ANATOMÍA - FISIOLOGÍA E HIGIENE SINTÉTICAS I

ciclistas con gran desarrollo de las pantorrillas, en detrimento de los brazos y caja ... conquistó en el mismo día tres premios, en corrida a píe, música y canto.
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La más singular característica del hombre es su posición vertical, de la que deriva la forma de su cabeza, de sus manos y pies; la curvatura de su columna vertebral; el estrechamiento de su cintura, que divide al tronco en dos partes distintas: la forma y desarrollo de los brazos y piernas, que arrancan de los cuatro ángulos del cuerpo con un desarrollo peculiar correspondiente. La piel lisa, sin pelo, salvo la cabeza, barba y partes púbicas, es otra particularidad notable. "Existen en el cuerpo tres partes principales: tronco, miembros y cabeza, los que se dividen también en tres secciones. Así tenemos el brazo, antebrazo y mano. En ésta tenemos el carpo, metacarpo y dedos. Cada dedo tiene tres falanges. Además, cada parte de esas secciones corresponde fisiológicamente con sus semejantes.

Así el brazo corresponde al abdomen; el antebrazo al tórax y la mano a la cabeza. Dentro de la mano, los dedos son la parte más inteligente, el metacarpo la más fuerte, el carpo la menos móvil. Por la misma correspondencia, son gordos y lerdos los tipos de nutrición; fuertes y ágiles los de tipo torácico; más débiles, pero más exquisitos e inteligentes los de tipo cerebral. La cabeza tiene también su parte correspondiente a cada parte del cuerpo y una puerta de entrada de las tres partes principales del cuerpo. Además, la boca es la parte más inteligente del aparato digestivo, siendo el asiento del gusto; la nariz es la parte más sensible del aparato torácico, pues tiene el olfato; los ojos, la parte más inteligente del cerebro, pues nos permiten distinguir y seleccionar las imágenes." "Los tres sistemas orgánicos: digestivo, sanguíneo-respiratorio y nervioso-craneal, corresponden así a las tres cavidades principales del cuerpo, yendo de mayor a menor en orden de capacidad, de menor a mayor en orden de resistencia de sus paredes y, según la índole de su función, de más lenta y grosera a más viva y elevada (la digestión, la respiración, la imaginación, la percepción y el pensamiento)." Como se ve, la observación de las formas exteriores del cuerpo ya nos demuestra la solidaridad existente entre todas sus partes y la idéntica importancia de todas sus funciones. Justifica el concepto naturista de que no hay salud perfecta sin un objetivo de sublimación, ni hay posibilidad de tal sublimación sin el debido cuidado y dominio de las funciones, mal llamadas "inferiores".

1. El armazón óseo o esqueleto; 2. Los músculos (órganos del movimiento); 3. La circulación y la respiración; 4. Las secreciones internas o endocrinas; 5. La piel y sus funciones; 6. La digestión, asimilación y desasimilación; 7. Los nervios y el cerebro; 8. Los sentidos; 9. Los órganos genitales, la función sexual, el embarazo, parto y maternidad. El embrión pasa sucesivamente por los estados: mucoso, cartilaginoso y óseo. Las células mucosas están separadas por una substancia intersticial mucosa, líquida; ésta se vuelve elástica en el tejido cartilaginoso y calcáreo en los huesos.

— El tejido cartilaginoso se transforma poco a poco en óseo. En los huesos largos, aparece primero el tejido óseo en la parte media (diáfisis) y en los extremos (epífisis), mientras la parte cartilaginosa sigue creciendo hasta que termina la osificación. Esto sucede en el hombre entre los 20 y 25 años.

— Hay en el hombre más de 200 huesos, que se dividen en tres grupos: largos, cortos y chatos. Los largos (húmero, fémur) conservan a cada lado de sus epífisis un punto débil que los predispone a fracturas, en los jóvenes que, por carencia de alimentos fosfatados y calcáreos, tienen una osificación lenta e imperfecta. Los huesos chatos están formados de tejido muy compacto. Los cortos son formados de tejido esponjoso recubierto por una capa de tejidos compactos. Los huesos largos tienen en su centro una cavidad, llamada "canal medular", que contiene una substancia blanda amarillenta, la médula, la que es de color rojo en los huesos de tejido esponjoso. La médula contiene muchos vasos sanguíneos, células adiposas y linfáticas. El tejido óseo debe su dureza a los fosfatos y carbonatos de calcio y a la oseína, substancia que se transforma en gelatina soluble, a la ebullición.

