ED-98/CONF.202/7.12 París, Agosto de 1998 Original: Inglés
Debate temático:
Dirección:
«Autonomía, Responsabilidad Social y Libertad Académica» Asociación Internacional de Universidades (AIU)
Redactado por: Guy Neave
Director de Investigación de la AIU
en colaboración con:
Internacional de la Educación (IE) : Federación Internacional Sindical de la Enseñanza (FISE) . Asociación Internacional de Profesores y Conferenciantes Universitarios Unión Internacional de Estudiantes (UIE) : Servicio Universitario Mundial (SUM)
ED-98/CONF.202/CLD.8
(IAUPL)
Resumen
El debate temático sobre la responsabilidad social y la libertad y la autonomía académicas se opone a dos importantes motores del cambio: por un lado, el vertiginoso aumento de la demanda de enseñanza superior y, por otro, la mundialización de los intercambios económicos, financieros y tecnológicos. En este contexto, se comenta que la universidad se enfrenta con el desafío de mantener un equilibrio razonable entre la necesidad del desarrollo técnico y sus repercusiones en la estructura de la sociedad. La libertad académica y la autonomía universitaria se consideran condiciones previas para el cumplimiento de estas y otras funciones que la sociedad encomienda a la universidad. Estas condiciones previas se aplican únicamente a la comunidad académica y se podrían considerar como parte de una perspectiva más amplia fundada en los derechos humanos. Desde la tercera perspectiva, más funcional y utilitarista, se defiende la causa de la autonomía universitaria porque también es una condición necesaria si se quiere que la educación forme parte de una “sociedad que asume riesgos”. Las universidades deben tener la libertad de asumir riesgos siempre que carguen con las consecuencias. La discusión se concentra en los desafíos con que se enfrentan la libertad académica y la autonomía universitaria y se divide en cuatro temas principales: . Autonomía universitaria y rendición de cuentas. . Autonomía universitaria y partes interesadas. . Libertad académica, consecuencias éticas y responsabilidades cívicas. . Libertad académica y actividades empresariales.
1.
Introducción.
Las responsabilidades sociales de la universidad. La universidad contemporánea, al igual que las comunidades en que se encuentra enclavada, está experimentando una enorme transformación. Dos tendencias principales están impulsando esta transformación, a saber, el aumento del ritmo del propio cambio y la mundialización de la economía y la tecnología. La aceleración general del cambio no sólo es un factor determinante del progreso individual y social, sino que ademas confiere a la producción y difusión del conocimiento una función clave a la hora de configurar la posición de los países en el orden internacional y determina en gran medida la situación y categoría del individuo en la sociedad. Desde la perspectiva de la comunidad universitaria, estas tendencias le asignan una responsabilidad cada vez mayor en materia de formación, investigación, estudio y asesoría y servicios de orientación, transferencia de tecnología y educación permanente. Durante el último cuarto de siglo, los factores de modernización se han inspirado en gran medida en la enseñanza superior. También han contribuido de manera considerable a transformaciones profundas y con frecuencia radicales en esa comunidad. La expansión de la enseñanza superior de masas en las economías avanzadas y el aumento sustancial del número de instituciones y de estudiantes en los países menos adelantados del mundo son testimonio de este proceso. Tampoco es probable que esta dinámica pierda intensidad durante el próximo decenio ni posteriormente. La aparición de la que suele denominarse “la sociedad de aprendizaje” en las economías dotadas de tecnologías avanzadas, es decir, el establecimiento de un aprendizaje permanente para los individuos con su correspondiente actualización y renovación del conocimiento, también implicará desafíos al crear nuevas expectativas y exigencias entre los que podrían necesitar (y utilizar) estos servicios y esta educación. Sin embargo, el aumento de la demanda de la enseñanza superior durante el último cuarto de siglo y la clara probalilidad de que esta tendencia continúe más allá del futuro previsible se enfrentan a una serie de limitaciones de carácter financiero, principalmente en el sector público. Las restricciones de los recursos disminuyen la capacidad de la enseñanza superior de satisfacer las expectativas actuales con el nivel de calidad necesario que suele exigirse. Por ello, en muchos países la credibilidad y el prestigio de las universidades se cuestionan cada vez más. Uno de los problemas más apremiantes con que se enfrentan las universidades de nuestros días es el de los recursos, en particular, la manera de aumentarlos, de diversificar sus fuentes, de mejorar su asignación y gestión interna y, por último, el modo de asumir las
