INSTITUTO DIOCESANO DE CATEQUESIS
SAN PÍO X DIÓCESIS DE SAN LUIS
SAGRADA ESCRITURA I
ANTIGUO TESTAMENTO APENDICE I
APRENDIENDO A ORAR CON LOS SALMOS
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I. BIOGRAFÍA REY DAVID David "Amado") fue el segundo de los reyes del antiguo reino de Israel. Probablemente nació en el año 1037 a. C. en Belen de Judea y moriría en el 967 a. C. en Jerusalén. Segundo rey de Israel (1000-962 a.C.). Se menciona unas ochocientas veces en el Antiguo Testamento y sesenta en el Nuevo Testamento. No se sabe con certeza el significado de su nombre. Hijo menor de Isaí, de la tribu de Judá. En las Escrituras este nombre se aplica solamente a él, como tipificación del lugar único que ocupa como antepasado, precursor, y anunciador del Señor Jesucristo, “el gran hijo del gran David”. Hay 58 referencias a David en el Nuevo Testamento, incluido el tan repetido título acordado a Jesús: “Hijo de David”. Pablo declara que Jesús es “del linaje de David según la carne” Romanos 1:3, y Juan relata que Jesús mismo dijo “yo soy la raíz y el linaje de David” Apocalipsis 22:16. Cuando volvemos al Antiguo Testamento para descubrir quién es este que ocupa un lugar de tanta prominencia en el linaje de nuestro Señor y los propósitos de Dios, el material disponible es abundante. La historia de David se encuentra entre 1 Samuel 16 pasando por todo 2 Sam. y 1 Reyes 2, y mucho de este material se encuentra paralelamente en 1 Crónicas 2. 10 - 29. Marco familiar David era bisnieto de Rut y Booz, y el menor de ocho hermanos ;. último hijo de Jesé (Rut 4:22), un ciudadano de Belén y desde niño fue pastor de ovejas.Aparentemente su padre era un hombre de vida humilde. El nombre de su madre no ha quedado registrado. Algunos piensan que era la Naas de los II Samuel 17:25. Ocupado en este trabajo adquirió el coraje que luego supo desplegar en el campo de batalla (1 Samuel 17:34–35) y el tierno cuidado que tuvo para con su manada, que más tarde habría de ser tema de sus canciones acerca de los atributos de su Dios. Sus primeras hazañas registradas fueron sus encuentros con las fieras salvajes. El decía que con su propia mano y sin ayuda había matado a un león y a un oso, cuando intentaron atacar su rebaño, pegándoles hasta matarlos con un palo (1 Samuel 17:34,35). Como José, sufrió la mala disposición de sus hermanos mayores, que le tenían envidia, posiblemente por los talentos con que Dios lo había favorecido (1 Samuel 17:28). Aunque fue modesto en cuanto a su ascendencia (1 Samuel 18:18), David había de ser padre de una línea de notables descendientes, como lo demuestra la genealogía de nuestro Señor en el Evangelio de Mateo (Mateo 1:1–17). Ungimiento y amistad con Saúl Cuando Dios rechazó a Saúl como rey de Israel, David le fue revelado a Samuel como su sucesor, y por ello el profeta lo ungió en Belén sin ninguna ostentación (1 Samuel 16:1–13). Tras este suceso, regresó a su vida como pastor de ovejas, pero "el Espíritu del Señor llegó a David desde ese día en adelante" y "el Espíritu del Señor se alejó de Saúl" (1 Samuel 16:13, 14). Uno de los resultados del rechazo de Saúl fue que el Espíritu de Dios se retiró de él, provocando como consecuencia una gran depresión en su propio espíritu. Se advierte una impresionante revelación del propósito divino en la providencia por la cual David, destinado a reemplazar a Saúl en el favor y los planes de Dios, es elegido para socorrer al rey caído en sus momentos de melancolía (1 Samuel 16:17–21). De esta manera, la vida de estos dos hombres estuvo íntimamente ligada. David fue enviado a calmar con su arpa el atormentado espíritu de Saúl, quien sufría los 2
ataques de un espíritu malo enviado por Dios Samuel 16:14 . David tocó su arpa de forma que logró dar alivio a Saúl y este comenzó a sentir afecto por el joven pastor de ovejas. Después de esto, David volvió a Belén, destacando posteriormente en las guerras contra los filisteos. Los ejércitos filisteo e israelita libraron una batalla en el valle de Elah, unas 16 millas al Sur-Oeste de Belén, adonde fue enviado David por su padre para llevar provisiones a sus tres hermanos, que luchaban al lado del rey. Cuando llegó al campamento israelita, David, ahora un joven (1 Samuel 17:42), se enteró que el campeón de los filisteos, Goliat de Gath, vino a desafiar a Israel. David juró pelear con el campeón filisteo y Saúl le ofreció su propia armadura real para hacerlo, pero David la rechazó ya que no estaba acostumbrado a usarla y se sentía incómodo con ella. David sólo tomó su honda, y con su entrenada puntería arrojó un guijarro de río que golpeó la frente del gigante, de forma que éste cayó al suelo inconsciente. Entonces David corrió a cortar la cabeza de Goliat con su propia espada (1 Samuel 17:51). El resultado fue una gran victoria para los israelitas, quienes persiguieron a los filisteos hasta las puertas de Gath y Ecrón. Sin embargo, la popularidad que David consiguiera con su heroísmo despertó los celos de Saúl (1 Samuel 18:6-16), Saúl nombró a David como su paje de armas o escudero. Luego el conocido incidente con Goliat, el campeón filisteo, lo cambió todo (1 Samuel 17). La agilidad y habilidad de David con la honda le permitió vencer al fuerte y pesado gigante, cuya muerte fue la señal para la derrota por parte de Israel de las fuerzas filisteas. Quedó abierto el camino para que David hiciera suya la recompensa prometida por Saúl: la mano de la hija del rey, y liberación de impuestos para toda la familia de su padre. Pero un factor inesperado cambió el curso de los acontecimientos: los celos que sintió el rey ante el nuevo campeón de Israel. Cuando David regresaba, después de haber matado a Goliat, las mujeres israelitas le dieron la bienvenida cantando “Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles”. Saúl, a diferencia de su hijo Jonatán en una situación parecida, se sintió herido y, se nos dice, “desde aquel día no miró con buenos ojos a David” (1 Samuel 18:7, 9). La hostilidad de Saúl El trato de Saúl para con David comenzó a ser cada vez menos amistoso, y en un momento dado vemos al joven héroe nacional salvándose de un ataque brutal contra su vida por parte del rey. Sus honores militares le fueron reducidos, fue defraudado en cuanto a la esposa prometida y unido en matrimonio a la otra hija de Saúl, Mical, después de llegar a un arreglo que tenía por objeto causarle la muerte (1 Samuel 18:25). Parecería, por lo que se dice en 1 Samuel 24:9, que había en la corte de Saúl un grupo que fomentaba deliberadamente las desinteligencias entre Saúl y David, y el estado de cosas entre ellos se fue deteriorando paulatinamente I Sam. 18,2.9-18. 19-24. 24,1 ss; Salmo 56; I Sam. 26,7-25 Otra tentativa infructuosa de Saúl de matar a David con su lanza fue seguida por un intento de arresto, que se vio frustrado por una estratagema de Mical, la esposa de David (1 Samuel 19:8–17). Un rasgo notable de este período en la vida de David es la manera en que los dos hijos de Saúl, Jonatán y Mical, se aliaron con David contra su propio padre. Huida de delante de Saúl Las etapas siguientes en la historia de David se caracterizan por constantes huidas ante la implacable persecución de Saúl. No le es posible a David descansar en un solo lugar por mucho tiempo; profeta, sacerdote, enemigo nacional: ninguno puede ofrecerle refugio, y los que le ofrecen ayuda son cruelmente castigados por un rey enloquecido de rabia (1 Samuel 22:6–19).
