alegaciones expediente delimitación d - ATAN

[Álamo Torres, F.:”Prospecciones Arqueológicas sin sondeos en la. Montaña Sagrada de ... documentado en las islas de Fuerteventura y Lanzarote. ..... Para las personas que viven en estrecho contacto con la naturaleza, como sucede con la ...
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ATAN (Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza) C/ Santo Domingo, nº 10 38003 SANTA CRUZ DE TENERIFE Tenerife; Islas Canarias, ESPAÑA Tfno.: 00-34-922.279392; Fax: 00-34-922.249417 E-mail: [email protected] CIF: G38068722

CONSEJERÍA DE CULTURA Y PATRIMONIO HISTÓRICO CABILDO INSULAR DE FUERTEVENTURA

ASUNTO: ALEGACIONES EXPEDIENTE DELIMITACIÓN DEL BIEN DE INTERÉS CULTURAL, GRABADOS RUPESTRES DE LA MONTAÑA DE TINDAYA Y LA DE SU ENTORNO DE PROTECCIÓN D………………………………., en nombre y representación de la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN), con domicilio social, a efectos de notificaciones, en el apartado de correos 1.015 (38080) de Santa Cruz de Tenerife, EXPONE: Que estando en período de información pública el expediente para la delimitación del Bien de Interés Cultural, Grabados Rupestres de la Montaña de Tindaya, declarado por ministerio de la ley con la categoría de Zona Arqueológica, y la de su entorno de protección, en el término municipal de La Oliva, Fuerteventura, por medio del presente escrito viene a formular las siguientes: ALEGACIONES - Cuestiones previas. Vulneración del procedimiento. Esta asociación, por escrito de fecha 07.11.2013, se personó como parte interesada en el expediente de referencia, a lo que accedió ese Cabildo por medio del escrito de fecha 29.11.2013, notificado el 12.12.2013. Por escrito del Consejero de Cultura y Patrimonio Histórico de ese Cabildo Insular, de fecha 02.12.2013, se comunica a esta asociación la apertura del trámite de audiencia. Personados en el expediente, dentro del plazo conferido, se observa que no consta ninguno de los informes a los que se refiere el artículo 8.1 del Decreto 111/2004, de 29 de julio, por el que se aprueba el Reglamento sobre Procedimiento de Declaración y Régimen Jurídico de los Bienes de Interés Cultural. Al respecto, el artículo 9 (Trámite de audiencia) de dicho Decreto, en su párrafo primero, señala lo siguiente: “Sin perjuicio de la facultad de los interesados de aducir alegaciones y aportar documentos en cualquier momento anterior al trámite de audiencia, emitidos los informes a que se

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alude en el artículo anterior, y antes de redactar la propuesta de resolución, se dará vista del expediente a los interesados…”. Por tanto, la emisión de los informes es previa al trámite de audiencia a los interesados, pese a lo cual, como se indicó, durante el trámite de audiencia no estaban incorporados en el expediente los indicados informes. Por otra parte, la delimitación del Bien de Interés Cultural, tal y como figura en el anexo I de la Resolución de 4 de octubre de 2013, de incoación del expediente, se fundamente básicamente en el siguiente documento: [Álamo Torres, F.:”Prospecciones Arqueológicas sin sondeos en la Montaña Sagrada de Tindaya”. Estudio patrimonial para el Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto Monumental Montaña de Tindaya. Año 2007, inédito. Promotor Consejería de Medio Ambiente y Ordenación Territorial. Gobierno de Canarias]. Sin embargo, dicho documento no figura en el expediente, con lo cual se vulnera lo dispuesto en el apartado 3 del artículo 8, del precitado Decreto 111/2004, en el cual se señala lo siguiente: “Asimismo, deberán figurar en el expediente, cuantos informes históricos, arquitectónicos, arqueológicos y artísticos, se estimen convenientes para describir el bien, sus partes integrantes, pertenencias, accesorios, bienes muebles y documentales vinculados, así como su estado de conservación, uso y necesidades de tutela”. Por tanto, se ha producido la vulneración tanto del procedimiento establecido como de los derechos que asisten a los interesados en el expediente. Esta circunstancia determinaría la apreciación de causa de nulidad del procedimiento. ALEGACIÓN ÚNICA.Sin perjuicio de lo manifestado en el párrafo anterior, se formula la siguiente alegación: - Introducción: Para enmarcar esta alegación referida a la delimitación de las manifestaciones rupestres del Bien de Interés Cultural Montaña de Tindaya propuesta por personal técnico del Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo Insular de Fuerteventura, debemos establecer como premisa que estos grabados rupestres de la citada Montaña pertenecen a la cultura aborigen denominada maxie o majos, de Fuerteventura y que se trata de la mayor concentración de motivos podomorfos que existe en el mundo, realizados por una comunidad aborigen. Las figuras podomorfas en el ámbito de las culturas bereberes del Norte de África poseen la finalidad de sacralizar el espacio, a la vez que organizan y estructuran el territorio sagrado, el cual permanece al margen del proceso social, económico, cultural y político de la comunidad que los crea y de la propia conformación y orden físico de la isla. Estas manifestaciones rupestres pertenecientes a la cultura aborigen de Fuerteventura comparten diversas convergencias únicas con la presentes en 2

