ANATOMÍA - FISIOLOGÍA E HIGIENE SINTÉTICAS III

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comprende el tubo digestivo y las glándulas anexas. El tubo digestivo empieza en la boca y termina en el ano. Comprende la boca, la faringe, el esófago, el estómago, el intestino delgado y el intestino grueso o colon. segregan jugos destinados a atacar a los alimentos, transformarlos y facilitar su paso a través del tubo digestivo. Los principales son: las glándulas salivares, el hígado, la vesícula biliar y el páncreas.

, está limitada en su parte anterior por los labios; en la parte superior por el paladar; en la posterior por el velo del paladar; en la inferior, por la lengua; es la entrada del tubo digestivo. Su principal órgano son los dientes. El objeto de los dientes es de cortar y aplastar los alimentos para que puedan ser atacados por las glándulas salivares.

son constituidos por diez músculos diferentes (zigomático mayor y menor, canino, risorio, triangular, orbicular de los labios, además del elevador superficial y profundo, cuadrado y borla del mentón). Los labios son abundantemente regados el superior por las arterias de la coronaria labial superior, las sub-orbitarias, alveolares y bucales; el labio inferior recibe la sangre de las arterias coronaria y faciales; las venas labiales se comunican con las faciales; los linfáticos de los labios se comunican con los ganglios sub-maxilares. Los nervios sensitivos de los labios se comunican con el trigémino, los motores con el nervio facial. Los labios desempeñan un papel importante en la masticación y fonación. tienen por principal objeto cortar y aplastar los alimentos para que puedan ser atacados por las glándulas salivares. es la parte superior de la cavidad bucal. Está constituido por una bóveda formada por la apófisis de los dos huesos maxilares superiores. es el órgano principal del gusto, que concurre también a la deglución y el habla. Es un cuerpo carnoso, compuesto de músculos dotados de gran movilidad, lo que le permite pasear su punta en todas las partes de la boca. Tiene una acción importante en la masticación, recogiendo las partículas de alimento dispersas en la boca, para apretarlo contra el paladar y en los costados una cantidad de papilas, donde vienen a terminar los nervios del gusto, que nos permiten percibir el sabor salado, dulce, amargo o ácido. Tiene dos clases de músculos, provenientes unos de la raíz de la lengua y los linguales propiamente dichos. En un repliegue de la mucosa, debajo de la lengua, se halla el frenillo que una superstición antigua acusaba de dificultar o retardar el habla, que se solía cortar, lo que es un absurdo.

El aspecto de la lengua proporciona indicaciones importantes en los enfermos. En las indigestiones o enfermedades del estómago y la obstrucción o estasis intestinal, se pone blanca, saburrosa, correspondiendo la punta a la primera parte del tubo digestivo y hacia el fondo al intestino. La lengua se pone seca particularmente en las enfermedades febriles; se pone oscura o negra en la tifoidea y roja, con sus papilas dilatadas, ofreciendo el aspecto de la superficie de una frambuesa, en la escarlatina. Puede participar de la inflamación de la mucosa de la boca en las diversas estomatitis, a cuyo tratamiento nos referimos más adelante.

1) Papilas caliciformes. 2) Papila caliciforme media. 3) Papilas fungiformes.4) Papilas cordiformes. 5) Pliegues y surcos verticales de los bordes de la lengua. 6) Glándulas vesiculares de la base de la lengua, formando una capa continua que se extiende desde una amígdala hasta la otra.7) Amígdalas vistas por su cara interna. 8) Epiglotis. 9) Repliegue gloso-epiglótico medio.

, situado en la parte superior de la boca, garganta y faringe es un tabique músculo-membranoso, que separa la parte interna de las fosas nasales del tubo digestivo y puede subir y bajar a voluntad para cerrar la comunicación entre las vías respiratorias y las digestivas. En la parte media tiene una prolongación llamada úvula o campanilla. Sus bordes laterales son una continuación de la lengua y la faringe, circunscriptos por dos repliegues, o pilares, el anterior y el posterior, cuyo conjunto constituye el istmo de la garganta y entre los cuales se hallan las amígdalas o tonsilas. son los órganos secretores de la saliva. Las mayores están en número de seis, tres de cada lado: las dos parótidas, las dos sub-maxilares y las dos sub-linguales. Hay también otras glándulas más pequeñas, detrás de los labios (labiales), cerca de los dientes molares (glándulas molares), debajo de las mejillas, en el paladar y toda la mucosa de la boca. tiene por objeto licuar, disolver y transformar en azúcar el almidón. La saliva parotídea, acuosa y no viscosa, parece tener una acción sobre todo química y disuelve el almidón; la saliva proveniente de las glándulas sublinguales, submaxilares y bucales, contiene otro fermento que termina la transformación del almidón en azúcar y, por su viscosidad, hace más coherente el bolo alimenticio y facilita su deslizamiento por el aparato digestivo. Prolijas investigaciones han permitido establecer la acción de cada una de las glándulas salivares. Se ha observado que los animales que comen alimento seco tienen mucho más desarrolladas las glándulas parotídeas que los que lo usan húmedo. Parece también que la secreción salivar pone en acción reflejos nerviosos que determinan la secreción del jugo gástrico. Todo esto demuestra claramente la importancia que tiene la masticación e insalivación, sin embargo, cada vez más descuidadas entre los civilizados, por la vida apurada y la alimentación demasiado blanda, coci-