Vistos al microscopio, se distinguen en los huesos los "canales de Havers", que desembocan en la superficie de los huesos y en el canal medular. Contienen ramificaciones nerviosas y venas por medio de las cuales las células óseas se alimentan y se comunican con el cerebro y con la circulación central. Los huesos están recubiertos por una membrana fibrovascular, llamada periostio, de la cual emanan los vasos que penetran por los canales de Havers.

— Cien partes de cenizas de huesos contienen: 85 partes de fosfato tribásico de calcio; 9 partes de Fosfato de magnesio. Esto demuestra la importancia que tiene el calcio en la alimentación: La experiencia ha probado, además, que estos principios químicos deben ser orgánicos, para ser asimilables. Observaciones recientes demuestran también la necesidad que vengan combinados con las demás sales orgánicas (fosfatos, flúor, magnesio, etc.).

La substancia que preside a la formación y cicatrización de los huesos es el periostio. Injertando partículas de periostio en tejidos musculares, se ha logrado determinar experimentalmente la formación de tejido óseo. Con las demás partes del hueso no sucede esto.

El esqueleto se compone de la cabeza, tronco y miembros. La cabeza tiene 22 huesos. Comprende el cráneo y el rostro. El cráneo tiene 8 huesos y contiene el encéfalo. Estos huesos, completamente soldados entre sí en el adulto, son: el occipital en el que pasa la médula espinal, el esfenoides, el frontal, el etmoides, los dos parietales y los dos temporales, con sus respectivas apófisis mastoides. La cara tiene 14 huesos, de los cuales sólo el maxilar inferior está articulado, mientras los restantes (maxilares superiores, pómulos, palatinos, lagrimales, huesos de la nariz y hueso vómer) forman un todo íntimamente unido.

El cráneo, es blando y maleable al nacer y su sutura se produce lentamente, demorando las llamadas fontanelas más o menos tiempo en cerrarse.

A los 6 u 8 meses aparecen los primeros incisivos inferiores. Algunas semanas más tarde, salen los incisivos superiores y sucesivamente los demás incisivos. A los dos años aparecen los molares anteriores y, por fin, los caninos. A los 30 meses, el niño posee sus 20 dientes de leche, que conserva hasta los 7 años. Pierde entonces los Incisivos inferiores, a los 8 años los superiores, los caninos y los molares entre los 9 y 12 años. El primer molar permanente aparece, sin embargo, a los 6 años, después de lo cual no se cambia más. Importante es considerar que ese diente se caria fácilmente y que depende de su conservación la salud o la ruina de los demás dientes.

La dentición completa del adulto comprende 32 dientes, que aparecen entre los 6 y 14 años, menos las muelas del juicio, que aparecen entre 18 a 25 años.

Los dientes, como los huesos, son órganos vivientes, compuestos de una pulpa interior, alimentada por venas e inervados por un nervio. La pulpa se halla protegida por dos capas duras, el marfil y el esmalte, al exterior, y el cemento, en la raíz. Por su composición esencialmente calcárea, se comprende la influencia de la alimentación sobre la conservación de los dientes, los que, además, pueden ser afectados por alimentos o bebidas demasiado calientes, frías o ácidas. La presencia de suficientes principios minerales vitalizados en la sangre, o al contrario, la acidosis, deciden indiscutiblemente de la salud de la dentadura o de su destrucción, más o menos rápida. Interesante es observar que los primitivos y los que viven una existencia rústica, en el campo, tienen la dentadura perfecta, mientras se generaliza la caries en los civilizados.

