¿Por qué y para qué estudian nuestros hijos?
1 Los padres y los estudios de los hijos
diEs EDUCACIÓN INSTITUTO DE TÉCNICAS DE ESTUDIO Y EDUCACIÓN PERSONALIZADA 1
¿Por qué y para qué estudian nuestros hijos? ÍNDICE Introducción 1.- Los padres y los estudios de los hijos 2.- La pasión de educar 3.- Personas rebeldes 4.- La educación personalizada y el proceso de aprendizaje 5.- El estudio como medio para la educación de la persona 6.- Educar en valores 7.- Estudiar con eficacia. Las Técnicas de Estudio 8.- Lectura Rápida comprensiva, Método de Estudio, Técnicas de Memorización, Técnicas de Concentración y Relajación, Tomar apuntes 9.- El problema de los suspensos 10.- El tiempo libre y los estudios de los hijos 11.- Acción motivadora y auto-motivación. En busca de la excelencia 12.- La educación de la voluntad o el reto de lo posible Nota: Bajo el título de “¿Por qué y para qué estudian nuestros hijos?” Estos 12 artículos están publicados en cuadernillos independientes. Se refieren, básicamente, a Educación Personalizada y Técnicas de Estudio. Bajo el título “Educación y Familia” hemos publicado estos otros 14 artículos referidos, principalmente, a aspectos importantes y complementarios de la educación familiar: I.” La lucha contra la mediocridad. Un reto apasionante”, II.” Crisis de autoridad en la familia”, III. “Tres valores familiares: la sobriedad, la prudencia y la gratitud”, IV. “Tener un proyecto personal”, V.- “Aprender a ser comprensivos”, VI.- “Aprender a escuchar”, VII.- “Aprender a pensar”, VIII.- “Pensar ¿para qué?, IX.-“La capacidad de decidir”, X. Cómo incrementar la creatividad de nuestros hijos, XI. “Educar a niños menores de seis años”, XII. “Educar a niños de 6 a 12 años”, XIII. “Pre-adolescencia y adolescencia”, XIV. “La acción educativa y la Fe”, XV. “La familia”. 2
INTRODUCCIÓN En la presente publicación hemos agrupado algunas reflexiones a las que titulamos con el interrogante ¿Por qué y para qué y estudian nuestros hijos? Lo hemos hecho así por creer que si despejamos esta incógnita, o por lo menos la clarificamos, puede servir de orientación y ayuda a los educadores, padres y profesores, en su tarea de formar a hijos y alumnos como personas libres y responsables. Creemos y vamos a argumentar sobradamente que el medio idóneo para conseguir dicho objetivo es aplicar los criterios de lo que se entiende como Educación Personalizada. Es evidente que, aunque estudiar sea obligatorio, la finalidad de la acción educadora no puede ser otra que desarrollar una libertad responsable en los hijos y alumnos. Esa es la razón, y entendemos que poco discutible, por la que el estudio, el trabajo intelectual que realizan, es un medio idóneo para la educación de la persona. Pues bien, las consideraciones que exponemos a continuación tienen como finalidad hacer pensar en torno a las cuestiones que, actualmente, son prioritarias para los propios alumnos, las familias, los profesores y educadores, para la propia sociedad y, por ello, también para los responsables políticos. La experiencia acumulada durante más de 40 años en Educación Personalizada y Técnicas de Trabajo Intelectual, nos ha permitido constatar que los principios, procesos, técnicas y orientaciones que señalamos han servido y son válidas como ayuda a padres y profesores en su quehacer de mejorar la calidad de la educación. Y, también, para que muchos de los alumnos, la mayoría de forma inmediata, mejoren como estudiantes, como hijos, como alumnos y como protagonistas indispensables para la reconstrucción de una sociedad que, por haber perdido sus valores esenciales, tienen puestos en ellos todas sus esperanzas. La aplicación de los criterios propios de la Educación Personalizada hacen posible que el estudiante conozca qué debe hacer, cómo y porqué hacerlo, lo que les permitirá decidir, tomar las riendas de su vida e independizarse de tutelas y controles exhaustivos al haber descubierto quiénes son, por qué y cómo tienen que estudiar y qué es lo que pueden hacer para que su vida sea el fiel reflejo de su inteligencia creativa y emprendedora, y de una voluntad libre de ataduras y, por tanto, de una libertad responsable. La sociedad en la que les ha tocado vivir a nuestros hijos y alumnos, que es la sociedad que los mayores les hemos construido, adolece de normas y valores permanentes; todo es relativo. Se