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Después de escapar apenas de los jefes militares de los filisteos, por fin David logró organizar la banda de Adulam, que al principio estaba constituida por un grupo heterogéneo de fugitivos, pero que más tarde se transformó en una fuerza armada que asolaba a los invasores del exterior, protegía las cosechas y el ganado de las comunidades israelitas ubicadas en lugares remotos, y vivía de la generosidad de estas últimas. En 1 Samuel 25 se registra la forma miserable en que uno de estos acaudalados hacendados, Nabal, se negó a reconocer su deuda para con David; este incidente es interesante pues presenta a Abigail, que luego habría de ser una de las mujeres de David. Los capítulos 24 y 26 del mismo libro registran dos ocasiones en que David le perdonó la vida a Saúl, como consecuencia de una mezcla de piedad y magnanimidad. David, ante la imposibilidad de frenar la hostilidad de Saúl, llegó a un acuerdo con el rey filisteo, Aquis de Gat, y le fue concedida la ciudad fronteriza de Siclag como recompensa por el uso ocasional de su banda de guerreros. Sin embargo, cuando los filisteos se lanzaron decididamente a pelear contra Saúl, sus jefes militares tuvieron cierto recelo ante la presencia de las tropas de David en sus filas, temiendo que a última hora pudiera producirse un cambio de lealtad, motivo por el cual David no tomó parte en la tragedia de Gilboa, tragedia que más tarde lamentó en una de las más hermosas elegías que se conocen (2 Samuel 1:19–27). Rey en Hebrón Una vez muerto Saúl, David buscó conocer la voluntad de Dios, quien lo guió a que volviera a Judá, la zona de su propia tribu, donde sus compatriotas lo ungieron rey. David fijó su residencia real en Hebrón. Tenía ya 30 años de edad, y reinó en Hebrón durante siete años y medio. Los primeros dos años fueron ocupados en una guerra civil entre los defensores de David y los antiguos cortesanos de Saúl, que habían consagrado a Es-baal (Is-boset), hijo de Saúl, como rey en Mahanaim. Es muy probable que Es-baal no haya sido más que un títere en manos de Abner, el fiel seguidor de Saúl. Eventualmente, Abner, el comandante y asesor de Saúl, se fue desilusionando de Isbaal y cambió de bando al lado de David. La guerra terminó cuando Isboset fue asesinado en el año 991 a. C. Cuando estos fueron asesinados, toda oposición organizada contra David terminó, y fue ungido rey sobre las doce tribus de Israel en Hebrón. De allí transfirió en seguida la capital de su reino a Jerusalén (2 Samuel 3–5). pero ante los recelos de los israelitas por mantener su capital en territorio de Judá, finalmente decidió conquistar la fortaleza jebusea de Jerusalén para convertirla en su nueva capital. Su elección se basaba en que esta ciudad se hallaba ubicada sobre un promontorio (el monte Moriah) que la hacía prácticamente inexpugnable, unido al importante factor de que no pertenecía a ninguno de los dos reinos, ya que permanecía en manos de una tribu cananea, los jebuseos, que habían logrado mantener el dominio de la ciudad frente a los dos reinos hasta ese momento. Tras la conquista de la ciudad, David proclamó a Jerusalén como su capital, y llevó el Arca de la Alianza al Monte Moriah, donde tuvo intención de construir un templo, pero Dios, no lo autorizó a hacerlo. Una razón fue que el Templo debía ser un sitio de paz y reverencia, pero como David había peleado tantas batallas, se había convertido, según la Biblia, en un "hombre de sangre".
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Rey en Jerusalén A partir de este momento comenzó el período más exitoso del largo reinado de David, que habría de prolongarse otros 33 años. Debido a una excelente combinación de coraje personal y hábil conducción militar encaminó a los israelitas hacia una sistemática y decisiva subyugación de todos sus enemigos (filisteos, cananeos, moabitas, arameos, edomitas, y amalecitas), de tal manera que su nombre hubiera adquirido fama en la historia independientemente de su significación para el plan divino de la redención. La debilidad de las potencias de los valles del Nilo y del Éufrates en ese entonces le permitió, mediante conquistas y alianzas, extender su esfera de influencia desde la frontera egipcia y el golfo de Ácaba hasta el Éufrates superior. Después de conquistar la supuestamente inexpugnable ciudadela de los jebuseos, Jerusalén, la transformó en capital de su reino, desde donde pudo vigilar las dos grandes divisiones de sus dominios, que más tarde se convirtieron en los dos reinos divididos de Judá e Israel. Se edificó un palacio, se construyeron carreteras, se restauraron las rutas comerciales, se aseguró la prosperidad material del reino. Sin embargo, esta no podía ser la única, ni siquiera la principal, ambición de un “varón conforme al corazón de Dios”, y pronto se pone de manifiesto el celo religioso de David. Hizo volver el arca del pacto desde Quiriat-jearim, y la colocó en un tabernáculo especial construido para ese fin en Jerusalén. Durante el viaje de retorno del arca ocurrió el incidente que provocó la muerte de Uza (2 Samuel 6:6–8). Gran parte de la organización religiosa que habría de enriquecer más tarde el culto en el templo debe su origen a los arreglos para el servicio religioso en el tabernáculo construido por David en esa época. Además de su importancia estratégica y política, Jerusalén adquirió de esta manera una significación aun mayor desde la perspectiva religiosa, con la cual se ha asociado su nombre desde entonces. Luego de esto comenzó a extender sus dominios, sometió a los filisteos y los masacró y por ende tuvo acceso al mediterráneo, luego hizo campañas hacia el este contra los moabitas, salió victorioso, también contra varias tribus arameas que sometió ocasionándole graves daños a su ejércitoLos hamateos sintieron que sería inútil pelear con Israel, así que se hicieron vasallos voluntariamente. Alistó a su ejército para pelear contra los amonitas, que a su vez contrataron a los arameos (sirios) como mercenarios. Pero David obtuvo la victoria conquistando todo sus territorios y poniéndolos bajo tributo. Luego de esto David quiso conquistar Edom, presumiblemente para tener acceso al Mar Rojo por el puerto de Ezion-Geber la moderna Elat, pero dejó a Joab su comandante y sobrino a cargo de la conquista, matando a todos los hombres de los edomitas. Todavía quedaba su capital casi inexpugnable llamada Raba-Amon, la moderna Amman que actualmente es la capital de Jordania. Mientras dejaba a sus sobrinos Joab y Abisay a cargo de la conquista, cometió adulterio con Betsabé, mujer de Urías el hitita, que era uno de los valientes del ejército y se encontraba en el sitio de Raba. Luego de que David se entera que Betsabé está encinta, llama a Urías y le ordena que vaya a su casa a hacer el amor con su esposa, pero Urías no quiso, por lo que David lo mandó a poner en primera fila en la batalla, y debido a esto fue muerto fácilmente. Después de esto Joab mandó a David para que completara la conquista de Raba, y con eso el imperio de David quedó desde el río Éufrates hasta el río de Egipto, un territorio casi 16 veces más grande del que posee actualmente el estado de Israel, y ocupando parte de lo que es actualmente Egipto, Jordania, Siria, Líbano, e Irak. Después de varios meses de asedio a Raba, Joab le aconsejó a David que fuera a completar la conquista, y la destruyeron. De ese modo cayó la última ciudad de los amonitas. David también se 5
encargó de los asuntos religiosos de su reino, organizó a los sacerdotes, levitas y cantores en diferentes grupos, lo mismo hizo en su ejército, con Joab y Abisay como generales, Seraias como escriba, Benayyah a cargo los cereteos (quizás los cretenses o caftoritas), y peleteos (filisteos), que eran mercenarios o obligados a jurar lealtad a David después de haber sido subyugados. Incidentes con sus hijos Amnón, primogénito de David, se enamoró locamente de su propia media-hermana llamada Tamar , la violó y luego la expulsó de su casa como si fuera una prostituta, pero David no le dio ningún castigo, por eso Absalón, hermano de padre y madre de Tamar guardó un odio profundo hacia Amnón durante dos años, hasta que mandó a matar a Amnón. David no cumplió con la ley de Moisés en estas dos oportunidades ya que el castigo por el acto de Amnón era la muerte y lo mismo en el caso de Absalón, pero sí lo exilió a donde su abuelo materno el rey vasallo de Gesur, llamado Talmai. Luego de un tiempo Joab hizo que David se convenciera de que Absalón volviera, pero que no viera su cara. Absalón estaba ansioso de poder volver a ver a su padre y le pidió dos veces a Joab que intermediara entre él y su padre, pero Joab no le respondió, entonces Absalón quemó sus cosechas y reción ahí Joab lo llevó ante David. Después Absalón, (probablemente aconsejado por Ahitofel consejero de David y abuelo de Betsabe que quería vengarse por la vergüenza que pasó su familia cuando Betsabe cometió adulterio con David) se puso a la puerta del palacio para hacer justicia entre los que tenían problemas, y así Absalon iba ganando popularidad entre los israelitas, hasta que un día le mandó mensajeros a todas las partes del reino habitadas por israelitas (desde Dan hasta Beerseba, las otras partes del reino eran habitadas mayormente por los restos de los anteriores reinos subyugados por David, por lo tanto debían someterse a cualquiera que estuviera en el trono de Israel) para que lo proclamaran rey. Entonces le pidió a su padre ir a Hebrón a pagar un voto hecho al Señor, y entonces fue proclamado rey de Israel y todo Israel lo siguió, salvo unas pequeñísimas aldeas campesinas de Judá y de Transjordania. David, cuando se enteró de la rebelión decidió huir y no defender Jerusalén ya que tenía muy pocos soldados aunque eran los más hábiles y valientes del reino, y además si perdía la batalla Jerusalén sería destruída en unos pocos días de asedio por esto prefirió huir con sus valientes y con los mercenarios geteos (de Gat, la ciudad filistea). Para que fuera difícil encontrarlo huyó a Transjordania, donde unos pocos campesinos les dieron provisiones. En la batalla Joab le aconsejó a David no ir a la batalla por que Absalón ordenó principalmente matar a David. Entonces David dividió su ejército en 3 partes, una a cargo de Joab, otra de Abisay y la otra parte a cargo de Itay geteo conminándoles a guardar la vida de su hijo Absalón. En la batalla el ejército de Absalón fue ampliamente superado y murieron en esa batalla unos 20.000 hombres de Israel asesinados por los hombres de David, entonces Absalon al ver su derrota, huyó y mientras iba en su burro quedó trabada su cabeza en una encina y cuando supo de esto Joab, fue y lo mató.