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funciones que la sociedad les encomienda conservando al mismo tiempo la reconocida tradición de autonomía y de servicio desinteresado. No obstante, el ritmo vertiginoso de la transformación ofrece numerosas posibilidades de desarrollo y al mismo tiempo plantea extraordinarios desafíos. Ello obliga a las universidades a realizar inversiones considerables para adaptar, innovar, elaborar sistemas y métodos de gestión sofisticados y apropiados y definir y poner en práctica las distintas alternativas que se presentan ante ellas. Sin embargo, existen grandes diferencias entre las universidades en relación con los recursos de que disponen, la capacidad del alumnado que pueden atraer o la consideración de que gozan en sus comunidades. Y a pesar de que la aceleración del cambio y la adaptación rápida que les exige la sociedad son las dos consignas del momento, ello no implica que todas las universidades tengan la misma capacidad para satisfacer estas exhortaciones. No se puede descartar la posibilidad de que las más fuertes y las que estén en la “vanguardia” sigan igual y que las débiles resulten todavía más perjudicadas.
La mundialización
de los intercambios económicos, financieros y tecnológicos.
El segundo factor que está transformando el panorama de la enseñanza superior en todo el planeta es la mundialización de los intercambios económicos y financieros y el carácter internacional de la tecnología. Se podría pronosticar con seguridad que este factor seguirá vigente y cobrará importancia en los asuntos y prioridades de la enseñanza superior. En todos los sistemas de enseñanza superior, la mundialización abre la perspectiva de un mayor nivel de interdependencia entre los distintos países del que solía haber en el pasado reciente. Existen muchos motivos para que ello sea así y por otras muchas razones las universidades deben hacer un esfuerzo por formar parte de esta dimensión. Con cada vez más frecuencia, la investigación en campos relacionados directamente con la tecnología, la biotecnología y la medicina se caracteriza por una cooperación internacional constante. Durante largo tiempo la evaluación de la calidad de los proyectos de investigación se ha encomendado a colegas del mismo nivel de otros países. La ampliación de la dimensión internacional ha sido especialmente notable en los niveles superiores de la formación, en particular la enseñanza universitaria. Ello nos hace pensar en la enorme expansión de los programas de maestría de gestión de empresas como ejemplo concreto de este impresionante fenómeno. Las universidades que carecen de un impulso empresarial, sobre todo en el ámbito del desarrollo económico y tecnológico, tienen pocas posibilidades de prosperar. La mundialización de la economía y el flujo internacional de tecnología no son los únicos factores que influyen en el desarrollo de la enseñanza superior. Las diferencias culturales, sociales y políticas que caracterizan a los países, pueblos y comunidades y a las propias universidades son igualmente importantes. La coexistencia de las finanzas, la economía y la tecnología que conducen a la integración, junto con la presencia permanente de diferencias culturales, particularidades políticas e históricas y una variedad de sistemas de creencias que tratan de conservar su carácter específico, provoca enormes tensiones
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principalmente cuando el mantenimiento de esos rasgos distintivos tiende con frecuencia a negar la libertad de otros a la hora de ejercitar derechos similares o a amenazarlos con la represión. Las universidades se encuentran entre estos dos mundos y están sometidas a las tensiones que generan cada uno de ellos. Asimismo, padecen las tensiones que surgen cuando lo internacional parece estar en conflicto con otras nociones más arraigadas de identidad y creencia. Si el camino a la innovación y el dinamismo próspero radican en un panorama cada vez más internacional en el que las disciplinas y las instituciones compiten por la reputación, el prestigio y la excelencia, también hay que reconocer que la universidad se funda en culturas determinadas y se concreta en una sociedad específica. La universidad está al servicio de la internacionalización creciente de la comunicación intelectual, del saber en general y del conocimiento que se aplica al comercio entre los países pero también es el producto de las culturas del lugar en que se