes serían el principio de su ruina.

carga dos certeros golpes en el cuello de Holofernes, quedando la cabeza separada del tronco. Al igual que Sisara, Holofernes muere en Esdrelón por obra de una mujer (Jue 4,21). El cuerpo del general rodó al suelo (14,15), envolviéndolo Judit con las ropas del lecho, acaso para empapar la sangre que a borbotones salía de la herida. Como trofeo y para que empapase la sangre que chorreaba la cabeza, llevóse consigo el dosel que cubría las columnas del lecho (13,15). La cabeza de Holofernes fue entregada a la sierva, que la colocó en la alforja (pera) de las provisiones. Era llegada la hora de la oración, y ambas salieron como de costumbre.

800

El golpe

decisivo

(13,1-10a)

1 Cuando ya se hizo tarde, los siervos de Holofernes se salieron aprisa, y Bagoas cerró por fuera la tienda e hizo a todos retirarse de la presencia de su señor, y se fueron a sus lechos, pues estaban rendidos, porque el banquete había sido largo. 2 Quedó Judit sola en la tienda, y Holofernes tendido sobre su lecho, todo él bañado en vino. 3 Dijo Judit a su sierva que se quedase fuera de la alcoba y aguardara su salida como en los días pasados, añadiéndole que saldría a la oración. Lo mismo había dicho a Bagoas. 4 Habíanse ido ya todos, sin quedar nadie, ni pequeño ni grande, en la estancia. Puesta entonces en pie junto al lecho de Holofernes, dijo en su oración: «Señor, Dios todopoderoso: Mira, en esta hora, la obra de mis manos, para exaltación de Jerusalén, 5 pues ésta es la ocasión de acoger tu heredad y de ejecutar mis proyectos, para ruina de los enemigos que están sobre nosotros». 6 Y acercándose a la columna del lecho, que estaba a la cabeza de Holofernes, descolgó de ella su alfanje; 'llegándose al lecho, le cogió por los cabellos de su cabeza y dijo: «Fortaléceme, Dios de Israel, en esta hora». 8 Y con toda su fuerza le hirió dos veces en el cuello, cortándole la cabeza. 9 Envolvió el cuerpo en las ropas del lecho, quitó de las columnas el dosel, y, cogiéndolo, salió en seguida, entregando a la sierva la cabeza de Holofernes, 10a que ésta echó en la alforja de las provisiones, y ambas salieron juntas como de costumbre. El banquete se había prolongado y todos estaban rendidos por el sueño y el vino. Holofernes, no pudiéndose valer por sí mismo, fue arrastrado al departamento donde dormía, quedando tendido, inconsciente, sobre el lecho, vomitando el vino en cantidades hasta bañarlo. Bagoas, que ejecutaba puntualmente el plan prefijado por su amo, despidió a todos los presentes, menos a Judit, que debía pasar aquella noche en compañía de Holofernes. Antes de retirarse tiró la cortina (14,15) de la alcoba para no violar la intimidad de aquel encuentro del general con la joven viuda de Betulia. Judit recordó a Bagoas que, como en noches anteriores, saldría también aquélla para hacer oración. Judit cree llegada la hora de actuar aprovechando el estado inconsciente de Holofernes. En su oración no se vislumbra ningún odio personal ni deseo de venganza. En aquellos momentos Judit obra por puro patriotismo y por motivos religiosos. Jerusalén, la capital teocrática, está en peligro; la herencia de Yahvé puede pasar a manos extrañas. Una vez asegurado el auxilio del Dios de Israel, Judit avanza, se coloca junto a la columna del lecho descuelga de ella su cimitarra (ten akinaken), se aproxima hasta, rozar su cuerpo, agarra con la izquierda la cabellera desgreñada del general y con la cimitarra en su mano derecha des-

Camino de Betulia

891

(13,10b-13)

lO" Atravesando el campamento, rodearon el valle y subieron al monte de Betulia, hasta llegar a las puertas de Ja ciudad. n Gritó de lejos Judit a los que hacían guardia sobre las puertas: «Abridnos, abridnos las puertas; Dios, nuestro Dios, está con nosotros, para mostrar una vez más su fuerza en Israel y su poderío contra los enemigos, como hoy acaba de hacerlo». 12 Y en cuanto los hombres de la ciudad oyeron su voz, se dieron prisa en bajar a la puerta, y avisaron a los ancianos de la ciudad. 13 Todos, desde el pequeño hasta el grande, concurrieron, porque era para ellos inesperada la llegada de Judit. Abrieron la puerta, las recibieron, y, encendiendo fuego para alumbrar, las rodearon. No dice que se purificara esta noche Judit en las aguas del torrente ni que se acercara a ellas. En 11,17 y !2,6 alega Judit que debía salir a «orar a mi Dios»; en 12,7 se dice que salía cada noche «para bañarse en el agua de la fuente». Estas dos prácticas no estaban impuestas por la Ley. La alegría que produjo su llegada a Betulia fue indescriptible. A pesar de la hora intempestiva, todos, jóvenes y viejos, hombres y mujeres, grandes y pequeños, corrieron a las puertas de la ciudad. La presencia de los ancianos era necesaria tanto para dar la orden de abrir las puertas como para ser testigos del triunfo de Judit. En contra de lo que dice el texto, debían todos esperar la vuelta de Judit, tanto más cuanto que expiraban las horas concedidas para entregar la ciudad. El verdadero triunfador de Holofernes es Yahvé, el Dios de los ejércitos (Ex 15, 1-2; Sal 68; 99,1-3).

Triunfo total 14

(13,14-17)

Judit, levantando la voz, les dijo: «Alabad a Dios, alabadle, alabad a Dios, que no ha apartado su misericordia de la casa de Israel: antes, por mi mano, ha herido esta noche a nuestros enemigos». 15 Y sacando de la alforja la cabeza, se la mostró, diciendo: «Ahi tenéis la cabeza de Holofernes, el general en jefe del ejército asirio, y ahí el dosel bajo el que yacía en su embriaguez aquel a quien el Señor hirió por la mano de una mujer. 16 Yo juro por el Señor, que me ha guardado en todos mis pasos, que mi rostro le sedujo para perdición suya, pero que no cometió contra mí pecado alguno que pudiera mancillarme o avergonzarme». 17 Todo el pueblo quedó estupe-

Judit 14

Ju diI 14

892

893

facto, y, doblando las rodillas, adoraron a Dios, diciendo a una voz: «Bendito seas, Dios nuestro, que has aniquilado en este día a los enemigos de tu pueblo».

antes de hacer esto llamad a Aquior el amonita, para que vea y reconozca la cabeza del que despreció a la casa Israel y nos lo envió como destinado a la muerte».

Judit reclama para Dios toda la gloria de haber triunfado sobre los enemigos. Dios no ha olvidado todavía a su pueblo; hoy como ayer y como siempre, Yahvé mantiene fielmente sus promesas mientras el pueblo se hace digno de ellas. La cabeza de Holofernes y el dosel de su cama atestiguan su victoria sobre el general asirio. La heroína quiere salir al encuentro de posibles torcidas interpretaciones, afirmando que sería blasfemo pensar que permitió Yahvé que ella saliera triunfante comprometiendo su honor y su virtud. Con energía vuelve a insistir diciendo que Holofernes no cometió contra ella pecado (amárteme) alguno. De ahí que no debe avergonzarse de su hazaña, porque no se ha repetido en ella la aventura de Dina (9,2; Gen c.34). Dios ha demostrado una vez más su misericordia para con su pueblo, cuyo representante en esta ocasión era Judit (Sal 136).

Judit explota su triunfo a fondo y rápidamente. Llama hermanos a los habitantes de Betulia (7,30; 13,18). Como último acto de humillación y afrenta, recomienda que se suspenda la cabeza de Holofernes en la parte externa del muro (1 Sam 17,54; I Mac 7,47; 2 Mac 15,25). Propone, además, una salida simulada, con el fin de que, al querer comunicar los soldados esta novedad a su jefe, caigan en la cuenta de que ha sido asesinado, lo que originará gran revuelo y desorientación en el ejército. La estrategia de Judit no parece la más acertada; pero la Providencia divina se encargará de superar las deficiencias de la ciencia humana. Podía subsistir la duda de que Judit traicionara al pueblo presentando como cabeza de Holofernes la de cualquier soldado u oficial del campo asirio, porque ningún ciudadano de Betulia había visto jamás al generalísimo de Nabucodonosor. Pero allí estaba Aquior, que podía reconocer si se trataba o no de la cabeza de Holofernes.

Palabras

de Ocias

(13,18-20)

18

Ocias le dijo: «Bendita tú, hija del Dios Altísimo, sobre todas la mujeres de la tierra, y bendito el Señor Dios, que creó los cielos y la tierra y te ha dirigido hasta aplastar la cabeza del jefe de nuestros enemigos. 19 Tus alabanzas estarán siempre en la boca de cuantos tengan memoria del poder de Dios. 20 Haga El que esto sea para tu eterna gloria, y cólmete de todo bien, pues no has perdonado tu vida por librar a tu pueblo. En nuestra caída has sido su socorro, andando rectamente en la presencia de nuestro Dios». Y el pueblo contestó: «Amén, amén». Ocias pone de relieve que, en momentos difíciles para el pueblo, Judit no duda en exponer su vida para salvarle. Esto y su inquebrantable confianza en Dios la ha exaltado sobre todas las mujeres Que 5,24; Le 1,42). La escena recuerda Gen 14,19. La liturgia aplica a la Virgen las palabras de Ocias.

L A LIBERACIÓN

Judit, 1

estratega

(14,1-16,25)

(14,1-5)

Y díjoles Judit: «Oídme, hermanos: Coged esta cabeza y colgadla de las murallas. 2 Y en cuanto amanezca y el sol se derrame sobre la tierra, tome cada uno sus armas, y salid todos los hombres de guerra fuera de la ciudad, con el jefe al frente; haréis ademán de bajar al valle3 contra los puestos de guardia de los asirios, pero sin bajar. Ellos, tomando sus armas, se encaminarán a su campo para despertar a los jefes del ejército asirio, e irán a la tienda de Holofernes; y al no hallarle, se apoderará de ellos el temor y huirán ante vosotros. 4 Se unirán a vosotros en la persecución todos los habitantes de toda la montaña de Israel y los desbarataréis por los caminos. 5 Pero

Testimonio

de Aquior

(14,6-10)

6

Hicieron venir a Aquior de casa de Ocias. Cuando aquél llegó y vio la cabeza de Holofernes en las manos de un hombre en medio de la asamblea del pueblo, cayó sobre su rostro, sintiéndose desfallecido. 7 Levantáronle, se arrojó a los pies de Judit y, humillándose en su presencia, dijo: «Bendita seas tú en todas las tiendas de Judá y en todas las naciones. Cuantos oigan tu nombre quedarán asombrados. 8 Dime ahora lo que has hecho en estos días». Y en medio de todo el pueblo le contó Judit cuanto había hecho desde el día de su salida hasta el momento en que les hablaba. 9 Cuando acabó de hablar, prorrumpió el pueblo en grandes aclamaciones, y resonaron en la ciudad los gritos de alegría. 1(> Viendo Aquior lo que el Dios de Israel había hecho, creyó en El, y se circuncidó la carne de su prepucio, y hasta el día de hoy quedó agregado a la casa de Israel. No fue necesario que Judit invitara a Aquior a certificar la autenticidad de aquel trofeo; su vista le impresionó tanto, que cayó desmayado en tierra. Quien había sido testigo de la arrogancia y orgullo de aquel poderoso general no podía comprender que fuera ahora su cabeza el escarnio del pueblo. Con la muerte de Holofernes desaparecía la amenaza que pesaba sobre su cabeza (6,6). Una vez recuperado, entona un canto a Judit, inspirándose en el poema de Débora (Jdt 5,24) y repitiendo conceptos expresados por Ocias (13,18) y repetidos más tarde por Joaquín (15,9-10). A petición de Aquior, repite Judit los pormenores de su proeza. Impresionado Aquior por la intervención palpable de Dios, que guió los pasos de Judit, abjuró de su religión y creyó firmemente (sfodrá) en el Dios de Israel. Con la circuncisión quedó incorporado al pueblo escogido él y toda su descendencia, rehabilitándose de esta manera el pueblo amonita (Deut 23,4-5) delante de Israel.

894

Judit 14 Los de Betulia,

a la ofensiva

Judit 15 El ejército

(14,11-13)

Los asirios no podían divisar la cabeza de Holofernes colgada del muro, por hallarse fuera de su alcance visual. Esta cruel exhibición tenía como finalidad primaria humillar al jefe vencido y enardecer el ánimo de los sitiados. De conformidad al plan estratégico trazado por Judit (14,2), todo el pueblo empuñó las armas y salió a las subidas del monte. Las avanzadas asirías dieron parte a sus jefes inmediatos, transmitiéndose la noticia ordenadamente hasta llegar a oídos del que estaba de guardia, al cual dijeron: «Despierta t a nuestro señor, porque los esclavos (douloi) se han atrevido a j bajar contra nosotros en son de guerra». j de Bagoas

(14,14-19)

Entró Bagoas y llamó agitando la cortina de la tienda, pues suponía él que estaría durmiendo con Judit. 15 Y como nadie le respondía, corrió la cortina, y, entrando en la alcoba, le encontró tendido sobre el estrado, muerto y con la cabeza cortada. !6 Gritó en medio de llantos, lamentos y fuertes voces, y rasgó sus vestiduras. 17 Entró luego en la tienda en que estaba alojada Judit y, no hallándola, salió corriendo al pueblo y gritó: 18 «¡Esas esclavas nos han traicionado! Una mujer hebrea ha echado la confusión en la casa del 19 rey Nabucodonosor. ¡ Holofernes está en tierra y sin cabeza!» Cuando los jefes del ejército asirio oyeron tales palabras, rasgaron sus vestiduras y quedaron consternados, levantándose en medio del campo gran griterío y alboroto. Bagoas era el hombre de confianza de Holofernes; era él quien había preparado el banquete en busca de un pretexto para rendir la virtud de Judit. Sabía él que, una vez celebrado el festín, quedaron solos en la alcoba Holofernes y Judit (13,3-4). Estaba completamente convencido de que Holofernes «estaría durmiendo con Judit» (v.14). Se llegó hasta la misma cortina que cerraba la alcoba, dio unas palmadas (krouein) y agitó la cortina. Gomo nadie le respondía, atrevióse a mirar dentro, y ¡cuál no fue su estupor al contemplar el cuerpo de su dueño en el suelo, decapitado, bañado en su propia sangre! En el paroxismo del dolor, gritó, lloró, sollozó, dio fuertes alaridos y rasgó sus vestiduras. Acaso la muerte de su señor suponía la suya, por negligencia. Al hallar vacío el cuarto de Judit, sospechó que fuera ella la autora del crimen. Morir en manos de una mujer era considerado como una ignominia (Jue 9,54).

(15,1-3)

Llegada la noticia a los que estaban en las tiendas, quedaron fuera de sí por lo sucedido, 2 apoderándose de ellos el temor y el espanto, tanto, que ya no se vio hombre al lado de su compañero, porque todos a una se dispersaron, huyendo por los caminos del llano y de la montaña. 3 Los que estaban acampados en la montaña en torno de Betulia se dieron a la fuga; y entonces los hijos de Israel, todos sus guerreros, se lanzaron sobre ellos.

En cuanto despertó la aurora, colgaron del muro la cabeza de Holofernes, y todos los hombres de Israel tomaron sus armas y en escuadrones salieron a las subidas del monte. 12 Así que los asirios los vieron, dieron aviso a sus oficiales, y éstos a sus jefes y a sus generales. 13 Llegando a la tienda de Holofernes, dijeron al que estaba de guardia: «Di que despierten en seguida a nuestro señor, porque estos esclavos se han atrevido a bajar contra nosotros en son de guerra, pretendiendo aniquilarnos».

Consternación

desbaratado

1

11

14

invasor,

895

j

Aunque algo pudieron contribuir a esta desbandada espectacular las noticias de la muerte de Holofernes y el ataque de los de Betulia, sin embargo, el factor principal debe buscarse, según la mente del autor del libro, en el hecho de que «arrojó Yahvé en medio de ellos la turbación ante Israel» (Jos 10,10; Gen 35,5; Jue 7,21; 2 Sam 5,24; 2 Re 7,6; 2 Crón 13,15; 14,12). Israel

al ataque

(15,4-7)

4

Envió Ocias mensajeros a Betmastai, a Coba y a todos los confines de Israel que comunicasen lo sucedido, para que todos se lanzasen sobre los enemigos hasta acabar con ellos. 5 Cuando esto oyeron los hijos de Israel, todos a una se echaron sobre ellos, y los desbarataron hasta Coba; y asimismo los que habían venido de Jerusalén y de toda la montaña, porque también a ellos había llegado la noticia de lo acontecido en el campo enemigo. Los habitantes de Galaad y de Galilea les infligieron una gran derrota, hasta pasar de Damasco y sus confines. 6 Los restantes moradores de Betulia cayeron sobre el campamento 7de los asirios y lo saquearon, enriqueciéndose grandemente. Los hijos de Israel, al volver de la persecución, se adueñaron de lo restante, y las aldeas y las alquerías que había en la montaña y en el llano se apoderaron de mucho botín, porque era éste enormemente grande. El tímido Ocias se muestra enérgico y dinámico al ver que sus enemigos huían precipitadamente. Aprovechando la coyuntura de que el ejército invasor levantó el sitio, envió mensajeros a todo Israel para que se lanzaran todos contra sus enemigos. El escenario cambia de decoración rápidamente. Un pueblo hambriento y muerto de sed, desmoralizado, apático, más amante de su vida que de los valores sobrenaturales y patrióticos, se reanima de improviso y se encara con un numerosísimo ejército. Como en Gen I4,i5> ' o s habitantes de Betulia y de las ciudades mencionadas persiguen al ejército enemigo hasta Coba, al norte de Damasco, desde donde partió el ataque de Holofernes contra Israel. Esta acción fue posible solamente en virtud de las promesas: «Mi terror te precederá... y todos sus enemigos volverán ante ti la espalda» (Ex 23,27).

896

Judit 16

Judit 15 Congratulación

oficial

(15,8-10)

8 Joaquín, sumo sacerdote, y el senado de los hijos de Israel, que moraba en Jerusalén, vinieron para contemplar los bienes que el Señor había hecho a Israel y para ver a Judit y darle la enhorabuena. 9 En cuanto entraron en su casa, todos a una le aclamaron, diciendo: «Tú, orgullo de Jerusalén; tú, gloria de Israel; tú, honra de nuestra nación; "> por tu mano has hecho todo esto; tú has realizado esta hazaña en favor de Israel. Que se complazca Dios en ella. Bendita seas tú del Señor omnipotente por siempre jamás». Y todo el pueblo respondió: «Amén».

Mientras duraba el saqueo (Is 9,2; Est 9,10-16) del campamento asirio, el sumo sacerdote Joaquín, con el senado (gerousia) de los hijos de Israel, vinieron para ver a Judit e intercambiar con ella palabras de paz (eirene). La proeza de Judit reviste interés nacional, y, por lo mismo, es justo que la suprema autoridad religiosa y política vaya a darle la enhorabuena. Pero el sumo sacerdote y la gerousia reconocen que la victoria se debe a la intervención eficaz de Yahvé, que ha utilizado los servicios de una viuda a título de instrumento. La Iglesia aplica a la Virgen las alabanzas que las autoridades dirigen a Judit. Aclamación

popular

(15,11-13)

11

Por espacio de treinta días estuvieron saqueando el campamento. A Judit le dieron la tienda de Holofernes, con toda la argentería, y los lechos y los cojines, y todos los muebles. Ella lo tomó y puso sobre la muía, y, unciendo los carros, lo cargó sobre ellos. 12 Todas las mujeres de Israel se reunieron para verla y aclamarla, y organizaron danzas en su honor. Cogió tirsos en sus manos y se los dio a las mujeres que iban con ella, 13 todas coronadas de olivo, y a cuantos las acompañaban. Delante de todo el pueblo, guiando la danza de las mujeres, iba Judit, y todos los hombres de Israel la seguían armados, ceñidas las sienes con coronas y cantando himnos. Con el fin de poner de relieve la magnitud de la victoria alcanzada, habla el texto de un saqueo del campo asirio por espacio de treinta días. A Judit se le reserva la tienda de Holofernes, toda la plata (12,1), los lechos, la vajilla y todo el mobiliario. Judit cargó todo ello sobre una muía y sobre unos carros, que, por el contexto siguiente, debían tomar el camino que les conduciría a Jerusalén. A medida que el cortejo iba avanzando hacia Jerusalén, salíanle al encuentro las mujeres de Israel, que organizaban danzas en su honor (Ex 15,20; Jue 11,34; 21,21-23; 1 Sam 18,6; Jer 31,4-13; 2 Mac 10,7). Judit, por su parte, proveía de tirsos (tyrsoi) a las mujeres que la acompañaban. Se empleaban los tirsos en el culto de Dionisios. Todas las mujeres de la comitiva ostentaban sobre sus cabezas coronas de laurel o de olivo, según la costumbre griega. Judit iba delante dirigiendo la danza de las mujeres, mientras los hombres caminaban armados, ceñidas las sienes con coronas y cantando

897

himnos. La procesión se organiza e inicia en Betulia o en un lugar cercano donde estaba el campamento de los asirios. Allí empezó Judit su canto, que terminó al llegar la comitiva a Jerusalén. También los hombres armados cantaban himnos durante la procesión. Todo este contexto supone que Betulia se encontraba cerca de Jerusalén. CÁNTICO DE JUDIT (16,1-4) Es considerado como una de las mejores composiciones de la poesía hebraica, comparable a los famosos cánticos de Moisés (Ex 15, 1-31) y de Débora Que c.5) 1. Puede dividirse en tres partes. En la primera habla la heroína empleando la primera persona del singular; en la segunda, el sujeto de la oración se halla en primera persona del plural, lo que se ha interpretado como si fuera un estribillo puesto en boca del pueblo; en la última parte vuelve a emplearse el singular, siendo Judit la que habla. Este mismo cambio de sujeto se observa en el cántico de Débora (Jue 5,2-31). Invitación

a la alabanza

(16,1-4)

1

Y comenzó Judit este cántico de acción de gracias, y todo Israel a una respondía: 2 «Entonad a mi Dios con tímpanos. Cantad a mi Señor con címbalos, entonadle un salmo nuevo, ensalzad e invocad su nombre. 3 Porque el Señor es Dios que acaba con las guerras; 4 porque en su campamento, en medio del ejército, me libró del poder de mis perseguidores. Como en otras situaciones bíblicas análogas (Ex 15,1; Núm 21, 17; Jue 5,1), Judit entonó un cántico de acción de gracias por la victoria conseguida, al cual todo Israel a una debía responder, conforme al rito antifónico de la antigüedad.

Invasión

de Asur

(16,5-8)

5

»Vino Asur de las montañas del Norte, llegó con las miríadas de su ejército, cuya muchedumbre obstruía los valles y cuya caballería cubría los collados. 6 Pensó él que abrasaría mis términos, que daría mi juventud a la espada, que estrellaría contra el suelo mis niños de pecho, que daría en botín mis jóvenes, que repartiría mis doncellas. 7 El Señor omnipotente los aniquiló por mano de una mujer. 8 No cayó su caudillo a manos de jóvenes, 1 H. L. JANSEN, La composition du chant du Judit: «Acta Orientalia», 15 (1936) 63-71; A. VACARÍ», Note critiche e esegetiche (Jdt 16,11): B 28 (1947) 401-404; 29 (1948) 344; F. ZoREL, Canticum ludith (Vulg. 16,1-20): VD 5 (1925) 329-332; P. JOUON, Iudith 16,15 (Vulg. 18): B 3 (1923) 112; A. JANSEN, Das Gebet Judiths: «Theologie und Glaube», 4 (igio) 441-449.

Biblia comentada 2

29

]udit 16

898

Judit 16

ni le hicieron tajos de titanes, ni soberbios gigantes pusieron en él la mano; Judit, hija de Merarí, con la hermosura de su rostro le paralizó. Contra el campamento de Yahvé dirigió Nabucodonosor «las miríadas de su ejército». Vino del Norte, siguiendo la clásica ruta de las invasiones de Palestina, junto a la costa mediterránea, a través de los desfiladeros de las montañas. Al héroe de tantas batallas ganadas en ruta hacia Palestina no se le concedió el honor de morir herido por la espada de los gibborim, de los fuertes, como en otro tiempo murió Goliat (i Sam 17,52); ni fueron los hijos de los titanes (titánon) los que le hirieron, ni soberbios gigantes los que le abatieron, sino Judit, la hija de Merarí, que prendió al campeón del ejército en las redes de sus encantos femeninos.

Judit

seduce

a Holofernes

(16,9-11)

9 »Se despojó del hábito de su viudez, para exaltación de los que quedaban en Israel. Se ungió el rostro con perfumes, 1° prendió sus cabellos con la mitra, se puso la túnica de lino para seducirle. 11 Sus sandalias arrebataron los ojos del asirio, y su belleza cautivó su alma, y el alfanje segó su garganta. A partir del v.7 habla Judit en tercera persona. Se describe con orgullo y jactancia la belleza que ofuscó la mente de Holofernes. Judit era viuda; vivía alejada de la sociedad, vestía las ropas de la viudez, escondiendo bajo ellas el vestido de penitencia que mortificaba sus carnes (8,5). Cuando sonó la hora de salvar a su pueblo, se cubre con sus mejores galas, unge su rostro, recoge sus cabellos bajo el turbante (Is 3,2), se adorna con toda suerte de collares y brazaletes y calza las sandalias que debían arrebatar los ojos del impúdico asirio (Cant 7,2). Todos estos soberbios atavíos no tenían más finalidad que servir de armas para acabar con la vida de Holofernes. No podía concebirse mayor humillación que perecer en manos de una mujer viuda.

Pánico entre los pueblos

(16,12-14)

l2'»Se estremecieron los persas de su audacia, y'los medos se pasmaron de su temeridad. 13 ¡Dieron gritos de júbilo mis humildes, y exultaron mis débiles. Mas los asirios se estremecieron de espanto, alzaron el grito y se dieron a la fuga. i* Hijos de madres jóvenes los atravesaron, y como a siervos huidos los hirieron; perecieron de las filas de su señor. La fama de la proeza de Judit pasó las fronteras. Todos los imperios, al tener noticia de ella, se estremecieron. Si una mujer pudo

899

contra el mayor ejército de entonces, ¿qué sucedería sí Israel emprende la ofensiva? Dios persigue al enemigo, que huye desordenadamente. Pero ni aun en la huida les fue concedida una muerte honrosa, por cuanto los atravesaron con sus lanzas hijos de sirvientas o de mujerzuelas (korasíon) (1 Sam 20,30), hiriéndoles de muerte los hijos de los desertores. Con esto quiérese responder a las injurias proferidas por Holofernes contra Israel (5,23; 6,5).

Grandeza

y poderío

del Señor

(16,15-19)

15 16

Cantaré al Señor un cántico nuevo. Señor, grande eres tú y glorioso, admirable en poder, insuperable. 17 A ti te sirve la creación entera, porque tú dijiste, y todo fue hecho; enviaste tu aliento, y él lo vivificó, y no hay quien resista a tu voz. 18 Los montes se agitarán por las aguas en sus cimientos, las rocas se derretirán como cera ante tu rostro. A los que te temen te muestras propicio, 19 Porque es poco para ti el sacrificio de suave olor, y es nada toda la grasa para tus holocaustos. Sólo el que teme al Señor es siempre grande. De las cosas terrenas, de casos concretos en que se manifiesta la grandeza y el poder de Dios, pasa el salmista a fijar su atención en el Todopoderoso, al que entona un cántico nuevo para celebrar su grandeza, su gloria, poderío y trascendencia. Habló el Señor, y los seres fueron hechos (egenézesan, Sal 33,9; 104,30; 148,5); envió su soplo, y fue construido (oicodómesen), no habiendo nadie que pueda oponerse a su mandato. Porque Dios es el creador del universo, ejerce sobre él un dominio absoluto; todos los seres le obedecen y sirven (Sal 25,14; 97.5J 103,13). A la presencia de Yahvé se derrite el granito de los montes (Jue 5,5); la tierra tiembla sobre sus columnas, hundidas en las aguas del abismo (Sal 24,2); destilan los cielos, y las nubes se deshacen en agua (Jue 5,4-5).

Castigo

de los enemigos

(16,20-21)

20

»¡Ay de las naciones que se levanten contra mi pueblo 1 El Señor omnipotente los castigará en el día del juicio, dando al fuego y a los gusanos sus carnes, y gemirán de dolor para siempre».

21

Termina el canto con una seria amonestación a los enemigos de su pueblo. Perecerán las naciones que se atreven a levantar sus manos contra Israel. El fuego y los gusanos en la carne de los enemigos de Israel son el símbolo de la muerte espeluznante que espera a todos sus enemigos. Antíoco Epifanes vio cómo manaban gusanos de sus carnes, que caían a pedazos, apestando a todos en derredor (2 Mac

Judit 16

900

Sacrificio

en Jerusalén

(16,22-24)

22

Llegados a Jerusalén, adoraron a Dios, y, luego que el pueblo se hubo purificado, ofrecieron sus holocaustos, sus votos y sus ofrendas. 23 Ofreció Judit todos los muebles de Holofernes, que el pueblo le había regalado, y el dosel que había cogido de la tienda, y lo dio en ofrenda al Señor. 24 El pueblo pasó tres meses alegre en Jerusalén ante el santuario, permaneciendo Judit con ellos. La procesión, que se había iniciado en el campamento asirio, llegó a Jerusalén. Era el templo de Jerusalén la meta hacia la que apuntaba directamente Holofernes con el fin de entronizar en él a Nabucodonosor. Al llegar la comitiva al templo se postraron todos ante Yahvé. Por haber contraído impurezas legales al contacto con los cadáveres enemigos (Núm 19,11; 31,19), se purificaron antes de ofrecer a Dios sacrificios. Los que en épocas de apuro hicieron sus votos y promesas al Señor, las cumplieron, dice el texto de la Vulgata. Un sacrificio especial ofreció Judit al entregar al anatema (herem) (Deut 13,13-19; Lev 27,28ss) todo el ajuar de Holofernes y el dosel de su tienda (15,11). La fiesta se prolongó tres meses. Acaso haya aquí una hipérbole para expresar que a una gran victoria y a un saqueo de un mes (15,11) correspondía un largo período de regocijo (Ést 1,4; 3 Mac 6,30-40; 7,18).

Últimos días de Judit

901

Judit 16

9,9). Los profetas (Jl 4,1-4; Is 66,24; Eci 7,17) recuerdan que el castigo del impío en el día del juicio será el fuego y el gusano. Judit pide para el enemigo de su pueblo un juicio severo y la condenación eterna. Esta será también la suerte del pecador, que será arrojado a la gehenna, donde ni el gusano muere ni el fuego se apaga (Me 12,46) y en donde será el llanto y crujir de dientes por toda una eternidad.

(16,25-28)

25

Pasados aquellos días se volvió cada uno a su heredad, y Judit partió para Betulia y moró en su posesión, y fue por toda su vida ilustre en toda la tierra. 26 Muchos la pretendieron; pero ningún varón la conoció en todos los días de su vida desde el día que murió Manases, su marido, y se reunió con su pueblo. 27 Llegó a muy anciana en la casa de su marido, 28 alcanzando la edad de ciento cinco años. A la esclava le dio la libertad. Murió Judit en Betulia y fue sepultada en la gruta de Manases, su marido. Regresó Judit a su casa de Betulia, donde continuó el mismo género de vida que llevaba antes de realizar su hazaña (8,4-8). No le ofuscó la fama de que estaba aureolada, ni se engrió creyendo que tenía Israel todavía necesidad de su caudillaje. A Israel le serviría mejor en la soledad de su morada y en el ejercicio de la oración. Por la fama de sus virtudes, su nombre corrió de boca en boca. El autor sagrado alaba su decisión de permanecer viuda toda

la vida, guardando fidelidad a la memoria de su marido, Manases. Por sus hazañas y virtudes habíase convertido en madre de todo Israel, como Débora (Jue 5,7). El tiempo corría también para Judit, que alcanzó la edad de ciento cinco años. Dios premia a sus fieles servidores con una vida larga y pacífica (Gen 23,1; 25,7; 35,28; 50,26). Una mujer de vida ejemplar, consagrada enteramente al servicio de Dios y de su pueblo, debía gozar de una larga vida. Como los patriarcas (Gen 23,19; 49,29.32), fue sepultada en una caverna excavada en la roca, descansando cabe los restos de su marido, Manases (8,3).

Recuerdo

de Judit

(16,29-30)

29

La lloró la casa de Israel por espacio de siete días. Antes de morir repartió su hacienda con los más próximos parientes de su marido, Manases, y con los más próximos de su misma familia. 30 En los días de Judit, y por mucho tiempo después de su muerte, no hubo nadie que infundiera temor a los hijos de Israel. Según la costumbre (Gen 50,10; Eci 22,10; 1 Sam 31,13), el duelo duró siete días. Antes de morir quiso cumplir con el espíritu de la ley que mandaba conservar el patrimonio dentro de la tribu o familia (Lev 25,10; N ú m 27,5-11). Después de su muerte gozó Israel de paz por mucho tiempo (1 Mac 7,50; 9,57; 14,4), no osando sus enemigos levantar su mano por estar vivo en ellos el recuerdo del triunfo. Como los jueces de Israel (Jue 3,11; 3,30; 5,32; 8,28), también ella supo inculcar a su pueblo el cumplimiento de los deberes religiosos que impone el pacto de la alianza, por ser un valladar contra las incursiones del enemigo. En sus manos tiene Dios las riendas de la historia; los imperios son instrumentos que maneja a su libre albedrío, utilizándolos a veces para castigar y poner a prueba a su pueblo infiel y otras para su exaltación. La fuerza de Israel está en la fidelidad al pacto de la alianza. Los pueblos gentiles deben saber que, si tocan al verdadero Israel, hieren al mismo tiempo a su Dios.

Introducción a Ester

E S T E R

Nombre El libro de Ester ha ido errante de un lugar a otro en el catálogo de libros sagrados, dándosele a veces un carácter poético, otras considerándolo como profético y no pocas colocándolo al final de la lista de los libros históricos. En el canon judío ocupa un lugar entre los libros de la tercera colección (Ketubim), asignándosele el quinto puesto en la subdivisión conocida con el nombre de megilloth = rollos. En un tiempo gozó el libro de tanta estima entre los judíos, que se le llamaba la megillah por excelencia. Corrientemente es conocido por megillath Ester, rollo de Ester, que se leía en la fiesta de Purim. Texto Gran parte del libro se ha conservado en hebreo (1,1-10,4), y otra en griego (10,5-16,24). Estas dos partes reciben el nombre de proto y deuterocanónicas, respectivamente. A)

TEXTO HEBREO.—Se ha conservado en buen estado y en él

se reflejan las modalidades propias del hebreo posterior a la cautividad, con influencias aramaicas. A este texto se le llama también masoyético. Una edición del mismo al alcance de todos es la de R. KITTEL, Biblia Hebraica (Stuttgart 1949). B)

TEXTO GRIEGO DE LAS ADICIONES.—Damos este nombre a

las secciones griegas que siguen al texto hebraico a partir de 10,4. No es el texto una traducción de algún original hebraico, como lo demuestra su estilo depurado helenista. Los pocos semitismos con que se tropieza en la lectura provienen del alma judía del autor, probablemente judío helenista. Este texto griego se conserva en dos formas, una abreviada y otra amplia. Versiones A) GRIEGAS.—La traducción griega del texto original hebraico se ha conservado en tres formas: 1) Texto común, que se encuentra en los códices unciales B S A y en otros menos importantes de la misma familia. Hizo esta versión Lisímaco, hijo de Tolomeo, que moraba en Jerusalén. En tiempos de Tolomeo y Gleopatra, cierto Dositeo, que se decía sacerdote y levita, y su hijo Tolomeo, la introdujeron en Egipto (11,1). Se reproduce en las principales ediciones griegas del Antiguo Testamento, tales como Tischendorf (1850SS), Vigouroux (1902), Swete (1887-1894), Rahlfs (Septuaginta I, Stuttgart 1935). Es el texto breve. 2) Texto amplio: Es una revisión de Luciano conservada en los códices 19, 93, 108. La publicó O. F. Fritzche 1. 3) Un tercer texto, del que nació la Vetus Latina, es acaso el más antiguo de todos. Schildenberger lo llama E2. 1

%,

Libri Apocryphi V. T. graece (Leipzig 1871) p.30-72.

903

B) LATINAS.—i) Vetus Latina.—Es la que mejor retransmite el texto griego original. Cree Schildenberger, siguiendo las huellas de D . de Bruyne, que es el testimonio más caracterizado del texto griego primitivo. Esta hipótesis, añade Lefévre 2 , aunque no resuelva todas las dificultades, parece, sin embargo, la más probable. 2) Vulgata.—San Jerónimo tradujo el texto hebraico cuidadosamente, «verbum e verbo» (Praef. in libr.Iudith: P L 28,1433). Como apéndice de esta versión coloca las partes adicionales, que dice haber encontrado en la edición vulgata de la Biblia griega, reuniéndolas al final del libro y anotándolas con un obelo (La). No puso en su traducción el mismo esmero que en la del texto hebraico. Cuestiones textuales

No es fácil determinar la interdependencia existente entre los textos que acabamos de mencionar. ¿Cómo se explican las diferencias existentes entre los mismos? ¿Cuál es el origen del texto de las adiciones? El concilio de Trento decretó que el libro era sagrado y canónico en sus partes proto y deuterocanónicas. Sobre la cuestión textual se han propuesto las siguientes y principales hipótesis: 1) En un principio existieron dos textos hebraicos: uno corto, que corresponde al masorético actual, y otro más amplio, que utilizó Lisímaco en su traducción griega. Las partes deuterocanónicas no figuraban en el texto breve, pero sí en el segundo, que, al igual que las partes protocanónicas, fueron traducidas al griego. 2) El texto masorético reproduce exactamente el original hebraico primitivo. El autor sagrado compuso su libro sirviéndose de las memoria de Mardoqueo y Ester (9,20-23) y de los anales de los reyes de Persia (2,23; 6,1). El traductor griego, que tuvo a su disposición las mismas fuentes de consulta, quiso completar lo que le parecía manco y dar al libro un carácter religioso más palmario. De ahí el origen de las famosas adiciones griegas 3 . 3) El texto griego de las partes proto y deuterocanónicas es una versión del texto original hebraico o aramaico. Más tarde, por motivos de la lectura del libro en la fiesta de Purim, se hizo una edición abreviada, que se ajusta al actual texto masorético. Dado que la fiesta había degenerado de su pureza primitiva, convirtiéndose en una bacanal, por respeto al nombre de Dios se suprimieron aquellas partes del libro de carácter religioso más acentuado. A esta opinión, que en su tiempo defendió J. B. de Rossi, se adhiere en parte B. Mariani 4 . 4) El texto hebraico masorético es el original; las partes deuterocanónicas griegas son amplificaciones, adiciones, suplementos hechos por el primer traductor griego u otro posterior. Hoy prevalece la opinión de que las adiciones fueron escritas originariamente en griego, no vislumbrándose en ellas vestigios de una traducción. 2 3

Introduction á la Bibie I (París 1957) 778. Véase F. X. ROIRON, Les parties déuterocanoniques du livre d'Esther: «Recherches de Science Religieuse», 6 (1916) 1-16. 4 Introductio in libros sacros V. T. 284.

Introducción a Ester

904

Partes deuterocanónicas Hemos dicho que San Jerónimo las puso como apéndice de su traducción del original hebraico. En las ediciones modernas se intercalan en el texto de la obra. Esta última costumbre ha puesto más al descubierto que su contenido no encaja perfectamente con lo que se dice en la primera parte o protocanónica (3,2-6 y 12,6; 2,9 y 11,3; 6,3 y 12,s; 9,20-28 y 16,22). En las partes protocanónicas no se menciona a Dios; en las otras, sí. A pesar de las aparentes contradicciones, no hay inconveniente mayor en intercalar en el texto las partes que San Jerónimo reunió al final. Sus autores no tuvieron la intención de escribir una historia objetiva en todos sus pormenores, sino más bien componer, a base de una amplia libertad, un relato cuya finalidad primaria era didáctica. De las partes deuterocanónicas decía San Jerónimo que eran improvisaciones del autor, al igual que se hace en un ejercicio escolar, con el fin de manifestar los sentimientos del que sufre una injusticia o del que la infiere a otro (PL 28,1433). Con estas adiciones se facilitaba la lectura del libro en los ambientes helenistas; se humanizaba la obra con la supresión de pasajes demasiado hostiles a los paganos (9,5-19) y se daba al conjunto un carácter más religioso, mencionando explícitamente a Dios. El autor que compuso estas partes adicionales viose asistido por el carisma de la inspiración, por el cual era infalible y exento de error formal en todo lo que él afirmaba y en el sentido que daba a su afirmación. Por ser de origen divino, estas partes fueron incluidas en el canon eclesiástico de los libros sagrados. Ester, ¿libro histórico? Muchos exegetas independientes zanjan la cuestión con decir que se trata de una leyenda etiológica inventada para explicar el origen y naturaleza de la fiesta de Purim. Por razón de la analogía sorprendente que existe entre los dos primeros capítulos del texto hebraico y la leyenda de Las mil y una noches, lanzó Goeije la hipótesis según la cual el libro de Ester procede de una leyenda persa que dio también origen a la famosa leyenda árabe 5 . Los pan-babilonistas encuentran su origen en una leyenda babilónica. Ester corresponde al nombre de Ishtar; Aman es una palabra derivada de Humman, dios de Elam; Vasti es el Mashti de Babilonia. En el libro se ensalza la victoria de los dioses de Babilonia, Ishtar y Marduk, sobre los de Elam (Humman y Mashti) (JENSEN, WILDEBOER, HAUPT, M. MALLER). Otros, en fin, vuelven sus mira-

das hacia Egipto. Todas estas actitudes extremas carecen de fundamento histórico, por lo que caen cada día más vertiginosamente en el descrédito. Al extremo opuesto se colocan muchos católicos y no pocos independientes, que consideran el libro como eminentemente histórico, tanto en sus líneas generales como en sus pormenores. 5

E. COSQUIN, Le Prologue-Cadre des mille et une nuits. Les légendes perses et le livre

d'Esther:

R B 16 (1909) 7-49; 161-197-

Introducción a Ester

905

Contra los argumentos en favor de la total historicidad del libro se oponen los siguientes: 1) La expulsión de Vasti da la impresión de que es un episodio creado para facilitar el advenimiento de Ester al trono real de Persia. 2) Es inexplicable que tanto Asuero como Aman ignoraran la ascendencia judía de Ester conociendo, por otra parte, los vínculos que le unían al judío Mardoqueo. 3) Según los historiadores paganos 6, la esposa de Jerjes y reina de Persia se llamaba Amestris; desconocen los nombres de Vasti y de Ester. 4) No se explica que el rey concediera tan alegremente la muerte masiva de sus subditos persas (8,11-12). 5) La actitud tolerante de los monarcas persas es incompatible con el decreto de exterminio total de los judíos del imperio (3,7-15; 13,1-7)- 6) De Mardoqueo se dice que fue deportado en los tiempos de Nabucodonosor (2,6) y que era oficial palaciego en tiempos de Jerjes, lo que equivale a concederle una edad de unos ciento cincuenta años. Todas estas dificultades tienden a crear una atmósfera desfavorable al carácter estrictamente histórico del libro. La técnica con que se conduce la narración, el dramatismo que se observa en cada página, confirman aquella impresión. En efecto, aunque el autor sagrado no mencione explícitamente el nombre de Dios, da a entender que Yahvé dispone los acontecimientos históricos en beneficio del pueblo judío. Para nosotros la llave para la recta interpretación del libro está en las palabras de Zeres a Aman: «Si el Mardoqueo ese delante del cual has comenzado a caer es de la raza de los judíos, no le vencerás; antes de cierto sucumbirás ante él» (6,13). Toda la narración está salpicada con notas pintorescas encaminadas a intrigar al lector; se retrasa voluntariamente el desenlace y se acumulan detalles que contribuyen a poner de manifiesto la providencia divina para con su pueblo escogido. En el libro de Ester, como en el de Judit, se enfrentan el judaismo y el paganismo, el Dios de Israel y la astucia y malicia humanas. Las dos fuerzas antagónicas están personificadas en dos personajes: el judío Mardoqueo y el agagita Aman. Aquél se niega a doblar su rodilla ante un ministro pagano (3,5), y Dios premia este acto de religión o de orgullo patriótico con el triunfo sobre el orgulloso Aman. De lo dicho cabe concluir que no deben tomarse al pie de la letra todos los pormenores de la narración. Más que en los archivos de Persia, el autor en la composición de su obra se inspiró en escenas de la antigua historia de Israel, tales como la exaltación de José al trono del Faraón y, sobre todo, en el libro de Judit, en el que una mujer salva a su pueblo en unos momentos desesperados. El texto del libro recuerda la ideología imperante en la literatura sapiencial. Autor y fecha de composición Debe distinguirse entre el autor del texto hebraico y el de las adiciones griegas; ambos son posteriores al exilio. El autor de la primera parte es judío. Modernamente prevalece el criterio de ver en estas páginas la pluma de un escritor de Palestina que vivió en tiem• H E R Ó D O T O , 7,61; 9,108-113.

906

Introducción a Ester

Introducción a Ester

p o d e los M a c a b e o s (SOUBIGOU, VACCARI, STUMMER) O hacia

finales

del m i s m o (SCHILDENBERGER). E n esta última sentencia se explica el h e c h o d e q u e sistemáticamente, p o r respeto quizá, n o se m e n c i o n e el n o m b r e d e Dios, como hace t a m b i é n el autor del i M a c . E n u n a nota d e 10,13 se dice q u e Dositeo introdujo la versión griega en Egipto d u r a n t e el reinado d e T o l o m e o y Cleopatra. D e los cuatro T o l o m e o s casados con u n a Cleopatra, parece q u e el texto se refiere, o bien a T o l o m e o V I I I L a t i r é (116-80), o a T o l o m e o N e o s D i o n i sios (51-44). Sólo el p r i m e r o vivió cuatro años con u n a mujer llam a d a Cleopatra. Según 2 M a c 15,37, celébrase en Palestina el «Día d e Mardoqueo». Canonicidad L a M i s h n a y el T a l m u d d e Jerusalén d a n instrucciones para la lectura d e J u d i t e n la fiesta d e P u r i m . El libro y la m e n c i o n a d a s o l e m n i d a d eran conocidos antes d e los t i e m p o s neotestamentarios. Flavio Josefo cita a m p l i a m e n t e el libro d e Ester e n sus Antiquitates Iudaicae (I.2), y utiliza asimismo las secciones griegas, q u e poster i o r m e n t e fueron eliminadas del canon j u d í o . L a Iglesia recibió el libro e n el canon según su versión griega. O r í g e n e s n o d u d a d e la canonicidad a u n d e las partes d e u t e r o c a n ó nicas, p e r o sus anotaciones críticas dieron p i e a q u e lo hicieran San Atanasio y San J e r ó n i m o . E n c u a n t o a este santo D o c t o r , cabe decir q u e , p o r el h e c h o d e relegar las adiciones al final del libro, d u d a b a d e su canonicidad. L a s d u d a s para estas partes griegas c o n t i n u a r o n hasta el concilio T r i d e n t i n o , q u e las declaró sagradas y canónicas.

907

conviven con ellos y q u e les tilden d e separatistas, d e conspiradores contra la completa u n i d a d del E s t a d o . D e ahí las reacciones antijudías d e los pueblos d e ayer y de h o y . El autor q u i e r e advertir a los d e s u p u e b l o q u e s u seguridad y p e r m a n e n c i a en m e d i o d e las gentes d e p e n d e exclusivamente del apoyo q u e D i o s les preste 7 . L a ñesta d e P u r i m Flavio J o s e f o 8 habla d e la fiesta q u e se celebraba d u r a n t e los días 14 y 15 d e A d a r (febrero-marzo) para c o n m e m o r a r la salvación d e sus h e r m a n o s d e Persia e n t i e m p o s d e M a r d o q u e o . El 2 M a c 15.37 c o n m e m o r a la fiesta d e N i c a n o r , q u e se celebraba el día 13 d e A d a r , «un día antes del D í a d e Mardoqueo». El ceremonial d e la festividad es indicado e n el t r a t a d o Megillah del T a l m u d d e Jerusalén. L a fiesta tenía u n d o b l e aspecto, profano y religioso. C a b e las m a nifestaciones ruidosas d e regocijo, al estilo d e n u e s t r o s carnavales, vistiéndose las mujeres con trajes d e h o m b r e y éstos con vestidos d e mujeres, suculentos b a n q u e t e s y excesos e n las bebidas, intercambios d e presentes e n t r e parientes y amigos, s e leía el libro d e E s t e r . M o d e r n a m e n t e prevalece la opinión d e q u e la fiesta d e P u r i m en p a r t e es copia d e u n a fiesta d e p r i m a v e r a q u e se celebraba en Persia y Babilonia. Hacia el m e s d e m a r z o celebraban los persas la festividad llamada nauruz, con carácter d e fiesta d e primavera, d u r a n t e la cual se i n t e r c a m b i a b a n presentes y se d i s t r i b u í a n limosnas a los p o b r e s , detalle q u e imitaron los j u d í o s e n la fiesta d e P u r i m . E n t r e los años 160-114 antes d e Cristo, la c o m u n i d a d judaica dio a la fiesta u n carácter político-religioso, relacionándola con la liberación d e la colonia j u d í a d e Persia e n t i e m p o s d e Jerjes I.

Contenido doctrinal E n conjunto, la obra q u i e r e hacer ver q u e los j u d í o s prevalecen s i e m p r e y e n todas p a r t e s d e sus enemigos. O t r a d e las finalidades es explicar los orígenes d e la fiesta d e P u r i m , q u e d e b e ser u n día d e alegría y acción d e gracias p o r haberles salvado Dios del exterm i n i o . L a doctrina d e la providencia divina para con su p u e b l o aparece e n t o d o el libro (4,13-17). L o q u e el autor no' declara, n o s a b e m o s p o r q u é exigencias literarias o ambientales, lo p r o c l a m a n a los c u a t r o vientos las secciones propias del texto griego. L a doctrina de la alianza es m e n o s visible e n Ester q u e e n Judit, pero n o está ausente del texto. Por otra parte, hallamos en el libro pasajes q u e r e c u e r d a n la i m perfección d e la m o r a l antigua e n comparación con la del E v a n g e lio ( M t 5,44). El espíritu d e venganza d e los j u d í o s y la complacencia d e la j o v e n reina e n la m a t a n z a d e los enemigos d e su p u e b l o n o reza c o n la doctrina del a m o r a los enemigos y el p e r d ó n d e los q u e n o s p e r s i g u e n y calumnian. P e r o estas y otras circunstancias h a n sido introducidas e n el texto p o r el autor sagrado p o r exigencias d e la tesis doctrinal q u e i n t e n t ó desarrollar. E n el libro se aplica la ley del talión. Escribe el autor p a r a alentar a sus h e r m a n o s d e raza, t a n a m e n u d o envueltos en cuestiones raciales, y para d a r u n t o q u e d e atención a sus enemigos. E s n a t u r a l q u e la puesta e n práctica d e los principios fundamentales del j u d a i s m o llame la atención d e los q u e

BIBLIOGRAFÍA a)

Comentarios

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Estudios particulares

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908

909

Ester *11

Ester *11

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trario. Entre los deportados a Babilonia había algunos que llevaban este mismo nombre (Esd 2,2; Neh 7,7). La genealogía de Mardoqueo se repite en 2,5. Por 1 Sam 15,7-9 sabemos que Saúl, hijo de Quis y del linaje de Benjamín, triunfó sobre Agag, rey de Amalee. Esta coincidencia sugiere la sospecha de que el autor sagrado no pretende fijar la ascendencia inmediata de Mardoqueo, sino hacer ver cómo un benjaminita que encarna el alma judía se impone y triunfa de un enemigo de Israel. Este varón ilustre moraba en Susa, que antiguamente fue capital de Elam 3 y que se convirtió en residencia invernal de los reyes de Persia (Neh i,1). Conquistada en 596 por los persas, fue fortificada y embellecida por Darío I 4 . Mardoqueo fue llevado cautivo por Nabucodonosor a Babilonia, junto con Jeconías (Jer 24,1; 27,20; 28,4), llamado también Joaquín (2 Re 24,8.15), el año 597. Con el fin de concordar el hecho de la presencia de Mardoqueo en la corte de Asuero o Jerjes (hacia los años 484-480) y la fecha de su deportación por Nabucodonosor, algunos exegetas interpretan el texto en el sentido de que era descendiente de alguno que fue deportado en aquel tiempo. Tales anomalías textuales las hemos visto también en el comentario al libro de Judit, lo que nos invita asimismo a preguntarnos si el autor sagrado busca la máxima precisión en los datos cronológicos que refiere.

Mardoqueo

en escena

(*11,1-3)

1

El año segundo del reinado del gran Artajerjes, el primero de Nisán, tuvo un sueño Mardoqueo, hijo de Jaír, hijo de Semeí, hijo de Quis, de la tribu de Benjamín, 2 judío que moraba en la ciudad de Susa, varón ilustre, que servía en la corte del rey. 3 Era de los cautivos que Nabucodonosor, rey de Babilonia, había llevado en cautiverio de Jerusalén con Jeconías, rey de Judá. Estos versículos pertenecen a la parte deuterocanónica del libro (10,4-16,26). En ellos presenta el autor al verdadero héroe del libro, Mardoqueo. Se habla del año segundo del reinado de Artajerjes. San Jerónimo y Eusebio lo identifican con Artajerjes II (40S-3S8); pero modernamente prevalece la opinión de los que consideran el nombre de Artajerjes como una traducción falsa del nombre Asuero, que corresponde a Jerjes I (485-465). De ahí que algunos exegetas, en vez de hablar de Artajerjes, emplean constantemente los nombres de Asuero (BARUCQJ o de Jerjes (VACCARI).

Fue Jerjes hijo de Darío I Hystaspes (522-486) y es conocido principalmente por su campaña contra Egipto (485) y por su derrota por las tropas griegas en Eurimedón (470 a. C.). Más cortesano que guerrero, entregóse a una vida de molicie y de placeres, como atestiguan el libro de Ester y el historiador Heródoto 2. Muerto en una conspiración (465), le sucedió su hijo Artajerjes I Longímano (465-424). El sueño de Mardoqueo tuvo lugar el primero de Nisán (Neh 2,1; Est 3,7), en cuyo mes empezaba el año religioso hebraico (marzoabril). Como a José (Gen 37,5-n; 40,8; 41,1), el porvenir se manifiesta a Mardoqueo por medio de los sueños. Con esta noticia se llama la atención de los lectores sobre la intervención palpable de Dios en los hechos que narra a continuación. Todo el libro, incluso el texto hebraico, demuestra un sentimiento religioso profundo y una confianza sin límites en los destinos de la Providencia. El nombre de Mardoqueo deriva del babilónico Marduk. El simple hecho de que este judío auténtico (2,5) escogiera el nombre de Mardoqueo no autoriza la conclusión de que en un tiempo rindiera culto al dios Marduk. Toda la historia del libro demuestra lo con2

Hist. IX 108-110.

Sueño 4

de Mardoqueo

(*11,4-10)

5

H e aquí su sueño: Soñó que oía voces y tumultos, truenos terremotos y gran alboroto en la tierra, cuando dos grandes dragones, prestos a acometerse uno a otro, dieron fuertes rugidos, 6 y a su voz se prepararon para la guerra todas las naciones de la tierra, a fin de combatir contra la nación de los justos. 7 Fue aquel día día de tinieblas, de obscuridad, de tribulación y de angustia, de oprobio y de turbación grande sobre la tierra. 8 Toda la nación justa se turbó ante el temor de sus males, y se disponía a perecer. 9 Pero clamaron 10a Dios, y a su clamor, una fuentecilla se hizo un río caudaloso de muchas aguas, y apareció una lumbrerita que se hizo sol, y fueron ensalzados los humildes y devoraron a los gloriosos. Mardoqueo oye en la lejanía voces y tumultos acompañados de truenos (brontai) y terremotos (seísmos), que presagiaban algo trágico que se avecinaba. En efecto, aparecen dos dragones en actitud de acometerse uno a otro. A un rugido suyo, todas las naciones de la tierra (pas eznós) acometieron a la nación de los justos (dikaion eznós). Los primeros síntomas anunciadores de este combate recuerdan la escena del Sinaí (Ex 16,18; 20,18) o la descripción que los profetas hacen del juicio (Is 22,5; Jer 30,5). Según interpretación del mismo Mardoqueo, los dos dragones simbolizaban a él y a Aman (10,7) 5 . 3 HERÓD., III 30,65,70; JEN., Cyr. VIII 6,22; ESTRAB., XV 3,2. * Mémoires de la Missitm Archéologique en Irán (Paris 1900-1943). ' E. L. EHRLICH, Der Traum des Mardochai: «Zeitschrift für Religions- und Geistesgeschichte», 7 (1955) 69-74. Las naciones combatieron la nación de los justos (v,6), que en

Ester l

910

Conatos

para

descifrar

Ester 1 el sueño

(*11,11)

11 Mardoqueo, levantándose, luego de haber visto el sueño, sobre lo que Dios se proponía ejecutar, lo guardó en su corazón, y a toda costa quería penetrar su sentido, hasta que llegó la noche.

Mardoqueo se levanta intrigado por la significación de su sueño (Gen 41,8) y pasa todo el día esforzándose para encontrarle una explicación. Otros videntes, en casos análogos, acudían a un intérprete (Gen 41,16; Dan 2,28), pero Mardoqueo prefirió conservar el secreto en su corazón (Le 2,19.51), esperando a que Dios se lo revelara.

Mardoqueo denuncia una conjura

(*12,l-6)

1 Moraba Mardoqueo en el palacio con Gabata y Tarra, eunucos del rey, guardas del palacio, 2 y se enteró de sus planes y penetró sus proyectos, averiguando que trataban de apoderarse del rey Artajerjes, y los denunció al rey. 3 Mandó éste interrogar a los eunucos, que, habiendo confesado, fueron condenados a muerte. 4 Para conservar la memoria de estos sucesos, mandó el rey ponerlos por escrito, y el mismo Mardoqueo escribió un relato sobre ellos. 5 Por el servicio prestado, ordenó* el rey dar a Mardoqueo un cargo en el palacio y le otorgó otras mercedes. 6 Pero Aman, hijo de Amasata, agagita, que gozaba de gran crédito ante el monarca, buscaba cómo perder a Mardoqueo y a su pueblo por la delación de los eunucos del rey. Este relato se refiere a los mismos hechos de que se habla en 2,21-23; 6,1-3; pero el redactor griego quiso completarlos con nuevos datos, que explican el porqué llegó Mardoqueo a ocupar un puesto privilegiado en la corte, a pesar de su condición de judío. El nombre de los dos eunucos difiere en los diversos textos. Del libro de las crónicas del rey se habla en 6,1; 10,2.

E L G R A N B A N Q U E T E REAL Y SUS I N C I D E N C I A S

Poderío

del rey Asuero

(0.1,1-22)

(l,l-3a)

1

En tiempo de Asuero, el Asuero que reinó desde la India hasta la Etiopía, sobre ciento veintisiete provincias, 2 mientras se sentaba sobre su trono real en Susa, la capital, 3" el año tercero de su reinado dio un festín a todos sus príncipes y servidores. El imperio de Asuero se dividía en 127 provincias (medinoth), de que se habla en 8,9 y en Esd 3,2. En Dan 6,2 se dice que «resolvió Darío constituir en su reino 120 sátrapas (ahaschdarpenaia) que gobernasen el reino». El autor del libro de Ester (3,2) distingue enotros textos es llamada «pueblo santo» (Sal 10,15; 2 Mac 15,24). «pueblo de los santos» (Dan 8,24), o de los «justos» (Sab 16,23; 18,7), en oposición a los pueblos paganos. 1 E. VOGT, Convivium regium populi urbis Kalhu: B 38 (1957) 374-375.

911

tre sátrapas, jefes de provincias y gobernadores. Según Heródoto (III 89), Darío dividió el imperio en veinte satrapías. La quinta (Neh 5,14) comprendía, según el cómputo de Heródoto (III 89-91), el territorio de Mesopotamia septentrional, Siria, Fenicia y Palestina. Algunos intérpretes dan un valor simbólico al número 127. Doce eran las tribus de Israel. Ahora bien, multiplicando este número por diez, número de plenitud, y añadiendo siete, el número de perfección, se obtiene la cantidad mencionada, con lo cual se quería significar que todas las naciones estaban sujetas a Asuero. En el tercer año de su reinado (483 a. C ) , una vez consolidado su trono, pensó Asuero en celebrar un gran festín en Susa, la capital. Hállase esta ciudad al pie del actual Luristán. El antiguo río Coaspes, el actual Kerka, dividía la ciudad propiamente dicha de la ciudadela (hab-birah). El palacio real se levantaba en la parte de la ciudad conocida por la Apadana. El autor coloca la parte principal de los acontecimientos en el palacio real, que distingue de la ciudadela (3,15; 8,14; 9,11). Los i n v i t a d o s al festín real (l,3b-9) Los comandantes del ejército de los persas y de los medos, los grandes y los jefes de las provincias, se reunieron en su presencia, 4 y él hizo muestras de la espléndida riqueza de su reino y de la brillante magnificencia de su grandeza durante muchos días, 5 durante ciento ochenta días. Pasados éstos, el rey dio a todo el pueblo de Susa, la capital, desde el más grande hasta el más pequeño,6 un festín, que duró siete días, en los jardines del palacio real. Cortinajes blancos, verdes y azules pendían de columnas de mármol, sujetos con cordones de lino y de púrpura a anillos de plata. Lechos de oro y plata estaban sobre un pavimento de pórfido, alabastro, mármoles de varios colores y nácar. 7 Servíase el vino en vasos de oro de diversas configuraciones, y se servía con real abundancia, gracias a la generosidad del rey; pero a nadie se le obligaba a beber, 8 pues había mandado el rey a todas las gentes de su casa que se hiciese conforme a la voluntad de cada cual. 9 También la reina Vasti dio un festín a las mujeres en el palacio real del rey Asuero. ih

Quiso Asuero que todas las clases sociales de sus dominios tomaran parte en los festejos organizados con motivo de su consolidación en el trono persa después de la victoria sobre Egipto. Invitó al festín a los grandes (v.1-4), al pueblo (v.5-8) y a las mujeres (v.9), que lo celebraron aparte, presidiéndolo la reina. El número (v.5) 180, o bien es simbólico, o se refiere a los preparativos del banquete (v.4). Banquete para los oficiales Entre los invitados al festín (mishte) se citan los altos empleados (sarim) del reino y los funcionarios de rango inferior. Asistió el estado mayor que había apoyado al rey en las luchas que tuvo que sostener contra Egipto y Babilonia. Del ejército fue invitada la oficialidad de las tropas escogidas y la de la guardia personal del rey. También los nobles (partemim, 6,9; Dan 1,3) y los jefes de las provincias (sarey hamedinoth) acudieron al llamamiento.