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II. GUÍA PARA EL USO DEL SALTERIO COMO LIBRO DE ORACIÓN1 P. Fernando Rivas
Libro Iº (1-40): Es un libro de neto carácter sapiencial y mesiánico (salmos 1 y 2). Todo este libro está encerrado en una inclusión de dos salmos sapienciales que señalan la bienaventuranza (sal 31) del hombre que medita la Ley del Señor (sal 1); y se preocupa del pobre y desamparado (sal.40). Libro IIº (41-71): Está compuesto de muchos salmos levíticos (sacerdotales) y davídicos, que expresan el profundo anhelo del fiel por el Templo, lugar de la presencia del Señor, que llena de sentido la vida del hombre. Libro IIIº (72-88): Plantea el profundo dilema de la presencia y prosperidad de los malvados y su sentido frente al juicio de Dios. Incluso contempla el fracaso del Mesías, el "Cristo", en el salmo 88. Libro IVº (89-105): El salmista alcanza la sabiduría del corazón y espera confiado en el "día del Señor", que viene a reinar (salmos 92 al 99). Libro Vº (106-150): Las primeras palabras de este libro son: "Dad gracias al Señor porque es bueno" (sal. 106,1) y marca el tenor del conjunto: contemplar la ternura, el amor y la misericordia que se ha manifestado en la historia de la salvación. La verdadera sabiduría es contemplar estas notas esenciales que revelan la constante del obrar del Señor, que es salvar. Sentido cristiano de los salmos, según sus libros Por el uso hecho a lo largo de las generaciones por la Iglesia, desde los Evangelios, los Hechos de los Apóstoles hasta hoy se puede sintetizar en las siguientes notas: Libro Iº (1-40): Después de la proclamación de la filiación divina del Mesías (sal.2,7) este libro ofrece una primera contemplación de la Pasión y Pascua de Cristo. Los salmos 21 y 30 fueron pronunciados por Cristo sobre la Cruz; el 22 fue utilizado por la Iglesia primitiva, en sus catequesis bautismales (id.sal 33), para referirse a la resurrección y vida nueva en Cristo; el salmo 23 es usado por la Iglesia para referirse a su Ascensión. Finalmente Pedro, en los Hechos (2,22-29), encuentra la profecía de la resurrección de Cristo en el salmo 15. El sal.39 presenta, para la Carta a los Hebreos, el misterio de la verdadera oblación ofrecida por Cristo. Por razones de espacio dejamos al lector la tarea de encontrar en las notas y paralelos de la Biblia los textos del Nuevo Testamento que hacen uso de los salmos que señalamos. Libro IIº (41-71): La iconografía cristiana encontró en la imagen inicial de este libro ("como busca la cierva las fuentes del agua") a Cristo, "fuente" sacramental de la gracia. El salmo 44 canta la unión esponsal de Dios con el hombre que se da en Cristo, al modo del Cantar. La Iglesia ve un canto a la Ascensión del Señor en el salmo 46. El sal.50 espera la nueva alianza en que el Espíritu Santo renovará el corazón del hombre. S. Pablo encuentra en el sal.67,19 una referencia a la Ascensión del Señor y el envío del Espíritu Santo. Pero nuevamente la Pasión cruza este libro con el sal.68 citado por los evangelistas para referirse al "celo por la casa del Padre" (v.10); al vinagre que le ofrecen en la Cruz (v.22) y al fin trágico de Judas (v.26).
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COLOQUIO Nº 5, pág. 25 ss.
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Libro IIIº (72-88): La Iglesia es la principal protagonista de este libro. Pero es la Iglesia perseguida (sal.73), la Iglesia de los mártires (sal.78) cuya sangre es derramada y sus cuerpos quedan insepultos (Apc 6,10; 11,7). El misterio del Reino de los Cielos (Mt 13,3) está contenido, en parábolas e imágenes, en el gran salmo 77 (1-2). La Iglesia es la viña del Señor, su rebaño, y Dios es su pastor (sal.79). Esta es la imagen dominante en todo este libro. El sal.88 presenta la pasión del Mesías que llama a Dios "su padre". Libro IVº (sal.89-105): Presenta la sabiduría de la cruz: El sal.90 es citado por los evangelistas para referir la victoria de Cristo contra el Demonio. El salmo 95,10 (en. versión grecolatina) habla de un Dios que reina, pero desde "el madero" (de la Cruz). Y el sal.94 invita al cristiano a escuchar "hoy" la voz del Señor, para entrar en su "reposo" (Heb 3,7). Heb.1,10 aplica a Cristo el salmo 101: Cristo resucitado es el Señor que vive por todas las generaciones. Libro Vº (sal. 106-150): La victoria de la Cruz es motivo del "cántico nuevo" y del "aleluia" que proclama la Iglesia del Apocalipsis y que recorre todo este libro 5a. No por ello los signos de la Pasión están ausentes. El sal. 108 termina presentando a Dios que se pone a la "derecha del pobre" injustamente acusado, para salvar su vida, y el sal. 109, con un oráculo divino, testifica la exaltación de Cristo y confiesa su sacerdocio eterno según el "orden de Melquisedec": "Dijo el Señor a mi Señor: siéntate a mi derecha". Por ello Cristo, el que "viene en nombre del Señor", es la "piedra que desecharon los arquitectos", y que es ahora la "piedra angular". Es la Pascua, "el día que hizo el Señor" (sal. 117,22-24). La liturgia de la Iglesia vio en el salmo 138 un canto a la resurrección de Cristo ("tu conoces cuando me siento o me "levanto") y el Exultet de la Vigilia Pascual se inspira también en este salmo para ver en Cristo la "luz" que ilumina las tinieblas (v.ll). Por eso, toda entera, los "pequeños y grandes" (sal.113b,13), celebra las bodas del Cordero.
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III. CUADRO DE LA DIVISIÓN DE LOS SALMOS Siguiendo los "títulos" que tienen los salmos en la Biblia se pueden agrupar y caracterizar del modo siguiente: SALMO
TITULO COLECCIÓN
CARACTERÍSTICAS
CONTENIDO
1
Salmo independiente
Con el salmo 150 dan la introducción y la conclusión al Salterio.
El sal.l presenta el salterio como la vida interior del que medita la "Ley del Señor", día y noche.
2
Salmo independiente
Con el s.149 encierran todos los salmos en un contexto mesiánico.
El Señor ha establecido un Rey Mesías (s.2), al que da la victoria sobre todos sus enemigos (s.149).
3-40
1a. Colección Davídica (en sus títulos es mencionado David).
Salmos de carácter individual. Es el salterio "Yavista". Dios es llamado Yahvé (= El que Es).
Expresan una oración de total confianza en Yahvé en medio de las pruebas. El Nombre de Yahvé (s.8) es el arma contra los enemigos.
Salterio de los Hijos de Coré (familia de levitas cantores y profetas del Templo=lCro 25, 1).
Después de un primer salmo de carácter personal los restantes son salmos de carácter nacionalcolectivo: es el pueblo entero quien ora a Dios.
Expresan un amor apasionado por el Templo, el Culto y la Ciudad Santa de Jerusalén, lugar de la presencia del Dios-connosotros (s.45).
2a.Colección Davídica (en sus Salmos de carácter individual. Es títulos aparece llamado "salterio elohista" porque mencionado Dios es llamado Elohim. David).
En ellos el orante es personificado por el David pecador (s.50) y sufriente perseguido (55-62), figura del Siervo de Yahvé de Isaías.
41-48
y 83-84
y 86-87
50-71
72-82
y 49
89
91-99
Colección de Asaf(otrade las familias de levitas cantores).
Poemas de carácter nacional. Tratan del drama del pueblo y la ciudad santa derrotado y saqueado.
Expresan una confianza intensa en la protección del Dios que sacó al pueblo de Egipto y en la próxima venida de un pastor como David.
La atribución a Moisés pone de manifiesto el sentido de los Salmo de Moisés títulos: no es señalar al autor sino al personaje que por antonomasia vivió lo dicho en él.
Canta la brevedad de la vida, su caducidad y penas. Pide la manifestación del auxilio de Dios "para hacer próspera la obra de nuestras manos".
Himnos que cantan la Salmos del Reino. Son realeza de Yahvé.
Expresan la victoria de Dios, su reinado sobre la naturaleza y sobre todos los pueblos.
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104-106
Salmos Aleluiáticos. (comienzan con "aleluya")
110-117
Salmos Aleluiáticos.
Cantos de acción de gracias y alabanza.
Salmo de Salomón
Es uno de los salmos "graduales". La referencia a la casa-templo hacen lógica su atribución a Salomón, constructor del Templo.
118
119-133
126
134- 135
137-144
145-150
Consideran en conjunto toda la "Aleluya" es una aclamación que significa: "alelu"=alabemos; y obra de la redención y la historia "Ya"=a Yavéli Son salmos históricos. de la salvación.
