AGRICULTURA CLIMÁTICAMENTE INTELIGENTE

ambientales, como el secuestro de carbono, la protección de cuencas y la .... humedad del suelo, reducir la irradiación solar y en crear mejores microclimas.
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2017

AGRICULTURA CLIMÁTICAMENTE INTELIGENTE en la Norma RAS para Agricultura Sostenible 2017

RAS Red de Agricultura Sostenible

Red de Agricultura Sostenible

Agricultura climáticamente inteligente en la Norma RAS 2017

Introducción El cambio climático afecta la agricultura de forma fundamental y creciente. El calentamiento, las sequías y los patrones extremos del clima ya están alterando la productividad y la calidad de los cultivos que se producen alrededor del mundo. También se espera que impacten la disponibilidad de agua, el valor nutricional de los alimentos y la seguridad alimentaria. Consecuentemente, también afectará, en su totalidad, los medios de vida de las comunidades que dependen directamente de los recursos naturales. Los efectos económicos de estas alteraciones ya son sentidos por los agricultores y a lo largo de todas las cadenas de abastecimiento a nivel global. Los negocios agrícolas identifican el cambio climático como un riesgo a largo plazo para la gestión de las cadenas de abastecimiento. Al mismo tiempo, todos los sistemas agrícolas de uso de la tierra contribuyen con la emisión de gases de efecto invernadero (GEI). Los fertilizantes químicos, el excremento y el metano proveniente de la ganadería, las aguas residuales y la deforestación (la conversión de bosques a tierras agrícolas o pastizales) son todos grandes emisores de GEI. Globalmente, las prácticas agrícolas directas generan entre 10-12% de las emisiones de GEI. Al sumarle la deforestación, la agricultura aporta el 25% de las emisiones globales de GEI. Pero la agricultura y la producción ganadera también pueden ser un motor para impulsar una mayor adaptación y resiliencia frente al cambio climático. Bajo las condiciones correctas, la agricultura provee una multitud de servicios ambientales, como el secuestro de carbono, la protección de cuencas y la conservación de la biodiversidad, los cuales contribuyen a la resiliencia climática. Ciertas prácticas de sostenibilidad ayudan a los agricultores que enfrentan la presión por el cambio climático a adaptarse y mantenerse produciendo y mejorando sin tener que acudir a técnicas nocivas. Además, ayudan a las empresas a gestionar y reducir los riesgos climáticos en sus cadenas de abastecimiento. La “agricultura climáticamente inteligente” es una estrategia para reorientar la producción agrícola y ganadera hacia las nuevas realidades que trae el cambio climático. Esta impulsa las condiciones técnicas, normativas y de inversión necesarias para lograr el desarrollo agrícola sostenible y la seguridad alimentaria mientras el cambio climático se revela. La agricultura climáticamente inteligente se compone de tres pilares principales: • incrementar la productividad agrícola y los ingresos; • promover la adaptación y la construcción de resiliencia al cambio climático; y • reducir y/o remover las emisiones de GEI en lo posible. La agricultura climáticamente inteligente no es un conjunto definido de prácticas o un tipo de agricultura totalmente nuevo. Más bien, es un enfoque que combina diferentes métodos bajo la sombrilla del cambio climático. Esta evalúa los riesgos y las necesidades de una finca o comunidad agrícola específica a través del lente del impacto climático, y luego las aborda utilizando prácticas elegidas específicamente para esa situación particular. También les da a los productores las herramientas y traza un camino para lograr que sus operaciones y medios de vida sean más productivos y resilientes al cambio climático, al mismo tiempo que les ayuda a reducir su impacto sobre el clima.

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Agricultura climáticamente inteligente en la Norma RAS 2017

Las prácticas apropiadas variarán de acuerdo con la región, el ecosistema, el clima y el cultivo. Pero algunos ejemplos comunes de prácticas inteligentes con el clima, que pueden ayudar a incrementar la productividad y la resiliencia, incluyen sembrar varios cultivos en una misma finca, lo que diluye un poco el riesgo climático y diversifica las fuentes de ingreso; técnicas para elaborar compost y manejar los suelos, las cuales mejoran la fertilidad del suelo; así como la utilización de sistemas para ahorrar, retener y recolectar agua, los cuales optimizan la disponibilidad de agua en tiempo de sequía. Algunos ejemplos de prácticas climáticamente inteligentes que pueden mitigar las emisiones de GEI incluyen hacer un uso más eficiente del fertilizante, reducir la intrusión de las fincas o haciendas en áreas forestales, y promover sistemas agroforestales y el cultivo de especies nativas de árboles, los que usualmente son más resistentes al cambio climático y pueden ayudar a proteger la biodiversidad local.