912

Banquete popular Los habitantes de la ciudadela tomaron parte en este banquete de siete días de duración, en un recinto contiguo al palacio real. Recostados sobre divanes (Am 6,4), con incrustaciones de oro y plata, comía el pueblo de los manjares reales y alegrábase con sendos vasos de vino. Entraba en el protocolo de los persas la costumbre de que los invitados debían vaciar un determinado número de copas; pero esta vez, con el fin de evitar abusos 2 , había dado el rey un decreto por el cual cada uno era libre de ingerir la cantidad de vino que le pluguiera. Esta descripción de la munificencia de la corte persa concuerda con los datos retransmitidos por Heródoto (IX 8082) y Jenofonte 3 . Las excavaciones de Susa practicadas por Dieulafoy y Morgan han demostrado el lujo del palacio real. El convite de la reina No prohibían las leyes persas la presencia de mujeres en los banquetes públicos 4 ; muchas veces los invitados acudían a los mismos acompañados de sus esposas o concubinas. Por el libro aparece natural que la reina convocara en un salón aparte a las mujeres de los grandes del reino. El texto hebraico dice «que organizó el banquete la reina Vasti» (v.8.11.16.17). En cambio, Heródoto (7,61; 9,108113) no menciona otra reina y esposa de Jerjes que Amestris, hija de Otanes. Propuesta

del

rey

y negativa

de Vasti

(1,10-12)

10

El día séptimo, alegre por el vino el corazón del rey, mandó éste a Mahuman, Bizta, Harbona, Bigta, Abagta, Zetar yn Carcas, los siete eunucos que servían ante el rey Asuero, que trajeran a su presencia a la reina Vasti, con su real corona, para mostrar a los pueblos y a los grandes su belleza, pues era de hermosa figura; 12 pero la reina se negó a venir con los eunucos, y el rey se irritó mucho y se encendió en cólera. El día del banquete ocurriósele a Asuero exhibir a Vasti delante del pueblo y de los grandes. Esta noticia parece indicar que los tres banquetes se celebraban simultáneamente en lugares distintos, ya que el rey quiere mostrar a los representantes del pueblo y a los nobles la belleza de la reina, acto con el cual se pondría término al suntuoso festín. ¿Por qué Asuero determinóse a exhibir a Vasti? El texto griego supone que el rey en esta ocasión quería coronarla; lo más probable es que, siguiendo una costumbre persa (5,18), quisiera presentar a los comensales, a petición de éstos, a la reina, que gozaba de gran reputación por su belleza. Puede ser que en la frase «mostrar la belleza» haya un eufemismo (Ez 16,25) 5 . Según Plutarco 6 , al finalizar el banquete retirábanse las esposas y entraban las 2 3 4 5

6

HERÓDOTO, 1,33. Cyrop. VIII 8,18. H E R Ó D O T O , 5,18; 29,110. HERÓDOTO, 1,8-12.

Coniugalia praecepta 16.

913

Ester 1

Ester 1

concubinas y danzarinas. A consecuencia de la negativa de Vasti, el rey «se irritó mucho y se encendió en cólera» (Jdt 1,12; Dan 3,13; 6,15), porque, además de una desobediencia a sus órdenes, su negativa le ridiculizaba ante los comensales, los cuales podían llevarse la impresión de que las mujeres eran las que mandaban en palacio. Ya hemos dicho que, según Heródoto (9,108-113), la reina de Persia era Amestris. Asuero

se aconseja

(1,13-15)

13

Y preguntó el rey a los sabios conocedores de las leyes, pues era costumbre que 14los negocios del rey se trataran con los sabios, legistas y juristas. E hizo entrar a Carsena, Setar, Admata, Tarsis, Meres, Marsena y Memucan, siete príncipes persas y medos15que asistían al rey y ocupaban el primer rango en su reino, a los cuales dijo: «¿Qué debe hacerse, según la ley, a la reina Vasti por no haber hecho lo que el rey le había intimado por medio de los eunucos?» Asuero no consultó a los astrólogos propiamente dichos, sino a los que saben dar un consejo en el tiempo oportuno, por razón de que la experiencia diaria les ha familiarizado con la ley de la justicia (i Crón 12,33; Dan 2,2-12; 5,7-12). En Esdras se alude a los siete consejeros del rey persa (7,14). Su posición en el reino era preeminente; formaban parte de su séquito, «veían la faz del rey» (2 Re 25,19) y tenían precedencia. Según Heródoto, se les permitía entrada franca al rey, excepto el caso en que éste se hallara en compañía de sus mujeres. El número siete se usa con profusión (1,10).

Consejo de los sabios

(1,16-20)

16

Memucan respondió ante el rey y los príncipes: «No es sólo al rey a quien ha ofendido la reina Vasti; es también a todos los príncipes 17y a todos los pueblos de todas las provincias del rey Asuero. Porque lo hecho por la reina llegará a conocimiento de todas las mujeres y será causa de que menosprecien a sus maridos, pues dirán: El rey Asuero mandó que llevasen a su presencia a la reina Vasti, y ella no fue; 18 y desde hoy las princesas de Persia y de Media que sepan lo que ha hecho la reina se lo dirán a todos los príncipes 19 del rey, y de aquí vendrán muchos desprecios y mucha cólera. Si al rey le parece bien, haga publicar e inscribir entre las leyes de los persas y de los medos, con prohibición de traspasarlo, un real decreto mandando que la reina Vasti no aparezca más delante del rey Asuero, y20 dé el rey la dignidad de reina a otra que sea mejor que ella. El edicto del rey será conocido en todo su reino, por grande que es, y todas las mujeres honrarán a sus maridos, desde el más grande hasta el más pequeño». En nombre de los siete sabios habló Memucan, presentando la cuestión de Vasti como de interés nacional. Teme un avance del feminismo en caso de quedar impune la conducta de Vasti. Por ser del dominio público la desobediencia, recomienda Memucan que el

914

Ester 2

Orden

real

915

Ester 2

castigo tenga amplia difusión. A este fin sugiere al rey que publique un decreto irrevocable (Dan 8,6-10) prohibiendo a Vasti presentarse en adelante delante del rey Asuero, despojándola de la dignidad de reina. Memucan invoca razones de Estado para perder a Vasti, lo que harán también Aman (3,8) y Ester (7,4).

(1,21-22)

21

Agradó al rey y a los principes este discurso, y mandó el rey que se siguiera el parecer de Memucan. 22 Y mandó cartas a todas las provincias del reino, a cada una según su escritura y a cada pueblo según su lengua, ordenando que todo hombre había de ser amo en su casa y que todas sus mujeres le estuvieran sujetas. El consejo de Memucan fue aprobado en toda su línea: Vasti fue repudiada y sustituida por otra. Por convivir en el imperio persa varios pueblos de origen étnico diverso, existía multiplicidad de lenguas, siendo las principales el persa, griego, egipcio y arameo (3,12; 8,9; Dan 3,4; 6,26). Del texto no se deduce que cada provincia tuviera su lengua. De las excavaciones hechas en Persia aparece que la mayoría de las inscripciones reales estaban redactadas en lengua persa, babilónica y dialecto de Susa. Los monumentos epigráficos de tiempos de Darío I encontrados en Persépolis y Behistun son trilingües. Según algunos (SOUBIGOU), el final del verso debe traducirse: «y que hable la lengua de su pueblo».

En busca de una reina

(2,1-4)

1 Después de esto, cuando ya se calmó la cólera del rey, pensó en Vasti y en lo que ésta había hecho y en la decisión que respecto de ella se había tomado. 2 Los servidores del rey3le dijeron: «Búsquense para el rey jóvenes vírgenes y bellas, poniendo el rey en todas las provincias de su reino comisarios que hagan reunir todas las jóvenes vírgenes y de bella presencia en Susa, la capital, en la casa de las mujeres, bajo la vigilancia de Hegue, eunuco del rey y guarda de las mujeres, que les dará lo necesario para ataviarse, 4 y que la joven que más agrade al rey sea la reina en lugar de Vasti». Aprobó el rey ese parecer y se hizo así. Memucan hizo hincapié en que el decreto fuera irrevocable, acaso porque conocía el afecto que el monarca profesaba a Vasti. El hecho de que el rey estuviera intrigado por estos recuerdos prueba el cariño que sentía hacia la reina, a la cual hubiera devuelto su rango a no mediar la solemne decisión tomada contra ella y las nefastas consecuencias que de semejante proceder se originarían. En la literatura bíblica de inspiración persa es frecuente el tema de «un decreto irrevocable» (Dan 6,8-10; 6,12.16). Sus servidores le propusieron (3,2-3; 6,3.5) que se buscara dentro de los límites del imperio jóvenes «vírgenes y bellas» que pudieran suplir la ausencia de Vasti. Asuero aceptó el consejo. Quizá el autor se haya dejado llevar de la fantasía en torno a este hecho.

Mardoqueo

y Ester

(2,5-7)

5

Había en Susa, la capital, un judío llamado Mardoqueo, hijo de Jaír, hijo de Semeí, hijo de Quis, del linaje de Benjamín, < que había sido deportado de Jerusalén entre los cautivos llevados con 7Jeconías, rey de Judá, por Nabucodonosor, rey de Babilonia, y había criado a Hedisa, que es Ester, hija de su tío, pues no tenía padre ni madre. La joven era bella de talle y de hermosa presencia y había sido adoptada por Mardoqueo cuando se quedó sin padre y sin madre. Hemos visto la presentación de Mardoqueo por el autor del texto griego. El texto hebraico sólo ha hablado hasta ahora de personajes paganos; con estos versículos introduce al personaje central del relato, Mardoqueo el judío, que, en lucha contra el enemigo del pueblo hebraico, Aman, sale victorioso y salva a su pueblo de una catástrofe. En la mente del autor sagrado es Mardoqueo un judío íntegro, recto, patriota, y toda su grandeza radica y deriva del siguiente título honorífico: «El judio Mardoqueo» (5,13; 6,10; 8,7; 9,29; 10,3). El término judío debe tomarse aquí en sentido racial, y no en el sentido limitado de hombre perteneciente a la tribu de Judá. Aunque judío, era descendiente del linaje de Benjamín. A su cuidado corría una joven judía, huérfana de padre y madre. Hija de Abigaíl (2,15), la adoptó Mardoqueo como hija a la muerte de los padres, tomándola bajo su tutela y protección. La joven era llamada Hedisa, del hebreo hadassah, mirto, y Ester, que puede derivar del babilónico Ishtar o del persa stareh, estrella. Dice el texto griego que la «había educado con la finalidad de que fuera mujer suya», lo que debe rechazarse. Según la Vulgata, fue Mardoqueo «nutritius filiae fratris sui».

Ester en el harén real

(2,8-11)

8

Cuando se publicó la orden del rey y su edicto, al ser reunidas en Susa, la capital, jóvenes en gran número, bajo la vigilancia de Hegue, fue también tomada Ester y llevada a la 9casa del rey bajo la vigilancia de Hegue, guarda de las mujeres. La joven le agradó y halló gracia a sus ojos, y él se apresuró a proveerla de todo lo necesario para su adorno y su subsistencia, y le dio siete doncellas escogidas de la casa del rey, y la aposentó con éstas en el mejor departamento de la casa de las mujeres. 10 Ester no dio a conocer ni su pueblo ni su nacimiento, pues Mardoqueo le había prohibido que lo declarase. H Todos los días iba y venía Mardoqueo al vestíbulo de la casa de las mujeres para saber cómo estaba Ester y cómoda trataban. El edicto real pronto surgió efecto. Entre las jóvenes «vírgenes y bellas» se encontró a Ester, que desde el primer momento granjeóse la estima de Hegue, siendo objeto de todas sus atenciones. La situación de Ester es parecida a la de los tres jóvenes de que habla Dan 1,3-20. Del hecho de ocultar a Hegue su nacionalidad se deduce que Ester se sometió al mismo régimen dietético que las$

916

917

Ester 2

Ester 2

otras jóvenes reunidas en la casa del rey. Con el fin de disculpar a Ester, el texto griego ha hecho notar que detestaba el lecho de un incircunciso (14,15) y los banquetes del rey (14,17). Para que su ascendencia judía no le creara dificultad para llegar a ser esposa del rey, el astuto Mardoqueo le prohibió revelar a nadie «ni su pueblo ni su condición». Razones políticas (3,4) aconsejaban este silencio. En el reclutamiento de jóvenes no se tenía en cuenta su nacionalidad; únicamente se exigía que fueran jóvenes, vírgenes y bellas. A Mardoqueo, como a cualquier otro hombre, estaba prohibida la entrada en la casa de las mujeres, pero se le autorizaba «ir y venir al vestíbulo» de la misma. Acaso por su misma juventud y por el hecho de ser huérfana, autorizó Hegue la visita diaria de Mardoqueo a su protegida. Ester no demuestra preocupación por la pureza legal de los manjares, a diferencia de Judit (10,5) y de los jóvenes de Babilonia (Dan 1,8-14). Tampoco tuvo escrúpulos de entrar en el harén real.

por sus adornos y alimentación, puso a su disposición siete (1,10) doncellas escogidas y la aposentó en la mejor habitación de la casa. Las otras mujeres, al acercárseles el turno de ser presentadas al rey, multiplicaban sus atavíos para realzar su belleza; Ester, en cambio, tenía plena confianza en su hermosura. Pese a lo que dice el texto griego (14,15), Ester no siente repugnancia por el lecho de un incircunciso, ni manifiesta esta aversión ni a Hegue ni al rey. El autor sagrado refiere escuetamente los hechos, sin pronunciarse por la moralidad de los acontecimientos. Por la importancia política del hecho, el autor especifica el año y el mes en que Ester fue conducida por primera vez a la presencia del rey. Habían transcurrido cuatro años (1,3) desde el banquete en que se repudió a Vasti. El mes de Tebet corresponde a diciembre-enero. Ester,

elegida

reina

(2,17-20)

17

Régimen

de vida

en el harén

(2,12-14)

12

Después de haber estado ya doce meses, conforme a la ley de las mujeres, ungiéndose seis meses con óleo y mirra y otros seis con los aromas y perfumes de uso entre las mujeres, cuando le llegaba el turno era llevada cada joven a la presencia del rey. 13 Así iba cada una a la presencia del rey, y cuando pasaba de la casa de las mujeres a la casa del rey, se le dejaba llevar cuanto ella quería; 14 iba allá por la tarde, y a la mañana siguiente pasaba a la segunda casa de las mujeres, bajo la vigilancia de Saasgaz, eunuco del rey y guarda de las concubinas. No volvía ya más a la presencia del rey, a menos que éste la desease y fuese nominalmente llamada. Es probable que se hacía la ficha de cada joven a medida que entraban en el harén, anotándose el día de su ingreso. Al cabo de un año, luego de haberse sometido a un régimen especial de belleza, con el empleo de cosméticos, la joven era llevada, por turno riguroso, a la presencia del rey. El mismo ceremonial debían observar las mujeres del usurpador Smerdis al acercarse a él *.

Llega el turno a Ester

(2,15-16)

15

Al llegar el turno a Ester, hija de Abigaíl, tío de Mardoqueo, el que la había adoptado por hija, de presentarse al rey, no pidió nada más que aquello que le había indicado el eunuco real, Hegue, encargado de guardar las mujeres. Halló Ester gracia a los ojos de cuantos la miraban. 16 Fue conducida Ester a la presencia del rey Asuero, a la casa real, el mes décimo, que es el mes de Tebet, en el año séptimo de su reinado. Hegue percatóse de que Ester descollaba entre todas las mujeres por sus encantos femeninos y barruntó que agradaría al rey. Por lo mismo, ya desde el principio la rodeó de atenciones, preocupóse 1

HERÓDOTO, 3,69,

El rey amó a Ester más que a todas las otras mujeres, y halló ésta gracia y favor ante él más que ninguna otra de las jóvenes. Puso la corona real sobre su cabeza y la hizo reina en lugar de Vasti. 18 El rey dio un festín a todos sus príncipes y a sus servidores, un festín en honor de Ester, y dio alivio a las provincias e hizo mercedes con real liberalidad. 19 Cuando por segunda vez reunieron 20 a las jóvenes, estaba Mardoqueo sentado a la puerta del rey. Ester no había dado a conocer su nacimiento ni su pueblo, porque se lo había prohibido Mardoqueo, y seguía cumpliendo las órdenes de Mardoqueo tan fielmente como cuando estaba bajo su tutela. Con palabras que recuerdan el saludo del ángel a María (Le 1, 30.42), se dice que amó Asuero a Ester más que a todas las mujeres que tenía, y que halló ella gracia y favor más que todas las otras jóvenes que habían estado con el rey. Ester superaba a todas; incluso era mejor que Vasti (1,19). Para celebrar el acontecimiento dio el rey un festín, que el autor sagrado llama «festín de Ester» por efectuarse en su honor. Según los LXX, el banquete duró siete días. Fueron invitados los príncipes y los servidores de la casa real. Al decir el texto (V.IQ) que Mardoqueo estaba sentado a la puerta del rey, quiere significar que prestaba sus servicios en la corte (4,2; 5,9; 6,12), en la puerta del palacio. Aborta un complot contra el rey (2,21-23) 21 En aquellos días, cuando Mardoqueo se sentaba en la puerta del rey, Birgán y Teres, dos eunucos del monarca, de la guardia del umbral, quisieron poner su mano sobre el rey Asuero. 22 Mardoqueo tuvo conocimiento de ello e informó a la reina Ester, que se lo comunicó al rey de parte de Mardoqueo. 23 Averiguada la cosa y hallada cierta, los dos eunucos fueron colgados de un madero, escribiéndose el caso en el libro de las crónicas delante del rey. Mientras se desarrollaban las fiestas en honor de la nueva reina, dos eunucos del rey preparaban un complot contra él. Este episo-

918

Ester 3

Ester 3

dio coincide con el que se refiere en 12,1-6 del texto griego. Los nombres de los dos eunucos difieren en uno y otro texto; en el griego se llaman Gabata y Tarra; en el hebreo, Birgán y Teres. Ambos estaban de guardia en las puertas del palacio real. También Mardoqueo ocupaba un lugar destacado en la real puerta, siéndole fácil descubrir el atentado contra el rey. En el texto griego se dice que el complot estaba motivado por haber confiado el monarca un puesto de responsabilidad y categoría a un judío. Es muy probable que los dos eunucos, de nacionalidad persa, se sintieran humillados por estar sujetos a las órdenes de un judío. Mardoqueo comunicó confidencialmente la noticia a Ester y ésta la retransmitió al rey. Aun en este caso no manifestó la reina el parentesco que le unía con Mardoqueo, lo que hizo más tarde (8,1). Los dos eunucos fueron ahorcados (PATÓN) O empalados, suplicio este último muy usado por los antiguos persas 2 . Por sus servicios mereció Mardoqueo que se inscribiera su nombre y lo que había hecho en la crónica real (Esd 4, 15) 3 . En prueba de la importancia que el rey concedía al hecho, quiso que se anotara estando él presente, cubriendo con su autoridad la veracidad del relato.

extraño a la sangre de los persas (12,10), es llamado el agagita (haagagi: 3,10; 8,3.5; 9>24)> mientras que Mardoqueo es conocido por el judío (hayyehudi: 2,5; 5,13; 6,10; 8,7; 9,29.31; 10,3). Estos dos personajes, el agagita y el judío, representan dos mundos religiosa y políticamente antagónicos, que se odian y persiguen hasta que el más fuerte, según la apreciación de los hombres, cae víctima del odiado judío. El agagita recuerda el rey Agag (Núm 24,7; 1 Sam 15,9). La actitud de Mardoqueo, al negarse a rendir a Aman las muestras exteriores de respeto que le correspondían por su dignidad, se explica únicamente por un acto de orgullo de raza. ¿Cómo él, el judío, podía doblar la rodilla y postrarse ante un pagano enemigo declarado de su pueblo? El ceremonial persa exigía, según Heródoto (7,134), que los subditos doblaran la rodilla y se postraran delante del rey. A este ceremonial se acomodaba Mardoqueo todas cuantas veces se acercaba al monarca; pero rompe con él al tratarse de Aman, aunque lo hubiera mandado Asuero. Cuenta Heródoto (7,136) que los embajadores de Esparta, Esperties y Bulis, se negaron, por motivos de dignidad, a rendir al rey Jerjes tales muestras de respeto. A los servidores del rey les manifestó Mardoqueo que su condición de judío no le permitía tales reverencias (3,4). Sin embargo, los judíos se postraban ante los reyes (1 Sam 24,9; 1 Re 1,23; 2,19; 2 Re 4, 37) y otros superiores (Gen 23,7; 27,29; 33,3). El texto griego (13,12-14) atribuye la actitud de Mardoqueo al hecho de que Aman reclamaba para sí honores divinos. Según algunos autores (VACCARI, STUMMER), cuando los dos verbos doblar la rodilla y postrarse van unidos (2 Crón 7,3; 22,29; Sal 22,30; 95,6), denotan un acto de adoración a Dios. De Ester (8,3) se dice que, al presentarse ante el rey, «se echó a los pies de Asuero». Otros exegetas explican que Mardoqueo se negó a rendir homenaje a Aman por tratarse de un amalecita, pueblo odiado por Israel; opinión esta que concuerda con el espíritu del libro, pero que no está respaldada por los hechos históricos. Considerada la índole del libro, creemos que Mardoqueo negóse a doblar su rodilla y postrarse ante un enemigo de su pueblo por motivos políticos y religiosos, arrostrando valientemente todas las consecuencias desagradables que pudieran surgir de semejante acto de insubordinación.

Mardoqueo

y Aman

en conflicto

(3,1-6)

1 Después de esto, el rey Asuero elevó al poder a Aman, hijo de Hamedata, agagita, ensalzándole y poniendo su silla sobre la de todos los principes que estaban con él. 2 Todos los servidores del rey que estaban a la puerta del palacio doblaban ante Aman la rodilla y se prosternaban ante él, pues tal era la orden del rey; pero Mardoqueo no doblaba sus rodillas ni se prosternaba, 3 y los servidores del rey que estaban a la puerta dijeron a Mardoqueo: «¿Por qué traspasas la orden del rey?» 4 Y como se lo repitiesen todos los días y él no les hiciese caso, se lo comunicaron a Aman, para ver si Mardoqueo persistía en su resolución, pues les había dicho que era judío. 5 Viendo Aman que Mardoqueo no doblaba la rodilla y no se prosternaba ante él, se llenó de furor; 6 pero, teniendo en poco poner su mano sobre Mardoqueo solamente, pues ya le habían dicho a qué pueblo pertenecía, quiso destruir al pueblo de Mardoqueo, a todos los judíos que habitaban en el reino de Asuero. Con la noticia de la elevación de Ester al rango de reina se explica la alegría de los judíos y su pretensión de medir sus fuerzas y aun vencer a sus enemigos. El final del capítulo anterior hacía presentir que el rey, agradecido a Mardoqueo por haberle salvado la vida, le recompensaría pródigamente. Pero, en vez de la exaltación del judío Mardoqueo, habla el texto de la elevación de Aman, enemigo encarnizado del pueblo judío. De este hecho insólito arrancan las raíces del conflicto. El honor y la religión inducían a Mardoqueo a negar a su enemigo los honores que exigía. Aman quiere castigar la insolencia de Mardoqueo con el exterminio de todos los judíos residentes en Persia. Aman, descendiente de la familia Hamedata, 2

H E R Ó D O T O , 3,159; Est 4,43; 5,14; 6,4; 7,9-10; 8,7; 9,13,14-25; Esd 6,11,

' H E R Ó D O T O , 7,100; 8,85.

Fecha

memorable

©19

(3,7)

7

El mes primero, que es el mes de Nisán, en el duodécimo año del rey Asuero, se echó el «par», es decir, la suerte, ante Aman, de día en día y de mes en mes, hasta que salió el mes duodécimo, que es el mes de Adar. Aman ha decidido destruir al pueblo judío. Sólo le faltaba determinar el día y el mes. Nos hallamos en el año 12 del reinado de Asuero (474 a. C ) , cinco años después de la exaltación de Ester (2,16). Es muy probable que ignorase Aman la ascendencia judía de la reina Ester. Bajo la mirada de los dioses, como dice Luciano, echó Aman el pur, palabra extranjera, acaso acádica: puru = suerte;

920

o persa: para = pedazo, fragmento, que, según el autor hebraico, corresponde a goral 1. Es probable que la palabra pur sea una glosa introducida con el fin de señalar anticipadamente la etimología de la fiesta de Purim (9,24-26). Heródoto (3,128) y Jenofonte (Cir. 1, 6,46; 4,5,55) dan fe de que los persas tenían la costumbre de echar las suertes. El texto hebreo no especifica quién echó las suertes ni para qué fin. El v.7, ¿es una glosa introducida intencionadamente, así como 9,20-32? Aman

delibera

con Asuero

921

Ester *13

Ester 3

Publicación del edicto real

Fueron entonces llamados los secretarios del rey, el día trece del mes primero, y se escribió todo lo que ordenaba Aman a los sátrapas del rey, a los gobernadores de todas las provincias y a los jefes de todos los pueblos, a cada provincia según su escritura y a cada pueblo según su lengua. Se escribió en nombre del rey Asuero y se sellaron las cartas con el anillo del rey. 13 Fueron mandadas las cartas, por medio de los correos, a todas las provincias del rey, ordenando destruir, hacer perecer y matar a todos los judíos, jóvenes y viejos, niños y mujeres, en un solo día, el día trece del duodécimo mes, que es el mes de Adar, y que sus bienes fuesen dados al pillaje.

(3,8-11)

8

Dijo entonces Aman al rey: «Hay en todas las provincias de tu reino un pueblo, disperso y separado de todos los otros pueblos, que tiene leyes diferentes de las de todos los otros y no guarda las leyes del rey. No conviene a los intereses del rey dejarlos en paz. 9 Si al rey le parece bien, escríbase orden de exterminarlos, y yo pesaré diez mil talentos de plata en manos de los superintendentes de la hacienda para que se ingresen en el tesoro real». 10 Entonces el rey se quitó de la mano su anillo y se lo entregó a Aman, hijo de Hamedata, agagita, enemigo de los judíos, n y le dijo: «La plata que ofreces sea para ti, y para ti también ese pueblo, para que hagas con él lo que bien te parezca». Aman no puede por sí mismo desencadenar una persecución contra los judíos. Los reyes persas, en general, se mostraron tolerantes con las prácticas religiosas de los pueblos sometidos a su autoridad. Sólo en momentos de ira cometió Jerjes actos sacrilegos 2 . Las acusaciones de Aman contra los judíos son lugares comunes que se manejan en todos los escritos de la época helenística: 1) viven segregados de los otros pueblos; 2) se rigen por leyes propias (Dan 1,8; Jdt 12,1); 3) no cumplen los decretos reales (Dan 3,8-12; Esd 4,12-16). De ello concluye Aman que, por interés del rey y seguridad del imperio, no se les debe dejar en paz. De las acusaciones pasa Aman a solicitar del rey, empleando la fórmula habitual de cortesía (19), el exterminio del pueblo judío. Con el fin de compensar el erario real de la pérdida económica que acarrearía la matanza de los judíos (7,4) ofrece de su propio peculio la elevada cantidad de diez mil talentos de plata. En moneda moderna su oferta equivalía a dieciocho millones de dólares. Esta cantidad está de acuerdo con el dramatismo que impera en todo el libro.

(3,12-13)

12

Para el día 13 de Nisán, día nefasto, que coincidía con la víspera de la fiesta judía de Pascua (Ex 12,6), convocó Aman a los escribas reales (2,23; 8,9) para que copiaran el edicto contra los judíos que él les dictaría. El decreto real, sin embargo, surtiría su efecto el 13 del duocécimo mes. Las cartas dirigidas a las autoridades mencionadas fueron repartidas por los harasim, «los corredores». Fueron los persas los que crearon un servicio perfecto de correos con el fin de comunicar el palacio real con los pueblos del inmenso imperio. Los empleados utilizaban caballos veloces para cubrir enormes distancias. Nada ni nadie podía detener al correo en el cumplimiento de su deber, ni los fenómenos atmosféricos ni la oscuridad de la noche. Para asegurar el servicio existían fortalezas y puestos militares junto a los puentes y las zonas fronterizas 2 . Calcula Heródoto que un correo cubre la etapa («camino real») de Sardes a Susa en noventa días (5,53). La mención de un correo rápido en 8,10 parece indicar que Aman tenía mucho interés en que la orden llegara rápidamente a conocimiento de los que debían ejecutarla. Dios concedió a los judíos un largo lapso de tiempo para salvar sus vidas y poner sus bienes en lugar seguro. Contenido

de la carta

(*13,l-7)

1 He aquí el texto de la carta: «El gran rey Artajerjes, a los gobernadores y a sus subordinados de las ciento veintisiete provincias, desde la India hasta la Etiopía, ordena lo que sigue: 2 Aun cuando tenga el imperio de muchas naciones y haya subyugado toda la tierra, jamás he querido engreírme con la confianza del poder, sino gobernar con justicia y moderación, asegurando a mis vasallos una vida perpetuamente tranquila y procurando la quietud y seguridad del reino hasta los extremos confines, para que florezca la paz tan deseada de los hombres. 3 Consultando con mis consejeros cómo podría llevarse esto a cabo, uno de ellos, de nombre Aman, distinguido por su discreción acerca de mí, de lealtad bien probada, de firme fidelidad, que en el palacio real ocupa la segunda dignidad, 4 me ha dado a conocer la existencia de un pueblo que vive mezclado con todas las tribus de la tierra, odioso por sus leyes, opuesto a to-

1 A. BEA, De origine vocis >pun: B 9 (1930) 198-199. J. Lewy (RHA 5 [1939] 117-124) deriva la palabra del verbo asirio-babilónico paru, parauum, «cortar». 2 En una inscripción encontrada el año 193 5 en Persépolis se gloría el rey de haber actuado contra un culto extranjero («Vivre et Penser», 1 [1945] 125-132). El factor religioso contribuyó a que los judíos de la diáspora se unieran bajo la dirección de los ancianos (Ez 8,1; 14,1). El pueblo judío debía vivir separado de los otros (Neh 15,1-3), y aun de los de su pueblo que no vivían conforme a la Ley.

2

HERÓDOTO, 8,98; JENOFONTE, Cyr. 8,6.17.

922

Ester 3

Ester 4

das las naciones, que continuamente traspasa los mandatos de los reyes e impide que tengan efecto5 las medidas de gobierno por mí intachablemente ordenadas. He averiguado también que esta nación vive totalmente aislada, siempre en abierta oposición con todo el género humano, y que al tenor de sus leyes observa un género de vida extraño, hostil a nuestros intereses, y comete los más perversos excesos para impedir el buen orden del reino. 6 En virtud de esto, os ordeno que todos los por mí señalados en las cartas de Aman, a quien he encomendado este negocio, siendo como es mi segundo padre, todos, con sus mujeres e hijos, sean de raíz exterminados por la espada de sus enemigos, sin misericordia ni piedad, el día catorce del mes duodécimo de Adar del presente año; 1 de suerte que los enemigos de ayer y de hoy en un solo día desciendan al infierno por muerte violenta, y para el tiempo venidero sea nuestro gobierno estable y perfectamente tranquilo». La carta se ha conservado en griego más aliñado, con períodos más amplios y vocabulario más rico que el que figura en otras partes del libro. ¿Contribuye esta circunstancia a poner en duda su autenticidad? El contenido concuerda muy de cerca con la letra de Tolomeo IV, que aparece en 3 Mac 5,12-30. Salvo una palabra, el proemio es idéntico. Esta semejanza se explica, o bien porque ambos documentos proceden de la cancillería real, en que predominaba el estilo helénico, o porque el autor del libro la copió de 3 Mac 3,12-30. Al pueblo judío se lo manda eis ton Aide, al Hades, al sheol de los judíos (Gen 37,35), lugar en donde habitan los muertos y de donde no se sale jamás. Por su conducta merece que perezca de muerte violenta, considerada como un castigo de Dios. Si la carta no es auténtica críticamente, forma, sin embargo, parte del canon bíblico. Como el texto hebraico hablaba de cartas (3,12.14), que no se reproducían, quiso el autor suplir aquella laguna con la inserción de una cuyo contenido debía corresponder fundamentalmente con la que mandó Aman a los sátrapas y gobernadores. Promulgación

del decreto

(3,14-15)

14 Las cartas encerraban una copia del edicto, que debía publicarse en cada provincia, invitando a los pueblos a estar apercibidos para aquel día. 1S Los correos partieron apresuradamente, según la orden del rey. El edicto se publicó en Susa, en la ciudadela; y mientras el rey y Aman bebían, estaba la ciudad de Susa consternada. A la carta dirigida a las autoridades provinciales acompañaba una copia (patsegen) del decreto real, que debía colocarse en lugar público, para que la población estuviera apercibida para el día de la matanza. Puede entenderse el texto en el sentido de que debían las autoridades sacar copias del decreto real y divulgarlo entre la población. La primera copia se fijó en la ciudadela de Susa, de modo que la noticia llegó pronto a la capital, sembrando el pánico entre la población judía. Entre tanto, invitaba el rey a su fiel minis-

923

tro a celebrar conjuntamente con sendas copas de vino el exterminio del pueblo judío. La Vetus Latina reproduce el texto de una oración que los judíos dirigieron a Yahvé al enterarse de la carta. Consternación de los judíos (4,1-3) 1 Cuando supo Mardoqueo lo que pasaba, rasgó sus vestiduras, se vistió de saco y se cubrió de ceniza y se fue por medio de la ciudad, dando fuertes, dolorosos gemidos, 2 y llegó hasta la puerta del rey, pues no era a nadie lícito entrar vestido de saco. 3 En todas las provincias, dondequiera que llegó la orden del rey y su edicto, hubo entre los judíos gran desolación, y ayunaron y lloraron y clamaron, acostándose muchos sobre la ceniza y vestidos de saco. Los judíos de Susa leyeron el decreto real que decidía su suerte, pero ignoraban otros detalles. En cambio, un secreto servicio de información había contado detalladamente a Mardoqueo la manera como Aman había arrancado al rey aquel decreto, la cantidad en metálico que había ofrecido al tesoro (4,7) y otros pormenores. Ya que Mardoqueo había provocado con su conducta arrogante la catástrofe que se avecinaba, justo era que tomara él la iniciativa para contrarrestar el golpe. Primeramente quiso asegurarse el apoyo de Ester. Para ello, en señal de profundo duelo (Is 37,1; Jdt 4,10; 1 Mac 3,47), rasgó sus vestiduras, se vistió de saco, puso ceniza sobre su cabeza y, a grandes gritos, lanzóse a la calle, caminando en dirección al palacio real. Por el hecho de andar Mardoqueo con hábitos de penitencia exteriorizando su dolor por la orden real, podía correr peligro su vida. Pero Aman, seguro de la presa, toleró que Mardoqueo continuase en su actitud (5,9-15). Los dioses, además, habían ya fijado el día y mes en que debía actuar, y no era posible contravenir su voluntad (3,7) adelantando los acontecimientos. Existía también en Persia la costumbre de rasgar los vestidos en señal de duelo (HERÓDOTO, 8,99). La noticia en palacio (4,4-8) Las doncellas de Ester y sus eunucos vinieron a decírselo. La reina se quedó muy atemorizada y mandó vestidos a Mardoqueo para que se los pusiese, quitándose el saco; pero él se negó a aceptarlos. 5 Entonces llamó Ester a Hatac, uno de los eunucos que había puesto cerca de ella el rey, y le mandó que fuera a6 preguntar a Mardoqueo qué era aquello y de dónde venía. Fue Hatac a Mardoqueo, a la plaza de la ciudad, delante de la puerta del rey; 7 y Mardoqueo le contó lo que pasaba y le dio noticia de la suma que Aman había ofrecido 8entregar al tesoro del rey en pago del exterminio de los judíos. Diole también copia del edicto que se había publicado en Susa para exterminarlos, a fin de que se la enseñase a Ester y le diese cuenta de todo, y mandó a Ester presentarse al rey para pedirle gracia y pedirle por su pueblo. 4

Mardoqueo consiguió lo que se propuso: llegar a las puertas del palacio e interesar a la reina en el asunto. La extraña indumentaria

Ester 4

Ester 4

y los gritos de dolor despertaron la curiosidad de los servidores de palacio, los cuales, al reconocer a Mardoqueo, y conociendo su parentesco con Ester, lo anunciaron a la reina. Esta, tras de ofrecer a Mardoqueo otros vestidos, trató de introducirlo en palacio, pues a nadie estaba permitido traspasar el umbral del palacio vestido de saco. Mardoqueo rehusó el ofrecimiento. No pudiendo convencerle, Ester dispuso que el eunuco Hatac se entrevistara con Mardoqueo para que éste le explicara lo que ocurría. Mardoqueo se lo contó al detalle, entregándole además una copia del edicto para que se lo diera a la reina. Terminó su entrevista con el eunuco exigiendo a la reina Ester que se presentara al rey e intercediera por el pueblo judío. Según la Vetus Latina, algunos eunucos sabían que Ester y Mardoqueo eran judíos y que intercedieron por éste.

de ello para repudiarla. El texto deja vislumbrar que su reputación había disminuido notablemente. Es probable que la verdadera reina fuera Amestris 2 , y que Ester ocupara un puesto secundario. En una situación tan grave no dice el texto que Ester invocara la ayuda divina.

924

Mardoqueo

exige

obediencia

(*15,l-3)

1

Le dijo que la mandaba que entrase al rey y le pidiese gracia para el pueblo: 2 «Acuérdate de los días de tu abatimiento, cuando eras criada por mi mano; porque Aman, el primero después del rey, ha hablado contra nosotros para hacernos morir. 3 Invoca al Señor y habla al rey por nosotros; líbranos de la muerte». Razones de conveniencia aconsejaban a Ester a tener en secreto su ascendencia judía (2,10.20); pero, ante el peligro que se cierne sobre su pueblo, debe posponer sus intereses propios al bien de la nación. Mardoqueo es el portavoz de los intereses de su nación. Al revés de la reina, que se siente desligada de la comunidad judía y busca preferentemente su comodidad. Reparos

de Ester

(4,9-11)

9

Fue Hatac y comunicó a Ester lo que le había dicho Mardoqueo. l° Ester encargó a Hatac que fuera a decir a Mardoqueo: n «Todos los servidores del rey y todo el pueblo de las provincias del rey saben que hay una ley que castiga con pena de muerte a cualquiera, hombre o mujer, que entre al rey, al atrio interior, sin haber sido llamado; sólo se libra de la muerte aquel a quien el rey tiende su cetro de oro, y yo no he sido llamada por el rey desde hace treinta días». Ester invocó una ley conocida en Susa y provincias. En efecto, Dioces el Meda, según Heródoto (1,99), ordenó que nadie se presentara al rey si no había sido convocado previa y nominalmente. Esta ley fue confirmada por los monarcas de Persia 1, que autorizaban a los particulares y corporaciones solicitar audiencia real. Tales medidas se dieron para mantener la figura real envuelta en un nimbo misterioso y para asegurar su vida contra los conspiradores ambiciosos. Era libre Ester de solicitar audiencia real; pero existía el temor de que el rey montara en cólera y tomara ocasión 1

•é-

H E R Ó D O T O , 3,72.77.84.

Seria

amenaza

925

de Mardoqueo

(4,12-14)

12

Cuando recibió Mardoqueo la contestación de Ester, mandó que le respondieran: «No vayas a creer tú que serás la única 14en escapar entre los judíos todos por estar en la casa del rey, porque, si ahora callas y el socorro y la liberación viniera a los judíos de otra parte, tú y la casa de tu padre pereceríais. ¿Y quién sabe si no es precisamente para un tiempo como éste para lo que tú has llegado a la realeza?» 13

Del verbo en plural, «le respondieran», se deduce que en esta ocasión intervinieron varios mensajeros. Se recrudece el forcejeo entre Ester, que trata de inhibirse, y Mardoqueo, que defiende y se identifica con la causa del pueblo. Mardoqueo le da a entender que, si cree peligroso presentarse ante el rey, no lo es menos cruzarse de brazos y dejar que la historia siga su curso. Porque, tarde o temprano, conocerá Aman la nacionalidad de Ester, y entonces es posible que se vea envuelta en el exterminio general. No vaya tampoco a pensar que recibirá del rey un trato de favor, porque los monarcas persas repudiaban por cualquier motivo aun las mismas esposas que fueron en un tiempo las favoritas. La marea antijudía podría penetrar incluso en el mismo palacio real. Por otra parte, sabe Mardoqueo que el pueblo judío no puede perecer, porque Dios no permitirá que su pueblo desaparezca de la faz de la tierra. Si Ester se niega a actuar, la salvación surgirá de otra parte. No piensa Mardoqueo en una ayuda militar de otra nación, sino en la providencia de Dios, que vela por su pueblo predilecto. En la literatura rabínica aparece el término maqom, lugar, para designar a Dios. De esta manera, al decir el autor que la salvación vendrá de otro lugar, quiere expresar que, en todo caso, se encargará Dios de proteger a su pueblo. Finalmente, está convencido Mardoqueo que la elevación de Ester a la categoría de reina la dispuso Dios en previsión de la situación actual. La forma interrogativa equivale aquí a una afirmación. Si Ester no sabe leer en el curso providencial de la historia (Gen 45,8), demuestra que la vida muelle de palacio le ha hecho olvidar la verdad de que Dios levanta y humilla las personas a su antojo y de que todos los hilos de los acontecimientos están en sus manos. Ester 15

en acción

(4,15-17)

Ester mandó decir a Mardoqueo: 16 «Ve y reúne a los judíos todos de Susa y ayunad por mí, sin comer ni beber por tres días, ni de noche ni de día. Yo también ayunaré igualmen2 H E R Ó D O T O , 7,61.114.

926

te con mis doncellas, y17después iré al rey, a pesar de la ley, y si he de morir, moriré». Mardoqueo se fue e hizo lo que Ester le había mandado. Los argumentos de Mardoqueo la convencen, y Ester decide presentarse ante el rey. Pero, como la misión es difícil y pone en peligro su vida, necesita de la ayuda espiritual de los judíos residentes en Susa, de los cuales era Mardoqueo el elemento más destacado. Con el ayuno quería Ester que Dios se acordara de su pueblo (2 Sam 12,16; 2 Re 21,27); que tuviera compasión de él y alejara el peligro que se cernía sobre la nación judía (Jdt 4,13; 1 Crón 20,3). Ester ayunará también tres días (Ex 19,10-16; Jos 1,11), en compañía de sus doncellas, que o bien eran de origen judío, o se habían convertido al judaismo. Tomadas estas medidas de orden espiritual, decide Ester presentarse al rey, resignándose a morir en el caso de que su misión fracasara. No espera ella triunfar por su belleza y encantos femeniles, sino con la ayuda del cielo, aunque el texto no dice que Ester orara a Yahvé. En la historia que refiere Heródoto (3,68-78) sobre el descubrimiento del fraude del falso Smerdis y la matanza de magos que siguió, Otanes pide a su hija Fedima, concubina de Smerdis, que lleve a cabo una misión parecida a la de Ester. Con peligro de su vida, Fedima decidió informar a su padre sobre la personalidad del usurpador, asegurando de esta manera el restablecimiento de la dinastía persa. Oración

de Mardoqueo

927

Ester *14

Ester *13

(*13,8-18)

8

Y oró al Señor, haciendo memoria de todas sus obras, 9 diciendo: «Señor, Señor, Rey omnipotente, en cuyo poder se hallan todas las 10cosas, a quien nadie podrá oponerse si quisieres salvar a Israel: Tú, que has hecho elu cielo y la tierra y todas las maravillas que hay bajo los cielos, tú eres dueño de todo, y nada hay, Señor, que pueda resistirte. 12 Tú lo sabes todo; tú sabes, Señor, que no por orgullo, ni por altivez, ni por vanagloria hice yo esto de no adorar al orgulloso Aman; 13 que de buena gana besaría las huellas de sus pies por la salud de Israel; 14 que yo hice esto por no poner la gloria del hombre por encima de la gloria de Dios; que no adoraré a nadie15fuera de ti, mi Señor, y que obrando así no lo hago por altivez. Ahora, pues, Señor, mi Dios y mi Rey, Dios de Abraham, perdona a tu pueblo cuando ponen en nosotros los ojos para 16 nuestra perdición, con el ansia de destruir tu antigua heredad. No eches en olvido esta tu porción, que para ti rescataste de la tierra de Egipto. 17 Escucha mi plegaria y muéstrate propicio a tu heredad; vuelve nuestro duelo en alegría para que viviendo cantemos, Señor, himnos a18 tu gloria, y no cierres, Señor, la boca de los que te alaban». Y todo Israel clamó con toda su fuerza, porque tenían la muerte a la vista. Una vez llegados a un acuerdo, Ester y Mardoqueo pusieron manos a la obra. El texto griego recoge las oraciones que pronunciaron ambos antes de emprender la difícil tarea de desvirtuar el

decreto real. Una vez terminado el himno de alabanza y habiendo justificado su conducta, pide Mardoqueo clemencia para su pueblo. El ayuno colectivo de Susa demuestra que, si hasta el presente han sido infieles a su Dios, quieren ahora expiar su pecado con la penitencia. Si Israel desaparece bajo la espada de Aman, no habrá nadie en adelante que cante himnos a Yahvé, «pues en la muerte no se hace ya memoria de ti; en el sepulcro, ¿quién te alabará?» (Sal 6,6). Los otros pueblos tienen sus propios dioses y, por lo mismo, no se acordarán de Yahvé. La oración de Mardoqueo es parecida a la que se lee en Ecli 36,1-19.

Ester en traje de penitencia

(* 14,1-2)

1

La reina Ester, presa de mortal angustia, acudió al Señor, 2 y, despojándose de sus vestidos de corte, se vistió de angustia y duelo, y, en vez de los ricos perfumes, se cubrió la cabeza de polvo y ceniza, mortificando duramente su cuerpo, dejando caer en desorden las trenzas de su cabellera sobre aquellas partes que cubría antes con graciosos atavíos. A tono con la gravedad de las circunstancias, pone Ester en juego las muestras de dolor en uso entre los antiguos. Como señal de duelo, hombres y mujeres cortaban su cabellera (Am 8,10; 3,1724; 15,2; 22,12, etc.); pero no recurrió Ester a este medio, en vistas de que debía presentarse ante el rey dentro de día y medio. Sin embargo, sacrificó el orgullo de su cabellera, dejándola caer en desorden (Lev 10,6) sobre su rostro y busto, tapando con ello lo que antes fue trono de su hermosura. La adversidad hace que desconfíe de sí misma y se dirija al Señor reclamando su auxilio con la oración y la penitencia. PLEGARIA DE ESTER (v.3-19) En esta larga oración podemos distinguir los siguientes elementos: 1) exordio (v.3-4); 2) pasado y presente de Israel (v.5-7); 3) designios de los enemigos (v.8-10); 4) peticiones: castigar a los enemigos ( v . n ) ; salvar al pueblo (v. 13-14), alegando sus buenas intenciones (v.15-18); conclusión (v.19). Exordio

(*

14,3-4)

3

Y oró al Señor, Dios de Israel, diciendo: «Señor mío, tú, que eres nuestro único Rey, socórreme a mí, desolada, que no tengo ayuda sino en ti, 4 porque se acerca el peligro. Confiesa Ester que Yahvé es el único Rey de Israel, el único Dios que merece tal nombre. Cualquier hombre o mujer que osare entrar al atrio interior del palacio sin haber sido llamado, incurría en la pena de muerte. Ester estaba decidida a hacerlo, y sabe que, si Dios no está con ella, morirá dentro de unas horas. La reina con-

928

Ester *15

Ester *14

929

14

fiesa ahora que el poder de Yahvé es ilimitado, lo que contrasta con la situación de Ester, que, arrumbada en un rincón del palacio real, nada puede hacer en favor de su pueblo, a menos que Yahvé la ayude. Y esta ayuda debe ser rápida, porque, según el texto griego, «el peligro está en mi mano», es decir, encima, tanto que Ester puede palparlo con sus manos (i Re 28,21; Job 13,14). Pasado

y presente

de Israel

(*14,S-7)

5 «Desde que nací he oído en la tribu de mi familia que tú, Señor, escogiste a Israel entre todas las naciones y a nuestros padres entre todos sus progenitores por heredad6 perpetua, y que les cumpliste cuanto les habías prometido. Ahora nosotros hemos pecado delante de ti y tú nos entregaste en poder de nuestros enemigos 7 en castigo de haber adorado a sus dioses. Justo eres, Señor. Era Ester de la tribu de Benjamín. Se inculcaba a los niños de Israel la idea de que pertenecían a un pueblo que Dios había escogido para sí (Jos 24,2-3; Ez 20,5). Pero, al pecar, Dios los ha castigado, alejándose de ellos (Jdt 2,11-15; 2 Re 21,11-15). Designios

de los gentiles

(*14,8-10)

8

«Mas ellos no se contentan con imponernos dura servidumbre, y han puesto sus manos sobre las manos de sus ídolos, 9 jurando anular las promesas de tu boca, borrar tu heredad, cerrar la boca de los que te alaban, extinguir la gloria de tu casa y de tu altar, 10 abrir la boca de los gentiles para celebrar las proezas de sus ídolos y hacer que un rey de carne sea por esto ensalzado para siempre. Este estado de pecado en que se encuentra Israel ha envalentonado a los gentiles, que han decidido borrar definitivamente su memoria y anular las promesas que un tiempo le hizo Yahvé. A ello se han obligado con juramento, «colocando sus manos sobre sus ídolos», como actualmente se jura con las manos sobre los santos Evangelios. Es más, pretenden que, al exterminar a Israel, acabarán también con su Dios, celebrando ellos las proezas de sus ídolos y concediendo honores divinos «a un rey de carne». Así, pues, la ruina de Israel significa el término del reinado de Yahvé sobre el mundo.

Peticiones

(*14,11-19)

11 »No entregues, Señor, tu cetro a los que nada son, ni se rían de nuestra caída; antes bien, haz que sus consejos se vuelvan contra ellos; haz para todos escarmiento al autor de esta guerra contra nosotros; 12 acuérdate de nosotros, Señor; date a conocer en el día de nuestra tribulación y fortaléceme, Rey de los dioses, Dominador de todo poder. 13 Pon en mis labios palabras apropiadas en presencia del león y muda su corazón en odio al que nos hace la guerra para ruina suya y de sus parciales.

Líbrame con tu mano y ayúdame a mí, que estoy sola y no tengo sino a ti, Señor. I5 Tú lo sabes todo y sabes, por tanto, cómo aborrezco la gloria de los inicuos y detesto el lecho de los incircuncisos y de todos los extraños. 16 Tú conoces que sólo por necesidad estoy donde estoy, que detesto las señales de mi gloria que llevo sobre la cabeza en los días de mi pública presentación; que las abomino como paño de menstruación; que no las llevo en mis días de retiro; " que no ha participado tu sierva de la mesa de Aman, ni aprecio los banquetes del rey, ni bebo el vino de las libaciones; 18 que no ha tenido tu sierva día alegre, desde el día de su encumbramiento hasta hoy, sino en ti, Señor, Dios de Abraham. 1 9 ¡Oh Dios sobre todos fuerte! Oye la voz de los desamparados y líbranos del poder de los perversos, líbrame a mí de todo mal». Pide Ester a Dios castigue la insolencia de los que pretenden quitarle el cetro para entregárselo a los ídolos, a los que «nada son» (Sal 96,5; 1 Cor 8,4.10). No permita Dios que los paganos se rían de El y de su pueblo (Sal 70,2-4; 71,10-13), ni que Aman, su enemigo encarnizado, lleve a término sus planes. No se trata ya de una cuestión que ataña exclusivamente a Israel, sino al honor de Yahvé, a su reinado, a su subsistencia. Es Yahvé el rey de los dioses (Dan 2,47; 11,36), el «Dios de los dioses» (Deut 10,17; Sal 136,2), «el señor de los señores» (Deut 10,17). Pero puede perder estos títulos. ¿Cómo evitarlo? Dando gracia a Ester para que en presencia del león mude su corazón en odio contra el que hace la guerra a Israel. El león es Asuero (Prov 19,16; 28,15; Jer 5,6; 49,19). Teme Ester que Dios no la ayude por haber cohabitado con un incircunciso (Deut 7,3), pero declara que lo hizo sólo para salvar a su pueblo. Abomina de sus emblemas reales «como paños de menstruación», objeto aborrecible por ser legalmente impuro (Lev c.15; Is 30,22; 64,5). Ahora no asiste a los banquetes para no contaminarse, ni bebe el vino de las libaciones (Deut 32,38; Dan 1,8), que, en parte, se derramaba en honor de los dioses. De reina frivola se trueca ahora Ester en una mujer judía observante de la Ley. Esta oración de Ester no se encuentra en el texto hebraico. La ardiente devoción que demuestra en ella no se armoniza con su resistencia a intervenir en favor del pueblo (c.4), más interesada en conservar su puesto que en ayudar a sus hermanos los judíos. La intervención decidida de Mardoqueo logró despertar los sentimientos religiosos, que yacían, acaso aletargados, en su corazón; es de creer que durante los años que estuvo bajo la tutela de Mardoqueo recibió una educación religiosa y patriótica muy sólida, que reaparece en este trance definitivo. En la guarida del león (*15,4-9a) El día tercero, así que acabó su oración, se despojó de sus hábitos de penitencia y se vistió de gala. 5 Y así, espléndidamente aderezada e invocando a su Dios y Salvador,s testigo de todas las cosas humanas, tomó a dos de sus siervas, apoyándose en una de ellas, como quien no puede, de puro delicada, sostenerse, 7 mientras la otra la seguía, llevando la cola de su man4

Biblía comentada 2

30

Esttr 5 to. 8 Aparecía enteramente hermosa, el rostro sonrosado, alegre y como encendido de amor, mas el corazón oprimido por el miedo. 9a Y, atravesando todas las puertas, se detuvo delante del rey. _ El autor griego dramatiza la escena, que refiere escueta y sobriamente el texto hebreo (s.iss). El día tercero determinó presentarse al rey. Su confianza en Dios era ilimitada, pero no pudo impedir que le asaltase el miedo. La oveja se iba a enfrentar con el lobo. Ante

el rey

(*15,9b-19)

9b

Hallábase éste sentado en su trono, vestido con todo el aparato de su majestad, cubierto de oro y piedras preciosas, y aparecía en gran manera terrible. 10 Levantando el rostro radiante de su majestad, en el colmo de su ira, dirigió su mirada, y al punto la reina se desmayó, y, demudado el rostro, se dejó caer sobre la sierva que la acompañaba. u Pero mudó Dios el espíritu del rey en mansedumbre, y, asustado, se levantó de su trono y la puso sobre sus rodillas hasta que ella volvió en sí. La consolaba con blandas palabras, 12 diciendo: «¿Qué es esto, Ester? Yo soy tu hermano, cobra ánimo. 13 No,14no morirás, 15que mi mandato es para el común de las gentes. Acércate». Y tomando el cetro de oro, la tocó en el cuello y la besó, diciendo: «Habíame». i* Y ella le dijo: «Te vi, señor, como a un ángel de Dios, y mi corazón quedó turbado ante el temor de tu majestad, 17 pues eres, señor, admirable y tu rostro está Heno de dignidad». 18 Y mientras hablaba, volvió a caer desmayada. 19 Turbóse el rey, y toda la servidumbre la atendía. La belleza encantadora de Ester no pudo impedir que a su aparición le lanzara el rey una mirada «en el colmo de su ira»; pero la femineidad de la reina, que tiembla y se desvanece a tiempo ante la actitud viril del monarca, triunfó plenamente. El texto atribuye a Dios el cambio radical operado en el ánimo del rey (Prov 21,1). Ester compara a Asuero a un ángel de Dios (1 Sam 29,9; 2 Sam 14, 17-20), ante cuya vista tiemblan los hombres (Dan 8,17-18; 10, 5-10). Otro desmayo de la reina turbó al rey, que pidió auxilio a la servidumbre. El texto que acabamos de comentar es una paráfrasis del siguiente pasaje del original hebraico.

place, venga hoy el rey con Aman a un festín que yo le he preparado». 5a El rey dijo: «Id a llamar a Aman, como lo desea Ester». Se dice que tres días después presentóse Ester ante el rey. El día tercero tiene un valor simbólico en la Biblia (Gen 22,4; Ex 19, 16; Jos 1,11; Os 6,2). La reina avanzó majestuosa hacia el atrio interior, desde donde se divisaba el trono, deteniéndose ante el departamento real. Del texto puede deducirse que Ester, desde allí, pidió audiencia a Asuero, que se la concedió. La petición de Ester podía parecer al rey de escasa trascendencia e interpretarla como un capricho de la soberana, pero, en realidad, tenía un alcance capaz de cambiar totalmente la escena. Así lo comprendió la sagacidad del rey, como aparece por 5,6, intuyendo que la proposición de Ester ocultaba algo que rebasaba el significado de sus palabras. A Ester le promete el rey, en prueba de confianza ilimitada, la mitad de su reino (5,6; 7,2; 9,12; Mt 14,7). El primer

festín

(5,5b-8)

5" Fue el rey con Aman al festín que había preparado¿Ester, y durante él dijo el 6 rey a Ester: «¿Qué es lo que pides?/Todo te será concedido. ¿Qué deseas? Aunque fuera la mitad de mi 7 reino, la tendrías». Ester respondió: «He aquí lo que pido y 8 lo que deseo: Si he hallado gracia a los ojos del rey, y si place al rey concederme mi petición y satisfacer mi deseo, que vuelva el rey con Aman al banquete que yo les prepararé, y mañana yo daré la respuesta al rey según su mandato». El rey invita a Ester a que abra su corazón. Espera que con ocasión del festín abra Ester su boca y vacíe todo cuanto le acongoja. Dice el texto hebraico que preguntó Asuero a la reina «en el festín del vino», a saber, hacia finales del banquete, en que el vino alegraba a los invitados y soltaba su lengua 1. La respuesta de Ester está encaminada a diferir el desenlace del drama. En el caso de denunciar a Aman, en esta ocasión no tendría lugar el encubrimiento de Mardoqueo y la humillación de Aman.

Contrariedad y alborozo de Aman 9

Petición de Ester

931

(5,9-14)

Aman salió aquel día gozoso y¿lleno de contento su corazón; pero, cuando vio a la puerta del rey a Mardoqueo, que no se levantó ni se movió a su paso, se llenó de ira contra Mardoqueo. 1° Supo, sin embargo, contenerse, y se fue a su casa. Luego mandó a buscar a sus amigos y a Zeres, su mujer; n y Aman les habló de la grandeza de sus riquezas, del número de sus hijos, de todo cuanto había hecho el rey para engrandecerle, dándole el primer lugar, por encima de los jefes y los servidores del rey. 12 Y añadió: «Sólo a mí ha invitado la reina Ester al banquete que ha dado al rey, y me ha invitado además para mañana en su casa con el rey. 13 Pero todo esto no es nada para mí mientras vea a Mardoqueo el judío sentado a la puerta del

(S,l-Sa)

1

Al tercer día, Ester se vistió sus vestiduras reales y se presentó en el atrio interior de la casa, delante del aposento del rey. Estaba éste sentado en su real trono, en el palacio real, enfrente de la entrada; 2 y cuando vio a la reina Ester en pie, en el atrio, halló ésta gracia a sus ojos y tendió sobre ella el rey el cetro de oro que tenía en su mano, 3 y le dijo: «¿Qué tienes, reina Ester, y qué es lo que quieres? Aunque fuera la mitad de mi reino, te sería otorgada», 4 Ester respondió: «Si al rey le 1

H E H Ó D O T O , 1,133.

932

rey». 14 Zeres, su mujer, y todos sus amigos le dijeron: «Prepara una horca de cincuenta codos de alta, y mañana por la mañana pide al rey que sea colgado en ella Mardoqueo y luego te irás satisfecho al festín con el rey». Agradó a Aman el consejo y mandó preparar la horca. Salía Aman del banquete alegre y con buen humor (tob leb, i Sam 25,36), cuando divisó a Mardoqueo ocupando de nuevo su puesto junto a la puerta real (2,19-21; 3,2; 5,13; 6,io.ia). También él había acabado los días de penitencia y, como tenía de costumbre, no se levantó ni se movió al pasar el primer ministro (3,1-5). Zeres y los consejeros recomiendan a Aman cuelgue de una horca (2,23; 6,4; 7,9; 8,7; 9,13) a Mardoqueo. Parece exagerada la altura de cincuenta codos, que corresponde a veinticinco metros. Una muerte inminente amenaza a Mardoqueo, por cuanto puede Aman pedir al rey que se anticipe la fecha señalada para la ejecución de Mardoqueo, reservando para el día y mes señalado por la suerte el exterminio del pueblo judío. El término Zeres es de origen iranio, y significa la dorada, la de los cabellos de oro 2 . La vanidad de Aman contrasta con su inminente humillación. El insomnio

del

933

Ester 6

Ester 6

rey

(6,1-5)

1

Aquella noche, no pudiendo el rey conciliar bien el sueño, hizo que le llevaran el libro de los anales, las crónicas; y leyéndolas ante el rey, 2 hallóse escrito lo que había revelado Mardoqueo, descubriendo que Bigtán y Teres, los dos eunucos del rey, guardias del atrio, habían querido poner su mano sobre el rey Asuero. 3 El rey preguntó: «¿Qué honores y distinciones se han concedido por esto a Mardoqueo?» «Ninguna ha recibido», respondieron los servidores. 4 Entonces dijo el rey: «¿Quién está en el atrio?» Aman había venido al atrio exterior de la casa para pedir al rey que mandara colgar a Mardoqueo de la horca que le había preparado. 5 Los servidores le respondieron: «Ahí está Aman en el atrio». Y dijo el rey: «Que entre». No es probable que los sucesos del día narrados en el capítulo anterior quitaran el sueño a un monarca acostumbrado a resolver negocios mucho más trascendentales. El texto griego expresa claramente lo que aparece de manera velada en el original hebraico. No es de extrañar que al rey se le antojara llenar las horas de insomnio con la lectura de las crónicas de su reinado (2,23; 10,2; Esd 4,15), aunque tuviera al alcance otros pasatiempos. Del atentado de los dos eunucos se habla en 2,21-23. El texto hebreo ignora, o al menos no menciona, la recompensa que recibió Mardoqueo por sus servicios (12,5). 2 RB (1909) 186-187. Según Jensen, Zeres es una deformación de Geresk, que identifica con Girisha o Kirisha, diosa elamita, o con Siris, diosa babilónica del vino (ZÓMG 55 [1901] 228).