encuentra. Asimismo, tiene la responsabilidad de proteger y fomentar las tradiciones culturales, intelectuales y educativas locales. Desde una perspectiva mundial, el principal y constante desafío con que se enfrentan las universidades a partir de ahora consiste en mantener un equilibrio acertado entre la presión para el cambio que dimana del proceso de desarrollo técnico como mundialización y las tensiones generadas en la sociedad civil debido a las repercusiones de la transformación económica y tecnológica en la estructura de la sociedad. Se trata de una labor delicada que nunca concluye. Aparece como una función adicional que incumbe a la universidad precisamente porque es el agente y el beneficiario de la transformación económica y tecnológica. Pese a ello, esta tarea sigue siendo delicada, ya que recubre obligaciones tradicionales al servir de medio de entendimiento entre culturas y comunidades diferentes y corregir en la medida de lo posible los desequilibrios sociales derivados de la pobreza, la exclusión y los conflictos.
2.
Libertad académica y autonomía universitaria
Para que pueda asumir (y desempeñar) las funciones que le encomienda la sociedad, es necesario ofrecer a la universidad como institución de saber y a su personal docente determinadas condiciones de trabajo que se consideran necesarias para cumplir de manera óptima estas obligaciones. Estas condiciones están contenidas en los dos conceptos de autonomía universitaria y libertad académica. La autonomía universitaria es el autogobierno institucional y la libertad académica se refiere a los distintos miembros del personal académico y, en lo que atañe a la libertad de elección de los estudios, también se amplía a los estudiantes. Estas condiciones varían en sus detalles prácticos y en la medida en que se aplican en los distintos países, dentro de ellos y en tipos diferentes de instituciones del sistema nacional de enseñanza superior.
Sin embargo, el rasgo genérico que distingue a la universidad de la formación, de la escolaridad obligatoria y de los institutos de enseñanza de grado superior a la obligatoria es la libertad de aprendizaje de los estudiantes (L;ernfreiheit) y la libertad de enseñanza del personal académico (Lehrfieeiheit). Por extensión, la libertad de enseñanza abarca la obligación del personal académico de contribuir mediante el escrutinio y la investigación al fomento del conocimiento fundamental que configura la rama de estudio específica a la que se dedica cada uno de ellos (Wissensc~~~~~e~eihe;t). Desde la época de las reformas realizadas por Humboldt en la universidad y sus derivados esta misión básica ha formado parte de la responsabilidad corporativa de la universidad, a menudo definida como la “búsqueda de la verdad”.
Distintas interpretaciones
de la libertad académica.
La libertad académica se puede examinar desde numerosos puntos de vista: como condición funcional que permite a la universidad cumplir sus obligaciones para con la sociedad, como proposición filosófica y como imperativo moral. (Es una ética profesional distinta de la libertad académica? No todos los miembros de la comunidad académica disfrutan del mismo nivel de libertad académica ni ello implica necesariamente que ésta pueda (o d eb a) am pl’larse más allá de las universidades. Según una opinión, esta libertad debería limitarse a los lugares y circunstancias en que puede practicarse. Esta distinción es exclusiva pues niega que la noción de libertad académica conduzca al derecho general a la libertad de expresión y al “derecho general al saber”. Por tanto, generalmente se opina que la libertad académica se aplica por definición a la comunidad académica. Esta opinión es cuestionada por aquéllos que la consideran un subconjunto de un derecho humano más amplio y universal (la libertad de información y de expresión). Esta interpretación parte de la premisa según la cual la libertad académica es una condición necesaria para el progreso humano. Vincula la libertad académica a las cuestiones más amplias de progreso social en general abordándola de esa manera como un elemento que garantiza una dimensión de los derechos humanos. Según este argumento, el conocimiento NO es finito. En cambio, el progreso viene determinado por la capacidad de poner en entredicho, criticar e investigar. Una de las funciones de la universidad consiste en garantizar el progreso, aunque no es exclusiva. Como la acumulación de conocimientos mediante el estudio es una condición del avance y el progreso humano, la libertad académica es una condición de ese progreso. En la medida en que ese progreso es un derecho humano, la libertad académica ESTA realmente vinculada a un derecho más general.
