Arqueología de los espacios vacíos

nodal que ha prevalecido hasta ahora en la arqueología ha tendido a ... Si bien la “mirada” arqueológica inicial a estos espacios en la década del 90, fue una ...
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ARQUEOLOGÍA DE LOS "ESPACIOS VACÍOS": UNA APROXIMACIÓN INTERNODAL A LAS RELACIONES SOCIALES Coordinadores: José Berenguer y Gonzalo Pimentel Comentarista: Tom Dillehay En los últimos años se ha producido un creciente interés entre los arqueólogos que estudian la interacción intersocietal (sensu Schortman & Urban 1992 a y b) por investigar los así llamados “espacios vacíos”. Estos espacios son aquellas áreas localizadas entre los grandes centros poblados. Se trata de amplias zonas, que a veces pueden cubrir regiones completas y que son periféricas a los principales nodos de asentamiento (Upham 1992). Existen muchas de estas áreas intermedias en territorios áridos o semiáridos de diversas partes del mundo, tales como ciertas áreas de Africa, de los Himalayas de Nepal o del Suroeste de los eeuu, donde centros poblados bien definidos, están separados por extensos trechos de territorio abierto (Schlegel 1992). Justificación y relevancia general Pese a su gran extensión y a que por ellos tiene lugar gran parte de la interacción regional y panregional, los “espacios vacíos” han sido comúnmente descuidados por la investigación arqueológica estándar. La aproximación nodal que ha prevalecido hasta ahora en la arqueología ha tendido a ignorar estas grandes porciones geográficas, asumiendo que se trata de espacios “vacantes” y, por lo tanto, irrelevantes o, al menos, de interés marginal o secundario. El problema es que estos espacios nunca son tan vacíos. Es cierto que suelen ser áreas de poblamiento escaso y disperso, pero rara vez demográficamente vacantes, por lo que en vez de “espacios vacíos”, uno de nosotros ha propuesto llamarlos “espacios internodales” (Berenguer 2002). La virtual exclusión de los espacios internodales como objeto de investigación, ha originado prehistorias marcadamente sesgadas a favor de sitios grandes, con restos arqueológicos conspicuos y patrones considerados “dominantes” en una región (Upham 1992). Tales sesgos influyen en nuestra percepción del desarrollo cultural de un área determinada, asimilando la historia cultural de los segmentos de población internodal a la de los grandes centros de población y dejándolos sin historia propia. Los espacios internodales distan mucho de ser irrelevantes. Hay una considerable evidencia de que estos espacios crean una importante dinámica en los sistemas regionales y panregionales, y son esenciales para el desarrollo de las redes interactivas de gran escala (Upham 1992). Más allá de su obvio rol en la conectividad interregional, se supone que las características específicas de estos territorios gravitan de diversas maneras sobre los grandes centros poblados, influyendo no sólo en los costos de procuramiento y transporte de bienes, sino también en la relativa importancia de los nodos en sus respectivas regiones. Podría hipotetizarse que los espacios internodales constituyen, en sí mismos, un recurso crítico para las sociedades interactuantes. A tal punto que la emergencia, crecimiento y declinación de los nodos de una red puede depender, en importante medida, de las cualidades específicas de estos territorios, de su distribución a través del espacio geográfico mayor y de su cambiante disponibilidad para el movimiento de gentes y la circulación de bienes en diferentes momentos históricos (Berenguer 2002). Si bien la “mirada” arqueológica inicial a estos espacios en la década del 90, fue una mirada principalmente económica -basada en los desarrollos de la así denominada Nueva Geografía de los 50 y 60 (Teoría de la Localización y modelos de Lugar Central), como también en los modelos de Sistemas Mundiales, de Arqueología de Bordes y Fronteras, y de Centro-Periferia de los 70 y 80- aclaremos de inmediato que no existe ninguna razón práctica ni teórica para excluir del análisis a los aspectos sociales, políticos, tecnológicos, rituales y simbólicos. Relevancia en los Andes Debido a la extrema circunscripción, discontinuidad y dispersión de sus áreas focales de vida, el Área Andina presenta muchos espacios internodales. Por lo general, estos amplios intersticios también han sido ignorados