da, pre digerida, que acostumbran usar. Es indispensable acostumbrar a los niños a masticar alimentos duros, como frutas con sus pieles, nueces, almendras y cocos, zanahorias y otras ensaladas crudas, pan duro, etc. La reeducación masticatoria es así mismo, indispensable en el tratamiento de cualquier enfermo, especialmente de los dispépticos, que difícilmente se curan si no aprenden de nuevo a masticar e insalivar debidamente sus alimentos. El apuro, en la vida de ciudad, conspira igualmente contra la necesidad de la buena alimentación, pero su reeducación debe ser previa, (Fletcher curaba a los dispépticos, en su Sanatorio, solo por medio de la masticación prolija). , situadas de cada lado de la garganta, son glándulas de 13 a 18 mm. de largo, recubiertas en su faz interna por una mucosa, de la que mana, a la presión, un mucus transparente y viscoso, destinado a facilitar la deglución. Se ha descrito todo un grupo de "amígdalas" (faríngeas, tubarias, y linguales) que, con las amígdalas propiamente dichas, llamadas también tonsilas, forman alrededor del istmo de la garganta, el anillo linfático de Waldeyer. Además del mencionado más arriba, las amígdalas tienen por objeto de detener los gérmenes y proteger la entrada del tubo digestivo y del árbol respiratorio.

En los adultos, las amígdalas pueden también inflamarse y hasta supurar.

A pesar que la medicina ha reconocido el papel importante que desempeñan las amígdalas muchos médicos las extirpan antes de evaluar si pueden ser preservadas con un tratamiento, lo que es sin duda más fácil que curarlas. La amigdalitis sana, sin embargo, con el tratamiento naturista, como hemos tenido oportunidad de constatarlo en muchas oportunidades. En todo caso, los niños bien alimentados (mucha fruta) y criados al aire libre y al sol no padecen por lo general amigdalitis ni vegetaciones. es un canal de 12 a 13 cm. de largo, que empieza detrás del velo del paladar y raíz de la lengua y termina a la entrada del esófago. Se divide en tres partes, constituida una por una especie de callejón que comunica con las fosas nasales y sirve exclusivamente para el paso del aire; otra parte gutural y bucal comunica con la anterior por arriba, con la boca por delante y con la laringe por su parte inferior. Sirve para el paso de los alimentos y varía de forma y tamaño; por fin, la parte que comunica con el esófago se modifica poco en su tamaño, pero se levanta y rebaja con la laringe. La mucosa de la faringe es blanda, abundantemente regada de vasos sanguíneos, susceptible de rasgarse y de inflamarse fácilmente (faringitis, anginas, etc.). es la continuación de la faringe y tiene 24 a 28 centímetros de largo, bajando verticalmente entre la columna vertebral y la tráquea, atraviesa el diafragma y desemboca en el estómago. El esófago está formado por dos membranas, muscular una y la otra mucosa. La muscular está constituida por fibras longitudinales lisas que nacen del cartílago cricoides y son reforzados por dos haces musculares, que

provienen uno del bronquio fuente izquierdo (músculo bronquiesofágico), el otro del mediastino (músculo pleuroesofagico). La mucosa sigue la de la laringe y de la mucosa gástrica, aunque cambia de estructura. Sus arterias son las arterias esofágicas. Sus nervios vienen del laríngeo inferior y del neumogástrico. La mucosa del esófago suele también inflamarse por causas internas (intoxicación, infecciones), o por causas externas (cuerpos extraños, alcohol, substancias excitantes o irritantes, duras, mal masticadas). Puede también dilatarse o estrecharse, por causas generalmente patológicas, siendo estos defectos raras veces congénitos. es el órgano principal de la digestión. Por su parte superior, llamada cardias, es la continuación del esófago, desembocando en su parte inferior, por el píloro, en el duodeno. Situado debajo del diafragma, ocupa el epigastrio y parte del hipocondrio izquierdo. Las dimensiones del estómago son variables, siendo normalmente de unos 25 centímetros de largo, en estado de repleción mediana, en el adulto. Su posición normal, de izquierda a derecha (Cruveilhier y Sappey), se acerca a una línea horizontal, ligeramente inclinada hacia el píloro. Esta forma es, sin embargo, la menos frecuente entre los hombres civilizados, ya que las investigaciones de Luschka, Tillaux y Testut, en Francia, los llevaron a afirmar que su posición era más bien vecina a la vertical, con un plan horizontal en su parte inferior. La forma del estómago ha sido comparada a la de una gaita, forma que toma cuando está repleto. El estómago está constituido por tres capas o túnicas: una, es una serosa, formada por dos hojas del peritoneo; otra, musculosa, formada, a su vez, por tres capas de fibras, longitudinales, redondas y oblicuas; la última capa es constituida por la mucosa que tapiza la faz interna del estómago.