Excepciones. No obstante, hay que reconocer que en la práctica existen campos de investigación y estudio a los que no se extiende este principio general. Ello ocurre en el caso de la investigación relacionada con la defensa nacional y a veces con la investigación y el
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desarrollo industrial. Por consiguiente, la cuestión de la libertad académica debe debatirse en términos más amplios que vayan más allá de la perspectiva habitual de la enseñanza superior. De hecho, la libertad básica en que se funda la libertad académica es la libertad de investigación, que también es universal por definición. Esta última definición se analizará como un enfoque progresista de una cuestión que generalmente se ha estudiado desde el punto de vista de sus antecedentes históricos Otros argumentos justifican el ejercicio de la autonomía universitaria por motivos de eficacia y utilitarismo más que por su carácter de derecho adquirido histórico. Se inspiran en los cambios que se han producido en nuestros días fuera de la universidad y, en particular, en otras organizaciones, como la empresa moderna. Un argumento concreto justifica la autonomía universitaria porque se trata de una condición necesaria para que las intituciones de enseñanza superior se acostumbren a “asumir riesgos”.
La autonomía universitaria
en una “sociedad que asume riesgos”
Una sociedad basada en la asunción de riesgos exige que se conceda una mayor libertad de acción a las instituciones para que los individuos encargados de su buena administración puedan tomar iniciativas a la hora de responder a las demandas cambiantes de la sociedad en materia de enseñanza superior. Desde este punto de vista, la autonomía universitaria tiene que luchar y encontrar un equilibrio con otros principios que determinan su relación con la sociedad, a saber, la rendición de cuentas, la responsabilidad social y la transparencia. A este respecto, los dos principios vinculados a la noción de la universidad como institución “impulsada por el mercado”, es decir, competencia y competitividad, son igualmente importantes. Se podría sostener que la autonomía universitaria (que es la capacidad de autogobierno) sigue siendo una condición previa para que las universidades determinen la manera en que podrían reaccionar y reaccionarán a la hora de competir por los estudiantes, los recursos o el prestigio. Sin embargo, para que las universidades puedan aceptar este desafío, deben elaborar técnicas de gestión, administración y autoverificación que encuentren un equilibrio entre la autonomía universitaria y la obligación de rendir cuentas a la sociedad y de demostrar su eficacia en el desempeño de su cometido y la transparencia en el modo de lograrlo. En consecuencia, debemos ser conscientes de los elementos de cambio que implica una estrecha asociación con el proceso de producción para elaborar un concepto de autonomía universitaria menos estricto que la interpretación histórica y tal vez tradicional del principio rector de la universidad.
Obligaciones. Los derechos confieren obligaciones. La libertad académica y la autonomía universitaria implican por naturaleza obligaciones para los académicos respecto de la excelencia y para la institución con respecto a la innovación y la promoción del conocimiento. La libertad académica y la autonomía universitaria se han considerado a
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menudo como una protección frente a las injerencias arbitrarias y están respaldadas por una ley formal o mediante el reconocimiento de las prácticas habituales de la comunidad académica por parte del Estado. A pesar de que la función del Estado sigue revistiendo importancia en nuestros días, las novedades que se han producido recientemente, expresadas en términos de racionalidad económica o administrativa (“liberalización”, “privatización”, “descentralización de la adopción de decisiones” a las distintas universidades o la mayor importancia que se concede a las autoridades regionales), implican una relación más compleja con la sociedad civil. Actualmente las nociones de rendición de cuentas y de “receptividad a los intereses externos” limitan cada vez más la libertad académica y la autonomía universitaria. A medida que se configura este nuevo contrato social entre la universidad y la sociedad, la noción de autonomía universitaria (pero no necesariamente la libertad académica) está sujeta a una condicionalidad creciente.