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o descuidados en la arqueología andina. El caso más paradigmático es, quizás, el de la investigación arqueológica de la Verticalidad y su variante archipielágica. Los arqueólogos que han investigado el tema se han concentrado en el núcleo y sus colonias, obviando los espacios intermedios. Algo parecido puede decirse de los estudios de transhumancia de cazadores-recolectores del Período Arcaico, donde se ha puesto mucho énfasis en investigar y documentar los circuitos internos a los grupos, pero se han hecho pocos esfuerzos por hacer lo propio con las extensas áreas de territorio abierto que separan a estos sistemas de asentamiento de otros sistemas distantes. Tal parece que después del significativo avance que supuso hace unos 40 años pasar del estudio de sitios al estudio de regiones, los arqueólogos nos hubiéramos quedado estancados en “la región” como escala de análisis. O dicho de otro modo: pareciera que no hubiéramos reparado suficientemente en la importancia de ampliar esta escala para contrastar -en los espacios situados entre nodos- nuestras hipótesis sobre “control vertical de varios pisos ecológicos”, “circuitos transhumánticos en el perfil costa-altiplano”, “vectores de tráfico” o “franjas de interacción” interregional. Existen, sin embargo, varias líneas de investigación, nuevos desarrollos técnicos, recientes políticas ambientales y ciertas aproximaciones teóricas que han venido influyendo últimamente en la ampliación de la escala de análisis arqueológico desde lo regional a lo panregional. Los estudios de la vialidad prehispánica, por ejemplo, han llevado a los arqueólogos lejos de los principales centros de población, incluso del hinterland de un determinado sistema de asentamiento, para sumergirlos de lleno en los espacios internodales: consíderese el caso de los “espacios elongados” del modelo de Movilidad Giratoria (Núñez & Dillehay 1979) o de la espacialidad caravanera revelada por la etnoarqueología de los circuitos de tráfico de los llameros (Nielsen 1997). Por otra parte, los SIGs, las imágenes satelitales, la cartografía digital 3D y otras tecnologías asociadas a estos desarrollos, no sólo han puesto frente a las narices de los arqueólogos y con todo detalle estos extensos territorios; han permitido también rastrearlos desde el aire como nunca antes, generar modelos predictivos de ocupación, movilidad y explotación, y verificar estas hipótesis en terreno con la mayor precisión. En tanto que la instalación de tuberías de agua, gaseoductos y tendidos eléctricos, así como la construcción de nuevas carreteras, han puesto a los EIA en la primera línea como proveedores de información sobre estos espacios intersticiales, aportando una gran cantidad de evidencias de sitios pequeños y aislados, usualmente no considerados por la aproximación nodal. Por último, las diferentes vertientes de la arqueología del paisaje y sobre todo, la reinserción del espacio como un elemento clave en la teoría social (en el sentido que “hace una diferencia” en la explicación de las sociedades), no han hecho sino fomentar la necesidad de incrementar la escala de análisis en arqueología, en la medida que la construcción social del espacio no es un proceso que ocurra solamente en los nodos y sus hinterlands, sino en todo el territorio geográfico y muchas veces a nivel de megasistemas de interacción. En síntesis, pensamos que el estudio de los espacios internodales es un tema emergente de suma importancia, que está llamado a constituirse en un foco alrededor del cual se puede estructurar un programa de investigación transdiciplinaria que complemente la tradicional aproximación nodal, contribuyendo así a re-configurar las prehistorias e historias regionales e interregionales. Objetivo y ejes temáticos El propósito de este Simposio es, precisamente, explorar y discutir -desde una perspectiva multidisciplinaria y desde diferentes enfoques teóricos u opciones paradigmáticas- el rol de los espacios internodales en las relaciones intersocietales. Esperamos contribuciones desde un amplio abanico de disciplinas y aproximaciones intradisciplinarias, incluyendo arqueología, etnoarqueología, arqueobotánica, zooarqueología, antropología cultural, bioantropología, etnohistoria y geografía humana. Algunos de los temas pertinentes al Simposio son los siguientes: · · ·

Estudios de redes (vialidad caravanera, vialidad incaica, situaciones de contacto cultural). La interacción intersocietal vista desde los espacios internodales. Asentamiento y subsistencia en situaciones de internodalidad.

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· Producción, transporte y circulación de bienes. · Patrones de desarrollo en espacios internodales. · Lugares, lugarejos y procesos de “lugarización” de locaciones. · Control, poder, negociación y conflicto. · Simbolismo y ritualidad entre los nodos (arte rupestre, ofrendas, estructuras ceremoniales, marcadores). · Cuestiones metodológicas en una aproximación internodal (conceptos, tácticas de prospección, dispositivos de registro de información, tipos de colecciones, estrategias de recolección y excavación, formas de muestreo, aplicación de técnicas cuantitativas y cualitativas, modelamientos en base a SIGs, etc.). · Espacios e individuos internodales en los documentos etnohistóricos. · Miradas incluyentes y miradas excluyentes de los paisajes internodales. · El aporte de los viajeros decimonónicos. · Etnografía de individuos, familias, grupos y comunidades internodales. · Funebria y bioantropología entre nodos. · El tema de las identidades en los espacios internodales. · Potencial de la aproximación internodal en zonas boscosas, a lo largo del borde costero o en la cordillera andina subtropical.

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PATRONES ARQUEOLÓGICOS DE OCUPACIÓN TERRITORIAL Y ‘ESPACIOS VACÍOS’: EL CASO DEL ALTIPLANO DE TARAPACÁ Rolando C. Ajata López* * © Magíster en Arqueología, Departamento de Antropología, Facultad de Ciencias Sociales, Administrativas y Económicas, Universidad de Tarapacá, [email protected]

La prehistoria del norte de Chile se ha concentrado en el estudio de dos grandes focos poblacionales: Arica y San Pedro de Atacama, siendo estudiados otros espacios de manera menos sistemática, por lo menos hasta hace algunos años atrás. El Altiplano de Tarapacá en la actualidad presenta una gran cantidad de evidencias arqueológicas, sin embargo éstas no han sido utilizadas para la formulación de patrones de ocupación del territorio o para concretizar las redes de tránsito postuladas para este espacio. Por ello en este trabajo interesa dar a conocer de qué manera el manejo de Sistemas de Información Geográfica ayuda a comprender la ocupación territorial de un espacio internodal y las vías de interacción poblacional más probables del Altiplano de Tarapacá. Los resultados permiten establecer parámetros sobre la densidad, concentración y distribución de los distintos tipos de asentamientos en el Altiplano de Tarapacá, y con ello plantear un patrón de ocupación del territorio de acuerdo a sus características agrícolas, pastoriles y de tránsito. Se discute de qué manera las evidencias arqueológicas del Altiplano de Tarapacá permiten hablar de espacios nodales e internodales, así como de la relatividad de estos conceptos.

