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A20. el comercio

jueves 12 de marzo del 2015

Opinión “Cambiar de bancada no es en sí algo criticable”.

Editorial de El Comercio De ratas y tránsfugas / 15 de agosto del 2014

Editorial

Lealtad al voto

E

El cambio de bancada puede permitir que el voto ciudadano prevalezca sobre el interés político.

n agosto de 1962, luego de ser un activo militante del Partido Demócrata de Estados Unidos, Ronald Reagan –presidente de 1981 a 1989– anunció oficialmente su paso al Partido Republicano con la frase: “Yo no dejé a los demócratas; el partido me dejó a mí”. Casi medio siglo antes, sir Winston Churchill había ‘cruzado la cámara’ del Parlamento Británico dos veces: la primera para dejar a los conservadores y unirse a los liberales en 1904, y la segunda para regresar a los conservadores en 1924. “Nunca he traicionado a nadie que no se haya traicionado antes a sí mismo”, dijo entonces el líder inglés. La historia viene a cuento a raíz del próximo debate en el pleno del Congreso respecto del dictamen que sancionaría a los parlamentarios que renuncien a la bancada por la que fueron elegidos. Según el texto aprobado por la Comisión de Constitución, los congresistas que dimitan de su agrupación original no podrán formar nuevas bancadas, integrar comisiones, ni ocupar cargos directivos en el Parlamento. Sin embargo, en demasiados casos limitar la renuncia de congresistas a su bancada hace más

por deslegitimar la confianza que los electores pu- Fujimori cuando este dio el autogolpe, y luego vasieron en los parlamentarios que por fortalecer el rios otros que lo dejaron debido a los subsecuensistema democrático –sobre todo en un contexto tes atropellos contra la democracia. Llevando el institucional con partidos políticos débiles–. argumento al contexto internacional, el kirchneEn estas circunstancias, el ejemplo de Gana rismo en Argentina y el chavismo en Venezuela se Perú es ilustrativo. Y es que hasta la primera vuelhan visto debilitados por la salida de representanta electoral, el partido defendía la gran transfortes que no comulgaban con el giro que tomaron mación; sin embargo, luego el presidente adoptó sus agrupaciones. Adicionalmente, la sanción por cambiar de –con mucha sensatez– la hoja de ruta que hoy su bancada reduce el incentivo de gobierno defiende. Si bien en algurealidad los partidos políticos no solo para nos casos las renuncias a la bancaEl transfuguismo no es mantener una línea política conseda oficialista –que ya suman 14– se la causa de la debilidad pueden haber basado en cálculos de los partidos políticos, cuente, sino para escoger a candidatos idóneos que comulguen con electorales, lo cierto es que resulsino más bien su la identidad partidaria en la lista ta difícil no reconocer coherencia consecuencia. de candidatos al Congreso. Con las en la dimisión de congresistas que fueron elegidos por ciudadanos que pedían repre- sanciones, los partidos pueden –en teoría– mantener cautivos a congresistas que de otro modo sentatividad al estilo del ‘polo rojo’ del presidente hubiesen roto con la agrupación, sea porque los y que en cambio recibieron participación parlaprincipios del partido cambiaron o porque el parlamentaria de ‘polo blanco’. mentario no se identifica con la misma. Así, si cambia el partido y lo que este represenPero incluso, a la larga, sancionar el transfuta, no es solo justificable sino esperable que el conguismo resulta miope para los mismos partidos. Si gresista lo abandone. Hubo, por ejemplo, parlala agrupación ha mantenido su línea original y es mentarios que renunciaron al partido de Alberto

el congresista quien decide irse por motivos personales reñidos con su compromiso con los votantes, mal haría el partido en mantener contra su voluntad a un elemento pernicioso para el grupo. Por supuesto, el transfuguismo motivado por hambre de dinero o de poder puede también disfrazarse –y lo hace seguido– de causas principistas. Pero la solución no es sancionar entonces todo intento de abandonar el partido original, sino castigar la corrupción –a través de la vía judicial– y la falta de compromiso con el voto ciudadano –a través de la vía electoral en los siguientes comicios–. Como dijo antes este Diario, la receta para impedir los cambios oportunistas de partido pasa, justamente, por limitar la oportunidad que ellos ofrecen. Es decir, por fortalecer los partidos, haciendo más costoso –y menos políticamente conveniente– para sus representantes abandonarlos por razones de cálculo electoral. El transfuguismo no es la causa de la debilidad de los partidos políticos, sino más bien su consecuencia. No permitir entonces el cambio de bancadas permite la traición a la confianza ciudadana a costa de intentar vanamente asegurar su estabilidad.