Cómo la RAS ha respondido históricamente al cambio climático Muy recientemente es que se ha mencionado la agricultura climáticamente inteligente per se en la Red de Agricultura Sostenible (RAS). Pero la certificación RAS ha promovido históricamente la adopción de prácticas que hoy se consideran como climáticamente inteligentes. Por ejemplo, por mucho tiempo se les ha requerido a las fincas certificadas tener árboles de sombra, los cuales amortiguan los cambios de temperatura y de precipitaciones en fincas con cultivos vulnerables, y que además ayudan a conservar los ecosistemas naturales. En 2011, la RAS publicó un Módulo Clima suplementario para apoyar a las fincas y grupos de productores que querían ir más allá de lo que exigía la Norma de la RAS existente. El módulo era un agregado de cumplimiento voluntario a la Norma de la RAS 2010, y su cumplimiento era solamente verificado, así que las fincas no estaban certificadas bajo un estándar de agricultura climáticamente inteligente. Quienes se adhirieron al Módulo Clima trabajaron más que nada en la adaptación y mitigación al cambio climático por medio de actividades que reforzaron la conservación de los bosques y el suelo, el secuestro de carbono, y para la preparación frente a eventos climáticos extremos.

Cómo aborda la Norma de la RAS 2017 el tema del cambio climático En la nueva edición 2017, la Norma de la RAS integra objetivos climáticos y un enfoque de agricultura climáticamente inteligente en sus principios. En lugar de tener un módulo separado sobre clima, la Norma de la RAS entera está ahora orientada inherentemente hacia la agricultura climáticamente inteligente, enfocada en la adaptación y la resiliencia. Los aspectos relevantes sobre agricultura climáticamente inteligente ya no son un agregado, sino que están insertos en el propio estándar. La nueva norma reconoce y atiende explícitamente los crecientes retos que el cambio climático está imponiendo sobre los agricultores. Esta promueve la resiliencia climática y la adaptación en fincas y comunidades agrícolas al proteger los ecosistemas nativos y la biodiversidad, al impedir la deforestación, mantener suelos sanos, cuidar los recursos hídricos, y al guiar a los productores en la selección y adopción de prácticas agrícolas y materiales de siembra climáticamente inteligentes.

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Agricultura climáticamente inteligente en la Norma RAS 2017

También busca reducir el impacto de los productores sobre el clima al reducir el uso de energía, fertilizantes químicos y de pesticidas, bajar las emisiones de metano, y al mantener o mejorar las reservas de carbono en el suelo, bosques y otros tipos de vegetación presente en las fincas. Comparado con la Norma RAS 2010, el estándar del 2017 aborda el cambio climático de forma más robusta y directa, con nuevos requisitos para la planificación y gestión de fincas con el fin de que puedan adaptarse al clima cambiante. Esta norma ha reforzado los requisitos para la diversificación de árboles y plantas en las fincas, incluyendo la restauración de la vegetación nativa en zonas riparias. El nuevo estándar también exige un manejo integrado de pestes para reducir el uso de pesticidas químicos. Todos estos requisitos generan beneficios para la adaptación y resiliencia climática. Los objetivos climáticamente inteligentes están insertos en los primeros tres principios, los más importantes del nuevo estándar, como se detalla a continuación.