La tendencia a la caries parece además, hereditaria, aunque es indudable que se puede mejorar la calidad de los dientes por cuidados y alimentación adecuados. Sin embargo, no olvidemos que la formación de los dientes se inicia antes de nacer y que, hasta que termine la lactancia, la salud de los dientes depende del régimen de la propia madre. La función de los dientes consiste en triturar los alimentos y estimular la secreción salival. El ejercicio de los dientes, además, al masticar partículas duras (nueces, ensaladas, etc.), participa poderosamente para fortalecer la dentadura. En cambio, la ingestión de alimentos blandos y una masticación insuficiente, resulta fatal, a la vez, para la salud de los dientes y para la digestión. La limpieza de la dentadura es importante pero, de por sí sola, no previene ni cura la caries. Un médico inglés observó asombrado que, a pesar de no usar para nada cepillos de dientes, los habitantes de la Isla Tristán da Cunha, tienen todos dientes perfectos y desconocen la piorrea. Observando en detalle su alimentación, se comprobó que se compone exclusivamente de patatas, verduras, frutas, leche, huevos y pescado, sin otra carne, ni cereales. En general, puede afirmarse que la cocina y la industria son los mayores causantes de las afecciones dentarias y la alimentación natural, en su mayor parte cruda, el elemento esencial de la conservación de la dentadura.

El armazón del cuerpo reposa sobre un eje formado por la columna vertebral, compuesta por un conjunto de huesos pegados unos sobre otros, llamados vértebras. Una vértebra es una especie de cilindro hueco, por el que pasa la médula espinal, con tres apéndices. La caja torácica está formada por 12 pares de costillas, soldadas sobre las vértebras, por un lado y por el esternón, en la parte delantera. En la base del esternón se encuentra el apéndice xifoides, cuyo desarrollo tiene cierto significado para el diagnóstico de la vitalidad (ver más adelante).

1. Siete vértebras cervicales que ocupan la región del cuello; 2. Doce dorsales que ocupan la región dorsal, llevando cada vértebra un par de costillas; 3. Cinco lumbares que ocupan la región renal, siendo las más gruesas; 4. Las vértebras sacras, son 5 soldadas entre sí y forman el hueso sacro; 5. Las vértebras coccígeas, en fin, en número de 4, también soldadas, forman el cóccix. La columna vertebral es verdaderamente lo esencial del esqueleto, como ya hemos visto. Por las ramificaciones nerviosas que se comunican entre las vértebras, con la médula, se

comprende que la menor alteración en la posición de las vértebras, es susceptible de producir alteraciones en los órganos correspondientes a los nervios afectados. Según la ciencia QUIROPRACTICA, las desviaciones en la colocación de las vértebras son la causa de muchos estados morbosos, que se corrigen por manipulaciones tendientes a volverlas a su sitio. Esto es lógico, pero tales desviaciones tienen también su causa en deficiencias higiénicas y dietéticas y la quiropráctica no podrá evitar recaídas u otras molestias similares, sí no se fortalece el esqueleto por un régimen y ejercicios adecuados. Las deformaciones de la espina dorsal suelen iniciarse desde el nacimiento, al llevar los niños en forma deficiente, al hacerlos caminar demasiado prematuramente y, más tarde, en el colegio, a favor de malas posiciones (escoliosis). La vida sedentaria y el ejercicio inarmónico en ciertas profesiones agravan esos defectos. Las fajas y los tacos altos en las mujeres son causas de graves deformaciones de la columna, de la caja torácica y de la región pelviana. Los tacos, al realzar los talones, obligan a exagerar la curvatura lumbar, para no caer para adelante, produciendo la lordosis, la que suele provocar desviaciones, dislocaciones o lesiones de las vértebras, con los consiguientes disturbios nerviosos o fisiológicos, como sostienen los osteópatas y quiroprácticos. Los brazos se articulan sobre las clavículas y los omóplatos, cuyo conjunto forma la cintura escapular. En la parte inferior del tronco, la cintura pelviana está formada por el hueso sacro y los dos iliacos, o de las caderas, normalmente más desarrollados en la mujer que en el hombre.

Los superiores se componen del brazo, antebrazo y mano. El brazo tiene un solo hueso, el húmero, articulado con la cintura escapular y, en su parte inferior, por los huesos del antebrazo. Estos son dos: el cúbito y el radio, unidos solamente por sus extremos. Como la clavícula y el omóplato, tienen gran resistencia, a pesar de su delgadez. La mano está articulada con el antebrazo por la muñeca y se compone también de 3 partes: 1. El carpo, con 8 huesos unidos por ligamentos muy resistentes; 2. El metacarpo, con 5 huesos en los que se articulan los 5 dedos, cada uno de los cuales tiene, a su vez, 3. Falanges.