LA CONEXIÓN PULACAYO EN LA RUTA TIWANAKU– SAN PEDRO DE ATACAMA Carolina Agüero*, Pablo Cruz** y José Berenguer*** * Instituto de Investigaciones Arqueológicas y Museo R. P. Gustavo Le Paige, Universidad Católica del Norte, San Pedro de Atacama, [email protected] ** ASUR, Antropólogos del Surandino, Sucre, [email protected] *** Museo Chileno de Arte Precolombino, Santiago, [email protected]

Las relaciones entre Tiwanaku y San Pedro de Atacama han sido materia de mucha investigación, intenso debate y no poca especulación durante casi medio siglo. Hasta ahora, tales relaciones han sido estudiadas, casi exclusivamente, sobre la base de materiales encontrados en cementerios del oasis atacameño. Aunque esta aproximación ha resultado productiva, ha faltado investigación sobre el tema en el amplio espacio altiplánico por donde se supone pasaron las rutas de comunicación entre ambos zonas. Una de estas posibles rutas correría por el borde occidental del salar de Uyuni; otra, lo haría por el borde oriental de dicho salar. En esta ponencia, intentamos examinar estas relaciones desde Pulacayo (sureste del salar de Uyuni, Depto. de Potosí, Bolivia), un lugar de la ruta oriental que es típicamente internodal, particularmente cuando se analiza un sistema de interacción de tan larga distancia. Hace unos años, en una cueva cercana al actual centro minero de Pulacayo, se encontraron los cuerpos de cinco individuos con sus ajuares y ofrendas mortuorias. La cámara funeraria (1 x 2,30 m) presenta un estuco de barro rojizo, su piso está cubierto por una capa de paja y barro y el acceso a la cueva está cerrado con un muro de piedra, barro y paja. Los difuntos -tres adultos y dos niños- fueron enterrados con diversos textiles incluyendo gorros de cuatro puntas, túnicas (una de ellas con la imagen del Personaje de Perfil del dintel de Kantatayita repetida 16 veces); costales; trozos de soga y cordel; fragmentos de prendas no precisables de tejido grueso; tobilleras emplumadas; y una escarapela roja con plumas. Además, forman parte de este conjunto instrumentos textiles; cestos en forma de kero y tazón; bolsitas de cuero conteniendo pigmentos; un fragmento de calabaza; un palito aguzado; instrumentos de andesita; conchas de Oliva peruviana; un posible brazal de bronce; un

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fragmento de pinza de metal con un búho en el cabezal; tupus de cobre; la imagen de una culebra enrollada en una rama, de metal; un brazalete de plata; cucharas de madera; un tubo de hueso de ave; un cubilete o estuche de hueso pirograbado con la imagen de un sacrificador; astiles y un arco; una mazorca de maíz; y dos cráneos de cuy. La mayor parte de este conjunto (124 objetos) está depositada en el Museo de Arte Indígena, en Sucre y es, actualmente, materia de una detallada investigación liderada por ASUR. Los materiales se vinculan tanto con diversos centros Tiwanaku, como con San Pedro de Atacama. Los eventos mortuorios datarían de 700 a 900 DC, en sincronía con Coyo, la fase que marca el clímax de las relaciones de ese oasis atacameño con el Estado altiplánico. Sobre la base de estos materiales y, eventualmente, de otros encontrados en Pulacayo e inmediaciones, se discuten diversos aspectos relacionados con la interacción Tiwanaku - San Pedro, la funebria en espacios de tráfico interregional y el complejo tema de las identidades en situaciones de internodalidad.

ESTRATEGIAS INKAICAS DE NODALIZACIÓN EN ESPACIOS INTERNODALES: TRANSECTO COLLACAGUA – LASANA, NORTE DE CHILE José Berenguer R.* * Investigación resultante de los proyectos FONDECYT 1010327 y 1050276, Museo Chileno de Arte Precolombino, [email protected]