la isla de Lanzarote, y a su vez ambas contrastan con las expresiones rupestres que se documentan en las demás islas que conforman el Archipiélago canario. La presencia de siluetas de huellas de pies o motivos podomorfos, aunque sea una tipología bien representada en el norte de África asociada al mismo ambiente cultural que el canario aborigen, es decir, pertenecientes a comunidades bereberes o amazigh, solo se han documentado en las islas de Fuerteventura y Lanzarote. La exclusividad de la temática que nos ocupa, se fundamenta en que son las únicas realidades insulares que poseen un tipo de escritura única a nivel mundial, denominada líbico – canario. Una mirada exhaustiva nos determina que son las dos únicas islas que de manera original comparten gentilicio, una extensa muestra relativa a su arquitectura habitacional, religiosa, funeraria y económica, así como a su cultura material aborigen. En consecuencia se constata que los motivos de grabados podomorfos no se encuentran en las demás islas. Su autoría pertenece a una cultura desaparecida, de ahí la incapacidad e imposibilidad de producir más estos elementos culturales. Son limitados y finitos, de ahí su fragilidad. Este párrafo introductorio está concebido para advertir de que se trata de una temática arqueológica compleja, frágil, única e irrepetible, y cuyos valores son dignos de conservarse. - Desarrollo argumental.- La presente alegación se centra en rechazar los límites establecidos para el Bien de Interés Cultural Montaña de Tindaya, así como los señalados por el personal técnico del Cabildo Insular de Fuerteventura para delimitar su entorno de protección. Los límites del Bien de Interés Cultural Montaña de Tindaya debe establecerlos la base de la propia Montaña, ya que es este elemento orográfico la unidad geográfica de acogida cultural mínima y la que tuvo en cuenta la población aborigen para grabar en ella las figuras podomorfas con el fin de sacralizar el espacio y el territorio. Lo que resulta determinante no es la existencia de piedras en la cima, sino la existencia de la propia Montaña y su configuración en el espacio, tal y como señalaremos a continuación. La Ley 4/1999, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias en su artículo 18.e) define Zona Arqueológica como el lugar o paraje natural donde existen bienes muebles o inmuebles representativos de antiguas culturas. Si ahondamos en esta definición y atendiendo a lo que recoge el Diccionario de la Real Academia de la Lengua leemos que Lugar es el Espacio ocupado o que puede ser ocupado por un cuerpo cualquiera. Igualmente Paraje es definido como Lugar, sitio. Resulta significativo por incongruente el diferente criterio que ha establecido el Cabildo Insular de Fuerteventura para establecer los límites de otros Bienes de Interés Cultural ex lege con categoría de Zona Arqueológica, en virtud del artículo 62 de la citada Ley, aunque en el propio expediente de delimitación del Bien de Interés Cultural Montaña de Tindaya nieguen motivaciones anteriores en expedientes de Bien de Interés Cultural, olvidando además que las administraciones públicas están vinculadas a sus propios actos. Así, vemos que el expediente Barranco del Cavadero o el Bien de Interés Cultural Barranco de Tinojay, ambos emplazados en el término municipal de La

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Oliva, cuentan con unos lindes o demarcaciones que lo definen como barranco, tal y como responde a su naturaleza. La demarcación establecida no los despoja de su carácter natural y como tales barrancos se siguen considerando en el ámbito patrimonial administrativo. Se entienden y se administran en la óptica patrimonial con la misma consideración de barrancos tal y como responde a su naturaleza. Por el contrario, el criterio establecido para demarcar Tindaya como Bien de Interés Cultural, y su preceptivo entorno de protección, se define a través de un conjunto de piedras grabadas pero en ningún caso se enmarcan en la unidad geográfica de acogida cultural, la Montaña. El límite del bien se establece a 200 centímetros del centro del soporte, sin garantizar que si éste se encuentra en el extremo este del paño, quede en el interior del bien, o con suerte y descuido, en el entorno de protección, dándose la paradoja que en algún caso no identifica ni protege a determinados grabados, dejándolos intencionadamente fuera de la afección de los límites establecidos. Este hecho podría constituir un fraude de Ley, ya que intencionadamente se deja fuera del entorno áreas determinantes para el entendimiento de los bienes protegidos y la apreciación de sus valores, con el presumible fin de dar cobertura al denominado “Proyecto Monumental Montaña de Tindaya”; actuación totalmente ajena a los valores patrimoniales y ambientales de la Montaña y que distorsiona su significado. Fraude de Ley en el ámbito jurídico – administrativo que supuestamente pudiera materializarse en un posible caso de prevaricación, puesto que el órgano competente podría adoptar una Resolución a sabiendas de que puede ser manifiestamente injusta, ya que obedece a criterios distintos a los estrictamente de protección, que es el objeto del expediente de referencia. Los límites establecidos despojan a la cima de la consideración de Montaña. Podrá seguir siendo una montaña, pero el tratamiento que se le da en el expediente administrativo es el de cumbre, desprovista de sus cotas medios y basamento, algo que en la naturaleza no existe, pero si en las mentes de algunos responsables públicos y técnicos del Cabildo Insular de Fuerteventura. Contrariamente a esta insostenible postura, los autores de estas manifestaciones rupestres sí tuvieron en cuenta de Tindaya su condición de Montaña. ¿Qué es una cumbre a la que se le ha sustraído su basa?, ¿una especie de cúspide emergiendo y fluctuando y en la atmósfera y en el espacio?, ¿qué sentido tiene proteger una imagen irreal de un espacio real y tangible, el mismo que existía cuando la población aborigen la consideró su templo? Retomando el expediente de Tindaya, rechazamos de igual forma el límite señalado por este organismo local que ostenta las competencias para ello, el Cabildo Insular de Fuerteventura, para acotar el Entorno de Protección. De manera improcedente, tal y como hemos adelantado, éste se establece en 200 centímetros. Es un error. Debe de serlo. La citada Ley de Patrimonio en su artículo 26 (consagrado a la Delimitación y Entorno de Protección) establece que: “A los efectos de esta Ley, se entiende por Entorno de Protección la zona periférica, exterior y continua al inmueble cuya delimitación se realiza a fin de prevenir, evitar o reducir un impacto negativo