afirma, y no sin razón, que es materialista, hedonista, permisiva y egoísta. Esta concepción del hombre, convertido en superhombre por ciertas ideologías reduccionistas, no favorece ni alienta el desarrollo integral de la persona. Y los jóvenes, sin proyecto personal, sin objetivos con cierta altura de miras, donde se diluye su vida en la satisfacción de lo inmediato, quedan desmotivados. Nada verdaderamente les merece la pena. Sobre todo esto se necesita reflexionar, con valentía y optimismo, si entendemos que lo más valioso que tenemos los padres son nuestros hijos. Está claro que no es tarea fácil, porque nos compromete y, en muchas ocasiones, exigirá rectificar nuestra conducta, previa rectificación de aquellos criterios, hábitos y deseos que podemos llegar a descubrir que estaban equivocados pero que, tantas veces, por ignorancia o debilidad, guiaban nuestro comportamiento. Es momento de rectificar lo que haya que rectificar, de sacrificarse por el bien de los demás: de nuestra familia, de nuestros hijos, de nuestros alumnos y de la sociedad. Sin sacrificio, sin esfuerzo y sin una decidida actitud de servicio, avalada por el ejemplo personal, la mejora de la calidad de la educación seguirá siendo una asignatura pendiente.
Luis Albás Mínguez Asesor educativo del Instituto diEs Educación Ex Director del Instituto de Técnicas de Estudio ILVEM en España Asesor Familiar 3
1 LOS PADRES Y LOS ESTUDIOS DE LOS HIJOS Los padres somos los principales responsables de la educación y, por ello, del estudio de nuestros hijos. En consecuencia, el ambiente y las actitudes que los padres adoptemos respecto a sus estudios tienen la misma importancia que sus propias capacidades. Sobre todo al principio. Está claro que el hijo es el protagonista principal: él es quien tiene que asistir a las clases, estudiar y obtener las mejores calificaciones posibles. Y, también, que el Centro Académico donde cursa sus estudios juega un destacado e imprescindible papel en su formación. Pero “la responsabilidad es de los padres, de la familia”. Aceptando esta premisa los padres podemos adoptar distintas actitudes: A. Actitud de control. Es la que toman aquellos padres que "sólo se preocupan por el tema de los estudios" y, dentro de este grupo, los que "sólo se interesan cuando llegan las notas", sobre todo si éstas son "malas". Evidentemente, esta actitud supone "reducir" al hijo y verlo, preferentemente, bajo el punto de vista de lo que "hace", de los "resultados". De este modo queda supeditada la relación padres - hijos a sus "calificaciones" y se olvida que, para que esa relación sea correcta, más importante que lo que las personas "hacen" es lo que las personas "son". Para decirlo de una forma más gráfica: nuestros hijos "no son, sólo, buenos o malos estudiantes". Son "nuestros hijos" a los que debemos "ayudar" a desarrollar su libertad y responsabilidad personal. Es cierto que se les conoce más por lo que hacen que por lo que dicen que " van a hacer". También es cierto que deben de estudiar bien para aprender y, si pueden, sacar las mejores "notas". Sin embargo, no podemos olvidar que las calificaciones son la "consecuencia" de la interrelación de un conjunto de elementos vitales que influyen en la tarea que nuestros hijos realizan: su estudio. Así como, y esto es más importante todavía, que el estudio es "un" algo más dentro de su proceso de maduración y desarrollo de la personalidad. Aunque, para conseguirlo sea precisamente el estudio el medio más adecuado. Está claro, entonces, que saber "lo que hacen" se convierte en el punto de partida para ayudarles: es necesario "conocer" la realidad personal de cada hijo. Pero, también es importante saber "porqué" estudian y "cómo" lo hacen. Si no, cometeremos el grave error de olvidar y privar al estudio de sus enormes posibilidades educativas que es donde radica la motivación para estudiar. La segunda postura que se puede adoptar es la siguiente: B. Centrar el estudio de nuestros hijos dentro del campo de su educación como personas. Para esto, se debe considerar "que es" estudiar y "para qué" estudian nuestros hijos. De ahí, y de ningún otro lugar, deben salir los objetivos educativos que nuestros hijos deben descubrir y plantearse como metas a alcanzar. En este sentido, y para saber qué es estudiar, vemos que el estudio "es" un medio para:
4