La internodalidad no es una condición permanente de un territorio, sino una característica cambiante a lo largo del tiempo, según el particular proceso de construcción social del espacio por las diferentes comunidades que lo intervienen, o que se desplazan o interactúan a través de él. Éstas pueden, ya sea, mantenerlo como un “espacio vacío” o virtualmente despoblado, o bien, dependiendo de las condiciones que presente para la radicación de grupos humanos, “nodalizarlo” para acortar distancias, explotar recursos focalizados, etc., incluso para marcar soberanía real o simbólica sobre él. Asumir esta característica dinámica y contingente de los espacios internodales, nos aleja de una concepción esencialista que visualiza su aislamiento y marginalidad como una condición históricamente inmutable, la que invariablemente ha llevado y sigue llevando a percibirlos como “yermos”, “despoblados”, “espacios vacantes” y otras categorizaciones excluyentes. En la presente ponencia, exploramos el potencial heurístico de esta concepción cambiante de los espacios internodales, durante el Horizonte Tardío en el Norte Grande de Chile. En su expansión hacia este árido territorio, los inkas encontraron -como en ninguna otra parte- pequeñas áreas densamente pobladas (para los estándares demográficos regionales), separadas por amplios trechos de territorio completamente abierto, jalonados a veces por puestos de caza, precarios paraderos de caravanas, modestas estancias pastoriles y no mucho más (cuando no espacios enteramente vacíos). La marcada circunscripción y dispersión de los nodos o áreas focales de asentamiento humano en este vasto desierto, debe haber representado inicialmente un obstáculo para los inkas, toda vez que muchos de los recursos mineros del Norte Grande que interesaban a la economía política del Estado, se hallan, precisamente, en estos territorios intermedios o intersticiales. Para abordar el tema, en esta ponencia analizamos un transecto norte-sur situado entre las localidades de Collacagua (Región de Tarapacá) y Lasana (Región de Antofagasta). Ambas localidades constituyen extremos nodales de un espacio internodal de más de 220 km, que se encuentra encajado entre la precordillera y la Cordillera Andina, y que se caracteriza por amplias zonas desérticas, pero también por ricos recursos mineros. Sostenemos que para instalar su infraestructura de control y extracción, los inkas debieron “nodalizar” este territorio mediante centros administrativos y campamentos mineros. Después del colapso del Tawantinsuyu, el origen -digámoslo así- “artificial” de estos nodos incaicos condujo a su rápido abandono. Durante la Colonia y la República, este territorio ha pasado alternativamente de la nodalidad a la internodalidad, y viceversa.

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¿UN CARAVANERO MUERTO EN RUTA? ANÁLISIS Y DISCUSIÓN DE UN CONTEXTO FUNERARIO INTERNODAL Bárbara Cases C. Recientes prospecciones y excavaciones en el contexto de estudios de impacto ambiental en la localidad de María Elena (II Región)1, han descubierto un contexto funerario situado a unos 22 m al norte de una huella que parece conectar la costa adyacente (Tocopilla) con el Loa. Para el entierro del individuo que se encontró en posición decúbito dorsal, se excavó un máximo de 10 cm, en una superficie de 245 x 85 cm, aprovechando la pared lateral y fondo de una pequeña cárcava, que posteriormente fue cubierta por tierra y piedras. El escaso ajuar detectado a la fecha2, se compone de unas pocas plumas, semillas de algarrobo, un taparrabo, una túnica y una bolsa asociada a trenzados de fibra vegetal. El emplazamiento del hallazgo en medio de la pampa, en un ambiente internodal, sugiere que se trata de un individuo muerto en ruta, posiblemente involucrado en el tráfico de caravanas. En este sentido, el análisis de un contexto funerario en un emplazamiento privilegiado para el estudio del funcionamiento del caravaneo, permitirá ahondar no sólo en el conocimiento del equipamiento efectivamente utilizado en ruta y los bienes transportados, sino también vincularlo con las zonas adyacentes (costa y/o Loa). A partir de esta información, será posible discutir interpretaciones e hipótesis previas en torno al tráfico de caravanas en la región, surgidas desde las áreas nodales de Quillagua y Loa Medio (Cases 2004). 1

Estudios encabezados por el arqueólogo Charles Rees. Dadas las condiciones de conservación en que se encontró el contexto, su excavación se terminará en laboratorio, junto al análisis de su contexto. 2

UN TIEMPO, UN ESPACIO, DOS IDENTIDADES. COLES Y CARANGAS EN LA PRECORDILLERA DE ARICA, SIGLOS X – XV* Juan Chacama R.** * Proyecto: El sistema de Chullpas en la precordillera de Arica... DIPOG 3741-05, Universidad de Tarapacá. ** Académico Departamento de Antropología, Universidad de Tarapacá. [email protected]

La precordillera de Arica, ca. 3000 – 3600 m snm, ha sido considerada como un espacio internodal en el cual, durante el período Intermedio Tardío interactuaron grupos altiplánicos, especialmente Carangas (Durston e Hidalgo 1999; Hidalgo 1999; Muñoz y Chacama 2006; Riviere 1982, entre otros) y grupos de valles costeros, conocidos como Cultura Arica (Bird 1943; Schiappacasse et al 1989, entre otros) y también como Coles (Rostworosky 1986), ambos identificados a través de respectivos estilos cerámicos. La relación entre ambos grupos en la precordillera de Arica, definida como de convivencia y conflicto (Muñoz et al.1987, 1989), tuvo en el aparato ritual un eje articulador que, al igual que en la sierra central peruana (Duviols 1973), permitió el accionar conjunto de ambas identidades culturales. En dicho contexto, el culto a los ancestros tal como fuese rescatado desde los documentos del siglo XVI y XVII (Doyle 1986; Salomon 1995) fue un hecho mayor que, para la precordillera de Arica, permitió la articulación social entre los grupos altiplánicos y de valles occidentales. La ponencia a presentar intenta visualizar la situación expuesta, a través de diversos indicadores arqueológicos -cerámica, arquitectura doméstica y ritual (chullpas)- que permiten evidenciar tanto las relaciones de convivencia, conflicto y ritualidad, señalada para la precordillera de Arica durante los siglos X al XV.

