20 de diciembre de 2015 El español conserva su unidad dentro de la diversidad César Noriega Ramos El embrión del español procede del “latín vulgar”, llamado así porque era la forma común de comunicarse en la era del Imperio Romano. Desde el siglo III a.C. esta forma simplificada del latín fue mezclándose con lenguas previamente usadas en la Península Ibérica, donde actualmente se ubican España y Portugal. Durante más de un milenio, de estas combinaciones surgió la rama ibérica de las lenguas romances, que incluye al gallego, al catalán, al portugués y al castellano, este término, también válido para referirse al idioma, alude a la región de Castilla, reconocida como la cuna histórica de la lengua española. El vocabulario del español procede en un 56% del latín. Otros idiomas con contribuciones relevantes a la lengua de Miguel de Cervantes son: el árabe, el griego y el germánico o gótico. La presencia musulmana en la Península Ibérica por más de 800 años (entre principios del siglo VIII y comienzos del XVII) dejó una herencia de alrededor de 10 mil palabras en español procedentes del árabe. Muchos desconocen que términos usados con frecuencia proceden del árabe, por ejemplo: arroz, baño, café e incluso el universalmente conocido “hola”. A partir de 1492, con la llegada de los españoles a América, se expanden los horizontes del español como nunca antes. La distancia geográfica entre España y sus colonias americanas, creó las condiciones para la formación de acentos y vocabularios distintos a los usados en la Península. Actualmente, más del 90% de los hispanohablantes – que sobrepasan los 400 millones de personas – se concentran en el continente americano. Uno de los rasgos más distintivos del español americano es el “seseo”, por el que la “c” suena igual a la “z” y la “s”. Tal pronunciación también es común al sur de España y las Islas Canarias, de donde provinieron las primeras oleadas de españoles que emigraron a América.
En cambio, en el centro, norte y en algunas zonas al sur de España, la “s” suena distinto a la “c” y la “z”, que se pronuncian en un tono cercano a la “th” inglesa. El empleo del “vos” en sustitución de la segunda persona singular (tú) cayó en desuso en España hace siglos, pero es dominante en algunas zonas de América, sobre todo, en Argentina y en Uruguay, pero también es utilizado en zonas de Colombia, Venezuela y Centroamérica. Aunque las variedades lingüísticas del español pueden parecer infinitas, lo cierto es que las diversas modalidades tienen en común el 91% del vocabulario. Los estudiantes de español como lengua extranjera tienen la ventaja de que existe una correspondencia entre su ortografía y su pronunciación, lo que no ocurre con el inglés, el francés o el portugués. Pero los aprendices de español deben afinar bien el oído, ya que según un estudio el español junto al japonés son los idiomas que se hablan más rápido. En un conjunto de siete lenguas, se encontró que en estas dos se dicen el mayor número de sílabas por segundo. Aunque la velocidad sacrifica la densidad de la información, puesto que cualquier sílaba del español sólo aporta una mínima parte del significado de la frase que la contiene. Al contrario, cada sílaba del chino-mandarín encapsula mucha mayor información que una en español, pero en velocidad resultó ser el idioma más lento. El español ha experimentado una expansión inimaginable para los antiguos habitantes de Castilla. En el próximo siglo, el español seguirá siendo uno de los tres idiomas más hablados y estudiados del mundo, junto con el inglés y el chino-mandarín.