Los miembros inferiores se articulan por el fémur al hueso de la cadera. En su parte inferior, el fémur está articulado con el hueso de la rodilla, apoyándose en la rótula, hueso redondo que, apoyándose, a su vez, sobre la tibia, permite la rotación de la pierna hacia atrás, mientras la impide hacia adelante. La pierna tiene igualmente tres partes: el muslo, con el hueso fémur; la pierna, con la tibia y el peroné; y el pié, compuesto del tarso, metatarso y dedos.

Los huesos largos de brazos y piernas están sujetos a fracturas, que suelen soldar rápidamente con sólo mantener las dos partes sujetas, durante el tiempo necesario. (Para las enfermedades de los huesos, ver más adelante). En cuanto al raquitismo y las deformaciones consiguientes de piernas y pies, se originan en la educación física y alimentación deficientes. Se evitan y se curan radicalmente sólo por la higiene y alimentación naturistas.

La vida es movimiento. En los protozoarios el movimiento se produce gracias a la contractibilidad del protoplasma y se manifiesta por los llamados movimientos amiboideos (de los "amibios"). En los metazoarios, aparece, como consecuencia de la diferenciación celular, el tejido muscular, cuyos elementos tienen, en alto grado, la facultad de contraerse y de moverse. Se distinguen los músculos estriados, sujetos al control de la voluntad (mandíbulas, lengua-, miembros, etc.); y los músculos lisos, involuntarios (vejiga, riñones, pulmones, etc.). El corazón es la única excepción pues, siendo estriado, es también involuntario. Los músculos, además de estar sujetos al control del

sistema nervioso, están también bajo la acción de influencias mecánicas, químicas, y eléctricas, directas o indirectas. Compuestos de fibras alargadas, suelen ser largos, como los bíceps; cortos, como en la articulación de los dedos; anchos, como el diafragma. Los músculos se insertan de distintas maneras, a la superficie áspera de los huesos, por medio de tendones, o en la piel, o son independientes, como en las vísceras. Los tendones que ligan los músculos a los huesos se distinguen de los músculos por su conformación más resistente y por su color blanco brilloso, contrariamente al musculo que es rojo oscuro, por causa de la sangre que lo riega en abundancia. Los músculos están bajo la dependencia directa del sistema nervioso, sea voluntario, o por medio de los plexos.

Tenemos más de 450 músculos, de los que nos limitaremos a describir los que interesan para nuestro estudio, empezando por: — El músculo frontal frunce la frente al contraerse, formando arrugas definitivas, con la edad. Los orbiculares de los párpados abren y cierran los ojos. El zigomático y el orbicular de los labios, abre y cierra la boca. Los maseteros y los temporales, mueven lateralmente el maxilar inferior, en la masticación. — El músculo esternocleidomastoideo se extiende desde la articulación clavicular externa hasta la apófisis mastoides del temporal y preside todos los movimientos de la cabeza. El músculo cutáneo tiene sujeto el maxilar y eleva la piel del cuello, facilitando la deglución del alimento.

— Señalaremos el pectoral mayor y, debajo del mismo, el pectoral menor, que elevan las costillas y atraen los brazos hacia el pecho. Son muy desarrollados en los atletas y las personas robustas. De cada costado observamos el músculo gran oblicuo, el gran dentado y los intercostales, que presiden a los movimientos respiratorios y la separación de las costillas. Luego, tenemos el oblicuo menor que termina en la línea inguinal; el gran recto del abdomen y, por fin, por debajo, el diafragma que, a modo de tabique, separa la cavidad torácica de la abdominal. En la pared abdominal, es digna de nota la línea blanca, en la que convergen los músculos de ambos lados del cuerpo y termina en la ingle, en cuya proximidad se encuentran los puntos más débiles, en las personas con desarrollo muscular abdominal deficiente. Un esfuerzo brusco, o una crisis de tos, bastan entonces, a veces, para provocar una hernia. Causas agravantes son el estreñimiento, la dilatación y relajación del intestino.