Expresan una intensa experiencia personal de la salvación. Larga letanía en torno a la Ley. Es considerado un No posee ilación lógica de temas. salmo Extenso salmo construido de tal La Ley no es un conjunto de introductorio de modo que cada 8 (7+1) sino que son señales que los salmos versículos, empieza con una letra normas sirven para indicar un graduales (119distinta del alfabeto judío. "camino" que llevan a la 133). comunión de voluntad con la de Dios. Están destinados a ser Salmos Son salmos que forman una rezados en peregrinación al "graduales" o de unidad, para ser rezados uno Templo, y marcan un camino hacia "las ascensiones" después de otro en forma Dios. Están divididos en tres (fueron agrupados hilada. Cada uno está bloques que señalan el paso de la en forma sucesiva construido con el recurso angustia a la felicidad, para ser rezados literario llamado de apoyado en un motivo de en peregrinación - "graduación" por el cual, para esperanza (119-121; 122ascensión- a la pasar de un versículo a otro se 127;128-133). La meta es ciudad santa de retoma una palabra o idea del Jerusalén (Jeru = ver; Shalem = Jerusalén). anterior. la Paz) y la plenitud de bendición.
Salmos que repasan toda la historia salvífíca y el gran acontecimiento de la Pascua (Éxodo). Salmos que expresan situaciones individuales ante 3a Colección Dios. Tienen la particularidad de Davídica. (aparece David en ser, varios de ellos, un eco de los sus títulos) davídicos de la lfl o 2fi colección (ver sal.17-143; ver sal.50=142; 138=25) Gran Hallel
Pequeño Hallel
Salmos encabezados con un "aleluya".
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Se refiere a la inutilidad del esfuerzo del hombre, si el Señor "no construye la casa" Alaban a Dios por cada paso de la creación-redención. Todo ello se debe a que "es eterna su misericordia". (135) Piden la plenitud de la salvación. Expresan una intimidad de David con su Señor que se convierte en confianza y conocimiento del que es "tardo a la cólera y rico en clemencia" (s.144) Cierran todo el salterio con la alabanza de las criaturas (s.148); de los enemigos(149) y de todos los seres (150).
IV. LOS SALMOS DE DAVID2 P. Fernando Rivas
A. Los Títulos de los Salmos En un número anterior de esta revista (1) hemos visto la clasificación de los salmos a partir de sus títulos. Estos títulos figuran a la cabeza de cada salmo, como su primer versículo. A pesar de la diversidad de esos títulos, vimos cómo dentro de los 150 salmos que componen el Salterio hay colecciones que se forman por tener cada uno de los salmos que la componen el mismo título. Así figuran las colecciones de salmos llamadas de "David", de "Asaf", de los "Hijos de Coré", y otras que veremos después. Cada una de ellas posee características propias que producen, en el que ora con los salmos, una resonancia distinta según a qué grupo pertenece cada salmo. Es por eso que es importante conocer los matices de cada colección pues permite descubrir ciertas unidades dentro del salterio que, de no ser así, se presenta como un conjunto de 150 salmos totalmente diversos y que confunden al orante, pues no puede captar y experimentar los movimientos fundamentales del alma hacia Dios que contiene el salterio y que son su fin propio dentro del conjunto de las Sagradas Escrituras. Pero, a pesar de la importancia que tienen los títulos, hoy día muchos estudiosos no los tienen en cuenta, llegando incluso a quitarlos de la Biblia. Y el motivo es que son títulos puestos en forma tardía, no sólo después de haber sido elaborado el salmo (s. X-IV a.C.), sino incluso después de haber sido formado el libro del Salterio, al volver del destierro en Babilonia. Por eso se supone que estos títulos fueron colocados a la cabeza de cada salmo entre los años 450-300 a.C. Entre los títulos que llevan las distintas colecciones existe una gran diferencia. Y entre ellas se destacan las 3 colecciones de salmos que llevan por título "David" ya que después de decir que es de David, el autor del título ubica el salmo correspondiente dentro de alguna de las distintas circunstancias que vivió David, según lo narran los libros de Samuel. Por eso vamos a detenernos en ellos. Así se podrá saber qué función cumple el título a la cabeza de un salmo, y por eso mismo cuál fue la intención del autor al hacerlo. Veamos entonces los salmos que llevan por título "Salmo de David". B. Las tres colecciones de Salmos de David. (2) Los grupos de salmos que llevan en su título el nombre "David" son: 3-40; 50-71 y 137-144. Como hay otros salmos aislados que llevan el mismo título podemos decir que de los 150 salmos del salterio 73 llevan por título "David". Entre ellos hay tres salmos que hablan en su interior de David. Ellos son: a. El salmo 88: en sus versículos 47-52 dicen así: 47.¿Hasta cuándo, Señor, estarás escondido, y arderá como fuego tu cólera? 48.Recuerda, Señor, lo corta que es mi vida 2
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y lo caducos que has creado a los humanos. 49.¿Quién vivirá sin ver la muerte, quién sustraerá su vida a la garra del Abismo? 50.¿Dónde está, Señor, tu antigua misericordia que por tu fidelidad juraste a David? 51.Acuérdate, Señor, de la afrenta de tus siervos: lo que tengo que aguantar de las naciones, 52.de cómo afrentan, Señor, tus enemigos, de cómo afrentan las huellas de tú Ungido. Este largo salmo es un acto de esperanza en la ayuda de Dios, y es muy meritorio pues la situación que se está viviendo es de catástrofe del pueblo y del Ungido (David). b. El salmo 17: lleva en su título el nombre "David", y también en el interior del mismo. Dice así: 50. Por eso te daré gracias entre las naciones, Señor, y cantaré en honor de tu nombre: 51 tú diste gran victoria a tu rey, tuviste misericordia de tu ungido, de David y su linaje por siempre. Y en su título dice: Al que preside, del siervo de Dios, David, que dijo a Yahvé las palabras de este canto. c. El salmo 143 es como un eco del salmo 17 y lleva por título "David" y en su interior dice: 9. Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: 10.para ti que das la victoria a los reyes y salvas a David, tu siervo. Defiéndeme de la espada cruel, 11.sálvame de las manos de extranjeros: cuya boca dice falsedades, cuya diestra jura en falso. De estos tres salmos surge una figura de David "siervo de Yahvé" (sal.17), probado hasta la muerte (sal 88) pero salvado por el poder divino (sal 17 y 143), fundando una confianza invencible en la espera de un Descendiente prometido (sal. 17 y 88), cuya venida traerá la felicidad (sal.143). A esta figura de David podemos ahora agregar aquella que surge de los salmos que llevan un título que aplica el salmo a un hecho histórico ocurrido en vida de David y narrado en los libros de Samuel. Ellos son: a. Sal 58: Saúl hace vigilar la casa de David para matarlo (Cf. 1Sam 19,11). b. Sal 55: Los filisteos capturan a David (Cf. 1Sam 21,11). c. Sal 33: David se hace el loco ante ellos y lo echan (Cf. 1Sam 21,12). d. Sal 51: Saúl es advertido de que David pasará por casa del sacerdote Ahimelek (Cf. 1Sam 21,8; 22,6). e. Sal 53: Advierten a Saúl que David está en Zif (Cf. 1Sam 23,19). f. Sal 62: David se esconde en el desierto de Judá (Cf. 1Sam 22-24). g. Sal 56 y 141: David se esconde en una caverna (Cf. 1Sam 24,4). h. Sal 59: David combate contra Arameos y Edomitas (Cf. 2Sam 8,3-13 y 10,15-19). 12
i. Sal 50: David es reprendido por el profeta Natán por su pecado con Betsabé (Cf. 2Sam 11-12). j. Sal 3: David huye perseguido por su hijo Absalón (Cf. 2Sam 15). k. Sal 7: David se lamenta por las injurias de un benjaminita (Cf. 2Sam 16,5-12). l. Sal 17: Dios lo libra de sus enemigos. m. Sal 71,20: David hace un cántico para su hijo Salomón (Cf. 1 R 1,30). Esta lista de títulos y episodios de la vida de David dejan ver con claridad que faltan muchos episodios de su vida: sus sacrificios a Yahvé, sus victorias (especialmente la espectacular derrota de Goliat), la entrada gloriosa en Jerusalén, sus amores y amistades. Y sumado a esa serie de omisiones, hay un hecho curioso escondido en el salmo 59. Según el título se trata del episodio en que David obtuvo una victoria difícil sobre Aram de Naharaim. Pero cuando se lee el salmo que sigue a ese título nos encontramos con una plegaria de un hombre que ha sufrido una derrota con su ejército: 3. Oh Dios, nos rechazaste y rompiste nuestras filas, estabas airado, pero restáuranos. 4. Has sacudido y agrietado el país: repara sus grietas, que se desmorona. 5. Hiciste sufrir un desastre a tu pueblo, dándole a beber un vino de vértigo; 6. diste a tus fieles la señal de desbandada haciéndolos huir de los arcos. Todas estas observaciones sobre los salmos que llevan el título de David, y que constituyen la mitad del salterio, ponen de manifiesto que están presentado un David que no es exactamente el de los libros de Samuel, que narran sus grandes victorias contra los pueblos vecinos, especialmente filisteos (Goliat), de las cuales ninguna aparece en los salmos. Pero tampoco nos presentan al David del libro de las Crónicas, que es un Rey perfecto, profeta, inmaculado, que no ha cometido ningún pecado, ni siquiera el que le reprocha el profeta Natán. ¿Qué imagen es la que los salmos nos trasmiten de David? El Salterio nos presenta a un David que tiene todos los rasgos y características del Siervo Sufriente que describe el profeta Isaías. C. David, el Siervo Sufriente de Yahvé El nombre que recibe David en el salterio es el de "siervo". El título del salmo 17 dice así: "De David, el Siervo del Señor, cuando dirigió estas palabras al Señor por haberlo librado de la mano de todos sus enemigos y de Saúl". Y el salmo 143, que parece un eco del anterior, dice en su versículo 10: 9. Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tocaré para ti el arpa de diez cuerdas: 10. para ti que das la victoria a los reyes y salvas a David, tu siervo.