Las paredes del estómago son más débiles en la parte del cardias, volviéndose muy fuertes al acercarse del píloro, lo que se debe a una formación más compacta de sus fibras musculares. El estómago está sostenido: 1° por el esófago, el que está unido al diafragma; 2° por un repliegue seroso que lo une al hígado; 3° por la masa de los intestinos que le forma una especie de almohada en la que descansa y que sube y baja según el grado da plenitud del intestino. Esta posición sufre modificaciones en la dilatación y caída del estómago (gastroptosis), por el relajamiento de los ligamentos y de los mismos intestinos que lo sostienen). Visto interiormente, el estómago muestra una gran cantidad de surcos y arrugas no uniformes pero sí dirigidas, en general, de arriba abajo en el sentido de su longitud. La mucosa del estómago aparece humedecida por un líquido que proviene de millares de orificios microscópicos que proceden de las glándulas secretoras del jugo gástrico, cuya acidez se debe al ácido clorhídrico que contiene. Ese jugo contiene también una substancia llamada pepsina en una proporción aproximada al 3 por mil, cuya acción consiste en transformar las albúminas en peptonas, estado en que pueden ser absorbidas por la sangre. Las arterias y las venas coronarias gástricas, pilóricas, gastro-epiplónicas y los vasos cortos forman al estómago un doble círculo arterial y venoso. Pero las glándulas que segregan el jugo gástrico son independientes de la circulación sanguínea, aunque indirectamente saquen naturalmente de la sangre los materiales necesarios para la elaboración de ese jugo.

Las paredes del estómago contienen numerosas capilares sanguíneos que absorben una gran parte de las bebidas y una pequeña cantidad de peptonas. Sin embargo, parece que el principal papel del estómago consistiera en transformar los alimentos para que sean absorbidos sus principios nutritivos por el intestino, después de entrar en contacto con los jugos pancreáticos e intestinales. Sale, además, del estómago, una pequeña cantidad de mucus que parece tener por objeto formar el bolo alimenticio, ayudar a su deslizamiento y proteger la mucosa contra las sustancias irritantes. Como en cualquier otro órgano, ese mucus puede aumentar considerablemente formando catarro, que demuestra, cuando se produce en abundancia, un estado más o menos intenso de intoxicación y acidosis. Persistiendo las causas determinantes del catarro y demás molestias estomacales (gastritis, gastralgias, dispepsias diversas) la mucosa puede quedar afectada al punto de producirse úlceras o derivarse más tarde a la formación del cáncer. Todas las enfermedades del estómago tienen su causa exclusiva en deficiencias alimenticias y sólo pueden ser prevenidas por medio de una alimentación correctamente seleccionada, bien combinada y prolijamente masticada. En el jugo gástrico de los niños de corta edad se encuentra en proporción bastante considerable un fermento llamado labfermento, o cuajo, que sirve para cuajar la caseína de la leche, poniéndola en mejor condición para ser atacada por el jugo gástrico y peptonizada. Este cuajo va desapareciendo en los adolescentes. Por esto se ha dicho que la leche no es un alimento natural suficiente para el adulto. Curioso es observar, sin embargo, que el labfermento, o cuajo, vuelve a producirse en los viejos.

La secreción de jugo gástrico no necesita para manifestarse del contacto de los alimentos con la mucosa del estómago. Conocido es el cruel experimento de Pawlow, quien al seccionar el estómago de un perro, comprobó que se iniciaba en el mismo la secreción gástrica, llamada por él, por tal concepto, secreción psíquica (Podríamos calificarlo también de inútil experimento, desde que, siendo bien conocido el hecho de venírsenos el agua a la boca, cuando vemos un manjar sabroso, o hasta con sólo pensar en el mismo, bien pudiera Pawlow haber pensado que sucedería lo mismo con el jugo gástrico, ahorrándose el experimento que los vivisectores van repitiendo millares de veces en las Facultades de todo el mundo, y como éstos muchos otros tan crueles como evitables.) Esto nos hace comprender la importancia de la buena presentación de los alimentos para su buena digestión. Los alimentos naturales del hombre, las frutas, sobre todo cuando han madurado en el árbol, cumplen admirablemente esta condición. Por la misma razón, el ambiente donde se come tiene también una gran importancia. A la vez que se mastica, se estimula psíquicamente, por reflejo, la secreción gástrica. Es un argumento más y no el menos importante, en favor de una prolija masticación de todos los alimentos. Agregaremos que el estómago recibe sus nervios del gran simpático y del neumogástrico. La conocida influencia de las malas impresiones, contrariedades y disgustos sobre la digestión muestra bien la relación del sistema nervioso con el estómago y la necesidad de adquirir un auto-dominio perfecto y de rodearse de impresiones gratas o placenteras durante las comidas y las horas de la digestión.