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ESPACIOS PERSISTENTES Y VACÍOS OCUPACIONALES EN SOCIEDADES CAZADORAS-RECOLECTORAS DE LA PATAGONIA CENTRO-MERIDIONAL: UN PROYECTO EN EJECUCIÓN María José Figuerero Torres* y Guillermo Luis Mengoni Goñalons ** * Sección Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina, [email protected] ** Sección Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, Argentina, [email protected]

La ocupación continua de ciertas localidades, la ocupación discontinua de otras y los hiatos ocupacionales son aspectos de suma importancia que deben tenerse en cuenta cuando se desea conocer y comprender la historia de la ocupación de una región. Esta historia suele ser el resultado de un proceso dinámico en el cual se conjugan varios aspectos sociales, culturales y ambientales. Tradicionalmente, los vacíos ocupacionales han sido relacionados con variables ambientales, particularmente con cambios climáticos de cierta envergadura que habrían obligado a la gente a moverse de un lugar a otro o concentrarse en ciertos sectores del espacio que ofrecían condiciones más favorables para la vida humana. Sin descartar la trascendencia que pueden tener estos factores, aquí queremos discutir la importancia de otros factores geográficos y socioculturales que también pueden haber ocupado un rol preponderante. De ahí que consideramos que el concepto de persistencia permite caracterizar la naturaleza de la ocupación humana de diferentes espacios, carácter que puede haber ido cambiando con el tiempo, sin necesariamente mediar factores ambientales fluctuantes. En el largo plazo, estos factores pueden haber generado lugares persistentes, vacíos ocupacionales, silencios arqueológicos que pueden ser interpretados de diversa manera. Consideremos de interés discutir estos patrones teniendo en cuenta variables que ofrezcan un marco de referencia alternativo que contemple las maneras en que la gente se apropia del espacio y las redes que se establecen entre los diferentes espacios ocupados. Aquí presentamos las líneas que guían un proyecto en ejecución en el sector cordillerano de la Patagonia Centro-Meridional de la Argentina y los resultados iniciales obtenidos que servirán para ilustrar las variadas formas en que el espacio es incorporado a la vida social de la gente.

PINTURAS RUPESTRES, ESTILOS TECNOLÓGICOS Y FLUJO DE INFORMACIÓN EN EL NORTE GRANDE DE CHILE Francisco Gallardo I.* * Museo Chileno de Arte Precolombino, [email protected]

La pintura rupestre puede ser considerada un artefacto visual; el producto de una cadena de operaciones técnicas que involucran conocimientos diversos y particulares, que incluyen la obtención y preparación de los pigmentos; la ejecución de la obra y un trabajo de diseño y composición. Los arqueólogos del norte de Chile –desde el valle de Lluta hasta el río Copiapó- han constatado el movimiento de bienes (como cerámica, textiles y metales) en distintas épocas y esferas de interacción, circulación que ha sido explicada bajo modelos de caravaneo y complementariedad ecológica. Sin duda, esto ha contribuido a generar una imagen del intercambio económico, sin embargo, y a pesar que es recurrente la afirmación de que junto a los bienes también circulan ideas, se ha contribuido muy poco sobre los flujos de información. En el presente proyecto, y amparados en la evidencia contundente del tráfico de bienes, se intenta descubrir hasta qué punto los pintores de distintas épocas prehispánicas compartieron no sólo el acceso a medios de producción pictóricos, sino también al conocimiento requerido para la ejecución y construcción visual de sus obras. Aquí no

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buscamos simplemente la circulación de iconos claves –como el sacrificador o el personaje con cetros- sino la información contenida en los estilos tecnológicos, que pudo colaborar en la formación de expertos en la pintura rupestre, que en última instancia contribuyó a la configuración de estilos propios, tanto a nivel de los elementos de diseño como a la composición.

CONJUNTOS ARQUEOFAUNÍSTICOS DE MIÑO 1 Y 2 (ALTO LOA, II REGIÓN, CHILE): ESTRATEGIAS DE SUBSISTENCIA EN EL SISTEMA VIAL INKAICO Rafael Labarca E.* y Patricio López M.** * Juan Moya Morales 910, Ñuñoa; [email protected] ** Facultad de Estudios del Patrimonio Cultural, Área de Arqueología, Universidad Internacional SEK. Av. José Arrieta 10.000, Peñalolén; [email protected]

Se presentan los resultados de los análisis zooarqueológicos y tafonómicos realizados al material óseo recuperado en los yacimientos inkaicos Miño 1, Miño 2 sector de Alto Loa (II Región). En el presente estudio se consideraron tres objetivos básicos: (1) determinar las especies de camélidos presentes en el registro, ya que existía la posibilidad de detectar especies domésticas y silvestres; (2) adentrarse en las pautas de manejo de las distintas especies identificadas, y (3) ponderar la integridad del registro y discutir problemas relacionados con la formación de sitios. Se constató la presencia de camélidos exclusivamente silvestres en Miño 2, tanto vicuña como guanaco, particularmente en el Rasgo 1b de la Estructura 5, en donde se advierte un contexto de particular riqueza faunística, correspondiente a un evento discreto que habría sido sepultado rápidamente. El registro faunístico se encuentra dominado por vicuña, cuyo procesamiento incluyó la desarticulación, el descarne y la fractura de huesos largos para la obtención de médula. En el guanaco se advirtió una situación similar. Además se identificaron en este sitio tres especies de roedores, suri y un ave indeterminada. Miño 1 presenta un registro mucho más exiguo. Particularmente en la Estructura 17, se identificó un posible patrón de descarte de unidades de menor rendimiento económico.