Asuero

se aconseja

con Aman

(6,6-11)

6

Entró Aman, y el rey le dijo: «¿Qué ha de hacerse con aquel a quien el rey quiere honrar?» Aman se dijo a sí mismo: «¿A 7 quién otro ha de querer honrar el rey?» Y contestó: «Para 8 honrar a quien el rey quiere honrar, habrán de tomarse las vestiduras reales que se viste el rey, y el caballo en que el rey cabalga, y la corona real que ciñe su cabeza, 9 y dar el vestido, el caballo y la corona a uno de los más nobles príncipes del rey, para que vistan a aquel a quien el rey quiere honrar, y, llevándole en el caballo por la plaza de la ciudad, vayan pregonando ante él: Así se hace con el hombre a quien el rey quiere honrar». 10 El rey dijo a Aman: «Coge luego el vestido y el caballo, como has dicho, y haz eso con Mardoqueo el judío que se sienta a la puerta del rey. No omitas nada de cuanto has dicho». 11 Cogió Aman el vestido, vistió a Mardoqueo y le paseó a caballo por la plaza de la ciudad gritando delante de él: «Así se hace con el hombre a quien el rey quiere honrar». Solían los reyes persas recompensar espléndidamente a sus bienhechores. Según Heródoto (8,85), había en Persia unos hombres llamados orosangai, bienhechores del rey. Aman gozaba de la confianza real, y por lo mismo le admite en su presencia sin necesidad de pedir audiencia. Ni que decir cabe que su ida a palacio en aquellas primeras horas del día fue por disposición providencial de Dios. Nótese que el rey no nombra a Mardoqueo al pedir su parecer a Aman. El autor del libro cuenta los hechos con reticencias y palabras equívocas para hacer más apasionante la narración. Es difícil creer que Aman propusiera al rey se concedieran honores reales a aquel a quien el rey quería honrar. No puede concebirse que el orgullo llevara a Aman a proponer tales honores a un ministro de la corona. Aman cumple la orden de Asuero ( v . i o - u ) . En la respuesta hace el rey hincapié en que no se omita ningún detalle del ceremonial que le ha propuesto. Sabe el rey que Mardoqueo, el judío, se hallaba habitualmente en la puerta del palacio real (2,19; 3.2; 5.9)Aman,

corrido

(6,12-14)

l 2 Volvióse Mardoqueo a la puerta del rey, y Aman se fue corriendo a su casa, desolado y cubierta la cabeza. 13 Contó Aman a Zeres y a todos sus amigos todo lo que le había sucedido, y sus amigos y Zeres, su mujer, le dijeron: «Si el Mardoqueo ese, delante del cual has comenzado a caer, es de la raza de los judíos, no le vencerás; antes de cierto sucumbirás ante él». 14 Y cuando todavía estaba ella hablando, vinieron los eunucos del rey y se lo llevaron apresuradamente a Aman al festín que Ester había preparado. El autor ama los contrastes. Mardoqueo vuelve a la puerta real, confiado más que nunca en el éxito de las gestiones que ha emprendido Ester; Aman, corrido, marcha a su casa a ocultar la humillación que ha sufrido. ¡Qué diferencia entre ayer y hoy! Sus amigos

wa*

Ester 7

y aun su mujer le predicen la derrota. El presagio de Zeres, que demuestra conocer bien el temperamento judío, iba a cumplirse fatalmente y más pronto de cuanto podía sospechar. La presencia de los eunucos en casa, llevándose apresuradamente a Aman, indica que el desenlace final se aproxima. El banquete que antes esperaba con ansia (5,14), será el anzuelo en el que quedará prendido. Entre el primer banquete y el segundo corre el espacio de veinticuatro horas. Por lo cual vemos difícil que en tan poco tiempo se hayan podido desarrollar los acontecimientos que se narran en el capítulo 6. Las palabras de Zeres terminan en los LXX con estas otras: «porque el Dios viviente lo ampara». Petición

de la reina

(7,1-4)

1 Fueron el rey y Aman al banquete a casa de Ester. 2 El segundo día dijo el rey a Ester otra vez durante el festín: «¿Cuál es tu petición, reina Ester? Te será concedida. ¿Qué es lo 3 que deseas? Aunque fuera la mitad de mi reino, la tendrías». La reina Ester respondió: «Si he hallado gracia a tus ojos, ¡oh rey!, y si el rey lo cree bueno, concédeme la vida mía: he ahí mi petición, y salva a mi pueblo: he ahí mi deseo. 4 Porque estamos vendidos yo y mi pueblo para ser exterminados, degollados, aniquilados. Si siquiera fuéramos vendidos por esclavos y siervos, me callaría, aunque no compensaría el enemigo al rey el perjuicio que le haría». Corría el segundo día del banquete. Una vez servida la comida, empezóse a escanciar el vino (5,6). Barruntaba el rey que Ester ocultaba algo muy interesante en su corazón, que no se atrevía a manifestar. Conforme a la pregunta del rey (v.2), Ester pide que se le conceda la vida y manifiesta el deseo de que viva también su pueblo. La noticia de que su vida estaba en peligro debió de impresionar al rey. ¿Es posible que perezca la reina que Asuero ama, y a la cual permitió el acceso espontáneo a sus aposentos sin que le aplicara la ley? Ester resume el contenido del decreto, que conocía a través de Mardoqueo (4,8). Ella y su pueblo están vendidos por el precio de diez mil talentos (4,7); corren peligro de ser exterminados, degollados, aniquilados; tres verbos que se empleaban en el mencionado decreto (3,13). Aman había invocado motivos de Estado para matar a los judíos. Ester, en respuesta a las sugerencias de Aman (3,8), hace ver en primer lugar las desventajas políticas y económicas que supone tal medida. Si los judíos fueran reducidos a la condición de esclavos, el imperio sacaría provecho de ellos. Pero ¿qué ventaja le reportará el degüello colectivo ? ¿Podrá Aman, por más dinero que prometa, cubrir las pérdidas que ello supone? No; y para que el imperio no salga perjudicado, Ester se dispone a hablar.

Ester 7

Ester

delata

935

al traidor

(7,5-7)

5

Tomó el rey Asuero la palabra y dijo a Ester: «¿Quién es y dónde está el que eso se propone hacer?» 6 Y Ester le respondió: «El opresor, el enemigo, es Aman, ese 7malvado». Aman se sobrecogió de terror ante el rey y la reina. El rey, en su ira, se levantó y se salió del banquete para ir al jardín del palacio, y Aman se quedó para pedir la gracia de la vida a la reina Ester, porque veía bien que su pérdida estaba resuelta en el ánimo del rey. Asuero montó en cólera y quiso saber quién se había atrevido a proponer semejante despropósito. Es imposible que el rey no recordara la existencia del decreto contra los judíos y su contenido, al menos en líneas generales. El autor sagrado no describe la escena tal como sucedió realmente, sino de una manera dramática, buscando para ello el procedimiento literario que más impresionara al lector. No revela Ester el nombre del conspirador ni da a entender que se trata de una persona concreta, individual. Pero el rey, en su respuesta, se interesa inmediatamente por el nombre del traidor, queriendo averiguar su paradero. La pregunta del rey está formulada en relación al contexto siguiente. ¿Quiere saber quién es el opresor de los judíos y el que atenta contra los intereses económicos de la nación? Ahí lo tiene; a su lado está, banqueteando con él y gozando de su amplia confianza. Podía el rey repetir: «Si un enemigo me agraviara, de buena gana le sufriría. Sí quien me odia se me alzara, de él me pondría a cubierto; pero eres tú, un otro yo, mi amigo, mi íntimo (Sal 55,15) quien acecha contra mí». El episodio recuerda el momento en que Cristo desenmascara al traidor (Mt 26,23). No pudiendo el rey soportar la presencia de Aman, salióse al jardín. Aman se sobrecogió de temor: Ester le había señalado con su nombre. Ante ella aparecía como opresor y enemigo de su raza; ante el rey, como enemigo de la prosperidad del imperio. Si Aman hubiera conocido la ascendencia de Ester, ¿se hubiera atrevido a implorar del rey el exterminio de los judíos ? El autor ha logrado dramatizar la escena, aunque deja en el aire algunas cuestiones. Por la actitud del rey comprendió Aman que su suerte estaba echada; sólo la intervención de la reina podía salvarlo. Pero ¿cómo atreverse a pedir perdón a Ester, cuya perdición tramaba? (4.13).

Fin de Aman 8

(7,8-10)

Cuando volvió el rey del jardín del palacio a la sala del banquete, vio a Aman, que se había precipitado hacia el lecho sobre el cual estaba Ester, y dijo: «¡Qué! ¿Será que pretende también hacer violencia a la reina en mi casa, en el palacio?» En cuanto salieron estas palabras de la boca del rey, cubrieron el rostro de Aman; 9 y Harbona, uno de los eunucos, dijo en presencia del rey: «En casa de Aman hay una horca, alta de cincuenta codos, que Aman ha preparado para Mardoqueo,

936

Ester 8

Recuperada la serenidad, entró de nuevo Asuero en la sala. Al ver a Aman postrado a los pies de la reina, montó en cólera. El texto hebreo supone que la reina estaba tumbada sobre el diván; Aman, a sus pies, imploraba clemencia. El texto griego añade: «Suplicaba perdón, cogido a las rodillas de la reina». No es que Aman tuviera intenciones menos rectas; no era el momento más apropiado para ello; pero la gravedad de la situación le hicieron olvidar las reglas de la etiqueta. Puede darse también que el autor sagrado haya consignado esta circunstancia insólita para amontonar nuevos delitos sobre el odiado Aman. A este crimen se añadió otro: el de haber preparado una horca para colgar de ella a Mardoqueo, a quien el rey acababa de honrar. Harbona (1,10) conocía el hecho y lo delata al rey, quien, avaro en palabras, ordena «que cuelguen de ella a Aman». Cambio total de escena: el rey se apacigua, Ester celebra su triunfo, Mardoqueo ve desaparecer a su enemigo. A la tempestad sucede la calma; al temor, la confianza. Una vez más reaparece en este texto el tema bíblico de la rehabilitación del justo y del oprimido (Prov n , 8 ; 26,27; 28,10; Ece 10,8; Eci 27,26; Sal 7,16, etc.). A los condenados a muerte (v.8) se les cubría el rostro con un velo (QUINTO CURCIO, 6,8; T I T O LIVIO, 1,26).

Exaltación

de Mardoqueo

Ester

Los acontecimientos se precipitan de manera asombrosa. El rey, voluble, brusco y expeditivo en sus negocios, se deja fácilmente llevar por el último que le habla, aunque sean sus cortesanos (1,21; 5,5; 6,10; 7,5). En un día cambia de favorito, dando muerte al que ocupaba el segundo lugar en el reino y elevando al mismo rango a un empleado de la puerta real. A Asuero le duele la traición de Aman. A más de condenarle a muerte, dispone que Mardoqueo administre en adelante los bienes de la casa de Aman (Gen 39,4; 44,1-4; 1 Re 13,8) y vigile los movimientos de sus familiares hasta que la justicia disponga otra cosa. Aman era rico (5,11) y tenía muchos hijos (9,10). Según las leyes 1 , la propiedad de los ajusticiados pasaba al Estado. El rey entrega la casa de Aman a Ester como prueba de confianza, y ésta la traspasa a Mardoqueo (Dan 2,48-49). Empiezan los judíos a enriquecerse a costa de su enemigo. De repente se convierten en amigos del rey, en bienhechores del imperio. H E R Ó D O T O , 3,129.

por su pueblo

(8,3-6)

Volvió después Ester a hablar al rey y, echándose a sus pies llorando, le suplicó impidiera los efectos de la maldad de Aman, agagita, y la realización de sus proyectos contra los judíos. 4 El rey tendió a Ester el cetro de oro, y ésta se levantó, quedándose en pie delante del rey, 5 y le dijo: «Si al rey le place y si le parece justo mi ruego, y si soy grata a sus ojos, escriba revocando las cartas inspiradas por Aman, hijo de Hamedata, agagita, y escritas por él para exterminar a los judíos que hay en todas las provincias del rey, 6 porque ¿cómo podría yo ver que el infortunio alcanzara a mi pueblo? ¿Cómo podría ver el exterminio de mi raza?» Ester y Mardoqueo estaban a salvo, pero era menester revocar el edicto de exterminio que pesaba sobre el pueblo judío desparramado por todo el imperio. El patriotismo de Ester se manifiesta de nuevo al presentarse por segunda vez al monarca sin haber sido llamada previamente. Por un artificio literario manifiesto, todo el capítulo 8 es una repetición, casi palabra por palabra, de lo dicho en 3,8-4,4, pero a la inversa. El paralelismo es perfecto entre la conducta de Aman en sus relaciones con el rey, la intervención de Ester para liberar al pueblo y las gestiones hechas por Mardoqueo. Señalamos las siguientes equivalencias: 8,5b-8 = 3,8-11; 8,9-12 = 3,12-13; 8,13-14 = 3,14-15; 8,15-17 = 4,1-4.

(8,1-2)

Aquel mismo día, el rey Asuero dio a Ester la casa de Aman, el enemigo de los judíos; y Mardoqueo fue presentado al rey, pues 2le había dado a conocer Ester el parentesco que a él le unía. Quitóse el rey el anillo que había retirado a Aman y se lo dio a Mardoqueo. Ester, por su parte, estableció a Mardoqueo en la casa de Aman.

intercede

3

El rey, bien

1

1

937

Ester 8

el que habló para bien del rey». El rey dijo: «Que cuelguen de ella a Aman». H> Y fue colgado Aman de la horca que él había preparado para Mardoqueo, y se aplacó la ira del rey.

dispuesto

(8,7-8)

7

El rey Asuero dijo a la reina Ester y al judío Mardoqueo: «Yo he dado a Ester la casa de Aman y él ha sido colgado de la horca por haber extendido la mano contra los judíos. 8 Escribid, pues, en favor de los judíos lo que bien os parezca en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey, porque edicto escrito en nombre del rey y sellado con el anillo del rey, no puede ser revocado». Asuero se encuentra en situación embarazosa. Se ha puesto incondicionalmente de parte de Ester y Mardoqueo. Pero, como el edicto era irrevocable por llevar el sello real (Dan 6,9.13.16), sugiere que se busque una solución para neutralizar con otro lo que se prescribía en el primero. La solución consistió en otorgar a los judíos autorización y medios no sólo para repeler la agresión, contando con el apoyo de los órganos gubernativos, sino para vengarse de sus enemigos. El nuevo decreto tendrá tanto valor como el primero y tendrá la ventaja de ejecutarse antes.

Manos a la obra 9

(8,9-10)

Fueron entonces llamados los secretarios del rey el día veintitrés del mes tercero, que es el mes de Siván; y se escribió, conforme a lo que fue ordenado por Mardoqueo, a los judíos, a los sátrapas, a los gobernadores y a los jefes de las ciento veintisiete

938

Esttr 8 provincias, desde la India a la Etiopía, a cada provincia según su escritura y a cada pueblo según su lengua, y a los judíos según su escritura y su lengua. 10 Se escribió en nombre del rey Asuero y se selló con el anillo del rey. Enviáronse las cartas por correos montados en ligeros caballos procedentes de los potreros reales.

Esta sección corresponde exactamente a 3,12-15- La diferencia principal está en que el remitente es Mardoqueo; entre los destinatarios se mencionan los judíos. Antes eran ellos las víctimas. Estamos en el mes de Siván (nombre de origen babilónico), que corresponde a mayo-junio, por lo cual han transcurrido dos meses y diez días desde el edicto de Aman (3,12). Durante este tiempo se desarrollaron los hechos narrados en 4,1-8,2. El uso que hace el autor de los números prueba que maneja libremente la narración. En efecto, al decir que el edicto favorable a los judíos se escribió el 23 de Siván, quiere significar que aquella fecha fue favorable a los judíos, lo que expresa con el número 70, que se obtiene de la suma de dos meses y diez días después del edicto de Aman. Parece que en el libro se adopta el calendario sacerdotal. El decreto que Aman arrancó del rey fue dado en una fecha funesta: día 13 de Nisán (3,12). Gomo el tiempo apremiaba, los correos utilizaron los mejores caballos de los potreros (ahasteranim, del persa khshatra) reales con el fin de llevar el nuevo edicto a todos los rincones del imperio. Privilegios a los judíos (8,11-13) 11 Se daba a los judíos, en cualquier ciudad en que estuviesen, permiso para reunirse y defender su vida, y para destruir, matar y exterminar a todos aquellos, con sus niños y mujeres, de cada pueblo y de cada provincia que tomaran las armas para atacarlos, y para dar sus bienes al pillaje; 12 y esto en un solo día, en todas las provincias del rey Asuero, el día trece del duodécimo mes, que es el mes de Adar. 1} Estas cartas contenían una copia del edicto que había de publicarse en cada provincia, e informaban a todos los pueblos de que los judíos estarían aquel día prestos a vengarse de sus enemigos. En el edicto anterior (3,13) se amenazaba a los judíos con el exterminio total; ahora se les autoriza a reunirse para defenderse, matar, destruir, exterminar a cuantos les ataquen (Dan 6,25). Se les autoriza asimismo a incautarse de los bienes de sus perseguidores. Otros textos permiten a los judíos no sólo defenderse, sino pasar al ataque (8,13; 9,1-16). Esta matanza tendrá lugar el 13 del mes de Adar, coincidiendo con el día señalado por Aman para acabar con los judíos (3,13). Difícil se hace imaginar que Asuero autorizara una hecatombe semejante de su pueblo por parte de los judíos. Renace la alegría (8,14-17) 14 Los correos partieron en seguida con toda prisa por la posta según la orden del rey. El edicto fue publicado también en Susa, la ciudadela. 15 Mardoqueo salió de la casa del rey vestido

Ester *16

939

con un vestido real color violeta y lino blanco, con una gran corona y un manto de lino y de púrpura. 16 Hubo para los judíos luz y alegría, gozo y honra. La ciudad de Susa lanzaba gritos de regocijo, I 7 y en cada provincia y en cada ciudad, por dondequiera que llegaron la orden del rey y su edicto, hubo entre los judíos gozo y regocijo, banquetes y fiestas; y muchas de las gentes de los pueblos de las regiones se hicieron judíos, porque se había apoderado de ellos el temor a los judíos. Una vez hubo Aman arrancado del rey el edicto de exterminio de los judíos, púsose a banquetear con Asuero (3,15). Mardoqueo, en paridad de circunstancias, abandonó el palacio y marchó a su casa. Anteriormente, con ocasión de su exaltación por Asuero (6,11), había vestido Mardoqueo vestiduras reales; pero en la actualidad lleva los vestidos que corresponden a su posición de gran visir. Entre los persas tenían éxito los vestidos amplios y multicolores 2 . No son motivos nobles los que impulsan a los paganos a abrazar el judaismo; pero el temor puede ser el principio de una conversión total. Nótese cómo el autor establece la antítesis entre el pueblo judío próximo a desaparecer (4,13) y la situación privilegiada de que goza en la actualidad. El autor ha probado suficientemente que Dios, tarde o temprano, se acuerda de su pueblo, que castiga a sus opresores y da su gracia a los que viven según el pacto de la alianza. A pesar de su apariencia laica, el texto original hebraico se muestra en el fondo extraordinariamente religioso y adicto a la mentalidad tradicional hebraica. C A R T A D E A S U E R O (* 16,1-22)

En el texto hebraico se habla de la carta y del contenido del decreto que en nombre del rey enviaba Mardoqueo a las autoridades del reino. El texto griego reproduce íntegramente su contenido, que llama la atención por su ampulosidad y sus consideraciones de matiz filosófico. Su mismo texto demuestra que no es una traducción del hebreo. Presenta analogías con los escritos reales que figuran en 3 Mac 7,1-9. Destinatarios (*16,1) 1 La copia de la carta es como sigue: «Artajerjes, rey grande, a los gobernadores de las regiones de las ciento veintisiete satrapías desde la India hasta la Etiopía, y cuantos entiendan en nuestros negocios, salud. En contra de lo dicho en 1,2, el autor griego confunde provincias con satrapías; acaso, por extensión, toma el término satrapía 2 HERÓDOTO, 9,109. En el banquete dado por Asuero se adornó el local con colgaduras y gallardetes de color blanco, verde y azul (1,6). José recibió del faraón un vestido de lino blanco finísimo (Gen 41,42); Alejandro ordena, en señal de distinción, que vistan de púrpura a Jonatás (1 Mac 10,62), lo que hizo Baltasar con Daniel (Dan 5,29). El rico epulón iba vestido de púrpura y lino (Le 16,19). Sobre la cabeza traía Mardoqueo una gran corona (ateret) de oro, distinta de la que llevaban los reyes (keter: 1,11; 2,17; 6,8). Según Heródoto (8,118), se premiaba a los bienhechores con el uso de la corona. No es probable que Mardoqueo deambulase por la calle con las prendas de que habla el texto. Más bien debe entenderse de que, una vez proclamado gran visir, gozara del privilegio de ostentar tales prendas.

Ester *16

940

como sinónimo de provincia. Esta confusión puede provenir de la época relativamente reciente en que fue escrito el libro.

Conducta

de los soberbios

(*16,2-4)

2 »Muchos, después de haber recibido honores singulares de la extremada bondad de sus bienhechores, aspiran a cosas más altas, 3 y no sólo tratan de oprimir a nuestros subditos, sino que, incapaces de sostener el peso de su dignidad, conspiran hasta contra el que se la confirió. 4 Y no sólo destierran de entre los hombres la gratitud, sino que, hinchados por el fausto de su inesperada prosperidad, procuran escapar a la justicia vengadora de Dios, perpetuo testigo de todas las cosas. El autor quiere aludir a Aman, que, elevado a la más alta gloria por la extraordinaria bondad del monarca, se dejó arrastrar por el orgullo, oprimiendo no sólo a los humildes y subditos, sino conspirando incluso contra su bienhechor. Peligro

que acecha

a las autoridades

(*16,5-6)

5

»Con frecuencia, a muchos de los constituidos en la suprema autoridad, la falaz adulación de aquellos a quienes encomendaron la dirección de los negocios los hace cómplices de sangre inocente y les causa irremediables males, 6 engañando con la mentirosa astucia de su malignidad la noble sencillez de los soberanos. El autor se refiere veladamente al caso de Aman, que, fingiéndose amigo del rey, tutelando aparentemente sus derechos, lo engañó miserablemente hasta hacerle cómplice de sangre inocente. Se trata de disculpar al soberano y cargar la culpabilidad sobre Aman. No obstante, no sale Asuero bien parado, a pesar de las tentativas para disculparle, porque no debió confiar la suerte de una nación al capricho de un individuo. Es cómplice, por lo mismo, del crimen que rubricó con su sello.

Ejemplo

actual

941

Ester *16

(*16,7-9)

7

»Esto podemos comprobarlo, no tanto por las historias antiguas, según dejamos indicado, cuanto por el examen de sucesos que tenéis a la vista, hechos impíamente consumados por la peste de los indignos gobernantes. 8 Por eso es preciso proveer para lo futuro, procurando con la paz un reino tranquilo a todos los hombres, 9 realizando los cambios necesarios y juzgando siempre con equidad los negocios que se ofrecieren. Por las palabras anteriores podían barruntar los lectores que la carta, aunque en términos generales, tenía en vista la situación presente; ahora es el mismo rey quien descubre el misterio. Aman ha sido liquidado, pero hay que impedir con un castigo ejemplar que surjan otros enemigos de los judíos.

Se desenmascara

el traidor

(*16,10-14)

io «Vosotros sabéis cómo Aman, hijo de Hamedata, macedonio, enteramente extraño a la sangre de los persas y sobremanera desconocedor de nuestra bondad, por mí acogido hospitalariamente, H alcanzó la benevolencia que usamos con todas la naciones, en tanto grado, que fue apellidado nuestro padre y por todos venerado hasta postrarse a sus pies, dándole un poder correspondiente a la dignidad del trono real. 12 E incapaz de llevar el peso 13de tanta grandeza, intentó privarme del reino y de la vida, y con toda suerte de maliciosos engaños trató de perder a mi salvador y bienhechor constante Mardoqueo y a la irreprochable compañera del reino, Ester, con toda su nación. 14 Así pensaba él aislarnos y pasar a los macedonios el imperio de los persas. El autor de tantos males es un extranjero, «extraño a la sangre de los persas». Se le llama el «Macedonio». Es difícil explicar el porqué el calificativo de agagita (3,1; 8,3) ha sido substituido por el de macedonio. Acaso el contexto histórico de la narración alude a los conflictos en torno a la hegemonía entre medos y persas 1. Según Stummer, en tiempos de Alejandro Magno aparecen los macedonios como enemigos de los persas. Nuestro texto, añade, es originario del tiempo helenístico. Con estas maquinaciones trataba Aman de entregar a los macedonios el imperio de los persas. Las acusaciones contra el antiguo ministro son graves y aconsejan que se proceda contra él con el máximo rigor. La acusación de Aman contra los judíos, culpándoles de falta de patriotismo, es explotada ahora por los mismos para presentarlo ante la nación como favorecedor de las aspiraciones colonialistas de los odiados macedonios.

Elogio del pueblo

judío

(*16,1S-16)

15

»Pero hemos averiguado que los judíos, entregados a la muerte por este consumado criminal, 16 no son malhechores, antes se gobiernan por leyes santísimas, que son hijos del Altísimo, sumo y viviente Dios, que conserva el reino en el mejor estado en favor nuestro, como de nuestros predecesores. En la presente carta se desmienten las acusaciones contra los judíos. No son ellos malhechores ni enemigos del género humano. Se rigen por leyes santísimas, que en nada se oponen a la legislación estatal persa. Por su fidelidad al Dios suyo son llamados «hijos d.e Dios» (Ex 4,22; Sab 9,7). Además, rindiendo ellos culto al «altísimo, sumo y viviente Dios», muestran su patriotismo por cuanto conserva Dios el reino en el mejor estado. Ño se olvide que el rey en esta carta suscribe el pensamiento judío de Mardoqueo. HERÓDOTO,

3,65.

Ester 9

942

Ester 9 Ordenes

concretas

(*16,17-24)

7

I «Por esto haréis bien en no prestar atención a las cartas remitidas por Aman, hijo de Hamedata, 18 por cuanto el autor de ellas ha sido crucificado a las puertas de Susa con toda su casa, habiéndole dado sin tardanza su merecido castigo el Dios omnipotente. 19 La copia de esta carta haréis publicarla en todas partes, para que sea permitido a los judíos vivir según sus leyes, 20 y les prestaréis apoyo para que puedan rechazar a los que en el día de la tribulación los ataquen, el día trece del mes duodécimo, de Adar; 21 pues el Dios que todo lo domina ha convertido en día de alegría el que estaba señalado para ruina de la nación escogida. 22 Vosotros, pues, celebraréis con todo regocijo, como una de vuestras festividades, el día señalado, 23 para que ahora y en lo futuro sea día de salud para vosotros y para todos los leales a los persas, y para los que maquinaban contra vosotros sea de infausta memoria. 24 Y toda ciudad o región en general que esto no cumpliere, sea inexorablemente destruida por el hierro y el fuego y hecha inaccesible no sólo a los hombres,|sino también a las fieras y a las aves, y por siempre odiosa». De lo dicho anteriormente se saca la conclusión de que el primer edicto real no tiene fuerza de ley (13,6-7); por eso se recomienda a las autoridades que no presten atención a su contenido. Los términos con que está concebida la carta hacen dudar de su autenticidad. Es muy difícil creer que un rey persa convierta en fiesta oficial el día señalado para la destrucción del pueblo judío y que ordene destruir las ciudades y arrasar las regiones que se opusieren a este edicto real. Además de su tono hiperbólico, la carta quiere ser una apología del pueblo judío, que demuestra los peligros a que se exponen los enemigos del mismo y aviva la confianza de aquellos judíos que habitan en territorio extranjero.

VENGANZA

Los judíos,

DE

LOS JUDÍOS

en situación

(9,1-19)

ventajosa

943

Mardoqueo poderoso en la casa del rey, y su fama se esparció por todas las provincias, porque se hacía de día en día más poderoso. A consecuencia de la carta de Mardoqueo cambió totalmente el cariz de los acontecimientos señalados para el 13 del mes de Adar (3,12). Desde el edicto de Mardoqueo hasta el citado día transcurrieron, según 8,9, nueve meses, durante los cuales pudieron los judíos reunirse (8,11), organizarse para mejor repeler la agresión. ¿Atreviéronse los persas a molestar a los judíos? Conociendo el contenido del decreto real y sabiendo que Mardoqueo era «poderoso en palacio», que su fama iba en aumento, no es probable que los persas atacaran a los judíos, salvo pocas excepciones. En los libros sapienciales se hace hincapié en el hecho de que la ayuda divina llega a su debido tiempo en apoyo de los pobres y justos oprimidos (Prov 11,8; 26,27; 28,10; Ecli 27,26; Sal 7,16; 66,6, etc.). Matanzas

en Susa

(9,5-10)

5

Los judíos hirieron a espada a todos sus enemigos, los mataron y los hicieron perecer, y trataron como quisieron a los que les eran hostiles. 6 En Susa, la ciudadela, mataron los ju7 díos, haciéndolos perecer, a quinientos hombres, y degollaron a Parsandata, Dalfón, Asfata, 8 Porata, Adalía, Arudata, 9 Parmasta, Arisai, Aridai y Baizata, 10 los diez hijos de Aman, hijo de Hamedata, el enemigo de los judíos; pero éstos no se dieron al pillaje. Los términos del texto sugieren claramente que hubo algo más que una defensa. Todos los que se habían mostrado contrarios a los judíos eran víctimas de los mismos. Aquellos que les resistieron fueron objeto de malos tratos: «trataron como quisieron a los que les eran hostiles». ¿Hubo víctimas de parte de los judíos? Sin duda (9,16), porque no todos se resignaron a morir pasivamente. El texto hebreo señala la lista de los hijos de Aman en tres columnas verticales, viendo en ello la manera como fueron ejecutados. Los diez murieron al mismo tiempo. Por lo mismo, sus nombres debían leerse de corrida.

(9,1-4)

1 Al duodécimo mes, que es el mes de Adar, el día trece del mes, el día en que debía cumplirse el edicto del rey y en que los enemigos de los judíos habían pensado dominarlos, fue lo contrario lo que sucedió, y los judíos dominaron a sus enemigos. 2 Reuniéronse los judíos en sus ciudades, en todas las provincias del rey Asuero, para poner la mano sobre todos aquellos que buscaban su perdición; y nadie pudo resistirlos, porque el temor de ellos se había apoderado de todos los pueblos. 3 Y todos los jefes de las provincias, los sátrapas, los gobernadores y los funcionarios del rey apoyaron a los judíos, por el temor que les inspiraba Mardoqueo; 4 pues era

Ansiedad 11

del

rey

(9,11-16)

Llegó aquel día a conocimiento del rey el número de los muertos en la ciudadela de Susa, 12 y el rey dijo a Ester: «Los judíos han matado y hecho perecer en Susa, la ciudadela, a quinientos hombres y a diez hijos de Aman. ¿Qué habrán hecho en el resto de las provincias del rey? ¿Qué 13más pides? ¿Qué más quieres? Se te concederá, lo tendrás». Ester respondió: «Si al rey le parece bien, que les sea permitido a los judíos de Susa obrar también mañana conforme al edicto de hoy, y que se cuelgue en la horca a los diez hijos de Aman». 14 El rey mandó que así se hiciera, y se publicó el edicto en Susa. 15 Los judíos de Susa se reunieron de nuevo el día catorce del

944

Ester 9

mes de Adar, y mataron en Susa a trescientos hombres; pero tampoco se dieron al pillaje. 16 Los otros judíos que había en las provincias del rey, se reunieron y defendieron su vida, y se procuraron reposo, librándose de sus enemigos, y mataron a setenta y cinco mil, pero no se dieron al pillaje. Llegó la noticia de la hecatombe a oídos del rey, quien se alarmó por las proporciones que tomaba la reacción judía. Llevado por dos sentimientos, de ansiedad uno y de satisfacción el otro, se dirigió a la reina, diciéndole: «¿Qué más pides?», esperando que Ester le manifestara su gratitud y satisfacción por haber escuchado su ruego. Pero ¡cuál no fue su asombro al escuchar de labios de Ester la petición de prórroga de la matanza por espacio de otro día! Pero no quiso contrariarla y accedió a su ruego. La ansiedad del rey estaba muy justificada por las noticias alarmantes sobre la gran cantidad de víctimas. El texto hebraico habla de setenta y cinco mil muertos; los LXX los reducen a quince mil, y Luciano a diez mil ciento siete. Como hemos anotado, se exageran extraordinariamente las cifras con el fin de demostrar a los pueblos e individuos que, en caso de molestar a los judíos, se exponen a sufrir un castigo ejemplar. Una reina que en un principio no osaba presentarse delante del rey (4,11-13) pierde paulatinamente su timidez (4,16; 5,1.7-8; 7,3-6; 8,3) y aparece en nuestro texto ávida de sangre, imponiéndose y aun contradiciendo los sentimientos del soberano. Por grande afecto que le profesara Asuero, no se explica en él la tolerancia frente al degüello de sus subditos. Pero no olvidemos que esta matanza sólo existe en el papel, no en la realidad. Sus razones tenía el autor al inventarla. Día

conmemorativo

(9,17-19)

17

Esto sucedió el día trece del mes de Adar. Los judíos se aquietaron el catorce, haciendo de él un día de banquetes y regocijo. 18 Los que había en Susa, que se habían reunido el trece y el catorce, se aquietaron el quince, haciendo de él un día de banquetes y regocijo. 19 Por eso los judíos del campo, que habitan ciudades no amuralladas, hacen del día catorce del mes de Adar un día de banquete y de ñesta, en que se mandan presentes los unos a los otros. Señala el autor las razones históricas que dieron origen a la fiesta de Purim. Los judíos cumplieron matemáticamente la orden contenida en la carta de Mardoqueo. El 13 de Adar, los judíos de las provincias se vengaron a placer de sus enemigos, apoyados por las autoridades, exterminando a cuantos se habían mostrado contrarios a ellos. La petición de Ester hizo que se prorrogara otro día la matanza en Susa, destinando uno a los antijudíos de la ciudadela y otro a los de la población de Susa. Con ello se explica el porqué, en tiempos del autor, las gentes de provincia anticipaban en un día la fiesta de la liberación. Acaso se trata de una explicación popular de un hecho que no tiene justificación histórica.

945

Ester 9

Institución

de la fiesta

de Purim

(9,20-22)

20

Mardoqueo escribió estas cosas y envió cartas a los judíos de todas las provincias del rey Asuero, cercanas y lejanas,21 mandándoles celebrar todos los años el día catorce y el quince del mes de Adar, 22 como días en que habían obtenido el reposo, librándose de sus enemigos, y celebrar el mes en que su tristeza habíase convertido en alegría, y su desolación en regocijo; y de hacer de estos días días de festín y de alegría, en que se mandan presentes los unos a los otros y se distribuyen dones a los indigentes. Nos hallamos en la parte jurídica del libro de Ester. Algunos creen que la sección 9,20-32 procede de una fuente distinta de la del resto del libro, presentando un estilo propio, que se caracteriza por las repeticiones e insistencia en los mismos temas. Según Patón, pudo el autor encontrar esta sección en una antigua historia judía. Mardoqueo, en su calidad de jefe religioso, se dirige a todos los judíos de cerca y de lejos (Is 57,19; Jer 25,26; Dan 9,7), encareciéndoles la celebración de la fiesta de la liberación. El día del triunfo de los judíos se celebrará con ruidosos banquetes (16,22; 9,17), en los cuales se beberá vino en abundancia, permitiéndose la bebida hasta el límite de no poder distinguir entre las palabras «maldito sea Aman» y «bendito sea Mardoqueo». La fiesta tuvo siempre un carácter profano, alcanzando proporciones comparables a la de los carnavales, vistiendo las mujeres trajes de hombre, y adoptando éstos la indumentaria femenina. En un principio prescribía el Talmud (Meg. 2a) que en los pueblos se leyera el libro de Ester el día 14 de Adar, y en ningún caso antes del 11 ni después del 14. La lectura en las sinagogas era interrumpida con imprecaciones contra los enemigos del pueblo judaico. En conmemoración del ayuno de Ester (4,3.16) se observó un día de ayuno. El envío de presentes (v.22) se prescribe en Neh 8,10-12 con ocasión de la proclamación solemne de la Ley. Adopción 23

oficial

de la fiesta

(9,23-28)

Los judíos se comprometieron a hacer lo que ya habían comenzado y les mandaba Mardoqueo; 24 porque Aman, hijo de Hamedata, agagita, enemigo de todos los judíos, había concebido el proyecto de exterminarlos y había echado el «pur», es decir, la suerte, para matarlos y exterminarlos; 2S pero, habiéndose presentado Ester al rey, mandó el rey por escrito hacer recaer sobre la cabeza de Aman el maligno proyecto que él había hecho contra los judíos, y le colgó de la horca a él y a sus hijos. 26 Por eso se llaman estos días «purim», del nombre de «pur». Conforme al contenido de esta carta,27según lo que ellos mismos habían visto y les había sucedido, los judíos tomaron por ellos, por su descendencia y por todos aquellos que a ellos se unieron, la resolución y el compromiso irrevocable de celebrar cada año estos dos días al modo y al tiempo prescritos. 28 Estos días habían de ser celebrados y recordados de generación en

946

Ester 10

P.ster *10

generación, en cada familia, en cada provincia y en cada ciudad, y estos días de «purim» no habían de ser jamás abolidos entre los judíos, ni borrado su recuerdo entre sus descendientes. Los judíos se habían adelantado a los deseos de Mardoqueo, ya que celebraban la fiesta con anterioridad y conforme a lo que se les dijo en la carta (16,22). Pero, al recibir el nuevo escrito de Mardoqueo, determinaron prorrogar la fiesta un día más. El término pur no es hebreo, en el que se llamaría día del goral. Intervención

de Ester

en favor

de la fiesta

(9,29-32)

29

La reina Ester, hija de Abigaíl, y el judío Mardoqueo escribieron con instancia a los judíos por30 segunda vez para confirmar su carta acerca de los «purim», y se mandaron cartas a todos los judíos, a las ciento veintisiete provincias del rey Asuero. Contenían palabras de paz y31 fidelidad, prescribiendo los días de «purim» al tiempo fijado, como el judío Mardoqueo y la reina Ester los habían establecido, para ellos y para toda su posteridad, y añadiendo prescripciones de ayunos y lamentaciones. 32 Así, la orden de Ester confirmó la institución de los «purim», y esto fue escrito en el libro. La carta escrita por Mardoqueo (v.23-24) iba refrendada por Ester con el fin de asegurar más su cumplimiento. ¿Supone esto que la primera carta de Mardoqueo (v. 20-22) no consiguió la finalidad que pretendía? Como el lector puede observar, presenta el texto gran número de repeticiones, que engendran confusión. A partir de 9,19 se habla de la doble manera de celebrar la fiesta de purim. En 9,26b se la considera como de origen tradicional, y en 9,20.263.29 como institucional. Tres cartas se mencionan: dos de Mardoqueo (9,20-22; 9,24-26) y una de Ester (9,29-32). En esta última aparece la noticia inesperada de que los judíos deben prepararse a esta fiesta con ayunos y abstinencias. La fiesta de purim celebróse desde muy antiguo. La recuerdan 2 Mac 15,36-37, con el nombre de «día de Mardoqueo», y Flavio Josefo (11,6.11-13). Según el Talmud, el día 13 había reunión en la sinagoga y se distribuían limosnas a los pobres. Interpretación 5

del

sueño

(*10,5-13)

Y dijo Mardoqueo: «Del Señor viene esto. Recuerdo, en efecto, el sueño que acerca de estos sucesos tuve, de los cuales ninguno ha quedado sin cumplimiento: 6 la fuentecilla que se convirtió en río de muchas aguas y la lucecita convertida en sol. El río es Ester, a quien el rey tomó por esposa, haciéndola reina. 7 Los dos dragones éramos yo y Aman, 8 y las naciones son las que se juntaron para acabar con el nombre judío. ' Mi pueblo es este mismo Israel, los que clamaron a Dios y fueron salvos. Salvó el Señor a su pueblo y nos sacó de todos estos males, haciendo señales y prodigios grandes, cuales no se vieron entre las naciones. I0 Por esto estableció dos suertes: nuna para el pueblo de Dios y otra para todas las otras naciones. Y estas dos suertes han llegado a su hora y tiempo, es decir, en el día

947

12

del juicio delante de Dios. Y se acordó el Señor de su pueblo y salió por la causa de su heredad. 13 Por esto serán celebrados por ellos estos días en el mes de Adar, los días catorce y quince del mes, con grande concurso, alegría y exaltación, delante de Dios, de generación en generación para siempre, en el pueblo de Israel». El redactor griego empezó el libro narrando un sueño que tuvo Mardoqueo, con lo cual quería poner de relieve la intervención providencial de Dios en la trama de esta historia. Transcurridos aproximadamente once años, vuelve Mardoqueo su mirada hacia atrás y, después de un examen ponderado de los hechos, reconoce que todo cuanto ha acaecido fue predicho y anunciado de antemano por Dios. Entre las diversas maneras de comunicarse Dios a los hombres eran los sueños (Núm 12,6; Job 33,15-18; Jl 2,28; Mt 2,13-19) una de las principales. Epístola

sobre

los

«purim»

El año cuarto del reinado de Tolomeo y Cleopatra, Dositeo, que se decía sacerdote y levita, y Tolomeo, su hijo, trajeron la presente epístola sobre los «purim», que dicen ser auténtica y haber sido traducida por Lisimaco el de Tolomeo, vecino de Jerusalén. El autor del texto griego fue, probablemente, algún jefe de la comunidad judaica. Dice haber recibido «la presente epístola sobre los purim», a saber, el libro de Ester, de la comunidad de Palestina (2 Mac 2,14-16). Defiende su autenticidad afirmando que es una traducción hecha por Lisimaco, hijo de cierto Tolomeo, perteneciente a la comunidad de Jerusalén. Una vez conocido el origen del texto, se añade que Dositeo, «que se decía sacerdote y levita», lo introdujo en Egipto. Ambos, Dositeo y su hijo Tolomeo, tienen interés en hacer constar que esta traducción de Ester es la mejor y que, por lo mismo, debe recibirse. Además debe notarse la noticia de que el libro procedía de Palestina, lo cual prueba la dependencia de los judíos de la Diáspora de las autoridades de Jerusalén en cuestiones disciplinares y cultuales. ¿Cuándo el libro fue introducido en Egipto? No es posible dar una respuesta definitiva, por ser muchos los Tolomeos que reinaron en Egipto, unos trece, y ser muy común el nombre de Cleopatra. Los pareceres se inclinan preferentemente entre las dos siguientes parejas reales: 1) Tolomeo VIII, Soter II, llamado Latiré (116-80), casado sucesivamente con Cleopatra IV y V; 2) Tolomeo XIV (51-44 a. C ) , que asoció al imperio a su hermana Cleopatra. Fue ésta derrotada por Octavio Augusto en la batalla de Accio el año 30.

Colofón 1

(10,1-4)

El rey Asuero impuso un tributo a la tierra y a las islas del mar. 2 Todos los hechos concernientes a su poderío y sus hazañas y los pormenores de la grandeza a que elevó a Mardoqueo, ¿no están escritos en el libro de las crónicas de los reyes

Ester 10

948

de los medos y de los persas? 3 Pues el judío Mardoqueo era el primero después del rey Asuero, muy considerado entre los judíos y amado de la muchedumbre de sus hermanos; 4 buscó el bien de su pueblo y habló para el bien de su raza. La mención del tributo tiene como finalidad poner de relieve la grandeza del imperio persa, que se extendía desde la India hasta Etiopía, abarcando también las islas costeras del Asia Menor. De todo este inmenso poderío y de los hechos más salientes del rey queda una relación pormenorizada en los anales de los reyes medos y persas. En aquellas crónicas se han consignado los hechos de Mardoqueo, y allí se inspiró nuestro autor para componer el libro. Acaso esta noticia tenga sólo un valor literario, llevado su autor por el afán de imitar el estilo empleado en los libros de los Reyes (i Re 11, 41;

14,19.29, etc.).

El libro de Ester quiere ser una apología del pueblo judío. La raza judía no morirá, por encarnizados que sean sus enemigos. Al contrario, quien se atreva a maquinar su ruina recibirá un justo castigo. Porque, aunque Israel sea una nación despreciable a los ojos de los hombres, es en realidad invencible, porque cuenta con la protección de su Dios. Sean o no históricos muchos de los pormenores del libro, no podrá negarse que el libro de Ester encierra una lección provechosa, tanto para el pueblo judío como para sus enemigos. Israel no debe perder nunca sus esperanzas ni temer su aniquilamiento; sus enemigos deben escarmentar en la cabeza de Aman, porque todo el que tocare a Israel será barrido, como lo fue aquél. Aunque parezca lo contrario, Dios vela siempre por su pueblo, al cual defiende y protege tan pronto como implora su auxilio. Gomo la madre no puede olvidar a su hijo, tampoco Yahvé olvidará a Israel.

M

Á

C

A

S

E

O

S

INTRODUCCIÓN En las épocas asmonea y herodiana vieron la luz pública cuatro libros que llevan el título que encabeza estas líneas. El primero y segundo forman parte integrante del canon cristiano, mientras que el tercero y el cuarto, que ya en tiempos de Eusebio y Orígenes llevaban el mismo título que ostentan hoy, han sido relegados entre los apócrifos. En el tercero se narran los designios de Tolo meo IV Filopator contra los judíos de Egipto. Libro escrito probablemente en Alejandría antes del año 70 antes de Jesucristo, se distingue por la pureza de su lengua y estilo y por un vocabulario rico y esmaltado de palabras raras J . El cuarto libro de los Macabeos está escrito en forma de discurso, en el que se comenta ampliamente el martirio de Eleazar y de los siete hermanos Macabeos. En un tiempo formó parte de la Biblia cristiana 2 . Macabeos La palabra se encuentra en los manuscritos más antiguos. El título Makkabaion se lee en los códices Sinaitico y Alejandrino. En el primero aparece la forma antigua de Makkabaikón. Desde fines del siglo 11 y en el m , los autores eclesiásticos griegos designaban los dos primeros libros con el título de ta makkabaiká. Entre los escritores latinos suelen citarse: Líber primus, o líber secundus Macchabaeorum. Por vez primera este nombre se da a Judas (1 Mac 2,4.16; 2 Mac 8,5.16; 10,1.16), pasando luego, por extensión, a sus hermanos y sucesores. No es fácil determinar qué significa este término. Descartada la interpretación cabalística y la que propuso S. I. Curtiss i, recogemos las dos que hoy están más en boga. Unos (PERLES, GRAND-

CLAUDON, etc.) derivan el vocablo del hebreo maqqeneth (Jue 4,21; Jer 10,4) o de la palabra aramaica maqqaba, con el significado de martillo, por haber machacado ellos duramente a los enemigos o por tener Judas la cabeza en forma de martillo. Zeitlin, Bevan, Abel y Penna creen que macabeo viene de la raíz naqab, que significa designar, nombrar (Is 62,2) 4 . Originariamente el libro I de los Macabeos llevaba el título hebraico Sarbeth-Sabanaiel, cuya significación todavía no ha sido explicada satisfactoriamente 5 . Recientemente A. Yadrijevic 6 cree que el título del libro I es Angustiae filiorum Dei; el del II, Angustiae templi. 1 Véase H . W I L L R I C H , Der historische Kern des III Makkabáerbuches: «Hermes», 39 (1904) 244-2S8. 2 Véase A . DUPONT-SOMMER, Le quatriéme livre des Machabées (París 1939). 3 The Ñame Maccabee historically and philologically examined (Londres 1876). 4 A . A . BEVAN, The Origin of the Mame Maccabee: «The Journal of Theological Studies», 30 (1929) 190-193. 5 A . SCHULTE, Der hebráische Titel des ersten Makkabáerbuches: «Biblische Zeitsehrift», 7 (1909) 254SS; J. BOEHMER, Sarbeth Sarbanaiel: «Theologische Studien u n d Kritiken», 73 (1903) 332-338. 6 Tria Aenigmata hebraica librorum Machabaeorum: «Antonianum», 33 (1958) 267; F . P E R -

Introducción a 1 Macabeos

I

M A C A B E O S

Autor Se ignora su nombre. Por el libro puede colegirse que fue un judío de Palestina conocedor de la topografía del país, versadísimo en la lengua bíblica, admirador ferviente de la familia asmonea, desde el padre hasta el último miembro de la familia que al autor conoció. Por razón de la minuciosidad histórica de que hace gala se cree que fue testigo ocular de la mayoría de los hechos que refiere y que siguió de cerca y con entusiasmo todos los esfuerzos de los Macabeos para el triunfo de la causa del judaismo ortodoxo. Nada se sabe de su condición; unos suponen que pertenecía a la casta sacerdotal, otros lo niegan. También los críticos andan divididos al querer adivinar su ideología. Para unos fue de ideas y tendencias saduceas (OESTERLEY, GEIGER, ABEL); para otros, un filofariseo. Lo cierto es que no oculta sus simpatías por la dinastía asmonea. Según él, nadie puede suplantarles en la dirección de la guerra. Fecha de composición En esta cuestión procedemos también por conjeturas. Del autor hemos dicho que fue un ferviente admirador de la familia de los asmoneos; que la meticulosidad de los hechos que narra revela que fue testigo ocular de los mismos. Ahora bien, pudo él recordar perfectamente los hechos que se desarrollaron en Palestina desde la ascensión al trono de Antíoco IV Epifanes (año 175 a. G.) hasta el reinado de Juan Hircano (135-104 a. C.). No es posible señalar el término a quo de la composición. Pudo empezarlo en tiempos de Simón, o también antes, y terminarlo en los días del reinado de Juan Hircano (16,23), cuyo texto se aduce para probar que la obra fue acabada después de la muerte de Juan Hircano (año 104 a. C.). A este texto se acogen muchos exegetas y críticos para señalar la fecha de la composición del libro: Oesterley la fija entre el 90-70; Abel Bentzen, Schürer, Kautzch, 100-90; Lods, 100-60; Grimm, 105-64. Pero se puede dudar de la autenticidad literaria de los dos últimos versículos del libro, que pueden ser una adición post scriptum del editor, del traductor o de cualquier otro. Más posibilidades caben para señalar el término ad quem. Los sucesores de Aristóbulo y Alejandro empañaron la gloria de sus antepasados. Si el autor hubiera sido testigo de su conducta, hubiera frenado sus entusiasmos por la dinastía asmonea. Una fecha tope es el año 63 a. C., en que Pompeyo el Grande profanó brutalmente el templo de Jerusalén, granjeándose con ello el odio de los judíos. Este hecho es incompatible con la simpatía que el autor siente por los romanos (8,1-32; 12,1; 14,40). En definitiva, la fecha de la composición del libro va desde el año 140 (TORREY, OESTERLEY) hasta el 63 antes de Cristo (LODS). LES, The Ñame Makkabaios: JQR 17 (1926-1927) 404SS; S. SACHS, Le ture des livres des Machabées: REJ 26 (1893) 161-163.

951

Fuentes En contra de las tentativas de J. von Destinon ^ y Lods 8 , no puede ponerse en duda la homogeneidad del libro I de los Macabeos 9 . A lo más, podríamos considerar como adición posterior los v.23-24 del c.16. En todas las páginas anteriores existe trabazón perfecta y una idea rectora, que procede de un mismo autor. Hasta qué punto cada uno de los hechos que se narran proceden de la información ocular o de un testimonio oral o escrito, es imposible determinarlo. Acaso haya en 9,22 una alusión a un texto que refería la historia de Judas Macabeo, que el autor tuvo entre manos. A la información personal, oral o escrita, se añade la consulta de los archivos oficiales (16,24), de l ° s cuales transcribió el autor algunos documentos que se insertan. Pudo copiarlos textualmente, traducirlos a veces del texto original (hebraico o latino), abreviarlos, simplificarlos, amplificarlos con el empleo masivo de la retórica, resumirlos libremente o limitarse a extractar uno u otro punto para colocarlo en un contexto no del todo homogéneo. Del hecho de transcribir un documento no se infiere que el autor apruebe su contenido en todos sus pormenores. Los documentos que se intercalan en el texto son: 1) carta de los israelitas de Galaad (5,10-13); 2) carta de los romanos a Judas (8,1-32); 3) carta de Alejandro Balas a Jonatán (10,18-20); 4) carta de Demetrio I a Jonatán (10,25-45); 5) carta de Demetrio II a Jonatán (11,30-37); 6) carta de Antíoco VI a Jonatán (11,57); 7) carta de Jonatán a los de Esparta (12,6-18); 8) carta de Ario a Onías (12,20-23); 9) carta de Demetrio II a Simón (13,36-40); 10) carta de los espartanos a Simón (14,20-23); 11) carta de Antíoco VI a Simón (15,2-9); 12) carta del cónsul Lucio a Tolomeo (15,16-21); 13) inscripción en honor de Simón (14,27-45). Algunos críticos han impugnado su autenticidad, siendo Willrich 1 0 el que lleva en esto la voz cantante, coreado débilmente por algunos otros n . Actualmente convienen todos en admitir la autenticidad de conjunto. No existe fundamento alguno para afirmar que el autor ha inventado los documentos o de que los haya falsificado intencionadamente. Ni de la misma carta de Ario a Onías (12,20-23) existen razones contra su autenticidad. En el libro se encuentran algunas secciones poéticas que sugieren la idea de una colección de cantos populares compuestos con ocasión de la guerra santa (1,25-28; 1,37-40; 2,8-12; 3,3-9; 14. 14-15). Otros autores atribuyen estas secciones al autor mismo, que las compuso con el intento de imitar los cánticos del Salterio y de las Lamentaciones. Carácter histórico No se han puesto objeciones graves contra el valor histórico del libro, considerado en su conjunto. Puede discutirse este o aquel 7 8 9 10

Die Quellen des Fl. Josephus (Kiel 1882 Histoire de la littérature hebraique et juive (París 1950) 780. E. W. ETTELSON, The Integrity of I Maccabeos (New Haven 1925). Urkundenfalschungen in der hellenistisch-jüdischen Literatur (Gottingen 1924). 11 OESTERLEY, Apocrypha (Oxford 1913); Introduction to the Books of the Apocrypha (Londres 1935); LODS, l.c., etc.

953

Introducción a 1 Macabeos

Introducción a 1 Macabeos

detalle (1,6; 8,1-32); poner en tela de juicio la autenticidad plena de este o aquel documento (12,5-23), pero todos están acordes en admitir un fondo histórico firme y real. Aún más, por ser el autor contemporáneo de los sucesos que narra, se concede mucha importancia a algunos detalles históricos, a las noticias interesantes y concretas sobre topografía macabaica, al enfoque general de su historia y a las noticias sobre el carácter y temperamento de sus héroes. A ello, como hemos dicho, se añade el uso de documentos de primera mano. Su fobia helenista le lleva a ser a veces injusto al enjuiciar la conducta de los seléucidas y sus funcionarios.

y enumera los meses según la costumbre judía. Sabido es que la era seléucida empieza el año 312 con la conquista de Babilonia por Seleuco. Pero el cómputo difiere según que el año empiece en primavera o en otoño. En Siria y Occidente empezaba el año con el mes de Tishri (septiembre-octubre), es decir, el año 312. En Babilonia comenzaba el mes de Nisán (marzo-abril) del año 311. De ahí que, según los lugares, haya en el cómputo una diferencia de un año. ¿Qué cómputo siguen los libros de los Macabeos? Unos admi-

952

Género literario No se puede juzgar la historia antigua según los cánones de la crítica histórica moderna. Nuestro autor es hijo de su tiempo, y de conformidad a los gustos de sus lectores escogió los modos de decir y narrar que emplea. Para él Israel es el centro hacia donde convergen todas las miradas del universo. Dos mundos se enfrentan en su libro: el paganismo y el judaismo. Aquél contaba con fuerzas militares formidables (3,38; 4,28; 15,13, etc.), en contraste con el diminuto ejército israelita. Sin embargo, a veces el número de soldados judíos se exagera notoriamente (4,34; 12,41) 12 . El fenómeno es propio de la literatura patética, y, en general, de toda la historiografía antigua (HERÓDOTO). Las cifras que llaman nuestra atención no creaban ninguna dificultad a los lectores inmediatos del libro. A menudo el autor no da a una determinada cifra un valor absoluto. En hebreo se emplea la palabra rebaba, muchedumbre, para expresar el número diez mil, que en plural o dual puede significar el doble. Otra característica de la historiografía antigua son los discursos que se ponen en boca de los héroes y personajes que entran en escena. Es propio de la historia semítica antigua atribuir a los personajes aquellas ideas o reacciones de ánimo que brotan o se experimentan en determinadas circunstancias bajo los efectos de una impresión especial. Sistemáticamente se muestra parcial al ocultar los reveses de los judíos y poner de relieve las derrotas, defectos y designios malos de los enemigos de Israel. Pero, como señala certeramente Abel, su parcialidad no llega al extremo de convertir en victoria lo que fue humillante derrota (2 Mac 13,9-24, que parece contradecir a 1 Mac 6,28-63). En sus páginas hallan eco palabras y frases de la antigua literatura hebraica, que el autor conocía perfectamente y que asimiló. En fin, si los métodos históricos usados no se ajustan a los que utiliza la historiografía moderna, cabe, sin embargo, decir que no por ello desmerece el fondo histórico del libro. Cronología La cronología y geografía, llamadas los ojos de la historia, ocupan un lugar de honor en nuestro libro. Multitud de fechas y datos concretos se encuentran en él. El autor utiliza el calendario seléucida 12

Otros ejemplos e n KNABENBAUER, 17; B É V E N O T , 34-35.

ten el mismo cómputo en ambos libros (KUGLER, MEYER, LAGRAN-

GE, GRANDCLAUDON) a partir del año 312; otros distinguen un cómputo a partir del año 312 para los asuntos profanos y del 311 para noticias de carácter religioso (VACCARI). Gibert, Kolbe, Unger, Bickermann y Abel sostienen que, para el autor del libro 1 de los Macabeos, el primer año de los seléucidas empieza el 311; para el del segundo, el año 312. Ninguno de los dos cómputos puede resolver todas las dificultades cronológicas que surgen de la confrontación de las fechas de nuestros libros con otros documentos paganos. Nos atenemos al cómputo de Abel. CRONOLOGÍA DE LOS TOLOMEOS, SELÉUCIDAS Y ASMONEOS REYES TOLOMEOS O LAGIDAS

304-285 285-246 246-221 221-205 205-180 180-145 145

145-116

Tolomeo I Soter. Tolomeo II Filadelfo. Tolomeo III Evergetes. Tolomeo IV Filopator. Tolomeo V Epifanes. Tolomeo VI Filometor. Tolomeo VIL Tolomeo VIII Evergetes II.

REYES SELÉUCIDAS

305-281 281-261 261-246 246-226 226-223 223-287 I87-I75 175-164 164-161 161-150 150-145 145-138 145-142 142-138 138-129 129-125 128-123

Seleuco I Nicator. Antíoco I Soter. Antíoco II Theos. Seleuco II Calínicos. Seleuco III Soter. Antíoco III el Grande. Seleuco IV Filopator. Antíoco IV Epifanes. Antíoco V Eupator. Demetrio I Soter. Alejandro Balas. D e m e t r i o II Nicator (primer reinado). Antíoco VI Epifanes. Trifón. Antíoco VII Sidetes. D e m e t r i o II Nicator (segundo reinado). Alejandro II (Zebina).

DINASTÍA ASMONEA

166 166-160 160-143 143-134 134-104

Muerte de Matatías. Judas Macabeo. Jonatán. Simón. Juan Hircano I, hijo de Simón.

Introducción a 1 Alacabeos

Introducción a 1 Macabeos

954

BIBLIOGRAFÍA

Doctrina religiosa E n n i n g u n a p a r t e d e l libro se menciona d e m a n e r a explícita el santo n o m b r e d e D i o s , q u e es sistemáticamente sustituido p o r otras expresiones, tales como cielo (3,50.60; 4,10.40; 9,46; 12,15; 16,2). Esta ausencia d e los n o m b r e s q u e se emplean e n la literatura bíblica para designar a Dios se suple e n las versiones. E s t e m i s m o fenóm e n o h e m o s e n c o n t r a d o e n el libro d e Ester. P e r o t a n t o e n éste como e n el 1 d e los M a c a b e o s , a u n q u e se excluya el n o m b r e d e D i o s en s u s páginas, s u presencia se adivina e n cada u n a d e ellas. E r a tal el respeto q u e se tenía p o r estos n o m b r e s venerables, q u e nadie se atrevía a pronunciarlos, reservándose s u u s o exclusivamente a los sacerdotes d u r a n t e el ejercicio del culto. T o d a la historia d e los M a c a b e o s es e m i n e n t e m e n t e religiosa, y la idea d e Dios d o m i n a en todos los renglones d e l libro. Siente el a u t o r g r a n simpatía y celo p o r la L e y y las antiguas instituciones (1,15; 3,21; 14,14), p o r el t e m p l o y la C i u d a d Santa (1,21; 2,7; 4.38-59; 7.37-42; 9,54). Conoce maravillosamente los libros sagrados, a los cuales tiene gran devoción (3,48; 12,9) y cita diversas veces (2,52-60; 7,17). Las cosas indecisas y difíciles d e resolver se reservan al juicio del profeta q u e h a d e venir (4,46; 9,27; 14,41). Canonicidad N o sabemos si e n algún t i e m p o formó p a r t e del canon j u d í o palestinense. Se e n c u e n t r a e n la versión d e los L X X , q u e refleja el canon j u d í o alejandrino. E n la tradición cristiana influyó el recelo y la animosidad d e los j u d í o s contra él. L o e n c o n t r a m o s e n los antiguos catálogos m o m m s e n i a n o y claramontano ( s . m ) . E l concilio Florentino (1442) lo incluyó e n el c a n o n d e los libros sagrados. El concilio T r i d e n t i n o confirmó la doctrina d e l F l o r e n t i n o y q u i t ó toda distinción e n t r e libros proto y deuterocanónicos. Texto El texto original hebraico se h a p e r d i d o . L a versión griega se ha conservado e n los códices unciales: Sinaítico, Alejandrino y V é neto, y e n m u c h o s minúsculos. El texto m á s antiguo parece ser el de los códices Sinaítico y Véneto. D e esta versión existe la edición crítica p r e p a r a d a p o r A . Rahlfs 1 3 , q u e se basa e n el Sin. y tiene en cuenta las antiguas traducciones latinas ( D E B R U Y N E ) . O t r a versión crítica del texto griego se d e b e a W e r n e r Kappler 1 4 . L a versión latina fue publicada p o r D . d e B r u y n e y Sodar 15 . Según D e B r u y n e , la antigua t r a d u c c i ó n latina r e p r o d u c e u n texto anterior y mejor q u e el r e t r a n s m i t i d o p o r los antiguos unciales griegos. !3 14 editum 15

Septuaginta (Stuttgart 1935). Septuaginta. Vetus Testamentum graecum axictaritate societatis littcrarum vol.9 fasc.l: Maccabaeorum líber primus (Gottingen 1936). Les anciennes traductions latines des Macchábées (Maredsous 1932).