II.
Esferas temáticas de debate.
El debate temático sobre “Autonomía, responsabilidad social y libertad académica” organizado en la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior parte del siguiente supuesto: la libertad académica y la autonomía universitaria son condiciones previas para la búsqueda y difusión ilimitada del conocimiento. Se conceden a la comunidad académica no sólo por su propio bien, sino también a fin de permitir que la universidad cumpla sus obligaciones para con la sociedad. La Mesa Redonda se centrará en la perspectiva de los ámbitos operativos (las actividades de la vida real) de que deben ocuparse las universidades y en los que la sociedad espera transformaciones y ajustes demostrables. Es absolutamente necesario tener en cuenta las consecuencias a corto plazo y también conviene examinar algunas de las que podrían surgir a largo plazo. El primero de estos temas, Libertad académica y autonomía universitaria, se funda en una hipótesis que consta de dos elementos. En primer lugar, es muy poco probable que en un futuro inmediato las universidades vuelvan a un período de estabilidad, sino que más bien se seguirán enfrentando a una serie de demandas cambiantes de distintos sectores de la sociedad y de la economía a medida que la enseñanza superior se convierte en un elemento fundamental de ésta. En segundo lugar y como consecuencia de lo anterior, no se puede admitir ni considerar oportuno que las universidades se limiten a “satisfacer” las distintas demandas de la sociedad. Se supone que las universidades deberían ser “dinámicas” o, en otras palabras, que deben estar dispuestas a asumir el riesgo de encontrar maneras de prever y tomar la iniciativa para satisfacer las exigencias de la sociedad. El segundo tema, la mundialización de los intercambios económicos, financieros y tecnológicos, también se puede considerar una “constante prevista” en la existencia de la enseñanza superior del siglo XXI. Las universidades de nuestros días están en el umbral de la comprensión por parte de la sociedad de la idea que la enseñanza superior ha apoyado desde hace largo tiempo, es decir, la transmisión del conocimiento a nivel mundial. La
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mundialización plantea muchos problemas, en particular el fin de ese monopolio histórico sobre la transmisión y producción de la enseñanza superior de que disfrutaron las universidades prácticamente desde su fundación. Sin embargo, el tipo de conocimiento transmitido, la manera en que se imparte y sus destinatarios no son procesos neutros, puesto que implican valores y prioridades y, por tanto, suposiciones sobre quién va a recibir cada tipo de conocimiento y con qué finalidad. Incluso suponiendo que la mundialización no afecta a la diversidad cultural o socava determinados conocimientos tradicionales y las comunidades que los han generado, las cuestiones que revestían gran importancia dentro de los límites del Estado nación son todavía más apremiantes cuando se sitúan en un entorno mundial. Deducimos que el mayor acceso al conocimiento más allá de las fronteras nacionales acelerará la transformación social y eliminará las desigualdades que la nación no ha conseguido borrar. No obstante, según una tesis pesimista, la mundalización simplemente aumenta las disparidades entre los “ricos” y los “pobres” y la ética de la competencia proporciona una justificación cómoda para dejarlos de lado. El tercer tema de debate gira en torno a cuatro dimensiones esenciales y específicas de la relación entre la enseñanza superior y la sociedad. En lugar de examinar el carácter fundamental de la enseñanza superior desde dentro del entorno universitario como una especie de derecho adquirido, el debate debería tratar de definir las condiciones esenciales para que las universidades puedan satisfacer las expectativas de la sociedad. Se evaluarán las consecuencias que acarrean los desafíos derivados de las tensiones y expectativas que está empezando a proclamar la sociedad para la libertad académica y la autonomía universitaria. Muchos de los problemas específicos que se plantean no son coyunturales sino estructurales y estratégicos y constituirán una preocupación constante hasta muy entrado el siglo XXI.