EL DESPOBLADO DE ATACAMA: UN ESPACIO AMBIENTALMENTE DIVERSO Y LAS EVIDENCIAS HISTÓRICAS-ETNOGRÁFICAS DEL POBLAMIENTO INDÍGENA* Raúl Molina Otárola * La ponencia informa sobre parte de los resultado del proyecto FONDECYT 1040290 “El Despoblado de Atacama: Espacios, Rutas, Articulaciones y Poblamiento en el Región Circumpuneña”.

El Despoblado de Atacama, comprende el espacio limitado por los poblados de Peine en el norte y Copiapó en el sur, flanqueado por Paposo en la costa y los poblados de la Puna meridional del Noroeste argentino. Como espacio internodal, fue categorizado en el imaginario colectivo hispano como espacio vacío, como un territorio desértico sin agua, pastos ni leña, inhabitado e inhabitable. Un territorio sin historia. Esta misma concepción del desierto de Atacama continuó siendo parte del imaginario republicano, aunque en este período comenzaron a conocerse las evidencias de su poblamiento interior, pero, sin destacarse estas ocupaciones, pues se trataba de “indios”, que no respondían a los estilos de vida promovidos o reconocidos por las sociedades nacionales y tampoco representaban la soberanía territorial de los Estados. Por tanto, este territorio siguió siendo un espacio vacío. Para abordar el discurso del “despoblado” de Atacama y proponer un nuevo escenario de su poblamiento con presencia de ciertos patrones andinos de ocupación, se destaca la existencia de pisos ecológicos diferenciados, algunos de las cuales posibilitaron el asentamiento eventual, temporal y permanente, debido a que cuentan con aguadas, vegas, pastos y leña, y la presencia de hábitat de fauna silvestre. La distribución y cobertura de estos

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recursos, favorecieron el ejercicio de actividades ganaderas, agrícolas, mineras, de caza y recolección en sus espacios interiores, y posibilitaron el diseño de rutas que atravesaron longitudinal y transversalmente el desierto, articulando el espacio interior y exterior del despoblado. Algunos de estos sitios se transformaron en nodos de articulación interna. A través de los antecedentes históricos y etnográficos, para los siglos XIX y XX, se hace una tipología y descripción de los patrones de asentamientos indígenas que articularon el interior y la periferia del desierto de Atacama. Se introduce la variable del análisis multiétnica para abordar las ocupaciones realizadas por los Changos de las costa de Paposo y Taltal, por los atacameños del sur del salar, por los copiapinos del Pueblo de Indios de San Fernando y por collas arribados desde la puna de Atacama y los valles circumpuneños del Noroeste argentino. Finalmente, se proponen las probables territorialidades internodales que estuvieron operando o que actualmente operan en el desierto de Atacama y aquellos sitios que presentan evidencias de poblamiento prehispánico, lo que nos interroga sobre las fases, continuidades y discontinuidades de la ocupación del despoblado de Atacama.

OCUPACIONES TEMPORARIAS Y EXPLOTACIÓN FAUNÍSTICA EN LA REGIÓN LACUSTRE ALTOANDINA Axel E. Nielsen*, Pablo H. Mercolli** y Norma L. Nasif*** * CONICET – Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. ** Instituto Interdisciplinario Tilcara, Universidad de Buenos Aires, Argentina. *** Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo – INTERDEA, Universidad Nacional de Tucumán, Argentina.

Entre el Altiplano Sur-Puna Argentina y los valles y oasis pedemontanos de la Región de Antofagasta se interpone un espacio caracterizado por la presencia de docenas de cuencas lacustres, situadas por encima de los 4.200 m, distribuido actualmente entre los territorios de Bolivia, Chile y Argentina. Siendo uno de los sectores más hostiles de la Puna de Atacama, este internodo no parece haber albergado ocupaciones humanas permanentes en ningún momento del pasado, a pesar de lo cual ha sido regularmente visitada por poblaciones de ambas vertientes de los Andes, como área de tránsito y aprovisionamiento de recursos. Desde 1997 venimos investigando la arqueología de esta “Región Lacustre Altoandina” con el propósito de contribuir a la comprensión de la historia de interacción entre los pueblos Circumpuneños. La metodología empleada ha privilegiado el estudio intensivo de “corredores” y “oasis,” áreas que por poseer agua y una mayor concentración relativa de biomasa, se caracterizan por una elevada redundancia en la ocupación humana, tanto por parte de contingentes en tránsito como por grupos de tareas en busca de recursos puntuales. Esta contribución se ocupa del papel desempeñado por la fauna local en ambos tipos de ocupaciones. Para ello, parte del análisis de los restos zooarqueológicos recuperados durante la excavación de jaranas caravaneras y sitios de ocupación temporaria, tanto del Período Formativo como del Período de Desarrollos Regionales-Inka, ubicados en las cuencas de Laguna Colorada, Laguna Verde (Bolivia) y Laguna Vilama (Argentina). Los resultados revelan un aprovechamiento sostenido de los animales silvestres locales (aves, roedores y camélidos), aunque mostrando también considerables variaciones en la abundancia relativa de los distintos taxones en cada localidad. La importancia de la fauna altoandina para los grupos vecinos se ve ratificada por otras líneas de evidencia, incluidos los artefactos líticos y la arquitectura. Basándose en estos datos, el trabajo discute el rol de la caza de animales altoandinos entre las poblaciones asentadas, la mayor parte del año, a menor altitud.