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de obras, actividades o usos que repercutan en el bien a proteger, en su contemplación, estudio o apreciación de los valores del mismo”. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define Zona como “Extensión considerable de terreno que tiene forma de banda o franja”. No parece que el ancho establecido a pesar de reflejarse en una cartografía sin escala responda a la definición que exige el citado Diccionario. El inventario de manifestaciones rupestres de estas dos islas (Fuerteventura y Lanzarote) resulta limitado y corto desde su vertiente temática y tipológica. Lo componen expresiones de tipología geométrica, especialmente rectilínea; inscripciones (líbico – bereber y líbico – canario), y figurativa (podomorfa fundamentalmente y otra de frecuencia coraniformes puntualmente, además de una controvertida temática barquiforme). Centrándonos en las manifestaciones rupestres de la Montaña de Tindaya, éstas representan siempre el mismo fragmento del cuerpo humano o bien la huella de un miembro, el pie, si bien cuenta con un limitado espectro de realismo y abstracción. Fueron localizados y dados a conocer en 1977 por don Pedro Carreño Alonso vecino de La Oliva, localidad y cabeza de municipio en el que se ubica Montaña de Tindaya. A partir de este primer hallazgo, los estudios arqueológicos centrados en la misma se suceden de manera constante, aunque aún hoy se encuentre sin abordar el contenido cultural de la Montaña en su totalidad, ya que solo se ha emprendido y culminado de modo parcial y a título personal por parte de algunas personas investigadoras. Así, Hernández Pérez, Martín Socas, Cortés Vázquez, De León Hernández, Perera Betancort, Tejera Gaspar, Belmonte Avilés, entre otras personas han estudiado las manifestaciones rupestres, o bien éstas y el total del contenido cultural de la Montaña. Se trata de una investigación compleja que precisa invertir una cantidad significativa de tiempo y recursos económicos, pues precisa ascender a la Montaña a diversas horas del día y de la noche, ya que es especialmente en horario nocturno cuando se evidencia óptimamente la práctica grabatoria. Si bien se estima que todavía no se puede responder a todas y cada una de los interrogantes que surgen en torno al significado de esta Montaña, se cuenta con premisas generales no solo de la cantidad y modo en que la población aborigen graba impresiones de pies, sino también sobre por qué se concibe que la población aborigen graba y esculpe huellas de pies en ella. Si bien ello es así, por el contrario no existe duda alguna acerca del valor cultural y patrimonial de esta Montaña, con independencia de cuál sea el significado de los cientos de motivos podomorfos que la población aborigen graba en ella y de las estructuras arquitectónicas que se documentan desde su base hasta su cumbre y que se entienden y explican por la presencia de este promontorio que se eleva 408 m.s.n.m. Para encuadrar la alegación acerca de los límites propuestos por el Cabildo de Fuerteventura, partimos de la reflexión centrada en qué tiene esta Montaña para que haya sido elegida por la población aborigen para organizar el territorio mágico – religioso de manera tan significativa. Con ello abogamos que lo determinante de esta elección es la presencia de la Montaña, no cualquier piedra que se halle en su cresta. Lo que posibilita que 5

los grabados rupestres estén de manera tan significativa en este lugar es la existencia de la propia Montaña, no en la coexistencia de determinados bloques pétreos en su cima. La unidad geográfica mínima de expresión cultural es la propia Montaña, no siendo procedente delimitar el Bien estableciendo únicamente una parte de ella y estableciendo un entorno de protección que entendemos no solo insuficiente, sino erróneo y contrario a la legalidad vigente para permitir su entendimiento y la concepción de la Montaña, tal y como la concibe la población aborigen, entre todas las existentes en la isla para plasmar su mundo mágico – religioso, grabando aproximadamente 300 siluetas de huellas o improntas de pies humanos en la misma. Se trata de una montaña compuesta fundamentalmente por traquita, siendo la chimenea erosionada de un volcán, cuya fase formativa surge en las primeras fases geológicas de formación de la isla de Fuerteventura, la más antigua del Archipiélago. Asimismo se trata de la única montaña que existe en Canarias formada fundamentalmente por esta gea. Ello le proporciona una coloración blanquecina que la hace exclusiva en su color y que contrasta con las demás elevaciones de su entorno. Resalta en el paisaje y brilla cuando los rayos de Sol inciden en su superficie. A ello le añadimos su altitud – 408 m.s.n.m.– y que su perímetro sea una planicie, especialmente en su lado oeste. Destacamos asimismo su atractiva forma piramidal. Su geología, altitud, situación, coloración y forma piramidal participan de sus peculiaridades exclusivas. Estas características resultan determinantes para entender por qué la población aborigen eligió esta montaña frente a otras para grabar en ella, resultando por ello que lo verdaderamente sobresaliente es la presencia de la propia Montaña y no la existencia de determinados bloques pétreos en su cima. Su figura facilita su identificación desde la isla de Lanzarote, donde algunos yacimientos se entienden y explican por la visión de esta Montaña desde ellos. Igualmente destacamos la consideración de Montaña Tindaya en la cultura aborigen como Axis Mundi, eje sustentador de la bóveda celeste al ser un territorio que se eleva por encima del nivel donde se desarrolla la vida cotidiana y se acerca al cielo. Su cima se envuelve en blandura (nubes) algunos días del año, como sucede en montañas significativamente altas de la isla. En la cultura bereber que se distribuye por el Norte de África y de donde procede la población indígena de Canarias, los grabados de pies sacralizan el espacio, tratándose pues de un comarca consagrada, de una Montaña santificada, de un territorio que simboliza el poder divino. Esta sacralidad del ámbito afecta a la totalidad de la misma y no a su cima o algún otro aspecto parcial. Se trata de un territorio suprahumano y los yacimientos que se localizan en su base, especialmente Los Corraletes y La Majada de los Negrines se sitúan al pie de la Montaña Sagrada contaminados por la sacralidad que desprende la Montaña aunque se emplacen en la planicie o llanura de lo cotidiano. Con el fin de entenderlo mejor sirva el ejemplo de los templos cristianos, cuyos entornos, plazas, calvarios, cruceiros se benefician de la santidad que emana o exhala el templo como espacio divino consagrado a los dioses o divinidades. Asimismo determinadas tardes se crea el efecto óptico con la puesta de Sol por el que la Montaña aparece nimbada.

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Sin duda, de ella, lo que resulta más relevante es la alta presencia de motivos podomorfos esculpidos en las partes altas. Además estas manifestaciones están cultural y espacialmente correspondidas con un conjunto de intervenciones aborígenes que se localizan en sus proximidades y en la base de la Montaña y que se concretan en: -

Acumulaciones de piedras de tipología tumular.