La calidad de los alimentos y sobre todo el hecho de ser cocidos o crudos, tiene también gran importancia, pues parece que las hormonas o fermentos de los alimentos vivientes constituirían elementos vibroinductores indispensables, cuya acción sería análoga a la que desempeña el electroimán en una dínamo eléctrica. , orificio derecho e inferior del estómago, queda situado debajo del hígado, delante y encima del páncreas, cerca del cuello de la vesículo biliar. Está formado por un anillo circular, aplastado y perpendicular a las paredes del orificio, por medio del cual pasan los alimentos del estómago al duodeno. Por su conformación, el píloro es susceptible de sufrir una serie de accidentes más o menos graves, entre los cuales el estrechamiento, causado por las indigestiones, repleción excesiva y dilatación del estómago. La entrada del píloro puede también ser el sitio de inflamaciones y hasta ulceraciones, a raíz del mencionado estancamiento del bolo alimenticio en el estómago dilatado. El duodeno, llamado también "segundo estómago", es la primera parte del intestino delgado. Desembocan en el duodeno el páncreas que queda casi completamente rodeado por el curso del duodeno, en forma de U, y el canal colédoco, que trae la bilis del hígado.

recibe también un líquido que proviene de las llamadas glándulas de Brunner, sobre cuya naturaleza los anatomistas no están muy de acuerdo, pues, mientras unos creen que constituye un páncreas accesorio, otros creen que secreta pepsina, mientras Renaut sostiene que sólo secretan mucus. Por su forma y la naturaleza de las secreciones que recibe, el duodeno es susceptible de inflamarse y hasta de ulcerarse. El duodeno queda mantenido en su sitio por el peritoneo que lo sujeta al píloro y al hígado y lo aplica contra la pared abdominal por los canales que desembocan en el mismo, por sus vasos y nervios y por el músculo de Treitz. , después del duodeno, se divide en dos partes, llamadas yeyuno e íleon. El yeyuno es así llamado porque se encuentra generalmente vacío en los cadáveres, pero no tiene ninguna distinción particular con el ileón, terminando éste en la válvula ileocecal que desemboca en el intestino grueso, en la proximidad del ciego. Tena porta y sus ramas originales. Esta figura muestra claramente el proceso de absorción estomacal e intestinal, de donde la vena porta transportará el quilo al hígado, donde será purificado.

A. Hígado. — B. Vesícula biliar. — C. Bazo. — D. Masa del intestino delgado, cortado para mostrar las ramificaciones venosas. 1) Tronco de la vena porta. 2) Grande mesaraica. 3) Pequeña mesaraica. 4) Venas hemorroidales superiores. 5) Venas hemorroidales medias e inferiores. 6) Vena gastroepiplóicas derecha. 7) Vena gastroepiplóica izquierda. 8) Vena esplénica. 9) Vena coronaria gástrica. 10) Vena pilórica. 11) Vena cística.

tiene en el hombre una longitud de unos 8 metros, incluso el duodeno, con un diámetro de 2 y medio a 3 centímetros. Está compuesto por tres capas delgadas, continuación de la túnica del estómago y semejantes a ésta. Se observan en su interior unos repliegos llamados válvulas coniventes, destinadas a detener el deslizamiento del bolo alimenticio con el fin que tengan mayor tiempo para impregnarse de bilis, jugo pancreático y demás secreciones digestivas del intestino. Nótanse también, en toda la superficie del intestino, miríadas de elevaciones pequeñísimas, blandas y flexibles, que dan al intestino un aspecto aterciopelado: son las vellosidades intestinales, a las que afluyen numerosas arterias o vasos linfáticos. De ellas parten también numerosas venillas. El intestino constituye una masa sumamente movible, que puede desplazarse en todo sentido, gracias a la disposición especial de la membrana que lo sostiene, el mesenterio, formado por unos repliegos del peritoneo, que recubre todos los órganos abdominales. es un tubo de un metro y medio de longitud que se extiende desde la válvula ileocecal hasta el ano. Al desembocar del intestino delgado encontramos la citada válvula ileocecal que permite bajar el contenido del intestino delgado en el grueso, pero no permite el retroceso del mismo en sentido contrario.

el ciego, el colon y el recto. constituye una sabia disposición de la naturaleza para detener el bolo de modo a facilitar la absorbción de los elementos nutritivos que no lo hubieran sido en el intestino delgado, siendo el ciego la última parte del intestino que aun posea vellosidades. En el ciego se encuentra el , en forma de dedo de guante, cuyo diámetro no es normalmente mayor al de una pluma y de una longitud de 6 a 8 centímetros. Aunque anatomistas afirman la inutilidad del apéndice, lo que justificaría su extirpación, hasta como medida "preventiva", del apendicitis, hay quien afirma que desempeña un papel importante con la secreción de un jugo llamado "hormona apendicular" que tendría por objeto principal facilitar el deslizamiento del bolo fecal en el intestino ascendente. se extiende desde el ciego hasta el recto y constituye la parte más extensa del intestino grueso. Contiene sinuosidades o repliegues que permiten al intestino, con sus llamados movimientos peristálticos, empujar el bolo fecal hacia el recto. Comprende el colon ascendente, el transverso, el descendente, y la S ilíaca del colon.

, así llamado porque no presenta las sinuosidades que caracterizan el resto del intestino, se extiende desde el colon hasta el ano, variando su longitud de unos 18 a 22 centímetros. Su diámetro varía según la plenitud o vacuidad en que se halle.