En la parte posterior del cuerpo, son notables: el músculo trapecio que arranca de la base del cráneo y recubre toda la parte superior de la espalda, que endereza la cabeza y, con el gran dorsal, controla los movimientos de inclinación del cuerpo.

En la parte superior del brazo, llama la atención el músculo deltoides, que levanta el brazo, al contraerse. Es el que da al brazo su forma redondeada. Luego, el bíceps braquial, que se inserta arriba en el omoplato y, por abajo, en el hueso radio, dobla el antebrazo, al contraerse a modo de palanca. Cuando está bien desarrollado, forma una protuberancia dura, de cuyo desarrollo se muestran orgullosos los luchadores y atletas. Haciéndole oposición, en la parte posterior, se halla el tríceps, que termina la extensión del antebrazo. En el antebrazo distínganse los radiales, el largo y el corto, que determinan la extensión de la mano; el pronador y los aductores, que presiden al movimiento de los dedos, junto con los flexores, los palmares y los extensores de los dedos, que les hacen oposición, en el dorso de la mano. Las piernas. — Después del glúteo mayor y glúteo menor, de la cadera, cuyo objeto es enderezar al cuerpo y asegurar su posición vertical, observamos el muslo y los aductores, el recio y el sartorio, que presiden a los movimientos de flexión y de rotación de la pierna, con el bíceps crural, situado en la parte posterior mientras el tríceps crural, situado adelante, determina su extensión. En la pierna, nótense el tibial anterior, que provoca la flexión del pie hacia adelante.

En la parte posterior, los gemelos, el óleo, el flexor común de los dedos y el peroneo, con el tendón de Aquiles, son los extensores del pie. Su desarrollo determina la fuerza, tamaño y dureza de la pantorrilla.

: Los músculos son elásticos y contráctiles. Son blandos en reposo y duros en actividad. Su color rojo proviene de la hemoglobina de la sangre, de la que están saturados, en mayor cantidad en actividad que en reposo. El ser elástico permite al músculo recuperar su forma primitiva cuando pierde su tensión. Esta propiedad le permite producir más esfuerzo útil por medio de contracciones cortas repetidas. Sin embargo, conserva siempre algo de tensión que se denomina tonicidad, la que depende del sistema nervioso. Pero si la tensión permanente es excesiva el desgaste de energía nerviosa es mayor y su capacidad de trabajo menor. Para producir un esfuerzo de alguna intensidad, es indispensable el mayor relajamiento posible. Se comprende que si la intensidad de un esfuerzo depende de la contracción de un músculo, su potencia será menor si estaba medio contraído al iniciar su acción.

Cuando falta en un músculo la necesaria inervación, el músculo se encoge y se produce la parálisis. En la parálisis facial, por ejemplo, la parte paralizada es arrastrada hacia la mitad que está en debida tonicidad. La contractibilidad es la propiedad más importante del músculo y le es propia, puesto que si se corta un nervio, se contrae el músculo, aunque ya no obedece a la voluntad. El frío, el calor, los choques y ciertas substancias químicas, impresionan o excitan a los músculos. En ciertos casos, la contracción tiende a volverse permanente y se manifiesta un calambre.

Los fenómenos tróficos que ocurren en el músculo son de distinto orden, según esté en reposo o en actividad. En reposo, su reacción es alcalina o normal, nutriéndose y respirando, como los demás tejidos, por la sangre que recibe. En actividad, la reacción es ácida, debido al gas carbónico y otros ácidos, cuya acumulación se produce por el mayor consumo de oxígeno del que se puede recuperar. Cuando el trabajo es moderado, la sangre alcalina neutraliza los ácidos, pero si el trabajo es excesivo y de mucha duración, los productos de desasimilación y los ácidos se acumulan en el músculo, lo que determina la rigidez del mismo y el fenómeno de la fatiga, la que no es más que la manifestación de un estado de intoxicación. Cuando la nutrición es perfecta y la capacidad muscular normal, la resistencia a la fatiga se eleva a su mayor grado. Esto explica por qué debe concederse la mayor importancia al régimen de los atletas y de todos los que tengan que realizar pruebas de resistencia. Muchos de los grandes maratonistas y ciclistas, de fondo fueron vegetarianos.

