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martes 17 de marzo del 2015 Gestión

Incluye contenido de The Economist

Mal comienzo, mejor final La economía china crece poco al inicio del año, pero luego incrementa su velocidad. BLOOMBERG

SHANGHÁI De la edición impresa

L

a economía china se ha ganado la reputación de comenzar el año con lentitud. En el 2012, 2013 y nuevamente el año pasado, arrancó con pies de plomo y despertó la preocupación de que lo peor estaba por venir. Pero en cada uno de esos años, el Gobierno aceleró el paso, impulsó la inversión y flexibilizó la política monetaria a fin de mantener el curso del crecimiento. Es por ello que la data de los primeros dos meses del 2015, que ha sido peor de lo esperado, ha generado más que una pequeña sensación de déjà vu. No obstante, es preciso notar que existen diferencias relevantes respecto de los años previos. Lo inquietante es que la debilidad es más amplia pues casi todos los indicadores principales apuntan hacia abajo. La inversión creció 13.9% respecto del año anterior, la menor tasa en más de una década e inferior al 15.7% del mismo periodo del 2014. En tanto, la producción industrial se incrementó 6.8%, el registro más bajo



El banco central ha recortado las tasas de interés, aunque con cautela”.

La producción industrial se incrementó 6.8%, el registro más bajo desde la crisis financiera.

desde la crisis financiera (en diciembre se había expandido 7.9%). Las ventas al por menor también se ralentizaron, una señal desalentadora pues se creía que el consumo iba a ser el motor del crecimiento. Y más alarmantes han sido los números del mercado inmobiliario, que en el pasado alcanzaba 15% de

crecimiento, pero que ahora corre el riesgo de convertirse en un lastre. Las ventas de viviendas (medidas en unidades) cayeron 16.3% en comparación con el mismo periodo del 2014 y el volumen de nuevas construcciones se contrajo 17.7%. El entorno de la política económica también ha cambiado. El pre-

sidente chino, Xi Jinping, ha difundido el mensaje de una “nueva normalidad” en la que el Gobierno pondrá menos énfasis en el PBI y, más bien, buscará implementar reformas estructurales tales como resolver los problemas de deuda que aquejan a los gobiernos locales. Este aparente cambio de planes ha generado dudas sobre cuánto podría hacer el Gobierno chino para apuntalar el crecimiento. El banco central ha recortado las tasas de interés, aunque con cautela. El Gabinete ha modificado las reglas fiscales, de modo tal que ahora los gobiernos locales encuentran que gastar es más complicado.

Lo positivo es que dado que la inflación anualizada se ubica en 1.1%, el nivel más bajo de los últimos cinco años, en tanto que los precios al por mayor ya están experimentando una deflación, el Gobierno cuenta con margen de maniobra para aplicar más medidas. Y es probable que eso ocurra. Ahora que el banco central ha iniciado su ciclo de flexibilización de la política monetaria, aunque de forma tentativa, es solo cuestión de tiempo antes de que vuelva a recortar sus tasas de interés y reduzca aún más los requerimientos de reservas de los bancos, con lo cual facilitará el otorgamiento de préstamos. Además, el ministro de Finanzas, Lou Jiwei, se ha comprometido a que la política fiscal será más favorable. Si bien el Gobierno ha reducido su meta de crecimiento a “alrededor de 7%”, luego de varios años de mantenerla en 7.5%, está dispuesto a alcanzarla. Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez © The Economist Newspaper Ltd, London, 2015