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OCUPACIÓN, ESPACIOS DE SIGNIFICACIÓN Y TERRITORIALIDAD EN EL ÁREA SUR DE LA CUENCA DEL SALAR DE ATACAMA Marinka Núñez Srýtr* * [email protected]

Desde la perspectiva etnográfica, la articulación y la ocupación espacial practicada por la población peineña hacia el sur de la cuenca del Salar de Atacama, se reconoce un amplio territorio y conectividad vial que abarca las cuencas intermontanas entre la cordillera de Domeyko y los Andes del sector meridional de la Región de Antofagasta. En este extenso territorio se conforma un espacio con pertenencia cultural peineña que se advierte en el reconocimiento de una territorialidad signada a espacios significativos (mallku -cerros- y ríos) asociados a ritos de pagos in situ o por invocación que, demarcaría culturalmente la articulación espacial y explotación ecológicamente específica de las comunidades del sur del salar. Dentro de un marco conceptual mayor que agrupa lo así llamado atacameño, las comunidades cobrarían sus distinciones no sólo por el gentilicio que subyace en la identidad local en cuanto a sus asentamientos nucleares, sino también en la demarcación de otros lugares generalmente vinculados a asentamientos dispersos como componentes de un sistema mayor articulado que no siempre se ha reconocido, y que se ha identificado a través del contenido de sus ritos y tradición oral. Esto sugiere, la posibilidad que al menos la territorialidad de la sociedad peineña tendría sus demarcaciones culturales establecidas en sus cerros mallkus principales y ríos, reproducidas colectiva y ritualmente a través de los cantales (en contexto de talatur, por ejemplo) y en los pagos realizados en las paradas/alojamientos de los recorridos vinculados con actividades económicas en pisos ecológicos transversales y longitudinales. Probablemente, esta posible territorialidad estaría incorporando espacios simbólicos y geográficos significativos para la población de Peine: Quimal, Chinquilchoro, Río Frío, Río Salado, Llullaillaco, Socompa, Pular y Cosor. En términos más específicos, esta organización espacial agruparía a la propia localidad de Peine y los alrededores más inmediatos del salar de Atacama y oasis piemontanos (Tilocalar, Tilopozo, Tilomonte); al sureste con la ceja que abarca Tulan, Cabo, Capur, Leoncito, Purichare, Aguas Delgadas, Pular, Monturaqui; y, por el sur Llullaillaco y Río Frío hacia el occidente. Asimismo, los datos etnográficos alcanzan la temporalidad de los siglos XIX y XX, lo que no significa que esta territorialidad tal vez estaría operando con data más antigua.

EL INTERCAMBIO MACROREGIONAL VISTO DESDE MAS ALLÁ DE LOS BORDES. LA REGIÓN SUBANDINA DE JUJUY EN EL MODELO DE LA MOVILIDAD GIRATORIA CARAVANERA Gabriela Ortiz* * CREA, FHyCS, UNju.

Existen muchos puntos específicos y controversiales dentro del modelo de movilidad giratoria que han comenzado a ser discutidos con casos puntuales en los últimos años. Uno de estos aspectos está en relación con el énfasis colocado en los asentamientos-ejes descuidando el rol jugado por los internodos o incluso los "márgenes" de la red (Berenguer 2004). Para entender el funcionamiento del sistema es necesario mirarlo desde diversos puntos de vista, a partir de cada caso en particular y en un marco específico temporal. Durante el denominado período II: movilidad productiva pre-Tiwanaku numerosos objetos del noroeste argentino son incorporados a la red de tráfico circunpuneña. Uno de los ejes establecidos por el modelo se refiere a los contactos entre los "Bosques occidentales y San Pedro de Atacama”, pero la consideración de estas relaciones resulta de alguna manera contradictoria con la propuesta de estos investigadores quienes mencionan que la movilidad giratoria no accedió hacia las regiones bajas del oriente, ya que estas poblaciones con "apoyo cazador-recolector no se incorporaron al patrón aldeano y se marginaron del alto nivel de interacción social, constituyendo una faja meridional opuesta

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al movimiento giratorio" (Núñez y Dillehay 1995:29). Sin embargo nuevos datos ponen en duda esta supuesta marginalidad en la interacción, pero el carácter socio-político de la misma podría ser parcialmente sustentada por la propuesta de Núñez y Dillehay ya que la evidencia material, aunque fragmentaria y escasa nos muestra que la región del río San Francisco, lejos de parecer un área clave de participación de la red, parece haber estado de alguna manera participando desde mas allá de los márgenes, posiblemente bajo un mecanismo del tipo denominado intercambio en cadena (sensu Renfrew 1975) en el que no es necesario la presencia de especialistas del tráfico, ni el desplazamientos de personas a grandes distancias.