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Estructuras de piedras hincadas.

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Suelo fértil

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Estructuras habitacionales

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Tres fuentes

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Efequenes (templos)

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Complejo ergológico

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Cazoletas

En la investigación de los grabados resulta determinante abordarla desde dos niveles, en los que incidiremos más adelante. Uno de ellos se concreta en lo concerniente a los propios grabados, especialmente los relativos a su técnica, gestos, improntas, posición, técnica, asociación, marcas, objetos depositados o abandonados, orientación, alineación y a toda expresión cultural que se documente, aunque ésta sea de naturaleza arquitectónica, red viaria, etc. Otro nivel de estudio, tan importante o más que el anterior, es el que afecta a los aspectos globales del espacio en el que se inserta y se enmarca en el análisis de la sociedad que los produce, pues de lo contrario no tendría sentido separarlos de la cultura que los crea, ya que de esta forma no se entenderían, ni se valorarían. Cada yacimiento rupestre resulta único y aporta por sí solo una obviedad propia resultante del examen numérico y contable de su contenido, pero su valor y significado hay que investigarlo y entenderlo en relación con los demás enclaves parietales de la isla, así como los de otras funciones que se conservan en ella. Los grabados rupestres de Montaña Tindaya como manifestación puramente colectiva y en tanto responde a un código considerado exprofeso, diseñado y establecido, contiene por sí mismos muchas cualidades connotativas. Para su estudio precisamos detenernos en: - Aspectos espaciales del territorio en el que se implanta cada unidad cultural arqueológica de la Montaña: Unidades rupestres, acumulaciones de piedras de formato tumular, estructuras de piedras hincadas, suelo arqueológico fértil - Características formales del estilo o estilos de cada grabado de impronta de pie. - Presencia de motivos: Composición, combinación, mezcla, variación, técnicas empleada en su elaboración, superposición. Pensamos que si se tratara de las imágenes de pies pudieran participar en este acto más de una persona, fundando el pie para ser grabado, o bien éste puede ser delineado usando la memoria como patrón. 7

- Orientación de cada unidad y alineación de conjunto de cada soporte. - Similitud y divergencia entre las manifestaciones rupestres podomorfas de Fuerteventura y de Lanzarote, dada las connotaciones expresadas y en tanto posibilite un mayor conocimiento y contraste. Existe un protagonismo de cada símbolo podomorfo en tanto convive con otros, se concibe separado y en ambos casos contribuye a la fabricación y concepción del paisaje físico y del territorio arqueológico, el humanizado. Así, las unidades rupestres que acogen podomorfos son determinantes en la construcción del territorio. Ordenan y erigen el paisaje del que forman parte y respaldan su sentido y carácter. Del estudio de los elementos que se hallan en el espacio, de su presencia, ubicación y contenido deriva una representación y un código territorial o espacial concreto, acorde con la cultura aborigen. Esta conclusión se obtiene del espacio que solo protege algunos de los soportes que albergan grabados, tal y como establece el Cabildo Insular de Fuerteventura, que, lejos de proteger el Patrimonio más antiguo, genuino y exclusivo, permite e impulsa su destrucción. Se alcanza desde el estudio de la Montaña, incluida su falda media y base, afectando a los yacimientos que se distribuyen en la basa o plataforma de nacimiento de la elevación. Otro aspecto a considerar es que la piedra o las características de ésta no condicionan la forma de la imagen de la huella del pie, por tanto no son las piedras o paneles los que dan origen a la categoría de imagen, sino que es la propia imagen obtenida del grabado, de ahí su fuerza y consistencia como elemento organizador del territorio, y la importancia de la mano humana que ejecutó su labra. El carácter estético de la imagen esculpida y su calidad, implica un cierto disfrute estético por parte de las personas que contemplan los motivos, pero ello no resulta incompatible con las motivaciones de tipo práctico que subyacen en la presencia de los grabados. Hay que considerar que el naturalismo de los pies puede jugar un papel en la eficacia de los ritos, a modo de cuanto más excelente sea el grabado, mejor funcionará la magia. En la cumbre de la Montaña existe un panel de considerables dimensiones en el que se han grabado 33 huellas, siendo la máxima concentración que se documenta en yacimiento alguno de ambas islas canarias en las que existe este motivo. Las imágenes grabadas no se sitúan de manera aleatoria en la cumbre ya que existe predilección por el lado sureste. Y es en este lugar donde se ubica la piedra denominada tradicionalmente El Altar y donde se encuentran las huellas de pie más profundas confeccionadas con la técnica del hueco grabado que pudieran corresponderse con las Pisadas de los Seres Supremos o con las Huellas de las antepasadas. La orientación de las impresiones de pies es de suma importancia ya que vertrebra el sentido de su existencia. En el Diagrama de orientación que se ha elaborado y publicado [“Tindaya: Un estudio arqueoastronómico de la sociedad prehispánica de Fuerteventura” por M.A. Perera (Servicio de Patrimonio Histórico del Cabildo de Lanzarote), J. A. Belmonte (Instituto de Astrofísica de Canarias), César Esteban (Instituto de Astrofísica de