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El salterio ha asimilado a David al siervo sufriente del segundo Isaías (Is cs.40-55). El David de los salmos no es un justo impecable, sino un auténtico representante de su pueblo, a veces errado y culpable, otras veces probado, y siempre librado por la poderosa fidelidad de su Dios. Si se estudian los otros salmos atribuidos a David, pero que no se relacionan con pasajes de su historia, vuelve a aparecer la misma figura: un justo que sufre (sal 21) o un pecador que se arrepiente (sal 31). Además se presentan siete salmos de acción de gracias por una victoria o por una liberación (sal. 9; 20; 29; 65; 102; 123; 143); siete himnos de alabanza a Dios, Señor del mundo, del cosmos y de la historia (sal 8; 18; 28; 32; 67; 138; 144); seis elogios del justo y su bienaventuranza (sal 14; 15; 23; 100; 130; 132); tres poemas al rey-mesías (sal 19; 71; 109) y uno por Jerusalén (sal 121). Pero, a pesar de estos últimos, el David del Salterio es un hombre incomprendido, perseguido, pecador. Es la figura del Siervo del segundo Isaías, y que los autores de los evangelios identificarán con Cristo. D. David, figura de Cristo Visto bajo esta perspectiva el salterio se presenta como un trabajo de selección de aquellos poemas que equiparan a David con la figura del Siervo de Yahvé. Los salmos pasan a ser, entonces, el canto que pronuncia el mismo Siervo, enriqueciendo de este modo el misterio y el silencio de ese personaje del profeta Isaías. Y es con la imagen que presentan esos salmos con la que se identifica el mismo Cristo, cuando les enseñaba a sus discípulos todo lo que se decía en los salmos acerca de Él (cf. Lc 24,44). Por otra parte son estos salmos, que en sus títulos se atribuyen a David, los que son más citados en el Nuevo Testamento. El David de los salmos representa la esperanza de los pobres de Israel (anawim). Él mismo se llama "pobre" (anav). El salmo 33, por ejemplo, que lleva por título "de David" dice: 5. Yo consulté al Señor y me respondió, me libró de todas mis ansias; 6. contempladlo y quedaréis radiantes, vuestro rostro no se avergonzará. 7. Este pobre invocó al Señor, y él lo escuchó y lo salvó de sus angustias; Y el mismo salmo 21 que canta Cristo en la Cruz (Dios mío...) sigue más adelante diciendo así: Líbrame a mí de la espada, y a mi única vida, de la garra del mastín; sálvame de las fauces del león, a este pobre, de los cuernos del búfalo.(v.22) E. Conclusión Los títulos de los salmos no pueden dejarse sin perder una riqueza que la Biblia y la tradición han conservado. Ya los padres de la Iglesia comentaban largamente cada uno de esos títulos y solían encontrar en ellos la clave de lectura de cada salmo (como si fuese una antífona). Desde san Atanasio hasta Casiodoro, pasando por el gran comentario de San Agustín, los padres de la Iglesia consideraron imprescindible para el rezo de los salmos saber qué título lleva. 14
Por lo que vimos arriba, el encontrar el nombre "David" delante de un salmo no puede dejar indiferente al que lo reza. Ese título le está diciendo que todas esas angustias y tribulaciones que los salmos ponen en sus labios no son simples circunstancias que se viven en este mundo, sino que son el camino por el cual Yahvé, el Señor, conduce a sus elegidos: a David como figura, a Cristo como su realización perfecta, y finalmente, para el que los toma como su oración propia, "para llevar a plenitud lo que falta a la pasión de Cristo" (Col 1,6), y realizando la promesa hecha en el salmo 1: ...será como un árbol plantado al borde de la acequia...(v.3). NOTA La tradición hebrea dio también gran importancia a los títulos de los salmos. Si tomamos, por ejemplo el salmo 33 con su título, que vimos más arriba : David se hace el loco ante Abimélek y lo echan. Podemos ver cómo los comentaristas dan luz sobre el salmo con el contenido del título. De este modo el primer versículo del salmo dice: Bendigo al Señor en todo tiempo, Su alabanza estará siempre en mi boca... En el comentario a este salmo el Midrash, (comentario) judío, narra esta simpática situación que revela también un método exegético: "Las palabras bendigo al Señor en todo tiempo se tienen que considerar a la luz de lo que dice la Escritura en otro lado: Ha hecho todas las cosas bellas a su tiempo (Ecle.3,11) "Todas las cosas que el Santo, bendito sea, ha hecho en este mundo, las ha hecho bellas. David dijo al Santo, bendito sea: Todo lo que has hecho, lo has hecho bello, pero la obra más bella es la sabiduría, como se dice en otro lado: ¡Qué magníficas son tus obras Señor, todas las hiciste con sabiduría (sal 103,24). Para David significaba: todas las cosas las has hecho con sabiduría y las has hecho bien, con excepción de la locura. Entonces David dijo al Santo, bendito sea: Señor del universo ¿qué ventaja saca el mundo de la locura?. Cuando un hombre da vueltas por los mercados, desgarra sus vestidos, y los niños lo humillan corriendo detrás de él, ¿es esto acaso agradable a tus ojos?. Respondió el Santo, bendito sea: ¿Discutes el valor de la locura? ¡Por tu vida, tendrás necesidad de ella! (Como dice Salomón: quien desprecia una cosa, será dominado por ella, Pr 13,13). ¿Qué significa esto? Que en la hora de la necesidad, un hombre tendrá necesidad de las cosas que antes despreciaba. Te digo aún más, dijo el Santo, bendito sea, Anhelarás y pedirás la locura, antes de que te la haya dado a gustar. Después de un tiempo, cuando David había caído ya en desgracia frente a Saúl, huyó donde estaba Akísh... Entonces le dijo el Santo, bendito sea: ¿Vas donde Akísh? ¿Has matado a Goliat, el filisteo, y hoy vas donde Akísh, rey de los filisteos, con la espada de Goliat en la mano? ¡No se ha secado todavía la sangre y el hermano de Goliat pertenece al cuerpo de guardia del rey y tú vas donde Akísh!.
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Cuando los filisteos vieron llegar a David, dijeron al hermano de Goliat: Aquí está David, que mató a tu hermano Goliat, ha venido donde Akísh!. Y dijeron a Akísh: ¡Adelante, matemos a aquel que mató a nuestro hermano! Pero Akísh respondió: ¿No fue un combate leal en el que David mató a tu hermano?. Y si tu hermano hubiese matado a David, ¿no hubiese sido un combate leal?. ¿No te acuerdas que tu hermano estipuló un pacto con aquel hombre que después le mató: "Si es capaz de ganarme seremos vuestros esclavos? Entonces le dijeron a Akísh: Si esto es como dices, ¡dale también tu trono, porque el reino le pertenece... Y así desconcertaron a Akísh. En aquel instante David se aterrorizó, pero dijo: En el día del terror confiaré en ti (sal 55,4), y empezó a suplicar a Dios implorando: ¡Señor del universo, en esta hora de apuro respóndeme!. El Santo bendito sea, le preguntó: ¡Qué quieres que te dé? Dijo David: Dame un poco de la locura que has creado. Replicó el Santo, bendito sea: ¿No te había dicho que el que desprecia una cosa, será dominado por ella? ¿Ves?. ¡Ahora me pides la locura! Por eso está escrito: Salmo de David, cuando se hizo el loco frente a Abimélek... Y (David) fingió estar loco, cambiando su comportamiento, como se dice: Entonces comenzó a hacerse pasar por loco ante sus ojos, fingiéndose demente entre sus manos; trazaba signos sobre las puertas y dejaba caer la saliva sobre su barba (1Sam 21,14)... También la madre y la hija de Akísh estaban locas, y las dos gritaban y gesticulaban en el palacio, mientras que David gritaba y se hacía el loco fuera. Entonces Akísh dijo a sus siervos: ¿Es que me hacen falta locos que me habéis traído a éste para que haga el loco en mi presencia? (1Sam 21,16). Y en aquel instante David exultó por el don de la locura y en su alegría compuso este salmo acróstico diciendo al Santo, bendito sea: ¡Oh, qué buena es la locura! Bendigo al Señor en todo tiempo, su alabanza estará siempre en mi boca, ya sea en tiempo de sensatez ya se en tiempo de locura. Por eso encontramos al principio del Génesis: Y Dios vio todo lo que había hecho y vio que todo estaba muy bien." (3) Con esta breve historia, característica de la tradición hebrea, se puede ver con mucha claridad cómo también ellos consideran muy importante el contenido de los títulos, y cómo también gracias a ellos, descubren a un David mesías que debe pasar por la prueba de la humillación para poder descubrir la riqueza y sabiduría de los designios de Dios. ----------------------Notas (1) RIVAS F., Guía para uso del Salterio como libro de oración, Coloquio 5 (1999) 24-28. (2) En lo que sigue el trabajo de DU BUIT M., Le David des Psaumes, en Le Monde de la Bible 7 (1979), 7. (3) Tomado de LIFSCHITZ D., La tradición hebrea y cristiana comenta los Salmos, Bilbao 1992, 32-36.