METODOLOGÍA PARA EL RECONOCIMIENTO Y ANÁLISIS DE LAS REDES VIALES PREINCAICAS EN LA DEPRESIÓN INTERMEDIA DE LA II REGIÓN Gonzalo Pimentel G.* y Charles Rees H.** * Universidad Católica del Norte. [email protected] ** [email protected]

El estudio sistemático de las redes viales ha sido una problemática escasamente desarrollada dentro de la disciplina arqueológica, con algunos intentos que se han centrado casi exclusivamente en los monumentales caminos romanos del viejo mundo y el camino incaico en el área andina, existiendo un profundo desconocimiento de las redes viales de los períodos anteriores. Esto contrasta con la alta importancia del análisis de las redes viales, la que nos proporciona datos de primer orden para reconocer las estrategias, infraestructura y prácticas asociadas a la movilidad, las conexiones directas entre asentamientos fijos y distantes, intensidades diferenciales de uso, aprovechamiento de recursos locales, bienes de intercambio, entre otros aspectos referidos a la organización social e interacción intersocietal que subyacen a la estructuración de los sistemas viales. Desde esta línea, presentamos la metodología utilizada para el reconocimiento, registro y análisis de 11 ejes viales prehispánicos que conectaron la costa pacífica de Tocopilla con los asentamientos interiores de Quillagua (Loa Inferior) y Calama (Loa Medio), estudio realizado en el marco de un Estudio de Impacto Ambiental (SEIA) en la pampa desértica de la depresión intermedia en sector El Toco, comuna de María Elena, II Región.

SOBRE LÍMITES Y FRONTERAS EN EL PENSAMIENTO ANDINO. LOS “ESPACIOS VACÍOS” Cecilia Sanhueza T.* *IIAM, Universidad Católica del Norte, [email protected]

Los “espacios vacíos”, “intermedios” o “internodales” representan, para la disciplina etnohistórica, un desafío metodológico particularmente difícil de sortear. En general, sobre los “espacios vacíos” no se habla, y por tanto no se escribe. En especial, los llamados “despoblados”, es decir, esos extensos territorios en los que no se registran núcleos de poblamiento concentrado, suelen quedar al margen del registro histórico. No obstante, a través de las fuentes históricas clásicas, de la recopilación de tradiciones orales, de los relatos de cronistas y viajeros, de la cartografía colonial y republicana, de la toponimia y de la materialidad cultural registrada por la arqueología y documentada en las crónicas tempranas, es posible abordar temas relativos a formas de organización del espacio, rutas de circulación, prácticas sociales y rituales asociadas al desplazamiento, prácticas demarcatorias y “ordenadoras” del territorio y del paisaje. Esto permite no sólo proponer interpretaciones respecto a las significaciones otorgadas por los grupos o actores sociales que circulaban, controlaban o utilizaban esos espacios, sino también identificar determinadas formas de interacción social e, incluso, de posibles etnoterritorialidades. Desde esa perspectiva, nuestro trabajo se propone realizar una discusión y un análisis comparativo de dos

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localidades: Tapaquilcha y Vaquillas, ubicadas, respectivamente, en la región de Lípez (suroeste de Bolivia) y en el Despoblado de Atacama (norte de Chile). Ambas localidades, asociadas al desplazamiento caravanero (pre y poshispánico), a la arriería colonial y republicana, y, al menos en unos de los casos (Vaquillas), a la vialidad estatal incaica, se encuentran en espacios calificados tradicionalmente como “despoblados”, no obstante que hayan sido categorizadas y definidas en la documentación como puntos de “frontera” o de “límite”. Hasta el estado actual de nuestra investigación, se trataría de límites establecidos en dos épocas muy diferentes y, supuestamente también, construidos a partir de preceptos culturales diferentes. La zona de Vaquillas es definida en la documentación colonial como una frontera prehispánica, como un deslinde establecido “en tiempos de los Ingas”. Tapaquilcha corresponde a un punto de deslinde aparentemente de origen colonial y que en el siglo XIX señalaba la división entre las jurisdicciones administrativas bolivianas de Lípez y del Litoral (Atacama). Nos proponemos aquí discutir la posible aplicación de categorías andinas prehispánicas en las significaciones otorgadas a estos lugares, y su continuidad en el tiempo como hitos que organizaban el espacio simbólico, ritual y social. Metodológicamente, nuestros elementos de análisis serán: -

El contexto geográfico, topográfico y ecológico en el que se insertan. La toponimia asociada, su origen lingüístico y sus asociaciones semánticas y simbólicas. Los dispositivos materiales (demarcadores) utilizados para señalarlos como puntos de frontera. Las manifestaciones rituales que se identifican allí. Las significaciones que históricamente (documentalmente) se han otorgado a estos lugares.

DE LA PERIFERIA A LOS NÚCLEOS: CERÁMICA, CAMINOS Y ASENTAMIENTOS EN EL ALTIPLANO DE TARAPACÁ Mauricio Uribe Rodríguez* * Magíster en Arqueología, Departamento de Antropología, Universidad de Chile, FONDECYT 1050276.

A partir del análisis de los restos cerámicos provenientes del sector meridional del altiplano de Tarapacá (Norte de Chile), se presenta una propuesta con relación a los distintos momentos de ocupación, funcionalidad y tipos de asentamiento vinculados con los sistemas viales que comunicaron los dos principales núcleos poblaciones de Tarapacá y Atacama, en especial el camino del Inka. En particular, la idea es aportar a una visión más profunda y activa de los vínculos culturales, económicos, sociales y políticos que se desarrollaron a través de las tierras altas tarapaqueñas, por medio del conocimiento y comprensión de los materiales cerámicos de su vialidad en un segmento escasamente estudiado y dispersamente poblado del altiplano entre Lirima y Miño. Esto se plantea como un acercamiento a través de la cerámica y su manifestación conductual, a los sistemas internodales y su papel dentro de la interacción entre el altiplano, la sierra, pampa, desierto, costa y vertiente oriental andina, intentando un acercamiento a la dinámica expansiva del Tawantinsuyo y la conquista de los Andes Centro-Sur.