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Canarias) y Antonio Tejera (Catedrático de Arqueología de la Universidad de La Laguna) en Tabona. Revista de Prehistoria y Arqueología. Universidad de La Laguna. 1996: 165 – 196] se determina la no aleatoriedad de la orientación de las huellas de pies, manifestándose una alta concentración, más del 80% hacia el octante Oeste – Suroeste. El 20% de las alineaciones es hacia el Norte, Sur y Este y pertenecen a los paneles más complejos dadas la cantidad de unidades que se recuenta. Sin embargo este diagrama no permite saber si la orientación dominante tiene unas justificaciones astronómicas, topográficas o ambas. Para ello se ha elaborado un histograma donde se ejemplifica la frecuencia relativa de la orientación medida en grados y cubriendo todo el horizonte. De esta manera se demuestra la orientación preferencial Oeste – Suroeste. En el histograma se representa una ampliación del sector Sur – Oeste donde en el que se contempla el ocaso del Sol, la posición de la Luna y la situación de El Teide y se demuestra una intención astronómica en la orientación de las figuras podomorfas, frente a la geográfica. Desde El Altar situado en la cumbre de la Montaña se produce la Puesta de Sol en el Solsticio de Invierno por la misma cumbre de Tindaya, justo donde se encuentran los más reveladores grabados ejecutados con la técnica del huecograbado. Este estudio arqueoastronómico ya citado tiene en cuenta asimismo el índice de pluviosidad en base a la época anual civil (meses) y astronómica (solsticios y equinoccios), donde el máximo de precipitaciones se concentra en la época inmediatamente posterior al Solsticio de Invierno (diciembre y enero) y el mínimo absoluto se produce en los primeros 30 días posteriores al Solsticio de Verano. La inflexión de la curva se produce en fechas cercanas al Equinoccio de Otoño, anunciándose en esta época la llegada de las lluvias. En consecuencia, Montaña de Tindaya se fija como hito en un territorio cultural en el que es tan importante ver como ser vista. Los estratos fértiles de la cima, las acumulaciones de piedra de tipo tumular, los grabados rupestres, los círculos de piedras hincadas y los yacimientos de la base forman un todo: La Montaña. El objeto de la arqueología, así como de cualquier otra ciencia es comprender y explorar los fenómenos objeto de estudio. Tomar nota y describir no es más que una etapa que conduce al objetivo final, y que en ningún caso puede ser sustituto del mismo como sucede con la propuesta del Cabildo de Fuerteventura de la que no son siquiera autores, sino que el personal técnico firmante del expediente copia parcialmente un estudio, que incluso su autor, Fernando Álamo, reconoce impreciso por inacabado. Estudio que, sorprendentemente, no consta en el expediente, como se señaló en las cuestiones previas. En cualquier caso, tal propuesta únicamente contempla una parte de la expresión rupestre, obviando otros grabados rupestres, suelo significativamente fértil de la Montaña, las demás unidades arqueológicas que se ubican en las partes altas y que ya hemos citado, las estructuras habitacionales de la base oeste, las tres fuentes que se distribuyen en la base norte y oeste, las cazoletas, la estructura arquitectónica de efequen de mayores grande, la del efequen cuyo diámetro de su elipse alcanza un menor tamaño, el efequen desaparecido por la actividad extractiva de las empresas

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que tramitan las licencias mineras y las estructuras de piedras hincadas de considerables dimensiones que se localizan conformando el yacimiento arqueológico de Los Corraletes en la base Sur de la Montaña configurando el santuario de montaña más complejo y revelador de la isla, y por ello, el más importante. La población aborigen no hizo cualquier cosa en cualquier lugar de la Montaña. Por el contrario una variada serie de actividades se desarrollan en ella y la totalidad de éstas poseen un fundamento común. El contexto y la misma Montaña tuvo sin lugar a duda un sentido extraordinario para la cultura aborigen y no fue sólo un cómodo lugar para repetir las improntas de huellas de pies, tal y como pudiera haber entendido el Cabildo Insular de Fuerteventura Sin bien puede aparentar que el número y la naturaleza de los grabados aborígenes podomorfos en ambas islas condicionan o añaden complejidad a la materia de estudio y al progreso de la investigación, lo cierto es que la centran y se clarifica a partir del contraste que se exhibe en ambas islas. Con el fin de interpretar los grabados podomorfos de Montaña de Tindaya partimos de que no podemos ver más allá que aquello que tiene su sitio en nuestro espacio mental, y cualquier descripción de objeto arqueológico incluye una interpretación, o al menos un proyecto o propuesta de interpretación. El estado de la investigación que condiciona de igual manera las interpretaciones posibles, por ello, llama la atención el que no se recoja alguna de ellas en el texto que se alega. Sin el estudio profundo de la Zona Arqueológica, de la Montaña, resultan inútiles las especulaciones. Los calcos y el estudio minucioso de los grabados resultan imprescindibles. De esta manera la topografía precisa del lugar, la localización de los emplazamientos de los diferentes soportes con grabados, la investigación de los accesos tradicionales –como la denominada Vereda de la Virgen–, la delimitación de sus recorridos, etc. constituyen igualmente un conocimiento previo indispensable para interpretar y en base a ello, delimitar. Tal conclusión resulta ser así porque si no se conoce el sentido, importancia e interpretación de lo que se delimita, el criterio que se establece para establecer las líneas divisorias carece de sentido, tal y como emana la propuesta del Cabildo de Fuerteventura. Por ello resulta imprescindible conocer la distribución de los paneles, la propia concepción de éstos, si se usa la fisura de la roca, sus extremos, es decir, si existen elementos constantes. Es necesario poner en relación estos parámetros y apelar a la estadística a partir de los recuentos, pues de esta manera sabremos si resulta relevante el número de motivos, si se puede establecer una cronología relativa, si importa el realismo, si a lo largo de 1502 años varía el significado de las imágenes podomorfas, o si de su estilo se desprende que se ejecutan solo durante una franja de este período. Podemos partir de la consideración de que todos los grabados de un yacimiento constituyen un conjunto, pero, éste ¿es la suma de individualidades?, ¿es una obra continuada en el tiempo?, ¿el significado de cada silueta se establece a partir de su relación con las demás unidades siguiendo un pensamiento estructuralista?