El hígado es la mayor y más importante de las "glándulas anexas". Ocupa el hipocondrio derecho y una parte del epigastrio, hacia la izquierda, entre el diafragma y el estómago, encima del arco del colon y el riñon derecho. Está sujetado en su sitio por diversos repliegos del peritoneo, llamados ligamentos. Con la sangre que contiene, pesa unos dos kilos. Su forma varía en el estado normal, pero mayormente entre los enfermos, los palúdicos y alcohólicos muy especialmente. En realidad, lo mismo que el páncreas, el hígado cambia de forma adaptándose a la superficie de los órganos que lo rodean. Obsérvense en su parte superior dos lóbulos, a la derecha, el lóbulo mayor, en el lado opuesto, el lóbulo izquierdo. En la parte inferior, obsérvense unos surcos en forma de H, en los que se adhieren arterias y venas muy importantes y la vesícula biliar. En esta cara se observan cuatro lóbulos: el mayor, el menor, el cuadrado y el caudado.

tiene la forma de una pera y contiene 25 a 30 gramos de un líquido amarillento, llamado bilis, la que se vierte en el duodeno, cerca del conducto pancreático, por un canal llamado colédoco.

constituye sólo su secreción externa, pero desempeña también un papel en la transformación del quilo, sumamente importante. Sus secreciones obran sobre las proteínas, purificándolas y fijándolas, teniendo también el poder de transformar las albúminas en glucosa, cuando resulta necesario. El hígado neutraliza los ácidos, fija el hierro y determina el número de hematíes de la sangre. Transforma también el exceso de azúcar en glucosa que mantiene en reserva, para entregarla a la circulación a medida de las necesidades del organismo.

Procede a la desanimación de los ácidos aminados y transforma el amoníaco en urea, en condición de ser eliminada. Si se considera las múltiples acciones del hígado en la asimilación de los principios proteicos, grasos e hidrocarbonados, se comprende cómo los excesos y los venenos someten este órgano a un trabajo considerable y se explica cómo tenga que llegar el momento en que se canse y resulte "insuficiente" para cumplir

debidamente sus múltiples e importantes funciones. La insuficiencia hepática se encuentra como causa directa de múltiples estados patológicos. Citaremos la colemia, la uricemia, la hiperglucemia, síndromes que determinan las diversas manifestaciones biliosas, la diátesis úrica, la diabetes, las manifestaciones de la acidosis y las incapacidades metabólicas electivas. , a cuya secreción ya nos hemos referido, es una glándula enracimada, pegada al duodeno, de unos 13 centímetros de largo, 3 de altura y 1 centímetro de espesor. Está dividido en muchos lobulillos, en cuyo espesor se ramifican numerosas arterias y venas, de las cuales arrancan unos canalillos que se juntan en el canal principal del páncreas, al que recorren en toda su extensión. De éste sale otro canal menos largo, que recorre su parte más corta o "cabeza". Como ya hemos visto, secreta el jugo pancreático, de suma importancia en la digestión intestinal. Las glándulas son órganos de origen epitelial, cuya función consiste en fabricar, con materiales que le aporta la sangre, productos especiales que no son utilizados por la misma sangre, que se contenta de transportarlos para que sirvan a los demás elementos de la economía. Los productos de las glándulas pueden ser secretados al interior de un órgano (boca, estomago, intestino, vejiga, uretra), o en la misma sangre (glándulas de secreción interna, o endocrina). Su número es considerable y no es indispensable para nuestro estudio describirlas todas aquí.

Gracias a la masticación e insalivación, se ponen en juego reflejos psíquicos que determinan la secreción del jugo gástrico. Esto explica la importancia que se atribuye a la masticación e insalivación de los alimentos, como actos previos a la digestión. Para tal efecto, debemos insistir en el papel capital de los dientes y la necesidad de no escatimar cuidados para conservarlos, curarlos y sustituirlos cuando se destruyan. Si bien la herencia puede tener alguna influencia en el desarrollo y conservación de la dentadura, es indudable que dependen esencialmente de la alimentación, a partir del claustro materno. Las caries y piorreas son determinadas por carencias y acidosis y sólo pueden ser detenidas o corregidas por medio de una dieta adecuada.

Se comprende que esa operación será más fácil cuando mejor masticado y diluido haya sido el alimento al contacto de la saliva. La alimentación excesiva, desvitalizada, mal combinada o tóxica contribuye también a irritar, acatarrar o inflamar la mucosa gástrica que, por tales causas, puede llegar a ulcerarse.

La dilatación y ptosis (caída) y hasta el terrible cáncer del estómago, son las consecuencias últimas de tantos disparates dietéticos. Todos estos males son perfectamente evitables y hasta curables, cuando se corrigen con tiempo los errores que los determinan.

La bilis es una sustancia que proviene del hígado y su acción, de acuerdo a recientes investigaciones, sólo se manifiesta indirectamente, en especial sobre la digestión de las grasas. Se le atribuye una acción antiséptica y colorante de las heces. Entre otras sustancias en que se descompone, la bilis contiene colesterina, cuyo exceso es causa de diversos disturbios, al pasar a la sangre, siendo debidas a la misma ciertas manchas o pecas que aparecen especialmente en los tipos rubios y albinos. Las observaciones del Dr. Roffo, de casos de cáncer cutáneo, por efecto del sol, en tipos de piel delicada, se explican sin duda por la acción de la colesterina. Otros autores (A. Grigaut y Lambling) sostienen que la colesterina sanguínea es normalmente excretada por el hígado y transformada en ácido colálico. Pero, el retardo en tal transformación, por insuficiencia hepática, produciría, según los mencionados autores, la hiper-colesterina sanguínea y biliar, o sea, por lo tanto, un factor de la colelitiasis (formación de cálculos colesterinomatosos).