1.
Autonomía
universitaria
y rendición de cuentas.
Como órganos públicos o empresas privadas, desde hace largo tiempo las universidades han tenido que rendir cuentas al Estado o a los consejos de administración que representaban al público o a los “propietarios”. Por tanto, el derecho al autogobierno institucional obliga a la universidad a ajustarse plena y formalmente a las condiciones, las leyes y los procedimientos correspondientes. Al exigirse a las universidades una mayor transparencia y una demostración más precisa de sus logros, la cuestión de la rendición de cuentas y la evaluación de la calidad se ha convertido en un aspecto fundamental de la politica en materia de enseñanza superior. Aunque la vinculación de los presupuestos institucionales a metas de calidad dista mucho de ser universal, es evidente que el grado de autogobierno de una universidad depende cada vez más de la demostración de su rendimiento y eficacia. Parece que la autonomía está explícitamente unida al cumplimiento de normas externas. iQué
consecuencias tiene esta autonomh cada vez más condicional en la administración de las universidades y en la función de liderazgo institucional?
2Hasta qué punto es compatible la autonomtá universitaria con la exigencia de una mayo7 rendición de cuentas al público, a los estudiantes y a ot7os interesados?
2.
Autonomía universitaria
y partes interesadas.
La autonomía universitaria configura la relación entre el Estado, la sociedad y la universidad. Defiende la libertad frente a las injerencias arbitrarias. Sin embargo, cuanto más impulsada está la enseñanza superior por una economía de mercado, mayor será el número y la variedad de los intereses externos con los que tendrá que enfrentarse la universidad, a los que deberá recabar apoyo y, en última instancia, de que dependerá. La intensificación de los intercambios entre la universidad y la sociedad es una consecuencia directa de las políticas de “liberalización” pero también supone un nuevo compromiso que algunos denominarían una nueva responsabilidad moral para con la sociedad civil que va más allá de la cuestión del apoyo financiero y tanto mayor será el peso que recaiga en el compromiso de la universidad con el “servicio a la comunidad”. Es evidente que la necesidad de diversificar el apoyo y la financiación ha dado lugar a nuevas asociaciones a nivel local y subnacional. Sin embargo, el “retorno” de la universidad a la sociedad civil plantea una serie de interrogantes sobre el papel más destacado y activo que podría desempeñar no sólo en el sector habitual de los “servicios a la comunidad” y de una mayor atención a los “interesados”. Estas actividades constituyen igualmente un acto de solidaridad y responsabilidad social, pues ayudan a la comunidad a definir las principales prioridades para su propio desarrollo.
2Qué papel desempeña y deber& desempeña7 la universidad en el desarrollo comunitario?
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iQué estrategias se pueden utilizar para que representantes de la sociedad civil ayuden a la universidad a cumplir su misión de servicio a la comunidad?
3.
Libertad académica: consecuencias éticas y responsabilidades cívicas.
La búsqueda de la verdad es un deber fundamental de la ciencia, el saber y el estudio. La universidad tiene la obligación moral de decir la verdad al poder. Sin embargo, la verdad para la que el poder tendría el respaldo de la universidad plantea problemas delicados. Si bien el poder compromete la responsabilidad colectiva de la comunidad académica en su conjunto, la universidad suscita a menudo cuestiones contrarias a la ética personal de los académicos. Los progresos tecnológicos, biológicos y médicos y el desarrollo de campos transdisciplinarios en estos ámbitos son probablemente terrenos fértiles para tensiones entre los aspectos colectivos e individuales de la responsabilidad ética. Pueden plantear dilemas similares para los individuos en su calidad de miembros de la comunidad científica y respecto de sus convicciones como ciudadanos. Estos conflictos éticos salen de la universidad y con frecuencia son tema de debate político y social. ,Cuáles son Las obligaciones éticas subsumidus en la libertad académica? $T’ómo podh la comunidad de la enseñanza superior (tanto los docentes como 10s estudiantes) ser más consciente de estasobligaciones?