humor profano

El tábano

- Mario Molina -

- Farinata -

P

Ícaro en la Costa Verde

ara el ser humano, volar nunca ha sido solo volar. Siempre ha representado una aspiración por alzarse sobre lo mundano, por acometer una empresa para la que no fue diseñado, por sublevarse contra las leyes de la física y la metafísica que lo fuerzan a mantener los pies sobre la tierra y soñar. Tal fue sin duda el ansia que inspiró los ornitópteros de Leonardo e impulsó a Jorge Chávez a remontar los Alpes al grito de “arriba, siempre arriba”. Pero también la que arrastró esta semana al ex ministro Daniel Urresti hasta el borde del abismo para lanzarse al vacío en parapente y patalear sobre nuestras cabezas, aullando consignas que nadie pudo escuchar. Urresti, en efecto, no es Domenico Modugno. No es ni siquiera el buen Piero Solari. Pero igual quiso dejarse raptar por el viento y, como en la

canción que el primero compuso y el segundo interpretó mil veces, volar feliz por encima del sol mientras una música dulce sonaba solo para él. Si hubiera prestado atención, sin embargo, si hubiera aguzado la vista, habría notado que allá abajo, entre los minúsculos ciudadanos que se preguntaban si era un pájaro o un avión, se producía una cierta agitación de jueces y fiscales que sospechaban que se trataba más bien de una versión criolla de Ícaro. Y empezaban a prepararse.

la silla vacíA

respuesta a nuestro editorial “Angustia social”

La reforma improbable

Economía social de mercado

- Luis F. Nunes -

- Alberto Beingolea -

A

Experto en gobernabilidad

trapados en una Constitución aprobada hace 22 años (a la cual apenas se le han dado retoques cosméticos) se han venido represando temas y debilidades propias de una dinámica social que avanza más rápido que la legislativa. Esta última camina entre lo urgente y lo importante dándole –lamentablemente– prioridad al día a día y no atacando las cuestiones de fondo, esas que son las que finalmente generan y construyen la patria. La tarea de elaborar un sistema democrático legítimo, representativo y eficaz no es algo que pueda postergarse si de verdad aspiramos al desarrollo con ‘D’ mayúscula. La sustancia de la gran promesa democrática permanece incumplida. Eso es lo que piden a gritos las y los ciudadanos: una democracia que les funcione, no una rutina democrática. El desprestigio del Parlamento está presente en todo el continente y también en el Perú. Pareciera que la ciudadanía ya se acostumbró a tener legisladores de muy bajo nivel, aunque hay excepciones. ¿Cómo eligen los partidos a sus candidatos al Congreso? Esta pregunta destapa una caja de Pandora o una olla de grillos, difícil de contestar. El funcionamiento de la democracia interna es precario y deficiente: pocas organizaciones políticas cumplen a cabalidad este proceso y los padrones de militantes muchas veces se manipulan de manera grosera y descarada a gusto y conveniencia de los que detentan el poder partidario. El otro día, a raíz de una disputa interna de un partido, alguien me dijo: “Pobres, parecen un grupo de borrachos peleándose por una botella vacía”. Razones no le faltaban a mi interlocutor: los partidos en el Perú no gozan de buena salud y menos de