Muchas observaciones empíricas que permiten afirmar el origen dietético de los disturbios que se atribuyen, por otra parte, a "insuficiencia hepática". En cuanto a la ictericia, como es sabido, se debe a un trastorno hepático que permite el paso a la sangre de la bilis que debía normalmente ser eliminada por el canal colédoco. Ese trastorno, de cuyo tratamiento nos ocupamos más adelante, tiene causas exclusivamente dietéticas y no se produce en personas que lleven un régimen correcto. es el más poderoso de los jugos digestivos, ya que ejerce su acción sobre las tres categorías de elementos orgánicos: albúminas, grasas e hidratos de carbono, que la saliva y el estómago no han hecho más que preparar. La secreción del jugo pancreático es estimulada por el ácido clorhídrico que proviene del estómago. Su reacción es alcalina y es tanto más intensa cuanto mayor sea el aporte de ácido clorhídrico estomacal. El páncreas secreta diariamente de 600 a 900 centímetros cúbicos de jugo pancreático el que contiene 15 por mil de materias sólidas, entre las cuales 5 gramos de sales, sobre todo de carbonatos sódicos.

No sólo el jugo pancreático transforma las albúminas en albumosas y peptonas, sino que los mismos ácidos aminados serían productos del trabajo trípsico (Lambling), de los estudios realizados al respecto,

se puede inferir que la formación de ácidos libres y su asimilación sanguínea depende mucho de la secreción pancreática, cuyo contenido en sodio (principal neutralizante de ácidos) es notable. Además de las aludidas secreciones en el duodeno, el páncreas tendría también una secreción interna cuya acción sobre el hígado y especialmente sobre la utilización de la glucosa, ha sido demostrada por el hecho que la extirpación del páncreas o una insuficiencia grave del mismo producen la diabetes.

Esta absorción empieza recién después del duodeno, al transformarse en QUILO, al contacto del jugo intestinal. Ese jugo, secretado por las diversas glándulas del intestino, a las que ya nos hemos referido, es fuertemente alcalino. Contiene materias proteicas, diastasas y sales, dentro de las cuales 2,2 por mil de carbonato sódico y 5 ó 6 por mil de cloruro de sodio. El jugo intestinal concurre a la digestión de los proteicos por la enteroquinasa, la erepsina y la arginasa; en la digestión de las grasas por una lipasa y en la de los hidratos de carbono por una invertina, una maltasa y una lactasa. Esas sustancias imprimen al bolo alimenticio una modificación definitiva, llamada quilificación. resultante es absorbido por las numerosas vellosidades distribuidas en todo el curso del yeyuno-íleon y en menor cantidad en el ciego, donde se termina la absorción. Pasa entonces a los vasos quilíferos y de allí a la vena porta.

El quilo se transforma, pues, al mezclarse con la nueva sangre arterial que, al ser recogida por el corazón izquierdo, es lanzada a las arterias para ser distribuida a todas las partes del cuerpo. Esta sangre, renovada constantemente por la acción del oxígeno del aire y el aporte de principios nutritivos de los alimentos, purificada por la acción del hígado, defendida de sus elementos infecciosos por los fagocitos, creados en los ganglios y el bazo, sirve de vehículo a las diversas secreciones internas, cuya acción se ejercerá a su vez sobre el sistema nervioso, sobre el cerebro, sobre los órganos de la reproducción y, directa o indirectamente, sobre todas las funciones de la vida física y mental.

Aun cuando los alimentos inadecuados, mal combinados o tóxicos produzcan molestias desde el estómago y en todo el trayecto del intestino delgado, es evidente que la autointoxicación más permanente y peligrosa tiene su origen en el intestino grueso y muy especialmente en el ciego. La disposición de este órgano determina, en caso de retención fecal, un proceso de fermentación, con desprendimiento consiguiente de gases, más o menos pútridos y tóxicos. De acuerdo con la intensidad de la fermentación, la calidad de los alimentos y el tiempo que dura esa retención, se produce entonces la sequedad de vientre, más o menos intensa. La absorción de gases, conjuntamente con la asimilación de elementos nutritivos, la dilatación de las paredes del ciego, a consecuencia de la acumulación de materia fecal más o menos seca, la inflamación del mismo ciego (tiflitis), con el peligro que se comunique al apéndice, provocando la apendicitis, son las contingencias directas más comunes, consiguientes a la estasis cecal. La sequedad de vientre torna cada vez más difícil la progresión del bolo fecal por el intestino grueso. En lugar de producirse la evacuación completa, como es lo normal, entre las 15a 18 horas de haber comido, dejando el colon completamente limpio, se manifiesta el estreñimiento. La masa fecal permanece estacionada, se adhiere a las paredes del intestino y se acumula en proporción más o menos considerable. Una de las consecuencias del estreñimiento es la atonía cada vez mayor del intestino. Las contracciones peristálticas ya no se producen solas, el intestino se dilata y, con el tiempo, se producen ptosis (caídas del intestino), espasmos, y, a veces, se forman cálculos o bolos fecales de considerable tamaño. Pueden producirse hasta divertículos.