955

Gottingensis

a)

Comentarios

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cabées: «Etudes Bibl.» (París 1949); F . M . ABEL-J. STARCKY, Les livres des Maccabées: «La Bible de Jérusalem» (París 1961); * J. C. DANCY, A Commentary on I Maccabées (Oxford 1954); M . GRANDCLAUDON, Les livres des Maccabées: «Biblia Pirot-Clamer» (París 1951); A. PENNA, Libri dei Maccabei: «La Sacra Bibbia» (ed. Garofalo, Marietti, 1953); A. GUILLAUMONT, Les Maccabées: «La Bible» (Bibliothéque de la Pléiade, París 1956); M. LACONI, Primo e secondo libro dei Macabei (La Sacra Bibbia) (Padua-Turín 1960). b)

Estudios particulares

Para la historia del período macabaico son importantes las obras de E. SCHÜRER, Geschichte des jüdischen Volkes im Zeitalter Jesu Christi vol.3 (Leipzig 1920); A. BOUCHE-LECLERQ., Histoire des Seléucides (323-64 a. C.) 2 vols. (París 1913-1914); F . M . ABEL, Histoire de la Palestine: «Etudes Bibliques», 2 vols. (París 1952); M . J. LAGRANGE, Le Judaísme avant JésusChrist (París 1931); E. BICKERMANN, Der Gott der Makkabáer. Untersuchungen über Sinn und Ursprung der Makkabáischen Erhebung (Berlín 1937). Sobre cuestiones cronológicas de este período: J. HONTHEIM, Zur Chronologie der beiden Machabáerbücher: ZfKT 43 (1919) 1-30; W . KOLBE, Beitráge zur syrischen und jüdischen Geschichte. Kritische Untersuchungen zur Seleukenliste und zu den beiden ersten Makkabáerbücher (Estocolmo 1926); E. CAVAIGNAC, La chronologíe des Seléucides d'aprés les documents cuneiformes: «Revue dAssyriologie et dArchéologie Oriéntale», 28 (1931) 37-39; ÍDEM, Remarques sur le deuxiéme livre des Macchábées: RHR 80 (1945) 42-58; F. M . ABEL, L'Ere des Seléucides: RB 47 (1938) 198-213; J. SCHALAUMBERGER, Die neue Seleukiden-List BM 35, 603 und die makhabáische Chronologíe: B 36 (1955) 423-435; V COUCKE, Chronologie biblique á l'époque des Machabées: DBS 1273-1279. Otros estudios: F. M. ABEL, Topographie des Campagnes machabéennes: RB 32 (1923) 495-521; 33 (1924) 201-217.371387; 34 (1925) 194-216; 35 (1926) 206-222.510-533; A. BARUCQ, Leontopolis: DBS 5,359-372; L. BIGOT, Machabées (livres des): D T C 9,1479-1502; E. BICKERMANN, Un document relatif á la persécution d'Antiochus IV Epiphane: R H R 115 (1937) 188-223; A. LEFÉVRE, Machabées (livres des): DBS 5,597-612; A. MOMIGLIANO, Prime linee di storia della tradizione maccabaica (Roma 1930); ID., Preistoria del moto maccabaico: «Atti della R. Accademia delle Scienze di Torino», 67 (1932) 165-200; A. LODS, Histoire de la littérature hebraique et juive (París 1950); E. RONGY, L'Historíate du premier livre des Machabées: «Revue Ecclesiastique de Liége», 30 (19381939) 230-244; L. G I L , Sobre el estilo del segundo libro de los Macabeos: «Emérita», 26 (1958) 11-32; B. RENAUD, La Loí et les lois dans les livres des Maccabées: RB 68 (1961) 39-67.

956

1 Macabeos

Alejandro

Magno

1

(1,1-10)

1 Sucedió que Alejandro el Macedonio, hijo de Filipo, una vez hubo salido del país de los Kittin y derrotado a Darío, rey de los persas2 y de los medos, reinó en su lugar, primeramente en Grecia. Combatió muchas batallas, expugnó muchas fortalezas y dio muerte a reyes de la tierra. 3 Atravesándola hasta sus confines, se apoderó de los despojos de la muchedumbre de pueblos, y la tierra enmudeció a su presencia. 4 Juntó poderosos ejércitos, 5 6sometió provincias, naciones y reyes, que le pagaron tributo. Después de todo esto se encamó y tuvo el presentimiento de que se moría. 7 Llamando a sus oficiales, los nobles que con él se habían criado 8 desde su juventud, dividió aún en vida su reino entre ellos. Había9 reinado Alejandro doce años cuando le arrebató la muerte. Sus generales luciéronse cargo del poder, cada uno en el lugar que le cupo en suerte. 10 Todos ciñeron la corona después de su muerte, y sus hijos después de ellos durante muchos años, llenando la tierra de males.

Con un rápido bosquejo histórico señala el autor las raíces de la situación política y religiosa de Palestina, contra la cual se levantó la dinastía asmonea. Este resumen histórico ocupa todo el capítulo primero. En el verano del año 336 fue asesinado Filipo, sucediéndole en el trono su hijo Alejandro, a la sazón de veinte años de edad. El año anterior (335) subió al trono su futuro rival, Darío III Codomano, por gracia del eunuco Bagoas. En el pecho del joven macedonio hervía el deseo de vengar las ofensas que había infligido a Grecia el imperio persa. Una vez afianzado en el trono y reforzadas las fronteras de Macedonia, cruzó los Dardanelos en la primavera del año 334, al frente de treinta mil soldados de infantería y cinco mil de caballería. Le seguía un reducido número de letrados, entre los cuales descuella Tolomeo, que recibió el encargo de tener al día la crónica de los acontecimientos. Apenas desembarcó en Abidos, consiguió la gran victoria de Granico (mayo-junio del año 334), que le abrió las puertas de Asia. A medida que se internaba iban cayendo en su poder las ciudades costeras. En octubre del año 333, la victoria sobre Darío Codomano en Isso abre al helenismo las puertas de Oriente. Las bases de Adrados, Biblos y Sidón se le rinden; Tiro cerróle sus puertas. Después de seis meses de sitio cayó la ciudad en su poder (julio del año 332). En su marcha hacia el sur sitió a Gaza, que se le rindió a los dos meses. En noviembre del año 332 llega victorioso al valle del Nilo. En la primavera del 331 se encuentra nuevamente en Tiro, en donde organizó la provincia siro-palestinense. Cuenta Flavio Josefo x que, después de la conquista de Gaza, Alejandro visitó Jerusalén, en donde fue acogido con grandes honores por parte del pueblo y del sumo sacerdote Yaddúa, ofreciendo sacrificios en el templo y concediendo grandes favores al pueblo judío. Se cree que esta noticia es una pura leyenda. 1 Ant. Iud. 11,8,4.

957

1 Macabeos 1

Ante los grandes triunfos de Alejandro enmudeció la tierra (Jue 3,11.30; 2 Crón 13,23; Is 14,7), por lo que su corazón se engrió y llenó de orgullo, hasta el límite de reclamar para sí honores divinos. En el oasis de Siwa, los sacerdotes legitimaron su advenimiento al trono de los faraones, declarándolo hijo de Dios. A estas locas pretensiones alude el autor del libro, ya que «nacimiento divino y dominación universal son dos pretensiones inseparables» 2 . El autor del libro juzga a Alejandro por la fama que de él se ha conservado entre el pueblo, sin pretender estudiar a fondo el alma y las gestas del famoso general macedonio. La muerte le sorprendió antes de nombrar sucesores. Al preguntársele en vida cuál sería su sucesor, respondió: «El mejor» 3 . Es posible que en vida manifestara vagamente su pensamiento sobre quiénes debían sucederle a su muerte. El autor sagrado no quiere entrar en detalles. Cualquiera que fuese la última voluntad del conquistador, el texto sagrado tiene en cuenta preferentemente el hecho histórico de la división de mando entre los más conspicuos generales, faltando una sucesión dinástica directa (Dan 11,4). Rábano Mauro explicaba el texto bíblico de la siguiente manera: «Dividió, a saber, dejó que su reino se dividiera». En el consejo de oficiales se sistematizó la sucesión de Alejandro. Por unos veinte años, el imperio único sobrevivió a los conatos de las fuerzas disolventes. Las intrigas empezaron entre los Dtádocos, o sea, los sucesores, eliminándose uno a otro. Después de la victoria naval contra Tolomeo en Salamina de Chipre, año 306, Antígono se arrogó el título de rey, ejemplo que imitaron Tolomeo en Egipto, Lisímaco en Tracia, Seleuco en Babilonia, Casandro en Macedonia. Prácticamente, Palestina sólo tuvo roces con los Lágidas y los Seléucidas, especialmente en el período comprendido entre el año 280 al 219 antes de Cristo. Durante todo este espacio de tiempo «se multiplicaron los males sobre la tierra». El peor de ellos para el autor sagrado fue la penetración en tromba de la cultura griega, en el amplio sentido de la palabra, en Palestina, con graves amenazas para el judaismo tradicional.

El retoño de iniquidad

(1,11) *

H De ellos salió un retoño de pecado, Antíoco Epifanes, hijo del rey Antíoco, que estuvo en Roma como rehén y se apoderó del reino el año 230 de la era de los griegos. Antíoco III el Grande (223-187 a. C.) fue derrotado en Magnesia el año 189. Entre las cláusulas del armisticio firmado en Apamea figuraba la de entregar veinte rehenes, a elección de los romanos, entre los que estaba su hijo menor, Antíoco. Los impuestos de gue2 RADET, Alexandre le Grana 128; I. P. V. D. BALSDON, The *Divinity* of Alexander: «Historia», r (1950) 363-388. Los Kittim eran los habitantes de Kition, pero el término se extendió a los moradores de Chipre, de las islas del mar Jónico (Jer 2,10), Macedonia (8,5) y en general a todas las naciones allende del mar Mediterráneo. 3 ARRIANO, Anáb. 7,23,3. 4 F. M. ABEL, Antiochus Epiphanes: «Vivre et Penser», 50 (1941) 231-254; H. LUDINJANSEN, Die Politik des Antiochos (Oslo 1943).

1 Macabeos 1 958

1 Macabeo¡

1

rra que P. Escipión el Africano impuso a Antíoco vaciaron las arcas reales de Siria. Para llenarlas, el rey asaltó de noche el templo de Bel, en Elimaida, pereciendo en manos de los defensores del santuario. La misma necesidad de dinero retuvo en todo tiempo la atención de su hijo Seleuco IV Filopator (187-175), reducido a la condición de agente de tasas. Enterado por Apolonio de Tarso de las riquezas existentes en el templo de Jerusalén, mandó a su ministro Heliodoro con la misión de que se apoderara de ellas (2 Mac 3,1-34). Poco después el rey murió en manos de Heliodoro. Un año antes (175 a. C ) , su hijo Demetrio fue enviado a Roma en calidad de rehén, en lugar de Antíoco IV Epifanes. «Este retoño de iniquidad», como le llama nuestro autor, tuvo noticia en Atenas de la muerte de su hermano Seleuco. Con la ayuda de Eumenio II de Pérgamo apoderóse del trono que dejó vacante su hermano. Para los judíos fue Antíoco un usurpador; «un hombre despreciable ocupará su puesto, sin estar revestido de la dignidad real. Pero sobrevendrá de improviso y se apoderará del reino por la intriga» (Dan 11,21). El advenimiento de Antíoco al trono tuvo lugar el año 137 de la era de los griegos, que corresponde al año 175 antes de Cristo, muriendo en Tabe el año 164 (6,1-17). Los heraldos

del

helenismo

(1,12-16)

12 Salieron de Israel por aquellos días hijos inicuos, que sedujeron a muchos, diciendo: «Ea, hagamos alianza con las naciones vecinas, pues desde que nos separamos de ellas nos han sobrevenido14 tantos males». 13 Estas palabras aparecieron bien a sus ojos. Algunos del pueblo apresuráronse a ir al rey, el cual les dio facultad para seguir las costumbres de los gentiles. 15 En virtud de éstos, levantaron en Jerusalén un gimnasio, conforme a los usos paganos; 1* se restituyeron los prepucios, abandonaron la alianza santa para asociarse con los gentiles, y se vendieron para obrar el mal. Ya en tiempos de Antíoco III existía en Jerusalén un grupo partidario del helenismo (2 Mac c.3). Muchos judíos sentían la necesidad de abandonar moldes antiguos para colocarse en el nivel cultural de los pueblos de la gentilidad. El aislamiento judío era considerado por los griegos como signo de barbarie. La libertad de costumbres, de expresión y organización encandilaban a la juventud judía. El ideal griego era tentador; desde el punto de vista humano era una locura renunciar a él. Para los helenizantes, el aislamiento impuesto por la Ley (Ex 34,11-16; Deut 7,1-11; 12,29-31) había acarreado infinitos males a la nación judaica (Jer 44,16-19). Los más exaltados pedían la abrogación de la Ley mosaica, la destrucción total de los rollos de la Tora y la facultad de poder comer las carnes que el judaismo consideraba impuras. El hecho de que algunos acudan al rey de Siria para conseguir de él la autorización de seguir las costumbres paganas se explica, o bien para escapar a las penas que la Ley dictaba contra los apóstatas (Lev 24,14), o para pedir al rey abrogara el decreto de Antíoco III por el que se

959

concedía a cada pueblo el derecho de seguir sus leyes y costumbres propias 4 . El jefe de esta expedición fue Jasón, al que concedió el rey la autorización para instalar un gimnasio y una mancebía en Jerusalén. Una vez en el poder, «se dio a introducir las costumbres griegas entre sus conciudadanos» (2 Mac 4,9-10). Los jóvenes judíos actuaban desnudos en el gimnasio griego, lo que dio pie a que se introdujera la costumbre de practicar una operación dolorosa, conocida por el nombre de epispasmós (1 Cor 7,18) 6, con el fin de borrar las señales de la circuncisión, considerada por los griegos como un atentado contra la dignidad personal e integridad corporal.

Antíoco contra Tolomeo

(1,17-20)

17

Una vez que Antíoco se consolidó en el trono, concibió el propósito de ser rey de la tierra de Egipto, a fin de reinar sobre las dos naciones. 18 Entró en ella con un poderoso ejército, con carros, elefantes y jinetes y con una gran flota, I9 e hizo la guerra a Tolomeo, rey de Egipto. Atemorizado éste, huyó ante él, y fueron muchos los que cayeron heridos. 20 Antíoco se apoderó de las ciudades fuertes de Egipto y volvió cargado de despojos. El año 172, el rey Tolomeo VI Filometor cumplía cerca de catorce años de edad. Al morir su madre, Cleopatra, hermana de Seleuco IV y de Antíoco Epifanes, pasó el joven monarca a depender de dos tutores, que planearon la conquista de la Celesiria, a saber, de los territorios de Fenicia y Palestina, que constituían el dote que Cleopatra debía aportar al casarse con Tolomeo V. Enterado Antíoco de los planes de los tutores del rey por confidencias del embajador enviado a las fiestas de la entronización, hizo un despliegue de fuerzas en Palestina con el fin de impresionarles. Más tarde, aprovechando la coyuntura de que los romanos estaban empeñados en la guerra contra Perseo, rey de Macedonia, repelió la agresión de Egipto contra Palestina, penetrando con un numeroso ejército en las riberas del Nilo. En esta campaña empleó Antíoco carros armados con hoces (2 Mac 13,2), que habían usado profusamente los aqueménidas, por razón de su gran movilidad en las pistas de la costa mediterránea. El elefante era el animal preferido por los seléucidas, recibiendo Seleuco I el título de elefantarco. Puesto en fuga el ejército egipcio, Antíoco ocupó Pelusio, penetró hasta Menfis, hizo prisionero al joven monarca y se dirigió a Alejandría, cuyo sitio tuvo que abandonar. Con un inmenso botín regresó a Palestina (Dan 11,25-28), donde llegó el año 169, 143 de la era de los seléucidas. 4

FLAVIO JOSEFO, Ant.

Iud.

6

CELSO, De Medicina

7,25,1; S. EPIFANIO, De Mensurh

12.3,3.

16: P G 43,264.

1 Mácateos 1

960

Saqueo

del templo

1 Macabeos 1

(1,21-24)

Luto

en Israel

961

(1,25-29)

21

El año 143, después de haber vencido a Egipto, Antíoco vino 23 contra Israel, 22 y subió a Jerusalén con un poderoso ejército. Entró altivo en el santuario, arrebató el altar de oro, el candelabro de las luces con todos sus utensilios, la mesa de la proposición, las tazas de las libaciones, las copas, los incensarios, la cortina, las coronas, y arrancó todo el decorado de oro que cubría el templo. 24 Se apoderó asimismo de la plata, del oro y de los vasos preciosos, y se llevó los tesoros ocultos que pudo hallar, y con todo se volvió a su tierra. Sus motivos tenía Antíoco para dirigirse a Jerusalén antes de entrar en Siria. En efecto, durante su permanencia en Egipto circuló el rumor de que había muerto, lo que aprovechó Jasón, animador del partido filoegipcio y ex sumo sacerdote depuesto por el rey, para adueñarse de Jerusalén. Menelao entregó a Antíoco una importante cantidad con el fin de que le nombrara sumo sacerdote. El rey, avaro y necesitado de dinero, satisfizo sus anhelos, lo que obligó a Jasón a huir de Jerusalén y refugiarse en la región de Ammán (2 Mac 4,23-26), en TransJordania. Dispuesto a quitar de en medio a todos sus rivales, aprovechó Menelao los servicios del regente Andrónico para asesinar a Onías III, el sumo sacerdote legítimo, hermano de Jasón. En el golpe de mano que dio este último contra Jerusalén logró apoderarse de la ciudad, pero no pudo expugnar la ciudadela, al norte del templo, en donde se refugió Menelao. AI enterarse Jasón de que Antíoco se acercaba a la ciudad con su poderoso ejército, huyó de nuevo hacia su refugio de TransJordania, buscando asilo entre los nabateos, cuyo rey, Areta I, lo encarceló. Antíoco entró triunfante en Jerusalén. Acompañado por Menelao, sumo sacerdote, penetró en el templo, señalando a su paso por el lugar sagrado los objetos preciosos que debían entrar en el bagaje real (2 Mac 5,11-18). La idea de los derechos de la monarquía divina era tan arraigada, que el dios Epifanes se creía con el derecho de disponer de la riqueza de los templos de su imperio sin cometer un pecado de sacrilegio 7 . Antíoco proclamóse dios después de la victoria sobre Tolomeo VI, añadiendo al nombre el título de Theós Epiphanés, dios manifiesto, es decir, el dios solar Hor, título que lleva Tolomeo V en el decreto de Roseta. Con el tiempo, el simple apelativo de Epíphanés pudo designar más bien un título honorífico, correspondiente a ilustre. También se le conoció por el sobrenombre de epimane, maniático 8 , a causa de su orgullo, que le impulsaba a igualarse con Zeus (Dan 7,8-25; 11,36). 78 ABEL, Histoire I 120. POLIBIO, 26,10. Según Flavio Josefo (Contra Ap. 2,83), son muchos los historiadores, entre ellos Polibio, que narran el saqueo de Jerusalén.

25 26

Hicieron gran matanza y profirieron palabras insolentes. Un gran duelo se levantó en Israel y en todos sus lugares; 27 jefes y ancianos gimieron; las doncellas y los jóvenes languidecieron, la belleza de las jóvenes palideció. 2

8 El recién casado entonó u n a lamentación, y la q u e estaba sentada en la c a m a hizo duelo;

29 tembló la tierra a causa de los que la habitaban, y toda la casa de Jacob se cubrió de confusión.

El saqueo del templo exacerbó el ánimo de los fieles, que demostraron públicamente su disconformidad con el proceder de Antíoco y del sumo sacerdote Menelao. La guardia real debió castigar su valentía con la muerte de los manifestantes, derramando su sangre sobre el pavimento sagrado, ya contaminado por las plantas de un rey gentil (2 Mac 5,12-13). Tal parece ser el sentido de la frase epóiesen fonoktonían (Núm 35,33; Sal 106,38). Es una fantasía de Posidonio de Apamea la noticia de que Antíoco en su visita al templo vio a un hombre barbudo montado sobre un asno y con un libro en las manos. Este relato grotesco dio pie a que se propalara la fábula de que los judíos rendían culto a una cabeza de asno. El pillaje del templo desencadenó un duelo general, que el autor describe empleando el estilo de la quinah, o lamentación. Apolonio

en Jerusalén

(1,30-34)

30

Pasados dos años, envió el rey al jefe de los tributos a las ciudades de Judea y presentóse en Jerusalén con un ejército 31 poderoso. 32 Hablóles con falsía palabras de paz, en las que ellos creyeron. Pero de repente se arrojó sobre la ciudad, causando en ella gran estrago y haciendo perecer a muchos del pueblo de Israel. 33 Saqueó la ciudad y34 la incendió, y destruyó sus casas y los muros que la cercaban. Llevaron cautivas a las mujeres y a los niños y se apoderaron de los ganados. A los dos años del saqueo del templo, a saber, en el año 145 de la era seléucida y 167 antes de Cristo, otro infortunio debía probar al sufrido pueblo judío. Soñaba Antíoco con anexionar Egipto a su imperio. Pero «esta última vez no sucederán las cosas como en la primera» (Dan 11,29), porque una embajada capitaneada por Popilio Laenas entregó a Antíoco el ultimátum del senado romano por el que se le intimaba a que abandonara Egipto si no quería perder la amistad de Roma. Viendo la inutilidad de sus esfuerzos, respondió: «Haré lo que el senado disponga». La noticia de la humillación real llegó a Palestina, llenando de gozo al partido proegipcio, que se forjaba la ilusión de pasar pronto a depender de Tolomeo. Pero fue Jerusalén el blanco de las iras del rey (Dan 11,30). Un emisario real, llamado Apolonio (2 Mac 5,24), penetró en Judea el año 167 antes de Cristo al frente de veintidós mil soldados. Dícese que era el Biblia comentada 2

31

962

1 Macabeos 1

1 Macabeos 1

cobrador de tributos, o el misarca, por ser comandante de los misios. Fingió Apolonio que venía en calidad de amigo, sin abrigar aviesas intenciones contra el pueblo judío. Un sábado reunió sus tropas en los alrededores de la ciudad bajo la mirada curiosa de un público ocioso por la ley del descanso sabático, fiado en las palabras de paz del misarca. Cuando el público era más numeroso y ante el desconcierto general, se lanzaron los soldados contra la muchedumbre, que, presa de pánico, se atrepellaba desordenadamente, buscando la manera de huir de la soldadesca, que blandía sus espadas desenvainadas contra los despavoridos judíos. Día de gran duelo para la ciudad mártir. La fundación

del Acra

(1,35-37)

35

Edificaron la ciudad de David con un muro alto y fuerte, torres también fuertes, convirtiéndola en ciudadela. 36 Instalaron allí gente impía, hombres malvados, que eíi ella se hicieron fuertes. 37 La aprovisionaron de armas y vituallas, y, juntando los despojos de Jerusalén, los depositaron en ella, viniendo a ser para la ciudad un gran lazo. Se cree que, en tiempos de los Macabeos, la expresión ciudad de David se empleaba para designar la población que se levantaba en la colina occidental del templo (2,31; 7,32; 14,36; Ant. Iud. 12, 5,4). Entre el Acra y el templo mediaba el valle del Tiropeón. Desde el lugar alto del Acra dominábase perfectamente la explanada del templo, de manera que los sirios podían hacer abortar o aplastar los intentos de rebelión de parte de los judíos. En esta fortaleza, rodeada de potentes muros, vivía una guarnición militar siria, sus familias y las de algunos judíos apóstatas. Para casos de emergencia, contenía depósitos de armas, víveres y objetos requisados a los particulares.

El santuario

desolado

(1,38-42)

38

Fue una asechanza para el santuario, una grave y continua amenaza para Israel. 39 Derramaron sangre inocente en torno al santuario y lo profanaron. 40 A causa de ello huían los moradores de Jerusalén, que vino a ser habitación de extraños. Se hizo extraña a su propia prole, y sus hijos la abandonaron. 41 Su santuario quedó desolado como el desierto; sus fiestas se convirtieron en duelo; sus sábados en oprobio, y en desprecio su honor. 42 A la medida de su gloria creció su deshonra, y su magnificencia se volvió en duelo. Los ciudadanos del Acra eran dueños de vidas y haciendas. Desde su posición elevada dominaban el templo, ridiculizaban las ceremonias religiosas y hacían extorsión a los peregrinos que acudían al lugar sagrado. Los mismos habitantes de la ciudad, fieles a las tradiciones patrias, huyeron de la misma para no ser el escarnio de sus connacionales apóstatas. El lugar que dejaban era ocupado inmediatamente por algún advenedizo de la gentilidad, de tal manera

963

que, poco a poco, la Ciudad Santa convirtióse en morada de extraños. La vida religiosa se extinguió. El Acra se convirtió, en palabras del autor, en un diablo malo (diábolon ponerán).

Edicto

de Antíoco

(1,43-45)

43

El rey Antíoco publicó un decreto en todo su reino de que todos formaran un solo pueblo, dejando cada uno sus peculia44 res leyes. Todas las naciones se avinieron a la disposición del 45 rey. Muchos de Israel se acomodaron a este culto, sacrificando a los ídolos y profanando el sábado. Dos tesis se debatían entre los judíos: la de los conservadores, que trataban de aislar a Israel del mundo que los rodeaba con el fin de impedir que elementos paganos entraran en el judaismo tradicional; la de los helenizantes, que achacaban al aislamiento el germen de los males que aquejaban a Israel. Abrir las fronteras y permitir que nuevos aires rejuvenecieran una religión y una cultura exótica y retrógrada era la máxima aspiración de los sincretistas judíos. Antíoco, según nuestro texto, quiso terminar con los particularismos dentro de su reino; de ahí el decreto de unificación nacional. Los pueblos paganos no opusieron a ello dificultad alguna; pero Israel sí. Los apóstatas aceptaron satisfechos la imposición real, sacrificando a Los ídolos. EL edicto de Antíoco sobre La abolición del judaismo constituye un hecho decisivo en la historia del pueblo judío.

El edicto

obliga a los judíos

(1,46-52)

46

Por medio de mensajeros, el rey envió a Jerusalén y a las ciudades de Judá órdenes escritas de que siguieran todos aquellas leyes, aunque extrañas al país; 47 que se suprimiesen en el santuario los holocaustos, el sacrificio y 49 la libación; 48 que se profanasen los sábados y las solemnidades; que se contaminase el santuario y el pueblo santo; 5o q U e s e edificasen altares y santuarios y templos idolátricos y se sacrificasen puercos y animales impuros; 51 que dejasen a los hijos incircuncisos; que manchasen sus almas con todo género de impureza y de abominación, de suerte que diesen al olvido la ley y mudasen todas sus instituciones, 52 y que quien se negase a obrar conforme a este decreto del rey fuera condenado a muerte. La ley general se aplicó inexorablemente a los judíos. Un enviado especial de Antíoco notificó a todos el contenido de la orden real. Más que por iniciativa propia, Antíoco decidióse a dar este paso instigado por los judíos apóstatas (Dan 11,30). Empezó Antíoco por abolir el decreto de su padre, Antíoco III, en favor de los judíos, por el cual, entre otros privilegios, se les concedía que «todos los que forman parte del pueblo tienen obligación de vivir conforme a las leyes de sus antepasados» 9 . El pretexto invocado por Epifanes era la reuni9 E. BIKERMANN, Une proclamation seléucide relative au temple de Jérusal em: «Syria», 25 (1946) 67-85; ABEL, Histoire I 89-90. La Ley prohibía comer carne de cerdo (Lev 11,7; Deut 14,8). Eleazar la rechazó (2 Mac 6,18; 7,1), prefiriendo morir a contaminarse con los

964

1 Macabeos 1

1 Macabeos 1

ficación del imperio, resquebrajado por gran variedad de costumbres y religiones. En vez del altar legítimo mandó el rey que se levantaran altares a los falsos dioses (Os io,8; Núm 23,1; Jer 7,31), templos (teméne), con terrenos propios alrededor, y que se multiplicaran por los pueblos, campos y montañas las hornacinas (10,83) con el correspondiente icono del dios en cuyo honor se erigían. Era Antíoco ferviente devoto de Júpiter Olímpico. Pero acaso pretendió que debía ser él el dios que sustituyera a Yahvé. El año 166 acogía con satisfacción el grito enfervorizado de la muchedumbre que en Dafne le aclamaba como Theós Epiphánes Nikéforos. Es de suponer que el culto oficial del rey divinizado establecido por Antíoco III en cada satrapía fue reforzado por Epifanes. A los judíos estaba terminantemente prohibido comer y sacrificar animales impuros (Lev 11,7; Deut 14,8). Antíoco mandó que se sacrificaran cerdos y otros animales impuros, tales como perros, camellos, liebres, etc. Con su decreto había herido de muerte al judaismo ortodoxo. No había lugar ni persona que gozara de pureza legal.

Medidas

diabólicas

(1,S3-S6)

53

Tal fue el decreto publicado en todo el reino. En|todo Israel instituyó inspectores, S 4 y a las ciudades de Judá les dio la55orden, de que sacrificasen cada una por sí, ciudad por ciudad. Se les unieron muchos del pueblo, todos los que abandonaron la Ley. Fueron grandes los males que cometieron en la tierra, S6 obligando a los verdaderos israelitas a ocultarse en todo género de escondrijos. Los inspectores (epískopoi) cuidaron del cumplimiento del decreto en Jerusalén y ciudades de Palestina. La Ley mosaica no autorizaba la celebración de sacrificios fuera de Jerusalén. Las medidas tomadas por Antíoco lograron la adhesión de muchos vacilantes en la fe (Dan 7,27; 11,30). Su ejemplo fue causa de grandes males. Los verdaderos israelitas veíanse obligados a renunciar a la vida de sociedad y a esconderse en parajes solitarios y desérticos, esperando tiempos mejores.

Actos sacrilegos

(1,57-60)

57 El día quince del mes de Casleu del año ciento cuarenta y cinco edificaron sobre el altar la abominación de la desolación, y en las ciudades de Judá de todo alrededor edificaron altares, 58 ofrecieron incienso en las puertas de las casas y en las calles, 59 y los libros de la Ley que hallaban los rasgaban y echaban al

alimentos impuros, profanando la santa alianza (1,63). El sacrificio del cerdo era excepcional en el mundo oriental y griego; solamente era utilizado como víctima en los sacrificios a los dioses infernales. Huesos de cerdo han sido hallados en los santuarios subterráneos de la Palestina cananea, como en Tell el-Fara, al norte de Siquem. Estos sacrificios, con las comidas sagradas que les seguían, habían seducido a los hebreos, que los practicaban aún en el siglo vi (Is 65,4, 66,3.17). La prohibición de comer carne de cerdo tiene un origen religioso, por considerárselo a la vez como animal sagrado e impuro (ABEL-STARCKY, 75-77).

965

fuego. 60 A quien se le hallaba con un libro de la alianza en su poder y observaba la Ley, en virtud del decreto real se le condenaba a muerte. Convertida Jerusalén en ciudad griega, su templo tenía que correr la misma suerte. Por su condición de Polis, el Acra debía incorporarse al santuario local, por ser el templo, a los ojos de los griegos, uno de los elementos principales de la nueva ciudad. De ahí que a principios de diciembre del año 167 empezó la transformación del templo, perdiendo su condición de santuario de Yahvé y convirtiéndose en templo idolátrico. Sobre el altar de ¡os holocaustos fue levantada «la abominación de la desolación». Esta peregrina expresión procede de Daniel (9,27; 11,31; i 2 , n ) , discutiéndose sobre el significado que le quiso dar el profeta. Para Flavio Josefo 10 , confirmado por el v.62 de nuestro texto y 4,43, la frase designa un altar profano de pequeñas dimensiones que se levantó sobre el grandioso altar judío. En 2 Mac 6,2 se alude acaso a un estatua en honor de Júpiter Olímpico. Sea cual fuese su naturaleza específica, se trata evidentemente de algo que desconcertaba a los judíos ortodoxos al ver convertido el templo de Yahvé en guarida de ídolos. Esto era una abominación horrible, idea que expresa el texto original con las palabras hebraicas siqqus mesommem, que representan una deformación intencionada de Baal Shamem, señor del cielo, expresión aramea equivalente a Zeus Olimpo. Baal fue cambiado en siqqus (abominación) y shamem en shomem. Dioses paganos habían arrebatado a Yahvé la propiedad del altar donde antes se le ofrecían sacrificios. Era la primera vez que se cometía tan horrendo crimen. Antes, durante los reinados de Ajab y Manases (2 Re 16,10; 21,1; 23,11-12), Yahvé quedaba en su casa, dueño de la misma, lo que no sucedía ahora. El altar idolátrico empezó a construirse el 15 de Casleu, inaugurándose solemnemente el 25 del mismo mes, por coincidir con el natalicio del rey y las fiestas de Dionisios (2 Mac 6.7) n . Toda Palestina se paganizó. Exponentes del nuevo cambio eran los altares que se levantaron en todas las ciudades, las hornacinas en honor de Apolo, Mercurio, Diana, que en cantidad respetable invadieron los caminos, los campos, los manantiales, los bosques y montes. A las divinidades colocadas en los pórticos de las casas se les ofrecía incienso o se les demostraba devoción con otras manifestaciones externas. Con saña especial, los esbirros del rey quemaron los ejemplares de la Torah que pudieron atrapar, por contenerse allí la regla de fe y costumbres por la que se regía el pueblo judío. 10 11

Ant. Iud. 12,5,4. H.H. ROWLEY, Menelaus and the Abomination of Desolation: «Studia Orientalia Ioanni Pedersen dicata» (Copenhague 1953) 303-315; H. BÉVENOT, Execratio vastasionis: RB 45 (1936) 53-65; O. ÉISSFELDT, Baalsamem und Yahve: ZAW 57 (1939) 1-31.

966

1 Macabeos 2

Firmes

en la fe

(1,61-66)

61 Por estar ellos en el poder, procedían de esta manera en las ciudades, 62 un mes y otro mes, contra los israelitas que eran descubiertos. El veinticinco del mes ofrecían sacrificios 63sobre el altar construido sobre el antiguo de los holocaustos. Las mujeres que circuncidaban a sus hijos eran muertas, según el decreto, 64 c o n los hijos colgados a su cuello, ejecutándose al mismo tiempo65 a sus familiares y a los que habían practicado la circuncisión. Muchos en Israel se mantuvieron fuertes en su resolución de no comer cosa impura, prefiriendo morir a contaminarse con los alimentos y profanar la santa alianza, y por ello murieron. 66 Muy grande fue la cólera que descargó sobre Israel.

Cada año, en el natalicio de Antíoco, se tenían grandes banquetes en los que se servía la carne sacrificada a los ídolos. Los inspectores reales tenían la misión de recorrer las ciudades con el fin de arrestar a los que no asistían a los actos oficiales en honor del rey (2 Mac 6,7). Se perseguía la práctica de la circuncisión, matando a la madre que la autorizaba, a los familiares de la misma y al encargado de ejecutarla. Para que la muerte de las madres fuera más cruel, se les entregaban sus propios hijos, que morían conjuntamente, suspendidos del cuello de la que les había dado la vida 12 . El autor sagrado ha puesto de relieve la conducta de muchos judíos que se doblegaron a las órdenes del rey. Muchos otros huyeron al desierto para no contaminarse y poder observar la Ley, o lucharon valientemente con las armas al lado de los jefes asmoneos, y muchos prefirieron morir a quebrantar los preceptos graves que les imponía la Ley mosaica. El autor sagrado reconoce que los males que afligieron a Israel fueron efecto de un castigo que infirió Dios a su pueblo por sus muchos pecados (2 Mac 6,17; 6,12; 7.8.33; 8,5). PRIMERA

UN HÉROE

NACIONAL:

Familia

PARTE

MATATÍAS

de Matatías

(2,1-69)

(2,1-5)

1

Se levantó por entonces Matatías, hijo de Juan, hijo de Simeón, sacerdote, de los hijos de Joarib, que abandonó Jerusalén y se estableció en Modín. 2 Tenía cinco hijos: Juan, ape3 llidado s Caddis; Simón, llamado Tasi; * Judas, apellidado Macabeo; Eleazar, apellidado Abarán, y Jonatán, llamado Apfos. La figura de Matatías entra en la historia en los días en que arreciaba la persecución de Antíoco, que llegó a su grado máximo al «edificar sobre el altar la abominación de la desolación» (1,57). Muchos oponían una resistencia pasiva (1,56), pero faltaba un jefe l 2 FLAVIO JOSEFO, Ant.

Iud.

12,5,4; 2 Mac

6,10.

967

1 Macabeos 2

que aunara a los descontentos y formara una fuerza capaz de neutralizar las órdenes reales. En la genealogía de Matatías se mencionan tres personajes: Juan, Simeón y Joarib. No se dice que Matatías fuera sacerdote. Al mencionar Flavio Josefo a Simeón 1 le da el apelativo de asmoneo. En otro lugar 2 afirma que el padre de Matatías se llamaba Asmoneo. ¿Trátase de un nombre propio o de un sobrenombre de Simeón? La segunda hipótesis es la más probable. Se ignora cuál sea la significación del término asmoneo. Acaso procede de hasmannim (Sal 68,32), o puede ser un apelativo geográfico de Hesmon, localidad de la tribu de Judá (Jos 15,27). La frase griega del texto apó Jerusalem, ¿indica lugar de origen de la familia o es un complemento de movimiento? En este segundo supuesto (ABEL, GRANDCLAUDON, PENNA) indicaría el texto que Matatías siguió el ejemplo de muchos israelitas, que, indignados por la situación religiosa de Jerusalén, huyeron a las ciudades de provincias menos influenciadas por el helenismo (1,40). Matatías se retiró a Modín, lugar que ocupa el pueblo actual de Medieh, o el Midya, a 10 kilómetros al este de Lidda y a 30 al noroeste de Jerusalén. Lamentaciones

de Matatías

(2,6-14)

6

Viendo las abominaciones cometidas en Judá y en Jerusalén, dijo: 7 «¡Ay de mí! ¿Por qué nací yo, para ver la ruina de mi pueblo y la ruina de la Ciudad Santa, obligado a habitar aquí mientras es entregada a los enemigos la Ciudad Santa 8 y el santuario en manos de los extranjeros? Su templo ha llegado a ser como un hombre deshonrado; 9 los instrumentos de su gloria han sido llevados cautivos; sus niños, muertos en10 las plazas, y sus jóvenes, caídos bajo la espada del enemigo. ¿Qué nación no la ha desheredado de sus derechos reales y no se ha apoderado de sus despojos? n Todo 12 su ornato le fue arrebatado, y la que era libre fue hecha esclava. He aquí que nuestro santuario, que era nuestro honor y nuestra gloria, está desolado, profanado por las gentes. 13 ¿Para qué vivir?» 14 Rasgaron Matatías y sus hijos sus vestiduras y se vistieron de saco e hicieron gran duelo. A Matatías se le partía el corazón al contemplar el avance de la impiedad y la inacción de los que podían y debían atajarlo. La lamentación contenida en los v.8-13 está en forma rimada, imitando las lamentaciones de Jeremías y repitiendo frases y conceptos que suponen un conocimiento perfecto del texto bíblico. El autor pone la lamentación en boca de Matatías, tratando de interpretar los sentimientos que le embargaban ante el panorama religioso y político de la nación. Jerusalén ha perdido su encanto (Lam 2,1), como una flor ajada o una mujer libre que degenera en esclava. El templo ha sido vaciado, quedando los gentiles dueños 1 Ant. Iud. 12,6,1. 2 Bell, Iud. 1,36.

968

1 Macabeos 2

1 Macabeos 2

del mismo. Si tal es la triste realidad, ¿vale la pena vivir? A estas palabras de dolor acompañó la acción de rasgar las vestiduras y vestirse de saco (Gen 37,34; Núm 14,6; Jos 7,6; Jer 6,26, etc.).

eran los ríñones la sede de las pasiones (Sal 73,21; Nah 2,10; Ez 29,7). El texto original añade que «dejó subir una justa cólera» (Prov 15,1), expresión semítica que se basa en la experiencia de sentir subir como una ola hasta manifestarse por la nariz con el soplo o resoplido. La cólera de Matatías está conforme al derecho, por cuanto el Deuteronomio (13,7-12; 17,2-7) prescribía que se matara a los idólatras y a los que inducían a otros a cometer tan horrendo crimen. Junto con el judío cayó muerto el enviado del rey (ton andra tou basiléos). Según Flavio Josefo 3 , este último se llamaba Apelles, nombre que algunos autores creen que ha entrado en el texto por una confusión con Apolonio (1,29; 3,10). El autor sagrado aprueba explícitamente el gesto de Matatías, comparándolo con el de Finés (Núm 25,7-8), hijo de Eleazar, hijo de Aarón, el antepasado de la línea sadocita de los sumos sacerdotes (1 Crón 6,35-37).

Invitación

al sacrilegio

(2,15-18)

5

1 En tanto, llegaron a la ciudad de Modín los delegados del rey, encargados de forzar a la apostasía y organizar los sacrificios. 16 Muchos israelitas se unieron7 a ellos, mientras Matatías y sus hijos se mantenían apartados. I Los enviados del rey dirigiéronse a Matatías y le dijeron: «Tú eres un jefe, un hombre ilustre y18 un magnate en esta ciudad, apoyado por hijos y hermanos; acércate, pues, el primero, y haz conforme al decreto del rey, como hacen todas las naciones, los hombres de Judá y los que quedaron en Jerusalén. Y seréis tú y tus hijos los amigos del rey, y seréis enriquecidos, tú y tus hijos, de plata, oro y muchas mercedes».

Sangre en el desierto

El plan de Antíoco tendía a la helenización de todos los rincones de Palestina. En su gira a través de las ciudades y pueblos, los emisarios (prostates) del rey llegaron a Modín, con el fin de cumplir con la misión que se les había confiado. Comprobaron que el pueblo se retraía. Con lenguaje adulador invitaron a Matatías a dar ejemplo de lealtad al monarca sirio, prometiéndole su amistad y mucho dinero. No le amenazan con la muerte en caso de negarse a sacrificar. Los amigos del rey eran asociados al poder. En la corte seléucida había amigos y primeros amigos (10,65; n>27; 2 Mac 8,9). Negativa

de Matatías

Alzó luego Matatías el grito en la ciudad, y dijo: «¡Todo el que sienta celo por la Ley y sostenga la alianza, sígame!» Y huyeron él y sus hijos a los montes, abandonando cuanto tenían en la ciudad. 29 Entonces muchos 30que suspiraban por la justicia y la equidad bajaron al desierto para habitar allí, así ellos como sus hijos 31y sus mujeres y sus ganados, pues los males pesaban sobre ellos. Y así que llegó a noticia de los enviados del rey y de las fuerzas que había en Jerusalén, en la ciudad de David, que aquellos hombres, desobedeciendo el decreto del rey, habían bajado para esconderse en el desierto, y que muchos los habían seguido, 32 los sorprendieron; y acampando enfrente de ellos, se dispusieron a atacarles en día de sábado. 33 Y les decían: «Basta con lo hecho hasta aquí. Salid y cumplid el decreto del rey, y viviréis». 34 Ellos contestaron: «No saldremos,35ni haremos lo mandado por el3Srey, profanando el sábado». En seguida los acometieron, y ellos no les respondieron, ni les lanzaron una piedra, ni taparon sus escondrijos, 37 diciendo: «Muramos todos en nuestra inocencia, y el cielo y38 la tierra serán testigos de que injustamente nos hacéis morir». Y, acometidos en día de sábado, murieron ellos, sus mujeres, sus hijos y sus ganados, hasta mil hombres. 28

(2,19-22)

A lo que contestó Matatías en alta voz: «Aunque todas las naciones que forman el imperio abandonen el culto de sus padres y se sometan a vuestros mandatos, 20 yo y mis hijos y mis hermanos viviremos en la alianza de nuestros padres. 21 Líbrenos Dios de abandonar la Ley y sus preceptos. 22 No escucharemos las órdenes del rey para salimos de nuestro culto, ni a la derecha ni a la izquierda».

Degüello de un judío (2,23-26) Apenas había terminado de hablar, cuando en presencia de todos se acercó un judío para quemar incienso en el altar que había en Modín, según el decreto del rey. 24 Al verlo Matatías, se indignó hasta estremecerse, 2Sy, llevado de justa ira, fue corriendo y le degolló sobre el altar. Al mismo tiempo mató al enviado del rey, que obligaba a sacrificar, y destruyó el altar. 26 Así mostró su celo por la Ley, como había hecho Finés con Zambri, hijo de Salom. 23

Dice el texto que a Matatías se le estremecieron los ríñones (kai etrómesan oi nefroi). Según la mentalidad semítica antigua,

(2,27-38)

27

19

Cualquier vacilación por parte de Matatías podía arrastrar a todo un pueblo a la idolatría. Su actitud fue invocada para legitimar la rebelión contra Antíoco.

969

La actitud del pueblo ante la invitación de los enviados reales confirmó a Matatías en la impresión de que el pueblo judío se mantenía fiel a la religión de sus padres. Los que obedecían al rey eran llevados por el interés o por el miedo. Calculó él que al enarbolar la bandera de la rebelión serían muchos los que se aprestarían a defenderla. De ahí su proclama y su llamamiento a los que se sentían todavía solidarios con la supervivencia de su pueblo. Anticipándose al maquis de hoy día, abandonaron Modín, situada al borde de la Sefela, y huyeron a las montañas centrales del país (hahar, Jos 10,40; 11,16; Le 1,39), donde encontrarían grutas naturales para guarecerse, piedras para defenderse de sus perseguidores 3

Ant. Iud. 12,6,2.

970

1 Macabeos

2

1 Macabeos

y acantilados para tener en jaque a las tropas enemigas en caso de que Antíoco mandara contra ellos su ejército. Al lado de este puñado de valientes de Modín hubo otros que, animados por los mismos ideales, imitaron su ejemplo. Pero les faltó arranque para desprenderse «de cuanto tenían en la ciudad», huyendo al desierto para habitar allí con sus hijos, sus mujeres y sus ganados. Con el término genérico de midbar, eremos, se designaba el terreno comprendido entre el-Asur hasta el sur del mar Muerto, o, más concretamente, el llamado desierto de Tecua. La guarnición siria de Jerusalén y provincias tuvo noticia del éxodo de judíos ortodoxos hacia el desierto, enviando contra ellos un destacamento de soldados. El encuentro con los fugitivos tuvo lugar en día de sábado. Las tropas de Antíoco escogieron adrede el día de sábado para presentar batalla, convencidos de que en dicho día no ofrecerían resistencia. El año 320 antes de Cristo, Tolomeo había conquistado la ciudad de Jerusalén sin lucha en día de sábado. Los Hasidim, dada su mentalidad rigorista, comprenden que no les es posible salir de su escondite sin profanar el descanso sabático, conforme al texto de Ex 16,29. En el peser de Habacuc, hallado en Qumrán, se habla de que el sacerdote impío persiguió al maestro de justicia. «Durante la fiesta del descanso del día Hakkipurim se presentó a ellos para que tropezaran en el día del ayuno, que es para ellos un sábado de reposo» 4 . Mueren ellos mártires de sus peculiares concepciones acerca del sábado. No especifica el texto qué género de muerte les alcanzó. Flavio Josefo 5 dice que perecieron asfixiados por el humo en el interior de sus antros, noticia esta respaldada por 2 Mac 6,ir.

Duelo de Matatías

Los asideos

971

2

(2,42-44)

42

Entonces se unió a ellos un grupo de asideos, israelitas, valientes, todos adictos a la Ley. 43 Cuantos buscaban escapar a la persecución se unían a ellos, acrecentándose así sus fuerzas. 44 Formaron un ejército, hirieron a los pecadores en su ira y a los impíos en su furor. Los restantes buscaban su salvación entre los gentiles. La chispa revolucionaria había prendido en todo Israel. Al grupo insignificante de Matatías, de sus hijos y familiares, se unieron los que huyeron al desierto y, últimamente, los asideos. ¿Quiénes eran éstos? El texto revela dos de sus características peculiares: adictos a la Ley y valientes guerreros. Los asideos (griego asidaioi; hebreo hasidim, los piadosos), que existían antes de los Macabeos, aparecen en nuestro libro formando un grupo aparte, distinto del que inició la resistencia contra el helenismo, con Matatías por jefe, y más aún de aquellos que en un tiempo flirtearon con los gentiles. No eran ni monjes ni guerreros en el sentido pleno de la palabra, pero tenían un poco de ambas cualidades. Los asideos, no obstante su adhesión a los Macabeos (2 Mac 14,6), formaron un grupo distinto, hasta el punto de llamarse fariseos o separados por haberse opuesto a los asmoneos (7,13). N o siempre compartían ellos el pensamiento de éstos, y en algunas ocasiones manifestaron puntos de enfoque opuestos (7,13). Existe hoy día una tendencia a considerar a los asideos como el tronco de donde surgió la comunidad esenia de los sectarios del mar Muerto. Tres veces aparece su nombre en el libro de los Macabeos (2,42; 7,13; 2 Mac 14,6). Sin embargo, se cree que en la lucha contra el helenismo tuvieron ellos gran influencia. 7

(2,39-41)

39

Cuando Matatías y sus amigos lo supieron, se dolieron grandemente, 40 pero dijeron: «Si todos hacemos como nuestros hermanos han hecho, no combatiendo contra los gentiles por nuestras vidas y nuestras leyes, pronto nos exterminarán de la tierra». 41 Y tomaron aquel día esta resolución: Todo hombre, quienquiera que sea, que en día de sábado viniese a pelear contra nosotros, será de nosotros combatido, y no nos dejaremos matar todos, como nuestros hermanos, en sus escondrijos. Según Flavio Josefo 6 , fueron algunos de los supervivientes los que contaron a Matatías lo sucedido. Acaso discrepaban ellos de la manera de pensar de sus compañeros, salvándose gracias a su interpretación recta de la ley del descanso sabático. Matatías, en vista de lo sucedido, decretó que en adelante no será lícito tomar la ofensiva en día de sábado o de fiesta, pero todos estarán obligados a defenderse en caso de ser atacados. La concepción rigorista del descanso sabático nació en la época persa (Neh 13,19-20). 4 L. ARNALDICH, El Cristo del Evangelio y el supuesto Cristo del mar Muerto: «Verdad y Vida», 11 (1953) 57-715 Ant. Iud. l.c. 6 Ant. Iud. 12,6,2.

Campañas

de Matatías

(2,45-48)

45

Recorrieron Matatías y sus amigos las ciudades, destruyendo altares 4S y obligando a circuncidar a cuantos niños encontraban incircuncisos en los confines de Israel. 47 Dieron caza a los insolentes, y sus operaciones tuvieron pleno éxito. 48 Arrancaron la Ley de manos de los gentiles y de los reyes y no dejaron prosperar al pecador. El temor a las represalias había inducido a muchas familias al abandono de la práctica de la circuncisión. Por haber huido los helenizantes, buscando refugio entre los gentiles, las gentes de los pueblos que se mantenían fieles a su fe ayudaron a Matatías en la labor del saneamiento religioso de Israel. Con particular ahínco perseguían a los hijos de la arrogancia, o sea a los emisarios reales que se vanagloriaban de haber acabado con el judaismo. Matatías y los suyos arrancaron la Ley de manos de los gentiles y de los reyes, quebrantando el cuerno del impío (Sal 75,5-6; 89,18.25; 92,11), aludiendo a Antíoco Epifanes. 7 Véase PENNA, Gli Asidei l.c, 61-63, con abundante bibliografía, y ABEL-STARCKY, l.c, 56-59-

972

1 Macabeos 2

Testamento de Matatías

973

1 Macabeos 3

(2,49-68)

49 Acercándose el fin de los días de Matatías, dijo éste a sus hijos: «Al presente triunfa 50la soberbia y el castigo, es tiempo de ruina y de furiosa cólera. Hijos míos, mostraos celadores de la Ley y dad la vida por la alianza de nuestros mayores. 5 l Acordaos de las hazañas de vuestros52padres en sus días y alcanzaréis gran gloria y nombre eterno. ¡No fue Abraham hallado fiel y le fue imputado a justicia? 53 En el tiempo de 54 la tribulación, José guardó la Ley, y vino a ser señor de Egipto. Finés, nuestro padre, por su gran celo recibió la promesa del sacerdocio eterno. 55 56 Josué, por la observancia de la Ley, llegó a ser juez de Israel. Caleb, por su testimonio ante el pueblo, recibió la heredad de la tierra. 51 David, por su58misericordia, heredó el trono real por los siglos de los siglos. Elias, por su gran celo de la Ley, fue arrebatado al cielo. 59 60Ananias, Azarías y Misael, por su fe, fueron librados del fuego. Daniel, por su inocencia, fue libertado de la boca de los leones. 6l Recorred de este modo todas las generaciones, y veréis cómo ninguno que confía en Dios es confundido. 62 No temáis las amenazas de este 63 malvado, porque su gloria se volverá en estiércol y en gusanos. Hoy se engríe, pero mañana no será hallado, porque se habrá vuelto al polvo y se habrán disipado sus planes. 64 Vosotros, hijos míos, cobrad ánimo, combatid6Svaronilmente por la Ley, que con esto vendréis a ser gloriosos. Yo sé que Simón, vuestro hermano, es hombre de consejo; oídle siempre, y sea él vuestro padre. 66 Judas el Macabeo es fuerte y vigoroso desde su mocedad; que sea el capitán del ejército y quien dirija la guerra contra las naciones. 67 Atraed a vosotros a todos los cumplidores de la Ley, y tomad severa venganza de los ultrajes a vuestro pueblo. 68 Dad a los gentiles su merecido y atended a la observancia de los preceptos de la Ley».

Como otro Jacob, Matatías, ya viejo y agotado por sus campañas, reunió en torno a su lecho a sus hijos para dictarles su testamento, pronunciando palabras de bendición, como Jacob y Moisés. Empieza por recordarles la gravedad de los tiempos que corren. Estas circunstancias adversas no deben descorazonarles, antes bien, deben servir de acicate para estimularles a la lucha hasta conseguir el triunfo definitivo, dando por ello la vida si fuere necesario. La historia demuestra que Dios no desampara nunca a los que le permanecen fieles. Ningún temor deben inspirarles las amenazas de Antíoco, que, al igual que los otros hombres, acabará por reducirse a polvo, estiércol y gusanos (2 Mac 9,9). Dios, en cambio, permanece eternamente y maneja en sus dedos los hilos de la historia. La lucha contra el hombre de pecado (andros amartolou, v.62) puede prolongarse más o menos; pero acabará con la victoria de los que combaten con fe las batallas del Señor. El testamento de Matatías aparece en algunos puntos en forma estandardizada y recuerda Ecli 44-50. El texto supone un conocimiento, al menos vago, de sucesos que se narran en el curso del libro, posteriores a la muerte de Matatías. En el v.62 se halla una alusión bastante clara a la enfermedad que acabó con Antíoco. De los hijos de Matatías sólo

se mencionan el primero y el último. Puede admitirse que el autor sagrado ha vaciado en su texto algunas de las ideas y conceptos que le embargaban en el momento de escribirlo. El testamento de Matatías está en estilo poético. El género literario de «testamentos» estaba en boga, como demuestran los descubrimientos de Qumrán. Muerte

de Matatías

(2,69-70)

69

Y, bendiciéndoles, fue a reunirse con sus padres. 70 Murió el año ciento cuarenta y seis, y los hijos le sepultaron en el sepulcro de sus padres, en Modín, y todo Israel hizo por él gran llanto. La muerte significa reunirse con los padres (Gen 25,8; 35,29; 49,33). El año seléucida 146 corresponde al 166 antes de Cristo. Afirma Flavio Josefo que Matatías estuvo un año al frente de los insurrectos. Quizá fueron solamente unos meses. El impulso estaba dado; faltaba continuar la tarea, que sus hijos llevarían a cabo brillantemente. SEGUNDA PARTE

LA

GUERRA

DE

Elogio

LA INDEPENDENCIA MACABEO (3,1-9,22) del

nuevo

jefe

BAJO

JUDAS

(3,1-9)

1

Le sucedió Judas, apellidado Macabeo, 2 a quien apoyaron sus hermanos y cuantos habían seguido a su padre, y combatían alegremente los combates de Israel. 3 Y dilató la gloria de su pueblo y, como héroe, se vistió la coraza, y se ciñó sus armas para guerrear, y4 trabó batallas, protegiendo con su espada el campamento. Por sus hazañas se pareció al león y5 al cachorro que ruge en busca de la presa. Persiguió a los impíos, despistándoles, y6 entregó a las llamas a los perturbadores de su pueblo. Los impíos se sobrecogieron de miedo ante él; los obradores de la iniquidad se turbaron. En sus manos llegó a buen término la salvación. 7 Dio en qué entender a muchos reyes, y fue el regocijo de Jacob con sus hazañas. Por los siglos perdurará su memoria en bendición. 8 Recorrió las ciudades de Judá, exterminó a los impíos de ellas y alejó de Israel la ira. 9 Llegó su nombre hasta los confines de la tierra, y reunió a los dispersos. Judas Macabeo sucede a su padre. Los guerreros que antes se habían puesto incondicionalmente a las órdenes de Matatías (2,28-45) apoyaron con alegría las empresas del nuevo jefe. El chispazo pro-

1 Macabeos 3

974

ducido en Modín llevaba trazas de convertirse en una hoguera de entusiasmo que debía tener en jaque a los jefes del helenismo. El autor sagrado teje un elogio del nuevo héroe del yahvismo. Por él la fama de Israel traspasó las fronteras, que su hermano Simón ensanchará (14,6). Su figura es como la de un gigante. Marcha a la cabeza de sus tropas. Es intrépido y arrojado como un león (Gen 49,9; Núm 23,24; 24,9; 2 Mac 11,11), como un cachorro de león ruge por la presa, pidiendo así a Dios su alimento (Sal 104,21). Sus connacionales afiliados al helenismo eran la mira de sus pesquisas, entregando a la hoguera los culpables (5,5; 5,44; 2 Mac 8,33). Combatió victoriosamente contra Antíoco Epifanes, Antíoco Eupator y Demetrio I. Sus victorias elevaron la moral del pueblo y eran celebradas con cánticos y odas en toda la nación. Su fama llegó a Roma (8,i7ss; 2 Mac 1 i,34ss).

Derrota

de Apolonio

(3,10-12)

1° Apolonio movilizó a los gentiles y a un fuerte ejército de Samaría para hacer la guerra contra Israel. u Así que lo supo Judas, le salió al encuentro, derrotóle y le dio muerte. Muchos cayeron gravemente heridos y huyeron los demás. 12 Se apoderó de sus despojos y de la espada de Apolonio, de la cual se sirvió en la guerra todos los días de su vida. Las gentes que se apiñaron en torno a Judas Macabeo crecían en número de día en día. Las autoridades de Jerusalén calcularon que para infligirles una derrota definitiva necesitaban refuerzos de fuera, buscándolos en Samaria. Apolonio (tes samareías strategós) estaba al frente de las tropas apostadas en Samaria, distrito de la Celesiria. Era meridarca de los territorios de Samaria y Judea (2 Mac 6,2). No tomaron parte en la lucha sus soldados de Misia (1,29). Apolonio vio en ello una ocasión propicia para descargar su saña contra los odiados judíos. Pero el Macabeo no estaba desprevenido; le atacó de improviso, dejando muchos muertos sobre el campo, entre los cuales figuraba el mismo Apolonio 1. ¿Dónde se produjo este encuentro? No lo declara el texto. Cabe suponer que el teatro de la lucha fue en un lugar entre Jerusalén y Samaria, al descampado, en el año 166.

Ilusiones

de Serón

(3,13-17)

13 Cuando llegó a oídos de Serón, jefe del ejército de Siria, que Judas había juntado gente y 4que una muchedumbre de fieles a la ley combatía a su lado, 1 se dijo: «Me haré famoso y ganaré gloria en el reino combatiendo5 a Judas y a los suyos, que desprecian los decretos del rey». 1 Y, preparada la segunda expedición, salió y subió con poderoso ejército, al cual se unieron los impíos para apoyarle y tomar venganza de los hijos de Israel. 16 Cuando llegaban a la subida de7 Betorón, les salió al paso Judas con un puñado de hombres. 1 Estos, viendo el ejér1

Ant. Iud. 12,5,5.

975

1 Macabeos 3

cito que venía contra ellos, dijeron a Judas: «¿Cómo podremos nosotros, tan pocos, luchar contra tan poderosa muchedumbre, y menos estando, como estamos hoy, extenuados por el ayuno ?» La derrota de Apolonio tuvo repercusiones en el reino seléucida. Un general del cuerpo de ejército regular de Celesiria quiso borrar la ignominia del ejército sirio con una expedición de castigo y aprovechar la acción para cubrirse de gloria ante el soberano. A los soldados que reclutó en Siria se les juntaron algunos judíos apóstatas (2,44). Los impíos, como los llama el texto, más que en cubrirse de gloria, soñaban en la posibilidad de regresar a sus hogares, recobrar sus posesiones y vengarse de aquellos que les constreñían a expatriarse. De Serón no se tienen otras noticias. El camino que siguió el ejército de Serón fue probablemente el de la costa. Al llegar a la altura de Modín no vislumbró Serón trazas del enemigo. Con precaución internóse hasta Betorón Bajo, donde acampó con su ejército 2 . Más tarde continuó su avance hacia la subida de Betorón (Jos 10,10-11), con ánimo de proseguir su camino hacia el este. Pero Judas, apostado en la cima de la subida empinada y rocosa, le cortó el paso. Según los cálculos humanos, era tanta la desproporción numérica, que la derrota se mascaba. A ello se añadía la circunstancia de estar extenuados por el hambre, provocada, o bien por un ayuno legal, o por la misma condición de guerreros errantes (Jue 8,15; 2 Sam 16,2.14). La única ventaja del ejército de Judas, aparte de la invisible ayuda del cielo, era la situación estratégica. En Betorón encontraron la muerte los legionarios del legado Cestio Gallus, al principio de la primera revuelta.

Judas arenga

a sus tropas

(3,18-22)

18 Pero Judas les contestó: «Fácil cosa es entregar una muchedumbre en manos de pocos, que para el Dios del9cielo no hay diferencia entre salvar con muchos o con pocos; 1 y no está en la muchedumbre la victoria en la guerra: del cielo viene la fuerza. 20 Estos llegan a nosotros llenos de orgullo e impiedad, para apoderarse de nosotros, de nuestras mujeres e hijos, y saquearnos, 21 mientras22que nosotros luchamos por nuestras vidas y por nuestras leyes. El los aplastará a nuestros ojos; no tengáis miedo de ellos». La idea que desarrolló Jonatás para infundir ánimo a su escudero (1 Sam 14,6) sirve ahora a Judas para levantar la moral de los suyos. Dios luchará con Judas y su ejército. Tener miedo significa no tener fe.