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Sabemos que los grabados podomorfos reflejan el testimonio de una actitud de espíritu común, que la cantidad de grabados existentes en Montaña de Tindaya frente a la contabilidad que registran otros yacimientos rupestres de la isla puede indicar la conservación en el tiempo de los convencionalismos, temas y actitudes que rigen a esta comunidad. También estos grabados constituyen la base para proponer una estructuración de la religiosidad insular, etc. Aquí conviene señalar que la propia Montaña y diferenciando en ella aquellas superficies que contienen motivos grabados como aquellos paneles que no poseen intervención alguna resultan básicos para la configuración de la Montaña y son el todo. Lo que expresamos puede entenderse estableciendo un paralelismo con los silencios en una melodía: La ausencia de cualquier sonido, o en este caso, de imágenes, acentúa lo que antecede y lo que sigue. La ausencia y la presencia de paneles con y sin grabados en la Montaña forman un todo y son tan importantes y fundamentales para su comprensión unos como otros. Los silencios y las notas musicales en una canción le dan representación a ésta, al igual que la forman y la construyen. Por ello no resulta procedente coger solo algunos de los paneles grabados y obviando otros y dejando fuera de los límites establecidos suelo arqueológico relacionado con las manifestaciones rupestres que se pretenden reconocer, proteger y facilitar, permitiendo así su entendimiento. Para resolver la mayoría de los problemas planteados se carece de pruebas formales y por ello se requiere formular hipótesis. Una de ellas puede fundamentarse en el hecho de que cierto número de grabados cuentan con una perfecta factura de elaboración reflejando el estado de consciencia que experimentan las personas. Pero otros motivos contienen variado registro de abstracción, imprecisión y de terminación. Defendemos que el yacimiento rupestre Montaña de Tindaya se compone de un conjunto de elementos que tienen sentido y se vertebran en base a la presencia de las manifestaciones rupestres podomorfas. Que la población aborigen estructura este espacio a través de la sacralidad y con un conjunto de elementos que se concretan en acumulaciones de piedra de carácter tumular, estructuras circulares de piedras hincadas, suelo arqueológico fértil, asentamiento de la Majada de los Negrines emplazado en la base oeste de la elevación, Los Corraletes, situado al pie Sur, complejo ergológico en la ladera de ascenso Norte y pequeños depósitos en la zona Este de la base de la Montaña. Además de ello, aunque alejado de la Montaña, se sitúa un conjunto de realidades arqueológicas de carácter arquitectónico que no entramos a considerar por no ser objeto de esta alegación, pero que su sentido y presencia se comprende y concibe por la presencia de la Montaña de Tindaya. Así, y teniendo en cuenta que cada yacimiento rupestre de carácter sagrado proyectado para celebrar rituales cuenta con espacios o territorios preliminares y de transición respecto a aquellos otros definidos solo por la presencia de grabados, la realidad rupestre, la arquitectónica y la natural estratifican y ordenan el espacio sagrado resultando un escenario indiviso en el que cada elemento y unidad tiene significado y sentido por sí mismo, pero también por conformar parte del conjunto. Por ello, no se explica que se dejen fuera de los límites establecidos

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elementos arqueológicos de primer orden como pueden ser las tres fuentes o los yacimientos citados, que dan sentido y componen la realidad rupestre. Hemos expresado que en Montaña de Tindaya se documentan grabados podoformos con variada gama de realismo y abstracción. Algunos de ellos destacan por su carácter real y auténtico, mientras que otros sobresalen por sus imprecisiones e indefiniciones, aunque no por ser una imagen incierta. Pero no por ello las capacidades artísticas de la autoría de los grabados de pies han de ponerse en duda. Escogieron representar a determinadas figuras poco detalladas, algo deformadas de un modo deliberado, no porque estuvieran incapacitados para ello. De esta manera si bien algunos pies se han representado incompletos, especialmente algunas unidades que acompañan a otra impresión de huella cuya ejecución se ha cumplimentado, en todas las ocasiones se han elaborado los trazos que son suficientes para identificarlos como otra unidad. Debe estudiarse sí este abanico realismo – abstracción es el resultado evolutivo de la Montaña, o ambos acabados se mezclan. Para las personas que viven en estrecho contacto con la naturaleza, como sucede con la población aborigen de Fuerteventura, cada parámetro concurre para crear una realidad diferente. Cambiar u omitir uno de ellos significa modificar el conjunto. Por ello llama la atención que la delimitación del Cabildo Insular de Fuerteventura deje fuera elementos determinantes para el significado y la comprensión de Tindaya, ya que ello conlleva un entendimiento integral de sus valores. Las manifestaciones rupestres podomorfas pertenecientes a la cultura maxie de Fuerteventura, como el arte en general de esta época, es utilitario, poseen una finalidad y no se graba solo por grabar, sino que persigue un propósito e intención. Por ello no extraña que en Montaña de Tindaya no se elijan los paneles de superficie más homogénea para grabar. A veces prima la presencia de una orografía rugosa y alterada, o bien se sitúa en un lugar que cuenta con fisuras, carenas, pendientes o resaltes o bien la superficie se conserva muy exfoliada y que ya lo estuviera hace 700 años. En ocasiones el emplazamiento de los paneles no permite que éste pueda ser contemplado por un grupo numeroso de personas, pero los que se hallan en la cima, por el contrario, si fue posible que su ejecución pudiera haberse observado por muchos sujetos. Por ello, es probable que lo que cuente es la acción de crearlos y no el resultado de esculpirlos en función de eventuales personas espectadoras. Los lugares elegidos para grabar no son de difícil acceso ya que resultan ser zonas de fácil tránsito, de manera que un grupo aborigen pudo estar presente durante el acto de talla. Los grabados, especialmente los de su cima pueden verse desde el cielo, o desde el aire, pudiéndose suponer que pudieron concebirse para ser vistos. En escasas ocasiones la imagen podomorfa se acompaña por otros trazos indeterminados y de un buen grado de abstracción de la forma anatómica. Llama la atención que la totalidad de los yacimientos rupestres de la isla cuenten entre sus registros con trazos geométricos preferentemente rectilíneos ejecutados en su totalidad a través de la técnica de la incisión y que estos motivos falten en Montaña Tindaya. Desde el punto de vista insular 12