buena reputación. Por ello estoy de acuerdo con la figura de la silla vacía. Debe aplicarse al parlamentario y a su partido. Es una medida dura, pero necesaria en nuestro país, donde somos demasiado tolerantes con muchas muestras de informalidad en todos los campos. Entiendo que la inmunidad parlamentaria prevista constitucionalmente entra en conflicto con esta sanción, pero ello puede ajustarse legalmente. A principios del 2011, el sociólogo peruano Juan Arroyo Laguna alertó en un esclarecedor documento del Consorcio de Investigación Económica y Social (CIES) sobre el creciente avance de la narcopolítica y sus tentáculos en todos los niveles: no le hicimos caso. Cuatro años después, esos escándalos aparecen casi a diario y los procesos judiciales y parlamentarios caminan lentos y llenos de obstáculos. Las reformas requieren muchas veces que se tomen decisiones en el corto plazo que pueden ser políticamente sensibles, tanto que a veces los técnicos las califican de “las reformas improbables” porque tienen casi todo en contra. La llamada silla vacía y las otras reformas propuestas por los organismos del sistema electoral son necesarias; estamos contra el tiempo para aprobarlas, pues ya entramos al período preelectoral. Las reformas electorales definen el sistema político y las reglas de juego; estas forman el esqueleto institucional de un país. Sin embargo, lo que tenemos hoy en día son las llamadas resistencias a los cambios porque estas tocan intereses personalistas y partidarios de las cúpulas, mientras estas demuestran miopía política y no se dan cuenta de que cada día se alejan más de las simpatías del ciudadano de a pie. Señores congresistas, el país está primero.

T

Congresista de la República

al vez el mayor problema del Partido Popular Cristiano (PPC) en los últimos años ha sido el comunicacional. Confirmando esta autocrítica, El Comercio sostuvo en un editorial reciente que una razón del supuesto desencuentro del electorado con las propuestas pepecistas sería la confusión generada por la economía social de mercado (ESM), aporte fundamental del PPC a la política peruana en la Constituyente de 1978 y recogida en el artículo 58 de nuestra actual Constitución. El término fue acuñado por el economista alemán Alfred Müller-Armack, quien, teniendo como antecedente al ordoliberalismo de Friburgo, aterrizó las ideas que en materia económica planteaban las encíclicas “Rerum novarum” y “Quadragesimo anno”. Tras la Segunda Guerra Mundial, los aliados, seguidores de las ideas económicas de Friedman, trataron de imponer en la Alemania Occidental las bondades del liberalismo contemporáneo. Sin embargo, el canciller Konrad Adenauer y su ministro Ludwig Erhard optaron por la ESM. La aplicación de este modelo fue todo un éxito y condujo muy rápido al renacimiento alemán. Más recientemente, por cierto, le ha permitido a ese país atravesar a salvo la grave crisis económica sufrida por Europa. Es decir, han sido setenta años de éxito sostenido. En términos sencillos, la ESM cree en las bondades del mercado como generador de riqueza, pero al mismo tiempo en la necesidad del Estado para controlar los posibles excesos que puedan terminar en la explotación de los menos favorecidos. Basándose en la libertad del hombre, propugna que él decida a su buen entender qué, cómo, cuándo y cuánto producir; qué vender y qué comprar. Pero a diferencia de la propuesta de

libre mercado, la ESM introduce el factor de justicia, entendida como la búsqueda de equidad en las relaciones humanas. Observando que el propio desarrollo del mercado suele terminar en el abuso de quienes tienen mayor éxito, generando una injusta competencia, se le asigna al Estado el papel de garante para que se cumplan siempre condiciones mínimas. Como dice la propuesta del PPC: “Progreso para todos”. El mejor resumen se formuló en la Quinta Convención del Partido Demócrata Cristiano Alemán, realizado en Hamburgo: “Tanto mercado cuanto sea posible para fortalecer la iniciativa privada, la disposición al rendimiento y la responsabilidad hacia sí mismo de los individuos, y tanto Estado cuanto sea necesario, para garantizar la competencia y el ordenamiento social y ecológico del mercado”. Una propuesta tan alejada de la planificación e intervención estatal como del liberalismo a ultranza que ha fracasado, por ejemplo, para contener los excesos financieros que casi derrumban su propio sistema en la última crisis económica mundial. Es una propuesta que en términos económicos entiende que ningún desarrollo puede ser sostenido si descansa sobre la miseria de algunos. Que esto más bien amenaza la paz y conduce a pérdidas económicas e inestabilidad social. Es una propuesta que no olvida que la economía debe estar al servicio del hombre y no al revés. Por tanto, sujeta a imperativos morales. Ya decía Juan Pablo II: “La libertad económica es solo un elemento de la libertad humana. Cuando aquella se vuelve autónoma, es decir, cuando el hombre es más considerado como un productor o un consumidor de bienes que como un sujeto que produce y consume para vivir, entonces pierde su necesaria relación con la persona humana y termina por alienarla y oprimirla”.