Derrota

de Serón

(3,23-26)

23 Así que acabó de hablar, los acometió con decisión, derrotando a Serón y a su ejército. 24 Los persiguió Judas por la bajada de Betorón hasta el llano, quedando en el campo unos ochocientos hombres y huyendo los demás a tierra de los filis2 Ant. Iud. 12,7,1.

976

1 Macabeos 3

1 Macabeos 3

977

25

teos. Con esto, el espanto y el miedo 26 a Judas y a sus hermanos se apoderó de las naciones vecinas. La fama de su nombre llegó hasta el rey, y en todas las naciones se contaban sus batallas.

ir en busca de dinero, pero no lo excluye. Sabido es que los seléucidas andaban siempre escasos de éljiespués de la derrota sufrida en Magnesia (189 a. C ) . Sin embargo, era proverbial la munificencia de Antíoco (POLIBIO, 30,25).

Es célebre en la historia de Israel la subida de Betorón. Allí derrotó Josué a los amorreos (Jos io,io); por la misma escaparon los filisteos expulsados de Micmas (i Sam 14,39). Una vez enardecidos los ánimos con las palabras de Judas, el diminuto ejército se lanzó contra el enemigo, que, imposibilitado de maniobrar por la estrechez del terreno, se replegó hacia la llanura, perseguido por Judas. El país de los filisteos (en griego: paralia) es la zona marítima (15,38). Después de esta batalla comenzó a tomarse en serio la existencia de Judas y de su ejército. No se trataba de vulgares bandas de rebeldes y de descontentos, sino de un ejército bien disciplinado. Sin embargo, es prematuro decir que la fama de Judas corría por las naciones. Estas escaramuzas y victorias sobre el ejército sirio levantaron la moral de los judíos ortodoxos; los débiles en la fe se reafirmaban en sus creencias; los apóstatas temían por su porvenir; las autoridades civiles y el ejército sirio perdían prestigio a los ojos de sus simpatizantes. El mismo rey se enteró de la hombrada de Serón, que terminó con un resonante descalabro militar.

Movilización

general

(3,27-31)

27

El rey Antíoco, en teniendo noticia de estos sucesos, se encendió en ira, y dio orden de28juntar todas las fuerzas del reino, un ejército poderosísimo. Abrió sus tesoros y pagó la soldada a su ejército por un año, ordenando que estuviesen preparados para todo evento. 2£> Viendo el rey que sus tesoros habían quedado exhaustos y que los tributos eran escasos por las disensiones y calamidades que él había traído sobre la tierra, en su empeño de suprimir las leyes que habían estado en uso desde los días antiguos, 30 temió no tener, como otras veces le había sucedido, para los gastos y los donativos, que solía repartir con31más larga mano y mayor prodigalidad que sus antecesores. En este grave aprieto, resolvió ir a Persia a cobrar los tributos de las provincias y reunir mucho dinero. A un jefe de distrito, Apolonio, siguió un general de provincia, Serón, y, finalmente, el mismo rey. En los días en que el monarca se enteró de que las cosas de Palestina marchaban mal, estaba planeando una expedición a Oriente, con el fin de castigar al rey de los partos. No le era posible de momento dirigir la campaña de Palestina. Pero pensaba que la victoria sobre el rey Arsaces VI aseguraría la paz en Oriente y llenaría las arcas reales para hacer frente a los gastos militares. De momento, y para asegurarse la fidelidad de las tropas, les pagó el sueldo de un año, prometiendo ser más generoso de regreso de Persia. Tácito afirma que el motivo que impidió a Antíoco helenizar todo el imperio fue la guerra contra los partos 3 . Nada dice Tácito sobre el proyecto del rey de 3 Hüt. 5,8.

Antíoco

delega

a Lisias

(3,32-37)

32 Dejó a Lisias, hombre ilustre y de linaje real, al frente de los negocios del reino desde el Eufrates hasta los confínes de Egip33 to y con el cargo de velar por su hijo Antíoco hasta su vuelta. 34 Puso a su disposición la mitad de su ejército y los elefantes, encomendándole la ejecución de sus planes, y sobre todo lo de Judea y Jerusalén. 35 Debía enviar contra ellos el ejército, aplastar y destruir la fuerza de Israel y las reliquias de Jerusalén, hasta borrar de la tierra su memoria, 36 e instalar extranjeros en sus confínes, distribuyéndoles la tierra por suerte. 37 La otra mitad del ejército la llevó consigo el rey, que partió de Antioquía, la capital de su reino, el año ciento cuarenta y siete, y, atravesando el Eufrates, se dirigió hacia las regiones altas. Era Lisias hombre ilustre (éndoxos) y pariente del rey (2 Mac 11, 1; Jer 41,1), sin que podamos precisar el grado de este parentesco. Acaso se trata más bien de un título honorífico que se concedía para premiar los méritos de algún personaje. A Lisias dejó Antíoco el cuidado de la parte occidental del reino, a saber: todo el territorio comprendido entre el Eufrates y Egipto, excepto Chipre. Nombróle además tutor de su hijo Antíoco Eupator (6,17), que contaba entonces nueve años de edad. Una parte del ejército fue puesta a disposición de Lisias, así como los elefantes, que de nada servirían al rey en su campaña por regiones montañosas. Las órdenes reales eran severísimas: liquidación total del judaismo. Dadas las órdenes pertinentes al regente Lisias, el rey se marchó hacia las regiones altas, esto es, tomó la dirección nordeste, hacia la meseta del Irán. La fecha de partida fue el año 147 de la era seléucida, que corresponde al año 165 a. C. De esta expedición real se ocupará más tarde nuestro libro (6,1-16).

Soldados

sirios en Emaús

(3,38-41)

38

Escogió Lisias a Tolomeo, hijo de Dorimeno; a Nicanor y39 a Gorgias, varones valerosos de entre los amigos del rey; y envió con ellos cuarenta mil hombres y siete mil caballos para invadir la Judea y arrasarla, según el mandato del rey. 40 Partieron con todo su41ejército y vinieron a acampar cerca de Emaús, en la llanura. Cuando los mercaderes de la región tuvieron noticia de su llegada, tomaron muchísima plata, oro y cadenas para comprar los hijos de Israel como esclavos. A ellos se agregaron fuerzas de Idumea y del país de los filisteos. No podía Lisias abandonar la capital del imperio, por lo que encargó a Tolomeo organizara y dirigiera la campaña contra Palestina. Tolomeo, que en otro tiempo favoreció la causa de Menelao (2 Mac 4,45), era gobernador de Celesiria y Fenicia. De momento

97S

1 Macabeos 3

Consejo

de los Macabeos

(3,42-45)

42

Viendo Judas y sus hermanos que las cosas iban de mal en peor y que los ejércitos acampaban en sus confines, y conocedores de las órdenes dadas por el rey de destruir y exterminar al pueblo, 43 se dijeron unos a otros: «Salvemos a nuestra nación de su44ruina y combatamos por nuestro pueblo y por el santuario». Y convocaron la asamblea para disponerse a la guerra, orando e implorando clemencia y misericordia. 45 Jerusalén estaba despoblada como un desierto; no había quien de sus hijos entrase o saliese. Su santuario estaba conculcado, y los hijos de los extranjeros moraban en la ciudadela. Era ésta albergue de Jos gentiles; el gozo de Jacob había desaparecido, y habían enmudecido la flauta y la cítara. Los Macabeos se percataron de la gravedad de la situación. Pero la suerte estaba echada; volver atrás era tanto como cavar la propia sepultura. Donde no llegaban sus fuerzas supliría Dios, apiadándose de los que luchaban por su pueblo escogido y por su casa, el templo. Reunión

en Masía

979

1 Macabeos 3

envió un ejército de cuarenta mil hombres y siete mil caballos a las órdenes de Nicanor, hijo de Patroclo (2 Mac 8,9), y de Gorgias, todos ellos amigos del rey. Entre estos personajes existía una graduación. Unos eran simples amigos del rey; otros, amigos predilectos y primeros amigos (10,16.20.60.65; 11,27) 4 . Sólo Nicanor y Gorgias siguieron de cerca a las tropas. Los mercaderes acompañaron al ejército basados en las promesas hechas por Nicanor de cederles noventa esclavos judíos por un talento, es decir, a setenta francos oro cada uno. El tráfico de esclavos era corriente en el Próximo Oriente. En Am 1,6-9 s e acusa a Gaza y a Tiro de haber entregado muchedumbres enteras de esclavos a Edom. El ejército expedicionario siguió en su avance la ruta de la costa mediterránea hasta llegar a la altura de Amuás (Emaús), a treinta kilómetros al este de Jerusalén, punto estratégico situado en la Sefela, desde donde podíanse dominar los accesos de Betorón y de Ayalón, el camino de Jerusalén y los territorios del sudeste.

50

que habían cumplido los días de su consagración; y a voces clamaron al cielo, diciendo: «¿Qué vamos a hacer con éstos y adonde vamos a llevarlos? 51 Porque tu santuario está hollado y profanado; tus sacerdotes, en luto y humillación, 52 y ahora los gentiles se han reunido contra nosotros para destruirnos. Tú 53 sabes las cuentas que echan sobre nosotros. ¿Cómo podremos 4 hacerles frente si tú no nos ayudas?» $ Y tocaron las trompetas y clamaron a grandes voces. No era posible acudir al templo, conculcado y desierto (v.45), por lo que se reunieron en Masfa, en el actual Tell en Nasbet, a trece kilómetros al norte de Jerusalén (Jue 20,1; 1 Sana 7,5; 10,17; Os 5,1). El v.48 es interpretado diversamente (ABEL, KNABENBAUER). Su

sentido parece ser el siguiente: Tienen el libro abierto para leer en él. Dada la incertidumbre del momento, se necesitan las luces de lo alto para conocer lo que debe hacerse. A falta de profeta o de sacerdote que consulte al Señor por los urim y tummim (Ex 29,30; 1 Sam 14,18), emplean el texto de la Escritura. Al abrir el libro les salió un pasaje en el que se hablaba de la ayuda divina. Por lo mismo, su contraseña será: «De Dios la ayuda» (2 Mac 8,23). Los campeones de la fe han buscado en el libro de la Ley lo que los gentiles interrogaban a sus dioses. San Agustín 5 conocía esta práctica de inquirir la voluntad de Dios mediante la apertura al azar de las Sagradas Escrituras. San Francisco buscó en el Evangelio el género de vida que tenían que seguir él y sus frailes. Masfa era la prolongación del templo de Jerusalén. Allí se montó una exposición de vestidos sacerdotales (Ex 28,4-42) que sólo se llevaban en el templo; se trajeron primicias (Ex 23,19) y los diezmos con el fin de mover a Dios a velar por su honor. Los nazareos, que se obligaban a no beber bebidas alcohólicas y a dejar su cabellera intacta hasta haber cumplido su voto, fueron llamados para someterse a los ritos y ceremonias que señalaban el fin del mismo (Núm 6,13-19). Todo ello era una muestra de la fidelidad a la Ley. Dios se apiadará de su pueblo y hará de manera que en un tiempo no lejano se realice en el templo de Jerusalén lo que ahora se hace en Masfa. Los que están presentes no dudan de que será así. Por lo mismo tocan las trompetas, conforme a Núm 10,9. Estos gritos y toques de trompeta eran a la vez grito de guerra e invocación a Yahvé antes del combate (Jos 6,33; 7,45; 9,12; 16,8). Las trompetas juegan gran papel en el rollo de la guerra, encontrado en Qumrán.

(3,46-54)

46

Se reunieron y vinieron a Masfa, frente a Jerusalén, pues en otro tiempo había sido Masfa un lugar de oración para Israel. 47 Ayunaron aquel día, se vistieron de saco, pusieron ceniza sobre sus cabezas, rasgaron sus vestiduras 4* y extendieron el libro de la Ley, buscando en49él lo que los gentiles preguntan a las imágenes de sus ídolos. Trajeron los vestidos sacerdotales, las primicias y los diezmos, e hicieron venir a nazareos 4 Véase BICKERMANN, Institutions des Seléucides 40-42; G. CORRADI, Studi hellenistici (Turln 1929) 318-343. Gorgias, por su condición de estratega (2 Mac 8,9), dirigió las operaciones militares (5,58; 2 Mac 12,32). Nicanor tenía precedencia sobre él por ser de los primeros amigos del rey (2 Mac 8,9), pasando cinco años después a ser jefe militar (7,26ss).

Medidas militares 5S

(3,55-60)

Después de esto instituyó Judas jefes del pueblo, de millares, centenas, cincuentenas y decenas, 56 y dijeron a los que edificaban casas, a los que habían tomado mujer, a los que habían plantado una viña y a los tímidos que se volvieran cada uno a su casa, conforme a la prescripción de la Ley, 5758y, levantando el campo, vinieron a ponerse al sur de Emaús. Dijo Judas a los suyos: «Preparaos y portaos como valientes, prontos a lu5

Confess. 8,29.

980

1 Macabeos 4

Judas se apresta a la lucha, imponiendo una sólida organización a sus tropas. Los hermanos de Judas estaban al frente de los principales destacamentos (2 Mac 8,22). Conforme a la Ley (Deut 20,5-8), mandó a sus casas a los que podían entorpecer el entusiasmo y arrojo de los combatientes. Seleccionados los combatientes, Judas les dirige las últimas recomendaciones: ceñirse bien la cintura para poder correr más y mejor (Ex 12,11); pensar que es mejor morir combatiendo que vivir como esclavos de un pueblo gentil. Mucha confianza en Dios, que es, en último término, el que decide el éxito o fracaso de la batalla. Judas se inspira en la organización judicial y militar de los tiempos del Éxodo (Ex 18,21; Núm 31,48; Deut 1,15). De los jefes de mil, cien y cincuenta se habla en los libros de Samuel (1 Sam 18,1) y Reyes (2 Re 11,15; I >9- I 4)- E s t a división reaparece en Qumrán. En busca

del enemigo

(4,1-11)

1 Gorgias, tomando cinco mil infantes y mil jinetes escogidos, levantó el campo por la noche, 2 con el propósito de atacar al ejército judío y derrotarlo por sorpresa. Llevaban por guías hombres de la ciudadela. 3 Tuvo de ello noticias Judas, y con sus valientes movió también 4el campo para atacar a los del rey que estaban junto a Emaús, en tanto que el grueso del ejército andaba aún disperso, lejos del campamento. 5 Llegó Gorgias al campo de Judas por la noche, y, no hallando a nadie, los buscaba por los montes, diciendo: «Estos han huido de nosotros». 6 En cuanto fue de día apareció Judas en el llano con tres mil hombres, que no tenían los escudos ni las espadas que deseaban. 7 Vieron el campamento de los gentiles, fuerte, atrincherado, rodeado de la caballería, formado por hombres diestros en la guerra. 8 Dijo Judas a los que le acompañaban: «No temáis a esa muchedumbre ni su ímpetu os acobarde. 9 Recordad cómo fueron salvados vuestros padres en el mar Rojo cuando el faraón los perseguía con su ejército. 10 Levantemos al cielo nuestra voz, en la esperanza de que se compadezca de nosotros y, acordándose de la alianza con nuestros padres, aplaste hoy ante nuestros ojos este campamento, u y conocerán todas las gentes que hay quien rescata y salva a Israel». Los sirios tuvieron noticia de los desplazamientos del diminuto ejército judío. Gorgias marchó a su encuentro con la intención de sorprender a Judas en algún sitio y obligarle a presentar batalla. Hombres de la ciudadela (literalmente: «los hijos de la ciudadela»), entre los cuales había judíos apóstatas 1, guiaron a Gorgias por el quebrado terreno. Supo Judas el itinerario del ejército de Gorgias y se desplazó a su vez, presentándosele la magnífica ocasión de ata1 FLAVIO JOSEFO, Ant. lu3 y los asideos fueron los primeros entre los hijos de Israel q u e pidieron la paz, 14 p o r q u e se declan: «Es u n sacerdote del linaje de A a r ó n el que ha llegado con las tropas; n o nos engañará». 15 E n efecto, les habló palabras de paz y les j u r ó , diciendo: «No os h a r e m o s m a l ni a vosotros ni a vuestros amigos». 16 C o n esto le creyeron; p e r o prendió a sesenta de ellos, y en u n solo día les dio m u e r t e , según lo que está escrito: 17 «Las carnes de tus santos y su sangre d e r r a m a r o n en torno de Jerusalén, y no había quien los enterrase». ' 8 El miedo y el espanto se apoderó de todo el pueblo, p o r q u e se decían: «No hay verdad ni justicia, pues h a n violado los compromisos y jur a m e n t o s q u e habían hecho». L a acusación hizo mella, enviando D e m e t r i o contra J u d a s al generalísimo de sus ejércitos, Báquides (2 M a c 8,30), sucesor del difunto Lisias, m i e n t r a s él m a r c h a b a a Babilonia para atajar las pretensiones d e T i m a r c o s . D e m e t r i o le derrotó, recibiendo, por lo mismo, de los babilonios el s o b r e n o m b r e de Soter (salvador). A l c i m o a c o m p a ñ a b a al generalísimo sirio Báquides en su viaje a Palestina. P r o p u e s t o acaso para el cargo de s u m o sacerdote p o r A n t í o c o E u p a t o r , busca ahora afanosamente la confirmación p o r p a r t e del n u e v o soberano, q u e le «instituyó s u m o sacerdote» (v.5). P e r o este n o m b r a m i e n t o por real o r d e n n o tendría eficacia en la práctica mientras el t e m p l o y la ciudad de Jerusalén permanecieran en m a n o s d e los M a c a b e o s y de sus amigos. Báquides y A l c i m o hacen proposiciones d e paz a Judas, quien se percató de q u e el ofrecimiento n o era sincero. A d e m á s , ¿por 2

FLAVIO JOSEFO, Ant. Iud. 20,10,3; W. MOLLEKEN, Geschichtsklitterung im 1 Makkabaer-

buch. Wann wurde Alkimus Hoherpriester ?: ZAW 65 (1953-1954) 205-228.

1003

q u é ofrecer proposiciones de paz al a m p a r o d e u n ejército dispuesto a lanzarse sobre Jerusalén? N o fue t a n enérgica la actitud d e los asideos. L o s escribas (5,42) cayeron en el lazo q u e A l c i m o les tendía. Quizá estaban ellos dolidos por la conducta de J u d a s , q u e confiaba más en la eficacia de las armas q u e en las lucubraciones interminables de los soferim. L o s asideos (2,42) vieron en Alcimo a u n personaje perteneciente al linaje sacerdotal. C o m o h e m o s dicho, Alcimo pertenecía a la estirpe sacerdotal, pero n o a la familia del s u m o sacerdote O n í a s . Alcimo engañó a los asideos, los cuales consideraban las 24 clases sacerdotales como auténticos «hijos de Sadoc»; a saber: los descendientes de Sadoc, q u e , con Abiatar, ejercía el cargo de s u m o pontífice en t i e m p o s de David (2 Sam 20,25). Parece q u e el v.16 d e b e e n t e n d e r s e e n el sentido d e q u e , u n a vez estipuladas las paces, Alcimo p r o p u s o a Báquides la idea de liquidar a aquellos asideos q u e se h a b í a n m o s t r a d o m á s reacios a sus ofrecimientos y q u e en t i e m p o s pasados se distinguieron en la lucha contra los simpatizantes del helenismo. Se citan en el v. 17 unas frases de Sal 79,2 según la versión de los L X X . U n a opinión m u y en boga e n t r e los comentaristas ( C A L É S , CASTELLINO, H E R K E N E ) data la composición del salmo de los años 587-586. P u d o el salmo recibir algunos r e t o q u e s en t i e m p o s de los M a c a b e o s ( C A L É S ) . El estilo empleado en los últimos versículos p u e d e sugerir la idea de q u e son obra del t r a d u c t o r griego u otro autor distinto del q u e escribió el original hebraico.

Alcimo

consolida

su pontificado

(7,19-25)

19 Báquides, saliendo de Jerusalén, vino a a c a m p a r en Bezeta y m a n d ó p r e n d e r a m u c h o s de los q u e habían desertado de él y a algunos del pueblo, y los m a t ó , arrojándolos a una gran cisterna. 2(l Puso luego la provincia en m a n o s de Alcimo, con tropas para auxiliarle, y se volvió al rey. 2 1 Alcimo luchaba por asegurarse en el pontificado, 22 juntándose a él todos los perturbadores de su pueblo, que se a p o d e r a r o n de la tierra de Judea y causaron a Israel m u c h o s daños. 2 3 Así q u e vio Judas los grandes males q u e Alcimo y los suyos traían sobre los hijos de Israel, mayores que los causados por los gentiles, 24 se puso en c a m p a ñ a , y, recorriendo toda la tierra de Judea, castigó a los apóstatas, que cesaron de a n d a r p o r ella. 2 5 Alcimo, viendo que Judas y los suyos se hacían poderosos, y conociendo, p o r otra parte, que él n o era capaz de hacerles frente, se volvió al rey, acusándoles de m u c h o s crímenes. E n las cercanías de Bezeta (a seis kilómetros al norte de Betsur) había pozos y cisternas. Las represalias comenzaron t a n p r o n t o c o m o la policía delató a los culpables. El texto p u e d e interpretarse d e dos maneras. A d m i t i e n d o la lección de L u c i a n o (ap'autou, de él) se infiere q u e fueron arrojados a u n a cisterna algunos desertores d e su ejército, p r o b a b l e m e n t e judíos, q u e protestaron p o r el m o d o injusto ele tratar Báquides a sus h e r m a n o s de raza. O t r a interpretación, sostenida p o r Abel, se apoya en la lección met'autou, con él, y traducen: «Que se h a b í a n pasado a él». Según lo dicho,

1 Macabeos 7

1004

algunos de los que se incorporaron al partido de Báquides habíanse ensañado antes contra los helenizantes, intentando ahora borrar su pasado dudoso con alistarse al ejército sirio. Báquides había sembrado el pánico en su alrededor. Las gentes vivían aparentemente tranquilas, por lo que juzgó innecesaria su presencia en Palestina, dejando a Alcimo el encargo de ultimar su misión. Estaba éste obsesionado por la idea de asegurar su pontificado, empleando para ello más bien métodos de captación. Pero la avalancha y presión de los helenistas y judíos renegados, que reclamaban un trato de favor, le hicieron impopular. Judas quiso terminar con las bandas de tránsfugas rencorosos y aprovechados, impidiéndoles circular por el territorio. Por falta de ejército no pudo Alcimo someter al Macabeo. Alcimo entrevistóse con Demetrio (2 Mac 14,5-14), acusando a Judas y a los suyos. Misión

y derrota

de Nicanor

(7,26-32)

26

Envió el rey a Nicanor, uno de sus capitanes más ilustres y enemigo jurado de Israel, encargándole la destrucción del pueblo. 27 Llegó Nicanor a Jerusalén con un poderoso ejército, y envió a Judas y a sus hermanos engañosos mensajes de amistad, 28 diciéndoles: «No haya lucha entre nosotros; yo iré a ti con poca gente; nos veremos y hablaremos como amigos». 29 Vino, en efecto, a Judas y se saludaron amistosamente; pero los enemigos estaban dispuestos a prenderle. 30 Mas, conociendo Judas que venían a él con engaño, temió y no quiso volver a verle más. 31 Nicanor, cuando vio descubiertos sus planes, salió a combatir contra Judas cerca de Cafarsalama. 32 El resultado de la lucha fue que cayesen de las tropas de Nicanor unos cinco mil hombres, huyendo los demás a la ciudad de David. Demetrio dio crédito a las acusaciones de Alcimo y decidió acabar de una vez con los reaccionarios judíos. Confió esta tarea a Nicanor, general valiente e incondicional del monarca a toda prueba. Fue antes amigo de Antíoco Epifanes y general de su ejército (3,38-41). Al parecer tuvo Nicanor un altercado con Lisias, circunstancia que aprovechó para huir a Roma y ponerse a las órdenes de Demetrio, pretendiente al trono real de Siria. En Roma preparó la fuga de Demetrio 3 . Antes del año 162 era elefantarco (2 Mac 14,32), comandante de la sección de los elefantes. Nicanor liego a Jerusalén con propósitos aparentemente pacíficos. En vez de apelar a las armas, sugirió la celebración de una entrevista entre él y Judas Macabeo. A consecuencia de los combates en Betzacaría y en Jerusalén (6,32-62), Judas se había retirado a tierras de Gofna (Gifne), a unos veintidós kilómetros al norte de Jerusalén 4 . Nicanor envió a Judas tres diputados, llamados Posidonio, Teodotos y Matatías. Las conversaciones tuvieron en un principio buenos resultados, firmándose un tratado de paz. Nicanor licenció a muchos soldados que le habían acompañado hasta Jerusalén, trabando amis¡' 3 4

POLIBIO, 31,14. FLAVIO JOSEFO, Bell, Iud. 1,45.

1005

1 Macabeos 7

tad con Judas, cuya personalidad encontraba simpática. Pero Alcimo protestó de esta camaradería entre Nicanor y su enemigo Judas, acusando al general de obrar en contra de los intereses de la nación. Dejóse el rey impresionar por Alcimo, enviando a Nicanor la orden de entregar a Judas encadenado en Antioquía. Las intrigas de Alcimo y la orden real cogieron de sorpresa a Nicanor, que tomó medidas encaminadas a apoderarse de Judas. En un choque en el término de Cafarsalama (Deir Salam, a diez kilómetros al norte de Jerusalén) cayeron cinco mil soldados del ejército de Nicanor (según Sinaítico, Vetus Lat. y Sir., los muertos fueron quinientos). Nicanor

en el templo

(7,33-38)

33 Después de estos sucesos subió Nicanor al monte de Sión, y salieron del templo los sacerdotes y los ancianos del pueblo para saludarle amigablemente y mostrarle los holocaustos que se ofrecían por el rey. 34 Pero él, burlándose de ellos, los escarneció y profanó los holocaustos con altivez, 35 y( airado, juró, diciendo: «Si Judas no se me entrega y su ejército no se me rinde ahora, cuando vuelva victorioso daré al fuego este templo». Y partió lleno de cólera. 36 Salieron los sacerdotes, y de pie, frente al altar y al templo, clamaron, diciendo: 37 «Tú, Señor, que has elegido esta casa para que en ella fuese invocado tu nombre y fuese casa de oración y de plegaria para tu pueblo, 38 toma venganza de este hombre y de su ejército, y caiga al filo de la espada. Acuérdate de sus blasfemias y no permitas que salgan con sus intentos». El amor propio de Nicanor sintió al vivo la derrota de sus tropas en Cafarsalama, descargando todo su furor sobre el templo y los sacerdotes que lo servían. Aunque el texto diga que Nicanor subió al templo (2 Sam 24,18; 1 Re 8,1), en realidad salió de la ciudadela en donde se hospedaba, y descendió hacia el monte Sión, situado en un nivel inferior, al otro lado del Tiropeón. El uso del verbo subir para expresar la idea de encaminarse al templo se remontaba a los tiempos en que la ciudad estaba edificada sobre el Ofel. Los sacerdotes impidieron disimuladamente que Nicanor entrara en el recinto sagrado, cumplimentándole en la misma puerta, desde la cual pudo comprobar la verdad del sacrificio por el rey. Estos holocaustos por los soberanos reinantes estuvieron en uso durante el período persa, griego y romano. Los gastos que ocasionaban eran saldados por los mismos monarcas 5 (Bar 1,10-12; Esd 6,8-10). Burlóse Nicanor de los sacerdotes y se mofó despectivamente de los holocaustos. Desató su lengua en insultos contra los ministros del altar, atreviéndose, en el paroxismo de su furor, a escupirles en la cara, lo que, además de un ultraje, constituía una impureza legal. Una idea obsesionaba al general sirio: Judas. Si al regresar de su viaje no se lo entregan, arrasará el templo. La oración de los sacerdotes se inspira en la de Salomón (1 Re 8,43). 5 FLAVIO JOSEFO, Contra Ap. 2,77.

1 Macabeos 8

1006 Batalla

de Adasa

y muerte

de Nicanor

Í007 1 Macabeos 8 habían realizado en la Galia, apoderándose de ella y sometiéndola a tributo; 3 cuanto habían hecho en España, apoderándose de las minas de oro y plata que allí hay y adueñándose de toda la tierra con su prudencia y paciencia, 4 no obstante estar este país muy distante de ellos; y cómo a los reyes que desde los confines de la tierra habían ido contra ellos los habían derrotado, infligiéndoles tan gran5 descalabro, que los restantes les pagaban tributo cada año. Y que a Filipo y a Perseo, reyes de los Kittim, los habían derrotado en guerra y los habían subyugado, 6 y a Antíoco el Grande, rey de Asia, que estuvo en guerra con ellos y que tenía ciento veinte elefantes, y caballería, y carros, y ejército muy numeroso, le habían vencido 7 y cogido prisionero, imponiéndole un gran tributo a él y a los que en el reino le sucedieron, obligándole a dar rehenes 8 y a ceder las mejores provincias, tales como la Jonia, la Media y la Lidia, que aquéllos cedieron al rey Eumenes.

(7,39-50)

39 Partió Nicanor de Jerusalén y asentó su campo en Betorón, donde se le agregó un cuerpo de sirios. 40 En tanto, 41 estaba Judas en Adasa con tres mil hombres, y, orando, dijo: «Señor, cuando los mensajeros del rey de Siria blasfemaron, un ángel tuyo vino e hirió a ciento ochenta y cinco mil de ellos. 42 Aplasta así hoy a este ejército ante nosotros, y que, al verle castigado por su maldad, reconozcan todos que fue por haber amenazado tu santuario». 43 Los ejércitos vinieron a las manos el día trece del mes de Adar, quedando derrotado el de Nicanor y cayendo él mismo el primero en la lucha. 44 Cuando el ejército se dio cuenta de que Nicanor había caído, arrojó las armas y huyó. 45 Los persiguieron una jornada de camino,46 desde Adasa hasta Gazer, tocando detrás de ellos las cornetas. De todas las aldeas próximas de Judea salían para acosarlos, y, luchando contra ellos, los mataron al filo de la espada, sin que quedase ni uno solo. 47 Se apoderaron de sus despojos y de su botín y cortaron a Nicanor la cabeza y la mano derecha, que orgullosamente había alzado contra Jerusalén. 48 El pueblo se alegró extraordinariamente y celebraron aquel día con gran regocijo, 49 y50acordaron celebrarlo cada año el mismo día trece de Adar. Por algún tiempo gozó de paz la tierra de Judá. Desde Siria llegaba un nuevo contingente de tropas para reforzar el ejército de Nicanor. Con esta ayuda creyó él acabar con los reaccionarios judíos, apoderarse de Judas y entregar el templo a las llamas. Judas siguió de lejos los pasos de Nicanor cuando éste, al frente del nuevo ejército, avanzaba en dirección a Jerusalén. Judas da por descontado que Yahvé castigará la insolencia de Nicanor, y, armado con esta confianza ciega, le presenta batalla. Colocó sus soldados en la colina de Adasa, para lanzarse sobre las tropas de Nicanor tan pronto penetraran por las pendientes que estrechan el camino en las cercanías de Jirbet Adasa, a ocho kilómetros al norte de Jerusalén. Nicanor cayó muerto en la refriega. Cortaron su cabeza y la mano derecha (i Sam 17,54; Jdt 13,15; 14,1), conforme a las costumbres militares de aquel tiempo. Más información sobre el particular en 2 Mac 15,30-33. La batalla se dio el 13 del mes Adar, el último del calendario hebraico, correspondiente a febreromarzo. Todos los años en aquel día se celebraba la fiesta de Nicanor (Megillat Taanit), que subsistía aún en el siglo vni después de Cristo. Pero al coincidir con la fiesta de Purim (2 Mac 15,36), cayó en desuso.

La mano de los seléucidas pesaba cada día más sobre Israel. La lucha del helenismo contra el yahvismo arreciaba, agravada por la apostasía de muchos judíos, que buscaban en aquél la libertad de conciencia y de costumbres que no encontraban en la rígida religión ancestral de Israel. El «resto de Israel» corría peligro de reducirse a su mínima expresión. Volviendo la vista a su alrededor, veíase el horizonte cerrado; en medio de tanta soledad vislumbraron una vaga esperanza en un imperio famoso, de las tierras de los Kittim, que tenía la fama de proteger a los pueblos pequeños oprimidos por las grandes potencias. En Palestina había llegado la noticia de que Roma había ayudado a Tolomeo Filometor, a Eumenes, rey de Pérgamo; a Timarco, gobernador de Babilonia. El senado reconoció a Demetrio como rey amigo, mientras se «comportara como tal» 1. De ello concluyeron los Macabeos que Roma veía con malos ojos la política sectaria de los seléucidas. Los romanos eran poderosos, invencibles, metódicos, prudentes, tenaces, simples en el porte externo, fieles a sus palabras y con los pueblos amigos, aliados incondicionales de las naciones que se acogían a su protección. A ello se añade que ninguno entre ellos lleva diadema ni viste púrpura, no teniendo, por lo mismo, ocasión de engreírse. En vez de confiar el gobierno a un dictador despótico, disponen de un senado que mira por el bien del pueblo y por su buen gobierno. La fama fácilmente hermoseaba y alteraba cuanto concernía a un pueblo conocido desde Palestina únicamente por el eco de sus estrepitosas victorias. Todo el elogio ditirámbico a favor de los romanos puede interpretarse como una sátira velada contra los griegos, cuya dominación y cultura combatían los Macabeos (PENNA, VACCARI).

LOS ROMANOS ENTRAN EN ESCENA

Fama y proezas 1

de los romanos

(8,1-8)

Llegó a oídos de Judas la fama de los romanos de que eran muy poderosos, que se mostraban benévolos con todos los que se adherían a ellos, y con quienes a ellos venían hacían alianza y amistad. 2 Le contaron de sus guerras y de las hazañas que

La idea de recabar la ayuda de los romanos se venía incubando desde tiempo. Que Judas se dirigiera al senado poco antes del advenimiento de Demetrio puede inferirse de la carta de recomendación de Cayo Fanio, cónsul en 161 antes de Cristo, cuya finalidad era facilitar el paso de embajadores judíos a través del territorio de Cos, de vuelta de su misión en Roma 2 . 1 2

POLIBIO, 32,7,13. FLAVIO JOSEFO, Ant. Iud. 14,10,15; N I E S E , Festschrift für Noldeke II 817SS.

1008

1 Macabeos 8

Conducta

con los aliados

y los enemigos

(8,9-13)

9

Los griegos quisieron ir contra ellos y aniquilarlos; pero en cuanto les fue conocido el propósito, 10 enviaron contra ellos u n general q u e los combatió, cayendo d e los griegos m u c h o s en el c a m p o , siendo llevados cautivos las mujeres, y los hijos, saqueados los bienes, subyugada la tierra, destruidas las fortalezas y reducidos a s e r v i d u m b r e hasta hoy. " A los d e m á s reinos e islas, cuantos se les opusieron, totalmente los subyugaron. i2 P e r o a sus aliados y amigos que e n ellos confían les guardan fidelidad, y así habían logrado d o m i n a r los reinos p r ó x i m o s y remotos. Cuantos saben d e su fama los t e m e n , 1 3 y cuantos son p o r ellos ayudados para reinar, reinan, y a los q u e n o quieren los destituyen, y así han adquirido gran p o d e r . Quisieron los griegos m e d i r sus fuerzas c o n R o m a , como hicier o n antes con Persia; pero fueron vencidos. E n u n principio, los r o m a n o s se c o m p o r t a r o n suavemente e n la guerra contra la Liga Etolia, q u e se había aliado con A n t í o c o (190 a. O ) . M á s t a r d e mostráronse d u r o s con ellos e n la guerra, q u e acabó con la d e s t r u c ción d e C o r i n t o p o r el cónsul L u c i o M u m m i o y la anexión d e Grecia a R o m a , f o r m a n d o la provincia r o m a n a d e Acaya. C o m o 3 Hállase m u y difundida la opinión d e los q u e relacionan la mencionada palabra griega con los habitantes de la Galla y no d e Galacia. Después de los estudios de M o m m s e n , escribe Bévenot, está fuera d e duda q u e el término griego tois galatais no se refiere a los gálatas, q u e se establecieron en Asia M e n o r el año 240 antes d e Cristo, sometidos por Manlio Vulso el 189 ( T I T O L I V I O , 38,17.37). sino a los galos del norte d e Italia, q u e apoyaron a Aníbal en la segunda guerra púnica (218-201), siendo vencidos definitivamente en el año 190 antes de Cristo. 4

P L I N I O , Hist.

Nat.

33,4,6; ESTRABÓN, 3 , 3 .

1009

1 Macabeos 8

L a fama d e q u e gozaban los r o m a n o s i b a respaldada p o r hechos concretos. L o s r o m a n o s se c u b r i e r o n d e gloria combatiendo contra toís galatais 3. Cartagineses y r o m a n o s se disputaron el dominio d e E s p a ñ a p a r a apoderarse d e s u s minas 4 . L o s reyes d e los confines de la tierra son acaso Aníbal, A s d r ú b a l , q u e a través d e las columnas de Hércules, situadas al fin del m u n d o , llegaron a España. L o s r o m a n o s fueron t a m b i é n poderosos e n O r i e n t e . Filipo V fue d e r r o t a d o p o r los r o m a n o s e n Cinocéfale (197 a. C ) ; la m i s m a s u e r t e corrió Perseo e n Pidna, el a ñ o 168, p o r obra d e Emilio Paulo. A n t í o c o I I I s u c u m b i ó ante el talento militar d e Escipión el Africano e n la batalla d e Magnesia (189), p e r d i e n d o su h e g e m o nía e n O r i e n t e y siendo constreñido a pagar u n fuerte t r i b u t o . L o s historiadores paganos ( A P P I A N O , T I T O L I V I O ) n o dicen q u e Antíoco cayera prisionero. El autor sagrado refiere los r u m o r e s q u e circulab a n e n t o r n o a la derrota d e Antíoco, sin c o m p r o m e t e r su p r o p i o juicio n i p r e t e n d e r examinar la verdad d e los hechos a q u e se aludía. L a India n o perteneció n u n c a a los seléucidas, n i la M e d i a fue cedida a los r o m a n o s . Para obviar esta dificultad, creen algunos q u e e n el texto original se leían los n o m b r e s d e Jonia y Misia, e n vez d e los d e India y M e d i a , q u e p o r u n error introdujo e n el texto u n copista. E s cierto q u e los r o m a n o s entregaron a E u m e n e s las regiones d e esta p a r t e del T a u r u s , o sea la Misia, Lidia, Frigia, Licaonia y p a r t e d e Cara y Licia.

p u e d e observarse, el autor sagrado incluye e n el c u a d r o trazado acontecimientos posteriores a los r u m o r e s q u e llegaron a oídos de J u d a s . L o m i s m o hace al aludir a las islas d e C h i p r e y Creta ( V . I I ) . C o n los aliados son los romanos b u e n o s amigos. L a situación a p u r a d a e n q u e se e n c o n t r a b a n los j u d í o s ortodoxos les impedía ver el interés egoísta y el tacto diplomático q u e i m p e r a b a e n las relaciones d e R o m a con los pueblos aliados.

Régimen

democrático

de los romanos

(8,14-16)

14

E n t r e ellos nadie lleva d i a d e m a n i viste p ú r p u r a para engreírse c o n ella. 15 E n vez d e esto se h a creado u n senado, y cada día deliberan trescientos veinte senadores, q u e d e continuo m i r a n p o r el bien del pueblo y p o r su b u e n gobierno. 16 Cada u n o e n c o m i e n d a a u n o solo el m a n d o y el dominio de toda su tierra, y todos obedecen a este único, sin que haya entre ellos envidias n i celos. E n Palestina había llegado la noticia d e q u e el senado se componía d e trescientos veinte m i e m b r o s , e n vez d e trescientos, como consta d e los autores latinos. T a m p o c o el senado, e n contra de lo q u e decía el vulgo y el autor sagrado recoge, se reunía todos los días, pues lo hacía e n casos d e necesidad y e n las calendas e idus de cada m e s . A s i m i s m o e r a equivocada la noticia d e q u e cada año se e n c o m e n d a r a el m a n d o a u n individuo. Según Vaccari, se alude aquí a la institución del consulado anual. Se sabe q u e los cónsules r o m a n o s eran siempre dos; pero a las expediciones a tierras lejanas iba solamente u n o . E s t a m b i é n posible q u e la idea d e u n cónsul naciera e n Palestina por haberse entrevistado los embajadores judíos en R o m a con u n o solo d e los cónsules.

Delegados

judíos

a Roma

(8,17-21)

17

Eligió Judas a E u p o l e m o , hijo d e Juan, hijo d e Acco, y a Jasón, hijo d e Eleazar, y los envió a R o m a para hacer con ellos amistad y alianza, 18 librádose así del yugo del reino griego, pues veían que el designio de éste era someter a Israel a servidumbre. 19 Llegaron a R o m a después d e u n largo viaje, e n t r a r o n en el senado, y, t o m a n d o la palabra, dijeron: 2 0 «Judas Macabeo, sus h e r m a n o s y el pueblo d e los judíos nos envían para hacer con vosotros alianza d e paz y pedir que nos inscribáis e n la lista de vuestros aliados y amigos». 2 1 Estas palabras fueron bien recibidas. El p r i m e r mensajero fue E u p o l e m o s (2 M a c 4,11), con nombre helenizado, pero fiel a los principios del yahvismo. Se cree q u e es el autor de u n a historia de los reyes d e Judá, d e q u e h a b l a n E u s e b i o 5 , C l e m e n t e d e Alejandría y San J e r ó n i m o 6 . E n ella, a u n q u e respetuoso con el texto sagrado, tiene u n a concepción helenista d e la historia. L a familia d e Acco viose obligada, d e s p u é s del exilio, a 5 6

Praep. Evang. 30,34. SCHÜRER, III 474-477; BELLET, l . C , 309.

1Ó10

1 Macabeos 8

1 Macabeos 9

probar sus títulos genealógicos para poder ejercer el sacerdocio (Esd 2,61; Neh 7,63). El otro enviado se llamaba Jasón, forma helenizada de la palabra hebraica Josué, o Jesús. Era hijo de Eleazar, que murió mártir a los noventa años en defensa de la Ley (2 Mac 6, i8ss). El viaje fue largo y, muy probablemente, por mar. Dos cosas pedía Judas a los romanos: trabar amistad con ellos y obtener ayuda contra el enemigo seléucida.

Los v.31-32 no forman parte del documento. Más bien contienen la narración hecha por los embajadores sobre las consecuencias inmediatas del tratado firmado. Un toque de alarma a Demetrio por parte de los romanos equivalía a un aviso serio. Báquides

en Judea

1011

(9,1-6)

1

Documento

oficial

(8,22-32)

22

He aquí la copia de la carta que escribieron en tablas de bronce, y que enviaron a Jerusalén para que les fuese memorial de paz y de alianza: 23 «Salud a los romanos y al pueblo judío por mar y por tierra para siempre, y que la espada y el enemigo estén siempre lejos de ellos. 24 Si el pueblo de los romanos fuera el primero atacado o lo fuese alguno de sus aliados en todo su imperio, 25 el pueblo de los judíos les prestará 26 auxilio, según las circunstancias lo dicten, con plena lealtad. Al enemigo no le dará ni suministrará trigo, armas, plata ni naves. Esta es la voluntad de los romanos, y guardarán este convenio sin compensación ninguna. 27 Asimismo, si primero el pueblo judío es atacado, los romanos le ayudarán lealmente, según las circunstancias lo dicten, 28 y al enemigo no le darán ni trigo, ni armas, ni plata, ni naves. Tal es la voluntad de los romanos. 29 Conforme a estas condiciones se conciertan los romanos con el pueblo judío. 30 Si después de este acuerdo unos y otros quisieren añadir o quitar alguna cosa, podrán hacerlo a 31voluntad, y lo añadido o quitado será o dejará de ser valedero. Cuanto a los daños que les ha causado el rey Demetrio, ya hemos escrito a éste diciendo: ¿Por qué impones tan pesado yugo sobre nuestros amigos y socios los judíos? 32 Si vuelven a quejársenos de ti, les haremos justicia, haciéndote la guerra por mar y por tierra». Era costumbre que tales tratados internacionales se grabaran en bronce; una copia se depositaba en el Capitolio y la otra se mandaba al Estado con el cual se hacía alianza. Falta en el texto recogido en el libro sagrado el preámbulo de este documento, que se omitió adrede para evitar la transcripción de nombres paganos, tales como Capitolio, Júpiter, etc. El documento fue redactado en latín, con traducción griega, traducido al hebreo por el autor del libro y vertido más tarde al griego, tal como se ha conservado hoy. En confirmación de la autenticidad del documento se aduce el hecho de que está redactado en el mismo estilo que los otros contratos firmados entre los romanos y los griegos, señalándose, en concreto, el aequum foedus encontrado en la isla de Stampolia (antigua Astupalea), del año 105 antes de Cristo. La analogía entre este contrato y el que figura en nuestro texto es palpable''. El documento impone a las dos partes firmantes obligaciones iguales (aequum foedus). 7 Véase su texto en BÉVENOT y en CIG, 2485. Defienden la autenticidad de la carta: H. RONGY, l.c, 230-244; O. ROTH, Rom und die Asmonaer (Beitrag zur Wissenschaft vom Alten Testament, Leipzig 1014). La impugna H. WILLRICH, Judaica (Forschungen zur hellenistichen Geschichte und Literatur, Gdttingen 1900).

Cuando Demetrio supo que Nicanor y su ejército habían caído en la batalla, volvió a enviar por segunda vez a Báquides con Alcimo a tierra de Judá, a la cabeza del ala derecha de su ejército. 2 Tomaron el camino de la Galilea y acamparon en Masalot, cerca de Arbela, apoderándose de ella y matando a muchos. 3 En el mes primero del año ciento4 cincuenta y dos asentaron su campo enfrente de Jerusalén; pero veinte mil hombres de infantería y dos mil caballos se dirigieron a Berea. 5 Entre tanto, Judas6 había acampado en Laisa con tres mil hombres escogidos, los cuales, viendo la muchedumbre del ejército, temieron sobremanera, huyendo muchos del campo y no quedando de todos más que ochocientos. Este capítulo enlaza con lo dicho en 7,50. El tratado entre los romanos y Judas no impide que Demetrio mande de nuevo un poderoso ejército contra Judea. Báquides y Alcimo vuelven a Palestina con el ala derecha del ejército, esto es, con las tropas más aguerridas, que solían estar a las órdenes inmediatas del rey. Desde el norte de Siria tomó la dirección de Galilea, acampando cerca de Arbela, el actual Jirbet írbit, a la altura de Magdala y no lejos del lago de Genesaret. Masalot, del hebreo mesilloth, escaleras, no es nombre de lugar. Por el texto se deduce que Báquides marchó a Jerusalén, o porque creía encontrar allí a Judas o para entronizar a Alcimo en sus funciones sacerdotales en el templo. Al enterarse de que Judas acampaba a unos kilómetros al norte, fue en busca suya. Las tropas cansadas de Judas temblaron a la vista del numeroso ejército enemigo. Berea (v.4) corresponde al actual el-Bire, a 16 kilómetros al norte de Jerusalén.

Cunde el desaliento

(9,7-10)

1 Viendo Judas que su ejército se disgregaba y que, sin embargo, la batalla era inminente, se sintió aplanado, porque no le quedaba tiempo para volverlos a juntar, 8 y, sintiendo que se le rompía el corazón, dijo a los que le quedaban: «Ea, vayamos al enemigo, a luchar contra él». 9 Querían ellos disuadirlo, diciendo: «No podremos; mejor nos sería conservar ahora nuestra vida y volver luego con nuestros hermanos; entonces podremos combatirlos; por ahora somos muy pocos». 10 Pero Judas contestó: «Lejos de mí hacer tal cosa, de huir ante ellos. Si nuestra hora ha llegado, muramos valerosamente por nuestros hermanos y no empañemos nuestro honor». No sabemos las causas que concurrieron al relajamiento total de la moral combativa de las tropas de Judas. La superioridad numérica del enemigo fue más bien un pretexto para rehuir el

1012

1 Macabeos 9 1 Macabeos 9

c o m b a t e . U n o s se m a r c h a r o n , otros q u e d a r o n al lado de J u d a s p e r o con u n a moral m u y resquebrajada. J u d a s midió j u s t a m e n t e lo trágico d e la situación, t e m i e n d o q u e su fin se acercaba. Sólo Dios con u n milagro, podía salvarle. D e l pesimismo q u e invadía a los combatientes, y q u e influía extraordinariamente en sus ánimos se hace eco el m i s m o autor sagrado.

TERCERA

JONATAN,

SUCESOR

Israel,

Encarnizados combates

(9,11-16)

11

E n esto el c a m p o enemigo se movió y ellos le hicieron frente. L a caballería se dividió en dos partes: los honderos y arqueros del ejército, todos h o m b r e s valientes, se adelantaron o c u p a n d o la p r i m e r a fila. I 2 Estaba Báquides en el ala derecha e hizo al sonido de las cornetas avanzar la falange dividida en dos cuerpos. 13 Los de Judas dieron t a m b i é n la señal, y la tierra t e m b l ó al estruendo de los ejércitos. L a batalla fue encarnizada, y d u r ó desde la m a ñ a n a hasta la tarde. , 4 Vio Judas q u e Báquides, con el núcleo m á s fuerte de su ejército, estaba en el ala derecha, y, j u n t a n d o a los m á s animosos, 15 se echó con ellos sobre el enemigo, derrotándolo y persiguiéndolos hasta el pie de la m o n t a ñ a . 1S Los del ala izquierda, viendo derrotada y en huida la derecha, pudieron perseguir a Judas y a los suyos p o r la espalda. F u e el ejército sirio q u i e n t o m ó la iniciativa. N o se dice q u e J u d a s invocara a Dios al principio de la batalla; apela él al h o n o r p a r a n o rehuir el combate, pero parece n o acordarse d e Dios. Acaso n o quiso el autor sagrado c o m p r o m e t e r la causa divina en u n a lucha q u e m á s parecía u n suicidio voluntario q u e u n c o m b a t e entre dos ejércitos.

Muerte de Judas

(9,17-22)

17

L a lucha se agravó, cayendo m u c h o s de u n a y otra parte. 18 Cayó t a m b i é n Judas, y los restantes h u y e r o n . 19 Jonatán y Simón t o m a r o n a Judas, su h e r m a n o , y le dieron sepultura en el sepulcro de sus padres en M o d í n . 20 L e lloraron, y todo Israel hizo p o r él gran duelo y p o r m u c h o s días hicieron luto, diciend o : 2 1 « ¡ C ó m o ha caído el valiente, el salvador de Israel!» 22 P o r lo demás, la historia de las guerras de Judas, sus hazañas, su m a g n a n i m i d a d , son demasiado grandes para ser escritas. L a lucha se agravó, y de u n a y otra p a r t e cayeron m u c h o s . E n t r e ellos cayó también J u d a s . L o s supervivientes d e su ejército h u y e r o n a la d e s b a n d a d a . Las gentes de J u d a s m u t i l a r o n el cadáver de N i c a n o r (7,47). E r a de t e m e r q u e la m i s m a suerte esperase corriera el d e J u d a s ; pero sus h e r m a n o s lograron d e Báquides, n o sabemos a precio de q u é , la autorización de llevarse el cadáver d e su h e r m a n o y sepultarlo en M o d í n . J u d a s es llamado el valiente, el héroe (gibbor), con alusión a 2 Sam 1,19; p e r o u n héroe q u e salva a Israel, c o m o en otro t i e m p o los jueces Q u e 3,9.17).

1013

PARTE

DE JUDAS

a la deriva

(0.9,23-12,54)

(9,23-27)

23

M u e r t o Judas, cobraron á n i m o los apóstatas en todo el territorio de Israel y levantaron cabeza los obradores de la iniquidad. 2 4 H u b o por aquellos días u n h a m b r e grandísima, y el pueblo se pasó a ellos. 2S Escogió entonces Báquides h o m b r e s impíos y los estableció por señores de la tierra. 26 Buscaban éstos insistentemente el paradero de los amigos de Judas y los llevaban a Báquides, que los castigaba y escarnecía. 27 F u e ésta u n a gran tribulación en Israel, cual n o se vio desde el t i e m p o en q u e n o había entre ellos profetas. L a m u e r t e de J u d a s sumió a Israel en u n a situación m u y p r e caria. L o s q u e le h a b í a n seguido encerráronse en sus casas o b u s caron asilo en tierras inhospitalarias para n o sufrir el oprobio de su d e r r o t a n i escuchar los improperios q u e les echaban en cara los helenizantes. L o s j u d í o s apóstatas arreciaron en su persecución, a p r o v e c h a n d o la c o y u n t u r a para vengarse y t o m a r represalias. El h a m b r e agravó la situación de los fieles escondidos en sus casas o en los desiertos. El excesivo rigor p o r p a r t e d e Báquides y los excesos de los apóstatas d e s p e r t a r o n a los j u d í o s del sopor en q u e yacían y les confirmaron en la necesidad de agruparse bajo u n m a n d o y luchar p o r las reivindicaciones nacionales.

Elección

de Jonatán

y su huida

al desierto

(9,28-34)

28

Reuniéronse entonces todos los amigos de Judas y dijeron a Jonatán: 29 « D e s d e q u e m u r i ó tu h e r m a n o Judas no apareció n i n g u n o semejante a él, capaz de hacer frente a los enemigos, a Báquides y a los perseguidores de nuestro pueblo. 3 0 P e r o hoy te elegimos en su lugar para que seas nuestro jefe y capitán, para q u e nos lleves a nuestras batallas». 31 Aceptó Jonatán el m a n d a t o y ocupó desde entonces el puesto de Judas, su h e r m a no. 32 C u a n d o Báquides tuvo noticia de ello, le buscó para darle m u e r t e . 33 M a s , sabiéndolo Jonatán, su hermano Simón y sus parciales, h u y e r o n al desierto de T e c u a y acamparon junto a las aguas de la cisterna de Asfar. 3 4 Súpolo Báquides en u n día de sábado, y vino con todo su ejército al otro lado del J o r d á n . Jonatán era conocido p o r su valor y su fidelidad a la m e m o r i a de su p a d r e . A l comunicarle los conjurados q u e habían pensado e n elegirle por jefe (arjon) y caudillo (egoúmenos), n o rehusó la oferta. C o n ello se oponía al acuerdo concluido con el general sirio, p o r lo q u e tuvo q u e huir a u ñ a de cabillo al desierto de Tecua. E r a el desierto el único lugar n o controlado p o r las tropas de Báquides V en d o n d e p o d í a n fácilmente ocultarse los q u e vivían al m a r g e n d e la ley. Ocias había hecho u n a gran obra en el desierto de T e c u a

1 Ahtcdbeos 9

1014

1 Macéeos

al construir torres y excavar m u c h a s cisternas (2 C r ó n 26,10) para los pastores y sus rebaños. L a de Asfar se hallaba en el lugar q u e ocupan las ruinas d e Bir-ez-Zaferán, a seis kilómetros al sur d e T e c u a . N o nos explicamos el p o r q u é Báquides, al oír q u e J o n a t á n se retiró al desierto d e T e c u a , se marchase a TransJordania. Acaso nos hallamos frente a una glosa m u y antigua, ya existente en el texto hebraico, y q u e pasó a la versión griega 1.

Traición

y castigo

de los nabateos

(9,35-42)

35

Envió Jonatán a su h e r m a n o p o r jefe de una tropa, y rogó a los nabateos, sus amigos, les permitieran dejar a su custodia el bagaje, que era m u c h o . -16 P e r o salieron de M a d a b a los hijos de J a m b r i , y se apoderaron de J u a n y de cuanto llevaba, y se partieron con ello. 37 Llegó a Jonatán y a Simón, su h e r m a n o , la nueva de que los hijos de J a m b r i celebraban una solemne boda con gran p o m p a y conducían desde M a d a b a la novia, hija d e u n o de los magnates de Canaán. 38 Y, acordándose de su herm a n o Juan, salieron, se ocultaron al abrigo de u n m o n t e , 39 alzaron los ojos y vieron u n a caravana regocijada y n u m e r o s a . E r a el novio, que con sus amigos y h e r m a n o s salía al encuentro de la novia con panderos, instrumentos músicos y m u c h a s a r m a s . 40 Lanzándose fuera de su escondite, los de Jonatán los atacaron, q u e d a n d o heridos m u c h o s y h u y e n d o los restantes al m o n t e , apoderándose los vencedores de todos los despojos. 41 Las bodas se convirtieron en llanto; el sonido de la música, en lamentaciones; 42 y, t o m a d a venganza de la sangre de su h e r m a n o , se volvieron a la ribera pantanosa del J o r d á n . C a d a u n o q u e se j u n t a b a a J o n a t á n y acudía a su escondite del desierto ponía a b u e n recaudo todo cuanto poseía. Pensó J o n a t á n confiar la custodia d e estos bienes a los nabateos (5,25), d e vida semin ó m a d a , q u e h a b i t a b a n al sudeste del m a r M u e r t o . Juan, h e r m a n o suyo, fue el designado para llevar el bagaje a la tierra de los nabateos y de asegurar a las mujeres e hijos de los combatientes una m o r a d a segura. J u a n y su comitiva atravesaron el J o r d á n , llegando al país de los moabitas. E n el camino les salieron al e n c u e n t r o los hijos de J a m b r i , instalados en M a d a b a ( N ú m 21,30; 1 C r ó n 19,7), a treinta y cinco kilómetros al sur d e A m m á n , asaltando la caravana y m a t a n d o al jefe q u e la conducía. J o n a t á n quiso vengar la afrenta, y aprovechó la ocasión de celebrarse u n a suntuosa boda. M a d a b a (v.37) se hallaba cerca de la c u m b r e del m o n t e N e b o .

Escaramuza

junto

al Jordán

(9,43-49)

43

Supo el suceso Báquides, y en día de sábado vino con m u cha fuerza hasta las m á r g e n e s del Jordán. 4 4 Dijo entonces Jonatán a los suyos: «Ea, l u c h e m o s p o r nuestra vida. No es hoy c o m o ayer y anteayer. 4S El peligro nos acosa p o r delante y por detrás; ahí y allí, las aguas del J o r d á n , las m á r g e n e s pantanosas y el bosque; n o hay escape. 4 6 C l a m a d , pues, al cielo para que Véase «Zeitschrift für alttestamenliche Wissenschaft», 41 (1931) 35-42.

9

1015 47

os salve de vuestros enemigos». Trabóse la batalla. Alzó Jonatán la m a n o para herir a Báquides; pero éste retrocedió, es48 quivando el golpe. Salvaron Jonatán y los suyos el Jordán, pasando a nado a la ribera opuesta; pero los enemigos no atravesaron el J o r d á n para perseguirlos. 49 A q u e l día cayeron como unos mil h o m b r e s de los de Báquides. Llegó a Báquides la noticia del desplazamiento de Jonatán al otro lado del río J o r d á n y quiso cortarle la retirada. Aprovechó u n sábado, p o r conocer la c o s t u m b r e j u d í a de n o pasar a la ofensiva en día de fiesta (2,41; 15,1). Báquides vadeó el río y se camufló en los matorrales q u e crecen j u n t o al mismo, e s p e r a n d o el regreso d e Jonatán. Viose J o n a t á n aprisionado entre el ejército sirio y el J o r d á n , siendo la situación desesperada. «No es como ayer y anteayer» ( G e n 31,2; Jos 4,18; 1 Sam 5,2; 2 R e 13,5), q u e r i e n d o decir: Jamás nos h e m o s e n c o n t r a d o en situación t a n comprometida; n o hay escape. Jonatán recomienda la oración, p e r o atacó al mismo t i e m p o a Báquides, haciéndole retroceder. Del ejército de Báquides cayeron u n o s mil h o m b r e s , cifra q u e Flavio Josefo hace remontar a dos mil.

Fortificaciones

de Báquides

(9,50-53)

50

Vuelto éste a Jerusalén, edificó ciudades fuertes en Judea, la fortaleza de Jericó, la de E m a ú s , la de Betorón, la de Betel, la de T a m n a t a , la de Faratón y la de Tefón, con m u r o s altos y puertas y cerrojos, 51 poniendo en ellas guarnición para hacer la guerra a Israel. 52 Fortificó asimismo las ciudades de Betsur y G a z e r y la ciudadela, y puso guarniciones y las abasteció de víveres. 5 3 T o m ó luego a los hijos de los principales del país c o m o rehenes y los recluyó en la ciudadela de Jerusalén. Se alargaba d e s m e s u r a d a m e n t e la estancia d e Báquides fuera de A n t i o q u í a . N o valía la p e n a seguir la vida n ó m a d a de unos pocos guerrilleros descontentos con el gobierno de la nación. Bastaba levantar sólidas fortalezas en los p u n t o s neurálgicos del país. Jericó ocupaba u n lugar clave q u e controlaba las rutas de J e r u s a l é n a la TransJordania; A m u á s o E m a ú s era como u n centinela al pie de la Sefela, q u e guardaba los accesos a Judea y a Jerusalén. Betorón d o m i n a b a la región de M o d í n y los accesos a las m o n t a ñ a s de Efraím. Betel (Beitin) defendía la capital por el septentrión. A dieciséis kilómetros al n o r t e d e Betel se encuentra T a m n a t a (Jirbet Tibna), en el camino q u e u n e Gofna y Birzeit con la región de M o d í n . F a r a t ó n (Jos 12,15) y T e f ó n (Jos 12,17) n o h a n sido p l e n a m e n t e identificadas.

Muerte 54

de Alcimo

(9,54-57)

El año ciento cincuenta y tres, el m e s segundo, ordenó Alcimo derribar el m u r o del atrio interior del santuario, dest r u y e n d o la obra de los profetas. C o m e n z ó a ejecutarlo, 55 pero le sobrevino u n ataque apoplético y q u e d a r o n suspendidas las obras. Se le cerró y paralizó la boca, de m o d o que n o p u d o ya

1016

1 Macabeos 9 hablar palabra ni disponer de su casa. Murió Alcimo en medio de grandes tormentos. 5657 Luego que Báquides vio muerto a Alcimo, se volvió al rey, y la tierra de Judea gozó de paz por dos años.

Había en el templo un muro de separación entre el atrio de los judíos y el de los gentiles (i Re 7,12), obra de los profetas, particularmente de Ageo y Zacarías. Que Alcimo pretendiera reemplazarlo por otro de estilo helenístico o que maquinara quitar toda la barrera entre judíos y paganos, no es fácil determinarlo. En tiempo de Herodes, la división entre un atrio y otro era señalada por el soreg, o balaustrada, cuya altura llegaba hasta el pecho.