4.
Libertad académica y actividades empresariales.
La libertad de realizar investigaciones y la obligación de difundirlas son aspectos fundamentales de la libertad académica. Constituyen la base del reconocimiento público de la excelencia y del logro intelectual a todos los niveles (individual, departamental e institucional). A medida que las universidades tratan de aumentar el número de fuentes de ingresos exteriores, de estrechar los vínculos entre la industria y la base de investigación universitaria y de probar su espíritu empresarial mediante parques científicos, empresas filiales y actividades comerciales, los acuerdos contractuales pueden limitar este compromiso. $ómo se podrtá conservar la libertad de investigación y dgusión cumpliendo al mismo tiempo las condiciones de confidencialidad que suele exigir una relación empresarial? 2 Qué garanths d eb ená solicitar La universidad a sus asociados contractuales a fin de respetar las condiciones de su misión general, su compromiso con la libertad académica y los intereses de los estudiosos?
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III.
Conclusión.
Al planificar la Conferencia Mundial sobre la Educación Superior sobre el tema general “La educación superior en el siglo XXI: Visión y acción”, la UNESCO definió cuatro temas genéricos para el debate, a saber: - Pertinencia. - Calidad. - Gestión y financiación. - Cooperación internacional.
Estos temas también están presentes en los debates de esta mesa redonda. Las funciones que la sociedad espera que asuma la universidad reflejan las transformaciones con que se enfrenta la propia sociedad y, a su vez, la capacidad de la universidad de identificar, distinguir y establecer un orden de prioridades entre ellas de una manera aceptable y beneficiosa para la sociedad. Desde esta perspectiva, la “pertinencia” puede definirse como el nivel de convergencia entre lo que la sociedad espera y lo que la universidad es capaz de hacer. Sin embargo, ello no significa que la universidad deba reducirse a un “organismo de servicio” que acepta sin discutir y sin opinión propia presiones “orientadas al servicio” a corto plazo ejercidas por “el mercado”. Del mismo modo, la “calidad” muestra a la sociedad la medida en que las distintas instituciones alcanzan los elevados niveles que se esperan de ellas. El tema “gestión y financiación” abarca los medios y procedimientos mediante los cuales las instituciones establecen un orden de prioridades en relación con las expectativas expresadas por la sociedad teniendo en cuenta los medios de ejecución que ella misma proporciona. La “cooperación internacional” constituye el escenario práctico para que la excelencia competitiva muestre su solidaridad con las instituciones menos privilegiadas pero igualmente importantes en el desarrollo de una civilización mundial común.
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Conferencia Mundial
sobre la Educación Superior
Seguimiento del debate temático sobre Autonomía, responsabilidad social y libertad académica
Al elaborar la estrategia de seguimiento del debate temático sobre Autonomía, responsabilidad social y libertad académica, la Asociación Internacional de Universidades considera fundamental que se establezca un intercambio continuo entre los siguientes grupos: Entre los círculos interesados en las instituciones de enseñanza superior . Dirección institucional. . Personal académico. . Personal directivo. . Estudiantes. Entre los resnonsables de la política . Representantes del gobierno nacional. . Autoridades regionales y municipales. Entre las nartes interesadas . Representantes de la comunidad local. . Industria. La UNESCO v sus organizaciones asociadas en el ámbito de la enseñanza superior Para que la Conferencia Mundial sobre Educación Superior obtenga resultados satisfactorios, es preciso que estos círculos y grupos de interés establezcan un diálogo y una interacción continuos tras la celebración de la misma. Ello se pone de relieve en el objetivo del debate temático sobre “Autonomía, responsabilidad social y libertad académica”. En nuestra opinión, el objetivo estratégico es crear el marco de un nuevo contrato social que reafirme y redefina las responsabilidades, los derechos y las obligaciones mutuos de las partes constitutivas de la universidad y la sociedad para que ambas puedan hacer frente a los desafíos del nuevo milenio. Esta estrategia implicará la introducción de un cambio importante en los conceptos de libertad académica y autonomía universitaria. No deben considerarse como privilegios históricos sino que han de entenderse y aplicarse como condiciones básicas que permiten a los académicos como personas y a las universidades como instituciones desempeñar los