, puesto que si se corta un nervio correspondiente a un músculo, éste se atrofia. El principal alimento del músculo es la glucosa, que proviene de los hidratos de carbono, en especial de los azúcares naturales (frutas, miel). Sin embargo, un exceso de azúcar, sin la correspondiente combustión, aumenta la cantidad de ácido carbónico en la sangre, el que, al determinar el consumo de mayor cantidad de sodio (Lahmann), puede ser un elemento determinante de la acidosis. Cuando los músculos trabajan, las combustiones internas son más intensas y mayor la cantidad de calor producida. Además de trabajo mecánico sirve, pues, la actividad de los músculos para mantener el calor animal (coeficiente térmico).

Cuando proviene la muerte, los músculos se ponen rígidos y duros debido a la coagulación de la Miosina por el ácido láctico, siendo más rápida la coagulación si la fatiga muscular procedió a la muerte. (En la fatiga, la rigidez relativa característica se debe también a un principio de coagulación de la Miosina).

La actividad muscular produce, pues, calor, electricidad y trabajo. Al contraerse los músculos quedan los huesos convertidos en verdaderas palancas, de los tres tipos conocidos en mecánica: 1° La cabeza, cuyo punto de apoyo es la columna vertebral, mientras el peso de la cabeza constituye la resistencia y los músculos de la cabeza que controlan sus movimientos, representan su potencia.

2° El pie, cuyo contacto con el suelo, cuando elevamos los talones, representa el punto de apoyo, mientras el peso del cuerpo representa la resistencia y los músculos de la pierna forman la potencia. 3° Por fin, cuando se levanta un peso con la mano, el punto de apoyo está representado por la articulación del codo, mientras el peso constituye la resistencia y el músculo biceps proporciona la potencia. La acción de esos mecanismos produce trabajo muscular. Si se considera que ciertas personas pueden levantar pesos a razón de 5 a 8 kilos por centímetro cuadrado, o sean 80 a 100 kilos para todo un músculo, se justifica la afirmación de Olivet que los músculos constituyen máquinas comparativamente más potentes que cualquiera de las que fabrica el hombre. Hemos visto que los músculos eran elásticos y contráctiles, pero que estas propiedades eran susceptibles de perderse al sobrevenir la fatiga que, como ya dijimos también, constituye un fenómeno de intoxicación. Agregaremos ahora que la falta de entrenamiento a un ejercicio o trabajo produce más pronto la fatiga y el debilitamiento de los músculos, que pierden su forma característica y su elasticidad. La inactividad muscular, o sedentarismo, común a empleados, literatos, profesores y mujeres, no solamente suele determinar atrofia muscular o degeneración adiposa, sino también de entorpecimiento de la digestión, evacuación, respiración y circulación y causa infinidad de molestias, tales como dispepsias, gastroenteroptosis, estreñimiento, capacidad respiratoria insuficiente, éxtasis sanguíneos, acidosis y sus múltiples manifestaciones, entre las que se pueden contar las crisis febriles, el reumatismo y otras enfermedades artríticas y viscerales.

El desarrollo muscular depende, pues, de su debido ejercicio. La inmovilidad de los músculos determina su atrofia. Aquellos cuyo ejercicio es más fundamental son los músculos abdominales. Quien no tenga un sólido corsé de músculos no puede nunca considerarse como verdaderamente sano, pues, de la fortaleza de los músculos abdominales depende la protección y el equilibrio de las principales vísceras. Su atrofia o su invasión por la grasa abren la puerta a la decadencia orgánica. Su desarrollo es naturalmente normal en los seres de la libre naturaleza, gracias a los ejercicios determinados por las necesidades de su subsistencia y de su defensa. Los civilizados, en cambio, raras veces realizan naturalmente actividades racionales y deben compensar esta falta por ejercicios gimnásticos, o deportivos apropiados. Insistimos en que sólo el tipo atlético es verdaderamente sano, siempre que atienda debidamente a sus demás imperativos vitales. Al insistir sobre el desarrollo abdominal, no quitamos importancia a los demás músculos. Todo desarrollo inarmónico es deficiente. Se puede trabajar mucho con los brazos y descuidar las piernas, o viceversa. Si nos dedicamos a ejercicios moderados, en forma de marchas, carreras y saltos, lograremos un normal desarrollo de las piernas, pero éstas pueden hipertrofiarse en los ciclistas profesionales. Los tacos altos son causas de desarrollo anormal y deformación de las pantorrillas. Por causa de los zapatos, especialmente si se llevan apretados, se atrofian los músculos de los dedos de los pies, los que son susceptibles del mismo desarrollo y sensibilidad que los de las manos, como se ha demostrado con ciertos mutilados que han llegado hasta a escribir con los dedos de los pies.