Segunda

expedición

de Báquides

(9,58-66)

58

Todos los apóstatas tomaron de común acuerdo esta resolución: «Jonatán y los suyos viven muy tranquilos y confiados; pues bien, hagamos59 venir a Báquides, y en una noche los prenderemos a todos». Fuéronse a Báquides y se aconsejaron con él. 60 En efecto, se dispuso a venir con mucha fuerza. En secreto envió cartas a todos sus parciales de Judea para que prendieran a Jonatán y a los suyos; lo que no pudieron hacer, por haber llegado tal designio a conocimiento de ellos. 61 Lejos de eso, cogieron ellos presos a unos cincuenta hombres de la tierra, cabecillas de aquella conjura, y les dieron muerte. 62 Luego, Jonatán y Simón, con los suyos, se retiraron a Betbasí, en el desierto; levantaron lo que estaba arruinado y la fortificaron. 63 Informado Báquides de esto, reunió toda su gente y avisó a los de Judea. 64 Vino a acampar enfrente de Betbasí, la atacó durante muchos días empleando máquinas, que construyó ex profeso. 65 Jonatán dejó en la ciudad a su hermano Simón, y él salió al campo con un puñado de hombres. 66 Derrotó a Odoaren, a sus hermanos y a los hijos de Fasirón en sus tiendas, iniciando así sus sucesos y aumentando sus fuerzas. Los apóstatas judíos diéronse cuenta de que los años de paz eran aprovechados por Jonatán y los suyos para emprender una nueva ofensiva. La oficialidad siria que custodiaba las fortalezas levantadas por Báquides no veía mayor peligro en las actividades de los hermanos Macabeos, acantonados en Modín y pueblos de los alrededores. Los intrigantes judíos acudieron entonces al crédulo Báquides, quien, creyendo que su campaña sería un paseo triunfal, dirigióse personalmente a Judea. Sus esperanzas de apoderarse por sorpresa de los Macabeos fracasaron. La localidad de Betbasí (v.62) debe buscarse entre Belén y Tecoa.

Derrota de Báquides 67

y proposiciones

de paz

(9,67-73)

Simón y los suyos salieron de la ciudad, pusieron fuego a las máquinas 68 y atacaron a Báquides, a quien causaron una gran derrota; le pusieron en grave aprieto, haciendo fracasar con sus planes su expedición. 6í> El se enfureció contra los impíos que le habían aconsejado ir a Judea, hizo dar muerte a

1 Macabeos 10 1017 muchos de ellos y resolvió volverse a su tierra. 70 Así que Jonatán tuvo noticia de ello, le envió embajadores 7para concertar la paz y hacerle entrega de los prisioneros. ' Asintió a ello Báquides y aceptó las proposiciones, jurando no causarle mal alguno en todos los días de su vida. 72 Hízole entrega de los prisioneros que antes había tomado de la tierra de Judá y partió para su tierra, no volviendo más a los confines de Judea. 73 Cesó la guerra en Israel, y Jonatán estableció su residencia en Majmas, donde comenzó a gobernar al pueblo y exterminar a los impíos de Israel. El sistema de los dos frentes desconcertó a Báquides. Mientras Jonatán hostigaba las tropas en torno a Betbasí, Simón aprovechó la coyuntura para hacer una salida e irrumpir sobre los asaltantes. Según Flavio Josefo 2, el ataque de Jonatán fue de noche. Al verse Báquides cercado por sus adversarios y atacado de frente y por la espalda, cayó víctima del desánimo, no acertando a idear una maniobra que le pusiera al abrigo del enemigo. A falta de otras víctimas más codiciadas, culpó a los impíos judíos de su fracaso, descargando contra ellos el peso de su ira. Humillado, resolvió regresar a su tierra, pensando que, si los judíos helenizantes tenían cuentas pendientes con Jonatán, las resolvieran ellos mismos. En este estado de ánimo aceptó sin dificultad la firma de un armisticio que le sugirió Jonatán. Jonatán retiróse a Majmas, a unos quince kilómetros al norte de Jerusalén, alejado de las guarniciones griegas de la capital y con libertad de movimientos. El autor del libro atribuye a Jonatán las prerrogativas que tenían los antiguos jueces de Israel (Jue 3,10; 4,4; 1 Re 3,9; 2 Re 15,15). Jonatán,

halagado

por Demetrio

(10,1-6)

1

El año 160, Alejandro, hijo de Antíoco Epifanes, se alzó en armas y se apoderó2 de Tolemaida, siendo bien acogido y reconocido como rey. Informado de ello el rey Demetrio, juntó muchas tropas y salió a campaña contra él. 3 Al mismo tiempo envió Demetrio a 4Jonatán cartas amistosas con promesas de engrandecimiento, porque se decía: «Apresurémonos a hacer las paces con él antes de que las haga con Alejandro contra nosotros, 5 acordándose de todos los males que le hemos hecho a él, a sus hermanos y a su pueblo». 6 Le dio autoridad para juntar ejército, fabricar armas; le prometió que le contaría entre sus aliados y le devolvería los rehenes que tenía en la ciudadela. La política interna de los seléucidas contribuiría en adelante a afianzar en el poder a Jonatán. No estaba el pueblo contento con el carácter misántropo y despótico del rey; tampoco los romanos veían con agrado los éxitos militares de Demetrio. En su victorioso trono debía experimentar la sacudida de la rebelión desencadenada por Alejandro Bala. Este, que por su parecido físico hacíase pasar por hijo de Antíoco —el autor sagrado no quiere dirimir la cuestión de su origen—, fue 2 Ant. Iud. 13,38.

1010

1 Macabeos 10

1 Macabeos 10

el i n s t r u m e n t o d e q u e se sirvieron los r o m a n o s y los s o b e r a n o s enemigos T o l o m e o V I , Attalo I I d e P é r g a m o , M i t r í d a t e s V d e Capadocia para derrocar a D e m e t r i o . Alejandro era natural d e Esmirna, «desconocido y d e estirpe incierta» i; «hombre d e ascendencia humilde» 2 . P o r su t e m p e r a m e n t o aventurero, el rey Attalo I I le revistió d e las insignias reales y lo envió a Cilicia, para q u e fuera allí u n a a m e n a z a constante para D e m e t r i o . E n este tiempo, H e r á clides, antiguo ministro d e Hacienda d e Epifanes, queriendo vengar la m u e r t e d e s u h e r m a n o T i m a r c o p o r p a r t e d e D e m e t r i o , logró, d u r a n t e el invierno del 153-152 antes d e Cristo, q u e el senado r o m a n o reconociera las pretensiones d e Alejandro Bala sobre el t r o n o d e Siria. E l aventurero Bala llegó a las costas d e Siria p r o t e gido p o r la flota egipcia, d e s e m b a r c a n d o e n T o l e m a i d a y a d u e ñ á n dose d e ella p o r sorpresa. Corría el a ñ o 160 d e la era seléucida, 152 antes d e Cristo. T o l e m a i d a era u n a plaza i m p o r t a n t e q u e d o m i n a b a toda Palestina, y era la base principal del sistema defensivo d e la Fenicia. Podía, además, recibir la ciudad ayuda militar d e Egipto, cuyo rey, T o l o m e o V I , veía con b u e n o s ojos el a m o t i n a m i e n t o d e A l e j a n d r o . D e m e t r i o reaccionó como guerrero y como diplomático. E n u n a carta a J o n a t á n trata d e atraérselo a su causa con promesas zalameras, convencido d e la necesidad q u e tenía ahora d e u n aliado al s u r del imperio.

L a s obras d e fortificación se e m p r e n d i e r o n r á p i d a m e n t e e n Jerusalén. Convenía trabajar a destajo, p o r c u a n t o J o n a t á n había ido más allá d e las atribuciones q u e le concedía D e m e t r i o .

1018

Jonatán

en Jerusalén

(10,7-14)

1

Vino Jonatán y leyó las cartas en presencia del pueblo y de los que se hallaban en la ciudadela. 8 U n gran temor se apoderó de todos cuantos oyeron que el rey le daba autoridad para juntar el ejército. 9 Los de la ciudadela le devolvieron los rehenes, que él entregó luego a los padres de éstos; , 0 y estableciendo su residencia en Jerusalén, comenzó luego a restaurarla y renovarla. 11 Mandó a los obreros construir los muros y rodear el monte de Sión de un muro de sillares, para mayor fortaleza, c o m o se hizo. 12 Huyeron todos los extranjeros que había en la fortaleza edificada por Báquides, 13 y abandonó cada uno el lugar en que vivía para irse a su tierra. 14 Sólo en Betsur quedaron algunos de los que habían abandonado la Ley y los preceptos, porque les servía de refugio. Jonatán sacó provecho d e las cartas reales, q u e leyó e n Jerusalén en presencia d e amigos y d e enemigos. T a n p r o n t o como recibió las epístolas d e D e m e t r i o , a b a n d o n ó M a j m a s y se a p o d e r ó d e Jerusalén, q u e convirtió e n baluarte d e la resistencia j u d í a . L o s sirios d e la ciudadela escucharon aterrados el contenido del m e n saje real, e n t r e g a n d o los q u e tenían e n rehenes (9,53). A los e n e m i gos d e Jonatán sólo les q u e d a b a u n a salida: huir. Y así lo hicieron. Q u e d a r o n e n Betsur algunos d e ellos, confiados e n los recios m u r o s d e la fortaleza y e n u n cambio d e r u m b o d e la situación política. T I T O L I V I O , Epit. JUSTINO, 35,1,6.

52.

Proposiciones

de Alejandro

(10,15-21)

15 Pero al saber el rey Alejandro las promesas que Demetrio había hecho a Jonatán, y asimismo las guerras, las hazañas que éste y sus hermanos habían realizado y los trabajos que habían pasado, 16 se dijo: «¿Podremos encontrar otro hombre como éste? Hagámosle nuestro amigo y aliado». 17 Y le escribió una carta, cuyo tenor era el siguiente: 18 «El rey Alejandro, a nuestro hermano Jonatán. Salud. 19 H e m o s oído de ti que eres hombre de valor y m u y digno de ser amigo nuestro. 2o Hoy te constituimos, pues, sumo sacerdote de tu nación y te concedemos el título de amigo del rey—y le envió un vestido de púrpura y una corona de oro—para que mires por nuestros negocios y guardes nuestra amistad». 2 1 Vistióse Jonatán la túnica santa en el mes séptimo del año ciento sesenta, e n la fiesta de los Tabernáculos; alistó tropas y fabricó armas en gran cantidad. Alejandro n o quiso quedarse corto; a las promesas acompañó las obras. E n u n a carta le hace saber q u e le concede la dignidad d e s u m o sacerdote, reconociéndolo c o n ello jefe s u p r e m o religioso del j u d a i s m o . D e s d e la m u e r t e d e A l c i m o , este cargo estaba vacante. ¿Podía u n monarca sirio conceder tal dignidad? Algunos s u m o s sacerdotes lo fueron p o r n o m b r a m i e n t o d e los seléucidas (Jasón, Menelao, Alcimo); precedente q u e Alejandro quiso ahora explotar 3 . A d e m á s , Alejandro le n o m b r ó r e y aliado suyo. Quizá la mención d e las insignias reales (v.ao) sea u n a glosa. El 15 del mes séptimo se celebraba la fiesta d e los T a b e r n á c u l o s ( L e v 23,33-43; D e u t 16,13), e n I a c u a ' inauguró J o n a t á n su dignidad d e sumo sacerdote. D e esta m a n e r a llegó u n m i e m b r o d e la familia macabea a la m á s alta dignidad d e la nación. Faltábale q u e la m i s m a fuera hereditaria e n la familia y q u e los sirios reconocieran al sumo sacerdote como jefe, lo q u e se consiguió bajo Simón (14,41).

Contraofertas

de Demetrio

(10,22-45)

22

Oído esto por Demetrio, se entristeció mucho y dijo: «¿Qué es lo que hemos hecho, que Alejandro se nos ha anticipado en hacer amistad con los judíos para ganarse su apoyo ? 2 4 Les escribiré yo con palabras persuasivas, ofreciéndoles ventajas y mercedes para que se hagan auxiliares míos». 25 Efectivamente, les envió una carta del tenor siguiente: «El rey De23

3 Por otra parte, Jonatán descendía d e Joarib, jefe de una d e las veinticuatro clases sacerdotales d e Aarón, pudiendo, p o r lo mismo, ejercer el pontificado (2,1.54; 7,1). L o s esenios se opusieron a la conducta d e los sumos pontífices asmoneos, pero no atacaron, al parecer, su origen. P u d o suceder, sin embargo, q u e en esta ocasión el «Doctor legítimo» (el Maestro de Justicia) d e la secta se trasladara con sus seguidores a Q u m r á n y q u e el hijo d e Onías III edificara el templo d e Leontópolis (ABEL-STARCKY, l . c , 162). El movimiento d e los hasidim tuvo lugar hacia el año 174, y el d e los esenios hacia el 152.

1020

1021

1 Macabeos 10

1 Mácateos 10 26

metrio, al pueblo de los judíos, salud. Con gran alegría hemos sabido que os habéis mantenido fieles a nuestra alianza y habéis perseverado en27 nuestra amistad y no os habéis unido a nuestros enemigos. Perseverad, pues, en vuestra fidelidad a nosotros, y os recompensaremos con grandes mercedes por lo que hiciereis en favor nuestro. 28 Os condonaremos las deudas y os haremos muchas mercedes. 29 Desde luego, declaro a todos los judíos exentos de30tributos y del impuesto de la sal y del tributo de las coronas. El tercio de la cosecha y la mitad de la de los árboles frutales, que a mí me toca percibir, renuncio de hoy en adelante a percibirlo en la tierra de Judá y en los tres distritos a ella anejos,31 tomados de Samaría y de Galilea, desde hoy para siempre. Jerusalén será ciudad santa y exenta, igual que su territorio, de diezmos y tributos. 32 Renuncio también a la autoridad sobre la ciudadela de Jerusalén y hago de ella entrega al sumo sacerdote, que pondrá allí los hombres que él escogiere para su guarnición. 33 Todos los judíos que hayan sido llevados cautivos de tierra de Judá a cualquier parte de mi reino, los doy por libres gratuitamente, y todos quedarán exentos de tributos, aun de los de ganados. 34 Todas las fiestas, los sábados, las neomenias, los días señalados y los tres días que preceden y siguen a las fiestas, serán días de exención y de franquicia para todos los judíos de mi reino. 35 Nadie tendrá autoridad para intentar contra ellos acción judicial ni molestarlos en cualquier negocio. 36 D e j o s judíos serán incorporados al ejército del rey hasta treinta mil hombres, dándoseles el sueldo como a todas las demás tropas del rey, 37 y de ellos serán puestos en las grandes fortalezas del rey, y asimismo nombrados para los negocios del reino que exigen confianza. De ellos serán sus jefes y vivirán según sus leyes, como lo ha dispuesto el rey en la tierra de Judá. 38 Y los tres distritos tomados a las regiones de Samaría e incorporados a Judea lo serán de modo que formen una sola circunscripción y no obedezcan a otra autoridad que a la del sumo sacerdote. 39 De Tolemaida y su distrito hago obsequio al santuario de Jerusalén para sufragar los gastos del mismo. 40 Doy cada año veinte mil siclos de plata, pagaderos de los derechos del rey en los lugares que nos pertenecen. 41 Todo el sobrante que los empleados del fisco no hayan entregado, como en los años anteriores, desde ahora lo destino a las obras del templo. 42 Y los cinco mil siclos de plata que cada año percibíamos de los tributos del templo, también los condonamos, y se 43 los damos a los sacerdotes que ejercen las funciones sagradas. Cuantos se acojan al templo de Jerusalén y a todo su recinto, deudores de los impuestos reales o de cualquier otra 44deuda, quedarán libres, y también cuanto tenga en mi reino. Los gastos para edificar y restaurar el templo serán pagados de la hacienda real. 45 Los gastos para la edificación de los muros de Jerusalén y las fortificaciones de su recinto correrán también por cuenta del rey, y asimismo la edificación de las murallas en Judea». A oídos de Demetrio llegaron las propuestas que Alejandro Bala hizo a Jonatán y, en un alarde de generosidad, quiso superarlas. Por aquello de que nunca segundas partes fueron buenas, comprendió Jonatán que no eran sinceros los sentimientos de Demetrio, sino dictados por las necesidades del momento.

La sal que se sacaba del mar Muerto (11,35) era propiedad del Estado sirio. El tributo de las coronas de oro tiene su origen en la costumbre entre los griegos y romanos de enviar cada provincia una corona de oro al general que ganara una batalla. Más tarde, cada año se enviaba lo equivalente en dinero (aurum coronarium) 4 . Debían los judíos pagar al rey el tercio de las cosechas y la mitad de la de los árboles frutales. A todo ello renuncia ahora Demetrio con tal de que los judíos pacten con él. La exención se extiende a Judea, Samaría. Los tres distritos de que habla el v.30 eran Aferema, Lida y Ramata (11,34). Demetrio promete la inmunidad de franquicia en las fiestas judías, tales como Pascua, Pentecostés, fiesta de los Tabernáculos, días en que cada israelita adulto tenía la obligación de ir al templo (Ex 23,14-17). Serán también conceptuados como festivos los tres días que se calculaban como necesarios para el viaje de ida y vuelta. Para subvencionar los gastos del templo les entregará Demetrio la ciudad de Tolemaida y distrito, con sus derechos aduaneros, además de una suma de quince mil siclos de plata, o sea unas trescientas mil pesetas. Reconoce el rey el derecho de asilo en el templo, en sentido más amplio del que entendía la Ley (Ex 21,13-14; Núm 35, 9-28). En un exceso de liberalidad sospechosa, llega incluso a conceder al pueblo judío el derecho de reedificar los muros de Jerusalén, las fortificaciones de su recinto y las murallas deterioradas de las ciudades fuertes de Judea con el dinero del rey.

Suspicacia

de Jonatán

(10,46-47)

46

Cuando Jonatán y el pueblo oyeron estas palabras, no las creyeron ni las aceptaron, acordándose de los grandes males que había causado en Israel, y cuánto los había atribulado, 47 y se decidieron en favor de Alejandro, que les había hecho proposiciones de paz, y así le prestaron auxilio todo el tiempo. Se había excedido Demetrio en su liberalidad para que los judíos le prestaran fe. Jonatán no cayó en la trampa, adhiriéndose por el momento a la causa de Alejandro, a quien nada tenían que objetar los judíos. Además, la estrella de Demetrio empezaba a palidecer al perder la amistad de los romanos y la estima del pueblo. Derrota

de Demetrio

(10,48-50)

48

Reunió el rey Alejandro grandes fuerzas, y asentó su campo enfrente del de Demetrio. 49 Trabaron la batalla los dos reyes, y huyó el ejército50de Demetrio perseguido por Alejandro, que quedó vencedor. La batalla fue encarnizada y duró hasta la puesta del sol, cayendo en aquel día el rey Demetrio. Lacónico es el relato del encuentro de los dos ejércitos. Parece que el de Alejandro contaba con el apoyo de Jonatán. No se especi4

CICERÓN, Pro lege agraria 2.12,59.

1 Macabeos 10

1022

fica el lugar del e n c u e n t r o . E n el p r i m e r e n c u e n t r o tuvo q u e huir el ejército d e Alejandro perseguido d e cerca p o r D e m e t r i o . E n u n s e g u n d o combate, q u e d u r ó u n día entero, Alejandro prevaleció s o b r e su enemigo, q u e q u e d ó en el c a m p o d e batalla. ¿Cuánto t i e m p o transcurrió entre el p r i m e r o y el segundo e n c u e n t r o ? Bévenot calcula u n año.

Preparativos

de boda

(10,51-56)

51

Después de esto, Alejandro envió mensajeros a Tolomeo, rey de Egipto, diciéndole: 5 2 «Vuelvo a mi reino, he logrado sentarme en el trono de mis padres y recuperar el gobierno, después de derrotar a Demetrio y apoderarme de nuestra tierra. 5 3 Trabada la batalla, fue vencido él y su ejército, y nos hemos sentado en el trono de su reino. 5 4 Hagamos, pues, alianza; dame tu hija por mujer, y seré tu yerno, y tanto a ti como a ella os daré presentes dignos de ti». 5S El rey Tolomeo le respondió diciendo: «Dichoso el día en que has vuelto a la tierra de tus padres y te sentaste en el trono real. 56 Con gusto haré lo que m e dices. Ven a m i encuentro a Tolemaida, para que nos veamos y te haga yerno mío, según deseas». T o l o m e o IV Filometor ocupaba el trono d e Egipto. A él acude Alejandro e n calidad d e r e y aliado para pedirle la m a n o d e su hija Cleopatra. C o n este m a t r i m o n i o pretendía Alejandro borrar la m a n cha d e su oscuro origen, e m p a r e n t á n d o s e con familias reales. P o r su parte, T o l o m e o veía c o n b u e n o s ojos esta decisión d e Alejandro, p o r creer q u e d e esta m a n e r a le serían reconocidos sus derechos s o b r e la provincia d e Celesiria y regiones adyacentes. T o l o m e o señaló a T o l e m a i d a como lugar d e entrevista para ultimar los preparativos d e boda.

Bodas en Tolemaida

(10,57-60)

57

Partió de Egipto Tolomeo con su hija Cleopatra, y llegaron a Tolemaida el año ciento sesenta y dos. 5 8 El rey Alejandro le salió al encuentro, Tolomeo le dio su hija Cleopatra, y celebraron en Tolemaida las bodas con gran magnificencia, como de reyes. 59 El rey Alejandro escribió a Jonatán que viniese a su encuentro. 6 0 Vino con grande pompa a Tolemaida, se entrevistó con los dos reyes y les hizo obsequios de oro y plata; también a sus cortesanos les hizo muchos regalos, ganándose con ello su favor. A T o l e m a d i a habían llegado las naves d e T o l o m e o en apoyo d e las pretensiones del aventurero Bala. A l llegar el rey a esta ciudad le pareció encontrarse en su propia casa, calculando q u e m u y p r o n to volvería ella a formar parte integrante d e Egipto. L a boda celebróse con gran boato, «como d e reyes», con u n a semana d e duración. N o podía faltar e n la misma el rey amigo J o n a t á n , q u e le a y u d ó e n la lucha contra D e m e t r i o .

1 Macabeos 10

1023

Los aguafiestas y reacción de Alejandro

(10,61-66)

61 Vinieron apóstatas, mandados de Israel, para acusarle; pero el rey no los atendió, 6 2 antes mandó quitar a Jonatán sus vestidos y vestirle de púrpura, como se hizo. L e sentó el rey a su lado, 63 y dijo a sus grandes: «Salid con él por medio de la ciudad y pregonad que nadie se atreva a acusarle sobre ningún negocio y que nadie por ninguna causa le moleste». 6 4 Cuando sus acusadores vieron los honores públicos que se le hacían y le vieron vestido de púrpura, huyeron todos. 65 Le honró mucho el rey y le inscribió en el número de sus primeros amigos, y le n o m bró general y gobernador de provincia. 6 6 Después de lo cual volvió Jonatán a Jerusalén en paz y contento. Creían los apóstatas j u d í o s encontrar e n Alejandro el m i s m o favor q u e sus partidarios e n la corte d e D e m e t r i o . Pero las cosas h a b í a n cambiado m u c h o . ¿Cómo podía Alejandro volver la espalda a u n amigo y c o m p a ñ e r o d e armas? Q u e e n Palestina n o gozara J o n a t á n del favor d e todos, n o interesaba g r a n d e m e n t e al monarca sirio; a él le bastaba saber q u e Jonatán rechazó las ofertas d e D e m e trio y se adhirió a su causa. A n t e s d e partir Jonatán para Jerusalén recibió d e Alejandro los títulos d e estratega y meridarca. P o r el prim e r o le constituía generalísimo d e las tropas d e Judea; p o r el seg u n d o le n o m b r a b a gobernador s u p r e m o d e Judea, d e p e n d i e n d o , p o r descontado, del rey d e Siria. E n la persona d e Jonatán se u n í a n el p o d e r religioso, militar y civil.

Bravatas de Apolonio

(10,67-73)

67

El año ciento sesenta y cinco, Demetrio, hijo de Demetrio, vino de Creta a la tierra de sus padres. 6 8 En cuanto Alejandro lo supo, se volvió a Antioquía m u y contrariado. 69 Demetrio nombró gobernador de la Celesiria a Apolonio, que juntó un poderoso ejército y vino a acampar e n Jamnia, desde donde envió recado a Jonatán, diciéndole: 7I) «¿Vas a ser tú el único que te levantas contra nosotros y voy a ser yo objeto de risa y burla por causa tuya? ¿Por qué presumes hacerte fuerte en los montes contra nosotros? 71 Si tanto confías en tus fuerzas, desciende al llano y midamos las armas, que conmigo está la fuerza de las ciudades. 72 Pregunta y sabrás quién soy yo y quiénes los que m e prestan auxilio, los cuales dicen que no podrás mantenerte a pie firme entre nosotros, y que por dos veces fueron vencidos tus padres en esta tierra. 7 3 No podrás sostener el empuje de m i caballería y de m i ejército en campo abierto, donde no hay piedras, ni guijarros, ni lugar a donde huir». Alejandro llevó u n a vida licenciosa y orgiástica 5 , despreocupado de las cosas del reino, atrayéndose sobre sí la aversión d e todos. L a política d e su favorito A m m o n i o d e perseguir y matar a t o d o s los amigos d e D e m e t r i o , principalmente sus familiares, indujo al hijo mayor d e D e m e t r i o a derrocar al intruso y restablecer e n el 5 T I T O L I V I O , Epit.

50; JUSTINO, 35.2,2.

1024

1 Macabeos 11

1 Macabeos 10

trono a los seléucidas. Amparado por veteranos generales, Demetrio II Nicator partió de Gnido, capital de Caria, y marchóse a Creta. con ánimo de reclutar tropas mercenarias para oponerse al usurpador Alejandro. Logrado su intento, puso al frente de las mismas al fiel Lestene, desembarcando en las costas de Cilicia, probablemente en Seleucia, enarbolando la bandera de la rebelión. A Tolemaida, donde residía de ordinario Alejandro, llegó la noticia del levantamiento de Demetrio II y de su desembarco en Cilicia. Sin perder tiempo, Alejandro corrió a Antioquía, confiada al gobierno de Jerace y Diodoro, para defender la capital de las tropas del invasor. Mientras el nuevo pretendiente combatía a Alejandro en la parte septentrional del imperio, Apolonio marchó contra su aliado del sur, Jonatán. Con esta maniobra, el mismo tiempo que imponía silencio al general judío, cortaba el paso a Tolomeo, rey de Egipto, en caso de que intentara acudir en ayuda de su yerno. Jonatán

y Simón,

en lucha

con Apolonio

(10,74-85)

74

Cuando Jonatán oyó las bravatas de Apolonio, se llenó de indignación y, escogiendo diez mil hombres, salió de Jerusalén, llevando consigo a Simón, su hermano. 75 Acampó frente a Jope, que le cerró las puertas, porque había en ella una guarnición de Apolonio. Pero la atacaron, 76 y, atemorizados los ciudadanos, le abrieron las puertas, quedando Jonatán dueño de Jope. 77 Así que Apolonio tuvo noticia del suceso, sacó al campo tres mil caballos y una poderosa fuerza de infantería 78 y siguió el camino de Azoto, fingiendo pasar de largo frente a Jope; pero se volvió en seguida a la llanura, muy confiado en la numerosa caballería que tenía. Jonatán salió contra él hacia Azoto, y se trabó80la lucha. 79 Apolonio había dejado emboscados mil caballos. Supo Jonatán la asechanza que detrás de sí tenía, y, aunque unos y otros cercaron el campo y estuvieron lanzando flechas contra el pueblo desde la mañana hasta la noche, 81 el pueblo se mantuvo firme, según las órdenes de Jonatán, hasta que la caballería se fatigó. 82 Luego movió Simón sus fuerzas y atacó a la falange, y, como la caballería estaba ya agotada, los derrotaron y pusieron en fuga. 83 La caballería se dispersó por la llanura, huyendo hacia Azoto,84y se refugiaron en el templo de Dagón, su ídolo, para salvarse. Jonatán prendió fuego a Azoto y a las ciudades cercanas, se apoderó de sus despojos y dio a las llamas el templo de Dagón, abrasando a los que en él se habían refugiado. 8S El número de los que perecieron por la espada y por el incendio subió a ocho mil. Jonatán acepta el desafío y quiere probar que también en la llanura su ejército es superior. Indignado por las bravatas de Apolonio, salió de Jerusalén al frente de su ejército y marchó contra Jope. La ciudad filistea resistióse al principio, pero tuvo que rendirse a Jonatán y a su hermano Simón 6 . En Jamnia, situada a veinte kilómetros al sur, se encontraba Apolonio. Al tener éste noticia de la toma de Jope por parte de Jonatán, en vez de atacarle fingió huir hacia el 6

S. TOLKOWSKI, The Gateway of Palestine. A History of Jaffa (Londres 1924).

1025

sur, en dirección a Azoto, a quince kilómetros de Jamnia, con el intento de atraer al Macabeo hacia la llanura, donde la caballería podía maniobrar a su gusto. Pero el astuto Apolonio había dejado emboscados mil caballos para que se abalanzaran contra el ejército judío, de camino para Azoto, en busca del enemigo. El lugar donde se agazapó la caballería de Apolonio fue acaso el valle Qatra o el Nahr Skreir, al norte de Azoto. No cayó Jonatán en la trampa, que descubrió a tiempo. Se entabló la lucha, logrando Jonatán dar largas a la batalla con el fin de cansar a la caballería. Por su parte, Simón pudo contra la infantería de Apolonio, que se refugió en Azoto, en el recinto del templo dedicado a Dagón, confiado en que Jonatán respetaría este lugar sagrado. Era Dagón el dios de los filisteos Que 16,23), a l y los emboscados salieron de la celada, 70 y los de Jonatán huyeron, no quedando a su lado sino Matatías, hijo de Absalón, y Judas, hijo de Calfi, capitanes del

1032

1 Aíacabeos 12

1 Macábaos 12

71

ejército. Jonatán entonces rasgó sus vestiduras, se echó tierra sobre la cabeza y oró. 7 2 Volvió luego a la lucha contra los enemigos, los derrotó y puso en fuga. 73 Viendo esto los que de los suyos huían, se volvieron de nuevo a él, y todos a una los persiguieron hasta Cades, hasta su c a m p o , d o n d e hizo alto. 74 Cayeron de los extranjeros aquel día unos tres mil h o m b r e s . Jonatán se volvió a Jerusalén. E n tierras d e D a m a s c o se enteró J o n a t á n de la infiltración d e generales d e D e m e t r i o en Cades de Neftalí (Jos 19,37; 20,7), en la Alta Galilea. Acaso D e m e t r i o envió p o r m a r su t r o p a escogida d e legionarios cretenses. Posiblemente, la presencia de estas tropas t e nía la misión de advertir a J o n a t á n cuan peligroso era su papel d e p r o p a g a n d i s t a del j o v e n m o n a r c a A n t í o c o VI. J o n a t á n n o se a r r e d r ó p o r este desplegamiento de fuerzas y m a r c h ó contra el enemigo. E n t r e tanto, el autor sagrado señala una acción esporádica de Simón contra la fortaleza de Betsur, q u e cayó en su poder. J o n a t á n cayó en la t r a m p a q u e le había t e n d i d o el enemigo al ocultar p a r t e d e su ejército en u n o de los valles q u e descienden de la m o n t a ñ a . J o n a t á n n o contaba con ellos; de ahí q u e el p r i m e r c h o q u e fuele adverso. Confortado con la oración, vuelve a p r e s e n t a r batalla, q u e gana. A s o r es la famosa Jasor de Jos 11,10.

Embajada

a Roma

(12,1-4)

1

Viendo Jonatán q u e las circunstancias le eran favorables, escogió algunos h o m b r e s y los envió a R o m a para concertar y renovar la alianza de amistad con los r o m a n o s . 2 Y a los espartanos y a otros pueblos envió t a m b i é n cartas sobre lo m i s m o . 3 P a r t i e n d o para R o m a y entrando en el senado, dijeron: «Jonatán, s u m o sacerdote, y la nación de los judíos nos envían p a r a renovar con vosotros la antigua amistad y alianza». 4 Y les fueron entregadas cartas para las autoridades de cada lugar, a fin de q u e p u d i e r a n volver en paz a la tierra de J u d á . E n Siria sucedíanse los reyes, y de la m e n t a l i d a d de cada u n o d e pendía la paz o agitación en Palestina. J u d a s había solicitado en otra ocasión la amistad d e los r o m a n o s (8,i7ss); J o n a t á n intenta ahora n u e v a m e n t e llamar su atención p a r a q u e se a c u e r d e n d e Palestina. A este fin m a n d ó dos embajadores, N u m e n i o y A n t í p a t r o (v.16), a R o m a para concertar y renovar la amistad. Su éxito n o fue mayor q u e el d e los p r i m e r o s mensajeros.

1033

sitamos, pues t e n e m o s nuestra confianza en las Escrituras santas que poseemos, 10 h e m o s resuelto enviaros quien renueve con vosotros la fraternidad y amistad, a fin de n o hacernos extraños a vosotros, pues han transcurrido ya m u c h o s años desde vuestra embajada, n E n todo t i e m p o , en las solemnidades y en los restantes días n o h e m o s cesado de hacer m e m o r i a continua de vosotros en los sacrificios q u e ofrecemos y en nuestras oraciones, pues es justo y razonable acordarse de los h e r m a n o s . 12 Nos alegramos de vuestra prosperidad. 1 3 C u a n t o a nosotros, h a n sido m u c h a s las tribulaciones q u e nos h a n sobrevenido y m u c h a s las guerras q u e nos h a n hecho los reyes vecinos. 14 No quisimos en ellas molestaros ni a los d e m á s aliados y amigos, 15 p o r q u e contamos con la ayuda que nos viene del cielo, y con ella nos h e m o s librado de nuestros enemigos, y éstos fueron humillados. 16 H e m o s elegido a N u m e n i o , hijo de Antíoco, y Antípatro, hijo de Jasón, a quienes enviamos a los r o m a n o s para renovar la antigua amistad y alianza, 1 7 y les h e m o s dado el encargo de acercarse a vosotros y saludaros y entregaros nuestras letras, para renovar la alianza y fraternidad. 18 Esper a m o s q u e nos contestéis favorablemente. N i n g u n a dificultad opusieron los r o m a n o s a u n posible contacto diplomático e n t r e J u d e a y Esparta. A l deshacer R o m a la liga de Acaya (146 a. C.) convirtió a Grecia en provincia romana, dándole el n o m b r e de Acaya. El rey Ario había escrito antes cartas a Onías, en las q u e decía q u e los j u d í o s eran h e r m a n o s d e los espartanos. A r i o II m u r i ó , a los ocho años d e edad, en el año 257 antes d e C r i s t o . D e ahí q u e la mayoría de los exegetas s u p o n e n q u e el autor d e la carta fue A r i o I (301-265), y el destinatario, el s u m o pontífice O n í a s I, hijo d e J a d ú a , q u e ejerció su cargo en 323 antes d e Cristo. Su contenido se r e p r o d u c e m á s adelante (v. 19-23). J o n a t á n r e s p o n d e ahora a u n a carta escrita hacía siglo y medio. Pero a u n q u e los j u díos n o respondieran a la carta q u e les h a b í a n m a n d a d o los espartanos, sin e m b a r g o , n u n c a les olvidaron en sus oraciones (Bar 1,11). Celebra J o n a t á n la p r o s p e r i d a d de E s p a r t a . N o p u e d e decirse lo m i s m o de los judíos, q u e h a n sido oprimidos d u r a n t e años por los reyes vecinos. E n el v.9 se alude genéricamente a la Biblia, q u e correspondía a la división tripartita del prólogo del Eclesiástico.

Carta del rey Ario

(12,19-23)

9

1 L a carta enviada p o r vosotros era del tenor siguiente: «Ario, rey de los espartanos, a Onías, s u m o sacerdote, salud. 21 H e m o s hallado en d o c u m e n t o s escritos q u e los espartanos y los judíos son h e r m a n o s , unos y otros del m i s m o linaje de A b r a h a m . 2 2 D e s d e q u e esto supimos, j u z g a m o s q u e hacéis bien en darnos cuenta de vuestra prosperidad. 23 Nosotros, a la vez, os correspondemos. Vuestros ganados, vuestra hacienda, es nuestra, y la nuestra, vuestra es. P o r eso he dado o r d e n de comunicaros esto». 20

Embajada a Esparta 5

(12,5-18)

H e aquí la copia de las cartas que Jonatán escribió a los espartanos: 6 «Jonatán, s u m o sacerdote, y el senado de la nación, y los sacerdotes, y todo el pueblo de los judíos, a los de Esparta, sus h e r m a n o s , salud. 7 Ya antes recibió Onías, s u m o sacerdote, de Ario, vuestro rey, cartas en que decía q u e sois h e r m a n o s nuestros, c o m o lo certifica la adjunta copia. 8 Onías acogió con gran h o n o r al mensajero, y recibió letras en las que claramente se hablaba de alianza y amistad. 9 Nosotros, a u n q u e nada nece-

Yacía esta carta en los archivos de la nación o del t e m p l o . S u p o n e la carta q u e entre a m b o s pueblos h u b o en u n t i e m p o relaciones

1 Macabeos 12

1034

1 Macabeos 12

económicas y comerciales. La amistad debe continuar, idea que se expresa con frases típicamente orientales (i Re 20,4; 22,4; 2 Re 3,7)La crítica se ha ocupado extensamente del intercambio de cartas entre Jonatán y los espartanos. Un resumen de la cuestión en PENNA, 146-149; ABEL, 231-233. ¿Son auténticas estas cartas? Momigliano, entre otros, lo niega 1. Sus argumentos no resuelven la cuestión. En cuanto al contenido de los mensajes, el autor sagrado no garantiza la verdad de las opiniones que se expresan en los mismos. El hecho de haber dejado sin contestación la carta del rey Ario en la que el monarca contaba su hallazgo demuestra que los judíos acogieron la noticia con escepticismo o con ironía. Por su parte, el autor sagrado deja a los autores de la carta la responsabilidad sobre el carácter legendario o histórico del parentesco que, según Ario, existía entre ambos pueblos. La presunta amistad entre Abraham y los de Pérgamo se recuerda en tiempos de Juan Hircano (JOSEFO, Ant. 14,255)De nuevo

en lucha

con Demetrio

(12,24-32)

24

Tuvo Jonatán noticia de que los capitanes de Demetrio habían vuelto contra él con fuerzas mayores que antes, 2S y salió de Jerusalén a su encuentro, a la región de Hamat, porque no quiso darles lugar a que invadiesen la tierra. 26 Los exploradores enviados a espiar el ejército enemigo volvieron con la noticia de que tenían orden de caer sobre ellos aquella noche. 27 Así que se puso el sol, ordenó Jonatán a los suyos velar y estar sobre las armas, prontos a entrar en batalla durante la noche, y puso centinelas alrededor del campo. 28 Cuando los contrarios se dieron cuenta de que Jonatán y los suyos estaban preparados para la lucha, temieron, perdieron el ánimo, encendieron fuego en su campamento y se retiraron. 2S> No lo advirtieron Jonatán y los suyos hasta la madrugada, engañados con la vista de los fuegos encendidos. 30 Los persiguió Jonatán, pero31no les dio alcance, porque habían atravesado el río Eleutero. Entonces se volvió contra los árabes32llamados zabadeos, a los que derrotó, tomándoles despojos. Poniéndose de nuevo en marcha, vino a Damasco, atravesando todo el territorio. La noticia de los contactos diplomáticos de Jonatán con los romanos y espartanos puede desaparecer del texto sagrado sin que el contexto sufra menoscabo. De ahí que el v.24 se conecta con los hechos que se refieren al final del c u . En la batalla de Azor (11,73) logró Jonatán poner en fuga a las tropas de Demetrio. Pero no cejó éste en su idea de humillar a los judíos. No debe extrañar que Jonatán se aventurase a detener al enemigo en la planicie entre Baalbeck y Hamat, la antigua metrópolis aramea (2 Sam 8,9), a orillas del río Orontes, por cuanto se le había confiado la custodia de los territorios «del lado de acá del río» (11,60). Fracasa1 Prime linee di storia della tradizione maccabaica (Roma 1930) 141-151. S. SCHULLER, Some Problems connected with the supposed Common Ancestry ofjew and Spartans: «The Journal of Semitic Studies», 1 (1950) 257-268.

1035

dos los planes de Demetrio de un asalto por sorpresa, sus oficiales renunciaron al combate y se retiraron. Pero podía atacar Jonatán la retaguardia; por este temor idearon la estratagema de encender fuego para despistarle. A la mañana siguiente comprobó Jonatán que el enemigo habia huido; quiso salir en su persecución, pero, en las seis o siete horas de que dispuso el ejército sirio para retirarse, se alejó lo suficiente para no poder darle alcance, habiéndose internado en los dominios de Demetrio II, más allá del río Eleutero (el actual nahr el-Kebir). Es posible que Jonatán atacara a los árabes zabadeos por ser aliados de los generales de Demetrio o para vengar la muerte de Alejandro Bala por parte de Zabdiel (11,17). Obras

de fortificación

(12,33-38)

33

Simón, entre tanto, se había puesto en marcha, llegando hasta Ascalón y a34las próximas fortalezas; se volvió luego hacia Jope y la tomó, porque había oído que querían entregar la fortaleza a los parciales de Demetrio, y puso allí guarnición para conservarla en su poder. 35 Vuelto Jonatán, convocó a los ancianos del pueblo 36y tomó con ellos la resolución de edificar fortalezas en Judea, de levantar los muros de Jerusalén, de erigir un muro fuerte entre la ciudadela y la ciudad, a fin de separar aquélla de ésta y aislarla, para que los de allí no pudiesen comprar ni vender en ésta. 37 Reunidos los obreros para edificar la ciudad, se vino al suelo un trozo de muralla que da al valle del este, y lo restauraron, dándole el nombre de Cafenata. 38 Simón edificó también Adida, en la Sefela, y la fortificó y puso puertas y cerrojos. Confiaba Jonatán en la pericia y energía de Simón, su hermano, hasta permitirle el lujo de alejarse por mucho tiempo y a varios kilómetros de Jerusalén. Mientras estaba en tierras de Siria, tuvo que acudir Simón a las ciudades de Ascalón y Jope y aplastar el complot tramado para entregarlos a los soldados de Demetrio. Hechas las paces, humillado el enemigo, comprendió Jonatán la necesidad de levantar fortalezas en Judea. De los proyectos pasó a la obra. Mientras en Jerusalén se levantaba el muro del sector oriental, entre el Ofel y el torrente Cedrón, un trozo del mismo se derrumbó. A este lienzo de muro le pusieron el mote de Cafenata, del aramaico kaflata, de kefelata, la doble, por haberse levantado dos veces. Esta parece ser la interpretación más obvia de la palabra misteriosa Cafenata. Según algunos (ABEL-STARCKY), la palabra es una variante fonética del arameo kaphelta, la doble; es el nombre que recibe el nuevo barrio noroeste del templo (2 Re 22,14). Simón llevó a cabo el mismo plan de obras en la Sefela, en donde edificó la fortaleza de Adida, entre Lida y Ono (Esd 2,33; Neh 7,37; 11,34).

1036

1 Macabeos 13

1 Macabeos 12

Traición

de Tritón

(12,39-47)

39

Trataba Trifón de apoderarse del reino de Asia y ceñirse la diadema, quitando de en medio al rey Antíoco. 40 Pero temiendo que se le opusiera Jonatán y le hiciera la guerra, buscaba un medio de apoderarse de éi y darle muerte. Con este propósito se puso en camino de Betsán. 41 Salióle al encuentro Jonatán con cuarenta mil hombres escogidos para la lucha, y llegó a Betsán. 42 Cuando Trifón vio que 43Jonatán venía con tanta fuerza, temió poner manos en él, le acogió muy honrosamente, le presentó a todos sus amigos y le hizo muchos obsequios, ordenando a su ejército que le obedeciese como a él mismo. 44 Dijo luego a Jonatán: «¿Por qué molestar a todo el pueblo, no habiendo guerra entre nosotros ? 45 Mándalos a sus casas, dejando contigo unos cuantos que te acompañen, y vente conmigo a Tolemaida. Te la entregaré con las demás fortalezas y pondré a tus órdenes el resto del ejército y los oficiales del rey. Hecho esto, yo me volveré, que sólo para eso he venido». 46 Diole fe Jonatán e hizo según le decía, licenciando su ejército, que se volvió a la tierra de Judá. 47 Sólo se reservó tres mil hombres, de los que dejó dos mil en Galilea, llevándose consigo sólo mil. El ambicioso Trifón quiso a todo trance escalar el trono de Siria. La personalidad relevante de Jonatán le era un estorbo serio para realizar sus sueños de grandeza. Maquinó entonces la manera de quitarlo de en medio. De Siria bajó a Galilea y acampó en Betsán (5,52). A la noticia de la llegada de Trifón salióle Jonatán al encuentro llevando un numeroso ejército, que redujo a petición de Trifón. Jonatán cayó en la trampa, halagado, además, por la promesa de Trifón de entregarle Tolemaida y otras plazas fuertes de Galilea.

Tolemaida,

tumba

1037

de Jonatán

(12,48-53)

CUARTA PARTE

SIMÓN,

PRINCIPE

DEL PUEBLO

Simón arenga

a los judíos

JUDIO

(c.13-16)

(13,1-9)

1 Oyó Simón que había reunido Trifón un poderoso ejército para venir contra la tierra de Judá y aplastarla, 2 y, viendo al pueblo lleno de espanto y de temor, subió a Jerusalén y reunió al pueblo. 3 Los alentó, diciendo: «Ya sabéis lo que yo, mis hermanos y la casa de mi padre hemos hecho por las leyes y el santuario, las guerras y las angustias que hemos soportado. 4 Por esta causa, que es la de 5Israel, dieron la vida todos mis hermanos, quedando yo solo. No quiera el cielo que en esta hora de tribulación rehuya el peligro por amor de la vida, que no valgo yo más que mis hermanos, 6 antes tomaré la defensa de la nación y del santuario, de nuestras mujeres e hijos, ahora que, llevadas 7del odio, se han juntado todas las naciones para aplastarnos». Se enardeció el pueblo al oír estas palabras, 8 y a grandes voces respondió, diciendo: «Sé nuestro caudillo en lugar de Judas y de Jonatán, tu hermano. 9 Combate nuestras batallas; cuanto nos digas lo haremos». Simón era un guerrero. Mientras Judas luchaba en Gaulan, Simón conducía las tropas de Galilea a Jerusalén (5,20-23); en Mádaba vengaba la muerte de su hermano Juan (9,37.67); ayudó a su hermano Jonatán en Azoto (10,74-83); expugnó la fortaleza de Betsur (11,65-66), etc. Simón salió de Adida (12,38) y marchó a Jerusalén para levantar la moral del pueblo. La muchedumbre prorrumpe en gritos de aprobación, declarándolo caudillo (egoúmenos) suyo en lugar de Jonatán. De la dignidad de sumo pontífice no se dice una palabra.

48

En cuanto Jonatán entró en Tolemaida, los tolemenses cerraron las puertas, le prendieron a él, y a los que le acompañaban los asesinaron. 49 Luego Trifón envió su ejército y su caballería a la Galilea y a la gran llanura para aniquilar a todos los parciales de Jonatán. 50 Supieron que había sido preso y muerto Jonatán y los que le acompañaban, y unos a otros se animaron para salir a campaña para combatir. 51 Al ver sus perseguidores cuan resueltos estaban a luchar por su vida, se volvieron. 52 Se fueron sin ser molestados a la tierra de Judá y lloraron a Jonatán y a los suyos, temiendo mucho por sí. Todo Israel hizo gran duelo. 53 Entonces todas las naciones vecinas se propusieron aniquilarlos, diciéndose: «Ya no tienen caudillo que los proteja; luchemos, pues, contra ellos y borremos su memoria de entre los hombres». Tolemaida era ambicionada por los judíos a causa de su posición y como puerto de mar. Demetrio se lo había prometido antes (10,39), por lo que Jonatán veía ahora realizados los sueños de sus connacionales. A la noticia de la desaparición de Jonatán levantaron cabeza los enemigos, que pensaban acabar con Israel. Pero quedaba todavía un caudillo de la madera de los Macabeos: Simón.

Primeros

encuentros

(13,10-13)

10

Juntando todos los hombres de guerra, se dio prisa a concluir losn muros de Jerusalén, que quedó fortificada toda en derredor. Envió a Jonatás, hijo de Absalón, con bastante fuerza a Jope, que echó de allí a los que la guarnecían, quedándose en ella. 12 Trifón salió de Tolemaida con un poderoso ejército, para invadir la Judea, llevando consigo a Jonatán preso. 13 Simón acampó en Adida, frente a la llanura. Las amenazas de Trifón hiciéronse efectivas. Jope, junto al mar, era una plaza fuerte estratégica contra la amenaza de Trifón desde Tolemaida. Allá fue un tal Jonatás, hijo de Absalón. Se cree que era hermano de Matatías, hijo de Absalón, de que se habla en 11,70. Jope (10,76) no sentía ninguna simpatía por los Macabeos (2 Mac 12,3-7). Jonatán habíase apoderado de la ciudad, establecinedo allí la guarnición judía (12,13) y algunos comerciantes. Desde este momento, Jope perteneció a Israel hasta los días de Pompeyo (63 a. C ) . Esta hazaña se recuerda en el elogio de Simón (14,5) y en el elenco de sus glorias,

1038

1 Macabeos 13

Engaño

de Tritón

(13,14-19)

/ /

14

Al conocer Trifón que habían n o m b r a d o a Simón caudilio en lugar de su h e r m a n o Jonatán y que estaba pronto a trabar batalla, le envió mensajeros, 15 diciendo: « H e m o s detenido a tu h e r m a n o a causa de la deuda que tenía en el tesoro real p o r los cargos que desempeñaba, I 6 Envía, pues, cien talentos de plata y a dos de sus hijos c o m o rehenes, p o r que al ser libertado n o se rebele contra nosotros, y le dejaremos libre». 17 A u n q u e entendía Simón que hablaban con engaño, envió el dinero y los dos niños, p o r n o concitar contra sí la enemiga del pueblo, q u e podría decir: 18 «No ha enviado el dinero y los niños, y p o r eso pereció Jonatán». 19 Así, pues, envió los niños y los cien talentos; pero Trifón, faltando a su palabra, no puso en libertad a Jonatán. Es repelente la figura de este general sirio d o m i n a d o p o r la ambición y esclavo d e la mentira y del engaño. T o d o s los medios le parecen lícitos con tal d e conseguir sus tenebrosos fines. C o n su ejército descendía p o r la costa mediterránea. Pero tuvo noticia d e q u e los j u d í o s le esperaban, bien pertrechados, con Simón c o m o caudillo. F u e entonces c u a n d o recurrió a la b u r d a estratagema de pedirle enviara trescientos talentos y dos de sus hijos, con la p r o mesa de libertar a su h e r m a n o . Simón, por t e m o r a lo q u e dirán, accedió, pero Jonatán n o fue puesto en libertad.

Muerte

de Jonatán

1039

1 Macabeos 13

(13,20-24)

20

Trifón e m p r e n d i ó luego la m a r c h a para invadir la tierra y devastarla. P a r a ello, rodeando, vino a A d o r a ; pero Simón, con su ejército, le salía al encuentro dondequiera que él iba. 21 Los de la ciudadela enviaron mensajeros a Trifón, rogándole que se diera prisa a venir en su socorro por el desierto y les trajese víveres. 2 2 P r e p a r ó Trifón toda su caballería para llegar aquella noche, pero n o p u d o a causa de la m u c h a nieve q u e había caído. Llegó a Galaad, 2 3 y en Bascama dio m u e r t e a Jonatán, q u e fue sepultado allí. 2 7 Después Trifón dio la vuelta y se volvió a su tierra. T r i f ó n había ganado una batalla diplomática e intentó coronarla con otra bélica. Al frente de sus tropas bordeaba la costa del M e diterráneo con el intento de torcer a la izquierda y enfilar a l g u n o de los caminos q u e p o r los wadis c o n d u c e n a Jerusalén. P e r o la presencia d e Simón en A d i d a le infundió t e m o r , t r a t a n d o entonces de alcanzar la capital haciendo u n gran rodeo p o r tierras d e I d u m e a , llegando hasta A d o r a , la actual D u r a , situada a ocho kilómetros al este de H e b r ó n . D e sus m o v i m i e n t o s t u v o noticia Simón, q u e le acechaba sin cesar, en busca de u n m o m e n t o propicio p a r a atacarle. D e la ciudadela de Jerusalén p u d i e r o n evadirse algunos, q u e fuer o n a contar a T r i f ó n la u r g e n t e necesidad q u e tenían d e víveres. C o m o m e d i o de burlar la vigilancia, y con el fin d e hacer frente a las borrascas del invierno, le aconsejaron q u e subiera a J e r u s a l é n

por el camino del desierto (9,33), p a s a n d o p o r T e c u a y Belén. U n a nevada a b u n d a n t e b o r r ó t o d a huella del camino e imposibilitó la ayuda de urgencia a los de la ciudadela. N o son frecuentes en Jerusalén estas t e m p e s t a d e s de nieve, p o r lo q u e cogiólos a t o d o s de improviso. T e m i e n d o q u e d a r bloqueados en tierra extraña, Trifón encaminó sus tropas a la orilla occidental del m a r M u e r t o , hacia las riberas del J o r d á n , c o n t i n u a n d o su m a r c h a hacia Galaad (5,25ss). Bascama, q u e se e n c o n t r a b a en la región septentrional d e Transjordania, al noroeste del lago de Genesaret, fue el lugar d o n d e Trifón, cansado d e arrastrar a Jonatán en calidad de prisionero, le dio muerte. A u n q u e n o lo dice el texto, es p r o b a b l e q u e sus dos hijos siguieran el m i s m o destino. ¿Se alude a la m u e r t e de J o n a t á n en el comentario de H a b a c u c (9,11) hallado en Q u m r á n ? E n este caso sería Jonatán el sacerdote impío.

Mausoleo

familiar

(13,25-30)

25

M a n d ó Simón p o r los restos de su h e r m a n o Jonatán, y les dio sepultura en M o d í n , la ciudad de sus padres. 2 6 T o d o Israel hizo p o r él gran duelo y le lloró m u c h o s días. 27 Edificó S i m ó n sobre los sepulcros de sus padres y h e r m a n o s u n monum e n t o de piedras labradas p o r u n a y otra cara, alto y visible desde m u y lejos. 28 E n c i m a levantó siete pirámides, unas enfrente de otras, dedicadas a su p a d r e , a su m a d r e y a sus cuatro h e r m a n o s . 29 Las asentó sobre sus basas y las rodeó de grandes columnas, y puso en ellas panoplias para eterna m e m o r i a ; y junto a las panoplias, naves esculpidas, que p u d i e r a n ser vistas de todos los q u e navegaban p o r el m a r . 30 Ese sepulcro que erigió en M o d í n p e r d u r a hasta el día de hoy. L o s restos de Jonatán fueron enterrados en M o d í n . Pensó entonces levantar Simón u n mausoleo para h o n r a r la m e m o r i a de la familia, inspirándose en la arquitectura griega. Sobre una mole de piedras labradas se colocaron siete pirámides, dedicadas a su p a d r e , a su m a d r e , a sus cuatro h e r m a n o s , y reservándose u n a para sí. Para que el m o n u m e n t o pudiera ser visto del mar, tenía q u e estar emplazado sobre u n a colina, quizá en Scheik el-Garbawi, en las afueras de M o d í n . Sobre los restos de este mausoleo se levantó m á s t a r d e un edificio bizantino.

Trifón

en el trono

(13,31-32)

31

Trifón, que procedía dolosamente con el joven Antíoco, acabó p o r darle m u e r t e , 32 se declaró rey en su lugar y ciñó la d i a d e m a del Asia, trayendo con esto u n a gran calamidad sobre la tierra. D e s p u é s de haberse apoderado alevosamente d e J o n a t á n se ensaña T r i f ó n contra el j o v e n Antíoco VI Dionisios. Sube al t r o n o de A n t i o q u í a con el título de autocrátor, para significar q u e escalaba aquel puesto por sus méritos y n o p o r derecho de sucesión. Arrogábase t a m b i é n el título de rey de Asia, c u a n d o en realidad era muy

1 Macabe os 13

1040

Alianza

de Simón con Demetrio

(13,33-40)

47

Simón se dejó aplacar y suspendió las hostilidades contra ellos, p e r o expulsó a los d e la ciudad, purificó las casas en q u e había ídolos, y así hizo su entrada e n ella e n m e d i o de cánticos y bendiciones. 4& D e s p u é s d e limpiarla de toda impureza, instaló e n ella gente observante de la Ley, la fortificó, y construyó allí para él u n a m o r a d a .

I

33

Simón edificó las fortalezas de Judea, las rodeó d e altas torres y m u r o s fuertes, les puso puertas y cerrojos y las proveyó d e vituallas. 3 4 Envió algunos h o m b r e s escogidos al rey D e metrio, pidiendo q u e concediera al país la remisión d e los tributos, p o r cuanto los actos d e Trifón habían sido actos de saqueo. 3S Contestó el rey D e m e t r i o a estas peticiones enviándoles letras del tenor siguiente: 36 «El rey D e m e t r i o a Simón, s u m o sacerdote y amigo d e los reyes, y a los ancianos y a la nación judía, salud. 3 7 H e m o s recibido la corona de oro y la p a l m a q u e nos habéis enviado, y estamos dispuestos a hacer con vosotros u n a paz definitiva y a escribir a los intendentes reales q u e os condonen las deudas. 38 T o d o cuanto h e m o s pactado con vosotros sea firme, y las fortalezas q u e habéis edificado sean vuestras. 39 O s p e r d o n a m o s t a m b i é n las faltas y las ofensas cometidas hasta este día, y la corona q u e debéis, y si algún tributo se cobraba en Jerusalén, ya n o se cobre. 40 Si algunos d e vosotros estáis dispuestos a alistaros en nuestro ejército, podréis hacerlo, y q u e reine entre nosotros la paz».

E n las m o n e d a s q u e a c u ñ ó se da S i m ó n el n o m b r e d e egoumenos. Se posesiona d e m a n e r a oficial los dos cargos d e s u m o sacerdote y etnarca, q u e ostenta s i m u l t á n e a m e n t e . E n el corazón d e Palestina q u e d a b a n todavía dos espinas q u e urgía arrancar a p r o v e c h a n d o las b u e n a s disposiciones d e Demetrio: la ciudad d e G a z e r y la ciudadela d e Jerusalén. C o n t r a la primera m a r c h ó Simón con el propósito firme d e conquistarla. Decisiva fue la acción d e la gran t o r r e móvil, d e madera, llamada en griego elepole, inventada p o r D e m e t r i o Poliorcetes (336-283 a. C ) , revestida d e recios y p u n t i a g u d o s clavos d e hierro. C o n s t a b a d e diversos planos; los soldados del plano superior saltaron sobre los m u r o s y penetraron i n e s p e r a d a m e n t e en la ciudad. I n m e d i a t a m e n t e e m p e z ó Simón a fortificar la ciudad. E n las excavaciones practicadas e n el lugar p o r Macalister 2 se h a n e n c o n t r a d o restos d e construcciones macabaicas y u n testimonio del odio q u e u n prisionero sentía p o r el Macabeo, y q u e dejó grabado sobre u n a piedra ( A B E L ) .

Simón c o m p r e n d i ó la farsa d e los soberanos seléucidas; prescindió d e ellos, entregándose a la consolidación d e todas las fortalezas de Judea. L a traición del partido d e Alejandro (10,46-47) caló h o n d a m e n t e en su ánimo. Escribió a D e m e t r i o manifestándole q u e la conducta d e rapiña d e T r i f ó n le había desilusionado y q u e , p o r consiguiente, estaba dispuesto a pasarse a su b a n d o en caso d e q u e eximiera al país, exhausto p o r las guerras, d e los t r i b u t o s . L a p r o p u e s t a de Simón fue recibida como agua e n mayo. C o n u n aliado en P a lestina, la presión d e T r i f ó n disminuiría y le acercaría a A n t i o q u í a . Concede D e m e t r i o e n su carta el título d e s u m o sacerdote a Simón, al q u e llama amigo d e reyes. L e dice q u e h a recibido la corona d e oro (10,11.35) y I a palma (2 M a c 14,4).

Autonomía

de Israel

1041

1 Macabeos 13

insignificante la p a r t e del reino q u e tenía bajo su m a n d o . L o s h i s t o riadores paganos 1 h a b l a n del regicidio d e Trífón, a u n q u e discrep a n en los detalles d e cómo se llevó a efecto.

La ciudadela

desaparece

(13,49-54)

49

Los d e la ciudadela d e Jerusalén n o podían salir de ella ni entrar e n la región p a r a c o m p r a r o vender, y pasaban m u c h a escasez, pereciendo d e h a m b r e m u c h o s d e ellos. 5 0 Clamaron a S i m ó n e n d e m a n d a d e paz, y él se la otorgó, echándolos de allí y limpiando la ciudadela d e i m p u r e z a s . 5 1 El día veintitrés del m e s segundo del a ñ o ciento setenta y u n o entró e n ella con cánticos, palmas y a c o m p a ñ a m i e n t o d e cítaras, címbalos y arpas, con h i m n o s y cánticos, p o r q u e había sido aplastado u n g r a n enemigo d e Israel. 5 2 Estableció q u e cada año se solemnizara este día con regocijo. 5 3 Fortificó el m o n t e del templo, q u e está p r ó x i m o a la ciudadela, y habitó allí él con los suyos. 54 Viendo q u e Juan, su hijo, era h o m b r e animoso, le hizo jefe d e todas las tropas, c o n residencia e n G a z e r .

(13,41-48)

41

El año ciento setenta quedó Israel libre del yugo d e los gentiles, 4 2 y c o m e n z a r o n a encabezarse así los d o c u m e n t o s y contratos: «El a ñ o p r i m e r o de Simón, gran pontífice, general y caudillo d e los judíos». 4 3 E n los días aquellos a c a m p ó Simón contra Gazer, y la cercó con sus fuerzas, construyó m á q u i n a s de asedio y las a p r o x i m ó a la ciudad, acometiendo u n a d e las torres y apoderándose de ella. 4 4 Invadieron la ciudad los q u e estaban en la m á q u i n a , produciéndose e n aquélla gran c o n m o ción. 4 5 Los de la ciudad subieron a las murallas con sus mujeres e hijos, rasgadas las vestiduras, y a grandes voces clamaban pidiendo a Simón la paz, 46 y le decían: «No obres con nosotros según m e r e c e n nuestras maldades, sino según tu misericordia». 1 APPIANO, Syriaca 68; TITO LIVIO, Epitom. 55; DIODORO, 33,17.