estos testimonios son demasiado frecuentes para que en esta Montaña no responda a intenciones concretas. Los grabados podomorfos de Tindaya pudieron estar realizados desde el año 100 antes de la Era, y tener una vigencia de uso hasta el año 1402, es decir de 1502 años. Se conocen cerca de 268 siluetas o imágenes de huellas podomorfas, que no se protegen en su totalidad. Algunas de ellas se tienen constancia de su existencia por la documentación gráfica y documental que componen las investigaciones arqueológicas realizadas, si bien se sabe que en la actualidad éstas no se encuentran en el lugar en que fueron descritas por primera (Cortés Vázquez), segunda (Hernández Pérez y Martín Socas) o tercera vez (Perera Betancort et all.). De cualquier manera se trata del mayor yacimiento rupestre de motivos podomorfos que se conoce en el mundo, por lo que desde cualquier punto de vista tuvo o bien una dilatada vigencia, o una explosión relativamente puntual de validez y actualidad. Este espaciado uso significa que las convergencias que hemos señalado y la conservación de las convenciones, de los temas y de las actitudes continuaron en el tiempo. La evolución de esta práctica debe precisarse y lo será cada vez más gracias a los análisis de micromuestras. Por ello, llama la atención la aparente incompetencia y falta de conocimiento que demuestran las personas que subscriben el informe que sustenta la delimitación del Cabildo de Fuerteventura cuando dejan fuera de los límites de protección elementos y áreas susceptibles de aportar luz sobre el significado de Montaña de Tindaya. Esta circunstancia, a juicio de esta asociación, sólo sería entendible en un contexto donde el objetivo fundamental de la delimitación venga condicionado por la finalidad de dar cobertura a proyectos o intervenciones ajenos a sus valores patrimoniales, como el “Proyecto Monumental Montaña de Tindaya”, como antes se indicó. Muchos análisis de los grabados aborígenes se fundamentan en la propuesta fundamental de que las personas de esta comunidad se esfuerzan mediante ciertas prácticas, por influir en el curso de los acontecimientos con el fin de facilitar su vida cotidiana. Los estudios etnográficos modernos han demostrados que la mayor parte de las culturas tradicionales no tienen una actitud muy diferente. Éstas consisten en evitar las catástrofes, en establecer un cierto equilibrio en la naturaleza, en contribuir al retorno de las estaciones o de las lluvias, en la multiplicación del ganado, curar a las personas enfermas, castigar a las enemigas o la permanencia de pactos y alianzas. A las prácticas a través de las cuales se pretende conseguir una mayor facilidad en el desarrollo de los aconteceres cotidianos se le denomina magia simpática o simpatética y es posible que el significado de Montaña Tindaya responda a ello, aunque siempre bajo la participación de la sacralidad. La superficialidad de las comparaciones puntuales en ocasiones se basa en la idea preconcebida y falsa que la población aborigen constituye un grupo primitivo y que, como primitivo, estaba en el mismo estado evolutivo. Las analogías no quedan justificadas. Para delimitar correctamente el bien y su entorno de protección se precisa estudiar si la propia Montaña desempeña un papel fundamental en la percepción que las personas pertenecientes a la

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comunidad maxie tenían y en el uso que de ella hicieron. Estudiar sí las figuras podomorfas se reparten en función de los accidentes, orográficos, veredas, cotas altimétricas, zonas centrales, superficies horizontales, superficies verticales, áreas iluminadas por el primer sol, por su puesta, si el grabado permanece en oscuridad durante el día, su grado de realismo, etc. Por ello resulta determinante, tal y como hemos adelantado, la distribución de los paneles, la propia concepción de éstos, si se usa la fisura de la roca, es decir, si existen elementos constantes. Es necesario poner en relación estos parámetros y apelar a la estadística a partir de los recuentos. Tenemos que plantearnos sí importa el número de grabados, sí podemos establecer una cronología relativa, sí importa el realismo, sí a lo largo de 1500 años varía el significado o sí se ejecutan solo durante una franja de este período. La representación asociada en pareja es demasiado frecuente como para ser fortuita, por tanto, si no es fortuita responde a un sentido. Igualmente tenemos que esbozar en qué se diferencia la pareja de píes del conjunto de ellos o de una imagen individual. Estas y otras preguntas muestran las dificultades que entrañan la tarea interpretativa, pero ello no obvia el que se tenga que hacer para considerar los correctos límites del bien y los de su entorno de protección Es probable que el sentido, el verdadero sentido de este lugar se encuentre por ahora fuera del alcance y el futuro de las investigaciones se centren en ejercicios clasificativos de limitado interés. Pero ello no obvia que deban valorarse las imágenes rupestres no por sí mismas sino relacionadas con su contexto. Tenemos que leerlas, pero es el contexto el que delata más claramente el correcto significado de los grabados rupestres. Lo expuesto constituye una idea básica y antigua que surge desde los primeros momentos de la sistematización del estudio de las manifestaciones rupestres. Ya LeroyGourhan, precursor de los estudios del Paleolítico Superior europeo insiste en el hecho de que no se deben considerar los grabados como “objetos de arte”, aislados e individuales ni tampoco como el resultado de una única acción mágica. El accidente orográfico mínimo –la Montaña– es el que debe ser visto, porque así es entendido, como un conjunto, no sólo por las imágenes sino por los espacios que singularizan el desarrollo de actividades diferentes: presencia de grabados, piedras hincadas, amontonamientos de piedras, suelo fértil, estructuras habitacionales, efequenes, estructuras arquitectónicas de piedras hincadas. Asimismo, se incluyen los yacimientos arqueológicos asentados en su base. Lo que sucede en la Montaña tiene que ver con la propia Montaña, su suelo y el lugar. Cada una de las actividades o las manifestaciones materiales que se localizan en ella resultan tan importantes y fundamentales como los propios grabados. Algunas de estas evidencias materiales delatan ciertas creencias respecto al yacimiento, y estas creencias ayudan a situar a los grabados en el marco general del pensamiento y de la cosmología aborigen. De hecho, no es posible hablar de las expresiones rupestres podomorfas sin considerar la cosmología aborigen. Asimismo los grabados se localizan en paredes y suelos pétreos de la Montaña, por lo que estas realidades poseen significados para la cultura que los crea.