El colon puede inflamarse, puede ulcerarse y hasta puede manifestarse la tuberculosis del intestino y el mismo cáncer, a una edad más avanzada. Pueden producirse también hemorroides, a consecuencia del estreñimiento y atascamiento fecal del ciego. Puede inclusive llegar a producirse "miserere" (oclusión intestinal), cuya consecuencia es la muerte.

, tiene sus fundamentos serios, y es evidente que el primer concepto de la higiene debe consistir en asegurar la perfecta limpieza del intestino, aunque conocimientos modernos han permitido comprender que pueden existir también carencias y manifestarse los procesos de acidosis y desmineralización, como consecuencias indirectas de una alimentación carenciada o acidificante.

La digestión y absorción no constituyen más que las primeras etapas del proceso nutritivo. Si bien el proceso respiratorio resulta relativamente sencillo, el proceso asimilativo de los alimentos resulta mucho más complejo. Como bien decía el Dr. Alexis Carrel, las funciones digestivas no son sólo un filtro, sino una fábrica de productos químicos (En 1911, el Dr. Alexis Carrel recibió el premio Nobel por su estudio del crecimiento de las células de tejidos vivos). Él descubrió que eliminando los desechos digestivos diariamente, estas células podrían vivir de manera indefinida. En cambio, cuando esos desechos permanecían el cuerpo durante tres días, las células se volvían débiles y poco saludables. Gracias a este experimento demostró que cualquier tipo de desecho (siempre tóxico) que desarrollemos, ya sea en el líquido linfático, en la sangre o en el colon, debe ser eliminado diariamente si buscamos tener una buena salud. Como hemos visto, las glándulas digestivas segregan fermentos que descomponen los alimentos y los preparan para ser absorbidos por la sangre. Esta constituye el verdadero medio interno del organismo. El estudio de la composición química de los cadáveres da una idea bien imperfecta de las necesidades alimenticias del cuerpo humano. Los tejidos son tales por el intercambio que se realiza constantemente entre sus células y ese medio interno (la sangre). No pueden ser considerados, pues, los tejidos separadamente de la sangre que es su elemento esencial y que los interpenetra en todas sus más mínimas partes. El proceso de transformación de las sustancias nutritivas continúa en la sangre, que constituye un verdadero tejido móvil, compuesto de 25 a 30 billones de células

rojas y de cincuenta millones de células blancas (Dr. Alexis Carrel). Su riqueza química es incomparablemente mayor que las abstracciones científicas lo hacen suponer. La ciencia moderna ha podido, por medio de ampliaciones fotográficas repetidas, mostrarnos una microscópica célula con el tamaño de un hombre. Eso permite apreciar la complejidad extraordinaria de lo que podría aparecer como muy simple, al decir que se compone solamente de una membrana conteniendo un núcleo, rodeado de protoplasma.

Se ha descubierto recientemente que ese núcleo, que parece contener una gelatina inerte y trasparente, contiene, en realidad, sustancias de una naturaleza maravillosa, siendo por lo tanto ilusoria la simplicidad atribuida por los químicos a los núcleoproteínas que lo constituyen. Contiene, entre otras cosas, los genes, seres misteriosos de los que se sostiene que son las tendencias hereditarias de las células y de los hombres. El estudio de los cromosomas, en los que se encuentran los genes y de las vesículas, granulaciones, glóbulos y filamentos que se deslizan, danzan y ondulan en los espacios libres del cuerpo de la célula, sólo demuestra la existencia de la vida, de la que resulta el proteiformismo infinito que se

observa, gracias a los maravillosos progresos científicos modernos. Estos progresos han llegado más lejos aún. El estudio de la radioactividad ha llevado a la conclusión que ella procede de la desintegración atómica. Bien está saber que el átomo material se descompone en átomos de electricidad, compuestos, a su vez, de electrones, protones y neutrones; pero, por maravillosos que sean estos conocimientos, nos aportan pocas luces nuevas si no poseemos el espíritu de síntesis que, por sí sólo, permitió a Hipócrates descubrir verdades eternas, a las que habrá que volver siempre que se quiera solucionar los problemas que no hacen más que multiplicarse cuando se estudian con criterio meramente analítico.

Cuanto más, las observaciones apuntadas pueden convencernos de la analogía que existe, en todas las escalas, en la constitución de las formas, esto es: un movimiento de integración y desintegración en la substancia inorgánica, y de asimilación y desasimilación, en la substancia organizada. Sin duda concurren a ese doble proceso todas las radiaciones y vibraciones universales, pero lo que nos interesa más saber es lo que está más directamente al alcance de nuestros sentidos y de nuestras posibilidades humanas. No olvidemos que la naturaleza determina con seguridad la conducta de los irracionales, por medio de su instinto.