A los sirios del A c r a llegó t a m b i é n su hora. T r i f ó n n o p u d o ayudarles; su situación hacíase cada día m á s precaria. M u c h o s perecier o n d e h a m b r e . R e d u c i d o s a o p t a r p o r el dilema, perecer o pactar, siguieron el ejemplo d e los d e Gazer, acudiendo a Simón e n d e m a n d a d e paz, q u e se les concedió. El t e m p l o fue t a m b i é n objeto de sus desvelos; fortificó sus m u r o s y estableció la residencia e n la Baris, a la q u e sucederá la t o r r e A n t o n i a en t i e m p o s d e H e r o d e s . 2

The Excavations of Gezer (Londres 1912) I 209.

1042

1 Macabeos 14

Demetrio

en una cárcel

persa

1 El año ciento setenta y dos reunió el rey Demetrio sus tro-/ pas y se puso en marcha hacia2 la Media, en busca de recursos para hacer la guerra a Trifón. Sabido por Arsaces, rey de Persia y de Media, que Demetrio había invadido su territorio, mandó a su encuentro a uno de sus generales, con el encargo de cogerle vivo. 3 Partió éste y derrotó a Demetrio, haciéndole prisionero y llevándole a Arsaces, que le encarceló. El autor sagrado menciona solamente uno de los motivos que tuvo Demetrio para ir a tierras de Oriente. La razón principal estaba en que los partos amenazaban seriamente la integridad del imperio en el límite oriental. Mitrídates I (171-138), fundador del reino de los partos, había entrado triunfalmente en Seleucia, junto al Tigris, capital de la provincia de Babilonia, en los primeros días de julio de 141 antes de Cristo. Ante la crueldad de los partos, griegos, macedonios e indígenas, pidieron ayuda a Demetrio. Corrió éste a su demanda, y, con la ayuda de persas, elamitas y de gente de Babilonia, creyó haberlos sometido. Al año siguiente quiso Demetrio penetrar en la meseta persa, donde ganó muchos combates; pero cayó prisionero con ocasión de negociar la paz con Mitrídates *. Fue después internado en Hircania. Mitrídates le rodeó de atenciones, prometiéndole restablecerle en el trono, y le asignó como esposa a su hija Radoguna. Arsaces era un nombre común a los reyes partos y significa rey 2 . Oda a Simón (14,4-15) Y disfrutó de paz la tierra de Judá toda la vida de Simón, que procuró la prosperidad de su pueblo; a todos fue grato su gobierno, y gozó de fama todos los días de su vida. 5 Y añadió a esta gloria la toma de Jope para puerto, teniendo así entrada a las islas del mar. 6 Extendió los términos de su nación y mantuvo el dominio de su tierra. 7 Redimió muchos cautivos, se adueñó de Gazer y Betsur y de la ciudadela. Quitó de ella las impurezas y no hubo quien le resistiera. 8 Cultivaban en paz la tierra, y la tierra daba sus cosechas, y los árboles del campo sus frutos. 9 Los ancianos se sentaban en las plazas, todos hablaban de las prosperidades de la tierra, y los jóvenes vestían como traje de honor el traje de guerra. 10 Abasteció las ciudades y las puso en estado de defensa. Llegó la fama de su nombre hasta los extremos confines de la tierra. u Hizo12reinar la paz en toda la tierra, y gozó Israel de gran bienestar. Cada uno se sentaba bajo su parra y su higuera, y nada había que les causara temor. 13 Desapareció de la tierra 14el que les hacía la guerra, y en sus días fueron vencidos reyes. Dio seguridad a los humildes de su pueblo, tuvo celo por la Ley y desterró a todos los impíos y malvados. 15 Restauró la gloria del santuario y aumentó los vasos sagrados. 4

otros anteriores, marcaban una era de paz y de prosperidad. Simón dio a Israel un puerto de mar con la anexión definitiva de Jope (13,11); extendió las fronteras del reino (12,38); se adueñó de Gazer (13,43-47), de Betsur (11,65-66) y del Acra (13,49-51). La seguridad en las fronteras favoreció el desarrollo de la agricultura (2 Mac 12,1), cultivando la tierra que manaba leche y miel (Lev 26,4; Deut 8,8; 1 Sam 8,14). Los ancianos tomaban el sol o el fresco, según las estaciones, en las plazas públicas (Zac 8,4), comentando favorablemente los acontecimientos. Renovación

Aunque su autor recurra a veces a hipérboles, sin embargo, todo el mundo reconocía que los tiempos actuales, en comparación de 1

JUSTINO, 3 6 , 1 . J U S T I N O , 36,1-38,9; A P P I A N O , Syiiaca

67.

de la alianza con Roma (14,16-24)

y

Esparta

16 Había llegado a Roma y Esparta la noticia de la muerte de Jonatán, de la que se dolieron mucho. 17 Pero al saber que Simón, su hermano, le había sucedido en el sumo sacerdocio y que mandaba en la tierra y en sus ciudades, 18 le escribieron la renovación de la amistad y la alianza antes hecha con Judas y Jonatán, sus hermanos, en placas de bronce, 19 que fueron leídas en Jerusalén en la asamblea del pueblo. He aquí la copia de las letras enviadas por los espartanos: 20 «Los príncipes y la ciudad de Esparta, a Simón, sumo sacerdote, y a los ancianos, y a los sacerdotes, y a todo el pueblo de los judíos, sus hermanos, salud. 21 Los mensajeros que habéis mandado a nuestro pueblo nos han dado noticias de22 vuestra gloria y honor, y de ello nos alegramos sobremanera. Hemos registrado en las deliberaciones del pueblo lo siguiente: Numenio, hijo de Antíoco, y Antípatro, hijo de Jasón, legados de los judíos, han llegado a nosotros para renovar la antigua amistad. 23 El pueblo resolvió recibir honrosamente a los mensajeros y depositar una copia de su discurso entre los documentos públicos, para que el pueblo espartano guarde memoria de ello. Y 24 hemos enviado una copia de esto a Simón, sumo sacerdote». Después de estos sucesos envió Simón a Numenio a Roma, para renovar la alianza con los romanos, mandando por él, como presente, un escudo de oro de mil minas de peso.

El autor sagrado, gran entusiasta de su héroe, emplea una frase vaga y estereotipada para señalar el pesar que romanos y espartanos sintieron por la muerte de Jonatán. No siendo las relaciones con estos pueblos de estrecha amistad, no dieron ellos demasiada importancia a la noticia triste que llegó de Palestina. Por el v. 17 se desprende que fueron los romanos los que se adelantaron a renovar una alianza que hasta entonces había repercutido muy poco en la vida práctica de Palestina. Un elogio 23

2

1013

1 Macabeos 14 (14,1-3)

grabado

en bronce

(14,25-45)

Cuando el pueblo oyó tales cosas, se dijeron: «¿Qué gracias podemos dar a Simón y a sus hijos? 26 Porque valerosamente han combatido contra los enemigos de Israel, tanto él como sus hermanos y toda su familia, y han afianzado nuestra libertad». Y grabaron en placa de bronce, que colgaron de co-

1044

1 Macabeos 14 Iumnas en el monte de Sión, 2 7 la siguiente escritura: «El día dieciocho del mes de Elul del año ciento setenta y dos, el año tercero del sumo sacerdote Simón, en Asaramel, 28 en la asamblea general de los sacerdotes y del pueblo, de los príncipes y ancianos de la nación, se hizo saber esto: En las muchas guerras que ha habido en nuestras tierras, 29 Simón, hijo de Matatías, de los hijos de Joarib, así como sus hermanos, se expusieron al peligro e hicieron frente a los adversarios de su nación por la conservación del santuario y de la Ley, y ganaron grande gloria para su pueblo. 30 Jonatán los congregó y fue sacerdote hasta que se reunió con sus padres. 31 Resolvieron entonces los enemigos invadir la tierra, devastarla y hacerse dueños del santuario; 32 pero se levantó Simón y salió a la defensa de su pueblo, y con grandes expensas suyas armó a los valientes de su nación y les pagó la soldada. 33 Fortificó las ciudades de Judea y a Betsur en sus confines, donde antes dominaban las armas de los enemigos. Puso allí guarnición judía, 34 fortificó a Jope, junto al mar, y a Gazer, en los confines de Azoto, en la que antes habitaban los enemigos, e instaló en ellas judíos y los proveyó de cuanto era necesario para su defensa. 35 Viendo el pueblo la conducta de Simón y la gloria que se proponía dar a su nación, le hicieron su caudillo y sumo sacerdote, en premio de haber realizado todas estas proezas y de la justicia y fidelidad que ha guardado a su pueblo, procurando por todos los medios el engrandecimiento de éste. 36 E n s u s días todo prosperó, y los gentiles fueron exterminados de la tierra, y en la misma Jerusalén los que ocupaban la ciudad de David, que habían convertido en ciudadela, de donde hacían salidas, profanando los37 alrededores del santuario, con gran perjuicio de su santidad. Instaló allí judíos, la fortificó para seguridad de la tierra y38de la ciudad, y dio mayor altura a las murallas de Jerusalén. Por todo esto, el rey Demetrio le confirió el sumo sacerdocio, 39 y le inscribió en el número de sus amigos y le otorgó grandes honores, 40 pues supo que los judíos eran tenidos por los romanos como amigos, aliados y hermanos, y habían sido acogidos con honor los legados de Simón. 41 Los judíos y sacerdotes resolvieron instituir a Simón por príncipe y sumo sacerdote por siempre, mientras no aparezca un profeta digno de fe, 42 y por su caudillo que defienda el santuario, instituya inspectores de obras, gobernadores 43 de la tierra, capitanes de las tropas y alcaides de las fortalezas; que cuide de las cosas sagradas; que sea de todos obedecido; que se inscriban en su nombre todos los documentos públicos en la tierra; vista de púrpura y lleve la fíbula de oro. 44 A nadie será lícito, ya del pueblo, ya de los sacerdotes, traspasar ninguna de estas disposiciones ni contravenir a lo que por él fuere ordenado, o convocar en la tierra asamblea sin su 45consentimiento, ni vestir la púrpura ni llevar la fíbula de oro. El que traspasare estas disposiciones o violare alguna de ellas, incurrirá en castigo».

En la placa se hace memoria de Matatías, hijo de Joarib (2,1); se mencionan las gestas de Jonatán (9,73; 10,21; 11,27), desaparecido hacía muy poco, que a su calidad de jefe (9,28-31) juntó la dignidad de sumo pontífice (10,20). Las gestas de Judas no se mencionan expresamente. La figura máxima del documento es Simón. Fortificó éste las ciudades de Judea (13,33; I 4iS-7); ganó para la nación las

1045

1 Macabeos 15

ciudades de Jope y Azoto. Demetrio le confirió la dignidad de sumo sacerdote, que el pueblo confirmó para él y su descendencia, condicionada, sin embargo, a la aparición de un profeta que emitiera sobre el particular el veredicto definitivo. Simón rubricará todos los documentos con su nombre (13,42). Toda esta perícopa está concebida por una mentalidad enteramente adicta a la causa de Simón y empeñada en probar la legitimidad de los títulos religiosos, civiles y militares que ostenta.

Toma de posesión

(14,46-48)

46

Todo el pueblo aprobó conferir a Simón estos poderes y honores, y convino en que él obrase conforme a ellos. 47 Aceptó Simón, agradecido, el sumo sacerdocio y ser caudillo y jefe de los judíos y de los sacerdotes, ejerciendo el mando supremo. 48 Mandaron que esto se escribiera en láminas de bronce y se pusiese en el atrio del templo en lugar visible, y que una copia de lo mismo se depositase en el tesoro del templo, a disposición de Simón y de sus hijos. Todas las dignidades que se le confieren las ejercía ya Simón, pero le faltaba la consagración de estos derechos para él y para sus descendientes por parte de toda la asamblea de Israel (13,8). Simón aceptó gustoso los tres cargos (13,42; 14,41-52; 15,1-2). En el texto griego se le llama etnarca, porque, aunque ejerza los poderes de un rey, es, sin embargo, vasallo del rey de Siria.

Antíoco VII pacta con Simón

(15,1-9)

1

Antíoco, hijo del rey Demetrio, envió desde las islas del mar cartas a Simón, sumo sacerdote y jefe de los judíos, y a toda la nación. 2 Era el contenido de las cartas del tenor siguiente: «El rey Antíoco a Simón, sumo sacerdote y jefe de la nación judía, salud. 3 Como quiera que hombres malvados se hayan apoderado del reino de nuestros padres, es mi voluntad recobrarlo y restablecerlo en su forma antigua, para lo cual he reunido un ejército numeroso y equipado de naves de guerra. 4 Me propongo desembarcar y perseguir a los que han arruinado el reino y asolado sus ciudades. 5 Te ratifico, pues, todas las exenciones que te han hecho los reyes mis predecesores, y todas las mercedes que te han otorgado. 6 Te permito acuñar moneda propia para tu tierra. 7 Que Jerusalén y su santuario sean libres; que cuantas has fabricado y cuantas armas fortalezas has levantado y posees, queden en tu poder; 8 que todas las deudas al tesoro real y cuanto en adelante hubiere de percibir el rey te sea por siempre condonado. 9 Y cuando nos hubiéremos apoderado del reino, os honraremos, a ti y a tu nación y al templo, tan magníficamente, que vuestra gloria se extenderá por toda la tierra». La situación política de Siria favorecía la casi total independencia de Israel. Vimos que Demetrio II fue hecho prisionero por Arsaces J ( 4)3)' La noticia llegó a oídos de su hermano menor e hijo de Demetrio I, Antíoco, que se encontraba en la isla de Rodas. Inme-

1046

1 Macabeos 15

d i a t a m e n t e éste concibió la idea d e conservar a su h e r m a n o e n el t r o n o y sucederle, e n caso de q u e lo p r i m e r o n o fuera posible. R e u n i ó m u c h a tropa, escribió aquí y allá e n busca d e aliados para derrocar al intruso Trifón. D e s e m b a r c ó Antíoco e n Asia M e n o r , siendo p r o clamado r e y e n Sides, lo q u e le valió el s o b r e n o m b r e d e Sidetes. E n sus m o n e d a s se complace él e n llamarse Evergetes, bienhechor, e n tanto q u e Flavio Josefo le conoce p o r el título d e Eusebés, piadoso. C o n el fin de j u n t a r otros títulos para ocupar el trono de Siria aceptó la m a n o d e su c u ñ a d a Cleopatra, refugiada e n Seleucia, q u e había sido, sucesivamente, esposa d e Alejandro Bala y d e D e m e t r i o I I , todavía e n vida c u a n d o se celebró la boda i. C o m o vimos, D e m e trio I I e n el destierro t o m ó p o r esposa a R a d o g u n a (14,3). E n t r e los pueblos aliados de sus planes contaba A n t í o c o en p r i m e r lugar c o n el p u e b l o j u d í o , q u e t a n t o odio profesaba a su rival, Trifón. E n la carta q u e h e m o s reproducido, se le reconocen a Simón los títulos d e s u m o sacerdote y de etnarca. Concediósele el p o d e r acuñar m o n e d a propia, a lo q u e se había anticipado Simón. L a s p o cas m o n e d a s conservadas llevan la inscripción Ligullath Sion, la redención de Sión, c o n figuras d e palmeras entre dos cestas.

Antíoco en el continente

(15,10-14)

10

E l año ciento setenta y cuatro, Antíoco se puso e n m a r c h a hacia su reino, y todas las tropas se declararon p o r él, de suerte q u e m u y pocas fueron las q u e le q u e d a r o n a Trifón. ! I Perseguido p o r el r e y Antíoco, vino h u y e n d o hasta D o r a del M a r . 12 Vio entonces cuántos males se le venían encima, pues las tropas le habían a b a n d o n a d o . 1 3 A c a m p ó el rey Antíoco contra D o r a , con ciento veinte mil h o m b r e s y ocho mil caballos. 1 4 Cercaron la ciudad p o r m a r y p o r tierra, y la estrecharon, de suerte que nadie podía salir ni entrar e n ella. Cleopatra T e a llamó a Antíoco Sidetes para q u e desembarcara en Seleucia y la pusiera al abrigo d e las amenazas d e Trifón. El año 174, el 138 antes d e Cristo, efectuóse el d e s e m b a r c o . A esta n o ticia siguió la deserción d e m u c h o s soldados del perverso Trifón, q u e se pasaron al ejército d e Antíoco. L a guerra e n t r e los dos rivales se enconó. Perseguido p o r Antíoco, T r i f ó n rehuía el c o m b a t e m a r c h a n d o e n dirección al s u r del imperio. Pero aquí le esperaba Simón con su ejército, dispuesto a interceptarle el paso. Cercado entre d o s fuegos, se refugió e n D o r a del M a r (Jos n , i ) , a n u e v e kilómetros al n o r t e d e Cesárea y a igual distancia del p r o m o n t o r i o del C a r m e l o , al n o r t e . P o r tierra y p o r mar, la ciudad q u e d ó cercada. ¿Cuál fue su suerte? El autor deja la respuesta para d e s p u é s .

Un mensaje de Roma 15

(15,15-21)

E n esto llegó de R o m a N u m e n i o y los q u e con él habían ido, trayendo copia de cartas escritas a los reyes y a las naciones, del tenor siguiente: l s «Lucio, cónsul de los r o m a n o s , a T o l o m e o , salud. 1 7 H a n venido a nosotros embajadores d e los j u 1

1 Macabeos 15

dios, aliados y amigos nuestros, enviados p o r Simón, surr.o sacerdote, y p o r la nación de los judíos, para renovar la antigua amistad y alianza, 18 y h a n sido portadores de u n escudo de o r o de mil minas de peso. » E n virtud d e esto nos h a parecido bien escribir a reyes y naciones q u e n o les causen n i n g ú n m a l ni les hagan la guerra, ni a sus ciudades ni a su tierra, ni presten auxilio a quienes los c o m b a t a n . 20 Nos pareció igualmente bien recibir d e ellos el escudo. 21 Si, pues, h o m b r e s malhechores, h u yendo de ellos, se refugiaran entre vosotros, entregadlos a Sim ó n , s u m o sacerdote, para q u e los castigue según la ley». U n a carta d e recomendación d e R o m a era u n b u e n antídoto contra la tentación q u e podía asaltar a A n t í o c o d e mover su ejército contra Simón u n a vez d e r r o t a d o T r i f ó n . El firmante del mensaje es L u c i o , q u e se h a identificado con L u c i o F u r i o Filón, Lucio C e cilio Metello y L u c i o C a l p u r n i o Pisón. P o r los datos cronológicos contenidos e n 14,1.24.27; 15,10, parece q u e d e b e identificarse c o n el tercero, L u c i o C a l p u r n i o Pisón ( A B E L , BÉVENOT, KNABENBAUER, VACCARI), q u e fue cónsul con Popilio L e n a s el año 615 d e la fundación d e R o m a , correspondiente al 173 d e la e r a seléucida. D e l contenido de la carta, m u y favorable a los judíos, se d e d u c e q u e Simón había p e d i d o a los r o m a n o s el d e r e c h o d e p o d e r reclamar a los malhechores refugiados e n el extranjero. L o s romanos acceden a la petición, pero n o señalan concretamente las m e d i d a s q u e d e b í a n t o m a r s e para q u e se cumpliera la orden. U n derecho análogo otorgaron los r o m a n o s a H e r o d e s 2 .

Otros mensajes

(15,22-24)

22

E n la m i s m a forma escribieron al rey D e m e t r i o , a Átalo, a Ariarates, a Arsaces 2 ¡ y a todas las naciones: a Sampsaco, a los espartanos, a Délos y a M i n d o , a Sición, a Caria, a Samos, a Panfilia, a Licia, a Halicarnaso, a Rodas, a Fasélida, a Cos, a Side, a Arados, a Gortina, a G n i d o , a C h i p r e y a Cirene. 2 4 Y copia d e estas cartas se la enviaron a Simón, s u m o sacerdote. E n t r e los destinatarios figura D e m e t r i o I I , del cual ignoraban todavía los r o m a n o s su encarcelamiento e n Persia. Átalo I I , d e Pérgamo (159-138), hijo d e E u m e n i o , e r a prácticamente u n vasallo d e R o m a . Ariarates V, rey d e Capadocia (162-131), conocido t a m b i é n con el n o m b r e d e M i t r í d a t e s V Filopator 3 , fue e d u c a d o e n R o m a y seguía e n b u e n a s relaciones con los r o m a n o s 4 . Arsaces era rey d e los partos (14,2). L a s islas del Egeo, Délos, C o s , Samos, R o d a s , C h i p r e y C r e t a se e n c o n t r a b a n m á s o m e n o s bajo control r o m a n o . Se m e n c i o n a n las ciudades costeras del Asia M e n o r e n la Caria: M i n d o , Halicarnaso y G n i d o . E n la costa s u r del Asia M e n o r se hallaba la Licia, c o n la ciudad d e Fasélida; la Panfilia, c o n Side; Sirofenicia y la villa d e A r a d o s . C i r e n e está e n la costa septentrional de África. E n su e n u m e r a c i ó n n o se sigue el o r d e n geográfico. 2 3

APPIANO, Syriaca 68; JUSTINO, 36,1.

1047

4

FLAVIO JOSEFO, Bell. Iud. I 474. DlODORO, 31,19. TITO LIVIO, Epist. 42,19; APPIANO, Syriaca 40.

1048

1 Macabeos 15

Capitulación

de Dora

1 Macabeos 16

(15,25-27)

25

El rey Antíoco acampó enfrente de Dora la Nueva, la estrechó y construyó máquinas de guerra, quedando Trifón cercado, sin poder entrar ni salir. 26 Simón envió en ayuda del rey dos mil hombres escogidos y plata y oro y mucho material de guerra. 27 No quiso él recibirlos, antes bien, revocó cuanto había pactado antes y rompió con él. Vuelve el autor a ocuparse del cerco de Dora. En el hebraico se leía la expresión en te deutéra, que se ha traducido en griego por «en el segundo día» (VACCARI), o segunda vez, como si Antíoco hubiera abandonado el cerco y lo reanudara. Abel supone que la expresión «Dora la Nueva» se refiere a un suburbio de la ciudad.

Antíoco

recrimina

a los Macabeos

(15,28-31)

28

Mandó a Atenobio, uno de sus amigos, para tratar con él y decirle: «Vosotros retenéis a Jope29y a Gazer y la fortaleza de Jerusalén, ciudades de mi reino; habéis devastado sus territorios y causado grandes daños a la30tierra, y os habéis adueñado de muchos lugares de mi reino. Entregad, pues, luego las ciudades que habéis ocupado y los tributos de que os habéis apoderado fuera de los confines de la Judea; 31 de no hacerlo, pagaréis por ello quinientos talentos de plata, y por los perjuicios causados y por los tributos de las ciudades percibidos, otros quinientos talentos; y si no, iré y os haremos la guerra». Atenobio es enviado a Simón para exigirle cuentas. Los judíos, que habían celebrado solemnemente su independencia, se ven forzados a reconocer que Israel era todavía un país sometido a Siria, con gran autonomía en los momentos en que su amistad favorecía los intereses de Siria. Se reanudan 32

las hostilidades

(15,32-41)

Llegado Atenobio, amigo del rey, a Jerusalén, vio la magnificencia de Simón, su vajilla de oro y plata y la numerosa servidumbre, y quedó maravillado. Oído el mensaje el rey, 33 respondió Simón: «No hemos tomado tierra ajena, ni de bienes ajenos nos hemos apoderado, sino de la heredad de nuestros padres, de la que sin justicia nuestros enemigos se habían adueñado. 34 Aprovechando la ocasión, hemos recobrado la heredad de nuestros padres. 35 Cuanto a Jope y a Gazer, que reclamáis, hacían a nuestro pueblo grandes males y asolaban la tierra; por 3ellas daremos cien talentos». Atenobio no le respondió palabra, (> pero se volvió furioso al rey y le comunicó las palabras de Simón, su magnificencia y todo cuanto había visto. Airóse el rey con gran ira. 37 Entre tanto, Trifón, embarcado en una nave, huyó a Ortosia. 38 El rey instituyó a Cendebeo general de la costa, poniendo en su mano fuerzas de infantería y caballería, 39 con el encargo de acampar frente a Judea y edificar a Cedrón y fortificar sus puertas, a fin de hostigar al pueblo de Israel. El rey se fue en persecución de Trifón. 40 En

1049

cuanto Cendebeo llegó a Jamnia, comenzó a molestar al pueblo, invadiendo la Judea, haciendo cautivos y muertos. Edificó a Cedrón, 41 y en ella colocó caballería e infantería, para hacer incursiones por Judea, como se lo había ordenado el rey. Atenobio no estaba familiarizado con los suntuosos palacios de los reyes y con los muebles y vajillas que en ellos se usan. No esperaba Antíoco la respuesta arrogante y autoritativa de Simón. Su deseo hubiera sido ir él en persona a Jerusalén al frente de un ejército y dar el golpe definitivo, pero estaba empeñado en perseguir a Trifón, que por mar había huido de Dora y se había refugiado en Ortosia (Ard Artusí), al norte de Trípolis. Alcanzado por el rey Antíoco, se le invitó a que se suicidara 5 . Cendebeo fue nombrado generalísimo (epistrategós) de las tropas de la costa, con lo cual pasaba a depender de él el propio Simón, que en otro tiempo fue jefe del mismo sector (11,59). La ciudad de Cedrón (v.40) estaba en el actual pueblo de Qatra, a seis kilómetros al sudeste de Jamnia.

Alarma

de Juan

(16,1-3)

1

Subió Juan de Gazer y comunicó a su padre lo que Cendebeo estaba haciendo. 2 Llamó entonces Simón a sus dos hijos mayores, Judas y Juan, y les dijo: «Yo y mis hermanos y la casa de mi padre hemos combatido por Israel desde nuestra juventud hasta el presente, y nuestros esfuerzos han sido tan felices, que logramos la libertad de Israel. 3 Al presente yo estoy ya viejo; pero vosotros, por la misericordia de Dios, estáis en buena edad; tomad mi puesto y el de mi hermano y salid a luchar por nuestra nación, y que la ayuda del cielo sea con vosotros». Juan, el segundo hijo de Simón, que había sido nombrado generalísimo de las fuerzas judías, con residencia en Gaza (13,14), a 15 kilómetros al este de Cedrón, percatóse de la gravedad de la situación, por lo que decidió comunicar a su padre «lo que Cendebeo estaba haciendo». Simón se considera viejo; tiene todavía fuerzas para ejercer sus funciones de caudillo y sumo sacerdote, pero no se cree capacitado para estar al mando activo del ejército. Las palabras de Simón recuerdan el testamento de su padre Matatías (2,49ss).

Los israelitas,

victoriosos

(16,4-10)

4

Eligieron de la gente de todo el territorio los hombres más aguerridos y caballería, hasta veinte5 mil, y partieron contra Cendebeo, pernoctando en Modín. Puestos en marcha muy de mañana, hacia la llanura, vieron un poderoso ejército de infantería y caballería que les venía al encuentro. Sólo un torrente había de por medio. 6 Se detuvo enfrente de ellos Juan con sus hombres; y viendo que los suyos temían atravesar el torrente, lo hizo él el primero; y sus hombres, viéndole, le siguieron. 7 Dividió su gente, colocando la caballería en medio de los infantes, porque la caballería de los contrarios era muy 5 ESTRABÓN, 14,668. Según Flavio Josefo (Ant. 13,224), Trifón huyó a Apamea, donde fue sitiado y condenado a muerte.

1050

1 Mac itbeos 16

1051

Introducción a 2 Macabeos

8

n u m e r o s a . Resonaron las trompetas sagradas, y C e n d e b e o y su ejército q u e d a r o n deshechos, cayendo m u c h o s de ellos y h u y e n d o los restantes a la fortaleza. 9 Q u e d ó herido Judas, el h e r m a n o de J u a n ; pero éste persiguió a los enemigos hasta llegar a C e d r ó n , q u e C e n d e b e o había edificado, io y h u y e r o n hasta las torres que hay en el territorio de Azoto, q u e J u a n dio al fuego, cayendo de los enemigos hasta tres mil h o m b r e s , y se volvió victorioso a J u d á .

Rápida

Muerte alevosa de Simón

(16,11-17)

T o l o m e o , hijo de A b u b o s , c o m a n d a n t e del c a m p o de Jericó, tenía m u c h a plata y oro, 12 y era yerno del s u m o sacerdote. 13 Se engrió tanto, q u e quiso hacerse d u e ñ o de la tierra, para lo cual resolvió quitar a traición la vida a Simón y a sus hijos. 14 Visitaba Simón las ciudades del territorio a fin de proveer a sus necesidades, y bajó a Jericó con Matatías y Judas, sus hijos, el año ciento setenta y siete, en el m e s u n d é c i m o , que es el m e s de Sabat. 15 Los recibió el hijo de A b u b o s con perfidia en u n a fortaleza pequeña, llamada D o c , que él había levantado. Les ofreció u n gran banquete, p e r o ocultó a siete h o m b r e s , l s q u e , cuando Simón y sus hijos estaban ebrios, a u n a señal de T o l o m e o se levantaron y, t o m a n d o las a r m a s , dieron sobre Simón, m a tándole a él, a sus hijos y a algunos de su séquito, ' 7 cometiendo una gran traición y devolviendo m a l p o r bien. D o s años de paz siguieron a la batalla d e C e d r ó n . Simón, libre d e los cuidados de la guerra, recorría la nación en vistas a r e m e d i a r las deficiencias de la administración y para mejorar el nivel de vida d e sus subditos. Pero n o t o m ó las medidas de seguridad q u e reclam a b a n sus dignidades de jefe religioso y político de Israel. D e esta imprevisión abusó u n cierto T o l o m e o , hijo de A b u b o s , acaso i d u m e o de origen, para apoderarse de él y de los hijos q u e le a c o m p a ñ a b a n , asesinándolos en u n b a n q u e t e . Era T o l o m e o u n h o m b r e rico, casado con la hija de Simón. Ejercía el cargo de g o b e r n a d o r del c a m p o de Jericó. H a b í a edificado T o l o m e o u n a fortaleza llamada D o c , verdadero nido d e ladrones, al noroeste de Jericó y sobre el m o n t e Q a r a n t a l , a u n a altura d e 492 m e t r o s sobre el m a r M u e r t o . D e s d e allí d o m i n a b a la amplia llanura de Jericó, confiada a sus desvelos. El mes u n d é c i m o (Sabat, enero-febrero) del año 177 (135 a. C ) visitó Simón el territorio de Jericó. Flavio Josefo dice q u e únicam e n t e cayó Simón, siendo encarcelados sus dos hijos, a los q u e T o lomeo m a t ó después. Según algunos (CROSS), Simón es «el h o m b r e de la mentira» de q u e habla el peser de H a b a c u c .

de Tolomeo

(16,18-24)

L u e g o escribió T o l o m e o al rey p a r a que enviase tropas en su auxilio a fin de p o n e r en su m a n o la tierra y las ciudades. 19 Envió otros a G a z e r para que se apoderasen de Juan, y escribió a los oficiales de éste pidiéndoles q u e se pasasen a él, que les daría plata y oro y regalos. 2 0 M a n d ó otros para que se apoderasen de Jerusalén y del m o n t e del t e m p l o . 2 1 P e r o alguno se adelantó a c o m u n i c a r a Juan, en G a z e r , c ó m o habían sido m u e r t o s su p a d r e y sus h e r m a n o s , y q u e habían m a n d a d o quien le matase a él. 22 Q u e d ó fuera de sí al oír tales noticias, y, p r e n d i e n d o a los q u e venían a él para darle m u e r t e , los mató, pues sabía lo q u e intentaban. 2 3 Los d e m á s sucesos de Juan, sus guerras y las hazañas que realizó, los m u r o s que levantó y sus obras todas, 2 4 escritas están en los anales de su pontificado, desde el día en q u e fue hecho s u m o sacerdote después de su padre.

P a d r e e hijos reclutaron r á p i d a m e n t e u n ejército considerable, d o n d e p o r p r i m e r a vez aparece la caballería. El n u e v o ejército p e r noctó en M o d í n , j u n t o al p a n t e ó n familiar de los M a c a b e o s . U n a vez electrizado el espíritu al contacto con los despojos mortales de Matatías y de sus hijos, el ejército israelita m a r c h ó en dirección a la llanura para trabar contacto con el enemigo.

n

acción

18

L a ambición indujo a T o l o m e o a enviar una embajada a Antíoco c o m u n i c á n d o l e la h e c a t o m b e y esperando de él ser nombrado g o b e r n a d o r de t o d a J u d e a . Pero q u e d a b a J u a n , el hijo de Simón. M i e n t r a s éste sitiaba la fortaleza de D o c , colocó T o l o m e o sobre la muralla a la m a d r e de Juan, a m e n a z a n d o arrojarla contra el suelo. Esta visión, dice Flavio Josefo *, suavizó la acción de Juan, q u e alargó el cerco hasta el próximo año sabático, el 133 antes de Cristo, circunstancia q u e aprovechó T o l o m e o para huir a Filadelfia, m a t a n d o a la infeliz mujer antes de ausentarse. J u a n , llamado H i r c a n o p o r h a b e r c o m b a t i d o a los hircanios, reinó treinta y u n años, desde 135 hasta 104. L o s anales de su reinado se h a n p e r d i d o , conservándose algunos extractos en la obra d e Flavio Josefo. H u b o en su t i e m p o m u c h a s acciones de guerra. E n el p r i m e r año de su reinado le sitió A n t í o c o Sidetes en Jerusalén; concluyó con él u n tratado de paz, desventajoso para los judíos. C o n la m u e r t e de Sidetes, al año q u i n t o del reinado de Juan, el reino seléucida tocó a su fin como potencia m u n d i a l , logrando Palestina su independencia de Siria, realizándose con ello el ideal p o r el q u e l u c h a r o n los M a c a b e o s d u r a n t e todos los días de su vida.

II

MACABEOS

Autor C o n esta palabra designamos al q u e p u s o por escrito el llamado s e g u n d o libro de los M a c a b e o s tal como aparece en nuestras Biblias. L o s dos libros d e los M a c a b e o s son dos obras totalmente distintas, i n d e p e n d i e n t e s y completas en sí m i s m a s . El segundo libro n o es continuación del p r i m e r o . E s algo compleja la cuestión del a u t o r d e n u e s t r o libro por haber intervenido dos m a n o s en su 1

Ant.

huí.

13,8,1.

1052

Introducción a 2 Macabeos

composición: Jasón de Cirene, que escribió cinco volúmenes sobre estas historias, y un epitomador, que los ha resumido en uno. Los cinco volúmenes constituían un rollo en el cual podíase grabar una obra con una extensión equivalente a los cuatro Evangelios y Actos de los Apóstoles; el compilador lo ha reducido a uno, de la extensión del Evangelio de San Marcos. El autor mismo da testimonio de que su obra es un epítome (2,26.28). De Jasón de Cirene no tenemos más noticias de las que nos ofrece nuestro autor. Algunos exegetas * lo identifican con el personaje llamado Jasón que envió Judas Macabeo a Roma juntamente con Eupolemo (1 Mac 8,17). Fue un judío procedente de la diáspora de Alejandría, de Egipto, que conoció, quizá sólo de oídas, la historia que narra en cinco tomos. El nombre de Jasón de Cirene fue encontrado en el templo de Tutmosis III en Egipto 2 , de lo cual no puede deducirse que el visitante llamado Cirene fuera nuestro autor. Poseía óptima formación helenística; conocía la historia de los seléucidas, su administración, costumbres y títulos correspondientes a las diversas dignidades. Por otra parte, se nos presenta como judío muy creyente, y hasta demasiado crédulo. Es difícil distinguir en el libro actual qué partes se deben a Jasón y cuáles al epitomador. Obra personal de éste son: 1) el prólogo (2,20-33); 2) el epílogo (J5 10,10-13,26; 5. a , 14,115.37En su libro introdujo Jasón documentos preexistentes. Aparte de las cartas introductorias, de que hemos hablado, cabe mencionar: 1) carta de Antíoco Epifanes a los judíos (9,19-27); 2) carta de Lisias a los mismos (11,16-21); 3) de los delegados romanos a los judíos (11.34-38); 4) Antíoco IV escribe a la nación judía (11,27-33); 5) Antíoco V a Lisias (11,22-26). Por lo que antecede, quedan deslindados los campos entre lo que es propio de Jasón y lo que él reprodujo sacándolo de otras fuentes escritas; entre las secciones propias del que resume (2,20-33; 15,38-40) y las cartas que antepuso él a su obra.

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Introducción d 2 Macabeos

Carácter histórico del libro Pocos historiadores le reconocen un fondo histórico superior al I de los Macabeos (NIESE, SCHLATTER); muchos lo rebajan o niegan totalmente (WELLHAUSEN, KOSTERS, LODS, OESTERLEY). El valor

histórico del libro, escribe Lods, es muy precario. Aparece claro que la finalidad del narrador no es la de destruir, sino la de edificar (l.c., 888). Otros encuentran errores históricos en el libro, sobre todo en aquellos pasajes que contradicen las noticias contenidas en el I de los Macabeos. No pocos suponen que el autor ha sacrificado la historia al fin religioso. Las diferencias entre ambos libros de los Macabeos existen, pero no son irreductibles. Las mismas deben considerarse bajo la misma perspectiva que los lugares paralelos de los libros de los Reyes y de las Crónicas, del Evangelio de San Juan y de los sinópticos. La composición de ambos libros es independiente. Sus puntos de contacto se explican por los hechos mismos y por su sucesión en la realidad. Las divergencias principales afectan a la disposición cronológica. Además, débese tener en cuenta que la era seléucida no era uniforme en todas partes. Como es sabido, empieza el año 312 antes de Cristo, con la conquista de Babilonia por Seleuco. En Siria y Occidente, el año seléucida empezaba el mes de Tishri (septiembre-octubre), esto es, el año 312. En Babilonia empezaba con el mes de Nisán (marzo-abril), esto es, el año 311, de lo que se originaba la diferencia de un año. Es muy probable que Seleuco, personalmente, fijara el primer año de su gobierno al principio del año macedónico, que coincidía con el otoño de 312 antes de Cristo. ¿Qué sistema emplean los autores de los libros de los Macabeos ? Según Kugler, Meyer, Niese, Lagrange, Grandclaudon, empiezan a contar a partir del año 312; otros exegetas son de parecer contrario. Bickermann y Abel admiten que el autor del II de los Macabeos parte del año 312, y el del libro I del año 311. Finalmente, Vaccari admite dos cómputos: el que se empleaba para reseñar hechos profanos, que partía del año 312, y el usado para señalar los hechos pertenecientes al judaismo, partiendo del año 311. Según el P. Abel, los documentos del c u de nuestro libro están fechados según la época del i.° de octubre de 312, que va desde el i.° de octubre del año 165 al 30 de septiembre de 164. La campaña de Lisias Eupator (i3,iss) debe colocarse en el verano de 163, un año antes de la fecha verdadera, porque el epitomador fijó la muerte de Antíoco el año 148, que coincide con el advenimiento de su hijo. Por lo mismo reduce a dos años (10,3) los tres que separan esta fecha de la profanación del templo. Demetrio llegó a Siria el año 151 seléucida, que va desde octubre de 162 hasta septiembre del 161 (l.c, 19). Seguimos el cómputo establecido por Abel. Antes de hablar de errores en el texto conviene determinar exactamente qué sistema cronológico utilizó el autor sagrado. Podemos todavía preguntar: ¿Entraba en la mente del autor sagrado la preocupación cronológica de los hechos que refería? ¿Tenía el

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mismo concepto de la historia que el autor del primer libro? Ateniéndonos a su propio testimonio (2,20-33), no entra en sus designios la investigación histórica, de cuya labor hace responsable a Jasón de Cirene. Cree que éste es un historiador, prestándole su confianza y tomándose la enojosa tarea de resumirlo. Los hechos narrados de manera patética por Jasón son para nuestro autor sustancialmente históricos. Pero no pudo el hagiógrafo reproducir en su epítome todo lo que escribió Jasón. De la inmensa selva de datos escogió algunos, que desgajó de su contexto y colocó en otro nuevo, poniéndolo todo al servicio de sus puntos de vista personales. Ahora bien, este desplazamiento puede dar la impresión de que el libro es menos histórico en parangón con el I de los Macabeos. Las mismas indicaciones temporales: «tres años después», «en la misma época», etc., pueden proceder de Jasón o del que resume su obra. En el primer caso pueden no tener ninguna relación con lo que precede; en el segundo revisten un sentido impreciso, vago. Esta despreocupación cronológica no impide que, dada la ocasión, se transcriba un documento y se indique con precisión un hecho determinado. Pero, dada su poca afición a la acribia histórica, cabe suponer que la inmensa mayoría de las indicaciones cronológicas que figuran en el libro son obra de Jasón. Pero, aunque no quiera el autor comportarse como historiador, su libro tiene gran valor histórico. Su carácter parenético-religioso es compatible con la verdad de los hechos. Su libro puede entrar en la clasificación de relato histórico edificante, presentado de manera retórica y poética con el fin de agradar. En la narración se hace hincapié sobre hechos históricos particulares. Al efecto patético pertenece el juicio que el autor hace de los mismos, que está siempre en relación con el judaismo ortodoxo. Para el autor Israel ocupa el centro de la historia y todos los pueblos de la tierra tienen fijos sus ojos sobre este diminuto territorio. Las manifestaciones divinas (11,8; 12,22; 15,12-16, etc.), que, según el prólogo (2,22), se encontraban consignadas en la obra de Jasón, entran de lleno en el género patético. Era éste el estilo que preferían ciertos historiadores helenistas, tales como Teopompo de Chios, Clitarco de Alejandría, Filarco de Naucratis. En tales escritos se ponía de relieve la intervención visible de Dios en el curso de los acontecimientos, complaciéndose en narrar apariciones maravillosas. Se conocen libros enteros escritos a este propósito, como el que lleva por título En torno a la aparición de Júpiter, de Filarco, o Apariciones de Apolo, de Itros de Pafo 7 . En el género patético se manipulaban los números con gran libertad, dándoles un significado simbólico y poniéndoles al servicio de la idea dominante del libro o de una sección determinada. Lo que a nosotros nos parece un despropósito o una cifra exagerada a todas luces no lo era para el lector antiguo que conocía la función de los números en el texto. Jasón se inspiró también en este punto sobre 7 F . JACOBY, Die Fragmente der griechischen Historiker II (Berlín 1926) 161. U n florilegio d e apariciones y milagros e n los autores griegos y latinos paganos se encuentra e n la obra de J. OBSEQUENS Ab armo Urbh conditae CV prodigiorum líber (Leipzig 1910).

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la tradición p o p u l a r q u e se complacía en p o n e r en evidencia el numerosísimo ejército enemigo vencido p o r unos pocos fervientes yahvistas. D e la tradición popular, dice K n a b e n b a u e r , p r o c e d e n gran p a r t e de las informaciones sobre las gestas q u e el autor narra, y q u e se apoyan sobre u n r u m o r popular ( l . c , 19). L a obra de Jasón, escribe Bellet, p u e d e encuadrarse en el género de los logoi de la historia de H e r ó d o t o . Si n o existe inconveniente en clasificar la obra de Jasón d e n t r o de este género, n o lo h a b r á t a m p o c o en extender al r e s u m e n las m i s m a s características. C o n ello n o se p o n e en tela d e juicio la veracidad de la Biblia, ya q u e el autor sagrado no r e s p o n d e de la objetividad de hechos retransmitidos p o r fuentes de información defectuosas. L a obra de Jasón era conforme al estilo de su época y le pareció bien escribirla al estilo histórico de su t i e m p o . T e n í a derecho a obrar así y los judíos entusiasmábanse en su lectura, destinada a d e m o s t r a r la acción de Dios sobre su pueblo fiel. El epitomador, concluye Bellet, hizo u n r e s u m e n de la obra de Jasón p o r considerar aquélla como libro útil. A l emitir su juicio y al p o n e r en práctica su intento, fue asistido p o r u n a inspiración divina, de m o d o q u e su obra convirtióse en libro inspirado, sin dejar p o r ello de presentar los m o d o s de decir y n a r r a r propios de la historiografía patética 8 . A l estilo patético corresponden t a m b i é n los epítetos violentos q u e a m e n u d o salen de la p l u m a del autor, los contrastes sagazm e n t e planeados, las reflexiones q u e esmaltan su narración sobre el alcance de los acontecimientos. E s difícil establecer el límite entre la historia y el estilo retórico empleado. Lefévre ( D B S 606) opina q u e Jasón se coloca de parte de la historia; el epitomador, en c a m bio, escoge el arte oratorio. Jasón se interesaba por los lugares geográficos y por las fechas exactas; al e p i t o m a d o r n o interesan estos datos, como lo d e m u e s t r a el hecho de colocar sucesos en contextos en q u e n o tienen sentido alguno (12,10). F i n a l m e n t e , sería vano buscar en esta historiografía griega formada en la escuela d e los retóricos la exactitud q u e reclama la crítica histórica m o d e r n a 9 . Cicerón definió la historiografía patética diciendo: «patheticon, q u o p e r t u r b a n t u r animi et concitantur» (Brutus 11,42). A ñ a d í a él q u e a los retóricos les era lícito «ementiri in historiis» para q u e su n a r r a ción resultara más a m e n a y sugestiva. Finalidad del autor sagrado Para n u e s t r o autor, la historia no es u n fin, sino u n medio. L a gran copia de hechos históricos del libro de Jasón se r e d u c e n a u n o s pocos q u e el a u t o r enjuicia desde el p u n t o de vista nacional y religioso. Cabe al designio general d e ilustrar a los judíos d e habla griega sobre las glorias del p u e b l o escogido y acrecentar su fe en los destinos providenciales d e la historia, el autor fija preferentem e n t e su atención en los destinos del t e m p l o . D e u n cabo al otro 3 P. BELLET, El génre literari del II llibre deis Macabeus: «Miscellania Bíblica B. Ubach» (Montserrat 1953) 14; V. HAMP, Cenus litterarium in Wunderberichten: «Miscelánea Bíblica A. Fernández», EE 34 (1960) 361-366; M. ADINOLFI, Eloquenza e patetismo ne¡ ¡I libro dei Maccabei: «Rivista Bíblica», 10 (1962) 18-31. 9 La Bible de Jérusalem (París 1948) 16,

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del libro nos hallamos ante u n a apología del t e m p l o de Jerusalén. U n a de las cartas q u e a b r e n el libro tiene como finalidad inducir a los j u d í o s de Egipto a celebrar la fiesta de la Dedicación del T e m p l o (1,9). Para ello, el autor hace u n a exposición sabia sobre su origen y sobre el carácter sobrenatural del fuego del altar del santuario de Jerusalén. L a segunda carta (1,10-17) e s u n anuncio gozoso de la m u e r t e del mayor enemigo del templo, Antíoco Epifanes. A lo largo de las secciones q u e se distinguen en el libro, q u e corresponde, según dejamos anotado, a los cinco libros de Jasón, se esfuerza el autor p o r comunicar a sus lectores el entusiasmo y d e v o ción q u e él profesa hacia el t e m p l o . E s t e lugar era santo e inviolable en t i e m p o s de Onías. Heliodoro intentó profanarlo, pero t e r m i n ó ofreciendo u n sacrificio al Señor (3,1-40). G e n t e s malvadas explotaron el t e m p l o para sus intereses particulares; Antíoco lo profanó. L a cólera de Dios dejóse sentir sobre Israel, cuyos pecados expían Eleazar y los siete h e r m a n o s M a c a b e o s con su m u e r t e (4,1-7,42). Dios mira propicio a Israel. El monarca impío es castigado p o r Dios con una m u e r t e espantosa. J u d a s M a c a b e o purifica el t e m p l o e instituye la fiesta de la Dedicación (8,1-10,9). J u d a s asegura q u e el t e m p l o será defendido (10,10-13,26). O t r o peligro es conjurado; Alcimo, a pesar de haberse n o m b r a d o s u m o sacerdote, n o ejerce sus funciones en el t e m p l o . Nicanor, otro émulo de Antíoco, es castigado con m u e r t e afrentosa (14,1-15,37). E n t o r n o a esta idea central giran las cinco secciones del libro, q u e bien p u e d e n considerarse como cinco discursos, cuya finalidad es convencer y c o m u nicar su entusiasmo por el t e m p l o . C a d a discurso es u n d r a m a con tres personajes: el j u d í o piadoso (Onías, los mártires, J u d a s y los suyos); los j u d í o s apóstatas (Simón, Jasón, Menelao, Alcimo); los gentiles (Heliodoro, Epifanes, E u p a t o r , Lisias, Nicanor). C a d a personaje d e b e proclamar a su m a n e r a la santidad del t e m p l o . El libro se cierra con la m u e r t e de Nicanor. Su brazo fue colgado enfrente del t e m p l o . «Y todos, levantando sus ojos al cielo, bendecían al Señor, diciendo: Bendito el q u e ha conservado p u r o este lugar» (15,33-34) 10 Plan de la obra L a idea del t e m p l o d e t e r m i n a la estructura del libro, q u e p u e d e dividirse en dos grandes partes: i . a H e c h o s acaecidos antes de la restauración del santuario (3,1-10,9). 2 . a Acontecimientos posteriores a esta fecha (10,10-15,37). Introducción (1,1-2,19). A la obra preceden dos cartas d e los j u d í o s de Jerusalén a los de Egipto. E n la p r i m e r a (1,1-9.18-2,18) les invitan a celebrar la fiesta de la Dedicación. Se extienden a continuación en consideraciones sobre el origen de la misma, santidad del fuego empleado en los sacrificios del t e m p l o (1,18-36), destino del arca de la alianza (2,1-12), biblioteca de N e h e m í a s y de J u d a s (2,13-15). E n otra, m á s corta, se refieren los r u m o r e s q u e circulab a n sobre la m u e r t e de Antíoco Epifanes (1,10-17). 10

Véase LEFÉVRE, Macchabées (livres des): DBS 605-606.

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Prólogo del autor (2,20-33), en el que se dan noticias sobre el contenido y naturaleza del libro de Jasón y de las finalidades y método de trabajo que ha seguido el autor al resumirlo.

pongamos que el texto pueda interpretarse de la siguiente manera: «Al principio de la creación por Dios de los cielos y de la tierra, y (cuando) en la tierra reinaba la confusión y el desorden, y las tinieblas cubrían la superficie del océano primordial..., dijo entonces Dios: «que sea la luz». Aun en este supuesto, con la introducción en el texto de la trascendental palabra bereshit, en el principio, cubre el autor sagrado la infranqueable zanja existente entre la eternidad de Dios y la temporalidad «de los cielos y de la tierra». El autor sagrado ha reconocido el «existir eterno» como nota esencial exclusiva de Dios, y, por lo mismo, lo ha enfrentado clara e impresionantemente a todo otro ser que fue creado por Dios «en el principio». Para el autor bíblico no hay lugar para la materia cósmica eterna e increada junto a Aquel que en el principio creó los cielos y la tierra. El escritor sagrado ha concebido conscientemente a Dios como el «único eternamente existente» y creador de todo otro ser H. Cualquiera duda que podía existir sobre el sentido de Gen 1,1 se disipa con el mencionado texto de nuestro libro. Otra doctrina peculiar de nuestro autor se refiere a la providencia divina. En sus manos tiene Dios las riendas del universo y dispone los acontecimientos de la historia según su beneplácito. A los gentiles y profanadores del templo los castiga y tiene providencia de Israel y de su templo. Pero esto no autoriza a los judíos a dormirse sobre sus laureles y confiar en la incolumidad del santuario, «porque no eligió el Señor la nación por el lugar, sino el lugar por la nación» (5,19). Por los pecados de los moradores de Jerusalén había permitido Dios el desacato de Antíoco contra el templo (5,17); en caso de estar limpios de todo pecado hubiera castigado la insolencia del monarca seléucida, como hizo antes con Heliodoro (3,24ss). En el libro aparece visible la idea del pacto. Ninguna necesidad tenía Dios de pactar con Israel, pero su bondad le impulsó a hacerlo. Dios, que «de nada necesita», ha tenido a bien establecer el templo en medio de Israel (14,35). Signo externo de esta alianza es el santuario de Jerusalén. Dios nunca ha sido infiel a lo pactado. Cuando parece que no presta interés a su pueblo o al santuario, es porque la otra parte firmante del pacto no cumple lo estipulado. De ahí el interés de Judas, el héroe predilecto del autor, de que entre los soldados no haya impureza ni pecado. En el supuesto de estar limpios espiritualmente, Dios no faltará a su promesa, luchará junto a ellos y no dará ocasión a que los profanos o su mismo pueblo le culpen de infidelidad al pacto de la alianza (8,15).

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PRIMERA PARTE: HECHOS ANTERIORES A LA PURIFICACIÓN (3,1-10,8)

a) Durante el reinado de Seleuco (3,1-4,6): 1) Traición de Simón (3,1-6). 2) Misión de Heliodoro (3,7-40). 3) Onías acusa a Simón (4,1-6). b) Persecución de Antíoco Epifanes (4,7-7,42): 1) Jasón, sumo sacerdote (4,7-22). 2) Le sucede Menelao (4,23-29). 3) Muere Onías (4,30-38). 4) Lisímaco y Menelao (4,39-50). 5) Arrecia la persecución (5,1-10). 6) Profanación del templo (5,11-27). 7) Edicto de apostasía (6,1-17). 8) Martirio de Eleazar (6,18-31). 9) Mueren los siete hermanos Macabeos (7,1-42). c) Triunfo del judaismo (8,1-10,9): 1) Primeras victorias de Judas Macabeo (8,1-7). 2 ) Derrota de Nicanor (8,8-36). 3) Muerte de Antíoco Epifanes (9,1-29). 4) Purificación del templo (10,1-9). SEGUNDA PARTE: SUCESOS POSTERIORES A LA PURIFICACIÓN

(10,9-15,37) a) Judas lucha contra los pueblos vecinos (10,10-13,26): 1) Victoria sobre los idumeos (10,10-23). 2) Derrota de Timoteo (10, 24-38). 3) Primera expedición de Lisias (11,1-15). 4) Documentos para la paz (11,16-38). 5) Ataques a Jope y a Jamnia (12,1-9). 6) Expedición contra Timoteo (12,10-31). 7) Derrota de Gorgias (12,32-37). 8) Sacrificio por los muertos (12,38-46). 9) Muerte de Menelao (13,1-7). 10) Tratado de paz (13,8-26). b) Lucha contra Demetrio I (14,1-15,36): 1) Misión de Nicanor (14,1-4). 2) Amistad entre Nicanor y Judas (14,15-25). 3) Intervención de Alcimo (14,26-36). 4) Suicidio de Radas (14,37-46). 5) Victoria sobre Nicanor (15,1-37). Epílogo del autor sagrado (15,38-40). Doctrina religiosa Basta hojear las páginas del libro para convencerse de su carácter eminentemente religioso. Al revés del libro I de los Macabeos, el II nombra muchas veces y de manera explícita el santo nombre de Dios. Yahvé es el Dios de Israel; el Dios que en un tiempo estableció un pacto con su pueblo predilecto. En el libro se repite la idea de que Dios es creador de todo cuanto existe (7,23). El pasaje 7,28 es el texto viejotestamentario en el que con mayor fuerza y claridad se preconiza la verdad religiosa de que Dios creó lo que existe de lo que antes no era (ouk efe ónton epóiesen táuta o theós). Ya en el primer verso de la Biblia se encuentra en germen esta verdad. Por un momento concedemos beligerancia a la hipótesis que interpreta el primer versículo de la Biblia en el sentido de que allí se habla explícitamente de la creación segunda, y sólo de manera implícita de la creación primera, o sea, de la nada. Su-

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Angeles Tiene Dios a su servicio agentes que ejecutan sus órdenes. Cuando Heliodoro estaba para perpetrar su crimen, se le apareció un jinete terrible, armado de armadura de oro. Otros dos jóvenes fuertes y misteriosos completaron la obra que había empezado aquél (3,25-26). En 2,21 dice el autor que en la obra de Jasón se hablaba de apariciones celestiales, o sea, de personajes misteriosos 11 H. JUNKER, Die theulogische Chaosvorstdlung in der biblischen Schopfungsge-ichichte: «Mélanges A. Robert», 37.

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que combatían por el triunfo del judaismo. A veces eran visibles al enemigo (10,29), como en el caso de «los cinco varones resplandecientes, montados en caballos con frenos de oro» (10,29), 1 u e protegían a Judas Macabeo, lanzando flechas y rayos contra los enemigos. Dos veces se dice que estos jóvenes guerreros eran ángeles buenos (11,6; 15,23) que Dios mandaba a su voluntad por tenerlos a su servicio. Bastaba un reducido número de ellos para inutilizar a valientes guerreros y derrotar a ejércitos bien pertrechados. La naturaleza de estos ángeles no aparece bien definida en nuestro libro. A la luz de otros documentos, las ideas que aquí solamente se apuntan cobran un relieve singular 12 . Vida futura La doctrina sobre el más allá caracteriza a este libro. El hombre muere, Dios jamás. En este mundo toda la humanidad está sometida al juicio del Creador. Cuando un individuo traspasa el dintel de la eternidad, sea bueno o malo, se encuentra de nuevo ante un Dios que le juzga según sus actos. Antíoco, que ahora se ensaña con los Macabeos, no quedará impune (7,19). Eleazar puede simular que come carne; puede engañar a los hombres y salvar así su vida terrena; pero de las manos del Omnipotente no escapará ni en vida ni en muerte (6,26). La doctrina de la resurrección o de la sobrevivencia del cuerpo y del alma de los justos es el leit motiv de las respuestas de los siete hermanos Macabeos en el momento de morir. «El rey del universo resucitará a los que morimos por sus leyes a una vida eterna» (7,9); «del cielo tenemos estos miembros, que por amor de sus leyes yo desdeño, esperando recibirlos otra vez de El» (7,11); el cuarto espera ser resucitado por Dios (7,14). Enjuiciando el autor la colecta de Judas para ofrecer un sacrificio expiatorio por los caídos, dice: «obra digna y laudable, inspirada en la esperanza de la resurrección» (12,43). Radas arranca sus entrañas con las dos manos y las arroja contra la tropa, «invocando al Señor de la vida y del espíritu, que de nuevo se las devolviera» (14,46). Los fieles ciertamente resucitarán «para la vida» (7,14). Pero ¿cuál será la suerte de los impíos? «Tú, dice el cuarto hermano Macabeo a Antíoco, no resucitarás para la vida». ¿Es la resurrección un privilegio reservado para los justos ? El texto es ambiguo, pero puede entenderse que, mientras a los justos les espera una nueva vida, mejor de la que han perdido, a los impíos les está reservada en el más allá una vida de sufrimientos. La madre de los Macabeos espera que en el día de la misericordia, que seguirá a la muerte, le sean devueltos sus hijos (7,29). Todos los mártires «beberán el agua de la vida eterna»; pero «tú, dice el más pequeño a Antíoco, pagarás en el juicio divino las justas penas de tu soberbia» (7,36). Parece que la recompensa y el castigo que recibirán, respectivamente, justos y pecadores, se colocan en el más allá, una 12 J. B. FREY, L'Angéhlogie juive au temps de J.C.: «Revue des Sciences Philosophiques et Théologiques», 20 (1911) 82-83; L- HACKSPILL, L'Angélologie juive a l'époque néotestamentaire: RB 11 (1902) 527-550.

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vez se deja el mundo para entrar en la eternidad. Con términos claros se habla en nuestro libro de la suerte reservada a los justos en el otro mundo. Más oscura aparece la suerte de los reprobos. Intercesión de los santos Hallábase Judas en situación apurada ante el numeroso y aguerrido ejército de Nicanor. Sus soldados habían perdido la moral. Para animarles les habló largamente; pero, al no lograr que vibraran de entusiasmo, les contó un «sueño digno de toda fe» (15,11). En el sueño-visión vio a Onías y a otro personaje, del que aquél hizo esta presentación: «Este es el amador de sus hermanos, que ora mucho por el pueblo y por la ciudad santa: Jeremías, profeta de Dios» (15,14). Hacía años que el profeta había muerto; sin embargo, seguía intercediendo por su pueblo mediante su oración. Sin querer estrujar este texto, al menos cabe ver en él la idea de la existencia de una comunión entre los justos de este mundo y los justos que han muerto en el Señor. El poder de intercesión se reconocía a los santos (Job 5,1), es decir, a los ángeles (Job 33.23; E>an 10,13; Tob 5,4). Según Filón (Vidas de los profetas 42,14), Isaías, Ezequiel y otros profetas eran invocados como intercesores, concediendo la literatura rabínica idéntico cometido a los grandes personajes del Antiguo Testamento. Expiación por los difuntos En el encuentro con Gorgias (i2,32ss), muchos soldados judíos quedaron en el campo del honor. Por respeto al sábado, que se venía encima, dejó Judas los cadáveres insepultos para el día siguiente. Entre tanto, Judas torturaba su mente buscando la razón del porqué había permitido Dios semejante derrota. La respuesta la encontró al levantar los cadáveres, ya que «en las túnicas encontraron objetos consagrados a los ídolos de Jamnia, de los prohibidos por la Ley a los judíos». A todos les pareció manifiesto que por aquello habían perdido la vida (12,40). ¿Habían cometido una falta grave? ¿Tratábase más bien de una manifestación leve de codicia? ¿Era concebible que unos soldados, paladines del yahvismo, prontos a morir por Dios y por su patria, al morir recibieran el mismo trato que los paganos ? Entre el pecado de éstos y el de aquéllos había gran diferencia. ¿Existía para los justos la probabilidad de recibir después de la muerte un trato de favor? ¿Tenían los justos la posibilidad de purgar su pecado aun después de la muerte? Así lo comprendió Judas, que mandó hacer una colecta y enviar lo recaudado a Jerusalén para que se ofrecieran en el templo sacrificios expiatorios para el pecado. Creía Judas en la supervivencia de las almas; en caso contrario habría sido superfluo y vano orar por los difuntos. Aún más, creía que los sacrificios de los vivos beneficiarían a los muertos. De este texto emana gran número de verdades sobre los novísimos. No entramos en pormenores acerca del origen de estas creencias que Judas y el autor sagrado manifiestan. La verdad es que tenemos en su testimonio una prueba evidente de la doctrina según la cual las oraciones de los

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justos sirven de alivio a los que murieron piadosamente en el Señor, los cuales, por ciertas impurezas, no pueden entrar inmediatamente en posesión «de la magnífica recompensa que les está reservada» (12,45) " .

Número de cartas No convienen los autores en determinar el número de cartas de la sección (1,1-2,18). Según una hipótesis de Penna, a la cual nos adherimos, dos cartas se distinguen en el texto: i. a , 1,1-9.18, escrita el año 188 (124 a. C ) ; 2. a , 1,10-17, del año 148 (164 a. C ) . Cualquiera que lea las dos cartas en este orden advertirá que se procede con lógica. Solamente en esta hipótesis se logran dos escritos orgánicos y bien definidos en sus fines.