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LA UNIDAD DEL SALTERIO Y LA ORACION DEL MESÍAS3 P. Fernando Rivas INTRODUCCIÓN Desde los comienzos de la Iglesia, incluyendo la misma comunidad de los apóstoles de Cristo, el Salterio fue el libro del Antiguo Testamento que más atrajo la atención de los cristianos. Muchos son los elementos que hacen que el Salterio haya tenido y siga teniendo un papel central en la vida y oración de los fieles. Ya san Atanasio de Alejandría (+373), en uno de los primeros intentos de explicación de los motivos de su riqueza, decía que el Salterio era como un compendio de todas las Escrituras (1). San Hilario de Poitiers (+367), otro de los primeros estudiosos del salterio, insistía en su carácter profético, que lo hacía contener el misterio de Cristo, junto con el de la Iglesia hasta la consumación de los tiempos. No mucho más tarde Juan Casiano (+435) lo hacía el texto central de la oración del monje (Conferencia 10) pues allí podía encontrar la fuente de su inspiración, pero también porque en él encontraría reflejado todo el itinerario de su vida y, por tanto, el salterio se transforma en la historia de su alma. Detrás de los diferentes y complementarios argumentos que se fueron señalando siempre se mantuvo firme un principio que no es tan claro para el hombre de hoy: el Salterio es un Libro y como tal tiene su "argumento", su comienzo y su fin, su estructura de cinco partes, y un orden en la forma en que se suceden sus contenidos. Y la comprensión de esa "unidad" del salterio, detrás de la diversidad de cada salmo, es determinante para poder aprovechar de toda la gama de riquezas que en él están contenidas. A. El Salterio como el libro del Mesías, Cristo. El Salterio, en su conjunto, comienza con un salmo sapiencial, al que se le asigna el carácter de Introducción a todo el Libro. En él se da una primera presentación de su tema fundamental: el Salterio es el libro de "justo", que medita la Ley del Señor día y noche (sal 1,2). Sin embargo es en el salmo 2° donde aparece con claridad quién es ese "justo": el Mesías: 1. Por qué se amotinan las naciones, y los pueblos planean un fracaso? 2. Se alían los reyes de la tierra, los príncipes conspiran, contra el Señor y contra su Mesías. El Salterio puede definirse como la oración del Mesías, el Ungido (= el Cristo) de Dios. A pesar de la gran diversidad de salmos y géneros literarios que pueblan el Salterio, los salmos que se refieren al Mesías están estratégicamente colocados a lo largo de todo el libro para hacer de pilares que sostienen el puente que cruza todo el libro, dándole la unidad temática fundamental (2). Los más importantes de esos salmos son (3): Salmo 2 (el Mesías hijo de Dios); Salmo 17 (el Mesías-David, siervo de Dios); Salmo 44 (las bodas del Mesías-Rey); Salmo 71 (el Mesías-Rey); Salmo 88 (la humillación del Mesías); 3
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Salmo 109 (el Mesías-Sacerdote); Salmo 110 (la "justicia" del Mesías); Salmo 143 (el Mesías, siervo de Dios = salmo 17). 1. El Mesías en los salmos y las dos figuras del Rey David. Esta presencia del Mesías en el Salterio está totalmente ligada al Rey David. El recibió la profecía de Natán, de que de su linaje nacería el Rey-Mesías (2 Sam 7).La presencia de David en los salmos es central, al punto de que el libro entero suele llamarse "Salmos de David". Esto se debe a la cantidad de salmos atribuidos a él y que llevan su nombre en el título, y también al hecho de estar ligados a él como padre de la salmodia y organizador de la liturgia del Templo. Toda la historia de David, como modelo de Rey ideal, está narrada en los dos libros de Samuel. Con el paso de los años, al transformarse en la imagen del Mesías que se espera, fueron escritas dos obras más, que hicieron su propia relectura de aquella vida. La primera es la narrada en los dos libros de las Crónicas, donde David es presentado como el Rey-Profeta, el verdadero fundador de Templo, el héroe de Israel contra sus enemigos. En estos libros se silencian todos los datos que pueden rebajar su imagen, particularmente los dos grandes pecados narrados en los libros de los Reyes. Tal vez el motivo de esto sea el de presentar un modelo de conducta ético-religiosa para los israelitas que, vueltos de Babilonia, debían tener ejemplos claros de fidelidad a Yahvé. Pero hay otra relectura de la historia de David, y es la que se conserva en el Libro de los Salmos. Sin embargo su orientación es exactamente opuesta a los libros de las Crónicas. En el Salterio parecen querer evitarse todos los episodios de gran exaltación de David (sus victorias contra los filisteos, por ejemplo) y, por el contrario, se presentan todos los episodios humillantes de su vida, tanto sus pecados (sal 50) como sus derrotas (sal 59) y dramas familiares (sal 3). Además, el calificativo que recibe en varios salmos como "siervo de Yahvé" (sal 17; sal 88; sal 131 y sal 143), dejan ver la intención de asemejar a David con el personaje del "siervo sufriente" de Isaías, que será la que se realizará en la Pasión de Jesucristo. De este modo el Salterio aparece, en sus grandes rasgos, como la oración del Mesías, hijo de David, que padece por un misterioso designo de Dios. Dentro de la tradición exegética hebrea, de la que uno de los representantes contemporáneos es A. Chouraqui, el salterio es visto también como "el libro de la oración del Justo perseguido"(4). 2. El Salterio y el Mesías en el Nuevo Testamento. La indicación del Salterio como un libro que contiene la revelación de Jesucristo proviene de la misma enseñanza de Cristo. El mismo Señor resucitado enseñaba a sus discípulos diciendo: "Estas son aquellas palabras mías que os hablé cuando todavía estaba con vosotros: "Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí."" (Lc 24,44).Esto llevó a la convicción de que en el Salterio se encontraba la fuente para conocer el misterio de Cristo. Y así lo presentaron los discípulos del Señor en sus primeras prédicas después de su Ascensión a los cielos. Ellas están contenidas en los primeros 5 capítulos del libro de los Hechos de los Apóstoles.
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a. El Salterio y Los Hechos de los Apóstoles. Los Salmos son utilizados en la primera predicación de los discípulos de Cristo para apoyar su "kérygma", su proclamación del mensaje de la resurrección de Cristo. Inmediatamente después de Pentecostés Pedro predicaba la resurrección de Cristo diciendo (Hech 2,24-28): "...Dios le resucitó librándole de los dolores del Hades, pues no era posible que quedase bajo su dominio; porque dice de él David: Tengo siempre presente al Señor, con él a mi derecha no vacilaré. Por eso se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena: porque no me entregarás a la muerte ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. "(sal 15,811) e inmediatamente después afirmaba su Ascensión a los cielos con el testimonio de otro salmo (Hech 2,33-36): "Y exaltado por la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y ha derramado lo que vosotros veis y oís. Pues David no subió a los cielos y sin embargo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi derecha hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. (sal 109,1) Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a este Jesús a quien vosotros habéis crucificado." b. El Salterio y Los Evangelios. En los Evangelios los salmos aparecen con una función distinta: en ellos es donde se revela el misterio de la vida íntima de Cristo. Los mismos evangelistas dejaron en los labios de Jesús dos salmos que, en el momento de su Pasión, reflejan el estado de su alma y el misterio de su relación única con el Padre: Mat 27, 45-46: Desde la hora sexta la oscuridad cayó sobre toda la tierra hasta la hora nona. Y alrededor de la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: "Elí, Elí, ¿lemá sabactaní?, esto es: ¡Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (sal 21,2). Esta revelación del abandono de Cristo en la Cruz ha llevado a descubrir, a lo largo de la historia de la Iglesia, una dimensión muy particular del camino que el Padre ha trazado para su Hijo y para todos aquellos que lo siguen. Esta expresión del salmo ha permitido comprender, en cierto sentido, el misterio de la "noche" del alma, por la que Cristo y todo cristiano ha de pasar. Otro pasaje revelador de la interioridad de Jesús es el que san Lucas conserva en el momento de su muerte: Lc 23, 45-46: El velo del santuario se rasgó por medio y Jesús, dando un fuerte grito dijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" (sal 30, 6). Nuevamente los evangelios nos presentan un salmo para dar a conocer el estado del alma de Cristo. Y ese texto ha permitido desarrollar en la espiritualidad de la Iglesia otra dimensión muy particular: la infancia espiritual. Y, finalmente, es gracias a un salmo que se conoce lo que Jesús vivió interiormente cuando expulsó a los mercaderes del Templo (Jn 2,17):