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Hemos adelantado que las representaciones de pie no hacen uso de los contornos naturales del soporte. Los pies no se instalan en la orografía que posee la superficie pétrea, es decir en función de la forma de la superficie de la roca. El talón, los dedos o las partes laterales del pie o de la huella no se adaptan a la representación natural, tampoco la posición del pie depende de la superficie del panel. De esta forma las personas que han grabado no expresan una diferencia conceptual entre la imagen y el pie real. Lo que importa no es significar, no darle importancia al contorno lateral del panel, sino a la orientación de la impresión de la huella del pie y especialmente a la actividad que se realiza cuando sucede el tiempo o el acto grabatorio. En las comunidades aborígenes las montañas son los lugares de tránsito que conducen al estrato superior del cosmos chamánico. Sabemos que al menos en la fase epigonal de la cultura aborigen de Fuerteventura su estructuración política respondía a una organización dual, con la presencia de dos bandos o reinos –el de Guise y el de Ayose o Yose– pero por encima de este poder político por el que se regía la isla existían dos mujeres chamanas – madre e hija – llamadas Tibiabin y Tamonante que poseían funciones diferentes: Una de ellas se comunicaba con los dioses dirimiendo en todo momento lo que había que hacer y la otra se dedicaba a resolver las disputas creadas entre ambos reinos. Aunque se trata de una sociedad segmentaria regida por principios de igualdad, las discrepancias y controversias resultaban diarias. Esta estructura del aparato político de la sociedad aborigen no debe quedar al margen de la concepción de Tindaya, al configurarse como el centro mágico – religioso más relevante. Así, las personas que ascendían se encontraban rodeadas por el mundo del más allá, de forma que – paredes y suelos pétreos de la Montaña – significan algunas cosas. En numerosas sociedades, los chamanes visitan el mundo superior en el transcurso de sus alucinaciones, ascendiendo a la montaña no sólo durante sus visiones sino también físicamente explorado los pasos y la superficie de la roca. Hemos manifestado que cada yacimiento rupestre resulta único. Por lo tanto, detrás de los grabados de este yacimiento y de su aparente diversidad, exista una concepción previa y una estructura y una lógica determinada que solo sale a la luz a través del trabajo arqueológico que queda por hacer. No parece que el uso de esta significativa Montaña responda a una organización simple y fácil de detectar fruto de un mitograma rígido e inmóvil. El arte presente en Montaña Tindaya ofrece un conjunto excepcionalmente rico de documentos sobre la manera en la que la comunidad aborigen forjó una identidad reconocible en esta zona de manera exclusiva e inigualable desde el punto de vista de la historia cultural del Planeta Tierra, y en los yacimientos de Los Risquetes, Tisajoyre, Barranco de Tinojay, Montaña del Sombrero, Pico de la Muda, El Humilladero, Las Peñitas, Majada del Sol y en Castillete Alto de forma puntual. En efecto, en estos yacimientos con presencia de motivos podomorfos se contabilizan una unidad, dos, cuatro, seis, pero nunca la cantidad de siluetas de huellas de pies supera la docena, al igual que sucede en la isla de Lanzarote. Con independencia de la impronta e importancia de la realidad chamánica en la isla de Fuerteventura durante su etapa aborigen, los paneles 15

con grabados evidencian un pensamiento y unas divagaciones psicodélicas. De la misma forma, los yacimientos con exigua cantidad de unidades rupestres podomorfas no cuentan por sus resultados, por la imagen. Lo que verdaderamente importa es su realización y por lo tanto, el acto en sí. Los yacimientos con muchas intervenciones aparentan ser otras cosas. Un lugar al que se acude en repetidas ocasiones a grabar, a contemplar y/o materializar un rito. Así, lo determinante no es ir a la piedra, es subir a la Montaña. Por último, llama la atención que el Gobierno de Canarias, a instancias del Ministerio de Cultura, exija un estudio minucioso de cada uno de los paneles que conforman un yacimiento rupestres cuando algún Cabildo Insular inicia el obligado expediente de delimitación, y en este expediente se posibilite, impulse y pretenda beneficiarse de un burdo y parcial duplicado de un estudio inacabado e incompleto para cuyo uso no se haya tramitado solicitud de autorización alguna a la persona autora del mismo y que, además, tampoco se aporte ese documento utilizado por los técnicos firmantes de la delimitación para justificar su propuesta. Propuesta alternativa de delimitación.- Con fundamento y justificación en lo manifestado, adjunto a las presentes alegaciones se acompaña propuesta alternativa de delimitación para el Bien de Interés Cultural Montaña de Tindaya, así como su entorno de protección. Los límites del Bien de Interés Cultural Montaña de Tindaya los establece la base de la propia Montaña, ya que, como se indicó anteriormente, es este elemento orográfico la unidad geográfica de acogida cultural mínima y la que tuvo en cuenta la población aborigen para grabar en ella las figuras podomorfas con el fin de sacralizar el espacio y el territorio. Lo que resulta determinante no es la existencia de piedras en la cima, sino la existencia de la propia Montaña y su configuración en el espacio. Por lo expuesto, SE SOLICITA tenga por presentado este escrito y por formuladas las alegaciones que contiene para que, a la vista de lo manifestado, acuerde retrotraer el procedimiento al trámite de audiencia una vez incorporados los informes y documentos a que se refiere el artículo 8 del Decreto 111/2004. En todo caso, se solicita que por parte del Cabildo Insular de Fuerteventura se anule y deje sin efecto la delimitación propuesta y proceda a una nueva que, conforme a la legislación vigente y concretamente a lo dispuesto en el artículo 26 de la Ley 4/1999, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias, en concordancia con lo argumentado por esta asociación, incluya la totalidad de la montaña en los término expresados en estas alegaciones y en la delimitación alternativa planteada por esta parte y que adjunto se acompaña. En Santa Cruz de Tenerife, para Fuerteventura, archipiélago canario, a 30 de diciembre de 2013.

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