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Canonicidad En contra de lo que pretenden ciertos autores modernos, no puede admitirse que la obra de Jasón estuviera inspirada. Lo es, en cambio, el resumen que de la misma hizo un autor anónimo. Quizá hiperbólicamente, asegura el autor que esta labor de resumir le ha costado «mucho trabajo, sudores y desvelos». Señal cierta de que Dios, al inspirarle, no le reveló nada nuevo ni le ahorró el trabajo que hubiera tenido cualquier otro humano al emprender una tarea semejante. Pero por la inspiración, aunque inconsciente de la misma, era el autor inspirado en todo, no existiendo error alguno formal en todo lo que él afirmaba y en el modo y grado que lo hacía. Antes de hablar de errores históricos formales en el libro debe individualizarse por todos los medios la mente del autor sagrado, ver y definir qué es lo que afirma en cada caso. El autor sagrado sale fiador únicamente de aquello que quiere afirmar o negar. De ahí que conviene conocer el género literario del libro. Aparentemente es un libro histórico, y muchos hechos que allí se refieren son históricos según ía mente del autor. Pero ya hemos dicho que al autor sagrado no le interesa la historia en sí, sino más bien desde el punto de vista religioso. No falsifica la historia; únicamente la pone al servicio de un ideal superior. El libro es inspirado, y como a tal lo ha recibido la Iglesia en el canon de libros sagrados. De él tenemos una mención implícita en Heb 11,35-36 y en Pastor Hermas (Vis. 1,3.4). Diversas veces aparece citado por los Santos Padres, como Clemente de Alejandría 14, San Hipólito de Roma I 5 , etc. En el concilio de Florencia (1442) fue incluido en el canon, proceder que confirmó el concilio Tridentino. Los protestantes han combatido su canonicidad, principalmente por contener doctrinas que no son de su agrado: purgatorio e intercesión de los santos. Compilador y autor A título de introducción, el compilador ha transcrito en el pórtico de su obra unos documentos, o cartas, que no figuraban en la obra de Jasón, por juzgar que su contenido encajaba perfectamente en el volumen y confirmaba a las mil maravillas la tesis que se proponía probar. Este proceder demuestra que, cabe al papel preponderante de compilador de la voluminosa obra de Jasón, ha aportado algo original, proveniente de otras fuentes de información. Quizá Jasón escribió poco después del año 160 a. C ; el compilador, hacia el año 124 a. C. 13 Véase O ' B K I E N , The Scriplural proof for the existence of Purgalory from II Mach. 12, 43ss: «Sciences Ecclesiastiques», 2 (1949) 80-108; W . MARCHELL, De resurrectione et retributione secundum 2 Mach. et 4 Mach.: B 34 (1956) 327-341. 14 Strom. 5,14,97. 15 Comm. in Dan. i,2P,2-4.

INTRODUCCIÓN

Fraternidad

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(1,1-2,19)

judía

(1,1-9)

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«A los hermanos judíos que moran en Egipto, salud. Los hermanos judíos de Jerusalén y de Judea, paz y felicidad. 2 Que Dios os bendiga, acordándose de su alianza con Abraham, Isaac y Jacob, sus fieles siervos. 3 Que a todos os dé corazón dispuesto para venerarle y cumplir con todo ánimo y buena voluntad sus preceptos. 4 Que os abra el corazón para entender su Ley y sus preceptos, os conceda la paz, 5 oiga vuestras súplicas, se reconcilie con vosotros y no os abandone en el tiempo de la desgracia. 6 Esta es nuestra oración por vosotros. 7 Reinando Demetrio, el año ciento sesenta y nueve, nosotros, los judíos, os escribimos cuando nos hallábamos en la gran tribulación y angustia que nos sobrevino desde que8 Jasón y los suyos se marcharon de la tierra santa y del reino. Pues incendiaron el pórtico del templo y derramaron mucha sangre inocente. Pero suplicamos al Señor, y le ofrecimos sacrificios y flor de9 harina, y encendimos las lámparas, y presentamos los panes. Ahora vosotros celebrad la fiesta de los Tabernáculos en el mes de Casleu. Dada el año ciento ochenta y ocho». Los judíos de Jerusalén se consideran hermanos de los de Egipto, a los que desean la paz (salom), conforme a la costumbre judía. Después de la toma de Jerusalén por Nabucodonosor (587 a. C ) , muchos judíos emigraron a Egipto (Jer 44,1), estableciéndose principalmente en Alejandría. Unos papiros aramaicos han puesto al descubierto una colonia militar judía en la isla de Elefantina, a diez kilómetros al norte de la primera catarata del Nilo y a más de mil del Mediterráneo. Estos papiros han revelado que tenían los judíos allí residentes no solamente una sinagoga, sino un templo, en que se ofrecían sacrificios. Destruido el año 411 antes de Cristo, acudieron al sumo pontífice de Jerusalén para restaurarlo, creyendo ellos que era legítima su erección 1. Hacia el año 170 antes de Cristo, el hijo de Onías III se refugió en Egipto y construyó en Leontópolis, a treinta kilómetros al nordeste 1 A . H. SAYCE-A. A . E. COWLEY, Aramaic rusfund von Elephantine phantine (París 1937); araméens d'Elephantine:

E. COWLEY, Aramaic papyri Papyri ofjifth Century B. C. (Leipzig 1912): A . V I N C E N T , B. COUROYER, Le Temple de RB 68 (1961) 525-540.

discovered ai Assuan (Londres 1906): (Oxford 1923); E. M E Y E R , Der PapyLa religión des Judéo-Araméens d'EleYaho et Vorientaüon dans les papyrus

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de El Cairo, u n t e m p l o , t o m a n d o por modelo el de Jerusalén. L o s círculos sacerdotales de la capital teocrática veían con malos ojos aquel lugar de culto servido por u n sacerdote de ascendencia levítica, p o r oponerse a la ley de la u n i d a d de santuario ( D e u t 12,5-12). D e ahí la correspondencia epistolar d e los ambientes sacerdotales de Palestina con los j u d í o s d e Egipto a fin de convencerles de la necesidad de cesar con las actividades de culto fuera del t e m p l o de Jerusalén. L a expresión en to nomo (en la Ley) se emplea, según R u p e r t o de D e u t z 2 , para expresar veladamente q u e los j u d í o s de Egipto, q u e se j a c t a b a n de observar la Ley, n o se ajustaban a las p r e s c r i p ciones de la m i s m a t o c a n t e a la unidad del santuario. Su culpa es m á s grave en los m o m e n t o s actuales, en q u e el t e m p l o de Jerusalén ha sido purificado de toda impureza. L a desgracia visitó a los j u d í o s d e Egipto en t i e m p o s de T o l o m e o Evergetes II Fiscón (145-116); pero es posible q u e la persecución fuera u n castigo de D i o s por h a b e r t r a n s g r e d i d o ellos la ley de la u n i d a d del t e m p l o 3 . L o s j u d í o s de Palestina h a n vivido t a m b i é n m o m e n t o s m u y difíciles. Esta situación anormal fue creada, más q u e p o r los reyes de Siria, p o r la conducta de Jasón, h e r m a n o de Onías, q u e se pasó al partido d e A n t í o c o y c o m p r ó la dignidad d e s u m o sacerdote (4,7-13). C o m o colofón, se invita a los j u d í o s de Egipto a asociarse a sus h e r m a n o s d e Palestina en la fiesta d e acción d e gracias para celebrar la terminación de los males q u e les aquejaban. Llámase esta fiesta de los T a b e r n á c u l o s o de las Encenias, del mes de Casleu. N o habla de esta fiesta n u e s t r o texto, sino de la q u e instituyó J u d a s M a c a b e o (i M a c 4,59), y q u e , p o r celebrarse a la m a n e r a de la antigua solemn i d a d de los T a b e r n á c u l o s , recibía t a m b i é n el n o m b r e de fiesta d e las Encenias, del m e s de Casleu. L a carta lleva la fecha del 188, o sea 124 antes de Cristo. E s m u y p r o b a b l e q u e esta indicación cronológica fue desplazada a este lugar con el fin de p o n e r de relieve la fiesta del m e s de Casleu. L a carta se i n t e r r u m p e por la inserción de u n a segunda q u e da noticia de la m u e r t e de Antíoco.

Rumores

acerca

de la muerte

de Antíoco

10

(1,10-17)

«Los moradores de Jerusalén y de Judea, el senado y Judas, a Aristóbulo, maestro del rey Tolomeo, del linaje de los sacerdotes ungidos, y a los otros judíos de Egipto, salud y prosperidad. n Librados por Dios de grandes peligros, le damos muchas gracias, estando prontos a luchar de nuevo contra el rey. 1 2 Pero Dios mismo ha aniquilado a los que combatían contra la ciudad santa. 13 Pues cuando ese caudillo, con el ejército que le acompañaba, que parecía irresistible, llegó a Persia, fueron heridos en el templo de Nanea, gracias al engaño de los sacerdotes de ésta. 14 Antíoco, acompañado de sus amigos, vino al lugar como para desposarse con ella y tomar en virtud de tal desposorio y a título de dote sus tesoros. 15 Los sacerdotes de Nanea le habían hecho esta propuesta, y él, con escasa gente, 2 3

De victoria Verbi Dei 2,4,21: P L 169,1425-1438. LAGRANGE, Le juda'isme avant Jésus-Christ 520-552.

1067

2 Macabeos 1

2 Macaheos 1

entró en el recinto del templo. Cerraron aquéllos las puertas 16 una vez que Antíoco había entrado, y, abriendo luego una abertura disimulada en el techo, a pedradas aplastaron al caudillo, y a los acompañantes los descuartizaron, les cortaron sus cabezas y las tiraron fuera. 17 Por esto bendito sea Dios, que así ha castigado a los impíos. E n v í a n la carta el pueblo j u d í o , el senado o gerusía (4,44; 11,27; 1 M a c 12,6) y J u d a s M a c a b e o . E n t r e los destinatarios se menciona a A r i s t ó b u l o , preceptor del rey T o l o m e o Filometor (180-145). E r a A r i s t ó b u l o u n filósofo peripatético q u e escribió y dedicó al rey u n comentario alegórico al Pentateuco, en el cual intentó p r o b a r q u e la L e y mosaica, rectamente entendida, encerraba t o d o cuanto h a n p o d i d o enseñar los filósofos griegos 4 . L a noticia q u e les comunican es la m u e r t e del m á s acérrimo enemigo del j u d a i s m o . E l relato de su m u e r t e difiere de los otros dos textos en q u e se relata el m i s m o h e c h o (9,1-29; 1 M a c 6,1-14). L o s remitentes de la carta se hacen eco de los r u m o r e s q u e les h a n llegado sobre la m u e r t e de A n t í o c o , r u m o r e s q u e el autor del libro recoge a su vez sin r e s p o n d e r de su objetividad real. L a fantasía popular atribuyó a la m u e r t e de A n t í o c o circunstancias q u e son propias de la de su p a d r e A n t í o c o III al intentar el asalto del t e m p l o de Bel en Elimaida. N i n g u n a importancia concedía el autor sagrado a la leyenda contenida en el texto de la carta. T o d o su interés estriba en relacionar la m u e r t e de A n t í o c o con la purificación del t e m p l o de Jerusalén. E n cuanto a los detalles d e la narración, los refiere tal c o m o los e n c o n t r ó en el m e n c i o n a d o d o c u m e n t o . H a b i e n d o indicado la fuente de s u s informaciones, n o era necesario q u e asumiera la responsabilidad de su contenido. El santuario estaba dedicado a N a n e a , la antigua N a n a babilónica, diosa de la naturaleza y de la fecundidad, q u e los griegos identifican con A r t e m i s de Efeso. Su culto es originario de U r u k ( G e n 10,10). L o s sacerdotes del t e m p l o p r o p u s i e r o n a A n t í o c o su m a t r i m o n i o con la diosa, con lo q u e recibiría, a título de dote, los tesoros depositados en el t e m p l o . G r a n i o Liciniano cuenta u n hecho análogo del m i s m o Antíoco; Séneca 5 habla d e u n posible m a t r i m o n i o entre A n t o n i o y M i n e r v a . El asesinato salvaje de A n t í o c o era el q u e mejor convenía a u n i m p í o de su talla. P o r esto, «bendito sea Dios, q u e así ha castigado a los impíos».

El fuego sagrado

(1,18-36)

l 8 »Estando, pues, para hacer la purificación del templo en e mes de Casleu, hemos creído deber nuestro manifestároslo para que también vosotros celebréis la fiesta de los Tabernáculos y del fuego que se incendió cuando Nehemías, después de edificar el templo y el altar, ofreció sacrificios. 19 Pues, al ser nuestros padres llevados a Persia, los sacerdotes piadosos que había entonces ocultamente tomaron el fuego del altar y lo escon4 C L E M . DE ALEJANDRÍA, Strom. 1,22,150; 5,14,17; EUSEBIO, Praeparatio 8,10; 13,12. Según Orígenes, Aristóbulo utilizó el método alegórico. 5 Oratio suasoria 1,6.

Evang.

7,14;

1068

2 AUcdbeos 1 dieron en u n hueco, a m a n e r a de pozo seco, en el cual lo d e p o sitaron, tan en seguro, que el sitio quedó de todos ignorado. 20 Transcurridos m u c h o s años, cuando a Dios plugo, Nehemías, q u e había sido enviado p o r el rey de Persia, m a n d ó a los nietos de los sacerdotes que lo habían ocultado a buscar el fuego, y, según ellos contaron, n o hallaron fuego, sino u n agua espesa, 21 de la cual les m a n d ó que sacasen. C u a n d o las víctimas estaban dispuestas en el altar, ordenó Nehemías a los sacerdotes q u e con el agua rociasen la leña y lo que encima de ella había. 22 C u m p l i d o esto y pasado u n poco de tiempo, salió el sol, q u e antes estaba nublado, y se encendió u n gran fuego, q u e d a n d o todos maravillados. 2 3 Y mientras oraban los sacerdotes y todos los presentes, e m p e z a n d o Jonatán y respondiendo los restantes, 2 4 hasta Nehemías, se consumía el sacrificio. L a oración era ésta: Señor, Señor Dios, creador de todas las cosas, temible, fuerte, justo, misericordioso y rey único bondadoso, 25 único liberal, único justo, omnipotente y eterno, q u e libras a Israel de todo mal, que elegiste a nuestros padres y los santificaste, 26 acepta este sacrificio por todo tu pueblo de Israel, protege tu h e r e d a d y santifícala. 27 Congrega a nuestros dispersos, vuelve la libertad a los q u e viven en s e r v i d u m b r e entre las naciones, p o n los ojos en estos despreciados y abominados, conozcan las naciones q u e tú eres nuestro Dios. 2 8 Aflige a los que nos oprim e n y con insolencia nos ultrajan. 29 Transplanta tu pueblo a tu lugar santo, según dijo Moisés. 3° Los sacerdotes, entre tanto, cantaban h i m n o s . 3 l C u a n d o el sacrificio se h u b o consumado, m a n d ó Nehemías d e r r a m a r el agua restante sobre grandes piedras; 32 y en cuanto lo hicieron, de la luz del altar se encendió u n a llama que la consumió. 33 C u a n d o esto se hizo notorio y contaron al rey de Persia que en el lugar d o n d e los sacerdotes llevados cautivos habían ocultado el fuego apareció agua, con lo cual los que a c o m p a ñ a b a n a Nehemías habían encendido el sacrificio, 34 después de hechas averiguaciones, hizo cercar el sitio y lo declaró sagrado. 35 Aquel día fue día de felicitaciones, en que el rey repartió y recibió ricos presentes. 36 L o s ¿e Nehemías llamaron a aquel sitio Nafta, q u e quiere decir purificación; pero m u c h o s le llaman Neftai.

D e la historia del fuego sagrado n o d i s p o n e m o s de otras fuentes d e información, p o r lo q u e t a m p o c o p o d e m o s juzgar de su veracidad. K n a b e n b a u e r y Gillet d u d a n de la historicidad de la fiesta del fuego de N e h e m í a s . Se refiere en la carta una tradición p o p u l a r q u e aclara lo del L e v 6,5 (12) acerca del fuego p e r p e t u o en el altar d e los holocaustos. Este carácter p o p u l a r de la narración se confirma p o r el hecho de q u e n o se habla del fuego en la m i s m a fiesta de la purificación (1 M a c 4,54-59) ni se alude a él en 2,16. Si añadimos q u e el texto griego es defectuoso, p u e d e inferirse q u e toda esta historia del fuego es sospechosa; a ú n más, a t e n d i e n d o a la m i s m a narración, «non immerito in d u b i u m vocari potest» (KNABENBAUER). O t r o s consideran el relato como u n midrash. Sea lo q u e fuere, n o p o r ello q u e d a menoscabada la inerrancia bíblica. El autor r e p r o d u c e el texto d e una carta de la q u e n o t e n e m o s indicio alguno de q u e fuera inspirada. Este d o c u m e n t o es inspirado p o r razón consignationis, non ratione materiae.

2 Macabeos 2

1069

Lo q u e se dice acerca de la labor de N e h e m í a s c o r r e s p o n d e a la exaltación de su personalidad p o r parte del pueblo, atribuyéndole obras y proyectos q u e n o le pertenecen. Se habla en el v.23 de u n h o m b r e llamado Jonatán, q u e difícilmente p u e d e identificarse con algún d e t e r m i n a d o h o m ó n i m o del libro de N e h e m í a s (12,14.18; E s d 8,6; 10,15). L a oración de q u e hablan los v.24-29 es el único ejemplo conocido de u n a plegaria sacrificial. Al d e r r a m a r el agua espesa sobrante sobre grandes piedras se encendió u n a llama de la luz del altar, q u e la consumió. El líquido misterioso es llamado neftar, q u e algunos relacionan con el verbo hebraico kafar, purificar. Según Abel, el t é r m i n o neftar es u n a contracción d e u n a palabra compuesta de nephtaatar; nephta, q u e significa nafta, y a t a r , fuego. N e h e m í a s encontró en este juego d e palabras u n vocablo apropiado para designar el líquido espeso, o nafta, del cual salió el fuego. Es evidente q u e el texto habla de la nafta, de u n aceite proveniente de Persia 6 . Este relato, escribe Vigouroux, modelo característico de la hagada judía, contiene m u c h a fantasía y datos peregrinos. N a d i e se extrañará de ello si tiene en cuenta q u e las informaciones p r o c e d e n de u n a fuente apócrifa en q u e el papel de N e h e m í a s es diferente del q u e le atribuyen los libros canónicos. El autor sagrado copia simp l e m e n t e d o c u m e n t o s ; c o m p r u e b a su existencia, sin garantizar la exactitud de las opiniones q u e allí se expresan 7 .

Jeremías

esconde

el arca

(2,1-8)

1

»Se halla en antiguos d o c u m e n t o s que el profeta Jeremías, al m a n d a r a los deportados t o m a r del fuego antes referido, les entregó u n ejemplar de la L e y 2 y les r e c o m e n d ó que n o diesen al olvido los preceptos del Señor ni se pervirtiesen a la vista de los ídolos de oro y de plata y sus adornos. 3 M u c h a s cosas c o m o éstas les dijo, exhortándolos a n o apartarse j a m á s del a m o r de la Ley. 4 T a m b i é n en el d o c u m e n t o estaba escrito que el profeta, p o r revelación divina, m a n d ó que le siguiesen el tabernáculo y el arca al encaminarse al m o n t e d o n d e había subido Moisés para ver desde allí la heredad de Dios. 5 Llegado a él, Jeremías halló u n a gruta a m o d o de estancia, en la cual introdujo el tabernáculo, el arca y el altar de los perfumes, tapando en seguida la entrada. 6 Algunos de los que le a c o m p a ñ a b a n vinieron luego para p o n e r señales p o r el camino, a fin de p o d e r hallarlo después. 7 M a s así q u e Jeremías lo supo, los reprendió, diciéndoles: «Este lugar quedará desconocido hasta que Dios vuelva a congregar a su pueblo y tenga de él misericordia. 8 Entonces 6 En Herkenne (Die Briefe zu Beginn des zweiten Makkabaerbuches: «Biblische Studien», 8.4. Friburgo i. Br. 1904) se encuentran expuestas las tentativas para resolver una cuestión que hasta el presente yace en el misterio. El santuario de que habla el v.34 se hallaba quizá cerca de Susa, donde invernaba el rey (Neh 1,1), ya que Eratostene habla de la existencia de nafta en Susiana (ESTRABÓN, 16,1,15). Más al norte, cerca de Arbeles, existia, según Estrabón, •el manantial de nafta y los fuegos (sagrados) y el santuario de Anea (Nanea)».. Habla Pausanias de que en Lidia los magos en el santuario hacían quemar la leña sobre el altar sin fuego extraño (5,27,5). Análogas noticias cuenta Estrabón (15,3,15) de Capadocia, «donde los magos mantenían el fuego perpetuo», y de los santuarios de Anaitis (Nanea) y de Omán. En la proximidad de uno de estos santuarios crearon los judíos del exilio la leyenda del fuego

del altar (ABEL-STARCKY, 227). 7

Nephtar: «Dictionnaire de la Bible», 4,1597-1598.

1070

2 AUcabeos 2

/

dará a conocer el p a r a d e r o de estas cosas, aparecerá su gloria, y asimismo la n u b e , c o m o se manifestó al t i e m p o de Moisés y cuando Salomón pidió q u e el t e m p l o fuese gloriosamente santificado». L o s autores de la carta refieren algunas noticias que hallaron en antiguos d o c u m e n t o s . Peregrina es la noticia sobre el arca de la alianza, emplazada en la parte m á s santa del santuario (i R e 6,19). ¿ Q u é suerte corrieron estos objetos sagrados en la destrucción del t e m p l o p o r N a b u c o d o n o s o r ? (Jer 3,16). N i n g u n a noticia se ha conservado sobre ello en los libros canónicos, para los cuales n i n g u n a importancia tendría el arca en los días de la restauración mesiánica. Según el d o c u m e n t o apócrifo citado en la carta, Jeremías la escondió en una gruta del m o n t e N e b o (Djebel Neba, al n o r d e s t e del m a r M u e r t o ) , b o r r a n d o cuidadosamente t o d o indicio q u e pudiera traicionar el secreto. El autor d e esta leyenda p u d o ser el historiador j u d í o E u p o l e m o (1 M a c 8,17), según el cual t o m ó N a b u c o d o n o s o r del t e m p l o t o d o el oro, la plata y el bronce, m e n o s el arca y las tablas de la Ley, q u e se llevó Jeremías (EUSEBIO, Praep. Evang. 9,39).

Recuerdos

de Salomón

(2,9-12)

9 » T a m b i é n allí se cuenta c ó m o el rey sabio ofreció el sacrificio de la dedicación y terminación del t e m p l o ; 1° y que así c o m o , c u a n d o Moisés oró al Señor, descendió fuego del cielo, q u e consumió el sacrificio, así t a m b i é n , o r a n d o Salomón, descendió fuego y consumió el holocausto. J 1 Y dijo Moisés: «Por n o h a b e r sido comido el sacrificio p o r el pecado, fue consumido p o r el fuego». 12 T a m b i é n Salomón celebró la fiesta p o r ocho días. El prodigio del fuego se realizó t a m b i é n en t i e m p o s de Moisés (Lev 9,22-24) y de Salomón (1 R e 8,62; 2 C r ó n 7,1). L a s palabras q u e se atribuyen a Moisés n o se hallan en n i n g ú n texto canónico, pero parece q u e se refieren al incidente n a r r a d o en L e v 10,16-20. Pero n o dice el texto mencionado q u e el fuego comiera al m a c h o cabrío. Siete días d u r a r o n las fiestas de la dedicación del t e m p l o p o r Salomón (1 R e 8,65; 2 C r ó n 7,8-10). El día octavo, t a m b i é n festivo, celebróse la gran asamblea (Lev 23,36-39).

La biblioteca

de Nehemías

y Judas

(2,13-15)

2 Macabeos 2

1()?1

cíonal completa, se preocupa de recoger los libros sagrados. Es el p r i m e r testimonio sobre la formación del canon de libros sagrados del A n t i g u o T e s t a m e n t o . El verbo griego episynagein da a entender q u e existía u n a colección anterior autorizadísima, a la cual se añadieron otros. A este supuesto se llega a t e n d i e n d o al significado del verbo: «reunir a ñ a d i e n d o u n a cosa a u n a cantidad determinada». Existía en t i e m p o s de N e h e m í a s la p r i m e r a colección formada por los cinco libros del Pentateuco. A ésta se añadieron los libros de los Reyes, q u e para los L X X son los dos d e Samuel y los de los Reyes. D e la tercera se m e n c i o n a n «los de David», con los q u e se alude a los Salmos, q u e se coleccionaban bajo el n o m b r e d e este monarca, p o r considerarse el salmista por excelencia. Las cartas de los reyes sobre las ofrendas designan la colección de epístolas e m a n a d a s de la corte persiana, en las q u e se autorizaba a los j u d í o s la restauración del t e m p l o . Estos libros o c u p a b a n u n lugar de h o n o r y eran consid e r a d o s como sagrados (8,23; 1 M a c 12,9). C o n t r a ellos se ensañó el impío Antíoco Epifanes (1 M a c 1,56). L o s j u d í o s de Palestina están dispuestos a enviar a los de E g i p t o los libros sagrado^ de que tuvieran ellos necesidad, frase q u e p u e d e interpretarse en el sentido de q u e en Palestina se reconocía la canonicidad de algún q u e otro libro en la tercera colección, de q u e n o tenían todavía conocimiento los de E g i p t o .

Invitación

final

(2,16-19)

16 »Estando nosotros para celebrar la fiesta de la purificación, os escribimos estas letras: Haréis m u y bien en solemnizar estos días. 17 Dios, que ha librado a su pueblo, nos ha devuelto a todos la heredad, el reino, el sacerdocio y el santuario, l s como lo prometió en la Ley. E s p e r a m o s , pues, de Dios que pronto tendrá misericordia de nosotros y nos congregará en el lugar santo de entre todas las naciones que existen bajo el cielo, 19 pues nos ha librado ya de grandes calamidades' y ha purificado el santuario». Vuelve la carta a r e c o m e n d a r a los judíos de Egipto la celebración d e la dedicación del t e m p l o . L a situación político-religiosa reflejada en la conclusión de esta carta parece bastante optimista. L a carta t e r m i n a de m a n e r a a b r u p t a . E s posible q u e la fecha que aparece en 1,9 se hallara originariamente al fin de la m i s m a .

13

»Esto m i s m o se refiere en los escritos y m e m o r i a s de Nehemías; y se dice, además, q u e había reunido u n a biblioteca y puesto en ella los libros de los reyes, los de los profetas y los de D a v i d y las cartas de los reyes sobre las ofrendas. 14 Así t a m b i é n Judas reunió todos los libros dispersos p o r la guerra que hubim o s de sufrir, q u e ahora se hallan en nuestro poder. 1S Si, pues, tuviereis de ellos necesidad, m a n d a d n o s quienes os los lleven. El libro de las memorias d e N e h e m í a s nos es desconocido. Acaso sea el q u e sirvió de base para la composición del libro c a n ó nico q u e lleva su n o m b r e . N e h e m í a s , en época de restauración n a -

PREFACIO

DEL AUTOR

La abra de Jasón 20

(2,20-26)

L a historia de Judas el M a c a b e o y de sus hermanos, la purificación del gran t e m p l o y la dedicación del altar, 21 las guerras de Antioco Epifanes y de su hijo Eupator, 22 las apariciones celestes a los que gloriosamente combatían p o r el judaismo, para que, aun siendo pocos, recobrasen toda la tierra

1072

2 Miicabeos 2 y pusieran en fuga m u c h e d u m b r e s de bárbaros, 2 3 y recuperasen el templo famoso en toda la tierra, y librasen la ciudad, y restableciesen las leyes que estaban a p u n t o de q u e d a r abolidas, siéndoles el Señor propicio con toda bondad, 2 4 fue n a r r a d a p o r Jasón de Cirene en cinco libros, q u e nosotros nos p r o p o n e m o s c o m p e n d i a r en u n solo volumen. 25 P o r q u e , consider a n d o el n ú m e r o excesivo de los libros y la dificultad que hallan, p o r la m u c h e d u m b r e de las cosas, los que quieren aplicarse a conocer las historias, 2 6 h e m o s pensado proporcionar solaz del alma a los aficionados a leer y dar a los estudiosos facilidad para a p r e n d e r las cosas de m e m o r i a ; en una palabra, alguna utilidad a todos aquellos que t o m e n este libro en sus manos.

Escribió Jasón la historia de las luchas de J u d a s M a c a b e o contra los reyes A n t í o c o Epifanes, A n t í o c o E u p a t o r y D e m e t r i o I Soter. D e la personalidad del autor nada se sabe; algunos 1 lo identifican con el legado m a n d a d o a R o m a p o r J u d a s M a c a b e o (i M a c 8,17). Lleva el s o b r e n o m b r e de Cirene (1 M a c 15,23), p o r ser acaso originario de esta localidad africana. Del a n o n i m a t o le ha sacado el autor de n u e s t r o libro. El autor sagrado trata de compendiar en u n solo v o l u m e n lo q u e Jasón dijo en cinco. C o n ello se p r o p o n e tres fines: 1) p r o p o r c i o n a r solaz al alma; 2) ayudar la memoria del lector; 3) ser útil a todos. L a historia de Jasón era m u y densa, larga y, al parecer, farragosa. A n u e s t r o autor sagrado interesa más la teología de la historia q u e la historia misma.

La obra del autor sagrado

Mas para nosotros esta obra q u e h e m o s e m p r e n d i d o n o ha sido cosa fácil, sino de m u c h o trabajo, sudores y desvelos. 28 C o m o el que p r e p a r a u n festín, buscando complacer a otros, se echa encima una pesada carga, así nosotros, para m e r e c e r la gratitud de m u c h o s , h e m o s t o m a d o con gusto este trabajo. 29 Dejando al historiador el oficio de n a r r a r detalladamente las cosas, nos h e m o s esforzado p o r seguir las n o r m a s de la condensación. 30 Pues así c o m o el arquitecto que se p r o p o n e levantar u n a casa nueva ha de pensar en el conjunto de la construcción, mientras que el decorador y pintor sólo tienen q u e cuidarse de lo que toca a la ornamentación, así creo yo que nos sucede a nosotros. P o r a m o r a los lectores se ha i m p u e s t o el autor u n trabajo de síntesis, q u e le ha costado sudores y desvelos. El autor y el epitom a d o r tienen cada u n o su trabajo peculiar. A Jasón c o r r e s p o n d e la tarea d e examinar los hechos con acribía (diakriboun); al q u e c o m pendia toca cumplir t a m b i é n con su cometido. Para ilustrar su p e n samiento emplea u n a comparación sacada del arquitecto y del d e c o rador. L a explicación n o es inútil, ya q u e manifiesta claramente q u e las características de la obra, su estructura, su composición literaria, lo q u e se juzga q u e se requiere para q u e u n o p u e d a llamarse autor de u n libro, pertenece a Jasón. Parece q u e el a u t o r del libro CORNELY, Introductio I I - i 1897-456.

1073

deja a Jasón la responsabilidad d e los detalles, mientras reclama para sí la gloria de h a b e r interpretado fielmente su pensamiento y de haber condensado su obra voluminosa en u n solo t o m o . El autor sagrado aprueba las líneas generales de Jasón, pero no p u e d e respond e r de los detalles. El n o es historiador y, por lo m i s m o , n o se arroga «el oficio de n a r r a r detalladamente las cosas».

El autor y el compilador

(2,31-33)

31

Investigar la materia histórica, examinarla en todos sus aspectos y detalles, eso c o m p e t e al n a r r a d o r de la historia; 32 pero p r o c u r a r el c o m p e n d i o de la narración, sin llegar a agotar el asunto, toca al compilador, 33 y con esto c o m e n z a m o s nuestra narración, después de habernos extendido tanto en el prefacio. Sería u n a simpleza mostrarse difusos antes de entrar en materia, para luego ser breves en ésta. E n el texto original aparece clara la idea del h o m b r e q u e entra en una p r o p i e d a d de otro (embateuein), p o r la q u e se pasea a su g u s t o e x a m i n a n d o t o d o hasta el ú l t i m o detalle, llegando al límite d e la indiscreción. Esto es lo q u e hace el q u e escribe o narra una historia. A l compilador compete, en cambio, resumir la narración de m a n e r a q u e reproduzca en pocas palabras el pensamiento del autor.

(2,27-30)

27

1

2 Macabeos 3

PRIMERA

DIVERSOS

HECHOS HASTA DEL TEMPLO

PARTE

LA PURIFICACIÓN (0.3,1-10,8)

Duelo entre Onías y Simón

(3,1-6)

1

Hallándose la ciudad en completa paz, observándose exact a m e n t e las leyes, p o r la piedad del s u m o sacerdote Onías y su odio a toda maldad, 2 sucedía q u e hasta los m i s m o s reyes honr a b a n el santuario y lo enriquecían con magníficos dones. 3 Y así, Seleuco, rey de Asia, concedió de sus propias rentas todas las expensas necesarias p a r a el servicio de los sacrificios. 4 P e r o u n cierto Simón, de la tribu de Benjamín, constituido inspector del t e m p l o , se enemistó con el s u m o sacerdote con motivo de la fiscalización del m e r c a d o de la ciudad. 5 No pudiendo vencer la resistencia de Onías, se fue a Apolonio, de Tarso, q u e p o r aquel t i e m p o era general de la Celesiria y la Fenicia, 6 y le hizo saber c ó m o el tesoro de Jerusalén estaba lleno de riquezas indecibles, y que la cantidad de oro que allí había era incalculable y n o se destinaba al sostenimiento de los sacrificios, p u d i e n d o el rey apoderarse de ello. D e O n í a s III, hijo de Simón II, hace u n gran elogio el autor de Eci 50, 1-21. F u e sobrino de O n í a s II, c o n t e m p o r á n e o de T o l o m e o IV Filopator y A n t í o c o I V Epifanes. Yahvista hasta los t u é t a n o s (15,12), se opuso a las tentativas de saqueo del t e m p l o p o r p a r t e de Heliodoro

1074

2 Macabeos 3

/

ministro de Hacienda de Seleuco IV. Su piedad y odio al pecado le hicieron acreedor a la veneración de todos. Los mismos reyes, Tolomeo II Filadelfo, Tolomeo III Evergetes y el mismo Antíoco III el Grande, honraban el santuario 1. Guando este último anexionó la Judea a su reino, después de la batalla de Panión (199 a. G ) , quiso superar la magnificencia de los Tolomeos con el intento velado de ganar para la causa seléucida a los sacerdotes de Jerusalén. La política de captación había calado hondo en los círculos sacerdotales de Jerusalén. Cierto Simón, de la tribu de Benjamín (Bilga, leen D E BRUYNE y ABEL), encargado de la administración (prostasía) del templo e inspector del mercado público (agoraríamos), entró en conflicto con Onías, sin que podamos saber las causas. Despechado al no poder vencer la resistencia de éste, marchó al encuentro de Apolonio (4,4-21), general (strategós) de la Celesiria y de Fenicia, denunciando las enormes riquezas guardadas en el templo. Los particulares depositaban en el templo sus ahorros (Neh 13,5). Decisivo era el paso dado por Simón en la historia de las relaciones entre el judaismo y el helenismo. En momentos en que la economía real vivía momentos cruciales eran sumamente peligrosas semejantes denuncias hechas por un judío con personalidad religiosa relevante. En efecto, al decirnos el texto de 4,24 que Menelao, el hermano de Simón, fue nombrado sumo sacerdote, da a entender que Simón era de ascendencia de Aarón. De ahí que la lección del v.4: «Simón, de la tribu de Benjamín», debe cambiarse por la de: «Simón, de la tribu de Bilga», que pertenecía a una de las 24 clases sacerdotales (1 Crón 24,14; Neh 10.9; 12,5.18).

Diálogo

entre

Onías y Heliodoro

1

(3,7-14)

Apolonio se fue luego a ver al rey y le dio cuenta de los tesoros referidos. Este eligió a Heliodoro, su ministro de Hacienda, a quien envió con órdenes de apoderarse de las riquezas. 8 En seguida se puso en viaje Heliodoro, con el pretexto de visitar las ciudades de Celesiria9 y Fenicia, pero en realidad para ejecutar el propósito del rey. Llegado a Jerusalén, fue recibido cordialmente por la ciudad y el sumo sacerdote, a quien dio luego cuenta de lo que le había sido comunicado y del motivo de su venida, preguntando si lo que se les había dicho se ajustaba a la realidad. 10 El sumo sacerdote le hizo ver que se trataba de depósitos de viudas y huérfanos " y de una cantidad que pertenecía a Hircano, hijo de Tobías, hombre de muy noble condición, contra lo que calumniosamente había denunciado el impío Simón; y que, en fin, la suma de todo el dinero era de cuatrocientos talentos de plata y doscientos de oro, 1 2 siendo del todo imposible cometer tal injusticia contra los que habían confiado en la santidad del lugar y en la majestad del templo, honrado en toda la tierra. 13 Pero Heliodoro, en virtud de las órdenes del rey, contestó que aquellos tesoros habían de ser 1 Ant. Iud. I2,5°,S8; Contra Ap. 2,48.

\

2 Macabeos 3

1075 14

necesariamente entregados al tesoro real. Señalado día, se preparó a entrar, dispuesto a apoderarse de tales riquezas, lo que produjo no pequeña conmoción en toda la ciudad. Nada menos que el primer ministro, Heliodoro, recibió el encargo de ejecutar los propósitos del rey. Había en el templo una respetable suma perteneciente a la noble familia de los Tobiadas. Vivía Hircano (184-175) en la fortaleza de Araq-el-Emir, y era descendiente del famoso Tobías Amonita, contemporáneo de Nehemías (Neh 2,19; 6,6; 13,4). Partidario de los Lagidas, tuvo que abandonar Jerusalén al apoderarse de ella los seléucidas 2 . La declaración de Onías acerca de los tesoros de Hircano depositados en el templo debió de despertar aún más los deseos de Heliodoro de apoderarse de un dinero propiedad de un enemigo de los seléucidas. Según Onías, la cantidad de dinero depositado en el templo subía a la respetable suma equivalente a 2.390.000 dólares.

Un pueblo

en oración

(3,15-22)

15

Los sacerdotes, vestidos de sus túnicas sagradas, se arrojaron ante el altar; clamaban al cielo, invocando al que había dado ley sobre los depósitos de que les fueran guardados intactos a quienes los depositaron. 16 Nadie podía mirar el rostro del sumo sacerdote sin quedar traspasado, porque su aspecto y su color demudado mostraban la angustia de su alma. 17 El temor que se reflejaba en aquel varón y el temblor de su cuerpo revelaban a quien le miraba la honda pena de su corazón. 18 Los ciudadanos salían en tropel de sus casas para acudir a la pública rogativa 19en favor del lugar santo, que estaba a punto de ser profanado. Las mujeres, ceñidos los pechos de saco, llenaban las calles; y las doncellas, recogidas, concurrían unas a las puertas del templo, otras sobre20 los muros, algunas miraban furtivamente por las ventanas, y todos, tendidas las manos al cielo, oraban. 21 Era para mover a compasión ver la confusa muchedumbre postrada en tierra y la ansiedad del sumo sacerdote, lleno de angustia. 22 Todos invocaban al Dios omnipotente, pidiendo que los depósitos fuesen, con plena seguridad, conservados intactos a los depositantes. Ningún poder humano era capaz de torcer la voluntad de Heliodoro; sólo Dios podía estorbar sus planes. Sacerdotes y pueblo se entregaban a ruidosas y espectaculares manifestaciones de duelo. Invocan al Dios «que había dado la ley sobre los depósitos» (Ex 22,7) para que velara por la incolumidad de los mismos. Heliodoro,

fuera

de combate

(3,23-30)

23

Heliodoro, por su parte, dispuesto a consumar su propósito, estaba ya acompañado de su escolta junto al gazofilacio, cuando el Señor de los espíritus y Rey de absoluto poder hizo de él gran muestra a cuantos se habían atrevido a entrar 24

2 A. MOMIGLIANO. I Tobiadi nella preistoria del moto maccabaico: «Atti della R. Accademia delle Scienze de Torino», 67 (1932) 165-200.

1076

2 Macabeos 3

No fue sordo Dios al clamor de su pueblo. Por su parte, Heliodoro pasó a realizar su cometido. Entró en el templo, y, cuando sus manos sacrilegas se disponían a saquearlo, el «Señor de los espíritus»—título que el libro de Henoc (12,9) emplea repetidamente—demostró que era «Rey de absoluto poder» al enviar contra Heliodoro y su séquito un jinete que le derribó al suelo, donde fue acoceado por las patas traseras del caballo. Su salida del templo en parihuelas contrasta con la manera arrogante con que entró en él. La literatura judía y pagana de la época grecorromana recuerda análogas teofanías que demuestran la omnipotencia divina.

Onías le salva la vida

1077

2 Macabeos 4

en el templo. Heridos a la vista del poder de Dios, quedaron impotentes y atemorizados. 25 Se les apareció un jinete terrible. Montaba un caballo adornado de riquísimo caparazón, que, acometiendo impetuosamente a Heliodoro, le acoceó con las patas26traseras. El que le montaba iba armado de armadura de oro. Aparecieron también dos jóvenes fuertes, llenos de majestad, magníficamente vestidos, los cuales, colocándose uno a cada lado de Heliodoro, le azotaban sin cesar, descargando sobre él fuertes golpes. 27 Al instante, Heliodoro, caído en el suelo y envuelto 28en tenebrosa oscuridad, fue recogido y puesto en una litera. Y el que hacía poco, con mucho acompañamiento y con segura escolta, entraba en el gazofilacio, era ahora llevado, incapaz de auxiliarse a sí mismo, 29habiendo experimentado manifiestamente el poder de Dios; y por la divina virtud yacía mudo, privado de toda esperanza de salud. 30 Los judíos, por su parte, bendecían al Señor, que había defendido el honor de su casa. Y el templo, poco antes lleno de terror y de turbación, ahora rebosaba de alegría y regocijo, gracias a la intervención del Señor omnipotente.

(3,31-34)

31 Pronto acudieron algunos de los de Heliodoro, suplicando a Onías que invocase al Altísimo para que hiciese gracia de la vida al que se hallaba en el último extremo. 32 Y temiendo el sumo sacerdote que el rey llegara a imaginarse que los judíos habían cometido algún crimen contra Heliodoro, ofreció un sacrificio por la salud de éste. 33 Mientras el sumo sacerdote ofrecía el sacrificio de propiciación, los mismos jóvenes se aparecieron de nuevo a Heliodoro, con las mismas vestiduras de antes, y, acercándose a él, le dijeron: «Da muchas gracias a Onías, el sumo sacerdote, pues a él le debes que el Señor te haya dejado la vida. 34 Tú, pues, castigado por Dios, confiesa ante todo su poder». Dicho esto, desaparecieron. Más que magullamiento general, los jóvenes y las patas traseras del caballo del brioso jinete causaron a Heliodoro heridas precursoras de su muerte. La situación era comprometida en caso de que Heliodoro perdiera allí la vida, porque el rey seléucida culparía a los judíos de asesinato de su ministro (4,1). Todo el libro segundo de los Macabeos está sembrado de hechos milagrosos, provenientes de la obra de Jasón (2,21). Otras de sus peculiaridades es la confesión del poder, magnificencia y dominio supremo de Dios por parte de los gentiles.

Heliodoro

regresa

a Antioquía

(3,35-40)

35

Heliodoro, después de ofrecer un sacrificio al Señor y de hacer grandes votos a quien le había concedido ia vida, se despidió amigablemente de Onías y se volvió con sus tropas al rey, 36 dando público testimonio de las obras del Dios altísimo, que con sus ojos había visto. 37 Interrogado por el rey sobre quién sería más apto para enviarlo a Jerusalén, dijo: 38 «Si tienes a algún enemigo o alguien que conspire contra tu reino, mándalo allá, que bien castigado vendrá, si es que salva la vida, porque sin duda que hay en aquel lugar una fuerza divina. 39 El mismo que en los cielos habita tiene sus ojos puestos sobre aquel lugar para defenderlo y 40hiere de muerte a los que a él se llegan con malos propósitos». Tal fue el episodio de Heliodoro y de la preservación del gazofilacio. El que vino a Jerusalén como enemigo de Dios vuelve a sus tierras pregonando sus maravillas y poder. No sorprende el hecho de que Heliodoro ofreciera un sacrificio, lo que, según Flavio Josefo, hicieron Tolomeo III, Antíoco VII, Agripa y Vitelio. Otros soberanos, como Darío (Esd 6,8), Artajerjes (Esd 7,12), sufragaron el culto y pedían oraciones. Esta práctica, apoyada por los rabinos, se basaba en Lev 25,25; 1 Re 8,41; Dan 6,27. No debió el monarca quedar convencido del testimonio de su ministro, al que llamó para que le señalara cuál, a su juicio, sería el más indicado para renovar el intento 3 .

Rivalidad

entre Onías y Simón

(4,1-6)

1 El ya mencionado Simón, el delator del tesoro y de la patria, hablaba mal de Onías, afirmando ser él quien había maltratado a Heliodoro y el autor de todo el mal. 2 Al bienhechor de la ciudad, al defensor de sus ciudadanos, al celador de la Ley, se atrevía a llamarle traidor al reino. 3 Tan adelante fue esta enemistad, que hasta llegaron a cometerse homicidios por parte de algunos parciales de Simón; 4 tanto, que Onías, considerando lo peligroso de estas rivalidades y que Apolonio, hijo de Menesteo, general de la Celesiria y la Fenicia, favorecía la maldad de Simón, se fue a ver al rey, 5 no como acusador de sus conciudadanos, sino mirando al interés común, y en particular al de toda la nación, s pues veía que sin la intervención del rey era imposible lograr la paz en el gobierno y que Simón no cesaría en su locura. Fundados eran los temores de Onías de que en Antioquía se le acusara de haber intentado asesinar a Heliodoro (3,32). El calumniador no fue el interesado, sino el malvado Simón. Capitaneaba éste el grupo de los helenizantes, haciéndose cada día más tirante 3 Algunos autores (Moffat) distinguen dos tradiciones en el relato y atribuyen al compendiador la tarea de adornar el texto con noticias sacadas de otras fuentes. T o d a s estas conjeturas no tienen p u n t o de apoyo, ya q u e faltan otros testimonios fidedignos. Véanse en Abel las interpretaciones dadas a este episodio por el autor del cuarto libro de los M a c a beos, c.i, por L e Syncelle y Ben Gorion. U n estudio más amplio de esta sección en E. J. B i c KERMANN, Héliodore au temple de Jérusalem: «Annuaire de l'Institut d e Pbilologie et d ' H i s toire Orientales et Slayes», 7 (1939-1944) 5-40.

2 Mácateos 4

1078

la. enemistad entre conservadores e innovadores. Por otra parte, sabía Onías que el general de Celesiria y de Fenicia, Apolonio de Tarso (4,4.23), hijo de Menesteo, apoyaba al partido helenizante. La tensión iba en aumento, sin que en el horizonte se vislumbrara un destello de esperanza para la causa del judaismo ortodoxo. Una decisión suprema se le ocurrió a Onías: entrevistarse con el rey y exponerle la situación. Se engañaba, porque al monarca interesaban agitadores que conmovieran la roca del judaismo tradicional, haciéndola más flexible a las ideas helenistas. Jasan,

sumo

sacerdote, introduce (4,7-17)

el

helenismo

7 Muerto Seleuco y apoderado del reino Antíoco, por sobrenombre Epifanes, Jasón, hermano de Onías, comenzó a ambicionar el sumo sacerdocio; 8 y en una audiencia prometió al rey trescientos sesenta talentos de plata, ochenta talentos más de otras rentas, 9 y sobre éstos, ciento cincuenta más, si se le autorizaba para instalar un gimnasio y una mancebía10 y se concedía a los de Jerusalén la ciudadanía antioquena. Accedió el rey; y Jasón, obtenido el poder, luego se dio a introducir las costumbres griegas entre sus conciudadanos. H Abolió los privilegios otorgados a los judíos por el favor de los reyes, gracias a las gestiones de Juan, padre de Eupolemc, el que desempeñó la embajada para obtener la amistad y alianza de los romanos; contra los derechos ciudadanos introducía costumbres impías, 12 y hasta bajo la misma acrópolis se atrevió a erigir el gimnasio, obligando a educar allí a los jóvenes más nobles y a llevar el petaso. )3 Así cundió en alto grado el helenismo y progresó la introducción de costumbres extranjeras por la desalmada actitud d d impío, más que sumo sacerdote, Jasón. 14 Los sacerdotes ya no se preocupaban del servicio del altar; antes mostrando poca estima del templo y descuidando los sacrificios, se apresuraban a tomar parte en los prohibidos ejercicios de la palestra, en cuanto eran invitados a lanzar el disco. is Desdeñando los honores patrios, estimaban en mucho las distinciones griegas. 16 Por lo cual vino sobre ellos la gran calamidad de que aquellos mismos a quienes envidiaban y a quienes en todo querían imitar se volviesen luego contra ellos y fuesen sus enemigos y opresores. 17 No es cosa de poco ni que se hace impunemente violar las leyes divinas, como lo mostrará el tiempo venidero.

A Onías ganó la partida su hermano Jasón (forma helenizada de Josúa, Jesús), que litigaba delante del nuevo monarca con argumentos más contundentes y prácticos que los esgrimidos por él. Los reyes seléucidas ambicionaban el dinero y se vendían fácilmente al mejor postor. Pagaba Palestina al monarca sirio trescientos talentos (1 Mac 11,28), cantidad que Jasón prometió elevar a trescientos sesenta. Lo que pedía era muy del agrado del rey: instalar un gimnasio en Jerusalén para el perfeccionamiento de los atletas, una mancebía (1 Mac 1,14) para jóvenes de dieciocho a veinte años y la ciudadanía antioquena para los de Jerusalén. Los ejercicios gimnás-

2 Macabeos 4

1079

ticos se realizaban ordinariamente por jóvenes completamente desnudos. La juventud judía helenizante sentía gran complejo ante las señales externas de la circuncisión, que trataron de disimular con una dolorosa operación (1 Mac 1,15). La acrópolis, a que se refiere el texto, designa la fortaleza ya existente en tiempos de Nehemías (Neh 2,8; 7,2) al norte del recinto del templo, que llevaba el nombre de Baris o Birah. En su lugar se levantó en tiempos de Herodes la fortaleza Antonia. No debe confundirse con el Acra, de que tanto hablan los libros de los Macabeos. Era el petaso un sombrero de anchas alas utilizado en los ejercicios atléticos a campo libre para resguardar la cabeza del sol o del agua. Era emblema de Mercurio, «el efebo perfecto, estilizado por los ejercicios del cuerpo, delgado y con musculatura fuerte, el dios agonías, apto para las luchas y concursos» 1. Los jóvenes atletas podían pavonearse por calles y plazas y alardear de progresistas arropados con clámides de variados colores, el petaso sobre la cabeza, calzado cerrado, a la manera como lucen sus atuendos deportivos los atletas de nuestros días. Esta moda no dejaba de impresionar vivamente a todo joven israelita. Por su proximidad con el templo, el gimnasio era una tentación continua para los sacerdotes jóvenes y progresistas, quienes podían fácilmente trasladarse de un lugar sagrado a otro profano. De todos estos males tenía la culpa el malvado Jasón. Fue él el capitoste que introdujo el helenismo y su culto en el recinto sagrado del templo; el que exaltó la fantasía de los sacerdotes, que entre sacrificio y sacrificio pasaban al gimnasio y competían con la juventud allí reunida en el lanzamiento del disco. De ahí que la disciplina sacerdotal se relajara y que se diera más importancia a las cosas del gimnasio que a su dignidad sacerdotal, que heredaron de sus antepasados. En el v.17, el autor alude a las muertes de Jasón (5,7-10) y de Menelao (13,4-8). Los juegos

de Tiro

(4,18-20)

18

Al celebrarse en Tiro los juegos quinquenales con asistencia del rey, 19 el malvado Jasón mandó de Jerusalén espectadores, ciudadanos de Antioquía, portadores de trescientas dracmas para el sacrificio de Hércules. Pero los que las llevaban pidieron que no se empleasen en los sacrificios, 20 porque no convenía sino que se destinasen a otras expensas. Y así aquella cantidad que iba enviada, según la voluntad del donante, para el sacrificio de Hércules, por deseo de los portadores fue destinada a la construcción de trirremes. En Tiro se celebraban los juegos quinquenales (penteteris, penteateris) a imitación de los juegos olímpicos, de las Panatenas de Atenas y de los juegos píticos de Delfos. A ellos envió Jasón delegados judíos, portadores de una pequeña ofrenda para el dios Hércules, o sea el dios fenicio Melqart, el dios de Tiro y de Gartago. Es probable que en esta fiesta se conmemorara el cumplimiento del voto de Alejandro después de la toma de Tiro. Ario (2,24,6) 1

Dictionnaire des Antiquités, s.v.

10.S0

2 Macabeos 4

2 Macabeos 4

representa al rey ofreciendo un sacrificio solemne a Hércules en presencia de las tropas. Si bien era insignificante la cantidad aportada por Jasón, tenía, no obstante, la significación de una communicatio in sacris con los paganos. Así lo entendieron los portadores de las dracmas, que pidieron se invirtieran en mejoras del puerto, o quizá a que con aquel dinero se engalanara una de las naves surtas en el mismo. Antíoco

Epitones,

en Jerusalén

(4,21-22)

21

Habiendo sido enviado a Egipto Apolonio, de Menesteo, con motivo de la entronización del rey Tolomeo Filometor, vino a saber Antíoco que aquel soberano era enemigo de su reino, y se propuso prevenirse contra él. Llegado a Jope, subió a Jerusalén, 22 donde Jasón y la ciudad le hicieron un magnífico recibimiento, y entró en medio de antorchas y aclamaciones. Condujo luego de allí sus tropas a Fenicia.

criticar la administración de Jasón y echarle en cara la adopción de métodos demasiado blandos para conseguir la rápida helenización de Palestina. A ello se juntó la sugerencia de que Palestina podía y debía tributar a las arcas reales trescientos talentos más de lo que ofrecía Jasón. Con las credenciales del rey y escoltado por un regimiento de chipriotas, Menelao presentóse a Jasón, exigiendo cuanto antes el cumplimiento de las órdenes reales. Jasón huyó a la región de los amonitas, poniéndose bajo la protección del Tobiada Hircano (3,11), partidario de los Tolomeos. Menelao no quiso o no pudo cumplir los compromisos contraídos con el rey, por lo que fue destituido juntamente con Sóstrates.

Muerte

Menelao

suplanta

a Jasón

(4,23-29)

Pasados tres años, envió Jasón a Menelao, hermano del antes mencionado Simón, para llevar dinero al rey y para gestionar ciertos asuntos importantes; 24 pero, ganada la gracia del rey, Menelao le adulaba, dándose aires de hombre influyente, con lo que obtuvo para sí el sumo sacerdocio, ofreciendo trescientos talentos más que Jasón. 25 Y así, con las credenciales del rey, se vino aquel hombre, que no tenía nada que le hiciera digno del sacerdocio, sino instintos de tirano cruel y sentimientos de fiera salvaje. 26 Jasón, que había suplantado a su hermano, fue a su 27vez suplantado por otro y forzado a huir a la tierra de Amón. Mas como Menelao, una vez posesionado del poder, no cumpliese las promesas hechas al rey, 28 a pesar de las reclamaciones de Sóstrates, alcaide de la acrópolis, a quien pertenecía la29 exacción de los tributos, ambos fueron llamados por el rey. A Menelao le reemplazó en el cargo de sumo sacerdote su hermano Lisímaco, en tanto que Sóstrates dejó que le sustituyera Crates, jefe de los chipriotas. De Menelao sabemos que era hermano de Simón (3,4). Flavio Josefo dice que era hermano de Onías y Jasón, lo que no parece probable. En las entrevistas con los dignatarios de la corte debió de

de Onías

(4,30-34)

30

Entre tanto, los tarsenses y los malotas se rebelaron por haber sido dados en regalo a Antioquida, concubina del rey. 31 A toda prisa partió éste para aquietarlos, dejando32 encargado del gobierno a Andrónico, uno de sus dignatarios. Menelao, juzgando la ocasión propicia, arrebató ciertos objetos del templo, que regaló a Andrónico; otros logró venderlos en Tiro y en las ciudades vecinas. 33 Cuando de esto supo con certeza Onías, que se hallaba retirado en un lugar de asilo, junto a Dafne, cerca de Antioquía, le reprendió. 34 Por lo cual, Menelao, llamando aparte a Andrónico, le pidió que matase a Onías; y aquél, yendo a verle, con dolo, dándole la mano y haciendo juramento, persuadió a Onías (aunque a éste no dejaba de serle sospechoso) a que saliese de su asilo, y al instante le mató, sin respeto alguno de la justicia.

Apolonio fue enviado a Egipto, como legado real, a las fiestas de la entronización de Tolomeo VI Filometor (i Mac 7,l6ss). Cleopatra, hermana de Antíoco Epifanes y viuda de Tolomeo V Epifanes, gobernó en Egipto en nombre de su hijo Tolomeo VI Filometor hasta que le sobrevino la muerte, el año 176, cuando su hijo contaba diez años de edad. Sus tutores, el eunuco Eulaios y el sirio Lenaios, querían reivindicar la Celesiria para Egipto (DIODORO, 30,16). Antíoco Epifanes aprovechó las fiestas de la entronización de Tolomeo VI, en 172, para sondear las intenciones de la corte de Alejandría. Como representante suyo en la fiesta envió al ex gobernador de Celesiria Apolonio (3,5; 4,4), hijo de Menesteo.

23

1081

Una rebelión de los de Tarso y de los malotas obligó al rey a alejarse de Antioquía en los días en que debían llegar los dos dignatarios depuestos, Menelao y Sóstrates. Providencial fue para Menelao esta coyuntura, que aprovechó para ganar el favor de Andrónico 2 . La voz de Onías debió de calar hondo en la conciencia de Andrónico y Menelao, porque también para ellos la enajenación de objetos sagrados era considerada como un acto idolátrico. Para acallar sus remordimientos determinaron quitarlo de en medio. Onías, que sospechó lo que se estaba tramando en torno suyo, refugióse en Dafne. En un paraje hermosísimo, vecino a Antioquía, con árboles y mucha vegetación, existía un templo al dios Apolo, con privilegio de asilo 3 . Con engaño logró Andrónico alejar al venerable sacerdote de aquel lugar, lo que aprovechó para asesinarle.

Ejecución

de Andrónico

35

(4,35-38)

Fue esto motivo de que no sólo los judíos, sino también muchos de las otras naciones se indignaran y llevasen muy a mal la inicua muerte de tal varón. 39; Jdt 12,8; 14,1). Los de la ciudadela contemplaron con pavor la cabeza de su jefe. Su lengua fue picada y reducida a trozos diminutos y arrojada para ser pasto de las aves del cielo. El brazo de Nicanor se colocó en un lugar cercano al templo, visible desde su recinto. Probablemente fue puesto sobre un palo levantado ex profeso o adosado a los muros de la ciudadela. El 13 del mes de Adar fue declarado fiesta nacional (1 Mac 7, 45-50). En el Talmud (Taanit 2,12) se alude a esta fiesta. Era la víspera de la fiesta de Purim. En atención a esta solemnidad se prohibió que el día 13, como normalmente corresponde a una vigilia de fiesta grande, se ayunara y hubiera manifestaciones de duelo. El día 13 de Adar debía computarse como festivo, día de alegría, por haber desaparecido en él el enemigo de la causa judía. En la historia, este día fue conocido por el «Día de Nicanor», que cayó en desuso con el andar de los tiempos. No parece que sobreviviera al siglo vm, eclipsado por la fiesta de Purim.

Epílogo

1125

(15,38-40)

38

Tal fue la historia de Nicanor. Y como desde aquellos días la ciudad ha estado en posesión de los hebreos, daré aquí fin a mi narración. 39 Si está bien y como conviene a la narración histórica, es lo que deseaba yo; pero si es imperfecta y mediocre, es todo lo que he sabido hacer. 40 Como el beber vino puro o sola agua no es grato, mientras que el vino mezclado con el agua es agradable y gustoso, así también la disposición del relato siempre uniforme no agrada a los oídos del lector. Y con esto damos fin a la obra. El autor sagrado cierra su epítome con una resonante derrota de Nicanor y un triunfo glorioso de su héroe, Judas Macabeo. Este pierde su vida algo más tarde en lucha con Báquides (1 Mac 9,1-22), pero no quiere el autor empañar ni empequeñecer la figura de Judas con la narración de hechos que le sean adversos. La ciudad de Jerusalén no recuperó su total independencia; siguió perteneciendo al reino seléucida. Como señal externa de sujeción a Siria estaba el Acra, ciudadela, en el corazón de la capital del judaismo. Más tarde, en 135, Antíoco Sidetes se apoderó de Jerusalén y destruyó sus murallas. Pero el templo, que en todo el libro absorbe la atención del autor, se mantuvo en manos de los judíos, no repitiéndose el sacrilegio de Epifanes de construir un altar a los dioses paganos. Después de la muerte de Nicanor no se registraron otras destrucciones parecidas a las que se llevaron a cabo en tiempos de Antíoco Epifanes, ni hubo desmantelamiento del monte Sión, como en el reinado de Eupator, ni ulteriores tentativas de helenización. El autor ha logrado el fin que se propuso al escribir su libro, que era el de preconizar dos fiestas relativas al templo: la de la Dedicación, precedida del castigo de Epifanes, y la del Día de Nicanor, en conmemoración de la derrota ignominiosa de éste (ABEL). El epílogo termina con una comparación. No es grato beber vino puro o agua sola; pero es agradable y gustoso el vino mezclado con agua (vinum temperatura). Aplicando esto último a su libro, aparece que no fue designio del autor exponer fríamente los hechos, encuadrarlos escrupulosamente en su marco cronológico e investigar todo lo referente a ellos hasta en sus mínimos detalles. Este método no hubiera sido del agrado del lector. Pero, si se sacrifica la sobriedad de la historia a un estilo retórico pomposo y patético, se logra una mezcla semejante al vinum temperatura. Con ello no quiere decir que en su libro existen mezclados el error y la mentira, sino que su relato histórico está encaminado a servir de edificación a los lectores; que está escrito con estilo poético y elegante a fin de que resulte agradable a los oídos de cuantos lo oigan leer (akoás). Grandclaudon termina la exégesis de este epílogo escribiendo: «Dejamos, pues, a Jasón el fondo histórico y reconozcamos en el epitomador inspirado la fidelidad a su fuente de información y al arte de presentarla».

ACABÓSE DE IMPRIMIR ESTA SEGUNDA EDICIÓN DEL '.'OLUMEN SEGUNDO DE LA «BIBLIA COMENTADA», DE LA BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS, EL DÍA 2 7 DE DICIEMBRE DE 1963, FESTIVIDAD DE SAN JUAN APÓSTOL Y EVANGELISTA, EN LOS TALLERES DE LA EDITORIAL CATÓLICA. S. A., MATEO MURRIA, NÚMERO 1 5 , M A D R I D

LAUS

DEO

VÍRGINIOUE

MATRI