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cometidos que les encomienda la sociedad. Por ello, las actividades de seguimiento deberán favorecer y mejorar el entendimiento común de las obligaciones mutuas correspondientes, un entendimiento de que la universidad debe rendir cuentas a la sociedad, tiene la obligación colectiva de calidad, justicia, tolerancia y debe respetar las normas académicas, adminsitrativas y éticas y de que la libertad académica y la autonomía universitaria son las condiciones previas que permiten a la enseñanza superior delegar algunas de sus responsabilidades a la sociedad. Por otra parte, este entendimiento supone que la sociedad y los distintos interesados, públicos o privados, tienen la obligación de evitar y abstenerse de injerencias arbitrarias en la manera en que las univesidades delegan sus distintas misi0nes.Y lo que la sociedad podría esperar razonablemente de la enseñanza superior depende en gran medida de la asignación de recursos suficientes para satisfacer estas expectativas. Ello también supone un entendimiento claro de las distintas funciones que se espera que desempeñe la enseñanza superior y de la necesaria división del trabajo que se ha de establecer en el sistema universitario para que responda de maneras adecuadasa las distintas expectativas. En consecuencia, el desafío global para el seguimiento de la Conferencia Mundial consistirá en definir medios y condiciones que permitan adaptar en los distintos círculos interesados una interpretación histórica y cultural diferente del papel y las misiones de la enseñanza superior en la sociedad a las cicunstancias cambiantes con que se enfrentan la sociedad y la universidad. Para ello, habrá que tener muy en cuenta las importantes novedades que se han producido en la manera en que la enseñanza superior “llega a los más necesitados” superando las fronteras físicas. Concretamente, en lo que atañe a las universidades, se deben aclarar y pactar las condiciones generales para que atiendan a la sociedad mundial a fin de establecer un nuevo contrato social, una base común con miras a respaldar valores comunes de la humanidad y satisfacer las necesidades y expectativas de un mundo en que las fronteras son cada vez más permeables. Esta estrategia que es patente respecto del alcance en cuanto al fondo y la escala temporal va más allá de la Conferencia Mundial. No obstante, la Conferencia brinda una ocasión única para entablar un diálogo e intensificar las relaciones entre esos agentes, los grupos de intereses y sus representantes mencionados anteriormente a fin de avanzar hacia un entendimiento común de la función esencial de la enseñanza superior con una visión compartida de la sociedad del futuro. Entonces habrá que realizar los esfuerzos necesarios para mantener ese diálogo y poner en marcha un proceso que en última instancia podría conducir a la negociación de un nuevo contrato social relativo al cometido y a la misión de la universidad en la sociedad. Para garantizar este contrato se podría elaborar un instrumento, por ejemplo, una Carta Internacional sobre Libertad Académica, Autonomía y Responsabilidad Social, bajo los auspicios de la UNESCO, como medio de reforzar los principios de excelencia, tolerancia, pluralismo y solidaridad académica entre instituciones de enseñanza superior y también entre académicos y estudiantes. En un documento anterior presentado a la UNESCO titulado “La viabilidad y conveniencia de un instrumento internacional sobre la libertad académica y la autonomía universitaria”, la AIU, tras celebrar amplias consultas con sus miembros y otras asociaciones profesionales y regionales que representan a la enseñanza superior, expresó la
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opinión razonada de que este acuerdo internacional parecía factible y deseable. En particularse estimó que constituía una esfera de iniciativa especialmente idónea a la que la UNESCO podría aportar una mayor legitimidad ejerciendo una función decisiva y asociativa en el proceso de negociaciones que se iniciará sobre este tema entre los distintos interlocutores y en el establecimiento de un mecanismo de supervisión adecuado para seguir de cerca el progreso y la observancia de esta Carta Internacional.
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