PRINCIPIO 1:

Sistema Eficaz de Planeamiento y Gestión El primer principio de la Norma RAS 2017 es Sistema Eficaz de Planeamiento y Gestión, el cual, “apoya una mejor productividad y eficiencia en la finca, reduce el impacto ambiental e incrementa la capacidad de adaptación al cambio climático. Una mayor eficiencia en el uso de la tierra, del agua, fertilizantes y pesticidas también promueve la adaptación y mitigación del cambio climático”. Las fincas certificadas con la nueva Norma RAS 2017 realizarán evaluaciones constantes de vulnerabilidad para saber cómo el cambio climático puede afectarlas y elaborarán planes para enfrentar las amenazas del clima. Esto significa que se podrán explorar potenciales cambios climáticos y eventos meteorológicos, y sus posibles impactos, finca por finca. Las condiciones climáticas y sus impactos son altamente variables dependiendo de la región, de la finca y del cultivo. Igualmente lo son la calidad de evaluaciones previas sobre vulnerabilidad climática y la disponibilidad de información, lo que determina la exactitud de evaluaciones nuevas. En América Latina, por ejemplo, donde mucha de la información ya está disponible, los agricultores y consultores están muy avanzados en la curva de entendimiento sobre las implicaciones locales del cambio climático en un cultivo. Pero en otras regiones, donde la información es menos accesible y las evaluaciones previas existentes son menos detalladas, la nueva Norma de la RAS promueve que los productores inviertan tiempo y recursos en evaluaciones para comprender mejor lo que podría suceder conforme va cambiando el clima local y cómo ellos pueden planificarse mejor frente a esto.

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PRINCIPIO 2:

Conservación de la Biodiversidad El segundo principio de la Norma de la RAS, Conservación de la Biodiversidad, “contribuye a la protección de la biodiversidad, de los ecosistemas naturales y sus valores de conservación dentro y alrededor de fincas certificadas”. Producir cultivos tolerantes a la sombra, como el café y el cacao, bajo árboles nativos ayuda a mantener la biodiversidad y los corredores para la vida silvestre. Así mismo, ayuda a reducir la evotranspiración durante períodos de intenso sol o sequía, haciendo a las fincas más resilientes al clima. Las fincas que sigue la Norma RAS restauran los árboles y otra vegetación nativa, apoyando así los servicios ecosistémicos como el control natural de pestes, ayudando a reducir el uso de pesticidas, lo cual tiene beneficios para a mitigación y adaptación al cambio climático. La agricultura es la causa principal de deforestación en los trópicos y es un detonante significativo del cambio climático. Pero para lograr la certificación bajo el estándar de la RAS, las fincas no pueden participar en la conversión de bosques (o de ningún otro ecosistema terrestre) por al menos cinco años. Este requisito ayuda a las fincas a proteger la biodiversidad, a mantener sus bosques en pie y a tener bajas emisiones de GEI. “Al proteger la biodiversidad, los ecosistemas naturales y sus reservas de carbón”, señala el estándar 2017, “las fincas certificadas aplican los principios claves de la agricultura climáticamente inteligente y contribuyen a la adaptación y mitigación del cambio climático”.

PRINCIPIO 3:

Conservación de los Recursos Naturales El tercer principio de la Norma RAS 2017, Conservación de los recursos naturales, requiere que las fincas conserven los recursos al mantener y mejorar la salud del suelo; al reducir el uso de pesticidas, la escorrentía de fertilizantes y la contaminación ambiental; al reducir, reutilizar y reciclar sus desechos; incrementando su eficiencia energética, y reduciendo la proporción de combustibles fósiles en sus fuentes de abastecimiento de energía. Este principio enfatiza en el manejo integrado de pestes para minimizar el uso de pesticidas químicos. Reducir el uso de pesticidas químicos también disminuye las emisiones de GEI. “Las mejoras en la materia orgánica presente en el suelo, en la salud del suelo y en la gestión del agua y de pestes aumenta la resiliencia de las fincas al cambio climático”; mientras que el reducir el consumo de combustibles fósiles y de químicos, y mejorar el manejo de los desechos y de la energía, contribuye a recortar emisiones de GEI. Debido a que los cultivos pueden ser más susceptibles a pestes durante periodos de extremo calor o de sequía, el cambio climático también puede traer consigo nuevas pestes o aumentar la virulencia de las que ya existen. Mantener el uso de pesticidas químicos lo más bajo posible asegura un impacto máximo en su efectividad cuando sí deben ser aplicados, ya que minimiza la exposición previa y posibilidad de que se cree resistencia a los químicos. Utilizar estos pesticidas químicos como último recurso preserva su eficacia y puede fortalecer la resiliencia de las fincas.