Por , se entiende la desagregación constante y la renovación parcial de los elementos celulares que constituyen nuestro cuerpo. Se afirma que el cuerpo humano está en continua evolución y rejuvenecimiento y que el hombre se trasforma cada 6 o 7 años (menos aún en los niños) en un hombre totalmente nuevo, aunque conserve sus características morfológicas y mentales.

Después de su absorción por los capilares, el agua, las sales y los productos de la digestión de albúminas e hidratos de carbono, pasan al torrente circulatorio. El agua, las sales y las albúminas pasan sin detenerse.

Las grasas pasan igualmente a la sangre que se renueva por los constantes intercambios con la linfa intersticial y permite que las materias nutritivas sean rápidamente puestas en contacto con las células de todo el cuerpo. Unas se fijan en ellas para reconstituir las pérdidas albumínicas; otras penetran en las células para formar en ellas reservas de glucosa y de grasa; otras tienen solamente con la célula un contacto pasajero y sufren por la acción de los fermentos celulares, oxidaciones, hidrataciones y reducciones que las

transforman en productos de desechos, después de haber producido cierta cantidad de calor utilizado por el organismo para conservar su temperatura específica. Estos desechos, diseminados en la linfa intersticial, vuelven a pasar a la sangre que los lleva hacia los emuntorios. Es muy importante comprender bien la diferencia existente entre la digestión y la asimilación celular. Todas las substancias absorbidas siguen un proceso muy complejo de transformación y es completamente distinta, verbigracia, la albúmina de nuestros tejidos de la que absorbimos con el alimento. Esta transformación, empero, depende, a la vez, de la composición peculiar del alimento, de la predisposición y de la capacidad digestiva y asimilativa del organismo, la que será influida todavía por las actividades físicas, y hasta por influencias psíquicas. El proceso de asimilación depende también de la proporción de desechos circulantes de la sangre. Estos se encuentran en estado sólido, líquido o gaseoso en mayor o menor cantidad y son llevados a los emuntorios encargados de eliminarlos. Entre éstos, el riñon es el que elimina la mayor parte, en las siguientes proporciones medias, establecidas por Vogel: La cantidad de orina es variable, pero resulta patológica cuando es menor de 800 gramos. La cantidad de orina está generalmente relacionada con la cantidad de agua tomada, pudiendo, sin embargo, variar de acuerdo con la cantidad de sudor, al estado normal, y en estados patológicos, como fiebres, hidropesía, en mal de Bright, o la uremia, por la proporción de urea, etc. La Medicina actual da mucha importancia a los análisis de orina, calculando la intensidad de la Diabetes por la cantidad de glucosa; la albuminuria, por la cantidad de albúmina; la cantidad

de bacterias sería la causa de la putrescibilidad de la orina al contacto del aire; la presencia de urobilina sería el indicio de la colemia (presencia de bilis en la sangre); la cantidad de ácido úrico superior a la normal; la presencia de fosfatos, que se observan por las orinas lechosas, al empezar la micción (signo de Cartón) es uno de los signos más interesantes porque da una valiosa indicación sobre la desmineralización por acidosis. Sin embargo, los análisis de orina dan resultados diversos según la alimentación y las bebidas ingeridas (siempre debe interpretarse como un estudio “complementario”, la clínica es soberana). Hemos constatado, indefectiblemente cambios notables en análisis de orina que se han hecho con una semana de diferencia, al cambiar radicalmente el régimen carnívoro o mixto por un régimen vegetariano, más o menos crudo o frugívoro. La orina puede arrastrar pus, en abcesos o cálculos del riñon, de la vejiga, igualmente, en las uretritis gonocócicas o no.

La calidad de la sangre, por otra parte, romo vimos en "Higiene Circulatoria" depende de la Higiene físico-dietética y su modificación es previa en el tratamiento de cualquiera de los estados patológicos señalados.

Entran en su composición toda clase de sales y una pequeña cantidad de urea, que suele aumentar en los artríticos. El sudor es alcalino, pero varía en relación con la composición de la sangre, de la que constituye una excreción excremental, al mismo título que la orina. El olor varía, según provenga el sudor de las manos, pies, axilas, atribuyéndose a substancias diversas, por provenir de diversas clases de glándulas. Creemos más bien que sea a causa de una mayor concentración de las mismas substancias excrementales, normalmente repartidas y formando, al contrario, acumulaciones o recargos que tienden a fermentar, cuando la piel es seca y la transpiración anormal. A los fenómenos patológicos graves que pueden producirse por obstrucción de los poros, en caso de quemaduras extensas y otros, hay que agregar los recargos mórbidos provenientes del mal funcionamiento de la piel, que son causa de las diversas enfermedades cutáneas e indirectamente, de muchos otros síntomas consecutivos a la disemia. Mantener la normalidad de la función del sudor, tiene, pues, una importancia tan capital como asegurar el funcionamiento de todos los demás emuntorios. El sudor, como la orina de los carnívoros, tiene un olor más fuerte que en los vegetarianos. El olfato sensibilizado puede llegar a distinguirlos perfectamente por sus excreciones.

Este Cuestionario puede también servir para llamarles la atención sobre los puntos importantes de la lección y cerciorarse si han asimilado debidamente la materia en estudio.

Tutor: Dr Claudio Esteve

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