El ejercicio corporal es, pues, uno de los principales imperativos vitales. Su natural corolario es el descanso. El exceso de trabajo muscular, como ya vimos, produce una especie de intoxicación de la sangre, por la consiguiente acumulación de ácido carbónico. Si se repite muy seguido, produce un progresivo debilitamiento, degeneración y atrofia del músculo. Si el individuo es robusto, puede, en cambio, producirse una hipertrofia, por la gran influencia de sangre en el músculo, en detrimento de otros órganos. Así, se han visto ciclistas con gran desarrollo de las pantorrillas, en detrimento de los brazos y caja torácica. Puede suceder lo contrario en trabajadores, que desarrollan mucho los brazos y dejan sin ejercitarse la parte inferior del cuerpo. En fin, diremos que aunque fuera armónico, el desarrollo exclusivo del músculo puede ejercerse en detrimento de la inteligencia, lo que no sería ninguna ventaja. Debe ser nuestro ideal el de Platón, que conquistó en el mismo día tres premios, en corrida a píe, música y canto. Ni siquiera es higiénico el exceso de ejercicio. Hemos conocido varios casos de adolescentes tuberculosos, a consecuencia de excesos en el football, superiores a sus fuerzas. Recordamos al famoso boxeador cubano KID CHAROL, considerado como el atleta más perfecto, y fallecido de tuberculosis antes de los 40 años en 1929, a consecuencia de toda clase de excesos. No sólo los pulmones, sino también el corazón, que se desarrollan por el ejercicio rítmico moderado, pueden debilitarse con el exceso.

Cuando se notan palpitaciones es signo que el trabajo ha sido excesivo. Hasta los cardíacos se benefician del ejercicio rítmico moderado, pero sería un grave error someterlos a ejercicios violentos. Es indispensable saber apreciar la capacidad de cada cuerpo, pues, esfuerzos desproporcionados pueden causar roturas de huesos y músculos o hernias y accidentes aún más graves en arterioesclerosis y cardíacos. El descanso puede lograrse casi instantáneamente por medio de la relajación. Los corredores indios se recuestan en el suelo y con las piernas en alto, forman ángulo derecho con el cuerpo, apoyados contra un árbol, logrando así un rápido descanso. Interesante es observar que los animales carnívoros son más violentos y rápidos, mientras los vegetarianos son más tranquilos y resistentes a la fatiga.

1° Hacer cada día algún trabajo muscular, compensando con ejercicios apropiados la inmovilización parcial, en ciertos trabajos, o el desarrollo inarmónico de ciertos músculos. 2° En los niños deben predominar los juegos movidos y frecuentes; en los adultos los ejercicios deben seleccionarse y adaptarse a la ocupación; los ejercicios naturales: la marcha, la carrera, el salto, el lanzar objetos, levantar pesos, trepar, nadar, remar, luchar, son los ejercicios más adecuados. Son igualmente recomendables juegos agradables como la pelota, balón, basketball, golf, hockey, etc. Para los ancianos, la marcha y las fricciones de la piel son ejercicios suficientes.

3° Evitar habitualmente tanto el exceso como la carencia de trabajo muscular. Proceder por entrenamiento, progresivo y rítmicamente. 4° Cuando existe contracción muscular (fatiga), el relajamiento y el masaje restablecen la elasticidad. 5° Cuando haya que hacer ejercicios preparatorios o correctivos, suele convenir iniciarse con un maestro o experto profesor de educación física. 6° Los mayores enemigos de la resistencia y del tono muscular son: el alcohol, el tabaco, los excesos de comida y todos los excitantes. No podrá ser atleta perfecto, quien no tenga en cuenta estas consideraciones.