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"Sus discípulos se acordaron de lo que estaba escrito: El celo por tu casa me consume" (sal 68, 10) Es ante todo en esta línea que los Padres de la Iglesia siguieron leyendo el libro del Salterio, dejando en sus comentarios una riqueza inagotable en cuanto supieron señalar en los salmos cómo se refleja la persona íntima de Cristo, ya sea en la persona de Jesús, ya sea en su Cuerpo, que es la Iglesia. c. El Salterio y el Apocalipsis. Sin embargo es recién en el Apocalipsis de san Juan donde el Salterio es utilizado como una unidad de argumento, y toda la historia de la Salvación toma los colores propios que le dan los salmos. El triunfo final de Jesucristo se presenta como una gran batalla contra sus enemigos, y todo sucede en medio de una gran liturgia que se desarrolla ante el altar de Dios y del Cordero, donde se oye el canto: "Santo, santo, santo" (Apc 4,8). Ese combate final es debido a que, tal como comienza el salterio, las naciones oponían su resistencia al reinado definitivo de Cristo: "Las naciones se habían amotinado (sal 2,1), pero ha llegado tu cólera y el tiempo de que los muertos sean juzgados, el tiempo de dar tu recompensa a tus siervos los profetas, a los santos... " (Apc 11,18) Y el reinado de Jesucristo sucede tal como lo había profetizado el mismo salmo: "La Mujer dio a luz a un Hyo varón, el que ha de "regir a todas las naciones con cetro de hierro" (sal 2,9) (Apc 12,5; cf 2,26) Ese reinado final de Dios y el Mesías era el mismo que anunciaba el final del Salterio: Que los fieles festejen su gloria y canten jubilosos en filas con vítores a Dios en la boca, como espadas de dos filos en las manos; para tomar venganza de los pueblos, y aplicar el castigo a las naciones, sujetando a los reyes con argollas, a los nobles con esposas de hierro (sal 149, 5-8) De esta manera el Salterio, como Libro, cierra la historia de la rebelión de los pueblos contra el Señor y su Mesías, anunciada en el salmo 2, y ese desenlace es el que contempla el vidente del Apocalipsis de san Juan. El Mesías, el Hijo del Hombre, tiene también una "espada de dos filos", que los fieles del salmo 149 llevan en sus manos y que se identifica con la alabanza a Dios, con la que derrotan a los pueblos: Escribe al Angel de la Iglesia de Pérgamo: Esto dice el que tiene la espada aguda de dos fríos. (Apc 2,12) Y al finalizar todo el combate: Entonces vi el cielo abierto, y había un caballo blanco; el que lo monta se llama "Fiel " y "Veraz"... y su nombre es: Palabra de Dios... De su boca sale una espada afilada para herir con ella a los paganos; él los "regirá con cetro de hierro" (Sal 2,9) (Apc 19,11-16). Concluyendo, tal como lo vieron los primeros discípulos del Señor, "la lectura mesiánica, cristológica, del Salterio, no sólo es lícita. Es uno de los ejes que configuran la estructura del Salterio actual. El Mesías es el sujeto principal del libro de los salmos. Según los compiladores del 20
Salterio, ¿los salmos son poemas profundamente humanos?. Sí, pero en tanto que expresan los sentimientos del Mesías. (5)" B. El Salterio y la vida del cristiano. 1. Los salmos: oración del cristiano. Y es por ese sentido primariamente cristológico que los Padres de la Iglesia y toda la tradición vieron que los salmos eran entonces la oración por excelencia del cristiano. La asunción por parte de Cristo de las expresiones del salterio, expresiones muchas veces de violencia, rencor, y otros movimientos del alma que podrían considerarse impropios del Hijo de Dios, llevó a que se aplique al salterio el principio redentor del misterio de la Encarnación: "todo lo que ha sido asumido ha sido redimido". Cristo, tomando con su propia "voz" las oraciones del salterio, transformó y redimió todo aquello que en el hombre y en sus sentimientos podía haber desviado. San Agustín sintetizó este pensamiento de los Padres de la Iglesia. Una gran conocedora de él dice: "Son particularmente interesantes, para lo que estamos viendo, los casos en los que Cristo ha transfigurado en sí la "persona", la "voz", las "palabras" de alguien. Si Cristo ha pronunciado en la Cruz el grito de abandono con un reconocimiento de culpabilidad como el del sal 21,1: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?; lejos de ti la voz de mis pecados.(6)" es porque ha transfigurado en sí la persona del primero hombre, Adán, pues, según el Apóstol, nuestro hombre viejo ha sido clavado en la Cruz con Él: esas palabras pronunciadas en nombre de los pecadores han sido transfiguradas en Él (Cristo). (7)" Y esto hace que el salterio tenga un doble valor para el cristiano que reza con él: hacerle conocer la verdadera fragilidad de su condición, pero, a su vez, redimirlo de la misma en su oración, tal como lo señalaba Romano Guardini: "Los salmos pueden tener una gran importancia para nosotros: a saber, que al decirlos, nos hagamos patentes a nosotros mismos: que pongamos ante Dios nuestro corazón tal como es, y no solamente como lo conocemos; también lo que tiene escondido, también su oscura profundidad: que aceptemos las palabras que se dicen allí: "Estoy entretejido en las ligaduras de la existencia. Pienso constantemente en lo terrenal. Odio. Deseo el mal a mi enemigo. Le aniquilaría si estuviera dentro de mis posibilidades... Pero, Señor, me pongo ante Ti, con todo lo que hay en mí. Tú lo has de ver. Tú lo has de juzgar y ¡ojalá me salves!". (8) Y exactamente así oró Jesucristo, llevando a la Cruz al hombre con todo lo que en él hay, y realizando así su redención. De este modo, por ser la oración asumida por Cristo, los salmos se convierten en la oración por excelencia del cristiano. Y en esto mismo vuelve a manifestarse la unidad del Salterio. 2. El Salterio y las etapas en la vida del cristiano: Ya san Gregorio de Nisa (+394) señalaba que en el Salterio sus cinco libros siguen un orden y una progresión que constituyen verdaderas etapas en la vida del cristiano que avanza hacia adelante en una unión con Dios siempre más plena. Esas etapas las sintetizaba así:
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• Libro I° (del salmo 1 al 40): Nos separa del camino de los malvados, para enseñarnos a buscar a Dios. • Libro II° (del salino 41 al 71): El hombre que ha comenzado a gustar la dulzura del Señor desea su presencia y bebe ardientemente de la fuente divina. • Libro III° (del salmo 72 al 88): Participando de Dios, ve el ser profundo de las cosas, y se eleva por encima de lo terreno. • Libro IV° (del salmo 89 al 105): El profeta pasa a ser mediador, y hace descender la misericordia de Dios. • Libro V° (del salmo 106 al 150): A1 llegar a esta quinta ascensión, contempla el conjunto de la salvación. Cada libro se encuentra delimitado por la conclusión "amén, amén" que significa una acción de gracias perpetua. De libro en libro el alma llega a la bienaventuranza suprema que será común a todos: la celebración de la alabanza divina (sal 150). Y San Gregorio de Nisa nos deja una clave para facilitar la comprensión de cada libro: el salmo con que se inicia cada uno da la característica del conjunto. Gracias a esta perspectiva, que muy temprano se desarrolló en la Iglesia de los Padres, el Salterio pasó a ser el libro de las Sagradas Escrituras más comentado y utilizado, tanto para penetrar en el misterio de Cristo como en el de la Iglesia y del cristiano. En la actualidad esta perspectiva ha tenido un profundo desarrollo en la voluminosa obra titulada Psautier Chrétien (9), bajo la dirección de Dom Claude Jean-Nesmy. En ella se ha realizado un trabajo de síntesis de la interpretación patrístico-litúrgica con la exegética-literal moderna, siempre bajo la perspectiva de la profunda unidad de todo el Salterio. Y en lo que hace a la relación del Salterio con la vida del cristiano han utilizado el trabajo de Divo Barsotti, Introduzione ai Salmi (10), quien pone de manifiesto, por un lado, la unidad del Salterio, y por otro, las etapas por las que lleva al que cristiano que lo sigue como libro de oración. Sin caer en divisiones excluyentes o exageradas, Barsotti encuentra en cada libro del Salterio una característica, que podría llamarse "colorido", que le es propio y que es muy útil tenerla en cuenta antes de entrar en la lectura y oración de cada salmo en concreto, y que permiten no perder la unidad de sentido, detrás de la diversidad que presenta cada salino. En forma sintética presentamos la manera en que Barsotti caracteriza cada libro del Salterio: Libro I° (salmos 1-40): El libro del inicio. La noche. Este libro juega un papel introductorio a todo el salterio, en especial el salmo 1. Podría sintetizarse la intención de este Libro diciendo que es la de presentarnos el combate del hombre con el mal. El salmo 1 señala dos caminos para el hombre: seguir el consejo de los impíos o meditar la Ley del Señor, que le hará dar su fruto a su tiempo. El mal es personificado en los impíos y enemigos y su lucha es contra el justo. Ahora bien, ese justo es inmediatamente presentado en el salmo 2 y es el Mesías (el Cristo), quien personifica a todo justo y contra quien se dirigen todos los embates del mal, tal como lo presenta el salmo 3. Esto permite decir que en el resto del salterio, donde la lucha del justo contra el impío continúa, siempre podemos ver en el perseguido al Justo, al Mesías. Así, el Libro I° nos presenta una Noche espiritual, donde la presencia del mal irrumpe en la vida del orante, pareciendo muchas veces sobrepasar a la presencia de Dios, que sólo aparece en la fe del fiel 22