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Cambio climático y pequeños productores Los pequeños agricultores y las comunidades indígenas cuyos medios de vida dependen de la agricultura y de la salud del medio ambiente son especialmente vulnerables a los efectos del cambio climático. Los brotes de plagas relacionados con el clima, los fenómenos meteorológicos extremos, las sequías y las alteraciones en las estaciones y ciclos de producción ya están desestabilizando a muchas fincas y comunidades. En particular, los agricultores de subsistencia en los trópicos están en las primeras filas en cuanto al cambio climático, con poco acceso a recursos que los ayuden a amortiguar las alteraciones que el cambio climático puede generar en sus fincas y en sus vidas diarias. La agricultura climáticamente inteligente incrementa la resiliencia de los sistemas de producción de los pequeños agricultores y fortalece su productividad, sus medios de vida y su habilidad para trabajar enfrentando y adaptándose a los cambios del clima. Esto, a su vez, reduce la presión sobre los agricultores para convertir más bosques y otros ecosistemas en tierras agrícolas con el fin de compensar las pérdidas en su producción relacionadas con el clima. La Norma RAS 2017 provee un marco de trabajo útil para los pequeños productores, mostrándoles la importancia de realizar evaluaciones para identificar los principales riesgos y planificar las prácticas climáticamente inteligentes y más apropiadas según sus circunstancias. Los administradores de grupo juegan un rol clave en ayudar a los pequeños agricultores en el proceso de planificación, mientras que los materiales locales de orientación refuerzan la asistencia técnica para permitirle a los pequeños productores adoptar las buenas prácticas para su región y sus cultivos. Por ejemplo, si se identifican las sequías y periodos más extensos de calor como los riesgos principales, como suele ser para pequeños productores de cacao en Ghana, una estrategia climáticamente inteligente se enfocaría en fortalecer la humedad del suelo, reducir la irradiación solar y en crear mejores microclimas. En lugares donde los riesgos sean, más bien, lluvias fuertes e inundaciones, que arruinaron la cosecha de una comunidad indígena en Perú durante una tumultuosa temporada lluviosa en 2014, una estrategia climáticamente inteligente podría enfocarse en crear zanjas en el suelo, sembrar cultivos de cobertura y en la gestión de la erosión para reforzar condiciones favorables en el suelo. Identificar e implementar este tipo de estrategias puede ayudar a fincas de pequeños productores individuales y a comunidades agrícolas a sobrevivir y florecer en medio de las alteraciones del clima. Multiplicadas por varios productores que las implementan, estas prácticas pueden tener además beneficios significativos a nivel regional y del paisaje.

Promoviendo paisajes más saludables Los beneficios de la agricultura climáticamente inteligente no se quedan en la puerta de las fincas. Cuando muchos productores adoptan prácticas climáticamente inteligentes a lo largo de un paisaje y de una la cadena de suministros, pueden obtenerse beneficios importantes en una escala regional. Por ejemplo, planificar según los impactos climáticos y adaptar técnicas de cultivo ayuda a proteger los medios de vida, no solo para agricultores individuales, sino que a lo largo y ancho de la economía. La Norma RAS 2017 incorpora capacitación y asistencia técnica para ayudar a los agricultores a identificar prioridades más allá de la escala de la finca individual, incluyendo la restauración de ecosistemas vecinos y la atención de riesgos

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climáticos. Muchos de los criterios de la RAS se enfocan en elementos a una escala mayor, como la conservación de la biodiversidad, de los bosques, las cuencas y otros ecosistemas naturales circundantes. El enfoque a nivel de paisaje involucra a muchos actores interesados además de los productores agrícolas y requiere de la cooperación, en muchos niveles, entre organizaciones de productores, usuarios de los bosques, el sector privado, los gobiernos nacionales y subnacionales, científicos, la sociedad civil y las comunidades locales. Una estrategia de agricultura climáticamente inteligente puede hacer contribuciones importantes para lograr paisajes y medios de vida más sanos y más resilientes. Hay evidencia cualitativa de que la agricultura climáticamente inteligente ayuda a las fincas individuales a lograr una mayor resiliencia y adaptación climática. Esta estrategia contribuye a reducir los impactos negativos de la agricultura sobre el clima y a aumentar los positivos, protegiendo los bosques y ecosistemas vecinos, y promoviendo paisajes más saludables y resilientes, lo que en su conjunto favorece la mitigación del cambio climático.

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