que ora para pedirle su socorro. Esa es la vida del fiel, del cristiano: permanecer unido a Dios en medio de todas las pruebas y embates del Mal. En este Libro Dios está presente, pero en el abandono, en la oración del que lo invoca por la fe, pero con una certeza de auxilio tal, que permite ver como realizada la salvación ansiada. Libro II° (Salmos 41-71): El Amanecer. El Libro II° no deja atrás esa situación fundamental de la vida del cristiano, sino que la enriquece. A la noche sucede la luz, el amanecer. El Salterio todo va creciendo pero sin nunca dejar atrás nada en forma definitiva, sino incorporándolo a nuevas perspectivas y modalidades, ley general de toda vida espiritual. Así, a la guerra descrita en el Libro 1° no sigue una victoria definitiva. Al contrario. Mientras que en el Libro 1° no se habla de caídas, en el Libro II se habla de la caída más grande que recuerda Israel: el pecado de David (sal 50). Todo crecimiento comporta crisis. Y la crisis que señala este Libro para toda vida espiritual es la de reconocer que ese mal, hasta ahora visto como exterior, está en el interior, en el corazón del hombre , y por eso pide a Dios que lo renueve con su Santo Espíritu (sal 50). Este Libro nos habla de la crisis que significa para el hombre reconocer, ante la acusación de Dios (sal 49), su corazón pecador. Pero esa experiencia despierta un profundo deseo de Dios, que es la clave de este Libro, y que se pone de manifiesto ya en el primer salmo del mismo: el sal 41-42 ("como busca la cierva comentes de agua..."; o bien el salmo 62: "Oh Dios, tú eres mi Dios por ti madrugo, mi alma está sedienta de Ti"). La riqueza espiritual que encierra ese deseo de Dios hace que S. Agustín le consagre a este Libro sus mejores comentarios. Este II° Libro señala también un cambio en la visión de Dios, que ya no es visto sólo en el cielo (sal 2: "El que habita en el cielo sonríe..."), sino también presente junto al orarte, interviniendo en su vida y en la historia de la salvación de los hombres. Así el sal. 45 exclama: "¡El Señor de los ejércitos está con nosotros!". Y esa unión a Dios por el deseo y por su presencia alcanza su cumbre en el sal. 44 que canta la unión esponsal del Rey, modelo de la alianza de Dios con sus fieles. Libro III° (salmos 72-88): El Mediodía. Este libro comienza mostrándonos que en la vida espiritual nada queda definitivamente superado. A pesar de haber crecido, el sa1.72 nos muestra al hombre acuciado por la tentación y, después de reflexionar en su interior, descubre el sentido providencial de las cosas y llegue a la más profunda expresión de la unión con Dios: "¿No te tengo a Ti en el cielo, y contigo, qué me importa la tierra?" (sa1.72,25). El elemento característico de este libro del Salterio es la meditación y el recuerdo de la obra de Dios en el pasado. Por el recuerdo del Exodo (sa1.77) y por el recuerdo de la alianza con David (sa1.88), el salmista adquiere la confianza en Dios, en un momento de desastre nacional (sal 73). En medio del sufrimiento, sólo el recuerdo hace ver la mano de Dios, que viene obrando desde antiguo, pero que en el momento presente es difícil descubrir. El cardenal Newman insistía sobre el recuerdo como la experiencia fundamental del alma religiosa. Cuando Dios actúa no se hace notar. Sólo con el repaso de los días antiguos (sa1.76) el orarte reconoce su presencia, y lo que antes parecía invisible se convierte en certeza de elección y misericordia de Dios. Así, junto con ese paso fundamental que es la vuelta al reconocimiento de Dios por el recuerdo, el alma es llevada, en este libro del salterio, al reconocimiento de un Dios que está en medio de nosotros, como decía el Libro 2°, pero que su lugar ya no es exterior, sino dentro del corazón del hombre. Tal vez sea éste el aporte más importante del Libro 3°: La interioridad de Dios. Todo este libro termina con el salmo 88, el salmo de la derrota del Ungido, que anticipa el tema de la necesidad de la humillación del Mesías, para su exaltación. 23
Libro IV° (salmos 89-105): El Reinado de Dios. El tercer Libro era el de la madurez espiritual y de la plena comunión con Dios, este Libro 4° nos reserva una paso mayor en la vida espiritual: la del olvido de sí para reconocer la sola majestad de Dios. En el centro de este Libro están los salmos reales (92 al 99) que cantan la realeza de Dios, su triunfo definitivo sobre todas las fuerzas adversas y, en especial, su triunfo sobre el caos, prefigurado en el mar (sal 92,4). Estos salmos reales contemplan a Dios en su majestad, desde la que brota, como naturalmente, la firmeza del mundo y de la creación entera (sal 92). Pero el hombre no aparece. El hombre se olvida de sí y de todas sus angustias y tribulaciones, para extasiarse en la contemplación del Rey de la Gloria. Es más, ese olvido renueva su juventud y sus fuerzas, como describe el sal. 102; y el sal. 103 nos muestra cómo de esa realeza divina vuelve a nacer toda la creación, corno un nuevo génesis, y donde todo está puesto al servicio del hombre que alaba a Dios. La inmensidad y eternidad de Dios es continuamente reafirmada: "Antes que nacieran los montes Tú eres Dios" (sal. 89). Y frente a esa perenne actualidad de Dios el hombre se ve caduco y pequeño. Un ser que pasa como la hierba (sa1.89,4 ss.) Y mientras las fuerzas del hombre se agotan, "Tú eres siempre el mismo y tus años no se acabarán" (sa1.101,28). Este salmo es el más representativo del crecimiento espiritual que se verifica en este Libro: Inmensidad de Dios y caducidad del hombre. La actitud religiosa propia a este Libro es la adoración y el olvido de sí. Libro V° (salmos 106-150): La alabanza del hombre y de todas las criaturas. El último libro del salterio es aquel en que la historia toda encuentra su culminación en la alabanza divina. Todos los pueblos y todos los seres viven en una liturgia de acción de gracias y de alabanza (sal 135). Pero curiosamente (y este es un rasgo característico del salterio), si bien hay culminación, sin embargo no hay apocalipsis. Al contrario, hay una liturgia en asamblea gozosa donde participa toda la creación (sal 145-150). El salterio, respecto a otros libros que describen el fin de los tiempos, es más optimista, donde todo es renovado, más que destruido, por la alabanza de Dios que cubre toda la tierra. Lo que parece distinguir al 5° Libro es la simplicidad serena de una inefable intimidad entre el hombre y Dios. Y con el hombre, todos los seres entran en esa unión con su Creador, transformándose su vida en alabanza. Es la última perfección de la vida humana. Asumiendo al hombre en su misterio, Dios no lo destruye, permaneciendo unidos y distinguiéndose por ser el hombre quien alaba, y Dios el alabado. Es el misterio de la zarza ardiendo sin consumirse. Es la consumación definitiva de la Alianza del hombre con Dios. En este Libro, la oración toma un tono de intimidad cálida y viva. El alma es llevada con los salmos graduales (119-133) a una altura cada vez mayor, más pura y luminosa. El hombre inicia la marcha definitiva hacia Jerusalén, hacia esa Visión de Paz (= Jerusalén) que llena todo, y de la que brota toda Bendición para él. Conclusión. El salterio, como libro de oración, fine visto por los mismos discípulos del Señor como el Libro que contenía el Misterio de la vida y obra redentora de su Maestro. Y bajo esa perspectiva transmitieron a la tradición de la Iglesia una clara idea de su unidad y armonía interna. Y bajo esa luz cristológica pueden seguirse las líneas directrices principales, sobre la diversidad y matices que presenta cada salmo en particular. Y sobre ese fundamento cristológico el Salterio se constituyó en la oración del cristiano. Detrás de cada salino y de cada libro del Salterio se encuentra un itinerario que va guiando al cristiano en una ascensión progresiva, reflejando su vida, gozos y tristezas, esperanzas y angustias, como en un espejo, a tal punto que los salmos "ya no parecen más escritos por el profeta, sino por él mismo (11)".
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Notas (1) Cf. ATANASIO DE ALEJANDRIA, Carta a Marcelino, sobre la interpretación de los Salmos, en Cuadernos Monásticos 119 (1996) 517545. (2) Cf. RIBERA-MARINE R, ¿Quién dice los salmos? Para una lectura mesiánica del Salterio, en Liturgia de las Horas XXII (1991) 6-9. (3) Utilizamos la numeración de la Biblia Vulgata que, entre los salmos 11 y 147, es 1 número menor al de la numeración hebrea. (4) CE CHOURAQUI A., La Bible, Louanges, París 1976 XVII-XXXVI. (5) Cf. RIBERA MARINE, op. cit. 9. (6) Este es el texto en su versión griega, tal como lo conocieron los autores del Nuevo Testamento. (7) RONDEAU M-J., ., Les commentaires patristigues du psautier, vol.ll. - Exegese Prosopologique et théologie, Roma 1985, 383. (8) GUARDINI R., Sabiduría de los Salmos, en "Meditaciones Teológicas", Madrid 1965 126-12'7. (9) Sens 1977 IV vol. 10, Brescia 1972. (10) Brescia 1972. (11) Cf. CASIANO J., Conferencias 10,11.
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